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–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) 13 ANALES DE ARQUEOLOGÍA C O R D O B E S A n ú m e r o 1 7 ( 2 0 0 6 ) LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA Nuria de la O Vidal Teruel / nvidal@uhu.es Juan M. Campos Carrasco / campos@uhu.es Universidad de Huelva RESUMEN En el presente trabajo se ofrece un primer acercamiento conjunto y actualizado sobre el mundo funerario de la ciudad de Onuba Aestuaria, identifi cada con la actual capital onubense. Se hace una puesta al día sobre las investigaciones realizadas en este campo y se muestra la primera síntesis sobre la situación de las diferentes necrópolis de la ciudad a partir de la revisión de los datos proporcionados por las intervenciones arqueológicas reali- zadas desde mediados de los años sesenta de la pasada centuria, junto con la incorporación de las últimas novedades derivadas de la intensa actividad arqueológica que se realiza actualmente en la Zona Arqueológica de Huelva1. PALABRAS CLAVE: Onuba (Huelva); Mundo Funerario Ro- mano; Arqueología Romana. ABSTRACT In this work a fi rst global and updated approach on the fu- nerary world of the roman city of Onuba Aestuaria –Huelva– is offered. We present the fi rst synthesis about the situation of diffe- rent cemeterys in the city from the revision of the data provided by the archaeological interventions carried out mid the Sixties of the last century, between to the incorporation of the last new features related to modern research developed in the Archaeolo- gical Zone of Huelva. KEY WORDS: Onuba (Huelva, Spain); Roman Funerary World; Roman Archaeology. 1 | El presente trabajo se enmarca dentro de las actividades del Proyecto de Investigación “Análisis de la implantación y evolución del Fenómeno Urbano en el suroeste peninsular: Arqueología Urbana en la Ciudad de Huelva”, pertene- ciente al Plan Nacional de I+D del Ministerio de Educación y Cultura (Ref, HUM 2004-01790), dirigido por el Dr. D. Juan M. Campos Carrasco. VOL. II / PÁGS. 13 - 34 Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 14 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA INTRODUCCIÓN La actual capital onubense constituye uno de los yacimientos arqueológicos más valorados de la Península Ibérica merced a su larga historia que se hace patente a través de una secuencia ocupacional sin solución de con- tinuidad desde la Protohistoria hasta la ac- tualidad. Pero no deja de ser cierto que esta valoración no ha tenido igual repercusión para todos los períodos manifestados en esta secuencia, de manera que la innegable im- portancia atribuida al período protohistórico tartésico y colonial fenicio ha dejado en fran- ca desventaja a otros momentos de la evolu- ción de la ciudad, que como consecuencia se han visto relegados a un segundo plano tanto en el contexto de la investigación histórica- arqueológica como del propio interés general de la población onubense. Afortunadamente esta situación está cambiando desde hace algunos años en íntima conexión con dos hechos fundamentales que han tenido una importancia vital para la investigación y el mantenimiento del patrimonio arqueológico onubense: en primer lugar la Declaración de la Zona Arqueológica de Huelva (ZAH), con las consiguientes implicaciones en el campo de la investigación, protección, conservación y difusión del patrimonio arqueológico de la capital onubense que de ella se derivan; y en segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, la incorporación de la Universidad de Huelva (en adelante UHU) y de otros pro- fesionales libres a las investigaciones del “ya- cimiento Huelva”. Es dentro de esta tendencia de apertu- ra donde hay que valorar el avance produ- cido en la investigación arqueológica de este yacimiento, uno de cuyos principales benefi ciados ha sido el período romano de la ciudad, carente hasta el momento de una interpretación conjunta de los distintos as- pectos que lo integran, no sólo ya en lo que respecta a la capital de Huelva sino de todo el conjunto onubense en general2. Hasta los trabajos realizados por la UHU la visión tradicional sobre Onuba era producto de una serie de datos inconexos, recuperados desde mediados de los sesenta hasta fi nes de los noventa, y debidos básica- mente a la actividad desarrollada por M. del Amo, Director del Museo Provincial, durante la década de los setenta, y del Servicio de Arqueología de la Diputación, durante las dos décadas siguientes, y cuyo interés funda- mental, especialmente en este último caso, se centraba en el período tartésico de la ciu- dad. Como consecuencia y resumen de esta etapa de la investigación se había fraguado una hipótesis, mantenida durante muchos años, que se destacaba por la escasísima va- loración de la Huelva romana frente a otros momentos de su historia.3 2 | En este sentido son de destacar las aportacio- nes de Campos Carrasco (2003), Campos y Vidal (2003) y Vidal Teruel (2001; 2002; e.p.) donde se contienen las últimas síntesis sobre el tema. 3 | “Huelva: En época romana fue una población costera de escasa importancia”: Luzón Nogué, 1975, 311; “De los restos arqueológicos hasta ahora poco conocidos parece deducirse que Onuba fue una pobla- ción pobre y de escaso índice demográfi co”: Amo y de la Hera, 1976, 118; “Luego veremos que no hay otras razones para pensar que la ciudad [refi riéndose a la antigua Onuba] haya tenido especial relieve en época romana”: Blanco y Rothenberg, 1981, 15; “Estas mone- das […]parecen ejemplifi car un núcleo eminentemente agrícola y de no mucha relevancia, al menos por la es- casez de los datos arqueológicos que conocemos […] En defi nitiva, Onuba parece tuvo, en general, un esca- so protagonismo, y sólo en la segunda mitad del siglo I fue capaz de desarrollar una producción de salazones de relativa importancia”: Fernández, Rufete y García, 1992, 316; “Sin embargo, la escasez de tumbas [..] así como la pobreza de los ajuares, no son sino elementos que confi rman el escaso relieve de este núcleo urbano [Onuba], sobre todo en relación con épocas anterio- res..” Fernández, García y Rufete, 1997, 80. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 15 Actualmente esta situación ha cambiado diametralmente y la consiguiente revaloriza- ción de la Huelva romana es ya una realidad gracias, a dos hechos fundamentales apun- tados unas líneas atrás: la andadura de la Zona Arqueológica de Huelva, una de cuyas más destacadas implicaciones es la existen- cia de registros arqueológicos controlados y completos desde el punto de vista estrati- gráfi co y la puesta en marcha de Proyectos Sistemáticos por parte de la UHU, como la propia Delimitación de la Zona Arqueológi- ca, la elaboración de la Carta del Riesgo de Huelva (Campos y Gómez, 2000; Gómez y Campos, 2001) o la ejecución de proyectos del Plan Nacional de I+D del Ministerio de Educación y Ciencia. Gracias a todo ello y como primer fruto de esta recuperación del horizonte romano de la ciudad se ha podido realizar la primera interpretación sobre la estructura urbana de Onuba (Campos Carrasco, 2003) – Lám. I– y derivado de lo anterior una primera valora- ción conjunta de los datos funerarios en ín- tima conexión con la confi guración urbana de la ciudad. Pero para llegar a esta primera valora- ción global sobre el tema, inédita hasta la presente publicación, es preciso hacer un breve balance y analizar los registros arqueo- lógicos referidos al mundo funerario roma- no de la capital onubense y dividirlos en dos grandes bloques: por un lado las evidencias arqueológicas obtenidas desde 1996 a 2000 y por otro, las producidas con posterioridad a esta última fecha. 1. LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA: LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DESDE 1966 A 2000 Las intervenciones arqueológicas realizadas durante la década de los ’60, ’70, ’80 y ’90 del pasado siglo están marcadas por la alea- toriedad y la parcialidad derivada de dos he- chos fundamentales: uno, ser consecuencia casi siempre del desarrollo de la actividad LÁMINA I: Articulación interna de la ciudad romana de Onuba (Campos Carrasco, 2003) Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 16 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA urbanística de la capital de Huelva y dos, estar condicionadas por un interés exacer- bado hacia la búsqueda de indicadores re- lacionados con la ocupación protohistórica de la ciudad, y en especial por el horizon- te de contacto indígena-fenicio, que tantos ríos de tinta ha hecho verter a numerosos investigadores. Durante este período pues, hay que analizar primeramente los trabajos realizados en las zonas más altas de la ciu- dad, los denominados “cabezos”4, concreta- mente en el Cabezo de la Esperanza, y con posterioridad los que se localizan en las zo- nas más bajas. En el cabezo de la Esperanza las pri- meras noticias del hallazgo de restos fune- rarios romanos son transmitidas por J. P. Garrido y E. Orta (Garrido y Orta, 1966). No obstante en aquel momento, las urnas cinerarias halladas y aparentemente aisla- das son identifi cadas como ibéricas. Años después, M. del Amo readscribirá cronoló- gicamente dichas urnas (Amo y de la Hera, 1976, 78) en función de otros hallazgos producidos en las inmediaciones de aqué- llos (sin especifi car concretamente cuan- do) y de los cuales hará un análisis a través de la información proporcionada por quie- nes procedieron a la recogida del material tras el hallazgo fortuito de las tumbas. En función de dichas informaciones y del aná- lisis de los ajuares depositados en el Museo Provincial establece la existencia de tres tipos de enterramiento para la Necrópolis de La Esperanza, en la que se incluyen ya los primeros hallazgos de mediados de los sesenta: en primer lugar, incineraciones en urnas de tradición iberopúnica del siglo I d.C.; en segundo lugar, tumbas de incine- ración bajo seis tégulas a doble vertiente (una de las cuales portaba en su ajuar una moneda de bronce con la efi gie de Tiberio además de ungüentarios de vidrio); y fi nal- mente un ustrinum, todo lo cual nos sitúa ante una necrópolis de incineración de los siglos I-II d.C. (Amo y de la Hera, 1976). Es también M. del Amo, quien durante los primeros años de la década de los seten- ta documenta otros hallazgos funerarios romanos, pero de época más tardía que los anteriormente comentados y situados espa- cialmente en otras áreas de la capital, las zonas bajas de la ciudad, y la periferia del casco urbano respectivamente. En cuanto al primer caso, el de la C/Onésimo Redondo (actualmente C/Dr. Plácido Bañuelos), se trata de una necrópolis más tardía que la de La Esperanza, caracterizada por el empleo único de la inhumación como rito de ente- rramiento. En la misma se registraron siete enterramientos de adultos (más uno de un recién nacido), caracterizados por una gran variedad constructiva en las tumbas emplea- das: 1. Cajas rectangulares de ladrillos y cu- biertas con tégulas horizontales; 2. Tégulas a doble vertiente; 3. Fosa excavada en la tie- rra cubierta con tres tégulas horizontales; 4. Enterramiento infantil en ánfora. Algunos elementos de los ajuares –vasos de vidrio en las tumbas 3 y 7, lucerna del Tipo VIII de Loeschcke/III de Ponsich en la tumba 3– así como la tipología del propio ánfora emplea- do para el enterramiento infantil (Almagro 50) llevaban a la datación bajoimperial (si- glos III-IV d. C.) para el conjunto. 4 | Los “cabezos” son formaciones sedimentarias originadas en el Mioceno y cubiertas posteriormente por depósitos aluviales del Pleistoceno (Campos y Gó- mez, 2001, 69), caracterizadas por constituirse en ele- vaciones medias que proporcionan la típica topografía acantilada que caracteriza a la capital onubense, y que paisajísticamente se traduce en la sucesión de zonas elevadas y otras bajas encajadas entre aquéllas que han servido de base a la ocupación del espacio desde la pro- tohistoria hasta la actualidad. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 17 Más tardío aún es el hallazgo producido de manera fortuita en la periferia del casco urbano de la ciudad, en una zona conocida como “La Orden”. Éste consistía en una ne- crópolis tardorromana, de la que se excava- ron cuarenta enterramientos caracterizados todos por el rito único de inhumación y la orientación constante del cadáver con la ca- beza hacia el oeste. Aquí se documentaron cuatro variedades constructivas en las sepul- turas: 1. Caja rectangular de ladrillos a soga con cubierta de tégulas horizontales y sobre ellas tégulas a doble vertiente; 2. Tipo como el primero pero sin la cubierta de tégulas a doble vertiente; 3. Fosa excavada en la tierra y cubierta de tégulas a doble vertiente. En los extremos se colocaron dos tégulas verti- cales de cierre; 4. Enterramientos infantiles en ánforas. En todos los enterramientos se hace patente la ausencia de ajuar funerario, salvo en un caso, el de la Tumba 21, donde se halló un pequeño jarro de tosca factura denominado de Tipo “visigodo”. Dicha cir- cunstancia unida a la aparición de algunas monedas de época de Valentiniano y Cons- tantino dispersas fuera de las tumbas asig- naban una cronología de uso del lugar desde principios del siglo IV hasta buena parte del siglo V d.C. (Amo y de la Hera, 1976). Habrá que esperar más de veinte años tras la publicación de M. del Amo para en- contrar nuevamente indicios sobre el mun- do funerario de época romana en la ciudad. En este caso durante una actuación del Mu- seo Provincial de Huelva, bajo la dirección de su entonces director, M. Osuna, se pro- cedió a la excavación de un solar situado en una zona de frecuente aparición de registros romanos de carácter industrial –piletas de salazón– desde mediados de los años seten- ta, la Calle Palos (Amo y de la Hera, 1976). Aquí y durante el año 1998 se documenta- ron varios elementos como una fuente ro- mana de sección cuadrada, una basa de una columna dórica y una tumba de incineración de un individuo infantil de unos 12 años al que acompañaban algunos “instrumentos de cirujano” a modo de ajuar, fechada en- tre los siglos II-III d.C. Hasta el momento no conocemos publicación alguna sobre los resultados, habiendo de remitirse al Informe Preliminar de la Intervención realizado ese mismo año para el análisis de este hallazgo (Osuna, 1998, Inédito). 2. LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA: LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DESDE 2000 Desde fi nes del año 1999 (momento de la incoación del expediente de Declaración de la ZHA) y, sobre todo a partir del año 2000, la situación de la investigación arqueológi- ca en la capital onubense muestra un giro al entrar en vigor las cautelas derivadas de la norma jurídica de la zonifi cación arqueo- lógica, que producen como consecuencia inmediata un aumento en el número de las intervenciones arqueológicas, además de ampliar la nómina de investigadores que in- tervendrán en la documentación del proceso histórico-arqueológico de la ciudad. A partir de este momento, y hasta la actualidad, te- nemos que destacar dos hallazgos funerarios que, como trataremos en un apartado pos- terior, han permitido además de ampliar los propios límites de la ciudad romana, la ubi- cación de dos de las necrópolis del núcleo onobensis. En primer lugar hay que reseñar los res- tos funerarios documentados en el solar de C/ San Andrés-Plaza Ivonne Cazenave, uno Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 18 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA de los lugares más emblemáticos de la histo- ria reciente de la capital onubense. En este caso la intervención arqueológica fue reali- zada por el Área de Arqueología de la UHU durante el año 2000 (Fases 1ª, 2ª y 3ª) do- cumentándose una secuencia ocupacional desde época romana hasta el período moder- no-contemporáneo, pasando por el período islámico almohade. La ocupación romana del sitio se hace patente, además de por un ramal del acueducto que surtía de agua a la ciudad, a través de la documentación de una necrópolis (Gómez et alii 2003), donde se registra el doble rito de la inhumación y la incineración. En cuanto a las inhumaciones se docu- mentaron dos tumbas de adultos (nº 18 y 19) con el cadáver en posición de decúbito supino bajo cubierta de tres tégulas horizon- tales, completadas en el caso de la nº 18 con dos ímbrices en cabecera y pies. Al cadáver de la nº 19 le acompañaban dos elementos de cerámica común –un cuenco y una ollita– como ajuar (Lám II). También se documen- tó otra inhumación, pero ésta de carácter in- fantil (nº 5) bajo cubierta de dos tégulas en posición horizontal carente por completo de ajuar. Junto a estos enterramientos se loca- lizó una construcción piramidal de grandes sillares de calcarenita escalonados (nº 44) interpretada como un altar o monumento funerario asociado a los enterramientos de inhumación (Lám III). En cuanto al rito de la incineración nos hallamos ante dieciséis cremaciones prima- rias de diferente carácter en su resultado fi nal: así se documentaron nueve busta en fosa simple sin ningún tipo de estructura funeraria adicional ni cubierta (nº 2, 3, 4, 7, 10, 13, 14, 17, y 20); también se halló un bustum bajo una cubierta irregular de bloques de calcarenita (nº 16) y fi nalmente LÁMINA II: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Tumba 19. LÁMINA III: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Monumento piramidal nº 44. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 19 se exhumaron seis busta en fosa simple con cubierta de tégulas, tanto en disposición ho- rizontal (nº 6, 15) como a doble vertiente (nº 1, 9, 11 y 12). El registro de época roma- na en este solar se completa con estructuras murarias, unas de época republicana (nº 63), y otras de época imperial, bien conectadas con la fase de inhumaciones (nº 111 –Lám IV–, y 240) o bien otras que parecen delimi- tar edifi cios o recintos datables a partir del siglo II d.C. (nº 23) y especialmente en mo- mentos más tardíos –nº 182/190– (Gómez, et alii, 2003, 660; 664). Con posterioridad al año 2000 los tra- bajos en este solar (Fases 4ª, 5ª y 6ª) fue- ron retomados por otro equipo que localizó más enterramientos de incineración e inhu- mación, así como parte de un monumento funerario circular que no obstante apareció destruido en casi dos tercios de su estruc- tura, y que de cara a la puesta en valor de los restos arqueológicos una vez fi nalizada la construcción del nuevo inmueble proyec- tado en el solar, fue desmontado y ya ha sido recolocado en otro lugar una vez fi nalizada dicha actuación de puesta en valor, recién inaugurada y que constituye la primera experiencia de este tipo realizada hasta el momento en la capital onubense –Lam V–. El hecho de que la última fase de la actua- ción (6ª) terminara recientemente y que los resultados de todos estos trabajos aún permanecen en fase de estudio y sin publi- car (Haro, Castilla y López, 2004, Inédito; Haro, López y Castilla, 2005, Inédito) nos ha llevado a centrarnos por el momento en los datos de las tres primeras campañas para la valoración conjunta que sobre el tema reali- zaremos en un apartado posterior. En segundo lugar, para este período, hay que señalar la intervención realizada en la C/ Vázquez López 25/27 (Castilla, de Haro, y López, 2004), en la que se documen- taron veintidós enterramientos de época altoimperial, correspondientes 21 a adultos y sólo uno de ellos a un individuo infantil. En cuanto a los adultos nos hallamos ante cremaciones primarias con diferentes tipos de sepultura: catorce busta bajo cubierta de dos y cuatro tégulas a doble vertiente; sie- te busta sin estructura de cubrición; y un bustum bajo cubierta de ladrillos. Respecto LÁMINA IV: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Muro nº 111. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 20 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA al enterramiento infantil, el hecho de que la excavación fue notablemente difi cultosa debido a la presencia constante del nivel freático, y de que no apareció resto alguno del individuo enterrado una vez analizado el contenido del ánfora que formaba parte del mismo, hace difícil su valoración, pero no obstante, hay que suponer que también fue incinerado tal y como se desprende de las informaciones que proporciona la publi- cación sobre el hallazgo, donde se afi rma que el único rito practicado en el conjunto excavado fue la incineración, en ningún caso la inhumación (Castilla, de Haro, y López, 2004, 590). Con los datos disponibles hasta el mo- mento y que acabamos de mostrar, y a partir de la propuesta de articulación urbanística realizada por J. M. Campos (2003) han podi- do ubicarse las necrópolis relacionadas con la ciudad de Onuba, tres de ellas constata- das ya arqueológicamente, y la última esta- blecida en función del análisis topográfi co y de la localización de restos arqueológicos de diferente índole y que básicamente se loca- lizan en directa relación con los cuatro ejes principales de la ciudad: (Lám VI). – La Necrópolis ESTE: apoyada por los hallazgos de Cabezo de la Esperanza, C/ Palos y Convento de S. Francisco. – L a Necrópolis SUR: de valoración re- ciente gracias a la documentación de los restos de C/ Vázquez López. – La Necrópolis NORTE: establecida en función de los registros de C/ Onésimo Redondo (hoy C/ Dr. Plácido Bañuelos) y de los de Plaza Ivonne Cazenave. – La Necrópolis OESTE: cuya ubicación se estima en función de análisis topo- gráfi cos y de articulación urbanística del núcleo onobensis, pero que por el momento carece de una contrastación arqueológica fechaciente al no haberse documentado por el momento restos fu- nerarios concretos. 3. CONSIDERACIONES FINALES Una vez analizados cada uno de los registros funerarios de que se dispone hasta el momen- to, y para realizar una primera valoración global sobre el tema, podemos comenzar el recorrido por las necrópolis de la ciudad de LÁMINA V: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Arriba: Integración de algunos elementos romanos en la Plaza Arqueológica. Monumento piramidal (nº 44), Acueducto y Muro (nº 111); Debajo: Reubicación de los restos del Mausoleo Circular Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 21 Onuba a través de la localizada en el sector Este, sobre todo por el hecho de que fue en esta zona donde por primera vez quedaron constatados en publicaciones registros fune- rarios de época romana. Así, independiente- mente de varios hallazgos aislados de ente- rramientos secundarios en urnas cubiertas con tapaderas de tradición iberopúnica en el Cabezo de La Esperanza (Garrido y Orta, 1966; Amo y de la Hera, 1976, 87), se halla- ron durante los años setenta otros enterra- mientos consistentes en incineraciones bajo tumbas de tégulas acompañadas de ajuar –ungüentarios de vidrio y una moneda de Ti- berio– además de una bolsada de cenizas a modo de ustrinum, mediante los cuales pudo concluirse que todos estos elementos debían relacionarse con una necrópolis de incinera- ción datable en los siglos I-II d.C. (Amo y de la Hera, 1976). Conectando estos datos con otros obtenidos con posterioridad se esti- ma que esta necrópolis hubo de extenderse además de por el mencionado cabezo, por la zona baja inmediatamente adyacente, de ma- nera que un enterramiento documentado en la intervención de la C/ Palos 15-17 (Osuna Ruiz, 1998) podría asociarse también a esta necrópolis. Éste consistía en una sepultu- ra de incineración bajo cubierta de tégulas con disposición horizontal que contenía los restos de un cadáver infantil al que acompa- ñaban instrumentos de cirugía en la cabece- ra, fechable entre los siglos II-III d.C. En la misma intervención aparecieron restos de un enterramiento similar en el perfi l Norte, lo cual impidió su excavación completa. Estos dos enterramientos, aparentemente aislados, podrían relacionarse también con algunas noticias que proporcionaba Baldomero de Lorenzo y Leal en 1883 sobre la aparición de sepulcros romanos a espaldas del Convento de San Francisco (Gómez y Campos, 2001)5. Estos hallazgos junto con los dos anterior- mente documentados en la C/ Palos y los del Cabezo de La Esperanza defi nirían por tanto esta zona de necrópolis por el este de la ciu- dad. También en época altoimperial se sitúan los registros funerarios localizados en la C/ Vázquez López, donde se localiza la necró- polis sur de la ciudad, desconocida por com- pleto hasta el año 2001. En este caso nos hallamos ante una necrópolis de incinera- ción, junto con un enterramiento de carác- 5 | “.. Muchos son los sepulcros romanos que se han encontrado y en diversos sitios, siendo digno de especial mención, por estar mejor conservado que los otros, el descubierto en la propiedad de D. Justo Garri- do, dignísimo director de la Escuela Normal de Maes- tros de esta ciudad … Dos desmontes hechos a espaldas del convento de San Francisco le descubrieron, encon- trándose en perfecto estado de conservación, cedidos por la atención de dicho sr al autor de esta historia..” (Lorenzo y Leal, 1883, en Gómez y Campos, 2001). LÁMINA VI: Situación de las necrópolis de Onuba. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 22 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA ter infantil sobre cuyo rito no podemos pro- nunciarnos fehacientemente al no haberse documentado resto alguno del cadáver aun- que todo parece indicar que fue incinerado al igual que los adultos (Castilla, de Haro, y López, 2004, 590). Además de los ajuares que acompañaban a la mayor parte de los enterramientos (ungüentarios de vidrio, ja- rritas, ollas y cuencos de cerámica común y clavos o tachuelas de hierro o bronce; tan sólo se documenta un caso de inclusión de una moneda) hay que destacar la presencia en dos de las tumbas (nº 1 y 5), de sendos fragmentos de ánfora situados en la parte superior de la estructura de tégulas y que debieron haber funcionado posiblemente como tubo de libaciones (Castilla, de Haro, y López, 2004), constituyéndose éste como el único ejemplo documentado y publicado hasta el momento de este tipo de prácticas en el núcleo onobensis. La importancia de estos hallazgos es do- ble por dos cuestiones: la primera, de raíz topográfi ca, ya que se sitúan en una zona que tradicionalmente se consideraba exenta de ocupación durante el período romano; sin embargo, estos enterramientos confi rman la delimitación de la ciudad romana que la Universidad de Huelva ya planteó a través de su Carta de Riesgo en el año 2000 (Campos y Gómez, 2000); y la segunda, derivada de aquélla, es de un carácter más histórico y arqueológico, desde el momento en que esta nueva necrópolis demuestra que ni la Onu- ba romana fue tan pequeña, ni tan mediocre como se mantenía tradicionalmente, ya que en caso contrario no habría necesitado de lugares de enterramiento tan variados (La Esperanza, Ivonne Cazenave-Onésimo Re- dondo, Vázquez López, Palos) y alejados en- tre sí (Vidal Teruel, 2001). Siguiendo el recorrido por el mundo fu- nerario onubense nos trasladamos hacia el sector norte de la ciudad, donde se localizan las intervenciones de C/Onésimo Redondo y Plaza Ivonne Cazenave. La información más completa sobre la existencia de una necrópolis romana “in situ” en la capital onubense procedía, has- ta las últimas intervenciones del Área de Arqueología de la UHU, de la excavación practicada por M. del Amo en la C/ Onésimo Redondo, actual C/ Dr. Plácido Bañuelos, a escasos metros de esta última intervención realizada en la Plaza Ivonne Cazenave en el solar perteneciente al edifi cio del antiguo Colegio Francés. Dadas las condiciones de aquella pri- mera excavación no fue posible un estudio detenido de la estratifi cación, pero básica- mente se documentaron tres fases de ocu- pación: una contemporánea, una islámica, y fi nalmente una romana correspondiente a la necrópolis. Esta secuencia ocupacional co- incide –a grandes rasgos– con la documen- tada durante el año 2000, aunque en esta última se han detectado hasta nueve fases de uso (Gómez et alii, 2003) en virtud de la aplicación de los modernos sistemas de re- gistro y técnicas de excavación basadas en la Matriz Harris. Los datos publicados por M. del Amo (1976) recogen ocho tumbas, una de ellas infantil, con un único rito de inhumación acompañado de ajuar y variada tipología constructiva, pero idéntica orientación del cadáver siempre con la cabeza mirando ha- cia Oriente. La variedad constructiva resulta del empleo de tégulas como cubierta y como base en diferentes combinaciones –cubierta a doble vertiente sobre caja de muretes de ladrillos y suelo de tégulas horizontales; Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 23 igual a la anterior pero con el suelo de la caja también de ladrillos; y cubierta plana sobre fosa excavada en la tierra. En cuanto al enterramiento infantil en ánfora, el pa- ralelo más inmediato lo encontraremos en el cercano asentamiento de El Eucaliptal (Punta Umbría), donde existe un nivel de inhumaciones infantiles en ánforas que usan básicamente los tipos Keay XXIII/Almagro 51, y Keay XXII/Almagro 50 –caso de la de Huelva–, fechables entre mediados del siglo IV y mediados del siglo V d.C. (Campos, Pé- rez y Vidal, 1999). Esta evidencia, unida a la revisión de algunos materiales identifi cados en un primer momento como cerámicas co- munes, y consideradas posteriormente como ánforas Keay XXIII, (Vidal Teruel, 2001), apoya nuestra hipótesis sobre la actividad del enclave de Onuba en época bajoimperial en consonancia con la situación general que LÁMINA VII: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Monedas (Tumbas9, 10, 11 y 12) y vaso de vidrio (Tumba 12). Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 24 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA presenta el resto de asentamientos costeros dedicados a la pesca y transformación de los recursos marinos, que constituyó en el caso de aquélla uno de sus principales pilares económicos. Veinticinco años después, la interven- ción realizada en la Plaza Ivonne Cazenave, (Gómez et alii, 2003) en el solar del antiguo Colegio Francés, colindante por el sur con la misma calle Onésimo Redondo –Dr. Plá- cido Bañuelos– donde M. del Amo excavaba la necrópolis que acabamos de comentar, ha proporcionado numerosos restos que com- pletan el panorama del mundo funerario onubense Los hallazgos consisten en ente- rramientos en distintas variantes: en primer lugar, inhumaciones, tanto infantiles cubier- tas con tégulas a doble vertiente (1), como de adultos bajo cubierta de tégulas dispues- tas horizontalmente (2) y en segundo lugar cremaciones primarias mediante busta com- pletadas con alguna estructura adicional (7) o carente de ella (8). Casi todos los enterramientos presen- taban ajuares con diferente grado de con- servación; entre estos elementos destacan tanto junto a las incineraciones como a las inhumaciones: lucernas (Tipos A1 de Luzón; Tipo VII B de Deneuve/Dressel –Lamboglia 17, 19, 20/Vindonissa VIII; Tipo IV C de Deneuve /Dressel 9C/Luzón 12-16), vasitos comunes que parecen imitar tipos de Pare- des Finas (posiblemente pertenecientes a la forma Mayet XL o XLII), ungüentarios y vasos de vidrio, algunas monedas y elemen- tos metálicos que debieron formar parte de ajuares de adorno personal. También como elementos personales hay que destacar la presencia de varios acus crinalis en hueso junto con una aguja de pasta vítrea con de- coración zoomorfa (Lám VIII). Junto a los enterramientos se exhumó una construcción de forma cuadrada consis- tente en un monumento de carácter funera- rio formado por tres cuerpos escalonados de sillares sobre cimentación de piedra (Lám III). Tanto la disposición como la factura y su localización en el área de necrópolis nos lleva a pensar en la existencia de este ele- mento como hito o monumento encargado de señalar la presencia de esta “ciudad de los muertos” a la vez que pudo funcionar paralelamente como posible señalizador de sectores en la misma6. Junto a su posible funcionalidad como hito de señalización no puede descartarse que también pueda tratarse de un altar para la realización de ofrendas, íntimamente relacionados con el ritual funerario. En este sentido no podemos dejar de pasar por alto una información que proporcionaba M. del Amo en su publicación del año 1976, cuando al tratar sobre la ne- crópolis de la C/Onésimo Redondo comen- taba la aparición fortuita y sin posibilidades de documentación completa debido a un de- rrumbe ocurrido durante el proceso de ex- cavación, de una construcción, que en aquel momento relacionaba con una posible zona de hábitat conectada con la necrópolis y que literalmente se defi nía como “construcción formada por dos hiladas de bloques de pie- dra toscamente tallada, colocados sobre una pequeña cimentación de piedras pizarrosas irregularmente talladas” (Amo y de la Hera, 1976, 97). Un análisis detenido de la foto- grafía del hallazgo y de sus dimensiones (Id, Lám 17) no puede por menos que llevarnos a la consideración de que podría tratarse de 6 | Dos ejemplos similares de estas construccio- nes pero ya de época bajoimperial y realizadas en la- drillos se documentan en la necrópolis de la cetaria de El Eucaliptal (Punta Umbría), donde parecen situarse para señalar la presencia de un sector de necrópolis in- fantil (Campos, Pérez y Vidal, 1999). Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 25 una estructura similar a la documentada en Ivonne Cazenave (Vidal Teruel, 2001), de manera que nos hallaríamos ante posibles hitos de señalización de sectores o incluso de elementos relacionados con el propio ri- tual de la muerte (por ejemplo un altar). Finalmente, dentro de las construccio- nes funerarias de esta necrópolis hemos de detenernos muy someramente en una cons- trucción exhumada parcialmente durante la 5ª fase de la intervención y que se identifi ca con un Mausoleo Circular del que apenas se ha podido documentar la tercera parte de su estructura al haber sido parcialmente des- truido durante los años setenta durante la construcción de un edifi cio colindante con este solar. En la parte recuperada se distin- gue un cuerpo principal conformado por hi- ladas superpuestas de sillares de calcarenita, dispuestos a soga y tizón, alineadas de forma poligonal. Este cuerpo apoya sobre una fosa de cimentación circular reforzada con un anillo formado por lajas de pizarra y elemen- tos reutilizados, tales como dos urnas fune- rarias de calcarenita, un fragmento de fuste de columna estriada, ladrillos, y cerámica común en abundancia –ánforas, urceus, la- goenae, nasiternae, etc–. Según el análisis de los materiales asociados esta construcción habría de situarse cronológicamente entre la segunda mitad del siglo II y el primer ter- cio del siglo III d.C. Respecto a la cámara funeraria, la destrucción ocasionada duran- te los años setenta y la ocurrida durante el proceso de construcción del nuevo inmue- ble hicieron del todo imposible documentar indicio alguno de la misma (Haro, Castilla y López, 2004). Los sillares recuperados de la estructura también fueron desmontados y recolocados en una cripta acristalada bajo la plaza arqueológica en la que se han integra- do otros elementos romanos documentados en las campañas anteriores (Lám V). A partir del análisis estratigráfi co y de los ajuares, se ha observado que el sector de necrópolis excavado en Ivonne Cazenave durante las tres primeras campañas presen- ta dos fases superpuestas: en la primera de ellas, el ritual corresponde a inhumaciones cubiertas con tégulas, mientras que la se- gunda fase el ritual siempre es de cremación primaria en busta, que se cubre bien con té- gulas o carece de estructura adicional. Desde un punto de vista estratigráfi co, las inhumaciones son anteriores a las inci- LÁMINA VIII: Necrópolis norte. Ivonne Cazenave. Pieza de pasta vítrea con decoración zoomorfa (Tumba 1) y Acus crinalis (Tumba 12). Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 26 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA neraciones. Paralelamente la fase de inhu- mación parece ser coetánea con la construc- ción de un gran Muro de más de 40 metros de longitud (nº 111) y con la elevación del monumento piramidal de sillares (nº 44) durante la primera mitad del siglo I d.C. La fecha de la fase de incineración en busta algo más tardía, debe ubicarse a partir del siglo II d.C. de acuerdo con la cronología que proporciona una moneda de Antonio Pío localizada en la Tumba 10 (Lám VII) y las lucernas Dressel 17-19-20/ Deneuve VII B, pudiendo mantenerse hasta el siglo III d.C. La existencia de inhumaciones previas a las incineraciones con no ser la tónica ha- bitual tampoco resulta un hecho totalmente aislado para el conjunto de la Baetica. Así por ejemplo idéntica circunstancia se docu- mentó en las intervenciones sobre la necró- polis de Baelo Claudia durante las campa- ñas de 1917-1921. En la necrópolis oriental por ejemplo, la inhumación se practicaba en el siglo I d.C. en estrecha conexión con la impronta cultural púnica, como pone de manifi esto el hallazgo de una tumba de in- humación bajo tégulas debajo de sepulturas de incineración, que se acompañaba por una moneda de Claudio (Paris, Bonsor, Laumo- nier, Ricard y de Mergelina, 1926, 16). Paralelamente, el análisis de las cotas de todos los elementos parece confi rmar que el altar funerario podría asociarse con los enterramientos de inhumación, ya que la profundidad de la zanja de cimentación de esta construcción de sillares y las cotas que presentan las inhumaciones se encuentran en los mismos valores (aprox. -2’70 mts des- de el Punto 0 general de la excavación). Así, con la debida reserva derivada del escaso volumen excavado con respecto a la ampli- tud total de este solar (3.500 m2) podemos afi rmar que existe un primer momento de utilización de esta necrópolis a partir de la primera mitad del siglo I d.C., durante la cual se asiste al empleo de la inhumación acompañada de ajuares rituales de cerámica común y a la edifi cación de construcciones piramidales de sillares sobre cimentación de pizarras que podrían estar en conexión con la señalización de este área de la necrópolis; un segundo momento quedaría defi nido por el empleo de cremaciones primarias en bus- ta, de carácter simple o bajo estructuras de tégulas, acompañadas de ajuares rituales y de adorno personal, que se superponen a las anteriores casi un metro por encima y que según los elementos cerámicos y monetales podría fecharse a mediados del siglo II d.C., en época antonina (respecto a esta segunda fase, encontramos paralelos cercanos –en la necrópolis oeste de Baelo Claudia, donde en el año 1907 se documentaron treinta sepul- turas idénticas a las de Ivonne Cazeave, in- cineraciones bajo tégulas a dos aguas acom- pañadas de ajuares tanto cerámicos como monetales, constituidos éstos por monedas de Antonino Pío y Faustina y que se fechan a mediados del siglo II d.C. –Sillières, 1997, 189–). En cualquier caso, el resto de los ele- mentos localizados como ajuar en las tumbas confi rma una cronología amplia del siglo II de la Era, aunque se observan diferencias en los ajuares de cada una de las fases, ya que mientras en las incineraciones, junto a ele- mentos cerámicos y vítreos se encuentran elementos de uso personal tanto en hueso como en metal, en el caso de las inhuma- ciones, exceptuando la infantil del Enterra- miento nº 5 que no poseía elemento alguno, estos ajuares únicamente se cifran en vasos de cerámica común y lucernas. De modo que en las inhumaciones sólo encontramos ajua- res denominados “de tipo ritual”, mientras Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 27 que en las incineraciones se hallan ajuares integrados por objetos de adorno personal (caso de las agujas de hueso, metal y pasta vítrea (Lám. VIII) o los elementos metálicos que podrían haber formado parte de alguna vestimenta –un cinturón?–) En todo caso, estas cronologías son anteriores a las de las tumbas excavadas en el solar contiguo durante los años setenta por el director del Museo Provincial M. del Amo, comentadas con anterioridad. Aunque parece demostrado que los ri- tuales funerarios de la incineración y la in- humación coexistieron en Roma desde sus inicios y teniendo en cuenta la difi cultad para establecer con exactitud el predominio de uno u otro rito, tradicionalmente se creía que el rito de la incineración precedía tem- poralmente en Hispania al de la inhumación como hecho generalizado, empleándose en los tiempos tardorrepublicanos y altoimpe- riales (Bendala Galán, 1995). No obstan- te, lo cierto es que no parece existir una regulación fi ja a la hora de que los grupos elijan la incineración o la inhumación para sus enterramientos (Martín Urdíroz, 2000). Según ésta última, los enterramientos de inhumación se simultanean con los de inci- neración hasta al menos el siglo II a.C. de- pendiendo básicamente de las costumbres familiares. A partir de esa fecha predomi- nará la cremación en todo el Mediterráneo Occidental y será a partir del siglo II d.C. cuando aquélla perderá terreno a favor de la inhumación –no en vano es a partir de ahora cuando empieza a constatarse la presencia de sarcófagos de plomo en la Bética– (Vidal Teruel, 2001), pero sin que esta costumbre se convierta en norma fi ja en todos los luga- res del imperio, de modo que otros lugares de la Bética muestran situaciones análogas a la de esta necrópolis onubense, donde se alternan tanto inhumaciones como incine- raciones. Así por ejemplo, en Córdoba, en el solar de la C/Avellano, 12 se han documen- tado inhumaciones infantiles de siglo I d.C., incineraciones en busta del siglo II d.C., e inhumaciones bajo cubierta de tégulas a do- ble vertiente de mediados del siglo II-III d.C. (Penco Valenzuela, 1998). Finalmente, hemos de hacer algunos co- mentarios sobre los ajuares relacionados con las necrópolis romanas de la capital onuben- se. Un hecho que sorprendía con respecto a los ajuares de las tumbas de Ivonne Cazenave y que ya fue destacado con anterioridad (Vi- dal Teruel, 2001) era la ausencia de vasos de Terra Sigillata en favor de otros de vidrio o de cerámica común a partir de la conside- ración realizada por M. Bendala Galán para la necrópolis neopúnica de Carmona y la de Cañada Honda en Alcalá de Guadaira. Según éste resultaba inconcebible que entre todos los elementos de ajuar relacionados con los banquetes funerarios dedicados al difunto aparecieran vasos de vidrio o cerámicos, y sin embargo, nunca aparecieran vasos de Sigillata en un momento en que éstas eran un producto cotidiano. La argumentación es- grimida para explicar dicha ausencia estaría relacionada con el sentido ritual del banque- te funerario, que como toda liturgia, espe- cifi caría el tipo de recipiente más adecuado para utilizar en la ceremonia. En este senti- do, según M. Bendala, la Terra Sigillata pudo ser deliberadamente excluida por la sociedad carmonense de fuerte tradición púnica para seguir conservando sus costumbres locales, eliminando de este modo uno de los elemen- tos de máxima aculturación romana (Benda- la Galán, 1991). Con estas consideraciones, la ausencia de Terra Sigillata se relacionaría directamente con una fuerte tradición pú- nica arraigada aun a pesar de las nuevas in- Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 28 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA fl uencias romanas; esta explicación podría ser aplicable al caso de Onuba, donde debió existir una fuerte ocupación púnica en co- nexión con la situación general observada en otros núcleos de la Tierra Llana como Niebla o Tejada la Nueva, que empieza a ser cono- cida y valorada (Vidal Teruel, 2001; Campos y Gómez, 2003). La corroboración de este hecho en las necrópolis altoimperiales onu- benses sería otra evidencia más que sumar a los restos materiales de fi liación púnica que se documentan no sólo en las estratigrafías del Cabezo de San Pedro, sino las que M. del Amo hallaba en los sondeos practicados bajo las piletas de salazón de la factoría de la C/ Millán Astray, para reivindicar la intensa pu- nización del suroeste peninsular y concreta- mente del puerto atlántico de Onuba (Vidal Teruel, 2001; e.p). Estas consideraciones que hace algún tiempo eran ya advertidas para el caso de Ivonne Cazenave, pueden extenderse, con el avance de los hallazgos producidos, al resto de las necrópolis onubenses, pudiendo es- tablecerse a partir de aquí la existencia de un ajuar para las necrópolis onubenses en el que, al menos en los casos documentados con rigor y que se refi eren a cronologías al- toimperiales (siglos I-II), no se contempla la inclusión de Terra Sigillata en cualquiera de sus variantes –hispánicas precoces, gálicas, hispánicas, o africanas– (Lám IX). De este modo, los ajuares de las necrópolis onuben- ses pueden ser de dos tipos: uno, de carácter ritual, y dos de carácter personal –Láms VII, VIII–. Los primeros suelen ceñirse a objetos en hueso o pasta vítrea (generalmente acus crinalis: dos ejemplos en C/ Vázquez López LÁMINA IX: Ajuares de las necrópolis onubenses. Cuadro-Resumen. Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 29 escasez de monedas en los ajuares podría relacionarse, al igual que ha sido comenta- do con respecto a la Terra Sigillata, con una exclusión consciente de dicho elemento en íntima conexión con otro tipo de creencias propias de un sustrato indígena, de raíz pú- nica, en las que las monedas nunca acompa- ñan al cadáver en su tránsito a “otra vida”; o bien podría estar relacionada simplemente con una cuestión cultural o incluso de dis- ponibilidad económica dado el carácter bá- sicamente humilde que presenta la mayoría de todos estos enterramientos. Un último tipo de objetos metálicos que cabe consi- derar como parte de ajuares rituales está representado por los clavos o remaches de hierro o bronce y que debieron formar parte del lectus funebris en el que se exponía el cadáver y/o se trasladaba al fallecido –fere- trum– durante la pompa funebris (Vaqueri- zo, 2001, 62). En este caso se documentan ejemplos en C/Vázquez López (tumbas 3, 6, 13, 18, 19, 20), Cabezo de La Esperanza (uno en el ustrinum), y C/Onésimo Redon- do (uno en tumba 5). Finalmente tan sólo faltaría reseñar los dos únicos ejemplos do- cumentados hasta el momento en Onuba de conductos de libaciones relacionados con la participación del difunto en los banquetes o ceremonias conmemorativas en su honor (Vaquerizo, 2001, 157) y que se localizaron en las cremaciones en busta bajo cubierta de tégulas nº 1 y 5 de la necrópolis sur. Es- tos elementos, ciertamente relacionados al parecer siempre con la incineración, son bastante habituales en Mérida donde pare- cen relacionarse con individuos de origen o fi liación oriental. Su presencia en el caso onubense ¿quizá podría estar conectada de nuevo con esa impronta púnica y a su vez con la tradición turdetana heredera a su vez del horizonte tartésico orientalizante?. Por ahora, resulta prematuro pronunciarse so- –tumbas 3 y 11; uno en Ivonne Cazenave –tumba 12), o incluso en metal que con toda probabilidad debieron formar parte de la vestimenta del difunto en el momento del funus. Entre éstos tan sólo hay que desta- car un ajuar más específi co relacionado con instrumentos de cirujano (C/Palos 15-17), cuya relación con el individuo infantil al que acompañaban no alcanzamos a interpretar en su totalidad. Con respecto a los segun- dos, los ajuares de carácter ritual suelen estar integrados en su mayoría por objetos cerámicos o vítreos combinados de diferen- tes maneras, pero donde se hace habitual la presencia de jarros y cuencos comunes, imitaciones comunes de Paredes Finas, lu- cernas y en menor medida urnas/ollas tam- bién comunes. Con todo, son los objetos de vidrio (vasos abiertos –Lám VIII– o ungüen- tarios) los más numerosos y habituales en casi todas las tumbas y especialmente en los enterramientos por cremación (por ejemplo en C/Vázquez López donde aparece en nue- ve de los doce ajuares documentados; o Ca- bezo de la Esperanza donde se recuperaron ungüentarios y fragmentos vítreos diversos tanto en las cremaciones bajo tégulas como en el ustrinum). Dentro de estos ajuares de carácter ritual también hemos de destacar la escasa representatividad de las monedas como acompañamiento del cadáver. De to- dos los enterramientos analizados hasta el momento, tan sólo hemos detectado una minoritaria presencia de monedas (una frus- ta en C/Vázquez López –tumba 21–; una de época de Tiberio en Cabezo de La Esperan- za; cuatro en Ivonne Cazenave –tres frustas en tumbas 9, 11 y 12 y un as de Antonino Pío en tumba 10–) en un total de 56 ente- rramientos analizados (22 en C/Vázquez López, 5 en Cabezo de La Esperanza, 1 en C/ Palos, 8 en C/Onésimo Redondo y 20 en Ivonne Cazenave). Cabría preguntarse si tal Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 30 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA bre tal hipótesis, pero no obstante, sería in- teresante tomarla en consideración de cara a futuros hallazgos. Hasta aquí los datos con los que se cuen- ta actualmente para valorar las prácticas fu- nerarias de la ciudad romana de Onuba a lo largo de la época imperial. No obstante, no podemos dejar de comentar algunos otros re- gistros funerarios hallados durante la década de los años setenta del pasado siglo, en zonas cercanas y que revisiones actualizadas nos lle- van a matizar en su carácter y signifi cación. En las inmediaciones de Huelva capital se localizaron a mediados de los años seten- ta los restos de una necrópolis en el lugar conocido como “La Orden”, tratándose de un conjunto bastante tardío a juzgar por el empleo único del rito de inhumación en los 41 enterramientos excavados y por las tipo- logías constructivas documentadas: caja de ladrillos colocados “a soga” y cubiertas pri- mero con tégulas horizontales y sobre éstas otro piso de tégulas a doble vertiente; caja de ladrillos “a soga” con cubierta de tégulas a doble vertiente; fosa excavada en la tierra y cubierta con tégulas a doble vertiente; y fi nalmente enterramientos infantiles en án- foras. La orientación de los enterramientos es constante: Este-Oeste así como la ausen- cia de ajuar (a excepción de un jarrito de factura bastante tosca procedente de la se- pultura nº 21). Este conjunto debe fecharse a partir de principios del siglo IV d.C., según los datos anteriores y la presencia de ciertas monedas (de época del emperador Valenti- niano), sin que pueda precisarse su límite superior (Amo y de la Hera, 1976). Con respecto a esta necrópolis, el descu- brimiento en 2001 de numerosos ejemplares de ánforas en esta zona a raíz de los trabajos de seguimiento arqueológico derivados de la introducción de un nuevo cableado de tele- comunicaciones, del cual, por otra parte, no existe constancia documental, nos hace pen- sar que realmente estos restos, interpreta- dos en principio como pertenecientes a una villa rustica, se correspondan en realidad con una instalación industrial dedicada a la pesca y elaboración de salazones (cetaria), habida cuenta además de su localización, muy cercana a la línea de la ría del Odiel, y de algunos elementos, como hornos y nu- merosos fragmentos de opus signinum, que bien podrían estar conectados con el área industrial de estas instalaciones –piletas de salazón, fabricación de ánforas, etc– (Cam- pos, Pérez y Vidal, 2004 a y b). En las cercanías también del casco urbano de Huelva se localiza una posible necrópolis conocida como Nuestra Señora del Rocío, pero cuya constatación se ciñe tan sólo a datos aislados. En este caso sólo pudo documentarse una única tumba que debió formar parte de un conjunto más am- plio que no pudo ser estudiado (Amo y de la Hera, 1976). El hallazgo se produjo en una fi nca situada en las cercanías del cemen- terio de la capital onubense. Esta tumba consistía en una fosa excavada en la tierra cubierta con cinco losas rectangulares de piedra y otra colocada verticalmente en la cabecera. En su interior se conservaban los restos inhumados de tres individuos super- puestos –práctica habitual durante la baja romanidad: Carmona Berenguer, 1996, 187– y con la cabeza orientada hacia el Oeste. Además de los restos óseos se recu- peraron dos jarritos de similares caracterís- ticas al descrito en la necrópolis anterior (uno dentro de la tumba y otro entre las tierras removidas –zona de La Soledad– an- tes de la excavación). Cronológicamente el rito de enterramiento así como los jarros Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com LAS NECRÓPOLIS DE ONUBA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA 17 (2006) / VOL. II 31 encontrados nos sitúan, a falta de mayores indicadores, como mínimo a partir de co- mienzos del siglo V d.C. Como conclusión y desde el punto de vista de la estratigrafía vertical y horizontal del yacimiento Huelva, la fase más tempra- na de las prácticas funerarias romanas en la capital onubense, está representada a través de la necrópolis de Cabezo de La Esperan- za donde a comienzos de los años sesenta se producían hallazgos de enterramientos secundarios en urnas de tradición iberopú- nica. Igualmente se hallaron dos tumbas de incineración bajo tégulas a doble vertiente, de donde se recuperó un ajuar formado por ungüentarios de vidrio y una moneda de época de Tiberio. A partir de la primera mitad del siglo I d. C. parece que también empiezan a funcionar otras necrópolis relacionadas con el núcleo onubense. Concretamente en el sector nor- te empieza a utilizarse el espacio con fi nes funerarios tal y como se desprende de los re- gistros documentados en Ivonne Cazènave, donde a una primera fase caracterizada por inhumaciones en tumbas cubiertas median- te tégulas dispuestas en posición horizontal con acompañamiento de ajuar cerámico común de carácter ritual y monumentos piramidales,le sucede a partir del siglo II d.C. otra fase caracterizada por cremaciones en busta sin estructura superior o bajo tumba de tégulas a doble vertiente, acompañadas de elementos de ajuar tanto rituales –lucer- nas, cerámicas comunes–, como personales –agujas de hueso pasta vítrea y metal, bro- ches de cinturón de metal, monedas–, y que puede llevarse hasta el siglo III d.C. según la cronología que aportan las lucernas recupe- radas (VII Deneuve, /Dressel 17,19,20/Vin- donissa VIII). Durante este mismo período parece situarse también el mausoleo circu- lar parcialmente documentado en la fase 5ª. Igualmente comienza a ocuparse el extremo sur de la ciudad merced a la ubicación de otra necrópolis de incineración de los siglos I-II d.C. que también parece mantenerse en algunos sectores hasta el siglo III, como se desprende de la documentación de otra tumba de incineración en C/Palos 15/17 da- tada entre los siglos II-III y que destaca por su ajuar de tipo quirúrgico. Algo más tardío es el sector de la ne- crópolis norte excavado en la C/Onésimo Redondo, cuyo rito único de inhumación y elementos de ajuar nos sitúan ya a caballo entre los siglos III y IV d.C. Entre fi nes del siglo IV y, especialmente, en el siglo V d.C. se sitúan las necrópolis de La Orden y de la fi nca de Nuestra Señora del Rocío y de la Soledad, ya en la periferia del casco urbano (Amo y de la Hera, 1976) en las que predo- minan los denominados tradicionalmente “jarros visigodos” (Izquierdo Benito, 1977), cuya cronología tardorromana se apoya en las monedas halladas en los ajuares. Hasta aquí lo que podemos ofrecer en el estado actual de los conocimientos. A pesar de que aún nos encontramos en un momen- to muy incipiente de la investigación, pare- cía oportuno realizar esta primera aproxi- mación al mundo funerario romano de la ciudad de Onuba, en la que a pesar de las limitaciones derivadas de la parcialidad de los registros y de la falta de profundización en el estudio de los más recientes descubri- mientos –que además permanecen inédi- tos–, podemos establecer como conclusión provisional que siguiendo la norma romana de ubicación de estas ciudades para el des- canso eterno, en Onuba las necrópolis docu- mentadas (Sur Este, Norte) y la que se su- pone que también debe existir a pesar de no haberse hallado corroboración arqueológica Grupo de Investigación HUM-236 http://www.arqueocordoba.com ––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Nuria de la O Vidal Teruel / Juan M. Campos Carrasco 32 ESPACIOS Y USOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD HISTÓRICA (Oeste), se situaban formando un cordón en torno a los límites de la ciudad y plenamente relacionadas con su articulación urbanísti- ca, que en última instancia además también parece adaptarse a los cuatro ejes cardinales siguiendo con ello el canon clásico de orga- nización de los núcleos urbanos. Con todo queremos destacar que las aportaciones que pueden realizarse por el momento se cifran principalmente en dos cuestiones: una de ín- dole topográfi ca, ya que la valoración de los hallazgos funerarios no hace sino corrobo- rar la hipótesis sobre los límites de la ciudad romana (Campos y Gómez, 2000; Gómez y Campos, 2001) además de la referida a la articulación urbanística (Campos Carrasco, 2003); y otra de carácter propiamente fu- nerario, al permitir el conocimiento de los usos relacionados con esta práctica y que se refi eren tanto al empleo de los distintos ritos como de diferentes sepulturas y ajua- res, destacándose incluso las posibles pecu- liaridades del núcleo onubense –caso de la exclusión de la terra sigillata o la escasa re- presentatividad de las monedas– en función del sustrato poblacional prerromano de raíz púnica. Con todo, los datos que acabamos de ver sobre el mundo de ultratumba permiten ya asegurar la signifi cación de la romanización en la conformación del proceso histórico de la capital onubense. Con ser importantes los aspectos militares, políticos, jurídicos o eco- nómicos, el mundo de las creencias es el que delata con mayor claridad la inclusión de un grupo humano en una “cultura” distinta o por el contrario el rechazo a las nuevas claves de vida y la reivindicación de sus tradiciones, y así hemos tenido ocasión de comprobarlo con respecto a las necrópolis de Onuba cuan- do destacamos la ausencia de Terra Sigillata en los ajuares como un posible símbolo cons- ciente que reivindica la potencial pervivencia de tradiciones de raigambre púnica en la litur- gia relacionada con el mundo funerario, tal y como se pone de manifi esto en otros lugares donde esa tradición púnica está perfectamen- te reconocida como la necrópolis occidental de Carmo o la de Cañada Honda –Alcalá de Guadaira– (Bendala Galán, 1991). BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA AMO Y DE LA HERA, M. del, (1976): “Restos ma- teriales de la población romana de Onuba”. Huel- va Arqueológica II. 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