Audiencias y Recepción en América Latina
Valerio Fuenzalida
Facultad de Comunicaciones
Pontificia Universidad Católica de Chile
vfuenzal@vtr.net
Capítulo en Libro
Análisis de recepción en América Latina: un recuento histórico con
perspectivas al futuro (pp.429-450)
Organización: Nilda Jacks (coordinadora/ editora), Amparo Marroquin,
Mónica Villarroel, Natália Ferrante
CIESPAL, 2011. Quito-Ecuador. 478 páginas
ISBN: 978-9978-55-088-2
1. Los receptores implicados en los lenguajes
2. La representación icónico-indicial en el audiovisual
3. Los géneros audiovisuales y la representación del receptor
a) representación del niño y del adulto al interior de textos infantiles
b) representación del receptor en géneros audiovisuales donde comparece
la política
4. Los procesos psicológicos de recepción
Referencias
La nueva revisión impulsada por Nilda Jacks al estado de los estudios de
audiencia y recepción en América Latina es una feliz iniciativa y muy necesaria, en
una región donde los estudios regionales en temas de Comunicación Social son
escasos. En el hecho, el presente estudio y el estudio iberoamericano de Obitel
(con una continuidad inusual de 5 años) parecen constituir los raros ejemplos
actuales.
En este comentario quiero llamar la atención hacia un aspecto que brota de una
lectura conjunta de los textos singulares: la necesidad de incorporar en la Teoría
de la Comunicación ángulos que emergen desde la recepción. Cuando Eliseo
Verón señalaba que el principal significante del lenguaje audiovisual era “el
cuerpo significante” o “cuerpo semiótico” (Verón, 2001) apuntaba a que el receptor
y la audiencia están representados semióticamente dentro del lenguaje
audiovisual. La estructura sígnica de origen peirceano incluye al receptor dentro
del signo, y no como un lector externo al lenguaje. El concepto de implicación del
receptor al interior del lenguaje abre una amplia temática tanto para el análisis de
cada lenguaje como para la historia evolutiva diacrónica de ellos, y ciertamente,
como ya ha sido realizado, para la representación de las audiencias al interior de
los textos; el aporte de Verón retrotrae la implicación un paso más atrás de los
textos y géneros: hacia los lenguajes. La implicación de la audiencia (y la
posibilidad de interacción) no solo ocurre con los textos singulares sino
previamente con los lenguajes. Y esto plantea analizar qué tipos diferenciales de
implicación ocurren en los diferentes lenguajes, con diferentes relaciones con el
receptor, y las consecuencias para la comunicación. El análisis de la implicación
apuntará a que algunos relaciones de recepción están, entonces, inscritos
nuclearmente ya en los lenguajes, y por tanto tienden a interactuar (de modo no
determinístico) con algunas competencias activas de la audiencias.
Conceptualmente entenderemos audiencias como sinónimo de receptores:
personas y grupos sociales, en tanto sujetos; en cambio recepción se entenderá
como los procesos interactivos que entablan esas audiencias con los textos y
lenguajes, en tanto practicantes y usuarios. En los párrafos siguientes
desglosaremos la recepción mirada sucintamente desde los lenguajes, los
géneros, y la sicología de la percepción.
1. Los receptores implicados en los lenguajes
Un primer aspecto que debería incluir una más completa Teoría de la
Comunicación es la mirada a la evolución histórica de los lenguajes humanos y de
las relaciones entabladas con los receptores. El análisis histórico-semiótico de los
lenguajes muestra cinco grandes etapas con diferentes signos de comunicación
y con diferentes relaciones con el receptor.
La primera etapa del lenguaje humano comunica con señas facial-gestuales,
producidas concreto-corporalmente, emitidas presencialmente y sin mediaciones
tecnológicas; la comunicación con ademanes tiende a implicar al grupo humano
receptor hacia eventos colaborativos, básicamente procurarse el alimento, defensa
de peligros, emparejamiento, y cuidado del grupo; la comunicación facialgestual implica emocionalmente al receptor con una intención pragmática
(Stokoe, 2004; Wilson, 1998).
Desde la doble articulación en monemas y fonemas como definitoria del lenguaje
oral humano (Martinet, 1960), se ha discutido que los conjuntos de signos sin
doble articulación (como la gestualidad y el audiovisual) no serían lenguajes.
Stokoe (2004) defiende que el sistema de signos gestuales de las manos sin
doble articulación es un lenguaje, ya que tiene signos y sintaxis, diferentes al
lenguaje oral; los signos gestuales no transcriben cada fonema, sino monemas y
oraciones; muchos ademanes ya encierran sintaxis, indicaciones de conducta, por
ejemplo. Stokoe señala que la gestualidad expresa una percepción cultural
diferente a la oralidad, y por ello se inscribe entre los adversarios al aprendizaje de
la lectura labial en los sordomudos.
El cerebro humano desarrolló durante miles de años capacidades especiales para
interpretar la emocionalidad y el carácter pragmático de los signos facialcorporales: el centro cerebral de la amígdala lee emociones en rostros (amistad,
amor, enemistad). La imagenología muestra que el cerebro humano no percibe el
entorno social y humano con una escala proporcional según la geometría
euclidiana sino que amplifica enormemente ciertas zonas como el rostro humano y
la mano (que llegan a ocupar las tres cuartas partes del mapa perceptual).
También la imagenología ha mostrado que el autismo está relacionado con una
inactividad cerebral ante rostros humanos; la incapacidad de relación pragmáticoemocional está asociada a la incapacidad para percibir rostros. Tales
competencias neurocerebrales acerca de la gestualidad emocional parecen estar
en la base de la universalidad de las lecturas emocionales inferidas desde el rostro
humano, constatadas por años en los trabajos de Paul Ekman (2006).
Los signos facial-gestuales percibidos ocularmente implican destacadamente
aspectos emocional-pragmáticos en la interacción emisor-receptor. Es la primera
versión del cuerpo significante – presencial y sin mediación tecnológica. La
primacía de la gestualidad permite presumir que la expresión corporal fue la
primera forma de manifestación artística en conjunto con ritmos y sonidos
primitivos, aún pre lingüísticos. De allí se evoluciona hacia la danza primitiva,
manteniendo ésta las vinculaciones hacia los aspectos emocionales y pragmáticos
entre emisores y audiencias. La manipulación gestual manual va a generar
herramientas y objetos rituales (dibujos, tallados, esculturas con diversos
materiales), de donde irá emergiendo el arte plástico.
Miles de años en la evolución humana suscitaron cambios somáticos que van a
permitir que el lenguaje oral aparezca unos 130.000 AC; el tamaño del cerebro
alcanza los 1400 cc permitiendo el desarrollo de las áreas necesarias para los
procesos de simbolización, y la postura erecta de la cabeza posibilita la fonación
en la laringe. Se inicia la segunda etapa en la evolución de los lenguajes con la
oralidad primaria (oralidad sin lecto-escritura) donde la interacción
comunicacional se realiza a través de signos fónicos abstractos y transeúntes; los
signos vocálicos, por una parte son emitidos fónicamente, de modo que la
gestualidad facial-corporal deja de ser el único signo comunicacional; la relación
de gestos visibles (gestos+ojo) se conjuga con una interacción fónico-auditiva
(Beaken, 1996). A diferencia de los signos gestuales que son percibidos
visualmente, los signos fónicos involucran auditivamente a la audiencia: con-vocan
– la voz que reúne. Por otra parte, los signos fónicos son capaces de abstraer
de la materialidad concreta y singular permitiendo encaminarse hacia la
abstracción y la generalización conceptual. Nace la narrativa oral, e integrando
a la gestualidad emerge la festividad lúdica y pública con sonidos musicales,
canto, danza, y el Teatro; todas actividades que implican a las audiencias (Ong,
1993).
Desde el 3.200 AC se ensaya en Sumer con los números, acentuándose el
proceso de abstracción generalizante desde lo concreto singular. Durante el
primer milenio AC se expande la tercera etapa de la lecto-escritura que objetiva
los signos fónico-auditivos en números y letras, signos también abstractos, pero
ellos son percibidos nuevamente de modo visual; la objetivación independiza el
texto de la presencia del receptor y permite su difusión (la narración oral se
escritura, aparece el libro manuscrito); los signos abstractos impulsan la aritmética
y la matemática, la gramática, la abstracción científica y filosófica. En el siglo XV
DC, la industrialización del libro por la imprenta masifica no solo los textos sino
una recepción de lectura individual silenciosa y la interpretación personal del texto;
el lenguaje lecto-escrito en fuerte expansión por la tecnología da un gran impulso
a la novela, a la escuela, a la prensa escrita, los derechos individuales, la crítica a
la monarquía y la lucha por la democracia política.
La cuarta etapa del cine y la TV crea el lenguaje audiovisual producido
tecnológicamente en textos dinámicos; se reintroducen los primitivos signos
concretos y gestuales, pero ahora ya no interactúan presencialmente sino al ser
producidos tecnológicamente, implican a la audiencia con una representación
semiótica de carácter icónico-indicial. El “cuerpo significante” está mediado por
la tecnología audiovisual, pero la gestualidad percibida visualmente conserva la
implicancia emocional, acentuada por la musicalización. La vocalidad de la radio y
del audiovisual introduce la segunda oralidad convocante (oralidad radiodifundida,
música popular masificada, narrativa audiovisual). La etapa audiovisual provoca
una enorme crisis con el logocentrismo escrito imperante por 2.400 años en la
cultura occidental. Las audiencias están menos implicadas en sus competencias
de abstracción conceptualizadora y al estar representadas por signos icónicoindiciales se acentúan las relaciones emocionales de reconocimiento o
desconocimiento, de identificación o lejanía afectiva. La corporalidad humana
representada como espectáculo dinámico (y exhibida visualmente en pantallas
enormes) y en una narrativa en historias singulares disuelve la abstracción
conceptual acerca del erotismo y lo representa en cuerpos concretos que implican
procesos emocionales de reconocimiento e identificación. Es un lenguaje que
implica sinestésicamente a las audiencias.
En la quinta y actual etapa, el lenguaje digital introduce la convergencia
multimedial, la ubicuidad en la emisión/recepción, y la interconexión global; el
complejo nuevo lenguaje implica al receptor - menos como audiencia – más bien
como un activo operador multimedial capaz de construir redes virtuales. En
las dos últimas etapas se produce un nuevo descentramiento desde la obra hacia
la actividad del receptor (Crowley & Heyer, 1997; Briggs & Burke, 2002). Con los
video juegos ocurre la máxima operatividad del usuario, y el concepto de receptor
se difumina aún más. Si el lenguaje audiovisual concreto relativizaba desde la
imagen singular la abstracción conceptual, el lenguaje digital operativo
individualmente y globalizante cuestiona la autoridad magisterial expresada en
textos de valor universal. Ese cuestionamiento a la autoridad de los mayores –
autoridad propia en las etapas de memoria oral - se refuerza por la facilidad que
los jóvenes y niños tienen para dominar las tecnologías audiovisuales y digitales.
2. La representación icónico-indicial en el audiovisual
Pero el modo de implicación del lenguaje audiovisual junto a su masificación
global y a su convergencia digital amerita algún mayor desarrollo. Desde la
fotografía hasta la imagen audiovisual dinámica, la tecnología ha introducido una
representación del receptor inédita: signos producidos tecnológicamente (no por la
operación humana de producción plástica) con un carácter icónico-indicial, los
cuales por la propia tecnología reproducen huellas de la realidad registrada
(Schaeffer, 1990; Carlón, 2006). Tal indicialidad ha fundamentado las teorías
“realistas” acerca del audiovisual. Pero, por otra parte, el cerebro humano tiene un
diseño interno propio que lo hace diferencialmente sensible al cuerpo y rostro
humanos y al movimiento; el lenguaje facial-corporal es interpretado
emocionalmente por las competencias neurocerebrales del receptor; y tal
interacción afectivo-emocional, en la edad del audiovisual es mediada
tecnológicamente: masificada cuantitativamente y amplificada cualitativamente por
las resonancias propias de los nuevos medios expresivos (música, color,
planimetría, y otros). La neurociencia cerebral ha procurado otro golpe al
racionalismo logocéntrico al sostener que la evidencia apunta a que la consciencia
humana y la comunicación tienen un primer sustrato emocional, el cual es obvio
en los bebés, pero que persiste toda la vida. El bebé, en efecto no tiene
consciencia racional-lingüística pero tiene una consciencia emocional-corporal que
comunica con gestos, gritos y ademanes para expresar necesidades y
satisfacción. La consciencia comienza como sentimiento, según la formulación
de Damasio (2000), y ella apunta no solo a una capacidad indispensable para vivir
en los bebés, sino indispensable en toda etapa de la vida; la patología del cerebro
muestra efectivamente que los sujetos dañados en zonas cerebrales
procesadoras de la emoción – pero intactos en las zonas racionales – tienen
graves problemas para desempeñarse en la vida laboral y cotidiana. Estas
constataciones han originado los desarrollos temáticos, primero bajo la
denominación de “inteligencia emocional” (Goleman, 2001 - sintagma ya
contradictorio para el racionalismo ortodoxo), y luego bajo la teoría de las múltiples
inteligencias (Gardner, 2003). El filósofo español Xavier Zubiri desde la
especulación filosófica había avanzado hacia la formulación de la “Inteligencia
Sentiente” (1980-1983), recibiendo una fría acogida; hoy esas especulaciones
están sólidamente apoyadas por la neurobiología cerebral. El interés y la
valorización de Occidente por la emocionalidad humana emergen en un entorno
donde el lenguaje audiovisual intensifica y masifica la especial relación emocional
del cuerpo significante con las audiencias.
Los lenguajes no son homólogos. Tienen signos de naturaleza diversa y con
implicaciones diversas hacia los receptores; se relacionan con diferentes
competencias/necesidades humanas de las audiencias. Son relaciones mucho
más amplias que meras diferencias en la sensorialidad perceptual.
Las consecuencias culturales de la representación indicial en el audiovisual son
enormes, desde el paso macro social en Occidente desde la racionalidad
abstracta al audiovisual emocional y a la operatividad digital, hasta la emergencia
de la fotogenia, el erotismo, el star system audiovisual, las industrias culturales,
etc1.
3. Los géneros audiovisuales y la representación del receptor
Los lenguajes se especifican en su ejercicio concreto en diversos géneros, que la
cultura ha ido formulando, reformulando, adaptando, e hibridizando. Son patterns
culturales de segundo nivel que formatean el primer nivel del lenguaje, y permiten
la comunicación. En este párrafo solo nos limitaremos a exponer la representación
del receptor en algunos géneros audiovisuales, ficcionales y factuales2.
a) La manera de realizar programas de televisión segmentadamente dirigidos a
niños está cambiando, de modo especial en relación a la representación
audiovisual del niño y del adulto al interior del texto. Se constata una
superación de aquel esquema estructural en donde un adulto conducía (presente
indicialmente en pantalla o con voz off) el programa televisivo infantil. Este modelo
fue tomado de la escuela: el profesor adulto que enseña al niño, quien debe
aprender pasivamente del adulto. En los programas televisivos realizados con este
esquema escolar, el conductor-adulto era representado como "el profesor" o el
"tío/tía", con el vocabulario de la agencia escolar y parvularia. Los nuevos
programas representan simbólicamente a niños en un rol activo y protagónico,
emprendiendo actividades y tareas en donde se exhiben como capaces de
iniciativa creativa y de resolución inteligente de problemas; las series animadas
1
Ya se ha dicho que los lenguajes al implicar diversamente a las audiencias crean entornos
culturales más favorables al desarrollo de algunas competencias humanas. La actividad del
receptor al interactuar con los textos de los lenguajes excluye el determinismo lingüístico y textual;
el manejo de diversos lenguajes y el consumo de variados textos genera entornos culturales con
mayor riqueza de perspectivas para las audiencias; en el hecho, hoy se abandona el concepto de
“efecto” comunicacional (tomado de la física clásica determinista) y se prefiere el concepto de
“influencia” comunicacional, concepto más flexible ya que incluye la modulación social. Afirmar la
influencia de los lenguajes en crear entornos culturales más probables, por la implicación de los
receptores, y afirmar simultáneamente la actividad de los receptores crea una tensión de
interacción constructivista; tensión que da mejor cuenta que una relación determinística o, por el
contrario, aleatoria. La influencia es una constatación “ex post”, una relación determinista supone
una causalidad “ex ante”. Tal interacción con la audiencia corrige también la afirmación de
McLuhan que “el medio es el mensaje”, afirmación que excluye al receptor. Los signos de cada
lenguaje formatean los mensajes ya que su materialidad es diferente; por ello tienen
características diversas que también interactúan preferencialmente con capacidades distintas de
las audiencias (sensoriales, cognitivas, afectivas, operativas, y combinaciones). Ante la palabra
“beso” abrimos los ojos para leer un signo genérico, abstraído de su gestualidad concreta ; para la
acción gestual de besar, a menudo cerramos los ojos para concentrarnos existencialmente en el
otro ser concreto. Así los lenguajes no son deterministas sino interactivos y dialécticos; la
relevancia de un mensaje está en su recepción y no solo en su emisión ni en su lenguaje.
2
Acerca de la representación del emisor y del destinatario al interior del texto, ver: G. Mannetti.
“Los modelos comunicativos y la relación texto-lector en la semiótica interpretativa”. En: Grandi R. I
mass media fra testo e contesto. 1994. Lupetti, Milano. Texto y contexto en los medios de
comunicación. 1995. Bosch. Barcelona.
Bob el Constructor (Bob the Builder – UK 1999) y Dora la Exploradora (Dora the
Explorer - USA 2000) son emblemáticas de estos cambios. Otro de los cambios
más significativos es el ocurrido con la serie animada Las Pistas de Blue (Blue’s
Clues - USA 1996), esta serie fue pionera introduciendo interactividad verbal con
la audiencia, estimulando la capacidad de descubrir y de relacionar, haciéndose
cargo del manejo de emociones y frustraciones en el niño. Pero los episodios eran
conducidos por un joven no-animado (Steve, y luego Joe) que interactuaba con las
audiencias infantiles; la serie fue discontinuada y dio paso al spin-off El cuarto de
Blue (Blue´s Room – 2007) en donde desaparece el conductor y la perrita Blue
asume la conducción de los episodios, permaneciendo la estimulación al
desarrollo de la imaginación y otras capacidades.
El análisis de otros programas infantiles, especialmente animados, muestra otros
esquemas estructurales recurrentes para la representación infantil. La TV trabaja
con esquemas lúdico-dramáticos que constituyen patterns generativos, en el
sentido que están en la base creativa de muchos programas; esos esquemas
generativos constituyen formas lúdico-simbólicas de representación del niño al
interior del texto. Aparece el esquema oposicional del “adulto torpe-niño hábil” y el
esquema del antagonismo “fuerte-débil”, donde el niño débil vence al antagonista
poderoso. Con estas formas de representación, el concepto del potencial formativo
en TV se ha ido disociando de los contenidos cognitivos y de las formas
explicativas de la educación formal escolar (y por tanto de la representación
televisiva del “profesor”), y está representando más bien aspectos sociales y
afectivos, como protagonismo, inteligencia, habilidad, autoestima, autoconfianza
en sus propias capacidades internas para enfrentar los desafíos del crecimiento y
la superación de adversidades. Las nuevas producciones exhiben
representaciones lúdico-indiciales de niños quienes protagonizan narraciones de
acciones para lograr metas3. El supuesto es que el potencial formativo propio del
lenguaje audiovisual es de carácter socio-afectivo (diferente al potencial
conceptual-cognitivo propio de la escuela), y tal capacidad se podría lograr con
mayor probabilidad a través de la identificación emocional del receptor infantil con
la representación indicial de protagonistas infantiles (Fuenzalida, 2008). La
eficiencia “educativa” de la comunicación estaría más en la posibilidad de
representar adecuadamente temas y actores indiciales (intentando suscitar
identificación emocional de la audiencia) que en una supuesta omnipotencia
del texto sobre un niño, externo al texto, y receptáculo vacío y pasivo. La
convergencia digital intenta actualmente suscitar a través de Internet interactividad
y operatividad de las audiencias infantiles, acoplándolas a la pantalla televisiva.
Más ampliamente, desde la recepción se ha producido un cambio enorme en
la concepción de la capacidad educativa de la TV para adultos. Algunas
investigaciones etnográficas en el Hogar del adulto latinoamericano acerca del
consumo e interpretación de programas televisivos muestran una expectativa
Así, estos patterns recuperan (y adaptan audiovisualmente) la antigua paideia griega en donde la
formación valórica era propuesta por y desde la ficción homérica, paideia a la cual se opuso Platón
propugnando el racionalismo conceptual (Jaeger, 1992. Ver especialmente: Libro primero cap. II;
Libro tercero cap. II; cap. IX. La república III).
3
educativo-cultural específica, muy acentuada en audiencias de sectores populares
y medios; esta expectativa educativo-cultural no se relaciona con la escolarización
formal de los niños ni con la capacitación sistemática de jóvenes o adultos –
función instructiva que se considera propia de la Escuela y de otras agencias
didácticas formales; la expectativa educativa, en cambio, está asociada con el
aprendizaje para la resolución de los problemas, carencias y adversidades
que afectan en la vida cotidiana del Hogar (Fuenzalida, 2005, 2007). Es en el
contexto latinoamericano - con presencia masiva de receptores de TV en el hogar
pero con una importante presencia de pobreza - donde se puede comprender la
relectura hacia aprendizajes educativos desde el interior de diversos
géneros televisivos habituales: periodísticos, docudramas, docurrealities,
magazines para el hogar, y ficciones telenoveladas.
En esta resemantización “educativa” por parte de la audiencia aparecen cambios
conceptuales importantes. Por una parte, nuevamente se constata el desacople de
la sinonimia de educación televisiva = escuela formal (sinonimia donde persisten
anclados los Ministerios regionales de Educación), y aparece, en cambio, una
expectativa de aprendizaje acerca de situaciones existenciales en el Hogar y
resolución de problemas relacionadas con la vida cotidiana de las audiencias. La
expectativa acerca de “lo educativo” está definida por la audiencia y no por
agencias educativas, como el Ministerio de Educación.
En segundo lugar, el aprendizaje nuevamente ocurre desde el interior de la
situación espacio-temporal de recepción-entretención y más por vía de
identificación emocional que por razonamiento analítico-conceptual; a diferencia
de la enseñanza escolar y de la capacitación laboral, estas expectativas
educativas situacionales están entretejidas con formas televisivas de entretención,
y no con sistematizaciones curricularizadas. En estas formas televisivas, la
representación testimonial particular (ficcional o real) es más valorada como
educativa por la audiencia que las exposiciones conceptuales de expertos
académicos, entregando reglas abstractas y generales. Las nuevas
comprensiones de la bi-perceptualidad humana cognitivo-emocional reivindican la
entretención en su potencialidad de agrado lúdico-reflexivo; la entretención es
apreciada en su potencial aspecto productivo, como una experiencia exploratoria
de otras posibles situaciones y conductas; tanto el lenguaje lúdico-afectivodramático de la TV como su recepción cotidianizada en el Hogar popular rompen
con mucha facilidad los compartimentos introducidos por la cultura analíticoapolínea entre entretención-información-educación.
b) El segundo caso de representación del receptor en géneros audiovisuales se
refiere a géneros televisivos factuales donde comparece la política.
En primer lugar, el hogar latinoamericano es la situación de recepción
televisiva; el hogar es la situación objetivo-existencial del consumo, pero también
del subconsumo y la vivencia de la pobreza, y de los malos servicios a los
ciudadanos en educación, salud, seguridad, habitación y equipamiento barrial.
Según la CEPAL, un 34,1% de hogares latinoamericanos viven en pobreza, lo cual
representa alrededor de 189 millones de personas que viven con menos de 2
dólares diarios, de acuerdo al indicador del Banco Mundial; un 13,7% de la
población – 76 millones – viven en miseria, con menos de 1,25 dólares diarios
(CEPAL. “Panorama Social de América Latina 2009”). América Latina exhibe la
mayor desigualdad mundial en distribución de ingresos. También la región exhibe
la mayor tasa de homicidios del mundo (ONU – Hábitat; OEA/CIDH – 2010): en
América Latina hay 19,9 homicidios por cien mil habitantes, en América del Norte
5,6, en Asia 2,1, y en Europa 1,2. Según el BID, la región exhibe la mayor tasa
mundial de muertes en accidentes de tránsito: mientras el promedio mundial es de
17 muertos cada 100.000 habitantes, en América Latina se llega a 31 muertos
cada 100.000 habitantes (BID – 2010). Encuestas regionales indican que la
delincuencia ha pasado a ser percibida como el principal problema de la región
(Latinobarómetro - 2010). La situación de recepción de la audiencia regional es
muy diferente a la situación de la audiencia en Europa y USA. La hipótesis
general que comienza a emerger es que esta situación regional de recepción
televisiva influye en la significación que la audiencia latinoamericana
atribuye a la Política. La investigación cualitativa de la recepción televisiva dentro
del hogar está documentando que la política y los políticos tienden a ser
evaluados en tanto contribuyen a mejorar la calidad de vida experimentada desde
el hogar del ciudadano-televidente; calidad de vida que aparece en la misma TV
no solo en los comerciales sino en los estilos de vida exhibidos. Desde las
vivencias existenciales en el hogar es que los ciudadanos-televidentes
reinterpretan e interactúan con el concepto de política, el quehacer, y los
desempeños de los políticos.
Sobre este fondo general constituido por la situación regional de recepción, los
géneros televisivos formatean de modo diverso la representación de los actores de
la política y las agendas temáticas. El actual verosímil del género de noticiarios
centrales en TV está constituido por dos áreas generales de contenidos
informativos (en tensión mutua): los acontecimientos extraordinarios que rompen
el orden social rutinario (negativamente como accidentes, catástrofes, crímenes,
guerras, y otros; y positivamente como el evento extraordinario de carácter
cultural, logro, resultado en competencia, etc.) y la representación competitiva
de los sectores dirigentes de la sociedad, especialmente políticos, pero
también empresariales, religiosos, gremiales, y otros. La representación medial
competitiva de los sectores dirigentes de la sociedad es propia de las sociedades
democráticas ya que bajo gobiernos dictatoriales no hay controversia medial
acerca del buen o mal desempeño de los dirigentes; también en gobiernos
dictatoriales la presencia noticiosa del desorden social tiende a ser eliminada, o
atribuida a enemigos del régimen, o desplazada al exterior del país. En contextos
económico-políticos competitivos, estas dos grandes áreas generales de
contenidos tendrán mayor o menor presencia y sesgos, según las opciones
editorial-ideológicas del medio y sus cálculos de sintonía. Los dirigentes sociales
presionan estimando que el “deber ser” prioritario de un noticiario es la exhibición
de su liderazgo y la publicidad de su agenda; en especial la clase política tiende a
considerar políticamente relevante la información en donde ella comparece en
competencia de protagonismo ante la ciudadanía-audiencia medial: el oficialismo,
especialmente el gobierno ejecutivo, quiere aparecer exhibiendo conducción ante
los problemas y, al revés, la oposición quiere acusar de incompetencia al
oficialismo; cuando un medio público (como TVN en Chile) tiene la misión de
entregar información política balanceada, el noticiario cambia desde un género de
propaganda oficialista y culto a la personalidad hacia un género de representación
plural de protagonismos en competencia.
Hoy semióticamente se reconoce que el género informativo entrega una
representación limitada acerca de la política, focalizada en la competencia por el
liderazgo y centrada en la agenda Gobierno/Oposición. Más que la explicación
detallada de la prensa escrita, y de otros géneros políticos en TV, la semiótica del
Noticiario central en TV privilegia la representación de la política como lucha
por el liderazgo en la conducción de la sociedad (Moreno, 2002);
representación personalizada y corporalizada de acuerdo con el signo audiovisual
del cuerpo significante.
En géneros matinales (y otros) con secciones de servicio público, en canales
regionales y comunitarios puede tener más presencia la agenda ciudadana:
representar y visibilizar los problemas e intereses de ciudadanos con sus temas
cotidianos y emergentes; en ellos puede más fácilmente comparecer la
ciudadanía como actor activo, presentando, debatiendo e interpelando a diversos
dirigentes: ministros, alcaldes, parlamentarios, funcionarios, para dar cuenta ante
problemas concretos de la ciudadanía. Es mucho más posible en estos géneros
hacer presente interactividad de dirigentes con audiencias ciudadanas. En estos
géneros se representa la ciudadanía en su antigua acepción romana: los
derechos del ciudadano (Derecho Romano). Puede comparecer la exigencia de
los derechos ciudadanos ante las autoridades; estas son representadas al servicio
de ciudadanos; tal representación ayuda al control de corrupción en empresas y
de políticos. Esta representación de la ciudadanía como sujeto exigente de
derechos muy a manudo molesta a los dirigentes, que se resisten a comparecer
en estos géneros televisivos; así mismo estos géneros a menudo son
desvalorizados por académicos e intelectuales, ya que no representan debates
ideológico-conceptuales.
Estos géneros pueden representar la actual imbricación entre Oikos y Polis,
Hogar y Ciudad, ya que una enorme cantidad de problemas modernos requieren
de un hogar activo para su resolución: los nuevos problemas de salud como
obesidad, alcoholismo, droga, enfermedades de transmisión sexual, la calidad en
relaciones afectivas, la violencia familiar, y otros como el rendimiento escolar
requieren de un hogar activo. Hay géneros que pueden representar que Hogar,
Política, y Ciudadanía están imbricados. Nuevamente aparecen cambios políticoculturales de gran magnitud ya que el valor ciudadano de la vida privada cotidiana
fue ignorado por la Ilustración, y hoy es recuperado por autores como Habermas
(Hove, 2008), Giddens (1995), y Beck (Beck, 1993; Beck & Beck-Gernsheim,
2003).
Otros géneros televisivos tienen la capacidad de representar a la política y a sus
actores según su tradición griega: como deliberación, esto es: argumentación
ante conflictos, discernimiento, articulación de intereses. Estos géneros son muy
importantes porque puede elevar la calidad de la discusión política e incorporar a
más actores con mayor diversidad de puntos de vistas. Algunos noticiarios de fin
de la jornada entregan una muy breve síntesis de día, y dedican la mayor parte del
espacio a profundizar la agenda política del día con puntos de vista diferentes; no
es género de headlines, como los noticiarios, sino de discusión y deliberación, que
puede ser de gran valor para la clase dirigente. Géneros de revistas semanales y
debates pueden adquirir un importante peso editorial y convocar audiencias
segmentadas de dirigentes sociales. La buena calidad de la discusión permite
elevar la calidad del debate político, y el político puede ser representado como
quien recoge y articula las mejores ideas y no solo como quien lucha por el poder.
Son los espacios que permiten representar agendas de mediano y largo plazo,
alejadas de la lucha diaria. Los Canales del Parlamento surgidos en América
Latina para prestigiar al Parlamento en pos dictadura, en su mayoría son emitidos
por cable – pocos en TV abierta. Ellos en su mayoría no han logrado prestigiar la
labor parlamentaria; en las consultas regionales acerca actores políticos, los
parlamentarios son muy mal evaluados. Más bien han exhibido la tarea
parlamentaria como espectáculo y show. No solo tienen escasa sintonía sino que
no han sido capaces de construir interactividad con la ciudadanía. Pero tienen la
posibilidad de ser rescatados hacia una nueva finalidad: trabajando con
representación social interactiva (presencial y digital) ampliar la deliberación con
dirigentes sociales extraparlamentarios.
La representación de la deliberación permite, como decía Hannah Arendt, discernir
con la máxima panorámica posible, pues en el contraste de todas las posiciones
surge la realidad; cuando el tirano suprime puntos de vista, se acaba el
discernimiento, y no solo la libertad (Arendt, 2008).
Finalmente el género televisivo de Gran Reportaje tiene la capacidad de
representar agendas políticas, levantadas por la investigación propuesta por
los periodistas y analistas de la propia TV. Este periodismo de investigación en
ciclos de 12-15 programas en alta temporada de TV representa problemas
políticos cotidianos y de mediano plazo: salud y situación de hospitales públicos,
delincuencia y cárceles, droga y narcotráfico, prostitución, abusos, estafas a gran
cantidad de afectados, temas debatidos como homosexualidad, etc. La variante de
denuncia tiene el riesgo de una posible tendencia más bien a choquear a la
audiencia (la opción de algunos canales privados) que al diagnóstico y soluciones.
Pero profesionalmente realizado, este género puede alcanzar gran masividad y
tiene la capacidad de representar nuevos temas en la agenda social, e investigar
en profundidad.
Según este análisis de la diversidad de la representación política en TV, el
concepto de calidad de la comunicación política por TV no puede ser medida
solo por la cantidad de horas del género noticiarios; una información televisiva
con el atributo de completa (y por tanto la calidad informativa en un canal y en un
sistema televisivo) se cumple a través de la oferta de otros géneros
complementarios al noticiario que profundizan en el acontecer, como entrevistas y
debates, revistas semanales, reportajes en profundidad temáticamente
especializados, y otros. Estos otros géneros formatean la representación política
de otras formas, completamente necesarias para la deliberación, la interactividad,
y el derecho ciudadano a la accountability.
El interés de las audiencias por ofertas televisivas segmentadas se conecta con la
tecnología digital que permite multiplicar canales en TV abierta. Existe, pues, la
posibilidad de ofrecer a las audiencias infantiles en TV abierta no solo programas
o franjas de programas infantiles sino canales infantiles 24/7; se debe recordar
que los canales infantiles en cable pagado ocupan los primeros lugares en el
ranking de canales más sintonizados. Igualmente un canal de información
segmentado en TV digital abierta puede enriquecer la calidad de la política a
través de un abanico de géneros diversos. La tecnología digital en TV puede
ofrecer más diversidad a los intereses segmentados de los receptores. En el
actual ambiente digital, la segmentación es la forma de satisfacer a la audiencia en
calidad y cantidad de programación televisiva, imposible que sea temáticamente
suficiente en un canal generalista. Así, las políticas públicas en TV – y los canales
públicos de TV - pueden ser formuladas con una mirada desde la recepción; y tal
posibilidad de riqueza temática es una responsabilidad especialmente importante
para la TV Pública.
¿Cómo influirá Internet en este panorama actual de la representación televisiva en
TV? No cabe duda que la Web potencia la presencia ciudadana – ¿más lectoescrita que visual? – en exigencia de derechos, en denuncias, y multiplicar puntos
de vista. La gran interrogante es si logra acceder a la masividad del audiovisual
televisivo abierto, construir liderazgo hacia metas comunes, movilizar socialmente.
En el hecho las redes sociales, más allá de importantes conexiones en situaciones
de emergencia, parecen adquirir visibilidad y significación social cuando son
exhibidas por los medios masivos tradicionales: radio, TV, prensa escrita.
4. Los procesos psicológicos de recepción
El interés en los procesos realizados por el receptor audiovisual ha conducido
a reestudiar los aportes de la Gestaltpsychologie alemana, estudios interrumpidos
por la Segunda Guerra Mundial (Kanitza, 1986; Aumont, 1992). Si bien ellos
tuvieron por objeto inmediato la percepción humana del audiovisual
cinematográfico, la masificación de la TV ha obligado a un revival de ellos;
posteriormente se ha estudiado el audio desde la perspectiva gestáltica
(Rodríguez, 1998). En conjunto ellos concluyen en un sujeto receptor
estructurador de los estímulos audiovisuales según leyes humanas de
percepción, diferentes a la “percepción técnico-matemática” de una cámara
fotográfica o de cine/TV, y de un grabador de audio. El determinismo externo del
estímulo audiovisual queda derogado y aparece un complejo constructivismo
psicológico humano ante el dato. Las leyes de la construcción en figura y fondo, y
de las constancias ante el tamaño, movimiento, continuidad, cromatismo, y otras,
no están en el estímulo pre perceptual sino que son construcciones humanas.
Algunos estudios acerca de percepción animal muestran también que la
percepción no es igual en todas las especies sino una adaptación ecológica
diferencial para la sobrevivencia.
La sicología cognitiva ha entregado también nuevos aportes para la comprensión
de las actividades del receptor. Las nuevas técnicas de investigación acerca de la
actividad intra cerebral muestran que los datos aportados externamente por la
visión perceptual ocular antes de llegar a la corteza visual cerebral son
procesados internamente con aportes provenientes de diversos centros
cerebrales; tales aportes internos constituyen alrededor del 75% de la información
final que llega a la corteza visual (Varela, 2001; 2005); la percepción visual no
es una mera recepción de datos externos, sino que se conecta con la
información almacenada previamente en varios centros cerebrales;
nuevamente el determinismo de la información externa ya no es sostenible, sino
que se refuerza la concepción de un constructivismo con elementos perceptualesculturales previamente adquiridos. Desde la corteza visual, la información se
conecta en red con centros cerebrales emocionales, eróticos, de memoria, de
sueño/vigilia, del equilibrio, y otros. De ahí la concepción que nuestro
procesamiento neurocerebral de la información no es secuencial (como la lectoescritura) sino en red; la percepción es una emergencia que ha interconectado
múltiples informaciones, una de cuyas procedencias es la información perceptual
externa.
Esta emergencia perceptual constructivista tiene analogía con la percepción
intertextual que se constata en los procesos de recepción ante relatos
audiovisuales. En efecto, el receptor no se expone a un relato desde un vacío
cultural sino, por el contrario, desde una memoria cultural adquirida en su entorno
y por la experiencia con textos previos, audiovisuales o escritos. La investigación
de la recepción de las telenovelas muestra que las audiencias van acumulando
una “memoria cultural” acerca de las telenovelas; memoria construida a partir del
visionado de pantalla, de la conversión familiar y grupal acerca de ellas, de los
comentarios recogidos de la prensa escrita y de la propia TV; ante las nuevas
telenovelas que van apareciendo en pantalla, las audiencias hacen, pues,
elecciones motivadas y lecturas activas; son juicios que no están fundamentadas
en criterios técnicos o académicos aprendidos en la enseñanza audiovisual
sistemática de la Universidad sino basados en una memoria socio-cultural
fragmentada en grupos y con estéticas sociales diversas, pero activamente
operantes. Esta cultura intratextual e intertextual de la audiencia participa en la
construcción de la evaluación de los nuevos textos y en las selecciones: pactos de
lectura, preferencias, valoraciones y desvalorizaciones, expectativas, prejuicios,
simpatías y antipatías, todos estos datos culturales intertextuales operan en la
recepción formando una compleja red que interactúa para interpretar la percepción
actual.
Otro elemento que destaca la sicología cognitiva acerca del procesamiento de la
información es el carácter pragmático que le otorga el receptor/actor de la
comunicación. La búsqueda de información y el procesamiento de la información
perceptual por parte del receptor están orientados por una intención pragmática:
tienen una orientación hacia resolver desafíos que presenta la vida cotidiana
personal y social. La neurobiología muestra que el cerebro en un cuerpo
anestesiado reacciona de modo diferente al cuerpo activo: la percepción está
íntimamente ligada a la acción. La percepción del “mundo” no es solo para
representarlo sino para actuar en vistas a vivir. La interpretación es el eslabón
entre acción y percepción. La inteligencia no es solo entender sino resolver un
mundo compartido (Varela et al., 1997). Nuevamente aparece aquí un cambio
cultural de enorme proporción ante la cultura clásica occidental, de cuño
logocentrista contemplativo; los griegos estimaban que “la vida de los hombres
será feliz en la medida en que ella se asemeja a la actividad divina, que es vida de
pura contemplación” (Velásquez, 2002, 144). El lenguaje operativo digital presente
de modo creciente en la actualidad es consonante con esta visión pragmática que
la sicología cognitiva descubre en la búsqueda de información.
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Tenemos que felicitarnos que en los estudios publicados en este texto aparezca
una importante presencia de nombres de estudiosos latinoamericanos que aportan
a una teorización regional. Pero persiste el desafío de superar la (necesaria)
investigación de casos y objetos de estudio con contornos delimitados, para
avanzar hacia una Teoría de la Comunicación que incluya los aspectos que la
recepción releva.
Una Teoría actual de la Comunicación debe asumir los aportes de la investigación
de la recepción tanto en los procesos de interpretación, como en las condiciones
de percepción que brotan de la neurociencia, de la psicología, de la semiótica, de
la historia de los lenguajes. Sin representación intratextual no hay comunicación ni
pragmática social. Anteriores teorías de la comunicación (y actuales prácticas
políticas de comunicación) han ensalzado la lucha por el control de los medios
para excluir la representación de amplios sectores sociales. La base teórica de tal
lucha por el control excluyente de los medios era el supuesto poder omnipotente y
determinístico de los textos sobre las audiencias pasivas y dóciles a los mensajes;
el ideal político consonante era la uniformidad social y la intolerancia hacia la
diversidad. La etnografía de la recepción, en cambio, ha constatado que los
textos comunicacionales más relevantes son aquellos que suscitan conversación
social de las audiencias. El ideal político consonante, entonces, busca cómo
ampliar la presencia de la deliberación, la representación de la diversidad, la
exigencia de accountability en los dirigentes/representantes; articulación de la
diferencia en lugar de la uniformidad impuesta dictatorialmente. La semiótica
muestra que los actuales lenguajes audiovisuales y digitales disponen de signos
que implican aspectos emocionales, cooperativos, y operativos en las audiencias;
la cultura digital que implica operadores activos y creadores de redes difícilmente
encaja con una concepción socio-política de la pasividad de las audiencias.
El aspecto pragmático personal y social en una teoría de la comunicación es
insoslayable, dado que los lenguajes implican a las audiencias en esa dirección.
Una teoría de la comunicación que siga especulando acerca de la docilidad de las
audiencias, y con la construcción de hegemonías sociales pasivizantes está fuera
de época. En la academia la pragmática de la comunicación tiene al menos tres
campos de trabajo: la formación personal de productores de textos, la relación con
la industria medial, la propuesta de políticas de comunicación; tomar en
consideración el ángulo pragmático aleja de una teoría comunicológica, esto es,
del mero logos analítico-especulativo acerca de la comunicación; pragmática
especialmente necesaria en nuestra región latinoamericana.
En una mirada optimista, la humanidad occidental ha evolucionado hacia esta
época en donde existen condiciones semióticas que pueden ayudar a construir
una cultura que integre mejor las competencias/necesidades de abstracción
conceptual generalizante, la emocionalidad relacional, y la operatividad
pragmática.
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