‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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MILITANCIA REVOLUCIONARIA
LA IZQUIERDA DE LA IZQUIERDA
ÉRAMOS MUY POCOS
A VUELTAS CON LAS CIFRAS 1965-1982
Este trabajo es una aproximación a la militancia de izquierdas, poniendo
el foco en las izquierdas de mas allá del PCE, pretende acercarse a cuantificar
la extrema izquierda, la considerada por sí misma revolucionaria en sus
documentos. Fue protagonista, en parte, de los cambios ocurridos en España
desde mediados de los años sesenta, en los estertores del franquismo y
transición, hasta 1982.
Los grandes troncos de los partidos que existieron en esa época fueron:
VOJ-AST, FLP-FOC-ESBA1, PCE-PSUC y ETA, mezclados en distintas
proporciones cristianismo y marxismos, fueran leninismo, trotskismo o
maoísmo, se encuentran en toda la militancia radical, añadiendo los
anarquismos y unas gotas de nacionalismos. En ‘El proyecto radical’ de José M.
Roca, se hace una buena descripción de las corrientes políticas.
Desde mediados de los sesenta, surgen por escisión partidos que se
sitúan más a la izquierda que sus matrices, y salen militantes de los citados
troncos hacia los nuevos, en ocasiones siguen manteniéndose los viejos, caso
del PCE, en otras provocando la disolución, caso del FLP. Será una constante
del período que muchos individuos militen hora en un grupo, después en
otro, produciendo como resultado cifras que inducen a errores de
cuantificación por dúplica.
García Alcalá, Julio Antonio, Tesis ‘Un modelo en la oposición al franquismo. Las organizaciones frente (FLP, FOC,
ESBA) I y II’. Universidad Complutense de Madrid.
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Alimentado por el enorme activismo que tuvieron los militantes de la
izquierda radical se acrecienta su importancia, pero numéricamente fueron
pocas decenas de miles coincidiendo al mismo tiempo. Roca los cifra en unos
50.000 en sus mejores momentos2.
Existen dificultades para obtener cifras sobre militancia, mayores cuanto
más a la izquierda o más pequeños fueran los grupos, las duras condiciones
que rodeaban la actividad política fomentaba ocultar datos. Cifras diversas
podrían explicarse porque describen realidades distintas, conjuntos de
individuos representando conceptos diferentes de compromiso y militancia
son sumados como iguales; a veces suman militantes de unos y otros tiempos,
sin considerar los que abandonaron, que pueden estar en casa o en otros
partidos, provocando dupla contable. La credibilidad también sufre por
idealización y subjetividad, por no homogeneizar criterios, etc., lo cual invita a
tener cierta prevención. Apoyado en la propia experiencia de militancia
durante aquellos años, divido el trabajo en apartados que permitan acercarnos
a las cifras y sostengo la tesis siguiente:
Éramos muy pocos en relación a la suma de antifranquistas y/o
demócratas que pretendían reformas en la senda europea, incluso éramos
pocos en relación al conjunto de las fuerzas de izquierdas que apoyaron la
ruptura/reforma pactada en la senda democrática.
Artículos de Roca, José Manuel, en ‘El proyecto radical. Auge y declive de la izquierda revolucionaria en España (19641992)’. José Manuel Roca (ed.) Los Libros de la Catarata.1994.
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Objeto de estudio: militancia de extrema izquierda 1965-1982
Desde mitad de los sesenta, contra el franquismo y durante la transición,
lucharon cientos de miles de personas en uno u otro momento, por muchos
lugares, fábricas, universidades y barrios, obreros y estudiantes, también
gentes de teatro, cine, prensa; abogados, editores, libreros, colegios
profesionales,… incluso en algunas instituciones hubo minorías activistas,
como en la Iglesia, el ejército… Los movimientos estudiantil, vecinal y obrero
desgastaron las opciones continuistas del régimen, siendo fundamental para
evitarlo las luchas obreras que rompían la producción desestabilizando el
orden y la legalidad vigente. De entre aquella multitud, hubo unas cuantas
decenas de miles de activistas que lo hicieron de forma estable, continuada y
organizada y que no solo tenían objetivos inmediatos, tenían proyectos
políticos para sustituir al franquismo incluso algunos soñaban con construir
una nueva sociedad, sin clases y sin explotación, a ese colectivo nos referimos
como extrema izquierda o izquierda radical.
Antifranquistas hubo mucha gente sin adscripción partidista, entre los
militantes que lucharon establemente no solo hubo comunistas e izquierdistas
radicales, también hubo monárquicos, demócratas, republicanos, nacionalistas,
liberales, demócrata cristianos, falangistas, sindicalistas autónomos, sectores
de la Iglesia post conciliar,... la contribución de grupos cristianos en las luchas
obreras fue numerosa, e importantísima en los años ’50 y ‘60, su participación
fue clave en grandes huelgas, determinante en Asturias, Euskadi, Cataluña y
Madrid, en la creación de las primeras CCOO, y en el desarrollo y
organización de luchas sindicales y vecinales; a finales de los ’60 y ’70 muchos
cristianos se mezclaron con el marxismo y formaron parte de la militancia
comunista y de la izquierda radical en sus mismas agrupaciones, o
reconvirtiendo directamente las suyas propias, caso de AST-ORT, 19703.
Otros muchos siguieron peleando solo desde su condición cristiana.
El PCE destaca en 1965 en ‘Nuestra Bandera’4:
‘’su ‘importante actividad, extensa e intensa, entre las que HOAC y JOC no son las
únicas actividades bajo el apelativo cristiano, Los otros grupos católicos, éstos ya de
tipo clandestino –Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) y Unión Sindical Obrera
(USO) en Euzkadi, Sindicatos Cristianos en Cataluña y Federación Sindical de
Trabajadores (FST) en Madrid– difieren ya bastante de hoacistas y jocistas, aunque
Hermet, Guy ‘Los católicos en la España franquista’ editorial CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986.
Babiano, José, ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t.
8, 1995, págs. 277-293.
Fernández Segura, José, La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’.Universidad de
Barcelona. 2005.
3
4
‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Num 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972
http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm
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a veces estén nutridos por militantes de ambos orígenes. En realidad se trata de grupos
abiertamente políticos, no ligados a ninguna labor de apostolado, portadores de una u
otra línea política al movimiento obrero’’.
Sobre sociología política y religión resultan imprescindibles los
numerosos trabajos de José Ramón Montero5. Interesante el documento
aportado por Pere Ysás6, sobre activismo político de los sacerdotes antes de
morir Franco, cuantifica 2.558 individuos sobre 23.971, lo que permite
relativizar su importancia militante. Otro colectivo no necesariamente
coincidente con los anteriores son los curas obreros, unos pocos curas
trabajan como obreros, algunos compaginando sus tareas parroquiales, otros
comprometidos en organizaciones, en todo caso fenómenos diferentes y
minoritarios respecto al de la militancia activista de católicos en
organizaciones obreras y/o marxistas.
De entre las decenas de miles de antifranquistas, destacó la militancia
comunista por su organización, capacidad de lucha y entrega, el PCE y los
grupos de extrema izquierda, leninistas, trotskistas, maoístas; también unos
pocos socialistas. Y por supuesto los anarquistas, que aun sin representar el
protagonismo que tuvieron en la primera mitad de siglo XX, fueron
importantes luchadores antifranquistas, que este trabajo deja al margen para
mejor ocasión por falta de fuerzas para abordarlo. A partir de mediados de los
años sesenta un conjunto de acontecimientos influye en los sueños de muchos
españoles que se incorporarán al activismo político: la revolución del 68 en
Europa y EEUU, París, Praga, la guerra de Vietnam, las luchas por los
derechos civiles-negros, la revolución China, la ruptura Chino-Soviética, las
luchas por la independencia en África, el Concilio Vaticano II… curas
guerrilleros en América Latina; en España se empezarán a conocer los
movimientos
ecologistas,
antimilitaristas-pacifistas,
-que
tomarán
protagonismo en los ‘80-; y el feminismo. La lucha feminista generará una
dinámica revolucionaria, en parte compartida duplicando militancia con la
izquierda radical dentro de sus mismas siglas y en parte como movimiento
feminista con fuerza y poder independiente.
A mediados de los sesenta en España, se incorporan nuevas hornadas de
jóvenes militantes, estudiantes y obreros, y se generan nuevas posibilidades de
potenciales encuadramientos que se traduce fundamentalmente en los grupos
a la izquierda del PCE, aunque nunca llegaron a tener su potencial. El hecho
es que la militancia comunista con su impronta de emoción transformadora de
la sociedad ya era posible realizarla en variados partidos diferentes. La escuela
de lucha, de estudio y relaciones de cada persona, tiene mucho que ver con los
Un ejemplo de los trabajos de J.R. Montero entre muchos ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. José
Ramón Montero. Reis 34 , 1986
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Ysás Pere. ‘Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975’. Crítica. 2004
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individuos que estuvieran cerca en la universidad o el trabajo. Naturalmente
que podía elegirse la opción política, mejor en los setenta que en los sesenta,
pero las relaciones de proximidad humana eran altamente influyentes en la
adscripción partidista de cada persona, aún siendo determinantes la lucha
contra la dictadura y los sueños de una sociedad sin clases, las relaciones
personales influían poderosamente en las afinidades identitarias, como era
visible en las constantes fracciones.
Un individuo se hacía trotskista porque sus amigos lo eran, o bien se
arrimaba a un grupo pro-chino porque un compañero del trabajo en quien
confiaba se lo pedía, etc. Después de tomada la decisión, una vez dentro, la
identificación grupal funcionaba integrándolo, las relaciones humanas, las
discusiones, las acciones, toda la actividad que se realizaba intentaba
diferenciarse del resto de partidos y ello conducía a reafirmarse en la elección
inicial. Hasta que llegaban otros momentos en los que el desarrollo interno de
cada cual, iterando con las modificaciones del entorno, del propio grupo, y/o
de la sociedad, empujaban en otra dirección y producía abandonos o cambios
de grupo.
La incorporación de nuevos activistas junto con los escindidos
procedentes del PCE, FLP, de grupos cristianos y de ETA, configuran nuevos
grupos situados a su izquierda, según sus documentos y objetivos declarados,
luchan contra el franquismo y contra el capitalismo, pretenden construir una
nueva sociedad comunista mediante la revolución, sea socialista, democrático
popular, antiimperialista... Son militantes comunistas, marxistas, leninistas,
trotskistas, maoístas, anarquistas, cristianos… y feministas, éstas doblarán
militancia en los grupos anteriores y serán pieza fundamental en la gran
revolución española del siglo XX.
Durante aquellos años sesenta y setenta destruimos los pilares de la
sociedad franquista e intentamos construir una nueva sociedad distinta a la
que había. En la destrucción y construcción participaron millones de personas
sin un guión común, empujando no necesariamente en la misma dirección, ni
con la misma fuerza e intensidad. La militancia de la izquierda radical sin tener
objetivos compartidos, fue una de las fuerzas dentro del conjunto de luchas y
movilizaciones en las que participaron muchas otras personas e identidades
difíciles de homogeneizar, salvo en su antifranquismo y deseos de vivir mejor.
La resultante de aquellas luchas fue la sociedad española en la que vivimos,
hasta la crisis de 2008. Mucha de aquella gente renunció desde los ochenta al
resultado y no aceptaron su protagonismo en la creación de la España
democrática, no quisieron responsabilizarse de lo que habían logrado cambiar,
no aceptaron el resultado porque no era el soñado, aunque contribuyeron al
mismo con sus esfuerzos. Sin la izquierda radical, la sociedad hubiera sido más
derechista y cercana al franquismo.
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Aproximación a las cifras considerando datos de prensa y revistas
El escaso consumo de prensa y revistas permite hacerse idea de que los
interesados seriamente por transformaciones sociales radicales eran muy
pocos. Las cifras de prensa y revistas aquí deben considerarse referidas a la
generalidad amplia de antifranquistas, de la totalidad de los cuales, solo una
parte militarían en la izquierda radical.
Por supuesto mucha gente que luchaba no leía, fueran activistas estables
u ocasionales, pero es difícil considerar un cuadro militante organizado
establemente, sin profusión de lecturas. Marx, Bakunin, Lenin, etc. dedicaron
enorme esfuerzo al estudio ya que muchos desposeídos reducían toda
explicación a una pelea y una frase, ‘‘los malos son los ricos, ellos nos
explotan’’. Aquellos revolucionarios comprendieron que era imprescindible
explicar la realidad y proyectar salidas para transformar voluntades.
Triunfo a partir de 1962 fue referente de todas las izquierdas, su tirada era
de 57.000 ejemplares, logrando un pico máximo, 160.000, en su reaparición
enero 1976, tras secuestro anterior, a partir de entonces cayó imparable hasta
su desaparición en 1982; en marzo de 1978 se escinde La Calle vinculada al
PCE, su tirada se situó entre 20/30.0007.
Cuadernos para el Diálogo, 1963/1978 referente entre los demócratas, tiraba
40.000 ejemplares cuando cierra. El País, referente del conjunto de sectores
democráticos y de izquierdas, sale en mayo de 1976, con 100.000 ejemplares,
pronto aumentará hasta 150.000. La Vanguardia 180.000 ejemplares. La prensa
del Movimiento, en 1975, en sus 38 periódicos tiraba conjuntamente 452.000
ejemplares, según Miquel de Moragas8.
Tras la muerte de Franco aparecieron muchas revistas, ya no valen las
tres grandes referencias, Cuadernos de Ruedo Ibérico 1965/1979, Triunfo 62/82 y
Cuadernos para el Dialogo 63/78. Los partidos no satisfacen la necesidad de
debate en la búsqueda de salidas y aparecen nuevas plataformas. El Viejo Topo,
la de mayor éxito entre las rojas generalista, tiraba unos 24.000 ejemplares,
bajando a partir de 1978 hasta los 17.000.
El resto de revistas de entornos progresistas vendían menos de 10.000
ejemplares, tales como Vindicación Feminista; Monthly Review, Transición, Teoría y
Práctica; Argumentos, La Calle, Materiales, Mientras Tanto, El Cárabo, Negaciones;
Ozono, Alfalfa, Butifarra, Bicicleta, Star, El Papus, Saida; Ajoblanco salió en 1974,
tiraba unos 26.000.
‘Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995
Moragas Spa, Miquel de, ‘Comunicación de masas y tránsito político en España (1975-1980)
Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Autónoma de Barcelona.
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En 1981 habían desaparecido más de veinte semanarios y revistas, algunos habían
iniciado su andadura después de 1975. Las revistas teórico-políticas tiraban en
torno a 5.000 ejemplares, la mayoría cierran antes de 5 años; menos las de
inspiración socialista, Sistema, Zona Abierta y Leviatán9. Los libros políticos
sacaban ediciones de 1.500 ejemplares como máximo, el interés por la lectura,
la formación y la búsqueda de preguntas y respuestas, quedaba reducido a una
pequeñísima parte de los antifranquistas cuando ya en la década de los setenta
se publicaban muchos títulos marxistas, feministas, ecologistas…
Contextualizando números por comparación: CCOO, PCE, UGT, PSOE
El objetivo a cuantificar son las opciones a la izquierda del PCE, PSOE,
pero los datos de afiliación de estos partidos más grandes son más conocidos,
lo cual permite cifrar las fuerzas de extrema izquierda por aproximación,
considerando que éstas nunca lograron rebasarlos, salvo en contados lugares y
momentos, de ahí la importancia de los datos de PCE-CCO, PSOE-UGT
como referencia.
Generalmente se acepta que la mayor fuerza que se enfrentó al
franquismo fueron los comunistas. En los ’40, ’50 y ‘60, cualquiera que
quisiera luchar contra la dictadura se daba de narices con la realidad de que
necesitaba agrupar sus esfuerzos, y encontraba en ‘‘el Partido’’, el PCE, la
mejor estructura que lo permitía, era la mayor organización, mejor preparación
y empuje para combatir la dictadura. A su lado coexistían con menor
capacidad grupos anarquistas, que no son objeto de este trabajo.
A partir de la mitad de los sesenta las cosas cambian y la competencia de
múltiples grupos, y movilizaciones ajenos al PCE aumentaron
considerablemente. Existan más datos sobre el PCE lo cual sirve para
contextualizar cifras de los grupos a su izquierda, su utilización mostrará
alguna disparidad con los datos facilitados de la izquierda radical, y el control
que en realidad éste realizaba de las luchas y organismos sindicales y políticos,
lo cual solo era posible con una superior fuerza numérica. Un aspecto a
considerar es la militancia residente fuera de España, en algunos grupos la
militancia estaba formada en parte por españoles emigrantes, quienes
buscaban apoyos políticos, diplomáticos y financiación en su demarcación
exterior, lo cual aumentará los números al ser cuantificados militantes.
Fuentes Juan Francisco, ‘Prensa y política en el tardofranquismo (1962-1975). La rebelión de las élites’. Universidad
Complutense de Madrid.
Pecourt, Juan, ‘Los intelectuales y la transición política. Estudio del campo de las revistas políticas en España’ Monografías CIS
253. 2008.
Mir, Jordi, ‘El Viejo Topo (1976-1982) Cuando la participación es la fuerza’. Rebelión; Mir, Jordi, ‘Análisis de las
principales ideas sobre la noción de ruptura difundidas en España durante la transición’. Tesis. Universitat Pompeu Fabra.
Barcelona.
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El PSOE en 1974 cuenta con 2.548 afiliados en España, según Eduardo
Villaverde10. El PCE en 1975 cuenta con 15.000; José Ramón Montero,
citando a Carlos Elordi en La Calle11. Santos Juliá escribirá:
‘’mientras la oposición creaba plataformas democráticas, muy pocos españoles corrieron
a engrosar las filas de los partidos y sindicatos que presuntamente deberían dirigir esa
ruptura. Los socialistas no contaban en 1975 probablemente con más de 5.000
afiliados en el interior y en el exterior y los comunistas mejor organizados y activos…
no debían llegar a 15.000’’12.
En julio de 1976, CCOO celebra su Iª Asamblea General en Barcelona;
6.501 delegados ‘’eligen el Secretariado General, las fuerzas del PCE, a pocos
meses de morir Franco logran 20 puestos de 27. El resto se lo reparten PTE,
ORT, MC, 2 cada y 1 el PSP’’, Wilhelmi 13. Aunque la correlación no fuera
equivalente al 74% que reflejan los resultados, sí habrá que deducir que la
mayoría eran apoyos al PCE, bastante superiores a lo sumado por el conjunto
de fuerzas de extrema izquierda que peleaban dentro de CCOO, lo cual
induce a pensar que su militancia conjunta sería muy inferior a la del PCE.
Otro ejemplo en la misma línea podemos observarlo poco después, en
1978, al ser elegida la Comisión Ejecutiva de la Comisión Obrera Nacional de
Cataluña, de 50 miembros, son elegidos 42 del PCE-PSUC, que representan
un 84%, 3 miembros del MC, 2 de LCR y 2 independientes, según Joel Sans
Molas14. Sería fácil aceptar que, en esas fechas, la militancia del conjunto de la
izquierda radical presente en CCOO no llegara, probablemente, a la mitad que
la del PCE-PSUC.
Enrique Aguilar Galán cifrará los afiliados a UGT para toda España en
1976, en 7.000, y los del PCE en el momento de su legalización producida en
1977, en 15.000 los militantes de cuota15.
10
Villaverde Marruedo, Eduardo, ‘PSOE en la Transición (1974-1979).Una aproximación histórica.’
Montero Gibert, José Ramón, ‘Partidos y participación política: algunas notas sobre la afiliación política en la etapa inicial de
la transición española’. Revista de Estudios Políticos, nueva época, num. 23 septbre-octbre 1981. En el mismo trabajo citando a
José María Maravall cuantifica en 4.000 los militantes del PSOE para 1975.
11
12
VVAA, ‘Triunfo en su época.’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995. Página 36.
Wilhelmi Casanova, Gonzalo, ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Tesis
2014. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.
13
14
Sans Molas, Joel, 'Entre las instituciones y la movilización: La crisis de la izquierda radical durante la transición.'.
Universitat Autónoma de Barcelona.
Aguilar Gavilán, Enrique, ‘A propósito de un aniversario: La transición española en su perspectiva histórica'. Boletín de la
Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, ISSN 0034-060X, Nº. 141, 2002, págs. 61-78
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Gonzalo Wilhelmi, en la obra citada, y para 1976 en Madrid, atribuye a
ORT, 1.600 militantes, 500 al PTE, 200 al PC m-l, 300 al MC, + 300
simpatizantes, 100 a LCR… Siguiendo con los sindicatos para CCOO-Madrid
da la cifra de 4.500 y 600 para UGT-Madrid. Un año después, 1977 se
legalizan los sindicatos aumentando las afiliaciones, CCOO-Madrid aumentará
hasta 349.000 y UGT hasta 2.000. Sin embargo a este crecimiento ilusionante
pronto le siguió una caída, para 1980 afiliados y simpatizantes fueron muy
inferiores a los de las elecciones de 1978.16 En datos de CCOO vemos caídas a
la mitad, y a la mitad.
Mayores medios y apoyos de los reformadores permiten a PCE-CCOO y
PSOE-UGT imponerse a los radicales, tanto en el ámbito institucional como
en las luchas locales y sectoriales, las cuales frenan y encauzan, lo consiguen
muchas veces porque numéricamente son superiores a las fuerzas radicales. Se
extendió la práctica de romper carnets en las luchas, pero la extrema izquierda
no consolidaba apoyos estables, como constató en las elecciones generales.
Incluso las cifras del PCE en las elecciones demostraron que la gente se
inclinaba por opciones más democrático burguesas.
Durante la Transición la velocidad a la que corrían los acontecimientos
era enorme, la aceleración personal y social hacía estragos en las posturas
individuales y colectivas, modificando comportamientos militantes,
individuales y sociales, de relación, de gustos, de preferencias… La aceleración
histórica y mayor conocimiento del exterior fueron influyendo en el abandono
de ideas revolucionarias, marxistas, favoreciendo que se extendieran nuevas
ideas y estructuras colectivas de encuadramiento político que permitieran
militar sin el compromiso y las exigencias anteriores.
Desde los inicios de la transición fue normal el transvase de militantes de
unas a otras agrupaciones, desde la izquierda radical en mayor medida hacia el
destino del socialismo, y pocas veces al revés del socialismo hacia el
comunismo. La estructura asociativa PSOE se adaptaba mejor a esta realidad
de libertades individuales y demostró un buen trabajo de sus cuadros de
organización que consiguen adecuar lo interno con la política externa, la
capacidad de influir en la sociedad, en los deseos de cambio de millones de
españoles. Ningún otro partido supo adecuar organización y política como los
socialistas, ello incluyó sin duda la aceptación y utilización de las capacidades
de militantes de la izquierda radical, el partido que pretendiera gobernar
necesitaba miles de cuadros experimentados insertados en la sociedad y los
necesitó desde 1977.
Pérez Díaz, Víctor, ‘Los obreros españoles ante el sindicato y la acción colectiva en 1980’. Papeles de Economía Española
num 6. 1981. Funcas.
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La militancia varía en cada etapa: 1965/1970/1975/1977/1979/1982
La actividad política de la militancia de extrema izquierda del 65 al 82 a
pesar de su escaso número, fue muy importante, logrando contener y empujar
constantemente al PCE y PSOE mas allá, hasta el punto de en bastantes
ocasiones ‘torcer la rama al otro lado’, lo suficiente como para que la
resultante de la Transición no fuera totalmente continuista, pero las fuerzas
radicales quedaron lejos de los objetivos revolucionarios expresados en sus
documentos, lo cual lleva a preguntarse ¿por qué? Una de las respuestas
debería ser: Porque éramos muy pocos. Éramos muy pocos en relación: al
conjunto de los que se enfrentaban al franquismo por mejorar sus condiciones
de vida, pero no por la revolución, éramos muy pocos en relación a los
comunistas del PCE. Y pocos en relación a los socialistas, en principio
bastante dispersos en multitud de grupúsculos sin apenas presencia en las
luchas obreras y vecinales, salvo algunos pequeños núcleos en el norte: Pero
los diversos grupos y militantes socialistas fueron muy influyentes en sectores
de la Administración, empresariado, pequeña burguesía, profesionales,
comunicación…
Guy Hermet en su obra ‘Los comunistas en España’ cifra la militancia del
PCE en 1968/69 entre 5.000 y 10.000 en el interior, en España, se basa en
documentación interna, en informes de la CIA, y en ‘Spain. The Gentle Anarchy,
de Benjamín Welles, New York F.A. Praeger. 1965, p 206’. En el libro cita a
Carrillo, el cual habla en un mitin de 35.000 militantes, contando el exterior;
en la misma obra Hermet cifra la suma de PC-ml y PC (internacional), en
1.000/1.500, sumando la emigración. 17 Jorge de Esteban y Luis López en ‘Los
partidos políticos en la España actual’ se inclinan por la cifra de 5.000 militantes
para el PCE, antes de la muerte de Franco, citando como fuente a Paul
Preston18.
Nicolás Sartorius en ‘La memoria insumisa’ da cifras del PSOE, para el XII
Congreso en 1972, de 2.216 afiliados, y para el de Suresnes dos años después,
en 1974, de 2.584 afiliados.19 Para el primer congreso celebrado por el PSOE
en el interior en 1976, Jorge de Esteban y Luis López en el libro citado dan la
cifra de 8.000 miembros.
La militancia fue más dura y reducida en los ‘60 que posteriormente y no
encontramos las mismas dificultades en los años 1970 al 75, que después, en
los que hubo mayor permisividad social y legal, en parte lograda por las luchas
sociales y la transición a la democracia, ello explica la existencia de más de un
17
Hermet, Guy, ‘Los comunistas en España'. Ruedo Ibérico. 1972 en castellano.
18
Esteban, Jorge de y López Guerra, Luis. ‘Los partidos políticos en la España actual’. Editorial Planeta 1982.
19
Sartorius, Nicolás, y Alfaya, Javier, ‘La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco’. Espasa 1999.
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centenar de siglas de partidos, grupos, coordinadoras, sindicatos,
agrupaciones…. Detenciones, palizas, cárcel y despidos se produjeron con
mayor dureza durante la vida del dictador, aunque después en la transición
también estuvieran presentes, no es posible olvidar los 250 muertos,
asesinados por grupos ultraderechistas y por represión policial, en
manifestaciones y huelgas, calles y despachos, por hacer una pintada o repartir
panfletos20…
En los años 1975, 76, 77 aumentó la militancia, en 1977 se legalizan los
sindicatos y se produce una explosión de afiliaciones, es un período de
efervescencia movilizadora, coincide una gran crisis política, primeros pasos
de reforma, final de etapa desarrollista, la crisis del petróleo, continuos topes
salariales, crisis industrial… para quien estaba dentro todo parecía posible.
Pero las luchas duraban días, a veces semanas, muy pocas, meses, la
movilización de los mismos individuos era ocasional, los activistas pasaban de
unos a otros momentos y lugares, considerar todas las personas movilizadas
como militantes radicales organizados establemente resultaba exagerado.
Los resultados de las elecciones 1977 son un choque de sueños contra
realidad. 535.000 fueron los votos sumados de la izquierda radical que se
presentó a elecciones, -otros defendieron abstención-, el PCE obtuvo
1.709.890 votos. Así fueron analizados los resultados por Octubre-Unión ML
en la Revista ‘Manifiesto nº 31, julio de 1977’21.
‘’El PSOE ha alcanzado el 28% de los votos y el 33% de escaños. En términos
absolutos cinco millones largos de votos…
Varios factores han concurrido: El PSOE no es un partido desconocido para la
pequeña burguesía y la clase obrera, históricamente ha sido el partido de base obrera
de mayor importancia hasta 1939. Aunque prácticamente desaparecido de la escena
política hasta 1973 ha recogido una tradición y un recuerdo de su presencia política
que sólo por la vía electoral se podía manifestar ya que no ha sido un partido de
lucha.
Así prácticamente han coincidido los triunfos electorales del PSOE en 1977 con los
obtenidos en las votaciones del Frente Popular de 1936,…
Sobre represión y asesinatos en la transición pueden verse: Wilhelmi., Gonzalo, ‘Las otras víctimas de una transición nada
pacífica’. Universidad Autónoma de Madrid; Sánchez- Cuenca, Ignacio, ‘La violencia terrorista en la transición española a la
democracia’. Instituto Juan March y Universidad Complutense; Aguilar, Paloma, ‘Justicia, Política y Memoria. Los legados del
franquismo en la transición española.’. Estudio/Working Paper 2001/163. Febrero2001;
López, V. Antonio, ‘Memoria de la transición española. Lecturas contra el olvido’. (Periodo 1976-1980); Garí, Domingo,
‘Tanatopolítica bajo el franquismo y la transición.’ Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, separata nº 12;
‘Todas las víctimas del terrorismo’. Documentos para la historia- Documentos para la paz. Tomo VIII... (1975-2004)
20
Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977elecciones-generales.html
21
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
Página 12
EI apoyo económico de la social democracia, fundamentalmente de la alemana ha sido
decisivo para permitir desarrollar una campaña electoral amplia con presencia en todo
el Estado y con las técnicas publicitarias que el marketing po1ítico exige a estos
partidos electoralistas…
Existe un último aspecto que ha privilegiado al PSOE y es la influencia de la
ideología burguesa en el seno de amplios sectores populares que están imbuidos de las
ideas burguesas del socialismo moderado, del anticomunismo…’’
El PCE ha obtenido 1.700.000, en Madrid 245.000
…/…
En Madrid los resultados electorales (de la izquierda radical) han sido:
Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781
Frente Democrático de Izquierdas. (PT). ……………………… 12.694
Candidatura Unidad Popular. (MC, MS, PCT)………………….. 5.078
Frente por la Unidad de los Trabajadores. (LCR, OIC, AC)… 3.001’’
El Equipo de La Vanguardia, cuantifica para el año 1977, en 4.000 los
afiliados de LCR; 30.000 los del PCE y 20.000 los del PSUC; y 30.000 para el
PSOE22. Tezanos cifra en 51.552 los militantes del PSOE para 197723.
En torno a las primeras elecciones celebradas en 1977, el PTE y ORT
conjuntamente, podían sumar 15.000 militantes, según Joaquín Aramburu del
PTE; Andy Durgan, de MC, asigna 7.000 efectivos a MC; Wilhelmi da para
LCR 3.500 militantes, 100 de ellos en Madrid y para OIC bastantes menos,
asignará al MC 200 militantes mas 200 simpatizantes en Madrid, y 500 al PTE.
Joel Sans en la obra citada, estima una cifra conjunta de entre 25/30.000
militantes la suma de PTE+ORT+MC+LCR+OIC24.
Comienza el desencanto entre la militancia radical, que se agravará tras
las elecciones de 1979 en las que el conjunto de izquierda radical que participó
en las mismas obtuvo un número y proporción total de voto similar, 500.000
votos, mientras, el PCE logró 1.938.487 votos.
Siempre hubo trasvases de militantes de unos a otros partidos, aspecto
que podría influir en engordar las cifras al ser contados doblemente las
mismas personas en dos partidos diferentes; momentos puntuales que
aceleraron los procesos fueron: la disolución del FLP en 1969, situación que
22
González, Grases y Pujol, Villafané, ‘Las elecciones del cambio’. Paza y Janés. 1977.
Tezanos, José Felix, ‘Estructura y dinámica de la afiliación socialista en España’. Revista de Estudios Políticos (Nueva
Época). Núra. 23, Septiembre-Octubre 1981.
24 Laiz Castro, Consuelo, ‘La izquierda radical en España durante la transición a la democracia’. Tesis. Universidad
Complutense de Madrid. Y obras citadas de Sans Joel y Wilhelmi Gonzalo
23
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
Página 13
provocó la difusión de militantes a diversos partidos; y después de las
elecciones de 1977, los trasvases de militancia entre grupos socialistas y el
abandono de parte de la militancia de izquierda radical que reforzarán al
PSOE.
Jorge Esteban en el libro ‘Los partidos políticos en la España actual’25, cifra en
pocos cientos los cuadros de: HASI, LAIA, ANV, ESB, conjunto que forman
Herri Batasuna tras 1980; citando ‘La Calle’ para el PSUC da la cifra de 40.000
militantes en 1977 cayendo hasta 20.000 en 1980; unos 110.000 militantes para
el PSOE en 1981. Y José Ramón Montero sitúa la máxima de militancia del
PCE en 1981, con 160.000 militantes. Michael Buse da las siguientes cifras de
militantes en 1982; PSOE 107.000; PCE 200.000; PTE+ORT 18.000; PCOE
9.000; ERC, EE 7.000 cada; LCR 6.000; HB, MC y UPG 5.000 cada
formación; PST 1.000; PC ml 1.00026.
En 1982 los sueños revolucionarios de muchos militantes radicales se
desvanecen. Por aquellos años se extendió el debate sobre ‘’la crisis del
marxismo’’, uno de cuyos aspectos aquí se tradujo por el derrumbe de las
concepciones revolucionarias clásicas, Stalin, Lenin, Mao…; la vía
democrático burguesa fue imparable, chocan bruscamente los textos
programáticos de las organizaciones revolucionarias con la práctica política de
aquellos momentos, y se desploma la concepción del partido como núcleo de
élite dirigente y representante del sujeto revolucionario, la clase obrera.
En aquellos momentos la clase obrera se diluyó apoyando a partidos
centristas y socialdemócratas, y a los partidos derechistas; al tiempo
florecieron otros sectores progresistas, contraculturales, que rompen la idea de
militancia comunista, equivalente a un compromiso redentor y de entrega en
entera disposición a la causa, cuya idea era común a muchas militancias de las
organizaciones radicales de la época.
25
26
Esteban, Jorge de, y López Guerra, Luis, ‘Los partidos políticos en la España actual’.. Editorial Planeta 1982.
Buse, Michael, ‘La nueva democracia española’. Unión Editorial. 1984
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
Página 14
Cuadro tomado de Wilhelmi Casanova Gonzalo, ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la
transición’. Madrid 1975-1982. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.
Víctor Pérez Díaz, ‘Orden social: clase obrera y conciencia de clase: política y economía’.
Papeles de Economía Española num 2. 1980
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
Página 15
Existen diferentes niveles de compromiso militante
‘’Militancia que significa una dedicación mayor a la Organización, interviniendo sobre
la contradicción entre la vida privada y la vida política, entre el trabajo profesional y el
trabajo político, y poniendo la política por delante en todos los aspectos del entorno que
nos rodea. La militancia es también una mayor profesionalización, una lucha
constante contra los métodos artesanales, contra los errores de aficionados en los
terrenos de la seguridad, del funcionamiento orgánico y de la práctica organizada. ’’
‘1974. Sobre la trayectoria de la Organización. Octubre’. 27
Un motivo de diversidad en los datos se produce cuando las cifras sobre
militancia cuantifican realidades diferentes. ¿A quienes nos referimos cuando
utilizamos el concepto de militante? Hay cuadros militantes en la mayoría de los
partidos con similares grados de compromiso, sus vidas giran en torno al
partido y su utopía, pero éstos se encuentran acompañados de otros muchos
individuos con niveles distintos de compromiso. Un militante revolucionario,
deberíamos entenderlo como quien se mantenía establemente activo y
sometido a disciplina orgánica durante años, desarrollando proyectos políticos,
dedicado a organizar y movilizar a otras personas, participando en acciones de
agitación y propaganda, contribuyendo económicamente, dedicando esfuerzos
al estudio y formación, disponible para la organización en todo momento.
En el párrafo de arriba tomado de un documento de 1974 del grupo
marxista leninista, Octubre, -posteriormente llamado Unión ML, luego
UCCO- podemos ver el criterio de compromiso y exigencia que entrelazaba
vida política y vida privada en la que intervenía aquella organización en la que
se militaba; esas ideas sobre el compromiso militante eran comunes en
muchos sectores de la izquierda radical., lo cual reducía bastante el número de
militantes que aceptaban tal grado de intervención orgánica sobre sus vidas. A
finales de los setenta ese criterio con fuerte sentido dirigista sobre la militancia
se va descomponiendo con los aires de la democracia y el impulso de las
libertades individuales, e influye en los traspasos de militancia desde la
radicalidad hacia socialismo, ecologismo, etc.
‘La actividad política anti-franquista era clandestina y solo llegaba a una pequeña
parte de la población’, escriben Fullá y Puig. ‘Clases sociales y partidos políticos en la
transición española a la monarquía parlamentaria’. Ferrán Fullá y Antonio Puig.
Rebelión.
27
http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/blog-page_95.html
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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En los setenta, supongamos un partido que pudiera movilizar en torno
suyo, a 3.000 activistas, incluso con cierta estabilidad, -cercanos, afiliados,
colaboradores…-, eso podían lograrlo 500 cuadros militantes, organizados
establemente, la tendencia será contar por encima la totalidad. La huelga en
una fábrica durante semanas, requería compromiso y organización:
movilizados miles de obreros, en asambleas formaban grupos de agitación,
apoyo económico, seguridad, información a mass media, de relaciones…,
decenas de obreros formaban comités, no coincidentes con los sindicados, -en
ocasiones se rompían carnets de CCOO y UGT por frenar la lucha-, los
niveles de dureza, organización y compromiso podían ser altísimos. Pero,
¿Cuánto duraba esa organización y compromiso?… En la fábrica podían
trabajar inicialmente apenas una veintena de militantes de diversos partidos de
extrema izquierda ¿Quiénes y cuantos sumaban cifras como si se tratara de su
exclusiva influencia en revistas e informes?
A los pocos meses de terminar la lucha, los militantes de extrema
izquierda que inicialmente trabajaban allí seguían siendo los mismos. Esta es
una constante de las luchas de los setenta, en fábricas grandes o empresas
pequeñas, bancos o textil, comercio o metal, grandes movilizaciones por las
necesidades inmediatas. Luchar contra un despido, ponía en marcha un
abanico de formas de lucha, legales e ilegales, en muchas ocasiones se ganaba,
pero los readmitidos no se incorporaban a la radicalidad, quizás te
acompañaban unos meses, dejando de relacionarse al poco tiempo, después se
afiliaban a CCOO, que no aparecieron para lograr su readmisión. CCOO en
1978 tiene 1.824.000 afiliados, cayó a 390.000, poco después en 1981.
Se podía ser agitador, de palabra y comportamiento vital, repartir
panfletos, revistas, realizar pintadas, pegar carteles, en la calle, o también en el
trabajo, participar en saltos, -cortar las calles y agitar-, o posteriormente acudir
invitado a la manifestación del 1º de mayo. No era lo mismo asistir a una
charla, o varias, que acudir a encierros o guardas en las puertas de fábricas
durante ocupaciones, participar en las acciones de solidaridad a fábricas en
lucha podía hacerse vendiendo cosas para lograr apoyo económico y
difundiendo sus luchas con hojas y revistas o realizando asambleas y
reuniones. No era igual hacerlo un día, o de vez en cuando, que durante años.
Muchas cifras facilitadas para cuantificar no distinguen al militante que tuviera
estabilidad organizativa, sometido a disciplina, del activista ocasional.
Mucha gente luchaba sin que su nivel pudiera considerarse de cuadro
militante, colaboraba sin acudir a acciones de calle, o prestaba casas para
reunirse, o guardar materiales y personas, contribuía económicamente, algo
vital para funcionar… Unos pintaban en sus casas carteles o gráficos para
propaganda y agitación, otros creaban objetos susceptibles de venta, algunos
transportaban o compraban materiales necesarios, otros vendían prendas,
manualidades, libros…
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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Organizar implicaba asignar tareas, todas importantes, el cuadro militante
sumaba gente a la causa, un cuadro tendría a su alrededor un nutrido grupo de
colaboradores, además de militantes y activistas con distintos niveles de
organización y compromiso. Contar diez o veinte, puede entenderse,
diferenciando niveles, seguro que considerar militantes revolucionarios la
cifra mayor llevará a profundos errores de análisis. Hubo grandes
movilizaciones callejeras de pocos días, períodos de luchas de un curso,
reivindicaciones concretas en barrios y huelgas en fábricas que duraron meses,
y hubo trabajo estable de varios años en todos los frentes, organizando y
peleando, gente que un tiempo militó en un partido y después en otro,
individuos que lucharon durante varios años, pero esta militancia siempre fue
reducida, fueron pequeños núcleos de personas en relación al conjunto de la
población, y nunca pudieron derribar al franquismo, hasta después de la
muerte del dictador.
Guste o no, la -por todos los conceptos- ascendente clase media española no se movilizó
de forma masiva contra el franquismo, …/…. Pero si los estudios sociológicos que ya
entonces comenzaban a prodigarse no engañan, entonces podría aventurarse una razón
complementaria: las nuevas generaciones de españoles situaban el orden como un valor
político del mismo rango, o superior, que la libertad; se era demócrata siempre que
serlo no implicara un desorden generalizado. Ahora bien, una revolución es, por
definición, el mayor desorden… Santos Juliá28.
Subjetivismo en las cifras, apoyo para sustentar postulados políticos previos
La expresión ‘‘Franco murió en la cama’’ designa una larga dictadura que
no fue derribada, lo cual supone, además de la dureza extrema de su represión,
que aquella sociedad se sustentaba en millones de españoles nacionalcatólicos, franquistas sociológicos, en superior número y mayor fuerza que
quienes pretendían acabar con el Régimen. La existencia de aquella amplia
base social pudo comprobarse después, millones de españoles eligieron
políticas y alternativas concretas decantados por opciones derechistas,
nacionalistas y centristas, y dentro de las izquierdas preferían las opciones
socialdemócratas y reformadoras, marginando a los anticapitalistas y radicales.
Así, la lucha diaria fue titánica, requería de impulsos que algunos
suponían aumentarían inflando cifras de movilizados en acciones,
aumentando el número de seguidores que reafirmaran las fuerzas, el
subjetivismo era herramienta para sustentar postulados políticos que las cifras
demostraban seguían mucha gente. Era una manera de animar y fortalecer en la
unidad de esa línea política defendida por el partido, máxime cuando buena
parte de la militancia no había entrado en las organizaciones por
Juliá, Santos: ‘Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995. Páginas
34,35.
28
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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convencimiento y selección mediante contraste de opciones políticas diversas,
era el azar quien guiaba la incorporación a ese partido concreto, por un
compañero que caía bien, por la pareja, por amiguetes del barrio o la
facultad...
Las revistas partidistas daban altas cifras de participación en las acciones,
pero los que estábamos allí sabíamos que, por ejemplo, no eran necesarios
varios miles para traer en jaque a la poli durante dos horas en unas calles, un
centenar de individuos pueden hacerlo tras un salto bien organizado. Si varios
miles no consiguen formar una cabecera de manifestación en una calle, quizás
fueran cientos. Si a una convocatoria de apoyo electoral acuden cientos, no
cuadra aceptar militancia de miles. Si el PCE y CCOO frenaban habitualmente
las luchas, mal encaja aceptar que fuera mayor militancia la de los impulsores
de esas luchas. Miles de militantes atribuidos a las acciones de extrema
izquierda no cuadran con asistencia de cientos en la manifestación del 1º de
Mayo. Por supuesto movilizaciones vecinales, obreras y estudiantiles de miles
de individuos fueron habituales, compatible con que no fueran dirigidas por
uno u otro partido, aunque hubiera presencia de algunos militantes de
múltiples siglas dentro de esos colectivos; la autonomía de muchas
movilizaciones fue habitual, tanto como la auto-adjudicación de todo cuanto se
movía en la propaganda partidista radical.
Recordemos los datos de las Elecciones 1977, en Madrid, a través de la
revista Manifiesto nº 31 de Octubre-Unión ML29.
Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781
Frente Democrático de Izquierdas (PT). ……………………… 12.694
Candidatura Unidad Popular (MC, MS, PCT)………………….. 5.078
Frente por la Unidad de los Trabajadores (LCR, OIC, AC)… 3.001
Los resultados en Madrid con una población trabajadora que oscila alrededor de 1
millón dan idea clara de la influencia política….
ORT habla en Madrid de 40.000 militantes en el Sindicato Unitario… días antes
llamaba a la Huelga General por su legalización.
El PT en Sevilla hablaba de miles de campesinos, obreros, intelectuales, amas de casa
etc. que iban a los mítines de García Castro. Esos miles eran en cada pueblo
naturalmente… El resultado electoral en Sevilla provincia fue FDI, 18.000 votos….
En Madrid obtuvo 12.694 votos. Cuando realizaron la fiesta de San Blas (Madrid)
hablaban de 80.000 personas que habían participado ¿Donde están?
Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977elecciones-generales.html
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‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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Altos números y proclamar victorias, pretendían generar moral
Todos los partidos y todas las naciones, así como todas las religiones, saben que los
sentimientos compartidos son una fuerza de unidad,… La cooperación, la
espiritualidad e incluso el amor podrían añadirse a los ‘patriotismo, fidelidad,
obediencia, coraje y compasión’ darwinianos como componentes del pegamento social,
pero resulta difícil identificarlos. Steve Jones30.
Cooperación, espiritualidad, amor, patriotismo, fidelidad, obediencia,
coraje… son términos ampliamente utilizados dentro del movimiento obrero
y las revoluciones. Puede ampliarse el significado de algunos términos
religiosos a significados políticos: iglesia, partido, religión, comunismo,
sacerdotes, nomenclatura, clero, élite política, etc. Muchos comportamientos
religiosos se identifican con prácticas políticas y a la inversa, ambos contienen
poderosos agentes de unión y exclusión, la militancia radical utilizaba de estos
componentes, soportados por la utopía. Cuando ésta desapareció, el edificio
del compromiso militante se derrumbó.
Ambos terrenos de intervención humana, política y religión, quieren
edificar un mundo sustitutivo del existente, construir una interpretación
particular de la vida con principios ilusionantes y aterradores; ambas
militancias requieren actividad social, exigirán proselitismo, agitación y
propaganda sometidos a reglas y normas de organización grupal; ambas
promueven la certeza en sus principios doctrinales y en su paraíso hasta el
enfrentamiento con otras doctrinas que siempre serán falsas; una escisión
construirá su identidad no solo a favor de un nuevo paraíso y generando otras
normas de comportamiento y organización, además fomentará el odio hacia
los otros, -toda identidad se construye con elementos pro y contra-; en ambos
casos fomenta la fe en las propias teorías y sus intérpretes, fomenta la
adoración a sus obispos, a la élite ejecutiva, acompañada del desprecio a
cualquier otra élite.
Ambos, el partido y la secta, consideran ser los únicos fieles interpretes
de textos sagrados en los que se apoyan, tienen toda la razón; sus integrantes,
sus líderes se comportan como elegidos por el destino, dotados de superior
calidad al resto de mortales los permite definir nítidamente la finalidad, el
paraíso hacia el que caminar y los enemigos a destruir; ambos determinarán
los fines a lo que todo queda subordinado, todo es permitido al ir encaminado
a lograr el objetivo; las estructuras del grupo premiarán al obediente,
30
Jones, Steve, ‘Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.’. Turner. 2015’’
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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asimilarán a quienes defiendan el discurso interno y reprimirán y expulsarán a
quienes no se sometan… Los números aquí serán importantes.
Las cifras son terreno resbaladizo susceptible de herir, atentarán contra
postulados sustentados en ideas tales como las siguientes: ‘’el pueblo haría caer la
dictadura; la inmensa mayoría de los españoles en un lado se enfrentaba a la camarilla del
Pardo; La gente, todos contra la oligarquía financiera y terrateniente; Los españoles quieren
una revolución y están en puertas; no se llegó a ella porque unos pocos, traicionaron a la
mayoría revolucionaria del pueblo…’’
Aquella ensoñación escondía la realidad. Éramos muy pocos militantes
en la izquierda radical y la inmensa mayoría de españoles no quería
revoluciones. Si bien las movilizaciones en el tardo franquismo fueron muy
fuertes, lo fueron fundamentalmente por mejorar las condiciones de vida y
para defenderse de las agresiones de la patronal y el Estado, despidos,
sanciones, topes salariales, inflación, paro… era evidente que la gente no
apoyaba las opciones políticas que pretendieran una revolución,
un Nuevo Mundo Socialista.
Grandes mayorías de población eligieron una sociedad parecida a la
francesa, con mejores de condiciones de vida, más libertades y derechos,
formas sociales democráticas europeas eran el objetivo deseado por la
inmensa mayoría; la realidad mostraba insistentemente que quienes se
incorporaban a la lucha rechazaban sumarse a las opciones de la izquierda
radical, en muchas ocasiones identificadas como sectas, buscaban mayor
comodidad en la cercanía del revisionismo, o incluso abandonándolo para
acercarse a los reformadores, menos exigentes y más laxos en su militancia y
con mayor proximidad al objetivo de libertades individuales democrático
occidentales.
Esta realidad era apreciada por todas las fuerzas políticas, incluidos los
grupos de extrema izquierda, de hecho, supuestamente para lograr mayor
inserción entre las masas, muchos de los partidos situados en la izquierda radical,
hacia 1977 comenzaron a reflejar en sus publicaciones objetivos concretos
bastante distanciados de sus ideas y proclamas originales revolucionarias
aceptando y potenciando la legalidad democrático burguesa que se iba
configurando.
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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Tras el 23-F y las elecciones de 1982
El apabullante triunfo del PSOE en las Elecciones Generales de 1982,
más los resultados de la derecha, junto a los pocos votos recibidos por
opciones izquierdistas, marcan el fin de etapa para los grupos y partidos de la
izquierda radical. Los sueños revolucionarios se desvanecen, si bien desde
bastante antes vivíamos señales que lo indicaban, las elecciones de 1982 son el
punto de inflexión. ‘La crisis del marxismo’, sobrevenida poco antes, dio
nombre a una época en la que fueron replanteadas muchas cuestiones por
grupos e intelectuales del entorno marxista que pretendían construir la Nueva
Sociedad sin clases y sin explotación.
Naturalmente las cuestiones internas y personales fueron muy
importantes en las rupturas políticas, pero una mirada al conjunto de la
izquierda radical muestra que muchas organizaciones sufrieron procesos
similares de escisiones, crisis y desaparición por los primeros ochenta, lo cual
permite afirmar que las relaciones políticas, y personales, iteraban con la crisis
del entorno que era dominante, las mismas bases materiales, ideológicas,
políticas, afectaron a la militancia radical de manera similar en toda España.
La militancia izquierdista-radical fue siendo erosionada por las
perspectivas democráticas a finales de los setenta tras muchos años
acumulados de luchas, disciplina, privaciones... los escritos programáticos de
los partidos se iban alejando de la realidad diaria que vivían sus militantes, las
propuestas concretas tenían pocos vínculos con los sueños revolucionarios
que en la realidad se desvanecían. Todo partido es una máquina de lucha por
el poder, externo e interno, los marxistas leninistas,… aceptaban las tensiones
que surgían bajo el criterio supremo de que el fin justifica los medios. Cuando
el fin revolucionario se evapora, los medios no se soportan y aumentan las
grietas, escisiones, abandonos individuales, traspasos al PSOE...
El PSOE se configuró a comienzo de los ochenta como opción
susceptible de alcanzar el poder político mediante las urnas, una de cuyas
explicaciones se encuentra en la voluntad ampliamente mostrada por la
ciudadanía, que apoyaba, prefería y deseaba medidas transformadoras de la
sociedad, pero sin que éstas fueran revolucionarias. La base social sobre la que
debía actuar y los deseos de la sociedad en general, empujaban en la dirección
democrática, recuperar tiempo y libertades de la etapa republicana, incluidas
las nacionales (la memoria histórica) y la lucha por satisfacer necesidades
básicas de libertad, justicia, y por supuesto mejora de las condiciones
materiales de vida.
Este marco político se puede calificar de socialdemócrata, para lograrlo e
intentar satisfacer las necesidades que surgían, era obligatorio dotarse de la
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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maquinaria de partido necesaria y urgentemente. El Partido Socialista se fue
construyendo con varios grupos, retales e individuos, pero evidentemente
hubo intención de crear un marco socialdemócrata, más democrático y abierto
tradicionalmente que el comunista, menos contaminado históricamente por
purgas y excesos ideológicos, un partido en el que tuvieran cabida miles de
personas insertas en movimientos sociales, imprescindibles para dirigir una
sociedad que necesitó unos 50.000 cuadros dirigentes socialistas en muchos
niveles sociales; ministros, subsecretarios, directores generales, jueces,
diplomáticos, mandos policiales, militares, alcaldes, concejales, dirigentes de
empresas públicas, administración educativa, sanitaria, universitaria,
senadores, congresistas, cargos de partido, sindicales,… un sinfín de cargos
intermedios de múltiples departamentos de la Administración del Estado y
empresas públicas.
Para muchos militantes de las opciones políticas de izquierda radical
aparece la posibilidad de transformar la realidad en el PSOE, y se produce una
masiva incorporación de activistas de extrema izquierda, y del PCE,
preparados profesionalmente y curtidos políticamente, se acercan a los
socialistas que en esos momentos tienen necesidad imperiosa de ellos para
cubrir múltiples necesidades y niveles, así desde finales de los ’70 se produce el
trasvase de militantes de los partidos y organizaciones obreras, vecinales y
universitarias. El PSOE de esa etapa, no está compuesto por los viejos
socialistas que ordenan y desplazan a los rincones los añadidos izquierdistas,
la militancia del partido se construirá con los socialistas antiguos de diversas
corrientes que se unen en 1979, los nuevos procedentes de su casa y además
con la valiosa incorporación de cuadros izquierdistas en todos los niveles, lo
cual dotó al PSOE de fuerza y capacidad de influencia en la sociedad
permitiéndole consolidar sus triunfos.
Muchos militantes revolucionarios, quedaron fuera de aquella nueva
realidad, renegando de la sociedad que se construía, poco después de los
primeros triunfos socialistas miles arrojaron sueños perdidos en lo que se
llamó el desencanto. Existió, diverso y con matices, se confundieron y
generalizaron los síntomas de frustración con otros aspectos presentes
entonces: la incorporación de los militantes de izquierda radical al PSOE para
realizar tareas de administración política retiraba activistas de las calles y
movimientos sociales para institucionalizarlos. Otra cuestión confundida con
el desencanto fueron los cambios que iban modificando la vida a millones de
españoles que percibieron avanzar en cumplir sus sueños; frenaban porque
percibían que lograban mejoras.
Las movilizaciones y luchas lograron amplias libertades ciudadanas,
nacionales, feministas, participativas… y agua caliente y fría, colegios y
universidades para sus hijos y por primera vez en la historia también para sus
hijas, atención sanitaria, pensiones, centros sociales y cívicos, viajes del
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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Imserso, hospitales, etc. etc. Esta realidad que transformó a millones de
españoles no fue aceptada por muchos activistas que contemplan lo logrado
como una derrota y dejan la propiedad de los éxitos en manos derechistas; sin
considerar que lo conseguido contiene muchos de los sueños y proyectos
presentes en las luchas del movimiento obrero, anarquista, comunista,
socialista, tales como ideas sobre la libertad, de sindicación, de
desplazamiento, de matrimonio y divorcio, sobre igualdad y derechos a la
educación y sanidad para los no pudientes, derecho a pensiones que permitan
vivir sin trabajar por vejez, enfermedad, paro o discapacidad, etc.
Las cifras de militancia, recordadas a posteriori, pueden estar idealizadas
Agosto de 1969, festival de Woodstock; hubo 400.000 personas. A
medida que pasó el tiempo, las encuestas que preguntaban sobre la asistencia,
daban respuestas de millones de personas que afirmaban haber estado allí.
Escucharían a Jimi Hendrix, The Band, Ten Years After, Joe Cocker, Canned
Heat, Blood Sweat & Tears, Santana, Crosby Stills Nash & Young, Jefferson
Airplane… o Janis Joplin, pero no en Woodstock.
Las cifras sobre militancia pueden estar contaminadas por idealismos,
aquello que valoramos, queremos resaltarlo. La idealización de vivencias
personales es normal, siempre que dichas experiencias sean entendidas de
manera positiva por el entorno social. Individuos que en su día pudieron estar
cerca de la organización A, o que colaboraran en algún momento con ella,
podrían definirse como militantes de la misma si con ello obtuvieran
reconocimiento, e inflar su número dará mayor relevancia.
Algo similar a lo reseñado sobre Woodstock ocurrió en España. Compañeros
de trabajo que nunca movieron un dedo, nunca repartieron un panfleto en la
puerta del metro, no asistieron a una manifestación, ni se implicaron en
compromiso alguno… eran capaces de decir años después, ‘te acuerdas de
cuantas manifestaciones hacíamos’
Las injusticias y explotación continúan bajo otras formas –siempre lo
harán en cualquier sociedad- y la militancia para combatirlas adoptará nuevas
maneras en variados terrenos de lucha, feminista, ecologista, sindicalista,…en
general acomodados a la nueva sociedad que toca vivir.
Manuel Herranz Montero.
Ponencia al Congreso ‘Las otras protagonistas de la transición’. Febrero 2017.
‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos.’ Manuel Herranz Montero.
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