IGLESIA Y GUERRA
EN LA EDAD MEDIA
NUESTRA PORTADA:
Miniatura T187
correspondiente a las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio
I N S T I T U T O D E H I S T O R I A
Y
C U L T U R A
M I L I T A R
Año LXII
2018
Núm. Extraordinario I
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Fecha de edición: junio 2018
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Sumario
Páginas
Artículos
− El ascendiente eclesiástico en el lenguaje bélico jurídico
e institucional de Castilla (ss. XIII-XIV), por doña Ana
ARRANZ GUZMÁN, profesora de Historia Medieval de
la Universidad Complutense de Madrid .............................
13
− Santos guerreros y santos asesores en la lucha contra el Islam
en los reinos ibéricos, por doña Isabel BECEIRO PITA, investigadora del CSIC..........................................................
77
− La fortiicación del episcopado en la Corona de Castilla, por
don Manuel RETUERCE VELASCO profesor de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid, y don
José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, miembro de la
Asociación de Amigos de los Castillos ...............................
103
− Fray Hernando de Talavera: mediación económica y comunicación política en la Guerra de Granada (1491-1492), por
don Francisco de Paula CAÑAS GÁLVEZ, profesor de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid...
175
− Los legados pontiicios y la guerra en la Península Ibérica
(siglos X-XII), por don Fernando RODAMILANS RAMOS, doctor en Historia Medieval (UCM) y profesor de
la Fundación Educatio Servanda .......................................
197
− La Iglesia frente a las incursiones vikingas, por don Iván
CURTO ADRADOS, doctorando de la Universidad Complutense de Madrid ............................................................
269
– Normas para la publicación de originales .............................
301
– Solicitud de impresión bajo demanda de publicaciones .........
305
– Boletín de suscripción ...........................................................
306
Summary
Pages
Articles: Contenido
− The ecclesiastical precedents in the war, legal and institutional language in Castile (thirteenth and fourteenth centuries),
by Mrs. Ana ARRANZ GUZMÁN, Medieval History lecturer at the Complutense University in Madrid ..................
13
− Holy warriors and holy advisers in the ight against Islam
in the Iberian Kingdoms, by Mrs. Isabel BECEIRO PITA,
CSIC researcher ............................................................. 77
− The fortiication of the Episcopate in the Crown of Castile,
by Mr. Manuel RETUERCE VELASCO, Archeology lecturer at the Complutense University in Madrid, and Mr.
José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ, member of the
Association of Friends of the Castles .................................
103
− Friar Hernando de Talavera: economic mediation and political communication in the War of Grenade (1491-1492), by
Mr. Francisco de Paula CAÑAS GÁLVEZ, Medieval History lecturer at the Complutense University in Madrid ......
175
− The pontiical legacies and the war in the Iberian Peninsula
(tenth and eleventh centuries), by Mr. Fernando RODAMILANS RAMOS, Medieval History doctor at the Complutense University in Madrid and teacher at Educatio Servanda Foundation ..............................................................
197
− The Church faced to the Viking raids, by Mr. Iván CURTO
ADRADOS, doctoral student at the Complutense University in Madrid ....................................................................
269
– Regulations on publication of original copies ...........................
301
– Printing of publications upon request ...................................
305
– Subscription form .................................................................
306
PRESENTACIÓN
La forma de investigar y de escribir la historia de la guerra y de los
ejércitos ha experimentado una profunda y sugerente renovación en los países de Occidente a lo largo de los últimos decenios, en un proceso casi paralelo al cada vez mayor interés que esta especialidad historiográica viene
despertando entre los docentes y los alumnos universitarios. El paso de entender la historia militar como una mera descripción de los episodios bélicos
más relevantes, o como una posibilidad, a través de su conocimiento, de
relexión sobre el arte de la guerra, hacia una ampliación y diversiicación
de los campos de análisis vinculados a ella, ha contribuido decisivamente
en su desarrollo y en el hecho de pasar a ser un territorio atrayente para los
estudiosos. Prueba de ello es la progresiva predilección por esta materia
entre el alumnado a la hora de elegir un tema de investigación doctoral, o el
signiicativo número de congresos y seminarios celebrados durante los últimos años en España en torno a esta especialidad. Sirvan como ejemplos: la
XXXI edición de la Semana de Estudios Medievales de Estella (2003) que
llevó por título Guerra y Diplomacia en la Europa occidental, 1280-1480;
o el tema elegido para la XVII Semana de Estudios Medievales de Nájera
(2007), La guerra en la Edad Media; o el Seminario sobre Guerra y Paz
organizado en el año 2012 por el Departamento de Historia Medieval de la
UCM; o, por último, los congresos y seminarios convocados anualmente,
desde el año 2013, por la Cátedra Extraordinaria Complutense de Historia
Militar.
El hecho de que las orientaciones de la investigación sobre la guerra
se hayan multiplicado en la actualidad, ha conllevado una clara amplitud
de perspectivas, así como un relevante enriquecimiento temático. En esta
realidad historiográica cobra toda su razón de ser el monográico sobre
Iglesia-Guerra, ceñido a la época medieval, que da título al presente número extraordinario de la Revista de Historia Militar. La vinculación de la
Iglesia con el hecho bélico, a través de las más variadas manifestaciones y
elementos, como la participación de clérigos en las batallas, las contribuciones económicas extraordinarias de origen eclesiástico para la guerra, la
sacralización de determinados enfrentamientos bélicos, o la diicultad de
conciliar los principios cristianos con la lucha armada, constituyen sólo una
pequeña muestra de la amplitud de campos de investigación abiertos. Por
ello, en estas páginas no se ha pretendido agotar en ningún caso las posibilidades de estudio que ofrece la ecuación Iglesia-Guerra, sino únicamente
mostrar algunas de las vías de análisis actuales especialmente variadas. Así,
en el trabajo de la Dra. Arranz Guzmán se analiza la inluencia que tuvo el
discurso religioso y la acción directa de determinados eclesiásticos en la
construcción y desarrollo del lenguaje bélico dentro del marco legal e institucional de Castilla. Por su parte, la Dra. Beceiro Pita ha centrado su estudio
en el papel que desempeñaron los santos como asesores de los monarcas de
los reinos peninsulares y su relación con la ideología del poder regio, a la
vez que en el tema de la fama de santidad alcanzada por algunos de los protagonistas de la guerra contra los musulmanes. Los Drs. Retuerce Velasco y
Castro Fernández presentan un trabajo, cuya dilatada cronología permite valorar la evolución de las fortiicaciones episcopales de la Corona castellana
desde lo que fueron en la plenitud medieval hasta el siglo XVIII, ofreciendo
un valioso análisis de conjunto. El Dr. Cañas Gálvez ija su estudio en la labor llevada a cabo por un eclesiástico concreto, el entonces obispo de Ávila
y comisario de la Cruzada Fray Hernando de Talavera, en los empréstitos
que el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, concedió a los Reyes Católicos en el transcurso de la guerra de Granada. El Dr. Rodamilans Ramos
profundiza en la doble misión encomendada por el Papado a los legados
pontiicios en la Península Ibérica, como intermediarios paciicadores entre
los reinos cristianos, a la vez que promotores de la cruzada contra los musulmanes. Por último, el Sr. Curto Adrados analiza la visión predominante
que existió en el Medievo sobre los ataques vikingos, junto a las reacciones,
intelectuales y militares, que determinados eclesiásticos presentaron ante
estas agresiones en diferentes reinos del Occidente europeo.
Ana Arranz
ARTÍCULOS
The fortiication of the Episcopate in the Crown of Castile, by Mr. Manuel RETUERCE VELASCO, Archeology lecturer at the Complutense
University in Madrid, and Mr. José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ,
member of the Association of Friends of the Castles
Revista de Historia Militar
I extraordinario de 2018, pp. 103-174
ISSN: 0482-5748
RHM.03
La fortiicación del episcopado en la Corona de Castilla, por don Manuel RETUERCE VELASCO profesor de Arqueología de la Universidad
Complutense de Madrid, y don José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ,
miembro de la Asociación de Amigos de los Castillos
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES
DE LA CORONA DE CASTILLA
Manuel RETUERCE VELASCO1
José Javier DE CASTRO FERNÁNDEZ2
RESUMEN
Con un planteamiento conceptual muy sintético, pero cronológicamente muy amplio, pues el trabajo abarca desde el siglo XI al XVIII, se
presenta el panorama y evolución de las fortiicaciones episcopales de la
Corona de Castilla. En cada uno de los siglos, se incide en las principales
características de este importante grupo de fortiicaciones castellanas, pertenecientes a la élite eclesiástica episcopal, y que hasta ahora nunca habían
sido tratadas de forma conjunta.
PALABRAS CLAVE: Corona de Castilla, fortiicaciones religiosas,
fortiicaciones episcopales, catedrales fortiicadas, señoríos episcopales.
1
2
Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Facultad de Geografía e Historia. UCM. Correo: manuretu@ucm.es
Asociación Española de Amigos de los Castillos. Correo: jjdecastro@yahoo.es
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 103-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
ABSTRACT
With a very synthetic conceptual approach, but chronologically very
broad, this paper presents the panorama and evolution of the episcopal fortiications of the Crown of Castile since the work covers from the XI to the
XVIII century. In each of the centuries, the main characteristics of this important group of Castilian fortiications are emphasized. They belong to the
ecclesiastical episcopal elite and had never been addressed jointly until now.
KEY WORDS: Crown of Castile, religious fortiications, episcopal
fortiications, fortiied cathedrals, episcopal lordships.
*****
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 104-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
105
INTRODUCCIÓN
on muy pocos los trabajos especíicos en España que se han dedicado
al estudio de la fortiicación religiosa medieval y, por regla general, de
una manera muy ligera y sin profundizar en un análisis de las estructuras defensivas de los templos. Como primeras excepciones a esta situación
habría que citar diversos artículos de Isidro Bango (1997-1998; 2001), quien
además trató sobre los aspectos simbólicos de la fortiicación religiosa. Con
posterioridad, Mercedes Dimanuel (2006a; 2006b; 2009) incidió en el tema
analizando respectivamente la función defensiva de la arquitectura religiosa
a partir de las fuentes escritas, las estructuras y elementos militares en las
iglesias fortiicadas y el estado de la cuestión de la investigación de la arquitectura religiosa en España. En este último aspecto, se detuvo tanto en
los estudios nacionales como extranjeros y en una breve propuesta metodológica.
En el presente trabajo pretendemos ser algo más ambiciosos, centrándonos en los grandes ediicios religiosos episcopales, como son las catedrales; unos ediicios estos que presentan un sistema más variado, complejo
y completo de defensas. No queremos quedarnos sólo en las ediicaciones
de carácter religioso, sino que ampliamos la visión a otras construcciones
realizadas por los prelados medievales, como son los alcázares de las villas
episcopales, las murallas urbanas que defendían a éstas o los castillos que
erigieron, tanto para defender el territorio del obispado como los construidos a título personal para sus propios señoríos. Además, lo hacemos en un
periodo temporal más amplio que el propiamente medieval, y que va desde
el siglo XI hasta el XVIII y en un espacio que ocupa todo el territorio de la
Corona de Castilla.
Una de las premisas del estudio ha sido tratar de determinar si las
fortiicaciones episcopales tenían una tipología propia y diferenciada, y si
tuvieron una evolución tecnológica similar a la desarrollada en los castillos
reales y de la nobleza a lo largo del periodo de estudio. Entre otros aspectos,
ello nos podría permitir comprobar si los obispos castellano-leoneses basaban su defensa sólo en la ayuda divina o si también consideraron importante
la ayuda terrenal.
Por otro lado, no se ha querido presentar una relación exhaustiva de
los castillos construidos bajo mecenazgo de los obispos. Pese a que hasta la
fecha aún no se había abordado este tema de una manera tan global, por el
espacio de que disponemos y para dar una operatividad al estudio, y aunque
se han analizado un gran número de fortiicaciones, nos hemos limitado a
las fortiicaciones más representativas, a las no arruinadas o aquellas que
S
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 105-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
cuentan con una buena planimetría histórica, como es el caso de aquellos
ediicios que contaron con proyectos de los siglos XVI y XVII. Así pues, el
estudio de este tipo de fortiicación, debida a una determinada clase social,
cuál es la eclesiástica episcopal, nos permite abarcar un amplísimo periodo
de la fortiicación de la Corona de Castilla y León, en contra de lo que a
priori se podría pensar.
Un importante aspecto a destacar el de la inalidad principal por el
que fueron levantadas las fortiicaciones. Así y entre otras razones, como
defensa contra enemigos externos, como fueron los normandos-vikingos,
aquellas que se situaron en la frontera contra el islam, las que se construyeron como simples residencias episcopales, las que ejercían el papel de
controladores del territorio, las concebidas para la defensa de los estados de
la mitra, los castillos de señorío, los castillos privados del obispo promotor,
etc. En todo caso, todas las fortalezas se encuadrarían dentro de los diversos
sistemas o subsistemas de fortiicación que se han identiicado en la Corona
castellana3.
De este modo, partimos desde las torres costeras construidas contra
los normandos (vikingos) por el arzobispo de Santiago hasta la época del
dominio de la pólvora y los baluartes, siendo muy curiosos los casos de la
catedral de Almería o los proyectos para las villas episcopales de Santiago
de Compostela (La Coruña) o Verín (Orense), ya durante los siglos XVI y
XVII.
Hay que destacar que muchas de las fortiicaciones episcopales estaban muy al corriente de las novedades de su tiempo y en ellas se presentaban
también los adelantos que se iban produciendo en la poliorcética castellana.
Así, según cada período y entre otras muchas, cabe citar la presencia de una
gran torre del homenaje, el empleo de una barrera para la defensa mediante
ballestas, el levantamiento de torres pentagonales en proa o de torres albarranas, el empleo de máquinas en las azoteas de las torres, el uso de un foso,
el empleo de murallas en cremallera, las grandes puertas con arcos volados,
los cadalsos, las ladroneras, las guirnaldas de matacanes, la adaptación para
las armas de fuego como fueron troneras, la colocación de baluartes de antepuerta, el uso de las cañoneras, etc.
3
Cobos Guerra, Fernando y Retuerce Velasco, Manuel: Metodología, valoración y criterios de
intervención en la arquitectura fortiicada de Castilla y León. Catálogo de las provincias
de León, Salamanca, Valladolid y Zamora. 220 pág. Edición electrónica. Junta de Castilla y
León. Valladolid, 2011. Retuerce Velasco, Manuel y Cobos Guerra, Fernando: Apuntes sobre
los Procesos constructivos de fortiicación en el territorio de la Corona de Castilla. En: Genius
Loci. Lugares e signiicados (Oporto, 2016) Vol. 2. pp. 19-54. Oporto (e.p.).
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 106-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
107
SIGLO XI. LAS PRIMERAS FORTIFICACIONES
Una de las primeras fortiicaciones promovidas por el estamento eclesiástico la tenemos en el arzobispado de Santiago de Compostela. Así, a
mediados del siglo X, ante el peligro normando, Sisnando II, obispo de Iria
Flavia-Compostela, con el permiso de Sancho I el Craso y con el in de defender el sepulcro del apóstol y la ciudad del llamado tercer gran ataque
normando, construyó una primera defensa alrededor de la iglesia y el barrio
anexo, llamado “locus Sancti Iacobi”, con murallas, torreones y fosos4;
igualmente, fortiicó los lugares de La Lanzada (Sanjenjo) y Cedofeita
(Lérez)5. Posteriormente, el obispo Cresconio (1037-1066) levantó una gran
muralla para la defensa de la puebla de Santiago, a la que dotó de sus correspondientes torres6 y que englobaba los nuevos barrios que habían surgido en
la ciudad al calor de la devoción al santo apóstol. La labor fortiicadora de
este obispo fue fundamental, ya que además de esta muralla construyó las
dos grandes torres defensivas de la catedral e hizo obras en la fortaleza más
importante de la diócesis: el Castellum Honesti.
Fig. 1. Plano de 1595 de la ciudad de Santiago de Compostela que releja las murallas
medievales
4
5
6
Flórez, Enrique: España Sagrada. El estado antiguo de la Iglesia Iriense. Tomo XIX, Madrid
1792, p. 149.
Sánchez Pardo, José Carlos: “Los ataques vikingos y su inluencia en la Galicia de los siglos
IX-XI”. En Anuario Brigantino nº 33, 2010, pág. 67.
Historia compostelana, lib. I, cap I.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 107-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
La muralla de la ciudad compostelana, tras las sucesivas mejoras
efectuadas en los siglos siguientes, permitieron a Jerónimo Munzer, a inales
del siglo XV, decir que la ciudad de Santiago de Compostela “está protegida
por una antigua muralla con múltiples y fortísimas torres”7, mientras que
León de Rosmithal airmaba que “rodea la ciudad un ancho foso y coronan
el muro torres cuadradas de antigua fábrica, que distan muy poco espacio
unas de otras”8. En un plano de inales del siglo XVI9 se aprecia la magnitud
de la muralla de Santiago de Compostela, con multitud de torres cuadradas
y las puertas lanqueadas por torres pareadas que denotan la antigüedad de
su construcción.
En el Castellum Honesti, (las Torres del Oeste, en Catoira), en la margen sur del río Ulla, justo en el punto en que éste se abre y forma la ría de
Arosa), Alfonso III (866-910) realizó unas primeras defensas que entregó en
tenencia al obispo de Santiago10. Su objetivo era obstaculizar las incursiones marítimas promovidas por los vikingos y que amenazaban la seguridad
de las reliquias del apóstol Santiago. En la primera mitad del siglo XI, la
fortaleza seguía perteneciendo a la mitra de Santiago, lo que permitió al
obispo Cresconio, al igual que hizo en Compostela, mejorar las defensas, de
tal modo que la Historia Compostelana reiere que había fortiicado “el castillo con altas torres y un muro sólido”11 y que completó su sucesor, Diego
Peláez (1069-1088).
El arzobispo Diego Gelmírez (1100-1140), ante las nuevas amenazas exteriores, mejoró las defensas sustituyendo los muros de tierra por un
entramado de piedra y vigas de madera. Unas obras que continuó con el
refuerzo de la muralla y la construcción de un puente de acceso, además de
erigir una gran torre central conocida como torre mayor o “cabeza y señora
de todo el castillo” 12.
El Castellum Honesti, a caballo de los siglos XIII y XIV conoció importantes reformas, cuando la fortiicación se coniguró con dos recintos 13.
El interior, con una gran torre cuadrada central, en el extremo oeste, apoyaba su defensa en el rio y en la ría que se abría al mar; englobaba también una
7
Munzer, Jerónimo: “Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 149. Versión del latín por
Julio Puyol”. Boletín de la Real Academia de la Historia, 84, 1924, p. 197-279.
8 Fabié, Antonio María. Viajes por España del Barón León de Rosmithal. Madrid 1879, p. 98.
9 AGS, MPD-34-21
10 González Paz, Carlos Andrés (2008): “El Castellum Honesti: una fortiicación marítima medieval gallega”. IV Congreso internacional sobre fortiicaciones: las fortiicaciones y el mar.
Alcalá de Guadaira, 2008, pág. 167.
11 Historia Compostelana, lib II, cap. XXIII.
12 Historia Compostelana, lib II, cap. XXIII, lib. I, cap. C y lib. II, cap. XXIV.
13 Naveiro López, José Luis: Torres del Oeste: monumento histórico e xacemento arqueológico.
Pontevedra, 2004.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 108-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
109
pequeña iglesia. El segundo recinto, a manera de albacar, era muy extenso.
En él destacaba una gran torre rectangular que protegía el acceso al lugar,
que era avanzada y poseía una puerta acodada en un lateral. Podría interpretarse también como la muralla urbana de un pequeño poblado. La obra se
completó en la segunda mitad del siglo XIV, con la construcción de un antemural, delante del castillo o primer recinto; lo que vino a mejorar la defensa
de la muralla situada en el frente de tierra.
Fig. 2. Planta de las defensas del Castellum Honesti por Naveiro López
Fig. 3. Restos de las torres del Castellum Honesti
Una descripción de principios del siglo XVI (1527) manifestaba la
complejidad del sistema defensivo del Castellum Honesti que “era una villa
y fortaleza muy fuerte e bien çercada en que abia siete torres altas y grandes
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 109-174. ISSN: 0482-5748
110
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
con sus sobrados todas de argamasa, telladas y almenadas y enguirnaldadas la una que se dezia la torre de Lugo … con su puente llebadiça e puerta
y conpuerta … e mas alliende tenia la dicha villa y fortaleza sus çercas y
barbacanas y açintos, cubos y baluartes todo de argamasa y almenado por
ençima”.14
SIGLO XII. LAS CATEDRALES
El estamento eclesiástico y sobre todo el más importante de ellos, el
episcopal, fueron adquiriendo más poder y bienes terrenales, que debían
mantener y salvaguardar. Durante este proceso fueron alcanzado el dominio
sobre muchas villas y poblaciones importantes, cuyos habitantes no estaban
muy conformes. Para entonces, las amonestaciones y excomuniones ya no
eran bastantes para poder controlarlos.
De resultas, los obispos empezaron a fortiicar las nuevas catedrales
que a partir del siglo XII se estaban construyendo en los reinos de Castilla
y León. Para estas nuevas construcciones se asimiló el nuevo modelo de
iglesia cluniacense, sobre todo en lo que respecta a las dos grandes torres
que lanquean la puerta principal y que fue un recurso muy adecuado para
esta nueva necesidad defensiva. Son los casos de las catedrales Santiago de
Compostela y Sigüenza (Guadalajara).
Este modelo defensivo catedralicio se completó con la protección de
las demás puertas, pues está claro que los accesos siempre son uno de los
lugares más expuestos de la defensa. De este modo, se levantaron torres en
los accesos desde los cruceros, y el cimborrio fue utilizado como una torre
más en la defensa. En la azotea y parte superior de los muros se construyeron adarves perimetrales y almenas, lo que permitió realizar una defensa
vertical y más completa de los ediicios. Además, este adarve permitía establecer una comunicación rápida y directa con cualquier lugar de la catedral
que pudiera ser atacado. Destaca así el ejemplo de la catedral de Salamanca.
Con posterioridad, también el ábside se constituyó en una torre más
del complejo defensivo de las catedrales medievales del reino de Castilla y
León, como fue el caso de Ávila. La torres y cubiertas no cubrían todo el
tejado, sino que dejaban importantes espacios para la circulación de las tropas del obispo e incluso para el emplazamiento de pequeñas armas ofensivas
como trabuchetes.
14
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca. Pontevedra, 1984, tomo I, p. 27.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 110-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
111
Respecto a las puertas, fundamentalmente la principal, en cuanto a
su defensa, a veces no bastaba con sólo las dos grandes torres lanqueantes.
Por esta razón se las incorporó un atrio defensivo, tal como sucedió en las
catedrales de Tuy y Santo Domingo de la Calzada.
La función militar de las torres de las catedrales perduró en el tiempo,
y así la encontramos en un documento de 1448, referido a la de Sigüenza,
cuando se ordena: “que pusieren guardas en la Iglesia en las torres por
manera que no viniese algund daño”15. El caso de la catedral de Salamanca
es un buen ejemplo de cómo un ediicio religioso se convirtió en el lugar de
residencia del alcaide de la ciudad.
En cuanto al destacado papel defensivo que tuvieron varias de las
catedrales de ese momento, hay que resaltar la importancia que se dio a la
altura de sus muros.
La catedral de Santiago de Compostela
Desde su génesis y planteamiento inicial, las catedrales del reino de
Castilla y León tuvieron un decidido carácter militar. La catedral de Santiago de Compostela, desde su construcción a partir del siglo XI, dispuso de
dos grandes y altas torres para protección de la puerta principal, que han sido
atribuidas al obispo Cresconio16. El sistema defensivo se fue completando
con nuevas torres con un claro componente defensivo, un alto y potente cimborrio, y un ábside con varios niveles con sus correspondientes almenas; un
almenado que corría por todo el perímetro de la catedral. Hay que destacar
el hecho de que las torres disponían de una azotea plana, y que si el tejado
de algunas de ellas, así como el de las naves, estaba formado por losas de
granito podía emplazar determinados ingenios en caso de necesidad.
Todo este complejo defensivo en la catedral daba respuesta a la negativa de la población compostelana de aceptar de buen grado el dominio
señorial del obispo, como demuestran las diversas sublevaciones habidas.
Entre otras, la plasmada en el ataque que sufrió el obispo Diego Gelmírez
a principios del siglo XII, que tuvo que refugiarse en una de las torres de
la fachada de la catedral17, la habida en el siglo XIV contra el arzobispo
15
16
17
Muñoz Parraga, María del Carmen: La catedral de Sigüenza. Guadalajara, 1987, p. 172.
Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983,
p. 198.
Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983,
p. 29 y 32.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 111-174. ISSN: 0482-5748
112
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Berenguel de Landoira o, ya en el siglo XV, los conlictos que tuvo como
protagonista a Alonso de Fonseca.
En este sentido, resulta interesante la hipótesis de Henrik Karge18,
que refuerza la teoría de que las torres de la catedral de Compostela fueron
diseñadas desde un primer momento ya en el siglo XI y que estaban terminadas a principios del XII cuando se refugió el obispo Diego Gelmírez. Para el
caso de Santiago de Compostela, las torres delanteras se han fechado considerando el sistema que se siguió en la construcción del templo. Normalmente, la ediicación de una catedral no se realiza avanzando desde la cabecera
(al este) hasta los pies (al oeste), sino desde su perímetro hacia el interior, en
donde se van levantando las bóvedas de forma escalonada. De esta manera,
formando parte del perímetro de la catedral, los cimientos de las dos torres
de la fachada se erigieron en una fase temprana de la construcción. Con esta
hipótesis se reairma la fecha antigua dada para las torres.
En el Códice Calixtino II19, de mediados del siglo XII, se enumeran
un total de nueve torres en la catedral compostelana: dos sobre el pórtico de
la fuente, dos sobre el pórtico del mediodía, dos sobre el pórtico occidental,
dos sobre las escaleras de caracol y otra mayor sobre el crucero en el centro
de la iglesia, lo que la daría un aspecto de ser un gran castillo. Y no sólo por
el número de sus torres sino además por su construcción en cantería y la
gran altura que alcanzó, que se veía agrandada ante el caserío de casas bajas
que la rodeaba.
El templo románico fue actualizado por el obispo Rodrigo del Padrón
(1305-1316), quien construyó un parapeto almenado con su adarve en la
zona alta de las naves y convirtió el cimborrio en una torre defensiva; una
obra ésta que continuó Berenguel de Landoira20.
A mediados del siglo XIV, el arzobispo Gómez Manrique (1351-1362)
fortiicó con diversas torres el claustro y, ya en el siglo XV, se continuaron
las mejoras en el ediicio con la construcción de la llamada torre del Ángel,
la reforma del cimborrio y la incorporación de diversas garitas. Unas obras
que completaría Rodrigo de Luna (1449-1460), poco antes del estallido de
la revuelta de los Irmandiños21.
18
19
20
21
Karge, Henrik: “De la portada románica de la Transiguración al pórtico de la Gloria. Nuevas
investigaciones sobre la fachada occidental de la catedral de Santiago de Compostela”. BSAA
Arte, LXX, 2009, p. 25-26.
Conant, Kenneth John: Arquitectura románica da Catedral de Santiago de Compostela, 1983,
p. 211.
López Ferreiro, Antonio: Historia de la Santa A. M. iglesia de Santiago de Compostela. Santiago, 1903, tomo VI, p. 253.
Vázquez Castro, Julio: “La fortaleza del apóstol Santiago. Imagen real e imaginario colectivo
de la catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media”. Codex Aquilarensis. Cuadernos
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 112-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
113
El conjunto de todas estas obras vino a conigurar el aspecto de gran
fortaleza. En 1466, el viajero León Rosmithal la describía como una iglesia
que está rodeada por seis torres, cuatro redondas y dos cuadradas22. Mientras
que al viajero Jerónimo Munzer23, en 1494, le llama la atención el carácter
defensivo de la catedral, indicando que “en cada uno de los cuatro ángulos
del templo alzase una robusta torre”. Por su parte, Antonio de Lalaing, en
1501, vuelve a incidir en el aspecto militar, indicando que tiene “forma de
una gran torre o castillo de tal modo cubierto, que se puede ir a todas partes
por encima de ella”24.
Igualmente, son muy interesantes los dibujos del siglo XVII de la
catedral, realizados por José de Vega y Verdugo25, hacia 1656-1657, en los
que se aprecian las torres de la portada del Obradoiro, la de los extremos del
crucero, el propio cimborrio y el almenaje del crucero y del ábside; este último, con dos niveles de almenaje.
Fig. 4. Portada del Obradoiro enmarcada por dos grandes torres a mediados del siglo
XVII por José de Vega
22
23
24
25
de investigación del Monasterio de Santa María la Real, 31, 2015, pp. 151-166.
Fabié, Antonio María. Viajes por España del Barón León de Rosmithal. Madrid 1879, p. 103.
Munzer, Jerónimo: Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 149. Versión del latín por
Julio Puyol. BRAH, 84, 1924, p. 221-222.
García Mercadal, José: Viajes de extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más
remotos hasta comienzos del siglo XX. Madrid, 1952-62, I, p. 450.
Tain Guzmán, Miguel: Trazas, planos y proyectos del archivo de la catedral de Santiago. La
Coruña, 1999, p. 129 y 139.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 113-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Fig. 5. Ábside, claustro y torres fortiicadas de la catedral de Santiago a mediados del
siglo XVII por José de Vega
La catedral de Sigüenza
La catedral de Sigüenza se comenzó a construir a mediados del siglo
XII, diseñándose también con una función militar. Y ello, tanto porque este
lugar estaba muy cercano a la frontera andalusí como por ser la principal
protección del señorío entregado por los reyes de Castilla ante la siempre
levantisca nobleza.
Su defensa se dispuso con dos grandes torres a ambos lados de la
puerta principal de la catedral y una torre en cada extremo del crucero, conigurándose con un total de cuatro torres, además de un gran cimborrio, un
almenado y amplios espacios defensivos.
Las torres de la portada se levantaron durante el siglo XII, concluyéndose a mediados del siglo XIV, durante los obispados de Gonzalo de Aguilar
(1342-48) y Gómez Barroso (1348-1358)26
De esta forma, la altura de los muros y torres de la catedral dominaban totalmente todos los ediicios circundantes. Con posterioridad, los
elementos defensivos se fueron ocultando con la construcción de amplios
tejados sobre algunos de sus elementos, como el gran cimborrio o la entrada
del crucero (transepto). Durante la Edad Media estos tejados eran amplias
plataformas defensivas o cuando menos tuvieron un adarve desde la que
realizar una defensa vertical.
26
Muñoz Párraga. María del Carmen: La catedral de Sigüenza. Las fábricas románica y gótica.
Guadalajara 1987, p. 172.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 114-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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Fig. 6. Catedral de Sigüenza, donde destacan las grandes torres almenadas
La catedral de Tuy
La catedral de Tuy, representada en la obra de Duarte de Armas,
muestra un ediicio con un fuerte carácter defensivo: con torres almenadas,
un recinto alto amurallado y una gran torre que preside todo el conjunto. Por
su originalidad, en la muralla de la villa destaca la existencia de una coracha
que la unía con el río, permitiendo hacer la aguada con facilidad y que no
faltase el suministro en caso de asedio.
Fig. 8. La catedral de Tuy con sus torres almenadas
a principios del siglo XVI según Duarte de Armas
Fig. 7. Atrio fortiicado de la
catedral de Tuy
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Actualmente, la catedral aún mantiene ese aspecto de fortaleza, con
sus torres y almenas. Su construcción comenzó hacia 1120, siendo consagrada en 1225. Resulta muy interesante el atrio-torre que deiende la puerta
principal, inalizado en 1236, en tiempos del obispo Esteban Egea (12181239)27.
Se levantaron un total de cuatro torres: dos en los extremos del transepto (crucero) y dos más en los pies, encuadrando la portada. Posteriormente, se construyeron la torre de Sotomayor, en 1408, en el ángulo suroeste del
claustro gótico, y en 1419, la torre de San Andrés, en la parte norte; siendo
levantadas por el obispo Juan Fernández de Sotomayor (1395-1423)28.
La catedral de Ávila
La construcción de las torres que encuadran la puerta principal debió
comenzar a inales del siglo XII, pues en 1211 ya estaba concluido el primer
cuerpo. Si bien, la obra, en su parte norte, no inalizó hasta la primera mitad
del siglo XIV, durante el gobierno del obispo Sancho Blázquez Dávila
(1312-1355)29.
Fig. 9. Fachada principal de la catedral de Ávila enmarcada por dos poderosas torres con
almenado
27
28
29
Fernández Casanova, Adolfo: “Iglesias medievales de Tuy”. Boletín de la Sociedad Española
de Excursiones. Tomo XV, Madrid 1907, p. 76.
Iglesias Almeida, Ernesto: “Los antiguos palacios episcopales” en Castellum Tyde. Instituto de
estudios tudenses, nº 1, 2007. p 83-84
Heras Hernández, Félix de las: La catedral de Ávila y museo catedralicio. Ávila, 1981, p. 12
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 116-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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La segunda obra defensiva de la catedral es el llamado cimorro —la
parte exterior de la girola que está embebida en la muralla—, sobre el que
hay dos teorías. La primera sostiene que es posterior a la construcción de
la muralla, y la segunda, que es coetánea. Podemos aceptar que su construcción es coetánea y por tanto del reinado de Alfonso VIII, que es la idea
defendida por Navascués y Gutiérrez Robledo30, sirviendo como defensa
el ábside y los absidiolos. Posteriormente, estos últimos se forraron, uniéndolos y formando un gran cubo, que contaría con un adarve almenado. Pudiera ser obra de ines del siglo XIII o principios del siguiente, en época de
las minorías; seguramente, bajo el patronazgo del ya citado obispo Sancho
Blázquez Dávila31. Más adelante, en la segunda mitad del siglo XV, se construyó la guirnalda de matacanes y el segundo adarve almenado, dotando al
conjunto de troneras para el empleo de armas de fuego.
El cimorro funcionaba pues como una torre más del recinto urbano.
Con esta gran estructura, los obispos se comprometían a tener que defender
una parte del recinto urbano de la ciudad, pero eso también les valía para
cortar el adarve (la comunicación) y poder permitir también el acceso al
interior de la ciudad sin tener que contar con el beneplácito del concejo.
En el caso de Ávila, se ve claramente que el proyecto original, de
contar con dos grandes torres defensivas, lanqueando la puerta principal,
no se concluyó; lo que no fue óbice para que la torre más baja también
pudiera ser empleada como defensa, al disponer de una plataforma plana
como coronación. En este sentido, contamos con la recreación que realizó
Rodríguez Almeida, de cómo pudo ser la evolución del ábside de la catedral
hasta convertirse en un complejo elemento defensivo32.
La catedral de Santo Domingo de la Calzada
La inseguridad y la crisis social y política general en Castilla desde
inales del reinado de Alfonso X contribuyeron a recalcar el carácter de fortaleza de la iglesia33. Sin duda, la parte más interesante de la catedral es la
zona del pórtico oeste o puerta de Cristo. Como en la catedral de Tuy, para
30
31
32
33
Gutiérrez Robledo, José Luis y Navascués Palacio Pedro: “La catedral de Ávila. Proceso constructivo”. En Las Edades del Hombre. Testigos: Santa Apostólica Iglesia Catedral, Ávila,
2004.
Ruiz Ayúcar, Eduardo: Sepulcros artísticos de Ávila. Ávila, 1985, p. 97.
Rodríguez Almeida, Emilio: Ensayo sobre la evolución arquitectónica de la catedral de Ávila.
Ávila 1974, ig. 22.
Moya Valgañón, José Gabriel: Etapas de construcción de la catedral de Santo Domingo de la
Calzada. Logroño, 1991, p.28.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 117-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
defender esta entrada, una elemental protección del paso de ronda interior al
nivel de las ventanas, aprovechando huecos bajos los formeros, se transformó en un auténtico adarve, a la vez que se reforzó con un pórtico fortiicado.
Fig. 10. Atrio fortiicado de la catedral de Santo Domingo de la Calzada
El pórtico se levantó sobre tres recios estribos con arcos apuntados,
conformándose como una prolongación de las tres naves de la iglesia. En la
actualidad se conservan dos tramos: uno cubierto por bóveda de crucería y
otro descubierto al sur —otro gemelo se levantaría al norte—. Dos usillos
(escaleras de caracol), comunicados entre sí, dan acceso al interior y también a los pasos de ronda interiores. Parece que se construyó a inales del
siglo XIII. Desde luego, resulta ser un curioso sistema de defensa.
En el interior, una serie de pasadizos y escaleras recorren el pórtico
abriéndose hacia el exterior por estrechos ventanales que, hacia occidente,
se convierten en saeteras. Este sistema tendría mayor altura que el actual y
sufriría el desmochamiento al realizar el gran óculo a los pies de la iglesia.
Como otro elemento de defensa en la catedral, también existe un balcón
amatacanado hacia la zona del crucero.
Por otro lado, las diversas obras de restauración tenidas en la catedral
han descubierto la existencia de un almenaje y su correspondiente camino
de ronda o adarve en la zona de las naves. Es el característico elemento
vertical de defensa.
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
119
La catedral de Salamanca
La llamada catedral vieja de Salamanca dispone de un adarve almenado, que recorre todo su perímetro. Actualmente, es uno de los mejores ejemplos existentes del empleo de un almenaje en la zona de las naves.
Fig. 11. Adarve de la catedral vieja de Salamanca con almenas y saeteras
La catedral se comenzó a levantar durante el reinado de Alfonso VII,
a mediados del siglo XII, pero fue terminada en un momento de tensión en
el reino de León ante la amenaza de Castilla y de Portugal, sus dos reinos
vecinos. Así pues, por su gran tamaño y sólida construcción, se coniguró
como un elemento defensivo de primer orden, muy superior a los castillos
construidos por Alfonso IX de León34 y que ya recogía el dístico latino: Fortis Salmantina, Sancta Ovetensis, Dives Toletana, Pulcra Leonina.
Además, disponía de dos torres que lanqueaban la entrada principal.
Una fue aprovechada por la catedral nueva y la segunda la llamada “mocha”
con funciones de fortaleza y habitación del alcaide35, reairmando aún más
su aspecto y uso militar.
34
35
Cobos, Fernando; Canal, Rodrigo y Castro, José Javier de: Castros y recintos en la frontera
de León en los siglos XII y XIII. Fortiicaciones de tapial de cal y canto o mampostería encofrada. Valladolid, 2012.
Rodríguez de G. de Ceballos, Alfonso: “Las catedrales de Salamanca”. En Medievalismo y
neomedievalismo en la arquitectura española: actas de los congresos de septiembre 1992 y
1993, Ávila, 1994, p. 150.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 119-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
La catedral vieja de Plasencia
La catedral vieja de Plasencia fue construida a inales del siglo XII o
principios del XIII, tras la fundación de la villa por el rey castellano Alfonso VIII. El ediicio tuvo un origen militar desde el mismo momento de su
creación, pues se encontraba en territorio de frontera; y no contra el islam,
sino principalmente contra su vecino reino de León. La ciudad se dotó así,
no sólo de murallas y de un alcázar real,36 sino que también la catedral se
diseñó con un marcado carácter militar. En la actualidad todavía se puede
contemplar un adarve con almenado.
Fig. 12. Detalle del almenaje de la catedral vieja de Plasencia
SIGLO XIII. LOS ALCÁZARES
Pronto los obispos consideraron que sus catedrales fortiicadas no
eran suiciente defensa, por lo que también decidieron defender aquellos
lugares donde residían. Así, fueron surgiendo sus alcázares de carácter urbano. Durante este periodo destaca la construcción de los alcázares episco36
Castro Fernández, José Javier de y Cuadrado Basas, África: “Un modelo de fortiicación: los
castillos urbanos de Alfonso VIII de Castilla”. Castillos de España, 161-162-163, 2011, pp.
61-70.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 120-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
121
pales, principalmente en los lugares donde son señores y tenían jurisdicción.
Destacan los casos de Santiago de Compostela, Sigüenza, Lugo o Palencia.
Básicamente, estas fortiicaciones (alcázares) sirvieron para controlar a
sus propios vasallos, siempre dispuestos a librarse del yugo de su señor eclesiástico. A título de ejemplo, tenemos los casos de Santiago o Lugo, donde los
obispos varias veces fueron cercados o incluso hechos prisioneros.
Estas fortalezas o alcázares se situaban cerca de las catedrales y en
las proximidades o junto a las murallas. Ello les permitía tener tanto una
rápida y cómoda huida como recibir refuerzos desde el exterior. En otros
casos, como León, pese a ser una ciudad de realengo, el obispo controlaba
una puerta (Puerta del Obispo), situada junto a la catedral y sobre la que
construir su alcázar.
A modo de residencia, los obispos también levantaron castillos en
lugares de su jurisdicción señorial, como en Brihuega (Guadalajara) o la
Rocha Forte, muy próximo éste a Santiago. Unos castillos que obviamente
también tenían la función de controlar y organizar el territorio de la diócesis,
y entre los que destacan los de Riba de Santiuste (Guadalajara) o Santorcaz
(Madrid), ambos con torres pentagonales en proa.
También se fortiicaron y mejoraron las villas de señorío eclesiástico
con murallas o cercas urbanas Fueron los casos de Cantalapiedra (Salamanca), Turégano (Segovia), Santiago de Compostela, Palencia o Tuy (Pontevedra). Su control de las murallas en las villas episcopales resulta muy expresivo en el caso del obispo de Lugo, “tiene el obispo las llaves de las puertas
de la ciudad y las da a quien quiere”37.
También hay que citar los casos en que se derribaron ciertos castillos,
como le sucedió al de Fermoselle, perteneciente al obispo de Zamora, que
llevó una azarosa vida, y que incluso fue coniscado por parte de los reyes
castellanoleoneses.
Santiago de Compostela
Desde los tiempos del arzobispo Gelmírez, la situación de los prelados de Compostela siempre fue inestable, siendo un escenario que fue
constante durante toda la Edad Media.
En esta ciudad, a la vez que se hacían las obras de la muralla y de la
catedral diversos elementos defensivos se fueron añadiendo en el alcázar
37
Peiró Graner, María de las Nieves: Las casas y fortalezas del obispado de Lugo en el siglo
XVI. Santiago de Compostela, 1996.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 121-174. ISSN: 0482-5748
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o palacio arzobispal. Los principales trabajos se realizaron en la época de
la minoría de Fernando IV, en tiempos del arzobispo Rodrigo del Padrón
(1305-1316), quien comenzó la construcción de un alcázar sobre las murallas de la villa, enfrente de la fachada occidental del templo. Y controlando
la puerta de la Trinidad, inició la construcción de la llamada torre del mismo nombre. Su sucesor, el arzobispo Berenguel de Landoira38 (1317-1330)
terminó dicha torre y construyó una segunda, de gran tamaño, que unió mediante una muralla almenada —la denominada “torre Berenguela”39—.
De esta manera, el alcázar conformó un frente hacia la población, con
dos grandes torres; y sobre todo la segunda, que en su azotea tenía emplazado un trabuchete. Asimismo, apoyado sobre la muralla urbana, controlaba
una de las puertas de la villa.
Ya en el siglo XV, todo el conjunto mejoró defensivamente con la
construcción de una barrera o antemural y su correspondiente foso, por lo
que se accedía mediante un puente levadizo.
Pontevedra
Se trataba
de una villa, perteneciente al arzobispo de Santiago,
que poseía un interesante alcázar
con una doble función:
residencia
del obispo y lugar
de control de los
vasallos.
Fig. 13. El alcázar de Pontevedra en 1873
En el primer
según Celso García de la Riega
cuarto del siglo
XVI se describía
como un ediicio de tres torres unidas por dos alas de ediicios con su cerca
y barbacana que rodeaba todo el conjunto. Disponía de foso con su puente
38
39
Antonio López Ferreiro. Historia de la Santa A. M. iglesia de Santiago de Compostela. Santiago, 1903, tomo VI, p. 62.
Vázquez Castro, Julio: “La fortaleza del apóstol Santiago. Imagen real e imaginario colectivo
de la catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media”. Codex Aquilarensis. Cuadernos
de investigación del Monasterio de Santa María la Real, 31, 2015, p. 111-148.
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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levadizo40, que ha sido recuperado en unas recientes excavaciones arqueológicas. Como en Santiago, estas defensas se situaban enfrentadas hacia la
población y su trasera apoyándose en las murallas de la cerca urbana.
A inales del siglo XIX mantenía un aspecto similar, con sus grandes
torres, sobre todo la del homenaje, que poseía unos grandes ventanales, la
zona palacial, la barrera con su cava y el puente levadizo alojado en una
pequeña torre rectangular.
Sigüenza
En Sigüenza aún destaca su alcázar41, que completaba el sistema defensivo de la villa y que es uno de los más grandes complejos defensivos
existentes promovidos por un obispo. En la parte alta, el alcázar; abajo, en
la parte baja de la ladera y cerca del rio Henares, la catedral fortiicada, y
uniéndolos, unas murallas mejoradas.
Se trata de un gran castillo, situado en alto y obra del siglo XIII, que
conigura una planta regular trapezoidal de grandes dimensiones, con un
lado mayor de 124 m y los menores
de 91 m. Cuenta con grandes torres,
cuadradas y rectangulares, en la parte
más vulnerable.
A principios del siglo XIV el
alcázar mejoró sus defensas con una
barbacana y a la vez, con una puerta
monumental, que fue construida por
el obispo Simón Girón de Cisneros
(1300-1326), cuyo escudo campea
sobre ella. Se trata de un modelo de
puerta que tiene en Ávila (puertas de
Alcázar y de San Vicente) el ejemplo
más representativo, con sus dos cubos Fig. 14. Puerta principal del alcázar de
Sigüenza construida a principios del
semicirculares unidos por su arco vosiglo XIV
lado que lanquean la puerta de ingreso. Cuenta con dos vistosos balcones
40
41
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca. Pontevedra, 1984, tomo I, p. 29.
Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 133.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 123-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
amatacanados o ladroneras, a media altura, y que serán muy habituales en
las obras del arzobispo Tenorio en la segunda mitad del siglo XIV.
Hay que destacar también la muralla urbana de Sigüenza, que este
mismo obispo amplió, incluyendo dentro la catedral. En un primer momento, existían dos cercas: la de abajo, defendida por la catedral, y la superior,
que estaba guardada por el alcázar. Hay que recordar que la parte alta en su
origen fue aldea de Medinaceli (Soria) y la baja, una donación real al obispo
de Sigüenza42. Por ello, el obispo Simón Girón de Cisneros unió ambos núcleos de población con una única muralla.
En este recinto sobresale la puerta de Hierro, con sus torres cilíndricas
y unidas por un arco alto, que parece que era similar a la del alcázar y la del
cercano castillo de la Pelegrina.
Lugo
Lugo era una villa propiedad de su obispo. Pese a contar como defensa las antiguas murallas romanas, los obispos de Lugo decidieron construir un alcázar, no tanto como respuesta a una amenaza externa sino como
un ediicio desde el que poder dominar más eicazmente a sus levantiscos
vasallos. Como ejemplo de esta situación en 1312, se produjo un conlicto
entre el obispo Juan Martínez y el concejo de Lugo, que llegó a “cercar al
obispo en su castillo, combatirle y poner fuego a la puerta, a que se siguió
el herir al obispo, sacarle por fuerza, y a los que estaban con él fuera del
castillo para demolerle. Como efectivamente lo ejecutaron” 43. Posteriormente a estos hechos, el alcázar se volvió a rehacer, levantándose una nueva
fortiicación aprovechando la puerta de San Pedro y dos torres de la muralla.
Tras las muertes acaecidas en el interior del palacio arzobispal, Alfonso XI,
en 1345, condenó a muerte al obispo Juan Martínez, si bien se la conmutó
después por la pena de destierro.
La mitra de Lugo, además del alcázar episcopal, contaba con las torres de Bascuas, Francos, Meixente, San Martiño dos Condes y los castillos
de Belesar, Calde, Villamoure y la fortaleza de La Mota. Con todas estas posiciones y defensas, es evidente que el obispo de Lugo lograba tener un efectivo control sobre la villa de su propiedad y todo el territorio de la diócesis.
42
43
Martínez Diez, Gonzalo: Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana.
Madrid 1983, p. 286.
Peiró Graner, María de las Nieves: Las casas y fortalezas del obispado de Lugo en el siglo
XVI. Santiago de Compostela, 1996.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 124-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
125
Palencia
El alcázar del obispo de Palencia fue derribado en la segunda mitad
del siglo XV, durante el reinado de Enrique IV. Parece ser que fue construido
en tiempos de Alfonso VIII de Castilla, estando situado sobre la muralla de
la villa y cerca de la catedral, y que contaba con diversas torres defensivas.
Según Alonso Fernández de Madrid, el alcázar del obispo se ubicaba “sobre
el muro, en la plaza que se decía del Mercado Viejo”44.
Brihuega
En 1085, la localidad Brihuega (Guadalajara) fue donada al arzobispado de Toledo, cuyos metropolitanos mantuvieron el uso residencial del
antiguo castillo de época taifa. En él destacan sus ventanales con sus ajimeces y capiteles, además de la gran torre del homenaje, que fechada entre los
siglos XII-XIII45, puede ser obra de Jiménez de Rada, y que constituye un
buen ejemplo de ábside-torre fortiicado.
Fig. 15. Torre ábside el castillo de Brihuega
La obra militar más importante de la muralla urbana de Brihuega es
una puerta, el llamado Arco de Cozagón, que presenta torres cuadradas de
gran altura lanqueando la puerta, que se unen mediante un arco apuntado.
44
45
Fernández de Madrid, Alonso: Silva Palentina. Palencia. 1976, p. 159
Merlos Romero, María Magdalena: “El castillo de los arzobispos de Toledo de Brihuega.
Antecedentes islámicos”. Castillos de España, 126, 2002, pp. 45-57
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 125-174. ISSN: 0482-5748
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Recuerdan mucho a las puertas principales de Ávila y son de mayor envergadura que las realizadas por el obispo de Sigüenza en su sede episcopal,
asemejándose bastante a las de Molina de Aragón. Destaca también el empleo de redientes en la muralla y que se empleará en otras fortiicaciones
promovidas por obispos castellanoleoneses.
Fig. 16. Puerta de Cozagón en la muralla de la villa de Brihuega
Rocha Fuerte
El arzobispo de Santiago de Compostela contaba con un gran número
de fortalezas. Para su conocimiento, disponemos del llamado pleito TaberaFonseca de 152646 en que se citan las siguientes construcciones:
Castillos: Lobera, Jallas, Grobas, Monte Sagro, Castro de Montes, del
Oeste, Rocha Fuerte, San Paio, Palmeira y Peñaiel.
Fortalezas: Ontes, la Barrera, Mesía, Rodero, Vilvestre (Salamanca),
Mellid, Rocha Blanca, Penço, Castriçan, Arabelo, Teis y Lançada.
Torres: Caldas, Muros, Pontevedra y Padrón.
Suponían un total de 26 construcciones, sin contar con las existentes
en la propia Santiago de Compostela.
De entre todos los castillos de la mitra de Santiago, sin duda, el más
destacado fue el de Rocha forte. Construido por el obispo Juan Arias (12381266), a mediados del siglo XIII, consta su existencia en 1255. En 1527, así
46
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca, Pontevedra, 1984, vol. 1, p. 17-18.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 126-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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era descrito “que abia en ella una bara de casa torre de menaxe de quatro
bobedas e mui gruesa pared con tres çercas y ençintos alderredor en que
abia nueve torres alliende de la bara de casa… y abía sus cabas y barbacanas, puertas conpuertas e baluartes e una mina que benia debaso de tierra
desde la fortaleza hasta el rio”47.
En deinitiva. El castillo se componía de una gran torre central rodeada de un recinto de nueve torres. Se trata de un modelo de fortaleza que el
obispo Juan Arias parece que copió del diseñado por Alfonso VIII de Castilla y que fue seguido después por Fernando III, ya rey de Castilla y León, del
que aquel era coetáneo. Un modelo éste en el que imitó la disposición de su
planta, pero no así en todo lo que respecta a su signiicado. Por tanto, resulta lógico pensar que tomase como referente los recién construidos castillos
reales. Por ello, la fecha concreta en que se comenzó a levantar sería de
1240, momento éste en el que Fernando III ya había concluido los castillos
de Toro y Zamora48.
Fig. 17. Planta del castillo de Rocha Fuerte
Posteriormente al castillo se le añadió un segundo recinto, en paralelo
y adosado a él, que podía haber sido construido por el arzobispo Berenguel
de Landoira, en el primer tercio del siglo XIV.
47
48
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca, Pontevedra, 1984, vol. 1, p. 24.
Castro Fernández, José Javier de y Cuadrado Basas, África: “Un modelo de fortiicación: los
castillos urbanos de Alfonso VIII de Castilla”. Castillos de España, 161-162-163, 2011, p.
61-70.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 127-174. ISSN: 0482-5748
128
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
A manera de antemural, poseía sus correspondientes cubos y un foso
perimetral, formándose así una braga. Siendo más bajo que el anterior recinto, tenía bastante grosor, lo que permitía la existencia de un adarve con
su almenado. Desde luego, no había liza, y todo lo excavado entre la cortina
del primer recinto y el muro exterior del nuevo antemural resulta ser el relleno constructivo de éste. En nuestra opinión, habría que descartar la hipótesis que se ha defendido de que el castillo copia un modelo establecido por
Eduardo I de Inglaterra y, por lo tanto, los paralelos estarían más cercanos,
en el propio reino castellano-leonés.
Del mismo modo, pensamos que la excavación arqueológica realizada en el castillo no fue correcta, pues en ella se vació casi todo el relleno de
la braga que construyó el arzobispo Berenguel de Landoira. Esto explica la
mínima anchura que tiene la denominada “liza”, que no es tal, y que toda
la línea interna del antemural no tuviera cara vista, y que el muro exterior,
que sí que la tiene vista, sólo estaba concebido para contener el mencionado relleno constructivo. Aparte de estos importantes detalles referidos a la
construcción de la braga del XIV, en esa estrechísima y supuesta “liza”, no
habría espacio suiciente que permitiera la necesaria circulación de la guarnición ni ninguna comodidad para poder disparar cualquier arma manual
(ballesta o arco).
El objetivo concreto de esta braga fue reforzar el muro inicial, que
no había sido lo suiciente fuerte para poder resistir los ataques que sufrió,
hacia 1318, por parte del concejo de Santiago de Compostela.
Por último, es importante constatar la existencia en él de una interesante mina para coger agua, y que no es un sistema muy habitual en la
fortiicación religiosa, pese a contar con los ejemplos posteriores de Ucero
(Soria) y Canales (Toledo).
Fermoselle
En 1205, Alfonso IX de León entregó “Fremoselli, in termino de Cemora, cum ipso castello” al obispado de Zamora49. La villa tuvo un periodo,
a mediados del siglo XIII, verdaderamente conlictivo, pues fue atacada por
el concejo de Zamora, que destruyó las propiedades de la mitra. Tras este
suceso, Alfonso X tuvo que actuar para que el obispo recuperara sus pose49
Cobos, Fernando; Canal, Rodrigo y Castro, José Javier de: Castros y recintos en la frontera
de León en los siglos XII y XIII. Fortiicaciones de tapial de cal y canto o mampostería encofrada. Valladolid, 2012.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 128-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
129
siones y fuese resarcido de los daños; ya a inales de ese mismo siglo fue
coniscado por la corona.
En el plano de 172250, realizado por el ingeniero francés Robelin, se
ve como el castillo se encuentra situado en el extremo de un promontorio.
En él destacan la gran torre semicircular y la torre del homenaje, cada una
en un extremo, así como su acceso que se realizaba mediante una puerta en
codo. Consta de dos partes: la baja, con sus cubos que protegían la puerta de
ingreso, y el sector alto a manera de alcázar.
Fig. 18. Plano de las defensas de Fermoselle en 1722 por el ingeniero Carlos de Robelin
SIGLO XIV. LOS CASTILLOS MILITARES
El siglo XIV destaca por las grandes construcciones erigidas por los
obispos, principalmente en los castillos del territorio de la diócesis. Una vez
fortiicadas las catedrales y dotadas de alcázares las sedes episcopales, ante
la amenaza de la nobleza y del propio rey, se empezaron a erigir fortalezas
para poder controlar de mejor forma el territorio y, sobre todo, los posibles
levantamientos de sus vasallos.
La insaciable nobleza, tras expoliar al rey, vio como el territorio jurisdiccional de los obispos era un muy buen espacio por donde expandirse.
En el levantamiento de estas fortalezas también jugó un papel importante la
implicación de los obispos en las frecuentes guerras civiles habidas durante
este período. En deinitiva, todos estos conlictos determinaron la construcción de buenas y nuevas fortalezas.
50
AGS. MPD, 05-143
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 129-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Este siglo fue un período en el que se produjeron grandes avances
defensivos. Entre ellos destacan la generalización de las grandes torres pentagonales y de las torres albarranas, la adaptación de las fortalezas al uso
intensivo de la ballesta, la consolidación de la barrera o antemural, la profusión de fosos y sus correspondientes puentes levadizos, etc. Es decir, se
trata de un período en el que se introdujeron o generalizaron importantes
elementos defensivos, pues si bien algunos de ellos ya se habían empleado
en épocas anteriores, incluso durante el emirato omeya, será en este siglo
XIV cuando se difundan y utilicen en bastantes lugares y situaciones. Seguidamente, nos detendremos en algunos de ellos:
Torre pentagonal en proa: se trata de un genuino elemento de la fortiicación castellana. Diseñadas con una punta o proa, evitaban la existencia
de puntos muertos delante de la torre. A partir de los precedentes emirales
de su vecina Calatrava la Vieja (Ciudad Real)51, el primer ejemplo de este
tipo de torre lo tenemos en el castillo de Alarcos mandado, construir por
Alfonso VIII —antes de 1195, cuando el rey castellano fue derrotado en la
batalla que allí se dio—. Aquí, según la crónica Rodrigo Jiménez de Rada,
tuvo un papel fundamental Martín López de Pisuerga, arzobispo de Toledo
(1192-1208)52. Esta primera construcción cristiana de una torre pentagonal
en proa, perfectamente fechada, tanto por las crónicas como arqueológicamente, a inales del siglo XII, en 1195, echa por tierra de manera total
la débil defensa realizada por Edward Cooper respecto a que este tipo de
estructuras sea de origen italiano y fuese traído a Castilla por el infante Don
Enrique el Senador, a ines del siglo XIII53.
Torres giradas: con ellas se lograba dar un mejor lanqueo de las torres, para así evitar el punto muerto de las esquinas que poseían las torres de
planta cuadrangular.
Torres albarranas: con claros y numerosos antecedentes islámicos54,
durante este período se generalizarán como una importante estructura defensiva, alcanzando una gran difusión en la poliorcética castellana. Se trata
51
52
53
54
Retuerce Velasco, Manuel y Zozaya Stabel-Hansen, Juan: “Un sistema defensivo hidráulico
autosuiciente: Calatrava la Vieja”. III Congreso de Arqueología Medieval Española (Oviedo,
1989), Oviedo, 1992, vol. 2, pp. 353-359. Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco,
Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real, 2017, p. 55-57, 75-76.
Jiménez de Rada, Rodrigo: Historia de los Hechos de España. Ed. Juan Fernández Valverde,
Madrid, 1989, p. 298.
Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. Madrid, 2014, vol 1, p.
508.
Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco, Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real, 2017, p. 57-58, 75-76. Gurriarán Daza, Pedro y Márquez Bueno, Samuel (2017):
“El recinto almohade de Cáceres. Nuevas aportaciones”. Arqueología y Territorio medieval,
24, 2017, pp. 207-228.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 130-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
131
de torres que, aisladas y a no demasiada distancia del recinto amurallado,
avanzaban el lanqueo defensivo. Para salvar la separación con la muralla,
la torre albarrana se unía a ella mediante un arco que comunicaba el adarve
del recinto con la terraza de la torre.
Torres corachas: con diferentes desarrollos, se trata de una estructura
lineal y alargada que avanzaba la defensa para así poder acceder a determinados puntos que eran de signiicativa importancia, fundamentalmente la
de la aguada. Sus antecedentes peninsulares también se hallan durante el
periodo omeya andalusí55.
Torres con arcos volados: al estilo de las puertas de la muralla de
Ávila o las ya vistas con anterioridad en Sigüenza o Brihuega.
Mejora de las defensas altas y verticales: tales eran las ladroneras o
los balcones amatacanados, que posteriormente, ya en el siglo XV, darán
lugar a las guirnaldas de matacanes.
Murallas cremallera o con redientes: se trata de un sistema de muralla por el que se lograba lanquear la muralla sin necesidad de incorporar
torres. Es una evolución de las largas cortinas, que reforzaba la consistencia
del muro.
Grandes baterías de aspilleras: situadas, bien en las barreras o antemurales o bien en las zonas bajas de las torres, su objetivo era batir el campo
circundante a ras de suelo o en una posición baja, impidiendo que el enemigo llegase con facilidad a la base de las defensas.
Son también características de este momento las escaleras embutidas
en el interior de los muros y de tramo recto; dándose también algunos casos
de escaleras de caracol.
Igualmente resultan muy interesantes los sistemas de aguada presentes en diversos castillos de este periodo, como son los de Ucero (Soria) o
Canales (Toledo).
Alguazas
La torre de Alguazas pertenecía al obispado de Cartagena. En 1322,
el obispo Juan Muñoz Gómez de Hinojosa (1311-1326) tomó posesión de
55
Pavón Maldonado, Basilio: “Corachas hispanomusulmanas. Ensayo semántico arqueológico”.
Al-Qantara, 7, 1986, pp. 331-374. Gozalbes Cravioto, Carlos: “La coracha del castillo de
Santopitar (Málaga). Notas sobre la función y deinición de la coracha en las fortiicaciones
hispano-musulmanas”. Sharq al-Andalus. Estudios Árabes, 6, 1989, pp. 161-171. Hervás Herrera, Miguel, Ángel y Retuerce Velasco, Manuel: Guía de Calatrava la Vieja, Ciudad Real,
2017, p. 52-54, 79.
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
la villa, si bien será Pedro Peñaranda (1327-1349) quien iniciase la construcción de la torre, que fue concluida por su sucesor, Alonso de Vargas
(1349-1362)56.
La torre es de planta cuadrada con patio central y dispone de las características aspilleras del siglo XIV, si bien la obra más destacable es la
de las bóvedas de crucería, construidas de ladrillo y argamasa en las cuatro
naves inferiores que rodean al patio central del ediicio.
Arnedillo
En 1170, Alfonso VIII de Castilla dio la villa de Arnedillo a la catedral de Calahorra y a su obispo Rodrigo, con su castillo que dominaba la
Lomiella57. En 1224, el obispo Juan Pérez llegó a un acuerdo con el cabildo por el que se hizo con el señorío58. La función de esta fortiicación fue
controlar el puente que domina el estratégico paso del río Cidacos. La torre
tiene planta regular, con diversos pisos madera y cuenta con aspilleras, formando parte de un recinto más amplio amurallado.
Riba de Santiuste
En 1129, Alfonso VII donó59 la Riba de
Santiuste al obispo de Sigüenza, quien mejoró sus
defensas como pieza fundamental del entramado
defensivo de la diócesis.
Esta fortaleza destaca por la posesión de
una gran torre pentagonal
en proa, situada en un extremo, y que dispone de Fig. 19. Castillo de Riba de Santiuste con su gran torre
pentagonal
56
57
58
59
Alonso Navarro, Serafín: Libro de los Castillos y fortalezas de la Región de Murcia. Murcia,
1990, p. 81-85.
González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960,
vol. II, doc. 133.
Moya José, Gabriel; Ruiz, Julián y Arrúe, Begoña: Castillos y Fortalezas de la Rioja. Logroño
1992, p. 85.
Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 35.
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
133
una puerta de acceso en alto, lo que la permitía independizarse del resto del
castillo. Pese a que fue muy reformada por una desafortunadísima restauración en el siglo XX, puede considerarse que data de mediados del siglo XIII,
al igual que el castillo de Zafra, también en la provincia de Guadalajara, que
también dispone de una torre pentagonal en proa.
Pelegrina
La villa de la Pelegrina fue donada hacia 114360 al obispado de Sigüenza por Alfonso XII. La fortaleza está situada en lo alto de un promontorio rodeado por la hoz del rio Dulce. La puerta principal, que protege el
único acceso practicable al castillo, está lanqueada por dos torres circulares, que estaban unidos por un segundo arco, a mayor altura, a la manera de
la puerta principal del alcázar de Sigüenza o de las puertas del Alcázar y de
San Vicente de la muralla de Ávila. Se trata de un modelo de puerta que con
este arco perseguía la defensa vertical a la manera de una buhera. Por el sistema de puerta, que es idéntico al del alcázar seguntino, consideramos que
debe ser de principios del siglo XIV, y su promotor el obispo Simón Girón
de Cisneros (1300-1326).
El resto del recinto está formado por altos muros reforzados por cubos cilíndricos macizos, que sólo contaban con habitáculo en su parte alta.
Fig. 20. Puerta principal del castillo de La Pelegrina con sus arcos volados
60
Layna Serrano, Francisco: Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994, p. 159.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 133-174. ISSN: 0482-5748
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Paracuellos de la Vega
Alfonso VIII de Castilla, tras la conquista de la ciudad de Cuenca,
donó esta villa en 118761 a su primer obispo, Juan Yáñez (1183-1195); hecho que quedó ratiicado mediante privilegio rodado de 119862 y en el que
se incluían otras fortalezas como Monteagudo de Salinas y Huerta de la
Obispalía. Situado sobre un risco, en él destaca la gran torre del homenaje
de planta pentagonal, dotada con diversos balcones amatacanados, posee
aspilleras y el acceso es elevado, por lo que contaría con su puente levadizo.
El resto del recinto se adapta perfectamente al espacio útil.
Fig. 21. Castillo de Paracuellos de la Vega con su torre pentagonal y balcones amatacanados
Monteagudo de las Salinas
Se trata de otro castillo perteneciente al obispado de Cuenca, tal como
conirma el ya mencionado privilegio dado por Alfonso VIII, en 119863.
Situado en un alto, ceñido al espacio existente, cuenta con torres circulares,
pero su elemento constructivo más característico, situado en uno de los lancos del recinto, es la muralla, a manera de cremallera o redientes. Un ele61
62
63
González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, vol
II, doc. 466.
González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960,
vol. III, doc. 664.
González González, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960,
vol. III, doc. 664.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 134-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
135
mento que se da también en otros castillos eclesiásticos como Almonacid o
en murallas urbanas, como es el caso de Brihuega.
Fig. 22. Redientes en la muralla del castillo de Monteagudo de las Salinas
Ucero
El castillo se sitúa en un extremo del promontorio, dominando con su
presencia el antiguo emplazamiento de la villa de Ucero. Fue adquirido en
1302 por el obispo de Osma Juan Pérez de Ascarón (1296-1329), quien
construyó la fortaleza64 aprovechando el conlicto dinástico de la minoría de
Fernando IV. Resulta muy interesante el acceso al recinto interior con su
puerta principal que conduce al foso que separa el castillo de la villa. Un
Fig. 23. Barrera artillera y gran torre del homenaje del castillo de Ucero
64
Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y
León. León, 1998, p. 86.
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
foso éste que debe recorrerse
completamente hasta tomar
una rampa en sentido contrario y paralela al foso y, mediante un puente levadizo, acceder al recinto principal del
castillo.
Destaca la gran torre
del homenaje con sus ventanales geminados, su gran bóveda
de crucería decorada con pinjante que representa un crismón con el cordero pascual y
las hermosas gárgolas y canes
esculpidos de su guirnalda de
Fig. 24. Agnus Dei en la clave de la torre de la
matacanes. Dicho pinjante
torre del homenaje del castillo de Ucero
pudo ser colocado a inales del
siglo XIV por el obispo Pedro Fernández de Frías (1379-1410): “Agne dei
miserere mei qui crimina tollis”65.
Exteriormente, el castillo contaba con una importante barrera con aspilleras del siglo XIV. Destaca la mina subterránea abovedada que desde la
barrera baja hasta el rio Ucero con funciones de aguada.
A mediados del siglo XV, el obispo Pedro García de Montoya (14541474) realizó mejoras construyendo una barrera delante del foso, que cuenta
con troneras para así adaptarse a las armas de fuego. Durante el siglo XVI
fue reformado para ser residencia por el obispo Honorato Juan (1564-1566),
tal como consta por su escudo que campea sobre la puerta de ingreso al
castillo (capelo con tres borlas. Cuartelado de águila y jaquelado de 12 escaques).
Cabrejas del Pinar
Se trata de otro castillo perteneciente al obispado de Osma. Dispone
de una gran torre del homenaje, si bien su elemento constructivo más interesante es una puerta como acceso principal que es similar a la del castillo
de Ucero, lo que también permite atribuir su construcción al obispo Juan de
Ascarón (1296-1329), en el primer tercio del siglo XIV.
65
http://saludyromanico.blogspot.com.es
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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La Mitra de Toledo
El arzobispado de Toledo contaba
con un elenco impresionante de fortalezas englobado en dos zonas. La primera
en el área de inluencia de la sede metropolitana y la segunda, en el denominado adelantamiento de Cazorla, ya en
Andalucía. Estamos hablando de la sede
metropolitana de la Corona de Castilla
que contó con los mayores recursos, lo
que la permitió no sólo construir y mantener un gran número de fortalezas sino
también que fueran ediicadas con los
últimos adelantos poliorcéticos y con
los mejores materiales.
Las construcciones de este periodo fueron promovidas principalmente
por los arzobispos Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310) y Gil de Albornoz
y Luna (1338-1350), si bien el gran
impulsor de las fortalezas de la mitra
fue el arzobispo Pedro Tenorio (13771399), ya en la segunda mitad del siglo XIV66. Dotándolas con los nuevos
avances de la fortiicación, adaptó o
amplió las ya existentes, como en Alcalá de Henares, o construyó nuevos
castillos, como fue el castillo de San
Servando de Toledo.
A principios del siglo XVI, la lista de castillos pertenecientes a la mitra
de Toledo, solo en la zona de inluencia
o limítrofe de la sede metropolitana, resulta impresionante: Alcalá de Henares,
Aldovea, Uceda, Brihuega, Santorcaz,
Torre de la catedral de Toledo, Fuentes,
66
Fig. 25. Retrato del arzobispo Pedro
Tenorio en la Galería de obispos de la
sala capitular de la catedral de Toledo
Fig. 26. Escudo del arzobispo Pedro
Tenorio en una torre de Alcalá de
Henares
Sánchez Sesa, Rafael: “La actividad constructora de un arzobispo toledano a inales del siglo
XIV. Notas sobre articulación y defensa del territorio”. Castellum, 2, 1996, pp. 69-80.
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Alcalá la Vieja, Perales, Talavera, Almonacid, Canales, Illescas, La Guardia
y Puente del Arzobispo.
Los castillos promovidos por el arzobispo Pedro Tenorio destacan por
sus novedosas estructuras o elementos: torres albarranas, grandes torres del
homenaje con planta en “D”, torres pentagonales, torres cuadradas, presencia de matacanes, barreras que encintan un recinto, y el empleo de sus armas
heráldicas, así como las inscripciones laudatorias. Y también obras cuanto
menos curiosas, como resulta el foso que excava para el castillo de Canales
y que dota de “secretas minas por donde se hinche de agua de un arroyo que
corre no cerca de allí”67.
Además de los castillos que vamos a tratar, existe documentación que
demuestra que también fortiicó otros lugares, como el castillo de La Guardia donde, “de nuevo hizo dos fuertes torres, muró toda la villa”, una torre
muy alta junto a la villa de Alcalá la Real, y que también mejoró la fortaleza
de Alhamín68.
Cazorla
El arzobispado de Toledo, con el objeto de asumir la defensa de una
porción de frontera frente al reino de Granada, recibió de los reyes castellanos un importante territorio en la zona de la actual provincia de Jaén La
capital de este Adelantamiento a partir de 1331 se estableció en Cazorla. Allí
los arzobispos toledanos erigirán una gran fortaleza, que destaca por su gran
torre del homenaje de planta cuadrada, con lados de 13,40 m, una altura de
30,50 m y un grosor de los muros de 4 m; dispone de una escalera embutida
dentro del muro, que es otro elemento característico de la fortiicación del
periodo.
Todos los autores que han tratado de fechar la torre del homenaje del
castillo de Cazorla la han atribuido al arzobispo Pedro Tenorio, basándose
en su testamento de 1398: “la torre de Caçorla que ahora facemos … e do
ahora facemos una fermosa e costosa torre” 69. Sin embargo, en su construcción se percibe claramente la existencia de dos etapas. En la correspondiente a la parte baja, la torre tiene unos curiosos escudos que o bien se han
67
68
69
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 117vº.
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 130vº.
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 134vº.
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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Fig. 27. Castillo de Cazorla con su gran torre del homenaje
Fig. 28. Plantas de la torre del homenaje del castillo de Cazorla por Lorenzo Polaino
fechado del siglo XVII70 o, al no lograr atribuir a quien pertenecen, se han
ignorado71. Así, hay escudos pareados de la banda a la diestra y creciente
ranversado a la siniestra, en las esquinas de la torre y en la jamba de la puerta de ingreso.
Estos blasones corresponden al arzobispo Gil de Albornoz y Luna
(1338-1350). El linaje Albornoz construyó otras fortiicaciones, como el castillo de Arcos de Jalón donde campean los mismos escudos de los Albornoz
y Luna, si bien en este caso corresponden a Fernán Gómez de Albornoz, hermano del arzobispo toledano72. Por tanto, en ambos casos, nos indican que
70
71
72
Polaino Ortega, Lorenzo: “El castillo de Cazorla”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 21, 1959, pp. 23-47.
Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. 2 vol., Madrid, 2014,
p. 949.
Dato que reairma la atribución que hicimos: Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández,
José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y León. León, 1998, p. 93, y desmonta la air-
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140
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
cuando existen dos escudos
individuales —no acolados— nos representan al
hijo de un matrimonio. Esta
nueva datación de la torre
del homenaje del castillo de
Cazorla es muy importante,
pues sirve como ejemplo de
otras construcciones de un
periodo no suicientemente
estudiado y que no dispone
de dataciones tan precisas.
Fig. 27. La gran torre pentagonal de la fortaleza de
Por tanto, la gran torre del
Salvatierra
homenaje del castillo de
Cazorla fue iniciada por el arzobispo Gil Albornoz y Luna, en el segundo
cuarto del siglo XIV, y terminada en el último cuarto del siglo XIV, por el
arzobispo Pedro Tenorio.
Salvatierra
Sobre una fortiicación anterior73, la fortaleza de Salvatierra fue construida por los arzobispos de Toledo como avanzada defensiva de Cazorla
frente al reino nazarí. Durante el reinado de Fernando IV, el rey de Granada
ocupó parte del Adelantamiento tomando la villa de Quesada. Ante este suceso, el arzobispo Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310) se vio obligado a
construir una gran fortiicación empleando la mejor tecnología del reino: las
torres pentagonales en proa.
El castillo destaca por su buena cantería y la gran torre del homenaje,
pentagonal en proa. La escalera se encuentra empotrada en la punta o proa
de la torre. Cuenta con dos pisos de planta rectangular; mientras que la estancia baja se encuentra dividida por un arco fajón, con bóvedas de crucería
construidas en ladrillo, en la segunda, la bóveda es de medio cañón.
73
mación dada por Edward Cooper: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. 2 vol.,
Madrid, 2014, p. 635.
Bastos Zarandieta, Ángel David: “El castillo de Salvatierra o de las Cinco esquinas”. Boletín
del Instituto de Estudios Giennenses, 208, 2013, pp. 219-252.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 140-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
141
Dicha torre ha sido atribuida, sin ningún fundamento, al infante Enrique, el Senador74, sin explicar someramente la intromisión del hermano de
Alfonso X en los territorios del arzobispado de Toledo, siempre celosos de
evitar cualquier pérdida de poder ante la nobleza castellana. No es asumible que el principal arzobispado de la corona castellana pudiera permitir la
señorialización de un territorio tan importante en todos los aspectos para la
mitra de Toledo, como era el Adelantamiento de Cazorla.
San Servando
Esta fortaleza es un buen ejemplo del modelo de fortiicación del arzobispo Pedro Tenorio, quien lo mandó construir entre 1380 y 1386 para
defensa de la ciudad Toledo y también como medio de control por parte del
arzobispo, tal como airma su propio cronista “fundó un castillo… aumentándole torres”75. De planta regular, cuenta con torres semicilíndricas en las
esquinas. En la parte media de uno de los muros, cuenta con una pequeña
torre, y en el centro del muro frontero, presenta la gran torre del homenaje,
con planta de “D”. Posee balcones amatacanados o ladroneras que son bastante frecuentes en las fortiicaciones promovidas por dicho arzobispo.
Fig. 28. El castillo de San Servando antes de su restauración a mediados del siglo XX
74
75
Cooper, Edward: La fortiicación de España en los siglos XIII y XIV. vol. 1, Madrid, 2014,
p. 445.
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 118.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 141-174. ISSN: 0482-5748
142
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Puente del Arzobispo
Una de las obras más curiosas que mandó erigir el arzobispo Pedro
Tenorio fue el llamado “puente del arzobispo”, sobre el río Tajo, pues diseñó
un puente fortiicado único en el reino de Castilla y León, de gran complejidad pues tenía nada menos que cuatro torres defensivas.
El cronista del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona, describe el
puente indicando que cuenta: “con dos torres fortísimas en medio y otras
dos a la entrada y salida, todas bastantes para qualquiera ocasión de
guerra”76. A mediados del siglo XIX, José María Quadrado nos dice que
“sus dos torreones se alzan unos cien pies sobre el nivel del rio en los tercios del puente, abarcando la anchura de éste y abriendo paso a los transeúntes por bajo de sus arcos ojivales, una escalera interior permitía a los
defensores bajar hasta el rio para proveerse de agua”77. Mientras que Rafael Monje78 describe la construcción: con 105 pies, cuenta la torre principal
desde el tejado hasta el nivel del rio, 36 de anchura y 49 de longitud. La torre
segunda tiene de alta 96 pies, 27 de ancha y 56 de larga. Excluyendo los seis
del espesor de sus muros.
La obra data de
1388, según atestigua
una inscripción que fue
colocada en el puente,
añadiendo que “Esta
puente con sus torres
de ella mando facer
el mucho honrado en
Cristo padre y señor
don Pedro Tenorio, por
la gracia de Dios arzobispo de Toledo”. El
complejo iconográico Fig. 29. Las desaparecidas torres de Puente del Arzobispo,
según Parcerisa en 1853
se completaba con una
estatua que representa a la caridad y con el escudo del prelado79.
76
77
78
79
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol 109vº.
Quadrado, José María: Recuerdos y bellezas de España: Castilla la Nueva, tomo II, Madrid,
1853, p. 455-456.
Monje, Rafael: “El puente del Arzobispo”. Semanario Pintoresco Español, II, 1847, p. 89.
Llaguno y Amirola, Eugenio: Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su
restauración. Madrid, 1829, Tomo I, p. 62.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 142-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
143
Alcalá de Henares
El cronista del arzobispo Pedro Tenorio, Eugenio Narbona, narra que en Alcalá de Henares: “cuido del reparo de su
fortaleza, y así le ediico muro labrado de
cantería… con torres y baluartes… desde
la puerta de Madrid hasta la torre de Palacio… que también aumento con fábrica
de muchas piezas, torres y omenages…
marcadas con los escudos de sus armas”80.
La ampliación que realizó el arzobispo
Tenorio es fácilmente reconocible gracias
a la profusión de sus armas nobiliarias, repartidas por diversas torres del recinto
amurallado. Tenemos torres con planta
rectangular y planta semicircular (o más
Fig. 30. Torre del alcázar del
bien en “D”) y es perfectamente factible
arzobispo de Toledo
que la desaparecida torre albarrana pentaen Alcalá de Henares
gonal en esquina fuera también obra suya.
Este tipo de torres alcalaínas, obra del arzobispo Tenorio,
también se encuentra en otros recintos amurallados de la mitra toledana, como en Yepes (Toledo) o
en la vecina Alcalá la Vieja, en la
orilla contraría del Henares, y seguramente en el desaparecido castillo de Uceda (Madrid).
A él también se debe la
construcción de un nuevo palacio
arzobispal, que parece que poseía
cuatro torres en las esquinas81, en
la que cobran especial importancia
los balcones amatacanados o la- Fig. 31. Planta de una torre del alcázar con la
característica batería de aspilleras
droneras y la defensa mediante la
del siglo XIV
80
81
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624,libro
II, fol 115vº.
Pavón Maldonado, Basilio: Alcalá de Henares medieval. Arte islámico y mudéjar. Madrid,
1982.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 143-174. ISSN: 0482-5748
144
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
profusión de aspilleras en la planta baja, que es otro elemento identiicador
de las construcciones militares del momento, al igual que el sistema de las
escaleras en el interior de los muros o recorriendo el perímetro de la torre.
Yepes
Donada al arzobispo de Toledo, en el
recinto amurallado de la villa, destaca una
gran torre semicircular que corta el camino
de ronda de la muralla y que cuenta con un
balcón amatacanado, característico de Tenorio, como en San Servando de Toledo.
En la clave de la torre hay escudo con un
león, que son las armas de Pedro Tenorio82.
Además, existe una serie de torres, también
posiblemente del siglo XIV, de planta rectangular con una gran proyección hacia el
exterior que cortan el paso del adarve —esto
es, el adarve atraviesa el interior de la torre
y lo corta mediante sendas puertas—. Estas
defensas hay que ponerlas en relación con
las murallas de otras localidades, como son
las de Talamanca, Torrelaguna o las torres
derribadas en el recinto de Uceda83, todas en
ellas en la provincia de Madrid.
Fig. 32. Torre del recinto
amurallado de Yepes.
Almonacid de Toledo
Almonacid fue donado al arzobispado de Toledo en 1086. Dentro de
los elementos defensivos de la fortaleza es curioso como un frente se deiende con un sistema de torres circulares y el otro lo hace con una cremallera o
redientes, un elemento defensivo que se emplea en otras fortalezas episcopales como Brihuega o Monteagudo de las Salinas. El recinto engloba y pro82
83
Pavón Maldonado, Basilio: Alcalá de Henares medieval. Arte islámico y mudéjar. Madrid,
1982.
Pradillo y Esteban, Pedro José: “Torres pentagonales en proa. La implantación del modelo
en la Castilla del trescientos”. Actas del III Congreso de Castellología Ibérica. Guadalajara,
2005, p. 561.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 144-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
145
tege una gran torre
del homenaje, que
se encuentra en el
centro del espacio
interior. Lo que más
destaca es la barrera que rodea todo
recinto, que parece
un claro precedente
de las barreras que
Juan Guas84 construirá en la segunda
mitad del siglo XV,
como la de Mombeltrán
(Ávila),
Manzanares el Real
(Madrid) o Alba de
Fig. 33. Vista aérea del castillo de Almonacid en donde se
Tormes (Salaman- aprecia la cremallera del muro interior y el antemural que se
ca). La defensa de
ciñe a la estructura primera
esta estructura se
realiza mediante una batería de aspilleras, tanto en los lienzos como en los
falsos cubos, a diferencia de lo que después empleará Juan Guas, que lo hace
a base de troneras. Lo interesante de ella es que parece que creó escuela, al
reproducir exactamente el trazado del recinto principal, y tanto en la zona de
los cubos como en la de la cremallera. Su construcción la podemos atribuir
al arzobispo Pedro Tenorio, lo que quedaría refrendado por su cronista, Eugenio Narbona, quien le atribuye la construcción del castillo 85.
Alcalá la Vieja
Con antecedentes andalusíes, entre los que destaca su puerta con arco
de herradura, la parte bajomedieval más importante es la torre albarrana,
que se levantó como defensa de dicha puerta andalusí y que daba acceso a
84
85
Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: “Murallas medievales, castillos
y torreones”. En Arquitectura Militar. Patrimonio arquitectónico de Castilla y León. José
Ramón Nieto González (coord.). Tomo II, Salamanca, 2007, p. 241.
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 117.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 145-174. ISSN: 0482-5748
146
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
la villa86. Parece que también hay un torreón de entrada proyectado hacia
el exterior El cronista del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona airma que
reparó el castillo de Alcalá la Vieja 87.
Santorcaz
Destaca la torre pentagonal de cantería, una típica construcción castellana, seguramente del periodo de minorías siglo XIII-XIV, y por tanto
coetánea de la otra gran torre pentagonal en proa de cantería existente en la
diócesis de Toledo, como es el castillo de Salvatierra de Cazorla.
El otro elemento destacado de la muralla de Santorcaz, además de
que el ábside de la iglesia funciona como una torre más de la muralla88, al
estilo del cimorro de la catedral de Ávila, son la torre albarrana, muy similar
a la existente en el recinto de Alcalá la Vieja, y una torre cuadrada hecha
con mampostería encintada, muy parecida a las de la muralla de Alcalá de
Henares. Todas ellas, obras que sin duda pueden atribuirse al arzobispo Pedro Tenorio y que se relacionan con la inscripción de 1373, que informa
que “mando hacer de nuevo en su villa de Santorcaz este insigne castillo y
fortaleza valentísima y fuerte importantísimo”89. Por su parte, el cronista
del arzobispo Tenorio, Eugenio Narbona, airmaba que “ediico de nuevo un
insigne castillo.”90
Un caso excepcional. El castillo de Spoleto en Italia
La construcción del castillo de Spoleto en Italia por el arzobispo de
Gil Albornoz y Luna (1302-1367) es un caso excepcional en la historia de
la fortiicación castellana. Fue arzobispo de Toledo hasta 1350, año en el
que tras la subida al trono castellano de Pedro I decidió exiliarse a Aviñón,
en donde el papa Inocencio VI le nombra legado pontiicio. Capitán general
86
87
88
89
90
Jiménez Esteban, Jorge y Rollón Blas, Antonio: Guía de los Castillos de Madrid. Madrid,
1987, p. 143-6.
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 116.
Cardero Losada, Rosa: “Los castillos de Santorcaz”. Castillos de España, 137-138-139, 2005,
p. 6-24.
VV. AA: Castillos, fortiicaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid, 1993,
p. 220
Narbona, Eugenio: Historia de don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo. Toledo, 1624, libro
II, fol. 116.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 146-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
147
de las tropas pontiicias, recuperó para
el papado las tierras perdidas y además
ediicó grandes fortiicaciones utilizando los adelantos poliorcéticos desarrollados anteriormente en la Corona de
Castilla.
Destaca la construcción del castillo de Spoletto, donde campea su escudo y el del Papa Urbano V (1362Fig. 34. Escudos del arzobispo Gil
1370), siendo erigido por tanto entre Albornoz y Luna y del Papa Urbano V
1362-1367. En su planta
sobresalen las torres giradas, un elemento característico de las fortiicaciones de la alta nobleza
castellana, entre los que
destacan dos ejemplos de
la primera mitad del siglo XIV: los castillos de
Montealegre de Campos
(Valladolid), construido
por Alonso Meneses91 y
Cifuentes (Guadalajara),
por don Juan Manuel. Fig. 35. Vista del castillo de Spoletto mandado construir
Con este diseño de planta
por el legado pontiicio Gil Albornoz y Luna
se trataba de eliminar el
punto muerto que se
conformaba con las
torres cuadradas en
esquina y se podía
defender desde el
adarve de la muralla del castillo. En el
caso de Spoleto, el
frente de ataque era
Fig. 36. Planta del castillo de Spoletto según Guglielmo de
Angelis, en donde está marcado el característico giro de las
por los lados este y
oeste, que se defen- torres de la fortiicación de la Corona de Castilla del siglo XIV
91
Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla y
León. León, 1998, p. 71.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 147-174. ISSN: 0482-5748
148
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
dieron respectivamente con dos torres de este diseño. Al girarse la torre, el
defensor desde la cortina podía proteger todo el espacio sin dejar puntos
muertos al atacante92.
Se estaba conigurando así un elemento que será común en la fortiicación del siglo XVI. Así, cabe decir que realmente la fortiicación abaluartada fue heredera directa de la construida en el siglo XIV en Castilla,
mediante grandes torres pentagonales en proa colocadas en los lugares más
vulnerables de los castillos y con el empleo de las torres giradas.
SIGLO XV. LOS CASTILLOS SEÑORIALES
Durante el siglo XV los obispos realizarán construcciones en tres
grandes ámbitos. El primero se acomete en las catedrales y villas de su señorío, como son las obras efectuadas en las catedrales de Orense, Santiago
de Compostela, Burgos y Burgo de Osma, motivadas principalmente por la
inestabilidad existente en el reino y ataques que sufren contra sus bienes y
posesiones. Se continúan con los proyectos iniciados en el siglo anterior,
destacando la defensa de las zonas de los claustros. Y por último se ejecutan
obras para la adaptación de estos ediicios religiosos a la artillería, como la
obra para dotar de murallas al recinto urbano del Burgo de Osma.
Un elemento defensivo que se construirá en las principales catedrales
es el de los garitones, que constituirá un modelo representativo de la fortiicación del reino de Castilla y León. El prestigioso arqueólogo francés Albert
Gabriel93, en su magna obra sobre las fortiicaciones de Rodas, airmaba,
ya a principios del siglo XX, que las garitas construidas a principios del
siglo XV por la Orden de San Juan de Jerusalén eran de inluencia española y provenzal. Si bien, posteriores autores94 niegan, con un escaso bagaje
documental, la inluencia española y circunscriben el garitón de una forma
genérica al ámbito francés.
Un segundo grupo de actuación por parte de los obispos es el de los
castillos señoriales, con un empleo de residencia o lugar defensivo, pero
con las mismas comodidades que conocen los nuevos castillos que en este
período se levantan, tanto por la realeza como por los nobles. Una moda
Angelis d’Ossat, Guglielmo de: L’architettura della Rocca: qualiicazioni, signiicati e problema. En La Rocca di Spoletto. Studi per la storia e la rinascita. Milán,
1983, p. 63.
92
93
94
Gabriel, Albert: La cité de Rhodes, MCCCX-MDXXII. Topograie, architecture militaire. Paris, 1921, p.136
Cooper, Edward: Castillos señoriales de Castilla: siglos XV y XVI. 4 vol. Madrid, 1991.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 148-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
149
ésta de la que no se sustraen, sino que lo asumen plenamente los obispos
del reino de Castilla y León. Y al igual que en las catedrales, también en los
antiguos castillos eclesiásticos se efectuarán obras para su adaptación a las
armas de fuego.
Un aspecto interesante y curioso son los castillos privativos de los
obispos. Actúan como señores y dueños de una villa o pueblo, adquirida
normalmente por compra a su antiguo propietario, para poder construir allí
una fortaleza. La que van a destinar para su propia residencia y posteriormente para sus herederos; bien sus hijos legitimados o para sus sobrinos,
siempre previa formalización de un mayorazgo autorizado por el rey y en
donde tiene importancia capital la nueva fortaleza construida.
Obras en catedrales
Las obras de carácter militar continúan ejecutándose en las catedrales durante todo el siglo XV. El elemento diferenciador de este periodo lo
constituyen “los garitones”, pequeñas torres asentadas principalmente sobre
una especie de lampeta o acordeón, y que en realidad es una garita de gran
tamaño.
Las encontramos en las principales catedrales del reino castellanoleonés. Destacan las garitas de la catedral de Toledo, situadas en la capilla
del condestable Álvaro de Luna; los garitones situados a manera de torres
en el claustro de la catedral de Burgos; las garitas que, según una imagen
de mediados del siglo XVII, contaba la catedral de Santiago y también situadas como complemento defensivo del claustro de la catedral, al que se
añade una nueva torre a mediados del siglo XV95. Otra catedral que también
incorporó el garitón como elemento defensivo es la del Burgo de Osma. En
Orense, tenemos que tras el conlicto de 147196 habido entre el conde de
Benavente y el conde de Lemos se construyeron unos refuerzos terminados
en garitones que deienden las puertas del crucero, tanto la norte como sobre
todo la sur.
Las nuevas defensas que se construyen se realizaron tanto en el propio ediicio de la catedral, como en el claustro. Este es el caso de la catedral
de Tuy, que mejora la defensa del claustro con la construcción de diversas
torres. Aunque uno de los mejores ejemplos se ejecuta en la catedral de Ávi95
96
Yzquierdo Perrín, Ramón: “Aproximación al estudio del claustro medieval de la catedral de
Santiago”, Boletín de Estudios del Seminario Fontán-Sarmiento, 10 , 1989, pp. 15-42.
Pita Andrade, José Manuel: La construcción de la catedral de Orense. Santiago de Compostela, 1954, p.70.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 149-174. ISSN: 0482-5748
150
MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
la, donde se actualiza uno de sus principales puntos defensivos, como era su
Cimorro, dotándolo de troneras para el emplazamiento de piezas de artillería.
Fig. 37. Cimorro de la catedral de Ávila con la adaptación artillería
de mediados del siglo XV
La adaptación de la artillería por parte de los obispos de la Corona
castellana la encontramos, además de en el citado Cimorro de Ávila, en las
barreras artilleras de los castillos de Osma y Ucero (Soria), o en los baluartes de antepuerta del castillo de Vilvestre (Salamanca).
La muralla urbana de El Burgo de Osma
El obispo Pedro de Montoya (1454-1475) fue el gran constructor de
fortiicaciones en el obispado de Osma durante el siglo XV. En el códice
“Nomina Illustrium Virorum Episcoporum Oxomensis Ecclesiae”, se airma
que construyó los antemurales de los castillos de Osma y de Ucero, a los
que se reiere con el curioso nombre de “sobrevuelta”97, con el objeto de
adaptarlos al empleo de las armas de fuego.
La gran obra de este prelado fue la ediicación de una muralla para
englobar y defender a la población del Burgo de Osma y, a la vez, proteger
su catedral de cualquier ataque, pese a que también mejoró sus defensas con
un garitón. Unas construcciones que erigió ante la amenaza que suponía que
la vecina población de Osma, en la orilla contraria del río Ucero, estuviese
97
Portillo Capilla, Teóilo: “Don Pedro de Montoya obispo de Osma (1454-1474). Aspectos de
su vida y su obra”. Celtiberia, 25, 1975, pp. 242.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 150-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
151
en poder de Juan de Luna, uno
de los nobles más poderosos de
la zona soriana, y que en 1454
había iniciado la construcción de
una fortaleza en esta localidad,
amenazando la seguridad del
Burgo y su catedral. El obispo
Pedro de Montoya recurrió entonces ante la corte, insistiendo
de nuevo en 145898, sin resultados concretos, por lo que ante la
dejadez de Enrique IV decidió Fig. 38. Muralla del Burgo de Osma construida
por el obispo Pedro de Montoya
actuar y construyó la magníia mediados del siglo XV
ca muralla urbana que rodea El
Burgo y que aún perdura.
Pedro Montoya colocó sus blasones en la nueva muralla, a la que también incorporó troneras para el empleo de armas de fuego. Posteriormente,
ya en el siglo XVI, la muralla sufrió diversas actuaciones en las que dejarán
su impronta con sus respectivos blasones los obispos Pedro Álvarez Acosta
(1539-1563) y Francisco Tello Sandoval (1567-1578).
Castillos señoriales
Progresivamente los castillos de señorío episcopal, siguiendo la moda
constructiva de ese momento, van a ser lugares de residencia, añadiendo
comodidades e incorporando la estructura de un palacio en el interior de la
fortaleza. En casi todos ellos, la torre del homenaje va a constituirse como
un importante elemento propagandístico de su poder. Igualmente, se añaden
otros dispositivos defensivos, como torres, fosos, baluartes de antepuerta,
matacanes, etc. Es decir, todos los castillos episcopales se van a ir adaptando
al empleo de la artillería. Del mismo modo, van conocer una gran profusión
de escudos, que muestran el poder temporal de los obispos, que de esta forma se comportan como si fueran un noble más. La heráldica episcopal denota, mediante su representación particular y con la colocación de capelos y
borlas, que son personajes religiosos y que ostentan una concreta categoría.
98
Loperráez Corbalán, Juan: Descripción del obispado de Osma. Madrid ,1788. Edición facsímil, 1978, tomo I, p. 295 y tomo II, p.359.
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Turégano
En 1123 la reina
Urraca I donó al obispo de
Segovia la villa de Turégano, si bien, el gran castillo
que vemos actualmente
fue iniciado en la segunda
mitad del siglo XV por el
obispo Juan Arias Dávila
(1461-1497), quien en 1490
marchó a Roma, en donde
hizo su testamento en 1497.
Fig. 39. Vista aérea del castillo de Turégano que
Según se indica en éste, nos
da a conocer que hacia 1471 permite apreciar las diferentes etapas constructivas
había empezado su construcción, “porque estaba tan raíz de tomar que
qualquiera tirano fácilmente lo pudiera ocupar”99. La obra consistió en levantar un cuerpo de tres torres sobre los ábsides de la iglesia, embutiendo su
campanario románico y una barrera alrededor de la iglesia con cuatro cubos
en sus esquinas y aberturas para artillería. Además de un foso perimetral.
Su sucesor, Juan Arias de Villar (1498-1501), continuó las obras forrando la iglesia exteriormente con un muro torreado y un corredor interior
que comunica las cámaras de tiro. Más adelante, el obispo Diego Rivera de
Toledo (1511-1543) construyó un torreón en el cuerpo principal del castillo,
que alberga una escalera para comunicar la liza con los adarves. Ya en 1703
se construyó la espadaña sobre el cuerpo de entrada a la iglesia100.
Bonilla de la Sierra
Desde 1224 consta ya como un lugar de señorío del obispo de Ávila,
siendo fortiicada con una poderosa muralla urbana por el obispo Sancho
Dávila (1312-1340), cuyo escudo campeaba sobre la puerta de ingreso. Su
castillo se erigió en un extremo de la villa, aprovechando dos lienzos de la
muralla urbana con tres de sus torres. Su núcleo lo constituía una torre, posiblemente del siglo XIV, que presenta pinturas de época.
99
Le Flem, Jean Paul. “La premiere versión castillane du testament de don Juan Arias Dávila.
Eveque de Segovie”. Estudios Segovianos, tomo XXII, 64, 1970, p. 36.
100 Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla
y León. León, 1998, p. 207.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 152-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
153
El recinto fue modiicado en el siglo XV con la incorporación de diversos elementos, como garitas, un regruesamiento del muro orientado hacia la villa o construyendo un atajo interior para reducir el tamaño de la
fortaleza. Igualmente se construyó un nuevo sistema de ingreso en codo que
fue reforzado con un cubo circular101.
Fig. 40. Dibujo de principios del siglo XVI del castillo de Bonilla de la Sierra
Huerta de la Obispalía
La planta de este castillo
conquense es alargada, teniendo las torres de sus extremos
con planta pentagonal.
Esta planta indica que
pertenecen a una época anterior
del siglo XIII-XIV. Su torre del
homenaje, con matacanes y
troneras de orbe y cruz, es del
siglo XV. En ella existe una
lápida fechada en 1473, donde
informa que fue construida por Fig. 41. Torre pentagonal del castillo de Huerta
de la Obispalía
Gabriel Condulmario, arcediano de Alarcón, proveedor de la
iglesia de Cuenca por mandato de su tío Jacobo Antonio de Véneris, obispo
de Cuenca, y para apaciguar las luchas de Castilla, fue enviado por la Sede
Apostólica y destinado, por sus méritos y excelsas virtudes primeramente
a la diócesis de León y posteriormente ungido para la diócesis de Cuenca.
101
Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla
y León. León, 1998, p. 209.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 153-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
Acompañando a la lápida
iguran los blasones del
obispo de Cuenca y de su
pariente, el arcediano de
Alarcón. Este obispo, en
1473, fue nombrado cardenal por el papa Sixto I.
Fig. 42. Escudos de Jacobo Antonio de Véneris, obispo
de Cuenca y de Gabriel Condulmario,
arcediano de Alarcón
Los castillos de la mitra de Santiago
Tras la guerra de los irmandiños y la lucha por recuperar el control de
los territorios de la mitra de Santiago ocupados por diversos nobles gallegos, el arzobispo Fonseca inició un ambicioso programa de modernización
de los castillos de la diócesis. Un plan para adaptarse a las armas de fuego y,
sobre todo —y este es el elemento que más representa esta mejora—, la
construcción de baluartes para adaptar los castillos medievales al nuevo empleo de la artillería, y que se situaron en los puntos más estratégicos o neurálgicos de la defensa: sobre todo en la antepuerta o para el control de la
bajada al rio para hacer la aguada.
Fig. 43. Castillo de Vilvestre dibujado por Duarte de Armas a principios del siglo XVI
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 154-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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Entre todos estos castillos, hay que destacar el que un castillo tan
alejado de la diócesis de Santiago, como es el caso de Vilvestre, que está
en la actual provincia de Salamanca, dispuso de un efectivo sistema defensivo. La razón debió radicar en su ubicación junto a la frontera portuguesa y que fuera tomado durante la guerra de sucesión de los RR.CC. En
una descripción de él de principios del siglo XVI (1526) se citan diversos
baluartes. Contaba así con tres baluartes, que defendían las partes más
importantes de la fortaleza, como la puerta de ingreso a la torre del homenaje, o la torre del pozo.102
Otros castillos de la mitra de Santiago también se adaptaron para el
empleo de la artillería. Destaca el baluarte de antepuerta de la fortaleza episcopal de la Barrera103, que se construyó durante el cerco irmandiño de una
manera provisional con piedra menuda y tierra, y que tras el cese de hostilidades fue derribado. También se construyeron estos elementos defensivos
en las fortalezas de Padrón, Castro Monte y Grovas.
Castillos privativos
La Corona de Castilla y León tiene varios e interesantes castillos
“privativos”, construidos durante los siglos XV y XVI. Son idénticos a los
construidos por la nobleza del reino y aquí los obispos actúan como un noble
más, construyendo fortalezas que luego legarán a sus familiares, —incluidos hijos legitimados— y ediicados a mayor gloria terrenal.
El más representativo es el castillo de Villanueva de Cañedo, denominado del “Buen Amor”. Otros ejemplos son los de Serranos de la Torre,
Alaejos, y que a continuación se describen.
Destacan también los castillos burgaleses de Torrecitores y Mazuelo
de Muñó. El de la Torrecítores está formado por una gran torre rodeada por
una barrera almenada y sin torres en sus esquinas. Esta villa fue adquirida a
inales del siglo XV por Juan de Ortega, obispo de Almería, que era natural
de Burgos y capellán de Fernando el Católico. En 1512 fundó mayorazgo
incluyendo la torre.
El castillo de Mazuelo de Muñó, es otro castillo del siglo XV que
fue ampliado y mejorado a mediados del siglo XVI por Andrés Ortega de
Cerezo, chantre de la catedral de Burgos, y curiosamente sobrino del men102
103
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca. 2 vol. Pontevedra, 1984, tomo II, pág. 593-4.
Rodríguez González, Ángel: Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”.
Pleito Tabera-Fonseca. 2 vol. Pontevedra, 1984, tomo I, pág. 66
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 155-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
cionado obispo Juan de Ortega. La obra de este castillo fue realizada por el
afamado arquitecto Juan Vallejo.
Castillo del Buen Amor
En 1477 Alonso de Fonseca, obispo de Ávila, adquirió Villanueva de
Cañedo (Salamanca), convirtiendo la antigua fortaleza en el “castillo del
buen amor”104 como residencia de su amante, Teresa de las Cuevas con la
que tuvo tres hijos, que fueron legitimados por los RR.CC. En 1505 hizo
mayorazgo para su hijo mayor Gutierre de Fonseca. Ambos amantes se
mandaron enterrar en el monasterio de San Ildefonso de Toro, aunque en
capillas separadas: él en lugar principal y ella en la capilla de su suegra, lo
que en cierto modo recuerda al romance del Conde Olinos: “a ella como
hija de reyes la entierran en el altar y a él como hijo de conde cuatro pasos
más atrás”.
Se trata de un castillo de inales del siglo XV que contiene los dos
elementos: el militar, como el foso y la barrera, y el palacial con su patio
porticado; una característica habitual en la fortiicación del reino de Castilla
y León del periodo.
Fig. 44. Patio de armas con galería porticada del castillo del Buen Amor
104
Cobos Guerra, Fernando y Castro Fernández, José Javier de: Castillos y fortalezas. Castilla
y León. León, 1998, p. 144.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 156-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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La extraña planta, con la disposición en diagonal de la torre del homenaje, es poco común en las fortiicaciones del reino. El patio tiene tres lados
abiertos con arcos con la característica decoración del periodo de transición
al siglo XVI y un cuarto lado con fachada cerrada. Cuenta con una gran
ornamentación, plasmada en el patio, en la escalera principal con una balaustrada gótica, chimeneas decoradas con lacerías mudéjares en sus salones
y artesonados policromados y blasonados con las armas de los ascendientes
del obispo Fonseca.
Pese a su condición de palacio tuvo un profundo foso alrededor, por
lo que su acceso se realizaba mediante un puente levadizo, y una barrera
artillera de planta rectangular con cubos circulares en sus esquinas; disponiendo de doble línea de tiro.
Serranos de la Torre
En 1458 consta que el lugar de Serranos de Crepes pertenecía al obispo de Cuenca, Lope de Barrientos y que en el mayorazgo que funda en 1464
ya se denomina como Serranos del Castillo105. Un dato éste que puede servir
para fechar, con un alto grado de iabilidad, la gran torre del homenaje con
su característica guirnalda de matacanes. Dicho obispo con este castillo,
donde campea aún su escudo, creó un mayorazgo a favor de su sobrino Pedro de Barrientos. El castillo fue continuado por éste, que fue capitán del
duque de Alba, con la construcción de una barrera artillera con cubos en los
ángulos y en donde colocó el blasón de su madre, Teresa Barba.
Fig. 45. Torre del homenaje y cubos artilleros del castillo de Serranos de la Torre
105
RAH. CSC. M-6, fol 284vº a 286.
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Alaejos
El 15 de julio de 1453, el rey Juan II de Castilla y León facultaba a
Alonso Fonseca, obispo de Ávila, para que pudiese ediicar una fortaleza en
su villa de Alaejos (Valladolid). El obispo abulense hizo uso de este privilegio y construyó una fortaleza desde la que fundó un mayorazgo en 1462 en
favor de su sobrino. Fernando del Pulgar en su conocida obra “Los Claros
Varones de España” airmaba en 1486 que el arzobispo Alonso de Fonseca
“ediicó de principio en aquella su villa de Alaejos la fortaleza que en ella
está hoy fundada”106.
Al igual que otros obispos, en sus castillos privativos, decoró de manera primorosa el interior de la fortaleza. A título de ejemplo, tenemos que
desde el reino de Granada se “trajeron una piñas ricas labradas de oro, las
quales se pusieron en una pieça que esta cabe la sala rica” 107 para decorar
los artesonados de los salones del castillo-palacio de Alaejos.
La heráldica
Se trata de un tema escasamente tratado y con importantes errores de
interpretación. Los primeros escudos documentados (existentes) en los castillos del reino de Castilla y León son del siglo XIV. El primer escudo datado
corresponde al obispo seguntino Simón Girón de Cisneros (1300-1326), que
campea sobre la puerta del alcázar de Sigüenza y que curiosamente no tiene
los atributos característicos de carácter religioso; en concreto, el capelo y las
borlas. También de la primera mitad del siglo es el escudo que campeaba108
sobre la puerta de la muralla de Bonilla de la Sierra y que correspondía al
obispo Sancho Dávila (1312-1348): por desgracia, el escudo ya no existe y
no puede comprobarse si contaba con atributos religiosos.
De la primera mitad del siglo XIV es el escudo del arzobispo toledano
Gil de Albornoz y Luna (1338-1350), existente en el castillo de Cazorla y
que tampoco cuenta con los elementos distintivos religiosos, pese a encontrarse en un castillo propiedad de la iglesia. Hay que destacar el hecho de
que a pesar de ser dos escudos no son acolados y, por tanto, no representa la
106
107
108
Pulgar, Hernando del: Los Claros Varones de España, 1500. pág. 38.
Vasallo, Luis: “El castillo de Coca y los Fonseca. Nuevas aportaciones y consideraciones
sobre su arquitectura”. Anales de Historia del Arte, 24, 2014, p. 61-85.
Gómez Moreno, Manuel: Catálogo monumental de la provincia de Ávila. Ávila, 1983, p. 351
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 158-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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heráldica de un matrimonio, sino al hijo109. Obviamente, en un castillo de la
diócesis los padres del arzobispo nunca podrían colocar sus blasones.
Fig. 46. Escudos del obispo Juan Arias Villar en el castillo de Turégano y del arzobispo
Gil Albornoz y Luna en el castillo de Cazorla de la Sierra
Años más tarde, en el castillo que diseña Gil Albornoz y Luna en
Spoleto (Italia) ya campean sus armas con capelo y borlas junto, a las del
papa Urbano V. De la segunda mitad es el escudo del arzobispo de Toledo,
Pedro Tenorio (1377-1399), que campea en Alcalá de Henares o en Yepes,
en donde ya igura el capelo y las borlas de su dignidad eclesiástica.
A partir de este momento los escudos ya suelen incorporar el capelo
y las borlas como elementos distintivos de su carácter eclesiástico y diferenciarse de los escudos de la nobleza laica. En los capelos o sombreros,
bien de obispo o bien de cardenal, cuelgan las borlas; según el número que
tengan así se representa la importancia del cargo del poseedor.
Del siglo XV contamos con diversos ejemplos. De prinicipios de siglo
era el escudo del Cardenal Pedro de Fonseca, obispo de Sigüenza (1419-1422),
que contaba con capelo y borlas110. De mediados de siglo es el escudo de Pedro
Montoya (1454-1475), obispo de Osma, que coloca en las murallas del Burgo de
Osma —sin los elementos distintivos de obispo— y del obispo Lope Barrientos,
en el castillo de Serranos de la Torre: un escudo curioso por cuanto solo dispone
de una borla. Los escudos situados en el castillo de Huerta de la Obispalía son
109
110
Modelo idéntico al que hace su hermano Fernán Gómez de Albornoz en el castillo de Arcos
de Jalón quien también pone los escudos de su padre y de su madre, pero que no representa al
matrimonio. Lo que reairma la atribución que hicimos hace unos años, y que fue negada por
Edward Cooper, si bien con escaso fundamento, quien considera, equivocadamente, que para
este periodo cuando existen dos escudos no acolados representan al matrimonio y no al hijo.
Minguella y Arnedo, Toribio: Historia de la diócesis de Sigüenza y de sus obispos. Tomo 2.
Madrid, 1992, p. 124.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 159-174. ISSN: 0482-5748
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MANUEL RETUERCE VELASCO - JOSÉ JAVIER DE CASTRO FERNÁNDEZ
interesantes al incluir un escudo del obispo conquense Jacobo Antonio Véneris,
que cuenta con su capelo y borlas, y del arcediano Gabriel Condumario, que
curiosamente no tiene ningún distintivo de su cargo eclesiástico.
De la segunda mitad del siglo XV, son los escudos de Juan Arias Dávila y Juan Arias Villar en el castillo de Turégano. Si bien, el gran escudo
de este periodo es el que manda colocar el obispo Alonso de Fonseca en su
castillo privativo de Villanueva de Cañedo, que cuenta con su capelo y una
serie de hasta seis borlas; además de decorar el interior del castillo con los
blasones de sus padres, Pedro de Fonseca e Isabel de Quijada.
Del siglo XVI contamos con los escudos de Diego de Ribera en Turégano. En Bonilla, el del obispo Pedro Fernández Temiño (1581-1590); en
Ucero, del obispo Honorato Juan (1564-1566) y del obispo Francisco Tello
Sandoval (1567-1578), en las murallas del Burgo de Osma. El escudo más
curioso de este periodo es el que manda esculpir el canónigo sochantre de
la catedral de Burgos y pronotario apostólico Andrés Ortega, en su castillo
de Mazuelo de Muñó al que incorpora el capelo y una serie de cuatro bolas.
Por último, contamos con un escudo de principios del siglo XVII,
perteneciente al cardenal toledano Bernardo Sandoval y Rojas (1599-1618),
situado en el castillo de Cazorla y que incluye el capelo cardenalicio, las
borlas y la cruz patriarcal.
SIGLO XVI. LAS FORTIFICACIONES ABALUARTADAS
El siglo XVI es el momento en que las armas de fuego determinan la
forma de las fortiicaciones. Nacen los baluartes pentagonales y las grandes
cañoneras donde alojar los nuevos cañones de bronce. Se abandonaban así
los modelos medievales.
Pese a que pueda parecer lo contrario, nos encontramos con nuevas
fortalezas y fortiicaciones promovidas por el clero para defensa de sus catedrales y señoríos. Es el caso de Almería, que debe fortiicarse ante la amenaza interior de rebelión de los moriscos y la amenaza exterior de los piratas
berberiscos desde la cercana Argel; unas amenazas que en deinitiva eran
complementarias.
El segundo ejemplo es la fortiicación que se diseña a inales del siglo
XVI en Santiago de Compostela, promovida por su señor y arzobispo, con
el objeto de defender las reliquias del Santo ante un eventual ataque inglés.
Unas razones muy curiosas, pues transcurridos muchos siglos, se retoma así
lo ocurrido en el siglo XI con la construcción del Castellum Honesti y las
murallas urbanas de Compostela.
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
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El tercer ejemplo son las murallas abaluartadas de Tuy. Una villa de
señorío religioso, donde si bien las obras fueron realizadas por iniciativa
real, las incluimos aquí ya que fueron incentivadas, supervisadas e incluso
modiicadas por el arzobispo de Santiago. Pesaban dos motivos: era el gobernador de Galicia y trataba sobre dos monasterios.
Otra serie de castillos mantuvieron su empleo y se adaptaron o mejoraron para ser residencias. Es el caso de Bonilla de la Sierra, donde los
obispos de Ávila realizaron costosas mejoras y adaptaciones para que fuera
su residencia personal; y otro caso, completamente opuesto, es el castillo de
Turégano, que se adaptó a otras funciones más ingratas como la de ser cárcel
destinada a los religiosos de la diócesis segoviana.
La catedral de Almería
La creciente amenaza de los moriscos y la ayuda que pudieran recibir
por parte de los emigrados en Argel motivaron la necesidad de defender la
ciudad de Almería; una situación que
se agravó tras el terremoto de 1522. Al
año siguiente, llegó a la villa el nuevo
obispo, Diego Fernández de Villalán,
quien aprovechando la necesidad de
construir una nueva catedral decidió
aunar las necesidades defensiva y pastoral.
La nueva catedral, toda ella de
cantería, dispone de una serie de torres
de planta cuadrada y octogonal en la
parte superior, con cañoneras bajas,
del tipo buzón, en sus frentes. La torre
principal es de planta cuadrada y posee un gran tamaño y altura. Los adarves de estas torres, que son poligonales en su parte superior, cuentan con Fig. 47. Torre del claustro de la catedral
troneras de orbe y cruz. Y el muro que de Almería que cuenta con troneras de
las une cuenta con un potente talud y orbe y cruz en el adarve y con cañoneras
de buzón en la parte inferior
con cañoneras situadas sobre él.
Se dotó de almenas, torreones, muros de menor altura y una cubierta
plana sobre la que pudieran emplazarse artillería y arcabuceros; siendo muy
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Fig. 48. Vista aérea de la catedral de Almería que permite
apreciar las diferentes torres que se construyeron para su defensa
interesantes los tres ábsides de planta circular de la iglesia, que están fortiicados con sus almenas y con plataformas para emplazar artillería.
La existencia todavía de troneras de orbe y cruz en el parapeto no
indica que nos encontremos con un sistema del siglo XV. La razón está en
que básicamente se diseñaron para el uso por parte de espingarderos, pues
con este tipo de abertura, al contar con una mirilla, tenían una mejor visión
del exterior; algo que no se conseguía con el nuevo sistema de cañonera de
buzón, que se emplea en las zonas bajas de la fortiicación.
Unas recientes excavaciones realizadas en el entorno de la catedral
han deparado la existencia de una nueva estructura defensiva, que al igual
que los ábsides, es de planta semicircular. Su situación, delante de una puerta lateral hace dudar de que sea una torre111; además, las medidas, el grosor
de muros y el espacio interior existente, nos remite más bien a pensar que se
trata de un baluarte de antepuerta112, de los que diseñaba el capitán general
de la artillería real, Diego de Vera113.
111
112
113
Como ha propuesto Palenzuela Navarro, Antonio: “Una aproximación al carácter defensivo
de la Catedral de Almería: el descubrimiento de la cimentación de una séptima torre defensiva”. Defensive Architecture of the Mediterranean, XV to XVIII centuries. Vol VI, p. 235,
Alicante, 2017.
Castro Fernández, José Javier de y Mateo de Castro, Javier: “Los baluartes artilleros de antepuerta en la Monarquía Hispánica. El baluarte de la fortaleza de Arévalo”. Castillos de
España, 179-180-181. 2016, p. 75-84.
Castro Fernández José Javier de, Mateo de Castro, Javier y Castro Rabadán, Irene de: “Diego
de Vera. El ingeniero de Fernando el Católico”. Castillos de España, 175-176-177-178, p.
57-68. 2015.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 162-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
163
El proyecto para las murallas de Santiago de Compostela
Tras el ataque inglés a la Coruña, el arzobispo de Santiago, Juan de
San Clemente y Torquemada, temió que pudiera repetirse y que el objetivo
de los “herejes” fuera el sepulcro del apóstol Santiago. Por ello, en 1595,
pidió a la Corona que se fortiicase la villa de Santiago de Compostela,
pues para su defensa sólo contaba con las antiguas murallas medievales.
El rey accedió y ordenó a los capitanes Miguel García, teniente de artillero
mayor, y Duarte Núñez, ambos destinados en la Coruña, se reuniesen con
el arzobispo de Santiago y Lope Osorio, conde de Altamira, con el objeto
de confeccionar un sistema defensivo para Compostela que incorporase los
nuevos avances en fortiicación abaluartada114.
El nuevo proyecto, del que contamos con un interesante plano115,
consiste en la construcción de dos grandes baluartes a manera de revellines
que protegen sendas puertas de ingreso a la villa y un castillo elevado, llamado de Santa Susana, con una sugerente planta en estrella, a la manera de
las fortiicaciones atenazadas.
Lo más destacado es el fuerte exterior que emplea el tradicional modelo de la escuela de la Corona Hispánica, basado en las “tenazas y tijeras”, y
que se utiliza principalmente en lugares elevados y con escaso frente
de ataque. Se trata de un
modelo que había sido
diseñado en los años 30
del siglo XVI por el ingeniero Pedro Luis Escrivá116 y que se había
empleado en el nuevo
fuerte de San Antón de
la Coruña, fortaleza en
donde estaban destinaFig. 49. Proyecto realizado por los capitanes Miguel
dos ambos capitanes.
García y Duarte a inales del siglo XVI
para Santiago de Compostela
114
115
116
AGS. GyM, leg. 431.
AGS. MPD-06-107.
Castro Fernández, José Javier de y Mateo de Castro, Javier: “Tijeras y tenazas como innovación tecnológica. De San Telmo de Nápoles a la Goleta de Túnez (1535-1574)”. Guerra y
tecnología: interacción desde la Antigüedad al Presente. Coord. Maria Gajate Bajo y Laura
González Piote. Madrid 2017, pp. 177-205.
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Los castillos residencia
Durante el siglo XVI, algunos de los antiguos castillos medievales,
los menos, van a seguir siendo utilizados por los obispos, si bien con diversos usos. Principalmente dos: el habitual de lugar de residencia, en el caso
de Bonilla de la Sierra, o como presidio, en el caso de Turégano.
En Bonilla de la Sierra (Ávila), el interior del castillo se convirtió así,
en 1552, en un palacio renacentista de la mano del obispo Diego de Álava.
Entre 1581-1590, continuó las obras el obispo Pedro Fernández Temiño,
cuyo escudo campea entre las ruinas de la fortaleza.
Por el contrario, en Turégano, donde se realizaron algunas obras de
mejora durante el primer tercio del siglo XVI, se cambió su función pasando a ser la cárcel de la mitra; en concreto, para eclesiásticos de la diócesis
segoviana. En 1585, alcanzará fama internacional al ser encerrado entre sus
muros Antonio Pérez, secretario de Felipe II.
Otras fortalezas que también fueron mejoradas durante este siglo fueron el castillo de Cazorla, donde además el arzobispo de Toledo, Bernardo
de Sandoval, en 1606, colocó su escudo de armas.
SIGLO XVII
En este siglo priman ya las grandes fortiicaciones que engloban totalmente una población. Si antes se pensaba que era suiciente con un castillo
con baluartes, las nuevas tácticas de guerra obligan a defender en su integridad las grandes villas y ciudades.
A mediados del siglo XVII, España está en guerra contra Portugal y
uno de los principales frentes del conlicto es la zona fronteriza del río Miño.
Y así, la ciudad de Tuy jugará un papel clave al ser una de las principales
poblaciones situadas en su ribera. Si bien la villa seguía el bajo señorío del
obispo, las obras fueron promovidas por la Corona.
En 1663, el ingeniero marqués de Buscayolo realizó un proyecto para
sustituir el antiguo sistema medieval defensivo de Tuy, pues la muralla medieval ya no protegía los nuevos barrios extramuros, bastante amplios y que
habían surgido al amparo de los monasterios de Santo Domingo y San Francisco. Buscayolo, quien también realizó el proyecto defensivo para Ciudad
Rodrigo, dotó a las nuevas murallas con sendos baluartes, pero en él solo
se contemplaba la inclusión del barrio de San Francisco dejando fuera el de
Santo Domingo, que debía derribarse para seguridad de las nuevas defensas.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 164-174. ISSN: 0482-5748
LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
El arzobispo de Santiago, que había sido gobernador de Galicia entre 16611663117, en agosto de 1663
protestó enérgicamente ante
la Corte de este desafuero y
consiguió que en septiembre se obligase a Buscayolo
a trazar un nuevo proyecto
para que englobase también
el barrio de Santo Domingo118. El ingeniero acató,
aunque no aceptó la nueva orden, y como el papel
todo lo soporta, se limitó
a alargar la línea defensiva
añadiendo un nuevo baluarte con lo que se consiguió
incorporar el barrio extramuros de Santo Domingo.
Una modiicación que se
aprecia en los planos119 que
trazó durante 1663, pues en
el plano número 68/009 que
corresponde al primer proyecto, Buscayolo excluyó
el monasterio de Santo Domingo, mientras que en el
número 68/008 ya incluye
este ediicio religioso.
165
Fig. 50. Proyectos para Tuy realizados en 1663 por el
ingeniero marqués de Buscayolo
SIGLO XVIII
Una de las últimas intervenciones de envergadura, en este caso destructivas, realizadas en un castillo o fortiicación perteneciente a un obispa117 Soraluce Blond, José Ramón: Castillos y fortiicaciones de Galicia. La arquitectura militar de los siglos XVI-XVIII. La Coruña,
1985, p. 182.
118
119
AGS. GyM, leg. 2029.
AGS.MPD. 68,009 y 68,008
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do fueron las realizadas en el castillo de Osma durante la guerra de Sucesión. En efecto, durante las excavaciones efectuadas en este castillo por uno
de los autores de este trabajo, en tramos regulares y en una línea paralela a
la muralla sur, apareció toda una serie de fosas abiertas en el terreno de escombros datado de época bajomedieval. Lo interesante es en que todas estas
fosas, al llegar a su fondo, siempre existía un gran boquete de gran anchura
que había sido abierto en la muralla altomedieval. Eran los huecos realizados en la antigua muralla para poder meter la carga con la que volarla y cuya
acción podemos fechar de la época de la guerra de Sucesión. Recordemos
que el obispo de Osma era un ferviente partidario de Felipe V de Borbón
contra el pretendiente Carlos III de Austria. Así, en un momento de la guerra, en el que los austriacos amenazaban con entrar por la zona de Soria, el
obispo de Osma, ante el peligro de que la población cayera en manos de las
tropas del pretendiente, fortiicó diversos sectores del Burgo de Osma y dispuso la colocación de minas en su castillo de Osma con el objeto de que los
atacantes no pudieran establecer sus defensas en un lugar tan estratégico y
lo convirtieran incluso en un verdadero padrastro contra la zona de la catedral. Por suerte para la fortaleza, las tropas del archiduque nunca lograron
llegar hasta la localidad soriana.
Fig. 51. Castillo de Osma. Boquetes efectuados durante la Guerra de Sucesión en la base
de la muralla oeste del castillo con el in de poner las cargas para su voladura
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LAS FORTIFICACIONES EPISCOPALES DE LA CORONA DE CASTILLA
167
CONCLUSIONES
A modo de conclusión, en cuanto a los castillos episcopales de la
Corona de Castilla, hay que decir que a lo largo de la Edad Media al mismo
tiempo que se construyeron castillos otros varios fueron afectados por diversos ataques o fueron derribados. Así, la agresión a la catedral de Santiago en
el siglo XII o los llevados a cabo por los irmandiños en la segunda mitad del
siglo XV, que durante dos años mantienen encerrado dentro de un castillo
al arzobispo Alonso de Fonseca. También es caso de derribo el castillo de
Fermoselle, en el siglo XIII. De igual modo, se produjeron varias coniscaciones reales y fue arrasado el alcázar de Palencia.
El levantamiento de fortiicaciones y castillos episcopales nos muestra que pese al respeto que se tenía a la religión y a sus administradores, los
obispos, estos se vieron constantemente inmersos en las revueltas habidas
en el reino, sujetos a la inseguridad general y que, por lo tanto, se les tratara
como a un señor feudal más.
No existe una tipología original de las fortalezas promovidas por los
obispos, pues incorporan las mismas estructuras y elementos que la realeza
o la nobleza de cada momento. Por tanto, los castillos de la mitra no se diferenciarán apenas de los construidos por la realeza o nobleza; e igual sucede
en los castillos privativos de los obispos, que son como un castillo más de un
noble. Así, desde el siglo XIV, los castillos serán utilizados por sus señores,
en este caso eclesiásticos, como una de las principales manifestaciones simbólicas de su poder. En ellos, sus escudos de armas recordaban con claridad,
plástica y visualmente, a modo de irma, quienes eran sus constructores y
poseedores. La heráldica también en estos castillos es un claro elemento
ensalzador del linaje del constructor: muy útiles ante los extraños, pues les
enseñaba a respetarlo, y para los aines, a los que aleccionaba a estimarlo y
recordarlo.
Lo que puede marcar algo más la diferencia de las fortiicaciones
episcopales con respecto a todas las demás, es el tema concreto de las catedrales, que debían adaptarse a una planta deinida por el culto. Por lo que,
como en el caso de Santiago, se deben añadir elementos defensivos como
más torres. Y así, además de éstas, las puertas y los cimborrios se tratan
como elementos defensivos, dándose también algunos casos curiosos como
en el de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. En deinitiva, el modelo de fortiicación de una catedral se realiza mediante la construcción de
grandes torres encuadrando la puerta principal, el empleo de la zona del ábside y del cimborrio como una torre defensiva más y la fortiicación de todo
su perímetro mediante un adarve almenado que recorría toda la línea de las
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naves. Posteriormente se decidió fortiicar el claustro con la construcción de
torres o la inclusión de grandes garitas defensivas.
Un aspecto a destacar es la inluencia que ejerció la fortiicación religiosa de la Corona de Castilla en otros territorios europeos, como fueron
los Estados Pontiicios, en Italia, o de la Orden de San Juan de Jerusalén, en
la isla de Rodas.
Destacan así el castillo de Spoleto, construido por el legado pontiicio, el cardenal Gil Albornoz y Luna, en el segundo tercio del siglo XIV,
donde se introduce el genuino sistema castellano de girar las torres cuadradas para evitar los espacios muertos y así ampliar su defensa desde el adarve
de la muralla del castillo. Del mismo modo, la inluencia castellana sobresale en la torre de Naillac, con sus características garitas de esquina; una fortiicación construida en el primer cuarto del siglo XV para la protección del
puerto de la ciudad de Rodas, un área ésta que precisamente estaba encomendada a los caballeros hospitalarios de la Lengua de Castilla y León.
Fig. 52. Torre de Naillac en Rodas, con las características garitas
de la Corona de Castilla
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