LA GLOBALIZACIÓN COMO RETOA LA DEMOCRACIA.
UNAVISIÓN DESDE LA TERCERA VÍA
José RAMOS SA LGUERO
Granada (España).
GIDDENS, Anthony, Un mundo desbocado.Los efectos de la globalización en nuestras
vidas, Taurus, Madrid, BuenosAires, México, Bogotá, 2000 (1999), 117 págs.
Anthony Giddens es, desde hace tiempo, uno de los profesores y ensayistas
que menos presentación requieren en todo el mundo. Como sociólogo, su fama
queda acreditada por la extensión mundial de sus manuales universitarios. Como
ensayista, su incursión en el campo del pensamiento político ha alcanzado similar
notoriedad como preconizador de la Tercera vía (alternativa al socialismo y el
liberalismo), que los principales diarios del mundo se hanencargado de divulgar,
desde el momento en que su autor ha trabajado de hecho como consejero del
primer ministro británico, el laboristaTony Blair. El libro del que nos ocupamos,
último de los suyos entre los muchos traducidos al español, es fruto de las Conferencias Reith de la BBC para el año 1999 que, por primera vez, se grabaron en
distintas ciudades del mundo yfueron debatidasporInternet,lo cual se compadece
significativamenteconel temaabordadoenlasconferenciasyel libro: "losefectos
de la globalizaciónennuestras
como reza el subtítulo de
mundo desbocado, en el que se nos ofreceunapanorámica finisecular haciendo uso de conceptos ya elaborados en varios libros anteriores. El objetivo declarado del ensayo es
unambiciosoconjuntode cuestionesrelativas al estado del mundo eneste
fin de
Sólo que, como viene observándose desde hace ya más de una
década, es difícil señalarun aspecto de nuestra cultura que no quepa relacionar o
que pueda analizarse independientemente del rasgo central de la mismaque queda
comprendido bajo el rótulo globalización o, como prefieren decir los franceses ,
mundialización.No obstante, conviene tenerencuenta,a efectos de la crítica,que
no se trata primariamente de una disquisición teórica sobre Jo que haya de entenderse por globalización , sino de aquel compromiso más lato.
Enefecto, dada la resonancia mundial de la palabra de Giddens, y dado que,
como profeta de la Tercera vía, ha terciado en la arena política, cabe extremar la
exigencia de responsabilidad intelectual y aguzar la mirada crítica ante este breve
escrito.Ynopese asucarácterdivulgativo, sinoprecisamenteporél. Eltemade la
Globalización ocupa el primer y decisivo capítulo, mientras que la promesa de
amplitud queda cumplida al dedicar los cuatro siguientes a otros asuntos que, no
obstanteestarafectadosporese fenómeno global (valgalaredundancia), no podían
escapara sumiradade sociólogo. Riesgo, Tradición ,Familia y Democracia constituyen el resto de un elenco con el que se quiere hacer justicia a las principales
dimensiones, públicas y privadas, que afectan a nuestro actual modo de vida.
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Hay que reconocerle a Giddens la gracia de un discurso fluido y ameno, a la
vez que claroy didáctico. Además, resultaejemplar y estimulantela libertad y la
sencillezconqueseatreveapensarporsí mismo yponerlenombrea las cosas(su
"tercera vía" también ejemplifica este rasgo), afrontando los fenómenos mismos,
enlugardeatrincherarseenmurosdeerudicióno montañasdejergaesotérica.Así,
el escrito anteelqueestamosresultaatractivo como introduccióndivulgadoraa su
tema, y, másaún,esdelosquepuedencrearaficiónaladisciplinadesde la quelo
aborda, la sociología. Como toda luz proyecta su sombra, el problemapuede ser,
sinembargo,queenmascare la posiblecomplejidado dramatismo de losproblemas
bajo una engañosa claridad que resulte simplificación. Desde luego, la impresión
queGiddensnostransmitesobresutemaestodo lo"políticamentecorrecta"quese
puede: polémicamente amable, seductoramente tranquilizadora ante un fenómeno
que, no obstante,se declara, desdelaatalayateóricaocontemplativa,"desbocado"
y lleno de "riesgo". Y ello, mediante unhabitual expediente conciliador, que roza
el irenismo o contemporizaciónaultranza, de no dejarsinpronunciar-nomás,la palabracontrariaa aquellaque, enrealidad, resultapreviamenteprivilegiada en
elanálisis.¿Unavirtud,necesariaparaacometerserenayobjetivamenteeldiagnóstico preciso parauna acción eficaz?
Antes que nada, queremos reparar enel sentido del Titulo del libro. Giddens
afirmahaberlotomadodeotrasconferenciasReithanterioresenuncuartodesiglo,
cuando el antropólogo Edmund Leach encerró titularmente la expresión en una
interrogación que, en opinión de Giddens, el tiempo haconvertido en ociosa. La
expresión quiere registrar una sensación generalizada, la de que el mundo está
cambiando con una celeridad inusitada y, sobre todo, afectando verdaderamente,
más que nunca, al mundo engeneral, como untodo. Así se reconoce, frente a los
milenarismos típicamente recurrentesenlahistoria, ladiferenciacrucial,cuantitativa y cualitativa, de nuestra auténtica transición civilizatoria. Por otra parte, sin
embargo, el calificativo desbocado insinúa que las fuerzas que operan en esta
vorágine espacio-temporal no están sujetas al control deseable, aunque, como se
asienta yaal final de la Introducción,"podemos y debemos" llevarlo a cabo.
Detodas formas, comosenosdiráen lapágina31, Giddensexpidela afirmacióndequeno sólonoesaúnunordendirigidoporunavoluntadhumana,sinoque
"estáemergiendodeunamaneraanárquica, casual, estimulado porunamezcla de
influencias". No nos resistimos, por ello, a apuntar polémicamente aquí, como
contrapunto crítico,estaafirmacióndeNoamChomsky(unautornomenosreputado intelectualmente ensu especialidad -clalingüística- y no menos significado
en su ensayismo político que elpropio Giddens, pese a su menor eco mediático,
quizáno ajeno a su mayor radicalismo ideológico): "Hayentodo esto mucho que
es nuevo y significativo, pero lacreencia de que "lascosasno están controladas"
no es muy creíble..." 1 En efecto, la referencia a la fase actual del capitalismo
l.
Noam CiiOMSKY, Elbeneficioes lo quecuenta. Neoliberalismo y ordenglobal,Barcelona,
Crítica, 2000 (1999),p.43.
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supondría compromiso con responsabilidades en modo alguno impersonales, más
que vagamente sistémicas y estructurales. Y la omisión de su papel en la actual
marcha de las cosas puede ser -digámoslo ya desde ahora- el defecto más
destacable de la obra2 .
Paracomenzar, enla Introducción nuestro autorhacenotarmuyoportunamente el agudo contrasteentre la previsión(ylaprovisión cultural) que laIlustración
-comoraíz de nuestro presente- hizo del curso de lahistoria, porunaparte, y,
porotra,elmundoefectivoenel quenosencontramos.Elproyectoylaconvicción
de la Modernidad estribaba en controlar racional y autónomamente el mundo,
frente a las instanciasheterónomasde laimpasiblenaturalezay laautoritariadogmática religiosa. Ciencia y consecuente técnica posibilitarían el dominio de un
mundo "estable y predecible". En cambio, puede observarse que el medio -la
tecnociencia- ha resultado en buena medida contraproducente. Nuestro mundo
parece desbocado, lleno de incertidumbresy riesgos, paradójicamente creadospor
laintervencióndel hombre enlanaturaleza, conlasconsabidas amenazasde cambio climático,deterioro delmedio ambiente, efectoinvernadero, agresióna lacapa
deozonoprotectoradelaTierra,etc. Consecuenciasno sóloimprevistas,sinohasta
cierto punto imprevisibles desdenuestros medios actuales de conocimiento y control. Esta situación, comenta nuestro autor, tiene que ver con la globalización,
porque se hanglobalizado la cienciay su aplicación tecnológica, aunque el fenómeno tengamásvertientes y riesgos, tan ambivalentes como resultahaber sido el
de la(tecno-)ciencia, y además influyaenámbitos mucho más cercanos a nuestra
vidacotidiana, que son los que se abordanen los capítulos del libro.
Bien.Pero,conserverdaderasestasobservaciones,ciertamenteno constituyen
toda laverdad ni quizá lamás dignade atención, especialmente enuna Introducción, quesuponela ocasiónde darelrelieve y lajustificacióndebida a cadaparte
del libro. Pues, enefecto, resultaparciallareferenciade nuestro autora laIlustracióny a nuestro mundo actual. Y es que el proyecto histórico de la Ilustraciónno
puede reducirse al interéstécnico de dominacióndelanaturaleza. Lo integraba no
menos el interés emancipatorio de superarla dominación del hombre porel hombre, laaspiracióna latransformaciónmoral del mundo social humano a través de
unasinstitucionesjurídico-políticasjustas,coherentesconlaconvicciónde la igual
dignidad de todo hombre, como réplica a una revolucionariamente denunciada
2. Noescuestióndereferirunalistabibliográficasobreel temade la globalización,de hecho
ya bastante abundante. Pero , como botón de mue stra, y Chomsky aparte, podemos encontrar
desde el polémico y agresivo (o defensivo, según se mire) título de Hans-Peter MARTINy Harald
ScHUMMAN.La trampa de la globalización. Elataquecontra la democraciay elEstadodelbienestar,
Madrid, Taurus, 1999, hasta el extremo neoliberal de Carlos RoDRíGUEZ BRAUN , Estado contra
mercado, Madrid, Taurus, 2000, pasando por la posición intermedia de LUTTMAN en un título, sin
embargo,tansignificativo comoTurbocapitalismo. Quiénesganany quiénesp ierdencon laglobalización, Barcelona, Crítica, 2000. Paraunavisión, no obstante,no sólomás sistemática sobre la globalización sino optimista y constructiva sin dejar de ser crítica, consideramos importante el libro de
LeonardoBorr, NuevaEra:La civilizaciónplanetaria,Estella (Navarra),Verbo Divino, 1995 ( 1994).
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opresiónorepresiónde la"libertad, igualdadyfraternidad". ¿Porqué nosehacela
comparación a este respecto con nuestra época, el juicio respecto al destino de
aquellasexpectativas?¿Ynotendráque vernadaestedestinoconlaglobalización?
Giddens reduce aquí la racionalidad, como asunto de la modernidad, y consiguiente e implícitamente el problema social, a su dimensión tecnocrática, meramente logística e instrumental. No encontramos aquí ni la menor referencia de
nuestroautoralproblemaylosdramáticosavataresético-políticosdenuestrahistoria moderna; ni, consiguientemente, se evalúa la situación actual del mundo, que
resultadeunsangranteytrágicocontrasteconlas sostenidasexpectativasdeigualdad y fraternidad (o ¿solidaridad?). Nada sobre la multiplicación de la pobreza,
sobre las nuevas formas de esclavitud, sobre la proliferación de los conflictos
bélicosy sus complejas causas (como no sea latópicaypolíticaalusiónal problemadel fundamentalismo). Podríandetallarse abundantemente muchosmás problemas de esta fundamental índolehumanaque los que se relacionanconla naturaleza, laTierra y laecología. Pero, para lamirada de nuestro autor, estos problemas
no debendetenermayorimportancia,aunquenoseoculteporcompletosuexistencia. En el resto del escrito hay una (sola) referencia a la creciente desigualdad
como "el mayor problema que afronta la sociedad mundial" (p. 28). Pero es una
referenciapuramentenominal,puesnosenosdiceenquésentidoesesounproblema. ¿Será un problema moral o un problema meramente sociológico -creciente
aumentodelatensiónsocialy laconflictividadpotencial;inclusodescontrollogístico
de lainmigración-?Lo que, sin embargo, sí se nos dicede modo explícito inmediatamentea continuaciónes esto: "No valdrá, sinembargo, culparsimplemente a
losricos"3 . Y acontinuaciónelrazonamientoderivaporabstraccionestansumarias
como exóticas y alejadas de la cuestión, bajo el refugio de la complejidad del
fenómeno de laglobalización. Pues, se nos dice, aunque lospaíses occidentales e
industrialesaúndominanlosnegociosmundiales,laglobalización"seestádescentrando
cadavezmás" y "susefectossesientenenlos paísesoccidentalestantocomoenel
resto." ¿Seráque los ricostambiénlloran? Es lo que se daa entender. Pero lo que
no seentiendeni se explicaesqué tiene que ver la desigualdad económicaconque
la globalizaciónes unfenómeno crecientemente global - la única glosa posible-.
De lo único que nos habla a continuación Giddens como argumentación de su
juicioes de lo que llama colonización inversa, de lo que "los ejemplos abundan":
latinizacióndeLosÁngeles,emergente sectorde laIndiaorientadoa la altatecnología y que en Portugal compran programas televisivos brasileños (p. 29). ¿Son
fenómenos comparables?
Enestepunto, pues,nuestra lecturano puede ser simplementecríticao suspicaz. Tiene que ser, porfuerza (moral), una denuncia tajante. Científicamente, por
3. Confróntese conestaafirmacióndeVi<;enc FrsAs, titulardelaCátedraUNESCO sobrePaz
y Derechos Humanos, en El País, 30 de abril de 2000: "Como nos recordaba John Berger no hace
mucho, la pobreza de nuestro siglo no es el resultado natural de la escasez, sino de un conjunto de
prioridades impuestaspor los ricos al resto del planeta" (subrayado nuestro).
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así decirlo, es inexcusable la insuficiencia del cuadro que se nos pinta. Moral y
políticamente, es inadmisible su coloro, mejordicho, su falta de color 4 • Es teóricamente raquítico destacaren la Introducción, entrelos dramáticos problemas socialespendientesderesolver- paraunasensibilidadverdaderamenteglobal ycosmopolita-, la lucha del fundamentalismo y el cosmopolitismo. "El campo de
batalla del siglo XXI enfrentará al fundamentalismo con la tolerancia cosmopolita... La tolerancia de la diversidad cultural y la democracia están estrechamente
ligadas.. ." (p. 17).Al menos, se reconoce como unproblemaelde laextensiónde
la democracia más allá de sus límites actuales, por Jo que cabe esperar que al
tratarsedeellapuedaacometerseladecisivarelaciónentreEstadoy sistemaeconómico. Junto al primero,pues, ese capítulo resultaráconcluyenteparaunadilucidación crítica.
Enelprimercapítulo, se refiere someramente la Globalización, trasuna ilustraciónanecdótica, como el conj unto deinfluencias que se impone entodas partes
del globo. Y enseguida Giddens registra las diferentes posturas polémicas ante un
concepto cuyarepentina generalización difuminala nitidez de sus contornos. Distingue dos bandosopuestos, los"escépticos"y los "radicales". Segúnlos"escépticos", que se oponena la globalizaciónenbloque, no haytalglobalización,pues a
su parecer la economía funciona como antes; en realidad, el comercio exterior
atañe a una parte pequeña de la renta de Jos países, y además de hecho se sigue
dando sólo entreregiones, sinserverdaderamente mundial. Así que los gobiernos
aún pueden controlar la vida económica de sus países. Para ellos, que suelen
situarseenlaizquierdadelespectropolítico("especialmenteenlaviejaizquierda",
insinúaGiddens), la globalización es más bienun mito difundido por laideología
librecambista para desmantelar el Estado y los sistemas de bienestar. Para los
"radicales", sinembargo, la globalización es unarealidad nueva y revolucionaria.
El comercio está mucho más desarrollado,y el Estado y los políticoshanperdido
soberanía y control sobre los acontecimientos.
Pero Giddens se apresura a darenseguida la razón a los "radicales",haciendo
notarlanovedadquesuponenoyael aumentodelcomerciosinoelflujo financiero
electrónico, cuyorápido y global movimiento- como merosdígitosen unordenador- puede desestabilizar súbitamente economías tan sólidas como parecía la
asiática hasta su reciente colapso. El volumen de transacciones económicas mundialessehamultiplicado, conello,vertiginosamente.Noobstante,paraGiddens ni
escépticosni radicalespercibenquela globalizaciónno es sólo unfenómeno económico,sino tambiénpolítico,tecnológicoycultural,promovidofundamentalmenteporlosavancesenlossistemasdecomunicación,cuyoflujo informativoalterala
vida cotidiana de todo el mundo. "Seamos ricos o pobres", observa Giddens, hoy
4. Laurgenciadeesta actitudcríticaespuestade manifiestoasímismoporVir,;enc FISAS (art.
cit. en nota anterior): "Tenemos el deber moral y la responsabilidad de conocer y debatir aquellas
tendencias que continúan provocando exclusión, sufrimiento, deterioro ambiental, pérdidade oportunidades, desequilibrios e inj usticias, ya sea a nivel regional o internacional" (subrayado nuestro).
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podemos conocermás a NelsonMandelaque a nuestro propio vecino (p. 24). La
progresiva y beligerante igualdad de las mujeres -conlos varones- en todo el
mundo, consusrepercusionesafectivas,laboralesypolíticas,tampoco esunhecho
ajeno a la influenciacomunicativaglobal. Así comopuedeatribuirse también a la
presión globalizadora el resurgimiento de localismos culturales, con sus consecuenciaspolíticasy bélicas. Elpropiocolapsodel comunismo soviético serelaciona causalmente-demodo atinado- conel mismo fenómeno: "elcontrol ideológicoyculturalenelquesebasabalaautoridadpolíticacomunistanopodíasobrevivir
enunaerademedios de comunicaciónglobales... evitarlarecepciónde emisiones
de radio y televisión occidentales. Latelevisiónjugóunpapel directo enlasrevoluciones de 1989"(p. 27).
Sinembargo, saltacríticamente a lavista, yendo al meollo dela cuestión,que
el término "neoliberalismo", dedifusiónquizá poco menorque el de laglobalización que se analiza, no aparece ni una sola vez en el discurso. La única alusión,
indirectay de soslayo, es al librecambismo. Lo ciertoesque, coneste recurso, en
realidad se elude la confrontación y el debate del núcleo más polémico de la
cuestión.Mas notarque la globalización tiene tantas dimensiones como el mundo
o nuestras vidas es una verdad trivial y no parece que constituya una enseñanza
globalquecorrijael"error"de"escépticos"y"radicales",comopretendeGiddens
(p. 23). Por el contrario, el error o la ceguera podrían consistir, más bien, enno
percatarse de que la dimensión más agresiva y amenazante de laglobalización es
precisamente la económica (y, consiguientemente, político-económica), o en no
reconocerenello laexplicacióndelapolarizaciónpolémicaqueél mismoregistra,
que no se da envano ni es una cuestión retórica5 • Giddens no lo reconoce así ni
abunda ello. Sinembargo, tampoco deja de registrar que "Los flujos económicos
están,ciertamente,entrelasfuerzasmotrices-especialmenteelsistemafinanciero
mundial-" de los cambios globalizadores promovidos por diversos factores, "algunos estructurales, otros más específicos e históricos". Incluso añade una observación que vale teóricamente y podría valer polémicamente su peso en oro: "No
son, sinembargo,fuerzas de lanaturaleza. Han sidomodeladasporla tecnologíay
la difusión cultural, así como porlas decisiones de los gobiernos de liberalizar y
desregularsuseconomíasnacionales"(p. 26). Perodenuevo supronunciamentose
quedasólo enunaesquemática declaraciónnominal que sólo abstractamente equilibrael planteamiento.
Programáticamente, pues, Giddens no esunneoliberal radical, aunque el uso
queélhadadoal término"radical"podríaconfundirnos,puestoqueélsealineaen
este texto con los radicales partidarios de la globalización. Es manifiesto que
Giddens corteja su hipotética "terceravía", pues el equilibrio abstracto y retórico
5. Cfr. Johannes N YMARK, en El País, 6 de mayo de 2000, en el artículo "Democracia y
globalización" :"El control democrático disminuye y los programas de bienestar social se vengravemente deteriorados. Se puede uno preguntar si éste no es el objetivo mismo de la globalización
económica, sobre todo teniendo encuentalalógica de ganancia del capital."
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LA GLOBALJZACIÓN COMO RETO A LADEMOCRACIA. UNA VISIÓN DESDE LA TERCERA VÍA
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matizasudiscurso. Pero seechademenosunadistincióncrucialcomolaavanzada
porUlrichBeck,entre"globalismo"comoideología(comandadaporelneoliberalismo)
y globalización como proceso estructural de la civilizacióninfonnática6 . Giddens
elude en estas conferencias que el avance globalizador más ofensivo y objetivamente peligrosono sólo eselde las fuerzas económicas, sino que se acompañade
unaideologíabeligerante, decisivapara sulegitimación y extensión, que enmodo
alguno puede identificarse con una "globalizacióneconómica" con respecto a la
cual"oponerse" y "optarporelproteccionismoeconómico seríaunatácticaigualmente errónea paranaciones ricas y pobres" (p. 29).Enotraspalabras, la globalizacióneconómicano esunhechoestructural simple y sinalternativas. La polarización inicialmente reseñada por él entre escépticos y radicales no distinguía entre
hechos y tendencias, y de ahí laincongruencia dedefinirlos enpartecomo opuestos encuanto al reconocimiento del hecho mismo de laglobalización. Asimismo,
esoportuno constatar la equivocidadno inocuani imparcial de los términos elegidos parareferir sumariamente esta contraposición. Porque el calificativo "escépticos" prejuzga ceguerao renuencia contumaz ante la realidad, mientras que el de
"radicales" se apropiade las connotaciones progresistas innegablemente asociadas
tradicionalmente a la izquierda, paradójica e irónicamente para adscribirlas a los
voceros del evangelio de la globalización económica.
Nos parece que un planteamiento tan sesgado -o, quizá mejor, segadocomo elpresenteincurreenoscurantismo,puesadolecedefaltaderigorcientífico
y respeto ideológico. ¿De qué sirve la mera apelación abstracta y nominal, de
nuevo, a la creciente aunque todavía no impotente deficiencia-inanee ineficaz
equilibrio retórico, aunque quizá políticamenteefectivo o efectista- de losactuales Estados-naciónconrespecto ala dinámicadelnuevo ordenglobal(p. 30), si no
seexplicalarelacióncríticaqueestarealidadpolíticatieneconlanuevaeconomía?
"La política económica nacional no puede ser tan eficaz como antes", se nos
anuncia como un hecho irrefragable. Pero la frase que continúa la aseveración
vuelveaefectuarunquiebroquedescaminaelnudodelacuestión: "Másimportante es que lasnaciones han de repensar sus identidades ahora que las formas más
antiguasdegeopolíticasevuelvenobsoletas(p. 30)". Másque"lacomplejidaddel
fenómeno" de la globalización que se reconoce en la p. 29, respondiendo a la
preguntade si"¿es laglobalizaciónuna fuerza quepromueveel bien común?", lo
que se practica aquí es una confusión de planos.Y enlugarde dictaminar que la
emergenciadel nuevo ordentiene lugar"deunamanera anárquica, casual, estimulado porunamezclade influencias" (p. 31), habría que haber analizado, enlugar
deobviar,el carácterdependiente yjerarquizabledelaimportanciarelativadeesos
planos diversos. Porque lo que está en juego, crucialmente, en la globalización
6. Véase Ulrich B ECK, ¿Qué es la globalización?, 1998, y La democracia y sus enemigos,
2000;ambos enBarcelona, Paidós, así como su esclarecedoraentrevistaenEl País, 25 de noviembre
de 2000.
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comoproblema es un debate nadanuevo -larelación entre capitalismo y democracia, o entreEstado ymercado- que laideologíaneoliberalhaqueridoesquivar
fundándose enunaexhibicióndel más tosco de los positivismos: lapresuntarefutación históricay fácticadel socialismoporelderrumbedelcomunismo soviético,
como si laidentificaciónde socialismoy comunismo soviético, recusadaya desde
el primer tercio de siglo por innumerables socialistas, resistiera el más elemental
análisispolíticoyfilosófico7 • Ya sesabe, sinembargo,queenlasociedadinformáticarepetirequivale a demostrar.Yestaarrogante ideologíaneoliberal sehaprodigado y predicado con tal desfachatez su fundamentalismo económico que parece
absurda cualquier otra opinión. Es lo que se ha llamado pensamiento único,
pontificando interesadamente el fin de la historia, quizá sabedor de que el que
prediceproduce,sobretodosiseencargadeacallarotrasvocesdivergentes.Giddens,
como es sabido y hemos repetido, se ha ocupado de esta polémica en anteriores
libros. Peroresultasignificativoquenoseaprovechelaoportunidadparahaceruna
proclamación pertinente. Quizá ello se debe, sencillamente, a que su posición,
aparte del diagnóstico bastante extendido acerca de su inanidad (teórica, no así
pragmática), en realidad deja incólume la nueva economía mercantilista conrespecto a laintervención del Estado8 •
Pero prosigamos nuestro examen, siguiendo siempre el hilo conductor que
hemos propuesto como criterio principal de juicio, y por ello sólo dando una
cuentasumariadel resto de las cuestiones. SegúnGiddens,"Lasnaciones afrontan
hoyriesgosenlugardeenemigos"(p. 30).Peronosenosespecificaquériesgos, si
es que se tratade algo másque de uninocente trueque terminológico. Alparecer,
acabadalaconfrontacióndebloquesentrelaUniónsoviéticayelbandooccidental,
yano hay"enemigos"ni adversariosorganizados. Novamos ahablaryade clases
en lugar de naciones; aún más "obsoleto". Pero, ¿qué hay del capital? ¿Habrá
dejado, comoel Diablo, deexistir,ohabráquedarporbuenasudefinitivacanonizaciónporlapropagandaneoliberal? Si acudimosal segundocapítulo,dedicadoal
Riesgo como una característica distintiva de la sociedad moderna, orientada al
futuro, y diferenciadodelaamenazaopeligroportratarconlaincertidumbrede lo
nuevo e imprevisible, se nos dice que "una aceptación positiva del riesgo es la
fuente misma de la energía que crea riqueza en una economía moderna" (p. 36).
Entonces, convenientemente apartado del proceloso océano de la globalización,
7. La debilidad especulativa de este pensamiento, encabezado por un representante de la
Administración norteamericana, F. FuKUYAMA, quien a partir de Elfin de la historia ha publicado
sucesivamente otro par de libros autocorrigiéndose, está magistralmente mostrada, por ejemplo, por
José Luis PINILLOS en su recensión del último libro en Saber/LEER, abril de 2001. Por lo demás,
tambiénpodríadecirseque lapretendida sancióndel capitalismo enfunción del derrumbe del comunismo incurre en una falacia lógica: lo uno no se deduce de lo otro, porque no se trata de una
disyunción exclusivade otras alternativas a la que aplicarel principio de tertiumnondatur.
8. Parauncuestionamiento sobrelapretensión de que la Tercera vía suponga unaalternativa
real al neoliberalismo, puede verse, como botón de muestra, Martín JACQUES (ed.), ¿Tercera Vía o
neoliberalismo?, Icaria, Barcelona, 2000.
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entra en escena y aparece mencionado porprimera vez el "capitalismo" como la
estrategiamoderna, mediantela invencióndelacontabilidadylosseguros, parala
dominación del riesgo. Y se acabó el papel de este personaje secundario. Tras
distinguirentreriesgo"externo",elprovenientedelanaturalezaolatradición, yel
nuevo riesgo "manufacturado", creado por la misma intervención tecnocientífica
del hombre en lanaturaleza, comentarnuestra ambivalente relaciónde hoy con la
cienciayreconvenimosaasumir,peseatodo, yconunadiscrecional prudencia, el
riesgo en tanto "elemento esencial de una economía dinámica y una sociedad
innovadora" (p. 48), se acaba este acto.
En los capítulos sobre Tradición y Familia se comentan los cambios que la
modernidadha inducido en estos terrenos y la inevitabilidad de que antiguos modos de vivir sucumban definitivamente en la era global. Los problemas que se
tratan-lanecesidad del cosmopolitismo frente alfundamentalismo (el modo tradicionalista de defender las necesarias tradiciones, que no se restringe al campo
religioso) y la emergencia de las relaciones personales "puras" (o puríficadas de
cualquierotro fundamento y sostén que no seaunaigualitaria comunicación emocional)- abundan en una característica progresista que se impone en el nuevo
mundodefinitivamente: nireligionesnirelacionespersonalespuedensobrevivirsin
asumir la necesidad de justificarse, de dar razón de sí, en un caso (frente a la
reactivaciónde fundamentalismos), o de corresponsabilizarse de la relación, en el
otro, aceptandoporhonestidadyrespetoalalibertadlosnuevosmodosderelación
familiar. Laracionalidad dialógica se impone y recibe labienvenida, y ello tiene
que ver con el último tema importante, a juicio de Giddens, en nuestro fin de
milenio.
Tanacertadacomo inexcusable, pues,resultaentonces laeleccióndel temade
la Democracia paracerrarelelencotemático. No se tratameramentedequeseael
tema que da término al análisis, sino de aquel que puede dar cumplimiento al
deseable control de nuestro mundo en todos sus demás aspectos. Como no podía
sermenos, pues, Giddens se muestra consciente del carácterdecisivo de la democraciaparael adecuadoencarrilamiento de nuestrasociedadglobal. Perohablarde
la democracia es hablardel Estado, y éste es el lugar, pues, para comprobar qué
tienequedecirnuestroautorsobreelcrucialtemapendientedelasrelacionesentre
Estadoymercadoodemocraciay capitalismo. Esdecir,parapronunciarsesobrela
incidencia de laideología neoliberal beligerante enelproceso globalizadory cuál
hade serel papel del Estado enlaeconomía.Ya al'hablarde lasrelaciones personales, Giddens proponíala"democraciaemocional"comoel modomás racionaly
eficiente de comunicaciónhumana. Setrata de promover la libertady la igualdad
en todos los niveles de las relaciones. Al pasar a la dimensión política de la
democracia, y tras constatarcomobuenanueva de nuestros tiempos su progresiva
extensión mundial, coadyuvada por factores causales difícilmente reversibles (es
incompatible un mundo de comunicación activa con regímenes autoritarios, se
observaenlap. 86), Giddensnos ofreceunaobservaciónatinadayesperanzadora:
que el paradójico desencanto ante la prácticademocrática enlas democracias más
viejas no significa desafección por los procedimientos democráticos, sino por la
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corrupcióndelospolíticos(verp. 87), aunqueenelloinfluyaelque"loslímitesde
lo que se considera corrupción han cambiado" (p. 89).
Por eso señala que lo que se necesita es "una profundización de la propia
democracia. Lo llamaré democratizar la democracia" (p. 88) por arriba y por
abajo: además de llegar, como se dijo, a una democracia en el ámbito de las
relaciones personales, hay que extender la democracia transnacionalmente. Es la
respuestaglobal quenecesitaunaeraglobal, enlaque "lasfuerzas quemuevenel
mundo... sobrepasan el ámbito del Estado-nación" (ib. ). Pero cuando podíamos
esperar que el autor definiera ante todo cuáles son los o~jetivos o las tareas más
perentoriasde la democracia ennuestro mundo globalizado,nosencontramos con
que sólo se plantea los modos profundizar y extender la democracia. Con ello,
Giddens vuelvea sortearladimensiónmás problemáticadel asunto, abundandoen
loque, deestemodo,resultanmerasabstraccionesformalistassobrelademocracia.
Es decir,nosencontramosconunaconcepciónprocedimentalistaquenos recuerda
latradicional críticasocialista a la democracia formal. No se alude ni de soslayo
ningúnfinconcreto,principalo especialmentecríticoconrespectoal cuallademocracia pueda ser utilizada como el instrumento o la fuerza cuyo valor tanto se
encarece y preconiza: enparticular, ni si la instancia estatal -transnacional, por
supuesto-, o una democracia globalizada, ha de regular en alguna medida "los
flujos económicos"actuales(enlugarpermitiro apoyarlaneoliberaldesregulación
delmercado),ni si debe, y enquémedida, responsabilizarse, sino del "bienestar",
sí de lajusticiasocial y los derechos humanos eneste mundo quesereconocíaal
principio de "crecientedesigualdad",y no sólo delas libertades civiles.
No obstante, es impensable que el autor no tenga en cuenta tamaños y tan
insoslayablesretos.Poresohemosdeverensupropuestaunarespuestaimplícitaa
los mismos. Y lo que encontramos como sugerenciapara"democratizar la democracia" (una ingeniosidadque ahorase nos muestramenos ingenuae inocuade lo
sospechable enprincipio) es el "fomento de unacultura cívicasólida. Los mercadosnopuedencrearesacultura.Ytampoco unpluralismode gruposde interés. No
debemospensarque sólohaydossectoresenla sociedad- elEstadoyelmercado,
o lo público y lo privado- . En medio está la esfera de la sociedad civil y otras
instituciones no económicas. Construirunademocraciade las emociones es parte
de una cultura cívicaprogresista. La sociedadcivil es el terreno enelque hande
desarrollarse las actitudes democráticas, incluida la tolerancia. La esfera cívica
puedeserfomentadaporelsistemaperoes,a suvez,subasecultural"(pp. 90-91).
Laadscripciónneoliberal de esteplanteamiento,quehacerecaer sobrelasociedad
todas las críticasresponsabilidadesdelahorapresente(la"crecientedesigualdad" ,
el problemaecológico, etc.) -liberandode ellas al Estado-,apenas puede pasar
desapercibidaaun análisisriguroso. Sería difícil negarlaconvenienciay urgencia
de una "cultura cívica sólida", irreductible al Estado, así como el inevitable (y
deseable) caráctercircularo dialéctico de lainfluenciaentreEstado y esferacivil.
Ahora bien, ¿qué papel se le asigna al Estado, qué es "lo público"? ¿Acaso es
reductible al juego político del "pluralismo de grupos de interés" o tendrá sólo el
papel de garante legal delprincipiobásico delcapitalismo, elcumplimientode los
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LA GLOBALIZACIÓN COMO RETO A LA DEMOCRACIA. UNA VISIÓ N DESDE LA TERCERA VÍA
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contratos?Efectivamente,nopuedeesperarsetodo delEstadoenlamedidaenque
la política consistaenla presiónde gruposde interésparticulares. Pero elEstado
no es sólo la política, ni los grupos de interés hande tenerintereses sólo particulares. Es decir, el Estado, como entidad jurídico-política, puede y debe reflejar
interesesdemocráticos-esdecir, sociales~ de biencomún,nointeresesdegrupo
sinouniversalesouniversalizables,cualesseríanlosderechoshumanosylajusticia
social.Aunqueel autorllegaamencionarelpeligroquesuponeparalademocracia
el poder que pueden ejercer"magnates financieros no elegidos" de las "empresas
multinacionales gigantes de la comunicación" -p.92- (como está siendo yael
caso de BerlusconienItalía), ¿de qué sirve estaescuetaindicaciónsindefinirqué
poderde intervenciónreal en la economíahade tenerel Estado?Así, ¿quépodría
deciranteelrecienteavisodeJeremyRifkinsobrelosplanesdecomprayprivatización
porpartedelcapitalprivadodeltotalespectroelectromagnéticodelasradiofrecuencias
en que se desenvolverán cada más por completo las comunicaciones en nuestro
mundo global,y que ahoramismocontrolaelEstado? ¿Seríaposibleentoncesuna
comunicaciónplural, libre y liberadora?9
Endefinitiva, esteúnico texto que Giddenshadedicado expresamenteal tema
delaglobalizaciónaligeray alegraengañosamentelacuestiónmedianteelescamoteo de sus dimensiones más controvertidas y controvertibles. Las escuetasy genéricas manifestaciones sobrenuestraposibilidadde controly laesperanzaoptimista
enel futuro resultantanbenevolentesy apaciguadorascomoingenuaseinsuficientes para atajar con garantías de eficacia el difícil reto de ponerle bridas a lo que
llamaríamos -remedando su título- el capitalismo desbocado como principal
peligro, a nuestrojuicio, paranuestra civilización. Lo que merece consideración
perentoriaes el globalismo neoliberal, y no ya sólocomo teoría sino como acción
desenfrenadaqueaunsociólogo,comoobservadorde la realidadsocial,no debería
pasarle inadvertida10• Como pasaba en anteriores obras suyas, el -alparecerhoy "santificado" capitalismo apenas necesita ya la purga de la crítica. Pero, en
cualquier caso, sin un intervencionismo estatal como el del Estado del Bienestar
9. JeremyRJ.FKl N, "Laventadelsiglo"enElPaís, 5demayode2001 ("... Cuandoelmismísimo
derecho de comunicarnos unos con otros ya no esté asegurado o garantizado por el Gobierno sino
controlado por poderosos conglomerados de medios de comunicación que se mueven en la arena
comercialglobal, ¿podrán seguirexistiendo las libertades básicas y la verdadera democracia?...").
10. Más acá de ideologías, en efecto, no debería dejarse de notary denunciar cómo está - o
sigue- operando el gran capital: tramposamente, en dos sentidos básicos. Uno, por predicar la
liberalizacióno desregulacióntotaly global mientrasque,incoherentemente, fuerzademodochantajista la asistencia de los Estados en forma de privilegios fiscales y lisas subvenciones. De ahí que
Ramón F ERNANDFZ D u RÁN (en La explosión del desorden: la metrópoli como espacio de la crisis
global, Madrid, Fundamentos, 1994) hable de capitalismo asistido. Otro, por maquinar innúmeros
modos de burlar la contribución fiscal debida al mismo Estado - los contribuyentes, o sea: los
económicamentedébilesquenopueden,aunque quisieran,eludirsuscontribuciones- quesufraga las
infraestructuras (luz, agua, carreteras, etc.) de que el gran capital se aprovecha para instalar sus
empresas (como se documenta en Latrampa de la globalización, obra citada yaennuestra.nota2).
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JOSÉ RAMOS SALGUERO
(por mucho que quepa corregir pragmáticamente su gestión) que, porprincipios
irrenunciables (porverdadero"radicalismo"socialistao socialdemócrata),mantengaelEstadosocialfrentealataque-nomeraamenaza- delaavariciamaquiavélica
no pordesaforadamenosorganizada,lademocraciasequedaenunacáscaraformal
de puragestióndel poder, mediáticamentemanipulable11 • Enapoyo de estareivindicación, vale señalar, para terminar, la lúcida constatación de Leonardo Boffde
que el capitalismoyahamostrado que él tampoco (comoel comunismo soviético)
resuelve los problemas de la humanidad12 : ni el respeto a la Tierra como bien
comúnni lajusticiay solidaridad.Y eslasensibilidadanteestadramáticarealidad
la que, más allá de racionalizaciones y disputas ideológicas, debería constituir el
rasero conque evaluar elrumbo de nuestro mundo actual.
Laaportación, enfin, que hay quejuzgarcomo lamás positiva e interesante
del autorpuedesersuafirmaciónyacitadadeque los factores globalizadores"no
son fuerzas de la naturaleza" (p. 26), junto a su oportuna y valiosa incitación a
radicalizarlademocracia. Entodo caso, no le falta razón al advertirnos de que es
tarea crucial e intransferible de laesferacivil de laciudadaníael compromisopor
ponerlebrida.,-siesqueno cabefreno- alcursode nuestromundocadavezmás
global.
11. EnLatrampa de la globalización (ver referencia en nuestra nota 2), se informade que la
tendencia estructural e intencional del desarrollo capitalista aboca a una sociedad "20:80", donde el
20 por ciento de la población activaproducirá, debido a los avances tecnológicos, los bienes necesarios paralahumanidad. Estoquieredecirque si no sequierecondenaral paro a la mayoría social, se
impone la necesidad de una regulación política mundial de la economía y, por tanto, un rechazo del
"turbocapitalismo" (LuTTMAN).
12. Leonardo BoFF, op. cit., p. 82.
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