LAS METAMORFOSIS
EN EL MUNDO
DEL TRABAJO*
Rica rd o An tu n e s **
En este capítulo el autor aborda las distintas dimensiones que adquiere hoy el
mundo del trabajo inscrito en el capitalismo contemporáneo: desproletarización
del trabajo industrial mientras se presenta una notoria expansión de asalariados
en el sector servicios; creciente heterogenización del ámbito laboral manifiesto
fundamentalmente en la incorporación amplia de mujeres; subproletarización
intensificada a través de la expansión del trabajo parcial, temporal, precario,
subcontratado, “tercerizado”.
28
NÓMADAS
*
T omado del libro: ¿Adiós al trabajo ? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del mundo del
trabajo , publicado originalmente en Brasil ( 1995) , traducido al español por Lucio Agañaraz
para su edición en Buenos Aires - Argentina, Editorial Antídoto 1999. La reproducción de
este capítulo fue autorizada directamente por esta Editorial, vía E-mail:antídoto@cvtci.com.ar
**
Profesor de Sociología del trabajo en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de C ampinas ( Unicamp de S ao Paulo) . Doctor en S ociología de la US P. Autor de
varios libros entre los que se destacan: A Rebeldia do T rabalho; C lasse Operária, Sindicatos e
Partido no Brasil; y, ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del mundo del
trabajo.
E
n el universo del trabajo del
capitalismo contemporáneo, se observa un proceso múltiple: por un lado
se verificó una desproletarización del
trabajo industrial, fabril en los países
capitalistas avanzados, con mayor o
menor repercusión en las áreas
industrializadas del T ercer Mundo.
En otras palabras, hubo una disminución de la clase obrera industrial
tradicional. Pero, paralelamente, se
efectuó una notoria expansión del
trabajo asalariado, a partir de la enorme expansión de asalariados en el
sector de servicios; se verificó una significativa heterogenización del trabajo, expresada también a través de
la creciente incorporación de contingentes femeninos al mundo obrero;
se percibe, igualmente, una subproletarización intensificada, presente en la
expansión del trabajo parcial, temporario, precario, subcontratado, “tercerizado”, que marca la sociedad dual en
el capitalismo avanzado, del cual los
gastarbeiters en Alemania y el lavoro
nero en Italia son ejemplos del enorme contingente de trabajo inmigrante, que se dirige al llamado Primer
Mundo, en busca de lo que aún queda del welfare state. Así se invirtió el
flujo migratorio de décadas anteriores, que iba del centro a la periferia.
El resultado más brutal de estas
transformaciones es la expansión sin
precedentes en la era moderna del
desempleo estructural, que abarca a
todo el mundo, a escala global. Se
puede decir de manera sintética, que
hay un proceso contradictorio que, por
un lado reduce al proletariado industrial y fabril; y por el otro aumenta el
subproletariado, el trabajo precario, o
los asalariados del sector de servicios.
Incorpora al sector femenino y excluye a los más jóvenes y a los más
viejos. Por lo tanto, hay un proceso
de mayor heterogenización, fragmenta-
ción y complejización de la clase trabajadora.
Intentaremos dar en las próximas
páginas, algunos ejemplos de este
múltiple y contradictorio proceso,
todavía en curso. Daremos algunos
datos con el objetivo de ilustrar estas
tendencias. Comencemos con la
cuestión de la desproletarización del
trabajo fabril, industrial. En Francia,
en 1962, el contingente obrero era
de 7.488 millones. En 1975, ese número llegó a 8.118 millones y en 1989
se redujo a 7.121 millones. Mientras
que en 1962 representaba el 39% de
la población activa, en 1989 representaba el 29,6% (datos extraídos de
Economie et Statistiques, LINSEE, in
Bihr, 1990; ver también Bihr, 1991:
87-108).
Frank Annunziato, refiriéndose a
las oscilaciones en la fuerza de trabajo en los Estados Unidos, transcribe
los siguientes datos (en miles). ( ver
tabla).
Los datos evidencian, por un
lado, la retracción de los trabajadores en la industria manufacturera, así
como también en la minería y entre
los trabajadores agrícolas; y, por otro,
Industria
Agricultura
Minería
Construcción
Manufactura
T ransportes y Servicios Públicos
Grandes comercios
Pequeños comercios
Finanzas, Seguros e Inmobiliarias
Gubernamentales
Servicios
el crecimiento explosivo del sector
de servicios, que según el autor incluye tanto a las “industrias de servicios”,
como al pequeño y gran comercio, a
las finanzas, seguros, al sector de bienes inmuebles, a la hotelería, los restaurantes, los servicios personales, de
negocios, de esparcimiento, de salud,
los servicios legales y generales
(Annunziato, 1989: 107).
La disminución del proletariado
industrial también se llevó a cabo en
Italia, donde un poco más de un millón de puestos de trabajo fueron eliminados, llevando la ocupación de
los trabajadores industriales de un
40%, en 1980, a un poco más del 30%
en 1990, sobre el porcentaje total de
trabajadores (Stuppini, 1991: 50).
Otro autor, en un ensayo más
prospectivo y menos interesado en
demostraciones empíricas, trata de
marcar algunas de las tendencias en
curso ocasionadas por la revolución
tecnológica: recuerda que las proyecciones del empresariado japonés
apuntan como objetivo a “eliminar
completamente el trabajo manual de
la industria japonesa hacia el final del
siglo. Aunque hay en esta meta cierto matiz de jactancia, las intencio-
1980
1986
Variación
(%)
3.426
1.027
4.346
20.286
5.146
5.275
15.035
5.159
16.241
11.390
2.917
724
4.906
18.994
5.719
5.735
17.845
6.297
16.711
22.531
- 14,8
- 29,5
+ 12,8
- 6,3
+ 11,1
+ 8,7
+ 18,6
+ 22,0
+ 2,8
+ 97,8
Fuente: Statistical Abstract of the United States, 1988, publicada por el Departamento de
C omercio de los EE. UU. , Annunziato, 1989: 107.
NÓMADAS
29
nes deben ser tenidas en cuenta”
(Schaff, 1990: 28).
S obre C anadá, transcribe las
informaciones del Science C ouncil
of C anada Report, ( N° 33, 1982) :
“prevé una moderada tasa del 25%
de trabaj adores que perderán su
puesto de trabajo hasta el final del
siglo, como consecuencia de la
automatización”. En referencia a
las previsiones norteamericanas, alerta sobre el
hecho de que “serán eliminados 35 millones de
empleos hasta el fin de
siglo, a causa de la automat i zac i ón ” ( S c h aff,
1990: 28) .
Pero, paralelamente, hay otra
tendencia extremadamente significativa, marcada por la subproletarización del trabajo, bajo las formas de
trabajo precario, parcial, temporario,
subcontratado, “tercerizado”, vinculados a la “economía informal”, entre tantas modalidades existentes.
Como dice Alain Bihr ( 1991: 89) ,
estas diversas categorías de trabajadores tienen en común la precarie-
cia de protección y libertad sindicales, configurando una tendencia a la
individualización extrema de la relación salarial.
A título de ejemplo: en Francia
hubo una reducción de 501 mil empleos de tiempo completo, entre
1982 y 1988; y en el mismo período
hubo un aumento de 111 mil empleos de tiempo parcial (Bihr, 1990).
En otro estudio, el mismo
autor agrega que esa forma
de trabaj o “atípica” no
deja de desarrollarse desde la crisis: entre 1982 y
1986, el número de asalariados de tiempo parcial
aumen t ó un 2 1 , 3 5 %
( Bihr, 1991: 88-89) . En
1988, dice otra autora, el
Se puede decir que en
23,2% de los asalariados
los princ ipales países
de la Comunidad Econóindustrializados de Eumica Europea eran emro pa O c c i de n t al , l os
pleados de tiempo parcial
t rabaj adores efec t ivos
o en trabajos temporarios
ocupados en la industria
(Stuppini, 1991: 51). Este
representaban el 40% de
relato sigue en la misma
la población activa a codirección: “La actual tenmienzo de los años cuadencia de los mercados de
renta. Hoy la proporción
trabajo es reducir el númese halla en alrededor del
ro de trabajadores fijos,
30%. S e calcula que bapara emplear cada vez más
jará a un 20% o 25% a couna fuerza de trabajo que
mienzos del próximo siglo
entra fácilmente y es des( Gorz, 1990a y 1990b) .
pedida sin costos... En Inglaterra, los “trabajadores
Estos datos y tendenflexibles” aumentaron un
cias ponen de manifies16%, alcanzando 8,1 mito una nítida reducción
llones entre 1981 y 1985,
del proletariado fabril,
mientras que los empleos
industrial, manual, espepermanentes cayeron un
cialmente en los países
Alexandre C alder, escultor, 1971. Foto H. C artier-Bresson
6%, bajando a 15,6 millodel capitalismo avanzado, sea c omo c onsec uenc ia del dad del empleo y de la remunera- nes... Más o menos en el mismo pec uadro rec esivo, o por la aut o- ción; la desregulación de las condi- ríodo, cerca de un tercio de los 10
mat i zac i ón , l a robót i c a y l a ciones de trabajo, en relación con millones de nuevos empleos creados
mi c roel ec t rón i c a, gen eran do las normas legales vigentes o acor- en Estados Unidos estaban en la cauna monumental tasa de desem- dadas, y la consabida regresión de los tegoría de “temporarios” ( Harvey,
derechos sociales, así como la ausen- 1992: 144) .
pleo estructural.
30
NÓMADAS
André Gorz agrega que aproximadamente entre un 35% y un 50%
de la población trabajadora británica, francesa, alemana y norteamericana se encuentra desempleada o
desarrollando trabaj os precarios,
parciales, etcétera, que Gorz denominó “proletariado posindustrial”,
exponiendo así la dimensión real de
aquello que algunos llaman la sociedad dual ( G orz, 1 9 9 0 : 4 2 y
1990a).
O sea, mientras varios
países de capitalismo avanzado vieron decrecer los
empleos de tiempo completo, paralelamente asistieron a un aumento de las
formas de subprolet arización, a través de la expansión de los trabajadores
parciales, precarios, temporarios, subcontratados, etc ét era. S egún Helena
Hirata, el 20% de las mujeres en el Japón, en 1980,
trabajaban en tiempo parcial, en condiciones precarias. “S i las estadísticas
oficiales contaban 2,560
millones de asalariadas en
tiempo parcial en 1980,
tres años después la revista
Economisto, de Tokio, estimaba en cinco millones al
conjunto de las asalariadas
trabajando en tiempo parcial” (Hirata, 1986: 9).
no sólo en sectores como el textil,
donde siempre hubo un gran número de trabajadoras, sino también en
nuevas ramas, como la industria de
la microelectrónica, para no hablar
del sector de servicios. Este cambio
en la estructura productiva y en el
mercado de trabajo, posibilitó también la incorporación y el aumento
de la explotación de la fuerza de trabajo de las mujeres en ocupaciones
en el sector servicios, pero con repercusiones también en las fábricas, fueron ocupados por mujeres (Stuppini,
1991: 50). Del volumen de empleos
de tiempo parcial generados en Francia entre 1982 y 1986, más del 80%
fueron ocupados por la fuerza de trabajo femenina (Bihr, 1991: 89). Esto
permite afirmar que el trabajo femenino ha aumentado en todos los países, a pesar de las diferenc ias
nacionales. La presencia
femenina representa más
del 40% del total de la
fuerza de trabajo en muchos países del capitalismo
avanzado. (Harvey, 1992:
146 y Freeman, 1986: 5)
La presencia femenina en el mundo del
trabajo nos permite agregar que, si la conciencia de
clase es una articulación
compleja, comprendiendo
identidades y heterogeneidades, entre singularidades que viven una
situación particular en el
proceso productivo y en la
vida social, en la esfera de
la materialidad y de la subjetividad, tanto la contradicción entre individuo y su
clase, co mo aquella que
deviene de la relación entre la clase y género, se tornaron más agudas en la era
contemporánea. La claseque-vive del-trabajo es tanto
masculina como femeniDe este incremento de
Ezra
Pound,
poeta,
1971.
Foto
H.
C
artier-Bresson
na. T ambién por esto es
la fuerza de trabajo, un conmás heterogénea, diversa y
tingente sustancial está
compuesto por mujeres, lo que carac- de tiempo parcial, en trabajos domés- compleja. De modo que una crítica
teriza otro rasgo distintivo de las trans- ticos, subordinados al capital (véase del capital, en cuanto relación social,
formaciones en curso en el interior el ejemplo de Benetton), de tal modo debe necesariamente aprehender la
de la clase trabajadora. Esta ya no es que en Italia, aproximadamente 1 dimensión de la explotación presenexclusivamente masculina, pero vive millón de los puestos de trabajo crea- te en las relaciones capital-trabajo,
con un gran contingente de mujeres, dos en los años 80, mayoritariamente pero también debe ver la dimensión
NÓMADAS
31
de opresión presente en la relación
hombre/mujer, de modo que la lucha
por la constitución de un género para
sí mismo posibilita también la emancipación del género mujer1 .
Además de la desproletarización
del trabajo industrial, de la incorporación del trabaj o femenino, la
subproletarización del trabajo, a través del trabaj o parcial,
temporario, aparece otra
variante de este múltiple
cuadro, un intenso proceso de asalaramiento de los
sectores medios, que ocurre a partir de la expansión
del sector de servicios. Vimos que, en el caso de Estados Unidos, la expansión
del sector de servicios (en
el sentido amplio en que lo
define el Departamento de
Comercio de ese país), fue
de un 97,8% en el período
de 1980/86, representando
el 60% de todos los empleos (no incluido el sector
gubernamental) (Annunziato, 1989: 107).
En Italia, contemporáneamente “crece la ocupac i ón e n e l se c t or
terciario y en el de servicios, que hoy pasa del
60% del total de empleos”
( S tuppini, 1991: 50) . S e
sabe que esta tendencia
abarca a todos los países
centrales.
Alberto
Lo anterior permite indicar que
“en las investigaciones sobre la estructura y las tendencias de desarrollo de las sociedades occidentales
altamente industrializadas, encontramos cada vez más frecuentemente, la
caracterización de ‘sociedades de ser-
32
NÓMADAS
vicios’. Esto se refiere al crecimiento
absoluto y relativo del ‘sector terciario’, esto es, el ‘sector servicios”’
(Offe, Berger, 1991: 11). Debe afirmarse, sin embargo, que la constatación del crecimiento de este sector
no nos debe llevar a la aceptación de
la tesis de las sociedades pos-industiales,
pos-capitalistas, una vez que se mantiene “por lo menos indirectamente,
ción industrial propiamente dicha, y
así, de la capacidad de las industrias
correspondientes de realizar plusvalía
en los mercados mundiales. Solamente cuando esta capacidad se mantiene
para toda la economía de conjunto,
los servicios industriales y no industriales (relativos a las personas) pueden sobrevivir y expandirse” (Kurz,
1992: 109).
Finalmente, existe todavía otra consecuencia
muy importante al interior
de la clase trabajadora, que
comprende una doble dirección: paralelamente a
la reducción cuantitativa
del proletariado industrial
tradicional, se da una alteración cualitativa en la
forma del ser del trabajo,
que por un lado impulsa
hacia una mayor calificación del trabajo, y por el
otro impulsa a una mayor
descalificación. Comencemos por la primera. La reducción de la dimensión
variable del capital, resultante del crecimiento de
su dimensión constante, o
en otras palabras, la sustitución del trabajo vivo por
el trabajo muerto, ofrece
como tendencia en las
unidades productivas mas
avanzadas, la posibilidad
de que el trabajador se
aproxime a lo que Marx
G iacometti, escultor, 1961. Foto H. C artier-Bresson
(1972: 228), llamó “supervisor y regulador del proel carácter improductivo, en el sen- ceso de producción”. Sin embargo,
tido de la producción global capita- la plena realización de esa tendenlista, de la mayoría de los servicios. cia está imposibilitada por la propia
Pues no se trata de sectores con acu- lógica del capital. Es esclarecedora
mulación de capital autónomos; al esta larga cita de Marx donde apacontrario, el sector de servicios per- rece la referencia que hacemos más
manece dependiente de la acumula- arriba:
“El intercambio de trabajo vivo
por trabajo objetivado ( ...) es
el último desarrollo de la relación de valor y de la producción
fundada en el valor. El supuesto de esta producción es, y sigue siendo, la magnit ud de
tiempo inmediato de trabajo, el
cuanto de trabaj o empleado
como el factor decisivo en la
producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran
industria se desarrolla, la
c reac ión de la riqueza
efectiva se vuelve menos
dependiente del tiempo
de trabaj o y del cuánto
de t rabaj o empleados,
que del poder de l os
agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que
a su vez – su powerful
effectiveness– no guarda
relación alguna con el
tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción ( ...) La riqueza
efec t iva se manifiest a
más bien –y esto lo revela la gran industria– en
la enorme desproporción
entre el tiempo de trabajo empleado y su produc t o, así c omo en la
desproporción cualitat iva ent re el t rabaj o,
reducido a una pura abstracción, y el poderío del
proceso de producción
vigilado por aquel. E1
trabaj o ya no aparece tanto
como recluido en el proceso de
producción, sino que más bien
el hombre se comporta como
supervisor y regulador con respecto al proceso de producción
mismo. E1 trabajador ya no in-
t roduc e el obj et o nat ural
modificado, como eslabón intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso
natural, al que transforma en
industrial, como medio entre sí
mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina. Se presenta al lado del proceso de
producción, en lugar de ser su
André Breton, 1961. Foto H. C artier-Bresson
agente principal. En esta transformación, lo que aparece como
el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni
el trabajo inmediato ejecutado
por el hombre ni el tiempo que
este trabaja, sino la apropiación
de su propia fuerza productiva
general, su comprensión de la
naturaleza y su dominio de la
misma gracias a su existencia
como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social. El robo del tiempo de
trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece
c omo una base miserable
comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la
gran industria misma.
T an pronto como el trabajo en su forma inmediata, ha cesado de ser
la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabaj o dej a, y tiene que
dejar, de ser su medida y
por t ant o el valor de
cambio ( dej a de ser la
medida) del valor de
uso. E1 plustrabajo de la
masa ha dej ado de ser
condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo
de unos pocos ha cesado
de serlo para el desarrollo de los poderes generales del int elec t o
humano. C on ello se
desploma la producción
fundada en el valor de
cambio... Desarrollo libre de las individualidades, y por ende, no
reducción del tiempo de
trabaj o necesario con
miras a poner plustrabajo, sino, en general reducción
del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual
corresponde entonces la formac ión art íst ic a, c ient ífic a,
etc., de los individuos gracias
al tiempo que se ha vuelto li-
NÓMADAS
33
del modo de producción específicamente capitalista, no es el obrero individual sino una vez más una
S e evidenc ia, sin embargo,
capacidad de trabajo socialmente comque esa abstracción era impobinada lo que se convierte en el agensible en la sociedad capitaliste real del proceso laboral en su
conjunto, y como las diversas capat a. C omo e l propi o M arx
cidades de trabajo que cooperan y
aclara, en la secuencia del texforman la máquina productiva total
t o. “El c apit al mismo es la
participan de manera muy diferente
contradicción ...”
Por lo tanto, la tendencia seña- en el proceso inmediato de la forEl capital mismo es la contradic- lada por Marx – cuya realización ple- mación de mercancías o mejor aquí
ción del proceso, [por el hecho de] na supone la ruptura de la relación de de productos –este trabaja más con
que tiende a reducir a un mínimo el la lógica del capital– demuestra que las manos, aquel más con la cabeza,
tiempo de trabajo, mientras que por en tanto perdure el modo de produc- el uno como director (manager), inotra parte pone al tiempo de trabajo ción capitalista, no se puede concre- geniero (engineer), técnico, etc., el
como única meotro como capadida y fuente de
taz (overlooker),
la riqueza. Dismiel de más allá
nuye, pues, el
c omo obre ro
tiempo de trabamanual directo
jo en la forma de
e incluso como
tiempo de trabasimple peón–,
jo necesario, para
t en emos que
aumentarlo en la
más y más funforma del trabajo
ciones de la capaexcedente; pone,
cidad de trabajo
por tanto, en mese incluyen en el
dida creciente, el
concepto inmetrabajo excedendiato de trabajo
te como condiproductivo, y sus
ción question de
agent es en el
vie et de mort- del
c on c ept o de
necesario. Por un
tra b a ja do re s
Henri
Matisse,
pintor,
1944.
Foto
H.
C
artier-Bresson
lado despierta a
productivos, dila vida todos los
rectamente expoderes de la ciencia y de la natura- tar la eliminación del trabajo como plotados por el capital y subordinados
leza, así como de la cooperación y del fuente creadora de valor, pero, sí en en general a su proceso de valorizaintercambio sociales, para hacer que cambio, una transformación en el ción y de producción. Si se considela creación de la riqueza sea (relati- interior del proceso del trabajo, que ra el trabajador colectivo en el que el
vamente) independiente del tiempo resulta del avance científico y tec- taller consiste, su actividad combinade trabajo empleado en ella. Por el nológico y que se configura por el da se realiza mat erialmen t e
otro lado se propone medir con el peso creciente de la dimensión más (materialiter) y de manera directa en
tiempo de trabajo esas gigantescas c alific ada del t rabaj o, por la un producto total que, al mismo tiemfuerzas sociales creadas de esta suerte intelectualización del trabajo social. La po, es una masa total de mercancías,
y aquí es absolutamente indiferente
y reducirlas a los límites requeridos cita que sigue es esclarecedora:
el que la función de tal o cual trabapara que el valor ya creado se conser( ...) con el desarrollo de la jador, mero eslabón de este trabajave como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales –unas y subsunción real del trabajo al capital o dor colectivo, esté más próxima o
bre y a los medios creados para
todos” ( Idem: 227-229) .
34
NÓMADAS
otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social– se le aparecen al capital únicamente como
medios, y no son para él más que
medios para producir, fundándose
en su mezquina base. In fact, empero, constituyen las condiciones
materiales para hacer saltar a esa
base por los aires ( Idem: 229) .
más distante del trabajo manual directo ( Marx, Siglo XXI editores,
1990: 78-79) .
Suponer la generalización de esta
tendencia bajo el capitalismo contemporáneo, que incluye a la enorme masa de trabajadores del T ercer
Mundo, sería un gran despropósito y
tendría como consecuencia la inevitable destrucción de la economía de
mercado, por la incapacidad de integración del proceso de acumulación
del capital. No siendo ni consumidores, ni asalariados, los robots no podrían participar del mercado. La
simple sobre vivencia de la economía
capitalista estaría comprometida en su
existencia (ver Mandel, 1986: 16-17).
El caso de la fábrica automatizada Fujitsu Fanuc (Japón), un ejemplo de avance tecnológico, es muy
esclarecedor. Más de cuatrocientos
robots fabrican otros robots, durante las 24 horas. Los obreros, casi cuatrocientos, trabajan durante el día.
Con métodos tradicionales serían
necesarios cerca de 4 mil obreros
para obtener la misma producción.
Se promedia ocho robots al mes que
se descomponen. La tarea central de
los obreros consiste en prevenir
y reparar los robots dañados, lo
que origina un
volumen de trabajo discontinuo
e imprevisible.
Hay 1700 personas más empleadas en trabajos
de
in vest igac ión, administ rac ión y
c o me rc ialización de la empresa ( G orz,
1 9 9 0 b: 2 8 ) .
Aunque sea un
Juan Rulfo, escritor ( México, 1918-1987) . Foto Jairo
ej emplo de un
También refiriéndose a la tendenpaís y de una fábrica, singulares, nos
permite constatar que, ni aún en este cia a una mayor calificación o
ejemplo de alta robotización, hubo intelectualización del trabajo otro
eliminación del trabajo y sí un pro- autor desarrolla la tesis de que la imaceso de intelectualización de una par- gen del trabajador manual no descrite de la clase trabajadora. Pero en biría el nuevo trabajo obrero en las
este ejemplo atípico, el trabajador ya industrias. Este se convirtió, en vano transforma los objetos materia- rias ramas más calificadas, lo que se
les directamente, sino que supervisa constata en la figura del obrero vigiel proceso productivo con máquinas lante, de técnico de mantenimiencomputarizadas, programadas y repa- to, de programador, de control de
ra los robots en caso de necesidad calidad, de técnico de un sector de
investigación, de ingeniero encarga(Idem).
do de la coordinación técnica y de la
gestión de la producción. Las antiguas fragmentaciones estarían siendo cuestionadas por la necesaria
cooperación entre los trabajadores
(Lojkine, 1990: 30-31).
Hay, entonces, mutaciones en el
universo de la clase trabajadora, que
varían de rama en rama, de sector en
sector, etcétera.
S e descalificó en varias ramas,
se disminuyó en otras, como en la
minería, en la metalúrgica y la
construcción naval, prácticamente desapareció
en sectores que
fue ro n í n t e gramente informatizados, como
los gráficos, y se
re c al i fi c ó en
otros, como en la
siderurgia, donde
se observa la “formación de un
segmento particular de ‘obreros
técnicos’ de alta
responsabilidad,
port adores de
características
profesionales y
an t e c e de n t e s
Osorio
culturales claramente distintos del restante personal
obrero. Estos se encuentran, por
ejemplo, en los puestos de coordinación, en las cabinas de operación a
nivel de los altos hornos, aceras, vaciado continuo, etc. E1 mismo fenómeno se encuentra en la industria
automovilística, con la creación de
los ‘coordinadores técnicos’, encargados de asegurar las reparaciones y el
mantenimiento de las instalaciones,
altamente automatizadas, asistidos
por profesionales de niveles inferio-
NÓMADAS
35
res y de diferentes especialidades”
(Idem: 32).
polivalencia, introducida por el modelo japonés.
Paralelamente a esta tendencia
se da otra, que apunta hacia la descalificación de muchos sectores
obreros, afectados por una diversa
gama de transformaciones que llevaron, por un lado, a la desespecialización del obrero industrial
oriundo del fordismo y, por el otro,
a la masa de trabajadores que oscila entre los temporarios ( que no
tienen ninguna garantía de empleo), los parciales (integrados precariamente a las empresas) 2 , los
subcontratados, tercerizados ( hay,
no obstante, tercerización en sectores ultra calificados) , los trabajadores de la “economía informal”.
Esta franja abarca al 50% de la población trabaj adora en los países
avanzados, cuando no se incluyen
aquí a los desempleados, que algunos llaman proletariado posindustrial
y que nosotros preferimos llamar
subproletariado moderno.
La segmentación de la clase trabajadora se intensificó de tal modo,
que es posible señalar que en el centro del proceso productivo se encuentra un grupo de trabajadores, en
proceso de retracción a escala mundial, pero que permanece a tiempo
completo dentro de la fábrica, con
mayor seguridad en el trabajo y más
integrados en la empresa. Con algunas ventajas que resultan de esta
“mayor integración”, este segmento
es más adaptable, flexible y de mayor
movilidad geográfica. “Los costos
potenciales de las licencias temporarias de los empleados del grupo central, en tiempos de dificultades,
pueden llevar a la empresa a subcontratar, inclusive para funciones de
alto nivel (que van desde los proyectos hasta la propaganda y la administración financiera), manteniendo un
relativamente pequeño grupo de gerentes del grupo central” (Harvey,
1992:144).
En lo que se refiere a la desespecialización de los trabajadores profesionales, como consecuencia de la
creación de los “trabajadores multifuncionales” inventados por el
toyotismo, es relevante recordar que
ese proceso también significó un ataque al saber profesional de los obreros calificados, buscando disminuir
su poder sobre la producción y aumentar la intensidad del trabajo. Los
trabajadores calificados enfrentaron
este movimiento de desespecialización
como un ataque a sus profesiones y
calificación, así como también, a su
poder de negoc iac ión, que le
devenía precisamente de su calificación, realizando hasta huelgas contra esta tendencia ( Coriat, 1992b:
41) 3 . Ya nos referimos anteriorment e al c arác t er limit ado de la
36
NÓMADAS
La periferia de la fuerza de trabajo
comprende dos subgrupos diferenciados: el primero lo forman “empleados
de jornada completa con habilidades
fácilmente disponibles en el mercado de trabajo, como el personal del
sector financiero, secretarias, personal de áreas de trabajo rutinario y de
trabajo manual menos especializado”.
Este subgrupo se caracteriza por una
alta rotación en el trabajo. El segundo grupo situado en la periferia “ofrece una flexibilidad numérica todavía
mayor e incluye empleados de jornada parcial, empleados ocasionales,
personal con contrato por tiempo determinado, temporarios, subcontratados y pasantes con subsidio público.
Estos tienen menos seguridad en el
empleo que el grupo periférico ante-
rior”. Est e sec t or ha c rec ido
significativamente en los últimos
años ( según la clasificación del
Institute of Personnel Management, in
Harvey, 1992, 144).
Queda claro, entonces, que al
mismo tiempo que se visualiza una
tendencia a la calificación del trabajo,
se desarrolla también, intensamente,
un nítido proceso de des-calificación
de los trabajadores, lo que acaba por
configurar un proceso contradictorio
que sobrecalifica en varias ramas productivas y tiende a descalificar en
otras4 .
Estos elementos nos llevan a la
reflexión de que no hay una tendencia única y generalizada en el mundo
del trabajo. Hay un proceso contradictorio y multiforme. Se complejizó,
se fragmentó y se hizo aún más
heterogénea la clase-que-vive-del-trabajo. Se puede observar que por un
lado se da un proceso de intelectualización del trabajo manual, y por
otro, radicalmente inverso, de descalificación del trabajo intelectual y
hasta de subproletarización intensificada, presentes en el trabajo precario, informal, parcial, etcétera. Si es
posible decir que la primera tendencia – la intelectualización del trabajo
manual– es, como tesis, más coherente y compatible con el enorme avance tecnológico, la segunda – la
des-calificacion– , se encuentra también en plena sintonía con el modo
de producción capitalista, en su lógica destructiva, y con su tasa de uso decreciente de bienes y servic ios
(Meszaros, 1989:17). Vimos también
que hubo una importante incorporación del trabajo femenino al mundo
productivo, además de una expresiva expansión de la clase trabajadora
a través del asalariamiento del sector
servicios. Todo esto nos permite con-
serán capaces de humanizar sus emociones... Al hacer nuestra opción frente a los conflictos sociales, optamos simultáneamente por un futuro determinado de las relaciones entre los sexos.
Elegimos relaciones entre individuos libres e iguales, relaciones que, en todos
los aspectos de la vida humana, se realicen desprovistas de cualquier tendencia a la apropiación y que se caractericen por su riqueza, su profundidad y sinceridad”. (Heller, “El futuro de las relaciones entre los sexos”; texto de 1969,
publicado también en 1982: 65-66. Ver
también Hirata, 1968:12).
cluir que ni el proletariado desaparecerá tan rápidamente y, lo que es fundamental, no es posible proyectar, ni
siquiera en un futuro lejano, ninguna posibilidad de eliminación de la
clase-que-vivedel-trabajo.
Ci t a s
1
“En un mundo desalienado, no dominado por la tendencia a la apropiación,
los individuos dejarán de constituirse
como seres particulares. La personalidad individual, hasta el momento una
excepción, se convertirá en típica de
la sociedad. Las normas morales no serán impuestas desde afuera a una persona cerrada en su particularismo. Los
individuos serán capaces de... humanizar sus impulsos en vez de reprimirlos...
2
Ver Bihr, 1991: 88-89.
3
Con el desarrollo de la automatización
“se reproduce un movimiento (...) de
descalificación de ciertas tareas ‘supercalificadas’, nacidas en el momento
anterior de la des-calificación y
sobrecalificación del trabajo. Se trata
principalmente de los trabajos de mantenimiento y de la fabricación de má-
quinas herramientas” ( Freyssenet,
1989: 78).
4
V éase la c onc lusión de Mic hel
Freyssenet: “No hay un movimiento
generalizado hacia la des-calificación, como tampoco lo hay hacia la
calificación, pero sí hay un movimiento contradictorio de des-calificación del trabajo en unas, y de sobrecalificación del trabajo en otras, esto es,
una polarización de las calificaciones
requeridas por una forma particular
de división del trabajo, que se caracteriza por una modificación del reparto social de la ‘inteligencia’ de la producción. Una parte de esa ‘inteligencia’ es incorporada a las máquinas y
otra parte es distribuida entre un gran
número de trabajadores, gracias a la
actividad de un número limitado de
personas entregadas a la tarea ( imposible) de pensar previamente la totalidad del proc eso de t rabaj o. . . ”
( Freyssenet, 1989: 75) .
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