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ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA DE ANCASH 2 POBLACIÓN Y TERRITORIO Bebel Ibarra Asencios Editor INSTITUTO DE ESTUDIOS HUARINOS 2016 1 ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA DE ANCASH 2: POBLACIÓN Y TERRITORIO Editor Bebel Ibarra Asencios Corrección de Texto y Estilo Carlo Brescia Carlos Escobar Silva Pablo Mateos Edición de Bibliografía Jhon Cruz Quiñones Diseño y Diagramación Bebel Ibarra Asencios Diseño de Portada Margarita Brikyte Copyright © Instituto de Estudios Huarinos Av. Vira 473. Huari. Ancash Copyright © Bebel Ibarra Asencios ISBN 978-1-365-43505-8 2016. Primera Edición 2 CONTENIDO Introducción (7) Capítulo 1 OCUPACIONES HUMANAS TEMPRANAS DURANTE EL PERIODO ARCAICO EN LA PUNA SUR DE ANCASH: EL SITIO DE HATUN MACHAY (13) Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Capítulo 2 LA INCORPORACIÓN DE LA TRADICIÓN MITO EN EL ÁMBITO RITUAL DE CHAVÍN DE HUÁNTAR (29) Daniel Contreras Capítulo 3 LAS OCUPACIONES FORMATIVAS EN LA BANDA: EXCAVACIONES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DE LA VARIANTE CHAVÍN Y SU IMPACTO SOCIOECONÓMICO EN EL VALLE DEL MOSNA (53) Jorge Gamboa Velásquez Capítulo 4 PRÁCTICAS MORTUORIAS POST-CHAVÍN: UN ANÁLISIS TAFONÓMICO DE RESTOS HUMANOS ENTREMEZCLADOS DEL CANAL ROCAS DE CHAVÍN DE HUÁNTAR (77) Mathew Velasco Capítulo 5 ANTARAGÁ: ARQUITECTURA MONUMENTAL RECUAY EN EL ALTO MARAÑÓN (93) Rafael Segura Rivera Capítulo 6 ARQUEOLOGÍA DE UNA PACARINA ANDINA (107) Carolina Orsini y Elisa Benozzi Capítulo 7 ICHIC WILLKAWAIN Y EL CALLEJÓN DE HUAYLAS: UN ENCLAVE PROVINCIAL WARI EN LA SIERRA NORTE DEL PERÚ (137) Juan Paredes Olvera 3 Capítulo 8 CONSIDERACIONES CRONOLÓGICAS DEL ALTO MARAÑÓN: TANTAMAYO Y RAPAYÁN (165) Alexis Mantha y Hernando Malca Capítulo 9 ESTRATEGIAS DE OCUPACIÓN INCA EN LA SIERRA DE ANCASH: EL ROL DE TAMBOS Y COLCAS EN LA DEFINICIÓN DE PROVINCIAS INCAS (179) Bebel Ibarra Asencios Bibliografía General (211) 4 REALACIÓN DE AUTORES Daniel Contreras Es doctor en arqueología por la Universidad de Stanford, California (2007); su trabajo se enfoca en las interacciones humanos-medioambiente en el pasado, particularmente en los componentes antropogénicos y geomorfológicos de los paisajes y en los ambientes de intenso dinamismo. Está especializado en investigaciones geoarqueológicas que integran el trabajo arqueológico de campo con el mapeo geomorfológico, el análisis de sedimentos, y el uso de varias técnicas digitales y geoespaciales. Ha realizado investigaciones en Perú, Jordania, México, Guatemala, Turquía, Grecia, y Honduras. Actualmente es investigador postdoctoral OT-Med en el Institut Méditerranéen de Biodiversité et d’Ecologie (IMBE). Email: danielalexandercontreras@gmail.com Jhon Cruz Es arqueólogo licenciado por la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo (UNASAM) (2014). Su interés se centra en la interacción de grupos humanos tempranos en contextos ecológicos durante el periodo Arcaico y Formativo en Ancash y La Libertad, con énfasis en el desarrollo y adaptación de tecnología lítica, sistema de asentamiento y prácticas de subsistencia. Ha dirigido los proyectos Asentamientos Arcaicos en el Sur de Ancash y el Proyecto Arqueológico Huaca Negra-Virú, bajo el auspicio de instituciones académicas internacionales. Actualmente es profesor asistente del departamento de Ciencias Sociales y Comunicación de la UNASAM. Email: jpcroix@gmail.com Jorge Gamboa Arqueólogo egresado de la Universidad Nacional de Trujillo. Ha desarrollado investigaciones en Ancash desde el año 2000, conduciendo excavaciones y estudios de gabinete en Chavín de Huántar, el valle de Santa y Casma. Durante el 2009 fue becario en la Biblioteca de Estudios Precolombinos de Dumbarton Oaks, Washington DC. En el 2010 realizó la co-dirección del Proyecto Arqueológico Pañamarca-Área Monumental. Es autor del libro Archaeological Heritage in a Modern Urban Landscape (Springer, 2015). Desde el 2012 forma parte de la Escuela de Arqueología de la UNASAM. Email: jgamboavelasquez@yahoo.com Bebel Ibarra Asencios Arqueólogo licenciado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2003). Actualmente su interés son tradiciones funerarias, bio-arqueología y montañas sagradas. Previamente ha desarrollado los temas de patrones de asentamiento, arte rupestre y estilos de cerámica, siempre, en la región de Áncash. Ha realizado excavaciones en varios sitios, de diferentes periodos que van entre 200 - 1500 d.C. Trabajó con varias municipalidades de Huari (1997-2010) en la preservación sitios arqueológicos entre ellos el Qhapaq Ñam. Ha editado y publicado varios libros y artículos sobre arqueología en la sierra de Ancash. Actualmente es candidato a doctor por la Universidad de Tulane. Email: bebel_chavin@yahoo.com 5 Alexis Mantha Es Doctor en Arqueología por la Universidad de Montreal (2004) y con Postdoctorado en la Universidad de Michigan 2004-2006. Se especializa en la arqueología del Alto Marañón (Ancash y Huánuco), donde ha realizado múltiples temporadas de prospección y excavaciones en las zonas de Rapayán y Arancay. Su trabajo se concentra particularmente sobre los periodos tardíos (Intermedio y Horizonte Tardíos) donde la arquitectura de superficie es excepcionalmente bien conservada. Su principalmente interés es determinar los significados sociales, económicos, políticos e ideológicos del espacio construido y del paisaje. Dado la gran cuantiad de estructuras funerarias, tengo un interés particular en el concepto de veneración a los ancestros. Actualmente es Profesor de Antropología en Champlain College, Saint-Lambert. Cánada. Email: alexismantha@hotmail.com Carolina Orsini Es doctora en Arqueología por la Universidad de Bolonia (2005) con una tesis sobre la arqueología de la Sierra de Ancash (Perú). Ha trabajado en excavaciones en Italia, Francia, Perú, España y Argentina, sobre temáticas relacionadas a adaptación humana al medio ambiente y sus implicancias culturales y sociales (objeto de diferentes monografías). Colabora con las Fuerzas Armadas italianas para combatir y prevenir el tráfico ilícito de bienes arqueológicos americanos en Italia. Actualmente es la curadora principal de las colecciones arqueológicas y etnográficas del Museo delle Culture de Milán, del cual ha ideado el guion de la nueva instalación (octubre 2015) y curado la edición del catálogo. Email: Carolina.Orsini@comune.milano.it Juan Paredes Olvera Arqueólogo licenciado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1996). Actualmente su interés se centra en la manifestación regional de la Cultura Wari, en la Sierra de Ancash. Previamente ha desarrollado trabajos de excavación arqueológica en varios sitios arqueológicos del período, con interesantes resultados a niveles de patrones funerarios de la época. Ha desarrollado trabajos de Investigación y Evaluación Arqueológica en diferentes lugares del país y Puesta en Valor de Monumentos Arqueológicos en Lima y Ancash. Email: jjparedoso@hotmail.com Rafael Segura Rivera Arqueólogo egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2009). Su área de interés son los caminos prehispánicos entre la sierra de Ancash y Huánuco. Ha realizado extensivas exploraciones entre ambas regiones identificando muchos sitios asociados a los Incas. Además varios trabajos en Llamellín, su tierra natal. Email: rafael2194@hotmail.com Matthew Velasco Recibió el doctorado y la maestría en Antropología de la Universidad de Vanderbilt (2016). Mediante el estudio bioarqueológico y las prácticas mortuorias, Velasco investiga los cambios sociales y políticos durante el Periodo Intermedio Tardío en los Andes Sur Centrales. Sus estudios abarcan temas tales como etnogénesis, modificación corporal, construcción social del espacio y paisaje, y la política de la muerte. Actualmente es Asociado Postdoctoral en la Universidad de Cornell. Email: mcv47@cornell.edu 6 INTRODUCCIÓN En el año 2003 se publicó el primer volumen titulado “Arqueología de la Sierra de Ancash: Propuestas y Perspectiva”. Ese primer volumen sirvió para dar a conocer las investigaciones y a los investigadores presentes en esta parte de los Andes. Varios de los que escribimos en el primer volumen aún continuamos trabajando en Ancash. Desde entonces, nuevas investigaciones y nuevos arqueólogos, vienen trabajando y enriqueciendo el conocimiento de la historia prehispánica de la sierra de Ancash. De los nueve trabajos que se presentan, siete de ellos tratan sobre la región de Conchucos, particularmente en la cuenca del río Puccha. La cual está formada por los valles del Mosna, Huaritambo y Puccha, y que limita con el río Marañón, y separa Ancash de Huánuco. Los otros dos artículos comprenden estudios en el Callejón de Huaylas. El presente volumen, “Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio”, busca resaltar los avances efectuados desde el año 2003. En ese sentido, gran parte de los artículos son resultados de excavaciones y presentan algunos fechados que permiten ver la contemporaneidad de las expresiones culturales, así como, las diferencias y similitudes que presentan éstas en el registro arqueológico. La sierra de Ancash involucra dos importantes áreas, como son, el Callejón de Huaylas y la Zona de Conchucos, son muy pocos los fechados existentes (cf Lau 2011), particularmente en esta última la mayoría de fechados provienen del sitio de Chavín de Huántar; en ese sentido este volumen aporta datos que ayudan a comprender la cronología de la zona. Aún no se sabe sobre cuando apareció Recuay, aunque se plantea que este grupo sería una continuidad de Huaras, y con orígenes costeños (Lau 2011: 244); sin embargo, en ambos lados de la Cordillera Blanca la evidencias sobre Huaras es muy pobre. Mientras que el origen costeño es discutible, las relaciones costa – sierra están mejor documentadas (Lau 2004, Benson 2012), aunque se circunscriben a los valles costeños bajos y los valles altos serranos. Sin embargo nuestras recientes excavaciones en el sitio de Huamparán, localizado a escasos 20 Km al norte de Huari, revelan la presencia de vasijas moche y posiblemente Gallinazo (Ibarra 2016), con lo cual relaciones costa – sierra se extendieron hasta las vertientes orientales de la Cordillera Blanca. La naturaleza de esas relaciones aún está por definir. El territorio de la sierra de Ancash puede ser dividido en valles altos costeños, Callejón de Huaylas y Región de Conchucos. Está última separada por la Cordillera Blanca que constituye una barrera natural, que incluso hoy en día tiene pocas áreas de paso. Cada una de estas áreas presentan expresiones locales 7 Introducción (arquitectura) y expresiones comunes (cerámica). Es nuestra intención explicar las diferencias y los factores que influyeron para que estas áreas tengan cosas en común. No se busca establecer áreas culturales, lo que se busca es explorar las razones por lo que ciertos elementos están presentes en diferentes áreas. Por ejemplo, tumbas tipo cista están presentes desde el valle de Huallaga (Shillacoto) hasta los valles altos costeños (Chinchawas) durante el período Intermedio Temprano. La Cerámica akillpo (círculos impresos) está presente desde el litoral pacífico de Ancash (Casma) hasta la sierra de Huánuco (Tantamayo) durante el período Intermedio Tardío. Todo esto sin que unidades sociopolíticas dominantes hayan sido identificadas a través de estos territorios durante esos períodos de tiempo. El territorio de Ancash tiene una larga ocupación que se remonta hacia los 8000 a.C., como lo atestigua el sitio de Guitarrero. La industria lítica de este sitio ha sido hallada en áreas mucho más al sur, como lo explica John Cruz y colegas en su artículo. Se trataría de poblaciones arcaicas que buscaban materia prima en áreas vecinas, lo cual sugiere una movilidad por razones logísticas. Los autores resaltan la importancia del ecosistema de puna para la economía de las poblaciones, algo que ocurre en tiempos mucho más recientes (período Intermedio Tardío), donde asentamientos nuevamente ocupan extensivamente este piso ecológico. La perspectiva de estudio que ha tenido Chavín de Huántar como centro pan regional, de peregrinaje o manipulación de la autoridad en las últimas décadas, ha estado enfocado a los efectos o influencias que pudiera tener Chavín de Huántar sobre otros sitios formativos en los Andes. Sin embargo, cómo se articulaba o influenciaba Chavín a otros sitios contemporáneos en la cuenca del Puccha aún es desconocido. En ese sentido, el artículo de Daniel Contreras aporta datos sobre relaciones a nivel regional. Contreras reporta la presencia de arquitectura de tradición Mito en la parte oeste del centro ceremonial de Chavín de Huántar, sugiriendo influencias del valle del Huallaga (Kotosh) en esta parte de Ancash. Recientes excavaciones realizadas por Jason Nesbitt (comunicación personal) en el valle de Huaritambo, describe contextos fechados hacia finales del Período Inicial con presencia de cerámica similar Kotosh. Pero no solo la cuenca del Huallaga mantuvo contactos con Ancash, fragmentos correspondientes a las fases formativas de Piruro (Huánuco) han sido encontrados por Alexis Mantha (en este volumen) en los niveles inferiores de Rapayán. Estos datos sugieren relaciones inter e intrarregionales de las poblaciones de la cuenca del Puccha entre finales del Período Inicial y finales del Horizonte Temprano, espacio de tiempo que comprende entre la emergencia y la desaparición de Chavín; las relaciones interregionales particularmente con poblaciones de la cuenca del Huallaga y Huánuco (Kotosh y Piruro) al margen de las relaciones que tuvo el centro ceremonial de Chavín de Huáncar con otras regiones. Sin embargo, aún falta estudiar aspectos sobre la complejidad política y social que desarrollaron las poblaciones locales antes de Chavín, en la cuenca del Puccha. Mientras la arquitectura de Chavín ha sido ampliamente estudiada, ocupaciones contemporáneas a ésta en la cuenca del río Puccha se conocen muy poco. En su mayoría corresponden a montículos formados por varias plataformas 8 Bebel Ibarra Asencios (Ibarra 2004), tal es el caso de Reparin y Canchas Uckro que viene siendo estudiados por Jason Nesbitt. Este tipo de arquitectura también ha sido descrita más al norte por Orsini (2014), Herrera (2004) y Burger (2005) en los valles de la cuenca del río Yanamayo. Sin embargo, debido a la ausencia de fechados y la ocupación múltiple de dichos montículos, resultaba difícil adscribirlos a un período determinado. Muchos de los montículos presentan ocupaciones que pueden extenderse desde el Período Inicial hasta la época Inca, tal es el caso de Huarijircan (Amat 1971) o Pumakayán en Huaraz (Loli 2014), y muchos otros en la cuenca del Puccha. Fechados correspondientes hacia finales del Horizonte Temprano en montículos localizados al borde de las lagunas de Purhuay y Reparin respectivamente (Orsini en este volumen y Nesbitt comunicación personal), confirman la larga ocupación de dichos montículos. Chavín de Huántar tuvo indudablemente un papel importante en el desarrollo de la sierra de Ancash; en este lugar se sintetizan tradiciones de la costa y sierra como lo propusiera Richard Burger (1992), también se ven modelos adoptados que provienen de otras partes de los Andes como el Huallaga (Kotosh) como lo expone Daniel Contreras en este volumen. No obstante, la larga ocupación post Chavín en Chavín de Huántar muestra una arquitectura que permite hacer inferencia de la complejidad y organización política de las sociedades post Chavín. Tal es el caso del sitio de La Banda (ver Gamboa en este volumen); en este sitio, además de tener obviamente una ocupación Chavín, plataformas funerarias con tumbas tipo cista, asociadas a material Recuay, han sido recuperadas. La variedad de tumbas correspondientes a Recuay han sido ampliamente descritas (cf Lau 2011) para la sierra de Ancash, aunque fechados de restos óseos humanos directamente asociados a tumbas Recuay no han sido realizados. Por lo tanto, relaciones cronológicas con iconografía Recuay, como el dragón andino (cf Rucabado y Makowski 2002, Hohmann 2010) u otros rasgos, no han podido establecerse; de ahí que el origen y evolución de Recuay como entidad sociopolítica aún no es clara. Sin embargo, el templo de Chavín de Huántar provee luces sobre las costumbres funerarias de poblaciones post-Chavín, como es el uso de canales para enterramientos (ver Velasco en este volumen); el estudio tafonómico de los restos óseos encontrados en los canales del centro ceremonial de Chavín de Huántar provee información sobre el uso de ellos para entierros primarios. Entierros en canales o largas galerías post Chavín han sido descritos en Wilkawaín (Bennett 1944); la tumba de Jancu presenta una larga galería antes de llegar a la cámara principal cerca de Huaraz (Lau 2015). De este modo, las galerías de Chavín habrían servido del modelo para la construcción de tumbas subterráneas. Pero, tumbas con largas galerías no han sido reportadas en la Zona de Conchucos. La plataforma con tumbas tipo cista y material Recuay, descrita por Gamboa, es importante porque generalmente este tipo de cerámica es hallada en tumbas soterradas. Sería interesante poder obtener fechados de los restos óseo humanos encontrados en esas tumbas. Tumbas similares localizadas al norte de Chavín, en el sitio de Huamparán (valle de Huaritambo), han sido fechadas (restos óseos humanos al interior de las cistas), dando un rango de cal. 660-940 d.C. 2 sigma (Ibarra 2014). Tumbas conteniendo cerámica Recuay, cuya arquitectura se 9 Introducción compone de cámaras individuales o múltiples, han sido reportadas desde las vertientes occidentales de la Cordillera Negra hasta la margen izquierda del río Marañón. En tal sentido, el trabajo de Rafael Segura en el sitio de Antaragá localizado en la margen izquierda del Marañón, nos ayuda a comprender la amplitud de la distribución de tumbas Recuay, al mismo tiempo que llama la atención sobre la naturaleza “semi-subterránea” de éstas. Rafael Segura presenta una tumba tipo chullpa (estructura funeraria sobre la superficie del suelo), que son poco comunes durante el período Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas asociadas a cerámica de caolín. Sinembargo, existen muchos ejemplos en la zona de Conchucos, tal es el caso del sitio de corononajirca y ushnujirca en el valle de Huaritambo (Ibarra ms). De este último se recuperó cerámica de caolín con representaciones del “dragón andino”, además de figurines de camélidos, pendiente con caras recuay, cuentas de crisocola y objetos de chert. En Antaragá llama la atención la arquitectura monumental asociada a la cerámica de estilo Recuay, cuya mampostería que difiere mucho de la técnica huanca pachilla presente en sitios contemporáneos como Yayno (Lau 2010) o Gantujirca y Pinksuh de Huamparán (Ibarra 2009). La técnica constructiva de los muros se asemeja más a los grandes muros megalíticos del templo de Chavín de Huántar. No hay registro hasta ahora de este tipo de arquitectura en el Callejón de Huaylas, por lo que surgen las preguntas : (1) ¿Recuay fue una sola entidad sociopolítica, con una capital en algún sitio (aún no encontrado)?, (2) ¿Fue un estilo de cerámica que se dispersó en gran parte de la Sierra de Ancash con un correlato en la arquitectura que difiere entre las dos grandes áreas (Callejón de Huaylas y Zona de Conchucos)? y (3) ¿Fueron diferentes entidades sociopolíticas formadas por varios grupos independientes?. Estos factores serán importantes luego para comprender el proceso de cambio entre el período Intermedio Temprano y el Horizonte Medio en estas dos áreas. Durante el Horizonte Medio en los Andes se observa la aparición del estado Wari, una compleja organización sociopolítica cuyas evidencias se encuentran en gran parte del antiguo Perú. En la sierra de Ancash, los hallazgos hechos por la expedición Polaca en el Castillo de Huarmey confirman la presencia de élites Wari en Ancash. Mientras tanto, en el Callejón de Huaylas el estado Wari construyó centros administrativos como el de Honcopampa. Además, es en este período de tiempo que las chullpas reemplazan a las tumbas semi subterráneas. En ese sentido, el artículo de Juan Paredes describe algunas de las tumbas con cerámica Wari, en el Callejon de Huaylas, y posteriormente presenta el resultado de las excavaciones en un sitio que él considera un enclave Wari. La extensión de las excavaciones en Ichic Wilkawaín permite de forma clara observar la presencia de grupos de patios “patio groups”, muy descritos durante el Horizonte Medio en varias partes del Perú. Las excavaciones en chullpas, rodeadas por muros perimétricos, y excavaciones en cistas, confirman la presencia de cerámica ayacuchana. Es importante resaltar, que mientras el material cerámico es recurrente en el Callejón de Huaylas, éste está prácticamente ausente en la región de Conchucos; sin embargo, “patio groups” han sido identificados en el valle de Huaritambo (Ibarra 2009), en el valle de Chacas (Orsini 2003, 2014) y Pomabamba (Lau 2010). Las excavaciones en el sitio de Huamparán, en 10 Bebel Ibarra Asencios el valle de Huaritambo, revelaron tumbas tipo cista (cal 680-900 d.C.), las cuales no presentan material Wari (Ibarra 2014). Igualmente Orsini y Benozzi (en este volumen) presentan resultados de excavaciones en cistas en el sitio de Llamacorral (cal 650-810 d.C.), un sitio claramente ritual por su configuración arquitectónica (muros concéntricos y en la parte central un pozo) y su localización junto a la laguna de Purhuay; en este sitio también están ausentes material ayacuchano. Un aspecto interesante sobre las chullpas es que aparecen durante el Intermedio Temprano en algunos sitios del valle de Huaritambo y Marañón, pero no son muy populares durante el Horizonte Medio, es solo durante el período Intermedio Tardío que son ampliamente utilizadas en la región Conchucos. La diferencia de la presencia Wari entre las dos grandes áreas de la sierra de Ancash (Callejón de Huaylas y Región de Conchucos) posiblemente se debió a la existencia de diversas entidades socio políticas durante el período Intermedio Temprano, que a pesar de compartir un estilo cerámico (Recuay - Caolín), su arquitectura muestra importantes diferencias, como es el caso de Antaragá (ver Rafael Segura), con enormes muros megalíticos en las márgenes del río Marañón, o también el sitio de Huamparán, con grupos de patio asociados a material Recuay. Con estos antecedentes surge la pregunta: ¿Cuál fue la naturaleza de la interacción entre el Callejón de Huaylas y la costa de Ancash con Wari? ¿Qué había de diferente en la región de Conchucos que no logró el interés de los Wari como sí lo tuvo siglos después con los incas, quienes construyeron el Qapaq Ñam atravesando la región de Conchucos? La sierra de Ancash ha mantenido contacto desde épocas muy tempranas (i.e. Periodo Inicial) con la sierra de Huánuco, como expliqué anteriormente, sin embargo, esas relaciones parecen haber sido más intensas durante el período Intermedio Tardío. Es así que el artículo de Alexis Mantha describe las similitudes de la cerámica entre sitios de Huánuco y Ancash. Es importante resaltar la presencia de cerámica Akilpo (cerámica de círculos impresos, mayormente en el cuello de las vasijas). Este tipo de decoración está presente desde la sierra de Huánuco (como lo menciona Mantha) hasta los valles costeños de Huarmey y Casma. Esta distribución espacial muy amplia no tiene correlato con la arquitectura en las tres regiones (valles costeños, Callejón de Huaylas y Región de Conchucos), una situación algo similar que se vio con la cerámica Caolín durante el período Intermedio Temprano. La arquitectura del período Intermedio Tardío es muy variada, mientras en Rapayán construcciones ocupan laderas de un cerro, con un tipo muy organizado de viviendas (ver Mantha en este volumen), en otras partes, como en el valle del Huaritambo, los trabajos de Orsini y Benozzi describen pequeños asentamientos localizados en la puna, sobre los 4200 msnm, cuyas viviendas de forma circular se localizan sobre plataformas. En algunos casos, como el sitio de Awilupaccha, los antiguos pobladores recrean formas arquitectónicas del Horizonte Medio cerca a sus asentamientos. Otra diferencia importante es la presencia de estructuras funerarias o tumbas; mientras que Rapayán y otros sitios de la cuenca del río Puccha presentan tumbas asociadas a los asentamientos del período Intermedio Tardío, los sitios estudiados por Orsini y Benozzi (ver este volumen) no presentan sectores funerarios ni tumbas. 11 Introducción Finalmente, para el Horizonte Tardío, mi trabajo, en primer lugar, quiere mostrar la evidencias arqueológicas en arquitectura y cerámica durante la ocupación Inca de la cuenca del Puccha y el rol que tuvieron los asentamientos del período Intermedio Tardío para la división política (provincias) al interior de los territorios conquistados. Llamó particularmente la atención, cómo los Incas practicaron diferentes estrategias de ocupación y cómo esto se refleja en el registro arqueológico. “Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio” busca de esta manera contribuir al conocimiento de la región, igualmente insertarla dentro de los problemas de la arqueología peruana. Tal es el caso sobre las relaciones entre Huánuco y Ancash en diversos períodos de tiempo, principalmente durante el período Inicial y el Horizonte Temprano, el carácter socio- político que tuvo Recuay en la sierra de Áncash y las causas de las diferencias entre las grandes regiones de la sierra (Callejón de Huaylas y Región Conchucos) durante el período Intermedio Temprano, factores que provocaron una amplia distribución de la cerámica Recuay – Caolín, sin un correlato similar en la arquitectura. Durante el Horizonte Medio, qué determinó la naturaleza de la interacción de Wari con diferentes áreas del Perú, habiendo una fuerte relación con el Callejón de Huaylas y los valles costeños, mas no así con la región de Conchucos. Entonces, ¿qué estrategias usó Wari para influenciar en diversos territorios? Durante el período Intermedio Tardío el estilo cerámico akilpo, distribuido muy ampliamente desde la costa hasta las vertientes orientales de la región amazónica, igualmente no presenta un correlato en la arquitectura. Estos temas quedan pendientes y espero puedan ser abordados en los próximos años. Bebel Ibarra Octubre 2016 12 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 13-28 Instituto de Estudios Huarinos. Lima. 2016 1 OCUPACIONES HUMANAS TEMPRANAS DURANTE EL PERÍODO ARCAICO EN LA PUNA SUR DE ANCASH: EL SITIO DE HATUN MACHAY Jhon Cruz*, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Introducción Recientemente las nuevas investigaciones del periodo Arcaico han puesto de manifiesto una temprana colonización y poblamiento de diferentes locaciones geográficas y medioambientales en los Andes Centrales (Rademaker et al. 2014; Rademaker et al. 2013; Dillehay et al. 2012; Jolie et al. 2011; Magard 2013; Lavalleé y Julien 2012; Sandweiss et al. 1998, 2008; Aldenderfer 1998, 2008). Las investigaciones previas de asentamientos tempranos en ecosistemas de altura (> 2,500 msnm), identificaron las primeras ocupaciones humanas con fechados radiométricos confiables a partir del 10,000 cal. AP, mientras que los asentamientos permanentes a partir del 7,900 AP (Aldenderfer 1988; Rick y Moore 1999). Sin embargo, nuevos datos de los sitios de Guitarrero y Cuncaicha (Figura 1) presentan fechados de las primeras ocupaciones en sitios de altura desde los 12,400 AP (Rademaker et al. 2014, Jolie et al. 2011). Estos nuevos resultados extienden el marco temporal de las ocupaciones en medioambientes de altura, su relación con las condiciones paleoclimáticas, disponibilidad de recursos bióticos y su sistema de asentamiento, que con anterioridad ya habían sido estudiados a través de las estrategias de subsistencia en la puna, pero con un rango temporal de casi 2,000 años más tardío (Cf. Aldenderfer 1998, 2008; Rick 1983; Lavallée et al. 1985; Lynch 1980). El cuadro del periodo Arcaico en Ancash tiene evidencias de estrategias de subsistencia costeras y sistemas de caza-recolección en los valles interandinos. Los estudios en la costa de Casma y Huarmey han identificado una ocupación que se remonta alrededor del 7,300 AP (Bonavia et al. 2001), con asentamientos situados en lomas y litoral que corresponden a sitios al aire libre y canteras de materia prima, cuya industria lítica unifacial pertenece a grupos locales adaptados a medioambientes costeros con reminiscencias de la tradición Paijanense (Bonavia et al. 2001; León 2002; Uceda 1992; Malpass 1991). * jpcroix@gmail.com 13 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash Figura 1. Mapa de ubicación del área de estudio y otros sitios tempranos de los Andes Nor-Centrales. 14 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Por otro lado, las zonas elevadas correspondientes a valles interandinos y puna, tuvieron investigaciones llevadas a cabo en la cuenca del rio Santa, con un registro arqueológico basado en asentamientos localizados en abrigos rocosos de la Cordillera Negra (Lynch 1980; Malpass 1991; Ponte 2014) y un par de casos de sitios al aire libre (Lynch 1967, 1970, 1971). Este sistema de asentamiento se ubica en diferentes pisos altitudinales, los cuales fluctúan entre los 2,300 a 4,400 msnm, lo que favorecería las ocupaciones residenciales estacionales, o también definida como trashumancia (Lynch 1971, 1980), y rangos de movilidad mayor, sugeridas a través de visitas esporádicas entre costa y puna (Malpass 1991). Sin embargo, solo se cuenta con el registro del sistema de asentamientos e industria lítica del valle bajo (Lynch 1980, 1971), con una ocupación que se remonta desde los 12,100 AP (Jolie et al. 2011). De los sitios identificados en medioambientes de puna, el sitio PAn 1258, situado en la Pampa de Lampas (cabecera de cuenca del rio Santa), es el único sitio de altura que presenta un fechado que se sitúa entre los13,854 y 13,086 cal. AP 1 (Lynch 1971). Sin embargo este fechado es problemático por haber sido tomado de apatita de hueso, el cual es un material inadecuado para la datación (Cf. Rademaker et al. 2013). Por lo tanto, el objetivo del presente artículo es reportar nuevas evidencias de asentamientos arcaicos en medioambientes de puna, definir un rango cronológico de las ocupaciones y su relación con el paleoclima y sugerir la movilidad a través de la materia prima local y foránea. Para ello se ha tomado como caso de estudio la puna sur de Áncash, correspondiente al sitio de Hatun Machay, situado en la margen izquierda de la cabecera de cuenca del rio Santa (Figura 2). Hatun Machay es un bosque de piedra de ignibrita, perteneciente a la Formación geológica Fortaleza, aquí una larga ocupación prehispánica es registrada a través de diferentes estilos de arte rupestre, cerámica y líticos, asociados a una gran cantidad de abrigos rocosos y farallones (Figura 3). La ocupación más antigua es evidenciada a través de los artefactos líticos de la tradición de puntas foliáceas, que nos permite definir una primera ocupación desde el Arcaico Temprano. Otras ocupaciones menos claras corresponden al Formativo, evidenciada con un motivo kenning del estilo Chavín y micro-débitage de obsidiana; subsecuentes ocupaciones del Intermedio Temprano y Horizonte Medio son las más claras con motivos de arte rupestre, cerámica y arquitectura adyacente al bosque de piedra. Finalmente se puede encontrar en menor proporción cerámica del Intermedio Tardío y arte rupestre colonial. Contexto geográfico El ecosistema de puna se localiza a través de los Andes entre los 3,500 a 5,500 msnm, distinguiéndose tres distintas zonas: puna seca, húmeda y salada (Baied y Wheeler 1993). Nuestra área de estudio correspondería a la puna húmeda, que se localiza desde los 7° S hasta los 12° S de Perú, también conocido como páramo muy húmedo sub alpino (Tosi 1960). Las precipitaciones anuales varían entre 500 a 1,000 mm, decreciendo de este a oeste y de norte a sur (Baied y Wheeler 1993). La temperatura anual promedio es de 6 °C; los veranos son siempre lluviosos y nubosos y los inviernos (Junio–Agosto) son rigurosos y secos (Estadísticas del Medio Ambiente – INEI, 2000). 15 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash Figura 2. Mapa de Ubicación de Hatun Machay. 16 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Figura 3. Bosque de piedra de Hatun Machay. Vista inferior izquierda abrigo rocoso AR 1, vista superior derecha abrigo rocoso con arte rupestre tardío. El área de estudio se ubica en la provincia de Recuay (Ancash), situada en el extremo sur del Callejón de Huaylas, perteneciente a la cabecera de cuenca del rio Santa, a una altitud promedio de 4,300 msnm. La configuración geográfica particular de la puna sur de Áncash presenta acceso a grandes áreas de biomasa, expresadas a través de pastos de altura y eventuales bosques de quenuales (Polylepis sp), fuentes de agua como lagunas y ríos, pequeños pantanos –que en estación de secano se convierten en humedales–, y formaciones geológicas con una litología adecuada para la confección de herramientas líticas. La geología del área de estudio se caracteriza por situarse sobre formaciones geológicas del Paleoceno, correspondientes al grupo Calipuy y sobre depósitos aluviales del Holoceno, alternados con depósitos glaciofluviales y morréinicos que datan del Pleistoceno Final. Otro aspecto resaltante es la presencia de la Formación Fortaleza, cuyos flujos y cenizas volcánicas del Neógeno han dado lugar a afloramientos rocosos de ignibrita. Asimismo, mucha de la geología local se ve alternada con estratos del Grupo Casma y formaciones del Grupo Goyllarisquizga, pertenecientes al Cretáceo Inferior, cuya característica principal es la litología silícea con depósitos sedimentarios e ígneos. Configuraciones paleoclimáticas Definir y entender las variaciones paleo climáticas constituyen un rol crítico en esta investigación ya que nos permitirá evaluar las dinámicas humanas de subsistencia y adaptación frente a los cambios climáticos experimentados a través 17 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash de la historia. Los múltiples estudios realizados en la parte central de los Andes han identificado que el último periodo glaciar tuvo lugar en Perú y Bolivia hace 21,000 años AP (Smith et al. 2005; Baker et al. 2001), con un efecto relativamente menor en la parte central de Perú (Smith et al. 2005), con registros de precipitaciones y niveles lacustres húmedos y fríos que continuaron hasta los 13,000 AP (Thompson et al. 1995; Smith et al. 2011). A partir del Pleistoceno Final se asocia un breve retorno de las condiciones glaciares denominado Younger Dryas, fechado para los Andes en 12,900 AP (Mahaney et al. 2007). Por lo que se ha propuesto que el clima de la parte central de los Andes tuvo una súper puna, húmeda y fría, aún en condiciones peri-glaciares (Abbott et al. 2003; Weng et al. 2006), con una considerable población de Polylepis (Weng et al. 2006). El inicio del Holoceno Temprano, 12,000 AP, implicó un proceso de desglaciación continua hasta los 7,500 AP. Para la parte central y oriental de los Andes peruanos los niveles de nieve descendieron en un rango de 200 a 1,350 m (Smith et al. 2005), asociados con un cambio dramático hacia condiciones húmedas y frías, con fases de glaciación intermitente que alcanzaron su pico máximo entre los 5,000–4,000 AP en la Cordillera Blanca y Huayhuash (Stansell et al. 2013). En cambio, las condiciones climáticas en el sur de los Andes registraron diferentes comportamientos, con condiciones áridas y secas (Sylvestre et al. 1999; Abbott et al. 2003). Tras las condiciones de avance glaciar, el Holoceno Tardío (4,000 AP) en la Cordillera Central y Oriental de los Andes registra un retroceso glacial bajo condiciones climáticas más calientes y húmedas (Stansell et al. 2013); asimismo, el fenómeno ENSO incrementó su frecuencia e intensidad durante el Holoceno Tardío a partir del 3,200 AP (Stansell et al. 2013, Sandweiss et al. 2001). Metodología de intervención La metodología se enfocó en una prospección sistemática sobre la cabecera de cuenca del río Santa, tomando como punto medio al sitio de Hatun Machay, sobre un radio de 5 km. La geografía y ecología de este sector vincula la puna y el valle medio, configuración ideal para el asentamiento de grupos de cazadoresrecolectores. Debido a la extensión y topografía del área de estudio, se procedió a localizar áreas de muestreo basadas en locaciones geográficas con potencial arqueológico para sitios arcaicos, asumiendo que la locación de estos asentamientos tempranos no se dan al azar y siguen una configuración cultural en particular, según la disponibilidad de recursos idóneos para la subsistencia de cazadores-recolectores (Bettinger 1980). Para tal fin, se delimitó cada área a través de cuadrículas georeferenciadas en intervalos de 0.5 km. La estrategia de intervención consistió en prospectar de manera intensiva cada cuadricula potencial; las evidencias recuperadas fueron clasificadas como locaciones (áreas de actividad), las cuales sirvieron como base para la clasificación de sitios de cazadores recolectores propuestos por Binford (1980). La identificación de sitios arcaicos se realizó a partir de los materiales líticos como principal indicador. Simultáneamente, cada locación identificada fue sujeta a un muestreo de materiales de superficie con el fin de definir la an18 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel tigüedad, tecnología y evidencia de las actividades realizadas en dichas locaciones. La técnica de recolección fue un muestreo aleatorio entre herramientas y débitage, con un número máximo de recolección, suficiente para responder a los objetivos del proyecto y preservar los sitios para posteriores investigaciones. Como uno de los objetivos principales de la recolección fue establecer la cronología de los sitios arcaicos en la puna sur de Áncash, se analizó el material bifacial (puntas de proyectil) con el fin de establecer una cronología relativa a partir de tipos diagnósticos de puntas de proyectil, esto mediante su recurrencia con especímenes procedentes de sitios arqueológicos con estratigrafía y fechados radiométricos consistentes y tipologías líticas de puntas de proyectil desarrolladas por otros autores (Salcedo 2012; Klink y Aldenderfer 2005). Finalmente, un análisis de materia prima fue efectuado con el fin de responder el nivel de movilidad, preferencias y relaciones con diferentes fuentes de aprovisionamiento (Andrefsky 2009; Bettinger 1980 1991). Para este fin, la materia prima ha seguido tres parámetros de identificación a nivel macroscópico: definir su origen (ígneo, sedimentario, metamórfico o mineral), identificación de su microestructura y, finalmente, identificación del tipo de roca (Andrefsky 2005). La identificación de la materia prima fue usada como indicador de su procedencia local y/o foránea. Las rocas identificadas fueron ubicadas a través de la prospección y mediante la revisión de la litología local presente en diferentes unidades geológicas de la zona (Cf. Cobbing et al. 1996). Resultados Distribución espacial de los asentamientos tempranos de la puna sur de Áncash Por la naturaleza preliminar del reporte, por ahora solo podemos dar alcances del contexto general de las ocupaciones, mas no del sistema de asentamiento per se. El resultado de la prospección ha identificado un total de 9 locaciones arqueológicas sobre un área de prospección de 5 km2. Las locaciones identificadas se han clasificado en abrigos rocosos - AR - y sitios al aire libre -SAL- (Figura 4). De acuerdo a la densidad, ubicación y artefactos líticos asociados, se ha podido definir que AR 1 y AR 2 fueron posibles campamentos base. Asociada a éstos, se ha podido identificar dos tipos de asentamiento: locaciones situadas en abrigos rocosos, y locaciones situadas al aire libre con material lítico en superficie cercanos a farallones rocosos o grandes peñas (AR 3, SAL 1 y SAL 2). Ambos tipos de asentamiento se encuentran distribuidos en un rango no mayor de 500 m, lo que nos sugiere áreas destinadas a tareas especializadas, definidas como locaciones de actividad. Por otro lado las locaciones AR4, SAL 3, SAL 4 y SAL 5 se ubican a 1.7 km del campamento base y guardan mayor relación con los campamentos especializados, usados como locaciones extractivas o talleres. Los datos obtenidos en las locaciones aún no cuentan con cronológica absoluta, sin embargo creemos poco probable que estas locaciones hayan funcionado independientemente en el tiempo sin ningún vínculo espacial y/o funcional. 19 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash Figura 4. Mapa con las locaciones arcaicas en Hatun Machay. Cronología de puntas de proyectil del sitio de Hatun Machay Un total de 53 puntas de proyectil fueron tomadas como muestras para situar temporalmente las ocupaciones arcaicas de la puna sur de Ancash. Debido a la pocas muestras de puntas de proyectil recolectadas en el proyecto se uso paralelamente investigaciones previas sobre puntas puntas de proyectil de Hatun Machay (Cf. Sante 2014). Como resultado se han identificado cinco tipos cronológicos de puntas de proyectil (Figura 5). Tipo 1 A Las características diagnósticas de este tipo son: hombros en la parte media del borde con terminaciones de ápices que convergen sobre una base convexa ancha o estrecha, la cual le da una terminación de pseudo-pedúnculo (Figura 5a, b, c). 20 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Se registró un ejemplar de ópalo de hialita y dos ejemplares de cuarcita afanítica y chert respectivamente. Este tipo es recurrente en Guitarrero, en el complejo I y IIa-c (Lynch, 1980: Fig. 2.2 a, 9.2 o, 9.4 g, 9.7 g), cuyos nuevos fechados ubican estas dos ocupaciones alrededor de los 12,100–11,100 AP (Joliet et al. 2011). Por otro lado, este tipo también es recurrente desde el 11,500 a los 8,000 AP en la parte central de Perú (Salcedo 2012) y a partir del 10,000–8,000 AP para la parte sur de los Andes peruanos (Klink y Aldenderfer 2005). Tipo 1B Las características diagnósticas de este tipo son: forma romboidal con presencia de hombros, cuyos lados apicales y basales son recto convergentes, base convexa estrecha y/o plana (Figura 5d, e, f). Se registraron siete ejemplares de este tipo manufacturados principalmente en basalto. Este tipo es recurrente en Guitarrero (Lynch, 1980: Fig. 9.2 m; Fig. 9.3 h; Fig. 9.6 a, e, g, h, i), de manera consistente en todo el nuevo complejo II, fechado en 12,100–11,100 AP (Jolie et al. 2011). Por otra parte, también es recurrente en el sur peruano desde los 8,000–6,000 AP en el tipo 3B de Klink y Aldenderfer (2005) y en Arequipa desde el 12,400–11,500 AP (Rademaker et al. 2014: Fig. 2.11, 2.13). Tipo 2 Las características diagnósticas de este tipo son: forma alargada, de bordes convexo/recto, de base convexa o plana (Figura 5g, h). Se registraron 17 ejemplares de este tipo manufacturados sobre rocas de textura fanerítica y basaltos. Este tipo es recurrente en Guitarrero (Lynch 1980: Fig. 9,1 n, o, p), procedentes de los complejos IId, IIe, y IV, que muestran mayor número de fechados de AMS alrededor del 4,600–2,500 AP, (Kaplan y Lynch 1999; Jolie et al. 2014). También un tipo similar de forma triangular se registra a partir del 7,900–4,800 AP para la parte central de los Andes (Salcedo 2012: Fig. 11). Tipo 3 Las características diagnósticas de este tipo son: forma foliácea, de lados convexos, con base convexa estrecha y/o plana (Figura 5 I, j). Se registraron 22 ejemplares manufacturados, en su mayoría sobre cuarcita fanerítica y chert. Este tipo es diagnóstico durante casi todo el periodo Arcaico 10,000–3,600 AP (Klink y Aldenderfer 2005). Asimismo, para la zona nor-central de los Andes, este tipo es muy recurrente en el sitio arqueológico de Guitarrero, pero sin un límite temporal específico, registrándose de forma continua en diferentes niveles de ocupación, desde el Complejo I hasta el Complejo IV (Lynch,1980: Fig. 9.2 a-f; Fig.9.5 a-c, j-k). Tipo 4 Las características diagnósticas de este tipo son: forma triangular, con base plana o cóncava (Figura 5l). Este tipo se basa solo en un ejemplar, pero su recurrencia constante en los complejos IId, IIe y IV de Guitarrero (Lynch 1980: Fig. 9.2 a-g, Fig. 9.7 b, c) nos permiten situarlo desde el 4,600–2,500 AP, al igual que el tipo 2 descrito líneas atrás. 21 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash Figura 5.Tipos cronológicos de puntas de proyectil del sitio de Hatun Machay: Tipo 1A (a, b, c); Tipo 1B (d, e, f); Tipo 2 (g, h); Tipo 3 (i, j), Tipo 4 (l), Tipo 5 (k). 22 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Tipo 5 Las características diagnósticas de este tipo son: pedúnculo pronunciado y estrecho, de lados rectos alargados (Figura 5k). Este tipo se basa en dos ejemplares y presenta recurrencias en el complejo IV de Guitarrero (Lynch 1980: Fig. 9.2. l, Fig. 9.4 d). Este complejo IV presenta fechados más consistentes, entre los 2,600–1,800 A, P. Asimismo, este tipo de puntas pedunculadas empiezan a ser recurrentes también a partir del 4,400 en la parte sur de los Andes (Klink y Aldenderfer 2005). El resultado del análisis nos ha permitido identificar los tipos 1A y 1B como marcadores cronológicos confiables entre el 12,000–11,000 AP (Figura 6). En este contexto, las condiciones paleoclimáticas corresponden al Holoceno Temprano, el cual está caracterizado por un proceso de desglaciación bajo condiciones más secas que la era anterior, lo que permitió el establecimiento de asentamientos tempranos a lo largo de los Andes (Cf. Rademaker et al. 2014; Jolie et al. 2011; Keefer et al. 2003; Lavallée y Julien, 2012; Nuñez et al. 2013). Para nuestro caso de estudio, esta ocupación representa el 18.9% (Tabla 1) y el clima presenta una variación importante en esta latitud, registrándose condiciones húmedas y frías con eventos continuos de avance glaciar (Cf. Stansell et al. 2013). Las muestras de los tipos 2 y 4 también resultaron ser marcadores cronológicos confiables (Figura 6), asociados entre el 4,500–2,500 AP. La naturaleza de esta ocupación se asocia a las condiciones paleoclimáticas del Holoceno Tardío bajo condiciones secas y húmedas, con un claro retroceso glaciar para nuestra zona de estudio (Stansell et al. 2013). Esta ocupación representa el 34% de nuestra muestra (Tabla 1). Por otra parte, también se registra una ocupación tardía del sitio entre el 2,600–1,800 AP, asociada al tipo 5, con un 5.7%. Sin embargo, el tipo 3, el cual registra el mayor porcentaje (41.5%) de nuestra muestra, no ha podido ser asociada cronológicamente de manera precisa, pues al parecer es una forma muy recurrente durante todo el periodo Arcaico. Los resultados también nos muestran un espacio temporal sin evidencia directa de algún tipo de puntas de proyectil, que correspondería desde el 10,000–5,000 AP, el cual estaría asociado con el Holoceno Medio, época en la cual el clima fluctuó de manera inestable registrándose un evento de condiciones muy húmedas y frías con un pico máximo alrededor de los 5,000–4,000 AP en la Cordillera Central (Stansell et al. 2013) y condiciones muy secas y frías en la parte sur de los Andes (Sylvestre et al. 1999; Abbott et al. 2003). Lo anterior afectó de manera considerable a los asentamientos tempranos de esta época, tanto los situados en la costa como en la puna, a través de un hiatus arqueológico o “silencio arqueológico” (Nuñez et al. 2013; Keefer et al. 2003). Estrategias de movilidad entre valle medio y puna La presente sección es el resultado de la identificación de la materia prima y las áreas de aprovisionamiento. Esto fue realizado con el fin de definir las locaciones explotadas y/o contactos o intercambios, usando para ello la categoría de análisis de materia prima local y foránea (Andrefsky 2009). Del primero se puede establecer el uso exclusivo de rocas locales dentro de un sistema de asentamiento y subsistencia en una determinada área geográfica de forrajeo (Cf. Rick 1983; 23 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash Figura 6. Cuadro cronológico de tipos de puntas de proyectil en las zonas de altura de los Andes Centrales. Basado en Lynch (1980); Rick y Moore (1999); Salcedo (2012); Rademaker et al. (2014); Klink y Aldenderfer (2005), Stansell et al (2013). 24 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel Bocek y Rick 1984; Lavallée y Julien 2012). En el caso particular de la puna de los Andes, la subsistencia temprana con residencia principal en la puna tuvo mayor énfasis para la manufactura de herramientas líticas con fuentes locales que se sitúan en un rango de forrajeo aproximadamente entre 10 a 20 km2 (Bocek y Rick 1984; Rademaker et al. 2014). La materia prima foránea, definida en este caso como procedentes de diferentes medioambientes, pisos altitudinales y/o intercambio con otros grupos, forma parte de un rango de forrajeo extendido (Lovis et al. 2005). Los casos Tabla 1. Frecuencias y correlación de tipos de puntas de proyectil y materias primas. 25 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash en los Andes hacen referencia a patrones de movilidad logística a través de diferentes pisos altitudinales entre valle medio-puna y alta movilidad residencial a través de costa-puna (Aldenderfer 1999, 2008; Sandweiss et al. 1998; Sandweiss y Rademaker 2013). Los resultados de nuestro análisis, de aprovisionamiento de materia prima, están resumidos en la Tabla 2. De la misma se puede ver el uso constante de fuentes del valle medio y puna, las cuales se encuentran conectadas a través de tres cabeceras de cuenca cuyo origen es la puna sur de Áncash. La diferencia de pisos altitudinales registrada es de 1,200 metros, con un rango máximo de 30 km aproximadamente entre valle y puna, configuración geográfica ideal para áreas de forrajeo extendido a través de estrategias de movilidad logística. Dada la identificación cronológica, a través de tipos de puntas de proyectil e identificación de las materias primas y su fuentes de aprovisionamiento, los resultados fueron correlacionados (Tabla 1) para poder definir los niveles de movilidad durante las diferentes ocupaciones humanas en la puna sur de Áncash. El resultado de la correlación fue χ² = 0.193, con una significancia 0.5 > p > 0.2, por lo cual concluimos que las diferencias entre los tipos de materia prima, con Tabla 2. Locaciones y fuentes de aprovisionamiento de materia prima en la puna y valle medio del sur de Ancash. 26 Jhon Cruz, Eduardo Sante y Stephanie Van Berkel respecto a las proporciones de cronología de puntas de proyectil, no son muy significativas. Por lo tanto, advertimos al lector que las interpretaciones presentadas en este reporte sobre la movilidad a través de la procedencia de rocas, son preliminares pues es necesario identificar los sitios arqueológicos situados en el valle medio y mayores estudios de procedencia de la materia prima para resultados concluyentes. Sin embargo, se observan tres comportamientos distintos del uso de la materia prima. Durante la primera ocupación (12,000–11,000 AP), el uso de materia prima es poco variada y se alterna con rocas foráneas y locales. A partir de la segunda ocupación (4,500–2,500 AP) se mantiene el uso de materia prima local y foránea, pero con mayor variedad de rocas y mayor énfasis en las fuentes locales (Tabla 2). Finalmente, la última ocupación registrada (2,600–1,800 AP) se ve limitada a un solo tipo de materia prima cuya procedencia podría situarse entre 10 a 25 km. Por lo tanto, se debe tener en cuenta que estos patrones de uso de la materia prima siguen aspectos económicos mediante la organización de la tecnología para el aprovisionamiento de materia prima lítica (Ericson y Purdy 1984), por lo que se espera que los grupos humanos que demandan este recurso desarrollen estrategias optimizadoras, tanto en su obtención como en su tratamiento (Jeske 1989); además, como parte de sus estrategias de subsistencia y forrajeo óptimo (Bettinger 1980, 1991). Conclusiones Basados en nuestras evidencias, proponemos dos momentos de ocupación temprana en la puna sur de Áncash a través del sitio de Hatun Machay. La primera ocupación sucedió alrededor de los 12,000–11,000 AP, asociada al Holoceno Temprano; y la segunda se dio alrededor del 4,500–2,800 AP, asociada con el inicio del Holoceno Tardío. En este contexto, las diferentes locaciones identificadas denotan asentamientos especializados, con mayor uso de sitios al aire libre con funciones logísticas. Finalmente, el uso de materia prima foránea, procedente del valle medio, nos sugiere una movilidad logística que hace uso de las diferencias altitudinales presentes en esta área geográfica y nos amplía la evidencia empírica sobre las diferentes estrategias de subsistencia que tuvieron lugar en medioambientes de altura de los Andes Centrales. Notas 1. Fechado calibrado por el autor con el programa Calib 7.1 usando la curva de calibración Intcal 13, a un sigma. El fechado original, Lynch (1971), es 11, 640 ± 360 C14 (GX 1893). Agradecimientos Los trabajos de campo han sido posibles gracias a la colaboración de Sony Vargas, Harry Vargas y Jackson Arias. Asimismo, las facilidades de alojamiento fueron posibles gracias a Andrés Saibene. También se agradece a Bebel Ibarra por su cordial invitación a pu blicar nuestras investigaciones en curso y por las correcciones pertinentes al presente reporte. Todo error remanente es de nuestra exclusiva responsabilidad. 27 Ocupaciones Humanas Tempranas durante el período Arcaico en la Puna de Ancash 28 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 29-52 Instituto de Estudios Huarinos. Lima. 2016 2 LA INCORPORACIÓN DE LA TRADICIÓN MITO EN EL ÁMBITO RITUAL DE CHAVÍN DE HUÁNTAR Daniel A. Contreras* Resumen Excavaciones realizadas en el 2005 al oeste del núcleo monumental de Chavín de Huántar en Perú, expusieron una estructura enlucida con un fogón circular central, en buen estado de preservación, del estilo arquitectónico Mito. Este hallazgo permite cuestionar los conceptos existentes sobre la Tradición Mito y Chavín en sí. En este artículo discuto los restos materiales y los fechados radiocarbónicos asociados a este elemento arquitectónico, y utilizo estos nuevos datos para reevaluar la participación de Chavín en redes de interacción a nivel interregional y su relación a otros centros más tempranos de la sierra de los Andes Centrales. También se considera el catálogo existente de estructuras de este estilo y su distribución espacial y temporal. Una versión anterior del presente artículo se publicó en inglés: Contreras, Daniel A. 2010 “A Mito-Style Structure at Chavín de Huántar: Dating and Implications.” Latin American Antiquity 21(1):1-19. El trabajo que se presenta aquí ha sido editado y actualizado. Introducción En la última década se ha establecido el Precerámico Tardío en los Andes Centrales como un periodo de complejidad cultural notable. La mayoría de las investigaciones tienen como enfoque los valles costeños del Perú (ejemplos recientes incluyen a Creamer et al. 2013; Haas y Creamer 2006; Shady y Leyva 2003; Shady et al. 2001). Aunque se ha estudiado en menor medida a la sierra, hay una historia larga de reconocimiento de su importancia en el Precerámico Tardío (o Arcaico Tardío), la cual adquirió su fama inicial con las excavaciones en Kotosh a cargo de la Misión Japonesa a la América Nuclear (Izumi y Sono 1963; Izumi y Terada 1972). * danielalexandercontreras@gmail.com 29 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar El concepto de Tradición Religiosa Kotosh (TRK), desarrollado por Richard Burger y Lucy Salazar-Burger a raíz de las excavaciones en Kotosh y La Galgada (Bueno Mendoza and Grieder 1980; Grieder y Bueno Mendoza 1981) y sus propios trabajos en Huaricoto (Burger y Salazar-Burger 1980, 1985, 1986), forma una de las herramientas principales empleadas por varios investigadores para examinar el contacto e interacción interregional en el Precerámico Tardío. Burger y Salazar-Burger sugirieron que La TRK era una tradición ritual ampliamente difundida en los Andes Centrales, definida por la quema de ofrendas en recintos con fogones centrales. Elisabeth Bonnier (Bonnier 1988; Bonnier 1987; Bonnier y Rozenberg 1988) y Rosa Fung (Fung Pineda 1988) también utilizaron datos parecidos para sugerir una definición más restringida de lo que denominan la Tradición Mito (TM). En el presente trabajo se explora la relación entre estas dos definiciones. Las excavaciones realizadas en 2005 por el autor en Chavín de Huántar dieron luz a una estructura muy parecida a los ejemplos de la TRK/TM de Kotosh, La Galgada, y otros sitios. Este hallazgo es notable por dos razones. Primero, fechados de 14C sobre carbón vegetal proveniente de contextos sellados testifican que la estructura se utilizaba en la primera mitad del primer milenio antes de nuestra era, casi mil años después de los ejemplos antedichos del Arcaico Tardío. Segundo, generalmente se ha considerado que Chavín representa una desviación de esta larga y temprana tradición de los Andes Centrales. El presente trabajo describe ese hallazgo y considera sus implicancias de acuerdo a los modelos que manejamos de Chavín y de la interacción interregional en los periodos Arcaico Tardío, Formativo Temprano y Formativo Medio. El contexto de las excavaciones El sitio de Chavín de Huántar se ubica en un valle alto sobre las laderas orientales de la Cordillera Blanca en los Andes Centrales del Perú. Se trata de un complejo de construcción monumental en piedra, único en la región por su escala y sofisticación. Las investigaciones arqueológicas en este sitio empezaron con la visita de Julio C. Tello en 1919 (Tello 1943, 1960, entre otros) y desde entonces han florecido enormemente. Son dos los proyectos que sobresalen: las excavaciones dirigidas por Luis G. Lumbreras y Hernán Amat (1966-1974) dieron luz a varios elementos arquitectónicos antes desconocidos, incluyendo ejemplos espectaculares como la Plaza Circular y la Galería de las Ofrendas, a la vez que se empezó el proceso de establecer una cronología absoluta para el sitio (Lumbreras 1977, 1993, 2007). Los subsecuentes trabajos de Richard Burger (1975-1976) se enfocaron en los restos domésticos alrededor del núcleo monumental del sitio (Burger 1984, 1998). A estos proyectos se le suma el proyecto de la Universidad de Stanford –actualmente en curso– dirigido por John Rick (Rick 2005; Rick et al. 1998, entre varios). Con este proyecto nuestro entendimiento sobre Chavín ha ido mejorando, pero a la vez, y debido al tamaño y la complejidad del sitio, aún persisten varias preguntas. Además, mientras siguen apareciendo nuevos datos, los investigadores siguen re-enfrentándose a los desafíos arqueológicos fundamentales de Chavín: 1) entender las dinámicas sociopolíticas que hicieron posible su construcción, y 2) evaluar su lugar cronológico y sistémico en la prehistoria de 30 Daniel A. Contreras Figura 1. Áreas de Chavín de Huántar mencionadas en el texto 31 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar los Andes Centrales. Hasta la cronología –elemento básico en el entendimiento de cualquier sitio prehistórico– sigue provocando debates (Burger 1998, 2008; Kembel 2008; Kembel y Rick 2004; Lumbreras 2007; Rick 2005, 2008); aunque ahora existe una preponderancia por la evidencia radiocarbónica, estratigráfica, y arquitectónica (Rick et al. 2009; Kembel y Haas 2013; Contreras et al. en preparación) las cuales fechan el apogeo del sitio a la primera mitad del primer milenio ANE. Esos debates en Chavín se integran en problemas endémicos a la cronología y la terminología cronológica en les Andes Centrales (Kaulicke 1998; Silverman 2004). El presente artículo se refiere tanto a la terminología de Rowe (1967) como a la de Lumbreras/Kaulicke (Lumbreras 1989; Kaulicke 1994, 2010) más común en la literatura en español, para facilitar la comparación con los síntesis restantes sobre la TRK y la TM y las excavaciones originales. Las excavaciones realizadas por el autor en el 2005, que formaban parte del Proyecto Stanford, tenían como enfoque la periferia oeste del núcleo monumental del sitio (véase Figura 1). Es así como fue revelada en el área denominada Campo Oeste, una estructura conforme a las formas arquitectónicas de la TRK y la TM descritas por Burger y Salazar-Burger en 1980 y Bonnier en 1997. La excavación de la estructura estilo Mito Los rasgos excavados de la estructura incluyen varios elementos sobresalientes (véase Figura 2): una entrada y peldaño exterior (elemento 1), un piso o pericausto (elemento 2), un banco lateral o epicausto (elemento 3), un fogón central circular (elemento 4), y una fachada parcial (elemento 5). Estos elementos combinados forman una estructura pequeña rectilínea, la cual tenía su acceso en el lado norte, donde había que subir por lo menos un peldaño para entrar. El punto central era un fogón pequeño, perfectamente circular, de 39 cm diámetro y con una profundidad de 11 cm en el centro. Mientras que el fogón circular no tiene ningún ducto, tal como son típicos en los ejemplos de Kotosh, la fachada del banco inmediatamente al este del fogón presenta un ducto de 29 cm de ancho y 12 cm de altura (Figura 2, Elemento 6). Se recuperó carbón vegetal de la parte interior del ducto, cuya presencia podría sugerir que esté conduciendo hacia otro fogón, pero debido a los límites de la excavación, no fue posible investigar esa posibilidad. Llama la atención que los rasgos arquitectónicos en Kotosh (véase Figura 3) se reportaron como nichos y no como ductos, teniendo una profundidad que alcanza los 50 cm (Izumi y Terada 1972:144-164). Los nichos prominentes en los bancos y paredes de las estructuras en Kotosh y La Galgada no tienen ningún equivalente con el de Chavín, pero obviamente futuras excavaciones podrían cambiar esa idea. Si se entiende el fogón como un rasgo verdaderamente central, el área hundida donde se ubica el fogón tendría una extensión de aproximadamente 2 x 2 m; tal reconstrucción indicaría que excavamos aproximadamente el cincuenta por ciento del área central hundida (lo que denomina Bonnier como “pericausto”). Desafortunadamente no se pudo estimar la extensión total de la estructura, definiéndose bien sólo su extremo norte. Aun así, podemos plantear razonablemente una simetría relativa en base al fogón, de un recinto de aproximadamente 4 x 4 m (véase Figura 3). 32 Daniel A. Contreras La parte superior de la fachada norte, la cual se encuentra en la parte este de la entrada, se dañó antes del entierro del recinto en épocas prehistóricas, sin embargo lo que se preserva sugiere una fachada con una altura de por lo menos 75 cm. El muro pudo haber sido más alto, o tal vez haber soportado una superestructura menos permanente, pero no se encontró evidencia de ninguna de las dos. Es posible también que el recinto no haya tenido techo, pero la vulnerabilidad del enlucido expuesto durante la época de lluvias en la sierra sugiere que un techo hubiera sido necesario. También es posible que la estructura haya tenido solo un año de vida antes de su entierro, pero la escala de inversión en ésta sugiere que no era desechada rápidamente. La única excepción al aspecto sobrio del recinto era el remanente de una columna escultural pegada al extremo de la fachada norte, flanqueando la entrada por el lado este (Figura 2, Elemento 7). Aunque se destruyó más de la mitad de la columna antes de taparse al recinto, lo que queda es suficiente para indicar que era un cilindro irregular, incrustado en el piso del recinto y llegando por lo menos a la altura de lo que se conserva de la fachada. La porción remanente basta para sugerir una forma que se ensanchaba unos centímetros encima de la base antes de disminuirse hacía un cuello de aproximadamente 45 cm encima del piso; arriba de este cuello la columna se ensanchaba de nuevo para crear una forma escultural muy dañada para ser reconstruida.1 Esto recuerda el énfasis en las entradas que sugiere Bonnier (1997) para la forma arquitectónica Mito; arquitectónicamente también es interesante el peldaño que Figura 2. Elementos de la estructura estilo Mito en Chavín: entrada y peldaño exterior (1), piso / “pericausto” (2), banco lateral / “epicausto” (3), fogón circular central (4), fachada parcial (5), ducto (6), remanente de una columna escultural (7), y detalle de la subestructura (8). 33 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Figura 3. Dibujos esquemáticos de una estructura estilo Mito idealizada (izquierda) y una reconstrucción hipotética de la estructura de Chavín (derecha). se encuentra en la entrada, lo cual sugiere que la estructura era relativamente elevada con respecto a sus alrededores. Nuestras investigaciones en el corte del río Wacheqsa, aproximadamente 5 m hacía el norte, sugieren que la superficie asociada con la estructura se encontraba a una profundidad máxima de 1.5 m debajo de la estructura, y un piso probablemente asociado se ubicaba a unos 70 cm debajo del nivel de la estructura (véase Figura 4). La técnica constructiva de la estructura parece ser uniforme; en lugares donde el enlucido se ha desgastado es posible observar una subestructura de piedras angulares colocadas con una argamasa de lodo, a la cual luego se aplicó un enlucido liso (Figura 2, Elemento 8). La única excepción a este patrón constructivo era la columna escultural pegada a la fachada, flanqueando la entrada, la cual no tenía una subestructura de piedra y consistía completamente de barro preparado y luego enlucido. En general, el enlucido se preservaba notablemente bien, pero no se encontró ninguna evidencia de pintura ni decoración moldeada. Fue difícil determinar el color original del enlucido, mientras aparentemente éste fue afectado por el sedimento gris-verde del relleno que lo tapó. Probablemente era blanco o blanco amarillento; la única variación que se observó era dentro y alrededor del fogón, donde se alteraba el enlucido por el calor a un color terracota. El color claro del enlucido se distingue en la matriz arcillosa, y más oscuro en la subestructura, pero este color claro era característico del enlucido mismo y no de ningún engobe (como sí lo era en La Galgada y Kotosh – véase Bonnier 1997:137). Se recuperó material cultural de solo dos áreas: del fogón circular y del fondo del ducto. En ambos contextos aparecieron deposiciones primarias, mientras que en el resto del área excavada aparentemente se limpió cuidadosamente antes de ser enterrada (o tal vez se mantenía limpia durante su término de uso; véase la discusión del contexto deposicional abajo). Los partes interiores del ducto (40-50 cm de su apertura en la fachada del banco lateral) contenían abundante carbón vegetal, además un fragmento de espejo de antracita y un fragmento solitario de cerámica (desafortunadamente, 34 Daniel A. Contreras tal como los otros dos fragmentos recuperados del fogón, era desgastado, pequeño –2 cm de lado– y llano). El fogón circular contenía carbón vegetal y ceniza in situ, sin ninguna estratificación interna. El depósito también incluía dos fragmentos cerámicos pequeños y no diagnósticos, algunos restos de hueso muy dañados por el calor casi a nivel de polvo, y una cantidad de obsidiana fragmentada. La obsidiana estaba mayormente desmenuzada (no deshechos de tallar, sino de quiebra), tal vez con unas lascas de talla; sumando en total 129 fragmentos que pesan 22 g. Cuatro fragmentos analizados por XRF indicaron que eran del tipo Quispisisa (Nado 2007). Los restos macrobotánicos, microbotánicos y de carbón vegetal siguen en proceso de análisis. (Sayre et al. 2015). Dos fragmentos de carbón vegetal (muestras AA 69446 y AA 69447) del fogón dieron fechados 14C cuyos rangos 95% son 905-770 BC y 970-800 ANE; combinan para dar un rango de 900-800 ANE (véase Figura 5).2 Se han analizado cuatro muestras de carbón vegetal en el Laboratorio AMS de la Universidad de Arizona, después de que fueran preparados por el Dr. Herbert Haas de RC Consultants. Todas las muestras son de contextos bien documentados y claramente sellados; dos fueron del contenido del fogón y dos de estratos distintos en los depósitos subsecuentes. Los resultados son consistentes con las relaciones estratigráficas. Mientras los fechados de los estratos superiores abarcan un amplio rango (~800-500 ANE en 95%) dado a la forma de la curva de calibración en esa época (Bronk Ramsey 2013; Reimer, et al. 2013), las muestras del fogón se pueden combinar –fechan a un evento discreto– para dar un rango más restringido al noveno siglo ANE, con mayor probabilidad en la segunda mitad de ese rango (véase Figura 5). Igualmente las relaciones estratigráficas permiten la construcción de un modelo Bayesiano simple (Figura 5), lo cual sugiere que la mayoría de las probabilidades para las dos fechas tardías caen antes de ~700 ANE. Los fechados del fogón por su contexto fechan el fin de la ocupación; éstos sugieren que la construcción y el uso de la estructura se dieron en una época no tan anterior. También es importante repetir que el Figura 4. Dibujo del perfil de la unidad WF- recinto Mito que se describe aquí no era un depósito basal –hay eviden10/10A – nótese la elevación relativa del fogón de WF-07. cia arquitectónica visible en el corte 35 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Figura 5. Tabla y modelo Bayesiano de los fechados WF-07/07A. 14 C provenientes de la excavación del río Wacheqsa a unos cinco metros al norte que demuestra la presencia de construcción más temprana debajo de la estructura Mito (véase Figura 4). El ejemplo de Kotosh, donde se excavaron varias estructuras Mito superpuestas y yuxtapuestas, sugiere que la estructura en el Campo Oeste de Chavín puede ser parte de un complejo más grande en lugar de una estructura solitaria. Hasta el momento no se han explorado sus alrededores, la combinación de erosión por el río Wacheqsa y el enterramiento por las pendientes superiores pudo haber destruido y/o ocultado mucho. Contexto y proceso Las excavaciones del 2005 que revelaron la parte noroeste del recinto aquí descrito se ubicaron aproximadamente a 300 m al oeste del núcleo monumental de Chavín. Mientras nadie esperaba encontrar una estructura de tal importancia, no era posible una excavación más amplia. Sin embargo, la porción excavada nos hace reconsiderar el desarrollo del centro ceremonial de Chavín en sí, y también su relación con otros centros tempranos. Se describe en esta sección 36 Daniel A. Contreras la ubicación de esta estructura de estilo Mito dentro del sitio, y también su contexto estratigráfico y procesos de enterramiento, para después considerar esas implicancias. Se ha reconocido por lo menos desde las visitas de Julio C. Tello al sitio (empezando en 1919) que el área al oeste del núcleo monumental de Chavín –denominado el Campo Oeste– contenía construcciones de la época Chavín. Se pueden ver en la superficie dos muros megalíticos, construidos por bloques en un estilo parecido a la técnica de las estructuras en el núcleo monumental, además de un canal que drena hacia el norte del río Wacheqsa. Hasta que se construyó la carretera en la década de los setentas y que hoy separa al núcleo monumental del Campo Oeste, estos muros este-oeste también se asociaban con un muro norte-sur que fue destruido por la construcción de dicha carretera; esto sugiere que en el Campo Oeste existían no solo una estructura sino varias en lugar de simplemente algunas terrazas, por lo cual describe Diessl un “Templo Oeste” (Diessl 2004:510-516). La arquitectura de la época Chavín en ese sector aparentemente es considerable, pero se ha enterrado por una combinación de procesos de erosión de las laderas, la ocupación posterior, y el aluvión de 1945 (Diessl 2004; Indacochea G. y Iberico M. 1947; Turner et al. 1999).3 Debido a la erosión de los depósitos en las laderas y la extracción moderna en el depósito del aluvión para hacer tapiales, las excavaciones llegaron rápidamente a estratos arqueológicos a pesar de la significativa deposición postocupación. La sobrecarga consistía de una serie de rellenos compuestos por piedras angulares pequeñas, alternando con lentes delgados de suelo arcilloso, lo cual indica la alternación de periodos de deposición rápida de relleno con periodos relativamente breves de exposición y deposición. Estos estratos contienen relativamente poco material cultural, por lo que datarían a periodos posteriores a Chavín, y parecen representar intentos de nivelar el área, tal vez considerando también su drenaje. Si existía un muro de contención en el lado norte, éste pudo haber sido desmantelado con el pasar de los años o tal vez no sobrevivió al movimiento del cauce del río Wacheqsa hacía el sur. Hacia el este, un muro rústico de contención hecho de cantos rodados pequeños y pachillas amontonadas contenía rellenos tardíos. Este muro (Elemento 1 en Figura 6) se distingue por su estilo de construcción de los muros de la época Chavín que se excavaron abajo (Elementos 2 y 3 en Figura 6) y tenía una orientación arquitectónica distinta. Debajo de estos rellenos se excavaron dos terrazas. Ambos se construyeron con la misma técnica y cuidado; éstas consisten de piedras angulares seleccionadas y puestas con una argamasa arcillosa para crear muros con fachadas planas. Se preservó en la terraza superior unos remanentes de enlucido en forma de un sedimento muy fino, homogéneo y de color distinto, que estaba asociado con la base del muro en ciertas partes. Las terrazas son paralelas, corriendo aproximadamente este-oeste (y arquitectónicamente este-oeste, de acuerdo con la orientación arquitectónica del sitio). Entre las dos terrazas, en un área de aproximadamente 2 metros fue rellenada con piedras angulares, puestas cuidadosamente y apachilladas para crear un substrato plano para el apisonado que abarcaba el espacio entre las dos. Ambos continuaban en el perfil oeste de la excavación, mientras hacia el este hasta donde era posible excavar sin destruir el muro de contención tardío, la terraza inferior continuaba hacia el este pero la superior estaba destrozada (véase Figura 6). 37 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Se encontraron asociados con la base de la terraza inferior una serie de depósitos compactos que presentaba mucho material cultural e incluso unos fragmentos de apisonado. La cerámica que se recuperó de estos depósitos y de las superficies superiores (entre las dos terrazas y encima de la terraza superior) son exclusivamente janabarroides4 (véase Figura 7 para una muestra de la cerámica decorada asociada). Dos muestras de carbón vegetal de estos depósitos (muestras AA 69448 y AA 69449) dieron fechados 14C que calibrados indican un rango de aproximadamente ~800-500 ANE (rangos 95% de 815-540 ANE y 800-485 ANE antes de ser modelados; véase Figura 5).5 Estos depósitos compactos estaban directamente encima del relleno estéril que tapaba la estructura enlucida, sin ninguna deposición natural intermedia –o sea, no hay ninguna evidencia para sugerir ningún periodo de desuso o abandono entre la deposición del relleno que tapa la estructura estilo Mito y la construcción de las terrazas (véase Figura 8).6 La proximidad temporal de estos depósitos a la estructura sellada abajo se confirma por los fechados 14C de ambos contextos (véase Figura 7). Aunque la estructura misma solo llegó a ser expuesta parcialmente, se reveló el recinto enlucido anteriormente mencionado junto a su entrada, el piso de dos niveles y el fogón circular con el ducto y la columna escultural asociados. Al final del periodo de uso de esta estructura, mayormente intacta y muy limpia, se tapó con una deposición masiva consistente en un relleno estéril, llegando a los 90 cm de profundidad, con una superficie superior plana (es decir, el grosor dependía de la profundidad de los rasgos estructurales). El relleno consiste de una matriz de sedimento fino color gris verdoso con abundantes inclusiones de piedras angulares sin alinear y no surtido, aproximadamente entre 3 a 50 cm en su eje largo. Hay una tendencia hacia las inclusiones más grandes en la parte norte, tal vez producto de una intención de colocar el relleno con mayor cuidado dentro de la estructura que afuera. No se recuperó ningún material cultural de los aproximadamente 3.6 m³ de relleno excavado, y tampoco se detectó ninguna distinción dentro de él–estos factores indican una preparación intencional y cuidadosa, así como su deposición en un solo evento–. Figura 6. Unidad de excavación WF07/07A, con los elementos significantes arLa porción basal del relleno no llevquitectónicos indicados. Incluyen un muro aba ninguna piedra angular tal como tardío (1), dos fachadas de terraza (2 y 3), y se encontraba en lo demás, aseguranla estructura estilo Mito (4). 38 Daniel A. Contreras do que el relleno no dañara al enlucido, y las superficies enlucidas habían sido limpiadas. Parece que había un intento de preservar la estructura cuando se la enterró. El único material cultural que se recuperó en la excavación fue del fogón y la parte interna del ducto. Mientras que aparentemente se dejó el fogón sin desacomodar y simplemente se tapó, el ducto fue rellenado hasta una profundidad aproximada de 50 cm. El material cultural que se recuperó del ducto no vino del relleno, sino de la parte interna del ducto; no se puede determinar si ese material se había dejado en el ducto antes de rellenarlo o si había entrado a tal espacio por otra apertura aún no excavada. Este relleno intencional de la estructura, aunque no se siguiera la construcción de un nuevo templo encima del antiguo, nos hace pensar en el proceso de “temple entombment” que describió Matsuzawa en Kotosh, donde la superposición de estructuras tipo Mito era lo normal (Izumi y Terada 1972:176; véase también Onuki 1993; Onuki 1999). También Burger y Salazar-Burger (Burger y Salazar-Burger 1985:116) describieron un proceso similar en Huaricoto. Figura 7. Muestra del material cerámico janabarroide de los depósitos superiores. 39 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Figura 8: Dibujo de corte de la unidad de excavación WF07/07A. Ubicación espacial y temporal de la estructura estilo Mito en Chavín de Huántar La estructura se vincula al núcleo ceremonial de Chavín –o sea, la arquitectura monumental más conocida– por varios rasgos. La contemporaneidad es el vínculo más obvio: el núcleo monumental de Chavín fue construido y usado entre 1000-600 ANE (Rick et al. 2009; Kembel y Haas 2013; Contreras et al. en preparación), pues la estructura estilo Mito se encuentra durante el florecimiento de Chavín. Más específicamente, el modelaje Bayesiano de la cronología del sitio (Contreras et al. en preparación) sostiene que la estructura Mito estaba en uso durante la etapa Blanco y Negro, el periodo de construcción más intenso en la historia del sitio. La evidencia estratigráfica también permite inferencias distintas. La cuidadosa limpieza final –que también pudo haber sido mantenimiento regular– del piso de la estructura antes de la deposición del relleno que la tapó, en conjunto con los depósitos intactos de ceniza y carbón en el fogón, sostiene que no había ningún intervalo de abandono antes del enterramiento intencional del espacio. Además, las superficies ocupacionales encima del relleno están directamente encima de éste, sin ningún depósito que indicara un intervalo de abandono entre el relleno de la estructura y la ocupación del espacio encima. Los fechados radiocarbónicos apoyan tal interpretación. Otra evidencia arquitectónica también es llamativa: la orientación de la estructura, evidenciada por el banco lateral y la fachada norte, es próxima (~21.3˚ este del norte) a los 13.65˚ este del norte que era el norte arquitectónico durante las fases monumentales (Rick, et al. 1998:194). También puede ser notable que la estructura se abra hacia el norte, tal como el edificio más antiguo (ahora la esquina noreste de la Estructura A; véase Rick, et al. 1998:194); las fases subsecuentes desplazaron la orientación del sitio 90 grados hacia el este. 40 Daniel A. Contreras La ubicación de la estructura relativa al núcleo monumental y al paisaje también es de interés. Se ubica aproximadamente a 270 m al oeste del Lanzón, y por eso parece ser, de acuerdo con el plano moderno del sitio, marginal y aislado. Si se entiende que la estructura estilo Mito tiene una importancia ceremonial significativa –dado a la centralidad de tales estructuras en otros sitios, la inversión usada para su construcción, y su enterramiento cuidadoso– puede implicar un modelo esparcido de la relevancia espacial dentro del sitio, en lugar de uno concéntrico (véase Contreras en prensa). Los arqueólogos hemos asumido que el Lanzón, la Plaza Circular, y/o la Portada de las Falcónidas –cada uno elemento arquitectónico dentro del núcleo monumental– eran los enfoques conceptuales del sitio. El descubrimiento de un elemento tan significativo como una estructura Mito fuera del ámbito de ese núcleo implica que podían coexistir varios enfoques dentro del sitio. A la vez, hay que considerar también otra posibilidad: la densidad y escala de las construcciones del Campo Oeste pueden necesitar una re-conceptualización de lo que es el núcleo monumental, sosteniendo que las construcciones todavía enterradas del Campo Oeste forman parte del sitio mismo en lugar de su margen oeste. Tal modelo entendería a la estructura estilo Mito como periférica, pero no necesariamente marginal. Su ubicación en el extremo oeste del sitio está cerca de la ruta más directa hacia la Cordillera Blanca, el Callejón de Huaylas, y la costa. Ocupa una entrada importante al sitio, y también una importante posición al ser el elemento más cercano a los apus de la cordillera (véase Reinhard 1985), al igual que el agua, y también al riesgo aluviónico de la Quebrada Wacheqsa. El agua del río Wacheqsa hoy en día (y tal vez también en la época Chavín) es utilizada para regar los campos de cultivo del valle, y aparentemente también era un elemento clave de las prácticas rituales en Chavín (véase Burger 1992:141-143; Contreras y Keefer 2009; Lumbreras, et al. 1976). Contexto de los Andes Centrales La Misión Japonesa excavó en Kotosh una serie de estructuras cuadrangulares enlucidas, con pisos de dos niveles, nichos, y fogones centrales (Izumi and Terada 1972). Las estructuras múltiples eran en algunos casos contemporáneos y en otros superpuestos; en el segundo caso las estructuras más tempranas habían sido cuidadosamente enterradas. Excavaciones subsecuentes en La Galgada por Alberto Bueno Mendoza y Terence Grieder (Bueno Mendoza 2004; Bueno Mendoza y Grieder 1980; Grieder y Bueno Mendoza 1981, 1985; Grieder, et al. 1988) y Huaricoto por Richard Burger y Lucy Salazar-Burger (Burger y Salazar-Burger 1980, 1985) revelaron ejemplos de estructuras parecidas muy lejos de Kotosh. Otros trabajos han ampliado todavía más el corpus de ejemplos de tales estructuras; ahora queda claro que se encuentran en la costa tanto como en la sierra, y que no son diagnósticas de una época particular (véase Tabla 1 y Figura 9). El potencial de utilizar tales recintos con fogones centrales como rasgos culturales diagnósticos ha generado varios debates; la Tradición Religiosa Kotosh que propusieron Burger y Salazar-Burger (1980) ha sido revisada (Bonnier 1997) y hasta rechazada (Siveroni 2006). La interpretación de la estructura descrita en Chavín necesita pues abordar la implicancia de las dos definiciones 41 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar sobrepuestas a las prácticas rituales y a la arquitectura asociada del Precerámico Tardío, tan tempranas como 2500 ANE. Estas son la Tradición Religiosa Kotosh (TRK) propuesta por Burger y Salazar-Burger (Burger and Salazar-Burger 1980, 1985, 1986) y la Tradición Mito (TM) que sugirieron Bonnier (1987) y Fung (1988) y elaborada por Bonnier (Bonnier 1988; Bonnier 1987, 1997; Bonnier and Rozenberg 1988). La TRK se definió como una práctica ritual enfocada en la quema de ofrendas en un fogón central (Burger y Salazar-Burger 1980), la cual se observaba desde el Precerámico Tardío (notablemente en Kotosh, Shillacoto, Huacaloma, La Galgada, y Huaricoto) hasta el Horizonte Temprano (en Huaricoto). Burger y Salazar-Burger plantearon que tal práctica reflejaba creencias religiosas las cuales eran suficientemente fundamentales para los habitantes de los Andes Centrales que cruzaban diferencias de organización política, económica y social, y se expresaban en comunidades con formas distintas de organización sociopolítica. Posteriormente estos autores plantearon que era posible leer tal diversidad de expresión como una reflexión de las formas variantes de la organización sociopolítica de las comunidades indicadas (específicamente Kotosh, Shillacoto y Huaricoto en su estudio de 1986). Bonnier hizo referencia a algunos de los mismos sitios cuando, después de sus trabajos en Piruru, distinguió entre la TRK y lo que denominó la Tradición Mito. Definió la TM como una tradición ceremonial que involucraba una forma arquitectónica particular, dentro de la cual se incorporaba el fogón sagrado (Bonnier 1997). De manera parecida, Fung notó las características compartidas de la arquitectura ritual de Kotosh (y los sitios asociados de Shillacoto y Wairajirca, también en la cuenca del Huallaga) y La Galgada, planteando que esas representaron a una tradición serrana del Precerámico Tardío, la cual ella también llamó Tradición Mito (Fung 1988:73). Mientras la discusión de Fung era general, Bonnier se enfocaba en la construcción de un piso de dos niveles con un fogón asociado, considerando que ambos elementos – en lugar de solamente el fogón – eran fundamentales, y sosteniendo también que la TRK tenía una definición tan amplia que no era útil (Bonnier 1987:358; 1997:122).7 Ella identificó varios elementos claves para la definición: recinto cuadrangular, fogón central, piso separado en dos niveles, nichos, y el uso de enlucido (Bonnier 1997:137; véase Figura 2). Planteó que, “Los templos que se edifican durante esta segunda mitad del tercer milenio [ANE] responden a cánones formales bien definidos que permiten identificar una tradición de arquitectura litúrgica... Esta corriente arquitectónica y religiosa, la llamamos ‘Tradición Mito’ en referencia al sitio de Kotosh, fase epónima de Mito, donde se descubrieron sus huellas por primera vez.” (Bonnier 1988:40) Utilizando esta definición, Bonnier delimitó la Tradición Mito en términos cronológicos al Precerámico Tardío. Las implicancias de las dos definiciones son distintas. Burger y SalazarBurger plantean que la TRK era un substrato cultural de una tradición ritual cuya manifestación material varía con las circunstancias sociopolíticas, mientras Bonnier no hace ninguna afirmación explícita sobre la relación entre la TM y cualquiera estructura sociopolítica.8 Ella enfoca la definición de la TM más limitadamente y la emplea para examinar la interacción cultural. Es decir, la recurrencia de las formas arquitectónicas de la TM no es evidencia de la florescencia esparcida de variaciones locales de una herencia religiosa centroandina común, sino de instancias distintas de una práctica ritual específica 42 Daniel A. Contreras Figura 9: Sitios con arquitectura estilo Mito en los Andes Centrales. 43 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar y elaborada, cuya presencia sugiere interacción cultural entre tales sitios. La implicancia de interacción entre los sitios donde se encontraba la TM se reafirmó por el rango cronológico limitado de los sitios relevantes; Bonnier sostuvo que la TM abarca el periodo entre 2500 – 1800 ANE (1997:122). Esto contrasta con la TRK, la cual con su definición más amplia abarca el periodo desde el Precerámico Tardío hasta el Horizonte Temprano, aproximadamente entre 2500 – 200 ANE (Burger and Salazar-Burger 1980). Nunca se enfrentó la idea de que la TM puede representar una instancia particular de una tradición más general de quemar ofrendas en un fogón central (es decir, como la TRK definida por Burger y Salazar-Burger), pero parece implícita en la definición. Sobre tal relación Moore sugiere que: “ los conceptos [de la Tradición Religiosa Kotosh y la Tradición Mito] cubren características distintas pero que se superponen” (Moore 2005:108). Mientras la estructura que se excavó en Chavín encaja dentro de la definición de la TM, en el presente trabajo empleo tal término. A la vez se entiende que este ejemplo de Chavín también cae dentro de la definición más amplia de la TRK. Bonnier identificó estructuras pertenecientes a la TM en seis sitios en los Andes Centrales (Bonnier 1997:122, y véase Figura 9). Sus criterios se basaron mayormente en el análisis de su propia excavación en el sitio de Piruru en el Alto Marañón y los bien publicados ejemplos de Kotosh. También hace referencia a los ejemplos publicados de Shillacoto, Wairajirca, La Galgada y Huaricoto (Bonnier 1987, 1997). Mientras Bonnier restringe su discusión a los sitios serranos, también se han publicado ejemplos costeños de arquitectura relacionada, de los cuales sobresalen los del valle de Casma y Caral, en el valle de Supe. Pozorksi y Pozorski describen varios “fogones estructurados con ventilación” en los sitios del Precerámico Tardío y Periodo Inicial en Casma (sitios como Huaynuná, Bahía Seca, Pampa de las Llamas -Moxeke, y Taukachi– Konkan (Pozorski y Pozorski 1996)), y mencionan también a la estructura similar que excavó Tellenbach en Montegrande en el valle de Jequetepeque (Tellenbach 1986).9 Estas parecen ser ejemplos de la TRK pero no de la TM, aunque las dos estructuras de Caral (Shady y Machacuay 2003; Shady, et al. 2003) conforman el patrón (hasta el descubrimiento de estas, serrano) de la TM. Hasta el momento la muestra pequeña de centros ceremoniales del Precerámico Tardío y del Periodo Inicial hace imposible cualquier declaración definitiva sobre el patrón regional de las estructuras de la TM. Sin embargo, se puede observar que el proceso de muestreo ha sido más exhaustivo (aunque todavía incompleto) en la costa, donde los sitios de tales periodos son más accesibles y tienen menor probabilidad de estar enterrados, y donde el desarrollo de las investigaciones han dado luz a un gran número de sitios. Es así que en el 2010 sugerí (Contreras 2010) que la asociación de la TM con la sierra parecía sólida, aunque provisional, pero desde entonces se han publicado descripciones de estructuras Mito en Huaricanga, El Paraiso, y El Silencio. Es evidente que por pequeña que sea la muestra cualquier patrón es fácilmente modificable. 44 Daniel A. Contreras Implicancias Todos los elementos definidos por Bonnier como fundamentales para la Tradición Mito –tal vez con la excepción de los nichos– están presentes en el ejemplo de Chavín. Además, la estructura del Campo Oeste parece relacionarse muy fuertemente a las de Kotosh (Bonnier 1987:Fig.3). Aunque carezca de los nichos tan característicos de Kotosh y el fogón no tenga un ducto de ventilación (lo cual no figura entre los rasgos arquitectónicos claves para la TM, según Bonnier), la estructura chavinense es rectilínea en lugar de subrectangular. Ésta fue formalmente construida y se la enterró ceremonialmente. Parece pertenecer pues a la TM a pesar de su anómalo fechado tardío. La presencia de esta estructura en Chavín también refuerza la idea de Burger y Salazar-Burger (1980) de que la TRK persistió tras el Periodo Inicial e incluso aún después. Aunque la estructura chavinense se parece poco al ejemplo que describen Burger y Salazar-Burger de Huaricoto, las dos tienen fechados generalmente comparables y las dos caben cómodamente bajo la definición amplia de la TRK. Es así como resultan dos tipos de implicancias en base a la identificación de una estructura del estilo Mito en Chavín: una para Chavín mismo y otra para la TM en general. Empezando con la última: aunque quede claro que existe un vínculo entre Chavín y la TM, el fechado tardío de la estructura en Chavín nos hace recordar que tal vínculo no es necesariamente directo. A la vez, la fidelidad de la estructura WF-07 a los cánones arquitectónicos de la TM, y su semejanza a las estructuras estilo Mito del sitio relativamente cercano de Kotosh, sostienen tentativamente una asociación. Mientras también puede ser un arcaísmo o un resurgimiento en lugar de una continuidad, representan modelos alternativos de la transmisión de los cánones de la arquitectura ritual y todavía requieren una explicación del vínculo mismo. El enterramiento de las estructuras Mito conocidas en Kotosh antes del 1500 ANE hace necesaria la inferencia de otro vínculo –sea directo, implicando una continuidad, o indirecto, implicando una emulación subsecuente–. La ausencia de evidencia explícita –sea en Kotosh, en Chavín, o en otro sitio que pueda abarcar el intervalo temporal entre los dos– en el registro arqueológico, no es evidencia de su ausencia. Tal como lo ha notado Kaulicke (entre otros), el panorama que tenemos de la sierra central durante este periodo del desarrollo de la complejidad sociopolítica se basa en un corpus conocido bastante escaso (Kaulicke 1998, 1999). No obstante, el intervalo cronológico es sustancial, y es necesario no sólo explicarlo sino llenarlo con datos de los que todavía está desprovisto. La inclusión de la estructura WF-07 en el catálogo de estructuras estilo Mito de los Andes Centrales exige la re-examinación de uno de los postulados claves de la TM. La afirmación de Bonnier, basada en la evidencia hasta entonces disponible, era que: “Al parecer la Tradición Mito termina al inicio del Horizonte Temprano” ( Bonnier 1997:143). Sin embargo, los nuevos datos de Chavín demuestran la persistencia de la TM tras el inicio del Horizonte Temprano y su coexistencia con las nuevas formas rituales desarrolladas en esa época. También reafirma la observación de Burger y Salazar-Burger que a pesar de su asociación primaria con el Precerámico Tardío, la TRK persistió tras el Horizonte Temprano; sin embargo ellos notan que: “fuera de Huaricoto, las evidencias de 45 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar esta tradición se vuelven más vagas luego del Precerámico Tardío.” (Burger y Salazar-Burger 1980:30) Mientras que los ejemplos tardíos de la TRK –como las estructuras de Huaricoto– son más cercanos a Chavín en espacio y tiempo, se parecen a la estructura que se describe aquí solo en términos muy generales. Muchas de las estructuras con fogón en Huaricoto pertenecen a la TRK pero carecen de los rasgos arquitectónicos específicos que las asociarían con la TM (Burger and Salazar-Burger 1980:26). De manera similar, la estructura con fogón en Huacaloma (Terada and Onuki 1982: Color Plate 1) parece corresponder al Periodo Inicial, pero no tiene los rasgos arquitectónicos específicos que Bonnier definió como fundamentales a la TM. Shillacoto en el Huallaga también se fecha al segundo milenio ANE (Izumi, et al. 1972), pero sin precisión. El efecto acumulativo de esta serie de ejemplos es de reforzar la idea de que la TM y la TRK son definiciones sobrepuestas pero no coincidentes. Si la TM existe bajo el término abarcante de la TRK, hay que preguntarnos qué crea esta distinción que se manifiesta en la arquitectura ritual diagnóstica. Aquí se adopta la posición teórica de que las formas arquitectónicas específicas que se asocian con la TM son productos de un grupo de prácticas rituales asociadas. Mientras la TRK se define como una forma arquitectónica generalizada (estructura con fogón central) que se asocia con una ideología religiosa general (Burger and Salazar-Burger 1980:27), se puede esperar que sea durable y extensamente difundida. Es más sorprendente que las prácticas más estrictamente definidas de la TM sean también persistentes y extensas. El vínculo entre la arquitectura específica asociada con la TM y unas prácticas rituales particulares así implica que su distribución sea producto de unas interconexiones específicas en lugar de productos de un trasfondo cultural compartido. No quiere decir que la TM representa una entidad cultural, sino que la evidencia de la TM en varios sitios de la región de los Andes Centrales tiene implicancias específicas para la interacción a larga distancia en la región. El hecho que se comparta una práctica ritual particular – difundida en espacio y a través del tiempo– nos provee un índicador de interacción complementario a las evidencias del intercambio de bienes materiales (e.g., la obsidiana, el cinabrio y la concha marina; véase Contreras 2011) que comúnmente se examinan como evidencia de las redes interregionales. Una de las implicancias específicas es el antedicho vínculo entre Chavín y Kotosh. Hay que re-enfatizar que hasta el momento no existe evidencia para determinar si este vínculo fue directo o indirecto. A la vez, tampoco es la primera evidencia que vincula a Chavín con Kotosh. Otros ejemplos incluyen tanto la cultura material (Izumi 1971; Kano 1979; Lumbreras 1989) como a grandes patrones culturales (e.g., Lumbreras 1989:22; 1993:353; Tello 1942:Lam.VII). También plantea Kembel que la arquitectura ritual más temprana en el núcleo ceremonial de Chavín se afiliaba con la TRK como se manifestaba en Kotosh y La Galgada: “La arquitectura en Chavín si aparenta incorporar esto [cámaras rectangulares de piedra] y otras características de la Tradición Religiosa Kotosh, empezando en sus fases más tempranas” (Kembel 2001:227). Pero describe la elaboración subsecuente del complejo ceremonial en Chavín como una trayectoria: “de transición como de síntesis, iniciando con formas locales basadas en las tradiciones Kotosh-Mito, y luego en transición hacia la incorporación de formas costeñas que alcanzaron su expresión más formal en la fase monumental final, mientras continúa la incorporación de as46 Daniel A. Contreras pectos locales” (Kembel 2001:230; véase también Kembel 2008). Es decir, que si la arquitectura del núcleo ceremonial de Chavín empezaba como algo parecido a la TM, mientras se elaboraba el complejo, éste se iba alejando de estas raíces. El descubrimiento de un recinto estilo Mito en Chavín, de la fase Blanco y Negro, demuestra que nunca se abandonaron esas raíces. Tal hecho vincula Chavín más firmemente a antecedentes serranos10, haciendo insostenible la sugerencia (razonable, aunque con los datos disponibles en ese entonces) de Burger y Salazar-Burger que, “Chavín de Huántar tuvo muy poco en común con los centros ceremoniales de la Tradición Religiosa Kotosh” (Burger and SalazarBurger 1980:32). También ha sugerido Burger que el contraste entre Kotosh y Chavín es uno de los rasgos de la distinción entre el Horizonte Temprano y lo que ocurría antes: “El sitio de Chavín de Huántar … representa una ruptura con la Tradición Religiosa Kotosh andina” (Burger 1989:52) (pero hay que considerar también su afirmación de que Huaricoto, vinculado por su cerámica al janabarroide de Chavín, participaba en la TRK (Burger 1993:66)). La evidencia que aquí se presenta sugiere que Chavín tenía algún vínculo con Kotosh, o por lo menos a las tradiciones por las cuales los arqueólogos andinos emplean este sitio como arquetipo. La presencia de una estructura estilo Mito contemporáneo con el núcleo monumental, refuerza así la idea de Lumbreras que los orígenes de Chavín se ubican en Kotosh; él escribe: “una tradición [Kotosh-Mito] que no fue abandonada sino más bien continuada por los constructores de Chavín” (Lumbreras 1993:354; véase también Lumbreras 1989:88-90). La evaluación del rol y la cuantificación de tales estructuras dentro de Chavín, y también de la fidelidad de Chavín al patrón de enterramiento y reconstrucción de los templos, espera excavaciones mucho más amplias. Aunque todavía parece que el núcleo monumental de Chavín se vincula más a las tradiciones costeñas de construcción –de conjuntos de montículos y plazas, los cuales se encuentran allí desde el Precerámico Tardío–, que a los centros serranos como Kotosh (Burger 1989; Williams 1985, inter alia), los nuevos datos del Campo Oeste de Chavín sugieren la posibilidad de una concurrente continuidad entre Kotosh, del Precerámico Tardío y Chavín, del Horizonte Temprano, abarcando un milenio. Es interesante notar que tal estabilidad de largo plazo es una de las características que atribuye Burger al Periodo Inicial en la costa (Burger 1992). Sin embargo, este periodo está escasamente documentado en la sierra, dejando poco claro el carácter de esta continuidad (entre Kotosh y Chavín específicamente y/o entre la TM y las prácticas rituales en Chavín en general). La presencia de una estructura Mito que funcionaba en la parte temprana del primer milenio ANE también tiene que afectar nuestro entendimiento de la práctica ritual y sus fundaciones sociopolíticas en Chavín (véase Contreras en prensa). A la vez, este hallazgo no se debe entender como aislado del sitio entero, y la mera coexistencia de la TM con las prácticas ceremoniales del núcleo ceremonial constituye una revisión importante. Este hallazgo sugiere que Chavín sí tenía raíces en la TM (tal como sostiene Kembel (2001:226-227)), y demuestra que Chavín adoptaba la arquitectura ritual específica de la TM. Tal estrategia sincrética es consistente con los modelos de la función de Chavín propuestas por Lumbreras (e.g., 1989), Burger (e.g., 1992), y Rick (2005; véase también Kembel y Rick 2004), aunque esos modelos divergen considerablemente en otros particulares. 47 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Conclusiones Las excavaciones que se describen aquí demuestran la presencia de una estructura de estilo Mito en Chavín de Huántar, y la persistencia de la Tradición Mito hasta aproximadamente 800 ANE en el sitio. De esta manera, se sostiene la interacción –aunque quede aún por definir el carácter que tiene– entre Chavín y los centros ceremoniales del Precerámico Tardío, y tal vez entre Chavín y los centros del Huallaga particularmente. La asociación clara de esta estructura estilo Mito con cerámicas janabarroides bien fechada y la ubicación de estos fechados con respecto a la cronología del sitio (Rick et al. 2009; Kembel y Haas 2013; Contreras et al. en preparación) sugieren que este espacio ritual se vinculaba con las plazas y galerías del núcleo monumental. También los fechados 14C (Figura 5) del fogón y de los depósitos superpuestos asociados con cerámica janabarroide (Figura 7) son consistentes con las revisiones recientes de la cronología del sitio (Rick et al. 2009; Kembel y Haas 2013; Contreras et al. en preparación) que colocan al florecimiento del sitio y la producción y uso de cerámica janabarroide en la primera mitad del primer milenio ANE. La fecha relativamente tardía con respeto a la Tradición Mito y la asociación entre la estructura Mito y Chavín tienen implicancias importantes para la prehistoria de los Andes Centrales. Con la adición de esta evidencia se extiende la duración de dicha tradición en un milenio, hasta abarcar aproximadamente desde el 2500 al 800 ANE.11 Esta revisión cronológica lleva a consecuencias teoréticas tanto como tipológicas. La persistencia hasta el primer milenio ANE de una tradición que se origina en el Precerámico Tardío refuerza la caracterización de un Periodo Inicial ideológicamente (y por implicancia políticamente) estable. A la vez, tal longevidad de la Tradición Mito demuestra que no fue reemplazada por la tradición ritual de montículo y plaza hundida, sino que ambos coexistían. Si bien Burger y Salazar-Burger (1980:32) sugieren que coexistían a un nivel inter-sitio, nuestros nuevos datos demuestran que también coexistían a un nivel intra-sitio. Una yuxtaposición similar se encuentra en Caral, donde el montículo masivo del Templo Mayor soporta una pequeña estructura estilo Mito (entre otras construcciones) en su cima (Shady y Machacuay 2003); esto tal vez sugiere que en Caral la actividad ritual pública y visible ocurría a unos pocos metros de la actividad ritual privada y oculta. Pozorski y Pozorski (1990) también notaron la coexistencia de formas divergentes de arquitectura ritual en el sitio costeño de Huaynuná. Esta compatibilidad sugiere la posibilidad de coocurrencia de la estabilidad en la práctica ritual a largo plazo representado por la Tradición Mito y el dinamismo e innovación en la práctica ritual representado por el desarrollo sincrético del núcleo monumental de Chavín. Tal coexistencia apoya tanto el modelo de Chavín que plantea Rick, de un sitio donde las élites manipulaban la tradición de forma consciente (véase Rick 2005), así como el modelo comúnmente citado por Burger, de Chavín como un centro de síntesis ideológica (véase Burger 1992:Ch.7), aunque él afirmó que tal síntesis ocurriría unos siglos más tarde. Esto también es compatible con la sugerencia que hace Rick (2005; 2006) sobre la (re)utilización astuta de las tradiciones remanentes y respetadas fue fundamental en el maniobrar sociopolítico e innovador de Chavín. Parece que los modelos contrastados son producto más de explicaciones teoréticas divergentes sobre las motivaciones de los antiguos habitantes que desacuerdos sobre el trayecto histórico específico de Chavín. 48 Daniel A. Contreras No obstante los desacuerdos teoréticos sobre los fundamentos del comportamiento prehistórico, la persistencia de la Tradición Mito implica una continuidad cultural general a largo plazo en los Andes Centrales. También testifica el potencial de que nuevos datos –aún de un sitio con una historia larga de investigaciones productivas –sean capaces de provocar nuevas preguntas y reabrir antiguas. Igualmente el incremento del corpus de estructuras Mito en los años posteriores a la primera versión que se escribió el presente trabajo, ha necesitado replantear algunas ideas acerca de los patrones espaciales de la Tradición Mito. Tanto los datos de los últimos años como el descubrimiento de una estructura Mito en Chavín sugieren un hilo específico de continuidad del Precerámico Tardío hacia el Horizonte Temprano. Tal hilo arquitectónico también vincula las prácticas rituales en la sierra de los Andes Centrales con unas prácticas aparentemente similares en la costa, conectando a los Andes Centrales tanto en espacio como en tiempo. Agradecimientos Los trabajos de campo en Chavín fueron posibles gracias a John Rick, a quien le agradezco su apoyo y generosidad. Algunas de las investigaciones de campo en Chavín fueron apoyadas por la National Science Foundation Doctoral Dissertation Improvement Grant (#0532350), con apoyo adicional de la Stanford School of Humanities and Sciences Graduate Research Opportunity Grant, y de la Amherst College Memorial Fellowship, y de la Lynford Family Foundation. Unos trabajos adicionales en 2006 fueron posibles gracias a la Explorers Club Exploration Fund y la Lewis and Clark Field Scholar Grant de la American Philosophical Society. También agradezco el apoyo en el campo varios colegas, estudiantes y residentes del pueblo actual de Chavín. Merecen agradecimiento particular María Mendoza, Christian Mesía, Parker van Valkenburgh, y Verónica Castro Neves; la excavación de WF-07 misma no hubiera sido posible sin los trabajos expertos de Juan Muñoz y Christian Cotrino. Las investigaciones se realizaron con el permiso y la cooperación de las oficinas nacional (Lima) y regional (Huaraz) del entonces Instituto Nacional de Cultura. Ronald Anthony San Miguel me ayudó bastante con los desafíos gramáticos de escribir en mi segunda lengua. Finalmente, quisiera agradecer a la finada Elisabeth Bonnier por su interés y apoyo; a ella le dedico este trabajo. Notas 1. Menciona Bonnier que las estructuras ER-28 y “probablemente” ER-20 en Kotosh eran “framed with a clay molding” (Bonnier 1997:138), elemento que puede ser análogo (véase también Izumi y Terada 1972:160). 2. 2644 +/- 45 (AA69446; carbón vegetal; δ13C = -23.2‰) and 2712 +/- 42 (AA69447; carbón vegetal; δ13C = -23.6‰). 3. En 1945 el sitio de Chavín de Huántar y parte del pueblo actual adyacente fue enterrado por un aluvión producto de un deslizamiento desde un lago glacial en la cuenca alta del río Wacheqsa. Aproximadamente 900,000 m3 de tierra, piedra, hielo, y agua descendieron por la quebrada del Wacheqsa a una velocidad que alcanzó los 30 km/h, y enterró a Chavín debajo de hasta 4 m de sedimento (Indacochea y Iberico 1947). El 49 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar grosor del depósito varia dentro del sitio así que la cantidad de material depositado y el tamaño de los clastos depende de la energía local del aluvión. 4. De acuerdo con la estrategia que adoptan Rick y sus colegas (2009), utilizo el término “janabarroide” para indicar “la presencia de cerámica formalmente estampada con diseños o iconos típicos chavín, como los asociados a la fase Janabarriu de Burger,“ (Rick et al. 2009:113) –es decir, material que se ha vinculado consistentemente con el supuesto periodo de interacción intensificada del primer milenio ANE, denominado el Horizonte Temprano o el Horizonte Chavín–. Aunque frecuentemente se encuentra referencia a tal periodo de interacción intensificada, no existe ninguna definición rigurosa y generalmente aceptada (dado, por lo menos en gran parte, a la tensión entre los conceptos de horizonte-como-indicador-cronológico y horizonte-como-fenómeno-cultural). El indicador material que se emplea con más frecuencia para postular participación en este fenómeno es la cerámica (véase Burger 1988:133; 1992:170), pero también utilizan unos autores el arte lítico, la iconografía en general y los patrones arquitectónicos. 5. 2506 +/- 43 (AA69448; carbón vegetal; δ13C = -23.9‰) and 2567 +/- 42 (AA69449; carbón vegetal; δ13C = -22.1‰). 6. Para una discusión cualquiera del contexto de la excavación tiene que tomarse en cuenta que las excavaciones nunca alcanzaron estrato estéril –como testifica la arquitectura visible en el corte del río Wacheqsa (véase Figura 4) –. Quizá un trabajo adicional podría ampliar lo expuesto al trabajar fuera de la estructura misma (mientras no sería buena idea destruirla para seguir por debajo). Desafortunadamente toda excavación adicional se restringe por la empinada pendiente al sur y la orilla del río al norte. 7. También Siveroni (2006) ha criticado hasta la identificación de las estructuras con fogones centrales como una arquitectura ritual. 8. Lumbreras sostiene, que esta arquitectura temprana ritual en la sierra era de calidad lo que refleja la existencia de jerarquía y el control centralizado de la mano de obra (Lumbreras 1989:89). También Onuki, con referencia específicamente a Kotosh, está de acuerdo (Onuki 1999:328). 9. Aunque Pozorski y Pozorski no consideran la distinción entre TRK y TM, asignan las estructuras que describen a la TRK. Esto parece apropiado, pues estos ejemplos de fogones circulares ventilados en recintos cuadrangulares o circulares parecen relacionarse más a la TRK que a la TM; el énfasis evidente en el fogón no se acompaña por la elaboración del recinto que Bonnier identifica como clave de la TM. 10. A la vez, las estructuras Mito en Caral y El Paraíso sugieren una TM más ampliamente difundida geográficamente; también hay que tener en cuenta que la parte este de los Andes Centrales, donde se ubican Piruru y los sitios de Huanuco, es muy poco conocida. 11. Mientras también se puede describir la estructura Mito en Chavín como parte de la TRK, su existencia confirma las propuestas que hicieron Burger y Salazar-Burger (1985:118) basados en los fogones tardíos de Huaricoto, que la TRK persistió hasta el Horizonte Temprano. 50 Daniel A. Contreras Sitio Locus Dimensiones interiores Orientación Fechas asociadas y/o Rango calibrado de fechados asociados (95%)1 La Galgada C-11:I-3 (Square Chamber) 2.9 x 2.5 m oeste 2470-2060 ANE Kotosh ER-11 "Templo de los Nichitos" 7.5 x 8 m sur 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-19 7.5 x 7 m norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-23 6 x6 m norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh UR-22 "Templo de las Manos Cruzadas" 7 x 7.5 m sur 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-20 5 x4 m norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-24 3.5 x 3 m norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-26 2.5 x 2.5 m norte 3900 +/-900; 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-28 3 x3 m norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Kotosh ER-27 "Templo Blanco" 3 x4 m (estimada) norte 2000-1500 ANE (fechas de la fase Kotosh Mito) Izumi y Terada 1972 Huaricoto2 Hearth XII 2875-2150 ANE Huaricoto Hearth XI inmediatamente después de Hearth XII Huaricoto Hearth XIII 3310-2465 ANE Huaricoto Hearths IX, VIII, VII Fase Huaricoto (~1400 – 700 ANE) Burger y Salazar-Burger 1985; Burger 1992 Huaricoto Hearth IV, II, I 5.5 m diámetro (Hearth IV): ~2 x 2 m (Hearth II) Fase Capilla (~700 – 300 ANE) Burger y Salazar-Burger 1985; Burger 1992 Caral “Altar del Fuego Sagrado” (Templo Mayor) 2.81 x 2.8 m Caral “Altar del Fuego Sagrado” (Templo de Anfiteatro) El Silencio Edificio Menor Edificio Mayor El Silencio 14 C Muestra(s) asociadas Tx-3167 (3820 +/-60), del recinto adyacente —D-11:C-3 I-II,42 (3970 +/-110) [aparece en Ziółkowski et al. con el número I11142] Referencia(s) Grieder et al . 1988 Burger y Salazar-Burger 1985, Burger 1992 Burger y Salazar-Burger 1985 PUCP 3#3 (4210 +/-120) 3 Beta-132593 y ISGS-4724 (3640 +/-50; 3730 +/-70); de “construction fill of atrium on top of Piramide Mayor” Burger y Salazar-Burger 1985, Burger 1992 Shady y Machacuay 2003, Shady et al . 2001 sur 2400-1885 ANE oeste Arcaico Tardío (fecha del sitio) Shady, Machacuay, y López 2003 3.3 x 3.2 m sur Precerámico Tardío Montoya Vera 2007 4.5 x 5 m (1A) and 3.4 x 4m (1B) sur Precerámico Tardío Montoya Vera 2007 Tabla 1: Estructuras que siguen las convenciones arquitectónicas de la Tradición Mito y/o la Tradición Religiosa Kotosh en los Andes Centrales. 51 La Incorporación de la Tradición Mito en el Ámbito Ritual de Chavín de Huántar Sitio Locus Dimensiones interiores Piruru Templo P1 9 x9 m Huacaloma R-1 4.6 x 3.2 m Shillacoto S-R 7 12 x 12 m Orientación Fechas asociadas y/o Rango calibrado de fechados 1 asociados (95%) 14 C Muestra(s) asociadas Referencia(s) 2455-2020 ANE GIF-7266 (3770 +/-60) Bonnier y Rozenberg 1988; Bonnier 1997 norte-este Periodo Huacaloma Temprano; 1500-255 ANE4 TK-341a, TK-341b, y TK-409 (3080 +/-1130, 2710 +/-240, 2840 +/-90) Terada y Onuki 1982 norte 2000-1000 ANE (fechas de las fases Shillacoto Mito y Wairajirca) Izumi et al. 1972 “preceramic” Izumi y Terada 1972; Bonnier 1997 Wairajirca Huaynuná 3.0 x 2.5 m 2460-2060 ANE UGa-5612 (3810 +/-50) Pozorski y Pozorski 1996 Pampa de las Llamas – Moxeke 2.55 x 2.45 m 1750-1435 ANE UGa-5611 (3310 +/-70) Pozorski y Pozorski 1996 Pampa de las Llamas – Moxeke 3.2 m diámetro 3550-3150 BP (fechas generales del sitio) Pozorski y Pozorski 1996 Pampa de las Llamas – Moxeke 7.0 x 7.0 m 3550-3150 BP (fechas generales del sitio) Pozorski y Pozorski 1996 Bahía Seca 4.32 m diámetro 1685-1440 ANE UGa-6023 (3280 +/-55) Pozorski y Pozorski 1996 Taukachi – Konkán 3.5 m diámetro 1500-1270 ANE UGa-7038 (3120 +/-45) Pozorski y Pozorski 1996 Taukachi – Konkán 4.0 m diámetro 3530-3000 BP (fechas generales del sitio) Taukachi – Konkán 3.0 m diámetro 3530-3000 BP (fechas generales del sitio) Montegrande Structure 212 4.0 m diámetro WF-07 3.0 x 3.0 m (estimada) Tellenbach 1986; Pozorski y Pozorski 1996 Huaricanga Chavín de Huántar El Paraíso Pozorski y Pozorski 1996 2450-2330 ANE 6.82 x 8.04 m 5 norte 900-800 ANE norte-este (44°) Precerámico Tardío (3500 a 1800 ANE – fechas generales del sitio) Piscitelli 2012 AA69446 y AA69447 (2644 +/-45; 2712 +/-42) Contreras 2010 Guillen Hugo 2013 1) Los fechados se han calibrado en OxCal 4.2 (Bronk Ramsey 2009) utilizando la curva IntCal13 (Reimer et al. 2013; véase Rick et al. 2009:90-95 y Ogburn 2012:223-225 para discusiones de la selección de la curva de calibración apropiada en el Perú). Vale enfatizar que los rangos de los fechados son rangos de probabilidad irregularmente distribuidos, no lapsos de tiempo, y pueden representar, de acuerdo con el contexto específico y/o la muestra misma (información que no siempre se publica), o fechas de construcción o fechas de uso. Donde existen muestras multiples, indico el rango más amplio para proveer un rango conservativo de las posibilidades cronológicas. 2) El fogón VIII de Huaricoto parecer acercarse más a las convenciones arquitectónicas de la Tradición Mito, con un piso en dos niveles y un ducto debajo del piso. Los fogones en el sitio varian en sus formas, tamaños, y rasgos. 3) Este fechado aparece en Ziólkowski et al. con el número de laboratorio PUCP-XX1, y con un aviso acerca de tal confusión (ANDES 14C: http://andes-c14.arqueologia.pl/ database/article/1799-pucp-xx1.html). 4) La imprecisión del fechado TK-341a es tal que no se incluye en el rango. 5) Estas dos fechados se han combinado (empleando el imperativo ‘Combine’ en OxCal para incorporar las probabilidades después de calibrar), mientras las dos muestras pertenecen a un depósito del fogón que representa un solo evento deposicional. 52 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 53-76 Instituto de Estudios Huarinos. Lima. 2016 3 LAS OCUPACIONES FORMATIVAS EN LA BANDA: EXCAVACIONES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DE LA VARIANTE CHAVÍN Y SU IMPACTO SOCIOECONÓMICO EN EL VALLE DEL MOSNA Jorge Gamboa Velásquez* Resumen La construcción en el año 2003 de una nueva sección de la carretera CatacChavín transformó el paisaje natural y social de la margen este del valle de Mosna, específicamente en el sector localizado frente al centro ceremonial prehispánico de Chavín de Huántar, en la sección sur de Conchucos, Ancash, Perú. El impacto de ese proyecto de inversión estatal en la primera mitad del 2003 dio origen al Proyecto Obras de Emergencia Chavín-POECH en la localidad de Gaucho (Zona Arqueológica La Banda). Esa intervención condujo al registro de importantes evidencias de los periodos Formativo y Recuay y permitió empezar a definir el potencial arqueológico de la margen oriental del valle de Mosna, una zona hasta entonces no incluida en los planes de manejo de recursos culturales del área. El artículo expone los datos obtenidos por el POECH 2003 sobre la ocupación Formativa (1000-400 a.C.) en La Banda y examina el rol de ese sector en el estudio y la preservación de Chavín de Huántar. Introducción El contexto social y político del Proyecto Obras de Emergencia Chavín 2003 fue el de una temporada en que los planes de desarrollo de instituciones privadas y del Estado peruano entraron en conflicto con la protección del patrimonio arqueológico, ello en el escenario de Chavín de Huántar, sitio declarado Sitio Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en 1985. El flujo constante de visitantes a Chavín de Huántar es un componente primario en la actividad económica y política local y origina una serie de actividades vinculadas al ofrecimiento de bienes y servicios a los turistas. El interés —y consecuente evaluación— de la población de Chavín sobre la repercusión de actividades como la investigación arqueológica y * jgamboavelasquez@yahoo.com 53 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar la ejecución de obras públicas no es reciente, presentando sus orígenes a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando empezó a consolidarse el rol de Chavín de Huántar en el imaginario histórico y social peruano (Asensio 2012). En el largo plazo, la interacción entre arqueología, identidad y modernidad en Chavín alentó dentro de la sociedad local la formación de una identidad basada en sus expresiones culturales cotidianas y el reconocimiento del valor simbólico y material del monumento arqueológico. Esta percepción también ha incluido, especialmente en las últimas décadas, la apreciación del patrimonio cultural como un medio de desarrollo socioeconómico alternativo a la explotación de los recursos mineros de la zona (Sayre 2003). Uno de los retos principales para el transporte entre Chavín y el resto de la Región Áncash es la accidentada topografía de la zona, marcada a lo largo del siglo pasado por desastrosos deslizamientos de tierra desde la Cordillera Blanca. El acceso al sitio arqueológico Chavín de Huántar y a la ciudad moderna colindante es realizado a través de la carretera que desde la ciudad de Catac en el Callejón de Huaylas conduce al valle del Río Mosna. Hasta el año 2003 esa carretera pasaba a pocos metros de la esquina suroeste de la plataforma principal del Monumento Arqueológico Chavín, alterando ese paisaje cultural prehispánico e impactando negativamente en la preservación de los edificios arqueológicos. Debido a esa circunstancia y al incremento del tráfico vehicular en la zona, durante el gobierno de Alejandro Toledo el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) del Perú planificó la construcción de la carretera “Variante Chavín”, la cual permitiría liberar al área arqueológica monumental del paso de transporte pesado. Ese proyecto implicaba construir el Puente Uchucurga (próximo a la localidad de Ultupuquio) y un nuevo tramo de carretera en la margen este del Río Mosna, y renovar el Puente Laos (que conectaba a la ciudad de Chavín con la población rural de la margen este del valle del Mosna). Esas labores fueron encargadas por la agencia estatal PROVIAS Departamental a las empresas constructoras Consorcio Montes Hnos. SRL y JACCSA SAC, que realizaron la construcción de la carretera “Variante Chavín” y los puentes a lo largo de los años 2003 y 2004. El área propuesta para el nuevo tramo de carretera correspondía a la localidad rural de Gaucho (donde se ubica la Zona Arqueológica La Banda), perteneciente al Distrito de San Marcos pero colindante con el Distrito de Chavín. La existencia de materiales prehispánicos en la zona había sido reconocida por varios investigadores desde mediados del siglo XX. Sin embargo, las condiciones de propiedad territorial, actividad geológica (Contreras 2007: 100-117, 2009: 1008-1009; Turner et al. 1999) y concentración de esfuerzos en la investigación de los edificios prehispánicos monumentales de Chavín (ubicados en la margen oeste del valle frente a Gaucho) originaron que la información para ese sector del valle de Mosna fuera hasta entonces bastante limitada. La construcción de la nueva carretera en la margen este del Río Mosna condujo en abril del 2003 al hallazgo de materiales arqueológicos en áreas donde algunas observaciones previas de superficie no habían reportado concentraciones mayores de evidencias arqueológicas (Contreras 2007: 20-21). El Proyecto Obras de Emergencia Chavín (POECH 2003), gestionado por el Instituto Nacional de Cultura-Áncash (INC, ahora Ministerio de Cultura del Perú), y financiado por la Fundación Telefónica del Perú, inició ese mes la evaluación de las eviden54 Jorge Gamboa Velásquez cias arqueológicas en la zona de Gaucho, labor que prosiguió hasta agosto del mismo año. En el mes de junio la remoción con maquinaria pesada de capas de tierra de cultivo y depósitos aluviales afectó espacios con evidencias prehispánica: varios sectores con construcciones residenciales del periodo Formativo (1000-400 a.C.) y el lado noreste de una plataforma Recuay (100-600 d.C.). La afectación de esas zonas fue detenida por los representantes locales del INC, acto que fue seguido por la paralización de los trabajos de construcción y por la posterior modificación parcial de su trazo. En la presente contribución se exponen los trabajos del POECH 2003 y se describe los resultados de las excavaciones que permitieron documentar áreas con ocupación Formativa (Gamboa 2005). Asimismo, se reseñan los datos bibliográficos existentes sobre las ocupaciones prehispánicas en Gaucho y se evalúa el rol de la Zona Arqueológica La Banda en el estudio y protección del patrimonio arqueológico de Chavín de Huántar.1 El Valle del Mosna y las Localidades de Chavín y Gaucho El área de trabajo del POECH 2003 se localizó en el valle de Mosna, al este de la Cordillera Blanca. La zona pertenece a los distritos de Chavín y San Marcos de la Provincia de Huari, Región Ancash. El Río Mosna nace en la Cordillera Oriental, corre de sur a norte y se une al Río Wacheqsa que nace en la Cordillera Blanca al noreste del centro ceremonial prehispánico de Chavín de Huántar. La alternancia de periodos de fuertes lluvias y escasas precipitaciones determina una agricultura dependiente del régimen pluvial anual complementada por irrigación a través de canales. La producción agrícola es destinada tanto al consumo local como al comercio con otras localidades de Áncash. Las excavaciones del POECH 2003 fueron realizadas en la margen este del valle de Mosna, perteneciente administrativamente al distrito de San Marcos y ocupada por terrenos agrícolas y el centro poblado de Gaucho. Esta sección del valle se encuentra a una altitud promedio de 3,097 msnm, estando delimitada al norte por la Quebrada Wamanway y al sur por la Quebrada Challhuayaku. Correspondiendo al piso ecológico Quechua, el área se encuentra cerca al límite altitudinal de crecimiento del maíz (3,200 msnm), siendo también propicia para el cultivo de gramíneas y cereales. El punto más alto de este sector del valle es el Cerro Huagac (4,568 msnm), cuyas laderas son empleadas para cultivo de tubérculos y crianza de ganado. El sector de Gaucho aún no presenta un carácter urbano pero concentra el mayor número de viviendas en la margen este del Mosna frente a Chavín de Huántar, presentando una escuela primaria y una cancha de fútbol utilizada para actividades ceremoniales y recreativas de la población local. El centro poblado de Gaucho se encuentra vinculado a las comunidades de Lucma, Chuyo y Chullush, que también ocupan la margen este del valle. La margen oeste del valle de Mosna, perteneciente al distrito de Chavín, presenta actualmente la mayor densidad demográfica del área, con la ciudad de Chavín albergando una población estimada en 10,500 habitantes en el 2014. El Monumento Arqueológico Chavín (MACH) colinda al norte con la ciudad de Chavín y comprende un espacio arqueológico protegido extendido entre la orilla sur del Río Wacheqsa, la orilla oeste del Río Mosna, y las localidades de La Flori55 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar da y Ultupuquio al suroeste y sur respectivamente. En décadas recientes se han formado varias concentraciones de viviendas en el sector La Florida (también conocido localmente como Barrios Altos), donde se inicia la ruta que conduce hacia las comunidades de altura de Chichucancha, Chuna, Chacpar, Lanchán, y Jato y luego a la Cordillera Blanca y al Callejón de Huaylas. Antecedentes Arqueológicos Chavín de Huántar ocupa un lugar primario tanto en la génesis de la disciplina arqueológica en Perú como en el debate sobre el proceso de emergencia de la civilización Andina (Burger 1992; Lumbreras 1993; Rick 2005; Rick et al. 2009; Tello 1960). La ocupación Formativa sobre la margen oeste del Mosna está dividida por el Río Wacheqsa en un sector sur, caracterizado por los edificios monumentales prehispánicos de Chavín, y un sector norte, donde las evidencias arqueológicas yacen bajo la ciudad moderna de Chavín. El sector meridional comprende un conjunto de edificios ceremoniales datados entre 1,200 y 500 a.C. y asociados al cumplimiento de eventos religiosos y de interacción social. Esa parte del sitio destaca por la abundancia de esculturas portadoras de la iconografía Chavín, que decoraban los muros de plataformas y plazas hundidas o que, en menor número, se hallaban dispuestas al interior de las galerías que atravesaban las plataformas (Lumbreras 1974, 1977; Tello 1929, 1960). El sector monumental de Chavín de Huántar empezó a ser objeto de estudios sistemáticos en la primera mitad del siglo XX con los trabajos de Julio C. Tello, Wendell C. Bennett (1944) y John H. Rowe (1962, 1967). Durante las décadas de 1950 a 1970 la excavación del sector monumental fue dirigida por Marino Gonzales, quien se encargó de retirar las capas de escombros acarreados por el aluvión que afectó el sitio en 1945 y prosiguió la excavación del complejo y la conservación de sus componentes arquitectónicos. En 1966 se realizaron las investigaciones de Luis G. Lumbreras (1974) y Hernán Amat (Lumbreras y Amat 1969) en los sectores de Plaza Circular y Plaza Cuadrangular, trabajos que proseguirían hasta 1972. A inicios de la década de 1980 se realizaron los estudios arquitectónicos de Francisco Iriarte y Federico Kauffmann (Kauffmann y González 1993), quienes realizarían excavaciones en el edificio denominado Plataforma Tello. A estas intervenciones se han agregado en las últimas décadas los trabajos del Proyecto Chavín de la Universidad de Stanford, dirigidos desde 1995 a evaluar la secuencia constructiva, cronología y función del asentamiento (Kembel 2008; Rick et al. 1998, 2009). Estas investigaciones también han identificado la presencia en el sector monumental, la zona de la ciudad de Chavín, y la margen este del valle de Mosna de ocupaciones del Arcaico Medio y Tardío (Contreras 2010; Rick 2008: 6-7; Rick et al. 2009: 111-112, Fig. 14). Una de la primeras propuestas sobre la existencia de una notable concentración poblacional alrededor del sector monumental de Chavín fue presentada por John Rowe (1963: 9-10), quien propuso un modelo de ciudad sincorítica o extensiva y señaló que los edificios ceremoniales eran el núcleo de un asentamiento extendido sobre ambas márgenes del Mosna. La presencia de asentamientos Formativos alrededor del área nuclear de Chavín de Huántar también fue examinada por las investigaciones de Espejo (1951), Tello (1960) y Amat 56 Jorge Gamboa Velásquez (1971). En 1975 Richard Burger constató la presencia de construcciones Formativas no monumentales bajo la ciudad de Chavín. En esa área Burger (1979: 135) reportó arquitectura residencial asociada a cerámica utilitaria y decorada, implementos en hueso y piedra, y restos orgánicos. Asimismo, se documentó la presencia de espacios con evidencias de actividad ritual y producción artesanal. Basado en esas evidencias, Burger (1998: 277-281) propuso la ocurrencia entre 850 y 200 a.C. de cambios en la extensión y funcionalidad de las zonas residenciales al norte del Wacheqsa. Los datos de Burger fueron complementados en años recientes por las observaciones de Wilhem Diessl (2004: 420-436, 449) sobre los canales y muros de posible datación Formativa localizados en la parte norte de la ciudad de Chavín y en el sector Machcas. La existencia de asentamientos Formativos al exterior del área nuclear de Chavín de Huántar fue comprobada inicialmente por Espejo (1951), Tello (1951) y Amat (1971). Los trabajos de Burger en los sitios Pogoc y Waman Wain le permitieron establecer la contemporaneidad entre Chavín y un grupo de asentamientos rurales localizados por encima del fondo del valle y especializados en la explotación de recursos agropastoriles de altura (Burger 1979: 145, 1982). El reconocimiento de la existencia de un conjunto de sitios Formativos alrededor del centro ceremonial de Chavín pondría así en evidencia que el valle de Mosna experimentó un temprano fenómeno de concentración demográfica y evolución de estrategias de legitimación del poder e implementación de autoridad (Rick 2005, 2006). Las primeras inspecciones arqueológicas en el sector de Gaucho fueron realizadas en la década de 1930 por Julio C. Tello (1960: fig. 5), quien incluyó en su plano general de Chavín de Huántar una estructura que correspondería a la hilera de huancas existente en la margen este del valle de Mosna2. Julio Espejo (1951; ver también Asensio 2013: 121 y Tello 1964: 149), uno de los colaboradores de Tello, evalúo por primera vez las evidencias arqueológicas en la zona, reportando, entre otros materiales, un “fragmento lítico con representación de cara humana, descubierto en el sitio arqueológico de Jaucho (sic)” (Espejo 1956: 68), pieza que por entonces era conservada por un poblador local. John Rowe (1963: 10) también mencionó brevemente la existencia de restos de ocupación residencial Formativa en el área. Entre 1960 y 1980, Marino González prospectó la margen este del valle de Mosna, recibiendo información sobre hallazgos durante labores agrícolas de tumbas y arquitectura prehispánica. Como parte de su muestreo de la extensión y densidad de la ocupación Formativa en Chavín de Huántar, Burger realizó dos pozos de prueba en Gaucho, y, aunque no registró elementos arquitectónicos, pudo confirmar la presencia de materiales cerámicos Formativos y obsidiana, esta última determinada como procedente de Quispisisa en la sierra sur-central de Perú (Burger 1979: 133, 144; 1998: 226, 358; Burger y Asaro 1977). Burger (1998: 226) propusó que el área de Gaucho formaba parte de las márgenes del asentamiento desarrollado en torno a Chavín de Huántar entre 500 y 200 a.C.,considerando el uso de la zona para labores agrícolas. En años anteriores a la construcción de la carretera “Variante Chavín”, Diessl (2004: 260-269) registró en la margen este del Mosna estructuras que interpretó como muros del periodo Formativo dispuestos para evitar la erosión y encauzar el curso del río. Desde el 2000 el Proyecto Chavín de la Universidad de 57 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Stanford, dirigido por John Rick y Luis G. Lumbreras, ha ejecutado campañas anuales de mapeo y excavaciones en diversas partes del área de Gaucho, que pasó a ser denominado oficialmente como Zona Arqueológica La Banda (Rick et al. 2009; Wolf ms.; ver también Contreras 2007: 20, 21, figs. 1.4 y 1.5). Como parte de esas intervenciones destacan las excavaciones realizadas por John Wolf (ms.) entre 2001 y 2003 y por Matthew Sayre (2010) en el 2005. Las primeras Figura 1. Valle del Río Mosna con ubicación de Zona Arqueológica La Banda y excavaciones del POECH 2003. Elaboración por J. Gamboa y E. Sosa. 58 Jorge Gamboa Velásquez excavaciones fueron dirigidas a evaluar la ocupación Arcaica y Formativa en La Banda, mientras que la investigación de Sayre fue enfocada en la cronología y organización socioeconómica de la comunidad Formativa asentada en la zona. Debe mencionarse que otro punto con ocupación Formativa en la localidad de Gaucho sería el sitio aún no excavado de Piruru, en la ladera del Huagac, donde Diessl (2004: 250-252) identificó una plataforma asociada a materiales cerámicos Chavín. Excavaciones en la Banda, Gaucho La Zona Arqueológica La Banda se extiende entre las coordenadas UTM 260600E y 8939750N hasta 260630E y 8939350N. Durante la prospección realizada a principios del 2003 en el área asignada a la construcción de la carretera “Variante Chavín” se registraron escasas cantidades de fragmentos de cerámica en la superficie de zonas aradas por los agricultores de Gaucho. El área fue dividida en cinco sectores distribuidos desde la zona frente a Ultupuquio hasta el Puente Laos (Figura 1). El Sector 1, situado frente al área de construcción del Puente Uchucurga, presentaba laderas rocosas y fuerte pendiente del terreno; ese sector no fue sometido a excavación debido a la observación en los cortes naturales del terreno de gruesas capas aluviales conformando la superficie del terreno. La ocupación Formativa fue registrada en los Sectores 2 y 3. En el Sector 4 se registró parte de una plataforma funeraria Recuay sobre niveles estratigráficos con materiales Formativos. El Sector 5 se ubicaba en el extremo norte de Gaucho, sobre una colina cubierta por campos de cultivo frente al Puente Laos. La evaluación del Sector 5 fue realizada entre julio y agosto del 2003 por el Proyecto Chavín de la Universidad de Standford, en paralelo a sus excavaciones en el Sector 3. Las unidades de excavación del POECH 2003 fueron planeadas originalmente como cateos de 2 a 3 m por lado, eventualmente ampliados para el registro de elementos arquitectónicos. Varias unidades de los Sectores 3 y 4 adquirieron el carácter de excavaciones en áreavpara permitir la documentación horizontal de contextos prehispánicos (Gamboa 2005) (Figura 2). El registro estratigráfico fue desarrollado por capas naturales, recurriéndose a niveles arbitrarios de 20 cm solo en los casos de rellenos alterados por agricultores o maquinaria. La ubicación altimétrica de capas y estructuras fue realizada por el Sr. Esteban Sosa, topógrafo del INC-Huaraz, cuyo trabajo fue posteriormente complementado con una Estación Total de la Universidad de Stanford. Las excavaciones del POECH en los Sectores 2 y 3 fueron rellenadas con tierra tamizada a fines de julio del 2003. Las estructuras arqueológicas fueron previamente provistas de muros de protección. Después de un intervalo de varias semanas, las excavaciones en el Sector 3 y en la plataforma Recuay fueron reiniciadas por el Proyecto de Rescate Arqueológico La Banda (PRALB), ejecutado entre agosto y diciembre del 2003 (Rick 2003). La mayor parte de los materiales prehispánicos registrados en las excavaciones del POECH 2003 en los Sectores 2, 3 y 4 correspondió a fragmentos de vasijas con rasgos estilísticos que permiten asignarlos a la ocupación Formativa en el área de Chavín de Huántar entre 1000 y 400 a.C. (Burger 1998; Rick et al. 2009). Las formas predominantes fueron las ollas sin cuello y los cuencos de borde recto evertido y convergente, con menores proporciones registradas de cántaros de cuello evertido y de botellas de asa estribo y gollete simple. Esta 59 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Figura 2. Arquitectura residencial Formativa en Sector 3-Unidades 11C, D, E, H, I, J y M. Plano por T. Miranda y J. Gamboa. vasijas muestran mayormente cocción reductora y decoración en base a círculos impresos con punto central, motivos geométricos y figurativos estampados, incisiones, punteado en zonas, rocker-stamping y aplicación de engobe rojo y grafito (Gamboa 2010, 2013).3 La cerámica del Formativo Final (400-100 a.C.) con rasgos estilísticos Huaraz recuperada en nuestras excavaciones fue escasa y apareció principalmente en los niveles de relleno constructivo de la plataforma Recuay del Sector 4. A continuación se detallan las características de la estratigrafía y arquitectura Formativa registrada en las excavaciones del POECH 2003. 60 Jorge Gamboa Velásquez Excavaciones en el Sector 2: Este sector comprendió parte de la parcela de la familia Romero al este de la hilera de huancas. Los trabajos en el Sector 3 fueron dirigidos por Tito Miranda. El área de las huancas no fue sometida a excavación al hallarse al oeste del trazo de la carretera. Varias unidades del Sector 2 no fueron profundizadas debido a la modificación del trazo de la carretera “Variante Chavín”.4 Las siguientes descripciones corresponden a los cateos mayores a un metro de profundidad o que condujeron al registro de evidencias arquitectónicas. Unidad 1 (4.20 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de espesor. La superficie presentó fuerte pendiente al oeste. Capa 1: Tierra semicompacta marrón oscuro de 0.20 y 0.80 m de grosor, conteniendo fragmentos de cerámica Chavín y lascas de obsidiana. Se registró un muro de contención de 0.65 m de altura construido con piedras no canteadas. La base y la cima de esta terraza presentaron apisonados de tierra compacta. Unidad 2 (2 x 2.50 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de espesor y sin materiales culturales. Capa 1: Tierra y cascajo con espesor de 0.20 a 1 m acumulada durante labores agrícolas modernas. Careció de materiales arqueológicos. Capa 2: Tierra marrón rojizo que recubría dos alineamientos bajos de piedras irregulares. Se presentaron fragmentos de cerámica llana y decorada Janabarriu (Figura 3). Unidad 4 (2 x 3 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.20 m de grosor. Capa 1: Tierra compacta marrón y guijarros, con espesor de 0.12 a 0.20 m. Presentó escasos fragmentos de cerámica erosionada. Capa 2: Tierra semicompacta marrón, con espesor de 0.30 a 0.50 m. Contuvo piedras irregulares, posiblemente pertenecientes a un muro desmantelado. Capa 3: Tierra compacta marrón y guijarros, con espesor de 0.50 a 0.80 m. No contuvo fragmentos de cerámica. Figura 3. Cerámica Formativa registrada en el Sector 2 (Unidad 2, Capa 2). 61 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Unidad 5 (2 x 4 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de grosor. Capa 1: Tierra semicompacta marrón y piedras pequeñas, con espesor de 0.25 m. Contuvo algunos guijarros con huellas de percusión intencional. Capa 2: Similar al nivel anterior pero con fragmentos de cerámica no diagnostica. Recubría a un muro elaborado con piedras irregulares y barro, con altura máxima de 0.80 m, espesor de 0.70 m y orientado de este a oeste. Este elemento estaba asociado en su paramento sur a un muro más bajo y angosto y en el lado noreste de la unidad a un piso de tierra compacta. Capa 3: Compuesta por un relleno de tierra registrado bajo el piso asociado al primer muro. Presentó un primer nivel de cascajo y un nivel subyacente de piedras irregulares y tierra, con un espesor total de 0.50 m. Excavaciones en el Sector 3: Este sector se ubicó en la sección más ancha y con menor pendiente del área de Gaucho, en los terrenos agrícolas de las familias Amado, Ramírez y Zorrilla. La intervención en esa área conduciría en el 2003 y años siguientes al registro de una alta densidad de estructuras arquitectónicas Chavín. Uno de los resultados principales de esa intervención fue la documentación de un conjunto residencial Formativo expuesto en un espacio de 11 m por 8 m (69 m2) registrado en las Unidades 11A a 11M. La capa superficial del área intervenida presentó fragmentos de cerámica Formativa y de ocupaciones prehispánicas tardías y modernas. La Unidad 1 (2 x 1.50 m) fue profundizada solo hasta 0.60 m presentando bajo el nivel de cultivo moderno sin reportar materiales arqueológicos. La Unidad 9 fue excavada hasta 0.80 m de profundidad y reveló una capa de grava y tierra compacta con escasos fragmentos de cerámica llana de cocción reductora; esta unidad fue posteriormente ampliada por el equipo de la Universidad de Stanford. Figura 4. Cerámica Formativa registrada en el Sector 3 (Unidad 2, Capa 2). 62 Jorge Gamboa Velásquez Unidad 2 (5.50 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola sin materiales culturales. Capa 1: Tierra agrícola semicompacta y piedras pequeñas, con espesor de 0.60 a 1.20 m. Careció de elementos arquitectónicos pero contuvo tiestos Chavín, lascas de obsidiana y fragmentos óseos. Capa 2: Tierra y guijarros de origen aluvial, con espesor de 0.25 a 0.75 m. Aunque careció de evidencias arquitectónicas, presentó abundantes fragmentos de cerámica Formativa (Figura 4), restos óseos y lascas de obsidiana. Capa 3: Tierra arenosa semicompacta y cantos rodados. Presentó fragmentos de cerámica Formativa y un muro de lajas irregulares y barro, de 0.55 m de altura conservada y orientado de este a oeste. La excavación profundizó hasta 2.20 m bajo la superficie sin alcanzar nivel estéril. Unidad 3 (1.5 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de grosor. Capa 1: Tierra compacta, con espesor de 0.60 m y baja proporción de tiestos Formativos. Capa 2: Gravilla y tierra, con espesor de 0.40 m y escasos fragmentos de cerámica Formativa. Capa 3: Tierra arenosa semicompacta, con espesor de 0.80 m. Presentó una baja densidad de fragmentos cerámicos Chavín. Unidad 4 (4 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de espesor. Capa 1: Tierra suelta grisácea y gravilla, de 0.15 a 0.20 m de espesor. Capa 2: Compuesta por cascajo y tierra registrada hasta 1.20 m de profundidad. Recubría un muro colapsado orientado de noreste a suroeste. Unidad 5 (4 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de espesor. Capa 1: Tierra compacta marrón, con espesor de 0.35 m. Recubría un muro orientado de este a oeste compuesto por una sola hilada de lajas colocadas verticalmente. Capa 2: Tierra compacta marrón grisáceo, con espesor de 0.60 m. Cubría la base del muro registrado en la anterior capa y presentó fragmentos de cerámica Chavín y materiales óseos. Capa 3: Tierra compacta marrón rojizo, con espesor de 0.45 m. Recubría varios muros de doble cara construidos con piedras y barro. Se registró parte de un ambiente con planta en L delimitado en tres lados por muros de piedras irregulares. El relleno de tierra sobre las estructuras presentó fragmentos de cerámica Formativa (Figura 5) y espátulas de hueso. Capa 4: Compuesta por piedras pequeñas, con espesor de 0.20 m y carente de materiales culturales. Parece haber sido un relleno de tierra y cascajo dispuesto previamente a la construcción de los espacios definidos en la capa anterior. Unidad 5-Ampliación Sur (5 x 4.70 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.08 m de espesor. Capa 1: Tierra compacta marrón de 0.35 m de espesor. Presentó tiestos Chavín y fragmentos óseos. 63 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Figura 5. Cerámica Formativa registrada en el Sector 3 (Unidad 5, Capa 3). Capa 2: Tierra compacta marrón rojizo de 0.50 m de espesor. Recubría muros de lajas canteadas y barro. Se registro un muro de contención con paramento al oeste y un canal de drenaje (0.40 a 0.60 m de ancho). Este último elemento presentó piso de lajas y fue construido perpendicularmente a la terraza, atravesando un área con segmentos de muros orientados de este a oeste. En el relleno de tierra se registraron fragmentos de cerámica Chavín, restos óseos y lascas de obsidiana. Unidad 6 (2.20 x 2 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de grosor. Capa 1: Tierra compacta marrón, de 0.70 a 0.90 m de espesor y carente de materiales arqueológicos. Capa 2: Tierra y gravilla aluvial, con espesor de 0.10 a 0.55 m y carente de materiales arqueológicos. Capa 3: Tierra arenosa marrón semicompacta con sedimentos arcillosos. Presentó un espesor de 0.20 a 0.90 m. y contuvo fragmentos de cerámica diagnostica Chavín. Capa 4: Relleno de piedras pequeñas y tierra rojiza de 0.20 a 0.60 m de espesor. y con fragmentos de cerámica diagnostica Formativa. Capa 5: Tierra marrón rojizo compacta, con espesor de 0.40 a 1.10 m. No presentó evidencias arquitectónicas pero contuvo fragmentos de cerámica llana y decorada de cocción reductora. Capa 6: Tierra arcillosa gris oscuro semicompacta con fragmentos de cerámica Formativa. El nivel de la napa freática fue alcanzado a 2.90 m de profundidad. Unidad 7 (4 x 3.20 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.08 m de grosor. Capa 1: Tierra semicompacta grisácea, con espesor de 0.46 m y carente de materiales culturales. 64 Jorge Gamboa Velásquez Capa 2: Tierra grisácea compacta de 0.70 m de espesor. Contuvo fragmentos de cerámica de cocción reductora. Capa 3: Tierra y arena sedimentada de coloración oscura y 0.50 m de espesor. Presentó fragmentos de cerámica llana y decorada Formativa. Capa 4: Relleno de tierra compacta marrón rojizo y escasa gravilla, con espesor de 0.55 m. Presentó concentraciones de piedras irregulares y una alta densidad de fragmentos de cerámica llana y decorada Chavín. La excavación profundizo hasta 2.55 m. Unidad 8 (2 x 2.3 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.08 m de grosor. Capa 1: Tierra marrón grisáceo compacta con espesor de 0.55 m y carente de materiales arqueológicos. Capa 2: Tierra marrón grisáceo compacta con espesor de 0.50 m a 0.65 m. Contuvo fragmentos de cerámica Chavín. Capa 3: Tierra marrón rojizo compacta de 0.25 a 0.35 m de espesor. Contuvo tiestos Chavín y fragmentos óseos. Figura 6. Perfil este de Unidad 11. Dibujo original y diagramación por J. Gamboa. 65 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Capa 4: Relleno de tierra y piedras que cubría las bases de una estructura de 1.50 por 0.55 m asociada a un piso de tierra compactada y fragmentos de cerámica Chavín. Los muros fueron construidos con lajas rectangulares ligeramente canteadas, presentado 0.40 m de altura conservada y 0.25 m de espesor. Capa 5: Relleno de cascajo contenido por el muro este del recinto y posiblemente perteneciente a una terraza. La excavación profundizó hasta 2.60 m de profundidad sin encontrar un nivel estéril. Unidad 10 (5 x 4.60 m) Superficie: Tierra agrícola de 0.10 m de espesor. Capa 1: Tierra grisácea compacta de 0.40 m de espesor. Recubría varios muros bajos de contención elaborados con piedras irregulares y barro. Contuvo tiestos Chavín y fragmentos óseos. Capa 2: Tierra marrón grisáceo compacta de 0.80 m de espesor. En este nivel se registraron fragmentos de cerámica Formativa, restos óseos y lascas de obsidiana. Capa 3: Tierra marrón rojizo compacta y piedras irregulares. Presentó abundante fragmentos de cerámica Chavín, materiales óseos y lascas de obsidiana. En ese nivel se documentó parte de una estructura construida con lajas unidas con barro. En la intersección de los muros se registró un ducto de drenaje (0.25 m de altura por 0.36 m de ancho) elaborado con piedras canteadas y recubierto con lajas pequeñas. La excavación profundizó hasta 2.13 m, alcanzando el nivel de un apisonado asociado a la base de los muros. Unidad 11 (3.5 x 3.5 m) Capa 1: Tierra grisácea compacta y piedras, con espesor de 0.60 m. Capa 2: Tierra marrón grisáceo compacta con espesor de 0.40 m. Los fragmentos de cerámica recuperados en este nivel fueron mayoritariamente Formativos. Capa 3: Relleno de tierra arcillosa compacta marrón rojizo que recubría muros de contención elaborados con piedras y barro. Capa 4: Relleno de tierra compacta registrado entre 2.20 m y 2.86 m. Presentó carbón, tiestos Janabarriu, lascas de obsidiana, restos óseos y elementos malacológicos (Figuras 6 y 7). La excavación profundizo hasta 3.16 m, sin alcanzar nivel estéril. Figura 7. Borde de cuenco Formativo con incisión y estampado del Sector 3-Unidad 11 Unidades 11A-11M Las Unidades 11A a 11M (cada una de 3 por 2 m) permitieron documentar parte de un conjunto arquitectónico residencial Formativo. Se registraron tres tipos de muros: a) bajos de lajas delgadas, a modo de compartimentos de los pisos de tierra o bases para estructuras de madera o caña; b) de doble cara, de lajas irregulares y piedras canteadas unidas con bar- 66 Jorge Gamboa Velásquez ro, sin evidencias de enlucido; y c) muros de banquetas y terrazas, con rellenos de tierra conteniendo materiales culturales y orgánicos. La arquitectura observada en todas estas unidades estuvo asociada a una alta densidad de fragmentos de cerámica llana y decorada Formativa, artefactos en hueso y piedra y desechos orgánicos registrados en pisos de tierra y rellenos sobre las estructuras. La estratigrafía en la Unidad 11A estuvo compuesta por: Superficie: Tierra agrícola de 0.15 m de grosor. Capa 1: Tierra grisácea suelta de 0.60 m de espesor Capa 2: Tierra marrón grisáceo compacta y piedras irregulares, con espesor de 0.59 m. Contuvo fragmentos de cerámica diagnostica Chavín, restos óseos y lascas de obsidiana, así como un fragmento de porra lítica (recuperado en el nivel superior de la capa). Capa 3: Tierra marrón rojizo compacta registrada a partir de 1.40 m de profundidad. Recubría un muro de piedras dispuesto de noreste a suroeste. A 2.06 m de profundidad se registró un espacio alargado delineado con piedras irregulares, poco profundo y que contuvo una osamenta humana incompleta carente de asociaciones y cubierta por tierra con fragmentos de cerámica Chavín. Se registró parte de una columna vertebral orientada de este a oeste, costillas y huesos largos fragmentados, así como un hueso de la extremidad de un camélido. Este rasgo fue excavado por el Lic. Tito Miranda Monzón. La estratigrafía de la Unidad 11B estuvo compuesta por: Capa 1: Tierra grisácea suelta, de 0.30 m de espesor y carente de materiales cerámicos. Capa 2: Tierra marrón grisáceo semicompacta. Presentó baja densidad de fragmentos de cerámica y acumulaciones de piedras (posiblemente correspondientes a muros destruidos). Capa 3: Tierra marrón rojizo compacta. A los 0.78 m de profundidad se registró la base de un muro de piedras irregulares cubierto por un relleno conteniendo tiestos Chavín y lascas de obsidiana. En las Unidades 11C, D, E, H, I, J y M (Figura 2) la estratigrafía estuvo compuesta por: Superficie: Tierra agrícola de 0.20 m de grosor conteniendo tiestos no diagnósticos y erosionados y en menor proporción fragmentos de cerámica Formativa o de pasta oxidada con posible filiación post-Formativa. Capa 1: Tierra marrón grisáceo semicompacta con lentes de tierra compacta en su mitad inferior. Contuvo fragmentos de cerámica Chavín, restos óseos, instrumentos líticos y lascas de obsidiana. Capa 2: Tierra marrón rojizo compacta presente hasta 0.70 m de profundidad. En la Unidad 11D se definieron las bases de dos pequeñas estructuras semicirculares elaboradas con piedras sin mortero de barro (posiblemente de una ocupación post-Formativa). En el resto de unidades se definieron ambientes con planta ortogonal y pisos de tierra compacta asociados a cerámica fragmentada Formativa del estilo Janabarriu. La capa también produjo fragmentos óseos con huellas de sometimiento a fuego, artefactos en hueso, lascas y esquirlas de obsidiana, y otros materiales culturales. En la Unidad 11J se definió un canal con trayectoria este-oeste cubierto parcialmente con lajas delgadas. 67 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Figura 8. Sector 4, Plataforma Funeraria Recuay: a) excavaciones, b) y c) vasijas registradas en Tumba 5. Fotos por J. Gamboa. Excavaciones en el Sector 4: La intervención en el Sector 4 fue dirigida por Jorge Gamboa y Tito Miranda. Se ejecutaron cinco pozos de prueba, distribuidos a los largo de un espacio de 200 m de longitud iniciado al norte de las Unidades 11A/11M. Las Unidades 1 y 3 fueron excavadas hasta 0.50 m de profundidad, retirándose una capa superficial de tierra agrícola carente de materiales culturales prehispánicos. A ese nivel se produjo la anegación de los cateos por filtraciones subterráneas de agua. La Unidad 2 (2 x 3 m) fue excavada hasta 1.30 m de profundidad, registrándose un nivel superficial de tierra aluvial sin materiales arqueológicos y capas subyacentes de tierra arcillosa y cascajo de origen aluvial, en ambos casos sin restos culturales. La Unidad 5 (1.50 x 1.50 m) reportó rellenos modernos procedentes de la limpieza de campos de cultivo; su excavación profundizó hasta 0.60 m, recuperándose una muestra de fragmentos de cerámica de cocción oxidante y reductora. La Unidad 4 (1.50 x 1.50 m) pudo ser excavada hasta 1.40 m de profundidad. Su estratigrafía estuvo compuesta por: Capa 1: Tierra marrón claro semicompacta, con espesor de 0.20 a 0.50 m y carente de evidencias arquitectónicas. Presentó tiestos decorados de cocción reductora. Capa 2: Tierra marrón grisáceo compacta con espesor de 0.20 m a 0.70 m. Presentó fragmentos de cerámica Chavín. El nivel superior mostraba un nivel de ceniza de 8 cm de espesor y una acumulación de tierra rojiza compacta evidenciando un piso mal conservado. Capa 3: Tierra, arena gruesa y piedras, con espesor de 0.30 m a 0.50 m y carente de materiales culturales. La única excavación en área del Sector 4 alcanzó a medir 100 m2 y permitió documentar parte de una plataforma funeraria prehispánica localizada 68 Jorge Gamboa Velásquez en el lindero entre los terrenos de las familias Amado y Zevallos. La cima del edificio presentó un grupo de tumbas de cista y cámara asociadas a ofrendas de cerámica del estilo Recuay (Gamboa 2005, 2007, 2010) (Figura 8a-c). Los rellenos constructivos de la plataforma contuvieron una mezcla de fragmentos de cerámica de los estilos Chavín, Huaraz (o Blanco sobre Rojo) y Recuay. Modificaciones en el Trazo de la Carretera “Variante Chavín” Los trabajos del POECH y el Proyecto Chavín de la Universidad de Stanford en La Banda durante el año 2003 condujeron a dos resultados principales: la primera documentación arqueológica a gran escala de las ocupaciones prehispánicas en la margen oriental del valle de Mosna frente a Chavín de Huántar, y la modificación en diversos puntos del trazo original de la carretera “Variante Chavín”. Habiéndose constatado la presencia de abundantes materiales y espacios arqueológicos en la localidad de Gaucho y la margen este del valle de Mosna, el Instituto Nacional de Cultura y el Ministerio de Transportes y ComunicacionesPROVIAS procedieron a mediados del año 2003 a replantear algunas partes del trazo de la carretera “Variante Chavín”. Estas modificaciones fueron localizadas en los puntos de mayor concentración de contextos arqueológicos. El primer replanteo fue dispuesto en el Sector 2 e implico el desvió al oeste del trazo de la carretera, cuyo curso paso a localizarse sobre un terreno más bajo al inicialmente considerado. El segundo cambio comprendió los Sectores 3 y 4. Esa modificación permitió trasladar el eje de la carretera al este del conjunto residencial Formativo del Sector 3 y de la plataforma funeraria Recuay. Las zonas destinadas al nuevo trazo de la carretera fueron evaluadas por el Proyecto de Rescate Arqueológico La Banda.5 Las excavaciones del PRALB en puntos cercanos a la base del Cerro Huagac (junto al camino rural que atraviesa esa parte de Gaucho) permitieron registrar la presencia de niveles superficiales aluviales recubriendo capas con muros de piedras y barro y una densidad media a baja de materiales culturales Formativos. Trabajo de Gabinete Tras el termino de las labores de campo del Proyecto Obras de Emergencia 2003 no hubo oportunidad para continuar con el análisis de los restos culturales mueble registrados. El 2009 fue posible, gracias al apoyo brindado por el Institute of Andean Research, reiniciar los trabajos de gabinete de las colecciones excavadas en la primera mitad del año 2003 (Gamboa 2010, 2013). El Proyecto de Inventariado y Análisis de Materiales del Proyecto Obras de Emergencia Chavín (PIAM-POECH 2009) permitió ampliar nuestra apreciación inicial de la cronología y función de las áreas excavadas en La Banda, Gaucho. Adicionalmente, se mejoraron las condiciones de almacenamiento de esos materiales en los depósitos del Ministerio de Cultura en Chavín de Huántar. Los trabajos de gabinete del 2009 comprendieron aproximadamente el 50 % de los materiales excavados durante el transcurso del POECH. Se completó el inventariado de 1,231 bolsas con materiales arqueológicos, 837 de ellas conteniendo fragmentos de cerámica diagnóstica y vasijas completas (estas últimas 69 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar procedentes de los contextos funerarios Recuay excavados por el POECH, ver Gamboa 2005). Asimismo, se catalogó un total de 9,643 especímenes cerámicos (entre fragmentos diagnósticos y vasijas), piezas que fueron limpiadas, rotuladas y registradas gráficamente. Otras piezas documentadas fueron lascas y desechos de talla de obsidiana y sílex, tiestos con pigmento rojo impregnado, fragmentos de morteros líticos, agujas, ticpis o prendedores femeninos, así como cuentas, tubos y huesos en proceso de recortado. Estos materiales reflejan en conjunto diversos aspectos de la vida domestica y ritual de una comunidad del periodo Formativo en la sierra de Ancash. Parte de los esfuerzos del PIAM-POECH 2009 fueron dedicados a analizar los restos humanos y artefactos documentados en las tumbas Recuay del Sector 4. Las poblaciones del valle de Mosna modificaron a partir del Formativo tardío y Final (400 a 100 a.C.) modificaron los patrones previamente existentes de producción artesanal y consumo de bienes suntuarios. Las consecuencias de ese proceso en el sector La Banda son evidenciadas por el hallazgo en el Sector 4 de fragmentos de cerámica Huaraz (estilo Blanco sobre Rojo correspondiente a fines del periodo Formativo) y de ofrendas de cerámica Recuay, piezas que fueron elaboradas con un nuevo conjunto de pastas cerámicas y con pintura negativa. El área de Gaucho habría adquirido durante el periodo Recuay un nuevo significado para la población local, pasando a vincularse a ceremonias funerarias y de conmemoración de ancestros. Los restos humanos registrados por el POECH en la plataforma funeraria fueron analizados en el 2009 por la antropóloga Christine M. Pink con el apoyo de las arqueólogas Milagros Lobato, Lussiana Medina y Melissa Romero y la Sra. Rita García Noceda. El reporte de Christine Pink sobre los materiales óseos de las tumbas Recuay del Sector 4 se encuentra incluido en el Informe del PIAM-POECH 2009 (Gamboa 2010; Pink 2010) y constituye una contribución importante al estudio bioarqueológico de las poblaciones prehispánicas del valle de Mosna. El Sector La Banda en la Comprensión de Chavín de Huántar Desde mediados del siglo pasado se infirió que la monumentalidad y excelencia técnica de la arquitectura pública de Chavín de Huántar estuvieran asociadas a un paisaje social mucho mayor. Esa propuesta, adelantada inicialmente por John Rowe y Marino Gonzáles, fue examinada por Burger (1998: 229-230), quien determinó que las dimensiones y evidencias de crecimiento sostenido del centro ceremonial de Chavín de Huántar respondían en parte a la interacción entre ese espacio y una serie de comunidades cercanas y periféricas. La presencia constante de ocupaciones modernas sobre la mayoría de los sitios arqueológicos del valle de Mosna y la dinámica geomorfológica del área (Contreras 2008) han sido factores determinantes en el reconocimiento relativamente tardío de la magnitud de las ocupaciones prehispánicas alrededor del sector monumental de Chavín de Huántar.6 Pese a la existencia de trabajos previos de reconocimiento de superficie y excavaciones limitadas en Gaucho (Burger, 1979: 144; Diessl 2004; Espejo 1951, 1956), hasta inicios del 2003 no se había documentado el volumen y complejidad de los componentes arqueológicos del área. Los trabajos del POECH 2003 formaron parte de una serie de es70 Jorge Gamboa Velásquez fuerzos colectivos dirigidos al estudio y preservación del patrimonio arqueológico de Chavín de Huántar y permitieron iniciar la documentación de un importante sector arquitectónico Formativo en la margen este del valle de Mosna. Los sectores excavados (algunos de los cuales fueron objeto de estudios adicionales en años siguientes, ver Sayre 2010) develaron una extensa zona con evidencias residenciales distribuidas en áreas de pendiente pronunciada (Sector 2 y parte sur del Sector 3) y espacios casi llanos (Sector 3). El Sector 2 presentaba terrazas que contribuían a regularizar un terreno escarpado. La sección central del Sector 3 se hallaba ocupada por estructuras de planta ortogonal provistas de canales de drenaje. La arquitectura Chavín registrada en el Sector 3 presentó una orientación similar a la de los edificios monumentales en la margen oeste del Mosna (N103.65ºE, ver Rick et al 1998: 194).7 Esas construcciones muestran constante renovación, con pisos y rellenos constructivos superpuestos cuyo registro estratigráfico se prolongó en algunos casos hasta tres metros de profundidad bajo la superficie actual. En la mayoría de unidades del POECH 2003 se profundizó solo hasta el primer nivel arquitectónico conservado en grado suficiente para entender la distribución horizontal de las estructuras. La falta de fechados para esas edificaciones y contextos impide ser más específicos respecto a su posición cronológica. Sin embargo, en base a los rasgos estilísticos de los materiales asociados, estas construcciones pueden ser atribuidas a la transición entre el Formativo Medio y Tardío en Chavín (800-400 a.C.), siendo contemporáneas a la arquitectura residencial documentada en el mismo sector por Sayre (2010; ver también Rick 2008: fig. 1.6; Rick et al. 2009: 120, Fig. 20; y Wolf ms.). Los materiales cerámicos Formativos registrados en los Sectores 2, 3 y 4 fueron identificados como correspondientes al estilo Janabarriu y, en menor proporción, a las variantes estilísticas Mosna, Raku, y Wacheqsa (ver Lumbreras 1993 para la descripción de esos estilos cerámicos). También se recuperaron artefactos de hueso sobre pisos de tierra compactada y en capas de rellenos y escombros. La presencia de tubos de diverso diámetro, longitud y tipo de acabado elaborados en hueso de mamíferos o aves indica el uso de implementos que pueden ser identificados como ornamentos, herramientas para la decoración de cerámica, e inhaladores de uso ritual. A pesar de la cantidad y diversidad de los materiales culturales registrados, la existencia de espacios de producción artesanal en las áreas intervenidas no fue determinada. En ninguna de las unidades de excavación se reportaron contextos funerarios del periodo Formativo. La Unidad 11A del Sector 3 permitió registrar una aparente disposición intencional de restos humanos incompletos, sin asociación a ofrendas y recubierta por un relleno de tierra conteniendo fragmentos de vasijas llanas y decoradas Formativas. El tratamiento de los restos humanos durante la ocupación Formativa Formativa de Chavín de Huántar es un tema aún problemático en la arqueología local, un aspecto que incluye tanto la materialidad como el simbolismo de los cuerpos de individuos fallecidos. Burger (1998: 40-45) describió el hallazgo de restos humanos en un relleno constructivo conteniendo cerámica del estilo Urabarriu (actualmente considerado correspondiente al tiempo entre 1,200 y 800 a.C.), tratándose específicamente de cuatro cráneos de individuos de distintas edades. El mismo autor reportó a 100 m de la esquina suroeste del Edificio A de Chavín de Huántar los restos desarticulados 71 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar de un niño colocado en un muro cubierto por rellenos de tierra con cerámica Janabarriu (Burger 1998: 35-39). Un tercer caso procedería del sitio Waman Wain, donde Burger (1982: 19-20) registró una fosa conteniendo osamentas humanas desarticuladas, dispuestas sobre un nivel de lajas y recubiertas por un relleno con cerámica con círculos estampados. Más recientemente, Sayre (2010: 235) señala el registro de un húmero y una posible pelvis humana en una capa de desechos conteniendo fragmentos de cerámica Chavín y Cupisnique localizada en una residencia de élite en La Banda. La posición estratigráfica del hallazgo en la Unidad 11A de La Banda es similar a la reportada por Sayre. En ambos casos, mayores estudios de las osamentas halladas en las Unidad 11A permitirán determinar si se trata de contextos funerarios, ofrendas consagratorias de la ocupación del área, o depósitos de restos culturales y orgánicos descartados. A pesar de la separación física impuesta por el Río Mosna, la población Formativa de La Banda ocupaba un espacio privilegiado frente al área ceremonial de Chavín de Huántar. La información disponible indica que el asentamiento Chavín en Gaucho correspondió a grupos de estatus intermedio con acceso a un rango relativamente amplio de bienes de alta calidad y uso ritual entre los que se hallaban cerámica fina, obsidiana y parafernalia chamánica. El registro de una población Formativa permanente en La Banda contribuye a explicar la extensa transformación del paisaje local, un proceso que incluyó el reforzamiento de las orillas del Río Mosna y la posible modificación de su curso para dar cabida a la construcción de la Plaza Cuadrangular (Contreras 2007: 166-179; Diessl 2004: 260-269; Rick 2008: 12-15; Tello 1960: lám. XLVI). Las investigaciones llevadas a cabo durante la pasada década han modificado nuestra comprensión de las ocupaciones prehispánicas en la margen este del Mosna y nos brindan una nueva visión de la magnitud de su ocupación Formativa. Rowe (1963: 10) había estimado que la extensión de Chavín durante el Horizonte Temprano (1000-200 a.C.) fue de 50 Ha, sin embargo Burger (1998: 226) limitó posteriormente el tamaño del sitio a 42 Ha. Para ambos autores la ocupación Chavín estaba concentrada en la margen oeste del Mosna. Las evidencias recuperadas por el POECH 2003 y otros proyectos en Gaucho indican que solo en ese sector la ocupación Chavín se encuentra distribuida sobre un espacio de 10 Ha. Con posterioridad al funcionamiento de las áreas residenciales Chavín en Gaucho y la poco conocida ocupación Huaraz de la margen este del valle de Mosna, ocurrió la construcción de una plataforma funeraria erigida por la población Recuay. La tumba principal en esa edificación fue excavada por el autor. La cubierta de la tumba incluyó un bloque de granito tallado posiblemente reutilizado de un edificio Formativo (Burger 1998: 224; Diessl 2004). En el relleno de la plataforma se recuperaron numerosos fragmentos de cerámica Janabarriu y, en menor proporción, Huaraz. El empleo de rellenos conteniendo tiestos del periodo Formativo sugiere el desmantelamiento de edificaciones y áreas de ocupación más tempranas. Una práctica similar habría sucedido durante la ocupación Recuay en el sector monumental de Chavín de Huántar (Lumbreras 1974). La caracterización de un urbanismo Formativo en Chavín ha sido enriquecida en la pasada década por el registro de una zona residencial en La Banda, Gaucho. La definición del surgimiento y evolución de ese sector implicará proseguir el estudio de su relación cronológica con el resto del sitio, densidad poblacional, diferenciación socioeconómica, y relación entre el desarrollo de 72 Jorge Gamboa Velásquez Figura 9.- Renovación urbana en Chavín y Gaucho, edificaciones junto al Río Mosna. Foto por J. Gamboa, 2009. conjuntos residenciales y los cambios en cultura material, patrones de subsistencia e ideología. Este tipo de aproximación fue ya iniciado por investigadores como Sayre y contribuirá a incorporar los datos del sector La Banda a aquellos procedentes de otras partes de Chavín de Huántar y de los sitios de altura en las márgenes del valle de Mosna. Patrimonio y Desarrollo en Chavín: Problemas y Perspectivas La Zona Arqueológica La Banda en Gaucho ha adquirido sin duda un rol primario en cualquier aproximación a la historia de Chavín y el valle de Mosna. Las evidencias disponibles indican que el paisaje de Gaucho fue intensamente ocupado y transformado por diversas sociedades prehispánicas, las cuales produjeron una herencia cultural capaz de influir (a través de su estudio, manejo o destrucción) en la vida de la población moderna del área. Pero la documentación de los asentamientos Chavín y Recuay en La Banda, Gaucho es solo un primer paso hacia un objetivo complejo: la protección del sector arqueológico frente a proyectos de expansión urbana y modificación del paisaje rural (Figura 9). Tal como se señaló en la sección anterior, la investigación en Chavín de Huántar y sitios cercanos implica la continuidad de los estudios dedicados a definir la identidad y organización de los grupos prehispánicos y coloniales locales. En adición a ello existe la necesidad urgente de preservar el patrimonio arqueológico de Gaucho, el cual, luego de la construcción de la carretera “Variante Chavín”, ha empezado a ser afectado a un ritmo cada vez mayor por nuevas modalidades de uso y valoración económica del terreno El sector arqueológico oficialmente delimitado en La Banda comprende 10 Ha, la mayoría de las cuales aún están dedicadas a trabajos agrícolas realizados con técnicas tradicionales. Esas labores constituyen la base de las prácticas de productividad económica de los pobladores locales y forman parte del paisaje cultural moderno de Chavín de Huántar y áreas cercanas. El mantenimiento de esta forma de agricultura no es, en principio, un riesgo mayor para la preser73 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Figura 10.- Nuevas construcciones en Gaucho y la Zona Arqueológica La Banda. Foto por J. Gamboa, 2010. vación de las evidencias arqueológicas en el subsuelo, un riesgo que sucedería irremediablemente con la implantación de agricultura mecanizada o un proceso generalizado de urbanización. El crecimiento económico y demográfico experimentado durante la última década en el valle de Mosna ha sido originado por la disponibilidad de fondos económicos proporcionados por el canon minero asignado a la Región Ancash y sus gobiernos distritales (Cuadro 1), el incremento del turismo hacia Chavín de Huántar, y la disminución de la emigración de los segmentos poblacionales más 2007 Región Ancash 1,628’000,000 2008 1,319’000,000 49’530,000 177’000,000 2009 924’476,000 34’450,000 124’000,000 2010 812’000,000 30’050,000 110’270,000 2012 951’336,000 38’192,000 138’748,000 2013 952’938,000 39’616,000 144’932,000 Año TURISTAS NACIONALES TURISTAS EXTRANJEROS TOTAL 2005 67,375 8,834 76,209 2006 63,182 7,941 71,153 2007 56,762 8,160 64,922 2008 52,603 10,207 62,810 2009 38,114 8,042 46,156 2010 39,453 8,232 47,685 2011 46,613 7,483 54,096 2012 58,436 8,187 66,623 2013 63,598 7,115 70,713 2014 65,800* 7,700* 73,500* Año Distrito de Chavín 50’032,397 Distrito de San Marcos 211’300,000 74 Cuadro 1: Evolución del canon minero en la Región Ancash y los distritos de Chavín y San Marcos (2007-2013) (en Nuevos Soles) Fuentes: CEDEP 2011; Ministerio de Economía y Finanzas-Portal de Transparencia; SNMPE 2013; Salas 2010: Gráfico 1. Cuadro 2: Flujo anual de visitantes a Chavín de Huántar (2005-2014). Fuente: Ministerio de Cultura y Oficina de Estudios Turísticos y Artesanales del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR). Disponible en: http://www.mincetur. gob.pe/newweb/Default. aspx?tabid=3459 (accedido: 01 enero 2015). * Cifras proyectadas para diciembre del 2014. Jorge Gamboa Velásquez jóvenes. En el caso específico de Gaucho y otras áreas periféricas de la ciudad de Chavín (dependientes o no de esa jurisdicción política), esto ha dado origen a cambios en la cantidad y tipo de viviendas construidas y a la aparición de construcciones privadas y públicas destinadas al comercio y turismo. El paso a una modernidad de carácter urbano ha confluido con esfuerzos individuales o colectivos por preservar las tradiciones locales, como es el caso de la popularidad alcanzada por el Wishkur Danza (Danza del halcón), baile ejecutado por pobladores de las comunidades rurales. Este y otros ejemplos de performances ceremoniales y actividades cotidianas -desde procesiones religiosas a las ferias dominicales y anuales- ponen en evidencia una multiplicidad de iniciativas locales dirigidas tanto a conservar (e reinterpretar) las tradiciones locales y a afrontar los retos del presente (Gamboa 2015). El registro en el 2003 de contextos arqueológicos bajo la superficie de Gaucho confirma la necesidad de realizar excavaciones tanto para contrastar propuestas teóricas como para ejecutar obras de infraestructura moderna que impliquen remoción o alteración del suelo. Esto es del todo necesario al interior y en torno a la ciudad de Chavín debido al proceso de renovación urbana y a la rápida transformación del paisaje rural. En algunos puntos de la zona donde en el año 2003 se registraron estructuras arquitectónicas y contextos de los periodos Formativo y Recuay han aparecido nuevas viviendas y locales comerciales, espacios cuya edificación responde a la capitalización del espacio rural y la búsqueda de legitimar la posesión de las propiedades. Estos casos no hacen sino evidenciar como Chavín y sus localidades vecinas han experimentado a lo largo de los últimos años un creciente proceso de valorización económica del terreno, con éste y las construcciones siendo apreciados como bienes rentables sujetos a las reglas del mercado (Figura 10). La posibilidad de que el estado peruano adquiriera el área arqueología de La Banda fue discutida informalmente por arqueólogos y funcionarios del INC en el año 2003. Desde entonces el valor monetario del terreno ha experimentado un aumento exponencial en Chavín de Huántar y San Marcos. Desde el punto de vista de los pobladores locales, la ubicación privilegiada de Gaucho frente al sitio monumental de Chavín ha devenido en un factor primario de sus perspectivas de desarrollo económico, desarrollo que es visto como vinculado en mayor o menor medida a la recepción de visitantes en la ciudad de Chavín (Cuadro 2). Esta coyuntura debe impulsar una práctica de acercamiento entre los representantes del Ministerio de Cultura, los arqueólogos dedicados al estudio del sitio y los pobladores de Gaucho y Chavín, como única forma viable de establecer una comunicación permanente y productiva entre los distintos actores sociales implicados en la preservación del patrimonio arqueológico local. En ese contexto, la función primaria de esta contribución ha sido exponer la documentación efectuada en la Zona Arqueológica La Banda por el Proyecto Obras de Emergencia Chavín 2003, presentando datos que, junto a aquellos acumulados en los últimos años, servirán de base para el avance de la investigación y conservación de Chavín de Huántar. 75 Excavaciones en La Banda - Chavín de Huántar Agradecimientos Habiendo transcurrido más de una década desde la ejecución de los trabajos del POECH 2003, es necesario extender el agradecimiento a un amplio número de personas e instituciones. Víctor Pimentel (INC-Ancash), Juan López (ex Director del MACH) y Tito Miranda brindaron sus mayores esfuerzos para el cumplimiento de las excavaciones. El financiamiento de los trabajos de campo del POECH 2003 procedió de la Fundación Telefónica del Perú, recordándose con gratitud el apoyo de su anterior director Dr. Rafael Varón Gabai. John Rick, John Wolf, y María Mendoza del Proyecto Chavín de la Universidad de Stanford proporcionaron una valiosa ayuda durante su estadía en la zona en los meses de julio y agosto del 2003. La participación de los arqueólogos Adriana Aguayo, Isabel Collazos, Diego Durand, Iván Falconi, Natalia Lara, y Ricardo Toribio fue importante para la ejecución de las excavaciones. Las labores de gabinete del año 2009 fueron posibles gracias al apoyo económico del Institute of Andean Research y al aliento y confianza brindados por Richard Burger y John Topic. Los arqueólogos Pedro Cáceres, Milagros Lobato, Jimmy López, Lussiana Medina, Pedro Neciosup, Claudio Olaya y Melisa Romero, la Antropóloga Física Dra. Christine M. Pink, y la Sra. Rita García Noceda colaboraron en la catalogación y análisis de materiales llevada a cabo ese año. Asimismo, se contó con la participación de los arqueólogos Ema Perea y Lorenzo Risco en el análisis estadístico de la cerámica. El cumplimiento de las labores de campo no hubiera sido alcanzado sin la participación de los trabajadores del POECH 2003, pobladores de Chavín y Gaucho a quienes va el mayor de los reconocimientos. Este trabajo está dedicado in memoriam a Martín Justiniano y Celestino Mendoza, maestros excavadores a cuyo esfuerzo debemos gran parte de los avances en la investigación arqueológica del valle del Mosna. Notas 1.- Las excavaciones del POECH 2003 fueron dirigidas por Jorge Gamboa, Tito Miranda y Juan López, con la coordinación de Víctor Pimentel Spissu (Director del INC-Áncash durante los años 2002 y 2003). Los trabajos del Proyecto Chavín de la Universidad de Stanford en La Banda durante ese año fueron realizados en los Sectores 2, 3 y 5. Los trabajos de POECH fueron proseguidos en la segunda mitad del año 2003 por el Proyecto de Rescate Arqueológico La Banda (Rick 2003). 2.- Esta línea de monolitos presenta una orientación distinta a la arquitectura monumental Formativa de la margen occidental del valle (Diessl 2004: 256-259). 3.- Parte de esos materiales fueron analizados en el año 2009 por el Proyecto de Análisis e Inventariado de Materiales del Proyecto Obras de Emergencia Chavín” (PIAM-POECH 2009), conducido por el autor y autorizado por Resolución Directoral Nacional Nº 466/ INC (24/03/2009). 4.- Por ejemplo, la Unidad 3 fue excavada hasta un metro de profundidad en una capa de tierra compacta sin cerámica diagnostica. En la Unidad 6 se retiró solo un nivel superficial de tierra semicompacta con fragmentos de cerámica Formativa. La Unidad 7 fue excavada hasta 0.30 m de profundidad en una capa de tierra con fragmentos de cerámica Formativa y lascas de obsidiana. 5.- Como parte del equipo del PRALB, el autor continuó la excavación de la plataforma funeraria Recuay. En esa labor también participo el Lic. Víctor Tufinio. 6.- El autor continuó la excavación de la plataforma funeraria Recuay como integrante del PRALB. En esa labor también participo el Lic. Víctor Tufinio Culquichicón. 7.- La recurrencia de esta orientación representaría la aceptación (o imposición) de un orden espacial originado en los ejes arquitectónicos del sector monumental del asentamiento. 76 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 77-92 Instituto de Estudios Huarinos. Lima. 2016 4 PRÁCTICAS MORTUORIAS POST-CHAVÍN: UN ANÁLISIS TAFONÓMICO DE RESTOS HUMANOS ENTREMEZCLADOS DEL CANAL ROCAS DE CHAVÍN DE HUÁNTAR Matthew C. Velasco* Introducción Recientemente los contextos funerarios de restos humanos entremezclados vienen recibiendo nuevas consideraciones con respecto a las problemáticas teóricas y metodológicas que se presentan al investigador (Osterholtz, Baustian, y Martin 2014a). En particular, la distinción entre las prácticas intencionales de seres humanos y los procesos tafonómicos que pueden obstruirlas nos exigen especial consideración del contexto funerario y sus transformaciones físicas a través del tiempo. El sitio de Chavín de Huántar, en la sierra de Áncash, uno de los templos principales del Formativo Medio y Tardío (1200-500 a.C.), también contiene contextos funerarios de huesos entremezclados que pertenecen a las épocas “post-Chavín,” las cuales inician alrededor del 500-400 a.C. con la difusión de cerámica Huaraz o Blanco sobre rojo (Rick et al. 2009). Durante esta época y en las épocas sucesivas1, la zona monumental de Chavín, en particular la plaza Circular, fue reutilizada como asentamiento doméstico. Estas nuevas poblaciones construyeron sus casas y enterraron a sus muertos en los espacios arquitectónicos previamente exclusivos para el uso ceremonial asociado al culto Chavín (Rick 2005). Aunque se han encontrado depósitos funerarios postChavín en diversas galerías, canales, y sectores del monumento, raramente han sido estudiados de manera sistemática2. En este artículo, llevo a cabo un análisis tafonómico de restos humanos encontrados parcialmente fracturados y entremezclados en el Canal de Rocas, una de las estructuras hidráulicas principales del sistema de drenaje que corre debajo del centro monumental (Contreras y Keefer 2009). El estudio tafonómico ofrece herramientas metodológicas para poder ampliar la historia de formación deposicional y distinguir entre los agentes naturales y culturales que hubieran podido modificar la condición y distribución de material osteológico (Lyman 1994). En particular, se probará tres hipótesis para la formación del contexto * mcv47@cornell.edu 77 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar funerario dentro del canal: (1) que los restos humanos fueron disturbados por el flujo de agua dentro del canal; (2) que representa un contexto de desecho de victimas de masacre o sacrificio; ó (3) que representan contextos funerarios secundarios depositados de manera intencional y ritual. El estudio sistemático de las modificaciones tafonómicas permite examinar estos tres escenarios y lograr la mayor reconstrucción de prácticas mortuorias de los habitantes del sitio de Chavín durante un periodo de transformación social significativa. Descripción del Contexto Funerario Rocas Se expusieron los entierros del Canal Rocas por primera vez en 1998 como parte de un Proyecto de conservación dirigido por el Instituto Nacional de Cultura (INC), con el fin de mitigar los efectos del fenómeno El Niño en el monumento (León Ascurra y Sánchez Mendoza 1998). El material óseo se extendió por 6.6 metros a lo largo del canal de 90 cm de ancho, en la sección que pasa por debajo de la escalera oeste de la Plaza Cuadrada (Figura 1). El contexto funerario se caracteriza por la escasez de material cultural y la presencia de huesos mezclados y en desorden, mostrando varios grados de articulación anatómica. Al norte del conjunto principal de restos óseos se ubican dos esqueletos de camélidos juveniles, posiblemente ofrendas asociadas al depósito óseo3. El INC realizó la limpieza, consolidación, y la documentación inicial de los restos óseos, registrando la distribución de los huesos con fotografías y un dibujo en escala (Figura 2). A petición del INC, el equipo de la Universidad de Stanford, bajo la dirección del Dr. John Rick, llevó a cabo el análisis in situ e inventario preliminar de los restos humanos ese mismo año. Sin embargo, no los pudieron remover del contexto por cuestiones de tiempo y falta de permiso oficial. El contexto fue cubierto con papel impregnado con asfalto para aislar el piso del relleno moderno, dejando en este estado los entierros hasta que pudieran ser excavados con el cuidado necesario (León Ascurra y Sánchez Mendoza 1998). Finalmente en 2004, el equipo de Stanford logró excavar el contexto como parte de un trabajo de consolidación e investigación del canal. Los restos humanos recuperados durante esa temporada pertenecen a las unidades CdH-RO-PM05 hasta CdH-RO-PM09 (Figura 1; recuadro). Las observaciones in situ realizadas por el INC y el equipo de Stanford en 1998 nos han brindado información indispensable sobre el contexto funerario y su asociación cronológica, además del planteamiento de las hipótesis de la formación del contexto. Basado en la identificación de los pocos fragmentos de cerámica asociados, se asignaron los entierros a la ocupación del sitio “RecuayAquilpo” (200-1200 d.C.) (León Ascurra y Sánchez Mendoza 1998)4. También se propusieron algunas hipótesis sobre la desorganización de los huesos, especulando que fueron disturbados por la acción fluvial o alternativamente que representan el depósito intencional y secundario de restos humanos. Aunque no se observaron indicadores evidentes de trauma en el análisis preliminar, la posibilidad de que este contexto representa un sacrificio colectivo merece consideración, dado que los restos se encuentran en una estructura tanto ritual como funcional, además de la escasez de ofrendas formales directamente asociados a los entierros. 78 79 Matthew C. Velasco Figura 1. Plano general de las unidades excavadas del Canal Rocas y su ubicación en la Plaza Mayor. Mapas cortesía del Dr. John Rick. Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar 80 Figura 2. (Arriba) Plano de los entierros del canal Rocas con las tres áreas de investigación indicadas. (Debajo) Detalle del Área 2 con los individuos y cráneos simbolizados. Re-dibujado del original hecho por el Instituto Nacional de Cultural. Matthew C. Velasco Con el fin de facilitar el futuro análisis, el equipo de Stanford dividió el contexto osteológico en tres áreas de estudio en base a ligeros cambios en el nivel estratigráfico de los huesos (Moyer y Saffer 1998). Estas divisiones permiten un control espacial más preciso para el análisis de indicadores tafonómicos y la examinación de las hipótesis arriba mencionadas. En el área central (Área 2), se encuentran dos individuos casi completos, una mujer en posición fetal (Individuo #1) y un varón (Individuo #6). Los dos individuos están claramente asociados dado que quedaba poca tierra entre el coxal izquierdo del Individuo #1 y la escapula izquierda del Individuo #6. Al norte y sur de estos entierros centrales se encuentran dos conglomeraciones de restos humanos desarticulados (Figura 2). El material osteológico del Área 1 y 3 se ubica a un nivel más profundo (120 a 144 cm bajo el nivel de la plaza) que el conjunto central (77 a 119 cm). Sin embargo, la distribución de los huesos es más o menos ininterrumpida entre las Áreas 2 y 3, mientras que el Área 1 se separa del Área 2 por tierra estéril. La falta de fechas radio-carbónicas para el contexto funerario no permite determinar con certeza si estas diferencias estratigráficas o espaciales se relacionan con distintos episodios de deposición dentro del canal. Sin embargo, los datos tafonómicos pueden ayudar a distinguir entre casos de depósitos acumulados por eventos episódicos o por uso de larga duración (Osterholtz, Baustian, and Martin 2014b). Composición Demográfica Esta investigación aporta nuevos datos sobre la composición demográfica de los contextos funerarios y su historia tafonómica. El cálculo del número mínimo de individuos (NMI) presentado en este artículo se basa en los huesos largos, dado que son los elementos mejor preservados, tomando en consideración la edad, la bilateralidad, y la posibilidad de que los huesos en las áreas adyacentes se hayan entremezclado (Velasco 2008). Se calcula un NMI de 15 individuos—11 adultos y 4 juveniles—para el contexto en conjunto (Tabla 1). La variación en el tamaño y la robusticidad de los fémures adultos probablemente se debe al dimorfismo sexual. En general, los huesos coxales no se conservaron bien pero las notas de los arqueólogos además de mis propias observaciones nos sugieren que ambos sexos están presentes. En resumen, no hay evidencia que el entierro en este segmento del canal Rocas fuera restringido a alguna cohorte demográfica. Tabla 1. Número mínimo de individuos por cada área Área 1 Área 2 Área 3 Adultos 6 2 3 11 Sub-adultos 3 1 1 1 3 15 3 * Infante (<1 año) Total * 10 Total 2 No aumenta el conteo total porque posiblemente pertenece a uno de los individuos de Área 1. 81 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar Aunque el análisis de patología no fue el enfoque de la investigación, a nivel general no se notaron indicadores de infección u osteoartritis en los huesos largos. No se analizaron sistemáticamente los especímenes craneales o dentales para patologías, pero vale mencionar la presencia de hiperostosis porótica activa en el parietal derecho de un niño de aproximadamente 5 años. También había dos mandíbulas de las Áreas 2 y 3 que muestran torus mandibular, una condición en que desarrollan prominencias óseas en la superficie lingual inferior al margen alveolar (Hauser and De Stefano 1989). Dado que este rasgo no métrico tiende a coincidir dentro de familias o pares de gemelos, su manifestación en dos individuos presenta la posibilidad de que algunos de los individuos enterrados en Rocas tenían una relación genética cercana. Una consideración sistemática de los rasgos no métricos dentro de la población esquelética queda afuera del enfoque del estudio actual pero merece consideración especial en el futuro. Análisis Tafonómico: Métodos y Resultados Al nivel más básico, los estudios tafonómicos intentan contestar la pregunta ¿por qué están estos restos óseos en este lugar? (Lyman 1994: 166). Para contestar esta pregunta es necesaria una consideración sistemática de los procesos biológicos y físicos que podrían haber influenciado la condición, preservación, y distribución espacial de los elementos óseos encontrados, con el objetivo de reconstruir como fue la deposición original antes de posibles disturbios. La metodología utilizada en este estudio se basa en los criterios de Tim White (1992) para diferenciar las modificaciones naturales de las antropogénicas. En total, 927 especímenes óseos humanos fueron identificados al nivel de elemento o región del esqueleto (en el caso de fragmentos pequeños) y evaluados usando los siguientes indicadores tafonómicos: erosión, abrasión, marcas de mordiscos, fractura y fragmentación, cortes, marcas de percusión y acción demoledor, estriaciones aleatorias, y quema. Este artículo se enfoca principalmente en dos líneas de evidencia que nos ayudarán a discriminar entre las hipótesis de perturbación por agua, entierro secundario intencional, o depósito sacrificial: i) la representación de elementos anatómicos, o sea, ¿cuáles partes del esqueleto están presentes en el contexto y cómo se comparan las frecuencias observadas con las esperadas según ciertos procesos tafonómicos, como la acción fluvial?; ii) la incidencia de fracturas óseos antiguas y su variación a través de las tres áreas de deposición para averiguar si las fracturas provienen de actividades antropogénicas, geológicas o ambas. Representación anatómica Los estudios tafonómicos experimentales muestran como varios procesos naturales o antropogénicos pueden resultar en la preservación diferencial de ciertos elementos del esqueleto. Al nivel más básico, se espera que los huesos de menor densidad tengan mayor probabilidad de deshacerse dentro de una matriz húmeda. En el caso de ambientes fluviales, como el de un canal, los huesos livianos y compactos (vértebras, falanges, tarsos y carpos) tienden a ser los elementos mayormente arrastrados por la corriente (Boaz y Behrensmeyer 1976; Spennemann 1992). También, la representación anatómica puede dar luces acerca de las prácticas sociales que producen colecciones óseas desarticuladas. 82 Matthew C. Velasco Por ejemplo, Degusta (1999, 2000) interpreta una desviación significativa de la representación anatómica “normal,” en conjunto con otros datos tafonómicos y contextuales, como una práctica de canibalismo humano en la prehistoria de Fiyi. En particular, se nota la sobrerrepresentación de fragmentos craneales y mandibulares, los cuales vienen a constituir aproximadamente 50% de todos los especímenes, debido a una fragmentación intensiva e intencional (Degusta 2000). Finalmente, la presencia de huesos que proceden solo de una región del esqueleto podría señalar que en vez de enterrar individuos completos, depositaron o removieron partes seleccionadas del cuerpo de manera secundaria (Velasco y Arkush 2012; Verano 1995). Para visualizar la preservación diferencial del esqueleto humano en cada área del canal Rocas, contamos la cantidad de especímenes identificados (NISP) para cada elemento y lo normalizamos como porcentaje de la muestra total (ej. NISPhúmero / NISPtotal). Luego se compararon estos porcentajes con los valores esperados en el esqueleto humano típico. Por ejemplo, las falanges de la mano consisten en 28 elementos contando ambos lados, y el número total de huesos en el esqueleto es 206, entonces se esperaría que una colección ósea completamente preservada esté compuesta de un 14% de falanges de la mano. Una frecuencia observada mayor o menor que este porcentaje esperado nos ayudará a postular los factores tafonómicos que puedan ser la causa de la discrepancia. En el estudio actual se modifica el denominador de 206 tomando en cuenta varios factores en la colección que podrían distorsionar los cálculos. Primero, se omiten las costillas y el esternón del conteo debido al alto grado de daño moderno que sufrieron estos elementos durante la excavación, una consecuencia de la fragilidad intrínseca del hueso, exacerbada por una matriz dura y compacta que hizo difícil la remoción intacta. Además, se cuentan los huesos del cráneo como un solo elemento, debido al tamaño pequeño de la muestra craneal. La Figura 3 presenta los porcentajes de especímenes por cada área, con los porcentajes esperados dentro de los parámetros de conteo arriba mencionados. La variación irregular de las proporciones de elementos debe ser interpretada con cautela, dado la posible influencia de factores estocásticos. Sin embargo, algunas observaciones destacan. En el Área 1, se nota que los huesos largos están sobrerrepresentados, aunque el alto grado de fragmentación sin duda influye este resultado. Elementos pequeños y compactos como vertebrales y tarsos están presentes en frecuencias moderadas. Las Áreas 2 y 3 también contienen huesos livianos en frecuencias moderadas a altas, con excepción de los huesos de la mano en el Área 3 que son subrepresentados. Al contrario en el Área 1 se observa falanges del pie en una frecuencia más baja que la de las falanges de la mano. Estas discrepancias no son fácilmente explicables dado que las falanges de la mano y del pie deben ser afectadas igualmente por agentes tafonómicos físicos y mecánicos debido a su similitud morfológica. La representación anatómica del Área 2 se aproxima más a la distribución “normal” de elementos, lo que no sorprende dado que la mayoría de los especímenes de la zona proceden de dos esqueletos casi completos. De hecho, la superabundancia de tarsos y metatarsos del Área 3 probablemente es el resultado de la intrusión en esta área de elementos del pie del Individuo #6 (Velasco 2008). Notablemente, la distribución del Área 2 se desvía de la normal en la sobrerrepresentación de especímenes craneales. La alta frecuencia es parcialmente debido a la fragmentación, pero también procede de la presencia de al me83 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar Figura 3. Representación de elementos anatómicos por cada área. La barra “normal” representa la proporción de cada elemento en un esqueleto completo. Las abreviaciones para los elementos anatómicos proceden de White (1992) y son las siguientes: ULN, cúbito; RAD, radio; FIB, fíbula; HUM, húmero; TIB, tibia; FEM, fémur; TAR, tarso; MT, metatarso; FP, falange del pie; CAR, carpo; MC, metacarpo; HP, falange de la mano; VER, vertebra; CLA, clavícula; SCA, omóplato; SAC, sacro y cóccix; OCX, coxal; PAT, rótula; CRA, cráneo; MAN, mandíbula. nos cuatro cráneos aislados ubicados alrededor de la zona de la cabeza del Individuo #1 (Figura 2). En comparación, son relativamente escasos los fragmentos craneales en el Área 1, aunque esta área contiene los restos de no menos de seis adultos. Más aún, los restos dentales, que son más resistentes a degradación tafonómica solo dan cuenta definitiva de tres adultos, sugiriendo que la falta de piezas craneales no es simplemente una cuestión de preservación diferencial. Finalmente, la frecuencia de especímenes craneales en el Área 3 queda casi al medio de las frecuencias de las Áreas 1 y 2, con la mayoría de especímenes dispersos en la superficie del depósito a diferencia del Área 2 donde están concentradas. Fractura y quebradura El análisis de los patrones y las superficies de fractura nos permite distinguir entre fracturas que ocurrieron antes de la muerte (“ante mortem”), después de la muerte (“post mortem”), o durante el periodo alrededor de la muerte (“peri mortem”). La formación de un callo típicamente señala una fractura ante mortem en huesos largos, mientras que las fracturas peri mortem se identifican por la falta de evidencia de regeneración ósea, una superficie de fractura afilada y orientada oblicuamente al eje de la diáfisis, y una coloración consistente con la superficie cortical (White 1992). A diferencia de las fracturas peri mortem, 84 Matthew C. Velasco las fracturas post mortem son perpendiculares al eje longitudinal y muestran una superficie de fractura con textura irregular. Debido a la historia tafonómica compleja del canal de Rocas, podemos indicar dos categorías de fracturas post mortem: “fractura antigua” y “quebradura moderna” que se diferencia por el color de la superficie de fractura relativa al resto del hueso (White 1992). Es decir, la fractura antigua ocurrió después de la muerte pero antes de la excavación; este diagnóstico nos permite excluir del análisis las fracturas que resultaron del proceso de la excavación debido a la matriz compacta. Dado que la fractura post mortem antigua predomina en la colección, presentamos en la Tabla 2 las frecuencias de fractura divididas por área, primero para la colección entera y luego para la sub-muestra de huesos largos. De los huesos largos con fracturas antiguas (N=124), solo había un caso de una fractura de posible origen peri mortem, observado en un fémur derecho de adulto del Área 1. El espécimen exhibe una fractura compleja casi al centro de la diáfisis, acompañado por una fractura radiante que corre de medial a posterior y un hoyo pequeño en el aspecto anterior justo en la línea de fractura, posiblemente el resultado de fuerzas compresivas (Figura 4). La textura lisa y los bordes afinados de la superficie de fractura surgieren que se fracturó cuando el hueso todavía era fresco, y posiblemente por la aplicación de fuerza contundente a la pierna cuando todavía estaba cubierta por tejido blando. Aunque se puede especular que la fractura peri mortem está relacionada con la causa de muerte, debe ser interpretada con precaución, dado que es el único espécimen en toda la colección que muestra características consistentes con el diagnóstico de peri mortem. Por el contrario, casi un cuarto de todos los especímenes analizados muestran una fractura antigua (25%, N=796). Se observa un mayor grado de fragmentación en el Área 1, donde también hay una preponderancia de fragmentos de la diáfisis con la cavidad medular expuesta (Velasco 2008). La diferencia en la frecuencia de fractura entre las Áreas 1 y 2 es estadísticamente significativa (prueba exacta de Fisher de dos colas, p = 0.009). También la frecuencia de fractura en el Área 3 es significativamente más baja en comparación con Figura 4. Fémur derecho con posible fractura peri mortem; (A) vista anterior; (B) posterior; y (C) detalle de la superficie de fractura. 85 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar las Área 1 (p < 0.0001) y Área 2 (p = 0.0033). En parte se puede explicar estas diferencias por la variación en la representación anatómica entre las tres áreas. Particularmente, la preponderancia de huesos largos en el Área 1 contribuye a estos resultados significativos dado que la mayoría de fracturas antiguas en toda la colección se ubica en huesos largos (62%, N=197), tal que la incidencia general del Área 1 se sesga hacia arriba por la composición de la muestra. Sin embargo, comparando solo las submuestras de huesos largos, todavía observamos diferencias llamativas en la incidencia de fractura antigua a través de las áreas del entierro. Ahora las Área 1 y 2 exhiben frecuencias de fractura antigua muy parecidas (73% y 78%, respectivamente), mientras que el Área 3 permanece con un grado de fragmentación considerablemente menor (21%), una diferencia que es estadísticamente significativa en un alto grado (p < 0.0001). Vale mencionar que las fracturas antiguas de huesos largos en el Área 2 proceden exclusivamente del Individuo #1, mientras que los apéndices del Individuo #6 solo exhiben fracturas modernas o de antigüedad indeterminada. Retornaremos a este detalle importante más adelante en la discusión. Otras modificaciones Ningún espécimen muestra evidencia inequívoca de quema o cortes, lo que se observa típicamente en casos de desmembramiento o canibalismo (White 1992). Una tibia derecha del Área 1 exhibe una posible marca de mordisco en la forma de una perforación circular y dos marcas puntales formando un arco en la parte distal. Sin embargo, el origen es ambiguo y la modificación es única e indeterminada. Finalmente, pocos especímenes presentan evidencia de pulido o abrasión, el resultado esperado del contacto continuo con sedimentos transportados por el agua. Tabla 2. Frecuencia de fracturas postmortem antiguas por cada área Área Fracturas antiguasa Nb Antigüedad Total analizadoc 1 111 (37) 304 38 342 2 60 (26) 232 22 254 3 26 (14) 187 13 200 indeterminada Sub-muestra de huesos largos 1 89 (73) 122 23 145 2 29 (78) 37 9 46 3 6 (21) 29 7 36 a Los valores en paréntesis son porcentajes sobre N. b N es igual al total analizado menos los especímenes con fracturas de indeterminada antigüedad. c Total analizado es el NISP humano del área, menos especímenes indeterminados, dientes, costillas, huesos sesamoideos y huesecillos del oído. 86 Matthew C. Velasco Discusión: La Práctica del Entierro Secundario en Chavín de Huántar Los entierros del Canal Rocas exhiben indicadores tafonómicos que no corresponden con una sola práctica cultural o proceso geológico singular. El patrón de fractura y la representación anatómica probablemente proceden de una interacción compleja de factores antropogénicos y naturales. Sin embargo, los resultados del estudio nos permiten evaluar (y cuando posible especificar) la influencia diferencial de estos factores en la dispersión y condición de los elementos óseos. Debido a la presencia notable de huesos compactos y livianos en todas las áreas, podemos descartar el escenario de un contexto disturbado y de una remoción diferencial por acción fluvial. La falta de indicadores de abrasión en los huesos provee apoyo adicional de que no hubo impacto fluvial en la organización de los restos humanos. Adicionalmente también hemos descartado que se trate de un contexto de sacrificio (ausencia de trauma peri mortem o cortes) o que el contexto haya sido disturbado por roedores o carroñeros (ausencia de marcas de mordisco), al contrario los datos soportan mejor la hipótesis de que los restos humanos del canal Rocas fueron acumulados a través de una práctica de entierro secundario durante la época post-Chavín. Los datos tafonómicos ayudan a aclarar algunos aspectos de esta práctica mortuoria. La representación anatómica y la inspección visual de los mapas y fotografías de las excavaciones confirman una abundancia de cráneos en el Área 2, particularmente alrededor del Individuo #1. Cabe resaltar que a este individuo le faltan todas las vertebrales cervicales y muchas de las torácicas, poniendo en duda su asociación con los cráneos cercanos. Al individuo #6 también le falta un cráneo en posición anatómica, a pesar de que su columna vertebral y tórax están presentes. No hay ninguna evidencia que los cráneos aislados del Área 2 fueron removidos por la fuerza cuando el cuerpo todavía estaba fresco, si ese fuera el caso se esperarían observar cortes en la región cervical, o al menos la articulación directa entre los cráneos y las vertebrales cervicales (Verano 1995). Ambos indicadores están notablemente ausentes en este contexto. Consideramos igualmente improbable que la concentración de cráneos aislados fuera el resultado de la acción fluvial, por las razones ya discutidas, aunque el cráneo típicamente se separa primero del cuerpo durante la descomposición y puede ser transportado por la corriente de agua (Nawrocki et al. 1997). Por la falta de evidencia de transporte hidráulico o remoción violenta, la explicación más conservadora es que los cráneos fueron retenidos o reubicados a este lugar intencionalmente después de la descomposición. Puede ser que representen entierros anteriores en el lugar central (Área 2) o que fueron seleccionados de los depósitos secundarios de las Área 1 y Área 3. La escasez de restos craneales en Área 1 respalda este último escenario. La variación en las incidencias de fractura antigua en las tres áreas es más difícil de interpretar dado que existen una multitud de procesos que pueden resultar en una fractura. Si la sedimentación natural fue la causa primaria de fragmentación, se esperaría que el grado de fragmentación se correlacione con la profundidad del depósito por estar sujeto a la misma carga de sedimento (Degusta 1999: 231). Sin embargo, las Áreas 1 y 3 muestran incidencias de fractura muy distintas aunque quedan al nivel estratigráfico más bajo. Considerando la interacción compleja entre la descomposición, fractura, y el ambiente tafonómico, estos datos no descartan una contribución de los procesos geológicos a la 87 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar fractura antigua, sino que sugieren que las Áreas 1 y 3 se formaron a través de historias deposicionales distintas. Más interesante aún es la diferencia en la fractura de los huesos largos observada en los dos entierros principales del Área 2. Su proximidad estratigráfica además debilita la hipótesis de fragmentación causada únicamente por la carga de sedimentos. Datos contextuales surgieren otra alternativa para la alta incidencia inusual: el tránsito de personas. Durante la intervención arqueológica de 1998 en el sector, el INC elaboró un mapa del techo del canal, el cual indica la ausencia de lajas en un tramo del canal de cerca de un metro, presumiblemente se trate del portal de acceso informal durante la época postChavín. Curiosamente el Individuo #1 se ubica justo debajo de esta probable entrada al canal, lo que sugiere que la entrada recurrente a este sector (durante la época prehispánica) podría haber contribuido a la fractura de los restos humanos enterrados de manera directa (por tránsito) o indirecta (por carga adicional). En resumen, los datos tafonómicos señalan la intervención antropogénica en la manipulación de cráneos y el probable reingreso al contexto funerario, presumiblemente para depositar cuerpos adicionales o manipular los depósitos existentes. Basado en el resumen de las modificaciones tafonómicas, proponemos dos escenarios para la formación de los depósitos funerarios: (1) la acumulación de huesos a través de las tres áreas procede de una tradición mortuoria coherente y, (2) los depósitos se formaron como resultado de distintas estrategias de entierro o desecho. En el primer caso, en las tres áreas se trata del mismo proceso que involucró el re-uso del canal y el desplazamiento de entierros anteriores a las márgenes del locus central, donde se depositaron cuerpos mayormente articulados. La mezcla de elementos entre áreas adyacentes es especialmente probable para las Áreas 2 y 3, dado que la pierna y los pies del Individuo #6 evidentemente fueron desplazados hacia el norte (Velasco 2008). Sin embargo, si fuese el caso que esqueletos anteriores eran removidos del locus central, se esperaría que los elementos más pequeños hubieran sido abandonados por accidente (Osterholtz, Baustian y Martin 2014b), pero ese no es el caso en el Área 2 donde se observa una representación anatómica y NMI consistente con solo dos individuos adultos. Alternativamente puede ser que la acumulación de restos humanos no representa una tradición coherente sino es el resultado de distintas prácticas mortuorias y episodios de depósito. Este escenario es más creíble para el Área 1 donde el depósito no es continuo con las Áreas 2 y 3 (Figura 5). El Área 1 también es distinta por su mayor representación de huesos largos y la alta incidencia de fracturas antiguas. Sin embargo, estas diferencias son más cuantitativas que cualitativas, y es difícil sustentar que los restos humanos del Área 1 fueron el resultado de una estrategia funeraria socialmente o culturalmente distinta. En definitiva, los escenarios planteados no son mutuamente excluyentes, lo que evidencia las dificultades de interpretación de depósitos entremezclados. Necesitamos más datos de otros contextos secundarios del sitio o de la zona para distinguir mejor entre la variación casual de la muestra y la variación basada en distintas estrategias funerarias. Lo que parece más defendible en este momento es el carácter reverencial de los entierros, es decir, los restos humanos no simplemente fueron desperdigados de manera aleatoria. Primero, la selección del canal Rocas como lugar de enterramiento llama la atención por su posición central en la zona monumen88 Matthew C. Velasco tal, teniendo en cuenta que el canal tuvo funciones rituales en épocas anteriores (Contreras y Keefer 2009; Lumbreras 2007), sin mencionar incluso las posibles connotaciones simbólicas entre el agua, la vida, y la muerte (Doyon 2006; Salomon 1995). También, el entierro de restos desarticulados se asemeja a otros contextos rituales en los Andes como los del Akapana (Tiwanaku), donde se encontraron restos de adultos de ambos sexos, niños y camélidos mezclados (Blom y Janusek 2004; Manzanilla y Woodard 1990). A diferencia de ese caso, en el presente estudio se rechaza la hipótesis de desmembramiento intencional de los restos humanos del canal Rocas, sin embargo el depósito de los dos esqueletos articulados de camélidos al norte inmediato de los entierros puede representar un ritual funerario en el cual los animales acompañaron a los muertos en la otra vida (Gladwell 2004). Finalmente, como demuestra este análisis, la retención o reubicación de cráneos próximos a los entierros primarios sugiere motivaciones rituales; posiblemente fue una forma de venerar los antepasados y significar las relaciones intergeneracionales (Buikstra 1995: 239), aunque faltan datos para determinar si esta práctica en particular representa una norma durante la época post-Chavín. Por lo menos, la inclusión de cráneos desarticulados dentro de una estructura ceremonial evoca prácticas similares observadas en otras partes del mundo An- Figura 5. Vista hacia el noreste de los entierros del canal Rocas. Nótese la diferencia estratigráfica entre las Áreas 1 y 2. Fotografía cortesía del Dr. John Rick 89 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar dino e interpretadas de manera variada cómo ofrendas dedicatorias, individuos sacrificados, y/o disturbados post mortem (véase Tung 2007: 484-486, Verano 1995: 201-203). Incluso en Chavín, se han documentado cráneos aislados en el atrio este de la Plaza Circular (Mesia and Rick 2005), la Galería Ofrendas (Lumbreras 2007, Reichlen 1973), y en una plataforma de piedra ubicada en la zona habitacional (Sector B) al norte del centro monumental (Burger 1984, Vidal 1984)5. A pesar de que estas cabezas sin cuerpos proceden de contextos diversos, espacial y temporalmente, todos resaltan la capacidad del cuerpo humano de transformarse en un elemento activo de la vida social que puede significar la conexión material a los antepasados y la identidad de una comunidad o grupo de parentesco, si no la identidad de un ancestro específico (Tung 2007). Estas características probablemente rituales, además de los métodos y resultados tafonómicos, proveen una base comparativa para futuros estudios de entierro secundario en el sitio de Chavín de Huántar y en la región de Áncash. En la actualidad es imposible confirmar si el entierro secundario en el canal Rocas refleja un modo común del tratamiento del cuerpo durante las épocas postChavines, pero es probable que sí, considerando los relatos de otros contextos de restos humanos entremezclados o entierros intrusivos en el sitio de Chavín de Huántar (Gamboa 2003: este volumen; Lumbreras 2007; Mesia y Rick 2005; J. Wolf, comunicación personal). La hipótesis de que se trate de una tradición de manipulación y veneración de los restos de los ancestros requeriría una examinación más amplia a través del análisis sistemático de múltiples contextos secundarios y su fijación cronológica. Al menos, podemos decir que las prácticas funerarias post-Chavines no fueron delimitadas a un solo sector del sitio, y probablemente fueron diversas en su forma, considerando que abarcaron entierros primarios y secundarios, con o sin ofrendas formales, ubicados dentro y fuera de estructuras formales (Gamboa 2003, Mesia y Rick 2005). Comentario Final El desarrollo de lo que reconocemos como “post-Chavín” permanece poco entendido en comparación con el apogeo de la cultura Chavín (Rick et al. 2009). Aunque Chavín al final perdió su autoridad religiosa y naturaleza de exclusividad con el colapso del sistema religioso-económico que sustentó su poder, el monumento mismo no fue abandonado u olvidado. Alrededor de 500-400 a.C., el centro monumental de Chavín de Huántar se convirtió en un asentamiento rústico con estructuras domésticas puestas directamente encima de espacios previamente centrales a las actividades relacionadas con el culto en Chavín (Rick 2005). Algunas de las estructuras de este asentamiento que invadió la zona monumental incorporaron de una manera informal las piedras trabajadas y decoradas del templo original. También durante esta época post-Chavín se infiere la reutilización de cerámicas de la fase Janabarriu, pero solo en áreas delimitadas, indicando un posible carácter ceremonial (Kane 2008). El presente estudio llama la atención sobre otro aspecto del re-uso del sitio por las poblaciones post-Chavín, en que el canal principal del sitio fue apropiado como lugar de entierro secundario. Teniendo en cuenta estas líneas de evidencia, empieza a emerger una nueva imagen del sitio después de 500 a.C. en la que el monumento no simple90 Matthew C. Velasco mente fue el “telón de fondo” para un periodo de decadencia sino tuvo un papel activo en la estructuración de nuevas prácticas sociales tanto cotidianas como rituales. En conceptos teóricos, el sitio de Chavín de Huántar es un ejemplo dramático de lo que Bradley (1993) califica “la vida más allá de los monumentos”—el tiempo después del abandono en donde el monumento sigue siendo un elemento activo del paisaje social. El fenómeno de Chavín y su material cultural no dejaron de transformarse: adquirieron nuevos significados y usos dentro del contexto sociopolítico de Huaras y de subsecuentes culturas. Este proceso semiótico y material asociado merece mayor atención por parte de los arqueólogos y bioarqueólogos interesados en la interfaz entre el ambiente construido, la memoria, y la innovación cultural. El estudio de las prácticas mortuorias de la época post-Chavín contribuirá al entendimiento de una transformación sociopolítica compleja en la que los espacios antiguos del monumento influyeron el comportamiento social de los vivos y el emplazamiento sagrado de los muertos. Agradecimientos El estudio fue realizado como parte de la tesis de bachillerato del autor y presentada al Departamento de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Stanford. El financiamiento para el estudio fue proporcionado por el Pritzer Summer Scholarship bajo el auspicio de la misma universidad. Agradezco a la Lic. Gabriela Oré Menéndez por su ayuda con la traducción del manuscrito. Por último, agradezco al Dr. John Rick por su orientación y guía durante el periodo de estudio y por la oportunidad de trabajar en el sitio de Chavín de Huántar. Notas 1. Para el propósito de este artículo, usamos el término “post-Chavín” de manera general para hablar de las culturas que se registran en el sitio después de la caída del templo Chavín, como Huarás (450 a.C. – d.C. 250), Recuay (1-700 d.C.), y Callejón (600-1300 d.C.). La falta de fechas radio-carbónicas para el contexto bajo análisis no permite una mejor especificación de su cronología. 2. En su discusión de la historia de excavación del sitio, Lumbreras (2007: 92) menciona que lamentablemente los entierros tardíos encontrados por investigadores anteriores fueron descartados como escombros. 3. También se documentó la presencia de huesos camélidos desarticulados mezclados con los entierros humanos, pero no se analizaron estos especímenes para el estudio actual. 4. Aproximadamente el 80% de los fragmentos de cerámica recuperados pertenecían a las culturas post-Chavín. La mayoría del 15-20% de cerámica designada “Chavín” vino del estrato más cerca al piso del canal, inferior al nivel con los entierros. 5. Los cuatro cráneos de las excavaciones de Burger, analizados por Vidal (1984), pertenecen a un adulto mayor masculino, un adulto joven masculino, una adolescente femenina, y un infante—es decir, muestran una composición demográfica no diferente a la del canal Rocas. Posiblemente fueron miembros de un grupo de parentesco venerados como ancestros (Tung 2007). Interpretan este conjunto de cráneos como un depósito votivo, dado que fueron enterrados con ofrendas botánicas y cerámicas (Burger 1984). Al otro lado, el cráneo aislado excavado por Lumbreras en la Galería de Ofrendas ha sido una fuente de debate. Tung (2007) sugiere que puede ser un posible ejemplo temprano de “cabeza trofeo,” dado a las aperturas en el frontal y la base del cráneo. Sin embargo, Lumbreras (2007) afirma que la fractura es reciente y posiblemente el resultado de la excavación que él dirigió. Lamentablemente, la ubicación presente del cráneo es desconocida. 91 Prácticas Mortuorias post-Chavín en Chavín de Huántar 92 Arqueología de la Sierra de Ancash 2> Población y Territorio. Pp 93-106 Instituto de Estudios Huarino. Lima. 2016 5 ANTARAGÁ: ARQUITECTURA MONUMENTAL RECUAY EN EL ALTO MARAÑÓN Rafael Segura Rivera* Resumen En este artículo se presenta el sitio arqueológico de Antaragá, el cual ha sido estudiado en la campaña de prospecciones arqueológicas realizadas por el grupo de estudios arqueológicos ARHU entre el 2009 y 2011. Se describe y analiza este sitio arqueológico por primera vez, ubicado en el Alto Marañón, el cual está caracterizado por la masiva presencia de arquitectura monumental de planta circular con elevación volumétrica. Estas evidencias fueron contrastadas críticamente con la investigación arqueológica precedente en un área, por cierto, poco trabajada, donde las características arquitectónicas principalmente y el material cerámico nos llevan a proponer una ocupación principal correspondiente a la cultura Recuay y una función ritual-ceremonial para los monumentos. Sin embargo, a falta de trabajos más detallados, nos limitamos a proponer conclusiones preliminares en espera de futuras investigaciones con excavaciones. Introducción La sierra de Áncash es un área de un temprano establecimiento civilizatorio (Tello 1981; Lumbreras 1969; Burger 1993), en donde con el paso del tiempo se sucedieron muchas sociedades, así lo demuestran los sitios arqueológicos que han podido perdurar hasta nuestros días (Figura 1). No obstante, a diferencia del Callejón de Huaylas y el complejo Chavín de Huántar, en la zona de Conchucos, recién a finales del siglo pasado, se han intensificado los trabajos arqueológicos, principalmente en la cuenca media y alta de los ríos tributarios del Marañón: en la cuenca del Yanamayo el arqueólogo Alexander Herrera ha realizado trabajos de prospección tomando en cuenta los conceptos de territorio e identidad (Herrera 1999, 2001); esta zona (área de Chacas) también fue estudiada por la arqueóloga Carolina Orsini y su equipo multidisciplinario, donde los datos arqueológicos fueron complementados con los datos etnohistóricos y etnográficos (2004, 2007). * rafael2194@hotmail.com 93 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Figura 1. Principales sitios arqueológicos en el área de Ancash y la ubicación del sitio de Antaragá 94 Rafael Segura Rivera Para la cuenca del Puccha se tiene los estudios de Bebel Ibarra, que viene trabajando desde 1997,principalmente abarcando la secuencia estilística, la cosmovisión y las prácticas funerarias de las sociedades que habitaron la actual provincia de Huari, valles del Mosna y Huari (2004, 2009). Estos trabajos muestran un panorama dinámico del proceso civilizatorio en la región, por ejemplo, en cuanto a la ubicación de los asentamientos, en donde se observa un gradual establecimiento espacial, desde montículos en zonas bajas (fondo de valle) para asentamientos formativos, que para épocas tardías terminan en imponentes complejos fortificados en las cimas rocosas de los cerros sobre los 3600 msnm. Luego del colapso religioso Chavín, aparecen nuevas formas de organización social, económica y religiosa, diversificándose los asentamientos aldeanos y la arquitectura religiosa local (por ejemplo, la época denominada Huaráz Blanco sobre Rojo, 200 a.C. hasta 100 d.C.), que fueron formando los cimientos de la ulterior tradición Recuay. Después de esta época se hacen más extensivas las evidencias arqueológicas, indicativo de una creciente población (Amat 2004; Orsini 2004, 2007; Herrera 1999). Además, los asentamientos dejan el fondo de valle y se ubican en zonas de mayor altura, puntos clave para la estrategia de producción agrícola y comercial, denominada por Herrera (2004) “zona estratégica de producción microvertical”, donde los asentamientos se sitúan en el ecotono Kichwa-Suni y de esta manera aprovechan la producción de diferentes pisos altitudinales contiguos. El patrón de asentamiento en la época Recuay sugiere al menos una organización mixta de las “markas”: habitacional-ceremonial. Las unidades domésticas se agrupan de forma aglutinada, sin orden aparente, adaptando las construcciones a las irregularidades del terreno ubicándose en zonas de difícil acceso provistas de fortificaciones. Por ejemplo, un sitio tipo de esta organización espacial de los asentamientos es el complejo arqueológico de Yayno (Lau 2010b). Ibarra (2004) por el contrario menciona que a diferencia de la región del Callejón de Huaylas y la cuenca del Yanamayo, donde aparecen asentamientos fortificados, para la cuenca del Mosna no parecen haber sitios de aspecto defensivo, sin embargo insiste en la ubicación prominente de los asentamientos. Las estructuras ceremoniales se ubican generalmente en las partes altas de los sitios arqueológicos o en cimas aisladas; se trata de estructuras circulares o semicirculares edificadas sobre montículos naturales o artificiales, construidas a base de plataformas con rampa o graderías de acceso y utilizando regularmente la técnica constructiva huanca-pachilla (Orsini 2007). Las prácticas funerarias en la época Recuay adquirieron mucha importancia y diversidad de formas; clásicos son las tumbas soterradas y semisubterráneas, con galerías largas y angostas construidas a base de piedra, con una o varias cámaras o una cámara central rodeada por otras de menor tamaño. También se han ubicado estructuras mortuorias en forma de “cista”, con lajas como cubierta. Se trata entonces de un gran número de formas arquitectónicas funerarias de la época “clásica” Recuay en la zona de Conchucos (Amat 1971; Ibarra 2006, 2009). Finalmente, la tradición cultural Recuay en sus variadas manifestaciones abarcaba más o menos el área de la sierra actual de Áncash, faltando estudios en la vertiente oriental del Marañón (Huánuco), área que prácticamente no ha sido estudiada. 95 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Área Geográfica El área que comprende este trabajo se ubica en la zona oriental del departamento de Áncash, junto al rio Marañón que además es el límite natural con la región de Huánuco, entre las provincias de Antonio Raimondi (Áncash) y Huacaybamba (Huánuco). Es un territorio interandino de grandes contrastes: semidesértico y caluroso en las zonas bajas, 2000 msnm a 2500 msnm, con precipitaciones menores de 400 mm3 por año y con 22°C de temperatura promedio; y, en las partes altas con temperatura de templada a fría con 14°C de promedio anual y 750 mm3 de precipitación (ONERN 1975); estas diferencias traen como consecuencia una gran variabilidad biogeográfica en un espacio reducido. El suelo está caracterizado en la región por un Horts Precámbrico, limitado al oeste (Prov. de Antonio Raimondi) por fallas inversas que siguen el fondo del valle del Marañón y que ponen en contacto rocas del Precámbrico –mica esquistos– (Prov. de Huacaybamba) con terrenos del Cretácico y Terciario –areniscas y conglomerados, margas y calizas– (Prov. de A. Raimondi) (G. Grandin y Romero L. 1977). Topográficamente el área se define a partir del profundo valle que forma el Marañón y por el pequeño valle del rio Mirgas. Especialmente hacia el fondo es muy accidentado, pero a partir de los 2600 msnm existen áreas regularmente llanas aptas para una agricultura intensiva como la pampa de Vilcabamba y Chingaspampa, o un poco más altas como la pampa de Paras; en estas zonas es donde actualmente se ubica la población mayoritaria. En contraste, las áreas de puna son escasas con accidentados plegamientos orogénicos formando picachos abruptos de roca calcárea. Descripción del sitio arqueológico Antaragá está ubicado en la región de Áncash, provincia de Antonio Raimondi, distrito de Mirgas, poblado de Paras y el anexo de Illauro. Se encuentra en la cima del cerro homónimo de formación calcárea a 3775 msnm, sobre la cresta que sigue una dirección sur-norte, con coordenadas UTM: 18 269466 E y 9000945 N. Hacia el este es de fuerte pendiente que llega hasta el río Mirgas y hacia el oeste por el contrario la pendiente es poco pronunciada. Las construcciones arquitectónicas están dispersas en un área aproximada de 1.6 km de largo por un ancho variable llegando como máximo en la parte central a 0.2 km y está en asociación espacial con dos grandes sitios arqueológicos vecinos: Consejojirka y Aswanajirka, los dos prácticamente contiguos en la cima de los cerros a los lados norte y sur respectivamente. Hemos dividido el sitio arqueológico de Antaragá, en tres sectores (Figura 2). Estos fueron realizados en base a sus características topográficas y algunas variantes funcionales: el sector “A” comprende la zona norte, en donde las estructuras están asociadas a dos colinas naturales que se formaron a partir de un pliegue orogénico que ha trasformado el área en un terreno irregular; el sector “B”, comprende la parte media del sitio, es el más extenso y donde se concentra la mayoría de las estructuras, además, topográficamente es bastante regular. El sector “C”, se ubica sobre una pequeña planicie al límite sur del sitio donde se sitúan algunas estructuras circulares y particularmente los recintos funerarios Tipo 2. 96 Rafael Segura Rivera Figura 2. Croquis del área nuclear del sitio arqueológico de Antaragá Las estructuras arquitectónicas están aglomeradas siguiendo la cresta y sobre el talud oeste, son estructuras de planta circular y semicircular de 20 m de diámetro como promedio y de elevación volumétrica. Aunque algunas estructuras mantienen características particulares, en general se les pude describir de la siguiente manera: arquitectónicamente están constituidas por un muro externo que sirve de contención para formar un espacio llano de forma circular o semicircular. La técnica en el trabajo de estos muros exteriores es significativa, pues están compuestas por grandes bloques de piedra labrada o alisada, llamadas huancas, y los espacios o intersticios entre ellos fueron rellenados con lajas horizontales pequeñas de piedra que se les denomina pachilla. Estos muros difieren mucho en la altura, pueden tener menos de 1 m o más de 6 m, dependiendo de la dimensión de la estructura y de la inclinación del terreno. Sobre la plataforma que forma esta estructura se ubica por lo general un muro bajo o una hilada de grandes piedras trabajadas de 50 x 50 cm y de 1 a 3 m de largo, delimitando así un espacio interior de forma circular o semicircular, dando a veces la impresión de ser espacios hundidos. En cuanto a los accesos se puede manifestar en términos generales que no tienen orientación establecida, aunque los pocos que se distinguen parecen estar orientados hacia el oeste, y en algunas estructuras existieron más de uno. Generalmente se ubican sobre los lados y se ingresa a ellos a través de escalinatas. También se han ubicado estructuras funerarias en donde pudimos identificar 2 tipos de entierro. Estas estructuras fueron clasificadas como Tipo 1 y Tipo 2: las de Tipo 1 tienen forma de cista y sólo se ha hallado una estructura bien conservada, se encuentra en el sector B junto a la estructura C13. Las demás se encontraban en las laderas que forman la colina de la estructura C8, lamentablemente están destruidas; las de Tipo 2, semisubterráneas, están ubicadas en el límite sur del sitio, sector C: son 4 estructuras bien conservadas. Es importante mencionar que las rocas utilizadas son calcáreas, canteadas especialmente del área central superior del sector “B”, en esta zona específica la roca se encuentra estratificada en un grosor de 30 cm aproximadamente, aprovechándose de esa manera lajas rectangulares de diferentes dimensiones. 97 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Por último, resalta que en el sitio Arqueológico no se encuentra ninguna muralla o muro de delimitación. Al parecer las estructuras se aglomeraron continuamente en el tiempo A continuación describiremos 4 estructuras arquitectónicas que se distinguen debido a sus particularidades formales, espaciales y funcionales, estas incluyen: las estructuras circulares C8, C13 y C33, además de las estructuras funerarias del Tipo 2. Estructura Circular 8 (C8) Se ubica en el límite norte del sitio, en el sector A, sobre una colina natural que previamente fue aterrazada, donde actualmente la cima y los lados son utilizados como área de cultivo. Tiene un diámetro norte-sur de 26 m y este-oeste de 30 m. Se asienta sobre una terraza con muros de mampostería de piedra sin trabajar (Figura 3). Este muro recorre irregularmente toda la parte media de la colina, exceptuando la zona sur que es de fuerte pendiente. Sobre esta terraza se levanta un segundo muro que también sirve de contención, pero de muy buena elaboración, con grandes bloques de piedra trabajadas en la base e hiladas de piedra pequeñas y pachilla entre los intersticios (Figura 4); este muro se abre hacia los lados en la parte norte y desaparece hacia el este y sur. Sobre la plataforma se levanta un muro interior que está formado por una serie de aparejos de piedra que forman un espacio casi circular, aunque en partes no es distinguible; hacia el norte está prácticamente pegada al muro de contención descrito anteriormente. Este muro tiene 0.8 m de alto y sobre ella se levantan grandes lajas monolíticas en vertical; originalmente este muro rodeaba toda el área superior de la estructura (Figura 5). El espacio interior que cierra este muro es de forma semicircular, con relleno de tierra y pequeñas piedras; el piso actual es convexo, el cual baja hacia el norte donde el muro ha colapsado, y sobre este espacio se observan largas piedras dispuestas como una suerte de “bancas”, que probablemente formaban un círculo, donde sólo se han conservado 4 bloques, pues el área ha sido “limpiada” con el fin de ganar tierras para la agricultura. Figura 3. Técnica constructiva, muro lado norte 98 Rafael Segura Rivera Figura. 4 Estructura Circular 8. Vista de la cara norte con la clásica técnica huanca-pachilla y las grandes lajas en vertical dispuestas en la cima Figura 5 Estructura Circular 8. Vista desde el lado sur, nótese la escalinata y el acceso Sobre el lado sureste de la estructura se ubica un acceso de 1.8 m de ancho por 3 m de largo donde se ingresaba a la parte superior a través de una escalinata. Es posible que haya tenido más de un acceso, especialmente sobre el lado noreste donde se evidencia un gran derrumbe y debajo del cual se han podido ubicar algunos peldaños. Estructura Circular 13 (C13) Se sitúa en la cresta del cerro, sobre una ladera de poco declive, en la zona norte del sector B. Es una estructura circular de 21 m de diámetro norte-sur (Figura 6). Está constituido por un muro exterior de contención, muro interior y un espacio interior semicircular. El muro exterior de está construido con roca canteada y alisada. La base consta de grandes y medianas piedras que progresivamente, de acuerdo a la altura, se hacen más pequeñas, siempre con pachilla. Este muro sostiene un relleno de tierra de unos 3 m de ancho, hasta el muro interior de grandes lajas de piedra trabajadas y piedras de menores dimensiones en la parte superior, formando así un espacio interior semicircular, dando la 99 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Figura 6. Estructura Circular 13. a) Dibujo en planta b) Dibujo de corte N-S impresión de ser un área hundida (Figura 6b). Sobre el límite superior del muro de contención se advierten grandes lajas líticas en vertical, algunas aún en su posición original. Además, sobre la base del muro interior se observa una especie de banqueta de 0.2 m de alto construida con lajas pequeñas (visible sólo en la parte sur). Hacia el sureste se ubica una especie de canaleta que va de muro a muro (de 0.6 m de ancho y 0.7 m de alto) y casi frente a esta, hacia el noroeste, se encuentra el acceso al recinto el cual consta de unos peldaños y un pasadizo de 1.8 m de ancho que permite el ingreso hacia el espacio interior. En el anillo que forma el relleno, y uniendo ambos muros, existen restos de muretes a manera de tabiques de forma radial entre los cuales no se ha ubicado vanos o accesos debido a que los posibles muros son apenas visibles en la superficie del relleno. Estructura Circular 33 (C33) Se encuentra ubicada en la zona central inferior del sitio. Tiene aspecto monumental emplazada sobre una gradiente de 30° este-oeste, por tal motivo requirió de un manejo especial para su construcción arquitectónica. Las medidas en planta son 49 m de sur-norte y 33 m este-oeste, aunque es difícil precisar con exactitud debido a que la parte superior está muy derruida (Figura 7). Arquitectónicamente está compuesta por un muro de contención que a la vez 100 Rafael Segura Rivera sirve como muro perimetral, este se ensancha a los costados para formar un área llana, con un espacio interior semicircular que está delimitado por otro muro interno con grandes lajas de doble cuerpo en vertical. El muro de contención, que forma la base de la estructura, en la parte frontal tiene una altura de 6.5 m que progresivamente va disminuyendo hacia los lados al tratar de formar sobre la pendiente un área plana y está interrumpido hacia ambos lados equidistantes al frontis (Figura 8) por derrumbes de volúmenes similares que nos permitieron ver la técnica constructiva del muro y el relleno correspondiente. Dado que tiene que soportar el peso del relleno tiene una técnica de construcción particular: esencialmente la base está formada por grandes bloques monolíticos y sobre estas dos hiladas de lajas de piedra a manera de “sogas”, luego se levantan también grandes piedras y se repite igualmente las 2 piedras en “soga”, para terminar en las grandes lajas de piedra en la parte superior a manera de cornisa-corredor. Dado que los grandes bloques dejan espacios apreciables estos fueron rellenados con medianas y pequeñas piedras planas (pachilla). El muro sobre la plataforma está formado por una base de bloques de piedra (0.8 m de alto y 1 m de ancho), sobre los cuales se levantan en vertical grandes lajas dobles. Este muro delimita el espacio interior de la estructura (plataforma), donde la zona central inferior es regularmente plana y está formada por enchapes de lajas, mientras que la zona superior, por el declive natural del terreno, es irregular. El relleno está constituido por bloques de piedra canteada, además de tierra y cascajo. Las piedras rectangulares y cúbicas fueron asentadas una sobre otra y los espacios entre estas llenados con tierra y pequeñas piedras, sin duda es un relleno construido. Esta técnica le confiere mayor estabilidad a la estructura y menos empuje al muro de contención. Sobre el piso enchapado, en la zona central inferior, se ubica una abertura cuadrangular de 1 m de lado; lamentablemente no podemos decir mucho más ya que está bloqueada por grandes piedras que impiden la visibilidad y el acceso. Figura 7. Estructura 33. Dibujo en planta 101 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Figura 8. Estructura 33. Foto tomada del lado Norte, se muestra el frontis y el derrumbe También se ha ubicado un ducto en la parte central del “frontis” a una altura de 2.5 m sobre la base; la abertura tiene 30 x 25 cm con una gradiente de caída este-oeste y la base está formada por pequeñas lajas yuxtapuestas, posiblemente esté conectada con la abertura descrita anteriormente. Por último, sospechamos que los accesos a la estructura estuvieron ubicados sobre las dos áreas colapsadas, pues sobre la base se observan una especie de peldaños, y además estos derrumbes se ubican equidistantes al “frontis” (Figura 7 y 8), por lo que los accesos a base de graderías estarían más propensos al colapso. Estructura Funeraria Tipo 2 Son cuatro estructuras bien conservadas que se ubican en el límite sur del sitio, en el sector C. Las cuatro mantienen características formales similares, en ese sentido describiremos sólo la estructura funeraria T2-b. Esta es de planta exterior cuadrangular de 3.5 x 3 m, consta de un muro de 0.4 m de alto sobre el cual se ubican algunas lajas en vertical; el acceso del recinto está orientado hacia el oeste, tiene 0.6 m de ancho por 0.65 m de alto y, mediante una corta galería a base de pequeños peldaños, se ingresa a la cámara central y a 3 cámaras semicirculares hacia los costados, formando de esta manera una planta interior en forma de trébol (Figura 9 y 10). El aparejo de la pared de estas cámaras es a base de piedras medianas y lajas, además de argamasa de barro, de tierra caliza. El piso es regular, de tierra y restos óseos ya disturbados y el techo está trabajado con grandes lajas de piedra de 1 a 2 m de largo y 40 cm de espesor. Esta cámara está debajo del suelo, de acuerdo con el nivel superficial, pero la cubierta está a nivel del suelo. Además, ésta fue rellenada con tierra formando una especie de cono en forma de pequeño montículo. 102 Rafael Segura Rivera Figura 9. Estructura Funeraria T2 Figura 10. Estructura Funeraria T2-b: a) dibujo de corte E-O b) dibujo en planta c) planta interior 103 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón Cerámica La cerámica sobre las estructuras circulares es escasa, sin embargo se las pueden encontrar sobre las laderas y las faldas de las colinas cercanas, especialmente por la zona norte en el sector A. En esta área se realizó el análisis de tiestos de cerámica diagnóstica in situ, especialmente sobre la falda de la colina que forma la estructura C8. Es un área con abundantes fragmentos de cerámica provenientes al parecer de tumbas ya totalmente destruidas, por lo cual suponemos que la mayoría del material es de función votiva (Figura 11). Las formas se deducen, a simple vista, que son mayoritariamente cuencos y platos, además de cántaros y cerámica utilitaria y no diagnóstica. En general, la cerámica puede describirse en las características siguientes: • Se ha ubicado cerámica confeccionada a base de caolín, pasta de textura fina y pulida por ambas caras, con engobe crema o rojo claro. Predominan los cuencos y platos de bordes adelgazados o en bisel, además de cerámica modelada. Decoración con un color rojo intenso o marrón, con bandas paralelas sobre el labio interno y externo, además de pintura en zonas en forma de aspa y punteadas. • Otro “tipo” de cerámica presenta pasta de textura media de color rojo, pulido interno y externo con engobe rojo o naranja. Formas esencialmente de cuencos, de paredes rectas y cóncavas, decoración en rojo sobre los bordes, de donde salen líneas verticales en forma de peines y líneas diagonales entrecruzadas formando cestillas en rombo. • También hay abundante cerámica de pasta naranja y textura fina, engobe en crema y naranja, pulida en ambas caras. Formas de cuencos con pedestal, mangos y vertederas. Decoración con puntos rojos y líneas de color blanco sobre superficie naranja. • También se ubica cerámica de pasta naranja, textura media, sin engobe pero con pulido interno y externo. Formas de jarras y cuencos. Decoración en rojo con líneas horizontales paralelas y líneas diagonales sobre el cuerpo del ceramio. • Y finalmente, cerámica de textura media y pasta roja, con engobe en rojo intenso, pulido en ambas caras. Formas de tazones, cuencos y vasos. Sin decoración aparente, ya que se han ubicado pocos fragmentos. Figura 11. Algunas muestras de tiestos cerámicos. 104 Rafael Segura Rivera Análisis y Discusión El sitio arqueológico de Antaragá presenta, en superficie, evidencias confiables para ubicarlo temporalmente en el proceso histórico de la región. En ese sentido, los indicativos nos llevan a una ocupación principalmente para la época de los Desarrollos Regionales y, por correspondencia geográfica y cultural, estaríamos tratando con una sociedad local de la tradición cultural Recuay. Los diferentes trabajos realizados en la región y principalmente en las cuencas vecinas del Puccha y el Yanamayo, muestran que sitios de la época Recuay se sitúan esencialmente sobre colinas o crestas de cerros en el ecotono Kichwa-Suni (3000 a 4200 msnm), además, sitios extensos se sitúan en zonas de control agrícola y comercial (Herrera 1999; Ibarra 2004; Orsini 2007). Con respecto al sitio de Antaragá, su ubicación estratégica es evidente: hacia el oeste y el sur existe una amplia área agrícola; a poca distancia se encuentra la pampa de Paras, apta para diferentes cultivos como el maíz, la quinua, la papa, etc.; hacia el sur se extiende la puna que hasta la actualidad es utilizada como área de pastoreo. Además, hacia el norte se ubican valles profundos y cálidos como algunos oasis ribereños del Marañón, donde se cultivan frutales, camote, yuca, coca, etc. El sitio también refleja una ubicación especial para el tránsito y el comercio ya que a 2 km hacia el sur se encuentra el “paso” de Mañacoj, que es ruta obligada para acceder a las cuencas bajas de la cuenca del Yanamayo, a las del Mirgas y Puccha y viceversa. Debido a que no se ha realizado un análisis profundo de la cerámica superficial, lo que podemos deducir es algo muy limitado aún, principalmente en cuanto a las formas de las vasijas. A grandes rasgos, se ha ubicado cerámica de pasta fina de color naranja y en menor medida de pasta caolín (crema), esta última es un indicador sustancial de ocupación Recuay (Lau 2004) y se restringe a la fase II y III de la tradición Recuay (Recuay clásico) según Hernán Amat (2004) ; además, se han ubicado restos de vertederas, vasijas de base anular y en trípode; estas y demás estilos devienen de una temprana tradición norteña (Reichlen y Reichlen 1949; Grieder 1978; Matzumoto 1993). Las estructuras funerarias del Tipo 2 posiblemente sean de época posterior. Este postulado se argumenta a partir de la intrusión de la estructura funeraria T2-a sobre una estructura circular; además, la cerámica fragmentada, analizada in situ, se relaciona con la cerámica del tardío. Podríamos estar tratando con arquitectura funeraria de transición entre las tumbas hipogeas a las superficiales (chullpas), como menciona Orsini para tumbas halladas en el sitio de Jatungaga (2007: 88-91). Estructuras circulares sobre colinas naturales o artificiales se han ubicado en muchas áreas de ocupación Recuay, con variaciones locales (subsisten hasta periodos tardíos), como en Chinchawas (Lau 2001, 2004), en el valle del Puccha (Ibarra 2004) y en la cuenca sur del Yanamayo (Orsini 2007). Se sabe que eran de función ritual-ceremonial y, según Carolina Orsini, estarían relacionadas con el culto al agua (ibid: 96-97). Un caso notable es el llamado torreón de Chinchawas, que es una estructura circular de función ceremonial, donde se sospecha, a partir de la analogía con la cerámica arquitectónica, que en este recinto se practicaban las escenas plasmadas en la cerámica, donde un oficiante dirige una serie de actos rituales (Lau 2001). 105 Antaragá: Arquitectura Monumental Recuay en el Alto Marañón En Antaragá la función ceremonial para las estructuras circulares se propone, a partir de la poca evidencia de áreas de actividad doméstica (análisis superficial), como también de las formas volumétricas de las estructuras, ya que no parece existir algún recinto de planta cuadrangular o estructuras de menor dimensión que las descritas. Todas sin excepción persiguen, bien que mal, una forma circular con elevación volumétrica. Por ejemplo, distinto a las estructuras circulares monumentales de Yayno (Tello 1929; Kauffmann 2002; Ravines 2005), que se definen por sus espacios interiores que se forman a partir de muros concéntricos y muros radiales que las delimitan, donde se confirma que servían de vivienda de la clase dominante (Lau 2010b). La particularidad del sitio de Antaragá es la masiva presencia de esta arquitectura en un espacio relativamente pequeño. Aparte de la zona nuclear, también se aprecian en las laderas y planicies cercanas, algunas regularmente aglomeradas hasta en diez estructuras. En realidad, están presentes desde el valle medio del río Mirgas, a 10 km al sur, en su mayoría aglomeradas sobre crestas bajas y pequeñas repisas. Asimismo, se han ubicado aisladas en sitios arqueológicos relativamente cercanos como en Pariajirca, asociado a estructuras menores; o como en el sitio de Mallallín, sobre una suave colina con abundante cerámica superficial, y en el sitio de Tambo, sobre una colina natural y aislada, sólo por mencionar algunos. Por consiguiente, es seguro señalar que en esta pequeña región se desarrolló, a inicios de nuestra era, una tradición arquitectónica particular, esencialmente en la manera de construir la arquitectura pública y/o ceremonial, definida por una comunidad local que sin embargo mantenía atributos inherentes a la tradición cultural Recuay. Para finalizar esta sucinta descripción y análisis, podemos señalar como hipótesis para futuros trabajos, que esta área conformaba un “señorío local” (argumento aceptado para otras áreas de la sierra Áncash), que mantenía relaciones de interdependencia con comunidades vecinas, articuladas por el intercambio y por una constante relación u oposición por el control del agua y las tierras de cultivo. Estos son los elementos con los que contamos en este nivel inicial de análisis, el cual nos permiten, a grandes rasgos, ubicar temporalmente el sitio y proponer posibles funcionalidades. Sin embargo, es necesario insistir con trabajos intensivos que puedan esclarecer, de alguna manera, muchas preguntas que se presumen a partir de un sitio arqueológico complejo. Agradecimientos Agradezco a Bebel Ibarra por la invitación y entereza para que mi persona publique sobre esta zona inédita. A mis compañeros y amigos que de distinta manera participaron en el proyecto: Jeff Contreras, Erik Villanueva, Max Arteaga, Miguel Pardo. Gracias infinitamente. 106 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 107-136 Instituto de Estudios Huarinos. Lima. 2016 6 ARQUEOLOGÍA DE UNA PACARINA ANDINA1 Carolina Orsini y Elisa Benozzi* Introducción La ciudad de Huari (Departamento de Áncash, Perú), al igual que otras ciudades andinas, tiene su propio mito de fundación. El mito narra una apuesta entre cuatro hermanos para establecer quién hubiera hospedado a la Virgen en su pueblo2. María Jiray, la hermana de la ciudad de Huari, ganó la apuesta y logró acoger a la Virgen en su ciudad. Llorando de felicidad por el gran resultado, María quiso terminar sus días tirándose en las aguas de la cercana laguna de Purhuay. Purhuay es una cocha a dos horas de camino de la ciudad de Huari3 (Figura 1), considerada hasta hoy en día un lugar milagroso y poderoso, donde se realizan ofrendas y del cual se creen hayan salido hombres y animales que poblaron los entornos. Se trata de un lugar importante desde la época prehispánica, rodeado por sitios arqueológicos (Figura 2). En la ladera oriental de la laguna se encuentra el cerro Pueblo Viejo con los sitios de Ñawpamarca de Huamantanga, Antaragá y Awilupaccha; en la ladera occidental se encuentran el cerro Ventanilla con Ñawpamarca de Acopalca. A orilla de la laguna están los sitios de Llamacorral y Ishla Ranra. Finalmente a unos kilómetros en dirección sur-oeste se ubica el sitio de Pukaranra. La misión arqueológica “Antonio Raimondi” estuvo realizando investigaciones en el entorno de la laguna Purhuay a partir del año 2006 hasta el año 20124. El proyecto tenía como objetivo el estudio de la relación entre el hombre prehispánico y este lugar tan especial, considerado una pacarina hasta la actualidad5. Nuestra finalidad era investigar las relaciones de poder, sociales y económicas que se crearon a orillas de la laguna a través del tiempo. Estas relaciones dejaron una huella material en la disposición de los asentamientos en diferentes pisos altitudinales y en una especial manera de explotar los recursos. Carolina.Orsini@comune.milano.it intyeli@yahoo.it 107 Arqueología de una Pacarina Andina Figura 1. Mapa del departamento de Ancash y de la provincia de Huari. Hemos tratado de profundizar este tema a lo largo de seis años de investigaciones a través de diferentes metodologías: prospección y registro de sitios, levantamientos topográficos, restituciones 3D, análisis con georadar, excavaciones, estudios de cultura material y análisis ambientales. Además, se levantaron planos topográficos y se realizaron excavaciones en distintos sectores de los sitios de Llamacorral, Ishla Ranra, Ñawpamarca de Huamantanga6 y Awilupaccha. En Llamacorral se realizaron análisis con georadar y una restitución tridimensional. En los sitios de Ñawpamarca de Acopalca, Pukaranra y Antaragá se llevaron a cabo prospecciones y estudios de los materiales superficiales. Entre los mencionados sitios debe de haber existido una relación muy fuerte, y la misma necesidad de establecer una conexión física, simbólica y económica con la Purhuaycocha. La estrecha relación es evidente no solo por la posición geográfica de los mismos, sino también por la frecuentación activa de los distintos micro pisos ecológicos que se encuentran en la zona. En este sentido se podría decir que el ecosistema de Purhuay refleja, a micro escala, la 108 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Figura 2. Mapa de la zona de Purhuay, Ancash (Perú), con la ubicación de los sitios arqueológicos mencionados en el texto. 109 Arqueología de una Pacarina Andina tradición andina de la complementariedad vertical. Ñawpamarca, Ñawpamarca de Acopalca, Antaragá y Awilupaccha pertenecen al piso altitudinal de puna, Llamacorral, Ishla Ranra y Pukaranra al piso altitudinal de suni. Las evidencias encontradas en las excavaciones (Orsini, Benozzi y Debandi 2009; Orsini y Ibarra 2006, 2007; Ibarra et al. 2008-2010), conjuntamente con los análisis paleobotánicos, atestiguan cómo los pobladores de estos sitios aprovecharon todos los pisos ecológicos de la zona. Las investigaciones han permitido, además, profundizar el tema del manejo prehispánico de los recursos hídricos. Además de consideraciones de carácter económico, nuestros estudios evidencian la existencia de una ritualidad peculiar conectada con la laguna. El hecho de mantener el acceso y de seguir practicando rituales hacia ella fue, en la época prehispánica, un elemento de identidad y prestigio para los pobladores locales el cual sigue vigente hasta hoy en día. En las siguientes páginas describiremos de forma resumida, las características principales de los sitios investigados, bien diferentes entre sí, pero que comparten el hecho de encontrarse en el entorno de una pacarina. Ishla Ranra La orilla sur de la laguna se caracteriza por la presencia de un pedregal que abarca un área de cuatro hectáreas (Figura 3). La conformación y las dimensiones de las rocas indican que su origen no fue glacial: el análisis morfológico sugiere que el extenso depósito de piedras se originó por un derrumbe catastrófico, que se remontaría muy probablemente al Holoceno (Corsini 2013) (Figura 4). En medio de este pedregal se ubica el sitio de Ishla Ranra (Figura 5): se trata de un lugar sumamente inhóspito y muy poco apto para la vida cotidiana en general. Figura 3. Vista de la orilla sur de la laguna de Purhuay con la ubicación de los dos sectores de Ishla Ranra y de Llamacorral. 110 Carolina Orsini y Elisa Benozzi El sitio de Ishla Ranra es un conjunto de estructuras distintas, por formas y dimensiones. Aquí realizamos tres temporadas de campo, 2006, 2009 y 2010, con el objetivo de armar un plan y de analizar estructuras de tipologías diferentes. En total se hicieron 7 sondeos en 6 estructuras, todas distintas. Las excavaciones de la temporada 2010 abarcaron una estructura en su totalidad (Figura 6). La peculiar morfología del sitio hizo que el trabajo topográfico resultara muy difícil, así como la interpretación de los resultados de las excavaciones. Los recintos intervenidos son de planta ovalada, rectangular o cuadrada y sus dimensiones varían de un máximo de 20x15 m a un mínimo de 5x4 m. En algunos están presentes una o más cámaras hipogeas en su interior, en otros las estructuras subterráneas se encuentran en su perímetro exterior. Hay también recintos sin cámaras hipogeas y cámaras hipogeas sin recinto. Para construir las cámaras han sido aprovechados los espacios vacíos entre las grandes rocas del pedregal, de la misma manera la mayoría de los muros se apoyan en las grandes rocas naturales. Las estructuras pueden ser aisladas o conectadas por medios de muros compartidos y no ha sido posible identificar algún esquema o modelo que se repita. Las piedras, las mismas del pedregal, han sido empleadas en los muros sin labrar, juntándolas con mortero de barro y piedras molidas. El ancho promedio de los muros es de 50 cm y la altura máxima conservada es de 1 m. A razón de su mal estado de conservación no pudimos establecer si las estructuras tuviesen alguna forma de techado. De las entradas se conservan, en Figura 4. Mapa con evidenciada la línea del desprendimiento de la masa rocosa del flanco oriental del cerro y el deposito rocoso causado por el derrumbe. 111 Arqueología de una Pacarina Andina Figura 5. Mapa del sector A del sitio de Ishla Ranra, con la ubicación de las estructuras donde se realizaron excavaciones. Las estrellas señalan las estructuras hipógeas. la mayoría de los casos, dos cepas y un umbral en piedra, en ninguna estructura pudimos notar la presencia de dinteles en este material. Los pisos son de tierra compactada y apoyados en un nivel de piedras utilizado para nivelar el terreno. En todas las estructuras objeto de nuestro estudio identificamos una única fase de ocupación no simultánea. Este dato, que ya se había evidenciado en los primeros sondeos del 2006, se confirmó gracias a los análisis de una estructura completa (temporada 2010). A pesar de que se pudieron detectar huellas de remodelaciones ocurridas en el tiempo (por ejemplo el apisonado que sellaba una de las cámaras fue removido y vuelto a poner para insertar una pequeña estructura adicional), no interpretamos estas actividades como evidencias de ocupaciones sucesivas ni de cambios en la funcionalidad del edificio. Asumimos, en base a los datos estratigráficos y a los fechados realizados (véase infra), que las remodelaciones ocurrieron a lo largo de una única fase de ocupación. El tema de la ocupación nos lleva a tratar una de las interrogantes principales que enfrentamos en la investigación de Ishla Ranra, o sea establecer su cronología. Nuestras hipótesis se basan en el análisis del escaso material de excavación encontrado (céramica y lítica7 , Figura 7 y 8) y en un reducido muestrario de fechados realizados a lo largo de las diferentes campañas. El muestrario comprende un tejido encontrado en una cámara hipogea aislada en el sector oriental del sitio (sondeo F) (Figura 9 n.9), y carbones procedentes de diferentes sectores de la llamada Tumba 88 (Figura 9 n.3,4,5), la estructura que 112 Carolina Orsini y Elisa Benozzi investigamos por completo en el 2010. El tejido fue encontrado en una cámara abierta: su deposición podría haber sido posterior a la construcción de la estructura, mientras las tres muestras procedentes de la Tumba 8 estaban asociadas a elementos estructurales. Por esta razón podemos decir que las muestras de la Tumba 8, fechan la estructura, mientras la del tejido al objeto mismo. Este dato es muy relevante porque el fechado del tejido remonta a la primera época colonial mientras los fechados de la Tumba 8 indican una ocupación del periodo Formativo Final - Intermedio Temprano del complejo. Podemos suponer que algunas estructuras se construyeron a partir del Formativo Final (aunque no podemos decir si todas, ni cuantas) y que hubo alguna forma de ocupación del sitio en la época colonial. En la actualidad no podemos establecer si la ocupación haya sido continua o si el sitio sufrió abandonos en algunas épocas. Figura 6. Planta palimpsesto de la estructura VIII, con la indicación de todas las unidades estratigráficas. Dibujo R. Giacomello. 113 Arqueología de una Pacarina Andina Otra interrogante que queda por aclarar es la naturaleza del sitio. Se encontraron huellas casi nulas de uso doméstico. Además, la difícil morfología del terreno hace poco probable que Ishla Ranra haya sido un lugar de viviendas. La presencia de numerosas cámaras hipogeas nos hizo suponer en un primer momento que fuese una necrópolis, pero hasta la fecha no encontramos ninguna evidencia definitiva, ni huesos humanos9. A pesar que no excluimos la hipótesis de que se trate de una necropólis, asumimos que este complejo de estructuras esparcidas en 4 hectáreas de pedregal fue utilizado para actividades rituales. Qué actividades en lo específico y si estas actividades estuvieron relacionadas con el culto a los muertos, es una pregunta que queda por contestar. Figura 7. Cuenco de pasta fina (reddish/mild brown) encontrado en el nivel más antiguo de la estructura VIII de Ishla Ranra. Figura 8. El hallazgo n. 22 de Ishla Ranra: una punta de flecha en piedra pulida. Figura 10. El sitio de Llamacorral a orillas de la laguna de Purhuay. Nótense los tres muros concéntricos que lo forman. Foto Gulia Garra. 114 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Llamacorral El sitio de Llamacorral (Figura 10) se encuentra en la orilla sur de la laguna Purhuay a una altura de 3532 msnm. En la actualidad estos parajes son utilizados como campos de cultivo, chakras. Las tierras pertenecen a la comunidad de Acopalca y al mismo tiempo están incluidas en el Parque Nacional Huascarán. Los restos son delimitados por un muro de contención de la época prehispánica que encierra un área de aproximadamente 23x9 m. El conjunto incluye un edificio circular con un pozo al centro, una huanca y un canal (Figura 11). Se realizaron cinco temporadas de campo en el sitio, a partir del año 2006 hasta el 2012. Las primeras investigaciones se concentraron en el estudio del edificio circular. Para alcanzar nuestros objetivos, en el 2006 y en el 2010 realizamos nueve sondeos en el interior de la estructura y uno en el exterior, muy próximos a la huanca. Durante la temporada 2009 se perfeccionó el relieve topográfico completo del sitio, incluyendo una reconstrucción tridimensional10. Con la finalidad de comprender la relación entre este sitio y la laguna, en el 2011 realizamos una prospección con georadar en el área comprendida entre el edificio y el muro de contención. Se quiso detectar la presencia de estructuras subterráneas como obras de canalización que conectaban el pozo central de la Figura 9. Cuadro de los fechados radiocarbónicos de los sitios de Llamacorral, Ishla Ranra, Awilupaccha y Ñawpamarca. 115 Arqueología de una Pacarina Andina Figura 11. Llamacorral, planta y ubicación de los sondeos. estructura con la laguna. Basándonos en los datos del análisis con georadar, en el 2012 volvemos a emprender una temporada de excavación y ubicamos un sondeo en una porción de la plaza que nos permitió identificar, de acuerdo a lo indicado por el georadar, la presencia de un canal subterráneo. El sondeo permitió además descubrir un relleno artificial que muy probablemente ocupaba toda la porción al Sur-Oeste del conjunto y la naturaleza completamente artificial del piso de la plaza. Las excavaciones en el interior de la estructura habían ya evidenciado cómo la inclinación del piso fue intencional, creada utilizando un nivel de preparación. Ahora sabemos que también la liviana pendiente exterior del complejo, a pesar de repetir la dirección de la inclinación de la vertiente del cerro, NE-SO, es artificial. Para entender mejor la importancia de estos datos pasamos a ver en detalle las características principales del sitio y nuestra interpretación. 116 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Figura 12. Las tres entradas alineadas de Llamacorral. Nótense el canal que pasa a través de las entradas con inclinación hacia afuera de la estructura. Foto L. Bitelli. El edificio circular es la estructura principal: su diámetro máximo mide 12 metros y es conformado por tres muros concéntricos. En cada uno de ellos se halla una entrada, las tres entradas están alineadas (Figura 12). Un pozo de 80 centímetros de diámetro ocupa la porción central del cerco interior (Figura 13). Entre el segundo y el tercer muro discurren dos pasadizos circulares, cuyos pisos tienen una inclinación, como hemos visto, NE-SO. El ancho promedio de los muros es de 40 cm y en su construcción han sido empleadas piedras no labradas, unidas por un mortero de barro, acomodándolas alternando piedras grandes con relleno de piedras menores según la técnica de la huanca-pachilla. En el 2006, en la época de nuestra primera visita, el estado de conservación de la estructura era muy bueno y unas cuantas lajas del techado se encontraban todavía en su sitio. De esta manera pudimos establecer, con buen margen de certidumbre, la altura completa de las paredes y averiguar que los muros tuvieron una altura variada, siendo el exterior más alto que el mediano y este a su vez más alto que el muro central, pasando de un máximo de 1,70 m. hasta un mínimo de 0,70 m. Suponemos que la altura variada de las paredes haya servido para sostener un techo inclinado hacia el centro, donde se ubica el pozo. Figura 13. El pozo helicoidal de Llamacorral. Foto L.Bitelli. 117 Arqueología de una Pacarina Andina Figura. 14. Planta de la cista en piedra ubicada en el sondeo L de Llamacorral, al fondo se notan los huesos que se encontraron en su interior. Se excavaron ocho sondeos en el interior de la estructura que permitieron establecer que existía un único nivel de ocupación representado por un apisonado de tierra el cual se apoyaba en un nivel de preparación artificial que, como mencionamos anteriormente, se acomodaba a la inclinación natural de la ladera del cerro. En correspondencia de las entradas, el apisonado formaba un pequeño canal, de aproximadamente 30 cm de ancho y 20 cm de profundidad. El noveno sector de excavación, ubicado en el segundo cerco, se realizó para analizar una pequeña cámara subterráneas (Figura 14) que había sido descubierta accidentalmente en el curso de los trabajos de restauración de la estructura. Se trataba de una cista lítica que medía 62x87 cm, construida juntamente con la nivelación del área, tapada con lajas y sellada por el apisonado de la estructura. En su interior se hallaron los restos de un número mínimo de 16 ejemplares tiernos de llama, en la mayoría identificados a partir de sus hue118 Carolina Orsini y Elisa Benozzi sos largos. Los huesos presentaban trazas de carnicería, pero ninguna huella de fuego. En el mismo sector, en otra porción del segundo cerco, debajo del apisonado, se había encontrado una media valva de Spondylus pr. En el área comprendida entre el muro de contención y la estructura se realizaron dos sondeos: el primero, realizado en el 2006, en correspondencia de una piedra de grandes dimensiones –posiblemente una huanca frente a la entrada de la estructura– tenía la finalidad de averiguar la presencia de ofrendas u otras actividades rituales. No se encontraron evidencias de algún tipo, ni se pudo identificar con seguridad algún nivel de orígen antrópico. El segundo sondeo se realizó en el 2012 en la porción de la plaza al Sur de la huanca, en el área donde los análisis con georadar habían indicado la presencia de espacios vacíos en una diagonal con orientación NO-SE a partir de la estructura hacia la laguna. Los resultados de esta excavación, como hemos dicho, han evidenciado la presencia de un nivel de relleno cubierto por un nivel de apisonado, y de un canal construido con lajas de piedra, debajo del cual se descubrieron las huellas de un fogón (Figura 15, SU 118). Como dijimos, el nivel apisonado cubría el de relleno, que a su vez tapaba una mitad de la huella del fogón. El canal estaba conformado por cinco lajas verticales que se apoyaban en el nivel de relleno y eran plantadas en el lente de ceniza. Su fondo era de tierra y muy probablemente se trataba de un nivel de origen natural. Según nuestra interpretación, la función del nivel de relleno era de conformar el piso del complejo dándole una inclinación lo más regular posible con orientación NO-SE, aparte de sostener los muros de la estructura principal. Es muy probable que el pozo que se encuentra en el centro de la estructura fuese un puquio natural y el agua que de aquí brotaba, antes de la construcción del edificio, fluyese en dirección NO-SE como parece ser confirmado por la presencia de un nivel de arena debajo de la huella del fogón supuestamente depositada por el agua en su fluir. La construcción del canal artificial recrea este flujo natural. Es posible que la presencia de la huanca y del puquio haya sido unas de las razones por las cuales este lugar se eligió para construir un complejo ceremonial y por esta razón el espacio se remodeló sin afectar estos dos elementos y sus interacciones. Vemos ahora una posible reconstrucción de los acontecimientos que tuvieron lugar en este sitio. Figura. 15. Detalle de la pared en piedra de la obra de canalización que posiblemente facilitaba un desagüe natural. Se nota la huella de fogata debajo de ella. 119 Arqueología de una Pacarina Andina Como hemos visto en la descripción del sitio de Ishla Ranra, la ocupación de las orillas de la cocha Purhuay remonta a, por lo menos, la parte final del Formativo. Suponemos que existió un puquio natural del cual brotaba agua saliendo en dirección sur-este. Durante el Horizonte Medio11 (Figura 9, n.1) los antiguos lugareños decidieron levantar allí un adoratorio. Los primeros trabajos que se realizaron sirvieron para acondicionar el área: se construyó un muro de contención y se empezó a nivelar el piso, levantando también los muros de la estructura. Es muy probable que antes de completar el trabajo se celebró una ceremonia, que involucró la preparación y el consumo de decenas de camélidos tiernos. Suponemos que se preparó una comida ritual con las mejores partes, las patas y quizás los lomos, y que los restos, sin cocer, fueron ofrendados en una cista, depositando al mismo tiempo una media valva de Spondylus. Al terminar la ceremonia se completaron los trabajos de construcción, tapando la cista con lajas, construyendo el canal y sellando todo con el nivel de apisonado. No se encontraron otras huellas de actividades posteriores a la mencionada: pero sabemos que este lugar fue conocido hasta el Intermedio Tardío, cuando en el sitio de Awilupaccha, como veremos, se construyó una réplica de la estructura circular de Llamacorral a tamaño reducido. Ñawpamarca El sitio de Ñawpamarca (Orsini e Ibarra 2006, 2007; Orsini, Benozzi y Debandi 2009; Orsini, Debandi y Sartori 2009; Ibarra et al. 2008-2010; Orsini et al. 2011) se ubica en la parte alta del cerro Pueblo Viejo (4300 msnm) en una área parcialmente incluida en el Parque Nacional Huascarán (Figura 2). El ambiente que lo rodea es del tipo páramo subandino (Onern 1975), comúnmente conocido como puna. Además de la parte del sitio ubicado en los territorios del Parque, se ubica en los terrenos de dos comunidades locales: Acopalca, situada en el valle del río Shashal, y Huamantanga, situada en el valle de Huaritambo al este de la Laguna de Purhuay. El sitio, de hecho, ocupa una cumbre elíptica en la cresta que divide los dos valles (Figura 16). Esta posición dominante permite un amplio control visual del territorio de dichos valles y por supuesto de la Laguna de Purhuay que se encuentra en la pendiente hacia Acopalca. El sitio cubre un área de aproximadamente 10 hectáreas, con un perímetro de 1,309.44 m. Las excavaciones llevadas a cabo desde el año 2007 hasta el 2010 permitieron identificar una función básicamente residencial de la mayoría de estructuras. Este asentamiento se caracteriza por la presencia de cinco terrazas, tres de las cuales son concéntricas, construidas sobre una cumbre irregular, delimitadas por fosos y altos muros. Una de las paredes más impresionantes se encuentra en la porción norte-este del asentamiento, su función es de contención de la terraza y al mismo tiempo de defensa, ya que se ubica cerca del antiguo camino empedrado que en épocas prehispánicas bajaba al valle de Huaritambo. En las tres terrazas concéntricas (Figura 17), respectivamente llamadas A, B, C (comenzando desde la parte superior), se concentra la mayoría de las estructuras. En la terraza D se ubican pocos recintos, mientras que hay otra zona de recintos domésticos con un bajo nivel de formalización en una pendiente fuera de los cercos amurallados que llamamos terraza E. 120 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Figura 16. Vista panorámica del sitio de Ñawpamarca, el cual se ubica en la cumbre del cerro Pueblo Viejo, que divide el valle del rio Puruhay del valle del rio Huaritambo. La foto ha sido tomada desde el sitio de Antaragá. El uso del análisis espacial permitió detectar una diferencia entre las áreas investigadas: en la terraza C aparecen estructuras que pueden incluir espacios abiertos comunes a más de una estructura. En la terraza B, más angosta, las instalaciones se colocan cerca de la pared de la terraza sin tener la disponibilidad de espacios abiertos como en C. En A, la cumbre del sitio, los edificios, sin orden aparente, dejan libre un espacio central formando un área tipo plaza que muestra un uso compartido. Como en otros casos de asentamientos contemporáneos, el sitio de Ñawpamarca estaba bien defendido no sólo gracias a su ubicación geográfica sino también por la presencia de los tres círculos de murallas mencionados anteriormente y por una serie de zanjas. Donde está mejor conservado, el círculo exterior alcanza una altura de 1.80 m, y el interior de 1.60 m. Entre las zanjas se destaca una que pudo utilizarse, por un tramo, como camino protegido y que continúa como una pequeña pista flanqueada por una pared baja en dirección del sitio de Awilupaccha (véase infra) (Figura 17: sendero a Awilupaccha). Las zanjas o trincheras también pueden haber funcionado como depósitos de agua, trampas para animales, etc., tales como las utilizadas en la región amazónica de Bolivia (Erickson, Álvarez y Calla 2008) y en otras zonas de América del Sur en época prehispánica (Arkush 2011). Además, los espacios abiertos y cuesta arriba –entre las terrazas– ponían al enemigo en una situación desventajosa en el caso de ataque. Los mismos espacios abiertos quizás fueron utilizados para los animales en tiempos de paz, con el fin de separar machos y hembras (ver Arkush 2011: 111). Por último, los altos muros habrían sido útiles para protección contra los vientos que barren el cerro durante la estación seca. 121 Arqueología de una Pacarina Andina Figura 17. Mapa del sitio de Ñawpamarca con las áreas excavadas. Topografía: E. Boni, C. Castagnetti, E. Sosa Chunga, E. Manca, C. Rámos Cáceres. 122 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Es bien sabido que el hábitat de la zona andina se caracteriza por períodos de sequía extrema durante la temporada que va de Mayo a Septiembre. Ñawpamarca está situado a una altitud más elevada con respecto a Purhuay y en un nivel aún más alto (más de 1000 m) con respecto al valle del río Huaritambo. A compensación de la distancia de estos dos recursos principales, pensamos que se recogió agua en pequeñas cantidades en zonas próximas al sitio. Un pozo situado inmediatamente al sureste del sector E en las proximidades de la vía que conduce a Awilupaccha (véase la Figura 17: puquio seco), actualmente seco, podría haber constituido una fuente de agua. Se documentaron, además, estructuras hidráulicas artificiales para recoger lluvia y para captar las aguas subterráneas, como el gran reservorio en la porción norte del sitio, y, a nivel doméstico, se aprovechaba de la inclinación de los techos para recoger agua de caída en grandes vasos (ver más abajo). El reservorio (150 m2) (Figura 17: Reservoir) se alimentaba además gracias a un pequeño canal (100 m de largo, de uno a dos metros de ancho y escasa profundidad) que conducía las aguas explotando la pendiente natural de la tierra en dirección de la cuenca. Su máximo caudal de agua ha sido calculado en 225 m³. En la mayoría de los casos, las estructuras de Ñawpamarca son casas, a veces con patios adosados. La mayoría de las paredes de los edificios –ya sean muros mayores o simples paredes de casas– son pircas de doble cara compuestas de piedras de tamaño medio (80x40 cm) o grande (120x80 cm) cortadas y alisadas. En algunas zonas (por ejemplo en la Terraza C y más aún en la Terraza E) encontramos recintos con muros simples. En algunos de los recintos excavados ha sido posible asumir la presencia de techos de material perecedero inclinados y de una sola agua sostenidos por palos, que han dejado huecos en el piso. Es bien probable que fueron aprovechados para encauzar lluvia o nieve hacia un extremo de la casa donde podía entonces recolectarse o ser drenada hacia el exterior. Dentro de las unidades domésticas los espacios podían haber sido organizados gracias a la presencia de muros de adobe y divisorios de materiales perecederos como empalizadas: se han registrado acumulaciones de material arcilloso que se pueden interpretar como huellas de adobes derretidos, mientras que las empalizadas u otros tipos de puertas se podrían indicar por la presencia de muescas simétricas en paredes opuestas (Figura 18), que probablemente fueron utilizadas para el ejercicio de los elementos corredizos de las empalizadas que no han sobrevivido. Dentro de algunas de las unidades excavadas se han encontrado estructuras de piedra de tamaño reducido, que han sido interpretadas como silos (Figura 19), y, estacionalmente, para la recogida de agua de lluvia (Figura 20, reconstrucción hipotética de una estructura). Los pisos se presentaban como una capa de tierra arcillosa seleccionada y compactada de un característico color marrón rojizo. Las unidades domésticas que han sido estudiadas no difieren mucho la una de la otra; con exclusión de aquellas en el sector E y en algunas zonas del sector C que presentan técnicas de construcción más simple, sin muros dobles. Las unidades domésticas más grandes se concentran en la terraza A. Las excavaciones tenían la finalidad principal de investigar la organización espacial del asentamiento y las actividades que se realizaban. Se buscó comprender en especial manera las relaciones (y no-relaciones) entre las uni123 Arqueología de una Pacarina Andina Figura 18. Detalle de uno de los dos huecos simétricos que se encontraron en las paredes de la estructura I del área C de Ñawpamarca, posiblemente sostenían un poste con una pared móvil de material perecedero. Figura 19. Relieve fotogramétrico de la estructura I sector C de Ñawpamarca con restos de silos semicirculares. 124 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Figura 20. Reconstrucción hipotética del techo inclinado de la estructura I sector C de Ñawpamarca, basada en las observaciones que se hicieron durante la excavación. Nótense especialmente la presencia de una estructura semicircular donde se colocaban vasijas para recolectar el agua, como indicarían los fragmentos encontrados en el piso. Dibujo L. Mazzari. dades domésticas. Estos objetivos fueron cruciales para detectar la presencia de espacios específicamente diseñados para acoger familias extensas o grupos económicos corporativos (Stanish 1989; Aldenderfer y Stanish 1993; Bawden 1993: 42-54; mientras que para Ancash véase Lau 2011: 67 et passim). De hecho, la literatura colonial que se refiere a la última parte de la historia prehispánica de Ancash describe una organización social local basada en familias extendidas encabezadas por un primus inter pares (Zuloaga 2008; Herrera Amaya y Aguilar 2011: 165-218). Este tipo de organización social debe haber influido en la organización espacial de los asentamientos, y, en una escala mayor, en la explotación de la tierra, especialmente en un área tan importante como la de Purhuay, considerada como “sagrada” (Orsini et al. 2011). Finalmente, las excavaciones ayudaron a establecer la relación entre Ñawpamarca y los sitios de Awilupaccha y Antaragá, situados cerca de Ñawpamarca en la cresta del Cerro Pueblo Viejo. Para obtener una visión general, se realizaron sondeos en diferentes zonas del asentamiento. La mayoría de estos sondeos se realizaron en toda la extensión de las unidades investigadas. El análisis estratigráfico, junto con el de los artefactos asociados, revelaron que durante una primera fase de construcción del sitio se edificaron recintos con muros simples (sin relleno) que estudiamos en especial manera en el sector E donde se registraron las fechas más antiguas (Figura 9, n.7) de todo el asentamiento. Durante la fase sucesiva se empezaron a construir muros de doble cara (utilizados en la mayor parte de las estructuras sobre el promontorio principal). Algunos recintos simples se identificaron también en la terraza C y fueron posteriormente incorporados en las fases posteriores de construcción en el sitio. La secuencia estratigráfica se caracteriza además por una capa de abandono que cubría uniformemente un piso encontrado en todas las unidades domésticas excavadas; en el cual se encontraron abundantes restos de material cultural. De acuerdo con las dataciones radio carbónicas y sobre todo en virtud de la observación de algunas macro características principales, el asentamiento pertenece al Período Intermedio Tardío: 1150-1400 d.C. (Figura 9, n.6,7). 125 Arqueología de una Pacarina Andina Ñawpamarca es, sin duda, un buen ejemplo de asentamiento tardío de la sierra del centro norte de los Andes peruanos: encarna varias características que son típicas de los asentamientos de esta fase, sobre todo en relación con su ubicación, la presencia de estructuras defensivas y en relación con el manejo de las aguas, la disposición caótica de los recintos –algunos de los cuales presentan patios– y la ausencia de un nivel claro de diferenciación entre las estructuras. La falta de jerarquía entre los recintos dentro del asentamiento puede, en parte, reflejar una posible falta de diferenciación social que sería característica de esta fase de la historia prehispánica. Sin embargo es posible afirmar que, incluso teniendo en cuenta que hay una notable homogeneidad entre grupos de recintos, también hay algunas diferencias significativas. Tomamos como ejemplo la zona alta, A12: se trata del sector con los recintos más grandes, donde no se encontraron muchos indicios de actividades domésticas intensas. La cerámica (véase nota 7) no es abundante, y en algunos recintos es casi nula. Al mismo tiempo la zona estaba densamente poblada pero no había áreas aptas para la producción debido a la escasez de espacios abiertos. Aunque las estructuras tienen forma Figura 21. Dibujo de la pared oeste de la estructura IV del sector A de Ñawpamarca con su ducto de ventilación. Arriba: planta de la estructura con la ubicación de la pared. 126 Carolina Orsini y Elisa Benozzi irregular, la construcción de algunos recintos parece haber sido planeada con mucho cuidado: por ejemplo, una pared de la estructura IV (Figura 21) coincide con el gran muro de contención de la plataforma donde se dejaron dos huecos para la salida del aire, ya que, según nuestra interpretación, la estructura IV fue utilizada como una cocina común donde se podía preparar la comida que tuvo que haber sido semi-procesada en otro lugar. Podemos plantear la hipótesis de que los habitantes de esta área planearon una estructura donde la preparación de la comida podría ser controlada, y podemos suponer que aquí se preparaban alimentos especialmente para los habitantes de la zona más alta en ocasión de festejos públicos. Además, en la estructura antes mencionada, se encontraron los únicos torteros de la zona A: esto apoya la hipótesis de una zona utilizada por mujeres. Esto no quiere decir que la zona A estaba habitada por personas con un estatus social más alto o que los habitantes eran necesariamente dividido en “barrios”. No hay, de hecho, grandes diferencias entre las unidades domésticas de A, B y C. Pero es probable que las actividades se diferenciasen entre las áreas del asentamiento. Por otra parte, la Terraza A tiene la única área apta para las reuniones públicas de pequeños grupos de personas, dominada por una suerte de torreón (en pésimo estado de conservación) que estaba, sin duda, conectado al mencionado espacio abierto por medio de una escalera. Por último, suponemos que la zona C fue donde se realizaban la mayoría de las actividades domésticas y productivas: la cerámica y los instrumentos agrícolas provienen mayormente de este sector, mientras que las armas y las herramientas de caza están distribuidas por todo el sitio, lo que indica que ambas actividades eran una preocupación central de la población. ¿Cómo vivía la gente en Ñawpamarca? El sitio está ubicado en un ecosistema de puna, adecuado para las actividades de pastoreo: a pesar de que en las cercanías del poblado había varias fuentes de agua, el abastecimiento hídrico debe haber sido crítico durante la estación seca para los hombres así como para los animales. Se prestó gran atención en la organización de la recogida de las aguas: se invirtió fuerza de trabajo en la construcción de un gran reservorio en la zona norte del sitio y en la construcción de pozos que aprovechaban los afloramientos naturales de agua en las cercanías del sitio. Finalmente, se aprovechó el agua de las lluvias en la temporada húmeda, como lo indica la construcción de techos inclinados hacia estructuras de piedra externas a las habitaciones donde se encontraron fragmentos de grandes vasos para la recogida de aguas estacionales, posiblemente utilizados como almacenes durante la estación seca. Los habitantes de Ñawpamarca sin duda practicaron la agricultura, como lo demuestra el descubrimiento de numerosos instrumentos agrícolas y de semillas. La abundante cantidad de restos de diferentes tipos de madera carbonizada (sobre todo de tipo Alnus sp. véase Cottini, Ravedoni y Di Martino 2008) sugiere que los habitantes utilizaban en la antigüedad los bosques de la zona de Purhuay (el Alnus sp. es una especie que se encuentra en áreas húmedas). Los habitantes utilizaban diferentes pisos ecológicos en las áreas alrededor del lago en el intento de maximizar el potencial productivo de la tierra. 127 Arqueología de una Pacarina Andina A pesar de que el clima era probablemente más cálido que hoy en día, por lo menos durante la primera fase del Período Intermedio Tardío, y el entorno más fértil, vale la pena preguntarse si el sitio fue ocupado durante todo el año o sólo estacionalmente. Sabemos que fue ocupado durante por lo menos 250 años, por lo tanto, vivieron allí aproximadamente seis generaciones (Austin 1997). No hay mucha evidencia de reconstrucciones o remodelaciones de las estructuras, lo que posiblemente indica que sólo se utilizó para períodos cortos. Probablemente fue construido en varias etapas (por lo menos dos) como lo indican las dos diferentes técnicas y fases constructivas (véase más arriba) registradas. Suponemos que, si fue habitado durante todo el año, no lo fue de forma continua. Por lo tanto, la población debe de haber utilizado estructuras estacionales ubicadas en áreas agrícolas más alejadas, ya que aquellas de la zona no eran lo suficientemente productivas como para alimentar a la población de los grandes sitios alrededor de la laguna13. A manera de conclusión vale la pena hacer algunas hipótesis acerca de la relación entre Ñawpamarca y los sitios contemporáneos a éste. Pocos centenares de metros separan Ñawpamarca de Antaragá. El patrón de los sitios gemelos del Intermedio Tardío ha sido reportado por otros autores (ver Bazán 2011): parece obvio que entre asentamientos tan cercanos debe de haber existido una relación especial, quizás no siempre pacífica. En nuestro caso la mayoría de las estructuras defensivas de Ñawpamarca apuntan directamente al norte, en dirección de Antaragá. Futuras investigaciones aclararán la naturaleza de las relaciones entre estos dos sitios y el tercer sitio contemporáneo entre aquellos que rodean Figura 22. El sitio de Awilupaccha: el pozo, los tres cercos de muros y las entradas alineadas hacia Sur en dirección de la laguna de Purhuay. Foto C. Orsini. 128 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Purhuay: Ñawpamarca de Acopalca. La ubicación en los altos de los cerros y en ecosistemas similares, todos en estrecha relación de dominio/control de Purhuay, hacen plantear la hipótesis de que los habitantes de los tres poblados ejercían un control directo a los recursos de la laguna y gozaban del dominio simbólico de una pacarina quizás con un sistema de rotación de liderazgo bien documentada localmente durante el Período colonial (Zuloaga 2008; Herrera, Amaya y Aguilar 2011: 165-218). Awilupaccha En el extremo sur del cerro Pueblo Viejo, que delimita la orilla oriental de la laguna, se ubica el sitio de Awilupaccha (Figura 22). Aquí se realizó una prospección preliminar en el 2006, excavaciones y un levantamiento topográFigura 23. Planta del sitio de Awilupacfico preliminar en el 2007, y uno definicha con la ubicación del sondeo A. tivo en el 2009. El sitio se compone de una única estructura que es una copia en tamaño reducido del adoratorio de Llamacorral, puesto a orilla de la laguna: un edificio de planta circular conformado por tres muros concéntricos, con entradas alineadas y con un área hundida en la porción central del cerco interior (Figura 23). El diámetro del cerco exterior es de 8 m, el del mediano de 3.5 m y el del interior de 1 m. Las excavaciones en este sitio consistieron en un único sondeo (A) de 1 x 3.5 m y abarcaba el espacio entre las tres entradas. La estructura se encontró muy deteriorada y no ha sido posible establecer la altura de los muros (ahora conservados hasta un máximo de 50 cm) y la existencia o la tipología de un techado. Tampoco se conservan los dinteles de las entradas, mientras siguen en su lugar las cepas y los umbrales, esto nos permitió establecer que el ancho de las entradas variaba de los 60 cm de la del cerco exterior a los 35 cm del interior. Es posible que el cambio de dimensiones haya sido empleado para aprovechar un efecto visual tipo perspectiva, para dejar la impresión –en quien miraba la estructura desde afuera– que esta fuese más grande que en la realidad. El ancho de los muros es de 50 cm y el espacio promedio entre ellos de 70 cm. Para construirlos han sido utilizadas piedras no labradas, unidas por un mortero de barro y ha sido empleada la técnica de la huanca-pachilla. Las excavaciones permitieron detectar la presencia de un único apisonado de tierra; el cual se apoyaba en un nivel de piedras previamente acondicionadas. La porción visible del apisonado tenía una inclinación N-S, pero la extensión del sondeo14 no fue suficiente para decir que no pudiera ser NE-SO. Como decimos, en el centro del cerco interior se encontró un hueco de 40 cm de profundidad. Es posible que fuese –en la antigüedad– una fuente ahora seca, como parece atestiguar el 129 Arqueología de una Pacarina Andina significado del topónimo Awilupaccha - “fuente de los antepasados” - en la variante local del quechua moderno. La presencia de una paccha podría ser la razón de la edificación del pequeño adoratorio, que, al igual que Llamacorral, quizás tuvo una relación con el culto al agua. Los objetos encontrados en la excavación (un fragmento de concha y unas cuentas de color azul/verde) apoyarían esta hipótesis. Awilupaccha fue construido contemporáneamente al cercano sitio de viviendas de Ñawpamarca (Figura 9, n.8), pero con un modelo que repite una estructura más antigua, la de Llamacorral, probablemente con la finalidad de afirmar una función similar, aquella de celebrar una espiral de agua que sale o que entra en las entrañas de la tierra. Antaragá En la ladera oriental de la corona de cerros que enmarcan la laguna de Purhuay –al norte del sitio de Ñawpamarca en una pequeña cumbre rocosa (4310 msnm)– se encuentra el sitio de Antaragá, que fue objeto de una prospección en el 2008. El sitio abarca una extensión de aproximadamente 1.5 hectáreas. Se accede por una amplia plataforma artificial, edificada por medio de la construcción de un muro de contención cuya altura máxima es de 3 m. A parte de esta plataforma, conforman el sitio otras dos plataformas artificiales y una natural, que se ubica en la parte más alta del cerro. En las dos terrazas inferiores se encuentran numerosos recintos cuadrangulares mientras que en la superior se hallan los restos de una estructura circular. En la construcción han sido utilizadas piedras seleccionadas, unidas con mortero de barro y piedras molidas. Debido a la presencia de vegetación y al mal estado de conservación de las estructuras, no ha sido posible estudiar a fondo la naturaleza de los recintos, pero –por lo observado y por la similitud de ubicación y de conformación con Ñawpamarca– el lugar pudo haber sido un sitio de viviendas. La recolección de material de superficie evidenció la presencia de cerámica de uso común, atribuible muy probablemente al Período Intermedio Tardío. Puka Ranra o María Jiray En el año 2009 realizamos una prospección en el sitio de Puka Ranra, que había sido objeto de un estudio por parte del equipo de Bebel Ibarra Asencios el año anterior (Chirinos y Borba 2009) (Figura 24). Se trata de un lugar relativamente alejado de la laguna, pero lo incluimos en este artículo por sus caracterésticas peculiares que describiremos a continuación. Puka Ranra se halla a una altura de 3300 msnm y a una distancia de 2 km del centro poblado de Acopalca, frente a la catarata María Jiray. Su extensión es de aproximadamente 10,500 m². Está conformado por numerosas estructuras de planta circular, con un diámetro máximo de 6 m y mínimo de 2 m, algunas construidas aprovechando la presencia de grandes rocas de origen natural. Al interior de estos recintos hemos identificado estructuras hipogeas de planta circular, cuyo diámetro promedio es de 80 cm y cuya profundidad de 1 m. En dirección sur, Puka Ranra es delimitado por el rio Shashal; a la altura del sitio se encuentra un recodo del río que conforma un pequeño charco. Los po130 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Figura. 24. Levantamiento topográfico del sitio de Pukaranra, ubicado cerca de la Catarata Maria Jiray. Se supone que la cascada haya existido también en la época prehispánica probablemente con una portada de agua inferior. 131 Arqueología de una Pacarina Andina bladores locales nombran a esta parte del río “pequeña laguna” y hay numerosos relatos y cuentos que mencionan el paraje como poderoso e importante. A pesar de que en la actualidad no tenemos datos suficientes para formalizar hipótesis sobre la funcionalidad y la cronología de este sitio, queremos evidenciar las muchas similitudes con Ishla Ranra. En primer lugar la morfología de los lugares, que se caracteriza por la aspereza del suelo debida a la presencia de rocas: este elemento se nota también en la toponimia (en el nombre de los dos sitios aparece la palabra ranra, que en quechua ancashino significa muchas piedras). Otra semejanza es la cercanía con el agua y la presencia de estructuras hipogeas. En las conclusiones trataremos de profundizar de forma más extensa este tema. Ñawpamarca de Acopalca En los altos del cerro Ventanilla, al oeste de la laguna de Purhuay, se encuentra Ñawpamarca de Acopalca, donde realizamos una prospección en el 2011. El sitio ocupa una cumbre de difícil acceso que domina una amplia planicie la cual es utilizada en la actualidad para pastear animales. Basando nuestra interpretación en los datos preliminares a disposición y en la observación de las estructuras, podemos suponer que haya sido un sitio de viviendas del Intermedio Tardío. Los edificios se distribuyen entre las anchas terrazas naturales que se encuentran en la parte inferior del cerro y su angosta cumbre. La ubicación distinta podría reflejar una distinta funcionalidad de las estructuras, algunas de las cuales se ubican en una zona (la cumbre) con un acceso restringido y protegido por una muralla (Figura 26). Aquí los recintos son de tamaño reducido y conectados por escaleras. Por lo general, el patrón de asentamiento es parecido a lo identificado en los sitios de Ñawpamarca de Huamantanga y Antaragá. Figura. 25. Detalle de la muralla y de la pequeña puerta de acceso al sector más alto del sitio de Ñawpamarca de Acopalca. 132 Carolina Orsini y Elisa Benozzi Conclusiones Según lo que pudimos documentar, las evidencias más antiguas de ocupación del área de Purhuay datan del Horizonte Temprano-Período Intermedio Temprano. Estas se han encontrado en el sitio de Ishla Ranra. Este mismo sitio ha sido ocupado hasta la época colonial, como indican los textiles encontrados en el 2006. Alejándonos del área de la laguna, pudimos identificar algunos sitios de viviendas probablemente de la misma época en las cercanías del pueblo de Huamantanga (de los cuales registramos solo uno, Huamantanga Jirca) La edificación de Llamacorral remonta, como hemos visto, al Horizonte Medio y se trata otra vez de una ocupación no doméstica. Solamente durante el Intermedio Tardío se construyen poblados con viviendas donde se pudieron detectar claras evidencias de actividades económicas en los sitios de Ñawpamarca de Acopalca, Ñawpamarca de Huamantanga y Antaragá. A esta misma época pertenece el pequeño adoratorio de Awilupaccha. No sabemos si en esta etapa el sitio de Llamacorral había dejado de funcionar o si todavía seguía siendo un lugar de culto, pero sin duda los pobladores locales conocían y aceptaban su importancia, ya que lo utilizaron como modelo para la construcción de Awilupaccha. Durante el Intermedio Tardío, en toda la región se determina una traslación de las viviendas hacia lugares más altos y de difícil acceso, muy probablemente debido a una condición de inestabilidad política (Herrera 2003, 2005; Ibarra 2003; Lane 2005: 109; Orsini 2005; Mantha 2006; Bazán 2011). Volviendo a las primeras evidencias de presencia humana en Purhuay, vale la pena reflexionar sobre la naturaleza del asentamiento de Ishla Ranra ya que en nuestra opinión la decisión de construir decenas de estructuras en un paraje ocupado por grandes rocas puntiagudas, a pesar de que en el mismo entorno existían lugares más aptos para levantar edificios, se debe a la naturaleza especial de estas rocas, bajo las cuales fluyen las aguas de Purhuay y se transforman en el río del mismo nombre15. Años después se construye un sitio a corta distancia (Llamacorral) completamente diferente pero donde el tema de las aguas que fluyen parece revestir la misma importancia. En nuestra opinión, para comprender la naturaleza de los sitios del entorno de la laguna Purhuay –estrechamente vinculados al prestigio del lugar, especialmente la de Ishla Ranra16 – es necesario analizar el tema del culto al agua y a los antepasados. Dejando de lado la literatura que concierne el pasado prehispánico17, mencionamos brevemente solo algunos rituales que se siguen realizando hasta hoy en día en Huari, especialmente los conocidos como sequiaruy y awilu turky. El sequiaruy es un ritual de limpieza de los canales, durante el cual los canales toman el nombre de las heroínas fundadoras de los pueblos (entre ellas, por supuesto, también María Jiray), estableciendo de esta manera una conexión entre los antepasados míticos y las aguas fertilizadoras. El awilu turky es un ritual que realizan los miembros ancianos de la comunidad de Acopalca en temporadas de extrema sequía o demasiada lluvia para que los antepasados ayuden a restablecer un clima favorable. El ritual se realiza en los sitios arqueológicos de Cashapallan y Ranrash18 y su momento central es cuando se sacan los restos de las tumbas y se llevan al aire libre, ya que ellos tienen el poder de gobernar las aguas y donar la fertilidad19. 133 Arqueología de una Pacarina Andina ¿Cómo se reflejan estos datos etnográficos en las evidencias arqueológicas? El sitio de Ishla Ranra, como hemos visto, es un conjunto de recintos con escasas evidencias de ocupación, algunos de los cuales presentan cámaras hipogeas. A pesar de no haber encontrado restos humanos en el trascurso de nuestra investigación, diferentes testigos han relatado su presencia en dichas cámaras en el pasado. Podemos asumir que estas hayan sido tumbas y que en los recintos se realizaron rituales relacionados a estos entierros especiales20. Se trata evidentemente de una suposición, tal como aquellas que podemos hacer sobre el destino de los huesos desaparecidos. Parece poco probable que los huesos hayan sido removidos como resultado de la actividad de saqueadores, que normalmente no se interesan mucho en los restos humanos. Otra opción es que hayan sido trasladados a otro lugar en algún momento de la época colonial. Como ya hemos visto, durante la colonia ha habido una frecuentación del sitio: por lo menos en un caso encontramos una tumba vacía, quizás en ocasión del traslado de los restos. Los pobladores podrían haber movido sus antepasados a un lugar escondido para protegerlos de los extirpadores de idolatrías, especialmente si Ishla Ranra seguía siendo utilizado para los cultos indígenas. Otra hipótesis sobre la función de los recintos, que no excluye la anterior, es que fueron utilizados para celebraciones a los antepasados transformados en huancas21. En el Intermedio Temprano se construye el sitio de Llamacorral, un complejo de tipo ritual, cuya importancia, como hemos visto, llegaría hasta el Intermedio Tardío. En la construcción de la estructura principal se utilizaron algunos artificios, la diferencia de cotas en las paredes, la inclinación del piso y la excavación de un canal que sale de sus entradas, para que las aguas del pozo central fluyesen hacia afuera en dirección de una huanca, como confirmaría la presencia de otra canalización que sale de la huanca en dirección sur-oeste. Por sus características constructivas y formales, Llamacorral es un unicum, pero la idea de acomodar una estructura para favorecer el fluir de las aguas se documenta en otros sitios mucho más tardíos como Qenqo y Tambo Machay en Cuzco. Las ofrendas de fundación que se encontraron –una valva de concha Spondylus, huesos de llamas tiernas y cuentas de collar en piedra verde– aparecen en las crónicas como elementos imprescindibles en los rituales de fertilidad22 y confirmarían la relación de dicha estructura con la fertilidad y el agua. No encontramos evidencias que nos permitan establecer por cuanto tiempo funcionó el santuario, probablemente hasta el comienzo del Intermedio Tardío, cuando sirvió de modelo para edificar Awilupaccha. Durante la Colonia se fundan en la cercanías de Purhuay, los poblados actuales como reducciones y, como sabemos, hay evidencias de una nueva fase de ocupación en los sitios a orillas del espejo de agua, no solo en Ishla Ranra sino también en Llamacorral, donde los fechados radio carbónicos (Figura 9, n.2) indican posibles incendios (no sabemos si como resultado de actividad de corta y quema). A manera de conclusión, queremos retomar el concepto de pacarina. La pacarina es el “lugar de la aurora”, el lugar de origen y a la vez el lugar de eterno retorno. Como tal, nos parece muy interesante que los dos mitos principales de la zona de Purhuay no sólo asocian este lugar con el tema de la fertilidad, sino que son, en realidad, un mito de principio y uno de fin. El mito de origen es, 134 Carolina Orsini y Elisa Benozzi obviamente, aquel que identifica Llamacorral como una “boca” de la pacarina, de donde surgieron los hombres y los animales que poblaron la zona. El mito del fin, es el de María Jiray, quien al final de su proceso de “conquista” de la pacarina –logrado a través de la construcción de la capilla dedicada a la Virgen (véase la Introducción) – se tira al lago para quedarse allí para siempre. Estos dos mitos parecen dibujar una parábola, que conecta el concepto de pacarina como lugar de principio y de fin a la dinámica poblacional de la zona. Al principio, la gente ocupa Purhuay gracias a un acto mágico de creación; al final de la época prehispánica, que coincide con la época moderna, el antepasado fundador, sumergiéndose en el lago, entrega esta área sagrada a la protección de los “nuevos” antepasados impuestos por la colonización europea. En la actualidad la laguna de Purhuay sigue siendo un lugar atractivo, aunque de una forma diferente que en el pasado: se ha convertido en la principal atracción turística de Huari. En su orilla se encuentra una casa del Parque Nacional Huascarán y los turistas llegan para realizar paseos en bote y comer su merienda. Aun así, los ancianos recuerdan de cuando la laguna era chúcara, salvaje. Allí comía la gente y era un lugar milagroso de donde habían salido los hombres y los animales que poblaron el área en los tiempos antiguos. Notas 1. El presente trabajo es una versión resumida y revisada, en castellano, de algunos artículos contenidos en el volumen “Archaeology of an Andean Pacarina” por Carolina Orsini y Elisa Benozzi (British Archaeological Records, Oxford, 2013). 2. De tal manera se establecía una jerarquía entre los pueblos: el tema ha sido tratado en forma más extensa en Orsini C. et al. 2011. 3. Con más de cien lagunas alto andinas, la zona de Huari es un entorno ideal para el estudio del hombre, su territorio y los recursos hídricos en la zona de los Andes centro-norte del Perú. 4. Una investigación previa del área fue llevada a cabo por Bebel Ibarra Asencios, quien ha codirigido el proyecto. 5. A pesar de la importancia documentada por los relatos que se refieren a la epoca prehispánica de las pacarinas o lugares sagrados de origen, el tema no ha sido investigado mucho a nivel arqueológico, con algunas excepciones. En un trabajo previo hemos debatido la importancia de las pacarinas para la identificación de los grupos de poder de la antiguedad (Orsini C. et al. 2011). 6. De aquí para adelante Ñawpamarca. 7. Para el estudio detallado de los materiales véase Porcedda M. 2013 y Mazzari L. 2013. 8. Se identificó como una probable estructura funeraria por la presencia de cámaras hipogeas, lamentablemente en el interior de las cámaras no encontramos restos humanos. 9. Bebel Ibarra, quien realizó una investigación en el sitio años antes del comienzo de nuestro proyecto, refiere la presencia de huesos humanos posiblemente sacados a la luz como resultado de actividades de saqueo. 10. Los trabajos topográficos corrieron a cargo de Cristina Castagnetti y Emanuele Boni, de la Universidad de Modena y Reggio Emilia (Italia). 11. La datación resultó del exámen con C14 realizado en algunas muestras extraídas de los huesos de llamas. 12. Para una descripción detallada de los recintos véase la versión original inglés del trabajo. 13. De los cuales Ñawpamarca no era ni siquiera el más grande (los otros dos sitios contemporáneos son Ñawpamarca de Acopalca y Antaragá, véase infra). 14. Se decidió no ampliar la excavación para no afectar la estructura en razón de su mal estado de conservación. 15. Como se explica con más detalle en Corsini A. 2013, Purhuay se formó en razón de un gran derrumbe que tapó el camino de un río que, después de un tiempo, encontró una salida debajo de las rocas donde se encuentra el sitio de Ishla Ranra. 16. No hemos encontrado en la literatura arqueológica, hasta la fecha, ejemplos de sitios parecidos. 17. Se trata de un tema ampliamente estudiado (p. e. Carrión Cachot (2005 [1955]: 114-193) y 135 Arqueología de una Pacarina Andina Zuidema T. (1989: 159) por una reseña de datos etnohistóricos, mientras que Ossio J. 1974; Isbell B. 1978; Sherbondy J. 1982; Farfán C. 2002 para una reseña de datos etnográficos). El tema y sus implicancias políticas, ha sido tratado también en un trabajo previo nuestro (Orsini C. et al. 2011). 18. El sitio de Ranrash no ha sido identificado con seguridad, por su asonancia no se puede excluir que sea el mismo Ishla Ranra. 19. Para una descripción detallada del ritual véase Venturoli S. 2006: cap. V párrafo 5. 20. Es interesante notar que en el área objeto de nuestros trabajos no hemos encontrado ninguna necrópolis. Pudimos ubicar solo algunas “chullpas machay” cerca de Awilupaccha, tal vez en un número menor de lo existente ya que estas construcciones se mimetizan bien con el paisaje, además de unas chulpas en el poblado da Huamantanga cerca de la carretera en un lugar conocido como Awilupunku (puerta del abuelo). No podemos excluir que, debido a la actividad minera del siglo XIX y a la construcción de las carreteras, algunos sitios hayan sido destruidos o no sean en la actualidad accesibles. 21. Sobre el tema de la mutación en huancas véase Duviols (1979); Cobo B. 1990 [1653]: 35; Gose P. 1993. 22. El cronista Guamán Poma (1993 [1615]: 241, 243, 245, 249, 255, 259) habla de sacrificios de llamas en el mes de Marzo, mes de la lluvia, en Abril para el Capac Raymi, en Mayo para la cosecha, en Julio para la siembra, en Octubre para la fiesta del agua. Durante esta última se hacían llorar llamas blancas y negras y después se mataban para atraer a la lluvia. En el mes de Diciembre para el Capac Ynti Raymi se sacrificaban llamas, conchas Spondylus y niños. Hernández Príncipe R. 1986 [1622] en su famosa extirpación de idolatrías habla de rituales de sacrificios conectados con el tema de la fertilidad de las aguas. Polo de Ondegardo ([1585] 1916: 23) habla de los rituales del mes de Octubre para llamar la lluvia, en los cuales se sacrificaban cien ejemplares de llamas. Finalmente Arriaga (1999 [1621]: 76) refiere que en la provincia de Chinchaycocha en la época colonial en la ceremonia del Corpus Christi, se ofrendaba una pareja de llamas a la laguna, de la cual se creía que las mismas llamas tuviesen origen. Este ritual debe haber tenido orígen en epoca prehispánica. Para otros estudios etnohistóricos relacionados a llamas, sacrificios y agua véase Rostworowski M. 1970, 2003; Zuidema T. 1973, 1989: 187; Duviols P. 1976. Sthal (2008) sugiere una relación de intercambio entre las ofrendas de mullu y la de camélidos entre la costa de Ecuador y los Andes. Finalmente, sobre las piedras verdes véase Rostworowski M. 1981: 127 y 133; 1983: 71; 2006: 74. 136 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 137-164 Instituto de Estudios Huarino. Lima. 2016 7 ICHIC WILLKAWAIN Y EL CALLEJÓN DE HUAYLAS: UN ENCLAVE PROVINCIAL WARI EN LA SIERRA NORTE DEL PERÚ Juan Paredes Olvera A la paciencia y cariño de mi esposa e hijos Introducción El inicio de la vida y el final de la misma es siempre un acontecimiento personal, familiar y social de importancia en nuestras vidas. Por ello, a lo largo de la historia, en las variadas sociedades y culturas, los hombres han dado un tratamiento especial al tema y diversas interpretaciones acerca de lo que acontecerá después de la muerte. Es así que, en los Andes Centrales, a los primeros cronistas españoles les llamó la atención que, en ciertos lugares del imperio Inca, las casas de los muertos eran mejor hechas y de mayor cuidado que las de los vivos. Los trabajos de investigación arqueológica, que realizamos desde hace más de una década en las chullpas del Callejón de Huaylas, nos ha permitido recopilar importante información acerca del patrón de asentamiento y funerario de la época. Brindando nuevos datos acerca del uso y función de los asentamientos, sus características arquitectónicas y de las chullpas asociadas; y, sobre todo, discernir sobre las particularidades de una manifestación cultural, que se enmarca dentro de una época determinada y que, una vez concluida, nos indica un violento final producto de fuertes cambios sociales y políticos que se dieron al finalizar la presencia Wari en el Callejón de Huaylas. El presente artículo es producto de los trabajos que se desarrollaron en el marco del “Proyecto de Puesta en Valor de Ichic Willkawain”, donde se realizó una investigación que permitió identificar un ‘Conjunto Funerario de Élite’, en cuyo interior se hallaron un conjunto de contextos arqueológicos de primera importancia para entender el uso y funcionamiento de estas estructuras funerarias. Todo ello asociado a “recintos con patio central”, que constituyen la evidencia de un extenso asentamiento prehispánico localizado entre Willkawain e Ichic Willkawain. Y que sitios arqueológicos, tales como Honcopampa, Keushu y Katiamá de Santa Cruz, localizados en el mismo Callejón de Huaylas y que presentan características similares, tienen un patrón arquitectónico y urbanístico jjparedoso@hotmail.com 137 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte característico que denota una fuerte unidad cultural y política en este valle, considerándolo como un área importante para entender el desarrollo, expansión e interculturalidad que se expresa en esta época. Como resultado de estos trabajos de investigación sabemos que, entre los años 700 a 900 d.C. en el Callejón de Huaylas (Lau 2010), se desarrolló una manifestación regional de la cultura Wari, procedente de Ayacucho. En aquellos años se introdujeron nuevas formas para construir sus centros poblados. Los principales edificios ceremoniales fueron las chullpas, construcciones funerarias para albergar a las momias, ‘mallquis’ o ancestros, que fueron el centro religioso de la época. Las momias o ‘mallquis’ depositados en las chullpas fueron venerados como antepasados o ancestros, formando parte de la identidad del grupo que las construyó, mantenía y cuidaba. Así, los conjuntos funerarios, similares a ‘grandes mausoleos’, identificaron a los grupos sociales que construyeron y vivieron alrededor de sus ancestros. Los principales sitios arqueológicos de la época denotan esta particularidad, una organización espacial interna donde las zonas funerarias comparten espacios con las áreas habitacionales, formando un patrón bien definido. Estos sitios arqueológicos conforman en el Callejón de Huaylas, por sus características cuantitativas y cualitativas, una de las regiones de mayor concentración de asentamientos Wari fuera de su región nuclear. La gran cantidad de material localizado en la Costa de Áncash –caso reciente del Castillo de Huarmey (Giersz 2014)– nos hace recordar la propuesta de Menzel (1968), la cual sugiere que en la costa nor-central se localizó un nuevo centro distintivo, identificado por una alfarería modelada a presión con diseños míticos derivados del repertorio Huari (Menzel 1968, 1986), vinculando su florecimiento a la época 3 del Horizonte Medio. Esta propuesta estuvo basada exclusivamente en análisis estilísticos que, con la información actual, toma relevancia con los resultados de los trabajos de investigación realizados. Ubicación El sitio arqueológico de Willkawain, conjuntamente con Ichic Willkawain, forman parte integrante de un gran asentamiento prehispánico que se encuentra localizado en el área actual del centro poblado de Paria, distrito de Independencia, Huaraz a 3433 m.s.n.m. Se ubica en la margen derecha del río Paria y se extiende sobre las laderas de la zona que tienen pendientes suaves, las cuales han sido aprovechadas para construir el asentamiento prehispánico. Mientras que sobre las pequeñas colinas se erigen los conjuntos funerarios de mayor monumentalidad. Entre las parcelas, actualmente cultivadas, se encuentran las áreas residenciales y zonas funerarias de menor tamaño. Este sector de la Cordillera Blanca tiene una afluencia permanente de agua todo el año gracias a la presencia de los nevados que alimentan este lado de la cuenca del río Santa, factor fundamental para que los asentamientos de mayores dimensiones de la época se ubicasen en esta margen del Callejón de Huaylas. Los sitios principales siempre se encuentran asociados a quebradas con un afluente considerable tales como Willkawain (en las quebradas de Paria, Llaca y Cojup), Honcopampa (en la quebrada Honda), Keushu (en las laderas del nevado Huandoy, cercano a la laguna de Llanganuco) y Katiamá (en las márgenes de la quebrada de Santa Cruz). Todos estos sitios asociados a extensas zonas con terrazas de cultivo (Figura 1). 138 Juan Paredes Olvera Figura 1. Mapa de ubicación de los principales sitios arqueológicos mencionados en el presente trabajo. 139 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Estudios preliminares En 1919 el Dr. Julio C. Tello inició un programa de exploraciones en diferentes regiones de la zona con el objeto de conocer la exacta procedencia de una cerámica en kaoilin - recuay. (Tello 1942:664). En estos trabajos identificó la presencia de tumbas soterradas de diverso tipo en los sitios de Copa Grande, Tullo, Jekosh y Katak, entre otros. Así mismo mencionó haber registrado chullpas en los sitios arqueológicos de Wantuy, Katiamá, Antapampa, Wayano-pampa y Okopampa cerca de Carás; Katey y Sauyanushnu en Carhuas; Willkawain, Kellkewanka y Chinchawas en Huaraz y Pira-Pararín en Recuay (Tello 1942:663-664). Muchos de estos han sido asociados a la época Wari, por trabajos de investigación posteriores, y nos informan sobre la existencia de un patrón funerario en la zona para esta época. Por esos mismos años el Dr. Augusto Soriano realizó una serie de observaciones sobre la arqueología del Departamento de Áncash. Mencionó la existencia de un ‘primer período chullpario’, caracterizado principalmente por la presencia de dos tipos de construcciones: el primero compuesto por chullpas piramidales y el segundo por chullpas y mausoleos. El primero de ellos se caracteriza por construcciones ‘Tipo Willkawain’, asociadas a fragmentos de cerámica que fusionan el tipo Huaylas con el Tiahuanaco. El segundo tipo de construcciones presenta variantes en su forma y dimensiones y se encuentra igualmente asociado a fragmentos de alfarería tiahuanacoides. Para el primer tipo de construcciones menciona los sitios de Chinchahuás (Pira), Illahuain (Aija), Pichikjayanan (Catac), Jecosh (Ticapampa), Ucanan, Huallac, Jancu , Jonko-Pampa, Huandoy y Katiahamá de Santa Cruz y Katiahamá de Huata, Cedro, Sihuas y Huarijirca (Huari). Para el segundo identificó los siguientes sitios: Pampac (Pamparomás), Tokjpa (Cochapetí) y Chupacasha (Olleros), Copa chico y Huarca (Yungay) (Soriano 1940). Los trabajos de Tello y Soriano identificaron un patrón funerario para la época Wari en el Callejón de Huaylas el cual se caracteriza por estructuras que siguen un patrón arquitectónico general pero que varían en dimensiones y detalles arquitectónicos implicando posibles diferencias de ‘status’ o de tiempo. Esto no fue verificado por los autores por lo restringido de sus excavaciones en el área. En 1944 Bennett publicó los resultados de sus excavaciones en el Callejón de Huaylas. De estos trabajos en las cercanías de Huaraz localizó el sitio de Patay Katak, al norte de Huaraz, donde registró montículos y piedras alineadas, asociando el sitio a vasijas negras y rojas y formas de keros, algunos parecidos a lo excavado por Uhle en Pachacamac. En la zona de Willkawain, Bennett señaló la presencia de numerosos restos arqueológicos donde realizó extensivas excavaciones. Para la chullpa de Willkawain, el “edificio más destacado en la región”, señaló que el sitio se asienta sobre una plataforma natural y en parte artificial –de 54 m. por 35 m.– delimitada por muros de contención que hacen que este sitio se localice en una posición dominante sobre la región de Huaraz. En los alrededores señaló la presencia de terrazas y cimientos de viviendas. Aparte de la descripción de los componentes interiores de la chullpa, nos interesa resaltar que, debajo de una banda de nichos decorativos del edificio de Willkawain, halló la presencia de agujeros espaciados regularmente a partir de la cual “se dice” 140 Juan Paredes Olvera que se han extraído cabezas de pumas talladas en piedra. Mencionó también que cerca del ‘templo’ el Sr. Miguel Peñaranda guardaba una de las cabezas talladas, indicando que la citada cabeza tiene un apéndice que sobresale en la parte posterior para su inserción en la pared (Bennett 1944:17). Así mismo, Bennett (1944) mencionó que Ichik Willkawain –localizado al sureste de Willkawain– fue un ‘templo’ de construcción similar, con tres pisos, describiendo la presencia de terrazas, tumbas y sitios habitacionales alrededor del mismo. Sin embargo, el hallazgo de mayor importancia en el sitio son cuatro tumbas profundas localizadas al sur del templo, sobre una terraza (Bennet 1944:21-22). Las tumbas son rectangulares y paralelas entre sí, separadas por una pared común, tienen 1.12 m. de ancho, 3.55 m. de largo y una profundidad de 2.5 m. aproximadamente. Cada una estuvo cubierta por losas de piedra, siendo la base de arcilla compacta sobre la cual se encontraron ‘tiestos’ en un espesor de 20 cm. sobre el piso. El relleno estuvo compuesto por tierra y piedras que llegaba hasta la altura de las losas del techo. Precisó que no se encontraron osamentas por lo cual presupone su desintegración por la fuerte humedad en la zona, aunque indicó que halló restos de ceniza en el fondo de la tumba. Asimismo precisó que la mayor parte de vasijas se encontraron rotas y dispersas por toda la extensión del piso, así como la existencia de vasijas con pumas modelados entre los fragmentos. No precisa el tipo de asociación a la construcción definida como ‘templo’ e indica que por el momento es imposible de responder (Bennett 1944:39). Sobre el tipo de materiales hallados en las ‘tumbas profundas’ indica que la asociación de varios estilos es evidente e incuestionable. Resume que los estilos y tipos de vasijas se componen de cerámica de pasta negra pulida, cerámica roja pulida, cerámica negativa de dos colores y cerámica pintada y modelada con vínculos Tiahuanacoides (Bennett 1944:39). Asocia los materiales localizados con los períodos medios de la costa vinculados a Ancón Medio I. Es importante señalar que los denominados ‘templos’ de Bennett son en realidad las grandes chullpas o mausoleos de dos o más pisos localizados en el área. Es necesario resaltar que en todo momento de su descripción Bennett indica la presencia de ‘viviendas’ alrededor de las grandes chullpas, aunque el tipo de estructuras no es clara. La presencia de un extenso sitio arqueológico, asociado a estas grandes chullpas rodeadas por sectores de viviendas, fue localizado en la parte alta de Huaraz, asociado principalmente a materiales del período medio o actualmente Horizonte Medio. En 1978 Andrzej Zaki publicó sus trabajos de prospección en el sitio arqueológico de Katiamá (ya mencionado por Tello, Soriano y Bennett) –ubicado en las cercanías al pueblo de Santa Cruz, al norte de la ciudad de Caraz– donde se ha localizado un edificio o ‘mausoleo’ de similares características a las registradas en el ‘templo’ de Willkawain (Bennett 1944). Menciona la existencia de ‘detalles arquitectónicos’ excavados por los pobladores cuya apariencia cilíndrica muestran una escultura representando la cabeza de un animal (Zaki 1978:444), los que hoy pueden verse instalados en la fachada del colegio primario del Centro Poblado de Santa Cruz, los cuales presentan cabezas de felinos retiradas de la chullpa de Katiamá. En referencia al sitio arqueológico afirma que los restos arqueológicos ocupan una gran área que no precisa y vincula el yacimiento al “Período Intermedio Temprano y parte del Horizonte Medio” (Zaki 1978), confirmando la información precedente. 141 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Isbell (1991) realizó trabajos de reconocimiento con excavaciones en Honcopampa y lo definió como un centro provincial Wari en el Callejón de Huaylas. Arquitectónicamente registró edificios que presentan similitudes con la ciudad de Wari en Ayacucho, tales como los edificios en forma de “D” y los grupos de patio y otros que tienen rasgos locales como las chullpas de planta cuadrangular que son de diversa complejidad y tamaño, asociado probablemente a funcionalidad distinta a la exclusivamente funeraria. Menciona que para la construcción de algunas estructuras se utilizaron bloques megalíticos lo cual se convierte en un aporte regional a la edificación del sitio. Por otro lado, identifica una sectorización donde existen áreas con edificios de diferentes funciones, ya sean residenciales, públicas o funerarias (Isbell 1991). En este punto queremos resaltar que Isbell (1991) identificó componentes arquitectónicos distintos en el sitio que Figura 2. Plano del centro administrativo de Honcopampa, redibujado de Isbell (1991). 142 Juan Paredes Olvera confirman una sectorización clara en el asentamiento: una chullpa aislada denominada Chúcara Ama localizada a un kilómetro del área resindencial. Ésta presenta cerco y se encuentra en una posición dominante en el paisaje. Luego el asentamiento de Ama Puncu, donde se localizan nueve o más chullpas de dos pisos y que tienen diversa forma, que probablemente respondieron a actividades diferenciadas (ver figura 2). Y por último, el sector de Purushmonte, compuesto por un sector residencial con dos formas de edificios ‘grupos de patio’ y ‘patio en forma de D’. Estos tres sectores del asentamiento se distribuyen de acuerdo a la topografía del terreno y conforman el núcleo urbano del sitio. En particular, llaman la atención los edificios en “D”, presentes en Honcopampa y Keushu (Herrera 2015, comunicación personal), ausentes en Willkawain, lo que puede corresponder a particularidades de cada uno de los sitios o la necesidad de una mayor investigación ya que en Willkawain la población moderna se asienta sobre el sitio prehispánico y se requieren de excavaciones para determinar las características cualitativas y cuantitativas de las áreas residenciales y anexas a los conjuntos funerarios. Sobre el material cerámico asociado a Honcopampa, Isbell (1991) mencionó la presencia de cerámica vinculada a los estilos Huaraz Blanco sobre Rojo (200 a.C.), Recuay (entre el 200 d.C. al 600 d.C.), ambos hallados escasamente. Mientras que el Horizonte Medio es representado por vasijas negras pulidas y vasijas rojas alisadas; fragmentos de los estilos Viñaque y Chakipampa de Wari (Isbell 1991:34) estaban asociados a los grupos de patios y las chullpas. En 1994 Nélida Camargo realizó trabajos de reconocimiento arqueológico en el sitio arqueológico de Willkawain indicando que el sitio está constituido por más de un centenar de construcciones y abarca más de 1 km2. Éstas forman parte del sitio Ichic Willkawain al igual que otras estructuras de menores dimensiones. Añade además que no es un centro planificado, puesto que las estructuras se adecuan a la topografía del terreno, Sin embargo no precisa el tipo de estructuras vinculadas al sector de viviendas; indica que estas pueden estar dispersas en el asentamiento (Camargo 1994) Tschauner (2003) añade información complementaria de Honcopampa recopiladas durante los trabajos de Isbell, indicando que parte de los complejos residenciales con patio y las estructuras en “D” son los elementos de la arquitectura Wari en Honcopampa, aunque por el tipo de mamposterías estas responden a manufactura local. Mientras, las chullpas de carácter local forman un patrón estructural de asentamientos del cual Honcopampa forma parte (Tschauner 2003:214-218). Finaliza indicando que Honcopampa fue la sede de un señorío local del Horizonte Medio y comienzos del Intermedio Tardío, precisando que las chullpas y el culto a los ancestros cobraron importancia en este período por la relación entre Wari y los grupos locales. En 1998 se desarrollaron excavaciones arqueológicas en los sitios de Pampirca (entre los pueblos de Tinco y Toma, provincia de Carhuaz) y Piquijirca (cerca al pueblo de Yungar, provincia de Carhuaz). Aquí se excavaron chullpas de similares características, localizando un corpus cerámico similar al registrado en Willkawain, por lo que las asociaciones de materiales arqueológicos indican sus vínculos al Horizonte Medio (Paredes et al 1998). Al interior del Proyecto de Investigación Arqueológica “Área de Influencia Pierina 2da fase, Callejón de Huaylas” dirigido por el Lic. Víctor Ponte Rosalino, se excavó el sitio arqueológico de Yarcoq (PAn-5-41) con el objeto de determi143 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte nar su potencial arqueológico. Se excavaron tres estructuras funerarias de un total de18 que hay en el área. Las tumbas excavadas fueron escogidas por su cercanía al tajo de la mina y que pudieran ser impactadas en el futuro (Ponte 1998). Los resultados de la excavación brindaron información cronológica del sitio, ubicándolo a fines de la época Recuay e inicios de la época Wari, constituyendo este tipo de arquitectura “un paso intermedio para la construcción de grandes chullpas o edificios funerarios como los que existen en Willkawain, Honcopampa y Copa Chico” (Ponte 1998:50). Posteriormente, Quintana en el año 2000 realizó excavaciones arqueológicas en área, en el sitio arqueológico de Yarcoq, ampliando la información: halló 14 chullpas vinculadas a material cerámico de estilos pertenecientes al Horizonte Medio y cuatro tumbas subterráneas Recuay. Herrera (2005), a través de un análisis arquitectónico de estructuras circulares en la zona de Conchucos, compara y propone la existencia de la monumentalidad de las principales estructuras funerarias del Callejón de Huaylas; sugiere la posibilidad de la existencia de cuatro a cinco unidades sociopolíticas complejas –independientes e internamente jerarquizadas en el Callejón de Huaylas– durante el Horizonte Medio (Herrera 2005:251). Willkawain – Ichic Willkawain, un centro poblado Wari en el Callejón de Huaylas En la parte alta de la ciudad de Huaraz, sobre una ladera de pendiente moderada, se ubica el extenso sitio arqueológico de Willkawain, constituido por un conjunto de recintos cuadrangulares a manera de parcelas. Éstas se distribuyen de forma ordenada, de acuerdo a la topografía del terreno, a partir de un canal principal que parte de la quebrada del río Paria y que llega hasta el lado Norte de la plataforma cuadrangular, sobre la cual se asienta el Conjunto Funerario de Willkawain; este sector tiene evidencia de haber sido empedrado. A partir de este canal principal, se construyen una serie de muros de doble paramento paralelos que son nivelados por terrazas, de acuerdo a la topografía del terreno y que constituyen el sector de mayor densidad arquitectónica en el asentamiento. Al interior de estas parcelas pueden hallarse unidades residenciales y/o arquitectura funeraria (Figura 3). Los primeros están compuestos por recintos con patio central, que pueden formar grupos o áreas residenciales, y los segundos por chullpas y tumbas subterráneas, de diverso tipo y tamaño, que forman conjuntos funerarios. Pueden presentarse también en pequeños conjuntos y constituyen el principal edificio público visible del asentamiento. El reconocimiento de campo nos indica que existen al menos tres conjuntos funerarios de importancia en el sitio: Willkawain, Ichic Willkawain y Huecho; el último se encuentra parcialmente cubierto por los campos de cultivo de la zona. En ellos, las chullpas son de mayor dimensión y complejidad; se encuentran acompañados de chullpas de menor tamaño, además de sectores residenciales que constituyen los principales componentes del asentamiento. Estos conjuntos funerarios se encuentran amurallados y localizados sobre partes altas del asentamiento, por lo que son las estructuras no solo de mayor volumen sino las más visibles del mismo y dominantes en el espacio del sitio, siendo las construcciones de mayor importancia en el sitio tanto por su monumentalidad como por su posición especial en el marco geográfico del lugar. 144 Juan Paredes Olvera Los conjuntos residenciales y/o recintos con patio central son estructuras de características distintas y funcionalmente diferentes que complementan la presencia de las citadas estructuras funerarias. Los recintos con patio central de posibles funciones domésticas han sido localizados alrededor de las chullpas, tanto en la misma área principal de Ichic Willkawain como en otros sectores del asentamiento. Estos recintos con patio central forman sectores habitacionales o ‘barrios’ que se localizan alrededor de los conjuntos funerarios, tal como el localizado en la margen derecha del río Paria, colindantes con Ichic Willkawain. Aquí se manifiesta una planificación ordenada a través de largos muros en cuyos paramentos se adosan alineados estos recintos con patio central, o que pueden estar en conjuntos dispersos cercanos a las chullpas. En el caso de Willkawain e Ichic Willkawain, la concentración de restos arqueológicos –a pesar de las alteraciones modernas por el cultivo– sugieren que estamos frente a un centro urbano de características similares a otros asentamientos contemporáneos en el Callejón de Huaylas, tales como Honcopampa en la parte alta de Carhuaz, Keushu en la parte alta de Yungay y posiblemente Katiamá de Santa Cruz en la parte alta de Caraz. SEC TO RH AB ITA CIO NA L HUECHO ICHIC WILLKAWAIN 0 Figura 3. Plano del Centro Administrativo de Willkawain. 145 250 m Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Conjuntos Funerarios y Chullpas del asentamiento. Conjunto Funerario de Willkawain Localizado sobre un afloramiento rocoso que le da mayor posicionamiento en el paisaje, está compuesto por una chullpa principal de gran volumen, con tres pisos (Tello 1942, Bennett 1944, Isbell 1997), a la cual llamaremos ‘mausoleo’. Se encuentra construida encima del promontorio y está delimitado por una terraza de planta rectangular definida por muros de doble paramento que delimitan la plataforma alrededor de la terraza. Alrededor se le asocian tres chullpas de un piso y de menores dimensiones, con una o dos cámaras, fuera del cerco que delimita la plataforma del sitio. Este sector se encuentra muy alterado por las edificaciones modernas que han modificado gran parte los alrededores de la chullpa principal y su paisaje. En las cercanías se conservan recintos con patio central, unidades residenciales distribuidas alrededor de la chullpa mayor y un petroglifo con “hoyitos”, localizados al noreste de la chullpa mayor del sitio. Conjunto Funerario de Ichic Willkawain Se encuentra localizado también sobre una colina rocosa a 800 metros del sitio arqueológico de Willkawain. Corresponde al grupo principal en este sector y se encuentra cercado por un muro de doble paramento de planta cuadrangular que tiene bases prehispánicas (Figura 4). Al interior se han localizado quince chullpas de diferentes tamaños y formas, en cuyos alrededores hemos localizado ofrendas que constituyen evidencia del tipo de actividades rituales que se realizaban al interior del Conjunto Funerario. Fuera del mismo hemos localizado dos recintos con patio central los cuales se encuentran adosados al muro perimétrico del Conjunto Funerario y que probablemente constituyen parte de las áreas de mantenimiento del mencionado sector. La chullpa Nº 1 es la de mayor presencia en el área. Su ubicación sobre la parte prominente del promontorio de Ichic Willkawain y su volumen la evidencian como la estructura funeraria de mayor importancia en el Conjunto Funerario (Figura 5). Asimismo, su configuración arquitectónica y acabados reafirman tal hipótesis. El primer piso se asienta sobre una base rectangular que presenta una plataforma al lado Suroeste sobre la cual se ubican los tres vanos de ingreso, construidos por lajas de piedra, que forman los soportes y dintel de cada uno. Cada vano ingresa a una antecámara cuadrangular que –después de un nuevo vano construido en un muro que recorre el centro de la chullpa longitudinalmente– da acceso a una cámara posterior que contiene clavos de piedra en las paredes y pequeñas ventanas que comunican el interior de las cámaras. Estas son de mejor acabado en los paramentos del mismo por la instalación de grandes piedras a manera de respaldo en las paredes, por lo que parecen ser las cámaras de mayor importancia de la estructura. En el segundo piso las entradas son laterales, de 80 cm. a 1 m. de alto, y dan ingreso a cámaras rectangulares comunicadas por vanos formados por dinteles y soportes con lajas de piedras. El segundo piso cuenta con seis cámaras en total dispuestas en “L” de forma opuesta, de tres cámaras cada vano; aunque los techos del segundo piso han sido reconstruidos de forma irregular, la disposición de las cámaras parece ser original. 146 Cá m ar a 5 Juan Paredes Olvera ÁREA 10B 0 ESCALA GRÁFICA 30 m Figura 4. Plano del Conjunto Funerario de Ichic Willkawain, se nota el cerco original y a extramuros los recintos con patio central identificados. En el paramento externo de la chullpa Nº 1 de Ichic Willkawain se observan dos fragmentos de clavos de piedra in situ que se distribuyen equitativamente por encima de los vanos y entre ellos y, por cuya disposición, es probable que hayan sido cinco clavos en las paredes, ya que la reconstrucción previa realizada ha alterado parcialmente los paramentos originales. En el proceso de nuestras excavaciones hallamos una cabeza entera de felino erosionada, reutilizada como parte de una de las escaleras laterales modernas añadidas para acceder al segundo piso de la chullpa. Otro fragmento fue hallado en el área de excavación localizada en la plaza cuadrangular que se ubica al frente de la misma chullpa. Lo cual es recurrente con el hallazgo de Bennett (1944) cuando indica la presencia de una cabeza de felino en la chullpa de Willkawain, localizada en la casa de un poblador cercano a la chullpa. Por lo tanto, de acuerdo al material asociado y las evidencias de clavos en las paredes, es probable que las chullpas indicadas estuvieran decoradas con cabezas de felinos tal como se tiene documentado en la chullpa de Katiamá de Santa Cruz (Zaki 1978 y 1987). Al frente de la chullpa Nº 1, lado Suroeste, se localiza una plataforma o plaza rectangular, de 28 m. de ancho por 13 m. de lado, donde hemos ubicado una serie de cámaras subterráneas de planta rectangular (3.10 m. de largo, 1.20 147 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Figura 5 Vista frontal de la Chullpa Nº 1 de Ichic Willkawain m. de lado y 3.20 m. de profundidad), con ofrendas que evidencian los rituales realizados alrededor de las chullpas durante su uso y funcionalidad del Conjunto Funerario. Cuatro de estas cámaras fueron excavadas por Bennett (1944), quien las llamó ‘tumbas profundas’. La Chullpa Nº 2, de mayor tamaño y con una configuración volumétrica diferente, el primer nivel es rectangular y de mayor extensión que el segundo, formando una plataforma adosada que bordea la edificación central de menores dimensiones que se eleva sobre ella, conformando la estructura superior o segundo nivel (Figura 6). Se orienta al lado Sureste donde se localiza el vano que accede a dos cámaras en el segundo nivel de la estructura, que sugieren ser las cámaras principales de la chullpa. Esta estructura se encuentra además delimitada por un cerco de doble paramento que deja entre ellas un espacio intermedio el cual fue usado para habilitar cámaras y cistas con ofrendas relacionadas a esta estructura funeraria, de acuerdo a evidencias halladas en el proceso de excavación. Estas cistas se localizan al frente y en la parte posterior del vano principal del segundo nivel de la chullpa (Figura 4) y luego se tiene una serie de cámaras cuadrangulares en las esquinas del cerco que rodean la chullpa. La chullpa Nº 2 presenta en el primer nivel dos vanos en tres de sus lados. El lado Noroeste no presenta vanos, siendo este sector opuesto al vano principal del segundo nivel. Las cámaras del primer nivel son rectangulares, de 3.8 m. a cerca de 6 m. de lado, con un ancho menor a 1 m. Y al igual que en el segundo nivel, en el lado Sureste, cada vano da acceso a dos cámaras contiguas, dándole prioridad a esta orientación en la estructura. Lo importante de la chullpa Nº 2 es que organiza el espacio para la edificación de construcciones funerarias posteriores, tales como las chullpas 3, 4 y la cámara de ofrendas 5, las cuales se ubican en los alrededores de esta chullpa. Mientras, las chullpas 6A, 6B y 7 se presentan como estructuras funerarias independientes al interior del conjunto funerario. Es necesario precisar que se definió un alineamiento de chullpas, Nº 11, 12, 13, 14 y 15, sobre un escalonado 148 Juan Paredes Olvera paralelo al muro perimétrico del conjunto funerario. Cuatro de estas chullpas se encontraban desmontadas y vacías, lo que indica una remodelación al interior del espacio del conjunto funerario, asociado a la presencia de nuevas construcciones como la chullpa 2. El reconocimiento y las excavaciones arqueológicas dieron evidencia de un importante tipo de construcciones no registradas hasta el momento en el área de Ichic Willkawain: los recintos con patio central, previamente identificadas en Honcopampa y definidas como construcciones típicas del Horizonte Medio en la región (ver Isbell 1998). En el caso de Ichic Willkawain fueron identificadas en las áreas de excavación 8 y 10; estas construcciones se asociaron a materiales arqueológicos similares a los recuperados en las chullpas y se encuentran colindantes a estas estructuras funerarias, aunque por los materiales asociados se establece que estos corresponden a recintos de uso doméstico. Tenemos evidencia de prácticas ceremoniales en los mismos tales como el entierro de estas áreas de forma ex profesa y el hallazgo de vasijas rotas in situ que demuestran un tipo de ofrendas características del Horizonte Medio. Conjunto Funerario de Huecho Localizado en una zona entre Willkawain e Ichic Willkawain, en la parte alta del camino carrozable que une los dos sectores. Se llega ascendiendo por un camino de herradura que se dirige al cerro Runtu (Figura 3). Consta de una chullpa principal de dos pisos cuyo primer nivel es de mayores dimensiones, no se distinguen las cámaras del primer nivel por la vegetación y remoción del terreno, mientras que el segundo nivel es de menor tamaño y presenta una sola cámara. Su techo se encuentra parcialmente derruido. Fue construida con piedras de grandes dimensiones semi-canteadas a las cuales se les complementa en los aparejos con pachillas. Los muros son de doble paramento. Las lajas del techo de la parte superior cruzan transversalmente la cámara superior; algunas se encuentran movidas de su lugar original. A nivel formal, esta chullpa mayor se asemeja a la chullpa Nº 2 del conjunto funerario de Ichic Willkawain Figura 6 Chullpas Nº 2 y 3 de Ichic Willkawain, arquitectónicamente distintas que la chullpa Nº 1 149 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Esta chullpa se encuentra rodeada por muros de regulares dimensiones que forman plataformas cuadrangulares las cuales cercan la estructura de mayor tamaño. Al Este se ubican pequeñas plataformas donde se localizan al menos cuatro chullpas de menor tamaño, estas se distribuyen en las terrazas y se adosan a los muros de las mismas. Una de ellas se ubica en la parte baja del camino carrozable existente entre Willkawain e Ichic Willkawain. Al Sur de la chullpa principal de Huecho se aprecian un conjunto de recintos con patio central alineados que llegan hasta cerca del camino carrozable; forman posibles unidades habitacionales asociadas al conjunto funerario. Otros conjuntos menores se distribuyen entre los tres principales o de mayor volumen y repiten el mismo patrón arquitectónico del sitio: chullpa y asociada a áreas residenciales. Este patrón se repite, en escala menor, en otros sectores del asentamiento, formando una particular área urbana nuclear entre los principales conjuntos y dispersa en los alrededores, ocupando casi toda la parte alta de la ciudad de Huaraz entre los ríos Paria y Llaca; asociados en una extensa área agrícola entre la cual se distribuyó el asentamiento. Conjunto Funerario de Ichic Willkawain 1 Al Noroeste del área principal de Ichic Willkawain se ubica el conjunto con mayor extensión y posiblemente la parte central del asentamiento. El grado de conservación es malo debido al constante cultivo de los terrenos. Se observan dos sectores diferenciados por el tipo de construcciones: el sector central, donde se localizan grandes conjuntos de plataformas cuadrangulares construidas con grandes muros que demarcan terrazas amplias sobre las cuales se observan recintos con patio central cuadrangular de posible función habitacional, chullpas y tumbas subterráneas; y, el sector sureste, donde destaca un conjunto habitacional localizado en la margen derecha del río Paria, asociado a una muralla prehispánica que encauza al río en este tramo. Este sector habitacional está compuesto por recintos cuadrangulares dispuestos en terrazas escalonadas. Abarca ambos lados de la carretera carrozable que los corta ya que las citadas estructuras se encuentran asentadas a ambos lados de la misma. Inclusive parte de él se registra en la margen izquierda del río; en la parte alta de un promontorio se observan canchas o grupos de patio y chullpas cercanas. En la superficie se registran cerca de 15 chullpas de diferente tipo y al menos cuatro tumbas subterráneas de filiación Recuay. Conjunto Funerario de Ichic Willkawain 2 Localizado en el sector Suroeste de Ichic Willkawain, está compuesto por tres chullpas y tres tumbas subterráneas dispersas; no se nota una clara asociación con plataformas y terrazas, posiblemente destruidas por el cultivo. La orientación y disposición de las estructuras funerarias indican que estamos en un sector con menor densidad de ocupación, contiguo al sector principal de Ichic Willkawain. Nuestra prospección abarcó también los alrededores del centro poblado menor de Uquia, donde localizamos conjuntos arquitectónicos de características similares, los cuales se han denominado como el “sector de Uquia”. Estos tipos de agrupaciones de menores dimensiones se encuentran dispersos en una gran área, correspondiendo a evidencias de una población diseminada por la parte alta de la actual ciudad de Huaraz. 150 Juan Paredes Olvera Conjuntos Funerarios de Uquia Aproximadamente a 1.5 kilómetros de Ichic Willkawain se ubica el centro poblado menor de Uquia, en cuyos alrededores hemos registrado un conjunto de chullpas y áreas residenciales que corresponden a un sector del asentamiento de Willkawain, y asociados a la quebrada del río Casca. Las evidencias arqueológicas son dispersas y no se presenta una concentración de estructuras como en Willkawain. Los sitios que conforman los sectores de Uquia se componen de conjuntos de chullpas dispersas, las cuales forman pequeños grupos de cuatro a siete chullpas. Algunas están asociadas a áreas habitacionales compuestas por recintos con patio central, en alguno de éstos se observa parte de los recintos interiores y canales de desagüe en los paramentos exteriores. Conforma un asentamiento de menor densidad que repite el patrón arquitectónico del área nuclear de asentamiento. Recintos con patio central Es otro tipo de estructura que se identifica en Willkawain e Ichic Willkawain. Están distribuido por todo el asentamiento, formando áreas residenciales colindantes a los Conjuntos Funerarios de Ichic Willkawain y Huecho, o dispersas tal como se han localizado alrededor del Conjunto Funerario de Willkawain. Sobre la superficie se observan recintos cuadrangulares de 10 a 14 m. de lado, con muros perimétricos de doble paramento, al igual que el sector de Ichic Willkawain 1, donde comparten extensos muros que organizan el sector residencial al lado derecho del río Paria. Mientras tanto, en el promontorio, localizado en la margen izquierda del mismo río, se localizan estructuras aisladas. Asimismo, en el Conjunto Funerario de Huecho, éstas forman un grupo alineado en la parte inferior del sitio; se encuentran al parecer en buen estado de conservación. En Ichic Willkawain, se excavaron dos recintos con patio central, adosados al muro perimétrico del Conjunto Funerario de Ichic Willkawain, denominados áreas 8 y 10. Excavaciones en Ichic Willkawain, resultados preliminares Al inicio, las excavaciones arqueológicas en el Conjunto Funerario de Ichic Willkawain, estuvieron dirigidas a complementar los trabajos de Puesta en Valor del Monumento. Por ello, su diseño se orientó a determinar los cimientos de las estructuras visibles, para apoyar las labores de conservación de las mismas. Visto que el sitio había sido intervenido en tres oportunidades, tanto en trabajos de excavación arqueológica por Bennett (1944), como en trabajos de restauración que modificaron la morfología de las estructuras visibles (realizadas por Soriano en la década del 60). Unido al saqueo desde épocas prehispánicas en monumentos visibles, y visto que los trabajos posteriores habrían deteriorado la evidencia arqueológica al interior del monumento, se pensó que la evidencia arqueológica estaba seriamente alterada. Sin embargo, los resultados de los trabajos realizados nos dieron información primordial para determinar la cronología y funcionalidad del asentamiento. A continuación, presentamos los resultados de dos de las áreas de excavación. 151 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Recinto con patio central Suroeste o Área 10 Se compone de una estructura cuadrangular de cerca de 10 m. de lado que se localiza al Sureste, adosada al muro perimétrico del Conjunto Funerario de Ichic Wilkawain (Figura 7). Se conforma de un patio central con dos niveles formados por una banqueta que bordea sus lados. Este se encuentra rodeado por siete recintos rectangulares los cuales contienen diversos elementos arquitectónicos asociados al uso y función de los mismos. En dos de los recintos se observa una pequeña terraza o podio al interior, localizada siempre al lado derecho del vano de acceso (Figura 8). En el recinto 2 se ubican dos elementos significativos del uso del área: dos batanes grandes in situ, uno de ellos (0.83 x 0.70 m.) presenta rastros o signos de desgaste y el otro (1.08 x 0.75 m.) presenta leves rastros o signos de desgaste. Asociados al piso del recinto se hallaron escasos fragmentos de cerámica. El recinto 5, ubicado en el lado Sureste del patio, es un recinto abierto de 4 m. de largo por 1.20 m. de ancho; está asociado a una cámara subterránea pequeña contigua. Este recinto abierto tiene la particularidad de presentar una columna (0.46 x 0.40 m.) que separa dos vanos de acceso de 1.60 m. de ancho uno del otro. Esta columna estuvo asociada a un mortero de molienda o “muchka”, un piruro, así como también a fragmentos de cántaros y cuencos fragmentados. La columna está asentada sobre una laja que cubre una cámara subterránea o “paccha” de planta cuadrangular que se encuentra por debajo del piso de la estructura, la cual está comunicada a un canal de drenaje que va desde el nivel inferior del patio central hasta desembocar en los exteriores de la estructura (Figura 8). El canal de drenaje tiene las siguientes dimensiones: 0.12 a 0.15 m. de ancho por 0.15 m. de alto y una extensión de 2,50 m. La inclinación de dicho canal de drenaje es de 15º. La cámara subterránea o ‘paccha’ tiene las siguientes dimensiones: 1.30 m. por el Noroeste, 0.90 m. por el Noreste, 1.00 m. por el Sureste y 0.90 m. por el Sureste; paralelo al patio a desnivel. La cámara subterránea Figura 7. Vista general del recinto con patio central, localizado en el área 10, se observan los batanes “in situ”, en la parte superior derecha y canaleta de desagüe, en la parte inferior de la foto. 152 Juan Paredes Olvera tiene paramentos de piedra en sus cuatro lados y a su vez estuvo recubierta por lajas y mortero de barro compacto; sobre uno de ellos descansa una columna la cual se encontró sellada y llena de sedimento arenoso. Al excavar la cámara se hallaron como ofrendas: un fragmento de cara gollete; en el interior de la cámara subterránea se halló una botella cantimplora cara gollete (pasta naranja), con medallón en el pecho (Figura 9), la cual estuvo orientada hacia el sur. Asociado a este se encontró un pulidor o alisador de piedra semicircular de 10 cm. de diámetro. Este personaje, vinculado a los estilos cerámicos de la zona de Supe-Pativilca, cobra mayor significado al momento que una vasija similar, pero de color oscuro (horno reductor), es hallada en la sub-cámara de la ‘Dama Principal’ en el Castillo de Huarmey (Przakda 2014:116). Posteriormente se halló un molar de Figura 8. Plano de planta del recinto con patio central, localizado en el área 10, se notan en uno de los recintos dos batanes “in situ”, y concentraciones de cerámica localizadas sobre el piso de conjunto. 153 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte camélido y restos o fragmentos dispersos de cerámica sin decoración. Esta cámara subterránea, por las características que presenta, parece haber funcionado como un reservorio o fuente de agua (paccha) que permitía a los usuarios de la estructura a proveerse de agua en momentos de lluvia. El hallazgo de ofrendas en su interior nos indica el carácter secular de la misma, es probable que hayan sido colocadas al momento del sello de la estructura; seguramente estaban vinculadas con el culto al agua. Este recinto con patio central se halló cubierto por una capa superior de cobertura vegetal de pastos naturales e intrusivas (‘kikuyo’ o pasto elefante), con una profundidad promedio entre los 0.10 a 0.20 m. Asimismo, se hallaron rocas o piedras fragmentarias o angulosas pequeñas y medianas, las cuales se encontraron dispersas y sueltas. De acuerdo a información de los pobladores del lugar, anteriormente Figura 9. Vasija cara gollete que se localizó un montículo de piedras que representa a personaje con tocado, collar y medallón en el pecho, hallada como fue nivelado en los años 70 por los traofrenda en el recinto con patio central, bajos de puesta en valor en esa época. área 10. Por debajo de este estrato superior, se halló un estrato de piedras o rocas fragmentarias o angulosas pequeñas, medianas y grandes, las cuales estuvieron colocadas o depositadas de manera intencional. Este “sello” está a nivel de las cabeceras de los muros de los recintos o espacios internos de la estructura y cubría toda el área en forma homogénea. El tercer estrato, de color amarillo verdoso claro, es una capa compacta y semi compacta asociada con piedras pequeñas y abundante material cultural; constituye el estrato de ocupación de la estructura en la cual se halló el material arqueológico. En este nivel se asociaron concentraciones de cerámica y se hallaron contextos que definen el carácter de los estratos superiores (Figura 8); la parte superior del piso del patio central estuvo asociada a los restos de un posible enlucido o estuco de color blanco, parecido al yeso o caolín, teniendo la siguiente dimensión: 0.03 a 0.04 m. de espesor y en uno de sus lados presenta restos de coloración o pintura rojiza. Se encontraron también restos de bordes o golletes, asas, partes llanas de cuencos y cántaros grandes ubicados en los vértices internos del patio en la confluencia de dos muros, todos hacia el recinto Nº 07. Estos fragmentos están echados o inclinados y asociados a fragmentos de carbón y hueso. Al borde del patio central, hacia el patio a desnivel, se encontró un mortero de molienda o ‘muchka’, de color blanco granítico, asociado a cántaros y cuencos medianos llanos y sin decoración, de pasta naranja y con un piruro en roca negra. 154 Juan Paredes Olvera El nivel inferior del patio central a desnivel estuvo asociado a cántaros y/o cuencos que fueron quebrados o rotos de manera intencional por bloques de piedra, los cuales, al impactar con estos cántaros, se generó una explosión que conllevó a que los fragmentos se desperdiguen, esparzan o mezclen sin ningún patrón. Estos restos se han encontrado sobre la superficie y borde del patio, asociados a fragmentos de carbón (posiblemente de hueso; se tomaron muestras). También se hallaron restos de un rostro estilizado de felino en cerámica de pasta naranja encontrado en el medio del patio, restos de tupus de cobre y un Strombus de cerámica color naranja (instrumento musical asociado a varios percutores o moledores de mortero o ‘muchk’a). Cámaras subterráneas de ofrendas localizadas en la plaza, frente a la Chullpa Nº 1 En el frontis de la Chullpa Nº 1 se localiza una plataforma cuadrangular delimitada por muros de doble paramento que definen un espacio donde se observó en superficie una serie de depresiones, grandes lajas de piedra y cabeceras de muros subterráneos (Figura 5), por lo que realizamos una excavación longitudinal en la plaza para determinar los contextos del área. Conociendo previamente que Bennett (1944) había localizado en este sector cuatro tumbas profundas –de donde obtuvo gran parte de sus materiales recuperados durante sus excavaciones– esperábamos encontrar los rastros de sus excavaciones. Sin embargo, nos dimos con contextos nuevos y parecidos a los de Bennett que nos permiten conocer nueva información a la brindada por el citado autor. En nuestras excavaciones localizamos un total de cuatro cámaras subterráneas. Una de ellas la denominamos Cista Nº1; se localizó por debajo de la ultima grada de la Chullpa Nº 1. Las tres cámaras restantes conformaron una unidad arquitectónica de planta rectangular con 3.50 m. de ancho por 4.5 m. de largo, construida por debajo del nivel del suelo, dividida por muros transversales para conformar tres cámaras subterráneas alargadas y alineadas que fueron cubiertas con grandes lajas de piedra soportadas por los bordes de la estructura matriz y los tabiques medianeros. Sobre estos se colocaron, como última hilada de mampuesto, unas lajas de mayor dimensión o ménsulas. La mampostería está conformada por piedras rústicas de diferentes tamaños, niveladas y estabilizadas mediante el uso de lajas pequeñas o pachillas y argamasa de barro. En algunos paramentos internos se observa el uso de unas pequeñas lajas planas, sobresaliendo del alineamiento vertical, a modo de pequeños clavos, probablemente para acceder al interior (Figura 10 y 11). Hemos denominado a la cámara subterránea que se encuentra en el extremo Norte como Cámara Subterránea 1 (ES-1). Esta se encontraba semi enterrada, pudiendo distinguirse la única viga de su techumbre que queda in situ y la cabecera de algunos segmentos de sus paramentos. Tiene 3.54 m. de longitud por 1.37 m. de ancho, su profundidad desde la cabecera de los paramentos internos es de 1.95 m. y el ancho promedio del tabique que la separa de la ES-2 es de 0.65 m. En el paramento que da hacia la ES-1 hay dos pequeñas repisas en diferentes ubicaciones y alturas; coronando el muro se encuentran tendidas horizontalmente tres piedras grandes que sobresalen a ambos lados a modo de ménsulas. Su extremo Este está parcialmente cubierto por la única viga mega155 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte Figura 10. Perfil de Chullpa Nº 1 de Ichic Willkawain y relación con cámaras de ofrendas localizadas en la plaza rectangular. Figura 11. Perfil de cámaras subterráneas halladas en el frontis de la Chullpa N º 1 de Ichic Willkawain. 156 Juan Paredes Olvera lítica de su techumbre que aún se conserva in situ. Sobre su cara externa se encuentra una hilada de piedras de la base de una estructura de mampostería de piedra que se habría levantado en la superficie. No se ha podido definir ningún rastro del acceso a esta cámara funeraria o pozo de ofrendas. Al iniciar las labores de excavación esta cámara se encontraba llena de material de desmonte, tales como vigas líticas, piedras y basura moderna, que al remover una profundidad de aproximadamente 1.80 m. de este material encontramos un estrato intocado que contenía un contexto conformado por un conjunto de objetos de ofrendas. Entre estos se hallaban algunos ceramios enteros y otros fragmentados pero completos o casi completos en un aproximado de 28 piezas (registro de excavación), cinco tupus de metal y algunas cuentas para collar al parecer de material óseo u otro material de origen vegetal (Figura 12). Toda esta parafernalia se encontraba distribuida directamente sobre el piso de tierra compacta en todo el espacio interior de la cámara, aunque mayormente concentrada hacia el Suroeste. Los dos tupus grandes y las cuentas fueron recuperadas del material estratificado en el área central; en el mismo se halló una pieza dentaria humana; si hubo algún resto humano asociado al conjunto debió de haberse encontrado en este sitio (Figura 13). La Cámara Subterránea 2 (ES-2) se ubica al Sur y se encontraba casi totalmente enterrada, viéndose, solo parcialmente, la única viga megalítica de su cubierta que aún se conserva in situ y debajo de ella un hoyo grande, poco profundo, al parecer excavado por huaqueros. Su planta y mampostería es de similares características que el de la ES-1; sus medidas son 3.77 m. de largo por 1.14 m. de ancho y presenta una repisa en el paramento Sur. Se encontraba totalmente rellena de desmonte. En el fondo se encontró el mismo piso de tierra compacta que en la otra cámara. Al Sur se encuentra un relleno de piedras grandes de las que se puede notar la cabecera de otro muro que define el borde de una tercera cámara subterránea (ES-3), la cual no fue excavada. Figura 12. Vista interior de la cámara de ofrendas Nº 1, se observa la disposición de las vasijas y demás elementos asociados sobre el piso de la estructura 157 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte 158 Figura 13. Dibujo de planta de cámara subterránea Nº 1, se observan la ubicación de los hallazgos localizados sobre el nivel del piso de la cámara. Juan Paredes Olvera Excavaciones en la Cámara Subterránea Nº 1 (ES-1) Los estratos superiores de la cámara subterránea estuvieron cubiertos con escombros compuestos por piedras grandes y tierra de color marrón no compacta. En medio de ésta se encontraron algunas grandes vigas de piedra que originalmente habrían pertenecido a las coberturas. Contenía abundantes fragmentos de cerámica. Se halló un fragmento lítico de una cabeza clava felínica y basura moderna. Esta capa tuvo una profundidad de 1.80 m. en promedio. Constituye el relleno de la cámara subterránea. El siguiente estrato, compuesto por tierra de color marrón y algunas vetas de color marrón olivo, es semi compacta y de apariencia arenosa. Se encontraba húmeda y contenía piedras medianas y pequeñas. A una profundidad de 2.20 m. se halló un tiesto de color anaranjado decorado (V-4), que nos mostró un primer ceramio al parecer intacto en posición horizontal asociado a tres piedras medianas que se hallaban alineadas y colocadas algunos centímetros al Norte. Al excavar pudimos observar que estas se encontraban depositadas sobre unos platos de cerámica colocados sobre un piso de arcilla (Figura 12). El ajuar de esta ofrenda lo constituyen más de 28 ceramios (la mayoría fragmentados) dispuestos sobre todo el piso de la cámara subterránea, notándose una mayor concentración hacia el extremo Sur-Oeste. Junto al muro Sur se encontraban tres juegos de platos que se encontraban superpuestos. En la tierra, contenida por uno de ellos (Figura 13), se hallaron restos óseos, al parecer de camélido, en muy mal estado de conservación. En la misma área –un poco hacia Norte– se encontró una botella intacta (V-3) de color rojo, cuerpo globular, con doble pico y asa puente circular sólida, decorada, mostrando un pulpo estilizado. Inmediatamente al Suroeste se halló un grupo grande de fragmentos que pertenecen a un ceramio modelado que representaba a un guerrero con porra y escudo, es de posible manufactura local (Figura 14), el cual, por el tipo de engobe y acabados, se asocia a una suerte de estilo local vinculado al estilo Chakipampa. Al centro del recinto se encontró un área libre de objetos, pero al zarandear la tierra de ese sitio se recuperaron algunas cuentas muy pequeñas al parecer de material óseo o de alguna semilla. Al Sureste se halló un tupu de metal (T-2), con cabeza de disco de aproximadamente 0.14 m. de diámetro y al Oeste otro tupu más pequeño (T-1). En este último se localizó también una vasija con diseños modelados, color negro, que fue hallada totalmente fragmentada. En la cámara de ofrendas Nº 1 –al frente de la chullpa Nº 1– se halló otra vasija con diseño que representa al dios de la fertilidad (Carrión Cachot 2005:86): personaje antropomorfo con colmillos que sostiene una planta de yuca y otra de maíz en cada una de las manos (Figura 15) y cuyos cabellos, que parten de un gorro, son representados como mazorcas. En la parte posterior del diseño principal, están representados diseños de los estilos de Supe - Pativilca, referidos previamente (Menzel 1968, Carrión Cachot 2005). La misma se halló fragmentada y dispersa, en este lado de la cámara. El estrato denominado 6b se definió para ubicar adecuadamente algunos grupos de fragmentos u objetos que se hallaban debajo de otros pero que pertenecen a la misma capa y al mismo conjunto de la ofrenda. Entre estos debemos destacar el hallazgo de otros dos tupus de metal con características similares. De la tierra zarandeada de su entorno se recuperó un diente humano. Por debajo de estos estratos se localizó una capa compuesta por arcilla de color gris claro y una pequeña proporción de arena y gravilla muy compacta; es po159 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte sible que su superficie haya sido ex profesamente coloreada con alguna tierra de color; no contenía ningún componente cultural. Su profundidad promedio es de 0.04 m. Constituye el piso de la estructura. Podemos afirmar que el conjunto de materiales hallados en la Cámara Subterránea Nº 1 corresponden a un solo evento y fueron depositados directamente sobre el suelo de manera ordenada y enteros. De acuerdo al material asociado, es posible que un entierro haya sido alterado en la cámara en el área central donde se encontró la pieza dentaria, las cuentas de collar y los tupus, pues este sector se encuentra disturbado, al parecer fueron saqueados previamente. Figura 15. Vasija escultórica hallada en la Cámara de ofrendas nº 1, representa el “Dios de la Fertilidad”, cogiendo en sus manos una planta de maíz y otra de yuca (Carrión Cachot 2005) Figura 14. Vasija que representa personaje antropomorfo con porra y escudo, por el color y acabados evidencia influencia del estilo Chakipampa. 160 Juan Paredes Olvera Conclusiones Finales De acuerdo a lo expuesto, Willkawain e Ichic Willkawain conforman un solo asentamiento prehispánico localizado en las faldas de la Cordillera Blanca, asociado a una extensa zona agrícola. Forman uno de los centros administrativos de época Wari de mayor importancia en el Callejón de Huaylas. El sitio está compuesto por estructuras funerarias y residenciales organizadas en base a terrazas dispuestas según la topografía del terreno y distribuidas en base a un canal principal de riego que recorre la parte alta del sitio hasta el Conjunto Funerario de Willkawain. Se constituye como uno de los sitios arqueológicos más extensos de la región. Willkawain e Ichic Willkawain presentan características arquitectónicas importantes. La presencia de una chullpa principal de tres pisos sobre una plataforma cuadrangular y cercada por un muro perimétrico, además de estar localizada sobre un promontorio rocoso, se constituye en el edificio de mayor volumetría del conjunto al cual le hemos denominado ‘mausoleo’. Otros sectores del sitio presentan ‘Conjuntos Funerarios’ formados por chullpas cercadas y rodeadas por áreas residenciales, siendo los principales Ichic Willkawain y Huecho. Conforman el patrón arquitectónico característico de la época. Este patrón se repite en los principales sitios arqueológicos contemporáneos con algunas particularidades. Así, en Honcopampa, es clara la presencia de los componentes mencionados (Isbell 1991); en Keushu, la presencia del mausoleo es clara sobre un promontorio rocoso, aunque los Conjuntos Funerarios no se encuentran tan definidos y el área residencial se encuentra aglutinada en un sector, se mantienen presentes los mismos componentes. Mientras que en Santa Cruz de Katiamá se aprecia sólo con claridad el mausoleo, con cerco y posición dominante en el paisaje del lugar. Por lo tanto, tenemos un patrón arquitectónico para los sitios contemporáneos en el Callejón de Huaylas, el cual, al parecer, tiene mayor complejidad y densidad al Sur, correspondiendo probablemente a la intensidad de la ocupación en el área. En particular, Ichic Willkawain es un Conjunto Funerario definido por un cerco perimétrico de planta cuadrangular que encierra chullpas, edificios funerarios de carácter funerario y ceremonial. En Ichic Willkawain se han localizado quince chullpas. Al interior del Conjunto Funerario de Ichic Willkawain –alrededor de las chullpas– se han localizado ofrendas de diverso tipo: desde cámaras de ofrendas, especialmente construidas, hasta pequeñas cistas en cuyo interior se han hallado conjuntos de vasijas que evidencian actividades de culto al interior del Conjunto Funerario de Ichic Willkawain. Sin lugar a dudas, el elemento arquitectónico principal del asentamiento lo constituyen las chullpas, de diverso tamaño y tipo, cuya variación corresponde a la importancia y rango social de los personajes depositados en ellas. Por las evidencias excavadas, las chullpas son de función y uso funerario y se utilizaron como zonas ceremoniales debido a las ofrendas localizadas alrededor de ellas. Las áreas residenciales excavadas por el proyecto se encuentran adosadas al Conjunto Funerario de Ichic Willkawain. Que por su ubicación y características asociadas - presencia de vajilla rota in situ – sugieren un enterramiento ritual de las estructuras. Es probable que estemos frente a sectores habitacionales de pobladores vinculados directamente al mantenimiento y cuidado del área ceremonial. 161 Ichic Willkawain y el Callejón de Huaylas: un enclave provincial Wari en la Sierra Norte En la sección norte del Conjunto Funerario de Ichic Willkawain tenemos evidencia de una remodelación del sitio, en donde la primera etapa de construcción consistió en una plataforma escalonada conformada por tres gradas superpuestas de diferentes anchos, siendo la grada superior más amplia. En la parte superior se localizan seis pequeñas chullpas de planta cuadrangular y un recinto rectangular, todas de mampostería de piedra con un acabado rústico. Asociada a dos de las chullpas se halló una pequeña cista con ofrendas. Posteriormente se desmontaron las citadas chullpas para construir la Chullpa N° 4, que es de mayores proporciones y un acabado más fino, superpuesta a la plataforma escalonada. Figura 16. Botella cantimplora de estilo Chakipampa, hallada en una de las chullpas de Ichic Willkawain. 162 Juan Paredes Olvera El material cerámico asociado en Ichic Willkawain corresponde a diversos estilos asociados al período Wari: desde copias de estilos Huamanga y Okros, a vasijas foráneas como una botella cantimplora con cara gollete de felino con diseños Chakipampa (Figura 16). De esta última existe otra similar en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York la cual se asemeja iconográficamente a una de las vasijas halladas en el Castillo de Huarmey, pero cuyo personaje principal es antropomorfo, sobre una balsa caballito de totora (Przadka 2014:138). Aunque este pequeño corpus cerámico presentado revela la presencia de varios estilos cerámicos vinculados al Horizonte Medio o Wari en el sitio, tiene semejanzas a lo hallado por Isbell en Honcopampa (1991), Bennett en Willkawain (1944) y recientemente por Ponte en Yarcoq (2000), Paredes et al (2000) en Pampirca y Piquijirca, Lau en Chinchawas (2003, 2010 y 2012), Giersz en el Castillo de Huarmey (2014), y Alex Herrera en Keushu (exposición en Museo Regional de Ancash, 2012). Esto nos revela una homogeneidad de materiales en la sierra y en la costa de Ancash (N.E. sierra del Callejón de Huaylas no la región de Conchucos) que expresan una unidad cultural y posiblemente política en esta región, de acuerdo a lo propuesto por Menzel (1968) y Herrera (2005). La presencia de una red de centros administrativos en el Callejón de Huaylas para la época Wari – tales como Willkawain, Honcopampa, Keushu y posiblemente Katiamá de Santa Cruz, además de otros sitios estudiados pero de menores dimensiones– nos indica la importancia que debió tener esta región en este periodo, tanto por ser un centro de abastecimiento agrícola como pastoril permanente para una considerable población. Nos hace proponer la existencia de una unidad política regional, vinculada cultural y políticamente, cercana a la presencia Wari pero que con el tiempo adquirió manifestaciones culturales propias. Una suerte de enclave regional Wari en esta parte de los Andes –que con el tiempo y desarrollo del mismo– adquirió los patrones foráneos como propios y desarrolló nuevos estilos derivados de la mezcla de las manifestaciones culturales, creando así una expresión cultural propia, cuya mayor y principal expresión se sintetiza en la chullpa, expresión regional y característica de la región. Agradecimientos Este proyecto se debe a la importante gestión del Ing. Benjamín Morales Arnao, Director del Instituto Nacional de Cultura, filial Ancash, promotor del proyecto, como al apoyo de los directores Patricia Moyano y José Antonio Salazar, quienes continuaron con su decidido apoyo para el desarrollo de los trabajos del proyecto. A la Compañía Minera Barrick Misquichilca S.A., quien financio desinteresadamente los proyectos ejecutados; y dentro de su organización, en especial al Ing. Carlos Cabanillas, Mónica Alpaca Doimini, Doris Camino y al Ing. Luis Shimabukuro quienes en su momento decidieron apostar por el proyecto. Así mismo, al Dr. Luis Guillermo Lumbreras, quien con sus comentarios y sugerencias, nos ayudaron a esclarecer la temática de la época. 163 Así mismo a todos los colaboradores del mismo, a los arqueólogos Cesar Aguirre Chang Jui, Henderson Guevara Díaz, Ebert Serrudo Torobeo, Joel Mendoza Palacios, Guillermo Orellana Mauricio, Dina Aracelli Espinoza y en especial a Erika Cabello Ruiz. Al conservador Donal Gutiérrez Espinola, y al arqueólogo arquitecto Enrique Muñoz Medina, quien elaboró todos los planos en CAD y diseño el Centro de Información de Ichic Willkawain. 164 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 165-178 Instituto de Estudios Huarino. Lima. 2016 8 CONSIDERACIONES CRONOLÓGICAS DEL ALTO MARAÑÓN: TANTAMAYO Y RAPAYÁN Alexis Mantha y Hernando Malca* Introducción Algunas aclaraciones sobre la cronología de los valles del Alto Marañón, como Rapayán y especialmente Tantamayo (Figura 1), son muy necesarias, ya que ha sido erróneamente señalado que, a pesar de una larga historia de artículos publicados disponibles sobre este tema, sufren de ambigüedades cronológicas (Covey 2008: 290, 293; véase también Isbell 1997: 190-191, 287). Si bien es cierto que las secuencias de los períodos del Intermedio Temprano (200 a.C. a 600 dc) y Horizonte Medio (600 d.C. a 1000 d.C.) en el Alto Marañón siguen siendo poco documentadas con algunas excepciones (ver Segura en este volumen), la mayoría de los otros períodos están bien descritos y con el apoyo de muchas evidencias. Para evitar más confusión acerca de la cronología de la región, aprovechamos la oportunidad para resumir los datos cronológicos publicados desde el valle de Tantamayo, además de proporcionar nuevas evidencias cronológicas de nuestras propias investigaciones en el valle de Rapayán. Ubicación y Geografía Rapayán y Tantamayo se ubican al este de la Cordillera Blanca, en la vertiente oriental de los Andes, a unos 180 Km. de Huaraz, en el cruce de los departamentos de Ancash y Huánuco (Figura 1). La zona del Alto Marañón representa una de las últimas montañas antes de llegar a la selva, pues solo unos 130 Km. de vuelo separan Rapayán de la cuenca del Amazonas. El río Marañón, que corre de sur a norte, representa el afluente principal de esta zona y es, en gran parte, responsable de la agreste topografía. A la altura de Rapayán y Tantamayo los cerros, que sobrepasan los 4000 m., declinan abruptamente hasta terminar en las orillas del Marañón a 2400 m. de altitud. Además, numerosas lagunas ex* alexismantha@hotmail.com 165 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán istentes en la puna crearon muchos pequeños ríos que desembocan en el Marañón, los cuales, a través del tiempo, esculpieron espectaculares depresiones. La topografía de la zona de Rapayán, tallada al cuchillo, presenta, en consecuencia, varias profundas quebradas, al interior de las cuales los espacios planos son muy escasos. Figura 1. Mapa general de la zona de estudio en el Alto Marañón. 166 Alexis Mantha y Hernando Malca Cronología del valle de Tantamayo. A raíz de las investigaciones pioneras de Flornoy en el Alto Marañón (Flornoy 1955-56; 1957), Louis Girault fue el primero en realizar excavaciones rigurosas en el sitio de Piruru, cerca del pueblo de Tantamayo, entre 1968 y 1970. Debido a su muerte accidental en 1975, los resultados de sus investigaciones fueron publicados en 1981 después de su muerte (Girault 1981). Su trabajo fue seguido por los de Elisabeth Bonnier y Catherine Rozenberg entre 1980 y 1987, un período de inestabilidad política debido a la presencia de Sendero Luminoso que violentamente controlaba la región. A pesar de las condiciones de trabajo de campo peligrosas, decidieron seguir con las excavaciones en el sitio de Piruru. Además, llevaron a cabo un estudio sistemático del valle de Tantamayo que dio como resultado la identificación de 81 sitios que se caracterizan, al igual que los del valle de Rapayán, por presentar una arquitectura de piedra muy bien preservada. El trabajo combinado de Girault, Bonnier y Rozenberg en el sitio de Piruru resultó, entre otros, en la publicación de fechas de radiocarbono, contextos estratigráficos detallados y una cronología cerámica del valle. Más de una docena de fechas de radiocarbono indican dos secuencias principales de ocupación en Piruru, las cuales están separadas por un hiato de cerca de mil años (Bonnier 1981, 1988; Bonnier y Rozenberg 1980, 1988; Bonnier et al 1983, 1985; Girault 1981). La primera y temprana ocupación (diez fechas de radiocarbono) se caracteriza por una ocupación continua que abarca desde los períodos Precerámico e Inicial (2515 a.C. a 990 a.C.), hasta el Horizonte Temprano (790 a.C. +/- 70). La segunda y tardía ocupación se obtuvo a partir de dos muestras de carbón extraídas de estratos superiores, asociadas a la arquitectura de superficie y a los edificios de varios pisos; estas muestras produjeron las siguientes fechas de radiocarbono: 1250 d.C. (+/- 70) y 1480 d.C. (+/- 60), colocando así la arquitectura de superficie en Piruru entre los períodos del Intermedio y Horizonte tardíos. Estas fechas fueron corroboradas además por un detallado análisis de los contextos estratigráficos asociados a las actividades de construcciones arquitectónicas superpuestas en Piruru (Bonnier et al. 1985). Tras los análisis de radiocarbono, Catherine Rozenberg creó una tipología y cronología cerámica basada en el examen de pastas, superficies, formas y decoraciones de la cerámica. Esto dió como resultado la identificación de cuatro tipos básicos de cerámica (Rozenberg 1982; Rozenberg y Picon 1985, 1990a, 1990b). Los tres primeros tipos se refieren al período Intermedio Tardío y/o Horizonte Tardío. El primer tipo, Tipo A: Tantamayo Rouge Estampé (i.e Tantamayo Rojo Estampado), está representado casi en su totalidad por recipientes de colores rojo, anaranjado, beige o marrón. Rozenberg (1982: 131-132) señala una serie de similitudes entre el Tipo de Tantamayo A y los fragmentos de cerámica de superficie recogidos por Thompson (1967) en los asentamientos atribuidos a los períodos del Intermedio Tardío y Horizonte Tardío en las proximidades de Huánuco. Más significativamente, un subtipo definido por Rozenberg (tipo A-1) presenta adornos plásticos hechos de círculos estampados y yuxtapuestos que se ubican normalmente en la intersección del cuerpo y del cuello de los recipientes (i.e cantaros). Este tipo es conocido como el estilo Aquillpo (o Akillpo) en otros lugares del norte de los Andes centrales, sobre todo en los Callejones de Huaylas 167 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán y Conchucos (Ibarra 2003: 318-320; Lau 2004). De acuerdo a los contextos estratigráficos, similitudes estilísticas y seis fechados radiocarbónicos, el estilo Aquillpo es conocido por haberse desarrollado en el Callejón de Huaylas al final del Horizonte Medio (600 d.C. a 1000 d.C.) y durante todo el período Intermedio Tardío (Lau 2004: 189). El segundo tipo, Tipo B: Brun Micacé (i.e. Marrón Mica), está representado por pequeñas jarras, cuencos y tazas de color marrón que se caracterizan por superficies brillantes producidas por una alta proporción de inclusiones de mica. El tercer tipo, Tipo C: Pariash, representa un estilo local de influencia Inca y pertenece al Horizonte Tardío (Bonnier et al 1983:. 115-116). Finalmente, el último tipo, Tipo D: Piruru (dividido en 4 subtipos de la secuencia Pirwa en publicaciones posteriores, véase Rozenberg y Picón 1990a), está relacionado con la ocupación temprana de Piruru (Período Inicial [1800 a.C. al 900 a.C.] y Horizonte Temprano [900 a.C. a 200 a.C.]) y se caracteriza principalmente por ollas cerradas y sin cuello, una forma que no se encuentra en los estratos superiores de los antes mencionados períodos tardíos. El tipo D: Piruru (olla sin cuello), representa, según Rozenberg, una versión algo más tosca de típicas colecciones de cerámica del Período Inicial que se encuentran en otros lugares en los Andes centrales del norte, como en Chavín, Kotosh y Huacaloma (Rozenberg 1982: 132). A pesar de que la cronología cerámica es incompleta en Tantamayo, en el sitio de Piruru, debido a la ausencia de evidencias por el Intermedio Temprano (200 a.C. a 600 d.C.) y Horizonte Medio (600 d.C. a 1000 d.C.), nuevas investigaciones en el Alto Marañón confirman la existencia de sitios y cerámica Recuay durante el Intermedio Temprano (ver Segura en este volumen). En todo caso, Bonnier y Rozenberg llegaron sin embargo a varias conclusiones muy interesantes. En primer lugar, la cerámica de la ocupación temprana (Tipo D: Piruru) no se encuentra en la superficie de ningún sitio, lo que sugiere que las primeras secuencias de la región están probablemente enterradas bajo depósitos profundos. Por otra parte, la cerámica atribuida a los períodos Intermedio y Horizonte Tardíos, se encuentra en la superficie de los 81 sitios estudiados. El Tipo A (Tantamayo Rouge estampé) es el tipo más distribuido. Fue recogido en todos los sitios en alta proporción (90% de recolección de superficie). El Tipo B (Brun Micacé) está presente en la superficie de dos terceras partes de los sitios estudiados, pero en menor proporción (8% de la recolección de superficie). Por último, el Tipo C (Pariash), de influencia Inca, se encuentra sólo en un puñado de asentamientos y representa el 2% de la recolección de superficie. Aparte de esta pequeña proporción de cerámica Inca, la única evidencia de la presencia Inca en este valle es revelada por un par de estructuras Inca asociadas a 20 collcas en el tambo de Pariash, un sitio conocido también como Selemín. A la luz de una presencia Inca insignificante en los asentamientos locales, junto con la presencia de los tipos cerámicos A y B en todos los sitios estudiados, Bonnier y Rozenberg concluyeron que la gran mayoría de los asentamientos con arquitectura de piedra de superficie apareció primero durante el período Intermedio Tardío y continuó siendo ocupado, prácticamente sin cambios, durante el Horizonte Tardío y posiblemente a través de la época colonial (Bonnier y Rozenberg 1987: 5). 168 Alexis Mantha y Hernando Malca La cronología del valle de Rapayán Antes de iniciar nuestros estudios en el valle de Rapayán en 2001, sospechamos que los sitios con arquitectura de superficie de Tantamayo y Rapayán eran contemporáneas debido a las grandes similitudes arquitectónicas entre ambas áreas. Por ejemplo, la presencia de altos edificios de varios pisos en Tantamayo y Rapayán sostenía esta conclusión. Los 610 tiestos de cerámica de superficie registrados durante nuestras dos primeras temporadas de campo (2001 y 2002), en 56 sitios ubicados en la margen occidental del Marañón, confirmaron nuestras ideas iniciales. De los 610 fragmentos de cerámica, el 75% (N = 458) pertenece al Tipo A de Rozenberg (Tantamayo Rouge Estampé) y se recogieron en 54 sitios. El Tipo A está representado principalmente por fragmentos de jarras de diferentes tamaños y en menor medida por ollas, cuencos y platos (Figura 2). Los fragmentos de estilo Aquillpo o Tantamayo subtipo A-1, fueron recuperados en 27 sitios residenciales, pero en menor frecuencia (total de 39 fragmentos, o ≈ 6%) (Figura 2). Dado que muchos fragmentos de la colección de superficie muestran una alta proporción de inclusiones de mica, incluyendo los tiestos estilo Aquillpo, el Tantamayo Tipo B (Brun Micacé), identificado por Rozenberg, no parece hasta ahora constituir una categoría distinta en el valle Figura 2. (Arriba) Bordes de cerámica (cántaro y ollas) de Tipo A Tantamayo Rojo Estampado (estructura 15, nivel 3). (Abajo) Fragmentos de cerámica Aquillpo o Tantamayo subtipo A-1 (colección de superficie). 169 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán Figura 3. Cuellos de aríbalo inca, colección de superficie, sitios de Gantumarca y Rapayán. de Rapayán. Por último, hemos recuperado 58 fragmentos de cerámica de estilo Inca, representados principalmente por fragmentos de aríbalos (Figura 3), en 37 asentamientos (≈10% de la colección). Sin embargo, a causa de una ocupación Inca importante y directa en el asentamiento de Rapayán (ver Mantha 2013), la frecuencia relativa de fragmentos Inca encontrados en la superficie se reduce a 1% o 2% para el valle en general cuando se elimina este sitio de la muestra. En resumen, los datos cerámicos recuperados durante las prospecciones en el valle de Rapayán indican un contexto cronológico análogo a lo encontrado en el valle de Tantamayo. Los asentamientos con arquitectura de superficie aparecieron en algún momento durante el período Intermedio Tardío como lo demuestra la presencia de cerámica de superficie Tipo A y Aquillpo, los cuales continuaron siendo ocupados durante el Horizonte Tardío bajo el dominio Inca como se ve a través de la presencia de cerámica de estilo Inca en la superficie de la mayoría de los sitios. Cerámicas de épocas anteriores al Intermedio Tardío no están representadas en la superficie o siguen estando sin reconocer. Figura 4. Estructura 15 excavada, área II del sitio de Rapayán 170 Alexis Mantha y Hernando Malca Cronología en el sitio epónimo de Rapayán La posición cronológica tardía de los asentamientos, inferida a partir de recolecciones de superficie, está, además, apoyada por los resultados de las excavaciones realizadas en 2005 en el sitio de Rapayán. Este asentamiento representa el sitio más extenso del valle. Solo considerando las ruinas y eliminando los espacios vacios entre ellas el sitio cubre más de 12,5 hectáreas. El asentamiento se organiza en cuatro áreas o barrios construidos encima de una larga y estrecha cresta entre los 2600 m. y 3700 m. de altitud. Justo debajo de la zona IV, a 3500 m de altitud, en lo que ahora es una zona boscosa de eucalipto, se encuentran unas setenta grandes estructuras rectangulares Inca que difieren significativamente de la arquitectura local, tanto morfológicamente como tecnológicamente (Mantha 2013). Figura 6. Estratigrafía de la estructura 15, área II 171 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán Figura 5. Área II del sitio de Rapayán indicando las estructuras 15 y 30 excavadas. 172 Alexis Mantha y Hernando Malca La cronología de las ruinas locales (es decir no Inca) en el sitio de Rapayán El dato más revelador acerca de la secuencia ocupacional en Rapayán proviene de la excavación sistemática de una vivienda (Casa N° 15; Figura 4), en el área II del sector local (Figura 5), en la cual excavamos 9 niveles ocupacionales que alcanzan casi 4 metros de profundidad (Figuras 4 y 6). Los niveles más bajos (8 y 9) se caracterizan principalmente por fragmentos de cerámica que muestran pastas de colores ligeramente claros a marrones oscuros con ranuras paralelas o perpendiculares claramente visibles en su superficie externa. Aunque algunas jarras están representadas, las ollas cerradas sin cuello de diferentes tamaños representan la forma más recurrente (Figura 7). Estas últimas formas comparten similitudes con las encontradas en Tantamayo (Tantamayo D: Piruru o Pirwa) y Huamachuco durante el Período Inicial (1800 a.C. a 900 a.C.); Thatcher 1979; Tabla 1). Sin embargo, el tratamiento de la superficie externa de las ollas de Rapayán es muy distintivo. El nivel 7 está asociado con la construcción inicial de una estructura de piedra pentagonal (Figura 4). Contenía, entre otros, fragmentos de cuencos y ollas sin cuello pulidos, muchas de las cuales tienen pequeños bordes cóncavos (Figura 8). Nuevos datos de radiocarbono presentados en este volumen indican fechas alrededor de 1200 a.C. para fragmentos de cerámica, muy simil- Figura 7. Bordes de ollas cerradas y cántaros con ranuras (paletada), niveles 9 y 8, estructura 15, área II Figura 8. Fragmentos de cuencos y ollas sin cuello pulidos, nivel 7, estructura 15, área II. 173 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán ares a las presentadas en las figuras 7 y 8 de un sitio cercano llamado Canchas Uckro en el Valle del Puccha (Ibarra comunicación personal. En todo caso, los fragmentos del nivel 7 (Figura 8) son muy similares a los conjuntos cerámicos conocidos del Horizonte Temprano (900 a.C. a 200 a.C.), en particular a los de Chacas (Orsini 2014: 210, 251), Chavín (Burger 1978) y Huamachuco (Thatcher 1979). El nivel 6 reveló una gran variedad de formas de cerámica y pastas. Los pocos tiestos decorados de la muestra presentan pintura roja encima de colores crema o anaranjado (Figura 9). Estos son muy similares a los del Intermedio Temprano y/o Horizonte Medio de Humachuco (200 d. C. a 1000 d. C.; Thatcher 1972), pero se necesitaran más investigaciones para confirmarlo. Los niveles 5 y 4 se caracterizan por cerámica cruda muy similar a la que se encontró en la superficie de la mayoría de los sitios y que corresponde al Intermedio Tardío Tantamayo A (Rouge Estampé; 1000 d.C. a 1450 d.C.; ver Figura 2). Esta es una observación importante porque el nivel 4 está relacionado con los cimientos de los muros de la vivienda N° 15. Esta evidencia proporciona peso a la atribución Figura 9. Fragmentos con pintura roja sobre colores crema o naranja, nivel 6, estructura 15, área II. Figura 10. Fragmento de vasija inca, nivel 2, estructura 15. 174 Alexis Mantha y Hernando Malca Figura 11. Planta del nivel 2 de la estructura 15, área II. Algunos elementos construidos al nivel 3 (sobre piso) están visibles (Batán, fogón y estructura en L). 175 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán de la arquitectura de superficie al Intermedio Tardío. Por último, el nivel 3 representa el piso final de ocupación de la vivienda N° 15 y contenía, hasta el nivel superficial 1, fragmentos de cerámica Tantamayo A (Rouge Estampé), así como cerámica Aquillpo e Inca (Figura 10). La excavación sistemática de otra vivienda (N° 30; Figuras 5 y 11), en el área II, corrobora aún más el posicionamiento cronológico tardío de la arquitectura de superficie. La excavación reveló cuatro estratos. El nivel inferior (4), de una decena de centímetros de espesor, está asociado con las bases de la estructura y se aprieta entre la roca madre y el piso de ocupación de la vivienda. Esta capa sólo contenía bordes de cerámica del tipo Tantamayo A (Rouge Estampé) y Aquillpo A-1. Por otra parte, el piso de ocupación de la vivienda (nivel 3), así como las dos capas de escombros (niveles 2 y 1) encima, contenían cerámica Figura 12. Hueso de llama, cerámica inca con asa única y bordes Tantamayo A (Rojo Estampado) con residuo de carbón, nivel 2, estructura 30, área II. Figura 13. Vasija inca con asa única, nivel 2, estructura 30, área II. 176 Alexis Mantha y Hernando Malca Tantamayo A e Inca (Figura 13). Esta línea de evidencia indica que la casa N° 30 fue construida originalmente durante el Intermedio Tardío y continuó siendo ocupada bajo el dominio Inca. Conclusión Datos extensivos sugieren que el sitio de Rapayán fue ocupado sin interrupción aparente desde una época temprana, es decir desde el Período Inicial (1800 a. C. a 900 a.C.) hasta el Horizonte Tardío (1450 a.C. a 1532 a.C.) y probablemente hasta la época colonial. Este trabajo también demuestra que la arquitectura de superficie, tales como las casas N° 15 y N° 30, fue construida inicialmente durante el Intermedio Tardío y continuaron siendo ocupadas durante el Horizonte Tardío. Es importante mencionar que, si la cerámica Inca fue incorporada en la economía política local durante el Horizonte Tardío, los propios incas también ocuparon directamente el asentamiento Rapayán a través de la construcción de unas setenta grandes estructuras rectangulares, justo debajo de las ruinas locales (ver Mantha 2013). Finalmente, los datos presentados en este artículo esperan ser corroborados en el futuro con fechados radiometricos de muestras de carbón; las cuales tenemos a nuestra disposición esperando ser analizadas. 177 Consideraciones Cronológicas del Alto Marañón: Tantamayo y Rapayán 178 Arqueología de la Sierra de Ancash 2: Población y Territorio. Pp 179-209 Instituto de Estudios Huarino. Lima. 2016 9 ESTRATEGIAS DE OCUPACIÓN INCA EN LA SIERRA DE ANCASH: EL ROL DE TAMBOS Y COLCAS EN LA DEFINICIÓN DE PROVINCIAS INCAS Bebel Ibarra Asencios* Introducción Este artículo examina los diferentes niveles de la ocupación Inca en la cuenca del río Puccha, en la región sur de Conchucos. Las evidencias obtenidas, a través de excavaciones, prospecciones y fechados radiocarbónicos, son evaluadas para responder algunas preguntas como: ¿cuáles fueron los criterios usados por los Incas para formar una provincia? ¿cómo se refleja en el registro arqueológico la presencia inca en asentamientos del Intermedio Tardío? y ¿cómo se integraban los sistemas de almacenamiento (colcas) dentro de la política imperial?. Con tal propósito presentamos las evidencias recuperadas de cuatro sitios arqueológicos: Marcajirca, Ñawpamarca de Huachis, Pincostambo y Huaritambo, además de dos montañas sagradas: Llamoq y Wiñaj. Los sitios están localizados en el territorio de los grupos étnicos Huaris y Pincos, en la cuenca del río Puccha al norte de Chavín de Huántar. Este territorio se encuentra en una zona intermedia entre Huánuco Pampa, el centro administrativo más grande del imperio (Morris y Thompson 1985), y Huamachuco (Topic y Topic 1993), el cual es atravesado completamente por el Qhapaq Ñam. Los Incas dominaron un extenso imperio denominado Tawantinsuyo; su territorio se extendía por aproximadamente 4000 kilómetros, desde Chile hasta Colombia. Para controlar el imperio, los Incas dividieron el Tawantinsuyo en provincias (D’Altroy 2003). La mayoría de estas provincias exhiben evidencias de arquitectura Inca, tales como kanchas, kallanqas y ushnus en costa y sierra (Hyslop 1985). Las provincias estaban conectadas por una red compleja y bien elaborada de caminos llamada Qhapaq Ñam o camino real Inca, que permitieron al imperio –de carácter multiétnico– estar bien comunicado. El tamaño de los grupos étnicos antes y durante del Tawantinsuyo era diverso (Rowe 1946) con grandes grupos en la sierra: como Lupaqa y Collao (en el sur), Huancas y Xauxas (en la sierra central), y Huamachucos, Chachapoyas y Cañaris en el norte. Mien* bebel_chavin@yahoo.com 179 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca tras que en la costa, los Chincha, Ychma y Chimú fueron los más importantes. Entre los grupos étnicos de tamaño mediano tenemos en la sierra norte a los Huaylas y los Conchucos (Espinoza 1974) y entre los pequeños a los Huaris y Pincos (León 2004). El presente artículo se centra en los territorios de estos dos últimos grupos étnicos. Mientras los grupos étnicos grandes fueron conquistados y controlados militarmente, es poco conocida la estrategia seguida por los Incas para conquistar/controlar pequeños grupos étnicos. Es común que los Incas usaran tácticas diplomáticas para incorporar rápidamente territorios. En ese sentido, los curacas locales eran favorecidos con regalos y objetos de prestigio por los Incas. Sin embargo, para poder entender cómo estas tácticas pueden reflejarse en el registro arqueológico, se debe conocer la naturaleza de los asentamientos inmediatamente anteriores a los Incas. En ese sentido Marcajirca –un sitio con evidente carácter ritual, atestiguado por chullpas, anfiteatro y “adoratorios” (léase el torreón más adelante)– presenta un impacto que se refleja a nivel funerario. Mientras que en Ñawpamarca, un sitio mayormente residencial, la ocupación se ve reflejada en cambios en la arquitectura residencial. La naturaleza de la ocupación inca en este artículo es explicada a partir de su impacto en los asentamientos del Intermedio Tardío. Mientras que los criterios para la formación de provincia u otra unidad administrativa usada por los Incas son examinados por la presencia misma de centros administrativos Inca que siguen todos los estándares imperiales. Para lo cual, hemos evaluado las evidencias de los sitios de Pincostambo y Huaritambo; cuyas colcas serían indicadores de una división tipo provincia. Igualmente, hemos considerado factores religiosos (apus) de los grupos locales en esta división. A modo general, el presente artículo busca contribuir al conocimiento de las diferentes estrategias de ocupación seguidas por los Incas y su correlato en el registro arqueológico. La cuenca del río Puccha en la sierra de Ancash La cuenca del río Puccha se encuentra a unos 400 kilómetros al norte de Lima, capital de Perú. Forma parte de la región conocida como Conchucos, que es una región formada a partir de varios valles cuyos ríos pertenecen a la cuenca del Marañón. Estos ríos corren en forma casi perpendicular a la Cordillera Blanca. Entre los principales ríos se encuentran el río Puccha (Provincia de Huari), el río Yanamayo (Provincia de Carlos Fermín Fitzcarrald) y el río Sihuas (Provincias de Sihuas). Estos tres grandes ríos presentan una forma de “Y”, con ríos medianos que corren de norte a sur y otros de sur a norte que finalmente se unen y siguen una trayectoria oeste-este hacia el río Marañón. La Cuenca del Puccha está formada por tres grandes ríos. El primero es el río Mosna, el cual se origina en un glaciar situado en el extremo sur del valle; este río corre de sur a norte. El segundo es el río Huaritambo, que se origina cerca de la laguna de Huachucocha situada en el extremo norte del valle; corre de norte a sur. El tercero es el río Puccha, el cual se origina de la unión del Mosna y Huaritambo, lo cual sucede a la altura del poblado de Pomachaca (Figura. 1). A partir de este punto el río corre de oeste a este desembocando en el río Marañón. En la cuenca del Puccha la altitud de las montañas y la profundidad de sus valles proporcionan un área 180 Bebel Ibarra Asencios Figura 1. Mapa de ubicación de la cuenca del Puccha en la región de Conchucos Sur con los principales ríos 181 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca con un ambiente especial. El clima es frío en la parte alta y cálido en las partes bajas. Esta condición influye en la agricultura local, permitiendo que las frutas, maíz y otros productos se cultiven en los valles bajos. Mientras que, productos tradicionales –como la papa, el trigo, la quinua, la maca y el yacón– en las partes altas. Las partes bajas y cálidas localmente se conocen como la “quebrada”, en donde es muy común ver paltas, naranjas, pacaes, plátanos, chirimoyas, papayas y lúcumas. La temporada de lluvias es entre octubre y abril, período de tiempo en que la mayoría de los productos tienen que ser cultivados. La siembra se inicia alrededor de octubre, en particular el maíz, mientras que la papa y los granos en diciembre. El tiempo de la cosecha es alrededor de mayo para el maíz y la papa, mientras que para los granos es en junio. En resumen, las actividades agrícolas se llevan a cabo entre octubre y junio. El tiempo entre julio y septiembre se utiliza para otras actividades como la construcción de casas, la alfarería o la mejora de infraestructura. Tareas comunales se llevan a cabo durante este tiempo como el sequia aruy (limpieza del sistema de canales o de riego) y el nani aruy (limpieza y reparación de los caminos). Es durante estos meses (de junio a octubre) que la mayoría de las festividades religiosas se llevan a cabo. Es así que la población realiza sus festividades de tal manera que no interfieren con las actividades agrícolas. Cada ciudad tiene su patrón(a), que es un santo(a) católico. La celebración en honor a la patrona o patrón puede tomar varios días y siempre va acompañada de un consumo de grandes cantidades de chicha de jora, bailes y música. La imagen del patrón(a) es llevada alrededor de la ciudad en procesión y varios rituales se realizan en su honor. Las provincias y los sistemas de almacenamiento en el Tawantinsuyo El Imperio Inca fue dividido en cuatro partes o suyos y había al menos 81 provincias (D’Altroy 2003: 232). Esta división política del Imperio fue hecha en base a documentos etnohistóricos. Las provincias administrativas se formaron sobre la base de antiguos grupos tribales y lingüísticos (Rowe 1946: 185). Murra propuso que las provincias se formaron de acuerdo al número de pobladores que pagaban impuestos y estaban constituidas por la población local y los mitmaqs. (Murra 1975: 194). Favre (1965) propuso que las provincias o wamanies se formaron sobre la base de una religión pre-Inca y que éstas fueron resultado de la unificación de una serie de grupos que compartían la devoción a una montaña sagrada, deidad o Apu. Otras divisiones consideradas fueron impuestas, tales como la etnia y la jerarquía (Astuhuaman 2011: 86). Para el caso de la cuenca del Puccha, la evidencia arqueológica y etnográfica –que explicaré más adelante– sugiere que las poblaciones de los asentamientos del período Intermedio Tardío adoró una huaca o jirca específica. Jirca es el nombre local para las montañas sagradas, el equivalente de apu, usado en el sur. Como parte de la política de concentrar el poder y administrar la recolección de impuestos, los Incas construyeron una serie de almacenes llamados colcas. Estaban ubicados en los principales centros administrativos de cada provincia o wamani. Las colcas almacenaban maíz, chicha (cerveza de maíz), coca, ají, telas, ropa, sandalias, cerámica y armas (Jerkins 2001: 659); estos productos se utilizaban en las ceremonias y para la administración del imperio. También se 182 Bebel Ibarra Asencios usaron para recompensar a las personas que cultivaban los campos del Estado Inca o estaban sirviendo al imperio (Morris y Von Hagen 2011: 59), o para garantizar la “incanizacion” de los señores o curacas de los diversos grupos. Esto incluía una distribución preferencial de los bienes y objetos de prestigio e incluso mujeres (Alconi y Malpass 1993: 286). Las colcas permitían tener suministros disponibles cuando la producción no era buena debido a las condiciones meteorológicas o plagas (McEwan 2006: 121). Los principales centros administrativos del Chinchaysuyo fueron Huamachuco, Huánuco Pampa, Hatun Xauxa, Pumpu y otros de menores dimensiones como Cochabamba en Chachapoyas (Snead 1992: 89-99). En todos estos centros, las colcas están alineadas (en una, dos o más filas) a lo largo de una ladera. Algunas de las colcas de Huamachuco tienen fechados no calibrados de 1475 y 1550 a.C. (Topic y Topic 1993: 26). Topic y Chiswell (1992: 227) sugieren que las colcas en Huamachuco son las más antiguas y algunas de ellas –como las ubicadas en Cerro Amaru– datan a partir del Período Intermedio Temprano y Horizonte Medio. Los Centros administrativos Inca en el norte y sur como Huamachuco, Huanucopampa, Andamarca, Pumpu y Hatun Xauxa –en cuyas publicaciones presentan planos o mapas de distribución de colcas (Topic y Topic 1993; Topic y Chiswell 1992; Morris 1992; Morris y Thompson 1985; Schreiber 1993; Matos 1994; D’Altroy y Earl 1992) – coinciden en que éstas siempre están alineadas en laderas. Por otro lado, centros administrativos Inca no muy extensos –como los ubicados en el valle de Cunas-Junín– también muestran colcas alineadas (Perales 2004: 16-163). Sin embargo en algunos sitios –como Ancasmarca en Cuzco o Taparaku en Huanuco– las colcas no están alineadas (Gasparini y Margolies 1980: 140; Serrudo 2002: 126), llevando a proponer, para el caso de Ancasmarca, que se trata de casas pertenecientes a los Killke del período Intermedio Tardío (Covey 2006: 178). Este también podría ser el caso de Taparaku, pues las “colcas” se hallan en la parte central del asentamiento. La tipología de colcas en la sierra se puede resumir en dos grandes grupos, circulares y rectangulares. Estas últimas pueden estar compuestas por uno o dos recintos y son el resultado de dos colcas cuadrangulares juntas. Al parecer las colcas de forma circular se encuentran más concentradas en el sur del imperio, mientras que en el norte predominan las rectangulares, existiendo entre Huánuco y Junín las formas circulares y rectangulares juntas. Los estudios realizados en las colcas en Huánuco Pampa indican que las de forma circular se utilizaron para almacenar maíz desgranado, entre otros productos (Morris 1992: 240-241), como parte de la distribución preferencial hecha por los Incas a los curacas. Muchos de los productos distribuidos posiblemente fueron procesados (e.g. Morris 1992), que –a diferencia de los productos sin procesar– son fáciles de transportar, almacenar, cocinar y tienen un carácter exótico. Por ejemplo, el maíz se puede almacenar desgranado, pero también transformado en jora, la cual fue utilizada para la preparación de chicha. Este es un proceso complicado que comienza con la selección de los granos (preferible desde la parte media de la mazorca) y luego, los granos seleccionados son colocados en un saco y remojados en agua durante dos o tres días, hasta que las “raíces” aparecen y alcanzan aproximadamente dos centímetros de longitud. Después, el maíz se seca al sol por un día para luego ser colocado en agua limpia de nuevo por un día. Finalmente se saca el maíz del agua y se seca completamente y está listo para ser almacenado. Cuando llega el momento de 183 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca preparar la chicha, la jora tiene que ser molida. La gente pocas veces muele la jora más de una semana antes de la preparación. Otra forma de procesar maíz es preparando mote: el maíz se cuece en agua con ceniza (de madera), pasando por un proceso llamado nixtamalización, en donde la ceniza hace alcalina al agua para de esta manera eliminar la cáscara del maíz. Este proceso implica grandes cantidades de combustible, pero cuando el mote está listo su preparación es fácil y el producto no necesita ser cocinado mucho; puedo añadir que se trata de un alimento nativo pre-cocinado. Es muy probable que la preparación del mote sucedió en las zonas yungas, donde se producía el maíz y además había mayor disposición de combustible. Otros productos como la papa pueden conservarse como alimento en varias formas; una de ellas es el tocosh, el cual es un alimento procesado de forma natural, que consiste en sumergir la papa en fosas de agua corriente durante un período de varias semanas. Tiene un olor muy fuerte y distintivo. También se utiliza como medicina debido a que el proceso produce naturalmente penicilina. Las mujeres durante el período de la menstruación comen tocosh ya que su sistema inmunológico es bajo en ese tiempo. El tocosh se puede preparar también a partir del maíz y se sigue el mismo proceso, la diferencia es que su aroma no es tan fuerte como el de la papa. Otra forma de procesamiento es la papa seca, donde se cocinan las papas pequeñas; la gente elige las papas pequeñas porque esas son las primeras en malograrse, pues se deshidratan más rápido que las grandes. Después se cocinar la papa, se corta en rodajas finas y se seca al sol durante varios días hasta que las piezas llegan a estar muy duras, para luego ser molidas y almacenadas. La papa seca se puede almacenar durante un largo tiempo, durante más de un año. Otras formas son el chuño o papa congelada, donde las pequeñas patatas están expuestas a bajas temperaturas durante las noches hasta que se congelan, luego en la mañana, cuando la temperatura se eleva, se almacenan por un par de horas y cuando el sol está muy fuerte son sacadas de nuevo. Este contraste de baja y alta temperatura produce el chuño. Entonces, es muy probable que los Incas pudieran almacenar productos procesados, los cuales pueden durar más tiempo. Muchos de ellos serían fáciles de transportar en largas distancias y algunos –por su carácter exótico– pueden haber servido para reforzar las relaciones con los curacas locales. Etnias y distribución territorial durante la época Inca Tras el colapso del Estado Wari, una fragmentación –en pequeñas naciones o balcanización– tuvo lugar (Covey 2003, 2008) emergiendo de esta forma una gran cantidad de grupos étnicos. Según Rowe (1946), fueron alrededor de 37 en la costa y 44 en la sierra. En el siglo XV la mayoría de estas naciones fueron conquistadas por los Incas durante la etapa imperial del Tawantinsuyo, alrededor de 1400 d.C. La mayor parte de la información que tenemos acerca de estos grupos proviene de los cronistas del siglo XVI. Documentos etnohistóricos han proporcionado considerable información sobre la distribución y existencia de grupos étnicos que habitaron el antiguo Perú al momento de la conquista española. Los cronistas se refieren a cómo estaba dividido el territorio del Perú durante el Tawantinsuyo. En el caso de la sierra de Áncash, en la zona sur de Conchucos (actual provincia de Huari) los grupos se dividían en Allauca e Ichoc 184 Bebel Ibarra Asencios (derecha e izquierda); así tenemos: Allauca-Huari e Ichoc-Huari, y Allauca-Pincos e Ichoc-Pincos (León 2004; Ibarra 2009). La misma división parece haber existido en grupos de Huánuco en donde –como parte de la reparación de puentes de tareas comunales– los documentos mencionan Allauca Guanuco e Ichoc Guanuco (Thompson y Murra 1966: 636). Este sistema de división es diferente a los denominados Hanan y Hurin (Arriba y Abajo) usados en la región del Cusco (Sherbondy 1987: 366) o en Andahuaylas: Hanan y Hurin Chancas (Bauer y Kellet 2010: 107). En otras partes del antiguo Perú como Cajamarca mantienen una división basada en guarangas (Julien D. 1993: 264). Tal es el caso de Huánuco donde los diferentes grupos –como los yachas, los chupachu y los queros– se dividieron en pachacas (Grosboll 1993: 49). Mientras que al norte los huamachucos y conchucos también fueron divididos en guarangas y pachacas (Topic 1998: 119-120; Espinoza 1974). El sistema de pachacas y guarangas durante el Tawantinsuyo fue un sistema de administración decimal (Julien C. 1988). Sin embargo, no queda claro qué pasaba si un grupo en un asentamiento contaba Figura 2. Principales grupos étnicos en Ancash durante el siglo XVI.Elaborado por Bebel Ibarra 185 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca con más de 1000 contribuyentes, es decir, si el pueblo tenía 1200, ¿qué sucedía con los 200? ¿eran reubicados? ¿a dónde? Al parecer, el sistema decimal era referencial y fácil de ser registrado en los quipus. Por otro lado, los grandes grupos étnicos conocidos hasta ahora fueron formados por varios grupos pequeños, como se sugiere para los Chancas en el sur (Bauer y Kellet 2010: 90) y Huánuco en el norte: “el sureste de Huánuco no constituía una potencia regional de los Andes, sino, comprendía, en su lugar, numerosas pequeñas entidades políticas” (Grosboll 1993: 75). Los grupos étnicos en la sierra oriental de Ancash (Figura 2) Los Huari El área geográfica de este grupo coincide con modernas provincias de Asunción, Fermín Fitzcarrald y Antonio Raimondi y parte de Huari. Varios documentos coloniales indican que en la provincia de Huari ocuparon el territorio hasta el pueblo de Pomachaca. Este pueblo fue testigo de la batalla entre los ejércitos de Huáscar y Atahualpa, donde hubo una pelea cerca del puente de Pomachaca, como es narrado por Francisco de Xerez: “… después de la batalla, las tropas de Huascar dejó el campo y quemaron el puente en su retirada, por lo que Calcuchimac, un general de Atahualpa, se precipitaron y cruzó a nado el río seguido por varios matando soldados fugitivos de Huascar” (Xerez 1985 [1534]: 146). Es probable que el río Puccha habría sido la frontera natural entre este grupo y sus vecinos llamados Pincos. León Gómez destaca que los Huari fueron divididos en dos mitades o sayas llamadas Ichoc Huari y Allauca Huari. Ichoc-Huari (lado izquierdo) habría ocupado las provincias de Asunción, Fermín Fitzcarrald y Antonio Raimondi. Mientras que Allauca-Huari, lo que significa lado derecho, ocupó una parte de la provincia de Huari, todo el camino hasta el poblado de Pomachaca (León 1996: 143-144). Los Pincos Esta etnia ocupó los territorios de los distritos actuales de Huántar, San Marcos, Chavín, Uco, Paucas, Rahuapampa, San Pedro de Chaná, Pontó, Anra, Huacachi y Huachis. Igual que Huari, este territorio fue dividido en dos sayas: Ichoc-Pincos y Allauca-Pincos. Algunas fuentes mencionan Collana-Pincos y Allauca-Pincos. Collana en runashimi significa principal y probablemente tomó este nombre porque esta saya (mitad) era la más importante Pachaca en donde el curaca o jefe vivía (León 1996: 144). Ichoc-Pincos se encuentra en la saya izquierda y corresponde a los distritos de Huacachi, Rahuapampa, Pontó, Chaná, Huachis, Anra, Uco, Paucas, Rapayán y Huacchis. Mientras que Allauca-Pincos o Collana-Pincos, situado en la saya derecha, pertenecen a Huántar, San Marcos y Chavín (León 2004: 459). Este grupo posiblemente limitaba con los grupos étnicos de Huánuco, como los guamalíes. Los cronistas mencionan a Pincos como la región donde el camino Inca pasa antes de llegar a Huánuco Pampa (Xerez 1985 [1534]: 146). Según Garcilaso la conquista de la región andina de Áncash fue obra del generalísimo inca Cápac Yupanqui, hermano de Pachaccutec, que gobernaba el imperio y del príncipe heredero Túpac Yupanqui que acompañaba a su tío, 186 Bebel Ibarra Asencios a quien le tocó realizar después la conquista de la costa del señorío de Gran Chimú. También dice que de Chucurpa ambos habrían mandado provisiones a las provincias vecinas. Los Pincos se sometieron a los Incas, más no así los señoríos de Huaraz, Yauya, Piscobamba y Conchucos, que, deponiendo sus rivalidades, se unieron para defender su independencia contra el enemigo común. La guerra fue larga y sangrienta, sólo sitiados por el hambre los coaliados se rindieron (Amat 1971: 35). Los Conchucos y otros grupos El cacicazgo o territorio de los Conchucos ocupó las provincias modernas de Corongo y Pallasca en la sierra norte de Ancash. Como muchas otras partes del Tawantinsuyo, Conchucos fue dividido por los Incas en pachacas y huarancas. Los Conchucos vivían en pequeñas llactas o pueblos. Ellos eran los mayores contribuyentes en la región a mediados del siglo XVI. Algunos de los pueblos coloniales habitados son: Corongo, Cabana, Tauca, Llapa y Cusca. Se sabe que Conchucos también tenía un tambo al que Guaman Poma de Ayala da el nombre de “real”, lo que indicaría que éste fue de gran importancia en el sistema de caminos del Chinchaysuyo (Espinoza 1974: 9-13). Otros grupos en el lado este de la Cordillera Blanca fueron los Siguas y los Piscobamba. Según León Gómez (2004: 459), estos grupos existieron en la región de Conchucos. Los Siguas ocuparon territorios de la actual provincia de Sihuas, mientras que los Piscobamba ocuparon el territorio actual de las provincias de Mariscal Luzuriaga y Pomabamba. Asentamientos del Período Intermedio Tardío y ocupación Inca en la cuenca del Puccha Durante este período la cuenca del Puccha se caracteriza por la ubicación de asentamientos que ocupan las cimas de las montañas por encima de los 3800 msnm. La mayoría de ellos son de gran extensión, algunos llegan a extenderse por varios kilómetros. El tipo dominante de asentamiento es Marca, que es la denominación para pueblo, el cual posee muchos componentes arquitectónicos como sectores de vivienda, plazas, calles, espacios públicos cerrados, estructuras ceremoniales, murallas, etc. La mayoría de marcas se componen de una gran cantidad de estructuras, en su mayoría circulares, construidas sobre terrazas y dispuestas en forma ordenada como en Pinkush de Huamantanga, Misiónjirca y Pinkuyolloc, o desordenadas como en Marcajirca. El terreno que ocupan es generalmente rocoso con pendientes muy pronunciadas; en algunos casos presentan una serie de murallas que lo rodean y que pueden alcanzar una altura de 4 m. También presentan zanjas junto a las murallas, éstas tienen un ancho de 2.5 m en promedio y una profundidad de 2 m. Por lo general, las marcas están dispuestas en todos los puntos principales del valle del Puccha, es decir, al inicio de cada quebrada o tinki (encuentro de los ríos), desde donde se dominan los valles cercanos. La mayoría de este tipo de asentamientos posee un sector residencial y doméstico. En el sector residencial se pueden observar las viviendas y también restos de enterramientos, sean en chullpas o bajo las rocas; mientras que el sector ceremonial está compuesto por plataformas circulares dispuestas a distancias regulares (pueden existir varias), situadas mayormente en las par187 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 3. Mapa del área de estudio con los principales sitios investigados 188 Bebel Ibarra Asencios tes más elevadas del asentamiento como es el caso de Marcajirca, Pinkuyolloc, Pinkush, Misiónjirca, Ñawpamarca de Huachis y Yanagaga, entre otros. Para contextualizar la situación del valle del Puccha, entre el período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, me basaré en las excavaciones en dos sitios: Marcajirca y Ñawpamarca de Huachis. Estos sitios proveen información sobre diferentes grados de ocupación Inca. De igual manera, describiré dos jircas (apus o huacas) llamadas Llamoq y Wiñaj, las cuales sugieren que los grupos étnicos de esta zona construían sus asentamiento cerca a estas jircas (Figura 3). Ñawpamarca de Huachis Ocupa la cima de un cerro situado a dos horas de camino al este del actual pueblo de Huachis. El sitio está compuesto por siete montículos que están alineados en dirección Este-Oeste con una orientación de 15 ° SE. Una serie de montículos naturales fueron transformados a través de una serie de terrazas sobre las cuales se encuentran estructuras circulares y algunas cuadrangulares. El sitio se extiende sobre la cima por cerca de 1200 metros. No obstante, la mayor parte de las estructuras se localizan en la parte central por cerca de 500 metros (Figura 4). Las estructuras circulares tienen en promedio cinco metros de diámetro y se encuentran distribuidas por todo el asentamiento. Sin embargo, cabe anotar, que existe una única estructura circular cuyo diámetro supera los diez metros y se encuentra en buen estado de conservación. Excavaciones arqueológicas y prospección geoquímica llevadas a cabo en las estructuras circulares sugieren que éstas fueron casas o lugares de habitación doméstica, donde se realizaron actividades que implican desecho de material orgánico (ergo, cocinar). Entre los materiales recuperados de este tipo de estructuras se encuentran: cerámica utilitaria, batanes y abundantes huesos de animales. Igualmente, una serie de fogones o espacios de quema se hallan al interior de estas casas. Excavaciones realizadas en varias de estas estructuras circulares en Marcajirca también revelan el mismo patrón, por lo que su función doméstica es sustentada por la evidencia arqueológica. La parte central del sitio está formado por amplias terrazas o espacios abiertos. Junto a estos espacios se hallan de forma desordenada, varios recintos de formas circulares, cuadradas y rectangulares; básicamente estos recintos están interconectados por calles y callejones. Algunos de los recintos rectangulares tienen nichos dentro y los principales portales tienen una doble jamba. Al parecer, estas zonas parecen corresponder a la zona residencial de élite (Figura 5b); la mayoría de las estructuras tienen paredes con buen acabado, difieren notablemente de las otras estructuras en otros sectores con acabado rústico. La prospección geoquímica revela que en este tipo de recintos existe un nivel muy bajo de contaminación orgánica, por lo que acciones como cocinar no se realizaron al interior. Un edificio importante se halla en la parte más alta del asentamiento, el cual domina visualmente todo el sitio. Se trata de un recinto rectangular alargado asociado con dos más pequeños. Su dimensión es de 32 m de largo y 9.80 m de ancho, orientado 16° hacia el norte-oeste (Figura 5a). También se observan 189 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 4. Plano del sitio Arqueológico de Ñawpamarca de Huachis. En resaltado los componentes Inca 190 Bebel Ibarra Asencios Figura 5. Isometrías de la Kallanqa (a) y los conjuntos residenciales de Ñawpamarca de Huachis (b). Ambos poseen doble jamba estilo local. Dibujo Cristian Vizconde García. dos recintos pequeños, tres puertas, un banco y cuatro agujeros alineados en el interior (Figura 6). Estos agujeros podrían haber servido para colocar columnas que ayudarían a sostener el techo, tal es el caso de una de las kallankas de Huanucopampa (Gaszparini y Margolies 1980: 201, foto 185). Las paredes están hechas de piedras canteadas, unidas con argamasa de barro, dispuestas en una fila y hechas con la técnica simple de pircado. Hay un banco pegado a la pared de la sala principal noreste (14.40 m de largo, 0.42 m de ancho y 0.27 m de alto aproximadamente), hechos de piedras canteadas, unidas con argamasa de barro. Edificios de la misma forma y dimensiones similares, que tienen un banco, se describen en Huánuco Pampa (Morris et al 2011: 141). La entrada principal tiene doble jamba y mide 2.57 m de largo, 2.63 m de alto y 0.69 m de ancho, característica de la arquitectura Inca Imperial (Figura 7). Las otras puertas que conectan los recintos más pequeños tienen doble jamba también. Las jambas 191 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 6. Vista del interior de la Kallanqa en Ñawpamarca de Huachis, nótese uno de los huecos para postes y al fondo la entrada con doble jamba Figura 7. Detalle de la entrada con doble jamba de la Kallanqa. El estilo de la doble jamba de carácter local 192 Bebel Ibarra Asencios tienen una característica particular: no se orientan hacia el exterior (fachada) sino que miran al interior, por lo que solo es posible verlas desde el interior del edificio. La forma alargada de este edificio sugiriere que ha sido una Kallanka, pero su posición en lo alto de un montículo sugiere más bien una residencia de élite, construida por los Incas en el sitio. Estructuras Inca construidas sobre plataformas son comunes en otras partes del Perú, como en la región de Ayacucho (Meddens et al 2010: 179). Las excavaciones realizadas en esta estructura revelan que no hubo ocupación previa en el montículo, la estratigrafía no es muy profunda, 40 cm (incluye capa superficial); no se recuperó cerámica ni otro tipo de material cultural. La ubicación en el extremo sur del sitio podría indicar que esta parte del sitio, que pertenece al Período Intermedio Tardío, estaba vacía; la mayor parte de las estructuras se concentran en la parte central del sitio. Por otro lado, tres tumbas localizadas bajo grandes rocas fueron identificadas en el extremo noroeste, éstas se hallan alineadas bajo grandes rocas, una después de la otra. La examinación de restos óseos indica la presencia de siete individuos y uno de ellos presenta deformación del cráneo tipo anular oblicuo. Este tipo también está presente en Marcajirca. Sin embargo, en Ñawpamarca no se pudo localizar ninguna chullpa, a diferencia de Marcajirca donde existen cerca de 35. Marcajirca Marcajirca se encuentra en la cima de un cerro con pendientes muy pronunciadas a 3800 metros de altitud. Las pendientes son muy empinadas hacia el este y oeste. Esta configuración sugiere una posición defensiva. Cabe indicar también que una larga muralla hacia al norte separa al sitio del “exterior”. Las estructuras se extienden a ambos lados (este y oeste), pero es el lado este el que contiene la mayor parte de ellas, posiblemente porque en ese lado la topografía presenta grandes áreas planas. Las excavaciones arqueológicas y prospecciones realizadas en los últimos años sugieren la existencia de tres sectores: residencial, funerario y público. Estos sectores son básicamente funcionales, pero no podemos descartar la posibilidad de que varias funciones se llevaron a cabo al mismo tiempo en un solo sector (Figura 8). Sector residencial: Se compone principalmente de espacios abiertos irregulares y de estructuras circulares de 4 a 5 m de diámetro, la mayoría de ellas ubicadas en el lado sur del sitio. La distribución de estas es desordenada, no existiendo un patrón exacto. Sin embargo, muchas de ellas se encuentran junto a un espacio abierto. Las estructuras fueron hechas utilizando rocas de tamaño medio que se unieron con barro. No hay evidencia de techos, pero presumimos que el techo era de madera con cubierta de paja. Excavaciones en ocho de estas estructuras revelan un patrón homogéneo de presencia de cerámica utilitaria con huellas de quema, huesos de animales, batanes, espacios de quema o fogones y canales de drenaje, de ahí que inferimos su función doméstica (casa). Sin embargo, cabe anotar que en este sector existen cinco chullpas, cuatro de ellas de planta cuadrada y de un solo nivel y una de dos niveles. Los fechados obtenidos de carbones recuperados en este sector son: 1020 – 1230 d.C. +/- 45 (2 sigma) y 1220 – 1330 d.C. +/- 50 (2 sigma), los cuales se hallan en el rango del período Intermedio Tardío. 193 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Sector Funerario: Ocupa la parte central del asentamiento, sobre lo que es una extensa meseta o parte plana. Lo denominamos funerario por la existencia de alrededor de 25 chullpas y 12 cuevas funerarias. Existe también un fuerte componente de estructuras mayormente cuadrangulares (Figura 9). Las chullpas en su mayoría son de forma cuadrada, techos cónicos o de falsa bóveda y con accesos muy reducidos (40 x 50 cm). El espacio interior no es muy grande, con un promedio de 1.2 por 1.5 metros. Al interior de las chullpas los restos óseos humanos se encuentran desarticulados y completamente disturbados; el número mínimo de individuos sepultados es en promedio 30 por chullpa. Por otro lado, 12 de las 21 cuevas funerarias que hay en todo el sitio, se encuentran en este sector. El promedio de individuos sepultados en éstas es de 40; en la cueva más grande (C3) fueron sepultados 72 individuos. Sector Público: Se encuentra principalmente en el extremo norte junto a la muralla. La mayor parte de este espacio público está conformado por grandes espacios abiertos como el anfiteatro y el torreón. Tanto el anfiteatro como el torreón tienen un tipo muy singular de arquitectura para toda la región. El anfiteatro ocupa una depresión de aproximadamente 15 m de profundidad cuyo espacio interno está dividido en una serie de pequeñas terrazas a modo de graderías. La escalinata principal en el lado sur comunica la superficie con la base del anfiteatro. El lado norte del anfiteatro delimita con una gran muralla que recorre esta parte del sitio de este a oeste (Figura 10). Por otro lado, el torreón es una gran estructura circular cuyo diáFigura 8. Plano del sitio de Marcajirca, en resaltado las estructuras cuadrangulares Inca y la chullpa 1 194 Bebel Ibarra Asencios Figura 9. Vista panorámica de Marcajirca Figura 10. Vista panorámica del sector ceremonial de Marcajirca, con el anfiteatro y el torreo al fondo 195 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 11. Cerámica Inca. (a) Fragmento de cerámica Inca Imperial encontrado en el sector ceremonial de Marcajirca. (b) Aribalo Inca Provincial encontrado en Pincostambo metro externo es de aproximadamente 15 m y el interno 6.5 m. Una banqueta rodea toda la parte interna de esta estructura y posee además una escalinata en el lado suroeste y un acceso en el lado sur este. Se excavó toda la parte interna del torreón y se encontraron pocos fragmentos de cerámica en la capa superficial, por lo que asumimos que siempre se cuidó que esté limpio, de ahí su función ritual. Existen dos chullpas que se hallan en los bordes superiores del anfiteatro, una de ellas cubre la entrada donde se encuentra la escalinata principal. Las excavaciones en el sector público revelaron la presencia de cerámica Inca (Figura 11a), con decoración de tipo Imperial. Por otro lado, en la chullpa 1 (Ch1), cuyo tamaño, acabado y forma difiere de las demás, se recuperó muestras de madera que soportaban el techo y cuyos fechados son 14501550 d.C. (2 sigma), lo que sugiere que fue construido durante la época Inca (Figura 12). Las estructuras que rodean está chullpa son rectangulares y cuadradas, bien definidas, con dimensiones mucho mayores a las otras, siendo la más grande de 11 x 6 metros. Figura 12. Chullpa 1 construida durante la ocupación Inca, y en la esquina inferior derecha una de las típicas chullpas de Marcajirca del Período Intermedio Tardío 196 Bebel Ibarra Asencios Llamoq y Wiñaj Llamoq es una montaña localizada en la margen izquierda del río Huaritambo, cuya cima tiene una altitud de 4215 m (Figura 3) y se encuentra al norte de Marcajirca. Se podría decir que ocupa la ladera sur de esta montaña. La distancia entre Marcajirca y Llamoq es de aproximadamente 3 km, y los conecta un camino prehispánico. La cima de Llamoq se encuentra rodeada por una serie de murallas (cinco) que se adaptan a la topografía del terreno. La muralla más baja tiene un ‘diámetro’ de 320 m en sentido Sur-Norte y 200 m de este a oeste. Se ha podido contar hasta cinco de esas murallas y la distancia entre ellas es irregular, variando de 50 a 15 metros. Una serie de recintos de forma circular se concentran en el extremo norte. La cima misma de Llamoq está conformada por una plataforma de forma rectangular en la cual actualmente se halla una cruz católica. Una serie de calas (40 x 50 cm) revelaron la presencia de cerámica decorada (pintada) pero sin diseños. Wiñaj es otra montaña localizada en la margen izquierda del río Tambillos, un tributario del río Puccha en el distrito de Huachis. Wiñaj tiene una altitud de 4245 metros y se encuentra aproximadamente a 3 km al sur de Ñawpamarca de Huachis. La cima se encuentra rodeada por una serie de murallas (cuatro) que se adaptan a la topografía del terreno. La muralla más baja tiene un ‘diámetro’ de 220 m de norte a sur y de 110 m de este a oeste. La distancia entre las murallas varía de 20 a 12 m. En la cima hay una pequeña plataforma sobre la cual se encuentra una cruz católica. A diferencia de Marcajirca, no existen recintos, pero lo que sí se observa es una serie de corrales (cuadrangulares) en las partes bajas, uno de los cuales es particularmente grande (60 x 60 m). Es importante anotar que Wiñaj se halla directamente al este del centro administrativo Inca de Pincostambo, desde donde es perfectamente visible. Impacto Inca en Asentamientos tardíos A modo de conclusión sobre el impacto Inca en asentamientos tardíos, es posible notar diferentes grados y estrategias en los dos sitios excavados. Ñawpamarca de Huachis podría definirse como un asentamiento mixto en la tipología de Hyslop (1990:244). Si bien muchos asentamientos de este período continuaron siendo ocupados en los Andes, como en Huánuco (Grosboll 1992: 44-54), creo que el impacto en diferentes sitios fue diferente. Ñawpamarca, por ejemplo, presenta una variedad de la doble jamba (Figura 7) que está presente en varias de las construcciones. Mientras que los recintos con doble jamba son mayormente rectangulares alargados; esto podría responder a estrategias de los curacas locales de imitar formas Inca, en especial si se toma en cuenta la información etnohistórica que los Pincos se sometieron a los Incas. Esta situación habría creado condiciones de aceptación menos restringidas que se materializan en la arquitectura de élite de este sitio. Para el caso de Marcajirca, el impacto se ve reflejado en la presencia de cerámica decorada de estilo Inca (¿imperial?) y de formas aribaloides, además de la alteración formal (dimensiones y técnica de construcción) en la construcción de una de las chullpas. Estos sugieren que cambios en este sitio tuvieron motivaciones religiosas o rituales, dado el fuerte componente funerario que tiene 197 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca el sitio. Si bien se construyeron recintos rectangulares alrededor la Ch1, no se ha podido identificar doble jamba u otro elemento de arquitectura Inca. La presencia de una sola chullpa (Ch1) construida durante el Horizonte Tardío se relaciona a la corta ocupación de los Incas en el área (1474-1533). Puesto que las chullpas fueron tumbas para miembros de un ayllu, la chullpa 1 habría sido construida por el ayllu dominante o líder (curaca) durante la ocupación Inca en la región. Ellos habrían tratado de imitar la volumetría presente en construcciones Inca (¿kallanqas?), en forma similar a lo que sucedió en Ñawpamarca de Huachis. Finalmente, la presencia de dos montañas sagradas o jircas (Llamoq y Wiñaj), directamente asociadas a sitios del período Intermedio Tardío (Marcajirca y Ñawpamarca de Huachis), con una configuración muy similar, es decir, una serie de murallas que rodean la cima con presencia de plataformas en la cima que albergan cruces católicas y distancia similar (3 km) desde los asentamientos, sugiere que dichas montañas fueron jircas tutelares de los Huaris (Llamoq) y de los Pincos (Wiñaj). Estas jircas continuaron en uso durante el Horizonte Tardío, la colonia (en forma de sincretismo) y aún son consideradas sagradas por los pobladores actuales. Los centro administrativos Inca: Tambos, Colcas y Caminos La ocupación Inca en la cuenca del río Puccha no se restringe unicamente a asentamientos tardíos ocupados durante el Horizonte Tardío, sino que también existe una red de caminos, tambos y sistemas de almacenaje que siguen todas las pautas de la arquitectura imperial Inca, como son: plazas, kallanqas, ushnus, colcas y andenerías. En el presente artículo me enfocaré en dos sitios ubicados al borde del Qhapaq Ñam, como son: Pincostambo y Huaritambo. Adicionalmente mencionaré otros sitios de menor extensión estudiados en los años anteriores. El Camino Inca o Qhapaq Ñam recorre todo el actual territorio de la provincia de Huari, desde el sur hacia el norte. El sitio más importante de la sierra norcentral es Huánuco Pampa, aproximadamente 80 km al sur de Huari. Mientras Huamachuco, otro sitio importante, está a 200 km al norte. Desde Huánuco Pampa se inicia el camino que va hacia el norte (p.e. Huamachuco), el cual tiene dos ramales, uno que pasa por Huari y el otro que va hacia Chavín de Huántar, para luego cruzar la Cordillera Blanca con dirección al Callejón de Huaylas, desde ahí va hacia la costa. Entre Huánuco Pampa y Pincostambo, de sur a norte, se encuentran los tambos de Taparaku, Llata, San Cristóbal, Huaga y Tambillos. Mientras que de Pincospampa hacia Huamachuco, se encuentran los tambos de Ushnutambo, Huaritambo, Cuchitambo, Maracaya, etc. Todos ellos integrados a la red principal del Qhapac Ñam. De todos los mencionados, solo Pincostambo y Huaritambo presentan sistemas de almacenamiento o colcas (Figura 22). Sin embargo cabe mencionar que una serie de sitios ubicados en la margen derecha del río Marañón, en Huánuco, presentan también colcas y estructuras Inca tipo kallanka: Estos sitios serán investigados en un futuro. 198 Bebel Ibarra Asencios Figura 13. Vista del Ushnu de Pincostambos, y al fondo la Montaña Sagrada de Wiñaj. En la parte inferior derecha, detalle del ushnu donde se vierten las ofrendas Pincostambo o Soledad de Tambo Es el más importante centro administrativo Inca en el territorio Pinco, situado en el distrito de Huachis a 3607 msnm y tiene una extensión de 85 hectáreas aproximadamente. El Qhapaq Ñam pasa por el medio de este tambo. En la actualidad todo el sitio está bajo cultivo, la mayoría de las estructuras se han desmontado y las piedras han sido utilizadas en la construcción de las casas del pueblo moderno. Sin embargo, todavía es posible distinguir varias características arquitectónicas Inca como el Ushnu (Figura 13a), kanchas y kallanqas. Este tambo es mencionado como Pincos Tambo por Vásquez Espinoza en 1616, él describe: “de Pincos uno viaja 7 leguas por terreno muy áspero y frío hasta el Tambo de Taparaco; luego 4 leguas para llegar a Huánuco Pampa” (citado en Thompson y Murra 1966: 633). El Sector 1 corresponde al núcleo del Sitio Arqueológico Soledad de Tambo; está conformado por una construcción definida como un ushnu y por recintos rectangulares (kallanqas) asociados con plazas cuadradas (kanchas). Todos comparten la técnica constructiva y el cuidado en el trabajo de la piedra, siendo más depurados que los utilizados en la construcción de andenes y terrazas agrícolas, incluso se ha observado el uso del barro en varios lugares. Cabe señalar que en ciertos puntos la piedra ha sido tan finamente tratada que fue transformada en perfectos bloques cúbicos, con cara lisa y una especie de ligero ‘almohadillado’ estilo Inca Imperial (Figura 13b). El Sector 1 es dividido por el Qhapaq Ñam, que separa el sector del Ushnu (este) y el sector de los recintos (oeste). El sector oeste está formado por áreas residenciales en la parte alta, con recintos de planta irregular, casi circulares, algunos cuadrangulares. Igualmente se aprecia un área que denominamos administrativa, ésta está constituida por plazas cuadrangulares o kanchas (entre otras), asociada a una kallanqa y recintos cuadrangulares con depósitos en un extremo de la referida plaza (Figura 14). Alrededor del área administrativa se 199 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca hallan parcelas de cultivo delimitadas por muros de contencion que aterrazan el terreno, igualmente se puede observar accesos y recintos cuadrangulares. En de uno de estos recintos – excavaciones hechas por pobladores– se encontraron varias vasijas de tipo Inca, entre las que destacan los aribalos (Figura 11b). En el sector 1 destaca el ushnu, que es la única estructura conservada (Figura 13). Los agricultores han eliminado gran cantidad de material arqueológico destruyendo gran parte de las estructuras. A diferencia de otros ushnus, donde enteramente la estructura es elevada, el lado norte está formado por un muro de contención, cerca de tres metros, mientras que el lado sur está relativamente al mismo nivel que las kanchas aledañas. Cercanos al ushnu se encuentran una serie de terrazas agrícolas que se extienden hasta varias decenas de metros por las laderas; estas terrazas o plataformas están asociadas con kanchas Inca. Restos probables de una kallanqa (4.5 por 25 m), en este mismo sector, han sido reutilizados para fines domésticos. A unos 800 metros, al sur este del ushnu, se halla el sector Huaganku, donde se encuentran las colcas, las cuales describiré por separado más adelante. Figura 14. Plano del Pincostambo resaltando los principales componentes Incas 200 Bebel Ibarra Asencios Ushnu Cruz Es parte de un gran complejo arqueológico que consta principalmente de terrazas agrícolas. Específicamente, se compone de una serie de plataformas y dos recintos rectangulares con nichos trapezoidales. Estos dos recintos están situados en la parte superior y debajo de ellos se ubica una kancha o plaza. La plaza se conecta, por medio de unas gradas, a una plataforma baja y ésta luego al Qhapaq Ñam. La plaza está rodeada por un muro de piedras que comienza aproximadamente en el noreste, cruza del norte al noreste. Sus dimensiones son de 34.60 m sobre su eje oeste-este y 20 m de norte a sur. La fachada principal del sitio (visto desde el camino) consta de cuatro plataformas que tienen los mismos materiales de construcción, piedras semi-trabajadas y naturales, pero siempre la mejor cara (plana) forma el paramento o mampostería. La plataforma superior es donde se hallan los dos recintos rectangulares. Estos destacan por su tamaño, acabado y estado de conservación. El recinto en la parte oeste es rectangular, de 7.30 m (oeste), 3.90 m (norte), 7.20 m (este) y 4.20 m (sur), hecho de piedras unidas con barro. Las paredes miden 0.80 m de ancho y 1.50 m de alto (actualmente). En el interior hay un nicho trapezoidal (muro este) de 0.35 m de profundidad, 0.50 m en su base y 0.30 m en su parte superior. El recinto, en la parte este, mide 6.60 m (oeste), 3.90 m (norte), 7.30 m (este) y 3.70 m (sur), y presenta cuatro nichos trapezoidales al interior: dos en la pared norte y dos en la pared este (Figura 15). Figura 15. Vista del tambo de Ushnucruz, asociado a terrazas agrícolas. Isometria hecha por Cristian Vizconde 201 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Huaritambo Es el otro centro administrativo Inca en la cuenca del río Puccha. Se encuentra a 6 km al norte del distrito de Cajay, pasando por el pueblo de Cayas, al lado del Qhapaq Ñam. El sitio está casi totalmente ‘ocupado’ por el moderno pueblo que lleva el mismo nombre y tiene una extensión de aproximadamente 30 hectáreas. Aún es posible ver la presencia de varios elementos Inca como las kallanqas (Figura 16) y también los restos del ushnu al lado de la escuela. El actual cementerio también fue parte de una kallanqa que conectaba con una plaza. La plaza hoy se utiliza como campo deportivo. Varias kanchas y estructuras rectangulares son usadas como chacras y están dispersas por todo el pueblo. En este sector es posible identificar los restos de un sistema de canales de agua, donde las rocas fueron talladas con el fin de formar un canal. El sitio está muy destruido y lleno de cultivos modernos que dificultan su descripción. Lo más característico de este centro son sus colcas, localizadas en la parte alta y que discutiré más adelante (Figura 17). Este sitio es mencionado por Francisco Xerez en el viaje de Hernando Pizarro de Cajamarca a Cuzco: “otro día primero de abril fuimos a una buhardilla en un otro pueblo que se llama Pincosmarca [Pincostambo] - y al otro día partió el capitan desde este pueblo y fue a una buhardilla a tres leguas de allí un buen pueblo Llamado Guare [Huaritambo] “(Xerez 1985 [1534]:146). Sistemas de almacenamiento y producción Las estructuras de almacenamiento en los centros administrativos Inca son denominados colcas (Hyslop 1990). Como se mencionó anteriormente, estos se encuentran alineados generalmente en las laderas de los cerros a cierta distancia de los tambos. Las colcas en los tambos difieren de otros tipos de almace- Figura 16. Restos de una Kallanqa en el sitio de Huaritambo 202 Bebel Ibarra Asencios Figura 17. Plano del sitio de Huaritambo namiento (domésticos) principalmente porque el control de éstas estaba bajo el Estado Inca. Estructuras morfológicamente similares a las colcas Incas (circular y rectangular) han sido descritas en pueblos del Intermedio Tardío con ocupación Inca, como es el caso de los Chupacho e Icho en Huánuco (Thompson 1967: 360). Las colcas de Huaritambo y Pincostambo En Pincostambo el sector denominado Huaganku, localizado en el extremo norte del sitio (aproximadamente a 800 metros del ushnu), presenta un conjunto de 23 colcas. Estas están alineadas en la cumbre de un pequeño cerro con un eje suroeste-noreste. Las colcas son de forma rectangular y dividas en dos recintos de forma casi simétrica, excepto una (Figura 18). Las dimensiones externas son de 11 x 4.2 metros. Las paredes tienen un grosor entre 50 y 60 cm. El tamaño de los accesos es de 50 x 90 cm en promedio, los cuales se sitúan en las paredes norte. El uso de barro es común en este sector. El material constructivo consta de bloques de piedra cuyas caras planas conforman los paramentos. El cuidado en el acabado de los bloques de piedra es de menor calidad en comparación con aquellas que muestran las estructuras principales del Sector 1 (Figura 19). Una característica es que algunas paredes de piedra tienen proyecciones que están dispuestas desde la parte inferior de las paredes hacia la parte superior a modo 203 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 18. Plano e isometrías de las colcas del sector Huaganku en Pincostambo. Dibujo Cristian Vizconde García Figura 19. Vista de las colcas del sector Huaganku en Pincostambo Figura 20. Vista de las colcas de Huaritambo 204 Bebel Ibarra Asencios de escalera. Desafortunadamente las colcas han perdido su altura original. Sin embargo, la disposición de las escaleras sugiere que las colcas tuvieron techos móviles, lo que permitía llenarlas desde arriba. Por otro lado, en Huaritambo destacan 30 colcas alineadas, siguiendo un eje Norte-Sur (Figura 20); sin embargo, es posible ver las bases de otras nueve colcas muy destruidas. A diferencia de Pincostambo, las colcas son de forma cuadrangular (un solo recinto) y sus dimensiones externas en promedio son de 4.5 x 5.5 m y el grosor de las paredes de 60 cm. Los accesos se ubican en el lado este con un ancho promedio de 50 cm, sin embargo, la altura no es posible de determinar pues se hallan parcialmente bajo tierra. Al igual que en Pincostambo, también existe una serie de piedras sobresalidas a modo de escalera, pero éstas se ubican en el espacio que hay entre una colca y otra, y no en la parte de atrás como en Pincostambo. Estas colcas se hallan a 450 metros al este del ushnu, en un sector donde se observa una serie de andenes o terrazas agrícolas aún en uso. La disposición de las colcas y el número de ellas sugieren un uso diferencial del terreno en lo que a producción se refiere. La evidencia arqueológica, como es el caso del sitio de Ushnu Cruz, sugiere un control agrícola a través de la construcción de andenes en áreas de baja altitud que sugieren el cultivo de maíz. Es muy posible que la conquista Inca de este territorio cambiara los patrones de consumo y comenzaran a cultivar maíz en las zonas cálidas debajo de los 3200 msnm; este cambio en el consumo de maíz se ha visto en los Huancas del valle del Mantaro después de la conquista Inca (Costin y Earl, 1989: 710). Esta situación se ve reflejada también en el número de colcas. Por un lado Pincostambo con una extensión de 80 hectáreas tiene solo 23 colcas, mientras que Huaritambo, con una extensión de 30 hectáreas, tiene cerca de 40 colcas; pero el acceso a mayor extensión de tierras cultivables por debajo de los 3200 msnm, se da en el valle de Huaritambo (Figura 3). La existencia del centro administrativo de Pincostambo y del sitio de Ushnu Cruz, sugiere que los Incas maximizaron y controlaron la producción en esta área. Ushnu Cruz está estratégicamente situado junto al camino Inca y habría servido como un lugar para administrar la producción de los andenes. Sin embargo, la producción no se almacenaba aquí ya que no hay colcas, por lo que eran llevados a Pincostambo. Estructuras similares que sugieren esta función se han reportado en la sierra de Ocros, en el sitio de Rapaz, donde dos recintos similares al de Ushnu Cruz, llamados Kaha Wayi y Pasa Qullqa, fueron utilizados para mantener los quipus (Salomon et al 2006: 65). Sin embargo para el valle del Huaritambo, a pesar del gran número de colcas, sitios similares a Ushnu Cruz o extensas áreas de andenería no son observables. Posiblemente los andenes fueron destruidos. Existe un pequeño sitio asociado al camino llamado Cuchitambo, ubicado a 4040 msnm, pero no hay presencia de andenes en esa área. La ubicación de las colcas de Pincostambo crea la pregunta, por qué los Incas no construyeron el centro administrativo cerca de la zona de producción? como al parecer es el caso de Huaritambo. La respuesta estaría en la importancia de los centros del Intermedio Tardío ocupados durante el Horizonte Tardío, como es el caso de Ñawpamarca de Huachis, el cual está conectado directamente por un camino secundario de cerca de 3 km desde Pincostambo. En el caso de 205 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Huaritambo, este se halla a unos 11 km de Marcajirca, pero en ambos casos las distancias entre los asentamientos tardíos (Huaris y Pincos) y los tambos son muy cortas. Y la distancia entre los dos tambos es de solo 18 km, tramo que puede ser recorrido en 4 horas. Esta cercanía de dos centros administrativos obedece al hecho de que los Incas habrían priorizado el concepto de provincia étnica sobre el de distancia entre ellos.Por lo tanto las provincias eran reconocidas por tener como jirca o apu una montaña directamente asociada a sus ‘capitales’, como es el caso de Llamoq para Marcajirca y Wiñaj para Ñawpamarca. Discusión La división en provincias o wamaníes no es fácilmente identificable en la evidencia arqueológica. El arqueólogo sólo puede proponer algunas hipótesis explicativas. Es necesario comprender las estrategias de ocupación usada por los Incas y cómo esta existe en el registro arqueológico. Es común asumir que cada estructura alargada o cuadrada o espacios abiertos (plazas) son de manufactura Inca. Muchas de estas formas existieron desde el Período Intermedio Temprano (p.e. Huamachuco). Las kallanqas –entendidas como un largo recinto rectangular– se encuentran principalmente fuera del Cuzco y su función no es muy conocida (Malpass 1993: 9). También sitios del Período Intermedio Tardío –como los construidos por los Chancas– no se modificaron arquitectónicamente o no muestran ocupación Inca (Bauer y Kellet 2010: 106), a pesar de estar más cerca del Cuzco. La plaza como un espacio abierto no son resultado de intencionalidad de su construcción, sino que deriva de las construcciones que se forman a su alrededor. Por lo tanto, plazas no siempre son un elemento de la presencia Inca. En nuestro caso el sitio de Ñawpamarca de Huachis tiene una plaza que ‘encaja’ con las normas Inca, mientras que Marcajirca no presenta tales elementos arquitectónicos; sin embargo, existe ocupación Inca (p.e cerámica imperial). Por lo tanto, la adscripción como sitios Inca a partir de la presencia de grandes edificios cuadrados y plazas puede causar confusión sobre si existió o no ocupación Inca. Mientras en otros casos, como el de Rapayán, las estructuras rectangulares (kallanqas) están distribuidas por cerca de 10 hectáreas en la parte central del sitio, al mismo tiempo que no existe equivalente Inca para chullpas (Mantha 2013: 174-176). En Ñawpamarca de Huachis, estructuras rectangulares con doble jamba ocupan una hectárea aproximadamente. Por otro lado, Marcajirca presenta tumbas construidas durante el Horizonte Tardío (Inca) que difieren formal y estilísticamente del período anterior. Estos tres escenarios: (1) extensas áreas con kallanqas en Rapayan, (2) áreas pequeñas con kallanqas y recintos con doble jamba en Ñawpamarca de Huachis y (3) una gran chullpa de época Inca, recintos rectangulares y cerámica imperial en Marcajirca, habrían significado diferentes estrategias de ocupación. Para el primero, Mantha (2013: 180) sugiere la presencia de mitmaqs. Mientras que para Ñawpamarca de Huachis, el sometimiento de los Pincos ante los Incas generó que líderes locales rápidamente adoptaran las formas Incas, las cuales posiblemente fueron copiadas del centro administrativo de Pincostambo localizado a 2 km al oeste. Mientras que en Marcajirca, la construcción de la chullpa podría responder a alguno de estos factores: (1) curacas locales buscando consolidar el prestigio de su ayllu, o que, (2) administradores del Cuzco construyeron la chullpa para ellos y su ayllu. 206 Bebel Ibarra Asencios Sitios con colcas (alineadas), hacia el sur, solo se encuentran en Huánuco Pampa (mínimo dos días de camino), mientras que, hacia el norte (200 km), solo se conoce Huamachuco. Investigaciones en la región de Conchucos (cuenca del Yanamayo), señalan la existencia de grandes plazas rectangulares rodeadas por recintos y estructuras de almacenamiento Inca (Herrera 2003: 200), asociadas a un camino Inca secundario. Sin embargo, sitios ubicados en caminos secundarios en la margen derecha del Marañón, como son Manchac (Huacaybamba), con 48 colcas, y Pariash (Tantamayo), con 21 colcas (Figura 21), siguen los patrones Inca Imperiales, es decir alineadas y no rodeando plazas. Similar es el caso para las colcas circulares de Garu en Huánuco, las cuales se encuentran alineadas (Salcedo 2012: 120) y posiblemente asociadas a un camino secundario (Figura 22). El Tambo de Taparaku, asociado al Qhapaq Ñam y con muchas características arquitectónicas Inca: kallanqas, acllahuasi y plazas, ‘presenta’ almacenes o colcas (Serrudo 2002: 134) en un número de 20 según Jenkins (2001: 665, Tabla 1). Por lo que surge el problema de cómo identificar almacenes o colcas, arqueológicamente; en este artículo priorizo las colcas como almacenes controlados directamente por el imperio y con una disposición única (alineadas). Su localización dentro de tambos sugiere conceptos de provincias usados por los Incas, basados en poblaciones que adoraban una misma montaña sagrada. Los patrones de almacenamiento, propuesto por Snead, sugieren que los almacenes fueron construidos sobre la base de diferentes tipos / jerarquía de sitios (Snead 1992: 87). Para el caso de Conchucos esta jerarquía estaría dada por la importancia política de los asentamientos tardíos, no importando la distancia que exista entre ellos. La distancia de cuatro horas entre Pincostambo y Huaritambo es muy corta para ser considerada como way site station (estaciones), como propone Levine para la distancia entre tambos (Levine, 1992: 111). Esto sugiere que la proximidad se debió a otros motivos diferentes a la distancia, como por ejemplo, grupos que adoran una montaña. Figura 21. Vista de las colcas de los sitios de Manchac y Pariash en la margen derecha del Marañón en la provincia de Huacaybamba y Huamalies 207 Ocupación Inca en la sierra de Ancash: Tambos, Colcas y Provincias Inca Figura 22. Mapa de Conchucos sur y el Alto Marañón con los principales sitios Incas 208 Bebel Ibarra Asencios Figura 23. Vista aérea de las jircas de Llamoq y Wiñaj. Nótese los muros concéntricos que rodean las cimas. Fuente de Imagen Google Earth. Conclusión Huaritambo y Pincostambo son centros administrativos Inca construidos para controlar el núcleo de dos grupos étnicos: Huaris y Pincos. Para esto tomaron en cuenta la existencia de asentamientos principales (‘capitales’), cuyos pobladores adoraban una montaña sagrada o jirca. Los Huaris adoraban Llamoq y los Pincos a Wiñaj. La distancia entre Huaritambo y Pincostambo (4 horas), puede entenderse como rivalidades entre estos grupos étnicos y el afán de los curacas locales para ser ‘independientes’ y realizar el pago de sus tributos a los Incas en sus propios territorios. Esto se llevó a cabo en concordancia con la política Inca de anexar territorios por medios diplomáticos primeramente y evitar conflictos entre grupos vecinos. La distribución y construcción de colcas en ambos sitios se realizó siguiendo los estándares de centros administrativos más extensos, como Huánuco Pampa. Las construcciones en la zona de Conchucos son cuadrangulares y rectangulares, no existiendo circulares. En todos los casos las colcas se hallan alineadas, inclusive en sitios asociados a caminos secundarios, como es el caso de la margen derecha del Marañón. No existe evidencia sólida entre forma de colca y producto almacenado. En Huánuco Pampa se sugiere el uso de circulares para almacenar maíz. Pero la ausencia de esta forma en Conchucos y la margen derecha del río Marañón, hace difícil creer que en toda esta enorme región no se haya almacenado maíz. Tampoco hay una respuesta de por qué diferentes tipos de colcas están presentes en los dos sitios: en Pincostambo son rectangulares divididos en dos, en Huaritambo son cuadrangulares sin división. 209 Sitios del período Intermedio Tardío en la sierra de Ancash, con clara ocupación Inca, no incorporan colcas en sus asentamientos. Finalmente, la ocupación Inca en áreas fuera del Cuzco debe entenderse en dos niveles: (1) en el impacto sobre los asentamientos del Intermedio Tardío, por lo cual es necesario investigar su organización política y social; y, (2) el impacto a través de los tipos de infraestructura imperial contruidos, sea centros administrativos, tambos, controles agrícolas o caminos. Agradecimientos Muchos colegas y amigos participaron durante los trabajos de campo y gabinete del Proyecto Inka Naani. El cual fue financiado por la Municipalidad Provincial de Huari y La Municipalidad Distrital de Huachis. Entre las autoridades al Sr. Edwards Vizcarra Zorrilla (Ex alcalde de Huari), Epifanio Ríos Ocaña (Ex alcalde del distrito de Huachis) y al Ing. Andrés Toro Rodríguez, ex gerente de Desarrollo Económico, Turístico y Ambiental de la Municipalidad de Huari, quien canalizo el apoyo dado por ambas municipalidades. Finalmente, a mis colegas en orden alfabético, Ricardo Chirinos Portocarrero, Carlos Escobar Silva, Fernando Gutiérrez Honores, Leonel Hurtado Benites Arturo Noel Espinoza, Tatiana Oreday, Nilton Ríos Palomino, Sonia Ríos Villar, Rodrigo Ruiz Rubio, Daniel Torres Etayo, Cristian Vizconde García. A Yuri Lázaro Peña y su rol de enlace con las comunidades. A mi esposa Margarita Brikyte con quien recorrimos y registramos varios tramos del camino Inca. 210 BIBLIOGRAFÍA Abbott, Mark B., Brent B. Wolfe, Alexander P. Wolfe, Geoffrey O. Seltzer, Ramon Aravena, Brian G. 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