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El dolor y el sufrimiento desde la perspectiva cristiana Ensayo WILSON GARCÍA RUIZ # 2249830 El dolor y el sufrimiento desde la perspectiva cristiana Ensayo TP 406. Cómo aconsejar en situaciones de crisis INDIANA WESLEYAN UNIVERSITY Cali, Junio 2017 El dolor y el sufrimiento desde la perspectiva cristiana Estoy por desfallecer; el dolor no me deja un solo instante. Salmos 38:17 Los ojos se me apagan a causa del dolor; todo mi esqueleto no es más que una sombra. .Job 17:7 Introducción. El tema de este ensayo es acerca del dolor. El dolor es algo que ha hecho parte de la historia del ser humano, siempre todo humano tarde que temprano está expuesto a vivir situaciones dolorosas, y aun la historia marca el sufrimiento y el dolor que ha vivido la humanidad para continuar y estar vigentes hoy. Así que a través del dolor la humanidad ha estado creciendo, luchando y superando estadios de su historia, formándose como una institución vigente hoy. Además, ha sido a través del dolor, las luchas y los sufrimientos, la especie humana esté hoy en pie luchando día a día, encontrando cada vez más sentido a su historia y mirando su futuro. Pero hoy se ha detectado un gran problema, que existe mucho miedo al dolor y al sufrimiento, que se ha perdido la visión de mirar la historia del dolor humano como construcción de la vida. Hoy el dolor es algo que se nos escapa, es algo que conocemos pero de lo que huimos siempre que podemos, porque la cultura está más envuelta en el deseo de comodidad, de placer, que de construir a través y en medio del dolor. En cuanto el miedo al dolor, digamos que procede de dos raíces principales: Por un lado el hedonismo que se ha plagado en la cultura y en el mundo entero, donde lo que causa displacer hay que obviarlo y huirle. Por otro lado, está la mala crianza que se ha dado al respecto del dolor, se ha criado a las personas en una sociedad de confort y bienestar, donde el dolor y el sufrimiento no tienen cabida, olvidando así que las grandes conquistas humanas llegaron a través del dolor. Aún más, en el aspecto religioso, el cual debiera ser quien direcciona la humanidad a través del dolor, se ha llegado hasta verlo como algo satánico, que pertenece al mundo de los maldecidos de Dios, y hasta se ha marginado al que sufre por no estar bendecido por Dios. Es así que hoy el dolor se cierne ante nosotros los seres humanos, como algo que queremos y debemos evitar. Para nosotros, desde esta perspectiva comprender o aceptar el dolor es algo que parece completamente absurdo y en muchas ocasiones lo creemos hasta inhumano. Además, nuestra cultura pretende quitar todo valor y sentido al dolor y al sufrimiento, así dice Polaino: “estamos en una cultura en la que el sufrir tiene mala prensa. El dolor es hoy un dis-valor” A. Polaino Lorente, Más allá del sufrimiento, en Atlántida, Madrid, 1993, Pág. 312 Es así que, no tenemos motivos internos válidamente elaborados para soportarlo, enfrentarlo y superarlo, sino que la cultura crea medios técnicos para combatirlo y anularlo. De tal manera que hemos caído en una idea peligrosa, la cual es pensar que nosotros somos capaces de erradicarlo, lo cual dentro de la realidad humana es imposible. Sin embargo, paradójicamente, comprender el dolor y el sufrimiento es lo que nos hace aún más humanos, y a diferencia de los animales, son los seres humanos los únicos que pueden ser capaces de interpretar válidamente el dolor y el sufrimiento, Víctor Frankl, El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1987, pg. 240-255 Passim y además son capaces de darle un sentido desde la perspectiva teológica y espiritual. Por tanto el hombre sí es capaz de comprender el sentido pleno de un sufrimiento en particular; y es por ello que muchos hombres y mujeres son capaces de “resistir” un momento dado la inclemencia del dolor porque saben que dicho padecer está lleno de un sentido, de un fin de un “para qué” Miguel A. Mesías E, Perspectiva Bíblica del Sufrimiento, Barcelona: editorial Clie, 1999,. Y esta idea la aprendemos de la Biblia y del Siervo Sufriente de Jehová, Él es el hombre experimentado en quebrantos y sufrimientos Cantos del Sirvo Isaías 53: 3, por un lado y por otro el que sufre con gozo, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio. Hebreos 12:2 Es así que hablaré de cómo enfrentar la crisis del dolor y el sufrimiento desde la perspectiva cristiana, pero siendo consciente que del dolor únicamente se puede hablar desde un lenguaje que expresa experiencias, ya que el dolor es un acontecimiento, algo que se vive, se experimenta en carne propia. Por ello, poder usar esto como la base del trabajo terapéutico del dolor desde el cristianismo es la clave. Soy por tanto consciente de la íntima realidad que demanda esta visión de enfrentar el dolor y el sufrimiento netamente desde una perspectiva cristiana, pues estoy motivado por el ejemplo bíblico y la experiencia de hombres que tuvieron que vivir el dolor y el sufrimiento en carne propia, pero con la diferencia, de que ellos le dieron un sentido, un significado que los llevó a verlo, a vivirlo no como una condición fatal, sino como una puerta estrecha que los condujo al final a un espacioso territorio de riqueza y de abundancia de vida. Así que no pretenderé hablar aquí del dolor como especialista en el tema, pues ni soy médico, ni psiquiatra, ni psicólogo. Mi ocupación es la filosofía cristiana pues soy pastor cristiano, y mis únicos recursos son la formación recibida en mi iglesia, en mi universidad, en mis reflexiones sobre lecturas y mi propia experiencia personal sobre el dolor. Por eso, lo que voy a decir sobre el dolor no va a ser sino posiciones netamente cristianas. Tampoco pretendo hacer ninguna apología del dolor, ni afirmaré que nuestra capacidad para soportar con estoicismo el dolor, la enfermedad y el sufrimiento debe aumentar porque forma parte de un destino o porque este mundo es sólo un tránsito hacia otra vida que nos liberará de nuestras actuales penalidades. Simplemente deseo señalar que el hecho de poder integrar el dolor y el sufrimiento a una interpretación correcta desde la perspectiva de la revelación cristiana, podrá llevarnos a la elaboración del sentido de éste, y así darle un significado hacía adelante, no desde un ¿Por qué?, sino desde una ¿Para qué?, no como causa, sino como consecuencia de esperanza, de futuro, y al hacerlo así nos ponemos en disposición de comprender y ayudar en el sufrimiento de los otros. I. El dolor y el sufrimiento como una realidad bíblica. Cuando nosotros abrimos las páginas de la Biblia nos encontramos, no a un Dios buscando liberar al hombre del dolor, sino por el contrario permitiendo el dolor como elemento que hace parte de la vida y de la existencia humana. Es bueno aclarar que el dolor y el sufrimiento no los genera Dios, ya que según la Biblia este hace parte del pecado que entra al mundo por Adán y Eva. Por tanto el texto de Génesis 3:16-19, muestra que Dios permite el dolor por la actitud del hombre hacía Él, dice: “con dolor darás a luz los hijos” y “con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” Como vemos el dolor hace parte de las consecuencias trágicas del hombre no tener en cuenta a Dios. De allí en adelante vemos un proceso decadente donde el dolor es el eje primordial de las escenas bíblicas y el hombre está expuesto siempre a vivir bajo la presión del dolor. Por lo tanto el dolor y el sufrimiento hacen parte de la realidad bíblica y hace parte de la revelación que Dios nos deja en la Biblia. Nunca la idea es sacar el dolor de la escena del hombre, sino por lo contrario es que, a pesar del dolor y el sufrimiento, el hombre pueda creerle a Dios y pueda vivir por encima de este dándole el significado y el sentido preciso, ya que hace parte de la revelación que Dios le ha dejado. Tanto José, Job, David, Moisés, Jeremías, Jesús y Pablo, todos están identificados con el dolor y el sufrimiento, esto hace parte de la realidad experiencial de cada uno de ellos. Lo más contundente que muestra la biblia es que ellos a pesar del dolor y el sufrimiento, lograron alcanzar las metas propuestas por Dios y lograron darle sentido a la vida, a pesar del dolor y el sufrimiento. Esto es un mensaje en sí mismo para nosotros, ya que en la revelación de Dios, los hombres pudieron vivir álgidamente sus vidas, a pesar de que el dolor hizo parte de sus existencias y combatieron y lucharon con este hasta sus últimos instantes. Pablo dice: “2 Corintios 12:9-10 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis DEBILIDADES, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las DEBILIDADES, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Reina Valera 1960 Es así que el dolor y el sufrimiento están dentro del proyecto de Dios, y como Dios es sabio entonces yo debo interpretar que el dolor hace parte de mi vida, de mi existencia y que si está, este no puede limitarme, detenerme en la vida, sino que si Dios lo permite, dentro de su sabiduría, Dios busca algo bueno con el dolor para mi vida y esa forma de interpretar el dolor sacará desde dentro de mí el potencial espiritual ideado por Dios para que el poder de Él se perfeccione en mi debilidad. Aquí ya hay un sentido práctico de la vivencia del dolor. Sí sé que en la revelación Bíblica Dios no evita el dolor para sus siervos; entonces y debido a eso que sé de Dios, y reconociendo que Él es bueno, entonces si permite el dolor debe tener una consecuencia buena para mí. Esto es el gran descubrimiento de José el hijo de Isaac. Vemos que sus hermanos ingeniaron un gran mal para él, lo pasaron por muerto, lo vendieron como esclavo, y así José tuvo que vivir sus vicisitudes dolorosas hasta que Dios lo puso en alto. Diríamos que es triste e injusto lo que le hicieron a José, ¡claro!, pero Dios todo lo usó para un fin grandioso. Dice el texto: “Vosotros pensasteis MAL contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” Genesis 50:20 RV 60. Así que en medio del dolor debo pedir claridad, luz, sabiduría para interpretar correctamente el dolor y saber que hay un gozo puesto delante de mí para cuando salga de esa experiencia como le sucedió a José. Primera idea en la terapia hacía el dolor, el dolor hace parte de la revelación bíblica, los hombres de la biblia vivieron el dolor entendiendo que mañana esa experiencia traería consecuencias grandiosas para sus vidas. Así mismo el aconsejado que vive el dolor, si llega a interpretar su experiencia desde el gozo puesto delante de él, entonces tendrá poder, compañía, gozo y podrá elaborar una salud mental para enfrentar y pasar la experiencia dolorosa. Además, el ser humano que es creyente, tiene la oportunidad de sacar provecho del dolor o el sufrimiento, y éste es capaz de llevarlo a alturas jamás sospechadas, permitiendo un crecimiento, que seguramente de otra manera nunca lo hubiera logrado, y para ello usa Dios el dolor en nosotros. II. El dolor que confronta y conduce a la madurez. Del mismo modo, el dolor nos conduce inevitablemente a la madurez, si esto no ocurre quiere decir que la persona que lo experimenta, no le dio la interpretación teológica válida y se quedó corto en su experiencia espiritual. Por ello el trabajo en una crisis, es que la persona aconsejada alcance madurez, plenitud. Dice Clinebell que: “el cuidado y el asesoramiento pastorales contemporáneos son instrumentos llenos de poder para la realización que busca la plenitud de las personas” Clinebell Howard. Asesoramiento y cuidado pastoral: Un modelo centrado en la salud integral y el crecimiento. Desafío. EEUU. 1995. Pg 33. Así que la meta es la plenitud, la madurez. Así mismo dice Clinebell que: “el foco del trabajo pastoral está puesto en el crecimiento, la madurez y el desarrollo de la persona” Ibid. Pg 10. Por tanto la madurez llega cuando comprendemos la confrontación que se nos hace a través de la experiencia que vivimos. Al respecto dice Clinebell que: “Los métodos de confrontación son esenciales cuando existen crisis que amenazan la vida”. Ibid. Pg 159 Dicho de otra forma, los llamados que Dios nos hace a través de la confrontación de la vida con el dolor, nos los hace para cumplir nuestro propio sentido de vida, y cuando somos capaces de responder a su llamado sin reservas, a aun cuando las condiciones parecen aún más oscuras, la madurez y de lo que somos en relación con Él se vislumbran. Así que la confrontación del dolor y el sufrimiento nos abre el panorama de la realidad de Dios y la realidad de nuestra vida, llevándonos a ver a Dios como nunca lo habíamos visto y a encontrarnos con nuestra humanidad como la realidad central del objetivo de búsqueda de Dios. Por tanto Dios usa la confrontación a través del dolor para conducirnos a hacía la madurez, sabiendo que hay que vivir como si cada minuto fuera una última oportunidad para realizar nuestra misión existencial. El mejor ejemplo bíblico al respecto es Job. Lo primero acerca de Job es que Dios lo consideraba un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, (v.1). Se podría decir que por ello no le puede venir el dolor y la tragedia, pero la verdad es que no está exento del dolor. Reafirmamos con esto, que la doctrina del dolor en la Biblia hace parte de la realidad de todos los hombres no importando su estatus, clase social, religión, idiosincrasia, cultura o nación. El dolor le llega a todos en cualquier momento. Vemos en el texto que aparentemente hubiera una apuesta en el cielo entre Dios y Satanás, entendiendo que el texto es una narración que nos permite ver lo que pasa en la corte divina. Esto también deja ver que nada se puede hacer, ni si quiera Satanás, nada puede hacer si Dios no lo permite. Por ello en el dolor no estamos a merced de fuerzas inhóspitas, sino que estamos bajo la soberanía de Dios que lo gobierna todo: “Dijo Jehová a Satanás:-Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él” (V.12). Siguiendo el análisis del texto, este dice que Job sirve de balde a Dios y por ello es fiel y recto. Entonces viene la prueba, parece que Dios apuesta por Job, su rectitud y su fidelidad, no es porque Dios lo ha llenado de bendiciones, sino porque Job ha decidido ser delante de Dios recto. Pero Satanás quiere demostrar lo contrario, quiere demostrar que en la flaqueza el hombre da su brazo a torcer, va a fallar y ser desleal, porque cuando llega el dolor, los humanos flaquean, dudan y pierden su visión espiritual de rectitud. Así está hecha la “apuesta” entre Dios y Satanás. ¿Job flaqueará, destruirá su vida, se echará para atrás, perderá el sentido válido de su existencia y se alejará irremediable-mente de Dios? ¿Será que lo que se le avecina a Job será el punto detonante para perder el sentido de su vida, para sufrir irremediablemente y perder todo el sentido de su existencia? Un hombre de éxito, acostumbrado a vivir cómodamente, a tenerlo todo al quedar sin nada ¿Debe hacer de su vida un tormento de dudas y perderse, aunque el dolor lo generen otros? En el libro de Job está la gran respuesta al dolor y sufrimiento humano. Sí llegamos a interpretar las situaciones desde Dios, y podemos sostenernos en su palabra, en su fidelidad, creyendo que Dios sabe de nuestro potencial, sabiendo que Dios apuesta por nosotros, que aunque el mismo Satanás trate de robar la gracia, el que interpreta el dolor y le da un significado en Dios y desde Dios, al final tendrá más que lo que tenía antes, porque tendrá madurez, tendrá experiencia y así podrá ayudar a otros. Vemos a partir del V. 13 toda la dramática y dolorosa situación de Job. Primero pierde su riqueza, luego pierde sus hijos, y eso debe doler más que la pérdida anterior, pero es interesante lo que dice el V. 22: “En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno”. Así que las pérdidas causan dolor, claro que sí, el dolor se siente se expresa, pero no debe acabar la vida, el sentido de ella. No importa lo profundo que toque el dolor, no por ello debo vivir un despropósito en mi vida. Vemos que frente a esta confrontación, Job hizo un acto de interpretación espiritual, no preguntó “¿Por qué a mí?”, sino que inmediatamente involucró a Dios en su experiencia, y aunque el dolor no se quitaría con ello; por el contrario su interior, su ser tendría paz, tendría luz, tendría poder y con ello podrá sostenerse en pie. Oigamos lo que dijo Job: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó: ¡Bendito sea el nombre de Jehová!» Que extraordinario argumento, Job no vio a Satanás haciendo nada, no lo vio, no dijo a Satanás maligno ¿por qué me haces esto? No, Job lanza su visión desde Dios, ve a Dios, justifica su pérdida en Dios, expresa su dolor profundo, pero ve a Dios actuar. Pero que gana Job con justificar su pérdida en Dios, él gana paz, la paz que produce saber que Dios no es malo, es bueno, no es inmisericorde vengativo, no, Él es misericordioso. Por ello llega la paz aunque el dolor se sienta y se perciba muy hondo, llega la paz y el consuelo de saber que en las manos de Dios está todo y por ello todo irá bien. Así se debe guiar a las personas frente a sus pérdidas, frente a su dolor, que lo logren justificar en Dios, que logre ver a Dios y no al diablo, no la mala suerte, no a la gente maligna, sino que vea a Dios. Esto da paz y la paz conduce a una mente sana y la mente sana produce vida de Dios. Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa PAZ a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Pero fijémonos que todo no queda allí, el capítulo 2 sigue el relato, y la apuesta se retoma. Dios sigue abogando por la madurez de Job, sigue siendo fiel, sigue siendo recto. Ahora Satanás arremata con más severidad y le dice a Dios que toque su cuerpo, su salud: “Piel por piel, todo lo que el hombre tiene lo dará por su vida. Pero extiende tu mano, toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (2:4-5) Y Dios creyendo en Job y tratando de demostrar a los enemigos del hombre que Él cree en todo el potencial del hombre, permite que haga Satanás como ha pensado. Así entonces le llega la enfermedad y el dolor físico a Job. Ya no es solo el dolor de la pérdida material, no es el dolor interno, profundo de la pérdida de sus hijos, ahora es la pérdida de su salud. Notemos que la condición del dolor viene de afuera hacia adentro, sus bienes, sus seres amado, su cuerpo. Freud al hablar del dolor decía que: “Las tres fuentes principales del dolor son: 1. la enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud; 2. las agresiones del mundo exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión; 3. las relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia” http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/168-el-dolor-y-el-sufrimiento-humano. Así que Job es afectado en estas tres áreas de expresión del dolor, pero lo significativo es que Job de las tres, aunque las vive, las percibe profundamente, aunque eleva su voz al cielo, Job sale de ellas más apto para la vida, más pleno, con una madurez espiritual profunda. Debemos notar que la narrativa de Job, parte de ser un hombre próspero, digamos de éxito, un hombre que cuenta con todo, hasta con el apoyo de Dios. Un hombre que pasa del éxito al fracaso doloroso en un momento casi instantáneo, se desequilibra, debe ver derribar su mundo interior de manera fatal. Todo su mundo interior se fragmenta, se desconecta y la crisis hace un profundo toque en el interior. Así Job pasa de ser el hombre del éxito, a ser el hombre doliente. Job entonces vive su enfermedad como una condición que se genera en Dios, ya que la respuesta que le da a su mujer muestra su ubicación espiritual: “Él le dijo:-Como suele hablar cualquier mujer insensata, así has hablado. ¿Pues qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios”. Vemos entonces que la madurez espiritual de Job es alcanzada por su forma de pensar frente lo que le pasa. Ve a Dios quien genera todo, esto es equilibrio, esto es rectitud verdadera, esto es darle la medida a las exigencias que la vida demanda. Darle el lugar a Dios en los sucesos, hace que la mente, el ser se equilibre y así poder actuar con fortaleza en la exigencia pedida. Entonces para Job solo existe un poder, el de Dios, que lo controla todo y lo domina todo. Así al final Job tiene que reconocer que su crisis lo llevo a verse a sí mismo, y conocer realmente a Dios. “De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven. Por eso me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza”. Job despierta la conciencia y ve que su crisis en el plano humano permite ser realista, ayuda a tomar conciencia de que algo no anda bien, que se está en un equívoco y hay que transformarlo. Pero sobre todo el dolor busca que nos hagamos la gran pregunta sobre el sentido de nuestra existencia y nuestra necesidad de arrepentimiento, de hacer cambios mentales a todo lo que vivimos. Dios espera que en medio del dolor miremos hacia arriba, Dios espera siempre y espera que en el dolor nosotros demos la talla pedida por su confianza puesta en nosotros. Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: el dolor es un megáfono para despertar de un mundo adormecido. C.S. Lewis, El problema del dolor, Rialp, Madrid, 1994. Pág.: 97 Así al final entonces, la experiencia dolorosa vivida le da sentido a la vida, y madurez a la estructura humana. En nuestra actualidad, el hombre se preocupa por lograr producir, hacer, tener. Es por ello que dentro de la cultura el dolor se rechaza, porque el hombre hoy quiere solo el éxito y lograr metas de ensueño. Este tipo de hombre únicamente se preocupa por el éxito y le teme al fracaso. Es por ello que al caer preso de una enfermedad o un sufrimiento irremediable, este tipo de hombre cae en la desesperación y la angustia. Es incapaz de ver la posibilidad de realizarse, de crecer dentro del sufrimiento. En contraposición, se encuentra el hombre que usa los recursos espirituales y le da una dirección a su dolor, le da una mirada al futuro, a un “para qué” de ello que proviene de Dios, este hombre es quien logra encontrar su realización, en y a pesar del sufrimiento. Este hombre que vive su dolor es capaz de llevar su sufrimiento al grado de trascendencia, encontrándole un “para qué” desde Dios es decir, encuentra un sentido en una situación dura y le da significado con sentido. Por ejemplo Jesús en Juan 12-27 dice: “Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre…” Vemos aquí a Jesús dándole un significado a su acto doloroso de morir, y ese significado se lo da Jesús como una condición de su razón de existir, “Pero para esto he llegado a esta hora”, Su razón de existir es que ha venido para ello. Por tanto Él le da sentido a su muerte en un propósito trascendente a Él mismo, no es su locura lo que lo va a llevar a la muerte, sino la razón por la cual Él existe, y esa razón de fondo es el glorificar a Dios con su entrega. Esa manera de dar sentido a la vida desde una visión trascendente le da la cordura y el equilibrio a cualquier persona, equilibrio que necesita para sostenerse saludablemente ante el dolor que vive. Así que Jesús el siervo doliente descubre en el sufrimiento la posibilidad del sacrificio voluntario, donde se le revela la esencia de quien es, se revela su mismidad y esto indica el alto grado de madurez. Por tanto, sufrir significa obrar y significa crecer. Pero significa también madurar. En efecto, el ser humano que se supera, madura hacia su mismidad. Sí, el verdadero resultado del sufrimiento es un proceso de maduración. Pero la maduración se basa en que el ser humano alcanza la libertad interior, a pesar de la dependencia exterior Víctor Frankl. Pg 254 Op Cit. Así es que en la consejería se busca que el aconsejado al vivir su experiencia dolorosa vea a Dios actuando y logre encontrase con su realidad, con su mismidad. Que el aconsejado justifique en Dios todo su mal y pueda descansar en la bondad del señor que le da equilibrio y paz. No se puede permitir que el aconsejado busque una razón de su dolor en un ¿Por qué? Miguel A. Mesías E, Op Cit., eso es tirarse hacía atrás y allí no hay respuestas válidas. Se debe insistir que la visión viene mirando hacia adelante, que viene para trascender, para aprender, para madurar, para ser mejor, para al final ver con otros ojos la vida, se debe reconocer que todo pasa en la soberanía de Dios porque Él espera que yo cambie algo, que me arrepienta de algo y pueda dar un giro nuevo a la vida. Se debe como segundo paso en la terapia, usar entonces todo un andamiaje teológico, ya que en el asesoramiento, las verdades bíblicas ¡se iluminan al aplicarse y comprobarse en el terreno de las luchas y del crecimiento humanos! Clinebell Howard. Op Cit. Pg 53 Así que el lenguaje bíblico, teológico se usa para llevar al aconsejado al equilibrio, la paz, y esto se logra en la forma como el aconsejado ve a Dios actuando aun en sus peores experiencias, entonces el aconsejado le da una razón a su experiencia en Dios, lo justifica en Dios, y así su esfuerzo traerá nuevas posibilidades a la vida. Las situaciones extremas, por tanto, además de hacer que el hombre alcance ver su realidad y alcance la libertad interior, le ayudan a conseguir la madurez plena. III. El dolor como puerta angosta que lleva a la vida. Por otro lado se debe ver desde la Biblia que el dolor al final tiene un resultado superior, trascendente e incomparable y es encontrar la vida. Puede ser que el aconsejado tenga que vivir con un dolor crónico, o que su dolor se extienda por el resto de la vida, ya sea por una pérdida de un ser querido, o la quiebra de un negocio que lo deje en la ruina y nunca pueda superar esa crisis. Sea cual fuere la crisis, al final el aconsejado creyente debe darse cuenta que hay una meta final que alcanzar en medio de su crisis en las promesas de Dios. Así que el dolor es el banco de pruebas de la existencia humana, el fuego de la fragua donde, como los buenos aceros, el hombre se ennoblece y se templa. Y es que enfrentar el dolor desde la perspectiva cristiana no significa sólo obrar, crecer y madurar, sino también enriquecerse. El hombre que, madura hacia su mismidad, madura al encuentro de la verdad. El sufrimiento no posee sólo una dignidad ética; posee además una relevancia trascendente. El sufrimiento hace al ser humano lúcido y al mundo diáfano. El ser se vuelve transparente, dejando asomar una dimensionalidad metafísica, Víctor Frankl, Op Cit deja asomar la verdadera espiritualidad. Cuando se sufre una enfermedad, un ultraje o una desgracia no somos libres de sufrirlos o no, vienen impuestos, pero podemos adoptar ante ellos una actitud positiva o negativa, de aceptación o rechazo. En esa libertad radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor A. Polaino, Mas allá del sufrimiento, ob. cit.,pág. 304. Por lo tanto es la persona quien define cómo va enfrentar su dolor, los consejeros le guiamos y le damos la claridad bíblica, pero al final es la persona quien debe ser responsable de lo que escoge. Por ello, para motivar a la persona a hacerse responsable de su experiencia debemos usar las ideas bíblicas lo mejor posible, para que estas inspiren y despierten el interés de lucha y trascendencia. Jesús en el sermón del monte muestra una idea, que a mi parecer tiene mucho sentido frente al tema del dolor, en Mateo 7:13-14 dice Jesús: “Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Vemos que según Jesús para encontrar la vida hay que entrar por una puerta angosta. De este texto podríamos extraer diversidad de ideas, pero quiero dirigir este argumento alrededor del dolor. Hay una puerta estrecha que yo puedo usar para que me lleve a la vida. Por tanto si uso el dolor como una puerta estrecha, sí encamino la experiencia como una condición estrecha, dura, difícil que no es solo la experiencia amarga y frustrante que se experimenta, sino un medio para alcanzar un objetivo válido, que es la vida, entonces, esa meta jalonaría todo mi ser para lograr: Primero, a enfrentar el dolor. Debo aceptarlo como algo que está ahí, que el dolor existe porque somos lo que somos, humanos. Quizás a ese dolor nos haya llevado nuestras malas decisiones, quizás las actitudes de las personas que nos rodean, quizás las circunstancias desfavorables, sea lo que sea, no importa más que aceptar el dolor, no buscando el ¿por qué?, sino descubriendo que la realidad es el dolor mismo, después se ratificaran los hechos, pero en este mismo momento lo que importa es aceptar que el dolor está, que es mi puerta estrecha para lograr una meta que viene originada en Dios. Por ello debo enfrentar el dolor con todo el andamiaje teológico que tengo y que puedo recibir de la iglesia. En el Salmo 38, David muestra cuan grande es su dolor, pero sobre todo David es consciente de su dolor, sabe que le pasa porque se equivocó en su decisión. Dice: “Estoy por desfallecer; el dolor no me deja un solo instante” Nueva Biblia al Día. Salmos 38:17. Lo importante es que no pregunta ¿Por qué? Sino que acepta su dolor, lo reconoce, no pasivamente y como loco, sino activamente, esperando en su Dios, clamando a su Dios, reconociendo su realidad y llevando su condición a la realidad de la pronta ayuda de Dios. “Señor de mi salvación, ¡ven pronto en mi ayuda!” Salmos 38:22. Por tanto se debe concientizar de que se acepte el dolor, no buscando un por qué de este hacia atrás, sino mirando hacia arriba, esperando en Dios. Segundo, asumir una actitud, frente al suceso doloroso, yo debo hacer algo. Frente a ese dolor que penetra hasta lo más íntimo de mí ser, algo tengo que hacer. Debo por tanto adoptar una postura, una actitud. Y esto es realmente decisivo, porque según la actitud que adopte podré contribuir a edificar una existencia sana y abierta a los demás o por el contrario, podré derrumbarme en una existencia marcada por el egoísmo y la amargura. Puedo elegir derrumbarme o puedo elegir sacar lo mejor de mí. Pablo expresa la actitud que se debe tomar frente a los sucesos de tribulación, dice que: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”. 2 Corintios 4:9-11. Por lo tanto esta actitud frente al dolor es necesaria, se busca que la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, por ello la actitud en frente de la tribulación es lograr que esa vida de Jesús se manifieste y que este dolor que es real, aunque esté demanda la actitud de no rendirnos, de no estancarnos y que podamos enriquecer la existencia nuestra. Así que frente al dolor no podemos decidir tenerlo o no, nos pasa, sufrimos; lo que sí puede hacerse es adoptar una actitud negativa o positiva frente a él. En esa libertad radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor. Sí, escucharon bien, enriquecerse con el dolor. El dolor enriquece nuestra propia existencia en tanto nos encamina en el proceso de maduración A. Polaino. Op Cit. De esta manera el aconsejado descubre que la estreches de lo que vive le demanda una actitud, una postura de fe, y que esa puerta estrecha lo que busca es que la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos mortales. Tercero, resistir en el día malo. Sabemos que el hombre está condicionado a su naturaleza biológica, y por ello siente el dolor, vive el dolor, pero el hombre no está condicionado por las circunstancias, él puede decidir frente a una circunstancia que optar. Dice Frankl que: “El ser humano, a pesar de ser un ser condicionado, es libre y facultativo. Su libertad no radica en la omnipotencia de hacer todo lo que quiere o en la arbitrariedad de hacer todo lo que desea, sino en poder elegir y asumir una actitud personal, incluso ante aquello que lo limita o condiciona. Sólo el hombre tiene la capacidad de superar sus propias limitaciones y condicionamientos para llegar a ser como él quiere realmente ser” Víctor Frankl, Pg 135. Op Cit. Por tanto resistir, en medio del dolor es una decisión valida. Dice Frankl: “La conducta humana no está predeterminada por las condiciones, sino que depende de la opción del hombre mismo. Lo sepa o no, el hombre decide resistir o decide ceder a las condiciones; en otros términos, el hombre decide dejarse regir o no, y en determinada medida, por las condiciones” Ibid. Pg. 93. La biblia deja claro que debemos tomar la armadura de Dios para resistir el día malo, Efesios 6:13, y habiendo acabado todo, estar firmes. Por tanto si decido resistir el día malo, el día de la estrechés, si decido seguir hacia dentro de la puerta estrecha al final podré conseguir estar firme, apto para vivir mejor. Es así que con el argumento teológico se debe llevar al aconsejado que pueda resistir, pero no estoicamente, solo por aguantar, sino resistir es darle sentido, es darle razones desde lo que Dios dice y espera de nosotros. Se necesita entonces darle sentido a los sucesos dolorosos, darle sentido porque esa situación forma parte de la vida, y sólo el sufrimiento con sentido da paz espiritual. Cuarto, vivir con esperanza. El dolor nos enfrenta a la propia pobreza, a nuestra propia limitación, a nuestra situación real. Es entonces, cuando, llega el momento de la esperanza. Ahora, la esperanza no es solo un “todo se arreglará” infundado en una expectativa positivista, sino un estado de seguridad y confianza en que todo tiene en Dios un mañana. La esperanza se traduce en paciencia, lo que no significa quietud o pasividad. Sino que significa saber abandonarse en las promesas de Dios, en la verdad de Dios. saber apreciar en el presente los signos de lo positivo que puede venir. Estos signos son lugar de apoyo para vivir el presente, sin evadirse, pero abriéndose a lo que vendrá, sin seguridades falsas, pero con la tranquilidad de saber que siempre tras las tinieblas llega la luz. Apocalipsis 5 muestra la victoria de la esperanza sobre el dolor, es la muestra final de que aunque todo se base en el dolor, la tragedia y la muerte, se puede cambiar el dolor por un canto, por alegría y por el futuro. La visión muestra que no hay quien abra el rollo, V. 4 “Y lloraba yo mucho, porque no se hallaba a nadie que fuera digno de abrir el libro, ni siquiera de mirarlo”. Dice Juan que lloraba mucho, por la desconsolación que se presenta en un presente inhóspito y desolador. Pero al final se crea la visión de la esperanza, la de un cordero como inmolado. Esta visión es preciosa, uno que ha sufrido la inmolación, la muerte, la tragedia, el dolor, viene desde su condición limitada victorioso. Él ha vencido y tiene el poder de actuar sobre las fuerzas inhóspitas de dolor y tristeza, por eso el anciano le dice a Juan que no llore, porque hay uno que ha vencido. Es por esa razón de la victoria es que se cambia el lamento, en un canto de alegría El texto dice en un cantico nuevo, eso sorprende, no es el mismo cantico de dolor y tragedia, de lágrimas, ahora por la victoria del cordero hay un cantico nuevo, eso es esperanza. La esperanza es el camino para esperar en un mañana mejor, y desde Dios el futuro es inigualable. Lo que se vive solo es un momento, pero lo mejor está por venir. Dice Pablo al respecto: “Pues, esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”, 2 Corintios 4:17-18. Así que lo que se debe mirar está delante, es un “Para qué”. Lo de ahora es una tribulación momentánea, es una puerta estrecha que se va expandiendo hacia la vida, hacía la esperanza de lo eterno, de la real vida de Dios que es la vida eterna. Ahora lloramos por un momento, es algo leve y momentáneo, hay que tener paciencia, la paciencia aparece por la confianza que produce Dios y sus promesas. La esperanza está en un presente que se hace mañana, el enjugará toda lagrima: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21:3-4. Vemos que la esperanza se construye en las palabras “Las cosas pasarán” esas cosas no estarán por siempre, solo son un momento leve. La esperanza se construye en esta conciencia de ver a Dios claramente como Job. Entender como José, que Dios está conduciendo todo a su fin bueno no importando la maldad, saber que el fin eterno llegará. Esa es la esperanza cristiana y con ello en mente cualquier dolor, cualquier sufrimiento tiene sentido, dirección y objetivos de maduración, de crecimiento, de resistencia, de actitud verdadera. Esta es la tercera visión terapéutica, todo es un proceso leve, es un momento, es una puerta que se estrecha para abrir los portones inmensos de la vida. Debemos llevar al aconsejado que interprete su situación desde esta perspectiva teológica y si lo logramos, su llanto se convertirá en canción nueva. Conclusión. Para concluir este ensayo digamos alguna razones del ¿Para qué? Del dolor como expresaba el Dr. Mesías, Miguel A. Mesías E, Perspectiva Bíblica del Sufrimiento, Barcelona: editorial Clie, 1999 estas conclusiones del “Para qué” tienen el sentido de clarificar en el aconsejado las metas reales del suceso doloroso que vive. No con esto pensando que lo anterior sea la panacea de la salud mental, pero sí entendiendo desde la fe y el mensaje cristiano que este poderoso argumento bíblico es la condición de Dios para salvar, y que depende del aconsejado asumirlo para encontrar resultado, o ignorarlo y seguir buscando soluciones por otros caminos no tan poderosos y seguros como el evangelio. Y dado que la puerta estrecha nos conduce a la vida, y dado que según Jesús pocos hayan esa puerta, entonces debemos convencer e insistir al aconsejado que esta puerta estrecha la puede usar de la mejor manera para encontrar resultados de crecimiento, madurez y eternidad. Entonces ¿Para qué el dolor? ¿Para qué el dolor? Para nuestro progreso espiritual y para nuestro perfeccionamiento interior; hay que saber usarlo para crecer y por eso, no hay que desperdiciarlo nunca. Es una fuerza de crecimiento interior. ¿Para qué el dolor? Para no renunciar a sí mismo a pesar del dolor; es para avanzar hacia la realización de valores eternos que superan la superficialidad. ¿Para qué el dolor? Para ser realista, éste ayuda a tomar conciencia de que algo no anda bien y poder transformarlo, además ayuda a comprender a los demás, a tener amor y solidaridad por otros. ¿Para qué el dolor? Para hacer que el hombre alcance la libertad interior, le ayuda a conseguir la madurez plena. El ser humano que se supera, madura hacia su mismidad. ¿Para qué el dolor? Para acercarse a la verdad, se concientizarse de la verdad, para vivir en la verdad, y la única verdad objetiva es Dios. ¿Para qué el dolor? Para hacer ver que algo no marcha correctamente y estimula a centrarse en lo que es de verdad importante, a pasar de lo falso a lo auténtico, de lo trivial a lo verdaderamente importante de la existencia, enseña al hombre a elevarse por encima de sí mismo, a trascender hacia lo eterno. ¿Para qué el dolor? Para que el hombre pueda medirse con el Absoluto, con Dios. Aceptar esta medida significa aceptar el modelo ofrecido, el cual es Jesús el siervo sufrido de Jehová. ¿Para qué el dolor? Para encontrar desde la experiencia el sentido de la vida en su totalidad, que incluye también la muerte; no solamente el sentido de la vida, sino también el sentido del vivir y del morir, el de crear una esperanza que trasciende la muerte. ¿Para qué el dolor? Para encontrarse con Dios, ver a Dios guiando y rigiendo su destino hacia la perfección del hombre de Dios. Para vivir esperanzados en este mundo tan desesperanzado y desesperado. Podríamos dar en definitiva muchas más razones del ¿Para qué del dolor?, pero como resultado general, debemos darnos cuenta que el dolor es usado por Dios para sacar lo mejor de nosotros y llevarnos a la perfección gloriosa de los hijos de Dios. Aclaro, hay muchas otras cosas que Dios usa para lograr este propósito, pero el dolor es lo más cercano, es lo más real, es lo más latente en nuestra experiencia cotidiana, y si queremos encontrar la vida, encontrar la vida eterna, no debemos escondernos del dolor, sino aprovecharlo para nuestro perfeccionamiento, usarlo como la puerta estrecha que conduce a la vida. Bibliografía Lorente A. Polaino, Más allá del sufrimiento, en Atlántida, 15, 1993 Mesías E Miguel A. Perspectiva Bíblica del Sufrimiento, Barcelona. Clie. 1999 Lewis C.S. El problema del dolor, Rialp, Madrid, 1994. http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/168-el-dolor-y-el-sufrimiento-humano Howard Clinebell. Asesoramiento y cuidado pastoral: Un modelo centrado en la salud integral y el crecimiento. Desafío. EEUU. 1995. Frankl Víctor, El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1987 https://www.biblegateway.com, Reina Valera 1960 https://www.biblegateway.com, Nueva Biblia al Día Spaemann R. 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