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Castro Díez, Asunción. La narrativa de Juan Pedro Aparicio. Cuenca: Ediciones de la
Universidad de Castilla-La Mancha, 2002.
Una trayectoria literaria que a estas alturas ha dado –bastantes- frutos en
sazón, y la carencia de una monografía sobre Juan Pedro Aparicio que rebasara los
menguados límites del artículo literario, exigían la aparición de un libro que llevara
por título algo así como La narrativa de Juan Pedro Aparicio. Asunción Castro Díez
ha acometido el lance, y adelantaré ya que el resultado es más que satisfactorio.
Como he dicho, en su favor –pero también en su contra- tenía el hueco bibliográfico
que hacía necesaria la aparición de este estudio: su conveniencia era indiscutible, la
avidez con que a buen seguro será examinado, implacable.
Una de las cosas que ese probable ávido lector puede echar en falta al
comenzar la lectura de la monografía, o tal vez simplemente al ojear su índice
(completo, puntualmente informativo de capítulos y epígrafes) es un prólogo en el
que la autora declare sus intenciones. Bien, ponerlo al frente del estudio hubiera
sido una posibilidad. Pero otra, no menos válida, es la elegida por Castro Díez. De
entrada, la publicación del libro dentro de la Colección Humanidades de la
Universidad de Castilla-La Mancha, de orientación académica pero no estrictamente
especializada, nos pone al tanto sobre el carácter del contenido. No en vano el texto
de la contraportada del libro se refiere a él como “ensayo”. A esto se suma la
claridad de planteamiento de Castro Díez, manifiesta en el propio índice, que bien
puede hacer las veces de la dicha declaración de intenciones: tras un capítulo de
inicio titulado “Semblanza biográfica. La trayectoria de un escritor”, la obra de Aparicio
se desglosa y clasifica en sucesivos capítulos con sus correspondientes apartados
que ponen de relieve los elementos más destacables, a juicio de la autora. Este
planteamiento parecerá excesivamente tradicional a algunos, pero es eficaz, y tiene
la virtud indiscutible de la sencillez. A través de los sucesivos capítulos, vamos
asistiendo a una breve exposición sobre la obra periodística y ensayística de Juan
Pedro Aparicio, a la explicación de su cuentística, de su novela de dictador Lo que es
del César, de su narrativa (aparentemente) realista, etcétera. Tanto orden podría
parecer sospechoso, pero los compartimentos de Castro Díez no son nunca
estancos, entre ellos hay infinidad de pasadizos que ponen en contacto el cuento
233
con la novela policíaca, el libro de viajes con la novela fantástica, la semblanza
biográfica con la obra entera… Esos pasadizos son las observaciones que la autora
va desgranando a lo largo de su texto, y que insisten, demostrando su veracidad a
cada paso, en la coherencia y unidad que hace de la obra de Juan Pedro Aparicio un
todo compacto, aunque felizmente heterogéneo. Así, por ejemplo, la inclusión de un
breve capítulo que se ocupa de la labor periodística y ensayística, justo después de
la declaración explícita de que éste no es el objeto del estudio, no es un
despropósito, sino una prueba más de esa unidad que todo el que haya leído más
de un título de Aparicio habrá detectado. Como Castro afirma, “… no hay un Aparicio
novelista y otro periodista, sino uno escritor …” (30).
Al abrirse cada nuevo capítulo, o cuando lo requiere la referencia a una
corriente literaria y su cultivo en España, la autora no deja al lector a expensas de su
conocimiento
previo
de
la
reciente
historia
literaria
española.
Resume
cumplidamente, sin carencias llamativas ni prolijidad excesiva, el panorama al que
se enfrentan Aparicio y los jóvenes de su generación cuando comienzan a bregar en
la creación literaria; el precario estado del cuento en nuestra literatura por aquellas
fechas, lastrado como estaba por el pintoresquismo y la denuncia social; las
tradiciones de novela fantástica y policíaca en España (o más bien, la falta de ellas);
y otras cuestiones por el estilo, de manera que a cada paso hallamos
contextualizada la creación literaria de Juan Pedro Aparicio y entendemos mejor la
totalidad de su significado. En estos breves estados de la cuestión Castro Díez no
se muestra original (no tiene por qué hacerlo, dado que el título y el tema al que se
debe son otros). Lo que sí prueba es su excelente conocimiento y la visión crítica de
la bibliografía más solvente sobre cada una de esas cuestiones que ella resume
con acierto, y a la que remite con puntualidad y exactitud siempre que es necesario.
Dentro de esa voluntad por no desarraigar la obra de Juan Pedro Aparicio del
terreno en que ha sido plantada, me parece muy conveniente la atención que Castro
Díez presta al mercado editorial, no de forma sistemática (ningún epígrafe responde
a este título) pero sí en diversos lugares del estudio. No podría ser de otro modo,
tratándose de un autor de nuestros días. Incluso se aventura un juicio sobre ciertos
procederes editoriales, al criticar la decisión de Alfaguara de cambiar el título original
de Lo que es del César (106).
El interés por atender a las sucesivas versiones de cada obra, y no sólo a la
definitiva, evita proyectar sobre la narrativa de Juan Pedro Aparicio una falsa imagen
234
de estatismo. Se analizan los cambios, sus motivaciones y su repercusión en el
conjunto de la obra, algo especialmente conveniente en el caso de los cuentos y de
la novela de dictador Lo que es del César.
Quizá los resúmenes de las obras que Castro Díez va haciendo al examinar
éstas sean lo menos lucido del estudio. Era el toro más difícil de lidiar. Contar en
unos cuantos párrafos las complejas tramas de Aparicio no es sencillo, y además,
mutila de su sentido a las historias, al privarlas del componente de ironía, de
perspectivismo, que es la impronta natural del escritor leonés.
La técnica literaria del autor es analizada en profundidad, sin que de ello
resulte una fría nómina de recursos estilísticos; antes bien, las sucesivas
observaciones sobre el estilo de cada una de sus obras quedan integradas en la
indagación del sentido de la obra. La abundancia de diálogo, los juegos de
perspectiva, los diferentes y hasta contradictorios enfoques que reciben las historias,
la inserción de diversos discursos que se superponen, complementan o desdicen al
principal…, no son glosados a la manera del manual de retórica, sino que sirven
para iluminarnos sobre lo que la narrativa de Aparicio tiene de posmoderno. Y en
este sentido, Asunción Castro Díez nos presenta a un Juan Pedro Aparicio
transmisor de la voz colectiva, apasionado de los discursos contradictorios que
proceden de múltiples puntos de vista, del matiz que da la diferencia, como si de un
nuevo Platón se tratara, que quisiera advertirnos contra el dogmatismo de la palabra
única.
No quisiera terminar esta reseña sin referirme a la fidelidad que la autora
demuestra hacia el autor que estudia, autorizando cada una de sus conclusiones
con palabras de Juan Pedro Aparicio. Pero que no se entienda esta fidelidad como
apasionamiento: probablemente Castro Díez es, de hecho, una apasionada lectora
de Aparicio (eso explicaría el dominio de una obra que ya va siendo extensa), pero la
pasión no la ciega, y su ensayo no cae en el panegírico (cualidad apreciable,
tratándose de un estudio sobre un autor vivo y con ventas).
En definitiva, un título necesario, y un libro que responde con justicia y
corrección a su título. No es decir poco.
CARMEN MORÁN RODRÍGUEZ
Universidad de Valladolid
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García Carlos Javier. Contrasentidos: Acercamiento a la novela española
contemporánea.
El texto como laberinto es una de las imágenes más representativas y
sugerentes de la crítica postestructuralista. El acto de escritura, locus actualizado en
determinación, es reemplazado por la textualidad, incorporando lo ex-céntrico, la
différance, el vértigo producido por el juego interminable de significantes.
Los artículos recogidos en este libro parecen lanzarse al vacío de estos
laberintos textuales, allá donde la lógica del discurso estalla en contradicción sorda,
fruto de las fuerzas en tensión que denuncian un texto fluctuante e inestable.
Al margen del uso ortodoxo y exclusivista de aparatos teóricos, Carlos Javier
García apuesta por un terminología crítica que vaya al encuentro del espacio textual:
vocabulario orgánico que genera y activa significaciones, que revela contrasentidos
textuales: "El estudio –nos dice el propio autor en el prólogo- puede concebirse
sobre la base de que es la dinámica de la lectura textual la que suscita y
desencadena preocupaciones que convergen con planteamientos teóricos".
Conforme a este principio articulador, Contrasentidos revisita novelas clave de
la literatura española contemporánea desde lo literario como fenómeno constituido
en la recepción: el proceso de lectura se concibe como una suerte de estrategia
textual que activa "fuerzas en tensión cuyo sentido pudiera producir inestabilidad y
permanecer indeterminado". Esa indeterminación del discurso se formula a lo largo
del libro en términos pragmáticos, como una discontinuidad entre lo constatativo y lo
performativo, entre lo comunicado y el acto de enunciación.
La tensión entre vida y escritura, el acto de escribir como efecto
epistemológico, liberador o expiatorio; el texto, en definitiva, como espacio
configurador de la interioridad del sujeto en el acto mismo de la escritura llenan las
páginas del libro: Pascual Duarte se nos revela sujeto opaco y esquizofrénico como
agente enunciador, enmarcando sus confesiones en un contexto exculpador; el
deseo narrativo lleva a Miranda a rehabilitar la figura de Lepprince para contrarrestar
sus propios fracasos en La verdad sobre el caso Savolta; el autoengaño y el
falseamiento deliberado de los hechos es el eje narrativo y la razón última de la
enunciación de una Matilde vulnerable y frustada en La cólera de Aquiles; la
inestabilidad y opacidad de la palabra narrativa nos introduce en el desasosiego
237
moral y la compleja interioridad de Mosén Millán, palabra que fluctúa entre la culpa y
la redención, etc.
Contrasentidos no sólo se acerca a novelas ya canonizadas como clave en
nuestra literatura, sino que algunos de sus artículos dedican sus páginas a la novela
española de las últimas décadas: el ya clásico Corazón tan blanco, de Javier Marías
y Beltenebros, de Muñoz Molina.
El tejido de secretos, silencios y sospechas que informa el hilo narrativo de
Corazón tan blanco deviene en abismos epistemológicos y espacios fluctuantes.
"Tensión comunicativa -precisa García-. desencadenada por el secreto y la
resistencia a contar y a escuchar." La inestabilidad textual se genera a través del
conflicto entre la lógica interna de lo narrado, sembrado de muerte y crisis, y el deseo
esperanzador del protagonista, que proyecta un futuro mejor. "Lo cierto es que nada
se afirma y todo se va perdiendo": el ansia de conocimiento y la imposibilidad de una
verdad absoluta, la desmemoria como posicionamiento ante el horror que espera al
final del túnel son, paradójicamente, caras de una misma moneda. En la obra de
Javier Marías -nos dice el autor de Contrasentidos-, el lenguaje, ese "Superalejandro"
que ha luchado durante milenios por conquistarnos, se convierte en tema recurrente:
las palabras y sus efectos cobran tal energía que trascienden a los sujetos,
susceptibles de ser interpretadas de infinitas maneras.
Asimismo, el lenguaje como experiencia y discurso en acción articula las
reflexiones de García sobre Beltenebros: los restos de un pasado no clausurado y el
retorno de lo reprimido tensan la intriga de la novela, donde la misión ideológica y
política de Darman deviene en la búsqueda de su propia identidad; la acción
narrativa y la interiorización discursiva del personaje producen un texto oscilante,
inestable, contradictorio.
Si bien toda terminología crítica denuncia sus propias limitaciones a la hora
de abordar uno o varios textos contemporáneos, con resultados en ocasiones
irregulares, el trabajo de Carlos Javier García constituye una inteligente aproximación
a la novela contemporánea española. Los ocho artículos de que consta el libro
arrojan nuevas y sugerentes significaciones sobre nuestra literatura actual.
Ante la avalancha de enfoques contextualizadores y extrínsecos al texto, se nos
ofrece aquí un perspicaz –y saludable- ejercicio hermenéutico que trata de asomarse
a la oscuridad abisal del texto desde argumentos intrínsecos al mismo. Ocho
pedacitos de tiniebla griega, que diría Borges.
238
ÁNGELES FERNÁNDEZ CIFUENTES
Univerity of Texas (Austin)
239
Moreiras, Cristina. Cultura herida. Literatura y cine en la España democrática,Madrid,
Ediciones Libertarias,2002. 286 p.
El libro de Cristina Moreiras se abre con una introducción que sienta las
bases teóricas y metodológicas que guiarán su trabajo: a partir de la lectura de
diversos textos (literarios y fílmicos) representativos del periodo democrático,
intentará caracterizar el panorama histórico-cultural de la España posterior al
franquismo. También se encarga la introducción de centrar el objeto de estudio: “la
representación de los procesos ideológicos y afectivos por los que pasa el sujeto
contemporáneo (español) al verse enfrentado a dos acontecimientos históricos
íntimamente enlazados a su construcción como sujeto: el final de la dictadura
franquista y la … instalación de la democracia” (16). La justificación del título
profundiza en este sentido y va delimitando aún más el interés de su trabajo, pues tal
representación, ejemplificada en las novelas que analiza, revela una herida, un
conflicto no resuelto con el pasado reciente que emerge constantemente en forma
espectral en las producciones culturales del presente.
“¿La agonía de Franco? Políticas culturales de la memoria en la democracia”
es el epígrafe que encabeza el primer capítulo, que se ocupará de poner de
manifiesto cómo la figura del dictador pervive en el imaginario cultural de una
colectividad que quiere deshacerse de su presencia para siempre. Así, La mitad del
cielo de Gutiérrez Aragón (película de 1985) representa un olvido absoluto del
pasado considerado negativo; narrativa hegemónica, precisa la autora, que colabora
con el oficial pacto de silencio que la transición privilegió como parte del consenso.
Narrativas residuales serán, por el contrario, Las edades de Lulú, de Almudena
Grandes (1989) y Tras el cristal, de Agustín Villaronga (1985) debido a que, en el
mismo intento de cancelar el pasado histórico, desvelan las huellas del mismo,
desechos de la memoria, como marcas de un trauma original no superado.
El segundo capítulo,”Espectáculo, (des) historización y la estética de la
indiferenciación” se abre con una adecuada crónica política e histórica de toda la
etapa democrática, cuya periodización establece un antes y un después de 1992 (604, 185-92). Todos los textos propuestos se comprometen con el proyecto colectivo de
europeización de España y suponen la celebración no sólo de este nuevo presente
democrático sin historia, sino también de la inmersión súbita de España en las
lógicas del espectáculo y del mercado propias del posmodernismo como
240
“dominante cultural” característica de nuestra época. En este sentido, Moreiras elige
como objeto de su estudio Laberinto de pasiones (1982), de Pedro Almodóvar, y
Plumas de España (1982), de Ana Rosetti _junto con algunos de sus poemas_. El
análisis se completa con la novela de Mendicutti Una mala noche la tiene cualquiera
(1988), que representa para la autora la relación del Estado con la construcción
identitaria del individuo al verse ésta amenazada por el efímero retorno del
franquismo el día del 23-F.
Por su parte, el tercer capítulo “El origen de la memoria: duelo, melancolía y
sus escenas de significación” recupera más explícitamente lo que Moreiras había
trazado como objeto principal de su trabajo: la representación de la historia y su
relación con el sujeto (dos de las obras que elige pertenecen, significativamente, al
ámbito de la autobiografía). Tanto El pianista (1985), de Vázquez Montalbán, como
las cuatro obras de Juan Goytisolo analizadas (Coto vedado, En los reinos de Taifa,
Cuaderno de Sarajevo y El sitio de los sitios) suponen una recuperación y revisión de
la memoria histórica desde la responsabilidad ética individual frente al silencio y el
olvido dominantes; el primero desde un afecto melancólico y el segundo con la
intención de poner en marcha un proceso de duelo que permita superar el trauma e
incorporar el pasado en la comprensión del presente que, en otros lugares, había
sido deshistorizado.
Finalmente, “Crónicas de lo inmediato: Realidad y violencia en la experiencia
contemporánea” ofrece una mirada sobre la literatura y el cine de la España
postolímpica que revela una situación cultural muy diferente de la que había
observado en la década anterior. Las obras de los años noventa sustituyen la alegría
celebratoria por el desafecto, la desideologización, y la ausencia de un proyecto
colectivo. La espectacularización de la realidad a través de los
medios
audiovisuales, la omnipresencia de la violencia y las nuevas relaciones entre la
esfera pública y la privada completan la caracterización que de esta época nos da la
autora, siguiendo nuevamente postulados postmodernistas (Baudrillard, Jameson).
Se han tratado en esta ocasión textos de los autores más jóvenes _Historias del
Kronen (1994), de José Ángel Mañas, y Héroes (1993) de Ray Loriga_ dedicando
además un esfuerzo considerable y abundantes páginas a reivindicarla validez de
esta generación de escritores que suscitaron en su día tanta polémica. El día de la
bestia (1995), de Alex de la Iglesia, y Tesis (1996), de Alejandro Amenábar, apoyan
desde la cinematografía las reflexiones de Moreiras.
241
Es preciso situar el trabajo de Cristina Moreiras dentro de toda una serie de
estudios llevados a cabo en España y Estados Unidos, y dedicados a la misma fase
histórica, desde la perspectiva de la crítica cultural (los cultural studies del mundo
anglosajón, en el cual la autora desarrolla su actividad académica). De todos ellos,
manejados y citados por ella, tal vez sea su principal antecedente el estudio de
Gonzalo Navajas Más allá de la postmodernidad: estética de la nueva novela y cine
españoles, debido a la cercanía teórica de ambos y la selección de obras
analizadas. Por lo que respecta a esta selección, que cubre la década central del
periodo democrático (1985-1996, primera y última obras estudiadas) y nuestro más
inmediato presente (1996-2002) para proporcionar una cobertura más amplia del
último cuarto del siglo XX.
La práctica de estos ejercicios de crítica cultural encuentra un aparato
conceptual complementario en el psicoanálisis; no en vano la autora procede del
campo de la psicología, como advierte en los agradecimientos. No sólo es
aprovechada esta disciplina en la lectura interpretativa de las obras concretas, sino
también en la aplicación de categorías psicoanalíticas a procesos históricos y
políticos, la Transición en este caso, aplicación que ha sido defendida y limitada a la
vez por Jameson, uno de los principales teóricos de Cultura herida. Junto al
psicoanálisis,
el
posmodernismo
ofrece
un
marco
de
pensamiento
que,
acompañado de reflexiones centradas en el caso español como las de Teresa
Vilarós, Eduardo Subirats o Vázquez Montalbán, puede siempre proporcionar
originalidad a los estudios literarios y cinematográficos además de ayudar a lidiar
con los problemas de la contemporaneidad. Pero también puede hacer correr el
riesgo de caer en los errores más habituales en este género de discurso teórico: la
mistificación y la sobreinterpretación (y no se puede olvidar el cuestionamiento por
parte de Sokal de la autoridad de intelectuales como Baudrillard, Deleuze, Virilio o
Lacan -todos ellos material bibliográfico y teórico del libro). Conviene señalar, sin
embargo, que Cristina Moreiras consigue eludir con habilidad ambos escollos y
ancla sus interpretaciones en una lectura detallada y minuciosa de los textos
propuestos.
En conjunto, Cultura herida ofrece, sobre todo, un útil acercamiento crítico a
algunas de las obras literarias y cinematográficas de las dos últimas décadas del
siglo XX, al tiempo que repasa de forma efectiva aspectos como al identidad
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individual y colectiva, la especial relación entre el sujeto contemporáneo y la
memoria ola narración de la historia en nuestro contexto actual.
Por último, sólo cabe indicar que, pensando en el alcance y la difusión del
libro entre un público universitario español no siempre iniciado en las claves
posmodernistas, tal vez hubiese resultado interesante realizar una más amplia
exposición -y una más detallada justificación del uso- de nociones no tan evidentes
(en su uso técnico) como simulacro, espectáculo, transparencia, o intensidades, por
poner algunos ejemplos.
MIGUEL MARTÍNEZ GARCÍA
Universidad de Valladolid