Al arte de tañer los instrumentos de tecla, al piano y al órgano, dedicamos este número de El Sin... more Al arte de tañer los instrumentos de tecla, al piano y al órgano, dedicamos este número de El Sincopado Habanero. Hace ya cuatro años que durante el mes de junio, en La Habana Vieja, se dan cita una veintena de jóvenes pianistas. Unos, egresados de la Manhattan School of Music de Nueva York, alumnos del maestro Salomón Mikowsky, cubano por nacimiento y por convicción. Otros, provenientes de la escuela cubana de piano y egresados de las aulas de conservatorios de toda la Isla. Tal evento es prestigiado por el programa cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad y sus salas de concierto en el Centro Histórico. Con un mes de duración, se presenta ante el público de La Habana y de todo el país —gracias a la labor de difusión de emisoras como Habana Radio y CMBF, Radio Musical Nacional—, una amplia gama del repertorio pianístico universal y local; antiguo y contemporáneo. Cuando se trata de obras de la pianística cubana, apenas comenzamos a develar la inmensa producción musical que tuvo lugar en el siglo XIX en Cuba. Es por eso que, como parte de la colección «Patrimonio Musical Cubano» del sello editorial CIDMUC, presentamos el libro, Música de salón de Santiago de Cuba, siglo XIX. Danzas para piano (2015) de la investigadora Franchesca Perdigón. Luego de una paciente búsqueda, la autora pudo localizar ochenta composiciones de músicos criollos, algunas de ellas, obras que se bailaron en los salones de Santiago de Cuba, durante el siglo XIX. Todo hace indicar que en las orquestas de la época, las danzas hacían furor. Aquellas que alcanzaban mayor popularidad, eran luego transcritas en versión para piano lo que permitió la conservación de muchas de ellas. En estas piezas, el ritmo marcadamente sincopado parece sugerir a los bailadores movimientos de una sensualidad que era escandalosa en la época, pues más que una factura pianística compleja, el intérprete hallará en ellas una dificultad grande a la hora de «llevar el compás». En cuanto al órgano, publicamos resultados de las acciones de catalogación de instrumentos, en este caso derivados del Diplomado en patrimonio musical organístico que, radicado en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, ha impulsado esta labor con el patrocinio del proyecto «Nuestro patrimonio, nuestro futuro-el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social» subvencionado por la Unión Europea. Por último nos acercamos a otras dos aristas del Patrimonio Musical: desentrañar los secretos de la iconografía musical y dar a conocer la obra del decano de los compositores cubanos, el maestro Alfredo Diez Nieto, a quien rendimos sincero homenaje.
El Sincopado Habanero, fundado en 2016 y dedicado a divulgar estudios sobre patrimonio musical y ... more El Sincopado Habanero, fundado en 2016 y dedicado a divulgar estudios sobre patrimonio musical y propuestas de socialización de la música en disímiles escenas citadinas, arriba a su décimo número. Tal acontecimiento se suma a los festejos por los 500 años de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana. A modo de celebración, además de publicarlo en su habitual soporte digital, presentamos una edición limitada en formato impreso a consideración de nuestros lectores.
Algunos nos han preguntado acerca de la relación entre los vocablos «sincopado» y «música»… para ahondar en ello, apelo a los colegas de la Academia Cubana de la Lengua. Se trata de un adjetivo que califica a sustantivos como «nota» y «ritmo», al indicar un movimiento contrario al orden natural, es decir, a contratiempo. Este estilo sincopado, desafiante del acento métrico, es característica intrínseca de la música cubana. A ella dedicamos prioritariamente los textos de estas páginas, con énfasis en los sucesos de La Habana y el alcance de acciones culturales que, aunque generadas en el Centro Histórico, dejan su impronta más allá de nuestras murallas.
En esta ocasión, enfocamos la atención en dos eventos de relevancia internacional que ocurren en el mes de noviembre: el Festival de Música Contemporánea de La Habana y la temporada de conciertos Habana Clásica. Sus programas se articulan en consonancia con las categorías de «ambigüedad» y «redundancia», en tanto, dicotomía entre lo nuevo y lo conocido. Así se erige la visión clásica como sinónimo de imperecedero, versus la novedad de obras de reciente creación que se incorporan al imaginario musical contemporáneo de la Isla.
Alrededor de estos eventos y el tipo de música que gestionan se ha conformado el sumario de las siguientes páginas. Esta es la razón por la cual el lector puede encontrar desde la génesis del Festival de Música Contemporánea de La Habana, estudiado por la musicóloga Ailer Pérez; hasta las entrevistas más recientes al compositor Mario Lavista y al pianista Marcos Madrigal, gestor de Habana Clásica. Correspondientes con esta temática, son también las noticias acerca de la recién defendida tesis doctoral de Yurima Blanco (Universidad de Valladolid, 2018), sobre el investigador Hilario González; y el estreno mundial de las piezas ganadoras del Premio Ojalá 2018 de Creación Sinfónica.
Otro elemento primordial es la publicación de una obra inédita de Marius Díaz, titulada El viejo y el mar, que ha sido la fuente de inspiración del artista en portada, Maikel Sotomayor. Igualmente notable, es el espacio «Documenta Musicae», concebido en torno a la iconografía musical en las marquillas cigarreras, tema central de la maestría de nuestra diseñadora Yadira Calzadilla, quien plantea interesantes preguntas alrededor de este particular fenómeno de circulación de música impresa.
Cierra la contraportada con la instantánea de un momento histórico: la presentación del violoncello (modelo De Munck 1730), construido por el equipo que dirige Juan Carlos Prado, en el Taller de Luthiería de la Oficina del Historiador de La Habana. Su ejecución en concierto estuvo a cargo de la cellista Regina Ramos como parte de la programación de Habana Clásica, donde la música, la artista y el instrumento se fundieron en una experiencia de audición única e irrepetible.
Al arte de tañer los instrumentos de tecla, al piano y al órgano, dedicamos este número de El Sin... more Al arte de tañer los instrumentos de tecla, al piano y al órgano, dedicamos este número de El Sincopado Habanero. Hace ya cuatro años que durante el mes de junio, en La Habana Vieja, se dan cita una veintena de jóvenes pianistas. Unos, egresados de la Manhattan School of Music de Nueva York, alumnos del maestro Salomón Mikowsky, cubano por nacimiento y por convicción. Otros, provenientes de la escuela cubana de piano y egresados de las aulas de conservatorios de toda la Isla. Tal evento es prestigiado por el programa cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad y sus salas de concierto en el Centro Histórico. Con un mes de duración, se presenta ante el público de La Habana y de todo el país —gracias a la labor de difusión de emisoras como Habana Radio y CMBF, Radio Musical Nacional—, una amplia gama del repertorio pianístico universal y local; antiguo y contemporáneo. Cuando se trata de obras de la pianística cubana, apenas comenzamos a develar la inmensa producción musical que tuvo lugar en el siglo XIX en Cuba. Es por eso que, como parte de la colección «Patrimonio Musical Cubano» del sello editorial CIDMUC, presentamos el libro, Música de salón de Santiago de Cuba, siglo XIX. Danzas para piano (2015) de la investigadora Franchesca Perdigón. Luego de una paciente búsqueda, la autora pudo localizar ochenta composiciones de músicos criollos, algunas de ellas, obras que se bailaron en los salones de Santiago de Cuba, durante el siglo XIX. Todo hace indicar que en las orquestas de la época, las danzas hacían furor. Aquellas que alcanzaban mayor popularidad, eran luego transcritas en versión para piano lo que permitió la conservación de muchas de ellas. En estas piezas, el ritmo marcadamente sincopado parece sugerir a los bailadores movimientos de una sensualidad que era escandalosa en la época, pues más que una factura pianística compleja, el intérprete hallará en ellas una dificultad grande a la hora de «llevar el compás». En cuanto al órgano, publicamos resultados de las acciones de catalogación de instrumentos, en este caso derivados del Diplomado en patrimonio musical organístico que, radicado en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, ha impulsado esta labor con el patrocinio del proyecto «Nuestro patrimonio, nuestro futuro-el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social» subvencionado por la Unión Europea. Por último nos acercamos a otras dos aristas del Patrimonio Musical: desentrañar los secretos de la iconografía musical y dar a conocer la obra del decano de los compositores cubanos, el maestro Alfredo Diez Nieto, a quien rendimos sincero homenaje.
El Sincopado Habanero, fundado en 2016 y dedicado a divulgar estudios sobre patrimonio musical y ... more El Sincopado Habanero, fundado en 2016 y dedicado a divulgar estudios sobre patrimonio musical y propuestas de socialización de la música en disímiles escenas citadinas, arriba a su décimo número. Tal acontecimiento se suma a los festejos por los 500 años de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana. A modo de celebración, además de publicarlo en su habitual soporte digital, presentamos una edición limitada en formato impreso a consideración de nuestros lectores.
Algunos nos han preguntado acerca de la relación entre los vocablos «sincopado» y «música»… para ahondar en ello, apelo a los colegas de la Academia Cubana de la Lengua. Se trata de un adjetivo que califica a sustantivos como «nota» y «ritmo», al indicar un movimiento contrario al orden natural, es decir, a contratiempo. Este estilo sincopado, desafiante del acento métrico, es característica intrínseca de la música cubana. A ella dedicamos prioritariamente los textos de estas páginas, con énfasis en los sucesos de La Habana y el alcance de acciones culturales que, aunque generadas en el Centro Histórico, dejan su impronta más allá de nuestras murallas.
En esta ocasión, enfocamos la atención en dos eventos de relevancia internacional que ocurren en el mes de noviembre: el Festival de Música Contemporánea de La Habana y la temporada de conciertos Habana Clásica. Sus programas se articulan en consonancia con las categorías de «ambigüedad» y «redundancia», en tanto, dicotomía entre lo nuevo y lo conocido. Así se erige la visión clásica como sinónimo de imperecedero, versus la novedad de obras de reciente creación que se incorporan al imaginario musical contemporáneo de la Isla.
Alrededor de estos eventos y el tipo de música que gestionan se ha conformado el sumario de las siguientes páginas. Esta es la razón por la cual el lector puede encontrar desde la génesis del Festival de Música Contemporánea de La Habana, estudiado por la musicóloga Ailer Pérez; hasta las entrevistas más recientes al compositor Mario Lavista y al pianista Marcos Madrigal, gestor de Habana Clásica. Correspondientes con esta temática, son también las noticias acerca de la recién defendida tesis doctoral de Yurima Blanco (Universidad de Valladolid, 2018), sobre el investigador Hilario González; y el estreno mundial de las piezas ganadoras del Premio Ojalá 2018 de Creación Sinfónica.
Otro elemento primordial es la publicación de una obra inédita de Marius Díaz, titulada El viejo y el mar, que ha sido la fuente de inspiración del artista en portada, Maikel Sotomayor. Igualmente notable, es el espacio «Documenta Musicae», concebido en torno a la iconografía musical en las marquillas cigarreras, tema central de la maestría de nuestra diseñadora Yadira Calzadilla, quien plantea interesantes preguntas alrededor de este particular fenómeno de circulación de música impresa.
Cierra la contraportada con la instantánea de un momento histórico: la presentación del violoncello (modelo De Munck 1730), construido por el equipo que dirige Juan Carlos Prado, en el Taller de Luthiería de la Oficina del Historiador de La Habana. Su ejecución en concierto estuvo a cargo de la cellista Regina Ramos como parte de la programación de Habana Clásica, donde la música, la artista y el instrumento se fundieron en una experiencia de audición única e irrepetible.
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Bulletin by Marius Díaz
Hace ya cuatro años que durante el mes de junio, en La Habana Vieja, se dan cita una veintena de jóvenes pianistas. Unos, egresados de la Manhattan School of Music de Nueva York, alumnos del maestro Salomón Mikowsky, cubano por nacimiento y por convicción.
Otros, provenientes de la escuela cubana de piano y egresados de las aulas de conservatorios de toda la Isla. Tal evento es prestigiado por el programa cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad y sus salas de concierto en el Centro Histórico.
Con un mes de duración, se presenta ante el público de La Habana y de todo el país —gracias a la labor de difusión de emisoras como Habana Radio y CMBF, Radio Musical Nacional—, una amplia gama del repertorio pianístico universal y local; antiguo y contemporáneo.
Cuando se trata de obras de la pianística cubana, apenas comenzamos a develar la inmensa producción musical que tuvo lugar en el siglo XIX en Cuba. Es por eso que, como parte de la colección «Patrimonio Musical Cubano» del sello editorial CIDMUC, presentamos el libro, Música de salón de Santiago de Cuba, siglo XIX. Danzas para piano (2015) de la investigadora Franchesca Perdigón. Luego de una paciente búsqueda, la autora pudo localizar ochenta composiciones de músicos criollos, algunas de ellas, obras que se bailaron en los salones de Santiago de Cuba, durante el siglo XIX. Todo hace indicar que en las orquestas de la época, las danzas hacían furor. Aquellas que alcanzaban mayor popularidad, eran luego transcritas en versión para piano lo que permitió la conservación de muchas de ellas. En estas piezas, el ritmo marcadamente sincopado parece sugerir a los bailadores movimientos de una sensualidad que era escandalosa en la época, pues más que una factura pianística compleja, el intérprete hallará en ellas una dificultad grande a la hora de «llevar el compás».
En cuanto al órgano, publicamos resultados de las acciones de catalogación de instrumentos, en este caso derivados del Diplomado en patrimonio musical organístico que, radicado en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, ha impulsado esta labor con el patrocinio del proyecto «Nuestro patrimonio, nuestro futuro-el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social» subvencionado por la Unión Europea.
Por último nos acercamos a otras dos aristas del Patrimonio Musical: desentrañar los secretos de la iconografía musical y dar a conocer la obra del decano de los compositores cubanos, el maestro Alfredo Diez Nieto, a quien rendimos sincero homenaje.
Algunos nos han preguntado acerca de la relación entre los vocablos «sincopado» y «música»… para ahondar en ello, apelo a los colegas de la Academia Cubana de la Lengua. Se trata de un adjetivo que califica a sustantivos como «nota» y «ritmo», al indicar un movimiento contrario al orden natural, es decir, a contratiempo. Este estilo sincopado, desafiante del acento métrico, es característica intrínseca de la música cubana. A ella dedicamos prioritariamente los textos de estas páginas, con énfasis en los sucesos de La Habana y el alcance de acciones culturales que, aunque generadas en el Centro Histórico, dejan su impronta más allá de nuestras murallas.
En esta ocasión, enfocamos la atención en dos eventos de relevancia internacional que ocurren en el mes de noviembre: el Festival de Música Contemporánea de La Habana y la temporada de conciertos Habana Clásica. Sus programas se articulan en consonancia con las categorías de «ambigüedad» y «redundancia», en tanto, dicotomía entre lo nuevo y lo conocido. Así se erige la visión clásica como sinónimo de imperecedero, versus la novedad de obras de reciente creación que se incorporan al imaginario musical contemporáneo de la Isla.
Alrededor de estos eventos y el tipo de música que gestionan se ha conformado el sumario de las siguientes páginas. Esta es la razón por la cual el lector puede encontrar desde la génesis del Festival de Música Contemporánea de La Habana, estudiado por la musicóloga Ailer Pérez; hasta las entrevistas más recientes al compositor Mario Lavista y al pianista Marcos Madrigal, gestor de Habana Clásica. Correspondientes con esta temática, son también las noticias acerca de la recién defendida tesis doctoral de Yurima Blanco (Universidad de Valladolid, 2018), sobre el investigador Hilario González; y el estreno mundial de las piezas ganadoras del Premio Ojalá 2018 de Creación Sinfónica.
Otro elemento primordial es la publicación de una obra inédita de Marius Díaz, titulada El viejo y el mar, que ha sido la fuente de inspiración del artista en portada, Maikel Sotomayor. Igualmente notable, es el espacio «Documenta Musicae», concebido en torno a la iconografía musical en las marquillas cigarreras, tema central de la maestría de nuestra diseñadora Yadira Calzadilla, quien plantea interesantes preguntas alrededor de este particular fenómeno de circulación de música impresa.
Cierra la contraportada con la instantánea de un momento histórico: la presentación del violoncello (modelo De Munck 1730), construido por el equipo que dirige Juan Carlos Prado, en el Taller de Luthiería de la Oficina del Historiador de La Habana. Su ejecución en concierto estuvo a cargo de la cellista Regina Ramos como parte de la programación de Habana Clásica, donde la música, la artista y el instrumento se fundieron en una experiencia de audición única e irrepetible.
Hace ya cuatro años que durante el mes de junio, en La Habana Vieja, se dan cita una veintena de jóvenes pianistas. Unos, egresados de la Manhattan School of Music de Nueva York, alumnos del maestro Salomón Mikowsky, cubano por nacimiento y por convicción.
Otros, provenientes de la escuela cubana de piano y egresados de las aulas de conservatorios de toda la Isla. Tal evento es prestigiado por el programa cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad y sus salas de concierto en el Centro Histórico.
Con un mes de duración, se presenta ante el público de La Habana y de todo el país —gracias a la labor de difusión de emisoras como Habana Radio y CMBF, Radio Musical Nacional—, una amplia gama del repertorio pianístico universal y local; antiguo y contemporáneo.
Cuando se trata de obras de la pianística cubana, apenas comenzamos a develar la inmensa producción musical que tuvo lugar en el siglo XIX en Cuba. Es por eso que, como parte de la colección «Patrimonio Musical Cubano» del sello editorial CIDMUC, presentamos el libro, Música de salón de Santiago de Cuba, siglo XIX. Danzas para piano (2015) de la investigadora Franchesca Perdigón. Luego de una paciente búsqueda, la autora pudo localizar ochenta composiciones de músicos criollos, algunas de ellas, obras que se bailaron en los salones de Santiago de Cuba, durante el siglo XIX. Todo hace indicar que en las orquestas de la época, las danzas hacían furor. Aquellas que alcanzaban mayor popularidad, eran luego transcritas en versión para piano lo que permitió la conservación de muchas de ellas. En estas piezas, el ritmo marcadamente sincopado parece sugerir a los bailadores movimientos de una sensualidad que era escandalosa en la época, pues más que una factura pianística compleja, el intérprete hallará en ellas una dificultad grande a la hora de «llevar el compás».
En cuanto al órgano, publicamos resultados de las acciones de catalogación de instrumentos, en este caso derivados del Diplomado en patrimonio musical organístico que, radicado en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, ha impulsado esta labor con el patrocinio del proyecto «Nuestro patrimonio, nuestro futuro-el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social» subvencionado por la Unión Europea.
Por último nos acercamos a otras dos aristas del Patrimonio Musical: desentrañar los secretos de la iconografía musical y dar a conocer la obra del decano de los compositores cubanos, el maestro Alfredo Diez Nieto, a quien rendimos sincero homenaje.
Algunos nos han preguntado acerca de la relación entre los vocablos «sincopado» y «música»… para ahondar en ello, apelo a los colegas de la Academia Cubana de la Lengua. Se trata de un adjetivo que califica a sustantivos como «nota» y «ritmo», al indicar un movimiento contrario al orden natural, es decir, a contratiempo. Este estilo sincopado, desafiante del acento métrico, es característica intrínseca de la música cubana. A ella dedicamos prioritariamente los textos de estas páginas, con énfasis en los sucesos de La Habana y el alcance de acciones culturales que, aunque generadas en el Centro Histórico, dejan su impronta más allá de nuestras murallas.
En esta ocasión, enfocamos la atención en dos eventos de relevancia internacional que ocurren en el mes de noviembre: el Festival de Música Contemporánea de La Habana y la temporada de conciertos Habana Clásica. Sus programas se articulan en consonancia con las categorías de «ambigüedad» y «redundancia», en tanto, dicotomía entre lo nuevo y lo conocido. Así se erige la visión clásica como sinónimo de imperecedero, versus la novedad de obras de reciente creación que se incorporan al imaginario musical contemporáneo de la Isla.
Alrededor de estos eventos y el tipo de música que gestionan se ha conformado el sumario de las siguientes páginas. Esta es la razón por la cual el lector puede encontrar desde la génesis del Festival de Música Contemporánea de La Habana, estudiado por la musicóloga Ailer Pérez; hasta las entrevistas más recientes al compositor Mario Lavista y al pianista Marcos Madrigal, gestor de Habana Clásica. Correspondientes con esta temática, son también las noticias acerca de la recién defendida tesis doctoral de Yurima Blanco (Universidad de Valladolid, 2018), sobre el investigador Hilario González; y el estreno mundial de las piezas ganadoras del Premio Ojalá 2018 de Creación Sinfónica.
Otro elemento primordial es la publicación de una obra inédita de Marius Díaz, titulada El viejo y el mar, que ha sido la fuente de inspiración del artista en portada, Maikel Sotomayor. Igualmente notable, es el espacio «Documenta Musicae», concebido en torno a la iconografía musical en las marquillas cigarreras, tema central de la maestría de nuestra diseñadora Yadira Calzadilla, quien plantea interesantes preguntas alrededor de este particular fenómeno de circulación de música impresa.
Cierra la contraportada con la instantánea de un momento histórico: la presentación del violoncello (modelo De Munck 1730), construido por el equipo que dirige Juan Carlos Prado, en el Taller de Luthiería de la Oficina del Historiador de La Habana. Su ejecución en concierto estuvo a cargo de la cellista Regina Ramos como parte de la programación de Habana Clásica, donde la música, la artista y el instrumento se fundieron en una experiencia de audición única e irrepetible.