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MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos

ISSN (en línea): 0719-4862 | Número 21, octubre 2023-marzo 2024, 201-226 |
DOI: 10.5354/0719-4862.2023.72250

El socialismo en la actualidad: perspectiva de


los marxistas latinoamericanos1

Socialism Today: A Perspective of Latin American Marxists

Pablo Guadarrama González


Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, Cuba
https://orcid.org/0000-0002-4776-2219
pabloguadarramag@gmail.com

El socialismo es una vieja aspiración de la humanidad, aunque no


siempre se le haya denominado de tal modo. No importa tanto saber
quiénes fueron los primeros en plantearse la tarea de concebir y luchar
por alcanzar un tipo de sociedad más humana y más justa, que deje
atrás la barbarie del capitalismo2, lo imprescindible es saber quiénes
se lo han planteado adecuadamente en las circunstancias oportunas
y por qué razón desde el siglo XX hasta nuestros días han tenido
éxito algunas de sus aspiraciones en tanto que otras han terminado
en el fracaso.

1
Conferencia ofrecida en el XIII Simposio Internacional de Pensamiento Filosó-
fico Latinoamericano, Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Santa
Clara, Cuba, 26-27 de junio de 2012.
2
“Siguiendo los pasos de Marx, Rosa Luxemburgo expresó de un modo notable
el dilema que debemos enfrentar: ‘socialismo o barbarie’” (Meszaros 73).
202 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

Desde que surgió como una amenaza de real alternativa al capi-


talismo, el socialismo ha sido un blanco constante de los ataques de
la derecha tradicional. En los momentos en que los primeros países
emprendieron la construcción de tal “utopía concreta” estas críticas
se intensificaron, con la particularidad de que también se hicieron
más frecuentes las críticas surgidas en la propia izquierda.
En los últimos años del siglo XX, cuando fracasaron algunos de
esos intentos que parecían irreversiblemente exitosos, a veces resultaba
algo nebulosa la procedencia de las críticas. En ocasiones, se aprecia-
ba más mesura en ciertas valoraciones de la derecha respecto de los
logros efectivos del socialismo que en algunas críticas procedentes
de las propias filas de la izquierda.
Pareciera que, en algunos casos, estos cuestionamientos dedicasen
más atención a cuestionarse la validez del socialismo que del capi-
talismo, con la justificación de criticar la experiencia soviética o en
general del llamado “socialismo real”. Al punto de que, en ocasiones,
puede llegarse a pensar que resulta muy satisfactorio que en algunos
países las izquierdas hayan triunfado a pesar de las izquierdas, como
plantea Beatriz Stolowics:

Las mayores contradicciones sociales y políticas que la nueva


ofensiva capitalista anuncia intensificarán las resistencias y
luchas a pesar de los problemas actuales de la izquierda, de
muchos de sus partidos y varios gobiernos. En ese sentido
es mi afirmación anterior de que en América Latina la iz-
quierda avanza a pesar de la izquierda: porque es un asunto
de sobrevivencia (22).

Otra cuestión es la referida hasta qué punto algunos marxistas


están en condiciones de dialogar o debatir respetuosamente no solo
con sus compañeros de viaje en las filas de “las izquierdas” –aunque
cada vez se hace más necesario precisar algunos de los componentes
básicos de lo que debe considerase “ser de izquierda”3–, sino también
3
En ese sentido, Bolívar Echeverría ofreció algunas claves pertinentes: “Pienso
que en la época actual de refundación de la izquierda, el ser de izquierda debería
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 203

con aquellos que no comparten totalmente la ideología socialista, pero,


desde posiciones democráticas, liberales o conservadoras incluso, reco-
nocen la caducidad y el carácter inhumano de la sociedad capitalista,
por lo que buscan alternativas para mejorar no solo las condiciones
de vida de los pueblos latinoamericanos, sino la supervivencia de la
humanidad en una naturaleza rescatada de la hecatombe.
El diálogo crítico de los marxistas con algunos liberales, social-
demócratas o conservadores puede resultar válido y necesario en
distintos momentos de su relación con el poder, aunque no para el
caso de los fundamentalistas políticos como los fascistas. Los que se
consideran a sí mismos de izquierda o marxistas no deben olvidar lo
planteado por Michael Löwy y Samuel González en la época en que
se difundió el concepto de “socialismo del siglo XXI”:

El socialismo del siglo XXI se sitúa en una relación dialéctica


de continuidad y ruptura en relación con el socialismo del
siglo XX. La continuidad se refiere a lo mejor que ofreció el
pensamiento y la acción de los revolucionarios del pasado,
desde Emiliano Zapata y Augusto César Sandino, hasta
José Carlos Mariátegui y Ernesto Che Guevara; desde Rosa
Luxemburgo y León Trotsky, hasta Bonaventura Durruti y
Emma Goldman; desde Geórgy Lukács y Ernst Bloch hasta
Antonio Gramsci y Walter Benjamin; desde William Morris
y Gustav Landauer hasta André Breton y Guy Debord. La
lista es obviamente mucho más larga. Nos interesa la herencia
marxista revolucionaria, libertaria y romántica, en su plurali-
dad contradictoria pero potencialmente convergente (115).

El socialismo del siglo XXI, que ha contado con innumerables


conceptualizaciones y justificaciones, tiene en su haber no solo lógicos
opositores de la derecha, sino también en la izquierda, ya que sus

definirse a partir de esta actitud de resistencia y rebeldía frente al hecho de la


enajenación, de la perdida de subjetividad en el individuo y en la comunidad hu-
mana y del sometimiento idolátrico a la misma en tanto que se presenta cosificada
en el funcionamiento automático del capital, alienada en la “voluntad” del valor
que se autovaloriza en medio del mundo de las mercancías capitalistas” (261).
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anunciadas propuestas no coinciden siempre con las anquilosadas


ideas de sus críticos de lo que debe ser el socialismo. Ahora bien,
este proyecto debe ser un lógico completamiento de la democracia
y por tanto sus partidarios están obligados, de algún modo, a hacer
todo lo posible por completarla, ampliarla, enriquecerla, extrapolarla
de sus estrechos marcos jurídicos, filosóficos o políticos a las que la
limita la sociedad burguesa y hacerla trascender al máximo a lo social,
en lugar de considerar ilusoriamente que, al igual que el Estado, la
democracia debe extinguirse o, en el peor de los casos, generarse un
socialismo de Estado4.
Por tanto, cualquier transformación democrática, por limitada y
“burguesa” que esta pueda parecerle a determinadas posturas de la
izquierda, debe considerar que sus alcances favorezcan estratégicamente
el rumbo del socialismo, pues “nadie discute que más vale una ‘mala
democracia’ que una ‘buena dictadura’” (Suárez 263-264).
El derrumbe del socialismo soviético produjo una crisis entre los
marxistas de respecto a las antinomias de sus causas (Guadarrama,
Antinomias). Generalmente, ha prevalecido el optimismo sobre los
nuevos ensayos en lugar del derrotismo. En algunos casos, incluso se
ha llegado a considerar como favorable el desmonte del socialismo
en la Unión Soviética porque al menos este hecho demostró de qué
modo no se debía construir la nueva sociedad. Aquí, resulta conve-
niente puntualizar que

la “desaparición”, “muerte” o colapso del modelo de socialismo


estatal y autoritario no explica la inviabilidad de su proyecto
histórico. Así como tampoco su exaltación o simulación logran
encarar los desafíos contemporáneos de un socialismo que se
asume liberador de la humanidad (Gantiva 41).

4
De hecho, “Marx y Engels criticaron el socialismo de Estado como si hubieran
entrevisto el peligro de una apropiación colectiva por parte de una burocracia
que no pone fin a la desvinculación de los trabajadores” (Texier 42).
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 205

En definitiva, desde la antigüedad, han sido muchos los pro-


yectos de sistemas sociales que han tenido éxitos efímeros y luego
fracasos definitivos. Esto hace pensar que el futuro de la historia de
la humanidad no presupone fatalmente que deba prevalecer siempre
exitosamente un solo modelo para ensayar sociedades más justas y
apropiadas a los intereses de la mayoría de la población.
Uno de los problemas que se plantean ante la conformación de
un paradigma de socialismo más alcanzable en este siglo XXI, pero
sobre todo más deseable por los amplios sectores populares, es uno
de dimensión eminentemente epistemológica:

La presentación del socialismo como ideal distintivo de su


pasado, el socialismo real, y purificado en un “topos” futuro,
conlleva a reducir el problema del socialismo solo a la inte-
lección y la conciencia, abstraída de una práctica histórica.
El socialismo es analizado en los límites de un pensamiento
que lo ubica como idea teológico-religiosa, como causa activa
e incorpórea (León 135).

Cualquier tipo de idealización hiperbolizada de la lucha por el


socialismo o de perspectiva teleológica según la cual el socialismo,
tarde o temprano, de manera inexorable y fatal se impondrá en esta
región –con la anuencia o no de los pueblos de los respectivos países–,
no solo es errónea desde el plano epistemológico –por su perspectiva
teleológica y determinista ciega–, sino políticamente muy peligrosa
para la actividad de los partidos y movimientos de izquierda.
En ocasiones, algunos marxistas latinoamericanos han descuidado la
dimensión epistemológica en el análisis de múltiples procesos sociales,
sobredimensionando el factor político o económico. Esto, cuando
en verdad las transformaciones que demanda la modelación para la
construcción de un nuevo tipo de sociedad, en correspondencia con
lo que se presupone sea el socialismo, no se pueden emprender sin
herramientas teóricas de profunda raigambre epistemológica además
de otras dimensiones y, en particular, la ética:
206 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

Emprender un estudio a fondo de las tácticas y las estrate-


gias de la lucha revolucionaria de las izquierdas contra el
capitalismo neoliberal en el plano nacional e internacional
presupone, desde el punto de vista teórico, atender con toda
prioridad al nexo entre la opción ética y el condicionamiento
epistemológico (Bermejo 321).

Una adecuada observación y análisis sobre las posibilidades reales


de resultados satisfactorios de las nuevas experiencias socialistas en
América Latina en el siglo XXI, lo mismo que en cualquier parte
del mundo, exigen que el microscopio de los marxistas se encuentre
en óptimas condiciones de visibilidad. Por ese motivo, solo una
perspectiva multifactorial, holística, sistémica, compleja y dialéctica
hace posible que las propuestas que se elaboren como resultado del
mismo no sean sesgadas.
Ya quedó atrás, tanto para las ciencias sociales como para la filo-
sofía –y no solo en la perspectiva marxista–, la época de prevalencia
de distintos tipos de reduccionismos epistemológicos (Guadarrama,
Crítica 48-84), que han limitado la adecuada comprensión de los
fenómenos tanto naturales como sociales o del pensamiento. Esto
obliga a la intelectualidad que se considera a sí misma marxista a evitar
cualquier forma de análisis unilateral, como aquel economicismo tan
autocríticamente cuestionado por el propio Engels, u otros enfoques
posteriores desde el estructuralismo, el sociologismo, el materialismo
vulgar, etcétera, que diferentes momentos se pueden observar en la
evolución histórica de la tradición del pensamiento marxista, no solo
en Latinoamérica.
En correspondencia con la dimensión ontológica de la diversidad
de elementos que deben considerarse en el análisis social contempo-
ráneo, el enfoque epistemológico, a su vez, deberá ser lo más plural
posible en cuanto a las perspectivas de comprensión multilateral
del objeto en cuestión. Tal perspectiva multilateral debe ser capaz
de apreciar adecuadamente el carácter plural que, en los actuales
y venideros procesos revolucionarios en cualquier experimento de
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 207

utopía concreta socialista en el siglo XXI, tiene y tendrá el sujeto


social, determinante del rumbo de los mismos:

En relación con el sujeto social de las luchas emancipatorias


hay que partir en el análisis de un criterio más abierto, por
cuanto los cambios estructurales en el ámbito económico
de la región traen aparejados movimientos socialistas que,
como ya analizamos, comparten el rol protagónico que en
el pasado solo se le atribuía a determinadas clases. Hoy para
hacer un análisis más objetivo debemos tomar en cuenta el
carácter plural del sujeto social que la izquierda potenciara
en su proyecto emancipatorio (Soto 40-41).

Por supuesto, todo esto implica una seria reconsideración del


presunto protagonismo de la clase obrera, sin tampoco minimizar
sus potencialidades revolucionarias ni abandonar la lucha por su dig-
nificación. Algunos marxistas consideran que ya es suficiente con los
estudios que se han hecho sobre las posibles causas del deterioro del
“socialismo real” –que para algunos ni siquiera debía ser considerado
como propiamente socialista5– y, por ello, de lo que se trata ahora es
de atender a los problemas específicos del mundo latinoamericano.
En verdad, dicho análisis sigue siendo muy necesario por el efecto
que produjo en la pérdida de referentes y el desconcierto producido
en la izquierda mundial. Otra vez, la inadecuada perspectiva epis-
temológica puede obstaculizar el éxito de las nuevas experiencias
socialistas en el siglo XXI.
¿Cómo puede ser posible elaborar un modelo en abstracto que
no presuponga a la vez tomar en consideración los experimentos
con similares objetivos exitosos o fracasados con anterioridad, aun
cuando estos se hayan realizado en circunstancias diferentes? Si Lenin
insistía en que no puede haber práctica revolucionaria eficaz sin teoría
revolucionaria y Einstein en que no hay nada más práctico que una
5
“En las sociedades del ‘socialismo real’ y, en particular, en la sociedad soviética
como modelo de ellas, lo real es la ausencia de democracia, lo que impide
caracterizarlas –dada la unidad indisoluble de socialismo y democracia– como
socialistas” (Sánchez Vásquez 116).
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buena teoría, ¿deben las nuevas izquierdas –en el poder o en la lucha


por él– minimizar la significación del análisis de los éxitos y fracasos
de los experimentos socialistas del pasado siglo? El socialismo del
siglo XXI no necesariamente será la antítesis de las experiencias de
ensayos fracasados o exitosos del siglo pasado, pero, en cierta medida,
estos serán referentes imprescindibles para superar los errores que se
cometieron.
Nadie pone en duda el nefasto impacto del estalinismo en el primer
experimento orientado hacia el socialismo en el siglo XX. Algunos
podrán pensar que su huella ya no se hace sentir en el anticomu-
nismo y el antimarxismo de este inicio del siglo XXI(Guadarrama,
Marxismo 237). Pero nada más alejado de la verdad, pues tal negativo
referente se mantiene vivo en las reflexiones de la mayor parte de los
marxistas latinoamericanos y no deja de ser un punto obligado de
alusión cuando se trata de concebir nuevos modelos de socialismo:

el estalinismo pervirtió el ideal socialista de justicia, libertad y


bienestar universales. Se valió de todos los medios para lograrlo,
hasta el crimen de masas y en particular, contra los mismos
bolcheviques que hicieron una gran revolución. Todavía el
socialismo no se recupera de esa perversión (Rojas XXI).

La tarea de limpiar la oscurecida imagen del socialismo –producida


no solo por el estalinismo sino también por otras nefastas experiencias
“inspiradas” en el marxismo, como el régimen genocida y dictatorial
de Pol Pot en Cambodia– ha constituido una difícil y meritoria labor
para los líderes de nuevos movimientos revolucionarios en el mundo
y en especial en América Latina, como ha sucedido con Fidel Castro
y Hugo Chávez. Como indica Dieterich, “con la muerte de Lenin, el
sol de Marx y Engels entró tempranamente al atardecer. Con Stalin
se apagó y sus sucesores no pudieron encontrar el nuevo camino en
la oscuridad” (33).
En la actualidad, ningún revolucionario debe ocultar o evadir el
análisis de los logros alcanzados por la Unión Soviética en su intención
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 209

de conformar una sociedad no solo más avanzada y moderna que el


semifeudal imperio zarista, sino otro tipo de sociedad que eliminase
la explotación capitalista y crease mejores condiciones de vida para
la población de ese país. Hasta algunos de los analistas críticos de
aquel experimento, como George Cole, han reconocido algunas de sus
principales conquistas, señalando que “aunque los estados comunistas
no tengan en cuenta los derechos de los individuos como tales, no
hay que olvidar que en el terreno de los derechos y las realizaciones
colectivas han dado satisfacción bastante amplia a gran número de
individuos” (298). O, en palabras de Aurelio Alonso:

Probablemente la empresa de levantar un nuevo modo de


producción, uno superior al capitalista, en el propio siglo XX,
haya sido un empeño prematuro. Pero en tal caso esa experiencia
histórica no habrá sido en balde. Cuando menos tenemos que
reconocerle la dimensión de un antecedente, como ensayo
general, como prueba de que el desencadenamiento de esta
fuerza liberadora es posible, necesario y promisorio, más allá
de cualquier inventario de insuficiencias y deformaciones en
el malogrado episodio soviético del socialismo de Estado (8).

Del mismo modo que una serie de factores socioeconómicos que


caracterizaron a la Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial
favorecieron el auge de la ideología fascista también algunos elementos
similares condicionaron el triunfo de las ideas socialistas en la Rusia
de octubre de 1917, así como su expansión a varios países de Europa
Oriental devastados tras la Segunda Guerra Mundial.
Es necesario aprender de la historia. Nadie debe dudar que nuevas
situaciones de crisis socioeconómica pueden fomentar intentos de
realización socialistas o de raigambre fascistas como presunta solución
a la difíciles condiciones de los sectores populares, que tras sofisticadas
manipulaciones ideológicas, pueden apoyarlos de forma irreflexiva
–como consecuencia de políticas populistas lo mismo de izquierda
que de derecha– a cualquier carismático líder, presuponiendo que
este les sacará del atolladero.
210 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

Una contribución de la praxis teórica sobre el análisis de las po-


sibilidades del socialismo debe tratar de puntualizar, cuáles deben
ser las características básicas de esa nueva sociedad en el siglo XXI,
según se puede apreciar en algunas reflexiones actuales de los marxis-
tas latinoamericanos y cómo se puede intentar su realización. Entre
algunas de las más significativas se destacan:
a) La orientación socialista de los actuales y nuevos experimentos
de superación del capitalismo debe ser el resultado de un proceso
revolucionario vernáculo, propio y auténtico, no importado. Uno que
tenga clara conciencia de sus objetivos a largo plazo y las posibilidades
reales que permiten obtener algunos logros en el menor tiempo y
que, aun cuando le sea imprescindible la solidaridad internacional
plasmada en las más diversas modalidades de la lucha contra el capi-
talismo, ante todo será exitoso en la misma medida en que el sujeto
principal sean los sectores populares de cada país, en los cuales no
se sobrestime ni se subestime a los obreros, dentro de los múltiples
elementos que componen los diversos actores revolucionarios en un
contexto nacional específico.
b) La organización de los sectores populares para la lucha polí-
tica e ideológica no debe ser la tarea exclusiva de un partido que se
considere a sí mismo vanguardia única y descalifique a las demás
fuerzas de izquierda, que no siempre coinciden en todas y cada una
de sus propuestas básicas de reestructuración social (Guadarrama, Las
nuevas 97-119). Lo más importante es que la dirección del proceso
revolucionario esté constantemente valorando el real apoyo popular,
a fin de evitar el apoliticismo. Pues, en definitiva, las grandes trans-
formaciones revolucionarias –como la de intentar construir la utopía
concreta del socialismo– no la pueden emprender líderes o elites
partidistas aisladas sin el apoyo de amplios sectores populares. Esa
fue una de las razones por las que el Partido Comunista de la Unión
Soviética y de los demás países de Europa Oriental no se percató a
tiempo de que eran gigantes con pies de barro. Resulta algo ingenuo
considerar que solo con un profundo conocimiento del marxismo los
movimientos sociales pueden llegar a tener éxito, pues
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 211

para que se realice la confluencia entre el ideario de Marx y


las luchas actuales en América Latina no es un requisito la
asunción explícita de la doctrina, ni tan siquiera un conoci-
miento previo de su existencia por parte de los movimientos
sociales y organizaciones populares. Marx describió los
resortes generales de los procesos históricos, los que existen
con independencia de la asunción de sus ideas (Alfonso 70).

c) La lucha por la unidad de las fuerzas populares debe comenzar


por la superación de los conflictos entre los distintos sectores de
partidos y organizaciones de izquierda. Para ello, se deben eliminar
los protagonismos sectarios, así como delimitar los objetivos estra-
tégicos de lucha y adoptar programas mínimos de acción común
que no se caractericen por posturas radicales extremas, las que, lejos
de contribuir a la unidad y la búsqueda de acciones consensuadas,
actúan contra ellas:

En Latinoamérica no existe hoy ningún actor social sociopo-


lítico o político que pueda por sí solo erigirse en sujeto de la
transformación; este resulta necesariamente un plural-arti-
culado que se configura y expresa como tal sujeto en tanto
sea capaz de articularse, constituyéndose en sujeto popular
(Rauber 46).

La sabiduría popular aconseja apoyar solo aquellas organizaciones


políticas que evidencian cierta cohesión interna en sus filas y programas
factibles de ejecución, aun cuando sea parcialmente.
d) A partir de los nefastos errores del llamado “socialismo real”
en relación con la fusión del Partido Comunista con el Estado6 y

6
“El primer rasgo fue el de la verticalización excesiva de las decisiones políticas.
La burocracia –a la que aquí se hizo referencia– fue copando todos los espacios
de decisión política dentro de la sociedad soviética; estilo que después exportó
a otras experiencias. De esta manera, se estructuraron no solo conceptos, sino
instituciones. Este nuevo sector dominante empieza a articular el proyecto a
partir de sus propios intereses, mediante una fusión del Partido con el Estado.
El Partido, lejos de ser un ente ideológico que aupara el debate, convirtió al
Estado en su instrumento administrativo” (Hernández 97).
212 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

la insuficiente democratización del poder7, se plantea que la cons-


trucción del socialismo –como todo movimiento verdaderamente
revolucionario– exige un perfeccionamiento de la democracia8 en
todos los sentidos. Hay que superar las limitaciones de la supuesta
participación popular en la llamada “democracia directa”9 –y no
solo en el aspecto electoral, aunque este también forme parte de su
perfeccionamiento10–, tanto de la sociedad en general como de la
interna de los partidos de izquierda y movimientos sociales como
premisa indispensable para proseguir esa labor una vez alcanzado el
poder político. Sin democracia interna en el seno de estos partidos,
difícilmente se puede esperar que esta se despliegue plenamente en
otras esferas de la sociedad política y la sociedad civil:
7
“Si algo debe criticarse a la mayoría de las experiencias socialistas conocidas
hasta la fecha es justamente su falta de democratización del poder. Que su
concentración suceda en las sociedades no-socialistas no debe sorprender; en
ellas, más allá de la declamada democracia formal –que encierra básicamente una
perversa hipocresía–, el poder absoluto queda en manos de las grandes empresas
(hoy transformadas en monstruos multinacionales con presupuestos mayores
al de muchos países pobres, y con un poder político descomunal, a veces más
grande que el de los aparatos estatales). La cuestión se plantea en el manejo del
poder que ha tenido el socialismo: Algo ahí no funcionó; ¿era una tonta utopía
suponer que se iba a poder horizontalizar el poder?” (Colussi 303).
8
“La nueva organización política debe levantar la democracia como bandera
porque entiende que la lucha por la democracia es inseparable de la lucha por
el socialismo. Pero antes de continuar me parece muy importante definir que
entiendo por democracia. Creo que un régimen democrático debe contemplar
tres aspectos fundamentales: el problema de la representatividad y los derechos
ciudadanos, el problema de igualdad social; y el problema de la participación o
protagonismo del pueblo” (Harnecker 118, las cursivas son nuestras).
9
“La democracia será vital para cualquier proyecto de transición futura. Consti-
tuirá el mecanismo para que la población pueda optar entre distintos cursos de
acción y adopte esta elección a partir de un conocimiento real de la situación
económica. Existen varias modalidades para asegurar la vigencia efectiva de las
decisiones mayoritarias. La participación popular no es sinónimo de democracia
directa, ni de presencia obligada de cualquier ciudadano en los debates de la
gestión.” (Katz 66-67).
10
“Aun cuando nunca podamos contar con un sistema perfectamente democrá-
tico, sí creo que es posible tener un sistema en buena medida democrático.”
(Wallerstein, La decadencia 151-152).
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 213

El socialismo se hace voluntariamente y no convirtiendo


al país en una inmensa cárcel, llena de medidas arbitrarias
burocráticas y policiacas, que limitan el movimiento libre de
sus ciudadanos –tanto al interior de su país como al exterior,
y del exterior al interior–, la participación real popular y el
control popular de verdad sobre sus dirigentes. La experien-
cia del siglo XX avala este postulado marxista en todas las
latitudes (Tablada 89).

e) Las formas de realización de la democracia política más ela-


borada no son patrimonio exclusivo de un pueblo o partido, ni
pueden trasladarse arbitrariamente de un país a otro. No obstante,
sí existen normas elementales de la vida democrática moderna que
no son conquistas atribuibles de manera aislada a la burguesía –del
mismo modo que los derechos humanos11–, sino que pertenecen a la
conquista de la lucha de clases y, por tanto, constituyen una herencia
común de la humanidad que deben ser socializada. Entre las formas
de Estado democrático que ha ensayado la humanidad, y que algunos
proponen como forma que debe sustituir al capitalismo, se encuentra
el “Estado comunal”12.
f ) La visión del comunismo como idílica sociedad sin proble-
mas ni contradicciones internas se ha desdibujado en el panorama
político no solo de los sectores populares sino en las propias filas de
la izquierda, por lo que parece prevalecer la visión inicial de Marx
y Engels de entenderlo como movimiento crítico de superación del
orden existente, que por su naturaleza histórica circunstancial siempre

11
“Infortunadamente el pensamiento socialista de raigambre democrática fue pos-
teriormente relegado por el fenómeno del totalitarismo e incluso por el trágico
destino personal de algunos de sus más brillantes representantes. Contribuyó
también a ello la divulgación del elemental esquema jurídico soviético como
“auténtica” y con ello dogmática interpretación del derecho socialista” (Herrera
12).
12
“Un Estado comunal significa una sociedad gobernada por sus trabajadores y por
la comunidad, y no por la burocracia y la nomenklatura. Implica concentrar cada
vez más poder político y económico en manos del pueblo y no en la burocracia
estatal” (Álvarez 158).
214 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

será diferente aun cuando existan algunas similitudes fundamentales


en los países que cultivan sus propuestas.
g) La contradicción fundamental entre el capitalismo y el socialismo
se despliega fundamentalmente en relación con el mercado, a través
del conflicto entre eficiencia económica y justicia social (Guadarrama,
Humanismo real 564-594), estando íntimamente relacionado este
último con la efectiva realización de los derechos humanos. Cuando
se produce el predominio desproporcionado de uno de estos dos
primeros elementos, inmediatamente se afecta el estatus del otro. Así,
“el objetivo de la izquierda renovada no puede ser la destrucción del
mercado o del Estado sino su común domesticación, civilización y
subordinación a las exigencias de la reproducción de una vida coti-
diana armoniosa” (Wallerstein, Incertidumbre 42). La inteligencia de
la izquierda en el poder se mide por la difícil tarea de la capacidad
de administración del conflicto entre eficiencia económica y justicia
social de manera exitosa y equilibrada. Para lograr ese objetivo, el
socialismo tiene que superar dialécticamente los mecanismos de ges-
tión económica ecocidas del capitalismo13. Esto es, se debe asimilar
sus conquistas y restablecerlas sobre nuevas bases más humanas,
pero sin hiperbolizaciones filantrópicas y abstractas que aletarguen
el logro de las conquistas sociales, frenen el despliegue de las fuerzas
productivas, afecten la producción de bienes de consumo y, a la
larga, repercutan negativamente sobre el sujeto social del socialismo:
el pueblo revolucionario.
h) Las transformaciones cuantitativas y cualitativas que se han
producido en la clase obrera mundial obligan a una reconsideración del
enunciado de “la misión histórica del proletariado”, especialmente en
los países neocoloniales o en vías de desarrollo. En América Latina, la
clase obrera continúa desempeñando un papel significativo en la lucha
de clases, pero a la misma se le han sumado fuerzas imprescindibles
en la lucha contra el poder nacional y transnacional del capitalismo
13
“Lo que origina la crisis actual no es la interacción ‘hombre-naturaleza’, sino
la escala y la velocidad en que se utilizan los bienes naturales y se produce la
degradación medioambiental a partir de la lógica del capital” (Borón 116).
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 215

neoliberal, las que, en ocasiones, pueden llegar a desempeñar un


papel significativo en la dirección de las luchas sociales. La creciente
complejidad de la estructura socioclasistas de las sociedades depen-
dientes, como las que predominan en los países latinoamericanos,
obligan a tomar en consideración a otras clases y grupos sociales como
el campesinado, las minorías étnicas, la empobrecida clase media, la
pequeña burguesía, el estudiantado, la intelectualidad, los científicos
o trabajadores altamente calificados14 e, incluso, algunos sectores
militares a la hora de establecer alternativas de orientación socialista
–y otras alternativas progresistas no necesariamente socialistas– a los
países de esta región.
i) Aunque hay consenso general de las adversas condiciones subjetivas
para los procesos revolucionarios, hay coincidencia también en que las
condiciones objetivas para tales cambios no solo subsisten, sino que
en algunos casos se incrementan –si bien no de manera uniforme–. Se
comprende que el capitalismo posee válvulas de escape eficaces que le
posibilitan sobrevivir y transformarse sin alterar su esencia. A la vez, se
considera con razón que los conflictos y explosiones sociales que con
frecuencia se producen, dada la difícil situación socioeconómica de la
región, pueden propiciar, en determinados momentos, la factibilidad
de una transformación revolucionaria que, finalmente, pueda tomar
rumbos socialistas, aun si no lo declara explícita e inmediatamente.
Sin embargo, una de las dificultades que desde muy temprano han
confrontado distintas fuerzas de izquierda en Latinoamérica ha sido
una adecuada elaboración teórica respecto de las posibilidades de
transformación de distintas expresiones revolucionarias –entre las

14
“Algunos piensan que designando al trabajador altamente calificado como
capital humano, este no forma parte de la clase trabajadora y que por eso con
la masificación de la educación se llegara a su paulatina extinción, la realidad
es que bajo las condiciones del régimen capitalista de producción hasta el más
encumbrado científico, aunque existan excepciones, se somete quiera o no al
principio de vendibilidad universal; es de hecho un trabajador de nuevo tipo,
de la toma de conciencia de su lugar y papel en el sistema de relaciones sociales
capitalistas depende que se convierta en su sepulturero” (Pino y Pedrero 120).
216 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

que se encuentran las de liberación nacional–, a fin de canalizarlas


en proyectos de orientación socialista.
j) Tomando en consideración la afectación del prestigio inter-
nacional del socialismo –no solo producida por el derrumbe de la
Unión Soviética y los países de Europa Oriental, sino por el descrédito
de los partidos socialdemócratas cuando han asumido el poder en
nombre del socialismo, e incluso el antecedente nefasto de que los
nazis utilizaran el término en la denominación de su partido–, existen
fuertes tendencias dirigidas a eliminar el término “socialista” no solo
en el programas políticos sino también en el discurso académico.
k) Las nuevas experiencias socialistas están obligadas a equilibrar
adecuadamente las experiencias internacionales de construcción
socialista y articularlas con las condiciones específicas de cada país
e incluso de cada región de un mismo país. Hay que reconocer que
estas no prosperarán de manera similar en una zona agrícola y atrasada
que en una urbana e industrializada. Esto condujo a Orlando Fals
Borda a proponer un “socialismo raizal” (39) y a que Losada Aldana
enfatice en que “así como lo humano tiene singularidades también
las tiene el socialismo, experimenta especificidades y cambios según
circunstancias de lugar y tiempo” (37).
l) Algo muy significativo, que los marxistas latinoamericanos
deben tener muy presente en su perspectiva, es que los nuevos ex-
perimentos de construcción socialistas no podrán en modo alguno
limitar su efecto o concentrarlo solamente en las transformaciones
económicas, sino que están obligadas también a fortalecer el trabajo
político, ideológico y cultural. De lo contrario, se pueden repetir
otros nefastos virajes hacia el capitalismo, como los experimentados
a raíz de la caída del Muro de Berlín.
m) Las nuevas experiencias socialistas emprendidas o por emprender
en este siglo deberán tener muy presente que la hiperbolización del
papel del Estado –con la consecuente mengua de la sociedad civil–
constituyó, tal vez, uno de los factores que más contribuyó a que
gran parte de la población viese con agrado, aun si en muchos casos
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 217

después se arrepintiesen, el desmonte de aquellos leviatanes: “Marx


estaba muy lejos de esa visión estatista del socialismo” (Vega 207).
n) Uno de los problemas de mayor preocupación entre los marxistas
latinoamericanos en sus perspectivas del socialismo del siglo XXI ha
sido cuestión ecológica. Todo pareciera indicar que haber subesti-
mado esta decisiva problemática durante las experiencias pasadas del
socialismo real condujo, en ocasiones, a que algunas de sus políticas
productivas confluyeran con la naturaleza del capitalismo, que, como
planteó Marx, es hostil a la naturaleza. La nueva Constitución de
Bolivia es la primera constitución a la vez ecológica y prosocialista del
mundo. O los presentes y futuros proyectos socialistas son atendidos
por los marxistas latinoamericanos con perspectiva ecológicas o no
serán ni socialistas ni posibles (López 109-120).
ñ) El debate entre los marxistas latinoamericanos sobre las posibi-
lidades de éxito del socialismo en países aislados con independencia
de una revolución mundial –en especial sobre cuáles son los rasgos
que deben identificar el llamado “socialismo del siglo XXI”– sigue
y seguirá presente. Aun así, lo cierto es que ningún movimiento re-
volucionario puede cifrar sus posibilidades de éxito exclusivamente
en el advenimiento del triunfo del socialismo de forma simultánea
en la totalidad o la mayoría de los países del mundo, pero tampoco
puede tener seguridad en el éxito de sus proyectos al margen de la
necesaria solidaridad internacional. De ahí que todos los procesos
de integración y de fomento de la cultura integracionista que se
están incrementando en América Latina y el Caribe en los últimos
tiempos servirán estratégicamente a los proyectos de dignificación
de los pueblos de esta región (Guadarrama, Cultura). De uno u
otro modo, estos procesos favorecen el rumbo socialista estos países,
con independencia de que se le reconozca tal denominación a los
mismos. Lo importante aquí no es cómo denominar a tales nuevas
experiencias sociopolíticas, ni tampoco la creencia de que deben ser
solo los marxistas los que pretendan asumir el protagonismo privado
en su realización. Sin embargo, el manejo con cautela de alianzas
con partidos o movimientos sociales será esencial, pues cualquier
218 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

vínculo errado con fuerzas retardatarias puede traer consecuencias


nefastas para las genuinas izquierdas15. Lo decisivo, entonces, serán
las transformaciones de contenido revolucionario y anticapitalista
que se pongan en práctica en dichos experimentos y que sean el
producto de la decisión voluntaria de la mayoría de los pueblos que
las emprenden.
o) La izquierda latinoamericana tiene plena conciencia de que el
futuro de la utopía concreta del socialismo depende, en gran medi-
da, de su exitosa realización en estas latitudes. Aquí ha emergido la
intención de encontrar fórmulas alternativas al enajenante capitalis-
mo real que no sean las del socialismo de Estado16 y, de ese modo,
servir de ejemplo a otros luchadores por los mismos ideales en otras
regiones del orbe17.
Con el objetivo de aportar no solo a la teoría marxista sino a la
cultura universal, se debe continuar investigando en qué consiste lo

15
“Una particularidad de esas izquierdas es que en su batallar tuvieron que valorar
la necesidad de establecer (o no) compromisos y alianzas políticas con disimiles
agrupaciones y organizaciones de perfiles ideológicos diferentes, enarbolando
consignas y programas muy heterogéneos. Sin embargo, no siempre fueron
capaces de adaptarse a las coyunturas y sus virajes históricos incesantes, y aún
menos de encontrar a aliados de gran aliento y percatarse que no podían ir a
remolque de las fuerzas reformistas y reaccionarias. Ese es un tema actual de
gran relevancia” (Cruz Capote 37).
16
“El socialismo de Estado por su origen está asociado genéticamente a una violación
de la evolución histórico-natural que supone la transición y que se manifiesta
cuando la violentación de esta etapa natural de desarrollo lejos de ‘acortar y
mitigar los dolores del parto’ da lugar a un extravío o pérdida de los batientes
claves, esenciales de la nueva sociedad en gestación. Porque la transición tal como
la entendemos, constituye un proceso que abarca todo un período histórico,
por cuyo intermedio un modo producción decadente desaparece para dar a luz
a otro nuevo y superior” (Figueroa 59).
17
“América Latina es el centro de la revolución popular democrática de nuestros
tiempos y si la transformación puede consolidarse y desarrollarse allí, tiene el
potencial de inspirar transformaciones similares en Europa y otros lugares. Sacar
a la democracia de las manos de las élites liberales y recuperarla para el pueblo
es la tarea crucial de nuestros tiempos, sin la cual el socialismo o cualquier otro
orden social alternativo concebible son completamente ilusorios” (Raby 71).
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 219

que se podría considerarse como su “núcleo duro”18, el cual de ningún


modo pudo haber sido dado de una vez y por todas por los fundadores
de la concepción materialista de la historia. Ellos aportaron lo que
podían y por eso su obra resulta imperecedera. Determinar cuáles
fueron aquellos elementos que constituyen sus aportes indiscutibles del
análisis a la interpretación científica del mundo es una misión que no
ha concluido. Solo a partir de su relativa determinación –por cuanto
constituye esta una tarea inacabable, dado el continuo enriquecimien-
to de la teoría por parte de marxistas de las más diversas latitudes–,
se puede permitir una mejor comprensión de la trascendencia de la
revolución operada por la aparición del marxismo.
Hoy en día, el marxismo forma parte fundamental de la vida filo-
sófica y cultural latinoamericana y así es reconocido, incluso, por los
círculos más hostiles a él. No hay esfera de las ciencias sociales donde
el pensamiento de Marx no mantenga su presencia activa y goce del
prestigio de constituir un valioso instrumento de análisis de los di-
ferentes fenómenos que se producen en la sociedad contemporánea.
Interminable sería la lista de investigadores, dirigentes políticos y
profesionales de las más distintas esferas del ámbito latinoamericano
que han obtenido un merecido reconocimiento por sus aportes al
enriquecimiento de la teoría marxista.

18
“[E]l carácter científico de sus explicaciones acerca de las leyes fundamentales
que rigen el desarrollo de la historia y en especial de la sociedad capitalista. El
esclarecimiento de los factores que intervienen en el proceso de producción de
la conciencia humana, el lugar de la práctica en la teoría del conocimiento, el
despliegue de las leyes objetivas que rigen las formaciones económico-sociales, en
especial, la dialéctica de la correlación entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción; la adecuada significación de la determinación de los elementos
de carácter económico en su correlación con la divergente y dinámica acción
de las formas de la conciencia social: el papel impulsor de la lucha de clases,
conducente a través de la revolución social hacia una sociedad que emprende la
eliminación de los antagonismos de clases; los mecanismos de enajenación que
reproduce la sociedad capitalista con el básico objetivo de la mayor obtención de
plusvalía, constituye en algunos de los principales componentes de lo que podría
considerarse el núcleo duro de la teoría marxista, atendiendo a su trascendencia
y validez universalmente reconocida” (Guadarrama, Humanismo 249-250).
220 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

Las incursiones del pensamiento marxista trascienden muchos


límites tradicionales de las esferas de reflexión filosófica, como la
lógica, la teoría del conocimiento o la ética. Se introduce en las po-
lémicas más actuales sobre los problemas de la filosofía de la ciencia,
del lenguaje, del Estado, etcétera. En toda universidad, en cualquier
parte del mundo, siempre se encontrarán estudiosos del marxismo,
aun cuando sea para enfrentársele. Por ello, ya no puede descono-
cérsele como sucedía en los primeros tiempos de su difusión a fines
del siglo XIX e inicios del XX.
Por otra parte, la divulgación de las obras de los clásicos de esta
teoría ya no se circunscribe a tres o cuatro personalidades, como
intentó hacerse en época del estalinismo, sino que incluye a innu-
merables intelectuales y líderes políticos que, con sus estudios y su
actividad práctica, han dado lugar a su enriquecimiento y a cierta
popularización de su conocimiento. No obstante, las proliferaciones
de muchos manuales y folletos con esos fines escritos en forma sim-
plificadora y dogmática en ocasiones ha afectado la imagen del rigor
científico de esta teoría. Esto no significa que toda la producción de
literatura docente haya adolecido de tal deficiencia, pero sí fue algo
muy frecuente.
A raíz del fracaso del ensayo soviético y en los países de Europa
oriental, donde el anticomunismo ha alcanzado límites insospecha-
bles, en lugar de producirse una renuncia al estudio del marxismo y
algunas de sus interpretaciones –como las de Lenin, cuyos enemigos
más abiertos pretenden inútilmente borrar de la historia– es apreciable,
por parte de la intelectualidad marxista, un manifiesto intento por
responder a las interrogantes que plantea aquel derrumbe –el que para
algunos, equívocamente, significó a su vez la negación de la validez
de la teorías marxistas–. Indudablemente, no se ha renunciado a sus
potencialidades epistemológicas para esclarecer los más complejos
procesos sociales.
De la misma manera, en el terreno de las ciencias técnicas y
naturales, debido a las profundas transformaciones de la revolución
Pablo Guadarrama González. El socialismo en la actualidad… 221

científico-técnica contemporánea –en especial para el mundo lati-


noamericano–, también se ha tenido necesariamente que recurrir
a la utilización del aparato categorial y al andamiaje teórico de la
concepción dialéctico-materialista del mundo para abordar adecua-
damente diversas interrogantes.
Dada la creciente articulación e integración de las investigaciones
científicas, resulta difícil hoy en día emprender una tarea cuyas coor-
denadas no queden de algún modo relacionadas con la concepción
del mundo elaborada por el marxismo en más de siglo y medio de
desarrollo. Una posición avalada por una copiosa literatura en todos
los niveles reconocidos y en todas las latitudes.
El auge actual del anticomunismo y el antimarxismo en el mundo
conduce con frecuencia al equívoco de que el pensamiento marxista
resulta obsoleto o sin peso específico en la vida cultural y política
de nuestros días. En contraposición a esto, los resultados de enri-
quecimiento del marxismo por la intelectualidad y el movimiento
revolucionario latinoamericano no deben identificarse con la labor
exclusiva de aquellos vinculados a los partidos comunistas, indepen-
dientemente del hecho de que muchos de sus destacados miembros
–como Rodney Arismendi en Uruguay, Volodia Teitelboim en Chile,
Jorge del Prado en Perú, Gilberto Viera en Colombia o Carlos Rafael
Rodríguez en Cuba– hayan realizado valiosos aportes a la teoría y a
la práctica revolucionaria marxista.
Sería injusto desconocer la labor efectuada por innumerables
profesores e investigadores que, en todo el orbe, y en especial en
Latinoamérica y Cuba –y en ocasiones desde distintas posturas y
denominaciones como “teoría crítica”, “neomarxismo”, “filosofía de
la praxis”, etcétera (Guadarrama, Neomarxismo 370-371)–, han con-
tribuido también al avance de la comprensión dialéctico-materialista
de la historia y del mundo, a la crítica del enajenante capitalismo y
a esa vehemente intención de realizar la utópico-concreta sociedad
socialista (Guadarrama, Pensamiento 184-206).
222 MERIDIONAL Revista Chilena de Estudios Latinoamericanos 21, octubre 2023-marzo 2024

En la actualidad latinoamericana y mundial, el pensamiento mar-


xista podrá cumplir su función protagónica y auténtica si es capaz de
renovarse y enriquecerse constantemente con lo más elaborado de la
cultura universal contemporánea y, a la vez, plantearse los complejos
problemas que demanda la transformación de las actuales circuns-
tancias de los pueblos urgidos de “utopías concretas” de liberación.
El marxismo ha encontrado arraigo tanto en América Latina
como en otras partes del mundo porque, como observó Jean-Paul
Sartre, no se han agotado las circunstancias que lo engendraron (13).
La actualidad socioeconómica y cultural cada vez exige más de su
desarrollo a fin de superar las enajenantes condiciones de existencia
en que aún se mantiene el hombre latinoamericano.
Cuando el humanismo real y efectivo deje de ser algo más que
una aspiración ensoñadora y alcance niveles mayores de concreción
en este continente –más allá de las fronteras del pueblo cubano, que
ya comenzó a palparlo, reproducirlo y compartirlo–, el capitalismo
habrá agotado definitivamente sus posibilidades de desarrollo y de
reproducción de su infrahumano sistema. Entonces, se lo tendrá que
dejar atrás, en la prehistoria, para comenzar la genuina historia de la
humanidad que tanto preconizó e impulsó el Prometeo de Treveris,
al emprender la transformación práctica y la renovación de la inter-
pretación teórica de la sociedad que le correspondió vivir. Cuando
el género humano penetre decisivamente en su historia plena, al
pensamiento marxista se le plantearán nuevas encomiendas emanadas
por las nuevas circunstancias.

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