Polis
40 (2015)
Buen vivir: ¿alternativa postcapitalista?
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Hernán Cuevas Valenzuela
Precariedad, Precariado y
Precarización
Un comentario crítico desde América Latina a
The Precariat. The New Dangerous Class de Guy
Standing
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Hernán Cuevas Valenzuela, « Precariedad, Precariado y Precarización », Polis [En línea], 40 | 2015, Publicado el 16
mayo 2015, consultado el 20 mayo 2015. URL : http://polis.revues.org/10754 ; DOI : 10.4000/polis.10754
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Precariedad, Precariado y Precarización
Hernán Cuevas Valenzuela
Precariedad, Precariado y Precarización
Un comentario crítico desde América Latina a The Precariat. The New
Dangerous Class de Guy Standing
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Introducción
Si bien se ha hablado de precariedad hace bastante tiempo (por ejemplo, Day, 1952),
los términos trabajo precario, precarización, precariado y, por supuesto, precariedad, han
adquirido mayor notoriedad desde los 2000. Y esto, tanto en la práctica política de activistas
como en el discurso académico. Ahora bien, mientras el movimiento EuroMayDay (2004)
puso el concepto de precariedad en la palestra política, haciendo más evidente la precariedad
a nivel internacional, por su parte, el mundo académico ha tratado algo tardíamente esta
postulada nueva realidad.
Entre los esfuerzos académicos de comprensión de la precariedad laboral destaca el trabajo
de Guy Standing, conocido intelectual público que ha sido profesor de la Universidad de
Bath, Investigador de la OIT y que actualmente se desempeña en SOAS (School of Oriental
and African Studies) de la Universidad de Londres. Standing ha escrito un brillante ensayo
acerca de la precariedad: The Precariat. The New Dangerous Class (2011) (en adelante, The
Precariat). En las próximas páginas me propongo presentar algunos de sus argumentos y
desarrollar unas breves notas acerca de su utilidad para comprender la situación en América
Latina. Pero antes de desarrollar estos contenidos, parece pertinente a modo de contexto
señalar algo más acerca de Guy Standing. Además de un reputado especialista en asuntos
laborales, Standing es un conocido defensor de las políticas de ingreso básico universal
garantizado para cada ciudadano sin mediar exigencia alguna ni trabajo. En ese plano, se
ha desempeñado como co-presidente de BIEN (Basic Income Earth Network). Durante su
destacada carrera académica, Standing ha sido un implacable crítico de los excesos de la
mercantilización de la sociedad. Gran Bretaña, país donde se ha desempeñado principalmente
el autor, es sin duda un caso ejemplar de mercantilización de la sociedad. Los enormes costos
sociales de este proceso han quedado retratados no sólo en las investigaciones de cientistas
sociales británicos como Stuart Hall (2011), Stuart Hall y Alan O’Shea (2013) o David Harvey
(2007), sino que también en el cine social británico de las últimas décadas por medio de
filmes como Brassed Off (1996) de Mark Herman, The Full Monty (1997) de Peter Cattaneo y,
especialmente, My Name is Joe (1998), Navigators (2001) y It’s a Free World (2007) de Ken
Loach. Todos estos filmes muestran de un modo equivalente a como lo hizo en el siglo XIX
la así llamada social problem novel de autores como Charles Dickens, cómo los británicos
vivieron de manera temprana la crisis del fordismo y la desindustrialización, el fin del proyecto
de la socialdemocracia de postguerra, el subsiguiente apogeo del capitalismo financiero y la
instalación del neoliberalismo en sus versiones de derecha (Margaret Thatcher) y progresista
(Anthony Blair). El caso británico, sin duda alguna, provee mucho material para un libro
como The Precariat. Sin embargo, el libro abunda en referencias a los Estados Unidos de
Norteamérica, Australia, Japón, Alemania, España, Italia, China e India, para nombrar sólo
algunos casos con los que Standing ilustra sus argumentos. América Latina está casi ausente
y, en general, el Sur Global es tratado de manera secundaria. A pesar de ello, hacia el final
de estas breves páginas sostendré que la reflexión de Standing es valiosa para pensar la actual
situación del trabajo en América Latina. En lo inmediato nos concentrarnos en la exposición
de los argumentos del autor.
¿Qué son la precarización, el precariado y la precariedad? En The Precariat. The New
Dangerous Class Standing define al precariado como una clase social en formación
(volveremos sobre esto) y a la precarización como un proceso en que el sujeto es sometido a
presiones y experiencias que lo conducen a vivir una existencia frágil en el presente, sometido
a incertidumbres acerca del futuro, con una identidad insegura y carente de un sentido de
desarrollo posible por medio del trabajo y el estilo de vida (2011:16-18). The Precariat es
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a la vez la continuación y un resumen de la investigación previa de Standing acerca de la
precarización del trabajo y la formación del precariado que se hallaba previamente delineada
en algunos de los capítulos de Work After Globalization. Building Occupational Citizenship
(2009). Conjuntamente, estos trabajos ofrecen respuestas interesantes –y a la vez polémicasa la pregunta por la precariedad.
El objetivo de Guy Standing en The Precariat es dar cuenta de los efectos sociales y políticos
de la precarización del trabajo y su posible remedio. El libro está escrito en un lenguaje a la vez
claro y accesible para el lego, con un estilo ágil que evita detener al lector con tediosas series
de datos y debates bizantinos de interés únicamente académico. El libro está organizado en 7
capítulos de dimensiones amables, en el que el autor logra resumir años de investigación acerca
de la evolución del trabajo y la formación de la clase social que llama precariado. Todo esto
podría llevar a pensar que The Precariat es una obra ensayística de divulgación. Pero, como
lo evidencian múltiples revistas especializadas, su impacto en el mundo académico ha sido
amplio y la discusión que ha generado valiosa.1 En definitiva, su objetivo a la vez analítico,
polémico y propositivo, hacen de The Precariat un libro de difícil clasificación, pero a la vez
imprescindible y de gran interés para los científicos sociales.
Uno de los argumentos centrales que subyacen al relato de The Precariat es que la lógica
de la mercantilización –o comodificación preferirían algunos- ha llevado a la formación no
ya de economías de mercado, sino de verdaderas sociedades de mercado.2 Standing reprocha
la comodificación de la vida en general y, en especial, la re-comodificación del trabajo por
medio de la liberalización del mercado laboral bajo la influencia de políticas neoliberales.
Vale la pena detenernos por un momento en esta tesis de la re-comodificación del trabajo y la
mercantilización de la sociedad y sus antecedentes.
Esta no es una idea del todo novedosa, pues tiene su antecedente en La Gran Transformación
de Karl Polanyi (1992, original de 1944) y, por supuesto, en El Capital (volumen I) de Karl
Marx (2001). La comodificación es aquel proceso característico y a la vez fundamental de la
economía capitalista que transforma los objetos, bienes, o incluso ideas y objetos usualmente
no considerados bienes transables, en mercancías. A diferencia de Marx, cuyo punto de
mayor interés fue la acumulación capitalista vía extracción del plus valor (explotación),
para Polanyi el nudo gordinao del capitalismo –el verdadero asunto a comprender- es la
lógica de la comodificación capitalista y la institución social del mercado. La expresión La
Gran Transformación alude a la conversión de los factores productivos –trabajo humano,
tierra, naturaleza- en mercancías intercambiables en el mercado. Contra quienes como Adam
Smith definieron al mercado como una organización natural del intercambio, Polanyi plateó
que el mercado es una institución social, que además tiene por supuesto una concepción
antropológica individualista, atomista y egoísta de la condición humana, la que tampoco es
natural. En efecto, Polanyi demostró que las sociedades capitalistas crean “mercados autoregulados” capaces de comodificar incluso la tierra, el trabajo y la moneda, que no son bienes
(o servicios) ordinarios, transformándolos de este modo en “mercancías ficticias” (Polanyi,
1992: 68-76). Las palabras con que denominamos sus precios –renta, salario e interés- reflejan
hasta cierto punto su singularidad en tanto mercancías ficticias.
Pero esta es sólo una parte de la historia de La Gran Transformación. Polanyi desarrolló
una teoría del desarrollo capitalista caracterizado por un movimiento pendular de fases de
comodificación y decomodificación. Este doble proceso juega un rol fundamental tanto en la
formación y expansión del capitalismo, como en su estabilización vía regulación. El término
decomodificación –el otro movimiento del péndulo- se refiere al proceso por medio del cual
un objeto ya mercantilizado es sacado del mercado. Este es el movimiento contrario al laissez
faire de los mercados auto-regulados que producen altos costos sociales. Por ejemplo, el estado
de bienestar y los regímenes de negociación colectiva centralizados, que fueron característicos
de varias de las economías más avanzadas de Europa, favorecieron la decomodificación del
trabajo por medio de varios mecanismos, entre los que destacaron las políticas sociales y
servicios públicos que otorgaban seguridad a los trabajadores y sus dependientes, la regulación
política del precio del trabajo, y las políticas de pleno empleo.
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El foco de atención de Guy Standing en The Precariat es la recomodificación del trabajo (2011:
41-42). El término recomodificación describe los más recientes procesos de reducción de los
beneficios sociales otorgados por las empresas y las políticas sociales de bienestar, el repliegue
del estado y sus servicios, la limitación de la negociación colectiva, y el incremento de la
desregulación y flexibilización del mercado laboral. El efecto de este conjunto de procesos ha
sido una renovada mercantilización del trabajo, que con la importante contribución e influencia
de la ideología neoliberal, ha profundizado las condiciones de precarización social (Standing,
2009; 2011).
La Precariedad, los mecanismos de precarización y la
aparición del precariado
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El término precario deriva del latín precarius, que se refiere a aquello que se obtiene por
medio de la petición, la súplica y el ruego. En el derecho romano, precarium era un tipo de
contrato en que el beneficiario arrendaba un bien que podía ser reclamado de vuelta por el
dueño en cualquier momento. Se trataba, por lo tanto, de un arriendo relativamente inseguro,
pues el arrendador estaba sometido en todo momento al riesgo del reclamo del bien por parte
del propietario.
Como vemos, la etimología del sustantivo precariedad y del adjetivo precario es reveladora,
pues asocia estos términos a la experiencia de la pobreza, a la carencia de recursos propios, a
la dependencia de quien carece respecto de quien posee bienes, a la falta de autosuficiencia, y
a la inseguridad de quien debe pedir, suplicar, o solicitar favores para autosustentarse.
Por su parte, el término precariado es una conjunción de las palabras precario y proletariado
(Standing, 2011: 7). Este neologismo alude a un estrato o segmento social particular que ha
aparecido en sociedades capitalistas de regímenes laborales crecientemente desregulados y
de trabajo flexible.3 En The Precariat, Standing sostiene que el crecimiento del precariado
es el resultado de dos procesos revolucionarios: la globalización y el neoliberalismo. Estas
revoluciones, que han afectado a buena parte del mundo desde al menos los inicios de la década
de 1980, han promovido la competencia global a niveles sin precedentes. La competencia
global ha tenido varios efectos. Entre ellos, Standing destaca los siguientes:
1. el debilitamiento del poder del factor trabajo
2. la adopción de numerosas formas de trabajo flexible por parte de las empresas que son
expuestas a la necesidad de ajustarse a las competencia global con economías con bajos
costos laborales (especialmente China e India), y
3. la susceptibilidad de los estados a la introducción de políticas de desprotección social y
desregulación y flexibilización del mercado laboral.
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Otra de las tesis fundamentales de The Precariat, la que es compartida con otros estudios
sobre la precariedad laboral (por ejemplo, Castel, 2009 y Dörre, 2009;) es que este proceso
generalizado de retroceso del así llamado estado de bienestar explicaría la vuelta de
la inseguridad social en varias economías avanzadas de Europa (Standing, 2011; 2012).
Volveremos a este punto hacia el final para evaluar su importancia para la delimitación del
concepto de precarización y su efecto sobre la aplicabilidad del mismo al análisis del Sur
Global y de América Latina en particular, pues éste parece ser el factor más problemático de
dicha conceptualización. En lo inmediato, expondré cuáles son los mecanismos productores de
precariedad según Standing, para lo cual propongo ordenarlos en tres grupos de mecanismos
asociados, a saber: (a) los procesos de flexibilización del mercado laboral, (b) el aumento de
la inseguridad social y (c) los efectos de la globalización sobre la economía.
La flexibilidad del mercado del trabajo es el principal mecanismo de precarización laboral, y
su funcionamiento tiene varias dimensiones que son necesarias de considerar:
1. La flexibilidad salarial, referida a la posibilidad de ajustar el precio de la mano de obra
según los cambios de la demanda de trabajo (Standing, 2011: 40).
2. La flexibilidad de número, la que se refiere al empleo a la capacidad de contratar o
despedir trabajadores sin mayores costos para las empresas (Íbid: 31-36).
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3. La flexibilidad funcional, que se refiere a la discrecionalidad de la dirección de las
empresas para organizar el trabajo, cambiar la estructura de la empresa y las funciones
de los trabajadores (Íbid: 36-40).
4. En cuarto lugar está la flexibilidad entendida como la capacidad de la dirección de las
empresas para definir con relativa soberanía las competencias y habilidades requeridas
por sus trabajadores, con lo cual la empresa (y no tanto el trabajador) se convierte en el
foco de las decisiones referidas a formación y capacitación laboral (Íbid: 6)
A estas formas de flexibilidad, Standing agrega otras causas de la precarización asociadas a
la inseguridad social, como son:
1. La inseguridad causada a nivel macro en el mercado del trabajo debido a la carencia o
debilidad de políticas de pleno empleo, que afectan las oportunidades de obtención de
un salario suficiente.
2. La inseguridad causada por la fragilidad de los sindicatos y/o las restricciones al derecho
de huelga que disminuyen la capacidad de representación y negociación colectiva de los
trabajadores en el mercado del trabajo.
3. La inseguridad producida por la ausencia o debilidad de la protección contra accidentes
de trabajo y enfermedad, o por las insuficiencias de las regulaciones de la seguridad,
higiene y condiciones de salud en el lugar de trabajo.
4. La inseguridad provocada por la falta o insuficiencias de regulaciones, protecciones, y
garantías estatales referidas a los derechos socioeconómicos de las personas. La ausencia
de sueldo mínimo o seguro de desempleo, la mala provisión de servicios sociales básicos
como salud y educación, y la insuficiencia de políticas redistributivas.
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Junto con las flexibilización del trabajo (1-4) y las formas de precarización de la seguridad
social (5-8), es necesario considerar a la competencia global (9), la globalización de los
mercados (10) y la flexibilidad con que se movilizan los capitales que prefieren economías
de bajos costos laborales(11). Estos tres últimos factores, asociados a la constitución de
una economía capitalista de escala global, han contribuido a la producción de una mayor
precarización del trabajo, incluso en varias economías avanzadas. Economías hasta hoy
exitosas, como Alemania, han debido bajar sus costos de empleo y prácticamente congelar
los salarios para mantener su competitividad (Dörre, 2009). Arne Kalleberg (2012a; 2012b)
explica que la precarización y formación de trabajos de poca calidad ha sido una respuesta
empresarial a la intensificación de la competencia global de precios, lo que se suma a la
declinación de la intervención del estado en el mercado laboral y el debilitamiento del poder
de los sindicatos.
Standing está en lo correcto al destacar estos factores como mecanismos productores de
precariedad –aunque él no use esa terminología-. Lo que no detalla suficientemente es la
naturaleza de cada uno de dichos factores, ni la clase de relación que tienen entre sí, ni con sus
contextos más amplios. Pero no es justo criticar a un autor por la tarea que correspondería tal
vez a una disciplina completa (¿la sociología del trabajo? ¿la economía política?).
Concuerdo en que estos sí son los principales mecanismos generalizados de producción de
la precariedad laboral en el capitalismo de la modernidad tardía. Sus efectos se dejan sentir
en todos los confines del sistema capitalista mundial. Sin embargo, esto ocurre de manera
diferente en cada sociedad. En otras palabras, los diferentes contextos territoriales, sociales,
económicos, políticos, institucionales y culturales en que se desarrolla la relación entre capital
y trabajo –que es necesariamente una relación territorializada, esto es, localizada y globalizada
a la vez- y sus respectivas historicidades, obligan a considerar las particulares tonalidades que,
en cada caso, adquieren tanto los mecanismos productores de la precariedad, como también
la precariedad laboral misma. Por ejemplo, la particular deriva histórica europeo continental
que llevó al desarrollo de regímenes de seguridad social, y sus diferencias respecto de las
economías liberales de Gran Bretaña y los Estados Unidos de Norteamérica, o de distintas
historias nacionales en América Latina, constituye mucho más que un mero telón de fondo
para el desarrollo de la precariedad en las economías de Europa continental. La formación que
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adquiere el precariado, e incluso si ocurre su formación (o no) como clase, y la modalidad que
adquiere la precariedad laboral (y su profundidad), está condicionada en parte importante por
este contexto complejo, en el que funcionan estos mecanismos. Por ello, es un error considerar
estos mecanismos como si produjeren sus efectos de precariedad en un vacío histórico y de
manera homogénea. En este punto, sostengo que los conceptos elaborados por Standing pecan
de cierta ahistoricidad y requieren de ser pensados en contextos específicos con mayor detalle.
Si observamos con atención, también en el campo de los efectos de la precarización
apreciaremos una heterogeneidad de resultados que, lejos de ser aleatorios, responden a los
acoples concretos que se da entre los mecanismos generales de producción de la precariedad
con los contextos particulares. De este modo, acá también será necesario comprender la
dialéctica entre lógicas generales de carácter global, y la historicidad de los contextos en
que dichos efectos acaecen. Por supuesto, esto requiere del desarrollo de una agenda de
investigación que sin duda desborda los objetivos de este breve escrito.
En lo que queda, nos concentraremos en tres clases de efecto de los mecanismos que
producen la precarización del trabajo: la compresión y aceleración del tiempo de trabajo, la
fragmentación de la estructura de clases, y la constitución de denizens (o semi-ciudadanos).
En The Precariat, Standing (2011: 115-131) sostiene que la flexibilización del trabajo
promueve una creciente adaptación de la vida humana a los ritmos del capitalismo que ha
llevado a la compresión del tiempo y ha dañado la experiencia individual y comunitaria
y disminuído el control de las personas sobre la propia vida. Este no es un tema nuevo.
Por ejemplo, hace más de medio siglo Edward Palmer Thompson relató en Time, WorkDiscipline and Industrial Capitalism (1967) y en parte en La Formación de la Clase Obrera
Inglesa (1989, original de 1963) cómo sucedió históricamente la adaptación de la experiencia
de los trabajadores ingleses a los ritmos de la producción industrial capitalista y al tiempo
cronológico. Se produjo así un definitivo alejamiento de las formas tradicionales de medir
el paso del tiempo, ancladas en la agricultura y las estaciones. Esta adaptación fue brutal,
y sometió a generaciones de trabajadores y sus familias al ritmo de vida inhumano. Las
luchas del siglo XIX para fijar una jornada de trabajo, que parecen hoy cosa del pasado,
fueron fundamentales y ayudaron a la humanización del trabajo al fijar una jornada laboral
razonable. Pero, como lo sugiere Standing, estas luchas por la regulación del tiempo de la
jornada de trabajo adquieren nueva relevancia hoy. En nuestros días, el trabajo somete incluso
el pulso biológico del cuerpo a ritmos cada vez más acelerados. El trabajo humano debe
adaptarse ahora a los ritmos de las tecnologías de comunicación e informática y al trabajo
en redes y cadenas de valor internacionales que son en verdad globales y que no cesan su
actividad. Para muchos trabajadores precarizados que conforman fuerzas de venta, equipos de
publicidad y relaciones públicas, diseñadores, informáticos, académicos e investigadores, y
una miríada de trabajadores por cuenta propia, hoy su trabajo se realiza en cualquier momento,
pues su actividad ya no está gobernada por una jornada de trabajo reglada, sino que por los
requerimientos de la empresa, del cliente, por metas individuales y de equipo, por proyectos,
y por una estructuras de incentivos económicos al desempeño. Por supuesto, nada de esto
obedece las limitaciones de la jornada laboral de 8 horas. Más aún, el tiempo de trabajo ha
invadido la intimidad y colonizado el tiempo libre. Algo similar ocurre con el lugar de trabajo,
que se difunde y difumina, abarcando en ocasiones espacios familiares. Así, las fronteras
entre el tiempo libre y el tiempo de trabajo, el lugar de trabajo y el hogar, se vuelven porosas
o incluso desaparecen. Estos procesos comprimen la experiencia temporo espacial, lo que
contribuye a que, finalmente, los trabajadores precarizados tengan menos control sobre su
tiempo. Este proceso es verificable globalmente. Sin embargo, adquiere tonalidades propias en
cada contexto. En América Latina, por ejemplo, la larga historia de formas de desprotección
laboral y trabajo informal, en cierto modo facilitan la introducción de regímenes actuales de
trabajo precario, como son las variadas formas de trabajo eventual (temporal, por obra o faena,
etc.), trabajo por tiempo parcial, sub-contrato, o incluso formas de teletrabajo.
Otro efecto del proceso de precarización del trabajo es la fragmentación de la estructura
de clases ocupacionales y su reconfiguración. Standing (2011, 2012) plantea que la nueva
estructura de clases estaría constituida por siete grupos: 1) una elite económica de individuos
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ricos, 2) el salariat, constituido por trabajadores privilegiados por el sistema, asalariados que
mantienen trabajos formales estables de tiempo completo e ingresos altos, 3) los proficians
(professionals y technicians) que son profesionales y técnicos sin seguridad de empleo –y en
ese sentido son trabajadores precarizados- pero que dado el conocimiento experto que poseen
pueden obtener altos ingresos, 4) el tradicional proletariado que constituyó el corazón de la
clase trabajadora en los países que vivieron el desarrollo industrial y que aún gozan de algunos
beneficios sociales y niveles de seguridad laboral relativamente más altos que otras clases
ocupacionales, 5) el precariado (precariat, de precario –precarious en inglés- y proletariado
-proletariat en inglés-.), constituido por trabajadores que se desempeñan en trabajos altamente
inseguros, 6) los desempleados que constituyen un “ejército de reserva” de mano de obra barata
y 7) el lumpenproletariado conformado por los marginalizados de la sociedad (drogadictos,
enfermos mentales, criminales e individuos atrapados en una situación de anomia crónica)
(Standing 2011: 7-13 y 2012: 589).
El precariado, según Standing (2011), es la clase más característica de capitalismo financiero.
Se trata de una clase en formación, sin una memoria colectiva común, carente del tipo de
identidad que caracterizó al proletariado industrial y, en consecuencia, con una solidaridad
frágil. Al respecto, la imagen escogida para la portada del libro es sugerente: un grupo de
operarios anónimos, deliberadamente representados como cuerpos sin rostro.
El precariado es internamente muy variado y heterogéneo. Incluye a migrantes,
mujeres, jóvenes, discapacitados, individuos criminalizados, trabajadores maduros dados
tempranamente de baja, y trabajadores mayores con pensiones insuficientes que los obligan
a volver al mercado laboral en condiciones de mayor inseguridad. Otro signo de su
heterogeneidad es que incluye tanto a personas con baja calificación como también a
trabajadores altamente calificados.
El precariado no sólo está internamente muy fragmentado en diversas posiciones y
ocupaciones objetivas, como hemos visto. Además se haya diferenciado en posiciones
subjetivas distintas. En efecto, el precariado consiste tanto de sujetos sonrientes (grinners)
que escogen voluntariamente el trabajo temporal y por tiempo parcial, como de sujetos que se
quejan (groaners) que no pueden sino optar por trabajos precarios (Íbid: 59). Aunque parecen
muy distintos, según Standing (Íbid: 19-24) tienen en común la experiencias de:
1. Rabia y resentimiento debido a que sus aspiraciones se han visto frustradas.
2. Anomia entendida como una forma de desesperanza aprendida debido a que no
encuentran un trabajo significativo y satisfactorio.
3. Ansiedad debido a su permanente exposición a las inseguridad laboral, y
4. Alienación debido a que frecuentemente experimentan falta de motivación y carecen de
respeto social.
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Standing sugiere que éstas emociones son comunes a los grinners y groaners, pero no es del
todo claro cómo subyacen ellas a dos clases de relatos y autocomprensiones tan diferentes.
Como ha señalado Richard Sennett hace más de dos décadas en La Corrosión del Carácter
(2000), las condiciones y efectos sobre las personas del capitalismo flexible se reflejan en los
aspectos subjetivos de la experiencia de precariedad (aunque Sennett no use este término), y
aunque en el habla de algunos trabajadores éstos expresen su satisfacción con la autonomía
lograda en el nuevo régimen laboral, Sennett detecta por medio de entrevistas y conversaciones
informales que incluso estos trabajadores aparentemente “beneficiados” por el nuevo régimen
laboral, más profundamente también resienten la inseguridad, desorientación y corrosión del
sentido de identidad. Esta experiencia individual y colectiva de la precariedad puede ser
concebida como una especia de síndrome de la precariedad.
Una de las tesis más discutibles de Standing es la que sostiene que las características del
precariado –especialmente sus emociones subjetivas- lo vuelven una clase peligrosa para
la estabilidad de las democracias. En efecto, Standing sostiene que estas características
objetivas y subjetivas hacen del precariado una masa susceptible a los llamados de sirenas de
movimientos extremistas y neo-fascistas. A esto agrega Standing que la heterogeneidad del
precariado hace difícil su organización política según el modelo del proletariado industrial y la
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sindicalización obrera. Recientemente Standing (2012) ha planteado que los grupos dispares
que constituyen el precariado están siendo amalgamados bajo una común protesta y demanda
contra la ola de programas de ajuste y medidas de austeridad en Europa.
En el caso de América Latina, la heterogeneidad de la estructura social tiene sus propias
singularidades, con lo que el precariado en tanto clase en formación parece hallarse aún
menos delineada que lo señalado por Standing para las economías del Norte Desarrollado.
Además de la división de clase (y secundariamente de edad, género y nivel de calificación),
en América Latina la división de raza o etnia, e incluso la división rural/urbano, son en
muchas sociedades factores que complejizan aún más la formación social de clase, agregando
otras intersecciones conflictivas que demandan su consideración. Por su parte, los factores
subjetivos de la formación de clase del precariado deben ser reconsiderados en vista de factores
como la experiencia de desesperanza aprendida, de la amplitud de la pobreza dura, de la
profundidad de las desigualdades sociales y la pervivencia de formas de opresión, marginación
y exclusión de larga historia en la región.
Otra característica del precariado descrita por Standing (2011) es que éste estaría conformado
en parte importante por denizens, es decir, por sujetos que no gozan de todas las garantías que
provee el status de ciudadano. 4 Tal es el caso de los asilados, trabajadores indocumentados,
trabajadores extranjeros con permiso de trabajo temporal, y residentes legales con derecho
a trabajar indefinidamente. A pesar de contribuir en varios aspectos a las comunidades
nacionales en que habitan, incluido el pago de impuestos, frecuentemente carecen de algunos
beneficios sociales y, especialmente, de derechos políticos. También otros grupos sociales
constituidos por ‘nacionales’ caen frecuentemente en la categoría de denizen. Estas son las
minorías culturales, raciales, minorías sexuales, y las mujeres.
Uno de los mayores aciertos de The Precariat es la consideración crítica de la relación entre
ciudadanía y trabajo, que ha sido fundamental en la conformación de la ciudadanía moderna
bajo la figura ciudadano-trabajador. Este es un tema olvidado o inexplicablemente dejado
de lado, y cuya relevancia es hoy más evidente en un mundo globalizado con una creciente
movilidad del trabajo. Los regímenes laboral y de ciudadanía tienen efectos ambivalentes,
pues no sólo incluyen por la vía de formas de reconocimiento, sino que también excluyen o,
en el mejor de los casos, incluyen de manera diferenciada o parcial a amplios grupos sociales.
La ciudadanía y los regímenes laborales incluso sirven al propósito de construir líneas de
opresión, explotación, discriminación y exclusión (Cuevas, 2012). En América Latina la larga
historia de formas de reconocimiento y des-conocimiento (en el sentido de misrecognition) y
de formas de trabajo más o menos forzoso como la esclavitud, la encomienda, la repartición
de indios, y las formas más recientes del inquilinaje, una serie de modalidades clientelares
de contratación, la variedad de esquemas de trabajo informal, etc., otorgan a la experiencia
latinoamericana de denizen un trasfondo histórico específico. De este modo, la experiencia
contemporánea de semi-ciudadanía de trabajadores Latinoamericanos en y fuera de América
Latina debe ser comprendida en contexto del complejo de sus historicidades, que incluyen
desde antaño formas de semi-ciudadanía y precariedad. A ello hay que agregar tanto el exiguo
desarrollo de los derechos sociales en la región, como la conculcación de derechos civiles
y políticos bajo regímenes de fuerza hasta tiempos recientes. Estos elementos históricos, en
lugar de volver inútil la distinción entre citizen-denizen, le otorgan a la discusión sobre la
relación entre ciudadanía y trabajo una actualidad y urgencia incluso mayor que la que tiene
en otras latitudes. Las luchas de los trabajadores precarios en América Latina, como sucede
por ejemplo con los trabajadores inmigrantes y/o indocumentados, frecuentemente se inscribe
en una historia de persecución y racismo naturalizado, como se aprecia en el excelente film
argentino Bolivia (2001) dirigido por Israel Adrián Caetano. También el clasismo es un patrón
cultural normalizado, como se observa en el film chileno La Nana (2009) de Sebastián Silva.
Las formas particulares del clasismo y el racismo en América Latina agregan intersecciones
críticas con tintes singulares a la experiencia de ciudadano-trabajador.
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Precariedad, Precariado y Precarización
A modo de conclusión
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Hemos planteado con un tono de escepticismo que la tesis de Standing (2011) de la formación
del precariado a partir del retroceso del estado de bienestar y la flexibilización y desregulación
del trabajo tiene que ser revisada para tener alguna aplicabilidad en sociedades que, como es
el caso de América Latina, nunca vieron la formación de un estado de bienestar en forma.
Desde este punto de vista, lo que Standing denomina precarización aparece como lo corriente,
como el estado normal del trabajo, y la experiencia de protección y seguridad social como la
excepción y casi como un privilegio de clases medias y acomodadas.
En efecto, es posible sostener que en las sociedades del así llamado Sur Global –que incluye
a África, Asia, y América Latina- la precariedad laboral más que una excepción o una
realidad emergente en tiempos recientes, parece haber sido una característica constante del
desarrollo desigual y combinado en el capitalismo y que afecta a buena parte de las categorías
ocupacionales del heterogéneo mercado laboral (Webster, 2005). Ahora bien, la manera
tradicional de concebir la condición laboral histórica de los trabajadores en América Latina
por medio de la categoría de informalidad laboral también se ha vuelto problemática (Leiva,
2012). En efecto, si bien la categoría de informalidad sigue ofreciendo una mirada valiosa para
explicar en parte importante la heterogeneidad de los mercados del trabajo y las inequidades
sociales que crónicamente se incubaron en América Latina (Sproll, 2013), hoy ésta categoría
parece insuficiente. Por ejemplo, hoy encontramos que en sectores productivos como la
agroindustria y el sector portuario en Chile las relaciones laborales se han formalizado y no por
ello son más seguras y estables. Las variedad de formas de contrato permitidos y la diversidad
de relaciones laborales existentes en el campo –en especial el aumento de los contratos por obra
y faena (Caro, 2012)- sirven de suficiente evidencia de que formalización y precariedad laboral
no se oponen. Otro tanto podría decirse de las formas de contratación que han proliferado
entre los trabajadores portuarios, en que los estibadores/desestibadores son frecuentemente
contratados a plazo fijo y finiquitados en una misma jornada laboral.
Además de estas salvedades que provienen de la consideración de la aplicabilidad (o no)
de la categoría de precariedad en un sentido cross-national, la tesis sobre la precarización
vía erosión del estado de bienestar también muestra sus limitaciones si consideramos la
larga historia del capitalismo (capitalismo mercantil, capitalismo industrial, capitalismo
financiero). Visto así el problema, el período en que dominó el esquema fordista de producción
combinado con políticas de promoción del empleo, organización sindical de los trabajadores
en democracia, y alguna variante de estado social, no sólo estuvo limitado espacialmente a la
experiencia de algunas economías avanzadas – especialmente de Europa, siendo la protección
social mucho menor en los Estados Unidos- sino que además temporalmente fue un período
más bien corto y excepcional del capitalismo que coincidió con el fordismo y el auge de las
políticas keynesianas (Neilson y Rositter, 2008; Ross, 2008).
En definitiva, vemos que mientras algunos analistas sostienen que el incremento de formas
atípicas de trabajo en economías avanzadas es el resultado de una paulatina disolución
de las formas características de capitalismo regulado y de trabajo estándar propias del
régimen fordista (Dörre 2013), otros han criticado esta explicación debido a que supondría
la universalización de una particular figura del trabajador –varón, sindicalizado, capacitado,
ciudadano- y la consiguiente invisibilización de categorías marginales de trabajadores,
entre los que estarían aquellos sin mayor capacitación, las mujeres, migrantes, jóvenes,
“discapacitados”, para nombrar sólo algunas categorías de sujeto que no coinciden con
la figura dominante de trabajador regular (Huws 2013). En el marco de la discusión del
argumento de Standing, lo importante es destacar que éstas categorías de trabajadores
precarios no son de reciente aparición y que su presencia no coincide con el retroceso del
estado de bienestar, sino que son categorías sociales de larga data, tan sólo que se hallaban
invisibilizadas por las formas de comprensión dominantes en que hemos heredado de las
sociedades avanzadas.
Por otra parte, no es menos cierto que la precariedad, aún cuando se encarna de modo diferente
en cada contexto social e histórico, nombra a un proceso general y común que afecta las
condiciones de trabajo en todo el mundo. Si bien es fundamental considerar las singularidades
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Precariedad, Precariado y Precarización
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de cada contexto, es igualmente importante comprender las características generalizadas
de los mecanismos que producen la precariedad laboral, en especial la flexibilización del
trabajo, la inseguridad social y la globalización. Debemos avanzar en la comprensión de
la articulación de las diferentes fuerzas sociales y económicas que, siendo similares, se
presentan diferenciadamente en cada realidad. Por ejemplo, el nivel de debilitamiento de los
sindicatos y de movilidad del capital y el trabajo, nunca suceden en un vacío institucional.
Las realidades institucionales de cada sociedad facilitan o regulan la influencia de dichas
fuerzas sociales y económicas. En sociedades de América Latina el trabajo precario no es
sólo una respuesta empresarial a la competencia global por precios, pues en ocasiones los
costos laborales están en niveles competitivos por la vía de mantener bajos los ingresos
salariales de los trabajadores. En estas sociedades, el trabajo precario frecuentemente ha sido
un elemento constitutivo de la estrategia de desarrollo de las élites dirigentes que conciben a
sus países como jugadores subalternos sometidos a la influencia de instituciones financieras
internacionales. Así, siguiendo los consejos del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial, varios países del Sur Global han incorporado en sus leyes laborales esquemas
de contratación que facilitan la precariedad laboral, y en sus instituciones económicas la
desregulación del capital (Lee y Kofman, 2012).
A partir de la lectura de The Precariat, este ensayo distinguió los diferentes mecanismos
generalizados que producen la precariedad laboral asociados a los procesos de globalización,
inseguridad social y flexibilidad laboral, y propuso que es necesario avanzar en la comprensión
de los modos en que dichos mecanismos se articulan entre sí y en que se acoplan con
los contextos sociales e históricos más amplios de cada realidad. A pesar de la necesidad
de considerar las particularidades de cada realidad, las características generalizadas de los
mecanismos que producen la precariedad laboral descritos por Standing (2011 y 2012), en
especial la flexibilización del trabajo y la competencia global, nos llevan a sostener que el
relato de The Precariat es útil para comprender las nuevas realidades del trabajo en América
Latina (y tal vez en todo el Sur Global). Por ello, The Precariat debiera ser considerado por los
investigadores y sociólogos del trabajo como una de las piezas fundamentales para discutir y
delinear la emergente agenda de investigación sobre la precariedad laboral en América Latina.
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Notas
1 Al respecto, remito al lector al “Book Symposium on Guy Standing’s The Precariat. The New
Dangerous Class” publicado en Work, employment and society 26(4) de 2012. Work, employment and
society es una de las principales revistas en la sociología del trabajo.
2 La expresión sociedad de mercado es de Karl Polanyi. Volveremos sobre ella en un momento.
3 Es un tema debatido si el precariado es una clase social o, más bien, una categoría social muy
heterogénea. El término fue al parecer usado por primera vez por la sociología francesa en los 1980 para
aludir a trabajadores temporales (Standing, 2011).
4 Según Standing, denizen es una categoría característica del Derecho Romano y Medieval que se refería
a individuos extranjeros a los que les eran reconocidos algunos derechos. Su traducción más literal al
lenguaje actual sería residente legal. Sin embargo, este término no capta el uso metafórico y condensado
de Standing, que incluye en esta categoría a una variedad de sujetos nacionales que, no obstante, no son
ciudadanos plenos. Cohen (2009) llama semi-ciudadanos a una variedad de categorías de sujeto similares
a los denizens de Standing. Ambos coinciden en señalar que la ciudadanía moderna no es completamente
inclusiva.
Para citar este artículo
Referencia electrónica
Polis, 40 | 2015
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Precariedad, Precariado y Precarización
Hernán Cuevas Valenzuela, « Precariedad, Precariado y Precarización », Polis [En línea], 40 | 2015,
Publicado el 16 mayo 2015, consultado el 20 mayo 2015. URL : http://polis.revues.org/10754 ; DOI :
10.4000/polis.10754
Autor
Hernán Cuevas Valenzuela
Universidad Diego Portales, Santiago de Chile. Email: hcuevasster@gmail.com
Derechos de autor
© Polis
Resúmenes
Este ensayo revisa críticamente uno de los libros de sociología del trabajo más influyentes de
los últimos años: The Precariat. The New Dangerous Class, de Guy Standing. Se describen los
principales argumentos del libro en el contexto de la discusión sobre la formación y expansión
del capitalismo, la formación de las clases sociales trabajadoras, y la ciudadanía. A partir de
la lectura de The Precariat, este ensayo distingue los diferentes mecanismos generalizados
que producen la precariedad laboral asociados a los procesos de globalización, inseguridad
social y flexibilidad laboral, y propone que es necesario avanzar en la comprensión de los
modos en que dichos mecanismos se articulan entre sí y en que se acoplan (o desacoplan) con
los contextos sociales e históricos más amplios de cada realidad. En relación a lo anterior,
se discute la expansión del capitalismo, la formación de clase y la cuestión de la ciudadanía.
Finalmente se concluye que las reflexiones de Standing son útiles para pensar la situación del
trabajo en América Latina.
Precariety, Precariat and Precariousness. A critical comment from
Latin America to The Precariat. The New Dangerous Class by Guy
Standing
This paper critically reviews one of the most influential books in recent years in the field of
sociology of work: The Precariat. The New Dangerous Class by Guy Standing. The essay
describes the main arguments of the book within their wider intellectual and historical contexts.
Based on The Precariat, this essay distinguishes between different generalized mechanisms of
production of precarious labour associated to globalization, labour flexibilization and social
insecurity. The essay moves further The Precariat, in proposing the need to consider the
articulation between these mechanisms and their adjustment (or lack of it) to the wider social
and historical context of each reality. The essay also discusses the formation and expansion
of capitalism, the formation of the working classes, and citizenship. The paper concludes that
the Standing analysis is useful to think the work situation in Latin America.
Precariedade, precariado e precarização. Um comentário crítico
desde América Latina para The Precariat. The New Dangerous Class
de Guy Standing
Este ensaio analisa criticamente um dos livros mais influentes da sociologia do trabalho nos
últimos anos: The Precariat. The New Dangerous Class de Guy Standing. Descrevem-se os
principais argumentos do livro no contexto da discussão sobre a formação e expansão do
capitalismo, a formação das classes sociais trabalhadoras e a cidadania. A partir da leitura do O
precariado, este artigo distingue os diferentes mecanismos causadores da precariedade laboral
associada com os processos de globalização, insegurança social e flexibilidade do trabalho,
e propõe que é necessário avançar na compreensão das formas pelas quais estes mecanismos
estão interligados entre eles e como se superpoem (ou dissociam) com os contextos sociais
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Precariedad, Precariado y Precarización
e históricos mais amplos de cada realidade. Em relação a isto, discute-se a expansão do
capitalismo, a formação das classes e a questão da cidadania. Por fim, conclui-se que as
reflexões de Standing são úteis para pensar a situação do emprego na América Latina.
Entradas del índice
Keywords : precariat, precarization, insecurity, capitalism, flexible work, globalization
Palabras claves : precariado, precarización, inseguridad, capitalismo, trabajo flexible,
globalización
Palavras-chaves : precariado, precariedade, insegurança, capitalismo, trabalho
flexível, globalização
Notas de la redacción
Recibido: 26.11.2013 Aceptado: 25.09.2014
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