Texto: Ferran Lagarda Mata
Fotografías e Ilustraciones: Ferran Lagarda Mata (excepto págs.
9 sup., 17, 38 inf., 40 inf., 54, 59, 60, 62, 63, 77 y mapa de Menorca:
Joan C. de Nicolás Mascaró).
Portada: Ferran Lagarda Mata
© Ferran Lagarda Mata, 2008
Primera Edición: Marzo de 2008
ISBN: 978-84-96810-06-8
Depósito Legal: Z-68-08
Edita:
Ferran Lagarda Mata -EditorCamino de la Mosquetera, 56, Local Janun (Zaragoza)
Telf./Fax: 976536485. E-mail: flmeditor@balearweb.net
2
SUMARIO
Presentación.
1.- Situación, topografía y toponimia.
2.- Las investigaciones.
3.- El yacimiento y sus elementos:
La muralla.
Los talayots.
La taula.
La sala hipóstila.
Las casas.
El agua.
4.- Otros elementos:
Los hipogeos.
La naveta.
El capitel.
Cultura material.
5.- Interpretación y cronología.
6.- Terminología.
7.- Bibliografía.
8.- Plano.
3
4
Presentación.
De los grandes poblados talayóticos de Menorca (Trepucó, Torre
d’en Galmés, Torrevella d’en Lozano, etc.), el de Son Catlar es sin
duda uno de los más desconocidos por el gran público,
probablemente por su situación algo alejada de las principales vías
de comunicación de la isla, y ello pese a la importancia y
grandiosidad de su extraordinaria línea de murallas.
Tampoco desde el punto de vista científico y cultural ha sido por
desgracia un enclave muy estudiado, quizás porqué carece de una
taula en buen estado de conservación que llamara la atención en los
“primitivos tiempos” de la investigación arqueológica, hace algo más
de un siglo. Y aún así el recinto de la suya, como veremos en las
páginas que siguen, resulta singular.
Durante el bienio 2002-2003, la empresa Arqueomenorca s.l.
gestionó el yacimiento en un intento de obtener fondos que
permitieran entre otras actuaciones la restauración de las
mencionadas murallas, amenazadas por los años, la meteorología,
la vegetación y el propio ser humano. El proyecto, sin embargo,
fracasó, al menos en parte, por las dificultades surgidas para la
obtención de ayudas públicas, sobre todo de la Unión Europea, por
lo ingente de la propia tarea y, una vez más, por la escasez de
público, dado a recorrer rutas más turísticas.
Ahora bien, Arqueomenorca pretendía también poner al alcance de
todos un itinerario que permitiera la correcta visita y comprensión del
yacimiento, así como una guía que profundizara en el mismo más
allá de los pocos y dispersos estudios o menciones que se
encuentran en la historiografía acumulada hasta el presente.
Efectuada por aquel entonces la perfecta señalización de sus
diversos elementos, la cual hemos podido comprobar que aún
perdura casi en su totalidad pese a que la empresa dejó el
yacimiento hace ya casi cinco años, y publicado en la web y en
soporte digital (CD-Rom) un completo recorrido a seguir del
conjunto, vendría ahora este librito a culminar, con un cierto retraso,
el inacabado trabajo.
Ferran Lagarda Mata, arqueólogo.
5
6
1.- Situación, topografía y toponimia.
Según Alcover y Moll1, Catlar es una variante mallorquina (en Mallorca
hay otro Son Catlar2) y menorquina de Catllar3, un apellido catalán
conocido desde antiguo en la población de Cubelles (Provincia de
Barcelona). Ello concordaría con la visión que da F. Hernández Sanz4
de los nombres de las fincas del agro menorquín, los cuales divide en
cuatro grandes grupos5: los que proceden de la dominación árabe
(Biniedrís, Cudia Cremada...), los que llevan nombre de santo (Sant
Joan, Sant Agustí, Sant Tomàs...), los vulgares (Torre d’en Galmés, Es
Peu del Toro...) y los que son fruto del reparto de tierras
inmediatamente posterior a la reconquista de la isla por Alfonso III en
1287, los cuales se hallan formados por un apellido catalán al que se
antepuso la partícula o palabra Son (Son Triay, Son Quart...), que
considera una corrupción de Sen, abreviatura de Senyer (palabra que
indicaría propiedad o señorío), pero que según los mismos Alcover y
Moll sería más bien una forma, aunque igualmente posesiva, derivada
de ço En (=ço d’En =això d’En], eso de si lo traducimos al castellano.
Ahora bien, Catllar resulta ser también un topónimo que hace
referencia a un pueblecito cercano a Prada de Conflent (antiguo
territorio catalán hoy en el estado francés), a una villa situada al N.E. de
Tarragona, documentada desde 1595, y a un santuario mariano situado
en un monte del término de Vilallonga de Ter (Provincia de Girona).
En todos estos casos, incluyendo el del apellido, pero quizás con la
duda del relacionado con la población conflentina, la palabra
derivaría del bajo latín castellare, “lugar defendido por un castillo”, y
no, como a veces erróneamente se piensa, de castellanu, de donde
procedería catllà (a través de castellà - castlà), es decir, el que tenía
el gobierno y la jurisdicción de un castillo y de una porción de bienes
anexos en nombre del señor que se los había confiado6.
1
Diccionari Català-Valencià-Balear. Versión Electrónica. Ed. Moll y Institut d’Estudis
Catalans. Barcelona, 2001-2002.
2
“Son Catlar de Dalt” (Campos)
3
Precisamente, Ma. Lluïsa Serra Belabre en su Noticia de los monumentos
prehistóricos y protohistóricos de la isla de Menorca, introducción al inventario
efectuado en 1967 por J. Mascaró Pasarius para el Ministerio de Educación y Ciencia
menciona el yacimiento que nos ocupa como “So’n Catllar”.
4
Agricultura, ramaderia, avicultura, indústries agrícoles. “Revista de Menorca”, XVII.
Mahón, 1932. Págs. 65-66.
5
Aunque no los enumera en el mismo orden que nosotros.
6
INSTITUT D'ESTUDIS CATALANS (1995): Diccionari de la Llengua Catalana.
Barcelona, Palma de Mallorca, Valencia. Pág. 371.
7
Este hecho, unido a la presencia de un poblado talayótico rodeado
por un potente muro defensivo junto a las casas del menorquín “lloc”
de Son Catlar, podría llevarnos a otra explicación sobre el nombre
del mismo, con el que también se conoce aquél7, que no es otro que
el objetivo de este estudio: la de que la existencia, con un posible
uso en momentos de necesidad, de las murallas de la antigua
población (interpretadas o interpretada como un antiguo castillo)
nunca cayó en el olvido o, cuanto menos, que su memoria fue
recuperada tras la conquista catalana de la isla, a pesar de que la
vegetación se adueñara en ocasiones del yacimiento.
Situado éste en el término municipal de Ciutadella (Coordenadas
UTM de su taula: Datum ED50 (Spain & Portugal), Huso 31,
X=574814 Y=4423241), a unos 7 km al Sur de la ciudad y sobre un
camino rural asfaltado que se dirige al Arenal de Son Saura desde
otro que partiendo del casco urbano de aquélla conduce hasta la
bellísima Cala Macarella, es decir, cerca de las costas sur (a 3,5 km)
y sudoeste (a 4,25 km) de la isla, se alza sobre una pequeña
elevación de 43 m de altura8 que domina tanto una amplia llanura
apta para el cultivo de cereales como todas las vías de penetración
tierra adentro factibles desde cualquier posible amarradero
comprendido entre la mencionada cala y la antigua capital de la isla,
divisándose además a la perfección, desde lo alto de dicha colina, el
brazo de mar que separa la isla de su vecina Mallorca.
7
Aunque en documentos y textos de finales del siglo XIX y principios del XX aparece
como “Son Carlá”, probablemente por corrupción fonética.
8
JUAN i BENEJAM, G. (1993): El poblament de Menorca; de la Prehistòria a la Baixa
Romanitat (aproximació a una proposta d’anàlisi de distribució espacial). “Treballs del
Museu de Menorca”, 13. Govern Balear. Maó. Pág. 55.
Delante del Bastión Estenordeste la altura es exactamente de 38 m.
8
Vista aérea de Son Catlar
Murallas de “Egipte”
9
En sus cercanías se hallan los restos de otras poblaciones
talayóticas semiperdidas entre la vegetación, como la conocida con
el sugestivo nombre de Egipte (es decir, Egipto en la lengua del
país), que poco tienen que ver, en cuanto a tamaño, con las 4,54
hectáreas9 del asentamiento que nos ocupa (al que probablemente
estuvieron sujetas), una auténtica ciudad cuyo nombre original
quizás fuera LACESE, según aparece en una piedra prismática,
probable elemento de una puerta, hallada en el edificio que contiene
su taula en 1924 y, en su posible forma genitiva, o quizás gentilicia,
LACESEN, en otra descubierta en las inmediaciones del actual
recinto amurallado, el cual sólo encierra parte de la primitiva
localidad, la cual, según Gustau Juan i Benejam10, se extendía sobre
todo hacia Levante, hacia la actual “Tanca de Ses Auzines”, con
otras prolongaciones hacia el Sur y el Norte, donde estaban las
necrópolis y las canteras.
Precisamente este nombre, LACESE, es uno de los pocos temas
relacionados con el poblado sobre el que se ha discutido con una
cierta intensidad, dado que sin ninguna dificultad se podría
relacionar etimológicamente con el de un pueblo íbero como el de
9
PETRÚS, Mª (1974): Intento de análisis estructural de los poblados talayóticos de la
isla de Menorca en Prehistoria y Arqueología de las Islas Baleares. “VI Symposium de
Prehistoria Peninsular”. Pág. 213. Instituto de Arqueología y Prehistoria. Universidad
de Barcelona. Barcelona. Aunque para otros autores llegaría casi a las 5 ha.
10
El poblament de Menorca… Pág. 55.
10
los lacetanos, asentado en el área de la actual comarca catalana del
Solsonès (Provincia de Lleida) y, probablemente, en buena parte del
curso del río Llobregat, por el que se transportaban, entre otras
cosas, los minerales de los Pirineos y la sal de la montaña de Udula
(Cardona, Prov. de Barcelona)11.
Se ha dicho que Antonio Tovar defendió una raíz latina para las dos
inscripciones mencionadas, pero en realidad, según Veny12, lo que
hizo fue constatar que “la terminación -SE y -SEN no parece
ibérica”, de lo cual él dedujo que tal vez las dos pudieran
“interpretarse como abreviatura de LACESENSIS”, lo cual no
negaba un posible origen íbero de la palabra, sólo dejaba una puerta
abierta a una posible latinización (nada extraña si tenemos en
cuenta que ambas inscripciones aparecen en caracteres latinos).
Pero es que, además, la afirmación de A. Tovar es totalmente
discutible, dado que, sin profundizar en demasía en el tema, resulta
muy fácil encontrar un topónimo ibérico paralelo como el de Cesse
(o Kesse13), correspondiente al “oppidum” indígena junto al cual se
organizó la Tarraco romana, topónimo ampliamente conocido y
contrastado a través de monedas con inscripciones ibéricas, pero
también de las fuentes clásicas, como Tito Livio14 (59 a.C.-17 d.C.),
que al latinizarlo habla de Cissis15. Y en lo que se refiere a la
terminación en -SEN, ciertamente el genitivo16 usado en monedas
íberas del área catalana17 suele ser habitualmente en -SKEN
(untikesken, laiesken, auśesken...), pero aún así creemos que
resulta más creíble asimilarla a éste que considerar una abreviatura
latina, que, de todas maneras, vendría a dar a la expresión un
significado comparable: de los de Lacese, o, quizás, de Lacese18.
11
PELLÓN, J.R. (2001): Diccionario Espasa Íberos. Espasa-Calpe, S.A. Madrid. Pág.
431.
12
Corpus de las inscripciones baleáricas hasta la dominación árabe. Madrid, 1964.
13
Según la Gramática Latina de S. Segura Munguia (Universidad de Deusto. Bilbao,
2004), “C, suena siempre como la K española, aunque vaya ante e, i” (Pág. 3) y “La K
se usó cada vez menos, siendo substituida por la C. Subsistió tan sólo en algunas
abreviaturas: K. (por Kaeso, nombre propio)” (Pág. 1).
14
Ab Urbe Condita libri, XXI, 60.
15
Otros topónimos ibérico terminados en -SE serían los de Arse, el poblado edetano
que dio lugar a Sagunto, y Kelse, la Celsa romana (cerca de Velilla de Ebro, Provincia
de Zaragoza). De uno y otra y también de Cesse han aparecido monedas en
Menorca, sobre todo (¿casualidad?) de esta última.
16
Es probable que sea la forma genitiva del gentilicio de la ciudad que acuña, pero
también podría tratarse del gentilicio en sí.
17
Conocemos también un probable caso en la levantina: ikalesken.
18
¿A qué declinación latina correspondería “Lacese” y en base a qué?
11
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