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PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y JÓVENES EN MÉXICO: EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE LA UNAM 1999-2000. Dr. Rafael de la Garza Talavera Apunto de culminar las campañas electorales del 2006 para la presidencia de la república, los comentarios acerca de la calidad de la participación política de los ciudadanos se escuchan una y otra vez en los medios de comunicación, ya sea por parte de los candidatos o de otros actores institucionales involucrados en el proceso. Por ejemplo, la publicación de los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de la Juventud, presentada por el Instituto Mexicano de la Juventud, y que arroja, entre otros datos, el de que sólo 4 de cada 10 jóvenes tiene intenciones de votar en las elecciones.1 Si a esto se agrega que representan cerca del 40 % del padrón, más lo que se acumule: cerca del 80 % de los jóvenes, entre 12 y 29 años, le interesa poco o nada la política y el porcentaje llega casi al 90 % en las mujeres, según los resultados preliminares.2 La credibilidad promedio de los jóvenes encuestados hacia instituciones como la policía y los partidos políticos es casi similar, 5.7% y 6.1 % respectivamente, en una tabla que tiene a los maestros, a los médicos y la familia en los primeros lugares. Todo parece indicar que la participación política de los jóvenes en México, en términos generales es marginal, débil, y por lo tanto, no incide en la institucionalidad democrática en general. En este contexto, las opiniones se polarizan al tratar de conceptualizar a la juventud: o son una expresión patológica de las sociedades urbanas contemporáneas o todo lo contrario, son su vanguardia. El estudio de los jóvenes como categoría sociológica es relativamente nuevo aunque no se pueda decir los mismo de la idea de exigir a los jóvenes roles y actitudes acordes con la sociedad y la cultura en la que se desenvuelven. Fue solo hasta los años setenta que los estudios juveniles fueron atendidos de manera sistemática aunque ya desde el fin de la segunda guerra mundial se habían producido investigaciones en donde la juventud aparece plenamente desagregada de la sociedad como categoría legítima. 3 Lo que interesa aquí en todo caso tratar de explicar las causas, o mejor dicho, León Zaragoza, G. “Sólo 4 de cada 10 votarán en julio próximo.”La Jornada, 23 de mayo de 2006 Aquí utilizo directamente los datos de la Encuesta Nacional de Juventud 2005. Resultados preliminares. México, SEP-Centro de Investigación y Estudios de la Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud, 2006. 3 Véase al respecto una versión más detallada de la historia de la juventud visto como grupo social. Cueva Perus, Marcos. La juventud como categoría de análisis sociológico. México, IIS-UNAM, 2005. 1 2 1 poner en duda la supuesta indiferencia de los jóvenes hacia la política en México hoy, pesar de los datos antes mencionados. Para acercarnos a un resultado consistente comentaré algunos temas teóricos relativos al concepto de juventud, los límites y alcances de una preocupación semejante, en aras de una mejor comprensión del movimiento de nuestras sociedades. Sin embargo resulta tarea obligada definir el ambiente en el que la juventud se mueve para mejorar la comprensión de sus formas de acción y de organización. Además, si partimos de la idea de que la participación política ha debilitado a los partidos políticos frente a los movimientos sociales, en términos del concepto de ciclos de protesta, pues me parece necesario ampliar la idea de participación política y acercarnos al problema de la relación entre jóvenes y política. Finalmente describiré algunos elementos que ponen a discusión el significado de la participación de los jóvenes universitarios en un conflicto reciente y que concentró la atención nacional por un tiempo. Me refiero al movimiento estudiantil en la UNAM 19992000, y que procurará abundar ya no en la perspectiva de ¿cuánto participan los jóvenes estudiantes? en esta caso, sino ¿cómo participan en política? El texto es parte de una investigación mas amplia que aspira, partiendo de la dimensión microestructural, comprender el proceso de formación y desarrollo de la identidad, la organización y la acción colectiva del movimiento en cuestión. Las fuentes de información son de dos tipos: las estadísticas, entendidas como una imagen que captura un momento específico de la realidad y desde la cual se pueden hacer inferencias que profundicen en la comprensión del tema. Es el caso de la encuesta mencionada arriba y de una encuesta realizada a los estudiantes universitarios en 1997.4 Al mismo tiempo realizaré un análisis histórico de los fenómenos estructurales que han ocasionado el surgimiento y desarrollo de la juventud como categoría de análisis. Se trata de comprender las acciones de los jóvenes en política enmarcadas en un contexto cambiante y global. 4 Los resultados son descritos en el libro de Durand Ponte, Víctor Manuel. La cultura política de los alumnos de la UNAM. México, Porrúa-UNAM, 1998. 2 Alcances y límites de la categoría juventud Los años setenta marcaron para siempre los estudios sobre la juventud, sobre todo porque fue en esos años cuando se forjó una serie de ideas que van desde considerar a la juventud como un campo unificado, hasta ignorar las diferencias de clase y de niveles de vida.5 Dada la enorme diferenciación en los estilos de vida de los jóvenes hoy resulta arriesgado generalizar y, por el otro lado, restringir el estudio a un sector de la juventud puede parecer improductivo. Aquí surge la primera pregunta al abordar a la juventud como categoría: ¿Cuál va a ser el alcance de la investigación? Parece más seguro restringir el objeto de estudio y comprobar hipótesis parciales pero si se tiene acceso a datos que pueden describir tendencias en las percepciones de la población juvenil nacional ( que es el caso de los resultados preliminares de la encuesta mencionada) ¿no sería mejor comparar los datos de una investigación parcial con los de la encuesta nacional para poder, a partir de un estudio particular arriesgar algunas generalizaciones.? Incluso y de acuerdo a una investigación reciente6 en España “El 60% de los jóvenes afirma que no siente interés por la política, aunque el 70% muestra una actitud positiva hacia el voto. Pero lo mas relevante es que al clasificar las relaciones aparecen “...cinco tipologías: indiferentes, escépticos, apolíticos, de partido y proactivos. Los primeros son los más numerosos y representan la imagen de esta generación: "un pasotismo desesperanzado", en palabras de Eusebio Megías, coordinador del estudio.” De lo anterior no se desprende un juicio negativo ya que considera que los jóvenes son en su mayoría indiferente a la política pero uno de cada cuatro encuestados se movilizaría por mejorar el reparto de la riqueza y uno de cada de tres „por el fin de las guerras‟ Es evidente que los jóvenes comparten una serie de problemas, independientemente de su condición social. También resulta claro que las percepciones de esos problemas son distintas como resultado de las diferencias entre los ellos. La relación entre lo particular y 5 Perus, Marcos. La juventud como categoría de análisis sociológico. p. 53. "Jóvenes y política: el compromiso con lo colectivo", elaborado por la fundación de Ayuda contra la drogadicción (FAD), el Instituto de la Juventud (INJUVE) y la Obra Social de Caja Madrid. Los datos se tomaron de http://pre.universia.es/noticia.jsp?idNoticia=1756&title=POCO-INTERES-POLITICA-ENTRE-JOVENES 6 3 lo general con respecto a la juventud debe partir de la idea de que la problemática es común para todos los jóvenes, pero su comprensión y acción frente a los problemas marca claramente las distancias entre los distintos grupos juveniles. Aquí podría traer a cuento el concepto de capital cultural -utilizado por Bourdieu y Passeron en los años setenta- que es el que, a manera de herramienta, le permite al actor social enfrentar el conflicto social delineando sus formas de organización y acción colectiva. Por cuestiones de espacio no es posible ahondar en esta cuestión pero si hay que aclarar que los estudios sobre los jóvenes deben tener en cuenta lo complicado que resultaría hacer un análisis a partir de la juventud como actor homogéneo, pero al mismo tiempo, lo empobrecedor que sería mirar los fragmentos. Entre esas dos coordenadas se moverá este trabajo procurando enlazarlas para iluminar con mayor fuerza los recovecos del tema. Otra elemento teórico metodológico está representado por la posición frente al concepto de generación, entendida como un grupo que por coincidencia de su edad comparte significados comunes . Como consecuencia de la fragmentación de los actores políticos, en mi opinión, ya no se puede seguir utilizando a generación como conjunto de individuos que comparten una visión y una misión común en el mundo. La incertidumbre característica de las sociedades contemporáneas provoca que los actores se desagreguen internamente, de acuerdo a sus necesidades particulares, en un contexto políticoinstitucional vacío de sentido y sin capacidad real para hacer frente a las demandas juveniles o de cualquier tipo. Por eso hablar de la generación X tiene problemas pues ni en un ambiente nacional sería posible hablar de uniformidad con respecto a un grupo social determinado, mucho menos en el ámbito mundial, donde las diferencias son mayores. La problemática juvenil ha sido atacada con políticas sociales tendientes a mejorar las condiciones de los jóvenes pero al mismo tiempo se han abandonado paulatinamente los contenidos cívicos y políticos en el sistema de enseñanza oficial. No basta con invertir 4 recursos en políticas públicas para la atención de los jóvenes.7 Hay que modificar las condiciones que provocan la marginalidad juvenil en todos los aspectos, económica, cultural, social y sobre todo política. Sin embargo, como veremos mas adelante, la participación política de los jóvenes resulta mas influyente de lo que pudiera pensarse a primera vista. Un estudio que sólo se limite a la participación de los jóvenes en los partidos y en las elecciones ocultará una buena parte de las relaciones entre la política y los jóvenes. En efecto si ampliamos el concepto de participación política a los movimientos sociales el panorama cambia bastante. Limitarse a observar el comportamiento de los jóvenes en las campañas y en elecciones, exclusivamente, me parece que distorsiona la percepción del objeto. Los últimos veinte años han sido escenario de cambios en las relaciones sociales y culturales que han modificado en buena parte la forma de participar en política. Visto desde la perspectiva de los movimientos sociales, las modificaciones importantes han tenido lugar en un contexto nuevo, donde la novedad consiste en el debilitamiento del Estado-Nación autónomo, que ha sido minado severamente por los procesos llamados genéricamente como globalización, que no puede ejercer su soberanía de manera tradicional. Es cada vez mas común presenciar como el crimen organizado desafía al Estado y lo obliga incluso a renunciar al monopolio de la violencia al „extraditar‟ a reos difícilmente controlables en las cárceles locales. La matanza generada por la resistencia de Pablo Escobar a ser extraditado demostró hasta donde puede llegar el problema y lo deslegitimizador que resulta para el sistema político en su conjunto. Pero ¿en que consiste la globalización y como afecta a la política? Estado, partidos políticos y globalización Entre las nuevas formas que adoptan los movimientos sociales contemporáneos destaca su preocupación por trasladar el conflicto de lo nacional a lo mundial, apelando a la opinión pública internacional para comunicar sus demandas y acciones. El rompimiento del cerco informativo que solían imponer los Estado nacionales a su interior es una de las expresiones más claras de las limitaciones que enfrentan para gobernar. Sin embargo el origen de tales 7 Véanse los resultados de la investigación de Garretón, M. A. y Tamara Villanueva para la Fundación Ebert en 1999. http://www.interjoven.cl/cafe_dialogo/politic_garreton.doc. 5 limitaciones tiene que ver con los cambios en la esfera de la producción de riqueza a escala mundial, motivados por el agotamiento del modelo fordista o también llamado Estado de seguridad y la necesidad de reformar el Estado en función del nuevo modelo de acumulación.8 Las transformaciones del Estado contemporáneo se dan en un contexto de unificación económica a escala global acompañada de una creciente fragmentación social, económica y política, en la cual las naciones mantienen sus fronteras y compiten por ofrecer las mejores condiciones de inversión aun a costa de los niveles de vida de la población que gobiernan. En este sentido, la globalización es una nueva estrategia del capital para solucionar la crisis del Estado de seguridad.9 El Estado de seguridad se distinguía por garantizar la supervivencia material de sus miembros, o dicho de otro modo, la reproducción de la mano de obra, de acuerdo a un pacto corporativo que congregaba a los factores de la producción en el marco de un sistema democrático nacional. Para lograrlo el Estado interviene cada vez mas al interior de las sociedades procurando conformar una nación, un mercado nacional y un sistema político. En realidad el Estado de seguridad corresponde con una fase del modo de producción, conocida como fordista, que pone en el centro la producción de bienes de consumo masivo para los mercados nacionales primordialmente. La crisis de dicha fase, expresada en la caída de la tasa de ganancia, dio lugar a una nueva fase de acumulación encabezada por el capital internacional, que obligó a los Estados a reformarse y adaptar sus mercados a las nuevas necesidades del mercado mundial. Por su parte, el Estado nacional de competencia surge como respuesta a estas nuevas necesidades, desarticulando el viejo pacto corporativo y debatiéndose entre satisfacer las demandas externas o las internas. Como ya no es posible controlar la economía de acuerdo a objetivos nacionales, el peso de los actores políticos internos se diluye frente al creciente poder de actores externos. Pero no por ello se convierte en simple 8 9 Hirsch, Joachim. Globalización, capital y Estado. México, UAM, 1996. Hirsch, Joachim. OP. CIT. p. 89 6 administrador, aunque lo parezca, pues si bien se debilita sobre todo hacia el exterior, no deja de jugar un papel preponderante al interior de las naciones. Sin embargo las relaciones con la sociedad en general, con los partidos políticosy los movimientos en particular, se modifican sustancialmente y los últimos modifican drásticamente sus espacios y formas de lucha. Se alejan cada vez mas de los canales institucionales y abren nuevos espacios para la democracia y no ven como prioridad apoderarse de las instituciones toda vez que éstas ya no garantizan la solución del conflicto, pues éste involucra a organismos y corporaciones internacionales. En este contexto la diversidad cultural se fortalece primero por la creciente incapacidad del Estado por uniformizar a la población (la disminución del gasto social como causa principal) y después porque la globalización ha incluso aumentado las diferencias al interior de las naciones. Las identidades culturales recobran fuerza como espacio de lucha y resistencia frente a la inexistencia de un proyecto nacional autónomo, otrora diseñado por los actores políticos nacionales, que logre el consenso interno. Respecto a los partidos políticos, la globalización también mina su capacidad de gestión, pues roto el pacto corporativo no tienen mucho que ofrecer. Si en el tiempo del Estado benefactor los partidos son correas de transmisión de las demandas sociales y los gestores de estas, la paulatina separación entre la economía y la política, provoca que los partidos no puedan incidir mayormente en el curso de la economía, limitándose a la competencia electoral como forma de reproducción de sus dirigencias. La redefinición de lo político, fundamentalmente deslindando a la esfera económica, debilita enormemente la capacidad de acción de los Estados nacionales y de los partidos políticos.10 Esta reducción en los márgenes de acción y gestión públicas, obliga a los partidos a moverse hacia el centro, abandonando el acento en la ideología y en la movilización constante de los ciudadanos a favor de concentrar sus esfuerzos en la contienda electoral. Pero por si esto fuera poco hay que agregar que los partidos –sobre todo los de la izquierda- 10 Offe, C. Los nuevos movimientos sociales. Madrid, Sistema, 1988. 7 también abandonan a la utopía como faro de acción, concentrados en lo inmediato, en la siguiente elección. No hay mucho más que hacer. En este contexto los movimientos sociales resultan ser un espacio alternativo a los cambios experimentados en el campo de la política que Garretón describe muy bien: “Al cambiar la política ésta ha perdido la centralidad que tenía antes. Se está dando la separación entre “la política” y “lo político”. Lo político sigue importando, como preocupación por una sociedad buena, pero distante de la política. Esta ha pasado a ser vista como una actividad específica, profesional y lejana. Así las cosas, la política empieza a girar en torno a sí misma y, por lo tanto, se convierte en algo abstracto y lejano de la vida de la gente.”11 Este alejamiento de la política invita a la búsqueda de otras formas de participación política. Entre mas lejos esté de las formas partidistas de participación mejor. Y si bien los grupos de interés se han visto favorecidos, son los movimientos sociales los mas beneficiados, sobre todo si nos referimos a los jóvenes. Y aquí radica, desde mi punto de vista la distorsión en términos de la participación de los y las jóvenes mexicanas. Para tener una imagen mas amplia de la relación entre los jóvenes y la política hay que observar a los movimientos sociales en los últimos años y resulta evidente a primera vista la amplia participación de los jóvenes en ellos. Ya no se diga en los organizados para impulsar sus demandas sino en los de otros, organizados por campesinos, indígenas y demás. Un dato relevante, que nos puede dar una idea de los influyente que ha sido, por ejemplo el movimiento zapatista, es que “la gente mas aceptada por los jóvenes para convivir cotidianamente los parientes cercanos, los extranjeros, las parejas que viven juntas sin estar casadas y los indígenas y las personas de otra religión”12 De hecho, tanto en hombres como en mujeres, los indígenas son sólo superados por las parejas que viven juntas y no están casadas (71. 9 contra 73.5 respectivamente). La influencia del zapatismo no se limita a los jóvenes sino a otros grupos sociales pero sin duda los jóvenes son parte importante del movimiento. Para precisar con más detalle describiré, desde la perspectiva del concepto ciclos de protesta, los cambios experimentados en las características de la participación política, los partidos políticos y los movimientos sociales en México . 11 12 Garretón, M. A. y Tamara Villanueva. Op. Cit. p. 6. Resultados preliminares p. 31. 8 Los cambios experimentados en las relaciones entre partidos y movimientos en México, de acuerdo al marco general antes expuesto, parten sin duda de la formación del nuevo Estado, surgido al calor de la revolución mexicana. Los movimientos surgidos en este contexto impulsaron una alianza para crear un Estado fuerte, corporativo, que garantizara el crecimiento económico y la estabilidad política. Dicho pacto entre los factores de la producción y los trabajadores organizados cobró forma con la fundación de Partido de la Revolución Mexicana (PRM), estableciéndose una subordinación de los movimientos para con el partido del Estado que definieron sus relaciones, sus prerrogativas y sus límites. Para organizar los cambios ocurridos desde los años treinta y evitar caer en una mera descripción de hechos utilizaré el concepto de ciclos de protesta y repertorios de acción propuestos por Tarrow.13 Básicamente, los ciclos de protesta son periodos dentro del desarrollo histórico de las naciones que se surgen como consecuencia ... de la intensificación de los conflictos y la confrontación en el sistema social, que incluye una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos movilizados; un ritmo de innovación en las formas de la confrontación; marcos nuevos o transformados para la acción colectiva; una combinación de participación organizada y no organizada; y unas secuencias de acción intensificada que pueden terminar en la reforma, la represión y, a veces, en una 14 revolución. Sintetizando la definición anterior me concentraré en la aparición de nuevas formas de acción y organización que enriquecen el repertorio, incluyendo la estrategia comunicativa de los movimientos: quien es su principal interlocutor y los medios que utilizan para difundir su mensaje. Además, en un ciclo determinado, los valores y símbolos que predominan -íntimamente relacionados con la organización y la acción del movimiento- provienen de un movimiento que logra obtener la hegemonía cultural de otros movimientos a su alrededor ¿Quiénes? ¿Contra quién? ¿Por qué? Para ello defino tres periodos en los cuales existe una consistencia en los tres aspectos mencionados, para después comparar su composición, sus repertorios de acción, sus valores y la forma en que 13 Tarrow, Sidney. El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid, Alianza Editorial, 1997. 14 Tarrow, Sidney. OP. CIT. Pp. 263-264 9 se comunican con el resto de la sociedad y con el Estado. A continuación organizo en un cuadro la propuesta: Cardenismo ‘68 EZLN Composición Campesinos y obreros Clase media Indígenas Valores Nacionalismo Democracia Autonomía Adversario Fascismo Autoritarismo Neoliberalismo Nacional Nacional Local Sindical Asamblea Comunal Estatal Estatal Social Prensa, Radio Prensa, Radio, TV Prensa, Radio, TV, Cerco informativo Cerco informativo Internet Para el Estado Nacional Mundial Ciclos Organización y acción Estrategia comunicativa Finalmente asumo que un movimiento social debe cumplir con las siguientes características: la existencia de una identidad que define a un adversario y que sus acciones rebasan el marco institucional. 15 El periodo posrevolucionario La movilización intensa que significó la revolución mexicana abrió grandes posibilidades para la organización de los campesinos y de los obreros y la defensa de sus intereses que poco a poco coincidió con la idea del grupo ganador en la guerra de fortalecer al Estado estableciendo un pacto corporativo con ellos. Hay que destacar que esto no quiere decir que la creación de los movimientos se deba exclusivamente a la acción del Estado sino que para fines de los años treinta existían una serie de condiciones que impulsaron fuertemente la subordinación de los intereses de los trabajadores frente a un proyecto nacional diseñado desde el Estado. Una de ellas fue la formación del Estado de seguridad en México, que exigió la integración de los trabajadores organizados al pacto para poder aspirar a cumplir las 15 Melucci, Alberto. Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México, COLMEX, 2002. 10 aspiraciones desarrollistas del aparato estatal. Dicho pacto se consolidó con la formación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) que, como frente popular y nacionalista, tuvo la finalidad de poner un dique al fascismo. El nacionalismo como ideología resultó fundamental en la consecución del pacto corporativo y no podría haber sido de otra manera pues el ciclo tuvo como antecedente a la revolución mexicana y lo que estaba en juego era la continuidad del proyecto liberal de nación. Por lo tanto el ciclo inició con la lucha de los trabajadores por la construcción de sus organizaciones y que en 1938, cuando se fraguó el pacto corporativo, alcanzó la cúspide. La huelga logró legitimarse y junto con las marchas y el mitin conformaron básicamente el repertorio a lo largo del sexenio de Lázaro Cárdenas. La novedad sería el sentido de las movilizaciones, que poco a poco cambiaron radicalmente, pues en lugar de movilizarse para lograr la integración con el Estado, se transformaron en demostraciones obligadas de apoyo a los proyectos estatales. Sin embargo, las movilizaciones obreras despertaron a otros sectores sociales para lograr su integración en el Estado. Los sindicatos nacionales fueron la estructura organizativa predominante, procurando uniformizar las relaciones entre los trabajadores y el Estado en organismos cúpula que facilitaran el desarrollo del pacto corporativo. Por ello los sindicatos fueron profundamente verticales, convirtiéndose con el paso de tiempo en burocracias rígidas y autoritarias, sólo movilizadas en coyunturas electorales o simbólicas. El desfile del 1° de mayo es una muestra fehaciente del sentido y la forma de las acciones de los movimientos en el ciclo que llamo cardenista. Por su parte los valores que conformaron la identidad en este ciclo de protesta tuvieron como eje el nacionalismo que suprimió toda diversidad en aras de un objetivo común a todos los integrantes de la nación. La estrategia de los movimientos tuvo siempre al Estado como centro, ya fuera para incorporarse a él o destruirlo. Los murales de la 1ª generación de muralistas, sobre todo los de Rivera, expresan fielmente la idea de lograr superar las diferencias sociales y crear un hombre nuevo, un Estado nuevo, que rompiera de una vez por todas con la contradicción entre el mundo indígena y el español. 11 En lo relativo a la estrategia comunicativa, este se caracteriza por dirigirse al Estado procurando su apoyo, aunque también en este ciclo se instituye el cerco informativo y la disidencia con respecto a las decisiones corporativas es silenciada casi en su totalidad. A pesar de contar con la radio y la prensa, el control gubernamental de los medios es muy fuerte y por lo tanto todo mensaje de los movimientos hacia la sociedad esta mediado por el Estado y difícilmente puede escapar a la censura o atraer la atención nacional, ya no se diga la internacional. La única manera de burlar el cerco es publicando periódicos y panfletos clandestinamente con lo cual se reduce considerablemente la audiencia. El flujo dominante de la comunicación es con el Estado y no con la sociedad, es vertical no horizontal, desde arriba y hacia arriba. Los cambios provocados por el inicio de la guerra fría reforzarán las tendencias señaladas y fueron el origen de un nuevo ciclo de protesta en México. Un antecedente fundamental para analizarlo lo fue sin duda el movimiento ferrocarrilero en 1958 pues fue entonces cuando se manifestó claramente el deterioro del pacto corporativo y las dificultades que el Estado enfrentó para mantenerlo. Los ferrocarrileros se movilizaron para la defensa de la autonomía de su sindicato frente a la burocracia sindical y fueron ferozmente reprimidos. El pecado del sindicato fue criticar el proyecto del Estado, atreverse a disentir en términos políticos y económicos, a movilizarse de manera autónoma. Sin embargo aun existía al interior del sindicato la idea de honrar el pacto corporativo; uno de los líderes admitió que no previeron la ofensiva del Estado en su contra, rompiendo con la Constitución y utilizando todos sus recursos para frenar al movimiento (Anguiano, 1986, p. 161) Esta confianza en las instituciones se rompió a partir de entonces y si bien los movimientos siguieron procurando ser integrados al Estado, lo hicieron cada vez con mayor desconfianza y midiendo el costo político de la alianza. El movimiento estudiantil del ‘68 Las demandas del movimiento ferrocarrilero fueron recogidas por el movimiento estudiantil en 1968, que abrió la puerta a un nuevo ciclo de protesta, caracterizado por valores distintos y acciones extra institucionales que marcaron profundamente la lucha social por mas de veinte años. La composición social del movimiento estudiantil fue 12 predominantemente de la clase media, que procuraba integrarse al Estado –de hecho era uno de los sectores que mejor se integró- pero que hacia suya la crítica al autoritarismo y consideraba que el origen de todos los males provenía del presidente de la república y su enorme poder de intervención en la sociedad. Los valores centrales de los estudiantes giraron alrededor de la democracia como procedimiento, para la defensa de la sociedad frente al Estado. No se trataba de eliminar al Estado sino de democratizarlo para evitar los abusos del poder, abriendo el juego electoral y la participación política por medio del respeto a las libertades políticas básicas. No se puso a discusión el modelo económico sino el político, las demandas tenía un carácter eminentemente político, por ejemplo, al solicitar la disolución del artículo 139 bis que criminalizaba la disidencia política, viniera de donde viniera. El movimiento estudiantil rebasó el contexto universitario para colocarse como defensor de la sociedad frente al Estado. La organización del movimiento estudiantil se basó en la asamblea deliberativa para lograr acuerdos y movilizarse y que se reflejó en la demanda de un diálogo público con el presidente. Esta demanda quedará como parte central en el repertorio de acción y figuró en la estrategia de comunicación de futuros movimientos estudiantiles. Las marchas y los mítines fueron enriquecidos con las brigadas estudiantiles, que se dedicaron a informar a la población evitando el cerco informativo aun prevaleciente en México. Los alcances de las movilizaciones fueron nacionales y el Consejo Nacional de Huelga incluyó en su seno a organizaciones estudiantiles de todo el país. Las movilizaciones tuvieron entonces como interlocutor principal al Estado pero procuraron dirigirse también a la sociedad a pesar de la fuerte censura ejercida sobre los medios de comunicación. Los medios básicos fueron los impresos gracias a la imprenta de la universidad y su distribución de mano en mano, aunque la radio universitaria tuvo un importante papel en la difusión de las demandas estudiantiles hasta que la cerraron. El resto de los medios se dedicó a difundir la versión oficial de los medios por lo que incluso la represión del movimiento fue manipulada u ocultada para consumo de la mayoría de la opinión pública. Sin embargo la estrategia partió 13 de reconocer el control de los medios de comunicación creando nuevas formas de enviar el mensaje, por muy limitado que fuera su impacto. Las consecuencias del movimiento estudiantil de 1968 se condensaron en dos propuestas de acción: la ampliación de la democracia por medio de elecciones libres y organizadas por órganos autónomas del Estado y la lucha armada. La primera logró su objetivo con la aparición del neocardenismo en 1988 y la fundación del Partido de la Revolución Democrática y la ciudadanización de los procesos electorales con la reforma de 1996; mientras que la segunda, tomando un poco mas de tiempo fue la base para la organización del levantamiento zapatista en 1994. Mientras que el neocardenismo se concentró en perfeccionar el sistema político vigente el zapatismo chiapaneco se propuso abrir un nuevo espacio para la política, que sin desdeñar los procesos democráticos puso el acento en la autonomía frente al Estado y la diversidad como valor central. Hay que señalar aquí que las relaciones entre los partidos y los movimientos se modificaron en el sentido de apelar por la democratización interna del partido hegemónico. Persiste la idea en los movimientos de que es necesario utilizar los canales institucionales para democratizar al país y los partidos se siguen concibiendo como vanguardia ideológica y política. La relación tradicional entre los partidos y los movimientos no se modificó sustancialmente aunque ya está presente una crítica a dichas relaciones. El levantamiento zapatista en Chiapas El ciclo de protesta que hoy experimentamos tiene su origen en el estallamiento del conflicto indígena en el sureste mexicano. Las reformas económicas y electorales fueron el marco que abrió la puerta a nuevas oportunidades para los movimiento sociales. La reducción del gasto social y el paulatino desmantelamiento del Estado de seguridad reformuló tanto las formas de acción como los valores enarbolados por los movimientos. Frente a la imposibilidad de ser considerados como parte del Estado, tradicionalmente excluidos incluso del pacto corporativo posrevolucionario, los indígenas chiapanecos decidieron movilizarse y expresar sus demandas a México y el mundo. 14 La identidad comunal se configura, en franca oposición a la ideología neoliberal que exige la transformación del Estado de seguridad en Estado nacional de competencia, alrededor de valores como la diversidad y sobre todo la autonomía, entendida como la capacidad de las comunidades indígenas por definir sus metas comunes y sus formas de vida y gobierno. Lejos están de demandar ser parte del acuerdo corporativo, sobre todo por que éste ya no existe y ahora cada actor social lucha por su cuenta. La composición social del movimiento es eminentemente indígena pero deja abierta la puerta a la participación de organizaciones sociales y ciudadanos que están en contra del neoliberalismo y la globalización. El repertorio de acción está integrado por movilizaciones armadas de corte propagandístico –acciones ejemplares como dirían en el mayo francés- con consultas a la ciudadanía y marchas nacionales que lograron contar con la participación de amplios sectores de la población. Sin embargo la novedad reside en su estrategia comunicativa que se propone, primero romper el cerco informativo y rebasar las fronteras nacionales apelando a la opinión pública mundial y conformando un enorme sector de apoyo al movimiento que ejerció presión para evitar la represión por parte del Estado. Las comunicaciones digitales fueron la punta de lanza de dicha estrategia, y al romper el cerco, pero sobre todo al privilegiar como interlocutor a la sociedad y negarse a basar su estrategia política en la toma del Estado. El conflicto es eminente local pero al mismo tiempo se internacionaliza al apelar a todos los actores críticos a la globalización alrededor del mundo. Los cambios que dieron origen a este nuevo ciclo de protesta tienen que ver, como ya comenté antes, con las modificaciones en las funciones del Estado nacional y se manifestaron en movimientos de indígenas, campesinos y desempleados, con demandas de respeto a la diversidad cultural, construyendo la política desde abajo y no desde el Estado. Las Juntas de Buen Gobierno implementadas recientemente en las comunidades zapatistas demuestran la preocupación por diseñar nuevos espacios de la política y controlar el desarrollo de la vida de las comunidades pero sin darle la espalda a las nuevas tecnología de la comunicación, en especial de Internet, la creación de un discurso atractivo que ahora si 15 aparece en la prensa, la radio y la televisión aunque no sin deformaciones y omisiones recurrentes. El rompimiento del cerco informativo obedeció a una mayor debilidad del Estado para controlar los medios de comunicación pero sobre todo porque Internet abrió un boquete que hizo irrelevante la censura oficial en los medios electrónicos frente a las noticias originadas en medios internacionales, por lo que al zapatismo se la ha distinguido como la primera guerrilla informacional. 16 La estrategia del zapatismo incluso ha generado una fuerte discusión en la izquierda latinoamericana, tradicionalmente leninista y que ahora se ve confrontada por una estrategia de base, que desconfía de los liderazgos y las organizaciones verticales. La máxima mandar obedeciendo ha puesto el dedo en la llaga con respecto a las relaciones entre gobernantes y gobernados prefigurando un mundo nuevo como alternativa al mundo contemporáneo. A grandes rasgos he procurado describir las características principales de los tres ciclos de protesta que han surgido en México a lo largo de la mayor parte del siglo XX. Los ciclos corresponden a los cambios experimentados por el Estado aunque no de manera mecánica. Las oportunidades políticas aparecen como consecuencia de los cambios en una formación social pero a su vez, los movimientos pueden generar cambios que impacten en el Estado. La necesidad de construir y desarrollar un Estado de seguridad, después de la revolución mexicana, hizo posible la organización y corporativización de los movimientos sociales y la definición de formas de acción que, poco a poco, fueron perdiendo su sentido original pero que en su momento innovaron en términos de movilización y estructura organizativa. Los valores que conformaron la identidad de los movimientos giraron alrededor del nacionalismo y el populismo, las formas de organización fueron verticales y nacionales y tuvieron a la huelga como acción privilegiada. Los cambios en la esfera internacional, como consecuencia de la guerra fría, comenzaron a minar el ciclo posrevolucionario alejando cada vez más a los movimientos 16 Castells, Manuel. La era de la información. El poder de la identidad. México, FCE, 2003. 16 del Estado, hasta que a fines de los años sesenta, cuando el sistema político no daba para seguir integrando a los nuevos actores surgidos a lo largo del periodo también conocido como el milagro mexicano, apareció el movimiento estudiantil de 1968 que cuestionó severamente el autoritarismo y el paternalismo del Estado y provocó la aparición de nuevas formas de acción que tuvieron como objeto la lucha por el desarrollo de la democracia o la toma violenta del Estado. La democracia como receta contra el autoritarismo estatal fue el valor central que movilizó a amplios sectores de la sociedad mexicana y las asambleas la forma de organización predominante. Sin embargo, al igual que el ciclo anterior el cerco informativo fue casi imposible de romper lo que redundó en un aislamiento de los movimientos, que sin dejar de dirigirse al Estado empezaron a concebir a la sociedad como espacio político. Las transformaciones experimentadas por los Estados nacionales como consecuencia de la globalización los obligaron a desmantelar poco a poco al Estado de seguridad. Los movimientos sociales no encuentran ya interlocutores en la esfera estatal y por lo tanto dirigen su mensaje hacia la sociedad nacional e internacional. La desaparición del pacto corporativo posrevolucionario desarticula a los actores políticos tradicionales y los valores se alejan del nacionalismo para circunscribirse a conflictos locales pero inscritos en la esfera internacional. Las nuevas tecnologías de la comunicación proveen a los movimientos de nuevas armas para enfrentar la disminución de control sobre sus vidas cotidianas por lo que las luchas parten de una identidad restringida, que pone el acento en la diversidad cultural y en la necesidad de luchar por ella. Si ya no es posible controlar las esferas económica y política al menos tienen la cultural que ha sido puesta al día por la globalización y la desintegración de mundos antes marginales y olvidados. Tal vez, en el extremo, la propuesta de tres ciclos pueda ser reducida a dos: el ciclo posrevolucionario que sólo concluye hasta 1994, y el que se inaugura con el levantamiento zapatista, siendo el movimiento del ‟68 un síntoma inequívoco del agotamiento del pacto corporativo. Sin embargo, para efectos de describir los cambios experimentados en la relación entre el Estado y los movimientos sociales en México me parece más enriquecedor la propuesta de tres ciclos. 17 El impacto de la globalización en la participación política es innegable y los movimientos sociales contemporáneos llevan a la práctica nuevas formas de acción y organización utilizando la tecnología y abriendo el margen de maniobra político de las minorías en países latinoamericanos. Pero es el rechazo a la cooperación con el Estado nacional de competencia lo que distingue a los movimientos en general. En el caso de México el zapatismo abrió un nuevo ciclo que va a influir en los movimientos que surjan después del ‟94 y que por supuesto ha influido en la juventud mexicana en general y en los estudiantes de la UNAM en particular. El movimiento estudiantil del ‟99 en la UNAM muestra una serie de rasgos que demuestran la enorme influencia del zapatismo, que como veremos, se empieza a diluir conforme el conflicto se alargó, pero eso no niega que los estudiantes universitarios que participaron en el movimiento compartían un profundo respeto por los indígenas zapatistas. El conflicto en la UNAM en 1999 ¿Cuáles son los valores que originan y mantienen la solidaridad, la identidad entre los participantes del movimiento estudiantil? En este caso fue evidente que el movimiento estudiantil se enfrentó a la burocracia universitaria que impulsaba el cobro de cuotas a los estudiantes en una universidad pública. Este fue el conflicto que dio paso a una amplia solidaridad entre la comunidad universitaria e incluso entre algunos sectores de la sociedad mexicana. “Hay un conjunto de objetivos concretos, tal vez heterogéneo y desarticulado, que une las voluntades y se mantiene como un referente compartido: la educación gratuita, la enseñanza popular, la democratización de la UNAM.” 17 El contenido de las demandas del movimiento estudiantil ejemplifican el argumento anterior pues no encontramos en ellas sino la aspiración de mantener el carácter público de la educación superior y en contra de las reformas impulsadas por el rector Barnés. Por otro lado, una de las demandas principales que sostiene el movimiento tiene que ver con el Fernando Pérez Correa. “¿Crisis de la Universidad o crisis del sistema?”, en Este País, Num. 108, marzo de 2000. p. 55. 17 18 rechazo al control centralizado de las decisiones. En este sentido, la propuesta del diálogo público se opone a la enorme discrecionalidad de la aplicación de políticas y medidas que afectan a toda la comunidad. El sentido ético salta a la vista por la preocupación de mantener abierta la posibilidad para las generaciones futuras: “el nuestro es un movimiento solidario con las generaciones que vienen” 18 No apela a determinado grupo social sino que convoca a toda la sociedad para que sea ella la que le dé impulso y fuerza al movimiento estudiantil: “Nuestra lucha se debe a la Sociedad y en ese sentido nuestro movimiento se crea y se recrea en ella; su solidaridad nos hará crecer y fortalecernos. Convocamos a todos los ciudadanos, a los movimientos y organizaciones sociales, a los padres de familia, a los estudiantes de todo el país y de todos los niveles educativos a que manifiesten su solidaridad de la forma que consideren conveniente.” 19 En este sentido no existe un referente ideológico definido que pueda enmarcar las demandas y la visión de la problemática del país, sobre todo por la heterogeneidad del movimiento. Dicho de otro modo, la ideología del movimiento es difusa, no tiene un referente determinado. Con esto no se pretende insinuar que no existía un debate al interior del movimiento; en general se puede afirmar que la inclinación del movimiento fue hacia la izquierda por su afán de mantener las condiciones mínimas (educación gratuita) para aspirar a la igualdad entre los mexicanos pero con un referente liberal, los derechos sociales contenidos en la Constitución de 1917. Asimismo y dentro del contexto de la democratización política del país, el movimiento demanda una nueva relación entre la comunidad universitaria que permita una mayor participación de todos sus miembros en la discusión del futuro de la UNAM, atacando sobre todo a la burocracia universitaria y su poder ilimitado frente a los profesores y estudiantes. 18 19 La Jornada, 25 de marzo de 1999. p. 16 Segundo Manifiesto. Consejo General de Huelga, 20 de abril de 1999 19 La expresión de las aspiraciones del movimiento estudiantil se vieron plasmadas en una buena cantidad de murales que fueron realizados a lo largo de la huelga. La mayoría de ellos fueron borrados por las autoridades después de la entrada de la Policía Federal Preventiva a Ciudad Universitaria, el 6 de febrero del 2000. Afortunadamente la mayor parte fueron rescatados gracias a las fotografías que se tomaron. En general se pueden distinguir dos constantes en ellos: por un lado la ausencia de símbolos ideológicos definidos; por el otro, la recurrencia de símbolos de la antigua cosmovisión indígena entremezclados con la lucha zapatista. Es el caso del mural 1 que incorpora el escudo universitario con un átomo y dos glifos prehispánicos y el mural 2 que nos muestra a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada sumergida en un juego de color. Por su parte, el mural 3 combina las aspiraciones humanas de libertad frente a la ambición por el dinero y los dogmas religiosos, al lado de la figura de Einstein y el glifo del quinto sol de los aztecas. El mural 4, que representa una recreación de la academia de Platón, pero con Marx y Engels como figuras centrales, parece romper con las constantes propuestas arriba, pero si consideramos que a su alrededor destacan figuras como el Santo y Blue Demon, Cantinflas y Cri-cri, o Ricardo Flores Magón y, por supuesto, Emiliano Zapata. El abigarramiento de personalidades en aparente confusión describen un mundo imaginado que puede contener la diversidad de nuestras sociedades -en este caso a través de sus íconos culturales- pero que no olvida que lo cultural es político. Un personaje que acompañó al movimiento fue sin duda el Che Guevara, que en el Mural 5 enciende el fuego de la rebeldía en la UNAM. No es el objeto de este trabajo esclarecer exhaustivamente el significado atribuido a la figura del revolucionario argentino pero grosso modo puedo afirmar que mas allá de su papel en la revolución cubana, los participantes del movimiento estudiantil del ‟99 en la UNAM vieron en él al hombre nuevo, que sacrifica su bienestar individual en aras de la lucha contra la injusticia y la marginación. 20 Pero por si fuera poco lo anterior, el mural 6 representa sin duda un símbolo que le dio identidad al movimiento estudiantil a través de una reinterpretación de la historia nacional. El mural está inspirado en el mural de Diego Rivera que se encuentra en Palacio Nacional y que describe el abrazo mortal entre un caballero águila y un soldado español, simbolizando al mestizaje como resultado de la conquista. Sin embargo, el autor del mural 6 le da un nuevo sentido al abrazo fundador ya que el guerrero indígena tiene dominado al soldado español, como el águila infunde terror en el caballo, símbolo de la fuerza española. Se niega así la visión idílica de los antiguos mexicanos de Rivera y al mestizaje como fuerza dinámica de la creación de la nación mexicana. Aquí se pretende privilegiar al indígena como el origen de lo mexicano y su triunfo frente al invasor. Esta visión tiene como fundamento la recuperación e idealización del mundo indígena gracias, en buena medida, a la rebelión zapatista en Chiapas, que puso a discusión en la sociedad mexicana el lugar de los indígenas en el imaginario colectivo de México. En suma, resulta innegable que si bien el movimiento estudiantil en la UNAM entre 1999 y 2000 no presenta una ideología política definida, dada la diversidad de los participantes, no por ello renuncia a conformar un cuerpo de referentes que alimenten la identidad entre su participantes. De este modo incorpora una serie de símbolos que son aceptados por la mayoría y que los define frente a la sociedad mexicana. La influencia del zapatismo no sólo se refleja en su discurso sino también en sus acciones, entre ellas los murales. Conforme el movimiento se fue debilitando y aislando, por factores internos y externos al movimiento, esta influencia fue perdiendo fuerza pero nunca desapareció. Podría decirse que formo el núcleo ideológico principal del movimiento estudiantil y que marcó sus formas de acción y de organización gracias a la admiración y respeto de los estudiantes con los indígenas chiapanecos. 21 2 1 3 5 4 6 Conclusiones A lo largo de las páginas anteriores he procurado describir la participación de los jóvenes universitarios en la política y los fenómenos que afectan a las formas de participación en nuestros días. El debilitamiento del marco institucional nacional ha tenido un fuerte impacto en la percepción de los partidos políticos por parte de los ciudadanos y ha revitalizado a los movimientos sociales. Pero no es la única razón. Las formas de organización de los 22 movimientos son mas flexibles, mas horizontales mientras que los partidos se han vuelto mas rígidos en su estructura y en definitiva son profundamente verticales, en el mejor de los casos, ya que la presencia del caudillo parece ser mas bien la constante. Además las formas de acción de los movimientos privilegian la participación amplia y son un espacio de expresión y de inversión emocional, cosa que resulta difícil, aunque no imposible, localizar en los partidos, mas allá de las coyunturas electorales. Por último, los movimientos se mueven cada vez mas en el espacio global mientras que los partidos están limitados a la Nación e incluso es ilegal tener relaciones con partidos de otras naciones. Con esto no quiero decir que los jóvenes universitarios no participan en los partidos políticos sino que dadas las características de las modalidades de la participación política, los movimientos resultan más atractivos y son considerados un espacio privilegiado para participar. En este sentido la participación de l@s jóvenes en la política es importante ya que no sólo expresa sus ideas y visiones sino porque serán éstas las que guíen en buena parte su vida pública en el futuro. Pero lo que queda claro es que l@s jóvenes participan en política sólo que no lo hacen, tal vez, como muchos quisieran. Y lo hacen, entre otras razones, porque, en el caso de los universitarios la escuela se ha convertido en una „estación fantasma‟ (Beck dixit) en la que el que está en la taquilla grita a los cuatro vientos que sin boleto no se puede subir al tren; el problema es que no pasa el tren y cuando llega a pasar viene lleno y no hay manera de subir. Si a esto agregamos el sida, las drogas, la marginalidad y la violencia pues resulta evidente que la desesperación y la angustia frente a un mundo sin certezas tiene un doble efecto. Por un lado el alejamiento de la política y por el otro la radicalización de las formas de acción. Tanto la encuesta del INJUVE como la de la UNAM coinciden en señalar que el interés por la política en los jóvenes encuestados no es precisamente significativa. En el caso de la UNAM entre los que les interesa poco y nada está la mitad (40.0 y 9.8 respectivamente) y sólo un 19.2 se interesa mucho por la política.20 En el caso de los resultados preliminares el resultado es que los que se interesan mucho por la política son el 13.8 en promedio entre hombres y mujeres (las mujeres en este rubro representan un 20 Durand Ponte, V. M. La cultura política de los estudiantes en la UNAM. México, 1998. cuadro 8. 23 alarmante 9.1 %) y poco o nada suman, en promedio mas del 80%. Los universitarios parecen inclinarse mas a la política que los demás pero la tendencia es similar. La diferencia está en los universitarios que se interesan regularmente, categoría que no incluye el INJUVE , y que representa el 30.2% de los encuestados de la UNAM. El objetivo fue siempre definir las tendencias de la participación política de los universitarios poniendo en duda la supuesta pasividad juvenil frente a la política. Los cambios en las sociedades contemporáneas han generado que la participación política ya no sea ubicada exclusivamente en el marco institucional sino que se amplíe a otras formas, mas atractivas para las necesidades de los jóvenes del siglo XXI. El caso del movimiento estudiantil no sólo demuestra la pujanza de esta modalidad de participación entre los jóvenes por su capacidad para definir identidades y visiones sino sobre todo para incidir en la política y la sociedad mexicana en su conjunto. El movimiento del ‟99 motivó a la sociedad mexicana a preguntarse sobre la educación pública y la responsabilidad del Estado para su desarrollo. Por ese sólo hecho habría que reconocer su influencia en la política, por no agregar que las cuotas siguen siendo simbólicas en la UNAM. No hay que escatimar semejante victoria a la juventud. 24