LA
TIERRA
MÁS
AJENA
(1955)
DÍAS
CONTRA
EL
ENSUEÑO
HUMO
REMINISCENCIAS
AGUA
DE
LUMBRE
SER
INCOLORO
NEMO
VAGAR
EN
LO
OPACO
TRATANDO
A
LA
SOMBRA
ROJA
NOCHE
MI
BOSQUE
POEMA
A
MI
PAPEL
...DE
MI
DIARIO
REMINISCENCIAS
QUIROMÁNTICAS
DIBUJO
AJEDREZ
HOMBRE
COMÚN
SEGUIRÉ
YO
SOY...
PUERTO
ADELANTE
UN
SIGNO
EN
TU
SOMBRA
IRME
EN
UN
BARCO
NEGRO
CIELO
SÓLO
UN
AMOR
MÁS
ALLÁ
DEL
OLVIDO
LEJANÍA
LA
ÚLTIMA
INOCENCIA
(1956)
A
León
Ostrov
SALVACIÓN
LA
DE
LOS
OJOS
ABIERTOS
LAS
AVENTURAS
PERDIDAS
ÁRBOL
DE
DIANA
(1962)
OTROS
POEMAS
CAROLINE
DE
GUNDERODE
RECONOCIMIENTO
PRESENCIA
ENCUENTRO
TU
VOZ
LOS
PASOS
PERDIDOS
LOS
TRABAJOS
Y
LAS
NOCHES
SENTIDO
DE
SU
AUSENCIA
INFANCIA
EN
UN
LUGAR
PARA
HUIRSE
FIESTA
CUARTO
SOLO
HISTORIA
ANTIGUA
FORMAS
MEMORIA
DEL
OTRO
LADO
EXTRACCIÓN
DE
LA
PIEDRA
DE
LOCURA
(1968)
I
(1966)
CANTORA
NOCTURNA
PRIVILEGIO
NUIT
DE
COUER
CUENTO
DE
INVIERNO
EN
LA
OTRA
MADRUGADA
FRAGMENTOS
PARA
DOMINAR
EL
SILENCIO
SORTILEGIOS
II
(1963)
ESCRITO
EN
EL
ESCORIAL
ESTAR
INMINENCIA
CONTINUIDAD
ADIOSES
DEL
VERANO
COMO
AGUA
SOBRE
UNA
PIEDRA
III
IV
(1964)
EL
INFIERNO
MUSICAL
(1971)
PIEDRA
FUNDAMENTAL
OJOS
PRIMITIVOS
EL
INFIERNO
MUSICAL
EL
DESEO
DE
LA
PALABRA
LA
PALABRA
DEL
DESEO
NOMBRES
Y
FIGURAS
II
LAS
UNIONES
POSIBLES
LAZO
MORTAL
III
FIGURAS
DE
LA
AUSENCIA
LA
PALABRA
QUE
SANA
LOS
DE
LO
OCULTO
GESTO
PARA
UN
OBJETO
ENDECHAS
POEMAS
NO
RECOGIDOS
EN
LIBROS
LAMENTO
APROXIMACIONES
1962-‐1972
EN
LA
OSCURIDAD
ABIERTA
LA
OSCURA
MEMORIAL
FANTASMA
CUADRO
AFFICHE
UNA
PALABRA
ALEJANDRA
PIZARNIK
****
Poesía
Completa
(1955-‐1972)
LA
TIERRA
MÁS
AJENA
(1955)
¡Ah!
El
infinito
egoísmo
de
la
adolescencia,
el
optimismo
estudioso:
¡cuán
lleno
de
flores
estaba
el
mundo
ese
verano!
Los
aires
y
las
formas
muriendo...
A.
Rimbaud
DÍAS
CONTRA
EL
ENSUEÑO
No
querer
blancos
rodando
en
planta
movible.
No
querer
voces
robando
semillosas
arqueada
aéreas.
No
querer
vivir
mil
oxígenos
nimias
cruzadas
al
cielo.
No
querer
trasladar
mi
curva
sin
encerar
la
hoja
actual.
No
querer
vencer
al
imán
la
alpargata
se
deshilacha.
No
querer
tocar
abstractos
llegar
a
mi
último
pelo
marrón.
No
querer
vencer
colas
blandas
los
árboles
sitúan
las
hojas.
No
querer
traer
sin
caos
portátiles
vocablos.
HUMO
marcos
rozados
en
callado
hueso
agitan
un
cocktail
humeante
miles
de
calorías
desaparecen
ante
la
repicante
austeridad
de
los
humos
vistos
de
atrás
dos
manos
de
trébol
roto
casi
enredan
los
dientes
separados
y
castigan
las
oscuras
encías
bajo
ruidos
recibidos
al
segundo
los
pelos
ríen
moviendo
las
huellas
de
varios
marcianos
cognac
boudeaux-‐
amarillento
rasca
retretes
sanguíneos
tres
voces
fonean
tres
besos
para
mí
para
ti
para
mí
pescar
la
calandria
eufórica
en
chapas
latosas
ascendente
faena!
REMINISCENCIAS
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
cuatro
números
giran
insidiosos
ennegreciendo
las
confituras
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
caminaba
trillada
sobre
pozo
oscuro
los
brillos
lloraban
a
mis
verdores
y
yo
miraba
y
yo
miraba
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
recordar
tres
rugidos
de
tiernas
montañas
y
radios
oscuras
dos
copas
amarillas
dos
gargantas
raspadas
dos
besos
comunicantes
de
la
visión
de
una
existencia
a
otra
existencia
dos
promesas
gimientes
de
tremendas
locuacidades
ajenas
dos
promesas
de
no
ser
de
sí
ser
de
no
ser
dos
sueños
jugando
la
ronda
del
sino
en
derredor
de
un
cosmos
de
champagne
amarillo
blanquecino
dos
miradas
cerciorando
la
avidez
de
una
estrella
chiquita
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
cuatro
números
ríen
en
volteretas
desabridas
muere
uno
nace
uno
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
sones
de
nenúfares
ardientes
desconectan
mis
futuras
sombras
un
vaho
desconcertante
rellena
mi
soleado
rincón
la
sombra
del
sol
tritura
la
la
esfinge
de
mi
estrella
las
promesas
se
coagulan
frente
al
signo
de
estrellas
estranguladas
y
el
tiempo
estranguló
mi
estrella
pero
su
esencia
existirá
en
mi
intemporal
interior
brilla
esencia
de
mi
estrella!
AGUA
DE
LUMBRE
Sí.
Llueve...
el
cielo
gime
montones
desteñidos
sombras
mojadas
recogen
sus
trozos
cavidades
barrosas
tremendas
mezquinas
gotas
de
agua
sulfurada
si
bien
no
sé
cómo
recojo
las
masas
de
ver
si
me
agita
la
pálida
lumbre
tremendo
espesor
de
perros
y
gatos
las
gotas
siguen
SER
INCOLORO
(al
conejito
que
se
comía
las
uñas)
costura
desclavada
en
mi
caos
humor
diario
repiqueo
infinito
arpa
rayada
cadáveres
llorosos
mar
salino
tu
opacidad
quitará
fuentes
de
verde
jabón
banderines
colorados
en
mano
derecha
de
uñas
comidas
NEMO
no
llegará
lejos
el
día
de
raro
verdor
en
que
cantaré
a
la
luna
odiada
que
da
luz
a
mi
espesa
cabeza
cortada
[a
la
navaja
que
da
luz
a
los
vientos
brutales
a
las
flores
agudas
que
arden
en
los
dedos
bajo
las
curitas
benignas
a
la
estrella
que
se
oculta
cuando
se
la
llama
a
la
lluvia
húmeda
contoneándose
en
su
desnudez
repulsiva
el
sol
amarillo
que
traspasa
las
pieles
marcando
oscuras
huellas
el
relojito
enviado
desde
el
infierno
interruptor
de
los
bellos
sueños
a
los
mares
helados
arrastrando
basuras
olas
cintillos
dorados
ardores
[en
los
ojos
VAGAR
EN
LO
OPACO
mis
pupilas
negras
sin
ineluctables
chispitas
mis
pupilas
grandes
polen
lleno
de
abejas
mis
pupilas
redondas
disco
rayado
mis
pupilas
graves
sin
quiebro
absoluto
mis
pupilas
rectas
sin
gesto
innato
mis
pupilas
llenas
pozo
bien
oliente
mis
pupilas
coloreadas
agua
definida
mis
pupilas
sensibles
rigidez
de
lo
desconocido
mis
pupilas
salientes
callejón
preciso
mis
pupilas
terrestres
remedos
cielinos
mis
pupilas
oscuras
piedras
caídas
TRATANDO
A
LA
SOMBRA
ROJA
su
soledad
maúlla
ceros
y
ceros
vertiente
de
olores
ingenuos
retina
ante
desconocido
las
brisas
sonantes
retornan
picando
su
ser
de
sonrisas
y
dientes
abiertos
reír
en
la
noche
soleada
del
vigoroso
participio
NOCHE
correr
no
sé
dónde
aquí
o
allá
singulares
recodos
desnudos
basta
correr!
trenzas
sujetas
a
mi
anochecer
de
caspa
y
agua
colonia
rosa
quemada
fósforo
de
seda
creación
sincera
en
surco
capilar
la
noche
desanuda
su
bagaje
de
blancos
y
negros
tirar
detener
su
devenir
MI
BOSQUE
acumular
deseos
en
plantas
ingratas
referir
lo
tuyo
en
verdor
solemne
y
entonces
vendrán
diez
caballos
a
tirar
la
cola
al
viento
negro
moverán
las
hojas
sus
crines
mojadas
y
vendrá
la
escuadra
redondeando
versos
POEMA
A
MI
PAPEL
leyendo
propios
poemas
penas
impresas
trascendencias
cotidianas
sonrisa
orgullosa
equívoco
perdonado
es
mío
es
mío
es
mío!
leyendo
letra
cursiva
latir
interior
alegre
sentir
que
la
dicha
se
coagula
o
bien
o
mal
o
bien
extrañeza
de
sentirse
innatos
cáliz
armonioso
y
autónomo
límite
en
dedo
gordo
de
pie
cansado
y
pelo
lavado
en
rizosa
cabeza
no
importa:
es
mío
es
mío
es
mío.!!
...DE
MI
DIARIO
Miraba
los
coches
en
arreglo
sin
sus
vestiduras
metálicas
las
partes
delanteras
semejaban
calaveras
recién
estrenadas
Un
sol
amarillo
dejaba
caer
indiferente
pedazos
luminosos
de
algo
coloreado
más
las
sombras
persistían
aún
en
los
retazos
del
astro.
Se
sentía
cansada
ante
las
nubosidades
que
no
se
movían
un
blue
rumiaba
aburrido
en
su
interior
pasos
extravagantes
marcaban
sus
dedos
movilidad
acompasada
de
alfombra
y
ballet.
REMINISCENCIAS
QUIROMÁNTICAS
dos
manos
de
flores
pendientes
resumen
la
burda
escultura
de
exóticas
formas
que
brillan
vendiendo
a
las
brujas
el
augusto
signo
de
vida
por
muerte
leyendo
en
las
líneas
las
miles
de
veces
que
vences
o
gimes
o
lloras
o
ríes
o
emprendes
camino
a
un
paso
fijo
que
lucha
en
la
noche
repeliendo
los
viles
ataúdes
que
esgrime
el
fracaso
DIBUJO
La
rodilla
de
la
ensenada
Huele
primores
bien
escritos
Escarchas
salientes
mojan
su
Cuerpo
arqueado
Mil
relojes
zumban
Las
horas
de
las
mil
distancias
Y
el
florero
renace
Bajo
la
sombra
de
la
catacumba
AJEDREZ
todavía
la
enclítica
no
destruye
los
peones
reverentes
ante
él
millares
de
montañas
revientan
exquisitas
delante
del
sol
rojo
(no
sol
amarillo)
pensar
innato
en
moldeadas
rejas
torta
trashumeante
de
vela
sin
fogón
quisiera
ser
masa
lingüística
para
cortarle
la
barba
ondas
en
preciosa
lumbre
alzar
bandera
gratuita
kilómetros
de
nueces
y
golpes
en
relevante
torniquete
HOMBRE
COMÚN
siempre
reniega
azules
conforme
a
la
ruta
negra
la
línea
recta
negra
la
tierra
sana
temblor
extraño
que
no
agita
pechos
sí
y
no
velludos
esperanzas
no
fundidas
revuelven
a
él
a
ella
a
todos
mirad!
su
carne
transborda
reminiscencias
ganado
opaco
SEGUIRÉ
roto
marco
centra
este
todo
de
árbol
castrado
llorando
medir
cada
paso
a
lo
largo
si
no
se
perturba
la
luna
la
luz
redondea
blancuras
de
nabos
rallados
tirar
cada
envoltura
si
no
se
distorsiona
lo
negro
la
música
enrojece
la
ruta
de
cada
pequeño
húmedo
girar
girar
girar
percibir
junto
al
marco
roto
sentires
de
tacos
y
muelas
querer
agarrarlo
todo
UN
BOLETO
OBJETIVO
1
entre
los
soplos
de
tantas
arterias
hurgo
agazapada
en
los
bolsillos
de
mi
campera
tratando
de
hallar
algo
que
haga
flotar
mi
destripada
aurora
2
miro
rostros
busco
rostros
hallo
rostros
la
imagen
de
su
igualdad
enfría
la
estética
desde
la
ventanilla
tranviaria
mi
asiento
es
la
cima
del
mundo
3
vuelan
uñas
brazos
anillos
peces
vienen
sonidos
azules
rojos
verdes
desfile
que
hierve
en
tremendos
borbotones
mas
nada
altera
insinuante
la
seguridad
en
mi
asiento
YO
SOY...
mis
alas?
dos
pétalos
podridos
mi
razón?
copitas
de
vino
agrio
mi
vida?
vacío
bien
pensado
mi
cuerpo?
un
tajo
en
la
silla
mi
vaivén?
un
gong
infantil
mi
rostro?
un
cero
disimulado
mis
ojos?
ah!
trozos
de
infinito
DÉDALUS
JOYCE
Hombre
funesto
de
claves
nocturnas
y
cuerpo
desnudo
junto
al
río
profundo
de
brillantes
escupidas.
Hombre
de
ojos
anti-‐miopes
exploradores
de
infinidad.
Hombre
de
rostro
en
sombra
y
cuerpo
genio
abstracto.
Hombre
sin
miedo
de
pluma
en
mano
ni
de
ojos
en
ser
ni
sonrisa
suprema.
Hombre
dios
llegaste
solo
de
infinitudes
asombrofantasmales
ornado
de
lágrimas
de
superioridad
vergonzante.
Hombre
destructor
de
tabúes
y
cielos
estrellados.
Hombre
de
frágiles
vestidos
que
caen
dejando
hermanos
desnudos.
Hombre
sin
alimento
para
otorgar
a
los
que
buscan.
Hombre
de
altos
mares
de
surcos
desolados.
Hombre-‐barco
blanco.
Hombre
que
arrancaste
el
vómito
para
sepultar
el
mito.
Hombre
de
tiempo
y
espacio
que
arrancan
cuerdas
locuras.
Hombre
superhombre,
frialdad
y
tibieza
en
conjunción.
Hombre.
PUERTO
ADELANTE
Noche
tibia
sensación
placentera.
Los
sones
abstractos
de
las
vías
colmaban
sus
oídos
eufóricos.
Pensaba
en
el
puerto
que
veía
tan
seguido...puerto
de
colores
impresionistas
y
hombrea
sucios
de
brazos
mojados
y
brillosos
y
vello
crecido
y
húmedo.
Hombres
impasibles
a
la
lejanía
maravillosa,
al
cielo
entre
los
barcos,
al
paisaje
de
conjunto,
al
suelo
atiborrado
de
objetos
de
lugares
remotos
como
pedazos
de
mundo
en
el
melancólico
corazón
de
un
mar...
Sí.
Hundirse
una
noche
en
las
calles
del
puerto.
Caminar,
caminar...
Sí.
Sola.
Siempre
sola.
Lenta,
muy
lentamente.
Y
el
aire
estará
enrarecido,
será
un
aire
cosmopolita
y
el
suelo
lleno
de
papeles
de
cigarrillos
que
alguna
vez
existieron,
blancos
y
hermosos.
Sí.
Se
seguirá
caminando.
Hundirse,
oscuridad,
caminar...
Sí.
Y
una
estrella
dará
su
color
al
ancla
de
plata
que
llevaba
en
su
pecho.
Tirar
el
ancla.
Sí.
Muy
junto
a
ese
barco
gigante
de
rayas
rojas
y
blancas
y
verdes...irse,
y
no
volver.
EN
EL
PANTANILLO
A
don
Federico
Valle
1
Mil
pasos
arrastran
pacientes
las
suelas
maduras
en
rocas
distintas.
Tal
vez
una
gota
gima
deseando
la
antigua
espesura
en
tardes
más
libres
que
ésta
(balbuceante
de
colorido
impuro,
el
sol
inhibido,
de
agua
cobriza,
de
potros
con
colas
etéreas,
de
llanto
de
cactus
impotente...).
La
cascada
reverdea
los
pastos
silenciosos
que
nutren
la
negra
pelambre
de
la
tierra
vestida
de
brillo.
Sombras
persistentes,
imágenes
constantes
que
obligan
a
las
retinas
a
cargarlas
alegremente
en
frágiles
moles.
Montañas
vibrantes
de
cercanía
solar,
de
lluvia
inaudita,
de
flores
invisibles
posibles
de
crear
bajo
tanto
cielo,
tanta
lumbre
cromática,
tanta
conjetura
de
lugar.
2
Mis
dedos
teclean
iguales...(acaso
contribuyan
con
sus
ruidos
a
aumentar
los
fondos
de
los
ruidos
naturales).
Las
voces
se
elevan
queriendo
matizar
las
aspiraciones
de
soledad
a
que
obligan
los
espacios.
Cánticos
pujantes
de
fragancia
primaveral
caen
sorpresivamente
en
la
niebla.
Los
espacios
espesan
las
notas.
Labios
cerrados
por
arrugas
hábilmente
conseguidas.
Labios
plegados
sobre
dientes
felices.
Labios
que
ríen
bajo
la
opresión
tensa
del
ungido
manto
de
varios
tonos
(yo
rojo,
tú
azul,
él
verde,
ella
gris...).
Comienza
la
lid
cromática.
Cada
color
requiere
un
espacio
mayor
en
la
tela.
Claro
que
ninguno
quiere
sucumbir.
Claro
que
ninguno
desea
disolverse
anónimamente.
Y
así
se
sigue,
así
se
camina,
así
se
mira
esfumar
las
blanco-‐negras
hojitas
de
este
calendario
que
transpira
el
sudor
de
un
calor
intangible.
3
Las
montañas
permanecen
impávidas.
Tremenda
duda:
arañarse
bajo
el
manto
carnal
o
remover
los
tallos
difusos
tratando
de
encontrar
a
la
luz
de
un
embeleso
descolorido
el
perfil
de
la
flor
única.
UN
SIGNO
EN
TU
SOMBRA
IRME
EN
UN
BARCO
NEGRO
las
sombras
escudan
al
humo
veloz
que
danza
en
la
trama
de
este
festival
silencioso
las
sombras
esconden
varios
puntos
oscuros
que
giran
y
giran
entre
tus
ojos
mi
pluma
retarda
el
TÚ
anhelante
mi
sien
late
mil
veces
TU
nombre
si
tus
ojos
pudieran
venir!
acá
si
amor
acá
entre
las
sombras
el
humo
y
la
danza
entre
las
sombras
lo
negro
y
yo
CIELO
mirando
el
cielo
me
digo
que
es
celeste
desteñido
(témpera
azul
puro
después
de
una
ducha
helada)
las
nubes
se
mueven
pienso
en
tu
rostro
y
en
ti
y
en
tus
manos
y
en
el
ruido
de
tu
pluma
y
en
ti
pero
tu
rostro
no
aparece
en
ninguna
nube!
yo
esperaba
verlo
adherido
a
ella
como
un
trozo
de
algodón
enyodado
dentro
de
la
tela
adhesiva
sigo
caminando
un
cocktail
mental
embaldosa
mi
frente
no
sé
si
pensar
en
el
cielo
o
en
ti
y
si
tirara
una
moneda?
(cara
tú
seca
cielo)
no!
tu
ser
no
se
arriesga
y
yo
te
deseo
te
de-‐se-‐o!
cielo
trozo
de
cosmos
cielo
murciélago
infinito
inmutable
como
los
ojos
de
mi
amor
pensemos
en
los
dos
los
dos
tú
+
cielo
=
mis
galopantes
sensaciones
biformes
bicoloreadas
bitremendas
bilejanas
lejanas
lejanas
lejos
sí
amor
estás
lejos
como
el
mosquito
sí!
Ese
que
persigue
a
una
mosquita
junto
al
farol
amarillosucio
que
vigila
bajo
el
cielo
negrolimpio
esta
noche
angustiosa
llena
de
dualismos
VOY
CAYENDO
1
el
vino
es
como
un
llanto
desolado
que
humedece
mi
juventud
frente
a
tus
besos
que
otra
deglute
el
vino
es
el
elixir
que
pulveriza
los
pestilentes
deseos
de
mi
cuerpo
que
aletea
gimiendo
frente
a
tu
efigie
de
sombra
amodorrada
2
el
vino
se
aclara
mezclado
a
mis
lágrimas
tan
mudas
tu
rostro
de
gitano
enharinado
aparece
en
cada
burbuja
mi
garganta
es
un
archipiélago
maldito
mi
sien
la
tapa
de
un
pozo
inmundo
desearte
amor
y
enfrentar
tu
altura
con
cursis
angustias!
SÓLO
UN
AMOR
Mi
amor
se
amplía.
Es
un
paracaídas
perfecto.
Es
un
clic
que
se
exhala
y
su
pecho
se
hace
inmenso.
Mi
amor
no
ruge
no
clama
no
ruega
no
ríe.
Su
cuerpo
es
un
ojo.
Su
piel
es
un
mapamundi.
Mis
palabras
perforan
la
última
señal
de
su
nombre.
Mis
besos
son
anguilas
que
él
Se
ufana
en
dejar
resbalar.
Mis
caricias
un
chorro
reminiscente
de
música
sobre
fuentes
de
Roma.
Nadie
pudo
huir
aún
de
su
territorio
anímico.
No
hay
rutas
ni
pliegues
ni
insectos.
Todo
es
tan
terso
que
mis
lágrimas
se
sublevan.
Mi
creación
es
una
mojigatería
junto
a
su
rubio
carromato.
En
estos
momentos
el
tintero
alza
vuelo
y
enfila
hacia
linderos
inacabables
de
mosquitos
haciendo
el
amor.
Suena
el
fatídico
sonido.
Ya
no
vuelo.
Es
mi
amor
que
se
amplía.
MÁS
ALLÁ
DEL
OLVIDO
alguna
vez
de
un
costado
de
la
luna
verás
caer
los
besos
que
brillan
en
mí
las
sombras
sonreirán
altivas
luciendo
el
secreto
que
gime
vagando
vendrán
las
hojas
impávidas
que
algún
día
fueron
lo
que
mis
ojos
vendrán
las
mustias
fragancias
que
innatas
descendieron
del
alado
son
vendrán
las
rojas
alegrías
que
burbujean
intensas
en
el
sol
que
redondea
las
armonías
equidistantes
en
el
humo
danzante
de
la
pipa
de
mi
amor
LEJANÍA
Mi
ser
henchido
de
barcos
blancos.
Mi
ser
reventado
sentires.
Toda
yo
bajo
las
reminiscencias
de
tus
ojos.
Quiero
destruir
la
picazón
de
tus
pestañas.
Quiero
rehuir
la
inquietud
de
tus
labios.
Por
qué
tu
visión
fantasmagórica
redondea
las
cálices
de
estas
horas?
LA
ÚLTIMA
INOCENCIA
(1956)
A
León
Ostrov
SALVACIÓN
Se
fuga
la
isla
Y
la
muchacha
vuelve
a
escalar
el
viento
y
a
descubrir
la
muerte
del
pájaro
profeta
Ahora
es
el
fuego
sometido
Ahora
es
la
carne
la
hoja
la
piedra
perdidos
en
la
fuente
del
tormento
como
el
navegante
en
el
horros
de
la
civilización
que
purifica
la
caída
de
la
noche
Ahora
La
muchacha
halla
la
máscara
del
infinito
y
rompe
el
muro
de
la
poesía.
ALGO
noche
que
te
vas
dame
la
mano
obra
de
ángel
bullente
los
días
se
suicidan
¿por
qué?
noche
que
te
vas
buenas
noches
LA
DE
LOS
OJOS
ABIERTOS
la
vida
juega
en
la
plaza
con
el
ser
que
nunca
fui
y
aquí
estoy
baila
pensamiento
en
la
cuerda
de
mi
sonrisa
y
todos
dicen
que
esto
pasó
y
es
va
pasando
va
pasando
mi
corazón
abre
la
ventana
vida
aquí
estoy
mi
vida
mi
sola
y
aterida
sangre
percute
en
el
mundo
pero
quiero
saberme
viva
pero
no
quiero
hablar
de
la
muerte
ni
de
sus
extrañas
manos.
ORIGEN
Hay
que
salvar
al
viento
los
pájaros
queman
el
viento
en
los
cabellos
de
la
mujer
solitaria
que
regresa
de
la
naturaleza
y
teje
tormentos
Hay
que
salvar
al
viento
LA
ENAMORADA
esta
lúgubre
manía
de
vivir
esta
recóndita
humorada
de
vivir
te
arrastra
alejandra
no
lo
niegues.
hoy
te
miraste
en
el
espejo
y
te
fue
triste
estabas
sola
la
luz
rugía
el
aire
cantaba
pero
tu
amado
no
volvió
enviarás
mensajes
sonreirás
tremolarás
tus
manos
así
volverá
tu
amado
tan
amado
oyes
la
demente
sirena
que
lo
robó
el
barco
con
barbas
de
espuma
donde
murieron
las
risas
recuerdas
el
último
abrazo
oh
nada
de
angustias
ríe
en
el
pañuelo
llora
a
carcajadas
pero
cierra
las
puertas
de
tu
rostro
para
que
no
digan
luego
que
aquella
mujer
fuiste
tú
te
remuerden
los
días
te
culpan
las
noches
te
duele
la
vida
tanto
tanto
desesperada,
¿adónde
vas?
desesperada
¡nada
más!
CANTO
el
tiempo
tiene
miedo
el
miedo
tiene
tiempo
el
miedo
pasea
por
mi
sangre
arranca
mis
mejores
frutos
devasta
mi
lastimosa
muralla
destrucción
de
destrucciones
sólo
destrucción
y
miedo
mucho
miedo
miedo.
CENIZAS
La
noche
se
astilló
en
estrellas
mirándome
alucinada
el
aire
arroja
odio
embellecido
su
rostro
con
música.
Pronto
nos
iremos
Arcano
sueño
antepasado
de
mi
sonrisa
el
mundo
está
demacrado
y
hay
candado
pero
no
llaves
y
hay
pavor
pero
no
lágrimas.
¿Qué
haré
conmigo?
Porque
a
Ti
te
debo
lo
que
soy
Pero
no
tengo
mañana
Porque
a
Ti
te...
La
noche
sufre.
SUEÑO
Estallará
la
isla
del
recuerdo
La
vida
será
un
acto
de
candor
Prisión
para
los
días
sin
retorno
Mañana
los
monstruos
del
bosque
destruirán
la
playa
sobre
el
vidrio
del
misterio
Mañana
la
carta
desconocida
encontrará
las
manos
del
alma
NOCHE
Quoi,
toujours?
Entre
moi
sans
cesse
et
Le
bonheur!
G.
DE
NERVAL
Tal
vez
esta
noche
no
es
noche
debe
ser
un
sol
horrendo,
o
lo
otro,
o
cualquier
cosa...
¡Qué
sé
yo!
¡Faltan
palabras,
falta
candor,
falta
poesía
cuando
la
sangre
llora
y
llora!
¡Pudiera
ser
tan
feliz
esta
noche!
Si
sólo
me
fuera
dado
palpar
las
sombras,
oír
pasos
decir
<buenas
noches>
a
cualquiera
que
pasease
a
su
perro,
miraría
la
luna,
dijera
su
extraña
lactescencia,
tropezaría
con
piedras
al
azar,
como
se
hace.
Pero
hay
algo
que
rompe
la
piel,
una
ciega
furia
que
corre
por
mi
venas.
¡Quiero
salir!
Cancerbero
del
alma:
¡Deja,
déjame
traspasar
tu
sonrisa!
¡Pudiera
ser
tan
feliz
esta
noche!
Aún
quedan
ensueños
rezagados.
¡Y
tantos
libros!
¡Y
tantas
luces!
¡Y
mis
pocos
años!
¿Por
qué
no?
La
muerte
está
lejana.
No
me
mira.
¡Tanta
vida
Señor!
¿Para
qué
tanta
vida?
SOLAMENTE
ya
comprendo
la
verdad
estalla
en
mis
deseos
y
en
mis
desdichas
en
mis
desencuentros
en
mis
desequilibrios
en
mis
delirios
ya
comprendo
la
verdad
ahora
a
buscar
la
vida
A
LA
ESPERA
DE
LA
OSCURIDAD
Ese
instante
que
no
se
olvida
Tan
vacío
devuelto
por
las
sombras
Tan
vacío
rechazado
por
los
relojes
Ese
pobre
instante
adoptado
por
mi
ternura
Desnudo
desnudo
de
sangre
de
alas
Sin
ojos
para
recordad
angustias
de
antaño
Sin
labios
para
recoger
el
sumo
de
las
violencias
Perdidas
en
el
centro
de
los
helados
campanarios.
Ampáralo
niña
ciega
del
alma
Ponle
tus
cabellos
escarchados
por
el
fuego
Abrázalo
pequeña
estatua
de
terror
Señálale
el
mundo
convulsionado
a
tus
pies
A
tus
pies
mueren
las
golondrinas
Tiritantes
de
pavor
frente
al
futuro
Dile
que
los
suspiros
del
mar
Humedecen
las
únicas
palabras
Por
las
que
vale
vivir.
Pero
ese
instante
sudoroso
de
nada
Acurrucado
en
la
cueva
del
destino
Sin
manos
para
decir
nunca
Sin
manos
para
regalar
mariposas
A
los
niños
muertos
LA
ÚLTIMA
INOCENCIA
Partir
en
cuerpo
y
alma
partir.
Partir
deshacerse
de
las
miradas
piedras
opresoras
que
duermen
en
la
garganta.
He
de
partir
no
más
inercia
bajo
el
sol
no
más
sangre
anonadada
no
más
formar
fila
para
morir.
He
de
partir
Pero
arremete,
¡viajera!
BALADA
DE
LA
PIEDRA
QUE
LLORA
A
Josefina
Gómez
Errázuris
la
muerte
se
muere
de
risa
pero
la
vida
se
muere
de
llanto
pero
la
muerte
pero
la
vida
pero
nada
nada
nada
SIEMPRE
A
Rubén
Vela
Cansada
del
estruendo
mágico
de
las
vocales
Cansada
de
inquirir
con
los
ojos
elevados
Cansada
de
la
espera
del
yo
de
paso
Cansada
de
aquel
amor
que
no
sucedió
Cansada
de
mis
pies
que
sólo
saben
caminar
Cansada
de
la
insidiosa
fuga
de
preguntas
Cansada
de
dormir
y
de
no
poder
mirarme
Cansada
de
abrir
la
boca
y
beber
el
viento
Cansada
de
sostener
las
mismas
vísceras
Cansada
del
mar
indiferente
a
mis
angustias
¡Cansada
de
Dios!
¡Cansada
de
Dios!
Cansada
por
fin
de
las
muertes
de
turno
a
la
espera
de
la
hermana
mayor
la
otra
la
gran
muerte
dulce
morada
para
tanto
cansancio
POEMA
PARA
EMILY
DICKINSON
Del
otro
lado
de
la
noche
la
espera
su
nombre,
su
subrepticio
anhelo
de
vivir,
¡del
otro
lado
de
la
noche!
Algo
llora
en
el
aire,
los
sonidos
diseñan
el
alba.
Ella
piensa
en
la
eternidad.
SÓLO
UN
NOMBRE
alejandra
alejandra
debajo
estoy
yo
alejandra
LAS
AVENTURAS
PERDIDAS
(1958)
A
Rubén
Vela
Sobre
negros
peñascos
se
precipita,
embriagada
de
muerte,
la
ardiente
enamorada
del
viento.
G.
TRAKL
LA
JAULA
Afuera
hay
sol.
No
es
más
que
un
sol
Pero
los
hombres
lo
miran
y
después
cantan.
Yo
no
sé
del
sol.
Yo
sé
la
melodía
del
ángel
y
el
sermón
caliente
del
último
viento.
Sé
gritar
hasta
el
alba
cuando
la
muerte
se
posa
desnuda
en
mi
sombra.
Yo
lloro
debajo
de
mi
nombre.
Yo
agito
pañuelos
en
la
noche
y
sedientos
de
realidad
bailan
conmigo
Yo
oculto
clavos
para
escarnecer
a
mis
sueños
enfermos.
Afuera
hay
sol.
Yo
me
visto
de
cenizas.
FIESTA
EN
EL
VACÍO
Como
el
viento
sin
alas
encerrado
en
mis
ojos
es
la
llamada
de
la
muerte.
Sólo
un
ángel
me
enlazará
al
sol.
Dónde
el
ángel,
dónde
su
palabra.
Oh
perforar
con
vino
la
suave
necesidad
de
ser.
LA
DANZA
INMÓVIL
Mensajeros
en
la
noche
anunciaron
lo
que
no
oímos.
Se
buscó
debajo
del
aullido
de
la
luz.
Se
quiso
detener
el
avance
de
las
manos
enguantadas
que
estrangulaban
a
la
inocencia.
Y
si
se
escondieron
en
la
casa
de
mi
sangre,
¿cómo
no
me
arrastro
hasta
el
amado
que
muere
detrás
de
mi
ternura?
¿Por
qué
no
huyo
y
me
persigo
con
cuchillos
y
me
deliro?
De
muerte
se
ha
tejido
cada
instante.
Yo
devoro
la
furia
como
un
ángel
idiota
invadido
de
malezas
que
le
impiden
recordar
el
color
del
cielo.
Pero
ellos
y
yo
sabemos
que
el
cielo
tiene
el
color
de
la
infancia
muerta.
TIEMPO
A
Olga
Orozco
Yo
no
sé
de
la
infancia
más
que
un
miedo
luminoso
y
una
mano
que
me
arrastra
a
mi
otra
orilla.
Mi
infancia
y
su
perfume
a
pájaro
acariciado.
HIJA
DEL
VIENTO
Han
venido.
Invaden
la
sangre.
Huelen
a
plumas,
a
carencia,
a
llanto.
Pero
tú
alimentas
al
miedo
y
a
la
soledad
como
a
dos
animales
pequeños
perdidos
en
el
desierto.
Han
venido
a
incendiar
la
edad
del
sueño.
Un
adiós
es
tu
vida.
Pero
tú
te
abrazas
como
la
serpiente
loca
de
movimiento
que
sólo
se
halla
a
sí
misma
porque
no
hay
nadie.
Tú
lloras
debajo
de
tu
llanto,
tú
abres
el
cofre
de
tus
deseos
y
eres
más
rica
que
la
noche.
Pero
hace
tanta
soledad
que
las
palabras
se
suicidan
LA
ÚNICA
HERIDA
¿Qué
bestia
caída
de
pasmo
se
arrastra
por
mi
sangre
y
quiere
salvarse?
He
aquí
lo
difícil:
caminar
por
las
calles
y
señalar
el
cielo
o
la
tierra.
EXILIO
A
Raúl
Gustavo
Aguirre
Esta
manía
de
saberme
ángel,
sin
edad,
sin
muerte
en
que
vivirme,
sin
piedad
por
mi
nombre
ni
por
mis
huesos
que
lloran
vagando.
¿Y
quién
no
tiene
un
amor?
¿Y
quién
no
goza
entre
amapolas?
¿Y
quién
no
posee
un
fuego,
una
muerte,
un
miedo,
algo
horrible,
aunque
fuere
con
plumas,
aunque
fuere
con
sonrisas?
Siniestro
delirio
amar
a
una
sombra.
La
sombra
no
muere.
Y
mi
amor
sólo
abraza
a
lo
que
fluye
como
lava
del
infierno:
una
logia
callada,
fantasmas
en
dulce
erección,
sacerdotes
de
espuma,
y
sobre
todo
ángeles,
ángeles
bellos
como
cuchillos
que
se
elevan
en
la
noche
y
devastan
la
esperanza.
ARTES
INVISIBLES
Tú
que
cantas
todas
mis
muertes.
Tú
que
cantas
lo
que
no
confías
al
sueño
del
tiempo,
descríbeme
la
casa
del
vacío
háblame
de
esas
palabras
vestidas
de
féretros
que
habitan
mi
inocencia.
Con
todas
mis
muertes
yo
me
entrego
a
mi
muerte,
con
puñados
de
infancia,
con
deseos
ebrios
que
no
anduvieron
bajo
el
sol,
y
no
hay
una
palabra
madrugadora
que
le
dé
la
razón
a
la
muerte,
y
no
hay
un
dios
donde
morir
sin
muecas.
LA
CAÍDA
Música
jamás
oída,
Amada
en
antiguas
fiestas.
¿Ya
nunca
volveré
a
abrazar
al
que
vendrá
después
del
final?
Pero
esta
inocente
necesidad
de
viajar
entre
plegarias
y
aullidos.
Yo
no
sé.
No
sé
sino
el
rostro
de
cien
ojos
de
piedra
que
llora
junto
al
silencio
y
que
me
espera.
Jardín
recorrido
en
lágrimas,
habitantes
que
besé
cuando
mi
muerte
aún
no
había
nacido.
En
el
viento
sagrado
tejían
mi
destino.
CENIZAS
Hemos
dicho
palabras,
palabras
para
despertar
muertos,
palabras
para
hacer
un
fuego,
palabras
donde
poder
sentarnos
y
sonreír.
Hemos
creado
el
sermón
del
pájaro
y
del
mar,
el
sermón
del
agua,
el
sermón
del
amor.
Nos
hemos
arrodillado
y
adorado
frases
extensas
como
el
suspiro
de
la
estrella,
frases
como
olas,
frases
con
alas.
Hemos
inventado
nuevos
nombres
para
el
vino
y
para
la
risa,
para
las
miradas
y
sus
terribles
caminos.
Yo
ahora
estoy
sola
-‐como
la
avara
delirante
sobre
su
montaña
de
oro—
arrojando
palabras
hacia
el
cielo,
pero
yo
estoy
sola
y
no
puedo
decirle
a
mi
amado
aquellas
palabras
por
las
que
vivo.
AZUL
mis
manos
crecían
con
música
detrás
de
las
flores
pero
ahora
por
qué
te
busco,
noche,
por
qué
duermo
con
tus
muertos
LA
NOCHE
Poco
sé
de
la
noche
pero
la
noche
parece
saber
de
mí,
y
más
aún,
me
asiste
como
si
me
quisiera,
me
cubre
la
conciencia
con
sus
estrellas.
Tal
vez
la
noche
sea
la
vida
y
el
sol
la
muerte.
Tal
vez
la
noche
es
nada
y
las
conjeturas
sobre
ella
nada
y
los
seres
que
la
viven
nada.
Tal
vez
las
palabras
sean
lo
único
que
existe
en
el
enorme
vacío
de
los
siglos
que
nos
arañan
el
alma
con
sus
recuerdos.
Pero
la
noche
ha
de
conocer
la
miseria
que
bebe
de
nuestra
sangre
y
de
nuestras
ideas.
Ella
ha
de
arrojar
odio
a
nuestras
miradas
sabiéndolas
llenas
de
intereses,
de
desencuentros.
Pero
sucede
que
oigo
a
la
noche
llorar
en
mis
huesos.
Su
lágrima
inmensa
delira
y
grita
que
algo
se
fue
para
siempre.
Alguna
vez
volveremos
a
ser.
NADA
El
viento
muere
en
mi
herida.
La
noche
mendiga
mi
sangre.
EL
MIEDO
En
el
eco
de
mis
muertes
aún
hay
miedo.
¿Sabes
tú
del
miedo?
Sé
del
miedo
cuando
digo
mi
nombre.
Es
el
miedo,
el
miedo
con
sombrero
negro
escondiendo
ratas
en
mi
sangre,
o
el
miedo
con
labio
muertos
bebiendo
mis
deseos.
Sí.
En
el
eco
de
mis
muertes
aún
hay
miedo.
ORIGEN
La
luz
es
demasiado
grande
para
mi
infancia.
Pero
¿quién
me
dará
la
respuesta
jamás
usada?
Alguna
palabra
que
me
ampare
del
viento,
alguna
verdad
pequeña
en
que
sentarme
y
desde
la
cual
vivirme,
alguna
frase
solamente
mía
que
yo
abrace
cada
noche,
en
la
que
me
reconozca,
en
la
que
me
exista.
Pero
no.
Mi
infancia
sólo
comprende
al
viento
feroz
que
me
aventó
al
frío
cuando
campanas
muertas
me
anunciaron.
Sólo
una
melodía
vieja,
algo
con
niños
de
oro,
con
alas
de
piel
verde,
caliente,
sabio
como
el
mar,
que
tirita
desde
mi
sangre,
que
renueva
mi
cansancio
de
otras
edades.
Sólo
la
decisión
de
ser
dios
hasta
el
llanto.
LA
LUZ
CAÍDA
DE
LA
NOCHE
vierte
esfinge
tu
llanto
en
mi
delirio
crece
con
flores
en
mi
espera
porque
la
salvación
celebra
el
manar
de
la
nada
vierte
esfinge
la
paz
de
tus
cabellos
de
piedra
en
mi
sangre
rabiosa
yo
no
entiendo
la
música
del
último
abismo
yo
no
sé
del
sermón
del
brazo
de
hiedra
pero
quiero
ser
del
pájaro
enamorado
que
arrastra
a
las
muchachas
ebrias
de
misterio
quiero
al
pájaro
sabio
en
amor
el
único
libre
PEREGRINAJE
A
Elizabeth
Azcona
Cranwell
Llamé,
llamé
como
la
náufraga
dichosa
a
las
olas
verdugas
que
conocen
el
verdadero
nombre
de
la
muerte
He
llamado
al
viento,
le
confié
mi
deseo
de
ser.
Pero
un
pájaro
muerto
vuela
hacia
la
desesperanza
en
medio
de
la
música
cuando
brujas
y
flores
cortan
la
mano
de
la
bruma.
Un
pájaro
muerto
llamado
azul.
No
es
la
soledad
con
alas,
es
el
silencio
de
la
prisionera,
es
la
mudez
de
pájaros
y
viento,
es
el
mundo
enojado
con
mi
risa
o
los
guardianes
del
infierno
rompiendo
mis
cartas.
He
llamado,
he
llamado.
He
llamado,
hacia
nunca.
LA
CARENCIA
Yo
no
sé
de
pájaros,
no
conozco
la
historia
del
fuego.
Pero
creo
que
mi
soledad
debería
tener
alas.
EL
DESPERTAR
A
León
Ostrov
Señor
La
jaula
se
ha
vuelto
pájaro
y
se
ha
volado
y
mi
corazón
está
loco
porque
aúlla
a
la
muerte
y
sonríe
detrás
del
viento
a
mis
delirios
Que
haré
con
el
miedo
Que
haré
con
el
miedo
Ya
no
baila
la
luz
en
mi
sonrisa
ni
las
estaciones
quemasen
palomas
en
mis
ideas
Mis
manos
se
han
desnudado
y
se
han
ido
donde
la
muerte
enseña
a
vivir
a
los
muertos
Señor
El
aire
me
castiga
el
ser
Detrás
del
aire
hay
monstruos
que
beben
de
mi
sangre
Es
el
desastre
Es
la
hora
del
vacío
no
vacío
Es
el
instante
de
poner
cerrojo
a
los
labios
oír
a
los
condenados
gritar
contemplar
a
cada
uno
de
mis
nombres
ahorcados
en
la
nada
Señor
tengo
veinte
años
También
mis
ojos
tienen
veinte
años
y
sin
embargo
no
dicen
nada
Señor
He
consumado
mi
vida
en
un
instante
La
última
inocencia
estalló
Ahora
es
nunca
o
jamás
o
simplemente
fue
¿Cómo
no
me
suicido
frente
a
un
espejo
y
desaparezco
para
reaparecer
en
el
mar
donde
un
gran
barco
esperaría
con
las
luces
encendidas?
¿Cómo
no
me
extraigo
las
venas
y
hago
con
ellas
una
escala
para
huir
al
otro
lado
de
la
noche?
El
principio
ha
dado
a
luz
el
final
Todo
continuará
igual
Las
sonrisas
gastadas
El
interés
interesado
Las
preguntas
de
piedra
en
piedra
Las
gesticulaciones
que
remedan
amor
Todo
continuará
igual
Pero
mis
brazos
insisten
en
abrazar
al
mundo
porque
aún
no
les
enseñaron
que
ya
es
demasiado
tarde
Señor
Arroja
los
féretros
de
mi
sangre
Recuerdo
mi
niñez
cuando
yo
era
una
anciana
Las
flores
morían
en
mis
manos
porque
la
danza
salvaje
de
la
alegría
les
destruía
el
corazón
Recuerdo
las
negras
mañanas
de
sol
cuando
era
niña
es
decir
ayer
es
decir
hace
siglos
Señor
La
jaula
se
ha
vuelto
pájaro
Qué
haré
con
el
miedo
MUCHO
MÁS
ALLÁ
¿Y
qué
si
nos
vamos
anticipando
de
sonrisa
en
sonrisa
hasta
la
última
esperanza?
¿Y
qué?
¿Y
qué
me
da
a
mí,
a
mí
que
he
perdido
mi
nombre,
el
nombre
que
me
era
dulce
sustancia
en
épocas
remotas,
cuando
yo
no
era
yo
sino
una
niña
engañada
por
su
sangre?
¿A
qué,
a
qué
este
deshacerme,
este
desangrarme,
este
desplumarme,
este
desequilibrarme
si
mi
realidad
retrocede
como
empujada
por
una
ametralladora
y
de
pronto
se
lanza
a
correr,
aunque
igual
la
alcanzan,
hasta
que
cae
a
mis
pies
como
un
ave
muerta?
Quisiera
hablar
de
la
vida.
Pues
esto
es
la
vida,
Este
aullido,
este
clavarse
las
uñas
en
el
pecho,
este
arrancarse
la
cabellera
a
puñados,
este
escupirse
a
los
propios
ojos,
sólo
por
decir,
sólo
por
ver
si
se
puede
decir:
<¿es
que
yo
soy?
¿verdad
que
sí?
¿no
es
verdad
que
yo
existo
y
no
soy
la
pesadilla
de
una
bestia?>.
Y
con
las
manos
embarradas
golpeamos
a
las
puertas
del
amor.
Y
con
la
conciencia
cubierta
de
sucios
y
hermosos
velos,
pedimos
por
Dios.
Y
con
las
sienes
restallantes
de
imbécil
soberbia
tomamos
de
la
cintura
a
la
vida
y
pateamos
de
soslayo
a
la
muerte.
Pues
eso
es
lo
que
hacemos.
Nos
anticipamos
de
sonrisa
en
sonrisa
hasta
la
última
esperanza.
EL
AUSENTE
I
La
sangre
quiere
sentarse.
Le
han
robado
su
razón
de
amor.
Ausencia
desnuda.
Me
deliro,
me
desplumo.
¿Qué
diría
el
mundo
si
dios
lo
hubiera
abandonado
así?
II
Sin
ti
el
sol
cae
como
un
muerto
abandonado.
Sin
ti
me
torno
en
mis
brazos
y
me
llevo
la
vida
a
mendigar
fervor.
DESDE
ESTA
ORILLA
Soy
pura
porque
la
noche
que
me
encerraba
en
su
negror
mortal
ha
huido.
W.
BLAKE
Aún
cuando
el
amado
brille
en
mi
sangre
como
una
estrella
colérica,
me
levanto
de
mi
cadáver
y
cuidando
de
no
hollar
mi
sonrisa
muerta
voy
al
encuentro
del
sol.
Desde
esta
orilla
de
nostalgia
todo
es
ángel.
La
música
es
amiga
del
viento
amigo
de
las
flores
amigas
de
la
lluvia
amiga
de
la
muerte.
ÁRBOL
DE
DIANA
(1962)
ÁRBOL
DE
DIANA
de
Alejandra
Pizarnik.
(Quím.):
cristalización
verbal
por
amalgama
de
insomnio
pasional
y
lucidez
meridiana
en
una
disolución
de
la
realidad
sometida
a
las
más
altas
temperaturas.
El
producto
no
contiene
una
sola
partícula
de
mentira.
(Bot.):
el
árbol
de
Diana
es
transparente
y
no
da
sombra.
Tiene
luz
propia,
centelleante
y
breve.
Nace
en
las
tierras
resecas
de
América.
La
hostilidad
del
clima,
la
inclemencia
de
los
discursos
y
la
gritería,
la
opacidad
general
de
las
especies
pensantes,
sus
vecinas,
por
un
fenómeno
de
compensación
bien
conocido,
estimulan
las
propiedades
luminosas
de
esta
planta.
No
tiene
raíces;
el
tallo
es
un
cono
de
luz
ligeramente
obsesiva;
las
hojas
son
pequeñas,
cubiertas
por
cuatro
o
cinco
líneas
de
escritura
fosforescente,
pecíolo
elegante
y
agresivo,
márgenes
dentadas;
las
flores
son
diáfanas,
separadas
las
femeninas
de
las
masculinas,
las
primeras
axilares,
casi
sonámbulas
y
solitarias,
las
segundas
en
espigas,
espoletas
y,
más
raras
veces,
púas.
(Mit.
y
Etnogr.):
los
antiguos
creían
que
el
arco
de
la
diosa
era
una
rama
desgajada
del
árbol
de
Diana.
La
cicatriz
del
tronco
era
considerada
como
el
sexo
(femenino)
del
cosmos.
Quizá
se
trata
de
una
higuera
mítica
(la
savia
de
las
ramas
tiernas
es
lechosa,
lunar).
El
mito
alude
posiblemente
a
un
sacrificio
por
desmembración:
un
adolescente
(¿hombre
o
mujer?)
era
descuartizado
cada
luna
nueva,
para
estimular
la
reproducción
de
las
imágenes
en
la
boca
de
la
profetisa
(arquetipo
de
la
unión
de
los
mundos
inferiores
y
superiores).
El
árbol
de
Diana
es
uno
de
los
atributos
masculinos
de
la
deidad
femenina.
Algunos
ven
en
esto
una
confirmación
suplementaria
del
origen
hermafrodita
de
la
materia
gris
y,
acaso,
de
todas
las
materias;
otros
deducen
que
es
un
caso
de
expropiación
de
la
sustancia
masculina
solar:
el
rito
sería
sólo
una
ceremonia
de
mutilación
mágica
del
rayo
primordial.
En
el
estado
actual
de
nuestros
conocimientos
es
imposible
decidirse
por
cualquiera
de
estas
dos
hipótesis.
Señalemos,
sin
embargo,
los
participantes
comían
después
carbones
incandescentes,
costumbre
que
perdura
hasta
nuestros
días.
(Blas.):
escudo
de
armas
parlantes.
(Fís.):
durante
mucho
tiempo
se
negó
la
realidad
física
del
árbol
de
Diana.
En
efecto,
debido
a
su
extraordinaria
transparencia,
pocos
pueden
verlo.
Soledad,
concentración
y
un
afinamiento
general
de
la
sensibilidad
son
requisitos
indispensables
para
la
visión.
Algunas
personas,
con
reputación
de
inteligencia,
se
de
que,
a
pesar
de
su
preparación,
no
ven
nada.
Para
disipar
su
error,
basta
recordar
que
el
árbol
de
Diana
no
es
un
cuerpo
que
se
pueda
ver:
es
un
objeto
(animado)
que
nos
deja
ver
más
allá,
un
instrumento
natural
de
visión.
Por
lo
demás,
una
pequeña
prueba
de
crítica
experimental
desvanecerá,
efectiva
y
definitivamente,
los
prejuicios
de
la
ilustración
contemporánea:
colocado
frente
al
sol,
el
árbol
de
Diana
refleja
sus
rayos
y
los
reúne
en
un
foco
central
llamado
poema,
que
produce
un
calor
luminoso
capaz
de
quemar,
fundir
y
hasta
volatilizar
a
los
incrédulos.
Se
recomienda
esta
prueba
a
los
críticos
literarios
de
nuestra
lengua.
OCTAVIO
PAZ
París,
abril
de
1962
1
He
dado
el
salto
de
mí
al
alba.
He
dejado
mi
cuerpo
junto
a
la
luz
y
he
cantado
la
tristeza
de
lo
que
nace
2
Éstas
son
las
versiones
que
nos
propone:
un
agujero,
una
pared
que
tiembla...
3
sólo
la
sed
el
silencio
ningún
encuentro
cuídate
de
mí
amor
mío
cuídate
de
la
silenciosa
en
el
desierto
de
la
viajera
con
el
vaso
vacío
y
de
la
sombra
de
su
sombra
4
AHORA
BIEN:
Quién
dejará
de
hundir
su
mano
en
busca
del
tributo
para
la
pequeña
olvidada.
El
frío
pagará.
Pagará
el
viento.
La
lluvia
pagará.
Pagará
el
trueno.
A
Aurora
y
Julio
Cortázar
5
por
un
minuto
de
vida
breve
única
de
ojos
abiertos
por
un
minuto
de
ver
en
el
cerebro
flores
pequeñas
danzando
como
palabras
en
la
boca
de
un
mudo
6
ella
se
desnuda
en
el
paraíso
de
su
memoria
ella
desconoce
el
feroz
destino
de
sus
visiones
ella
tiene
miedo
de
no
saber
nombrar
lo
que
no
existe
7
Salta
con
la
camisa
en
llamas
de
estrella
a
estrella.
de
sombra
en
sombra.
Muere
de
muerte
lejana
la
que
ama
al
viento.
8
Memoria
iluminada,
galería
donde
vaga
la
sombra
de
lo
que
espero.
No
es
verdad
que
vendrá.
No
es
verdad
que
no
vendrá.
9
Estos
huesos
brillando
en
la
noche,
estas
palabras
como
piedras
preciosas
en
la
garganta
viva
de
un
pájaro
petrificado,
este
verde
muy
amado,
este
lila
caliente,
este
corazón
sólo
misterioso.
10
un
viento
débil
lleno
de
rostros
doblados
que
recorto
en
forma
de
objetos
que
amar
11
ahora
en
esta
hora
inocente
yo
y
la
que
fui
nos
sentamos
en
el
umbral
de
mi
mirada
12
no
más
las
dulces
metamorfosis
de
una
niña
de
seda
sonámbula
ahora
en
la
cornisa
de
niebla
su
despertar
de
mano
respirando
de
flor
que
se
abre
al
viento
13
explicar
con
palabras
de
este
mundo
que
partió
de
mí
un
barco
llevándome
14
El
poema
que
no
digo,
el
que
no
merezco.
Miedo
de
ser
dos
camino
del
espejo:
alguien
en
mí
dormido
me
come
y
me
bebe.
15
Extraño
desacostumbrarme
de
la
hora
en
que
nací.
Extraño
no
ejercer
más
oficio
de
recién
llegada.
16
has
construido
tu
casa
has
emplumado
tus
pájaros
has
golpeado
al
viento
con
tus
propios
huesos
has
terminado
sola
lo
que
nadie
comenzó
17
Días
en
que
una
palabra
lejana
se
apodera
de
mí.
Voy
por
esos
días
sonámbula
y
transparente.
La
hermosa
autómata
se
canta,
se
encanta,
se
cuenta
casos
y
cosas:
nido
de
hilos
rígidos
donde
me
danzo
y
me
lloro
en
mis
numerosos
funerales.
(Ella
es
su
espejo
incendiado,
su
espera
en
hogueras
frías,
su
elemento
místico,
su
fornicación
de
nombres
creciendo
solos
en
la
noche
pálida.)
18
como
un
poema
enterado
del
silencio
de
las
cosas
hablas
para
no
verme
19
cuando
vea
los
ojos
que
tengo
en
los
míos
tatuados
20
dice
que
no
sabe
del
miedo
de
la
muerte
del
amor
dice
que
tiene
miedo
de
la
muerte
del
amor
dice
que
el
amor
es
muerte
es
miedo
dice
que
la
muerte
es
miedo
es
amor
dice
que
no
sabe
A
Laure
Bataillon
21
he
nacido
tanto
y
doblemente
sufrido
en
la
memoria
de
aquí
y
de
allá
22
en
la
noche
un
espejo
para
la
pequeña
muerta
un
espejo
de
cenizas
23
una
mirada
desde
la
alcantarilla
puede
ser
una
visión
del
mundo
la
rebelión
consiste
en
mirar
una
rosa
hasta
pulverizarse
los
ojos
24
(un
dibujo
de
Wols)
estos
hilos
aprisionan
a
las
sombras
y
las
obligan
a
rendir
cuentas
del
silencio
estos
hilos
unen
la
mirada
al
sollozo
25
(exposición
Goya)
un
agujero
en
la
noche
súbitamente
invadido
por
un
ángel
26
(un
dibujo
de
Klee)
cuando
el
palacio
de
la
noche
encienda
su
hermosura
pulsaremos
los
espejos
hasta
que
nuestros
rostros
canten
como
ídolos
27
un
golpe
del
alba
en
las
flores
me
abandona
ebria
de
nada
y
de
luz
lila
ebria
de
inmovilidad
y
de
certeza
28
te
alejas
de
los
nombres
que
hilan
el
silencio
de
las
cosas
29
Aquí
vivimos
con
una
mano
en
la
garganta.
Que
nada
es
posible
ya
lo
sabían
los
que
inventaban
lluvias
y
tejían
palabras
con
el
tormento
de
la
ausencia.
Por
eso
en
sus
plegarias
había
un
sonido
de
manos
enamoradas
de
la
niebla.
A
André
Pieyre
de
Mandiargues
30
en
el
invierno
fabuloso
la
endecha
de
las
alas
en
la
lluvia
en
la
memoria
del
agua
dedos
de
niebla
31
Es
un
cerrar
los
ojos
y
jurar
no
abrirlos.
En
tanto
afuera
se
alimenten
de
relojes
y
de
flores
nacidas
de
la
astucia.
Pero
con
los
ojos
cerrados
y
un
sufrimiento
en
verdad
demasiado
grande
pulsamos
los
espejos
hasta
que
las
palabras
olvidadas
suenan
mágicamente.
32
Zona
de
plagas
donde
la
dormida
come
lentamente
su
corazón
de
medianoche.
33
alguna
vez
alguna
vez
tal
vez
me
iré
sin
quedarme
me
iré
como
quien
se
va
A
Ester
Singer
34
la
pequeña
viajera
moría
explicando
su
muerte
sabios
animales
nostálgicos
visitaban
su
cuerpo
caliente
35
Vida,
mi
vida,
déjate
caer,
déjate
doler,
mi
vida,
déjate
enlazar
de
fuego,
de
silencio
ingenuo,
de
piedras
verdes
en
la
casa
de
la
noche,
déjate
caer
y
doler,
mi
vida.
36
en
la
jaula
del
tiempo
la
dormida
mira
sus
ojos
solos
el
viento
le
trae
la
tenue
respuesta
de
las
hojas
A
Alain
Glass
37
más
allá
de
cualquier
zona
prohibida
hay
un
espejo
para
nuestra
triste
transparencia
38
Este
canto
arrepentido,
vigía
detrás
de
mis
poemas:
Este
canto
me
desmiente,
me
amordaza.
OTROS
POEMAS
(1959)
silencio
yo
me
uno
al
silencio
yo
me
he
unido
al
silencio
y
me
dejo
hacer
me
dejo
beber
me
dejo
decir
los
náufragos
detrás
de
la
sombra
abrazaron
a
la
que
se
suicidó
con
el
silencio
de
su
sangre
lo
noche
bebió
vino
y
bailó
desnuda
entre
los
huesos
de
la
niebla
animal
lanzado
a
su
rastro
más
lejano
o
muchacha
desnuda
sentada
en
el
olvido
mientras
su
cabeza
rota
vaga
llorando
en
busca
de
un
cuerpo
más
puro
luego
cuando
se
mueran
yo
bailaré
perdida
en
la
luz
del
vino
y
el
amante
de
medianoche
viajera
de
corazón
de
pájaro
negro
tuya
es
la
soledad
a
medianoche
tuyos
los
animales
sabios
que
pueblan
tu
sueño
en
espera
de
la
palabra
antigua
tuyo
el
amor
y
su
sonido
a
viento
roto
CAROLINE
DE
GUNDERODE
En
nostalgique
je
vagabondais
par
l’infini
C.
de
G.
La
mano
de
la
enamorada
del
viento
acaricia
la
cara
del
ausente.
La
alucinada
con
su
<maleta
de
piel
de
pájaro>
huye
de
sí
misma
con
un
cuchillo
en
la
memoria.
La
que
fue
devorada
por
el
espejo
entra
en
un
cofre
de
cenizas
y
apacigua
a
las
bestias
del
olvido.
A
Enrique
Molina
Yo
canto.
No
es
invocación.
Sólo
nombres
que
regresan.
LOS
TRABAJOS
Y
LAS
NOCHES
(1965)
I
POEMA
Tú
eliges
el
lugar
de
la
herida
en
donde
hablamos
nuestro
silencio.
Tú
haces
de
mi
vida
esta
ceremonia
demasiado
pura.
REVELACIONES
En
la
noche
a
tu
lado
las
palabras
son
claves,
son
llaves.
El
deseo
de
morir
es
rey.
Que
tu
cuerpo
sea
siempre
un
amado
espacio
de
revelaciones.
EN
TU
ANIVERSARIO
Recibe
este
rostro
mío,
mudo,
mendigo.
Recibe
este
amor
que
te
pido.
Recibe
lo
que
hay
en
mí
que
eres
tú.
DESTRUCCIONES
...en
besos,
no
en
razones
QUEVEDO
Del
combate
con
las
palabras
ocúltame
y
apaga
el
furor
de
mi
cuerpo
elemental.
AMANTES
una
flor
no
lejos
de
la
noche
mi
cuerpo
mudo
se
abre
a
la
delicada
urgencia
del
rocío
QUIEN
ALUMBRA
Cuando
me
miras
mis
ojos
son
llaves,
el
muro
tiene
secretos,
mi
temor
palabras,
poemas.
Sólo
tú
haces
de
mi
memoria
una
viajera
fascinada,
un
fuego
incesante.
RECONOCIMIENTO
Tú
haces
el
silencio
de
las
lilas
que
aletean
en
mi
tragedia
del
viento
del
corazón.
Tú
hiciste
de
mi
vida
un
cuento
para
niños
en
donde
naufragios
y
muertes
son
pretextos
de
ceremonias
adorables.
PRESENCIA
tu
voz
en
este
no
poder
salirse
las
cosas
de
mi
mirada
ellas
me
desposeen
hacen
de
mí
un
barco
sobre
un
río
de
piedras
si
no
es
tu
voz
lluvia
sola
en
mi
silencio
de
fiebres
tú
me
desatas
los
ojos
y
por
favor
que
me
hables
siempre
ENCUENTRO
Alguien
entra
en
el
silencio
y
me
abandona.
Ahora
la
soledad
no
está
sola.
Tú
hablas
como
la
noche.
Te
anuncias
como
la
sed.
DURACIÓN
De
aquí
partió
en
la
negra
noche
y
su
cuerpo
hubo
de
morar
en
este
cuarto
en
donde
sollozos,
pasos
peligrosos
de
quien
no
viene,
pero
hay
su
presencia
amarrada
a
este
lecho
en
donde
sollozos
porque
un
rostro
llama,
engarzado
en
lo
oscuro,
piedra
preciosa.
TU
VOZ
Emboscado
en
mi
escritura
cantas
en
mi
poema.
Rehén
de
tu
dulce
voz
Petrificada
en
mi
memoria.
Pájaro
asido
a
su
fuga.
Aire
tatuado
por
un
ausente.
Reloj
que
late
conmigo
para
que
nunca
despierte.
EL
OLVIDO
en
la
otra
orilla
de
la
noche
el
amor
es
posible
-‐llévame
–
llévame
entre
las
dulces
sustancias
que
mueren
cada
día
en
tu
memoria
LOS
PASOS
PERDIDOS
Antes
fue
una
luz
en
mi
lenguaje
nacido
a
pocos
pasos
del
amor.
Noche
abierta.
Noche
presencia.
DONDE
CIRCUNDA
LO
ÁVIDO
Cuando
sí
venga
mis
ojos
brillarán
de
la
luz
de
quien
yo
lloro
mas
ahora
alienta
un
rumor
de
fuga
en
el
corazón
de
toda
cosa.
NOMBRARTE
No
el
poema
de
tu
ausencia,
sólo
un
dibujo,
una
grieta
en
un
muro,
algo
en
el
viento,
un
sabor
amargo.
DESPEDIDA
Mata
su
luz
un
fuego
abandonado.
Sube
su
canto
un
pájaro
enamorado.
Tantas
criaturas
ávidas
en
su
silencio
y
esta
pequeña
lluvia
que
me
acompaña.
LOS
TRABAJOS
Y
LAS
NOCHES
para
reconocer
en
la
sed
mi
emblema
para
significar
el
único
sueño
para
no
sustentarme
nunca
de
nuevo
en
el
amor
he
sido
toda
ofrenda
un
puro
errar
de
loba
en
el
bosque
en
la
noche
de
los
cuerpos
para
decir
la
palabra
inocente
SENTIDO
DE
SU
AUSENCIA
si
yo
me
atrevo
a
mirar
y
a
decir
es
por
su
sombra
unida
tan
suave
a
mi
nombre
allá
lejos
en
la
lluvia
en
mi
memoria
por
su
rostro
que
ardiendo
en
mi
poema
dispersa
hermosamente
un
perfume
a
amado
rostro
desaparecido
II
VERDE
PARAÍSO
extraña
que
fui
cuando
vecina
de
lejanas
luces
atesoraba
palabras
muy
puras
para
crear
nuevos
silencios
INFANCIA
hora
en
que
la
yerba
crece
en
la
memoria
del
caballo.
El
viento
pronuncia
discursos
ingenuos
en
honor
de
las
lilas,
y
alguien
entra
en
la
muerte
con
los
ojos
abiertos
como
Alicia
en
el
país
de
lo
ya
visto.
ANTES
A
Eva
Durrell
bosque
musical
los
pájaros
dibujaban
en
mis
ojos
pequeñas
jaulas
III
ANILLOS
DE
CENIZA
A
Cristina
Campo
Son
mis
voces
cantando
para
que
no
canten
ellos,
los
amordazados
grismente
en
el
alba,
los
vestidos
de
pájaro
desolado
en
la
lluvia.
Hay,
en
la
espera,
un
rumor
a
lila
rompiéndose.
Y
hay,
cuando
viene
el
día,
una
partición
del
sol
en
pequeños
soles
negros.
Y
cuando
es
de
noche,
siempre,
una
tribu
de
palabras
mutiladas
busca
asilo
en
mi
garganta,
para
que
no
cante
ellos,
los
funestos,
los
dueños
del
silencio.
MADRUGADA
Desnudo
soñando
una
noche
solar.
He
yacido
días
animales.
El
viento
y
la
lluvia
me
borraron
como
a
un
fuego,
como
a
un
poema
escrito
en
un
muro.
RELOJ
Dama
pequeñísima
moradora
en
el
corazón
de
un
pájaro
sale
al
alba
a
pronunciar
una
sílaba
NO
EN
UN
LUGAR
PARA
HUIRSE
Espacio.
Gran
espera.
Nadie
viene.
Esta
sombra.
Darle
lo
que
todos:
significaciones
sombrías,
no
asombradas.
Espacio.
Silencio
ardiente.
¿Qué
se
dan
entre
sí
las
sombras?
FRONTERAS
INÚTILES
un
lugar
no
digo
un
espacio
hablo
de
qué
hablo
de
lo
que
no
es
hablo
de
lo
que
conozco
no
el
tiempo
sólo
todos
los
instantes
no
el
amor
no
sí
no
un
lugar
de
ausencia
un
hilo
de
miserable
unión
EL
CORAZÓN
DE
LO
QUE
EXISTE
no
me
entregues
tristísima
medianoche,
al
impuro
mediodía
blanco
LAS
GRANDES
PALABRAS
A
Antonio
Porchia
aún
no
es
ahora
ahora
es
nunca
aún
no
es
ahora
ahora
y
siempre
es
nunca
SILENCIOS
La
muerte
siempre
al
lado.
Escucho
su
decir.
Sólo
me
oigo.
PIDO
EL
SILENCIO
...canta,
lastimada
mía
CERVANTES
aunque
es
tarde,
es
noche,
y
tú
no
puedes.
Canta
como
si
no
pasara
nada.
Nada
pasa.
CAER
Nunca
de
nuevo
la
esperanza
en
un
ir
y
venir
de
nombres,
de
figuras.
Alguien
soñó
muy
mal,
alguien
consumió
por
error
las
distancias
olvidadas.
FIESTA
He
desplegado
mi
orfandad
sobre
la
mesa,
como
un
mapa.
Dibujé
el
itinerario
hacia
mi
lugar
al
viento.
Los
que
llegan
no
me
encuentran.
Los
que
espero
no
existen.
Y
he
bebido
licores
furiosos
para
transmutar
los
rostros
en
un
ángel,
en
vasos
vacíos.
LOS
OJOS
ABIERTOS
Alguien
mide
sollozando
la
extensión
del
alba.
Alguien
apuñala
la
almohada
en
busca
de
su
imposible
lugar
de
reposo.
CUARTO
SOLO
Si
te
atreves
a
sorprender
la
verdad
de
esta
vieja
pared;
y
sus
fisuras,
desgarraduras,
formando
rostros,
esfinges,
manos,
clepsidras,
seguramente
vendrá
una
presencia
para
tu
sed,
probablemente
partirá
esta
ausencia
que
te
bebe.
LA
VERDAD
DE
ESTA
VIEJA
PARED
que
es
frío
es
verde
que
también
se
mueve
llama
jadea
grazna
es
halo
es
hielo
hilos
vibran
tiemblan
hilos
es
verde
estoy
muriendo
es
muro
es
mero
muro
es
mudo
mira
muere
HISTORIA
ANTIGUA
En
la
medianoche
vienen
los
vigías
infantiles
y
vienen
las
sombras
que
ya
tienen
nombre
y
vienen
los
perdonadores
de
lo
que
cometieron
mil
rostros
míos
en
la
ínfima
desgarradura
de
cada
jornada.
INVOCACIONES
Insiste
en
tu
abrazo,
redobla
tu
furia,
crea
un
espacio
de
injurias
entre
yo
y
el
espejo,
crea
un
canto
de
leprosa
entre
yo
y
la
que
me
creo.
DESMEMORIA
Aunque
la
voz
(su
olvido
volcándome
náufragas
que
son
yo)
oficia
en
un
jardín
petrificado
recuerdo
con
todas
mis
vidas
porqué
olvido.
UN
ABANDONO
Un
abandono
en
suspenso.
Nadie
es
visible
sobre
la
tierra.
Sólo
la
música
de
la
sangre
asegura
residencia
en
un
lugar
tan
abierto.
FORMAS
no
sé
si
pájaro
o
jaula
mano
asesina
o
joven
muerta
entre
cirios
o
amazona
jadeando
en
la
gran
garganta
oscura
o
silenciosa
pero
tal
vez
oral
como
una
fuente
tal
vez
juglar
o
princesa
en
la
torre
más
alta
COMUNICACIONES
El
viento
me
había
comido
parte
de
la
cara
y
las
manos.
Me
llamaban
ángel
harapiento.
Yo
esperaba.
MEMORIA
A
Jorge
Gaitán
Durán
Arpa
de
silencio
en
donde
anida
el
miedo.
Gemido
lunar
de
las
cosas
significando
ausencia.
Espacio
de
color
cerrado.
Alguien
golpea
y
arma
un
ataúd
para
la
hora,
otro
ataúd
para
la
luz.
SOMBRA
DE
LOS
DÍAS
A
VENIR
A
Ivonne
A.
Bordelois
Mañana
me
vestirán
con
cenizas
al
alba,
me
llenarán
la
boca
de
flores.
Aprenderé
a
dormir
en
la
memoria
de
un
muro,
en
la
respiración
de
un
animal
que
sueña.
DEL
OTRO
LADO
Años
y
minutos
hacen
el
amor.
Máscaras
verdes
bajo
la
lluvia.
Iglesia
de
vitrales
obscenos.
Huella
azul
en
la
pared.
No
conozco.
No
reconozco.
Oscuro.
Silencio.
CREPÚSCULO
La
sombra
cubre
pétalos
mirados
El
viento
se
lleva
el
último
gesto
de
una
hoja
El
mar
ajeno
y
doblemente
mudo
en
el
verano
que
apiada
por
sus
luces
Un
deseo
de
aquí
Una
memoria
de
allá
MORADAS
A
Théodore
Fraenkel
En
la
mano
crispada
de
un
muerto,
en
la
memoria
de
un
loco,
en
la
tristeza
de
un
niño,
en
la
mano
que
busca
el
vaso,
en
el
vaso
inalcanzable,
en
la
sed
de
siempre.
MENDIGA
VOZ
Y
aún
me
atrevo
a
amar
el
sonido
de
la
luz
en
una
hora
muerta,
el
color
del
tiempo
en
un
muro
abandonado.
En
mi
mirada
lo
he
perdido
todo.
Es
tan
lejos
pedir.
Tan
cerca
saber
que
no
hay.
EXTRACCIÓN
DE
LA
PIEDRA
DE
LOCURA
(1968)
A
mi
madre
I
(1966)
CANTORA
NOCTURNA
Joe,
macht
die
Musik
von
damals
macht...
La
que
murió
de
su
vestido
azul
está
cantando.
Canta
imbuida
de
muerte
al
sol
de
su
ebriedad.
Adentro
de
su
canción
hay
un
vestido
azul,
hay
un
caballo
blanco,
hay
un
corazón
verde
tatuado
con
los
ecos
de
los
latidos
de
su
corazón
muerto.
Expuesta
a
todas
las
perdiciones,
ella
canta
junto
a
una
niña
extraviada
que
es
ella:
su
amuleto
de
la
buena
suerte.
Y
a
pesar
de
la
niebla
verde
en
los
labios
y
del
frío
gris
en
los
ojos,
su
voz
corroe
la
distancia
que
se
abre
entre
la
sed
y
la
mano
que
busca
el
vaso.
Ella
canta.
A
Olga
Orozco
VÉRTIGOS
O
CONTEMPLACIÓN
DE
ALGO
QUE
TERMINA
Esta
lila
se
deshoja.
Desde
sí
misma
cae
y
oculta
su
antigua
sombra.
He
de
morir
de
cosas
así.
LINTERNA
SORDA
Los
ausentes
soplan
y
la
noche
es
densa.
La
noche
tiene
el
color
de
los
párpados
del
muerto.
Toda
la
noche
hago
la
noche.
Toda
la
noche
escribo.
Palabra
por
palabra
yo
escribo
la
noche.
PRIVILEGIO
I
Ya
he
perdido
el
nombre
que
me
llamaba,
su
rostro
rueda
por
mí
como
el
sonido
del
agua
en
la
noche,
del
agua
cayendo
en
el
agua.
Y
es
su
sonrisa
la
última
sobreviviente,
no
mi
memoria.
II
El
más
hermoso
en
la
noche
de
los
que
se
van,
oh
deseado,
es
sin
fin
tu
no
volver,
sombra
tú
hasta
el
día
de
los
días.
CONTEMPLACIÓN
Murieron
las
formas
despavoridas
y
no
hubo
más
un
afuera
y
un
adentro.
Nadie
estaba
escuchando
el
lugar
porque
el
lugar
no
existía.
Con
el
propósito
de
escuchar
están
escuchando
el
lugar.
Adentro
de
tu
máscara
relampaguea
la
noche.
Te
atraviesan
con
graznidos.
Te
martillean
con
pájaros
negros.
Colores
enemigos
se
unen
en
la
tragedia.
NUIT
DE
COUER
Otoño
en
el
azul
de
un
muro:
sé
amparo
de
las
pequeñas
muertas.
Cada
noche,
en
la
duración
de
un
grito,
viene
una
sombra
nueva.
A
solas
danza
la
misteriosa
autónoma.
Comparto
su
miedo
de
animal
muy
joven
en
la
primera
noche
de
las
cacerías.
CUENTO
DE
INVIERNO
La
luz
del
viento
entre
los
pinos
¿comprendo
estos
signos
de
tristeza
incandescente?
Un
ahorcado
se
balancea
en
el
árbol
marcado
con
la
cruz
lila.
Hasta
que
logró
deslizarse
fuera
de
mi
sueño
y
entrar
a
mi
cuarto,
por
la
ventana,
en
complicidad
con
el
viento
de
medianoche.
EN
LA
OTRA
MADRUGADA
Veo
crecer
hasta
mis
ojos
figuras
de
silencio
y
desesperadas.
Escucho
grises,
densas
voces
en
el
antiguo
lugar
del
corazón.
DESFUNDACIÓN
Alguien
quiso
abrir
alguna
puerta.
Duelen
sus
manos
aferradas
a
su
prisión
de
huesos
de
mal
agüero.
Toda
la
noche
ha
forcejeado
con
su
nueva
sombra.
Llovió
adentro
de
la
madrugada
y
martillaban
con
lloronas.
La
infancia
implora
desde
mis
noches
de
cripta.
La
música
emite
colores
ingenuos.
Grises
pájaros
en
el
amanecer
son
a
la
ventana
cerrada
lo
que
a
mis
males
mi
poema.
FIGURAS
Y
SILENCIOS
Manos
crispadas
me
confinan
al
exilio.
Ayúdame
a
no
pedir
ayuda.
Me
quieren
anochecer,
me
van
a
morir.
Ayúdame
a
no
pedir
ayuda.
FRAGMENTOS
PARA
DOMINAR
EL
SILENCIO
I
Las
fuerzas
del
lenguaje
son
las
damas
solitarias,
desoladas,
que
cantan
a
través
de
mi
voz
que
escucho
a
lo
lejos.
Y
lejos,
en
la
negra
arena,
yace
una
niña
densa
de
música
ancestral.
¿Dónde
la
verdadera
muerte?
He
querido
iluminarme
a
la
luz
de
mi
falta
de
luz.
Los
ramos
se
mueren
en
la
memoria.
La
yacente
anida
en
mí
con
su
máscara
de
loba.
La
que
no
pudo
más
e
imploró
llamas
y
ardimos.
II
Cuando
a
la
casa
del
lenguaje
se
le
vuela
el
tejado
y
las
palabras
no
guarecen,
yo
hablo.
Las
damas
de
rojo
se
extraviaron
dentro
de
sus
máscaras
aunque
regresarían
para
sollozar
entre
flores.
No
es
muda
la
muerte.
Escucho
el
canto
de
los
enlutados
sellar
las
hendiduras
del
silencio.
Escucho
tu
dulcísimo
canto
florecer
mi
silencio
gris.
III
La
muerte
ha
restituido
al
silencio
su
prestigio
hechizante.
Y
yo
no
diré
mi
poema
y
yo
he
de
decirlo.
Aún
si
el
poema
(aquí,
ahora)
no
tiene
sentido,
no
tiene
destino.
SORTILEGIOS
Y
las
damas
vestidas
de
rojo
para
mi
dolor
y
con
mi
dolor
insumidas
en
soplo,
agazapadas
como
fetos
de
escorpiones
en
el
lado
más
interno
de
mi
nuca,
las
madres
de
rojo
que
me
aspiran
el
único
calor
que
me
doy
con
mi
corazón
que
apenas
pudo
nunca
latir,
a
mi
que
siempre
tuve
que
aprender
sola
cómo
se
hace
para
beber
y
comer
y
respirar
y
a
mí
que
nadie
me
enseñó
a
llorar
y
nadie
me
enseñará
ni
siquiera
las
grandes
damas
adheridas
a
la
entretela
de
mi
respiración
con
babas
rojizas
y
velos
flotantes
de
sangre,
mi
sangre,
la
mía
sola,
la
que
yo
me
procuré
y
ahora
vienen
a
beber
de
mí
luego
de
haber
matado
al
rey
que
flota
en
el
río
y
mueve
los
ojos
y
sonríe
pero
está
muerto
y
cuando
alguien
está
muerto,
muerto
está
por
más
que
sonría
y
las
grandes,
las
trágicas
damas
de
rojo
han
matado
al
que
se
va
río
abajo
y
yo
me
quedo
como
rehén
en
perpetua
posesión.
II
(1963)
UN
SUEÑO
DONDE
EL
SILENCIO
ES
DE
ORO
El
perro
del
invierno
dentellea
mi
sonrisa.
Fue
en
el
puente.
Yo
estaba
desnuda
y
llevaba
un
sombrero
con
flores
y
arrastraba
mi
cadáver
también
desnudo
y
con
un
sombrero
de
hojas
secas.
He
tenido
muchos
amores
–
dije
–
pero
el
más
hermoso
fue
mi
amor
por
los
espejos.
TÊTE
DE
JEUNE
FILLE
(ODILON
REDON)
de
música
la
lluvia
de
silencio
los
años
que
pasan
una
noche
mi
cuerpo
nunca
más
podrá
recordarse.
A
André
Pieyre
de
Mandiargues
RESCATE
Y
es
siempre
el
jardín
de
lilas
del
otro
lado
des
río.
Si
el
alma
pregunta
si
queda
lejos
se
le
responderá:
del
otro
lado
del
río,
no
éste
sino
aquél.
A
Octavio
Paz
ESCRITO
EN
EL
ESCORIAL
te
llamo
igual
que
antaño
la
amiga
al
amigo
en
pequeñas
canciones
miedosas
del
alba
EL
SOL,
EL
POEMA
Barcos
sobre
el
agua
natal.
Agua
negra,
animal
de
olvido.
Agua
lila,
única
vigilia.
El
misterio
soleado
de
las
voces
en
el
parque.
Oh
tan
antiguo.
ESTAR
Vigilas
desde
este
cuarto
donde
la
sombra
temible
es
la
tuya.
No
hay
silencio
aquí
sino
frases
que
evitas
oír.
Signos
en
los
muros
narran
la
bella
lejanía.
(Haz
que
no
muera
sin
volver
a
verte)
LAS
PROMESAS
DE
LA
MÚSICA
Detrás
de
un
muro
blanco
la
variedad
del
arco
iris.
La
muñeca
en
su
jaula
está
haciendo
el
otoño.
Es
el
despertar
de
las
ofrendas.
Un
jardín
recién
creado,
un
llanto
detrás
de
la
música.
Y
que
suene
siempre,
así
nadie
asistirá
al
movimiento
del
nacimiento,
a
la
mímica
de
las
ofrendas,
al
discurso
de
aquella
que
soy
anudada
a
esta
silenciosa
que
también
soy.
Y
que
de
mí
no
quede
más
que
la
alegría
de
quien
pidió
entrar
y
le
fue
concedido.
Es
la
música,
es
la
muerte,
lo
que
yo
quise
decir
en
noches
variadas
como
los
colores
del
bosque.
INMINENCIA
Y
el
muelle
gris
y
las
casas
rojas.
Y
no
es
aún
la
soledad
Y
los
ojos
ven
un
cuadrado
negro
con
un
círculo
de
música
lila
en
su
centro
Y
el
jardín
de
las
delicias
sólo
existe
fuera
de
los
jardines
Y
la
soledad
es
no
poder
decirla
Y
el
muelle
gris
y
las
casas
rojas.
CONTINUIDAD
No
nombrar
las
cosas
por
sus
nombres.
Las
cosas
tiene
bordes
dentados,
vegetación
lujuriosa.
Pero
quién
habla
en
la
habitación
llena
de
ojos.
Quién
dentellea
con
una
boca
de
papel.
Nombres
que
vienen,
sombras
con
máscaras.
Cúrame
del
vacío
–
dije.
(La
luz
se
amaba
en
mi
oscuridad.
Supe
que
no
había
cuando
me
encontré
diciendo:
soy
yo.)
Cúrame
–
dije.
ADIOSES
DEL
VERANO
Suave
rumor
de
la
maleza
creciendo.
Sonidos
de
lo
que
destruye
el
viento.
Llegan
a
mí
como
si
yo
fuera
el
corazón
de
lo
que
existe.
Quisiera
estar
muerta
y
entrar
yo
también
en
un
corazón
ajeno.
COMO
AGUA
SOBRE
UNA
PIEDRA
a
quien
retorna
en
busca
de
su
antiguo
buscar
la
noche
se
le
cierra
como
agua
sobre
una
piedra
como
aire
sobre
un
pájaro
como
se
cierran
dos
cuerpos
al
amarse
EN
UN
OTOÑO
ANTIGUO
¿Cómo
se
llama
el
nombre?
Un
color
como
un
ataúd,
una
transparencia
que
no
atravesarás.
¿Y
cómo
es
posible
no
saber
tanto?
A
Marie
–
Jeanne
Noirot
III
(1962)
I
Y
sobre
todo
mirar
con
inocencia.
Como
si
no
pasara
nada,
lo
cual
es
cierto.
II
Pero
a
ti
quiero
mirarte
hasta
que
tu
rostro
se
aleje
de
mi
miedo
como
un
pájaro
del
borde
filoso
de
la
noche.
III
Como
una
niña
de
tiza
rosada
en
un
muro
muy
vieja
súbitamente
borrada
por
la
lluvia.
IV
Como
cuando
se
abre
una
flor
y
revela
el
corazón
que
no
tiene.
V
Todos
los
gestos
de
mi
cuerpo
y
de
mi
voz
para
hacer
de
mí
la
ofrenda,
el
ramo
que
abandona
el
viento
en
el
umbral.
VI
Cubre
la
memoria
de
tu
cara
con
la
máscara
de
la
que
serás
y
asusta
a
la
niña
que
fuiste.
VII
La
noche
de
los
dos
se
dispersó
con
la
niebla.
Es
la
estación
de
los
alimentos
fríos.
VIII
Y
la
sed,
mi
memoria
es
de
la
sed,
yo
abajo,
en
el
fondo,
en
el
pozo,
yo
bebía,
yo
recuerdo.
IX
Caer
como
un
animal
herido
en
el
lugar
que
iba
a
ser
de
revelaciones.
X
Como
quien
no
quiere
la
cosa.
Ninguna
cosa.
Boca
cosida.
Párpados
cosidos.
Me
olvidé.
Adentro
el
viento.
Todo
cerrado
y
el
viento
adentro.
XI
Al
negro
sol
del
silencio
las
palabras
se
doraban.
XII
Pero
el
silencio
es
cierto.
Por
eso
escribo.
Estoy
sola
y
escribo.
No,
no
estoy
sola.
Hay
alguien
aquí
que
tiembla.
XIII
Aún
si
digo
sol
y
luna
y
estrella
me
refiero
a
cosas
que
me
suceden.
¿Y
qué
deseaba
yo?
Deseaba
un
silencio
perfecto.
Por
eso
hablo.
XIV
La
noche
tiene
la
forma
de
un
grito
de
lobo.
XV
Delicia
de
perderse
en
la
imagen
presentida.
Yo
me
levanté
de
mi
cadáver,
yo
fui
en
busca
de
quien
soy.
Peregrina
de
mí,
he
ido
hacia
la
que
duerme
en
un
país
al
viento.
XVI
Mi
caída
sin
fin
a
mi
caída
sin
fin
en
donde
nadie
me
aguardó
pues
al
mirar
quien
me
aguardaba
no
vi
otra
cosa
que
a
mí
misma.
XVII
Algo
caía
en
el
silencio.
Mi
última
palabra
fue
yo
pero
me
refería
al
alba
luminosa.
XVIII
Flores
amarillas
constelan
un
círculo
de
tela
azul.
El
agua
tiembla
llena
de
viento.
XIX
Deslumbramiento
del
día,
pájaros
amarillos
en
la
mañana.
Una
mano
desata
tinieblas,
una
mano
arrastra
la
cabellera
de
una
ahogada
que
no
cesa
de
pasar
por
el
espejo.
Volver
a
la
memoria
del
cuerpo,
he
de
volver
a
mis
huesos
en
duelo,
he
de
comprender
lo
que
dice
mi
voz.
IV
(1964)
EXTRACCIÓN
DE
LA
PIEDRA
DE
LOCURA
Elles,
les
âmes
(...),
sont
malades
et
elles
souffrent
et
nul
ne
leur
porte-‐remède;
elles
sont
blessées
et
brisées
et
nul
ne
les
panse.
RUYSBROECK
La
luz
mala
se
ha
avecinado
y
nada
es
cierto.
Y
pienso
en
todo
lo
que
leí
acerca
del
espíritu...
Cerré
los
ojos,
vi
cuerpos
luminosos
que
giraban
en
la
niebla,
en
el
lugar
de
las
ambiguas
vecindades.
No
temas,
nada
te
sobrevendrá,
ya
no
hay
violadores
de
tumbas.
El
silencio,
silencio
siempre,
las
monedas
de
oro
del
sueño.
Hablo
como
en
mí
se
habla.
No
mi
voz
obstinada
en
parecer
una
voz
humana
sino
la
otra
que
atestigua
que
no
he
cesado
de
morar
en
el
bosque.
Si
vieras
a
la
que
sin
ti
duerme
en
un
jardín
en
ruinas
en
la
memoria.
Allí
yo,
ebria
de
mil
muertes,
hablo
de
mí
conmigo
sólo
por
saber
si
es
verdad
que
estoy
debajo
de
la
hierba.
No
sé
los
nombres.
¿A
quién
le
dirás
que
no
sabes?
Te
deseas
otra.
La
otra
que
eres
se
desea
otra
¿Qué
pasa
en
la
verde
alameda?
Pasa
que
no
es
verde
y
ni
siquiera
hay
una
alameda.
Y
ahora
juegas
a
ser
esclava
para
ocultar
tu
corona
¿otorgada
por
quién?
¿quién
te
ha
ungido?
¿quién
te
ha
consagrado?
El
invisible
pueblo
de
la
memoria
más
vieja.
Perdida
por
propio
designio,
has
renunciado
a
tu
reino
por
las
cenizas.
Quien
te
hace
doler
te
recuerda
antiguos
homenajes.
No
obstante,
lloras
funestamente
y
evocas
tu
locura
y
hasta
quisieras
extraerla
de
ti
como
si
fuese
una
piedra,
a
ella,
tu
solo
privilegio.
En
un
muro
blanco
dibujas
las
alegorías
del
reposo,
y
es
siempre
una
reina
loca
que
yace
bajo
la
luna
sobre
la
triste
hierba
del
viejo
jardín.
Pero
no
hables
de
los
jardines,
no
hables
de
la
luna,
no
hables
de
la
rosa,
no
hables
del
mar.
Habla
de
lo
que
sabes.
Habla
de
lo
que
vibra
en
tu
médula
y
hace
luces
y
sombras
en
tu
mirada,
habla
del
dolor
incesante
de
tus
huesos,
habla
del
vértigo,
habla
de
tu
respiración,
de
tu
desolación,
de
tu
traición.
Es
tan
oscuro,
tan
en
silencio
el
proceso
a
que
me
obligo.
Oh
habla
del
silencio.
De
repente
poseída
por
un
funesto
presentimiento
de
un
viento
negro
que
impide
respirar,
busqué
el
recuerdo
de
alguna
alegría
que
me
sirviera
de
escudo,
o
de
arma
de
defensa,
o
aún
de
ataque.
Parecía
el
Eclesiastés:
busqué
en
todas
mis
memorias
y
nada,
nada
debajo
de
la
aurora
de
dedos
negros.
Mi
oficio
(también
en
el
sueño
lo
ejerzo)
es
conjurar
y
exorcizar.
¿A
qué
hora
empezó
la
desgracia?
No
quiero
saber.
No
quiero
más
que
un
silencio
para
mí
y
las
que
fui,
un
silencio
como
la
pequeña
choza
que
encuentran
en
el
bosque
los
niños
perdidos.
Y
qué
sé
yo
qué
ha
de
ser
de
mí
si
nada
rima
con
nada.
Te
despeñas.
Es
el
sinfín
desesperante,
igual
y
no
obstante
contrario
a
la
noche
de
los
cuerpos
donde
apenas
un
manantial
cesa
aparece
otro
que
reanuda
el
fin
de
las
aguas.
Sin
el
perdón
de
las
aguas
no
puedo
vivir.
Sin
el
mármol
final
del
cielo
no
puedo
morir.
En
ti
es
de
noche.
Pronto
asistirás
al
animoso
encabritarse
del
animal
que
eres.
Corazón
de
la
noche,
habla.
Haberse
muerto
en
quien
se
era
y
en
quien
se
amaba,
haberse
y
no
haberse
dado
vuelta
como
un
cielo
tormentoso
y
celeste
al
mismo
tiempo.
Hubiese
querido
más
que
esto
y
a
la
vez
nada.
Va
y
viene
diciéndose
solo
en
solitario
vaivén.
Un
perderse
gota
a
gota
el
sentido
de
los
días.
Señuelos
de
conceptos.
Trampas
de
vocales.
La
razón
me
muestra
la
salida
del
escenario
donde
levantaron
una
iglesia
bajo
la
lluvia:
la
mujer-‐loba
deposita
su
vástago
en
el
umbral
y
huye.
Hay
una
luz
tristísima
de
cirios
acechados
por
un
soplo
maligno.
Llora
la
niña
loba.
Ningún
dormido
la
oye.
Todas
las
pestes
y
las
plagas
para
los
que
duermen
en
paz.
Esta
voz
ávida
venida
de
antiguos
plañidos.
Ingenuamente
existes,
te
disfrazas
de
pequeña
asesina,
te
das
miedo
frente
al
espejo.
Hundirme
en
la
tierra
y
que
la
tierra
se
cierre
sobre
mí.
Éxtasis
innoble.
Tu
sabes
que
te
han
humillado
hasta
cuando
te
mostraban
el
sol.
Tu
sabes
que
nunca
sabrás
defenderte,
que
sólo
deseas
presentarles
el
trofeo,
quiero
decir
tu
cadáver,
y
que
se
lo
coman
y
se
lo
beban.
Las
moradas
del
consuelo,
la
consagración
de
la
inocencia,
la
alegría
inadjetivable
del
cuerpo.
Si
de
pronto
una
pintura
se
anima
y
el
niño
florentino
que
miras
ardientemente
extiende
una
mano
y
te
invita
a
permanecer
a
su
lado
en
la
terrible
dicha
de
ser
un
objeto
a
mirar
y
admirar.
No
(dije),
para
ser
dos
hay
que
ser
distintos.
Yo
estoy
fuera
del
marco
pero
el
modo
de
ofrendarse
es
el
mismo.
Briznas,
muñecos
sin
cabeza,
yo
me
llamo,
yo
me
llamo
toda
la
noche.
Y
en
mi
sueño
un
carromato
de
circo
lleno
de
corsarios
muertos
en
sus
ataúdes.
Un
momento
antes,
con
bellísimos
atavíos
y
parches
negros
en
el
ojo,
los
capitanes
saltaban
de
un
bergantín
a
otro
como
olas,
hermosos
como
soles.
De
manera
que
soñé
capitanes
y
ataúdes
de
colores
deliciosos
y
ahora
tengo
miedo
a
causa
de
todas
las
cosas
que
guardo,
no
un
cofre
de
piratas,
no
un
tesoro
bien
enterrado,
sino
cuantas
cosas
en
movimiento,
cuantas
pequeñas
figuras
azules
y
doradas
gesticulan
y
danzan
(pero
decir
no
dicen),
y
luego
está
el
espacio
negro
–
déjate
caer,
déjate
caer-‐,
umbral
de
la
más
alta
inocencia
o
tal
vez
tan
sólo
de
la
locura.
Comprendo
mi
miedo
a
una
rebelión
de
las
pequeñas
figuras
azules
y
doradas.
Alma
partida,
alma
compartida,
he
vagado
y
errado
tanto
para
fundar
uniones
con
el
niño
pintado
en
tanto
que
objeto
a
contemplar,
y
no
obstante,
luego
de
analizar
los
colores
y
las
formas,
me
encontré
haciendo
el
amor
con
un
muchacho
viviente
en
el
mismo
momento
que
el
del
cuadro
se
desnudaba
y
me
poseía
detrás
de
mis
párpados
cerrados.
Sonríe
y
yo
soy
una
minúscula
marioneta
rosa
con
una
paraguas
celeste
yo
entro
por
su
sonrisa
yo
hago
mi
casita
en
su
lengua
yo
habito
en
la
palma
de
su
mano
cierra
sus
dedos
en
polvo
dorado
un
poco
de
sangre
adiós
oh
adiós.
Como
una
voz
no
lejos
de
la
noche
arde
el
fuego
más
exacto.
Sin
piel
ni
huesos
andan
los
animales
por
el
bosque
hecho
cenizas.
Una
vez
el
canto
de
un
solo
pájaro
te
había
aproximado
al
calor
más
agudo.
Mares
y
diademas,
mares
y
serpientes.
Por
favor,
mira
como
la
pequeña
calavera
de
perro
suspendida
del
cielo
raso
pintado
de
azul
se
balancea
con
hojas
secas
que
tiemblan
en
torno
de
ella.
Grietas
y
agujeros
en
mi
persona
escapada
de
un
incendio.
Escribir
es
buscar
en
el
tumulto
de
los
quemados
el
hueso
del
brazo
que
corresponda
al
hueso
de
la
pierna.
Miserable
mixtura.
Yo
restauro,
yo
reconstruyo,
yo
ando
así
de
rodeada
de
muerte.
Y
es
sin
gracia,
sin
aureola,
sin
tregua.
Y
esa
voz,
esa
elegía
a
una
causa
primera:
un
grito,
un
soplo,
un
respirar
entre
dioses.
Yo
relato
mi
víspera,
¿Y
qué
puedes
tú?
Sales
de
tu
guarida
y
no
entiendes.
Vuelves
a
ella
y
ya
no
importa
entender
o
no.
Vuelves
a
salir
y
no
entiendes.
No
hay
por
donde
respirar
y
tú
hablas
del
soplo
de
los
dioses.
No
me
hables
del
sol
porque
me
moriría.
Llévame
como
a
una
princesita
ciega,
como
cuando
lenta
y
cuidadosamente
se
hace
el
otoño
en
un
jardín.
Vendrás
a
mí
con
tu
voz
apenas
coloreada
por
un
acento
que
me
hará
evocar
una
puerta
abierta,
con
la
sombra
de
un
pájaro
de
bello
nombre,
con
lo
que
esa
sombra
deja
en
la
memoria,
con
lo
que
permanece
cuando
avientan
las
cenizas
de
una
joven
muerta,
con
los
trazos
que
duran
en
la
hoja
después
de
haber
borrado
un
dibujo
que
representaba
una
casa,
un
árbol,
el
sol
y
un
animal.
Si
no
vino
es
porque
no
vino.
Es
como
hacer
el
otoño.
Nada
esperabas
de
su
venida.
Todo
lo
esperabas.
Vida
de
tu
sombra
¿qué
quieres?
Un
transcurrir
de
fiesta
delirante,
un
lenguaje
sin
límites,
un
naufragio
en
tus
propias
aguas,
oh
avara.
Cada
hora,
cada
día,
yo
quisiera
no
tener
que
hablar.
Figuras
de
cera
los
otros
y
sobre
todo
yo,
que
soy
más
otra
que
ellos.
Nada
pretendo
en
este
poema
si
no
es
desanudar
mi
garganta.
Rápido,
tu
voz
más
oculta.
Se
transmuta,
te
transmite.
Tanto
que
Hacer
y
yo
me
deshago.
Te
excomulgan
de
ti.
Sufro,
luego
no
sé.
En
el
sueño
el
rey
moría
de
amor
por
mí.
Aquí,
pequeña
mendiga,
te
inmunizan.
(Y
aún
tienes
cara
de
niña;
varios
años
más
y
no
les
caerás
en
gracia
ni
a
los
perros.)
mi
cuerpo
se
abría
al
conocimiento
de
mi
estar
y
de
mi
ser
confusos
y
difusos
mi
cuerpo
vibraba
y
respiraba
según
un
canto
ahora
olvidado
yo
no
era
aún
la
fugitiva
de
la
música
yo
sabía
el
lugar
del
tiempo
y
el
tiempo
del
lugar
en
el
amor
yo
me
abría
y
ritmaba
los
viejos
gestos
de
la
amante
heredera
de
la
visión
de
un
jardín
prohibido
La
que
soñó,
la
que
fue
soñada.
Paisajes
prodigiosos
para
la
infancia
más
fiel.
A
falta
de
eso
–que
no
es
mucho-‐,
la
voz
que
injuria
tiene
razón.
La
tenebrosa
luminosidad
de
los
sueños
ahogados.
Agua
dolorosa.
El
sueño
demasiado
tarde,
los
caballos
blancos
demasiado
tarde,
el
haberme
ido
con
una
melodía
demasiado
tarde.
La
melodía
pulsaba
mi
corazón
y
yo
lloré
la
pérdida
de
mi
único
bien,
alguien
me
vio
llorando
en
el
sueño
y
yo
expliqué
(dentro
de
lo
posible),
mediante
palabras
simples
(dentro
de
lo
posible),
palabras
buenas
y
seguras
(dentro
de
lo
posible).
Me
adueñé
de
mi
persona,
la
arranqué
del
hermoso
delirio,
la
anonadé
a
fin
de
serenar
el
terror
que
alguien
tenía
a
que
me
muriera
en
su
casa.
¿Y
yo?
¿A
cuántos
he
salvado
yo?
El
haberme
prosternado
ante
el
sufrimiento
de
los
demás,
el
haberme
acallado
en
honor
de
los
demás.
Retrocedía
mi
roja
violencia
elemental.
El
sexo
a
flor
de
corazón,
la
vía
del
éxtasis
entre
las
piernas.
Mi
violencia
de
vientos
rojos
y
de
vientos
negros.
Las
verdaderas
fiestas
tienen
lugar
en
el
cuerpo
y
en
los
sueños.
Puertas
del
corazón,
perro
apaleado,
veo
un
templo,
tiemblo,
¿qué
pasa?
No
pasa.
Yo
presentía
una
escritura
total.
El
animal
palpitaba
en
mis
brazos
con
rumores
de
órganos
vivos,
calor,
corazón,
respiración,
todo
musical
y
silencioso
al
mismo
tiempo.
¿Qué
significa
traducirse
en
palabras?
Y
los
proyectos
del
perfección
a
largo
plazo;
medir
cada
día
la
probable
elevación
de
mi
espíritu,
la
desaparición
de
mis
faltas
gramaticales.
Mi
sueño
es
un
sueño
sin
alternativas
y
quiero
morir
al
pie
de
la
letra
del
lugar
común
que
asegura
que
morir
es
soñar.
La
luz,
el
vino
prohibido,
los
vértigos,
¿para
quién
escribes?
Ruinas
de
un
templo
olvidado.
Si
celebrar
fuera
posible.
Visión
enlutada,
desgarrada,
de
un
jardín
con
estatuas
rojas.
Al
filo
de
la
madrugada
los
huesos
te
dolían.
Tú
te
desgarras.
Te
lo
prevengo
y
te
lo
previne.
Tú
te
desarmas.
Te
lo
digo,
te
lo
dije.
Tú
te
desnudas.
Te
desposees.
Te
desunes.
Te
lo
predije.
De
pronto
se
deshizo:
ningún
nacimiento.
Te
llevas,
te
sobrellevas.
Solamente
tú
sabes
de
este
ritmo
quebrantado.
Ahora
tus
despojos,
recogerlos
uno
a
uno,
gran
hastío,
en
dónde
dejarlos.
De
haberla
tenido
cerca,
hubiese
vendido
mi
alma
a
cambio
de
invisibilizarme.
Ebria
de
mí,
de
la
música,
de
los
poemas,
porque
no
dije
del
agujero
de
la
ausencia.
En
un
himno
harapiento
rodaba
el
llanto
por
mi
cara.
¿Y
por
qué
no
dicen
algo?
¿Y
para
qué
este
gran
silencio?
EL
SUEÑO
DE
LA
MUERTE
O
EL
LUGAR
DE
LOS
CUERPOS
POÉTICOS
Esta
noche,
dijo,
desde
el
ocaso,
me
cubrían
con
una
mortaja
negra
en
un
lecho
de
cedro.
Me
escanciaban
vino
azul
mezclado
con
amargura.
EL
CANTAR
DE
LAS
HUESTES
DE
ÍGOR
Toda
la
noche
escucho
el
llamamiento
de
la
muerte,
toda
la
noche
escucho
el
canto
de
la
muerte
junto
al
río,
toda
la
noche
escucho
la
voz
de
la
muerte
que
me
llama.
Y
tantos
sueños
unidos,
tantas
posesiones,
tantas
inmersiones,
en
mis
posesiones
de
pequeña
difunta
en
un
jardín
de
ruinas
y
de
lilas.
Junto
al
río
la
muerte
me
llama.
Desoladamente
desgarrada
en
el
corazón
escucho
el
canto
de
la
más
pura
alegría.
Y
es
verdad
que
he
despertado
en
el
lugar
del
amor
porque
al
oír
su
canto
dije:
es
el
lugar
del
amor.
Y
es
verdad
que
he
despertado
en
el
lugar
del
amor
porque
con
una
sonrisa
de
duelo
yo
oí
su
canto
y
me
dije:
es
el
lugar
del
amor
(pero
tembloroso
pero
fosforescente).
Y
las
danzas
mecánicas
de
los
muñecos
antiguos
y
las
desdichas
heredadas
y
el
agua
veloz
en
círculos,
por
favor,
no
sientas
miedo
de
decirlo:
el
agua
veloz
en
círculos
fugacísimos
mientras
en
la
orilla
el
gesto
detenido
de
los
brazos
detenidos
en
un
llamamiento
al
abrazo,
en
la
nostalgia
más
pura,
en
el
río,
en
la
niebla,
en
el
sol
debilísimo
filtrándose
a
través
de
la
niebla.
Más
desde
adentro:
el
objeto
sin
nombre
que
nace
y
se
pulveriza
en
el
lugar
en
que
el
silencio
pesa
como
barras
de
oro
y
el
tiempo
es
un
viento
afilado
que
atraviesa
una
grieta
y
es
esa
su
sola
declaración.
Hablo
del
lugar
en
que
se
hacen
los
cuerpos
poéticos
–como
un
cesta
llena
de
cadáveres
de
niñas.
Y
es
en
ese
lugar
donde
la
muerte
está
sentada,
viste
un
traje
muy
antiguo
y
pulsa
un
arpa
en
la
orilla
el
río
lúgubre,
la
muerte
en
un
vestido
rojo,
la
bella,
la
funesta,
la
espectral,
la
que
toda
la
noche
pulsó
un
arpa
hasta
que
me
adormecí
dentro
del
sueño.
¿Qué
hubo
en
el
fondo
del
río?
¿Qué
paisajes
se
hacían
y
deshacían
detrás
del
paisaje
en
cuyo
centro
había
un
cuadro
donde
estaba
pintada
un
bella
dama
que
tañe
un
laúd
y
canta
junto
a
un
río?
Detrás,
a
pocos
pasos,
veía
el
escenario
de
cenizas
donde
representé
mi
nacimiento.
El
nacer,
que
es
un
acto
lúgubre,
me
causaba
gracia.
El
humor
corroía
los
bordes
reales
de
mi
cuerpo
de
modo
que
pronto
fui
una
figura
fosforescente:
el
iris
de
un
ojo
lila
tornasolado;
una
centelleante
niña
de
papel
plateado
a
medias
ahogada
dentro
de
un
vaso
de
vino
azul.
Sin
luz
ni
guía
avanzaba
por
el
camino
de
las
metamorfosis.
Un
mundo
subterráneo
de
criaturas
de
formas
no
acabadas,
un
lugar
de
gestación,
un
vivero
de
brazos,
de
troncos,
de
caras,
y
las
manos
de
los
muñecos
suspendidas
como
hojas
de
los
fríos
árboles
filosos
aleteaban
y
resonaban
movidas
por
el
viento,
y
los
troncos
sin
cabeza
vestidos
de
colores
tan
alegres
danzaban
rondas
infantiles
junto
a
un
ataúd
lleno
de
cabezas
de
locos
que
aullaban
como
lobos,
y
mi
cabeza,
de
súbito,
parece
querer
salirse
ahora
por
mi
útero
como
si
los
cuerpos
poéticos
forcejearan
por
irrumpir
en
la
realidad,
nacer
a
ella,
y
hay
alguien
en
mi
garganta,
alguien
que
se
estuvo
gestando
en
soledad,
y
yo,
no
acabada,
ardiente
por
nacer,
me
abro,
se
me
abre,
va
a
venir,
voy
a
venir.
El
cuerpo
poético,
el
heredado,
el
no
filtrado
por
el
sol
de
la
lúgubre
mañana,
un
grito,
una
llamada,
una
llamarada,
un
llamamiento.
Sí.
Quiero
ver
el
fondo
del
río,
quiero
ver
si
aquello
se
abre,
si
irrumpe
y
florece
del
lado
de
aquí,
y
vendrá
o
no
vendrá
pero
siento
que
está
forcejeando,
y
quizás
y
tal
vez
solamente
la
muerte.
La
muerte
es
una
palabra.
La
palabra
es
una
cosa,
la
muerte
es
una
cosa,
es
un
cuerpo
poético
que
alienta
en
el
lugar
de
mi
nacimiento.
Nunca
de
este
modo
lograrás
circundarlo.
Habla,
pero
sobre
el
escenario
de
cenizas;
habla,
pero
desde
el
fondo
del
río
donde
está
la
muerte
cantando.
Y
la
muerte
es
ella,
me
lo
dijo
el
sueño,
me
lo
dijo
la
canción
de
la
reina.
La
muerte
de
cabellos
del
color
del
cuervo,
vestida
de
rojo,
blandiendo
en
sus
manos
funestas
un
laúd
y
huesos
de
pájaro
para
golpear
en
mi
tumba,
se
alejó
cantando
y
contemplada
de
atrás
parecía
una
vieja
mendiga
y
los
niños
le
arrojaban
piedras.
Cantaba
en
la
mañana
de
niebla
apenas
filtrada
por
el
sol,
la
mañana
del
nacimiento,
y
yo
caminaría
con
una
antorcha
en
la
mano
por
todos
los
desiertos
de
ete
mundo
y
aún
muerta
te
seguiría
buscando,
amor
mío
perdido,
y
el
canto
de
la
muerte
se
desplegó
en
el
término
de
una
sola
mañana,
y
cantaba,
y
cantaba.
También
cantó
en
la
vieja
taberna
cercana
del
puerto.
Había
un
payaso
adolescente
y
yo
le
dije
que
en
mis
poemas
la
muerte
era
mi
amante
y
amante
era
la
muerte
y
él
dijo:
tus
poemas
dicen
la
justa
verdad.
Yo
tenía
dieciséis
años
y
no
tenía
otro
remedio
que
buscar
el
amor
absoluto.
Y
fue
en
la
taberna
del
puerto
que
cantó
la
canción.
Escribo
con
los
ojos
cerrados,
escribo
con
los
ojos
abiertos:
que
se
desmorone
el
muro,
que
se
vuelva
río
el
muro.
La
muerte
azul,
la
muerte
verde,
la
muerte
roja,
la
muerte
lila,
en
las
visiones
del
nacimiento.
El
traje
azul
y
plata
fosforescente
de
la
plañidera
en
la
noche
medieval
de
toda
muerte
mía.
La
muerte
está
cantando
junto
al
río.
Y
fue
en
la
taberna
del
puerto
que
cantó
la
canción
de
la
muerte.
Me
voy
a
morir,
me
dijo,
me
voy
a
morir.
Al
alba
venid,
buen
amigo,
al
alba
venid.
Nos
hemos
reconocido,
nos
hemos
desaparecido,
amigo
el
que
yo
más
quería.
Yo,
asistiendo
a
mi
nacimiento.
Yo,
a
mi
muerte.
Y
yo
caminaría
por
todos
los
desiertos
de
este
mundo
y
aún
muerta
te
seguiría
buscando,
a
ti,
que
fuiste
el
lugar
del
amor.
NOCHE
COMPARTIDA
EN
EL
RECUERDO
DE
UNA
HUIDA
Golpes
en
la
tumba.
Al
filo
de
las
palabras
golpes
en
la
tumba.
Quien
vive,
dije.
Yo
dije
quién
vive.
Y
hasta
cuando
esta
intromisión
de
lo
externo
en
lo
interno,
o
de
lo
menos
interno
de
lo
interno,
que
se
va
tejiendo
como
un
manto
de
arpillera
sobre
mi
pobreza
indecible.
No
fue
el
sueño,
no
fue
la
vigilia,
no
fue
el
crimen,
no
fue
el
nacimiento:
solamente
el
golpear
con
un
pesado
cuchillo
sobre
la
tumba
de
mi
amigo.
Y
lo
absurdo
de
mi
costado
derecho,
lo
absurdo
de
un
sauce
inclinado
hacia
la
derecha
sobre
un
río,
mi
brazo
derecho,
mi
hombro
derecho,
mi
oreja
derecha,
mi
pierna
derecha,
mi
posesión
derecha,
mi
desposesión.
Desviarme
hacia
mi
muchacha
izquierda
–
manchas
azules
en
mi
palma
izquierda,
misteriosas
manchas
azules
-‐,
mi
zona
de
silencio
virgen,
mi
lugar
de
reposo
en
donde
me
estoy
esperando.
No,
aún
es
demasiado
desconocida,
aún
no
sé
reconocer
estos
sonidos
nuevos
que
están
iniciando
un
canto
de
queja
diferente
del
mío
que
es
un
canto
de
quemada,
que
es
un
canto
de
niña
perdida
en
una
silenciosa
ciudad
en
ruinas.
¿Y
cuántos
centenares
de
años
hace
que
estoy
muerta
y
te
amo?
Escucho
mis
voces,
los
coros
de
los
muertos.
Atrapada
entre
las
rocas;
empotrada
en
la
hendidura
de
una
roca.
No
soy
yo
la
hablante:
es
el
viento
que
me
hace
aletear
para
que
yo
crea
que
estos
cánticos
del
azar
que
se
formulan
por
obra
del
movimiento
son
palabras
venidas
de
mí.
Y
esto
fue
cuando
empecé
a
morirme,
cuando
golpearon
en
los
cimientos
y
me
recordé.
Suenan
las
trompetas
de
la
muerte.
El
cortejo
de
muñecas
de
corazones
de
espejo
con
mis
ojos
azul-‐verdes
reflejados
en
cada
uno
de
los
corazones.
Imitas
gestos
viejos
heredados.
Las
damas
de
antaño
cantaban
entre
muros
leprosos,
escuchaban
las
trompetas
de
la
muerte,
miraban
desfilar
–
ellas,
las
imaginadas
–
un
cortejo
imaginario
de
muñecas
con
corazones
de
espejo
y
en
cada
corazón
mis
ojos
de
pájara
de
papel
dorado
embestida
por
el
viento.
La
imaginada
pajarita
cree
cantar;
en
verdad
sólo
murmura
como
un
sauce
inclinado
sobre
el
río.
Muñequita
de
papel,
yo
la
recorté
en
papel
celeste,
verde,
rojo,
y
se
quedó
en
el
suelo,
en
el
máximo
de
la
carencia
de
relieves
y
de
dimensiones.
En
medio
del
camino
te
incrustaron,
figurita
errante,
estás
en
el
medio
del
camino
y
nadie
te
distingue
pues
no
te
diferencias
del
suelo
aun
si
a
veces
gritas,
pero
ha
tantas
cosas
que
gritan
en
un
camino
¿por
qué
irían
a
ver
qué
significa
esa
mancha
verde,
celeste,
roja?
Si
fuertemente,
a
sangre
y
fuego,
se
graban
mis
imágenes,
sin
sonidos,
sin
colores,
ni
siquiera
lo
blanco.
Si
se
intensifica
el
rastro
de
los
animales
nocturnos
en
las
inscripciones
de
mis
huesos.
Si
me
afinco
en
el
lugar
del
recuerdo
como
una
criatura
se
atiene
a
la
saliente
de
una
montaña
y
al
más
pequeño
movimiento
hecho
de
olvido
cae
–
hablo
de
lo
irremediable,
pido
lo
irremediable
-‐,
el
cuerpo
desatado
y
los
huesos
desparramados
en
el
silencio
de
la
nieve
traidora.
Proyectada
hacia
el
regreso,
cúbreme
con
una
mortaja
lila.
Y
luego
cántame
una
canción
de
una
ternura
sin
precedentes,
una
canción
que
no
diga
de
la
vida
ni
de
la
muerte
sino
de
gestos
levísimos
como
el
más
imperceptible
ademán
de
aquiescencia,
una
canción
que
sea
menos
que
una
canción,
una
canción
como
un
dibujo
que
representa
una
pequeña
casa
debajo
de
un
sol
al
que
le
faltan
algunos
rayos;
allí
ha
de
poder
vivir
la
muñequita
de
papel
verde,
celeste
y
rojo;
allí
se
ha
de
poder
erguir
y
tal
vez
andar
en
su
casita
dibujada
sobre
una
página
en
blanco.
EL
INFIERNO
MUSICAL
(1971)
EL
DESEO
DE
LA
PALABRA
COLD
IN
HAND
BLUES
y
qué
es
lo
que
vas
a
decir
voy
a
decir
solamente
algo
y
qué
es
lo
que
vas
a
hacer
voy
a
ocultarme
en
el
lenguaje
y
por
qué
tengo
miedo
PIEDRA
FUNDAMENTAL
No
puedo
hablar
con
mi
voz
sino
con
mis
voces.
Sus
ojos
eran
la
entrada
del
templo,
para
mí,
que
soy
errante,
que
amo
y
muero.
Y
hubiese
cantado
hasta
hacerme
una
con
la
noche,
hasta
deshacerme
desnuda
en
la
entrada
del
tiempo.
Un
canto
que
atravieso
como
un
túnel.
Presencias
inquietantes,
gestos
de
figuras
que
se
aparecen
vivientes
por
obra
de
un
lenguaje
activo
que
las
alude,
signos
que
insinúan
terrores
insolubles.
Una
vibración
de
los
cimientos,
un
trepidar
de
los
fundamentos,
drenan
y
barrenan,
y
he
sabido
dónde
se
aposenta
aquello
tan
otro
que
es
yo,
que
espera
que
me
calle
para
tomar
posesión
de
mí
y
drenar
y
barrenar
los
cimientos,
los
fundamentos,
aquello
que
me
es
adverso
desde
mí,
conspira,
toma
posesión
de
mi
terreno
baldío,
no,
he
de
hacer
algo,
no,
no
he
de
hacer
nada,
algo
en
mí
no
se
abandona
a
la
cascada
de
cenizas
que
me
arrasa
dentro
de
mí
con
ella
que
es
yo,
conmigo
que
soy
ella
y
que
soy
yo,
indeciblemente
distinta
de
ella.
En
el
silencio
mismo
(no
el
mismo
silencio)
tragar
noche,
una
noche
inmensa
inmersa
en
el
sigilo
de
los
pasos
perdidos.
No
puedo
hablar
para
nada
decir.
Por
eso
nos
perdemos,
yo
y
el
poema,
en
la
tentativa
inútil
de
transcribir
relaciones
ardientes.
¿A
dónde
la
conduce
esta
escritura?
A
lo
negro,
a
lo
estéril,
a
lo
fragmentado.
Las
muñecas
desventradas
por
mis
antiguas
manos
de
muñeca,
la
desilusión
al
encontrar
pura
estopa
(pura
estepa
tu
memoria):
el
padre,
que
tuvo
que
ser
Tiresias,
flota
en
el
río.
Pero
tú,
¿por
qué
te
dejaste
asesinar
escuchando
cuentos
de
álamos
nevados?
Yo
quería
que
mis
dedos
de
muñeca
penetraran
en
las
teclas.
Yo
no
quería
rozar,
como
una
araña,
el
teclado.
Yo
quería
hundirme,
clavarme,
fijarme,
petrificarme.
Yo
quería
entrar
en
el
teclado
para
entrar
adentro
de
la
música
para
tener
una
patria.
Pero
la
música
se
movía,
se
apresuraba.
Sólo
cuando
un
refrán
reincidía,
alentaba
en
mí
la
esperanza
de
que
se
estableciera
algo
parecido
a
una
estación
de
trenes,
quiero
decir:
un
punto
de
partida
firme
y
seguro;
un
lugar
desde
el
cual
partir,
desde
el
lugar,
hacia
el
lugar,
en
unión
y
fusión
con
el
lugar.
Pero
el
refrán
era
demasiado
breve,
de
modo
que
yo
no
podía
fundar
una
estación
pues
no
contaba
más
que
con
un
tren
salido
de
los
rieles
que
se
contorsionaba
y
se
distorsionaba.
Entonces
abandoné
la
música
y
sus
traiciones
porque
la
música
estaba
más
arriba
o
más
abajo,
pero
no
en
el
centro,
en
el
lugar
de
la
fusión
y
del
encuentro.
(Tú
que
fuiste
mi
única
patria
¿en
dónde
buscarte?
Tal
vez
en
este
poema
que
voy
escribiendo.)
Una
noche
en
el
circo
recobré
un
lenguaje
perdido
en
el
momento
que
los
jinetes
con
antorchas
en
la
mano
galopaban
en
ronda
feroz
sobre
corceles
negros.
Ni
en
mis
sueños
de
dicha
existirá
un
coro
de
ángeles
que
suministre
algo
semejante
a
los
sonidos
calientes
para
mi
corazón
de
los
cascos
contra
las
arenas.
(Y
me
dijo:
Escribe;
porque
estas
palabras
son
fieles
y
verdaderas.)
(Es
un
hombre
o
una
piedra
o
un
árbol
el
que
va
a
comenzar
el
canto...)
Y
era
un
estremecimiento
suavemente
trepidante
(lo
digo
para
aleccionar
a
la
que
extravió
en
mí
su
musicalidad
y
trepida
con
más
disonancia
que
un
caballo
azuzado
por
una
antorcha
en
las
arenas
de
un
país
extranjero).
Estaba
abrazada
al
suelo,
diciendo
un
nombre.
Creí
que
me
había
muerto
y
que
la
muerte
era
decir
un
nombre
sin
cesar.
No
es
esto,
tal
vez,
lo
que
quiero
decir.
Este
decir
y
decirse
no
es
grato.
No
puedo
hablar
con
mi
voz
sino
con
mis
voces.
También
este
poema
es
posible
que
sea
una
trampa,
un
escenario
más.
Cuando
el
baco
alternó
su
ritmo
y
vaciló
en
el
agua
violenta,
me
erguí
como
la
amazona
que
domina
solamente
con
sus
ojos
azules
al
caballo
que
se
encabrita
(¿o
fue
con
sus
ojos
azules?).
El
agua
verde
en
mi
cara,
he
de
beber
de
ti
hasta
que
la
noche
se
abra.
Nadie
puede
salvarme
pues
soy
invisible
aun
para
mí
que
me
llamo
con
tu
voz.
¿En
dónde
estoy?
Estoy
en
un
jardín.
Hay
un
jardín.
OJOS
PRIMITIVOS
En
donde
el
miedo
no
cuenta
cuentos
y
poemas,
no
forma
figuras
de
terror
y
de
gloria.
Vacío
gris
es
mi
nombre,
mi
pronombre.
Conozco
la
gama
de
los
miedos
y
ese
comenzar
a
cantar
despacito
en
el
desfiladero
que
reconduce
hacia
mi
desconocida
que
soy,
mi
emigrante
de
sí.
Escribo
contra
el
miedo.
Contra
el
viento
con
garras
que
se
aloja
en
mi
respiración.
Y
cuando
por
la
mañana
temes
encontrarte
muerta
(y
que
no
haya
más
imágenes):
el
silencio
de
la
compresión,
el
silencio
del
mero
estar,
en
esto
se
van
los
años,
en
esto
se
fue
la
bella
alegría
animal.
EL
INFIERNO
MUSICAL
Golpean
con
soles
Nada
se
acopla
con
nada
aquí
Y
de
tanto
animal
muerto
en
el
cementerio
de
huesos
filosos
de
mi
memoria
Y
de
tantas
monjas
como
cuervos
que
se
precipitan
a
hurgar
entre
mis
piernas
La
cantidad
de
fragmentos
me
desgarra
Impuro
diálogo
Un
proyectarse
desesperado
de
la
materia
verbal
Liberada
de
sí
misma
Naufragando
en
sí
misma
EL
DESEO
DE
LA
PALABRA
La
noche,
de
nuevo
la
noche,
la
magistral
sapiencia
de
lo
oscuro,
el
cálido
roce
de
la
muerte,
un
instante
de
éxtasis
para
mí,
heredera
de
todo
jardín
prohibido.
Pasos
y
voces
del
lado
sombrío
del
jardín.
Risas
en
el
interior
de
las
paredes.
No
vayas
a
creer
que
están
vivos.
No
vayas
a
creer
que
no
están
vivos.
En
cualquier
momento
la
fisura
en
la
pared
y
el
súbito
desbandarse
de
las
niñas
que
fui.
Caen
niñas
de
papel
de
variados
colores.
¿Hablan
los
colores?
¿Hablan
las
imágenes
de
papel?
Solamente
hablan
las
doradas
y
de
esas
no
hay
ninguna
por
aquí.
Voy
entre
muros
que
se
acercan,
que
se
juntan.
Toda
la
noche
hasta
la
aurora
salmodiaba:
Si
no
vino
es
porque
no
vino.
Pregunto.
¿A
quién?
Dice
que
pregunta,
quiere
saber
a
quién
pregunta.
Tu
ya
no
hablas
con
nadie.
Extranjera
a
muerte
está
muriéndose.
Otro
es
el
lenguaje
de
los
agonizantes.
He
malgastado
el
don
de
transfigurar
a
los
prohibidos
(los
siento
respirar
adentro
de
las
paredes).
Imposible
narrar
mi
día,
mi
vía.
Pero
contempla
absolutamente
sola
la
desnudez
de
estos
muros.
Ninguna
flor
crece
ni
crecerá
del
milagro.
A
pan
y
agua
toda
la
vida.
En
la
cima
de
la
alegría
he
declarado
acerca
de
una
música
jamás
oída.
¿Y
qué?
Ojalá
pudiera
vivir
solamente
en
éxtasis,
haciendo
el
cuerpo
del
poema
con
mi
cuerpo,
rescatando
cada
frase
con
mis
días
y
mis
semanas,
infundiéndole
al
poema
mi
soplo
a
medida
que
cada
letra
de
cada
palabra
haya
sido
sacrificada
en
las
ceremonias
del
vivir.
LA
PALABRA
DEL
DESEO
Esta
espectral
textura
de
la
oscuridad,
esta
melodía
en
los
huesos,
este
soplo
de
silencios
diversos,
este
ir
abajo
por
abajo,
esta
galería
oscura,
oscura,
este
hundirse
sin
hundirse.
¿Qué
estoy
haciendo?
Está
oscuro
y
quiero
entrar.
No
sé
que
más
decir.
(Yo
no
quiero
decir,
yo
quiero
entrar.)
El
dolor
en
los
huesos,
el
lenguaje
roto
a
paladas,
poco
a
poco
reconstituir
el
diagrama
de
la
irrealidad.
Posesiones
no
tengo
(esto
es
seguro;
al
fin
algo
seguro).
Luego
una
melodía.
Es
una
melodía
plañidera,
una
luz
lila,
una
inminencia
sin
destinatario.
Veo
la
melodía.
Presencia
de
una
luz
anaranjada.
Sin
tu
mirada
no
voy
a
saber
vivir,
también
esto
es
seguro.
Te
suscito,
te
resucito.
Y
me
dijo
que
saliera
al
viento
y
fuera
de
casa
en
casa
preguntando
si
estaba.
Paso
desnuda
con
un
cirio
en
la
mano,
castillo
frío,
jardín
de
las
delicias.
La
soledad
no
es
estar
parada
en
el
muelle,
a
la
madrugada,
mirando
el
agua
con
avidez.
La
soledad
es
no
poder
decirla
por
no
poder
circundarla
por
no
poder
darle
un
rostro
por
no
poder
hacerla
sinónimo
de
un
paisaje.
La
soledad
sería
esta
melodía
rota
de
mis
frases.
NOMBRES
Y
FIGURAS
La
hermosura
de
la
infancia
sombría,
la
tristeza
imperdonable
entre
muñecas,
estatuas,
cosas
mudas,
favorables
al
doble
monólogo
entre
yo
y
mi
antro
lujurioso,
el
tesoro
de
los
piratas
enterrado
en
mi
primera
persona
del
singular.
No
se
espera
otra
cosa
que
música
y
deja,
deja
que
el
sufrimiento
que
vibra
en
formas
traidoras
y
demasiado
bellas
llegue
al
fondo
de
los
fondos.
Hemos
intentado
hacernos
perdonar
lo
que
no
hicimos,
las
ofensas
fantásticas,
las
culpas
fantasmas.
Por
bruma,
por
nadie,
por
sombras,
hemos
expiado.
Lo
que
quiero
es
honorar
a
la
poseedora
de
mi
sombra:
la
que
sustrae
de
la
nada
nombres
y
figuras.
II
LAS
UNIONES
POSIBLES
EN
UN
EJEMPLAR
DE
<LES
CHANTS
DE
MALDOROR>
Debajo
de
mi
vestido
ardía
un
campo
con
flores
alegres
como
los
niños
de
la
medianoche.
El
soplo
de
la
luz
en
mis
huesos
cuando
escribo
la
palabra
tierra.
Palabra
o
presencia
seguida
por
animales
perfumados;
triste
como
sí
misma,
hermosa
como
el
suicidio;
y
que
me
sobrevuela
como
una
dinastía
de
soles.
SIGNOS
Todo
hace
el
amor
con
el
silencio.
Me
habían
prometido
un
silencio
como
un
fuego,
una
casa
de
silencio.
De
pronto
el
templo
es
un
circo
y
la
luz
un
tambor.
FUGA
EN
LILA
Había
que
escribir
sin
para
qué,
sin
para
quién.
El
cuerpo
se
acuerda
de
un
amor
como
encender
la
lámpara.
Si
silencio
es
tentación
y
promesa.
DEL
OTRO
LADO
Como
un
reloj
de
arena
cae
la
música
en
la
música.
Estoy
triste
en
la
noche
de
colmillos
de
lobo.
Cae
la
música
en
la
música
como
mi
voz
en
mis
voces.
LAZO
MORTAL
Palabras
emitidas
por
un
pensamiento
a
modo
de
tabla
del
náufrago.
Hacer
el
amor
adentro
de
nuestro
abrazo
significó
una
luz
negra:
la
oscuridad
se
puso
a
brillar.
Era
la
luz
reencontrada,
doblemente
apagada
pero
de
algún
modo
más
viva
que
mil
soles.
El
color
del
mausoleo
infantil,
el
mortuorio
color
de
los
detenidos
deseos
se
abrió
en
la
salvaje
habitación.
El
ritmo
de
los
cuerpos
ocultaba
el
vuelo
de
los
cuervos.
El
ritmo
de
los
cuerpos
cavaba
un
espacio
de
luz
adentro
de
la
luz.
III
FIGURAS
DE
LA
AUSENCIA
LA
PALABRA
QUE
SANA
Esperando
que
un
mundo
sea
desenterrado
por
el
lenguaje,
alguien
canta
el
lugar
en
que
se
forma
el
silencio.
Luego
comprobará
que
no
porque
se
muestre
furioso
existe
el
mar,
ni
tampoco
el
mundo.
Por
eso
cada
palabra
dice
lo
que
dice
y
además
más
y
otra
cosa.
LOS
DE
LO
OCULTO
Para
que
las
palabras
no
basten
es
preciso
alguna
muerte
en
el
corazón.
La
luz
del
lenguaje
me
cubre
como
una
música,
imagen
mordida
por
los
perros
del
desconsuelo,
y
el
invierno
sube
por
mí
como
la
enamorada
del
muro.
Cuando
espero
dejar
de
esperar,
sucede
tu
caída
dentro
de
mí.
Ya
no
soy
más
que
un
adentro.
L’OBSCURITÉ
DES
EAUX
Escucho
resonar
el
agua
que
cae
en
mi
sueño.
Las
palabras
caen
como
el
agua
yo
caigo.
Dibujo
en
mis
ojos
la
forma
de
mis
ojos,
nado
en
mis
aguas,
me
digo
en
mis
silencios.
Toda
la
noche
espero
que
mi
lenguaje
logre
configurarme.
Y
pienso
en
el
viento
que
viene
a
mí,
permanece
en
mí.
Toda
la
noche
he
caminado
bajo
la
lluvia
desconocida.
A
mí
me
han
dado
un
silencio
pleno
de
formas
y
visiones
(dices).
Y
corres
desolada
como
el
único
pájaro
en
el
viento.
GESTO
PARA
UN
OBJETO
En
tiempo
dormido,
un
tiempo
como
un
guante
sobre
un
tambor.
Los
tres
que
en
mí
contienden
nos
hemos
quedado
en
el
móvil
punto
fijo
y
no
somos
ni
un
es
ni
un
estoy.
Antiguamente
mis
ojos
buscaron
refugio
en
las
cosas
humilladas,
desamparadas,
pero
en
amistad
con
mis
ojos
he
visto,
he
visto
y
no
aprobé.
LA
MÁSCARA
Y
EL
POEMA
El
espléndido
palacio
de
papel
de
los
peregrinajes
infantiles.
A
la
puesta
del
sol
pondrán
a
la
volatinera
en
una
jaula,
la
llevarán
a
un
templo
ruinoso
y
la
dejarán
allí
sola.
ENDECHAS
I
El
lenguaje
silencioso
engendra
fuego.
El
silencio
se
propaga,
el
silencio
es
fuego.
Era
preciso
decir
acerca
del
agua
o
simplemente
apenas
nombrarla,
de
modo
de
atraerse
la
palabra
agua
para
que
apague
las
llamas
del
silencio.
Porque
no
cantó,
su
sombra
canta.
Donde
una
vez
sus
ojos
hechizaron
mi
infancia,
el
silencio
al
rojo
rueda
como
un
sol.
En
el
corazón
de
la
palabra
lo
alcanzaron;
y
yo
no
puedo
narrar
el
espacio
ausente
y
azul
creado
por
sus
ojos.
II
Con
una
esponja
húmeda
de
lluvia
gris
borraron
el
ramo
de
lilas
dibujado
en
su
cerebro.
El
signo
de
su
estar
es
la
enlutada
escritura
de
los
mensajes
que
se
envía.
Ella
se
prueba
en
su
nuevo
lenguaje
e
indaga
el
peso
del
muerto
en
la
balanza
de
su
corazón.
III
Y
el
signo
de
su
estar
crea
el
corazón
de
la
noche.
Aprisionada:
alguna
vez
se
olvidarán
las
culpas,
se
emparentarán
los
vivos
y
los
muertos.
Aprisionada:
no
has
sabido
prever
que
su
final
iría
a
ser
la
gruta
a
donde
iban
los
malos
en
los
cuentos
para
niños.
Aprisionada:
deja
que
se
cante
como
se
pueda
y
se
quiera.
Hasta
que
en
la
merecida
noche
se
cierna
la
brusca
desocultada.
A
exceso
de
sufrimiento
exceso
de
noche
y
de
silencio.
IV
Las
metáforas
de
asfixia
se
despojan
del
sudario,
el
poema.
El
terror
es
nombrado
con
el
modelo
delante,
a
fin
de
no
equivocarse.
V
Y
yo
sola
con
mis
voces,
y
tú,
tanto
estás
del
otro
lado
que
te
confundo
conmigo.
A
PLENA
PÉRDIDA
Los
sortilegios
emanan
del
nuevo
centro
de
un
poema
a
nadie
dirigido.
Hablo
con
la
voz
que
está
detrás
de
la
voz
y
emito
los
mágicos
sonidos
de
la
endechadora.
Una
mirada
azul
aureolaba
mi
poema.
Vida,
mi
vida,
¿qué
has
hecho
de
mi
vida?
IV
LOS
POSEÍDOS
ENTRE
LILAS
I
-‐
Se
abrió
la
flor
de
la
distancia.
Quiero
que
mires
por
la
ventana
y
me
digas
lo
que
veas,
gestos
inconclusos,
objetos
ilusorios,
formas
fracasadas...
Como
si
te
hubieses
preparado
desde
la
infancia,
acércate
a
la
ventana.
-‐
Un
café
lleno
de
sillas
vacías,
iluminado
hasta
la
exasperación,
la
noche
en
forma
de
ausencia,
el
cielo
como
de
una
materia
deteriorada,
gotas
de
agua
en
una
ventana,
pasa
alguien
que
no
vi
nunca,
que
no
veré
jamás.
-‐
¿Qué
hice
del
don
de
la
mirada?
-‐
Una
lámpara
demasiado
intensa,
una
puerta
abierta,
alguien
fuma
en
la
sombra,
el
tronco
y
el
follaje
de
un
árbol,
un
perro
se
arrastra,
una
pareja
de
enamorados
se
pasea
despacio
bajo
la
lluvia,
un
diario
en
una
zanja,
un
niño
silbando...
-‐
Proseguí
-‐
(En
tono
vengativo).
Una
equilibrista
enana
se
echa
al
hombro
una
bolsa
de
huesos
y
avanza
por
el
alambre
con
los
ojos
cerrados.
-‐
¡No!
-‐
Está
desnuda
pero
lleva
sombrero,
tiene
pelos
por
todas
partes
y
es
de
color
gris
de
modo
que
con
sus
cabellos
rojos
parece
la
chimenea
de
la
escenografía
teatral
de
un
teatro
para
locos.
Un
gnomo
desdentado
la
persigue
mascando
las
lentejuelas...
-‐
Basta,
por
favor.
-‐
(En
tono
fatigado).
Una
mujer
grita,
un
niño
llora.
Siluetas
espían
desde
sus
madrigueras.
Ha
pasado
un
transeúnte.
Se
ha
cerrado
una
puerta.
II
Si
viera
un
perro
muerto
me
moriría
de
orfandad
pensando
en
las
caricias
que
recibió.
Los
perros
son
como
la
muerte:
quieren
huesos.
Los
perros
comen
huesos.
En
cuanto
a
la
muerte,
sin
duda
se
entretiene
tallándolos
en
forma
de
lapiceras,
cucharitas,
de
cortapapeles,
de
tenedores,
de
ceniceros.
Sí,
la
muerte
talla
huesos
en
tanto
el
silencio
es
de
oro
y
la
palabra
de
plata.
Sí,
lo
malo
de
la
vida
es
que
no
es
lo
que
creemos
pero
tampoco
lo
contrario.
Restos.
Para
nosotros
quedan
los
huesos
de
los
animales
y
de
los
hombres.
Donde
una
vez
un
muchacho
y
una
chica
hacían
el
amor,
hay
cenizas
y
manchas
de
sangre
y
pedacitos
de
uña
y
rizos
púbicos
y
una
vela
doblegada
que
usaron
con
fines
oscuros
y
manchas
de
esperma
sobre
el
lodo
y
cabezas
de
gallo
y
una
casa
derruida
dibujada
en
la
arena
y
trozos
de
papeles
perfumados
que
fueron
cartas
de
amor
y
la
rota
bola
de
vidrio
de
una
vidente
y
lilas
marchitas
y
cabezas
cortadas
sobre
almohadas
como
almas
impotentes
entre
los
asfódelos
y
tablas
resquebrajadas
y
zapatos
viejos
y
vestido
en
el
fango
y
gatos
enfermos
y
ojos
incrustados
en
una
mano
que
se
desliza
hacia
el
silencio
y
manos
con
sortija
y
espuma
negra
que
salpica
a
un
espejo
que
nada
refleja
y
niña
que
durmiendo
asfixia
a
su
paloma
preferida
y
pepitas
de
oro
negro
resonantes
como
gitanos
de
duelo
tocando
sus
violines
a
orillas
del
mar
Muerto
y
un
corazón
que
late
para
engañar
y
una
rosa
que
se
abre
para
traicionar
y
un
niño
llorando
frente
a
un
cuervo
que
grazna,
y
la
inspiradora
se
enmascara
para
ejecutar
una
melodía
que
nadie
entiende
bajo
una
lluvia
que
calma
mi
mal.
Nadie
nos
oye,
por
eso
emitimos
ruegos,
pero
¡mira!
el
gitano
más
joven
está
decapitando
con
sus
ojos
de
serrucho
a
la
niña
de
la
paloma.
III
Voces,
rumore,
sombras,
cantos
de
ahogados:
no
sé
si
son
signos
o
una
tortura.
Alguien
demora
en
el
jardín
el
paso
del
tiempo.
Y
las
criaturas
del
otoño
abandonadas
al
silencio.
Yo
estaba
predestinada
a
nombrar
las
cosas
con
nombres
esenciales.
Yo
ya
no
existo
y
lo
sé;
lo
que
no
sé
es
qué
vive
en
lugar
mío.
Pierdo
la
razón
si
hablo,
pierdo
los
años
si
callo.
Un
viento
violento
arrasó
con
todo.
Y
no
haber
podido
hablar
por
todos
aquellos
que
olvidaron
el
canto.
IV
Alguna
vez,
tal
vez,
encontraremos
refugio
en
la
realidad
verdadera.
Entretanto
¿puedo
decir
hasta
qué
punto
estoy
en
contra?
Te
hablo
de
la
soledad
mortal.
Hay
cólera
en
el
destino
porque
se
acerca,
entre
las
arenas
y
las
piedras,
el
lobo
gris.
¿Y
entonces?
Porque
romperá
todas
las
puertas,
porque
sacará
afuera
a
los
muertos
para
que
devoren
a
los
vivos,
para
que
sólo
haya
muertos
y
los
vivos
desaparezcan.
No
tengas
miedo
del
lobo
gris.
Yo
lo
nombré
para
comprobar
que
existe
y
porque
hay
una
voluptuosidad
inadjetivable
en
el
hecho
de
comprobar.
Las
palabras
hubieran
podido
salvarme,
pero
estoy
demasiado
viviente.
No,
no
quiero
cantar
muerte.
Mi
muerte...
el
lobo
gris...
la
matadora
que
viene
de
la
lejanía...¿No
hay
un
alma
viva
en
esta
ciudad?
Porque
ustedes
están
muertos.
¿Y
qué
espera
puede
convertirse
en
esperanza
si
está
todos
muertos?
¿Y
cuándo
vendrá
lo
que
esperamos?
¿Cuándo
dejaremos
de
huir?
¿Cuándo
ocurrirá
todo
esto?
¿Cuándo?
¿Dónde?
¿Cómo?
¿Cuánto?
¿Por
qué?
¿Para
quién?
POEMAS
NO
RECOGIDOS
EN
LIBROS
1956-‐1960
En
esta
sección
se
incluye
el
contenido
de
un
carpeta
con
41
hojas
de
poemas
mecanografiados
y
corregidos
a
mano
por
AP
que
cabe
situar
aproximadamente
entre
los
años
indicados.
Las
fechas
1956-‐58
figuran
solamente
encabezando
la
parte
titulada
“Aproximaciones”.
Como
en
todos
los
casos,
se
siguen
las
correcciones
de
la
autora,
pero
no
se
incluyen
aquellos
textos
que,
por
su
cantidad
de
correcciones,
no
se
ha
considerado
oportuno
presentar
en
este
volumen.
el
silencio
es
luz
el
canto
sabio
de
la
desdicha
emana
tiempo
primitivo
buscaba
la
piedra
no
el
plan
un
himno
inocente
no
las
maldiciones
el
conocimiento
de
mis
nombres
para
olvidarlos
y
olvidarme
pero
lo
que
no
busqué
es
el
exilio
ni
tampoco
me
dije
mentiras
no
adoré
el
sol
pero
no
esperé
esta
luz
negra
al
filo
del
mediodía
Como
dedos
rodando
premeditadamente
Como
dedos
de
muerto
pulsando
la
sola
cuerda
de
un
arpa
Como
alas
pesadas
cuando
sueño
que
duermo
con
los
ojos
abiertos
Como
el
sol
que
se
ensombrece
en
mi
mirada
Como
la
oscuridad
desunida
en
toda
la
noche
de
mi
vida
Como
los
perros
de
mi
sombra
aguardadora
insomne
tiembla
sobre
la
página
blanca
arroja
sal
a
los
ojos
del
asesino
y
es
un
mundo
blanco
y
sin
ti
NOCTURNO
DE
CHOPIN
POR
UN
PIANISTA
DE
CUATRO
AÑOS
Su
música
me
lleva
a
un
acantilado
con
un
pájaro
que
juega
a
oírse
cantar.
Su
música
me
alumbra
en
la
lluvia
por
donde
vamos
yo
y
una
jaula
vacía.
SIN
TIERRA
COMÚN
Alguna
vez
sabrás
porque
hablas
menos
de
lo
que
dices.
Alguna
vez
conocerás
lo
que
ya
habías
dicho
dijiste.
Sólo
tu
puedes
hablar
del
hablar
porque
es
tu
emblema,
tu
flagelo.
Aún
ahora,
también
ahora,
sílabas
hostiles
disuenan
en
tu
cuerpo.
Pero
tu
sabes
que
un
día
se
libertarán,
irrumpirán,
y
nunca
dirás
las
palabras
de
todos,
aquellas
que
no
aceptan
servirte
porque
a
ti
no
te
sirve.
LAMENTO
la
imagen
del
amor
abisma
términos
impíos
no
llorarás
por
la
eternidad
sino
por
un
niño
que
llora
entre
negras
rocas
el
coro
de
ahogados
tempestuosa
certeza
de
melancolía
yo
sólo
miro
como
se
hunde
esta
barca
yo
sólo
miro
a
nuestro
rey
invariable
a
nuestro
ardoroso
inmutable
un
niño
cesa
de
respirar
un
barca
se
hunde
yo
miro
el
cielo
yo
escucho
el
silencio
callado
cuidado
con
las
palabras
(dijo)
tienen
filo
te
cortarán
la
lengua
cuidado
te
hundirán
en
la
cárcel
cuidado
no
despertar
a
las
palabras
acuéstate
en
las
arenas
negras
y
que
el
mar
te
entierre
y
que
los
cuervos
se
suiciden
en
tus
ojos
cerrados
cuídate
no
tientes
a
los
ángeles
de
las
vocales
no
atraigas
frases
poemas
versos
no
tienes
nada
que
decir
nada
que
defender
sueña
sueña
que
no
estás
aquí
que
ya
te
has
ido
que
todo
ha
terminado
los
ojos
hablan
o
justo
ojos
que
se
abren
arrojan
lo
sobrante
ojos
no
palabras
ojos
no
promesas
trabajo
con
mis
ojos
en
construir
en
reparar
en
reconstruir
algo
parecido
a
una
mirada
humana
a
un
poema
de
hombre
a
un
canto
lejano
del
bosque
APROXIMACIONES
Buenos
Aires
1956-‐1958
abrazando
a
tu
sombra
en
un
sueño
mis
huesos
se
arqueaban
como
flores
*
los
bordes
de
silencio
de
las
cosas
lo
callado
que
recorre
la
presencia
de
las
cosas
*
estos
ojos
sólo
se
abren
para
evaluar
la
ausencia
*
quién
me
perdió
en
el
silencio
fantasma
de
las
palabras
*
pasos
en
la
niebla
del
jardín
de
lilas
el
corazón
regresa
a
su
luz
negra
*
quisieras
vivir
siempre
como
algo
olvidado
en
la
mano
de
un
muerto
*
¿Por
qué
escribo?
Por
qué
sollozo
en
madrugada
Por
qué
de
pronto
este
sabor
a
canto
de
cisne
Esta
espuma
verde
acumulada
en
la
garganta
Mi
corazón
es
absurdo
como
un
máscara
en
la
lluvia
El
espanto
lo
asemeja
al
mar
Mi
cuerpo
es
una
invasión
de
tambores
en
el
silencio
de
la
noche
Por
qué
estas
noches
como
un
oasis
para
brujas
Por
qué
esta
conjuración
de
ausencias
Este
secuestro
de
la
hija
del
viento
Me
rodea
en
la
noche
una
logia
exterminadora
te
llamo
y
no
vienes
Te
amo
y
no
vienes
Por
qué
viniste
como
el
relámpago
y
me
dejaste
sola
en
lo
devastado
Si
escucharas
mi
rumor
a
celda
minúscula
poblada
de
agonizantes
mi
jadeo
de
asfixiada
Si
de
pronto
me
vieras
en
la
orilla
del
despertar,
cantante
enmudecida
en
la
cima
de
su
asombro
Si
me
vieras
atada
a
tu
rostro
*
Canciones
ambiguas
de
algún
país
arrasado
por
las
lluvias
Canciones
de
campaneros
memorias
de
la
noche
que
algún
hombre
amó
*
un
pueblo
de
la
luz
arderá
en
la
sombra
*
Si
un
mar
por
una
lira
ángeles
furiosos
ahogó
en
el
viento
*
noche
amada
nunca
como
ahora
en
que
la
pierdo
en
lo
incierto
del
día
que
rompe
lo
que
me
une
a
mi
vida
*
todos
comprenden
lo
que
nadie
nadie
comprende
lo
que
todos
*
no
lejos
del
alba
nace
el
día
visión
de
las
últimas
flores
la
luz
gira
en
mi
rostro
que
esperaba
las
nupcias
de
los
cuatro
elementos
*
siempre
habrá
el
miedo
de
otras
voces
el
miedo
de
otras
voces
*
es
tarde
para
reconocer
el
sol
el
sol
está
y
mis
ojos
cantan
el
sol
está
su
primavera
es
negra
el
sol
está
y
es
tarde
*
éste
es
mi
invierno
elegido
éste
es
mi
deber
ante
la
niebla
y
lo
confuso
*
querer
quedarse
queriendo
irse
*
El
amor
dibuja
en
mis
ojos
el
cuerpo
anhelado
como
un
lanzador
de
cuchillos
tatuando
en
la
pared
con
temor
y
destreza
la
desnudez
inmóvil
de
la
que
ama.
Así,
en
lo
oscuro,
fragmentos
de
los
que
amé,
lúbricos
rostros
adolescentes,
entre
ellos
soy
otro
fantasma.
A
veces,
en
la
noche,
me
dijeron
que
mi
corazón
no
existe.
pero
escucho
canciones
ambiguas
de
un
país
arrasado
por
las
lluvias.
*
Lo
que
no
te
dieron.
Lo
que
no
te
dan.
Noviciado
atroz.
*
así
iba
yo
devorando
tinieblas
una
flor
en
mi
mano
de
sonámbula
una
sonrisa
ajena
pegada
a
mis
labios
mi
cuerpo
desnudo
como
una
palabra
mis
deseos
abrazados
a
su
imagen
*
si
solamente
hicieran
una
hoguera
en
mis
labios
para
quemar
las
sílabas
que
no
se
unen
*
el
gran
pájaro
de
cuerpo
de
paja
teclea
el
invisible
piano
del
viento
*
La
luz
amontonándose
inservible
a
espaldas
del
sol.
Niebla
en
el
pozo.
Hacer
dibujos
en
un
viejo
muro
rosado.
*
pájaros
polvorientos
con
sangre
vieja
en
las
alas
flores
de
metal
olvidadas
telarañas
enamoradas
del
espacio
en
donde
vive
el
tiempo
que
pasa
*
se
han
ocultado
entre
los
sonidos
de
la
noche
*
El
jardín
triangular
que
oprimo
en
mi
mano
chorrea
flores
de
agua
Abejas
de
perfume
azul
fosforecen
como
ojos
enemigos
incrustados
en
mis
huesos
*
soledad
cerrada
y
dichosa
promesas
de
súbito
cumplidas
como
campanas
en
un
amanecer
helado
*
detrás
de
las
formas
sin
consuelo
el
día
se
abre
como
un
canto
doloroso
un
alarido
mágico
formulador
en
el
viento
*
Apenas
remitida
del
cielo
y
cerrada
en
donde
yo
era
sin
color
y
sin
forma
sólo
una
contemplada.
Apenas
devuelta
de
crepúsculos
de
playa
sola,
de
corazón
silenciosa.
*
Yo
creo
en
los
espejos
*
La
noche
canta
amordazada
Corazones
incendiados
en
la
memoria
de
mi
boca
me
penetran
vasos
vacíos.
*
En
la
cavidad
iluminada
en
que
este
instante
es
perla
pródiga
escucho
el
ronco
abrirse
de
mi
memoria
como
una
puerta
al
viento.
*
Si
morir
es
memoria
cerrada.
*
Yo
trabajo
el
silencio
lo
hago
llama
*
I
Yo
no
canto,
no
celebro,
no
bailo
desnuda
y
ebria
sobre
mi
ataúd.
Pero
yo
le
ruego
al
poema,
yo
le
pido
la
luna
al
poema.
II
He
desatado
el
corazón
de
la
lluvia
Antiguas
baladas
alimentaron
mi
silencio.
III
El
amor
es
este
viaje
inútil,
pero
muy
suave,
al
otro
lado
del
espejo.
Tantas
criaturas
en
mi
sed
y
en
mi
vaso
vacío.
IV
La
niña
que
fui
ahora
en
mi
memoria
entre
mis
muertos.
De
lágrimas
se
nutrirá
mil
años.
De
destierro
el
sonido
de
su
voz
*
yo
vi
ese
rostro
partir
la
mañana
en
dos
noches
iguales.
Mi
cuerpo
se
pobló
de
muertos
y
mi
lengua
de
palabras
crispadas,
ruinas
de
un
canto
olvidado.
*
COMO
YO
LA
QUERÍA
Morir
como
muere
un
animal
pequeño
en
los
cuentos
para
niños.
Eso
tan
terrible.
Lleno
de
hermosura.
*
Las
cosas
amarilleaban
frente
a
mis
ojos
recién
venidos
de
un
sueño
de
otoño.
*
Si
la
noche
no
es
azul,
si
el
verano
es
una
lenta
plaga.
*
habla
al
gran
espacio
vacío
en
donde
corre
una
niña
que
ya
no
reconoces
sólo
deseo
no
tener
nada
con
nada
*
Has
dicho
tantas
palabras
que
ya
no
te
atreves
a
oírte
llamar.
*
En
mis
huesos
la
noche
tatuada.
La
noche
y
la
nada.
*
Escribes
poemas
porque
necesitas
un
lugar
en
donde
sea
lo
que
no
es
*
El
aire
se
eternizaba
en
caras
plateadas
o
coléricas
Se
puede
morir
de
presencias
*
Hay
un
rostro
salvajemente
asomado
al
día
que
se
abre
en
dos
noches
iguales.
¿Quién
cantará
al
amor?
No
yo.
Yo
amo.
*
y
finalmente
un
himno
sin
desdicha
un
sueño
como
una
estrella
*
ebria
del
silencio
de
los
jardines
abandonados
mi
memoria
se
abre
y
se
cierra
como
una
puerta
al
viento
*
Perdida
en
el
silencio
de
las
palabras
fantasmas.
Si
vivir
es
memoria
cerrada
quién
me
pierde
en
el
silencio
fantasma
de
las
palabras
*
Zona
de
la
visión
perpetua.
Yo
la
atravesé
en
un
misterioso
gemido.
*
Yo
he
dado
el
reino
de
mi
edad
a
la
noche
de
los
cuerpos
para
saber
si
hay
una
luz
detrás
de
la
puerta
cerrada.
*
En
un
lugar
de
temblores
manos
oscilan
enamoradas
en
la
dulzura
de
mi
rostro
sobre
tu
oscuridad
ardiente.
Como
una
idiota
cruzando
la
calle
tengo
miedo,
me
río,
me
saludo
en
el
espejo
con
una
sábana
hedionda,
me
corto
de
raíz,
me
escupo,
me
execro.
Como
una
santa
acosada
por
voces
angélicas
me
hundo
en
la
canción
de
las
plagas
y
me
vengo,
me
renuncio,
me
silencio,
me
recuerdo.
Sumisa
a
la
niña
muda
que
habla
en
mi
nombre,
me
cierro,
me
defiendo,
cuando
las
cosas,
como
hordas
de
huecos,
vienen
a
mi
terror.
Dónde
dejar
mis
ojos,
cuándo
augurarles
una
estación
amable.
Quiero
decir:
lo
que
muero
cada
noche,
mis
huesos
torcidos
por
abrazar
una
sombra.
es
verdad
que
en
lo
oscuro
hay
esta
confusión
de
ojos
y
hojas
campanas
dormidas
y
fuegos
miedosos
boca
enlutada
enumerando
mis
muertes
boca
sin
lengua
plegaria
a
nadie
se
suceden
en
mi
persona
generaciones
de
pasajeras
sin
destino
oscilan
extrañas
llórame
por
estar
aquí
llórame
y
átame
a
las
rosas
al
manantial
que
cesó
augúrame
luces
asustadas
plática
de
los
exterminadores
que
vienen
a
mi
rostro
preparado
para
vivir
Zona
de
la
tensión
perpetua.
Yo
la
atravesé
con
mi
voz.
La
atravesé
en
un
misterioso
gemido
para
sólo
llegar
a
una
tensión
perpetua
desconocedora
del
sol
y
sus
milagros.
Una
luz,
una
lámpara,
la
lejanía
de
la
noche.
La
lejanía
de
la
lejanía
nace
de
mí,
nace
con
música.
Vivir
libre.
En
los
confines
las
arenas,
la
soledad,
la
divina
quietud
del
sexo.
Libertad
de
ser
sólo
ceniza.
Muero
en
la
música
de
los
sexos.
lejos
de
lo
nacido
de
lo
que
vibra
con
soles
y
lleva
espanto
en
su
ritmo
en
el
amanecer
venido
de
mis
ojos
pájaros
parados
en
el
aire
son
a
mis
ojos
lo
que
las
flores
en
la
mano
de
un
muerto
voz
dorada
en
el
aire
caída
de
un
árbol
abierto
y
no
es
verdad
que
pediré
socorro
Que
alejen
el
agua
y
el
vino
que
mi
llegada
sea
la
señal
exacta
de
su
alejamiento
que
mi
boca
sedienta
sea
la
bandera,
el
signo,
la
rama
venenosa,
la
orden
ardiente,
la
hora,
en
fin,
de
detener
el
diluvio,
de
esconder
las
fuentes,
de
hacer
carbón
del
agua,
cenizas
del
vino.
Que
alejen
los
frutos
mágicos
que
los
labios
ebrios
sólo
encuentran
lo
candente,
que
seas
de
azufre,
y
tu
cuerpo
sea
de
llamas
sobre
un
cuerpo
de
agua.
como
la
bella
en
el
bosque
despierta
para
siempre
sin
príncipe
que
esperar
y
la
sonrisa
muda
se
borró
hace
mucho
a
dónde
vas
bajo
el
cielo
gris
oculto
por
pequeñas
ventanas
con
ojos
sucios
donde
detrás
no
hay
nada
nadie
hay
detrás
y
están
todos
muertos
la
voz
decía
sobre
el
despertar
y
sobre
la
muerte
y
la
voz
decía
y
los
ojos
decían
y
todo
estaba
condenado
pero
la
voz
no
se
cansaba
ciudad
de
nada
en
nadie
el
cuerpo
se
hace
la
voz
se
rehace
Perdida
en
el
silencio
de
las
piedras
fantasmas.
¿Quién
es
el
heredero
del
viento,
quién
me
llena
la
boca
de
días,
quién
hace
que
yo
viva?
¿Quién
prueba
una
verdad
en
mi
dolor
sin
fondo?
¿Quién
me
ha
exilado
con
los
que
cantan?
¿Quién
me
perdió
en
el
silencio
de
las
palabras
fantasmas?
de
súbito
no
he
nacido
no
he
muerto
el
centro
de
la
sombra
es
la
sombra
en
mi
espera
Lleva
una
nota
de
AP
a
mano:
“vue
le
19
août
1967”
temo
dejar
de
ser
la
que
nunca
fui
beber
en
el
silencio
adentro
del
silencio
cultivo
el
jardín
del
furor
mi
roja
sed
humeante
señala
el
día
en
el
pequeño
frenesí
de
toda
bujía
anclada
en
tus
ojos
que
el
viento
que
el
mar
que
la
noche
y
sin
ira
y
sin
hora
sin
ahora
sin
orar
sin
arar
en
la
memoria
sin
errar
en
el
pasaje
de
la
noche
al
amor
y
del
amor
a
su
espera
y
nos
iremos
en
un
corazón
abandonado
y
nos
iremos
en
el
espacio
abierto
de
tu
mirada
y
nos
iremos
en
un
corazón
que
espera
amarrado
al
borde
de
un
precipicio
no
dibujar
el
itinerario
no
usar
la
pluma
sino
cuando
hablen
de
pájaros
nada
prever
para
que
nada
no
venga
y
nos
iremos
como
se
va
la
oscuridad
en
la
madrugada
de
las
plegarias
infantiles
felicidad
de
nuestros
ojos
ávido
de
peligros
naturales
será
como
quien
silba
junto
a
un
lago
silba
el
hecho
de
silbar
o
canta
el
hecho
de
cantar
(una
embarcación
de
papel
atraviesa
mi
garganta
adentro
bogan
dos
niños
mendigos
andrajos
audaces
para
despistar
al
viento
a
la
brújula
al
designio
de
la
noche)
CAPÍTULOS
PRINCIPALES
Llega
la
muerte
con
su
manada
de
huesos
sonrío
sumisa
a
una
niña
idiota
que
implora
en
mi
nombre
juntas
(la
muerte,
la
niñas
y
yo)
no
encontramos
otro
oficio
que
execrar
Al
final
todos
se
casan:
el
mar
y
las
olas,
la
noche
y
lo
oscuro,
el
vaso
y
el
vino,
el
anillo
y
el
dedo,
la
muerte
y
el
cadáver.
1962-‐1972
SE
PROHÍBE
MIRAR
EL
CÉSPED
Maniquí
desnudo
entre
escombros.
Incendiaron
la
vidriera,
te
abandonaron
en
posición
de
ángel
petrificado.
No
invento:
esto
que
digo
es
una
imitación
de
la
naturaleza,
una
naturaleza
muerta.
Hablo
de
mí,
naturalmente.
Publicado
en
Sur,
Buenos
Aires,
nº
284,
1963,
y
en
El
deseo
de
la
palabra,
Ocnos,
Barcelona.
BUSCAR
No
es
un
verbo
sino
un
vértigo.
No
indica
acción.
No
quiere
decir
ir
al
encuentro
de
alguien
sino
yacer
porque
alguien
no
viene.
Véase
nota
.
EN
HONOR
DE
UNA
PÉRDIDA5
La
para
siempre
seguridad
de
estar
de
más
en
el
lugar
en
donde
los
otros
respiran.
De
mí
debo
decir
que
estoy
impaciente
porque
se
me
dé
un
desenlace
menos
trágico
que
el
silencio.
Feroz
alegría
cuando
encuentro
una
imagen
que
me
alude.
Desde
mi
respiración
desoladora
yo
digo:
que
haya
lenguaje
en
donde
tiene
que
haber
silencio.
Alguien
no
se
enuncia.
Alguien
no
puede
asistirse.
Y
tú
no
quisiste
reconocerme
cuando
te
dije
lo
que
había
en
mí
que
eras
tú.
Ha
tornado
el
viejo
terror:
haber
hablado
nada
con
nadie.
El
dorado
día
no
es
para
mí.
Penumbra
del
cuerpo
fascinado
por
su
deseo
de
morir.
Si
me
amas
lo
sabré
aunque
no
viva.
Y
yo
me
digo:
Vende
tu
luz
extraña,
tu
cerco
inverosímil.
Un
fuego
en
el
país
no
visto.
Imágenes
de
candor
cercano.
Vende
tu
luz,
el
heroísmo
de
tus
días
futuros.
La
luz
es
un
excedente
de
demasiadas
cosas
demasiado
lejanas.
En
extrañas
cosas
moro.
Véase
nota
.
PEQUEÑOS
POEMAS
EN
PROSA6
Se
cerró
el
sol,
se
cerró
el
sentido
del
sol,
se
iluminó
el
sentido
de
cerrarse.
*
Llega
un
día
en
que
la
poesía
se
hace
sin
lenguaje,
día
en
que
se
convocan
los
grandes
y
pequeños
deseos
diseminados
en
los
versos,
reunidos
de
súbito
en
dos
ojos,
los
mismos
que
tanto
alababa
en
la
frenética
ausencia
de
la
página
en
blanco.
*
Enamorada
de
las
palabras
que
crean
noches
pequeñas
en
lo
increado
del
día
y
su
vacío
feroz...
La
Nación,
Buenos
Aires,
21-‐III-‐1965.
LA
CELESTE
SILENCIOSA
AL
BORDE
DEL
PANTANO7
A
Enrique
Pichón
Rivière
Cerraron
el
rostro
que
fue
idéntico
al
más
alto
sueño
de
la
augusta
infancia
y
pájaros
temerosos
en
despliegue
rapidísimo
de
plumas
negras
hicieron
el
paisaje
del
perfecto
terror.
Soy
tu
silencio,
tu
tragedia,
tu
veladora.
Puesto
que
sólo
soy
noche,
puesto
que
toda
noche
de
mi
vida
es
tuya.
La
Estafeta
Literaria,
Madrid,
nº
379-‐380,
1967,
y
la
lámina
de
la
Editorial
Esezeta,
Buenos
Aires.
NAUFRAGIO
INCONCLUSO8
Este
temporal
a
destiempo,
estas
rejas
en
las
niñas
de
mis
ojos,
esta
pequeña
historia
de
amor
que
se
cierra
como
un
abanico
que
abierto
mostraba
a
la
bella
alucinada:
la
más
desnuda
del
bosque
en
el
silencio
musical
de
los
abrazos.
DENSIDAD
Yo
era
la
fuente
de
la
discordancia,
la
dueña
de
la
disonancia,
la
niña
del
áspero
contrapunto.
Yo
me
abría
y
me
cerraba
en
un
ritmo
animal
muy
puro.
EN
LA
OSCURIDAD
ABIERTA
Si
la
más
pequeña
muerte
exige
una
canción
debo
cantar
a
las
que
fueron
lilas
que
por
acompañarme
en
mi
luz
negra
silenciaron
sus
fuegos
cuando
una
sombra
configurada
por
mi
lamento
se
refugió
entre
sus
sombras.
LA
OSCURA
¿Y
por
qué
hablaba
como
si
el
silencio
fuera
un
muro
y
las
palabras
colores
destinados
a
cubrirlo?
¿Y
quién
dijo
que
se
alimenta
de
música
y
no
puede
llorar?
“Densidad”,
“En
la
oscuridad
abierta”
y
“La
oscura”,
fueron
publicados
en
1969
como
parte
de
“Nombres
y
figuras
(aproximaciones)”,
en
la
colección
dirigida
por
Antonio
Beneyto,
La
Esquina,
Barcelona,
1969,
cuyo
contenido,
menos
estos
tres
poemas,
luego
formó
parte
de
El
infierno
musical,
Siglo
XXI,
Buenos
Aires,
1971.
MEMORIAL
FANTASMA
Noche
ciegamente
mía.
Sueño
del
cuerpo
transparente
como
un
árbol
de
vidrio.
Horror
de
buscar
tus
ojos
en
el
espacio
lleno
de
gritos
del
poema.
Papeles
de
Son
Armadans,
nº
CLXX,
Madrid,
mayo
de
1970.
CUADRO
Ruidos
de
alguien
subiendo
una
escalera.
La
de
los
tormentos,
la
que
regresa
de
la
naturaleza,
sube
una
escalera
de
la
que
baja
un
reguero
de
sangre.
Negros
pájaros
quema
la
flor
de
la
distancia
en
los
cabellos
de
la
solitaria.
Hay
que
salvar,
no
a
la
flor,
sino
a
las
palabras.
EN
LA
NOCHE
Cae
la
noche,
y
las
muñecas
proyectan
maravillosas
imágenes
en
colores.
Cada
imagen
está
unida
a
otra
imagen
por
una
pequeña
cuerda.
Escucho,
uno
a
uno,
y
muy
distintamente,
ruidos
y
sonidos.
Este
poema,
como
el
anterior,
procede
de
una
libreta,
que
cabe
datar
entre
1969
y
1970.
Una
alusión
en
la
última
hoja
de
la
libreta
indicaría
que
estaban
terminados
para
su
autora.
“CASA
DE
LA
MENTE”
A
A.G.
la
casa
mental
reconstruida
letra
por
letra
palabra
por
palabra
en
mi
doble
figura
de
papel
atraviesa
el
mar
de
tinta
para
dar
un
nueva
forma
a
un
nuevo
sentimiento
abre
la
boca
verde
de
sin
raíces
la
palabra
sin
su
cuerpo
un
nuevo
orden
musical
de
colores
de
cuerpos
de
excedentes
de
formas
pequeñas
que
se
mueven
gritan
dicen
nunca
la
noche
dice
nunca
la
noche
me
pronuncia
en
un
poema
14/IV/1970
Hoja
suelta
de
cuaderno
manuscrita
lápiz.
A
UN
POEMA
ACERCA
DEL
AGUA,
DE
SILVINA
OCAMPO
A
Silvina
y
a
la
condesa
de
Trípoli
que
emana
toda
la
noche
profecías
O.
PAZ
Tu
modo
de
silenciarte
en
el
poema.
Me
abrís
como
a
una
flor
(sin
duda
una
flor
pobre,
lamentable)
que
ya
no
esperaba
la
terrible
delicadeza
de
la
primavera.
Me
abrís,
me
abro,
me
vuelvo
de
agua
en
tu
poema
de
agua
que
emana
toda
la
noche
profecías.
Hojita
mecanografiada
y
corregida
por
AP,
sin
fecha.
...
está
todo
en
algún
idioma
que
no
conozco...
L.C.
(
A
través
del
espejo)
Sinto
o
mundo
chorar
como
lingua
estrangeira.
Cecilia
Meireles
Ils
jouent
la
pièce
en
étranger.
Michaux
...alguien
mató
algo.
L.
Carroll
(
A
través
del
espejo)
[...]
DEL
SILENCIO
I
Esta
muñeca
vestida
de
azul
es
mi
emisaria
en
el
mundo.
Sus
ojos
son
de
huérfana
cuando
llueve
en
un
jardín
donde
un
pájaro
lila
devora
lilas
y
un
pájaro
rosa
devora
rosas.
Tengo
miedo
del
lobo
gris
que
se
disimula
en
la
lluvia.
Este
conjunto
de
ocho
poemas
(“Del
silencio”
a
“Sólo
señal”)
y
las
citas
que
lo
preceden,
proviene
de
17
hojas
mecanografiadas
y
manuscritas
que
Alejandra
Pizarnik
llevó
en
1971
a
la
poeta
Perla
Rotzait
a
su
domicilio,
en
“una
carpetita
marrón
con
sus
poemas
prolijamente
enganchados”.
Lo
que
se
ve,
lo
que
se
va,
es
indecible.
Las
palabras
cierran
todas
las
puertas.
Recuerdo
el
tiempo
sobre
los
álamos
queridos.
El
arcaísmo
de
mi
drama
determinó,
en
mi
criatura
compartida,
una
cámara
letal.
Yo
era
lo
imposible
y
también
el
desgarramiento
por
lo
imposible.
Oh
el
color
infernal
de
mis
pasiones.
Sin
embargo,
quedé
cautiva
de
la
antigua
ternura.
II
No
hay
quien
pinte
con
colores
verdes.
Todo
es
anaranjado.
Si
soy
algo
soy
violencia.
Los
colores
rayan
el
silencio
y
crean
animales
deteriorados.
Luego
alguien
intentará
escribir
un
poema.
Y
será
mediante
las
formas,
los
colores,
el
desamor,
la
lucidez
(no
continúo
porque
no
quiero
asustar
a
los
niños).
III
El
poema
es
espacio
y
hiere.
No
soy
como
mi
muñeca,
que
sólo
se
nutre
de
leche
de
pájaro.
Memoria
de
su
voz
en
la
funesta
mañana
velada
por
un
sol
que
reverbera
en
los
ojos
de
las
tortugas.
Es
de
su
voz
es
un
recuerdo
que
me
hace
perder
el
conocimiento
frente
a
esta
conjunción
celeste
y
verde
de
mar
y
cielo.
Yo
preparo
mi
muerte.
Quiero
decir,
pero
siento
lo
que
ella
es.
Encuentra
que
es
muerte
amor
si
bien
todo,
sin
amor,
le
es
ofensa.
No
sabe
por
qué
no
calla
puesto
que
su
amor
la
vuelve
inocente.
Dueña
del
crepúsculo,
tañe
los
espejos
de
los
pronombres.
Cada
palabra
que
escribo
me
restituye
a
la
ausencia
por
la
que
escribo
lo
que
no
escribiría
si
te
dejara
venir
aquí.
Me
atengo
al
poema.
El
poema
me
lleva
a
los
confines,
lejos
de
las
casas
de
los
vivos.
¿Y
por
dónde
andaré
cuándo
me
vaya
y
no
vuelva?
Y
nadie
comprende.
Toda
mi
vida
te
espera.
Y
sin
embargo
busco
la
noche
del
poema.
Solamente
pienso
en
tu
cuerpo
pero
rehago
el
cuerpo
de
mi
poema
como
quien
trata
de
curarse
una
herida.
Y
nadie
me
comprende.
Yo
sé
que
la
vida,
que
el
amor,
deben
cambiar.
Esto
que
dice
mi
máscara
sobre
el
animal
que
soy,
alude
penosamente
a
una
alianza
entre
las
palabras
y
las
sombras.
De
donde
se
deriva
un
estado
de
terror
que
niega
el
orden
de
los
humanos.
LA
NOCHE,
EL
POEMA
Alguien
ha
encontrado
su
verdadera
voz
y
la
prueba
en
el
mediodía
de
los
muertos.
Amigo
del
color
de
las
cenizas.
Nada
más
intenso
que
el
terror
de
perder
la
identidad.
Este
recinto
lleno
de
mis
poemas
atestigua
que
la
niña
abandonada
en
una
casa
en
ruinas
soy
yo.
Escribo
con
la
ceguera
desalmada
con
que
los
niños
arrojan
piedras
a
una
loca
como
si
fuese
un
mirlo.
En
realidad
no
escribo:
abro
brecha
para
que
hasta
mí
llegue,
al
crepúsculo,
el
mensaje
de
un
muerto.
Y
este
oficio
de
escribir.
Veo
por
espejo,
en
oscuridad.
Presiento
un
lugar
que
nadie
más
que
yo
conoce.
Canto
de
las
distancias,
escucho
voces
de
pájaros
pintados
sobre
árboles
adornados
como
iglesias.
Mi
desnudez
te
daba
luz
como
una
lámpara.
Pulsabas
mi
cuerpo
para
que
no
hiciera
el
gran
frío
de
la
noche,
lo
negro.
Mis
palabras
exigen
silencio
y
espacios
abandonados.
Hay
palabras
con
manos;
apenas
escritas,
me
buscan
el
corazón.
Hay
palabras
condenadas
como
lilas
en
la
tormenta.
Hay
palabras
parecidas
a
ciertos
muertos,
si
bien
prefiero,
entre
todas,
aquellas
que
evocan
la
muñeca
de
una
niña
desdichada.
23/XI/1969
Debajo
de
la
fecha,
a
mano:
“ver
poema
12-‐-‐70”.
Suponiendo
que
me
viese
llorar
y
me
estrechara
contra
su
pecho,
mi
persona
quedaría
extinguida.
Es
verdad
que
entonces
podría
verle
los
ojos
así
como
Van
Gogh
miró
el
sol
y
luego
lo
separó
en
pequeños
soles
giratorios:
¿”Ser”
se
escribe
con
dos
“ee”?
Las
muñecas
son
terribles.
¿Y
por
qué
no?
Si
lo
es
el
animal,
la
piedra,
el
hombre.
En
el
poema
se
desocultan
las
muñecas
y
otras
cosas
que
son
noche.
El
poema,
la
noche.
¿Conocés
vos
la
noche?
Rosas
son
las
rosas
que
están
en
la
mano
de
la
insaciable,
la
del
color
infernal.
La
noche,
pienso
el
silencio.
La
noche
emerge
de
la
muerte.
La
noche
emerge
de
la
vida.
En
la
noche
viven
los
faltos
de
todo.
Entonces,
de
mañana,
grité)
Noche
mía,
pequeña,
poblada
de
vividores.
Oh
mi
amor,
llamame
con
un
nombre
unido
a
una
muy
antigua
y
olvidada
ternura.
Voy
a
reconstruir
la
trama
de
una
tragedia
solamente
interior.
Todo
es
un
interior.
feb.
1970
TABLA
RASA
cisternas
en
la
memoria
ríos
en
la
memoria
charcas
en
la
memoria
siempre
agua
en
la
memoria
viento
en
la
memoria
soplan
en
la
memoria
AFFICHE
me
esforcé
tanto
por
aprender
a
leer
en
mi
llanto
SÓLO
SEÑAL
Oh
enciende
tus
ojos
del
color
de
nacer
CONTEMPLACIÓN
Con
miedo
antiguo
se
lamentan
o
lloran
las
voces.
Formas
fugitivas
venidas
para
la
ceremonia
en
que
arrancarán
de
ti
el
corazón
de
tu
lejana
figura.
La
noche
relampaguea
dentro
de
tu
máscara.
Te
agujerean
con
graznidos,
te
martillean
con
pájaros
negros.
Colores
enemigos
se
unen
en
la
tragedia.
Cuando
llegamos
al
centro
de
la
oscuridad
el
bosque
se
abrió.
Murieron
las
formas
despavoridas
de
la
noche
y
no
hubo
más
un
afuera
ni
un
adentro.
Te
precipitaron,
desapareciste
con
la
máscara
en
la
mano.
Y
ya
nada
se
pareció
a
un
corazón.
Poesía
Argentina
de
Hoy,
Editorial
Aguilar,
1971,
álbum
y
disco.
UNA
PALABRA
A
Juan
Battle
Planas
Originada
por
el
hacedor
de
vértigos,
inscrita
en
los
muros
de
la
casa
negra,
una
palabra
inmola
a
la
de
ojos
feroces.
En
amoroso
silencio
ella
entona
la
canción
para
el
yacente.
LA
CANCIÓN
PARA
EL
YACENTE
Todo
el
día
llora
por
mí
el
invisible
de
siete
rostros.
El
inocente
en
su
espacio
de
suplicios.
El
nacido
de
su
irse.
Toda
la
noche
sueña
en
mí
el
yacente.
Violentamente
inmóvil
sonríe
el
bienamado.
Elegías
a
mi
mal
son
sus
fúnebres
sueños.
Encuentros,
Buenos
Aires,
sin
fecha.
Una
textura
de
luz
en
la
que
la
mano
se
hundiría
como
en
la
blanda
tierra
que
te
cubre,
padre
mío
de
ojos
azules
recién
llegado
a
tu
nuevo
lugar
callado.
POEMA
PARA
EL
PADRE
Y
fue
entonces
que
con
la
lengua
muerta
y
fría
en
la
boca
cantó
la
canción
que
no
le
dejaron
cantar
en
este
mundo
de
jardines
obscenos
y
de
sombras
que
venían
a
deshora
a
recordarle
cantos
de
su
tiempo
de
muchacho
en
el
que
no
podía
cantar
la
canción
que
quería
cantar
la
canción
que
no
le
dejaron
cantar
sino
a
través
de
sus
ojos
azules
ausentes
de
su
boca
ausente
de
su
voz
ausente.
Entonces,
desde
la
torre
más
alta
de
la
ausencia
su
canto
resonó
en
la
opacidad
de
lo
ocultado
en
la
extensión
silenciosa
llena
de
oquedades
movedizas
como
las
palabras
que
escribo.
23
de
noviembre
de
1971
Árbol
de
fuego,
Caracas,
año
,
nº
46,
enero
de
1972
EN
ESTA
NOCHE
EN
ESTE
MUNDO
SOBRE
UN
POEMA
DE
RUBÉN
DARÍO
In
memorian
L.C.
A
Marguerite
Duras
y
a
Francesco
Tentori
Montalto
Sentada
en
el
fondo
de
un
lago.
Ha
perdido
la
sombra,
no
los
deseos
de
ser,
perder.
Está
sola
con
sus
imágenes.
Vestida
de
roja,
no
mira.
¿Quién
ha
llegado
a
este
lugar
al
que
siempre
nadie
llega?
El
señor
de
las
muertes
de
rojo.
El
enmascarado
por
su
cara
sin
rostro.
El
que
llegó
en
su
busca
la
lleva
sin
él.
Vestida
de
negro,
ella
mira.
La
que
no
supo
morirse
de
amor
y
por
eso
nada
aprendió
Ella
está
triste
porque
no
está.
EN
OTRA
NOCHE,
EN
OTRO
MUNDO
oh
por
favor
la
medianoche
es
venida
y
es
el
frío
la
noche
el
que
yo
espero
no
viene
ALGUIEN
CAE
EN
SU
PRIMERA
CAÍDA
A
Ramón
Xirau
Palabra
por
palabra
tuvo
que
aprender
las
imágenes
del
último
otro
lado.
Publicado
en
Diálogos,
México,
julio-‐agosto
1972
esta
noche
he
visto
pero
no.
nadie
es
del
color
del
deseo
más
profundo.
me
he
empavorecido,
me
he
engrisado,
me
he
atardecido,
mi
lengua
no
sabe.
lloro,
miro
el
mar
y
lloro.
canto
algo,
muy
poco.
hay
un
mar,
hay
la
luz.
hay
sombras,
hay
un
rostro.
un
rostro
con
rastros
de
paraíso
perdido.
he
buscado.
sino
que
he
buscado,
sino
que
agonizo.
LOS
PEQUEÑOS
CANTOS*
A
Pablo
Azcona
y
Víctor
Richini
*
Publicado
en
la
revista
Árbol
de
Fuego,
nº
45,
Caracas,
1971.
I
nadie
me
conoce
yo
hablo
la
noche
nadie
me
conoce
yo
hablo
mi
cuerpo
nadie
me
conoce
yo
hablo
la
lluvia
nadie
me
conoce
yo
hablo
los
muertos
II
sólo
las
palabras
las
de
la
infancia
las
de
la
muerte
las
de
la
noche
de
los
cuerpos
III
el
centro
de
un
poema
es
otro
poema
el
centro
del
centro
es
la
ausencia
en
el
centro
de
la
ausencia
mi
sombra
es
el
centro
del
centro
del
poema
IV
una
muñeca
de
huesos
de
pájaros
conduce
los
perros
perfumados
de
mis
propias
palabras
que
me
vuelven
V
A
Jean
la
agonía
de
las
visionarias
del
otoño
VI
grietas
en
los
muros
negros
sortilegios
frases
desolladas
poemas
aciagos
VII
Cubres
con
un
canto
la
hendidura.
Creces
en
la
oscuridad
como
una
ahogada.
Oh
cubre
con
más
cantos
la
fisura,
la
hendidura,
la
desgarradura.
VIII
en
el
mediodía
de
los
muertos
princesa-‐paraje-‐sin-‐sol
come
cardo
come
abrojo
IX
mi
canto
de
dormida
al
alba
¿era
esto,
pues?
X
el
que
me
ama
aleja
a
mis
dobles,
abre
la
noche,
mi
cuerpo,
ver
tus
sueños,
mi
sol
o
amor
XI
oh
los
ojos
tuyos
fulgurantes
ojos
XII
A
Alain
de
Vermont
cuervos
en
mi
mente
sobre
su
querido
cuerpo
es
el
gran
frío
de
la
noche
lo
negro
pasión
de
nuestros
señores
los
deseos
XIII
una
idea
fija
una
leyenda
infantil
una
desgarradura
el
sol
como
un
gran
animal
oscuro
no
hay
más
que
yo
no
hay
que
decir
XIV
qué
es
este
espacio
que
somos
una
idea
fija
una
leyenda
infantil
hasta
nueva
orden
no
cantaremos
el
amor
hasta
nuevo
orden
XV
niña
que
en
vientos
grises
vientos
verdes
aguardó
XVI
hablará
por
espejos
hablará
por
oscuridad
por
sombras
por
nadie
XVII
A
Diana
instruidnos
acerca
de
la
vida
suavemente
imploraban
los
pequeños
seres
y
tendían
sus
brazos
por
amor
de
la
otra
orilla
XVIII
palabras
reflejas
que
solas
se
dicen
en
poemas
que
no
fluyen
yo
naufrago
todo
en
mí
se
dice
con
su
sombra
y
cada
sombra
con
su
doble
XIX
triste
músico
entona
un
aire
nuevo
para
hacer
algo
nuevo
para
ver
algo
nuevo
EN
ESTA
NOCHE,
EN
ESTE
MUNDO
A
Martha
Isabel
Moia
en
esta
noche
en
este
mundo
las
palabras
del
sueño
de
la
infancia
de
la
muerte
nunca
es
eso
lo
que
uno
quiere
decir
la
natal
castra
la
lengua
es
un
órgano
de
conocimiento
del
fracaso
de
todo
poema
castrado
por
su
propia
lengua
que
es
el
órgano
de
la
re-‐creación
del
re-‐conocimiento
pero
no
el
de
la
resurrección
de
algo
a
modo
de
negación
de
mi
horizonte
de
maldoror
con
su
perro
y
nada
es
promesa
entre
lo
decible
que
equivale
a
mentir
(todo
lo
que
se
puede
decir
es
mentira)
el
resto
es
silencio
sólo
que
el
silencio
no
existe
no
las
palabras
no
hacen
el
amor
hacen
la
ausencia
si
digo
agua
¿beberé?
si
digo
pan
¿comeré?
en
esta
noche
en
este
mundo
extraordinario
silencio
el
de
esta
noche
lo
que
pasa
con
el
alma
es
que
no
se
ve
lo
que
pasa
con
la
mente
es
que
no
se
ve
lo
que
pasa
con
el
espíritu
es
que
no
se
ve
¿de
dónde
viene
esta
conspiración
de
invisibilidades?
ninguna
palabra
es
visible
Árbol
de
Fuego,
Caracas,
diciembre
de
1971,
y
La
Gaceta
del
Fondo
de
Cultura
Económica,
México,
Nueva
Época,
nº
19,
julio
de
1972.
Esta
versión
sigue
la
publicada
en
La
Gaceta
del
FCE.
sombras
recintos
viscosos
donde
se
oculta
la
piedra
de
la
locura
corredores
negros
los
he
recorrido
todos
¡oh
quédate
un
poco
más
entre
nosotros!
mi
persona
está
herida
mi
primera
persona
del
singular
escribo
como
quien
con
un
cuchillo
alzado
en
la
oscuridad
escribo
como
estoy
diciendo
la
sinceridad
absoluta
continuaría
siendo
lo
imposible
¡oh
quédate
un
poco
más
entre
nosotros!
los
deterioros
de
las
palabras
deshabitando
el
palacio
del
lenguaje
el
conocimiento
entre
la
piernas
¿qué
hiciste
del
don
del
sexo?
oh
mis
muertos
me
los
comí
me
atraganté
no
puedo
más
de
poder
más
palabras
embozadas
todo
se
desliza
hacia
la
negra
licuefacción
y
el
perro
de
maldoror
en
esta
noche
en
este
mundo
donde
todo
es
posible
salvo
el
poema
hablo
sabiendo
que
no
se
trata
de
eso
siempre
no
se
trata
de
eso
oh
ayúdame
a
escribir
el
poema
más
prescindible
el
que
no
sirva
ni
para
ser
inservible
ayúdame
a
escribir
palabras
en
esta
noche
en
este
mundo
TEXTOS
DE
SOMBRA
ALGUNOS
TEXTOS
DE
SOMBRA
Es
una
exhortación
a
los
jóvenes
para
que
no
estén
tristes,
ya
que
existen
la
naturaleza,
la
libertad,
Goethe,
Schiller,
Shakespeare,
las
flores,
los
insectos,
etc.
FRANZ
KAFKA
Un
jardín
Pido
el
silencio
Mi
historia
es
larga
triste
como
la
cabellera
de
Ofelia
Es
un
jardín
dibujado
en
mi
cuaderno.
Madrugada.
Instante
desgarrado
en
que
la
luz
es
tentación
y
promesa
porque
algo
ha
muerto,
la
noche
-‐
Sólo
quería
ver
el
jardín.
-‐
Soy
mi
propio
espectro.
-‐
No
hay
que
jugar
al
espectro
porque
se
llega
a
serlo.
-‐
¿Sos
real?
-‐
La
imagen
de
un
corazón
que
encierra
la
imagen
de
un
jardín
por
el
que
voy
llorando.
-‐
Ils
jouent
la
pièce
en
étranger.
-‐
Sinto
o
mundo
chorar
como
lingua
estrangeira.
-‐
Das
ganze
verkerhrte
Wesen
fort.
-‐
Another
calling:
my
own
words
coming
back…
Bajo
este
título
“Textos
de
Sombra”
se
incluyen
ocho
textos
hallados
en
los
apartados
INÉDITOS
y
ACABADOS
de
una
carpeta,
en
una
libreta,
y
hojitas
sueltas,
bajo
“Sombra”
o
“Textos
de
Sombra”.
Estos
manuscritos
permiten
suponer
que
AP
pensaba
en
un
libro
único
con
ese
título
y
un
personaje,
Sombra.
Una
nota
de
1972
en
otra
libreta
menciona
Sombra,
Casa
de
Citas
y
Sala
18
como
textos
separados
sobre
los
que
trabajaba.
Este
capítulo,
la
cita
y
el
texto
que
sigue,
provienen
de
una
hoja
mecanografiada
y
corregida
a
mano
por
AP,
en
carpeta
con
la
mención
INÉDITOS
donde
figuran
también
los
demás
bajo
la
denominación
“Textos
de
Sombra”,
en
el
orden
que
aquí
se
presentan.
Las
frases
finales
de
“Un
jardín”
pertenecen
a
Henri
Michaux,
Cecilia
Meireles,
B.
Brecht
y
Sydney
Keyes.
Solo
buscaba
un
lugar
más
o
menos
propicio
para
vivir,
quiero
decir:
un
sitio
pequeño
donde
cantar
y
poder
llorar
tranquila
a
veces.
En
verdad
no
quería
una
casa;
Sombra
quería
un
jardín.
-‐
Sólo
vine
ver
el
jardín
–
dijo.
Pero
cada
vez
que
visitaba
un
jardín
comprobaba
que
no
era
el
que
buscaba,
el
que
quería.
Era
como
hablar
o
escribir.
Después
de
hablar
o
de
escribir
siempre
tenía
que
explicar:
-‐
No,
no
es
eso
lo
que
yo
quería
decir.
Y
lo
peor
es
que
también
el
silencio
la
traicionaba.
-‐
Es
porque
el
silencio
no
existe
–
dijo.
El
jardín,
las
voces,
la
escritura,
el
silencio.
-‐
No
hago
otra
cosa
que
buscar
y
no
encontrar.
Así
pierdo
las
noches.
Sintió
que
era
culpable
de
algo
grave.
-‐
Yo
creo
en
las
noches
–
dijo.
A
lo
cual
no
supo
responderse:
sintió
que
le
clavaban
una
flor
azul
en
el
pensamiento
con
el
fin
de
que
no
siguiera
el
curso
de
su
discurso
hasta
el
fondo.
-‐
Es
porque
el
fondo
no
existe
–
dijo.
La
flor
azul
se
abrió
en
su
mente.
Vio
palabras
como
pequeñas
piedras
diseminadas
en
el
espacio
negro
de
la
noche.
Luego,
pasó
un
cisne
con
rueditas
con
un
gran
moño
rojo
en
el
interrogativo
cuello.
Una
niñita
que
se
le
parecía
montaba
el
cisne.
-‐
Esa
niñita
fui
yo
–
dijo
Sombra.
Sombra
está
desconcertada.
Se
dice
que,
en
verdad,
trabaja
demasiado
desde
que
murió
Sombra.
Todo
es
pretexto
para
ser
un
pretexto,
pensó
Sombra
asombrada.
I-‐V-‐1972
PREFACIO
DE
SOMBRA
(I)
La
hija
de
la
voz
la
poseyó
en
su
estar,
en
su
ser,
por
la
tristeza.
Los
pequeños
pájaros
ponzoñosos
que
se
abrevan
en
un
agua
negra
donde
se
refleja
la
maravilla,
son
sus
animales,
son
sus
emblemas.
A
un
tiempo
mismo
busca
calentar
su
corazón
suplicante.
Los
perros
nocturnos:
otro
llamamiento.
¿Quién
conoce
mi
humor
hiriente?
Desde
mi
libro
aullante
“alguien
mata
algo”.
Nadie
me
enciende
ninguna
lámpara,
nadie
es
del
color
del
deseo
más
profundo.
12/VII/1970
Figura
en
carpeta
con
poemas
1970-‐72,
sección
“Acabados”
EL
ENTENDIMIENTO
Empecemos
por
decir
que
Sombra
había
muerto.
¿Sabía
Sombra
que
Sombra
había
muerto?
Indudablemente.
Sombra
y
ella
fueron
consocias
durante
años.
Sombra
fue
su
única
albacea,
su
única
amiga
y
la
única
que
vistió
luto
por
Sombra.
Sombra
no
estaba
tan
terriblemente
afligida
por
el
triste
suceso
y
el
día
del
entierro
lo
solemnizó
con
un
banquete.
Sombra
no
borró
el
nombre
de
Sombra.
La
casa
de
comercio
se
conocía
bajo
la
razón
social
“Sombra
y
Sombra”.
Algunas
veces
los
clientes
nuevos
llamaban
Sombra
a
Sombra;
pero
Sombra
atendía
por
ambos
nombres,
como
si
ella,
Sombra,
fuese
en
efecto
Sombra,
quien
había
muerto.
ESCRITO
CUANDO
SOMBRA
-‐
Empecemos
por
decir
que
Sombra
había
muerto.
-‐
Desapareció
tras
su
propia
desaparición.
-‐
Estaba
trabajando
en
su
despacho.
Sin
desearlo,
escuchaba
a
la
gente
que
pasaba
golpeándose
el
pecho
con
las
manos
y
las
piedras
del
pavimento
con
los
pies
para
entrar
en
calor.
-‐
Entretanto,
la
bruma
y
la
oscuridad
hiciéronse
tan
densas
que
Sombra
caminaba
por
su
gabinete
alumbrándose
con
fósforos.
SOMBRA:
-‐
¿Qué
hora
es?
-‐
La
que
acaba
de
pasar.
La
última.
SOMBRA:
-‐
Hay
en
la
escalera
un
niño.
Es
verdad
que
hace
tiempo
maltraté
a
un
niño.
A
ése,
precisamente.
Sombra
conocía
al
niño
abandonado
en
la
escalera.
Entonces
sollozó.
PRESENCIA
DE
SOMBRA
Alguien
habla.
Alguien
me
dice.
Extraordinario
silencio
el
de
esta
noche.
Alguien
proyecta
su
sombra
en
la
pared
de
mi
cuarto.
Alguien
me
mira
con
mis
ojos
que
no
son
los
míos.
Ella
escribe
como
una
lámpara
que
se
apaga,
ella
escribe
como
una
lámpara
que
se
enciende.
Camina
silenciosa.
La
noche
es
una
mujer
vieja
con
la
cabeza
llena
de
flores.
La
noche
no
es
la
hija
preferida
de
la
reina
loca.
Camina
silenciosa
hacia
la
profundidad
hija
de
los
reyes.
De
demencia
la
noche,
de
no
tiempo.
De
memoria
la
noche,
de
siempre
sombras.
SOMBRA:
Je
régarde
ma
main
déserte.
Ai-‐je
tenu
la
rose
pure?
O
ma
nuit,
nul
jour
ne
la
tue.
-‐
K:
Sombra
lloró
y
habló
más
que
en
toda
su
existencia
junta.
Fue
poco
antes
de
caer
en
el
círculo
opaco.
-‐
X:
Vayamos
por
las
calles
ahora
que
la
tarde
se
cubrió
de
pasionarias.
-‐
Una
SOMBRA:
Le
devant
est
louable
(on
peut
le
louer
par
heure).
Le
derrier
est
lavable
(on
peut
le
Labrounir
étant
donnée
qu’
on
a
souffert
as
el
desdichado,
ô
monde,
ô
langage,
ô
Isidore!
TEXTO
DE
SOMBRA
Quiero
existir
más
allá
de
mí
misma:
con
los
aparecidos.
Quiero
existir
como
la
que
soy:
una
idea
fija.
Quiero
ladrar,
no
alabar
el
silencio
del
espacio
al
que
se
nace.
TEXTO
DE
SOMBRA
¿Qué
máscara
usaré
cuando
emerja
de
la
sombra?
Hablo
de
esa
perra
que
en
el
silencio
teje
una
trama
de
falso
silencio
para
que
yo
me
confunda
de
silencio
y
cante
del
modo
correcto
para
dirigirse
a
los
muertos.
Indeciblemente
caigo
en
esto
que
en
mí
encuentro
más
o
menos
presente
cuando
alguien
formula
mi
nombre.
¿Por
qué
mi
boca
está
siempre
abierta?
De
una
pequeña
hoja
mecanografiada
y
corregida
a
mano
por
AP.
SALA
DE
PSICOPATOLOGÍA
Después
de
años
en
Europa
Quiero
decir
París,
Saint-‐Tropez,
Cap
St.
Pierre,
Provence,
Florencia,
Siena,
Roma,
Capri,
Ischia,
San
Sebastián,
Santillana
del
Mar,
Marbella,
Segovia,
Ávila,
Santiago,
y
tanto
y
tanto
por
no
hablar
de
New
York
y
del
West
Village
con
rastros
de
muchachas
estranguladas
-‐
quiero
que
me
estrangule
un
negro
–
dijo
-‐
lo
que
querés
es
que
te
viole
–
dije
(¡oh
Sigmund!
con
vos
se
acabaron
los
hombres
del
mercado
matrimonial
que
frecuenté
en
las
mejores
playas
de
Europa)
y
como
soy
tan
inteligente
que
ya
no
sirvo
para
nada,
y
como
he
soñado
tanto
que
ya
no
soy
de
este
mundo,
aquí
estoy,
entre
las
inocentes
almas
de
la
sala
18,
persuadiéndome
día
a
día
de
que
la
sala,
las
almas
puras
y
yo
tenemos
sentido,
tenemos
destino,
-‐
una
señora
originaria
del
más
oscuro
barrio
de
un
pueblo
que
no
figura
en
el
mapa
dice:
-‐
El
dotor
me
dijo
que
tengo
problemas.
Yo
no
sé.
Yo
tengo
algo
aquí
(se
toca
las
tetas)
y
unas
ganas
de
llorar
que
mama
mía.
Nietzsche:
“Esta
noche
tendré
una
madre
o
dejaré
de
ser.”
Strindberg:
“El
sol,
madre,
el
sol.”
P.
Éluard:
“Hay
que
pegar
a
la
madre
mientras
es
joven.”
Sí,
señora,
la
madre
es
un
animal
carnívoro
que
ama
la
vegetación
lujuriosa.
A
la
hora
que
la
parió
abre
las
piernas,
ignorante
del
sentido
de
su
posición
destinada
a
dar
a
luz,
a
tierra,
a
fuego,
a
aire,
pero
luego
una
quiere
volver
a
entrar
en
esa
maldita
concha,
después
de
haber
intentado
nacerse
sola
sacando
mi
cabeza
por
mi
útero
(y
como
no
pude,
busco
morir
y
entrar
en
la
pestilente
guarida
de
la
oculta
ocultadora
cuya
función
es
ocultar)
hablo
de
la
concha
y
hablo
de
la
muerte,
todo
es
concha,
yo
he
lamido
conchas
en
varios
países
y
sólo
sentí
orgullo
por
mi
virtuosismo
–
la
mahtma
gandhi
del
lengüeteo,
la
Einstein
de
la
mineta,
la
Reich
del
lengüetazo,
la
Reik
del
abrirse
camino
entre
pelos
como
de
rabinos
desaseados
-‐
¡oh
el
goce
de
la
roña!
Ustedes,
los
mediquitos
de
la
18
son
tiernos
y
hasta
besan
al
leproso,
pero
¿se
casarían
con
el
leproso?
Un
instante
de
inmersión
en
lo
bajo
y
en
lo
oscuro,
sí,
de
eso
son
capaces,
pero
luego
viene
la
vocecita
que
acompaña
a
los
jovencitos
como
ustedes:
-‐
¿Podrías
hacer
un
chiste
con
todo
esto,
no?
Y
sí,
aquí
en
el
Pirovano
hay
almas
que
NO
SABEN
porqué
recibieron
la
visita
de
las
desgracias.
Pretenden
explicaciones
lógicas
los
pobres
pobrecitos,
quieren
que
la
sala
–
verdadera
pocilga
–
esté
muy
limpia,
porque
la
roña
les
da
terror,
y
el
desorden,
y
la
soledad
de
los
días
vacíos
habitados
por
antiguos
fantasmas
emigrantes
de
las
maravillosas
e
ilícitas
pasiones
de
la
infancia.
Oh,
he
besado
tantas
pijas
para
encontrarme
de
repente
en
una
sala
llena
de
carne
prisión
donde
las
mujeres
vienen
y
van
hablando
de
la
mejoría.
Pero
¿qué
cosa
curar?
Y
¿por
dónde
empezar
a
curar?
Es
verdad
que
la
psicoterapia
en
su
forma
exclusivamente
verbal
es
casi
tan
bella
como
el
suicidio.
Se
habla.
Se
amuebla
el
escenario
vacío
del
silencio.
O,
si
hay
silencio,
éste
se
vuelve
mensaje.
-‐
¿Por
qué
está
callada?
¿En
qué
piensa?
No
pienso,
al
menos
no
ejecuto
lo
que
llaman
pensar.
Asisto
al
inagotable
fluir
del
murmullo.
A
veces
–
casi
siempre-‐estoy
húmeda.
Soy
una
perra,
a
pesar
de
Hegel.
Quisiera
un
tipo
con
una
pija
así
y
cogerme
a
mí
y
dármela
hasta
que
acabe
viendo
curanderos
(que
sin
duda
me
la
chuparán)
a
fin
de
que
me
exorcicen
y
me
procuren
una
buena
frigidez.
Húmeda
Concha
de
corazón
de
criatura
humana,
corazón
que
es
un
pequeño
bebé
inconsolable,
“Como
un
niño
de
pecho
he
acallado
mi
alma”
(Salmo)
Ignoro
qué
hago
en
la
sala
18
salvo
honorarla
con
mi
presencia
prestigiosa
(si
me
quisieran
un
poquito
me
ayudarían
a
anularla)
oh
no
es
que
quiera
coquetear
con
la
muerte
yo
quiero
solamente
poner
fin
a
esta
agonía
que
se
vuelve
ridícula
a
fuerza
de
prolongarse,
(Ridículamente
te
han
adornado
para
este
mundo
–dice
una
voz
apiadada
de
mí)
Y
Que
te
encuentres
con
vos
misma
–dijo.
Y
yo
le
dije:
Para
reunirme
con
el
migo
de
conmigo
y
ser
una
sola
y
misma
entidad
con
él
tengo
que
matar
al
migo
para
que
así
se
muera
el
con
y,
de
este
modo,
anulados
los
contrarios,
la
dialéctica
supliciante
finaliza
en
la
fusión
de
los
contrarios.
El
suicidio
determina
un
cuchillo
sin
hoja
al
que
le
falta
el
mango.
Entonces:
adiós
sujeto
y
objeto,
todo
se
unifica
como
en
otros
tiempos,
en
el
jardín
de
los
cuentos
para
niños
lleno
de
arroyuelos
de
frescas
aguas
prenatales,
ese
jardín
es
el
centro
del
mundo,
es
el
lugar
de
la
cita,
es
el
espacio
vuelto
tiempo
y
el
tiempo
vuelto
lugar,
es
el
alto
momento
de
la
fusión
y
del
encuentro,
fuera
del
espacio
profano
en
donde
el
Bien
es
sinónimo
de
evolución
de
sociedades
de
consumo,
y
lejos
de
los
enmierdantes
simulacros
de
medir
el
tiempo
mediante
relojes,
calendarios
y
demás
objetos
hostiles,
lejos
de
las
ciudades
en
que
se
compra
y
se
vende
(oh,
en
ese
jardín
para
la
niña
que
fui,
la
pálida
alucinada
en
los
suburbios
malsanos
por
los
que
erraba
del
brazo
de
las
sombras:
niña,
mi
querida
niña
que
no
has
tenido
madre
(ni
padre,
es
obvio)
De
modo
que
arrastré
mi
culo
hasta
la
sala
18,
en
la
que
finjo
creer
que
mi
enfermedad
de
lejanía,
de
separación
de
absoluta
NO-‐ALIANZA
con
Ellos
-‐
Ellos
son
todos
y
yo
soy
yo
finjo,
pues,
que
logro
mejorar,
finjo
creer
a
estos
muchachos
de
buena
voluntad
(¡oh,
los
buenos
sentimientos!)
me
podrían
ayudar,
pero
a
veces
–
a
menudo
–
los
recontraputeo
desde
mis
sombras
interiores
que
estos
mediquillos
jamás
sabrán
conocer
(la
profundidad,
cuanto
más
profunda,
más
indecible)
y
los
puteo
porque
evoco
a
mi
amado
viejo,
el
Dr.
Pichón
R.,
tan
hijo
de
puta
como
nunca
lo
será
ninguno
de
los
mediquitos
(tan
buenos,
hélas!)
de
esta
sala,
pero
mi
viejo
se
muere
y
éstos
hablan
y,
lo
peor,
éstos
tienen
cuerpos
nuevos,
sanos
(maldita
palabra)
en
tanto
mi
viejo
agoniza
en
la
miseria
por
no
haber
sabido
ser
una
mierda
práctico,
por
haber
afrontado
el
terrible
misterio
que
es
la
destrucción
de
un
alma,
por
haber
hurgado
en
lo
oculto
como
un
pirata
–
no
poco
funesto
pues
las
monedas
de
oro
de
inconsciente
llevaban
carne
de
ahorcado,
y
en
un
recinto
lleno
de
espejos
rotos
y
sal
volcada
–
viejo
remaldito,
especie
de
aborto
pestífero
de
fantasmas
sifilíticos,
cómo
te
adoro
en
tu
tortuosidad
solamente
parecida
a
la
mía,
y
cabe
decir
que
siempre
desconfié
de
tu
genio
(no
son
genial;
sos
un
saqueador
y
un
plagiario)
y
a
la
vez
te
confié,
oh,
es
a
vos
que
mi
tesoro
fue
confiado,
te
quiero
tanto
que
mataría
a
todos
estos
médico
adolescentes
para
darte
a
beber
de
su
sangre
y
que
vos
vivas
un
minuto,
un
siglo
más,
(vos,
yo,
a
quienes
la
vida
no
nos
merece)
Sala
Cuando
pienso
en
laborterapia
me
arrancaría
los
ojos
en
una
casa
en
ruinas
y
me
los
comería
pensando
en
mis
años
de
escritura
continua,
15
o
20
horas
escribiendo
sin
cesar,
aguzada
por
el
demonio
de
las
analogías,
tratando
de
configurar
mi
atroz
materia
verbal
errante,
porque
–
oh
viejo
hermoso
Sigmund
Freud
–
la
ciencia
psicoanalítica
se
olvidó
la
llave
en
algún
lado:
abrir
se
abre
pero
¿cómo
cerrar
la
herida?
El
alma
sufre
sin
tregua,
sin
piedad,
y
los
malos
médicos
no
restañan
la
herida
que
supura.
El
hombre
está
herido
por
una
desgarradura
que
tal
vez,
o
seguramente,
le
ha
causado
la
vida
que
nos
dan.
“Cambiar
la
vida”
(Marx)
“Cambiar
al
hombre
(Rimbaud)
Freud:
“La
pequeña
A.
Está
embellecida
por
la
desobediencia”,
(Cartas...)
Freud:
poeta
trágico.
Demasiado
enamorado
de
la
poesía
clásica.
Sin
duda,
muchas
claves
las
extrajo
de
“los
filósofos
de
la
naturaleza”,
de
“los
románticos
alemanes”
y,
sobre
todo,
de
mi
amadísimo
Lichtenberg,
el
genial
físico
y
matemático
que
escribía
en
su
Diario
cosas
como:
“Él
le
había
puesto
nombres
a
sus
dos
pantuflas”
Algo
solo
estaba
¿no?
(¡Oh,
Lichtenberg,
pequeño
jorobado,
yo
te
hubiera
amado!)
Y
a
Kierkegaard
Y
a
Dostoyevski
Y
sobre
todo
a
Kafka
a
quien
le
pasó
lo
que
a
mí,
si
bien
él
era
púdico
y
casto
-‐
“¿Qué
hice
del
don
del
sexo?”
–
y
yo
soy
una
pajera
como
no
existe
otra;
pero
le
pasó
(a
Kafka)
lo
que
mí:
se
separó
fue
demasiado
lejos
en
la
soledad
y
supo
–
tuvo
que
saber
–
que
de
allí
no
se
vuelve
se
alejó
–
me
alejé
–
no
por
desprecio
(claro
es
que
nuestro
orgullo
es
infernal)
sino
porque
una
es
extranjera
una
es
de
otra
parte,
ellos
se
casan,
procrean,
veranean,
tienen
horarios,
no
se
asustan
por
la
tenebrosa
ambigüedad
del
lenguaje
(No
es
lo
mismo
decir
Buenas
noches
que
decir
Buenas
noches)
El
lenguaje
-‐
yo
no
puedo
más,
alma
mía,
pequeña
inexistente,
decídete;
te
las
picás
o
te
quedás,
pero
no
me
toques
así,
con
pavura,
con
confusión,
o
te
vas
o
te
las
picás,
yo,
por
mi
parte,
no
puedo
más.
AP
escribió
este
poema
durante
su
estadía
en
el
Hospital
Pirovano.
El
texto,
tal
como
se
reproduce,
está
mecanografiado
y
lleva
correcciones
hechas
a
mano
por
la
autora.
No
se
había
incluido
en
la
edición
de
1982
de
sus
textos
póstumos.
ALIANZA
1971
Ella
se
abandona
en
la
tregua
originada
por
la
noche.
Dentro
de
ella
todo
hace
el
amor.
Alianza
entre
lo
contemplado
y
su
contemplación.
Alegría
de
transgredir,
reclamo
de
puntos
vivos
de
referencia
y
de
la
realidad
total
perceptible
en
un
instante
que
es
todos
los
instantes.
Ella
se
abandona
a
un
pensar
desmesurado
y
al
hechizo
por
un
espacio
definido:
un
lugar
que
obra
como
llamamiento.
es
como
si
me
pidiera
la
luna.
Me
digo:
Si
me
pide
la
luna
es
porque
la
necesita.
Pero
si
(supongamos)
le
llevo
la
luna,
me
dirá
algo
nada
lindo
de
escuchar.
Además,
está
lo
otro,
está
lo
otro.
(“Si
me
muriera
ahora
mismo
qué
alegre
iba
a
ser.”)
Si
me
muriera.
De
un
pequeño
papel
manuscrito
que
arriba
dice
“junio”
SOUS
LA
NUIT29
A
Y.
Yván
Pizarnik
de
Kolikovski,
mi
padre
Los
ausentes
soplan
grismente
y
la
noche
es
densa.
La
noche
tiene
el
color
de
los
párpados
del
muerto.
Huyo
toda
la
noche,
encauzo
la
persecución
y
la
fuga,
canto
un
canto
para
mis
males,
pájaros
negros
sobre
mortajas
negras.
Grito
mentalmente,
el
viento
demente
me
desmiente,
me
confino,
me
alejo
de
la
mano
crispada,
no
quiero
saber
otra
cosa
que
este
clamor,
este
resolar
en
la
noche,
esta
errancia,
este
no
hallarse.
Toda
la
noche
hago
la
noche.
Toda
la
noche
me
abandonas
lentamente
como
el
agua
cae
lentamente.
Toda
la
noche
escribo
para
buscar
a
quien
me
busca.
Palabra
por
palabra
yo
escribo
la
noche.
De
una
hoja
mecanografiada
por
AP,
enviada
a
Félix
Grande,
Cuadernos
Hispanoamericanos,
en
agosto
de
1972
errar
entrando
adentro
de
una
música
al
suicidio
al
nacimiento
PARA
JANIS
JOPLIN
(fragmento)
a
cantar
dulce
y
a
morirse
luego.
no:
a
ladrar.
así
como
duerme
la
gitana
de
Rousseau.
así
cantás,
más
las
lecciones
de
terror.
hay
que
llorar
hasta
romperse
para
crear
o
decir
una
pequeña
canción,
gritar
tanto
para
cubrir
los
agujeros
de
la
ausencia
eso
hiciste
vos,
eso
yo.
me
pregunto
si
eso
no
aumentó
el
error.
hiciste
bien
en
morir.
por
eso
te
hablo,
por
eso
me
confío
a
una
niña
monstruo.
1972
EL
OJO
DE
LA
ALEGRÍA
(UN
CUADRO
DE
CHAGALL
Y
SCHUBERT)
La
muerte
y
la
muchacha
abrazadas
en
el
bosque
devoran
el
corazón
de
la
música
en
el
corazón
del
sinsentido
una
muchacha
lleva
un
candelabro
de
siete
brazos
y
baila
detrás
de
los
tristes
músicos
que
tañen
violines
rotos
en
torno
a
una
mujer
verde
abrazada
a
un
unicornio
y
a
una
mujer
[azul
abrazada
a
un
gallo
en
lo
bajo
y
en
lo
triste
hay
casitas
que
nadie
ve
de
madera,
húmedas,
hundiéndose
como
barcos,
¿era
esto,
pues,
el
concepto
del
espacio?
criaturas
en
erección
y
la
mujer
azul
en
el
ojo
de
la
alegría
enfoca
directamente
la
taumaturga
estación
de
los
amores
muertos.
Esta
versión
sigue
la
incluida
en
carpeta
bajo
INÉDITOS,
y
da
cuenta
de
las
correcciones
a
mano
de
AP
posteriores
a
la
fechada
en
noviembre
de
1970,
que
figura
en
Textos
de
Sombra
y
otros
poemas,
1982,
con
el
título
de
“La
muerte
y
la
muchacha
(Schubert)”.
EN
UN
PRINCIPIO
FUERON
MIS
MUERTOS
Los
ausentes
soplan
grismente
y
la
noche
es
densa.
La
noche
tiene
el
color
de
los
párpados
del
muerto.
Toda
la
noche
huyo,
encauzo
la
persecución
y
la
fuga,
canto
un
canto
para
mis
males,
pájaros
negros
sobre
mortajas
negras.
Un
viento
demente
me
desmiente.
Me
confino,
me
alejo
de
la
mano
crispada,
no
sé
otra
cosa
que
la
noche
oscura.
OJOS
PRIMITIVOS
El
color
infernal
de
algunas
pasiones,
una
antigua
ternura.
Los
faltos
de
algo,
de
todo,
al
sol
negro
de
sus
deseos
elementales,
excesivos,
no
cumplidos.
Alguien
canta
una
canción
del
color
del
nacimiento:
por
el
estribillo
pasa
la
loca
con
cu
corona
plateada.
Le
arrojan
piedras.
Yo
no
miro
nunca
el
interior
de
los
cantos.
Siempre,
en
el
fondo,
hay
una
reina
muerta.
La
canción
desesperada
no
se
deja
decirse.
La
materia
verbal
errante
no
cesa
de
emanar
del
centro
que
no
es
centro,
del
mareo
de
las
flores
auríferas
imbuidas
del
oro
de
los
buscadores
de
oro.
Fragmento
manuscrito
en
un
pedazo
de
hoja
suelta.
Por
errar
de
imprenta
se
editó
como
final
de
“Ojos
primitivos”
en
Textos
de
Sombra
y
otros
poemas,
Ed.
Sudamericana,
Buenos
Aires,
1982.
SOLAMENTE
LAS
NOCHES
A
Jean
Aristeguieta,
A
Árbol
de
Fuego.
escribiendo
he
pedido,
he
perdido.
en
esta
noche,
en
este
mundo,
abrazada
a
vos,
alegría
de
naufragio.
he
querido
sacrificar
mis
días
y
mis
semanas
en
las
ceremonias
del
poema.
he
implorado
tanto
desde
el
fondo
de
los
fondos
de
mi
escritura.
Coger
y
morir
no
tienen
adjetivos.
Adjunto
a
una
carta
no
enviada
a
Jean
Aristeguieta,
directora
de
la
revista
Árbol
de
Fuego
(Caracas),
fechada
en
enero
de
1972.
y
cantos
entre
ruinas
de
niños
ahogados,
más
allá
de
toda
destrucción,
de
todas
las
ceremonias
de
la
muerte
está
la
presencia
de
quien
yo
amo,
quien
disipa
las
apariencias
de
los
atroces
espejos
del
mediodía,
quien
evita
incluso
que
los
espejos
se
rompan,
que
la
sal
se
vuelque.
[1971]
no
oigo
los
sonidos
orgasmales
de
ciertas
palabras
preciosas.
en
efecto,
las
voces,
los
rumores,
las
caídas
de
muerte
en
muerte,
no
tienen
fin.
Espacio
de
desafección
en
donde
no
se
sabe
qué
hacer
con
tanto
no
querer.
1971
¿Quién
es
yo?
¿Solamente
un
reclamo
de
huérfana?
Por
más
que
hable
no
encuentro
silencio.
Yo,
que
sólo
conozco
la
noche
de
la
orfandad.
Espera
que
no
cesa,
pequeña
casa
de
la
esperanza.
1972
no,
la
verdad
no
es
la
música
yo,
triste
espera
de
una
palabra
que
nombre
lo
que
busco
¿y
qué
busco?
no
el
nombre
de
la
deidad
no
el
nombre
de
los
nombres
sino
los
nombres
precisos
y
preciosos
de
mis
deseos
ocultos
algo
en
mí
me
castiga
desde
todas
mis
vidas:
-‐
Te
dimos
todo
lo
necesario
para
que
comprendieras
y
preferiste
la
espera,
como
si
todo
te
anunciase
el
poema
(aquél
que
nunca
escribirás
porque
es
un
jardín
inaccesible
-‐
sólo
vine
a
ver
el
jardín
-‐
)
[1971]
sólo
vine
a
ver
el
jardín.
tengo
frío
en
las
manos.
frío
en
el
pecho.
frío
en
el
lugar
donde
en
los
demás
se
forma
el
pensamiento.
no
es
éste
el
jardín
que
vine
a
buscar
a
fin
de
entrar,
de
entrar,
no
de
salir.
por
favor,
no
creas
que
me
lamento.
si
comprendieras
la
voluptuosidad
de
comprobar.
me
amaron,
a
lo
menos
eso
dijeron.
muchos
me
amaron
porque
no
soy
parecida
más
que
a
mí
y
por
otros
imponderables
más
bellos
que
la
sonrisa
de
la
[Virgen
de
las
Rocas.
yo,
ahora,
creo
amar
y
me
siento
acabada,
epilogada.
¿cómo
aprender
los
gestos
primarios
de
las
pasiones
elementales?
No
me
consuela
1972
A
Ana
Becciú
Ella
no
espera
en
sí
misma.
Nada
de
sí
misma.
Demasiado
ensimismada
Sólo
vine
a
ver
el
jardín
donde
alguien
moría
por
culpa
de
algo
que
no
pasó
o
de
alguien
que
no
vino.
Ella
es
un
interior.
Todo
ha
sido
demasiado
y
ella
se
irá.
Y
yo
me
iré.
1972
Triste
cuando
deseo
y
cuando
no.
Triste
cuando
con
un
cuerpo
y
cuando
no.
Triste
cuando
con
su
sonrisa
y
cuando
no.
RECUERDOS
DE
LA
PEQUEÑA
CASA
DEL
CANTO
Era
azul
como
su
mano
en
el
instante
de
la
muerte.
Era
su
mano
crispada,
era
el
último
orgasmo.
Era
su
pija
parada
como
un
pájaro
que
está
por
llover,
parada
para
recibirla
a
ella,
la
muerte,
la
amante
(o
no)
Ya
no
sé
hablar.
¿Con
quién?
Nunca
encontré
un
alma
gemela.
Nadie
fue
un
sueño.
Me
dejaron
con
los
sueños
abiertos,
con
mi
herida
central
abierta,
con
mi
desgarradura.
Me
lamento;
tengo
derecho
a
hacerlo.
Asimismo,
desprecio
a
los
que
no
se
interesan
por
mí.
Mi
sólo
deseo
ha
sido
No
lo
diré.
Hasta
yo,
o
sobre
todo
yo,
me
traiciono.
Como
un
niño
de
pecho
he
acallado
mi
alma.
Ya
no
sé
hablar.
Ya
no
puedo
hablar.
He
desbaratado
lo
que
me
dieron,
que
era
todo
lo
que
tenía.
Y
es
otra
vez
la
muerte.
Se
cierne
sobre
mí,
es
mi
único
horizonte.
Nadie
se
parece
a
mi
sueño.
He
sentido
amor
y
lo
maltrataron,
sí,
a
mí
que
nunca
había
querido.
El
amor
más
profundo
desaparecerá
para
siempre.
¿Qué
podemos
amar
que
no
sea
una
sombra?
Murieron
ya
los
sueños
sagrados
de
la
infancia
y
la
naturaleza
también,
la
que
amaba
abril,
1972
Se
restituye
a
este
texto
la
parte
omitida
en
Textos
de
Sombra
y
últimos
poemas,
Sudamericana,
Buenos
Aires,
1982.
Es
la
que
precede
a
“No
lo
diré...”,
en
hoja
aparte
donde
figura
el
título
y
lleva
un
“sí”
anotado
a
mano
por
AP.
Se
suprimen
los
puntos
suspensivos
de
la
edición
de
1982.
Que
me
dejen
con
mi
voz
nueva,
desconocida.
No,
no
me
dejen.
Sombría
como
un
golem
la
infancia
se
ha
ido,
y
la
gracia
y
la
disipación
de
mis
dones.
mayo
de
1972
ESCRITO
EN
EL
CREPÚSCULO
¿Para
quién
el
silencio?
-‐
El
anochecer
es
el
mismo
en
todas
partes.
-‐
Estás
detrás
de
la
lluvia,
detrás
de
la
cara
del
muerto.
Si
pudiera
comerme
la
lengua,
si
pudiera
ahogar
en
un
agua
negra
mi
memoria
soleada.
-‐
Cuando
hablas
no
se
entiende
nada.
-‐
Soy
oscura
porque
estoy
sola.
-‐
No
les
hablés:
mirá
y
pasá.
-‐
Me
coge.
Que
parece
morir.
Que
parezco
agonizar.
16/VI/1972
Este
texto,
muy
corregido,
lleva
abrochada
una
hoja
previa
con
el
título
VOCES.
ALGUIEN
MATÓ
ALGO
la
hija
de
la
voz
la
poseyó
en
su
estar,
por
la
tristeza.
Los
pequeños
pájaros
ponzoñosos
que
se
abrevan
en
un
agua
donde
se
refleja
la
flor
de
la
maravilla,
son
sus
animales,
son
sus
emblemas,
a
un
tiempo
mismo
busca
calentar
su
voz
suplicante.
1972
De
copia
mecanografiada
por
AP
en
1972.
Es
el
comienzo
del
que
se
incluye
como
“Prefacio
de
Sombra(I)”.
Se
opta
por
presentar
en
este
volumen
las
dos
versiones,
tal
como
se
encuentran
entre
sus
papeles.
TE
HABLO
A
H.M.
estoy
con
pavura.
hame
sobrevenido
lo
que
más
temía.
no
estoy
en
dificultad:
estoy
en
no
poder
más.
No
abandoné
el
vacío
y
el
desierto.
vivo
en
peligro.
tu
canto
no
me
ayuda.
cada
vez
más
tenazas,
más
miedos,
más
sombras
negras.
A
MODO
DE
TREGUA
A
Francisco
Porrúa
si
no
entiendo,
si
vuelvo
sin
entender,
habré
sabido
qué
cosa
es
no
entender
JARDÍN
O
TIEMPO
A
Renée
Cuellar
Es
una
muerta
estación
cuando
los
lobos
viven
sólo
de
viento
y
la
vista
de
todos
los
grises
es
lo
único
que
rompe
el
silencio
en
el
que
yo
vi
mi
sol
oscurecerse
Voces
mías
que,
unas
con
silencios
y
otras
con
colores,
me
atormentan:
diremos
su
nombre
y
no
vendrá;
de
cerca,
de
lejos,
no
responderá.
Serás
desolada
y
tu
voz
será
la
fantasma
que
se
arrastra
por
lo
oscuro,
jardín
o
tiempo
donde
su
mirada
silencio,
silencio
Esta
versión
es
la
que
figura
en
carpeta
bajo
“ACABADOS”.
Por
error,
en
Textos
de
Sombra,
1982,
la
estrofa
final
fue
editada
como
poema
aislado.
Existen
otras
tres
versiones:
una
manuscrita
con
el
título
“La
sombra
de
su
imagen”
fechada
15-‐-‐1970,
otra
a
máquina
sin
fecha,
en
papel
carta,
y
otra
a
lápiz
en
un
cuaderno.
ESCRITO
EN
“ANAHUAC”
(TALITAS)
Verde
esencialmente
reconcentrado
en
mis
ojos
que
pintan
la
hierba
que
luego
echa
flores
en
la
memoria
de
los
animales.
Abrazada
a
la
tierra.
Tierra
o
madre
o
muerte,
no
me
abandones
aun
si
yo
me
he
abandonado.
...AL
ALBA
VENID...
A
Silvina
Ocampo
al
viento
no
lo
escuchéis,
al
viento.
toco
la
noche,
a
la
noche
no
la
toquéis,
al
alba,
voy
a
partir,
al
alba
no
partáis,
al
alba
voy
a
partir.
No
[poder]
querer
más
vivir
sin
saber
qué
vive
en
lugar
mío
ni
escribir
si
para
herirme
la
vida
toma
formas
tan
extrañas.
La
palabra
entre
corchetes
figura
escrita
a
lápiz
por
AP
encima
de
“querer”,
que
no
está
tachada.
en
la
noche
del
corazón.
en
el
centro
de
la
idea
negra.
ningún
hombre
es
visible.
nadie
está
en
algún
jardín.
Alguien
cae
en
su
primera
caída.
Yo
voces.
Yo
el
gran
salto.
Cuando
la
noche
sea
mi
memoria
mi
memoria
será
la
noche
La
noche
y
yo
hemos
perdido.
Así
hablo
yo,
cobardes.
La
noche
ha
caído
y
ya
se
ha
pensado
en
todo
Septiembre
de
1972
LA
MESA
VERDE
El
sol
como
un
gran
animal
demasiado
amarillo.
Es
una
suerte
que
nadie
me
ayude.
Nada
más
peligroso,
cuando
se
necesita
ayuda,
que
recibir
ayuda.
*
Me
rememoro
al
sol
de
la
infancia,
infusa
de
muerte,
de
vida
hermosa.
*
Pero
a
mi
noche
no
la
mata
ningún
sol.
*
La
errancia,
la
canción
de
nosotros
dos,
tiemblo
como
en
una
metáfora
el
alma
comparada
con
una
candela.
*
Y
nada
será
tuyo
salvo
un
ir
hacia
donde
no
hay
dónde.
*
He
aquí
que
se
estremece
el
espacio
como
un
gran
loco.
*
Alguien
demora
en
el
jardín
el
paso
del
tiempo.
*
Copia
corregida
y
mecanografiada
por
AP,
17-‐IX-‐72.
Me
alimento
de
música
y
de
agua
negra.
Soy
tu
niña
calcinada
por
un
sueño
implacable.
*
Máscaras
de
la
noche
en
qué
lugar
perdido
que
nadie
más
que
yo
conoce.
*
¿Tendré
tiempo
para
hacerme
una
máscara
cuando
emerja
de
la
sombra?
*
Invitada
a
ir
nada
más
que
hasta
el
fondo.
*
Me
pruebo
en
el
lenguaje
que
compruebo
el
peso
de
mis
muertos.
*
El
mar
esconde
sus
muertos.
Porque
lo
de
abajo
tiene
que
quedar
abajo.
*
Para
mejor
ser
el
que
fue,
ha
querellado
con
su
nueva
sombra,
ha
luchado
contra
lo
opaco.
golpean
las
sombras
las
sombras
negras
de
los
muertos
nada
sino
golpes
y
se
ha
llorado
nada
sino
golpes
Por
error,
en
Textos
de
Sombra
y
otros
poemas,
Ed.
Sudamericana,
Buenos
Aires,
1982,
este
poema
se
editó
sin
tener
en
cuenta
las
tachaduras
en
el
pedazo
de
papel
en
que
está
escrito
a
mano.
Se
aedita
ahora
respetando
las
correcciones
de
AP.
criatura
en
plegaria
rabia
contra
la
niebla
escrito
contra
en
la
el
opacidad
crepúsculo
no
quiero
ir
nada
más
que
hasta
el
fondo
oh
vida
oh
lenguaje
oh
Isidoro
Septiembre
de
1972
Hallado
tal
cual
se
reproduce,
escrito
con
tiza
en
el
pizarrón
de
su
cuarto
de
trabajo.