Politica Cuba
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ISSN: 0188-7742
politicaycultura@gmail.com
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Xochimilco
México
1
Este trabajo resume aspectos de un
estudio del autor sobre el tema, actualmente en
* Investigador del Instituto de Historia, La Habana, proceso, y de su conferencia en la UAM Xochi-
Cuba milco en octubre de 1995.
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Cada una de estas perspectivas sugiere un debate por separado, aunque en la prác-
tica, todos los argumentos se entremezclen en favor de la posición —la más de las veces
ya tomada—frente al conjunto de la Revolución Cubana.
Aceptando esto como un hecho al que no podremos sustraernos, ni aun queremos, inten-
taremos, un breve examen del sistema político cubano en cada una de estas perspectivas,
las que en gran medida se remiten a su pasado o a su presente y, sobre todo, a su futuro.2
Al referir el actual sistema político cubano a los sistemas políticos que le precedieron
—democracia liberal y dictadura—, no debemos olvidar que este sistema se originó en
una profunda revolución popular, como un poder político de excepción cuya gran tarea his-
tórica consistía en abolir el orden establecido; no sólo el batistato sino el régimen liberal
burgués, igualmente dependiente y corrompido.
Pero el sistema político realmente existente tenía que dar cuenta de las condiciones
reales impuestas a su desempeño: en lo interno, a una aguda lucha política y de clase; y
en lo externo, a la sostenida hostilidad de los Estados Unidos y sus políticas de acciones
2
La noción de "sistema político" incluye a las instituciones y grupos sociales tradicional-mente
identificadas como parte de la "sociedad política" —particularmente los del Estado— y a las
organizaciones y actores de la "sociedad civil" que se articulan o refieren a la sociedad política. Además
de por su potencial explicativo, utilizo la noción de sistema político para referirme a un orden político que
ha sido diseñado y constituido de una sola vez, persiguiendo rasgos sistémicos.
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3
Juan Valdés Paz. "Democracia y sistema político", Cuba en las Américas. La Habana, Centro
de Estudios sobre América, 1994.
4
Hugo Azcuy. "La reforma de la Constitución socialista en Cuba", en La democracia en Cuba
y el diferencio con los Estados Unidos, La Habana, Centro de Estudios sobre América, 1995.
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Dirección del sistema político: ejercida sobre el sistema por un partido político de van-
guardia acorde al privilegio reconocido en la Constitución al Partido Comunista de Cuba
como "dirigente superior de la sociedad y del Estado", y por una estructura de dirección y
toma de decisiones en las diferentes instituciones del sistema, altamente centralizada.
La dirección del sistema se rige, en general, por los principios del centralismo de-
mocrático, los cuales establecen que, tras el debate de opiniones, la minoría se subordina
a la mayoría y cada colectivo a su instancia de dirección.5
5
Acorde con este principio, la minoría tiene expresión pero no forma orgánica o vida autónoma.
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En el primer caso, esta armonía ha dependido tanto de la dirección del Partido sobre
el sistema como del compromiso de los distintos grupos sociales con dicha estrategia. En
el segundo, de que las propuestas partidarias —en las que se incluyen desde el discurso
del liderazgo hasta el Programa del Partido— han propiciado un amplio consenso sobre
los objetivos generales y, en menor medida, sobre las políticas en curso.
6
Esta tensión se relaciona también con el tema de la unidad y la separación de poderes. La
Constitución cubana de 1976 definía en su Art. 66 la organización y funciones del Estado "sobre la
base de los principios de la democracia socialista, la unidad de poderes y el centralismo democrá
tico". La Reforma Constitucional de 1992 redefine ese artículo (Art. 68) como "sobre la base de los
principios de la democracia socialista", los cuales se expresan en las reglas que se enuncian. Ver
Constitución de la República de Cuba, La Habana, Editora Política, 1992.
7
J. Valdés Paz. "El sistema político cubano de los años noventa: continuidad y cambio", La
Habana, 1996, (inédito).
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La adecuación del sistema político a los escenarios reales de cada etapa se vio afec-
tada en los años ochenta con las manifestaciones de agotamiento del modelo de transición
socialista de inspiración soviética instaurado desde la década anterior. Su manifestación
más clara fue el surgimiento de una opinión pública con propuestas de reformas. La polí-
tica de "rectificación de errores y tendencias negativas" desplegada entonces por la dirección
cubana se centró en las dificultades del sistema económico, por lo cual, sólo en 1990, con
el Llamamiento al IV Congreso del PCC, se dio cuenta de la necesidad de rectificación en
el sistema político.8
Al referir el análisis del sistema político cubano al modelo liberal occidental —la lla-
mada democracia representativa u otras— nada ingenuamente promovido desde las
8
J. Valdéz Paz. "La transición socialista en Cuba: continuidad y cambio en los noventa" en
La transición socialista, Buenos Aires, Colihue, 1993.
9
Decimos una potencial crisis política en función de las variables económicas y sociales
internas y externas, no obstante la altísima gobernabilidad que manifiesta el régimen político y la
capacidad de recuperación mostrada hasta el momento.
10
Haroldo Dílla. "Cuba: la agenda democrática y la rearticulación del consenso político", La
Habana, Cuadernos de Nuestra América, núm. 20, 1993.
11
De hecho, existe un debate sobre la transición en la experiencia socialista cubana. Para algunos,
la "transición democrática" o el tránsito hacia una "economía de mercado", son equivalentes de una
transición al capitalismo. Para el poder revolucionario la transición, en cualquiera de sus variantes, es una
transición socialista o al socialismo y, más en general, a una sociedad postcapitalista. Ver J. Valdéz Paz.
"El sistema político cubano de los años noventa..., op. cit.
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Esta alternativa puede ser analizada al menos en cinco aspectos clave del discurso
liberal: las relaciones entre sistema político y economía, la descentralización del Estado, la
construcción de ciudadanía, la promoción de una sociedad civil autónoma, y los mecanis-
mos de control democrático.
12
Ver William I. Robinson. "El rol de la democracia en la política exterior norteamericana y el caso
de Cuba", en La democracia en Cuba y el diferencio con los Estados Unidos. La Habana, CEA, 1995. Y
en el mismo libro, el trabajo de Lilia Bermúdez, "Reflexiones y problematizaciones en torno a la política
estadunidense de promoción de la democracia".
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Esta capacidad del sistema para administrar la crisis de los años noventa y mante-
ner un elevado nivel de consenso es en parte un efecto de su sostenida legitimidad y del
procesamiento democrático de las decisiones —información pública, discusión en la base,
debate en las organizaciones políticas y de masas y en los órganos representativos del
Estado, etc.—, así como de la preservación de un alto umbral de seguridad social en las
inevitables medidas de ajuste económico.14
La evolución del sistema político cubano tendió a aminorar algunos de estos rasgos
y a consolidar otros. No obstante, desde mediados de los setenta y en mayor medida en
las décadas siguientes, el sistema ha sido objeto de profundos procesos de descentrali-
zación aún inconclusos. A diferencia de la descentralización de matriz neoliberal centrada
13
Carlos Lage. "Informe sobre el desarrollo económico y social al V Pleno del Comité Central del
PCC", Granma, La Habana, febrero de 1996.
14
Un ejemplo de estas consultas a las bases lo tenemos en los llamados "Parlamentos Obreros"
promovidos por la CTC desde 1994 con vista a la consulta y el examen de las políticas económicas en
curso.
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15
La descentralización del Estado suele entenderse en dos sentidos: horizontal, mediante el
traspaso de funciones estatales al sistema económico o al civil; y vertical, mediante el traspaso de
atribuciones y funciones del nivel central a los niveles subordinados. Para el enfoque liberal el des-
tinatario de la descentralización, en ambos sentidos, es preferiblemente un actor privado.
16
Estas medidas liberalizadoras de alcance estructural abarcan: la diversificación de las formas y
sujetos de propiedad económica; la apertura al capital extranjero, en general asociado al Estado; la
creación de un mercado libre de productos y servicios de consumo público; la transformación de la mayor
parte de la producción agropecuaria en cooperativas; la expansión del trabajo por cuenta propia; la
diversificación del comercio exterior; etcétera.
17
J. Valdés Paz. "Poder local y participación", La Participación en Cuba y los retos del futuro. La
Habana, CEA, 1996.
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c) Construcción de ciudadanía
A fines de los setenta y de manera acelerada en los ochenta y noventa, la nueva so-
ciedad civil fue emergiendo como expresión de la pluralidad de relaciones, actores e
intereses sociales, surgidos en el marco de las condiciones de desarrollo social y huma-
no creadas por la Revolución.19 En los años noventa, la sociedad civil cubana se expresa
en una multiplicidad de asociaciones religiosas, económicas, civiles y, en mínima medida,
políticas. Si bien las asociaciones de interés económico basadas en la propiedad privada,
mixta y cooperativa son las que más crecen, se consolidan las asociaciones religiosas y
se amplían las asociaciones profesionales y de intereses, hasta totalizar más de 2 100
asociaciones civiles registradas. Un gran número de éstas se identifican, en su práctica,
como ONG nacionales con vínculos exteriores.
Si bien este desarrollo de la sociedad civil es aún insuficiente para dar cuenta de la
pluralidad preexistente y de la emergente, y a pesar de la resistencia que a su desarrollo
plantea un sistema político desmesurado y presionado por las exigencias de la seguridad
18
Sirva de ejemplo: la Gran Logia Masónica apoyaba al gobierno de Batista; la Iglesia católica hizo
oposición política al Gobierno Revolucionario; directivos de la Confederación de Trabajadores de Cuba
respaldaron la dictadura de Batista; las Asociaciones de Colonos y de Hacendados participaban del
Instituto de Estabilización del Azúcar, etc. Muchas de las "sociedades" cubanas tenían un carácter
exclusivo y aristocrático, etcétera.
19
La sociedad civil del socialismo cubano es un tema insuficientemente estudiado, pero su
existencia es un dato.
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interna y externa, de hecho, la sociedad civil del socialismo se desarrolla ante nuestros
ojos con los rasgos y contradicciones de la formación social cubana, pero con las carac-
terísticas de unidad nacional, alta socialización y autonomía del Estado, necesarias para
una creciente socialización del modelo de transición.
20
H. Azcuy. "Estado y sociedad civil en Cuba". La Habana, Temas, núm. 4, 1995. J. Valdés
Paz. "Notas sobre el sistema político cubano", en La democracia en Cuba y el diferencio con los
Estados Unidos, op. cit.
21
Entre estos mecanismos de participación informal tenemos: las movilizaciones, concen
traciones en la plaza pública, marchas del pueblo combatiente; milicias, reclamaciones, etc. Estos
mecanismos informales se continúan hasta hoy y se manifiestan en situaciones o convocatorias
extraordinarias.
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De participación directa de la población en las bases, acorde con sus distintos roles
políticos, principalmente: como militante de organizaciones políticas, como miembro de
organizaciones de masas y profesionales y como ciudadano.
Electorales, mediante los cuales todos los habitantes eligen y son elegibles, según
el caso, por voto mayoritario, universal y secreto, a los órganos representativos y cargos de
dirección del sistema.
Anexo
Mecanismos de control democrático en el sistema político cubano
Rendición de De los órganos dirigentes ante los De los Delegados y diputados ante sus
cuentas Consejos y Comités de los distintos bases electorales
niveles De los Consejos de aministración ante las
De los Consejos y Comités Naciona- Asambleas Municipales y Provinciales
les o Centrales, ante sus Congresos del Poder Popular Del Órgano de Gobierno
y de los Titulares de los Organismos
Centrales del Estado, ante la Asamblea
Nacional