Anais - II - Simposio - Vaca 2015 PDF
Anais - II - Simposio - Vaca 2015 PDF
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Editores
Félix H. D. González
Pedro M. Mallmann Jr.
ISBN 978-85-66094-09-1
CDD 636.2
II
Universidade Federal do Rio Grande do Sul
Faculdade de Veterinária
Laboratório de Análises Clínicas Veterinárias
Av. Bento Gonçalves, 9090, Porto Alegre
RS 91540-000 Brasil
Fone: +55-51-33086099.
http://www.ufrgs.br/lacvet/
Editores
Autores contribuintes
IV
Paula Montagner, MV, MSc
Doutoranda, Programa de Pós-graduação em Biotecnologia, Universidade
Federal de Pelotas, Campus Capão do Leão, Pelotas, Brasil.
paulamontagner@gmail.com
Camila Pizoni
Joabel Tonellotto dos Santos
Patrícia Mattei
Rafael da Fonseca Prietsch
Uriel Secco Londero
Universidade Federal de Pelotas, Faculdade de Veterinária, Núcleo de Pesquisa,
Ensino e Extensão em Pecuária (NUPEEC), Pelotas, Brasil.
www.ufpel.edu.br/nupeec
V
Angélica Petersen Dias
Anne Rosi Guadagnin
Faculdade de Veterinária, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto
Alegre, Brasil
angelicap.dias@gmail.com
anneguadagnin@yahoo.com.br
VI
Comissão Organizadora
Felix Gonzalez
Bruna Panzardi Kappel
Bruno Gomes de Campos
Luiza Carolina Meira Mendes
Luiza Rodegheri Jacondino
Marcela Kuczynski da Rocha
Pedro Marino Mallmann Júnior
Silvana Mahl Rauber
Diagramação
Bruno Gomes de Campos
Capa e Contra-capa
Bruno Gomes de Campos
VII
Dedicamos este trabalho ao saudoso professor Paulo Mühlbach
(1946 – 2014), que desde sua cátedra de Produção e Nutrição da
Vaca Leiteira na Universidade Federal do Rio Grande do Sul
formou e orientou muitos dos profissionais que hoje atuam de
forma destacada na bovinocultura leiteira brasileira.
VIII
Sumário
Prefácio __________________________________________________ 1
Etiología de mastitis bovina: características de los patógenos más
relevantes ________________________________________________ 3
Juan Kruze _______________________________________________ 3
Marcadores bioquímicos sanguíneos en el diagnóstico y control de
trastornos metabólicos en vacas lecheras ______________________ 34
Fernando G. Wittwer M. __________________________________ 34
Variações na qualidade composicional do leite no Rio Grande do
Sul _____________________________________________________ 63
Carlos Bondan ___________________________________________ 63
Acidose ruminal subaguda: Monitoramento e prevenção nos
rebanhos leiteiros _________________________________________ 94
Mirela Noro _____________________________________________ 94
Giovani Noro ____________________________________________ 94
Manejo nutricional da vaca leiteira para otimizar a composição do
leite ___________________________________________________ 121
Jessica Karina Poncheki __________________________________ 121
Jorge Henrique Carneiro _________________________________ 121
Rodrigo de Almeida ______________________________________ 121
Imunidade da vaca leiteira: desafios metabólicos _______________ 160
Eduardo Schmitt ________________________________________ 160
Paula Montagner ________________________________________ 160
Fundamentos y aplicaciones para la alimentación proteica de
vacas lecheras ___________________________________________ 183
Cecilia Cajarville ________________________________________ 183
Cetose clínica e subclínica: manejo, diagnóstico e efeitos no leite __ 198
Marcio Nunes Corrêa ____________________________________ 198
Camila Pizoni ___________________________________________ 198
Joabel Tonellotto dos Santos ______________________________ 198
IX
Patrícia Mattei __________________________________________ 198
Rafael da Fonseca Prietsch ________________________________ 198
Uriel Secco Londero _____________________________________ 198
Hipocalcemia e hipomagnesemia en vacas lecheras: diagnóstico y
control _________________________________________________ 219
Luis Barros Vidal _______________________________________ 219
Deslocamento de abomaso em vacas leiteiras: ocorrência, manejo e
indicadores diagnósticos___________________________________ 253
Angélica Petersen Dias ___________________________________ 253
Anne Rosi Guadagnin ____________________________________ 253
Felipe Cardoso __________________________________________ 253
X
Prefácio
1
logística dos alunos de Medicina Veterinária da Universidade Federal do
Rio Grande do Sul formandos em 2016/1.
Nosso mais sincero agradecimento aos professores e pesquisadores
que atenderam ao nosso chamado. Especiais agradecimentos também às
empresas e instituições que se vincularam e apoiaram este evento:
Bayer Animal Care, Zoetis, MSD Saúde Animal, Adisseo, KetoVet,
Kera Nutrição Animal, McHale, Rumitec Serviços Veterinários, Calbos
Saúde Animal, Agropecuária Econômica de Bom Retiro do Sul,
Universidade UniRitter (Laureate International Universities), Conselho
Regional de Medicina Veterinária do Rio Grande do Sul, Pró-reitoria de
Extensão da Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Gadolando,
Milkpoint e Sindilat-RS.
Os editores
Porto Alegre, outubro de 2015
2
Etiología de mastitis bovina: características de los
patógenos más relevantes 1
Juan Kruze
Universidad Austral de Chile
Introducción
1
Kruze, J. 2015. Etiología de mastitis bovina: características de los
patógenos más relevantes. II Simpósio Nacional da Vaca Leiteira. Anais.
Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul. p.3-33.
3
penalizaciones aplicadas en los esquemas de pago por calidad higiénica
debido a un aumento en el recuento celular. Hay que considerar, además,
el riesgo adicional de un elevado recuento bacteriano y el riesgo de
residuos antibióticos en la leche de estanque enviada a planta, los cuales
también están sujetos a fuertes penalizaciones (Philpot y Nickerson
2000).
Tipos de mastitis
4
los patógenos desde el ambiente a los pezones de las vacas ocurre en los
períodos de inter-ordeña. Los rebaños con una alta incidencia de
infecciones intramamarias por patógenos ambientales tienen una elevada
tasa de mastitis clínica y elevado recuento bacteriano pero un recuento
de células somáticas dentro de límites normales; en estos casos la
mayores pérdidas económicas están asociadas con las mastitis clínicas
(Philpot y Nickerson 2000). Debido a que la mayoría de las
neoinfecciones por patógenos ambientales se producen durante el inicio
del período seco, tanto la terapia de secado como el uso de selladores de
pezones son importantes medidas profilácticas; el dipping pre-ordeña es
también una medida importante de control. Estos cuadros de mastitis
pueden ser causados por una gran variedad de microorganismos,
incluyendo bacterias, hongos y algas, los cuales se pueden clasificar en
organismos específicos, los más frecuentes, y organismos misceláneos,
los menos frecuentes pero no menos importantes (Hogan et al., 1999;
Oliver et al., 2004; Blowey y Edmonson, 2010).
5
inflamación , pero que ocasionalmente pueden causar severos cuadros de
mastitis clínicas, entre los cuales destacan los estafilococos coagulasa
negativo (SCN) y Corynebacterium bovis. La frecuencia de aislamiento
de estos patógenos varía en los diferentes países, regiones, o rebaños,
dependiendo de las medidas de control en práctica en cada caso.
Staphylococcus aureus
6
más frecuente en muchos países y también en el sur de Chile (USDA-
APHIS, 2008; Kruze et al., 2013).
Streptococcus agalactiae
7
de este patógeno en los rebaños lecheros del sur de Chile, siendo muy
raro su aislamiento (Kruze et al., 2013).
Streptococcus dysgalactiae
8
Streptococcus uberis
9
bastante frecuente en los rebaños lecheros del sur de Chile, sin dudas, el
estreptococo más frecuente (Kruze et al., 2013).
Coliformes
10
clínicos. En casos menos severos, el único signo visible es la presencia
de algunos grumos en la leche que desaparecen en la ordeña siguiente.
Debido a que E.coli no se adhiere al epitelio de los endotelios de las
cisternas del pezón y de la glándula mamaria, como ocurre con
Staph.aureus y Strep.agalactiae, es muy raro observar cuadros clínicos
crónicos recurrentes. En algunas ocasiones (15%), E.coli puede inducir
un shock endotóxico que puede terminar con la muerte del animal en
pocas horas. El efecto tóxico se debe a la liberación de una endotoxina
de la pared celular (LPS) que se libera cada vez que la bacteria se divide
(cada 20 min), toxina que se libera incluso después que la bacteria
muere. Este lipopolisacárido de la pared celular es la base de la vacuna
J5, que se administra subcutáneamente en el momento del secado, 20
días más tarde y 2 semanas post parto, con una protección cercana al
80%. El principal efecto de esta vacuna es la reducción de los casos
clínicos y una fuerte reducción de los casos tóxicos agudos (Hogan et al.,
1992; Dosogne et al., 2002). El otro coliforme involucrado en cuadros de
mastitis, Klebsiella pneumoniae, está presente en los ambientes húmedos
y, especialmente, en las camas orgánicas a base de subproductos de la
madera (viruta, aserrín). Puede causar severos cuadros tóxicos de
mastitis cuando las vacas se estabulan en cubículos con estos productos.
A diferencia de E.coli, es posible el desarrollo de mastitis crónicas que
persisten por varias semanas o meses que no responden al tratamiento
antibiótico.
11
Staphylococcus coagulasa-negativo (SCN)
12
punta del pezón cuando se toman muestras para examen bacteriológico.
Si el resultado de un cultivo de leche de una vaca con elevado recuento
celular origina un cultivo puro de SCN, es posible asumir que es el
agente de la infección. Cuando un rebaño tiene una alta incidencia de
infecciones por SCN es posible sospechar de un inadecuado dipping post
ordeña o del uso de un producto germicida inefectivo, o simplemente
que no se practica esta medida de higiene (Taponen, 2008).
Corynebacterium bovis
13
Microorganismos misceláneos causantes de mastitis
14
Bacillus cereus y Bacillus licheniformis
Pseudomonas aeruginosa
15
mal lavados, suelo, deposiciones, y en algunos productos para dipping y
antibióticos contaminados. Cuando en un rebaño hay contaminación del
agua por Pseudomonas es fácilmente detectable por la coloración
verdosa característica de las mangueras de plástico de los equipos de
ordeño, debido al pigmento producido por la bacteria. Los signos
clínicos pueden variar desde una mastitis tóxica aguda muy severa hasta
una mastitis crónica recurrente con una muy baja respuesta al
tratamiento antibiótico. En la mayoría de los casos hay que eliminar la
vaca afectada. La mejor prevención es mantener las vacas limpias y
secas, buen drenaje de lugares húmedos y muy buena higiene durante la
ordeña (Philpot y Nickerson, 2000).
Corynebacterium ulcerans
16
Nocardia asteroides
Mycobacterium smegmatis
17
también pueden producir mastitis cuando existen infecciones localizadas
en la glándula mamaria, especialmente en países con alta prevalencia de
tuberculosis bovina. Estos cuadros se caracterizan por una marcada
induración e hipertrofia de la glándula mamaria, especialmente en la
parte superior de los cuartos posteriores.
Serratia marcescens
Pasteurella/Mannheimia
18
producen un cuadro agudo y severo con secreción viscosa, amarillenta y
mal oliente que no responden al tratamiento antibiótico.
Arcanobacterium pyogenes
19
Hongos levaduriformes
20
no se aíslan con frecuencia y, por lo tanto, los Médicos Veterinarios no
están familiarizados con sus cuadros clínicos y medidas de control como
ocurre con los patógenos tradicionales. Actualmente en nuestro
laboratorio, hemos estado investigando la presencia y frecuencia de estos
patógenos en los rebaños del sur de Chile. Aunque epidemiológicamente
son muy diferentes (Mycoplasma: contagioso y Prototheca: ambiental),
ambos tienen en común el hecho de originar una alta tasa de cuadros
clínicos muy severos que no responden al tratamiento antibiótico
tradicional y dar resultados regularmente negativos a los exámenes
bacteriológicos de rutina. Si bien es cierto estos agentes no se
diagnostican con frecuencia en Chile, en otros países constituyen un
serio problema en rebaños lecheros, por ej., Mycoplasma en EUA, donde
es considerado un patógeno mayor (Britten, 2006), y Prototheca en
Brasil, donde se aísla con bastante frecuencia (Costa et al., 1997;
Ferrerira et al., 2006).
Mycoplasma
21
Wilson, 2003; Oliver et al., 2004). Son parásitos obligados de plantas y
animales (no se multiplican en el medio ambiente), algunas especies son
comensales y otras muy patógenas, generalmente huésped-específico.
Las fuentes primarias son las ubres infectadas, el tracto respiratorio y el
tracto genital de vacas sanas. Sin embargo, también es posible que se
origine una infección intramamaria a través del uso de antibióticos y
jeringas contaminadas, manos del ordeñador, por aerosoles en ambientes
cerrados mal ventilados (estabulación), y por vía hematógena desde el
tracto respiratorio y genital hacia la glándula mamaria. Pueden
sobrevivir por largos períodos en ambientes húmedos y se han aislado de
diferentes fuentes ambientales como leche de descarte, paños de ubre,
paja, alimentos, purines, orina y agua de bebida (Hogan et al., 1999).
Aunque hay varias especies capaces de producir mastitis (M.alkalescens,
M.arginini, M.bovigenitalium, M.bovirrhinis, M.californicum,
M.canadense, entre otras), la especie aislada con mayor frecuencia es
M.bovis (González y Wilson, 2003; Oliver et al., 2004). Es importante
tener presente que Acholeplasma laidlawii, un saprófito del ambiente y
de la piel de los pezones morfológicamente muy parecido a
Mycoplasma, se puede encontrar en la leche pero no se ha demostrado
que cause mastitis. El diagnóstico bacteriológico de Mycoplasma
necesariamente debe incluir pruebas para descartar la presencia de
Acholeplasma (ej., prueba de la digitonina).
La mastitis por Mycoplasma se caracteriza por ser muy contagiosa y
la infección se transmite rápidamente de vaca a vaca durante la ordeña a
través del equipo de ordeño y las manos del ordeñador causando
enormes pérdidas económicas por menor producción. Clínicamente, este
22
tipo de mastitis se caracteriza por ser aguda (aparición brusca) o crónica
(puede persistir por más de una lactancia), con compromiso de más de
un cuarto mamario al mismo tiempo; en los casos agudos la secreción de
los cuartos mamarios afectados es de consistencia acuosa con presencia
de grumos y aspecto de calostro, en cambio en los casos crónicos la
secreción es purulenta-amarillenta con sedimento arenoso. Las vacas
infectadas tienen elevado recuento de células somáticas y marcada
reducción de la producción de leche. Las muestras de leche de los casos
clínicos resultan negativas al cultivo y no responden al tratamiento
antibiótico. Mycoplasma también puede producir metritis y cuando las
descargas vaginales de estas vacas llegan a la ubre contaminan los
pezones y transmiten la infección a los terneros a través del calostro, los
cuales pueden cursar con artritis, otitis y neumonía. Los animales de
todas las edades, en período de lactancia o seco, son susceptibles a la
infección y en un rebaño sin problemas de mastitis pueden haber muchos
animales portadores asintomáticos (González y Wilson, 2003).
El diagnóstico de la infección por Mycoplasma a nivel de rebaño se
realiza mediante cultivo de muestras de leche de estanque o de vacas
individuales con signos clínicos de mastitis. Las muestras de estanque
son importantes para el monitoreo del problema pero hay que tener
presente que la dilución de la muestra puede originar resultados falso-
negativos, especialmente cuando las vacas infectadas excretan bajo
número de bacterias. Las colonias de Mycoplasma en medios de cultivo
apropiados tienen un aspecto característico con apariencia de “huevo
frito”. Sin embargo, las colonias de Acholeplasma (saprófito) son
indistinguibles de Mycoplasma y se requieren pruebas especiales para
23
diferenciarlas (digitonina) y pruebas moleculares (PCR) para la
identificación de las especies de Mycoplasma (González, 2006).
Entre las medidas básicas de prevención y control de las mastitis
por Mycoplasma están mantener un rebaño cerrado (cuando sea posible),
hacer cultivo de los animales de reemplazo antes de ingresarlos al
rebaño, extremar las medidas de higiene durante la ordeña para evitar la
diseminación, segregar y ordeñar al final las vacas infectadas o con una
unidad separada, usar un germicida eficaz para la desinfección de
pezones antes y después de la ordeña, eliminar los animales infectados si
no es posible la segregación, y monitorear regularmente el rebaño
mediante cultivo de la leche del estanque. En Estados Unidos existe una
vacuna aprobada por el USDA (Mycomune, Lab. Biomune), una
bacterina que contiene 4 cepas patógenas de M.bovis, que ha demostrado
ser eficaz para reducir considerablemente los signos clínicos de la
enfermedad.
24
leche de estanque de 4 rebaños lecheros de 11 examinados (36,4%), pero
en este estudio no se descartó la presencia de Acholeplasma ni se
identificaron las especies aisladas. Más recientemente, nuestro grupo de
trabajo realizó un muestreo por conveniencia para detectar la presencia
de Mycoplasma en muestras de leche de estanque en 91 rebaños lecheros
(Región de Los Ríos 66 y Región de Los Lagos 25), de los cuales sólo
en 3 (3,3%) fue posible aislar colonias sospechosas de Mycoplasma,
todos provenientes de la Región de Los Ríos. Uno de estos aislamientos
se identificó como M.bovis mediante un PCR específico, y dos se
identificaron como M.bovigenitalium mediante secuenciación parcial del
gen 16S rRNA (Ulloa et al., 2013). Posteriormente, se analizaron 100
muestras de leche individual de vacas con > 500.000 células/mL de un
rebaño lechero de la Región del Biobío con una alta incidencia de
mastitis clínica y resultados bacteriológicos negativos a los patógenos
mamarios tradicionales. Sólo en dos muestras fue posible aislar colonias
sospechosas de Mycoplasma las cuales fueron identificadas mediante
secuenciación parcial del gen 16S rRNA como M.alkalescens (Ulloa et
al., 2013). En consecuencia, en Chile se ha reportado hasta ahora la
presencia de 3 especies diferentes de Mycoplasma en muestras de leche
bovina: M.bovis, M.bovigenitalium y M.alkalescens.
Prototheca
25
esporangiosporas que son liberadas en gran cantidad tras la ruptura de
las envolturas que la rodean, denominadas “tecas”. Algunas especies
pueden ocasionalmente producir infecciones cutáneas en el hombre, y en
los animales se han descrito algunas infecciones sistémicas en perros y
gatos y numerosos cuadros de mastitis en bovinos. Se reconocen 5
especies de Prototheca de las cuales 3 son consideradas patógenas:
P.wickerhamii (infecciones en humanos), y P.zopfii y P.blaschkeae
aisladas de mastitis bovina, siendo P.zopfii la especie más frecuente
(Jensen et al., 1998; Roesler et al., 2003; Roesler et al., 2006).
Esta algas están presentes en las plantas, suelo, barro, charcos de
agua estancadas, arroyos, agua de bebida de los animales, materia fecal
de bovinos y porcinos, pisos de las salas de ordeño y patios de
estabulación (Hogan et al., 1999; Ferreira et al., 2006). Las malas
prácticas de higiene antes de la ordeña o durante los tratamientos
intramamarios son los principales factores que favorecen el acceso del
alga a la glándula mamaria por vía ascendente. Aunque este es un agente
netamente ambiental, la infección también se puede trasmitir de vaca a
vaca durante la ordeña. Se ha sugerido que Prototheca se podría
reproducir en el aparato gastrointestinal del bovino y de este modo
eliminarse al medio ambiente por las heces (Costa et al., 1997). La
infección también se puede adquirir durante el período seco.
Clínicamente, Prototheca puede causar mastitis clínica y subclínica,
pero lo más frecuente es una mastitis clínica de carácter crónico. En los
casos agudos los cuartos mamarios pueden estar aumentados de
volumen, endurecidos, y con una secreción acuosa con presencia de
gruesos grumos. Experimentalmente se ha observado que los neutrófilos
26
no participan en la patogénesis de esta infección razón por la cual en los
animales afectados no se observa un aumento de los recuentos celulares
en la leche, aspecto que lo diferencia de las infecciones por Mycoplasma.
Sin embargo, una característica distintiva de las mastitis por Prototheca,
que se asemeja a las infecciones por Mycoplasma, es que los animales
infectados son completamente refractarios a los tratamientos con
antibióticos tradicionales. Algunos ensayos realizados in vitro han
demostrado que algunos antimicóticos como anfotericina B y nistatina
son efectivos contra este agente pero son de alto costo; la medida más
práctica y efectiva para controlar esta infección es eliminar los animales
infectados para evitar la propagación de la infección al resto de los
animales.
El diagnóstico de la infección se basa en el aislamiento del agente a
partir de muestras de leche con mastitis clínica o subclínica, teniendo
presente que en los casos crónicos el agente se elimina en forma
intermitente por la leche, por lo que es posible que los cultivos resulten
negativos al cultivo. En agarsangre ovino, el medio de cultivo universal
para el diagnóstico de mastitis, Prototheca desarrolla colonias cremosas
blanco-grisáceas que se pueden confundir fácilmente con estafilococos
coagulasa-negativo o levaduras (Oliver et al., 2004). Por tanto para el
aislamiento de Prototheca es importante usar medios selectivos que no
están comercialmente disponibles y hay que prepararlos en el
laboratorio. La identificación presuntiva se basa en las características
morfológicas de las colonias y la morfología típica de los esporangios
con esporangiosporas que se pueden observar en frotis teñidos con azul
de metileno o lactofenol (Hogan et al., 1999). La identificación a nivel
27
de especie se puede lograr mediante pruebas bioquímicas a través de un
auxograma (batería de asimilación de carbohidratos) (Zaror et al., 2011),
o mediante el sistema rápido API 20C AUX (Biomérieux). Para la
identificación y genotipificación molecular de las cepas se puede utilizar
la técnica PCR-RFLP amplificando el gen específico 18S rDNA y
visualizando los productos mediante electroforesis en gel de agarosa
(Roesler et al., 2006).
28
(Staph.aureus y Strep.agalactiae) y ambientales (Strep.uberis y E. coli),
y una gran proporción de cultivos negativos. La palpación de glándula
mamaria de los animales clínicamente afectados reveló marcada fibrosis
mamaria en la mayoría de los casos y secreción acuosa con abundante
presencia de grumos, características compatibles con la de un brote de
mastitis por Prototheca. El examen bacteriológico de muestras de leche
de 58 vacas afectadas clínicamente de este rebaño demostró la presencia
de P.zopfii en cultivo puro en 27 (46,6%) de las muestras analizadas
(Kruze y Mella, 2010).
Con estos antecedentes en mente, y considerando que ambas
descripciones anteriores correspondían a rebaños de la zona central del
país, nuestro grupo de trabajo se propuso investigar cuál era la
prevalencia de Prototheca en la zona sur de país (más húmeda que la
zona central), no sólo en leche sino también en el medio ambiente, que
en el sur de Chile es muy propicio para la sobrevivencia y proliferación
de esta alga. Con este propósito se visitaron diferentes rebaños lecheros
de las regiones del Biobío, Los Ríos y Los Lagos y se tomaron y
analizaron en total 418 muestras de leche y del medio ambiente de
diferentes orígenes: purines (127), material fecal de vacas (92), agua de
bebederos de los animales (32), leche de vacas con mastitis clínica (6),
leche de tarros de pequeños productores (95) y leche de estanque (66)
(Montealegre, 2012; Mella et al., 2013). El 4,0% (17) de las muestras
analizadas resultaron positivas a Prototheca, de las cuales 14 (82,4%)
fueron identificadas como P.zopfii y 3 (17,6%) como P.blaschkeae.
P.zopfii fue aislada de los 6 casos de mastitis clínica de vacas
provenientes de un rebaño con antecedentes de infección por Prototheca,
29
de 1 muestra de estanque y de 7 muestras fecales; P.blaschkeae se aisló
de 1 muestra de agua de bebederos y de 2 muestras de purines. Además,
en esta oportunidad la identificación de las especies se complementó con
genotipificación molecular de las especies aisladas mediante PCRRFLP
(Tabla 1).
30
Referencias
31
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33
Marcadores bioquímicos sanguíneos en el diagnóstico
y control de trastornos metabólicos en vacas lecheras 2
Fernando G. Wittwer M.
Universidad Austral de Chile
2
Wittwer, F. 2015. Marcadores bioquímicos sanguíneos en el diagnóstico y
control de trastornos metabólicos en vacas lecheras. II Simpósio Nacional da
Vaca Leiteira. Anais. Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul.
p. 34-62.
34
Los trastornos metabólicos en los rumiantes son en su mayoría
relacionados con desequilibrios nutricionales, incluidos las carencias
nutricionales simples producto de mezcla incompleta de la dieta o un
manejo alimentario inadecuados, o bien por problemas más complejos
asociados a las interacciones entre la nutrición, el ambiente y el manejo
(Cuadro 1). Su presentación es más frecuente en animales manejados en
condiciones de pastoreo, debido a la elevada variación en la disposición
y contenido de nutrientes de los pastos utilizados como forrajes,
asociado a características de suelo, composición botánica y estado de
desarrollo de los pastos y sus cambios estacionales y diarios. Los
desequilibrios nutricionales afectan a un grupo de animales en un
rebaño, generalmente los metabólicamente más susceptibles, que
corresponden a los mayormente exigidos desde el punto de vista
productivo, vale decir vacas en el período de transición, ovejas al final
de gestación, animales en crecimiento, los que comúnmente cursan
inicialmente con una alteración en su salud de tipo subclínica o
inaparente. Es en esta condición que se requiere de un método de
diagnóstico o evaluación de balance metabólico oportuno, antes que la
producción de los animales se vea afectada.
35
Cuadro 1. Alteraciones metabólicas en vacas
Carencia o disfunción Alteraciones metabólicas
Carencia de energía Balance energético negativo (BEN), cetosis o
acetonemia tipo 1 y 2, hígado graso
Desbalance de proteínas Desnutrición proteica, asincronía ruminal, energía
disponible en el rumen (RDP/Eº)
Disfunción ruminal Acidosis ruminal sub aguda (SARA), acidosis
láctica, desvío a la izquierda del abomaso
Disfunción mineral Hipocalcemia, paresia puerperal, tetania
hipomagnesémica
Carencia mineral Mg, P, Na, Se, Cu, Zn, Fe, Co, I
36
Figura 1. Causa y consecuencias del estrés metabólico de vacas en
transición (Adaptado de Sordillo y Mavangira, 2014)
37
Figura 2. Enfermedades asociadas al estrés metabólico de vacas lecheras en
sistema confinado de Estados Unidos y Europa (Sordillo y Mavangira,
2014) y sistema pastoril de Chile (Sepúlveda-Varas et al . 2015)
Perfil metabólico
38
Los marcadores bioquímicos corresponden a analitos que pueden
ser cuantificados en muestras de tejidos como sangre o fluidos
corporales como leche u orina de un animal o en un grupo en el rebaño,
y que definen el grado de equilibrio metabólico logrado mediante la
“homeorresis”, que corresponde al mecanismo que regula y coordina los
cambios en los procesos metabólicos de tejidos del animal que son
requeridos para sostener una condición o carga fisiológica, como sucede
en el período de transición, especialmente al inicio de la producción
láctea. Basado en este concepto y en la idea de que “lo que no es medido
difícilmente puede ser corregido”, en los años 1970 se comenzaron a
utilizar en Europa los perfiles metabólicos (PM), técnica que se ha ido
adaptado a diferentes sistemas y especies productivas, incorporando
nuevos marcadores o formas de aproximación, acorde con las realidades
locales y los avances científicos y tecnológicos.
Un PM es definido como un conjunto de análisis bioquímicos
realizados en un momento definido con el propósito de monitorear la
salud metabólica del rebaño y contribuir a establecer las alteraciones
metabólicas y enfermedades que afectan la producción. Es un examen
complementario utilizado en la evaluación y diagnóstico de las
enfermedades de la producción que se analiza, en uno o más grupos de
animales representativos del rebaño, en los que se determinan
biomarcadores indicadores del balance metabólico nutricional y del
estrés metabólico. Los resultados obtenidos se comparan con intervalos
de referencia poblacionales (IR) o umbrales críticos (cut-off), indicando
así el grado de adecuación de las principales vías metabólicas
relacionadas con energía, proteína y minerales, la funcionalidad de
39
órganos vitales para la producción, como el hígado, o el grado de salud o
bienestar de los animales. Su mayor utilidad se ha centrado en el estudio
de los desbalances metabólicos nutricionales que se presentan en las
vacas lecheras durante el período de transición e inicio de la lactancia.
Su empleo se ha promovido bajo dos sistemas: (a) Evaluación a nivel de
individuos como indicador para estimar el riesgo de presentación de
trastornos metabólicos e inflamatorios en las vacas en transición y (b) A
nivel de rebaño para hacer una prospección de los desbalances
metabólicos asociados a una inadecuada alimentación o manejo en lotes
de vacas agrupadas acorde a su condición fisiológica, productiva o
sanitaria.
Evaluación de riesgo
40
definido y sus resultados se comparan con un umbral crítico predefinido.
Las vacas con resultados sobre o bajo los puntos de corte definen el
mayor riesgo que cursen posteriormente con una patología definida.
Considerando que la mayor presentación de trastornos metabólicos,
como cetosis y desvío del abomaso e inflamatorios como mastitis y
metritis es al final del período de transición e inicio de la lactancia, la
estrategia de muestreo se concentra previo a su presentación; por ello, la
mayor carga de muestras se ubica en el preparto o inmediatamente
después del parto.
41
trabajos realizados por Ospina en Cornell (USA) valorando BEN, a nivel
de individuos, en base al aumento de las concentraciones séricas de
NEFA pre y posparto y BHB posparto y su relación con la presentación
de enfermedades en el posparto (cetosis subclínica y clínica, desvío de
abomaso, retención de placenta y metritis) (Cuadro 4). Se ha señalado
que vacas con concentraciones de NEFA preparto de >0,3 mmol/L y
posparto >0,7 mmol/L o de BHB posparto >1,0 mmol/L tienen una
menor probabilidad de preñez y su producción de leche se verá
disminuida.
42
Cuadro 4. Concentraciones séricas pre y posparto de ácidos grasos libres
(NEFA) y ß-hidroxibutirato (BHB) como predictores de riesgo de
enfermedades en el período de transición en vacas lecheras (adaptado de
Ospina et al., 2010)
43
1.000 vacas) y en caso de haber 15% a 40 % de positivas (BHB ≥ 1,2
mmol/L), controlar todas las vacas en riesgo dos veces a la semana y
tratar las positivas con propilenoglicol. Si la prevalencia es > 40% se
deben tratar todas las vacas en riesgo desde el día 3 de lactancia por 5
días y continuar el monitoreo bisemanal.
44
cambios en las concentraciones séricas de albumina, colesterol y
bilirrubina entre los días 3 a 28 posparto, para luego compararlo con un
estándar definido, obteniendo con ello una herramienta que permite
medir la magnitud de la inflamación en el periparto y su efecto en la
producción, fertilidad y salud posterior de la vaca.
Prospección diagnóstica
45
albúmina) y macro y micro minerales (Ca, P, Mg, Na, Cu, Zn, Se). El
panel de análisis es flexible pudiendo reducirse o ampliarse según las
circunstancias. Habitualmente se incluyen analitos para evaluar la
condición de salud hepática (AST, GDH, GGT) y actualmente se está
avanzando en incluir analitos asociados a inflamación y bienestar
animal (haptoblobina, globulinas).
La realización de un PM en un rebaño involucra cinco pasos: (a)
definir el objetivo que motiva realizar el examen; (b) definir los
exámenes a solicitar, el o los grupos a ser muestreados y obtener las
muestras de los animales seleccionados; (c) ejecutar los análisis
requeridos; (d) obtener los resultados individuales y del grupo y
comparar con IR y (e) interpretar los resultados.
a) Objetivo
46
(iii) Establecer la presencia o ausencia de un factor asociado a la
presentación de enfermedades en el rebaño y (iv) Servir de instrumento
de evaluación metabólica en grupos de animales.
El PM no es un examen de evaluación de una dieta, sino como su
nombre lo indica, de evaluación del estado metabólico de un grupo de
animales de un rebaño en respuesta a su dieta. Se debe considerar que su
correcta aplicación está determinada por la adecuada selección de los
animales muestreados y que es esencial integrar los resultados del PM
con la información obtenida a partir del análisis de los registros
prediales. Bajo estas condiciones, es factible evaluar el estado
nutricional del rebaño, detectar en forma temprana alteraciones en su
salud, identificar riesgos potenciales para la presentación de
enfermedades y analizar sus posibles causas orientando al médico
veterinario en sus decisiones. Considerando que el PM ha sido más
utilizado en rebaños lecheros bovinos, los antecedentes entregados a
continuación hacen referencia mayormente a este tipo de animales:
• Control del balance metabólico nutricional sanitario del rebaño
• Sospecha de la presencia de trastorno metabólico de energía/proteínas
en un grupo de animales
• Diagnóstico o evaluación de carencias minerales
• Estudio de problemas de fertilidad, volumen o calidad de la
producción de leche, ganancia de peso en animales de carne
• Evaluación de respuesta a intervenciones nutricionales.
47
b) Muestra
48
obtienen las muestras requeridas acorde con los exámenes a solicitar.
Habitualmente corresponden a muestras de sangre (aprox. 5 mL con
heparina y 5 mL para suero), las que deben ser obtenidas idealmente
posterior al ordeño de la mañana ya que las concentraciones de alguno
metabolitos como BHB, urea y P varían durante el día (Figura 3).
Cuando el objetivo del PM es diagnosticar una enfermedad subclínica,
los animales seleccionados deben ser aquellos que se encuentran en
riesgo de presentar la enfermedad y aún no presentan signos clínicos.
Para el diagnóstico de enfermedades en que se presentan individuos con
signos clínicos se requiere seleccionar individuos que estén cursando con
la enfermedad, pudiendo en este caso ser sólo 2 o 3 animales. Junto a las
muestras se debe completar una solicitud de examen que debe contener
información general del rebaño, motivo del examen, grupo(s) de
animales incluidos, información de las vacas (producción, días respecto
a parto, condición corporal, su manejo y alimentación) y los análisis
requeridos.
49
Figura 3. Variación diaria de las concentraciones plasmáticas (x ± EE) de
ß-hidroxibutirato, urea, fosfato inorgánico (Pi) y triglicéridos en vacas
lecheras a pastoreo (o) y suplementadas con concentrado energético (■)
(Noro et al., 2011)
c) Análisis
50
Cuadro 6. Marcadores bioquímicos sanguíneos utilizados en perfiles
metabólicos (Wittwer, 2012).
51
vacas en lactancia, pero con limitada especificidad por la absorción de
butirato ruminal. El NEFA también es un marcador de respuesta rápida y
específico para movilización lipídica, siendo más sensible en vacas
preparto pero de costo analítico alto. Sus concentraciones aumentan
notoriamente con la movilización grasa de inicio de lactancia por lo que
se debe tener IR para pre y posparto. La glucemia es un marcador rápido
del balance de energía, pero de baja sensibilidad limitando su uso. Junto
a la obtención de la muestra se recomienda obtener la condición corporal
(CC) de los animales, que es un buen indicador de respuesta lenta del
balance de energía, por lo que su inclusión como analito en los
resultados del PM amplía su utilidad. La colesterolemia es un indicador
de consumo de la ración y de aporte de fibra en la dieta, por lo que su
disminución se asocia a baja ingesta. Su concentración aumenta
notoriamente con el aumento de consumo en el posparto requiriéndose
IR para pre y posparto.
52
altas producciones lácteas. Su sensibilidad es limitada y su especificidad
baja ya que otras alteraciones orgánicas como la disfunción hepática
cursan con hipoalbuminemia.
53
sensible y de respuesta lenta (1 mes) del balance metabólico nutricional
de Se.
d) Informe de resultados
54
de animales sobre y bajo los IR. El valor “H” representa la diferencia
entre el valor promedio del grupo con el promedio de referencia,
expresado en DE. Vale decir, indica la diferencia entre la media del
grupo en estudio con respecto a la media de referencia expresado en
desvíos estándar, de acuerdo a la siguiente fórmula:
H= (x del grupo – x de referencia)/DE de referencia.
El coeficiente de dispersión (CD), compara la magnitud de la
varianza de los valores individuales del grupo con relación a la varianza
de la población de referencia. En el Cuadro 6 se presenta como ejemplo
un informe de resultado de un PM realizado a un grupo de 8 vacas en el
cual se entregan los resultados de 9 analitos, además de la información
de su producción lechera y la condición corporal (CC).
55
Una alternativa, destinada a reducir el costo de análisis, es mezclar
en volúmenes iguales, las muestras de suero o plasma de las vacas de
cada grupo, comúnmente 1 mL de cada muestra, obteniendo así solo 1
pool de 8 o más mL en la cual se realizan los análisis correspondientes.
Su interpretación se realiza de forma similar empleando el valor del pool
en reemplazo de la media del grupo ya que equivale al valor de H. Se ha
definido que se pueden agrupar hasta 20 muestras en un pool, logrando
de este un valor equivalente a la media del grupo. La probabilidad de
tener individuos con valores alterados en el rebaños es < 10% si el valor
de “H” así calculado es < 0,5. Con este sistema se simplifica el trabajo y
se reducen los costos, pero se pierde la información referida a la varianza
entre los individuos del grupo, además de haber una pérdida de
sensibilidad diagnóstica con el riesgo de no identificar rebaños en riesgo.
e) Interpretación
56
resultados de cada grupo ordenados acorde con su estado productivo
(transición preparto, transición posparto, inicio de lactancia), y luego
relacionarlos entre ellos.
La interpretación se basa en comparar la media y la dispersión de
los datos (DE) de cada variable, las que deben ser similares a las de la
población de referencia que generó los IR. Basado en ello se considera
que el grupo es diferente a la población de referencia, por ende presenta
una alteración cuando:
• El valor de “H” es mayor a 2 (positivo o negativo), lo que indica que
la media del analito difiere en más de ±2 DE a la media poblacional;
valor superior a 2 positivo cuando está aumentado o negativo cuando
está disminuido.
• El valor de “CD” es mayor a 1, indica que la varianza entre los
individuos del grupo es mayor que la varianza de la población de
referencia. Este hecho se asocia a un factor, comúnmente de manejo,
que provoca una diferencia no deseada entre los individuos del grupo.
También se aprecia cuando el porcentaje de individuos del grupo con
valores sobre a bajo el IR es mayor al 25%.
Los cambios en la concentración sanguínea de un marcador
bioquímico son provocados no solo por su balance de ingreso – egreso,
sino también por otros nutrientes, existiendo una relación entre ellos. Por
ejemplo, el colesterol se asocia a la ingesta de materia seca, el ßHB al
uso de reservas de grasa y la urea a la relación RDP/energía en el rumen;
por ello los tres están asociados al balance de energía y se asocian entre
ellos. Cualquier alteración en los resultados del perfil metabólico debe
ser analizada considerando la estación del año, grupo(s) de animales
57
afectados y las posibles causas que pueden provocar variaciones en la
concentración sanguínea de un analito. Información sumaria de la
valoración diagnóstica de los analitos utilizados en el PM se presenta en
el Cuadro 5. El PM del grupo de 8 vacas Holstein, al inicio de lactancia
presentado en el Cuadro 6 corresponde a un rebaño a pastoreo de
praderas naturalizadas y suplementadas con 4 kg/d de concentrado y que
presenta índices reproductivos bajo lo esperado. De su análisis se aprecia
que es un grupo homogéneo, con adecuada condición corporal, pero con
intenso BEN (BHB =1,0 mmol/L, H =4,3) y asincronía ruminal de
proteínas:energía (urea = 9,7 mmol/L, H= 4,4). El balance mineral es
adecuado y la condición general de salud del rebaño no evidencia
alteraciones trascendentes, si bien hay 2 posibles casos de lipidosis
hepática (GDH > 30 U/L) asociados al BEN y una vaca cursa un cuadro
infeccioso crónico con anemia (globulinas > 52 g/L y hemoglobina < 90
g/L) que explican sus elevados valores del CD del grupo. El veterinario a
cargo del rebaño debe juzgar la trascendencia de las alteraciones
detectadas en función de la magnitud del cambio y los antecedentes del
rebaño, fundamentalmente sanitarios, nutricionales, de producción y
manejo.
El empleo de los PM en el sur de Chile ha permitido en numerosas
oportunidades que el ganadero o el nutricionista, asesorado por el
médico veterinario, adopte las medidas correctivas que han permitido
prevenir o superar problemas productivos, de fertilidad y sanitarios en
muchos rebaños. Es así que entre los años 1986 y 2010 se realizaron un
promedio de 129 PM anuales en grupos de vacas lecheras preparto e
inicios de lactancia, en los cuales las alteraciones mayormente
58
diagnosticadas fueron: BEN, asincronía ruminal de proteínas
degradables/energía, hiperfosfatemia, hiponatremia, y carencia de
selenio (Figura 4), con excepción de esta última, que disminuyó durante
el último decenio, las restantes aumentaron fuertemente en dicho
período.
59
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60
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62
Variações na qualidade composicional do leite no Rio
Grande do Sul3
Carlos Bondan
Universidade de Passo Fundo
Introdução
3
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Grande do Sul. II Simpósio Nacional da Vaca Leiteira. Anais. Porto Alegre:
Universidade Federal do Rio Grande do Sul. p. 63-93.
63
100.000 moléculas que colaboram com a nutrição e a imunidade dos
mamíferos, servindo também como matéria prima para industrialização,
possibilitando a produção de inúmeros derivados que servem como
alimento para todas as faixas etárias dos humanos (Bachman, 1992).
A glândula mamária tem um incrível nível de organização e uma
notável capacidade de converter nutrientes presentes na circulação
sanguínea em componentes do leite. Sua síntese necessita de intenso
trabalho metabólico e sua composição é influenciada pela espécie, raça,
alimentação, estágio de lactação e estado sanitário das fêmeas. Nos
bovinos, espécie mais utilizada na exploração leiteira devido ao volume
de leite produzido, a síntese de 1 L de leite demanda aproximadamente
450 L de sangue, que ao percorrerem o tecido mamário, entregam
nutrientes para a síntese láctea (Gonzalez, 2001). A composição química
do leite pode ser dividida em constituintes principais e secundários.
Como constituintes principais têm a água, gordura, proteínas e lactose e
os secundários os minerais, vitaminas, enzimas, além de células de
descamação do epitélio mamário e leucócitos (Dürr et al., 2000). O
acompanhamento da composição do leite é importante para a avaliação
da dieta e do metabolismo das vacas em lactação, classificação do leite
pelo seu valor como matéria prima para a indústria processadora e
verificação da integridade do leite quanto à adição ou retirada de
componentes (Dürr et al., 2001).
64
Sólidos não gordurosos (SNG)
Proteína
65
que aumenta o teor de proteína no leite, como a melhoria na energia da
dieta, geralmente aumenta a produção total, o que não ocorre com a
gordura (Carvalho, 2002). As proteínas do leite (caseínas e
lactoglobulinas) são sintetizadas nas células secretoras da glândula
mamária a partir de aminoácidos provenientes do sangue ou
transportados do sangue. No entanto, alguns aminoácidos podem ser
sintetizados na própria glândula mamária, através da utilização de
precursores como a glicose, acetato e outros aminoácidos. A estrutura da
proteína é determinada pela informação genética contida no DNA da
célula, servindo de molde para uma fita de RNA, que contém a
informação sobre a sequência de aminoácidos para síntese das proteínas.
A síntese das proteínas ocorre no retículo endoplasmático rugoso, sendo
posteriormente secretadas para o lúmen das células através de vacúolos.
A caseína constitui de 76 a 86% do total de proteína láctea, sendo o
componente determinante do rendimento industrial na produção de
queijo. É sintetizada pelas células secretoras, como resultado da
expressão de quatro genes (dois genes para αcaseína, s1 e s2; um para β-
caseína e um para κ-caseína), sendo secretada na forma de micelas, que
são grupamentos de várias moléculas de caseína ligadas a íons como o
fosfato e o cálcio, e se encontram em suspensão no leite (De Peters &
Cant, 1992). Ao contrário das caseínas, as proteínas do soro do leite, são
aquelas em solução, produzidas na glândula mamária (α-lactoalbumina e
β-lactoglobulina) e uma pequena porcentagem de proteínas que podem
passar diretamente do sangue para a glândula mamária (albumina sérica
e imunoglobulinas). O leite possui ainda uma fração de nitrogênio-não-
protéico (NNP), constituindo cerca de 5% da proteína bruta do leite,
66
composto principalmente de ureia (cerca de 48%) e, em menor
quantidade, de creatinina, amônia e outros compostos nitrogenados (De
Peters & Cant, 1992). Uma equação para predizer a porcentagem de
proteína verdadeira no leite foi proposta pelo NRC (2001), sendo 93%
do valor de proteína bruta do leite.
De forma geral, as estratégias nutricionais que visam o aumento da
proteína do leite devem ter como princípio o maior suprimento de
aminoácidos e energia (glicose) para a glândula mamária. A utilização
de aminoácidos pela glândula mamária é dependente de uma série de
fatores como, irrigação sanguínea da glândula mamária, concentração
arterial de aminoácidos, eficiência no transporte e regulação intracelular
das vias metabólicas. Segundo Murphy & O’Mara (1993), a limitação da
produção de proteína pela glândula mamária é devido principalmente aos
seguintes aminoácidos: metionina, lisina, fenilalanina, histidina, ou
treonina. O aumento no fornecimento de aminoácidos para a glândula
mamária pode ser obtido através do aumento na quantidade de
aminoácidos que chegam ao intestino delgado (proteína microbiana e
proteína não degradada no rúmen), resultando em maior quantidade de
aminoácidos absorvidos e disponíveis. Aminoácidos resultantes da
mobilização proteica (endógena) também colaboram para esse pool. De
forma geral, lisina e metionina são consideradas aminoácidos limitantes.
O teor de proteína bruta da dieta possui efeito muito pequeno sobre o
teor proteico do leite. No entanto, o fornecimento de dietas com
deficiências de proteína pode reduzir a concentração deste nutriente em
0,1 a 0,2 unidades percentuais (Sutton, 1989), além de limitar a produção
67
de leite. Pode-se dizer que a variação no teor proteico da dieta afeta
muito mais a produção de leite do que sua composição.
Lactose
68
conteúdo de lactose no leite (Gonzalez et al., 2011). Assim, deve se
esperar que aumentos na CCS estejam relacionados com menor teor de
lactose.
Segundo Hurley (2004) a lactose é relativamente insensível às
mudanças na dieta das vacas, no entanto, vacas subnutridas apresentam
redução na produção de leite e na percentagem de lactose, sendo que
estes sinais são revertidos quando dietas adequadas são fornecidas. Em
situações de balanço energético negativo (cetose), principalmente no pré
ou pós-parto imediato, em que não há pico de lactação, há diminuição no
teor de lactose. A sua produção no úbere está relacionada à produção de
propionato no rúmen e disponibilidade de produtos gliconeogênicos.
Quanto mais lactose for produzida, maior é o volume de água arrastado
para dentro do alvéolo, aumentando o volume de leite (Mühlbach, 2003).
Existem também relatos de que a baixa relação forragem:concentrado na
dieta pode aumentar a lactose do leite e que a elevada suplementação
com gorduras pode causar diminuição (Sutton, 1989). Embora estas
mudanças sejam estatisticamente significativas, elas são tão pequenas
que a lactose do leite não pode ser usada como um valor prático
indicador do “status” nutricional do animal.
Gordura
69
mamárias na forma de glóbulos graxos, principalmente compostos de
triglicerídeos rodeados de uma dupla camada lipídica similar à
membrana apical da célula epitelial. A fração de gordura do leite serve
de veículo para as vitaminas lipossolúveis (A, D, E, K), colesterol e
outras substâncias solúveis em gordura, como os carotenóides
(provitamina A), que dão ao leite sua cor amarelo-creme. A quantidade e
a composição dos triglicerídeos do leite variam muito entre as espécies.
Nos ruminantes, a proporção de ácidos graxos de cadeia curta e
insaturados é bem maior que nos monogástricos (Gonzalez & Silva,
2006). Os ácidos graxos do leite são oriundos de duas fontes, da síntese
“do novo” na glândula mamária e da captação direta na circulação
sanguínea. Ácidos graxos de cadeia curta, contendo entre 4 e 8 carbonos,
e de cadeia média, com 10 a 14 carbonos, provêm quase que
exclusivamente da síntese “do novo”. Os ácidos graxos de cadeia longa,
constituídos por cadeias superiores a 16 carbonos, são derivados da
captação direta dos lipídeos da corrente sanguínea pela glândula
mamária. Os ácidos graxos com 16 carbonos podem ser obtidos através
das duas fontes. Cerca de metade dos ácidos graxos do leite são
sintetizados pela própria glândula mamária, a partir da síntese “de
novo”. Esta via utiliza como principal fonte de carbono o acetato
produzido na fermentação ruminal.
Outra fonte para a síntese “de novo” é o β-hidroxibutirato produzido
pelo epitélio ruminal, a partir do butirato. Os ácidos graxos pré-formados
captados pela glândula mamária e diretamente usados para a síntese de
gordura do leite são derivados das lipoproteínas circulantes provenientes
da mobilização de reservas corporais e dos ácidos graxos não
70
esterificados originários da absorção dos lipídeos no trato
gastrointestinal. Em condições normais, a lipólise é responsável por
menos de 10% dos ácidos graxos da gordura do leite, sendo a maior
parte dos ácidos graxos de cadeia longa (AGCL) do leite proveniente da
absorção intestinal. No entanto, animais em balanço energético negativo,
com grande mobilização de gordura corporal, têm a lipólise como fonte
de uma maior contribuição de gordura do leite (Bauman & Griinari,
2003). A gordura é o principal componente energético do leite, sendo
também responsável pelas propriedades físicas às características
industriais, e as qualidades organolépticas do leite e seus derivados, por
isso, a gordura láctea possui um importante valor econômico.
No Brasil, ainda persiste o pagamento do leite pela produção total e
o teor de gordura. Nos últimos anos, diversos países têm dado maior
ênfase para o teor de proteína, utilizando este critério nos sistemas de
pagamento por qualidade. Esta tendência se explica porque, enquanto a
gordura tem tido seu valor reduzido pelos hábitos de consumo da
população, a proteína tem sido valorizada por ser determinante do
rendimento industrial de derivados lácteos (Monardes, 1998). No Brasil
a Instrução Normativa IN 51/2002 estabelece que o limite mínimo para a
gordura no leite cru refrigerado deve ser de 3%. Vários aspectos
exercem efeito sobre a concentração de gordura no leite. O fator racial e
a seleção genética, o estágio de lactação, a temperatura ambiente e as
condições de estresse do animal, a perda de condição corporal, a estação
do ano, a contagem de células somáticas, a saúde geral do animal, a
manifestação de cio, a frequência e a técnica de ordenha e,
principalmente, os fatores nutricionais têm sido implicados como fatores
71
que contribuem com a variação da constituição lipídica do leite
(Gonzalez & Campos, 2003; Noro et al., 2006; Barbano, 1990; Carvalho,
2002; Ribas et al., 2001; Marques et al., 2002). Em ruminantes, a
composição dos ácidos graxos da dieta não reflete a composição dos
ácidos graxos da gordura do leite, devido a que os constituintes lipídicos
da dieta são alterados pelo metabolismo microbiano (Bauman &
Griinari, 2003).
Os fatores nutricionais são os que podem alterar de forma mais
direta e com resultados mais rápidos e evidentes a gordura do leite. No
entanto, a manipulação da dieta visando alterações na gordura do leite
demanda conhecimento aprofundado, uma vez que esta manipulação
afeta não somente a fermentação ruminal, como também o metabolismo
geral do animal (Mühlbach, 2003). A alimentação fornecida para as
vacas leiteiras influencia o funcionamento normal do rúmen. Para
manter a ruminação e a consequente produção de saliva, a dieta deve
apresentar uma relação mínima de volumoso/concentrado de 50/50 para
manutenção de um pH adequado, acima de 6,0, quando a fermentação da
fibra é favorecida, propiciando uma maior ingestão de matéria seca e,
consequentemente, maior produção de leite. A efetividade da fibra
utilizada também deve ser levada em conta, o que se reflete diretamente
na condição ruminal e na gordura do leite. A fibra efetiva atua
estimulando a ruminação e a produção de saliva, o que mantém o pH
favorável para a digestão da fibra, resultando em maior disponibilidade
de ácido acético, o principal precursor da gordura no leite (Mühlbach,
2003). O fornecimento de grandes quantidades de carboidratos
prontamente fermentáveis e reduzida quantidade de fibra, ou dietas com
72
quantidade adequada de fibra, mas com fibra de pouca efetividade,
possuem pouca capacidade de manutenção do funcionamento normal do
rúmen, podendo assim, levar a depressão na gordura do leite (Bauman &
Griinari, 2003). Quando o consumo de concentrados ultrapassa 50% da
matéria seca da dieta, ocorre depressão na gordura do leite e mudanças
também na composição dos ácidos graxos (Palmquist et al., 1993). A
suplementação com óleos poli-insaturados, provenientes de fontes
vegetais ou marinhas, também reduzem a gordura do leite. O mesmo
ocorre quando sementes de oleaginosas, ricas em ácidos graxos poli-
insaturados, são adicionadas em grande quantidade à dieta (Bauman &
Griinari, 2003). Griinari et al. (1998) confirmaram que dietas pobres em
fibra e ricas em ácidos graxos insaturados (óleo de milho) aumentam o
conteúdo de C18:1 trans. Segundo estes mesmos autores, este tipo de
dieta está associado a uma diminuição significativa na produção e
conteúdo da gordura do leite.
A utilização de aditivos também interfere na síntese de gordura. É o
caso dos tamponantes e alcalinizantes que minimizam a queda do pH
ruminal, favorecendo a digestão da fibra, e dos manipuladores de
fermentação (ionóforos) que alteram o perfil dos ácidos graxos voláteis
(AGV) no rúmen, reduzindo perdas com metano e gás carbônico e
diminuindo a relação acetato/propionato. Em dietas com grandes
quantidades de concentrados (acima de 50% da matéria seca), ou
grandes quantidades de alimentos fermentados, recomenda-se o uso de
bicarbonato de sódio ou suplementos minerais tamponantes para
normalizar o ambiente ruminal e, consequentemente, o teor de gordura
do leite. Nestes casos, a ação dos tamponantes alimentares compensa a
73
menor ruminação, que por sua vez proporciona uma menor taxa de
salivação e tamponamento natural do rúmen. Como o bicarbonato de
sódio é de curta ação no rúmen, aditivos probióticos, como cepas
específicas de leveduras vivas (Saccharomyces cerevisiae) vêm sendo
utilizadas como complemento aos sais tamponantes. Em face de sua ação
metabólica mais prolongada no rúmen, a levedura promove uma maior
estabilidade do rúmen, mantendo o ambiente ruminal mais favorável à
digestão da celulose por elevar a densidade populacional das bactérias
celulolíticas e consumidoras de lactato (Mühlbach, 2003). A adição de
monensina à dieta de vacas leiteiras diminuiu a produção de metano e a
ingestão de matéria seca (Beckett et al., 1998) . A gordura total e a
percentagem de gordura diminuíram temporariamente. No entanto, a
produção de leite e a quantidade de todos os ácidos graxos insaturados
aumentaram, incluindo o ácido linoleico conjugado (CLA), enquanto os
saturados diminuíram.
Várias teorias têm sido propostas na tentativa de se explicar a
depressão da gordura do leite, sendo a base para o desenvolvimento de
todas as teorias os processos microbianos no rúmen (Bauman & Griinari,
2003). Das diversas teorias propostas, três delas continuam tendo suporte
na literatura científica. A primeira delas sugere que o maior
fornecimento de concentrado na dieta, com elevação da proporção
concentrado/volumoso, aumenta a produção de ácidos no rúmen, o que
promove a queda do pH ruminal. Em pH baixo, a degradação da fibra é
comprometida, promovendo alterações na fermentação ruminal,
resultando em inadequada produção de acetato e butirato, limitando sua
utilização na síntese da gordura do leite. Bauman & Griinari (2003)
74
concluem que a variação na concentração de gordura do leite é
justificada pelas variações na proporção molar de AGV no rúmen. Em
outros estudos, observou-se que a produção de acetato não foi afetada
significativamente, no entanto, a relação molar de acetato/propionato do
fluido ruminal apresentou forte queda. Essa queda na relação
acetato/propionato foi proporcionada, principalmente, pela elevação na
produção de propionato e não pela queda na produção de acetato
(Bauman et al., 1971). Apesar das evidencias de que em dietas com
baixa fibra a produção de acetato e butirato não são afetadas de forma
apreciável, um déficit desses AGV é frequentemente considerada como
colaborador na redução da gordura do leite. Isto pode ser atribuído ao
fato de que dietas com baixa fibra normalmente reduzem o pH e isto
afetará a taxa relativa de absorção individual de ácidos graxos voláteis.
A segunda teoria ou teoria glicogênica-insulina é baseada na competição
por nutrientes, entre a glândula mamária e outros tecidos. Dietas com
baixa fibra resultam em aumento da produção de propionato no rúmen e
elevação da taxa de gliconeogênese hepática. Além disto, estas dietas
resultam em melhor balanço energético devido a maior ingestão de
energia e redução na secreção da gordura do leite. Como consequência
dessa combinação de fatores, a concentração de insulina no sangue é
aumentada, desviando nutrientes da glândula mamária. Isto ocorre
porque a insulina aumenta a utilização de acetato, β-hidroxibutirato e
AGCL no tecido adiposo, ou seja, há um aumento da lipogênese. Além
disso, a insulina também reduz a mobilização dos AGCL das reservas
corporais. A teoria glicogênica tem sido avaliada por meio de infusões
exógenas de propionato e glicose. Os resultados encontrados de redução
75
na gordura do leite têm se mostrado altamente variáveis, entre 0 e 14%.
A terceira teoria é a que, na última década, tem recebido maior suporte
dos pesquisadores. Esta teoria sugere que certas dietas alteram a
biohidrogenação dos ácidos graxos insaturados no rúmen, produzindo
ácido graxo intermediário denominado de ácido linoleico conjugado
(CLA) trans-10, cis-12. Estes AGCL teriam uma potente ação inibidora
da síntese de gordura no leite. O CLA trans-10, cis-12 diminui a
capacidade lipogêncica da glândula mamária (taxas de incorporação de
acetato em ácidos graxos) e a expressão de genes de enzimas
relacionadas ao transporte de ácidos graxos circulantes, diminui a síntese
“de novo” de ácidos graxos, a dessaturação de ácidos graxos e a
formação de triglicerídeos.
76
pela reação inflamatória. Portanto, há uma relação direta entre a CCS e a
concentração dos componentes do leite. Em relação às proteínas ocorre
uma redução naquelas sintetizadas na glândula mamária (α e β caseína,
α-lactoalbumina e β-lactoglobulina) e aumento das proteínas de origem
sanguínea (albumina sérica e imunoglobulinas), em virtude do aumento
de permeabilidade vascular secundário ao processo inflamatório. A
proteína total do leite tem pouca variação, mas a concentração de cada
tipo de proteína varia acentuadamente (Ribas, 1999).
A CCS no leite é uma ferramenta valiosa na avaliação e estimativa
das perdas quantitativas e qualitativas da produção do leite e derivados,
como indicativo da quantidade do leite produzido na propriedade e para
estabelecer medidas de prevenção e controle da mastite. Uma dessas
medidas pode ser a implantação de protocolos de manejo de ordenha.
Como consequência de altos níveis de células somáticas, observam-se
prejuízos tanto ao produtor de leite quanto à indústria de laticínios. As
maiores perdas causadas ao produtor estão relacionadas à redução da
produção. Consequentemente, esta redução gera problemas de captação
da matéria-prima para a indústria (Fonseca & Santos, 2000). As perdas
sofridas pela indústria são causadas pelas alterações químicas e
microbiológicas do leite com alta CCS, acarretando em diminuição do
rendimento industrial e redução de sua qualidade final. Nas condições
brasileiras, considera-se que, em animais sadios, a CCS individual no
leite deve ser menor de 300x103/mL (Fonseca & Santos, 2000), mas em
países com maior desenvolvimento esse limite chega a 200x103/mL
(Philpot, 1998). A contagem de células somáticas de tanque (CCST)
possui limites legais maiores, sendo de 400x103/mL em países da União
77
Europeia e Austrália, de 500x103/mL no Canadá e de 750x103/mL nos
EUA (Brito, 2003). No Brasil, a determinação legal para CCST
(Instrução Normativa IN 62/2011) é de 500x103/mL, valor que deve
diminuir para 400x103/mL a partir de primeiro de julho de 2016.
78
balaço nutricional, características raciais e genéticas, assim como as
condições ambientais (Dürr et al. 2011).
O efeito do ano sobre a produção e composição láctea está
apresentado na Tabela 1. Entre 2008 e 2010 ocorreu diminuição da
produção acompanhada pelo aumento do escore de células somáticas
(ECS).
79
O aumento da produtividade e da composição química pode ser
explicado pela relação preço do leite e custo dos fatores de produção. O
valor praticado na compra do leite cru no período foi historicamente
maior quando comparado ao custo de produção, tornando atrativos os
investimentos que melhoraram o desempenho produtivo das vacas
(Montoya et al., 2014). Comparando os achados de Noro et al. (2006)
com as médias deste estudo, a produção de leite apresentou crescimento
de 24,07% e a constituição proteica 2,5%, enquanto a gordura e lactose
apresentaram queda de 3,38% e 0,66% respectivamente. Portanto, o
aumento dos componentes do leite não reflete melhorias contínuas nos
últimos anos, pois os achados de Noro et al. (2006) apresentam leite com
qualidade composicional superior aos encontrados neste estudo. O
aumento na produtividade é consequência de um planejamento
estratégico onde o controle leiteiro é indispensável para a condução de
manejos racionais nos rebanhos, porém é necessário que o controle
leiteiro também seja utilizado para melhorias na qualidade do leite e não
somente para aumento da produção e isto só será alcançado com a
conscientização de produtores e indústrias (Dürr et al. 2011).
O comportamento estacional da produção e composição do leite
está apresentado na Tabela 2. A produção de leite foi maior no inverno,
decrescendo progressivamente na primavera, outono e verão. A gordura
foi maior no outono seguido pelo inverno, primavera e verão. A proteína
foi maior no inverno e outono, decrescendo no verão e primavera,
respectivamente. O ECS foi maior no verão e outono seguido pelo
inverno, os menores ECS foram encontrados na primavera. A
concentração de lactose apresentou a mesma tendência que a produção
80
de leite entre as estações do ano, sendo maior no inverno, decrescendo
progressivamente na primavera, outono e verão.
81
efeito concentrador do leite (Weiss et al., 2002). Não restam dúvidas que
as forrageiras temperadas, fornecem melhor equilíbrio nutricional o que
explica em partes a maior produção e as maiores proporções de gordura,
proteína, lactose e sólidos totais no inverno. Heck et al. (2009)
estudaram as variações da composição do leite de vacas na Holanda e
atribuíram parte das variações dos componentes químicos a fatores
sazonais. Assim como no Rio Grande do Sul, a gordura apresentou a
maior variação seguida pela proteína. A lactose foi o componente que
apresentou menor variação. A explicação de Heck et al. (2009) para a
diminuição dos níveis de gordura está no pastejo de forragens frescas
que concentram ácidos graxos insaturados trans. Os ácidos graxos trans
interfere na ação enzimática da Δ9-desaturase, responsável pela síntese
de ácidos graxos de cadeia curta e média na glândula mamária que
contribuem para a síntese do novo. As condições de conforto térmico
também interferem na produção e composição do leite. Lambertz et al.
(2013) concluíram que vacas no verão, com estresse térmico, diminuem
produção e composição de gordura e proteína e aumento no ECS,
corroborando com os resultados encontrados neste estudo onde o outono
e verão apresentaram os maiores ECS.
A Tabela 3 apresenta as variações entre as etapas da lactação. As
vacas em início da lactação (6 a 60 DEL) apresentaram as maiores
produções de leite, ocorrendo diminuição conforme o avanço da
lactação. O maior percentual de gordura foi observado em vacas com
mais de 220 DEL, e o menor percentual foi observado no período de 6 a
60 e 61 a 120 DEL, sem diferenças entre eles. O conteúdo de proteína
láctea aumentou à medida que a lactação avançou, com maiores valores
82
nas vacas com mais de 200 DEL, e menores nas vacas entre 61 a 120
DEL. O cociente G:P aumentou progressivamente com o avanço da
lactação. O cociente gordura:proteína (G:P) tem sido usada como
indicador de lipomobilização em vacas com balanço energético negativo
(BEN). Considerando que o aumento de ácidos graxos livres, originados
do tecido adiposo, contribuem com o aumento do teor de gordura láctea
é sugerido que valores de G:P superiores a 1,25 em vacas de até 60 DEL
sejam indicativos de BEN moderado (De Roos et al., 2007). No presente
trabalho, a G:P para vacas entre 6 a 60 DEL foi de 1,11 ± 0,22, sendo
que 25,72% apresentaram cociente ≥ 1,25. Cucunubo et al. (2013) e
Duffield et al. (1997) encontraram baixa especificidade e sensibilidade
na utilização do coeficientes de G:P de 1,25 como indicador de BEN
e/ou cetose. Quando o cociente é ajustado para ≥ 1,50, conferindo
maior especificidade e sensibilidade, o percentual de vacas com BEN
e/ou cetose foi de 5,15% neste estudo.
83
produções, seguidas pelas vacas com quatro ou mais lactações. A
expressão máxima da produção leiteira de uma vaca ocorre quando ela
atinge o completo desenvolvimento da glândula mamária, o que ocorre
na terceira lactação das vacas Holandesas (Schutz et al., 1990).
84
respectivamente sugerindo que as vacas de primeira lactação estão mais
predispostas a ocorrência de transtornos metabólicos.
A Tabela 5 apresenta resultados de correlação onde a produção de
leite correlacionou-se positivamente com os percentuais de lactose e o
número de partos. Segundo Larson (1995), a lactose aumenta a
osmolaridade do leite e consequentemente a absorção de água para o
alvéolo, aumentando a produção. O aumento do ECS no leite teve
impacto negativo sobre a produção de leite, percentual de lactose e o
cociente G:P. Hagnestam-Nielsen et al. (2009) encontraram diminuição
da produção de leite em vacas primíparas e multíparas com elevada
contagem de células somática (CCS). As perdas foram estimadas em 1,9
e 5,2% para vacas primíparas e multíparas, respectivamente. Os mesmos
autores encontraram as maiores perdas de produção leiteira conforme
avançou a lactação, sendo os coeficientes de regressão mais negativos
entre as semanas 33-44 independentemente do número de partos. Esses
achados estão de acordo com os resultados encontrados neste estudo,
observando-se que à medida que avança a lactação e o número de partos,
maior é o valor de ECS e menor a produção de leite. A diminuição dos
níveis de lactose em vacas com elevado ECS também foi observado por
Prada e Silva et al. (2000), atribuindo 34% das perdas de lactose como
sendo causadas pela CCS.
85
Tabela 5. Correlações entre os dias em lactação (DEL), número de partos,
produção e composição láctea
86
sobre a produção e composição do leite, indicando tratar-se de um
problema persistente que afeta a produção e qualidade do leite.
Conclusão
87
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Acidose ruminal subaguda: Monitoramento e
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Introdução
4
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94
ruminais são produzidas substâncias que baixam o pH ruminal (caráter
ácido), como os ácidos graxos voláteis (acetato, butirato, propionato,
entre outros) e ácido láctico; e substâncias alcalinas como os compostos
nitrogenados (ex. amônia [NH4]). Quando o pH do rúmen se acidifica
(pH< 5,8) ocorrem alterações nos processos fermentativos, e quando os
valores baixam de pH< 5,5 ocorrem alterações não somente no ambiente
intrarruminal, como também na sua parede, assim como alterações
sistêmicas, que culminam no quadro de acidose ruminal subaguda
(SARA). Este transtorno afeta uma alta porcentagem de vacas nos
sistemas produtivos leiteiros e ocasiona perdas produtivas e de saúde
animal, motivo pelo qual abordaremos as generalidades deste transtorno,
seu impacto nos sistemas produtivos leiteiros, assim como o seu
monitoramento e prevenção a nível populacional.
95
pH diminui em 1,0 ponto (ex. pH 7,0 quando diminui a pH 6,0), temos
10 vezes mais H+, e quando diminuímos 2,0 pontos (ex. pH 7,0 para pH
5,0) temos um aumento de 100 vezes na concentração de H+. Assim
podemos inferir que uma leve mudança no pH ruminal está associada a
aumentos consideráveis na concentração de H+ no rúmen.
Diversos estudos têm proposto valores considerados “fisiológicos”
para o pH ruminal, porém mais que um valor em si o mais relevante é a
estabilidade do pH ruminal ao longo do tempo. Um rúmen saudável deve
ter um pH > 5,8 até 7,0. Valores maiores que 7,0 seriam de alcalose
ruminal e menores a 5,6 de acidose ruminal. Valores de pH menores ou
iguais a 5,8 afetam a fermentação das bactérias celulolíticas, as quais
trabalham eficazmente entre pH 6,2 a 6,8. Deste modo, mesmo com
valores de pH sendo considerados fisiológicos teríamos perdas
produtivas nas vacas por uma redução na fermentação da fibra dietética.
Por outro lado, o pH ruminal varia ao longo do dia associado ao
comportamento ingestivo dos ruminantes, composição e manejo
dietéticos; e nas vacas a pastoreio associado às variações diárias na
composição da pastagem. Nos sistemas de produção em base a ração
totalmente misturada (TMR) observa-se uma redução nos valores de pH
ruminal entre 3 a 4 horas após a ingestão da ração, entretanto devido a
que as vacas apresentam um comportamento ingestivo diurno, existe
uma tendência a que os valores de pH ruminal descendam com o
transcurso do dia. Portanto, encontraremos valores tendendo a
neutralidade (pH 6,5-7,0) durante a madrugada e período matutino,
associado ao maior tempo de ruminação noturna; e tendendo a
acidificação (pH< 6,2) durante o período vespertino e anoitecer,
96
associado as maiores taxas fermentativas pelo maior consumo de
alimento (Figura 1).
97
completamente, e no pico do consumo de alimento, associada às altas
taxas fermentativas. Também afeta rebanhos onde ocorreram mudanças
de uma dieta com baixa densidade energética para uma com alta
densidade e baixa eF. Tradicionalmente a SARA era reconhecida por
afetar a rebanhos estabulados em sistema de dieta com alto concentrado.
Porém, a SARA tem sido diagnosticada com alta incidência em rebanhos
pastoris de diversas partes do mundo, associada ao consumo de
pastagens com baixo conteúdo de eF e/ou alto conteúdo de carboidratos
solúveis, como observado em gramíneas temperadas. Por este motivo,
nos sistemas produtivos leiteiros do sul do Brasil, durante o período de
inverno e primavera onde aumenta o uso dos sistemas pastoris, a
prevalência de SARA pode ser elevada, associada ao uso de pastagens
de aveia e azevém. Também tem sido observada grande incidência de
SARA em rebanhos em pastagens tropicais, quando há suplementação
de grandes quantidades de concentrado (acima de 0,5% PV por
refeição), principalmente em período onde os animais estão sob stress
calórico.
98
Valores de pH entre > 5,5 a 5,8 serão considerados marginais, e o pH
“fisiológico” será considerado > 5,8 até 7,0. Valores > 7,0 são
considerados alcalinos, e podem ser observados em animais em jejum ou
anorexia. Os valores de pH ruminal < 5,0 são observados nos quadros
clínicos de acidose aguda ou hiperaguda conhecida como acidose láctica
ruminal. Por ser um quadro subclínico, a SARA é subdiagnosticada. Em
rebanhos afetados por SARA podem observar-se quadros de acidose
crônica, os quais estão associados ao excessivo consumo de carboidratos
por um longo período de tempo, normalmente com adequada quantidade
de eF, sendo assim uma forma de acidose subaguda persistente. Neste
quadro a população de bactérias celulolíticas diminui e grandes
quantidades de microrganismos utilizadores e produtores de lactato são
encontrados. Na acidose crônica a grande quantidade de ácidos
produzidos no rúmen estimula a proliferação das papilas ruminais,
podendo resultar em paraqueratose, hiporexia e hipomotilidade ruminal.
A sobrecarga ácida persistente pode reduzir a eficiência metabólica e o
desempenho geral do animal. Outros achados no rebanho são a alta
prevalência de laminite e eventualmente polioencefalomalacia. Os
fatores de risco para SARA estão associados a fatores que alteram o
padrão de fermentação ruminal como a dieta (quantidade e tipo de
carboidratos não fibrosos; quantidade e tipo de fibra, tamanho de
partícula, seleção da dieta), manejo dietético (tipo e frequência de
alimentação), o ambiente (conforto, temperatura e umidade ambiental),
assim como fatores que afetem a absorção dos ácidos graxos voláteis
(AGVs). Alguns destes fatores de risco serão abordados no capítulo de
monitoramento para prevenção de SARA.
99
A acifidicação do rúmen resulta de três processos que podem ou
não esta integrados: (1) Efeito químico/microbiológico, pelo alto
consumo de carboidratos altamente fermentáveis, alta taxa fermentativa
e aumento de AGVs no rúmen; (2) Efeito físico/químico, pela baixa
ingestão de eF, com baixa taxa de ruminação, que baixa a capacidade
tampão proveniente dos fosfatos e bicarbonatos da saliva; e (3) Efeito
físico pela baixa capacidade de absorção dos AGVs pelas papilas
ruminais em vacas não adaptadas a dieta com alta densidade energética.
Na forma clássica a SARA ocorre quando no rúmen, o amido e os
açúcares da dieta sofrem uma rápida fermentação, sem uma adequada
capacidade tampão, aumentando a taxa de crescimento das bactérias
amilolíticas em relação às celulolíticas. Consequentemente aumenta a
produção dos AGVs, diminuindo o pH ruminal. Na fase inicial da
fermentação, aumenta a produção do ácido propiônico (de 20% para
aproximadamente 40%), e diminui a do ácido acético associado à
redução da degradação da fibra quando o pH baixa de 5,8. Nos quadros
de SARA e de acidose crônica, as proporções dos ácidos propiônico e
butírico aumentam e as de acético diminuem. É assim que no rúmen
saudável a relação acetato:propionato é de aproximadamente 2,2:1.
Quando os valores de pH ruminal seguem baixando pela maior produção
de ácidos e disponibilidade de carboidratos, o Streptococus bovis cresce
exponencialmente convertendo o amido e a glicose em ácido láctico e
outros ácidos orgânicos, como valérico, fórmico e succínico. Este
aumento dos ácidos acidifica o pH ruminal a aproximadamente 5,4 que
por si leva a uma anorexia, diminui o crescimento e ocasiona a morte das
bactérias lactolíticas que transformam o ácido láctico em propiônico,
100
assim como de outras populações microbianas. Com a morte das
bactérias ruminais, que na sua maioria são Gram-negativas, ocorre
liberação de uma grande quantidade de endotoxinas lipopolissacarídicas
da parede celular ao ambiente ruminal. Estas endotoxinas quando
absorvidas produzem alterações hemodinâmicas e inflamatórias
sistêmicas no animal. A progressiva acidificação do rúmen,
especialmente associada ao aumento dos AGVs, leva a hipotonia
ruminal, sendo o butirato o principal responsável por este efeito, e
quando o pH atinge valores próximos a 5,0 ocorre uma atonia ruminal.
Quando o ácido láctico produzido pelo S. bovis acumula-se no rúmen,
ocorre uma redução do pH ruminal a valores inferiores a 5,0, com
substituição da população de S. bovis por Lactobacillus, que são mais
resistentes a pH ácidos, caracterizando uma acidose láctica ruminal,
transtorno clínico que não será discutido neste trabalho. A
hipomotilidade ruminal leva a uma diminuição da ruminação, e menor
produção de saliva, impedindo o efeito tampão. Por outro lado, quando
ocorre dissociação dos ácidos produzidos no rúmen, incrementa a
osmolaridade ruminal e intestinal a valores maiores que a do sangue
(300 mOsm), o que se traduz em efeito osmótico com passagem de água
do sangue para o rúmen e intestino, gerando fezes desde mais fluidas até
diarreicas.
101
achados como: (1) taxa de descarte anual maior a 30% (> 8% nos 60 dias
pós-parto); (2) incidência de deslocamento de abomaso maior a 3%; (3)
baixo consumo de matéria seca no pós-parto; (4) escore de fezes
heterogêneo entre vacas; e (5) gordura láctea menor a 3,5%, sugerem
alta prevalência de SARA. A seguir citaremos alguns dos impactos da
SARA no sistema produtivo.
Degradação da dieta
A acidificação ruminal (< 5,8) diminui a digestão da fibra e da
proteína ruminal, por detrimento das bactérias celulolíticas e
proteolíticas. Como resultado ocorre perda de fibra nas fezes e aumento
de aporte de proteína passante, que pode ser absorvida a nível intestinal,
porém em detrimento da síntese de proteína microbiana.
Rumenite e paraqueratose
A exposição prolongada do epitélio ruminal ao baixo pH provoca
rumenite, atrofia e necrose das papilas ruminais e eventualmente
hiperparaqueratose, impactando negativamente na absorção dos AGVs.
102
Além dos ácidos orgânicos produzidos no rúmen, vários outros fatores
tóxicos (histamina, tiramina, etanol e endotoxinas) podem contribuir
para a apresentação desta afecção. Por outro lado, a rumenite é uma via
de ingresso de bactérias e fungos para a corrente circulatória.
Abscessos sistêmicos
Quando a mucosa ruminal perde sua integridade, também perde sua
capacidade de atuar como barreira entre o ambiente ruminal e o sangue.
Isto permite que bactérias patogênicas como Fusobacterium
necrophorum penetrem no epitélio ruminal e, através da veia porta,
colonizem outros órgãos. Estas bactérias podem causar abscessos
hepáticos, e em alguns casos provocar peritonite localizada.
Posteriormente, os abscessos podem ocorrer em outros órgãos como
pulmões, coração, rins, pele ou articulações.
Laminite
Nos quadros de acidose ruminal as bactérias que normalmente
utilizam a histidina, estão inibidas ou morrem. Nestes casos a Allinella
histaminiformans, bactéria resistente a pH ácidos, utiliza a histidina e
libera histamina, que poderia contribuir na apresentação de laminite.
Entretanto, a etiologia deste quadro ainda não está completamente
elucidada. Porém, em rebanho com SARA se observa uma alta
prevalência de claudicações.
103
Síndrome da veia cava caudal
Associada aos abscessos hepáticos, alguns animais podem
apresentar congestão crônica passiva na veia cava caudal com formação
de trombos que provocam hipertensão pulmonar, edema periférico e
ascite. A formação dos trombos na veia cava cranial pode causar
distensão da jugular e edema local, que pode culminar no
desenvolvimento de aneurismas que ocasionam rupturas, provocando
hemoptise aguda e morte.
Outros impactos
Outro achado nos rebanhos com acidose ruminal é o aumento das
taxas de reposição por aumento das taxas de descarte, a ocorrência de
poliencefalomalacia por produção de tiaminase pelas bactérias ruminais,
e alta prevalência de deslocamento de abomaso. Além disso, podem
ocorrer quadros de morte súbita nos animais que cursaram com quadros
prévios de acidose, devido a uma hipersensibilidade anafilática as
endotoxinas absorvidas.
104
aspectos que afetam a incidência de SARA, visando a manutenção da
produção e saúde populacional de forma integral. No monitoramento do
rebanho devemos levar em conta os aspectos associados diretamente às
vacas, aspectos de manejo e ambientais, e dar especial atenção à
nutrição. Seguindo esta lógica, abordaremos primeiro os aspectos
relacionados ao diagnóstico da SARA, visualizando aspectos
observacionais nos animais, e metodologia analíticas de pH ruminal, e
logo abordaremos aspectos de manejo e nutrição, que são medidas
associadas não só ao diagnóstico, como à prevenção da afecção.
Aspectos de ambiente e conforto como parte do monitoramento e
prevenção da SARA não serão abordados neste texto.
105
e a produção de leite tende a aumentar num primeiro momento e logo
pode diminuir. A incidência de deslocamento de abomaso aumenta
durante o período onde a SARA é mais incidente (> 3%), e após algumas
semanas podem observar-se abscessos subcutâneos, ou visualizar-se
abscessos hepáticos nas necropsias. Porém, antes de qualquer
observação é necessário contar com os registros da propriedade, para
identificar os grupos de risco, motivo pelo qual é importante formar lotes
por categoria fisiológica e nível de produção, para o adequado
monitoramento e para formular estratégias de prevenção. A seguir serão
abordados alguns aspectos observacionais nas vacas que indicam alta
incidência de SARA.
106
e rejeição da fibra no cocho. Nestes casos as vacas selecionam e
consomem as partículas mais finas, diminuindo consequentemente as
taxas de ruminação. Porém, quando o feno de qualidade está disponível
ad libitum os animais tendem a consumi-lo. Nestes rebanhos também é
frequente ver-se alguns animais consumindo solo e camas, e em locais
com cochos com livre disposição de bicarbonato de sódio, se observa um
alto consumo (> 50 g/ vaca/dia).
107
forma a avaliação das fezes serve para monitorar a dieta e sua
digestibilidade. Entre os aspectos que devem ser avaliados estão: 1.
Avaliação visual e a homogeneidades das fezes entre as vacas; 2. Escore
de fezes; 3. Tamanho de partículas não digeridas nas fezes.
1. Avaliação visual e homogeneidade das fezes entre as vacas.
Num grupo de vacas em dias de lactação e dieta similares, as fezes
deveriam ser homogêneas. Quando um grupo de vacas apresenta fezes
heterogêneas pode indicar a ocorrência de SARA e auxilia na melhora da
formulação da dieta e do manejo. Entre os aspectos a ser avaliados estão
os “3 Cs”: cor, consistência e conteúdo. Num rebanho com SARA é
possível observar uma alta porcentagem de vacas com perda da
consistência fecal pelo aumento da osmolaridade ruminal e intestinal
(ver avaliação do escore de fezes); aparição de muco e fibrina, associado
a lesão intestinal; e presença de borbulhas, associada a fermentação do
grão não digerido na parte posterior do intestino.
2. Escore de fezes. O escore de fezes avalia a consistência fecal,
observando as fezes no solo. Este parâmetro avalia a qualidade da dieta
em termos de carboidratos, fibra, proteína e água, e sua digestibilidade.
O escore 1 está associado a fezes líquidas verdes resultados do consumo
de pastagens de alta qualidade; porém também pode ser observado em
vacas com SARA e em vacas doentes. No escore 2 as fezes são
semilíquidas com uma forma definida, observadas em vacas recém
paridas, em pastoreio e com SARA. No escore 3 as fezes têm forma
concêntrica, tipo um vulcão, sendo considerado o escore ideal. No escore
4 as fezes são cônicas, tendendo a ser secas, sendo observadas em vacas
secas com dietas com baixa proteína e alta fibra. No escore 5 as fezes se
108
apresentam bastante ressecadas, sendo observadas em vacas doentes
desidratadas ou alimentadas com dietas em base a forragens secos e com
muito baixa digestibilidade.
3. Avaliação do tamanho das partículas fecais. Indica a
digestibilidade da dieta. Pode ser realizada manualmente, porém
idealmente com o uso do analisador de digestão (Nasco). O método
manual pode ser realizado coletando-se amostras de fezes ao pé da vaca
com um copo plástico. Deve-se avaliar amostras de um grupo
homogêneo, de ao menos 8 vacas. As fezes, de cada vaca
individualmente, devem ser colocadas numa peneira de cozinha (18 cm
de diâmetro e 10 cm de profundidade), e com um fluxo constante de
água lava-se o conteúdo fecal até que a água filtrada fique translúcida.
Após, observa-se a presença de partículas indigeridas nas fezes,
estimando a quantidade de partículas pequenas, médias e grandes, como
grãos não digeridos. A presença de grãos de milho, provenientes de
silagem, pode indicar que foi pobremente picada ou ensilada
tardiamente. Grãos de milho com menos de 0,6 cm quando observados
em conjunto com presença de fibras vegetais indica rápida taxa de
passagem, que pode estar associada a silagem muito jovem ou
insuficiente eF na dieta.
109
para que os valores sejam reais. A este respeito se sabe que amostras
obtidas mediante sondagem buço-esofágica ruminal podem sofrer
contaminação por saliva (2-30%), reduzindo a sensibilidade da técnica
que consequentemente pode aumentar o pH do líquido ruminal entre pH
0,6 a 1,7, produzindo falsos negativos de SARA. Por este motivo as
amostragens realizadas mediante ruminocentese são as indicadas para
monitoramento de SARA no rebanho. O volume a ser obtido depende da
técnica para a determinação do pH. Preferencialmente deve-se usar o
pHmetro portátil com eletrodo fino, que permita mensurar o pH em
amostras de 3 a 5 mL obtidas em seringas de 5 ou 10 mL. Quando a
placa de leitura do pHmetro é larga o volume de líquido ruminal deve ser
maior para ser colocado num copo e permitir que o eletrodo seja
submerso no líquido, necessitando de volumes entre 5 a 10 mL.
110
de produção láctea e ingestão de alimento (50 a 120 pós-parto). Para fins
de validade diagnóstica em rebanhos grandes e médios deveriam coletar-
se ao menos 20 vacas por grupo, e em rebanhos pequenos pelo menos 8
vacas de cada grupo. Quando no rebanho o número de vacas de cada
grupo é menor a 8, recomenda-se coletar todas as vacas do grupo. É
importante que as vacas selecionadas para amostragem sejam
homogêneas, e representativas do grupo ao qual pertencem.
111
Outros parâmetros a ser observados
112
isolada não atingirá o objetivo de manutenção do pH dentro de valores
adequados, e estáveis ao longo do dia. Todos os aspectos associados à
manutenção da saúde e produção devem ser tomados considerando o
estado fisiológico e a produção das vacas. Assim, é necessário agrupar as
vacas por estado fisiológico e produção para que possam receber a dieta
de acordo com seus requerimentos. A seguir abordaremos alguns
aspectos a ser considerados no manejo, na dieta e ao uso de aditivos para
prevenir quadros de SARA.
Dieta no período de transição pré-parto. A prevenção da SARA
inicia desde o período de transição pré-parto (-21 dias até o parto). Neste
período as vacas devem ser adaptadas à dieta do pós-parto com dois
objetivos principais no que diz respeito a SARA: 1. Estimular o
crescimento das papilas ruminais; 2. Adaptação a dieta do pós-parto. As
dietas com alta densidade energética devem ser ofertadas de forma
gradual e progressiva, especialmente a animais manejados de forma
extensiva, assim como as vacas secas. A dieta das vacas no período seco
é de baixa qualidade, com baixas taxas fermentativas, o que culmina
numa redução do tamanho das papilas ruminais em 50%. Desta forma, é
fundamental incluir na dieta das vacas no período de transição alimentos
energéticos que aumentem as taxas fermentativas, para estimular o
desenvolvimento das papilas. O tamanho ótimo das papilas é atingido
em 4 a 6 semanas após a inclusão de dietas energéticas, e à medida que
as papilas crescem ocorre um aumento da capacidade de absorção dos
AGVs. Deste modo, a adaptação a uma nova dieta, como ocorre no pós-
parto, deve ser feita pelo menos por 15 dias prévios ao parto.
113
Composição da dieta. Para avaliar os fatores de risco para SARA,
assim como formular dietas para prevenção de SARA, é necessário
contar com a informação das propriedades químicas (MS,
digestibilidade, energia, CNF, FDN) e físicas (tamanho partícula, tipo e
grau de processamento dos alimentos energéticos) da dieta, cociente
forragem: concentrado, e manejo dietético.
Manejo dietético: adaptar faz diferença. A priori, qualquer
mudança da dieta deve ser feita com um período de adaptação gradual a
nova dieta, idealmente por 14 a 21 dias com aumentos gradativos a cada
5 a 7 dias.
Maior número de rações diárias minimiza picos de acificação. O
fracionamento da dieta várias vezes ao dia, mínimo 2 a 3 rações diárias,
além de estimular o consumo (quando o alimento está disponível por
mais de 20 horas ao dia), minimiza os picos de acidificação ruminal por
fracionar o consumo.
TMR: forma eficaz para entregar uma dieta balanceada. O uso da
dieta totalmente misturada (TMR) favorece em dois aspectos principais a
saúde e produção da vaca leiteira: 1. Aumenta o consumo de matéria
seca; 2. Permite a incorporação de volumosos fibrosos na dieta, por
diminuir a seleção do concentrado pelas vacas, estimulando
consequentemente a salivação, e por consequência a manutenção do pH
ruminal. Neste sistema é necessário monitorar a ocorrência de seleção da
dieta quanto a presença de partículas grosseiras de alimento.
O cocho é importante! Dois aspectos a respeito do cocho impactam
no risco de SARA: (1) Altura do cocho, pois vacas que ingerem alimento
com a cabeça baixa, além de diminuir a perda de alimento, produzem
114
17% mais saliva. Por este motivo os cochos deveriam estar entre 5 e 15
cm da linha da sola do casco. (2) Espaço linear de cocho por vaca: para
minimizar os efeitos da dominância, em sistemas estabulados com uso
de TMR o espaço linear por vaca deve ser de 75 cm (linha unilateral), e
quando o acesso à ração é limitado (baixo número de rações por dia), é
necessário contar com 80-100 cm linear/vaca.
Como minimizar altas taxas fermentativas por excesso de
carboidratos não fibrosos (CNF) de rápida degradabilidade? A dieta
das vacas leiteiras deve permitir a expressão do mérito genético, tendo
em conta os desafios que as altas exigências trazem consigo. Uma dieta
adequada otimiza o cociente entre forragem e concentrado em termos de
quantidade e sincronismo de degradação. O nível de CNF da dieta varia
com o desafio a que o sistema quer impor a vaca leiteira, assim como da
fonte e digestibilidade do carboidrato. Normalmente o CNF da dieta
varia entre 30-40% MS, com uma taxa máxima de 45-50%. Valores
ótimos são entre 38-40%, aceitáveis entre 35- 38% e mínimo entre 25-
30%, estes últimos apesar de não ser acidogênicos, não são adequados
para que as vacas expressem seus méritos genéticos, e podem gerar risco
de transtornos energéticos em vacas em inicio de lactação. Também é
importante limitar o conteúdo de concentrados amiláceos de rápida
degradabilidade, pois são altamente acidogênicos e de difícil
sincronização com a degradabilidade da fibra dietética. Ademais, o
processamento dos grãos impacta nos processos fermentativos. A
degradação dos grãos é em forma decrescente maior nos grãos úmidos,
que finamente moídos, que esmagados, que triturados, que inteiros
secos. Desta forma, deve-se evitar o uso de grãos finamente moídos
115
(milho e sorgo são exceção), por apresentarem rápida degradabilidade.
Da mesma forma, o tipo de carboidrato afeta a degradabilidade, sendo
maior em açúcares, que amido, que pectina, que celulose. E o tipo de
grão utilizado, sendo maior a degradabilidade da aveia, que trigo, que
cevada, que milho, que sorgo.
Como estimular a produção de saliva (efeito buffer) pelo uso de
fibra efetiva e tamanho de partículas? O principal estimulo para
produção de saliva nos ruminantes é o consumo de eF, que estimula a
ruminação. Em torno de 60% das vacas ruminam 2 horas após a ingestão
da ração, e quando existe uma adequada quantidade de fibra na dieta a
produção de saliva supera 180 L ao dia. Para garantir uma adequada
ruminação, a ração deve conter fibra em detergente neutro (FDN) maior
a 28% (27-33% MS, NRC 2001), com um mínimo 15% FDN
proveniente de forragem (70–80% da FDN). Idealmente, no início da
lactação deveria ter um 19% FDN proveniente da forragem, com no
mínimo FDN efetivo de 21% MS, considerando que a eF do concentrado
é de aproximadamente 0,33 e a eF da forragem é de 1,0. Porém, deve-se
ter cuidado com a limitação física que o consumo de fibra representa
quando se atinge 1,1 a 1,2% do peso vivo em FDN de forragem no caso
de multíparas, e a 0,78 % PV na 1º semana da lactação no caso das
primíparas. Como o FDN é um parâmetro químico e não físico, também
é fundamental considerar o tamanho das partículas de forragem. As
partículas longas têm 3 funções principais: 1. Estimular a ruminação e
consequentemente a manutenção do pH ruminal; 2. Formar uma camada
flutuante que retêm as partículas menores no rúmen, melhorando a
degradabilidade ruminal; e 3. Aderir a parede ruminal estimulando a
116
absorção dos AGVs pelas papilas ruminais. Para que a fibra estimule a
ruminação deve conter partículas longas entre 2 cm e 7 cm, e por regra,
um 20% das partículas da forragem deveriam ter mais de 3,75 cm.
Partículas maiores a 7 cm, estimulam a seleção por parte da vaca.
Uma forma de avaliar o tamanho das partículas de forragem é
mediante a o uso do separador de partículas (peneira) Penn State. O
objetivo da peneira é avaliar a quantidade partículas longas assim como
a distribuição das partículas da ração por tamanho, permitindo verificar a
eficiência do sistema de mistura do vagão de alimentação em dietas
frescas. A peneira também pode ser utilizada na avaliação da
seletividade dos animais, quando usada para avaliar as sobras do cocho
em amostras pareadas com a dieta ofertada. Para o monitoramento da
dieta do rebanho, a avaliação da dieta com a peneira deveria ser
realizada semanalmente, após a distribuição da ração nos cochos (prévio
a alimentação). Para avaliar o comportamento de seletividade das vacas
devem-se aferir os resíduos da ração às 4, 8, 12 horas depois da
alimentação. As duas bandejas superiores da peneira (19 e 8 mm de
orifício) permitem estimar a porcentagem de eF da dieta (Tabela 2).
117
Quais aditivos nutricionais podem auxiliar na manutenção do pH
ruminal? Em rebanhos onde o uso de alimentos de alta densidade
energética supera os 6 kg/vaca/dia, ou com produções que superam os 20
L, faz-se necessário o uso de aditivos nutricionais que modulam a
fermentação e colaboram na manutenção do pH ruminal. Entre os
aditivos nutricionais temos os: 1. Químicos, como os buffers ruminais
[NaHCO3] e alcalinizantes ruminais [MgO]); 2. Antibióticos (ionóforos
[monensina, lasalocida], virginamicina e tilosina); 3. Microbianos, como
os extratos de leveduras, leveduras vivas de Saccharomyces cerevisiae,
Aspergillus oryzae, .probióticos (Selomonas ruminatium, Megasphera
elsdenii, Enterococcus faecium, Lactobacillus plantarum).
1. Químicos. Os tampões e alcalinizantes afetam a fermentação
ruminal porque mantêm por mais tempo ao longo do dia o pH ruminal a
valores superiores a pH 6,0. Consequentemente melhoram a degradação
da fibra, especialmente em dietas com muita silagem (pH< 4,0), dietas
muito úmidas, forragens finamente picadas, alto uso de concentrado,
grãos finamente moídos, e concentrado fornecido em poucas refeições
ao longo do dia. Normalmente tem-se utilizado o bicarbonato de sódio
associado ao óxido de magnésio, na proporção de 3:1, na concentração
de 2% no concentrado ou 1 % na dieta total. Recentemente têm surgido
alguns produtos tamponantes compostos por conchas marinhas.
2. Antibióticos. Entre eles temos os ionóforos (monensina,
lasalocida) e a virginamicina. Eles atuam modificando o transporte de
íons na membrana celular das bactérias Gram-positivas, como
Streptococcus bovis e Lactobacillus sp, favorecendo as bactérias
produtoras de propionato. A ação deles permite melhorar a
118
degradabilidade da fibra e auxiliam na manutenção do pH ruminal,
reduzindo o risco de acidose. Também favorecem o metabolismo
energético e nitrogenado, de modo que tendem a aumentar a produção
láctea. Os resultados dos antibióticos nas vacas dependem da dieta, e da
forma da entrega deles na dieta, tendo melhores resultados quando
entregues não misturado no alimento (sobre o alimento) quando
comparado ao uso em TMR.
3. Probióticos. As leveduras vivas atuam mediante competição
com a Streptococcus bovis pela glicose, reduzindo a disponibilidade
deste substrato, além consumir o O2 ruminal que é tóxico para a flora
fibrolíticas. Como efeito, diminuem a produção do ácido láctico,
auxiliando na manutenção do pH ruminal. Seus efeitos são observados
especialmente quando o conteúdo de carboidratos rapidamente
fermentáveis da dieta é a alto.
Finalmente, apesar de na atualidade existir uma ampla gama de
alternativas para modular a fermentação ruminal, o uso delas depende do
manejo, dieta e custo-benefício. Nenhuma estratégia de prevenção é
eficaz quando utilizada de forma isolada e sem monitoramento constante
e integral do sistema produtivo.
119
Referências
120
Manejo nutricional da vaca leiteira para otimizar a
composição do leite5
Introdução
5
Poncheki, J.K., Carneiro, J.H., Almeida, R. 2015. Manejo nutricional da vaca
leiteira para otimizar a composição do leite. II Simpósio Nacional da Vaca
Leiteira. Anais. Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul. p.
121-159.
121
região centro-oriental do Estado do Paraná, pode receber mais de R$0,30
de bonificações por litro de leite sobre o preço base mensal (R$0,88 +
R$0,30 = R$1,18/L). Essas novas formas de remuneração seguem as
demandas e exigências de mercado. O que se tem observado em vários
países, inclusive no Brasil, é um maior interesse dos consumidores em
adquirir produtos mais saudáveis. No que diz respeito à cadeia de
lácteos, vem ocorrendo a princípio uma crescente busca por produtos
com menores teores de gordura e maiores teores de proteína. Mesmo isto
sendo verdade, é até curioso constatar que o consumidor de lácteos (no
mundo inteiro) é normalmente um pouco incoerente ou até hipócrita ao
consumir leite e derivados, pois se por um lado cada vez mais se
consome leite fluido desnatado ou semidesnatado, nunca se consumiu
tanto queijo, sorvetes e outros lácteos com altos teores de gordura. É por
isso que muitos laticínios mantêm as premiações por gordura altas nos
sistemas vigentes de pagamento de leite por qualidade.
Reconhecidamente, a gordura é o sólido do leite que possui maior
variabilidade, ou seja, é fortemente impactado pelas práticas de
alimentação e manejo do rebanho. As ocorrências de queda na gordura
do leite, muito comuns em todo o Brasil, particularmente em rebanhos
de mediana ou alta produtividade onde a inclusão de concentrado é mais
alta, são tipicamente provocadas por falta de fibra efetiva na dieta,
excesso de amido, ou por ambos os fatores concomitantemente.
Tem-se observado uma crescente importância dos teores de proteína
do leite, principalmente em propriedades com sistemas de pagamento do
leite por qualidade. Além da variabilidade mediana, outra dificuldade de
incrementar o teor de proteína do leite é a correlação negativa com os
122
teores de gordura do leite. Em outras palavras, práticas nutricionais e de
manejo que tipicamente aumentam os teores de proteína, diminuem os
percentuais de gordura. Entre as práticas mais relevantes neste
incremento de proteína destacaremos o aumento nos teores de amido da
dieta. Outro fator de grande importância no monitoramento é a
implantação de análises rotineiras do leite, tanto amostras individuais de
vacas, como amostras de tanque, para o nitrogênio ureico do leite
(NUL), popularmente conhecido como “ureia do leite”. Este parâmetro
nos dá uma ideia do sincronismo do metabolismo proteico e de
carboidratos no rúmen. O ideal são valores intermediários de ureia no
leite, entre 10 a 14 mg/dL. Embora alguns outros fatores ambientais
possam afetar este parâmetro, tipicamente quando os valores de NUL
estão abaixo de 10 mg/dL, imediatamente pensamos numa dieta com
carência de proteína bruta (PB). Por outro lado, quando os valores de
NUL estão acima de 14 mg/dL, checamos se os níveis de proteína
dietética não estão excessivos e/ou os níveis de amido da dieta não estão
baixos demais. Uma ferramenta adicional que pode auxiliar a
identificação de erros de manejo é a relação (%) gordura/proteína (G/P)
do leite. Em toda a lactação, quando a proporção de vacas com relação
G/P invertida for alta (muitas vacas produzindo menos gordura do que
proteína), nos auxilia num provável diagnóstico de subacidose ruminal.
Por outro lado, principalmente nos primeiros 30 dias pós-parto, se a
relação G/P for muito alta (acima de 1,40 na raça Holandesa), isto é
indicativo de cetose subclínica ou clínica, pois neste caso, muito ácidos
graxos oriundos da lipomobilização do tecido adiposo da vaca recém-
parida são transferidos para o leite.
123
Genética, componentes e volume de leite
124
de gordura e proteína. As raças Jersey e Pardo-Suíço, apesar dos altos
percentuais de gordura e proteína, apresentam produções totais destes
componentes ligeiramente inferiores aos encontrados na raça Holandesa.
Além de características raciais e genéticas, as técnicas de manejo,
condições climáticas e principalmente a nutrição podem alterar a
composição do leite. Por se tratar de um fator econômico oneroso para
produção de leite e causar grandes impactos sob o volume de leite
produzido e seus teores proteicos e lipídicos, a nutrição de bovinos
leiteiros é alvo de discussões já a longa data por pesquisadores, técnicos
e produtores.
Componentes % Subcomponentes
Água 87,5 Vitaminas hidrossolúveis
Lactose 4,7 Dissacarídeo não encontrado em outros alimentos
Gordura 3,5 Mais de 400 ácidos graxos e vitaminas lipossolúveis
Proteína 3,2 77% caseína, 17% proteínas do soro e 6% NNP
Minerais 0,8 Macro e microminerais, com destaque para o cálcio
Outros 0,2 Enzimas, hormônios e outros
125
Depressão da gordura do leite
126
Tabela 2. Influência das diferentes proporções de forragem e
concentrado nas respostas do rúmen
Proporção Tampão na
Ruminação pH do
forragem/ saliva
(min/dia) rúmen
concentrado (kg/dia)
100/0 960 2,4 7,0
80/20 940 2,3 6,6
60/40 900 2,2 6,2
40/60 820 2,1 5,8
20/80 660 1,9 5,4
0/100 340 1,5 5,0
Davis (1967)
Davis (1967)
127
fornecimento de dietas contendo baixa fibra e seus efeitos sobre a
produção de leite, gordura e ácidos graxos voláteis comparados a um
grupo controle. Os resultados demonstraram que houve redução na
produção (g/dia) e no teor (%) de gordura no leite, mas que a produção
diária de acetato não foi alterada, ao contrário do propionato que foi
produzido em quantidades bem acima (13,3 vs. 31,0 moles/dia) dos
níveis encontrados na dieta controle (Tabela 4).
128
(%) e da secreção (kg/dia) de gordura do leite. A fibra dietética deve
conter um tamanho mínimo para estimular a ruminação e
consequentemente a produção de tamponantes pelo animal. Caso este
tamanho mínimo não seja atendido e a efetividade física da fibra esteja
comprometida, podemos ter problemas de DGL. Devido à importância
deste assunto, discutiremos o tema mais adiante separadamente.
Características físicas e de processamento dos alimentos concentrados
também são relevantes para a manutenção da gordura do leite. Processos
como moagem fina ou a ensilagem de certos materiais promovem um
aumento expressivo na digestibilidade destes ingredientes,
disponibilizando para o ambiente ruminal carboidratos mais prontamente
disponíveis e rapidamente fermentáveis, como por exemplo, grão de
milho moído (fubá) e silagem de grão úmido de milho. Situações em que
sementes de oleaginosas são processadas em demasia ou simplesmente
processadas, ocasionam a liberação do óleo contido na semente (muitas
vezes rico em ácidos graxos poli-insaturados, como o linoléico) dentro
do rúmen, sendo um fator predisponente a DGL. Esta situação pode ser
observada ao processar soja integral excessivamente tostada, ou
simplesmente pela quebra do caroço de algodão antes do fornecimento
aos animais.
O segundo grupo de dietas que induzem a DGL são suplementos
dietéticos contendo óleos poliinsaturados, tais como óleos de origem
vegetal e de origem marinha. Como a suplementação de óleos de origem
marinha é restrita pela proibição imposta pelo Ministério de Agricultura
(MAPA) por conta da encefalite espongiforme bovina (BSE), nossa
preocupação deve ser direcionada aos óleos de origem vegetal e em
129
particular às gorduras com altas proporções do ácido linoléico (C18:2),
tais como o óleo de soja e produtos derivados. Em ruminantes, os
lipídeos presentes na dieta são extensivamente alterados pelos
microrganismos do rúmen (Jenkins, 1993). Esta alteração é uma
consequência da biohidrogenação dos ácidos graxos poli-insaturados
presentes na dieta, um processo que tende a tornar a gordura do leite
mais saturada, mas que também resulta na formação e secreção de
inúmeros ácidos graxos do tipo trans no leite, com destaque aos
isômeros de CLA (ácido linoléico conjugado) cis-9 trans-11 e trans-10
cis-12. Devido a estas e outras transformações que ocorrem no rúmen,
mais de 400 tipos de ácidos graxos já foram identificados na gordura do
leite de bovinos. Os ácidos graxos presentes em maior concentração são
o ácido palmítico (C16:0) e o ácido oléico (C18:1 cis-9), sendo que a
soma dos dois representa cerca de 50% do total. Os ácidos graxos
secretados no leite podem ter duas origens: síntese de novo nas células
epiteliais mamárias ou circulação sanguínea. Ácidos graxos de cadeia
curta (4-8 carbonos) e média (10-16 carbonos) são sintetizados quase
que exclusivamente pela síntese de novo na glândula mamária,
predominantemente a partir do acetato (produto da degradação de
carboidratos estruturais no rúmen). Em contrapartida, os ácidos graxos
de cadeia longa, com 18 ou mais carbonos, são oriundos exclusivamente
da circulação (dieta ou lipomobilização). Várias teorias têm sido
propostas para explicar a DGL induzida pela dieta, e alterações nos
processos microbianos do rúmen são a base de todas estas teorias. A
concentração molar de acetato diminui, a de propionato aumenta e, por
consequência, a relação acetato:propionato cai drasticamente (Tabela 4).
130
Entretanto, embora a proporção molar de acetato seja reduzida, a
produção de acetato (moles/dia) não é afetada. Portanto, a redução na
relação acetato:propionato é uma consequência da maior produção de
propionato. Uma vez que a produção de acetato não é reduzida em dietas
com baixa fibra, esta teoria foi abolida, pois ela não poderia explicar a
DGL.
A teoria mais aceita atualmente para explicar a DGL é conhecida
como teoria da biohidrogenação ou teoria dos ácidos graxos trans. Esta
teoria postula que a DGL não é causada pela escassez de precursores
lipogênicos para a glândula mamária. Ela afirma que a síntese mamária
da gordura do leite é inibida diretamente por tipos específicos de ácidos
graxos, produzidos a partir da biohidrogenação parcial dos lipídios da
dieta sob certas condições ruminais. A queda no pH ruminal
(proporcionada pelo fornecimento de dietas de baixa fibra fisicamente
efetiva ou excesso de carboidratos rapidamente fermentáveis) altera as
rotas de biohidrogenação ruminal, produzindo um ácido graxo
específico, chamado de CLA trans-10 cis12, cuja concentração aumenta
significativamente no leite de vacas com DGL. Estudos posteriores, onde
este isômero de CLA foi sintetizado industrialmente e suplementado a
vacas em lactação, comprovaram sua grande capacidade de reduzir a
secreção de gordura do leite, mas também de potencialmente
incrementar o desempenho reprodutivo (Bernal-Santos et al., 2003,
Castañeda-Gutierrez et al., 2007). De grande relevância, estudos recentes
demonstraram que a formação do CLA trans-10 cis-12 no rúmen só
ocorre quando duas condições estão presentes: baixo pH ruminal (ex.:
dietas de baixa fibra) e presença de lipídeos poli-insaturados na dieta
131
(ex.: dietas suplementadas com grãos de oleaginosas, óleo de milho, sais
cálcicos de ácidos graxos a partir do óleo de soja, entre outros). A
ausência de qualquer uma dessas condições não resultará em DGL.
Muitas pesquisas têm enfocado no aumento da quantidade de ácido
linoléico conjugado (CLA) e de ácido transvaccênico (trans-11 C18:1)
na gordura do leite pelos benefícios relatados na saúde humana. Segundo
Whitlock et al. (2002) certos isômeros de CLA, especialmente o cis-9,
trans-11, têm sido relacionados a propriedades anticarcinogênicas, além
de antiaterosclerose, antitrombótico, hipocolesterolêmico, prevenir a
diabetes mellitus e apresentar efeito imunoestimulatório. Outros
isômeros de CLA, incluindo o trans-10, cis-12, parecem ainda possuir
propriedades antiobesidade.
132
leiteiras, Mertens (1997) e o NRC (2001) estabeleceram que o valor
efetivo médio do FDN não forragem é de 50% do FDN forragem. Desta
forma, as recomendações seguem a seguinte regra: para cada redução de
1% no FDN forragem abaixo de 19%, a concentração do FDN total da
dieta deve aumentar em 2%, enquanto que a %CNF (carboidratos não
fibrosos) deve diminuir em 2% (Tabela 5). Segundo as recomendações
do NRC (2001), os valores para FDN, FDA e CNF sugeridos são válidos
quando três condições específicas são observadas: uso de dieta total
misturada (TMR), tamanho de partícula adequado e o milho moído como
a fonte predominante de amido utilizado na dieta. Em outras palavras, o
NRC (2001) sugere que a concentração de FDN na dieta deve ser
conservadoramente mais alto quando se usa forragem excessivamente
picada ou processada e em dietas que contenham altas proporções de
subprodutos ricos em FDN não forragem, tais como casquinha de soja,
refinazil ou polpa cítrica. As recomendações de FDN podem sofrer
ajustes em função de aspectos qualitativos da dieta, tais como fontes de
amido disponíveis, tamanho de partícula da forragem, fibra efetiva da
dieta, suplementação de tampões e do manejo alimentar adotado.
133
Tabela 5. Exigências de carboidratos estruturais segundo o NRC (2001)
19 25 44 17
18 27 42 18
17 29 40 19
16 31 38 20
15 33 36 21
134
alimentos com quantidades de FDN muito semelhantes, mas que
apresentem valores completamente diferentes de efetividade física. As
exigências de FDNfe para bovinos leiteiros não foram definidas pelo
NRC (2001). Mertens (1997) estimou que a exigência de FDNfe para
vacas leiteiras é de 22%MS para manter um pH ruminal de 6,0 e de
20%MS para manter o teor de gordura no leite em 3,4%. Na nossa
experiência, ao formular dietas em rebanhos leiteiros paranaenses,
tentamos respeitar o limite de 21% de FDNfe para dietas de vacas
leiteiras de alta produção, desde que os níveis de amido não sejam
excessivos (até 27%MS). Mais recentemente, numa Invited Review
muito citada e até premiada de Zebeli et al. (2012), publicada no Journal
of Dairy Science, estes autores questionaram o uso da peneira de 1,18
mm na estimativa do FDN fisicamente efetivo, e sugeriram a peneira
anterior de 8 mm. Perante esta nova recomendação, Zebeli et al. (2012)
recomendaram FDNfe > 8mm entre 18,5 (para não reduzir o pH ruminal
aquém de 6,2) e 14,9% (para não limitar a ingestão de MS). Avaliar o
tamanho de partícula na dieta é fundamental para garantir a efetividade
da fibra e evitar que os animais selecionem alimentos mais concentrados.
Muitas vezes a preocupação por parte do nutricionista e do produtor, ou
ambos, é tão grande para atingir níveis mínimos de partículas
fisicamente efetivas que acabam pecando pelo excesso.
Diversos trabalhos demonstram que vacas têm capacidade de
selecionar partículas de forragem maiores que 5 cm de comprimento.
Quando a dieta total está muito “grosseira”, ou seja, com fibras
excessivamente longas, damos a possibilidade dos animais selecionarem
o alimento. O mais comumente observado na literatura e no campo é o
135
comportamento de seleção contra a fibra e a favor do concentrado.
Quando este fato ocorre, o fluxo de nutrientes para o rúmen passa a ser
distinto ao longo do dia, sendo que no momento logo após o
fornecimento da dieta os animais ingerem grandes quantidades de
concentrado, e a fibra passa a ser ingerida apenas em períodos mais
distantes. Quanto mais acentuada for esta seleção, mais intensa será a
queda do pH ruminal e consequentemente maior o risco de DGL. Para
reduzir este processo seletivo, algumas medidas devem ser tomadas,
como por exemplo, a picagem da forragem entre 2,5 e 5 cm. Dietas
muito secas, acima de 50-55% MS, também facilitam a seleção, já que as
partículas estão mais soltas na mistura. A adição de água na mistura
pode ser um recurso para reduzir este comportamento, incluindo a água
como ingrediente na formulação de modo que as dietas tenham entre
4045% MS. Esta prática agrega mais partículas finas oriundas de
ingredientes concentrados às forragens, dificultando a triagem. O
fornecimento da dieta na forma de TMR (ração total misturada) é uma
das únicas práticas nutricionais que permite o aumento concomitante da
produção de leite, da porcentagem de gordura e da porcentagem de
proteína. Porém a homogeneidade da TMR também é determinante para
reduzir a seleção. Claramente, dietas pouco homogêneas são mais
facilmente processadas pelos animais.
Diversos pontos de manejo durante o preparo da dieta devem ser
monitorados para um bom resultado:
• Tempo de mistura: tempos de mistura entre 3 e 8 minutos são
suficientes para a promoção de uma boa homogeneidade sem
prejudicar em demasia o tamanho da fibra;
136
• Ordem de carregamento dos ingredientes no misturador: como
recomendação geral, fenos e silagens pré-secadas devem ser
incluídas primeiramente no vagão misturador, seguido de
concentrados e minerais, posteriormente a silagem de milho e, se
houver, a adição de líquidos;
• Sobrecarregamento do equipamento: os misturadores são
projetados para trabalhar com certa carga, ou seja, carga acima ou
abaixo do recomendado pode comprometer a eficiência do vagão.
Entre 60 e 80% da carga máxima permitida pelo fabricante para
aquele modelo específico deve ser preenchida para a obtenção de
uma boa mistura.
Para determinar se o rebanho contém problemas de seleção, a
utilização do conjunto de peneiras Penn State pode ser utilizada como
ferramenta. Basicamente, a distribuição das partículas no conjunto deve
ser obtida logo após a distribuição do alimento no cocho, sem que os
animais tenham tido acesso, e minutos antes do próximo trato ou da
retirada da sobra diária. Como indicativo de ausência de seleção
excessiva, a diferença entre as proporções retidas na peneira de 19 mm
da dieta oferecida e das sobras não deve ser superior a 10%. Fatores
relacionados ao manejo alimentar como espaçamento de cocho, número
de tratos diários e aproximação da dieta têm sido relatados na literatura
como possíveis impactantes no teor de gordura do leite. Diversos estudos
têm demonstrado que a redução do espaço individual no cocho modifica
completamente o comportamento alimentar dos animais, aumentando a
seleção do alimento, reduzindo o tempo de alimentação diária, o número
de visitas no cocho e principalmente o consumo de matéria seca. Em
137
vacas de alta produção onde o consumo de MS é determinante para a
produção de leite, a redução do consumo e, consequentemente, do aporte
de nutrientes é completamente indesejável. Sova et al. (2013)
observaram em seu estudo com fazendas comerciais que a cada 10 cm a
mais de espaço linear de cocho houve um incremento de 0,06 pontos na
porcentagem de gordura do leite. Fornecer um espaçamento na linha de
cocho de mínimo de 70 cm por animal, utilizar canzis ou algum outro
tipo de contenção podem ser boas práticas para reduzir a competição. É
comum observar em rebanhos que existe superlotação e
consequentemente competição entre os animais, que os teores
individuais de gordura do leite dentro do mesmo lote são extremamente
variáveis, com vacas de percentual de gordura muito baixos (animais
dominantes que chegam primeiramente no cocho e se alimentam de uma
dieta pouco selecionada, ainda rica em concentrados), e outros com
valores muito elevados (animais inferiores na hierarquia do lote e que se
alimentam por último, quando a quantidade de fibra da dieta já é mais
alto devido a seleção prévia dos outros animais). O aumento na
frequência de fornecimento da dieta aos animais tende a incrementar os
teores de gordura do leite, devido a maior constância de alimentação ao
longo do dia, reduzindo momentos de queda de pH ruminal muito
acentuados. Ganhos significativos em produção de leite não têm sido
relatados na literatura ao aumentar o número de tratos além de duas
vezes ao dia, obviamente em situações que não haja limitação do
consumo de matéria seca. Economicamente, aproximar a dieta mais
frequentemente pode ser mais interessante que realizar diversos tratos,
138
uma vez que o custo operacional é muito menor e os ganhos em
produção são pouco expressivos.
O quadro de subacidose é caracterizado por pH ruminal abaixo de
5,8 e uma das prováveis causas é a ingestão excessiva de carboidratos de
rápida fermentação, decorrente de desbalanceamento da dieta ou seleção
do alimento por parte do animal. Alguns sinais podem facilitar a
identificação de acidose ruminal: consumos de MS e produções de leite
variando muito de um dia para outro, esterco com aspecto inconsistente,
falta de ruminação, consumo voluntário de bicarbonato, acidose
sistêmica provocando laminite e depressão de modo geral das vacas,
além de obviamente queda nos teores de gordura do leite.
Outra forma de diagnosticar a ocorrência da DGL em um rebanho é
monitorar a relação gordura:proteína do leite. Os teores de gordura no
leite apresentam maiores variações que os teores de proteína, além de ser
um componente que permite maior manipulação, principalmente através
da dieta. Portanto quando se diz que houve uma inversão entre a relação
G/P, o que provavelmente ocorreu foi uma redução nos teores de
gordura no leite e não um aumento nos teores de proteína. A relação G/P
no leite considerada ideal para a raça Holandesa é de 1,1, mas valores
entre 1,0 e 1,2 são aceitáveis. Se num rebanho mais de 10% das vacas
em lactação apresentarem 0,2% de gordura abaixo do teor de proteína
(exemplo 2,8%G e 3,0%P) isso pode ser um indício de acidose no
rebanho e/ou desbalanceamento da dieta.
139
Impacto do aumento dos níveis de PB da dieta e nitrogênio
ureico no leite
140
degradabilidade ruminal, bem como pela não popularidade na
suplementação de aminoácidos sintéticos (metionina e lisina) em dietas
brasileiras.
O monitoramento mensal do NUL pode ser uma importante
ferramenta no manejo de rebanhos leiteiros, porque (1) o excesso no
consumo de proteína (N) pode comprometer a eficiência reprodutiva; (2)
suplementos proteicos são ingredientes caros; e (3) excessos na excreção
de N têm um impacto ambiental negativo (Jonker et al., 1998). Entre as
práticas nutricionais que podem favorecer o aumento do NUL, podemos
destacar: redução exagerada dos níveis dietéticos de amido pela inclusão
de fontes de carboidratos não amiláceos, como casca de soja e polpa
cítrica; o uso de silagem de milho “nova” (menos de três meses de
ensilagem); pastagens novas e muito adubadas, principalmente de
inverno; pré-secado úmido e com alto %PB; e fornecimento do grão de
milho mais grosseiro (quebrado ao invés de moído).
141
maior produtividade média (setembro) e o mês de menor produtividade
média (fevereiro) alcançou 8 litros diários. O estresse calórico impacta
negativamente vários parâmetros na atividade leiteira, tais como
produção de leite, qualidade e composição do leite, saúde ruminal,
crescimento e reprodução. St. Pierre et al. (2003) estimaram as perdas da
indústria leiteira norte-americana devido ao estresse calórico em 900
milhões de dólares anuais. Avanços no manejo com a adoção de práticas
de resfriamento e estratégias nutricionais podem amenizar alguns dos
impactos negativos do estresse calórico em bovinos leiteiros, mas as
produções continuam a declinar nos meses mais quentes.
O mecanismo biológico pelo qual o estresse calórico impacta a
produção e a reprodução é parcialmente explicado pela depressão no
consumo alimentar, mas também inclui outros fatores tais como
mudança no status endócrino, reduções na ruminação e na absorção de
nutrientes e aumento nas exigências de mantença. As reduções tanto nos
teores de gordura como nos de proteína verdadeira relatadas nas épocas
mais quentes do ano pela indústria leiteira norte-americana se situa entre
0,2 e 0,3%. Infelizmente desconhecemos a existência de levantamentos
similares pela indústria leiteira nacional. De acordo com Nayeri et al.
(2011) existem algumas estratégias que podem ser adotadas para
minimizar o impacto do estresse calórico na produção e composição do
leite. Uma das mais tradicionais é aumentar a densidade energética da
dieta, seja pela redução de fibra, pelo aumento do concentrado ou ainda
pela suplementação de gorduras. Estas práticas devem ser adotadas com
cuidado, pois se aumenta a predisposição das vacas em estresse calórico
à acidose ruminal. A manipulação da Diferença CatiônicaAniônica da
142
Dieta (DCAD), buscando valores francamente positivos durante a
lactação (+20 a +30 meq/100 g MS), bem como o aumento nos níveis
dietéticos do mineral potássio no verão (1,4 a 1,6%MS) também têm
sido sugeridos. Outras práticas nutricionais e de manejo comumente
recomendadas são o fornecimento preferencial de alimento (60-70% da
dieta) nas horas mais frescas do dia, a limpeza mais frequente dos
cochos com maior número de tratos diários, o fornecimento de
concentrado mais parcelado ao longo do dia e a inclusão de 2 a 2,5 kg de
caroço de algodão.
Monensina
143
de amônia. Por último, os ionóforos (particularmente a monensina)
diminuem a ocorrência de distúrbios metabólicos, como acidose e
timpanismo, pela menor concentração de ácido láctico e menor produção
de mucopolissacarídeos que dão estabilidade à espuma. Os efeitos nas
produções de gordura e de proteína são heterogêneos e dependem de
fatores dietéticos. Em uma meta-análise que reuniu 36 artigos ou 77
experimentos envolvendo monensina e dados de produção (Duffield et
al., 2008), a suplementação com monensina aumentou a produção de
proteína e não apresentou efeito na produção de gordura. Durante muito
tempo atribuiu-se à menor produção de acetato no rúmen o efeito de
redução na gordura no leite, já que de fato o acetato é o principal
precursor da gordura do leite. Mas hoje se sabe que na realidade o efeito
depressor da monensina na gordura do leite é explicado pela diminuição
das taxas de biohidrogenação dos ácidos graxos insaturados no rúmen, o
que contribui no aumento das concentrações do ácido linoléico
conjugado trans-10 cis-12, potente inibidor da síntese de gordura do leite
na glândula mamária (Bauman & Griinari, 2003). Duffield et al. (2008)
confirmaram que a suplementação com monensina aumenta a proporção
de ácido linoléico conjugado (CLA) no leite. Maiores consumos de
fontes lipídicas insaturadas na dieta e altas inclusões de monensina (ao
redor de 400 ppm) exacerbam a diminuição da gordura do leite com o
tratamento com monensina. Dosagens recomendadas de monensina para
vacas em lactação estão entre 11-22 mg/kg de MS consumida, ou 250-
400 mg/vaca/dia (Hutjens, 2010). No Brasil, devido ao impacto negativo
da monensina sobre a gordura do leite e ao potencial decréscimo no
144
consumo de ração, dosagens mais próximas do limite inferior são
sugeridas (11-15 mg/kg).
Leveduras
145
Aminoácidos metionina e lisina
146
assim, na meta-análise conduzida, o autor concluiu que a suplementação
com metionina aumentou em 1,3% a secreção de energia no leite, bem
como os teores de gordura (+1,1%) e de proteína (+2,3%) no leite, além
de aumentar em 2,1% a proporção de N dietético capturado como N no
leite (eficiência de utilização do nitrogênio).
Em nossa opinião, há pelo menos três razões que limitam a inclusão
de metionina análoga em dietas de rebanhos leiteiros brasileiros: (1) a
ainda restrita adoção de sistemas de pagamento de leite por qualidade,
(2) a falta de dados nacionais mostrando os benefícios da inclusão
dietética de metionina e (3) o pouco número de rebanhos de boa
produtividade que justificam a suplementação. Por outro lado, há no
mínimo três razões que justificam a inclusão da metionina análoga em
rebanhos nacionais: (1) o fato de o farelo de soja (pobre em metionina)
ser o principal suplemento proteico em dietas de vacas leiteiras, (2) a
proibição (até exagerada) de suplementos proteicos de origem animal em
dietas de ruminantes no Brasil e (3) a limitada disponibilidade no
mercado brasileiro de alimentos proteicos de origem vegetal com baixa
degradabilidade ruminal. Por conta da pequena disponibilidade de
suplementos proteicos com maiores valores de proteína não degradável
no rúmen e da não popularidade da suplementação de aminoácidos
protegidos (metionina em particular), há no Brasil uma cultura entre os
nutricionistas de bovinos leiteiros que rebanhos ou lotes de vacas de alta
produção devem ser suplementados com altos teores de proteína bruta
(ao redor de 17 a 18%PB). Não concordamos com esta excessiva
margem de segurança, e acreditamos que é possível trabalhar com
valores menores (16 a 16,5%PB).
147
Bicarbonato de sódio e óxido de magnésio
148
por muitos animais, pode chamar a atenção do produtor que a dieta está
desequilibrada e que o nutricionista do rebanho precisa reformular as
dietas.
Gordura protegida
149
supostamente inerte não são tão eficientemente protegidos contra a
biohidrogenação parcial no rúmen, fato já demonstrado por Chouinard et
al. (1998). Mudanças na biohidrogenação destes AG insaturados devem
ter contribuído para a síntese do ácido linoléico conjugado trans-10 cis-
12, potente inibidor da síntese de gordura do leite na glândula mamária
(Bauman & Griinari, 2003). Praticamente a totalidade dos experimentos
consultados com suplementação de gorduras resultou em redução na
porcentagem de proteína (Rabiee et al., 2012), principalmente da
caseína. Esta redução pode ter impacto negativo nos atuais sistemas de
pagamento do leite por qualidade. Práticas para amenizar esta redução
nos teores proteicos do leite seria a suplementação com niacina,
formulação de dietas com maiores níveis de PNDR (proteína não
degradável no rúmen) e suplementação de aminoácidos protegidos ou
análogos.
Somatotropina bovina
150
porcentagem de proteína diminui e a composição das gorduras do leite é
alterada, com maior proporção de ácidos graxos de cadeia longa,
oriundos da mobilização mais intensa das reservas corporais (Bauman et
al., 1989).
151
mobilizada se direciona para a glândula mamária, onde irá compor a
gordura do leite, particularmente ácidos graxos de cadeia longa. Van
Haelst et al. (2008) avaliaram se alguns ácidos graxos específicos da
gordura do leite podem ser usados na detecção precoce de cetose
subclínica. Vacas leiteiras recémparidas, diagnosticadas com cetose
subclínica (BHB > 1,2 mmol/L), apresentaram elevadas proporções de
C18:1 cis-9 na gordura do leite, conhecido como ácido oleico. Ainda
mais recentemente alguns serviços de controle leiteiro ao redor do
mundo, estão mensurando as concentrações de beta-hidroxibutirato
(BHB) diretamente no leite, em amostras de leite de vacas recém-paridas
(Van der Drift et al., 2012).
152
Tabela 6. Práticas de nutrição e de manejo que podem afetar a produção de
leite e seus principais componentes
Conclusões
153
geralmente ocorrem de forma quase imediata. Por outro lado, as
mudanças obtidas pela genética são permanentes, ao contrário das
alterações proporcionadas pelas práticas de nutrição, que são transitórias.
Nutricionalmente, os teores de gordura e proteína no leite são
antagônicos. Assim, práticas nutricionais e de manejo que aumentam a
produção de leite também aumentam os teores de proteína do leite, mas
por outro lado estas mesmas práticas diminuem os teores de gordura do
leite.
Considerações finais
154
tendência será positiva para o setor e principalmente para o consumidor
de lácteos brasileiro, pois neste momento “leite de qualidade” no Brasil
passará a ser a regra, e não mais a exceção.
155
Referências
156
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160
involução e remodelação do tecido mamário, síntese de colostro e
preparação da glândula mamária para uma nova lactação, ao mesmo
tempo em que ocorre aumento da taxa de crescimento fetal (Bell, 1995).
A dinâmica destas mudanças, coordenadas pelo sistema endócrino,
impõe grandes desafios adaptativos no metabolismo da gestante
tornando a transição entre as três últimas semanas de gestação e as três
primeiras de lactação, críticas para saúde da vaca leiteira (Drackley
1999; Chapinal et al., 2012). Próximo ao parto há uma redução do
apetite, com menor ingestão de matéria seca (IMS), seguido de um
abrupto aumento no requerimento energético e mineral, logo após o
parto (Ingvartsen & Anderson, 2000; Goff, 2000, Dracley et al., 2005).
Esta condição, de baixa ingestão de matéria seca, em um momento de
alta demanda para mantença e produção (Tabela 1), determina um
balanço energético negativo (BEN), que pode variar de intensidade
conforme o manejo nutricional, entre vacas primíparas e multíparas,
evento do parto (distócico ou normal), produção de colostro e
principalmente, pela produção leiteira no pós-parto recente (Drackley,
1999; Ingvartsen & Anderson, 2000).
161
Tabela 1. Requerimentos (MJ/d) de energia líquida para lactação (ELL) de
vacas multíparas e primíparas dois dias antes vs. dois dias após o parto
162
Resposta imune
163
inflamatórios como aminas vasoativas, peptídeos, prostaglandinas,
tromboxanos, leucotrienos, citocinas pró-inflamatórias (TNF, IL-1 e IL-
6) e enzimas proteolíticas. Estes mediadores podem atuar tanto local,
como sistemicamente. A resposta local é caracterizada por vermelhidão,
calor, dor e inchaço, enquanto a resposta sistêmica é observada através
de febre e efeitos endócrinos. Além disso, estimulam o recrutamento de
leucócitos e induzem uma resposta de fase aguda, que podem
manifestar-se com alterações nas concentrações de proteínas
plasmáticas, aumento da permeabilidade vascular e promovendo
alterações no metabolismo. Perifericamente, as citocinas pró-
inflamatórias (CPIs) modificam o metabolismo catabólico, aumentando
a lipólise do tecido adiposo, proteólise no tecido muscular, além de
aumentar a glicose no sangue, provavelmente, devido ao aumento da
liberação de cortisol e resistência à insulina. As CPIs também reduzem a
taxa de esvaziamento gástrico, induzem dor nas articulações e afetam a
ativação do sistema hipófise-adrenal, resultando em um aumento da
temperatura corporal, letargia com diminuição da locomoção e a
exploração social, o que vem a reduzir o interesse na comida. Estes
efeitos podem ajudar a barrar os patógenos e favorecer a reparação do
dano tecidual. No entanto, dependendo da gravidade da inflamação, os
efeitos negativos podem ser também muito importantes para a qualidade
de vida, e especificamente em bovinos para o desenvolvimento de
doenças subclínicas e diminuição da produção de leite.
164
Adaptações endócrinas e função imune
165
medida que o parto se aproxima, o aumento de glicocorticóides e
estradiol interfere nestas respostas.
Durante a preparação para o parto, a maturação do eixo pituitária-
adrenal do feto induz a produção do hormônio ACTH na hipófise
estimulando a adrenal a sintetizar cortisol, o qual será responsável por
mudanças locais e sistêmicas na gestante. Na placenta, o cortisol induz a
166
membranas na junção materno-fetal (Pathak et al., 2015). Ou seja,
agentes estressores para a vaca leiteira, próximo ao parto, ou qualquer
fator que interfira nas concentrações hormonais pré-parto podem
predispor a vaca a maiores riscos de infecções sistêmicas, bem como a
problemas reprodutivos (Challis et al., 2000).
167
e moléculas de adesão em neutrófilos foram proporcionalmente
aumentadas conforme foi aumentada a concentração de AGNE no meio
de cultura celular (Contreras et al., 2012). Ou seja, um manejo
nutricional errôneo no periparto, onde se estende e intensifica o BEN
pode gerar consequências na continuidade e intensidade dos processos
inflamatórios acarretando em maiores ocorrências de enfermidades. As
CPIs têm efeitos negativos na IMS, o que pode levar ao agravamento do
BEN, formando desta forma um ciclo entre inflamação e BEN
desfavorável para função imune. A cronicidade nas altas concentrações
dos AGNE circulantes, também modifica o perfil de ácidos graxos no
sangue, que por sua vez alteram estruturalmente as membranas celulares
de diferentes tecidos como adiposo, fígado, incluindo células de defesa
(Douglas et al., 2007; Contreras et al., 2012). Tal condição pode
interferir no metabolismo celular e padrão de resposta de células
inflamatórias a agentes patogênicos.
Além dos efeitos já comentados da relação BEN e imunidade,
alguns autores sugerem que as enfermidades no período de transição
também estariam associadas ao maior desafio de endotoxinas e
lipopolissacarídeos pela mudança da dieta no período de transição.
Andersen et al. (1994) demonstraram que o aumento da inclusão de grão
na dieta pode estar associado a um aumento de até 20 vezes a
concentração de lipopolissacarídeos liberados no rúmen e na
translocação de endotoxinas para dentro do sangue. Nesta condição, o
fígado assume um papel centralizador para inativação destas toxinas,
através da síntese de proteínas inespecíficas que desempenharão tal
função (Ametaj et al., 2005). Portanto, qualquer sobrecarga hepática de
168
ordem metabólica, poderá enfraquecer as respostas inatas, aumentando
ainda mais o desafio de células de defesa frente às endotoxinas e aos
lipopolissacarídeos. Durante este processo, os macrófagos presentes no
fígado (células de Küpffer) são responsáveis por identificar estas
endotoxinas levando a liberação de CPIs, principalmente a IL-6 e TNF-
α, as quais estimulam a produção de proteínas de fase aguda no
hepatócito para neutralizar a substâncias agressoras. Por outro lado, ao
mesmo tempo em que as CPIs, promovem a síntese e liberação de
proteínas de fase aguda positiva (PFA+) como haptoglobina, amilóide A,
proteína C-reativa e ceruloplasmina, a produção de outras proteínas
como albumina, lipoproteínas, proteína de ligação do retinol e
paraoxonase estarão reduzidas. A manutenção deste quadro devido ao
agravamento do BEN e inflamação pode predispor o acúmulo de
triglicerídeos no tecido hepático, influenciando ainda mais no estado
geral do animal (Ametaj, 2005). O acúmulo de lipídeos no fígado ocorre
quando há um aporte excessivo de ácido graxo no fígado (advindo da
lipólise), superando a capacidade de oxidação. A alteração no tipo de
proteínas a ser sintetizada pelo tecido hepático influencia na menor
produção da proteína VLDL, que é utilizada para transporte do
triacilglicerol excedente. Isto em parte, explicaria alguns achados que
associam a doença do fígado gordo, com aumento de metrite, mastite e
laminite em vacas leiteiras (Higgins & Anderson, 1983; Jorritsma et al.,
2000; Zerbe et al., 2000). Com base nesta dinâmica do tipo de proteína a
ser priorizada para síntese hepática, alguns autores propõem que as
proteínas de fase aguda negativa (albumina, paraoxonase) poderiam ser
utilizadas como marcadores, para monitorar a saúde de vacas no período
169
de transição (Bertoni et al., 2008; Schneider et al., 2013). Em um estudo
retrospectivo, Schneider et al. (2013) observaram que vacas que
desenvolveram endometrite no pós-parto, mostraram concentrações
circulantes menores de albumina comparado com vacas saudáveis a 21
dias pré-parto. O mesmo estudo demonstrou que as concentrações
sanguíneas de paraoxonase foram maiores entre vacas com endometrite e
saudáveis, sete dias antes do parto. De forma similar, Bertoni et al.
(2008) categorizaram vacas conforme a resposta inflamatória (alta ou
baixa), segundo o perfil de proteínas de fase aguda ao parto e
independentemente de seus sinais clínicos. Este estudo demonstrou que a
inflamação no período de transição, pode ocorrer em vacas sem sinais
clínicos (58% de vacas). Neste estudo também se evidenciou que a
intensidade da inflamação foi correlacionada ao BEN mais grave, maior
perda de escore de condição corporal e maiores concentrações
plasmáticas de BHB. As vacas classificadas com inflamação “alta”
apresentaram pior desempenho reprodutivo, com mais dias em aberto e
maior número de inseminações. Trevisi et al. (2010) demonstraram que a
inflamação sistêmica pode ocorrer em um nível subclínico, mas mesmo
nesta forma é responsável em reduzir a eficiência produtiva em 15%.
Segundo os autores, esta queda na produção estaria relacionada ao custo
de energia na estruturação de uma resposta inflamatória somada ao
maior dispêndio de energia para aumentar a temperatura corporal (efeito
termogênico). Mesmo sem sinais evidentes, a saúde da vaca leiteira pode
estar em risco, com consequências drásticas na produção e reprodução,
tornando o monitoramento de marcadores mais sensíveis a inflamação
170
como as PFA, uma estratégia a ser explorada (Schneider et al., 2013;
Krause et al. 2014)
Inflamação metabólica
171
dor, rubor, tumor, além de não aumentar o gasto energético basal. Por
estas características é também conhecida como inflamação “fria”, uma
vez que é orquestrada por estímulos nutricionais e metabólicos. A
inflamação clássica é caracterizada “quente” devido a suas
características iniciais, que são induzidas por patógenos, ferimentos e/ou
qualquer corpo estranho ao organismo.
A descoberta de que CPI e fator de necrose tumoral (TNF-α) são
secretados a partir do tecido adiposo, proporcionou uma identificação de
diversos mediadores inflamatórios que são produzidos a partir de tecidos
metabolicamente ativos e células imunes (Gregor & Hotamisligil, 2011;
Olefsky & Glass, 2010). Desta forma, foi possível demonstrar a ligação
entre obesidade, imunidade, alterações metabólicas e o desenvolvimento
de resistência à insulina em humanos, o que mais recentemente também
vem sendo proposto em vacas durante o periparto (Montgomery, 2014).
Associada a um baixo grau de inflamação e uma cronicidade deste
processo, esta condição predispõe a doenças do periparto (Ametaj et al.,
2005). Conforme demonstrado em humanos, o gatilho para esta
inflamação será um excedente de nutrientes e/ou uma atividade
metabólica excessiva nos tecidos (Hotamisligil, 2006). Uma condição de
estresse no tecido adiposo se estabelece, quando adipócitos sofrem
hipertrofia e passam por hipóxia, o que pode ser transposta para vacas no
periparto, em condições de excedente de energia. Logo após o parto, a
abrupta queda na ingestão de matéria seca leva a intensa
lipomobilização, que também seria responsável por uma condição de
estresse no tecido adiposo de vacas lactantes. Embora o excedente de
energia pela deposição de gordura visceral e subcutânea tenham
172
velocidades diferentes e o escore de condição corporal possa não refletir
exatamente o estado metabólico do animal, do ponto de vista prático este
índice ainda deve ser utilizado para prevenir uma lipólise intensa no pós-
parto e doenças metabólicas e infecciosas subsequentes. Entretanto,
talvez a melhor forma de prevenir os danos da metainflamação no
sistema imune é através de maior rigor no monitoramento da IMS e
consequentemente do estabelecimento do balanço energético ideal para o
período.
Cálcio e inflamação
173
baixa contratilidade do trato gastrointestinal induzindo e, desta forma,
elevando um intenso BEN. A ocorrência da enfermidade está associa a
retenção de placenta, prolapso do útero, deslocamento de abomaso
(Chapinal et al., 2012), cetose (Kara, 2013) e redução no desempenho
reprodutivo devido ao prolongamento do anestro pós-parto e
secundariamente as metrites (Martinez et al., 2012). Entretanto,
recentemente a forma em que os baixos níveis de cálcio influenciam na
ocorrência destas enfermidades tem sido revista. A hipocalcemia afeta
diretamente a imunidade inata reduzindo atividade fagocitária das
células imunes (Ducusin et al., 2003; Martinez et al., 2012). Desta
forma, a resposta de células mononucleares, que estimula a ligação do
antígeno, fica comprometida em vacas hipocalcêmicas (Kimura et al.,
2006) favorecendo a instalação de doenças infecciosas de origem
bacteriana, como a metrite (Martinez et al., 2012) e a mastite (Curtis et
al., 1983). Assim como em outros tecidos, o Ca+2 atua nos linfócitos e
células fagocíticas, como segundo mensageiro e, portanto uma
diminuição nas suas concentrações no citosol, reduz a atividade celular
facilitando a instalação de infecções. Por estes motivos, a prevenção da
hipocalcemia mesmo em sua forma subclínica se tornou chave para
redução de enfermidades infecciosas.
Considerações finais
174
segundo cada estagio fisiológico do ciclo de produção (Van Knegsel et
al., 2014). Eventos estressores, doenças metabólicas e infecciosas,
traumas durante o parto, excesso ou déficit de energia e distúrbios
digestivos são fatores que isoladamente, ou associados prejudicam o
padrão de resposta imune, com grandes prejuízos para saúde da vaca
leiteira e consequentemente para o sistema de produção.
Nutricionalmente, alguns destes desafios podem ser parcialmente
controlados. A utilização de rações que promovam o aumento de
substratos glicogênicos e precursores lipogênicos, dieta aniônica no pré-
parto, suplementos com micronutrientes e substâncias antioxidantes,
podem ser úteis para melhorar as adaptações metabólicas no período de
transição e consequentemente melhorar a saúde geral do rebanho (Van
Knegsel et al., 2014). Além destas estratégias, tem sido proposta a
utilização de produtos específicos para imunomodulação, como
preventivos à imunossupressão no período de transição (Hassfurther et
al., 2015). Algumas citocinas recombinantes, como o fator estimulador
de colônia de granulócito (G-CSF) atuam diretamente nos neutrófilos
aumentando a capacidade fagocitária e bactericida, tornando a
imunidade inata mais competente (Kehrli et al., 1991). Embora estas
tecnologias tragam bons resultados, é importante lembrar que a
estruturação de uma resposta imune, depende de um grande aporte
energético, que irá garantir o sucesso da resposta frente a patógenos.
Portanto, mesmo com a utilização de imunomoduladores específicos, a
imunidade é dependente de um equilíbrio metabólico. Apesar do
surgimento de novas estratégias para promoção da saúde dos rebanhos
leiteiros, o correto manejo nutricional, medidas promotoras de bem-estar
175
animal e a redução da pressão infectiva, ainda são os pilares para o bom
funcionamento do sistema imune e redução de doenças.
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182
Fundamentos y aplicaciones para la alimentación
proteica de vacas lecheras 7
Cecilia Cajarville
Universidad de La República
Introducción
7
Cajarville, C. 2015. Fundamentos y aplicaciones para la alimentación
proteica de vacas lecheras. II Simpósio Nacional da Vaca Leiteira. Anais.
Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul. p. 183-197.
183
sometido, en primer lugar, a un proceso de fermentación, determina que
las características de la digestión proteica sean radicalmente diferentes
en los rumiantes. En el compartimento ruminal se desarrolla una
población microbiana (microbiota) que mantiene con el rumiante una
relación simbiótica y que le proporciona la oportunidad de digerir la
fibra de los alimentos. La microbiota ruminal es, en si misma, la
principal fuente de proteína de alta calidad para los rumiantes. Una de
sus características es la diversidad, y está representada por bacterias
(alrededor de 1010 UFC/ml) con más de 50 géneros, arqueas (107-109
UFC/mL), protozoos (104-106/mL), hongos (103-105 zoosporas/mL) y
bacteriófagos (108-109/mL) (Kamra, 2005). El pasaje de las proteínas
ingeridas por el rumen hace que éstas sean sometidas a la acción de la
microbiota, modificando sustancialmente su estructura y determinando
que la alimentación proteica de los rumiantes se realice sobre bases
singulares (Figura 1). La digestión de las proteínas en los rumiantes,
incluye no sólo procesos de degradación, sino también de formación de
compuestos nuevos y síntesis. Conocer estos procesos es útil para
manipular la alimentación proteica de los rumiantes, por lo que a
continuación nos centraremos con más detalle en cada uno de ellos.
184
Figura 1. Esquema de la digestión de las proteínas por los rumiantes
185
como las del maíz (zeína) y también la degradación depende de los
tratamientos a los que haya sido sometida esa proteína (Van Soest,
1994). En general, los tratamientos térmicos (calor) que se realizan sobre
los alimentos tienden a disminuir su degradación en el rumen. A modo
de ejemplo, las harinas animales, como la harina de pescado, tienen baja
degradabilidad ruminal, debido al tratamiento térmico recibido durante
su elaboración (FEDNA, 2010), por lo que se las considera una buena
fuente de proteína de pasaje para los rumiantes. La proteína que se
degrada, lo hace primeramente a péptidos, que a su vez se catabolizan
formando aminoácidos libres. Esta degradación continúa y los
microorganismos desagregan los aminoácidos hasta amoníaco, ácidos
grasos y CO2. El amoníaco formado es utilizado por la población
microbiana para sintetizar sus propias proteínas, aunque como se verá
luego, para que esta síntesis se produzca debe existir suficiente energía
(carbonos), que en general es aportada por carbohidratos. El amoníaco
que no es captado por los microorganismos se absorbe por las paredes
del rumen, va al hígado y ahí es transformado en urea. A su vez, parte de
esa urea volverá al rumen a través principalmente de la saliva y la que no
se recicla se elimina por la orina y la leche. En nuestras latitudes, gran
parte de la producción lechera se realiza sobre pastoreo de praderas de
gramíneas y leguminosas de clima templado. Cuando son consumidas en
el momento óptimo, tienen una composición química caracterizada por
niveles altos de proteína cruda (15-20%) y de fibras digestibles
(alrededor de 40 % de FND), pero que son de degradación relativamente
lenta, y niveles de carbohidratos de degradación rápida (azúcares) no
muy altos (de 3-10%) (Sauvant et al., 1995; Cajarville et al., 2007;
186
Cajarville et al., 2015). A su vez, la proteína de estos forrajes, es
altamente soluble y de muy rápida degradación (Sauvant et al., 1995;
Cohen, 2001; Repetto et al., 2005), dando como resultado altas
concentraciones instantáneas de amonio en el rumen (Figura 2), que en
buena parte son desaprovechadas y se excretan por orina y leche. Debido
a este desperdicio, actualmente se trabaja en la disminución de la
degradación de los componentes nitrogenados de las pasturas de alta
calidad mediante el uso de compuestos como los taninos (Kozloski et al.,
2012). La alta degradación en rumen de los compuestos nitrogenados de
las pasturas hace que en los sistemas pastoriles, o con altas ingestas de
forrajes de buena calidad, sea muy habitual observar altas
concentraciones de urea en la leche de las vacas, sin que ello implique la
necesidad de ajustar las dietas.
Debido a este proceso de degradación hasta amoníaco, y la
posibilidad de utilización de los microorganismos de este compuesto, es
que es conocida la habilidad de los rumiantes para aprovechar como
fuentes para la síntesis proteica materias nitrogenadas (MN) que no sean
proteínas verdaderas, es decir, fuentes de nitrógeno no proteico (NNP).
El ejemplo más conocido en este sentido es el uso de urea en las dietas
como suplemento “proteico”. En el rumen, la molécula de urea se
desdobla muy rápidamente hasta amoníaco, y si no está acompañada por
carbohidratos de rápida fermentación (que aporten las cadenas
carbonadas para la síntesis microbiana) o es suministrada en exceso, la
rápida absorción del amoníaco a través de las paredes del rumen
representa un potencial peligro de intoxicación para el animal.
187
Figura 2. Evolución del pH (A) y del amoníaco ruminal (B) a lo largo del
día en vacas en praderas templadas, suplementadas con trigo (cuadrados
abiertos) o maíz (triángulos negros) (medias ± error estándar). Las áreas en
negro representan la proporción de vacas pastoreando luego del período de confinamiento
(suplementación). Las flechas indican el momento de la suplementación; las líneas bajo
las flechas indican los períodos de confinamiento (Cajarville et al., 2006a)
188
proteínas para el rumiante. Esta masa microbiana contiene
aproximadamente 50% de MN de las cuales el 80% se encuentra bajo
forma de proteína. La optimización en el crecimiento de la masa
microbiana es uno de los factores que deben preocupar al nutricionista.
El término optimización de la masa microbiana formada en el rumen
implica dos conceptos:
1. Producción microbiana. Indica la generación de microorganismos
en términos de cantidades diarias. Se refiere a kg de masa
microbiana (N microbiano) formado en el rumen por día. Es
variable con el tipo de animal, tamaño del rumen, cantidad de
alimento consumido, etc.
2. Eficiencia de producción de proteína microbiana. Se refiere a la
cantidad de microorganismos generados por unidad de alimento. Se
expresa de diferentes formas: masa microbiana (N microbiano) en
función de la materia seca ingerida, de la materia orgánica (MO)
ingerida, o de la MO digerida o fermentada en el rumen (MODR o
MOF, respectivamente).
Ambos conceptos son importantes, pero si se trata de evaluar la
efectividad de un alimento o una dieta para proveer proteína microbiana,
consideramos indicado trabajar en base a la eficiencia de producción de
proteína microbiana. Stern et al. (1994) calcularon la contribución
teórica de la proteína microbiana al total de la proteína que llega al
duodeno según la eficacia de síntesis. Cuando la eficacia de síntesis es
baja, del orden de 20 g de N/kg de materia orgánica verdaderamente
fermentada en rumen (MOVF), la proteína microbiana puede cubrir
cerca del 50% de las necesidades proteicas de una vaca de 600 kg
189
produciendo 25 litros de leche con 4% de grasa. Sin embargo, si la
eficacia de síntesis fuera elevada (40 g N/kg MOVF) la proteína
microbiana podría llegar a cubrir un 98% de las necesidades proteicas
del mismo animal. Por esta razón, las estrategias de alimentación en
rumiantes actualmente tienden a optimizar la producción microbiana a
nivel ruminal (Shingoethe, 1996a; NRC, 2001). Para lograr la máxima
eficiencia, el aporte de nutrientes para los microorganismos,
especialmente materias nitrogenadas y carbohidratos (o más
genéricamente materia orgánica fermentable en el rumen), debe ser el
necesario (Russell et al., 1992; Clark et al, 1992). Además, y aunque
algunos autores ponen en duda la posibilidad de manejar este concepto
en las dietas (Valkeners et al., 2006; Hall y Huntington, 2008),
carbohidratos y materias nitrogenadas deberían estar disponibles en el
rumen en forma sincrónica, es decir, a la vez. Teóricamente,
proporcionando a la microbiota ruminal las fuentes de proteína y energía
en forma simultánea y en las cantidades requeridas, se lograría el
máximo crecimiento microbiano y por lo tanto, el mayor aporte de
nutrientes para el animal.
Las materias nitrogenadas para los microorganismos ruminales
provienen de la proteína y del NNP de los alimentos que son degradados
en el rumen, además de la urea re-circulante que ingresa por vía
sanguínea o por la saliva. No aportan al crecimiento microbiano la
proteína indigestible (como la unida a la lignina o a algunos tipos de
taninos) ni tampoco la proteína de pasaje (Van Soest, 1994). Es
necesario puntualizar, que no todos los compuestos que tienen valor
nutricional para el rumiante, son igualmente útiles para los
190
microorganismos. La materia orgánica utilizable por estos últimos, es la
que tiene capacidad de ser fermentada en el rumen (materia orgánica
fermentable o fermentescible: MOF). Las paredes celulares, el almidón y
la proteína degradable en el rumen, junto con los azúcares, son fuente de
energía fermentescible formando MOF. Otros compuestos, a pesar de ser
muy energéticos para el animal, como los lípidos, ácidos orgánicos o el
almidón no degradable en rumen, así como la proteína no degradable, no
forman parte de la MOF. Debido a su baja fermentación ruminal, poco
aportan para el crecimiento microbiano. Como se desprende de lo
anterior, la síntesis de proteína microbiana depende mucho de las
cantidades de MOF en el rumen. Ello hace que el nutricionista deba
moverse en el difícil equilibrio entre salud y enfermedad, considerando
que altos niveles de MOF en el rumen siempre implican riesgo de
aparición de acidosis. De hecho, revisiones de trabajos publicados,
reportan que las mayores síntesis de proteína microbiana se observan a
niveles de pH ruminal relativamente bajos, incluso menores a 6,0 (Bach
et al., 2005). Por otra parte, la fuente de carbohidrato y la cinética de su
disponibilidad en el rumen, son factores determinantes en el logro de la
sincronización de nutrientes (Lee et al., 2003). En este sentido, la
disponibilidad de energía a nivel ruminal puede ser muy distinta según la
fuente de carbohidrato de que se trate, debido a las diferentes
velocidades de fermentación. La velocidad es muy rápida para los
solubles como los azúcares y muy lenta para los estructurales como la
celulosa. En general, se acepta que una rápida disponibilidad de energía
a partir de carbohidratos es clave para lograr el crecimiento de la masa
microbiana (Henning et al, 1991). Sin embargo, hasta el momento, los
191
modelos de predicción de respuestas que se utilizan para la formulación
de dietas (NRC, 2001) son relativamente insensibles a cambios en las
cinéticas de degradación de los carbohidratos (Hall, 2004). De todas
formas, más allá de las cinéticas de degradación per se de los
carbohidratos, existen otros factores como el pH ruminal, la cantidad de
concentrado suministrado, o la combinación de compuestos que
modifican la cinética de degradación del almidón y de los carbohidratos
no amiláceos (Huntington, 1997). Todos estos aspectos deben ser
considerados ya que muchas veces son los que hacen los resultados no
sean los previstos cuando se formula una dieta. Las cantidades de
energía y N disponible en el rumen son los dos factores principales, pero
no los únicos. Otros factores, como la disponibilidad de minerales, sobre
todo azufre, de oligoelementos y de vitaminas intervienen también.
Adicionalmente, en la actualidad se le da especial importancia a
alimentación con fuentes de proteína verdadera, dado que se ha
demostrado que los microorganismos necesitan de algunos aminoácidos
y péptidos pre-formados para un mejor desarrollo (Broderick y Reynal,
2009).
192
posteriormente en oligopéptidos y aminoácidos. La absorción se realiza
bajo forma de aminoácidos en el intestino delgado. Esta digestión no es
total, y una parte de las proteínas alimenticias y microbianas que escapa
a la misma pasa directamente a las heces. En el intestino grueso las
proteínas se degradan poco, ya que las bacterias del intestino grueso
utilizan principalmente la urea endógena para la síntesis de sus proteínas.
En este paso es que surge el concepto de Proteína Metabolizable, que
emplean varios sistemas de alimentación de los rumiantes. De acuerdo
con el NRC (2001), la Proteína Metabolizable es la proteína digerida
luego del rumen, cuyos aminoácidos son absorbidos en el intestino. Está
compuesta por la sumatoria de la proteína microbiana digestible (más
abundante), la proteína de pasaje digestible, y una porción minoritaria
compuesta por proteína endógena, proveniente de proteínas de
descamación y enzimas. Un aspecto a destacar, es que mientras que el
valor biológico de la proteína de origen alimenticio que llega al duodeno
es muy variable, la composición en aminoácidos de la proteína de origen
microbiano es muy estable y de muy alta calidad (Schingoethe, 1996b).
Así, el contenido en lisina y metionina de los cuerpos microbianos es
casi tan alto como el de la carne o el pescado, por lo que la proteína
microbiana se encuentra dentro de las proteínas de mejor calidad (Verité
y Peyraud, 1990). Esta alta digestibilidad y excelente perfil aminoacídico
es otra razón por la que el nutricionista debe intentar, mediante el
manejo de la alimentación, maximizar el aporte de proteína microbiana
al duodeno. La herramienta principal para ello será el logro de un buen
funcionamiento del rumen, considerando todos los aspectos que tiendan
a mejorar la síntesis de proteína microbiana.
193
Para concluir
194
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197
Cetose clínica e subclínica: manejo, diagnóstico e
efeitos no leite 8
Introdução
8
Correa, M.N., Pizoni, C., dos Santos, J.T., Mattei, P., Prietsch, R.F., Londero,
U.S. 2015. Cetose clínica e subclínica: manejo, diagnóstico e efeitos no leite. II
Simpósio Nacional da Vaca Leiteira. Anais. Porto Alegre: Universidade Federal
do Rio Grande do Sul. p. 198-218.
198
demanda energética e mobilização de gordura, levando a um aumento da
concentração de corpos cetônicos a níveis tóxicos nos fluidos corporais
(Garro et al., 2014). Sua incidência pode variar de 26 a 60% para a
forma subclínica (Simensen et al.,1990; Duffield et al., 1998; McArt et
al., 2012a) e de 2 a 34% para a clínica (Duffield, 2000; Gonzalez et al.,
2014), pois sua ocorrência depende de diversos fatores, como nível de
produção, manejo, número de lactações e escore de condição corporal
(ECC) ao parto (Nielen et al., 1994; Duffield et al., 2009). As altas taxas
de incidência, aliadas ao período de maior ocorrência da cetose fazem
com que a enfermidade apresente um considerável interesse econômico,
não apenas pelos gastos decorrentes do tratamento mas por perdas na
produção leiteira e pela predisposição a outros transtornos (Duffield et
al., 2009; Ospina et al., 2010). Vacas que desenvolvem a doença na
forma subclínica na primeira semana de lactação apresentam um risco 6
vezes maior de desenvolver deslocamento de abomaso, 4,5 vezes mais
chance de serem descartadas do rebanho e produzem 2,2 kg de leite a
menos por dia nos primeiros trinta dias em lactação (DEL) (McArt et al.,
2012a). Vacas com quatro lactações ou mais são as mais atingidas pelo
transtorno, com perdas na produção leiteira que chegam a 353,4 kg de
leite por lactação (Rajala-Schultz et al., 1999). A manutenção da saúde e
da produtividade de vacas leiteiras no período de transição é uma tarefa
desafiadora. Para cumprir com esse objetivo é necessário compreender
os eventos metabólicos que caracterizam esta fase e suas implicações.
Diante desta problemática, serão abordados alguns tópicos relacionados
ao metabolismo da cetose, métodos diagnósticos e implicações no leite, a
199
fim de disponibilizar informações que possam ser utilizadas para uma
melhor compreensão, prevenção e o tratamento do transtorno.
200
apresentam um BEN intenso, com uma alta taxa de lipomobilização
experimentam uma excessiva produção de AGNE e corpos cetônicos,
predispondo o animal a quadros de esteatose hepática e cetose (Loor et
al., 2013).
Numa condição de hipoglicemia, como ocorre durante o periparto, a
carência de propionato (principal precursor gliconeogênico) induz a uma
alta taxa de lipomobilização e uma alta produção de acetil coenzima A
(acetil-CoA), metabólito final da oxidação completa dos AGNE. Essa
produção excessiva do acetil-CoA supera a capacidade de sua utilização
pelo Ciclo de Krebs para a produção de energia, aumentando também a
demanda de oxalacetato, que deve ser condensado ao acetil-CoA para
poder entrar no ciclo (Andrew et al., 2012). O resultado deste acúmulo é
o desvio do acetil-CoA para a produção de corpos cetônicos, do qual os
principais são acetoacetato, acetona e beta-hidroxibutirato (BHB)
(Gonzalez
& Silva, 2006). O acetoacetato é primeiro corpo cetônico, que apresenta
elevada instabilidade reativa (Duffield, 2000) e é então reduzido pela β-
hidroxibutirato desidrogenase a BHB (Andrew et al., 2012). A acetona é
produzida em menores quantidades, e por ser volátil e tóxica para o
organismo, é excretada (Gonzalez et al., 2014). Assim, o papel principal
dos corpos cetônicos é a transferência da energia derivada dos lipídeos
do fígado para tecidos periféricos, para suprirem as demandas
energéticas não atendidas pela falta da glicose (Andrew et al., 2012).
Contudo, quando os níveis de corpos cetônicos no sangue ultrapassam a
capacidade de utilização por esses tecidos ocorre acúmulo, que é tóxico
201
em determinados níveis, ocasionando um quadro de cetose clínica ou
subclínica (Risco, 1992; Duffield et al., 2009).
Em relação à etiologia, se reconhece a incidência da cetose como
três diferentes síndromes. A cetose tipo I ou espontânea ocorre quando a
demanda de glicose supera a capacidade de síntese pelo fígado através
da gliconeogênese, mesmo quando esse mecanismo está ativado ao
máximo, e acomete vacas de alta produção. O quadro é caracterizado por
hipoglicemia seguida de lipólise, ocasionando um aumento nos níveis
séricos de corpos cetônicos, mas sem ocasionar a deposição lipídica no
fígado (Herdt, 2000). A cetose tipo II ocorre quando grandes
quantidades de AGNE são depositados no fígado, interferindo na
capacidade máxima da neoglicogênese hepática. Neste quadro, a
glicemia não é tão baixa quanto na cetose tipo I e está também associada
à elevação das cetonas sanguíneas (Holtenius & Holtenius, 1996). Por
fim, a cetose alimentar ou toxicose butírica ocorre pela ingestão de
silagem de má qualidade, com excesso de butirato ou pelo feno mal
conservado e em decomposição, pela proliferação de fungos (Radostits
et al. 2007).
Diagnóstico de cetose
202
diagnóstico satisfatório de cetose clínica é essencial saber identificar
seus sinais, que podem ser visualizados nos estágios digestivo e nervoso.
A forma digestiva é a mais comum entre os casos clínicos e apresenta
sinais inespecíficos, além de sinais envolvendo o sistema digestório
como diarreia e redução nos movimentos ruminais. Quando o quadro
não é tratado rapidamente, torna-se perceptível odor cetônico na
respiração, urina e leite além de depressão e letargia seguida de decúbito.
O estágio nervoso é de menor ocorrência, porém de suma importância,
pois faz parte da evolução da enfermidade. Nesse estágio o animal
demonstra mudanças no comportamento como movimentos circulares,
empurrar e lamber objetos, alteração da visão, além de hiperestesia,
tremores e incoordenação motora (Baird, 1982; Gordon et al., 2013). A
forma subclínica da doença é a mais incidente, porém de difícil
diagnóstico por apresentar sinais inespecíficos como inapetência, dorso
arqueado, pele ressecada, redução da produção leiteira e perda de
condição corporal (Gonzalez et al., 2014). O diagnóstico é baseado no
histórico do animal, aliado ao exame clínico completo e confirmado
através de exames complementares realizados no sangue, urina, leite e
líquido ruminal, que buscam elucidar o estado metabólico do animal
através da avaliação dos níveis de corpos cetônicos (Sato & Shiogama,
2010; Gordon et al., 2013). Essa avaliação pode ser realizada
principalmente através de métodos cinéticos e colorimétricos. Dentre os
métodos cinéticos (predominantemente laboratoriais), a avaliação sérica
de BHB tem se mostrado a mais confiável forma de identificar o
transtorno. Os níveis fisiológicos do metabólito para vacas leiteiras estão
abaixo de 1,0 mmol/L, entre 1,2 e 1,4 mmol/L para forma subclínica e
203
acima de 1,4 mmol/L para forma clínica (Leblanc, 2010). Também é
possível detectar alterações no metabolismo energético do animal
através da presença de cetonas no leite (Wood et al., 2004). Níveis
superiores a 10 mg/dL (1,75 mmol/L) no leite indicam cetose.
A identificação dos casos a campo pode ser realizada através de
métodos colorimétricos (fitas reativas) para mensurar corpos cetônicos
tanto na urina quanto no leite. O Keto-Test (Elanco Animal Health,
Sanwa Kagaku Kenkyusho Co Japão) validado por Oetzel (2004),
corresponde a uma fita que altera sua coloração na presença de
anormalidades na concentração de corpos cetônicos no leite. Do mesmo
modo, o Ketostix (Bayer Healthcare LLC, Tarrytown, NY, EUA),
validado por Carrier et al. (2004), também avalia as concentrações de
corpos cetônicos, porém esta análise é realizada na urina. Outro
equipamento que pode ser utilizado a campo para identificação do
transtorno é o FreeStyle Optium (Abbott Laboratories Ireland, Dublin,
Irlanda) (McArt et al., 2013; Krempasky et al., 2014; Weng et al., 2015),
um equipamento de análise rápida (5 segundos) que avalia os níveis
séricos de BHB, apresentando alta sensibilidade e especificidade tanto
para ovinos quanto para bovinos (Voyvoda & Erdogan, 2010; Panousis
et al., 2012). A utilização desses métodos facilita a rápida detecção e
consequente tratamento e/ou prevenção das formas de cetose.
204
significativa importância sócio-econômica; apesar disso a qualidade da
matéria-prima ainda é um grande entrave ao desenvolvimento da cadeia
produtiva do leite (Borges, 2009). A qualidade do leite é determinada
tanto pelo processo de produção quanto pela sua composição (Rangel et
al., 2009; Galvao et al., 2010). A redução da IMS no pós-parto recente
associada à produção de leite intensificam o BEN, aumentando a
lipomobilização e os níveis séricos de corpos cetônicos. Essa limitação
energética tende a aumentar o teor de gordura e reduzir a proteína no
leite, sendo a razão entre a porcentagem de gordura e proteína usada para
monitorar a prevalência de cetose subclínica no rebanho (Duffield, 2000;
Gantner et al., 2009). A relação gordura:proteína superior a 1,5 na
primeira ordenha do dia aponta déficit energético, indicando um quadro
de cetose (Robinson et al., 2003). A associação que existe entre o
aumento da gordura no leite e a hipercetonemia deve-se
presumivelmente ao aumento na disponibilidade do BHB e ácidos
graxos para a síntese da gordura do leite (Duffield, 2006;
Gonzalez, 2009) provenientes da β-oxidação do tecido adiposo (Reist et
al., 2002). Quanto mais intensa a lipomobilização, maior será o valor de
gordura no leite e maior o risco de distúrbios metabólicos severos no
animal (cetose clínica) (Gonzalez, 2004).
O aumento de corpos cetônicos está diretamente ligado a uma
redução da produção de leite, que atinge valores de 1 a 1,5 litros por dia
em animais com cetose subclínica (Duffield, 2000). As perdas seguem
aumentando à medida que os valores de BHB aumentam, havendo
perdas de até 4 kg de leite por dia (Duffield, 1998). A cetose subclínica
também diminui o desempenho reprodutivo (Walsh et al., 2007), que é
205
decorrente do retardo na reativação da função ovariana com aumento no
intervalo do primeiro serviço pós-parto, aumento do número de serviços
e maior intervalo parto-concepção (Ingvartsen et al., 2004).
206
sem aumentar a ingestão de carboidratos ou comprometer a ingestão de
fibras, favorecendo um maior aporte de energia para a síntese do leite e
de seus componentes (Desnoyers, 2009). Além disso, a gordura
protegida pode contribuir para a redução da queda abrupta da IMS
estabilizando os níveis de cetonas sanguíneas (Schein, 2012).
A diminuição da IMS reduz a síntese de proteína microbiana
limitando a oferta de aminoácidos essenciais, responsáveis pela
formação de precursores gliconeogênicos e proteínas do leite (Drackley
et al., 1999). O uso de aminoácidos protegidos também tem sido
utilizado como estratégia para prevenir a cetose. O aminoácido essencial
metionina tem um papel importante, pois reduz a metanogênese ruminal,
desviando átomos de C e H+ do metano. Esse desvio faz com que haja
maior produção de propionato, aumentando a eficiência energética da
dieta em até 4% e reduzindo a cetogênese (Gonzalez et al., 2014). Outros
dois aminoácidos importantes são a niacina e a colina, sintetizados pelos
microrganismos ruminais. A niacina é necessária para síntese de
compostos NAD+ e NADP+, coenzimas essenciais no metabolismo de
carboidratos, lipídeos e proteínas. Sua utilização ocasiona a redução da
lipidose e redução do fluxo de AGNE no sangue (Yuanet al., 2012). A
colina tem uma importante ação na formação de fosfolipídeos que
estruturam lipoproteínas, essenciais para o transporte dos TAG (Zom et
al., 2011). Sua suplementação na forma protegida tem se mostrado eficaz
na redução da cetogênese, através da diminuição da esterificação de
ácidos graxos e do aumento na secreção de lipoproteínas (Piepenbrink &
Overton, 2003), além da redução de esteatose hepática (Cooke et al.,
2007).
207
Como alternativa preventiva e/ou de tratamento o uso de
butafosfan, um composto a base de fósforo orgânico associado à
cianocobalamina tem se mostrado eficiente (Fürll et al., 2010; Rollin et
al., 2010; Nuber et al., 2015), visto que age no ciclo de Krebs
disponibilizando mais energia e reduzindo a expressão de genes
relacionados à cetogênese e oxidação de ácidos graxos (Kreipe et al.,
2011). Além disso, ele reduz a intensidade do BEN, através da
diminuição das concentrações plasmáticas de AGNE e BHB,
aumentando a produção de leite (Pereira et al., 2013). A utilização de
cápsulas de liberação controlada de monensina também são eficientes na
prevenção de cetose clínica e subclínica, aumentando a produção
ruminal de ácido propiônico e reduzindo as concentrações de ácido
acético e butírico, reduzindo a formação de corpos cetônicos (Melendez
et al., 2006).
Existem diferentes terapias associadas ao tratamento da cetose que
baseiam-se em aumentar a glicose sanguínea, disponibilizando
precursores gliconeogênicos e reduzindo a formação de corpos cetônicos
(Andrews et al., 2004). O tratamento mais comumente utilizado é a
administração endovenosa de glicose 50% com uma dosagem que varia
de acordo com a lactose eliminada no leite (Radostits et al., 2007);
entretanto, o incremento energético dessa estratégia é transitório (duas a
três horas) (Gordon et al., 2013) e se não forem tomadas outras medidas
o quadro clínico pode retornar. Para tanto, utiliza-se a associação de
glicose 50% ao uso de glicocorticoides para manter a glicemia elevada
por mais tempo (oito a dez horas) (Schein, 2012). A insulina também
pode ser utilizada juntamente com a glicose 50%, tendo efeito anabólico
208
que irá aumentar a síntese de gordura e o uso dos corpos cetônicos como
fonte energética. Seu uso pode ser importante em casos em que o animal
não responde ao tratamento com glicose ou glicocorticoides (Hayirli,
2006; Smith, 2008). No entanto, o início da lactação, que é o período de
maior ocorrência da doença, é marcado por uma resistência à insulina
transitória, que pode afetar negativamente esse protocolo de tratamento,
além de ele ser pouco explorado pelo elevado custo do produto (Gordon
et al., 2013).
Outra estratégia comumente utilizada é a administração via oral de
drench, que tem como base o propilenoglicol. Ao chegar ao rúmen esse
composto é diretamente absorvido, sendo utilizado no ciclo de Krebs
para aumentar a oxidação de acetil-CoA e estimular a gliconeogênese ou
é convertido em propionato, que também pode ser direcionado para esta
via e ainda estimula a liberação de insulina (Gordon et al., 2013). Este
composto, utilizado em vacas com cetose subclínica pode reduzir os
casos de deslocamento de abomaso, aumentar a taxa de concepção ao
primeiro serviço (McArt et al., 2012b), aumentar a produção de leite
(Nielsen & Ingvartsen, 2004) e prevenir a cetose clínica (McArt et al.,
2011). Além disso, seu uso pode ser associado a glicocorticoides, que
aumentam indiretamente a glicemia através do bloqueio dos efeitos da
insulina, sem influenciar a lipólise e diminuindo as concentrações de
BHB (Drift et al., 2015).
209
Considerações finais
210
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218
Hipocalcemia e hipomagnesemia en vacas lecheras:
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Introducción
9
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Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul. p. 219-252.
219
acompañada por elevados costos para el mantenimiento de la
homeostasis de esos animales, que son sometidos a unas enormes y
estresantes demandas metabólicas durante el período de lactancia. Esas
demandas se acrecientan con la edad del animal considerando que la
producción por lactancia se incrementa en cada año sucesivo, mientras
que la habilidad de respuesta de las vacas tiende a disminuir de la misma
manera que sus reservas corporales, particularmente si la dieta no es lo
suficientemente balanceada para cubrir las necesidades en los diferentes
momentos del ciclo reproductivo-productivo. La capacidad de
movilización mineral también disminuye con la edad: un animal joven
puede intercambiar un 17 a 20% de su calcio (Ca) óseo, mientras que
una vaca mayor a 10 años lo hará en un 2 a 5%.
De manera general, los períodos de producción deben contemplar
las pérdidas minerales por producción de leche, así como los períodos de
recuperación metabólica, principalmente en el período seco, con la
finalidad de prevenir el desbalance del inicio de lactación, período donde
ocurre la mayor frecuencia de alteraciones metabólicas de hipocalcemia
clínica y de otras enfermedades asociadas a la hipocalcemia subclínica.
La hipomagnesemia puede acompañar este período pero su prevalencia
está mayormente vinculada con el pico de lactación y con los ciclos de
las pasturas.
220
lactancia; los factores ambientales de confort en el establecimiento; el
comportamiento social por dominancia, agrupamiento y atestamiento de
los animales; las enfermedades inflamatorias del periparto asociadas a la
disminución de las defensas del aparato inmunitario provocado por el
estrés, además del estricto balance nutricional aportado por la dieta.
Durante el período de transición, léase de las tres o cuatro semanas
anteriores y posteriores al parto, el momento del periparto es aquel de
mayores riesgos en la salud de las vacas lecheras y es donde ocurre la
mayor frecuencia de enfermedades del año productivo. La adaptación
metabólica de la vaca al crecimiento fetal al final de la gestación; a las
necesidades obligatorias de la glándula mamaria para la calostrogénesis;
al inicio y mantenimiento de la lactancia; a las exigencias hormonales de
recuperación uterina; a las demandas energéticas y proteicas para la
producción de leche; al desbalance entre necesidades alimentarias y la
capacidad volumétrica del rumen; a la adaptación hormonal al
desbalance energético obligatorio del inicio de lactancia u homeorresis;
son algunos de los factores que tienen más relevancia por sus efectos en
el metabolismo general y en la estabilidad del sistema inmunitario. El
estrés metabólico y los factores ambientales y sociales de los animales
están relacionados con una significativa incidencia de enfermedades
inflamatorias e infecciosas que afectan principalmente al aparato
reproductivo, tales como: el retraso en la involución uterina, las metritis
o endometritis, las retenciones de placenta o las mastitis por coliformes.
El incremento de los procesos inflamatorios está relacionado con la
disminución de la respuesta inmune por cambios en los patrones de
respuesta de las proteínas de fase aguda, que provocan una inefectiva
221
acción de los leucocitos, particularmente los neutrófilos y los monocitos
sobre los agentes patógenos. Los procesos inflamatorios inducidos por
las proteínas de fase aguda: citoquinas (tumor necrosis factor a (TNF-a),
interleucina 1 (IL-1), e interleucina 6 (IL-6) y eicosanoides son
acompañados de procesos inflamatorios agudos con hipertermia,
taquicardia y anorexia o disorexia (Sordillo, 2013).
Las exigencias energéticas de esos períodos se manifiestan por una
elevada lipomovilización y una cetosis subclínica que inducen a
modificaciones histopatológicas del parénquima hepático con esteatosis,
la que puede presentarse de discreta a severa, provocando una
consecuente disfuncionalidad del sistema digestivo y hormonal que
agrega un efecto negativo a la funcionalidad metabólica que ya se
encuentra comprometida por los factores mencionados anteriormente.
Así, la condición corporal sufre las consecuencias producto del
catabolismo energético y proteico con disminución del estado corporal
por pérdida de la masa muscular y de la reserva grasa. Las consecuencias
hormonales en el metabolismo de la glucosa están relacionadas con la
secreción de la insulina por el páncreas y su sensibilidad en el músculo
esquelético, en el tejido adiposo y en el hígado afectando la salud
metabólica del animal. Esas modificaciones se revelan como variaciones
de la concentración de los ácidos grasos libres y del betahidroxi-butirato
(BHB) induciendo una respuesta de insulino-resistencia en esos órganos
durante la preñez y la lactancia. A su vez, también existe una relación
entre el metabolismo energético y el metabolismo mineral (Lean, 2006).
Los tenores en minerales: calcio, magnesio, fósforo, la diferencia iónica
y los niveles de potasio tienen influencia en el balance del metabolismo
222
mineral y en la fisiopatología del síndrome de vaca caída y
particularmente en el cuadro clínico y subclínico de la hipocalcemia y de
la hipomagnesemia de la vaca lechera. La importancia de estas
enfermedades metabólicas está en el efecto directo sobre la vida
productiva de las vacas, pero aún más en su salud por las alteraciones y
afecciones asociadas que ocurren en el periparto y el puerperio como las
mastitis, las distocias, las retenciones de placenta, las infecciones
uterinas, y los desplazamientos de abomaso, entre otras.
Antecedentes
223
un limitado nivel de intensificación agrícola. Diversas hipótesis sobre la
etiología surgieron para esa enfermedad que se presentaba en las horas
próximas al parto, comprendiendo la apoplejía, la trombosis, la infección
del útero o de las mamas. Señala Jack Payne (1981) que un aporte
importante al conocimiento fue la teoría del danés Jurgens Schmidt que
en 1897 sugirió que la enfermedad era debida a una infección de la ubre
y que la infusión intramamaria de ioduro de potasio constituía un buen
tratamiento, terapia que generó buenos resultados con una reducción de
la mortalidad desde un 15% a un 70%. Luego se observó que la infusión
de agua intramamaria era igualmente efectiva y que el insuflado de la
ubre era incluso más efectivo (Greig, 1930 in Payne, 1981). El segundo
gran avance en el diagnóstico llega en 1925 cuando Dryerre y Greig
enunciaron una teoría asociando la enfermedad con la disminución del
Ca en sangre, argumentando que tenía su génesis en el pasaje del mineral
a la mama en animales con deficiencia de hormonas paratiroideas. La
confirmación de la teoría que la hipocalcemia era la etiología de la
paresia puerperal, fue dada por los mismos Dryerre y Greig en 1930 de
Edinburgo, empleando gluconato de Ca por vía parenteral para remitir
los síntomas clínicos. Es interesante notar que desde 1934, cuando
Hayden sintetizó el borogluconato de Ca para el tratamiento
endovenoso, hoy en día continúa siendo el tratamiento empleado y
efectivo. Los mayores avances científicos y técnicos en la resolución del
problema clínico ha sido la prevención, con cambios en la alimentación
y en el manejo de las vacas pre-parturientas. Se han tomado en cuenta
los cambios metabólicos del período de transición y del posparto para
controlar el metabolismo mineral que hace eclosión en el periparto.
224
Desde el punto de vista clínico, la hipocalcemia es un caso individual,
pero las medidas preventivas se toman para el manejo colectivo de la
enfermedad, considerando su importancia económica a nivel del
establecimiento lechero y que más del 80% de esas vacas se encuentra
en hipocalcemia subclínica. Históricamente, la enfermedad clínica se
describió con diferentes sinonimias: hipocalcemia puerperal, paresia
puerperal, fiebre vitular, eclampsia posparto, fiebre de la leche, paresia
posparto, paresia de la parturienta e hipocalcemia de la vaca lechera.
Descripción
225
calculado en 14 g/kg PV en el bovino, estando distribuido en un 99% en
el esqueleto y el resto en otros órganos. Se destaca el espacio
extracelular dividido en extravascular e intersticial con 5 a 6 g, donde
ocurren funciones de intercambio iónico, siendo el mineral disponible
para cubrir exigencias metabólicas inmediatas. El Ca es transportado por
el espacio intravascular como calcemia en sus dos fases: el Ca no
difusible, ligado y transportado por proteínas y el libre o iónico (40 a
50% del Ca sanguíneo) necesario para las funciones celulares como: la
permeabilidad de membrana, la coagulación sanguínea, la excitabilidad
neuromuscular, la contracción muscular y también la acción como
cofactor enzimático u hormonal, dependiendo su disponibilidad del pH
sanguíneo. El balance del mineral debe estar equilibrado entre la
absorción intestinal (alrededor del 68%), la eliminación endógena por
recambio óseo y las necesidades para gestación y para lactación con el
Ca aportado por la dieta.
Los lentos mecanismos homeostáticos de la acción de la
parathormona (PTH), la vitamina D3 (1,25 dihidroxi-colecalciferol) y la
calcitonina, no permiten la adaptación del intestino, el hueso y el riñón a
las obligatorias y fuertes demandas de la calostrogénesis y la lactancia.
Particularmente, las dietas alcalinas en base a pasturas son un factor
coadyuvante de la mayor importancia, ya que afectan el equilibrio
ácidobásico sanguíneo. El desequilibrio hacia la dieta alcalina induce
cambios en la receptividad de los receptores a la PTH bloqueando la
acción hormonal y por lo tanto: disminuye la movilización del Ca
proveniente de la resorción osteoclástica de la hidroxiapatita de los
huesos; disminuye la síntesis del 1,25 di-hidroxi-colecalciferol por el
226
riñón y el hígado, resultando con una disminución en la respuesta para
mantener la homeostasis de la calcemia. Un factor muy destacado en la
literatura científica, como importante en el desequilibrio del mineral, es
el alto contenido de potasio en los forrajes provenientes de una intensa
fertilización del suelo para mejorar los rendimientos en materia seca.
Este elemento fue reconocido en la patogenia de la hipomagnesemia por
Kemp y 't Hart en 1957, y ahora se le reconoce ampliamente en su papel
de factor de riesgo para la hipocalcemia al relacionarlo con el balance
iónico de la dieta y en particular con la modificación del equilibrio
ácido-base sanguíneo. El potasio propende a la alcalinización sanguínea
que actúa reduciendo la movilización del Ca óseo y la disminución del
Ca iónico en sangre, factor principal para desencadenar el cuadro
clínico.
El desbalance en la homeostasis cálcica desemboca con la
presentación de la enfermedad, cuya sintomatología se caracteriza por un
cuadro neurológico que cursa con tres etapas: una primera, fase breve de
excitación; una segunda de postración con decúbito esternal y una final
con decúbito lateral, previo a la muerte. El caso clínico se presenta como
una hipocalcemia aguda posparto entre las 24 horas preparto y las 72
horas después. Desde el punto de vista bioquímico se caracteriza por un
descenso brusco del Ca iónico sérico y desde el punto de vista clínico
por un cuadro nervioso depresivo con persistencia del decúbito sin
posibilidades de recuperar la estación. Esta patología se manifiesta en
vacas lecheras de mediana y elevada producción, con mayor incidencia
en animales que están entre su tercera y cuarta lactación, siendo las
vacas multíparas más susceptibles y las primíparas prácticamente no se
227
enferman. La susceptibilidad individual es un importante factor. Las
vacas que han tenido hipocalcemia clínica en un año y se recuperaron,
tienen altas probabilidades que en el siguiente parto se manifieste
nuevamente la enfermedad. El cuadro clínico puede presentarse en todas
las épocas del año en que se produzcan los partos. Las razas tienen
influencia en la prevalencia, siendo las Jersey más susceptibles que las
Holstein y éstas más que las razas de carne donde la fiebre de la leche
ocurre en forma muy poco frecuente. El diagnóstico se establece en base
a la sintomatología, en particular por el cuadro nervioso depresivo en el
periparto, a los exámenes colaterales y a la respuesta terapéutica al Ca.
En la patología clínica se comprueban valores de calcemia muy por
debajo de los normales (referencia: 9 a 11 mg/dL), entre 3,0 y 4,8 mg/dL
(0,75-1,2 mmol/L), que dan nombre a la afección. La anatomía
patológica no revela signos de relevancia para el diagnóstico.
Diagnóstico clínico
228
la región de los hombros, pero preferentemente la masa muscular del
tren posterior es la que presenta contracciones de tipo fasciculares en
grupos de fibras musculares que son bien visibles y que se evidencian
claramente por la palpación colocando la mano sobre la piel de la masa
muscular. Estas contracciones pueden presentarse como mioclonias,
particularmente en los músculos estriados semimembranoso y
semitendinoso. Se evidencian como temblores en la estación y por una
ligera dismetría en la marcha, pudiendo presentarse cierto grado de
rigidez de los miembros posteriores en movimiento, como consecuencia
de la alteración de la transmisión del impulso neuronal por un aumento
de la irritabilidad neuromuscular. Puede haber una ligera
hiperexcitabilidad e hiperreflexia, con leves temblores en cabeza y dorso
pudiendo sufrir el animal grados leves de parestesia. La vaca procura no
moverse, y en esta etapa de corta duración puede caer con facilidad al
caminar sobre un piso duro resbaladizo o mojado, pero no es frecuente
que el animal se mantenga en decúbito. La lengua puede presentar cierto
grado de protrusión y haber rechinamiento de dientes. En la musculatura
lisa se manifiestan síntomas digestivos de constipación con heces secas y
duras, el apetito es normal o puede comenzar una disorexia por la
disminución en las contracciones ruminales que más cerca del parto se
profundizan. Puede presentarse cierto grado de distensión del rumen con
ligera deformación del perfil abdominal, principalmente del lado
izquierdo. La frecuencia de la rumia puede también estar disminuida. En
la glándula mamaria hay relajación del esfínter del pezón que permite la
salida de calostro en goteo, a veces en forma continua, mostrando una
glándula muy distendida. El sensorio es normal y el animal responde a
229
los estímulos visuales y externos demostrando una expresión alerta. La
temperatura en este período es normal, así como la frecuencia
respiratoria y el pulso. Por paraclínica se puede constatar una discreta
hipocalcemia con valores que pueden oscilar entre 7,5 y 8,5 mg/dL (1,87
a 2,12 mmol/L). Hay que hacer notar que existe una hipocalcemia
fisiológica del parto pero ésta no tiene manifestaciones clínicas, como en
este caso.
En la segunda fase, los síntomas son claramente visibles, el cuadro
predominante es un cuadro de sensorio deprimido, con posición de
decúbito esternal o ventral. El animal tiende a no desplazarse y quedar
en decúbito esternal con una posición de la columna vertebral
ligeramente encorvada en forma de S, apoyándose principalmente sobre
las articulaciones radio-cubitales de las patas delanteras, colocando la
cabeza hacia adelante y abajo con aspecto somnoliento, con los párpados
semicerrados y dando respuesta a estímulos visuales en forma lenta o
ausente. Evoluciona hacia una paresia del tren posterior con tendencia a
la flaccidez, síntomas que se conocen como paresia puerperal dentro del
síndrome de vaca caída. En esta etapa de parálisis fláccida muscular,
particularmente de los miembros posteriores, pueden presentarse algunas
contracciones musculares pasajeras de tipo tetaniforme. La cabeza se
vuelca hacia el flanco, en la llamada “posición de autoauscultación”, con
el cuello en extensión hacia atrás y debajo como manifestación de la
disminución del sensorio, mostrando una ausencia o disminución muy
marcada de respuesta a los estímulos externos. Las acciones de tracción
sobre la cabeza y el cuerpo, las vivas voces o ligeros golpes pueden
obligar al animal a incorporarse, aunque lo hará con dificultad o no
230
podrá hacerlo. La permanencia en la estación tiende a ser breve, aunque
a veces permanece de pie a pesar de la debilidad de los miembros
posteriores que pueden presentar temblores por el intento de mantener el
aplomo y el equilibrio posterior, estirando su cabeza y el cuello para
equilibrar el peso corporal. Los reflejos de sensibilidad superficial en las
extremidades están disminuidos, particularmente en miembros
posteriores, que responden lentamente al pellizcamiento o punción de la
piel o en el espacio interdigital. Igualmente ocurre con los reflejos de
sensibilidad profunda en tendones. Las pupilas están dilatadas y es lento
el reflejo pupilar a la luz; las córneas están secas y puede aparecer cierto
grado de enoftalmia. Puede percibirse el reflejo anal disminuido, con
semidilatación del esfínter anal y la aparición de materia fecal en escasa
cantidad de color oscuro y seco al lado del animal. El esfínter del pezón
también está semidilatado permitiendo la salida de poca cantidad de
calostro por efecto del rebozamiento del canal del pezón. La temperatura
corporal disminuye, con una hipotermia discreta (36 a 38°C), pudiendo
percibirse por palpación las orejas frías en su base, así como las
extremidades y la piel en general. Las mucosas están ligeramente pálidas
y el morro seco. La frecuencia del pulso aumenta por encima de 70 a 80
por minuto con pulsaciones débiles al tacto. La frecuencia cardíaca
aumenta y pueden auscultarse alteraciones del ritmo, con arritmias de
tipo bloqueo aurículo-ventricular como consecuencia de la alteración en
la conducción del impulso eléctrico a través del miocardio, con
alargamiento del intervalo Q-T del proceso de conducción y
repolarización en la carga eléctrica del corazón después de cada latido,
que puede evidenciarse mediante un ECG. Este cambio eléctrico está
231
asociado al efecto de la hipocalcemia y particularmente al bajo Ca
ionizado. En las grandes funciones se comprueba que hay anorexia, la
glándula mamaria está plena y muy distendida ya que la hipocalcemia se
presenta principalmente en vacas muy buenas productoras y con más de
tres o cuatro partos, en el período de mayor producción de las lecheras.
La bioquímica clínica indica valores subnormales de la calcemia (< 7,5
mg/dL ó < 1,87 mmol/L), así como del valor del Ca ionizado (Ca2+ por
debajo del 40%). Puede haber hipoalbuminemia (< 30 g/L) que
contribuye con el déficit de transporte del Ca ligado y los valores de
fósforo y magnesio pueden estar disminuidos para el primero (< 4,5
mg/dL) y aumentados para el segundo (> 2,7 mg/dL).
A partir de esta fase, se pasa gradualmente a la tercera,
caracterizada por la depresión profunda del sensorio, el decúbito lateral y
la muerte en coma en el 80 % de los casos sin tratamiento. En esta etapa
el animal permanece en decúbito, primero ventral y luego se coloca de
lado con el cuello y la cabeza extendidos. No realiza movimientos y la
flaccidez muscular es particularmente evidente. Es interesante
mencionar que la parálisis en los bovinos es fláccida, probablemente
porque la baja concentración extracelular de Ca reduce la liberación de
acetilcolina en la placa neuromuscular, disminuyendo el trofismo o
fuerza de contracción, cuando en otras especies (cerdo, perro, caballo) es
mayormente espástica o tetaniforme, en la llamada eclampsia. En el
humano la espasticidad es similar y aparecen el signo de Trousseau -
espasmo visible y doloroso del carpo y mano al comprimirse el brazo-, y
el de Chvöstek espasmo facial y de la comisura labial al percutir por
delante de la oreja en la rama del nervio facial-. En la vaca hay flaccidez
232
de la musculatura estriada e hiporreflexia generalizada con pérdida del
reflejo pupilar, del palpebral, con protrusión del tercer párpado,
abolición del reflejo anal y del patelar, con ausencia de respuesta a las
pruebas de sensibilidad superficial y profunda. La depresión del sensorio
es severa con pérdida de la conciencia y con ausencia de respuesta a los
estímulos externos manifestando gran somnolencia, sopor y coma. El
decúbito lateral induce a un meteorismo gaseoso por falta de eructación
y debido a la posición del cuerpo, que se recupera en parte si es posible
colocar la vaca en posición ventral, la administración de Ca endovenoso
induce inmediatamente al inicio de la eructación, abolida en esta etapa.
Las contracciones ruminales están ausentes, puede haber defecación con
heces secas y duras por relajación del esfínter anal. No orina y si lo hace
es por rebosamiento, la orina es escasa y de color oscuro. La temperatura
es francamente hipotérmica con valores cercanos a 35-36°C, las
extremidades, orejas y la piel están frías. La respiración es superficial
pudiendo auscultarse u oírse cerca de las narinas un ronquido producido
por parálisis de velo del paladar.
En la fase terminal hay taquicardia con una frecuencia cardíaca
superior a 100-120 pulsaciones por minuto, puede auscultarse arritmia,
el pulso es débil y filiforme pudiendo no percibirse a la palpación, puede
haber ingurgitación de las venas yugulares, las mucosas están
congestivas y el cuadro termina en colapso circulatorio. El análisis de
laboratorio indica valores de calcemia que pueden bordear los 5-6 mg/dL
(< 1,25 a 1,5 mmol/L) y el valor del Ca2+ por debajo del 30%, de un
valor normal entre 42 y 47% de la calcemia. La fosfatemia puede
alcanzar valores disminuidos de 3 a 4 mg/dL y la magnesemia
233
aumentada puede estar con valores superiores a 3.2 mg/dL. La muerte
del animal sobreviene en pocas horas sin tratamiento, con una
mortalidad superior al 80% en vacas multíparas de alta producción. La
recuperación en fases tempranas luego de la perfusión de Ca es superior
al 90%, debiendo preverse posibles recaídas en las 12 a 18 horas
posteriores. En la etapa terminal, la recuperación clínica puede ser del
50-60%.
Hipocalcemia subclínica
234
por la disfunción de los diferentes sistemas del organismo dependientes
de la homeostasis del Ca. Como producto de las alteraciones en la
musculatura lisa aumenta la susceptibilidad a otras patologías, como el
menor tono del esfínter del pezón, la mastitis a coliformes -con una tasa
de riesgo 8 a 9 veces mayor en vacas que sufrieron hipocalcemia previa-,
la menor contractilidad uterina, las distocias, la retención de placenta, el
retraso de la involución uterina, las metritis o endometritis -con retraso
en el reinicio de la actividad reproductiva-, los desplazamientos de
abomaso, la disminución de la funcionalidad ruminal, la reducción del
consumo voluntario, la cetosis por balance energético negativo, la
disminución de la producción láctea, la menor tasa de remodelación
ósea, las enfermedades podales y la disminución de la respuesta inmune
entre otros trastornos conocidos que tienen un alto impacto sobre la
economía del establecimiento lechero.
La importancia de la hipocalcemia subclínica es que el período no
se limita al periparto, sino que abarca el preparto temprano y puede ir
bastante más lejos en el tiempo que del pico de lactancia cuando
comienza a equilibrarse la pérdida mineral por la leche con el aporte por
la dieta. Los costos agregados en un establecimiento con alta prevalencia
de hipocalcemia subclínica son mucho mayores que los provocados por
un bajo porcentaje de vacas con curso clínico agudo.
235
pero pueden existir otras combinaciones patológicas. Una de ellas es la
hipocalcemia con hipomagnesemia que tiene un cuadro clínico similar
en cuanto al cuadro de vaca caída pero la sintomatología nerviosa tiene
manifestaciones musculares con mayor espasticidad, con contracciones
tónico-clónicas, pudiendo haber hipertermia y muerte súbita. El
tratamiento clásico no es tan efectivo a menos que se agregue magnesio
en la fórmula endovenosa. Otra manifestación de vaca caída en el
periparto es por la hipofosfatemia que presenta un cuadro también de
posición de decúbito con parálisis en miembros posteriores,
permaneciendo en estado de alerta y que no responde al tratamiento con
Ca, el aporte de fósforo endovenoso es medianamente eficaz. Estos dos
últimos casos pueden cursar con hipercalemia.
Tratamiento
236
los inconvenientes de que la absorción no puede asegurarse, que la dosis
no es lo precisa que puede pretenderse, que depende de una buena
perfusión y que puede ocasionar reacciones subcutáneas adversas. Las
dosis de borogluconato de Ca IV en solución al 23% aportan 8 a 14 g de
Ca en 500 mL, con recomendación de dosis única y suministrada en
forma lenta evitando el riesgo de paro cardíaco durante la infusión. La
dosis recomendada es hasta 20 g por vez. Cada dosis suple el equivalente
de 4 g en la sangre. Algunas vacas hipocalcémicas en recuperación
requieren dos o más dosis intravenosas, ya que la deficiencia se estima
en 10 a 20 g de Ca. Un signo del efecto favorable durante o al final de la
perfusión es la respuesta de eructación indicando el reinicio de las
contracciones ruminales.
237
como carbonato de Ca en la ración puede ser un coadyuvante aunque no
se manifiesta en la calcemia. Los animales en ese período se encuentran
con disorexia o anorexia, y además estas sales tienen baja palatabilidad,
por lo que el consumo no será muy elevado. Su administración es más
conveniente para los períodos de recuperación mineral durante la
lactancia. Hubo en el pasado diferentes combinaciones para compensar
las variaciones de la calcemia, tales como el uso de vitamina D3 o de
otros metabolitos como 1α-calciferol, o el empleo de la hormona
paratiroidea (PTH), pero su eficacia, su disponibilidad en el mercado o el
precio no resultan de conveniencia al momento actual.
El animal caído y en alerta debe colocarse en un ambiente limpio,
con sombra, con agua y comida, previniendo que si permanece mucho
tiempo en decúbito esternal, hay que ayudarlo a moverse de lugar varias
veces al día, al menos 4 a 6 veces, porque el decúbito persistente
entumece y provoca lesiones severas en sus músculos, por lo que
ponerse de pie es una dificultad que a veces la vaca no puede superar por
la debilidad del tren trasero. Ayudarlo a ponerse de pie en forma
mecánica con un aparato levantavacas y una cincha ancha con la que
pueda ser colgada desde arriba, inclusive con un engranaje palanca que
pueda tener un anclaje posterior y otro anterior (lo que parecería un
exceso), ayuda al animal a levantarse y estar de pie un tiempo entre 30 y
60 minutos cada vez, que puede ser la diferencia entre recuperarse o ser
sacrificado. Es recomendable masajear los miembros posteriores. La
complicación es mayor si la hipocalcemia ocurre en el preparto
inmediato lo que es muy frecuente.
238
Prevención
239
resorción ósea por los osteoclastos y la producción renal de 1,25-
(OH)2D3 incrementando su absorción intestinal para prevenir el
momento de máximas necesidades de Ca en el periparto. Se ha
demostrado que la hipocalcemia es principalmente causada por una
alcalosis metabólica inducida por dietas de pasturas altas en potasio. Si
los niveles de potasio exceden el 2% debe considerarse suplementar las
vacas secas con sales aniónicas. El Ca ingerido durante el período seco
puede restringirse reemplazando total o parcialmente la alfalfa,
conteniendo un 2% de Ca por henos o silajes de forraje o de maíz con
contenidos entre 0,4% y 0,8% del mineral.
Con respecto a las sales aniónicas, existe un acuerdo general basado
en extensos trabajos científicos que las dietas elevadas en Na+ y K+ y
bajas en Cl- y SO42- tienen una influencia negativa sobre la calcemia,
mientras que proporciones inversas resultan favorables como
prevención. Los cationes monovalentes Na y K , los bivalentes Ca2+ y
+ +
Mg2+ y los aniones SO42- y NaHCO3 tienen una influencia negativa sobre
la hipocalcemia. Se han desarrollado múltiples fórmulas para establecer
la dieta con el mejor equilibrio en la homeostasis de los minerales,
calculadas sobre la base [Na+ + K+] - [Cl- + S2-]. La diferencia en la dieta
de cationes-aniones (DCAD) para prevenir la fiebre de la leche está
basada en un modelo de iones fuertes del balance ácido-base sanguíneo
en el cual el pH plasmático está determinado por cuatro factores
independientes: pCO2; solubilidad del CO2 en el plasma; la diferencia de
iones y la concentración total de moléculas buffer débiles no volátiles
del plasma, principalmente albúmina, globulinas y fosfato. La base para
establecer estos equilibrios desde el punto de vista práctico es el empleo
240
en la dieta de sales con los cationes: cloruro de Ca (CaCl2), sulfato de Ca
(CaSO4), cloruro de magnesio (MgCl2), sulfato de magnesio (MgSO4),
cloruro de amonio (NH4Cl), sulfato de amonio [(NH4)2SO4] o también
los ácidos clorhídrico (HCl) o sulfúrico (H2SO4). La absorción en el
tracto digestivo del diferencial a favor de cloruros y sulfatos con relación
a los iones Ca, magnesio y amonio disminuyen el pH plasmático. Esa
inducción a la acidosis metabólica reduce el riesgo a la hipocalcemia
clínica basado en el metabolismo del Ca y la mayor disponibilidad y
concentración del Ca ionizado. Se han encontrado efectos favorables a
las dietas de DCAD por: menor sensibilidad a la PTH, aumento de
síntesis de vitamina D3 por el riñón, mayor absorción de Ca en el
intestino e incremento de la resorción ósea. Como comprobación de la
efectividad de las sales para la acidificación sanguínea se recomienda su
control con la medida del pH urinario, debido a sus altos grado de
correlación, donde los valores de pH 5,5–6,2 indican una correcta acción
acidificante aumentando la concentración sanguínea de Ca2+.
Finalmente, una dieta baja en Ca debe aportar mucho menos del
requerimiento de la vaca para ser capaz de preparar los mecanismos de
regulación. Por ejemplo, una vaca de 600 kg PV consumiendo 13 kg de
materia seca debe ingerir una dieta que provea menos de 1,5 g/kg de Ca,
o sea menos de 20 g de Ca disponible por día. Es importante tener en
cuenta que luego del parto el animal debe ser cambiado a una dieta alta
en Ca para cubrir los requerimientos de mantenimiento y lactación,
sabiendo que cada litro de leche contiene 1,2 g de Ca total y que una
vaca Holstein con 500 kg PV, con una producción de leche de 30 L/d,
tiene necesidades de al menos 52,5 g Ca/d (NRC, 2001).
241
En conclusión, la hipocalcemia clínica de la vaca lechera debe
enfocarse con el tratamiento medicamentoso en el caso individual, pero
que es más importante el control de todo el rodeo, comenzando desde el
período de lactación, siguiendo por el período seco y por el período de
transición, con el manejo de la alimentación y el empleo de sales
aniónicas, considerando que todas las vacas del tambo estarán sometidas
a las mismas condiciones ambientales y que fisiológicamente esos
animales presentarán un alto porcentaje de hipocalcemia subclínica,
antesala de trastornos de la salud que influirán negativamente en la
producción y en la economía del productor.
Hipomagnesemia
Antecedentes
242
característica de la plantas jóvenes el contenido de baja materia seca o
sea de altos contenidos de agua, alto tenor en proteínas solubles y en
potasio que ingresadas al tubo digestivo aumentarían el tránsito
intestinal, modificando las fermentaciones ruminales y provocando
diarreas que inducirían a una baja digestibilidad, disminuyendo la
absorción de un contenido ya de por sí bajo en Mg. Esta situación se da
en primavera u otoño que corresponde con la puesta en pasturas de las
vacas para cubrir los momentos de mayores requerimientos para
mantener el pico de producción lechera. Otra patogenia propuesta
explicaría situaciones de estrés que desencadenan el cuadro clínico en
bovinos y en ovinos como ocurre en el ayuno, en adversidades
atmosféricas con frío, viento y lluvia y con el transporte. Esta respuesta
está relacionada con la movilización grasa de los adipocitos del tejido de
reserva por efecto de la adrenalina, que prepara a las células para una
demanda energética incrementada para responder con el músculo
esquelético a las exigencias para la lucha o la huida, ante ese estrés. El
adipocito utiliza Mg a través de su membrana para realizar la lipólisis
intracelular provocando una redistribución obligatoria del mineral. El
potasio podría utilizar ese mismo mecanismo, ya que es sabido que
tenores elevados de potasio son factores predisponentes que interfieren
la absorción del mineral provocando la deficiencia del balance y
desarrollando la hipomagnesemia. Se han señalado como causas de la
hipomagnesemia las pérdidas del mineral por la leche particularmente
durante el pico de lactancia; el poco aporte del mineral en la ración o las
pasturas; el aporte excesivo en el suelo y las pasturas del ión K+ y la
movilización de grasas que provoca la redistribución del Mg en el
243
organismo. Hay que señalar que contribuye con las situaciones
deficitarias que las sales de Mg de la dieta tienen un coeficiente de
absorción intestinal más bajo que otros minerales con valores de 29% del
aporte. El balance nutricional de Mg y su concentración en el líquido
extracelular (2–3 g de Mg) dependen de la absorción activa y pasiva del
Mg desde el rumen y el intestino; de los requerimientos del animal para
mantenimiento y producción; de la excreción endógena del organismo y
de las pérdidas por leche.
El Mg es un mineral mayor que comprende el 0,05% del peso
corporal y que en una vaca de 500 kg PV hay unos 170 g de Mg en el
tejido óseo, 70 g en el espacio intracelular, 2,5 g en fluidos
extracelulares y 0,7 g en sangre (Mayland, 1987, in NRC, 2001). Su
forma química se encuentra en forma libre o ionizada en el 55% o unido
a proteínas en el 32% o formando complejos con citratos y fosfatos en
un 13% del total (Mayland, 1988), o expresado de otra manera: 60% en
hueso, 39% en tejidos blandos y 1% en el líquido extracelular
(Contreras, 2003). El Mg participa en múltiples funciones del
organismo, como activador o cofactor de reacciones enzimáticas; en la
síntesis de proteínas; en la regulación de la permeabilidad de membranas
celulares; en la movilización del Ca; en el tono y la contracción
muscular y en la regulación de la bomba de Ca2+ en el sarcoplasma; en la
regulación de acetilcolina en la placa motora; en la regulación de la
estructura de RNA y DNA ribosomal, y por ello regula el crecimiento
celular en la síntesis de anticuerpos y linfocitos (Kaneko et al., 1997).
Las necesidades para una vaca de 500 kg PV con una producción de 20
L/d son: pérdidas por leche (0,13 g/L) 2,6 g; pérdida fecal (3 mg/kg/d)
244
1,5 g y pérdida urinária de 1,0 g. Portanto, sus necesidades de absorción
son de 5,1 g/d. Ha sido propuesto que la relación K+/Ca2++Mg2+ sea <
2,2-2,5 (Kemp y 't Hart, 1957). Esos requerimientos mantendría los
valores de Mg en sangre de 2.2 mg/dL (0,92 mmol/L). Hay varios
factores de la dieta y fisiológicos que influyen en la absorción del Mg:
fundamentalmente la relación K/Mg; la relación Ca/Mg; la proporción
del Mg en el rumen; la relación Na+/K+ en el rumen (el aumento de K+
altera el diferencial de potencial transmural celular y la actividad de la
Na/K-ATPasa); las altas concentraciones de amonio ruminal que actúa
como quelante; la deficiencia de energía por la microflora ruminal; el
exceso de fosfatos (relación Mg/PO4) en la ración formando sales
insolubles y la edad de los animales y el pH intestinal.
Diagnóstico clínico
245
nerviosos en las uniones neuromusculares. Su acción actúa estabilizando
las membranas biológicas en el transporte de energía comportándose
como agente de relajación muscular por ese motivo su disminución se
manifiesta por sintomatología nerviosa de excitación y parálisis
espástica.
En el cuadro inicial hay disminución del apetito, disminución de la
producción láctea (Kronfeld, 1980), pero luego rápidamente aparecen
cambios en el comportamiento, volviéndose agresivo, pudiendo atacar a
las personas u otros bovinos (Hicks y Pauli, 1976). Continúan los signos
de hiperexcitabilidad con respuesta exagerada a los estímulos externos
como los sonidos, hay hiperreflexia e hiperestesia, con temblores
musculares en las grandes masas musculares y cuello. La cabeza puede
estar estirada y la boca abierta por dificultad respiratoria con
movimientos superficiales de mayor frecuencia, por la contractura de los
músculos intercostales. En esta etapa hay hipertermia, anorexia e
intranquilidad con defecaciones frecuentes con heces muy líquidas. Las
micciones son frecuentes con orina de color normal. Las orejas están
erguidas y el reflejo anal y el palpebral aumentados, los párpados se
abren y se cierran, mostrando un nistagmus. Los síntomas
neuromusculares aumentan de intensidad presentándose astasia en la
estación con rigidez en extensión de los miembros, evolucionando a una
incoordinación motora con ataxia que lleva a la caída del animal en
paresia espástica, instaurándose convulsiones tónico-clónicas para
finalizar con un cuadro de opistótonos, movimientos de pedaleo,
rechinar de dientes, tetania y coma. Pueden ocurrir algunos episodios de
convulsiones tónico-clónicas con períodos cortos de recuperación que se
246
reiteran desencadenados por sonidos o simples movimientos externos,
pero finalmente se desencadena el cuadro final de tetania y muerte.
Puede ocurrir que la única manifestación visible sea la muerte súbita. A
la forma clínica crónica, con desmedro del animal, con baja producción
láctea y con alteraciones óseas es difícil de reconocer como
hipomagnesemia, salvo por exámenes rutinarios del tipo de los perfiles
metabólicos.
La bioquímica clínica es concluyente para confirmar el diagnóstico,
con el descenso del Mg en el suero (< 1,2 mg/dL), en el líquido
cefalorraquídeo (< 1,45 mg/dL) y en el cadáver por la concentración de
Mg en el humor vítreo (< 1,8 mg/dL) y en la orina (< 2,5 mg/dL). Los
valores de referencia son 2,0 a 3,0 mg/dL (0,82 a 1,23 mmol/l) en suero
y 2,0 mg/dL en líquido cefalorraquídeo (Hunt, 1996). La anatomía
patológica no presenta signos relevantes. El diagnóstico se establece en
base a la sintomatología clínica por el cuadro nervioso con
hiperexcitabilidad y tetania, a la patología clínica y a la respuesta al
tratamiento.
Tratamiento
247
parenteral puede ser glutamato/aspartato de Mg (Cseh, 2012). Es
aconsejable aportar también óxido de Mg en forma oral en una mezcla
mineral a razón de 60 g/animal/día, mezclado con concentrado, con
melaza, disperso sobre el heno humedecido o como aditivo en ensilaje (1
kg/ton) o mezclado con sal 20:80 (Contreras, 2009).
Prevención
248
concentración de Mg por lo que es recomendable el uso de asociaciones
gramíneas-leguminosas para incrementar el consumo diario del mineral
contribuyendo en la prevención de la hipomagnesemia (Goff, 1998;
NRC, 2001). En suma, se debería cubir nutricionalmente las necesidades
para mantenimiento y producción, realizando análisis preventivos de
suelo, alimento y animales en los períodos de riesgo, con la precaución
de manejar alternativas de control y prevención en los establecimientos
con alto riesgo de hipomagnesemia clínica.
249
Referencias
250
Santander: 124-128.
http://web.unillanos.edu.co/docus/libro%20ponencias%20ANEM
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252
Deslocamento de abomaso em vacas leiteiras:
ocorrência, manejo e indicadores diagnósticos 10
Introdução
10
Dias, A.P., Guadagnin, A.R., Cardoso, F. 2015. Deslocamento de
abomaso em vacas leiteiras: ocorrência, manejo e indicadores diagnósticos.
II Simpósio Nacional da Vaca Leiteira. Anais. Porto Alegre: Universidade
Federal do Rio Grande do Sul. p. 253-272.
253
produziram 557 kg de leite a menos do que animais sadios, sendo que
30% das perdas ocorreram antes do diagnóstico em estudo realizado com
12.572 vacas da raça Holandesa. Raizman e Santos (2002) afirmam que
a perda de produção de leite ocorre nos primeiros 4 meses de lactação.
Afirmam, também, que vacas acometidas por deslocamento de abomaso
à esquerda apresentam maior intervalo do parto até primeira inseminação
artificial e são duas vezes mais suscetíveis a outras doenças que os
animais sem problemas de saúde.
No estado do Rio Grande do Sul (sul do Brasil), este distúrbio é
encontrado em bacias leiteiras de alta produção. Inexiste, entretanto, um
estudo de prevalência da doença no Brasil. O avanço do conhecimento
técnico para o diagnóstico do deslocamento de abomaso provavelmente
foi o responsável pelo aumento do número de casos observados no
Estado. Segundo relato de médicos veterinários, com experiência nesta
afecção, a ocorrência é maior no período inicial de inverno e final de
primavera. Uma das possíveis explicações para esta observação é que
nestes períodos as pastagens de inverno e verão, respectivamente, ainda
não estão estabelecidas gerando um déficit de fibra na dieta destes
animais. Nesse contexto, é necessário o conhecimento dos eventos
metabólicos que ocorrem antes e depois da apresentação do transtorno,
principalmente em sua relação com o manejo alimentar dos animais e o
envolvimento de patologias associadas, para que se possam diminuir as
perdas econômicas através de um diagnóstico eficaz e um
monitoramento adequado do tratamento.
Os objetivos deste artigo são revisar as causas de deslocamento de
abomaso, sua patogenia e o impacto em distúrbios metabólicos
254
associados e avaliar como diferentes estratégias nutricionais antes e
depois do parto podem afetar esta patogenia através da adequação dos
nutrientes. O tema cental do artigo é o manejo nutricional para promover
maior ingestão de matéria seca (IMS) após o parto, e menor redução de
IMS no pré-parto, que são um fator unificador para o sucesso no período
de transição e a prevenção do deslocamento de abomaso.
Etiologia e epidemiologia
255
concentrado com 18% de proteína bruta causou uma incidência de 1,6%
(Dawson et al, 1992).
Sugere-se que no estágio avançado de gestação, o volume uterino
aumentado ocupa uma porção do espaço do rúmen, e a retração uterina
logo após o parto leva a uma predisposição anatômica de deslocamento
do abomaso (Goff & Horst, 1997). O DAE ocorre principalmente no
período de duas a oito semanas pós-parto. Wolf et al. (2001) verificaram
que mais de 75% dos casos de DA ocorrem nos primeiros 30 dias pós-
parto. Tabeleao et al. (2005), em estudo realizado no Paraná,
encontraram maior ocorrência desse transtorno nos 10 dias após o parto.
Shaver (1997) relatou que 80 a 90% dos casos de DAE são
diagnosticados no primeiro mês pós-parto.
A B
256
encontram-se diminuídos. A fita reagente indicativa de pH é uma boa
ferramenta a campo para a determinação do pH ruminal. O tempo de
redução do azul de metileno (TRAM) é significativamente menor no
DAE, indicando que um dos fatores a ser corrigido no tratamento pós-
cirúrgico é a reposição do equilíbrio ruminal. Os valores séricos de
lactato, β-hidroxibutirato (BHB) e AST estão aumentados nos animais
com DAE, sendo indicativos para o diagnóstico auxiliar desta afecção.
Dentro dos parâmetros utilizados, TRAM, produção de leite,
hematócrito, uréia, escore de condição corporal e BHB mostraram-se
como os mais eficazes na caracterização desta afecção.
Importância econômica
257
lactação, custo de reposição da vaca e valor de abate do animal. Baseado
nos valores descritos por Bartlett et al. (1995), Andrade (2005) estimou
os custos de dois casos de DAE que ocorreram na região do Planalto
Riograndense. Para tal, estimou gráficos de produção esperada de leite
para cada animal e calculou as despesas com medicamentos e custos
cirúrgicos. Os animais analisados encontravam-se na 1ª e 3ª lactação
quando da ocorrência de DAE, de modo que a produção esperada de
leite foi calculada através da média de produção de animais em 1ª e 3ª
lactação no rebanho, respectivamente (Figura 2). Observa-se que a
queda na produção de leite de animais acometidos por DAE pode
perdurar entre 3 a 6 meses, sendo um prejuízo considerável em termos
financeiros. Os animais foram submetidos à correção cirúrgica do
deslocamento de abomaso, de modo que somado ao custo decorrente da
queda na produção leiteira está o custo do procedimento cirúrgico e os
medicamentos utilizados (Tabela 1). As perdas totais decorrentes da
doença foram de US$ 496,63. Desta forma os valores encontrados
ultrapassaram os descritos por Bartlett et al. (1995), demonstrando a
importância da prevenção dessa doença. Convém ressaltar que não estão
incluídos nestes cálculos os custos referentes à eventual perda de
animais decorrentes da doença ou custos com doenças secundárias ao
DAE, bem como os custos referentes ao deslocamento do médico
veterinário até a propriedade. Fleischer (2001) cita que o deslocamento
de abomaso está relacionado com a produção de leite: quanto maior a
produção, maior o risco de desenvolver DA. Geralmente, as vacas que
desenvolvem deslocamento de abomaso são animais de alta produção,
258
mas devido ao DA o animal apresenta um baixo desempenho em
produção leiteira na lactação corrente.
Patogenia
259
desenvolver DA quando comparadas com vacas que possuem menores
concentrações de BHB sanguíneo (Suthar et al., 2013).
260
Tabela 1. Estimativa de despesas totais decorrentes de DAE em bovinos
leiteiros (Andrade, 2005)
Item US$
Perdas em produção de leite 265,75
Terapia medicamentosa 35,58
Tratamento cirúrgico 196,30
Total 496,63
261
direito. A ingestão diminuída de líquido e o sequestro de grandes
volumes de ácido clorídico no abomaso levam à desidratação e volemia
(Gesihauser & Schemann, 1998). O vólvulo pode provocar uma
obstrução do fluxo sanguíneo através do abomaso. Este fato pode levar a
congestão, edema, e, eventualmente, necrose da parede do abomaso
(Habel et al., 1981).
Cardoso et al. (2008) realizaram um estudo sobre as variações do
hemograma e perfil bioquímico sanguíneo em vacas com DAE.
Concluíram que em vacas acometidas por esse transtorno a produção de
leite, o peso e o escore de condição corporal diminuem. O tempo de
redução do azul de metileno (TRAM) é significativamente menor em
animais com DAE. Os valores séricos de lactato, BHB, ácidos graxos
livres, ureia e AST apresentam-se aumentados, enquanto os de proteína
total, albumina e colesterol diminuem nos animais com DAE. Portanto,
esses metabólitos são indicativos para o prognóstico e tratamento desta
afecção.
Diagnóstico
262
Animais com um quadro agudo de vólvulo ficam deitados 24 horas após
o episódio e podem vir a óbito dentro de 48 a 96 horas devido ao choque
e desidratação. Nos casos de DAE, o diagnóstico pode ser realizado
através da auscultação e percussão do flanco esquerdo localizando-se o
som metálico característico de “ping” (Rosenberger, 1990). A maioria
dos deslocamentos pode ser encontrada no meio de uma linha imaginária
estabelecida entre a tuberosidade coxal esquerda e o cotovelo esquerdo.
O “ping” pode estar localizado desde a nona costela até a fossa
paralombar esquerda. Caso exista dúvida na origem do “ping” entre
rúmen ou abomaso, podese realizar uma aspiração do líquido presente na
região de gás e aferir o pH, que deve diferenciar entre rúmen (pH 6-7) e
abomaso (pH 2-3) (Rosenberger, 1990). Nos casos de DA à direita as
técnicas de diagnóstico são as mesmas do DAE. Deve-se ter o cuidade
de diferenciar quaisquer outras patologias que possam provocar o “ping”
no flanco direito. A mais comum é a dilatação e/ou torção de ceco que
pode ser diferenciada através de palpação retal (Howard & Smith, 1999).
Fatores genéticos
263
diminuição da motilidade do abomaso, o gene motilina (MLN)
localizado proximalmente no BTA23, que codifica um pequeno
hormônio regulador da contração grastrointestinal, é um dos genes
importantes e necessita ser estudado. Mömke et al. (2012) identificaram
um polimorfismo de nucleotídeo único (SNP) que afeta o sítio de ligação
NKX2-5 dentro do gene bovino MLN. Esse polimorfismo mostrou estar
correlacionado com uma diminuição significativa na expressão do MLN
e com um significante aumento da incidência de DAE em vacas
Holandesas. Esse é o primeiro polimorfismo demonstrando uma
associação com o DAE e pode ser utilizado como teste de suscetibilidade
nessa raça. Zwald et al. (2004) encontraram uma correlação genética
moderada entre DA e cetose (0,45 ± 0.16) na primeira lactação de vacas
Holandesas nos Estados Unidos. Neuenschwander et al. (2012)
encontraram uma alta correlação genética (0,58 ± 0.13) entre DAE e
cetose com vacas Holandesas no Canadá.
Tratamento
264
outras estruturas (como o rúmen e o intestino) ou fixar o abomaso em
uma posição equivocada (Fubini & Ducharme, 2004). A escolha da
técnica deve ser aquela em que o cirurgião esteja mais habituado e em
que se sinta mais confortável realizando, uma vez que todas elas
apresentam resultados e períodos de recuperação semelhantes.
A abomasopexia pelo flanco esquerdo é utilizada para visualizar
uma porção do abomaso com o animal em pé. A colocação das suturas
na região paramediana ventral direita deve ser feita cuidadosamente para
evitar a fixação de outras estruturas ao mesmo tempo na sutura (Howard
& Smith, 1999). A omentopexia pelo flanco direito é uma técnica muito
bem aceita, mas deve-se ter cuidado, pois muita força é disposta sobre o
omento no momento da sutura (Fubini & Ducharme, 2004). Todos os
animais com DA ou vólvulo apresentam algum distúrbio eletrolítico. A
composição do fluido administrado pode ser ajustada conforme o perfil
bioquímico destes animais. Soluções isotônicas salinas e Ringer são
comumente utilizadas e apresentam bons resultados (Huhn & Nelson,
1995). O volume de líquido a ser administrado depende do grau de
desidratação do animal. A hidratação oral pode ser utilizada, mas não é
substituível à administração endovenosa, quando o animal apresenta um
grau de desidratação igual ou maior que 8%. A utilização de
antimicrobiano fica a critério do médico veterinário que deve levar em
consideração o tempo do procedimento, assepsia do tratamento cirúrgico
e a manipulação que foi realizada no procedimento (Howard & Smith,
1999).
265
Controle
266
gastrointestinal (Goff & Horst, 1997). Uma dieta rica em fibras causa
uma expansão física do rúmen, promovendo uma barreira contra a
migração do abomaso. Uma característica importante é que a fonte de
fibra fornecida durante o período seco deve ser a mesma fornecida
durante o período inicial da lactação, pois isso permite uma adaptação
mais rápida da fermentação ruminal (Curtis et al., 1985). Fornecer uma
dieta rica em forragens é uma das mais comuns e mais eficazes formas
de manejo estratético para minimizar a ocorrência de DAE durante o
período periparturiente. Isto implica em garantir no mínimo um teor de
17% de fibra na dieta (Radostitis, 2007).
O fornecimento de propilenoglicol resulta numa menor incidência
de DA quando utilizada como tratamento metafilático no pós-parto
imediato. Esse fato se deve às propriedades gliconeogênicas que
incrementam as concentrações plasmáticas de glicose e insulina e
diminuem as concentrações de ácidos graxos não esterificados e de BHB
(Studer et al., 1993). Uma alternativa é utilizar monensina na forma de
cápsulas de liberação controlada, visto que a monensina é um antibiótico
ionóforo que altera a produção de AGV em favor da produção de
propionato, o maior precursor de glicose no ruminante. Desta forma, os
efeitos da monensina são mediados por melhora no balanço energético e
consequente diminuição na incidência de cetose subclínica, DAE e
outras doenças metabólicas. A administração de monensina CRC
(controlled-release capsule) 3 semanas antes do parto diminui as
concentrações de ácidos graxos não esterificados e BHB e aumenta a
concentração de colesterol e ureia sérico na semana imediatamente após
o parto (Duffield et al., 2005). Isto indica um metabolismo energético
267
mais efetivo em vacas que recebem monensina CRC, o que é importante
para a prevenção de retenção de placenta e cetose clínica, além da
prevenção de DAE. Pode-se esperar por uma redução de 40% na
ocorrência de DAE e cetose clínica com a administração pré-parto de
monensina CRC e 25% menos ocorrências de retenção de placenta
(Radostitis et al., 2006).
Conclusão
268
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