El futuro como dispositivo: la mirada
de algunos estudiantes universitarios
The future as dispositive:
the insight of some college students
María Elena Figueroa Díaz *
Resumen
Recientemente hay una especial atención puesta en el futuro. El sentido del porvenir
se instala en las esperanzas y preocupaciones de muchas personas, en términos de un
dispositivo de poder que configura subjetividades, que imprime una tensión en los
proyectos de vida, y que expresa el sinsentido y la ansiedad ante la incertidumbre.
En este texto se analizan los mapas mentales sobre el futuro realizados por 126
estudiantes universitarios, desde la perspectiva teórica del dispositivo de poder
que propone Agamben con base en Foucault. Se observa una visión catastrófica e
hiper tecnologizada del futuro, que se contradice con un proyecto personal de vida
optimista y arraigado en los valores tradicionales de la sociedad.
Palabras clave: futuro, dispositivo, jóvenes, devastación, tecnología.
Abstract
Recently there is a special focus on the future. The meaning of the future is expressed
in the hopes and concerns of many people, in terms of a device of power that
configures subjectivities, which imprints a tension in the projects of life, and expresses
the nonsense and anxiety in the face of uncertainty. In this text mental maps about the
future made by 126 university students are analyzed, under the theoretical perspective
of the power device proposed by Agamben based on Foucault. A catastrophic hyper
technologized vision of the future is observed, which is contradicted by an optimistic
personal project rooted in the traditional values of society.
Key words: future, device, youth, devastation, technology.
Artículo recibido: 10/02/2018
Apertura del proceso de dictaminación: 19/03/2018
Artículo aceptado: 31/ 07/2018
* Colegio de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma
de México [marielenafd@gmail.com].
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María Elena Figueroa Díaz
S
introducción
i bien el futuro ha sido un tema de interés y preocupación en diferentes etapas de la modernidad,
en años recientes se ha convertido en objeto de teorizaciones sistemáticas
que aumentan cada vez más. Con el inicio del siglo XXI, el futuro comienza a
estar presente, dentro de las ciencias sociales, en la reflexión de antropólogos,
sociólogos e historiadores reconocidos por su pensamiento y trayectoria; es
el caso de Jacques Attali,1 Edgar Morin,2 Marc Augé3 y, más recientemente,
Zygmunt Bauman4 y Yuval Noah Harari,5 entre otros. En estos textos, el
futuro es abordado desde diversas perspectivas, pero todas encaminadas a
reflexionar las posibilidades de un futuro, así como sus características y sus
condiciones de posibilidad, dado el presente y los vertiginosos cambios de
las últimas décadas, que han transformado casi por completo nuestra mirada
acerca de nosotros mismos y del mundo. Mientras unas miradas enfatizan
panoramas sombríos, otros apuestan por la posibilidad de un salto cualitativo
que nos permita sobrevivir como especie.
El futuro se ha convertido en una cuestión cargada emocionalmente.
Desde la segunda mitad del siglo XX se ha gestado una conciencia,
fundamentalmente ambiental, sobre aquello que depara al mundo debido
al modelo de desarrollo que comenzó a mostrar signos críticos. El futuro,
como algo que sólo se puede imaginar, o quizás proyectar, mueve la angustia
y la esperanza, pero no sólo preocupa a los ambientalistas, se instala como
parte de la subjetividad de muchas personas para quienes la vida no está del
todo asegurada. Dejamos atrás la época de certidumbre (laboral, económica,
ambiental, personal), para asumir lo que se nos muestra desde diferentes
ángulos: vivimos un mundo de incertidumbre y, ante ello, hay que adaptarnos
Jacques Attali, Breve historia del futuro (traducción: José P. Tosaus), México, Paidós, 2007.
Edgar Morin, La vía para el futuro de la humanidad (traducción: Núria Petit-Fontseré),
Barcelona, Paidós, Estado y Sociedad, 2011.
3
Marc Augé, Futuro (traducción: Rodrigo Molina-Zavalía), Buenos Aires, Adriana Hidalgo
Editora, 2012.
4
Zygmunt Bauman, Retrotopía (traducción: Albino Santos Mosquera), México, Paidós, 2017.
5
Yuval Noah Harari, Homo Deus. Breve historia del mañana (traducción: Joandoménec
Ros), México, Debate, 2017.
1
2
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y asumir nuestra responsabilidad para con nosotros mismos. Se trata de la
incertidumbre ligada a la sociedad de riesgo, que propone Ulrich Beck: el
desarrollo de la modernidad encarna contradicciones entre los avances que la
época trae consigo y los riesgos e incertidumbres que implica. En contextos
de deterioro ambiental; de sustitución de los trabajadores por tecnología; de
falta de acceso a servicios de salud por parte de adultos mayores (que son
mayores debido a los avances de la medicina); la falta de seguridad social y
de sistemas de pensiones; de riesgos nucleares y contaminación por avances
tecnológicos, las biografías personales se vuelven frágiles y los individuos se
ven presionados a adaptar sus vidas a condiciones contradictorias y difíciles
de sostener; asimismo, el sistema hace que tanto las responsabilidades como
las oportunidades recaigan en las personas individuales. La visión de Beck
se vincula con la mirada sociológica de Guy Bajoit, que arroja luz a esta era
donde cargamos con la responsabilidad de nuestra propia vida.6 Por ello el
futuro se vuelve una cuestión de sentido y también de proyecto; parecería
que quien no tiene un proyecto no se preocupa por el futuro. Pero también
quien no cuenta con las condiciones mínimas para elegir su vida, no tiene
un porvenir.
Ante el futuro se nos abren horizontes diferentes: hay quienes su idea de
futuro no rebasa un par de años; se encuentran centrados en un presente no
constructivo, que se consume en sí mismo, en el mismo presente. Pero hay
quienes tienen proyectos a largo plazo: ellos piensan en el futuro. Y también
en el presente, en dos sentidos: como presente en sí mismo −como valor y
fin en sí mismo− y como base para el futuro −como medio para llegar a un
mejor porvenir. Sin embargo, pensar siempre en el futuro genera desgaste;
de ahí que haya quienes prefieran el aquí y ahora del momento, un presente
personal y constructivo. También hay quienes se envuelven en una parálisis
ausente de sentido. A veces se piensa en el pasado para no tener que pensar
en el futuro; pero a veces se piensa en el pasado para no repetir en el futuro
los errores cometidos.
Analizar la noción que una persona tiene del futuro y de sí misma permite
acceder a una configuración de varias instancias vinculadas entre sí que dan
cuenta de valores, expectativas, aspiraciones, temores e ilusiones, así como de
6
Ulrich Beck, Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización, Barcelona, Paidós; Ulrich y Elisabeth Beck-Gernsheim, La individualización. El
individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas, Barcelona, Paidós,
2003; Guy Bajoit, “La tiranía del ‘Gran ISA’”, Cultura y Representaciones Sociales, vol. 3, núm.
6, 2009.
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disposición para la acción. El futuro, así, se vuelve condensador de distintos
elementos: mundo, naturaleza, ser humano, vida, presente, pasado, proyecto,
están en juego cuando pensamos en el futuro. Hablar de futuro es hablar de
las posibilidades de desarrollo, de crecimiento, de acción, pero también de
sujeción, de contradicciones, de inequidades y desigualdades.
Particularmente, la población joven resulta ser un grupo importante en
ese sentido, toda vez que, generacionalmente, se encuentra en una coyuntura
determinante: porque a los jóvenes de hoy les ha tocado nacer y vivir en
un mundo atravesado por el deterioro ambiental y social; por la centralidad
de los medios electrónicos para acceder y conectarse con el mundo; por no
tener en el horizonte la posibilidad de un futuro tan prometedor como el de
otras etapas históricas (quizás las de sus padres y abuelos).
En este escrito se analiza la visión del futuro que un grupo de estudiantes
universitarios de la Ciudad de México plasmó en mapas mentales, así como
en su discurso sobre su propio futuro. A partir de la mirada del futuro como
dispositivo de dominación, se analizaron los mapas y las respuestas, con el fin
de dar cuenta de las inconsistencias presentes en su discurso, la vinculación de
sus proyectos personales de vida con estereotipos tradicionales que privilegian
el bienestar material, el éxito económico y la vida familiar, que no concuerdan
con su visión catastrófica e hiper tecnologizada de ese futuro concebido. Se
rescatan también las visiones esperanzadoras y comprometidas, que claramente
son una minoría.
Concluimos que, en este grupo, el dispositivo del futuro determina
concepciones pesimistas acerca del porvenir, del mundo y de la humanidad,
centradas en los avances de la ciencia y la tecnología, así como alimenta
una actitud de permanente esfuerzo para lograr todo aquello que se han
propuesto alcanzar, bajo la premisa de que el futuro es construido por el
trabajo y el logro individual.
el futuro como dispositivo
En junio de 2017, en una columna para la publicación Quodlibet, Giorgio
Agamben afirmó:
El futuro, como la crisis, es hoy efectivamente, uno de los principales y más
eficaces dispositivos del poder. Ya sea agitado como un amenazante espantapájaros
(empobrecimiento y catástrofes ecológicas) o como un radiante porvenir (como
empalagoso progresismo), se trata en todos los casos de hacer pasar la idea de
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que tenemos que orientar nuestras acciones y nuestros pensamientos únicamente
hacia él.7
Agamben continúa: “[...] en cuanto al presente, [habría que] interesarnos en
él sólo en la medida que sirva para prepararnos para el futuro”.8 Para él, hay
que hacer proyectos del pasado, ya que “sólo una indagación arqueológica
puede permitirnos acceder al presente, mientras que cuando uno observa
girando únicamente hacia el futuro éste nos expropia, con nuestro pasado,
también del presente”.9 Así, los dispositivos crean “cuerpos dóciles” que se
asumen libres en el pleno proceso de su sometimiento; es así como producen
subjetividades que son susceptibles de ser controladas sutilmente.
Si bien Agamben coincide en que los dispositivos ponen de relieve la gran
diversidad de mecanismos unificados con que se ejerce el poder para la
conservación del orden social, su análisis logra reconocer que el sometimiento a
ellos posibilita la interiorización del poder mediante la formación de subjetividades
y sujetos.10
Ahora bien, al decir que el futuro es un dispositivo, Agamben retoma a
Michel Foucault, para quien en un dispositivo de dominación se manifiesta
una cierta cantidad de estrategias globales, a partir de una multiplicidad de
sometimientos, de tal manera que se pueden “[...] considerar las estructuras
de poder como estrategias globales que atraviesan y utilizan técnicas locales
de dominación”.11 Destaca el hecho de que “para Foucault, los discursos se
hacen prácticas por la captura o pasaje de los individuos, a lo largo de su
vida, por los dispositivos produciendo formas de subjetividad”.12 El dispositivo
es una red cuyos hilos no son instituciones, sino prácticas discursivas y no
discursivas, y que producen sujetos subsumidos a efectos de saber y poder.
Deleuze afirma que “pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en ellos.
7
Giorgio Agamben, “¿Qué cosa queda?” (traductor anónimo), Artillería inmanente [https://
artilleriainmanente.noblogs.org/post/2017/08/09/giorgio-agamben-que-queda/], fecha de
consulta: 3 de diciembre de 2017.
8
Idem.
9
Idem.
10
Adrián Gutiérrez Álvarez del Castillo, “La geografía en el dispositivo universitario: pasado
y tendencias recientes”, tesis de maestría en geografía, México, UNAM, 2017, p. 51.
11
Michel Foucault, Defender la sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 51.
12
Luis García Fanlo, “¿Qué es un dispositivo? Foucault, Deleuze, Agamben”, A Parte Rei.
Revista de Filosofía, núm. 74, 2011, p. 2.
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La novedad de unos dispositivos respecto de los anteriores es lo que llamamos
su actualidad, nuestra actualidad”.13 Es por ello que somos en un devenir
en el que los mecanismos de sujeción cambian y, con ellos, se transforman
las subjetividades: “Foucault está de acuerdo con Burroughs, quien anuncia
nuestro futuro controlado antes que disciplinado”.14
Por su parte, Giorgio Agamben señala: “[...] llamaré literalmente dispositivo
cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar,
determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas,
las opiniones y los discursos de los seres vivientes”.15 Siguiendo con Agamben,
en la fase del capitalismo que vivimos, estamos bajo una enorme proliferación
de dispositivos: “se diría que hoy no hay un solo instante en la vida de los
individuos que no esté modelado, contaminado o controlado por algún
dispositivo”.16
Esta idea requiere de una precisión: el futuro no es el único −quizás ni
el más importante ni el más poderoso− dispositivo al cual estamos sujetos,
sujetados, pero sí es uno de ellos, uno relativamente nuevo. Ahora bien, ¿cómo
concebimos ese futuro que resulta ser no sólo un tiempo verbal, una esperanza,
una ilusión o una palabra carente de sentido, sino una red discursiva, a ratos
difusa, que nos convierte en sujetos de su función de dispositivo? Más aún,
¿es posible la resistencia o la liberación de tal sujeción?
la ruptura de la mirada moderna del futuro
El pensamiento alrededor de la construcción y el desarrollo de la modernidad,
asume que ésta se define en gran medida por su orientación hacia el futuro, y
por la asunción de que una cierta idea del futuro comienza con la modernidad.
De acuerdo con Jürgen Habermas, esta época es, por excelencia, la época
que mira al futuro por vez primera.17 Por ello, la modernidad rompe con el
pasado en muchos sentidos, y se orienta hacia el porvenir a través de valores,
narrativas, discursos que afianzan un sentido teleológico irreversible. Así,
Habermas explica que “[...] el concepto profano de época moderna expresa
13
Gilles Deleuze, “¿Qué es un dispositivo?”, Michel Foucault, filósofo, Barcelona, Gedisa,
1990, p. 159.
14
Ibid., p. 160.
15
Giorgio Agamben, ¿Qué es un dispositivo?, Barcelona, Editorial Anagrama, 2015, p. 23.
16
Ibid., p. 24.
17
Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Katz, 2011; Richard
Tarnas, La pasión de la mente occidental (traducción: Manuel Jiménez Redondo), Girona,
Atalanta, 2008.
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la convicción de que el futuro ha empezado ya: significa la época que vive
orientada hacia el futuro, que se ha abierto de nuevo al futuro”.18
En el contexto de la modernidad tradicional, el futuro se visualiza más allá
de la utopía. Más aún, se concibe como la cristalización de la utopía. Como algo
que adviene como parte de la “naturaleza” o el “espíritu” de la época nueva,
llena de progreso, de promesas, de crecimiento ilimitado. Parecería, entonces,
que el futuro es el sentido mismo del progreso, del desarrollo, de la historia.
Recientemente han aparecido tendencias mundializadas que se presentan
como fruto de los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970,
alternativas ante un modelo de desarrollo cuestionable e insostenible,
alrededor de la definición de desarrollo sustentable acuñado por vez primera
en el Informe Brundtland, de 1987, que incorpora a las generaciones futuras
en la responsabilidad que los humanos del presente deberíamos asumir en
términos ambientales. Este hecho ha dado lugar a que la mirada sobre la
realidad se vincule con la preocupación o la expectativa sobre el futuro, y
que en algunos grupos específicos aparezca una preocupación por valores y
temas tales como el medio ambiente, la biodiversidad, la equidad de género,
la inclusión, la multiculturalidad, la diversidad cultural, la austeridad en el
consumo, entre otros, bajo la premisa de que la sustentabilidad debe ser tanto
ambiental como social.
Pensar diversos fenómenos pasados y presentes a la luz del futuro o,
más bien, a la luz de lo que los seres humanos se representan como futuro,
puede ser un recurso relevante para una comprensión más profunda de las
motivaciones humanas que conducen a la acción. El futuro, ya sea visto
desde la esfera de los imaginarios, desde a la dimensión imaginaria de las
representaciones sociales, o bien desde los dispositivos, se liga a las prácticas
sociales. Estas últimas incluyen toma de decisiones, elecciones de vida,
compromisos, cambio de prácticas cotidianas, generación de recursos para
transformar situaciones, o para resistir. Partimos, por ello, de que el futuro
paraliza o mueve; se piensa o se rechaza; genera miedo o esperanza; se
valora o se desvaloriza. Y en las nuevas generaciones dirige la atención, la
energía y el esfuerzo, con cada vez más premura, hacia la consecución de
un proyecto de vida significativo, valioso, útil,19 que cumpla las expectativas
de los otros significativos y de sí mismos.20
Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la modernidad, op. cit., p. 15.
Guy Bajoit, “La tiranía del ‘Gran ISA’”, op. cit., p. 1.
20
De manera cotidiana, sin corroboración ni validación alguna, he encontrado cada vez
más casos de adolescentes entre los 14 y los 17 años que están preocupados por su futuro.
Parecería que éste es un problema nuevo, pues hace algunos años, las personas se comenzaban
18
19
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El progreso, el desarrollo y la confianza en la razón son valores que, en
otros momentos de la historia moderna y no sólo en éste, se han cuestionado.
Esta posibilidad es fruto de la reflexividad intrínseca a la modernidad, cuya
configuración implica la capacidad propia de autocuestionamiento. Actualmente, si bien los avances de la ciencia y de la tecnología han visto desarrollos
sin precedentes, dichos avances no van de la mano con una confianza en el
futuro que viene. Nuestra mirada ha dejado de ser moderna en ese sentido
estricto (sin dejar de ser modernos en tanto capaces de reflexionar acerca de
las condiciones de la modernidad); nuestros valores y aspiraciones siguen
siendo, en buena medida, modernos (valores individualistas de desarrollo,
progreso, éxito, bienestar, realización), pero chocan con una realidad cada
vez más reacia a ofrecernos las condiciones para lograrlos. El sociólogo
belga Guy Bajoit propone que la mutación cultural que viven las sociedades
contemporáneas genera la “tiranía” del sistema Individuo-Sujeto-Actor (ISA),
“donde figuran una serie de derechos-deberes como el de autorrealización
personal, el de libre elección, el de la búsqueda del placer inmediato y el de
seguridad frente a los riesgos y amenazas exteriores”. A ellos se enfrentan los
riesgos y las tensiones de la anomia, la marginalización y el conformismo.
A ello habrá que añadir que, hoy, nuestro presente esté vinculado más que
antes con el futuro, cuando el presente se ligaba al pasado (a través de la
memoria, del sentido histórico de los hechos, del recuerdo, del aprender
de las experiencias de aquellos que vivieron antes). La memoria tiende a
desaparecer o a volverse más limitada. En el presente no siempre aparece
el pasado, ni tampoco el futuro. Hay, en términos generales, una falta de
memoria histórica, de olvido, de tendencias presentistas e inmediatas que
fomentan la desinformación, el compromiso político y social; que gestan una
visión de pasado cada vez más difuso, desligado del presente, que se nutre
de nuestra gran capacidad de actualizar la información que obtenemos del
medio. Y cuando el futuro aparece, se muestra bajo la forma de un dispositivo,
expresado en discursos social y culturalmente configurados, que obedecen a
maneras más o menos específicas de generar sujetos, y que por ello afectan
directamente tanto las identidades como las subjetividades.
Hay distintas maneras de asumir el futuro. Una de ellas podría ser el
rechazo a pensar en él, seguido de una apuesta por el presente. Esta postura
a preocupar (si lo hacían) por el futuro en edades posteriores, quizás en momentos de elección
de una carrera, en la necesidad de buscar empleo, frente al hecho de casarse, tener un hijo,
quedarse huérfano, o cualquier otro evento significativo en su vida. Esta apreciación no es
generalizable; se refiere a adolescentes urbanos de clase media con acceso a educación e
información.
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puede implicar un hedonismo basado en la inmediatez, miedo al porvenir,
o hartazgo frente a una vida dedicada, obsesivamente y sin descanso, a
construir el futuro.21
Otra postura es imaginarlo y trabajar arduamente para llegar a él, bajo la
idea de que efectivamente estamos construyendo nuestro futuro. Esta manera
puede vincularse con los valores de desarrollo, progreso y esfuerzo personal
mediante el trabajo. Pero también a los valores de solidaridad, altruismo y
esperanza. Por último, el futuro puede verse con miedo y resignación; sobre
todo ante escenarios ambientales, políticos y económicos negativos e inciertos,
el futuro puede paralizar, antes que llevarnos a la acción.
Marc Augé distingue entre futuro y porvenir. Este último es la experimentación, la expectativa y el proyecto de un futuro propio, personal. En
su libro Futuro, nos dice que “[...] un porvenir deseable para todos es aquel
en el cual cada uno podría administrar su tiempo y dar sentido al futuro al
individualizar su porvenir”.22 Sin embargo, no todas las personas tienen el
mismo acceso a construir un porvenir, ni a compartir un futuro colectivo, con
otras personas. No todos tenemos la posibilidad de un futuro personal. Augé
continúa: “[...] las innovaciones tecnológicas explotadas por el capitalismo
financiero han reemplazado los mitos de ayer en la definición de la felicidad
para todos y difunden una ideología del presente, una ideología del porvenir
advenido que paraliza a su vez el pensamiento del futuro”. A partir de esta
cita de Augé, podemos decir que, sea por falta de posibilidades económicas,
sociales y educativas, o por la sujeción de visiones de futuro paralizantes,
sin posibilidad de liberación, queda un presente −precario la mayoría de
las ocasiones− pobre y limitado, un presente modelado por necesidades
fabricadas, por dinámicas de mercado que no dejan espacio alguno para la
libertad, la imaginación, la pausa, o el silencio.
Parecería que algunos gobiernos, con el apoyo de los medios de
información masiva, han utilizado esta visión catastrofista, con mayor o
menor moderación, para crear conciencia en los ciudadanos con el fin de que
modifiquen prácticas cotidianas dirigidas a reducir el consumo de energía y
de agua, así como reciclar para no generar tantos desechos. Sin embargo, no
21
Es el caso de activistas que, por muchos años, trabajaron con el fin de contribuir a un
cambio en el futuro, bajo la señal de la utopía, y que deciden optar por un presente menos
angustiante y más satisfactorio, en el que se centren en trabajar para ese presente. Véase
María Elena Figueroa Díaz, “Construyendo lo que viene. Representaciones sociales del futuro
en la Red de Género y Medio Ambiente”, Trayectorias. Revista de Ciencias Sociales, núm. 36,
Monterrey, 2013, pp. 83-105.
22
Marc Augé, Futuro, op. cit., p. 8.
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se plantea un cambio de fondo. La responsabilidad recae sobre las personas,
usuarios y consumidores, ciudadanos precarios, imposibilitados para cambiar
de raíz el sistema que reproduce inequidades y deterioro ambiental. Diversos
sectores se ven a sí mismos amenazados por la cruda realidad, sobre todo
si cuentan con información al respecto. Otros sectores simplemente ignoran
la realidad. Ya sea por el miedo, el conformismo o la constante búsqueda
de la conciencia inmediata, parecería que la idea de futuro que vaga entre
nosotros, no permite, salvo a grupos reducidos de personas, la posibilidad
del distanciamiento, o de la acción.
visión de futuro en los jóvenes actuales
Hablar de jóvenes nos conduce al tema del futuro, puesto que ese futuro
(indeterminado, abierto e incierto) se asume como el escenario que ellos
vivirán. Lo que se decida, se construya y se destruya hoy, sentará las bases de
lo que ellos, en los años por venir, vivirán, disfrutarán o padecerán. Sabemos
que la juventud mexicana actual, diversa y desigual, está sujeta a una enorme
cantidad de problemas, entre los que destacan la inestabilidad, incertidumbre,
violencia, desconfianza e impunidad.23 “En México, como en otros países
latinoamericanos, la exclusión social (pobreza, desempleo o subempleo,
marginación) ha sido una constante que se ven obligadas a aceptar grandes
porciones de la población”.24 Concheiro, en un estudio realizado en 2014,
afirma que unos años atrás, en 2005, dos terceras partes (63%) de los jóvenes
mexicanos “[...] tenían metas u objetivos futuros y que podían actuar a favor
de conseguirlos (aunque sólo 27% estuviese muy confiado en realizar sus
proyectos más anhelados, poco más de la mitad confiaban en alguna medida
en que podrían realizarlos)”.25 El mismo autor plantea que las encuestas
nacionales de juventud reflejan la actitud claramente positiva ante el futuro
de los jóvenes mexicanos, así como que se ven a sí mismos como parte de
una “cadena de progreso continuo”.26
Concheiro hace referencia a la encuesta de GAUSSC y Lexis de 2014, donde
se reporta que 61% de los jóvenes mexicanos está de acuerdo en que los
Antonio Concheiro, “Jóvenes y niños mexicanos: visión de futuro”, Revista de Estudios
de Juventud, núm. 104, “Imágenes de futuro en la juventud”, Enric Bas (coord.), España,
Observatorio de la Juventud de España, 2014.
24
Ibid., p. 59.
25
Ibid., p. 60.
26
Idem.
23
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sueños se pueden hacer realidad, y que 10% considera que son irrealizables.
“A pesar de la alta confianza de los jóvenes mexicanos en que podrán lograr
sus aspiraciones, 52% considera que la situación del país (que perciben
mala y alejada de su ideal) influirá de manera importante en que puedan o
no lograrlas”.27 Sin embargo, de acuerdo con dicha encuesta, alrededor de
70% estima que, “[...] aun en condiciones adversas, su esfuerzo personal será
determinante para que puedan lograrlas. Reflejo de su individualismo, 41%
considera que el esfuerzo personal y familiar será lo que más influya en que
tengan éxito, mientras que sólo 21% estima que influirá más el esfuerzo de
todos los mexicanos como país”.28
En España, jóvenes y adolescentes afirman que los tres principales
problemas a los que se enfrentan son: los salarios, la inseguridad y la
precariedad en el empleo, así como el desempleo. Para ellos, dichos problemas
son más graves que la vivienda, la educación, la sanidad, o la dificultad
de emancipación. Únicamente 4% dice no estar afectado por uno de estos
problemas.29
Al analizar el tema del futuro visto por los jóvenes, Enric Bas afirma que
“[...] no se trata de ‘predecir’ desde un punto de vista probabilístico qué ocurrirá
en el futuro para adaptarse a ello [...] No basta con ser proactivos; ni en el
caso de las organizaciones ni en el de los individuos. Hay que introducir el
pensamiento creativo a la hora de generar imágenes de futuro”.30 Y continúa:
“hay que generar oportunidades, reinventarse, pensar el futuro de forma
innovadora (no como una extensión del pasado y el presente), e integrar
de forma abierta múltiples visiones que permitan un abanico más amplio de
posibilidades”.31 Para ello, hay que formar a los jóvenes con herramientas
personales y profesionales para que puedan enfrentar el “[...] contexto
sociohistórico en el que estamos inmersos: un sistema económico capitalista
global e hipertecnologizado en continua transformación”.32
Ibid., p. 64.
Idem.
29
Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud, La visión de futuro de las personas
jóvenes: algunas reflexiones desde el Barómetro 2017, Madrid, 2017 [http://www.proyectoscopio.
es/analisis-y-debate/barometro/31-la-vision-de-futuro-de-las-personas-jovenes-algunasreflexiones-desde-el-barometro-2017], fecha de consulta: 11 de enero de 2018.
30
Enric Bas, “Educar para innovar: la innovación como cultura. Juventud, proactividad,
creatividad, participación y visión de futuro compartida”, Revista de Estudios de Juventud,
núm. 104, “Imágenes de futuro en la juventud”, Enric Bas (coord.), España, Observatorio de
la Juventud de España, 2014, p. 8.
31
Idem.
32
Ibid., p. 9.
27
28
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Así, es evidente que nos ha tocado vivir un tiempo que fomenta la
formación constante, el emprendimiento, la capacitación para enfrentar una
realidad compleja, estresante y competitiva, que se ve claramente beneficiada
por recursos tales como la resiliencia, el esfuerzo, la esperanza y el optimismo.
aproximación metodológica
El diseño metodológico que permitió el recabo y el análisis de los datos
aquí presentados fue una construcción en varias etapas, en donde el azar
desempeñó un papel, si no central, sí importante. Hace algunos años realicé un
análisis sobre las representaciones sociales del futuro en algunas expresiones
artísticas, tanto de las vanguardias del siglo XX como contemporáneas,33
con el fin de ahondar en la capacidad condensadora del arte para mostrar
tendencias presentes y futuras. Poco después estudié las representaciones
sociales del futuro de un grupo de activistas feministas ambientalistas a partir
de entrevistas a profundidad;34 la elección del grupo se debió a que, tanto el
género como el medio ambiente resultan ser temas relevantes y pertinentes
actualmente, y cuyo abordaje para el cambio puede definir futuros posibles.
Más adelante, dentro de la actividad docente, comencé a introducir el tema
del futuro como pretexto para reflexionar sobre algunos procesos sociales,
económicos y políticos actuales. En la medida en que empecé a darme
cuenta de las constantes en las intervenciones de los jóvenes pertenecientes a
diferentes grupos y generaciones, me di cuenta que valía la pena sistematizar
y analizar información de esa naturaleza.
Los estudiantes que participaron en el estudio no son representativos de la
población joven del país, que es heterogénea; sus condiciones de vida difieren
mucho entre sí en cuanto a contexto familiar, geográfico, cultural; acceso a la
educación o a la salud; expectativas de vida, de trabajo, de desarrollo, entre
muchas otras. El objetivo fue acercarse a una mirada de jóvenes urbanos
de clase media, no para construir una visión general de futuro presente en
poblaciones más amplias, sino para analizar la mirada colectiva de estos cuantos
jóvenes, con el fin de dar cuenta de cómo el futuro puede funcionar como
un dispositivo que construye subjetividades. Como se ha visto, la visión de
futuro en jóvenes mexicanos y de otros países ha sido analizada por diversos
33
María Elena Figueroa Díaz, “Representaciones sociales del futuro en el arte”, URBS. Revista
de Urbanismo y Ciencias Sociales, vol. 2, núm. 2, Sección Papers, Barcelona, 2012, pp. 103-116.
34
María Elena Figueroa Díaz, “Construyendo lo que viene...”, op. cit.
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El futuro como dispositivo: la mirada de algunos estudiantes universitarios
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especialistas a partir de estudios cuantitativos de amplio alcance. Más adelante
observaremos que algunas de sus conclusiones concuerdan con lo hallado
en este análisis.
Si bien las visiones de futuro de los jóvenes participantes están hasta cierto
punto sesgadas por las carreras que estudian, en realidad no pertenecían a
un grupo que los orientara a una visión determinada del futuro, como es
el caso de activistas ambientales, feministas, activistas políticos, entre otros.
Los 126 jóvenes hicieron el ejercicio en diversos grupos y momentos,
entre febrero de 2017 y febrero de 2018; todos pertenecen a la Universidad
Nacional Autónoma de México. Sus edades se encuentran entre los 19 y los 26
años; 69 fueron varones, mientras que 57 fueron mujeres. Todos eran en ese
momento estudiantes de ingenierías (industrial, civil, petrolera y geológica)
y licenciaturas (geografía, trabajo social, sociología, economía y ciencias
políticas). La mayoría fueron alumnos de mis clases; otros fueron contactados
por aquéllos. En todos los casos, aceptaron hacer el mapa mental después de
una breve explicación del motivo del ejercicio.35 Cabe destacar que se trató de
que dicha explicación del ejercicio y su objetivo fuera lo más neutra posible,
con el fin de no sesgar o predeterminar las respuestas de los estudiantes. No
hubo, en ese sentido, una exposición previa acerca de cómo se concibe el
futuro en la actualidad, o cómo se concebía antes. En ese sentido, se asumió
la posibilidad de hacer investigación vinculada con la dinámica de clase, de
acuerdo con algunas investigaciones realizadas dentro del aula.36
Así, se les solicitó a los universitarios mencionados que hicieran un mapa
mental cuya palabra generadora fuera “futuro”, con la aclaración de que se
refería a un futuro que a ellos les tocaría vivir, no uno demasiado distante
de su presente, ya que implicaría otros factores y un distanciamiento que
permitiría un ejercicio de imaginación distinto. Una vez realizado el mapa,
se les solicitó de inmediato que escribieran brevemente cómo se insertaban
a sí mismos en ese futuro. Después, se entabló una breve discusión en torno
a lo reflexionado. En la mayoría de los casos, en la discusión posterior a los
mapas participaron alrededor de la mitad (o un poco menos). Se hizo un
análisis colectivo de los datos, de tal manera que se enfatizó lo común, lo
35
La muestra estuvo conformada por 60 ingenieros (22 mujeres y 38 varones), 28
trabajadores sociales (22 mujeres y 6 varones), 17 geógrafos (9 mujeres y 8 varones), 7
estudiantes de sociología (3 mujeres y 4 varones), 12 estudiantes de economía (2 mujeres y
10 varones) y 2 estudiantes de ciencias políticas (2 mujeres).
36
Véase, por ejemplo, la investigación de Julie Guthman, “Teaching the Politics of Obesity:
Insights into Neoliberal Embodiment and Contemporary Biopolitics”, Antipode, vol. 4, núm.
5, 2009, pp. 1110-1133.
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María Elena Figueroa Díaz
compartido. Los mapas mentales y los discursos verbales fueron analizados
con el fin de encontrar núcleos de sentido y constantes. Se puso especial
atención en la emergencia de tensiones o contradicciones discursivas.
Se eligió el mapa mental por ser un esquema con un solo nodo, a diferencia
de los mapas conceptuales, que pueden incluir más de un nodo o núcleo.
De acuerdo con Arellano y Santoyo,37 un mapa mental es una representación
gráfica de conceptos que forman redes, en donde los conceptos forman
vínculos. Siguiendo a De Gortari, afirman que los mapas generan conocimiento
que se construye a través de la reconstrucción racional de datos que provienen
de la experiencia. De este modo, los datos se interrelacionan y dan lugar, de
manera sintética, a un todo unitario.
Cabe destacar que, aunque en investigaciones previas había utilizado el
enfoque de las representaciones sociales (del futuro), en este caso opté por
abordar solamente la visión de futuro para darle cabida a la categoría de
dispositivo, con el fin de enfocar la atención en las tensiones generadas por
una red de discursos que forman ciertas subjetividades, y no en los contenidos
de las representaciones sociales, y su relación con ciertas prácticas.
algunos resultados
En el análisis pronto apareció una cierta saturación: las respuestas eran
similares o iguales en su mayoría. Se observó un sesgo profesional. Por
ejemplo, los ingenieros fueron más propensos a desarrollar su visión de
futuro con énfasis en el desarrollo de la tecnología, mientras los trabajadores
sociales se centraron más en las relaciones humanas y la aportación para el
cambio. No obstante, este sesgo no fue muy marcado. Todos, sin excepción,
aluden a la tecnología y la devastación ambiental como las dos características
principales del futuro. Otro punto importante a destacar fue que la visión de
futuro es, en buena medida, una extrapolación o proyección de fenómenos
o tendencias −emergentes o no− presentes en la sociedad; gentrificación,
pobreza, delincuencia, extinción de especies, escasez de recursos, entre otros,
son agudizados. Se trata de una exacerbación de lo existente; las tendencias
actuales proyectadas a futuro nos dan pie para confirmar que “el futuro
ya está aquí”, de acuerdo con la visión de los jóvenes. Sería una suerte de
construcción imaginaria con los elementos que ofrece el presente, ya que
son vistos como problemas en aumento.
37
José Arellano y Margarita Santoyo, Investigar con mapas conceptuales. Procesos
metodológicos, Madrid, Narcea, 2009.
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El futuro como dispositivo: la mirada de algunos estudiantes universitarios
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La categorización de los datos arrojó, por un lado, tres maneras de
abordar el futuro: de un modo pesimista-neutral centrado en los avances de
la tecnología, denominado “futuro tecnológico”; de un modo pesimista al
que llamaremos “futuro devastado”, y un futuro de corte más optimista que
se ubica como “futuro esperanzador”. A continuación se muestran algunas
reflexiones en torno a cada uno de los tres.38 Además, se analizan las respuestas
que los jóvenes dieron a la pregunta acerca de cómo se veían a sí mismos en
ese futuro previamente trazado. Posteriormente se presentan las reflexiones
derivadas de la categorización de los datos.
Se observa el dominio de la visión hipertecnologizada del futuro, seguida
por la visión catastrófica. Sólo una minoría presenta una imagen esperanzadora
del futuro. Cabe destacar que dos o tres de los modos se combinan en todos
los casos: el futuro es visto a la vez como tecnológico y devastado, o en
mucha menor medida, como tecnológico y esperanzador. En el caso de la
combinación de los tres, se observa un razonamiento en el que, después
de la devastación, viene un futuro prometedor (tal como un leitmotiv de la
ciencia ficción).
Futuro tecnológico
En la totalidad de los casos se presentaron palabras y frases ligadas al desarrollo
tecnológico. Avances en la ciencia y la tecnología en todos los ámbitos,
transforman por completo, en esta visión de futuro, la vida, la naturaleza, las
ciudades y las interacciones humanas. Especies genéticamente modificadas,
guerras tecno-biológicas, ciudades verticales, coches voladores, internet de
las cosas, el desarrollo de inteligencia artificial (robots) y la automatización de
todos los aspectos de la vida, son algunos de los fenómenos asociados con
este “futuro”. Este mundo tecnologizado se vuelve un reto para las personas:
“Estaremos en un entorno complejo y exigente, cambiante, que requiere
constante actualización e interacción tecnológica”; “Será un mundo volátil y
mecanizado”; “Veo un mundo futuro poco amigable, exigente, demandante
e inestable”, fueron algunas respuestas.
En la mayoría de los casos, este futuro tecnológico se muestra como neutral
(ni bueno ni malo para las personas), aunque tiende a verse como negativo:
Al final del escrito, en el Anexo 1, se muestra un cuadro con un vaciado que condensa
las palabras y frases clave que los jóvenes expresaron a través de los mapas y de sus discursos
escritos y verbales.
38
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María Elena Figueroa Díaz
“La tecnología avanza considerablemente al grado de que las comodidades de
los más favorecidos llegan al máximo, pero a la vez los más desfavorecidos
cada vez tienen menos”; “Habrá control político por medio de la medicina”
(que podría entenderse en términos de biopolítica). Los estudiantes reportan
imaginar falta de afecto, insensibilidad, frialdad y distancia entre las personas.
Sin embargo, algunas respuestas presentaron lo tecnológico como algo
especialmente positivo: “La inteligencia artificial tomará la mayor parte del
trabajo y nosotros sólo nos dedicaremos a cosas recreativas”. Esta respuesta
es muy importante, ya que hace referencia a la finalidad última de la ciencia
y la tecnología, la felicidad humana, y a una visión del bienestar humano, la
división social del trabajo y la distribución de los recursos que haría posible
dicha felicidad. Hay en ella una reivindicación de la tecnología no destructora
o generadora de mayor desigualdad. Cabe destacar que, en esta visión de
futuro, el desarrollo y el progreso continúan sin parar.
Futuro devastado
El futuro devastado tuvo la mayor diversidad de respuestas o palabras y frases
asociadas: se representó un mundo contaminado, sobrepoblado, con escasez
de recursos naturales (como el agua) y de alimento, donde muchas especies
se han extinguido, donde hay abusos, brechas amplias entre ricos y pobres,
falta de empleo, desamparo, corrupción, así como eliminación de las clases
sociales “porque ahora sólo habrá clases económicas”. Habrá una violenta
lucha por lo recursos, marginación y exclusiones, y nuevas enfermedades,
que sólo los privilegiados podrán curar. “Veo una cultura poco consciente
del mal que generamos a nosotros mismos y a los demás por nuestros
malos hábitos o por nuestra falta de interés por los demás”; “Ya no habrá
religiones”; “Migraciones por falta de recursos o por el medio ambiente”.
Como veremos más adelante, se hicieron alusiones a algunas películas
futuristas, que representan muy claramente un mundo futuro devastado no
sólo ambientalmente, sino destruido social y humanamente.
Futuro esperanzador
Sólo una minoría reflejó una idea positiva y optimista del futuro. Sin hacer
un comparativo entre un antes devastado y un después prometedor, de
entrada asumieron un futuro con avances en la ciencia, con desaparición de
la pobreza, con tecnología a favor de la gente y de la salvación del planeta,
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con equidad, libertad y oportunidades por igual, con más gente trabajando
en ayudar a otros, con programas para el medio ambiente. En este “futuro”,
la gente será más solidaria con los demás, y habrá una conciencia planetaria
que se verá reflejada en una especie de ciudadanía mundial: “Un mundo
globalizado donde no existan diferencias culturales, que en cualquier trabajo
existan personas de todas partes del mundo que trabajen por un bien común
y que hablen el mismo idioma”. Se trata de un futuro mucho más democrático
en el acceso a los bienes y servicios: “Cualquiera podrá acceder a toda la
información”.
Sin embargo, en algunos casos, esta visión resultó más moderada y
contradictoria: “Me imagino un futuro mejor por la tecnología, pero con menos
libertad y privacidad. Los servicios y productos serán más baratos, pero las
industrias estarán más centralizadas y habrá mayor desigualdad”.
El futuro personal
En cuanto a las respuestas acerca de cómo se ven a sí mismos en ese futuro
recién planteado, éstas tendieron claramente a romper con la visión de futuro
expuesta, para centrarse en un futuro personal centrado en el éxito económico
y profesional, en la familia (que tendrán), en los viajes que harán, y sólo
una minoría moderada (cerca de una tercera parte de los casos), mencionó
querer contribuir con la transformación del mundo.
A nivel personal, la mayoría de los estudiantes expresó verse a sí mismos
en el futuro como personas felices y realizadas, con logros, conocimientos
y habilidades, con paz interior, salud; cumpliendo sus sueños. Algunas
respuestas fueron: “Me veo en un mundo evolucionado y con mucha más
competencia, que si no te preparas o te adaptas, no trasciendes”; “Dedicado
más a mí y a mi familia que al trabajo”; “Haciendo las cosas que más me
gustan”; “Aprendiendo nuevas cosas; “Siendo un buen papá”; “Con alto poder
adquisitivo, empresaria, logrando metas y sirviendo a la gente”; “Transmitiendo
conocimiento”.
Cabe destacar que más de la mitad se ven a sí mismos viajando por el
mundo o trabajando y viviendo en otro país. Esto puede tener que ver con la
ampliación de las ofertas para estudiar en el extranjero, pero también podría
responder a referentes mediáticos que exaltan la figura del joven intrépido y
libre que viaja por el mundo o que logra posicionarse con éxito en el mercado
de trabajo trasnacional, que no suele ser tan idílico como parece.
En cuanto a lo económico y profesional, prácticamente todos los estudiantes
afirmaron verse a sí mismos con un trabajo y un ingreso estables; con un
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patrimonio; con éxito y reconocimiento profesional. Algunos reportaron lo
siguiente: “Me imagino trabajando a pesar de la adversidad”; “Con un negocio
familiar”; “Con una empresa propia”; “Luchando y triunfando en la sociedad”;
“Ejerciendo mi profesión y dejando huella”.
El sector que mostró verse en un futuro como aportadores para el cambio,
reportaron que se imaginan haciendo trabajo comunitario y activismo; siendo
más críticos y conscientes; transmitiendo sus valores a sus hijos y nietos;
aportando al país. Una estudiante de ingeniería comentó verse a sí misma
“como una mujer empoderada e influyente, trabajando por causas a favor
de la sociedad”. Resulta evidente que se asumen como motores del cambio,
pero dentro de una situación de desigualdad normalizada: se ven ayudando
a otras personas, por ejemplo a jóvenes vulnerables; con una casa hogar;
generando empleos y tecnología contra la pobreza, desde una posición que
les permitirá ayudar a los más desprotegidos.
El futuro visto como dispositivo moderno tiene que ver, en este caso
analizado, con varios aspectos. El primero es la normalización del deterioro
ambiental y social en el que estamos y al que nos dirigimos; el segundo es la
valoración de los avances y el progreso modernos (aunque se padezcan y no
se vean del todo positivos); el tercer aspecto es la tensión que aparece entre
una visión más bien catastrófica y deshumanizada del futuro, y una mirada
personal a partir de valores capitalistas modernos que aparecen como en una
suerte de inercia, y que muestran la apreciación a una cultura del progreso
materialista. El futuro dibujado tiene elementos indiscutiblemente modernos,
capitalistas, neoliberales, e incluso positivistas: la ausencia de religión, la
centralidad de la tecnología, los avances de la ciencia, el valor del esfuerzo
constante y la capacidad de logro por medio de la educación institucional.
Los jóvenes se ven presionados por la competitividad y la necesidad de la
formación permanente, pero con la capacidad de lograrlo; en este sentido, las
respuestas coinciden con lo reportado por Antonio Concheiro. Por otro lado,
cuando se ven a sí mismos como agentes de cambio (ayudando), este cambio
se da dentro de los parámetros de la vida ideal propugnada por el capitalismo
moderno; no fuera de él, asumiendo la ayuda en términos paliativos, no
desde el cambio estructural. En ese sentido, observan tendencias negativas
generales de las que ellos no son parte.
El dispositivo funciona también porque la catástrofe se normaliza, porque
estamos sometidos a la presencia constante de mensajes, de discursos, que
infunden miedo, que generan contradicciones (tales como ser responsables
del deterioro, ser exhortados a trabajar por el medio ambiente aun cuando
muchos de los problemas son estructurales, y salen del alcance de los
individuos). Vivimos un presente que nos sobrepasa y nos presiona a la
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constante adaptación, y las resistencias crecen en condiciones adversas.
Frente a esta realidad, los jóvenes asumen la impotencia, centrándose en los
propios proyectos de vida, en la ilusión de futuros felices para ellos y sus
familias. Siguiendo a Bajoit, se ven configurados a partir de la primacía de un
individualismo cada vez más extremo que presiona a las personas a triunfar, a
generar trayectorias significativas, personales, no colectivas, no comunitarias.
Por ello, a pesar de su mirada pesimista, tienen que generar un proyecto
de futuro acorde con sus posibilidades, sus valores y sus expectativas. Así,
podemos afirmar que se da una doble sujeción paralizante: por medio de
una visión catastrófica, en mayor o menor medida, del futuro, y por medio
de valores tradicionales que buscan construir proyectos de vida y porvenires
que no se dirigen a transformar el orden de las cosas.
Como hemos dicho, hay una inconsistencia entre un futuro general
negativo y un futuro personal que no concuerda con aquél: una misma persona
expresa a la vez un futuro con guerras, hambruna, violencia, delincuencia,
extinción de especies, pobreza extrema, y un futuro propio con un buen
trabajo, viajando por el mundo, con familia, calidad de vida y riqueza. Esto
puede tener varias explicaciones. Algunas posibles respuestas a esta suerte
de incongruencia interna son las siguientes: 1) es probable que el deseo
de bienestar y la necesidad de supervivencia haga que las personas no se
puedan ver a sí mismas en escenarios catastróficos; 2) la visión actual de
futuro es compleja, y lo mismo presenta situaciones sombrías y violentas,
que presenta esperanzas de una buena vida forjada en sueños y en trabajo;
3) los valores de la modernidad asociados con el progreso, el desarrollo y el
bienestar material, aunados a otros valores culturales más regionales (familia,
hijos) son todavía más fuertes y están más arraigados en la psique de muchas
personas, que la reciente visión catastrófica del futuro; 4) no han sido educados
con valores asociados con la ayuda, la solidaridad, el activismo. De cualquier
manera, esta visión concuerda con la expresada por Concheiro, quien registra
que una mayoría de jóvenes mexicanos cree en el futuro. Hay esperanza y
resiliencia en esta población. Por otro lado, la minoría que contestó con una
mirada esperanzadora, probablemente cuente con una educación y con experiencias de vida distintas al resto, lo que los hace tener expectativas y objetivos
diferentes. Aun así, sólo cuatro personas imaginaron a futuro estar trabajando
a pesar de la adversidad, sobreviviendo, luchando.
Por último, cabe destacar que, además de los que tuvieron desde un
inicio una visión esperanzadora, hubo algunos que aludieron a un futuro
mejor después de la crisis en la que se “tocará fondo”. Desde esta perspectiva,
después de la etapa del futuro devastado, llegará una época esperanzadora,
de paz, de crecimiento, de felicidad. Un estudiante afirma: “El futuro será más
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difícil en algunos puntos como el aspecto de que va a escasear la comida
por tanta sobrepoblación mundial y por el cambio climático. Con ello puede
igual haber cosas buenas como buscar revivir el planeta con su vegetación,
aunque esto sólo pasará cuando haya crisis de agua y/o de oxígeno”. Otra
más afirmó: “Veo el futuro más humanizado, con conciencia de los desastres
provocados. Los recursos materiales serán más valorados”.
Este aspecto resulta sumamente interesante, pues se trata de una mirada
que conocemos bien; está presente en literatura y cine de ciencia ficción de
corte futurista:39 en términos muy esquemáticos, después de la destrucción
de la vida en el planeta, a causa de las decisiones mal tomadas, de la
contaminación, del abuso del poder de las élites, del deterioro ambiental,
llega un futuro aún más lejano, utópico, en donde un grupo reducido de
sobrevivientes reconstruye el mundo, con pocos recursos, con muchas
dificultades, pero con una mirada consciente, solidaria y espiritual.
Sin embargo, este relato no nada más es parte de la producción en el
género de la ficción. Hay intelectuales y teóricos que piensan de maneras
similares y que van en la misma dirección. Un ejemplo emblemático es
Jacques Attali,40 para quien “todo anuncia una transformación progresiva del
ser humano en objeto, un aumento de las injusticias, de la precariedad, de
la violencia”. Sin embargo, el autor cree que este proceso se puede revertir
por medio de una especie de salto cualitativo:
Muchas fuerzas positivas empujan ya desde hoy la instauración de un mundo
habitable para todos: con los vertiginosos descubrimientos de las ciencias y los
formidables progresos de las técnicas, un número cada vez mayor de personas
tomará conciencia de que el mundo es una aldea, de que la abundancia es
posible, de que podemos vivir mucho más tiempo y mucho mejor.41
Así, las injusticias, las brechas entre ricos y pobres, la presencia de la
violencia en la vida cotidiana, la mercantilización de la vida, la delincuencia,
la escasez de recursos naturales como el agua, la contaminación, las guerras,
entre otros fenómenos, serán los alicientes para ese cambio. Los protagonistas
Algunos estudiantes, con el fin de explicar mejor sus ideas, hacían referencia a algunas
películas o novelas: “Como en Elysium”; “Sí, como en Un mundo feliz, de Huxley”. Una película
no mencionada por ellos, pero que representa claramente esta mirada del antes y el después
en el futuro es Cloud Atlas, dirigida por los hermanos Wachowski y Tom Tykwer en 2012.
40
Jacques Attali, Breve historia del futuro, op. cit., pp. 223 y ss.
41
Idem.
39
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197
de esta profunda transformación son llamados por Attali “transhumanos”, y se
caracterizan por ser actores de vanguardia que se resistirán a las tendencias
generales y construirán alternativas desde la conciencia, la solidaridad y el
respeto.
conclusiones
Los resultados aquí presentados son de carácter exploratorio y, más que ser
producto del análisis de discursos estructurados, son reflexión de condensaciones de conceptos y de ideas vinculadas con experiencias y expectativas.
Cabe destacar que la visión de futuro, en un nivel, se encuentra extendido
y mediatizado. En ese sentido, es compartido probablemente por amplias
capas de la población: la educación escolar; los medios de información; las
diversas representaciones que fungen como dispositivos pedagógicos difusos
que construyen subjetividades, tocan más o menos por igual a grupos que
comparten un espacio social. En otro nivel, la visión de futuro tiene que ver
con la historia personal, el entorno cultural, las expectativas propias y de los
otros, la formación lejana o cercana a procesos activos de cambio, el grado de
conformismo y, por supuesto, la orientación temporal, de corte psicológico,
que no se ha abordado aquí.
Ahora bien, ¿qué subjetividad expresan estas visiones de futuro?, ¿qué
sujetos se derivan de dichas visiones? En términos generales, y con excepciones, emergen sujetos adaptables; capaces de asumir la presión que les
imprime un mundo cada vez más competitivo; conscientes de la creciente
desigualdad expresada en pobreza e inaccesibilidad a recursos (incluso a
la medicina: para algunos, no todos los individuos se van a poder curar de
las enfermedades), así como de la hipervigilancia y la pérdida gradual de
la privacidad, que ya estamos viviendo hoy. En fin, impotentes hasta cierto
punto, y replegados en la construcción de su bienestar; viendo por sí mismos
y por su familia. Enfrentados a una sociedad cada vez más insensible y falta
de afecto, no sólo en las relaciones más cercanas, sino expresadas en los
vínculos que hay a diferentes niveles.
Lo expuesto por los jóvenes participantes expresa menos cómo será
efectivamente el futuro (no lo sabemos), ni siquiera cómo se está perfilando
(por más que se proyecten en sus visiones fenómenos actuales que se siguen
desarrollando), sino que manifiestan sus prioridades, sus temores y esperanzas,
las capacidades propias detectadas y su plan de vida. No todos los jóvenes
pueden pensar el futuro; lo hacen aquellos que cuentan con la posibilidad
de pensarse en un futuro. Incluso aquel que niega el futuro porque elige
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el presente inmediato y lo que éste le otorga, puede negarse activamente a
asumir ese futuro.
Las respuestas arrojadas también dan cuenta de las ataduras a ciertas
visiones que perfilan sus elecciones, sus decisiones y prioridades, así como
sus esperanzas y temores, que no son ajenas a los discursos mediáticos e,
incluso, académicos actuales acerca del futuro (películas y series futuristas;
consignas empresariales; avances impresionantes en tecnología, que a ellos
les llega particularmente en forma de innovaciones a través de dispositivos
móviles y aplicaciones, entre otros).
Nuestras representaciones del futuro van de la mano con los discursos
circulantes acerca de la ciencia y la tecnología, los problemas ambientales y
sociales, y los avances en términos de progreso y desarrollo. Tiene que ver con
qué tan secularizada está una sociedad, qué tan temerosa se encuentra a partir
de los discursos (fidedignos o no) circulantes. En sistemas neoliberales como el
nuestro, en espacios sociales desiguales, excluyentes y violentos, se reactivan
los dos pilares del liberalismo clásico: libre mercado e ideales democráticos
y legales. Lo que fue disparador del desarrollo moderno capitalista, se
convierte ahora en fuente de empobrecimiento, de contaminación, de crisis
y de explotación. Frente a una cultura de la legalidad y la transparencia
observamos abusos y decisiones que no hacen sino ampliar las brechas,
generar mayor exclusión, anomia, miseria, precariedad e incertidumbre.
Nuestras subjetividades formadas para fortalecer procesos individualistas,
sólo pueden transformarse consciente y activamente en la resistencia, en
la vinculación y en el replanteo de los propios proyectos de vida. Sin duda
alguna, cómo será el futuro depende parcialmente de lo que se piense que
puede suceder y de qué tan activa o proactiva sea la población al respecto.
A su vez, dicha posibilidad se ve rodeada y cercada por estructuras, aparatos
y dispositivos, en cuyas fisuras pueden seguir gestándose, como lo señala
Attali, nuevas subjetividades ligadas a la acción.
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ANEXO 1
Contenido de los mapas y respuestas a la pregunta:
¿cómo imaginas el futuro que te va a tocar vivir?
FUTURO TECNOLÓGICO
Mundo
Carestía
Nuevas potencias mundiales
Sobrepoblación
Desequilibrio económico
Nuevos planetas descubiertos
Control político por medio de la medicina
Avances en el conocimiento del Universo
Sociedad
Competitividad laboral e intelectual
Control natal
Menos religión
Desempleo
Ciudades verticales
Urbanización total
Trabajo a distancia
Nuevas formas de alimentarse
Tecnología
Más fábricas
Guerras tecnobiológicas
Carros voladores
Sustitución de recursos humanos por inteligencia artificial
Nuevas formas de reproducción
Robots
Androides
Coches sin gasolina
Automatización
Avances en los medios de comunicación
Realidad virtual
Dependencia de las nuevas tecnologías
Nanotecnología
Tecnología dirigida por potencias económicas con intereses
Internet de las cosas
Interconexión de todos los sistemas
Puertos para drones
Pantallas exteriores para dar información
Actitudes y relaciones humanas
Menos contacto personal
Desaparece la comunicación personal
Comunicación a distancia
Medio ambiente
Nuevas especies genéticamente modificadas
Descubrimiento de nuevas especies
Salud
Adelantos en la medicina
Cura a enfermedades, pero sólo unos cuantos acceden a ella
FUTURO DEVASTADO
Mundo
Sociedad
Nuevas guerras
Tercera guerra mundial
Carestía
Nuevas potencias mundiales
Sobrepoblación
Desequilibrio económico
Tercera guerra mundial
Migraciones por causas ambientales y pobreza
Ideologías extremistas
Nueva guerra fría
Armas de destrucción masiva
Hambrunas
Legalización de las drogas
Gentrificación
Más violencia
Exceso de personas mayores
Corrupción
Estragos económicos
Escasez de alimentos
Mayor brecha entre ricos y pobres
Más control de la información por los medios
Paranoia
Eliminación de la religión
Sociedad completamente manipulada
Salud
Actitudes y relaciones humanas
Nuevas enfermedades
Epidemias
Calidad de vida asociada a los recursos económicos
Males asociados a la alimentación
Sedentarismo
Mortalidad temprana
Muchas enfermedades mentales
Necesidad de adaptación a la nueva situación
Insensibilidad
Frialdad en las relaciones
Tristeza
Poca comunicación
Estrategias para exterminar a la gente
Abusos
Apatía
Embrutecimiento
Desamparo
Tecnología
Precariedad
Brechas. Eliminación de clases medias
Desigualdad
Recursos sólo para las élites
Lucha entre personas por recursos
Eliminación de las clases sociales
Carestía
Pobreza
Medio ambiente
Escasez de agua
Climas cada vez más extremos
Sobrepoblación
Falta, insuficiencia; privatización de recursos naturales
Cambio climático
Fin del petróleo
Mundo devastado
Limitación de los espacios naturales
Desaparición de especies animales y vegetales, sobre todo en ciudades
Mutaciones
Plagas
Desastres
Sequías
Destrucción total del ecosistema
Entornos naturales limitados y protegidos a los que no se puede acceder
Desaparición de los glaciares
FUTURO ESPERANZADOR
Medio ambiente
Tecnología
Salud
Sin contaminación
Enfoque social ecológico
Cuidado exhaustivo de la naturaleza
Energías renovables
Prosperidad
Equidad
Economías más fuertes
Desarrollo del país (México)
No hubo respuestas
Mundo
Actitudes y relaciones humanas
Sociedad
Gobiernos más democráticos
Unión de naciones
Personas empáticas
Equidad de género
Curvas de aprendizaje muy cortas
Flexibilidad
Responsabilidad social
No delincuencia
Personas más cultas e inteligentes
Solidaridad
Conciencia social
Empresas que ayudan a otras
Mejores condiciones de vida
Crisis del modelo de consumo
Avances en derechos humanos
Buena educación
Personas mejor formadas
Más movimientos sociales
Educación en línea