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El Castillo de Terrinches. Avance de resultados
de la investigación arqueológica
honorIo JavIEr ÁlvarEz GarCía*
luIs bEnítEz DE luGo EnrICh**
JaImE moralEDa sIErra*
EnrIquE mata truJIllo*
*Anthropos, s.l. www.estudio-arqueologia.es
**Dpto. de Prehistoria y Arqueología - UNED Ciudad Real.
lbenitez@valdepenas.uned.es
Recibido: 7-X-2013
Aceptado: 20-II-2014
RESUMEN
Este trabajo recoge los resultados de una intervención arqueológica realizada con motivo de la rehabilitación y puesta en valor del Castillo de Terrinches (Ciudad Real). La presentación de los resultados del estudio referido a los aspectos cronológicos-formales del castillo es algo necesario, dadas las
informaciones poco contrastadas difundidas acerca del tema.
La fundación del castillo ha venido planteando toda una serie de dudas, centrándose el debate cientíico en si se trata de una fundación “ex novo” del siglo XIII o bien se trata de una construcción militar
existente ya en época islámica. Esta intervención ha permitido conirmar su erección por parte de la
Orden Militar de Santiago y su indudable función feudal para con su entorno más inmediato.
PALABRAS CLAVE: Arqueología, Terrinches, Castillo, Edad Media, Orden de Santiago.
ABSTRACT
This paper presents the results of an archaeological survey carried out on the occasion of the restoration and enhancement of Terrinches Castle (Ciudad Real). It is necessary to reveal the results of the
study concerning to chronological and formal aspects of the castle, due to the low contrasted information disseminated about it. The establishment of the castle has raised some questions, focusing the
scientiic discussion on whether it is an “ex novo” foundation of the thirteenth century or a military
construction already existing in the Islamic period. This intervention has allowed to conirm its erection by the Military Order of Santiago and its undoubted feudal function to its closest environment.
KEYWORDS: Archaeology, Terrinches, Castle, Middle Ages, Military Order of Santiago.
Honorio J. Álvarez, Luis Benítez de Lugo, Jaime Moraleda y Enrique Mata
Este trabajo es el resultado de la intervención arqueológica llevada a cabo en
el castillo de Terrinches en 2009 que ha permitido conocer pormenorizadamente
la dilatada y azarosa trayectoria de un ediicio castral devenido, al igual que otros
muchos, en vivienda “de fortuna”, bodega y almacén hasta su resurgimiento en un
centro cultural de referencia (Fig. 1).
Esta intervención ha sido un paso esencial de una actuación más vasta de gestión de un sitio histórico –iniciada en 2003 con la compra del inmueble por parte
del Ayuntamiento de la localidad por 120.000 euros-, en la que se incluyen la
investigación arqueológica, la consolidación, restauración y, inalmente, su puesta
en valor, albergando actualmente un centro de interpretación sobre la Orden de
Santiago (Benítez de Lugo y López-Menchero, 2011: 74). Este estudio ha consistido en investigación documental, excavación arqueológica y lectura de paramentos
(Vela, 2007).
Con anterioridad habían sido presentados avances en reuniones cientíicas
(Gallego et al., 2005; Gallego y Álvarez, 2007; Benítez de Lugo et al., 2013)
que complementan y amplían el conocimiento que se tenía hasta ese momento del
ediicio (Ruibal, 1989; Molina, 1997; Espinosa de los Monteros y Martín-Artajo,
Fig. 1: Principales fortalezas medievales del entorno del Castillo de Terrinches (no todas coetáneas).
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1974 y VVAA, 1993). A ello sumar referencias en Corchado Soriano, Madoz, Hervás y Buendía y Planchuelo, entre otros (Gallego et al., 2005).
Sin embargo, las fuentes históricas más relevantes para el estudio del Castillo
de Terrinches son los Libros de Visita de la Orden de Santiago desde 1480 hasta
1549 que se custodian en el Archivo Histórico Nacional. Con ellos pueden construirse la historia funcional y el mantenimiento del ediicio, especialmente durante
los siglos XV y XVI. Este material, que permanece inédito hasta el momento,
aporta datos de interés sobre la estructura y dependencias de la fortaleza, si bien
su análisis presenta diicultades derivadas de la terminología subjetiva usada por
los visitadores, así como por la mayor o menor importancia que éstos concedían a
los espacios constructivos. Las Relaciones Topográicas de Felipe II (Viñas y Paz,
1971) constituyen otra fuente de gran importancia ya que permiten conocer su
estado de conservación casi treinta años después.
Las Fuentes Orales han proporcionado datos sobre la evolución del Castillo
durante el siglo XX. En base a ellas conocemos que la ediicación fue usada como
bodega, por lo que se llevaron a cabo numerosas intervenciones que perjudicaron
al inmueble. En los años sesenta fue abandonado deinitivamente y sirvió de almacén para aperos de labranza.
El lugar sobre el cual se levanta el Castillo se halla en la parte occidental del
casco urbano, en la ladera de un cerro de unos 950 m de altura, con una pendiente
pronunciada hacia el sur. Este otero se encuentra rodeado por otros de mayor altura, por ello sólo cuenta con amplio control visual hacia el sur, lo cual evidencia
su marcada carácter de castillo feudal, toda vez que, al ser parcialmente “ciego”,
no posee el más adecuado emplazamiento militar. Por el contrario sí representa un
hito apabullante sobre la población que se extiende a sus pies.
El crecimiento de la población ha invadido a lo largo de las últimas cuatro centurias el solar donde se levantaba la fortaleza, lo que ha provocado la práctica desaparición del castillo. De él sólo se conservan la desmochada Torre del Homenaje y
parte de sus arruinadas antemurallas compuestas de lienzos y torreones esquineros,
por ello en ocasiones ha sido interpretado erróneamente por la historiografía como
una torre o atalaya (Matellanes, 1999: 130). Ello debió suceder ya en remotas fechas, toda vez que en la memoria colectiva de la localidad se identiica el todo (el
Castillo) con la parte (la Torre del Homenaje).
Su estado actual dista mucho del que tuvo en su momento de mayor apogeo.
Conocemos, como ya se ha comentado supra, su estructura y distribución originales gracias a los Libros de Visita de la Orden de Santiago en un periodo que va
de 1480 a 1549. Atendiendo a esta preciosa documentación el castillo estuvo compuesto por dos recintos, uno exterior –que se componía de una cerca que rodeaba
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y candaba todo el conjunto y en el que se situaban intramuros gran número de estancias– y otro interno, con una cortina de muro con torreones, que rodeaba la torre
del Homenaje, residencia del alcaide, donde se situaba la intendencia bélica y se
almacenaban gran parte de los recursos alimenticios (Gallego et al., 2005) (Fig. 2).
Fig. 2: Recreación virtual del Castillo de Terrinches. Dibujo: F. Pozo.
Tras la intervención cientíica de carácter multidisciplinar desarrollada estamos en condiciones de presentar una vívida descripción de la fortaleza aunando
información arqueológica y documental.
El Recinto Exterior nos es conocido gracias a los Libros de Visita de la Orden
de Santiago, ya que, como se ha comentado supra, está totalmente perdido e invadido por el entramado urbano actual. Una muralla exterior que alternaba la fábrica
de mampostería y tapial rodeaba toda la fortaleza. En tiempos de Felipe II este
recinto se había venido abajo (Viñas y Paz, 1971: 495) (Fig. 3).
La entrada al recinto se disponía por medio de una puerta abaluartada con
pretil y almenas. En la visita de 1524 se informa de que el baluarte se encuentra en
mal estado de conservación y se ordena su reparación. En las siguientes visitas ya
no se vuelve a hacer referencia a él.
En este espacio se ubicaban una serie de estancias necesarias para la organización y mantenimiento de la fortaleza. Unas infraestructuras que los legajos relejan
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Fig. 3: Recreación virtual del Castillo de Terrinches y su cerca. Dibujo: F. Pozo.
con el discurrir del tiempo un paulatino estado de dejadez, desidia y abandono,
cuando no de ruina y colapso. Los ediicios que se mencionan reiteradamente en
cada uno de los Libros de Visita son por los que hay que discurrir para acceder a
la Torre del Homenaje: la salita recibidor, el patio, la caballeriza, la escalera de
subida y la cocina con chimenea, desde la cual en su planta primera se accedía a la
Torre a través de un puente levadizo. Trazas de esta construcción, actualmente perdida, han sido exhumadas gracias a la excavación extramuros del antemural Este.
La antemuralla rodeaba de forma rectangular la torre de la fortaleza. Se conservaba sólo una parte del lienzo del frente oeste. Los ángulos se rematan con cuatro
torreones de sección circular, de los que únicamente se conservaban sobre el nivel
de rasante, y parcialmente, los situados al sudoeste y al noroeste: parte de la impronta del ubicado al nordeste y casi nada del emplazado al sudeste.
A la Torre del Homenaje se accedía por un puente levadizo que partía desde el
segundo piso de la cocina antes mencionada. Estaba construido de madera, por lo
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que los visitadores en numerosas ocasiones ordenaron que se construyera de cal y
canto, porque era muy peligroso para los moradores del castillo.
La torre presenta una gran similitud con las construcciones militares realizadas
por la Orden de Santiago a lo largo de toda Castilla en los años inales del siglo
XIII y la primera mitad del XIV, con grandes torreones habitables y defensas consistentes. Es una construcción realmente formidable, ya que sus muros cuentan con
una anchura de casi cuatro metros en todos sus lancos. Está construido con mampostería de gran tamaño en su parte inferior que se va dando paso a un sillarejo con
mampuestos de menor tamaño conforme gana altura. En los ángulos se disponen
sillares esquineros de arenisca. En algunos de ellos se han localizado marcas de
cantería de un gran valor documental, similares a otras existentes en otros castillos
de Campo de Montiel1. Todos los lancos están salpicados por saeteras de palo,
mucho más abundantes en el lado Sur. Se abren tres grandes ventanales a la altura
del primer piso con un marcado carácter palatino. El exterior se remataba mediante
almenas y tres matacanes, de los que sólo se conservan los pies de arenisca que
sujetaban la estructura de madera.
Al interior se accedía por un portón de madera reforzado con placas de hierro,
enmarcado dentro de un arco apuntado de sillares de arenisca. Esta puerta en el
momento de nuestra intervención estaba desvirtuada, con las dovelas desmontadas
reconvertida en un vano adintelado enfoscado de cemento.
La planta baja, objeto de la presente intervención con la apertura de varios
sondeos, está dividida en dos espacios separados por dos grandes arcos apuntados
de esplendida estereotomía que soportan dos bóvedas apuntadas de cañón (Fig. 4).
Al primer piso se sube por medio de una escalera empotrada en el muro, cerrada con puerta. Este espacio tiene un marcado carácter áulico, ya que era la residencia del alcaide. Estructuralmente es simétrico a la planta baja, pero destacan
los tres grandes ventanales enmarcados en arcos apuntados, que lo dotan de gran
luminosidad. En esta estancia se guardaba todo el arsenal bélico en unos armeros
que se empotraban en los muros. En los libros de visita no se hace mención a su
ornamentación ni disposición, reiriéndose únicamente a ella como “palacio” y
describiendo el armamento que en ella se guardaba.
1
Es el caso de las marcas de cantería visibles en los sillares del castillo de Alhambra, que –al igual
que su arco apuntado, como los de Terrinches– denotan que la construcción visible no es una fortiicación
islámica sino cristiana. Las marcas de cantería de ambos castillos son del mismo tipo. Estas similitudes
denotan la presencia de alarifes al servicio del poder cristiano para la erección de estas fortalezas en el siglo
XIII. La construcción de un castillo cristiano frente a la población de Alhambra puede tener su explicación
en un intento coercitivo y de control cristiano de esta histórica e importante población islámica del Campo
de Montiel.
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Fig. 4: Alzado planta baja.
Fig. 5: Terraza del castillo de Terrinches una vez terminada la restauración e instalado un mirador.
Cerbatanas de fuego y pasabolantes fueron armas habituales en este tipo de fortalezas.
A la parte superior de la torre se accedía por una caja de escaleras empotradas
en el muro que desembocaba en la terraza (Fig. 5).
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Por lo tanto, estamos ante un castillo, no una torre o atalaya, como hemos
podido constatar por medio del estudio conjunto de su estratigrafía y las fuentes
documentales conocidas.
La intervención arqueológica ha perseguido varios objetivos, entre los que se
encuentran: lectura e interpretación de paramentos, excavación con metodología
arqueológica en dos zonas muy concretas de la fortaleza: en el interior de la Torre
del Homenaje y en la zona de las antemurallas; restaurar el entorno ambiental del
Castillo y; inalmente adecuar el inmueble y sus alrededores para la visita pública.
Para la consecución de los objetivos mencionados se ha realizado un método
de trabajo por el que se han documentado arqueológicamente en detalle aquellas
áreas que han sido objeto de especíica intervención: el interior de la Torre y las
antemurallas. Por eso se ha dividido la excavación en dos zonas: Planta Baja de
la Torre del Homenaje y Zona Exterior de la Torre. En el interior se han efectuado
tres sondeos o catas denominados respectivamente: Sondeos I, II y III (Fig. 6).
En la zona exterior se ha excavado en área, sin testigos, variando los niveles de
profundidad en función de las estructuras exhumadas y en aras de un mayor conocimiento de la secuencia cronocultural de la fortaleza.
Posteriormente a este trabajo de campo se ha documentado fotográicamente
la intervención, y se han levantado planimetrías de las estructuras exhumadas. A
ello sumar la consulta de bibliografía especíica y la investigación documental
sobre archivos y fuentes. En este último punto ha sido fundamental la consulta de
los Libros de Visita de la Orden de Santiago, realizada por la doctora Pilar Molina.
En la Zona Exterior la excavación se ha centrado en el antemural que rodea
la Torre del Homenaje, abarcando unos 600 m2. Parte de esta estructura era visible sobre el nivel de rasante, y que tras esta intervención ha podido ser caracterizada en todo su perímetro. Toda la construcción es coetánea y sin añadidos. Se
conservan de manera diferencial partes y tramos de los distintos lienzos que la
constituyeron. La fábrica, muy homogénea, es de mampostería careada de caliza
de calibres diversos trabada con argamasa. Por la información desprendida tras la
exhumación de los tramos soterrados es posible establecer que todo el conjunto
murario estuvo revocado con un enlucido a base de cal, arena y cascajo de reducidas dimensiones, en tonos claros. Se conserva parte de ese enlucido en el muro
oeste. No se ha podido constatar la existencia del adarve almenado, tal y como
relejan los Libros de Visita.
Los ángulos se rematan con cuatro torreones de sección circular, los situados al
sudoeste y al noroeste ya visibles antes de iniciar las labores de excavación, a los
que hay que sumar los exhumados ahora: la impronta del ubicado al sudeste y la cimentación completa del emplazado al nordeste (Fig. 7). Dada la homogeneidad del
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Fig. 6: Planimetría general.
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Fig. 7: Alzado de los torreones noroeste y suroeste.
conjunto todos los torreones presentan unas características idénticas: torreones angulares de sección circular que sobresalen casi por completo del paramento de la
muralla. Al interior son macizos, salvo en la parte superior. En ella se colocaba una
estructura de madera coronada por un tejadillo.
Actualmente el antemural está parcialmente perdido y desvirtuado por añadidos y reformas posteriores, apertura de puertas en la mayoría de los casos. Unos
vanos, que tras la pérdida de su valor defensivo y la ruina de ediicios y estructuras
anejos (puente levadizo entre otras) facilitan el tránsito en estas zonas.
Adosado al Antemural Este, extramuros, se ha documentado parcialmente uno
de los muros que constituían la Casa Cocina ubicada frente a la puerta, y desde
la cual se accedía, en su planta primera, al interior de la Torre mediante un puente
levadizo (vid. supra). Muro que corre en dirección oeste a Este, de fábrica muy similar a la del conjunto de la antemuralla. Al limitarse la intervención arqueológica
a la zona más cercana a la Torre del Homenaje no ha sido posible determinarlo en
toda su longitud.
Extramuros de la zona sudeste se han exhumado un horno de tejas y ladrillos
y un aljibe (Aljibe II) (Fig. 8b). En los Libros de Visita conservados no se hace
mención alguna a estos elementos, a pesar que las descripciones son muy prolijas,
por lo que es posible establecer una cronología para estas estructuras ya avanzada
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Fig. 8: Periles estratigráicos de Estancia IV y liza Este (a) y Aljibe II (b).
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la Edad Moderna e incluso la contemporaneidad. No obstante, este dato hay que
tomarlo con todas las debidas precauciones. Lo que sí es evidente es que para llevar a cabo la construcción del Aljibe II hubo que desmantelar el Torreón Sudeste de
la Antemuralla, por lo que necesariamente ha de ser de cronología más moderna.
En el espacio comprendido entre la antemuralla y la Torre (liza) se ha documentado un nivel supericial de escombrado consistente en una matriz de materiales, mayoritariamente constructivos, de diverso origen y cronología: cal, cemento,
ladrillos, tejas, etc y gran cantidad de residuos sólidos urbanos contemporáneos.
Fig. 8a No ha sido posible determinar distinción estratigráica alguna dentro de
esta unidad, ya que en amplias zonas (especialmente la liza norte y la mitad oeste
de la liza sur) estos materiales se asientan directamente sobre la roca madre y el
solado de diversas estancias observables parcialmente en supericie.
Bajo ella, la denominada por nosotros UE 2, un nivel de escombros cuyo origen está en las diversas estructuras que conformaban el recinto exterior del castillo. Tras la ruina y demolición de estas estancias: casas, cobertizos, caballerizas,
etc, más los paramentos superiores de los antemurales, se aprovecharon los áridos
resultantes para colmatar las zonas de la liza que hacían las veces de foso seco, con
el objeto de crear un potente basamento sobre el que instalar la zona de explanada
que existía antes de la intervención frente a la Torre para facilitar el tránsito de
personas y aperos a su interior (en este punto conviene recordar que funcionaba
entre otras cosas como bodega) y en la liza norte asentar la construcción de dependencias auxiliares de esta bodega: piletas, Estancias I, II y III, etc.
Esta matriz presenta una textura relativamente compacta, de color pardo muy
claro, con abundantes mampuestos de tamaño medio y grande, restos de teja curva,
ladrillo, concreciones de cal, restos de mortero, etc. En deinitiva, los elementos
característicos de un escombrado de tapiales y techumbres. En ello incide la escasa presencia de material arqueológico. Éste se ciñe fundamentalmente a escasos
restos de fauna (ovicápridos principalmente) y galbos cerámicos, en número escasamente representativo, en su mayoría vidriados, con vedrío en tonos marrón
claro, verde y loza blanca. No obstante, la muestra es escasa y dispersa, y por tanto
diiculta enormemente su datación.
En la liza norte se han documentado varias dependencias (Estancias I, II y III)
adosadas al frontal de la Torre del Homenaje. La función de estas estancias hay que
relacionarla con dos piletas o trojes por lo que bien podría formar parte de un lagar
o almazara. En principio hay que asociarla a las actividades de prensado de uva
como así parece indicar uno de los últimos usos del complejo militar.
Estas piletas ocupan una supericie total de 6,15 m2. Un conjunto de planta
rectangular, con rincones matados o curvos para lo cual se dispone una teja, posCampo de Montiel 1213
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teriormente revocada. Con muros de mampostería de caliza revocados al interior
con mortero hidráulico y solado de baldosas de barro cocido. Su estado de conservación es bastante bueno salvo buena parte de su solado que está desaparecido, sin
pérdidas reseñables en sus muros de cierre perimetrales. Al conjunto se accedería a
través de un escalón. Se han inventariado tres canales de desagüe y un rebosadero
que conducen a una poceta consistente es un sencillo agujero en el suelo empedrado que alberga en su interior un recipiente cerámico desportillado, de forma
hemiesférica. Este conjunto de piletas conformarían el complejo de decantación y
reino del mosto. Aunque su uso, tras una exhaustiva limpieza, podría combinarse
con las funciones de almazara, variando su función con la estacionalidad propia de
la agricultura preindustrial (Fig. 9).
Junto a ellas un horno, de planta cuadrangular en su exterior y semicircular en
su interior, ocupando un área de 3,85 m2. Por sus modestas dimensiones este horno
tendría un carácter doméstico asociado a las actividades de la Estancia II, e incluso
a las necesidades de las actividades de transformación de uva y/o aceituna.
En este punto resulta conveniente detenerse en el solado de esta estancia. Un
empedrado a partir de seis líneas maestras con una línea de nivel descendente de
Fig. 9: Piletas de decantación del lagar.
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sur a norte, con un desnivel medio de 10 cm. Con este desnivel se facilitaría el
desplazamiento de los luidos hacia la poceta o hacia el exterior de la habitación.
En el extremo Este se localiza la Estancia III. En ella no se han inventariado
agujeros a modo de mechinales que denoten la imbricación de vigas de madera,
como sí ocurre en las zonas coincidentes con las Estancias I y II. Es por ello por lo
que este espacio podría estar abierto a modo de patio de la anexa Estancia II (con
la que se comunica a través de una puerta), o explanada asociada a la torre cuando
ésta perdió ya su función militar. Ya que tras la demolición de las antemurallas se
crearon nuevos espacios abiertos que favorecieran el tránsito de personas, animales y enseres al interior de la torre.
En la liza sur se ubican las Estancias IV, V y VI adosadas al frontal sur de la
Torre. La Estancia IV, está comunicada con el exterior de la antemuralla a través
de una puerta en su lado Este. De su cubierta se tienen evidencias ya que ha podido
inventariarse un nivel estratigráico de derrumbe de techumbre de teja curva. Inmediatamente al oeste encontramos la Estancia V. Ambiente de planta rectangular
con un horno anexado en su lado norte (Horno II), adosado al frontal sur de la
torre, es de planta circular de 40 cm de altura y 160 cm de diámetro (Fig. 10). Está
construido con un cuerpo principal de mampostería irregular de 35 cm de altura,
sin desbastar, pero careada, trabada con mortero de cal. A partir de las hiladas del
cuerpo principal se alzaría la cúpula de ladrillo de la que sólo se conserva la primera hilada completa y parte de la segunda. Por sus modestas dimensiones tendría un
carácter doméstico asociado a las actividades de las Estancias V y VI.
Es poco probable que este horno corresponda con el referido en los libros de
visita, aunque por su cercanía a la torre podría ser ése o ocupar un solar cercano a
aquel que en 1535 fue seriamente dañado por la caída de una garita de las que se
encontraban en la azotea de la Torre del Homenaje:
«[...] una garita que está cayda hazia el horno, en lo alto del dicho castillo, y las otras
tienen necesidad de se reparar, lo qual taso en diez ducados [...]» (29 Noviembre de 1535)2
Esta zona culmina en su extremo oeste con la Estancia VI. Su funcionalidad
como cocina parece apuntarse por la presencia de un agujero practicado en la roca
madre que en su fondo presenta dos pequeñas lajas de caliza que podrían servir
para el acomodo de recipientes cerámicos a modo de cantareras. Más pistas nos
facilita el inventariado de un hogar de planta semicircular de 65 cm de radio, excavado en la roca madre
2
(A)rchivo (H)istórico (N)acional, Ordenes Militares, Santiago, 1081-C: Visita de los Partidos de la
Mancha y Ribera de Tajo. Uclés, 1535.
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Fig. 10: Horno Estancia V.
En el tramo Este de liza, que hacía las funciones de foso seco, salvado por el
puente levadizo se ha exhumado el Aljibe I, excavado en la roca madre caliza y
ligeramente desplazado al norte con respecto a la puerta de acceso a la torre. Su
construcción se desarrolló de forma irregular (bien en periodos diferentes, bien con
cuadrillas distintas) toda vez que ello se denota en lo irregular de las paredes, con
periles en dientes de sierra. Es de dimensiones más que considerables (por ello
no ha podido excavarse por completo debido a la falta de garantías de seguridad
para la integridad de los trabajadores, cancelándose su excavación a una cota de -4
metros con respecto al nivel de rasante de la roca madre) (Fig. 11).
Su planta es rectangular, casi cuadrada, con esquinas matadas, y con unas dimensiones de 2,75 m por 2,50 m. Como se ha comentado con anterioridad, su
profundidad total no ha podido determinarse. Tomando como certeza absoluta esa
profundidad de -4 metros de excavación, se propone una capacidad mínima de 27,
5 m3 ó 27500 litros. Bien es cierto que su profundidad, y por tanto su cubicaje, es
estimablemente mayor, toda vez que sondeos efectuados con barrena manual no
han permitido detectar su solado.
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Fig. 11: Aljibe en proceso de excavación.
En cada una de sus paredes Este y Oeste, a unos -50 cm de su cota más elevada
se observan respectivos agujeros de sección cuadrada, que servirían para empotrar
en su interior algún tipo de viga o maderamen, que facilitarían las labores de excavación, extracción del agua, mantenimiento y limpieza de la estructura.
El cerramiento no se ha conservado, pero éste era en bóveda de sillería de
arenisca roja, posiblemente apuntada, en consonancia con la estética de la Torre.
Ello es posible determinarlo porque en su parte superior, en el lateral Este se conserva una hilada de sillares de arenisca (cinco piezas) acomodadas sobre un rebaje
practicado en la roca madre, y que son fácilmente identiicables como las ubicadas
en la primera línea de imposta; a lo que hay que sumar la entalladura y rebaje de
la roca apreciable en el lateral oeste, con unas dimensiones en las que se pueden
insertar piezas gemelas a las conservadas en el lateral Este. Incidiendo más en esta
hipótesis, en el proceso de excavación de las distintas UEs que lo colmataban, se
han recuperado piezas de cantería en arenisca roja y gris, buena parte de ella correspondientes a dovelas de bóveda.
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Es el aljibe original del castillo, aquel del que nos informan los Libros de Visita, más con requerimientos para su reparación y limpieza, que con descripciones
pormenorizadas. Valgan como ejemplo estas dos:
«En la fortaleza de Terrinches [...] Primeramente mandamos vos que hagays
modar el aljibe de la fortaleza de Terrinches e quitar e desfaser todo el maderamiento
questa en la bóveda del, e derribar la puertezilla e fasta en medio de la pared que
sale sobre la bóveda del un arco de cantería donde este su carrillo, [...]» (1511)3
y
«..rosy que se limpiase el aljibe que está suçio, e se enmaderase de otra madera
que está podrida la que tiene e piligrosa para los que entran a sacar el agua; fue
tasado de costa [en]mill e trisyentos e veynte maravedis [...]» (1507)4
1. PLANTA BAJA DE LA TORRE DEL HOMENAJE
La otra zona de intervención se ha centrado en el interior de la planta baja de
la Torre del Homenaje con la apertura de tres sondeos.
Para ello se ha procedido al levantamiento parcial de un solado de baldosas de
barro que no es el original, que sería empedrado, similar al que es posible observar
en la Planta Primera. Este suelo se instaló cuando esta sala de la torre comenzó a
funcionar como bodega. Sería, por tanto, de cronología similar a parte de las estructuras asociadas a actividades propias de un lagar inventariadas en la liza norte.
Ambas dependencias estarían comunicadas mediante la rotura de una de las saeteras convertida en ventanuco. Su línea de nivel es acusadamente inclinada hacia
el Este (más de 40 cm), con el objeto de favorecer el desplazamiento de líquidos
hacia un pozo de orujos ubicado en este sector.
Al contrario de lo que sucede en múltiples ocasiones, este solado no se encuentra ubicado sobre otros anteriores, si no a cota muy inferior con los que le precedieron. El original empedrado fue desmantelado y se procedió a excavar bajo ese
nivel de rasante. Se desconoce el porqué este embaldosado está a cota inferior con
respecto al original. A este interrogante planteado, acuden respuestas poco irmes
y convincentes: es posible que para facilitar la confección de su inclinación hacia
3
AHN, Ordenes Militares, Santiago, 1077-C: Visitas a los Partidos del Campo de Montiel y Murcia.
Uclés, 1511.
4
AHN, Ordenes Militares, Santiago, 1071-C: Visita de los Partidos de la Mancha y Campo de Montiel.
Uclés, 1507.
249
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el pozo de orujo; o que el original diicultaba las labores de acceso de las tinajas al
interior (la puerta fue agrandada de manera “ergonómica” –valga la expresión-, royendo parte de los sillares de sus jambas, para facilitar el acceso de estos contenedores) y por ello se ubicó a una cota inferior; o que al conservarse el artesonado de
madera, a modo de cámara, que escondía las bóvedas, no hubiese altura suiciente
entre éste y las tinajas, por lo que no podrían efectuarse, por el angosto espacio
restante, labores propias de una bodega, como es el trasiego del mosto y del vino.
Como se observa, coinciden una serie de situaciones, junto a muchas otras no enumeradas aquí, casi inverosímiles. Es innegable que la excavación arqueológica no
ha podido dar respuesta a estos extremos.
Bajo las baldosas se ha documentado un potente y homogéneo paquete estratigráico (UE 47) que llega hasta el nivel de roca madre. Esta unidad colmata única
y exclusivamente el espacio físico delimitado por la roca madre, el solado de baldosas y el “Muro de Cimentación Central” al que nos referiremos más adelante. Se
ha procedido a su excavación hasta su cota inal en el Sondeo II. En los Sondeos
I y III no se ha excavado hasta el nivel de roca madre. No excavándose en toda su
área por no desmontar en su totalidad el solado de la Torre. Esta unidad es un basamento de escombros, cuyo origen, posiblemente, está en los diversos paramentos
y estructuras que conformaban una ediicación anterior que ocupaba este solar, y
cuyo testigo podría ser el “muro de cimentación central de la Torre”. Tras la ruina
y demolición de estas estructuras, se aprovecharon los áridos resultantes para colmatar y nivelar la pendiente de la ladera sobre al que se asienta el castillo, con el
objeto de crear un potente basamento sobre el que construir la Torre del Homenaje
ya en fechas avanzadas del siglo XIII.
Esta matriz presenta una textura relativamente compacta, de color pardo muy
claro, con abundantes mampuestos de tamaño medio y grande, restos de teja curva,
ladrillo, concreciones de cal, restos de mortero, etc. En deinitiva, los elementos
característicos de un escombrado de tapiales y techumbres. En ello incide la nula
presencia de material arqueológico ni trazas antrópicas.
Este estrato colmata un sólido paramento murario denominado por nosotros
“muro de cimentación central de la Torre”. Ubicado en el centro de la planta baja
y en cuya cota superior se apoyan cuatro pilares de cantería de arenisca roja que
sustentan las bóvedas apuntadas de este recinto. Se trata de un lienzo que corre en
dirección norte a sur y que se encuentra en relativo buen estado a pesar de estar
parcialmente perdidas las hiladas superiores en algunos de sus tramos, especialmente en su tramo medial, donde ha sido parcialmente desmochado para permitir
el tránsito. En esta zona (Sondeo III) se ubicó una puerta de la que se conserva un
quicial circular. Igualmente en sus hiladas superiores se practicaron rebajes a modo
de poyos o bancos corridos sobre los que asentar las tinajas de la bodega. Presenta,
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al igual que el resto de los lienzos, una sólida fábrica de mampostería irregular de
caliza, sin desbastar pero careada, de tamaño medio y grande (y algunos sillarejos
de arenisca amortizados de otras construcciones o bien desechados de ésta) trabada
formidablemente con mortero de cal y arena, con la ayuda del ripio de caliza para
rellenar los intersticios entre los mampuestos. Este tipo de fábrica es el que está
presente en todo el conjunto de la fortaleza, sin apenas variaciones sustanciales. Su
cara externa presentan una estética y línea de plomada excelentes. Se ha excavado
(Sondeo II) hasta su línea de cimentación que se asienta directamente sobre la roca
madre, y consistente en un basamento de mampostería irregular de caliza, ripiada,
de tamaño medio y pequeño, sólidamente trabada con calicanto. Este basamento
es de factura más imperfecta que el resto del paramento, toda vez que, al estar soterrada, no estaba a la vista.
Esto es lo que sorprende de esta “enigmática” estructura. Si sólo fuese un muro
de cimentación, no tendría a su vez cimientos, y por supuesto el paramento no
tendría esa cierta perfección estética que está ausente en las construcciones soterradas. Por ello se apunta a la posibilidad de que, o bien esta estructura sea el
resultado de un replanteo inicial en la construcción de la torre, o bien formara parte
de una fortaleza preexistente, de cronología imprecisa, que tras la demolición de
sus paramentos superiores ejerció de excelente base sobre la que levantar la Torre
del Homenaje que ha llegado hasta nosotros. En ello incide la UE asociada a él, un
escombrado de restos de tapial y mampostería, sin material arqueológico ni trazas
antrópicas como carbones, ceniza o restos de fauna. Como ya se ha comentado
supra, se encuentra en relativo buen estado por lo que es posible observar con
precisión sus dimensiones originales: una anchura oscilante entre los 150 a 170 cm
(muy similar a la de los antemurales), y una longitud inventariada de más de 10 m.
En cuanto a la altura, ésta supera los 190 cm en algunos de sus puntos (50 cm el
cimiento y 140 cm el alzado del resto del paramento).
2. A MODO DE CONCLUSIÓN
La intervención arqueológica llevada a cabo en el castillo de Terrinches se
puede caliicar de muy positiva, con la consecución de los objetivos propuestos
inicialmente.
Por una parte, el estudio de los aspectos cronológicos-formales del castillo era
no sólo obligado sino necesario, puesto que las dudas que planteaban las cuestiones tratadas se podrían caliicar de serias. Toda vez que la fundación del castillo
planteaba toda una serie de graves problemas, centrándose el debate cientíico en si
se trataba de una fundación “ex novo” del siglo XIII –cuando la Orden de Santiago
articula y repuebla los territorios de la frontera del Campo de Montiel con respec251
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to a Al-Andalus (Ruibal, 1989, 2012; Matellanes, 1999) o bien se trataba de una
construcción militar existente ya en época islámica (Gallego, 2005). Esta cuestión
ha quedado deinitivamente zanjada, toda vez que la erección de la Torre del Homenaje y el antemural que hoy vemos son de indudable raíz santiaguista, como así
lo atestiguan las fuentes escritas, la estratigrafía y la ergología del ediicio.
Con esta intervención –que ha supuesto el primer estudio arqueológico de un
castillo en Campo de Montiel-, así como con el posterior proceso de restauración y
puesta en valor del inmueble, se ha conseguido tener una imagen concreta de esta
ediicación en sus fases iniciales, de apogeo como baluarte militar, su progresiva
degradación y su posterior amortización como bodega y deinitivo abandono.
A grandes rasgos, y ya a modo de sucinto resumen, el desarrollo de los acontecimientos no distaría mucho del expuesto a continuación y que se concreta en
varias fases:
•
Al menos la parte del castillo que se conoce, y que ha llegado en pie hasta
nuestros días (Torre del Homenaje y parte del Antemural) tiene su origen
tras la organización de este territorio por parte de la Orden de Santiago.
Bien es cierto, que se apoya sobre una construcción preexistente (bien islámica, bien un primer intento cristiano) que se sustancia en el potente paño
mural de mampostería exhumado en la Planta Baja de la Torre.
•
En su momento de apogeo –siglos XIII, XIV y parte del XV- fue un notable
castillo, con dos sólidos recintos defensivos, con suicientes dependencias
auxiliares y armas, que es capaz de resistir ante un ataque bélico, de los
que hoy se denominarían como de “baja intensidad”, como el acontecido
a cargo del Sultán de Marruecos en 1282 en el contexto de las discordias
civiles que enfrentaron a Alfonso X con su hijo o el posterior de 1434
cuando tropas de Huéscar sitiaron el castillo, que resistió el envite (Ruibal,
1989).
•
Posteriormente, cuando paulatinamente va perdiendo su función militar –a
inales del XV y a lo largo de la I Edad Moderna– el castillo va sufriendo un paulatino proceso de abandono, desorganización, falta de dotación
económica y ruina parcial de buena parte de sus estructuras. Imagen ésta
que se releja con todo lujo de detalles en los libros de visita de la Orden
«..sitose la fortaleza de la dicha villa (de Terrinches) en la qual no hallaron alcaide, questava avierta y mal parada, sucia [...]» (29 de noviembre
de 1549).5
5
AHN, Ordenes Militares, Santiago, 1085-C: Visitas a los Partidos del Campo de Montiel y Murcia.
Uclés, 1549.
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Es al inal de este periodo cuando el puente levadizo ya está obsoleto
y se procede a la apertura de una puerta en el extremo sudeste de la antemuralla, la demolición del torreón de este sector y a la construcción de un
nuevo aljibe.
•
En ese momento existe ya un inmueble, arruinado e inhabitable, en la época borbónica, con depredación de parte de sus elementos constructivos. Y
con habitáculos “de fortuna”, casi chabolas, amortizando las estructuras y
dependencias conservadas. En las guerras carlistas tuvo un tímido resurgir
como fortaleza (sólo la Torre del Homenaje), bajo cuyos muros se acuarteló un reducidísimo contingente militar.
•
Ya a ines del XIX el ediicio fue desamortizado, pasando a manos privadas para ser convertido en bodega. En este momento sufrió importantes
transformaciones que pueden resumirse en que fueron demolidas aquellas
partes de la antemuralla que diicultaban el acceso al interior de la torre. El
escombrado de esta demolición sirvió para cegar la parte de la liza (Este)
que hacía las funciones de foso seco, la nivelación de la pendiente de la
ladera y la posterior creación de una explanada frente a la puerta de la torre
que permitía el acceso hasta sus inmediaciones de personas, animales y
enseres. Este escombrado permitió en la liza norte ser una excelente base
sobre la que asentar nuevas estructuras auxiliares de la bodega/almacén:
prensa, piletas, horno, cuadras, etc, demoliendo hasta los cimientos los paños antemurales. El interior de la torre también sufrió reformas: se ensanchó la puerta, se rebajó el nivel de solado, se readaptaron algunas saeteras
como ventanas y alacenas, se limaron algunos pilares de la planta baja para
que cupieran más tinajas, etc.
•
Esta bodega también quedó obsoleta, avanzado mediados del siglo XX,
quedando un almacén casi olvidado. Aquí es donde interviene el Ayuntamiento de Terrinches, comprando el inmueble y la parcela aledaña; y
generando un Plan Director de restauración y puesta en valor.
Un aspecto a tener en cuenta es que no se ha localizado ninguna zona cultual ni
cementerial. Ello posiblemente venga dado por la importancia en época medieval
de la cercana Ermita de Luciana. Un inmueble éste objeto también de intervención
arqueológica en 2001 (Álvarez y Molina, 2007; Álvarez y Benítez de Lugo, 2009),
en donde se pusieron en evidencia enterramientos, cultura material y estructuras
datadas con certeza ya en fecha tan temprana como es el umbral del siglo XIII
con proyecciones hasta la contemporaneidad. El prestigio de este lugar de culto es
razón más que suiciente para que en el castillo no se estableciese oratorio alguno.
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La presencia del Castillo informa del proceso de reorganización demográica,
política y espacial del entorno de Terrinches en fechas iniciales a la decimotercera
centuria. Un ediicio castral de carácter feudal inmerso en un ambicioso programa
constructivo desplegado en esta zona por la Orden de Santiago (Molero y Gallego,
2013; Gallego y Lillo, 2013).
Un siglo XIII marcado en este espacio geográico por los intentos repobladores tras la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. Unas acciones desarrolladas y
dinamizadas en primera instancia en fechas muy tempranas a las de la mencionada
batalla focalizadas en torno a la vecina ciudad de Alcaraz conquistada a los musulmanes con ayuda de las Órdenes y del Arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de
Rada, junto con algunos contingentes ultrapirenáicos, los concejos y señores como
Diego López de Haro en 1213 (Pretel, 1974, 2008).
Tras la concesión del Fuero de Cuenca a Alcaraz, el concejo de la villa participa ampliamente en las acciones guerreras de estos años que conducen en la primera década de su existencia a la anexión y poblamiento de cuarenta y un lugares
del Campo de Montiel (Peset, 1984: 35), entre los cuales con mucha probabilidad
se encontraría Terrinches, aunque conviene reseñar que el territorio no estaría plenamente consolidado y que las penurias de los repobladores serían mayúsculas.
Fecha clave en todo este proceso será 1235, cuando una serie de donaciones
del monarca a la Orden de Santiago en las inmediaciones de Alcaraz provoquen
que la situación comience a cambiar sustancialmente, con un cada vez mayor incremento del poder de la Orden y un nuevo equilibrio de fuerzas en la comarca
(Pretel, 2008).
Se plantea un proceso repoblador de Terrinches y su entorno muy diferente al
desarrollado previamente por Alcaraz (Matellanes, 1996: 401ss). Montiel con sus
dos castillos: el de La Estrella y el de San Polo, formarían junto con otros de la
zona una sólida red defensiva a su alrededor, destacando entre éstos los de Torres,
Santa Cruz de los Cáñamos, Torreón de la Higuera, Puebla del Príncipe, Albaladejo y Terrinches.
En este punto es donde se deine el Castillo de Terrinches como un “castillo
de frontera”. La deinición de frontera en la concepción medieval dista de la que
actualmente se tiene como tal (Palacios, 2008: 185ss). Las fronteras medievales,
lejos de manifestarse en líneas deinidas con capacidad para separar diferentes
formaciones políticas o entidades territoriales, eran vagas referencias a espacios de
fricción, aún no consolidados (“territorios de fortuna”), cuyo principal rasgo estaría marcado por el carácter desestructurado de su población, de su economía y de
sus marcos de encuadramiento jurisdiccional, una suerte de terra nullius poblada
por gentes sin historia.
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El punto en el que convergen los conceptos de fortaleza y límite fronterizo es
que se trata de tierras castigadas, si no por las guerras, sí por su inestabilidad e
inseguridad ante eventuales expediciones estacionales, siempre desestabilizadoras, que los distintos contingentes enfrentados solían lanzar contra las posiciones
más expuestas del enemigo. En ese marco es en el que hay que ubicar la razzia
del Sultán de Marruecos, Ibn Yucef, en 1282 contra Terrinches «haciendo mucha
guerra, quemando y destrozando cuanto encontraba» (Blázquez, 1898), uno de los
posibles detonantes para la erección de la fortaleza que conocemos actualmente
(Ruibal, 1989).
Este proceso de inseguridad conllevó una patente militarización de esta zona
de contacto que hizo imprescindible la presencia de fortiicaciones. A la vez defensivas y ofensivas. Por tanto, las fortiicaciones fronterizas constituyeron los
cimientos en los que los distintos poderes fundaron, tanto las necesidades de autoprotección convenientes para crear condiciones estables en el interior de sus territorios, y que todo ello se tradujera en prosperidad para los mismos, como sus
expectativas de expansión para con los poderes vecinos.
Este proceso se situaría en una cronología que arrancaría desde 1227 para la
ocupación militar del castillo de Montiel y una organización económica y social
de su entorno geográico más inmediato en un acelerado proceso que se produjo
en los apenas nueve años posteriores con la construcción y poblamiento de más
de sesenta iglesias, quedando perfectamente delimitado el esquema productivo y
organizativo en apenas veinte años, sustituyendo el antiguo sistema económico de
pequeñas propiedades por los grandes latifundios.
Es más que probable que en esta rápida reestructuración del espacio físico
por parte de la Orden contribuyeran y se utilizaran los marcos heredados tanto de
época islámica como los primeros intentos repobladores patrocinados por Alcaraz
pero que no llegaron a buen puerto, como se ha reseñado con anterioridad.
Rastrear la situación del entorno más inmediato a Terrinches en el momento
anterior y posterior a la conquista cristiana no es una cuestión menor. La historiografía ha apostado por un panorama, tras la trascendental victoria en Las Navas,
de confusión, con los almohades manteniendo a duras penas su capacidad de resistencia en el enclave de Montiel, en una tierra devastada tras siglo y medio de
frontera (Pretel, 2000). Un espacio, en el momento previo a la conquista que estaba
articulada en torno a destacadas fortalezas como Montiel (Gallego y Lillo, 2012),
Villanueva o Alcaraz, y que pudieron beneiciarse de un rápido abandono de las alquerías y los castillos de mediano tamaño cercanos ante la presión cristiana (Pretel,
2008). En opinión de algunos, Terrinches debía ser un despoblado, o un núcleo de
escasa importancia ausente de las fuentes (Ruibal, 1989).
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Para época musulmana no son muy prolijos los estudios e investigaciones alusivos a aspectos concretos relacionados con este espacio geográico en tanto en
cuanto relativos a esa estructuración territorial de dominio y explotación del territorio. Tomando como base la toponimia, la tradición tiende a asignar una localización de los contingentes musulmanes coincidente con las actuales poblaciones de
la zona. La práctica ausencia de investigaciones históricas en los actuales núcleos
urbanos no permiten, en el estado actual del conocimiento, deinir un horizonte
islámico solapado por las actuales poblaciones de Terrinches, Albaladejo, Almedina, Puebla del Príncipe, Santa Cruz de los Cáñamos o Almedina, por citar algunos
casos signiicativos.
Las prospecciones arqueológicas desarrolladas en el marco de las vigentes
Cartas Arqueológicas tampoco han ayudado a despejar este oscuro panorama ya
que son escasísimas y algo dudosas las localizaciones rurales adscribibles a época
islámica. Por el contrario, son numerosísimos los yacimientos de época anterior y
posterior: romanos, tardoantiguos, bajomedievales y modernos. Algunos enclaves
tan señeros, por su presencia en las fuentes del siglo XIII (Pretel, 2000), como
Turra, Gorgojí o El Hinojo/Cortijo de la Cerrada no han sido objeto de investigaciones de campo rigurosas y aún no han aportado pruebas materiales suicientes
que permitan, ni tan siquiera vislumbrar, no ya su trascendencia en época islámica,
si no su mera existencia.
Un desconocimiento acentuado por las diversas excavaciones desarrolladas en
estaciones rurales donde la Arqueología ha desvelado potentes momentos de ocupación tardoantigua y un abandono previo o coetáneo a la conquista musulmana,
casos de La Ventica (Villanueva de la Fuente), Puente de la Olmilla (Albaladejo),
La Ontavia (Terrinches); e incluso el resurgimiento de algunos tras la conquista
cristiana en el siglo XIII, caso de El Calvario/Ermita de Ntra Sra de Luciana (Terrinches) y Jamila (Villanueva de los Infantes), sin haber podido localizar estratos
con materiales asociados a época islámica (Benítez de Lugo et al., 2011; Espadas,
1997, 2004; García, 1997).
Sin duda no es sensato defender un espacio “no islamizado”. Este desconocimiento de las estructuras y marcos previos al siglo XIII ha de achacarse a la escasez de investigaciones desarrolladas. A buen seguro, con nuevas investigaciones
en curso (Molero y Gallego, 2013; Gallego y Lillo, 2013), la ciencia irá aportando
luz a esta incógnita, con datos que ayudarán a desarrollar y resolver esta cuestión.
Es por ello que urge una vigilancia y control arqueológico dentro de los actuales
cascos urbanos, que han sufrido y sufren una severa pérdida patrimonial con la
destrucción y alteración de su estratigrafía histórica. El panorama no es mucho mejor en el espacio rural, donde severas obras de infraestructuras sin control arqueológico alguno han dañado irremediablemente el acervo cultural de esta comarca,
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como ha sido entre otros casos el de la necrópolis medieval de Almedina (Benítez
de Lugo, 2011).
Para conocer la dinámica de la comarca en época islámica resulta obligado
recurrir a Mentesa Oretana, la actual Villanueva de la Fuente, único núcleo urbano
objeto de investigación arqueológica (Benítez de Lugo, 2003). Aquí la presencia
islámica está atestiguada arqueológicamente a partir de inicios del siglo VIII (Benítez de Lugo y Álvarez, 2003, 2004; Benítez de Lugo et al., 2013). Esta temprana
presencia ha de explicarse a socaire de un entramado urbano heredado de los romanos, excelentemente comunicado por un tramo de la Vía Augusta (Benítez de
Lugo et al., 2012) y la recurrente apelación a la importancia de la irrigación.
La llegada del Islam sí supondrá una ruptura importante con respecto a la dinámica de la vieja ciudad romana y visigoda. El espacio urbano se contrae y vuelve
a articularse en torno al punto más elevado de la meseta donde se construye una
fortaleza (Álvarez y Benítez de Lugo, 2006; Benítez de Lugo y Álvarez, 2004). El
hábitat abandona los suburbios y arrabales de época romana y visigoda y vuelve a
circunscribirse, grosso modo, al perímetro del viejo oppidum ibérico. Los ediicios
romanos son parcialmente remozados y demolidos, y aprovechados residualmente sus elementos constructivos. Igualmente alterado resulta el entramado viario,
observándose un crecimiento orgánico del núcleo habitado. Centrándose en las
inmediaciones del río Villanueva las actividades artesanales y de almacenaje como
así lo atestiguan les numerosas estructuras siliformes y la presencia de vajilla de
cocina con series de producción local (Álvarez et al., 2006). No en vano, junto al
nacimiento del río se ubicaban los alfares, allí donde arcilla y agua no faltaban.
Los antiguos arrabales romanos son ahora colonizados, tras su ruina y colapso,
por una necrópolis, ubicada junto a otra de época tardorromana. Hay, pues, una
continuación del solar como espacio funerario, en una maqbara fechada mediante
radiocarbono en momentos califales y de primeras taifas (inales del siglo IX a
mediados del XI) (Benítez de Lugo et al., 2011).
Esa continuidad en la ubicación de las áreas cementeriales parece incidir en
un aspecto clave de la dinámica histórica de Mentesa Oretana: podríamos encontrarnos ante la misma población hispanorromana convertida ahora al Islam. Es por
ello que se ubican junto a sus antepasados, sin rupturas, en deinitiva, sin insidia ni
saña hacia lo anterior, en un gesto de marcada continuidad cultural e identitaria. El
estudio de los individuos enterrados en este cementerio islámico indica que buena
parte de éstos presentan lesiones y enfermedades asociadas a trabajos de agricultura intensiva, así como una dieta basada en el consumo de productos agrícolas casi
de manera exclusiva en algunos casos. Este dato es coherente con el hecho de que
este tipo de comunidades islámicas o islamizadas (conviene no olvidar este matiz)
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se caracterizan por su marcado acento agrícola, y especialmente hortofrutícola, aspecto éste que conduce al establecimiento temprano de una comunidad de relativa
importancia centrada en el aprovechamiento de la feraz vega del río Villanueva,
cuya primigenia red de acequiado, cuyos testigos perviven en tramos excavados en
la roca, aún se aprecia en las inmediaciones del yacimiento.
El origen de los regadíos de buena parte de la Península hay que buscarlos en
las obras de época romana ampliadas y perfeccionadas por los árabes (Sánchez y
Gozálvez, 2012). Con estos se crea una agricultura, en realidad un “agroecosistema”
de alta productividad que convive durante un tiempo y acaba superando al sistema
agrícola anterior romano (Malpica, 2012). La introducción por parte de los árabes
de nuevos cultivos y sistemas hidráulicos de forma generalizada supuso una
transformación que se puede caliicar tanto de cultural como de social y económica.
Actualmente se considera que el control del uso del agua seguía en manos del
poder, no de los campesinos de las comunidades. La creación de nuevas tierras
irrigadas responde a iniciativas de grupos de poder aristocráticos de carácter tribal. En el siglo X la irrigación en torno a los núcleos urbanos es una realidad que
se recoge con toda claridad en las fuentes escritas que al describir las principales
ciudades Omeyas, insisten en la abundancia de huertas y árboles frutales en su
entorno (Malpica 2012).
Es un tipo de agricultura caracterizada por el policultivo, que en sus inicios
busca el autoconsumo, pero que debido a su alta rentabilidad formará un pilar
básico del comercio andalusí. Un comercio gestionado desde un lugar central, que
en este caso es la ciudad, mediante un mercado central o zoco. Es en este momento
cuando surge el concepto de feria que aglutina a individuos de otras poblaciones
que se acercan a ella a surtirse de aquello de lo que carecen, en este caso frutas
y hortalizas. Así como productos artesanales e industriales, ya que conviene no
olvidar la importancia que tuvieron en la localidad en esta época, entre otros productos, las cerámicas, el curtido de pieles y el tintado de tejidos; tal y como se
releja en el registro arqueológico que en la última década se ha ido poco a poco
conociendo, y que sólo son explicables por una abundante presencia de agua (Benítez de Lugo et al., 2011).
Con la llegada de los cristianos en el siglo XIII la importancia y pujanza de
la huerta no decae, a pesar de ser un tópico bastante recurrente que está siendo
desmontado a la luz de nuevas aportaciones para otros ámbitos peninsulares (Ortuño, 2006). En el caso concreto de Villanueva los documentos cristianos relejan
una presencia abundante de huertas y una producción basada principalmente en
especies que precisan ser irrigadas. Sobre éstos destaca la alta producción de ibras
vegetales, en concreto el cáñamo (Pretel y Rodríguez, 1981).
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En el siglo XIII tras el inal de la fase islámica y la recuperación cristiana de
la ciudad, ésta sufre un periodo de remoción con la construcción de una iglesia
(Benítez de Lugo y Álvarez, 2003) y el traslado de su cementerio a ese entorno,
con apertura de nuevas calles y construcciones de nueva planta, tanto domésticas
como industriales, hasta que en fechas ya avanzadas Bajomedievales y Modernas,
poco a poco, la ciudad se va desplazando hacia el norte, ocupando las tierras de
labor el otrora espacio urbano.
Obviamente no puede extrapolarse la información conocida de este enclave,
pero no es menos cierto que aporta luz en el conocimiento de la dinámica histórica
de la comarca hasta el momento en que tanto Alcaraz como Montiel se conviertan
en los ejes sobre los que pivotará un “tiempo nuevo” ya avanzada la decimotercera
centuria.
La práctica ausencia de documentos explícitos al respecto de Terrinches en el
siglo XIII obliga a dejar esta cuestión abierta, pero sin duda a un mayor conocimiento del problema contribuyen, entre otros, la presente intervención arqueológica y la información documental posterior.
Desde el punto de vista documental se fechan los primeros datos a ines del
siglo XV. Gracias a los libros de visitas de la Orden de Santiago podemos reconstruir, el proceso de construcción, renovación y ampliación acaecido en el castillo
entre los años 1480 y 1549.
Ya para inalizar, en esta intervención puntual ha sido posible establecer una
secuencia estratigráica “datada históricamente” en relación con las fases constructivas del castillo, y una secuencia estratigráica “relativa” que permite conirmar la
presencia de elementos constructivos, algunos ya desaparecidos, de la concepción
original de este ediicio militar; y la remodelación, amortización y readaptación de
buena parte de sus estructuras.
Lo cual permite establecer con certeza una secuencia vívida del devenir en el
tiempo de esta destacada fortaleza. Centrada, bien es cierto, en su zona central: la
Torre del Homenaje y su Antemural (torreones, antemurallas y liza), allí donde se
ha desarrollado esta intervención arqueológica. En este punto es posible airmar
con rotundidad, en base a la arqueología vertical y horizontal, la evidente fundación santiaguista, de al menos esta parte del castillo. Quedando abierto el debate
sobre una más que probable fortaleza anterior datada, bien en época musulmana,
bien un primer encastillamiento cristiano.
El hecho de la ausencia, en zonas puntuales, de estratos históricos y elementos constructivos hay que ponerla directamente en relación con la entidad de las
obras de remodelación llevadas a cabo en fechas diversas, algunas relativamente
recientes (hace unas décadas) que arrasaron buena parte de la estratigrafía original
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y depredaron materiales constructivos “edilicios” (sillería de arenisca roja y gris, y
ortostatos escuadrados de caliza) y “comunes” (tejas, ladrillos y baldosas) dignos
de ser reutilizados. Buena parte de ellos, aún siguen presentes en el actual entramado urbano de la localidad.
Esta intervención supone el primer, pero fundamental paso, del “renacer” del
Castillo de Terrinches: su restauración y puesta en valor como un destacado centro
de interpretación de la Orden de Santiago en el Campo de Montiel. Todo un referente en la comarca, la provincia y la región (Fig. 12).
Su pasado destacado deja paso a un futuro que podría caliicarse como más que
prometedor; esplendoroso.
Fig. 12: Museografía y recreación escénica en la primera planta del castillo de Terrinches.
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ARCHIVOS Y FUENTES
Archivo Histórico Nacional, Ordenes Militares, Santiago, 1071-C: Visita de
de la Mancha y Campo de Montiel. Uclés, 1507
Archivo Histórico Nacional, Ordenes Militares, Santiago, 1077-C: Visitas a
del Campo de Montiel y Murcia. Uclés, 1511
Archivo Histórico Nacional, Ordenes Militares, Santiago, 1081-C: Visita de
de la Mancha y Ribera de Tajo. Uclés, 1535
Archivo Histórico Nacional, Ordenes Militares, Santiago, 1085-C: Visitas a
del Campo de Montiel y Murcia. Uclés, 1549.
los Partidos
los Partidos
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RECM
Extra
1
Campo de Montiel
1213
Entre el Islam y el Cristianismo
Pedro R. Moya-Maleno y David Gallego Valle (coords.)
Ficha catalográFica
Campo de Montiel 1213: Entre el Islam y el Cristianismo. Actas del Congreso
del VIII Centenario del inicio de la Conquista Cristiana del Campo de Montiel
(1213-2013) /
Pedro R. Moya-Maleno y David Gallego Valle (coord.)
Revista de Estudios del Campo de Montiel / Vol. 1 Extra (2015).–
Almedina: Centro de Estudios del Campo de Montiel, 2015.
170 x 227 mm.
304 pp.
Volumen Extra, 1
ISBN: 978-84-608-2844-0
ISSN electrónico: 1989-595X
ISSN papel: 2172-2633
III. Centro de Estudios del Campo de Montiel
© De los contenidos: los autores.
© De la edición:
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Este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención del CECM es que sea utilizado lo más ampliamente posible y que, de reproducirlo por partes, se haga constar el título, la autoría y la edición.
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consejo asesor
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Dr. Pedro R. Moya-Maleno
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Pedro R. Moya-Maleno
Campo de Montiel 1213:
Entre el Islam y el Cristianismo
Actas del Congreso del VIII Centenario del inicio de la Conquista Cristiana del Campo de Montiel (1213-2013)
Pedro R. Moya-Maleno
David Gallego Valle
(coords.)
REVISTA DE ESTUDIOS DEL CAMPO DE MONTIEL Extra 1
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Índice
Págs.
PRESENTACIÓN
1
El Congreso
3
Actas
DaviD GALLEGO VALLE
Del emirato a la conquista cristiana: propuesta de reconstrucción del paisaje
histórico del Campo de Montiel (ss. IX-XIII) .................................
9
ángela MADRID MEDINA
Los orígenes de la presencia de la Orden de Santiago en el Campo de Montiel
55
María Del Pilar CALZADO SOBRINO
Documentación de la Orden militar de Santiago durante la conquista cristiana:
el fondo documental de Uclés en la Edad Media .................................
75
Pilar MOLINA CHAMIZO
Reconquista y Repoblación en el Campo de Montiel. Los primeros espacios para
el culto cristiano. Capillas, iglesias y parroquias (siglos XIII-XIV) ......................
89
PeDro r. MOYA-MALENO
Procesos de reconquista, repoblación y abandono medievales en el Campo de
Montiel: la aldea fortiicada de Peñalor .................................
111
Beatriz ARIAS SÁNCHEZ
Las dehesas del Campo de Montiel en la Edad Media .................................
171
carlos CAMPAYO GARCÍA, PeDro r. MOYA-MALENO y ángel D.
BASTOS ZARANDIETA
Territorio y comunicaciones bajomedievales en el Alto Valle del Jabalón durante
el siglo XIII: experimentalidad y propuestas .................................
189
honorio j. ÁLVAREZ GARCÍA, luis BENÍTEZ DE LUGO ENRICH, jaiMe
MORALEDA SIERRA y enrique MATA TRUJILLO
El castillo de Terrinches. Avance de resultados de la investigación arqueológica
233
Págs.
Miguel TORRES MAS y luis BENÍTEZ DE LUGO ENRICH
El castillo de los Baños de Cristo: una fortiicación estratégica en el mundo
bajomedieval del Campo de Montiel .................................
265
carlos j. RUBIO MARTÍNEZ
El Campo de Montiel como demarcación territorial en la Edad Media. En torno a
la formación del Campo de Montiel .................................
279
ángel D. BASTOS ZARANDIETA, PeDro r. MOYA-MALENO y carlos
CAMPAYO GARCÍA
Arqueología del Castillo de Salvatierra o Cinco Esquinas (Cazorla, Jaén) y las
comunicaciones medievales con el Campo de Montiel .................................
289