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)*4503*"$0/5&.103«/&" Entreverse Teoría y metodología práctica de las fuentes orales .*3&/--0/" $PPSE&E Entreverse Teoría y metodología práctica de las fuentes orales Entreverse Teoría y metodología práctica de las fuentes orales Coordinadora/editora Miren Llona Foto de portada/Azalaren argazkia: Colour beginning (1819), de Joseph M.W. Turner. Tate Gallery, Londres. © Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua ISBN: 978-84-1319-051-8 Índice Prólogo, por Miren Llona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Dra. Miren Llona, Historia oral: la exploración de las identidades a través de la historia de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Dra. Rosa García-Orellán, De la oralidad a la intención biográfica . . . . . . . . 61 Dr. Jordi Roca i Girona y Lidia Martínez Flores, Mi vida, tú vida, la nuestra. Determinantes y configuración de la estructura narrativa de los relatos de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Dra. Mercedes Vilanova, Imposturas y claves sobre los republicanos españoles deportados a Mauthausen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 Dra. Pilar Domínguez Prats, Ellas nos cuentan: los relatos de vida en la historia del exilio republicano en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Dra. Pilar Díaz Sánchez, Las fuentes orales y la construcción de relatos biográficos: mujeres trabajadoras en la dictadura franquista . . . . . . . . . . . . . . . 187 Dr. Carlos Sandoval García, Contestar la hostilidad antiinmigrante en Costa Rica. Un proyecto de ciencias sociales públicas en curso . . . . . . . . . . . . . . 217 Currículum de los/as autores/as. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 Prólogo Miren Llona1 El objetivo principal de este libro es ofrecer a los/as investigadores/as una sistematización del uso de las fuentes orales desde una perspectiva interdisciplinar. La práctica de entrevistar se ha convertido en habitual para una parte importante de las personas que investigan, tanto desde el campo de la historia contemporánea, la antropología o la sociología, como desde la lingüística, la dirección cinematográfica documental o la educación social. Sin embargo, existe una ausencia importante de rigor y de método, no sólo en la realización de las entrevistas, sino, también, en el uso y en el tratamiento de los recuerdos y de la memoria como recurso y fuente para la investigación. Este libro, por tanto, intenta responder a una necesidad palpable, que es la de orientar, desde el punto de vista teórico, metodológico y práctico, en el ejercicio de la entrevista y en el uso de las fuentes orales. Ciertamente, desde mediados de los años ochenta, se ha producido un acercamiento de carácter interdisciplinar entre historiadores/as, sociólogos/as y antropólogos/as. Las aportaciones de unos/as y otros/as en el uso de los testimonios orales han sido compartidas por todos/as y, a menudo, los avances epistemológicos realizados en uno u otro campo han sido reconocidos y valorados como propios por cualquiera de las tres disciplinas. Por ello, no es casualidad que este libro se presente como una coordinación de trabajos y de autores/as pertenecientes a las tres áreas de conocimiento que más han aportado, en las últimas décadas, a la investigación con fuentes orales: la historia, la antropología y la sociología. Con toda probabilidad, este compendio de trabajos tendrá una repercusión importante en cada una de las tres disciplinas. 1 Miren Llona es presidenta de Ahoa, Ahozko Historiaren Artxiboa, y vicepresidenta de la IOHA, International Oral History Association 10 MIREN LLONA En todo caso, y desde mi experiencia como historiadora oral, he podido constatar las dificultades que el uso de las fuentes orales ha tenido en el contexto de la historia académica, especialmente como consecuencia de la escasa permeabilidad de ésta a los impulsos de renovación historiográfica. Así, como yo misma puse de relieve hace ahora seis años se ha producido una situación paradójica. Por un lado, las nuevas generaciones de estudiantes e historiadores/as han expandido y generalizado de forma espontánea el uso de las fuentes orales. Por otro, los cauces organizados académicamente para la adquisición de unos conocimientos teórico-metodológicos son todavía escasos y en muchas universidades incluso inexistentes2. De esta manera, la formación teórica y metodológica en historia oral continúa siendo el producto de una labor autodidacta, promovida por el interés y la necesidad de los/as investigadores/as, y que se nutre, hoy como ayer, de los conocimientos generados gracias a la labor desinteresada de historiadores/as orales que, sistemáticamente, vienen organizando desde el final de los años ochenta, seminarios de debate, jornadas nacionales e internacionales, y la publicación de la revista Historia, antropología y fuentes orales3. 2 El balance sobre la Historia oral en España al que me refiero fue realizado con ocasión del XIII Coloquio Internacional de AEIHM, Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres, y fue publicado en Miren Llona, «Memoria e identidades. Balance y perspectivas de un nuevo enfoque historiográfico», La Historia de las Mujeres: perspectivas actuales, Cristina Borderías (ed.), Barcelona: Icaria, 2008. Una excepción esperanzadora en el panorama desolador de la didáctica del uso de las fuentes orales es el Curso Propio on-line de la UNED (Bergara), La Historia de vida: su aplicación a las ciencias sociales, dirigido por la profesora Rosa García Orellán. 3 Quiero subrayar el papel decisivo que ha jugado, para el aprendizaje interdisciplinar y autodidacta de la historia oral, la revista Historia, antropología y fuentes orales desde 1989. La revista ha constituido un aforo de debate importantísimo y una puesta a punto del estado de la cuestión sobre el uso y la investigación con fuentes orales, desde una perspectiva internacional. En ella es preciso destacar la labor de Mercedes Vilanova, Jorge G. Alcantud, María Teresa Martínez de Sas y Luis Úbeda, entre otros. También ha resultado imprescindible el Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense de Madrid, y la labor destacada en él de Carmen García Nieto, Pilar Folguera, Pilar Domínguez, Pilar Díaz Sánchez, Elena Hernández Sandoica, Carmen Ochoa y José María Gago, entre otros. El Seminario se ha constituido en un polo de referencia indispensable en el ámbito de la Historia oral y ha logrado, en sus casi treinta años de trayectoria organizativa, impulsar bianualmente las Jornadas de debate sobre Historia y Fuentes Orales de Ávila, editar un Boletín Informativo de carácter trimestral, http://www. seminariofuentesorales.es/. Otro acontecimiento más reciente, en 2004, ha sido la creación de Ahoa, Ahozko Historiaren Artxiboa, por un grupo de historiadores/as pertenecientes al Grupo de investigación sobre La experiencia de la sociedad moderna, de la UPV/EHU y en el que destaca la labor de José Javier Díaz Freire, Nerea Aresti, Mercedes Arbaiza y Miren Llona. Ahoa ha creado un portal de internet que ofrece apoyo e información a los investigadores nóveles en http://www.ahoaweb.org/ . Asimismo, hay que destacar la importancia de la IOHA International Oral History Association que, desde su constitución en 1996 ha organizado congresos bianuales alrededor del mundo, desde Suecia hasta Brasil, Turquía, Sudáfrica, Italia, Australia, México y la República Checa en 2010, dando a los/as investigadores/as orales de todo el mundo la posibilidad de poner en común sus avances y preocupaciones, http://iohanet.org/espa/index.html PRÓLOGO 11 Pero, ¿de dónde procede la desconfianza de la historia hacia las fuentes orales? Aunque no existe un factor explicativo único, buena parte de ese recelo nace de la estrecha relación que la historia oral mantiene con la memoria. El hecho de que, como planteaba Maurice Halbwachs, detrás de la memoria no esté el pasado, sino la vida y con ella, el presente, introduce un grado de complejidad mayor al trabajo de investigación. Las emociones y la subjetividad son los elementos generadores de la memoria biográfica, cuya trama se construye tanto con retazos de la experiencia vivida, como con episodios del presente o con esbozos de proyectos futuros. Esta memoria biográfica constituye la esencia de la historia oral. Desde el punto de vista positivista, dominante aún hoy en la historia académica, algunos/as historiadores/as han creído que podían dar cuenta objetiva de los hechos históricos, tratando a la memoria como a un objeto de estudio perteneciente al pasado. La crítica posmoderna ha puesto de relieve el papel significativo de la propia investigación histórica en la construcción de los acontecimientos de la realidad pasada, quebrantando la presunción de objetividad de tales planteamientos. Desde la perspectiva posmoderna, la memoria es percibida, tal y como venían haciéndolo ya algunos/as historiadores/as orales, como una condición de posibilidad de la historia, incorporando la instancia del presente como un ingrediente más en la elaboración del relato histórico. De esta manera, la crisis que la crítica posmoderna ha provocado en las ciencias humanas y sociales, ha favorecido el reconocimiento de la historia oral como una disciplina útil, cuyo complejo tratamiento de las fuentes y del análisis de la relación entre el pasado y el presente, ha permitido a la historia avanzar en una perspectiva cultural. Por ello, y con el fin de prestar apoyo a todos los/as investigadores/as que quieren profundizar en el estudio de las fuentes orales, presento, en el primer capítulo de este libro, «Historia oral: la exploración de las identidades a través de la historia de vida», una puesta al día sobre las cuestiones más destacadas que se relacionan con la naturaleza de la memoria y con la creación y empleo de las fuentes orales. En este sentido, ofrezco una serie de pautas para encarar, de manera rigurosa, el encuentro con la persona entrevistada y la preparación de colecciones significativas de testimonios orales. También intento mostrar diferentes formas de abordar la interpretación de los relatos significativos y la forma de incorporar la fuente cualitativa a la investigación histórica. Considero que el texto constituye una guía particularmente útil para todos los/as investigadores/as que quieran aproximarse al manejo de las fuentes orales. El libro recoge, asimismo, los trabajos de reconocidos especialistas en los referidos campos de investigación. En el campo de la Historia participan Mercedes Vilanova, profesora emérita por la Universidad de Barcelona, Pilar Domínguez Prats, profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Pilar Díaz Sánchez, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, mostrando algunas de las investigaciones que se están realizando en la actualidad. 12 MIREN LLONA Mercedes Vilanova, en su capítulo «Imposturas y claves sobre los republicanos españoles deportados a Mauthausen», se acerca a uno de los temas de investigación más importantes del último tercio del siglo XX y comienzos del XXI. Nos referimos a la memoria del trauma, en concreto, a la memoria indecible de los campos de concentración nazis. El artículo reflexiona sobre la verdad histórica y sobre el papel de los/as historiadores/as en su búsqueda imparcial de «lo que pasó». La reflexión de Vilanova reviste una particular actualidad porque encara la cuestión de la impostura y la analiza como un recurso de supervivencia de las propias víctimas. Por su parte, Pilar Domínguez Prats, en «Ellas nos cuentan: los relatos de vida en la historia del exilio republicano en México», realiza un análisis de las diferentes formas de auto-representación del sujeto, tomando como caso de estudio el exilio republicano femenino en México. La autora incorpora el debate sobre la memoria histórica y sostiene que es posible constatar el desarrollo de una importante comunidad de memoria del exilio, que todavía existe en México, y que ha impulsado las iniciativas de recuperación de la memoria histórica recientes. Finalmente, Pilar Díaz Sánchez, en «Las fuentes orales y la construcción de relatos biográficos: mujeres trabajadoras en la dictadura franquista», realiza un ejercicio de carácter teórico-práctico en relación a la construcción de los relatos biográficos, insistiendo en la oportunidad de tal metodología para los estudios de género y la historia de las mujeres. Su acercamiento a las trabajadoras del franquismo constituye, en sí mismo, un ejemplo de las posibilidades del uso de las fuentes orales para la investigación de la historia del tiempo presente. En el campo de la Antropología, contamos con la colaboración de Rosa García-Orellán, profesora de la Universidad Pública de Navarra, y con Jordi Roca i Girona y Lidia Martínez Flores, de la Universidad Rovira i Virgili. Las reflexiones de estos autores en el ámbito metodológico se han convertido ya en referentes para muchos/as investigadores/as. Rosa García-Orellán en el capítulo «De la oralidad a la intención biográfica», analiza el proceso de investigación de los científicos sociales desde el punto de vista de la perspectiva biográfica. En esta medida, el texto supone un apoyo de primer orden para la investigación con fuentes cualitativas. La autora insiste en el carácter intersubjetivo de la fuente creada a partir de la entrevista, enmarcando su planteamiento, de ese modo, en las corrientes más actuales de las ciencias sociales. El capítulo de Jordi Roca i Girona y Lidia Martínez Flores, «Mi vida, tú vida, la nuestra. Determinantes y configuración de la estructura narrativa de los relatos de vida», resulta un texto especialmente novedoso, puesto que los autores abordan el análisis sistematizado de los elementos que influyen en la elaboración del relato de vida como estructura narrativa y de los formatos que adopta este relato en una construcción biográfica. El texto resulta, por ello, una herramienta metodológica muy versátil, que puede servir de guía a 13 PRÓLOGO los/as investigadores/as, en la compresión e interpretación de las entrevistas realizadas. Finalmente, contamos con Carlos Sandoval García, profesor de la Universidad de Costa Rica, quien, desde el ámbito de la sociología, nos aporta una mirada distinta, desde el otro lado del Atlántico. Su perspectiva innovadora, tanto por sus temas de investigación, relacionados con la inmigración ilegal, como por las reflexiones sobre el papel de la disciplina sociológica en el cambio social, recoge las inquietudes académicas y la experiencia de un ámbito que aspiramos sea particularmente receptivo a esta publicación. En el capítulo de Carlos Sandoval, «Contestar la hostilidad antiinmigrante en Costa Rica. Un proyecto de ciencias sociales públicas en curso», el autor reflexiona en torno a las posibilidades de incidir en las políticas públicas desde las ciencias sociales, un debate éste de gran incidencia de cara a la cuestión de la inmigración. Sandoval se interroga sobre los imaginarios de la inmigración, que suelen ser especialmente criminalizadores, y sobre cómo trabajar con comunidades migrantes para que puedan constituirse en sujetos políticos, capaces de forjar sus propias redes, agendas y demandas en la formulación de políticas públicas. Finalmente, deseo agradecer a la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, y particularmente a su Servicio de Publicaciones, la posibilidad que me ha ofrecido de coordinar este trabajo y de hacer realidad la publicación de este volumen. Bilbao, enero de 2012 Historia oral: la exploración de las identidades a través de la historia de vida1 Dra. Miren Llona Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea AHOA, Ahozko Historiaren Artxiboa Resumen: A lo largo de este texto he elaborado una guía, de contenido teórico y práctico, sobre las cuestiones más importantes que se relacionan con el uso de la memoria y con la creación y el empleo de las fuentes orales. En primer lugar, he abordado el tema de la naturaleza de la memoria y he mostrado las características fundamentales de la misma. A continuación, el texto ofrece una serie de pautas para afrontar, de manera profesional, el encuentro con la persona entrevistada y la preparación de colecciones significativas de testimonios orales. Finalmente, he encarado la cuestión del tratamiento de las fuentes orales y he insistido en la necesidad de incorporar un enfoque hermenéutico de las mismas. Desde esta perspectiva, la agencia del sujeto, se convierte en uno de los focos de atención prioritarios de la historia oral. En esta medida, planteo que la historia oral puede resultar una herramienta imprescindible para el desarrollo de la historia cultural. Palabras clave: Historia oral, memoria, historia de vida, emoción, cuerpo, subjetividad, identidades. 1 Este trabajo ha sido realizado dentro del grupo de investigación La experiencia de la sociedad moderna en España (1870-1970), Código GIU08/15, dirigido por José Javier Díaz Freire dentro de la Unidad de Formación e Investigación de la Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea UFI11/27. El proyecto Ahoa, Ahozko Historiaren Artxiboa, está cofinanciado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, el Departamento de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia, el Departamento de Igualdad del Gabinete del Diputado de la Diputación Foral de Bizkaia y el Departamento de Euskara del Ayuntamiento de Bilbao. 16 MIREN LLONA El propósito de las páginas que siguen a continuación es elaborar una guía, de contenido teórico y práctico, sobre las cuestiones más importantes que se relacionan con el uso de la memoria y con la creación y el empleo de las fuentes orales. Empezaremos abordando el tema de la naturaleza de la memoria, porque ésta, de forma indiscutible, es el fundamento de la investigación con fuentes orales. Trataremos de precisar en qué consiste la memoria, saber cómo funciona y cómo se elaboran los recuerdos, a fin de poder, posteriormente, establecer los medios más eficaces de acceso a los mismos en el contexto de una entrevista. Para empezar, indagaremos en los planteamientos propuestos recientemente por la neurobiología, con el propósito de mostrar la naturaleza material/corporal de la memoria. Nos interesa este punto de partida porque entendemos que la memoria es el motor de la subjetividad humana pero creemos, asimismo, que las formas de ser de las personas no son cualidades mentales, sino que están inscritas en el cuerpo. La construcción identitaria del ser, algo que podemos explorar a través de la memoria, deja su huella y su itinerario marcado en el cuerpo. Nos centraremos, a continuación, en tres de las características fundamentales de la memoria. En primer lugar, enfatizaremos su carácter creativo, e insistiremos en que la memoria no es un organismo pasivo; muy al contrario, la memoria constituye una parte indisociable de la inteligencia y de la imaginación y, por ello, debería compartir el prestigio de éstas dos. En segundo lugar, resaltaremos la intervención decisiva de la memoria en la construcción del sujeto y, en esa medida, justificaremos el uso de los recuerdos como una fuente privilegiada para el estudio de las identidades. Por último, la tercera característica que destacaremos es que su inteligibilidad sólo se realiza por medio del lenguaje. Esto implica que la comprensión de la memoria depende de procedimientos narrativos que, como veremos, forman parte de las estructuras propias del lenguaje común hablado o escrito. Una vez determinada la naturaleza de la memoria, proseguiremos con la creación de fuentes orales. En concreto, nos centraremos en las dificultades que encuentran los/as investigadores/as a la hora de encarar la entrevista. Buena parte de esos problemas está relacionada con el papel interrogativo que adopta el/la entrevistador/a frente a un/a interlocutor/a, cuyo cometido es de carácter eminentemente narrativo: contar sus recuerdos. Plantearemos un formato de entrevista, la historia de vida, cuyo relato no rompe el hilo narrativo de la persona entrevistada y que, en esa medida, favorece las condiciones óptimas de producción de la entrevista. Finalmente, abordaremos el tratamiento de las fuentes orales e insistiremos en el enfoque hermenéutico. Las fuentes orales exigen del investigador un ejercicio de interpretación y resultan más útiles a la hora de interrogarse por el sentido de los acontecimientos que para abordar la reconstrucción de los hechos. En esta medida, plantearemos que la historia oral es, actualmente, una herramienta imprescindible para una historia cultural que se HISTORIA ORAL 17 proponga conocer la forma en que los seres humanos han dado sentido al mundo. La última parte del capítulo recoge una serie de ejemplos prácticos ilustrativos de buena parte de los temas en los que estamos profundizando. La topografía/cartografía de la memoria: tres ideas básicas respecto a la memoria Resulta fácil comprobar cómo todo el mundo tiene una idea sobre qué es la memoria. La noción más generalizada es que la memoria sirve para recordar el pasado. La imagen común que acompaña a esta idea es la de un almacén en el que depositamos los recuerdos y del que podemos extraerlos cuando los necesitamos. Sin embargo, cuando pensamos en el lugar donde está ubicado ese almacén, no sabemos dar una respuesta exacta y convertimos la memoria en un ente abstracto, asociado al lejano mundo de lo espiritual, de lo inaprensible, fuera del cuerpo. Es necesario afirmar, entonces, que la memoria es una facultad humana y que ésta se ubica en el cerebro. También está bastante extendida la idea de que la memoria constituye una actividad mental que funciona en el orden de lo racional y, en esa medida, es concebida como una entidad separada del cuerpo. Esa forma de entender la memoria contribuye a fortalecer la noción de que la mente y el cuerpo son dos instancias separadas. Nuestro punto de partida será completamente diferente: concebimos la memoria como una facultad humana, integrada en el cuerpo; un cuerpo que interactúa de forma indisoluble con el cerebro2. Lo cierto es que existe aún una notable ignorancia acerca de la naturaleza de la memoria y de su funcionamiento. Para los psicólogos y los neurobiólogos resulta todavía un gran misterio sin resolver la manera en que el cerebro humano destruye y reconstruye constantemente las proteínas que lo constituyen, manteniéndose los recuerdos siempre vivos. Antonio Damasio, pionero de la neurología cognitiva, defiende que el ser humano está organizado de forma tripartita en lo que él llama el protoser, el ser central y el ser autobiográfico. Damasio plantea que las formas más primitivas de la conciencia preceden y sustentan las formas más complejas, interpretativas y autobiográficas del ser consciente3. Así, en la base de lo que sería la pirámide cognoscitiva, en cuya cúspide encontramos al ser autobiográfico, tenemos el protoser, que está constituido 2 Antonio Damasio, El error de Descartes (Barcelona: Crítica, 2004), 110. Antonio Damasio, La sensación de lo que ocurre. Cuerpo y emoción en la construcción de la conciencia (Madrid: Debate, 2001), 151. Joseph LeDoux organiza la mente en torno a una noción de memoria que tiene, por un lado, su expresión consciente, la memoria declarativa; y por otro inconsciente, la memoria de procedimientos, en Joseph LeDoux, El cerebro emocional (Barcelona: Planeta, 1999), 145 y 218. 3 18 MIREN LLONA por una colección de pautas neurales auditivas, visuales, olfativas, gustativas y sensoriales de las que no somos conscientes, pero que están ahí haciendo posible la construcción de imágenes mentales, desde su cartografía somáticosensitiva4. A continuación, y en medio de la pirámide, encontramos el ser central, que proporciona al organismo la sensación de ser, en un momento y en un lugar determinados (aquí y ahora). La conciencia central emerge cuando se produce la sensación de que el organismo siente, existe y es afectado por las cosas en un instante concreto. El informe que la conciencia central envía al cerebro es no verbal, son imágenes, las imágenes que de sí mismo tiene el organismo5. Esta concepción contingente del ser central permite ponerlo en relación con la concepción fenomenológica del sujeto. En efecto, la noción de ser en el mundo elaborada por Heidegger6 afirma las formas concretas y específicas de la existencia humana y elimina la concepción del sujeto como un ser abstracto, como una esencia fuera de un contexto concreto. La incorporación de los factores de lugar y de tiempo son los que permiten también arraigar el ser central a la realidad y que podamos hablar de cosas determinadas y de personas y acontecimientos definidos. En otra investigación anterior hemos insistido en los aspectos positivos de la concepción fenomenológica del sujeto en el tratamiento de la memoria y de las fuentes orales7. En tercer lugar, y conectado neural y cognitivamente al protoser no consciente y al ser central consciente, surge la conciencia autobiográfica. Ésta constituye la facultad humana de conectar el ser central (el yo) con el pasado vivido y con el futuro previsto. Entramos de lleno en el terreno de la memoria episódica, que no la constituyen sólo los recuerdos del pasado vivido, sino también los «recuerdos de futuro», es decir, recuerdos que concebimos como anhelos, deseos, expectativas u obligaciones8. El individuo razona de forma creativa como ser autobiográfico. La memoria episódica le ayuda a tomar sus decisiones, a planificar y solucionar los problemas, poniendo en conexión todas sus potencialidades cognitivas. Los individuos nos elevamos 4 Damasio propone que la topografía del protoser se localiza en los córtex de orden superior de las regiones temporal y parietal, el hipocampo y el cerebelo. Sobre el protoser ver Damasio, La sensación..., op. cit., 161, 187. 5 La topografía cerebral del ser central no se encuentra en una región única cerebral, pero tampoco en todas partes: «los colículos superiores […]; toda la región del córtex cingulado; el tálamo y algunos córtex prefrontales», en Damasio La sensación..., op. cit., 187. 6 Gianni Vattimo, Introducción a Heidegger (Barcelona: Gedisa, 1998), 24-27. 7 Miren Llona, «Historia en obras: memorias, emociones y subjetividad», en Subjetividad, cultura material y género. Diálogos con la historiografía italiana, Pilar Pérez-Fuentes Hernández (ed.) (Barcelona: Icaria, 2011). 8 La localización topográfica del ser biográfico es ubicua: «los recuerdos de nuestra historia personal están almacenados de forma dispersa en las zonas de convergencia en los córtex superiores temporales y frontales», en Damasio, La sensación..., op. cit., 202, 225-229 HISTORIA ORAL 19 por encima del resto de los mamíferos como seres inteligentes y racionales gracias a la memoria autobiográfica. Todas estas facultades mentales tienen una sede específica y concreta, que es el cuerpo. Damasio concibe el cuerpo como la frontera que permite al individuo singularizarse, delimitar aquello que corresponde al mundo exterior y a los otros. En este sentido, el cuerpo sería el principio de la distinción y de la diferenciación del individuo: «si no hay frontera no hay cuerpo y si no hay cuerpo no hay organismo»9. El principio de la vida sería, pues, la toma de conciencia de la separación del cuerpo respecto a lo otro, y su relación/conexión con los objetos y con el mundo exterior. Al mismo tiempo, el cuerpo funcionaría como una referencia, como el punto de continuidad en el universo cambiante, que representa el paso del tiempo. Tanto la sensación de cambio y la de continuación son procesadas por la memoria. El cuerpo constituye, entonces, la sede de la subjetividad, de un ser autobiográfico que logra conectar su efímera experiencia del presente con sus vivencias pasadas y con sus expectativas de futuro10. Pero, ¿cómo se pone en conexión el cuerpo vivo con el exterior?, ¿cómo se aprehenden los objetos y se procesan las experiencias?, ¿cómo, en definitiva, conocemos el mundo y percibimos el paso del tiempo? Antonio Damasio defiende la raíz emocional y sensitiva de todos los procesos cognitivos. Desde su punto de vista, la emoción y el sentimiento no sólo son aspectos centrales de la regulación biológica, sino que proporcionan el puente entre los procesos racionales y los no racionales y desempeñan, además, un papel trascendental en la comunicación y en la conexión humana con el exterior. Las emociones entretejen la experiencia humana del mundo y, por ello, constituyen un componente sustancial de la memoria. La huella emocional es imprescindible en el proceso de fijación de un recuerdo y, asimismo, toda imagen recordada se ve acompañada de una reacción del aparato de la emoción. Finalmente, queremos insistir en la materialidad de la experiencia emocional, es decir, que el recuerdo no es un enlace mental, sino que queda grabado en el cuerpo y asociado a toda una serie de procesos inscritos en el mismo11. La importancia de las emociones en la generación de la memoria y del ser autobiográfico resulta un planteamiento especialmente relevante para la historia oral, ya que permite conectar, como antes señalamos, con la concepción fenomenológica del sujeto. Wittgenstein sostiene que la forma del ser humano de presentarse en el mundo es como un cuerpo afectado por las emociones y por la pasión, lo que él mismo ha llamado el ser humano viviente12. 9 Damasio, La sensación..., op. cit., 145. Damasio, La sensación..., op. cit., 150. Damasio El error..., op. cit., 14, 155-157, 260. 11 Damasio, La sensación..., op. cit., 68. 12 Soren Overgaard, Wittgenstein and Other Minds. Rethinking Subjectivity and Intersubjectivity with Wittgenstein, Levinas and Husserl (New York, London: Routledge, 2007), 26-28. 10 20 MIREN LLONA La noción de subjetividad de la que partimos, entonces, plantea que el ser humano no sólo es subjetivo, sino también intersubjetivo, esto es, que reacciona constantemente a la subjetividad de los demás y a la interpelación que recibe del entorno en general13. Esta postura antimetafísica conecta, también, con aquellos replanteamientos teóricos que desde finales de la década de los noventa se propusieron revisar el giro cultural en un sentido material14. En esa misma línea, José Javier Díaz Freire ha señalado que para «mantener el punto de vista postmetafísico sin pagar algunos de los peajes del postestructuralismo», es necesario concebir «el significado alojado en la totalidad del cuerpo». El paradigma de la incorporación que él defiende rescata las emociones como el elemento sustancial del cuerpo, y sitúa el lenguaje en el ámbito material y físico del cuerpo15. Partimos, entonces, de una concepción material de la subjetividad y de la memoria para la que el universo de las emociones será un elemento clave de análisis. Tras esta introducción, cuyo objetivo ha sido mostrar que la memoria tiene su localización física en el cerebro y que su actividad mental no es solamente una acción de carácter racional, sino también emocional y relacionada con la totalidad el cuerpo humano, vamos a centrarnos ahora en las características de la memoria como experiencia consciente. La memoria, ¿depósito de recuerdos o facultad creadora? La hipótesis más extendida sobre el funcionamiento de la memoria contradice de forma absoluta la idea de que la memoria es un almacén inerte de recuerdos. Mientras leemos, nos cuentan una historia u observamos lo que pasa a nuestro alrededor, construimos significados que guardamos en nuestro cerebro. La retención de toda esta información se realiza en forma de imágenes, lo que implica la puesta en funcionamiento de una compleja maquinaria neural que incorpora diversas facultades como la percepción, la memoria, el razonamiento y las emociones. La fijación de estas imágenes nunca es una reproducción exacta de lo sucedido. El cerebro no genera copias exactas 13 R. Kenneth Kirby, «Phenomenology and the problems of oral history», The Oral History Review 35, 1 (2008), 31. 14 Jerrold Seigel, «Problematizing the self», en Beyond the Cultural Turn. New Directions in the Study of Society and Culture, Victoria E. Bonnel y Lynn Hunt (eds.) (Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1996), 298, 308. Gabrielle, M. Spiegel, «La historia de la práctica: nuevas tendencias en historia tras el giro lingüístico», Ayer 62 (2002). 15 José Javier Díaz Freire, «Cuerpo a cuerpo con el giro lingüístico», Arenal 14, 1 (2007). También del mismo autor «Cuerpos en conflicto: la construcción de la identidad y de las diferencias en el País Vasco a finales del siglo XIX», en El desafío de la diferencia: representaciones culturales e identidades de género, raza y clase, Mary Nash y Diane Marre (eds.) (Bilbao: Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, 2003), 62-70. HISTORIA ORAL 21 sino, más bien, réplicas inexactas e incompletas16. Las imágenes están permanentemente en contacto con la subjetividad del individuo, que las remodela en función de la propia experiencia vivida, de las necesidades del presente o de las expectativas del futuro. Así, en el proceso de rememoración, lo que hacemos es evocar la construcción que llevamos a cabo durante la experiencia vivida, pero reconstruyendo los detalles de acuerdo con el conocimiento que poseemos del mundo en el presente. Cuando recordamos, el proceso de reconstrucción de los eventos se lleva a cabo a partir de la movilización de nuestras necesidades, prejuicios, creencias, estereotipos, hábitos, convencionalismos culturales y un sinfín de factores, eliminando algunos detalles, cambiando otros e introduciendo elementos nuevos. La memoria es, por tanto, un sistema dinámico que aprehende constantemente información y la reinterpreta, modificando la información asimilada y produciendo otras nuevas interpretaciones. Alessandro Portelli afirma que «la memoria no es un depósito pasivo de datos, sino un proceso activo de creación de significados»17. La memoria opera desde la instancia del presente, y las circunstancias personales del momento de la rememoración son, por ello, un factor fundamental, que interactúa con el recuerdo del pasado. La memoria, entonces, también produce distorsiones. El verdadero sentido de las mismas está relacionado con el hecho de que la memoria construye sistemas versátiles, hechos a la medida de cada uno de nosotros. Los recuerdos no son copias de las experiencias que los crearon, puesto que siempre llevan un sello personal. Sobre todo, el presente constituye una instancia en la que los recuerdos pueden ser abiertamente reconsiderados y reevaluados. La entrevista a Paz Eguía, en Anexos: Ejercicio práctico 1, explora las distorsiones que el presente de la rememoración introduce en el recuerdo. ¿Significa esta deformación de los contenidos de la memoria que ésta es falible e inexacta? En realidad no. A menudo la memoria es exquisitamente detallada y precisa en su funcionamiento. Damasio plantea que algunos circuitos son modificados constantemente, pero que otros permanecen básicamente estables garantizando a los individuos la capacidad de reconocerse entre sí y de mantener el sentido de su propia biografía18. Para un análisis de la infalibilidad de la memoria y la apariencia autoevidente del recuerdo ver en Anexos: Ejercicio práctico 2, la entrevista a María Sans. 16 Antonio Damasio plantea, en realidad, que «lo que las representaciones disposicionales (pautas neurales que permiten la recreación de la memoria) tienen almacenado en su pequeña comunidad de sinapsis no es una imagen per se, sino un medio de reconstruir una imagen», en Damasio, El error..., op. cit., 126. 17 Alessandro Portelli, «What makes oral history different», en The Oral History Reader, Robert Perks and Alistair Thompson (eds.) (London and New York: Routledge, 1998), 69 (la traducción es mía) 18 Damasio, El error..., op. cit., 138. 22 MIREN LLONA Ciertamente, mi propia experiencia como entrevistadora me ha hecho descubrir la existencia de enclaves de la memoria, esto es, lugares mentales privilegiados a los que el individuo puede asomarse para recordar y sentir las emociones del pasado. Estos enclaves de la memoria hacen referencia a espacios mentales, a imágenes personales estrechamente unidas a la configuración de la identidad y establecidas a partir de la reelaboración de experiencias vividas. Las emociones, tanto positivas como negativas, juegan un papel de primer orden en la conformación de los enclaves, que parecen estar forjados en cemento. Los recuerdos que constituyen enclaves son recurrentes, para bien o para mal, y desafían el olvido y resisten la variación. Ellos constituyen refugios mentales en los que volver a sentir aliento o consuelo; campos de batalla en los que dar rienda suelta a la ira; escenarios reiterados que reproducen la culpa. Los enclaves de la memoria permiten conocer los nudos de la trama identitaria de un individuo. Para el investigador/a estos relatos resultan especialmente valiosos, en ellos se pueden encontrar las claves significativas de la experiencia individual y colectiva de un período histórico19. En Anexos: Ejercicio práctico 3, a través de las entrevistas de Eulalia Echebarria y de Julia Urrutia, se recogen dos ejemplos de enclaves de la memoria. La intervención de la memoria en la construcción del sujeto La memoria, además de proporcionarnos un comportamiento eficaz e inteligente, nos permite realizar ese comportamiento siempre de una manera individualizada, es decir, con una identidad propia y bien definida. La memoria ofrece al sujeto su sentido en el mundo. Gracias a ella sabemos quiénes somos, de dónde procedemos, a qué grupo pertenecemos, a dónde nos dirigimos. La memoria nos construye como seres biográficos y únicos en la historia. Podemos afirmar, entonces, que la identidad personal es una creación de la memoria y que, en esa medida, la especificidad que representamos en el mundo como seres individuales, se la debemos a la memoria. El rol de la memoria no se limita, pues, a conservar y a transmitir. Mercedes Vilanova plantea que «la memoria realiza una síntesis de lo vivido […], 19 Enclaves de la memoria es un concepto distinto que el elaborado por Pierre Nora y conocido como lugares de la memoria, que hacen referencia a «la dimensión rememoradora de los objetos, que pueden ser materiales, pero sobre todo inmateriales, como fórmulas, palabras claves…» que configuran el sistema de representaciones de una sociedad, en Pierre Nora, «La aventura de Les Lieux de la mémoire», Ayer 32 (1998), 32. Sobre el concepto de enclaves de la memoria ver Miren Llona, «Historia memoria y oralidad», en Voces e imágenes en la Historia, Sergio Leoné y Fernando Mendiola (eds) (Pamplona: Universidad Pública de Navarra, 2007), 55 y 56. En alguna medida, el concepto de enclaves de la memoria podría asimilarse al de flash-bulb memories, especialmente en lo que hace referencia a su carácter de recuerdos vívidos, de calidad fotográfica/visual, recuerdos de gran significado personal y emocional. HISTORIA ORAL 23 gracias al cual una persona o un grupo se aprehenden en su unidad»20. Este esfuerzo de reconocimiento nos permite la relación con nosotros mismos y con los otros. Asimismo, la memoria garantiza el sentido de continuidad temporal al sujeto. En palabras de Paul Ricoeur «el vínculo original de la conciencia individual con el pasado reside en la memoria»21. A partir de la noción «recuerdos de futuro», Antonio Damasio ha planteado que el hilo conductor temporal que vertebra la subjetividad no se dirige sólo hacia el pasado, sino que incorpora también la idea de porvenir. En esta medida, planificar, desear y proyectar, son funciones de la memoria que ayudan a construir el yo. La subjetividad, entendida como una realidad contingente, sometida al factor tiempo y, en esa medida, asumida como un hecho historizable, es un producto de la memoria. Sin embargo, el procesamiento de las emociones y la elaboración de los recuerdos no es estrictamente un acto individual. Los individuos vivimos dentro de grupos, familiares o sociales, en los que construimos los recuerdos memorables de nuestra experiencia individual y colectiva. Maurice Halbwachs, plantea que «el individuo evoca sus recuerdos apoyándose en los marcos de la memoria social»22. Ciertamente, la memoria individual y la memoria social resultan inseparables. Existe entre ambas una relación simbiótica. Así, siempre que queremos saber algo de un acontecimiento social pasado tenemos que preguntárselo a una persona, porque no existe un sujeto colectivo de la memoria que conserve y organice los recuerdos como lo hacen las personas individuales23. Pero, como ya hemos planteado, los recuerdos individuales se gestan colectivamente. Por ello, y aunque parezca paradójico, sólo podemos acceder a los significados de la memoria colectiva a través de versiones individuales de la misma. Existe, entonces, una interdependencia permanente entre las experiencias individuales y su modo particular de iluminar la memoria colectiva y la manera en que ésta, que se encuentra en constante reformulación, ayuda a dar forma y a significar constantemente las experiencias personales24. El concepto de memoria colectiva creado por Maurice Halbwachs incorpora esa perspectiva dinámica y flexible. Desde su punto de vista, la memo- 20 Mercedes Vilanova, «Rememoración en la historia», Historia, antropología y fuentes orales 30, 2 (2003), 29. 21 Paul Ricoeur, La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido (Madrid: Arrecife, 1998), 16. 22 Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria (Barcelona: Anthropos, 2004), 336. 23 A propósito de esto, Alessandro Portelli dice que «la elaboración de la memoria y el acto de recordar son siempre individuales: recuerdan las personas, no los grupos», Alessandro Portelli, The Battle of Valle Giullia. Oral History and the Art of Dialogue (London-Wisconsin: University of Wisconsin Press,1997), 157 (la traducción es mía). 24 Maurice Halbwachs, La memoria colectiva (Zaragoza: Prensas Universitarias Zaragoza, 2004), 37, 50. 24 MIREN LLONA ria colectiva no sería sólo el conjunto de tradiciones y acontecimientos del pasado, que pueden ser recordados y transmitidos por una generación sino, especialmente, el contexto de significaciones sociales y culturales operativo, tanto en el momento en el que se fabrican los recuerdos individuales, como en el momento de rememoración de los mismos. De esta manera, el vínculo estrecho que une la memoria individual y la memoria colectiva hace de los recuerdos personales una instancia compleja que permite explorar las condiciones privadas y públicas en las que se produce y se transmite lo recordado. El concepto de memoria colectiva cobra, desde esta perspectiva, un valor heurístico importante. Se trata de diseccionar el testimonio a partir de este concepto complejo y de analizar, por separado, las cuatro instancias que eclosionan en el relato: el pasado, el presente, lo individual y lo colectivo. Así, en todo testimonio personal deberíamos realizar, por un lado, el ejercicio de encontrar lo que hay de genuinamente individual, representativo de la imaginación particular del sujeto; al mismo tiempo, deberíamos hallar lo específico de la memoria social de una época; por otro lado, debemos poder aislar lo representativo del pasado, del momento en el que se fabricó el recuerdo; de la misma manera, deberíamos advertir aquello que está redefinido por el presente, reelaborado en el momento en el que se ha producido la rememoración. Este ejercicio de deconstrucción del testimonio permite poner de relieve que la memoria no es sólo un fenómeno psicológico individual sino que es el resultado de una experiencia colectiva que, además, está en un proceso constante de revisión como efecto del paso del tiempo y de la propia experiencia individual25. En Anexos: Ejercicio práctico 4, entrevista a Polixene Trabudúa, se ofrece un ejemplo de deconstrucción del testimonio a partir de las cuatro instancias de análisis que incorpora el concepto memoria colectiva. Este enfoque del concepto memoria colectiva que proponemos, permite observar cómo se produce la interacción entre lo público y lo privado, pero subrayando la capacidad del sujeto para cambiar y para hacer sus propias elecciones. La historiadora Nerea Aresti ha planteado que los discursos no operan sobre los individuos de forma unilateral, sino que se produce un «juego de integración y resistencia, [en el que], los discursos se convierten en algo distinto, pasan a ser parte de una identidad recreada, un nuevo sujeto de acción política»26. Desde esta perspectiva, los discursos se mueven de la sociedad al individuo y viceversa, produciéndose una relación de ida y vuelta. El análisis de los testimonios subjetivos ayuda a percibir la forma en que los 25 Una reflexión sobre la relación entre la memoria individual y la memoria colectiva y sobre cómo se produce la conversión de ésta última en memoria histórica en Miren Llona, «Memoria e identidades. Balance y perspectivas de un nuevo enfoque historiográfico», La Historia de las Mujeres: perspectivas actuales, Cristina Borderías (ed.) (Barcelona: Icaria, 2008). 26 Nerea Aresti, Masculinidades en tela de juicio. Hombres y género en el primer tercio del siglo XX (Madrid: Cátedra, 2010), 22-23. HISTORIA ORAL 25 individuos reciben las narrativas dominantes y las transforman creando nuevas articulaciones de lo existente. El concepto de estructura del sentir, elaborado por Raymond Williams, resulta especialmente útil para descubrir las nuevas sensibilidades que están en estado emergente en un contexto cultural e histórico. Las estructuras del sentir son narrativas nuevas, en el sentido de frescas, insólitas para el contexto de una época, que aparecen en los relatos subjetivos, y que muestran las contradicciones y la distancia existente entre los ideales dominantes y las aspiraciones y deseos individuales27. La relación entre los relatos elaborados por la persona entrevistada y la cultura en la que ésta se inscribe, ha sido objeto de reflexión por parte de los/as historiadores/as orales y ha dado lugar a la elaboración de la teoría de la compostura28. Esta teoría permite poner en relación dos cuestiones de gran importancia en el proceso de elaboración de los relatos de vida. Por un lado, la manera en que la historia contada se basa en discursos propios de la cultura de una época. Y por otro, la forma en que el sujeto construye su yo, esforzándose por conciliar su historia personal con esos discursos públicos. Se produce, entonces, lo que podríamos llamar un proceso de concertación entre lo que tiene legitimidad desde el punto de vista social y cultural y las pautas que un sujeto sigue al elaborar su propia historia. El objetivo de ese proceso de concertación sería lograr la compostura, es decir, conseguir una forma de representación/exhibición de uno mismo aceptable para el sujeto29. El concepto de compostura se refiere, entonces, a la constante renegociación a la que el sujeto somete sus historias, con el fin de sintonizar con el universo cultural en el que se desenvuelve. La historiadora Penny Summerfield ha puesto de relieve que también se producen descomposturas en los relatos de vida. Ella ha observado, en entrevistas realizadas a mujeres, que en el momento de construir el relato se produce una tensión entre el testimonio y los 27 Raymond Williams, Marxismo y literatura (Barcelona: Península, 1980), 154. Michael Pickering realiza un extenso análisis de las propiedades de la estructura del sentir en Michael Pickering, History, Experience and Cultural Studies (Houndmills-London: MacMillan Press, 1997), 31-37. 28 Para un compendio extenso sobre la theory of composure ver Lynn Abrams, Oral History Theory (London, New York: Routledge, 2010), 66-70. Para una revisión crítica del término ver Anna Green, «Individual remembering and “collective memory”: theoretical presuppositions and contemporary debates», Oral History 32, 2 (2004), 39-40. Para una profundización del concepto y la aparición del término discomposure ver Penny Summerfield, «Discomposing the subject. Intersubjectivities in oral history», en Feminism and Autobiografhy: Texts, Theories, Methods, Tess Cosslett, Celia Lury y Penny Summerfield (eds.) (London-New York: Routledge, 2000), 91-94. 29 Graham Dawson lo define del siguiente modo: «La historia que se cuenta es siempre la preferida entre otras posibles versiones, e implica un esfuerzo por parte del narrador, no sólo por lograr un relato coherente de los hechos, sino también por dar una versión del yo que sea aceptable, y que pueda proporcionar confort psíquico (paz mental)», Graham Dawson, Soldier Heroes, British Adventure, Empire and the Imagining of Masculinities (London: Routledge, 1994), citado por Abrams en Oral History..., op. cit., 67 (la traducción es mía). 26 MIREN LLONA diferentes modelos de identidad femenina disponibles en el nivel discursivo. La existencia de esa oferta múltiple de subjetividades dificulta, en su opinión, la construcción de una narrativa consistente o coherente30. En todo caso, lo que constituye, fundamentalmente, nuestra materia de estudio son aquellos recuerdos que han sido puestos en palabras y que han conformado relatos. Estamos listos para abordar la tercera característica de la memoria, su carácter narrativo. La inteligibilidad de la memoria: el orden narrativo Las escenas del pasado, aunque constituyen huellas imborrables en el recuerdo, a menudo se presentan en estado fragmentario, en desorden, sin precisión cronológica. Los recuerdos adquieren coherencia y se hacen inteligibles gracias al orden y al significado que les concede la estructura narrativa que imponemos a los mismos. Resulta inevitable que el ser humano sólo pueda acceder a lo real, sea éste pasado o presente, mediante instrumentos como el lenguaje, la retórica o la narración. Para crear, para pensar y para recordar necesitamos esa herramienta que es el lenguaje. El hándicap de la memoria no es el olvido, que constituye una condición esencial de su funcionamiento, sino el desorden, la dispersión, el caos. La memoria se volvería inmanejable sin la existencia de algún principio organizador. La retórica, es decir, la elaboración de historias, de estructuras de argumentación, de guiones, permite reconstruir los recuerdos por medio de un discurso. La narratividad permite dar forma y sentido a los recuerdos y resulta, además, la garantía de poder encontrar esos recuerdos en la cartografía de la memoria. Al narrar la memoria lo hacemos en una doble dimensión: por un lado, la memoria ha filtrado y seleccionado las historias que pertenecen a los «yoes» pasados y, por otro, la narración articula esos recuerdos en un orden dirigido desde el comentario valorativo, ético e ideológico del yo presente. Celia Fernández lo plantea del siguiente modo, «narrar la memoria significa establecer una continuidad y una coherencia entre el pasado y el presente, crear la unidad del yo a través de la red de opciones, de rechazos, de preferencias» que tomó el sujeto a lo largo de toda su vida31. Ciertamente, la coherencia del yo está en el centro de las preocupaciones de los/as investigadores/as. Lynn Abrams entiende que el propio formato de entrevista que llamamos historia de vida invita al protagonista a contar una historia acabada, es decir, a construir una versión coherente del yo, en la forma de un relato, que guiado por 30 Summerfield, «Discomposing the Subject», op. cit., 101. Celia Fernández Prieto, «Figuraciones de la memoria en la autobiografía», en Claves de la memoria, José María Ruiz-Vargas (ed.) (Madrid: Trotta, 1997), 82. 31 HISTORIA ORAL 27 los principios de causalidad y continuidad termina creando por sí mismo una identidad congruente32. A pesar de ello, las historias de vida de la gente común no tienen una estructura narrativa tan acabada como se pretende: a menudo esas historias no tienen un comienzo ni un final, aunque sí tienen un hilo argumental33. Lo cierto es que contar historias es algo que el cerebro hace de forma implícita como forma de mostrar la conciencia reflexiva del yo34. Los relatos de la gente común tienen personajes y argumentos, se estructuran cronológicamente y, sobre todo, toman prestados formatos narrativos que circulan en la cultura del momento: estilos melodramáticos propios de la novela rosa, estilos épicos propios de las novelas de aventuras o de la novela histórica o, a menudo, se utiliza la fábula, un género propio del folklore popular. La narración de la propia historia es en el fondo un ejercicio de intertextualidad y, para el historiador/a, tener en cuenta cómo el narrador/a ha construido su relato y qué formato ha elegido son datos significativos que ayudan a la comprensión del contenido de la historia. Marie-Françoise Chanfrault-Duchet afirma que los modelos narrativos son importantes porque transmiten, por sí mismos, una visión particular de la historia. Así, ella plantea, aún a riesgo de resultar simplificador, que el modelo épico sugiere una visión de la historia en la que el sujeto se une con la comunidad en la consecución del cambio; el estilo romántico, por su parte, muestra un sujeto que entiende el cambio a través de la noción de progreso y de desafío individual; finalmente, el estilo picaresco muestra una visión en la que el cambio se produce cuestionando los valores sociales dominantes35. Alessandro Portelli ha planteado que, en términos generales, existen tres modelos narrativos principales: el primero es el «institucional», un relato contado en tercera persona y que se refiere a temas políticos, ideológicos y nacionales; el segundo es el «comunal», se trata de un relato que está contado en primera persona del plural y que se utiliza para dar cuenta de la acción colectiva, centrada en los lugares de trabajo o en los barrios; el tercero es el «personal», que constituye un relato contado en primera persona del singular en el que se cuentan temas personales, del ámbito familiar o doméstico. Portelli señala, además, que estos modelos no aparecen nunca completamente separados. Al contrario, plantea que la narrativa oral es precisamente el arte de combinar estos modelos y construir con ellos relatos significati- 32 Abrams, Oral History..., op. cit., 33. Para un análisis elaborado de la estructura narrativa de los relatos de vida ver en este mismo volumen el capítulo de Jordi Roca i Girona y Lidia Martínez Flores, «Mi vida tu vida, la nuestra. Determinantes y configuración de la estructura narrativa de los relatos de vida». 34 Antonio Damasio, Y el cerebro creó al hombre (Barcelona: Destino, 2010), 438. 35 Marie-Françoise Chanfrault-Duchet, «Narrative and Socio-Symbolic Analysis», en Women’s Words, The Feminist Practice of Oral History, Sherna Berger Gluck and Daphne Patai (eds.) (London-New York: Routledge, 1991), 81 (la traducción es mía). 33 28 MIREN LLONA vos36. En todo caso, el uso predominante de uno u otro estilo puede dar claves para descifrar el sentido de las propias historias: así, el uso del estilo personal de forma continua puede apuntar a que el narrador/a adopta la posición de héroe/heroína de su propia vida. Lo mismo que el uso del estilo institucional o comunal podría significar falta de confianza en la propia historia o ausencia de orgullo de clase y de pertenencia a un grupo o comunidad. En todo caso, se han detectado diferencias de género en lo que se refiere a la narración/exhibición del yo en los relatos orales, que introducen matices importantes en estos modelos generales. Chanfrault-Duchet ha observado que, en las historias de vida de las mujeres, el yo social está sobredeterminado por su condición de mujer y que, en esa medida, sus historias de vida muestran, sobre todo, el grado de vigencia de determinadas representaciones colectivas femeninas, características del momento histórico que han vivido esas mujeres. En términos de mitos femeninos, operativos en la estructuración de narrativas con carácter socio-simbólico, Chanfrault-Duchet se refiere a «la Madre y la Mujer: la Madre generatrix, la Madre protectora, la mala Madre, la Esposa ejemplar, la Chica descarriada, la Prostituta», como mitos fundacionales del yo, que proveen escenarios fundamentales para la construcción de anécdotas femeninas37. Lynn Abrams también se hace eco de estudios que han detectado diferencias significativas en las formas en que hombres y mujeres cuentan sus historias. Así, parece que las mujeres tienden al uso del estilo indirecto, lo que significaría que cuentan más lo que otra gente ha dicho, palabra por palabra, mientras que los hombres hablan más con sus propias palabras, contando historias que tienen un asunto y, en cierta medida, son memorables. También se plantea que las mujeres no construyen argumentos lineales sino que mezclan la cronología repitiendo y volviendo de atrás en adelante a lo largo de la historia, incluyendo, además, muchos detalles circunstanciales38. De la misma manera, autores como Kristin Langellier y Eric Paterson han planteado que las formas de contar de las mujeres constituyen «una forma de sociabilidad» mientras que las de los hombres «una forma de autoenaltecimiento». Desde su punto de vista, las mujeres asumen la responsabilidad de organizar los eventos familiares que hacen posible el contar historias y mantener lo que se llama «la historia germen», es decir la historia que es conocida por el grupo familiar, que se cuenta una y otra vez y que cimenta 36 Portelli, The Battle..., op. cit., 27. Chanfrault-Duchet, «Narrative and socio-symbolic analysis», op. cit., 78, 81 (la traducción es mía). Para una reflexión sobre el determinante de género en los relatos sobre el exilio republicano en México ver en este volumen el capítulo de Pilar Domínguez, «Ellas nos cuentan: los relatos de vida en la historia del exilio republicano en México». 38 Lynn Abrams se basa en el estudio de G. Bennett, «And I turned round to her and said…»: a preliminary narrative of shape and structure in women’s storytelling», Folklore 100, 2 (1989), 167-83, en Abrams, Oral History..., op. cit., 119. 37 HISTORIA ORAL 29 los lazos familiares39. Desde mi punto de vista, estas orientaciones y estos estereotipos resultan útiles si somos capaces de historizarlos y de no aplicarlos de forma mecánica. Los determinantes de género cambian y están sometidos a una constante redefinición. En esa medida, parece más útil poner en relación a las personas y sus historias de vida, con las condiciones de posibilidad que las han hecho posibles en cada momento, que aplicar mecánicamente modelos de género estereotipados y atemporales. Considero mi estudio sobre la construcción de las identidades de las mujeres de las clases medias, durante los años veinte y treinta, un ejemplo de cómo poner en relación los testimonios femeninos con el contexto concreto de una época40. En este trabajo, trato de mostrar la forma contradictoria en que las mujeres de las clases medias transitaron, durante esas décadas de cambio, entre dos polos identitarios, el de la figura de la señorita y el de la mujer moderna, hasta recalar, mayoritariamente, en la creación de otro modelo identitario, que he denominado la nueva mujer. Esta nueva identidad femenina logró trascender las limitaciones que restringían la acción de las señoritas al mundo doméstico, pero sin llegar a la transgresión representada por la mujer moderna. A través de los relatos orales, muestro cómo las nuevas mujeres redefinieron las señas de identidad femenina de clase media y las adaptaron a un nuevo contexto político y social. Por un lado, incorporaron nuevos atributos y capacidades, propios del ámbito público, a la feminidad, sin poner en cuestión la diferencia sexual y de género. Por otro, consiguieron respeto en la esfera pública hacia la diferencia que ellas representaban, una diferencia basada en los valores de la maternidad y del cuidado. Y, por último, lograron mantener la integridad de las condiciones de distinción de la clase media haciendo de la religiosidad y de una domesticidad redefinidas sus señas de identidad más características. Este trabajo permite comprobar que sólo poniendo a dialogar las narrativas orales con el contexto socio-cultural es posible comprender los contenidos de la subjetividad de una época. Para finalizar, tenemos que señalar que los relatos producidos en el contexto de una entrevista no constituyen meros relatos autobiográficos. Existe una conciencia creciente de que los relatos orales son producto de una relación dialógica: la que se establece entre el entrevistador/a y la persona entrevistada. El investigador/a ayuda a la producción de un determinado relato, que no podemos considerar ni habitual, ni inalterable, sino cambiante, en función de las condiciones en las que el sujeto narra su historia. Alessandro Portelli afirma, incluso, que «lo que se dice en una entrevista normal de historia oral no ha sido nunca antes dicho de esa manera»41, es decir, el relato 39 Kristin Langellier and Eric Peterson, Storytelling in Daily Life: Performing Narrative (Philadelphia, PA: Temple University, 2004), 108-9. 40 Miren Llona, Entre señorita y garçonne. Historia oral de las mujeres de las clases medias bilbaínas (Málaga: Universidad de Málaga, 2002). 41 Alessandro Portelli, The Battle..., op. cit., 4. 30 MIREN LLONA de una entrevista ha sido producido para una audiencia concreta y constituye, en alguna medida, una versión de la historia de vida que el sujeto, de forma fragmentaria o acabada, tiene en la cabeza de sí mismo. En una entrevista de historia oral la figura del/de la entrevistador/a, y el marco de investigación que impone, hace que el relato oral sea el producto de un ejercicio de intersubjetividad, y no una declaración unilateral del narrador. La historia de vida no es una esencia que guarda el sujeto, que repite invariablemente, y cuyo desvelamiento se produce en el momento de la entrevista. La persona entrevistada no tiene una verdad que el/la entrevistador/a descubre, sino que, en función de diferentes condiciones de reflexividad y de comunicación, el/la narrador/a puede elaborar distintas versiones de su historia individual. De hecho, Lynn Abrams plantea que el documento de historia oral creado en una entrevista es el resultado de un diálogo a tres bandas: el que mantiene el/la narrador/a consigo mismo, el que se produce con el entrevistador/a, y el que el sujeto sostiene con los discursos culturales del pasado y con los vigentes del presente42. Profundizaremos más en las condiciones de creación del testimonio oral en el siguiente apartado, en el que abordaremos cuestiones relativas al proceso de producción de la entrevista. La creación de fuentes orales: entrevistar, entre-verse, hablar-se, conocerse43 Hasta ahora hemos visto que la memoria tiene sus propias peculiaridades, y una de ellas es que la memoria autobiográfica se manifiesta de forma narrativa. A la hora de entrevistar, una de las dificultades más grandes es, precisamente, saber cómo abordar la forma narrativa en que se expresa la memoria. El papel eminentemente interrogativo del entrevistador/a a menudo destruye la lógica narrativa del relato del entrevistado/a. Habitualmente, plantea Ronald Grele, «mientras nosotros destruimos la narración como tal, nuestros entrevistados tratarán rápidamente de restaurarla: «¿Dónde estaba?» preguntan, y siguen contando». Por esta razón, este autor plantea que la producción de una narración verdadera, en la que los recursos narrativos gobiernen la construcción del testimonio, sería el objetivo a conseguir, aunque muchas veces el entrevistador/a impida que esto se desarrolle de esta manera44. El conflicto es objetivo y se sitúa más allá de la buena voluntad del entrevistador/a, ya que son los lenguajes que utilizan ambos, entrevistador/a y entrevistado/a, los que responden a lógicas internas distintas. El lenguaje 42 Lynn Abrams, Oral History..., op. cit., 59. Mercedes Vilanova plantea «Entrevistarse implica literalmente ver-se el semblante, entre-verse, entre-vistarse, hablar-se.» Mercedes Vilanova, «Rememoración en la historia», op. cit., 33. 44 Ronald J. Grele, «¿Quién y por qué contesta?», Historia y fuente oral 5 (1991), 124. 43 HISTORIA ORAL 31 usado por el entrevistador/a es el lenguaje analítico y su forma consiste en la pregunta. El lenguaje usado por el entrevistad/a es el lenguaje narrativo y su forma consiste en el relato. Cada uno de ellos tiene una teleología que opera dentro de ellos. El conflicto entre ambas formas de expresión fluye y refluye en la entrevista, bajo el manto de la cortesía, produciéndose una pugna por el control de la entrevista y, en consecuencia, por el control de la interpretación. El/la entrevistador/a se encuentra siempre atrapado en un dilema; si interviene en la construcción de la narración, se entromete en el proceso de elaboración del relato; si por el contrario, no lo hace, claudica de su responsabilidad como productor de la entrevista. La única solución es que el/la entrevistador/a tome conciencia de su papel estimulador y conductor y se muestre activamente discreto/a. Al comenzar la entrevista, la labor del/la entrevistador/a consiste en establecer relación con la persona entrevistada, invitándola a iniciar su relato. A veces olvidamos que la primera persona que habla en una entrevista de historia oral no es el/la entrevistado/a sino el/la entrevistador/a. La pregunta inicial evoca respuestas cuya acogida, por ambas partes, puede ser impredecible. El entrevistador/a define el guión inicial y el narrador responde con un relato. La autoridad parece que la ejerce el/la entrevistador/a pero, a menudo, el/la entrevistado/a tiene sus propias prioridades y va perfilando el discurso de la entrevista. La entrevista de historia oral hay que trabajarla como una narración conversacional45, creada conjuntamente por el entrevistador/a y el/la entrevistado/a. El poder refluye entre una y otra figura: desde el/la entrevistador/a anticipándose e interviniendo discretamente, desde el/la entrevistado/a con su implicación oral y emocional. A pesar del contenido autobiográfico de la entrevista y del segundo plano que ocupa el/la entrevistador/a en ella, una vez que la persona acepta y autoriza ser entrevistada cede al/la entrevistador/a los derechos sobre la información volcada en la entrevista. Así, la propiedad intelectual de la entrevista, como producto acabado y acto de creación que es, pertenece a su realizador/a46. Sin embargo, aunque la ley ceda la propiedad intelectual de la entrevista al/la historiador/a, desde el punto de vista ético, el entrevistador/a debe velar porque los fines, de orden cultural e investigador y para los que se autorizó la entrevista, sean siempre respetados. 45 Ronald Grele desarrolla su concepto de «conversational narrative», en Ronald Grele, «Private memories and public presentation: the art of oral history», en Envelopes of Sound. The Art of Oral History, Ronald Grele (ed.) (New York, London: Praeger,1991), 257-258. 46 En España la actual Ley de Propiedad Intelectual (Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril de 1996 (BOE de 22/04/1996), por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual) define, en su artículo 5.1, como autor a «la persona natural que crea alguna obra literaria, artística o científica». Es pues al autor al que se le asignan o atribuyen los derechos plenos que la Ley protege, conforme establece el artículo 1 de la L.P.I. al decir que: «La propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación». 32 MIREN LLONA El método de la historia de vida Lo que en historia oral llamamos historia de vida es un tipo de entrevista que busca conectar con la interpretación reflexiva que una persona hace de su propia vida. Este formato de entrevista se aleja de la perspectiva periodística e interrogativa y trata de hacer de la conversación el mecanismo a través del cual la persona entrevistada dé cuenta de los acontecimientos significativos de su vida. El sentido y el significado de la propia existencia se van construyendo a lo largo del tiempo y van cambiando al calor de las diferentes experiencias que jalonan una vida. Esto significa que un relato de historia de vida está siempre disponible en la mente de las personas sin importar la edad. Pero la historia de vida resulta especialmente valiosa cuando la captamos en esos momentos de «revisión de vida» a los que accedemos a partir de la vejez, momentos que potencian en las personas una posición reflexiva autobiográfica. La reminiscencia y la revisión de la propia vida son aspectos normales y esenciales del proceso de envejecer, por eso los ancianos se convierten en expertos de la historia de su propia vida47. El tiempo que una persona pasa dejándose acompañar de sus recuerdos es proporcional a su edad. Así, cuando uno se vuelve anciano y disminuye la movilidad física o van fallando el sentido de la vista o el oído, cuando ya no vive buena parte de la gente con la que se compartió el tiempo de la vida, las personas se van refugiando en el pasado vivido, en los recuerdos. Como ya planteamos, existen enclaves de la memoria donde se pueden escuchar las voces de antes y sentir las emociones del pasado; lo mismo que se puede seguir discutiendo con la gente a la que todavía se tiene algo que decir. Los enclaves de la memoria son recuerdos grabados hondamente, en los que uno puede revivir episodios reconfortantes o ser asaltado por sufrimientos imborrables. El éxito de una buena entrevista es acompañar a la persona entrevistada, a través de la topografía de sus recuerdos, a sus enclaves de la memoria. Acceder a esos lugares privilegiados, emocionalmente connotados, es el objetivo a alcanzar en el encuentro intersubjetivo que se produce en una entrevista. Por esta razón, el tipo de narración conversacional que pretendemos provocar con el tipo de entrevista que llamamos historia de vida, no tiene como objetivo fundamental la obtención de información objetiva o de evidencias, sino que su finalidad es conseguir un registro subjetivo que muestre cómo un hombre o una mujer contempla su vida en conjunto o una parte de la misma. Precisamente, el modo en que hablan de ella, cómo la ordenan, qué enfatizan, qué omiten o las palabras que escogen son datos importantes 47 Joanna Bornat, «Reminiscencia e historia oral: ¿Universos paralelos o empeño común?», Historia, antropología y fuentes orales 26 (2001), 53-77. HISTORIA ORAL 33 para la comprensión de la entrevista. El texto que creamos por medio de la entrevista es el discurso fundamental a examinar y constituye un documento de carácter subjetivo, que incluirá errores, imaginaciones y silencios. Precisamente, es la obtención de este tipo de información, lo que constituye el verdadero atractivo de la historia oral, y lo que nos permite afirmar que los recuerdos no sólo revelan lo que pasó, sino el significado de lo que pasó. Por ello, la historia oral resulta menos adecuada para transmitir o confirmar la evidencia de unos acontecimientos concretos que para ahondar en el sentido de los mismos48. Los testimonios orales no son un simple registro de hechos del pasado y, en esa medida, no son una manera de llenar los vacíos dejados por otro tipo de documentación. Muy al contrario, los testimonios orales son productos culturales complejos que necesitan ser interpretados, y que no deberían tratarse como discursos autoevidentes. Para crear un espacio que permita el surgimiento de una historia de vida, la intimidad será el factor clave del éxito de la entrevista. El informante debe estar a gusto y a solas. Normalmente la presencia de otra persona inhibe la espontaneidad y ejerce presión sobre la persona que transmite su historia49. Lógicamente, los/as mejores candidatos/as a la realización de historias de vida son aquellas personas que manifiestan una disposición a hablar con sinceridad y sin reservas para que quede constancia de lo dicho. También aquellas personas que han realizado una reflexión sobre la propia experiencia y quieren contarla, o las personas que son capaces de comprender su propia experiencia personal dentro de un contexto social e histórico50. En definitiva, las personas que tienen interés por recordar el pasado y contarlo resultan buenas informantes. Sin embargo, es importante no recurrir únicamente a los narradores entusiastas que se expresan de manera articulada. Normalmente, hay que elaborar un coro de voces significativas en el que estén también integradas las personas, a priori, con menos cualidades para la historia de vida51. 48 Dora Schwarzstein, «Fuentes Orales en los archivos: desafíos y problemas», Historia, antropología y fuentes orales 27 (2002), 167-177. 49 Valerie Raleigh Yow es contundente al respecto y plantea que «la presencia de otra persona en la habitación cambia la entrevista» y advierte, especialmente, de «no permitir la entrevista conjunta de marido y mujer, porque la presencia de uno inhibe la actuación del otro», en Valerie Raleigh Yow, Recording Oral History, A Guide for the Humanities and Social Sciences (New York, London: Altamira Press, 2005), 94. 50 Linda Shopes, «Diseño de proyectos de historia oral y formas de entrevistar», Historia, antropología y fuentes orales 25, 2001, 133-142. 51 Un ejemplo de creación de una composición coral de testimonios, en el que los relatos de las protagonistas centrales se complementan con los de los personajes secundarios en Miren Llona, Entre señorita y garçonne..., op. cit. 34 MIREN LLONA Pautas para entrevistar. Problemas y dificultades en la realización de entrevistas52 Además de las recomendaciones que se dan a continuación, Rosa GarcíaOrellán establece en este mismo volumen una serie de criterios de carácter etnográfico para la realización de la entrevista53. El estilo del entrevistador/a Teniendo en cuenta todo lo planteado anteriormente, las cualidades de un/a buen/a entrevistador/a serán las siguientes: valentía, flexibilidad y capacidad de autogestión. La valentía para establecer las mejores condiciones de realización de la entrevista; la flexibilidad para adaptarse a las características particulares de cada persona entrevistada; y la capacidad de autogestión para dejarse guiar por sus propias intuiciones e ideas en el momento de la entrevista. Ciertamente, cada persona desarrollará un estilo personal, al calor de su propia experiencia. En última instancia, la experiencia en sí misma, es decir entrevistar mucho, será la mejor escuela del/la entrevistador/a. En todo caso, y más allá de los estilos personales, siempre hay que intentar lograr un equilibrio entre los objetivos y las necesidades del/la investigador/a y los de las personas entrevistadas. El ritmo de la entrevista debe ser lento, sensible y respetuoso. Se trata de aprender a escuchar de forma empática, es decir poniéndose en el lugar del/la entrevistado/a o convenciéndole, por medio de tácticas verbales y no verbales, de que estamos realmente escuchando sus historias. Finalmente, es necesario aprender a preguntar en un estilo sencillo, breve y sensible. 52 Sobre cómo conducir una entrevista de historia oral ver: Pilar Folguera, Cómo se hace historia oral (Madrid: Eudema, 1994), 38-67. Dean Hammer, Aaron Wildavsky, «La entrevista semi-dirigida», Historia, antropología y fuentes orales 4 (1990), 23-61. Shopes «Diseño de proyectos de historia oral», op. cit., 133-42. Paul Thompson, La voz del pasado. La Historia Oral (Valencia: Alfons el Magnánim, 1988). Chantal de Tourtier-Bonazzi, «Proposiciones de metodología», Historia, antropología y fuentes orales 6 (1991), 181-91. Charles T. Morrisey, «On oral history interview», The Oral History Reader..., op. cit., 107-13. Laura Benadiva, Historia Oral relatos y memorias (Buenos Aires: Mapue, 2007), 39-57. 53 Rosa García-Orellán plantea cómo a una entrevista hay que ir con un proyecto de investigación definido y con una intención que responda al objeto de estudio que estamos trabajando. Además, García-Orellán advierte de que en una entrevista no siempre lograremos una historia de vida, dado que muchos informantes no siempre quieren llevarla a cabo o, simplemente, no tienen facilidad para ello. Finalmente, García-Orellán hace hincapié en la importancia de los mediadores de las entrevistas, «porteros», que garantizan que las personas a las que entrevistamos nos den su confianza, ver Rosa García-Orellán, «De la oralidad a la intención biográfica» en este mismo volumen. HISTORIA ORAL 35 Preparación para la entrevista Antes de realizar la entrevista es necesario documentarse lo más posible sobre el contexto de la persona que vamos a entrevistar: los lugares significativos, las redes de asociaciones, los acontecimientos o procesos históricamente importantes, la escala de valores… toda la información complementaria es importante. El objetivo es ser capaz de mantener una conversación con el/la entrevistado/a y, para ello, debemos convertirnos en interlocutores capaces. Cuanto más abundante sea la información previa, más rica en contenido será la entrevista. A continuación, elaboraremos una guía de temas para la entrevista. Asimismo, fijaremos una lista de las preguntas clave que queremos hacer a la persona entrevistada, y que corresponden a las preocupaciones o hipótesis que hemos elaborado para nuestra investigación. Esas preguntas clave tratamos de formularlas a todas las personas que conforman la muestra. En cierto modo, dentro de la variabilidad existente entre unas entrevistas y otras, esas preguntas fijas nos permiten elaborar campos de información que luego pueden ser comparados entre sí. Hay que formular las preguntas de forma sencilla y breve. El enunciado más acertado es aquél que empieza por cómo. En realidad, debemos recordar que el relato de una entrevista nos conduce a saber cómo se vivió lo que pasó. Se trata de elaborar una mezcla de preguntas cerradas y abiertas con el objetivo de provocar el recuerdo. La forma en que planteemos las preguntas ayudará al/la entrevistado/a a relajarse y a potenciar el talante de contar historias: — Preguntas cerradas: ¿Dónde naciste? ¿Cuántos hijos/as tienes? — Preguntas abiertas, de las que se espera obtener respuestas más largas en la forma de historias/anécdotas: Háblame de los recuerdos de tu infancia, de cómo se vivía cuando eras pequeño/a. Es preciso evitar el siguiente tipo de preguntas: — Preguntas con segundas: ¿Te sentiste mal cuando tuviste que partir para el exilio? Cambiarlo por ¿Cómo te sentiste cuando tuviste que marchar al exilio? — Preguntas académicas, abstractas y rebuscadas: ¿Podría analizar su nivel de conciencia política durante los años de la transición? Preguntar, en cambio, por cosas de la vida cotidiana de la gente de la época. Establecer una entrevista: cómo quedar A menudo resulta difícil acceder directamente a las personas que queremos entrevistar. Siempre es necesario un interlocutor, un contacto, una persona que nos abre la puerta de las personas entrevistables. A partir de ahí hay que acercarse a nuestros interlocutores de forma respetuosa, hay pensar 36 MIREN LLONA que las personas entrevistadas nos están haciendo un favor dedicándonos su tiempo y contándonos sus historias. Al conectar con un entrevistado potencial hay que: — Decirle quién eres: nombre, trabajo que estás haciendo, de qué organización vienes. Ser muy breve en las explicaciones. — Describir el proyecto: objetivos centrales explicados en un lenguaje accesible. Explicarle que con la información se hará un libro, una exposición… — Dejar claro en qué consiste la entrevista: la gente cree que la entrevista es la de los periodistas o la de los policías, un interrogatorio. Es necesario explicar que se trata más bien de conversar sobre el pasado y la vida cotidiana de otra época. — Garantizar el anonimato y la confidencialidad es imprescindible: algunos/as entrevistadores/as graban el permiso oralmente antes de empezar la entrevista. Sin embargo, algunas personas se sienten protegidas tras el seudónimo y lo prefieren. El uso de seudónimos también puede ser una opción del/la entrevistador/a, que habría que explicar. Si es así, no conviene grabar, al comenzar la entrevista, ni su nombre ni sus datos personales. Lo que sí es indispensable es que, al acabar, la persona entrevistada firme el documento de aceptación. El documento a suscribir por las personas entrevistadas lo podéis descargar en http:// www.ahoaweb.org/propiedad-intelectual.php. — Quedar, finalmente, en un lugar que le venga bien al/la entrevistado/a, y plantear que será algo que no durará más de hora y media. Hacer la entrevista: «entre verse», «hablar-se», conocerse Antes de ir a la entrevista hay que asegurarse de llevar: la guía de preguntas, que, por otro lado, no mostraremos al/la entrevistado/a; el equipo de grabación, con las suficientes pilas, baterías etc.; un bolígrafo y bloc de notas para apuntar todos los detalles tras la entrevista. Además, es necesario averiguar dónde está el sitio de la entrevista y no llegar jamás tarde. En la casa o en el sitio en que nos han convocado, no empezar a grabar si el lugar no guarda buenas condiciones de realización de la entrevista. Este es uno de los momentos en que el/la entrevistador/a tiene la oportunidad de mostrar que es el/la productor/a de la entrevista. Una vez que empieza la entrevista no hay que precipitarse, la lentitud es la clave para el buen desarrollo de la entrevista. Es necesario dar tiempo al/la entrevistado/a para desplazarse por su memoria y recordar, la calma es la pauta a seguir. Asimismo, cuando la persona haya empezado a hablar no hay que interrumpirla. Hay que dejar que acabe de expresar lo que está diciendo. A veces, antes de decir algo importante el/la narrador/a establece una pausa. Dejar que se complete ese silencio y no interceptarlo. HISTORIA ORAL 37 Además, hay que procurar interpretar al/la narrador/a durante toda la entrevista. Se trata de captar la intencionalidad de sus observaciones y mostrarse sensible a sus sentimientos y emociones, si éstos afloran. Cuando llegue la oportunidad, hay que plantear los temas delicados para procurar obtener un relato completo. Antes de despedirse hay que preguntar a la persona entrevistada por otros posibles narradores y, si se ha entrado en confianza, preguntar por documentos escritos e informaciones que podrían ser de utilidad. Si la entrevista ha merecido mucho la pena habrá que realizar una segunda y hasta una tercera sesión. Lo que no es aconsejable es extenderse en cada sesión más allá de la hora y media de grabación. Cuando demos por finalizada la entrevista no debemos despedirnos bruscamente, es necesario agradecer y no terminar abruptamente. Hay que dar tiempo a los/as entrevistados/as a serenarse y a volver del mundo de la rememoración. En todo caso, tanto si se es un entrevistador experimentado como si no, lo importante es mantener la idea de que entrevistar bien es el producto de un proceso de aprendizaje permanente. Etiquetando las entrevistas A cada registro oral es necesario asignarle el nombre del entrevistado/a, del/de la entrevistador/a y la fecha. Es también imprescindible hacer copias de seguridad del documento oral. Además, resulta conveniente abrir una carpeta con el nombre del proyecto y del documento con la siguiente información: — Nombre entrevistado/a. Seudónimo. — Detalles referentes al contacto: tfno., etc. — Nombre del entrevistador/a. — Fecha de la entrevista. — Lugar de realización de la entrevista. — Duración de la entrevista. El documento oral versus la transcripción54 Existe una gran dificultad para asimilar y analizar el relato de las entrevistas sin el texto de la transcripción. Merece la pena, por lo tanto, implicarse 54 Para una reflexión sobre la utilidad del documento oral y de la transcripción ver Miren Llona, «Archivar la memoria, escribir la historia. Reflexiones en torno a la creación de un Archivo de Historia Oral. AHOA, Ahozko Historiaren Artxiboa», en Historia Oral. Fundamentos metodológicos para reconstruir el pasado desde la diversidad, Laura Benadiva (ed.) (Rosario: Suramérica Ediciones, 2010), 209-212. 38 MIREN LLONA en la pesada tarea de transcribir la grabación. Podemos calcular que por cada hora de entrevista necesitaremos invertir tres en la transcripción. Como pauta general, es recomendable realizarla de la forma más literal posible, pero también es necesario recordar que la representación total de la oralidad en el lenguaje escrito es una tarea imposible55. La transcripción, por lo tanto, no sustituye al testimonio oral, sino que ambos documentos deben manejarse juntos. Los programas actuales de tratamiento de sonido permiten al investigador/a poner en relación, de forma sencilla, el texto y la voz, y hacen posible el trabajo de cotejar, al calor de la textura y los matices de la voz, el contenido de la trascripción. Esta posibilidad la libera de la ficción de literalidad respecto a la grabación, y devuelve a la trascripción su estatus de reproducción. De esta manera, la trascripción no constituye un texto cerrado y definitivo, sino un instrumento de trabajo, que debe ser revisado y reinterpretado por el/la investigador/a en función de la propia relación dialógica que establezca con la fuente. La trascripción, concebida como instrumento de trabajo, resulta imprescindible a la hora de analizar la narratividad de los relatos orales. Ésta constituye una tarea compleja, cercana a la crítica textual y al deconstruccionismo, y se ve facilitada por el manejo de un soporte escrito sobre el que trabajar. Asimismo, la transcripción posibilita el análisis pormenorizado de la entrevista: observar los errores cometidos, intuir nuevos territorios de interés o recorrer la totalidad del testimonio y sintetizarlo. Tras el análisis detallado de la entrevista, que facilita la trascripción, es cuando se toma la decisión de volver a entrevistar o no. Para concluir, podemos afirmar que entrevistar es una tarea difícil. El/la entrevistador/a debe estar atento a múltiples cuestiones: hay que escuchar, mientras, simultáneamente, se piensa sobre el significado de lo que estamos oyendo y sobre el lugar que ocupa en nuestro esquema de temas; hay que pensar qué otras preguntas pueden hacerse y cómo formularlas, además de esperar hasta que llegue el momento preciso para hacerlo; hay que recordar las preguntas que se realizaron, para saber si el/la entrevistado/a está contestando o se está desviando de la cuestión planteada, y, al mismo tiempo hay que pensar sobre el significado que podría tener tal desviación. En definitiva, entrevistar es una tarea difícil, que implica tanto escuchar y pensar intensamente como participar discretamente. 55 Sobre la alteración del significado como consecuencia de la aplicación de las normas escritas a la palabra hablada ver Kate Moore, «Perversión de la palabra: la función de las trascripciones en la historia oral», Palabras y Silencios 1 (1997), 12-19, y Kate Moore, «Sentido y sensibilidad: forma y contenido en las transcripciones de historia oral», Historia antropología y fuentes orales 21 (1999), 163-169. HISTORIA ORAL 39 ¿Cuántos testimonios? La importancia de la colección56 Además de aprender a entrevistar, es necesario crear una red de informantes suficientemente representativa de la memoria colectiva y de la cultura que queremos conocer e investigar. El problema es que no es posible establecer a priori el número de entrevistas que es necesario realizar, ni el número de personas entrevistadas que completan una colección acabada. Cada colección es un puzle que tiene sus propias claves de resolución. Es prioritario tomar conciencia de la densidad de la experiencia colectiva que queremos registrar y considerar las múltiples significaciones que se activan en la realización de las entrevistas para poder definir el momento en que es posible cerrar con sentido una colección. Hay que incorporar a los criterios del historiador/a, la experiencia y la sensibilidad del/de la etnógrafo/a. Daniel Bertaux utiliza la metáfora de la bola de nieve para describir la manera en que, en toda recopilación de testimonios, se produce un proceso de saturación de información, que indica el momento en que el coro de voces significativo parece completarse57. Creemos que este método interdisciplinar histórico-etnográfico es el que debe guiar el diseño y la consecución de cada proyecto, descartando los apriorismos sobre la creación de las colecciones de testimonios. Franco Ferrarotti, por su parte, también plantea la saturación como el momento más delicado del proceso de recopilación, que describe de la siguiente manera: «Consiste en hacer tantas entrevistas de historia oral, una detrás de otra, que al final se llegan a establecer las repeticiones, se estandariza lo vivido y la calidad de vida, se cuantifica lo cualitativo»58. Los métodos cualitativos, pues, tienen también su propia forma de confirmación y ésta tiene mucho que ver con la sensación de saciedad, de completar el mapa diseñado. El mismo proceso de composición de una colección es el que permite ir diseñando el mapa, en la medida en que vamos conociendo la variedad y la diversidad de voces que es necesario recopilar. Deberíamos lograr, por lo menos, una historia de vida, representativa de cada forma de vida y de cada experiencia detectada. La interpretación de las fuentes orales Durante los últimos treinta años, la columna vertebral de la historia oral ha sido la corriente que ha hecho del principio, dar voz a los sin voz, 56 Para una reflexión sobre la creación de colecciones significativas de testimonios en el contexto de la construcción de un archivo de historia oral ver Llona, «Archivar la memoria, escribir la historia», op. cit., 203-207. 57 Daniel Bertaux, «La perspectiva biográfica: validez, metodología y potencialidades», en La Historia oral, métodos y experiencias, Marinas, S. y Santamaría, J.M. (eds.) (Madrid: Debate, 1993), 27. 58 Franco Ferrarotti, «El conocimiento socioantropológico como conocimiento participado y verdad intersubjetiva», Historia, antropología y fuentes orales 49 (2009), 119. 40 MIREN LLONA uno de sus objetivos prioritarios. En efecto, los primeros historiadores orales partieron de la idea de que una nueva verdad, la no registrada por la historia oficial, podía ser recuperada a través de los testimonios de las personas entrevistadas. Esta convicción continúa siendo uno de los principales motores de la historia oral. Desde esta perspectiva de investigación, se ha buscado dar protagonismo a las mujeres, a las clases subalternas, a los grupos sociales marginados, a las minorías étnicas o a los grupos de gays, lesbianas y transgénero59. Asimismo, la defensa de las víctimas de la violencia política y de los diferentes genocidios de la segunda mitad del siglo XX, ha puesto de relieve la importancia de la memoria de los testigos60. La recuperación de la voz de los supervivientes ha sido un paso trascendental en los procesos de reconstrucción de la memoria histórica de las víctimas de diferentes barbaries, como el exterminio judío, el apartheid sudafricano, las dictaduras del cono sur americano, la represión franquista y un largo etc. Gracias a la nueva documentación aportada por las fuentes orales se han creado otras narrativas del pasado, se han ofrecido nuevas versiones de los acontecimientos, y se han abierto diferentes terrenos de investigación, como la vida cotidiana, la sexualidad o la formación de las identidades61. Desde el principio de los años ochenta, junto a la legítima labor de recuperación de las memorias olvidadas, la historia oral también ha hecho frente a la complejidad que el uso de la memoria y el tratamiento de los testimonios representa. Desde la primera fila de la investigación con fuentes 59 Para un ejemplo de análisis biográfico desde la perspectiva de género ver en este mismo volumen, el capítulo de Pilar Díaz, «Las fuentes orales y la construcción de relatos biográficos: mujeres trabajadoras en la dictadura franquista» y el de Pilar Domínguez, «Ellas nos cuentan». 60 Para una reflexión sobre la complejidad de los testimonios de los supervivientes de los campos de concentración, ver en este mismo volumen el capítulo de Mercedes Vilanova «Imposturas y claves sobre los republicanos españoles deportados a Mauthausen». 61 Para un estado de la cuestión de la historiografía española realizada a partir de las fuentes orales y de los desafíos de la disciplina ver Mercedes Vilanova, «El combate en España por una historia sin adjetivos con fuentes orales», Historia, antropología y fuentes orales 14 (1995); Cristina Borderías, «La Historia oral en España a mediados de los noventa», Historia, antropología y fuentes orales 13 (1995); Miren Llona, «Memoria e identidades», op. cit., 359-371 y 377-378; Elena Hernández Sandoica, «La historia de España y las nuevas tendencias de la historiografía (con especial atención a la historia oral), en Temas de Historia de España: estudios en homenaje al profesor Antonio Domínguez Ortiz, María Jesús Fuente Pérez, Alfredo López Serrano y Fernando Palanco (eds.) (Madrid: Asociación española del profesorado de Historia y Geografía, 2005), 57-67. Las cuatro historiadoras han coincidido en señalar las dificultades que la historia oral está teniendo para su institucionalización dentro de la disciplina de la historia. A este respecto, Elena Hernández Sandoica afirma que: «sigue siendo visible […] la resistencia ejercida por un sector numeroso de los historiadores al impacto culturalista y fenomenológico que incorporan las fuentes orales (es decir, la batalla librada frente a la valoración de la experiencia vivida y la legitimación del potencial heurístico de la subjetividad, cuya dimensión no siempre llega a «comprenderse») (las cursivas y las comillas son de la autora), Elena Hernández Sandoica, «La historia de España», op. cit., 65. HISTORIA ORAL 41 orales se ha insistido en la necesidad de elaborar una serie de herramientas metodológicas con las que abordar las peculiaridades del manejo de fuentes de carácter subjetivo. En 1979, Luisa Passerini, en su influyente artículo «Work Ideology and Consensus under Italian Fascism» lo expresaba de la siguiente manera: «Debemos elaborar formas de usar las fuentes orales que cumplan dos requisitos. Primero […] no podemos permitirnos el lujo de perder de vista la especificidad de la fuente oral, hay que desarrollar enfoques conceptuales capaces de sacar toda su potencialidad. Sobre todo, no podemos ignorar que la materia prima de la historia oral no consiste en evidencias, sino que constituye una expresión y representación de la cultura […]. La segunda consideración es, por consiguiente, el alcance de nuestra crítica a la concepción positivista e historicista de la historia.»62 En efecto, Luisa Passerini ha sido una de las pioneras del giro interpretativo63 en el universo de la historia oral. Este giro ha significado un cambio de paradigma, un desplazamiento desde el interés por la reconstrucción de los hechos a la búsqueda del sentido de los acontecimientos y a la preocupación por la subjetividad. Este nuevo enfoque ha avanzado en diferentes direcciones: por un lado, ha puesto de relieve la necesidad de tener en cuenta los aspectos narrativos y subconscientes de los recuerdos; por otro, ha profundizado en la cuestión de la representatividad de la memoria individual y en su directa relación con la memoria social. Asimismo, el enfoque interpretativo ha permitido indagar en la cuestión de la formación de la conciencia y en la manera en que los/as oprimidos/as incorporan la opresión en términos culturales, psicológicos e identitarios. La agencia del sujeto ha sido uno de los núcleos fundamentales de interés, abordado por la corriente interpretativa de la historia oral. El objetivo fundamental ha sido calibrar el margen de maniobra individual y colectiva en la asimilación, contestación o reproducción de las propias condiciones de dominación64. En este sentido, la historia oral comparte las mismas preocupaciones de los/as historiadores/as, que han sido encuadrados en el ámbito de lo que se conoce como microhistoria y, en términos generales, como historia cultural. Justo Serna y Anaclet Pons, en su trabajo sobre la microhistoria, recogen el sentido de la obra de historiadores como Giovanni Levi: «sus análisis ten- 62 Luisa Passerini, «Work ideology and consensus under italian fascism», The Oral History Reader..., op. cit., 53-62 (la traducción es mía). 63 María Inés Mudrovcic, Historia, narración y memoria. Los debates actuales en filosofía de la historia (Madrid: Akal, 2005), 114-115. 64 Un artículo pionero en la historiografía española sobre la importancia de la subjetividad en el estudio del cambio social en Cristina Borderías, «Subjetividad y cambio social en las historias de vida de mujeres: notas sobre el método biográfico», Arenal 4 (1997). 42 MIREN LLONA drían como objetivo evaluar la libertad del sujeto dentro del conjunto de reglas que limitan su acción»65. Desde mi punto de vista, la historia oral, entendida como un espacio de acercamiento a la agencia de los sujetos, puede llegar a convertirse en una herramienta imprescindible de la historia cultural. Esta corriente de la historiografía trata, fundamentalmente, de descubrir la forma en que los seres humanos han dado sentido al mundo, dentro de sistemas prescriptivos o, valga la reiteración, dentro de universos culturales determinados66. Este enfoque del pasado sitúa la cuestión de la subjetividad, de la construcción de las identidades y de los significados del cuerpo en el primer plano de la investigación histórica cultural. En este panorama, la historia oral se distingue como una de las vías privilegiadas de acceso a los significados que los individuos otorgan a sus actos, a sus cuerpos y, en definitiva, a sus vidas. Comprender e interpretar la experiencia de los sujetos exige, asimismo, romper la distinción convencional entre cuerpo y mente y concebir el cuerpo como la encrucijada en la que confluyen la cultura material y la subjetividad emocional. Roto el dique entre lo mental y lo corporal, es posible, como propone Satya Mohanty, situar las emociones en el centro del aprendizaje del mundo67. Así, la huella infligida por las emociones en el cuerpo y la interpretación que hacemos de ellas, son el principio de un proceso emotivo-cognitivo en el que se va forjando la subjetividad. Cherry Moraga ha llamado a esta experiencia «aprendizaje en carne y hueso». En primer lugar, Moraga pone el énfasis en el aprendizaje que se obtiene de la experiencia física y de la huella dejada por ella en el cuerpo. En segundo lugar, Moraga subraya la importancia de las narrativas disponibles por el sujeto para interpretar sus emociones68. La interacción entre el cuerpo y el entorno puede ser un territorio de exploración para la historia oral, a través del contenido emocional del recuerdo. Durante los años setenta el antropólogo Clifford Geertz influyó decisivamente en la manera en la que los científicos sociales empezaron a pensar 65 Justo Serna y Anaclet Pons, Cómo se escribe microhistoria (Madrid: Cátedra, 2000), 243. Para un recorrido detallado sobre los autores y las obras que dan cuerpo a la historia cultural ver, de estos mismos autores, La Historia cultural, autores, obras y lugares (Madrid: Akal, 2005). 66 Justo Serna y Anaclet Pons definen cultura como «un repertorio amplio de códigos o de convenciones, un compendio vastísimo de prótesis y de instrumentos, un depósito de reglas, de significados, de prohibiciones y prescripciones, que nos limitarían y que a la vez nos harían vivir, que nos servirían para resolver mejor o peor nuestra relación con el entorno social y físico», en Justo Serna y Anaclet Pons, La Historia cultural..., op. cit., 10. 67 Satya Mohanty, Literary Theory and The Claims of History: Posmodernism, Objectivity, Multicultural Politics (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1997), 210. Para esta idea, Mohanty se inspira, especialmente, en Toni Morrison para proponer que la identidad se construye en un complejo proceso que envuelve un esfuerzo emocional y cognitivo a la vez. 68 Cherry Moraga desarrolla su concepto de «theory in the flesh», en Cherry Moraga This Bridge Called My Back: Writings of Radical Women of Colour (Kitchen Table: Women of Colour Press, 1983), 23. HISTORIA ORAL 43 en la cultura, enfatizando la interpretación sobre la explicación. Su concepto descripción densa69 ha sido enormemente influyente y útil, también, para los/as historiadores/as culturales70. A éstos, las fuentes orales les pueden ayudar a explorar la experiencia humana, sumergiéndoles en culturas y en tiempos históricos a través de la mirada del otro. En la medida en que las fuentes orales rescatan al otro, muestran su capacidad de recuperar la diferencia. La comprensión de esa diferencia exige del/de la historiador/a sumergirse en lo local e intentar comprender lo particular de cada universo sometido a análisis. La perspectiva microhistórica es la que nos acerca a la comprensión de las redes de significación singulares, que dan sentido a la acción y a la experiencia de los sujetos entrevistados. Para entender la relación entre el sujeto y su contexto de relación, no resultan útiles las explicaciones lineales, elaboradas desde modelos generales y únicos, que desfiguran el caso e imponen una mirada convencional sobre la acción de los individuos. Como plantea Miguel Ángel Cabrera, se trata de prevenir la tendencia al etnocentrismo cultural y teórico, y evitar la imposición de una mirada uniforme, realizada desde presupuestos universales, que no respetan el contexto histórico71. En esta misma línea de preocupaciones, Giovanni Levi ad- 69 El planteamiento de Geertz parte de la idea de que los sujetos están suspendidos en redes de significación tejidas por ellos mismos y de que el investigador/a, para acceder a ese universo conceptual, debe interpretar el sistema de significados de esa cultura a través de sus símbolos, sus rituales, sistema de creencias, etc. Existe en Geertz una renuncia a la explicación causal de los fenómenos, pero no así a la explicación hermenéutica de los mismos. Sumergirse en culturas y comprender cómo suceden las cosas es el primer paso para la interpretación/explicación de los fenómenos culturales, en Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (México: Gedisa, 1987), 33-37. 70 Para una certificación del peso de la antropología y de lo simbólico en la Historia Cultural ver Lynn Hunt «Introduction: history, culture and text, Hunt, L., The New Cultural History (Berkeley: University of California Press, 1989), 15-17. Para una puesta al día sobre el concepto de cultura ver Victoria E. Bonnell y Lynn Hunt, «Introduction», en Beyond The Cultural Turn..., op. cit., 8-11; William H. Sewell, Jr., «The concept(s) of culture», en Beyond The Cultural Turn..., op. cit., 52-55. Un compendio sobre aspectos teóricos y metodológicos de la Historia Cultural en Anna Green, Cultural History (Hampshire-New York, Palgrave Macmillan, 2008), 4. En el contexto de la historiografía española: sobre la crisis de la historia social y el surgimiento de una historia postsocial ver José Javier Díaz Freire, «Cuerpo a cuerpo con el giro lingüístico», op. cit. Miguel Ángel Cabrera «De la historia social a la historia de lo social» Ayer, 62 (2006), 165-192. Miguel Ángel Cabrera «La crisis de la historia social y el surgimiento de un historia postsocial», Ayer, 51 (2003), 201-224. Teresa María Ortega López «Sobre historia y posmodernidad. La historiografía en los últimos tiempos», en Por una historia global: El debate historiográfico en los últimos tiempos, Teresa María Ortega López (ed.) (Granada, Universidad de Granada, 2007), 13-40. Elena Hernández Sandoica, Tendencias historiográficas actuales (Madrid, Akal, 2004). Una reflexión crítica sobre la influencia de la obra de Clifford Geertz en la historiografía en Carlos Reynoso, «Fuera de contexto: la hermenéutica geertziana en la historia cultural y en la arqueología interpretativa», Historia, antropología y fuentes orales 44 (2010), 80-83. 71 Miguel Ángel Cabrera, «El debate sobre el etnocentrismo tras la crisis de la modernidad», Historia, antropología y fuentes orales 41 (2009), 103. 44 MIREN LLONA vierte del peligro de la generalización y de la imposición de una única racionalidad sobre los hechos históricos72. Pero, ¿significa esto la renuncia a las categorías de análisis y a la pretensión de explicar, desde presupuestos teóricos, la complejidad del mundo social y cultural? No necesariamente. Estos dos mismos autores, que nos previenen del peligro de la generalización, señalan, sin embargo, la importancia de trascender lo local y de aplicar conceptos o herramientas teóricas. El cuestionamiento de la uniformidad no presupone la ausencia de coherencia. Miguel Ángel Cabrera plantea que es necesario asumir que las identidades son efectos de la mediación de un cierto sistema de diferencias proporcionado por un imaginario73. En ese sentido, tratar de descodificar el sistema de diferencias que organiza una realidad concreta es una tarea necesaria en el uso de los testimonios orales. Desnaturalizar los discursos de las personas entrevistadas, sometiéndolos a un proceso de deconstrucción, es el primer paso para comprender el sentido de los testimonios. Joan W. Scott sostiene que el significado se construye por medio de la diferenciación y que ésta se fija por medio de oposiciones binarias, es decir, gracias a pares de significados contrastados, que mantienen entre sí una posición jerárquica en términos de valor y de poder74. Desde su perspectiva, no tomar por verdadera la presencia y el orden establecido de esas jerarquías es un ejercicio teórico imprescindible, que ayuda a comprender y a explicar las historias particulares. A través de la deconstrucción, por ejemplo, de la oposición binaria masculino/femenino, es posible conocer de qué manera los individuos experimentan la diferencia sexual en cada momento. El género sigue siendo, pues, una categoría útil, tanto para analizar la reglamentación de los cuerpos sexuados, como para identificar las distintas cadenas de significados, sociales, políticos y culturales, asociados a aquéllos, y a la memoria de las personas entrevistadas. Se trata, entonces, de no reforzar, lo que Jacques Derrida denomina homohegemonía, es decir la hegemonía de lo homogéneo, sino el contraste, que permita vislumbrar la diferencia y comprenderla75. Esto no implica ni una renuncia a la coherencia ni a responder a preocupaciones generales, sólo significa que partimos de realidades culturales concretas, que no constituyen unidades cerradas ni estables. La vocación de universalidad y la inclinación por aportar 72 Giovanni Levi, «Reflexiones sobre la historia», Historia, antropología y fuentes orales 44 (2010), 36. 73 Miguel Ángel Cabrera, «El debate», op. cit., 105. 74 Joan W. Scott, «El género: útil para el análisis histórico», en Historia y género. Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Amelang, J.S. y Nash, M. (eds.) (Valencia: Alfons el Magnanim, 1990), 42. Joan W. Scott, «Sobre el lenguaje, el género y la historia de la clase obrera», Historia Social 4 (1989), 88-90. 75 Cristina de Peretti, «Jacques Derrida: un filósofo tentador», en Lengua por venir/Langue à venir, Hélène Cixous-Jacques Derrida, Marta Segarra (eds.) (Barcelona: Icaria, 2004), 17. HISTORIA ORAL 45 resultados generalizables se hace patente en la voluntad por comprender y teorizar el cambio social, pero desde realidades y experiencias locales. A propósito de esto Giovanni Levi plantea que «la historia se construye sobre fragmentos, trazos e indicios, que sirven para identificar relevancias, para generalizar preguntas más allá de la particularidad de la situación o del evento»76. Para la tarea final de escribir historia con fuentes orales, la perspectiva hermenéutica de análisis exige poner en un mismo nivel de importancia las fuentes orales y los documentos escritos. Los testimonios orales, por ello, se citarán también, de la misma manera que las pruebas escritas, «como verificaciones textuales de la interpretación histórica», en palabras de Alessandro Portelli77. El producto historiográfico del que estamos hablando elabora un tipo de narrativa histórica que se apoya en el análisis combinado y simultáneo de diferentes tipos de recursos discursivos: la prensa y las revistas de la época; los discursos prescriptivos de orden médico, jurídico o religioso; los imaginarios colectivos en el sentido de los prejuicios, los convencionalismos y las tradiciones culturales; las narrativas sobre los ideales de masculinidad y de feminidad, los mandamientos sobre el papel de los sexos y sobre los binarismos de género; las novelas, el cine y los artefactos culturales de masas; y, finalmente, los relatos orales de carácter biográfico, los testimonios y las narrativas personales. Con todo ello, trataremos de dar cuenta de una realidad cultural compleja y de elaborar un texto historiográfico. De esa manera, habremos contribuido a profundizar el diálogo entre el pasado y el presente y habremos creado un texto que podrá ser contestado y que, en todo caso, quedará abierto a otras interpretaciones. Conclusiones El objetivo principal de este trabajo ha sido realizar una puesta al día de las principales cuestiones relacionadas con la investigación histórica con fuentes orales. En primer lugar, he abordado el tema de la naturaleza de la memoria, desde la convicción de que una mirada interdisciplinar desde la neurobiología puede aportar nuevas claves explicativas para la historia. Me he acercado, así, a las cualidades materiales/corporales de la memoria, y a la importancia de las emociones para la conformación de los recuerdos. A continuación, he mostrado las características fundamentales de la memoria: su carácter creativo y dinámico; su directa implicación en la construcción identitaria de los sujetos; y la naturaleza narrativa de los recuerdos, el hecho de que la memoria sólo sea inteligible a través del lenguaje. A continuación, he emprendido la tarea de facilitar el camino de los/as investigadores/as, que se plantean realizar entrevistas. Para ello, el texto 76 77 Giovanni Levi, «Reflexiones», op. cit., 38. Alessandro Portelli, The Battle..., op. cit., 17 (la traducción es mía). 46 MIREN LLONA ofrece una serie de pautas para encarar, de manera profesional, el encuentro con la persona entrevistada y la preparación de colecciones significativas de testimonios orales. El paradigma de entrevista que propongo es la historia de vida. Este tipo de entrevista constituye una forma de diálogo con la persona entrevistada, que prioriza la estructura narrativa del recuerdo, y que resulta la mejor garantía de acceso a la memoria de las personas entrevistadas. Asimismo, he puesto el énfasis en el carácter intersubjetivo del acto de entrevistar y en la necesidad de ser consciente del papel productor/conductor que el entrevistador/a juega en el proceso de rememoración. Finalmente, he encarado la cuestión del tratamiento de las fuentes orales y he insistido en la necesidad de incorporar un enfoque hermenéutico de las mismas. El giro interpretativo, del que la historiografía oral italiana ha sido pionera, propone desplazar el centro de interés de la reconstrucción de los hechos a la búsqueda del sentido de los mismos y a la interpretación de la subjetividad. Desde esta perspectiva, la agencia del sujeto, es decir, el margen de maniobra de los individuos en el contexto de sus propias condiciones de posibilidad, se convierte en uno de los focos de atención prioritarios de la historia oral. En esta medida, la historia oral puede resultar una herramienta imprescindible para la historia cultural. Esta corriente de la disciplina, que ha confluido de forma interdisciplinar con la antropología y con la sociología, se plantea comprender los significados que los individuos otorgan a sus actos, a sus cuerpos y a sus vidas, dentro de universos culturales determinados. La deconstrucción del pensamiento normativo y del «sentido común» de una época, presentes en las narrativas testimoniales, resulta, así, una tarea imprescindible, que la historia oral debe incorporar a su agenda de trabajo. En el mundo global en el que vivimos, la apuesta por el reconocimiento de la diversidad es un factor clave para el desarrollo de una historia que recoja los distintos sentidos del pasado. En ese camino, la historia oral ha recorrido ya un largo trecho, pero le quedan, también, muchos territorios nuevos que explorar. Anexo 1: entrevista a Paz Eguía78 La revisión del pasado desde la instancia del tiempo presente La entrevista a Paz Eguía fue realizada en 1998 cuando Paz tenía 88 años. Ella fue una mujer que se hizo maestra en las Mercedarias de Be78 Entrevista a Paz Eguía (1910), Miren Llona, 17-10-1998 (extracto) Archivo Ahoa. Paz Eguía fue una mujer que estudió Magisterio. Estos estudios fueron planteados como una estrategia de promoción económica para toda la familia, cuando su madre se quedó viuda. En el momento en que acabó sus estudios no ejerció. Contrariando la voluntad de su madre, tomó la decisión de hacerse monja y estuvo la mayor parte de su vida en distintas misiones que la Orden de las Mercedarias estableció en el continente sudamericano y en Filipinas. http://www. ahoaweb.org/coleccion.php?col=7 HISTORIA ORAL 47 rriz en los años veinte y que luego el resto de su vida fue misionera y docente en diferentes colegios por el mundo. Este testimonio es un ejemplo de la influencia del presente en el proceso de rememoración y de la posibilidad de distorsión del pasado a la luz de los cambios sociales y culturales operados en el presente. En su caso, la forma sobredimensionada de percibir el presente como un momento cargado de posibilidades de futuro para las jóvenes, obliga a Paz a realizar una reevaluación de su experiencia y de sus elecciones de una forma parcial. Así, aunque el horizonte de posibilidades de las muchachas de las clases medias en el primer tercio del siglo veinte era estrecho, Paz peleó por elegir y logró esquivar la única opción que parecía posible, el matrimonio o la soltería, y optó por una tercera vía, hacerse monja. Esto le permitió conocer mundo y realizarse como profesora. Su relato es, en ese sentido, una experiencia de rebeldía, gracias a la cual se abrieron para ella nuevos horizontes, pero su percepción subjetiva del presente le impide valorar su elección de una manera más imparcial. «— ¿Y eso, usted cómo lo explica, por qué en aquella época había, más vocaciones, en general? — … porque mira, yo creo que, en general, la vida ha cambiado mucho, los criterios han cambiado mucho, una joven ya no busca más que “voy a estudiar una carrera, voy a ocupar un puesto”. … Yo no pensaba en el porvenir de mi vida fuera ¿eh? (asiente). Yo no pensaba más que lo corriente en las chicas, mis hermanas, ¡jolín! que se tenían que casar o se tenían que quedar solteras, no pensaban en otros planes. No había ese porvenir que ahora tenéis ¿no?: “pues yo hago una carrera, luego hago esta cosa”. Hay muchas cosas que hacer en la juventud ¿no? (asiente). Todas las chicas tenéis muchos planes y, entonces no teníamos planes, o nos casábamos o nos quedábamos solteras o, o nos íbamos a un convento (asiente) no había éste florecer que es un… florecer la sociedad ¿no? que la mujer pues vale para muchas cosas más que para casarse y ser monja ¿eh? (asiente)… — ¿Pero entonces usted, en la elección de ser monja, pensaba que estaba eligiendo algo diferente? — … sí, algo diferente, pero bueno (asiente) bueno, y como que no había otra salida (asiente) o te quedas en tu casa, o te casas, o te vas monja. No sé, como que no había esa ambición que hay hoy, de todas las chicas, por sencillas que sean. Yo he estado viviendo en Otxarkoaga: ahora voy a esto, y luego voy a voy a servir en una casa, voy a ganar dinero, que luego voy a estudiar, y luego voy a ver si puedo hacer un Secretariado. Todas, todas, todas, tenéis un porvenir, lleno de proyectos (asiente) lleno de proyectos. Y a mí me parece que entonces nos faltaba eso de los proyectos (asiente) ¿eh? teníamos como un… círculo muy cerrado.» Este testimonio es, pues, representativo de la constante interactuación del presente sobre el pasado. El recuerdo se crea en el pasado y es fruto de las emociones de ese momento, asociadas a una experiencia vital. Pero el pro- 48 MIREN LLONA ceso de rememoración se realiza en el presente y el recuerdo siempre queda sometido a su influencia y a su reevaluación. No existe un recuerdo fijo y único. El recuerdo está siendo resignificado constantemente al calor de lo vivido y de la percepción/valoración que hacemos del presente. En todo recuerdo debemos pararnos a analizar qué parte de la información se refiere al pasado y qué es lo que está siendo reevaluado desde el presente, desde las condiciones concretas de realización de la rememoración que, en el caso de las historias de vida, coincide con el momento de la entrevista. Anexo 2: entrevista a María Sans79 La infalibilidad de la memoria y la apariencia autoevidente del recuerdo La entrevista a María Sans la realicé en 1998 cuando María tenía 92 años. Mientras transcurría la conversación entre nosotras las condiciones de evocación del relato biográfico permitieron que María recordara este verso, que ella misma había escrito cuando era joven. El verso es más largo y fue recitado de memoria, casi sin vacilar y de una sola vez. Este testimonio es representativo de lo que llamo la «infalibilidad de la memoria», es decir la demostración de que la memoria, como facultad humana, es un instrumento extremadamente poderoso, capaz de registrar y guardar a lo largo del tiempo relatos que son transmitidos oralmente de forma íntegra y transparente, ochenta años después de su creación. Estas mismas cualidades favorecen la percepción del relato, como una realidad autoevidente. «— Son las siete Manolita y quedamos a las seis ¿Tanto tiempo necesitas para hacerte tu toilette? — Perdona Ramón querido, no lo hice por desdén, tiene la culpa de todo mi hermanito Rafael. Verás, vas a conocerle lo malísimo que es y la fechoría que ha hecho a mi tío Juan José. — Disculpas nunca te faltan Manolita, ya lo sé. — […] — Pero que te has arreglado, Eso no me negarás. Y que sabes no me gusta, Eso sí que es la verdad. — ¿Y por qué no he de pintarme Como todo el mundo va? Siempre me estás con lo mismo Y no me dejas en paz… 79 María Sans (1905), entrevista I, 8-2-1997, Miren Llona, extracto Archivo Ahoa. María Sans fue una mujer católica y conservadora. Por origen social pertenece a la pequeña burguesía comercial bilbaína. Su padre era dueño de un afamado comercio en el Casco Viejo de Bilbao. http://www.ahoaweb.org/coleccion.php?col=7 HISTORIA ORAL 49 — Ni te dejaré Manola, Mientras sigamos igual. Yo a la mujer que se pinta No la puedo ni mirar. De por qué antes me gustaste Yo te expondré la razón. Tu extrema sencillez me llamó más la atención Entonces no te pintabas Estabas mucho mejor. La frescura de tu cara Por demás me cautivó Hoy, en cambio, Manolita, Yo no puedo tolerar Que siendo antes tan bonita Te quieras ahora afear, Porque entonces mi ilusión Se desvanece por completo. Te quiero sin arreglar, Te guardaré más respeto. — Entonces… pierdo el encanto Porque me pinto ¿verdad? Pues yo creí lo contrario, Que te iría a agradar más. Es que yo no sé Ramón, Es que tú eres especial. — ¡Ojalá que me imitases En esta especialidad! Y no sólo tú, chiquilla, Sino el mundo en general. Si el pintarse es muy grotesco, Tanto o más que el Carnaval. Dime tú ahora, Manolita Si te gusta el antifaz. — No, con esto que estás diciendo Ya no me pintaré más… Y como sé que me quieres, No me pintaré jamás. — Prométeme así, Manola, Y mi dicha será eterna. No tengo más ambición Que una mujercita buena.» El realismo del testimonio refuerza la idea de que a través del verso estamos accediendo directamente a la vida de las mujeres de los años veinte. El hecho de que el presente de la rememoración apenas modifique el relato, que surge espontáneamente dentro de la historia de vida, y de que el verso construya un hilo conductor ininterrumpido, potencia su verosimilitud y su reconocimiento como realidad auténtica. Esta apariencia de autenticidad estimula 50 MIREN LLONA la actitud positivista ante el testimonio y refuerza la idea de que el relato funciona como un espejo de la realidad de aquel tiempo. Por el contrario, si partimos de la idea de que el testimonio es una expresión de subjetividad vinculada a una memoria colectiva concreta, encontramos que el relato es representativo de una parte de la sociedad del momento, en concreto, de una joven perteneciente a las clases medias. De esta manera, estableciendo el vínculo entre memoria individual y memoria colectiva, y tratando el relato como un discurso que hay que interpretar, nos acercamos a lo que realmente el testimonio es: la percepción de la realidad, sobre lo que tenía que ser un hombre y una mujer, que tenían las clases medias en el período de entreguerras. En ese sentido, el testimonio de María es una expresión de los temores de esas clases medias ante la expansión de la figura de la mujer moderna, y de su actitud defensiva y conservadora frente ella. Asimismo, el testimonio no sólo muestra los prejuicios que las y los jóvenes pertenecientes a las clases medias elevaron contra el modelo de la mujer moderna, sino la manera en que el propio discurso crea realidad y transmite unos mandatos de género que potencian un modelo de mujer puritana, sometida y dependiente del juicio masculino80. El testimonio demuestra que la memoria individual y la memoria colectiva son dos instancias indisociables, que el/la investigador/a accede a la memoria social de una época a través de recuerdos individuales, que, a su vez, resultan representativos de un universo colectivo. Además, el relato constituye un fragmento de memoria capaz de sostener, por sí mismo, el sentido de una autobiografía, la de María, y de reforzar la capacidad de ésta de reconocerse a sí misma, como mujer católica y conservadora. Anexo 3: entrevistas a Eulalia Echevarría y Julia Urrutia Ejemplos de enclaves de la memoria El testimonio de Eulalia Echevarría81 es un ejemplo de enclave de la memoria, un recuerdo recurrente, que aparece, casi sin modificaciones, en todas y cada una de las entrevistas realizadas. El relato constituye, además, un enclave de la memoria positivo, un recuerdo grato, que hacer reír a la entrevistada y que estimula su alegría. El ejercicio de retrotraerse al momento de 80 Para un análisis de la construcción de las identidades femeninas de clase media ver Llona, Entre señorita y garçonne..., op. cit. 81 Entrevista I a Eulalia Echevarría (1901), Miren Llona, 19-05-1994, extracto, Archivo Ahoa. Eulalia Echevarría nació en Bilbao en 1901. Huérfana de padre desde los seis años, vivió en una buhardilla de la calle Ascao con su madre y sus hermanos. En su infancia Eulalia asistió al Colegio del Sagrado Corazón, pero entrando por la puerta de las chicas pobres. A los catorce años su padrino le ayudó a entrar de aprendiza de sastre en un taller. Trabajó toda su vida como costurera. http://www.ahoaweb.org/coleccion.php?col=5 HISTORIA ORAL 51 su vida objeto de la narración, provoca bienestar en el presente y, por eso, la anécdota es evocada de forma reiterada. Muchas veces este tipo de relatos describen una gran cantidad de detalles y pormenores, que subrayan la importancia del momento y de la profundidad de la emoción vivida. En el caso de Eulalia, los detalles se centran en la descripción minuciosa de un escenario específico: el que se preparaba en verano cuando las costureras, jóvenes de origen humilde, iban en tren a pasar el día a la playa y allí se juntaban con los chicos ricos, que veraneaban en la costa. El recuerdo muestra una percepción particular de la escala social, que situaba a las costureras por encima de las obreras, en una frontera imaginaria que permitía a aquéllas entrar en relación con las clases medias, ofreciéndoles una oportunidad de ascender socialmente. El aspecto externo, en ese tránsito por la superficie de contacto con las clases medias, era de capital importancia: el cuerpo, sus realces, gustar y resultar atractiva eran la garantía del éxito en el escenario que se abría en la playa. Ciertamente, la frontera final se centraba en el cuerpo. El contacto físico con los chicos, en el trance de aprender a nadar, era directo. Desde el sentido del decoro de la época, la situación podía ser calificada de arriesgada. Sin embargo, es la emoción que proporciona la aventura, la que da valor al momento y al recuerdo. ¿Cuál es la impresión que guarda ese recuerdo y que provoca su rememoración reiterada en el presente? Probablemente, la emoción de regresar a un momento en que la vida estaba abierta a un horizonte múltiple de posibilidades, a la seguridad de un cuerpo joven y bello, a la aventura del contacto físico, que era sentido por Eulalia como un elemento clave en sus aspiraciones de promoción social82. «Cuando había poca labor, nosotros cogíamos el tren obrero. Teníamos las horas pa cogerlo y pa volver (sic). Porque primero era el obrero porque era más barato. Pues, los chicos, los ricos les gustábamos las costurerillas, porque había fábricas y la de fábrica alternaba con el obrero. Y estos ricos y también los de comercio, los de banca, alternaban con nosotras. Era como clases que había, ¿no entiendes? Bueno, pues nosotras íbamos con la tortillita y las alpargatitas blancas y una batita mona, batita, pero estilo vestidito, percales muy bonitos, ¿no entiendes? Pues cogíamos el tren obrero con la tortillita y las alpargatitas blancas, no las alpargatas de ahora, con su cinta blanca aquí doblada. Pues nos salían los chicos que estaban veraneando. Éramos costureras, ya venían. Traían para pescar, traían unos cacharros para sacar gusana. Nos enseñaban a nadar, jugábamos al hinque. Lo pasábamos bien. Y luego a freír. Ya se ponían ellos. Había txoznas, era una 82 Para un análisis del cuerpo de las modistas como representativo de la incorporación de las nuevas disciplinas sobre higiene, belleza y sexualidad ver Miren Llona, «Los otros cuerpos disciplinados. Relaciones de género y estrategias de autocontrol del cuerpo femenino (primer tercio del siglo XX)», Arenal 14, 1 (2007), 79-108, y Miren Llona, «La realidad de un mito: la aspiración de ascenso social de las modistillas en el Bilbao de los años veinte y treinta», Asparkia. Investigació Feminista 14 (2004). 52 MIREN LLONA mesa con unas botellas, te freían también si querías. Y decíamos: “ya freiremos nosotras”. “No, no, ya freiremos nosotros”. Les gustaba andar de cocinero. Pescábamos. Se hacía a ver quién pescaba más. Se pasaba bien. Y nos enseñaban a nadar. A nadar se puede llevar de dos formas: de la cintura o de la barbilla. Y nosotras cuando nos iban a enseñar a nadar: “Oye, nos tenéis que enseñar de la barbilla”. Y ahora me río, pero entonces no me reía. No nos dábamos cuenta. Tiene que ser de la barbilla, porque de la eso, decíamos “¡igual baja la mano!” (se ríe). Ahora me río, pero cuando eras chavala no te dabas ni cuenta. Nosotras decíamos pues muy fácil, va la mano…. Éramos mal pensadas. Así que tenía que ser de aquí, te enseñaban de aquí (de la barbilla). Bueno, pues luego cuando se terminaba la cosa, tú cogías tu tren obrero y ellos se quedaban allí, y se acabó. Pero pasabas el día, eras joven, pasabas el día formidable con ellos.» Uno de los objetivos principales de una buena entrevista es conseguir acompañar a las personas entrevistadas en su particular viaje a sus enclaves de la memoria. Éstos constituyen relatos íntimos, con un alto valor subjetivo y resultan útiles para analizar la construcción de las identidades. En el caso de Eulalia y de las mujeres situadas en el límite inferior de las clases medias, el relato permite afirmar la centralidad del cuerpo en el proceso de construcción de la identidad femenina durante los años veinte y treinta. El testimonio de Julia Urrutia83 es, asimismo, un enclave de la memoria pero representativo de una emoción negativa. Es decir, el relato constituye la rememoración de un trauma, de un recuerdo amargo, pero también recurrente en su historia de vida. En la medida en que es reiterativo, ese recuerdo da un sentido fundacional a su experiencia vital: el testimonio representa un antes y un después en su vida. La situación que rememora dolorosamente es la decisión tomada por el padre de convertirla en la sustituta de su madre en el cuidado del hogar y de la familia. Esta decisión paterna truncó sus aspiraciones personales de forma definitiva. Asumir las circunstancias y cumplir con las obligaciones impuestas terminó siendo su fuente principal de dignificación personal y una pauta de comportamiento a lo largo de su vida. «Yo he sido… Yo he ejercido dos cosas, ser ama de casa, porque mi padre fue viudo a los 25 años, yo me quedé sin madre a los 9 años. … Mi padre me eligió para ser sirvienta en su casa. Yo guisar, yo fregar… ya me tenía que quedar en el puesto de mi madre, como era la mayor mi padre estaba solo. Yo me cargué con todo, con una casa de diecisiete metros y medio de pasillo entre la entrada y la parte estrecha eh! Y tres hermanas Antonia, Juanita e Irene, más una primita que tenía los padres en Neguri y que 83 Entrevista I a Julia Urrutia (1909), Miren Llona, 22-2-1997 (extracto), Archivo Ahoa. Julia Urrutia nació en 1909 en Bilbao. Su madre vino de Bermeo a servir a la villa y se casó con un ebanista del astillero Euskalduna. Tuvieron cuatro hijas. La madre murió en la epidemia de gripe de 1918. Julia se encargó de la casa y de la familia hasta que sus hermanas se hicieron mayores y se casaron. http://www.ahoaweb.org/coleccion.php?col=5 HISTORIA ORAL 53 iba a la escuela con mi hermana Irene. Pues yo tuve que manejar todo eso, Yo lavar, yo planchar, yo coser, yo todo. Mi padre ha tenido diferencia conmigo y con mi hermana Antonia. Mi padre siempre ha tenido puestos los ojos en mi hermana Antonia. Y yo no, a mi no, yo tenía que ser otra cosa. No había más obligación no… no podía ser otra cosa.» Los enclaves de la memoria, tanto de signo positivo como negativo, son una fuente privilegiada para el conocimiento de las identidades porque son relatos cargados de huellas emocionales que permiten explorar de forma óptima las elecciones, las prioridades y la toma de decisiones de los individuos, así como la huella de esas emociones en el cuerpo. Anexo 4: entrevista a Polixene Trabudua84 Disección del testimonio en cuatro instancias de análisis a partir del concepto memoria colectiva «Tú sabes lo que era un mitin, por ejemplo en Fuenterrabía, en un frontón lleno, lleno, lleno, que había gente de todo Iparralde… El sentir que había dos mujeres y dos hombres hablando en ese mitin. Que eso no se había visto nunca, ni en España tampoco. No se había visto. A mí muchas veces en Sondika me llamaban marimacho. Me dijo un día Mariano, un monárquico que vivía allí: “¡Esa machorra!”, con un desprecio tremendo. Yo era muy femenina. Yo era tremendamente femenina. He sido una mujer eminentemente femenina. Me tildaba de macho porque era moderna, porque llevaba una vestimenta un poco atrevida. Yo era muy criticada, muy criticada y muy admirada al mismo tiempo, e imitada también. Yo creo que sí hicimos nuestra pequeña laborcita ¿eh? Yo creo que sí hicimos ¿verdad?, para modernizar un poco las mentalidades de tanta maternidad y paternidad y la mujer en casa y la mujer sacrificada y la mujer buena y la mujer, la mujer, la mujer. Jamás a la mujer se le ocurrió que podía poner pantalones, jamás, pero sí unas faldas un poco plisadas, un poco largas, unas botas y unas camisas de cuadritos… Ser un poco viril y de vestirte un poco… con faldas plisadas y anchas y botas… No era signo de virilidad. Era signo de libertad. De sentirte libre, de poder ser igual que los hombres en muchas cosas. Yo creo ¿eh?» El presente de la rememoración El testimonio de Polixene Trabudua es el resultado de un ejercicio de reevaluación de la experiencia vivida al calor del cambio social y cultural vi- 84 Entrevista II a Polixene Trabudua (1912), Miren Llona, 17-1-1999 (extracto), Archivo Ahoa. http://www.ahoaweb.org/coleccion.php?col=7 54 MIREN LLONA vido por ella, y que corresponde al momento de la rememoración. El surgimiento y la expansión del movimiento feminista, durante los años setenta y ochenta en el País Vasco, han posibilitado un cambio de percepción y de valoración de la acción de las mujeres en un sentido positivo. Así, Polixene ha incorporado al relato sobre su experiencia de trabajo y organización en Emakume Abertzale Batza, órgano femenino del Partido Nacionalista Vasco en los años treinta, un elemento de dignificación como resultado del incremento del respaldo social a la actividad política femenina en el presente, que no procede del momento en el que se creó el recuerdo en los años treinta. La memoria colectiva feminista del presente le ha permitido enorgullecerse de su identidad como mujer políticamente activa, una identidad criticada y denostada en aquel momento. El pasado de la formación del recuerdo La emoción principal, que provoca la huella en la memoria de esta experiencia, está relacionada con el carácter excepcional del hecho que se recuerda: dos hombres y dos mujeres en un mitin ante una audiencia muy concurrida era una situación fuera de lo común en el contexto de los años veinte y treinta. La sensación de estar protagonizando un hecho histórico refuerza, asimismo, la percepción de ser especial en un sentido positivo y esto logra neutralizar el efecto negativo que el cuestionamiento de su feminidad, por un entorno social hostil, podría haber causado. El testimonio da la medida de la intensidad con la que estos acontecimientos se vivieron y de la huella emocional que causaron. Lo representativo de la memoria social de una época El testimonio es representativo de una memoria social, hegemónica en los años veinte y treinta, atravesada por la cultura de la diferencia sexual que imponía una segregación estricta de las esferas femenina y masculina. En ese contexto, no se veían con buenos ojos a las mujeres que se atrevían a transgredir las fronteras y a entrar en el mundo de lo público. De hecho, el calificativo «machorra», que parece que merecían las mujeres políticamente activas, da la medida del nivel de descalificación que acarreaba el cuestionamiento del orden social y de género que significaba una mujer políticamente activa en la esfera pública. El testimonio da la medida del alto nivel de esencialización/sexualización del mundo en el que vivieron estas mujeres en los años treinta y de las dificultades que tuvieron que superar las que se lanzaron al activismo político. HISTORIA ORAL 55 Lo genuinamente individual Lo auténticamente individual de este recuerdo es precisamente aquello que muestra que se está produciendo un cambio mentalidad y una redefinición de la memoria social de la época. La nueva estructura del sentir, que es posible percibir en este relato, está relacionada con el nacimiento de un deseo de igualdad entre hombres y mujeres. El testimonio recoge la voluntad de desafiar al orden sexual de la diferencia. A la vez, la transgresión procura una experiencia percibida en términos de libertad: una sensación nueva no experimentada nunca antes de esa manera. En el universo cultural de la diferencia sexual, hegemónica en los años veinte y treinta, esa incipiente aspiración de igualdad entre hombres y mujeres va a provocar una redefinición de la identidad femenina normativa y la posibilidad de desplegar nuevas formas de ser mujer. Gracias a los testimonios orales podemos detectar el surgimiento de una nueva mentalidad desde el momento mismo de su nacimiento. Como se pone de manifiesto, la tarea de disección de un testimonio oral es complicada, puesto que las cuatro instancias de análisis que manejamos están totalmente interrelacionadas y su separación para el examen a menudo resulta un proceso algo artificioso. Sin embargo, la utilización del concepto memoria colectiva, desde esta perspectiva hermenéutica, garantiza una exploración exhaustiva de todos los elementos que están presentes en el relato y su puesta en práctica resulta imprescindible para comprender el significado, siempre complejo, de los recuerdos. Bibliografía ABRAMS, Lynn, Oral History Theory, New York: Routledge, 2010. ALBERTI, Verena, «Más allá de la versiones: las narrativas en la historia oral», Historia, antropología y fuentes orales 33 (2005), 53-63. ARESTI, Nerea, Masculinidades en tela de juicio. 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Los diversos posicionamientos teóricos van a incidir en la reflexividad que se aplica a las historia de vida. La puesta en práctica de la perspectiva biográfica, con sus actitudes metodológicas, nos sitúa en una relación de intersubjetividad, que se aplica a lo largo de todo el proceso de investigación. Éste, a su vez, está sometido a una triple observación: la del investigador; la de la persona investigada; y la de la construcción del dato, hasta enmarcarlo en el texto abierto a la intertextualidad. Palabras clave: Historia oral, intención, perspectiva biográfica, dato, memoria. Introducción Desde que comienzan a tener relevancia los relatos de vida e historias de vida para las ciencias sociales, en la década de mil novecientos veinte del pasado siglo, siempre ha existido una orientación teórica que ha ido cambiando. El objetivo de este trabajo es presentar los comienzos de esta práctica cualitativa y el desarrollo de la misma con sus actitudes metodológicas, desde la no intervención de la persona investigadora en la recogida del relato, hasta la aplicación de la perspectiva biográfica. Cuando en la realización de una investigación, utilizamos la técnica de recoger información mediante relatos de vida o historia de vida, es que hemos decidido recoger subjetividades y, en este caso, nuestra prioridad recaerá en las relaciones y en los procesos sociales que emergen en esos relatos. 62 ROSA GARCÍA-ORELLÁN Todo comienza en Estados Unidos, en el período de entreguerras, con los sociólogos de la Escuela de Chicago que deciden recoger los relatos biográficos de los emigrantes polacos de origen campesino, que se asientan en la ciudad. Chicago en estos años es un centro importante industrial en los Estados Unidos, además de un nudo de comunicaciones entre el Este y el Oeste1. La entrada de inmigrantes en la ciudad es, a la sazón, muy elevada; la mayoría son campesinos procedentes de diferentes lugares de Europa, destacando por número los polacos que acuden a trabajar en la industria. Concluida la Primera Guerra Mundial, la Escuela de Chicago, liderada por William I. Thomas, decide realizar, junto con el polaco asentado en Estados Unidos Florian Znaniecki, que ha sido discípulo de Durkheim, una investigación centrada en el punto de vista del sujeto, lo que permite llevar a cabo interesantes análisis sobre las minorías inmigrantes. La obra The Polish Peasant in Europe and America, escrita por William I. Thomas y Florian Znaniecki en cinco volúmenes y publicada entre 1918 y 1920, es considerada el texto fundacional de la investigación cualitativa2. La obra constituye un auténtico hito en la historia de la sociología, al conseguir por primera vez enmarcar los resultados de la «historia de vida» en los parámetros de la ciencia de la época, con su exigencia de «objetividad» y rigor metodológico. Estamos en pleno auge del positivismo, con datos empíricos obtenidos a partir de una investigación cualitativa, pero los autores lo hacen enmarcándolos en la corriente teórica del naturalismo, lo que les lleva a una postura investigadora, caracterizada por el distanciamiento del investigador en la adquisición de la información. Estos investigadores recogen dos tipos de documentos: los primarios, con la propia historia de vida, y los secundarios. Aunque en la siguiente década adquiere protagonismo el funcionalismo y, con él, la investigación cuantitativa, desde su nacimiento en las ciencias sociales, la historia de vida ha estado siempre presente hasta la llegada de la perspectiva biográfica. Es en esta corriente, donde yo personalmente intercalo mis investigaciones desde una intención teórica que, en mi caso, será el estructuralismo y, posteriormente, la teoría interpretativa. Dicha intención, en ambas corriente teóricas, se asienta en la perspectiva biográfica3, término acuñado por Daniel Bertaux, que hace referencia a la relación de intersubjetividad que se establece entre la persona que relata y la persona investigadora que recoge el relato. En dicha relación existen una serie de actitudes metodológicas a tener en cuenta, 1 Dominic A. Pacyga, Chicago: A Biography (Chicago: University of Chicago Press, 2009). 2 Williams Thomas y Florian Znaniecki, The Polish peasant in Europe and America. Monograph of an Inmigrant Group (Chicago: University of Chicago Press, 1918-1920) Cinco volúmenes. 3 Daniel Bertaux, «L’approche biographique, sa validité méthodologique ses potentialités», Cahiers Internationaux de Sociologie LXIX, 2 (1980), 198-225. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 63 y que desarrollo más adelante. También muestro una breve reflexión sobre la memoria, ya que los accesos a la misma marcan el recuerdo y la narrativa. Vemos cómo la recogida biográfica in extenso, aún contextualizada, pero sin responder a una intención teórica y a unas actitudes metodológicas, no nos lleva a la producción del dato. La producción del dato es una construcción que exige una actitud metodológica y una intención teórica. A su vez, el dato ha de entretejerse en el texto junto al contexto y quedar abierto a la intertextualidad, término desarrollado por Mijail Batjin, quien plantea que del texto emerge una polifonía de voces que permite, también, la apertura a otras disciplinas. La corriente naturalista y la biografía Thomas y Znaniecki aplican la corriente naturalista, consistente en recoger la información sin la intervención de la persona investigadora. Por ello, las historias de vida que recogen no son historias narradas, sino una historia escrita por el propio informante, a petición de la persona investigadora, es decir, se trata de una autobiografía escrita. Como vemos, la «intención» de la persona investigadora responde a una posición teórica consistente en la concepción «naturalista» de recoger los acontecimientos sociales en un estado de pureza «natural», sin la interferencia que pueda suponer la presencia del investigador. De este modo, el hecho de que el propio actor social escriba, sin intervención externa, se considera un acto puro ya que piensan que hay que corregir todo lo que suponga una alteración, que afecte a la adquisición de información. Los autores realizan la investigación en el lugar de origen de los emigrantes, Polonia, y, a la vez, en Chicago, realizando un estudio comparativo de la situación a ambos lados del Atlántico, y utilizando, también, los archivos de la Oficina de Inmigración. Todo ello para dotarse del contexto. Los autores deciden trazar la línea conductora de la historia de vida de Wladek en el periodo de trabajo comprendido entre 1918 y 1920. No obstante, como fruto de sus investigaciones ofrecen conclusiones generales. La objetividad que buscan en estos momentos, tiene un significado muy cercano al objetivismo cientificista del positivismo clásico. Previamente, entre 1908 y 1913, comienzan los trabajos de las primeras autobiografías indias. El antropólogo Paul Radin entrega en 1923 el informe anual sobre The Autobiography of a Winnebago Indian en el Bureau of American Ethnology, publicado en forma de monografía en 1970. Por otra parte, a partir de la Primera Guerra Mundial, existe en la literatura una gran eclosión de trabajos, que muestran las biografías de los emigrantes que llegan a la ciudad de Chicago. El hecho de mostrar la voz de los individuos, y de trabajarla como dato empírico en los análisis sociales, constituye un gran avance para abrir mi- 64 ROSA GARCÍA-ORELLÁN croanálisis y para hacer emerger en el texto, no sólo resultados de encuadres teóricos, sino la voz de actores sociales inmersa en reflexiones teóricas. Este enfoque se convertiría en una de las características definitorias del producto teórico de la Escuela de Chicago: el interaccionismo simbólico4. Esta obra clarificó el marco y el espacio intelectuales, que esta disciplina debe observar y puede explorar. Sin embargo, la historia de vida, como tal, no es un descubrimiento de la Escuela de Chicago. La historia oral, como proceso descriptivo y narrativo, es tan antiguo como la Historia misma, hasta el punto de que en sociedades ágrafas constituía la forma de perpetuar los acontecimientos, conocimientos y saberes. En este ámbito, las historias de vida ensalzan el proceso de comunicación y de desarrollo del lenguaje para reproducir una esfera importante de la cultura coetánea del informante, y su aspecto simbólico e interpretativo, donde se reproducen la visión y versión de los fenómenos por los propios actores sociales. A partir de la Escuela de Chicago, la coronación de la historia de vida, la apertura de la metodología cualitativa y la transformación en dato, hacen presumir que existe una «intención», es decir, una postura teórica previa que, al principio y para las ciencias sociales, es el naturalismo. Volviendo la vista atrás, observamos una trayectoria de casi un siglo en la que han existido períodos álgidos y períodos de descenso en investigación cualitativa. Paralelamente a la Escuela de Chicago, la antropología, por su parte, instaura con Bronislaw Malinowski5, además del trabajo de campo, la observación participante en el proceso de investigación. En ésta, los relatos e historias de vida, si bien no se buscan, se pueden producir y, de hecho, se producen en la relación que mantiene la persona investigadora con el contexto que está estudiando. Pero lo más importante de la observación participante es que la persona investigadora también es sujeto de investigación, abriendo el camino hacia la relación de intersubjetividad que se establece en la recogida de información. Todo ello forma parte del método de trabajo que nos permite entender las dinámicas y los significados de los contextos estudiados. Si bien la Escuela de Chicago tuvo su gran apogeo en los años 1920, la década siguiente estuvo caracterizada por su declive. La tradición oral perdió su importancia para cedérsela a sistemas teóricos más explícitos y codificados, como el funcionalismo estructural. Sin embargo, es la Escuela de Cultura y Personalidad de Franz Boas, fundador de la Antropología cultural norteamericana, que inicia un proceso de reconstrucción histórica de las poblaciones indias dependientes de los Estados Unidos. Esta escuela trabaja con un modelo interdisciplinar que contempla la observación participante, las entrevistas, los análisis de textos históricos y, también, las histo- 4 Paul Rock, The Making of Symbolic Interactionism (London: MacMillan, 1979). Bronislaw Malinowski, Los argonautas del Pacífico occidental: un estudio sobre comercio y aventura entre los indígenas de Nueva Guinea melanésica (Barcelona: Península, 2000). 5 DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 65 rias de vida. Esta escuela sigue su propio desarrollo, aportando importantes reflexiones a la disciplina. Sin embargo, paralelo a estos estudios en el marco general de las ciencias sociales, la metodología cualitativa deja de ser relevante. Será la clásica obra de Talcott Parsons (1968) La estructura de la acción social, la que, en 1937, fijará la nueva orientación predominante, sostenida sobre una alianza entre la teoría y la investigación cuantitativa. En estos momentos, las historias de vida se trabajan de forma minoritaria a nivel científico. La brecha se abre y la controversia se produce en torno al problema de la «cientificidad» de la sociología. De este modo, surge el liderazgo hacia la nueva sociología cuantitativa, verdaderamente científica y demostrable. A esta corriente le sigue el estructuralismo de Claude Lévi Strauss6, así como la antropología interpretativa de Clifford Geertz7. Todas estas corrientes, tal y como nos señala Lyotard8, nos sitúan en una desconfianza hacia visiones totalizadoras y en el interés por la interpretación. En el plano de la producción teórica, nuestro tiempo se perfila como una época multi-paradigmática y, por otro, existe un auténtico esfuerzo, tendente a enmarcar nuestra práctica etnográfica en un plano metodológico. Hacia la perspectiva biográfica Si el primer paso que se dio en las ciencias sociales fue el de pedir a los informantes que les entregaran sus autobiografías y documentos personales, el segundo paso importante fue el análisis del propio investigador en el trabajo de campo. El tercer paso ha sido el relacional, en el sentido de asumir que la persona investigadora establece una relación comunicativa con su informante, recogiendo, de este modo, su vida. Aquí, ya se abre el paso hacia la perspectiva biográfica, que consolida la reflexión entre el sujeto y el objeto. Paralelamente a la corriente abanderada del método cuantitativo como cientificidad absoluta, va a ir eclosionando, desde varias disciplinas, la subjetividad que supone la historia de vida. En 1949 la filósofa existencialista Simone de Beauvoir publica El Segundo Sexo9. Esta obra tiene ante sí, como trabajo de investigación, la recogida de historias de vida de mujeres que muestran a la mujer desde dentro, es decir, la manera en que ella se vive a sí misma. También se abordan aspectos tales como la identidad de las mujeres o la diferencia sexual, y se presenta un gran número de microanálisis que emerge de las propias historias de vida, y que termina constituyendo una de las obras fundacionales del feminismo. 6 Claude Lévi-Strauss, Œuvres (Paris: Gallimard: 2008). Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 2000). 8 Jean François Lyotard, La condition postmoderne: rapport sur le savoir (Paris: Les Editions de Minuit, 1979). 9 Simone de Beauvoir, El segundo sexo (Madrid: Cátedra, 2005). 7 66 ROSA GARCÍA-ORELLÁN El existencialismo sartriano10 contempla las biografías, ya que su filosofía es una exaltación del individuo como constructor de su vida. A lo largo de su trayectoria intelectual, Sartre investiga, reflexiona y construye un método progresivo-regresivo para una ciencia social de la biografía: una lectura vertical y horizontal de la biografía y del sistema social. En definitiva, ya con el existencialismo existe toda una experimentación empírica en el tratamiento biográfico y, así, el escrito de Sartre L’idiot de la famille (1961) constituye un modelo de uso sociológico de las biografías. En las ciencias sociales a finales de mil novecientos cincuenta, y ya en los sesenta, se asientan con éxito la historia de vida, y los retos metodológicos que ésta conlleva. En el año 1961 el antropólogo Oscar Lewis publica The Children of Sánchez, Autobiography of a Mexican Family11. Este autor acuña el término cultura de la pobreza, como fruto de su trabajo de investigación mediante relatos e historias de vida, que estudian la pobreza desde el punto de vista social. En la introducción de la obra, nos muestra los principales problemas conceptuales y metodológicos que la historia de vida ha supuesto para él, así como el gran reto de llevarla al texto. También trata la cuestión de la subjetividad y el problema de la verdad, entre otros temas. Lewis se formula la siguiente pregunta: «¿La historia de vida habrá que concebirla como técnica, como método o como otra cosa?». Si bien Lewis pone a disposición del público los materiales originales para quien quiera consultarlos, el texto que nos ofrece es, en realidad, ya una interpretación del investigador. De hecho, éste decide su corpus final, al no plasmar la voz de sus protagonistas en primera persona, sino expuesta en tercera persona, como un resultado de la investigación. A comienzos de la década de 1960 del pasado siglo, emerge con éxito, también desde el campo de la historia, la recogida de historias de vida. En este sentido, es de destacar el trabajo que realizó Ronald Fraser en Recuérdalo tú, recuérdaselo a otros12, sobre la guerra civil española. En esta obra el autor realiza la más exhaustiva reconstrucción de la guerra civil española, basándose en entrevistas de historia oral. El autor, también reflexiona en el artículo «La formación de un entrevistador», y expone los puntos de partida que utilizó en sus entrevistas y los modos específicos para leerlas y comprenderlas en el contexto histórico. Además, en este artículo, en la búsqueda del propio sujeto metodológico, realiza un «autoanálisis»: llama la atención la actitud reflexiva que el autor mantiene durante el proceso de investigación, 10 Jean Paul Sartre, Questions de méthode (Paris: Gallimard, 2000), primera edición de 1957. 11 Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez. Autobiografía de una familia mexicana (México: Joaquín Mortiz, 1966) (primera edición española 1964). 12 Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. La historia oral de la guerra civil española (Barcelona: Crítica Grijalbo, 1979). DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 67 con un exhaustivo rigor hacia el propio sujeto metodológico13. En la conversación que mantiene con Oscar Lewis hace asomar una de sus preocupaciones: a Fraser le entusiasma que Lewis le confiese que sus libros no son antropología social sino «literatura»14. Es evidente, que ambos todavía tienen ante sí el fantasma de la «objetividad», imperante hasta el momento. No obstante, podemos considerar los años sesenta como la apertura hacia los estudios mediante historias de vida, y los de la aplicación de metodología cualitativa. Otro aspecto que quiero resaltar del trabajo de investigación de Oscar Lewis entre los sectores pobres de México y Puerto Rico, es que sus primeros trabajos no se ubican propiamente en la línea de las «historias de vida», sino dentro de la «observación participante». Ésta es típica de los tradicionales métodos de la antropología15. La observación participante pone el énfasis en la participación, no sólo en la vida social y cultural de la comunidad, sino también en la vida particular de las personas y de las familias. El camino abierto por Fraser y Lewis evoluciona con Bertaux, quien nos introduce en un nuevo término, en sí muy sugerente, la perspectiva biográfica16. Mediante este término englobamos todo un proceso de observación y de reflexión que aplicamos a lo largo de la recogida biográfica. El análisis del sujeto/objeto está presente, es decir la persona investigadora es consciente de que su informante también está mediado en su relato por la relación que establece con el investigador. Por ello, es imprescindible aplicar las actitudes metodológicas tales como: la superación del propio etnocentrismo, el extrañamiento, la confianza, pero no la adhesión…, entre otras. Abordar una perspectiva biográfica supone que vamos a utilizar los relatos de vida con la finalidad de investigar relaciones, normas y procesos, que configuran la vida social. Para ello, las actitudes metodológicas de la persona investigadora y la mediación de los informantes con los contextos de relación, nos conducen a crear el entramado de la investigación. La perspectiva biográfica Trabajar con historias de vida no es únicamente recoger itinerarios biográficos personales o comunitarios, hechos vividos o representaciones mentales que corresponden a una vida, es mucho más. El método de la historia de vida se basa en la combinación de exploraciones y preguntas, dentro del contexto de un diálogo con el informante. La persona investigadora busca respon13 Ronald Fraser, «La formación de un entrevistador», Historia y fuente oral 3 (1990), 129-150. 14 Ibidem, 136. 15 Oscar Guasch, Observación participante (Madrid: CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1977). 16 Daniel Bertaux, «La aproche biographique», op. cit., 198-225. 68 ROSA GARCÍA-ORELLÁN der a su objeto de investigación, enmarcándolo en unas unidades de análisis y observación. Es de ahí de donde surge la narrativa que debe adquirir entidad de dato. Para ello, es necesario el trabajo de la persona investigadora, que ha de aplicar una actitud metodológica, dentro de la relación de intersubjetividad que se produce en la recogida de información, además de su intención teórica. La relación de intersubjetividad, a diferencia de la postura de la Escuela de Chicago, supone que la persona investigadora recoge la información biográfica, y para ello ha de adquirir una serie de posturas metodológicas en dicha recogida de información, tales como la superación del etnocentrismo, el extrañamiento, la confianza, pero no la adhesión…, dotar al texto de intertextualidad, es decir, abrirlo y referenciarlo a otras disciplinas, si es necesario. Vamos a ir mostrando varios de estos aspectos, partiendo del principio de que recogemos información biográfica y, sin embargo, producimos el dato. Que los datos son producidos significa: primero, que nos acercamos a las diferentes fuentes de información e informantes, según sea nuestro planteamiento u objeto de estudio; segundo, que la información se recoge con una intención que responde a una corriente teórica; tercero, además de la dotación de contexto, añadiremos la intersubjetividad, desde la que es posible contemplar las actitudes metodológicas que se aplican a la relación que se establece entre la persona investigadora y el informante. La dotación de contexto a la fuente de información que estamos recogiendo, nos va introduciendo en diferentes casuísticas. Así, Norman Denzin, que comenzó a estudiar el consumo de alcohol en los bares, desde el punto de vista teórico de la interacción simbólica, acabó investigando sobre las estructuras de producción de los alcoholes17. En definitiva, es importante captar los contextos donde interactúan nuestros informantes, pero, además, según el objeto de estudio que investigamos, es preciso tener en cuenta el entramado de interrelaciones. Es el caso de mi investigación Hombres de Terranova, que estudia las relaciones internacionales en la pesca, los nuevos marcos geopolíticos en los países ribereños con la instauración de las doscientas millas marinas y los problemas de sostenibilidad de los recursos pesqueros, todo ello estaba definiendo el marco de estrategias de la actividad pesquera española en aguas internacionales y, a su vez, estaba afectando, intrínsecamente, a la for17 Denzin, N.K., Sociological Methods: a Source Book (Chicago: Aldine Publishing Company, 1970). Mi propia labor investigadora da fe de las diferentes casuísticas que nos vamos encontrando. Así, los relatos biográficos nos pueden llevar a estudiar, tanto los planes de estudios que estaban elaborados por el gobierno en la época de escolarización de nuestros informantes, como los iconos que se movilizan de propaganda en una época determinada, donde detectamos que se está haciendo el traspaso de una sociedad, que organiza su economía doméstica a través del ahorro hacia el consumo, incorporando los créditos, en Rosa García-Orellán, «Del ahorro al consumo: perspectiva intergeneracional en la mujer del sector pesquero», en Tiempo de espera en las fronteras del mercado laboral: nuevos agentes sociales en el espacio social, Susana Castillo, Marie José Devillard (eds.) (Donostia-San Sebastián: Actas IX Congreso de Antropología, FAAEE 10-13 septiembre 2008). DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 69 mación de símbolos y significados, compartidos en los mundos íntimos de los sujetos etnografiados18. Las posturas ante la recogida de información son variadas. Así, Luisa Passerini acentúa el carácter simbólico de la memoria, tratándola más como una mediación simbólica, que como una reproducción de la realidad social19. Todo depende, en última instancia, del objeto de estudio que queremos trabajar, y de la «intención» teórica en la que nos posicionamos para llevar a cabo la investigación con historias y relatos orales. Actitudes metodológicas En la perspectiva biográfica, las actitudes metodológicas que aplica la persona investigadora la sitúa en una posición de sujeto metodológico. Esta posición ha de mantenerse a lo largo de todo el proceso investigador, teniendo en cuenta desde las características adscritas de la persona que investiga, hasta el principio de extrañamiento. Todo ello ha considerarse antes de seleccionar el tema y los informantes que vamos a trabajar. Así, por ejemplo, si la persona investigadora es mujer, y va a tratar un tema sobre el mundo de los hombres, tiene que saber, a priori, que aquéllos no le van a mostrar ciertas facetas o que va a tener grandes dificultades para llegar a ellos20. Es necesario abordar, pues, las actitudes metodológicas de la persona investigadora porque ésta va a entrar en una relación de intersubjetividad con la persona que le narra su historia de vida y, por ello, debemos constituirnos en sujeto metodológico. En definitiva, el hecho de estar dentro y fuera del campo, el hecho de mantener una identidad variable y diversa, obliga a la persona investigadora a mantenerse en un continuo equilibrio, ya que tenemos que trabajar en contextos también variables. Confianza, no adhesión En el momento en que elegimos, o nos eligen, para realizar una recogida biográfica o relatos de vida, se produce un pacto implícito, en el que se activa 18 Rosa García-Orellán y J. Beobide Arburua, Hombres de Terranova: la pesca industrial del bacalao (1926-2004) (Bilbao: Stella Maris, 2009). 19 Luisa Passerini, Torino operaia e fascismo, una storia orale (Roma: Laterza, 1984). 20 De los más de 300 relatos e historias de vida que he recogido sobre el mundo de la pesca industrial a hombres, ninguno me refiere su vivencia sexual. Soy consciente de que, debido a mis características adscritas como investigadora: mujer, edad mediana, no me las van a referir. Por ello, no pretendo, en la investigación, buscar esta variable. Del mismo modo, una compañera mía antropóloga, que quiso investigar la prostitución, desde el punto de vista del cliente, se encontró con ingentes dificultades a la hora de recoger información. Por ello, debemos ser realistas con nuestro proyecto, y ver hasta dónde podemos llegar, antes de ponernos a trabajar con las personas. 70 ROSA GARCÍA-ORELLÁN la credibilidad, la confianza entre ambas partes, y toda una serie de pactos no escritos que son el punto de partida de toda la investigación que realizamos con esa persona. Mas para que esto se produzca, la persona investigadora debe realizar mucho trabajo previamente, que dé esa garantía de confianza a su informante para que éste le narre su biografía o relato. Evidentemente, es muy difícil dotar de confianza a nuestros informantes. Cuando estamos realizando un trabajo amplio de investigación, no debemos olvidar que, con nuestros informantes, nos hallamos en una relación interpersonal, atravesada por la subjetividad: las percepciones e imágenes que el entrevistado/a tenga sobre la persona investigadora, y viceversa, pueden afectar, de manera importante, a sus respuestas. Para activar el principio de confianza, a veces es necesario acudir a terceras personas que puedan ser relevantes para nuestros potenciales informantes, y que avalen nuestra entrada: es lo que llamamos los porteros. En mi caso, no habría podido trabajar en dos años a 306 informantes si, previamente, no hubiera existido la labor previa de veinte años de mi portero privilegiado Joseba Beobide, que había trabajado con todos estos hombres de la flota bacaladera, siendo él mismo uno de ellos, y recogiendo sus teléfonos y direcciones; esta labor ha sido decisiva en la investigación y por ello le daré la coautoría de la publicación final en el trabajo de Hombres de Terranova. Pero además, nuestros informantes pueden hacer el efecto bola de nieve, al llevarnos a otros informantes, que pueden tener relación con la temática que nos interesa trabajar. Representatividad, saturación y unicidad en contexto En la investigación pueden darse tres situaciones: una, que escasas historias de vida sean representativas para nuestro objeto de estudio; dos, que después de realizar varias recogidas biográficas lleguemos al concepto de saturación; y tres, que una única biografía trasvase un amplio contexto. Comenzando por la representatividad, una de las preguntas que nos formulamos es si la persona a la que hemos recogido la historia de vida es representativa para nuestra pregunta u objeto de estudio. La cuestión de la representatividad alude, también, y de manera fundamental, al número: se trata de decidir cuántos individuos deben de ser sometidos a observación, para poder tener garantías suficientes de que la muestra sea suficientemente representativa del universo que representa. Para dar solución al problema de cuántos, Bertaux propone el concepto de saturación: «La saturación es el fenómeno por el cual, pasado un cierto número de conversaciones (biográficas o no, por otra parte), el investigador, o el equipo, tiene la impresión de no aprender nada nuevo, al menos en lo que concierne al objeto sociológico de la encuesta»21. Respecto al número de 21 Daniel Bertaux, «La aproche biographique», op. cit., 205. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 71 casos que hemos de trabajar, Bertaux nos señala que no debe ser fijado previamente, sino que, una vez que se ha llegado al punto de saturación, el cual debe ser traspasado ampliamente, podremos estar seguros de que las conclusiones que extraemos son válidas22. Ante la información que recibimos de un relato de vida, es preciso que establezcamos un diálogo con el contexto en el que se produce dicho relato, ya que el hecho de la no representatividad nos puede abrir nuevos caminos en la investigación, y será nuestro objeto de estudio lo que hará que lo tomemos o simplemente lo dejemos. Por ejemplo, si los capitanes de pesca organizan su trabajo en cuadrillas, con unos códigos internos de relación y lenguaje y, además, observo que esta situación se extiende no sólo a la flota española, sino también a la francesa y a la rusa, estoy ante un fenómeno que es representativo. De la misma manera, el hecho de encontrarme con un capitán, que no trabaja en cuadrilla y que explora solo los mares, me enfrenta a un hecho no representativo. En este caso, opto por trabajar la representatividad en una investigación, y dedico otra investigación para tratar el caso del capitán que no es representativo. Todo depende, en última instancia, de lo que estamos buscando en la investigación, puesto que, tal y como nos señala Bertaux, «cualquier experiencia de vida encierra en sí una dimensión social»23. Por su parte Ronald Fraser, en sus reflexiones investigadoras, nos muestra el concepto de saturación poniendo el énfasis en cómo el mismo terreno de investigación le va llevando: «más tarde en mis entrevistas sobre la guerra civil española, adopté de forma consciente el criterio de que la cantidad se convierte en calidad, aunque la cantidad estuviera inevitablemente limitada por los recursos físicos y financieros»24. Efectivamente, una dedicación plena a recoger información supone disponer de recursos financieros. Tiempo y dedicación constituyen un factor importante para situarnos en un proceso continuo de reflexión, respecto al objeto de estudio que estamos trabajando. Así, la investigación de Hombres de Terranova tuvo una dedicación de dos años, subvencionada, para realizar una recogida exhaustiva de entrevistas, y dedicando a este trabajo, junto con la sistematización, una media de diez horas diarias. La inmersión y la relación entre el contexto, los relatos y las unidades de análisis y de observación, junto con la intención teórica, que en esta investigación buscaba la interpretación de sus actores sociales, constituyen la guía intrínseca del proceso de investigación. Este proceso es el que nos muestra si estamos ante la saturación de un fenómeno trabajado o bien nos encontramos ante elementos tabú del contexto o elementos marginales y poco representativos; todos estos aspectos debemos tenerlos bien definidos. 22 Ibidem, 206. Daniel Bertaux, Los relatos de vida: perspectiva etnosociológica (Barcelona: Bellaterra, 2005), 48. 24 Ronald Fraser, «La formación de...», op. cit., 132. 23 72 ROSA GARCÍA-ORELLÁN Del mismo modo, podemos responder a nuestro objeto de estudio con una única historia de vida que guíe toda la investigación. Así, mi investigación El capitán de pesca y el bacalao, recorre casi sesenta años de actividad pesquera bajo la guía de Lázaro Larzabal. Este trabajo nos adentra en variables diversas, como la cultura del pescador y del biólogo o los mercados globalizados de la pesca, por citar algunas25. Como señala Fátima Mernissi: «La representatividad hace alusión a un método determinado, el método estadístico, que se basa en un enfoque muy particular, el enfoque cuantitativo, y en una técnica determinada, el cuestionario. Luego afirmar que la práctica científica se reduce al método estadístico, al enfoque cuantitativo y a la técnica del cuestionario, es una afirmación que no es signo de ciencia, sino de política»26. Comparto la postura de Mernissi y, por mi parte, propongo que nos centremos más en la relación dialéctica y en la dotación de contexto, que en el número de relatos de vida a trabajar. El registro de la entrevista Respecto al registro de la entrevista, tomaremos en consideración la grabadora y el vídeo, con sus ventajas e inconvenientes. También en los medios utilizados debemos ser flexibles. Voy a describir casos de mi investigación que nos muestran que la flexibilidad y el registro en la investigación son elementos imprescindibles. La flexibilidad es necesaria, no sólo en el trabajo con los informantes, sino también en el diálogo constante que mantenemos con nuestro proyecto. El registro grabado puede abrirnos nuevos caminos, en posteriores lecturas. A priori, evidentemente, llevamos nuestra grabadora, cámara de fotos y vídeo, todo lo más discreto posible. En general, no llevamos grandes aparatos porque podrían intimidar a nuestro informante, salvo que así lo hayamos pactado de antemano. Si vemos que podemos grabar con permiso y el informante está cómodo, perfecto; si, además, vemos la posibilidad de grabar en vídeo, excelente. Pero puede ocurrir que la situación no nos permita ni grabar ni realizar fotografías. Esto me ocurrió realizando la tesis sobre la simbología de la muerte en el contexto gallego. En dicha simbología era condición imprescindible que una persona viva tuviera que viajar con los difuntos de la parroquia. A dicha persona viva el colectivo la oculta; no me dan información de dónde vive, ni posibilidad de acercarme a ella. Sin embargo, consigo acercarme a su casa, de forma muy excepcional, acompañada de una mujer 25 Rosa García-Orellán, El capitán de pesca y el bacalao. Lázaro Larzabal desde la época dorada a la pesca simbólica (León: Everest, 2011), 173-189. 26 Fátima Mernissi, El poder olvidado: las mujeres ante un Islam en cambio (Barcelona: Icaria, 1993), 35. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 73 de la zona. Evidentemente, no llevaba nada conmigo para registrar ya que, en caso contrario, habría perdido la entrevista. Estuve allí una hora, me narró su experiencia extrasensorial. Al llegar a mi mesa de trabajo, hice un registro de todo lo ocurrido. De este modo, conseguí elaborar, para la tesis, el único registro de un testimonio vivo que existe, en antropología de la muerte en contextos gallegos, sobre una persona viva que «viaja» junto al cuerpo de los difuntos27. A veces, de un relato recogido, sólo nos va a servir una única frase del mismo, o una expresión, o un descenso en el tono de voz en la narrativa. Pero recogemos el relato y lo enmarcamos en el objeto de estudio que estamos trabajando. Así, hemos permitido a nuestro informante la recreación de la historia de vida. Siempre es importante registrar porque, en un primer momento, puede que no le demos importancia a la expresión que nos acaba de mostrar. Por ejemplo, en el trabajo de campo que realicé entre los años 1998-1999, durante la recogida de información para mi tesis doctoral, trabajando simbolizaciones respecto a los ciclos vitales en la población guipuzcoana de Aia, mi informante, que había nacido durante la guerra civil, me narró cómo en su infancia, es decir en la posguerra, años cuarenta en los caseríos de Aia, cuando una mujer daba a luz tenía que esperar durante un tiempo antes de poder entrar en la iglesia y, por ello, si salía del caserío, lo tenía que hacer con una teja en la cabeza hasta que entrara en la iglesia. Mi intención recogiendo los relatos de vida en esa investigación era la de mostrar los elementos estructuradores y los cambiantes; mi marco teórico era el estructuralismo. Yo, contenta, recojo esta información, pero el informante, bajando el tono de voz, dice: «Eso son tonterías»28. Lo anoté, pero en la primera escritura no capté que, en esa frase, mi informante estaba mostrando su vivencia personal en el cambio. Lo advertí cuando volví al registro de la entrevista. Por todo ello, debemos tener en cuenta que para la persona investigadora recoger relatos o historias de vida es una tarea muy exigente: la capacidad de reacción tiene que ser muy rápida. Esta situación es muy diferente de trabajar a partir de las voces recogidas en archivos: en esta ocasión, no estamos ante una relación dialéctica con nuestros informantes; no se produce una re- 27 Rosa García-Orellán, Hacia el encuentro de mi anthropos: la muerte dínamo estructural de la vida (Bilbao: Servicio de Publicaciones de la UPV/EHU, 2001), 367-377. Del mismo modo, en mi viaje a Costa Rica en 2009, para investigar, de modo comparativo, el mundo de la pesca industrial, serán conversaciones fuera de despacho las que me señalen el camino a seguir. Aunque éstas no pueden ser grabadas, me ayudan a plantear el posicionamiento de la investigación, e incluso, la reformulación del objeto de estudio. Rosa García-Orellán y Xabier Eceizabarrena, «El pescador y las políticas pesqueras. Estudio de casos: Costa Rica y la Unión Europea», Zainak 33 (2010), 261-275. 28 Rosa García-Orellán, «La simbolización consensuada en y para el auzoa», Euskonews & Media 144 (2001/11/16-23), http://www.euskonews.com/0144zbk/gaia14405es.html 74 ROSA GARCÍA-ORELLÁN lación de intersubjetividad que, en sí misma, ya crea un tipo de información. Como estudiosas de esos archivos de voces, el investigador/a no existe en la producción de esa voz, sólo la va a analizar. Por ello, es muy diferente recoger voces que analizar voces ya recogidas en archivos. Es necesario afirmar, entonces, que las voces recogidas, según el objeto de estudio que estamos trabajando, pueden ser un material valiosísimo. Los ritmos del trabajo de campo y el tiempo de la entrevista Cuando empezamos una investigación, en el primer momento con nuestros informantes, es necesario observar la panorámica que se produce entre el proyecto que hemos elaborado y el campo de trabajo. Tenemos que ver por dónde vamos acotando las categorías narrativas. Esto va a ocurrir a lo largo de todo el proceso de recogida de información. Sin embargo, estas primeras pruebas son, simplemente, conversaciones generales y no las consideramos recogidas biográficas. Hay que tener en cuenta que debemos acostumbrarnos a las jergas de las personas que estamos trabajando, y esto cuesta un tiempo. La casuística a la que nos sometemos, en la recogida de relatos biográficos, es muy variada. Pero toda esta complejidad se manifiesta, básicamente, en dos momentos clave: uno, cuando tenemos el proyecto de querer abordar cierta temática; dos, cuando pensamos en las personas que queremos trabajar. Del mismo modo, debemos amoldarnos a los tiempos de nuestros informantes, es decir éstos tienen sus momentos para narrar. Por ejemplo, cuando recojo información en Newfoundland, Canadá, en el año 2002, o en el archipiélago de Saint Pierre et Miquelon, todo debe recogerse por la mañana, hasta mediodía, luego ya por la tarde no se puede registrar información. En definitiva, adaptarse a los ritmos, a la jerga, constituye la primera fase de exploración, es una fase de aprendizaje del trabajo de campo. Luego, los ritmos horarios y los espacios irán cambiando con los mismos informantes. En cierto modo, nos hallamos en el comienzo de una formación continua, que durará hasta el final, cuando ya elaboremos nuestro escrito etnográfico. Así, las primeras entrevistas que realizamos tienen, por principal objeto, iniciarnos en las particularidades del terreno de investigación. A una entrevista podemos llevar un cuestionario o no hacerlo. Ronald Fraser nos señala que él nunca ha llevado un cuestionario a una entrevista, del mismo modo que Marc Augé tampoco lo hace. Éstas son decisiones y formas de trabajo que uno debe decidir. No obstante, es preciso, antes de realizar la entrevista, haber trabajado de forma detallada el proyecto con nuestro objeto de estudio. Otro aspecto que quiero destacar es el del tiempo de la entrevista. Hammersley y Atkinson nos recomiendan que la entrevista no sea superior a dos DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 75 horas29, pero tampoco podemos ir programadas para estar un tiempo máximo de dos horas. A veces, nuestros informantes nos piden cerrar la grabadora, y nos pueden invitar, en un ambiente distendido, a comer. Entonces, la información se sigue produciendo. Pero en esa circunstancia, tenemos que aplicar la ética profesional, y si no tenemos permiso para grabar, los datos recogidos, de manera informal, no deberán ser escritos en el texto final. Esta información, en todo caso, sí nos puede servir para reflexionar. Tampoco tenemos seguridad, a priori, de que vamos a recoger una entrevista, aunque podamos tener cita o haber realizado un largo viaje. Por circunstancias particulares, al llegar a la entrevista nuestro informante no puede narrar, porque evocar su vida, relacionada con la pesca, le produce tanta emoción que, en el tiempo de la entrevista, se queda mudo y llora; o bien hay informantes que han vivido muchas experiencias, pero no tienen capacidad para narrar. En definitiva, no podemos prever, pero sí iremos siempre preparadas y abiertas a la recogida de información. El extrañamiento Como investigadores debemos tener capacidad de extrañamiento, Ésta constituye una forma de curiosidad que se despierta cuando se descubre que las vidas de las personas, sus formas de entender la realidad y de ponerla en práctica, son diversas. En antropología, la tradición de la disciplina ha empujado a los investigadores a trabajar fuera de sus culturas. Sin embargo, las dos últimas décadas son muchos los trabajos que se han realizados en las mismas culturas a las que pertenece la persona investigadora. En estos casos, es necesario aplicar el extrañamiento. Por ello, es preciso que reflexionemos sobre la enculturación. Werner y Schoepfle nos señalan que, en el proceso de la investigación, es necesario tener habilidad para neutralizar, en la medida de lo posible, nuestro etnocentrismo para interesarnos por el etnocentrismo de los otros30. Todos nos hemos socializado para sobrevivir en una sociedad donde nos enculturan. ¿Quién nos encultura? En principio, nuestro grupo doméstico primario: nacemos en un lugar y las fuerzas dominantes de ese momento imponen una cultura; todos estamos orientados culturalmente, la tendencia es la de mostrarnos etnocéntricos; nuestra formación nos permitirá manejarnos con una mentalidad multicultural. La superación de nuestro etnocentrismo forma parte de la actitud metodológica en el terreno de campo. A este respecto Fra29 Martyn Hammersley y Paul Atkinson, Etnografía, métodos de investigación (Barcelona: Paidós, 2007). 30 Werner, O. y Schoepfle, G.M., Systematic Fieldwork (London: Sage, 1987). Por ejemplo, una persona que vive en un poblado de Nueva Guinea se educa para sobrevivir en el bosque y puede oir un gran número de sonidos que la persona investigadora, procedente de un contexto urbano y no habituado a ello, no capta. 76 ROSA GARCÍA-ORELLÁN ser dice: «También aprendí otra cosa: que tienes que convertirte en otro, o quizás en nadie, cuando entrevistas…, estamos allí un poco como comadronas en la recreación de la historia de vida»31. Además de ese «estado de recreación» de la persona investigadora, al recoger la vida de otra persona, Fraser también pone el énfasis en, lo que podríamos llamar, la pérdida del sujeto investigador: «tienes que convertirte en otro, o quizás en nadie cuando entrevistas»32. Por su parte, Bourdieu hace hincapié en la violencia simbólica que supone la intrusión de una entrevista y nos advierte que ni laissez-faire, ni libertad absoluta en la ejecución y conducción de la entrevista33, aunque, paradójicamente, nuestra actitud deba ser de «olvidarnos de nosotros mismos» para, así, abrirnos al otro. A esto, también se le denomina la superación de nuestro propio etnocentrismo. Parece, entonces, evidente la necesidad de que exista el ambiente propicio y la actitud, por parte de la persona investigadora, para facilitar a nuestro informante su recreación en la narrativa oral, a ser posible sin interferencias por nuestra parte, pero atentos a la relación de intersubjetividad que se está produciendo. En la historia de la antropología, el etnocentrismo ha marcado la forma de conocer a otras culturas. Fuimos a otras culturas y las observamos desde la nuestra34. Por ello, debemos estar alerta hacia lo que consideramos «normal», que es nuestra propia enculturación. Es necesario evolucionar hacia la capacidad de generar extrañamiento, como método imprescindible, a la hora de abordar nuestro trabajo de campo. En este sentido, uno de los objetivos de la investigadora es saber mantenerse, en parte, fuera del relato de vida o biografía que estamos recogiendo. La intención no es convertirse en un agente de su vida, sino en traducir, en mediar entre el relato narrado por nuestro informante y el texto etnográfico final. En el momento de recoger los datos, es importante que nuestros informantes expresen e interpreten. Hay cosas que transmiten de forma directa, a través del discurso que elaboran, bien directamente para la persona que investiga, o por medio de sus expresiones no verbales: vestimenta, gestos, ocupación/desocupación del espacio... También es necesario sumergirse, en la memoria colectiva, que incide en el discurso de nuestros informantes. Para ello, necesitaremos, según sean nuestras categorías de análisis, observar los 31 Ronald Fraser, «La formación de...», op. cit., 141. Ibidem, 133. 33 Pierre Bourdieu et al., La miseria del mundo (Barcelona: Akal, 1999), 528. 34 Recientemente, un emigrante chino asentado en Madrid, nos refiere que todas las personas de la ciudad eran iguales, físicamente, para él. Han tenido que transcurrir veinte años para que pueda distinguir las diferencias físicas, en Mars Amanda, «¡Los españoles son idénticos¡, no sabía distinguirlos cuando llegué» Hong Guang You Gao, «El País», 26/02/2011. http://www.elpais.com/articulo/ultima/espanoles/identicos/sabia/distinguirlos/ llegue/elpepiult/20110226elpepiult_1/Tes 32 DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 77 discursos políticos, los anuncios que aparecen en los medios de comunicación... Toda esa información nos puede servir de enlace, de contraste; nos puede llevar a nuevas interpretaciones de la narrativa de nuestros informantes. Por ello, es importante fijarse en los sistemas de valores que responden a lo que la sociedad considera como la situación ideal o más aceptable, lo que equivale a lo normal. La reflexión sobre el papel de la entrevista, en la producción de los datos de investigación, es un asunto presente e ineludible, que se ha nutrido de varias disciplinas y tradiciones académicas que, desde las ciencias sociales, han sistematizado y compartido sus experiencias. La crítica a los procedimientos y puntos de partida de una investigación es un reto que todo estudioso se plantea. Asimismo, es cada vez más importante dar cuenta del proceso de implicación de la persona investigadora en la construcción de sus datos, y más cuando de entrevistas se trata. Pero en lo que todos estamos de acuerdo, es en que es preciso reflexionar en todo el proceso, hasta el cierre del texto final: sin el proceso reflexivo entre la información recibida del campo, bien sea mediante fuentes directas de la entrevista o mediante fuentes indirectas, como documentos, etc., y sin la búsqueda de la intertextualidad, no es posible sacar adelante la investigación. Así, es preciso reflexionar críticamente, de lo contrario, no creamos conocimiento, no generamos datos, sino información. El problema de la «verdad». Mundos de significados en la narrativa Los relatos de vida o historias de vida son subjetivos. No es la labor de la persona investigadora perseguir la verdad de dichos relatos, sino penetrar en el entramado de los mismos, donde se construyen y reconstruyen las relaciones sociales y, en definitiva, la cultura, que está emergiendo a través de la incorporación de experiencias, que la persona muestra en su relato. Desde los comienzos de la inclusión de la historia de vida en los análisis sociales, Thomas y Znaniecki pusieron el énfasis en la sinceridad del texto que producen, trasladando esa sinceridad a las relaciones y al análisis de los datos que sostienen el texto definitivo. En la literatura, la reflexión sobre «la verdad» es constitutiva, ante la centralidad que adquiere el sujeto, que se erige en una prioridad desde el siglo XVIII y que se desarrolla ampliamente con el romanticismo del XIX. En este proceso hay que destacar la figura de Goethe, quien en su autobiografía, Poesía y verdad, avanza la reflexión de la subjetividad, no reduciendo la verdad autobiográfica al concepto de verdad de las ciencias psicológicas o históricas de su época35. Para él, la subjetividad natural de la autobiogra- 35 Johann Goethe, Poesía y verdad: de mi vida (Barcelona: Alba, 1999). 78 ROSA GARCÍA-ORELLÁN fía es la que constituye la verdad de este género. Goethe se adelanta, desde la literatura, y nos abre el camino a la verdad subjetiva, que corresponde al nacimiento de la biografía en las ciencias sociales con Thomas y Znaniecki (1918), y que evolucionará, posteriormente, hacia la meta del método biográfico. Cierto que, desde sus inicios hasta el momento actual, la reflexión sobre qué tipo de subjetividad se obtiene del material biográfico, ha evolucionado. Aun cuando aceptemos la subjetividad inherente a todo relato biográfico, no podemos darnos por satisfechos con la información que está, meramente referida a las contingencias del presente. Debemos trabajar, también, el contexto de la época, de lo contrario no estaríamos en el método biográfico. Desde esta perspectiva, los relatos biográficos son considerados como una fuente de datos entre otras, y ésta ha de ser contrastada, frente a otras fuentes disponibles. No obstante, el tema de la «verdad» no se agota en la contrastación. Al contrario, está siempre presente cuando recogemos información exhaustiva de varias historias de vida, siguiendo el tema de un objeto de estudio determinado. Así ocurre en mi investigación de Hombres de Terranova: en el momento en el que el informante está narrando, nos damos cuenta de que nos están «mintiendo». En ese caso, es importante detenernos ante la información de la «mentira» e intentar entender por qué se produce, qué estrategias hay detrás de ella, a qué obedece. La «mentira» debe ser un motivo de reflexión teórica en la recogida de información y, según cuál sea nuestro objeto de estudio, nos puede dar claves muy importantes del proceso de investigación sobre dinámicas, relaciones y pactos internos, existentes en alguna de las variables que estamos trabajando. El análisis de la mentira nos puede ayudar a comprender el significado que esta práctica tiene para la persona que narra. Por ello, propongo que, cuando encontremos en investigación «la mentira», no desechemos la situación ni la información que nos han dado, sino que trabajemos el contexto en el cual se produce esa mentira, y tratemos de averiguar porqué se da. La mentira constituye una buena herramienta para profundizar en los significados que los actores sociales generan dentro de sus entramados de relación. Es necesario diferenciar dos tipos de «mentira»: por una parte, la «mentira» que muestra el informante, para dar veracidad a su información, y que nos señala que el informante tiene necesidad de mostrar una coherencia personal y social, que le empuja hacia la veracidad36; por otra parte, la «mentira» que constituye una herramienta más de acción dentro de una actividad social determinada, como ocurre en la explotación de los recur36 Bernabé Sarabia, «Documentos personales: historias de vida», en El análisis de la realidad social, García Ferrando, Manuel; Ibáñez, Jesús y Alvira, Francisco (eds.) (Madrid: Alianza Editorial: 1990), 220. Por mi parte, esta situación la encuentro en Saint Pierre et Miquelon en el año 2002, al recoger la historia de vida de una mujer que había sido prostituta en los barcos. Ella está narrando una vida inventada porque resulta evidente la necesidad de aceptación social que tiene en su contexto de referencia. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 79 sos pesqueros mediante grupos de barcos organizados. En este caso, mentir al encontrar el caladero, supone garantizar la rentabilidad de la actividad37. Por último, Fraser, respecto al problema de los datos contradictorios, plantea que: «mi tarea es la de interpretar estas versiones, convencido de que no había una verdad única, absoluta. E interpretarlas de modo que intentara proporcionar explicaciones causales de lo que había sucedido»38. Todos los referentes nos señalan, entonces, que el aporte más interesante, cuando trabajamos las historias de vida, es la de sumergirnos en un diálogo con nuestro objeto de estudio, que nos lleve a responder a nuestro proyecto de investigación y que nos permita construir la trama etnográfica del texto. El tiempo biográfico y la memoria Cuando hablamos de tiempo biográfico, debemos considerar que la narración biográfica se produce desde un presente, que es el momento en el que se da la narrativa. Pero además, nuestro informante narra en un momento de su ciclo vital, es decir, podemos recoger su narrativa en el momento de su juventud, en la edad mediana o en la ancianidad. El momento del ciclo vital, en el que narra el informante, tiene también su repercusión en la narrativa. Del mismo modo, quiero incluir unas reflexiones sobre cómo se accede a la memoria para, así, intentar captar, para nuestro análisis, la categorización organizativa de nuestros informantes en su construcción biográfica. Un aspecto que me llama la atención al trabajar las historias de vida a nivel intergeneracional, es que los niños y las niñas de la posguerra española, con situaciones económicas de supervivencia, no refieren en absoluto, en el momento de la recogida biográfica, la existencia de la adolescencia en su recorrido de vida. La mayoría, con doce años, y muchos de ellos con ocho años, comienza a trabajar, y no existe un período intermedio entre la infancia y la juventud39. Igualmente, en el contexto industrial guipuzcoano de un distrito emergente en torno a la actividad pesquera, Trintxerpe en el año 1934, detecto en los relatos de las mujeres, que los veintidós años es considerada en la mujer una edad avanzada para contraer matrimonio: el colectivo la clasifica como «solterona» y resulta apremiante para estas mujeres la urgencia de casarse, para evitar el estigma social. En nuestras sociedades del mundo 37 Rosa García-Orellán, El capitán de pesca y el bacalao..., op. cit., 91. Ronald Fraser, «La formación de...», op. cit., 135. 39 No soy la primera en encontrar esta situación y, de hecho, la antropóloga norteamericana de la Escuela de Cultura y Personalidad de Boas, Margaret Mead (1989), ya se hizo eco, en su trabajo de campo, de que la adolescencia no era un universal; por su parte Philippe Ariès, desde su investigación en el campo de la historia, nos señala que la adolescencia comienza a definirse en el siglo XVIII, en el entorno de la nueva burguesía urbana. Philippe Ariès, Centuries of Childhood: a Social History of Family Life (New York: Vintage, 1962). 38 80 ROSA GARCÍA-ORELLÁN occidental, en este nuevo milenio, se considera los veintidós años como «una jovencita», y el proceso de organizar una familia se puede alargar hasta bien entrados los treinta. Es, pues, muy importante estudiar las dinámicas sociales de los contextos que estamos trabajando, para enmarcar sus lógicas internas. Los acontecimientos, como la guerra, la posguerra, las crisis o los florecimientos económicos, pasan por los contextos de referencia y las experiencias de cada uno de nosotros y, en este sentido, John Modell nos señala que más que una transición continuada de hechos, el tiempo biográfico es una articulación de ciclos que, a su vez, están permeados por la propia experiencia40. Esta experiencia, según Ira Progrof es la que nos lleva a organizar la memoria en hitos, articulaciones, intersección siempre en interacción con nuestros contextos variados de referencia a lo largo de nuestro proceso vital41. Los accesos a la memoria y la narrativa Los estudios sobre la memoria, y su aplicación a la investigación cualitativa, constituyen un campo importante de reflexión para acceder a la recogida biográfica. El informante, al ir narrando, está reconstruyendo, desde aspectos tan variados como su forma de ordenar temporalmente sus experiencias o sus estrategias discursivas, para dotar de coherencia a su propia historia biográfica. Me interesa mostrar la memoria, no como una mera sucesión de hechos, sino como significados construidos a lo largo del tiempo, y que pueden ser objeto de interpretación (Halbwachs, 1968) (Morin, 1994) (Progrof, 1975) (Auge, 1998) (Del Valle, 1997), por citar algunos. Si bien Halbwachs nos introduce en la «memoria colectiva» y en los cuadros sociales de la memoria, Pierre Nora, desde el campo de la historia, reflexiona, ampliamente, sobre la memoria colectiva intentando mostrar aspectos de la cotidianidad de la misma42. Así, se van a ir dando pasos hasta la reflexión sobre la «memoria corporal». En particular, Edgar Morin (1994) nos conduce hacia la «conciencia colectiva». Para Morin la cultura contiene un saber colectivo, acumulado en la memoria social. Ésta constituye una memoria colectiva, que resulta ser la antesala de la memoria corporal. Paul Connerton (1989) y Pierre Bourdieu (2007) van más allá y reclaman el cuerpo como el centro de la acción y de la memoria en sí mismo. El cuerpo experimenta emociones que quedan impregnadas en nuestra hexis corporal. A este respecto, Bourdieu señala que: 40 John Modell, Theory, Method and Practice in Social and Cultural History (New York: New York University Press, 1992). 41 Ira Progroff, En un taller del diario: El texto y la guía básicos para usar el proceso intensivo del diario (Nueva York: Biblioteca de la casa del diálogo, 1975). 42 Pierre Nora, Les lieux de la mémoire (Paris: Gallimard, 1997). DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 81 «La hexis corporal es la mitología política realizada, incorporada, vuelta a disposición permanente, manera perdurable de estar, de hablar, de caminar y, por ende, de sentir y de pensar»43. Se trata de una memoria no discursiva, en el sentido de algo pasado por la experiencia corporal e interiorizada de forma personal, incluyendo el proceso emocional. Ambas afirman la existencia de códigos de práctica social y de valores que tienen como referencia el cuerpo. De este modo, la memoria del cuerpo emerge en la cronología de la vida, a través de los acontecimientos claves de nuestra existencia. Estas corrientes teóricas nos alertan de la importancia de registrar la memoria no discursiva, por el gran número de significados que muestran, con el fin de reflexionarla junto a la memoria discursiva44. Por su parte, el antropólogo Marc Augé profundiza respecto a la memoria, sobre los elementos de tiempo y de espacio, pero sin llegar a ensamblar, en una aplicación teórica de conjunto, las relaciones entre ambos tipos de memorias, la individual y la colectiva. Sin embargo, el autor realiza una importante aportación, al plantear el papel el olvido como protagonista de la memoria, esto es, como elemento propulsor de la misma. En su monografía Las formas del olvido, el autor expone la siguiente tesis: «El olvido, en suma, es la fuerza viva de la memoria y el recuerdo es el producto de éste»45. Aunque parece que confluyen la memoria con el recuerdo y la falta de memoria con el olvido, lo cierto es que el olvido, junto con la memoria, constituye una unidad inseparable46. Pese a que parece que cuando se activa el recuerdo es porque estamos en la memoria y, en efecto, estamos en ella; lo cierto, es que también estamos en ella gracias al olvido. El hecho de recuperar el olvido como propulsor de la memoria hace que, accediendo desde un presente, el olvido permita crear nuevos aspectos del recuerdo que, a su vez, se constituyen en los cruces de los tiempos sociales. Dichos cruces están relacionados con los espacios donde los grupos fijan, provisionalmente o definitivamente, los sucesos que corresponden a sus relaciones mutuas con otros grupos. Hay que tener en cuenta que la activación del 43 Pierre Bourdieu, El sentido práctico (Salamanca: Siglo XXI, 2007), 113. Desde la psicología, Ira Progroff ha trabajado la memoria y ha elaborado una terapia, llevada a cabo mediante el diario biográfico y el diálogo como elemento de autorreflexión. Una metodología basada en hitos, encrucijadas, articulaciones e intersticios, en Ira Progroff, En un taller del diario, op. cit. Dicha metodología, la utilizará la antropóloga Teresa del Valle (1997), partiendo de la memoria como elemento clave en el que el flujo del pasado-presentefuturo incide en la creación de las identidades de género. Teresa del Valle tomará como nexo el tiempo-espacio-poder, donde el cuerpo articula la dimensión sensorial del recuerdo, en Teresa del Valle, «La memoria del cuerpo», Revista de historia de las mujeres. Arenal 1 (1997), 5974. Aplico estas reflexiones a los relatos biográficos. 45 Marc Augé, Las formas del olvido (Barcelona: Gedisa, 1998), 28. 46 Este aspecto lo desarrollo en la creación del individuo-miembro, mediado por los límites culturales, Rosa García-Orellán, «Memoria-Olvido: creación dentro de los límites culturales», Revista Thauma. Asociación Cultural Thauma 1 (2002), 13-20. 44 82 ROSA GARCÍA-ORELLÁN recuerdo se coloca en la intersección de varias corrientes del «pensamiento colectivo». En dicha activación, podemos considerar la evocación como si de un hilo conductor se tratara. La evocación se puede producir de múltiples formas: estimulando los sentidos con olores, sonidos, espacios, personas, la palabra, etc. Estamos ante la evocación que actúa como un hilo conductor que, a su vez, activa el recuerdo, partiendo de experiencias corporales. La dimensión sensorial del recuerdo, que es producto de la memoria, se articula a través del cuerpo. Por ello, debemos contemplar la casuística compleja de nuestros informantes, al ir a recoger un relato biográfico o historia de vida. Necesitamos ser muy flexibles, adaptarnos a sus ritmos y adaptarnos también a su narrativa. Hay que dejarlos vaciarse, narrar. La narración no tiene porqué ser un relato organizado y lineal. Éste puede comenzar desde un amplio campo de evocaciones que le permitan a la persona entrevistada el acceso a la memoria, que emerge de la interacción dialéctica entre el informante y la persona investigadora. Por ello, es importante que no impongamos el lugar donde se produce la narrativa, puesto que puede constituir un elemento importante de la evocación para nuestro informante. Por ejemplo, en la biografía que le recojo a Iñaki Sagarzazu para la realización del libro Encuentros creativos, él mismo me pide que la recogida biográfica sea en el salón de su peluquería, al cierre del mismo. Plantea que necesita de su ambiente. Respetaré su decisión, acudiendo a su peluquería durante meses a la hora del cierre. Del mismo modo, al ir contextualizando su biografía, fue preciso rodearse de fotos y, en grupo, ir comentando y activando situaciones. De esa manera, emergieron muchas más voces que tuvieron relación con él a lo largo de su ciclo vital47. Para recoger los relatos biográficos del cocinero Juan Mari Arzak, lo hago desde su propia cocina, sentados ambos en una mesa con la grabadora puesta y al fondo, en los fogones, un gran ir y venir de cocineros, que a veces miraban hacia él y, con gestos que mi informante ya entendía, no se entrecruzaban palabras. En ese contexto, él me señaló que era como un director de orquesta, todo estaba coordinado por él y todos sabían lo que tenían que hacer48. Señalo estos dos ejemplos, entre muchos otros muy diversos, para mostrar la importancia que tiene adaptarnos a nuestros informantes y a sus ambientes. Para una recogida de historia de vida, más que llevar preparada una encuesta, llevamos una guía, que responde a nuestro proyecto de investigación. En mis investigaciones nunca he llevado conmigo nada escrito. Mi proyecto lo tengo memorizado y en la entrevista aplico los principios investigadores, siendo consciente de que voy a entrar en una relación de intersubjetividad 47 Rosa Gaercía-Orellán, Encuentros creativos con Iñaki Sagarzazu, Juan Mari Arzak y Francis Montesinos (Donostia: Elkar, 2008), 11-17. 48 Ibidem, 183. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 83 con mi informante, que va a narrar, mediante el acceso al binomio memoriaolvido. Él tiene su propia organización del recuerdo, y es muy importante observar dicha organización, puesto que en ella se muestra la categorización que la propia persona establece sobre los episodios de su vida. A estas alturas, creo que es necesario exponer brevemente el corpus de la historia de vida y cómo es visto ésta, desde la perspectiva de quienes trabajan con ella en sus investigaciones. Es preciso profundizar más en los mecanismos de la memoria, esta breve exposición que aquí muestro son sólo pinceladas para abrir la reflexión. Pierre Bourdieu (1977), considerando que la memoria corporal va más allá de la mera reconstrucción del pasado en la organización de la memoria, nos está mostrando la importancia que la categorización que el propio actor social realiza de su recorrido biográfico tiene para nuestros análisis49. Por su parte, Daniel Bertaux nos señala que: «Toda historia de vida se halla estructurada en torno a una sucesión temporal de acontecimientos y situaciones derivadas de ellos; esta sucesión constituye, en cierto modo, su columna vertebral»50. Bertaux recurre a la metáfora «columna vertebral», donde él plantea que recaen los acontecimientos y situaciones de la vida y, además, los engloba en «las líneas de vida». Bertaux pide que no confundamos esta segunda metáfora con un concepto geométrico, ya que lo que pretende poner de manifiesto es que la mayoría de las existencias se bambolean a merced de la fuerza colectiva (guerras, crisis económicas, epidemias…). También existen multitud de acontecimientos microsociales que vienen a modificar el curso de la existencia. Todo ello queda recogido en «las líneas de la vida», y vertebrado en la argumentación del relato. Es interesante que sumemos a nuestra reflexión las aportaciones de Mijail Bajtin quien, desde el campo de la literatura y de la filosofía del lenguaje, nos abre al concepto de cronotopo. Este término, introducido como parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein, expresa la inseparabilidad del tiempo y del espacio. Para Batjin, el cronotopo constituye la columna vertebral de cualquier narración: «el cronotopo hace que los eventos narrativos se concreticen, los encarna, hace que la sangre corra por sus venas»51. Pero, además, Bajtin extiende el concepto del cronotopo a la vida social, como un elemento fundamental de la misma: permite contemplar el presente y, sobre todo, el pasado, enriquecidos a expensas del futuro. En este punto, es posible conectar con la cuestión de los ciclos vitales, es decir, no es lo mismo recoger información a una persona en edad activa, que a una persona anciana, que no considera el futuro como meta, sino el presente del día a día. El otro aspecto 49 Pierre Bourdieu, Outline of a Theory of Practique (Cambridge: Cambridge University Press, 1977), 8. 50 Daniel Bertaux, Los relatos de vida..., op. cit., 37. 51 Mijail Bajtin, Estética de la creación verbal (México: Siglo XXI, 1999), 216. 84 ROSA GARCÍA-ORELLÁN que quiero destacar, es el de la «encarnación del cronotopo» al que hace referencia Bajtin. Este planteamiento nos abre a la memoria corporal. Este es un aspecto necesario para profundizar y para desarrollar en la aplicación de este tipo de investigación cualitativa. El texto o la escritura etnográfica Utilizo la expresión escritura etnográfica porque parto de mi propia disciplina, la antropología, cuyo texto final, el escrito etnográfico, es el resultado de todo un proceso investigador. La intención de dotar con una dosis de reflexividad los trabajos que son resultado de entrevistas orales, ha sido una característica de autores, como el italiano Alessandro Portelli (2003), el francés Daniel Bertaux (1980), el inglés Paul Thompson (1988), el alemán Ronald Fraser (1979), el norteamericano Ronald Grele (1992), por citar algunos de ellos; dicha reflexividad marca el posicionamiento teórico o intención previa durante todo el proceso investigador. Así, el texto etnográfico no consiste en transcribir las entrevistas y ponerlas en el documento final, sino en escribir el relato de vida, organizado en categorías temáticas, y contextualizadas dichas categorías, con el ambiente general de la persona o personas que estamos trabajando, siguiendo nuestra intención teórica. Por lo tanto, la publicación íntegra de relatos de vida no es indispensable; al publicar un relato de vida in extenso se le obliga a desempeñar una función, no de producción etnográfica, sino de comunicación. Existen en Europa centros de datos con biografías de los que citaré dos: en 1984 Saverio Tutino creó en Italia el «Archivio Diaristico Nazionale»; por su parte, el francés Philippe Lejeune en 1989 puso en marcha el proyecto de «Archivos Autobiográficos» compuesto de diarios personales, autobiografías, y variedad de documentos personales, que se consolidó en 1992 con la creación de la APA (Asociación de la Autobiografía y el Patrimonio Autobiográfico), ubicada en la población francesa de Ambérieu-enBugey. En diez años de existencia, de 1992 a 2002, esta asociación ha logrado reunir alrededor de 1.500 manuscritos, organizados con resúmenes, índices temáticos, donde se contempla el mundo social, estructurado según el punto de vista temático y considerando, también, el aspecto diacrónico. En definitiva, nos hallamos ante una gran cantidad de información empírica, de gran validez, pero que será necesario trabajar en diferentes corpus teóricos para producir datos, que den explicación a distintas investigaciones según objetos de estudio diversos. Además de estas fuentes de datos recogidas en archivos, también puede haber investigaciones basadas en relatos biográficos, realizadas con una buena sistematización. Al igual que en los archivos, también estamos ante un gran corpus de información empírica. A este respecto, es interesante la DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 85 reflexión que propone el antropólogo americano Jorge Aceves respecto a la prolífera obra de Studs Terkel (1974, 2007). Aceves señala que, si bien Terkel ha recogido un gran número de entrevistas biográficas que nos hablan sobre la sociedad norteamericana, con una buena sistematización de datos y gran información, sin embargo la obra carece de posición teórica por parte de la persona investigadora52. Asimismo, durante los últimos diez años en España, las diferentes comunidades autonómicas han dispuesto en los departamentos de cultura de «técnicos de cultura», que han organizado la recogida de grabaciones de historias orales, creando espacios de la memoria y reconstruyendo el pasado de sus localidades, creando sus comunidades imaginarias53. De este modo, las instituciones crean y recrean tanto patrimonio material como inmaterial, construyendo memorias y culturas. Además, asistimos a una especie de catarsis colectiva, de inmortalidad en la red. Esta situación está produciendo una gran cantidad de información, pero falta una explicación teórica, es necesario trabajar toda esta información. Igualmente, con una historia de vida recogida sin «una intención», sin una relación de intersubjetividad y unos principios metodológicos, además de establecer un diálogo contextual, nos hallaríamos únicamente con información. A este respecto Bourdieu llama la atención sobre el hecho de que: «tratar de comprender una vida como una serie única y suficiente en sí, de acontecimientos sucesivos sin más vinculo que la asociación a un «sujeto... es absurdo»54. En todo proceso de investigación, que trabaje las historias de vida o relatos biográficos, es preciso enmarcarlo todo, desde el principio, en un corpus teóricamente construido. Habida cuenta, además, de que, mediante la recogida de relatos biográficos, nos encontramos ya inmersos en una orientación teórica, dado que la observación y la reflexión trasvasan el proceso de lo que Bertaux denomina «perspectiva biográfica». El dato en sí es una construcción que, aisladamente, no nos dice nada, que necesita de un marco general, en el que actúa más de un paradigma. En ocasiones, es necesaria la apertura a más de una disciplina. James Clifford y George Marcus publicaron en 1986 Writting Culture. The Poetics and Politics of Ethnography55, que es una recopilación de nueve ensayos sobre la «construcción de textos etnográficos», todo ello dentro de la escuela de la an52 Jorge E. Aceves, «De la ilusión a la comprensión biográfica» http://es.scribd.com/ doc/46919264/Pierre-Bourdieu-y-La-Historia-Oral. 53 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (Paris: La Decouverte, 1993). En esta obra Anderson acuña un término muy interesante, «comunidades imaginadas», que hace referencia a todos los símbolos, creaciones y recreaciones, consensuadas por los colectivos para justificar sus pertenencias al grupo, así como para negociar identidades. 54 Pierre Bourdieu, Razones prácticas (Barcelona: Anagrama, 1986), 82. 55 James Clifford y George Marcus, Writing Culture: the Poetics and Politics of Ethnography: a School of American Research Advanced Seminar (Berkeley: University of California Press, 1986). 86 ROSA GARCÍA-ORELLÁN tropología cultural norteamericana. Estos autores plantean que los relatos de vida o historias de vida están impregnados de esa relación de intersubjetividad que se produce entre el investigador y el informante. Plantean que el investigador tiende a ver el mundo, a ver «al otro», desde su propio mundo o experiencia. Este problema se puede solventar mediante las actitudes metodológicas, tales como el extrañamiento, el etnocentrismo y la enculturación, anteriormente señaladas. Y, por último, la «experimentación». Es conveniente buscar nuevos modos de escritura que hagan emerger el aspecto interpretativo y las representaciones que articulan nuestra investigación y, al mismo tiempo, articular el texto donde «la voz» de nuestros informantes tenga su espacio. En definitiva, la escritura etnográfica es alegórica en dos niveles: en el del contenido, por lo que dice sobre las culturas y su historia; y en el de la forma, por cómo lo dice. Además, el texto, en sí mismo, no es autosuficiente, siempre se remite a otros textos. De aquí la «intertextualidad», cuyo precursor es Mijail Bajtin, quien en 1930 estableció las bases de la intertextualidad en la teoría literaria, concibiendo la novela como una serie de polifonías textuales56. Lo que Bajtin plantea es hacer emerger la voz de sus protagonistas en la redacción del texto, cada una con su entonación, siguiendo al sujeto/objeto de estudio que guía dicho texto. Esta actitud supone un esfuerzo elevado al acercarnos a la elaboración del texto. En la escritura de Hombres de Terranova, a lo largo de sus 330 páginas, emergen de los 306 relatos e historias de vida, 74 voces intercaladas siguiendo el objeto de investigación que es, en este caso, mostrar «el ambiente» en el que se desarrolla la actividad pesquera, articulando tres generaciones y contextualizando, así, más de setenta años de dicha actividad57. Conclusión A lo largo de estas páginas, hemos visto la evolución de la historia de vida asentada en la metodología cualitativa, a partir de la Escuela de Chicago, y su evolución hacia el asentamiento de la perspectiva biográfica. No obstante, en el momento de organizar este trabajo, llega a mis manos una sentencia de la Corte Suprema de Canadá, donde se reconoce a los indios de la Nación Gitxsan y la Nación Wet’suwet’en, las dos de Colombia Británica, derechos sobre tierras que se les habían negado. Esta sentencia se apoya en la 56 Mijail Bajtin, Estética de la creación..., op. cit., 372. Clifford Geertz, La interpretación de las cultura (Barcelona: Gedisa, 2000), 21 y 22. En esta obra Geertz muestra que, en la recogida de información que recibimos de nuestros informantes, ellos tienen su propia voz para hablar de sí mismos. También nos muestra la red de significados, consensuados en sus contextos, hasta llevarnos a la reflexión de la descripción densa. 57 DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 87 transmisión oral, como elemento de derecho, para recuperar dichas tierras58. Este hecho da la medida de cómo la oralidad comienza a adquirir su espacio en la sociedad letrada de finales del siglo veinte. Han cambiado mucho las cosas en la Etnografía de hoy, si la comparamos con la de los tiempos clásicos de la disciplina. Actualmente, los contextos político-económicos y sociales en los que se realizan las Etnografías son bien distintos a los de otras épocas. Los nuevos estados del llamado tercer mundo tienen sus respectivas políticas culturales, los destinatarios de las monografías no son ya los mismos que en la época clásica, ni son las mismas las consecuencias de la publicación. De una u otra manera, los medios de comunicación informan universalmente sobre la producción cultural en diversas partes del mundo. La interconexión de la comunicación, que abarca a una amplia red planetaria, hace que prácticamente todos los pueblos, no sólo vivan su cultura, sino que «miren» a su cultura, la creen y la recreen59. Todo ello influye directamente en la interpretación o posicionamiento que nuestros informantes van a dar a nuestros trabajos escritos. Por ello, planteo reflexionar sobre ¿qué puede ocurrir con el texto? Michel Foucault nos señala una de tantas situaciones que pueden ocurrir con las historias de vida: aunque el colectivo nos facilite información para su contextualización, el mismo colectivo puede silenciar el texto, e incluso hacer que pase a ser un elemento tabú60. Esta situación me ha ocurrido durante la investigación de mi tesis doctoral sobre la muerte, en el contexto cultural de las parroquias de Olveira y Corrubedo de A Coruña. Trabajé entre 1998 y 1999, mediante relatos de vida a nivel intergeneracional, las vivencias que, en torno a la muerte, se producen en ambas parroquias: los de más edad narran con un gran número de detalles, pero las nuevas generaciones son escuetos en las explicaciones. Diez años más tarde, nadie habla de la simbología que he recogido. De mis informantes mayores quedan pocos, la mayoría han muerto; las nuevas generaciones no tratan este tema, lo silencian. El texto escrito, sobre esa simbología vivida y encarnada en quienes fueron sus protagonistas, está ahí, como muchos otros textos, pero diez años más tarde un observador no lo detectaría, necesitaría ir a los textos escritos para encontrar lo que hubo. Ya no puede «crear» el dato en una relación de intersubjetividad, recogiendo la información. Como mucho, se puede recopilar lo que hubo y enmarcarlo como documento ya fijo, para dar respuesta a su objeto de estudio con una intención teórica. 58 Jugements de la Cour Suprême du Canada http://csc.lexum.org/fr/1997/1997rcs3-1010/ 1997rcs3-1010.html 11/12/1997, http://csc.lexum.org/fr/1997/1997rcs3-1010/1997rcs3-1010. html [85, 103, 186] André Bourcier, «Aspects linguistiques de la preuve par tradition orale en droit autochtone », Les Cahiers de droit 41, 2 (2000), 403-421. 59 Manuel Castells, Comunicación y Poder (Madrid: Alianza Editorial, 2010). 60 Michel Foucault, Moi, Pierre Rivière ayant egorgé ma mère, ma sœur, mon frère (Paris: Gallimard, 1973). 88 ROSA GARCÍA-ORELLÁN Podemos considerar el pasado siglo XX como la catarsis entre la objetividad y la subjetividad. En sus comienzos existe la gran preocupación de no interferir en la producción del dato, característica de la corriente naturalista de la Escuela de Chicago. Tras ella, asume el protagonismo la Escuela de Talcott Parsons, que nos presenta nuevos retos investigadores y destrona la reciente investigación cualitativa que terminó emergiendo, de nuevo, en los sesenta y eclosionando a lo largo de los veinte últimos años, caracterizados por la andadura en la globalización y la interconexión de información. A este respecto Joan J. Pujadas dice: «Pero, además, la recuperación y gran auge del método biográfico en estos últimos veinte años forma parte de la revalorización del actor social (individual y colectivo), no reducible a la condición de dato o variable (o a la condición de representante arquetípico de un grupo), sino caracterizado como sujeto de configuración compleja y como protagonista de las aproximaciones que desde las ciencias sociales se quiere hacer de la realidad social»61. Otra situación que puede ocurrir con el texto es que, si trabajamos las dinámicas que se producen en un tipo de actividad, como la pesca industrial del bacalao, siendo las historias de vida una fuente de recogida de información, cada individuo tienda a sentir y vivir su vida como una totalización de la vida vivida, es decir: «Así es como se ha vivido en los barcos bacaladeros en los años sesenta, porque ésta es mi experiencia». Esta tendencia a vivir cada uno de los actores sociales sus propias vidas como totalizadoras de sus contextos, hace que ellos mismos, al leer el texto donde se entrelazan las experiencias de «otros», vean que la complejidad de su experiencia vivida tiene muchos más matices. Desde el nacimiento de la historia de vida en las ciencias sociales, siempre que hemos hecho recogida de información utilizando los relatos biográficos, nos hemos enmarcado en una postura teórica. Desde la antropología llevamos más de veinte años situados en la perspectiva biográfica, donde el análisis contempla «un viaje de ida y vuelta», entre la persona que investiga y el sujeto investigado. De este modo, la relación de intersubjetividad que se pone en marcha a lo largo de toda la entrevista, está sometida a una triple observación: la del investigador, la de la persona investigada, y la de la construcción del dato, hasta enmarcarlo en el texto abierto a la intertextualidad. A modo de cierre, quiero señalar que el texto escrito tiene una entidad diferente a la oralidad. Al recoger los relatos de vida o historias de vida, penetramos en los entramados donde se construyen y reconstruyen las relaciones sociales y, en definitiva, en la cultura que está emergiendo, a través de la incorporación de experiencias que la persona muestra en el relato. Su traslado 61 Joan Pujadas, «El método biográfico y los géneros de la memoria», Revista de Antropología Social 9 (2000), 127. DE LA ORALIDAD A LA INTENCIÓN BIOGRÁFICA 89 al texto adquiere la entidad y fijación en el espacio-tiempo de la escritura. De este modo, se crea y se abre la puerta al diálogo con el lector, que puede acceder a dicho texto en tiempos muy diferentes a aquél en que ha sido creado y, a su vez, recrearlo. Bibliografía ACEVES, Jorge, «De la ilusión a la comprensión biográfica», http://es.scribd.com/ doc/46919264/Pierre-Bourdieu-y-La-Historia-Oral. A MANDA , Mars, El País, «¡Los españoles son idénticos!, no sabía distinguirlos cuando llegué» Hong Guang You Gao, 26/02/2011. http://www.elpais. com/articulo/ultima/espanoles/identicos/sabia/distinguirlos/llegue/elpepiult/ 20110226elpepiult_1/Tes ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Paris: La Decouverte, 1993. ARIÈS, Philippe, Centuries of childhood: a social history of family life, New York: Vintage, 1962. AUGE, Marc, Las formas del olvido, Barcelona: Gedisa, 1998. 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Se parte del supuesto que pese a la incuestionable dimensión subjetiva e individual que aparentemente poseen estos relatos, la configuración de los mismos se lleva a cabo de maneras limitadas, clasificables y predecibles. Ello responde a las semejanzas en las experiencias vitales de las personas que comparten un mismo entorno histórico, así como a un aprendizaje similar de la competencia narrativa. Es por ello que puede hablarse, en el marco de lo que denominamos estructura narrativa de la construcción biográfica, de la existencia de un esquema narrativo, que sigue generalmente un criterio de exposición cronológico, por las etapas del ciclo vital, o temático, a través del eje laboral o familiar. Y que cuenta como elementos significativos las formas de inicio y finalización del relato, la presencia de hechos cruciales, la comparación temporal, el uso pronominal o la presencia en el relato de silencios u olvidos. Palabras clave: Biografía, patrón narrativo, contexto biográfico. Introducción: el relato de vida como objeto de estudio y de reflexión El objetivo de este capítulo es abordar el relato de vida, concretamente su estructura narrativa, como fuente y objeto de reflexión y, relacionado con 94 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES ello, apuntar algunas consideraciones generales sobre los elementos contextuales o referenciales que inciden en su elaboración. La base empírico-etnográfica y reflexiva de este texto se encuentra, en parte, en diversos trabajos previos en los que he participado, tanto de índole individual1 como colectiva2, que juntos suponen la realización y análisis de más de 200 relatos de vida3. La mayor parte de estos relatos de vida fueron obtenidos sin la ayuda de ningún tipo de guión o guía de entrevista, generándose tan sólo a partir de una demanda inicial —«cuéntame tu vida»—, debido a que, generalmente, el interés se centró en observar cuál era el recorrido y el contenido de los distintos discursos autobiográficos y, a partir de ahí, encontrar y aportar pistas sobre las circunstancias, las causas y los condicionantes que hacen que una persona opte por seguir un determinado itinerario narrativo, utilizar unos u otros recursos narrativos y ofrecer unos recuerdos de vida en concreto. Nuestra voluntad, pues, fue en todo momento la de no interferir de manera deliberada y activa en la confección del discurso del entrevistado, puesto que no nos interesaban tanto los datos que nos ofreciera sino los recuerdos que sin guía alguna afloraran de su memoria, o la selección que de ellos hiciera y la manera cómo los articulara en su discurso. Cabe decir que la técnica de la entrevista biográfica, las historias y los relatos de vida (el método biográfico) generalmente ha sido utilizada (y también cuestionada) en ciencias sociales como instrumento de obtención de información sobre algún hecho o fenómeno concreto, partiendo del criterio de que las palabras de los entrevistados aportan una perspectiva subjetiva y a la vez significativa sobre el tema objeto de estudio. A menudo, pues, el discurso obtenido a través del método biográfico ha servido para testimoniar, ilustrar, ejemplificar o complementar con datos y percepciones perso- 1 Roca i Girona, J., De la pureza a la maternidad: la construcción del género femenino en la postguerra española (Madrid: Ministerio de Educación y Cultura, 1996); Roca i Girona, J., «El género de la memoria: familia y mujer», en Memoria y creatividad, Azcona, J. (dir.) 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La cohorte por edad más numerosa, en el caso de los hombres, es la que oscila entre los 40 y los 70 años y, en el de las mujeres, entre los 40 y los 80 años. El nivel socioeconómico es mayoritariamente medio, con un 20% de nivel bajo y un 15% alto. El nivel de formación es medio en un 60%, alto un 35% y bajo un 15%. Casi en su totalidad residen en Cataluña. Son catalanes un 50% y un 30% son originarios de otras comunidades españolas y un 20% proceden de otros países. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 95 nales la realidad estudiada, pero en menos ocasiones ha sido objeto de reflexión en sí mismo. En nuestra investigación los relatos biográficos no han servido de soporte para el análisis de un objeto de estudio determinado de la realidad social o histórica, sino que han constituido ellos mismos la fuente, el método y el objeto de investigación. El pre-texto y el contexto: condiciones y condicionantes Consideramos que en la elaboración de un discurso biográfico, en nuestro caso solicitado por un investigador, existe una serie de factores que envuelven su producción y que pueden afectarlo o determinarlo. En primer lugar, es importante atender a la articulación que se establece entre el relato de vida individual y el contexto vivencial del informante. Ejes de análisis como el género, la edad, la trayectoria laboral, el nivel de formación, la situación socio-económica —así como trayectorias específicas como pueden ser las vidas de migrantes u otras— se revelan como parámetros absolutamente decisivos en la conformación del discurso biográfico. Asimismo, la situación presente del relator, como veremos, incide de manera directa en el proceso de «reconstrucción» que éste realiza al recordar, revivir y relatar el pasado. Por otra parte, debe tenerse en cuenta el «escenario» que enmarca la sesión o sesiones de la entrevista y sus condiciones materiales y simbólicas. Es importante prestar atención, tanto al proceso de «elección» de informantes, como a la manera en que se realizan los contactos con ellos, así como a la situación de la entrevista (desarrollo, incidencias de la sesión, lugar…). Resultan especialmente relevantes la relación establecida entre investigador e informante y la presencia del entrevistador en el relato obtenido. Incluso en el tipo de entrevista donde el investigador ejerce simplemente de espectador, la relación intersubjetiva es un elemento muy importante. El resultado de una entrevista es siempre el producto de una interacción entre el informante/ narrador y el entrevistador/oyente, en la que ambos son interlocutores, aún con diferente grado de protagonismo, y en donde se produce, también como en cualquier acto comunicativo, el juego de expectativas y suposiciones sobre el contenido del discurso y la necesidad o voluntad, más o menos consciente y activa, de acomodarse a ellas. Finalmente, creemos que el análisis del discurso autobiográfico en sí mismo, es decir el análisis del discurso como texto, especialmente su estructura narrativa, ofrece un enorme caudal de posibilidades de reflexión, y es precisamente la vertiente en la que más ahondaremos en este artículo. 96 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES Re-creando la propia biografía Partimos de la tesis de que los relatos biográficos, aún siendo la expresión individual y subjetiva de un conjunto de acontecimientos y vivencias personales, no son arbitrarios. Existen una serie de elementos que permiten analizar los relatos de vida dentro de una estructura o estructuras de sentido y de producción aprehensibles y manifiestas. No cabe duda, como hemos apuntado, de que un mismo informante puede configurar un relato biográfico distinto del que ha realizado en función de múltiples posibles variables: un entrevistador, un estado de ánimo, unas condiciones físicas de la entrevista distintas, el momento presente del narrador… Pero creemos que también es cierto que contextos vivenciales y experiencias biográficas similares tienden a producir relatos biográficos similares. Esto justifica, pues, nuestra pretensión de llevar a cabo un análisis del relato de vida que permita precisar los presupuestos, mecanismos y condiciones que regulan su elaboración, basada en la premisa de que las formas de narrar una vida —y, por tanto, sus contenidos— no son ilimitadas ni azarosas, sino que, por el contrario, corresponden a estructuras de relato relativamente acotadas y compartidas socialmente. Esto es, que poseen existencia previa a la experiencia individual, que están a disposición del sujeto en su contexto cultural y semántico y que han sido objeto de su aprendizaje4. El relato de vida, por tanto, no es siempre —e incluso podríamos afirmar, en cierto modo, nunca— un producto individual. Deriva, en buena medida, de un amplio contexto grupal, cultural, ideológico e histórico5, razón por la cual puede ser considerado como la expresión de la identidad social del informante. La potencialidad específica del relato de vida no reside para nosotros en el hecho de ser un fiel reflejo de lo que ha sido esta vida, puesto que no será nunca la reconstrucción exacta de los hechos y sucesos que se vivieron. Aquello que nos interesa es cómo alguien representa ante otro, encarnado por el entrevistador, el curso de su vida y cómo lo relata. Nuestra tarea, pues, no es la de determinar la veracidad o falsedad de los relatos, dado que, en el fondo, todos los relatos son ficciones. Como ha sido apuntado de manera clara y acertada por Piña6, si es interesante la dimensión autobiográfica que posee toda novela, lo que interesa aquí es la dimensión novelística de todo relato de vida. En esta misma línea, y haciendo uso de una metáfora harto ilustrativa aportada por Franzke7, sabemos que la película de nuestra vida que podemos proyectar no es una película documental sino una película dirigida, producida 4 Véase Piña, C., «La construcción del “sí mismo” en el relato autobiográfico», Revista Paraguaya de Sociología 71 (1988), 151. 5 Véase Denzin, N.K., Interpretative biography (Newbury Park, CA: Sage, Qualitative research methods, 1989), 17. 6 Piña, C., «La construcción del “sí mismo”», op. cit., 141. 7 Franzke, J., «El mito de la historia de vida», Historia y fuente oral 2 (1989), 57. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 97 y montada por nosotros mismos. El relato de vida, por tanto, es una tentativa del sujeto para construir y dar una imagen de sí mismo ante un interlocutor8, lo que implica, de algún modo, ubicarla dentro de una cierta coherencia que la haga comunicable. Así lo entiende también Gutiérrez Estévez, quien —se me perdonará la longitud de la cita— afirma que: «La autobiografía no es la vida de un informante, sino que es el relato que éste hace de su vida. Es un relato que hace en público ante determinados oyentes (vecinos, amigos, familiares o antropólogos) y que está destinado, por la propia naturaleza del hacer discursivo, a alcanzar unos determinados objetivos, entre los cuales ocupa el lugar principal el de conseguir la aceptación y la benevolencia hacia su persona. La autobiografía es un discurso manipulador de las actitudes y sentimientos ajenos y, para esa eficaz manipulación, ha de seleccionar y articular los acontecimientos vividos de una determinada manera. De aquella manera, precisamente, en que su persona, el sujeto del relato, se aproxime lo más posible a la imagen que quiere dar de sí mismo.»9 Así pues, la imagen del yo que uno construye en el relato biográfico no es simplemente una mera exposición de las experiencias referidas al yo, sino que incluye también, según Hankiss10, una respuesta específica al «porqué» del desarrollo del yo. Es decir, que debemos hablar de la existencia de una teoría propia, de cada uno, de su historia y de un principio de explicación coherente que permita incorporar todos los elementos de una vida (éxitos, fracasos, culpas, elecciones…) dentro de una unidad histórica. Es lo que consideraríamos como la construcción, por parte de cada individuo, de su propia ontología en el marco de lo que se ha definido como la triple ilusión biográfica: en primer lugar, la de un transcurso de los acontecimientos completo; en segundo lugar, la de un principio y un final; y en tercer lugar, la de una imagen objetiva del pasado11. Sin duda, los presupuestos precedentes bien pueden relacionarse con el concepto de «composure» tal como fue desarrollado por Dawson y utilizado por otros teóricos de la historia oral12: al narrar nuestras vidas participamos a la vez 8 Véase Lipiansky, E.M., «Une quête de l’identité», Revue des Sciences Humaines, T. 62, 191 (1983), 61-69. 9 Gutiérrez Estévez, M., «Elementos para una semiótica de la autobiografía», en Actas del II Congreso Iberoamericano de Antropología (Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria/Instituto Canario de Etnografía y Folklore, 1983), 334. 10 Hankiss, A., «Ontologías del yo: la recomposición mitológica de la propia historia de vida», en La historia oral: métodos y experiencias, Marinas, J.M., Santamarina, C. (eds.) (Madrid: Debate, 1993), 251. 11 Véase Franzke, J., «El mito de la historia de vida», op. cit., 63. 12 Véase Dawson, G., Soldiers Heroes. British Adventure, Empire and the Imagining of Masculinities (London: Routledge, 1994); Thomson, A., Anzac Memories. Living with the Legend (Oxford: Oxford University Press, 1994); Summerfield, P., «Culture and Composure: Creating Narratives of the Gendered Self in Oral History Interviews», Cultural and Social History 1, 1 (2004), 65-93 98 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES en una actividad cultural, en el sentido que construimos relatos sobre nosotros mismos utilizando el significado que en nuestra cultura da sentido a lo que experimentamos, y al mismo tiempo, realizamos un proceso psíquico por cuanto componemos recuerdos que nos ayuden a sentirnos relativamente cómodos con nuestras vidas. Es decir, nuestro contexto cultural determina nuestra «reconstrucción» del pasado, pero al mismo tiempo esta «versión», realizada por un determinado individuo, obedece a su anhelo o necesidad psíquicos de conseguir una especie de serenidad que le reconcilie con su pasado, le sirva de compensación y, a partir de ahí, haga más fácil y cómoda su historia del pasado en el presente. Volveremos sobre estos aspectos, de forma más extensa, más adelante. De la sociedad industrial a la sociedad postmoderna: ¿dos modelos biográficos distintos? Tal como apuntábamos, a pesar de la supuestamente intrínseca subjetividad y particularidad de cada biografía, no sólo los hechos, sino la manera de relatarlos, a menudo presentan regularidades y semejanzas entre individuos pertenecientes a una misma cohorte, la cual comparte, por tanto, imaginarios y experiencias. Es por esta razón que resulta necesario considerar los distintos niveles o marcos contextuales en los que se ha desarrollado la biografía de una persona, porque en buena medida ellos van a determinar el contenido y la forma de su relato biográfico y van a ofrecernos las pistas para interpretarlo. En nuestro caso, resulta evidente que en el estadio más macro deberemos tener en cuenta las características generales de los dos grandes modelos de sociedad que se han sucedido en nuestro entorno en el último siglo: las denominadas sociedad industrial y sociedad post-industrial o post-moderna. En la sociedad industrial propiamente dicha nos hallamos en un contexto marcado por un nuevo modo de producción, que incorpora una estricta y planificada organización del trabajo, basada en la división técnica del mismo, y cuya máxima expresión será la cadena de montaje. Esto implicará que el trabajo, especialmente para los hombres, se constituirá en el eje de la vida individual y del orden social. Así mismo, supondrá el principal factor de ubicación social del individuo y la fuente básica de su identidad social, que a menudo se construirá de una sola vez y para el resto de la vida: la permanencia a lo largo de toda la vida laboral en una misma empresa constituía la norma y se expresaba con frecuencia con un sentimiento de orgullo. La carrera laboral, en este sentido, marcaba el itinerario vital, siendo así que la fábrica se convirtió en la principal institución panóptica de la sociedad moderna, el lugar donde se moldeaban los sujetos dóciles y obedientes que el estado moderno y el modo de producción industrial necesitaban13. 13 Véase Bauman, Z., Trabajo, consumismo y nuevos pobres (Barcelona: Gedisa, 2000). MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 99 La base productiva de esta sociedad industrial comportó, como ya se ha insinuado, los correspondientes efectos en el conjunto de la experiencia de los individuos, en la medida que incidió decisivamente en el modelo social hegemónico existente. Así, tanto los hombres, centrados mayoritariamente en el universo laboral, como las mujeres, idealmente inscritas a un modelo familista-doméstico, construyeron sus respectivas identidades de forma regular y planificada en base al seguimiento de unas etapas claramente definidas. A las personas, en este contexto, les era relativamente fácil —o difícil no hacerlo— acomodarse a los roles prescritos y segregados de padre, madre, trabajador, vecino...14. Por lo común no existía la necesidad de negociar los roles correspondientes, y su seguimiento, por tanto, demandaba poca energía: tanto la rutinización y planificación de la conducta como el férreo control social lo hacían posible. Los problemas o «desajustes» propios de esta sociedad industrial eran solucionados generalmente por la comunidad inmediata —familia, vecindario— o bien institucional —empresa, sindicato, estado del bienestar—. En la postmodernidad o sociedad postindustrial, en cambio, la crisis o el fracaso de un amplio número de instituciones —empresas, familia, estado providencia, etc.—, con sus corolarios de las transformaciones acaecidas en ámbitos tan diversos como la seguridad de ocupación de los empleados, la pensión de los jubilados o el aumento de las tasas de divorcio y las nuevas formas de convivencia, han situado la flexibilidad y la movilidad en el punto neurálgico de las habilidades personales y sociales. El curso de la vida, de este modo, «liberado» de la secuencialidad preestablecida, se mantiene abierto a una reformulación continuada según las demandas del mercado laboral. Su construcción social se desplaza hacia un conjunto de prácticas y valores menos sujeto a los tipos de papeles, de actividades y de contextos que son adecuados para etapas vitales o identidades de género determinadas. La modernización reflexiva o segunda modernidad característica de la sociedad postmoderna15 incentivaría, así, la búsqueda de la aptitud personal en un mundo trastornado y plural en el que la diferencia es aceptada positivamente. Las consecuencias naturales del postmodernismo se formulan sólidamente en términos de procesos de individualización-pluralización que tienen un impacto en la formación del sujeto y en la construcción social de la biografía. Como ha señalado Giddens16, todo contexto de destradicionalización ofrece la posibilidad de una mayor libertad de acción de la que existía antes. A medida que la influencia de la tradición y la costumbre decrecen, la base 14 Véase Hage, J., «Post-Industrial lives», en The Changing Nature of Work, Howard, A. (ed.) (San Francisco: Jossey-Bass Publishers, 1995), 485-512. 15 Véase Beck U., Giddens, A., Lash, S., Reflexive modernization. Politics, Tradition and Aesthetics in the Modern Social Order (Stanford: Stanford University Press, 1994). 16 Giddens, A., Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas (Madrid: Taurus, 2000), 59-60. 100 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES misma de nuestra identidad personal —nuestra percepción del yo— cambia. En la situación anterior, propia de la sociedad industrial, la percepción del yo se sustentaba sobre todo en la estabilidad de las posiciones sociales de los individuos en la comunidad. Cuando la tradición se deteriora y prevalece la elección de estilo de vida, el yo no es inmune: la identidad personal debe ser creada y recreada más activamente que antes. Así, se formulan estilos de vida individualizados en los que las personas se ven obligadas a situarse en medio de sus esquemas y a construir de manera reflexiva sus propias biografías sociales. De ahí, por ejemplo, la popularización de las terapias y asesoramientos de todo tipo, la proliferación de una suerte de supermercado del desarrollo personal y la autoayuda —libros con títulos pensados para superar las dolencias de un yo íntimo enfermo— y la expansión del psicoanálisis en los países occidentales, ya que constituyen mecanismos para renovar la identidad personal y para reescribir el guión de la propia vida. Consecuencia importante de esto, entre otras, es que en tanto que la responsabilidad de la propia biografía antes descansaba en gran medida en lo que podríamos denominar «el sistema» —una realidad altamente institucionalizada—, ahora parece extenderse la ilusión, cuando menos, de la responsabilidad individual en cada biografía, en el marco de lo que Chisholm17 califica de planificación biográfica más abierta que, dicho sea de paso, tiende a exagerar la capacidad de las personas para llevar a cabo una autonomía razonada. De la sociedad de productores rutinizados por la cadena de montaje, basada en la separación entre la planificación y la ejecución, con un número limitado y determinado de roles perfectamente segregados, se habría pasado a una sociedad de consumidores, fundamentada en la necesidad de elección constante ante una oferta variada, con un número potencialmente ilimitado de roles que a menudo se mezclan —el trabajo penetra en el hogar mediante el ordenador, mientras que el hogar penetra en el mundo laboral a través de las crecientes necesidades de cuidado y atención a las personas dependientes—. Los roles pueden, incluso, inventarse: en el chat uno puede crearse y mostrarse bajo la identidad que quiera, en el marco de una ficción que no debe responder a la obligación del mundo físico de comportarse como se espera que uno lo haga de acuerdo con su estatus. De la saturación del nosotros, en suma, a la eclosión del yo omnipresente. El texto: estructura narrativa del relato de vida A través de la observación y análisis de la estructura narrativa del relato de vida pretendemos evidenciar los ejes paradigmáticos de la experien17 Chisholm, L., De les oportunitats desiguals a la manca igualitària d’oportunitats? Les dimensions de gènere del canvi social i la joventut a Europa (Barcelona: Secretaria General de Joventut, Aportacions, 2002), 16. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 101 cia, conformados —e interiorizados— desde pautas sociales del contexto sociocultural del informante y que se manifiestan en las diversas fórmulas de presentar la trayectoria vital (ejes temáticos de la narración, focalizaciones temporales, modos de secuenciar, selección y organización de elementos —hechos, anécdotas, agentes considerados como esenciales o importantes, etc.—). Nuestra intención es descubrir aquello que nos revela la categorización y jerarquización de sucesos y experiencias que el narrador efectúa mientras elabora su relato, así como las relaciones de causalidad y consecuencia observables en la manera y momento de presentar y proyectar hacia el pasado o el futuro los hechos rememorados. Cuando hablamos de la estructura de un relato autobiográfico nos referimos básicamente al esquema narrativo subyacente sobre el que el informante ha construido el discurso al explicarnos su vida. Nos referimos a los criterios de ordenación, organización y composición del relato, a los ejes principales que sigue la distribución de los datos aportados, al soporte argumental, al tipo de secuenciación realizada, a las fórmulas y procedimientos narrativos utilizados en la confección del discurso e incluso al tono y a la orientación descriptiva o expresiva que modulan la narración18. La invitación a explicar la propia vida desencadena en el narrador un patrón lingüístico concreto aprendido en la infancia, practicado en la escuela, y absorbido a través de la industria cultural —novelas, cine, televisión…— a lo largo de su vida, un esquema narrativo que comporta la adhesión a ciertas reglas formales del esquema lingüístico apropiado así como la reproducción o imitación de la imagen que se tenga de una situación de entrevista. En este sentido, la necesidad de narrar una historia «interesante», «bonita», «original», nos indica también que existe una dimensión estética en la creación de la narración19. Ahora bien, como veremos, no siempre el patrón lingüístico ha podido ser aprehendido e interiorizado. Ejes y focalizaciones de la narración El hilo narrativo que cada informante adopta a la hora de explicarnos la vida puede obedecer a diversos criterios. En el proceso de rememoración y 18 Estamos de acuerdo con Gutiérrez Estévez cuando señala que «La propia estructura de la autobiografía es, también, un producto social. No son sólo colectivos los criterios que guían la selección de los acontecimientos relatados, sino también la organización narrativa que se da a esos acontecimientos. El individuo adquiere, en su cultura, una determinada competencia narrativa y la adquiere escuchando y repitiendo cuentos y mitos. De esta manera aprende a contar historias, a encadenar lógica y temporalmente los sucesos, de la forma peculiar en que eso se hace en su cultura. Al contar su vida, utilizará la misma lógica narrativa que ha aprendido a utilizar y cuya eficacia ha constatado, en numerosas ocasiones, como oyente o como relator». Gutiérrez Estévez, M., «Elementos para una semiótica de la autobiografía», op. cit., 334. 19 Véanse Franzke, J., «El mito de la historia de vida», op. cit., 59, y Bourdieu, P., «La ilusión biográfica», Historia y fuente oral 2 (1989). 102 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES verbalización se produce una actividad de selección inmediata, que puede ser producida por los diversos caminos de la memoria de cada uno (es imposible conservar el recuerdo de toda una vida20) y, por otra parte, por la voluntad propia de enfatizar algunos aspectos o situaciones, de obviar otros, o de seguir por un determinado camino narrativo en detrimento de la innumerable cantidad de otros caminos posibles. Si bien desde la posición teórica que sustentamos una de las formulaciones básicas de nuestro planteamiento es que los relatos biográficos presentan una estructura narrativa —todo acto comunicativo está mínimamente estructurado— y que, a pesar de que existe una variedad posible de estas estructuras, su numero es limitado, siendo posible el intento de establecer una cierta tipología, la verdad es que esto no implica que la adopción de uno u otro tipo de estructura constituya un proceso consciente producto de una elección premeditada y deliberada. En todo caso, esto no siempre es así y nos atreveríamos a decir incluso que en la mayoría de casos no lo es, sino que se trata más bien de una decisión que se va tomando sobre la marcha. En el caso del relato de Joan esto se pone de manifiesto claramente porque el informante, justo al inicio de su discurso, hace explícito el problema de cómo encarar el relato de su vida: «— J.: Y entonces, por ejemplo, tú de qué apunte partirás tú después. — Entrevistadora: Yo, después, de todo esto que grabamos, lo tengo que escribir todo. Todo lo que digas lo escribiré. Si hay alguna cosa que no quieres que salga lo pararé, ¿vale? Y este trabajo, después, te lo dejaré ver ¡eh! — J.: Es como si pasaras una cosa, como si lo pasaras por televisión. — Entrevistadora: ¡No! Pero esto no se pasará ¡eh! Esto se queda aquí, o sea que cuando quieras… — J.: Y soy yo quien he de salir de la, de la vida, de mi vida. Ya de, de joven, de lo que me acuerdo, ¿desde cuando me parezca? — Entrevistadora: Como quieras. — J.: ¿Y tiene que ser muy largo esto? (…) Sí, pero entonces puede haber… para empezar la época nuestra joven, la juventud de cuando fuimos 20 Es lo que generalmente se ha afirmado y sostienen, por ejemplo, Berger y Luckmann, en Berger, P.L. y Luckmann, T., La construcció social de la realitat. Un tractat de sociología del coneixement (Barcelona: Herder, 1988), para quienes la conciencia retiene únicamente una pequeña parte del conjunto de las experiencias humanas. Las experiencias que son retenidas se sedimentan y cuajan en la memoria como entidades que pueden reconocerse y recordarse. En nuestra opinión, no obstante, podría decirse igualmente, de forma diferente a lo expuesto, que en realidad retenemos todas nuestras experiencias —o cuanto menos una gran parte de ellas— si bien es tan sólo una pequeña parte de éstas que recordamos. El planteamiento, en este nuevo supuesto, avanzaría en la línea de afirmar que recordamos aquello que en el momento de recordar —el presente— nos interesa, en el sentido de vinculación directa con nuestras circunstancias actuales, del pasado. En otras palabras: tal vez no se trate tanto de que recordemos en función de un límite material retenido en el pasado y por tanto disponible en el presente sino más bien en función de unos limitados intereses o necesidades acuciantes del presente. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 103 jóvenes. Ya de nuestra infancia y después si sale…» (Joan, 64 años, tratante de ganado jubilado)21 Frente a la demanda de la entrevistadora para que cuente su vida, Joan se plantea una serie de interrogantes que tienen que ver con el formato con el que debe estructurar su relato. En este sentido apela a referentes inmediatos y conocidos (una entrevista en televisión), sondea por dónde empezar, insinuando ante la entrevistadora la estructura cronológica, a la vez que pregunta directamente sobre la extensión del relato. Ante la percibida falta de experiencia (y tal vez también de competencia) el informante, en voz alta, nos expresa el proceso de búsqueda de referentes a los que agarrarse para estructurar un relato que jamás pensó (ni jamás se preparó para) elaborar. Aún así, el análisis de los relatos de vida recogidos nos muestra que en la mayoría de ocasiones el discurso sigue un eje cronológico. El modelo de narración histórica adquirido culturalmente es el responsable de que buena parte de nuestros informantes comiencen su relato por el día en que nacieron y pasen sucesivamente por todas las etapas de su ciclo vital hasta llegar a la situación actual. Algunos de ellos, incluso, aportan sus antecedentes, esto es, empiezan por sus orígenes, por la mención de cada uno de sus progenitores o, incluso más remotamente, por los abuelos. Esta necesidad de contextualización de la propia vida se acostumbra a producir en relatos de personas de un cierto nivel cultural o con voluntad didáctica, que necesitan ubicarse de manera completa, o bien en los de aquellas personas que quieren destacar unos determinados orígenes —pobres, por ejemplo— para después justificar que su vida ha estado marcada por las penalidades, o para mostrar que han conseguido alcanzar un estatus mejor, entre otras razones. En otras ocasiones, también frecuentes, el narrador sigue un eje temático, es decir, de toda su vida destaca una parcela determinada y tomándola como referente continuo construye un relato absolutamente focalizado. Los focos temáticos más habituales para las personas de mayor edad son el laboral, en el caso de los hombres, y el familiar, en el de las mujeres, cuya historia de vida es, a menudo, la historia de la familia (padres, parientes, marido, hijos y, al final, los nietos). Esto concuerda, como hemos visto al inicio, con los dos grandes ejes referenciales para el itinerario biográfico, de hombres y mujeres respectivamente, característicos de la sociedad industrial. Nos gustaría ilustrar con ejemplos estos dos tipos de relatos cronológicos y focalizados temáticamente, pero resulta complicado, puesto que deberíamos reproducir la totalidad de los relatos para dar cuenta de tales directrices 21 En cada cita se especificará el nombre o pseudónimo, la edad y la profesión de la persona entrevistada. Algunas citas han sido traducidas por nosotros mismos del catalán, idioma en que fueron recogidas inicialmente, al español. 104 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES organizativas de la narración. Además, en apartados posteriores se hallarán fragmentos que serán indicativos de tales ejes vertebradores. Un tercer tipo de composición sería el representado por aquellos relatos que se construyen a partir de un acontecimiento central que actúa como pivote de vida. Todo lo que se cuenta remite continuamente a este acontecimiento. En este caso no existe ningún tipo de seguimiento cronológico, sino que el relato deviene en una suerte de anecdotario de situaciones que de alguna manera tienen relación con el acontecimiento central. Distinguimos este tipo de ordenación del que hemos denominado de focalización temática porque en este caso no se trata tanto de una parcela de vida destacada sobre el resto sino de un hecho puntual que ha marcado esta vida y que aparece en el discurso de manera reiterativa e incluso obsesiva. Por ejemplo, en el caso de Juana (77 años, cuidadora de ancianos) el adulterio de su marido, o en el de Rosa (68 años, ama de casa) la enfermedad del suyo. En efecto, este tipo de relatos empiezan, continúan y finalizan con la descripción de momentos y experiencias relacionados con este motivo central. Sin duda se trata, además de la falta de competencia narrativa, de un aspecto traumático que ejerce tal impacto en los protagonistas que a la hora de explicar su vida todo lo que cuentan se retrotrae, se basa o se concentra en esas experiencias. Tendremos ocasión de comprobarlo con posterioridad, pero queremos ilustrar, de momento, este tipo de relatos de acontecimiento central, por ser el más peculiar, con algunas palabras de Juana (cogidas al azar en cualquiera de las páginas de la transcripción): «¡Ah, sí! Yo cogí una casa, antes de salir, por si acaso, porque yo sabía que ella se veía por allí con él, me lo había dicho un compañero, el paisano, cogí un cuchillo así de largo (hace un gesto de un palmo y medio), de matar los cerdos y lo puse en la banca, donde llevábamos pa arrodillarnos…» (Juana, 77 años, cuidadora de ancianos) En otro momento, al hablar de sus suegros, y sin que venga a cuento, vuelve a incidir en el tema: «Mi suegro le pegó a mi marido, le hizo: plis, plas, uno de cada lao, le quedó así… (Dijo:) “Pero a ti ¿no te da vergüenza? Pero si tu mujer ha estao con nosotros allí, ha estao esta fulana”, y le dijo to la gente que había estao. “Pero ¿qué clase de hombre eres tú? Pero ¿qué clase de hombre eres?”. “Ah, padre… padre no, no ha pasao nada, no ha pasao nada”». (Juana, 77 años, cuidadora de ancianos) Al referirse a sus hijos, insiste en el acontecimiento central de su relato: «El día que se murió, se lo digo sin pasión ninguna, ¡hombre, era mi marido! Pero se lo juro que quedé como a un burro cuando le quitan las albardas de encima… de verdad. Y un día me dice mi hija pequeña: “Mamá: MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 105 ¿me contestas a una cosa que te voy a preguntar?” Digo: “Sí, hija ¿por qué no?” Pero yo no me pensé que era eso, nada de eso. Dice: “¿Cuánto tiempo llevabas que no te hablabas con el papa?”. Fíjese, y me quedé así, pensando, sin saber si decírselo o no y le dije: “Pues mira, pues ya que lo preguntas, te lo voy a decir. Desde que me enteré que tenía una hija con otra mujer”. Se lo dije así.» (Juana, 77 años, cuidadora de ancianos) En la mayor parte de estos casos se podría hablar de una falta de patrón narrativo interiorizado o de la existencia de un hecho tan altamente valorizado y trascendentalizado que llega a ofuscar y negar el resto de la realidad vital de la persona. Es oportuno señalar que muy pocos de los relatos analizados están exentos de la alusión cronológica, aunque sea de manera discontinua o, incluso, absolutamente desordenada. La consideración generalizada de la vida pasada como «tiempo» vivido hace que la variable temporal aparezca de una forma u otra. Ahora bien, este tiempo de vida pasada es percibido, o cuando menos relatado, de manera diversa. Es por esto también que se producen focalizaciones temporales, es decir, énfasis en alguna de las etapas vitales: infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez —en su caso—. En este sentido, hemos observado la consideración de la infancia, adolescencia o juventud como fase vital forjadora de destino. Es decir, que desde el presente, desde la situación actual conocida y quizás reconocida, el narrador ubica en alguna de esas fases primerizas los orígenes de lo que después ha constituido el eje de su vida: su vocación, su profesión, su forma de ser, sus intereses… En estos casos, el informante halla en esta etapa los elementos primordiales del aspecto o situación que en cada caso le interesa explicar, justificar o legitimar, y por esto se explaya en ello con mayor detenimiento. Rubén, por ejemplo, es uno de los muchos informantes que pone especial énfasis en la etapa de la infancia, puesto que en ella tuvieron lugar los problemas entre sus padres, que eran de procedencia social diferente, hecho que actuará como mal augurio de sus propios problemas futuros y los de su familia: «Me llamo Rubén… y voy a empezar a explicar un poco… qué cosas pienso que han determinado mi forma de ser como persona. Nací en Calatayud, en una familia… ¿cómo lo diría? Mi padre era de una familia bastante pobre y mi madre de una familia más o menos acomodada (…) La relación de mis padres fue mala desde el principio (…) Esto indica más o menos el ambiente familiar que tuve de crío (…) Durante muchos años, hasta que llegamos a vivir a Tarragona, que ya tenía yo 10 años, 10 u 11, .o 9… bueno, por ahí, pues viví casi desde los 2 años viví en Castellón, en Vinaroz, en Benicarló, en Barcelona, en Benicarló otra vez y en Hospitalet del Infante aquí en Tarragona. Todo eso desde los 2 años hasta… pues hasta que hice el primer curso que debía ser con 8 años, con 8 años…» (Rubén, 50 años, vendedor, descargador de camiones, guardia jurado) 106 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES Otro tipo de relatos en los que esta fórmula adquiere especial relevancia son los relatos de vocación religiosa. Aquellas personas que en la actualidad son sacerdotes o religiosas ubican en la infancia o adolescencia el despertar o, incluso, las señales presagiadoras de su vocación futura. Se detienen extensamente en esta etapa de sus vidas como manera de confirmar el destino hacia dónde les iban a llevar sus primeras experiencias. Xavier (sacerdote, 35 años) por ejemplo, revive en su relato el hecho de haber nacido en una familia católica, recuerda sus domingos infantiles de misa matinal, sus años de monaguillo, la celebración de las fiestas cristianas durante su adolescencia así como su vinculación a los grupos de «escoltes», sus estancias de convivencias religiosas y la influencia de un cura cuyas palabras ejercieron una motivación fundamental: «Xavier, tu y yo algún día tenemos que hablar de lo que piensas hacer en la vida». La elección de ser sacerdote la inspiró este contexto vivencial ubicado en sus primeros años. En efecto, cuando el relato se ordena en base a las etapas vitales, parece existir un consenso generalizado en afirmar que la etapa de la infancia y la juventud son las privilegiadas. Para Lipiansky22 la razón de esto radica en el hecho que los recuerdos enternecedores, nostálgicos o emocionados de la infancia permiten al narrador diseñar las grandes líneas de su «novela familiar», destacar las figuras identificadoras más significativas (padre y madre, hermanos, parientes, profesores, amigos….) y descubrir los modelos de su escenario. Los años de formación, donde el sujeto realiza el aprendizaje de la vida social, del trabajo, de las relaciones amorosas, constituyen un período fuertemente investido. En otros casos, la primera parte de la vida no tiene una incidencia destacada, siendo la etapa de la madurez, la etapa no del forjamiento, sino de la culminación de una determinada posición, en la que el narrador se detiene con mayor detalle. En este caso no le interesa tanto destacar las motivaciones y orígenes como el desarrollo del statu quo una vez establecido. Celia, por ejemplo, una empresaria de éxito, no menciona su infancia ni juventud y pasa directamente a narrar los últimos diez años. Su relato se inicia (y en este punto de los inicios de los relatos redundaremos a continuación) con estas palabras: «Mira, yo, actualmente, esto es una empresa, que somos actualmente di… diecisiete personas trabajando. Esta empresa yo la empecé hace… ahora hará 10 años. La empecé en un despacho de mi casa…eh, vendiendo pues lo que vendo ¿no? Material de oficina. Cuando empiezas un negocio… hay un, en mi caso personal, supongo que cuando tienes una preparación a nivel de estudios, supongo que tienes mucho más claro donde te pones, ¿no? En mi caso, que no tenía ningún tipo de estudios… no tenía el bachillerato y… dejé de estudiar y mis padres me dijeron que era una “ca- 22 Lipiansky, E.M., «Une quête de l’identité», op. cit., 64. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 107 beza de chorlito” y que no sé cuantos y… yo personalmente no he tenido ningún problema para trabajar…» (Célia, 46 años, empresaria) Como se puede observar, la única referencia a sus primeras etapas vitales es la afirmación de que no tiene estudios. Tal vez por esa razón ha empezado a narrar su vida, y se va a detener extensamente en este período, en la etapa en que inicia su negocio. Esta es la fase de su vida que la ha llevado al lugar que ocupa. En este sentido, el hecho de no poseer formación, según ella, no supondrá un problema para triunfar si se tiene capacidad para trabajar con ahínco y dedicación. En el caso de los relatos de vida de personas jóvenes (los que rondan los veinte años son los informantes más jóvenes que hemos entrevistado) es evidente que la trayectoria vital, al ser más corta, es mucho mejor recordada. Estos relatos poseen como característica intrínseca el hecho de que el final de la vida aún es percibido como muy lejano y que, por tanto, todo está por hacer y todo es posible. La mirada hacia el pasado deviene proyección de futuro. Un ejemplo, entre otros muchos, es el de nuestro informante Ángel: «Yo siempre hago la coña con mis amigos de que: “Yo seré el tío, el tío gorrón de vuestros hijos... que viene Ángel a pasar la noche”, ¿no? No sé, Yo me veo, en un futuro, me veo como una persona que estaré sola seguramente, sola de pareja y... pero, no sé, con mucho contacto con mis amigos, o sea, no de sentirme solo. El sentido de mi vida para mi sería intentar cumplir mis deseos, o sea... mi objetivo, lo que da sentido es... yo vivo para ser recordado, digamos, supongo que todo eso me viene por mi ego impresionante, o sea, no concibo la idea de morir en el anonimato. Y, no sé, supongo que mi motivo de vivir es éste... el buscar..., hacer alguna cosa, y no sé... ser alguien para los demás ¿no? (…) Lo único que me interesa, bueno no lo único, pero el motor de vida..., bueno hay objetivos a corto plazo, pero a la larga seria éste: no morir en el anonimato.» (Ángel, 23 años, estudiante) Como hemos señalado, el hecho de tratarse de personas jóvenes les coloca en una posición de estar a la espera de cambios y, por tanto, no se trata tanto de una mirada retrospectiva desde el presente como de una perspectiva proyectiva hacia el futuro (e incluso más allá, hacia su trascendencia). Elementos significativos del relato El objetivo de este apartado es presentar aquellos elementos del contenido del relato que nos han parecido más relevantes a la hora de encarar el análisis de la narración desde su inicio hasta los párrafos finales. Así pues, queremos fijar nuestra atención, por ejemplo, en la manera en como los informantes inician su relato, así como en la forma que tienen de finalizar la 108 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES narración, estas dos partes del discurso nos han resultado muy ilustrativas en relación a la conformación de un determinado estilo de narración, así como a la configuración del informante como narrador y como personaje. De igual modo, creemos que es necesaria la observación de las secuencias a través de las etapas en las que uno mismo divide su historia, y a la importancia que se otorga a los momentos cruciales o a los hechos significativos en la reconstrucción del itinerario biográfico. Formas de inicio del relato En nuestro análisis descubrimos, con cierta sorpresa, que en los primeros párrafos del relato de la práctica totalidad de los informantes se puede hallar lo esencial del contenido posterior de la narración, además de los trazos básicos con los que el narrador se presenta como personaje o protagonista. El inicio del relato, pues, se convierte en el comienzo del proceso de construcción de una coherencia, mediante la presentación de una serie de elementos (hechos, acontecimientos, circunstancias,…) a los que se quiere atribuir la condición de elementos clave o ejes vitales. Cuando uno empieza a hablar menciona una serie de hechos biográficos ubicados en la infancia o en etapas posteriores de la vida, que son significativos para la conformación del tipo de narración que se hará posteriormente, y que son esenciales, a su vez, para el retrato de uno mismo que se desarrollará en el resto del relato. De manera voluntaria o inconsciente, las personas, al iniciar su historia, «se presentan», y lo hacen de una manera determinada. Nos ha resultado muy interesante observar detenidamente esta presentación, realizada, como decimos, en los primeros párrafos del discurso, y comprobar que prácticamente toda la vida que vamos a encontrarnos a continuación, o al menos lo esencial de ésta, ya está apuntado o contenido en el principio de la narración. En este punto, puede decirse que los tipos de introducción observados se corresponden con diversas circunstancias o estrategias narrativas: con la focalización temática del relato, con el tipo de «género narrativo» utilizado y con la forma de presentación del personaje. En el primer caso, esto es, cuando la introducción está ligada al tipo de focalización temática que se desarrollará posteriormente, observamos que los relatos centrados en el trabajo, por ejemplo, comienzan aportando datos sobre las primeras experiencias del narrador en este ámbito, o bien con las actuales, cuando representan el haber alcanzado una determinada posición o meta. Lo más significativo, en este sentido, lo encontramos en aquellos relatos en los que el inicio de la propia vida se ubica precisamente en la edad en la que el informante empezó a trabajar: los 10 años, los 14, los 19… Conviene recordar la importancia del trabajo como eje estructurador de la experiencia vital y como rasgo otorgador de identidad para los varones, especialmente, socializados en el marco de una sociedad industrial. Las prime- MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 109 ras palabras del relato de Enrique nos describen el trabajo que hacía a los 10 años y la relación de clase existente entre él y los «señores»: «Empecé muy joven yo, ¡eh! A los diez años me hacían labrar con el macho. Y el amo y su hijo estaban sentados debajo del olivo, y yo labraba descalzo, a los diez años. A los catorce años empecé a trabajar la cal, en el horno de la cal. Trabajé allí hasta la guerra.» (Enrique, 80 años, agricultor jubilado) Los relatos centrados en la vertiente familiar que, como se ha señalado, corresponden generalmente a informantes femeninos, empiezan directamente aludiendo a la conformación de la familia. La informante Remei comienza así: «En mi casa éramos una familia muy unida con unos padres muy santos y muy católicos y después fuimos seis hermanos.» (Remei, 76 años, modista jubilada) Explicar la vida propia a través de la explicación de la vida de los demás, rasgo distintivo de los relatos centrados en la familia, constituirá la línea narrativa de todos los relatos de este tipo. Por esto, desde el inicio, los temas que trata son: la lista de hermanos, la diferencia de edad entre ellos, el noviazgo de los hermanos, la enfermedad de la hermana, su noviazgo, especialmente en lo referente a las penalidades que pasó el novio durante la guerra… Y así hasta llegar a los hijos, el trabajo del marido, la muerte de éste, la boda de aquéllos, el nacimiento de los nietos… Pepita, por su parte, que también construye su relato en torno a la familia, se presenta de esta manera: «Me presento como Pepita, de cincuenta y cinco años, casada y madre de tres hijos, dos chicos y una chica.» (Pepita, 55 años, quiromasajista) Podría decirse que esta presentación es una síntesis entre el DNI y el libro de familia. Podemos afirmar que nos hallamos ante dos fórmulas básicas de narración de acuerdo con el vínculo que se establece entre la presentación introductoria y el desarrollo posterior: — la confeccionada en clave de permanencia (confirmativa): los elementos de la introducción se verán confirmados por el seguimiento biográfico posterior, siendo así que el narrador pone el énfasis en esta predisposición y antecedentes previos para remarcar la coherencia de su curso vital hasta el momento presente. Un ejemplo de de este modelo puede ser el de JM: «A nivel personal quise ser cura desde muy pequeño, según me explicaron mis padres, desde que tenía… muy, muy pequeñito, tres o cuatro años…» (JM, 43 años, sacerdote) 110 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES — la conformada en clave de cambio (evolutiva): con los rasgos aportados en la introducción del relato y la evolución posterior que se desvía de —o supera— estos antecedentes previos se pretende remarcar la transformación del personaje y revalorar la situación presente. Un ejemplo que sintetiza al máximo este proceso evolutivo es el de Emilia: «Mi vida ha sido como un resucitar después de estar muerta.» (Emilia, 77 años, ama de casa) En cualquier caso, no obstante, la tesis de que en la primera parte del discurso se aportan los elementos o hechos que se consideran esenciales por las repercusiones que tendrán en los acontecimientos descritos con posterioridad, se cumple tanto si el desarrollo futuro confirma o se desmarca del punto de partida. Dos religiosas nos ejemplifican ambas posibilidades: «Hay quien dice, una compañera mía dice, que yo era monja desde el seno materno.» (Paloma, 29 años, monja, maestra y trabajadora social). «Desde pequeña mi deseo no era ser monja, yo quería ser azafata..., pero después te contaré cómo llegué a monja.» (Dora, 38 años, monja y enfermera) En otro tipo de construcciones la introducción se relaciona con el tipo de «género» narrativo al que se asociará la confección del discurso autobiográfico. A menudo el principio del relato marca el tono, ya sea épico-heroico, trágico o cómico, que se mantendrá a lo largo del discurso. La introducción de Emilia es un buen ejemplo de tono dramático-trágico: «Pues mi vida es un poco triste. A partir de los... Bueno, de entrada me crié sin padre, o sea, somos tres hermanas y yo soy la mediana y la oveja negra de la familia, la que siempre me rebelé contra todo por la edad que tenía... y siempre me crié muy marginada porque no tenía padre. Entonces creí que mi madre no me quería, que mis seres queridos no me querían...» (Emilia, 48 años, asistenta) Efectivamente, todo el resto de la narración va a confeccionarse en esta misma clave dramática: expulsión de la familia de orientación por un embarazo, drogadicción, delincuencia, prostitución, sida, etc. La vertiente trágica la confirma el hecho de que, al final, las mismas desgracias que han marcado su vida se reproducen en su hijo. De igual modo, Rosa empieza diciendo: «¡Ay!, mi historia, ¡hijo mío!... mi historia ha sido muy amarga, mucho, mucho, mucho, porque mira, me casé, claro, entonces no había dinero. Pues miseria y compañía. Nos casamos, yo me casé joven, porque él pues estaba con su madre y me casé a los 19 años. A los 21 nació el niño, bueno, al cabo de… dos años, nació la niña, pero a mí ya me fue mal, pero mal. MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 111 Salgo del hospital, él (el marido) con el apéndice reventado, sin seguro, sin nada, no quieras más miseria, mira qué te digo… Y así la historia. Entonces él.» (el marido) ya no hizo nada de bueno. (Rosa, 68 años, ama de casa) Como puede observarse, la informante habla, incluso, de su «historia» más que de su vida, dándose el caso, además, de que en su relato llega a afirmar que una buena «historia» es aquélla en la que hay sufrimiento y penalidades, o un marido enfermo, que es la circunstancia que ha marcado su vida, porque a partir de ahí deberá cargar ella sola con el sostenimiento de la familia. El inicio de Josep Maria es un buen ejemplo de cómo en unas pocas palabras introductorias se puede explicar toda una vida, en este caso narrada siguiendo el «género» de novela realista o de costumbres: «¿Qué quiere que le cuente, mi vida? Pues mire, nací en Pradell, provincia de Tarragona. Me casé y vine a vivir a Tarragona. Y aquí he pasado la mayor parte de la vida. Salí del pueblo que tenía veintisiete años o veintiocho, hasta los setenta y seis que cumpliré mañana… Y mire, bien. Trabajé en una fábrica. He trabajado treinta y dos años.» (Josep Maria, 75 años, conserje jubilado) Pero el «género» al que se asocian una gran parte de los relatos autobiográficos que hemos analizado, y que tiene en el inicio del discurso su primera representación, es el épico. En estos casos la base de la narración es presentar la existencia de problemas y la consiguiente superación de dificultades. Julia empieza su relato aludiendo a la delicada situación que conformará su futura actitud vital: «Recuerdo a mi padre tirando el plato de comida al pasillo, con cualquier excusa tonta. A mi madre irse a continuación a llorar a su habitación y proseguir todos la comida en el más absoluto de los silencios… Y todos en casa podían callarse menos yo. Nunca he podido callarme ante mi padre y eso me ha ocasionado disputas tremendas… Esto condicionó mi pensamiento feminista y la decisión de ser siempre independiente.» (Julia, 48 años, enfermera) De hecho, en casi todos los relatos se pueden apreciar momentos épicos, puesto que precisamente la superación de dificultades favorece la buena imagen del personaje representado y, en el momento de repensar la vida, se convierte en una fórmula compensatoria que, de alguna manera, compensa las penalidades sufridas. Formas de finalización del relato En ocasiones el relato autobiográfico acaba con un «y ya está» introducido en un momento en que no parecía que hubiera de llegarse al final. 112 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES El cansancio, la saturación, provocan que el narrador ponga fin a su «historia» en el momento que le parezca, independientemente de que pueda darse o no por acabada. Naturalmente, este hecho desorienta al propio entrevistador, quien, igualmente condicionado culturalmente, espera quizás una historia con un principio y, especialmente, con un final bien definido y delimitado. Ahora bien, en otras ocasiones, el narrador se prepara para el final y «avisa» de alguna manera al entrevistador de que se acerca el desenlace y lo construye. Creemos que la observación de los finales de los discursos, inesperados o preparados, nos pueden aportar también datos significativos, especialmente cuando el narrador acaba su relato en el momento en que, no tanto por cansancio como de forma deliberada, considera que debe ponerle fin. En este sentido, podemos diferenciar diversos tipos de finales: — Finales abiertos: aquellos que aparecen de forma súbita, cuando ni tan siquiera se ha hablado de la fase actual de la vida, o cuando habiéndolo hecho, no tienen la apariencia de desenlace definitivo, sino que se llega a un punto en que, por los motivos que sea, se da por acabada la entrevista. Debemos señalar que este tipo de finales no son los más frecuentes: «Me meto en líos, porque me gusta meterme en líos… Creo… y creo que nada más. Faltan un montón de cosas, pero se me está acabando el rollo, así que ¡hasta luego!» (Rubén, 50 años, vendedor, descargador de camiones, guardia jurado) — Finales cerrados: los que llevan a cabo aquellos narradores que, conscientes de que están poniendo fin al relato, aportan una suerte de recapitulación, en ocasiones reflexión, que pretende, como sucede con los inicios, aportar los últimos rasgos otorgadores de coherencia y justificación. En este caso, pueden apreciarse aún dos modalidades a las que denominamos epílogo recapitulatorio y epílogo en círculo. En el epílogo recapitulatorio se lleva a cabo una reflexión sobre lo esencial de lo que se ha explicado, una síntesis confirmadora, una valoración, una proclama, o un punto final compensatorio. Un ejemplo de recapitulación final es el que nos aporta Antonio que, al dar por finalizada su biografía, dice: «Y no sé qué contarte más, porque, oye, mi vida… ha habido momentos muy felices, muy felices, pues tener los hijos, pero siempre luchando, siempre luchando… Mi vida ha sido ésta: me casé, tuve dos hijos y ahora tengo tres nietos: dos de la hija y uno del hijo… que pudiésemos vivir mejor y no en esta incertidumbre que hay ahora… ¡En fin!» (Antonio, 81 años, dependiente jubilado) MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 113 Por el contrario, la reflexión y recapitulación final de Baldomero, al ser joven, no es retrospectiva, como ya señalamos, sino que se orienta hacia el futuro: «Y bueno, morirme, pero dejar algo aquí también… Yo qué sé… no un hijo… yo qué sé, que la gente se acuerde de ti. Eso es muy importante, yo creo, porque que tú te mueras y la gente se acuerde de ti… Yo qué sé… Has hecho algo bien ¿no? No algo bien, sino que has llevado la vida correctamente, digamos, no sé… No sé qué más decirte.» (Baldomero, 25 años, electricista) Nos parece destacable que precisamente los informantes que tienen, en principio, la muerte más lejana se refieran a ella al final de su discurso, quizá porque tienen más interiorizado el modelo de narración con inicio, desarrollo y desenlace, que tratándose de una vida lógicamente debe acabar con la muerte. Aún así, para ellos, la vida aún es proyecto, como si estuviera por definir, y la fase actual es la preparación de la historia que está pendiente de llegar. Por lo tanto, aún les «está permitido» soñar con su trascendencia y confesarlo abiertamente. Por lo que respecta al tipo de epílogo en círculo, observamos que el narrador, de forma consciente o no, relaciona lo que dice al final de la entrevista con la presentación que ha hecho al principio. Este vínculo o relación puede ser de dos tipos: de encaje, cuando las últimas palabras entroncan de forma idéntica con las del comienzo, y de oposición, cuando las últimas palabras recuerdan a las primeras pero de forma antitética. En relación al vínculo de encaje podemos citar a Ana (65 años, ama de casa), que empieza su relato diciendo: «¡Ay! mi historia ha sido muy amarga, mucho, mucho, mucho.» Y sus últimas palabras son: «¡Ay! ¡La vida es tan amarga!» Hay que señalar que los relatos focalizados en la historia de la familia (más que en la de la narradora) mantienen el círculo absolutamente cerrado por las alusiones, al principio, a los antecedentes familiares —padres, hermanos— y, al final, a los hijos y nietos. En el caso de los relatos en los que se produce un vínculo de oposición, continúa observándose el círculo que se cierra pero, en esta ocasión, las últimas palabras expresan ideas, sentimientos o experiencias absolutamente contrarias a las del inicio. Mosén Pere comienza diciendo: «Vale, mi camino religioso empezó allá por los 11 años… a los 11 años fui a estudiar al seminario de Girona, como se hacía normalmente el que quería ser sacerdote.» 114 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES Y finaliza su relato diciendo: «Si ahora tuviera que repetir no me haría cura.» (Pere, 49 años, sacerdote) También realiza un epílogo circular en oposición nuestra informante Sulleng, que empieza su relato explicando que era hija única, muy consentida, y que le daban todo lo que quería. El final de su relato lo dedicará a constatar que todo lo que ha conseguido, a pesar de la emigración obligada de Cuba, ha sido a partir de su esfuerzo solitario y sin tregua: «Estoy muy satisfecha de haber podido salir adelante en un país ajeno, sola y con pocos medios... por el buen camino, trabajando, sufriendo, aunque había sido una niña ñoña y mimada.» (Sulleng, 32 años, peluquera canina) Como puede verse, el haber sido una niña consentida con que inició su narración es recogido al final de manera concesiva. El hecho de que antes se lo dieran todo y que ahora se lo haya tenido que ganar sola y con esfuerzo reafirma la antítesis. Hechos cruciales Hemos visto someramente los rasgos que conforman los tipos de inicio y final de los relatos. Tanto estas partes como el cuerpo de la narración se ven afectados y pautados por la existencia, y la consiguiente mención, de hechos cruciales que comportan una determinada secuencialización de la narración biográfica, de una estructura en fases (períodos focales de mayor o menor extensión), o de una determinada concreción del desarrollo espacial y temporal. Los relatos de vida aluden con frecuencia a hechos importantes que son presentados como provocadores de cambios cruciales en las trayectorias vitales, o que han marcado el resto de la vida. Algunos de ellos se refieren a experiencias puntuales vividas por el narrador (hecho significativo), y otros a acontecimientos externos a él. Éstos últimos son mencionados porque se considera que, de alguna manera, han representado una influencia que le ha marcado (hecho marcador), si bien ello no supone la focalización del relato en este hecho, como en el tipo de relatos de acontecimientos central que hemos distinguido en los tipos de composición. En estos casos se recurre al hecho significativo/ marcador como fórmula de presentación del «personaje» y como manera de secuenciar el itinerario vital narrado, pero no como referente continuo. En los relatos de conversión/vocación, por ejemplo, representa un punto crucial en la vida (y, por tanto, en la estructura de la narración), el momento determinado de la existencia en que uno ve la luz y cambia totalmente su itinerario vital. En otro tipo de narraciones la falta o la muerte de personas cercanas al relator suele constituir un fuerte condicionante. Así, Emilia (48 años, MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 115 asistenta), por ejemplo, señala como hecho marcador la ausencia del padre en la infancia y, posteriormente, la muerte de su pareja, mientras que es un hecho significativo en su vida su embarazo, siendo muy joven y soltera. Todo ello lo presenta como un cúmulo de situaciones que la llevan a la drogadicción, la delincuencia y la prostitución. En el caso de Carmen, también el hecho de no tener madre sino madrastra marca su vida, según nos dice: «A mi madre no la conocí y eso fue una gran lástima para mí… Yo desde chiquitita ya me daba cuenta que esa no era mi madre y nadie me lo había dicho (…) Cuando me hice un poquito más mayorcita le digo yo un día: “Yo no sé por qué tengo que llamarla a usted madre, porque usted no es mi madre”… y me pegó un bofetón de miedo. Por eso yo he sido muy eso, muy rebelde…» (Carmen, 84 años, maestra jubilada) En relatos de carácter básicamente testimonial, la alusión a la guerra, que en algún caso llega a constituirse en eje vertebrador del relato, se presenta como un factor condicionante de la fase de vida que ocupó. Incluso algunos de nuestros informantes, como Antonio, definen su vida como un antes y un después del conflicto bélico. Esto repercute en la forma de composición dual con la que él estructura la narración: «Nuestra infancia no fue desgraciada, pero tampoco fue muy feliz, porque, claro, veías a los niños que sus padres tenían medios y todo eso y tenían unos juguetes muy bonitos y nosotros pues no teníamos casi nada. Bueno y así pasaron los años, pasaron los años y… hasta que llegó la guerra. Yo iba al colegio, yo en aquella época debía tener trece años, una cosa así, y como el colegio era de hermanos… pues los quitaron y nos quedamos sin colegio. Y entonces pues, claro, al empezar la guerra, pues entonces yo ya no pude tener aliciente de nada ¿me entiendes? Y los estudios pues se perdieron, y no pudimos hacer nada y, claro, la guerra, pues, escucha, te contaría un sin fin de cosas y ninguna buena.» (Antonio, 81 años, dependiente jubilado) De hecho, todos los relatos contienen la presencia de momentos decisivos, momentos cruciales de cambio, que representan puntos de inflexión en el itinerario vital. En general, puede afirmarse que existen muy pocas vidas relatadas que sean absolutamente rectilíneas, anodinas, sin acontecimientos o circunstancias que reorienten o transformen el curso de la propia historia. El recurso del tiempo y uso pronominal No queremos finalizar este apartado sobre elementos significativos del relato sin antes mencionar, aún de forma sucinta, ciertos recursos narrativos utilizados en la confección del relato biográfico. Uno de ellos es sin duda el 116 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES uso de la comparación temporal, concretada en el antes y el ahora referidos generalmente a las etapas de la juventud y de la vejez, procedimiento que, lógicamente, se acostumbra encontrar en los relatos de las personas mayores. Pensamos que, en buena medida, esta estrategia es la resultante de llevar a cabo, por parte del informante, un proceso de acomodación a las expectativas que supone en el entrevistador. De forma simplificada, podríamos decir que el planteamiento de la «persona mayor» a la que un antropólogo o historiador solicita un relato de vida es, más o menos, el siguiente: si a este joven le interesa mi vida, a buen seguro le interesará por encima de todo aquello que él no ha vivido y que ahora ya no existe. De aquí, pues, la estrategia de presentar y centrarse no sólo de forma especial y privilegiada en el pasado, sino también de confrontar este pasado con el presente. La comparación, asimismo, implica, quizás de forma más clara y evidente que en otras estrategias de presentación, la evaluación y valoración de las realidades abordadas por parte del propio informante. El relato de vida de Joan es un buen ejemplo de lo que acabamos de señalar: «Nuestra juventud fue en aquella época, en parte quizás triste y quizás mejor que la juventud de ahora actualmente, porque eran unos tiempos que la gente durante aquellas épocas, eh, la gente quizás era más formal que ahora, dicho sea de paso, porque la gente trabajábamos con aquella fe y nos creíamos las cosas; o sea, que éramos más naturales que ahora porque ahora, debido a los grandes avances que hay, yo no sé si es debido a las políticas o al mal vivir mundial, pues entonces todo esto se desconocía en un 60% de lo que ahora existe, por no decir más, por lo que nosotros pasamos una infancia en nuestra época pues que quizás fue muy triste en comparación a la infancia de ahora de la juventud.» (Joan, 80 años, ganadero) A menudo, como en el caso de este informante, el uso de esta comparación recurrente hace que el narrador se posicione en la primera personal del plural más que en la primera del singular, porque se erige en testimonio y portavoz de toda una generación. Precisamente, al analizar las fórmulas de representación que el informante realiza de él mismo como personaje, es interesante observar la utilización de los pronombres personales. Además del caso señalado, la utilización de la primera persona del plural también la observamos en vidas de vocación religiosa, en las que el informante habla en primera persona del singular hasta que ingresa en la comunidad religiosa y a partir de aquí pasa a utilizar la primera persona del plural. Asimismo, el uso de la primera persona del plural ha sido destacado también por diversos autores que se han fijado en la vinculación de los relatos de vida a la memoria colectiva23. 23 Véanse, entre otros, Burgos, M., «Sujet historique ou sujet fictif: le problème de l’histoire de vie», Information sur les sciences sociales 18, 1 (1979); Bertaux-Wiame, I., «Jours paisibles à Sèvres: la differenciation sociale et sexuelle de la mémoire urbaine», Life stories/ MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 117 También resulta muy sorprendente el uso del pronombre de primera persona del singular cuando éste aparece de forma reiterativa. Por ejemplo, en la primera página de la trascripción del relato de Celia (46 años, empresaria) aparece 38 veces la primera persona del singular yo. Vamos a reproducir una pequeña muestra de esta página: «Y yo los cinco primeros años, yo los tres primeros años, me hice un hartón de trabajar increíble… Y yo llegó un punto que yo veía que yo trabajaba mucho, mucho, mucho y que aquello no tiraba adelante…Porque yo una cosa tenía muy clara, es decir, que yo, cuando compraba, si yo no podía pagar, que yo hubiera podido pasar que no hubiera podido pagar, yo decía a los bancos: “No me devolváis nada, avisadme, yo quiero pagar al proveedor y al menos yo daré la cara” (…) Yo dije: “Mira, Eduardo, yo no puedo cerrar. Yo lo único que tengo es un piso. Si yo cierro —yo en aquella época no me acuerdo si yo tenía 10 o 12 millones de pesetas— si yo cierro, yo tengo tres hijos, me quedaré sin piso… Yo debo tirar adelante como sea”. Yo tiré adelante…» Este uso de la primera persona puede ser debido a la intención de enfatizar el propio protagonismo (especialmente porque esta utilización suele darse en casos de explicación de dificultades a las que el protagonista debe hacer frente), o puede tratarse sencillamente de un mero apoyo lingüístico. Un caso distinto lo constituye la utilización de la tercera persona del singular para referirse a uno mismo. No se da con mucha frecuencia, pero los casos en que aparece denotan una perspectiva totalmente objetivada de uno mismo. En ocasiones la intención es la de aparecer como testimonios anónimos y, a veces, nos pone de manifiesto la divergencia que se opera en alguno de nuestros informantes entre la figura de ellos mismos como narradores y, por otro lado, como personajes de una historia de la que son, a su vez, autores: «Esa niña que fui nació hace 46 años en Barcelona. Sus padres vivieron la posguerra y, como todos, soñaron en algo mejor. (…) Cuando entró Fi- Récits de vie 1 (1985); Chanfrault-Duchet, M.F., «Mitos y estructuras narrativas en la historia de vida: la expresión de las relaciones sociales en el medio rural», Historia y fuente oral 4 (1990); Boutzouvi, A., «Individualidad, memoria y conciencia colectiva: la identidad de Diamando Gritzona», Historia y fuente oral 11 (1994); Gutiérrez Estévez, M., «Significación de la narrativa biográfica entre los mayas yucatecos», Arbor 515-516 (1998); Pazos, Á. et al., «La construcción del discurso autobiográfico», en VII Congreso de Antropología Social: Zaragoza, 16 a 20 de septiembre de 1996. Vol. 2: II Simposio: Etnolingüística y análisis del discurso (Zaragoza: Instituto Aragonés de Antropología / Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español, DL (1996), 57-64; Pujadas Muñoz, J.J., El método biográfico: el uso de las historias de vida en ciencias sociales (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, Cuadernos metodológicos, 1992), y Devillard M.J. et al., «Presentación de la investigación», en Los niños españoles en la URSS (1937-1997): narración y memoria (Barcelona: Ariel, 2001). 118 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES del Castro en La Habana esa niña tenía 5 años y estaba en el balcón de su casa con su familia…» (Elena, 46 años, enfermera) En algunos relatos de vida se puede apreciar cómo el narrador ya tiene interiorizado un corpus autobiográfico, o una manera concreta de explicar su vida, o algunos de sus episodios, especialmente observable a partir de las repeticiones. La razón es, quizás, que ya lo ha contado así en muchas ocasiones, o que lo piensa siempre de esta forma. Consideramos, no obstante, que el hecho de repetir un mismo corpus de experiencias o episodios puede obedecer a dos causas muy distintas. Por una parte, a una ausencia de formación y de habilidades narrativas ante las que el recurso a la repetición representa una forma fácil de ligar la narración. Por otra parte, también consideramos que puede obedecer a todo lo contrario, es decir, a que el informante posee un buen nivel de formación, es muy reflexivo y, en algunos casos, ha existido la iniciativa propia de escribir sus memorias. En estas ocasiones la repetición obedece más a una «memoria trabajada» y a una voluntad de reafirmación que a un mero apoyo narrativo. El caso es que algunos de nuestros informantes, a los que hemos entrevistado en más de una ocasión, repiten casi con las mismas palabras el inicio o el desarrollo de los hechos narrados. Un ejemplo de repetición del primer tipo (ausencia de habilidad narrativa) nos lo aporta Mateo. La primera entrevista empieza así: «Nací el día 21 de septiembre del novecientos once..., más, a los ocho años... iba a cobrar el jornalito de mi padre y el mío. Mi padre ganaba una cincuenta y yo una peseta, de ocho años. Luego había que decir: «Ave María purísima, sin pecado concebida, ¿Cómo ha pasado usted la noche?» Esas cosas asin eran.» Y la segunda se inicia de esta manera: «Pues la vida ... se arrastraba mucho, a aceituna por una peseta cuando tenía ocho o diez años, por una peseta... ganaba... y había que pedir permiso: “Ave María purísima. ¿Se puede pasar?, ¿Cómo ha pasado usted la noche?” Iba a por el jornal...» (Mateo, 93 años, agricultor) En relación al segundo tipo (relator reflexivo) cabe señalar una variante de este discurso trabajado o, en este caso, más bien preparado. Se trata de aquellos informantes que al ser contactados y hasta que tiene lugar la entrevista se preparan el guión de lo que quieren decir e incluso llegan a la entrevista con una «chuleta», como nos contaba que había hecho Pepita, que desde el momento en el que le dijimos que la entrevistaríamos dice que «ha pensado mucho en ello». Si bien suponemos que siempre que la entrevista no se produce inmediatamente después de ser solicitada se da el hecho de que el informante piense más o menos en ello, a veces, como en este caso, el curso MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 119 de la narración, los temas, las etapas y secuencias que la estructuran, ya no pueden considerarse producto de la selección inmediata y de la espontaneidad. A pesar de ello, la estructura preparada no creemos que sea menos significativa. Pepita, por ejemplo, estructura su relato primero como hija y después como madre: «Mis papás siempre me miraban los deberes de la escuela, iban a hablar con los profesores… siempre estaban al corriente de todo. Por cierto mi madre trabajaba y trabajaba de una forma muy intensa, pero me vigilaba y nunca se le escapaba nada. Me ayudaban mucho los dos, tanto mi padre como mi madre, pero sobretodo mi madre. // Y los hijos te suponen cambios, es aquello de decir, pues ya está todo acabado, ya toda mi vida está en función de ellos y ya está… Uno aprende a anularse y a estar en función de ellos.» (Pepita, 55 años, quiromasajista y ama de casa) Lo no dicho Frecuentemente, otro de los elementos tomados en consideración por buena parte de autores en relación a los aspectos relevantes del relato biográfico son los olvidos, las omisiones y el silencio. Es imposible, o casi, saber si la omisión es debida a una determinada selección del material a ofrecer, a una voluntad expresa de no aludir a algunas cosas o simplemente a una falta de memoria. Ahora bien, como ya hemos apuntado, sí que es posible ver cuáles son los tipos o el carácter de las omisiones efectuadas, atendiendo a las focalizaciones o a los énfasis puestos en unos determinados aspectos y, por tanto, no en otros. Papadakis24 resalta, por ejemplo, la importancia de fijarse en aquello que no se recuerda, y considera que la memoria y el olvido son dos caras de la misma moneda, siendo así que el olvido, igualmente, puede ser tanto el resultado de la experiencia como una estrategia consciente de optar por el silencio a pesar de la existencia del recuerdo. En este sentido, señala, puede ser una hipótesis plausible considerar que un relato biográfico construido en diferentes momentos de la vida —por no hablar del relato biográfico construido ante interlocutores o entrevistadores distintos— puede representar procesos de selección diferenciados y, por tanto también, silencios y vacíos distintos. De esta constatación se deriva la necesidad de tener en cuenta aquellos datos que permitan contextualizar el momento presente del relato para comprender mejor las omisiones. 24 Citado por Del Valle, T., «Metodología para la elaboración de la autobiografía», en Invisibilidad y presencia: Seminario Internacional «Género y trayectoria profesional del profesorado universitario», Sanz Rueda, C. (ed.) (Madrid: Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense, 1995). 120 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES Muy a menudo la focalización temática del relato conlleva que no se considere oportuno hablar de otras parcelas de la vida, bien porque interesa destacar la parcela en la que el informante se siente más seguro o cree que ha destacado más o, sencillamente, porque omite lo que piensa que no va a interesar al entrevistador. Hemos visto también cómo muchos relatos se ubican en una etapa privilegiada y, por tanto, el foco de luz que se proyecta sobre ella oscurece el resto. E incluso, puede darse el caso paradójico de nuestro informante Emiliano (62 años, profesor de autoescuela), que a lo largo del relato no habla en ningún momento de su familia y, al acabar, cuando el entrevistador le pregunta qué es lo más significativo de su vida responde: «Pues el casarme y tener un hijo». Estos «olvidos» u «omisiones», como señala Enriquez, «constituyen nuestra complejidad, nuestra división, pero también nuestra riqueza, porque hay afectos desconocidos que nos atraviesan. De algunos tomamos consciencia; otros estarán cercanos, otros se han callado para siempre. Esta mezcla de palabras y de silencio nos constituye en seres humanos; es decir, en seres jamás explicables por completo»25. El intra-texto: teorizando sobre la propia vida En el apartado anterior hemos abordado la dimensión formal del relato biográfico. Es evidente que elegir un eje temático determinado, focalizar unos aspectos u otros, e iniciar o finalizar de una manera u otra el relato, ya suponen elecciones, conscientes o inconscientes, que revelan significados (auto) otorgados a las biografías en general y a la propia en particular. Más allá de estos indicios, a menudo también son muchas las personas que manifiestan, de manera explícita, una teoría sobre el porqué su vida ha sido de una manera y no de otra. Estas personas ofrecen una explicación sobre los motivos y las razones que se encuentran detrás de los acontecimientos concretos. En este sentido, los razonamientos aportados por nuestros informantes pivotan —al igual que sucede con el eterno debate existente dentro de las ciencias humanas, sociales y biológicas— alrededor de la consideración de circunstancias de carácter externo, relacionadas con el entorno (los otros, el ambiente, la cultura) y/o de carácter interno, relacionadas con la genética, la biología, el carácter. La tensión entre el azar y la determinación o voluntad propia, entre el «yo soy así», el «yo me he hecho así» y el «a mí me han hecho así», planea de manera más o menos explícita en la casi totalidad de los relatos analizados. En efecto, en muchos casos nos hallamos ante personajes cuya conducta 25 Enríquez, E., «El relato de vida: Interfaz entre intimidad y vida colectiva», Perfiles latinoamericanos 10, 21 (2002). MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 121 se presenta inicialmente como inducida por factores externos trascendentales (muerte de un progenitor, situación de pobreza, la guerra…). Pero en ocasiones, la determinación personal del individuo se sobrepone, finalmente, al contexto sociocultural o a la situación de precariedad, y consigue, gracias a su esfuerzo, hacer aquello que en un principio parecía una barrera insuperable. La última frase del relato de Marisol, que constituye, además, un epílogo recapitulatorio, resume muy bien la relación que existe entre los dos tipos de determinantes, externos e internos, en la conducta del personaje: «Desgracias he tenido... todas las que quieras y más, toco madera, pero parece que soy fuerte y las voy superando todas.» (Marisol, 47 años, operaria textil) En ocasiones, da la sensación de que el curso de una vida no pueda ser explicado como producto exclusivamente personal. La aparición en escena de personajes favorecedores, desfavorables o personajes decisivos, es uno de los elementos presentes en casi todas las narraciones autobiográficas. A los «otros» de cada vida se les concede una importancia, en muchos casos, definitiva. Al hablar de los otros decisivos no nos referimos a toda la serie de personajes que van siendo introducidos simplemente como formando parte del escenario representado, sino a aquellos otros que son enfáticamente destacados por la influencia significativa que han tenido, según el narrador, en su historia. La mayor parte de nuestros informantes han aludido a este/os personaje/s a quien, en un momento dado, se responsabiliza de un determinado desarrollo y orientación del itinerario biográfico: «A mí me ayudó a descubrir la vocación una amiga, pero ella no entró… Una chica que era mi amiga, que me quería mucho y que tenía la intención de ser monja, pero no tenía salud y un día me dijo: “Tú me seguirás a mí”. Y yo… yo dije: “¿A dónde?” Y me dijo: “Te harás monja” (…) Yo entonces no pensaba ser monja y esta persona me hizo descubrir que, si yo quería ser de Dios, tenía que consagrarme… Y fue a partir e eso que el pensamiento de ser monja ya no me dejó. Me hizo descubrir que mi camino era este. Me habló y me abrió los ojos, yo tenía vocación, pero hablando con ella lo vi todo más claro.» (Teresa, 81 años, monja) Alguno de nuestros informantes sintetiza de manera absoluta el influjo de los otros decisivos: «Mi padre ha sido decisivo en mi vida. He conseguido lo que él quería de mí.» (Marisol, 47 años, operaria textil) A pesar de todo, no obstante, contamos con relatos, especialmente de éxito profesional, en que el protagonismo del informante es tan grande que 122 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES no hace mención de ninguna persona realmente decisiva en su éxito, excepto ella misma: «Yo no me he querido parecer nunca a nadie, no he tenido a nadie que me influyera. Estoy contenta con lo que soy. Nadie me ha condicionado, ni ayudado a nada, nunca. Yo sola… Yo pienso que si voy como voy, me pienso que el futuro ya está labrao ¡eh!» (Carmen, 47 año, propietaria de un taller de cocina) En otro orden de cosas, a partir de la tesis de que el pasado y la memoria no sólo se construyen desde el presente sino que, en gran medida, en función de las características del presente se conceptualiza el pasado, pensamos que puede resultar interesante señalar la posible lógica que une a estos dos momentos temporales a partir de dos consideraciones básicas: una de carácter general y otra más minuciosa. La primera, siguiendo a Piña26, establecería que llevando al presente los recuerdos, ordenamos el pasado. En esta tarea funcionarían dos mecanismos: por una parte, la evitación de severas frustraciones y, por otra, el hecho de poder transmitir la sensación de que el itinerario de nuestra vida está bajo control. Es por eso que la mayoría de relatos sobre el propio pasado tienden a estilizarlo y simplificarlo, siempre a partir de un código que tiene pleno sentido sólo en la actualidad. El pasado, de este modo, suele aparecer en el relato de vida articulado por una línea homogénea y comprensible, alejada de toda perturbación, sin ese estatuto de simultaneidad desconcertante y polisémica que tuvo cuando aún no era pasado, convirtiéndose en algo inteligible. Entonces su sentido deviene evidente, la actualidad lo ordena y lo hace tolerable y útil. La segunda consideración —tomando a Hankiss27 como referente lejano, si bien profundamente modificado por nuestra propia experiencia investigadora—, aborda cuatro grandes tipos de estrategias que nos parece que recogen las posibles y diferentes combinatorias que se pueden dar entre pasado y presente en los relatos biográficos. Esquemáticamente nuestro planteamiento podría representarse de este modo: Situación actual del yo Buena Buena Mala Mala 26 Imagen del pasado Buena Mala Buena Mala Carácter de la vida Vida de éxito Vida de éxito Vida de fracaso Vida de fracaso Causalidad Adscrita Adquirida Adquirida Adscrita Piña, C., «La construcción del “sí mismo” en el relato autobiográfico», op. cit., 147. Hankiss, A., «Ontologías del yo: la recomposición mitológica de la propia historia de vida», op. cit., 252 y ss. 27 MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 123 La combinatoria biográfica que vincula pasado y presente según el esquema anterior presenta dos grandes tipos de recorridos: uno lineal —cuando las imágenes del pasado y del presente concuerdan— y uno dual —cuando ambas imágenes se contraponen—. En el primer caso, hablamos de un tipo de causalidad adscrita, dado que la situación vital actual, o mejor dicho la percepción que se tiene de ella, se presenta como consecuencia directa o lineal de la situación del pasado originario. La linealidad adscrita de tipo positivo —pasado bueno, presente bueno— puede denotar una cierta actitud elitista, dinástica, del estilo «nosotros, yo, somos diferentes y superiores». La misma linealidad, pero de tipo negativo, adquiere a menudo un tono absolutorio: las penosas y difíciles circunstancias del pasado no pueden sino provocar, y justificar, un presente igualmente penoso. El recorrido dual, en cambio, va asociado a un tipo de causalidad adquirida, ya que la diferencia entre pasado y presente es atribuida generalmente a la propia responsabilidad, ya sea, sobre todo, para bien —pasado malo y presente bueno—, ya, si bien menos claramente, para mal —pasado bueno y presente negativo—. En el primer caso, que podríamos denominar antitético y que constituye auténticamente el modelo de vida de éxito, la base para la ontología del yo es la conciencia del yo que ha sido desarrollada sin antecedentes previos, mediante un duro esfuerzo, a pesar o en contra de las circunstancias negativas iniciales. Este es el modelo que hallamos a menudo, por ejemplo, en los relatos vitales de empresarias y empresarios de éxito. En este sentido, podemos señalar que del mismo modo que a menudo se hace mención del proceso de idealización del pasado en términos positivos, en estos casos podría llegarse incluso a constatar, en algunos ejemplos, una cierta idealización del pasado en términos negativos. Como ha afirmado con otras finalidades Mary Douglas28, tan sólo exagerando la diferencia en términos de oposiciones extremas puede crearse la apariencia de un orden. Así, el presente reluce mucho más si se confronta con un pasado oscuro. Finalmente, en el caso contrario, en que la dualidad se construye sobre la base de un pasado positivo y un presente negativo, la lógica que acostumbra a funcionar es la del contrapeso, es decir, la compensación. La crisis de imagen del yo resultante de una situación vital actual negativa es compensada mediante el relato, imaginario o real, en cualquier caso generalmente muy extenso, de una situación anterior más favorable que alcanza fácilmente el registro de mítico. A diferencia del caso anterior, en donde el presente es el resultado del esfuerzo y de la responsabilidad personal, en este otro caso los fracasos presentes, a pesar de que no pueden ser adscritos en origen y poseen por tanto la naturaleza de adquiridos, acostumbran a atribuirse a razones externas. No obstante, la dimensión mítica de una histo- 28 Douglas, M., Pureza y peligro: análisis de los conceptos de contaminación y tabú (Madrid: Siglo XXI, 1973). 124 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES ria de vida no supone que el relato en sí mismo sea más verídico o falso: el mito es simplemente otro sistema de explicar nuestra experiencia del mundo, un sistema totalmente distinto de los modelos explicativos de carácter científico-racional29. En síntesis, pues, lo que parece acabar dándose es que la vida de éxito es el resultado del esfuerzo y la calidad individual, en tanto que la vida de fracaso se digiere mucho mejor apelando a las circunstancias incontrolables del entorno. Un reciente estudio de Prat30 ahonda, de manera profunda y en cierto modo pluridisciplinar, puesto que además de la perspectiva antropológica aporta reflexiones de naturaleza filosófica y psicoanalítica, en el tema de «los sentidos de la vida» y modelos del yo que pueden desprenderse de lo que dicen las personas al contar su vida. Prat propone tres modelos ideales de construcción del yo: providencial (uno es aquello que está destinado a ser), romántico (uno es aquello que desea/puede ser) y sociocontextual (uno es aquello que le ha tocado ser). El post-texto: entre lo individual y lo colectivo Hasta aquí hemos intentado rastrear la lógica presente en los relatos biográficos que nos han ofrecido nuestros informantes y la forma exterior con que esta lógica ha repercutido en la estructura de la narración de sus vidas. Hablábamos al inicio de los ejes referenciales que fundamentaban las trayectorias vitales, de las representaciones que de éstas se hacían los informantes y de cómo todo ello, en conjunto, incidía en la manera de relatarlas. La tesis que aportábamos en forma de explicación teórica creemos que debe ser recuperada en este punto a modo de conclusión. Por una parte y a partir de la muestra analizada, hemos visto que el eje referencial de lo que hemos llamado sociedad industrial ha sido, en efecto, eje estructurador de la mayor parte de los relatos, siendo, como es, que la mayoría de los informantes pertenece por generación a esta etapa. Hemos comprobado cómo los relatores nos ofrecían narraciones que respondían a la lógica de la linealidad, del desarrollo coherente, con un principio (se ubicara donde se ubicara, pero siempre significativo en relación al resto del relato), un nudo (con sus respectivas fases, momentos cruciales y determinantes del entorno o genéticos) y un desenlace (que incluso a menudo era recapitulatorio o se relacionaba de manera correlativa con el principio). Además, la focalización laboral mayoritariamente observada en el caso de los hombres y la 29 Véase Franzke, J., «El mito de la historia de vida», op. cit., 60. Prat, J., Los sentidos de la vida. La construcción del sujeto, modelos del yo e identidad (Barcelona: Edicions Bellaterra, 2007). 30 MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 125 familiar en el de las mujeres se corresponde con el itinerario vital que habíamos caracterizado para este período. Por otra parte, habíamos planteado también que, en general, esta fórmula narrativa había sido interiorizada a partir de los modelos de narración que los informantes habían aprendido desde niños. Ahora bien, la muestra con la que hemos trabajado nos ha ofrecido también relatos que no se correspondían con este tipo de estructuración. Nos hemos encontrado, ciertamente, con relatos «desestructurados», desincronizados, relatos, en fin, que parecían más bien un collage narrativo en el que dominaban la ausencia de orden y coherencia. Analizando este tipo de narración hemos podido observar que nuestras hipótesis y postulados hallaban su materialización en la muestra. Así, esta segunda categoría de relatos pensamos que no responde a un solo factor explicativo, sino que podría estar provocada por dos causas distintas. Por una parte, hemos podido constatar que las narraciones de tipo collage pertenecientes a personas, en principio, del mismo marco referencial que las «estructuradas» son producto de la ausencia de formación y competencia narrativa: los relatos no respondían a la fórmula de narración organizada (con el criterio que fuera) porque los relatores no la tenían interiorizada ni aprendida del mismo modo que los demás. Juana, por ejemplo, a quien hemos mencionado anteriormente, no empieza ni construye ni acaba su relato dotándolo de un orden y estructuración ordenada. Su narración, de acontecimiento central, está entretejida alrededor del dolor que le causó la infidelidad de su marido. Cuando le pedimos que explicara su vida dijo: «Pues un día, todas las mañanas, a las seis de la mañana, se iba a cazar.» El entrevistador, ante esta sorprendente manera de empezar, le pregunta si está hablando de su marido. Y ella responde, continuando: «Sí, le gustaba mucho la caza, y yo la verdad es que, pos me lo creía, porque él me dijo que…, me juró que era mentira, que todo eso había pasado antes de conocerme a mí... Pero un día...». (Juana, 77 años, cuidadora de ancianos) A partir de aquí la narración deviene un auténtico pastiche de anécdotas, saltos temporales, seguimiento inconexo… Juana, a pesar de que responde a las directrices de la época a la que pertenece, en el sentido de que explica su vida en función de los otros y más concretamente de su marido, no posee la formación ni el aprendizaje de modelos narrativos que hemos considerado condicionantes de la estrategia narrativa. Respecto al otro tipo de narraciones de estilo collage que hemos distinguido, pensamos que obedecen a una causa de naturaleza distinta y que tienen que ver con la prospección que apuntábamos sobre el cambio de eje re- 126 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES ferencial fundamento de la trayectoria vital. Efectivamente, creemos que se trata de relatos de vida posmoderna, es decir, de narraciones multifocales, fragmentadas, móviles, flexibles, sin secuencialización definida, ni perspectiva unívoca, ni principio claramente establecido, ni final delimitado y cerrado. Son relatos de vida que corresponden a informantes que ya no poseen una representación y formulación biográfica dirigida, lineal y fija. La razón de que, proporcionalmente, este tipo de relatos sea minoritario en nuestra muestra, está relacionado con las características generacionales de la misma y con el hecho de que, tal como ha señalado Inglehart31, en el marco de un proyecto de investigación internacional dedicado al análisis del cambio de valores, éstos no se ajustan de modo inmediato a las nuevas situaciones, sino que requieren su tiempo para afectar, por medio de la socialización, a las nuevas generaciones. Miquel (46 años, gerente de un club deportivo) también nos ofrece un relato que no posee una direccionalidad definida, pero creemos que, en esta ocasión, la causa no es la ausencia de competencia narrativa, sino una experiencia vital de carácter posmoderno. No sabe cómo empezar y lo hace hablando de su afición por los viajes, de los que cuenta unos cuantos, haciendo bueno el principio posmoderno de una cierta desaparición del sujeto y de las emociones angustiosas y alienantes de la modernidad, así como del predominio del espacio sobre el tiempo y la historicidad, en el contexto de los llamados «eternos presentes instantáneos»32. Su relato se inicia de la manera siguiente: «Mmm. Pues a ver por donde empiezo. Comienzo por ahora, en todo caso, y ya irán saliendo cosas, o ya iré hacia atrás o no iré hacia atrás… Pues que me gusta mucho viajar, que es una cosa que, válgame Dios, lo que he conseguido. Que pienso que de viajar siempre sacas buenas conclusiones, siempre son positivas y siempre son enriquecedoras…» Además de sus viajes, Miquel habla de la numerosa cantidad de trabajos distintos por los que ha pasado, sin que ello quiera decir que la referencia laboral constituya un eje focal sino, más bien, un ejemplo de la diversidad que ha caracterizado su vida y de la ausencia de orientación definida y definitiva que le han hecho ir en todo momento de un lado para otro. Resulta muy significativa la percepción que tiene de la propia vida: «Me parece que también debe ser bastante definitorio de mi vida el que no haya tenido nunca nada claro; yo aún sigo pensando: “Cuando sea mayor quiero…” [Ríe]. ¡Y ya soy mayor!». 31 Inglehart, R., El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas (Madrid: CIS, 1991), 61. 32 Véanse Jameson, F., Teoría de la posmodernidad (Valladolid: Trotta, 1998), y Bericat, E., «Fragmentos de la realidad social posmoderna», Revista Española de Investigaciones Sociológicas 102 (2003). MI VIDA, TU VIDA, LA NUESTRA 127 La movilidad (metaforizada por los viajes), la flexibilidad (representada por su itinerario fluctuante y diverso), la representación de la vida como algo en continuo proceso de construcción, etc., rasgos todos ellos con los que hemos definido la trayectoria vital posmoderna, se ven reflejados en el relato de este informante. En este sentido, y al ser preguntado sobre qué cambiaría de su vida, afirma que nada, aunque «posiblemente intentaría tener las cosas más claras», lo cual puede constituir una demostración de que los referentes anteriores continúan teniendo un peso importante en las nuevas vidas móviles, flexibles y en constante reinvención de la posmodernidad. Sea como fuere, en este capítulo hemos querido mostrar y argumentar que, pese a la fuerte emergencia de una suerte de fantasía de la individualidad y de la sacralización de la autonomía y la auto-responsabilidad biográficas, nuestras vidas, y las manera de contarlas, son más comunes, prosaicas y limitadas de lo que la popularización y proliferación de todo tipo de formatos biográficos parecerían indicar y contribuyen a fomentar. Conclusión Todo esto, en cierto modo, nos conduciría directamente a plantear una cuestión que ha planeado en buena parte de este trabajo, pero que no hemos abordado deliberadamente, puesto que escapa de nuestras pretensiones y del espacio del que disponemos. Se trata de la problemática de la memoria colectiva. Cuando diferentes individuos comparten una experiencia común, incorporan entonces a sus biografías un repertorio común de conocimientos. Dicho proceso supone una abstracción de la experiencia individual y su conversión en una posibilidad objetiva de ser, al alcance de todo el mundo, o cuanto menos, de todos los miembros de una determinada categoría. Esto implica una cierta educación de la memoria y su simplificación. Dicho de otra forma, la construcción de un universo simbólico que sitúa todos los acontecimientos colectivos en una unidad coherente que engloba pasado, presente y futuro, instaura una «memoria» que es compartida por todos los individuos socializados dentro de la colectividad. En definitiva, sucede el ya conocido proceso de circularidad o de vaivén, según el cual aquello que es producido socialmente revierte y produce, asimismo, la sociedad. En este proceso siempre existe la posibilidad de que alguien generalice lo propio como colectivo, y de que otro u otros «alguien» acaben interiorizando este supuesto repertorio común como propio. Además, la objetivación de la memoria colectiva en un sistema de signos no sólo se lleva a cabo mediante el lenguaje, sino que en ello participan también otros factores, tales como la memoria institucional/oficial y toda la industria cultural de las películas, las novelas, los ensayos..., el conjunto de discursos que, desde el presente, hablan y configuran el pasado contribuyendo, en mayor o menor medida, a hacer converger la experiencia individual a la supuesta experiencia colectiva. 128 JORDI ROCA I GIRONA Y LIDIA MARTÍNEZ FLORES La memoria colectiva, de esa manera, se organiza en forma de discursos de síntesis que postulan el carácter continuo, homogéneo y direccional del pasado, del presente y del devenir histórico de una generación o de un colectivo. Esto, como construcción social, supone una determinada lectura o interpretación del pasado, que implica un proyecto de futuro o, simplemente, un proyecto de presente tan necesario como es dar sentido o hacer puramente soportable la propia historia. Ciertamente, los seres humanos acostumbramos a organizar nuestra experiencia, conforme a un tiempo concebido como una «relación de orden». Tal y como hemos señalado anteriormente, el concepto de «composure» es perfectamente pertinente con lo expuesto hasta aquí: la cultura imprime su sello en nuestras vivencias y en la forma de narrarlas. A su vez, la historia que contamos obedece a nuestro deseo de armonizar experiencias y recuerdos con nuestra concepción de nosotros mismos y, de este modo, el relato de nuestra vida nos ofrece un atisbo de serenidad necesario, ante lo que ha sido, para nosotros, nuestra vida. Bibliografía BAUMAN, Z., Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Barcelona: Gedisa, 2000. 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El texto aporta algunas claves como el origen social, la militancia o la edad cuando los españoles llegaron al campo de concentración; reflexiona sobre la verdad histórica y el papel del historiar en su búsqueda de lo que pasó, y pone de relieve la importancia de las imposturas como mecanismos de sobrevivencia. Palabras clave: Mauthausen, campos de concentración, impostura, historia oral. ¿Formar parte de la historia escrita?1 A partir de la liberación de los campos de exterminio nazis a raíz de la victoria aliada en 1945, los sobrevivientes testimoniaron «para que el mundo 1 Este texto recoge las ideas expuestas en dos artículos: Mercedes Vilanova, «Vivencias de algunos republicanos españoles en ruta hacia Mauthausen», en Gerhard Botz, Heinz Berger, Regina Fritz y Alexander Prenninger, de la serie Mauthausen überleben und erinnern (en prensa); y Mercedes Vilanova, «Sobrevivir en Mauthausen», Historia, antropología y fuentes orales 45 (2011), 5-34. 132 MERCEDES VILANOVA supiera, para que no se olvidara» y, aunque fuera indecible, porque «lo que vivimos no puede contarse». Cuando muchos años después hablé con ellos, me acogieron por formar parte de la historia escrita, y porque quieren «fijar el recuerdo». Según Michael Pollack, los relatos de vida recogidos durante los años cuarenta y cincuenta surgieron gracias a la voluntad de «escuchar» de las sociedades a las que los deportados regresaban, y cuando era intenso el deseo de saber lo sucedido. No obstante, el interés se atenúa a medida que se alejan los recuerdos más siniestros y menos heroicos. Entonces, empiezan a molestar y se organiza el olvido. Por ejemplo, en París, desaparecen de las conmemoraciones los desfiles de los ex deportados, luciendo el traje a rayas de los campos; también en España empiezan a molestar los muertos de la división azul…2. Durante el cénit de la guerra fría, entre 1956 y 1965, se inicia una segunda oleada de testimonios que invocan razones más personales; no sólo quieren fijar el recuerdo para la historia escrita, también quieren sobreponerse al trauma vivido. Jorge Semprún lo hace para acceder a un pasado bloqueado, asumirlo, y recobrar la libertad. Y, además, porque la guerra fría impone la reescritura de la historia3. En España la memoria empieza a ejercerse al constatar el fracaso de no ser capaces de destronar al dictador, y cuando los perdedores de la guerra civil tomaron conciencia de que el franquismo iba para largo, para muy largo4. Únicamente a partir de 1977, y gracias a un libro de Montserrat Roig que causó gran impacto, la odisea de estos republicanos españoles fue conocida5. Pero ha sido, sobre todo durante las dos últimas décadas, cuando se inicia en nuestro país el reconocimiento público de los republicanos deportados: «Han transcurrido sesenta años sin que nadie 2 Xavier Moreno Julià, «Los muertos de la División Azul», Historia, antropología y fuentes orales 43 (2009), 85-92. 3 Carlos Fernández, «Jorge Semprún y Manuel Azaustre: dos vidas contadas», Historia, antropología y fuentes orales 35 (2006), 83-117. 4 Ricardo García Cárcel, La herencia del pasado. Las memorias históricas de España (Gutenberg: Galaxia, 2011). 5 Montserrat Roig, Els catalans als Camps nazis (Barcelona: Ed. 62, 1977). En 2002, Rosa Torán publicó una puesta al día del tema en Vida i mort dels republicans als Camps nazis (Barcelona: Proa Perfils, 2002). La misma autora ha publicado dos monografías sobre dos españoles entrevistados para el proyecto MSDP (Mauthausen, Survivors Documentation Project), Juan de Diego. Tercer secretari de Mauthausen (Barcelona: Ed. 62, 2007); y en colaboración con Ramon Arnabat Mata, Eusebi Pérez Martín, Recordar per viure, viure per recordar (Ajuntament de Vilafranca del Penedès, 2008). Algunas de las personas entrevistadas para el proyecto MSDP han escrito y publicado sus memorias, como Josep Simon, Quatre anys, tres mesos i onze dies a Mauthausen (Barcelona: L’Abadía de Montserrat, 2000) (transcripción Joan Ballà i Abayà 2001); Ramon Savadó i Valentina, Un clam de llibertat. Vivències de Josep Simó i Mill, exportat de Mauthausen (Barcelona: L’Abadia editors, 2003); Francisco Batiste Baila, Mariner del «Maria Rosa» (Castelló: Editorial Antinea, 2007); Marcial Mayans, Testimoniatges i memòries (1936-1945), Una nit tan llarga (Barcelona: Cossetània, 2009). Marcel. lí Garriga, Un vilanovi a Buchenwald (Ayuntamiento de Vilanova, 2009). IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 133 quisiera saber o hablar de ello, y ahora de repente está en todas partes, en los periódicos, en las revistas, en las universidades. Me llamó la Generalitat por teléfono y me dieron una medalla, la Universidad también me dio una medalla, después de sesenta años, ¡uf!» Marcel-lí Garriga Cristià6. En los relatos de los sobrevivientes es imposible exagerar el impacto emocional de la llegada al lager y de la posterior liberación. Al entrar, porque se derrumbó su mundo afectivo y social y dejaron de reconocerse; y en la liberación, porque nada ocurrió como habían deseado. A partir de ahí, pedirles que rememoren su sobrevivencia entre un momento y otro puede parecer obsceno; sin embargo, es lo que han hecho periodistas e historiadores con estas personas repetidamente entrevistadas y acostumbradas a acudir voluntariamente a foros y escuelas, a fin de explicar su vida en los campos. Responden pacientemente, aunque a veces no pueden explicarse porque: «No se debe decir lo que no fue. Muchos pasan hambre; el que tiene lo guarda para él; el que no tiene que se muera…» Francisco Aura Boronat. «El problema es que el pánico ahí te mata. Ha habido quien se ha muerto solo, sin que le mate nadie. Lo sabrá él porque el secreto se lo ha llevado él» Emiliano Pérez-Dorado. «Yo vi cosas en Mauthausen horribles, horribles, pero que no puedes explicar, no puedes. Es así. No se puede. Por ejemplo hay un escritor de Mauthausen, Mariano Constante7, que escribe siempre lo mismo, cuenta las cosas materiales más corrientes, el hambre que pasabas, los Kapos8 que te pegaban, los SS. Pero la vida esa de todos los días, de tú mismo haber observado las cosas que pasan no viene nunca en los libros, solamente sale la estadística. ¿Para qué escribir siempre lo mismo?» Joaquín López-Raymundo. 6 Entrevista a Marcel.lí Garriga que fue deportado a Buchenwald. Mercedes Vilanova, «Arbeit, Verfolgung und Tod nach dem spanische Bürgerkrieg», en Hitlers Sklaven uns Zwangsarbeit Internationales lebensgeschichtliche Dokumentations Projececkt zur Sklaven und Zwangsarbeit, editado por Alexander von Plato, Almut Leh y Christoph Schlesinger, Viena, 2008. Las personas entrevistadas citadas por primera vez se citan con su nombre y dos apellidos, en las siguientes se citan sólo por el primer apellido, en el caso de ser apellidos muy utilizados como García, González, López o Pérez, se citan los dos apellidos unidos por un guión como García-Barrado, González-Cubo, López-Raymundo, Pérez-Dorado o Pérez-Martín. Todas las entrevistas que se citan en este artículo han sido editadas. No se les ha añadido casi nada, apenas un pronombre, sustantivo o verbo para hacer la lectura más llevadera, pero se ha prescindido de repeticiones, se han agrupado temas y omitido preguntas en aras de la legibilidad. Las entrevistas realizadas en catalán han sido traducidas al español. 7 Mariano Constante ha escrito numerosos libros sobre sus experiencias en Mauthausen, entre otros: Crónicas de un maestro oscense de antes de la guerra (Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001); Republicanos aragoneses en los campos nazis: Mauthausen (Zaragoza: Editorial Pirineo, 2000); Los años rojos: holocausto de los españoles (Zaragoza: Editorial Pirineo, 2000); Yo fui ordenanza de los SS (Zaragoza: Editorial Pirineo, 2000); Semblanzas de un combatiente de la 43.ª División: De Broto a Puigcerdá 1936-1939 (Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1995). 8 Kapo significa un preso con autoridad concedida por los SS. 134 MERCEDES VILANOVA Como en cualquier documento escrito los muertos jamás hablan, las fuentes orales sólo aportan el recuerdo personal, matizado por el tiempo transcurrido o la experiencia rememorada, quizás fantaseada. Nada más, pero tampoco nada menos. Estos deportados han dialogado conmigo por muchas razones, además del natural deseo de compartir y de ser amables con quien sabían que había recorrido un largo camino para encontrarles, pero también porque quieren sellar su odisea con un aura de respetabilidad: «La verdad es que la satisfacción mía es saber que el mundo se está enterando que un superviviente está diciendo lo que estoy diciendo yo, y no porque yo lo diga, sino que sea algo de provecho para la humanidad la conversación que tenemos ahora usted y yo.» (Antonio Muñoz Zamora) «— Que escuchen porque la historia es muy importante, y si empiezan ahora la escuela, no dejen de aprovechar los ochenta o noventa años de la persona que se la va a llevar a la cajita, que recojan lo que les están diciendo, que todo eso les va a ser útil. Son dos vidas que van a llevar, no la experiencia de cien años sino la de doscientos. — ¿Usted escuchó a su padre? — ¿A mi padre? No, porque las cosas fueron al contrario. Era mi padre el que tenía que escucharme a mí. Mi padre me escuchaba, me escuchaba.» (Pérez-Dorado) De los relatos recogidos9, subrayaré en este texto algunos aspectos que facilitaron la sobrevivencia en situaciones extremas, como el origen social, la edad o el oficio; la «suerte» o los encuentros decisivos; y la homosexualidad, para, finalmente, referirme a la impostura de algún relato. Grosso modo, éstos son los factores de la sobrevivencia que Michael Pollack subraya en su libro L’Expérience concentrationnaire: los corporales o físicos (género, edad, altura, musculatura, belleza, prestancia); los cognitivos o competenciales (el saber hacer de obreros de cuello azul o blanco y la psicología); y los relacionales (redes afectivas y políticas facilitadas por los triángulos10, las nacionalidades y el conocimiento de idiomas, sobre todo el alemán). 9 En este trabajo utilizo las entrevistas que hice para el proyecto que dirige Gerhard Botz de la Universidad de Viena titulado MSDP (Mauthausen Survivors Documentation Project) y las del proyecto que ha dirigido Alexander von Plato titulado Internationales Lebensgeschichtliche Dokumentations Projeckt zur Sklaven und Zwangsarbeit. 10 Los presos llevaban cosidos en sus uniformes a rayas de deportados unos triángulos de diversos colores según como eran clasificados: negro (para los considerados asociales, gitanos, mendigos, rateros), verde (para los presos comunes) rojo (para los políticos), amarillo (para los judíos), rosa (para los homosexuales), azul con una S para los españoles, las demás nacionalidades llevaban otra letra. Michael Pollack, L’Expérience concentrationnaire (Paris: Métailié edition, 1990). IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 135 Origen social Los republicanos españoles deportados a Mauthausen eran casi todos trabajadores de cuello azul o blanco del sector industrial, agrícola o terciario. Casados o solteros, con o sin hijos, y de todas las regiones de España, principalmente de Cataluña. Procedían de grandes ciudades o de municipios a veces muy pequeños y políticamente se situaron en la izquierda. Seis tuvieron padres ferroviarios, que por su estatus laboral pertenecían a una élite proletaria. Sin duda no puede ser casual que los seis ocuparan lugares de prestigio en Mauthausen: Joan de Diego Herranz fue tercer secretario; Manuel García-Barrado delineante, capitán de fútbol del equipo español en Mauthausen y portero; José Jornet Navarro y Eusebio Pérez-Martín fueron Kapos en la armería o en Kommandos11 exteriores; Regino González-Cubo herrero, y realizó trabajos delicados de orfebrería; Carlos Cabeza Letosa se ocupó de la granja de los SS. López-Raymundo es el único de clase media que había completado sus estudios secundarios, y su hermano mayor fue uno de los fundadores de las Juventudes Comunistas de Barcelona, junto con Francesc Boix, «el fotógrafo de Mauthausen»12. En un eslabón de menor responsabilidad en la administración del campo, encontramos a los que dominaron un oficio o tuvieron la posibilidad de aprenderlo, porque Mauthausen era también un campo de explotación; alguno aun hoy exclama: «¡Si yo hubiera tenido un oficio!». Fueron barberos, Manuel Azaustre Muñoz y Pablo Escribano Cano; canteros, Antoni Barberà Pla y Josep Ayet García; Antoni Roig LLivi fue electricista, arreglaba radios y fue hombre de confianza de alguno de los presos responsables de los campos: «Hasta King Kong me preguntaba cosas». Otros como Josep Simon Mill o Francisco Casares Rodríguez aprendieron a empedrar, encofrar o albañilería y trabajaron en Kommandos, «donde no te pegaban porque había que hacer las casas». Muchos aprendieron alemán y trabajaron después como intérpretes. A otros, su estatus les venía directamente de sus familiares, como a Antonio Serrano Nogueira cuyo padre ocupó altos cargos en el ejército español; o fueron protegidos por haber participado en la resistencia francesa, como Antonio Muñoz Gómez. Finalmente, otros fueron sólo peones que trabajaron en cadenas de montaje, pero supieron rodearse de amigos ya que «solo no podías estar» y «allí no se podía vivir sin un amigo». Los deportados que he entrevistado se alistaron al ser llamados a filas por el ejército republicano, los más jóvenes pudieron ser voluntarios y todos se exiliaron a Francia, en donde fueron atrapados por el ejército alemán y conducidos a los campos. Por su militancia y grado de alfabetización, des- 11 Kommando puede significar un grupo de trabajo como este caso, o un sub-campo dependiente del campo principal. 12 Benito Bermejo, Francisco Boix el fotógrafo de Mauthausen (Barcelona: RBA, 2002). 136 MERCEDES VILANOVA tacaron en una España, entonces, muy analfabeta. Arropados por el entorno anticlerical de muchos de sus familiares, se afiliaron a las juventudes comunistas o libertarias, o simpatizaron con el reformismo republicano moderado. La mayoría casi no fue a la escuela, y empezó a trabajar antes de la edad legal; los más pobres, a partir de los siete años, cuidaron cabras, recogieron basura o repartieron pan y, en algún caso, pertenecieron al eslabón inferior del cuerpo de carabineros, que permaneció fiel a la República. Insisten en que tuvieron suerte, y la tuvieron, aunque no únicamente suerte. Los factores decisivos de su vida en el campo fueron la solidaridad, el conocimiento de algún oficio, la capacidad de relacionarse y de establecer amistades en contextos continuamente cambiantes y la disposición para aprender, aunque sólo fuera el alemán carcelario, y sobre todo, la edad. Muchos afirman que llegaron a los campos en la plenitud de su estado físico, que parecían más jóvenes de lo que en realidad eran: «Aunque era mayor me tomaban por un mozo joven». «Era muy fuerte, tenía una buena edad, veinticinco años, porque a los que tenían diecisiete o dieciocho les costaba mucho sobrevivir y los que tenían más de cincuenta también, estos eran los que caían». «Nos parecía que íbamos a comernos el mundo». «Yo había hecho mucho deporte». Eran guapos, bien plantados: «Sí, era guapote y no es que yo me valiera de ello ni nada pero en fin, parece ser que estaba bien». Y supieron relacionarse. Casi todos llegaron con amistades consolidadas en la guerra civil, o en los eufemísticamente llamados campos de acogida franceses para refugiados españoles, o incluso antes: «Conocí a un amigo, Emilio Andrés, que murió en Gusen, dependiente de Mauthausen, que entramos al mismo tiempo, el mismo día en Mauthausen, que nos conocimos en nuestra infancia» Cabeza. «Éramos siete españoles agrupados, éramos amigos ya antes del Stalag13, ya en el batallón, llegamos juntos hombro con hombro». Fueron hombres bregados en la lucha armada: «Aprendías a matar o te mataban» y supieron establecer contactos con los mandos de los campos, con las SS, con los soldados o con los civiles, a fin de escapar de la vigilancia nazi, o para hacerse con un puesto de trabajo mejor. Además, eran buenos psicólogos: «Yo siempre buscaba estar en medio, ni en este lado ni en el otro, porque estos eran los que recibían siempre». La experiencia de los deportados republicanos según la edad Por sus fechas de nacimiento, los españoles que he entrevistado pueden agruparse de esta manera: los nacidos entre 1910 y 1912; entre 1915 y 1917; y desde 1918 hasta 1923. Al contraponer las edades extremas, aparecen los abismos emocionales en la manera de afrontar el camino que les 13 Campo alemán para prisioneros de guerra. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 137 condujo a la deportación y a tener que asumir su condición en Mauthausen. En la llegada, a partir del mes de agosto de 1940, sus edades oscilaban entre los diecisiete y los treinta años, y casi todos permanecieron en el campo hasta el mes de mayo de 1945; conocieron, pues, a fondo los entresijos crueles del nazismo, que puso a prueba, y de qué manera, su capacidad de resistencia. Nacidos entre 1910 y 1923, su infancia, adolescencia y juventud las vivieron en contextos sociales distintos, hasta el punto que las decisiones que tomaron antes, durante y después de su deportación dependieron del entorno familiar, pero también de su fecha de nacimiento. A partir de la Semana Trágica de Barcelona durante el mes de julio de 1909, en España se vivió una tensión social enorme, que afectó a toda la sociedad, pero singularmente a las familias de origen campesino y obrero que se vieron envueltas en las grandes huelgas, represiones y violencia de las dos primeras décadas del siglo XX, de la Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930), de la Segunda República (1931-1936) y de la Guerra Civil (1936-1939). Los nacidos entre 1910 y 1912 vivieron, pues, de niños, las huelgas en las que sus padres participaron: «Mis padres a la miseria, mi padre en la fábrica, mi madre también en la fábrica. En huelga en 1919, mi padre trabajaba en el sindicato clandestino, se cuidaba de hacer cotizar los carnets. Yo me escapaba, subía antes de la guardia civil y avisaba que venían. Tres hombres se tenían que escapar, entre ellos mi padre. Un día en la colonia Rosal —que era el lugar donde trabajaba mi padre— encontraron un papel que ponía “el lunes se ha de empezar a trabajar una hora antes”, y acordaron no ir. A mi padre como represalia le hicieron limpiar los váteres y a los tres meses lo despidieron, se quedó sin trabajo y no podía encontrarlo porque ya estaban advertidos». Estas personas, que tenían 25 años cuando estalló la guerra civil, intentaron evitar ser llamados a quintas. De los cuatro entrevistados nacidos entorno a 1910, tres contrajeron matrimonio durante el verano de 1936, cuando creyeron que la guerra sería larga: «Al ver que iba para largo nos casamos el 31 de agosto de 1936». ¿Acaso lo hicieron porque de esta manera era más difícil que les alistaran? Uno de ellos explica la trampa que hizo, pues aunque medía dos centímetros más de los necesarios para ser considerado apto como soldado, se zafó tres veces: «Era bajo, medía 1,59 metros, y esto me salvó. Se tenía que tener como mínimo 1,57». Ufano afirma: «No hice ni un día de guerra. Había alquilado un piso y tenía una mercería, tejidos, camisas hechas. Trabajábamos los dos, mi mujer y yo, fábrica y tienda (…) Hasta que piden a todo el mundo, hasta que a la mañana siguiente pidieron que evacuáramos. Me movilizaron en el último momento». ¿Se unió a la retirada del ejército republicano para evitar posibles represalias cuando llegaran los franquistas? Una excepción notable es la de Pérez-Dorado, un militante del Partido Comunista que nació en 1911, hizo el servicio militar en África, y al iniciarse la guerra fue movilizado y encarcelado por Franco; se fugó, cruzó el frente y se unió al ejército republicano. 138 MERCEDES VILANOVA Estos deportados más mayores eran de origen rural, cruzaron la frontera hacia el exilio con la tropa y sin su familia, y formaron grupos de amigos. Por su edad, pudieron participar en la experiencia democrática republicana (1931-1936), incluso algunos pudieron votar, aunque a veces se les negó el voto por distintas vías, seguramente como un residuo del caciquismo ancestral español: «No voté, y cuando podía el secretario del pueblo que se ocupaba, para mí no lo hizo venir, porque tenía miedo que votara a la izquierda». Durante la guerra civil, con veinte años y pico, pudieron involucrarse en las luchas y en las instituciones populares y ocupar cargos de responsabilidad como presidentes de sindicato o concejales de ayuntamiento. Únicamente en este grupo, se detecta miedo a dialogar14. Mi interés por la revolución social hizo que en algún caso preguntase: «¿Cuál era su dirección en el pueblo?». Me contestaron con alerta, cuestionándome: «¿Quiere escribir para ver lo que le dicen?» «Yo era de la CNT al empezar la República. Mi padre también, no había nada más. Fui presidente del pueblo durante toda la guerra y era líder. Como no había nadie capaz me hicieron presidente. Había los que se habían declarado fascistas, que se les tenía que incautar la casa. Nunca les culpé, el alcalde me quería matar, aunque le salvé la vida el día que del pueblo vecino vinieron a quemar la iglesia. Movilizaron a todo el pueblo y tiraron los santos y a quemarlos. Como yo no estaba de acuerdo, me metí para evitar que hicieran daño, llevaba una escopeta descargada. Cuando le llamaron a la puerta con el fusil, el alcalde se escapó por la puerta de detrás». Otro fue concejal en su municipio: «Ya casado no había gente para formar el ayuntamiento y salí concejal de refugiados, me tenía que cuidar de ellos». Estas actuaciones dificultarán su regreso a España porque sus familiares no conseguirán los avales para evitar la represión franquista, por venganzas de todo tipo: «Fue al alcalde, al jefe de falange, tenía que pedir el permiso mi mujer y necesitaba de la falange y del rector (de la Iglesia). Y el alcalde se lo negó: Vete de aquí —le dijo— si se ha escapado es por alguna cosa. También le negó la carta de alimentación». Otro fue denunciado como asesino por una afrenta sentimental: «Todos querían regresar, porque ya habíamos oído de los campos de concentración alemanes. Para mí fue una gran alegría porque mi mujer un día me escribió: Te quieren hacer los avales, los papeles. Yo me había apuntado para volver, ya tenía el número, debía salir el lunes hacia España, yo contento. Me llega la carta y aquel día faltaban cinco o diez minutos para cerrar las oficinas y mi mujer me escribía: Nosotros estamos bien, pero dicen que no puedes venir porque te acusan de haber matado a aquel tío. Me digo: No quiero pagar lo que no he hecho. Y ahora, ¿cómo aviso? Tuve 14 El miedo es evidente en otras entrevistas realizadas sobre el período de la guerra civil española. Mercedes Vilanova, Las mayorías invisibles. Explotación fabril, revolución y represión (Barcelona: Icaria, 1996) y Mercedes Vilanova, «Las elecciones republicanas de 1931 a 1936, preludio de una guerra y un exilio», Historia, antropología y fuentes orales 35 (2006), 65-81. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 139 tiempo de avisar a la oficina francesa y borrarme y pusieron a otro que quería irse a España. Que tengas suerte, le dije. No tuvo tiempo de contestar. Ya estaba en Estrasburgo en poder de los alemanes, que si no hubiera regresado. Yo podía ir tranquilo porque ya se había descubierto quién había matado a aquél. Era uno que le hice bailar con mi novia, era muy bailador y sabía bailar el vals. Hicieron un juicio y el que iba con el que mataron, que salían de la fábrica, a él no le hicieron nada, iban por el otro, y dijo la verdad: Que yo no lo maté». Otros regresaron legalmente a España, pero fue una decisión difícil, no sólo porque el régimen franquista se negó a reconocer a los deportados republicanos como españoles, sino también por los recelos entre sus mismos compañeros: «Lo tenía que hacer ocultamente porque los españoles sabía yo que no querían, que no se enterasen que yo venía para España. Y vine con mi pasaporte, legalmente». Las vivencias en los campos franceses de algunos de estos mayores no fueron tan traumáticas como las de los adolescentes. Josep Simon afirma que tuvo suerte: «Éramos tres que íbamos juntos, yo en medio, me respetaban como si fuera su padre. Tuvimos suerte, nos dieron un pan de dos kilos a cada uno. Cogíamos uno y lo escondíamos. Cada uno dos panes. Estábamos en el cielo (…) Hasta que nos llevaron a Barcarès donde ya había barracas (…) Nos cargaron a mil setecientos españoles en un tren. Tuve suerte, porque me tocó el vagón de atrás que sólo éramos diecinueve. Llegamos el 24 de enero por la noche de 1941. La lista la hicieron el 25, porque no hicieron la lista hasta el día siguiente. No nos desnudaron porque era de noche. Y pudimos dormir las cabezas de unos contra los pies de otros, yo me puse detrás de todo, nos pusimos siete u ocho en el comedor; dormimos bien anchos». Al llegar al campo con treinta años, consiguen un trabajo que no les mata, pero no ocupan cargos, y si los aceptan, sólo será esporádicamente. Algunos supieron hacerse imprescindibles en lugares codiciados, como la fabricación de joyas: «Me dediqué a hacer trabajos de artesanía boquillas, hacía corazones y todo lo que se me ocurría». Los nacidos entre 1915 y 1917, vivieron durante sus primeros meses el impacto de las huelgas generales y los despidos a los que fueron sometidos sus padres, como les ocurrió a de Diego y Cabeza, y durante su adolescencia presenciaron la instauración de la República como una fiesta. Jornet lo explica así: «A los quince años iba por los comercios de aprendiz limpiando los cristales del escaparate, oigo la música y los cantos del 14 de abril de 1931 y digo: Don Francisco me voy porque soy republicano…» En Mauthausen con veinticinco o veintisiete años estaban en la plenitud de su fortaleza física y mental, y ocuparon cargos importantes que les dieron poder sobre los demás presos. Seguramente por haber vivido su adolescencia y primera juventud durante la República, no solían estar comprometidos políticamente, pero todos tuvieron experiencias laborales que les ayudaron: canteros, ebanistas, barberos, meritorios de comercios, etcétera. El haber hecho prácticas o estudios de contabilidad y caligrafía, fue decisivo para trabajar 140 MERCEDES VILANOVA en las oficinas desde donde se dominaban los resortes principales de la administración del campo y de los comandos. O desarrollaron trabajos de un valor enorme para la sobrevivencia personal. «No me podían inscribir como dibujante y me inscribieron como arquitecto.» Según Semprún, también les ayudó el poder expresarse: «Allí es donde llego a saber que una de las mayores injusticias, las desigualdades de la vida, es esa, los que saben expresarse y los que no saben expresarse, es mucho más que la diferencia social para mí». En este grupo de edad también hay quien afirma que la política no le decía «ni fu, ni fa». «En mi casa trabajábamos para vivir y se acabó. Trabajábamos en el campo, en la industria, ni República ni nada de eso. Sí, veíamos gente por la calle que armaban algarabías, formaban escándalos. Los sinvergüenzas, los que se hicieron dueños de la República del pueblo fueron los alcaldes, los concejales, gente mala, gente mala. Bueno, mala según se mire, porque no es que hicieran cosas malas, es que eran malos para los sin política. A mí, por ejemplo, un tío que hubiera sido un pelotillero, que se juntaba con el alcalde, pues es una mala pieza porque se juntaba por la pelota que hacía para ganarse un enchufe, para ganarse un puesto de trabajo, para meterse en el ayuntamiento, en fin, para miles de cosas. La República no me dijo a mí ni fu ni fa». Los nacidos a partir de 1918 vivieron la instauración de la República en 1931, como quien dice, de la mano de sus madres: «Mi madre nos cogió a mí y a mi hermano Jesús y nos llevó hacia la Plaza de Cataluña andando; entonces toda Barcelona era una fiesta, banderas. Yo era muy joven, tenía once años». A estos jóvenes la movilización del ejército republicano en 1936 les suscitó durante los primeros días entusiasmo y muchos se alistaron voluntariamente, a veces porque «lo hacía todo el mundo». Salvador Benítez Griñó lo recuerda así: «Cuando Madrid estaba en peligro salí voluntario, marchamos unos treinta o cuarenta de mi pueblo y fuimos a parar a Castellón, allí nos concentraron». Otros se alistaron porque a los diecinueve años daba vergüenza pasearse por Madrid y no ser soldado: «Sentía vergüenza de no hacerlo». Otros que no tenían la edad, también quisieron alistarse, algunos incluso falsifican los documentos que acreditan su edad para parecer mayores. A Aura no le admitieron, pero hizo prácticas de fusil y de instrucción de lanzamiento de bombas y el 4 de diciembre, con dieciocho años, consiguió ir al frente de Madrid. José Egea Pujante le dijo a su padre: «Yo me quiero ir de voluntario. Y mi padre me dijo: No vayas de voluntario, no quiero que vayas (…) Y pasé la guerra esperando hasta que llamaron a la quinta del biberón». Pero algunas madres les procuran destinos más seguros, como hizo esta mujer analfabeta: «¡Ah! Eso fue una idea de mi madre, para que yo no fuera al frente y como tenía amigos que eran del cuerpo de asalto pues me apuntó, tenía creo que diecisiete años. Y estuve en Barcelona todo el tiempo». Otros se alistan porque huérfanos de padre y madre, no tenían qué comer y su intranquilidad por la muerte del hermano en el frente les decidió a irse a la guerra. Otros, como Antonio Rodríguez Gómez, afirman sencillamente: «Mi padre IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 141 era un trabajador, un obrero y por eso me hice voluntario. Mi hermano ya se fue voluntario también al Batallón Stalin». Los deportados que llegan a Mauthausen con diecinueve o veinte años, estuvieron muy influidos durante su adolescencia por sus hermanos mayores. Muchos habían dejado su vida en los frentes de guerra o habían sido gravemente heridos, otros habían ocupado cargos en las altas instancias de los comités libertarios o habían sido comunistas pioneros. López-Raymundo lo expresa con rotundidad: «Mi hermano el mayor fue el que creó las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), fue uno de los que las crearon. Fue el que me enseñó todo, el que decidió que yo hiciese el bachillerato. En el pueblo no se hacía el bachillerato. Y él dijo: Este chico hará el bachillerato. Murió en seguida, al tercer día de empezar la guerra civil. A mí me dio un bajón, creo que aún me dura…» Álvarez también estuvo muy influido por la muerte de su hermano en combate: «En octubre de 1934 mi padre estaba en huelga, estaba en la calle Mayor de Gracia y jugaba al dominó, llegó la policía y se lo llevó. Mi hermano lo vio que lo metían en la furgoneta que era descubierta. Era siete u ocho años mayor que yo. Cuando cogieron a mi padre sintió odio, él era el más revolucionario de la familia, veía la injusticia por todas partes. En la guerra me puse en las Juventudes Libertarias, porque mi hermano lo era y mi barrio también. Cuando me dijeron que mi hermano era desaparecido lo quise averiguar y fui a la CNT15. Me pagaban como pinche y yo quería cobrar como un peón, que tengo dieciséis años les dije, pero trabajo como un tío, porque la CNT llevaba la colectividad de la construcción. Llevaba la pistola de mi hermano, me insultaron y les dije: No pego dos tiros porque no me da la gana. Entra uno y dice: Es el hermano del Álvarez. Se abrieron todas las puertas. Fui a la CNT a ver qué me decían. Les dije: Tengo la intención de alistarme, qué cuerpo me dais, yo pensaba aviación, sé que son seis meses en Rusia pero vuelves piloto. Me dijeron: A nosotros nos interesa que te metas en las fuerzas del Estado, o guardia de asalto o carabinero. Prefiero carabinero». Los que van a la guerra en este grupo de edad son muy jóvenes, incluso algunos formaron parte de la llamada quinta del biberón, y durante la retirada tuvieron que hacerse cargo de sus familias y, por así decirlo, tomar el mando, como le ocurrió a Luis Ballano Bueno: «Era el 39, ellos (los franquistas) entraron el 26. El 25 de enero voy a la Vía Layetana donde estaba instalada la CNT, y un ujier me ve entrar y me pregunta: — ¿Dónde vas? — A ver a mi hermano. — ¿Quién es? — Ballano. 15 Confederación Nacional del Trabajo, sindicato de inspiración anarcosindicalista. 142 MERCEDES VILANOVA — ¡Ah! Sube, está en el segundo. Le veo y me dice: — ¿Qué haces aquí? Ya sabes lo que está pasando, ¿no? — Sí, lo sé. — Tú tienes que llevarte a la madre, a la Carmen y a Jesús. — ¿Los cuatro en la moto? — Te podrás reír pero si os quedáis aquí, ya sabes lo que pasará. De todas formas yo no me hubiera quedado, pero si por H o por B nos hubiéramos quedado, a todos nosotros nos liquidan, en seguida, simplemente, que no había matado a nadie, pero por ser el pariente de Adolfo Ballano, por menos habían matado a mucha gente.» Una situación parecida es la de Álvarez: «No me convenía volver, por mi hermano, que era delegado de la CNT, como a él no le podían hacer nada, porque ya estaba muerto, lo habría pagado yo». O la de Azaustre: «Mi hermano me escribió: Si vienes, tienes trabajo donde está padre. Mi padre llevaba ya veinte años que había muerto. O sea que si iba me fusilaban»16. Hay otros, no obstante, que no vuelven por afán de aventuras, o para mejorar su posición social y su cultura, como Antonio Rodríguez Gómez: «Aquello de volver a casa a ser lo que había sido antes, eso no. Yo quería progresar. Era un chico sin cultura ni nada, no tenía oficio, ni vivía». Entre los adolescentes nacidos a partir de 1921, los más privilegiados tuvieron padres que ocuparon puestos de alto rango en el ejército republicano, como capitanes de Estado Mayor, y vivieron a su amparo durante la guerra civil, durante su pertenencia a las compañías de trabajo en Francia, e incluso en Mauthausen. El padre de Antonio Serrano ocupó cargos en el Partido Comunista y en el ejército: «Mi padre se alistó voluntario, llegó a ser Capitán de Estado Mayor. Cuando el último ataque, en 1939, pasamos la frontera, de allí fuimos a Argelès-sur-Mer. De ahí nos mandaron al Vernet, al Ariège, cerca de Toulouse, yo sabía que mi padre estaba en Setfonts mandando, haciendo un grupo de compañía de trabajo. Iban a mandar mi padre y Constante. En ese grupo, con los oficiales españoles nos salimos hacia el frente. En la Línea Maginot el grupo lo cortaron en dos, uno lo mandaba Constante y el otro lo mandaba mi padre, pero resulta que yo me quedé en el lado de Constante, entonces me cogió, me mandó al grupo de mi padre y del grupo de mi padre se trajo a uno para que estuviera la cuenta exacta, hizo un cambio. Estuve toda la guerra en compañía de mi padre, un poco enchufado, naturalmente. Estaba de lo que se llama machacante de los oficiales hasta que estalló la ofensiva y había que hacer trinchera, fue cuando empecé a coger un pico y una pala, porque en las compañías de trabajo no teníamos fusiles…» Con dieciséis años las decisiones personales se entrelazaron con las familiares, pues no sólo huyeron los mandos militares y los soldados, familias 16 La entrevista completa a Manuel Azaustre en, Carlos Fernández, «Jorge Semprún y Manuel Azaustre», op. cit., 91-104. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 143 republicanas enteras cruzaron el Pirineo en el frío invierno de 1939 con sus heridos a cuestas, a través de una odisea que les lleva juntos a Mauthausen, para una vez allí ser separados de sus esposas, madres y hermanos más pequeños: ¿Es ésta la mayor de las pobrezas entre los entrevistados de nuestra muestra? Los adolescentes cargarán literalmente con los heridos e incluso con sus padres. Jacinto Cortés García lo explica así: «A mi hermano en el Ebro lo hirieron, le cortaron la pierna y le llevaron a Figueras y mi madre dijo: Tenemos que hacer lo posible para llegar a Figueras. El día 25 de enero salimos del Prat del Llobregat, el 26 estábamos en Barcelona, y encontramos un carretón de mano, pusimos sobretodo el colchón sobre el que pudiera descansar mi hermano. Salimos andando hacia el río Besós. Entonces lo llevaron al Castillo de Ampurias y mi hermano decía: ¿Tú me puedes llevar a cuestas? Claro que sí, le contesté. De ahí pues ale, para Francia hasta la frontera misma, allí hicieron un tren, y mi madre y todos subieron al tren, era el 9 de febrero. Y llegamos a Angulema. Un día hacen correr el bulo que nos llevaban del campo a la zona libre. Entonces mi padre estaba en el hospital y dije: De aquí no se mueve nadie hasta que mi padre no esté con nosotros. Tuve la osadía de traer una ambulancia: ¡Fíjate! Reclamamos a mi hermano que estaba en Albi, y vino con nosotros. Hacia las once y media o las doce nos embarcaron en un tren de mercancías. No sabíamos dónde íbamos. Hasta que el 24 de agosto de 1940 llegamos a un sitio que no conocíamos: Mauthausen. Hicieron bajar a todos los hombres y a todas las mujeres y los niños. Y ahí se armó un jaleo de miedo. Chillando todo el mundo. A nosotros nos formaron. Era de día, las 10 de la mañana». «De Angulema llegó un transporte de niños españoles con sus padres, jovencitos de catorce o quince años, les llamábamos los Poschacher17. «Tuvieron suerte porque un industrial alemán los cogió para ir a trabajar en una cantera fuera del campo». «Estos niños le cayeron bien al Bachmayer»18. Formaron un grupo con cuarenta adolescentes: «En la barraca seis, nos pusieron a los jóvenes españoles y a los polacos. Formaron el Kommando Poschacher. Nos vistieron a todos igual, nos pusieron una chaqueta azul del ejército yugoslavo, los pantalones de las compañías de trabajadores españoles, una gorra y un macuto. Éramos cuarenta. Y fuimos a trabajar a la cantera 17 El Kommando se llamaba así porque el Señor Poschacher subarrendaba a jóvenes deportados en Mauthausen en sus canteras de granito cercanas al pueblo. Jacinto Cortés de niño emigró a Barcelona desde Andalucía, con su padre zapatero y su madre casi analfabeta, que se dedicó a sus siete hijos, tras su paso por el campo de Angulema llegaron a Mauthausen. A la madre, dos hijas y un hermano pequeño los enviaron a España con el resto del transporte de mujeres con hijos pequeños, y él, su padre y tres hermanos ingresaron en el campo. El hermano herido y el padre murieron en Gusen, y los dos jóvenes Cortés, que no fueron asesinados, formaron parte del Kommando Poschacher. Fragmentos de esta historia de vida pueden leerse en Wege nach Mauthausen, editado por Gerhard Botz, Regina Fritz, Alexander Prenninger y Heinz Berger (Münster y Vienna: LIT Verlag, 2011). 18 Responsable directo de los presos del campo central de Mauthausen. 144 MERCEDES VILANOVA del pueblo, de Poschacher. Cada día iba un Poschacher con una carreta hacia el campo, le daban las calderas y nos traía la comida. Pero casi siempre teníamos demasiado (…) hasta que un día nos cogen a los Poschacher, nos vistieron de civil y nos llevan a esa barraca, nos habían puesto camas, una mesa, una estufa y una cocina. Nos pusieron allí en el pueblo». Cortés se hizo famoso por su relación con la Sra. Pointner y por pasar la información que obtenía a través de la radio: «La señora Pointner, vivía justo delante de la relojería de Mauthausen y yo le dije: Vengo a condición que me deje escuchar la radio por la noche. Así es que cada noche iba a escuchar la radio». También se hizo famoso porque ayudó a salvar las fotografías que le entregó Francesc Boix, aunque algún testimonio de la colección MSDP pone en entredicho su relato. La madre de los Cortés pertenecía a una estirpe socialista andaluza: «Mi tío era socialista en Pechina, trabajaba en una mina de azufre, siendo alcalde cada día hacía ocho kilómetros para ir a trabajar y por la noche daba clases en la Casa del Pueblo y sabía mucho. Incluso Pablo Iglesias le pidió que fuera candidato allí, por Almería. Y cuando la guerra, al cura lo iban a fusilar y llegó él y lo salvó. Cuando vinieron los falangistas el cura no hizo nada y fusilaron a mi tío». La madre consiguió durante los años más duros de la dictadura franquista, que el Vaticano se interesase por la existencia de su marido y de sus hijos en el campo de Mauthausen. Durante la entrevista, al explicarlo, Jacinto Cortés no mencionó la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede, se refirió a la Cruz Roja, y afirmó que el Jefe de la Gestapo destruyó el documento; no obstante Alexander Preminger lo ha encontrado en Arolsen19. «Mi madre, buscaron todos los medios para encontrarnos y un día, estando en el campo, por medio de la Cruz Roja el jefe de la Politische Abteilung, el jefe de la Gestapo, nos mandó a mi hermano y a mí a su oficina y nos dice: — ¿Tú conoces a tu madre? — ¿Cómo no la voy a conocer? — ¿Cómo se llama? — Carmen García. Claro, estaba prohibido, pero yo, inconscientemente, eché mano, creyendo que era para mí, pero él lo cogió, lo rompió, a la papelera. — ¿Y qué era? — Preguntando por nosotros, pero el papel no nos lo dio nunca, el SS lo cogió, lo rompió, a la papelera. ¡Ala, a la barraca!» (Cortés) 19 Agradezco a Alexander Preminger el haberme facilitado el documento con la nota verbal de la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede al Departamento de Cultura del Foreign Office de Berlín del 7 de julio de 1941, recibida en Berlín el 18 de julio del mismo año. Arolsen, Doc. No. 1321541#1 (1.1.26.1/0189-0307/0285/0053). IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 145 El encuentro que les salva Algunos entrevistados vivieron un episodio luminoso y, con Ayet, pueden decir: «Yo estuve, a pesar de todo, bastante bien, como todos, como los supervivientes que hemos vivido». Porque un encuentro eficaz fue posible, fue real. Aun hoy se emocionan al relatarlo. A menudo fugaz, les abrió el camino de la emancipación. Pudo ser un SS, un soldado, un civil, un Kapo, un jefe de barraca, un enchufado, un prominente, un paisano, un amigo. Fueron personajes huidizos como aquel Jesús de Emaús, que desapareció tras repartir el pan en el transcurso de una cena con dos desconocidos: «Un civil austriaco, cuando estaba todo en la oscuridad, me sacó un trozo de pastel, me lo dio y se escapó corriendo» López-Raymundo. A esos encuentros les llaman suerte: «Algunas veces, muy pocas, llegaba alguno de estos civiles con un bultito. Te daba un bocadillo, dos cigarros, te daba moral, hablaba contigo, te daba fuerzas, te daba fuerzas». «Menos mal que el guardia era una excelente persona de los pocos que había en las SS que me dice: Os vais a salvar porque yo soy albañil. ¡Fíjese qué suerte! Con veintiún años ya nos espabilamos, nos enseñó a encofrar y nos dio un cazo más de comida» Casares. «En Steyr tuve suerte de que me cogió un civil ingeniero y me enchufó. Me vio un niño, me vio joven, endeble. Se debía figurar que era su hijo. Cuando llegaba por la mañana me encontraba una pera, una manzana en un escondrijo, en una estantería, donde fuera, en el capazo de las herramientas. Algunos tendrían corazón, o yo qué se. Deberían pensar: ¡Coño éste puede ser mi hijo! ¡Le reconozco!» Álvarez. Para algunos, la experiencia es iniciática y dejaron de pensar que iban a morir; para otros, es una acumulación de circunstancias entre las que la adscripción ideológica y las amistades, tejidas antes de llegar al campo, tuvieron su importancia. Siempre, siempre mediaron palabras y miradas, sentimientos y afectos, difíciles de expresar y valorar. «Mi suerte viene de más lejos, había hecho cursos de inglés cuando trabajaba en una editorial de Barcelona. En Alemania digo, aquí me interesa aprender alemán. Cuando fui a parar a Mauthausen y después a Ebensee, en el grupo de albañiles, el Kapo era un chico de la parte de Cuenca y no veía la manera de que respondiera correctamente a las preguntas que le hacían sobre el trabajo. Y un día digo: — Manuel te dicen esto. Y el ingeniero me preguntó: — ¿Comprendes el alemán? — Un poquitín. — Pues tú te quedarás aquí de intérprete. Trabajaba, pero cuando necesitaban, me llamaban y me llamaban a menudo. Así que ésta fue mi salvación.» (Marcel Mayans Costa) «Había un paisano mío de Calaceite, mecánico, era el jefe del garaje y dice: Que no le falte nada a éste. No tengas cuidado que nosotros te ayudare- 146 MERCEDES VILANOVA mos, estamos un poco organizados. Y me llevaron», Benítez. «Hice conocimiento con un rojo alemán que le dijo a un amigo de él que se llamaba Víctor: A partir de hoy le das la comida a este chico. Era un prisionero, pero era el amo, porque era paisano del comandante del campo. Calzaba botas altas y traje, no parecía un preso, no tenía la cabeza afeitada. Fritz Stublinger me hizo entrar en este lugar. Las sobras se las traían a los cerdos, antes era yo el que cogía lo que fuese, lo que encontraba, porque al final era yo el que recibía al comandante. Me hice el amo en la granja, era el señor de los cerdos» Cabeza. «Mayer, el civil éste, me dice: Ven conmigo, ven. Y me lleva hasta Franz y le dice: ¿Ves a este hombre? No me lo toques más, porque si me tocas a este hombre, yo a Bachmayer… Era un señor de edad, al día siguiente viene con un pedacito de pan, a los ocho días me dice: Te vas reposando y de ahí no te muevas». «Se portaron humanamente, fantásticos, me salvaron. Estuve dos meses en la enfermería, reposándome allí. Cuando salí parecía que salía, como aquel que dice de la fábrica, todo nuevo» Mayans. «Al entrar en la oficina se presentó un SS muy jovencito, tenía la voz atrompetada, no había llegado a estabilizarla; y me dice: ¿Cómo te llamas? Digo: Juan de Diego Herranz. Was is der das? Me señaló el de y al decirle von me dijo: Tú serás der Officier die Rotspanier, el embajador de los españoles en Mauthausen y ahí acaba un periodo». «Teníamos la suerte cuando estábamos enchufados» Referirse a la jerarquía de presos puede parecer un equívoco, pues todos podían ser asesinados en cualquier momento, o sufrir torturas por incidentes nimios, o por la arbitrariedad de los SS, Kapos, jefes de barraca o de sus propios compañeros. «Con todo y con eso, podía haber muerto muy fácilmente. Cuando venía el Comandante con “éste quiero, éste no quiero” me podía elegir... lo que tenías es que ser muy espabilado, el truco allí era estar siempre muy alerta, como los animales, un instinto defensivo muy grande, aunque a un animal también vienen con una escopeta y lo matan», López-Raymundo. «Yo no sabía si podría sobrevivir, había gente bien colocada y también la mataban», García-Barrado. «Yo ya estaba enchufado, estaba un poco más respetado por el jefe de la barraca, era la ley del campo. Pero he llorado mucho porque no veía el final, veía que esa gente iba a matarnos»20. Entre los llamados señores del campo y los parias, que confiaban en poder recoger del suelo una cucharada de sopa o unas migas de pan, hubo grandes diferencias: «Des- 20 J. Amat-Piniella, en su libro K.L. Reich (Konzentrations Lager Reich) (Barcelona: EL ALEPH, 2002), describe dos situaciones distintas, la de los presos que no encontraban ninguna protección y que morían poco a poco, pero que no sufrían tanto como otros que tenían las necesidades más perentorias cubiertas, pero cuya imaginación les creaba problemas irresolubles. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 147 pués del trabajo agobiante que hacíamos, cuando llegábamos al campo proponerte ir a buscar los calderones de sopa de ciento cincuenta litros. Nunca dije no; no sé si tenía unos brazos un poco más (…) físicamente estábamos un poco mejor que los otros. Era bastante peligroso, moralmente tenías un sentimiento no sé, porque las cocinas se encontraban un poco alejadas y teníamos que pasar en medio de centenas de seres hambrientos esperando que llegase la comida, deseaban darte un tropezón para que caiga sopa por tierra, estaban preparados con la cuchara. Esto, sentir esto. Lo más crítico era cuando ibas a buscar cien panes y teníamos que pasar por medio de esta muchedumbre; yo, yo mismo, no fuerte, daba una patada para que nos dejen pasar, porque si te robaban un pan eran cuatro compañeros los que se quedaban sin ración. Tenías que ser cruel, no cruel, pero separarlos, y no podían darse cuenta, estaban hambrientos…» «En la oficina, son los señores del campo, es aparte. No sé si ayudaban o no. Son escribientes, un grupo de enchufados que viven bien, que tenían un puesto de trabajo en la carpintería, construcción del campo, cocina, jefes de barraca que la mayoría de ellos eran presos comunes», Egea. «Eran los amos del campo, estaban autorizados para matarte si querían, no tenían que pedir permiso a nadie, y lo hacían. Éstos estaban por encima de los prominentes». «Yo les digo, enchufes, a esos porque no les faltaba nada, ni el pan ni la mantequilla, y cada dos por tres, uniforme nuevo para ellos». «Los prominentes eran los que encontraron trabajo en la administración u ordenanzas de las SS o eran Stubedienst»21, Francisco Batiste Baila. «Aquello funcionaba como un cuartel, exactamente, donde todo estaba controlado. Después había el Revier22, en la barraca veinte, eso es muy importante, desde allí salían para la eutanasia. Los traían al campo donde yo estaba, yo hacía el acta de defunción, que estaban vivos», de Diego. «Entonces había mala vida en Mauthausen, porque les pegaban mucho a los españoles. Al principio murieron muchos, después fue más calmada la cosa, ya se hicieron los dueños los españoles: Stubedienst, criados de alemanes, barberos, cocineros», Casares. «No, no me dio tiempo a ser prominente porque ya me marché a Ternberg», Aguirre. «En los Kommandos no era igual que el campo central, en el campo central había otra vida, habían unos allí, como si fueran los señores, el que tenía una plaza en almacenes, enfermería, sastrería, ebanistas y demás, estaban muy bien», Mayans. «Al ser Facharbeiter te daban mejor de comer», González-Cubo. «Ha habido Kapos españoles y jefes de barraca, yo tenía solamente los cerdos al mando mío, no le daba importancia, al final nosotros los enchufados cobrábamos, de cuando en cuando nos daban una pieza de cincuenta céntimos», Cabeza. «En el campo central se había creado casi una casta». «A partir del año o dos años, había una pequeña je- 21 22 Encargado de la limpieza de los barracones. Enfermería o dispensario del campo 148 MERCEDES VILANOVA rarquía». «Es decir había pobres y ricos, yo lo he vivido eso más que en Dachau», Muñoz. Estas desigualdades enormes contribuyeron a que muchos prefirieran formar parte de los Kommandos exteriores, de los que el de César fue el más famoso entre los españoles, alabado por los de tendencia libertaria y criticado por comunistas. En estos Kommandos la situación social se simplificaba, las torturas, vejaciones y maltratos eran menores y la jerarquía «se veía menos». «Superé lo del campo, porque procuré trabajar fuera. El bosque me gustó mucho porque no veía lo que pasaba en el campo, allá sufrías más. Un comando pequeño era mejor… ya estuve enchufado. No trabajaba todo el día, buscaba setas, nos daban lo que comían ellos, en Linz nos daban una caldera de cincuenta litros para veinte», Barberà. «En Steyr éramos tres: Felix, otro chico y yo, que nos ayudábamos, no había jerarquías, sólo enchufados y parias». «Habían que estaban bien emplazados, había cocinas y todo eso pero más reducido, había más contacto humano entre nosotros», Álvarez. Por estos motivos, muchos se apuntaron para salir del campo central en cuanto pudieron23. «No quise ser enchufado porque tienen muy mala propaganda, mala apreciación. Decían que eran hijos de su madre. Les decían pelota, canalla, sin vergüenza. Dije: Me voy del campo. En el primero que salió de españoles salí yo, llegué a Völcklabruck y respiré porque pensé: Aquí habrá menos guantadas. Había menos jaleo, menos raus, estábamos más libres que en el campo grande; siempre había puntapiés, cogotazos, arrestos, pero eran menos. La comida ganó un poco porque éramos cien tíos. Además eran cocineros alemanes muy curiosos, muy buenas piezas, estaban gordísimos; nada más que el olor de la caldera…» Casares. «¿Era un privilegiado? Sí y no. En Steyr tenía buenos amigos que estaban enchufados y si estoy aquí es gracias a ellos. El del lavabo era de Barcelona de la calle Diputación, me daba la camisa de un cocinero y yo la lavaba, y me daba un plato de comer, azúcar, lo que fuera. ¿Era un enchufado? ¡Ostia si lo era! No solía trabajar, no era un paria, tenía una habitación y yo vivía con ellos, me ayudaban porque veían que era joven, dinámico y porque eran compañeros. Era sólo esto. Los que han sobrevivido era porque tenían ayudas de los otros, si no, no viven, imposible. Solo no puedes estar. El de los lavabos me daba confianza, lo hacía a escondidas y él me la secaba. En un sitio así esto es mucho. Confianza, sí, sí, ésta es la palabra clave», Álvarez. 23 No obstante, la peor decisión que tomaron fue irse voluntariamente a Gusen, pensando que era un destino mejor. Allí murió una mayoría abrumadora de españoles: «Al final de enero fue la hecatombe, fue terrible, la mayor parte de los españoles que murió en Mauthausen, fue en Gusen, en Gusen» Cortés. «Aquello fue una cosa horrorosa. Mauthausen era malo, pero Gusen no tenía ni comparación, eso no se puede explicar, es muy difícil. Eso es muy, muy, muy difícil. Tienes que haberlo vivido. La cosa más terrible era ver a todos los amigos, a gente que conocías, que se iban a morir porque no tenían más remedio» López-Raymundo. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 149 «Una cosa está clara, a la cocina si iban veinte o treinta a trabajar, todos tenía comida de sobra y cogían un preso que le lavara la ropa, o arreglarle su armarito que tenían y eran señores, digamos así. Eso no es una ayuda, eso es pagar un trabajo. De acuerdo que está bien porque le das de comer. Yo era un Speckjäger, un paria, los bajitos que no pintábamos nada, eso he sido siempre. Defendiéndome por propia voluntad, robando lo que podía», Egea. «En ese momento me quedé sin amigos y sin nada, indefenso como todo el mundo. ¡La que tuve que pasar! Estuve tres meses de ser un Speckjäger, siendo el más bajo; de todas formas empecé a ser veterano y allí ya era una gran cosa. Había otro amiguete que había hecho yo, catalán, pero que no era comunista, era de Sabadell, le gustaban mucho los tangos y yo le tenía simpatía por eso, cantaba muy bien, tenía muy buena voz. Ese tenía un amigo prominente, ya era amigo de Kapos y me cogió una vez para ir yo con él,» López-Raymundo. Homosexualidad y relaciones con mujeres Los republicanos españoles eran atractivos, fuertes y sabían cuidar su apariencia, quizá por estas características nada más llegar al campo muchos tuvieron que hacer frente al acoso sexual: «Cuando terminó de contarnos en alemán, viene Enrique el intérprete, maricón, maricón, que estuvo en España en la guerra. Salimos de la ducha y a casi todos nos envían a la barraca trece, mandada por un alemán que era gay, un segundo Blockälteste24, que era gay, cinco Stubedienst que eran gays, todos eran maricones, el desbarajuste. Ya empezamos a dormir malamente. Eran peor los Stubedienst polaquillos y españoles, que los jefes. El jefe sí, abusaba de los críos», Casares. «Había mucho homosexual en el campo. Los jefes de barraca eran los jefes del campo y allí había unos armarios que formaban un murito y esta gente, por llamarlos de alguna manera, tenían sus amiguitos que tenían comida a voluntad, el pan a voluntad, y eran los que te pegaban, los que imponían la disciplina del campo, los que tenían sus muchachitos para ellos», Muñoz. «Cuando llegamos era la persecución, es una página de la historia que no se habla mucho, pero no hay que confundirlos con la homosexualidad de los mismos que perseguían a los homosexuales, de los SS, de los Kapos y jefes de barraca, que se servían de ella para librar sus deseos sexuales. Llegaba un transporte con niños bonitos, jóvenes, les prometían cogerlos con ellos para ser Stubedienst en las barracas, para todos los usos y les prometían no bajar a la cantera. Los Stubedienst eran los que limpiaban la barraca, esos no iban a trabajar. Sí, sí, el querido o la querida eran homosexuales, eran los niños de los Kapos, públicamente no, pero por las noches tenían sus jóvenes que dormían con sába- 24 Jefe de barraca. 150 MERCEDES VILANOVA nas», Batiste. «Al entrar en el campo yo llevaba un reloj y se lo di a un alemán que era el jefe del barracón y me tuvo un poco de admiración, me tuvo como Stubedienst de limpieza, después se preocupó, no estuve mucho tiempo en la cantera». «Tuve un Kapo que le decíamos la Puta, como era jovencito me buscaba, era un peligro ser joven ahí dentro, por los homosexuales. Me reventó los oídos porque no quería ir con él, te hacían la vida imposible. El jefe de barraca era un tal Alfonso que había sido capitán de la marina mercante y siempre me incitaba: Ve con fulano. Porque así cogía más galones. Yo le decía: Conmigo no, me tienen que matar antes. Era un hombre de cincuenta años enviciado en todo ya. Los Kartoffelschäler25 eran los críos de doce, catorce años la mayor parte hijos de presos. Tenían un Kapo que era un viejo de Teruel o de Zaragoza que no podía andar, llevaba a los críos pelados, bien afeitados eran los pela patatas, los queridos de los alemanes; era lógico eso en el destino del campo, porque se llevaban a los más infelices», Egea. «Los adultos privamos que cayeran en manos de los Kapos, dándoles un poco más de comida, sacar de la ración nuestra para dársela. No puedo precisar si alguno, quizás, quizás era inevitable, como los españoles que aceptaron ser Kapos. ¿Es que podemos criticarlos? Ver el bienestar de los Kapos, por un lado, y la muerte del otro, si te proponen ser Kapo…» «Dicen que es tan maricón el que toma o el que da; los Kapos, estaban fuertes, comían y nos robaban, no teníamos nada que hacer, pues debías de darles suelta», Aguirre. Tal vez los homosexuales son los que menos hablan de este tema, sus respuestas tienden a ser evasivas: «— ¿Había homosexualidad en Mauthausen? — No. — ¿Y homosexuales? — Pues sí. 25 Uno de los trabajos manuales más buscados era el de pelar patatas, al que en un momento u otro de su cautiverio se dedicaron casi todos los españoles entrevistados. «Los cocineros tenían influencia por la comida, por el estraperlo que hacían. Eso es muy delicado, muy difícil de contar, porque había variedad», Azaustre. «Me destinaron no mucho tiempo, en alemán es Kartoffelnschäler, pela patatas. El tiempo que estuve allá, podía comer una o dos zanahorias, no padecía del frío, de la lluvia, etc. Y ese pasaje me dio mucha fuerza, muchas ganas de seguir», Aguirre. «Algunos que estaban enchufados en un sitio mejor, ayudaban a los que no podían. Yo como estaba en la cocina, robaba patatas y por las noches iba a los amigos y se las daba… por trabajar en la cocina y todo eso, me daban más libertad para salir y entrar. Los que estaban enchufados en otros sitios hacían lo mismo. Habían dos o tres chicos muy jóvenes que estaban de camareros de los soldados, otros estaban de ayudantes de los Kapos, esos estaban enchufados y percibían comida, de la que nos daban a nosotros a escondidas de los Kapos, se la daban a los españoles que estaban más necesitados», Rodríguez. «Teníamos ayuda, por ejemplo, de compañeros que estaban en la cocina de los SS; te llamaban: en el rincón aquel fuera de la barraca al lado de la basura hay esto, te lo comes todo, no te lo lleves porque si no te dirán ¿quién te lo ha dado? Si te encuentran comiendo dirás que estaba en la basura», Mayans. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 151 — ¿Tenían un trato diferente? — No, no, yo creo que no. — ¿Usted conoció a alguno? — No, porque estos eran más particular dentro del grupo del barracón o dónde fueran, no sé, pero así no. Estaban dentro del barracón, tenían amistad de ellos con ellos, pero públicamente no, no se sabía.» Pérez-Martín explica su experiencia así: «Sobreviví gracias a un hombre que se puede considerar homosexual. Yo había conocido a uno de los enfermeros, Henri Kaufmann, un abate, un fraile de alta jerarquía, austríaco. Acarició a un niño, me lo hizo a mí, agarraba las manos y las acariciaba. El niñito era hijo de un potentado nazi. El papá, para demostrar que era bien nazi, hizo arrestar al abate que tenía cierta fama y fue uno de los que mandaron en 1938 para la construcción de Mauthausen. Era ya viejo. Cuando me operaron de la rodilla y me llevaron a la enfermería de las SS, Podlaha agarró el bisturí y me lo clavó. Kaufmann le agarró la mano y le dijo: Así no es. A mí me dijo: Tú tranquilo. Me traía comida extra, me acariciaba la mano, yo ¡coño! podía acariciar toda la mano que quisiera si me traía comida ¿verdad?, ahí si que no había problema. Me preguntó qué hacia de oficio y le dije: Mecánico. ¿Sabrías arreglar Fahrrad? Era bicicleta, mecánico de bicicletas. Digo: Sí. Entonces mañana vas a estar en el Kommando Waffenhandlung, que era la armería, arreglando bicicletas. Sobreviví gracias a Kaufmann, a la tocadera de mano, a que un hombre se enamoró de mí, tuvo un cariño hacía mí, lo que sea. Ese fue el punto de mi emancipación. Hasta ese momento era uno del montón, que apaleaban, que trabajaba duro y, a partir de ese momento, mi vida cambió completamente». «Había mujeres también, dos matrimonios españoles se encontraron allá, uno era de Gironella, el otro de Berga. Había dos o tres barracas con unas quinientas mujeres. En la barraca uno había prostitutas polacas. Yo me aprovechaba de todo, una fulana me llamaba y me daba un papelito y lo llevaba y me daba algo», Barberà. «Había alguna vez que me dejaban ir con las ucranianas, pero era bastante después, ya eran SS de segunda clase, no eran los primeros; conocí el Kommando de las novias que se llamaba, eran ucranianas prisioneras que trabajaban en Ternberg en una fábrica de cojinetes, debían saber que había españoles allí en el campo cerca. Al hablar un poco alemán me hice amigo de alguno de los guardias, al ir y venir de la fábrica, Zepel se llamaba: Te dejo marchar hacia allá. Cuando las chicas en la pausa de una hora de trabajo se acercaban, qué sé yo qué decías, pero era mucha ilusión, era saber que existía un mundo normal o que podía existir», Aguirre. «Sí, había prostitución, bastante más de la que debía haber», Cabeza. Hasta el punto que pusieron una barraca de prostitutas para evitarla. Algunos dicen que el burdel estaba prohibido para los españoles, aunque otros afirman que daban tickets y era por suerte: «Trajeron unas prostitutas, hicieron una barraca y sé que a mí me dieron un bono para ir y digo: ¿Yo qué hago ahí den- 152 MERCEDES VILANOVA tro? Ese bono lo cambié por comida. Sé que hubo un español que entró pero no para hacerlo, sino para hablar con ellas. Le dijeron que si no lo hacían las mataban, por supervivencia de vida tenían que hacerlo», Serrano. «Los alemanes y los kapos polacos eran los favoritos, estaban gordos, potentes, los demás éramos piltrafas, delgados, no tenías fuerzas para nada. Estas mujeres las pusieron en la barraca número uno y mensualmente o semanalmente escogían una barraca, daban unos vales que antes de entrar con la chica pasaban por el médico, después el tío hacía el acto...», Casares. «Como yo tenía el estómago lleno, todas las cosas funcionaban como es necesario, aproveché dos o tres veces la ocasión. Era un cuento porque las chicas al principio se encontraban siempre al querido que las alimentaba, les daba joyas, les daba…», Cabeza. «Dentro del campo había una barraca llena de mujeres, cuando se liberó, fueron las primeras que salieron en avión. No había mucha relación, pero había muchas cosas que se tenían que tener en cuenta, porque había mucha gente que físicamente no estaba agotada. ¿Estamos? Pero que tampoco tenía una visión honrada de las cosas y de la vida. Yo estaba en Gusen, subimos en seguida a Mauthausen, y dije que me iba a guardar las mujeres, porque alguno de esos que estaban ahí podía cometer alguna barbaridad y había que ponerlas, como decimos luego, como algo sagrado», Pérez-Dorado. Imposturas y «realismo mágico» Actualmente, el proceso de auto producción de relatos fantaseados supone una inflación de historias de vida, públicas o privadas. Según Claude Arnaud, el yo se inventa para ser reconocido y envidiado. No hay mejor revelador de esta enfermedad de la modernidad que al llegar a su estadio terminal fabrica el sobre privilegiado que la falsa víctima. Curioso contrapié de la historia, el sobreviviente auténtico vive con la obsesión de una usurpación26. El mismo Primo Levi no estaba lejos de creerse un impostor y, treinta años después de haber escrito su libro Si esto es un hombre, cuando se le preguntó qué sentía al recordar aquella época, contestó: «El libro se ha curiosamente interpuesto como una memoria artificial, pero también como una barrera defensiva, entre mi tan normal presente y mi feroz pasado de Auschwitz, porque los relatos pueden convertirse en pantallas defensivas contra los propios recuerdos»27. Cuando entrevisté a Enric Marco, el impostor español más famoso, me contó la razón de su impostura: «Yo hago historia, soy un protagonista útil a la sociedad. Vengo de otros mundos. He sufrido. Me siento como una per- 26 Claude Arnaud, Qui di-je en nous? Une histoire subjective de l’identité (Paris: Grasset, 2006). 27 Entrevista a Primo Levi en el apéndice de su libro Si esto es un hombre (Barcelona: EL ALEPH, 1976). IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 153 sona que ha formado parte de todo esto. Tuve la debilidad de añadir que había estado en un campo. Porque lo del campo me daba una cierta aureola, una mayor credibilidad. Sí, es como una doble personalidad. He llegado a sentir como ellos. Como aquel actor que se apropia del rol que representa en la escena». Para Arnaud, muchos relatos son récit in progress cada vez más prolijos, comentarios río que acompañan las carreras en la pantalla, como la del deportista que describe en directo las evoluciones de su yo, o como las de muchos reality shows. La tendencia a explicarse progresa, quizá porque el yo se ha convertido en el pequeño capital personal, no heredado, que podemos hacer fructificar con un desenfreno de relatos. Como esas barritas o lápices de memoria que permiten crearse una identidad, corregirla y transformarla con episodios dramáticos, segregaciones fundacionales, salidas del armario, afirmaciones militantes o asunciones individuales del abandono maternal, de la violación o del incesto: «Y entonces renací a la vida». Cuando la identidad central se hace más flotante, tienden a desarrollarse las identidades de sustitución, prótesis o imposturas diversas. Pero no deberíamos olvidar que uno de los aspectos más interesantes de la impostura es el hecho de que quien la convierte en verdad es la persona que la escucha. A principios del siglo XXI, los relatos sobre los campos de concentración se elaboran casi como testamentos, ya que los que sufrieron las atrocidades nazis son conscientes de que su tiempo se acaba. A veces, sus testimonios los publican ellos mismos o sus familiares, muchos agrupados en asociaciones que se consideran «guardianes de la verdad o de la memoria». Por ejemplo, hace unos años en Francia, se creó un «Alto Consejo de la Memoria Combativa» que contrató a jóvenes encargados de recoger testimonios de antiguos combatientes, invocando un «deber de memoria», y se les llamó los «guardianes de la memoria». Algo parecido ocurre en España con la Ley de la Memoria Histórica, y en Cataluña con el Memorial Democràtic, quizá porque quienes se ocupan de estos menesteres, además de manejar dinero, influencias y beneficios, se pronuncian y dictaminan sobre lo que fue, o no fue, verdad. Para Philippe Joutard: «La memoria ha llegado a constituir, más que en ningún otro momento anterior, un lugar donde se dirime y reside el poder, y lo que era un medio para comprender las marginalidades y a los excluidos, se ha convertido en una expresión casi oficial. Los gobiernos se han apropiado de ella y se han erigido en gestores de la memoria»28. La impostura o invención de curriculums es muy antigua. En el caso de los campos, surgió desde el mismo momento de su liberación. López-Raymundo lo explica así: «Como hablaba francés y alemán, estuve con ellos porque había que mirar bien uno por uno los que llegaban, si eran españoles deportados. Podían ser trabajadores de Alemania, pues había muchos que 28 Philippe Joutard, «Memoria e historia: ¿cómo superar el conflicto?, Historia, antropología y fuentes orales 38 (2007), 115-122. 154 MERCEDES VILANOVA fueron a trabajar durante la guerra. Y al venir existían las dos cosas, los deportados prisioneros de guerra y los trabajadores. Todos los que venían los conocía, y los que conocía pasaban. Había que registrarlos, decir si eran bien nacidos en tal sitio, y te daban, todavía la tengo por ahí una carte de repatrié que había que sellar... En el campo mismo los de un comité firmado por todos los partidos, te firmaban como que salías de allí, de Mauthausen. ¿Sabes por qué? Mira, había uno que conoció a chicas repatriadas, de esas que venían de Alemania. Llevaba bigote, así se creía que estaba mejor, de elegante, de artista y había unas chicas madrileñas que eran fascistas que se habían ido a trabajar voluntarias a Alemania, eran completamente franquistas, y ese desgraciado, me parece que se llamaba Mate, una cosa así, era catalán, cogió una y la hacía pasar como que era deportada, para estarse con ella. Y yo le dije: No, no, ni hablar, esto si que no lo hacemos porque por culpa de ellos hemos tenido... No era el único caso te puedo explicar, pero mucho. Había uno que era de mi pueblo, taustano, que me dio cincuenta francos y le dije ¿para qué? Hacía tanto tiempo que no veía dinero que ni me imaginaba que servía para nada. Él se había ido a trabajar voluntario a Alemania, ves, pues podría haberle hecho pasar yo como que era deportado, y eso no...» El Profesor Benito Bermejo ha trabajado sobre el nazismo con una dedicación erudita, y ha puesto en duda la calidad de la muestra de personas que se han entrevistado para el Proyecto MSDP por incluir algún impostor. Gerhard Botz, máximo responsable del proyecto, estableció unos porcentajes para una serie de regiones del mundo y los aplicó según el número de prisioneros que estuvieron en Mauthausen. A la Península Ibérica le correspondieron veintiocho del total de las ochocientas entrevistas previstas. En algunos países como Alemania, muchas no se pudieron realizar porque fue difícil localizar a los que habían sido prisioneros, y si se les localizaba no querían hablar, hecho que no invalida la muestra alemana ni disminuye su valor, muy al contrario, pone al descubierto quiénes son los que todavía hoy no quieren ser entrevistados; en el caso español revela que la impostura fue más frecuente de lo que se había pensado29. Benito Bermejo se interesó por el proyecto MSDP en cuanto se inició en España y se puso en contacto conmigo. Con la finalidad de que conociera la metodología que utilizábamos, me acompañó cuando fui a ver a deportados en Madrid, Móstoles y Alcalá de Henares, incluso filmó alguno de estos diá- 29 La muestra de entrevistados se decidió según los datos de diferentes autores, se balanceó por nacionalidades y género, y se tuvo en cuenta que aproximadamente un 25% del total de prisioneros de Mauthausen fueron judíos. Los porcentajes se proyectaron sobre diferentes regiones y la península ibérica fue representada por un porcentaje de hombres, dejando un interrogante para las mujeres de las que no se disponía de datos fiables. El protocolo a seguir en las entrevistas fue ampliamente discutido por los responsables de las respectivas regiones establecidas. Dado el momento en que se puso en marcha el proyecto, marzo de 2002, era evidente que no sería fácil encontrar a sobrevivientes y fue imposible encontrar a ninguno en Portugal. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 155 logos con su cámara de vídeo30. Al comparar el trabajo que hicieron los españoles en la cantera, me he dado cuenta de que en una de las entrevistas que hice, acompañada por Bermejo, la persona entrevistada se refirió extensamente a la cantera aunque parece ser que no había trabajado en ella pues salpicaba «su historia con lujo de detalles generales», pero con ninguna referencia personal. ¿Es acaso este trozo de su relato una impostura porque implica, según Bermejo, que no podía dar testimonio de lo que no conoció? ¿Se dio cuenta mi compañero de este hecho?31 Sobre la cantera eso fue lo que el testimonio nos dijo: «La cantera era el primer paso de eliminación a granel, nada de uno por uno y estas cosillas, no, no, no, allí era a granel. Por todos los lados tenías Kapos y tenías a los soldados que estaban haciendo guardia allí, con fusiles, con todo. Y le mandaban a los kapos “aquel no trabaja” y ya se había liado, “aquel no hace nada” y ya se había liado. Y no era fácil trabajar lo menos posible. Porque luego había una compañía expedicionaria de castigo, que llevaban unas parihuelas en las espaldas y la piedra que le echaban a esos no era de cuarenta kilos ni de cincuenta, todas las piedras esas tenían que pesar como mínimo a partir de sesenta kilos aproximadamente. Se lo habían puesto para eso, como llevan los muchachos ahora saquitos para ir al colegio. Y ahí le cargaban una entre dos, pero esa piedra la tenía que subir los ciento ochenta y seis escalones que son, desde luego, infernales. Como era a matar pues a ellos les daba igual. Que una persona no subía, se ponía a un lado un SS y al otro lado otro a ver hasta dónde el instinto de vivir es capaz de subir las escaleras esas, la subía con el cráneo abierto y cuando llegaba arriba y no se había caído, le empujaban. Que había cerca de cien metros de desnivel en la cantera y allí caía con la piedra y con todo. Si no eras de las compañías esas que estaban de castigo, era coger las piedras y ¡agárrate! Porque si coges una piedra grande no subes, mueres. Pero si coges una pequeña y te ven, te echan una más gorda, mueres igual. El problema es hasta cuándo se hartaban o hasta cuándo se cansaban, si con dos, con tres, con cuatro, con seis o con siete muertes para subir una escalera. Decían: “Ya está bien”. Se habían divertido porque lo hacían todo en forma de satisfacción ¡eh! Con una cara de satisfacción que para qué, como lo hacían todo los 30 Los responsables del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad de Viena me pidieron que les enviase el vídeo de Bermejo, pero no pude hacerlo ya que no dispuse de una copia. 31 El protocolo que habíamos acordado en Viena exigía que al final de las entrevistas enfrentáramos a los testimonios con las posibles falsedades de sus relatos. Al darme cuenta de que no era capaz de hacerlo, se lo comuniqué a los responsables del proyecto, que me informaron que nadie lo hacía y habían decidido suprimir este apartado del protocolo. En las entrevistas realizadas acompañada de Bermejo, tampoco él fue capaz de enfrentarse cuando algún testimonio era dudoso porque no había vivido aquello sobre lo que se pronunciaba, o porque podíamos pensar que no decía la verdad, ni él ni Sandra Checa le dijeron sinceramente lo que pensaban a Antonio Pastor. Según ellos mismos admiten «no juzgamos prudente darle a conocer nuestras conclusiones». 156 MERCEDES VILANOVA SS. Y unos subían y otros no subían, pero ese que subía, primeramente subía piedras porque nunca se dejó de hacer el campo». Una vez concluido su monólogo le pregunté: «— ¿Qué trabajo hizo usted en el campo? — Yo era un cuadro del Partido y también en el Kommando en el que estábamos. — ¿Empezó trabajando en la cantera? — Estuvieron otros más tiempo. Yo salí enseguida a un Kommando de Steyr y luego al de Ternberg y luego al de, donde hicieron el V2 ese, el combustible del V2.»32 Bermejo ha descubierto y denunciado a dos impostores españoles, Enric Marco y Antonio Pastor. Marco, muy presionado, reconoció públicamente que había maquillado su biografía. Pastor, ya gravemente enfermo, murió poco después de que Benito Bermejo y Sandra Checa le denunciaran y avisaran a su propia familia antes de que falleciese. Los dos entrevistadores han justificado, después, su manera de hacer: «Pastor no podía dar testimonio de lo que no conoció (…) pero a la vez nos preocupaba que esto de alguna forma implicara un escarnio para Antonio Pastor. Al escribir nuestro artículo, optamos por no indicar su nombre, sino unas iniciales. Además, contactamos a un miembro de su familia y le hicimos saber nuestras conclusiones. Más tarde, al calor del interés despertado por la impostura de Enric Marco, algunos periodistas localizaron nuestro artículo y establecieron la relación con la persona Antonio Pastor, precisamente en los días que fallecía»33. Encontré a Antonio Pastor a través de Antonio Muñoz Zamora, un deportado de Mauthausen a quien entrevisté en Almería. Me lo recomendó como amigo suyo y como un personaje de valía pues, según me dijo, había sido músico en Mauthausen, y yo no dudé que se conocían desde los tiempos de su deportación. Muñoz llamó a Pastor por teléfono y concertó la entrevista que le hice en Granada. ¿Debí sospechar que me recomendaba a un impostor? Sin duda Muñoz no lo sabía a pesar de su amistad. Tampoco lo sabían en la Amical de Barcelona, aunque curiosamente en el archivo de Arolsen se conservan fichas de algunos deportados llamados también Pastor34. En el transcurso de la entrevista a Pastor, le pregunté por su trabajo en la cantera y es esta parte de la transcripción la que en buena medida le permitió a Bermejo denunciarle como impostor. Le pregunté: «— ¿Usted bajaba las escaleras? 32 En otro momento afirma: «Llegamos al campo de Mauthausen, pero llegamos a la estación y en la estación entramos de noche ya en Steyr». 33 Respuesta de Benito Bermejo y Sandra Checa a un artículo de Remedios Sánchez, publicado en el diario Ideal de Granada, el 3 de junio de 2005. 34 Debo este dato a la amabilidad de Alexander Preminger. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 157 — No. Yo podría lucirme y tal, pero no, yo no subí, nunca. — Entonces ¿cómo subían los cadáveres? — No, no, los cadáveres subían, cuando caían, bajaban/abajo apiñaban. — ¿Abajo en la cantera? — Sí, sí. — ¿Y usted iba abajo? — Sí, yo estaba allí, abajo. — ¿Abajo? — Eso, y con un carretón de esos, los cargaban los cadáveres y a llevarlos. — ¿Dónde los llevaban? — A los crematorios. — ¿Pero por dónde subía? — No, no, estaba en llano aquello, a los crematorios. — ¿Cómo que era llano? Tenía que subir. — No, no, no. La cantera arriba. De la cantera cogían piedras ¿verdad?, para pavimentar las calles de Viena, todo eso era, eso, trabajos forzados. Porque un hombre con una piedra de esas, bajando, bajando, caían.» El relato era contradictorio respecto al trabajo en la cantera y a su estancia en el campo. Por este motivo, en el informe escrito que entregué a los responsables del proyecto MSDP, anoté el siguiente comentario: «De alguna manera tuve la impresión de que no recordaba, o no quería decirme demasiadas cosas de Mauthausen. No pudo explicarme exactamente el trabajo que hizo cargando los cadáveres de los judíos. Antonio Pastor cree que no le dieron un número en Mauthausen. El tiempo que pasó en el campo de Vernet es más importante que Mauthausen. Después de la entrevista me dijo que pertenecía al Partido Socialista (PSOE) y que en 1981 fue el secretario general de Almansa»35. Los testigos que Bermejo y Checa denominan «falsos» suelen ser socialmente significativos y dan un sesgo de veracidad a casi todos los proyectos36. Cualquier muestra incluye imposturas diversas, que representan 35 Antonio Pastor estuvo efectivamente en el campo de castigo de Vernet y en otros campos de concentración franceses y al regresar a España, con su padre fusilado, tuvo que hacer el servicio militar en los batallones disciplinarios franquistas. Por lo que la afirmación de que es un testigo falso, resulta que lo hace un testimonio muy interesante para varios proyectos entre ellos el liderado por Alexander von Plato sobre el trabajo esclavo en España, Francia y otros países. 36 En la entrevista que le hice a Antonio Pastor, y que Sandra Checa transcribió, puso al final de la misma: «Esta entrevista no puede ser presentada como la de un superviviente de Mauthausen. Debe hacerse notar muy claramente que se trata de un testimonio falso. La persona entrevistada nunca estuvo en el campo de Mauthausen ni en ningún otro campo de concentración nazi. Esto quedó demostrado en el informe que sobre esta entrevista realizaron Benito Bermejo y Sandra Checa, que fue entregado al archivo del Gedenkstätte Mauthausen en 2005 (incluye un resumen en inglés). Sobre este mismo asunto, véase el artículo de Benito Bermejo y Sandra Checa, «La construcción de una impostura», Migraciones & Exilios 5 (2004). Sin duda, Checa hizo la transcripción años antes de entregarla al Archivo porque los trozos de mi 158 MERCEDES VILANOVA a los que quieren oír una verdad determinada; o necesitan dinero o reconocimiento o piensan que así vivirán mejor. O como Enric Marco creen que sus palabras tendrán mayor credibilidad. Por esto mismo, la afirmación de que las fuentes orales generan documentos falsos es ofensiva, pues los historiadores sabemos que la verdad objetiva, real, no existe. Lo genial de Marco fue que sus palabras eran tan creíbles y acertadas que son las que se leyeron precisamente en Mauthausen el día en que se desmoronó su prestigio y la Amical, que presidía, le obligó a regresar a España. Mario Vargas Llosa compartió con sus lectores de El País, en su artículo titulado «Espantoso y genial», su punto de vista sobre Marco y Bermejo: «Enric Marco, nacido en 192l, conocido como “el deportado número 6.448”, era presidente de la asociación Amical Mauthausen, que cuenta con 650 socios en España, cargo para el que había sido re-elegido el 1 de mayo, y se encontraba ya en Austria, rumbo a Mauthausen, para participar en las ceremonias conmemorativas de los 60 años del fin del nazismo, a las que iba a asistir Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español, cuando el historiador concluyó su rastreo y elaboró su informe. Marco tenía, en su bolsillo, el discurso que había preparado para leerlo en aquella ocasión. Desconcertada, estupefacta con las conclusiones de Bermejo, la Amical de deportados españoles pidió a su presidente que, mientras se aclaraban las cosas, regresara a España. Su discurso lo leyó en Mauthausen otro deportado, Eusebi Pérez. El historiador Benito Bermejo, debe ser muy quisquilloso, uno de esos espíritus rectilíneos e implacables en la búsqueda de la verdad… Enric Marco vivió e hizo vivir a cientos de miles de personas la terrible ficción que se inventó. Ella se hubiera incorporado a la vida, pasado de mentira a verdad, integrado a la Historia con mayúsculas si el historiador Benito Bermejo, ese aguafiestas, ese maniático de la exactitud, ese insensible a las hermosas mentiras que hacen llevadera la vida, no hubiera empezado a hurgar los archivos del III Reich en busca de precisiones y datos objetivos, hasta desbaratar y poner fin al espectáculo que, en el escenario de la vida misma, venía representando desde hacía treinta años, con formidable éxito, el ilusionista Enric Marco». Vargas Llosa termina su artículo diferenciando a los que quie- entrevista, que publica con Bermejo en 2004, son exactos a los de la transcripción que entregó en 2007. Normalmente, las transcripciones del proyecto MSDP son controladas, lógicamente, por las personas que han hecho las entrevistas, pero en este caso Checa prefirió utilizar como controlador a Christian Dürr, tal vez para evitar que yo me enterara. Únicamente en 2009, Gerhard Botz y su equipo me pidieron que revisara las transcripciones de las entrevistas que yo había realizado. Fue entonces, cuando comprobé que no se había transcrito ninguna entrevista realizada en catalán. Cuando fui a protestar al Archivo del Gedenkstätte Mauthausen, por no habérseme consultado sobre las prioridades en las transcripciones a realizar, como se hacía con todas las personas responsables de las diversas regiones del proyecto MSDP, es cuando me informaron que Bermejo había ido personalmente al Archivo del Visitor Center de Mauthausen y se había ofrecido a hacer este trabajo a bajo coste, a cambio de que le entregaran las entrevistas realizadas en español, pero no se ofreció a transcribir las entrevistas en catalán. IMPOSTURAS Y CLAVES SOBRE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES... 159 ren engañar como Marco y a los que no pretenden hacerlo, como el padre Villarejo, y que entran por derecho propio en lo que llama «realismo mágico», a caballo entre la literatura y la historia37. Benito Bermejo se ha hecho famoso al descubrir la impostura de Enric Marco, casualmente en el momento en que podía asegurarse primeras portadas de diarios mundialmente prestigiosos como el francés Le Monde. En la dura batalla entre historiadores y testimonios, estos últimos casi siempre tienen las de perder, a pesar de que cualquiera tiene derecho a vivir las imposturas que necesite, desee o escoja, porque son ideadas y están dentro de las estructuras sociales en las que vivimos. Respecto a los campos de concentración nazis hay muchísimas situaciones y hechos silenciados o distorsionados, muchos relatos prefabricados o «fijos». No es fácil rememorar las causas que permitieron la sobrevivencia en unas condiciones de terror extremas, ni valorar las responsabilidades de las sociedades y de los gobiernos que las permitieron; denunciar a los impostores puede justificarnos, interpretarlos es otro cantar. 37 Mario Vargas Llosa, «Espantoso y genial», El País, 5 de mayo de 2005: «En mi primero o segundo año de universidad tuve que hacer un trabajo sobre la Amazonía, y entre los libros que consulté figuraba uno, de Geografía, escrito por un sacerdote, el padre Villarejo, que había recorrido esa región al revés y al derecho, pernoctado en las tribus y aprendido, incluso, creo, algunos dialectos. El libro no lo he olvidado porque en él se daba valor científico, realidad monda y lironda, a animales y plantas imaginarios, que existían sólo en las leyendas y mitos del folclore amazónico. Estoy seguro de que, a diferencia de Enric Marco, el padre Villarejo no quería engañar a nadie y seguramente su vocación científica lo hacía desconfiar de la ficción. Simplemente, tomó como verdades objetivas las informaciones recogidas en sus viajes de boca de unas mujeres y unos hombres para los que todavía no existían esas barreras racionales, estrictas, entre lo objetivo y lo subjetivo, la vigilia y el sueño, la verdad y la mentira, la magia y la ciencia, inexistentes en el mundo primitivo. De esta manera, su manual de Geografía, sin quererlo él ni saberlo, abrió una puerta a la invención y a la fantasmagoría, y hoy día, aunque los científicos lo descarten, existe, como parte de la literatura, y, más precisamente, del realismo mágico». Ellas nos cuentan: los relatos de vida en la historia del exilio republicano en México Pilar Domínguez Prats Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Resumen: Se trata de una reflexión sobre el uso de los relatos de vida de mujeres españolas refugiadas en México y su papel en la construcción de la historia del exilio republicano. Para ello, se parte de los aportes teóricos de la historia cultural y de la metodología de la historia oral, para centrarse en la especificidad de esas entrevistas y en su valor para el conocimiento de las protagonistas y sus circunstancias. Esos relatos orales femeninos se configuran como una forma peculiar de proyectarse desde el exilio mexicano hacia España para, así, salir de la invisibilidad en que se encontraban. Otros aspectos analizados, en relación con la interpretación de los relatos orales, son las diferentes formas de auto-representación del sujeto que le dan una identidad narrativa y la aparición de dos grupos entre las exiliadas: la minoría intelectual politizada y la mayoría apolítica. Destacamos, además, la creación de una memoria colectiva del exilio a partir de los relatos individuales y el desarrollo de una importante comunidad de memoria del exilio español, que todavía existe en México, y su relación con las iniciativas en torno a la memoria histórica en España. Palabras clave: Relatos de vida, mujeres exiliadas, exilio republicano, historia oral, comunidad de memoria. Introducción El presente capítulo es una reflexión en torno a la utilización de los relatos de vida del exilio femenino. Se analiza, en primer lugar, la metodolo- 162 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS gía de la historia oral aplicada en las investigaciones sobre la guerra civil y el exilio republicano de 1939, que han sido realizadas en México y en España desde los años setenta. Esas entrevistas han resultado imprescindibles para construir la historia de las mujeres en el exilio. Además, se destacan las aportaciones teóricas que han contribuido a ese objetivo, al revalorizar el punto de vista del individuo y del sujeto femenino en la historia. A continuación, se plantean una serie de reflexiones acerca del desarrollo de la entrevista y lo que tienen de específico los relatos orales de las exiliadas republicanas. En segundo lugar, y centrándonos ya en los relatos de vida, indagamos en las diversas formas de rememoración del trauma del destierro y cómo éstas se traducen en diferentes maneras de auto-representarse en la entrevista, que revelan la diversidad de identidades femeninas en el exilio. Del análisis de la memoria individual, pasamos a la memoria colectiva del exilio femenino; ello nos permite analizar los mitos y los estereotipos de esa emigración y la formación de una particular comunidad de memoria, integrada por las mujeres más activas políticamente. Finalmente, se trata la relación entre la comunidad de memoria del exilio republicano en México y el debate en torno a la memoria histórica en España, poniendo en valor los relatos memoriales de las republicanas españolas. Inicios de las investigaciones con fuentes orales sobre la Guerra Civil y el exilio El exilio de 1939 desgajó de España, hace más de setenta años, a medio millón de personas, hombres, mujeres y niños, que se vieron forzados a abandonar su país tras la derrota de los combatientes republicanos en los frentes de guerra y la definitiva caída de la II República. De ellos, la mayoría se quedaron en Francia. En junio de 1939, había allí 278.500 refugiados, entre ellos un alto porcentaje de mujeres y niños, el 43%. En el país vecino quedaron definitivamente unos 125.000 refugiados republicanos españoles1. A México llegaron alrededor de 20.000 refugiados, entre 1939 y 1950, según los registros de las organizaciones del exilio y los que aporta Clara Lida2. Su traslado al país americano se debió a factores de tipo político, por ejemplo la generosa oferta del gobierno mexicano, que permitió a esta porción del exilio español rehacer sus vidas en México; por ello, el perfil social de esa emigración, de marcado carácter familiar, era muy distinto de la tradicional corriente migratoria a América. Su procedencia mayoritaria de las regiones 1 Ver Geneviève Dreyfus-Armand, El exilio de los republicanos españoles en Francia. De la guerra civil a la muerte de Franco (Barcelona: Crítica, 2000), 79. 2 Ver Clara Lida (ed.), España y México durante el primer franquismo (México: Colegio de México, 2001). ELLAS NOS CUENTAN 163 urbanizadas e industrializadas de España, como Cataluña y Madrid, conllevaba un nivel cultural más alto que el de la emigración tradicional. La importancia cuantitativa del colectivo femenino del exilio es un hecho indudable, ya que constituía un 41,2% de la emigración republicana adulta en 1939. Pero su alto grado de cualificación fue un dato todavía más significativo. Salió al destierro la minoría femenina más preparada de profesionales, estudiantes e intelectuales que, en su mayoría, había colaborado con el bando republicano en la Guerra Civil, y ocupado cargos públicos durante los años de la II República3. Las mujeres más destacadas en la política tuvieron que marcharse al exilio, y otras menos afortunadas pasaron largos años en las cárceles. Las vivencias de estas mujeres republicanas y, en especial, sus experiencias de emancipación durante el período de la II República y la Guerra Civil, recogidas en sus relatos orales y escritos, han sido, como dice Giuliana Di Febo, «un valioso ejemplo para las mujeres que lucharon por un nuevo papel en la sociedad y contra la dictadura, a finales del franquismo y en la transición democrática»4. Los primeros estudios sobre la realidad social del exilio republicano, que empleaban el método biográfico y las entrevistas orales, se realizaron en México desde la antropología, con la obra de M. Kenny Inmigrantes y refugiados españoles en México5, y no desde la historia, lo cual es un dato a considerar. El método de la observación participante, que ha utilizado esa ciencia social desde sus inicios6, dio lugar, con la aparición de las grabadoras y de nuevos planteamientos metodológicos, a que la entrevista oral fuera considerada por algunos historiadores como una fuente susceptible de ser almacenada y catalogada en los archivos históricos. No obstante, el uso de la entrevista que hacen los antropólogos y los historiadores no es el mismo, pues éstos al centrarse en el pasado, se ocupan de otros aspectos de la realidad social que sólo es posible estudiar ya a través de fuentes documentales. Por ello, la historia se interesa más por el texto en sí que la antropología, que valora principalmente al informante y el papel que éste representa en su comunidad en el presente7. 3 Pilar Domínguez, Voces del exilio. Mujeres españolas en México (1939-1950) (Madrid: UCM, 1994), 95 y ss; Pilar Domínguez, De ciudadanas a exiliadas. Un estudio sobre las republicanas españolas en México (Madrid: Ed. Cinca, 2009). 4 Giuliana Di Febo «Resistencias femeninas al franquismo. Para un estado de la cuestión», Cuadernos de Historia Contemporánea 28 (2006), 153-168. 5 Michael Kenny, M. et al., 1nmigrantes y refugiados españoles en México (México: Casa Chata, 1979). 6 Ángel Palerm, Historia de la Etnología 1. Los precursores (México: Alhambra,1982). Para una reflexión sobre el método de la observación participante y sobre la evolución de la antropología respecto al método de la historia de vida ver en este mismo volumen, Rosa García Orellán, «De la oralidad a la intención biográfica». 7 Luisa Passerini, «Far emergere le memorie», en Il microfono rovesciato. 10 variazioni sulla storia orale, Alessandro Casellato (ed) (Treviso: ISTRESCO, 2007), 48. 164 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS Todavía en los años setenta y ochenta, las interpretaciones oficiales de la historia del exilio republicano a México se basaban en los documentos tradicionales, en las numerosas fuentes escritas por los mismos exiliados, con especial atención a la prensa y las obras producidas por sus intelectuales. En consecuencia, el discurso histórico resultante de los análisis sobre esta emigración destacaba su carácter intelectual y sus logros, como hizo la obra pionera dirigida por José Luis Abellán8. Desde el punto de vista metodológico, fue necesario partir de la crítica a este enfoque para que una nueva visión comenzara a sustituir a la anterior. Dicha crítica partió de los primeros proyectos basados en entrevistas a los exiliados republicanos en México. Se trataba del «Proyecto de historia oral refugiados españoles en México», comenzado en 1979, y dirigido por la doctora Eugenia Meyer, dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH). La unión entre ambas ciencias sociales, la antropología y la historia, estaba dando buenos resultados en el país azteca, con la aplicación del método biográfico a los estudios históricos. La selecta e influyente comunidad de exilio republicano en México era, desde su llegada en 1940, un pequeño porcentaje de la población mexicana, apenas representaban un 0,1%9. La mayoría de los refugiados se concentraron en la Ciudad de México y en otros núcleos urbanos como Guadalajara y Puebla. Desde su exilio y gracias al incondicional apoyo del gobierno que presidía Lázaro Cárdenas y los que le sucedieron, ellos pudieron insertarse económicamente en la sociedad mexicana y contar con unas instituciones propias que les brindaron apoyo material y moral. El Ateneo Español de México o el Colegio Madrid se convirtieron en lugares de memoria para el colectivo exiliado, donde podían reunirse y rememorar libremente sus experiencias. De esas vivencias se nutrió el proyecto antes citado, dentro del llamado Archivo de la Palabra. Los primeros testimonios orales se recogieron a finales de los años setenta y ochenta en la ciudad de México, pero también en Barcelona, Madrid y Valencia, adonde habían retornado algunos exiliados. El proyecto de archivo oral tuvo una segunda fase en los años noventa auspiciada por el gobierno de España10. En conjunto, la mayoría de los entrevistados eran hombres, y pertenecían a la élite política e intelectual, que estaba claramente sobrerrepresentada en la muestra oral, frente a los trabajadores del sector primario o secundario. Hay que tener en cuenta que todavía no 8 Jose Luis Abellán (ed.), El exilio español de 1939 (Madrid: Taurus. 6 vols, 1976-1978). Dolores Plá «Un río español de sangre roja. Los refugiados españoles en México», en Pan, trabajo y hogar. El exilio republicano español en América Latina, Dolores Pla (ed.) (México: Centro de Estudios Migratorios, 2007), 61-62. 10 A partir de 1994, el Ministerio de Cultura de España financió esta segunda fase; en total se recogieron 126 testimonios orales. En la actualidad, de encuentra copia de todas las entrevistas en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. 9 ELLAS NOS CUENTAN 165 se había realizado un recuento estadístico fiable del exilio español, ni de su composición económico-social. Dolores Plá11, una de las historiadoras del proyecto, realizó un interesante estudio sobre los primeros refugiados españoles en México, los llamados Niños de Morelia, que fue pionero en varios aspectos. Su investigación criticaba el escaso interés de los historiadores por saber qué pasó con la mayoría de los exiliados que no pertenecían a esa élite intelectual. En ese aspecto, su estudio tenía un objetivo novedoso: llegar a construir una historia de los refugiados «del común», a partir de las fuentes orales (se basaba en 22 entrevistas a los protagonistas de ese exilio), documentación escrita y fuentes estadísticas. Además, Plá se planteaba desmontar el estereotipo del «exiliado intelectual», que había construido la historia académica; la autora afirmaba que esa imagen había beneficiado, en primer lugar, al colectivo de refugiados republicanos, distinguiéndolo del español «gachupín», que había llegado a «hacer la América»; y en segundo término, al propio estado mexicano, que justificaba esa inmigración por su gran aporte intelectual a México; este enfoque había quedado claramente plasmado en el libro colectivo sobre el exilio español publicado en 198212. La primera premisa metodológica innovadora, del grupo de historiadores mexicanos —más bien historiadoras—, creado en torno al Archivo de la Palabra, era el uso de la metodología de la historia oral como instrumento desde el que abordar el exilio de la gente común13. El mismo propósito también estaba presente, al otro lado del Atlántico, en España, en los trabajos que utilizaban las fuentes orales. Desde finales de los años setenta, en los inicios de la Transición democrática, habían empezado a desarrollarse en España las primeras investigaciones sobre la Guerra Civil y el Franquismo en las que la historia oral ha jugado un papel fundamental. Historiadores extranjeros como Ronald Fraser hicieron las primeras entrevistas publicadas a los protagonistas de la Guerra Civil, que están contenidas en su libro titulado, como el poema de Luis Cernuda: Recuérdalo tu, recuérdalo a otros. El subtítulo es Historia Oral de la guerra civil española y su objetivo era «hacer un libro sobre cómo la gente vivió la guerra en un intento de revelar el ambiente 11 Dolores Plá, miembro del equipo investigador desde sus inicios, es quien más ha trabajado las entrevistas a los exiliados. Ver Els exilats catalans. Un estudio de la emigración republicana española en México (México: INAH, 1999); Los «Niños de Morelia». Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México (México: INAH, 1985). Se trataba de un grupo de 456 niños que había llegado a esa ciudad, procedentes de la España republicana en junio de 1937. 12 Varios autores, El Exilio español en México, 1939-1982 (México, FCE, 1982). 13 Véase Luisa Capella, «Identidad y arraigo de los exiliados españoles. (Un ejemplo: mujeres valencianas exiliadas) en El exilio valenciano en América. Obra y memoria, Girona, A., Mancebo, F. (eds.) (Valencia: Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1995), 53-67; Concepción Ruiz Funes y Enriqueta Tuñón, Palabras del Exilio 2. Final y comienzo: El Sinaia (México: INAH, 1982). 166 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS intangible de los acontecimientos, de descubrir el punto de vista y las motivaciones de los participantes»14. Entonces, en las universidades españolas se consideraba que abordar esos temas políticos era un trabajo de investigación marginal y, a menudo, estaba mal visto por la Academia. Además, había muchas dificultades para los investigadores en determinados archivos españoles: se había producido la desaparición de documentos y se protegían los datos de los represores. De la misma manera, mucha información se encontraba todavía en el extranjero, debido a la diáspora del exilio: el archivo de la CNT estaba en Amsterdam, los archivos de la emigración republicana, en México y en la URSS. La introducción de las fuentes orales en los archivos fue un hecho clave de este período. Esto se logró en España, gracias a la colaboración entre historiadores y archiveros: el Archivo Municipal de Barcelona, pionero en España en la conservación de entrevistas orales, es un buen ejemplo de ello. Los primeros estudios que aparecieron, realizados con entrevistas, estaban dedicados al estudio de la II República y la Guerra Civil. Estos trabajos fueron realizados por Mercedes Vilanova, Carmen García-Nieto y Mary Nash. También surgieron los colectivos de historia oral dentro de las universidades de Barcelona, Madrid y Santiago de Compostela15. Así, se desarrolló el proyecto sobre las Mujeres en la guerra civil en Madrid, a partir del cual formamos, en 1984, el Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense de Madrid, bajo la dirección de la profesora Carmen García-Nieto. Partíamos de la idea de Paul Thompson de construir una historia «desde abajo», que se preocupara por la vida de los «hombres y mujeres del común», más que de la descripción de acontecimientos relevantes o de la vida de personajes destacados. Para rescatar de su invisibilidad a esta gente común era necesaria la elaboración de testimonios orales, fundamentalmente de historias de vida. Se trataba de darles voz, de permitirles contar su historia. La historia social se ocupó, entonces, de recuperar las experiencias del pasado de las mayorías invisibles para la disciplina académica: las clases populares, las mujeres, la infancia, los inmigrantes, los marginados, se constituyeron en objeto preferente de estudio. Además de estudiar a las mayorías, se ha investigado la relación entre el sujeto individual y el sujeto colectivo, en los hechos históricos que estudiamos. La historia se presenta ahora como 14 Ronald Fraser, Recuérdalo tu, recuérdalo a otros. Historia Oral de la guerra civil española (Barcelona: Crítica, 1978), 8. Las más de 300 entrevistas, realizadas entonces por Ronald Fraser, se conservan en el Archivo Municipal de Barcelona. 15 La creación de esos colectivos de historia oral no supone que la historia oral haya conseguido institucionalizarse en las universidades españolas, donde ocupa un lugar marginal; según apunta Miren Llona en «Archivar la memoria, escribir la historia. Reflexiones en torno a la creación de un archivo de historia oral, AHOA; en Historia Oral. Fundamentos metodológicos para reconstruir el pasado desde la diversidad, Laura Benadiba (ed.) (Rosario: Suramérica eds., 2010), 199. ELLAS NOS CUENTAN 167 un campo abierto a varias posibilidades, «un lugar de ejercicio de la libertad parcial del sujeto»16. De esta manera, el historiador puede penetrar en el estudio de la subjetividad y la actividad individual, algo siempre complicado para la investigación, pues en la jerarquía de valores implícitos en las ciencias sociales, el colectivo solía ser considerado más importante que el individuo. El llamado «giro cultural» que ha dado la disciplina histórica, ha puesto también en valor el punto de vista del sujeto, al considerar «que no sólo existe un solo sentido del pasado, sino que el significado histórico se construye a partir de diferentes sentidos»17. Para conocer esos diversos significados era necesario estudiar otro tipo de documentos de carácter personal, como las cartas y los diarios. El objetivo era similar al de la historia oral, investigar a nivel microhistórico, dándole un papel fundamental al individuo, a sus experiencias y a sus puntos de vista, en la construcción de la historia. Todos estos aspectos llegan a nosotros a partir de esos relatos de vida o de otros documentos derivados de la memoria personal, lo que ahora se denominan «ego-documentos». Estos son «textos de diverso género producidos por un individuo que aportan información sobre él: la forma de ser, la conciencia de sí mismo, la autovaloración y el sentido de identidad, la percepción que los otros tienen sobre él y la influencia de esto en los intercambios sociales»18. En relación con el exilio, la traumática experiencia de la derrota en la Guerra Civil, la represión y el éxodo que trajo consigo, hicieron que numerosos hombres y mujeres plasmaran sus experiencias en relatos y en memorias de carácter autobiográfico. Su escritura les ayudaba a superar el trauma de la guerra y a reconstruir su identidad personal, amenazada por la ruptura del exilio. En esos relatos la rememoración del pasado es, a veces, dolorosa, pues en circunstancias traumáticas, los recuerdos de ciertos acontecimientos biográficos clave no pueden racionalizarse por la carga emocional que conllevan. Un aporte teórico fundamental, para el análisis de una historia hecha a partir de las fuentes orales, fue la crítica al enfoque androcéntrico de la historia que, en el caso del exilio, excluía por completo a las mujeres del discurso histórico. Gracias a las aportaciones de la historiografía feminista, el género se ha situado en el centro del análisis histórico. A partir de ahí, lo que antes era invisible para la historia ahora cobra relevancia: el análisis de la vida privada y familiar, donde aparece la división del trabajo entre mujeres y hombres, es un dato fundamental para comprender el conjunto de las relaciones 16 Luisa Passerini, «Soggettività e intersoggettività in sperimentazioni universitarie di didattica e di formazione», en Individui, soggetti e storia, Cirio, P. (Roma: Mondadori, 1991), 111-121. 17 Miren Llona «Archivar la memoria, escribir la historia», op. cit., 199. 18 Giovanni Ciappelli, «¿Existe una línea maestra en el estudio de la autobiografía?», en Cultura escrita & Sociedad 1 (Gijón: Ed. Trea, 2005), 52. 168 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS de género en la sociedad y los rasgos de la actividad femenina en la esfera pública. Más recientemente, desde las aportaciones de la nueva historia cultural, el estudio de las relaciones de género en los diferentes ámbitos sociales se considera fundamental, para recomponer la multitud de voces que dan lugar a los discursos históricos19. Esta perspectiva requería acercarse a la vida de las mujeres exiliadas, en relación con sus homólogos masculinos y, a la vez, observar cómo al hablar de las mujeres nos enfrentamos a una pluralidad de sujetos, no al sujeto único mujer. Las mujeres también se diferencian en función de distintos factores como la clase social, la edad, o la región de procedencia en el exilio. Las entrevistas orales han sido la base fundamental para la investigación que ha tenido en cuenta estos enfoques historiográficos. Durante mi estancia en México en los años 1984 y 1989, realicé treinta entrevistas a mujeres protagonistas de ese exilio, muchas de las cuales ya no están entre nosotros. Además, consulté otros dieciocho relatos de vida a refugiadas españolas y cuatro entrevistas a exiliados, que se encontraban en el Archivo de la Palabra de México. Estos relatos orales, unidos a documentos escritos y gráficos que completaban la memoria oral de la época, han sido fundamentales para abordar la reconstrucción de las diversas trayectorias vitales de las mujeres que llegaron a México, desde sus orígenes en España, hasta que se insertaron en su nuevo país. El centro del análisis eran las experiencias femeninas del exilio, atendiendo a la relación entre lo privado y lo público, en sus experiencias del trabajo, en la educación o en la actividad política, que transitaba con frecuencia entre esas dos esferas. Para situar a las mujeres exiliadas en su contexto, hemos estudiado los rasgos del colectivo de refugiados republicano como grupo migrante en México y la importancia que alcanzaron sus relaciones con la antigua colonia española residente en ese país. A continuación, presentamos algunas reflexiones en torno al uso de la metodología de la historia oral en este proceso. La experiencia de la entrevista y los relatos de vida Alessandro Portelli afirma que en la entrevista oral, la persona que narra nos revela a partir de sus recuerdos «lo que quería hacer, lo que creía que estaba haciendo y lo que, desde el presente, cree que hizo»20, ya que el evento 19 «El género ha pasado de ser una categoría útil a una necesaria», en palabras de Geoff Elley, citado por Mónica Burguera en «La influencia de Joan Scott en la historia contemporánea de España: historia social, género y «giro lingüístico», en Joan Scott y las políticas de la historia, Cristina Borderías (ed.) (Barcelona: Icaria, 2006), 185. 20 Alessandro Portelli, «El uso de la entrevista en la historia oral», Historia, memoria y pasado reciente, Anuario, Escuela de Historia 20 (Argentina: Universidad Nacional de Rosario, 2006), 35-49. ELLAS NOS CUENTAN 169 histórico es contado desde dentro, desde el punto de vista personal. La memoria es la base de la comunicación oral y se actualiza cuando hablamos o cuando entrevistamos a alguien; así pues, la persona que escucha, el entrevistador en el caso de la investigación social, cumple el papel de catalizador de la memoria. La idea de la memoria sólo como un depósito, un almacén de datos, ha quedado superada. André Bergson pensaba que la memoria existía en estado puro, como imágenes del pasado, pero esta concepción archivística y estática de la memoria, que ha prevalecido en nuestra sociedad, no es cierta. Ahora, los estudios de la neurociencia demuestran que la memoria es como un organismo vivo, dinámico y creador, y que el presente que vivimos actúa como una fuente de datos, interpretaciones y experiencias que nos ayudan a reevaluar constantemente el pasado, y guían la acción del sujeto en el presente21. El relato de vida construye un complejo entramado de voces, donde se mezclan los recuerdos y las reflexiones que se elaboran desde el momento presente hacia el pasado. Una de las republicanas entrevistadas se hacía consciente de esta cualidad propia del relato oral. María Teresa, refiriéndose a los testimonios de la guerra civil española decía: «Porque nos parece que en este momento es interesante el testimonio de todos, porque los testimonios son diferentes, ni mejores, ni peores… porque los ambientes han dejado un recuerdo que a veces se modifica, porque a veces no es tanto el recuerdo como las cosas que hemos oído después.»22 En las entrevistas a las refugiadas españolas en México se hacía patente el gusto por relatar sus vivencias personales, en torno a la República y la Guerra Civil. Ello contrastaba con las situaciones que encontrábamos en España, donde todavía el temor y el silencio atenazaban a muchas personas cuando se les preguntaba por sus recuerdos de aquellos años. Además, las exiliadas se mostraban, por lo general, muy dispuestas a contar su historia, pues era una forma de estar presentes en la Transición democrática, precisamente cuando en España se estaban empezando a estudiar las memorias del exilio. El hecho de tratarse de mujeres que fueron casi siempre sujetos invisibilizados y marginados por el discurso histórico, también influía en su deseo de hacerse oír, aunque, a veces, ese hecho producía el efecto contrario, el de autoconsiderarse irrelevantes. Por lo tanto, en las motivaciones que tiene una persona para desear contar su historia, junto a la clase social y la edad, cita- 21 Ver Miren Llona, «Memoria e identidades. Balance y perspectivas de un nuevo enfoque historiográfico», en La historia de las mujeres: perspectivas actuales, Cristina Borderías (ed.) (Barcelona: Icaria, 2007). 22 Entrevista a María Teresa, Madrid, 1992. Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca; citada en Pilar Domínguez, «Memoria y olvido de las mujeres republicanas, Historia Oral 2 (CPDOC, Brasil, 2007), 65-76. 170 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS dos por el historiador italiano23, habría que añadir el factor de género como un elemento relevante. Junto a esa actitud positiva hacia la entrevista, marcada por las circunstancias del momento, los relatos orales están plagados de casos donde vemos cómo se cuela el presente en el proceso de rememoración del pasado. El relato de Juana Francisca Rubio es un buen ejemplo de ello. Esta pintora y cartelista explicaba la labor que hacían las chicas que formaban la Unión de Muchachas durante la guerra civil, y la valoraba acudiendo a categorías del momento presente de la entrevista, como el feminismo. Compara en su relato la labor de ayuda al frente republicano que realizaban las «Muchachas», con la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres al final de la Transición española, afirmando que «era lo que están haciendo ahora, el querer dar los derechos a la mujer igual que al hombre. ¿Cómo se dice?, es una lucha feminista»24. La comparación no era muy acertada, pero es significativa de la temporalidad de las narraciones orales, de cómo están sujetas, con el paso del tiempo, a cambios personales y políticos, que hacen variar la actitud ante el relato e, incluso, su contenido. Por otra parte, la presencia del entrevistador en este tipo de interacción lingüística es fundamental, más de lo que pueda serlo en unas memorias autobiográficas escritas, donde el lector es un referente bastante lejano. La entrevista es un evento del presente porque la creamos nosotros con el narrador, no existe naturalmente, es un producto de ese encuentro25. Esta concepción de la entrevista pone en discusión la idea tradicional de la autoridad de un texto de un único autor, aunque generalmente se atribuye a la persona entrevistada la autoría única del relato oral. Teniendo en cuenta esta interacción, el tipo de preguntas que hacemos a la persona entrevistada es un hecho muy significativo. Puede decirse, que cuanto más cerrado es el cuestionario del entrevistador más peso tienen los valores de éste. Y al contrario, cuanto más abierta es la entrevista, más importancia tendrán los valores del narrador. La entrevista semidirigida, que usa un cuestionario base, pero que trata de conseguir la libre expresión de la persona entrevistada, era la que mejor se adaptaba a los objetivos del 23 A este respecto Alessandro Portelli afirma: «De este modo, se instituye con el historiador un pacto referencial, conviviendo el deseo de hablar de sí y representarse, sobre todo en el caso de sujetos a los cuales ha sido negada la posibilidad de hacerlo, por motivos de clase o edad, y además con la función estética: el mismo gusto por contar», en Alessandro Portelli, «El uso de la entrevista en la historia oral», op. cit., 35-49. 24 Entrevista a Juana Francisca Rubio realizada por Rosario Calleja, Madrid, 1984, Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca; citada por Pilar Domínguez, «Memorias de guerra y exilio: dos relatos autobiográficos de mujeres exiliadas», en Cultural and Social Memory of The Spanish Civil War, Aurora G. Morcillo (ed.) (Amsterdam: Brill Editions, en prensa). 25 Ver Alessandro Portelli, L’ordine è già stato eseguito. Roma, le Fosse Ardeatine, la memoria (Roma: Donzelli, 1994), 25. ELLAS NOS CUENTAN 171 Proyecto de historia oral refugiados españoles de México, y al mío propio en torno a las mujeres exiliadas. Una parte del cuestionario de las entrevistas hechas desde el proyecto de la INAH recogía un tipo de preguntas generales sobre los acontecimientos políticos, que se hacían de forma estandarizada, sin tener en cuenta el interlocutor. Por ello, las respuestas a esas cuestiones generales no solían ser muy interesantes26. Lo vemos en una segunda entrevista realizada a Juana Francisca, en 199227; cuando la entrevistadora le pregunta por la llegada de la República, tiene lugar el siguiente diálogo: «— Pregunta: ¿Y cuándo llegó la República, para ti tuvo algún significado especial? — J.: ¿La República? Pues es que yo por entonces no entendía nada… ¿Cuándo llegó la República, en qué año llegó la República? — Preg.: Treinta y uno. — J.: ¿Treinta y uno? — Preg.: Ya, tenías veinte años. — J. (Silencio). No recuerdo, fíjate.»28 El hecho de que Juana Francisca no recuerde nada sobre el 14 de abril, lo cual le pudo crear una situación embarazosa, hace evidente su escaso interés por la política, algo que reitera en varias ocasiones. En contraposición a ese momento, a través de su relato podemos observar cómo la voz de la persona entrevistada cobra más fuerza cuando nos relata su experiencia personal, que para el sujeto es lo fundamental, mientras que pierde interés cuando se le hacen preguntas relacionadas con su versión de los acontecimientos históricos generales, y de la historia de las instituciones en las que no participó. A menudo, las secuencias temporales en que dividimos un cuestionario se basan en una cronología general, que no es significativa para esa persona concreta, como ocurría en este caso con el advenimiento de la II República. A la hora de seleccionar a quién entrevistar, en un primer acercamiento a las mujeres exiliadas no se podía contar con una muestra oral representativa, pues la composición social del colectivo exiliado en México y, en concreto de las mujeres, no se había investigado todavía con detalle. Aquélla se fue conociendo posteriormente, gracias a la reorganización de los archivos de los organismos creados por el exilio, el SERE y la JARE29. En esas circuns- 26 Un análisis crítico del cuestionario de las entrevistas realizadas por el INAH está en Dolores Pla, Els exiliats catalans..., op. cit., 28. 27 Entrevista a Juana Francisca Rubio realizada por Elena Aub, Madrid, 1992. Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca. 28 Ibídem 29 El SERE, Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles y la JARE, Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles fueron creados en Francia el año 1939. 172 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS tancias era obligado recurrir a las redes personales del colectivo exiliado y a sus instituciones en México para, así, contactar con las posibles informantes. El Ateneo Español, el Centro Republicano, el Orfeó Catalá, proporcionaron algunos nombres de exiliadas republicanas y, a partir de sus amistades, los contactos se ampliaron poco a poco. La idea subyacente al proyecto era entrevistar a las «exiliadas anónimas» que todavía vivían en México en los años ochenta; sin embargo, acceder a mujeres de la mayoría silenciada era una tarea complicada, dado que muchos refugiados habían optado por «autoexcluirse» de las instituciones del exilio, que teóricamente los representaban, y no figuraban entre sus socios. La razón pudo deberse al hecho de que muchos de ellos no se sintieran identificados con el modelo oficial de exiliado «intelectual y bien situado económicamente»30, algo que por su situación social ocurría con frecuencia entre las mujeres. La consulta posterior de los expedientes personales del exilio, que formaban parte del archivo de la JARE, permitió, en una segunda fase de entrevistas, completar la muestra oral en base a criterios de edad, estado civil, procedencia geográfica, profesión y filiación política. La muestra quedó, finalmente, conformada por 48 relatos orales de mujeres exiliadas, que respondían a las siguientes características31: — Predominio de entrevistadas que llegaron jóvenes al exilio. El 93% tenían en 1939 entre 25 y 40 años. Este sesgo es consecuencia, sobre todo, del tiempo transcurrido desde que comenzó el exilio, hace ya 70 años. Esto nos impidió conocer personalmente a las exiliadas mayores de 40 años. — Mayoría de mujeres casadas, 52,5%, que emigraron formando parte de amplios grupos familiares. Las solteras, en las que se incluyen las que salieron de España con sus padres en la infancia y la adolescencia, son el 39% de la muestra oral. Las viudas y separadas por motivos de guerra son el 8,5% de las entrevistadas, un número bastante elevado, que refleja la tragedia de la guerra y sus secuelas de fusilamientos. — Abundancia de exiliadas procedentes de Cataluña, 31,5%, y de Madrid, 14,5%. El resto está muy repartido entre las diferentes regiones, con un ligero predominio de Castilla-León y Valencia, ambas con un 10% del total. Esta distribución geográfica se puede considerar representativa del conjunto del exilio. — Mayoría de mujeres apolíticas. Más de un 50% no pertenecían a ningún partido político ni organización sindical. Aún así, su afiliación política es más elevada que la de la mayoría de las mujeres españolas, lo cual es lógico al tratarse de un exilio político. 30 31 Ver el desarrollo de esta idea en Dolores Pla, Els exiliats catalans..., op. cit., 31. En Pilar Domínguez, De ciudadanas a exiliada, op. cit., 25-26. ELLAS NOS CUENTAN 173 — Las profesiones declaradas o ejercidas en México son muy variadas y se ajustan a las circunstancias de esta primera década del exilio, cuando la mayoría de las mujeres tenían un trabajo remunerado. Un 25% eran amas de casa que, ocasionalmente, tenían algún trabajo de costura a domicilio; el 22% trabajaba en el sector servicios; el 17% eran maestras, debido a la gran trascendencia de los colegios españoles del exilio; un 15% intelectuales y profesionales; otro 15% estudiantes; y un 6% se dedicaba a la industria, en especial, a la confección. Aquí puede apreciarse la elevada cualificación de las mujeres que abandonaron España, si la comparamos con el nivel educativo del conjunto femenino español. El tipo de entrevista utilizado fue la historia de vida, como la hemos denominado en anteriores estudios y que, en la actualidad, para subrayar su condición de narrativa, preferimos denominar relato de vida, tomando la denominación sugerida hace ya tiempo por Daniel Bertaux, al hablar de «récits de vie»32. Éste puede definirse como una entrevista abierta, en la que la persona cuenta su propia vida, sin que el investigador le imponga un orden cronológico; a lo largo de la narración sólo se hacen preguntas para puntualizar el relato, o bien otras inspiradas en un cuestionario abierto. La cuestión del orden cronológico es importante porque se trata de que los recuerdos fluyan, y suelen hacerlo de forma desordenada, incluso caótica. La interpretación de las entrevistas Varios autores han señalado el carácter poliédrico de los relatos orales que pueden ser analizados desde diversos enfoques, a menudo deudores de las distintas tradiciones disciplinares que existen dentro de las ciencias sociales33. Al abordar la investigación del exilio usando fuentes orales, hemos tenido en cuenta el punto de vista de sus protagonistas, las mujeres refugiadas, por considerarlo trascendental para el análisis social del conjunto del exilio. Este enfoque social prima claramente lo colectivo sobre lo individual, de manera que los relatos orales individuales de las exiliadas se consideran como aportaciones diversas a una memoria colectiva del grupo. Partimos también de la idea, de que un relato de vida singular podía ser representativo del colectivo y ayudarnos a visualizar las experiencias de otras mujeres anónimas 32 Daniel Bertaux, «Los relatos de vida en el análisis social», Historia y fuente oral 1 (1989), 87. 33 Un buen resumen de estas distintas perspectivas metodológicas en José González Monteagudo, «La entrevista en historia oral e historias de vida. Teoría, método y subjetividad», en Historia Oral. Fundamentos metodológicos..., op. cit., 20-38. 174 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS que vivieron parecidas experiencias. En la construcción de esa historia social de las mujeres en el exilio era fundamental la combinación de las fuentes orales con otro tipo de documentos, como los escritos y las imágenes, de gran interés para visualizar los estereotipos y modelos de género vigentes; contamos para ello con las magníficas fotografías realizadas en el exilio por los «Hermanos Mayo»34. Como señalara Mercedes Vilanova, para completar la investigación se consideraba necesario establecer un diálogo entre las fuentes escritas «acabadas y limitadas» y las fuentes orales «abiertas y vivas»35; ambas dan diferentes versiones de la realidad, por lo que ambas se potencian y dinamizan entre sí. Los documentos escritos, gracias al estudio de los datos personales del archivo de la Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles, JARE36, hicieron posible analizar la composición social del exilio femenino, en base a una muestra estadística sobre los 7.000 expedientes conservados; también aportaron información relevante sobre varios aspectos del exilio, como era el estudio del trabajo remunerado femenino y del discurso de la domesticidad, que dominaba las concepciones sobre el trabajo femenino en este colectivo. Posteriormente, se amplió el recurso a otros «documentos del yo», como las memorias autobiográficas y las cartas de algunas exiliadas de relevancia intelectual, que no pudieron ser entrevistadas, pues ya habían muerto hacía tiempo; por ejemplo Constancia de la Mora, Margarita Nelken, Isabel de Palencia o Mercedes Pinto. El estudio de la correspondencia del exilio, en especial la de los niños y de las mujeres, considerada como una parte de la escritura popular marginada por la historia oficial, ha adquirido relevancia en los últimos años, dentro de la llamada historia de la cultura escrita37. Sin embargo, los relatos orales fueron la única fuente disponible cuando nos adentramos en el estudio del trabajo doméstico de las mujeres, de sus redes sociales o de la transmisión de los valores culturales del exilio republicano, por parte de madres y maestras. Para ello, era necesario el análisis por34 Copia del archivo de los Hermanos Mayo se encuentra en el Centro Documental de la Memoria Histórica. Un análisis de esas fotos en: Pilar Domínguez, «La representación fotográfica de las exiliadas españolas en México», en Migraciones y exilios, Cuadernos de AEMIC (Madrid, AEMIC, 2003), 51-63. 35 Mercedes Vilanova, «Por una Historia sin adjetivos», Historia, antropología y fuentes orales 14 (1995), 95-116. 36 Salvando el inconveniente de que los expedientes personales del archivo de la JARE tenían un marcado sesgo androcéntrico, por estar hechos sólo para los «cabezas de familia» del exilio, que en su mayoría eran hombres (más las viudas o solteras solas). De manera, que las mujeres y los hijos figuran como acompañantes y se da menos información sobre ellos. 37 Véase el análisis de la correspondencia privada de Margarita Nelken que hace Verónica Sierra, «Escribir y servir, las cartas de una criada durante el franquismo», Signo, Revista de historia de la cultura escrita 10 (2002), 121-140; de la misma autora, Palabras huérfanas (Madrid: Taurus, 2010); y el trabajo inédito de Guadalupe Adámez, «Las escrituras olvidadas del exilio. Cartas de súplica de los refugiados españoles al CTARE» (DEA, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Alcalá, 2010). ELLAS NOS CUENTAN 175 menorizado de los relatos individuales que lo componían; por ejemplo, frases como la que sigue son muy reveladoras de la experiencia del exilio: Magda Ursul, que empezó su exilio en México con nueve años dice: «En cuanto a la comida en casa, pues siempre fue una comida básicamente catalana, y el hablar catalán. Yo aprendí español en el Colegio Madrid»38. A partir de esas «historias» individuales, nos acercamos al terreno de la subjetividad; la memoria, con su capacidad de seleccionar y ordenar la experiencia, nos lleva al centro de la toma de decisiones personales y de los conflictos experimentados por sus protagonistas. Así, como lo expresaba la cita de Magda Ursul, encontramos con frecuencia que los relatos orales de las mujeres nos hablan de sentimientos, de identidad dividida en el exilio, por haber vivido entre dos mundos diferentes, uno español o catalán en casa, y otro mexicano, fuera de ella. Otros aspectos intangibles de la vida en México, los sueños y las aspiraciones de las entrevistadas, que llegaron ya adultas al exilio, también quedaron reflejados en sus relatos. María Leal, maestra del Colegio Madrid de México lo expresaba así: «Educábamos a los niños en un ambiente familiar, de fomento del amor a España… Cuando nuestras locas ilusiones nos hicieron concebir que en un año o dos estaríamos de vuelta en nuestra patria39». Para comprender mejor estas palabras es necesario situarlas en el contexto de la época a que hacen alusión, es decir, la primera fase del exilio, tras el fin de la II Guerra Mundial, que fueron los años más activos y de mayor optimismo para los exiliados. Los relatos de vida, también, han sido claves para analizar la actitud de las mujeres ante la política y para conocer el papel que tuvo ésta en la construcción de su identidad como exiliadas. De hecho, la actividad política desarrollada durante la Guerra Civil, y luego en el exilio, es uno de los ejes centrales, que vertebran las historias de vida de muchas de las mujeres que entrevistamos, junto a las vicisitudes de su salida de España y la llegada al país de destino. La memoria del trabajo en el exilio, en concreto de sus labores de costura a domicilio, tal como se manifiesta en las entrevistas, es otro tema de gran interés en relación con las identidades. Se observa que la mayoría de mujeres valoraban negativamente estas labores y que se sentían más identificadas con otras actividades que habían realizado; se consideraban «amas de casa», o bien mujeres profesionales, en el caso de las maestras o escritoras que se habían dedicado a coser de forma temporal, pese a la importancia económica de su labor. Tampoco el hogar, que suele ser la base de muchos rela- 38 Entrevista a Magda Ursul, realizada por Pilar Domínguez, México, 1984; citada en Pilar Domínguez, De Ciudadanas a exiliadas, op. cit., 173. 39 Entrevista a María Leal, realizada por Pilar Domínguez, México 1984; citada por Pilar Domínguez, De Ciudadanas a exiliadas, op. cit., 172. 176 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS tos autobiográficos femeninos, es el eje en estos casos. La propia experiencia del exilio es lo que marca un hito en estos relatos femeninos, aunque la familia sí ocupa un lugar destacado, tanto al comienzo de la historia de vida como al final. Otros enfoques interpretativos, como el planteamiento del historiador brasileño Sebe Bom Meihy, señalan que «la narración de los entrevistados es válida en sí misma, es una representación del mundo como cualquier otra y debe darse a conocer tal cual, no usarla como una fuente más», que sólo cobra sentido al reunirla con otras40. Siguiendo esos principios, Dolores Plá publicó un conjunto de once relatos de vida de exiliados —cuatro de ellos de mujeres—, que quedaron reunidos en el libro El aroma del recuerdo, titulado así, en homenaje a Pedro Garfias, poeta del exilio. La edición de los relatos orales, en este caso, era entendida como un proceso de «transcreación» de las entrevistas, en las que éstas se revisan para hacerlas más legibles, y se establece «el tono vital» de cada una de ellas, seleccionando una frase del relato oral «que resume el sentido que el entrevistado da a la narración y quizás a su propia vida». Por ejemplo, el relato de Concepción Baixeras, una «niña de Morelia», iba precedido por la siguiente frase que resumía su visión del exilio: ¡Y pensábamos que era por un año!41. La edición de las entrevistas a los protagonistas del exilio resulta interesante, siempre que no lleve a confundir el relato memorial con el discurso histórico. Aunque ambos tienen puntos en común por el hecho de ser relatos, la historia debe situar las entrevistas en su contexto histórico e interpretarlas. El historiador italiano A. Portelli ha hecho aportaciones decisivas en la interpretación del plano narrativo y lingüístico de las fuentes orales. Situándose en este terreno, Portelli define la historia oral como «una modalidad de análisis histórico que se centra en los aspectos específicos de la comunicación oral y en el tipo de información que este medio privilegia»42. Una metodología que parte de la narración como forma de abordar el análisis social es el método de entrevistas BNIM (Biographic Narrative and Interpretative Method), utilizado en Europa por los investigadores sociales43. En él se resalta la importancia de la relación entre el entrevistador y la persona entrevistada; tratando de interferir lo menos posible en el desarrollo del 40 Sebe Bom Meihy, Manual de História oral (Loyola: Sao Paolo eds., 1996) citado por Dolores Plá, El aroma del recuerdo. Narraciones de españoles refugiados en México (México: INAH, 2003), 21 41 Ibidem, 22. 42 En la entrevista esos niveles serían «el plano que la historiografía positivista quisiera quitar del medio para ir a los hechos», en Alessandro Portelli, «El uso de la entrevista en la historia oral», op. cit., 42. 43 Tom Wengraf, Prue Chamberlayne, Interviewing for Life Histories, Lived Situations and Personal Experience: the Biographic-Narrative-Interpretive Method (BNIM). Short Guide to BNIM Interviewing and Interpretation (London: University of East London, 2006). ELLAS NOS CUENTAN 177 relato oral. De esta manera, se parte de una única pregunta para inducir la narrativa, definida como la expresión de la secuencia de un acontecimiento. Se trata de que el individuo exprese una narrativa que haya sido sentida y vivida, de un incidente particularmente significativo en la vida de la persona. Esta narración de tipo subjetivo es algo bien distinto de las descripciones, o de las argumentaciones que se encuentran también en el transcurso de la entrevista, y que pueden aportarnos datos y hechos interesantes para la construcción del discurso histórico. Las formas de auto-representación en los relatos orales Los relatos orales del exilio muestran la variedad de las memorias individuales surgidas del trauma del conflicto bélico, y cómo las estrategias de la memoria y la rememoración pueden ser muy diversas en cada individuo, como señaló Mercedes Vilanova44. El hecho de narrar la propia vida a otra persona es un medio de inventar el propio yo, de darle una identidad narrativa, que también varía en función de la capacidad lingüística del individuo45. Junto a las narraciones subjetivas y emotivas, relacionadas a menudo con las vivencias de la infancia y la juventud, a lo largo de la entrevista nos encontramos con diferentes tipos de relato como son: las argumentaciones, las descripciones o las narraciones más objetivas. Todas ellas aparecen en la historia de una vida contada oralmente, igual que sucede en un discurso escrito. A veces, se produce una clara interacción entre ambos relatos memoriales, orales y escritos. Silvia Mistral, que escribió en 1940 el libro Exódo. Diario de una refugiada española, y Cecilia Guilarte, autora de la novela Cualquiera que os dé muerte, utilizaron algunas anécdotas que se encontraban en el texto escrito, a la hora de expresarse oralmente, aunque al seguir un guión preestablecido, el relato oral de estas mujeres perdía viveza, según observé posteriormente. El discurso oral tiene unas peculiaridades que lo distinguen del escrito; las reiteraciones, la posibilidad de rectificación o de interrupción, son rasgos propios del lenguaje oral, siempre más caótico y desordenado que el lenguaje escrito. Los sobreentendidos que se producen a lo largo del relato cuando se conocen entrevistador y entrevistado, son también propios de la oralidad. Por todo ello, el paso del lenguaje oral al escrito en la transcripción de la entrevista debe ser muy cuidadoso y el investigador debe tratar siempre de escuchar la grabación original de la entrevista antes de utili- 44 Mercedes Vilanova, «Rememoración en la historia», Historia, antropología y fuentes orales 30 (2003), 23-40. 45 Miren Llona, «Memoria e identidades», op. cit., 360-385. 178 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS zarla en su trabajo. También puede ser interesante la grabación de la entrevista en video ya que la imagen resalta la importancia de la entonación y de los gestos. En el desarrollo de la entrevista, las memorias individuales se adecúan a determinadas formas del relato, que revelan la existencia de diferentes niveles en las identidades de un individuo, como las que se relacionan con su cultura política. Estudiar las formas de auto-representación del sujeto, que aparecen en el discurso oral, es uno de los aspectos que he explorado, partiendo de la investigación de Luisa Passerini. La historiadora italiana estudió esas representaciones del yo como una «galería de autorretratos», en su interesante obra sobre la clase obrera turinesa durante el fascismo, Torino operaia e fascismo. Los testimonios son, en palabras suyas, «lugares en los que la memoria personal se encuentra con la memoria colectiva y la mitología individual se convierte en una tradición compartida por una familia, un círculo de amigos o un grupo político»46. Desde este particular punto de vista, observamos que cada una de las exiliadas adopta una forma de expresión diversa. Por ejemplo, el relato de la andaluza María Gallegos, expresado con un lenguaje sencillo y directo, la auto-representa como un «ama de casa apolítica». Ella se consideraba víctima de las circunstancias de la guerra, y afirmaba que la represión y el encarcelamiento que sufrió en la guerra y la posguerra, «sin haber hecho ná», se debía «a las culpas de su marido», un activo militante republicano. Así, su trayectoria vital quedó marcada por ese trauma, y por su deseo de volver a la patria perdida. En contraposición, la intelectual vasca Aurora Arnaiz, destacada jurista en México, se auto-representa en su relato oral como socialista, casi desde su nacimiento, debido a la fuerte influencia que ejerció en ella su padre, «el viejo Arnaiz». Esta identidad política, que aparece ya desde el comienzo de su historia de vida, da sentido y coherencia a su trayectoria vital, a las responsabilidades políticas que ella fue asumiendo en la II República y la Guerra Civil, como miembro del Comité Ejecutivo de las Juventudes Socialistas Unificadas y, finalmente, a su decisión de salir de España rumbo al exilio47. El exilio, pues, unió a mujeres de trayectorias y memorias muy distintas, como Aurora y María, en un destino común, compartido con los miles de refugiados españoles que llegaron a México a partir de 1939. Esa nueva experiencia vital les dará un marco de referencia común que en España no tenían y que contribuirá, con esos recuerdos, a crear una memoria colectiva del exilio español en México. 46 Luisa Passerini, Torino operaia e fascismo (Roma: Laterza, 1984), 23. Aurora Arnaiz, nacida en Bilbao en 1913, llegó a ocupar en la guerra el cargo de comisario político de la brigada de las JSU. Acerca de los dos relatos ver Pilar Domínguez, «Memoria y olvido», op. cit., 65-76. 47 ELLAS NOS CUENTAN 179 La comunidad de memoria del exilio republicano en México y la memoria histórica Aunque el sujeto de la memoria es el individuo y la memoria es siempre subjetiva, ésta tiene una dimensión social, ya que gran parte de lo que el individuo recuerda lo hace como integrante de un colectivo. Maurice Halbawchs, uno de los primeros sociólogos interesados en el estudio de la memoria, en su obra Los marcos sociales de la memoria48, destacaba que la reconstrucción del pasado, que realiza la memoria, se efectúa desde elementos presentes en la conciencia del grupo; a estos mecanismos los llamó los marcos sociales de la memoria, al darse cuenta de que rememoramos el pasado desde unas nociones como el espacio y el tiempo o el lenguaje de nuestro grupo social. Estos son «los clavos», donde se fijan los recuerdos para hacer el trabajo de memoria, lo cual significa que se recuerda no sólo la experiencia individual, sino también la colectiva. La memoria individual e interior interactúa con la memoria social o exterior y existe una interdependencia constante entre las experiencias individuales y la memoria social del grupo que, a la vez, ayuda a reformular las experiencias personales. En esta línea, Paloma Aguilar señala que: «son los individuos los que recuerdan, pero son los grupos los que determinan lo que es memorable»49. La distinción entre ambas memorias que convergen en el individuo, es algo básico para saber cómo se recuerda. A veces en el proceso de la rememoración, cuando el sujeto olvida algo, los mecanismos de sustitución de la memoria introducen recuerdos que pertenecen, en realidad, a otro individuo o forman parte de su grupo. Los refugiados republicanos, hombres y mujeres exiliados en México, construyeron una rica memoria colectiva que, en un principio, se basaba en sus experiencias comunes de la República y en el trauma de la guerra civil. A ella, se han ido añadiendo otras narraciones sobre el exilio en las que aparecen los mitos, los estereotipos y los tópicos de esta emigración. Uno de ellos es la idea —repetida en los relatos orales y en los discursos históricos—, de que los españoles conforman un exilio intelectual. Incluso las mujeres, tras contar sus experiencias como amas de casa, costureras o comerciantes, hacían suya la idea de un exilio de intelectuales. Este tópico, que aparece en sus memorias, ha sido analizado como una percepción «errónea», pero digna, también, de ser considerada, pues cumplía una función: ayudaba al colectivo exiliado a revalorizarse frente a los «gachupines» de la emigración económica tradicional. Por otra parte, en lo que se refiere al colectivo femenino, las antiguas militantes revitalizaron desde el exilio la memoria de sus organizaciones de 48 Maurice Halbawchs, Los marcos sociales de la memoria (Barcelona: Anthropos, 2004). Paloma Aguilar, Políticas de la memoria y memorias de la política (Madrid: Alianza, 2008), 50. 49 180 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS mujeres: la Agrupación de Mujeres Antifascistas, AMA, y la Unió de Dones de Catalunya, UDC, que habían tenido un gran desarrollo durante la Guerra Civil. Tras la caída de la República, desde Francia y México, estas mujeres fueron construyendo una memoria colectiva a partir de las pasadas experiencias de la lucha política femenina. El peso del recuerdo de los acontecimientos del pasado era para ellas traumático, pero también «glorioso», según es posible observar aún en los «lugares de memoria» que nos han dejado; me refiero a sus revistas Mujeres Antifascistas Españolas o Mujeres, editadas en México50. Entonces, en los años cuarenta y cincuenta, los escritos de las mujeres más activas en política que se encontraban en el exilio, entre las que podemos citar a Emilia Elías, Encarnación Fuyola, Trinidad Arroyo, María de Letre, Aurelia Pijoan, Dolores Bargalló, Isabel de Palencia, Margarita Nelken, Claudina García, Belén Sárraga, resaltaban las analogías y paralelismos existentes entre la lucha antifascista que habían llevado adelante en los años republicanos dentro de la AMA o la UDC, con la actividad política contra la dictadura franquista, que debían realizar desde México. Esa continuidad de la memoria colectiva les daba legitimidad para construir su proyecto político desde el exilio, la Unión de Mujeres Españolas, encargada de continuar la lucha antifascista desde el exilio. En México, sustentadas por la Unión de Mujeres, las republicanas españolas, aunque habían perdido sus derechos de ciudadanía, tuvieron un espacio de libertad que les permitió llevar a cabo acciones de solidaridad con los presos políticos encarcelados en España y contra la dictadura franquista. Como decía María de Letre: «La ayuda era recoger ropa para mandar a España, también comida y dinero»51. A través de esa práctica política, puede decirse que el movimiento social, creado en torno a esta organización de mujeres, se conformó como una comunidad de memoria particular, dentro del colectivo español exiliado en México. Entendemos por comunidad de memoria «una red de relaciones afectivas densas entre individuos comprometidos con un conjunto de valores, normas, significados y fines compartidos»52; un colectivo que se resiste a olvidar su pasado compartido, y que se preocupa por mantenerlo vivo mediante una serie de prácticas sociales. Los relatos orales, recogidos a algunas protagonistas de este movimiento político, muestran que, en la base del sentimiento de comunidad, estaba la 50 En torno a la revista Mujeres y la UME, véase Pilar Domínguez, «La actividad política de las mujeres republicanas en México», en Arbor «Los destinos inciertos: el exilio republicano español en América Latina», Consuelo Naranjo (ed.) (Vol. CLXXXV N.º 735, enero-febrero de 2009, Madrid), 75-85. 51 Testimonio citado en Pilar Domínguez, De Ciudadanas a exiliadas, op. cit., 273. 52 Seguimos la definición de comunidad de memoria apuntada por Jesús Casquete: «Recordar para ser: Martirologio y conmemoración en el nacionalismo vasco radical»,ver: http:// www.ahistcon.org/docs/Santiago/pdfs/s2f.pdf. ELLAS NOS CUENTAN 181 necesidad de crear una red afectiva entre las mujeres que habían estado comprometidas con una serie de valores comunes durante la guerra. Estos valores estaban esterchamente unidos a una interpretación de la lucha política femenina, relacionada con su papel de «ayuda maternal» a los antifascistas necesitados. El sentido de grupo se reforzaba con un ciclo conmemorativo de celebraciones, que consolidaba su sentido de pertenencia, no sólo a la Unión de Mujeres —como era la celebración del 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora—, sino a una comunidad de memoria más amplia, la que formaba el colectivo republicano español en México, que tenía en su calendario las fechas del 14 de abril, el 1 de mayo o el 7 de noviembre —día de la defensa republicana de Madrid— celebradas de forma común por los exiliados republicanos en sus actos institucionales. En el presente, la memoria colectiva del exilio femenino, como memoria viva, puede encontrarse sólo en las supervivientes de la primera generación, y en los relatos orales de las integrantes de la segunda generación del exilio, hijas de los exiliados que llegaron en 1939, muchas de las cuales nacieron en México. Diversos estudios, entre ellos el de Pilar Suárez —centrado en los descendientes de los exiliados republicanos residentes en la ciudad de Puebla— señalan que muchos individuos de esta nueva generación del exilio conservan el orgullo de pertenencia al colectivo republicano español, transmitido por sus familiares e, incluso, una cultura política heredada de ellos. En el México actual, el colectivo exiliado, mayoritariamente integrado ya por la segunda generación del exilio, ha tenido poder suficiente para mantener viva esa memoria transmitida oralmente, que se ha convertido, con el paso del tiempo, en «memoria histórica», y que ha quedado plasmada en numerosas obras escritas. Tal y como como apunta Miren Llona, la memoria histórica «tiene como soporte la palabra escrita, que es el medio de preservar la memoria colectiva cuando la experiencia viva está ausente»53. La historiografía mexicana y el gobierno del país han reconocido desde hace ya tiempo la valía y las aportaciones de los exiliados españoles, en especial de los varones intelectuales. Mientras esto ocurría en México, en España, como han señalado algunos historiadores, durante el franquismo e incluso en la transición, la memoria colectiva de los vencidos —incluidos los exiliados— se encontraba reprimida y marginada por el poder, al igual que las personas que la encarnaban. Era una memoria colectiva débil, silenciada bajo el discurso oficial de la dictadura, primero, y luego por la Transición. Pero, desde el final del milenio se ha producido un proceso tendente a favorecer la «recuperación de las memorias» y los testimonios orales de los vencidos y represaliados en la Guerra Civil y el Franquismo. 53 Miren Llona, «Memoria e identidades», op. cit., 372-377. 182 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS A finales del pasado siglo, empezaron a surgir las Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica, formadas, a menudo, por los nietos de las víctimas de la represión, que quieren reivindicar «su memoria» y enterrar a sus familiares de una manera honrosa, tras tantos años de olvido. Como dice Alexandre Froidevaux, al analizar esas actividades de recuperación de la «memoria histórica», «los perdedores de la Guerra Civil y sus herederos (políticos) abordan la tarea de recordar las historias calladas del movimiento obrero español: historias de revolución y guerra, fuga y exilio, cautiverio y tortura, ejecuciones y discriminación social»54. Sin embargo, para referirse a esas actividades, parece más acertado utilizar el término que maneja este autor, «cultura del recuerdo desde abajo», propia de la sociedad civil, que el concepto de «memoria histórica», pues éste ha introducido bastante confusión, en relación con el estudio de los relatos memoriales, la historia y la actividad de las asociaciones relacionadas con la cultura del recuerdo. En consonancia con estas actividades, el uso público de la memoria ha sido reconocido por las leyes: desde 2006 ha habido diferentes actuaciones legislativas, como la Declaración del Parlamento Europeo de 4 de julio de 2006, condenando el golpe de estado y la Dictadura franquista y la Ley 24/2006, de 7 de julio, declarándolo «Año de la Memoria Histórica», con motivo del 75.º aniversario de la proclamación de la Segunda República. Esas actuaciones culminaron en 2007, con la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica. En ella se plantea «la recuperación de la memoria personal y familiar de los perseguidos por razones políticas e ideológicas durante la guerra civil y la dictadura franquista». Las investigaciones basadas en la memoria individual y colectiva del exilio se han visto afectadas por esos cambios políticos y legales; estas iniciativas han revalorizado el empleo de la metodología de historia oral y el uso público de testimonios orales. No obstante, pensamos que la memoria oral, tanto individual o colectiva —en este caso la del exilio—, por tratarse de una memoria viva no puede ser «recuperada», aunque sí hayan podido serlo los numerosos relatos autobiográficos de las republicanas en el exilio, escritos por las más activas en política, como Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, Victoria Kent, Margarita Nelken, Isabel de Palencia o Constancia de la Mora, o por las menos conocidas, como Aurora Arnaiz, Carmen Parga, Silvia Mistral, y un largo etcétera. Ha sido éste un lento proceso, que se inició en España con la publicación o reedición de sus escritos al final de la Transi- 54 El autor lo argumenta así: «Quiero denominar a la memoria histórica, cultura del recuerdo «desde abajo» por los tres motivos siguientes; por un lado, por su carácter de expresión de la sociedad civil; por otro lado, porque se dirige implícita o explícitamente contra el discurso hegemónico de la Transición; y finalmente, porque no dispone de los recursos mediáticos y pecuniarios de éste», en Alexandre Froidevaux, «Una cultura del recuerdo «desde abajo». La «recuperación de la memoria histórica», en el Levante y Aragón», Entelequia. Revista Interdisciplinar 7 (2008), 229-246. ELLAS NOS CUENTAN 183 ción, coincidiendo con el desarrollo del feminismo que se inspiraba en las vivencias de aquellas mujeres55. A ello se unió la construcción de relatos orales y la labor historiográfica, que sigue realizándose en la actualidad. Diferentes estudios históricos, en especial la historia del exilio centrada en el género56, han contribuido a recoger esos relatos memoriales femeninos, a analizarlos e insertarlos en un conjunto histórico más amplio. Los relatos históricos nos han ido acercando a las múltiples experiencias que se vivieron en el exilio, aunque todavía quedan muchos aspectos por explorar de esa realidad tan inabarcable y poliédrica. Conclusiones El uso de los relatos orales ha dado lugar a la aparición de una nueva historia social del exilio centrada en la gente común y, en concreto las mujeres, que son el sujeto de las entrevistas que hemos analizado. Aquéllas habían sido anteriormente ignoradas, por una historia centrada en los intelectuales, varones, y en su producción escrita. Las entrevistas a mujeres exiliadas han hecho evidente la importancia que tiene la voluntad, el deseo del sujeto de narrar su propia historia para que esa experiencia resulte positiva y estimulante. Los relatos orales fueron para ellas una forma de hacerse visibles y proyectarse desde el exilio mexicano hacia España, lo cual se traducía durante la comunicación oral en el gusto por contar su vida y transmitir sus experiencias. Además, se revela en esas historias la importancia del trauma del destierro en la construcción del relato de vida, pues el propio exilio se constituye como eje central de la narración. Al interpretar esos relatos vemos que, en su diversidad, revelan la pluralidad de identidades femeninas que confluyó en México tras la diáspora republicana de 1939, pues bajo el genérico «mujeres» encontramos una variedad de sujetos. Mientras un grupo de mujeres, que pertenecían a la minoría política e intelectual de la República, pudieron continuar con esas actividades en el exilio, la mayoría de las refugiadas adaptaron su papel tradicional de madres y esposas a las nuevas circunstancias del exilio. Las entrevistas nos han permitido conocer las formas de auto-representación del sujeto que revelan el yo narrativo de cada individuo. Además, podemos adentrarnos en sus experiencias de trabajo doméstico y extradoméstico, en la vida cotidiana y las redes de sociabilidad femenina. Los sueños y aspi55 Monserrat Roig, «La mujer en el exilio», en ¿Tiempo de Mujer? (Barcelona: Destino, 1978), fue de pionera en constatar esa influencia. 56 Sobre el exilio femenino en México, aparte de los trabajos citados puede añadirse a: Josebe Martínez, Exiliadas. Escritoras, Guerra civil y memoria (Barcelona: Montesinos, 2007) y Antonina Rodrigo, Mujer y exilio, 1939 (Madrid: Compañía Literaria, 1999). 184 PILAR DOMÍNGUEZ PRATS raciones que esas mujeres nos cuentan suelen escaparse cuando se emplean otro tipo de fuentes, si exceptuamos las cartas o los relatos autobiográficos. El análisis de estos relatos de vida revela que las circunstancias fueron propicias en México para la creación de una fuerte comunidad de memoria de los exiliados republicanos. Éstos disponían de unos lugares y de un ciclo conmemorativo de celebraciones que, paradójicamente, contrastaba con la debilidad de la «cultura del recuerdo», en torno a los vencidos en la República, dentro de España. Desde el fin del milenio, diversas iniciativas, y en especial la Ley de Memoria Histórica de 2007, están permitiendo reivindicar a las exiliadas republicanas. Este es un proceso iniciado en la Transición, periodo en el que las exiliadas fueron destacadas como ejemplo en la lucha de las mujeres y contribuyeron, así, a la formación de una memoria democrática en el siglo XXI. Bibliografía ABELLÁN, José Luis (ed.), El exilio español de 1939, Madrid: Taurus. 6 vols., 19761978. AGUILAR, Paloma, Políticas de la memoria y memorias de la política, Madrid: Alianza 2008. BENADIBA, Laura (ed.), Historia Oral. 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En la segunda parte se analizan distintas entrevistas a mujeres trabajadoras durante los últimos años del franquismo, aplicando el análisis a casos concretos analizados. Palabras clave: Metodología oral, mujeres trabajadoras, franquismo, biografías. 1 Este trabajo participa de la investigación llevada a cabo en un proyecto de investigación titulado «La reconstrucción del sindicalismo socialista (1970-1994)», I+D HAR2009-08294, Investigadora principal Manuela Aroca de la Fundación Largo Caballero, en el que las fuentes orales tienen especial interés. La autora de este trabajo ha realizado una serie de entrevistas a mujeres trabajadoras, que junto con las que ha venido realizando desde los años ochenta del siglo pasado para distintos proyectos y trabajos, sirven de base para el presente texto. Una primera aproximación a este tema se presentó al VII Taller Internacional Mujeres Siglo XXI, celebrado en La Habana, Cuba, los días 16 al 19 de mayo de 2011. 188 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ Historia de las mujeres: renovación historiográfica corrientes y métodos Estas páginas pretenden ser una reflexión sobre la metodología oral y su relación con los relatos biográficos. La construcción de la individualidad y los análisis introspectivos han sido una preocupación constante en las mujeres, desde que se produce su toma de conciencia como ser social y, consecuentemente, desde que empiezan a reivindicar su papel político, en el amplio sentido del término. Las fuentes orales han contribuido de forma extraordinaria a situar a las mujeres en la historia contemporánea, al suministrar fuentes de estudio complementarias a las tradicionales. Las biografías construidas ex aequo entre el investigador/a y las entrevistadas son un elemento de estudio con extraordinario potencial de información. Después de realizar un análisis sobre las últimas corrientes historiográficas y su relación con las fuentes orales y la biografía, presento un corpus de entrevistas a mujeres trabajadoras fabriles en los últimos años de la dictadura y de la transición democrática, que ejemplifican la aplicación de la metodología oral. Cuando, tras la crisis de los paradigmas clásicos de la historia, la historia social empezó a cuestionarse, la historia de las mujeres, la historia de género y, en fin, los estudios feministas vinieron en su ayuda presentando una nueva forma de entender la historia social. No es que la historia de las mujeres surgiera entonces, venía fraguándose décadas atrás, pero fue el momento en el que la comunidad científica empezó a tenerla en cuenta. Por fin se tomaba en cuenta la denuncia que las historiadoras, en menor medida los historiadores, venían haciendo al señalar que el concepto de clase subsumía la situación de las mujeres sin aclarar, ni explicar su casuística. Ya Eric H. Hobsbawm en la década de los setenta del siglo pasado había expresado que el estudio de sectores ocultos o marginales de la sociedad debería contribuir a dar una visión totalizadora de la misma, «explicar la sociedad como un todo» —según sus palabras—2, haciendo un giro en el que se pasaba de hacer «historia social» a «estudiar la sociedad». La historia de las mujeres, guiada desde una perspectiva feminista, ha sido, pues, una continuación lógica de la historia social que, desde la década de los ochenta del siglo XX, ha centrado en este campo su foco de interés. Los estudios sobre las mujeres carecen de fuentes convencionales, ya que están infrarrepresentadas en los documentos oficiales y en los archivos en los que trabaja tradicionalmente la comunidad científica, de ahí que dichos estudios se organicen de forma paralela a la renovación de las fuentes históricas, siendo la fuente oral una de las que más riqueza muestra para cubrir los estu- 2 Eric J. Hobsbawm, «From social history to the history of society», Daedalus 100 (1971), 20-45. Traducción española, «De la historia social a la historia de la sociedad», Historia Social 10 (1991). LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 189 dios más recientes3. La historia de las mujeres es, pues, un acicate, tanto para la renovación de las tendencias históricas, en un momento de crisis de la historia social tradicional y la «vuelta al sujeto», como en la renovación de las fuentes de estudio. Si bien existe una polémica que enfrenta dos modelos de entender la historia de las mujeres, o la especificidad de la problemática femenina, bien como algo transhistórico o bien que la identidad femenina es producto de las relaciones sociales o culturales, a lo largo de estas páginas no se va a entrar en esta polémica, optando, sencillamente, por dar una visión materialista de la historia, que denuncia que la situación marginal de las mujeres a lo largo de siglos es producto de una desigualdad y que ésta surge de unas relaciones sociales determinadas, responsables de esta asimetría. Resaltar estas desigualdades, y por consiguiente las diferencias, requiere de un estudio que descienda hasta lo particular, capaz de aportar una información sistemática y pormenorizada de la realidad vivida por las protagonistas, como es el caso de las mujeres, excluidas tradicionalmente de los análisis hegemónicos. Los testimonios de las mujeres son en su inmensa mayoría, elementos fuera del «discurso de autoridad», como diría Bourdieu. En esta misma línea afirma Natalie Zemon Davis: «De nada serviría construir una historia de las mujeres que sólo se ocupara de sus acciones y de sus formas de vida, sin tomar en cuenta el modo en que los discursos han influido sobre sus maneras de ser, y a la inversa. Tomar en serio a la mujer equivale a restituir su actividad en el campo de las relaciones que se instituyen entre ella y el hombre, convertir la relación de los sexos en una producción social cuya historia el historiador puede y debe hacer.»4 El feminismo postmodernista ha quedado reducido, en muchos ambientes, a una especie de juego que legitima esta desigualdad al no entrar a estudiar a fondo las raíces materiales de la desigualdad de hombres y mujeres en nuestra sociedad, que tienen su razón de ser en un sistema económico como es el capitalismo y, por lo tanto, esta tendencia del feminismo no se compromete con ninguna transformación que cambie las condiciones materiales de las mujeres. La focalización, exasperante, de este feminismo postmodernista en el uso y abuso del lenguaje, olvida la lucha en un plano político que resulta imprescindible como elemento transformador de las relaciones económico-sociales de los sexos. 3 Remitimos como trabajo de referencia al libro de Pilar Díaz Sánchez, El trabajo de las mujeres en el textil madrileño. Racionalización industrial y experiencias de género (19591986) (Málaga: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2001). 4 Natalie Zemon Davis y Arlette Farge, Histoire des femmes en Occident/ 3 XVIe.-XVIIIe siècles (París: Plot, 1991). Traducción en Historia de las mujeres (Madrid: Taurus, 2000), 20. 190 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ El interés por el estudio de la historia social de las mujeres entronca con la tendencia a huir de los enfoques macroestructurales, acercándose a la «historia desde abajo», siguiendo el discurso de Raphael Samuel, desde un punto de vista cualitativo, explicando la vida diaria de las mujeres, la relación entre los sexos, sus comportamientos dentro y fuera de la casa, los anhelos personales y, por ende, el interés entre la público y lo privado, entre la experiencia y la subjetividad. Es en esta línea en la que las fuentes orales se presentan como la herramienta más útil para este propósito. Por otro lado, la renovación historiográfica operada en la década de los ochenta permitió que surgieran nuevas perspectivas de análisis en los que se trataba de avanzar en los estudios de historia social dentro de la línea «posthompsoniana»5, superando el enfoque clásico basado en el binomio superestructura-base. Fue así como, entre otras, apareció una corriente interesada por los subalternos, recogiendo este término de la obra de Gramsci, que se había referido de este modo a aquellas personas dependientes, no autónomas socialmente. Aunque el interés por la historia de las mujeres había surgido con anterioridad a la eclosión de lo que se va a denominar ahora estudios subalternos, no cabe duda de que están en la misma línea de ampliar los componentes sociales a algo más que la clase, recurriendo a conceptos como raza, sexo o etnia6. Un análisis crítico de una entrevista oral permite aprehender el pensamiento que ha justificado un aprendizaje vital. De ahí que insistamos en las semejanzas con los estudios subalternos, que tratan de deslindar lo foráneo de la cultura propia, en este caso del orientalismo. En cualquier caso, la metodología oral resalta estas diferencias o disimilitudes, de tal forma que nos conduce irremisiblemente a presentar una alternativa entre la alteridad cultural y la universalidad7. Esta disyuntiva solo está en la vocación ideológica de la persona que historia el tema. Como intentamos demostrar, la historia de las mujeres y su estudio con fuentes orales atraviesan, a la vez que refuerzan, las tendencias renovadoras 5 Eric P. Thompson, The Making of the English Working Class (Londres: Gollancz, 1963). Traducción española La formación de la clase obrera en Inglaterra (Barcelona: Crítica, 1989). 6 Los historiadores más interesados desde el principio en este tipo de estudios son Shahid Amin, David Arnold, Partha Chatterjee, Cavid Hardiman, Gynendra Pandery y, sobre todo, Guha, el inspirador de esta corriente que tiene como foco de interés los estudios postcoloniales en Asia, en concreto en la India. Para ampliar el tema ver Vinayak Chaturvedi (ed.), Reading Subaltern Studies and the Poscolonial (Londres: Verso, 2000). Sobre Guha ver, Shahid Amin y Gautam Bhadra, «Ranit Guha: a biographical sketch», en Subaltern Studies VIII: Essays in Honour of Ranajit Guha, Arnold, David y Hardiman, David (eds.) (Nueva Delhi: Oxford University Press, 1994) 222-225. Citado por Geoff Eley, Una línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad (Valencia: PUF, 2008), 217. También resultan imprescindibles los trabajos de Edward Said sobre Orientalismo. 7 Como así ha ocurrido entre el grupo de historiadores subalternos, según explica Geoff Eley en Una línea torcida, op. cit., 227. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 191 de la historia a partir de la década de los ochenta. Por ello, están presentes tanto en la microhistoria, a través de los estudios biográficos con su reducción a escala, como en los estudios sobre subalternos, pasando por el interés de la historia de la familia tal y como Jack Goody8, la entiende. Así mismo, el estudio de las esferas públicas y privadas se muestra especialmente productivo aplicándole la metodología oral en lo que se viene en llamar la historia de la vida cotidiana de raíz germana, Altagsgeschichte, atravesadas por los estudios culturales, entendidos éstos en la línea marcada por los estudios de Thompson y la escuela británica de historia social. Por último, las fuentes orales se depositan en un Archivo de la Palabra, según denominación admitida por la comunidad científica desde los años setenta9, para designar el archivo que guarda las entrevistas orales. El término de archivo otorga legitimidad a un fondo documental que no se ha generado en las proximidades del poder, sino en los márgenes sociales; da categoría a unos testimonios que provienen de gente corriente, democratizando los fondos documentales y cuestionando la validez de los mismos en la contemporaneidad. Como bien ha demostrado Raphael Samuel, la comunidad académica no debe tener el monopolio de la historia y la idea de archivo ya no se corresponde con ese añoso local al que solo acuden los eruditos exquisitos de una investigación elitista. Samuel demuestra que «los teatros de la memoria» han variado y en el siglo XX las fuentes históricas se deben buscar en la calle, en las tapias de las ciudades, en las fotografías, el cine, los espectáculos conmemorativos y las fuentes orales10. En esta misma línea, el estudio con fuentes orales renueva la historia social desde una perspectiva en la que la investigación histórica supone una nueva forma de conocimiento, renovada y popular, no ortodoxa ni oficial. Los archivos de la palabra son complementarios del documento escrito que pierde su supremacía; son los depositarios de unos documentos que tienen per se una potencialidad infinita para poder descubrir renovados intereses de estudio a partir de las biografías elaboradoras con rigor científico. Si las entrevistas se realizan en un momento determinado, con la finalidad de estudiar un aspecto concreto, como pueda ser el mundo del trabajo, la militancia o los estudios sectoriales, en un futuro pueden aportar información de cualquier otra índole, que en el momento en que se realiza la entrevista no parece tener interés. Las entrevistas resultan ser 8 Jack Goody, célebre antropólogo social británico, ha realizado interesantes trabajos sobre la familia, entre los que destaca The European Family: An Historico-anthropological Essay (Oxford: Blackwell Publishers, 2000). Jack Goody, La evolución de la familia y el matrimonio en Europa (Valencia: Servicio Publicaciones Universitat de València: 2009). 9 El Archivo de la Palabra del Instituto Nacional de Antropología e Historia está a disposición de la comunidad científica desde 1977. 10 Ver el libro de Raphael Samuel, Teatros de la memoria (Valencia: Universidad de Valencia, 2008) en donde se hace una revisión del papel de las fuentes históricas y resulta especialmente sugerente para futuros investigadores. 192 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ especialmente favorables a todo lo relacionado con una cultura popular, en sentido amplio. Los testimonios de vida son una fuente histórica abierta, en la que la versatilidad y las posibilidades de aportar información radican en el planteamiento epistemológico que se le aplique. El archivo de la palabra recoge lo que Samuel llama el heritage, término inglés que evoca la herencia o el legado, en competencia con el archivo tradicional, obliga a repensar la historia oficial, la academia y la escuela, impugnado la inercia conservacionista de un modelo único cognitivo. Fuentes orales y testimonios de vida Recoger las fuentes orales constituye un método de trabajo que consiste en recopilar testimonios de vida por parte de un historiador/a con una finalidad científica: se trata de reconstruir el pasado basándose en testimonios personales. Se dice que las fuentes orales democratizan la historia, ya que dan prioridad a los protagonistas anónimos, a aquellas personas que están fuera de los centros de poder. Se trata de hacer una historia de common people, rompiendo con la inercia de priorizar aspectos políticos frente a los vivenciales y personales. Los relatos de vida, guiados de la mano de un historiador/a, se basan en la memoria, con toda la carga de subjetividad que esto trae consigo. La memoria se convierte en la principal herramienta de base de la historia. Y es aquí donde entra de lleno la labor del científico/a social que deberá «historiar la memoria», así como objetivar las vivencias relatadas de modo subjetivo. Como dice Ricoeur hay que enfrentar la objetividad de la historia y la subjetividad verídica de la memoria11. Lo que se puede perder en el terreno de la subjetividad se muestra muy rico, en compensación, con la visión personalizada de un pasado. Recoger la aportación personal de una experiencia, en la que se unen el discurso hegemónico social con lo individual, con la experiencia personal intransferible, contribuye a romper estereotipos y obliga al investigador/a a repensar la historia. En este orden de cosas, los estudios de mujeres desde una perspectiva feminista han revalorizado el concepto de experiencia y han denunciado la pretendida objetividad universal de las categorías históricas tradicionales. «Parte del proyecto de ciertas historias feministas ha consistido en desenmascarar todas las pretensiones de objetividad como un descubrimiento ideológico de sesgo masculino, señalando las deficiencias, la parcialidad y el exclusivismo de la historia convencional»12. 11 Paul Ricoeur, La memoria, la historia y el olvido (Madrid: Trotta, 2002). Joan W. Scott, «La experiencia como prueba», en Feminismos literarios, Neus Carbonell y Meri Torras (eds.) (Madrid: Arco libros, 1999), 96. 12 LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 193 Las biografías de mujeres deben ser entendidas como una fuente con un factor sumativo que dé como resultado una historia coral. Los testimonios son el producto de unas condiciones sociales determinadas, y es necesario enfatizar lo que tienen en común con otras fuentes, y no verlos tanto como resultado de una individualidad exclusiva. El objetivo principal es buscar en ellas la representatividad. El trabajo con fuentes orales debe moverse en esta aparente contradicción: enfrentar lo personal con lo general; la fuente con el método; lo subjetivo con lo objetivo. Un ejemplo pionero y clásico de estudios con fuentes orales es el de Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, un análisis micro de una familia mejicana que sirve para el estudio de la pobreza en la primera mitad del siglo XX en Méjico. Según Bourdieu: «la ilusión biográfica…, demuestra que la vida es una de esas nociones de sentido común que se han ido introduciendo de contrabando en el mundo científico»13. Un testimonio de vida se puede utilizar, según la definición filológica de testimonio, como una prueba, una aseveración, un instrumento autorizado por una personalidad jurídica que permite dar fe de un hecho. El testimonio participa de la crónica y la narración, los pilares fundamentales de un/a historiador/a14. De ello, podemos afirmar que los testimonios de vida narran la experiencia vivida. Lo que interesa del concepto testimonio es todo lo asociado a la experiencia, entendiendo ésta como la aprehensión inmediata por parte de un sujeto de una realidad o una manera de vivir. La experiencia es el conocimiento sensible de la realidad, o lo que es lo mismo, la comprensión de la realidad a través de lo vivido. También puede entenderse como todo aquello que se aprende con la práctica, sin que medie un conocimiento previo que determine un juicio. En otro sentido, la experiencia puede significar la verificación de una realidad por medio de la vivencia. Para los filósofos empíricos la experiencia supone un saber central. Pero lo experimentado, cuando es narrado por el propio sujeto, ya no sólo se reduce a una enumeración de acontecimientos, sino que lleva implícito una valoración de los mismos. El testimonio, a diferencia de la autobiografía, diluye el yo en el «nosotras». Narrando su historia de vida, la persona entrevistada busca referencias con otras mujeres de su entorno. Es decir, una autobiografía tiene como finalidad explicar una conducta que es siempre individual, un testimonio, por el contrario, es una prueba que intenta demostrar que no es un caso único, sino que forma parte de un colectivo más amplio: clase social, grupo o género. La experiencia de una vida se convierte en una narración trufada de significantes, en donde el lenguaje juega un papel decisivo y se convierte en la 13 Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción (Barcelona: Anagrama, 2002), 74, 83. 14 Luisa Passerini, Torino operaria e fascismo (Roma-Bari: Laterza, 1984). Traducción al inglés Fascism in Popular Memory: The Cultural Experience of the Turin Working Class (Cambridge: Cambridge University Press, 1987). También Luisa Passerini Autoritratto di gruppo (Firenze: Giunti Ed, 1988). 194 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ trama, que a modo de urdimbre teje la historia. En definitiva, se trata de evaluar la contribución de lo personal al cambio social. Cada biografía, cada testimonio de vida es único, y llama a celebrar la diversidad o la peculiaridad frente a lo general15. Cuando se recoge un testimonio de vida a través de fuentes orales, nos situamos en una acción más primaria, la oralidad, un paso previo a la escritura, en donde la inmediatez del mensaje favorece una trasmisión rayana a la experiencia, sin el tamiz socializador de la escritura. Se trasmiten experiencias personales de gentes ninguneadas por la historia oficial, sin responsabilidades políticas que cuestionan desde su individualidad la historia oficial, aportando visiones propias, experiencias susceptibles de ser corroboradas por otros testimonios que avalan su interés. Dice Joan Scott que «El reto a la historia normativa se ha descrito —en términos de las interpretaciones históricas tradicionales basadas en las pruebas— como ampliación de la visión, una corrección a omisiones que son resultado de una visión imprecisa o incompleta, y ha basado su derecho a la legitimidad en la autoridad de la experiencia, la experiencia directa de otros, así como del o la historiadora que aprende a ver y a iluminar las vidas de los otros en sus textos»16. El estudio de testimonios de vida con fuentes orales rompe con la inercia histórica de tratar a las mujeres desde el discurso de la excelencia, recogiendo a modo de exempla las vivencias de mujeres, fuera de los comportamientos generales, despreciando las vivencias de las mujeres «del común». El concepto de experiencia que recogen los estudios con fuentes orales retoma la idea del trabajo de Thompson, para el que las vivencias de cualquier individuo determinan su modo de entender la realidad. Esta experiencia incide en todo: en la práctica de una cultura del trabajo, de las relaciones familiares, de su inserción, en suma, en la sociedad. Las entrevistas orales de mujeres: entre la autobiografía y el testimonio Los testimonios de vida son recogidos mediante entrevistas. Éstas son un método que implica a dos sujetos: el entrevistador/a y la entrevistada/o. La entrevista no constituye un método cerrado, sino que se adapta a las peculiaridades de cada encuentro. La entrevista es un sistema abierto en el que se trata de «entrever» lo que hay al otro lado de un discurso, lo que aporta la formulación de una narración en donde intervienen factores que nos permiten recoger la «subjetividad sexuada», apoyándonos en algunos hallazgos descu15 Resulta muy interesante el trabajo realizado a través de entrevistas a científicas sociales, en un intento de sistematizar el conocimiento en esta área con un enfoque de género, en M.ª Antonia García de León y María Dolores F. Figares, Antropólogas, politólogas y sociólogas. Género, Biografía y Ciencias Sociales (Madrid: Plaza y Valdés, 2009). 16 Joan W. Scott, «La experiencia como prueba», op. cit., 81. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 195 biertos tras el psicoanálisis «lacaniano» y las teorías de Foucault. Sin duda alguna, la recuperación de la subjetividad como objeto de estudio histórico le debe mucho a los estudios feministas. Estos últimos postulados se entienden inscritos en un proyecto que tiene como objetivo último la historia social recuperada, aquélla a la que interesan los comportamientos de los distintos grupos sociales, y que intenta encontrar una explicación causal. Las entrevistas que tienen por objeto los testimonios de vida requieren de una secuencia que va desde la cognición, al discurso y al análisis social. La entrevista es un método usado cada vez más por la comunidad científica que busca nuevas formas de explicación, sin perder el rigor que todo proyecto académico requiere. Así, María Lúcia G. Pallares-Burke realizó un trabajo sobre historiografía recurriendo a entrevistas a historiadores e historiadoras, justificando este método en los siguientes términos: «(la entrevista) es un género fluido, la convención del cual es la informalidad y el producto del cual es relativamente desestructurado y asistemático». Esta autora presentaba, así, un trabajo que estimaba que se podía encontrar a medio camino «entre el pensamiento y la escritura elaborada»17. En las entrevistas orales a mujeres se explora la interioridad como intimidad. La oralidad es una forma de establecer una relación dialógica en la que se evidencia la necesidad de explicarse, de entenderse a sí misma en una búsqueda de referencias propias de las mujeres. En este tipo de entrevistas, se advierte la necesidad de autoafirmarse, explicándose. Esta inclinación a explicarse conduce a estas mujeres, en la mayoría de los casos, a ser muy prolijas en anécdotas y detalles, al no tener un referente personal establecido, como suele ocurrir en el caso de los varones. Así, las mujeres se extienden más en los detalles. Como plantea Lydia Masanet: «Igualmente importante será el peso de la descripción detallada como forma apropiada que la mujer elige al narrar. Vinculada a esto, la inmersión de los sentidos, de la vista particularmente, ya que en la psicología femenina es muy importante la observación, describir lo que se ve. Los hombres en su discurso, por el contrario, prefieren utilizar la síntesis, el resumen, dar primero el resultado que el acontecimiento»18. La identidad, como expresión cultural, no se crea ex nihilo, es un producto cultural que necesita de referentes para construirse: el diálogo entrevistadora/entrevistada es un camino de exploración interior que se recorre entre ambas. La entrevista de vida aúna la amplia tipología de submaterias que afectan a la narración vivida. Se trata de una mezcla de memorias, si por ésta entendemos una narración que pone su acento en hechos externos, con la au- 17 María Lúcia G. Pallares-Burke, La nueva historia. Nueve entrevistas (Valencia: PUV, 2005), 15. 18 Lydia Masanet, La autobiografía femenina española contemporánea (Madrid: Fundamentos, 1989), 39. 196 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ tobiografía, que hace hincapié en la introspección de las vivencias personales. Los testimonios de vida hibridan dos subgéneros que tienen que ver directamente con la literatura del yo: la autobiografía y la biografía. En ambos casos, se trata de una reconstrucción subjetiva. Tanto la entrevistada, como la/el entrevistadora/or están dando sentido a una vida. Una persona que relata su vida está escogiendo de entre sus vivencias aquéllas que considera más relevantes para construir su relato que, en definitiva, no es más que dar coherencia a una vida desde el presente. El cuestionario previo está enfocado dentro de un proyecto que persigue historiar un período o un aspecto vivencial concreto, de ahí que si lo que interesa es el trabajo o la conflictividad que vivió la protagonista, los hitos vienen marcados por parte de la entrevistadora/ or, que restringe el margen de libertad de elección de eventos. No se nos escapa el presentismo a la hora de elaborar una autobiografía, sea está de forma oral o escrita. En todo ser humano, en todo sujeto, actúan muchos «yo», es decir no hay una entidad unívoca en cada sujeto. Anna Caballé, una autoridad en el tema de las biografías y autobiografías, recoge la idea del psiquiatra Carlos Castilla del Pino, que plantea que: «El sujeto (...) es una resultante del funcionamiento del córtex cerebral, cuya función prioritaria es la de crear “yoes” que permitan actuar al sujeto a lo largo de su vida de relación. Para cada una de las actuaciones que conlleva la vida de relación, el sujeto construye un yo que como personaje le representa de la manera que el sujeto considera como la mejor, la más adecuada (o posible), en el contexto específico para el cual se ha creado ese yo. Se inicia otra y para ello el sujeto aparta el yo precedente y construye otro para la siguiente escena y así sucesivamente»19. De este modo, el sujeto que elabora su autobiografía está «seleccionando actuaciones del yo», reelaborando su vida en la perspectiva de construirse una trayectoria que tiende a ser, pero no sólo, justificativa de su experiencia personal. También cuando esta autobiografía está siendo llevada por el/la entrevistador/a, a través de las preguntas del cuestionario previo, está habiendo una criba, se está haciendo hincapié en que relata determinadas vivencias, dentro de un proyecto en el que la persona, que está siendo entrevistada sabe qué sentido tiene o qué finalidad busca. Por lo tanto, la entrevista es un cruce de caminos en el que ambas partes están intentando dar sentido a una vida narrada, dentro de una «ilusión de unidad». La historia de vida narrada exige un esfuerzo de autorreflexión, que busca una justificación de la experiencia vivida, a la vez que se produce una reelaboración del yo. La verosimilitud de lo narrado también se encuentra matizada en el caso del relato oral de vida. La persona que narra es consciente de que la que es- 19 Anna Caballé, «Biografía y autobiografía: convergencias y divergencias entre ambos géneros», en El otro, el mismo. Biografía y autobiografía en Europa (siglos XVII-XX), J.C. David, Isabel Burdiel (eds.) (Valencia: PUV, 2005), 52. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 197 cucha no es nadie casual; es consciente de que se acude a la entrevista con una preparación previa y, por lo tanto, lo relatado no le es del todo ajeno, por lo que la inclinación a fabular, sin ánimo de encubrir la verdad, aunque sólo sea con la intención de enriquecer el relato, puede quedar en evidencia. Una entrevista oral se diferencia de una autobiografía escrita en que mantiene un mayor control de la veracidad por parte de la persona que entrevista. En todo caso, es cierto que el resultado de la entrevista, al igual que pasa con las memorias o las autobiografías, es una vida múltiple, como diversas son las formas de narrar. En cualquier caso, existen matices cuando se trata de narraciones de una vida de un personaje político encumbrado, ya que éste suele tener un relato muy construido, con una intencionalidad política muy clara, pero también diversa. A lo largo de una entrevista oral, se constata el enorme esfuerzo que exige tanto a la persona que narra, como a la que guía, la entrevista. Es difícil mantener esta tensión más de dos horas, la experiencia nos dice que es necesario cortar y volver en otra ocasión20. Cuando la autobiografía se gesta a través de la escritura, irremediablemente el autor debe estar atento a la forma literaria que actuaría a modo de censura o tamiz del relato. Cuando se trata de un relato oral, el autor va directamente al dato dentro de su orden de prelación vital, en donde la inmediatez es un valor de veracidad. Philippe Lejeune habla de «pacto autobiográfico»21, para definir cómo el sujeto autobiografíado establece un criterio selectivo en donde se enfrentan lo fiable y lo literario: «La dicotomía referencialidad/creatividad, en la que parece quedar anclado este género del yo, evidenciaría la imposibilidad de la existencia de la obra como producto artístico y, a la vez, discurso verídico»22. Este pacto aparece matizado en el caso de la entrevista, ya que es el entrevistador/a el que va marcando el relato, el que indaga y pregunta. Por lo tanto, el sujeto que examina su trayectoria vital no es totalmente libre, ambas actuaciones se contrarrestan, a la vez que se complementan. En cualquier caso, la voluntad esteticista, creativa, del narrador, se ve limitada, aunque no esté del todo libre de presentar este sesgo. Las mujeres han destacado a lo largo de la historia por su relación con la lectura y con los textos escritos; así, han sido productoras de epistolarios, 20 El caso de las diferentes «historias de vida» del político comunista Santiago Carrillo, puede ser significativo a este respecto. Lo que aparece relatado en sus primeros libros de memorias, antes de la caída del muro de Berlín, es radicalmente distinto de lo que aparece con posterioridad. Sobre todo, las referencias a sus veraneos en Rumanía con Ceaucescu aparecen minimizadas en relatos posteriores. 21 Ver los trabajos de Philippe Lejeune, L’autobiographie en France (París: A. Colin, 1971) y también, Je est un autre. L’autobiographie, de la littérature aux médias (París: Seuil, 1980). Traducción al español El pacto autobiográfico y otros estudios (Madrid: Megazul-Endymion, 1994). 22 Lydia Masanet, La autobiografía femenina, op. cit., 12. 198 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ diarios íntimos o novelas autobiográficas. En esta producción se hace patente el interés por buscar una explicación, construir estereotipos sociales con los que identificarse. No debemos olvidar que las mujeres se mueven siempre en un espacio dominado por los modelos masculinos, con los que las mujeres no se identifican, en muchos casos. El crítico de arte John Berger explica que «una mujer debe contemplarse continuamente. Ha de ir acompañada casi constantemente de la imagen que tiene de sí misma», (...) los hombres actúan, las mujeres aparecen. Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se contemplan a sí mismas mientras son miradas»23. Este análisis, que Berger aplica sobre todo a la pintura, se puede extender a toda la actividad social de las mujeres. Esta búsqueda de referentes explicativos está muy presente en las entrevistas orales a mujeres, en donde se hace necesario realizar un análisis desde la perspectiva feminista. Estrella de Diego plantea que: «Ser mujer es, sobre todo, no tener lenguaje propio ni mirada propia y si, como dice Lacan, “no hay cuerpo sin lenguaje”, ser mujer es vivir con un cuerpo prestado que, en realidad, no nos pertenece»24. A veces resulta angustioso comprobar el vacío de argumentos en el que se desenvuelven las mujeres para explicar un comportamiento. Así, una mujer militante de izquierda, trabajadora fabril, se culpabilizaba al relatar a la entrevistadora porqué, cuando tuvo un hijo y decidió dejar el puesto trabajo para cuidarlo, de pronto tuvo la necesidad imperiosa de volver, culpándose por tomar una decisión que le reportaba a ella personalmente una satisfacción, pero que veía que ponía en entredicho su maternidad25. Por encima de todo, las mujeres se sienten «examinadas» por la sociedad, deben ser fieles a un rol de género que han heredado de sus madres y que no encuentran argumentos para contradecirlo. Por ello viven esta contradicción como continuos desajustes entre su papel social y su interés individual. Al carecer de modelos donde encuadrar sus vivencias, a menudo recurren a discursos masculinos para expresar sus sentimientos, discursos que apenas tienen que ver con la situación que quieren exponer. Estas distorsiones son fácilmente detectables en un discurso oral, en donde existen variaciones lingüísticas, específicamente orales, mucho mayores que en un lenguaje escrito. La entrevistadora o el entrevistador deben estar especialmente atentos a ese discurso, y tratar de encuadrar la vivencia dentro de un contexto social y temporal determinado, huyendo de interpretaciones esencialistas femeninas. 23 John Berger, Modos de ver (Barcelona, Gustavo Gili: 2000), 55. Estrella de Diego, «Figuras de la diferencia», en Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, II, VV.AA. (Madrid: Visor, 1996), 330. 25 Se trata de la entrevista realizada a Dulce Caballero, trabajadora y militante de izquierdas en el sindicato clandestino CC.OO. en los años finales de dictadura. Ver Pilar Díaz Sánchez, El trabajo de las mujeres, op. cit. 24 LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 199 Para construir un estudio de biografías con fuentes orales, se toma como punto de partida la construcción de un corpus que deberá tener un número suficiente de entrevistas que aporten información como para fundamentar el estudio. El número de entrevistas es limitado, se estima en torno a 30 ó 35, a partir de esta cifra surgen repeticiones de modelos que no aportan apenas nada al producto total. Es necesario especificar la selección de las entrevistadas, su procedencia y casuística determinada. La muestra debe ser completa —pero abierta—, contrastada y comprobada, siendo necesario definir los criterios de análisis y los modelos de estudio. Se podrán establecer categorías de grupos de entrevistas, así como delimitar las relaciones entre las mismas. Por último, la elaboración de conclusiones se realizará desde una perspectiva crítica feminista. Los testimonios de vida, construidos entre el entrevistador/a y la entrevistada, suponen tanto la elaboración de un modelo explicativo de una dinámica social determinada, como la construcción de reglas heurísticas, susceptibles de ser aplicadas a un colectivo social amplio. Una biografía oral es algo más que una realidad exenta, única. Es una explicación social. Es la relación entre cognición, discurso y experiencia. Las entrevistas parten de un cuestionario común, pero con una gran facilidad de adaptación, según el personaje a entrevistar. Interesa, sobre todo, el análisis cualitativo, aunque un número determinado de entrevistas puede conllevar un análisis cuantitativo. Por encima de todo, se busca una utilización flexible del cuestionario y que se pueda adaptar con facilidad a cada persona. En cualquier caso, un número determinado de cuestiones presentadas en común a todas las personas entrevistadas nos permite advertir semejanzas y divergencias que aportarán, sin duda, un sinfín de matices al estudio y que pueden abrir paso a la elaboración de la prosopografía, otra vertiente complementaria del estudio con fuentes orales. El tiempo invertido en cada entrevista también es variable, y está siempre sometido a la individualidad del personaje. Es necesario mantener un gran respeto por el tiempo invertido en una narración: «escuchar» los silencios, medir el ritmo en el que la hablante narra determinados pasajes, algunas veces de forma muy rápida, como si quisiera acelerar el tiempo, y otras veces deteniéndose en buscar las palabras, como si se deleitara en su explicación. Es necesario, también, evaluar los errores, saber el cómo y el porqué de un titubeo, un lapsus en la narración. Hace falta dilucidar la verdad y la mentira, no en vano, como afirma Lejeune, «la mentira es una categoría plenamente autobiográfica, es parte consustancial de ella»26. Una de las cualidades que debe favorecerse en una entrevista oral es la empatía, de ahí que sea necesario un tiempo de acercamiento, en el que am- 26 La cita la recoge Fernando Durán, «La autobiografía como fuente histórica: problemas teóricos y metodológicos» Memoria y civilización: anuario de historia de la Universidad de Navarra 5 (2002), 179. 200 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ bas personas ganen en confianza; esto se facilita con anterioridad a la entrevista grabada, se han mantenido una serie de contactos que favorece un mayor acercamiento personal. A propósito de la empatía Enzo Traverso afirma que: «La distancia cronológica que separa al historiador del objeto de su investigación crea una especie de pantalla protectora, pero la emoción que a menudo de manera imprevista y repentina, resurge a lo largo de su trabajo sólo puede vencer este diafragma temporal. Esta empatía unida a la vivencia individual del historiador no tiene forzosamente efectos negativos. Puede ser también fructífera, a condición de que el historiador sea consciente de ella y sepa “dominarla”.»27 Si los varones tienen su estrategia de acercamiento para generar empatía, las mujeres, a su vez, la ejercen a través de los sentimientos. Muchas mujeres admiten cómo se acercaron a la militancia política después de entablar amistad con compañeras «que las escuchaban», que atendían sus problemas, las comprendían y, a través de este nuevo sentimiento, se decidían a reunirse y, de este modo, entraban en contacto con la militancia activa. Biografías de trabajadoras en la dictadura franquista Constatamos la existencia de un enorme vacío en relación a las autobiografías femeninas contemporáneas. Resultan escasos los trabajos de carácter autobiográfico en España, sobre todo en comparación con países como Inglaterra y Francia. Existen, sin embargo, algunos relatos que confirman la excepción. Se trata de las autobiografías de la Condesa de Campo Alange, Rosa Chacel, Clara Janés o Mercedes Salisachs28. Es cierto, también, que los relatos biográficos están muy presentes en la producción literaria femenina de ficción. La mayoría de estos trabajos tienen como sujetos a mujeres de clases altas, o mediana burguesía, con un nivel intelectual alto. Pues bien, en todos estos casos, las mujeres que relatan su vida buscan la excepcionalidad, es decir narran su experiencia como única en su entorno, sin paralelo en otras mujeres de su misma clase y condición social. En los testimonios de vida que veremos recogidos a las mujeres trabajadoras en el franquismo, encontramos exactamente lo contrario. Ellas relatan su experiencia intentando encontrar puntos de semejanza con sus compañeras. Si bien es cierto que en la narración que recoge su vida en la infancia y adolescencia, estas mujeres marcan la diferencia con su entorno y, a menudo, 27 Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria, política (Madrid: Marcial Pons, 2007), 32. 28 Éstas últimas analizadas por Lydia Masanet en La autobiografía femenina, op. cit. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 201 confiesan que tenían «una rebeldía innata», en la madurez, ya como mujeres integradas en un aparato productivo, se esfuerzan por encontrar puntos en común con sus compañeras de trabajo. De la misma manera, sus madres ya no les sirven de modelo, más bien al contrario, lo que estas mujeres expresan es una voluntad de seguir una trayectoria diferente. Es en sus compañeras en donde estas mujeres encuentran una explicación a su conducta. En suma, las mujeres de clase trabajadora construyen su identidad personal en el franquismo, diluyéndola en la colectiva. Lejos de reivindicar la diferencia, enfatizan la igualdad. En definitiva, los relatos de vida recogidos con fuentes orales están muy lejos del modelo Carlyle de biografías; son modelos absolutamente alejados del elitismo personalista. El interés por las biografías de mujeres de clase trabajadora ha sido muy escaso en España. Con la excepción de los estudios de fuentes orales que tienen como objetivo la clase trabajadora en el periodo más reciente de la historia de España, apenas hay trabajos biográficos de este tipo. Y aunque se recogen entrevistas a mujeres, hay muy pocos estudios que de forma específica analicen temas que tengan que ver con las mujeres y el género29. No es necesario insistir en el papel crucial que las mujeres han tenido en los procesos de transición a la democracia. Las mujeres han formado parte sustancial del tejido asociativo que ha protagonizado los movimientos sociales, germen y motor de la democratización en España. Por eso consideramos de gran interés plantear una serie de cuestiones que abran el camino a la consideración del estudio biográfico de mujeres. En las entrevistas orales recogidas, las mujeres buscan la representatividad, la dimensión generalizable de una vida. Estas mujeres presentan un relato jerarquizado en el que la experiencia va tejiendo un armazón, compartido con las trabajadoras de su entorno. No hay rivalidad entre ellas. No es frecuente que en las entrevistas se marquen diferencias de actuación de unas y otras. Incluso con mujeres de distintas opciones políticas o sindicales, es 29 Remitimos a un trabajo pionero en la línea de estudios con fuentes orales que es el de Mercedes Vilanova, Mayorías invisibles. Explotación fabril, revolución y represión (Barcelona: Icaria, 1996). Uno de los primeros proyectos de historia de las mujeres con fuentes orales es el de Colectivo 36 (equipo de investigación sobre historia de las Mujeres en España en la II República, dirigido por M.ª Carmen García-Nieto desde la Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia) y por otro lado del Equipo de Historia Oral (del Centro de Investigación Histórica de la Mujer, bajo la dirección de la profesora Mary Nash, de la Universidad Central de Barcelona, Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia). Fecha de las entrevistas: 1982, 1985, 1988. También se pueden consultar las entrevistas recogidas en el proyecto «Trabajo y militancia política en la España del siglo XX», depositadas entre otros, en el archivo del Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense de Madrid. www.seminariofuentesorales.es También AHOA, Ahozko Historiaren Artxiboa-Archivo de la Memoria, dirigido por Miren Llona, ha realizado 248 entrevistas a mujeres en el País Vasco. Fragmentos significativos de estos testimonios se pueden consultar en http://www.ahoaweb.org/ 202 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ frecuente encontrar puntos de encuentro en la práctica de las distintas trabajadoras. La sinceridad al confesar las contradicciones, las fracturas en su comportamiento, son significativas en los testimonios de estas mujeres trabajadoras. No se observa la voluntad de justificarse. Estas mujeres asumen el error de forma natural. Quizás sea debido a que estas mujeres no han jugado un papel político importante y justifican su intimidad y sus dudas, en suma su privacidad. Por ejemplo, cuando las mujeres de la fábrica de confección textil Cortefiel exigen guarderías laborales para que sus hijos sean atendidos, no sabían que las consecuencias que esto acarrearía, serían que tendrían que asumir en solitario y sin poder compartir con el padre la carga exclusiva de los/as hijos/as. Por eso, al cabo de un tiempo, ellas mismas confiesan su equivocación y que hubieran preferido que la empresa les dotara de un incentivo para poder tener la guardería, pero no necesariamente en el puesto de trabajo. No es extraño que las entrevistas recogidas a las mujeres de este periodo, sobrevaloren el tiempo que pasan en contacto con sus compañeras de trabajo. En algunos casos, cuando las fábricas se llevan fuera de la ciudad, a los nuevos polígonos industriales, se trasladaba a las trabajadoras en autobuses y ese tiempo, en el que van todas juntas, es valorado de forma muy positiva por todas ellas, que encuentran en este espacio el momento de intercambiar opiniones, quejas y, en definitiva, un momento de una puesta en común importante para la reivindicación. Nos proponemos analizar el colectivo biográfico de mujeres trabajadoras en los últimos años de la dictadura franquista y la transición democrática (1975-1982). Todas ellas se establecieron en ciudades y nacieron alrededor de 195030. La gran mayoría son de origen rural y llegaron a la capital cuando sus padres emigraron en la década de los sesenta. Estas mujeres tienen estudios primarios, aunque muy pocas consiguieron tener el título de enseñanza elemental. Aquí ya es posible destacar la diferencia con sus hermanos varones. Muchas de ellas tuvieron que ponerse a trabajar y dejar los estudios porque en su familia no se veía rentable invertir en la educación de las hijas, puesto que en la dictadura se entendía que el destino de las mujeres era casarse y, por lo tanto, no tenía sentido invertir tiempo en formación que no tuviera mayor rentabilidad: «la maestra le dijo a mi madre que era una pena que dejara los estudios, pero en mi casa veían que no era necesario, sin embargo mi hermano sí que estudió», nos dice una trabajadora del sec30 Para desarrollar este trabajo se utiliza el fondo documental del Seminario de Fuentes Orales, «M.ª Carmen García-Nieto» de la Universidad Complutense de Madrid. Las entrevistas están depositadas, así mismo, en el Archivo de la Memoria en Salamanca. Fundamentalmente, se han analizado las 35 entrevistas de las mujeres trabajadoras del textil-confección de Madrid, las de distintos proyectos de investigación, así como de diferentes trabajos de campo. En total, se han consultado más de 100 entrevistas a mujeres. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 203 tor textil31. Otra mujer relata: «trabajando siempre, desde chica, además, yo tuve, (...) la experiencia de que me quitaron del colegio con 12 años, porque mi hermano tenía que estudiar y yo no»32; «mi madre me pegaba porque me veía leer y decía que hiciera cosas de provecho, y en ese momento se lo censuraba, y después ya no (…) llegó a Madrid a los 7 años, entre los 7 y los 8 voy al colegio pero a los 11 ya me pongo a trabajar… en una fábrica de caramelos que estaba en muy cerca de casa, en un piso..»33. Por otro lado, la mayoría de las mujeres que trabajan en el sector fabril en los años del desarrollo económico son muy jóvenes, ingresaban en las fábricas en torno a los 14 años, la inmensa mayoría. «Yo me hice mujer en la fábrica, me vino la primera regla mientras ponía imperdibles a una camisa, y siempre pensé en jubilarme aquí»34. Las trabajadoras no tienen adolescencia. Cuando analizamos las autobiografías o memorias de mujeres de clase media, o media alta, en la España contemporánea, el capítulo dedicado a la infancia y adolescencia suele ser muy largo y justificativo del desarrollo personal35. En el caso de estas mujeres, la infancia es narrada dentro del seno familiar sin demasiado protagonismo personal. Estas mujeres se inician en las tareas laborales a una edad muy temprana, ya que no es extraño que en el medio rural con 12 años ya tengan responsabilidades de este tipo, y se hacen mujeres en el trabajo. El trabajo remunerado es el que les abre la puerta a la madurez. Algunas mujeres confiesan que, como eran tan jóvenes al ir a la fábrica, se asustaban y no era extraño que se echaran a llorar al volver a casa y pensar que tenían que volver al día siguiente. Una trabajadora se hacía adulta a los 20 años, y a partir de aquí, en su recién estrenada juventud madura se forma su personalidad, que busca justificarse en su entorno entre sus compañeras. Un elemento que aparece de forma recurrente en la narración de las infancias de estas mujeres es su conciencia de necesidad: «cuando iba a la escuela no teníamos nada, ni cuadernos, ni libros, ni nada… por eso ahora tengo ese afán de coleccionar libros y me ha gustado siempre la lectura»36. Estas mujeres son conscientes de sus carencias, de que existe otra realidad distinta a la suya, y esto es defi- 31 Josefa, nacida en 1934. Fondo Documental del Seminario de Fuentes Orales «M.ª Carmen García-Nieto» Universidad Complutense de Madrid. Fondo Documental Archivo SFO, UCM. Entrevista realizada por la autora. 32 Entrevista a Josefina Posadas, Córdoba, en 2005. Fondo Documental del Seminario de Fuentes Orales «M.ª Carmen García-Nieto». Entrevista realizada por la autora. 33 Entrevista a Carmen Fraile, Fondo Documental Archivo SFO, UCM. 34 Testimonio recogido en el trabajo de Claudia Cabrero, «Asturias, las mujeres y las huelgas», en Del hogar a la huelga: trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo, José Babiano (ed.) (Madrid: Catarata, 2007), 213. 35 Algunos ejemplos de mujeres intelectuales que han autobiografiado su infancia pueden ser Rosa Chacel, Desde el amanecer (1972); Mercedes Salisachs, Derribos. Crónicas íntimas de un tiempo saldado (1981) o María Campo Alange, Mi niñez y su mundo (1959). 36 Entrevista a Josefa Grueso. 204 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ nitivo para formarles su personalidad. En línea con esta idea, se produce un rechazo instintivo al papel que representan sus madres. Por una parte, estas mujeres sienten una gran admiración por la madre, a ella se lo deben todo, están mucho más unidas sentimentalmente a las madres que a los padres. Sin embargo, también son conscientes de que no quieren reproducir el modelo materno. Su personalidad se forja precisamente en relación al contra modelo de la madre. Una entrevistada confiesa que tenía claro que no quería el destino que veía en su casa, una madre a la que admira y siente hacia ella un agradecimiento infinito, pero cuya vida no desea imitar: «(…) con novio sí y a punto de casarme, pero afortunadamente lo dejé porque la vida que me esperaba era la de mi madre y no me llamaba mucho la atención... estaba a punto de casarme y le dejé plantado..., no me acuerdo ni cómo se llamaba, así que fíjate tú… (risas), ¡qué espanto...!, no me acuerdo ni cómo se llamaba, y estuve a punto de casarme con él (risas)... de que le gustaba a él beber también.., dije… menudo chollo me va a caer...»37 Cuando se desarrolló la conflictividad en los distintos sectores de la producción, pero, sobre todo, en las fábricas textil-confección, donde las mujeres son mayoría, se formó un grupo de mujeres que se convirtió en líder sindical de su sector. Estas jóvenes sindicalistas no tienen referencias femeninas, ya que los líderes de otros sectores con los que contactan son varones y, normalmente, de más edad. Llamamos la atención sobre el hecho de reunir dos variables: mujer y joven, que añaden dificultad complementaria a la militancia. En las organizaciones sindicales tradicionales, como es el caso de la Unión General de Trabajadores (UGT), se produce un relevo generacional en los años finales del franquismo y en los inicios de la transición. El sindicato en el interior rompe amarras con la organización en el exilio y comienza un nuevo periodo en el interior. Pero los varones, en cualquier caso, tienen unos modelos referenciales inmediatos, aunque la característica fundamental sea la juventud de la mayoría de sus dirigentes. No es el caso del sindicato Comisiones Obreras (CC.OO.), que al crearse en los años sesenta ex novo, carece de referencia anterior. En el caso, de las mujeres que militan en los sindicatos todavía ilegales, nos encontramos con que no existe un modelo de referencia, ya que los sindicatos siguen un modelo, nuevo pero muy masculinizado, y el hecho de ser jóvenes y mujeres, constituirá un lastre para dejarse oír en las distintas organizaciones. Los testimonios orales nos hablan con frecuencia del menosprecio a su actividad sindical: «En las reuniones hablábamos siempre las últimas», «si hablábamos no nos escuchaban», «se veía que no nos tenían en cuenta»38. Además, las mujeres más combati37 Entrevista a Carmen Fraile. Archivo Documental SFO, UCM. Entrevistas del grupo de trabajo de Posadas y Hornachuelos, Córdoba, depositadas en el Archivo SFO «M.ª Carmen García-Nieto». 38 LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 205 vas son muy jóvenes, apenas llegan a los 20 años, esto hace que la juventud en aquel momento sea una rémora para ellas. En los testimonios recogidos observamos que los jefes y mandos intermedios se refieren a las trabajadoras siempre como «niñas», incluso cuando después de unos años, las que no se casan, y permanecen en las fábricas, siguen sin perder esa consideración. Entre las mujeres del textil, el término con el que ellas se nombran a sí mismas es con el de «chavalas», vocablo que resulta de una feminización del término chaval, mucho más usual en el habla coloquial. Así es como se refieren a otras compañeras en la mayoría de las entrevistas recogidas. Se podría encontrar en este hecho una tendencia a buscar la igualdad con los varones. Estas mujeres impusieron la idea de que ser joven podía significar aportar ideas frescas y nuevas, más válidas para la época que se abría, que aquéllas que conformaban la cultura de las generaciones de mayor edad. En cierto modo, la juventud era una forma positiva y nueva de ejercer la militancia. Ciertamente, el precio para las mujeres fue más costoso que para los varones, ya que debieron luchar por su libertad en todos los ámbitos: en la familia, en su entorno social, en la fábrica y en el sindicato. Para muchas de estas mujeres el trabajo en las fábricas es una liberación. No sólo rompen con el modelo materno de mujer entregada al trabajo sin reconocimiento ninguno, sino que es una forma de ser independientes, de elegir su propio destino. Una trabajadora que entró a trabajar en una gran fábrica textil a los 15 años, en el año 1964, lo expresa con una enorme claridad: «Me encontré sola. Yo he sido una de las personas, y luego junto conmigo otras, que empezaron a establecer la solidaridad en la fábrica. Pero ahí había una doble vertiente: por un lado, estaba eso, horrible, pero a mí el hecho de trabajar, de tener mi independencia económica, para mi suponía en la balanza más lo positivo que lo negativo; había mucho..., bueno yo me acuerdo de haberme metido..., a la vez de la tela los dos dedos por la máquina y pillármelos, y hacer.., así y seguir trabajando. Y, sin embargo, para mí era importante el salir del ambiente que me esperaba.., pues el coser... el novio aquel que dejé… Entonces, claro, encima que dejas un novio que tenía empleo fijo... (...) ya encontraba yo la libertad a través del trabajo, ¡sí!»39 Uno de los aspectos que resulta especialmente relevante de los estudios biográficos de este colectivo es su forma de entender la militancia, en lucha contra la dictadura, muy poco reseñada hasta ahora por la comunidad científica y que las fuentes orales muestran con gran nitidez. Resulta comúnmente admitido que las mujeres, al estar confinadas al ámbito doméstico, tuvieron 39 Entrevista a Carmen Fraile, Archivo Documental del SFO «María Carmen GarcíaNieto», UCM. 206 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ menos oportunidades de presentar un frente de lucha en el plano laboral y, por lo tanto, sindical. De este modo, cuando se ha analizado la conflictividad obrera durante el franquismo, apenas se mencionan sucesos que tienen como protagonistas a mujeres trabajadoras. Como es sabido, la dictadura, a través de su primera legislación laboral, como fue el caso del Fuero del Trabajo de 1938, privó a las mujeres de su derecho al trabajo, imponiendo el papel doméstico por encima de cualquier otro. Las mujeres perdieron, así, la oportunidad de hacer patente su actividad laboral, que debía quedar oculta o reducida a la edad juvenil, antes de contraer matrimonio. Se pensaba que su deber estaba en desarrollar un buen papel de esposa y buena madre de familia, siguiendo las directrices de la política natalista del régimen. Sin embargo, los años posteriores a la guerra civil fueron de absoluta carencia, las mujeres, como los varones, necesitaban ganarse un jornal. Por esta razón, a las mujeres sólo les quedaban dos opciones: el trabajo sumergido fuera de casa, mal pagado y menos reconocido, o el trabajo doméstico. Ambos fueron utilizados por las mujeres durante toda la dictadura. El sector fabril acogió a las trabajadoras en el sector textil, en plena explosión en los años de desarrollo económico de la década de los sesenta del siglo pasado. Además, el servicio doméstico continuó siendo el principal nicho laboral de las mujeres en España desde tiempo inmemorial40. Pero también las mujeres trabajaban en casa, en donde llevaban a cabo su actividad en solitario, sin contacto apenas con otras mujeres en su misma situación. Este aislamiento favorecía el que los empleadores se aprovechasen de su incapacidad para plantear mejoras. Durante tiempo, de hecho, se pensó que el trabajo a domicilio carecía de respuesta obrera. Pues bien, el estudio de campo con fuentes orales permitió reconstruir una nueva forma de disidencia, fuera de los patrones establecidos por la lucha obrera, basados en el modelo masculino de trabajador. Los análisis del comportamiento social de las mujeres trabajadoras en la dictadura, tienen relación con el modelo propuesto por los/as historiadores/as sociales alemanes que resaltaron la «resistencia» de la clase trabajadora en el nazismo. Esta resistencia manifestaba pequeñas desafecciones, difíciles de rastrear con fuentes escritas. Los trabajos de Kerschaw demostraron «cómo se comportaba la gente en la dictadura nazi, cómo se comprome40 La conflictividad de las trabajadoras del textil ha sido estudiada por Pilar Díaz Sánchez, en El trabajo de las mujeres en el sector textil, op. cit., entre otros trabajos. Para estudiar la conflictividad general durante la dictadura remitimos a los trabajos de José Babiano Mora, Emigrantes, cronómetros y huelgas. Un estudio sobre el trabajo y los trabajadores durante el franquismo, Madrid, 1951-1977 (Madrid: Siglo XXI, 1995); Álvaro Soto Carmona (ed.) Clase obrera, conflicto laboral y representación sindical de Madrid.(1939-1994) (Madrid: Unión Sindical de Madrid Región CC.OO, 1994); Sebastián Balfour, La dictadura los trabajadores y la ciudad. El movimiento obrero en el área metropolitana de Barcelona, 1939-1998 (Valencia: Alfons Magnànim, 1994); Encarna Nicolás Marín, La Libertad encadenada. España en la dictadura franquista, 1939-1975 (Madrid: Alianza, 2005); Pere Ysás, Disidencia y subversión: la lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975 (Barcelona: Crítica, 2004). LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 207 tieron con el régimen, pero también dónde no toleraron —algunas veces con éxito—, los intentos de influencia, penetración y control de régimen»41. También las trabajadoras españolas manifestaron su resistencia de este modo, en un sector poco usual como es el trabajo a domicilio. En este ámbito laboral se han podido constatar actos de abierta rebeldía frente a las imposiciones de un trabajo muy duro y mal pagado. En el año 1977 en la localidad riojana de Alfaro, las mujeres que trabajaban a domicilio para una fábrica de sillería, fueron capaces de organizarse y utilizar medidas de presión, como es la huelga de manos caídas, hasta conseguir una revisión de sus salarios, al alza. Esta información se obtuvo a través de testimonios orales y se ha podido contrastar con fuentes escritas42. En este conflicto se observa el mismo argumento causal para la movilización, que no es otro que el exigir mejoras salariales. Sin embargo, no se utilizó el cauce ordinario para canalizar las reivindicaciones: el sindicato, ya que las mujeres no encuentran en el mismo su espacio propio, al estar aquél monopolizado por los varones. En el conflicto riojano, las mujeres estuvieron una semana sin trabajar, soportando en solitario la presión de los empleadores y, al final, ganaron la huelga. Esta victoria permitió una subida de salario y, lo que fue más importante, consiguieron acceder a la categoría de autónomas. Éste es un hito crucial para las mujeres, que siempre han luchado por la consideración del status de mujer trabajadora, algo que con frecuencia les era denegado. Otro conflicto de similares características tuvo lugar, casi en los mismos años, en 1973, en el pueblo cordobés de Posadas43. En este caso se trataba de confección de prendas a domicilio. En este trabajo se percibía un salario por piezas. La contratación era directa, entre el encargado de llevar la materia prima al domicilio de la trabajadora y ésta. La falta absoluta de garantías sindicales hacía que el precio de la pieza, así como el tiempo en que debía realizarse, estuviera al arbitrio exclusivo del empleador. Pues bien, también aquí se pudo organizar una huelga, en la que las mujeres permanecieron de brazos caídos durante días. Como el trabajo se realizaba en máquinas de coser que emitían un ruido fácil de percibir desde el exterior, en el pueblo se sabía quién trabajaba o no, máxime porque el conflicto fue en verano y el ca- 41 Geoff Eley, Una línea torcida, op. cit., 167. Se traba de la entrevista a Florentino Santamaría, dentro del proyecto de «Recuperación del sindicalismo socialista en España, 1970-1994» y del libro publicado por la Federación de UGT La Rioja, Fundación Riojana de Estudios Sociales, El futuro comenzó ayer (Logroño: FER, 2003), 37. 43 Este trabajo de campo se llevó a cabo en el transcurso de un proyecto de investigación «Trabajo y participación sindical de las mujeres en el franquismo (1940-1980)» que, dirigido por la profesora Carmen Sarasúa, se realizó en los años 2003-2005, con el patrocinio del Ministerio de Trabajo y el Instituto de la Mujer. Fue publicado parcialmente en la revista Espacio, tiempo y forma con el título de «El trabajo en la confección-textil: un oficio de mujeres», Serie V Historia Contemporánea (2007). 42 208 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ lor en Andalucía mantenía las ventanas abiertas. Nadie trabajó y, de nuevo, la huelga fue un éxito para las trabajadoras. Sin embargo, la militancia de las mujeres mantuvo parámetros muy distintos a los de los varones. Apenas se reconoció su trabajo y las entrevistas realizadas a mujeres, que vivieron estos años, muestran la amargura de la falta de solidaridad de sus compañeros. Las militantes obreras: estudio con fuentes orales Si los varones «heredan» de sus padres la militancia antifranquista, como un patrimonio familiar trasmitido en orden patrilineal, en el caso de las mujeres los testimonios biográficos nos muestran un modelo radicalmente distinto. La mayoría de las mujeres, cuyas familias habían tenido un pasado de lucha antifranquista, habían sido los perdedores de la guerra civil por estar del lado de la legalidad republicana, no tienen derecho a recibir este legado. A ellas no se les reconocía el derecho a disentir. No resulta fácil explicar cuáles son las razones que mueven a los padres a recriminar a sus hijas la actividad militante durante la dictadura. Aquéllos, no sólo no aprobaban que militaran en sindicatos o partidos ilegales, sino que en muchos casos se oponían, a veces por la fuerza, a que sus hijas mantuvieran cualquier tipo de actividad política. En muchos casos, las mujeres intuyen que mantienen ideas contrarias a la dictadura, pero rehúyen hablar de política delante de las hijas. Algunos las recriminan tan duramente que las llegan a echar de casa cuando se enteran de que mantienen actividades subversivas. En el caso de Rosario Arcas, su familia era represaliada de la guerra civil y de ideología izquierdista, pero tuvo que sujetar la mano de su madre cuando, después de volver a casa tarde, por asistir a una reunión, aquélla le intentó golpear. Ella le responde: «Madre, no me pegue más que no vengo de hacer nada malo, hasta aquí hemos llegado»44. Las interferencias de los padres para controlar a sus hijas y que no se desvíen del camino trazado por la sociedad para ellas, va más allá del posible temor al riesgo que comportaba una actividad política clandestina. Las trabajadoras debían también luchar contra la inercia familiar que les impedía jugar un papel activo en la sociedad. La militancia para estas mujeres fue una fuente de satisfacción personal, que valoran de forma muy positiva. Una trabajadora de la confección-textil, militante del PCE y de CC.OO. reconoce: «(La militancia) es el período más bonito de mi vida. Es un período muy bonito, conozco a mucha gente, aprendes mucho, como yo soy una 44 Las entrevistas de Natividad Camacho y de Rosario Arcas están en el Archivo del SFO, «M.ª Carmen García-Nieto», de la UCM. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 209 persona que me gusta saber más, y no he podido estudiar, pues para mí es una fuente de recoger sabiduría importante, no solamente por la gente que conoces, sino que, además, te das cuenta de que el mundo es mucho más grande de lo que tú estás viendo allí, de lo que te cuentan por la radio, por la TV…»45 Del trabajo y la lucha sindical sorprende un aspecto recurrente en las biografías recogidas con fuentes orales: se trata del orgullo del trabajo y la dignidad que a ellas les reporta la actividad reconocida socialmente. Una joven trabajadora del medio rural riojano, en Santo Domingo de la Calzada, explica cómo vivió la conflictividad del sector en los años setenta: «Luchábamos por sueldos, por aumentar los precios de los productos, pero también por la dignidad del trabajo»46. El argumento de la dignificación del trabajo, que lleva implícito el reconocimiento social de las trabajadoras, está presente en todos los sectores, no solo en el rural. En un panfleto de las trabajadoras de la fábrica textil IKE de Gijón, Asturias, emitido con motivo de los conflictos de los años setenta, aquéllas denunciaban: «Las trabajadoras, como mujeres y como obreras, como parte que somos de la clase trabajadora no debemos quedarnos atrás. Es verdad que hoy como mujeres padecemos un atraso muy grande, que los empresarios tratan de aprovechar en todo momento. No somos admitidas en montones de profesiones y trabajos porque somos consideradas seres inferiores. En las fábricas somos discriminadas de nuestros compañeros recibiendo peores salarios y trabajos más rutinarios, no porque nuestros compañeros reciben buenos sueldos, sino porque si los suyos son bajos los nuestros son aún peores y, en el fondo, lo que busca el patrono es la división entre nosotros mismos.»47 Las mujeres españolas, del periodo que estamos estudiando, dieron un salto cualitativo tan importante que no resulta exagerado decir que supuso la mayor ruptura con el modelo anterior en siglos. Las militantes obreras manifestaban un afán de autoafirmación de su identidad propia, en oposición a la identidad de sus madres. Esto supuso un cambio radical sin parangón en la historia contemporánea española. Las jóvenes que salen a trabajar a las fábricas conquistan el espacio público y, en el caso de las militantes, se organizan en una práctica política reglada. Esto, además, se hace de forma mayoritaria, no reducida a unas profesiones determinadas, como podían ser las cigarreras desde fines del siglo XIX, o en las industrias conserveras y demás nichos la- 45 Entrevista a Dulce Nombre Caballero. Fondo del Archivo del SFO «M.ª Carmen García-Nieto», UCM. 46 Entrevista a Asunción, Proyecto Fundación Largo Caballero. «La recuperación del sindicalismo socialista…», depósito en el Archivo de la Fundación Largo Caballero. 47 Documentación aportada por Ana Caballero, de CC.OO. de Asturias, depositadas en el Archivo del SFO «M.ª Carmen García-Nieto». 210 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ borales femeninos. En la segunda mitad del siglo XX las trabajadoras ocupaban la mayoría de los sectores fabriles y en ellos competían con los varones y se disputaban los espacios políticos. Es ahora cuando se crean su propia identidad como trabajadoras. Las primeras movilizaciones que llevan a cabo las trabajadoras en el franquismo apuntan más a motivos personales, no políticos, llevando a la práctica el slogan que se utilizaría a lo largo de la transición democrática de «lo personal es político». Una militante sindical, muy activa en estos años, lo explica así: «(...) los mayores conflictos que hemos tenido eran por cosas como éstas y luego que el tío era muy bruto, era vasco, y nos llamaba «chonas», yo lo recuerdo porque yo no sabía ni lo que quería decir, luego me enteré, de que quería decir guarras; nos llamaba guarras porque, por cierto, porque no nos poníamos.., de diario no nos cambiábamos de ropa...»48 Cuando las mujeres tenían que hablar en público, en las asambleas de fábrica, o cuando tenían que ir a negociar convenios con la patronal, se encontraban de nuevo con el hándicap de una educación recibida, que no potenciaba ese tipo de iniciativas. Los testimonios de mujeres militantes nos muestran el enorme esfuerzo y la satisfacción por utilizar un lenguaje a la altura de su cometido. En las entrevistas a estas trabajadoras sorprende su capacidad de expresión oral, el cuidado por usar un lenguaje normalizado y de altura, que les sitúe en un nivel en el que puedan argumentar con contundencia. A pesar de provenir de sectores rurales muy variados y de su poca preparación escolar, sorprende el uso de un lenguaje sin acentos regionales y con muy buena expresión. La lectura y la cultura tenían para estas mujeres una enorme importancia y su interés por cultivarlas queda patente en las entrevistas. Fue frecuente en las fábricas estudiadas, en torno a los años setenta, que los Comités de Empresa, formados mayoritariamente por trabajadoras, se encargaran de organizar una pequeña biblioteca de préstamo de libros. Cuando había conflictos y las jóvenes participaban en huelgas, las interferencias familiares eran constantes. La familia intervenía sin dejar libertad a las mujeres para tomar decisiones, en ese sentido. Una entrevistada lo explica de forma elocuente: «Cargaba la policía, nos pegaban muchísimo, estaban las embarazadas, con lo cual era todo muy complicado.., luego teníamos siempre un problema con los maridos y los novios de las mujeres, porque intentaban siempre llevarlas a trabajar, las intentaban meter en la fábrica a trabajar…»49 48 Entrevista a Charo Arcas, Archivo Documental del SFO «M.ª Carmen García-Nieto» de la UCM. 49 Entrevista a Pilar Durán, Archivo Documental del SFO «M.ª Carmen García-Nieto» de la UCM. LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 211 Otra de las diferencias observadas entre las mujeres de distinta clase social es su toma de conciencia feminista. Si las mujeres de clase media se acercan a la problemática feminista a través de lecturas, y de aquí pasan al plano de la reivindicación política, las mujeres trabajadoras recorren un camino a la inversa. Primero, denuncian la situación laboral de las mujeres: escasos sueldos, inferiores en relación a los de los varones, menor cualificación laboral, menos carrera promocional, entre otras cosas, y de aquí se produce su toma de conciencia feminista, que irá asumiendo desde la práctica sindical y la denuncia en las fábricas. Los motivos que promueven los primeros conflictos en las fábricas, ocupadas mayoritariamente por mujeres, no son de índole política o sindical, sino derivados de esa toma de conciencia como mujeres con derechos, antes que como trabajadoras. Una trabajadora enumera las causas de su primera reivindicación, a la que no llaman huelga, debido, sobre todo, a lo efímero de la respuesta obrera, ya que la patronal tenía medios para acabar casi de inmediato con la intentona. Lo más que señalan son actuaciones que denominan «plantes»: «Bueno, yo vivo los conflictos pero…, yo es que no recuerdo ningún plante, solamente, lo que yo he hecho en INDUYCO ha sido hablar, hablar con las personas. Lo más elemental, que la gente se defendiera de lo más elemental, de la agresión del encargado, de la .., de la mala contestación, de que no dijera groserías el encargado a la chica. Me he defendido y he ayudado a la chica a la que no se atrevía..., a esos niveles.»50 El papel de las trabajadoras en la lucha obrera durante la dictadura está todavía por evaluar. Sólo, parcialmente, ha sido recogido en distintos trabajos. Pero al igual que los hombres, las mujeres mantenían sus hitos de referencia y se veían representadas en alguna de las mujeres que más se destacaron en la disidencia franquista. Es el caso de la líder sindical obrera Natividad Camacho, presente en la mayor parte de las entrevistas recogidas a las trabajadoras madrileñas. La fama de esta mujer llegó fuera de la capital y se la conocía en Barcelona y en sectores de la rama del textil en otras provincias. De la misma manera, en Madrid era reconocida la actividad de Nuria Casals Pérez, en Barcelona Anna Bosch Parera51, en Gijón Ana Caballero o en Valencia Cristina Peris. Una joven trabajadora de la fábrica afirma: «Yo era muy joven y no quería comprometerme mucho en conflictos, pero me acordaba de Nati Camacho y decía, ¿cómo no lo voy a hacer yo? Si Nati había estado en la cárcel y había luchado tanto… y esto te movía a participar»52. Y Carmen Fraile la 50 Entrevista a Carmen Fraile. Archivo Documental del SFO, UCM. Ver las entrevistas en el Archivo Fundación Cipriano García. Archivo de la CONC en Barcelona. 52 Soledad, testimonio recogido del documental de Televisión Española: Crónicas, titulado «Compañeras del Textil», emitido el 10 de marzo de 2006. 51 212 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ rememora, también, cuando en una de sus estancias en la cárcel, en el año 1969, la policía la fue a buscar a la fábrica para llevarla detenida como consecuencia del recién establecido «estado de excepción». Después de 5 meses, se resistía a tomar la comida carcelaria: «“¡Ay, qué cosa más mala...! (...) (la comida), horroroso, horrorosa, y yo siempre me acordaba de Nati, «hay que comer porque hay que estar fuertes», y yo resistir, resistir... me acordaba de Nati”53. Otra trabajadora también la recuerda: “Sí, los primeros conflictos que ya empezamos a organizarnos un poco, no sólo dentro, sino como teníamos contactos, fuera, con otras mujeres del textil. Yo me acuerdo en aquellas épocas de Ramona, de Nati, me acuerdo de esta mujer, de Consuelo Garrido…”.»54 Las entrevistas recogidas a Natividad Camacho tienen todo el rigor del testimonio. Siempre habla en presente cuando relata su vida y los acontecimientos del pasado que vivió. Es consciente de su deber de memoria, del compromiso que adquiere al relatar su vida, como forma de reivindicar un colectivo al que ella representa55. Su individualidad transciende en un colectivo más amplio. Natividad se expresa con una gran precisión. Resulta sorprendente su alta capacidad discursiva y su riqueza de vocabulario, acorde con un discurso académico convencional. Natividad no utiliza apenas localismos, ni modismos. En este sentido, se muestra como una líder política de tiempos pasados, en línea con la tradición republicana. De ideas firmes, a la vez practica una revisión crítica, conforme con su pensamiento de izquierdas. Por encima de todo, sobresale su alto compromiso ético con la sociedad y el orgullo de haber dedicado su vida a la militancia política. Natividad Camacho nació en Fuencaliente (Ciudad Real) en 1948 en una familia de trabajadores represaliados por la dictadura. Sus abuelos, tanto abuelas como abuelos, sufren cárcel. Su abuelo es fusilado y su madre sufre las consecuencias: es paseada rapada, le hacen consumir aceite de ricino. Su padre militó en el PCE clandestino y, a través de amigos suyos, entró en contacto con las Juventudes del PC. En 1966 se presenta en las elecciones sindicales como aprendiza y es elegida vocal juvenil, con voz pero sin voto en los jurados de empresa. A partir de ese momento, no dejará la actividad sindical. Sus padres, a pesar de su militancia comunista, no aceptaron que su hija tenga una actividad política: «Yo entro en colisión con mi padre, muy pronto, porque..., bueno respondemos un poco a los criterios familiares, pero no lo aceptan, no aceptan 53 Entrevista a Carmen Fraile. Fondo Documental Archivo SFO, UCM. Entrevista a Pilar Durán, Fondo Documental Archivo SFO, UCM. 55 La primera entrevista a Natividad Camacho fue recogida por la autora de este trabajo el 19 de abril de 1994, una segunda parte el 5 de mayo del mismo año, más una entrevista colectiva con Ramona Parra. 54 LAS FUENTES ORALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE RELATOS BIOGRÁFICOS 213 que nos metamos.., que empiece a meterme en cosas políticas en CC.OO., y tal.., y entonces empieza a limitarme, quiere que venga pronto, quiere que no vaya por la tarde..., y entonces yo con mi padre rompo, tenemos una pelea muy grande y me echa de casa...»56 Enseguida comenzaron las detenciones. En el mismo año 1966, es detenida en una manifestación por pedir libertad sindical y, a partir de ese momento, ya la policía la ficha y la detienen «de forma preventiva», es decir en vísperas del Primero de Mayo, y en circunstancias en las que la policía entiende que puede participar. Le aplican la Ley de Orden Público, que impone multas muy elevadas, y debe cumplir en la cárcel. Mientras, comienza a reivindicar en su trabajo asuntos elementales, como es el reconocimiento a la categoría de oficiala, después de ejercer de aprendiza, tanto para ella misma como para sus compañeras. En 1972 le habían detenido ya cinco veces, se trata de estancias cortas en la cárcel, pero en muy duras condiciones. En la fábrica la forma de desacreditarla ante sus compañeras y minar el prestigio que iba adquiriendo, fue la acusación de la producción defectuosa, con pequeños cortes y cuyo coste asumían de alguna manera sus compañeras. Natividad se cambió de fábrica varias veces, pero continuó su actividad reivindicativa. Fue detenida en una célebre caída de CC.OO. en la localidad madrileña de Zarzalejo, y en el transcurso de manifestaciones. Formó parte de la Coordinadora estatal de CC.OO., de un incipiente Secretariado, con Nicolás Sartorius y otros máximos dirigentes: «“Cuando la policía me detiene en ese momento y el Tribunal de Orden Público me pone una multa de 400.000 pesetas, que fueron dos meses, se enlaza con las otras peticiones y estoy como cuatro meses, que no nace mi hijo en la cárcel porque nació Alejandro el día 12 de julio (..) y salgo de la cárcel el día 2 de julio”. (...) “es un momento terrible, que me dicen que voy a ‘echar el hijo por la boca’, porque habían matado a un policía los del FRAP..., ese 1 de mayo del 73. Habían matado a un policía por Antón Martín. Y nos detienen a la salida de la reunión, los compañeros me dicen que ya es la última reunión que voy, que estoy muy avanzada y tal, pero yo haciéndome la valiente todo el rato...” (...) lo paso muy mal, lo paso muy mal porque no me llevan al centro de detención donde llevan a los.., a los preventivos a los que no están condenados, consideran que la multa del T.O.P. es lo suficientemente fuerte como para que me lleven con las penadas y me llevan al Hospital de Carabanchel, donde está la cárcel de madres, en el Hospital sólo hay hombres, y en los sótanos del Hospital, enfrente de la cárcel, hay un sótano y ahí nos tienen a las madres y a las futuras madres como yo… (...).»57 56 57 Entrevista realizada a Natividad Camacho en 1995. Entrevista realizada a Natividad Camacho en 1995. 214 PILAR DÍAZ SÁNCHEZ Cuando salió de la cárcel siguió trabajando hasta la muerte de Franco y, ya en la transición democrática, en 1978, legalizadas ya CC.OO. pasó a organizar, en el sindicato, la Secretaría de la Mujer, cuya dirección mantuvo hasta 1982. En 1987 es elegida Secretaria General del Textil de CC.OO., a nivel estatal, participando activamente en los planes de reconversión del sector. Tras desempeñar otros trabajos, termina colaborando con asociaciones de mujeres de la Federación de Mujeres Flora Tristán. Su visión de la práctica sindical, cuando se celebró la entrevista, en 1995, era muy pesimista: «Creo que los sindicatos se han quedado un poco antiguos, creo que hay muchos aspectos que…. el empeño que muchos sindicalistas pusimos en nuestra época de modernizar muchas partes de la industria y de la acción sindical pues no se ha hecho, y los temas de la mujer se siguen sin tocar, que esto siempre a mí me.... afectó muy de cerca desde el punto de vista político, cultural, social, como mujer, como sindicalista. Esto creo que los sindicatos han fracasado rotundamente. Ni siquiera las secretarías de la mujer…, en la estructura son capaces de modernizar la acción sindical.»58 Una vez consolidada la democracia la práctica sindical se fue profesionalizando y las mujeres que habían jugado un papel decisivo en las movilizaciones de las fábricas de mujeres y habían contribuido a la toma de conciencia feminista, fueron relegadas a las secretarías de la mujer de las distintas organizaciones, que tuvieron tanta repercusión propagandística como ineficacia. Estas mujeres nunca fueron alzadas a cargos de responsabilidad compartida con los trabajadores. El tiempo fue borrando sus nombres y, si como dice Amelia Valcárcel el «poder es memoria», buena prueba de la falta de poder de las mujeres es la pérdida de la memoria, de los nombres de estas mujeres a las que tanto debe la democracia en España. Bibliografía BABIANO MORA, José, Emigrantes, cronómetros y huelgas. 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Un proyecto de ciencias sociales públicas en curso Carlos Sandoval García Universidad de Costa Rica Resumen: Este capítulo reflexiona en torno a tres áreas del debate migratorio en Costa Rica. La primera remite a las posibilidades de incidir en la política pública. Una segunda se interroga cómo contestar los imaginarios de la inmigración, que suelen caracterizarse por la exageración del número de inmigrantes y por imputarles a éstos el debilitamiento de los servicios públicos y el aumento de la inseguridad. Una tercera área de intervención se refiere al trabajo con comunidades migrantes y los modos en que ellas se posicionan frente a los discursos criminalizadores que los interpelan. A modo de conclusión, este capítulo sugiere cuatro retos principales: uno remite a la dimensión ética, referida a la responsabilidad de la escucha; un segundo reto se refiere a la constitución de equipos de trabajo; un tercer reto se refiere a las posibilidades de incidir en la formulación de políticas públicas. Por último, este capítulo discute cómo las comunidades migrantes podrían constituirse en sujetos políticos, capaces de forjar sus propias redes, agendas y demandas. Palabras claves: Migración, ciencias sociales, políticas públicas, imaginarios sociales, sujetos políticos. Introducción Este capítulo informa de debates acerca de los modos en que las ciencias sociales responden a necesidades de conocimiento de actores sociales espe- 218 CARLOS SANDOVAL GARCÍA cíficos y construyen vínculos en el entorno social, más allá de los círculos académicos. En particular, tomando como referencia la investigación en migraciones en Costa Rica, en este capítulo se reflexiona sobre los alcances y las limitaciones de la intervención en tres áreas específicas. Una remite a las posibilidades de incidir en la política pública en el campo de las migraciones. Se discute la experiencia de análisis de la nueva Ley de Migración y Extranjería de Costa Rica, la cual entró en vigencia en marzo 2010. El principal reto, sin duda, ha sido cómo convertir el análisis de las ciencias sociales en un alegato jurídico. Una segunda área es cómo contestar los imaginarios de la inmigración que suelen caracterizarse por la exageración del número de inmigrantes y por imputarles a éstos el debilitamiento de los servicios públicos y el aumento de la inseguridad. Una tercera área de intervención se refiere al trabajo con comunidades migrantes y los modos en que ellas se posicionan frente a los discursos criminalizadores que los interpelan. A modo de conclusión, este capítulo sugiere cuatro retos principales: uno remite a la dimensión ética, referida a la responsabilidad de la escucha; un segundo reto se refiere a la constitución de equipos de trabajo; un tercer reto se refiere a las posibilidades de incidir en la formulación de políticas públicas pero, también, en el trabajo político en un sentido más amplio. Por último, este capítulo se interroga acerca de cómo las comunidades migrantes podrían constituirse en sujetos políticos, capaces de forjar sus propias redes, agendas y demandas. La reflexión acerca del quehacer, la institucionalización y los vínculos de las ciencias sociales ha estado presente en diversos períodos y contextos socioculturales. Por lo común, se ha tratado de observaciones críticas, surgidas en el contexto de relaciones de poder que privilegiaban ciertas perspectivas en demérito de otras1. Más recientemente, algunas de las preocupaciones iniciales han continuado en debate. Pierre Bourdieu, por ejemplo, sugiere al menos tres planos de interrogación: uno remite a los orígenes sociales y a las condiciones sociales desde las cuales se produce; la segunda se interroga por las condiciones institucionales desde las cuales se trabaja; y la tercera remite a los conceptos y herramientas desde las cuales y con las cuales se conceptualiza y desarrolla un proyecto. Los tres demandan un esfuerzo de distanciamiento, capaz de convertir la biografía y las premisas de trabajo en objeto de indagación2. Boaventura de Souza Santos3 ofrece una segunda referencia reciente al debate sobre las ciencias sociales, al sugerir que la realidad no puede ser reducida a lo que existe, para lo cual se requiere una sociología de las ausencias y una sociología de las emergencias. La primera es caracterizada como 1 Franz Fanon, Black Skin, White Masks (Londres: Pluto, 1986), Charles Wright Mills, La imaginación sociológica (México: Fondo de Cultura Económica, 1987). 2 Pierre Bourdieu y Loic Wacquant, An Invitation to Reflexive Sociology (Chicago: University of Chicago Press, 1992), 37. 3 Boaventura de Souza Santos, Epistemologías desde el Sur (Buenos Aires: CLACSO, 2009). CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 219 «una investigación que intenta demostrar que lo que no existe es, en verdad, activamente producido como no existente, es decir, como una alternativa no creíble a lo que existe»4. Por su parte, «la sociología de las emergencias consiste en la investigación de las alternativas que caben en el horizonte de las posibilidades concretas»5. «Mientras que la sociología de las ausencias se mueve en el campo de las experiencias sociales, la sociología de las emergencias se mueve en el campo de las expectativas sociales». «Ambas le otorgan al presente un contenido más denso y sustantivo que el instante fugaz entre pasado y futuro6. Una tercera referencia, sobre la cual este capítulo se elabora, es el debate en torno a lo que Michael Burawoy plantea sobre la sociología pública. Este autor se interroga para quién y para qué es el conocimiento que se produce. Burawoy identifica cuatro dimensiones de la sociología: la profesional —con la mayor legitimidad y reconocimiento—, la sociología de las políticas públicas, la sociología crítica y, la que él subraya como el principal reto, la sociología pública7. Mientras algunos críticos advierten reservas acerca de si, efectivamente, la sociología pública será capaz de subvertir las jerarquías en el interior de la disciplina8, otras reacciones se interrogan hasta que punto la sociología pública reconoce las asimetrías entre la sociología y los campos subalternos de conocimiento, como los estudios latinos o los estudios étnicos9. Una duda mayor es en qué medida este debate, en torno a la sociología pública, dialoga con perspectivas semejantes en el Sur Global10. Este artículo se interroga, siguiendo a Patricia Hill Collins11, si nosotros/as —quienes trabajamos críticamente en migración— no habremos «estado haciendo sociología pública sin saberlo» (énfasis en el original), pero al mismo tiempo también se pregunta de qué modo estos debates enriquecen nuestro trabajo, sobre todo en una época en que las debilidades institucionales de las universidades centroamericanas y el predominio de las prioridades de la cooperación internacional, deja pocas opciones para que las nuevas generaciones de científicos sociales puedan contar con oportunidades labora- 4 5 6 7 Ibidem, 109. Ibidem, 129. Ibidem, 130 y 131. Michael Burawoy, «For public sociology», American Sociological Review 70, 4 (2005), 243. 8 Sharon Hays, «Stalled at the altar? Conflict, hierarchy, and compartmentalization in Burawoy’s public sociology», en Public Sociology. Fifteen Eminent Sociologists Debate Politcs & the Profession in the Twenty First Century, Clawson, Dan et al. (Berkeley: Universtiy of California Press, 2007). 9 Evelyn Nakano Glenn, «Whose public sociology? The subaltern speaks, but who is listening?», en Public Sociology..., op. cit. 10 Para una excepción, ver Michael Burawoy, «For public sociology», op. cit., 254. 11 Patricia Hill Collins, «Doing the sociology that had no name», in Public Sociology..., op. cit., 21. 220 CARLOS SANDOVAL GARCÍA les estables, desde las cuales puedan responder a las necesidades de conocimiento de los sectores mayoritarios de la región. Estas tres áreas —políticas públicas, imaginarios sociales, trabajo con comunidades migrantes— surgen de proyectos de investigación realizados en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica entre los años 2005 y 2011, en los cuales se ha procurado no sólo investigar algunas de las dimensiones más relevantes de fenómenos asociados a la migración, sino también se ha interrogado cómo construir formas cooperativas de trabajo, en donde la colaboración y no la competencia sea el valor predominante12. Ello nos ha permitido conformar equipos de trabajo intergeneracionales con colegas de las ciencias sociales, las artes y el derecho. Como apuntó Michael Green, a propósito de la conformación de prácticas de trabajo de los Estudios Culturales en la Universidad de Birmingham, no son sólo agendas intelectuales y políticas amplias e innovadoras las que dan lugar a iniciativas de investigación, sino que ello también depende de las formas en que se organice el trabajo13. Los retos de las ciencias sociales no sólo remiten, pues, a la formulación de preguntas teóricas, metodológica y socialmente informadas, sino también a propiciar culturas académicas intensas, generosas y enriquecedoras. Asimismo, estas experiencias se han alimentado de la reflexión acerca de cómo construir vínculos: por un lado, con las personas migrantes, a quienes, más que ser consideradas «objetos de investigación», se les reconoce como sujetos; por otro lado, con organizaciones que realizan trabajo de incidencia y acompañamiento de comunidades migrantes, incluidos los medios de comunicación; y, en tercer lugar, con agencias financiadoras. Cuántas de estas prácticas de construcción institucional, tanto internas como externas, podrían enriquecerse en el tiempo es una interrogante que no tiene una respuesta fácil ni asegurada. Otros amenazantes en el imaginario social costarricense La comunidad nicaragüense en Costa Rica es uno de los casos relevantes de inmigración Sur-Sur en el contexto latinoamericano. De acuerdo con el último Censo de Población, realizado en el 2000, se estima que las perso- 12 Durante estos años un número de colegas contribuyó. Esteban Sánchez Solano, Mayela Castillo Villachica, Karen Masís Fernández, Marcela Montanaro Mena y Olman Bolaños participaron en algunos tramos. Mónica Brenes Montoya, Laura Paniagua Arguedas y quien suscribe hemos laborado junt@s durante todo el período. Durante estos años, hemos recibido apoyo de la Fundación Wenner Gren para la Investigación en Antropología de los Estados Unidos (2005), el Servicio Jesuita para Migrantes de Centroamérica (2006-2007) y el Centro para la Investigación y el Desarrollo de Canadá (2007-2011). 13 Michael Green, «Working practices», en Cultural Methodologies, J. McGuigan (ed.) (Londres: Sage, 1997), 195. CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 221 nas nicaragüenses que viven en Costa Rica representan alrededor de 226.374 (5,9%) del total de los habitantes. Según estimaciones de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples, para el año 2009, la población nicaragüense en el país asciende a 270.105 personas, un 5,8 por ciento del total. Es decir, a lo largo de una década ha habido un ligero descenso, aunque en el imaginario social costarricense persiste la imagen de que el número de inmigrantes continúa aumentando. En la segunda mitad del siglo XX, se pueden distinguir dos momentos en que se intensifican los desplazamientos de población de Nicaragua hacia Costa Rica. Uno es provocado por la guerra financiada por la Administración Reagan a inicios de la década de 1980, la cual demanda el establecimiento del Servicio Militar Patriótico y produce una profunda crisis económica en la sociedad nicaragüense. El otro es generado por las medidas de corte neoliberal que privatizan instituciones, eliminan subsidios y generan un enorme desempleo a principios de la década de 1990. Adicionalmente, el desastre social producido por el Huracán Mitch agravó las condiciones de vida de cientos de miles de nicaragüenses. La comunidad nicaragüense en Costa Rica ha sido tematizada tanto en los medios de difusión como en conversaciones cotidianas. Muchos de los temas pueden resultar familiares en otros países y regiones, pues si bien las nacionalidades cambian, las narrativas permanecen. ¿Se convertirán los inmigrantes en mayoría?, ¿impondrán otras costumbres?, ¿desplazarán a los nacionales de sus empleos?, ¿son responsables del deterioro de los servicios públicos y del aumento de la criminalidad y la sensación de inseguridad?, éstas son algunas de las preguntas recurrentes que se escuchan en Costa Rica, pero también en Estados Unidos o la Unión Europa14. En el caso de la sociedad costarricense, existe una débil esfera pública que impide potenciar la reflexión sobre sí misma y reconocer que ha habido un debilitamiento de instituciones claves, sobre todo generado por la disminución de la inversión pública, y un desdibujamiento del imaginario colectivo que ha caracterizado al país como «excepcional». Con frecuencia, las fantasías acerca de la nación reemplazan el debate acerca del tipo de sociedad a la que se aspira. La hostilidad anti-inmigrante, abonada con frecuencia por los medios de comunicación, ha sido la materia prima de estas fantasías excluyentes de nación. A su vez, esta misma hostilidad anti-inmigrante pretende contener, volver llevadera, la ansiedad generada por el desvanecimiento de las instituciones y los imaginarios. 14 George Lipsitz, The Possessive Investment in Whiteness. How White People Profit from Identity Politics (Filadelfia: Temple University Press, 1988). Leo Chavez, Covering Immigration: Popular Images and the Politics of the Nation (University of California Press, 2001), Gargi Bhattcharrya, John Gabriel y Stephen Small, Race and Power. Global Racism in the Twenty-first Century (Londres: Routledge, 2002). Leo Chaves, The Latino Threat. Constructing Inmigrants, Citizens, and the Nation (Berkeley: University of California Press, 2008). 222 CARLOS SANDOVAL GARCÍA La legalidad que produce irregularidad La Ley General de Migración y Extranjería (n.º 8.764) vigente fue aprobada por la Asamblea Legislativa en julio de 2009 y entró en efecto en marzo de 2010. En general, presenta una serie de modificaciones respecto a la ley anterior. Elimina buena parte del vocabulario vinculado a la «seguridad», el cual abundaba en ley previa, y lo reemplaza por el de derechos humanos, haciendo alusión a múltiples convenios internacionales ratificados y vigentes en Costa Rica15. Sin embargo, esta Ley plantea una serie de disposiciones que conviene analizar con detenimiento. Esta nueva legislación combina un encuadre de derechos humanos, que le ha ganado una importante legitimidad entre actores, y disposiciones específicas, que vuelven el proceso de regularización migratoria aún más oneroso y difícil, al tiempo que otorga competencias a las instancias encargadas de ejecutar la legislación migratoria que más serían propias del Poder Judicial16. Pese a que, de acuerdo con la Caja Costarricense de Seguro Social, a febrero de 2009, solo el 57,4% de la población económicamente activa estaba cubierta por el seguro social, sobre todo como resultado de que la mayoría de los empleos que se generan son de tipo «informal», la afiliación al sistema público de seguridad social es uno de los nuevos requisitos para iniciar trámites de regularización (artículos 7-inciso 7; 78-inciso 3; y 97). Esto está teniendo como consecuencia, que el aseguramiento recaiga en los y las trabajadoras y se exima a los empleadores de su responsabilidad. Los costos son otro aspecto relativo a la documentación. La Ley establece una serie de pagos para acceder a períodos de extensión de la categoría migratoria o para cambiar ésta. Por ejemplo, una persona con categoría 15 En el caso de la niñez y la adolescencia, se menciona que en una política migratoria será importante tener en cuenta el interés superior de estas poblaciones. Otro elemento importante de esta legislación lo constituye el reconocimiento de la población costarricense como migrante y el compromiso sobre las medidas a tomar para proteger el derecho a no migrar y las garantías para las personas que desean retornar. 16 Respecto al modo en que los derechos humanos en ocasiones se constituyen en un referente para legitimar políticas que incluso erosionan los mismos derechos humanos que dicen proteger, Tanya Basok nota que con frecuencia el análisis de los derechos se concentra, sobre todo, en la implementación de las normas, más que en las normas mismas. Ello ha significado que ha habido poca atención a la distinción entre aquellos derechos que se adecúan a las tradiciones liberales y aquéllos que podrían desafiar la soberanía nacional. Basok sugiere distinguir entre principios de derechos humanos hegemónicos y contra hegemónicos. Los primeros son los congruentes con las nociones liberales de la igualdad de los individuos y de la libertad de los individuos frente a la coerción, mientras que los derechos humanos contra hegemónicos son aquéllos que, en una u otra forma, desafían el status quo, ya sea debilitando las premisas políticas y económicas de las democracias liberales o los principios de soberanía nacional, en Tanya Basok, «Counter hegemonic human rights discourses and migrant rights activism in the US and Canada», International Journal of Comparative Sociology 50, 2 (2009), 183-205. CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 223 de turista debe cancelar 100 dólares si desea prolongar su estancia en el país (artículo 90). Asimismo, si se desea cambiar la categoría migratoria se debe, además de cumplir con los requisitos para obtener la nueva categoría, pagar 200 dólares (artículos 96 y 125), a menos que salga del país a visar, en cuyo caso debe iniciar trámite de residencia, lo cual tiene un monto de $30. Si se toma en cuenta que los altos costos son uno de los factores que impiden los trámites de regularización del estatus migratorio o de renovación de documentos, estos costos se convierten en un factor que impide la regularización. Incluso, uno de los motivos para cancelar la residencia permanente de una persona es el no renovar su documentación en un periodo de tres meses posteriores al vencimiento de la misma (artículo 129, inciso 10). A lo anterior, se debe sumar que por toda estancia irregular en territorio costarricense se deberá cancelar una multa de 100 dólares por cada mes de estancia irregular o «en su defecto, se prohibirá su ingreso por un plazo equivalente al triple del tiempo de su permanencia irregular» (artículo 33, inciso 3). El requisito del aseguramiento aunado a la severidad de las multas, muy probablemente aumentará la no documentación. Así, la ley produciría la «ilegalidad» que ella misma dice que procura erradicar, es decir, los requisitos son tales que fomentan la ausencia de la documentación. El informe de solicitudes de regularización, presentado a la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) durante el año 2010, revela que antes y después de la entrada en vigencia de la Ley no se observan cambios significativos, es decir, la regularización, uno de los pasos hacia la integración —la promesa de la Ley— está lejos de cumplirse17. Esta es una tendencia subrayada en algunos estudios sobre legislación migratoria en varios países18. Moe Naggi, por ejemplo, ha notado que: «La restricción migratoria produce una persona ilegal como un nuevo sujeto político ilegal, cuya inclusión dentro de la nación fue simultáneamente una realidad y una imposibilidad legal». Ella continua diciendo que «ser un inmigrante no autorizado o ilegal es un estatus conferido por el Estado y luego se incorpora en los cuerpos de los migrantes, porque la ilegalidad es tanto pro- 17 En diciembre 2010, las estadísticas informan de 356.860 personas inscritas en la DGME, de las cuales 313.100 son permanentes, 24.261 son temporales y 19.499 son especiales. La población nicaragüense registrada suma 245.889 personas, es decir, un 68,90 por ciento. En el año 2010, se recibieron 23.210 nuevas solicitudes. La distribución por mes, antes y después de la entrada en vigencia de la Ley en marzo, muestra que en enero se recibieron 1.420 solicitudes, mientras que en noviembre 1.499. Es decir, la Ley no implica, al menos durante los primeros 8 meses de su vigencia, un incremento de las solicitudes de permanencia documentada, que constituiría un primer paso hacia la integración, que como se comentó, es su propósito. Estas cifras requieren mayor discusión, pues constituyen posiblemente los indicadores más fiables para cotejar metas y resultados. Sin embargo, hasta ahora han pasado desapercibidas. 18 Nicholas de Genova, «Migrant “illegality” and deportability in everyday life», Anun Review of Anthropology 31 (2002), 419-47. 224 CARLOS SANDOVAL GARCÍA ducida como vivida»19. Una ley que surge inspirada en nombre de los derechos humanos, termina disminuyendo las posibilidades prácticas de alcanzar la regularización migratoria. Un segundo conjunto de disposiciones previstas por la Ley se refieren a las facultades otorgadas a autoridades migratorias. Las aprehensiones facultadas a la Policía de Migración son por 24 horas, pero éstas podrían extenderse, con autorización del Director de la DGME, por más tiempo, sin especificar el límite, tal y como se establece en los artículos 12 y 31 inciso 5a y 5b. En este contexto, surge la duda de si las aprehensiones pueden ser indeterminadas y si éstas pueden ser prolongadas por una autoridad administrativa o están expresamente reservadas para una autoridad judicial, tal como lo explicita la Constitución Política de Costa Rica en su artículo 37. En la misma dirección, se tendría que comprender la disposición del artículo 16 de la Ley de Migración y Extranjería vigente, en el sentido de que «La Policía Profesional de Migración investigará la trata y el tráfico de personas, así como cualquier infracción de naturaleza migratoria». La policía administrativa estaría facultada para realizar aprehensiones, pero no debería estarlo para investigar casos, lo cual se supondría, nuevamente, una facultad del Poder Judicial, tal como lo establece la Constitución Política en su artículo 153. En una perspectiva de más largo alcance, esta discrecionalidad otorgada a autoridades administrativas coincide con señalamientos realizados a propósito de cambios en la legislación de un buen número de países, los cuales han significado la erosión de un número de premisas del Estado de Derecho, incluyendo la discrecionalidad otorgada a autoridades policiales, la disminución de la presunción de inocencia y la división de los poderes20. En el ámbito migratorio entonces toman forma cambios, cuya naturaleza y consecuencias, podrían ser de largo alcance. Seyla Benhabib ha notado que las migraciones transnacionales ponen sobre el tapete el dilema, en el corazón mismo de las democracias liberales, entre las demandas de soberanía y autodeterminación, por una parte, y la adherencia a principios universales de derechos humanos, por la otra21. Se reconoce que hay derechos humanos que trascienden las políticas nacionales pero también se registra que la soberanía del Estado continúa determinando quién tiene o no derechos. Una de las tareas pendientes continúa siendo concebir una política pública en materia de migración que parta del reconocimiento de la profunda interdependencia entre las personas migrantes, sus familiares y las comunidades de acogida. Miles de personas han encontrado empleo y residencia en Costa Rica, 19 Citado en Leo Chavez, The Latino Threat, op. cit., 23. Gargi Bhattcharrya, Dangerous Brown Men. Exploiting Sex, Violence and Feminism in the War of Terror (London: Zed books, 2008). 21 Seyla Benhabib, The Rights of Others. Aliens, Residents and Citizens (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), 2. 20 CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 225 al tiempo que muchos y muchas costarricenses podemos desempeñar nuestros trabajos remunerados, porque una persona nicaragüense cuida a nuestros hijos e hijas, y adultos y adultas mayores. Algunas actividades económicas dependen estructuralmente de la participación de nicaragüenses, como es el caso de la construcción, la agricultura de exportación, la seguridad privada y, desde luego, el trabajo doméstico remunerado. Aunque, como Benhabib anota, las personas seamos «radicalmente y no meramente interdependientes», ella misma subraya que: «La ciudadanía y las prácticas de la membresía política son los rituales a través de los cuales la nación se reproduce espacialmente. El control de las fronteras territoriales, la cual es coetánea con la soberanía del Estado nación moderno, busca asegurar la pureza de la nación en el tiempo a través de la vigilancia de sus contactos e interacciones en el espacio»22. La construcción de vínculos entre saberes, agentes y prácticas sociales, en torno a la demanda de justicia y derechos en el campo de la migración, requiere la búsqueda de formas de articulación entre perspectivas más de tipo analítico, que describen por ejemplo el incremento de políticas de control de flujos migratorios, y aquellos enfoques cuya atención principal está en una perspectiva normativa, cuya prioridad es imaginar posibles modos de transformación. Como se anotó antes, Boaventura de Souza Santos sugiere que la realidad no puede ser reducida a lo que existe y, más que sugerir nuevas totalidades, por lo demás necesariamente incompletas, él apunta hacia el trabajo de traducción, el cual es precisado como «el procedimiento que permite crear inteligibilidad recíproca entre las experiencias del mundo, tanto las disponibles como las posibles, reveladas por la sociología de las ausencias y la sociología de las emergencias»23. La traducción implica vínculos entre saberes, agentes, prácticas sociales, y es particularmente necesaria en la búsqueda de articulación entre perspectivas de tipo analítico y aquéllas orientadas desde enfoques normativos. La importancia de este vínculo adquiere más relevancia si se reconoce, como lo ha notado Jonathan Rutherford, que el predominio de teorías que enfatizan la reconstrucción de identidades sociales y otras formas de adscripción, por lo general afines al postestructuralismo, han carecido de las referencias éticas para generar nuevas relaciones sociales más igualitarias que las que buscaban deconstruir24. El énfasis en la reconstrucción no ha estado acompañado, pues, con un ímpetu similar en términos de articulación de mundos emergentes. La traducción facilita la configuración de «zonas de contacto»25 entre saberes, perspectivas y actores que no coinciden con frecuencia. El derecho 22 Ibidem, 18. Boaventura Souza Santos, Epistemologías desde el Sur, op. cit., 125 y 136. 24 Jonathan Rutherford, After Identity (Londres: Lawrence and Whishart, 2007), 19. 25 Carlos Sandoval, «Zonas de contacto entre las ciencias sociales», en Género y religión, sospechas y aportes para la reflexión, Elizabeth Cook (ed.) (San José: Universidad Bíblica Latinoamericana, 2009). 23 226 CARLOS SANDOVAL GARCÍA —dice de Souza— «puede ser emancipatorio en la medida en que sea usado de modo contra hegemónico»26. Es decir, se requiere trascender la sola crítica académica o los comunicados de organizaciones señalando discriminaciones en esta Ley, para avanzar en el reconocimiento de «ciudadanías en práctica»27, para lo cual las ciencias sociales públicas, en el sentido de Burawoy, pueden contribuir. En este contexto, surge el reto de procurar impugnar por inconstitucionales o por reñir con normativa internacional, de la cual el Estado costarricense es signatario, algunos artículos de esta Ley ante el Tribunal Constitucional. Argumentar, por ejemplo, que algunos de los requisitos, costos y multas podrían violentar los principios de razonabilidad y proporcionalidad, fundantes del Estado de Derecho, o que las atribuciones de la DGME y de la policía de migración violentan el principio de independencia de los poderes. Después de todo, como apunta Ruth Lister, «buena parte de la historia política del siglo XX ha estado caracterizada por batallas por extender, defender o hacer realidad derechos políticos, civiles y sociales de ciudadanía»28. En un sentido similar, Elizabeth Jelin sostiene que «la historia de la ciudadanía es, en realidad, la historia de luchas sociales por la expansión y la profundización de los derechos»29. Ello implica, no sólo sistematizar algunas de las críticas a la legislación vigente, sino también consolidar capacidades para impugnar persuasivamente la necesidad de hacer prevalecer la justicia y los derechos ciudadanos más allá de la nacionalidad. A partir de esta inquietud, se invitó a colegas que trabajan en el tema de la migración, a reflexionar sobre los alcances de la Ley y las posibilidades de incidir sobre ella30. En el marco de estas iniciativas, se le hizo entrega, al entonces Director de la DGME, de un documento con las principales inquietudes, en el cual se sugería, por ejemplo, que no se disminuyeran los costos, pero que sí se ampliara la vigencia de los documentos. Como producto de esta iniciativa, la DGME amplió la vigencia de las cédulas de residencia, de un año a dos para la primera emisión y a tres o cuatro para las revalidaciones, tal y como se constata en el artículo 56 del Re- 26 Boaventura de Souza Santos, «Prólogo», en Del activismo social a la justicia constitucional, Patricio Pazmiño Freire (ed.) (Quito: FLACSO, 2010), 12. 27 Mónica Brenes et al., Ciudadanías en práctica. El ejercicio de los derechos de personas migrantes en Costa Rica en la Sala Constitucional (San José: CONAMAJ, 2010). 28 Ruth Lister, Citizenship. Feminist Perspectives (New York: New York University Press, 1997), 4. 29 Elizabeth Jelin, «Migraciones y derechos: instituciones y prácticas sociales en la construcción de la igualdad y la diferencia», en Migraciones hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos, A. Grimson y E. Jelin (ed.) (Buenos Aires: Prometeo, 2005). 30 Las iniciativas descritas seguidamente forman parte del proyecto «Avanzando los derechos de las mujeres migrantes en América Latina y el Caribe», que se desarrolló desde el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica y con el apoyo del Centro Internacional para la Investigación y el Desarrollo de Canadá. CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 227 glamento de Extranjería, el cual se divulgó en el diario oficial La Gaceta en enero 2011. Una segunda etapa del trabajo consistió en convocar, a un grupo más permanente, a una reflexión más cuidadosa de la Ley y de las posibilidades de preparar un recurso de inconstitucionalidad. A inicios de 2011, un primer borrador del recurso está preparado. Si se compara el trabajo realizado cuando entró en vigencia la Ley anterior en el año 2006 y en la actualidad, una diferencia importante es que en esta oportunidad hay un mayor esfuerzo crítico colectivo y capacidad para el análisis detallado e informado, el cual incluyó el análisis de los reglamentos que acompañan a la Ley. Aunque la cooperación internacional en migraciones es frecuente y a veces abundante, es poco lo que se invierte en fomentar la incidencia, sobre todo a largo plazo. En cambio, a menudo, se solapan diagnósticos sobre diversas temáticas. Frente a este panorama ciertamente limitado, la experiencia de análisis de la Ley introduce interrogantes más generales acerca de cuáles deberían ser las prioridades de la investigación y la incidencia en el tema de la migración, en un contexto caracterizado por el endurecimiento de la legislación migratoria en diversas regiones del mundo. Una segunda iniciativa en materia de derechos se ha articulado en torno a la constatación de que mujeres nicaragüenses en condición irregular no tienen acceso a servicios de salud, excepto en situaciones de emergencia o bien durante su embarazo. Por otra parte, el Estado costarricense es signatario de derechos consignados en la legislación internacional sobre derechos sexuales y reproductivos. En consecuencia, lo establecido en esa normativa internacional es de acato obligatorio para el Estado costarricense. Desde luego, el enorme reto es cómo volver exigible el cumplimiento de la normativa internacional a nivel nacional. Sobre ello también se ha elaborado un documento que se espera presentar a las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social. Tanto el recurso de inconstitucionalidad como la propuesta de extender el derecho de acceso a la salud a mujeres migrantes en condición irregular, se han visto entorpecidos por el conflicto en torno a la definición de los límites entre Nicaragua y Costa Rica31. Esta coyuntura implica un considerable retroceso en términos de ejercicio de derechos de personas migrantes. Los medios de comunicación han representado el conflicto como un enfrentamiento entre sociedades e incluso en Costa Rica se convocó a colocar banderas en las viviendas y en los automóviles para remarcar la identificación de la población con las tesis del gobierno. Así, el conflicto limítrofe ha movilizado y articulado con gran intensidad discursos nacionalistas y ha incrementado la hostilidad antiinmigrante. Por ello, junto con el ejercicio de las ciudadanías 31 Véase por ejemplo http://www.nacion.com/20101113/AldeaGlobal/NotaPrincipal/Aldea Global2588257.aspx 228 CARLOS SANDOVAL GARCÍA en práctica, se plantea el enorme reto de discutir los imaginarios sociales en torno a la inmigración, algunos de los cuales son, sin duda, punto de partida para la legislación que se ha discutido en este apartado. Este es el tema de la siguiente sección. Imaginarios sociales en torno a la inmigración En un contexto de hostilidad anti-inmigrante, uno de los retos que afrontan, tanto la investigación académica como las organizaciones sociales, es cómo responder a aquélla, en términos de contenidos o de formas culturales y medios empleados. En esta sección se examinan algunos de los argumentos desde los cuales se procura responder a la hostilidad antiinmigrante. Un primer argumento es el «juego de los números»32, el cual sugiere que si el número de inmigrantes disminuyera, decrecería también la hostilidad. Un segundo repertorio es instrumental y utilitario: dado que los y las inmigrantes realizan labores que la población local no realiza, los debemos aceptar. Un tercer modo de responder, común entre las ciencias sociales críticas, es asumir que la hostilidad es producto de imágenes infundadas acerca de la relación entre inseguridad o falta de facilidades en las instituciones y la presencia de inmigrantes. Un cuarto modo de responder remite a valores como la hospitalidad y la solidaridad para intentar trascender la hostilidad y la exclusión, asociadas a la legislación migratoria. El «juego de los números» suele ser empleado desde posiciones conservadoras, no tanto para refutar la hostilidad, cuanto que para justificarla. Así, la tesis principal es que si no hubiese «muchos migrantes», no habría hostilidad. Así, los inmigrantes son responsables de su propia discriminación. Ghassan Hage nota, para el caso de Australia, algo que puede también decirse en el caso de Costa Rica: que haya «muchos inmigrantes representa la posibilidad de que se conviertan en algo fuera de control y el perder el status de ser un objeto de la voluntad del administrador nacionalista»33. Es decir, la exageración del número de inmigrantes legitima el ejercicio del poder, tanto a través de discursos xenófobos como de políticas públicas que endurecen los controles migratorios. La literatura informa que no necesariamente hay una correspondencia entre el aumento de la inmigración y el aumento de la hostilidad. Se estima que el porcentaje de los y las migrantes internacionales corresponde al 3 por ciento de la población mundial total, es decir, unos 200 millones de personas. A menudo, se considera que tales cifras corresponden a un aumento conside- 32 Stuart Hall, «The Whites in their eyes. Racist ideologies and the media», en The Media Reader, M. Alvarado y J. Thompson (eds.) (Londres: British Film Institute, 1981), 20. 33 Ghassan Hage, White Fantasies (Sidney: Pluto Press), 92. CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 229 rable de la migración internacional, con frecuencia explicada como consecuencia de la globalización. Sin embargo, ya historiadores34 han notado que, en términos relativos con respecto a la población de la época, hubo mayor inmigración en el siglo XIX que en el siglo XX. Si a esta perspectiva histórica se integrara un análisis de la migración interna (muy poco estudiada contemporáneamente), podría haber también resultados sorprendentes. Por ejemplo, la migración interna de China, sobre todo hacia las provincias del Pacífico, se estima en 200 millones de personas, es decir, el equivalente al total de la inmigración internacional total. De lo anterior se podría concluir que, tanto en términos históricos, como del contraste migración interna-migración externa, debería tenerse mayor cautela cuando se concluye que se vive una «edad de las migraciones», que se asume a menudo como sinónimo de migraciones internacionales. Muy probablemente, lo más sobresaliente de este período sea el incremento de los controles de los países desarrollados, particularmente los Estados Unidos y la Unión Europea, para evitar el ingreso de personas de baja escolaridad, provenientes de países de América Latina, Asia y África. El caso de Costa Rica muestra algunas similitudes a lo acotado en términos internacionales. El Censo de 1929, por ejemplo, reportó 6,2 por ciento de población extranjera, mientras que el último Censo, realizado en el año 2000, estimó un 7,5 por ciento. Es decir, las cifras no han aumentado drásticamente. Incluso si se comparan los resultados del Censo 2000 con los provistos por la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples 2009, como se anotó antes, se aprecia un ligero descenso de la población nicaragüense. Este ligero descenso —de 5,9 a 5,8 respecto a la población total— adquiere más relevancia si se tiene presente el descenso de la tasa de natalidad en Costa Rica, es decir, pese a que en un país decrece la población local, los y las inmigrantes no representan cifras crecientes. Sin embargo, la hostilidad parece no mermar sustancialmente. A este respecto, uno de los retos pendientes desde la dimensión pública de las ciencias sociales es cómo emprender una lectura crítica de las tendencias demográficas con audiencias no especializadas. Las respuestas instrumentales y utilitarias, que subrayan que dado que los y las nicaragüenses desempeñan los empleos que la población local no asume, suelen ser las más frecuentes, y abogan por la tolerancia. Esta visión está basada en la premisa que actividades económicas cruciales, como la agricultura de exportación (piña, naranja, melón, banano, café, por ejemplo), construcción o trabajo doméstico remunerado dependen de la mano de obra de los y las nicaragüenses, luego se les debe tolerar. Sin embargo, la principal dificultad con el concepto de tolerancia es que aquéllos, supuestamente tolerantes, tienen el derecho de decidir respecto a quienes la ejercen; el poder que les permite ser tolerantes no se les retira. Como nota Hage, la vocación de tolerancia les permite también ser intole- 34 Eric Hobsbawn, «The death of neoliberalism», Marxism Today, nov/dec. 4-8 (1999). 230 CARLOS SANDOVAL GARCÍA rantes. Ser o no tolerantes es una opción para quienes ostentan poder. La tolerancia está animada, en última instancia, por el autointerés de la sociedad local, no por el reconocimiento de derechos de quienes son considerados «otros»35. Una alternativa al utilitarismo de la tolerancia podría ser el reconocimiento de la interdependencia entre la sociedad de arribo y las y los migrantes. Sin embargo, la sociedad costarricense está lejos de estar en condiciones de reconocer cuánto depende ella de aquéllos que no acepta. El reconocimiento de la interdependencia es una ausencia estructurante de la Ley de Migración. Es decir, aquello que no está tiende a configurar lo que aparece. En este sentido, la legislación migratoria expresa valores arraigados en el imaginario social, por lo que intentar cambiarla no es un asunto meramente jurídico —aun y cuando esta dimensión sea muy importante— sino que remite a un plano si se quiere más ideológico. La ausencia de la noción de interdependencia remite también a las posibles formas narrativas o géneros desde los cuales recrear la interdependencia. Es sintomático que en Costa Rica, pese a la frecuencia con la cual se refiere a la inmigración, no se hayan publicado novelas, posiblemente la forma cultural que mejor suele dar cuenta del entramado social de una época36. No hay tampoco mayor participación de la primera generación de hijos e hijas de inmigrantes en el debate público sobre la inmigración. Ellos y ellas serían quienes estarían mejor preparados para advertir la centralidad de la interdependencia. En un contexto en que la proporción de mujeres que laboran de manera remunerada es bastante mayor que la proporción de hombres que asumen trabajo doméstico no remunerado, las primeras tienden a reconocer en privado que sin el trabajo doméstico realizado por mujeres nicaragüenses, ellas no podrían desempeñar labores remuneradas. Sin embargo, este reconocimiento no se traduce en términos de narrativas públicamente compartidas de interdependencia, capaces de incidir en los imaginarios sociales y en la formulación de políticas públicas. En tercer lugar, una perspectiva crítica sobre la xenofobia subraya que las ideologías que subyacen a los imaginarios de la inmigración pretenden explicar la mayoría de los problemas sociales como consecuencia del incremento de la inmigración. La inseguridad y el declive de los servicios públicos, incluyendo educación y salud, se justifican con el incremento de la inmigración. El «otro nicaragüense» está profundamente imbricado en chistes, correos electrónicos, conversaciones interpersonales, blogs, programas de entretenimiento, entre otros. Probablemente, la principal consecuencia de esta conversión es que la xenofobia y el racismo se han convertido en sentido co- 35 Ghassan Hage, White Fantasies..., op. cit., 85-6. Mijail Bajtín, The Dialogic Imagination: Four essays by M. M. Bakthin, Michael Holquist y Caryl Emerson (ed.) (Austin: University of Texas Press, 1981). 36 CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 231 mún y pocas veces se le responde, desde la misma vida cotidiana, a partir de enfoques críticos. El punto de partida de las perspectivas críticas es que las mitologías no están justificadas en la evidencia empírica y, más bien, responden a prejuicios que la investigación al menos podría explicitar. Por ejemplo, la investigación argumenta que no hay una relación causal entre el aumento de ciertas formas de criminalidad y población migrante. El porcentaje de hombres privados de libertad es similar al porcentaje total de nicaragüenses en el país. El análisis de la asociación que suele establecerse entre el declive de servicios públicos y población migrante ha sido refutado a partir de la consideración de que este debilitamiento forma parte de la disminución de la inversión pública, una típica política neoliberal que ya lleva casi tres décadas. Es vital imaginar formas de discutir, con audiencias no especializadas, la tesis de que el declive de las condiciones de vida, para importantes sectores de la sociedad costarricense, no responde en lo fundamental a la comunidad migrante. La comunidad migrante que aporta fuerza de trabajo estratégica para la agricultura de exportación (café, banano, piña, melón, yuca, entre otros), la construcción o el trabajo doméstico remunerado, comparte con sectores trabajadores costarricenses la experiencia de bajos salarios e inestabilidad laboral en un periodo en que la economía se ha diversificado y ha aumentado la riqueza, pero también se ha incrementado la desigualdad. En este contexto, los imaginarios nacionalistas parecen estar reemplazando los imaginarios de sociedad, como principal referencia para elaborar una comprensión de los cambios institucionales y las relaciones sociales. Como sugiere Saskia Sassen, «la desnacionalización de la economía ha producido una nacionalización de la política»37. En este contexto, dos tareas son particularmente difíciles. Una es cómo presentar en audiencias no especializadas este cambio, de modo que los y las costarricenses, en una situación más vulnerable, no perciban a los nicaragüenses como aquéllos que les quitan empleos, servicios y derechos. Como Jonathan Rutherford anota: «Es fácil pensarse como liberal y tolerante cuando uno tiene una posición relativamente solvente y vive en un barrio seguro, protegido de los intrusos por precios inflados de las viviendas. Nuestra respuesta ética a los otros no es simplemente una preocupación moral privada, es un asunto político… La idea de una ética de la hospitalidad significa la libertad de dar… El acto de dar está basado en la experiencia de haber recibido.»38 Es decir, el proponer ser generoso en una época en que el Estado y sus instituciones no lo han sido no es tarea fácil. 37 Citado por Pierrette Hondagneu-Sotelo, God’s Heart has no Borders. How Religious Activists are Working for Immigrant Rights (Berkeley: University of California Press, 2008). 38 Jonathan Rutherford, After Identity..., op. cit., 65-6. 232 CARLOS SANDOVAL GARCÍA La segunda dificultad es que la identificación con imágenes de una «nación amenazada» por inmigrantes se caracteriza por un fuerte componente emocional y, por lo común, las explicaciones fundamentadas en «datos duros» no suelen aproximarse a las formas de adscripción más emotivas. Las opciones interesadas en perspectivas emotivas, por lo común afines al psicoanálisis, abordan la hostilidad como una «identificación proyectiva» que condensa, alrededor de aquéllos considerados «otros», el sentido de fragilidad vivido por individuos en el mundo externo39. Desafortunadamente, al menos en el caso de Costa Rica, esta forma de comprender la hostilidad y la xenofobia ha sido más un recurso interpretativo que una estrategia de intervención pública. No tenemos experiencia en transmitir «proyección identificadora» a la discusión pública en la vida cotidiana, por ejemplo. La ausencia de discusión, acerca de la preeminencia del nacionalismo como identificación colectiva, y la poca reflexión pública, acerca de la dimensión emotiva, han dejado un espacio para la legitimación de la derecha. La campaña hacia las elecciones del año 2000 tuvo, como una de sus variantes, la consolidación de una corriente del populismo autoritario40, en la cual la derecha, que nunca es nombrada en cuanto tal, más que enfatizar la apertura de mercados —promesa venida a menos en el contexto de la crisis económica—, prometía cero tolerancia y penas más altas para aquéllos que cometían crímenes. El encuadre de la campaña echó mano de un repertorio populista, en el cual el ícono fue un hombre semidesnudo, quien justificaba sus pocas pertenencias como el único modo de asegurarse el no ser asaltado. Probablemente, la más importante consecuencia de la legitimación del autoritarismo populista es que se convirtió en el encuadre en torno al cual el resto de los partidos organizaron sus campañas. La derecha terminó de constituirse en el centro del espectro político41. La oposición del centro o izquierda no intentó o no pudo introducir otro vocabulario y otros imaginarios. Costa Rica es el segundo país menos desigual de América Latina —la región más desigual del mundo— pero, al mismo tiempo, es uno de los países en que la desigualdad ha aumentado con más intensidad en los últimos años. Sin embargo, cuando se analizan encuestas donde se pregunta cuál es el problema más importante del país, la desigualdad no se registra con una intensidad semejante en el imaginario social costarricense. Es decir, la desigualdad se vive, pero no hay una narrativa que dé cuenta de ella y, por lo tanto, difícilmente constituye tema de conversación y menos de reflexión. 39 Michael Rustin, Reason and Unreason. Psychoanalysis, Science and Politics (Londres and New York: Continuum books, 2001); Simon Clarke, Social Theory, Psychoanalysis and Racism (Londres: Palgrave: 2003); Nick Totton, «Conflict, competition and aggression», en The Politics of Psycotheraphy, N. Totton (ed.) (Berkshire: Open University Press, 2005). 40 Stuart Hall, «The great moving right show», Marxism Today, january (1979). 41 Carlos Sandoval, «Costa Rica: El triunfo de Chinchilla sella veinte años de derechización», Envío 29, 344 (2010). CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 233 Una cuarta forma de acercarse a la xenofobia, más práctica, está basada en la experiencia comunitaria, especialmente en barriadas empobrecidas, en donde comedores, clínicas de salud o centros educativos emergen a partir de vínculos entre organizaciones locales, ONGs e iglesias. La mayoría de estas iniciativas comenzaron en el contexto de la experiencia de exclusión, procurando crear facilidades institucionales que contribuyeran a responder a necesidades, al tiempo que creaban un sentido de comunidad. En estas comunidades, nicaragüenses y costarricenses comparten el día a día, y la nacionalidad no es el principal motivo de conflicto. A pesar de las rivalidades y contradicciones, presentes en los proyectos comunales, un tejido social de cosmopolitismo desde abajo se configura en torno a comedores, clínicas y escuelas. Estos son los casos de comunidades binacionales como La Carpio, Barrio Nuevo o El Triángulo de Solidaridad, situadas en San José, la capital de Costa Rica. Como Mark Goodale anota: «... muchos de los actores más importantes, cuyos encuentros con el discurso de los derechos humanos contribuyen a su transnacionalismo, muchas veces nunca salen físicamente de sus comunidades, ciudades o países»42. Desdichadamente, el registro que se tiene de estas comunidades en la esfera pública es el de lugares criminalizados. Cómo legitimar el cosmopolitismo desde abajo en los discursos públicos es un reto que podría echar mano de la música, la ficción literaria, las artes escénicas, la producción audiovisual, para nombrar algunas formas culturales y soportes. Por lo pronto, estas son tareas largamente postergadas. El reconocimiento de cómo emerge la solidaridad y la hospitalidad desde la vida cotidiana puede constituir una referencia para perspectivas que priorizan, sobre todo, la deconstrucción que, como anota Jonathan Rutherford «carecían de los recursos éticos para generar relaciones sociales e identidades nuevas y más igualitarias para reemplazar las que procuraban subvertir»43. Posiblemente, un reto de largo alcance, particularmente relevante en el estudio de los imaginarios de la inmigración, es que al tiempo que se deconstruye la hostilidad y la xenofobia se tiene que proponer cómo articular esfuerzos y horizontes de esperanza. Cosmopolitismo desde abajo Sin duda, el análisis de la legislación y los imaginarios mediáticos resultaría incompleto si, simultáneamente, no se explora la experiencia de la co- 42 Marc Goodale, «Locating rights. Envisioning law between the global and the local», en The Practice of Human Rights. Tracking Law Between the Global and the Local, Marc Goodale y Merry Sally Engle (eds.) (Cambridge Mass: Cambridge University Press, 2007), 21. 43 Jonathan Rutherford, After Identity..., op. cit., 19. 234 CARLOS SANDOVAL GARCÍA munidad migrante, la cual suele ser objeto de los discursos, pero pocas veces se le reconoce como sujeto de su propia enunciación. «Darle voz a los que no tienen voz», como se decía en América Latina, sobre todo gracias a la vitalidad de la Teología de la Liberación, se ha venido transformando en la necesidad de escuchar a esos “otros”, quienes siempre han tenido voz, pero a quienes no se les reconoce como iguales. Las historias de vida y otras herramientas de la etnografía son indispensables para inscribir, por ejemplo, parte de la experiencia de vidas de tantas y tantas personas, millones, que se ven forzadas a abandonar sus países en busca de oportunidades. La inmigración demanda de las ciencias sociales documentar tantas y tantas huellas de desplazamiento, que demandan, para decirlo con la reconocida expresión de Hanah Arendt44, «el derecho a tener derechos». Esta exigencia adquiere una creciente pertinencia pues, justamente, uno de los retos más complejos consiste en legitimar el derecho que les asiste a los migrantes que, sobre todo cuando no cuentan con documentos, se les considera «criminales». El trabajo con comunidades es, a menudo, considerado como «asistencialismo», incapaz de trascender necesidades inmediatas. Algunas veces se sugiere que lo que se requiere es un trabajo más políticamente orientado. Ello ha implicado una cierta división del trabajo entre quienes realizan trabajo con comunidades y quienes desempeñan tareas con prioridades más explícitamente políticas. La identificación de lo local como «asistencialismo» y lo público definido como «político» ha sido una dicotomía dañina. El trabajo comunitario puede, a veces, estar orientado al asistencialismo, pero también puede ser un terreno para que sectores sociales excluidos de las formas convencionales de la política den sentido a sus propias biografías y experiencias. La construcción de memoria colectiva, surgida en torno a las luchas y esfuerzos comunitarios, es una tarea clave en términos de una cultura política surgida de la experiencia vivida. Elizabeth Jelin sugiere que las memorias son procesos subjetivos, anclados en experiencias y en marcas simbólicas y materiales, y constituyen objetos de disputa, conflicto y lucha, por lo cual cambian y, con ello, varía el sentido del pasado: «Hay una lucha política activa acerca del sentido de lo ocurrido, pero también acerca del sentido de la memoria misma»45, sostiene la autora. La memoria como construcción sociohistórica es un referente para la construcción de subjetividades e identidades colectivas. «Las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas con las que pensamos»46. Como también apuntan Richard Johnson y sus colegas47, sólo podemos conocer lo que nosotros estamos pen- 44 45 46 47 Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism (Orlando: Harcourt Brace, 1958). Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Madrid: Siglo XXI, 2002), 2 y 6. J.R. Gillis citado en Elizabeth Jelin, Los trabajos..., op. cit., 25. Richard Johnson et al., The Practice of Cultural Studies (Londres: Sage, 2004), 264-5. CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 235 sando o sintiendo cuando lo expresamos a otros, dándole una forma cultural definida. Es decir, la experiencia vivida tiene que convertirse en narrativa para ser comunicada. Ello implica que la narrativa ha sido ya mediada por el lenguaje y por formas culturales vigentes de comunicar lo vivido. Desde una memoria capaz de articular luchas, esfuerzos, iniciativas comunitarias sería posible configurar sujetos políticos colectivos, los cuales tienden a ser eclipsados por el clientelismo de los partidos políticos tradicionales y no considerados interlocutores por la izquierda convencional. Así, el trabajo comunitario, sin ser llamado «político» efectivamente lo es, y sin él no es posible construir alternativas a escalas mayores, que no sean exclusivamente expresión de sectores medios críticos48. Esta sociología de las emergencias, como la llamaría de Souza Santos, está también presente en los esfuerzos de articulación de iniciativas políticas en el terreno de la inmigración. Por ejemplo, los esfuerzos críticos en torno a la legislación migratoria requieren no reducirse a especialistas y estar presente, también, en los comedores comunales y otros espacios de socialización existentes en las comunidades empobrecidas. En su crítica a la dicotomía entre trabajo en contra del racismo en comunidades, y las iniciativas antiglobalización, las cuales normalmente no construyen vínculos con los sectores forzados a emigrar por las dinámicas capitalistas, Alana Lentin sostiene: «Para estos escritores [de la antiglobalización], el desplazamiento de quienes vivían en comunidades locales se refiere al esfuerzo de conectar lo local y lo global, el cual busca un proyecto intelectual y activista en contra de la globalización transnacional. Sin embargo, su dificultad para confrontar la inmediatez de las dificultades extremamente localizadas del inmigrante —conceptualizado como un símbolo o un movimiento más que como un individuo— y las negociaciones que tienen que darse al nivel de la localidad en busca de la sobrevivencia confirman el fracaso de la incorporación del antirracismo en la nueva política que describen.»49 A pesar, entonces, del hecho de que la mayoría de las veces los esfuerzos cotidianos realizados en los espacios comunitarios no son percibidos como «política», un desafío mayor es cómo construir vínculos con otras comunidades, a través del reconocimiento de la experiencia de exclusión y los esfuerzos compartidos. Éstos podrían favorecer la consolidación de una serie de redes entre comunidades, entre éstas y otros sectores que comparten una serie 48 El trabajo que un equipo de colegas realizamos en la comunidad de La Carpio, posiblemente la comunidad binacional más grande de Centroamérica surgió y procuró contribuir a la elaboración de una memoria colectiva en una comunidad normalmente criminalizada. Carlos Sandoval et al., Nuestras vidas en La Carpio. Aportes para una historia popular (San José: EUCR, 2007); Carlos Sandoval et al., Un país fragmentado. La Carpio: cultura, comunidad y política, 2010 www.lacarpioenlinea.ucr.ac.cr 49 Alana Lentin, Racism & Anti-racism in Europe (Londres: Pluto, 2004), 298. 236 CARLOS SANDOVAL GARCÍA de luchas y demandas semejantes, y con iniciativas nacionales que procuren articular demandas más generales. En la actualidad, comunidades situadas geográficamente cerca unas de otras se conocen poco entre sí. Mientras tanto, la proliferación de redes entre ONGs, proyectos de Naciones Unidas o iglesias, algo favorecido por la cooperación internacional, abundante en los últimos años en el campo de las migraciones, construye referencias muy débiles con las comunidades. Una consecuencia, ciertamente previsible de esta tendencia, es la disposición a «hablar en nombre de los migrantes», aunque en las comunidades prácticamente se desconocen esas iniciativas que se dicen representar. Las organizaciones de personas migrantes son muy pocas y aglutinan a muy pocas personas. Al parecer la hostilidad y la xenofobia que viven en Costa Rica, les previene de sentirse con derechos de manifestarse colectivamente. A su vez, la polarización política que caracteriza la cultura política en Nicaragua y la débil cultura ciudadana de demandar servicios del Estado son, también, un factor que disminuye la expresión más autónoma. A ello se suma el papel de la cooperación internacional, la cual, más que un fortalecimiento de las capacidades de la comunidad migrante, invierte no pequeñas sumas de dinero en iniciativas, como las que la Unión Europea llama «codesarrollo», y que, en el caso de Nicaragua y Costa Rica, coordina la cooperación española y la Organización Internacional para las Migraciones, más interesada en legitimar las políticas de los Estados receptores, que en promover los derechos de las personas migrantes. Un último factor, que sin duda interviene en esta ausencia de organización de personas migrantes, es que la nueva generación de jóvenes costarricenses, hijos e hijas de migrantes, no parece asumirse como implicada en los esfuerzos por construir organizaciones. La posibilidad de organizaciones de mayor escala, en donde las personas migrantes sean protagonistas en sus demandas por reconocimiento y redistribución en varias escalas50, requiere de su vinculación con las comunidades locales. Más que una agenda rígida, el esfuerzo colectivo tiene que surgir de las propias potencialidades de quienes están llamados y llamadas a ser protagonistas. Las comunidades migrantes están, la mayoría de las veces, empobrecidas, tanto por los factores que produjeron su inmigración forzada, como por las condiciones que encuentran en los países de destino, pero, al mismo tiempo, son vitales en una serie de actividades económicas. Entrevistando a mujeres en la industria de la piña51, de la cual Costa Rica es el primer productor mundial, un grupo de mujeres recordaba cómo ellas pa- 50 Nancy Fraser, Scales of Justice. Reimagining Political Space in a Globalizing World (Cambridge: Polity Press, 2008). 51 Carlos Sandoval et al., «Mujeres, migración y derechos», Informe de investigación (San José: Instituto de Investigaciones Sociales: 2011). CONTESTAR LA HOSTILIDAD ANTIINMIGRANTE EN COSTA RICA 237 ralizaron la planta procesadora para demandar mejor remuneración. El salario estaba basado en el número de cajas listas para la exportación, pero, dado que la piña estaba siendo cortada muy madura, la mayor parte de la cosecha no se calificaba para ser exportada. Así, aunque ellas laborasen largas horas, recibían un exiguo salario (8 euros por 10 o 12 horas de trabajo). Entonces, estas mujeres redactaron una petición en la que establecían que no volverían a laborar si no se negociaba su salario. Tras el paro, lograron lo que se propusieron. Lo más sugerente es que ellas no estaban afiliadas a un sindicato —la tasa de sindicalización en el sector privado de Costa Rica es de apenas un 5 por ciento—, pero tampoco estaban siendo asesoradas por una ONG o iglesia. A partir de su propia experiencia52, estas mujeres reconocieron que su situación personal y laboral era política. Ésta y muchas otras experiencias, de las cuales ni siquiera se tiene registro, estarían en la base de nuevas estructuras del sentir53. Conclusiones A modo de conclusión, varios retos emergen del intento de intervenir en la formulación de políticas, la crítica de imaginarios y el trabajo en comunidad. Un primer reto remite a la dimensión ética, referida a la responsabilidad que se sigue de la escucha. Es decir, la escucha no sólo implica el seguimiento atento de lo que dicen las personas migrantes, sino que abre interrogantes acerca de los modos en que lo dicho podría ser trasladado a quienes toman decisiones. Aquí parece haber un reto importante para las ciencias sociales, pues los diagnósticos de necesidades son frecuentes, coincidiendo en la mayoría de las ocasiones en las principales conclusiones, pero no suele haber mayor disposición a dar seguimiento a las demandas. Un segundo reto consiste en las posibilidades de constituir equipos de trabajo en donde colegas con distintas formaciones puedan contribuir en el trabajo de investigación y en los modos en que los principales hallazgos pueden incidir en las políticas públicas, pero también en el trabajo político, en un sentido más amplio. Las demandas planteadas por las comunidades recuerdan las tensiones que surgen de la relación entre aquellas perspectivas de las ciencias sociales, más centradas en el análisis, y aquéllas, más interesadas en las perspectivas normativas. Dichas tensiones se vuelven más vivas cuando de lo que se trata es, no tanto reproducir la distinción analítico/normativo, sino su vinculación y articulación a partir de situaciones y casos concretos. 52 Joan Scott, «Experience», en Feminist Theorize the Political, J. Butler y J.W. Scott (Londres: Routledge, 1992). 53 Raymond Williams, Marxism and Literature (Oxford: Oxford University Press, 1977). 238 CARLOS SANDOVAL GARCÍA Un tercer reto remite a las posibilidades de que desde la investigación se incida en la formulación de políticas públicas. No es difícil reconocer que suele haber resistencia mutua entre quienes formulan políticas y quienes realizan/mos investigación académica. Esto ocurre, sobre todo, en tiempos como los actuales en que las políticas mantienen una acentuada orientación, en términos generales, neoliberal, y la investigación académica reivindica el análisis crítico. Sin embargo, a partir de la experiencia de trabajo en torno a la Ley de Migración y su reglamento, conviene insistir en que no se puede y no se debe descartar la incidencia. Si bien los resultados son limitados, más limitador es asumir que las ciencias sociales solo consisten en diagnosticar críticamente el estilo de desarrollo del país, sin intentar intervenir en su curso. Asumir que se puede intervenir en el curso de procesos, implica reconocer que, en ciertos temas y contextos institucionales, las posibilidades son mínimas, y en otros son mayores. Es importante reconocer que, en el proceso de demandar, el esfuerzo colectivo se visibiliza, al tiempo que se visibilizan, también, las agendas que se procuran legitimar. Es decir, los actores y las agendas no están preconfigurados de antemano, hay un proceso de aprendizaje y acumulación de capacidades, indispensables cara al futuro, para legitimar nuevas demandas. Un cuarto reto, apenas incipiente en las experiencias narradas aquí, remite a los modos en que las mismas personas migrantes se pueden integrar en las labores de incidencia frente a las instituciones, de modo que la formulación de demandas no sea exclusiva de quienes laboran en universidades, ONGs, iglesias, entre otras instituciones. En algunos casos más que en otros, integrantes de comunidades se incorporaron en algunas de las iniciativas descritas acá. Pero, sin duda, la integración de colectivos más amplios no se debe considerar una prioridad de segundo orden. Bibliografía ARENDT, Hannah, The Origins of Totalitarianism, Orlando: Harcourt Brace, 1958. BAJTÍN, Mijail, The Dialogic Imagination: Four Essays by M.M. Bakthin, Michael HOLQUIST, Caryl EMERSON and Michael HOLQUIST (ed.), Austin: University of Texas Press, 1995. BASOK, Tanya «Counter hegemonic human rights discourses and migrant rights activism in the US and Canada», International Journal of Comparative Sociology 50 (2) (2009), 183-205. BENHABIB, Seyla, The Rights of Others. Aliens, Residents and Citizens, Cambridge: Cambridge University Press, 2004. BHATTCHARRYA, Gargi, Dangerous Brown Men. Exploiting Sex, Violence and Feminism in the War of Terror, London: Zed books, 2008. —, John GABRIEL and Stephen SMALL, Race and Power. 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Trabajadores y trabajadoras de la maquila y la construcción en Costa Rica (1997, reimpreso 2008), Otros amenazantes. Los nicaragüenses y la formación de identidades nacionales en Costa Rica (2002, reimpreso en 2003, 2006 y 2008; publicado en inglés por Ohio University Press en 2004), Fuera de juego. Fútbol, identidades nacionales y masculinidades en Costa Rica (2006, reimpreso 2007). Es editor de El mito roto. Inmigración y emigración en Costa Rica (2007, reimpreso 2008, en prensa edición en inglés) y coeditor de Nuestras vidas en Carpio. Aportes para una historia popular (reimpreso 2009; www.lacarpioenlinea.ucr.ac.cr). En la actualidad, labora en el proyecto «Avanzando los derechos de las mujeres migrantes en América Latina y el Caribe, el cual analiza el caso de dinámicas migratorias en Argentina, Chile, República Dominicana, México y Costa Rica. También forma parte de algunas iniciativas ciudadanas de apoyo y defensa de los derechos de personas migrantes. Correo electrónico: carlos. sandoval@ucr.ac.cr JORDI ROCA i GIRONA es doctor en Antropología por la Universidad de Barcelona y profesor del Departamento de Antropología, Filosofía y Trabajo Social de la Universidad Rovira i Virgili. Su investigación se ha desarrollado principalmente en el ámbito de los llamados estudios de género, en el de la antropología industrial, del trabajo y de la empresa, en el de los relatos biográficos y de la memoria, y en el de las técnicas cualitativas; con 242 CURRÍCULUM DE LOS/AS AUTORES/AS diversas publicaciones de libros y artículos en cada uno de ellos. Su tesis doctoral ganó el Premio Nacional de Investigación Cultural «Marqués de Lozoya», otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura en 1995. Actualmente está desarrollando una investigación sobre las migraciones por amor y los matrimonios mixtos. Entre sus obras destacamos: Roca, J.; Martínez, L.; Bodoque, Y.; Djurdjevic, M.; Soronellas, M. (2008), Amor importado, migrantes por amor: la constitución de parejas entre españoles y mujeres de América Latina y de Europa del Este en el marco de la trasnformación actual del sistema de género en España, Roca i Girona, J. (2006). «Construir la biografia, ordenar la memòria», en: La biografia popular. De l’hagiografia al gossip; 2007). «Dependencia e intendencia: la construcción del género femenino bajo el franquismo», en La otra dictadura: el régimen franquista y las mujeres. LIDIA MARTÍNEZ FLORES es Licenciada en Filología Clásica por la Universitat Autònoma de Barcelona y Licenciada en Antropología Social i Cultural por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona. Ha trabajado en temas relacionados con la memoria biográfica. Actualmente, trabaja en proyectos de investigación (I+D+I) sobre migrantes por amor y parejas mixtas. Entre algunas de sus publicaciones más importantes destacamos: Con Roca, J.: (2004): Recomençar la vida. Una memòria del procés migratori de les dones a Reus (1950-70), Arxiu Municipal de Reus, Reus; Con otros: (2004): I això és la meva vida. Relats biogràfics i societat, Generalitat de Catalunya. Dep. De Cultura, Barcelona; Con Bodoque, Y.: (2005): Aquí comptem per festes de la Candela. Records de vida a Valls, Institut d’Estudis Vallencs, Valls. Con Roca, J. (2006): «Relatar la vida, delatar la identidad», Historia, antropología y fuentes orales, 2, 36; con Roca, J. (2007): «Se busca esposa eslava/ latina. El discurso de las agencias matrimoniales especializadas en mujeres del Este y de Amèrica latina», en: Actas (dig.) V Congreso Nacional sobre la Inmigración en España, Valencia; Con otros: (2008) Amor importado. Migrantes por amor. La constitución de parejas entre espanyoles y mujeres de América Latina y de Europa del Este en el marco de la transformación actual del sistema de género en España. MERCEDES VILANOVA, catedrática de Historia Contemporánea y, en la actualidad, profesora emérita de la Universidad de Barcelona. Es también directora de la prestigiosa revista Historia, antropología y fuentes orales, de la cual es fundadora. Ha sido miembro del Wilson Center de Washington, profesora visitante de la Universidad de Harvard, profesora a la Universidad de Boston e investigadora del l’Institut d’Histoire du Temps Présent del Centre National de la Recherche Scientifique de París. Ha participado en diversos fòrums internacionales, como el Fòrum Mundial de les Dones de Beijing en 1995. Entre 1996 y 2000 fue presidenta de la Asociación Internacional de Historia Oral. En la actualidad, colabora en el Proyecto Internacional de CURRÍCULUM DE LOS/AS AUTORES/AS 243 Documentación de los Trabajos Forzados. Entre sus numerosas publicaciones quisiéramos destacar las siguientes en la revista Historia, antropología y fuentes orales: «Laudatio» del profesor Gerhard Botz», «Ronald Fraser: historiador y maestro», «Identidad, género y transformación social», «Rememoración en la historia». Entre sus libros destacamos: Voces sin letras: analfabetos en Baltimore; Atlas de la evolución del analfabetismo en España de 1887 a 1981. MIREN LLONA es doctora en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco y XII Premio de Investigación Victoria Kent por la Universidad de Málaga en 2001. Fundadora y presidenta de AHOA (Ahozko Historiaren Artxiboa-Archivo de la Memoria) y vicepresidenta del consejo de dirección de la Internacional Oral History Association (IOHA), actualmente trabaja como profesora de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco. Es autora de Entre señorita y garçonne. Historia oral de las mujeres bilbainas de clase media (1919-1939) (2002) y ha publicado artículos en diferentes revistas: «La Prostitución y la clase obrera en el tránsito del siglo XIX al XX. Un análisis de género a la obra literaria de Julián Zugazagoitia», Historia Contemporánea, 33 (2006); «Los otros cuerpos disciplinados. Relaciones de género y estrategias de autocontrol del cuerpo femenino (primer tercio del siglo XX)», Arenal (vol. 14.1); «Sobrevivir a la mina. Mujeres pobreza y cambio social», Historia, antropología y fuentes orales, 34 (2005); «Género e identidad de clase. La construcción de la clase obrera vizcaína durante el primer tercio del siglo XX», Historia Social, 54 (2006). Pertenece al grupo de investigación «La construcción histórica de la identidad y de la diferencia en el País Vasco: género, clase y nacionalidad (1876-1976)» dirigido por José Javier Díaz Freire (DGICYT). PILAR DÍAZ SÁNCHEZ es miembro del Seminario de Fuentes Orales desde 1988 y forma parte de la Junta Directiva. Es, asimismo, miembro de la Asociación Española de Investigación en Historia de las Mujeres, AEIHM, desde 1996 y formó parte de la Junta Directiva de la misma desde mayo de 1998, desempeñando las funciones de secretaria desde mayo del 2000, hasta 2004. Es miembro del Instituto de Estudios Feministas de la UCM y miembro del Seminario de Estudios de la Mujer de la UAM. Se doctoró en la U.C.M., en marzo de 1999 en el departamento de Historia Contemporánea con la tesis El trabajo de las mujeres en la industria textil madrileña (19591986) con la calificación de Sobresaliente cum laude. Ganadora del XI Premio Victoria Kent de la Universidad de Málaga por la misma. En la actualidad es profesora titular del Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha formado parte del Grupo de investigación: Fuentes literarias para la historia de las mujeres, 2008-2010, y del Proyecto La reconstrucción del sindicalismo socialista (1970-1994), 2009-2011. 244 CURRÍCULUM DE LOS/AS AUTORES/AS PILAR DOMÍNGUEZ PRATS es profesora de Historia del Pensamiento Político y los Movimientos Sociales en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ha trabajado en instituciones dedicadas a la investigación en el campo de la Historia oral desde sus inicios; socia fundadora del Seminario de Fuentes Orales y del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Presidenta de la Asociación Internacional de Historia Oral (IOHA) y actualmente es miembro del Consejo de la IOHA. Es autora de Voces del Exilio. Mujeres españolas en México (1939-1950) (1994), y De Ciudadanas a Exiliadas. Un estudio sobre las mujeres republicanas en México (2009). Ha publicado varios artículos sobre el exilio y el trabajo de las mujeres en la guerra civil y el franquismo en revistas científicas. Coeditora de las VI Jornadas Historia y Fuentes orales. Crisis del franquismo y la transición. El protagonismo de los movimientos sociales (2003). Ha colaborado en obras colectivas como El mundo del trabajo en Renfe. Historia Oral de la Infraestructura (2003), Mujeres y hombres en los mercados de trabajo. ¿Privilegios o eficiencia? (2003), Mujeres y Hombres en la España franquista (2003), Mujeres en el Mundo (2007), El protagonismo de la mujer en las corrientes migratorias españolas (2009), entre otras. ROSA GARCÍA-ORELLÁN es doctora en Antropología Social por la UPV/EHU en el 2000, previamente licenciada en dicha disciplina. Ha investigado en la Memorial University of Newfoundland (Canadá) desde el 20032006, lo que le permite dirigir el libro colectivo interdisciplinar Canadá y la Unión Europea: visión multidisciplinar de la gestión pesquera (2007). Del mismo modo, trabaja la cultura de la pesca industrial mediante el relato oral abarcando el pasado siglo veinte, fruto de ello es Hombres de Terranova (2004, 2005, 2010). También trabaja una biografía contextualizada, fruto de ello es Encuentros creativos (2008). En la actualidad, tiene en marcha una investigación sobre la mujer en la actividad pesquera del pasado siglo veinte, habiendo presentado avances en ponencias. Es profesora de antropología en UNED (Bergara) desde el 2003 hasta la actualidad, y en la Escuela de Enfermería de la UPV/EHU como PDI desde el curso académico 2009-2010 hasta la actualidad. Ha dirigido dos cursos propios de UNED sobre Historia Oral, así como impartido seminarios sobre ésta en diferentes Universidades. &MPCKFUJWPQSJODJQBMEFFTUFMJCSPFTPGSF DFSBMPTJOWFTUJHBEPSFTBTVOBTJTUFNBUJ[B DJØOEFMVTPEFMBTGVFOUFTPSBMFT EFTEFVOB QFSTQFDUJWBJOUFSEJTDJQMJOBS"DUVBMNFOUF MB QSÈDUJDBEFFOUSFWJTUBSTFIBDPOWFSUJEPFO IBCJUVBMQBSBMBNBZPSQBSUFEFMBTQFSTP OBTRVFJOWFTUJHBOEFTEFFMDBNQPEFMB )JTUPSJB$POUFNQPSÈOFB MB"OUSPQPMPHÓBP MB4PDJPMPHÓB4JOFNCBSHP FYJTUFVOBBV TFODJBJNQPSUBOUFEFSJHPSZEFNÏUPEP OP TØMPFOMBSFBMJ[BDJØOEFMBTFOUSFWJTUBT TJOP UBNCJÏOFOFMVTPZFOFMUSBUBNJFOUPEFMPT SFDVFSEPTZEFMBNFNPSJB DPNPSFDVSTPZ GVFOUFQBSBMBJOWFTUJHBDJØO1PSFMMP FTUF MJCSPWJFOFBSFTQPOEFSBMBOFDFTJEBEQBM QBCMFEFPSJFOUBS EFTEFFMQVOUPEFWJTUB UFØSJDP NFUPEPMØHJDPZQSÈDUJDP FOFMFKFS DJDJPEFMBFOUSFWJTUBZFOFMVTPEFMBTGVFO UFTPSBMFT