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Reconstrucción Infográfica de la Necrópolis Septentrional de
la ciudad de Onoba12
Infographical Reconstruction of the Northern Necropolis of
the City of Onoba
Javier Bermejo Meléndez, Lucía Fernández Sutilo, Salvador Delgado Aguilar y Juan Manuel Campos
Carrasco.
Grupo de Investigación Vrbanitas-Hum 132. Universidad de Huelva. España.
Resumen
Concebida como antesala de la ciudad, la necrópolis septentrional fue objeto de un importante programa de
monumentalización hacia el cambio de Era destinado a mostrar ante propios y ajenos la posición alcanzada
por la ciudad de Onoba en el contexto político-económico del Imperio. Pese a ello, el conocimiento de esta
área funeraria se ha visto fuertemente condicionado por el el sistema de cabezos y vaguada en el que se
enmarcó, así como por la inexistencia de una visión de conjunto derivada de los múltiples equipos de
investigación que han trabajado sobre ella.
Palabras Clave: NECRÓPOLIS, MONUMENTALIZACIÓN, TOPOGRAFÍA, RECINTOS
FUNERARIOS Y SEPULTURAS.
Abstract
The north necropolis of city was an object of an important program of building towards the change of Age
destined to show before the position reached by Onoba's city in the political - economic context of the
Empire. In spite of it, the knowledge of this funeral area has seen strongly determined for the system of hills
and water-course in which it placed, as well as for the nonexistence of an overall view derived from the
multiple research's teams that they have worked on it.
Key words: NECRÓPOLIS, TOPOGRAPHIC, FUNERALS ENCLOSURES AND GRAVES.
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Este artículo se inscribe dentro del Proyecto de Investigación “Funus Onobense: el mundo funerario romano en el
occidente de la Baetica” (Ministerio de Ciencia e Innovación. Referencia HAR 2011-23247), perteneciente al Plan
Nacional de I+D+i, en el marco del Plan Nacional I+D+i 2008-2011, bajo la dirección del Prof. Dr. Juan M. Campos
Carrasco.
Igualmente se enmarca dentro del Subproyecto de Investigación I2TEP “MORSUDES”, liderado por la Universidad de
Huelva, recibe apoyo de la Unión Europea y cofinanciación del Programa Operativo de Cooperación Transfronteriza
España-Portugal a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, bajo la dirección del Prof. Dr. Juan Manuel
Campos Carrasco.
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1 INTRODUCCIÓN
Los primeros hallazgos correspondientes a la
necrópolis Norte de la ciudad de Onoba se
corresponden con los documentados durante la
excavación de rescate realizada allá por 1972 por
D. Mariano del Amo en la entonces llamada
calle Onésimo Redondo, hoy Dr. Plácido
Bañuelos. En ella fueron exhumadas un total de
ocho tumbas de inhumación con tipologías
diferentes, pero todas ellas con cronologías
bajoimperiales en torno a los siglos IV-V d.C.,
así como los restos de un posible recinto de
sillares de época altoimperial (AMO y DE LA
HERA, 1976). Habría que esperar hasta los
inicios del siglo XXI para que comenzaran a
documentarse todo un conglomerado de
evidencias arqueológicas identificadas con el uso
de este espacio como necrópolis de la ciudad
antigua en el solar de la Plaza Ivonne Cazenave,
sito que ocupaba hasta su demolición a finales
del siglo XX el antiguo colegio Molière. El
conjunto de las campañas realizadas dejaron al
descubierto los restos del cementerio romano de
momentos republicanos y altoimperiales, así
como un fragmento o ramal del acueducto
onobensis (GÓMEZ et alii., 2003; DE HARO, et
al., 2006 y 2010).
De manera paralela se constataría la extensión
de esta área cementerial en las inmediaciones de
la Plaza San Pedro, o lo que es lo mismo a los
pies de la muralla de la ciudad romana, donde
fueron exhumadas nuevas incineraciones
asociadas a una sepultura monumental de planta
circular, así como varios recintos funerarios de
planta rectangular (GONZÁLEZ et al., 2006).
No obstante para poder comprender el paisaje
que articuló la necrópolis se requería del análisis
de la topografía o el medio natural sobre el que
se asentó, caracterizado por un horizonte de
elevaciones (o cabezos) constituidos de arenas y
arcillas con cobertura de gravas bastante
deleznables (MAYORAL ALFARO, 1990); lo
que se traduciría en una intensa dinámica
erosiva, o lo que es lo mismo en un continuo
cambio topográfico que implicaría una intensa
modificación del paisaje circundante a corto y
largo plazo, propiciado a su vez por la fuerte
antropización ejercida con el devenir del tiempo;
en especial en el siglo XIX; que haría
desaparecer elevaciones completas como el
Molido de Viento, o parcialmente como el
Cementerio Viejo junto al cabezo de San Pedro
(CAMPOS CARRASCO, 2011)13.
En cualquier caso, pese a las limitaciones que
suponen esta realidad podemos decir que la
necrópolis septentrional se localizó a lo largo de
la vaguada natural conformada por los cabezos
de Mondaca, El Pino, San Pedro y Cementerio
Viejo, definida por un valle articulado en torno a
una serie de recintos funerarios, monumentos
sepulcrales y enterramientos aislados abiertos
hacia una vía transitada de manera asidua tanto
por los habitantes, como por los visitantes que
acudían a la ciudad de Onoba (Fig. 1).
Figura 1. Vaguada natural en la que se ubican los
restos arquitectónicos de la necrópolis septentrional.
A los pies de la muralla de la ciudad (Plaza San
Pedro), el paisaje funerario estuvo definido por
un importante complejo conformado por una
serie de recintos de tendencia rectangular
enfrentados a un monumento de planta circular
(GONZÁLEZ y GUERRERO, 2008: Inédito)
(Fig. 2).
13
Ante esta situación, nos hemos visto obligados a
realizar esta restitución tridimensional utilizando la
topografía histórica de 1870, por ser quizás la que más
se aproxima a la situación natural existente en el
periodo analizado en este trabajo.
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piés in fronte (de 3 a 6m), por 8/20 piés in agro (de
2,40 a 6m), para acercarse en su lugar a las
dimensiones constatadas en ciudades como
Bolonia (10/30 piés in fronte e in agro) o Sarsina
(18/20 piés in fronte), debido probablemente a la
existencia de una presión urbanística menor a la
de otras ciudades donde la escasez de suelo
funerario repercutiría en los altos costes del
terreno sepulcral (RODRÍGUEZ NEILA, 1991:
74).
Figura 2. Restitución del monumento circular y los
recintos funerarios ubicados a los pies de la muralla
protohistórica de la ciudad.
Concretamente este último debió configurarse
como un claro referente dentro de este paisaje
funerario dado que a su ubicación justo a la
salida de la ciudad, debemos unirle una
fisonomía monumental acorde a la de los
numerosos edificios de cuerpo cilíndrico; de
menos de 7m de diámetro; que florecieron por
toda la Península Itálica durante el siglo I d. C.
(SACCHI, 2003: 157), precisamente tras la
decisión de Augusto de convertir este tipo de
monumento en su sepultura (ZANKER, 1992:
100; VAQUERIZO GIL, 2002: 181), aunque
alejados de los grandes modelos documentados
en la propia Italia o incluso los existentes en la
ciudad de Corduba. De hecho sería esta elección
la que convertiría esta tipología en la más
demandada tanto por la población itálica
emigrada, como por las élites locales, quienes
mediante la selección de esta tumba quisieron
dejar constancia de su poder económico, así
como de su adhesión a la causa romana
(BENDALA GALÁN, 2002: 153).
Enfrentado a esta sepultura; como ya hemos
comentado; se erigió un importante conjunto de
recintos de tendencia rectangular destinados a
acoger en su interior enterramientos de
cremación en fosa entre mediados del siglo I a.
C.-finales del siglo I d. C. Como norma general,
estos edificios presentaban unas dimensiones
superiores a la media constatada en Hispania,
donde estos edificios rondaron entre los 10/20
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Esta misma tipología se volvería a constatar en
el extremo septentrional de la necrópolis
(GÓMEZ et alii, 2003; DE HARO et al., 2006);
concretamente en el paso existente entre el
cabezo de Mondaca y el Pino; configurada por
dos recintos, uno de planta rectangular y otro
probablemente triangular debido a la topografía
del terreno, reservados en este caso a la práctica
en su interior de enterramientos de cremación
en urnas depositadas directamente sobre el suelo
entre mediados del siglo I a. C.-principios del
siglo II d. C. A estos se le uniría un pequeño
monumento de no más de 15m² (GÓMEZ et
alii, 2003; DE HARO et al, 2006), localizado
justo en el acceso existente entre el cabezo de
Mondaca y el de San Pedro, probablemente de
titularidad privada (Fig. 3).
Figura 3. Recintos funerarios septentrionales.
Estas edificaciones, localizadas en un lugar
estratégico de cara al acceso a la ciudad,
compartieron protagonismo junto con el
acotado
imperial,
cuyas
excepcionales
dimensiones con un frente superior a los 41m
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(GÓMEZ et alii, 2003; DE HARO et al., 2006)
significaría según N. Purcell su correspondencia
con un cementerio público dentro del cual se
distinguirían secciones más pequeñas de
enterramiento (PURCELL, 1987: 38) (Fig. 4).
Figura 4. Panorámica de la extensión completa del
acotado imperial.
Frente a éste se conformarían dos nuevas áreas
de enterramiento hacia el siglo II d. C.
destinadas ambas al rito de la cremación
(GÓMEZ et alii, 2003; DE HARO et al., 2006),
diferenciadas entre ellas por cuestiones
económicas dado que frente a la pobreza
tipológica y ritual del primer grupo localizado en
la zona central, se conformaría un segundo
espacio en el extremo Noreste reservado a las
tumbas de mayor suntuosidad (Fig. 5).
Completando el panorama existente entre los
dos sectores que marcaron el inicio y el final de
esta necrópolis, las escasas intervenciones
practicadas en la zona intermedia permitieron
entrever la continuidad de este campo santo a
partir de la presencia de un posible recinto de
sillares (AMO y DE LA HERA), así como un
nuevo monumento escalonado (FERNÁNDEZ
y GARCÍA, 2001: Inédito) (Fig. 6).
De hecho al interior del mismo era posible
distinguir la existencia de al menos tres áreas
funcionales en relación con el rito practicado,
con un primer sector articulado en torno al
monumento escalonado de sillares definido por
la deposición de sepulturas de inhumación entre
mediados del siglo I d. C.-mediados del siglo II
d. C., señaladas de cara al exterior mediante una
estructura de tégulas dispuestas a doble vertiente
o en horizontal (GÓMEZ et alii, 2003; DE
HARO et al., 2006).
Fig. 6. Reconstrucción infográfica del posible recinto de
sillares.
Figura 5. Vista de las sepulturas y el monumento de
sillares al interior del acotado imperial.
En cualquier caso, pese a los esfuerzos por crear
un paisaje perfectamente articulado, éste se vería
modificado notablemente hacia finales del siglo
I d. C. como consecuencia de las necesidades
urbanísticas de la ciudad, traducidas en la
amortización de la zona ubicada a los pies de la
muralla por un nuevo área industrial
(GONZÁLEZ y GUERRERO, 2008: Inédito),
así como por la construcción de uno de los
ramales del acueducto (Fig. 7) (GÓMEZ et alii,
2003; DE HARO et al., 2006).
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Figura. 7. Detalle de la ruptura causada por el
acueducto al contacto con el acotado imperial.
Este despegue edilicio iniciado hacia mediados
del siglo I a. C. encontraría paralelos en otras
ciudades del sureste hispánico, concretamente
en Corduba y varias poblaciones localizadas en el
alto Guadalquivir, caso de Castulo, Iliturgi, Salaria,
Ossigi, Tucci y Urgavo, donde el proceso de
colonización/municipalización emprendido por
Roma ante el interés de controlar y administrar
las riquezas mineras favoreció la planificación de
grandes empresas constructivas destinadas a la
monumentalización de las principales vías
funerarias, las cuales serían sufragadas por una
oligarquía local que importaría los modelos
sepulcrales itálicos de época tardorepublicana
(BELTRÁN FORTES, 2000: 114; y 2002: 233,
236-ss, RUIZ OSUNA, 2005: 80). De hecho
será en esta tendencia en la que se inserte el
programa arquitectónico desarrollado en la
ciudad de Onoba, pues a pesar de la clara
diferencia existente entre ambas zonas
territoriales, la importancia de las minas de
Sierra Morena y por ende del puerto de la ciudad
de Onoba como enclave de comercialización de
los productos mineros, agrícolas y pesqueros
supondría la puesta en marcha de un importante
proceso de control por parte del Estado que
culminaría con la consecución del estatuto de
colonia latina (CAMPOS et al., 2010: 67).
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