Biodiversidad: conocimiento y uso para su conservación
Jorge Soberón Mainero*
Leticia Durand*
Jorge Larsón Guerra*
*CONABIO. Tel.: 554-19-15. Correo electrónico: jsoberon@xolo.gob.mx
Los autores muestran cómo el futuro de nuestra rica flora y fauna está íntimamente ligado al éxito
que tengan los esfuerzos de conservación a nivel local y al reconocimiento de nuestra
heterogeneidad social y cultural.
¿Qué es la biodiversidad?
La variedad de la vida que se expresa a nivel de genes, especies y ecosistemas constituye lo que
conocemos como biodiversidad. Debido a la alteración y destrucción de los hábitats naturales y a
la sobreexplotación de los recursos biológicos, se calcula que para el año 2000, entre el 3 y el
9% del total de las especies estarán extintas y que la mitad de ellas ya no existirán cuando
lleguemos al 2050. La extinción es un proceso natural en la evolución biológica, pero las tasas a
las que sucede actualmente nos obligan a reconocer que existe una crisis de la biodiversidad. La
pérdida de la diversidad biológica es uno de los más graves problemas ambientales de nuestro
planeta. Sin considerar los aspectos éticos y estéticos de la preservación de genes, especies y
ecosistemas, podemos afirmar que de ella depende nuestra capacidad presente y futura de
obtener alimentos, materias primas y compuestos químicos para medicamentos, así como el
mantenimiento de procesos como el equilibrio de gases atmosféricos, el control climático y la
génesis y conservación de suelos.
La compleja topografía de México y su ubicación entre dos provincias biogeográficas explican la
gran diversidad fisiográfica y la riqueza biológica presente en su territorio. Nuestro país es uno de
los doce países de megadiversidad, que en conjunto, albergan entre el 60 y el 70% de la
biodiversidad del planeta. México ocupa el primer lugar del mundo en riqueza de especies de
reptiles, el segundo en mamíferos, en tercero en anfibios y el cuarto en plantas, lo que se
complementa por el alto grado de endemismo existente, es decir, especies que se encuentran
sólo en nuestro país (Cuadro 1). Además, México es uno de los centros de origen de especies
domesticadas cuya importancia para la alimentación nacional y mundial se evidencia en las
variedades de maíz, aguacate, chile y jitomate que aún cultivan campesinos e indígenas del país.
La problemática de la biodiversidad trasciende las fronteras políticas, económicas y culturales.
Sin embargo, esta no es razón para soslayar que cada país tiene diferentes necesidades sociales
y posee distintas capacidades de acción que deben ser consideradas en el planteamiento de
estrategias y políticas de conservación a nivel nacional e internacional. En el caso particular de
México existen tres factores que deben ser cuidadosamente considerados en el planteamiento de
acciones que promuevan la conservación de la biodiversidad. Nos referiremos aquí a los patrones
de distribución de la diversidad, a la dispersión de la población rural y a la riqueza cultural
presente en su territorio.
La diversidad beta en México
Uno de los elementos más importantes para conocer la biodiversidad de un país es cuantificar el
número de especies que lo habitan y analizar su distribución espacial. La diversidad de especies
puede medirse en tres diferentes niveles: la diversidad alfa o local, que indica el número de
especies es un área pequeña y que considera información de su abundancia relativa; la diversidad
beta, que indica la tasa de cambio en la composición de especies cuando nos movemos de una
localidad a otra y la diversidad gama, que es la riqueza de especies a nivel regional.
Cuadro 1. Número de especies y endemismos para grupos seleccionados
Grupo
Plantas con flor
Especies en el mundo
Especies en México
250,000
22,000 (10)
% de especies en
México
52
Gymnospermas
Pteridophytas
Anfibios
Reptiles
Aves
Mamíferos
Peces de agua dulce
Mariposas
(Papilionoi dea)
600
12,000
4,000
6,550
9,672
4,327
8,411
20,000
71 (12)
1,000 (8)
284 (7)
717 (11)
961 (10)
439 (10)
347 (4)
2,237 (11)
sin datos
20
60
51
9
31
23
9
México, como país de megadiversidad, tiene una alta diversidad gama. sin embargo al comparar
la diversidad alfa de ciertas comunidades con sus equivalentes en otras zonas del planeta,
encontramos que no son particularmente ricas, (por ejemplo, el número de árboles por hectárea
en una selva de México, casi siempre es menor que en otras selvas del neotrópico). ¿Cómo
explicamos entonces que tengamos una gran diversidad gama cuando la diversidad alfa es menor
que en otros lados? La alta diversidad beta es parte importante de la respuesta a esta pregunta.
La heterogeneidad espacial y biótica del territorio provoca que al tomar muestras de diversidad
entre localidades cercanas, éstas pueden compartir muy pocas especies. Así, al ir sumando las
especies no compartidas entre sitios, alcanzamos una gran diversidad de tipo gama aunque la
diversidad alfa sea pequeña en cada una de las localidades.
La consecuencia más importante de que en México la diversidad se distribuya de esta manera es
que la posibilidad de crear reservas en las que esté presentada toda la diversidad del país es una
meta virtualmente imposible por sus costos económicos, sociales e incluso territoriales. Por esto,
y sin dar a entender de ninguna manera que no debemos consolidar el actual sistema de áreas
protegidas e incluso promover la creación de más reservas, las estrategias de conservación de la
biodiversidad en México deben dar un lugar preponderante a las actividades productivas en el
México rural que hagan un uso conservacionista y sustentable de los recursos biológicos. Esta
conclusión se hace virtualmente ineludible si también tomamos en cuenta la distribución de la
población rural.
Distribución y situación social de la población rural
En 1990 México contaba con 85 millones de habitantes, de los que más de 23 millones (casi el
30%) eran considerados población rural. A pesar de que una de las características de la
distribución demográfica en México es la urbanización acelerada, la población rural se ha
duplicado en sesenta años y aún se distribuye de manera dispersa. Más del 70% de la población
rural habita en localidades de entre 100 y 1,000 habitantes y el 95% de las localidades rurales
tienen menos de 1,000 habitantes.
Los estados de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Guanajuato y Michoacán concentran casi el
50% de la población rural del país y se caracterizan por ser entidades con bajos niveles de
bienestar y desarrollo. En ellos el grado de escolaridad promedio de la población no alcanza la
primaria completa, y entre el 20 y el 50% de la población percibe ingresos menores al salario
mínimo. En Chiapas y Oaxaca casi el 70% de las viviendas carecen de drenaje, el 40% de agua
entubada y el 30% de electricidad. Estos dos últimos estados se encuentran entre los más ricos
en biodiversidad dentro de nuestro país.
La dispersión de la población rural indica que México es un país habitado en casi toda su
superficie. Además, los niveles de marginación que se presentan en el campo mexicano hacen
del desarrollo y la producción prioridades que deben compartir los diferentes niveles de gobierno
así como las organizaciones sociales y privadas. La conservación en México debe involucrar una
participación directa de la población rural en el uso racional de la biodiversidad. Es dec ir, existe
un compromiso evidente con la promoción de sistemas productivos viables en lo social, en lo
económico y en lo ecológico que promuevan tanto la conservación como la mejoría de las
condiciones de vida. Ligada a estos aspectos está también la diver sidad cultural que aún se
mantiene en México y que está íntimamente relacionada con las perspectivas del conocimiento,
conservación y uso de la biodiversidad en nuestro país.
La diversidad cultural
Más del 20% de los indígenas que habitan en el continente americano viven actualmente en
México. En 1990 la población indígena del país fue estimada en 8,701,688 individuos, lo que
representa cerca del 11% de la población del país. Tomando la lengua como criterio, en México
existen 92 grupos indígenas. Sin embargo, más del 60% de esta población pertenece a cinco
grupos: nahuas, mayas, zapotecos, mixtecos y otomíes. La población indígena está presente en
todos los municipios del país, pero su concentración es mayor en las zonas boscosas templadas
y tropicales. Al igual que el resto de la población rural los indígenas en México viven en
condiciones acentuadas de marginación.
En estas culturas, y en sus prácticas cotidianas de utilización de los recursos biológicos,
encontramos un amplio conocimiento sobre especies útiles y sus productos derivados. Tan sólo
en la selva tropical húmeda los indígenas hacen uso de por lo menos 1,330 especies de plantas
para la obtención de medicinas, alimentos, colorantes y fibras. El Instituto Nacional Indigenista
tiene registradas más de 3,000 especies de plantas con usos medicinales. En el universo de la
artesanía se ha registrado el uso de más de 270 especies de origen vegetal de las que 134 son
del trópico seco. Con fines industriales y ornamentales, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo
Rural reconoce más de cien especies forestales no maderables. Estos ejemplos muestran la
amplia cultura indígena y campesina sobre la biodiversidad y sobre tecnologías para la utilización
del ambiente y de diferentes componentes de la diversidad biológica. Estas formas, en muchos
casos, tienen como resultado un uso diversificado de los ecosistemas, la conservación de ciertas
especies y la variedad genética de muchas especies cultuvadas.
¿Hacia dónde?
Estamos frente a un escenario complejo para la conservación que al mismo tiempo presenta
alternativas reales para ligarla con el desarrollo. En síntesis, y con base en las ideas antes
desarrolladas, debemos reconocer tres cosas. Primero, que la divesidad de México tiene un
importante componente de heterogeneidad, cuya consecuencia es que debemos aspirar a
conservar la biodiversidad en casi toda la superficie nacional. Evidentemente ésta es una meta
irreal si pensamos sólo en áreas protegidas, pero no lo es si promovemos, por ejemplo, usos
diversificados del paisaje y actividades forestales sustentables. Segundo, que existen pequeñas
comunidades rurales a lo largao de todo el país cuyas alternativas de desarrollo están ligadas en
la mayoría de los casos al uso de esta diversidad y tercero, que los pueblos indígenas y los
campesinos son depositarios de conociemientos relevantes para su uso racional y conservación.
En resumen: la existencia de pocas áreas deshabitadas en México, el hecho de que en cada
localidad o zona se presenten biotas de características peculiares, y que los grupos sociales
hayan desarrollado conjuntos de conocimiento local sobre el uso de los recursos biológicos, nos
lleva a concluir que la conservación de la biodiversidad en nuestro país debe centrarse en
esfuerzos a nivel local o de pequeñas regiones dentro y fuera de las áreas protegidas.
El reconocimiento de nuestra heterogeneidad social y biológica permite integrar las diferencias de
cada región en las estrategias y acciones de conservación. Esta es una tarea compleja y de gran
magnitud, pero promover políticas de conservación de carácter estrictamente general sería como
pretender explicar la pérdida de la biodiversidad a partir de una sola causa. Por tanto, la
conservación de la diversidad y los recursos biológicos requiere asum ir la complejidad de la tarea
no como una característica negativa sino como parte misma de las estrategias de solución.
Desarrollo sustentable e instituciones públicas
Enrique Provencio*
El autor se centra en una revisión de los problemas relacionados con la planeación, el arreglo
institucional para la gestión ambiental y la construcción de la base social para el tránsito hacia un
desararollo sustentable. Analiza también el TLC y los acuerdos ambientales paralelos.
Señores ministros y funcionarios de Centroamérica:
Ustedes han sido protagonistas del debate internacional y regional sobre la concepción del
desarrollo sustentable, y de su traducción en grandes directrices para su aplicación en cada país
y para la definición de compromisos internacionales en diversos temas. Los documentos de varios
de sus fores regionales -en particular la Declaración Guácimo (en Limón, república de Costa Rica)
en agosto de 1994 y la Declaración CONCAUSA (en Managua, Nicaragua) en octubre de 1994muestran cómo las elaboraciones centroamericanas han enriquecido y concretado los resultados
de los foros de Naciones Unidas y de otras instituciones internacionales y regionales, en
beneficio de las políticas de desarrollo sustentable que está aplicando cada uno de los países de
Centroamérica.
También han sido participes de la diversidad de foros latinoamericanos con temáticas más
generales sobre desarrollo social y económico, donde confirmamos y reiteramos la existencia de
problemáticas comunes. Considerando lo anterior, creo que la mejor manera de evitar repeticiones
y avanzar en el intercambio de experiencias más concretas es abordar el desararollo sustentable
-que es el tema de esta sesión- desde algunos problemas concretos que estamos enfrentando en
México actualmente.
1.¿ Cómo plantearse la incorporación de la dimensión ambiental al desarrollo ante un
esquema de planeación agotado?
Lo ambiental siempre lo asociamos con el largo plazo, con el pensar estratégicamente, con las
articulaciones intersectoriales y con su inmersión en las líneas fundamentales del desarrollo
nacional. Por esto desde hace más de una década se convirtió en un tema clave la incorporación
de la dimensión ambiental en el proceso de planeación.
El abordaje de este tema enfr enta muchas contradicciones generadas por el agotamiento teórico
y práctico de los esquemas de planeación en América Latina. Sin duda, en el plano conceptual y
en experiencias de algunos países de la región se han logrado avances en la dirección de la
denominada planeación estratégica y -como recomiendan varios especialistas - debiéramos
concebirla más en términos de una gestión estratégica para enfatizar la intención de ensamblar
las tareas de planeación, conducción e instrumentación de políticas. Las alternativas se irán
desbrozando en la medida en que se avance en los procesos de reforma del Estado,
particulamente en lo que se refiere a la consolidación de nuevas modalidades de regulación e
intervención estatal en la economía.
Desde los primeros meses de este año nos propusimos un esfuerzo conjunto para definir las
prioridades de todas las áreas y órganos desconcetrados que aglutina la SEMARNAP.
Esperábamos que este esfuerzo derivara en una bien definida agenda de la Secretaría que
orientara esfuerzos, los ubicara en el tiempo y en su carácter estratégico, de forma tal que las
presiones de la operación y de los problemas emergentes no provocaran una marginación de los
cambios fundamentales que se desean inducir hacia el interior de la institución y hacia o
ls
agentes económicos, los grupos sociales y la ciudadanía en general.
Sin duda definimos prioridades pero estamos muy lejos de haber instalado en la Secretaría una
agenda que juegue el papel de instrumento rector de su gestión. A la fecha las presiones nos han
ganado porque atravesamos una coyuntura muy difícil de contracción presupuestal y de
postración de la economía. En este contexto todo asunto tiende a convertirse en prioritario,
urgente e imperativo, y toda respuesta estatal se vuelve insuficiente.
También reconocemos que la conformación y operación de una agenda ambiental presupone
adentrarnos en prácticas de gestión estratégica. En particular cabe mencionar las dificultades
para visualizar las políticas, las estrategias y la aplicación de los principales instrumentos como
procesos deben pasar a la agenda por requerir de una toma de decisiones.
Estamos más acostumbrados a jerarquizar cada programa o política como un todo, y a priorizar
aquellos que consideramos sustantivos y aun estratégicos por su alta participación en los
recursos presupuestales.
En cuanto al tema de la evaluación de las políticas y programas ambientales, las complicaciones
comienzan con las insuficiencias de información para documentar y medir las tendencias de
deterioro. Seguramente en los próximos cinco años no lograremos cambiar significativamente los
indicadores con que medimos globalmente las tendencias más graves (porcentajes de
deforestación, niveles de contaminación en las grandes cuencas hidrológicas, niveles de
contaminación en el aire de las principales ciudades, entre otros). Entonces ¿cómo vamos a
evaluar el propósito fundamental de reducir sustancialmente las tendencias de deterioro?
Todavía no hemos diseñado y mucho menos instrumentado los procedimientos de un nuevo tipo
de evaluación. Lo que sí tenemos claro es que no podemos partir de una reedición de los
tradicionales diagnósticos donde predominan la cuantificación de los avances y limitaciones, y los
intentos por abarcar todos los aspectos de la problemática ambiental.
Tenemos que concentrar la evaluación en la selección y calificación de problemas relevantes por
constituir un obstáculo importante para el tránsito hacia el desarrollo sustentable. Y sustentar
esta selección en diagnósticos específicos que privilegien los factores cualitativos e incorporen la
visión, expectativas y acciones de los principales agentes económicos y sociales que están
involucrados con los problemas ambientales relevantes.
De esta forma podemos enfocar la evaluación hacia una ponderación sobre el conjunto de
cambios cualitativos que estamos logrando en los factores causales del deterioro ambiental y de
sistemas productivos que no garantizan un aprovechamiento sustentable de los recursos
naturales.
Dentro de este conjunto de cambios cualitativos estarán los avances que obtengamos en materia
de reformas al marco legal, medidas institucionales para inducir un efectivo cumplimiento de la
ley, introducción de instrumentos económicos como parte fundamental de la gestión ambiental,
desarrollos institucionales y avances en la conformación de políticas públicas para la gestión
ambiental.
2. La complicada tarea de consolidar un arreglo institucional para la gestión de los
recursos ambientales
Estamos convencidos de que por un muy largo período requerimos de un núcleo duro institucional
especializado en cinco grandes tareas:
. El diseño estratégico de las políticas de gestión de los recursos ambientales y de sus
modalidades intersectoriales;
. La mayor prioridad en cuanto a permear el factor ambiental en el fomento productivo a
actividades económicas relacionadas con los recursos naturales que presentan los más altos
niveles de riesgo y deterioro, o sea el suelo, los vosques, el agua, la pesca y el manejo
sustentable de las áreas naturales protegidas;
. Otorgar una importancia central a los proyectos regionales y locales de desarrollo sustentable
que ofrecen alternativas económicas viables para la economía campesina y para las comunidades
rurales , y que pueden ser la vía para romper los frecuentes círculos viciosos que se generan
entre pobreza y medio ambiente;
. Una especial atención a la consolidación del marco jurídico en materia ambiental y sobre todo al
cumplimiento efectivo de la ley; y
. El desarrollo de amplias capacidades institucionales -sean públicas o privadas - en materia de
capacitación, transferencia tecnológica e información.
Hoy en día, consolidar un arreglo institucional especializado en estas cinco tareas se ha
convertido en un enorme reto debido a que este desarrollo inst itucional tiene que empatar con los
procesos -en curso y pendientes - originados por la reforma del Estado.
En el Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 se plantea la intención de imprimirle al desarrollo
nacional el carácter de sustentable y se consideran las políticas ambientales como un
componente fundamental de la estrategia económica. Sin embargo, en la actividad cotidiana se
tiende a asociarnos con la esfera de desarrollo social, y en particular con el gabinete social. Con
la finalidad de irradiar las políticas ambientales hacia la acción de los sectores de la
Administración Pública Federal, resultaría más adecuada una ubicación de carácter más
transversal que permitiera una mayor interacción en los ámbitos de los gabinetes económico y
social.
3. La conformación de una base social para transitar hacia un desarrollo sustentable
El tránsito a un desarrollo sustentable exige cambios en nuestros patrones de consumo y en
nuestros sistemas productivos, de tales dimensiones y calidad, que plantea la necesidad de
inducir la conformación de una extensa base social. Uno de los aspectos clave de este proceso
es la asimilación social de los valores, propósitos y estrategias asociadas a la sustentabilidad.
Para profundizar en la asimilación social de las cuestiones ambientales, desde el inicio de la
presente administración nos propusimos precisar e informar a la opinión pública cuáles son las
principales líneas estratégicas de la Secretaría, de forma tal que se la ubicara como un agente
catalizador de la sustentabilidad y, sobre todo, que socialmente se percibiera que sí se cuenta
con un proyecto para encaminarnos hacia un desarrollo sustentable.
En esta tarea hemos insistido que la creación de la Secretaría y la mayor atención
gubernamental a los problemas de sustentabilidad no se va a traducir en logros espectaculares en
el corto y mediano plazo, claramente apreciables por la población en el mejoramiento de su
calidad de vida.
Hemos hecho incapié en la idea de que alcanzar una modalidad de desarrollo sustentable
presupone un largo tránsito que comienza por cancelar o disminuir a mínimos aceptables los
efectos generados por los procesos que degradan el medio ambiente y los recursos naturales. Y
que esta contención de los procesos de deterioro, sobre todo en una coyuntura económica tan
compleja como la que estamos atravesando, tiene que engarzarse con nuevas y efectivas
políticas que propicien un aprovechamiento pleno y diversificado de los recursos naturales en las
actividades vinculadas directamente con ellos.
Asimismo, tiene que articularse con medidas sólidas de protección al empleo y el ingreso, la
superación de la pobreza y el mejoramiento de la calidad de vida.
Estos grandes propósiatos no se han permeado debidamente en los medios de comunicación y
en la interacción con los organismos de representación; y me atrevería a decir que tampoco en
las coordinaciones institucionales, sean con las áreas de fomento productivo de la Secretaría o
con otras entidades del Poder Ejecutivo Federal.
Este accidentado esfuerzo en favor de la asimilación social del proyecto de sustentabilidad se
deriva de una porblemática muy compleja, entre cuyos factores estan:
. El añejo marginamiento de los aspectos ambientales en casi todas lasa tareas estatales de
fomento productivo, y en la gama de demandas y planteamientos de los partidos políticos y de
los organismos de representación, sean empresariales, obreros, campesinos o de profesionistas.
. Los medios de comunidación se han desarrollado aceleradamente en los últimos años,
especialmente con respecto a su anterior dependencia del discurso gubernamental; sin embargo,
en sus esfuerzos de comunicación no han logrado abrir espacios significativos a los problemas de
mediano y largo plazo, como son los relacionados con la sustentabilidad;
. El aumento en número y actividad de los organismos no gubernamentales contribuye
enormemente a la asimilaciónsocial de las preocupaciones ambientales; sin embargo, este auge
ha estado altamente permeado por la cultura del antigobiernismo y por prácticas de un activismo
centrado en la respuesta rápida; y
. El rezago general en la conformación de una cultura de corresponsabilidad en la atención a los
problemas públicos.
A estos factores -digamos de fondo- se añaden las complicaciones para que las principales áreas
de la Secretaría jueguen un papel de comunicadores sociales, y avancen en el diseño y
aplicación de mecanismos que nos permitan procesar adecuadamente los conflictos locales en
torno a problemas ambientales.
Estas complicaciones e insuficienc ias se reflejan en la esfera de la comunicación social. Así
vemos como, en lugar de estar en el centro de la información y la discusión nacional los
obstáculos y las alternativas a favor de un desarrollo sustentable, frecuentemente nos vemos
atrapados en problemas locales muy puntuales que casi automáticamente se sobredimensionan,
se convierten en temas nacionales y se nos presentan como disputas irreconciliables o como
cuestionamientos a supuestos autoritarismo, discrecionalidad o ineficacia de las autoridades
ambientales.
Este fenómeno se ha reflejado claramente en la prensa nacional de los últimos meses, donde
predominan las noticias sobre asuntos ambientales locales, que sin duda devieran ser atendidos,
pero por los mismos agentes locales. Curiosamente la mayor parte de estas noticias se
relacionan con la protección a la biodiversidad y en segundo lugar con problemas de
ordenamiento ecológico.
Esta tendencia a que los medios y las mismas representanciones sociales se centren casi
exclusivamente en problemas emergentes, no contribuye a una asimilación social de la necesidad
de comenzar a atacar a fondo los factoes causales de las principales tendencias de deterioro
ambiental que afectan severamente la calidad de vida y las posibilidades de reproducir, soatener
en tiempo y aun mejorar las condiciones productivas.
Frente a esa imagen distorsionada, todavía no logramos inducir una asimilación social de que el
principal compromiso del gobierno en materia ambiental es eliminar las causas que alimentan los
fenómenos ambientales más nocivos para la calidad de vida y el aprovechamiento sustentable de
nuestros recursos naturales. Y que este compromiso se asume bajo la premisa de lograr una
combinación sinérgica con los objetivos económicos y sociales.
Por diferentes vertientes, no todas en forma directa, estamos creando condiciones favorables a la
conformación de una base social en torno a los propósitos fundamentales y las alternativas para
transitar hacia un desarrollo sustentable, y su traducción en obligaciones y beneficios tangibles
para los agentes económicos y los grupos sociales.
Vale destacar que la conformación de una gestión de los recursos ambientales basada en
efectivas políticas públicas construidas socialmente presupone, entre otras cosas, una gestión
descentralizada y una nueva cultura institucional en la atención a los conflictos que -sean o no
virulentos - están latentes en la mayoría de los asuntos ambientales por sus derivaciones
económicas y sociales.
Otra de las artistias fundamentales para la extensión de la vase social del proyecto de desarrollo
sustentable es la siempre valorada pero poco ejercida participación social. En esta dirección, la
secretaría ha resaltado la tarea de fomentar la corresponsabilidad y la participación social en la
política ambiental y de recursos naturales, como condición básica para promover el desarrollo
sustentable. Como parte de esta tarea se realizó la integración de cuatro Consejos Consultivos
Regionales y un Consejo Consultivo Nacional, siguiendo criterios que garantizaran la amplia
representación de la sociedad y la presencia de connotados mexicanos.
Las funciones básicas de los consejos contemplan dos aspectos centrales: el primero referido a
asesorar proponer y realizar recomendaciones sobre el diseño de políticas, estrategias y
programas relativos al aprovechamiento de recursos naturales y la protección del medio ambiente;
y el segundo referido a promover la consulta y deliberación pública y elaborar recomendaciones
para mejorar el marco regulatorio del aprovechamiento sustentable de recursos naturales.
Estos consejos son sólo un primer paso para enfrentar los crónicos y complejos problemas que
inhiben laparticipación social. Comenzamos a reconocer como un imperativo que la participación
debe ser entendida no solo como la expresión de opiniones y propuestas sino,
fundamentalmente, como el involucramiento en la adopción de las decisiones y en la vigilancia de
su realización.
Lo anterior supone una profunda revisión de los esquemas gubernamentales, que en general se
han ido diseñando sin considerar la intervención sustantiva; es decir, la adopción de decisiones y
la vigilancia de las mismas por parte de las organizaciones sociales. Esta revisión debe ser
considerada como uno de los ejes de la reforma estatal, y en particular de la reforma
gubernamental, y conduce principalmente a modificar el carácter centralizado en la adopción de
decisiones.
Sin embargo el cambio debe hacerse sin poner en riesgo el proyecto nacional, la coherencia de
las estrategias frente a los demás sectores la eficacia y la eficiencia técnica de las decisiones,
entre otros aspectos, lo cual supone, por un lado, articular bien las demandas de participación
creciente con las capacidades de participación social y, por otro, la innovación gubernamental
para abrirse a la participación.
Otra dimensión de la participación se ubica en la rcorresponsabilidad Estado-sociedad para
ejecutar acciones de manera directa. Esto también supone reformas para reconocer la posibilidad
de que las organizaciones sociales sin fines de lucro puedan realizar acciones hasta ahora
consideradas sólo como acciones de gobierno. Supone asumir la redistribución de funciones en
una concepción más abierta, y no circunscrita sólo a la privatización hacia agentes económicos y
a l a descentralización de funciones hacia los gobiernos locales.
El Tratado de Libre Comercio y el medio ambiente.
Como tema separado y en respuesta al interés manifestado, paso a una descripción muy breve
sobre el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y sus acuerdos paralelos sobre el medio
ambiente.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado por México, Estados Unidos y
Canadá, establece formalmente una zona de libre comercio en conformidad con el Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Los objetivos centrales del Tratado son:
eliminar barreras al comercio; promover una competencia justa; incrementar las oportunidades de
inversión; proteger los derechos de propiedad intelectual; establecer un mecanismo de solución
de controversias; y fomentar la cooperación trilateral, regional y multilateral.
Con este acuerdo México,Canadá y Estados Unidos por primera vez en la historia de los
acuerdos comerciales introducen un componente ambiental. Para alcanzar este objetivo se
acordó desde un inicio incluir en el Tratado disposiciones ambientales tales como:
. preeminencia de los tratados internacionales en materia ambiental (CITES, los Protocolos de
Montreal y Basilea) acordados por las partes sobre las disposiciones del TLC.
. compromisos de las partes de no disminuir sus normas ambientales con el objeto de atraer
inversiones,
. respeto al derecho de cada país para determinar sus propios niveles de protección ambiental.
Posteriormente, en el mes de septiembre de 1993, con el propósito de fortalecer los compromisos
ambientales adquiridos en el marco del TLc, se estableció el Acuerdo de Cooperación Ambiental
de América del Norte. Es en el marco de este acuerdo que se crea la Comisión de Cooperación
Ambiental de América del Nor te cuyo objetivos principales son:
. alentar la proatección y el mejoramiento del medio amabiente para el bienestar de las
generaciones presentes y futuras;
. promover el desarrollo sustentable;
. incrementar la cooperación entre las parates en materia ambiental; y
. promover la participación de la sociedad en la elaboración de leyes y políticas ambientales.
La Comisión está constituida por un Consejo integrado por los ministros a cargo de los atemas
ambientales de cada una de las partes; un Secretariado a cargo de un director ejecutivo cuya
tarea principal es conducir los trabajos de la Comisión de acuerdo con los lineamientos
establecidos por el Consejo; y un Comité Consultivo Público Conjunto integrado por quince
miembros nombrados en partes iguales por cada una de las partes, que funge como órgano
asesor del consejo. Esta estructura propicia la participación conjunta de los distintos sectores
sociales de los tres países.
La Comisión, con sede en Montreal, quedó instalada el 26 de julio de 1994, con un presupuesto
de 9 millones de dólares para 1995 y un programa de trabajo deseñado para realizar actividades
de cooperación en: conservaciòn y protección de ecosistemas; estudios comparativos de leyes y
reglamentos ambientales; prevención de la contaminac ión; instrumentos de política para el
desarrollo sustentable; desarrollo de la capacidad tecnológica; y asuntos ambientales
transfronterizos.
Por otra parte, con el objeto de apoyar la conservación, la protección y el mejoramiento de la
ecología de la zona fronteriza y en el marco institucional del Tratado de Libre Comercio, México
y Estados Unidos establecieron en octubre de 1993 un acuerdo para financiar y promover
proyectos de infraestructura ambiental en su frontera común.
Para lograr este fin el acuerdo establece un fondo de financiamiento hasta por 3,000 millones de
dólares que será administrado por el Banco de Desarrollo de América del Norte (BANDAN),
mientras que las labores de promoción, asitencia técnica y certificación de proyectos para
financiamiento estarán a cargo de la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza (COCEF),
cuya sede está en Ciudad Juárez, Chihuahua.
El órgano supremo de la COCEF es el Consejo Directivo que, con el propósito de lograr una más
amplia participación de la comunidad fronteriza incorpora a representantes de los gobiernos
locales y federal, así como a miembros de la sociedad civil de la frontera.
Con la intensa participación de las comunidades fronterizas y los gobiernos estatales y
municipales, esta Comisión ha logrado imporantes avances en la certificación de proyectos para
su financiamiento por el BANDAN. Cabe señalar que a fines de septiembre se certificaron ya los
dos primeros proyectos de infraestructura consistentes en dos plantas de tratamiento de aguas
res iduales: una en la ciudad de Ensenada, Baja California, México, y la otra en la Ciudad de
Browley en California, Estados Unidos. Para noviembre próximo se espera certificar también el
proyecto de aguas residuales de El Paso, Texas.
Por otra parte el Banco de Desarrollo de América del Norte funciona como la institución que
facilita el financiamiento de aquellos proyectos que son certificados por el COCEF, constituyendo
así una fuente innovadora de recursos para dar atención a las demandas de infraestructura
generadas por el rápido crecimiento de la zona fronteriza entre los dos países.
La creación de estas dos instituciones binacionales significa un nuevo concepto en materia de
colaboración entre las naciones, subrayando la estrecha interrelación entre los gobiernos y las
sociedades que la atención de los problemas ambientales demanda. Resulta evidente que existen
problemas cuya solución supera las capacidades individuales de los países. los grandes temas
del fin de siglo, entre los cuales el ambiental destaca por razones ampliamente conocidas, nos
obligan así a trabajar con instituciones que van más allá de nuestras tradicionales organizaciones
nacionales.
La evaluación del funcionamiento inicial de
instituci ones asociadas, resultará de gran
política comnjunta de comercio y desarrollo
inclusión de México en la Alianza para
Centroamérica.
los acuerdos ambientales ligados al TLC y de las
relevancia para el diseño de los mecanismos de
sustentable que están por surgir en el marco de la
el Desarrollo Sostenible que viene operando en
La observación turística de ballena gris en Baja California Sur, México
Descripición y valor económico.
José Angel Sánchez Pacheco
Reserva de la Biosfera el Vizcaino
Guerrero Negro, Baja California Sur, México
Con las medidas y acuerdos internacionales para proteger a la mayoria de las especies
de ballenas, algunas poblaciones continúan su recuperación de los efectos de la cacería
comercial, incluyendo especies que durante algún periodo de su vida se aproximan regularmente
a la costa y que actualmente son parte de la experiencia de observación o "whale-watching".
Durante la reunión de 1993 de la Comisión Ballenera Internacional (International Whaling
Commission) llevada a cabo en Kyoto, Japón, se reconoció a la observación turística de ballena
como una industria en expansiòn que actualmente contribuye significativamente a las economías
de un creciente número de paìses y de manera formal , esta comisión expresó su deseo de
promover el desarrollo de esta actividad turística como un uso sustentable de los expreso
Catceos como recurso ( FAW, et, al, 1995 ).
El principal y más atractivo destino de observación de ballenas en México es sin duda
Baja California Sur, en Laguna Ojo de Liebre, Laguna San Ignacio, Bahía Magdalena y Estero La
Soledad, donde la ballena gris se congrega durante el invierno para criar y dar a luz ( Gllmore,
1950 , Gard, 1974). La actividad de observación turística de ballenas inicia de manera formal
desde 1972 en la Laguna de San Ignacio con viajes en barcos provenientes de San Diego, E.U.A.,
En 1988 esta actividad se expande a la Laguna Ojo de Liebre y en 1990 en Bahía Magdalena,
esto para satisfacer un creciente número de visitantes cada año ( Dedina y Young, 1995 ).
El gobierno de México ha tomado importantes medidas para proteger a la especie y su
hábitat durante esta importante etapa de su ciclo de vida, declarando las principales lagunas de
congregación refugios de ballenas y reservas a la Laguna Manuela, Laguna Gerrero Negro,
Laguna Ojo de Liebre y Laguna San Ignacio (Diario Oficial 14 de enero 1972 y 16 de julio de
1979). El 30 de noviembre de 1988 se decreto la Reserva de la Biosfera "El Vizcaino" que incluye
las dos principales lagunas donde nacen la mayoría de los ballenatos. Laguna Ojo de Liebre y
San Ignacio: Aunque Bahia Magdalena no cuenta con una declaratoria de área natural protegida,
los reglamentos de observación de ballenas y de algunas actividades humanas son básicamente
semejantes a los de esta Reserva, esto incluye las salidas en em barcaciones menores o
"pangas" en barcos o cruceros, el desarrollo de campamentos excursiones para la observación de
vida silvestre y de patrimonios culturales (pinturas rupestres, misiones etc.) la ballena gris es
considerarda como especie sujeta a protección especial (NOM - 059; ap CITES) que da
elementos para su manejo responsable en Mèxico y permite la continuidad a la tradicional política
de conservación de las especies de ballenas en México.
Existen gran variedad de servicios turísticos principalmente durante la temporada de
observación de ballenas que inicia en mediados de diciembre hasta mediados de abril. Estos
servicios son proporcionados por empresas o personas debidamente autorizadas por el Instituto
Nacional de Ecología ( INE ) de la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca
(SEMARNAP ) .
La normativa que rige la actividad es desarrollada por el INE y es vigilada por la
Procuraduria Federal de Protección al ambiente e incluye las siguientes regulaciones que incluye
objetivos para la proatección a la especie, al ambiente, seguridad para los visitantes y el uso
sustentable de este recurso :
- El inicio y conclusión de la temporada en el periodo en que las ballenas son
abundamtes.
- Existen sitios especificos dentro de las lagunas donde se puede realizar
la observación de ballenas, el resto de las lagunas estàn restringidas a cualquier actividad para
permitir a las hembras con cria refugiarse, Estas áreas están definidas y limitadas basados en
estudios sobre su distribución y abundancia.
- la velocidad de transito de las embarcaciones esta restringida a 5-15 km/h, siguiendo
rutas definidas cercanas a la costa o aguas someras para disminuir el impacto potencial del ruido
de los motores y para evitar colisiones. En algunas de las áreas los barcos o cruceros solo
pueden transitar para llegar al sitio de anclaje donde se les proporciona el servicio de observación
en embarcaciones menores.
- La cantidad de embarcaciomes menores simultáneamente en el área de observación
esta restringida a 12 en Bahía Magdalena, Estero La Soledad y Laguna San Ignacio y 11 en
Laguna Ojo de Liebre. Esto limita los efectos negativos potenciales de un mayor número de
embarcaciones que producen cambios en su comportamiento regular o abandono del área y de la
Laguna o Bahía .
- Se limita el tiempo en el área de observación a 90 minutos para permitir la oportunidad
de varias excursiones al mayor número posible de embarcaciones autorizadas. Esto es
especialmente imposible durante los fines de semana en que la cantidad de visitamtes se
incrementa .
- Las empresas deben seguir estrictas normas y reglamentos de seguridad marítima
exigidas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, incluyendo radio comunicación,
salvavidas, señales y una embarcación de auxilio en guardia permanente para atender casos de
accidentes.
- Las empresas de cada área son responsables del cuidado del ambiente. Los sitios de
campamento y embarcadero deben contar con servicios sanitarios y metodos de manejo de
desechos .
Laguna Ojo de Liebre:
Laguna Ojo de Liebre cuenta con 2 áreas de observación de ballenas, una cercana a la
boca de la laguna y otra en la parte interior. En la primer área son 3 empresas con 7
embarcaciones autorizadas basadas en el poblado de Guerrero negro. El costo del viaje es de 35
dólares (dlls) con descuentos de 50% para niños. En el área de observación del interior de la
laguna trabaja de manera exclusiva la empresa comunitaria del Ejido Benito Juárez que cuenta
con 5 embarcaciones autorizadas. Esta empresa ofrece la excursión a observar a la ballenas a 15
dlls con descuentos del 50% para niños. Por la importancia de esta laguna en la crianza de
ballenatos recién nacidos, no se permite el ingreso de embarcaciones mayores o cruceros, y
únicamente existe un sitio para campamentos turísticos.
En 1997 se registraron 12,335 visitantes en las excursiones para observar ballenas, 50%
de estos provienen de E:U:, 19% de diferentes partes de México, 8% de Alemania, 5% de Italia,
Canadá, y el resto de 34 países más. La mayoría de los visitantes a esta área (42%) llegan en
febrero. En esta laguna la demanda de servicio para observar ballenas crece a un ritmo del 32%
desde 1995, y se estima que a este ritmo de crecimiento para el año 2000 la capacidad de carga
de las áreas estará sobresaturada. (Sánchez -Pacheco, 1997). Se estima que con las condiciones
de operación y de equipo actuales las compañias están ocupando un 41% de su capacidad. En
esta laguna por norma de seguridad marítima se limitó a un máximo de 10 pasajeros por
embarcación.
Dependiendo de las diferentes opciones de transporte (vuelos privados o comerciales,
vehículo particular, autobús, etc., desde San Diego, Loreto, Hermosillo o La Paz), hospedaje,
alimentación, renta de botes, o servicio turístico con todo incluido como campamentos
comerciales o cruceros en barco, se estima que cada visitante a las excursiones de observación
de ballenas en esta laguna gastó en promedio 313 dlls. Si se incluyen todos los gastos directos e
indirectos que se relacionan con las excursiones para la observación de ballena gris en esta
laguna se calcula que esta actividad genera alrededor de 3.8 millones de dlls. distribuidos tanto
en compañías de México como en E.U.
Laguna San Ignacio
En Laguna San Ignacio existe una sola área de observación donde prestan el servicio de
excursiones a observar ballenas 4 empresas con 23 embarcaciones menores autorizadas. Estas
empresas estan basadas en la Laguna San ignacio o en el poblado del mismo nombre y además
de atender a los visitantes que llegan por su cuenta prestan servicio a los barcos y canpamentos
turísticos. El costo de las excursiones a observar ballenas que estas empresas ofrecen son de 25
dlls con diferentes descuentos para niños. En el área de observación un máximo de 2 cruceros o
embarcaciones mayores estan autorizadas a anclarse de manera simultánea, y los
campaamentos comerciales que operan diferentes compañías nacionales y extranjeras son 5
autorizados que se instalan en las imagenes de esta laguna.
en 1997 un total de 2,998 visitantes salieron en excursiones a observar ballenas en esta
laguna. el 45% proveniente de E.U; 30% de México, 11% de Alemanía, 4% de Italia, 1% de
Canadá, Francia, Bélgica o Inglaterra, y el resto de otros 20 paìses. El 40% de estos visitantes
llegan en marzo. En esta Laguna no se registró un incremento significativo en la cantidad de
visitantes con respecto al año pasado de 1%.
Se estima que estas empresas ocupan el 54% de su capacidad instalada, sin embargo,
comparado con Laguna Ojo de Liebre, por el rango anual de incremento de la demanda no se
prevén problemas de atención o de suturación de la capacidad de carga estimada para esta
laguna. La cantidad máxima de pasajeros por embarcación es de 10.
Al igual que en el caso anterior se estima que cada visitante gasto en promedio 1.360
dlls, la gran diferencia esta cada debido a que la mayoría de los visitantes de esta Laguna
provienen de cruceros de San Diego o de compañías con campamentos comerciales con todo
incluido durante 3 o más días de estancia. Esta actividad, incluyendo gastos por servicios
directos generó alrededor de 4.0 millones de dlls.
Bahía Magdalena:
Puerto San Carlos se encuentra dentro de esta bahía y es el poblado donde se basa 4
de las 5 compañías o empresas autor isadas dedicadas a las excursiones de observaciòn de
ballenas en las pangas. estas empresas cuentan con 18 pangas que atienden a los visitantes que
llegan por su cuenta propia. a los 2 campamentos y a las dos embarcaciones mayores que se
permite anclar de manera simultánea dentro de la bahía.
En 1997 se dió servicio a 5.0489 visitantes en las pangas para observar ballenas a una tarifa de
30 dlla por la renta del bote por hora, se dió diferente tarifa para niños. Cada lancha fue permitida
aa tranportar un máximo de 6 pasajeros por norma establecida por Capitania de Puerto. A esta
área el 59% de los visitantes arriban en febrero: el crecimiento anual de la demanda crece a un
ritmo de 40% lo cual crea gran preocupación en el manejo del área y del recurso si esta
tendencia se mantiene en los proximos años.
Cada visitante gastó en la excursión para observar a la ballenas un promedio de 590 dlls en 1997,
esto significa un total de 2.9 millones de dlls que produce esta actividad en servicios directos e
indirectos como se mencionó anteriormente.
Estero La Soledad:
Este es un canal estrecho parte del complejo de Bahía Magdalena donde se hubica el
puerto Adolfo Lopez Mateos. En este puerto hay 5 empresas dedicadas a las excursiones a
observar ballenas con 51 embarcaciones menores autorizadas. Estas empresas prestan servicio
de excursión a observar ballenas a los barcos-crucero y a los 5 campamentos comerciales
establecidos en las orillas de este estero. El costo del servicio es de 30 dlls por la renta del bote
durante 1 hora.
El 45% de los visitantes llegaron en enero. En 1997 se atendió a 8,102 visitantes que significan
168 visitantes menos que el año anterior, Se estima que cada uno de estos visitantes gastó en lo
relacionado a la excursión para observar ballenas un promedio de 572 dlls que hacen que la
actividad de observación de excursión para observar ballenas en esta área genere alrededor de
3.86 millones de dlls tanto a las empresas de México como a las de E.U.
Como para el caso de Bahía Magdalena no se cuenta con información para estimar la capacidad
instalada cubierta por la demanda de estas áreas pero se estima que este estero recibe al 28.4%
de todos los visitantes de observación ballenas grises de B.C.S debido probablemente a su
cercanía de la ciudad de La Paz y al hecho atractivo de que las ballenas se encuentran muy
cerca de la orilla
En general la denanda para la observación turística de ballena gris en Baja California Sur esta
creciendo a un ritmo de 18.8% anual entre 1996 y 1997.
Es importante señalar la gran diferencia en el número de embarcaciones autorizadas para
observar ballenas en el área inferior de Laguna Ojo de Liebre donde trabaja el Ejido Benito Juárez
que cuenta con 5 embarcaciones y comparando con las 51 embarcaciones autorizadas para el
estero La Soledad por el hecho de que los primeros atendieron una cantidad cercana de visitantes
durante la temporada. Esto significa que más que insistir en solicitar el incremento de
embarcaciones es necesario organizarse en usar de manera más eficiente la capacidad de las ya
autorizadas en beneficio del ambiente y de minimizar el impacto negativo de las ballenas.
Es responsabilidad y compromiso del Gobierno de México, a travès del INE el hacer que esta
actividad sea de un mínimo impacto y compatible con las necesidades de la especie, lo cual en
el largo plazo proveerá de mayores beneficios económicos a las economías locales y regionales.
Algunos científicos han manifestado sy preocupación ante los efectos negativos potencialesde la
actividad de observación turistica de ballenas en la distribución, abundacía y comportamiento que
podría producir cambios en el crecimiento poblacional, mortalidad o comportamiento debido
principalmente a la interferencia de sus señales de comunicaciòn, que es más importamte
proceso sensorial ( Dahlheim, 1987), debido al sonido causado por un creciente número de
embarcaciones en sus áreas de congregación invernal. Sin embargo no se han presentado
evidencias conclusivas de que los niveles actuales de observación de ballenas en Laguna Ojo de
liebre o San Ignacio han producido cambios o alteraciones en la distribución y abundancia de
ballenas ( Jones y Swartz, 1984), y tampoco elque los cambios de comportamiento y reacciones
de corto plazo causados por las embarcaciones turísticas significan efectos negativos de las
ballenas en el largo plazo ( Commitee on low frequency sound and marine mammals, 1994), En
laguna San Ignacio, Jones y Sawrtz (1994) concluye que hasta cierto grado de ballenas se han
habituado a la actividad y que han aprendido o han relacionado el sonido a algo no dañino, como
lo demuestra el incremento del fenómeno de ballenas amistosas o curiosas en las Lagunas.
El número máximo simultáneo de embarcaciones en el área de observación fue establecido como
la cantidad de lanchas cuyo radio de influcncia sonica o sonora (submarina) causa alteraciones o
cambios en el comportamiento previo (en este caso el cambio en la dirección de desplazamiento)
a un 50% de las ballenas dentro del área de observación. Con esto se cuenta con una
herramienta de control que limita la perturbación al área y por lo tanto a cierta cantidad de
ballenas que interrumpen o alteran su comportamiento regular como la crianza, descanso,
socialización de las ballenas que podría ser de suprema importancia en estas áreasa de
congregación.
Actualmente las empresas que llevan a cabo la observación de ballenas se encuentran en el
proceso de diversificación de atractivos eco-turísticos en la península y se les apoya y organiza
para que utilicen de manera eficiente su capacidad instalada. Esto auxiliará a las autoridades a
mantener los niveles de actividades humanas, y al mismo tiempo iniciar estrategias para el
manejo futuro de una creciente presión sobre las ballenas y su hábitat.
Literatura consultada
Committee on low frequency sound and marine mammals, 1994. Low frequency sound and marine
mammals. Current knowledge and research needs. National Academy Press. Washington, D.C.,
1994.75 pages.
Dahlheim, M.E. 1987, Bio-acoustics of the gray whale (Eschrichtius robustus). Ph. D.
Dissertation. Departament of Zoology, University of British Colombia. British Columbia,
Canada.1987.316 pages.
Dedina, S. and E. Young. 1985. Conservation and Development in the gray whale lagoons of Baja
California Sur, México. Report to U.S. Marine Mammal Commission. 70 pages.
Diario Oficial, 1972. Decreto por el que se declara zona de refugio para ballenas y ballenatos...
Diario Oficial, 1979. Decreto por el que se declara como refugio para ballenas gravidas y
ballenatos y zona de atracción turístico-marítima, las aguas de la zona interior de la Laguna San
Ignacio, en el Estado de Baja California Sur. Diario Oficial 16 de julio de 1979. pp.23-24.
Diario Oficial, 1988. Decreto por el que se declara la Reserva de la Biosfera El Vizcaino, ubicada
en el Municipio de Mulege, B.C.S., Diario Oficial de 30 de noviembre de 1988.pp 2-26.
Gard. R. 1974. Aerial counts of gray whales in Baja California lagoons, 1970 and 1973, with notes
on behavior, mortality, and conservation. California Fish an Game. 60(3):132-144.
Gilmore, R.M. 1960. A census of the California gray whale. U.S. Fish and Wildlife Service, Special
Scientific Report, 342. 30 pages.
IFAW, Tethys Research Institute and Europe Conservation, 1995. Report of the workshop on the
scientific aspects of managing whale watching, Montecastello di Vibio, Italy.40 pages.
Jones, M.L. and S.L. Swartz, 1984. Las ballenas grises, Eschrichtius robustus y evaluación de
las actividades humanas en Laguna de San Ignacio, Baja California Sur, México: 1978-1982.
Reporte para la Secretaría de Pesca de México 1984.103 pages.
Sánchez -Pacheco, J.A. 1997. Descripción y evaluación de las actividades turísticas de
observación de ballena gris en las Lagunas Ojo de Liebre y San Ignacio. Abstracts, presented at
the XXII Reunión Internacional para el Estudio de Mamíferos Marinos. Nuevo Vallarta, Nayarit,
México.27 de abril al 1 de mayo de 1997.
Sánchez -Pacheco, J.A. (Unpubl.). Effects of whale watching activities on gray whale in Laguna
San Ignacio, Baja California Sur, México. Unpublished manuscript.
SEMARNAP, 1997. Programa de conservación de la vida silvestre y diversificación productiva en
el sector rural, 1997-2000.INE/SEMARNAP 1997.
Documento para la discusión
Ár eas naturales protegidas: economía e instituciones
Instituto Nacional de Ecología*
*Río Elba 20, Col. Cuauhtémoc, C.P. 06500. México, D.F.
El texto completo puede ser consultado en el Centro de Documentación del Instituto Nacional de
Ecología.
Este texto es un resumen de un documento generado por el INE para fomentar la discusión y
propuestas viables para un manejo adecuado de las áreas naturales, entendidas como el
instrumento central para la protección de la biodiversidad, el mantenimiento de un gran número de
funciones ambientales vitales y como plataformas para un nuevo desarrollo regional.
I. Condiciones generales
La riqueza biológica de nuestro país
Nuestro país, junto con otro reducido puñado de naciones, encierra más del 50% de toda la
riquez a biótica del planeta. Su historia geológica, el amplio espectro de latitudes que abarca, su
abigarrada y monumental orografía que permite una caprichosa variabilidad de altitudes, las
cambiantes influencias océanicas que recibe y los regímenes pluviales que van de lo más seco a
lo más húmedo, han construido una gran complejidad ambiental, donde la diversidad biológica y
ecológica alcanza grados inusitados.
La compleja estructura ecológica de México arroja una extraordinaria diversidad biológica. Por
ejemplo, se ha estimado un número de más de 25 mil especies de plantas con flores en nuestro
territorio, lo que representa cerca del 10% del número total conocido en el mundo. Si se incluyen
helechos, musgos, líquenes y hongos, México podría alcanzar un gran total de 33 mil especies,
siendo uno de los países más ricos de la Tierra. La biodiversidad florística está correlacionada
con una diversidad faunística similar, pues las plantas son el sustrato básico de la pirámide
viviente. México es el área con mayor diversidad de reptiles (707 especies), y ocupa el segundo
lugar en diversidad de mamíferos (cerca de 450 especies). Otro dato ilustrativo puede ofrecerse
para los anfibios; de ellos se han registrado en México 288 especies, cifra que nos ubica en el
cuarto lugar mundial. En términos muy gruesos, puede decirse que en el territorio nacional están
representadas alrededor del 10% de todas las especies existentes en el planeta, de las cuales,
un alto porcentaje son endémicas (más de la mitad de los reptiles y anfibios), la tercera parte de
los mamíferos, y el 5% de las plantas fanerógamas (SEDESOL, 1994).
Capital Ecológico
Todos estos elementos y sistemas conforman el capital ecológico de la Nación, el cual ofrece
una corriente vital de bienes y servicios ambientales que abarcan el resguardo del patrimonio
genético, la absorción de gases invernadero, la regulación, el mantenimiento de recursos hídricos,
la conservación de suelos, la preservación de valores paisajísticos, la producción de recursos
forestales maderables y no maderables y la estructuración de hábitats para miles de especies
que representan millones de años de procesos evolutivos, y que son objeto de una creciente
valorización intrínseca por parte de las sociedades modernas, independientemente de sus
funciones dentro del complejo entramado ecológico del planeta.
Tendencias de deteriorio
En este escenario, por efecto de los cambios inadecuados o incontrolados en el uso del suelo, la
deforestación sigue siendo la principal causa de destrucción de hábitats, afectando grandes
superficies. No se cuenta con estimaciones confiables, pero anualmente pueden estar
desapareciendo, oficialmente, alrededor de 300 mil hectáreas de selvas tropicales, bosques
templados y otros ecosistemas. Otras estimaciones de investigadores universitarios duplican o
triplican esta cifra.
La alteración drástica de las condiciones ecológicas provoca la pérdida de biodiversidad. Se sabe
que están amenazadas o en peligro de extinción 1200 especies conocidas de plantas vasculares,
y 1066 es pecies de vertebrados. Una elevada proporción de las especies amenazadas o en
peligro de extinción se encuentran sólo en México (endemismos). Es difícil estimar el número de
especies de animales y vegetales que ya han desaparecido del territorio nacional.
Áreas naturales protegidas
Frente a estos procesos críticos, la creación, financiamiento y administración de las áreas
naturales protegidas es un instrumento central para la protección de la biodiversidad y el
mantenimiento de un gran número de funciones ambientales vitales. Aunque se han incrementado
las superficies que se encuentran formalmente bajo un estatuto de protección, éstas aún
presentan una extensión, cobertura y representatividad insuficientes. Hasta 1995 se han
decretado 89 áreas naturales; 18 reservas de la biósfera, 13 reservas especiales de la biósfera, 44
parques nacionales, 8 áreas de protección de flora y fauna silvestres, 3 parques marinos y tres
monumentos naturales. En conjunto, suman cerca de 10 millones de hectáreas (5% del territor io
nacional), con una sola, la Reserva de la Biósfera de Vizcaíno, en Baja California Sur, que abarca
2.5 millones de hectáreas.
Este porcentaje es relativamente pequeño, especialmente si se toma en cuenta que México es
uno de los países con mayor cantidad de sistemas ecológicos y especies representadas en su
territorio, y lo que es más importante, con un altísimo número de endemismos. Si la suma de las
áreas es pequeña, las superficies individuales lo son también, salvo pocas excepciones
(Calakmul, Montes Azules, Manantlán, Sian Ka´an y Vizcaíno). Esto limita las posibilidades de
garantizar la supervivencia de poblaciones de muchas especies fundamentales.
II. Elementos para una economía de las áreas naturales
La conservación del capital ecológico
El entorno natural que sustenta nuestras actividades productivas puede entenderse como capital
natural, o capital ecológico, que ofrece un flujo de bienes y servicios ambientales proporcional a
su acervo y calidad. Si el consumo de este capital natural supera sus tasas de renovabilidad, se
provoca una dinámica de degradación creciente, que puede resultar muy costosa e incluso
imposible de revertir o compensar. Esto último, especialmente, en la medida en que las funciones
realizadas por la naturaleza no pueden sustituirse por procesos artificiales (al menos a una escala
suficiente y relevante). La esencia de este enfoque no es nueva, pues ya había sido formulada en
1946 (Hicks, 1946) y el único elemento novedoso es su aplicación al análisis de los recursos
naturales. El supuesto de no sustituibilidad implícito en estos razonamientos significa que para
mantener el acervo de capital o riqueza natural, la sociedad sólo debe consumir aquella parte de
este capital natural que garantice un flujo de ingreso constante a través del tiempo (Daly, 1994).
Externalidades y Bienes Públicos
LA COMPLEJIDAD DE LA CONSERVACIÓN
Las áreas naturales configuran la modalidad más valiosa del capital natural, el cual genera un
caudal estratégico de bienes y servicios (beneficios) ambientales. Sin embargo, dada la
estructura de propiedad, de los mercados y del sistema de precios vigentes, estos beneficios
fluyen básicamente bajo la forma de externalidades positivas y bienes públicos.
En el primer caso se trata de consecuencias socialmente benéficas pero no deliberadas de
ciertas conductas o procesos que tienen otros fines, y que no son remunerados explícitamente.
En la segunda forma, su carácter de bienes públicos, hace imposible en gran parte una
apropiación privada (exclusiva) de ellos; por lo tanto, no es atractivo para individuos o
corporaciones (empresas, ejidos, comunidades) invertir lo necesario en su producción o
mantenimiento. Ambas circunstancias se traducen en una oferta social de áreas naturales y de
sus beneficios ambientales que generan por debajo de su nivel óptimo (Randall, 1993, Baumol y
Oates, 1989).
Puesto en otras palabras, si concebimos a las áreas naturales como unidades productoras de
bienes y servicios ambientales, encontraremos que enfrentan limitaciones formidables y
desventajas críticas con respecto a las empresas convencionales, fundamentalmente debido a
esa tensión entre lo público y lo privado, donde los beneficios de la conservación son en gran
medida colectivos, mientras que la estructura de propiedad (individual, ejidos, comunidades) y los
costos inherentes a la conservación son en su mayoría privados. Un factor adicional de
complejidad es el hecho de que los efectos positivos de la conservación sólo se perciben a largo
plazo, lo que debilita aún más los incentivos en su favor, en particular, ante las altas tasas de
descuento prevalecientes en la sociedad. Todo ello presiona hacia la destrucción del capital
natural y establece dificultades extraordinarias para la conservación y manejo correcto de las
áreas naturales, y nos obliga a pensar en nuevas modalidades de contrato social, y en esquemas
de financiamiento donde se compartan o internalicen de manera más equilibrada los beneficios y
costos de inversión en el capital natural del país.
La degradación de las ár eas naturales
LA TRAGEDIA DEL LIBRE ACCESO
La degradación de las áreas naturales en México puede interpretarse a partir de los problemas ya
mencionados de externalización de costos y beneficios, bienes públicos y tasas de descuento
altas, pero también es preciso vincularla con la inexistencia de arreglos institucionales locales
que propicien la actuación conjunta de los individuos, para regular colectivamente sus
interacciones con los ecosistemas y recursos naturales. En estos casos, la metáfora de la
Tragedia de los Comunes (Hardin, 1968. Traducido en este número de Gaceta Ecológica) puede
aplicarse de manera casi automática. Sin embargo, debe tenerse cuidado e interpretar dicha
metáfora con mayor precisión en términos de una tragedia del libre acceso, en donde están
ausentes o son ineficaces las instituciones locales de regulación sobre los ecosistemas y los
recursos.
El modelo de Hardin ha sido con frecuencia expresado en teoría de juegos como un dilema del
prisionero donde cada usuario de los recursos (que puede ser campesino, pescador, ganadero,
empresario, etcétera) asume una conducta independiente sin tener la capacidad de comunicarse
o coordinarse con el resto de los usuarios, lo que les permitiría a todos conservar los recursos y
recibir mayores beneficios. El dilema del prisionero es una paradoja fascinante pero siniestra, en
la que estrategias individuales perfectamente racionales pueden conducir a resultados colectivos
irracionales y catastróficos.
En su calidad de soporte biofísico de las actividades productivas, las áreas naturales exhiben una
historia co-evolutiva con la sociedad, en la cual los seres humanos han regulado el uso de los
ecosistemas por medio de mecanismos diversos que se expresan a través del régimen de
propiedad.
Cuando la escala de los grupos humanos es relativamente pequeña el mecanismo de regulación
es generalmente comunitario. En esta modalidad el grupo de usuarios tiene una membresía
definida que comparte una cultura común y cuenta con sistemas de autoridad endógenos
(Bromley y Cernea, 1989). Existen numerosos ejemplos en los cuales este régimen de propiedad
resulta efectivo en términos de sustentabilidad. Sin embargo, la expansión en la escala de las
actividades humanas tiende a erosionar el régimen de propiedad comunal, sustituyéndolo por uno
de libre acceso en el cual no existen reglas sobre el uso del recurso y el número de usuarios es
indefinido.
En circunstancias de libre acceso no hay derechos de propiedad ni de control, sólo una relativa
posesión y apropiación, que se establece a través de una relación física de control sobre el
recurso, lo que favorece, por ejemplo, el saqueo, las invasiones, los asentamientos irregulares,
los desmontes en señal de posesión; causas, todas ellas, de la destrucción sistemática de los
ecosistemas y recursos naturales de México.
La conservación como asunto público
Cuando esta situación se presenta, el problema del manejo y conservación de los ecosistemas
debe pasar a la esfera de lo público, siendo ineludible la intervención gubernamental. Esta
intervención no debe entenderse como la introducción de un régimen de propiedad estatal (pues
se ha demostrado que ésta no es eficiente en la mayoría de los casos) sino como una labor
coordinadora que restituya a la sociedad su soberanía y capacidad autoreguladora.
No está de sobra reiterar que los problemas asociados al manejo de áreas naturales pertenecen
sin duda a la esfera de lo público. Por un lado, además de ser asumidos casi unánimemente
como asuntos de interés de todos, impactan de manera general e independientemente de las
responsabilidades individuales o de grupo; por otro, siempre se requiere algún tipo de acción
colectiva para confrontarlos con éxito. También, es claro su carácter público en la medida en que,
en la mayor parte de los casos, el disfrute o uso de los beneficios que generan las áreas
naturales se realiza de manera común, y en que es muy difícil o imposible excluir a alguien una
vez que éstos existen o que han sido generados o restablecidos.
El carácter público de los asuntos relacionados con este tipo de áreas se refrenda al estar en
juego el interés de las generaciones futuras, y al considerarse la obligada transparencia y
naturaleza colectiva de las decisiones que las atañen. Por ello, si en otros ámbitos de la vida
social pueden ser discutibles la responsabilidad y la intervención coordinadora del gobierno, aquí
resulta indispensable.
Beneficios
Los beneficios públicos que genera la conservación ecológica pueden identificarse con cierta
precisión por medio de las funciones ambientales que cumplen las áreas naturales como capital
natural. Una función ambiental es un proceso natural capaz de proporcionar bienes y servicios
que satisfacen necesidades humanas (Groot, 1992). Algunas de estas funciones son:
.
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hábitats para especies de flora y fauna
regulación en la composición química de la atmósfera
regulación del clima
protección de cuencas
captación y saneamiento de aguas superficiales y subterráneas
protección costera
protección contra la erosión y control de sedimentos
generación de biomasa y de nutrientes para actividades productivas
control biológico de plagas y enfermedades
mantenimiento de la diversidad biológica y del patrimonio genético de la
nación
funciones productivas directas en términos de recursos y materias primas
recreación y turismo
valores escénicos y paisajísticos
campos para la investigación científica y tecnológica
Cabe hacer notar que algunas de estas funciones pueden ser apropiables privadamente, lo cual va
a facilitar, en los casos donde esto prevalezca, el establecimiento, operación y financiamiento de
áreas naturales.
Valuación de beneficios
No es suficiente saber que existen los beneficios públicos que genera la conservación ecológica.
En una estrategia viable de mantenimiento y ampliación del capital natural del país, resulta
indispensable aproximar su valor económico, cuando esto sea posible. Las metodologías
actuales de valuación de bienes y servicios ambientales en áreas naturales son aún
rudimentarias, sin embargo, ofrecen alguna evidencia cuantitativa inicial que es mucho mejor que
la ausencia total de información. De hecho, negarse a valorar los ecosistemas en unidades que
puedan compararse con bienes y servicios comercializables es equivalente en la práctica a
considerar los bienes y servicios ecológicos como gratuitos, lo que distorsiona la toma de
decisiones públicas y privadas.
Una manera de estimar el valor total de un ecosistema consiste en sumar los valores individuales
de cada función; dado que muchos de ellos no son susceptibles de valuación económica todavía
(Groot, 1994), cualquier valuación monetaria que se lleve a cabo seguramente subestimará el valor
real del ecosistema. En ciertos casos es posible evaluar la función en términos físicos, de tal
manera que el valor total sería una combinación de unidades monetarias y físicas.
La valuación de las funciones ambientales puede realizarse de acuerdo con las siguientes
tipologías de valor:
Valor de uso directo: se refiere a aquellos bienes y servicios que se relacionan evidentemente con
la satisfacción de necesidades económicas. Estos bienes y servicios pueden ser consumibles
(madera, pescado, granos y frutas, piezas de caza, etcétera) y no consumibles (recreación,
transporte, estética, educación, etcétera). Si bien los bienes consumibles por lo general tienen un
precio explícito en el mercado, dicho precio no refleja el uso sustentable del recurso. Los bienes
no consumibles son aquellos que pueden satisfacer las necesidades de numerosos individuos
simul táneamente y cuya utilidad no disminuye con su uso.
Valor de uso indirecto: comprende servicios ecológicos prestados por la naturaleza, tales como
control de inundaciones, calidad del agua, control de clima, etcétera. Estos valores son más
difíciles de cuantificar, pero existen métodos para llegar a estimaciones más o menos
satisfactorias. Otra variante del valor de uso indirecto es el valor de uso incierto o de opción, el
cual está relacionado con la posibilidad de usar el recurso en el futuro. Numerosos individuos
seguramente estarán dispuestos a pagar para conservar la opción de visitar un parque nacional o
reserva en un futuro indeterminado (valor de opción). Algunas veces no se sabe si un recurso
ambiental tendrá un valor futuro o no, por lo cual se es taría dispuesto a pagar por la información
que puede despejar dicha duda y que se encuentra contenida en el recurso mismo (valor de casiopción).
Valor intrínseco: incluye valores de existencia, patrimoniales u de legado o herencia, donde
interviene la importancia otorgada a las generaciones futuras y la utilidad que obtiene el individuo
por el simple hecho de saber que cierto recurso existe, aunque probablemente nunca lo disfrute.
Esto último implica valores morales donde se reconoce el derecho de otras especies o sistemas
biológicos a persistir y a seguir su camino evolutivo.
Para poder identificar los valores antes señalados puede recurrirse a métodos directos o
indirectos de valuación y a análisis energéticos o ecológicos. Esto puede incluir:
. una valuación económica neta para productos representados en el mercado;
. costos de viaje (como sustitución o aproximación a un precio para actividades recreativas o
turísticas);
. valuación comparativa de atributos;
. valoración contigente a través de técnicas y estudios de disposición para pagar o para vender
(willingness to pay);
. costos de reemplazo;
. costos de oportunidad (Pearce y Turner, 1990);
. análisis energético, el cual supone que el valor de un producto se refleja en la energía que se
requiere para crearlo, con base en productividades biológicas (esto supone que si se eliminan las
imperfecciones del mercado, la energía incorporada en los productos estaría en correlación con
su valor económico).
Este tipo de ejercicios cuantitativos pueden contribuir de manera significativa a aproximar el valor
presente neto del flujo de bienes y servicios ambientales que un área natural pueda generar en su
estado actual, lo que ofrece un soporte argumentativo y de política para conservar o establecer
áreas naturales protegidas y evitar su transformación. De la misma forma, ayuda a lograr una
valorización social de las mismas y permite identificar y promover financiamientos públicos y
privados.
Costos
Si la sociedad realmente está convencida de la importancia vital de las áreas naturales como
capital natural de la nación, es preciso asumir la responsabilidad de financiar su conservación, la
cual, desde luego, no es gratuita. En efecto, asegurar que se mantenga el caudal de bienes y
servicios ambientales ofrecido por este tipo de áreas conlleva a cubrir rubros ineludibles de costo,
entre los que se puede destacar:
. costos de oportunidad de usos alternativos del territorio y sus recursos;
. costos de resarcimiento o compensación a limitaciones o cambios en los derechos de
propiedad, control, uso y acceso;
. costos de transacción y negociación en el establecimiento de reservas y en su desarrollo
institucional;
. costos de manejo, administración y vigilancia;
. financiamiento a proyectos de uso sustentable que tienen largos periodos de aprendizaje y
maduración.
Economía de las áreas naturales
Tratando de sintetizar las ideas anteriores, conviene decir ahora que para avanzar hacia una
verdadera economía de las áreas naturales es preciso asumirlas en cierta forma como unidades
productivas estratégicas, generadoras de una corriente vital de beneficios sociales y patrimoniales
que deben ser reconocidos y valorizados, y cuyo mantenimiento está sujeto a costos
considerables de inversión y de operación. Estos, por supuesto, requieren ser cubiertos a través
de mecanismos de financiamiento, captados y asimilados mediante arreglos institucionales
internos eficientes en las áreas naturales, que las hagan viables y capaces de cumplir con sus
funciones (North, 1990).
Esta lógica sugiere que la conservación de áreas naturales debe ser cubierta por los sectores o
actividades que las usufructúan directa o indirectamente. Lo anterior no quiere decir que sea
posible cobrar por dichos servicios en todos los casos, pero sí apunta en la dirección de
corresponsabilicar a quienes tienen intereses en ellas.
III. Manejo de áreas naturales: soluciones institucionales
Las áreas naturales deben conceptualizarse como verdaderos proyectos regionales de desarrollo
sustentable que se convierten en elementos estructuradores de nuevos procesos de
desenvolvimiento social y progreso local. Esto requiere, como ya se dijo, de inversiones
(financiamiento), y también, de soluciones institucionales específicas que permitan asimilar y
hacer productivos esos esfuerzos de inversión. Sin una solución institucional local las iniciativas
de conservación y desarrollo sustentable resultarán inútiles e improductivas.
Principios de solución institucional
La improcedencia de sugerir recetas de solución institucional con validez universal para el manejo
de áreas naturales, no nos impide proponer un listado de principios que parecen importantes:
. definición clara e inequívoca de fronteras o límites de las áreas naturales;
. fortalecimiento de derechos de propiedad, de acceso y/o de uso entre individuos o grupos;
. mecanismos de participación colectiva en el establecimiento de las reglas de operación;
. monitoreo y vigilancia legítimas;
. sanciones creíbles;
. mecanismos de bajo costo de resolución de conflictos y controversias;
. congruencia con sistemas regulatorios o económicos de mayor jerarquía;
. compensación o indemnización para resolver conflictos entre intereses públicos y privados;
. mecanismos de comunicación y de organización a bajo costo entre los usuarios y la autoridad
(costos de transacción bajos).
Propiedad en común
Vale la pena reflexionar un momento sobre la importancia de regímenes de propiedad que tienen
una dimensión más o menos significativa de propiedad común (ejidos y comunidades), ya que
son los que predominan en gran parte de las áreas naturales de México.
La diferencia entre la propiedad privada y la propiedad en común no es la naturaleza de los
derechos y obligaciones involucrados, sino solamente el número de individuos o grupos sociales a
los cuales aplican las reglas de inclusión y exclusión. La propiedad en común, que se ubica en
un continuo entre el libre acceso y la propiedad individual privada, es una propiedad corporativa en
donde el grupo propietario varía en su naturaleza, tamaño y estructura interna, así como en la
definición de quienes gozan de derechos, intereses normas culturales y sistemas endógenos de
autoridad.
Un régimen exitoso de propiedad en común para el manejo de las áreas naturales presupone que
los individuos se organizan y se autogobiernan, aún bajo circunstancias en que imperan
tentaciones para una conducta oportunista proclive a la ruptura de los compromisos colectivos.
Aquí se requieren relaciones de confianza mutua permitidas por una escala pequeña de población
y aprovechamiento de recursos, o por un número reducido de participantes o usuarios, y también
la acumulación de conocimientos básicos sobre el funcionamiento de los ecosistemas o
recursos, a través de un proceso secular o milenario de prueba y error. En ocasiones, estas
condiciones se presentan asociadas con elementos culturales de regulación (sobre todo
tratándose de comunidades tradicionales) que incluyen creencias sobrenaturales, estructuras
familiares o de casta, o cacicazgos. En estos términos, pensar en soluciones comunitarias
tradicionales a los problemas de manejo de las áreas naturales, puede significar la necesidad de
mantener algunos de estos elementos.
Por tanto, en muchas ocasiones se pueden anticipar grandes obstáculos para que las
comunidades generen sus propias instituciones eficaces de manejo de áreas naturales. En ello
no está de más reconocer que interviene también la circunstancia del oportunismo o del free rider,
que es aquel actor que, como no puede ser excluido de los beneficios generados por el esfuerzo
general, tiene el incentivo de no contribuir y de adoptar una conducta no cooperativa. Es obvio que
si predominan estas conductas, los esfuerzos de protección o conservación en un régimen
comunitario tenderán a fracasar o a arrojar resultados sumamente limitados.
También es necesario advertir que las instituciones comunitarias de manejo son muy vulnerables
a un rápido crecimiento de la población, o cuando son expuestas a la economía de mercado, a
cambios bruscos en los precios relativos de productos o servicios, al avance de formas
individualistas de interacción social y a nuevas expectativas de consumo. Por otro lado no hay
que olvidar que, en muchos casos, los intereses de manejo de las comunidades sobre las áreas
naturales pueden ser distintos e incluso contradictorios con el interés público que se expresa
sobre el mismo recurso; por ejemplo, una comunidad puede estar desde luego interesada en la
conservación de los suelos y de la productividad agrícola de sus terrenos, pero puede no tener un
interés igualmente poderoso en favor de la biodiversidad que albergan los ecosistemas naturales,
o de la conservación de especies significativas.
Más allá de estas advertencias, por demás limitadas, tenemos que reconocer que, a pesar de
todo, en la realidad nos encontramos a veces con algunos casos en que los individuos o las
comunidades han superado estos obstáculos y efectivamente han generado las instituciones
necesarias para manejar de manera sustentable las áreas naturales en beneficio de todos. Lo que
no conocemos son las bases que puedan explicar cómo una comunidad puede por sí sola
resolver los problemas de acción colectiva (M. Olson, 1965) para el manejo de las áreas naturales
de manera autónoma o autorganizada. Dichos mecanismos comienzan a ser estudiados (Berkes
y Folke, 1994), en especial, en lo que se refiere a ofrecer un nuevo esquema institucional, a fin de
generar compromisos creíbles así como para vigilar y asegurar el cumplimiento de esos
compromisos.
Sintetizando, digamos que en un régimen de propiedad común, la conducta de todos los
miembros del grupo está sujeta con mayor o menor intensidad a ciertas reglas que se asocian
con un contexto cultural determinado, y del cual dependen, y que la observancia de estas reglas
colectivas puede relajarse al contacto con la gama de oportunidades para los individuos que se
ofrecen en otras esferas de la economía.
IV. Financiamiento
Principios
La política de financiamiento para las áreas naturales protegidas requiere criterios de
internalización de costos y beneficios, y de movilización de recursos necesarios par generar y
mantener los bienes públicos vitales que ofrece la conservación. En este orden de ideas, la
concreción de financiamiento para las inversiones en las áreas naturales protegidas tiene como
secuencia: a) reconocer la corriente de bienes y servicios ambientales públicos y privados que
éstas generan; b) llevar a cabo y mantener una valuación económica de ser posible, o en su caso
una cualitativa del vasto espectro de beneficios públicos y privados que generan las áreas
naturales protegidas; y c) identificar a los agentes, sectores o regiones receptoras mayoritarios
de esta corriente de beneficios, así como a contribuyentes o donadores altruistas; y d) establecer
una correlación de oportunidades de financiamiento con respecto a bienes y servicios ambientales
específicos. Recordemos que el financiamiento, para ser productivo, requiere de una solución
institucional previa o simultánea.
Este ejercicio nos permitirá descubrir una gama importante de posibilidades financieras,
asociadas a la contraprestación social que constituye cada uno de los beneficios públicos y
privados que generan las áreas naturales. Entre ellas seguramente encontraremos:
Potencial turístico que debe ser aprovechado, y el cual puede proyectarse en los siguientes
términos:
. Valores escénicos o paisajísticos para el turismo convencional.
. Un mayor valor agregado al producto turístico a través de una mejor calidad ambiental.
. Desarrollo de un turismo centrado en la naturaleza, donde ésta no es sólo un complemento, sino
que se ofrece en la satisfacción de preferencias turísticas con una dimensión ambiental básica.
Esto sería lo que se denomina ecoturismo en cualquiera de sus vertientes: observación de la
naturaleza, recreación ecológica, turismo cultural, etcétera.
Canjes de deuda por naturaleza, donde se aprovecha el descuento de la deuda externa bilateral o
comercial del país para canalizar recursos hacia la conservación. Esto implica la existencia de un
descuento surgido del propio mercado financiero o de una decisión de alguna fuente bilateral,
donde un donante que puede ser alguna organización conservacionista internacional compra parte
de esa deuda y se convierte en un nuevo acreedor. Este negocia los términos de pago con la
autoridad financiera del país, de tal forma que se amortiza la deuda en moneda nacional y se
reconvierte a una inversión a largo plazo, cuyos intereses, pagados localmente, se destinan a a la
conservación a través de una entidad receptora nacional. Canjes internos, con algunos
agricultores y ganaderos mexicanos que actualmente se encuentran en graves dificultades
crediticias y con los bancos comerciales, quienes podrían acceder a vender parte de su cartera
vencida a una tasa de descuento relativamente alta en aquellos casos en que su monto supere el
valor de la garantía. Los documentos de deuda podrían ser adquiridos por ONG nacionales o
extranjeras y se negociarían términos de pago a más largo plazo con los deudores a cambio de
que estos destinen sus tierras a actividades de conservación. La pérdida neta sería absorbida por
los bancos quienes recuperarían al menos parte de sus activos en el corto plazo.
Financiamiento multilateral, a través del Global Environmental Facility (GEF) manejado por el
Banco Mundial. Los fondos provenientes de mecanismos multilaterales o bilaterales, siendo
donaciones únicas o transitorias que no constituyen necesariamente una corriente financiera a
largo plazo, deben utilizarse como capital semilla para crear condiciones sostenibles de
financiamiento.
Acuerdos comerciales, que pueden representar oportunidades de financiamiento, como en el caso
del TLC a través de su acuerdo paralelo y de los fondos e instituciones creadas en materia
ambiental (Barzetti, 1993).
Donaciones privadas, directas con deducibilidad de impuestos.
Donaciones de fundaciones, conservacionistas internacionales.
Implementación conjunta, en resumideros de CO2.
Cobro de servicios, ambientales directos (por ejemplo agua, en las partes bajas de las cuencas).
Aprovechamiento y comercialización, de recursos de origen silvestre.
Impuestos etiquetados.
Recursos de Procampo.
Recursos de la Comisión Federal de Electricidad o de la Comisión Nacional del Agua, por
concepto de protección de cuencas.
Cuotas de entrada o por pagos de servicios.
Concesiones para infraestructura turística.
Loterías.
Bonos escolares a largo plazo.
Recursos destinados a política social.
Aportaciones fiscales del gobierno federal y de los gobiernos locales.
Los mecanismos de financiamiento señalados no son un sustituto de los fondos públicos
actualmente destinados a la conservación, sino su complemento. El gobierno continúa teniendo la
obligación de solventar una porción de los costos de conservación dado el carácter de bien
público de sus beneficios. Dicho sea de paso, el presupuesto fiscal anual destinado por el
gobierno federal a la conservación es extremadamente bajo; tan sólo 4.5 millones de nuevos
pesos en 1995; cifra ciertamente mínima con respecto a las necesidades y a lo que se observa
en otros países.
Para que se factible transferir recursos de la sociedad hacia el financiamiento de las áreas
naturales, deben ofrecerse sistemas y mecanismos donde sea suficientemente bajo el costos
para los individuos de expresar económicamente sus convicciones o preferencias en favor de la
conservación ecológica. Estas preferencias pueden existir y ser relativamente intensas, sin
embargo, si no están disponibles cauces de manifestación concreta, van a permanecer de
manera latente sin contribuir en todo su potencial a la tarea crítica de financiar la conservación
(Margolis, 1982).
En este sentido, muchas de las opciones enlistadas anteriormente son mecanismos baratos de
expresión de preferencias del público en general, como puede ser el caso de las loterías y de los
bonos a largo plazo así como del ecoturismo y algunos otros. A través de ellos se crean
oportunidades practicables para el establecimiento de compromisos personales con un tema que
resuena crecientemente en las agendas públicas, y que hasta ahora no ha encontrado un espacio
suficiente para proyectarse de manera práctica.
Debe señalarse una necesidad urgente de autonomía presupuestaria y para el manejo de fondos
en las áreas naturales protegidas, que se deriva de la multiplicidad de procesos de manejo que
requieren y que no se ajustan a la rigidez y a la restricción presupuestal del gobierno federal. Es
preciso que los procesos y proyectos de manejo suavicen las contingencias económicas y
tengan continuidad en el tiempo y una agilidad extraordinaria, condiciones que generalmente no
pueden ser satisfechas por la burocracia gubernamental.
Fideicomisos
La conjunción de esos elementos coordinados de naturaleza gubernamental, privada o
comunitaria puede darse a través de la figura jurídica de fideicomiso. El fideicomiso es un contrato
por medio del cual el fideicomitente transfiere a una institución fiduciaria la administración de sus
bienes con el objeto de beneficiar a un tercero; el fideicomisario. Como opción de solución
institucional para el manejo de áreas naturales, el fideicomiso ofrece las siguientes ventajas:
. El fideicomiso y su comité técnico se pueden constituir en un generador de reglas, de derechos
y de obligaciones en el acceso a los recursos naturales. Constituye un sistema de autoridad que
le da significado real a las nuevas reglas, llenando un vacío institucional o ayudando a reconstruir
sistemas previos de regulación cuya rehabilitación resulte conveniente.
. Ofrece una cimiente institucional para el manejo de área protegida, que permite interactuar a un
número accesible de actores en condiciones de cercanía, confianza, información suficiente y
clara, y abre la posibilidad de un desarrollo institucional concertado y adecuado a las condiciones
sociales y biofísicas del área protegida.
. El comité técnico, que es la autoridad operativa del fideicomiso, puede integrarse por
representantes de todos los actores con intereses relevantes al manejo del área (gobierno federal,
estatal y municipal, inversionistas y donantes, universidades y centros académicos, ejidos,
propietarios y comunidades, fundaciones internacionales, etcétera).
. El fideicomiso presupone recursos financieros y constituye un instrumento transparente para
recibir y administrar fondos procedentes de las más diversas fuentes (privadas, locales, públicas,
internacionales, etcétera).
. Permite la participación del sector privado en cualquiera de sus modalidades (fundaciones,
organizaciones, empresas), lo cual tiene entre sus ventajas inspirar confianza para donantes
potenciales.
Participación local
Debe enfatizarse que los habitantes locales y sus organizaciones en las áreas naturales
protegidas son el cimiento de un desarrollo institucional viable y eficiente. Los habitantes locales
son los protagonistas en el arranque y en el éxito de este proceso, ellos asumen los
compromisos de protección y de manejo sustentable, y al mismo tiempo son beneficiarios
directos, potenciales y reales, de una considerable gama de bienes y servicios ambientales que
ofrecen estas zonas. Sin embargo, para poder ser actores y receptores de estos beneficios, los
habitantes locales requieren de una definición clara de derechos, así como sistemas de
ordenamiento y de regulación equitativos y eficientes, necesitan certidumbre a largo plazo y
apoyo financiero y tecnológico, a partir de nuevos esquemas de interacción y de intercambio con
otras entidades públicas y privadas interesadas en la conservación y en el desarrollo sustentable.
Todo esto lo permite, al menos en principio, la figura del fideicomiso.
En suma, en la solución institucional del fideicomiso se conjugan elementos y procesos públicos,
privados y comunitarios para un manejo adecuado en términos de financiamiento,
descentralización, corresponsabilidad, diversidad y representatividad, fortalecimiento de cuadros
técnicos, sistemas de regulación y de autoridad, investigación, capacitación y educación. Visto
de otra forma, el fideicomiso se constituye como un contrato o pacto multilateral entre las
comunidades e intereses locales y la sociedad en su conjunto.
V. Las áreas naturales como plataforma para un nuevo desarrollo regional
Las áreas naturales protegidas forman parte de sistemas ecológicos, culturales y económicos
más amplios. Deben vincularse con los paisajes que las rodean y de los que forman parte, a
través de corredores biológicos, zonas de transición y zonas de amortiguamiento, entre otras
razones, debido a que las poblaciones preservadas en aislamiento dentro de áreas naturales
dispersas pueden llegar a extinguirse por no contar con la diversidad genética necesaria.
Ordenamiento ecológico del territorio
El ordenamiento ecológico territorial dentro de las áreas naturales protegidas
y en su entorno puede funcionar como una interfase ecológico-productiva, que vincule los servicios
ambientales generados en este tipo de áreas con el resto de la economía regional. Las zonas de
amortiguamiento y transición transmiten a las zonas aledañas los beneficios del uso sustentable
de las áreas naturales protegidas. Al situarlas en este contexto, observamos que cumplen el
papel de órganos vitales regionales, sin los cuales el ciclo de vida y el ciclo productivo (como subproceso del primero) no podrían realizarse, o bien se verían afectados drásticamente. El
ordenamiento ecológico territorial de hecho extiende las políticas de desarrollo sustentable a todo
el hinterland, como escenario en el cual se insertan de manera interactiva las áreas naturales
protegidas.
Bibliografía
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El borrego cimarrón
Rodrigo Medellín*
* Coordinador de flora y fauna silvestres de la Dirección General de Aprovechamiento Ecológico y
Recursos Naturales del INE. Correo electrónico: medellin@miranda.ecologia.unam.mx
Describe las características y comportamiento del Ovis canadensis, así como las tareas
necesarias para lograr una recuperación de esta valiosa especie de las zonas desérticas
montañosas del norte de nuestro país.
El borrego cimarrón (Ovis canadensis) es el mayor de las dos especies nativas de borregos de
Norteamérica. Se trata de un representante del orden Artiodactyla, familia Bovidae, subfamilia
Caprinae. El género Ovis contiene a otras cinco especies, una de las cuales es el borrego
doméstico (Ovis aries). Se distribuía originalmente en los estados de Baja California Sur, Sonora,
Chihuahua, Coahuila y la región occidental de Nuevo León. Hoy en día se encuentra solamente en
Baja California y Sonora, y algunos sitios aislados de Chihuahua.
Los borregos cimarrones mexicanos se caracterizan por ser de color más pálido que las otras
subespecies, menos corpulentos y con cuernos más grandes. Son animales de gran tamaño y
existe un marcado dimorfismo sexual; los machos miden de 150 a 170 cm de largo de la punta de
la nariz a la punta de la cola, 80 cm de alzada en la cruz, y pesan entre 70 y 80 kg. Las hembras
son un 20-30% menores. Los cuernos de los machos están mucho más desarrollados que los de
las hembras, y las subespecies del desierto son de las más apreciadas entre los cazadores,
pues sus cuernos son los más grandes. La cabeza con los cuernos de un macho grande puede
representar un 10% del peso corporal total. Los cuernos se enroscan en espiral hacia atrás, y en
los machos pueden tener un diámetro en la base de hasta 15 cm.
El hábitat del borrego cimarrón en México se caracteriza por climas desérticos, relieve topográfico
intrincado, y vegetación escasa y de afinidades desérticas. Esto restringe la distribución de esta
especie a las montañas de los desiertos del norte de México, por lo que su localización es
fragmentada de manera natural, aunque se ha visto incrementada por las actividades humanas
como destrucción del hábitat y cacería furtiva.
Muchas poblaciones llevan a cabo movimientos estacionales, aparentemente causados por la
disponibilidad del alimento y por la acumulación de nieve en las partes altas de la distribución. La
dieta incluye una amplia variedad de plantas, desde gramíneas hasta arbustos y árboles de talla
pequeña. Buscan activamente depósitos de minerales como fuentes de sal ya sea en
afloramientos naturales de este mineral o en bloques proporcionados por el hombre con fines de
manejo.
Los borregos cimarrones pueden obtener agua de las plantas de las que se alimentan, pero su
dependencia de fuentes de agua para beber no es clara. Al parecer las hembras con crías
dependen hasta cierto punto de tener agua expuesta disponible. Sin embargo, hay grupos de
borregos que no beben agua por seis meses y poblaciones en Sonora que nunca beben.
Se han identificado como causas de mortalidad de los borregos a algunos parásitos,
enfermedades, competencia con otros ungulados, depredación, accidentes como caídas de
acantilados o atropel lamientos en carreteras, deficiencias en la dieta y condiciones climáticas
anormales. Los factores que causan mayor mortalidad varían con las poblaciones y las
condiciones de ellas. Por ejemplo, en la parte norte de la distribución, en Canadá, un nemátodo
parásito que se aloja en los pulmones causa una gran proporción de la mortalidad. Algunas
poblaciones californianas y sonorenses han sido afectadas por sinusitis crónica causada por
larvas de moscas (Oestrus ovis). Las poblaciones del desierto son susceptibles a infecciones por
Escherichia coli, Pasteurella sp y otras bacterias y protozoarios. De doce muertes en cuarenta y
nueve borregos equipados con radios en Arizona, seis fueron causados por atropellamientos
cuando los animales intentaron cruzar una carretera, dos fueron depredados por coyotes, otro por
un puma y dos fallecieron por causas desconocidas. En otras áreas, la mayor mortalidad es
debida a la transmisión de enfermedades como sinusitis, sarna, fiebre de pezuñas, fiebre de
lengua azul y aftosa y la competencia producida por ganado bovino o caprino. Aunque la
depredación no es frecuente dado el terreno de difícil acceso que prefieren los borregos, esta
misma característica hace que las muertes por caídas sean relativamente comunes. Los
principales depredadores incluyen a lobos (Canis lupus; hoy extirpados de gran parte de su
distribución original), coyotes (Canis latrans) y pumas (Puma concolor). También se han
reportado ataques de linces (Lynx rufus), águila real (Aquila chysaetos), águila calva (Haliaeetus
leucocephalus), zorra gris (Urocyon cinereoargenteus), ocelote (Leopardus pardalis) y jaguar
(Panthera onca). Los ataques ocasionales por estas especies son dirigidos a crías o animales
enfermos, o son especies muy escasas en la distribución del borrego. Una fuente muy importante
de mortalidad, especialmente en las poblaciones mexicanas, es la cacería furtiva.
La gestación dura alrededor de 174 días. Normalmente la camada consta de una sola cría, pero
hay reportes de gemelos, y las crías son destetadas entre los 4 y los 6 meses de edad, pero la
madurez sexual no llega sino hasta el año y medio. Las hembras típicamente copulan por primera
vez a los dos años y medio de edad. La mortalidad más alta ocurre en el primer año de vida. Los
machos viven hasta los 10-16 años de edad.
Las poblaaciones de borrego cimarrón han sido drásticamente afectadas durante el presente
siglo. Se ha calculado que antes de la llegada de los españoles existían en Norteamérica entre
1.5 y 2 millones de borregos. En 1978 se calculó que sobrevivían entre quince y veinte mil en toda
el área de distribución. Esta cifra parece ser excesivamente pesimista, aunque es evidente que la
reducción en números es muy drástica. Las principales causas del exceso de mortalidad parecen
ser la cacería ilegal y el contacto con ganado, que compite y transmite enfermedades. La realidad
es que hoy el borrego cimarrón es una especie muy valiosa que requiere de esfuerzos de
protección especial. El gobierno mexicano ha declarado a la especie bajo protección especial.
Las poblaciones mexicanas se encuentran en el apéndice 2 del CITES, otorgándoles protección
adicional al controlar la exportación de cualquier parte del animal. Además, existe la propuesta
del U.S. Fish and Wildlife Service de los Estados Unidos para declarar las poblaciones
peninsulares de borrego como en peligro. Las principales estrategias de manejo consisten en
cuatro técnicas:
1) Control y reducción del impacto humano; 2) delimitación y protección de áreas prioritarias para
la conservación del borrego 3) manejo de algunos factores del hábitat (sal y agua); y 4)
reintroducción de borregos a zonas de donde ha sido extirpado.
El control y reducción del impacto humano representa el reto más importante y el más dificil de
vencer. El impac to humano negativo sobre el borrego incluye una serie de factores. La cacería
ilegal ha sido desastrosa en muchas poblaciones. La presencia de vehículos para todo terreno y
motocicletas también ha tenido un impacto negativo importante. Las modificaciones drásticas del
hábitat eliminan las condicioes adecuadas para el borrego. La inatroducción del ganado
representa una de las amenazas más serias, por la competencia que representa y por el
potencial de transmisión de enfermedades. Es más fácil prevenir el daño a los borregos que
intentar repararlo.
La delimitación y conservación de áreas prioritarias casi ha dejado de ser una opción puesto que
las áreas donde existe el borrego son bien conocidas en términos generales. Es poco probable
que aún haya zonas con poblaciones importantes de borregos que no sean conocidas por los
científicos o autoridades gubernamentales. Sin embargo, si se puede llevar a cabo programas
especiales de protección en algunas de las áreas que albergan borregos y que no son zonas
protegidas.
El manejo de algunos factores del hábitat. En los últimos cincuenta años se ha desarrollado un
gran esfuerzo que ha englobado millones de dólares, de horas-hombre y de esfuerzo en el campo,
para incrementar la cantidad de agua disponible para el borrego cimarrón, bajo la suposición de
que los borregos en el desierto efectivamente están limitados por la disponibilidad del agua. En
algunas áreas, la densidad de aguajes se ha incrementado en un 33%, y la cantidad de agua
disponible en un 300%. Sin embargo, en repetidas ocasiones se ha mostrado que el agua
adicional no ha tenido ningún efecto sobre la población de borregos. Aún más, la mayor
disponibilidad de agua puede incrementar las densidades de competidores potenciales tanto
nativos como introducidos, que efectivamente puden estar limitados por la escasez de agua,
como jabalíes, venados, vacas, cabras, burros, y hasta abejas domésticas. Otro riesgos de estos
tanques es que, dado que se mantienen con agua constantemente (por el propio manejo artificial),
y que sus dimensiones y diseño evitan una limpieza natural con la corriente de las lluvias
naturales, son utilizados por muchos animales de muchas especies, lo que los convierte en
reservorios de una gran cantidad de patógenos; el que un animal enfermo beba de ahí, los
convierte en vectores para el resto de la fauna que utilice esa agua.
La reintroducción de borregos a zonas de donde ha sido extirpado se ha llevado a cabo en varias
regiones. En la Isla del Carmen se introdujeron tres animales en 1979, los que aparentemente
murieron poco después. En 1975 se introdujeron 20 borregos con fines experimentales a la Isla
Tiburón, Sonora, que han florecido y han reproducido con éxito. Actualmente existen esfuerzos
del gobierno federal y los estatales, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas e
instituciones académicas, que parecen indicar que los días de peligro para esta especie en
México han quedado en el pasado. Las poblaciones de Sonora y Baja California parecen estar
floreciendo, y esto parece señalar claramente que el borrego cimarrón formará parte de los
ecosistemas desérticos de montaña en el norte de México por mucho tiempo más.
¿De quién es la naturaleza? Sobre la reapropiación social de los recursos naturales
Enrique Leff*
* Coordinador de la Red de Formación Ambiental para América latina y el Caribe, PNUMA. Tel.:
553-95-30. Fax: 202-09-50.
Leff analiza los obstáculos a los que se enfrentan los intentos actuales por internalizar a la
naturaleza dentro de la racionalidad económica y critic a sus supuestos alcances. Frente a lo que
denomina la inconmensurabilidad de la naturaleza plantea un paradigma sustentable y sostenible
que resulta de la articulación de procesos ecológicos, tecnológicos y culturales, perspectiva que
le permite abordar l a interpretación de los movimientos ambientalistas.
Los costos ambientales y el valor de la naturaleza
La sobreexplotación de los recursos y la degradación del ambiente son el resultado de la
racionalidad económica que ha desterrado a la naturaleza del campo de la producción. En este
sentido, la acumulación de capital ha venido destruyendo las bases ecológicas de la producción y
reclama ahora el propósito de internalizar los valores y potenciales de la naturaleza para generar
un proceso de desarrollo sustentable y sostenido.
La economía ambiental (la economía neoclásica de los recursos naturales y de la contaminación)
supone que el sistema económico puede internalizar los costos ecológicos y las preferencias de
las generaciones futuras, asignando derechos de propiedad y estableciendo precios de mercado a
los recursos y servicios ambientales.
Sin embargo la reintegración de la naturaleza a la economía se enfrenta al problema de traducir
los costos de conservación y restauración en una medida homogénea de valor. La valorización de
los recursos naturales está sujeta a temporalidades ecológicas de regeneración y productividad
que no corresponden a los ciclos económicos ni a procesos sociales y culturales que no pueden
reducirse a la esfera económica. Así, la internalización de los costos ecológicos y de las
condiciones ambientales de la producción implica la necesidad de caracterizar a los procesos
sociales que subyacen al valor de la naturaleza.
No existe un instrumento económico, ecológico o tecnológico de evaluación con el cual pueda
calcularse el "valor real" de la naturaleza en la economía. Contra la pretención de reducir los
valores diversos del ambiente a una unidad homogénea de medida, William Kapp (1983) advirtió
ya desde 1970 que en la evaluación comparativa de la racionalidad económica, energética y
ambiental intervienen procesos heterogéneos, para los cuales no puede haber un denominador
común. Más allá de la imposibilidad de unificar esos procesos materiales heterogéneos, la
economía misma se ha quedado sin una teoría objetiva del valor (Leff, 1980). Los costos
ambientales y la valorización de los recursos naturales ya no son determinados de manera
"objetiva" y cuantitativa en la esfera económica, sino que dependen de percepciones culturales,
derec hos comunales e intereses sociales. Las estrategias de poder por la apropiación de la
naturaleza que movilizan a la sociedad se están transformando en una fuerza política,
reflejándose finalmente en la economía como precios de los recursos y costos ambientales.
El movimiento ambiental no sólo transmite los costos ecológicos hacia el sistema económico
como una resistencia a la capitalización de la naturaleza, a través de una luchaa social para
mejorar las condiciones de sustentabilidad y la calidad de vida, sino que conlleva un proceso de
reapropiación de la naturaleza por la sociedad. Este movimiento social no sólamente incrementa
los costos ecológicos del capital, sino que también reduce la parte de la naturaleza que podría
ser apropiada por el capital.
El ambientalismo está planteando la descentralización del proceso de desarrollo y un
"descentramiento" de las bases mismas del proceso productivo. Desde esta perspectiva, no se
trata de resolver la contradicción entre conservación y desarrollo internalizando las condiciones
ecológicas para un crecimiento sostenido de la economía, sino de repensar el ambiente como un
nuevo paradigma productivo que integre a la naturaleza y a la cultura como fuerzas productivas
(Leff, 1993). En esta perspectiva la naturaleza aparece como un medio de producción y no sólo
como insumo de un proceso tecnológico, como un objeto de contemplación estética y de
reflexión filosófica. El ambiente emerge como un sistema complejo, objeto de un proceso de
reapropiación (Leff, 1994).
La sustentabilidad del crecimiento económico no pasa tan sólo por la determinación de normas
ecológicas que debieran ser respetadas por el sistema económico y la adopción de los principios
de interdependencia y coevolución entre procesos culturales, ecológicos y tecnológicos para
lograr un uso más racional de los recursos naturales. Al caracer de instrumentos de análisis
adecuados para dar cuenta de la especificidad de estos procesos, de los que depende la
valorización y la transformación de la naturaleza, la economía no puede evaluar las condiciones
de sustentabilidad de la producción.
Las condiciones ecológicas y comunales de la producción aparecen como el soporte de una
nueva racionalidad productiva, donde se entretejen de manera sinergética procesos de orden
natural tecnológico y social para generar un potencial ecotecnológico que ha quedado oculto por
el orden económico dominante.
La economía ecológica y la capitalización de la naturaleza
El concepto de distribución ecológica ha sido propuesto para abordar la cuestión de la desigual
carga social de los costos ecológicos y el reparto de los potenciales ambientales. Sin embargo
este concepto se ha mantenido dentro del núcleo de la racionalidad económica dominante,
reduciendo el problema a una repartición más justa de los costos ecológicos del crecimiento. Sin
embargo esta cuestión va más allá de la posible equalización de costos y beneficios en el uso de
los recursos ambientales dentro de la actual racionalidad económica (antiecológica).
La economía ecológica ha contribuido a desenmascarar la pretensión de la economía dominante
de valorizar a la naturaleza como capital. Sin embargo la sustentabilidad tampoco puede
evaluarse midiendo simplemente los flujos de masa y energía de losprocesos productivos. El
propósito de cuantificar la cantidad de masa y energía que se consume y se degrada en el
proceso productivo -el throughput- (Hinterberger y Seifert, 1995), sin duda puede ser útil para el
diseño de tecnologías más limpias, pero no puede dar cuenta de los procesos reales de
apropiación y manejo de los recursos de los que depende en última instancia su sustentabilidad
ecológica y social. El análisis del throughput puede convertirse en un instrumento para medir los
componentes (inconmensurables en otros términos) de masa y energía que entran y salen, que
se degradan y reciclan en el proceso productivo; pero no puede dar cuenta de las estructuras
ecológicas y tecnológicas que determinan las condiciones que hacen que mejore o se degrade el
estado de conservación y la productividad de un ecosistema y de un proceso ecotecnológico de
producción.
La economía ecológica aborda los procesos económicos y ecológicos como dos sistemas
interdependientes. El ambiente es conceptualizado en términos de las normas ecológicas que
deben ser internalizadas por el sistema económico y como la distribución de derechos de
contaminación del ambiente. El ambiente aparece así como un límite y un costo, no como un
potencial productivo. Desde una perspectiva tecnológica el proceso económico es criticado por su
ineluctable tendencia hacia la muerte entrópica (Georgescu-Roegen), o es liberalizado por su
capacidad de desmaterializar la producción, resolviendo así el problema de la degradación
ambiental y la amenaza de la escacez de recursos para un crecimiento sostenido.
La economía ecológica aporta así una importante crítica sobre los fundamentos de la economía y
avanza propuestas para la regulación ecológica de la economía y la desmaterialización de la
producción; pero no ofrece una teoría para fundar la producción sobre nuevas bases. La economía
ecológica no ofrece criterios suficientes para dirimir los conflictos socio ambientales que están en
la raíz de la distribución ecológica (Martínez -Alier, 1995) y que se manifiestan como una lucha de
int ereses entre naciones y grupos sociales por la apropiación de la naturaleza. El definir la
sustentabilidad desde los principios de equidad y democracia abre perspectivas sociales más
amplias que el simple reverdecimiento de la economía a través del cálculo de los costos de la
preservación y restauración ambiental.
Las perspectivas sociales de la sustentabilidad no están fraguando en una nueva ciencia, sino en
procesos sociales que cuestionan tanto la racionalidad económica dominante como a la razón
científica que se erige en principio de legitimización de los intereses ambientales.El movimiento
ambiental está generando nuevas teorías y nuevos valores que orientan la acción social hacia la
construcción de una nueva racionalidad productiva.
Inconmensurabili dad y productividad del ambiente
El principio de inconmensurabilidad de los diferentes procesos que caracterizan a un sistema
socioambiental, toma un sentido más amplio y concreto en la perspectiva de un nuevo paradigma
productivo. El ambiente aparece así como un sistema productivo, fundado en las estructuras
funcionales de los ecosistemas y sus condiciones de estabilidad y productividad. Un
productividad ecotecnológica sustentable y sostenible resulta de la articulación de procesos
ecológicos, tecnológicos y culturales que determinan las formas de apropiación y transformación
de la naturaleza. Esta racionalidad ambiental no se construye de arriba hacia abajo, como un
proceso de planificación que impondría a las comunidades y las naciones las leyes de un nuevo
orden ecológico global. Este nuevo paradigma productivo está fundado en bases geográficas,
ecológicas y tecnológicas, pero funciona a través de la incorporación de esos principios y
potenciales que permiten la autogestión del proceso productivo. La construcción de este nuevo
orden social está guiada por valores culturales diversos y se enfrenta a intereses sociales
contrapuestos; su proceso se entreteje en relaciones de poder por la reapropiación de la
naturaleza y por la construcción de nuevos estilos de desarrollo.
Es al nivel de las comunidades de base donde los principios del ambientalismo toman todo su
sentido en términos de diversidad y de participación, y donde puede concebirse la construcción
de esta nueva racionalidad productiva. Este proceso lleva a sus últimas consecuencias el
principio de inconmesurabilidad al plantear la irreductibilidad y especificidad de los procesos
materiales y de las diversas formas de significación cultural que definen al potencial ambiental del
desarrollo. No existe pues una medida cuantitativa y homogénea que pueda dar cuenta de estos
procesos diferenciados de los que depende una producción sustentable y sostenible de valores
de uso y medir sus efectos en la calidad de vida definida por diferentes normas y valores
culturales.
La producción ya no se reduce a una medida de masa y energía ni a un cálculo cuantitativo de
valor (de un quantum de tiempo de trabajo socialmente necesario). Es resultado de la articulación
de la productividad ecológica, tecnológica y cultural ; del balance de la producción neguentrópica
de biomasa a través de la fotosíntesis; y de la producción de entropía generada por la
transformación tecnológica de la materia y la energía en los procesos productivos. En esta
perspectiva el desarrollo sustentable encuentra sus raíces en las condiciones de diversidad
ecológica y cultural. Esos procesos materiales singulares y no reductibles, dependen de las
estructuras funcionales de los ecosistemas que sostienen la producción de recursos bióticos y
servicios ambientales; de la eficiencia energética de los procesos tecnológicos; de los procesos
simbólicos y las formaciones ideológicas que subyacen la valorización cultural de los recursos
naturales; a los procesos políticos que determinan la apropiación de la nat uraleza.
Equidad y justicia en la apropiación de la naturaleza
La crisis ambiental ha puesto de relieve el problema de la internalización de las condiciones
ecológicas para un desarrollo sustentable. Sin embargo la sustentabilidad ecológica no sólo
entraña la preservación de la naturaleza, sino que su degradación o sus potencialidades están
vinculados indisolublemente a procesos sociales y culturales. Así, la degradación del ambiente
genera un círculo perverso de pobreza que a su vez acentúa el deterioro ecológico; la
conservación y el uso sustentable de los recursos implica una gestión participativa en su manejo
productivo; el control de emisiones contaminantes conlleva un cuestionamiento de la distribución
ecológica y social de los costos ambientales.
El principio de equidad es pues indisociable de los objetivos del desarrollo sustentable; y más que
una cuestión de solidaridad diacrónica, es decir, de un compromiso con los derechos de las
generaciones futuras de disponer de recursos para su sustento y desarrollo, se trata de un
principio de equidad intrageneracional, es decir, del acceso de los grupos sociales actuales a los
recursos ambientales del planeta.
El problema de la reapropiación social de la naturaleza va más allá de las posibilidades de
resolver el conflicto de la inequidad ecológica mediante una repartición más justa de los costos de
la degradación y contaminación ambiental, una mejor evaluación del stock de recursos dentro de
las cuentas nacionales y una mejor distribución del ingreso. Es decir, no se trata de un problema
de evaluación de costos y beneficios dentro de las formas actuales de explotación y uso de la
naturaleza y de la pretensión de resolver la cuestión de la distribución ecológica mediante la
asignación de precios y la designación de formas adecuadas de propiedad de los recursos.
Las condiciones de existencia de las comunidades pasan por la legitimación de los derechos de
propiedad de las poblaciones sobre su patrimonio de recursos naturales y de su propia cultura, y
por la redefinición de sus procesos de producción, sus estilos de vida y los sentidos de su
existencia. Así, las luchas sociales por la reapropiación de la naturaleza van más allá de la
resolución de los conflictos ambientales a través de la justa valorización económica de la
naturaleza y la concesión de derechos sobre el uso de los recursos.
En este sentido el ecologismo radical cuestiona al derecho como instrumento para dirimir la
cuestión de la desigualdad y la justicia social.
"El propio concepto de derechos se está volviendo sospechoso como expresión protectora de una
élite que otorga y niega "derechos" y "privilegios" a inferiores. Una lucha contra el elitismo y las
jerarquías está reemplazando la lucha por los "derechos" como el objetivo principal. Ya no es
más justicia lo que se demanda, sino libertad" (Bookchin, 1971:16-17).
Este planteamiento parece estarse confirmando con las nuevas reivindicaciones de los grupos
indígenas, con sus luchas por la dignidad, la autonomía, la democracia, la participación y la
autogestión -y no sólo por la justicia en términos de una mejor distribución de los beneficios
derivados del modo de producción, el estilo de vida y el sistema político dominante-, demandas
que resultan más concretas que la lucha por la libertad en abstracto.
La democracia ambiental cuestiona así la posibilidad de alcanzar una justicia en términos de la
conmensurabilidad y equivalencia de ciertos derechos de propiedad sobre los recursos en
asuntos definidos a través de intereses muchas veces opuestos de diversos grupos sociales en
torno a la naturaleza.1 De esta manera puede surgir una desigualdad entre iguales en una
sociedad que trata a todos como jurídicamente iguales.
La reapropiación de la naturaleza plantea un principio de justicia en la diversidad, que implica la
autodeterminación de las necesidades, potenciales y proyectos alternativos de desarrollo; de los
procesos de autonomía y autogestión que definen las condiciones de producción y las formas de
vida de diversos grupos culturales de la población con relación con el manejo sustentable de su
ambiente.
No es que los movimientos sociales ambientalistas se sitúen por encima de la ley, sino que los
derechos humanos van ganando a través de procesos de cambio social que transforman la norma
establecida por el sistema de regulación jurídica de la sociedad. Y es esto lo que está
sucediendo con los nuevos derechos indígenas y ambientales, que van generando sus
condiciones de legitimación dentro del marco de legalidad prevaleciente, pero cuestionándolo y
ampliándolo para dar cauce a sus demandas y reivindicaciones sociales.
La equidad no puede ser definida en términos de un patrón homogéneo de bienestar, de la
repartición del stock de recursos disponibles y la distribución de los costos de la contaminac ión
del ambiente global. La equidad tiene que ver con la eliminación de los poderes dominantes sobre
los derechos de la autonomía de los pueblos, pero también con apropiación de potenciales
ecológicos de cada región, mediados por los valores culturales y los intereses sociales de cada
comunidad.
Desde esta perspectiva, el problema de la valorización de la naturaleza va mása allá de la
inconmensurabilidad de los diferentes procesos de orden físico, biológico y social, a través de un
patrón homogéneo de medida de los valores de la naturaleza y de los flujos de materiales y
energía en los procesos productivos y su "metabolismo" con la naturaleza. La producción
sustentable de valores de uso depende de los estilos culturales y los intereses sociales que
definen las formas de apropiación, transformación y uso de los recursos, que se establecen a
través de relaciones de poder entre el mercado y las sociedades no mercantiles.
Derechos humanos y luchas sociales por la reapropiación de la naturaleza
El ambientalismo se está redefiniendo por los principios de la sustentabilidad, la autogestión y la
democracia, más allá de los valores del conservacionismo y el biocentrismo. En las luchas
culturales se están asociando con reivindicaciones por el acceso y la apropiación de la naturaleza
en los que subyacen estructuras de poder, valores culturales y estrategias productivas
alternativas. Así, la distribución ecológica no sólo se refiere a la igualdad de derechos de la
humanidad a poblar el planeta, consumir energía y descargar desechos al ambiente común, en un
planeta donde un habitante del Norte consume 40 veces más energía y recursos naturales que la
población promedio de los países del Sur.
El desplazamiento de los derechos humanos tradicionales hacia los derechos ambientales rebasa
los derechos jurídicos de igualdad entre los hombres -que incluyen a los derechos universales a
la salud y a la educación- hacia los derechos a autogestionar sus condiciones de existencia, lo
que implica un proceso de reapropiación de la naturaleza como base de su supervivencia y
condición para generar un proceso endógeno y autodeterminado de desarrollo (Moguel et al.,
1992; Leff, 1995).
Ello lleva a plantear la pregunta crucial: ¿A quién le pertenece la naturaleza? ¿Quién otorga los
derechos para poblar el planeta; para explotar la tierra y los recursos naturales; para contaminara
el ambiente? ¿Se trata de una decisión que cae de las alturas del poder sobre la gente como la
fatalidad de una ley natural, o es la movilización de los pueblos lo que genera el poder para
redistribuir los costos ecológicos y los potenciales de la naturaleza?
La reapropiación de la naturaleza trae de nuevo la cuestión casi olvidada de la lucha de clases,
esta vez no por la apropiación de los medios industrializados sino de los medios y las
condiciones naturales de producción. Pero a diferencia de la apropiación de los medios de
producción, guiada por una concepción unidimensional del desarrollo de los medios técnicos de
producción y de las fuerza naturales constreñidas por la tecnología, el ambientalismo plantea la
apropiación de la naturaleza dentro de un nuevo concepto de producción que orienta estrategias
alternativas de uso de los recursos.
Frente a la desposesión y marginación de grupos mayoritarios de la población, y a la ineficacia
del Estado y de la empresa para generar y proveer los bienes y servicios básicos, la sociedad
emerge reclamando su derecho a participar en la toma de decisiones en las políticas públicas
que afectan sus condiciones de existencia y en la autogestión de sus recursos productivos.
Estos movimientos se están fortaleciendo con la legitimación de un discurso emergente sobre
democracia.
En el terreno del ambiente los nuevos derechos humanos están incorporando la protección de los
bienes y servicios ambientales comunes de la humanidad, así como el derecho de todo ser
humano a poder desarrollar plenamente sus potencialidades; poco a poco las luchas de las
comunidades por sus autonomías locales y regionales van reivindicando el derecho a
autogestionar el manejo productivo de sus recursos naturales. Los nuevos derechos humanos se
están ampliando de los derechos cualturales (espacios étnicos, lenguas indígenas, prácticas
culturales), hacia demandas políticas y económicas de las comunidades que incluyen el control
colectivo de sus recursos, la autogestión de sus procesos productivos y la autodeterminación de
sus estilos de vida. Estos nuevos movimientos sociales tienen fuertes implicaciones en la
redefinición de los derechos de propiedad y las formas concretas de posesión, apropiación y
aprovechamiento de los recursos naturales.
La apropiación y manejo de la biodiversidad se está convirtiendo en un ejemplo paradigmático.
Las estrategias de las empresas transnacionales de biotecnología para apropiarse el material
genético de los recursos bióticos se oponen a los derechos de las poblaciones indígenas de los
trópicos sobre su patrimonio de recursos naturales. Esta cuestión no puede resolverse a través de
una compensación económica, no sólo por la impos ibilidad de valorizar dicho patrimonio de
biodiversidad (resultado de siglos de coevolución) por el tiempo de trabajo invertido en la
preservación y producción del material genético, por el valor actual de mercado de los productos,o
por el futuro potencial económico. La cuestión crucial en torno al dilema de la biodiversidad es: o
la apropiación de la naturaleza por el capital a través de los derechos de propiedad intelectual, o
la legitimación de los derechos de los pueblos indígenas para reapropiarse su patrimonio de
recursos naturales y culturales que han dado por resultado una biodiversidad, efecto combinado
de la evolución biológica y las formas culturales de selección de especies y uso de los recursos
(Hobbelink, 1992; Maratínez -Alier, 1994).2
Autonomía, autogestión y democracia
La equidad en el marco de la sustentabilidad no se resuelve a través de la asignación de derechos
de propiedad por parte del Estado para que la naturaleza tenga un precio y pueda ser regulada por
el mercado. Los derechos de propiedad se definen a través de movimientos sociales por la
apropiación de la naturaleza y a través de prácticas alternativas de uso de los recursos. Estas
dependen de condiciones culturales y sociales diferenciadas que no pueden ser reemplazadas
por un patrón general homogéneo de uso de los recursos (la capitalización de la naturaleza
guiada por el mercado).
La posibilidad real de erradicar la pobreza y mejorar la calidad de vida de las poblaciones
indígenas depende de las condiciones de acceso, manejo y control de las comunidades de sus
recursos productivos. Así, el principio de gestión participativa de los recursos se integra a las
nievas luchas por la democracia. Esta democracia desde las bases -deomocracia en el proceso
productivo más allá de la esfera de la representación política- apunta hacia una apropiación de los
recursos naturales y hacia la gestión colectiva de los bienes y servicios ambientales de las
comunidades.
En este sentido, algunos de los nuevos movimientos sociales en las áreas rurales de América
Latina van más allá de las reivindicaciones tradicionales en la esfera económica (el empleo,
mejores salarios y una mejor distribución de la riqueza), o en la esfera política (por una mayor
pluralidad y participación en la toma de decisiones y en el sistema institucionalizado de
partidos), o en la esfera cultural (por la defensa de valores culturales y la diversidad étnica). Los
movimientos rurales emergentes no sólo se unifican por su rechazo a las políticas neoliberales
que generan explotación económica, marginación política, segregación cultural y degradación de
la naturaleza. No luchan tan sólo por una mayor equidad y participación dentro del orden
establecido, sino por la construcción de un nuevo orden social.
Estas son luchas sociales por la democracia movilizan la construcción de un nuevo orden político
y un nuevo paradigma productivo. Aunque este germen ambientalista no siempre aparece
claramente en las estrategias discursivas de estos movimientos populares emergentes -centrados
en luchas por la dignidad y la autonomía de las comunidades indígenas y campesinas; por la
democracia como condición para la reapropiación de sus medios culturales y ecológicos de
producción-, muchos de ellos expresan demandas por la revalorización de sus prácticas
tradicionales de uso de sus recursos y por la autogestión de procesos productivos, como parte de
sus principios de autonomía (Instituto Indigenista Interamericano, 1990).
El desarrollo sustentable, en esta perspectiva, va más allá del propósito de capitalizar a la
naturaleza y de ecologizar el orden económico; es decir, pasa por la socialización de la
naturaleza y el manejo comunitario de los recursos fundados en principios de diversidad ecológica
y cultural. En este sentido la democracia y la equidad se redefinen en el campo de la
sustentabilidad en términos de los derechos de propiedad y de acceso a los recursos, es decir,
de las condiciones de reapropiación del ambiente.
Así, las luchas de las sociedades campesinas e indígenas se están renovando. Ya no sólo
reivindican sus derechos tradicionales. Hoy la lucha por sus identidades culturales, sus territorios
étnicos, sus lenguas y costumbres, está entretejida con la revalorización de su patrimonio de
recursos naturales y culturales, que conforma el ambiente que han habitado y dónde se han
desarrollado históricamente, para reapropiarse su potencial productivo y orientarlo hacia el
mejoramiento de sus condiciones de existencia y de su calidad de vida, definidas por sus valores
culturales y sus identidades étnicas.
Notas
1. "La justicia es la demanda de equidad por un "juego justo" y una repartición de los beneficios
de la vida que sean conmensurables con la contribución de cada quien. En palabras de Thomas
Jefferson "(la justicia)" es igual y exacta...basada en el respeto al principio de
equivalencia..."(Bookchin, 1990:96-98).
2. En este sentido los pueblos de las florestas amazónicas han planteado la autogestión de
reservas extractivistas; en México, el establecimiento de la reserva campesina de biodiversidad de
Los Chimalapas está conduciendo a las comunidades a luchar por la regularización de la
propiedad de sus tierras y a ejercer un control efectivo sobre el uso de sus recursos. La
inscripción de las comunidades indígenas y campesinas en el marco de la globalidad está
llevando a importantes luchas de resistencia y un proceso de reubicación en el mundo de la
postmodernidad. Los pueblos y comunidades están resignificando el discurso de la democracia y
de la sustentabilidad para reconfigurar sus estilos de etno-eco-desarrollo. Esto habrá de
desencadenar movimientos inéditos por la reapropiación y autogestión productiva de la
biodiversidad, que representa el hábitat en el que ha evolucionado la cultura de estas
comunidades y donde habrán de defini r sus proyectos futuros de vida.
Bibliografía
Bookchin, M. 1971. Post-Scarcity Anarchism, Black Rose Books, Montreal/New York, Segunda
edición, segunda reimpresión, 1990.
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Measurement of Dematerialization and Sustainable Human Development", en J. van der Straaten
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Hobbelink, H. 1992, "La diversidad biológica y la biotecnología agrícola", Ecología Política, núm.4,
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Leff, E., 1994. Ecología y capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo
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UNAM/INAH/UAM-A, La sociedad rural frente al nuevo milenio, Plaza y Valdéz Editores, México.
Martínez -Alier, J. 1995. Curso a distancia de economía ecológica. PNUMA, México.
Moguel, J., C.Botey and L. Hernández, 1992. Autonomía y nuevos sujetos sociales en el desarrollo
rural. México, Siglo XXI Editores .
Sobre Hardin y la tragedia de los comunes
El artículo de Hardin es un texto que la fuerza de los hechos ha convertido en un clásico.
Estamos seguros que el autor, en la época que lo escribió (hace casi 30 años), no vislumbraba
los alcances que podían tener sus ideas en la discusión de temas que por aquellos años todavía
no escalaban los peldaños más altos de las agendas públicas nacionales y globales. Nos
referimos a los temas del medio ambiente y el desarrollo sustentable.
Como los buenos vinos, conforme pasa el tiempo la tragedia de los comunes gana cuerpo y
atractivo como una metáfora extraordinariamente sugerente y útil en la reflexión sobre el uso de
los recursos comunes ambientales. Esto, hay que decirlo, sin dejar de convocar a polemistas que
utilizan los espacios abiertos por Hardin como extensión de la eterna arena de las disputas
ideológicas. Estas últimas gozan aquí de una salud tan cabal que podrían ser envidia de la
política y la sociología, donde recientemente se les ha extrañado.
Este texto de Hardin es sin duda una aportación seminal, que ha estimulado una sólida
producción intelectual en torno a cuestiones increíblemente relevantes para la interpretación y
gestión de los procesos ambientales. Desde Olson y sus problemas de la acción col ectiva, hasta
Axelrod y su formalización en teoría de juegos del dilema del prisionero (como una poderosa
expresión teórica de la tragedia de los comunes), pasando por Elinor Ostrom y su brillantísimo
análisis sobre los mecanismos de manejo de recursos com unes ambientales por parte de
comunidades locales en su Managing the Commons. De alguna forma en estos casos, Hardin ha
sido precursor de la vibrante corriente neoinstitucionalista en la economía y en las ciencias
sociales, que hoy arroja luces cada vez más claras en beneficio de quienes nos interesamos por
los problemas ambientales.
Hardin también ha estimulado a los economistas ambientales (y de paso a los promotores de la
Economía Ecológica), a tratar de extender los modelos neoclásicos de análisis microeconómico
para dar una explicación satisfactoria a la tragedia de los comunes y poner salidas o soluciones a
la misma, por medio de un debate técnico cada vez más rico sobre la naturaleza de los bienes
públicos y las externalidades recíprocas, entre otros instrumentos conceptuales de enorme
interés.
Como hoy sabemos, lo que llamamos medio ambiente es, en gran parte de los casos una
colección de recursos comunes (sin duda una mala pero hasta ahora única traducción disponible
de Commons), de cuya integridad, claridad y estabilidad dependen la vida, el bienestar y las
posibilidades de desarrollo. Recursos comunes son las cuencas atmosféricas, lasa cuencas
hidrográficas, las pesquerías, la vida silvestre, la capa de ozono, las capacidades de carga de la
atmósfera global para asimilar gases de invernadero y, en cierto sentido, toda la biodiversidad.
En última instancia podemos decir que la sustentabilidad trata de encontrar arreglos
institucionales que solucionen los problemas apuntados por Hardin, y que permitan un manejo
eficiente, equitativo y biofísicamente correcto de estos recursos comunes, donde no se rebasen
umbrales de renovabilidad y resilencia, y se mantenga un caudal constante o creciente de los
bienes y servicios ambientales que estos recursos comunes ofrecen (recursos comunes que hoy
también podemos denominar como capital natural).
Para hacer más provechoso el debate en torno a la metáfora de Hardin, es necesario evitar, en lo
posible, imputarle un prejuicio en contra de esquemas de regulación colectiva o de tipo
cooperativo. Lo que Hardin denomina Commons aplica a lo que más recientemente se ha
tipificado como libre acceso, donde no existe ningún esquema de regulación sobre el uso de los
recursos comunes. Si asumimos a la tragedia de los comunes cono la tragedia de libre acceso,
nos ahorraremos discusiones prescindibles y nos veremos beneficiados de una manera más rica
con la metáfora propuesta por este autor.
En realidad, hablando sin ningún tipo de prejuicios, las soluciones a los problemas plant eados por
Hardin admiten un espectro amplio de posibilidades y de combinaciones de política, de diseño
institucional y de intervención gubernamental y social, configuradas por elementos de regulación
estatal coactiva, mercados y precios, y diversas formas de cooperación colectiva.
En fin, echémosle un vistazo al texto de Hardin y saquemos nuestras propias conclusiones.
Estamos seguros de que los lectores de la Gaceta Ecológica coincidirán con nosotros en la
relevancia de este clásico que, por cierto, hasta donde sabemos no había sido traducido a
nuestro idioma.
Gabriel Quadri de la Torre
La tragedia de los comunes
Garrett Hardin*
En este artículo ya clásico, Hardin analiza el problema del libre acceso a los recursos
ambientales comunes en un mundo cada vez más poblado.**
Al final de un artículo muy bien razonado sobre el futuro de la guerra nuclear, J. B. Weisner y H.
F. York concluían que "ambos lados en la carrera armamentista se... confrontaban con el dilema
de un continuo crecimiento del poderío militar y una constante reducción de la seguridad
nacional. De acuerdo con nuestro ponderado juicio profesional, este dilema no tiene solución
técnica. Si las grandes potencias continúan buscando soluciones exclusivamente en el área de la
ciencia y la tecnología, el resultado será el empeorar la situación".1
Me gustaría llamar su atención no sobre el tema de dicho artículo (seguridad nacional en un
mundo nuclear) sino sobre el tipo de conclusiones a las que ellos llegaron: básicamente, que no
existe solución técnica al problema. Una suposición implícita y casi universal de los análisis
publicados en revistas científicas profesionales y de divulgación es que los problemas que se
discuten tienen una solución técnica. Una solución de este tipo puede definirse como aquella que
requiere un cambio solamente en las técnicas de las ciencias naturales, demandando pocos o
casi nulos cambios en relación con los valores humanos o en las ideas de moralidad.
En nuestros días (aunque no en tiempos anteriores) las soluciones técnicas son siempre
bienvenidas. A causa del fracaso de las profecías, se necesita valor para afirmar que una solución
técnica deseada no es factible. Wiesner y York tuvieron esta valentía publicándolo en una revista
científica, e insistieron en que la solución al problema no se iba a hallar en las ciencias naturales.
Cautelosamente calificaron su afirmación con la frase "De acuerdo con nuestro ponderado juicio
profesional...". Si estaban en lo correcto o no, no es de relevancia para el presente artículo. Más
bien, la preocupación aquí se refiere al importante conjunto de problemas humanos que pueden
ser denominados "problemas sin solución técnica", y de manera más específica, con la
identificación y la discusión de uno de ellos.
Es fácil demostrar que el conjunto no está vacío. Recuerden el juego del "gato". Considérese el
problema "¿Cómo puedo ganar el juego del gato? Es bien sabido que no puedo si asumo
(manteniéndome dentro de las convenciones de la teoría de juegos) que mi oponente entiende el
juego a la perfección. Puesto de otra manera, no existe una "solución técnica" al problema.
Puedo ganar solamente dándole un sentido radical a la palabra "ganar". También puedo golpear a
mi oponente en la cabeza o bien puedo falsificar los resultados. Cualquier forma en la que yo
"gano" involucra, en algún sentido, un abandono del juego de la manera en que, también lo
concebimos intuitivamente. (Puedo, desde luego, abandonar abiertamente el juego, negarme a
jugarlo. Eso es lo que hacen la mayoría de los adultos).
El conjunto de los "problemas sin solución técnica" tiene miembros. Mi tesis es que el "problema
poblacional", tal como se concibe tradicionalmente, es un miembro de esta clase. Y dicha
concepción tradicional requiere cierta reflexión. Es válido decir que la mayor parte de la gente que
se angustia con el problema demográfico busca una manera de evitar los demonios de la
sobrepoblación sin abandonar ninguno de los privilegios de los que hoy goza. Piensan que las
granjas marinas o el desarrollo de nuevas variedades de trigo resolverán el problema
"tecnológicamente". Yo intento mostrar aquí que la solución que ellos buscan no puede ser
encontrada. El problema poblacional no puede solucionarse de una manera técnica, de la misma
forma que no puede ganarse el juego del gato.
¿Qué debemos maximizar?
La población, como lo dijo Malthus, tiende de manera natural a crecer "geométricamente", o
como decimos hoy, exponencialmente. En un mundo finito esto significa que la repartición per
cápita de los bienes del mundo debe disminuir. ¿Es acaso el nuestro un mundo finito?
Se puede defender con justeza la idea de que el mundo es infinito; o de que no sabemos si lo
sea. Pero en términos de los problemas prácticos que hemos de enfrentar en las próximas
generaciones con la tecnología previsible, es claro que aumentaremos grandemente la miseria
humana si en el futuro inmediato, no asumimos que el mundo disponible para la población
humana terrestre es finito. El "espacio" no es una salida.2
Un mundo finito puede sostener solamente a una población finita; por lo tanto, el crecimiento
poblacional debe eventualmente igualar a cero. (El caso de perpetuas y amplias fluctuaciones por
encima y por debajo del cero es una variante trivial que no necesita ser actualizada). Cuando esta
condición se alcance, ¿cuál será la situación de la humanidad? Específicamente ¿puede ser
alcanzada la meta de Bentham de "el mayor bienestar para la mayor cantidad de individuos?" No,
por dos razones, cada una suficiente por sí mismo. La primera es de orden teórico. No es
matemáticamente posible maximizar dos variables (o más) al mismo tiempo. Esto fue claramente
posible demostrado por von Neumann y Morgenstern,3 pero el principio queda implícito en la
teoría de las ecuaciones diferenciales parciales, siendo tan viejo al menos como D'Alambert
(1717-1783).
La siguiente razón surge directamente de los hechos biológicos. Para vivir, cualquier organismo
debe disponer de una fuente de energía (comida, por ejemplo). Esta energía se utiliza para dos
fines: conservación y trabajo. Un hombre requiere de aproximadamente 1600 kilocalorías por día
("calorías de manutención") para mantenerse vivo. Cualquier cosa que haga aparte de eso se
definirá como trabajo, y se apoya en las "calorías trabajo" que ingiera. Estas son utilizadas no
solamente para realizar trabajo en el sentido en que comúnmente entendemos la palabra; son
requeridas también para todas las formas de diversión, desde la natación y las carreras de autos,
hasta tocar música o escribir poesía. Si nuestra meta es maximizar la población, es obvio lo que
debemos hacer: lograr que las "calorías trabajo" por persona se acerquen a cero tanto como sea
posible. Nada de comidas de gourmet, nada de vacaciones, nada de deportes, nada de música,
nada de arte... Creo que cualquiera coincidirá, sin argumento o prueba, que maximizar la
población no maximiza los bienes. La meta de Bentham es imposible. Para alcanzar esta
conclusión he asumido el supuesto común de que el problema es la obtención de energía. La
aparición de la energía atómica ha iniciado el cuestionamiento de esta suposición. Sin embargo,
dada una fuente infinita de energía, el crecimiento poblacional sigue siendo una cuestión
ineludible. El problema de la adquisición de energía es reemplazado por el de su disipación, como
agudamente lo ha demostrado J H. Fremlin.4 Los signos aritméticos del análisis están, como lo
estuvieron, invertidos; pero la meta de Bentham sigue inalcanzable.
La población óptima es, por tanto, menor que el máximo. La dificultad para definir lo óptimo es
enorme; hasta donde sé, nadie ha abordado este problema seriamente. Alcanzar una solución
estable y aceptable seguramente requerirá de más de una generación de arduo trabajo analítico,
y mucha persuación.
Deseamos los máximos bienes por persona; ¿pero qué es un bien? Para una persona puede ser
la naturaleza preservada, para otros centros de ski por mayor. Para una pueden ser estuarios
donde se alimenten patos para caza, mientras que para otra pueden ser terrenos para fábricas.
Comparar un bien con otro es, solemos decir, imposible, porque estos bienes son
inconmensurables, y los inconmensurables no pueden compararse.
Teóricamente esto puede ser cierto, pero en la vida real los inconmensurables se miden.
Solamente se necesita un criterio de juicio y un sistema de medición. En la naturaleza, dicho
criterio es la supervivencia. ¿Es acaso mejor para una especie ser pequeña y fácil de esconder, o
bien ser grande y poderosa? La selección natural mide lo inconmensurable. El compromiso
alcanzado dependerá del sopesado natural de los valores de las variables.
El hombre debe imitar ese proceso. No hay duda del hecho de que ya lo hace, pero de manera
inconsciente. Cuando las decisiones ocultas se hacen explícitas se inicia la discusión. El
problema para los años venideros es lograr una aceptable teoría de medición.
Los efectos sinergéticos, las variaciones no lineales, y las dificultades al dar por hecho el futuro
vuelen difícil este problema intelectual, pero no lo tornan (en principio), insoluble.
¿Ha solucionado este problema práctico algún grupo cultural en nuestros tiempos, aunque sea en
un nivel intuitivo? Un hecho simple prueba que ninguno lo ha logrado: no existe ninguna población
próspera en el mundo de hoy que tenga, o haya tenido por algún tiempo, una tasa de crecimiento
igual a cero. Cualquier pueblo que haya intuitivamente identificado su punto óptimo muy pronto lo
alcanzará, después de lo cual su tasa de crecimiento alcanzará y permanecerá en cero.
Por supuesto, una tasa de crecimiento positiva puede tomarse como evidencia de que la
población se encuentra por debajo de su óptimo. Sin embargo, bajo cualquier parámetro
razonable, las poblaciones de más rápido crecimiento en el mundo actual son (en general) las
más pobres. Esta asociación (que no es necesariamente invariable) siembra dudas sobre el
supuesto optimista de que una tasa de crecimiento positiva indica que una población está en
camino de encontrar su óptimo.
Poco progreso lograremos en la búsqueda de un tamaño óptimo de población mientras no
exorcisemos de manera explícita al espíritu de Adam Smith en el campo de la demografía
práctica. En asuntos económicos La riqueza de las naciones (1776) popularizó la "mano
invisible", la idea de un individuo que "buscando solamente su propio beneficio", logra "dejarse
llevar por una mano invisible a promover... el interés público"5. Adam Smith no afirmó que esto
fuera invariablemente cierto, y quizás no lo hizo ninguno de sus seguidores. Pero contribuyó con
una tendencia dominante de pensamiento que desde entonces interfiere con las acciones
positivas basadas en análisis racionales, a saber la tendencia a asumir que las decisiones
tomadas en lo individual serán, de hecho, las mejores decisiones para la sociedad en su
conjunto. Si esta supos ición es correcta justifica la continuidad de nuestra actual política de
laissez faire en cuestiones reproductivas. Si es correcta podemos asumir que los hombre
controlarán su fecundidad de tal manera que lograrán una población óptima. Si la suposición es
incorrecta, necesitamos examinar las libertades individuales para ver cuáles son defendibles.
La tragedia de la libertad sobre los recursos comunes
La refutación de la mano invisible en el control poblacional se encuentra en un escenario descrito
inicialmente en un panfleto poco conocido de 1833 por un matemático amateur llamado William
Forster Lloyd (1794-1852).6 Podemos llamarlo "la tragedia de los recursos comunes", utilizando
la palabra tragedia como la usó el filósofo Whitehead: "La esencia de la tragedia no es la tristeza.
Reside en la solemnindad despiadada del desarrollo de las cosas". Y continúa diciendo: "Esta
inevitabilidad del destino solamente puede ser ilustrada en términos de la vida humana por los
incidentes que, de hecho, involucran infel icidad, pues es solamente a través de ellos que la
futilidad de la huida puede hacerse evidente en el drama".7
La tragedia de los recursos comunes se desarrolla de la siguiente manera. Imagine un pastizal
abierto para todos. Es de esperarse que cada pastor intentará mantener en los recursos comunes
tantas cabezas de ganado como le sea posible. Este arreglo puede funcionar razonablemente
bien por siglos gracias a que las guerras tribales, la caza furtiva y las enfermedades mantendrán
los números tanto de hombres como de animales por debajo de la capacidad de carga de las
tierras. Finalmente, sin embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se vuelve
realidad la largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la lógica inherente a los
recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia.
Como un ser racional, cada pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implícitamente,
consciente o inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para mí de aumentar un
animal más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente negativo y otro positivo.
1. El componente positivo es una función del incremento de una animal. Como el pastor recibe
todos los beneficios de la venta, la utilidad positiva es cercana a +1.
2. El componente negativo es una función del sobrepastoreo adicional generado por un animal
más. Sin embargo, puesto que los efectos del sobrepastoreo son compartidos por todos los
pastores, la utilidad negativa de cualquier decisión particular tomada por un pastor es solamente
una fracción de -1.
Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única decisión sensata
para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más... Pero esta es la conclusión a la que llegan
cada uno y todos los pas tores sensatos que comparten recursos comunes. Y ahí está la
tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su ganado
ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el destino hacia el cual corren todos los
hombres, cada uno buscando su mejor provecho en un mundo que cree en la libertad de los
recursos comunes. La libertad de los recursos comunes resulta la ruina para todos.
Para algunos esto puede ser un lugar común. ¡Ojalá y lo fuera! En cierto sentido esto fue
aprendido hace miles de años, pero la selección natural favorece a las fuerzas de la negación
psicológica.8 El individuo se beneficia como tal a partir de su habilidad para negar la verdad
incluso cuando la sociedad en su conjunto, de la que forma parte, sufre. La educación puede
contrarrestar la tendencia natural de hacer lo incorrecto, pero la inexorable sucesión de
generaciones requiere que las bases de este conocimiento sean refrescadas constantemente.
Un simple incidente que sucedió hace pocos años en Leominster, Masssachusetts, muestra
cuan perecedero es este conocimiento. Durante la época de compras navideñas, los
parquímetros de las zonas comerciales fueron cubiertos con bolsas de plástico con la leyenda:
"No abrir hasta Navidad. Estacionamiento gratuito por parte del Alcalde y del Consejo Municipal".
En otras palabras, ante la perspectiva de un aumento en la demanda del espacio, ya de por sí
escaso, los padres de la ciudad reinstituyeron el sistema de los recursos comunes. (Cínicamente
sospechamos que ganaron más votos de los que perdieron con tan retrógrado acto).
De manera similar la lógica de los recursos comunes ha sido entendida por largo tiempo, quizás
desde la invención de la agricultura o de la propiedad privada en bienes raíces. Pero ha sido
comprendida principalmente en casos específicos que no son suficientemente generalizables.
Incluso en nuestros días, ganaderos que rentan tierras nacionales en el Oeste demuestran
apenas una comprensión ambivalente al presionar constantemente a las autoridades federales
para que incrementen el número de cabezas autorizadas por área hasta un punto en el cual la
sobreexplotación produce erosión y dominio de malezas. De manera similar, los océanos del
mundo continúan sufriendo por la supervivencia de la filosofía de los recursos comunes. Las
naciones marítimas todavía responden automáticamente a la contraseña de "la libertad de los
mares". Al profesar la creencia en los "inagotables recursos de los océanos", colocan cerca de la
extinción, una tras otra, a especies de peces y ballenas.9
Los parques nacionales son otra instancia donde se muestra la forma en que trabaja la tragedia
de los recursos comunes. En el presente se encuentran abiertos para todos, sin ningún límite.
Los parques en sí mismos tienen una extensión limitada —sólo existe un Valle de Yosemite—
mientras que la población parece crecer sin ningún límite. Los valores que los visitantes buscan
en los parques son continuamente erosionados. Es muy sencillo, debemos dejar de tratar a los
parques como recursos comunes... o muy pronto no tendrán ningún valor para nadie.
¿Qué debemos hacer? Tenemos varias opciones. Podemos venderlos como propiedad privada.
Podemos mantenerlos como propiedad pública, pero asignando adecuadamente quien a de
entrar. Esto debe ser con base en la riqueza, a través del uso de un sistema de adjudicación.
También podría hacerse con base en méritos, definidos por estándares acordados. O podría ser
por sorteo. O bien ser con base en el sistema de que el primero que llega entra, administrado a
partir de filas. Estos, creo, son todos procedimientos objetables. Pero entonces debemos
escoger, o consentir la destrucción de nuestros recursos comunes llamados parques nacionales.
La contaminación
De manera inversa, la tragedia de los recursos comunes reaparece en los problemas de
contaminación. Aquí el asunto no es sacar algo de los recursos comunes, sino de ponerles algo
dentro —drenajes o desechos químicos, radioactivos o térmicos en el agua; gases nocivos o
peligrosos en el aire; anuncios y señales perturbadoras y desagradables en el panorama—. Los
cálculos de los beneficios son muy semejantes a los antes mencionados. El hombre razonable
encuentra que su parte de los costos de los desperdicios que descarga en los recursos comunes
es mucho menor que el costo de purificar sus desperdicios antes de deshacerse de ellos. Ya que
esto es cierto para todos, estamos atrapados en un sistema de "ensuciar nuestro propio nido", y
así seguirá mientras actuemos únicamente como libres empresarios, independientes y
racionales.
La tragedia de concebir a los recursos comunes como una canasta de alimentos se desvirtúa con
la propiedad privada, o con algo formalmente parecido. Pero el aire y el agua que nos rodean no
se pueden cercar fácilmente, por lo que la tragedia de los recursos comunes al ser tratados como
un pozo sin fondo debe evitarse de diferentes maneras, ya sea por medio de leyes coercitivas o
mecanismos fiscales que hagan más barato para el contaminador el tratar sus desechos antes de
deshacerse de ellos sin tratarlos. No hemos llegado más lejos en la solución de este problema
que en el primero. De hecho, nuestro particular concepto de la propiedad privada, que nos impide
agotar los recursos positivos de la tierra, favorece la contaminación. El dueño de una fábrica a la
orilla de un arroyo —cuya propiedad se extiende ala mitad del mismo- con frecuencia tiene
problemas para ver porqué no es su derecho natural el ensuciar las aguas que fluyen frente a su
puerta. La ley, siempre un paso atrás de los tiempos, requiere cambios y adecuaciones muy
elaboradas para adaptarse a este aspecto recientemente reconocido de los recursos comunes.
El problema de la contaminación es una consecuencia de la población. No importaba mucho la
forma en que un solitario pionero americano liberara sus desechos. "El agua corriente se purifica
a sí misma cada diez millas", solía decir mi abuelo, y el mito estaba suficientemente cerca de la
verdad cuando él era niño, porque no había mucha gente. Pero conforme la población se ha hecho
más densa, los procesos naturales de reciclado tanto biológicos como químicos, están ahora
saturados y exigen una redefinición de los derechos de propiedad.
¿Cómo legislar la moderación?
El análisis del problema de la contaminación como una función de la densidad de la población
descubre un principio de moralida no siempre reconocido; específicamente: que la moralidad de
un acto es una función del estado del sistema en el momento en que se realiza.10 Usar los
recursos comunes como un pozo sin fondo no daña a la población en general en zonas vírgenes o
poco explotadas, simplemente porque no existe dicha población; el mismo comportamiento en
una metrópolis es insostenible. Hace ciento cincuenta años un hombre de las praderas podía
matar un bisonte americano, cortarle solamente la lengua para cenar y desechar el resto del
animal. No se podría considerar en ningún sentido que fuera un desperdicio. Hoy en día, cuando
quedan sólo algunos miles de bisontes, nos sentiríamos abrumados con este comportamiento.
De paso, no tiene ningún valor que la moralidad de un acto no pueda ser determinada a partir de
una fotografía. No se sabe si un hombre matando a un elefante o prendiéndole fuego a un pastizal
está dañando a otros hasta que se conoce el sistema total dentro del que se incluye este acto.
"Una imagen vale por mil palabras", dijo un anciano chino; pero se llevaría diez mil palabras
validar esto. Resulta tentador tanto para los ambientalistas como para los reformadores en
general, el tratar de persuadir a otros por medio de imágenes fotográficas. Pero la esencia del
argumento no puede ser fotografiada; debe ser presentada racionalmente: en palabras.
El que la moralidad es sensible a los sistemas escapó a muchos codificadores de la ética en el
pasado. "No se debe. ." es la forma tradicional de las directrices éticas que no abren posibilidades
a las circunstancias particulares. Las leyes de nuestra sociedad siguen el patrón de la ética
antigua, y por tanto, se adaptan pobremente para gobernar un mundo complejo, altamente
poblado y cambiante. Nuestra solución epicíclica es abultar la ley estatutaria con la ley
administrativa. Puesto que resulta prácticamente imposible mencionar todas las condiciones bajo
las cuales es seguro quemar basura en el patio trasero o manejar un coche sin control
anticontaminante, con las leyes delegamos los detalles a las oficinas. El resultado es una ley
administrativa, la cual es lógicamente temida por la vieja razón —¿Quis custodiet ipsos custodes?
¿Quién ha de vigilar a los propios vigilantes —. John Adams señaló que debemos tener un
"gobierno de leyes y no de hombres". Los administradores, al tratar de evaluar la moralidad de los
actos en la totalidad del sistema, están singularmente expuestos a la corrupción, generando un
gobierno de hombres y no de leyes.
La prohibición es fácil de legislar (pero no necesariamente fácil de imponer); pero ¿cómo legislar
la moderación? La experiencia indica que ésta puede ser alcanzada mejor a través de la acción
de la ley administrativa. Limitamos innecesariamente las posibilidades si suponemos que los
sentimientos de Quis custodiet nos niegan el uso de la ley administrativa. Deberíamos mejor tener
la frase como un perpetuo recordatorio de temibles peligros que no podemos evitar. El gran reto
que tenemos ante nosotros es cómo inventar las retroalimentaciones correctivas que se requieren
para mantener honestos a nuestros guardianes. Debemos encontrar maneras de legitimar la
necesaria autoridad tanto para los custodios como para las retroalimentaciones correctivas.
La libertad de reproducción es intolerable.
La tragedia de los recursos comunes se relaciona con los problemas de población de otra
manera. En un mundo regido únicamente por el principio de "perro come perro" -si en efecto
alguna vez existió tal mundo- el número de hijos por familia no sería un asunto público. Los
padres que se reprodujeran escandalosamente dejarían menos descendientes, y no más, porque
serían incapaces de cuidar adecuadamente a sus hijos. David Lack y otros han encontrado que
esa retroalimentación negativa controla de manera demostrable la fecundidad de los pájaros.11
Pero los hombres no son pájaros, y no han actuado como ellos por milenios, cuando menos.
Si cada familia humana dependiera exclusivamente
padres no previsores murieran de hambre, si, por lo
propio "castigo" para la línea germinal: entonces no
público controlara la reproducción familiar. Pero
comprometida con el estado de bienestar, 12 y por
tragedia de los recursos comunes.
de sus propios recursos, si los hijos de
tanto, la reproducción excesiva tuviera su
habría ninguna razón para que el interés
nuestra sociedad está profundamente
tanto confrontada con otro aspecto de la
En un estado de bienestar ¿cómo tratar con la familia, la religión, la raza o la clase (o bien con
cualquier grupo cohesivo y distinguible) que adopte a la sobrerreproducción como política para
asegurar su propia ampliación?13 Equilibrar el concepto de libertad de procreación con la
creencia de que todo el que nace tiene igual derecho sobre los recursos comunes es encaminar
al mundo hacia un trágico destino.
Desafortunadamente ese es justamente el curso que persiguen las Naciones Unidas. A fines de
1967, unas treinta naciones acordaron lo siguiente: "La declaración Universal de los Derechos
Humanos describe a la familia como la unidad natural y fundamental de la sociedad. Por
consecuencia, cualquier decisión en relación con el tamaño de la familia debe residir
irrevocablemente en la propia familia, y no puede ser asumida por nadie más".14
Es doloroso tener que negar categóricamente la validez de este derecho; al negarlo, uno se siente
tan incómodo como un habitante de Salem, Massachusetts, al negar la existencia de las brujas
en el siglo XVII. En el presente, en los cuarteles liberales, algo como un tabú actúa para inhibir la
crítica a las Naciones Unidas. Existe un sentimiento de que Naciones Unidas son nuestra "última
y mejor esperanza", y que no debemos encontrar fallas en ella; de que no debemos caer en
manos de archiconservadores. Sin embargo, no hay que olvidar lo que dijo Robert Louis
Stevenson: "La verdad que es negada por los amigos es arma pronta para el enemigo". Si
amamos la verdad debemos negar abiertamente la validez de la Declaración de los Derechos
Humanos, aun cuando sea promovida por las Naciones Unidas. Deberíamos unirnos a Kingsley
Davis15 en el intento de tener una población mundial planificada por los padres para ver el error en
sus opciones al abrazar el mismo trágico ideal.
La conciencia es autoeliminante
Es un error pensar que podemos controlar el crecimiento de la humanidad en el largo plazo
haciendo un llamado a la conciencia. Charles Galton Darwin señaló esto cuando habló en el
centenario de la publicación del gran libro de su abuelo. El argumento es claro y darwiniano.
La gente varía. Al confrontarse con los llamamientos para limitar la reproducción, algunas gentes
indudablemente responderán más que otros a la súplica. Aquellos que tengan más hijos
producirán una fracción más grande para la siguiente generación que aquellos con conciencias
más susceptibles. Las diferencias se acentuarán, generación tras generación.
En palabras de C. G. Darwin: "Bien puede tomar cientos de generaciones para que el instinto
progenitivo se desarrolle en este sentido, pero de lograrse, la naturaleza ya habría cobrado
venganza, y la variedad Homo contracipiens se habría extinguido y habría sido remplazada por la
variedad Homo progenitivus"16.
El argumento supone que la conciencia o el deseo de tener hijos (no importa cuál) es hereditario,
pero hereditario solamente en el sentido formal más general. El resultado será el mismo si la
actitud es transmitida a través de las células germinales o extrasomáticamente, para usar el
término de A. J. Lotka. (Si se niega la segunda posibilidad al igual que la primera, entonces ¿cuál
es el sentido de la educación?) El argumento aquí ha sido señalado dentro del contexto del
problema demográfico, pero es válido igualmente para cualquier situación en la que la sociedad
inste a un individuo que explota los recursos comunes a que se restrinja por el bien general, por
medio de su conciencia. Hacer ese llamado es montar un sistema selectivo que trabaje por la
eliminación de la conciencia de la raza.
Efectos patogénicos de la conciencia
Las desventajas a largo plazo de un llamado a la conciencia deberían ser suficientes par
condenarlo; pero también tiene serias desventajas en el corto plazo. Si le pedimos a un hombre
que está explotando los recursos comunes que desista de hacerlo "en nombre de la conciencia"
¿qué estamos haciendo? ¿qué está escuchando? —no sólo en el momento sino también en las
pequeñísimas horas de la noche cuando, medio dormido, recuerda no solamente las palabras que
le dijimos, sino las pistas de comunicación no verbal que le dimos sin percatarnos —. Tarde o
temprano, consciente o subconscientente, este hombre percibe que ha recibido dos
comunicados, y que son contradictorios: 1. (el comunicado pretendido) "Si no haces lo que te
pedimos, te condenaremos abiertamente por no actuar como un ciudadano responsable". 2. (el
comunicado no pretendido) "Si te comportas como te pedimos, secretamente te condenaremos
como un tonto que puede ser humillado a tal punto de hacerse a un lado mientras el resto de
nosotros explota los recursos comunes".
Todo hombre se encuentra atrapado en lo que Bateson ha llamado un "doble mensaje" como un
importante factor causal en la génesis de la esquizofrenia.17 El mensaje doble puede no ser
siempre tan dañino, pero constantemente amenaza la salud mental de cualquiera que lo recibe.
"Una mala conciencia —dijo Nietzche— es una clase de enfermedad".
Conjurar la conciencia de los demás es tentar a cualquiera que desee extender su control más
allá de los límites legales. Los líderes en los más altos niveles sucumben a esta tentación. ¿Ha
evitado algún presidente durante las últimas generaciones caer en llamados a los sindicatos para
que voluntariamente moderen sus demandas por mejores salarios, o a las compañías acereras
para que bajen voluntariamente sus precios? No puedo recordar ninguno. La retórica utilizada en
dichas ocasiones está diseñada para producir sentimientos de culpa en los no cooperadores.
Por siglos se asumió sin prueba que la culpa era un valioso, incluso casi indispensable,
ingrediente de la vida civilizada. Ahora, en este mundo postfreudiano, lo dudamos.
Paul Goodman habla desde un punto de vista moderno cuando dice: "Nada bueno ha salido del
sentimiento de culpa, ni inteligencia, ni política, ni compasión. Los que sienten culpa no prestan
atención al objeto, sino solamente a sí mismos, y ni siquiera a sus propios intereses, lo que
podría tener sentido, sino a sus ansiedades".18
Uno tiene que ser un psiquiatra profesional para ver las consecuencias de la ansiedad. Nosotros
en Occidente estamos emergiendo apenas de una espantosa etapa de dos siglos de
oscurantismo de Eros que estuvieron sustentados parcialmente en leyes prohibitivas, pero quizás
más efectivamente en los mecanismos educativos generadores de ansiedad. Alex Comfort ha
contado bien la historia en The Anxiety Makers19 y no es una historia agradable.
Puesto que la prueba es difícil podríamos incluso conceder que los resultados de la ansiedad
pueden, en algunos casos, desde cierto punto de vista, ser deseables. La pregunta más amplia
que debemos hacernos es si, como un asunto de política, deberíamos alguna vez propiciar el uso
de una técnica cuya tendencia (sino su intención), es psicológicamente patogénica. Oímos hablar
mucho en estos días sobre la paternidad responsable; el par de palabras son incorporados en los
títulos de algunas organizaciones dedicadas al control natal. Algunas gentes han propuesto
campañas masivas de propaganda para inculcar la responsabilidad en los futuros reproductores
de la nación (o del mundo). ¿Pero cuál es el sentido de la palabra conciencia? Cuando utilizamos
la palabra responsabilidad en ausencia de sanciones sustanciales, ¿no estamos tratando de
intimidar a un hombre que se encuentra en los recursos comunes para que actúe en contra de su
propio interés? La responsabilidad es una falsedad verbal para un quid pro quo sustancial. Es un
intento para obtener algo por nada.
Si la palabra responsabilidad se llega a usar, sugiero que debe ser en el sentido en que Charles
Fraenkel la usaba.20 "Responsabilidad —dice este filósofo —, es el producto de arreglos sociales
definidos".
Observen que Fraenkel habla de arreglos sociales, no de propaganda.
Coerción mutua, mutuamente acordada
Los arreglos sociales que producen responsabilidad son arreglos que generan coerción de algún
tipo. Considérese el robo de un banco. El hombre que se lleva el dinero del banco actúa como si
el banco fuera parte de los recursos comunes. ¿Cómo prevenir tal acción? Ciertamente no
intentando controlar su comportamiento exclusivamente con base en llamados verbales a su
sentido de responsabilidad. En vez de basarnos en propaganda seguimos el consejo de Fraenkel
e insistimos en que el banco no forma parte de los bienes comunes; buscamos arreglos sociales
definidos que mantendrán al banco fuera de ese ámbito. El que al hacer esto infringimos la
libertad de los ladrones potenciales, no lo negamos ni lo lamentamos.
La moralidad de un asalto a un banco es particularmente fácil de entender porque aceptamos la
prohibición total de esta actividad. Estamos de acuerdo en dec ir "No robarás un banco", sin
excepciones. Pero la moderación también puede ser generada por medio de la coerción. El cobro
de impuestos es un buen medio coercitivo. Para mantener a los compradores moderados en el
uso de espacios de estacionamiento en el centro de la ciudad, colocamos parquímetros para
periodos cortos y multas de tráfico para periodos largos. Realmente no necesitamos prohibirle al
ciudadano estacionarse tanto tiempo como desee simplemente necesitamos que sea cada vez
más caro hacerlo. No es la prohibición, sino opciones cuidadosamente orientadas las que le
ofrecemos. Un hombre de la Avenida Madison puede llamarlo persuasión; yo prefiero el mayor
candor de la palabra coerción.
Coerción es una palabra sucia para la mayoría de los liberales de hoy, pero no necesita serlo por
siempre. Como en el caso de otras palabras, su suciedad puede limpiarse por medio de la
exposición a la luz, es decir, diciéndola una y otra vez sin apología o vergüenza. Para muchos, la
palabra coerción implica decisiones arbitrarias de burócratas distantes e irresponsables; pero
esto no es necesariamente parte de su significado. La única clase de coerción que yo
recomiendo es la coerción mutua, mutuamente acordada por la mayoría de las personas
afectadas.
Decir que acordamos la mutua coerción no es decir que requerimos disfrutarla o incluso,
pretender disfrutarla. ¿Quién disfruta los impuestos? Todos nos quejamos de ellos. Pero
aceptamos los impuestos obligatorios porque reconocemos que los impuestos voluntarios
favorecerían la inconsciencia. Instituimos y (gruñendo) apoyamos los impuestos y otros medios
coercitivos para escapar de los horrores de los recursos comunes.
Una alternativa a los recursos comunes no necesita ser perfectamente justa para ser preferible.
Con bienes raíces u otros bienes materiales, la alternativa que hemos escogido es la institución
de la propiedad privada emparejada con la herencia legal. ¿Es este un sistema perfectamente
justo? Como biólogo entrenado en genética niego que el sistema lo sea. Me parece, que sí deben
existir diferencias entre las herencias de los individuos, la posesión legal debería estar
perfectamente correlacionada con la herencia biológica —que aquellos individuos que son
biológicamente más aptos para ser custodios de la propiedad y del poder deberían legalmente
heredar más—. Pero la recombinación genética hace continuamente burla de la doctrina "de tal
padre, tal hijo" implícita en nuestras leyes de herencia legal. Un idiota puede heredar millones, y
los fondos de una empresa pueden mantenerse intactos. Debemos admitir que nuestro sistema
legal de propiedad privada más herencia es injusto, pero nos quedamos con él porque no estamos
convencidos, por el momento, de que alguien haya inventado un sistema mejor. La alternativa de
los recursos comunes es demasiado aterradora para contemplarse. La injusticia es preferible a la
ruina total.
Esta es una de las peculiaridades del enfrentamiento entre la reforma y el status quo que está
irreflexivamente gobernada por una doble norma. Frecuentemente una reforma es derrotada
cuando sus oponentes encuentran triunfalmente una falla en ella. Como lo señaló Kingsley
Davis21 los creadores del status quo suponen algunas veces que ninguna reforma es posible sin
un acuerdo unánime, una suposición contraria a los hechos históricos. Tan claro como lo puedo
poner, el rechazo automático a las reformas propuestas se basa en dos suposiciones
inconscientes: 1) que el status quo es perfecto; o bien 2) que la elección que encaramos es entre
la reforma y la no acción; si la reforma propuesta es imperfecta, supuestamente no deberíamos
tomar decisión alguna, y esperar una propuesta perfecta.
Pero no podemos dejar de hacer algo. Eso que hemos hecho por cientos de años es también
acción. Claro que produce males. Una vez que estamos prevenidos de que el status quo es una
acción podremos descubrir las ventajas y desventajas de la reforma propuesta, haciendo la mejor
aritmética posible dada nuestra falta de experiencia.
Con base en esa comparación, podemos tomar una decisión racional que no involucrará la
suposición inmanejable de que sólo los sistemas perfectos son tolerables.
Reconocimiento de la necesidad
Quizás el resumen más sencillo del problema de la población humana es el siguiente: los
recursos comunes, si acaso justificables, son justificables solamente bajo condiciones de baja
densidad poblacional. Conforme ha aumentado la población humana han tenido que ser
abandonados en un aspecto tras otro.
Primero abandonamos los recursos comunes en recolección de al imentos, cercando las tierras
de cultivo y restringiendo las áreas de pastoreo, caza y pesca. Estas restricciones no han
terminado aún en todo el mundo.
De alguna manera, poco después vimos que los recursos comunes como áreas para deposición
de basura también tenían que ser abandonados. Las restricciones para la eliminación de
desechos domésticos en el drenaje son ampliamente aceptadas en el mundo occidental;
continuamos en la lucha para cerrar esos espacios a la contaminación por automóviles, fábricas,
insecticidas en aerosol, aplicación de fertilizantes y centrales de energía atómica.
En un estado aún más embrionario se encuentra nuestro reconocimiento a los peligros de los
recursos comunes en cuestiones de esparcimiento. Casi no existen restricciones a la
propagación de ondas de sonido en el medio público. El consumidor es asaltado por música
demencial sin su consentimiento. Nuestro gobierno ha gastado miles de millones de dólares en la
creación de transporte supersónico que podría molestar a 50,000 personas por cada individuo
transportado de costa a costa tres horas más rápido. Los anuncios ensucian y las ondas de radio
y televisión contaminan la vista de los viajeros. Estamos muy lejos de prohibir los recursos
comunes para cuestiones de recreación. ¿Se deberá esto a nuestra herencia puritana, que nos
hace considerar el placer como un pecado y el dolor (en este caso la contaminación de la
publicidad) como un signo de virtud?
Cada nueva restricción en el uso de los recursos comunes, implica restringir la libertad personal
de alguien. Las restricciones impuestas en un pasado distante son aceptadas porque ningún
contemporáneo se queja por su pérdida. Es a las recientemente propuestas a las que nos
oponemos vigorosamente; los gritos de "derechos" y de "libertad" llenan el aire. ¿Pero qué
significa libertad? Cuando los hombres mutuamente acordaron instaurar leyes contra los robos, la
humanidad se volvió más libre, no menos. Los individuos encerrados en la lógica de los recursos
comunes son libres únicamente para traer la ruina universal; una vez que ven la necesidad de la
coerción mutua, quedan libres para perseguir nuevas metas. Creo que fue Hegel quien dijo: "La
libertad es el reconocimiento de la necesidad".
El aspecto más importante de la necesidad que debemos ahora reconocer es la necesidad de
abandonar los recursos comunes, en la reproducción. Ninguna solución técnica puede salvarnos
de las miserias de la sobrepoblación. La libertad de reproducción traerá ruina para todos. Por el
momento, para evitar decisiones difíciles muchos de nosotros nos encontramos tentados para
hacer campañas de concientización y de paternidad responsable. Podemos resistir la tentación
porque un llamado a la actuación de conciencias independientes selecciona la desaparición de
toda conciencia a largo plazo, y aumenta la ansiedad en el corto.
La única manera en que nosotros podemos preservar y alimentar otras y más preciadas libertades
es renunciando a la libertad de reproducción, y muy pronto. "La libertad es el reconocimiento de
la necesidad", y es el papel de la educación revelar a todos la necesidad de abandonar la libertad
de procreación. Solamente así podremos poner fin a este aspecto de la tragedia de los recursos
comunes.
Notas
1. J. B.Wiesner y H. F. York. Scientific American 211 (4), 27, 1964.
2. G. Hardin, Journal of Heredity 50, 68 (1959), S. von Hoernor, Science 137, 18 (1962).
3. J. von Neumann y O. Morgenstern, Theory of Games and Economic Behavior (Princenton
University Press, Princenton, N. J., 1947), p. 11.
4. J. H. Fremlin, New Scientist, núm. 415 (1964), p.285.
5. A. Smith, The Wealth of Nations (Modern Library, New York, 1937), p. 423 (Hay traducción del
Fondo de Cultura Económica, México).
6. W. F. Lloyd, Two Lectures on the Checks to Population (Mentor, New York, 1948), p. 17.
7. A. N. Whitehead, Science and the Modern World (Mentor, New York, 1948), p.17
8. G. Hardin (ed.), Population, Evolution, and Birth Control (Freeman, San Francisco, Cal., 1964)
9. McVay, Scientific American 216 (núm.8), 13 (1966).
10. J. Fletcher, Situation Ethics (Westminster, Philadelphia, 1966)
11. D. Lack, The Natural Regulation of Animal Numbers (Clarendon Press, Oxford England, 1954).
12. H. Girvetz, From Wealth to Welfare (Stanford University Press, Stanford, Cal., 1950).
13. G. H. Perspectives in Biology and Medicine, 6, 366 (1963).
14. U. Thant, International Planned Parenthood News, núm. 168 (febrero de 1968)
15. K. Davis, Science 158, 730 (1967)
16. S. Tax (ed.) Evolution After Darwin (University of Chicago Press, Chicago, 1960), vol. 2, p. 469.
17. G. Beteson, D. D. Jackson, J. Haley, J. Weakland, Behavioral Science, 1, 251 (1956).
18. P. Goodman, New York Review of Books 10 (8), 22 (23 de mayo de 1968).
19. A. Comfort, The Anxiety Makers (Nelson, Londres, 1967).
20. C. Frankel, The Case for Modern Man (Harper & Row, New York, 1955), p.203.
21. Véase J. D. Roslansky, Genetics and the Future of Man (Appleton-Century-Crofts, New York,
1966), p. 177.
Lo que efectivamente respira la gente: Monitoreo personal de contaminantes
Adrián Fernández Bremauntz*
Analiza los diversos enfoques utilizados para estimar la exposición a contaminantes
atmosféricos; y explica la importancia de complementar el monitoreo ambiental que utiliza
estaciones de medición fijas con el monitoreo microambiental a través de monitores personales.
La contaminación del aire puede causa daños en la salud de la población y también afectar
plantas, animales y materiales, ocasionando de esta forma importantes impactos económicos.
Sin embargo, hay que enfatizar que nuestro principal interés por los contaminantes atmosféricos
se debe a sus efectos nocivos en la salud de los seres humanos.
En los países desarrollados se han logrado importantes avances en la reducción de la
contaminación en zonas urbanas. Por ejemplo, en los Estados Unidos está bien documentado el
hecho de que los niveles de monóxido de carbono, dióxido de azufre y otros contaminantes han
disminuido notablemente en los últimos veinte años, como consecuencia de la aplicación de
estrictos programas de control de emisiones contaminantes tanto vehiculares como industriales.1
Desafortunadamente, la situación en los países en vías de desararollo es muy diferente. un
reporte reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que en ciudades como
México, Sao Paulo, Santiago, Nueva Delhi, Jakarta, Bangkok y El Cairo, entre otras, las
concentraciones de las partículas suspendidas, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono,
exceden con frecuencia los estándares de calidad del aire aceptados a nivel internacional.2
Por estas razones, resulta de interés describir en forma breve algunos de los nuevos enfoques
utilizados para estimar la exposición a contaminantes atmósfericos. En particular se explicará
aquí por qué es importante complem entar el monitoreo ambiental, que utiliza estaciones de
medición fijas, con monitoreo microambiental, que usan monitoreos personales.
Evaluación del riesgo
La magnitud de los efectos en la salud causados por los contaminantes, depende de la cantidad
o dosis del compuesto químico que llega hasta algún tejido u órgano del cuerpo. En algunos
casos, como el plomo y el monóxido de carbono, es posible evaluar la dosis asimilada por medio
del análisis de muestras de sangre. Sin embargo, obtener este tipo de muestras de manera
sistemática sería muy difícil debido a lo costoso e intrusivo del procedimiento. Además, para la
mayoría de los contaminantes no existen indicadores o marcadores biológicos como en el caso
del plomo y del monóxido de carbono, por lo que se utilizan mediciones de la exposición como
sustituto de la dosis.
De acuerdo con la OMS y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), la evaluación de la exposición a contaminantes es el eslabón más débil dentro de la
cadena de procedimientos usados para estimar los riesgos a la salud causados por
contaminantes atmosféricos.3 Para determinar este tipo de riesgos en una población, se deben
conocer cinco componentes básicos.4
.
.
.
.
.
Las fuentes emisoras de contaminantes
La forma como se transportan y/o dispersan los contaminantes
Los patrones de exposición a los contaminantes
Las dosis recibidas por la población
Los efectos adversos derivados de esas dosis
En este modelo secuencial para la evaluación del riesgo, cada componente depende del que lo
antecede y, por tanto, si falta información sobre alguno de ellos será muy difícil hacer una
adecuada estimación de la relación existente entre las fuentes de contaminantes y los efectos en
la salud que éstos producen. A pesar de que los cinco componentes del modelo de riesgo son
importantes, algunos autores consideran que la información disponible con respecto a la
exposición es muy escasa, especialmente cuando se compara con los datos existentes para los
otros elementos del modelo.5
El pr imer paso de muchos programas de mejoramiento ambiental en áreas urbanas consiste en
llevar a cabo un inventario de emisiones, en el que se trata de cuantificar la contribución que tanto
fuentes móviles como fijas aportan a la contaminación de la ciudad. a continuación, aplicando
conocimientos de meteorología y física, se elaboran modelos de dispersión de contaminantes a
escala local o regional. Al utilizar los resultados de este modelaje atmosférico, se aplica un
supuesto muy importante y debatible: que estos valores de contaminación ambiental representan
adecuadamente la exposición real de la población. Finalmente, se hace referencia a la
información sobre dosis-respuesta disponibles en la literatura científica, para estimar los efectos
en la salud que pudieran ocasionarse por exposición a los niveles de contaminantes medidos. Es
importante notar que estos efectos pueden manifestarse de muchas formas como, por ejemplo,
en la resequedad de la garganta, irritación ocular, dolores de cabeza, daño en los alveólos
pulmonares, muerte prematura por intoxicación severa o desarrollo de cánceres, entre otras.
En el mundo real y dinámico de las ciudades, donde las personas viven en diferentes zonas y se
transportan a diferentes lugares para llevar a cabo distintas actividades, el reto para los
profesionales de la salud y de las ciencias ambientales consiste en determinar con la mayor
exactitud posible lo siguiente:
. A qué concentraciones de contaminantes se exponen las personas;
. Por cuánto tiempo se exponen a esas concentraciones;
. Cuántas personas se exponen a niveles superiores a los aceptables.
Si no se cuenta con un conocimiento adecuado de los patrones de exposición a la contaminación
de los habitantes de la ciudad, resulta sumamente difícil decidir con criterios de costo-efectividad
qué fuentes de contaminantes deben controlarse y en qué medida. A continuación se revisan
algunos conceptos básiicos para después describir los tres principales enfoques que se han
adoptado para evaluar la exposición a contaminantes atmosféricos.
De acuerdo con Sexton y Ryan,6 el término exposición puede definirse como el contacato entre
un contaminante con una superficie del cuerpo humano, ya sea externa, como la piel, o bien
interna, como el epitelio de las víasa respiratorias. Ott7 se vale de la terminología usada en el
campo de las probabilidades para definir exposición como la intersección u ocurrencia simultánea
de dos eventos: el de una persona y un contaminante (con una concentración determinada) que
están presentes, en el mismo lugar y al mismo tiempo.
A pesar de que este concepto pudiera resultar obvio, en la práctica no siempre se aplica cuando
se trata de estimar la exposición a los contaminantes. Por ejemplo, una estación de medición de
contaminantes puede reportar altos niveles de ozono y asumirse entonces que los habitantes de
la zona están expuestos a esos niveles de contaminación.
Sin embargo, si se toman mediciones de ozono ene l interior de las casas que rodean a la
estación de medición debido a lo reactivo de este contaminante, las concentraciones del mismo
pudieran ser menos de la mitad de los registrados en el exterior.
De la misma forma, los niveles de dióxido de nitrógeno a los que se expone una persona en su
casa mientras cocina con gas, serán mucho más elevados que los que indicarían las mediciones
de una estación localizada en el mismo vecindario de la casa en cuestión.
Es, por lo tanto, muy importante tomar en cuenta en dónde están las personas -y por cuanto
tiempo- para determinar su exposición real a los contaminantes atmosféricos.
Enfoques para estimar la exposición
Durante los últimos veinte años se han llevado a cabo en Europa Occidental análisis para tratar
de evaluar la exposición de los seres humanos a los contaminantes atmosféricos. Los estudios
de evaluación de exposición a contaminantes pueden dividirse en a) estudios basados en datos
obtenidos con monitores fijos (MOFIS) instalados dentro de estaciones de medición; y b) estudios
basados en datos obtenidos usando monitores personales (MOPES). Ambos se describen a
continuación.
Exposición potencial (medición ambiental)
La mayoría de los programas de monitoreo ambiental que funcionan de manera rutinaria, miden
los niveles de contaminantes presentes en el medio en que se transportan dichos contam inantes,
en vez de medir los niveles que la gente realmente encuentra a su paso.8 Por lo general, los
MOFIS están instalados en las azoteas de edificios públicos tales como oficinas de gobierno,
correos, escuelas y otros similares, en ocasiones a más de 10 metros de altura sobre el nivel de
la calle.
Los primeros intentos por estimar la exposición potencial a contaminantes se hicieron
combinando los datos proporcionados por los MOFIS con datos demográficos (por ejemplo, el
lugar de residencia) para un grupo o población en particular. este enfoque lleva implícitos dos
supuestos cuestionables. El primero es que las personas pasan 24 horas del día en sus casas y
el segundo, es que los datos obtenidos por los MOFIS (en la estación más cercana al domicilio
de la persona) muestran los niveles de contaminación presentes ene l interior de sus casas.9
Esta metodología continúa aplicándose con frecuencia para estimar exposición a contaminantes,
sin que se analicen a conciencia la validez y las limitaciones de los resultados obtenidos.
Fugas10 reporta que durante una conferencia internacional sobre monitoreo ambiental celebrada
en 1975, por primera vez se llevó a cabo una evaluación crítica de la forma como se obtenían
datos sobre contaminación, que después serían usados para establecer estándares de calidad
del aire al relacionarse con efectos en la salud. A partir de ese momento resultó obvio que los
MOFIS sólo explican una pequeña parte de la exposición real de las personas. Antes de dicha
conferencia las recomendaciones sobre cómo mejorar las evaluaciones de exposición apuntaban
en direcciones completamente diferentes. Algunas proponían instalar un número mayor de
MOFIS, desararollar instrumentos de monitoreo más sofisticados, usar más variables
meteorológicas para calcular mejores modelos de dispersión, e instalar instrumentos de medición
cercanos a las fuentes emisoras principales.
Hoy en día existe bastante evidencia científica para concluir que la concentración de
contaminantes a los que las personas se ven expuestas cuando realizan sus actividades diarias
no está eçbien relacionada con las mediciones simultáneas observadas en los MOFIS. Esta
situación es particularmente clara en el caso de contaminantes como el monóxido de carbono y
el plomo, que presentan un fuerte gradiente de concentración, que disminuye rápidamente al
incrementarse la distancia de la fuente emisora.
La aparición de los monitores personales a principios de los años setenta y su posterior
diversificación, ha permitido la evaluación de la exposición real de las personas a los
contaminantes atmosféricos.11
A continuación se describen los dos enfoques principales para estudios de exposición por medio
del uso de monitores personales.
Medición indirecta de la exposición personal
La evaluación indirecta de la exposición a contaminantes se lleva a cabo combinando dos tipos
de información:
. Datos sobre patrones diarios de actividades
. Datos sobre concentraciones de contaminantes en microambientes específicos.
Duan12 ha definido el término microambiente como una parcela o bloque de aire que tiene una
concentración homogénea de contaminantes. Cada microambiente hace referencia a una
situación definida en términos espaciales y también de acuerdo a la actividad que las personas
realizan. De esta for ma pueden considerarse como microambientes un autobús que viaja por
avenidas congestionadas, una oficina ubicada en el centro de la ciudad, una residencia situada en
las afueras de la ciudad o un parque de recreación.
En la medición indirecta de la exposición (también conocida como enfoque microambiental), las
concentraciones de contaminantes se investigan llevando a cabo muestreos representativos en
aquellos microambientes que resulten de importancia para el grupo estudiado. Con frecuencia, se
pone mayor atención a dos tipos de microambientes. Primero, aquellos en los que la gente pasa
periodos muy prolongados, aun cuando las concentraciones de contaminantes no sean
necesariamente elevadas (por ejemplo en casas y oficinas). Segundo, aquellos en los que se
espera encontrar altas concentraciones de contaminantes, a pesar de que el tiempo que las
personas pasan en ellos sea relativamente corto (por ejemplo el interior de autobuses cuando se
va a trabajar o las banquetas de las calles del centro de la ciudad por donde circula un gran
número de peatones).
Una vez que se ha recopilado información sobre patrones de actividad y concentraciones
microambientales, ambos tipos de datos se combinan por medio de modelos computacionales
sencillos que permiten simular diferentes situaciones, en donde se varían las actividades, los
horarios y también las concentraciones de contaminantes. De esta manera se analizan los
impactos causados por diferentes medidas de control en la distribución de las exposiciones de la
población o grupo de interés. Y se responde a las preguntas: ¿cómo se modifica la exposición de
un grupo de personas que dejan de usar su auto y toman el autobús? y ¿la de un grupo de niños
que entran a la escuela una hora más tarde de lo normal? ¿La exposición de conductores de
taxis que toman recesos de una por cada cuatro horas de trabajo? ¿La exposición de un grupo de
vendedores callejeros que ubican sus puestos en una calle peatonal en vez de una con alto
volumen vehicular?
Probablemente el primer intento por evaluar la exposición de un grupo de personas a un
contaminante utilizando este enfoque microambiental, fue realizado por Goldsmith y sus
colaboradores a principios de los años sesenta.13 Ellos hicieron un seguimiento de las
exposiciones al monóxido de carbono, en dos individuos a lo largo de 24 horas, registrando los
lugares donde los sujetos estuvieron en cada momento y también midiendo simultáneamente los
niveles de carboxy-hemoglobina en la sangre. Para este contaminante, la exposición aumentaba
al viajar en automóvil en calles congestionadas y disminuía cuando estaban dentro de casa (sin
fumar o cocinar).
Una estimación más detallada fue realizada por Moschandreas y Morse14, quienes evaluaron el
porcentaje de habitantes de Boston expuestos a altas concentraciones de ozono. En su
evaluación, lograron identificar aquellos lugares (microambientes) que aportaban la mayor
contribución a la exposición total de los individuos. Estos investigadores fueron los primeros en
enfatizar la importancia de tomar en cuenta los patrones de actividad (o de movilidad) cuando se
estiman exposiciones a contaminantes.
Medición directa de la exposición personal
La medición directa de la exposición personal consiste en seleccionar una población
representativa, o parte de un grupo de interés, y pedir a sus integrantes que lleven o que "usen"
monitores personales mientras realizan sus actividades normales. Al mismo tiempo, los
participantes deben llenar un pequeño diario o formato de papel en el que indican las horas en las
que se encuentran en diferentes microambientes (en la oficina, en el metro, en casa, etcétera).
Esta metodología tiene como objetivo obtener el perfil completo de exposición de la persona a lo
largo del día. Posteriormente, con la información recopilada es posible reconstruir la exposición
en cada tipo de microambiente. Usando los datos de un número grande de individuos se puede
construir la distribución de frecuencias de la exposición a contaminantes para toda la población, y
de esta forma determinar el porcent aje de personas que pudieran estar expuestas a niveles
superiores a los deseables.
A pesar de que sería ideal medir las concentraciones de contaminantes que la gente se
encuentra a lo largo de todo el día, a veces esto resulta muy difícil, ya sea por motivos logísticos
o bien por limitaciones en el equipo de monitoreo. Por lo tanto, una simplificación de esta
metodología consiste en muestrear a las personas durante parte del día, incluyendo períodos en
los que se esperan exposiciones a concentraciones elevadas (por ejemplo al ir a trabajar).
Ventajas, desventajas y sugerencias derivadas de los métodos de medición
El método de medición directa es la mejor forma de evaluar la exposición de las personas a los
contaminantes atmosféricos. Sin embargo, este tipo de estudios es muy costoso y requiere de
complicados arreglos logísticos para la preparación, distribución y recolección de los monitores
personales. Además, quienes participan en este tipo de estudios (voluntariamente o con algún
incentivo) deben verificar con frecuencia que el monitor funcione adecuadamente y anotar
puntualmente en un diario las diferentes actividades realizadas durante el día.
El método indirecto ofrece, por lo tanto, una forma más fácil de estudiar la exposición, pues en
vez de requerir que personas del público verifiquen equipos y anoten actividades, necesita
solamente que un grupo relativamente pequeño de colaboradores lleven a cabo las mediciones en
los distintos microambientes. Posteriormente, se puede proporcionar un breve cuestionario sobre
patrones de actividad a un número bastante grande de personas, los que se llenan en unos
cuantos minutos y una vez analizados permiten elaborar distribuciones poblacionales con
respecto al uso del tiempo. Por ejemplo, los cuestionarios indicarán qué porcentaje de personas
utiliza cada tipo de transporte disponible en la ciudad y dentro de cada grupo, el tiempo promedio
que tardan en transportarse de la casa al trabajo, o en otro tipo de viajes.
Resulta conveniente incluir en el cuestionario preguntas relacionadas con posibles fuentes de
contaminación en interiores, como por ejemplo el tipo de estufa con el que se cuenta en casa y el
número de horas que se pasa cocinando cada día. Otras fuentes iportantes pueden ser algunos
sistemas de calefacción y la presencia de fumadores en el hogar. Todas éstas son variables que
deben tomarse en cuenta cuando se haga una estimación de los niveles de contaminación
probables a los que se ve expuesta una persona a lo largo del día.
Gracias al desarrollo de nuevos instrumentos de medición miniaturizados, es posible hoy en día
medir con precisión la exposición real de las personas a los contaminantes atmosféricos.
Conocer los lugares y las actividades relacionadas con altos niveles de contaminantes nos ofrece
nuevas alternativas para disminuir nuestra exposición, a pesar de que la emisión total de
contaminantes continúe siendo la misma.
La simple modificación de nuestras actividades (o la hora en que las llevamos a cabo) pueden dar
como resultado una disminución significativa de nuestra exposición a los contaminantes. A
continuación se mencionan tan sólo algunos ejemplos para ilustrar esta situación:
. En residencias en las que se mantienen cerradas puertas y ventanas, las concentraciones de
ozono son mucho menor es que en el interior.
. Cuando se utilizan las estufas y los hornos, se puede disminuir la concentración de gases, tales
como el monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno, aumentando la ventilación de la cocina.
. Cocinar con estufas eléctricas o con gas producirá una menor cantidad de partículas respirables
tóxicas que si se cocina con leña.
. Caminar por calles peatonales o con poco tráfico resultará en una exposición menor al monóxido
de carbono y al plomo que si se camina por avenidas muy transitadas por vehículos.
. Ir al trabajo en metro, en lugar de hacerlo en automóvil, expone a las personas a niveles
menores de monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles como el
benzeno.
Es importante aclarar que el uso de monitores portátiles en estudios de exposición debe
considerarse como una actividad complementaria y no substituta de las actividades de monitoreo
ambiental, que actualmente operan en diferentes ciudades del mundo.
El monitoreo personal de contaminantes es un campo promisorio de investigación que puede
generar información de gran valía para el diseño e implementación de programas de control de la
contaminación que sean costo-efectivos y, sobre todo, que logren un máximo impacto en la
reducción de los efectos nocivos de la contaminación en la salud.
Notas
1. Spengler, J. D. and M. L. Soczek, 1984. "Evidence for improved ambient air quality and the
need for personal exposure research". Environmental Science and Technology 18, 268A -280A.
2. UNEP/WHO, 1992. Urban air pollution in megacities of the world. Global Environment Monitoring
System (GEMS). World Health Organization United Nations Environment Programme. London.
Blackwell.
3. UNEP/WHO, 1988. Assessment of urban air quality. Global Environmental Monitoring System
(GEMS). United Nations Environmental Programme and World Health Organization. Geneva.
4. Jungers, R. H.; G. G. Akland and H. B. Sauls, 198. "A human exposure assessment study
using personal monitoring of carbon monoxide-Direct and indirect methods ". Environment
International 11:413-418.
5. Ott, W. R.; L. Wallace; D. Mage; G. Akland; R. Lewis; H. Sauls; C. Rodes; D. Kleffman; D.
Kuroda and K. Morehouse, 1986. "The Environmental Protection Agency´s Research Program on
Total Human Exposure". Environm ent International 12:475-494.
6. Sexton, K. and P. B. Ryan, 1988. "Assessment of human exposure to air pollution: Methods,
measurements, and models", en Watson, A. Y.; R. R. Bates y D. Kennedy (editores). Air
Pollution, the Automobile, and Public Health. Washington D.C. National Academy Press. pp.207238.
7. Ott, W. R. 1982. "Concepts of human exposure to air pollution". Environment International 7:
179-196.
8. Ott, W. R., 1982. Op. cit. Ver referencia en nota 7.
9. Ott, W. R., 1982. Op. cit. Ver referencia en nota 7.
10. Fugas, M, 1986. "Assessment of true human exposure to air pollution". Environment
International 12: 363-367.
11. Wallace, L. A. and W. R. Ott, 1982. "Personal monitors: A state-of-the-art survey". Journal of
the Air Pollution Control Association 32: 601-610.
12. Duan, N., 1982. "Models for human exposure to air pollution". Environment International 8: 305309.
13. Goldsmith, J. R.; Terzaghi and J.D. Hackney, 1963. "Evaluation of fluctuating carbon
monoxide exposures. Theoretical approach and a preliminary test of methods for studying effects
on human populations of fluctuating exposures from multiple sources". Archives of Environmental
Health 7: 647-663.
14. Mochandreas, D. J. and S. S. Morse, 1979. "Exposure estimation and mobility patterns".
Paper núm. 14.4 Presented at the 72nd Annual Meeting of the Air Pollution Control Association.
Cincinnati.
Recuadro
Monitoreo personal vs. monitoreo de fondo
La importancia de medir las concentraciones de contaminantes de diferentes microambientes por
medio de monitores portátiles, puede ilustrarse con dos estudios realizados en la ciudad de
México.
En el primer estudio, se investigó la exposición de vendedores ambulantes (de la calle) al
monóxido de carbono (CO2), en algunas de las principal es avenidas del centro de la ciudad*. El
estudio encontró que el promedio de las concentraciones de CO medidas en los sitios donde
estaban los vendedores fue 26ppm, o sea 2.2 veces los niveles registrados por una estación fija
de monitoreo ubicada en la zona de muestreo (a menos de 100 metros de algunas de las calles
estudiadas). En el segundo estudio, se hicieron más de 500 viajes en autos, minivans, minibuses,
autobuses, trolebuses y el metro, para medir los niveles de CO en el interior de estos
vehículos .**Los viajes se realizaron a lo largo de los corredores de viaje más utilizados por la
población y a las horas punta de actividad. Los niveles de CO dentro de todos estos vehículos
fueron mayores que los niveles medidos simultáneamente en las estaciones fijas de monitoreo.
Las mayores concentraciones se encontraron a bordo de los autos y las minivans (más de 50
ppm promedio, cinco veces los niveles ambientales de fondo), y las menores a bordo de los
vagones del metro (aproximadamente 20 ppm. el doble que l as estaciones fijas).
La enseñanza de este tipo de estudios es que las estaciones fijas de monitoreo no representan la
exposición de todas las personas ni en todos los microambientes. Por tanto, aún cuando los
niveles ambientales de un contaminante se encuentren por debajo de la norma de calidad del aire,
debido a sus actividades, algunas personas pueden verse expuestas a niveles de contaminación
que pueden causar efectos en la salud.
* Fernández Bremauntz. A. A.; M. R. Ashmore; and J. Q. Merritt, 1993. "An assessment of street
sellers exposure to CO in Mexico City", Journal of Exposure Analysis and Environmental
Epidemiology, Vol.3, Supplement I, pp.23-35.
** Fernández Bremauntz. A. A., 1993. Commuters exposure to air pollution in the Metropolitan
Area of Mexico. Tesis Doctoral. Centre for Environmental Technology. imperial College of Science,
Technology and Medicine. University of London, Gran Bretaña.
Las decisiones y los días
EL CLUB CAMPESTRE "EL TEPOZTECO"
Gaceta Ecológica presenta en seguida cuatro textos, preparados por el Instituto Nacional de
Ecología, el Comité Unidad de Topoztlán, la empresa constructora KS y la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente respectivamente, en los que las partes fundamentan su
LApostura en el caso del proyecto de construcción del Club de golf "El Tepozteco".
Las razones del dictamen del INE
ste artículo presenta los elementos que sustentan, desde el punto de vista técnico, las acciones
de las autoridades ambientales del Gobierno Federal en el caso del proyecto de Club "El
E Tepozteco", y que han sido consistentes con los principos legales. En particular, se señalan los
fundamentos jurídicos de la resolución de impacto ambiental por medio de la cual el Instituto
Nacional de Ecología (INE) autorizó la realización del proyecto -que se ubica en el Parque
Nacional "El Tepozteco"-, así como la congruencia que guarda la clausura realizada por la
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) con las condiciones y restricciones
establecidas en la mencionada resolución.
1.1 Fundamentos legales
La autorización en materia de impacto ambiental es un acto administrativo previsto en la
legislación ambiental, a través del cual la autoridad determina las medidas que deberán adoptarse
para prevenir o corregir los efectos adversos al equilibrio ecológico, generados por la realización
de ciertas obras o actividades. Dicho instrumento se encuentra regulado en la Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) y su Reglamento en Mat eria de
Impacto Ambiental.
Los artículos 5º y 36º de ese Reglamento especifican las obras o actividades sujetas a
autorización de impacto ambiental, entre las cuales se incluyen las que se realicen en parques
nacionales.
1.2 La situación del Parque
Nacional "El Tepozteco"
El Tepozteco fue declarado Parque Nacional en 1936. El decreto abarca todo el municipio,
incluyendo a la Ciudad de Tepoztlán, otros pueblos y áreas urbanas, así como a zonas agrícolas
y ganaderas hoy deforestadas. Como ha ocurrido con la mayoría de los parques nacionales, no
se llevó a cabo la adquisición por parte del Gobierno Federal de los terrenos que pudiesen
asegurar el uso público del parque. El decreto por sí mismo no prohibió la existencia de
propiedades privadas, comunales y ejidales; interpretarlo de otro modo hubiese significado tener
que desalojar a la población asentada dentro del parque e impedir el ejercicio de cualquier
actividad de aprovechamiento.
Una parte importante del predio donde se ubica el proyecto del club de golf ha perdido su flora y
fauna original y presenta un alto grado de deterioro.
1.3 El proyecto
En noviembre de 1994 la Constructora Tzematzin, S.A. de C.V., presentó al INE un estudio de
impacto ambiental, modalidad específica, para la autorización del proyecto. A fines de julio de
1995 y después de más de seis meses de un cuidadoso análisis que implicó el rechazo de tres
estudios, rectificaciones al proyecto original y opiniones técnicas externas, el INE emitió una
resolución en materia de impacto ambiental para el desarrollo del club campestre. En esa
resolución se autorizó parcialmente el proyecto y se establecieron veintisiete condiciones y
diversas restricciones a fin de evitar mayor deterioro ambiental en la zona. Sólo se autorizó la
realización del club en las partes centro y sur del predio, que presentan un alto grado de
deterioro. En cambio, no se otorgó autorización para realizar obras o actividades en la parte norte
del predio, ya que está aún cubierta por un bosque de encinos y madroños, entre otras especies.
En virtud de que los terrenos se ubican dentro de un parque nacional, se han expresado dudas
acerca de la legalidad de la resolución del INE, que autoriza la realización de aprovechamientos
privados en el área. Sobre el particular, el artículo 63 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y
la Protección al Ambiente prevé la posibilidad de que en las áreas naturales protegidas (entre las
que se incluyen los parques nacionales) se comprendan, de manera parcial o total, predios que
no sean de propiedad pública. De hecho, la mayor parte de los parques nacionales de nuestro
país comprenden áreas de propiedad ejidal, comunal y privada y por lo mismo no se encuentran
sujetos integralmente a un régimen de uso público.
Adicionalmente, el artículo 64 de la misma ley prevé expresamente la posibilidad de que se
otorguen permisos, licencias, concesiones o, en general, autorizaciones para la exploración,
explotación o aprovechamiento de recursos en las áreas naturales protegidas, para lo cual el
solicitante deberá demostrar ante la autoridad su capacidad técnica y económica, así como que
los aprovechamientos propuestos no deterioran el equilibrio ecológico.
Cabe aclarar que ni la ley vigente, ni el decreto correspondiente prohiben proyectos de desarrollo,
asentamientos humanos y actividades productivas, ya que implicaría desalojar a los habitantes,
impedirles sus actividades económicas, o negar permisos de construcción. La ley sólo establece
la necesidad de someter a una evaluación de impacto ambiental los proyectos que ahí se lleven a
cabo.
Entre las condiciones establecidas por el INE destacan las siguientes:
. La resolución no ampara obras ni actividades en la parte norte del predio.
. La Constructora Tzematzin, S.A. de C.V., deberá continuar de manera sistemática y
permanente los estudios de biodiversidad que realiza actualmente la UAEM.
. La empresa deberá presentar la autorización de cambio de uso de suelo, otorgada por el H.
Ayuntamiento de Tepoztlán, Morelos. Cabe señalar que de no obtenerse el citado documento la
autorización quedará sin validez alguna.
. La empresa deberá disponer del 75% de la superficie total del predio para la creación y
mantenimiento de áreas verdes. Asimismo deberá integrar y conservar la mayor cantidad posible
de especies vegetales silvestres.
. La empresa apoyará la construcción y operación del Centro de Monitoreo del Corredor Biológico
Chichinautzin.
. La empresa presentará los resultados del pozo exploratorio propuesto en el estudio
geohidrológico. Si dicha exploración establece que no se garantiza el aseguramiento del caudal
requerido, la utilización de agua potable para el desarrollo quedará restringida, a efecto de no
causar el abatimiento del acuífero.
. La empresa deberá realizar, bajo los lineamientos metodológicos previstos por los institutos
Nacional Indigenista y Nacional de Antropología e Historia, los diagnósticos y monitoreo del
impacto que la ejecución del proyecto genere sobre las características sociales, económicas,
históricas y culturales de los grupos sociales ubicados en la zona de interés y su área de
influencia inmediata.
1.4 Opiniones técnicas acerca del proyecto
Entre los elementos que el INE consideró para emitir su resolución , están las siguientes
opiniones técnicas:
La Universidad Autónoma del Estado de Morelos señaló que "La parte centro y sur del predio se
encuentra en condiciones drásticas de alteración y... para llevar a cabo la primera fase del
proyecto no se evidencian complicaciones desde el punto de vista de pérdida de biodiversidad
nativa... de haber una supervisión continua a lo largo del proyecto de construcción con el objeto
de contar con sistemas eficientes de seguimiento de las acciones de mitigación".
La comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) manifestó que
"si la empresa... se compromete... a invertir en la creación de la infraestructura necesaria para el
ecoturismo... se formaliza una reducción substancial en el impacto a la zona boscosa... y se
realiza la concertación necesaria con las autoridades locales y los comuneros para que... se
detenga el proceso invasor hormiga a la parte conservada del parque, entonces el impacto del
club sobre la diversidad biológica del área protegida en su conjunto puede ser incluso benéfica".
Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, determinaron que
"dadas las características actuales del predio considerando la transformación que ha sufrido en
su parte media y sur, y la que se observa está sufriendo en la parte norte, la implementación del
proyecto conforme a sus características es viable e incluso benéfico para la fauna silvestre debido
a que ésta corre el riesgo de desaparecer de no existir una planificación adecuada.
El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua concluyó que "En el área se encuentran dos
acuíferos que son independientes entre sí, los del Valle Atongo y el acuífero profundo del Valle de
Cuernavaca. Por lo anterior, el posible aprovechamiento en el acuífero en la zona de proyecto no
afecta al del Valle de Atongo, el que... se utiliza para el abastecimiento de Tepoztlán... El balance
hidraúlico actualmente es favorable a la recarga y se estima que éste seguirá siendo positivo aún
con el proyecto completo". Cabe aclarar que, por su parte, la Comisión Nacional del Agua
autorizó la construcción de tres pozos profundos para el abastecimiento de agua del proyecto de
Club "El Tepozteco", para usos de servicios públicos y urbanos.
Conviene recordar que la resolución de impacto ambiental no es una orden de construcción; es un
requisito necesario pero no suficiente para llevar a cabo proyectos de desarrollo de interés de la
Federación. Las autoridades estatales y municipales son quienes deciden, en este caso, la
construcción o no del proyecto.
El deber de la autoridad federal ambiental es analizar y dictaminar técnicamente proyectos de
desarrollo que sean sometidos a la evaluación de impacto ambiental estableciendo las
condiciones técnicas necesarias. Si las autoridades locales deciden aprobar el proyecto, tales
condicionantes técnicas deberán ser observadas de manera estricta.
Si existe información técnica seria que difiera o se contraponga con el análisis y el dictamen
llevado a cabo por la autoridad ambiental, ésta reitera su disposición absoluta para evaluarla y
tomarla en cuenta para, en su caso, revisar su resolución.
II. La clausura de las obras y su fundamento jurídico
II.1 Antecedentes y fundamento jurídico
De conformidad con los ordenamientos que regulan su organización y funcionamiento, la
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, tiene entre sus facultades, la de
verificar el cumplimiento de la normatividad en materia de protección y defensa del ambiente, así
como ordenar las medidas de seguridad e imponer las sanciones que correspondan.
La clausura de las obras o actividades de un proyecto se puede realizar cuando éstas provocan
un riesgo inminente de desequilibrio ecológico con repercusiones peligrosas para
los
ecosistemas, sus componentes, o la salud pública.
Con fecha primero de septiembre la PROFEPA recibió un escrito con más de quinientas firmas,
en el que se denuncia el inicio de obras y el incumplimiento por parte de la empresa de diversas
condiciones establecidas por el INE.
El día siete de septiembre, la Constructora Tzematzin, S.A. de C.V. publicó en varios medios
impresos un desplegado donde reiteraba su proyecto de construir ochocientos lotes urbanizados
en el predio en cuestión, en abierta contradicción con el INE. Cabe recordar que dicha resolución
sólo autorizó la urbanización de 592 lotes y no autorizó obra alguna en la zona norte del predio.
La publicación de ese desplegado constituyó, para la PROFEPA, un indicio de la intención de la
empresa de no acatar las condiciones establecidas por la autoridad ambiental.
II.2 La claus ura
Con esos antecedentes y en cumplimiento de sus atribuciones, el ocho de septiembre la
PROFEPA realizó una visita de inspección al predio, encontrando que la constructora había
incurrido en diversas irregularidades.
Por un lado, la empresa había iniciado obras sin cumplir con las condicionantes establecidas en
la resolución de impacto ambiental. En particular, no acreditó de manera fehaciente haber
obtenido la autorización de cambio de uso del suelo, otorgada por el H. Ayuntamiento de
Tepoztlán.
Por otro lado, se constató que la empresa realizó trabajos de ampliación, nivelación y
consolidación de un camino ubicado en la zona norte del predio. Conviene hacer hincapié en que,
por tratarse de un bosque de encinos ubicado en un parque nacional, el INE no autorizó la
realización de obras o actividades de ningún tipo.
La PROFEPA, con base en la legislación ambiental, ordenó la clausura temporal para la
construcción del Club Campestre "El Tepozteco" en la zona sur y centro del predio, en tanto no
se cumplan todos y cada uno de los requisitos señalados en la resolución de impacto ambiental
emitida por el INE. Asimismo determinó la clausura total definitiva para las obras en la zona norte
del predio. Debe hacerse notar que la clausura no fue resultado de presiones ajenas al
procedimiento competencia de la PROFEPA, dado que se produjo al día siguiente de que la
misma contó con indicios y evidencias suficientes de las infracciones en que la empresa había
incurrido.
Lo anterior demuestra que los órganos ambientales de la Secretaría de Medio Ambiente,
Recursos Naturales y Pesca, SEMARNAP, (el INE y la PROFEPA) no han cambiado su posición
respecto del proyecto Club de Golf "El Tepozteco". El proyecto fue autorizado sujeto a ciertas
condiciones y restricciones y la clausura se determinó porque ellas no fueron cumplidas por la
empresa.
La posición del Comité Unidad de Tepoztlán
Texto enviado por el Comité Unidad de Tepoztlán (CUT) a petición expresa del Consejo Editorial
de la Gaceta Ecológica.
El proyecto consiste, en una primera fase, en un campo de golf de 70 hectáreas, fraccionamiento
de numerosas residencias, edificios para oficinas, hotel y estacionamiento, que en conjunto
suman más de 180 ha. En una segunda etapa se considera la construcción de un club hípico y
de un helipuerto.
I. Parque nacional, área de protección de flora y fauna silvestre, tierras comunales.
. El desarrollo "Club de Golf El Tepozteco" se ubica dentro del Parque Nacional El Tepozteco,
decretado por el presidente Lázaro Cárdenas y publicado así por el Diario Oficial de la Federación
el 22 de enero de 1937. El decreto establece un polígono con las siguientes colindancias:
Cumbre del Cerro Chichinautzin, Zoaquillo, La Mina, Ojuelos, Barriga de Plata, Acolapa, los
Balderas, Cerro de la Herradura, La Paz, Melusco y cierra nuevamente en Chichinautzin. El
Campo de Golf quedaría dentro de este polígono.
. Además, este desarrollo está totalmente inmerso dentro del área de protección de flora y fauna
silvestre, corredor biológico Ajusco-Chichinautzin, según lo establece el decreto firmado por el
presidente Miguel de la Madrid, el 30 de noviembre de 1988.
. Los terrenos en los que se pretende construir dicho club pertenecen a las tierras comunales de
Tepoztlán, como lo establece el decreto de 1929 emitido por el presidente Abelardo Rodríguez.
II. Corredor biológico y aspectos biogeográficos y de biodiversidad
. El desarrollo inmobiliario se pretende construir dentro de la última zona de interfase que existe
en Morelos, entre el bosque de la provincia neártica (en esa zona es bosque de encino) y la selva
baja caducifolia de la provincia neotropical. En este sentido, constituye el último corredor
biológico posible entre ese bosque y la selva (según datos del INEGI). Actualmente transitan por
ese cor redor entre el bosque y la selva baja, entre otras, las siguientes especies: zorro gris,
zorrillo, conejo de los volcanes, ardillas arbóricas, tlalcoyotes, tlacuaches, armadillos, diversos
crótalos y otros reptiles, anfibios endémicos para el estado, aves (varias de ellas endémicas),
etcétera. También constituye un corredor importante de germoplasma vegetal. La serranía del sur
del Distrito Federal y del oriente del estado de Morelos, así como la selva baja en Morelos,
Guerrero y Puebla se verían afectadas en términos de la movilidad de las especies animales que
habitan en esa región, ya que muchas, en particular mamíferos medianos y aves, requieren
vastas zonas para el desarrollo de su ciclo a lo largo del año.
. Se pretende construir hoyos para golf, casas de fin de semana, oficinas y establecimientos en
45 hectáreas cubiertas actualmente con vegetación natural (bosque y selva baja) y otras 1,315
hectáreas, recientemente alteradas, en una región potencial de endemismos, especies raras,
especies en peligro de extinción y especies sujetas a protección especial (SEDESOL/INE 1994.
Informe del estado del medio ambiente en México, 1992-1994). Entre los grupos con esta
potencialidad para la región hay angioespermas, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
III. Agua, recarga de acuíferos y contaminación de mantos freáticos
. El pasto con el que se pretende cubrir 70 hectáreas para campo de golf, así como otro tanto en
jardines, requiere durante los meses críticos -suponiendo un diseño de riego óptimo- una lámina
diaria de 3.5 mm (según el método de Blaney-Criddle del Soil Conservation Service, 1970). Esto
significa más de cuatro mil metros cúbicos diarios de agua, cantidad cercana a cinco veces lo
que consume toda la población tepozteca. Adicionalmente debe considerarse el agua de uso en
las casas y la previsible construcción de cientos de albercas (3 de cada 5 casas de fin de
semana en Tepoztlán las tienen).
. El agua para riego y otros usos sería obtenida mediante la perforación de tres pozos de más de
200 m de profundidad. La zona actualmente es considerada como fundamental para la recarga de
acuíferos, no solamente de Tepoztlán sino también de Cuernavaca, Yautepec, Tlaltizapán y
Tlalquitenango, e incluso se puede ver afectado el Estado de Guerrero. El desequilibri o en el
coeficiente infiltración/extracción será superior al 60%. Actualmente la percolación de agua en
esa región es máxima, debido a la cobertura vegetal cercana al 100% en la parte norte del predio
y a que las pendientes son ligeras (menos de 10%) en la mayor parte de la zona sur, aunado esto
a un suelo con gran capacidad de retención de agua.
. Preocupa también la utilización de fertilizantes, (principalmente nitratos) y otros agroquímicos
tóxicos que se emplean en el mantenimiento del pasto, y que irían a parar a los mantos freáticos.
La empresa ha construido otros fraccionamientos en el estado, y se ha podido constatar en ellos
el uso de este tipo de productos de extremada, alta y moderada toxicidad.
IV. Suelo
Según la modalidad específica de la manifestación de impacto ambiental presentada por la
empresa KS, se removerá un total superior a los 500 mil metros cúbicos de tierra que equivale a
83 mil camiones de volteo, tanto de la parte del bosque como la parte alterada de la selva baja
caducifolia. Adicionalmente, la totalidad de la cobertura de humus de la zona del bosque sería
removida, pues en una parte se jugará al golf, otra parte se lotificará para casas y el resto será
para calles.
. La compañía constructora o sus representados han detentado durante 33 años estas tierras
(aunque bajo litigio y con varias muertes y enfrentamientos de por medio). Durante este periodo
no se ha tomado ninguna medida para detener el proceso de desertificación de la parte sur del
predio que correspondió anteriormente a la selva baja caducifolia. Por el contrario han favorecido
una agricultura y ganadería no productivas, sino de detentación de la tierra, aunadas a prácticas
frecuentes de limpia mediante quema y chapeo que han provocado una erosión que en algunos
sitios llega a ser severa. No obstante, el suelo tiene una profundidad cercana a los 60
centímetros, en promedio, de tierras muy aptas para desarrollo forestal.
V. La opinión de la comunidad
. Tres asambleas de pobladores con la asistencia de autoridades municipales, ejidales,
comunales así como de organizaciones conservacionistas y población en general, han
rechazado, de manera unánime, la construcción de marras.
. En la ciudad de Cuernavaca también se han llevado a cabo manifestaciones en contra de la
construcción del Club de Golf y el fraccionamiento.
. La asamblea de comuneros del 5 de febrero de 1995 decidió, de manera unánime, el rechazo
total de la construcción del proyecto mencionado.
. Consideramos que la construcción de un fraccionamiento y un campo de golf en las tierras
mencionadas violaría la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente en
muchos de sus artículos. pese a ello el INE ha otorgado un permiso de construcción sujeto a la
autorización del municipio de Tepoztlán.
La posición del Grupo KS
Documento preparado por Grupo KS, empresa promotora de la construcción del Club "El
Tepozteco".
Introducción
Desde el momento en que la apertura comercial y el cambio estructural hicieron su aparición,
nuestro país ha estado sufriendo una gran transformación; el fomento de la productividad y de la
eficiencia se está extendiendo en todos los campos de la vida económica nacional y México se
encuentra inmerso en una gran competencia mundial en la atracción y arraigo de capitales.
La multiplicación y diversificación de las opciones de inversión es lo que atrae el interés de todos
aquellos inversionistas que se preocupan por el sano crecimiento de su capital y entre ellas
existe una cuya significación se vuelve prioritaria; la inversión en el área inmobiliaria, cuya
capacidad de arraigo hace que los capitales pierdan su carácter volátil y el ahorro se transforme
en inversión, generando oportunidades de empleo en gran escala.
Conscientes de la importancia de la solidez en las opciones de inversión, Grupo KS ha nacido y
crecido con el objeto fundamental de transformar el ahorro en inversión productiva al
conceptualizar, crear, desarrollar y operar proyectos inmobiliarios de primer nivel.
La experiencia en nuestro país es la de que el crecimiento de los asentamientos humanos se ha
dado de manera irregular en un alto porcentaje, tanto por la transmisión informal de la propiedad
como por las condiciones urbanas inadecuadas de la ocupación del suelo, falta de servicios y ni
hablar de preservación ecológica.
Al generar inversión en desarrollos inmobiliarios estamos contribuyendo al desarrollo social de los
municipios en los que participamos; tal es el caso de Tepoztlán, en el que a través de impuestos
y aportaciones económicas se pueden realizar mejoras a la infraestructura y equipamiento
urbano, así como a la generación de fuentes de trabajo directas e indirectas. Por ello, nuestros
socios inversionistas pueden sentirse orgullosos de contribuir al crecimiento social y económico
del estado y del país.
El proyecto Club Campestre El Tepozteco se ha concebido en más de tres años. La filosofía que
lo anima ve al futuro, y al progreso respetando la tradición, la naturaleza y creando un polo
sustentable de desarrollo. Tepoztlán no es un lugar más de la geografía del estado de Morelos.
Ha sido a lo largo de los siglos un lugar mítico, místico y por ello mismo centro ceremonial y
punto de confluencia comercial y turística de gran importancia.
Localización y bases del proyecto
La superficie del terreno está conformado por la fusión de 65 predios particulares donde cada uno
de ellos cuenta con sus escrituras, certificado de exclusión de propiedad ejidal y comunal
debidamente acreditados y ratificados por las autoridades y pueblo del municipio de Tepoztlán en
asamblea del 18 de marzo de 1962. Se encuentra localizado en el km. 6 de la carretera MéxicoTepoztlán-Cuautla antes de llegar a la primera caseta de cobro.
El desarrollo campestre Club de Glof El Tepozteco será un lugar que combine un complejo
deportivo de golf y tenis con un conjunto residencial unifamiliar y a su vez con un conjunto
turístico integrado por un hotel, restaurantes y la primera Academia de Golf en el país, logrando
con ello redondear el concepto de un hábitat integral, con mención especial de un Parque de
Oficinas de Alta Tecnología.
Todo el desarrollo está conceptualizado con la filosofía de integrarse al paisaje y respetarlo. Es
por ello que todas sus instalaciones eléctricas, hidráulicas, sanitarias y telefónicas estarán
ocultas, con calles de formas orgánicas a base de empedrados, integrando plazoletas que le
darán una ambientación de pueblo. La arquitectura total del proyecto será en el estilo rústico
mexicano o colonial, cuidando que los materiales, sus colores y texturas, sean de la región y que
todos los techos incluyan tejas. Su reglamento arquitectónico y de construcción fijará los
lineamientos a seguir y cuidará su estricto cumplimiento para que exista, principalmente, un
fuerte respeto hacia el entorno natural.
Empleo y capacitación
Se dará empleo de manera preferencial a los habitantes de la zona de Tepoztlán y sus
alrededores, con 13,000 vacantes para la etapa de construcción en un periodo de cinco años y
2,900 permanentes en la operación. El proyecto requiere además que buena parte de ese
personal sea capacitado para la etapa de operación, por lo que se ofrecerán cursos de
capacitación en diversas ramas, elevando así su nivel de conocimientos.
Entorno Ecológico
El terreno en el que se localiza el proyecto Club Campestre El Tepozteco se encuentra en el
municipio de Tepoztlán, Morelos, dentro del Parque Nacional El Tepozteco, ubicado dentro del
Corredor Ecológico Chichinautzin.
Parque Nacional El Tepozteco
El decreto por el que se declara Parque Nacional El Tepozteco, publi cado en el Diario Oficial el 22
de enero de 1937, establece la factibilidad de desarrollar proyectos de inversión, ya que en su
artículo tercero señala que el entonces Departamento Forestal, de Caza y Pesca tendrá a su
cargo la administración del parque y la conservación de los terrenos forestales comprendidos en
el mismo, ya sean de particulares, ejidales o comunales, proporcionando las facilidades de
explotación dentro de las normas que garanticen la perpetua conservación de su vegetación
forestal y la restauración artificial en casos necesarios, manteniendo la actual belleza de los
paisajes y proporcionando a los vecinos de los poblados, las ventajas y compensaciones
consiguientes al desarrollo del turismo.
Actualmente la situación es la siguiente:
7%
núcleos poblacionales claros con 23,865 habitantes.
30.5% de superficie agrícola de temporal con altos niveles de erosión.
18.5% de selva baja caducifolia.
27.8% de bosque menos denso.
21.7% de bosque denso.
2.70% de área urbana.
0.80% de superficie de ocupación del proyecto.
Además de infraestructura carretera y ferroviaria importante con alto tráfico.
En general la zona presenta un deterioro agudo por asentamientos irregulares, falta de empleo,
severa erosión y no existen recursos para apoyarla o modificar su deterioro.
Corredor Biológico Chichinautzin
El Decreto Presidencial publicado en el Diario Oficial el 30 de noviembre de 1988 distingue dos
tipos de zonas: núcleo y de amortiguamiento. Las primeras son las superficies mejor conservadas
o no alteradas, que alojan ecosistemas de flora y fauna que requieren protección especial. Por lo
que se refiere a las zonas de amortiguamiento que se destinan a proteger a las zonas núcleo del
impacto exterior, y donde se pueden realizar actividades productivas, educativas, recreativas, de
investigación aplicada y de capacitación, deberán sujetarse para su desarrollo a las normas
oficiales mexicanas en materia de protección ambiental.
Queda claro que la realización de un proyecto como el presente no sólo no perjudica su situación
ecológica, sino que la beneficia, ya que la experiencia nacional e internacional ha demostrado la
conveniencia de proteger la ecología con proyectos idóneos que, además, generen empleos, lo
que ha dado lugar a la definición de desarrollo sustentable.
Este decreto no prohibe en absoluto realizar proyectos, sino señala: "Todo proyecto de obra
pública o privada que se pretenda realizar dentro del área considerada como zona de
amortiguamiento, deberá contar con autorización expresa de la Secretaría de Desarrollo Urbano y
Ecología en los términos de los artículos 28, 29 y 34 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y
la Protección al Ambiente".
Estudios especiales
Conviene además comentar el trabajo de participación de la Universidad Autónom a Metropolitana,
Unidad Xochimilco, en el que se concluye que "La implantación de un proyecto de las
características del Club de Golf El Tepozteco puede contribuir al ordenamiento en el Corredor
Biológico Chichinautzin y a generar un proceso de desarrollo económico benéfico para la región,
siempre y cuando se tomen las medidas señaladas para mitigar los impactos negativos
potenciales asociados al proyecto".
Por otro lado, mediante escrito de fecha 18 de julio de 1995 la Universidad del Estado de Morelos,
a través del Centro de Educación Ambiental e Investigación Sierra de Huautla (CEAMISH), con
una amplia experiencia en estudios de la biodiversidad, llevó a cabo un análisis de las
condiciones ambientales del desarrollo del Club de Golf El Tepozteco concluy endo que: "El
impacto económico y el desarrollo social es positivo para el estado de Morelos específicamente
en la región de Tepoztlán y por lo tanto el balance es a favor de que proyectos como el Club de
Golf El Tepozteco sean apoyados debido a la intención que plantea con un esquema de desarrollo
sustentable".
Mediante oficio No. SE-197/95 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la
Biodiversidad (CONABIO), establece: "El impacto sobre la diversidad biológica del área protegida
en conjunto puede ser benéfico".
Por otro lado, mediante escritos de fecha 19 de julio de 1995 la Comisión Nacional del Agua
(CNA) y del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), autorizan la perforación de pozos
y manifiestan que conforme a los estudios geohidrológicos realizados como sustento técnico para
la factibilidad del proyecto la cuenca de explotación acuífera donde se encuentra el desarrollo
Club de Golf "EL Tepozteco" no está relacionada con la del Valle de Tepoztlán, ya que esta se
ubica en el Valle de Cuernavaca, por lo que no se prevé afectación alguna del abastecimiento de
agua para el poblado de Tepoztlán.
Con base en lo anterior, el Instituto Nacional de Ecología, INE, en su resolución de fecha 31 de
julio de 1995 No. 1256 de Oficio D.O.O.DG-NA-03279, expedida por la Dirección General de
Normatividad Ambiental, establece: "Esta Dirección General de Normatividad Ambiental determina
que el proyecto es procedente en materia ambiental".
Para tal efecto la resolución señala que el proyecto Club de Golf El Tepozteco deberá sujetarse a
una serie de términos y condiciones, tales como: autorizaciones, licencias y permisos, aspectos
constructivos, flora y fauna, campo de golf, residuos sólidos y líquidos, diagnósticos y monitoreos
de impacto ambiental, social, histórico y cultural, así como de estudios y convenios de
supervisión con la Universidad Autónoma del Estado de Morelos a lo largo de toda su
construcción y supedita a estudios posteriores la determinación del aprovechamiento de la parte
norte, en donde se ubica el bosque de encinos y madroños.
La auditoría ambiental en México
José Luis Calderón Bertheneuf*
* Subprocurador de Auditoría Ambiental de la PROFEPA. Insurgentes Sur 1480, piso 7, Col.
Actipan. Tels: 534-88-08; Fax: 534-58-77
El presente ensayo aborda los aspectos que hacen del cumplimiento de las leyes ambientales un
tema especialmente espinoso para los países de América Latina y revisa particularmente el caso
de las auditorías ambientales en México, como un instrumento que permite verificar, analizar o
evaluar la adecuación y aplicación de las medidas adoptadas por la empresa auditada para
minimizar los riesgos y controlar la contaminación ambiental.
La división internacional del trabajo ha condenado a los países en desarrollo a depender cada vez
más de la explotación de sus recursos naturales de una manera no sustentable, para paliar los
niveles de pobreza extrema que, como un estigma, se presentan aún en este mundo tan desigual.
Sin pretender dilucidar la polémica actual sobre la relación deuda vs. recursos naturales o la
relación comercio mundial vs. entorno físico, lo que es claro es que los países en desarrollo
hemos tenido que conciliar las crecientes demandas de satisfactores básicos de la población con
el agobiante servicio de l a deuda externa.
Por otro lado, hemos tenido que proveer de lo necesario para el fomento de la actividad industrial
con miras al comercio exterior y, al mismo tiempo, proteger nuestro medio ambiente, el cual
incluye al bien más preciado, la vida humana de los habitantes de nuestros países.
En este panorama de globalización inevitable, como país nos hemos comprometido a nivel
internacional a cumplir acuerdos sobre asuntos de carácter mundial que requieren de atención
inmediata. Estos compromisos han puesto de relieve las limitaciones de nuestro sector
ambiental, pero también han sido un acicate para enfrentar una realidad impostergable.
En el marco de una creciente toma de conciencia sobre los problemas ambientales que el mundo
enfrenta, debemos hacer notar que las soluciones que se han practicado para enfrentar dichos
problemas han sido correctivas y no preventivas, a pesar de que estas últimas siempre son el
medio más eficaz para evitar los desequilibrios ecológicos.
Los resultados más llamativos del anterior enfoque han sido:
. El deterioro de la calidad de vida de la población mundial, en algunos casos de manera
acelerada.
. La modificación sensible de la composición atmosférica, especialmente en lo referente a las
concentraciones de CO2 el principal gas invernadero.
. El daño a la capa estratosférica de ozono.
. Los accidentes graves relacionados con la planta industrial acaecidos en el pasado reciente.
. El manejo y disposición final inadecuados de los residuos peligrosos en general y altamente
tóxicos en particular, por mencionar solo algunos ejemplos.
Esta situación se ha agudizado y tomado visos de alarma en los países en proceso de
industrialización debido a:
. La tradicional falta de controles en ellos.
. La vecindad de conglomerados urbanos y zonas industriales.
. La presión de la población sobre los espacios libres para habitación y recreo.
. Las recurrentes crisis financieras y de mercados.
. La falta de programas operativos de atención de emergencias.
Este conjunto de factores expone a la población y a los componentes del medio ambiente a
riesgos innecesarios que se han materializado en accidentes lamentables, quizá el más conocido
de ellos tuvo lugar en 1984 cuando se produjo una nube tóxica procedente de una planta de
pesticidas de Unión Carbide en Bhopal, India, misma que fue inhalada por cerca de 300,000
personas. Cabe resaltar que nadie tenía presente que el isocianato de metilo, el gas que escapó,
podía ser tan nocivo. Se sabía que era tóxico, pero debido a que era un producto intermedio se
suponía que la población nunca iba a estar en contacto con él, por lo que no se tomaron las
medidas pertinentes. En ese mismo año, estallaron varios tanques de almacenamiento de gas
licuado de petróleo en San Juan Ixhuatepec, México, lo que ocasionó la muerte de más de 400
personas.
Este tipo de accidentes, sin embargo, no son exclusivos de los países en desarrollo. En 1976,
una reacción química fuera de control en una planta subsidiaria de Hoffman-La Roche, produjo
una liberación masiva e instantánea de una de las sustancias más tóxicas conocidas, la dioxina,
dando lugar a una nube que fue llevada por el viento hacia la población de Seveso en Italia,
constituyendo uno de los accidentes más graves de la industria química en este siglo.
El común denominador de los anteriores accidentes es la ausencia de un diagnóstico oportuno de
sus posibles riesgos y el hecho de que llamaron la atención sobre la necesidad de revisar, de
manera sistemática, los procesos operativos de las industrias para detectar las probabilidades de
enfrentar problemas similares en el futuro. Tal es el origen de la auditoría ambiental, un
instrumento proactivo por definición, la herramienta de autorregulación por excelencia.
Los antecedentes de la auditoría ambiental se remontan a los años setenta cuando un grupo de
compañías, trabajando de manera independiente y por iniciativa propia, desarrollaron programas
de auditoría como herramientas internas de administración para ayudar a revisar y evaluar la
situación de sus unidades operativas.
Desde entonces los programas de auditoría ambiental han seguido evolucionando hasta alcanzar
en los países pioneros un considerable grado de especialización.
La serie de explosiones ocurridas en Guadalajara en 1992, tragedia indeleble en la memoria de la
nación mexicana, indujo la instrumentación del Programa de auditoría ambiental a través de la
creación de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, que es el órgano
mexicano facultado para hacer cumplir la ley ambiental a través de los instrumentos de política
ecológica consagrados en ella.
La atribución sustantiva de la PROFEPA es la vigilancia del cumplimiento de la ley para proteger
el ambiente. Esto se logra mediante dos mecanismos básicos; la verificación normativa y la
auditoría ambiental. La primera tiene la ventaja de ser un acto de autoridad, sin embargo, tiene
una limitante: sólo se puede exigir el cumplimiento de aquello que está normado. Por el contrario,
la importancia de la auditoría ambiental en México radica en que, al ser un acto concertado,
puede incluir situaciones aún no reglamentadas pero de urgente atención.
Se decidió emplear desde el principio el enfoque no punitivo en las auditorías ambientales, debido
a la situación imperante en nuestro país, la cual puede delinearse de la siguiente manera:
. 21 años de poco o nulo cumplimiento de la legislación ambiental.
. Enormes cantidades de residuos peligrosos mal almacenados y dispuestos.
. Falta casi total de cultura ambiental.
. Marco jurídico incompleto y desarticulado.
. Mecanismos laxos de cumplimiento.
. Incipiente sector ambiental.
. Incipiente ordenamiento ecológico y del territorio.
. Tecnología de producción obsoleta.
. Escasez de políticas crediticias y de estímulos.
En principio, esta situación provocaba renuencia del sector industrial para analizar su realidad
ambiental, por ello debió hacerse una labor intensa de convencimiento sobre los fines de la
auditoría ambiental y establecer alicientes como el hecho de que durante el proceso de
auditación y cumplimiento de planes de acción derivados de éste, la industria en cuestión no
sería incluida en el Programa Normal de Verificación Normativa, excepción hecha de denuncia
ciudadana legalmente fundada y de situaciones de contingencia.
La auditoría ambiental es un medio de cumplimiento voluntario de la ley y consiste en el examen
metodológico del proceso productivo de una industria, con el objeto de conocer las condiciones
de contaminación y riesgo bajo las cuales están operando, definiendo el grado de cumplimiento
de la normatividad ambiental, incluyendo aspectos no normados pero regulados bajo parámetros
internacionales y de buenas prácticas de ingeniería que define y obliga a aplicar las medidas
preventivas y/o correctivas necesarias para proteger el entorno, todo ello bajo un esquema de
manejo reservado de la información generada, de conformidad con las disposiciones jurídicas
respectivas.
La auditoría difiere de la evaluación en que requiere de la recopilación de información y evidencia
objetiva suficiente, más que de una opinión basada principalmente en el juicio profesional.
La esencia de la auditoría ambiental es verificar, analizar o evaluar la adecuación y aplicación de
las medidas adoptadas por la empresa auditada para minimizar los riesgos y controlar la
contaminación ambiental.
Ante la magnitud de la tarea se decidió comenzar las labores de auditoría en aquellas industrias
que representaran el mayor riesgo y que estuvieran localizadas en las zonas críticas del país.
Como era de esperarse, el tipo de industria que se seleccionó en esta etapa fue la grande,
posteriormente se ha venido promoviendo que las demás industrias también se integren al
programa.
Para ejemplificar el desarrollo de la industria en México, basta observar su evolución. De acuerdo
con los Censos Económicos de 1994 elaborados por el Instituto Nacional de Estadística
Geografía e Informática, INEGI, la micro, pequeña y mediana industria representan el 99.2% del
total de los establecimientos manufactureros nacionales, ocupan el 55% del personal y generan
el 38% del ingreso total. Por el otro lado, la gran industria representa el 0.8% del total, emplea al
45% del personal y obtiene el 62% de ingreso.
De esta manera, la microindustria pasó del 80% en 1993 al 92% en 1994 lo que n
i dica la
modificación en la planta productiva, en tanto que la gran industria bajó su participación del 2% al
0.8% lo que muestra la competencia tan fuerte que se ha desatado, particularmente en el marco
del Tratado de Libre Comercio.
Como puede verse, en México, al igual que en casi todos los países en desarrollo, las empresas
de menor tamaño constituyen el tejido fundamental de la actividad manufacturera y, además, son
importantes generadoras de empleo. Sin embargo, dada la escasez de recursos financieros y
humanos, las acciones gubernamentales en la materia se han dirigido a la gran industria ya que
representa mayor riesgo por lo que es más importante su control, teniendo la ventaja de ser
menor en cantidad.
Esto no quiere decir que el programa ignore a las micro, pequeñas y medianas industrias, las
que, por otra parte, enfrentan problemas de sobrevivencia y tienen otras necesidades más
urgentes antes que auditarse; sino que se está buscando incentivar su participación en el
programa a través de un fondo del Banco Mundial mediante el cual la PROFEPA pretende pagar
parte de los costos de la auditoría a este tipo de industrias.
Por otro lado, y a medida que el sector ambaiental en México siga su proceso de maduración, se
pretende que en un futuro se pueda instrumentar el mecanismo de "Auditorías por declaración",
en el cual se den las condiciones para que la autoridad ambiental pueda certificar a los auditores
y les dé el voto de confianza necesario, de tal modo que los resultados obtenidos en el proceso
sean válidos y no requieran ser supervisados como hasta ahora.
El sector industrial en México, principalmente aquel con políticas corporativas de protección al
ambiente, ha hecho eco de los esfuerzos oficiales para contar con mecanismos proactivos de
gesti ón ambiental.
En ese sentido se firmó en septiembre pasado el Convenio de Protección Ambiental y
Competitividad Industrial entre las Secretarías de Comercio y Fomento Industrial, de Medio
Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, SEMARNAP, y la Confederación de Cámaras
Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, CONCAMIN, en el que se marca a la
autorregulación ambiental como política intersectorial, con el fin de desarrollar y estimular las
iniciativas y programas voluntarios de protección ambiental en la industria por medio de
compromisos en materia de sustitución de insumos, modernización tecnológica, eficiencia
energética, reciclaje y, por supuesto a la auditoría ambiental.
Tal vez la mayor objeción que se puede poner a las auditorías ambientales en México es que se
realizan para poner al día una instalación en cuanto a su cumplimiento ambiental, y que no
preveen mecanismos para mejora continua de los procesos. La razón de esto estriba en que el
país, junto con su planta industrial, está enfrentando graves problemas financieros y no existe una
tradición de cumplimiento ambiental, por lo que resulta más urgente la puesta al día en lo que se
refiere a cumplimiento mínimo que la mejora continua.
Los resultados del Programa Voluntario de Auditoría Ambiental hasta la fecha son los siguientes:
se han concluido totalmente 303 auditorías, 150 más están en proceso de realización y 135 en
alguna etapa del programa de cocertación.
El Plan de Acción al que nos referimos es en si mismo un convenio que se suscribe por parte de
la autoridad y del representante legal de la industria; al principio, el industrial debía otorgar fianza
de cumplimiento por el 20% del costo estimado para cumplir con todas y cada una de las
acciones anotadas en el mismo. Para promover la realización de estos estudios, a partir de mayo
de 1995 se eximió de tal exigencia a quienes se adhirieran al Programa de Auditoría Ambiental.
Aún cuando el concepto y el espíritu de las auditorías es el mismo a nivel global, hay un punto en
el que las auditorías mexicanas son diferentes a las demás. En Alemania, Austria, Bélgica,
Canadá, EUA, Finlandia, Francia, Gran Bretaña y otros países, la autoridad ambiental tiene poca
injerencia, llegando a ser más bien una actividad de particulares.
Las razones para la realización de auditorías en estos países tienen orígenes varios; política
interna o corporativa, mejoramiento de la imagen pública ante los consumidores, presiones de los
organismos no gubernamentales, decisión de los accionistas, solicitud de organismos
financieros, etcétera. Más aún, los reportes de auditoría no tienen como destinatario al Gobierno
Federal y el auditado decide sólo lo que va a hacer y en qué momento.
De esta forma, no hay una manera "oficial" u obligatoria de hacer las auditorías, sin embargo es
práctica común cubrir todo lo relacionado a la gestión ambiental pero sin una guía gubernamental
única para hacerlo.
La principal similitud entre ambos tipos de auditorías es su carácter voluntario y revisa todo
aquello relacionado con la gestión del medio ambiente. Sin embargo, la PROFEPA tiene un papel
preponderante: promueve la libre adhesión al programa, establece los términos de referencia a los
cuales habrán de ajustarse los trabajos, supervisa la realización de la auditoría y concerta con el
responsable todas aquellas acciones que habrán de ejecutarse para subsanar los hallazgos de la
Auditoría y supervisa el cumplimiento de ellas.
Como país firmante del Tratado de Libre Comercio, México se ha comprometido a cumplir de
manera efectiva con su propia legislación ambiental. En ese sentido, y de cara al comercio
mundial cada vez menos regulado, la auditoría ambiental es una herramienta de cumplimiento de
la ley y, en ese sentido, se hace cada vez más necesario que se realicen este tipo de trabajos.
Además, una de las principales conclusiones de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre
Desarrollo y Medio Ambiente, realizada en Río de Janeiro en 1992, fue la promoción del desarrollo
sustentable. En este orden de ideas, la auditoría ambiental como herramienta de autorregulación
se inscribe en la tendencia global en la que el mundo no está dispuesto a tolerar más a
organizaciones o países que no apoyen al desarrollo sustentable. Paralelamente se está
reconociendo cada vez con mayor claridad que la autorregulación es el mecanismo no punitivo
idóneo para remediar problemas de una manera expedita.
México, como parte integrante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico,
OCDE, deberá atender la recomendación de su Consejo sobre la prevención y control integrados
de la contaminación del 31 de enero de 1991, la que indica, entre otras cosas, los mecanismos
para alcanzar la integración, entre los que destaca la auditoría ambiental.
La auditoría ambiental como herramienta de cumplimiento voluntario ha demostrado su efectividad
y tiene otras ventajas interesantes de explorar, como la posible excluyente de aplicación de
sanciones por infracciones cometidas, siempre y cuando se hagan del conocimiento de la
autoridad en forma espontánea junto con propuestas reales y calendarizadas para su solución, y
el hecho de que los términos de referencia cumplen básicamente con todos los requisitos de los
estándares internacionales de certificación ambiental, como es el caso de ISO 14000, lo que
permitirá en un futuro cercano que la auditoría ambiental se convierta en el requisito para obtener
los beneficios comerciales de la adopción de estos criterios internacionales.
La política llevada a la práctica por PROFEPA en cuanto a auditoría ambiental fue atacar los
problemas que representaban las grandes instalaciones industriales, fueran estas particulares o
de algún organismo paraestatal como Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad,
Ferrocarriles Nacionales de México, etcétera. Esto tiene un doble efecto: por un lado, minimiza el
riesgo inherente a esas indispensables actividades industriales y, por otro, atiende las demandas
sociales de quienes habitan cerca de estos complejos industriales, a los que se tolera, sin
embargo, por ser fuentes de empleo.
El principio Piense globalmente, actúe localmente, inspira también la gestión ambiental del país.
Es nuestro compromiso compartido velar por la conservación del único mundo que nos ha dado
abrigo y sustento desde que nos diferenciamos como especie.
Para concluir es necesario hacer énfasis en que el objetivo de PROFEPA no es de ninguna
manera la extinción de la planta industrial a través del cumplimiento de la ley, sino la búsqueda
de un ambiente más sano y la elevación consecuente de la calidad de vida para todos los
mexicanos.