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Indigenismo

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Los taínos fueron el primer pueblo indígena con el que Colón contactó tras la llegada al Nuevo Mundo. Entonces habitaban buena parte del Caribe, desde lo que hoy son las Bahamas a Cuba, Jamaica, la Española o Puerto Rico[1]​.

El indigenismo o indianismo[2]​ es una corriente cultural y antropológica concentrada en el estudio y valoración de las culturas indígenas,[3]​ y el cuestionamiento de los mecanismos de discriminación y etnocentrismo en perjuicio de los pueblos originarios.[4]

Historia

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En el continente americano

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Los muralistas a menudo fueron influenciados por la leyenda negra sobre España y la dialéctica marxista de la lucha de clases, representando a los pueblos autóctonos como la clase oprimida (una analogía del trabajador y el proletariado) mientras que la clase gobernante burguesa vendría a ser representada por los españoles, los criollos, los mestizos ricos y la iglesia católica.

Se puede hablar de una historia dentro del indigenismo a partir del sermón de diciembre de 1511 de Antonio de Montesinos. Desde entonces el indigenismo tomó forma con el paso del tiempo y es lícito hablar de indigenismo desde la época de la administración virreinal española, con modalidades diversas,[5]​ aunque durante el siglo XIX en los nuevos estados independientes hispanoamericanos la preocupación indigenista perdió terreno.

Franz Boas, el padre fundador de la antropología social, había ya concebido una Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana con énfasis en el hemisferio occidental, visión que no pudo materializar. En México, es con la revolución (1910) cuando las políticas indigenistas tuvieron sus inicios. Un incremento posterior en las dinámicas de las políticas indigenistas pudo ser visible en 1920 dentro del contexto de la estabilización política de la revolución. Estas instituciones apuntaban a la asimilación, hispanización y nacionalización de la población amerindia a través de la educación. Desde 1936 el Departamento de Asuntos Indígenas ha coordinado la integración de la población indígena en la nación, a partir de 1939 por medio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Un nuevo giro interamericano comenzó en los años veinte con los ya mencionados programas de asimilación a través de la educación en México y un cambio significativo en las políticas indigenistas en los EE. UU. Después de la derrota militar de los pueblos originarios a finales del siglo XIX, el gobierno de EE. UU. al igual que el de Canadá llevaron a cabo políticas estrictas de reservas indias o indianas. En la década de 1920 surgieron críticas a las políticas de reservas indias debido a las circunstancias económicas y sociales desastrosas que se encontraron en esos sitios. Con el fin de ejecutar una nueva política indigenista se asignó a John Collier como Comisionado del Bureau of Indian Affairs, donde permaneció desde 1933 hasta 1945. En alusión a la política general de Roosevelt, la política indigenista de Collier se hizo famosa como el Indian New Deal («nuevo trato indio»).

En 1931, John Collier y el antropólogo mexicano Manuel Gamio discutieron la necesidad de establecer una organización interamericana que pudiera servir como un centro de coordinación y que pueda recolectar datos antropológicos, así como promover el intercambio y experiencias en torno a las políticas indigenistas. Oficialmente, la fundación de un Instituto Indigenista Interamericano (III) fue por primera vez discutida durante la Octava Conferencia Panamericana (Lima 1938). Este debate derivó dos años después en la creación del Primer Congreso Indigenista Interamericano, en 1940 en Pátzcuaro, México, el cual había sido originalmente planificado para tener lugar en La Paz, Bolivia. En este congreso los delegados aprobaron la fundación del Instituto Indigenista Interamericano como una organización internacional independiente con sede en Ciudad de México. En 1942 fue inaugurado el III y – debido a la inesperada muerte de Moisés Sáenz, quien había sido el principal organizador de la conferencia de Pátzcuaro – Manuel Gamio se convirtió en el primer director del instituto. Gamio se mantuvo en su oficina hasta su muerte en 1960.[6]

Tras el Primer Congreso Indigenista Interamericano, el indigenismo se convirtió en la política oficial de los estados de América, de manera que el conjunto de ideas y actividades concretas que han realizado los estados americanos en relación con las poblaciones indígenas han llevado el nombre genérico de «indigenismo».[7]

También, por otra parte, existen corrientes «anarcoindigenistas» que defienden el indigenismo fuera de la política estatal, es decir, a través del anarquismo.[8]

El término ganó importancia en las últimas décadas del siglo XX para referirse a algunas organizaciones en América Latina.[cita requerida]

Política indigenista

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Hubo antecedentes de intentar hacer una política indigenista entre los liberales y reformistas de las Cortes de Cádiz que buscaban representar al indio:.[9][10][11]

A partir de estos antecedentes en Cádiz, donde los diputados criollos abogaron por la integración del indio a la nación española es que nace el indigenismo decimonónico en América, la cual busca integrar al indio en la sociedad moderna.
Dr. Alzamora Valdez, 1949

Los indígenas han quedado reducidos a vivir en la periferia, en «regiones de refugio» alejadas de los centros políticos, en sitios «inhóspitos» o también en los cinturones de miseria de las ciudades. Necesitan entonces, según el indigenismo, participación ciudadana y social y ayuda externa que les impulse a superarse e integrarse.

Jaime Beltrán, explica que en las regiones de refugio donde han logrado sobrevivir la mayoría de las comunidades aborígenes, lo urbano domina lo rural, las comunidades se convierten en satélites y se establecen relaciones asimétricas entre los diferentes segmentos de la población. Los indígenas son la parte sometida dentro del hinterland que dominan los sectores que controlan el respectivo centro rector.[12]​ El indigenismo se propuso liberar al indio de esa intermediación opresiva y explotadora.

A diferencia del supremacismo blanco y del igualitarismo liberal, el indigenismo reconoce la especificidad de lo autóctono y el derecho de los indios a recibir un trato especial favorable que compense siglos de discriminación, perjuicios y marginalidad.[cita requerida] Sin embargo, cuando los indigenistas hablan de integrar al indio a los beneficios de la sociedad nacional y global, aspiran a que en esa sociedad se encuentren los elementos que posibiliten la "redención" del indio, asumen que la sociedad dominante puede "salvar" al indio, integrándolo a ella.

Para Alejandro Marroquín, el indigenismo como política de los estados, busca "atender y resolver los problemas que confrontan las poblaciones indígenas, con el objeto de integrarlas a la nacionalidad correspondiente" y puede clasificarse en cuatro variantes:[4]

  1. El indigenismo político, reformista o revolucionario surgió como propuesta de participación de los indígenas en proyectos de transformación nacional, como las revoluciones mexicana y boliviana. Esta variante enfatiza en la reivindicación social del indio y la lucha por la tierra y se centra en el enfrentamiento político con gamonales, caciques, latifundistas y burócratas.
  2. El indigenismo comunitario que fortalece la propiedad colectiva de la tierra y los usos y costumbres comunitarios es una variante del político
  3. El indigenismo desarrollista surgió al tratar de integrar a los aborígenes y sus territorios al desarrollo económico y al mercado. Pocas veces sale el indígena bien librado de los impactos ambientales y sociales de las políticas empresariales y frecuentemente se catalizan la emigración y especialmente la diferenciación social entre una minoría privilegiada (Dietz 1995) y una mayoría pauperizada.
  4. El indigenismo antropológico, como corriente de la antropología ha estado al servicio del indigenismo político o del indigenismo desarrollista.

Indigenismo por país

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Mural de Diego Rivera muestra la ciudad prehispánica mexica de Tenochtitlán.

México

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En México, el indigenismo surgió en el año de 1940 en Pátzcuaro. Los gobiernos surgidos de la Revolución intentaron forjar una nación en torno a un proyecto nacional, por ello la política indigenista se entendió como un diseño del Estado para modificar la manera de ser de los pueblos indígenas. El congreso indigenista fue convocado por Lázaro Cárdenas.

Esto fue social y conflictivo, cuyo eje principal fue el cuestionamiento de la condición política de los pueblos indígenas y sus derechos. Para el indigenismo del siglo XX, el indio es una categoría específica de orden fundamentalmente socioeconómico, en tanto que la distinción étnica pasa a un carácter secundario. Los indígenas se consideran como marginados, en tanto que no participan de los "beneficios de la civilización", aunque sí de sus perjuicios: explotación, opresión, violencia, violación de los derechos humanos, desnutrición, epidemias y pobreza.

Perú

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Originalmente, la retórica pro-inca del nacionalismo criollo post-independencia logró coexistir con un poderoso anti-indigenismo, bajo el lema de "Incas si, Indios no" durante gran parte del siglo XIX. Aunque tras la Guerra hispano-sudamericana, hubo tibios intentos de promoción del indigenismo, fundándose la Sociedad Amiga de los Indios, habiendo personajes en la Revista de Lima, como el pintor Francisco Laso, que propagaban la idea de integrar el indio a la nación, pero al final se abortaron proyectos para una legislación tutelar indígena, sobre todo tras la rebelión de Túpac Amaru III.[13]

En el Perú, el indigenismo cultural fue un movimiento literario y artístico surgido en los años 30. Sus principales representantes son Luis E. Valcárcel, José María Arguedas (en literatura), Martín Chambi (fotografía), José Sabogal (pintura) y Daniel Alomía Robles (música). Es necesario precisar que el indigenismo no se limita a unas fechas de inicio y final, sino que es una fuerte corriente artística que abarca casi todo el siglo XX y se desarrolla paralela a otros estilos, escuelas, corrientes y generaciones literarias del país.

Su evolución histórica podría clasificarse de la siguiente manera:

  1. Literatura de la "Conquista" (Los cronistas quienes son observadores del medio geográfico, historia y realidad de los indígenas). Pero destacan entre ellos los llamados "Cronistas Indígenas y Mestizos": Guaman Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega.
  2. Literatura del periodo de Emancipación: Mariano Melgar, toma el tema del indígena en la composición de sus yaravíes, con características propias del harawi prehispánico, especie lírica quechua.
  3. Literatura peruana a finales del siglo XIX (el movimiento literario predecesor del indigenismo es el realismo, liderado por Manuel González Prada con el artículo Nuestros indios y la máxima exponente Clorinda Matto de Turner con la novela Aves sin nido).
  4. Literatura a inicios del siglo XX (Modernismo, en la poesía, José Santos Chocano que toma el mestizaje americano como tema de su producción literaria y Ventura García Calderón con su obra La venganza del cóndor).
  5. Literatura a inicios del siglo XX (Posmodernismo - Grupo Colónida, liderado por Abraham Valdelomar)
  6. Literatura propiamente indigenista (inicios del siglo XX y se considera 1920 como fecha inicial, con la publicación de Cuentos andinos). Los autores más importantes son José María Arguedas, Luis Eduardo Valcárcel Vizcarra, Ciro Alegría, Enrique López Albújar, Gamaliel Churata y Eleodoro Vargas Vicuña.
  7. Literatura neoindigenista (en la década de 1960 y 70, mayor exponente: Manuel Scorza).

En el ámbito literario peruano, el indigenismo se destacó por la reivindicación del indígena. Se centró en presentar la problemática desde la perspectiva interna del indígena, evitando idealizarlo. Su función principal fue la de denunciar las condiciones de explotación y marginación del indígena, más que ofrecer soluciones[cita requerida].

Autores como Julio C. Tello, se oponen al hispanismo, revalorizando la antigua cultura incaica […] Desgraciadamente, la cultura india viva, actual, no será objeto de una revaloración paralela.
Saintoul, 1988

Los máximos representantes del indigenismo abordan la reivindicación desde distintos enfoques. Luis E. Valcárcel contrasta la cultura peruana antigua con la herencia en las poblaciones indígenas contemporáneas, denunciando el sistema de explotación, de aniquilación y de ostracismo en su obra Tempestad en los Andes. José María Arguedas expone el indigenismo desde sus raíces y revela la conciencia social del indígena en Los ríos profundos. Ciro Alegría presenta la condición dramática de las comunidades en la sierra norte en El mundo es ancho y ajeno. Enrique López Albújar narra hechos, costumbres, tradiciones y paisajes del pueblo andino en Cuentos andinos.[cita requerida].

En el ámbito político, surgió ya durante la segunda mitad del siglo XIX, especialmente en el periodo de la Reconstrucción Nacional, como respuesta al surgimiento del hispanismo decimonónico en el Perú. Lima se convirtió así en el principal baluarte de estos intelectuales que buscaban la integración del indio a la sociedad.[9][10][11]

Lima fue la que empezó a desarrollar por primera vez el indigenismo, corriente creada por los intelectuales criollos venidos de Europa en el siglo XIX, la que tuvo como base, pese a sus múltiples variaciones de pensamiento, la reivindicación del indígena peruano y la exaltación de sus atributos, desde una perspectiva idealista basada en el pensamiento roussoniano del buen salvaje.
Dr. Alzamora Valdez, 1949

Sin embargo, llegaría a tener una aplicación relevante a partir del Oncenio de Leguía y su proyecto de Patria Nueva, en el que se planteo la Modernización de la nación peruana y la necesaria inclusión del indígena en tal proyecto. Así, se logró el reconocimiento constitucional de las instituciones comunales de tradición indígena (como el Ayllu), y dio su apoyo inicial a los movimientos universitarios que pedían reformas políticas y económicas, en el que se incluía a los movimientos indigenistas, movilizándose a los núcleos intelectuales regionales y creándose las condiciones materiales y culturales propicias para el surgimiento de la primera generación de la intelligentsia política peruana que daría forma a los grupos que defendían causas populares (como los indigenistas) en los años venideros. Sin embargo, durante la segunda etapa del Oncenio (desde 1923) se produjo el desmantelamiento de instituciones que buscaran proteger a los indígenas, además de masacrar movimientos indígenas rebeldes. Aun así, se instituyo el Día del indio.[14][15][16]

Os ruego, también, hacer saber a los indios del Sur, cuya confianza en mí traduce esa frase repetida por vos, que llega hasta lo más hondo de mi peruanismo, que yo los considero como los más útiles colaboradores de mi obra.
Augusto B. Leguía, 1920
Formar la unidad nacional y fortalecer el patriotismo sobre todo en un pueblo como el nuestro que debe hermanar su fe irreductible en el porvenir con el orgullo de su admirable pasado que simboliza un Inca, un Virrey y un Libertador (...) Hace ya mucho tiempo que he querido transformar desde los cimientos la condición del indio en el Perú. El indio es tan peruano como nosotros y debe tratársele como tal.


Por otra parte, durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, se dispuso la creación del Instituto Indigenista Peruano, que dependía del Ministerio de Justicia y Trabajo (presidido por José R. Alzamora), siendo instaurado el 21 de febrero de 1947, nombrado Luis E. Valcárcel como su primer director, tuvo los siguientes objetivos:[17]

En el plan de acción de este organismo del Estado, figuran el otorgamiento de amplias y efectivas garantías a la propiedad rural indígena; una mejor orientación económica y cultural de las masas aborígenes; el mejoramiento de las condiciones higiénicas y sanitarias de las Comunidades; la protección de las artes e industrias aborígenes; la formación de cooperativas de producción y consumo; el establecimiento al crédito rural para la modernización de los métodos de trabajo agrícola, adquisición de ganados, semillas y transportes, etc.
Alzamora 1948: 21

Luis E. Valcárcel ofreció un extenso discurso en la inauguración del Instituto Indigenista Peruano. La amplitud del documento se debe a la inclusión de una descripción detallada sobre los logros obtenidos en el “Experimento del Lago Titikaka”, proyecto educativo dirigido a mejorar la educación indígena ejecutado en colaboración con el Ministerio de Educación de Bolivia. La propuesta tuvo como objetivo estructurar el sistema escolar en Unidades Geosociales; precisamente, aspiraba a conformar una unidad educativa con las escuelas que guardaban semejanzas geográficas, económicas, sociales e históricas. El éxito de esta propuesta educativa posibilitaría su réplica en todo el Perú, con la que se lograría reducir la dispersión y el aislamiento padecidos por la escuela en los Andes (Valcárcel, 1948, p. 30).

Posteriormente, en el Gobierno militar de Manuel Odría, que se propuso el objetivo de practicar una política indigenista desde un pensamiento científico (buscando comprender tema racionalmente y fomentando editoriales como Perú Indígena), se creó la Dirección General de Asuntos Indígenas anexo al Ministerio de Trabajo y Asuntos Indígenas. También se daría el Segundo Congreso Indigenista Interamericano en el Cuzco para el año 1952, cuyo representante peruano fue el general de brigada Armando Artola, también ministro de Justicia y Trabajo y nominado a ser el presidente de este congreso, en el discurso de apertura expuso que el estado debía asumir un papel protector a través de políticas que subsanen las injusticias sociales:[17]

El problema indígena es tal por la innegable inferioridad individual y colectiva de nuestro aborigen; inferioridad que no es solo retraso debido a causas históricas o ineludibles factores sociales de estancamiento; sino también y por desgracia, consecuencia imputable a nuestra deficiente organización. Planteada como innegable la existencia del problema indígena, surge para nuestros Estados la obligación ineludible de afrontarlo para desenvolver en este aspecto de nuestra realidad social la misma política social de acción e intervención protectoras que se le ha exigido e impuesto ahí donde ha sido necesario corregir alguna irregularidad o reparar alguna injusticia.
Artola 1952: 63-64

Sin embargo, el gobierno tomaría soluciones que no necesariamente siguieran las pautas de la IIP, por ejemplo: Se constituyeron colonias indígenas de trabajo colectivo, se desarrollaron granjas modelo, agrícolas y ganaderas, se instituyo la Dirección de Educación Indígena, así como el Proyecto Vicos, además del Programa Puno-Tambopata o el Plan del Sur (que tenía el patrocinio del Gobierno de Estados Unidos), provocando que el estado desarrollara el Plan Nacional de Integración de la Población Aborigen (PNIPA), anexado al Ministerio de Trabajo y Asuntos Indígenas, para diciembre de 1959. Por estas políticas, el IIP fue desplazado a únicamente realizar investigaciones, pero que no siempre lograron conseguir los recursos necesarios, además que no se hizo referencia a que las causas dentro de la marginación y explotación del indio estuvieran en las relaciones productivas, económicas o de poder de la oligarquía terrateniente (pese a estar en declive), pero pese a ello se logró expulsar a las posturas extremistas y radicales que impidieran la objetividad del análisis. Sin embargo, entraría en decadencia tras el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada.[17]

Brasil

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En 1910 fue creado en Brasil el Servicio de protección del indio, dirigido por Cândido Rondon. El servicio de protección del indio reconoció la importancia de las culturas vernáculas y reconoció la posesión de algunas tierras a grupos autóctonos. A partir de 1940 el indigenismo adquirió nuevo interés después de los estudios de etnólogos y antropólogos como los hermanos Villas Boas. En 1961 fue creado el parque nacional do Xingú. En 1973 con el Estatuto do Indio se ha definido el estatus del indígena en términos jurídicos. En la Constitución de Brasil del 1988 se ha declarado que los indios son los primeros y naturales señores de la tierra. A partir de 1992 con la demarcación de la Tierra indígena Yanomami se ha empezado a crear numerosas tierras indígenas. Actualmente las tierras indígenas en Brasil son 672, sumando a un total de 1.106.000 kilómetros cuadrados (el 13 % del total del país). Los críticos de la demarcación de Tierras indígenas de Brasil han argumentado que la extensión de estas es desproporcionada comparado al total de la población indígena del país (0,41 % del total, según las estadísticas oficiales). Además estos críticos argumentan que la extensión de las tierras indígenas pone en riesgo la seguridad nacional y la producción agrícola y de ganado.[18]

Ecuador

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Empezó a inicios del siglo XX en Ecuador como producto de tres factores importantes: el surgimiento de la arqueología con González Suárez, la secularización de la sociedad a partir de la separación de la iglesia y el estado, así como de la guerra contra Perú. Los autores importantes de esta época fueron Benjamín Carrión, Pío Jaramillo Alvarado y Jorge Icaza, principalmente, quienes a través de la sociología y la literatura buscaron a su vez tres importantes objetivos, en resumen:

  • Escribir la historia de los indígenas en los distintos territorios de ese país desde la era preincásica hasta la republicana con el objetivo de reconocerlos como sujetos históricos.
  • Impulsar cambios legales que los incorporen a la vida nacional de Ecuador.
  • Reconocer el problema de la tierra (especialmente buscando la abolición del concertaje) como base fundamental del problema del indígena.

Crítica al indigenismo

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Guillermo Bonfil (1970) y las Declaraciones de Barbados de 1975 (firmada por antropólogos) y la de 1977 (firmada por líderes indígenas), han propuesto alternativas al indigenismo. Bonfil cuestionó los estudios antropológicos cuyo único campo de estudio es la comunidad indígena o la etnia, o en el mejor de los casos una región, sin articular el análisis estructural de la sociedad global. Esta crítica se debe a que la explotación directa de los indígenas fue esencial para la economía colonial y las metrópolis y luego pasó a ser ejercida mediante "vicarios" del sistema capitalista internacional. En la mayoría de los casos no se produjo ni aislamiento ni desarrollo autónomo sino "sujeción vicarial", que conduce a la expansión de la sociedad dominante que acosa a las comunidades indígenas, devora su territorio y lleva a la quiebra y desaparición de más pueblos indígenas.

En vez de un indigenismo que pretende "salvar al indio de sí mismo", Bonfil (1982) propuso el proceso de "etnodesarrollo" como alternativa a la integración y al desarrollismo. Las organizaciones indígenas han ido asumiendo decididamente reivindicaciones de autonomía y autodeterminación y la diversidad cultural ha empezado a ser reconocida como riqueza por los estados y sociedades, de manera que el indigenismo etnocentrista ha cedido campo al pluricentrismo y el reconocimiento de la diversidad, aunque es una lucha viva del siglo XXI.

Para diversos defensores de derechos indígenas, como Stephen Corry, la raíz de la opresión de los pueblos autóctonos reside en su sujeción a la sociedad mayoritaria,[19]​ por lo tanto, frente a la propuesta indigenista de asimilación o la de aislamiento promovida por otras corrientes antropológicas, debe primar su derecho a la autodeterminación.

Para Marie-Chantal Barre la política indigenista no toca el fondo del problema y se limita a redefinirlo como un problema de integración, según ideología de las clases dominantes y trata de "resolver" el "problema indígena" mediante la integración, concebida como aculturación. Integración unilateral, es decir un proceso que significa desintegrarse de lo indio para integrarse al sistema dominante existente; aculturación igualmente unilateral y necesariamente desculturizante con respecto a su propia cultura.[20]

Por otra parte, se ha acusado que, a la hora hacer marketing político, muchos grupos indigenistas han difundido una perspectiva historiográfica mayormente parcializada y con sesgo anticolonial, invocando a tropos de la Leyenda negra española, con el fin de desarrollar una nueva forma de Nacionalismo que, en vez de conciliar la indianidad con la hispanidad, busca más bien que se imponga este en perjuicio de la hispanidad (el cual es acusado por indigenistas como una herramienta cultural de las oligarquías criollas para denigrar la cultura de los indígenas), provocando un nuevo problema social al desconocer el legado hispánico igual de esencial que el legado prehispánico entre las personas del continente.[21]

Naciendo así, un movimiento antagónico, ideológico, llamado indigenista, por parte de intelectuales del sur y de Lima, quienes, paulatinamente, dirigieron sus esfuerzos a la construcción de una nueva identidad nacional, con base en la cultura autóctona del país, de origen precolombino, que, entre líneas, “mantenía cierta esencia, pese a los siglos de adversidad”.
Tantaleán, 2016
A propósito, el indigenismo fue planteado por mestizos. Es verdad que resaltó los valores de la cultura del Perú antiguo y que se opuso al hispanismo -a veces no sin demagogia-, como también que "cayó en una exageración: el etnocentrismo indigenista”.
Matos Mar, 1992

Además, muchos acusan (sobre todo los Indianistas) que esta corriente no nació en el corazón de las comunidades indígenas, sino que sus gestores iniciales fueron personalidades de las clases medias y acomodadas, especialmente los hijos de los terratenientes.[22]

El indigenismo despejó en parte el camino del indio, pero no por un propósito de apoyar la emergencia de estas poblaciones, sino más bien como secuela del repudio a las tesis hispanista
Saintoul, 1988

Exponentes como movimiento artístico

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Véase también

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Referencias

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  1. «Los taínos, los indígenas que se encontró Colón, tienen descendientes vivos». abc. 19 de febrero de 2018. Consultado el 15 de octubre de 2022. 
  2. Real Academia Española. «indianismo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  3. Real Academia Española. «indigenismo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  4. a b Marroquín, 1977
  5. Caso, 1973:72.
  6. «Indigenismo». www.uni-bielefeld.de. Consultado el 24 de marzo de 2020. 
  7. Stavenhagen, 1988: 105.
  8. «ANARQUISMO E INDIGENISMO EN MANUEL GONZALEZ PRADA». Anarconacionalismo. 4 de diciembre de 2010. Consultado el 19 de junio de 2016. 
  9. a b «El Cholo y El Perú - Varallanos PDF | PDF | Métis | Perú». Scribd. Consultado el 3 de septiembre de 2023. 
  10. a b Peruanidad, Miguel Maticorena (1963)
  11. a b El pensamiento latinoamericano en el siglo XX, E. Devés (2000).
  12. Gonzalo Aguirre Beltrán, 1967
  13. Es otro el rostro del Perú?: identidad, diversidad y cambio, Max Hernández (2000).
  14. Zevallos Aguilar, Ulises Juan (8 de febrero de 2013). Capítulo 1. Antecedentes. Travaux de l'IFEA. Institut français d’études andines. pp. 37-49. ISBN 978-2-8218-2646-5. Consultado el 3 de septiembre de 2023. 
  15. https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/espiral/article/download/17731/15688/64180
  16. https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/20.500.12404/9877/CCAHUANA_CORDOVA_BUSCANDO_UNA_CIUDADANIA_PROPIA_INDIGENAS_Y_ESTADO_DURANTE_EL_ONCENIO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  17. a b c https://repositorio.iep.org.pe/bitstream/handle/IEP/536/americaproblema33.pdf;jsessionid=E6D27410D4DCAE7A31F791F4CE9D53D2?sequence=2
  18. Elizondo, Gabriele (27 de agosto de 2008). «Land dispute divides Brazil's north». Al Jazeera. Consultado el 28 de marzo de 2011. 
  19. Corry, Stephen (2014). Pueblos indígenas para el mundo del mañana. España: Círculo Rojo. ISBN 9788490765753
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  21. El concepto y la representación de lo indio en la propuesta política de Julio César Tello Rojas (1917-1929). Fernando PADILLA DEZA
  22. Saintoul, Catherine (1988). Racismo, etnocentrismo y literatura: la novela indigenista andina. Ediciones del Sol. ISBN 978-950-9413-17-7. Consultado el 3 de septiembre de 2023. 

Bibliografía

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  • Reverón, Eloy:“Análisis Histórico para el Estudio Estratégico de los focos de Conflicto entre las comunidades Indígenas del Estado Amazonas y el Estado Venezolano” Caracas, IAEDEN, 2005, para optar al título de Magister Sciencitorum, en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional.
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