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Humanidades Aumentadas
Por una historia de las prácticas cruzadas
Juan José Mendoza
El 22 de junio de 2013 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA un
grupo de investigadores y docentes se reunió a realizar una serie de intervenciones en torno a qué se entendía o se podía entender por «Humanidades
Digitales».1 La expresión entonces pudo parecer novedosa. Humanidades Digitales nombra el encuentro entre una tradición fuerte y una serie de prácticas
”nuevas”. El encuentro tenía, entre sus objetivos, dejar caer, sobre el campo
siempre fértil de la inquietud, la semilla de la cual al poco tiempo germinaría la
Asociación Argentina de Humanidades Digitales.2 Precisamente unos pocos
meses más tarde, el 27 de septiembre de 2013, se realizó en la Escuela de
Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional un encuentro abierto a académicos,
hacktivistas, profesores, estudiantes e investigadores. Los que allí acudieron
aquella tarde volvieron a sentirse interpelados por la persistencias de algunas
preguntas: ¿crear una Asociación Argentina de Humanidades Digitales?¿Qué
son exactamente las HD? La emergencia de una denominación así pone a muchos en alerta respecto de sus propias prácticas. ¿Qué es lo que cada uno de
nosotros hace?¿Hacemos HD? A aquella reunión siguieron otras: un encuentro ”virtual” que consistió en la creación del sitio web de la Asociación, el cual
1
ThatCamp Buenos Aires: http://buenosaires2013.thatcamp.org/.
Desde hacía ya un tiempo que se venían ensayando intentos por conformar una Asociación
Argentina de Humanidades Digitales. Llegó a existir incluso un sitio de Internet de ”Humanidades Digitales Argentina”, una supuesta Asociación ya constituida a partir de una iniciativa
generada en Alicante. Como la Asociación pregonaba en su propio sitio: ”La iniciativa de
fundar HDA - Humanidades Digitales Argentina surgió en las Jornadas de Humanidades Digitales en la Universidad Miguel Hernández, Elche (29 y 30 de noviembre de 2012)”. El sitio
web de aquella Asociación -on-line entre los años 2013 y 2014- al tiempo de que se creara la
Asociación Argentina de Humanidades Digitales- fue levantado.
2
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por entonces ya podía ser definido como ”el sitio web de una asociación que
todavía no existe”. Allí cada uno de los integrantes de la asociación en curso
contaba qué hacía o qué inquietudes impulsaba aquello que efectivamente
hacían. Eso mismo volvió a suceder en un coloquio de trabajo que se realizó
en La Plata hacia fines de aquel año. El 2013 podría decirse que fue el año de
la formalización de una Asociación de Humanidades Digitales en la Argentina.
Y en el 2014, los días 17, 18, y 19 de noviembre, se llevaron a cabo en el
Centro Cultural San Martín las I Jornadas Nacionales de Humanidades Digitales: Culturas, tecnologías, saberes. Luego de todos aquellos encuentros una
pregunta persiste: ¿qué son exactamente las Humanidades Digitales?3 ¿Cómo
se pueden pensar las HD desde la Argentina? Esas preguntas todavía están
llamadas a permanecer algún tiempo más entre nosotros. Pero las Actas del
I Congreso Argentino de Humanidades Digitales ya son una parte importante
de la respuesta.
Un slang positivista
Antes de llegar a un consenso (y es que posiblemente no lo haya), se pueden explorar una serie de consideraciones en torno a qué son las HD. Quizás
estén relacionadas con el diseño y el mantenimiento de colecciones digitales,
bibliotecas virtuales, base de datos bibliográficas on-line. Las HD también
pueden ser pensadas como una suerte de «práctica cruzada», una encrucijada
entre diferentes prácticas que anudan en su interior las tensiones de la tradición humanista en su encuentro con la era digital. Habría allí una confluencia
entre humanidades, ciencias sociales e informática. Historia, arte, filología,
filosofía, lingüística, antropología y estudios culturales confluyen desde hace
algunos años en torno a una reflexión sobre cómo continuar: ¿Qué hacer con
las tradiciones? ¿Qué, con las disciplinas? Se abre allí un debate en torno a la
incorporación de tecnologías para llevar a cabo diferentes investigaciones, o
un debate incluso en torno a la utilización de determinados métodos. Cuando
no, incluso, tecnologías y nuevos métodos en humanidades y ciencias sociales
son incorporados de manera ”laxa” sin mediar una reflexión crítica en torno
3
Un sitio web da cuenta de esta dificultad para concebir una definición consensuada respecto de qué son exactamente las HD. En http://whatisdigitalhumanities.com/ aparece una
definición de HD distinta cada vez que se refresca la página.
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de ellas. Eso que en la investigación precisamente se denomina ”metodología
de trabajo”. En este contexto, debe decirse, todas las disciplinas están atravesadas desde sus orígenes por una discusión en torno a sus métodos. Una
disciplina es un determinado método. Pensado sólo así: ¿no habría entonces
un impulso positivista en el espíritu por momentos incierto de las Humanidades
Digitales?
Es que un slang proliferante de la informática también aparece como un factor
fuertemente interviniente en el debate, con la fundación de su propia lalangue: «Minería de datos», «Macroanálisis», #AltAcademy, #TransformDH,
#HackDH, #DHinuse, «Big Data». Las tradiciones y el saber comienzan a
ser manipulados en otra escala. ¿La era digital cambia la escala de las Humanidades?¿Las Humanidades Digitales son las viejas humanidades pero con una
nueva escala? «Humanidades Aumentadas»: la base bibliográfica se vuelve
más voluminosa, el objeto se ensancha y se vuelve multiforme. ¿Cómo vamos
a manipular toda esa cantidad de información? Al antiguo criterio crítico de
la selección de textos y el recorte del corpus se agregan ahora los desafíos de
los Datos Masivos. ¿Cómo recortar Big Data?
Las dos culturas
Durante muchos años, después de la conferencia de 1959 de Charles Percy
Snow, se ha hablado de «las dos culturas» -tal como el título de la propia
conferencia de Snow sugería-.4 Si bien aquella idea de Snow ha sido suficientemente rebatida desde las Humanidades y las Ciencias Sociales -toda
ciencia es un discurso-, también es cierto que el sustrato que está detrás de
sus postulados se ha solidificado fuertemente en el imaginario y en la doxa
de determinados sectores de las ciencias ”duras”. «Las dos culturas» nombra
entonces una distinción aparentemente irreductible entre ciencia y literatura, entre humanidades y tecnologías, entre ”ciencias duras”, ”humanidades”
y ”ciencias sociales”. Es una distinción que siempre por supuesto podremos
matizar. Excepto cuando analizamos las asignaciones presupuestarias, tan diferentes a uno y otro lado de la línea divisoria. Desde diferentes perspectivas a
la ”ciencia” por un lado, y a las ”humanidades” por el otro, se las ha visto como
4
Snow, Charles Percy (2009) [1959]. Las dos culturas, Buenos Aires, Nueva Visión.
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disciplinas poseedoras de una diferente matriz ideológica, cultural y política; y,
lo más importante, con diferentes ”metodologías de trabajo”. Lo que aparece
en evidencia con la emergencia de las ”humanidades digitales” es la posibilidad de reunir en un nuevo marco de legitimación a la tradición humanista.
Con la aparición de las HD los resultados de las investigaciones dentro del
campo de las humanidades se vuelven ”mensurables”. ¿Pero no sería esa una
concesión demasiado grande? ¿Revestir de mensurables sus propias prácticas
hace ”duras” a las humanidades? Es indudablemente esa una aspiración que
las ciencias duras tienen de las humanidades. Pero es también una aspiración
que pocas veces ha estado en la agenda de las humanidades tradicionales.5 Lo
primero que las humanidades pueden sostener en su defensa es que la era digital en general, Internet en particular, está sostenido sobre un enorme zócalo
de tradición humanista. Las humanidades pueden hacer notar allí el enorme
caudal de textos procedentes de la cultura letrada que circula oficiando de
verdadero zócalo cultural en el inconmensurable edificio que es la Web. Eso
sin mencionar que el lenguaje de programación mismo es, por excelencia, otra
forma de escritura (una escritura transformada), susceptible de las mismas
críticas que ya en los diálogos platónicos -queriendo problematizar la relación entre memoria ”natural” y escritura ”artificial”- Thamus le impugnaba a
Theus por considerar la invención de la escritura algo propiamente inhumano
e infernal.
Práctica cruzada
«Humanidades Digitales» también nombra, a su vez, una serie de prácticas
cruzadas, procedentes de academias extrañas entre sí. Tradiciones que en Italia se asumen bajo el nombre de L’Informatica umanistica y que en el universo
anglosajón se asumen bajo la forma de la Digital Computing y las Digital Humanities. ¿En cuál de todos sus sentidos implicados se puede hablar de HD
en Latinoamérica? Si de lo que se trata es de pensar en una traslación mecánica de los protocolos de las Digital Humanities al ámbito hispanoamericano
5
En algunas ocasiones ”endurecer” la propia práctica ha sido el propósito de algunas corrientes dentro de las Ciencias Humanas y Sociales: .Endurecer.a las ciencias humanas es el intento
básico del estructuralismo. Hacerlas mensurables ha sido también el propósito de algunas
ciencias humanas liminares, como la Estadística o la Macroeconomía.
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-semejante a lo que ya ha ocurrido con tantas perspectivas de trabajo- quizá
debe decirse que sería más atractivo pensar a las Humanidades Digitales desde
un lugar vernáculo. ¿Es eso posible o esa posibilidad, precisamente mediante
la importación de la denominación misma, se cancela de antemano?
Cuando en América Latina se escriba la Historia de las Humanidades Digitales
-si es que una historia así llegara a ser posible- muy posiblemente no se dirá
exactamente que las ”humanidades digitales” surgieron con la creación en
México en 2011 de la RedHD (RED de Humanidades Digitales), ni con la
convocatoria en septiembre de 2013 en la Escuela de Bibliotecarios de la
Biblioteca Nacional de una reunión para la creación de una Asociación de
Humanidades Digitales en la Argentina. Antes que ello deberá señalarse a
las diversas prácticas que preexistían ya a las asociaciones y a las redes que
crearon sus practicantes. Como ocurrió en los EE.UU. incluso, si las Digital
Humanities del siglo XXI ya poseían algunas décadas de tradición, sus orígenes
se indicaron entonces en los años 40, con la publicación en 1945 de ”As We
May Think” de Vannevar Bush 6 (Mendoza, 2011).7 O indagando incluso en
la historia de esa práctica cruzada que relaciona tecnología con humanidades
en experiencias como aquellos proyectos de investigación lingüística como
el Index Thomisticus del Padre Busa, la Computerized Concordance to the
Revised Standard Version of the Bible de John W. Ellison, o la Machine
Translation, ”híbridos universitarios modelados desde los Estados Unidos por
IBM y Remington” (Del Rio, 2015).8 Pero la carga ideológica de textos como
el de Vannevar Bush vuelve aquella tradición de las HD difícil de asimilar para
la tradición humanista preponderantemente de izquierda a la que el espíritu
crítico de las humanidades latinoamericanas siempre aspira a pertenecer. El
texto de Bush es muy incómodo por la matriz ideológica que lo genera, en
el ocaso de la Segunda Guerra, con el mundo ya con los pies puestos sobre
6
Bush, Vannevar (1945): ”As We May Think”, The Atlantic: 101-108. Disponible on line:
http://www.theatlantic.com/magazine/archive/1945/07/as-we-may-think/303881/ [Última consulta: 20/05/2016].
7
Mendoza, Juan José (2011). El canon digital. La escuela y los libros en la cibercultura,
Buenos Aires, La Crujía.
8
Del
Rio
Riande,
Gimena
(2015).
”Humanidades
Digitales.
Mito,
actualidad
y
condiciones
de
posibilidad
en
España
y
América Latina”, ArtyHum, monográfico 1, pp. 7-19. Disponible en línea:
https://www.artyhum.com/descargas/monograficos/MONOGR %C3 %81FICO %20HD.pdf
[última consulta: 20/05/2016].
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el umbral de la Guerra Fría. Precisamente en aquel artículo Bush se plantea
”en qué vamos a ocupar a los 6000 científicos del proyecto Manhattan”, que
hasta 1945 habían participado del desarrollo de un armamento nuclear que
escribió precisamente las páginas más atroces de la Segunda Guerra. ¿En
qué vamos a ocupar a los científicos en tiempos de paz? Y la novedad de
la respuesta a la pregunta de Bush por aquel entonces radica nada menos
que en los archivos. Hay que preservar archivos. Y generar archivos. Pensar
archivos desmaterializados que sean menos susceptibles a las amenazas de
destrucción que están implicadas en toda guerra. Podríamos decir que el de
Bush es el primer ladrillo de eso a lo que hoy llamamos Internet. Podríamos
ubicar allí precisamente una tradición internacional fuerte para las HD; una
tradición incómoda por cierto.
¿Pero qué decir entonces de las HD en Hispanoamérica? En junio de 2011 se
crea en México la RedHD (Red de Humanidades Digitales). Y en noviembre
del 2011, durante las sesiones del Simposio sobre Edición Digital de Textos
Múltiples en la Universidad de Deusto (Bilbao) 9 , se crea Humanidades Digitales Hispánicas. Y en 2013, en un proceso incipiente, se comienza a gestar la
Asociación Argentina de Humanidades Digitales. Como se aprecia, se trata de
ámbitos en formación, pero que ya en su interior evidencian los síntomas de
una tensión productiva. Hay tensiones geográficas, entre lo local y lo global.
Y hay tensiones académicas entre diferentes prácticas y disciplinas. Podemos
decir que los catálogos y las bibliotecas virtuales quizás sean el gran campo
de acción en el porvenir inmediato de las HD. Algo semejante ocurre en el
campo de las Ciencias de la Educación con el caso de la educación virtual.
La emergencia de sitios web que se proponen como catálogos y puestas online de textos caros a la tradición humanista están siendo sin duda uno de
los grandes territorios de exploración y de investigación de las HD. Como
también lo están siendo los sofisticados sitios webs de instituciones como los
museos y las bibliotecas, con su puesta on-line de textos, obras y bases de
datos. Fondos documentales de literaturas con derechos de autor ya liberados
se pueden consultar on-line cada vez con mayor facilidad. Pero el horizonte
se vuelve más complejo cuando aparecen archivos audiovisuales. Y entonces
emergen otros caminos en el enorme campo de acción que está en el destino
9
El
programa
del
Simposio
puede
consultarse
en
http://andresdepoza.com/2011/simposio-sobre-edicion-digital-de-texto-multiples/
tima consulta: 28/04/2015].
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línea:
[Úl-
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todavía inconmensurable de las HD.
Una universidad, muchas universidades
Las universidades tampoco serán ajenas a los desafíos que las Humanidades
Digitales vienen a proponer. Una profunda demanda del orden de las políticas
académicas se impone. ¿Qué políticas digitales para qué tradiciones? Desde
un punto de vista de las HD no se tratará de la incorporación de tecnologías
a las aulas. O no solamente. Se deberá tratar de algo siempre más profundo.
En los últimos años asistimos a la emergencia de un fenómeno novedoso
en la historia universitaria del país. Al punto que ya se puede hablar de una
nueva heterogeneidad universitaria. Ya no se puede hablar de ”la universidad
argentina” dividida, con debates como los de la universidad ”libre” o ”laica”,
aquella agitada disputa que envolvió a las universidades de los años 50. La
promoción de muchas universidades privadas en los años 90 y la creación de
”universidades nuevas” en los 2000 está dando como resultado la proliferación
heterogénea de modelos universitarios muy diferentes entre sí, ya sea desde el
modelo de la universidad integrada a empresas transnacionales (pasando por
la creación de ”universidades regionales” ligadas a pequeñas y medianas empresas u obligadas a atender demandas de estados provinciales) hasta llegar
a la exigencia de reconversión de las universidades nacionales tradicionales,
obligadas a repensar ellas también el sentido contemporáneo de sus carreras más históricas. Lejos de cuestionar la complejidad que se genera con la
emergencia de acontecimientos que también tonifican y revitalizan el estado de la investigación y del sistema educativo del país, se debe advertir sin
embargo la amenaza actual para las humanidades y las ciencias sociales que
aparece implicada detrás de la creación de universidades confesamente pragmáticas y anti-intelectuales que, ya está sucediendo, está redundando ello en
la generación de prácticas atomizadas y muchas veces anti-humanistas.
¿Qué lugar ocupan las carreras humanistas en las universidades nuevas? Muchos proyectos de universidades disímiles cambian el mapa. Ya no se puede
hablar de una historia de la Universidad Argentina, como lo fue en el siglo
XX en sus diferentes etapas (”la universidad de La Reforma”, ”la universidad
‘Flor de Ceibo” ’, ”la Universidad de la Normalización”, etc.). Sino que ya se
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comienza a hablar de ”las universidades del siglo XXI”. No se trata siempre de
la creación de instituciones educativas con aulas hipertecnologizadas. Y no se
podrá hablar de políticas educativas precisas en relación con la incorporación
o no de tecnologías, puesto que todas las incorporaciones tecnológicas son
siempre disímiles en la Argentina. Quizá haya una discusión fuerte en torno
a la incorporación de las tecnologías en el sistema educativo. Y es posible
que impere allí una lógica de la «doble posición»: aquella que promueve la
incorporación y la integración tecnológica por un lado, al tiempo que también
aviva la crítica a la era digital y alienta el uso crítico de las tecnologías.
Una ciencia de las inestabilidades
La proliferación de las Humanidades Digitales está participando efectivamente
en la apertura de campos de trabajo. Enmarcado dentro de tradiciones como
la Historia Cultural o la Historia de la Lectura, anudado en el interior mismo
de las HD, el campo de las «Maneras de leer en la era digital» está comenzando a ser una perspectiva de trabajo posible. Con los desafíos que se abren
a partir de esta perspectiva crítica emergen también objetos que ponen en
crisis o revitalizan prácticas y tradiciones humanistas como son el caso de la
teoría y la crítica literaria. Las líneas tradicionales de las humanidades se han
fundado en la identificación de determinados objetos: los textos casi han sido
siempre los objetos naturales de la teoría y la crítica literaria; las comunidades
y determinados problemas que hacen a la naturaleza de los lazos sociales han
estado entre los objetos fundantes de la antropología; el discurso ha sido el
objeto de reflexión de determinadas corrientes lingüísticas. La emergencia de
”nuevos objetos” en la era digital está demandando, cuando no la creación de
disciplinas, la creación al menos de enfoques y perspectivas. Cuando eso pueda resultar algo escandaloso para algunos humanistas, se tratará entonces de
plantear una modificación de determinadas tradiciones disciplinares; cuando
no, una revisión profunda respecto de nuestras prácticas: sus sentidos en el
pasado, sus horizontes en el presente, su porvenir. La yuxtaposición y el entrecruzamiento de prácticas y tradiciones que supone la «emulsión intercultural»
del presente está implicando la modificación de muchas de nuestras prácticas actuales; y la fundación de prácticas desconocidas. Ya se están fundando
disciplinas al tiempo que también se cuestiona la propia dimensión disciplinar
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como legitimadora de prácticas. Desde luego, debe ser siempre crítico el lugar
de la propia posición respecto de las transformaciones en el campo; pero no
siempre debe redundar esa crítica en un repliegue sobre la propia inercia de
las tradiciones tal y como nos hemos formado dentro de ellas.
¿Por qué se deben inscribir a las nuevas prácticas dentro del peso de las tradiciones disciplinares? ¿Cómo emanciparnos de las disciplinas? Al tiempo que
se fundan prácticas, también se cuestiona el hecho de que esas prácticas se
refieran a fenómenos efímeros y no duraderos. ”Ciencia de las inestabilidades”
describió Jean-François Lyotard a un tipo de prácticas que comenzaban a
emerger hacia finales de los años 70. La expresión de Lyotard nos pone en
alerta: ¿fundar disciplinas, con todo lo que ellas tienen de cuestionables, en
un contexto de emergencia permanente de objetos ”nuevos” y problemas inestables? Muchas de las herramientas más habituales en las prácticas actuales
dentro de las humanidades y las ciencias sociales están comenzando a ser
operadas desde laboratorios digitales en los que no hay un solo libro. Y aparecen objetos de estudios hasta hace 30 años no instituidos, como aquellos que
conciernen a la ”cibercultura”, la ”ciberpoesía” o ”las estéticas tecnológicas”.
¿Qué se está haciendo con ellos?¿La emergencia de «crítica literaria abierta»
-desagregada de su carga teórica- es la respuesta?
Si miramos hacia atrás podemos ver la historia que tuvieron otras «prácticas
cruzadas». En los años 60 y 70 por ejemplo, cuando en la Argentina y en otros
lugares del mundo comenzaron a proliferar las asociaciones de Lingüística y
Semiótica. Se fundaron asociaciones y publicaciones en París (donde podría
situarse el Comité Central de la Asociación Internacional de Semiótica), en
Roma y en Buenos Aires. Aquellas asociaciones de semiótica se fundaron en
un momento en el que los sujetos de conocimiento estaban siendo atravesados por un conglomerado de ”discursos” nuevos: el de los medios masivos
de comunicación. Aquellas asociaciones venían en auxilio de los sujetos del
saber que por entonces se debatían entre ceder al influjo y a la inercia de
los discursos circulantes o, en cambio, ceñir los discursos que los atravesaban
para hacer de esos discursos entrecruzados precisamente un objeto nuevo: «la
interdiscursividad». Eran los tiempos de la explosión de los medios masivos y
aquella reflexión en torno al cruce de los discursos venía acompañada de la
emergencia de una serie de dispositivos técnicos que se especializaban en la
captura, reproducción y archivos de la palabra en sus diferentes soportes. Si
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el texto era el objeto de la teoría literaria, el discurso comenzaba a ser el objeto de los estudios semióticos. Hoy podemos ver la línea progresiva de todo
aquello. Los medios técnicos se han hecho más sofisticados y se han acelerado las técnicas de producción, reproducción y archivos del discurso. Pero
nosotros no podemos decir, como podrían decir los sujetos de conocimiento
de los años 60, que estamos atravesados de discursos. No sólo de discursos.
También estamos atravesados de tecnologías -una discursividad tecnológica,
un ecosistema de información que pergeña también con las tecnologías su
sintaxis-. Somos sujetos atravesados por dispositivos en una carrera de imbricación con ellos, de manera tal que eso que nos atraviesa también crea el
medio ambiente hipertecnologizado de las humanidades y las ciencias sociales.
Críticos literarios hacen crítica de sitios web. Teóricos del discurso analizan
las narrativas que hay implícitas en los video-games. Softwares y bibliotecas
virtuales concurren como nuevos objetos de estudio para nuevas ramas de las
antiguas humanidades. Una procesión de silicio y conexiones electrónicas ha
ingresado indisimuladamente al recinto de las humanidades. Entonces podemos ver las chispas que se producen con la aparición de las nuevas tensiones
epistémicas. Base de datos, documentos, archivos, imágenes son tratados
y retrabajados digitalmente. Los medios de comunicación, Internet, el arte
digital, los objetos multimedia emergen como nuevos objetos de disciplinas
tradicionales que están comenzando a renovar la mirada. Y todo esto sucede
también mientras nuevas disciplinas y nuevos campos de trabajo y más objetos parciales mueren y nacen reinventados. En medio de la crítica feroz que
se yergue sobre las Digital Humanities, una extraña melancolía tonifica la perseverancia laboriosa de los viejos y los nuevos humanistas: ¿Las humanidades
digitales arrastran una anacrónica vocación humanista en medio de una crisis
general del humanismo?¿Las Humanidades Digitales encarnan una verdadera
vocación humanista aggiornada con los nuevos medios o se trata sencillamente de una concesión más, otra manera de ceder al influjo imperante del
post-humanismo?
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