La regla de las 5 “R” y su aplicación en la educación médica, desde la perspectiva de la filosofía educativa
M. en I.S.S. Ana María Ocaña
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
aocana58@yahoo.com
Introducción
Es indispensable entender que el ser de la educación solo puede entenderse como un acto humano (Ortega, 2014), por lo que la filosofía de la educación se adentra en el estudio del cómo, para qué, cuándo y en dónde llevar a cabo este acto. Parte de los objetivos de la filosofía de la educación es el estudio a los valores y la educación, ética, el deber en la conducta personal, la religiosidad y la educación; en consecuencia, la educación se observa como un medio y un fin, es un marco de referencia en donde es la verdad que se sustenta en evidencias y valores (Quintana, 1983).
Como proceso humano y cultural, la educación está condicionada a un contexto, a un tiempo y espacio afines intrínsecamente a la condición del hombre y la cultura (Ortega, 2014); por lo tanto, la educación es un fenómeno individual, ya que el escenario donde ocurre toma en cuenta a las particularidades del docente, del alumno y del contenido. La interacción entre estos elementos se hará de una manera única y personal, tomando en cuenta los recursos individuales, sus propias responsabilidades y, entre otras cosas, de los resultados que se desean obtener. Al mismo tiempo, el ser humano no es un ser abstracto ni aislado del mundo, sino que establece relaciones con los demás y requiere la adquisición de las mejores capacidades, habilidades, destrezas y conocimientos, así como de cultura (Ortega, 2014).
Por tal motivo, en este documento, se describirá una metodología de análisis que he llevado a cabo durante el ejercicio de mi profesión docente, en el cual se integran las perspectivas ontológica, axiológica y teleológica, incorporando conceptos fundamentales de la filosofía de la educación.
La regla de las 5 “R”
La regla de las 5 “R” es una metodología que encuadra muy bien con los aspectos conceptuales de la filosofía de la educación. Tiene como objetivo entender un fenómeno en el que un individuo requiere analizar su entorno y sus requerimientos personales para aprender o para tomar decisiones. Es un enfoque en el que intervienen situaciones axiológicas, ontológicas y teleológicas. En un afán de conocer cómo el ser humano se interrelaciona con el mundo y de encontrar soluciones a las preguntas que surgen en el devenir cotidiano, la regla de las 5 “R” conlleva el conocimiento y el aprendizaje de uno mismo y de las mejores maneras de resolver dichas preguntas abiertas. Las 5 “R” se refieren a:
Responsabilidades
Respeto
Recursos
Riesgos
Resultados
Originalmente esta metodología surgió del trabajo de la autora con participantes de cursos de educación sexual, jóvenes de 16 a 19 años de edad, y posteriormente se ha aplicado a lo largo de los últimos 20 años con alumnos de los primeros años de la carrera de Medicina en la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM. El denominador común de todos ellos es la necesidad de establecer una metodología, de tener un proceso, mediante el cual pudieran “alinear” la información que requieren para tomar decisiones de una manera práctica en su vida, pero con los temas adecuados y perfectamente claros. El ejercicio en el que se utiliza esta regla se lleva a cabo mediante la respuesta de las siguientes preguntas que se presentan en cada uno de los rubros que se describen a continuación. Esta información se “alinea” de tal manera que las responsabilidades, respeto (valores), recursos, riesgos y resultados sean coherentes entre sí. Los ejemplos que se describen son tomados de un ejercicio personal realizado para la comprensión de la filosofía de la educación, desde la perspectiva del docente y tomando en cuenta al alumno.
Responsabilidades
De acuerdo con Ortega (2014), en su análisis ontológico de la educación, el hombre es el único ser capaz de darse cuenta de su existir y de elegir; “al cuestionarse sobre sí mismo y sobre el mundo, el hombre hace una elección, elige aprender”. Esta decisión conlleva siempre una elección y una pérdida: hacer algo implica dejar de hacer otra cosa. Para los fines de esta metodología, se considerarán a las responsabilidades como aquellas actividades que decidimos hacer propias, es decir, aquello que responde a la pregunta ¿qué es lo que me corresponde hacer? Las responsabilidades asumidas implican los objetivos de una determinada acción. ¿Se está consciente de ello?
Aquí surgen las primeras preguntas a resolver: El docente ¿conoce a cabalidad cuáles son sus responsabilidades u obligaciones con respecto a la materia, a sus alumnos, a la institución donde labora, a su propia persona? ¿Cuál es el fin del docente? ¿Hacia dónde se dirige? Es posible que el docente tenga muy claro el contenido de su materia, pero ¿conoce bien a bien los objetivos de su programa, de su forma de evaluar, de las relaciones que guarda con otras materias o con los contenidos de su materia que son esenciales para el ejercicio profesional? Todo esto es parte de sus responsabilidades y si no están claras no se obtendrá el resultado deseado como se verá más adelante. ¿Cuál es la responsabilidad del docente respecto a la interacción con sus alumnos? ¿Es el amigo, el confidente, el “cuate”? ¿O es la figura de autoridad?
Por otro lado, ¿los alumnos saben sus responsabilidades con respecto a la materia, a las evaluaciones, a la institución, a su interacción con sus compañeros? ¿Quién clarifica estas responsabilidades? Es posible observar que en algunas ocasiones ninguna de estas preguntas está lo suficientemente contestada y todos damos por hecho que los demás lo saben y esperamos que se actúe en consecuencia. Es importante clarificar para todos, más allá de la sola misión y visión de la institución educativa, cuáles son esas responsabilidades que consideramos que cada quién llevará a cabo para que el proceso educativo funcione.
Respeto
El respeto está dirigido al propio sistema de valores. Las personas conocen y realizan valores. “Es una interpretación de nuestro obrar, de nuestro modo individual o específico de enfrentarnos con el mundo y sus problemas” (Farré, 1949). Mucho se ha hablado de que se han perdido los valores, cuando la realidad es que siguen estando ahí, solo que los jerarquizamos de manera distinta. Dice Farré (1949) que “el ser humano debe realizar una jerarquía de valores que solo puede hacer por sí mismo”. No es el objetivo de este análisis la elaboración de una descripción axiológica. Solo retomar al respeto de los valores, de aquellos consideramos importantes, para ubicar en tiempo y espacio su relación en el proceso educativo. Digno es de mencionar que dentro de estos valores hay que tomar en cuenta tanto los valores explícitos (marcados social e institucionalmente), como los valores implícitos (la llamada “agenda oculta”) que cada persona maneja para sí misma.
Marín Ibáñez, citado por Galán (2012), dice que la educación, desde una perspectiva axiológica, incita a la realización de valores para lograr su perfeccionamiento a través de la realización de su proyecto personal de vida. Pero, ¿cuáles son los valores que prevalecen en la institución, en el área a la que pertenece el docente, en el docente mismo, en sus alumnos? ¿Están claros? ¿Son observables? ¿Son coherentes entre sí y entre los diferentes actores del proceso educativo? Más aún, ¿cuáles son los valores que el docente transmite a sus alumnos? ¿los alumnos adoptan y hacen propios dichos valores? ¿el docente aplaude conductas que niegan los valores de la institución? Si dentro de la filosofía educativa se contempla que los docentes clarifiquen y transfieran su propia filosofía personal de la vida al contexto escolar (Acevedo, 2008), dicha filosofía ¿va de acuerdo con los valores que se desean transmitir? ¿El docente es ético en la transmisión de sus valores? ¿Enseña a sus alumnos a construir su prestigio? ¿Es consciente de la construcción y mantenimiento de su propio prestigio?
Recursos
Los recursos se consideran (para los fines de este ensayo) como todos aquellos elementos que pueden utilizarse como medios para alcanzar un fin determinado. Así, los recursos incluyen no solo los llamados “de aula” (mesas, sillas, pintarrón, plumones, proyector, computadora, etc.) o recursos materiales, o los recursos institucionales (instalaciones, centros deportivos, bibliotecas, internet, etc), sino que incluye a otro tipo de recursos. El docente per se es un recurso para los alumnos, así como los alumnos son un recurso para todos los demás (pensemos en aprendizaje colaborativo, por ejemplo). Dentro del docente mismo y de los alumnos se encuentra el recurso emocional (inteligencia emocional que sirve para alcanzar el fin determinado) junto con las diferentes inteligencias que puedan utilizarse al servicio del proceso educativo.
Aquí será necesario preguntarse ¿Cuáles son mis propios recursos? ¿En qué áreas soy hábil o capaz? Al hacer esta reflexión suelo encontrarme que a las personas les es muy difícil encontrar sus propios recursos; en un ejercicio simple, se les pide que escriban una lista de cuando menos 5 habilidades en 10 minutos. La respuesta suele ser que hay más dificultad en encontrar dichas habilidades, mientras que los defectos “saltan” rápidamente al papel. ¿Estamos más acostumbrados a saber nuestros defectos que nuestras capacidades? Cuando reconocemos nuestras habilidades, es factible recibir críticas de ser “presumidos” e incluso “vanidosos”.
En el aula es conveniente compartir con el resto del grupo los hallazgos que cada quien hizo de su propia persona. Es tiempo de traer estos recursos al aula para convertirlos en recursos colaborativos. Otros recursos que no suelen tomarse en cuenta son el tiempo (visto como el periodo que ocupamos dentro del aula o también visto como la época en la que nos tocó vivir), el lugar en donde nos encontramos (más allá de la propia institución); otros docentes, otros alumnos de otros grados.
Riesgos
Los riesgos para los fines de este modelo se refieren a aquellos costos, límites y alcances que deben tomarse en cuenta. ¿El docente reconoce cuáles son los límites del método educativo? (Rojas, 2010). ¿Conoce las consecuencias “de hacer”? ¿Conoce las consecuencias de “no hacer”? ¿Cuáles son los costos en los que incurrimos dentro del proceso educativo? ¿Qué riesgos toma el docente? ¿Qué riesgos está dispuesto a pagar? ¿Cuáles son los riesgos del alumno?
Al tomar decisiones siempre se opta por una, debiendo desechar las demás. Por lo tanto, implica el riesgo de no haber elegido la más adecuada. Por ejemplo, ¿Cuáles son los riesgos al elegir un determinado tipo de evaluación o un determinado tipo de contenido dentro de una materia? ¿Está claro para qué incluirlo o desecharlo? ¿El fin justifica la elección?
Por otro lado, es indispensable considerar que toda relación humana implica una interacción que puede generar una situación fuera de lo previsto. ¿Se está preparado en caso de una contingencia o una situación imprevista (más allá de los programas de protección civil)?
Resultados
Los resultados se refieren a los fines que se quieren lograr. ¿Cuáles son los fines de la educación? El hombre es el único ser educable; el docente no puede emprender su labor sin haber trazado antes un esbozo del punto al que debe llegarse, es decir, estará de acuerdo con un perfil del alumno al terminar su materia (Rojas, 2010). ¿El docente conoce a ciencia cierta cuál es el fin que desea obtener, más allá de los objetivos generales y particulares de la materia? ¿El alumno sabe cuáles serán los resultados que desea obtener, más allá de obtener una calificación aprobatoria? ¿Qué queremos obtener con una determinada acción? ¿El docente solo será reactivo hasta que los alumnos obtengan una calificación reprobatoria y es hasta ese momento en que el docente modifique el proceso educativo? Los resultados se planean anticipadamente. Es lo mismo que ocurre en un proyecto de investigación cuando se determinan las variables de interés y se lleva a cabo la operativización, donde se describe qué es lo que se medirá y los posibles resultados a dichas variables. La planeación de los resultados permite reducir los riesgos.
Por lo tanto, para lograr los resultados, es indispensable que las responsabilidades, los valores (llamados aquí en conjunto como “respeto”), los recursos y los riesgos sean coherentes entre sí. El resultado depende de los objetivos planteados desde las responsabilidades, los valores implícitos y explícitos, los recursos que estamos dispuestos a invertir en ellos y los riesgos asumidos. Si desde un principio, las responsabilidades no están suficientemente claras, difícilmente se lograrán los resultados que se desean. Esto ocurre cuando un docente enseña un contenido, los alumnos aprenden otro, las evaluaciones miden otra información y se obtienen resultados negativos al final del periodo académico.
Los resultados son temporales y su vigencia dependerá del propio proceso educativo. Los resultados pueden reforzarse cuando la información obtenida se articule dentro de los distintos ciclos educativos. En consecuencia, es importante reflexionar ¿cuánto tiempo queremos que los resultados sean trascendentes? ¿es un aprendizaje significativo? ¿los resultados obedecen a lo esperado? ¿qué puede cambiarse para obtener los mejores resultados?
Conclusiones
La regla de las 5 “R” tiene como objetivo encontrar una metodología de análisis que es aplicable dentro de la filosofía de la educación. El ser de la educación es el hombre y la adquisición de conocimiento conlleva una serie de decisiones dentro de un marco axiológico y de asumir responsabilidades de manera voluntaria, considerando los recursos que se requieren para obtener los resultados que se desean, tomando en cuenta los posibles riesgos a afrontar y los posibles resultados que se quieren obtener.
A pesar de haber trabajado con este modelo en la práctica docente y profesional, no lo había utilizado desde la perspectiva filosófica educativa, hasta el día de hoy. Este modelo lo he compartido con mis alumnos, quienes lo han recibido con interés. Al explicarlo a los pacientes, aplicado a un problema y de manera individualizada, hemos encontrado juntos algunas posibles soluciones. Creo en este modelo y su aplicabilidad al entorno educativo. Por supuesto, puede enriquecerse y transformarse en algo mejor.
Referencias bibliográficas
Ortega R, Fernández J (2014). La ontología de la educación como un referente para la comprensión de sí misma y del mundo. Sophia, Colección de Filosofía de la educación; 17:37-57. http://www.redalyc.org/pdf/4418/441846098003.pdf
Quintana JM (1983). Concepto de filosofía de la educación. Obtenido desde https://ddd.uab.cat/pub/enrahonar/0211402Xn5-6/0211402Xn5-6p109.pdf
Farré L (1949). Persona humana y axiología. Actas del primer congreso nacional de filosofía, Mendoza, Argentina, tomo 2. Obtenido desde http://www.filosofia.org/aut/003/m49a1287.pdf
Galán EJ (2012). Enfoque axiológico en la educación. Obtenido desde https://www.slideshare.net/marshallma50h/enfoque-axiolgico-en-la-educacin
Acevedo R (2008). Los enfoques filosóficos en la educación. Obtenido desde http://enfoqueseduc390.blogspot.mx/
Rojas DE (2010). Filosofía de la educación. Apuntes de cátedra, Prof. Gabriel Cimaomo. Obtenido desde http://www.kaleidoscopio.com.ar/fs_files/user_img/Filosof%C3%ADa%20y%20Educaci%C3 %B3n/Filosof%C3%ADa%20de%20la%20Educaci%C3%B3n.pdf
Unidad #
1
:
La filosofía de la educación y su objeto de estudio
Filosofía de la educación
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