Manuel Rivero Rodríguez
La monarquía
de los Austrias
Historia del Imperio español
ALIANZA EDITORIAL
Manuel Rivero Rodríguez
La monarquía
de los Austrias
Historia del Imperio español
Alianza Editorial
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© Manuel Rivero Rodríguez, 2017
© Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2017
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid
ISBN: 978-84-9104-607-3
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Printed in Spain
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A José Martínez Millán,
amigo y maestro
Índice
Listado de ilustraciones ....................................................................................
11
Listado de mapas ..............................................................................................
13
Introducción .....................................................................................................
15
1.
La unión dinástica, 1469-1516 ...................................................................
1. Castilla y Aragón ...................................................................................
2. Reforma, religión y gobierno ....................................................................
3. Cruzada y expansión ultramarina .............................................................
4. La crisis de la unión ................................................................................
5. Italia, Imperio y sucesión .........................................................................
21
21
29
33
42
44
2.
El Imperio de Carlos V, 1516-1556 ............................................................
1. Guerras civiles ........................................................................................
2. La elección imperial y la rivalidad con Francisco I ......................................
3. La tercera vía .........................................................................................
4. Monarquía universal ...............................................................................
5. Una casa partida ....................................................................................
55
55
64
70
77
95
3.
La configuración de la monarquía bajo Felipe II, 1556-1580 ....................
1. Inglaterra, Inglaterra ...............................................................................
2. La corte en Madrid y el Real Monasterio de El Escorial ..............................
3. Reforma religiosa y poder real ..................................................................
107
107
115
121
9
La monarquía de los Austrias
Revueltas, rebeliones y resistencias a la reforma ..........................................
Cruzada y guerras de religión ...................................................................
129
137
4.
El mundo no es suficiente, 1580-1598 ........................................................
1. Pugnas cortesanas, cambios políticos y configuración del poder ...................
2. Una nueva forma de gobernar para dar orden al mundo ..............................
3. Tregua con el turco y unión ibérica ...........................................................
4. Un imperio en el que no se pone el sol .......................................................
5. La continuación de la conquista en Extremo Oriente: Ceilán y China ............
145
145
155
160
165
173
5.
La monarquía católica de Felipe III, 1598-1621 ........................................
1. El valimiento .........................................................................................
2. Paz y jurisdicción ....................................................................................
3. La fe en el primer plano: guerra al islam y expulsión de los moriscos .............
4. El origen de la guerra de los Treinta Años ..................................................
5. Del Senado y su príncipe, la alternativa al valimiento ..................................
181
181
186
197
205
213
6.
La crisis de la monarquía católica, 1621-1647 ............................................
1. Providencialismo y privanza .....................................................................
2. Hacia la guerra total ...............................................................................
3. La revuelta de Cataluña ..........................................................................
4. La separación de Portugal, la desmembración de la monarquía ....................
5. Crisis y transformación del mundo católico ................................................
221
221
237
244
251
260
7.
Reconfiguración del sistema y final de la dinastía, 1648-1700 ....................
1. «Muoia mal governo», las revueltas italianas de 1647 ..................................
2. Reconfiguración y nuevo orden en la monarquía ........................................
3. Desarrollo y cambio político, 1661-1680 ....................................................
4. Finis Austriae .........................................................................................
267
267
274
281
289
Epílogo. De imperio a potencia ........................................................................
299
Fuentes y Bibliografía .......................................................................................
Fuentes ........................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................
307
307
307
Índice analítico y onomástico ...........................................................................
345
4.
5.
10
Listado de ilustraciones
1. Jan Cornelisz Vermeyen, El emperador Carlos V conquista Túnez. Kunsthistorisches Museum, Viena
2. Tiziano, Carlos V a caballo en la batalla de Mühlberg, 1548. Museo Nacional del
Prado, Madrid
3. Tintoretto, Fasti gonzagheschi [Entrada de Felipe II en Mantua, donde es recibido por Francesco Gonzaga]. Biblioteca del Estado de Múnich, Múnich
4. Jacopo da Trezo, medalla de bronce de Felipe II. Cincinnati Art Museum, Cincinnati
5. Emblema y empresa de Felipe II. En Jeronimo Ruscelli, Le imprese illustri con
espositioni e discorsi, Venecia, 1572
6. Paludano, grabado del desaparecido monumento al duque de Alba en la ciudadela de Amberes
7. 7.a Non sufficit orbis [El mundo no es suficiente], medalla con el lema adoptado por
Felipe II en 1580
7.b Medalla satírica acuñada por los holandeses en 1602, en la que el lema de Felipe II se transforma en: El mundo no será lo suficientemente grande para
que yo no te encuentre
7.c Paludano, escultor de Amberes, popularizó una medalla de bronce en la
que el caballo tenía más relieve que el globo terráqueo. Victoria and Albert Museum, Londres
8. Pedro Antonio Vidal, Felipe III con armadura, 1617. Museo Nacional del Prado.
Madrid
11
La monarquía de los Austrias
9. Peter Paul Rubens, El duque de Lerma a caballo. Museo Nacional del Prado, Madrid
10. Autor desconocido, Conferencia de Somerset House (19 de agosto de 1604). Al fondo a la izquierda, el condestable de Castilla, don Juan Fernández de Velasco, a
su derecha el conde de Villamediana y el senador Rovida. National Portrait
Gallery, Londres
11. Fray Juan de la Puente, Nicolaus Serarius y Jean Mabillon, Tomo primero de la
conveniencia de las dos Monarquías Católicas, la de la Iglesia Romana y la del Imperio español y defensa de la precedencia de los Reyes Católicos de España a todos
los Reyes del Mundo, Madrid, Imprenta real, 1612
12. Diego Velázquez, Retrato de Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares, en 1623.
Colección Várez Fisa
13. Diego Velázquez, Felipe IV, cazador, 1632-1634. Museo Nacional del Prado. Madrid
14. Juan Carreño, Carlos II hacia 1680. Museo Nacional del Prado, Madrid
12
Listado de mapas
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
La unión de Castilla y Aragón
El proyecto de Cristóbal Colón. Viaje de Colón y descubrimiento de América
El reparto del mundo entre Castilla y Portugal
Italia en 1494
La lucha Habsburgo-Valois, en torno a 1554
La conquista de México y Yucatán
América en el siglo XVII. Los reinos de Indias
Non sufficit orbis. El imperio mundial de Felipe II en 1580
La hegemonía hispana (1580-1609)
España y Europa en 1621
Revueltas y revoluciones (1640-1648)
Europa después de las paces de Westfalia y los Pirineos, 1661
Europa después de Utrecht
13
Introducción
En 1937 se estrenó en Londres la película Fuego sobre Inglaterra (Fire over
England) protagonizada por los mejores actores y actrices británicos de entonces: Flora Robson, Raymond Massey, Vivien Leigh, Laurence Olivier y
Leslie Banks. Los productores Alexander Korda y Erich Pommer gastaron
grandes recursos para lograr no solo un éxito comercial seguro, sino también
para dar un mensaje de ánimo a una sociedad asustada. Para movilizar el fervor patriótico de la opinión pública, recurrieron a un tópico que todo inglés
conocía, la Armada Invencible. En vísperas del pacto de Múnich, la prensa, los
políticos y los expertos en relaciones internacionales procuraban apaciguar a
Alemania adoptando resignadamente decisiones dolorosas (como la no intervención en la Guerra Civil española o admitir el desmembramiento de Checoslovaquia) con tal de aplacar la incontenible voracidad del canciller Hitler. El
mensaje de la película censuraba ese comportamiento claudicante abogando
por una actitud de firmeza. El mensaje del film resultó premonitorio, sostuvo
la moral británica en los días del Blitz, en 1940, cuando Inglaterra luchaba
sola contra el Tercer Reich («A Hail of Lead Fire Over England», 1940).
Como suele ocurrir, la Historia se empleó en este caso como una enseñanza moral. Se recurrió al pasado para ofrecer claves con las que interpretar y
afrontar el presente. En 1937 Europa se hallaba amenazada por el crecimiento
de una potencia militar, Alemania, que no disimulaba sus ambiciones territoriales, ansiosa por expandir sus fronteras y someter pueblos. Durante la guerra la película se visionó en las salas británicas para fortalecer la confianza de
15
La monarquía de los Austrias
la población, recordando que sus antepasados salieron indemnes de la amenaza de otra agresión, de otro Imperio que también aspiraba a someter al
mundo a su dictado. Al éxito contribuyó un guion muy bien construido, con
personajes sólidamente caracterizados que afrontan decisiones difíciles y, al
tomarlas, hacen profundas reflexiones o arengan a las masas con discursos
memorables, como el pronunciado por la reina Isabel al conocer la declaración de guerra del rey de España (el famoso discurso de Tilbury), que anticipa
notablemente los discursos de Winston Churchill:
Pueblo mío, he venido a vivir o morir entre todos vosotros. Permaneceré aquí por mi
Dios, mi reino, mi gente, mi honor y mi sangre, incluso si caigo en el polvo. Sé que
tengo el cuerpo de una mujer frágil y débil, pero también tengo el corazón y el valor de
un rey, de un rey de Inglaterra. Ni España, ni ningún príncipe de Europa debiera atreverse a invadir las fronteras de mi reino. ¡Alzad vuestros corazones! Por vuestra paz y
vuestros campos, con vuestro valor en la batalla, pronto obtendremos una victoria
resonante.
En el marco de las aventuras de Michael Ingleby (Laurence Olivier), envuelto en los azares de un complot para asesinar a la reina Isabel (Flora Robson), y del taciturno Felipe II (Raymond Massey, un habitual «malo de película», cuya carrera como secundario siempre se ajustó a ese perfil), el mensaje consistía en señalar que la unión del pueblo contra un enemigo común
garantizaba su existencia, claudicar sería someterse perdiendo los valores que
atesoraba la nación: la libertad y la democracia. Frente a ella estaba el Imperio español, sinónimo de tiranía, oscurantismo, intolerancia y autocracia. Así
comenzaba el film:
En 1587, España era poderosa en el viejo mundo, dueña del nuevo. Su rey Felipe gobierna por la fuerza y el miedo. Pero la tiranía española es desafiada por el pueblo libre
de una pequeña isla: Inglaterra. A todos los lugares donde llegan los comerciantes
ingleses llegan sus marinos para amenazar la supremacía española. Una mujer les guía
y les inspira, Isabel de Inglaterra.
Howard, 1937
Después de 1945, en el imaginario europeo y occidental ha quedado firmemente asentada la idea de que hubo dos batallas de Inglaterra que decidieron el destino del mundo. La Invencible en 1588 y la frustrada operación
León Marino de 1940. Pese a las apariencias, existe una diferencia abismal.
En los años de la Guerra Fría, entre 1947 y 1985, esta imagen se mantuvo
aunque ligeramente modificada; la oposición entre dos formas incompatibles
de organización social y política, comunismo y capitalismo, se proyectaron
hacia el pasado y se asimiló a la oposición protestantismo versus catolicismo.
16
Introducción
Nuevamente España ocupaba el lado totalitario y antimoderno. Así se desprende
de obras de excelente factura como La Gran Armada de Garrett Mattingly,
que obtuvo el Premio Pulitzer en 1960, o la celebrada monografía de sir John
Elliott La Europa Dividida publicada en 1969. Ambas obras dibujaban un
mundo dividido por el antagonismo de dos formas de vida, separadas por el
odio religioso. Asimismo, como recordara el profesor Richard Stradling en el
tercer aniversario de la Invencible, era sorprendente la fuerza con la que los
historiadores sostenían prejuicios que carecían de base histórica y científica
(Stradling, 1990). Existía una damnosa hereditas más fuerte que los estudios
rigurosos de los eruditos, prevaleciendo ideas cuyo origen no está en el trabajo de los historiadores sino en lo que han relatado escritores y artistas, cuya
fuerza en la opinión pública y académica es extraordinaria. Hoy no sorprende
que muchos historiadores españoles hayan asumido como dogma de fe que el
Imperio español fue una máquina pesada, incompetente, sorda y ciega a la
innovación, lastrada por una burocracia excesiva, ineficaz y corrupta, y una
sociedad despilfarradora, alérgica al trabajo manual y ajena a las preocupaciones de la economía. Sin gestores capaces, sin dirigentes, empobrecida, minada por la pereza y el fanatismo religioso, la sociedad española tuvo que
sucumbir ante potencias más fuertes y más capaces (Vilar, 1980, 332-346;
Bennasssar, 2001, 330-335; Martínez Millán, 2013).
Volviendo a la Gran Armada y los hechos de 1588, al lector de Historia le
sorprenderá saber que aquella no fue una derrota tan estrepitosa como suele
describirse ni liberó a Inglaterra de la invasión, fue el comienzo de una larga
guerra que duró dieciséis años, en la que los españoles llegaron a tomar posiciones en las islas Británicas, ocupando el puerto irlandés de Kinsale en 1601.
La paz llegó por cansancio, y el mito de la Invencible se construyó mucho
tiempo después, en el siglo XIX, cuando el nacionalismo quiso mostrar las islas
Británicas como una fortaleza inexpugnable. Pero en aquellos años el Imperio
español se hallaba en su apogeo, e Inglaterra, una nación pequeña y pobre,
estaba muy lejos de ser la principal preocupación de los soberanos españoles,
más bien España constituía la principal obsesión de los ingleses, la larga guerra comenzada en 1588 había arruinado al país y buscó la paz en 1604 (Sanz
Camañes, 2012, 171-286).
Los siete capítulos que presentamos en esta obra se agrupan en una secuencia progresiva, la acumulación de poder y el crecimiento que acompañan
al desarrollo del Imperio español hasta que colapsa en la década de 1640 y se
transforma en una gran potencia en el sistema europeo a partir de 1659. La
Guerra de Sucesión marca el final de toda aspiración universalista al renunciarse a la continuidad dinástica en la casa de Habsburgo. Puede observarse
que no empleamos el término decadencia y ello se debe a que la crisis fue sobre todo existencial, se recondujo y se superó a partir de 1660. El Imperio
español dejó de poseer la supremacía mundial pero no desapareció y tampoco
se convirtió en una potencia de segundo orden. En el siglo XVIII conoció un
17
La monarquía de los Austrias
periodo de crecimiento y desarrollo. Decadencia precede a la caída y extinción, así lo definió en el siglo XVIII Edward Gibbon en su monumental Decadencia y caída del Imperio Romano. Al Imperio español no le sucedió tal cosa,
no se extinguió y es difícil admitir que antes de su desaparición en el siglo XIX
el Imperio español sufrió algún tipo de decadencia en el siglo XVIII. La transformación de la monarquía de España en nación española es competencia
que excede lo que aquí planteamos. El imperio como tal no solo se edificaba
sobre ideas políticas o sobre la fe católica, también se construyó sobre intercambios e intereses compartidos. No fue un Imperio edificado sobre la sola
fuerza militar: si no hay intereses compartidos es imposible mantener subyugados tantos territorios con las limitaciones técnicas de los siglos XVI y XVII.
La interdependencia de los territorios explica tanto la cohesión interna como
sus debilidades estructurales, por qué hay territorios que se agregan o por qué
otros se separan. Un ejemplo claro lo tenemos con Portugal. En 1580, después
de la desastrosa cruzada de Marruecos, los portugueses encontraron en la
monarquía española amparo a sus intereses y seguridad. En el siglo XVII la acometida de los holandeses sobre Brasil y la India, así como el aparente desinterés español por defender el comercio portugués en el Índico llevó a un distanciamiento que concluyó con la separación en 1640. Nos detendremos en otros
casos cuya separación alcanzó el éxito (las provincias unidas de los Países Bajos)
y en los que fracasó la separación (Cataluña, Nápoles y Sicilia) (RodríguezSalgado, 1988; Martínez Millán, 2013).
Finalmente, parece necesario justificar el empleo del término Imperio
para describir el periodo de la Historia de España comprendido por los siglos
XVI y XVII. Para ello basta con utilizar el análisis de los fenómenos imperiales
contemporáneos. Hoy en día historiadores, sociólogos y analistas valoran la
política exterior norteamericana como una política imperial, si bien su régimen político es republicano, la cultura cívica estadounidense rechaza el colonialismo y defiende la democracia. La opinión pública considera que su país
actúa más allá de sus fronteras en defensa de la libertad. No obstante, esto
puede contemplarse de otra manera. En la defensa de intereses económicos y
estratégicos, la cuestión de la libertad ocupa un segundo lugar pasando al
primero su carácter como potencia hegemónica. La «cruzada de la libertad»
está siempre presente para dar sentido a unos objetivos hegemónicos, empleando instrumentos militares o políticos con los que se someten a su control
pueblos y naciones. Así resulta que bajo el imperativo de una misión superior,
el establecimiento de la democracia y la libertad de los pueblos, se articula un
imperialismo, adornado de filantropía, que enmascara una relación de fuerza. Ese es su lado oscuro (Immerman y Maier, 2010).
Desde los análisis de Eisensadt hasta los más recientes de Paul Kennedy,
se entiende por potencia imperial aquella que determina e incluso decide el
comportamiento del conjunto de la comunidad internacional, en política,
economía, tecnología, y cultura, afectando tanto al orden interno como a la
18
Introducción
actividad externa de todos los actores que hay en el sistema; nunca puede
contemplarse dicha posición como un acto amable, el imperialismo amistoso
no existe, si bien hay formas imperiales más suaves que otras (Parsons, 2010,
4-18). Durante el siglo XVI y gran parte del XVII la monarquía de España ejerció
ese papel. Del mismo modo que hoy consumimos tecnología, alimentos, entretenimiento y objetos originales o copiados de modelos estadounidenses, algo
parecido puede decirse que le ocurrió a los europeos de hace cuatrocientos
años: si hay chocolateros suizos en los Alpes, pizza con tomate en Nápoles,
patatas fritas en Bélgica o tabaco para pipa en Inglaterra esto se debe a la capacidad de transferencia de productos y modas que esparció el Imperio español
en todo el mundo (Norton Marcy y Jiménez, 2008; Braudel, 1984, vol. 1, 147221). La moda, la literatura, el gusto y la cocina con sus condimentos y productos provenientes de sus colonias transformaron a Europa y a Occidente. Imperio, pues, significa, además de preeminencia política y económica, ascendiente
cultural. Shakesperare conoció la obra de Cervantes, un episodio del Quijote lo
desarrolló como drama (Cardenio), pero el autor del Quijote no supo de la
existencia de los dramas de su contemporáneo inglés. Mientras que el escritor
español vio traducidas sus obras a todas las lenguas conocidas, el británico
hubo de esperar al siglo XIX para ser conocido más allá de su patria (Fuchs,
2009). Así, España acuñó valores universales puesto que todo lo que se producía en su seno tenía una difusión internacional casi automática. La decadencia
vino cuando se perdió ese papel directriz; en el siglo XVIII el signo de decadencia más claro es que después de Gil Blas de Santillana (publicado en 1723) se
pierde el interés por lo español fuera de nuestras fronteras y, cuando se recupere en el siglo XIX, no será más que como lugar curioso, excéntrico y salvaje,
conformándose al gusto romántico el mito de Carmen (Sentaurens, 2002).
Al hilo de estas consideraciones, que no justificaciones, nos queda señalar
que existe un consenso muy amplio a la hora de hablar de Imperio español
para describir este periodo de nuestra Historia; todos los libros dedicados al
conocimiento o la divulgación de este periodo hacen uso de la palabra Imperio sin ningún embarazo, John Elliott tituló su gran obra de síntesis La España Imperial (Imperial Spain), Hugh Thomas concluyó su espléndida trilogía
como Historia del Imperio Español (History of Spanish Empire) mientras que
Henry Kamen se ha atrevido a analizar los Fundamentos del Imperio Español
(Foundations of Spanish Empire). Si recorremos las publicaciones que sobre
el tema ocupan las librerías y bibliotecas de todo el mundo veremos en las fichas de catalogación un «Spanish Empire», «Impero spagnolo», «Empire Espagnol», «Spanische Reich»..., escritos entre las palabras clave con total naturalidad. Si vamos a centrar nuestra atención en los aspectos de política exterior, guerra, diplomacia y hegemonía cultural y económica es lógico que
empleemos este concepto. Fuera de España nunca hubo dudas para señalar la
existencia de un Imperio español como tampoco la hubo para designar un
Imperio romano y otro británico.
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