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FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA

2018, Revista de Historia Militar

Con un planteamiento conceptual muy sintético, pero cronológicamente muy amplio, pues el trabajo abarca desde el siglo XI al XVIII, se presenta el panorama y evolución de las fortificaciones episcopales de la Corona de Castilla. En cada uno de los siglos, se incide en las principales características de este importante grupo de fortificaciones castellanas, pertenecientes a la élite eclesiástica episcopal, y que hasta ahora nunca habían sido tratadas de forma conjunta. With a very synthetic conceptual approach, but chronologically very broad, this paper presents the panorama and evolution of the episcopal fortifications of the Crown of Castile since the work covers from the XI to the XVIII century. In each of the centuries, the main characteristics of this important group of Castilian fortifications are emphasized. They belong to the ecclesiastical episcopal elite and had never been addressed jointly until now

IGLESIA Y GUERRA EN LA EDAD MEDIA NUESTRA PORTADA: Miniatura T187 correspondiente a las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio I N S T I T U T O D E H I S T O R I A Y C U L T U R A M I L I T A R Año LXII 2018 Núm. Extraordinario I Los artículos y documentos de esta Revista no pueden ser traducidos ni reproducidos sin la autorización previa y escrita del Instituto de Historia y Cultura Militar. La Revista declina en los autores la total responsabilidad de sus opiniones. CATÁLOGO GENERAL DE PUBLICACIONES OFICIALES http://publicacionesoficiales.boe.es/ Edita: http://publicaciones.defensa.gob.es/ © Autores y editor, 2018 NIPO: 083-15-111-0 (edición en papel) NIPO: 083-15-112-6 (edición en línea) ISSN: 0482-5748 (edición en papel) ISSN: 2530-1950 (edición en línea) Depósito Legal: M-7667-1958 Fecha de edición: junio 2018 Maqueta e imprime: Ministerio de Defensa Las opiniones emitidas en esta publicación son exclusiva responsabilidad de los autores de la misma. Los derechos de explotación de esta obra están amparados por la Ley de Propiedad Intelectual. Ninguna de las partes de la misma puede ser reproducida, almacenada ni transmitida en ninguna forma ni por medio alguno, electrónico, mecánico o de grabación, incluido fotocopias, o por cualquier otra forma, sin permiso previo, expreso y por escrito de los titulares del © Copyright. En esta edición se ha utilizado papel 100% reciclado, libre de cloro procedente de bosques gestionados de forma sostenible La Revista de Historia Militar es una publicación del Instituto de Historia y Cultura Militar, autorizada por Orden de 24 de junio de 1957 (D.O. del M.E. núm. 142 de 26 de junio). Tiene como finalidad difundir temas históricos relacionados con la institución militar y la profesión de las armas, y acoger trabajos individuales que versen sobre el pensamiento histórico militar. DIRECTOR D. José Ignacio Martínez de Lagos Beitia, general de Artillería DEM Jefe de la Subdirección de Estudios Históricos CONSEJO DE REDACCIÓN Jefe de Redacción: D. Fernando Fontana de Grassa, coronel de Ingenieros DEM Vocales: Consejo de Redacción Externo: D. José Manuel de Arnáiz Seco, coronel D. José Miguel Hontoria Gómez, coronel D. Gerardo López-Mayoral y Hernández, coronel D. José Romero Serrano, coronel D. José Ignacio Crespo García, coronel D. Miguel Penalba Barrios, coronel D. Benito Tauler Cid, coronel D. Jesús Antonio Penacho Ródenas, coronel D. Manuel García Cabezas, coronel D. José Manuel Alba Ordás, teniente coronel D. Rafael de la Torre Casaponsa, subteniente D. Martín Almagro Gorbea, R.A. Historia D. Miguel Alonso Baquer, general D. Jesús Cantera Montenegro, U. Complutense D. Andrés Cassinello Pérez, general D. Emilio De Diego García, U. Complutense D. Serafín Fanjul García, R.A. Historia D. Luis García Moreno, R.A. Historia D. José Luis Isabel Sánchez, coronel D. Enrique Martínez Ruiz, U. Complutense D. Faustino Menéndez Pidal, R.A. Historia D. Hugo O´Donnell y Duque de Estrada, R.A. Historia D. Fernando Puell de la Villa, coronel D. José Luis Sampedro Escolar, R.A.Matritense D. Juan Teijeiro de la Rosa, general Secretario: D. Roberto Sánchez Abal, comandante de Infantería Paseo de Moret, 3 28008 Madrid Teléfono: 91 780 87 52 Fax: 91 780 87 42 Correo electrónico: rhmet@et.mde.es Enlaces directos a la web: http://www.ejercito.mde.es/unidades/Madrid/ihycm/Instituto/revista-historia/index.html http://publicaciones.defensa.gob.es/revistas.html APP Revistas Defensa: disponible en tienda Google Play http://play.google.com/store para dispositivos Android, y en App Store para iPhones y iPads, http://store.apple.com/es DISTRIBUCIÓN Y SUSCRIPCIONES: Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural. SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA. Ministerio de Defensa. Camino de los Ingenieros, 6 28071 Madrid. Tel.: 91 364 74 21 Correo electrónico: suscripciones@oc.mde.es Sumario Páginas Artículos − El ascendiente eclesiástico en el lenguaje bélico jurídico e institucional de Castilla (ss. XIII-XIV), por doña Ana ARRANZ GUZMÁN, profesora de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid ............................. 13 − Santos guerreros y santos asesores en la lucha contra el Islam en los reinos ibéricos, por doña Isabel BECEIRO PITA, investigadora del CSIC.......................................................... 77 − La fortiicación del episcopado en la Corona de Castilla, por don Manuel RETUERCE VELASCO profesor de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid, y don José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, miembro de la Asociación de Amigos de los Castillos ............................... 103 − Fray Hernando de Talavera: mediación económica y comunicación política en la Guerra de Granada (1491-1492), por don Francisco de Paula CAÑAS GÁLVEZ, profesor de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid... 175 − Los legados pontiicios y la guerra en la Península Ibérica (siglos X-XII), por don Fernando RODAMILANS RAMOS, doctor en Historia Medieval (UCM) y profesor de la Fundación Educatio Servanda ....................................... 197 − La Iglesia frente a las incursiones vikingas, por don Iván CURTO ADRADOS, doctorando de la Universidad Complutense de Madrid ............................................................ 269 – Normas para la publicación de originales ............................. 301 – Solicitud de impresión bajo demanda de publicaciones ......... 305 – Boletín de suscripción ........................................................... 306 Summary Pages Articles: Contenido − The ecclesiastical precedents in the war, legal and institutional language in Castile (thirteenth and fourteenth centuries), by Mrs. Ana ARRANZ GUZMÁN, Medieval History lecturer at the Complutense University in Madrid .................. 13 − Holy warriors and holy advisers in the ight against Islam in the Iberian Kingdoms, by Mrs. Isabel BECEIRO PITA, CSIC researcher ............................................................. 77 − The fortiication of the Episcopate in the Crown of Castile, by Mr. Manuel RETUERCE VELASCO, Archeology lecturer at the Complutense University in Madrid, and Mr. José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, member of the Association of Friends of the Castles ................................. 103 − Friar Hernando de Talavera: economic mediation and political communication in the War of Grenade (1491-1492), by Mr. Francisco de Paula CAÑAS GÁLVEZ, Medieval History lecturer at the Complutense University in Madrid ...... 175 − The pontiical legacies and the war in the Iberian Peninsula (tenth and eleventh centuries), by Mr. Fernando RODAMILANS RAMOS, Medieval History doctor at the Complutense University in Madrid and teacher at Educatio Servanda Foundation .............................................................. 197 − The Church faced to the Viking raids, by Mr. Iván CURTO ADRADOS, doctoral student at the Complutense University in Madrid .................................................................... 269 – Regulations on publication of original copies ........................... 301 – Printing of publications upon request ................................... 305 – Subscription form ................................................................. 306 PRESENTACIÓN La forma de investigar y de escribir la historia de la guerra y de los ejércitos ha experimentado una profunda y sugerente renovación en los países de Occidente a lo largo de los últimos decenios, en un proceso casi paralelo al cada vez mayor interés que esta especialidad historiográica viene despertando entre los docentes y los alumnos universitarios. El paso de entender la historia militar como una mera descripción de los episodios bélicos más relevantes, o como una posibilidad, a través de su conocimiento, de relexión sobre el arte de la guerra, hacia una ampliación y diversiicación de los campos de análisis vinculados a ella, ha contribuido decisivamente en su desarrollo y en el hecho de pasar a ser un territorio atrayente para los estudiosos. Prueba de ello es la progresiva predilección por esta materia entre el alumnado a la hora de elegir un tema de investigación doctoral, o el signiicativo número de congresos y seminarios celebrados durante los últimos años en España en torno a esta especialidad. Sirvan como ejemplos: la XXXI edición de la Semana de Estudios Medievales de Estella (2003) que llevó por título Guerra y Diplomacia en la Europa occidental, 1280-1480; o el tema elegido para la XVII Semana de Estudios Medievales de Nájera (2007), La guerra en la Edad Media; o el Seminario sobre Guerra y Paz organizado en el año 2012 por el Departamento de Historia Medieval de la UCM; o, por último, los congresos y seminarios convocados anualmente, desde el año 2013, por la Cátedra Extraordinaria Complutense de Historia Militar. El hecho de que las orientaciones de la investigación sobre la guerra se hayan multiplicado en la actualidad, ha conllevado una clara amplitud de perspectivas, así como un relevante enriquecimiento temático. En esta realidad historiográica cobra toda su razón de ser el monográico sobre Iglesia-Guerra, ceñido a la época medieval, que da título al presente número extraordinario de la Revista de Historia Militar. La vinculación de la Iglesia con el hecho bélico, a través de las más variadas manifestaciones y elementos, como la participación de clérigos en las batallas, las contribuciones económicas extraordinarias de origen eclesiástico para la guerra, la sacralización de determinados enfrentamientos bélicos, o la diicultad de conciliar los principios cristianos con la lucha armada, constituyen sólo una pequeña muestra de la amplitud de campos de investigación abiertos. Por ello, en estas páginas no se ha pretendido agotar en ningún caso las posibilidades de estudio que ofrece la ecuación Iglesia-Guerra, sino únicamente mostrar algunas de las vías de análisis actuales especialmente variadas. Así, en el trabajo de la Dra. Arranz Guzmán se analiza la inluencia que tuvo el discurso religioso y la acción directa de determinados eclesiásticos en la construcción y desarrollo del lenguaje bélico dentro del marco legal e institucional de Castilla. Por su parte, la Dra. Beceiro Pita ha centrado su estudio en el papel que desempeñaron los santos como asesores de los monarcas de los reinos peninsulares y su relación con la ideología del poder regio, a la vez que en el tema de la fama de santidad alcanzada por algunos de los protagonistas de la guerra contra los musulmanes. Los Drs. Retuerce Velasco y Castro Fernández presentan un trabajo, cuya dilatada cronología permite valorar la evolución de las fortiicaciones episcopales de la Corona castellana desde lo que fueron en la plenitud medieval hasta el siglo XVIII, ofreciendo un valioso análisis de conjunto. El Dr. Cañas Gálvez ija su estudio en la labor llevada a cabo por un eclesiástico concreto, el entonces obispo de Ávila y comisario de la Cruzada Fray Hernando de Talavera, en los empréstitos que el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, concedió a los Reyes Católicos en el transcurso de la guerra de Granada. El Dr. Rodamilans Ramos profundiza en la doble misión encomendada por el Papado a los legados pontiicios en la Península Ibérica, como intermediarios paciicadores entre los reinos cristianos, a la vez que promotores de la cruzada contra los musulmanes. Por último, el Sr. Curto Adrados analiza la visión predominante que existió en el Medievo sobre los ataques vikingos, junto a las reacciones, intelectuales y militares, que determinados eclesiásticos presentaron ante estas agresiones en diferentes reinos del Occidente europeo. Ana Arranz ARTÍCULOS The fortiication of the Episcopate in the Crown of Castile, by Mr. Manuel RETUERCE VELASCO, Archeology lecturer at the Complutense University in Madrid, and Mr. José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, member of the Association of Friends of the Castles Revista de Historia Militar I extraordinario de 2018, pp. 103-174 ISSN: 0482-5748 RHM.03 La fortiicación del episcopado en la Corona de Castilla, por don Manuel RETUERCE VELASCO profesor de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid, y don José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, miembro de la Asociación de Amigos de los Castillos LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA Manuel RETUERCE VELASCO1 José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ2 RESUMEN Con un planteamiento conceptual muy sintético, pero cronológicamente muy amplio, pues el trabajo abarca desde el siglo XI al XVIII, se presenta el panorama y evolución de las fortiicaciones episcopales de la Corona de Castilla. En cada uno de los siglos, se incide en las principales características de este importante grupo de fortiicaciones castellanas, pertenecientes a la élite eclesiástica episcopal, y que hasta ahora nunca habían sido tratadas de forma conjunta. PALABRAS CLAVE: Corona de Castilla, fortiicaciones religiosas, fortiicaciones episcopales, catedrales fortiicadas, señoríos episcopales. 1 2 Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Facultad de Geografía e Historia. UCM. Correo: manuretu@ucm.es Asociación Española de Amigos de los Castillos. Correo: jjdecastro@yahoo.es Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 103-174. ISSN: 0482-5748 104 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ ABSTRACT With a very synthetic conceptual approach, but chronologically very broad, this paper presents the panorama and evolution of the episcopal fortiications of the Crown of Castile since the work covers from the XI to the XVIII century. In each of the centuries, the main characteristics of this important group of Castilian fortiications are emphasized. They belong to the ecclesiastical episcopal elite and had never been addressed jointly until now. KEY WORDS: Crown of Castile, religious fortiications, episcopal fortiications, fortiied cathedrals, episcopal lordships. ***** Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 104-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 105 INTRODUCCIÓN on muy pocos los trabajos especíicos en España que se han dedicado al estudio de la fortiicación religiosa medieval y, por regla general, de una manera muy ligera y sin profundizar en un análisis de las estructuras defensivas de los templos. Como primeras excepciones a esta situación habría que citar diversos artículos de Isidro Bango (1997-1998; 2001), quien además trató sobre los aspectos simbólicos de la fortiicación religiosa. Con posterioridad, Mercedes Dimanuel (2006a; 2006b; 2009) incidió en el tema analizando respectivamente la función defensiva de la arquitectura religiosa a partir de las fuentes escritas, las estructuras y elementos militares en las iglesias fortiicadas y el estado de la cuestión de la investigación de la arquitectura religiosa en España. En este último aspecto, se detuvo tanto en los estudios nacionales como extranjeros y en una breve propuesta metodológica. En el presente trabajo pretendemos ser algo más ambiciosos, centrándonos en los grandes ediicios religiosos episcopales, como son las catedrales; unos ediicios estos que presentan un sistema más variado, complejo y completo de defensas. No queremos quedarnos sólo en las ediicaciones de carácter religioso, sino que ampliamos la visión a otras construcciones realizadas por los prelados medievales, como son los alcázares de las villas episcopales, las murallas urbanas que defendían a éstas o los castillos que erigieron, tanto para defender el territorio del obispado como los construidos a título personal para sus propios señoríos. Además, lo hacemos en un periodo temporal más amplio que el propiamente medieval, y que va desde el siglo XI hasta el XVIII y en un espacio que ocupa todo el territorio de la Corona de Castilla. Una de las premisas del estudio ha sido tratar de determinar si las fortiicaciones episcopales tenían una tipología propia y diferenciada, y si tuvieron una evolución tecnológica similar a la desarrollada en los castillos reales y de la nobleza a lo largo del periodo de estudio. Entre otros aspectos, ello nos podría permitir comprobar si los obispos castellano-leoneses basaban su defensa sólo en la ayuda divina o si también consideraron importante la ayuda terrenal. Por otro lado, no se ha querido presentar una relación exhaustiva de los castillos construidos bajo mecenazgo de los obispos. Pese a que hasta la fecha aún no se había abordado este tema de una manera tan global, por el espacio de que disponemos y para dar una operatividad al estudio, y aunque se han analizado un gran número de fortiicaciones, nos hemos limitado a las fortiicaciones más representativas, a las no arruinadas o aquellas que S Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 105-174. ISSN: 0482-5748 106 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ cuentan con una buena planimetría histórica, como es el caso de aquellos ediicios que contaron con proyectos de los siglos XVI y XVII. Así pues, el estudio de este tipo de fortiicación, debida a una determinada clase social, cuál es la eclesiástica episcopal, nos permite abarcar un amplísimo periodo de la fortiicación de la Corona de Castilla y León, en contra de lo que a priori se podría pensar. Un importante aspecto a destacar el de la inalidad principal por el que fueron levantadas las fortiicaciones. Así y entre otras razones, como defensa contra enemigos externos, como fueron los normandos-vikingos, aquellas que se situaron en la frontera contra el islam, las que se construyeron como simples residencias episcopales, las que ejercían el papel de controladores del territorio, las concebidas para la defensa de los estados de la mitra, los castillos de señorío, los castillos privados del obispo promotor, etc. En todo caso, todas las fortalezas se encuadrarían dentro de los diversos sistemas o subsistemas de fortiicación que se han identiicado en la Corona castellana3. De este modo, partimos desde las torres costeras construidas contra los normandos (vikingos) por el arzobispo de Santiago hasta la época del dominio de la pólvora y los baluartes, siendo muy curiosos los casos de la catedral de Almería o los proyectos para las villas episcopales de Santiago de Compostela (La Coruña) o Verín (Orense), ya durante los siglos XVI y XVII. Hay que destacar que muchas de las fortiicaciones episcopales estaban muy al corriente de las novedades de su tiempo y en ellas se presentaban también los adelantos que se iban produciendo en la poliorcética castellana. Así, según cada período y entre otras muchas, cabe citar la presencia de una gran torre del homenaje, el empleo de una barrera para la defensa mediante ballestas, el levantamiento de torres pentagonales en proa o de torres albarranas, el empleo de máquinas en las azoteas de las torres, el uso de un foso, el empleo de murallas en cremallera, las grandes puertas con arcos volados, los cadalsos, las ladroneras, las guirnaldas de matacanes, la adaptación para las armas de fuego como fueron troneras, la colocación de baluartes de antepuerta, el uso de las cañoneras, etc. 3 Cobos Guerra, Fernando y Retuerce Velasco, Manuel: Metodología, valoración y criterios de intervención en la arquitectura fortiicada de Castilla y León. Catálogo de las provincias de León, Salamanca, Valladolid y Zamora. 220 pág. Edición electrónica. Junta de Castilla y León. Valladolid, 2011. Retuerce Velasco, Manuel y Cobos Guerra, Fernando: Apuntes sobre los Procesos constructivos de fortiicación en el territorio de la Corona de Castilla. En: Genius Loci. Lugares e signiicados (Oporto, 2016) Vol. 2. pp. 19-54. Oporto (e.p.). Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 106-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 107 SIGLO XI. LAS PRIMERAS FORTIFICACIONES Una de las primeras fortiicaciones promovidas por el estamento eclesiástico la tenemos en el arzobispado de Santiago de Compostela. Así, a mediados del siglo X, ante el peligro normando, Sisnando II, obispo de Iria Flavia-Compostela, con el permiso de Sancho I el Craso y con el in de defender el sepulcro del apóstol y la ciudad del llamado tercer gran ataque normando, construyó una primera defensa alrededor de la iglesia y el barrio anexo, llamado “locus Sancti Iacobi”, con murallas, torreones y fosos4; igualmente, fortiicó los lugares de La Lanzada (Sanjenjo) y Cedofeita (Lérez)5. Posteriormente, el obispo Cresconio (1037-1066) levantó una gran muralla para la defensa de la puebla de Santiago, a la que dotó de sus correspondientes torres6 y que englobaba los nuevos barrios que habían surgido en la ciudad al calor de la devoción al santo apóstol. La labor fortiicadora de este obispo fue fundamental, ya que además de esta muralla construyó las dos grandes torres defensivas de la catedral e hizo obras en la fortaleza más importante de la diócesis: el Castellum Honesti. Fig. 1. Plano de 1595 de la ciudad de Santiago de Compostela que releja las murallas medievales 4 5 6 Flórez, Enrique: España Sagrada. El estado antiguo de la Iglesia Iriense. Tomo XIX, Madrid 1792, p. 149. Sánchez Pardo, José Carlos: “Los ataques vikingos y su inluencia en la Galicia de los siglos IX-XI”. En Anuario Brigantino nº 33, 2010, pág. 67. Historia compostelana, lib. I, cap I. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 107-174. ISSN: 0482-5748 108 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ La muralla de la ciudad compostelana, tras las sucesivas mejoras efectuadas en los siglos siguientes, permitieron a Jerónimo Munzer, a inales del siglo XV, decir que la ciudad de Santiago de Compostela “está protegida por una antigua muralla con múltiples y fortísimas torres”7, mientras que León de Rosmithal airmaba que “rodea la ciudad un ancho foso y coronan el muro torres cuadradas de antigua fábrica, que distan muy poco espacio unas de otras”8. En un plano de inales del siglo XVI9 se aprecia la magnitud de la muralla de Santiago de Compostela, con multitud de torres cuadradas y las puertas lanqueadas por torres pareadas que denotan la antigüedad de su construcción. En el Castellum Honesti, (las Torres del Oeste, en Catoira), en la margen sur del río Ulla, justo en el punto en que éste se abre y forma la ría de Arosa), Alfonso III (866-910) realizó unas primeras defensas que entregó en tenencia al obispo de Santiago10. Su objetivo era obstaculizar las incursiones marítimas promovidas por los vikingos y que amenazaban la seguridad de las reliquias del apóstol Santiago. En la primera mitad del siglo XI, la fortaleza seguía perteneciendo a la mitra de Santiago, lo que permitió al obispo Cresconio, al igual que hizo en Compostela, mejorar las defensas, de tal modo que la Historia Compostelana reiere que había fortiicado “el castillo con altas torres y un muro sólido”11 y que completó su sucesor, Diego Peláez (1069-1088). El arzobispo Diego Gelmírez (1100-1140), ante las nuevas amenazas exteriores, mejoró las defensas sustituyendo los muros de tierra por un entramado de piedra y vigas de madera. Unas obras que continuó con el refuerzo de la muralla y la construcción de un puente de acceso, además de erigir una gran torre central conocida como torre mayor o “cabeza y señora de todo el castillo” 12. El Castellum Honesti, a caballo de los siglos XIII y XIV conoció importantes reformas, cuando la fortiicación se coniguró con dos recintos 13. El interior, con una gran torre cuadrada central, en el extremo oeste, apoyaba su defensa en el rio y en la ría que se abría al mar; englobaba también una 7 Munzer, Jerónimo: “Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 149. Versión del latín por Julio Puyol”. Boletín de la Real Academia de la Historia, 84, 1924, p. 197-279. 8 Fabié, Antonio María. Viajes por España del Barón León de Rosmithal. Madrid 1879, p. 98. 9 AGS, MPD-34-21 10 González Paz, Carlos Andrés (2008): “El Castellum Honesti: una fortiicación marítima medieval gallega”. IV Congreso internacional sobre fortiicaciones: las fortiicaciones y el mar. Alcalá de Guadaira, 2008, pág. 167. 11 Historia Compostelana, lib II, cap. XXIII. 12 Historia Compostelana, lib II, cap. XXIII, lib. I, cap. C y lib. II, cap. XXIV. 13 Naveiro López, José Luis: Torres del Oeste: monumento histórico e xacemento arqueológico. Pontevedra, 2004. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 108-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 109 pequeña iglesia. El segundo recinto, a manera de albacar, era muy extenso. En él destacaba una gran torre rectangular que protegía el acceso al lugar, que era avanzada y poseía una puerta acodada en un lateral. Podría interpretarse también como la muralla urbana de un pequeño poblado. La obra se completó en la segunda mitad del siglo XIV, con la construcción de un antemural, delante del castillo o primer recinto; lo que vino a mejorar la defensa de la muralla situada en el frente de tierra. Fig. 2. Planta de las defensas del Castellum Honesti por Naveiro López Fig. 3. Restos de las torres del Castellum Honesti Una descripción de principios del siglo XVI (1527) manifestaba la complejidad del sistema defensivo del Castellum Honesti que “era una villa y fortaleza muy fuerte e bien çercada en que abia siete torres altas y grandes Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 109-174. ISSN: 0482-5748 110 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ con sus sobrados todas de argamasa, telladas y almenadas y enguirnaldadas la una que se dezia la torre de Lugo … con su puente llebadiça e puerta y conpuerta … e mas alliende tenia la dicha villa y fortaleza sus çercas y barbacanas y açintos, cubos y baluartes todo de argamasa y almenado por ençima”.14 SIGLO XII. LAS CATEDRALES El estamento eclesiástico y sobre todo el más importante de ellos, el episcopal, fueron adquiriendo más poder y bienes terrenales, que debían mantener y salvaguardar. Durante este proceso fueron alcanzado el dominio sobre muchas villas y poblaciones importantes, cuyos habitantes no estaban muy conformes. Para entonces, las amonestaciones y excomuniones ya no eran bastantes para poder controlarlos. De resultas, los obispos empezaron a fortiicar las nuevas catedrales que a partir del siglo XII se estaban construyendo en los reinos de Castilla y León. Para estas nuevas construcciones se asimiló el nuevo modelo de iglesia cluniacense, sobre todo en lo que respecta a las dos grandes torres que lanquean la puerta principal y que fue un recurso muy adecuado para esta nueva necesidad defensiva. Son los casos de las catedrales Santiago de Compostela y Sigüenza (Guadalajara). Este modelo defensivo catedralicio se completó con la protección de las demás puertas, pues está claro que los accesos siempre son uno de los lugares más expuestos de la defensa. De este modo, se levantaron torres en los accesos desde los cruceros, y el cimborrio fue utilizado como una torre más en la defensa. En la azotea y parte superior de los muros se construyeron adarves perimetrales y almenas, lo que permitió realizar una defensa vertical y más completa de los ediicios. Además, este adarve permitía establecer una comunicación rápida y directa con cualquier lugar de la catedral que pudiera ser atacado. Destaca así el ejemplo de la catedral de Salamanca. Con posterioridad, también el ábside se constituyó en una torre más del complejo defensivo de las catedrales medievales del reino de Castilla y León, como fue el caso de Ávila. La torres y cubiertas no cubrían todo el tejado, sino que dejaban importantes espacios para la circulación de las tropas del obispo e incluso para el emplazamiento de pequeñas armas ofensivas como trabuchetes. 14 Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca. Pontevedra, 1984, tomo I, p. 27. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 110-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 111 Respecto a las puertas, fundamentalmente la principal, en cuanto a su defensa, a veces no bastaba con sólo las dos grandes torres lanqueantes. Por esta razón se las incorporó un atrio defensivo, tal como sucedió en las catedrales de Tuy y Santo Domingo de la Calzada. La función militar de las torres de las catedrales perduró en el tiempo, y así la encontramos en un documento de 1448, referido a la de Sigüenza, cuando se ordena: “que pusieren guardas en la Iglesia en las torres por manera que no viniese algund daño”15. El caso de la catedral de Salamanca es un buen ejemplo de cómo un ediicio religioso se convirtió en el lugar de residencia del alcaide de la ciudad. En cuanto al destacado papel defensivo que tuvieron varias de las catedrales de ese momento, hay que resaltar la importancia que se dio a la altura de sus muros. La catedral de Santiago de Compostela Desde su génesis y planteamiento inicial, las catedrales del reino de Castilla y León tuvieron un decidido carácter militar. La catedral de Santiago de Compostela, desde su construcción a partir del siglo XI, dispuso de dos grandes y altas torres para protección de la puerta principal, que han sido atribuidas al obispo Cresconio16. El sistema defensivo se fue completando con nuevas torres con un claro componente defensivo, un alto y potente cimborrio, y un ábside con varios niveles con sus correspondientes almenas; un almenado que corría por todo el perímetro de la catedral. Hay que destacar el hecho de que las torres disponían de una azotea plana, y que si el tejado de algunas de ellas, así como el de las naves, estaba formado por losas de granito podía emplazar determinados ingenios en caso de necesidad. Todo este complejo defensivo en la catedral daba respuesta a la negativa de la población compostelana de aceptar de buen grado el dominio señorial del obispo, como demuestran las diversas sublevaciones habidas. Entre otras, la plasmada en el ataque que sufrió el obispo Diego Gelmírez a principios del siglo XII, que tuvo que refugiarse en una de las torres de la fachada de la catedral17, la habida en el siglo XIV contra el arzobispo 15 16 17 Muñoz Parraga, María del Carmen: La catedral de Sigüenza. Guadalajara, 1987, p. 172. Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983, p. 198. Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983, p. 29 y 32. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 111-174. ISSN: 0482-5748 112 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Berenguel de Landoira o, ya en el siglo XV, los conlictos que tuvo como protagonista a Alonso de Fonseca. En este sentido, resulta interesante la hipótesis de Henrik Karge18, que refuerza la teoría de que las torres de la catedral de Compostela fueron diseñadas desde un primer momento ya en el siglo XI y que estaban terminadas a principios del XII cuando se refugió el obispo Diego Gelmírez. Para el caso de Santiago de Compostela, las torres delanteras se han fechado considerando el sistema que se siguió en la construcción del templo. Normalmente, la ediicación de una catedral no se realiza avanzando desde la cabecera (al este) hasta los pies (al oeste), sino desde su perímetro hacia el interior, en donde se van levantando las bóvedas de forma escalonada. De esta manera, formando parte del perímetro de la catedral, los cimientos de las dos torres de la fachada se erigieron en una fase temprana de la construcción. Con esta hipótesis se reairma la fecha antigua dada para las torres. En el Códice Calixtino II19, de mediados del siglo XII, se enumeran un total de nueve torres en la catedral compostelana: dos sobre el pórtico de la fuente, dos sobre el pórtico del mediodía, dos sobre el pórtico occidental, dos sobre las escaleras de caracol y otra mayor sobre el crucero en el centro de la iglesia, lo que la daría un aspecto de ser un gran castillo. Y no sólo por el número de sus torres sino además por su construcción en cantería y la gran altura que alcanzó, que se veía agrandada ante el caserío de casas bajas que la rodeaba. El templo románico fue actualizado por el obispo Rodrigo del Padrón (1305-1316), quien construyó un parapeto almenado con su adarve en la zona alta de las naves y convirtió el cimborrio en una torre defensiva; una obra ésta que continuó Berenguel de Landoira20. A mediados del siglo XIV, el arzobispo Gómez Manrique (1351-1362) fortiicó con diversas torres el claustro y, ya en el siglo XV, se continuaron las mejoras en el ediicio con la construcción de la llamada torre del Ángel, la reforma del cimborrio y la incorporación de diversas garitas. Unas obras que completaría Rodrigo de Luna (1449-1460), poco antes del estallido de la revuelta de los Irmandiños21. 18 19 20 21 Karge, Henrik: “De la portada románica de la Transiguración al pórtico de la Gloria. Nuevas investigaciones sobre la fachada occidental de la catedral de Santiago de Compostela”. BSAA Arte, LXX, 2009, p. 25-26. Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983, p. 211. López Ferreiro, Antonio: Historia de la Santa A. M. iglesia de Santiago de Compostela. Santiago, 1903, tomo VI, p. 253. Vázquez Castro, Julio: “La fortaleza del apóstol Santiago. Imagen real e imaginario colectivo de la catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media”. Codex Aquilarensis. Cuadernos Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 112-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 113 El conjunto de todas estas obras vino a conigurar el aspecto de gran fortaleza. En 1466, el viajero León Rosmithal la describía como una iglesia que está rodeada por seis torres, cuatro redondas y dos cuadradas22. Mientras que al viajero Jerónimo Munzer23, en 1494, le llama la atención el carácter defensivo de la catedral, indicando que “en cada uno de los cuatro ángulos del templo alzase una robusta torre”. Por su parte, Antonio de Lalaing, en 1501, vuelve a incidir en el aspecto militar, indicando que tiene “forma de una gran torre o castillo de tal modo cubierto, que se puede ir a todas partes por encima de ella”24. Igualmente, son muy interesantes los dibujos del siglo XVII de la catedral, realizados por José de Vega y Verdugo25, hacia 1656-1657, en los que se aprecian las torres de la portada del Obradoiro, la de los extremos del crucero, el propio cimborrio y el almenaje del crucero y del ábside; este último, con dos niveles de almenaje. Fig. 4. Portada del Obradoiro enmarcada por dos grandes torres a mediados del siglo XVII por José de Vega 22 23 24 25 de investigación del Monasterio de Santa María la Real, 31, 2015, pp. 151-166. Fabié, Antonio María. Viajes por España del Barón León de Rosmithal. Madrid 1879, p. 103. Munzer, Jerónimo: Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 149. Versión del latín por Julio Puyol. BRAH, 84, 1924, p. 221-222. García Mercadal, José: Viajes de extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XX. Madrid, 1952-62, I, p. 450. Tain Guzmán, Miguel: Trazas, planos y proyectos del archivo de la catedral de Santiago. La Coruña, 1999, p. 129 y 139. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 113-174. ISSN: 0482-5748 114 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Fig. 5. Ábside, claustro y torres fortiicadas de la catedral de Santiago a mediados del siglo XVII por José de Vega La catedral de Sigüenza La catedral de Sigüenza se comenzó a construir a mediados del siglo XII, diseñándose también con una función militar. Y ello, tanto porque este lugar estaba muy cercano a la frontera andalusí como por ser la principal protección del señorío entregado por los reyes de Castilla ante la siempre levantisca nobleza. Su defensa se dispuso con dos grandes torres a ambos lados de la puerta principal de la catedral y una torre en cada extremo del crucero, conigurándose con un total de cuatro torres, además de un gran cimborrio, un almenado y amplios espacios defensivos. Las torres de la portada se levantaron durante el siglo XII, concluyéndose a mediados del siglo XIV, durante los obispados de Gonzalo de Aguilar (1342-48) y Gómez Barroso (1348-1358)26 De esta forma, la altura de los muros y torres de la catedral dominaban totalmente todos los ediicios circundantes. Con posterioridad, los elementos defensivos se fueron ocultando con la construcción de amplios tejados sobre algunos de sus elementos, como el gran cimborrio o la entrada del crucero (transepto). Durante la Edad Media estos tejados eran amplias plataformas defensivas o cuando menos tuvieron un adarve desde la que realizar una defensa vertical. 26 Muñoz Párraga. María del Carmen: La catedral de Sigüenza. Las fábricas románica y gótica. Guadalajara 1987, p. 172. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 114-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 115 Fig. 6. Catedral de Sigüenza, donde destacan las grandes torres almenadas La catedral de Tuy La catedral de Tuy, representada en la obra de Duarte de Armas, muestra un ediicio con un fuerte carácter defensivo: con torres almenadas, un recinto alto amurallado y una gran torre que preside todo el conjunto. Por su originalidad, en la muralla de la villa destaca la existencia de una coracha que la unía con el río, permitiendo hacer la aguada con facilidad y que no faltase el suministro en caso de asedio. Fig. 8. La catedral de Tuy con sus torres almenadas a principios del siglo XVI según Duarte de Armas Fig. 7. Atrio fortiicado de la catedral de Tuy Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 115-174. ISSN: 0482-5748 116 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Actualmente, la catedral aún mantiene ese aspecto de fortaleza, con sus torres y almenas. Su construcción comenzó hacia 1120, siendo consagrada en 1225. Resulta muy interesante el atrio-torre que deiende la puerta principal, inalizado en 1236, en tiempos del obispo Esteban Egea (12181239)27. Se levantaron un total de cuatro torres: dos en los extremos del transepto (crucero) y dos más en los pies, encuadrando la portada. Posteriormente, se construyeron la torre de Sotomayor, en 1408, en el ángulo suroeste del claustro gótico, y en 1419, la torre de San Andrés, en la parte norte; siendo levantadas por el obispo Juan Fernández de Sotomayor (1395-1423)28. La catedral de Ávila La construcción de las torres que encuadran la puerta principal debió comenzar a inales del siglo XII, pues en 1211 ya estaba concluido el primer cuerpo. Si bien, la obra, en su parte norte, no inalizó hasta la primera mitad del siglo XIV, durante el gobierno del obispo Sancho Blázquez Dávila (1312-1355)29. Fig. 9. Fachada principal de la catedral de Ávila enmarcada por dos poderosas torres con almenado 27 28 29 Fernández Casanova, Adolfo: “Iglesias medievales de Tuy”. Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Tomo XV, Madrid 1907, p. 76. Iglesias Almeida, Ernesto: “Los antiguos palacios episcopales” en Castellum Tyde. Instituto de estudios tudenses, nº 1, 2007. p 83-84 Heras Hernández, Félix de las: La catedral de Ávila y museo catedralicio. Ávila, 1981, p. 12 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 116-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 117 La segunda obra defensiva de la catedral es el llamado cimorro —la parte exterior de la girola que está embebida en la muralla—, sobre el que hay dos teorías. La primera sostiene que es posterior a la construcción de la muralla, y la segunda, que es coetánea. Podemos aceptar que su construcción es coetánea y por tanto del reinado de Alfonso VIII, que es la idea defendida por Navascués y Gutiérrez Robledo30, sirviendo como defensa el ábside y los absidiolos. Posteriormente, estos últimos se forraron, uniéndolos y formando un gran cubo, que contaría con un adarve almenado. Pudiera ser obra de ines del siglo XIII o principios del siguiente, en época de las minorías; seguramente, bajo el patronazgo del ya citado obispo Sancho Blázquez Dávila31. Más adelante, en la segunda mitad del siglo XV, se construyó la guirnalda de matacanes y el segundo adarve almenado, dotando al conjunto de troneras para el empleo de armas de fuego. El cimorro funcionaba pues como una torre más del recinto urbano. Con esta gran estructura, los obispos se comprometían a tener que defender una parte del recinto urbano de la ciudad, pero eso también les valía para cortar el adarve (la comunicación) y poder permitir también el acceso al interior de la ciudad sin tener que contar con el beneplácito del concejo. En el caso de Ávila, se ve claramente que el proyecto original, de contar con dos grandes torres defensivas, lanqueando la puerta principal, no se concluyó; lo que no fue óbice para que la torre más baja también pudiera ser empleada como defensa, al disponer de una plataforma plana como coronación. En este sentido, contamos con la recreación que realizó Rodríguez Almeida, de cómo pudo ser la evolución del ábside de la catedral hasta convertirse en un complejo elemento defensivo32. La catedral de Santo Domingo de la Calzada La inseguridad y la crisis social y política general en Castilla desde inales del reinado de Alfonso X contribuyeron a recalcar el carácter de fortaleza de la iglesia33. Sin duda, la parte más interesante de la catedral es la zona del pórtico oeste o puerta de Cristo. Como en la catedral de Tuy, para 30 31 32 33 Gutiérrez Robledo, José Luis y Navascués Palacio Pedro: “La catedral de Ávila. Proceso constructivo”. En Las Edades del Hombre. Testigos: Santa Apostólica Iglesia Catedral, Ávila, 2004. Ruiz Ayúcar, Eduardo: Sepulcros artísticos de Ávila. Ávila, 1985, p. 97. Rodríguez Almeida, Emilio: Ensayo sobre la evolución arquitectónica de la catedral de Ávila. Ávila 1974, ig. 22. Moya Valgañón, José Gabriel: Etapas de construcción de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Logroño, 1991, p.28. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 117-174. ISSN: 0482-5748 118 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ defender esta entrada, una elemental protección del paso de ronda interior al nivel de las ventanas, aprovechando huecos bajos los formeros, se transformó en un auténtico adarve, a la vez que se reforzó con un pórtico fortiicado. Fig. 10. Atrio fortiicado de la catedral de Santo Domingo de la Calzada El pórtico se levantó sobre tres recios estribos con arcos apuntados, conformándose como una prolongación de las tres naves de la iglesia. En la actualidad se conservan dos tramos: uno cubierto por bóveda de crucería y otro descubierto al sur —otro gemelo se levantaría al norte—. Dos usillos (escaleras de caracol), comunicados entre sí, dan acceso al interior y también a los pasos de ronda interiores. Parece que se construyó a inales del siglo XIII. Desde luego, resulta ser un curioso sistema de defensa. En el interior, una serie de pasadizos y escaleras recorren el pórtico abriéndose hacia el exterior por estrechos ventanales que, hacia occidente, se convierten en saeteras. Este sistema tendría mayor altura que el actual y sufriría el desmochamiento al realizar el gran óculo a los pies de la iglesia. Como otro elemento de defensa en la catedral, también existe un balcón amatacanado hacia la zona del crucero. Por otro lado, las diversas obras de restauración tenidas en la catedral han descubierto la existencia de un almenaje y su correspondiente camino de ronda o adarve en la zona de las naves. Es el característico elemento vertical de defensa. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 118-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 119 La catedral de Salamanca La llamada catedral vieja de Salamanca dispone de un adarve almenado, que recorre todo su perímetro. Actualmente, es uno de los mejores ejemplos existentes del empleo de un almenaje en la zona de las naves. Fig. 11. Adarve de la catedral vieja de Salamanca con almenas y saeteras La catedral se comenzó a levantar durante el reinado de Alfonso VII, a mediados del siglo XII, pero fue terminada en un momento de tensión en el reino de León ante la amenaza de Castilla y de Portugal, sus dos reinos vecinos. Así pues, por su gran tamaño y sólida construcción, se coniguró como un elemento defensivo de primer orden, muy superior a los castillos construidos por Alfonso IX de León34 y que ya recogía el dístico latino: Fortis Salmantina, Sancta Ovetensis, Dives Toletana, Pulcra Leonina. Además, disponía de dos torres que lanqueaban la entrada principal. Una fue aprovechada por la catedral nueva y la segunda la llamada “mocha” con funciones de fortaleza y habitación del alcaide35, reairmando aún más su aspecto y uso militar. 34 35 Cobos, Fernando; Canal, Rodrigo y Castro, José Javier de: Castros y recintos en la frontera de León en los siglos XII y XIII. Fortiicaciones de tapial de cal y canto o mampostería encofrada. Valladolid, 2012. Rodríguez de G. de Ceballos, Alfonso: “Las catedrales de Salamanca”. En Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura española: actas de los congresos de septiembre 1992 y 1993, Ávila, 1994, p. 150. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 119-174. ISSN: 0482-5748 120 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ La catedral vieja de Plasencia La catedral vieja de Plasencia fue construida a inales del siglo XII o principios del XIII, tras la fundación de la villa por el rey castellano Alfonso VIII. El ediicio tuvo un origen militar desde el mismo momento de su creación, pues se encontraba en territorio de frontera; y no contra el islam, sino principalmente contra su vecino reino de León. La ciudad se dotó así, no sólo de murallas y de un alcázar real,36 sino que también la catedral se diseñó con un marcado carácter militar. En la actualidad todavía se puede contemplar un adarve con almenado. Fig. 12. Detalle del almenaje de la catedral vieja de Plasencia SIGLO XIII. LOS ALCÁZARES Pronto los obispos consideraron que sus catedrales fortiicadas no eran suiciente defensa, por lo que también decidieron defender aquellos lugares donde residían. Así, fueron surgiendo sus alcázares de carácter urbano. Durante este periodo destaca la construcción de los alcázares episco36 Castro Fernández, José Javier de y Cuadrado Basas, África: “Un modelo de fortiicación: los castillos urbanos de Alfonso VIII de Castilla”. Castillos de España, 161-162-163, 2011, pp. 61-70. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 120-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 121 pales, principalmente en los lugares donde son señores y tenían jurisdicción. Destacan los casos de Santiago de Compostela, Sigüenza, Lugo o Palencia. Básicamente, estas fortiicaciones (alcázares) sirvieron para controlar a sus propios vasallos, siempre dispuestos a librarse del yugo de su señor eclesiástico. A título de ejemplo, tenemos los casos de Santiago o Lugo, donde los obispos varias veces fueron cercados o incluso hechos prisioneros. Estas fortalezas o alcázares se situaban cerca de las catedrales y en las proximidades o junto a las murallas. Ello les permitía tener tanto una rápida y cómoda huida como recibir refuerzos desde el exterior. En otros casos, como León, pese a ser una ciudad de realengo, el obispo controlaba una puerta (Puerta del Obispo), situada junto a la catedral y sobre la que construir su alcázar. A modo de residencia, los obispos también levantaron castillos en lugares de su jurisdicción señorial, como en Brihuega (Guadalajara) o la Rocha Forte, muy próximo éste a Santiago. Unos castillos que obviamente también tenían la función de controlar y organizar el territorio de la diócesis, y entre los que destacan los de Riba de Santiuste (Guadalajara) o Santorcaz (Madrid), ambos con torres pentagonales en proa. También se fortiicaron y mejoraron las villas de señorío eclesiástico con murallas o cercas urbanas Fueron los casos de Cantalapiedra (Salamanca), Turégano (Segovia), Santiago de Compostela, Palencia o Tuy (Pontevedra). Su control de las murallas en las villas episcopales resulta muy expresivo en el caso del obispo de Lugo, “tiene el obispo las llaves de las puertas de la ciudad y las da a quien quiere”37. También hay que citar los casos en que se derribaron ciertos castillos, como le sucedió al de Fermoselle, perteneciente al obispo de Zamora, que llevó una azarosa vida, y que incluso fue coniscado por parte de los reyes castellanoleoneses. Santiago de Compostela Desde los tiempos del arzobispo Gelmírez, la situación de los prelados de Compostela siempre fue inestable, siendo un escenario que fue constante durante toda la Edad Media. En esta ciudad, a la vez que se hacían las obras de la muralla y de la catedral diversos elementos defensivos se fueron añadiendo en el alcázar 37 Peiró Graner, María de las Nieves: Las casas y fortalezas del obispado de Lugo en el siglo XVI. Santiago de Compostela, 1996. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 121-174. ISSN: 0482-5748 122 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ o palacio arzobispal. Los principales trabajos se realizaron en la época de la minoría de Fernando IV, en tiempos del arzobispo Rodrigo del Padrón (1305-1316), quien comenzó la construcción de un alcázar sobre las murallas de la villa, enfrente de la fachada occidental del templo. Y controlando la puerta de la Trinidad, inició la construcción de la llamada torre del mismo nombre. Su sucesor, el arzobispo Berenguel de Landoira38 (1317-1330) terminó dicha torre y construyó una segunda, de gran tamaño, que unió mediante una muralla almenada —la denominada “torre Berenguela”39—. De esta manera, el alcázar conformó un frente hacia la población, con dos grandes torres; y sobre todo la segunda, que en su azotea tenía emplazado un trabuchete. Asimismo, apoyado sobre la muralla urbana, controlaba una de las puertas de la villa. Ya en el siglo XV, todo el conjunto mejoró defensivamente con la construcción de una barrera o antemural y su correspondiente foso, por lo que se accedía mediante un puente levadizo. Pontevedra Se trataba de una villa, perteneciente al arzobispo de Santiago, que poseía un interesante alcázar con una doble función: residencia del obispo y lugar de control de los vasallos. Fig. 13. El alcázar de Pontevedra en 1873 En el primer según Celso García de la Riega cuarto del siglo XVI se describía como un ediicio de tres torres unidas por dos alas de ediicios con su cerca y barbacana que rodeaba todo el conjunto. Disponía de foso con su puente 38 39 Antonio López Ferreiro. Historia de la Santa A. M. iglesia de Santiago de Compostela. Santiago, 1903, tomo VI, p. 62. Vázquez Castro, Julio: “La fortaleza del apóstol Santiago. Imagen real e imaginario colectivo de la catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media”. Codex Aquilarensis. Cuadernos de investigación del Monasterio de Santa María la Real, 31, 2015, p. 111-148. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 122-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 123 levadizo40, que ha sido recuperado en unas recientes excavaciones arqueológicas. Como en Santiago, estas defensas se situaban enfrentadas hacia la población y su trasera apoyándose en las murallas de la cerca urbana. A inales del siglo XIX mantenía un aspecto similar, con sus grandes torres, sobre todo la del homenaje, que poseía unos grandes ventanales, la zona palacial, la barrera con su cava y el puente levadizo alojado en una pequeña torre rectangular. Sigüenza En Sigüenza aún destaca su alcázar41, que completaba el sistema defensivo de la villa y que es uno de los más grandes complejos defensivos existentes promovidos por un obispo. En la parte alta, el alcázar; abajo, en la parte baja de la ladera y cerca del rio Henares, la catedral fortiicada, y uniéndolos, unas murallas mejoradas. Se trata de un gran castillo, situado en alto y obra del siglo XIII, que conigura una planta regular trapezoidal de grandes dimensiones, con un lado mayor de 124 m y los menores de 91 m. Cuenta con grandes torres, cuadradas y rectangulares, en la parte más vulnerable. A principios del siglo XIV el alcázar mejoró sus defensas con una barbacana y a la vez, con una puerta monumental, que fue construida por el obispo Simón Girón de Cisneros (1300-1326), cuyo escudo campea sobre ella. Se trata de un modelo de puerta que tiene en Ávila (puertas de Alcázar y de San Vicente) el ejemplo más representativo, con sus dos cubos Fig. 14. Puerta principal del alcázar de Sigüenza construida a principios del semicirculares unidos por su arco vosiglo XIV lado que lanquean la puerta de ingreso. Cuenta con dos vistosos balcones 40 41 Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca. Pontevedra, 1984, tomo I, p. 29. Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 133. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 123-174. ISSN: 0482-5748 124 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ amatacanados o ladroneras, a media altura, y que serán muy habituales en las obras del arzobispo Tenorio en la segunda mitad del siglo XIV. Hay que destacar también la muralla urbana de Sigüenza, que este mismo obispo amplió, incluyendo dentro la catedral. En un primer momento, existían dos cercas: la de abajo, defendida por la catedral, y la superior, que estaba guardada por el alcázar. Hay que recordar que la parte alta en su origen fue aldea de Medinaceli (Soria) y la baja, una donación real al obispo de Sigüenza42. Por ello, el obispo Simón Girón de Cisneros unió ambos núcleos de población con una única muralla. En este recinto sobresale la puerta de Hierro, con sus torres cilíndricas y unidas por un arco alto, que parece que era similar a la del alcázar y la del cercano castillo de la Pelegrina. Lugo Lugo era una villa propiedad de su obispo. Pese a contar como defensa las antiguas murallas romanas, los obispos de Lugo decidieron construir un alcázar, no tanto como respuesta a una amenaza externa sino como un ediicio desde el que poder dominar más eicazmente a sus levantiscos vasallos. Como ejemplo de esta situación en 1312, se produjo un conlicto entre el obispo Juan Martínez y el concejo de Lugo, que llegó a “cercar al obispo en su castillo, combatirle y poner fuego a la puerta, a que se siguió el herir al obispo, sacarle por fuerza, y a los que estaban con él fuera del castillo para demolerle. Como efectivamente lo ejecutaron” 43. Posteriormente a estos hechos, el alcázar se volvió a rehacer, levantándose una nueva fortiicación aprovechando la puerta de San Pedro y dos torres de la muralla. Tras las muertes acaecidas en el interior del palacio arzobispal, Alfonso XI, en 1345, condenó a muerte al obispo Juan Martínez, si bien se la conmutó después por la pena de destierro. La mitra de Lugo, además del alcázar episcopal, contaba con las torres de Bascuas, Francos, Meixente, San Martiño dos Condes y los castillos de Belesar, Calde, Villamoure y la fortaleza de La Mota. Con todas estas posiciones y defensas, es evidente que el obispo de Lugo lograba tener un efectivo control sobre la villa de su propiedad y todo el territorio de la diócesis. 42 43 Martínez Diez, Gonzalo: Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana. Madrid 1983, p. 286. Peiró Graner, María de las Nieves: Las casas y fortalezas del obispado de Lugo en el siglo XVI. Santiago de Compostela, 1996. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 124-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 125 Palencia El alcázar del obispo de Palencia fue derribado en la segunda mitad del siglo XV, durante el reinado de Enrique IV. Parece ser que fue construido en tiempos de Alfonso VIII de Castilla, estando situado sobre la muralla de la villa y cerca de la catedral, y que contaba con diversas torres defensivas. Según Alonso Fernández de Madrid, el alcázar del obispo se ubicaba “sobre el muro, en la plaza que se decía del Mercado Viejo”44. Brihuega En 1085, la localidad Brihuega (Guadalajara) fue donada al arzobispado de Toledo, cuyos metropolitanos mantuvieron el uso residencial del antiguo castillo de época taifa. En él destacan sus ventanales con sus ajimeces y capiteles, además de la gran torre del homenaje, que fechada entre los siglos XII-XIII45, puede ser obra de Jiménez de Rada, y que constituye un buen ejemplo de ábside-torre fortiicado. Fig. 15. Torre ábside el castillo de Brihuega La obra militar más importante de la muralla urbana de Brihuega es una puerta, el llamado Arco de Cozagón, que presenta torres cuadradas de gran altura lanqueando la puerta, que se unen mediante un arco apuntado. 44 45 Fernández de Madrid, Alonso: Silva Palentina. Palencia. 1976, p. 159 Merlos Romero, María Magdalena: “El castillo de los arzobispos de Toledo de Brihuega. Antecedentes islámicos”. Castillos de España, 126, 2002, pp. 45-57 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 125-174. ISSN: 0482-5748 126 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Recuerdan mucho a las puertas principales de Ávila y son de mayor envergadura que las realizadas por el obispo de Sigüenza en su sede episcopal, asemejándose bastante a las de Molina de Aragón. Destaca también el empleo de redientes en la muralla y que se empleará en otras fortiicaciones promovidas por obispos castellanoleoneses. Fig. 16. Puerta de Cozagón en la muralla de la villa de Brihuega Rocha Fuerte El arzobispo de Santiago de Compostela contaba con un gran número de fortalezas. Para su conocimiento, disponemos del llamado pleito TaberaFonseca de 152646 en que se citan las siguientes construcciones: Castillos: Lobera, Jallas, Grobas, Monte Sagro, Castro de Montes, del Oeste, Rocha Fuerte, San Paio, Palmeira y Peñaiel. Fortalezas: Ontes, la Barrera, Mesía, Rodero, Vilvestre (Salamanca), Mellid, Rocha Blanca, Penço, Castriçan, Arabelo, Teis y Lançada. Torres: Caldas, Muros, Pontevedra y Padrón. Suponían un total de 26 construcciones, sin contar con las existentes en la propia Santiago de Compostela. De entre todos los castillos de la mitra de Santiago, sin duda, el más destacado fue el de Rocha forte. Construido por el obispo Juan Arias (12381266), a mediados del siglo XIII, consta su existencia en 1255. En 1527, así 46 Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca, Pontevedra, 1984, vol. 1, p. 17-18. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 126-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 127 era descrito “que abia en ella una bara de casa torre de menaxe de quatro bobedas e mui gruesa pared con tres çercas y ençintos alderredor en que abia nueve torres alliende de la bara de casa… y abía sus cabas y barbacanas, puertas conpuertas e baluartes e una mina que benia debaso de tierra desde la fortaleza hasta el rio”47. En deinitiva. El castillo se componía de una gran torre central rodeada de un recinto de nueve torres. Se trata de un modelo de fortaleza que el obispo Juan Arias parece que copió del diseñado por Alfonso VIII de Castilla y que fue seguido después por Fernando III, ya rey de Castilla y León, del que aquel era coetáneo. Un modelo éste en el que imitó la disposición de su planta, pero no así en todo lo que respecta a su signiicado. Por tanto, resulta lógico pensar que tomase como referente los recién construidos castillos reales. Por ello, la fecha concreta en que se comenzó a levantar sería de 1240, momento éste en el que Fernando III ya había concluido los castillos de Toro y Zamora48. Fig. 17. Planta del castillo de Rocha Fuerte Posteriormente al castillo se le añadió un segundo recinto, en paralelo y adosado a él, que podía haber sido construido por el arzobispo Berenguel de Landoira, en el primer tercio del siglo XIV. 47 48 Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca, Pontevedra, 1984, vol. 1, p. 24. Castro Fernández, José Javier de y Cuadrado Basas, África: “Un modelo de fortiicación: los castillos urbanos de Alfonso VIII de Castilla”. Castillos de España, 161-162-163, 2011, p. 61-70. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 127-174. ISSN: 0482-5748 128 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ A manera de antemural, poseía sus correspondientes cubos y un foso perimetral, formándose así una braga. Siendo más bajo que el anterior recinto, tenía bastante grosor, lo que permitía la existencia de un adarve con su almenado. Desde luego, no había liza, y todo lo excavado entre la cortina del primer recinto y el muro exterior del nuevo antemural resulta ser el relleno constructivo de éste. En nuestra opinión, habría que descartar la hipótesis que se ha defendido de que el castillo copia un modelo establecido por Eduardo I de Inglaterra y, por lo tanto, los paralelos estarían más cercanos, en el propio reino castellano-leonés. Del mismo modo, pensamos que la excavación arqueológica realizada en el castillo no fue correcta, pues en ella se vació casi todo el relleno de la braga que construyó el arzobispo Berenguel de Landoira. Esto explica la mínima anchura que tiene la denominada “liza”, que no es tal, y que toda la línea interna del antemural no tuviera cara vista, y que el muro exterior, que sí que la tiene vista, sólo estaba concebido para contener el mencionado relleno constructivo. Aparte de estos importantes detalles referidos a la construcción de la braga del XIV, en esa estrechísima y supuesta “liza”, no habría espacio suiciente que permitiera la necesaria circulación de la guarnición ni ninguna comodidad para poder disparar cualquier arma manual (ballesta o arco). El objetivo concreto de esta braga fue reforzar el muro inicial, que no había sido lo suiciente fuerte para poder resistir los ataques que sufrió, hacia 1318, por parte del concejo de Santiago de Compostela. Por último, es importante constatar la existencia en él de una interesante mina para coger agua, y que no es un sistema muy habitual en la fortiicación religiosa, pese a contar con los ejemplos posteriores de Ucero (Soria) y Canales (Toledo). Fermoselle En 1205, Alfonso IX de León entregó “Fremoselli, in termino de Cemora, cum ipso castello” al obispado de Zamora49. La villa tuvo un periodo, a mediados del siglo XIII, verdaderamente conlictivo, pues fue atacada por el concejo de Zamora, que destruyó las propiedades de la mitra. Tras este suceso, Alfonso X tuvo que actuar para que el obispo recuperara sus pose49 Cobos, Fernando; Canal, Rodrigo y Castro, José Javier de: Castros y recintos en la frontera de León en los siglos XII y XIII. Fortiicaciones de tapial de cal y canto o mampostería encofrada. Valladolid, 2012. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 128-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 129 siones y fuese resarcido de los daños; ya a inales de ese mismo siglo fue coniscado por la corona. En el plano de 172250, realizado por el ingeniero francés Robelin, se ve como el castillo se encuentra situado en el extremo de un promontorio. En él destacan la gran torre semicircular y la torre del homenaje, cada una en un extremo, así como su acceso que se realizaba mediante una puerta en codo. Consta de dos partes: la baja, con sus cubos que protegían la puerta de ingreso, y el sector alto a manera de alcázar. Fig. 18. Plano de las defensas de Fermoselle en 1722 por el ingeniero Carlos de Robelin SIGLO XIV. LOS CASTILLOS MILITARES El siglo XIV destaca por las grandes construcciones erigidas por los obispos, principalmente en los castillos del territorio de la diócesis. Una vez fortiicadas las catedrales y dotadas de alcázares las sedes episcopales, ante la amenaza de la nobleza y del propio rey, se empezaron a erigir fortalezas para poder controlar de mejor forma el territorio y, sobre todo, los posibles levantamientos de sus vasallos. La insaciable nobleza, tras expoliar al rey, vio como el territorio jurisdiccional de los obispos era un muy buen espacio por donde expandirse. En el levantamiento de estas fortalezas también jugó un papel importante la implicación de los obispos en las frecuentes guerras civiles habidas durante este período. En deinitiva, todos estos conlictos determinaron la construcción de buenas y nuevas fortalezas. 50 AGS. MPD, 05-143 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 129-174. ISSN: 0482-5748 130 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Este siglo fue un período en el que se produjeron grandes avances defensivos. Entre ellos destacan la generalización de las grandes torres pentagonales y de las torres albarranas, la adaptación de las fortalezas al uso intensivo de la ballesta, la consolidación de la barrera o antemural, la profusión de fosos y sus correspondientes puentes levadizos, etc. Es decir, se trata de un período en el que se introdujeron o generalizaron importantes elementos defensivos, pues si bien algunos de ellos ya se habían empleado en épocas anteriores, incluso durante el emirato omeya, será en este siglo XIV cuando se difundan y utilicen en bastantes lugares y situaciones. Seguidamente, nos detendremos en algunos de ellos: Torre pentagonal en proa: se trata de un genuino elemento de la fortiicación castellana. Diseñadas con una punta o proa, evitaban la existencia de puntos muertos delante de la torre. A partir de los precedentes emirales de su vecina Calatrava la Vieja (Ciudad Real)51, el primer ejemplo de este tipo de torre lo tenemos en el castillo de Alarcos mandado, construir por Alfonso VIII —antes de 1195, cuando el rey castellano fue derrotado en la batalla que allí se dio—. Aquí, según la crónica Rodrigo Jiménez de Rada, tuvo un papel fundamental Martín López de Pisuerga, arzobispo de Toledo (1192-1208)52. Esta primera construcción cristiana de una torre pentagonal en proa, perfectamente fechada, tanto por las crónicas como arqueológicamente, a inales del siglo XII, en 1195, echa por tierra de manera total la débil defensa realizada por Edward Cooper respecto a que este tipo de estructuras sea de origen italiano y fuese traído a Castilla por el infante Don Enrique el Senador, a ines del siglo XIII53. Torres giradas: con ellas se lograba dar un mejor lanqueo de las torres, para así evitar el punto muerto de las esquinas que poseían las torres de planta cuadrangular. Torres albarranas: con claros y numerosos antecedentes islámicos54, durante este período se generalizarán como una importante estructura defensiva, alcanzando una gran difusión en la poliorcética castellana. Se trata 51 52 53 54 Retuerce Velasco, Manuel y Zozaya Stabel-Hansen, Juan: “Un sistema defensivo hidráulico autosuiciente: Calatrava la Vieja”. III Congreso de Arqueología Medieval Española (Oviedo, 1989), Oviedo, 1992, vol. 2, pp. 353-359. Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco, Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real, 2017, p. 55-57, 75-76. Jiménez de Rada, Rodrigo: Historia de los Hechos de España. Ed. Juan Fernández Valverde, Madrid, 1989, p. 298. Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. Madrid, 2014, vol 1, p. 508. Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco, Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real, 2017, p. 57-58, 75-76. Gurriarán Daza, Pedro y Márquez Bueno, Samuel (2017): “El recinto almohade de Cáceres. Nuevas aportaciones”. Arqueología y Territorio medieval, 24, 2017, pp. 207-228. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 130-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 131 de torres que, aisladas y a no demasiada distancia del recinto amurallado, avanzaban el lanqueo defensivo. Para salvar la separación con la muralla, la torre albarrana se unía a ella mediante un arco que comunicaba el adarve del recinto con la terraza de la torre. Torres corachas: con diferentes desarrollos, se trata de una estructura lineal y alargada que avanzaba la defensa para así poder acceder a determinados puntos que eran de signiicativa importancia, fundamentalmente la de la aguada. Sus antecedentes peninsulares también se hallan durante el periodo omeya andalusí55. Torres con arcos volados: al estilo de las puertas de la muralla de Ávila o las ya vistas con anterioridad en Sigüenza o Brihuega. Mejora de las defensas altas y verticales: tales eran las ladroneras o los balcones amatacanados, que posteriormente, ya en el siglo XV, darán lugar a las guirnaldas de matacanes. Murallas cremallera o con redientes: se trata de un sistema de muralla por el que se lograba lanquear la muralla sin necesidad de incorporar torres. Es una evolución de las largas cortinas, que reforzaba la consistencia del muro. Grandes baterías de aspilleras: situadas, bien en las barreras o antemurales o bien en las zonas bajas de las torres, su objetivo era batir el campo circundante a ras de suelo o en una posición baja, impidiendo que el enemigo llegase con facilidad a la base de las defensas. Son también características de este momento las escaleras embutidas en el interior de los muros y de tramo recto; dándose también algunos casos de escaleras de caracol. Igualmente resultan muy interesantes los sistemas de aguada presentes en diversos castillos de este periodo, como son los de Ucero (Soria) o Canales (Toledo). Alguazas La torre de Alguazas pertenecía al obispado de Cartagena. En 1322, el obispo Juan Muñoz Gómez de Hinojosa (1311-1326) tomó posesión de 55 Pavón Maldonado, Basilio: “Corachas hispanomusulmanas. Ensayo semántico arqueológico”. Al-Qantara, 7, 1986, pp. 331-374. Gozalbes Cravioto, Carlos: “La coracha del castillo de Santopitar (Málaga). Notas sobre la función y deinición de la coracha en las fortiicaciones hispano-musulmanas”. Sharq al-Andalus. Estudios Árabes, 6, 1989, pp. 161-171. Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco, Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real, 2017, p. 52-54, 79. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 131-174. ISSN: 0482-5748 132 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ la villa, si bien será Pedro Peñaranda (1327-1349) quien iniciase la construcción de la torre, que fue concluida por su sucesor, Alonso de Vargas (1349-1362)56. La torre es de planta cuadrada con patio central y dispone de las características aspilleras del siglo XIV, si bien la obra más destacable es la de las bóvedas de crucería, construidas de ladrillo y argamasa en las cuatro naves inferiores que rodean al patio central del ediicio. Arnedillo En 1170, Alfonso VIII de Castilla dio la villa de Arnedillo a la catedral de Calahorra y a su obispo Rodrigo, con su castillo que dominaba la Lomiella57. En 1224, el obispo Juan Pérez llegó a un acuerdo con el cabildo por el que se hizo con el señorío58. La función de esta fortiicación fue controlar el puente que domina el estratégico paso del río Cidacos. La torre tiene planta regular, con diversos pisos madera y cuenta con aspilleras, formando parte de un recinto más amplio amurallado. Riba de Santiuste En 1129, Alfonso VII donó59 la Riba de Santiuste al obispo de Sigüenza, quien mejoró sus defensas como pieza fundamental del entramado defensivo de la diócesis. Esta fortaleza destaca por la posesión de una gran torre pentagonal en proa, situada en un extremo, y que dispone de Fig. 19. Castillo de Riba de Santiuste con su gran torre pentagonal 56 57 58 59 Alonso Navarro, Serafín: Libro de los Castillos y fortalezas de la Región de Murcia. Murcia, 1990, p. 81-85. González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, vol. II, doc. 133. Moya José, Gabriel; Ruiz, Julián y Arrúe, Begoña: Castillos y Fortalezas de la Rioja. Logroño 1992, p. 85. Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 35. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 132-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 133 una puerta de acceso en alto, lo que la permitía independizarse del resto del castillo. Pese a que fue muy reformada por una desafortunadísima restauración en el siglo XX, puede considerarse que data de mediados del siglo XIII, al igual que el castillo de Zafra, también en la provincia de Guadalajara, que también dispone de una torre pentagonal en proa. Pelegrina La villa de la Pelegrina fue donada hacia 114360 al obispado de Sigüenza por Alfonso XII. La fortaleza está situada en lo alto de un promontorio rodeado por la hoz del rio Dulce. La puerta principal, que protege el único acceso practicable al castillo, está lanqueada por dos torres circulares, que estaban unidos por un segundo arco, a mayor altura, a la manera de la puerta principal del alcázar de Sigüenza o de las puertas del Alcázar y de San Vicente de la muralla de Ávila. Se trata de un modelo de puerta que con este arco perseguía la defensa vertical a la manera de una buhera. Por el sistema de puerta, que es idéntico al del alcázar seguntino, consideramos que debe ser de principios del siglo XIV, y su promotor el obispo Simón Girón de Cisneros (1300-1326). El resto del recinto está formado por altos muros reforzados por cubos cilíndricos macizos, que sólo contaban con habitáculo en su parte alta. Fig. 20. Puerta principal del castillo de La Pelegrina con sus arcos volados 60 Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 159. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 133-174. ISSN: 0482-5748 134 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Paracuellos de la Vega Alfonso VIII de Castilla, tras la conquista de la ciudad de Cuenca, donó esta villa en 118761 a su primer obispo, Juan Yáñez (1183-1195); hecho que quedó ratiicado mediante privilegio rodado de 119862 y en el que se incluían otras fortalezas como Monteagudo de Salinas y Huerta de la Obispalía. Situado sobre un risco, en él destaca la gran torre del homenaje de planta pentagonal, dotada con diversos balcones amatacanados, posee aspilleras y el acceso es elevado, por lo que contaría con su puente levadizo. El resto del recinto se adapta perfectamente al espacio útil. Fig. 21. Castillo de Paracuellos de la Vega con su torre pentagonal y balcones amatacanados Monteagudo de las Salinas Se trata de otro castillo perteneciente al obispado de Cuenca, tal como conirma el ya mencionado privilegio dado por Alfonso VIII, en 119863. Situado en un alto, ceñido al espacio existente, cuenta con torres circulares, pero su elemento constructivo más característico, situado en uno de los lancos del recinto, es la muralla, a manera de cremallera o redientes. Un ele61 62 63 González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, vol II, doc. 466. González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, vol. III, doc. 664. González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, vol. III, doc. 664. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 134-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 135 mento que se da también en otros castillos eclesiásticos como Almonacid o en murallas urbanas, como es el caso de Brihuega. Fig. 22. Redientes en la muralla del castillo de Monteagudo de las Salinas Ucero El castillo se sitúa en un extremo del promontorio, dominando con su presencia el antiguo emplazamiento de la villa de Ucero. Fue adquirido en 1302 por el obispo de Osma Juan Pérez de Ascarón (1296-1329), quien construyó la fortaleza64 aprovechando el conlicto dinástico de la minoría de Fernando IV. Resulta muy interesante el acceso al recinto interior con su puerta principal que conduce al foso que separa el castillo de la villa. Un Fig. 23. Barrera artillera y gran torre del homenaje del castillo de Ucero 64 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 86. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 135-174. ISSN: 0482-5748 136 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ foso éste que debe recorrerse completamente hasta tomar una rampa en sentido contrario y paralela al foso y, mediante un puente levadizo, acceder al recinto principal del castillo. Destaca la gran torre del homenaje con sus ventanales geminados, su gran bóveda de crucería decorada con pinjante que representa un crismón con el cordero pascual y las hermosas gárgolas y canes esculpidos de su guirnalda de Fig. 24. Agnus Dei en la clave de la torre de la matacanes. Dicho pinjante torre del homenaje del castillo de Ucero pudo ser colocado a inales del siglo XIV por el obispo Pedro Fernández de Frías (1379-1410): “Agne dei miserere mei qui crimina tollis”65. Exteriormente, el castillo contaba con una importante barrera con aspilleras del siglo XIV. Destaca la mina subterránea abovedada que desde la barrera baja hasta el rio Ucero con funciones de aguada. A mediados del siglo XV, el obispo Pedro García de Montoya (14541474) realizó mejoras construyendo una barrera delante del foso, que cuenta con troneras para así adaptarse a las armas de fuego. Durante el siglo XVI fue reformado para ser residencia por el obispo Honorato Juan (1564-1566), tal como consta por su escudo que campea sobre la puerta de ingreso al castillo (capelo con tres borlas. Cuartelado de águila y jaquelado de 12 escaques). Cabrejas del Pinar Se trata de otro castillo perteneciente al obispado de Osma. Dispone de una gran torre del homenaje, si bien su elemento constructivo más interesante es una puerta como acceso principal que es similar a la del castillo de Ucero, lo que también permite atribuir su construcción al obispo Juan de Ascarón (1296-1329), en el primer tercio del siglo XIV. 65 http://saludyromanico.blogspot.com.es Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 136-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 137 La Mitra de Toledo El arzobispado de Toledo contaba con un elenco impresionante de fortalezas englobado en dos zonas. La primera en el área de inluencia de la sede metropolitana y la segunda, en el denominado adelantamiento de Cazorla, ya en Andalucía. Estamos hablando de la sede metropolitana de la Corona de Castilla que contó con los mayores recursos, lo que la permitió no sólo construir y mantener un gran número de fortalezas sino también que fueran ediicadas con los últimos adelantos poliorcéticos y con los mejores materiales. Las construcciones de este periodo fueron promovidas principalmente por los arzobispos Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310) y Gil de Albornoz y Luna (1338-1350), si bien el gran impulsor de las fortalezas de la mitra fue el arzobispo Pedro Tenorio (13771399), ya en la segunda mitad del siglo XIV66. Dotándolas con los nuevos avances de la fortiicación, adaptó o amplió las ya existentes, como en Alcalá de Henares, o construyó nuevos castillos, como fue el castillo de San Servando de Toledo. A principios del siglo XVI, la lista de castillos pertenecientes a la mitra de Toledo, solo en la zona de inluencia o limítrofe de la sede metropolitana, resulta impresionante: Alcalá de Henares, Aldovea, Uceda, Brihuega, Santorcaz, Torre de la catedral de Toledo, Fuentes, 66 Fig. 25. Retrato del arzobispo Pedro Tenorio en la Galería de obispos de la sala capitular de la catedral de Toledo Fig. 26. Escudo del arzobispo Pedro Tenorio en una torre de Alcalá de Henares Sánchez Sesa, Rafael: “La actividad constructora de un arzobispo toledano a inales del siglo XIV. Notas sobre articulación y defensa del territorio”. Castellum, 2, 1996, pp. 69-80. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 137-174. ISSN: 0482-5748 138 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Alcalá la Vieja, Perales, Talavera, Almonacid, Canales, Illescas, La Guardia y Puente del Arzobispo. Los castillos promovidos por el arzobispo Pedro Tenorio destacan por sus novedosas estructuras o elementos: torres albarranas, grandes torres del homenaje con planta en “D”, torres pentagonales, torres cuadradas, presencia de matacanes, barreras que encintan un recinto, y el empleo de sus armas heráldicas, así como las inscripciones laudatorias. Y también obras cuanto menos curiosas, como resulta el foso que excava para el castillo de Canales y que dota de “secretas minas por donde se hinche de agua de un arroyo que corre no cerca de allí”67. Además de los castillos que vamos a tratar, existe documentación que demuestra que también fortiicó otros lugares, como el castillo de La Guardia donde, “de nuevo hizo dos fuertes torres, muró toda la villa”, una torre muy alta junto a la villa de Alcalá la Real, y que también mejoró la fortaleza de Alhamín68. Cazorla El arzobispado de Toledo, con el objeto de asumir la defensa de una porción de frontera frente al reino de Granada, recibió de los reyes castellanos un importante territorio en la zona de la actual provincia de Jaén La capital de este Adelantamiento a partir de 1331 se estableció en Cazorla. Allí los arzobispos toledanos erigirán una gran fortaleza, que destaca por su gran torre del homenaje de planta cuadrada, con lados de 13,40 m, una altura de 30,50 m y un grosor de los muros de 4 m; dispone de una escalera embutida dentro del muro, que es otro elemento característico de la fortiicación del periodo. Todos los autores que han tratado de fechar la torre del homenaje del castillo de Cazorla la han atribuido al arzobispo Pedro Tenorio, basándose en su testamento de 1398: “la torre de Caçorla que ahora facemos … e do ahora facemos una fermosa e costosa torre” 69. Sin embargo, en su construcción se percibe claramente la existencia de dos etapas. En la correspondiente a la parte baja, la torre tiene unos curiosos escudos que o bien se han 67 68 69 Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 117vº. Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 130vº. Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 134vº. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 138-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 139 Fig. 27. Castillo de Cazorla con su gran torre del homenaje Fig. 28. Plantas de la torre del homenaje del castillo de Cazorla por Lorenzo Polaino fechado del siglo XVII70 o, al no lograr atribuir a quien pertenecen, se han ignorado71. Así, hay escudos pareados de la banda a la diestra y creciente ranversado a la siniestra, en las esquinas de la torre y en la jamba de la puerta de ingreso. Estos blasones corresponden al arzobispo Gil de Albornoz y Luna (1338-1350). El linaje Albornoz construyó otras fortiicaciones, como el castillo de Arcos de Jalón donde campean los mismos escudos de los Albornoz y Luna, si bien en este caso corresponden a Fernán Gómez de Albornoz, hermano del arzobispo toledano72. Por tanto, en ambos casos, nos indican que 70 71 72 Polaino Ortega, Lorenzo: “El castillo de Cazorla”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 21, 1959, pp. 23-47. Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. 2 vol., Madrid, 2014, p. 949. Dato que reairma la atribución que hicimos: Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 93, y desmonta la air- Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 139-174. ISSN: 0482-5748 140 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ cuando existen dos escudos individuales —no acolados— nos representan al hijo de un matrimonio. Esta nueva datación de la torre del homenaje del castillo de Cazorla es muy importante, pues sirve como ejemplo de otras construcciones de un periodo no suicientemente estudiado y que no dispone de dataciones tan precisas. Fig. 27. La gran torre pentagonal de la fortaleza de Por tanto, la gran torre del Salvatierra homenaje del castillo de Cazorla fue iniciada por el arzobispo Gil Albornoz y Luna, en el segundo cuarto del siglo XIV, y terminada en el último cuarto del siglo XIV, por el arzobispo Pedro Tenorio. Salvatierra Sobre una fortiicación anterior73, la fortaleza de Salvatierra fue construida por los arzobispos de Toledo como avanzada defensiva de Cazorla frente al reino nazarí. Durante el reinado de Fernando IV, el rey de Granada ocupó parte del Adelantamiento tomando la villa de Quesada. Ante este suceso, el arzobispo Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310) se vio obligado a construir una gran fortiicación empleando la mejor tecnología del reino: las torres pentagonales en proa. El castillo destaca por su buena cantería y la gran torre del homenaje, pentagonal en proa. La escalera se encuentra empotrada en la punta o proa de la torre. Cuenta con dos pisos de planta rectangular; mientras que la estancia baja se encuentra dividida por un arco fajón, con bóvedas de crucería construidas en ladrillo, en la segunda, la bóveda es de medio cañón. 73 mación dada por Edward Cooper: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. 2 vol., Madrid, 2014, p. 635. Bastos Zarandieta, Ángel David: “El castillo de Salvatierra o de las Cinco esquinas”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 208, 2013, pp. 219-252. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 140-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 141 Dicha torre ha sido atribuida, sin ningún fundamento, al infante Enrique, el Senador74, sin explicar someramente la intromisión del hermano de Alfonso X en los territorios del arzobispado de Toledo, siempre celosos de evitar cualquier pérdida de poder ante la nobleza castellana. No es asumible que el principal arzobispado de la corona castellana pudiera permitir la señorialización de un territorio tan importante en todos los aspectos para la mitra de Toledo, como era el Adelantamiento de Cazorla. San Servando Esta fortaleza es un buen ejemplo del modelo de fortiicación del arzobispo Pedro Tenorio, quien lo mandó construir entre 1380 y 1386 para defensa de la ciudad Toledo y también como medio de control por parte del arzobispo, tal como airma su propio cronista “fundó un castillo… aumentándole torres”75. De planta regular, cuenta con torres semicilíndricas en las esquinas. En la parte media de uno de los muros, cuenta con una pequeña torre, y en el centro del muro frontero, presenta la gran torre del homenaje, con planta de “D”. Posee balcones amatacanados o ladroneras que son bastante frecuentes en las fortiicaciones promovidas por dicho arzobispo. Fig. 28. El castillo de San Servando antes de su restauración a mediados del siglo XX 74 75 Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. vol. 1, Madrid, 2014, p. 445. Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 118. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 141-174. ISSN: 0482-5748 142 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Puente del Arzobispo Una de las obras más curiosas que mandó erigir el arzobispo Pedro Tenorio fue el llamado “puente del arzobispo”, sobre el río Tajo, pues diseñó un puente fortiicado único en el reino de Castilla y León, de gran complejidad pues tenía nada menos que cuatro torres defensivas. El cronista del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona, describe el puente indicando que cuenta: “con dos torres fortísimas en medio y otras dos a la entrada y salida, todas bastantes para qualquiera ocasión de guerra”76. A mediados del siglo XIX, José María Quadrado nos dice que “sus dos torreones se alzan unos cien pies sobre el nivel del rio en los tercios del puente, abarcando la anchura de éste y abriendo paso a los transeúntes por bajo de sus arcos ojivales, una escalera interior permitía a los defensores bajar hasta el rio para proveerse de agua”77. Mientras que Rafael Monje78 describe la construcción: con 105 pies, cuenta la torre principal desde el tejado hasta el nivel del rio, 36 de anchura y 49 de longitud. La torre segunda tiene de alta 96 pies, 27 de ancha y 56 de larga. Excluyendo los seis del espesor de sus muros. La obra data de 1388, según atestigua una inscripción que fue colocada en el puente, añadiendo que “Esta puente con sus torres de ella mando facer el mucho honrado en Cristo padre y señor don Pedro Tenorio, por la gracia de Dios arzobispo de Toledo”. El complejo iconográico Fig. 29. Las desaparecidas torres de Puente del Arzobispo, según Parcerisa en 1853 se completaba con una estatua que representa a la caridad y con el escudo del prelado79. 76 77 78 79 Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol 109vº. Quadrado, José María: Recuerdos y bellezas de España: Castilla la Nueva, tomo II, Madrid, 1853, p. 455-456. Monje, Rafael: “El puente del Arzobispo”. Semanario Pintoresco Español, II, 1847, p. 89. Llaguno y Amirola, Eugenio: Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración. Madrid, 1829, Tomo I, p. 62. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 142-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 143 Alcalá de Henares El cronista del arzobispo Pedro Tenorio, Eugenio Narbona, narra que en Alcalá de Henares: “cuido del reparo de su fortaleza, y así le ediico muro labrado de cantería… con torres y baluartes… desde la puerta de Madrid hasta la torre de Palacio… que también aumento con fábrica de muchas piezas, torres y omenages… marcadas con los escudos de sus armas”80. La ampliación que realizó el arzobispo Tenorio es fácilmente reconocible gracias a la profusión de sus armas nobiliarias, repartidas por diversas torres del recinto amurallado. Tenemos torres con planta rectangular y planta semicircular (o más Fig. 30. Torre del alcázar del bien en “D”) y es perfectamente factible arzobispo de Toledo que la desaparecida torre albarrana pentaen Alcalá de Henares gonal en esquina fuera también obra suya. Este tipo de torres alcalaínas, obra del arzobispo Tenorio, también se encuentra en otros recintos amurallados de la mitra toledana, como en Yepes (Toledo) o en la vecina Alcalá la Vieja, en la orilla contraría del Henares, y seguramente en el desaparecido castillo de Uceda (Madrid). A él también se debe la construcción de un nuevo palacio arzobispal, que parece que poseía cuatro torres en las esquinas81, en la que cobran especial importancia los balcones amatacanados o la- Fig. 31. Planta de una torre del alcázar con la característica batería de aspilleras droneras y la defensa mediante la del siglo XIV 80 81 Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624,libro II, fol 115vº. Pavón Maldonado, Basilio: Alcalá de Henares medieval. Arte islámico y mudéjar. Madrid, 1982. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 143-174. ISSN: 0482-5748 144 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ profusión de aspilleras en la planta baja, que es otro elemento identiicador de las construcciones militares del momento, al igual que el sistema de las escaleras en el interior de los muros o recorriendo el perímetro de la torre. Yepes Donada al arzobispo de Toledo, en el recinto amurallado de la villa, destaca una gran torre semicircular que corta el camino de ronda de la muralla y que cuenta con un balcón amatacanado, característico de Tenorio, como en San Servando de Toledo. En la clave de la torre hay escudo con un león, que son las armas de Pedro Tenorio82. Además, existe una serie de torres, también posiblemente del siglo XIV, de planta rectangular con una gran proyección hacia el exterior que cortan el paso del adarve —esto es, el adarve atraviesa el interior de la torre y lo corta mediante sendas puertas—. Estas defensas hay que ponerlas en relación con las murallas de otras localidades, como son las de Talamanca, Torrelaguna o las torres derribadas en el recinto de Uceda83, todas en ellas en la provincia de Madrid. Fig. 32. Torre del recinto amurallado de Yepes. Almonacid de Toledo Almonacid fue donado al arzobispado de Toledo en 1086. Dentro de los elementos defensivos de la fortaleza es curioso como un frente se deiende con un sistema de torres circulares y el otro lo hace con una cremallera o redientes, un elemento defensivo que se emplea en otras fortalezas episcopales como Brihuega o Monteagudo de las Salinas. El recinto engloba y pro82 83 Pavón Maldonado, Basilio: Alcalá de Henares medieval. Arte islámico y mudéjar. Madrid, 1982. Pradillo y Esteban, Pedro José: “Torres pentagonales en proa. La implantación del modelo en la Castilla del trescientos”. Actas del III Congreso de Castellología Ibérica. Guadalajara, 2005, p. 561. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 144-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 145 tege una gran torre del homenaje, que se encuentra en el centro del espacio interior. Lo que más destaca es la barrera que rodea todo recinto, que parece un claro precedente de las barreras que Juan Guas84 construirá en la segunda mitad del siglo XV, como la de Mombeltrán (Ávila), Manzanares el Real (Madrid) o Alba de Fig. 33. Vista aérea del castillo de Almonacid en donde se Tormes (Salaman- aprecia la cremallera del muro interior y el antemural que se ca). La defensa de ciñe a la estructura primera esta estructura se realiza mediante una batería de aspilleras, tanto en los lienzos como en los falsos cubos, a diferencia de lo que después empleará Juan Guas, que lo hace a base de troneras. Lo interesante de ella es que parece que creó escuela, al reproducir exactamente el trazado del recinto principal, y tanto en la zona de los cubos como en la de la cremallera. Su construcción la podemos atribuir al arzobispo Pedro Tenorio, lo que quedaría refrendado por su cronista, Eugenio Narbona, quien le atribuye la construcción del castillo 85. Alcalá la Vieja Con antecedentes andalusíes, entre los que destaca su puerta con arco de herradura, la parte bajomedieval más importante es la torre albarrana, que se levantó como defensa de dicha puerta andalusí y que daba acceso a 84 85 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: “Murallas medievales, castillos y torreones”. En Arquitectura Militar. Patrimonio arquitectónico de Castilla y León. José Ramón Nieto González (coord.). Tomo II, Salamanca, 2007, p. 241. Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 117. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 145-174. ISSN: 0482-5748 146 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ la villa86. Parece que también hay un torreón de entrada proyectado hacia el exterior El cronista del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona airma que reparó el castillo de Alcalá la Vieja 87. Santorcaz Destaca la torre pentagonal de cantería, una típica construcción castellana, seguramente del periodo de minorías siglo XIII-XIV, y por tanto coetánea de la otra gran torre pentagonal en proa de cantería existente en la diócesis de Toledo, como es el castillo de Salvatierra de Cazorla. El otro elemento destacado de la muralla de Santorcaz, además de que el ábside de la iglesia funciona como una torre más de la muralla88, al estilo del cimorro de la catedral de Ávila, son la torre albarrana, muy similar a la existente en el recinto de Alcalá la Vieja, y una torre cuadrada hecha con mampostería encintada, muy parecida a las de la muralla de Alcalá de Henares. Todas ellas, obras que sin duda pueden atribuirse al arzobispo Pedro Tenorio y que se relacionan con la inscripción de 1373, que informa que “mando hacer de nuevo en su villa de Santorcaz este insigne castillo y fortaleza valentísima y fuerte importantísimo”89. Por su parte, el cronista del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona, airmaba que “ediico de nuevo un insigne castillo.”90 Un caso excepcional. El castillo de Spoleto en Italia La construcción del castillo de Spoleto en Italia por el arzobispo de Gil Albornoz y Luna (1302-1367) es un caso excepcional en la historia de la fortiicación castellana. Fue arzobispo de Toledo hasta 1350, año en el que tras la subida al trono castellano de Pedro I decidió exiliarse a Aviñón, en donde el papa Inocencio VI le nombra legado pontiicio. Capitán general 86 87 88 89 90 Jiménez Esteban, Jorge y Rollón Blas, Antonio: Guía de los Castillos de Madrid. Madrid, 1987, p. 143-6. Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 116. Cardero Losada, Rosa: “Los castillos de Santorcaz”. Castillos de España, 137-138-139, 2005, p. 6-24. VV. AA: Castillos, fortiicaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid, 1993, p. 220 Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro II, fol. 116. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 146-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 147 de las tropas pontiicias, recuperó para el papado las tierras perdidas y además ediicó grandes fortiicaciones utilizando los adelantos poliorcéticos desarrollados anteriormente en la Corona de Castilla. Destaca la construcción del castillo de Spoletto, donde campea su escudo y el del Papa Urbano V (1362Fig. 34. Escudos del arzobispo Gil 1370), siendo erigido por tanto entre Albornoz y Luna y del Papa Urbano V 1362-1367. En su planta sobresalen las torres giradas, un elemento característico de las fortiicaciones de la alta nobleza castellana, entre los que destacan dos ejemplos de la primera mitad del siglo XIV: los castillos de Montealegre de Campos (Valladolid), construido por Alonso Meneses91 y Cifuentes (Guadalajara), por don Juan Manuel. Fig. 35. Vista del castillo de Spoletto mandado construir Con este diseño de planta por el legado pontiicio Gil Albornoz y Luna se trataba de eliminar el punto muerto que se conformaba con las torres cuadradas en esquina y se podía defender desde el adarve de la muralla del castillo. En el caso de Spoleto, el frente de ataque era Fig. 36. Planta del castillo de Spoletto según Guglielmo de Angelis, en donde está marcado el característico giro de las por los lados este y oeste, que se defen- torres de la fortiicación de la Corona de Castilla del siglo XIV 91 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 71. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 147-174. ISSN: 0482-5748 148 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ dieron respectivamente con dos torres de este diseño. Al girarse la torre, el defensor desde la cortina podía proteger todo el espacio sin dejar puntos muertos al atacante92. Se estaba conigurando así un elemento que será común en la fortiicación del siglo XVI. Así, cabe decir que realmente la fortiicación abaluartada fue heredera directa de la construida en el siglo XIV en Castilla, mediante grandes torres pentagonales en proa colocadas en los lugares más vulnerables de los castillos y con el empleo de las torres giradas. SIGLO XV. LOS CASTILLOS SEÑORIALES Durante el siglo XV los obispos realizarán construcciones en tres grandes ámbitos. El primero se acomete en las catedrales y villas de su señorío, como son las obras efectuadas en las catedrales de Orense, Santiago de Compostela, Burgos y Burgo de Osma, motivadas principalmente por la inestabilidad existente en el reino y ataques que sufren contra sus bienes y posesiones. Se continúan con los proyectos iniciados en el siglo anterior, destacando la defensa de las zonas de los claustros. Y por último se ejecutan obras para la adaptación de estos ediicios religiosos a la artillería, como la obra para dotar de murallas al recinto urbano del Burgo de Osma. Un elemento defensivo que se construirá en las principales catedrales es el de los garitones, que constituirá un modelo representativo de la fortiicación del reino de Castilla y León. El prestigioso arqueólogo francés Albert Gabriel93, en su magna obra sobre las fortiicaciones de Rodas, airmaba, ya a principios del siglo XX, que las garitas construidas a principios del siglo XV por la Orden de San Juan de Jerusalén eran de inluencia española y provenzal. Si bien, posteriores autores94 niegan, con un escaso bagaje documental, la inluencia española y circunscriben el garitón de una forma genérica al ámbito francés. Un segundo grupo de actuación por parte de los obispos es el de los castillos señoriales, con un empleo de residencia o lugar defensivo, pero con las mismas comodidades que conocen los nuevos castillos que en este período se levantan, tanto por la realeza como por los nobles. Una moda Angelis d’Ossat, Guglielmo de: L’architettura della Rocca: qualiicazioni, signiicati e problema. En La Rocca di Spoletto. Studi per la storia e la rinascita. Milán, 1983, p. 63. 92 93 94 Gabriel, Albert: La cité de Rhodes, MCCCX-MDXXII. Topograie, architecture militaire. Paris, 1921, p.136 Cooper, Edward: Castillos señoriales de Castilla: siglos XV y XVI. 4 vol. Madrid, 1991. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 148-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 149 ésta de la que no se sustraen, sino que lo asumen plenamente los obispos del reino de Castilla y León. Y al igual que en las catedrales, también en los antiguos castillos eclesiásticos se efectuarán obras para su adaptación a las armas de fuego. Un aspecto interesante y curioso son los castillos privativos de los obispos. Actúan como señores y dueños de una villa o pueblo, adquirida normalmente por compra a su antiguo propietario, para poder construir allí una fortaleza. La que van a destinar para su propia residencia y posteriormente para sus herederos; bien sus hijos legitimados o para sus sobrinos, siempre previa formalización de un mayorazgo autorizado por el rey y en donde tiene importancia capital la nueva fortaleza construida. Obras en catedrales Las obras de carácter militar continúan ejecutándose en las catedrales durante todo el siglo XV. El elemento diferenciador de este periodo lo constituyen “los garitones”, pequeñas torres asentadas principalmente sobre una especie de lampeta o acordeón, y que en realidad es una garita de gran tamaño. Las encontramos en las principales catedrales del reino castellanoleonés. Destacan las garitas de la catedral de Toledo, situadas en la capilla del condestable Álvaro de Luna; los garitones situados a manera de torres en el claustro de la catedral de Burgos; las garitas que, según una imagen de mediados del siglo XVII, contaba la catedral de Santiago y también situadas como complemento defensivo del claustro de la catedral, al que se añade una nueva torre a mediados del siglo XV95. Otra catedral que también incorporó el garitón como elemento defensivo es la del Burgo de Osma. En Orense, tenemos que tras el conlicto de 147196 habido entre el conde de Benavente y el conde de Lemos se construyeron unos refuerzos terminados en garitones que deienden las puertas del crucero, tanto la norte como sobre todo la sur. Las nuevas defensas que se construyen se realizaron tanto en el propio ediicio de la catedral, como en el claustro. Este es el caso de la catedral de Tuy, que mejora la defensa del claustro con la construcción de diversas torres. Aunque uno de los mejores ejemplos se ejecuta en la catedral de Ávi95 96 Yzquierdo Perrín, Ramón: “Aproximación al estudio del claustro medieval de la catedral de Santiago”, Boletín de Estudios del Seminario Fontán-Sarmiento, 10 , 1989, pp. 15-42. Pita Andrade, José Manuel: La construcción de la catedral de Orense. Santiago de Compostela, 1954, p.70. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 149-174. ISSN: 0482-5748 150 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ la, donde se actualiza uno de sus principales puntos defensivos, como era su Cimorro, dotándolo de troneras para el emplazamiento de piezas de artillería. Fig. 37. Cimorro de la catedral de Ávila con la adaptación artillería de mediados del siglo XV La adaptación de la artillería por parte de los obispos de la Corona castellana la encontramos, además de en el citado Cimorro de Ávila, en las barreras artilleras de los castillos de Osma y Ucero (Soria), o en los baluartes de antepuerta del castillo de Vilvestre (Salamanca). La muralla urbana de El Burgo de Osma El obispo Pedro de Montoya (1454-1475) fue el gran constructor de fortiicaciones en el obispado de Osma durante el siglo XV. En el códice “Nomina Illustrium Virorum Episcoporum Oxomensis Ecclesiae”, se airma que construyó los antemurales de los castillos de Osma y de Ucero, a los que se reiere con el curioso nombre de “sobrevuelta”97, con el objeto de adaptarlos al empleo de las armas de fuego. La gran obra de este prelado fue la ediicación de una muralla para englobar y defender a la población del Burgo de Osma y, a la vez, proteger su catedral de cualquier ataque, pese a que también mejoró sus defensas con un garitón. Unas construcciones que erigió ante la amenaza que suponía que la vecina población de Osma, en la orilla contraria del río Ucero, estuviese 97 Portillo Capilla, Teóilo: “Don Pedro de Montoya obispo de Osma (1454-1474). Aspectos de su vida y su obra”. Celtiberia, 25, 1975, pp. 242. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 150-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 151 en poder de Juan de Luna, uno de los nobles más poderosos de la zona soriana, y que en 1454 había iniciado la construcción de una fortaleza en esta localidad, amenazando la seguridad del Burgo y su catedral. El obispo Pedro de Montoya recurrió entonces ante la corte, insistiendo de nuevo en 145898, sin resultados concretos, por lo que ante la dejadez de Enrique IV decidió Fig. 38. Muralla del Burgo de Osma construida por el obispo Pedro de Montoya actuar y construyó la magníia mediados del siglo XV ca muralla urbana que rodea El Burgo y que aún perdura. Pedro Montoya colocó sus blasones en la nueva muralla, a la que también incorporó troneras para el empleo de armas de fuego. Posteriormente, ya en el siglo XVI, la muralla sufrió diversas actuaciones en las que dejarán su impronta con sus respectivos blasones los obispos Pedro Álvarez Acosta (1539-1563) y Francisco Tello Sandoval (1567-1578). Castillos señoriales Progresivamente los castillos de señorío episcopal, siguiendo la moda constructiva de ese momento, van a ser lugares de residencia, añadiendo comodidades e incorporando la estructura de un palacio en el interior de la fortaleza. En casi todos ellos, la torre del homenaje va a constituirse como un importante elemento propagandístico de su poder. Igualmente, se añaden otros dispositivos defensivos, como torres, fosos, baluartes de antepuerta, matacanes, etc. Es decir, todos los castillos episcopales se van a ir adaptando al empleo de la artillería. Del mismo modo, van conocer una gran profusión de escudos, que muestran el poder temporal de los obispos, que de esta forma se comportan como si fueran un noble más. La heráldica episcopal denota, mediante su representación particular y con la colocación de capelos y borlas, que son personajes religiosos y que ostentan una concreta categoría. 98 Loperráez Corbalán, Juan: Descripción del obispado de Osma. Madrid ,1788. Edición facsímil, 1978, tomo I, p. 295 y tomo II, p.359. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 151-174. ISSN: 0482-5748 152 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Turégano En 1123 la reina Urraca I donó al obispo de Segovia la villa de Turégano, si bien, el gran castillo que vemos actualmente fue iniciado en la segunda mitad del siglo XV por el obispo Juan Arias Dávila (1461-1497), quien en 1490 marchó a Roma, en donde hizo su testamento en 1497. Fig. 39. Vista aérea del castillo de Turégano que Según se indica en éste, nos da a conocer que hacia 1471 permite apreciar las diferentes etapas constructivas había empezado su construcción, “porque estaba tan raíz de tomar que qualquiera tirano fácilmente lo pudiera ocupar”99. La obra consistió en levantar un cuerpo de tres torres sobre los ábsides de la iglesia, embutiendo su campanario románico y una barrera alrededor de la iglesia con cuatro cubos en sus esquinas y aberturas para artillería. Además de un foso perimetral. Su sucesor, Juan Arias de Villar (1498-1501), continuó las obras forrando la iglesia exteriormente con un muro torreado y un corredor interior que comunica las cámaras de tiro. Más adelante, el obispo Diego Rivera de Toledo (1511-1543) construyó un torreón en el cuerpo principal del castillo, que alberga una escalera para comunicar la liza con los adarves. Ya en 1703 se construyó la espadaña sobre el cuerpo de entrada a la iglesia100. Bonilla de la Sierra Desde 1224 consta ya como un lugar de señorío del obispo de Ávila, siendo fortiicada con una poderosa muralla urbana por el obispo Sancho Dávila (1312-1340), cuyo escudo campeaba sobre la puerta de ingreso. Su castillo se erigió en un extremo de la villa, aprovechando dos lienzos de la muralla urbana con tres de sus torres. Su núcleo lo constituía una torre, posiblemente del siglo XIV, que presenta pinturas de época. 99 Le Flem, Jean Paul. “La premiere versión castillane du testament de don Juan Arias Dávila. Eveque de Segovie”. Estudios Segovianos, tomo XXII, 64, 1970, p. 36. 100 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 207. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 152-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 153 El recinto fue modiicado en el siglo XV con la incorporación de diversos elementos, como garitas, un regruesamiento del muro orientado hacia la villa o construyendo un atajo interior para reducir el tamaño de la fortaleza. Igualmente se construyó un nuevo sistema de ingreso en codo que fue reforzado con un cubo circular101. Fig. 40. Dibujo de principios del siglo XVI del castillo de Bonilla de la Sierra Huerta de la Obispalía La planta de este castillo conquense es alargada, teniendo las torres de sus extremos con planta pentagonal. Esta planta indica que pertenecen a una época anterior del siglo XIII-XIV. Su torre del homenaje, con matacanes y troneras de orbe y cruz, es del siglo XV. En ella existe una lápida fechada en 1473, donde informa que fue construida por Fig. 41. Torre pentagonal del castillo de Huerta de la Obispalía Gabriel Condulmario, arcediano de Alarcón, proveedor de la iglesia de Cuenca por mandato de su tío Jacobo Antonio de Véneris, obispo de Cuenca, y para apaciguar las luchas de Castilla, fue enviado por la Sede Apostólica y destinado, por sus méritos y excelsas virtudes primeramente a la diócesis de León y posteriormente ungido para la diócesis de Cuenca. 101 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 209. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 153-174. ISSN: 0482-5748 154 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Acompañando a la lápida iguran los blasones del obispo de Cuenca y de su pariente, el arcediano de Alarcón. Este obispo, en 1473, fue nombrado cardenal por el papa Sixto I. Fig. 42. Escudos de Jacobo Antonio de Véneris, obispo de Cuenca y de Gabriel Condulmario, arcediano de Alarcón Los castillos de la mitra de Santiago Tras la guerra de los irmandiños y la lucha por recuperar el control de los territorios de la mitra de Santiago ocupados por diversos nobles gallegos, el arzobispo Fonseca inició un ambicioso programa de modernización de los castillos de la diócesis. Un plan para adaptarse a las armas de fuego y, sobre todo —y este es el elemento que más representa esta mejora—, la construcción de baluartes para adaptar los castillos medievales al nuevo empleo de la artillería, y que se situaron en los puntos más estratégicos o neurálgicos de la defensa: sobre todo en la antepuerta o para el control de la bajada al rio para hacer la aguada. Fig. 43. Castillo de Vilvestre dibujado por Duarte de Armas a principios del siglo XVI Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 154-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 155 Entre todos estos castillos, hay que destacar el que un castillo tan alejado de la diócesis de Santiago, como es el caso de Vilvestre, que está en la actual provincia de Salamanca, dispuso de un efectivo sistema defensivo. La razón debió radicar en su ubicación junto a la frontera portuguesa y que fuera tomado durante la guerra de sucesión de los RR.CC. En una descripción de él de principios del siglo XVI (1526) se citan diversos baluartes. Contaba así con tres baluartes, que defendían las partes más importantes de la fortaleza, como la puerta de ingreso a la torre del homenaje, o la torre del pozo.102 Otros castillos de la mitra de Santiago también se adaptaron para el empleo de la artillería. Destaca el baluarte de antepuerta de la fortaleza episcopal de la Barrera103, que se construyó durante el cerco irmandiño de una manera provisional con piedra menuda y tierra, y que tras el cese de hostilidades fue derribado. También se construyeron estos elementos defensivos en las fortalezas de Padrón, Castro Monte y Grovas. Castillos privativos La Corona de Castilla y León tiene varios e interesantes castillos “privativos”, construidos durante los siglos XV y XVI. Son idénticos a los construidos por la nobleza del reino y aquí los obispos actúan como un noble más, construyendo fortalezas que luego legarán a sus familiares, —incluidos hijos legitimados— y ediicados a mayor gloria terrenal. El más representativo es el castillo de Villanueva de Cañedo, denominado del “Buen Amor”. Otros ejemplos son los de Serranos de la Torre, Alaejos, y que a continuación se describen. Destacan también los castillos burgaleses de Torrecitores y Mazuelo de Muñó. El de la Torrecítores está formado por una gran torre rodeada por una barrera almenada y sin torres en sus esquinas. Esta villa fue adquirida a inales del siglo XV por Juan de Ortega, obispo de Almería, que era natural de Burgos y capellán de Fernando el Católico. En 1512 fundó mayorazgo incluyendo la torre. El castillo de Mazuelo de Muñó, es otro castillo del siglo XV que fue ampliado y mejorado a mediados del siglo XVI por Andrés Ortega de Cerezo, chantre de la catedral de Burgos, y curiosamente sobrino del men102 103 Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca. 2 vol. Pontevedra, 1984, tomo II, pág. 593-4. Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca. 2 vol. Pontevedra, 1984, tomo I, pág. 66 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 155-174. ISSN: 0482-5748 156 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ cionado obispo Juan de Ortega. La obra de este castillo fue realizada por el afamado arquitecto Juan Vallejo. Castillo del Buen Amor En 1477 Alonso de Fonseca, obispo de Ávila, adquirió Villanueva de Cañedo (Salamanca), convirtiendo la antigua fortaleza en el “castillo del buen amor”104 como residencia de su amante, Teresa de las Cuevas con la que tuvo tres hijos, que fueron legitimados por los RR.CC. En 1505 hizo mayorazgo para su hijo mayor Gutierre de Fonseca. Ambos amantes se mandaron enterrar en el monasterio de San Ildefonso de Toro, aunque en capillas separadas: él en lugar principal y ella en la capilla de su suegra, lo que en cierto modo recuerda al romance del Conde Olinos: “a ella como hija de reyes la entierran en el altar y a él como hijo de conde cuatro pasos más atrás”. Se trata de un castillo de inales del siglo XV que contiene los dos elementos: el militar, como el foso y la barrera, y el palacial con su patio porticado; una característica habitual en la fortiicación del reino de Castilla y León del periodo. Fig. 44. Patio de armas con galería porticada del castillo del Buen Amor 104 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 144. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 156-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 157 La extraña planta, con la disposición en diagonal de la torre del homenaje, es poco común en las fortiicaciones del reino. El patio tiene tres lados abiertos con arcos con la característica decoración del periodo de transición al siglo XVI y un cuarto lado con fachada cerrada. Cuenta con una gran ornamentación, plasmada en el patio, en la escalera principal con una balaustrada gótica, chimeneas decoradas con lacerías mudéjares en sus salones y artesonados policromados y blasonados con las armas de los ascendientes del obispo Fonseca. Pese a su condición de palacio tuvo un profundo foso alrededor, por lo que su acceso se realizaba mediante un puente levadizo, y una barrera artillera de planta rectangular con cubos circulares en sus esquinas; disponiendo de doble línea de tiro. Serranos de la Torre En 1458 consta que el lugar de Serranos de Crepes pertenecía al obispo de Cuenca, Lope de Barrientos y que en el mayorazgo que funda en 1464 ya se denomina como Serranos del Castillo105. Un dato éste que puede servir para fechar, con un alto grado de iabilidad, la gran torre del homenaje con su característica guirnalda de matacanes. Dicho obispo con este castillo, donde campea aún su escudo, creó un mayorazgo a favor de su sobrino Pedro de Barrientos. El castillo fue continuado por éste, que fue capitán del duque de Alba, con la construcción de una barrera artillera con cubos en los ángulos y en donde colocó el blasón de su madre, Teresa Barba. Fig. 45. Torre del homenaje y cubos artilleros del castillo de Serranos de la Torre 105 RAH. CSC. M-6, fol 284vº a 286. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 157-174. ISSN: 0482-5748 158 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Alaejos El 15 de julio de 1453, el rey Juan II de Castilla y León facultaba a Alonso Fonseca, obispo de Ávila, para que pudiese ediicar una fortaleza en su villa de Alaejos (Valladolid). El obispo abulense hizo uso de este privilegio y construyó una fortaleza desde la que fundó un mayorazgo en 1462 en favor de su sobrino. Fernando del Pulgar en su conocida obra “Los Claros Varones de España” airmaba en 1486 que el arzobispo Alonso de Fonseca “ediicó de principio en aquella su villa de Alaejos la fortaleza que en ella está hoy fundada”106. Al igual que otros obispos, en sus castillos privativos, decoró de manera primorosa el interior de la fortaleza. A título de ejemplo, tenemos que desde el reino de Granada se “trajeron una piñas ricas labradas de oro, las quales se pusieron en una pieça que esta cabe la sala rica” 107 para decorar los artesonados de los salones del castillo-palacio de Alaejos. La heráldica Se trata de un tema escasamente tratado y con importantes errores de interpretación. Los primeros escudos documentados (existentes) en los castillos del reino de Castilla y León son del siglo XIV. El primer escudo datado corresponde al obispo seguntino Simón Girón de Cisneros (1300-1326), que campea sobre la puerta del alcázar de Sigüenza y que curiosamente no tiene los atributos característicos de carácter religioso; en concreto, el capelo y las borlas. También de la primera mitad del siglo es el escudo que campeaba108 sobre la puerta de la muralla de Bonilla de la Sierra y que correspondía al obispo Sancho Dávila (1312-1348): por desgracia, el escudo ya no existe y no puede comprobarse si contaba con atributos religiosos. De la primera mitad del siglo XIV es el escudo del arzobispo toledano Gil de Albornoz y Luna (1338-1350), existente en el castillo de Cazorla y que tampoco cuenta con los elementos distintivos religiosos, pese a encontrarse en un castillo propiedad de la iglesia. Hay que destacar el hecho de que a pesar de ser dos escudos no son acolados y, por tanto, no representa la 106 107 108 Pulgar, Hernando del: Los Claros Varones de España, 1500. pág. 38. Vasallo, Luis: “El castillo de Coca y los Fonseca. Nuevas aportaciones y consideraciones sobre su arquitectura”. Anales de Historia del Arte, 24, 2014, p. 61-85. Gómez Moreno, Manuel: Catálogo monumental de la provincia de Ávila. Ávila, 1983, p. 351 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 158-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 159 heráldica de un matrimonio, sino al hijo109. Obviamente, en un castillo de la diócesis los padres del arzobispo nunca podrían colocar sus blasones. Fig. 46. Escudos del obispo Juan Arias Villar en el castillo de Turégano y del arzobispo Gil Albornoz y Luna en el castillo de Cazorla de la Sierra Años más tarde, en el castillo que diseña Gil Albornoz y Luna en Spoleto (Italia) ya campean sus armas con capelo y borlas junto, a las del papa Urbano V. De la segunda mitad es el escudo del arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio (1377-1399), que campea en Alcalá de Henares o en Yepes, en donde ya igura el capelo y las borlas de su dignidad eclesiástica. A partir de este momento los escudos ya suelen incorporar el capelo y las borlas como elementos distintivos de su carácter eclesiástico y diferenciarse de los escudos de la nobleza laica. En los capelos o sombreros, bien de obispo o bien de cardenal, cuelgan las borlas; según el número que tengan así se representa la importancia del cargo del poseedor. Del siglo XV contamos con diversos ejemplos. De prinicipios de siglo era el escudo del Cardenal Pedro de Fonseca, obispo de Sigüenza (1419-1422), que contaba con capelo y borlas110. De mediados de siglo es el escudo de Pedro Montoya (1454-1475), obispo de Osma, que coloca en las murallas del Burgo de Osma —sin los elementos distintivos de obispo— y del obispo Lope Barrientos, en el castillo de Serranos de la Torre: un escudo curioso por cuanto solo dispone de una borla. Los escudos situados en el castillo de Huerta de la Obispalía son 109 110 Modelo idéntico al que hace su hermano Fernán Gómez de Albornoz en el castillo de Arcos de Jalón quien también pone los escudos de su padre y de su madre, pero que no representa al matrimonio. Lo que reairma la atribución que hicimos hace unos años, y que fue negada por Edward Cooper, si bien con escaso fundamento, quien considera, equivocadamente, que para este periodo cuando existen dos escudos no acolados representan al matrimonio y no al hijo. Minguella y Arnedo, Toribio: Historia de la diócesis de Sigüenza y de sus obispos. Tomo 2. Madrid, 1992, p. 124. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 159-174. ISSN: 0482-5748 160 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ interesantes al incluir un escudo del obispo conquense Jacobo Antonio Véneris, que cuenta con su capelo y borlas, y del arcediano Gabriel Condumario, que curiosamente no tiene ningún distintivo de su cargo eclesiástico. De la segunda mitad del siglo XV, son los escudos de Juan Arias Dávila y Juan Arias Villar en el castillo de Turégano. Si bien, el gran escudo de este periodo es el que manda colocar el obispo Alonso de Fonseca en su castillo privativo de Villanueva de Cañedo, que cuenta con su capelo y una serie de hasta seis borlas; además de decorar el interior del castillo con los blasones de sus padres, Pedro de Fonseca e Isabel de Quijada. Del siglo XVI contamos con los escudos de Diego de Ribera en Turégano. En Bonilla, el del obispo Pedro Fernández Temiño (1581-1590); en Ucero, del obispo Honorato Juan (1564-1566) y del obispo Francisco Tello Sandoval (1567-1578), en las murallas del Burgo de Osma. El escudo más curioso de este periodo es el que manda esculpir el canónigo sochantre de la catedral de Burgos y pronotario apostólico Andrés Ortega, en su castillo de Mazuelo de Muñó al que incorpora el capelo y una serie de cuatro bolas. Por último, contamos con un escudo de principios del siglo XVII, perteneciente al cardenal toledano Bernardo Sandoval y Rojas (1599-1618), situado en el castillo de Cazorla y que incluye el capelo cardenalicio, las borlas y la cruz patriarcal. SIGLO XVI. LAS FORTIFICACIONES ABALUARTADAS El siglo XVI es el momento en que las armas de fuego determinan la forma de las fortiicaciones. Nacen los baluartes pentagonales y las grandes cañoneras donde alojar los nuevos cañones de bronce. Se abandonaban así los modelos medievales. Pese a que pueda parecer lo contrario, nos encontramos con nuevas fortalezas y fortiicaciones promovidas por el clero para defensa de sus catedrales y señoríos. Es el caso de Almería, que debe fortiicarse ante la amenaza interior de rebelión de los moriscos y la amenaza exterior de los piratas berberiscos desde la cercana Argel; unas amenazas que en deinitiva eran complementarias. El segundo ejemplo es la fortiicación que se diseña a inales del siglo XVI en Santiago de Compostela, promovida por su señor y arzobispo, con el objeto de defender las reliquias del Santo ante un eventual ataque inglés. Unas razones muy curiosas, pues transcurridos muchos siglos, se retoma así lo ocurrido en el siglo XI con la construcción del Castellum Honesti y las murallas urbanas de Compostela. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 160-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 161 El tercer ejemplo son las murallas abaluartadas de Tuy. Una villa de señorío religioso, donde si bien las obras fueron realizadas por iniciativa real, las incluimos aquí ya que fueron incentivadas, supervisadas e incluso modiicadas por el arzobispo de Santiago. Pesaban dos motivos: era el gobernador de Galicia y trataba sobre dos monasterios. Otra serie de castillos mantuvieron su empleo y se adaptaron o mejoraron para ser residencias. Es el caso de Bonilla de la Sierra, donde los obispos de Ávila realizaron costosas mejoras y adaptaciones para que fuera su residencia personal; y otro caso, completamente opuesto, es el castillo de Turégano, que se adaptó a otras funciones más ingratas como la de ser cárcel destinada a los religiosos de la diócesis segoviana. La catedral de Almería La creciente amenaza de los moriscos y la ayuda que pudieran recibir por parte de los emigrados en Argel motivaron la necesidad de defender la ciudad de Almería; una situación que se agravó tras el terremoto de 1522. Al año siguiente, llegó a la villa el nuevo obispo, Diego Fernández de Villalán, quien aprovechando la necesidad de construir una nueva catedral decidió aunar las necesidades defensiva y pastoral. La nueva catedral, toda ella de cantería, dispone de una serie de torres de planta cuadrada y octogonal en la parte superior, con cañoneras bajas, del tipo buzón, en sus frentes. La torre principal es de planta cuadrada y posee un gran tamaño y altura. Los adarves de estas torres, que son poligonales en su parte superior, cuentan con Fig. 47. Torre del claustro de la catedral troneras de orbe y cruz. Y el muro que de Almería que cuenta con troneras de las une cuenta con un potente talud y orbe y cruz en el adarve y con cañoneras de buzón en la parte inferior con cañoneras situadas sobre él. Se dotó de almenas, torreones, muros de menor altura y una cubierta plana sobre la que pudieran emplazarse artillería y arcabuceros; siendo muy Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 161-174. ISSN: 0482-5748 162 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Fig. 48. Vista aérea de la catedral de Almería que permite apreciar las diferentes torres que se construyeron para su defensa interesantes los tres ábsides de planta circular de la iglesia, que están fortiicados con sus almenas y con plataformas para emplazar artillería. La existencia todavía de troneras de orbe y cruz en el parapeto no indica que nos encontremos con un sistema del siglo XV. La razón está en que básicamente se diseñaron para el uso por parte de espingarderos, pues con este tipo de abertura, al contar con una mirilla, tenían una mejor visión del exterior; algo que no se conseguía con el nuevo sistema de cañonera de buzón, que se emplea en las zonas bajas de la fortiicación. Unas recientes excavaciones realizadas en el entorno de la catedral han deparado la existencia de una nueva estructura defensiva, que al igual que los ábsides, es de planta semicircular. Su situación, delante de una puerta lateral hace dudar de que sea una torre111; además, las medidas, el grosor de muros y el espacio interior existente, nos remite más bien a pensar que se trata de un baluarte de antepuerta112, de los que diseñaba el capitán general de la artillería real, Diego de Vera113. 111 112 113 Como ha propuesto Palenzuela Navarro, Antonio: “Una aproximación al carácter defensivo de la Catedral de Almería: el descubrimiento de la cimentación de una séptima torre defensiva”. Defensive Architecture of the Mediterranean, XV to XVIII centuries. Vol VI, p. 235, Alicante, 2017. Castro Fernández, José Javier de y Mateo de Castro, Javier: “Los baluartes artilleros de antepuerta en la Monarquía Hispánica. El baluarte de la fortaleza de Arévalo”. Castillos de España, 179-180-181. 2016, p. 75-84. Castro Fernández José Javier de, Mateo de Castro, Javier y Castro Rabadán, Irene de: “Diego de Vera. El ingeniero de Fernando el Católico”. Castillos de España, 175-176-177-178, p. 57-68. 2015. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 162-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 163 El proyecto para las murallas de Santiago de Compostela Tras el ataque inglés a la Coruña, el arzobispo de Santiago, Juan de San Clemente y Torquemada, temió que pudiera repetirse y que el objetivo de los “herejes” fuera el sepulcro del apóstol Santiago. Por ello, en 1595, pidió a la Corona que se fortiicase la villa de Santiago de Compostela, pues para su defensa sólo contaba con las antiguas murallas medievales. El rey accedió y ordenó a los capitanes Miguel García, teniente de artillero mayor, y Duarte Núñez, ambos destinados en la Coruña, se reuniesen con el arzobispo de Santiago y Lope Osorio, conde de Altamira, con el objeto de confeccionar un sistema defensivo para Compostela que incorporase los nuevos avances en fortiicación abaluartada114. El nuevo proyecto, del que contamos con un interesante plano115, consiste en la construcción de dos grandes baluartes a manera de revellines que protegen sendas puertas de ingreso a la villa y un castillo elevado, llamado de Santa Susana, con una sugerente planta en estrella, a la manera de las fortiicaciones atenazadas. Lo más destacado es el fuerte exterior que emplea el tradicional modelo de la escuela de la Corona Hispánica, basado en las “tenazas y tijeras”, y que se utiliza principalmente en lugares elevados y con escaso frente de ataque. Se trata de un modelo que había sido diseñado en los años 30 del siglo XVI por el ingeniero Pedro Luis Escrivá116 y que se había empleado en el nuevo fuerte de San Antón de la Coruña, fortaleza en donde estaban destinaFig. 49. Proyecto realizado por los capitanes Miguel dos ambos capitanes. García y Duarte a inales del siglo XVI para Santiago de Compostela 114 115 116 AGS. GyM, leg. 431. AGS. MPD-06-107. Castro Fernández, José Javier de y Mateo de Castro, Javier: “Tijeras y tenazas como innovación tecnológica. De San Telmo de Nápoles a la Goleta de Túnez (1535-1574)”. Guerra y tecnología: interacción desde la Antigüedad al Presente. Coord. Maria Gajate Bajo y Laura González Piote. Madrid 2017, pp. 177-205. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 163-174. ISSN: 0482-5748 164 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ Los castillos residencia Durante el siglo XVI, algunos de los antiguos castillos medievales, los menos, van a seguir siendo utilizados por los obispos, si bien con diversos usos. Principalmente dos: el habitual de lugar de residencia, en el caso de Bonilla de la Sierra, o como presidio, en el caso de Turégano. En Bonilla de la Sierra (Ávila), el interior del castillo se convirtió así, en 1552, en un palacio renacentista de la mano del obispo Diego de Álava. Entre 1581-1590, continuó las obras el obispo Pedro Fernández Temiño, cuyo escudo campea entre las ruinas de la fortaleza. Por el contrario, en Turégano, donde se realizaron algunas obras de mejora durante el primer tercio del siglo XVI, se cambió su función pasando a ser la cárcel de la mitra; en concreto, para eclesiásticos de la diócesis segoviana. En 1585, alcanzará fama internacional al ser encerrado entre sus muros Antonio Pérez, secretario de Felipe II. Otras fortalezas que también fueron mejoradas durante este siglo fueron el castillo de Cazorla, donde además el arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval, en 1606, colocó su escudo de armas. SIGLO XVII En este siglo priman ya las grandes fortiicaciones que engloban totalmente una población. Si antes se pensaba que era suiciente con un castillo con baluartes, las nuevas tácticas de guerra obligan a defender en su integridad las grandes villas y ciudades. A mediados del siglo XVII, España está en guerra contra Portugal y uno de los principales frentes del conlicto es la zona fronteriza del río Miño. Y así, la ciudad de Tuy jugará un papel clave al ser una de las principales poblaciones situadas en su ribera. Si bien la villa seguía el bajo señorío del obispo, las obras fueron promovidas por la Corona. En 1663, el ingeniero marqués de Buscayolo realizó un proyecto para sustituir el antiguo sistema medieval defensivo de Tuy, pues la muralla medieval ya no protegía los nuevos barrios extramuros, bastante amplios y que habían surgido al amparo de los monasterios de Santo Domingo y San Francisco. Buscayolo, quien también realizó el proyecto defensivo para Ciudad Rodrigo, dotó a las nuevas murallas con sendos baluartes, pero en él solo se contemplaba la inclusión del barrio de San Francisco dejando fuera el de Santo Domingo, que debía derribarse para seguridad de las nuevas defensas. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 164-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA El arzobispo de Santiago, que había sido gobernador de Galicia entre 16611663117, en agosto de 1663 protestó enérgicamente ante la Corte de este desafuero y consiguió que en septiembre se obligase a Buscayolo a trazar un nuevo proyecto para que englobase también el barrio de Santo Domingo118. El ingeniero acató, aunque no aceptó la nueva orden, y como el papel todo lo soporta, se limitó a alargar la línea defensiva añadiendo un nuevo baluarte con lo que se consiguió incorporar el barrio extramuros de Santo Domingo. Una modiicación que se aprecia en los planos119 que trazó durante 1663, pues en el plano número 68/009 que corresponde al primer proyecto, Buscayolo excluyó el monasterio de Santo Domingo, mientras que en el número 68/008 ya incluye este ediicio religioso. 165 Fig. 50. Proyectos para Tuy realizados en 1663 por el ingeniero marqués de Buscayolo SIGLO XVIII Una de las últimas intervenciones de envergadura, en este caso destructivas, realizadas en un castillo o fortiicación perteneciente a un obispa117 Soraluce Blond, José Ramón: Castillos y fortiicaciones de Galicia. La arquitectura militar de los siglos XVI-XVIII. La Coruña, 1985, p. 182. 118 119 AGS. GyM, leg. 2029. AGS.MPD. 68,009 y 68,008 Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 165-174. ISSN: 0482-5748 166 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ do fueron las realizadas en el castillo de Osma durante la guerra de Sucesión. En efecto, durante las excavaciones efectuadas en este castillo por uno de los autores de este trabajo, en tramos regulares y en una línea paralela a la muralla sur, apareció toda una serie de fosas abiertas en el terreno de escombros datado de época bajomedieval. Lo interesante es en que todas estas fosas, al llegar a su fondo, siempre existía un gran boquete de gran anchura que había sido abierto en la muralla altomedieval. Eran los huecos realizados en la antigua muralla para poder meter la carga con la que volarla y cuya acción podemos fechar de la época de la guerra de Sucesión. Recordemos que el obispo de Osma era un ferviente partidario de Felipe V de Borbón contra el pretendiente Carlos III de Austria. Así, en un momento de la guerra, en el que los austriacos amenazaban con entrar por la zona de Soria, el obispo de Osma, ante el peligro de que la población cayera en manos de las tropas del pretendiente, fortiicó diversos sectores del Burgo de Osma y dispuso la colocación de minas en su castillo de Osma con el objeto de que los atacantes no pudieran establecer sus defensas en un lugar tan estratégico y lo convirtieran incluso en un verdadero padrastro contra la zona de la catedral. Por suerte para la fortaleza, las tropas del archiduque nunca lograron llegar hasta la localidad soriana. Fig. 51. Castillo de Osma. Boquetes efectuados durante la Guerra de Sucesión en la base de la muralla oeste del castillo con el in de poner las cargas para su voladura Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 166-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 167 CONCLUSIONES A modo de conclusión, en cuanto a los castillos episcopales de la Corona de Castilla, hay que decir que a lo largo de la Edad Media al mismo tiempo que se construyeron castillos otros varios fueron afectados por diversos ataques o fueron derribados. Así, la agresión a la catedral de Santiago en el siglo XII o los llevados a cabo por los irmandiños en la segunda mitad del siglo XV, que durante dos años mantienen encerrado dentro de un castillo al arzobispo Alonso de Fonseca. También es caso de derribo el castillo de Fermoselle, en el siglo XIII. De igual modo, se produjeron varias coniscaciones reales y fue arrasado el alcázar de Palencia. El levantamiento de fortiicaciones y castillos episcopales nos muestra que pese al respeto que se tenía a la religión y a sus administradores, los obispos, estos se vieron constantemente inmersos en las revueltas habidas en el reino, sujetos a la inseguridad general y que, por lo tanto, se les tratara como a un señor feudal más. No existe una tipología original de las fortalezas promovidas por los obispos, pues incorporan las mismas estructuras y elementos que la realeza o la nobleza de cada momento. Por tanto, los castillos de la mitra no se diferenciarán apenas de los construidos por la realeza o nobleza; e igual sucede en los castillos privativos de los obispos, que son como un castillo más de un noble. Así, desde el siglo XIV, los castillos serán utilizados por sus señores, en este caso eclesiásticos, como una de las principales manifestaciones simbólicas de su poder. En ellos, sus escudos de armas recordaban con claridad, plástica y visualmente, a modo de irma, quienes eran sus constructores y poseedores. La heráldica también en estos castillos es un claro elemento ensalzador del linaje del constructor: muy útiles ante los extraños, pues les enseñaba a respetarlo, y para los aines, a los que aleccionaba a estimarlo y recordarlo. Lo que puede marcar algo más la diferencia de las fortiicaciones episcopales con respecto a todas las demás, es el tema concreto de las catedrales, que debían adaptarse a una planta deinida por el culto. Por lo que, como en el caso de Santiago, se deben añadir elementos defensivos como más torres. Y así, además de éstas, las puertas y los cimborrios se tratan como elementos defensivos, dándose también algunos casos curiosos como en el de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. En deinitiva, el modelo de fortiicación de una catedral se realiza mediante la construcción de grandes torres encuadrando la puerta principal, el empleo de la zona del ábside y del cimborrio como una torre defensiva más y la fortiicación de todo su perímetro mediante un adarve almenado que recorría toda la línea de las Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 167-174. ISSN: 0482-5748 168 MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ naves. Posteriormente se decidió fortiicar el claustro con la construcción de torres o la inclusión de grandes garitas defensivas. Un aspecto a destacar es la inluencia que ejerció la fortiicación religiosa de la Corona de Castilla en otros territorios europeos, como fueron los Estados Pontiicios, en Italia, o de la Orden de San Juan de Jerusalén, en la isla de Rodas. Destacan así el castillo de Spoleto, construido por el legado pontiicio, el cardenal Gil Albornoz y Luna, en el segundo tercio del siglo XIV, donde se introduce el genuino sistema castellano de girar las torres cuadradas para evitar los espacios muertos y así ampliar su defensa desde el adarve de la muralla del castillo. Del mismo modo, la inluencia castellana sobresale en la torre de Naillac, con sus características garitas de esquina; una fortiicación construida en el primer cuarto del siglo XV para la protección del puerto de la ciudad de Rodas, un área ésta que precisamente estaba encomendada a los caballeros hospitalarios de la Lengua de Castilla y León. Fig. 52. Torre de Naillac en Rodas, con las características garitas de la Corona de Castilla Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 168-174. ISSN: 0482-5748 LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA 169 BIBLIOGRAFÍA ALONSO NAVARRO, Serafín: Libro de los Castillos y fortalezas de la Región de Murcia. Murcia, 1990. ANGELIS D’OSSAT, Guglielmo de: L’architettura della Rocca: qualiicazioni, signiicati e problema. En La Rocca di Spoletto. Studi per la storia e la rinascita. Milán, 1983. BANGO TORVISO, Isidro (1997-1998): “El verdadero signiicado del aspecto de los ediicios. De lo simbólico a la realidad funcional. La iglesia encastillada”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, (UAM). Vols. IX-X, pp. 53-72. -----: (2001) “La iglesia encastillada. De fortaleza de la fe a baluarte militar”, en La fortiicación medieval en la Península Ibérica. Actas del IV Curso de Cultura Medieval (Aguilar de Campoo 1992). Aguilar de Campoo, pp. 33-47. BASTOS ZARANDIETA, Ángel David: “El castillo de Salvatierra o de las Cinco esquinas”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 208, 2013, pp. 219-252. 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