Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
Valores de la nación MEMORIA HISTÓRICA DE LA TESORERÍA DE LA FEDERACIÓN SECRETARÍA DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO Primera edición, 2017. SHCP, D.R. © 2017. Valores de la Nación. Memoria histórica de la Tesorería de la Federación. D.R. 2017. Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Guatemala No. 8, Centro Histórico, 06020, Ciudad de México. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin el consentimiento por escrito de los dueños de los derechos de autor. Material de distribución gratuito. Prohibida su venta. ISBN: 978–968–5546–39–3. Los puntos de vista vertidos en los artículos aquí presentados son responsabilidad de los autores. Impreso en México. 2 Valores de la nación MEMORIA HISTÓRICA DE LA TESORERÍA Textos Leonor Ludlow Cedrian López-Bosch Arturo Chapa Fotografía Arturo Chapa 3 DE LA FEDERACIÓN 4 5 6 Contenido Presentación p. 11 Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación (TESOFE) Leonor Ludlow p. 26 Emisión de Papel Moneda Cedrián López-Bosch p. 68 La Arquitectura del Papel Moneda Arturo Chapa p. 136 Créditos y agradecimientos p. 174 7 8 Secretaría de Hacienda y Crédito Público José Antonio Meade Kuribreña Secretario de Hacienda y Crédito Público Vanessa Rubio Márquez Subsecretaria de Hacienda Miguel Messmacher Linartas Subsecretario de Ingresos Fernando Galindo Favela Subsecretario de Egresos Irene Espinosa Cantellano Tesorera de la Federación Max Alberto Diener Sala Procurador Fiscal de la Federación Ignacio Vázquez Chavolla Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público José Luis Ruiz Zárate Titular de la Unidad de Comunicación Social y Vocero 9 10 Presentación L a transición a la modernidad que experimentó el sistema fiduciario mexicano, durante el largo proceso que arrancó en el último tercio del siglo xix y concluyó en las postrimerías del xx, implicó una estructura cada vez más sólida, funcional y compleja. Expresión de esa modernidad fue el desarrollo de nuestras instituciones bancarias. Sus primeros orígenes se remontan a la fundación del Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas por Pedro Romero de Terreros (1775), el Nacional Monte de Piedad a partir de la Independencia, y ya a mediados del siglo xix con la fundación del Banco de Londres, México y Sudamérica en la capital del país (1864). La larga tradición originada en la época virreinal acerca del uso cotidiano y comercial de la moneda metálica, en particular del real de a ocho, o “peso duro” de plata, acuñado en la Nueva España y la primera divisa de uso mundial, hizo difícil la aceptación de documentos en operaciones de crédito. Las experiencias de emisión de billetes en el período postindependiente fracasaron, como fue el caso de las emisiones del período Iturbidista. La Secretaría de Hacienda y la Tesorería Nacional, posteriormente denominada Tesorería Federal, resultaron fundamentales para generar confianza entre los particulares con relación al papel moneda, las acciones y los bonos como un valor bancario sólido. Con la fundación del Banco de Londres, México y Sudamérica, creció la infraestructura bancaria nacional tanto en la capital de la República como en el interior de la misma, con distintas finalidades: comercio, crédito y ahorro. La solidez alcanzada por la institución durante el Porfiriato (1876-1911) quedó simbolizada en los edificios que ocupó y en la valiosa iconografía plasmada en billetes y bonos producidos en esa época. La belleza de esas imágenes –héroes, páginas de la historia nacional, edificios emblemáticos, paisajes naturales de nuestro país y pujantes actividades económicas ahí representadas – simbolizaba el progreso económico que caracterizó al México de finales del siglo xix y principios del xx. Compañías impresoras extranjeras y luego mexicanas se encargaron de la producción de billetes, bonos y acciones. Una de ellas fue la Oficina Impresora de Estampillas, adscrita a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en 1874, que tenía sus instalaciones en Palacio Nacional y la cual es antecedente directo de los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores (TIEV), también dependientes de la SHCP y en donde esta obra ha sido impresa. 11 12 A lo largo del período revolucionario (1910-1928), la producción del papel moneda se dispersó pues participaban en ella, sin control único, tanto los antiguos bancos de emisión como las diferentes facciones revolucionarias. La implantación en México del billete bancario fue un proceso largo que sólo en los años 30 del siglo xx comenzó a estabilizarse y que culminó, en 1969, con el inicio de actividades de la Fábrica de Billetes del Banco de México. La obra que el lector tiene en sus manos incluye tres estudios acerca de este fascinante tema: el primero subraya el valor del Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación, que a través de billetes, bonos, acciones y otros valores nos da información importante sobre la historia económica de México; el segundo estudia la historia de la emisión de papel moneda en nuestro país; y el tercero nos ilustra acerca de la nueva arquitectura que los bancos y sus sucursales desarrollaron a lo largo y ancho del país. Éstos se lograron gracias a la donación que la Tesorería de la Federación hizo a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de un archivo documental importante para comprender la historia económica de nuestro país en la época moderna. Esperamos que este libro, Valores de la Nación, aúne a su belleza una gran utilidad para quien quiera acercarse un poco más a nuestra historia económica. José Antonio Meade Kuribreña Secretario de Hacienda y Crédito Público 13 14 E s innegable que la creación del dinero fue un paso importante en el progreso de la humanidad, fungiendo como elemento crucial en cualquier tipo de intercambio, permitiendo sobreponer a los inmensos obstáculos de la doble coincidencia de los deseos y la indivisibilidad de los bienes. En la actualidad, este instrumento de depósito de valor, unidad de cuenta y medio de cambio, bajo diferentes formas, constituye un elemento imprescindible para un funcionamiento adecuado de cualquier economía. Desde un análisis más profundo, la historia de un país, así como su desarrollo económico, político y social están estrechamente relacionados y ejercen una gran influencia sobre la evolución de su sistema monetario. Citando a Narayana Kocherlakota, expresidente de la Reserva Federal de Minneapolis: “el dinero es equivalente a una forma primitiva de memoria”. El caso de México no es diferente. Remontando a los años del Virreinato, la gran bonanza de la actividad minera permitió a la Nueva España acumular una gran riqueza en metales finos, circunstancias propicias para la acuñación exclusivamente de monedas metálicas en oro, plata y, en menor medida, cobre. Dicho de otro modo, la moneda tenía un “valor intrínseco” y podría ser canjeado por el valor del metal que contenía. Sin embargo, la guerra de Independencia, aparte de su destrucción inexorable, trajo consigo una profunda escasez de metales finos y generó numerosas dificultades para su distribución a lo largo del territorio nacional, dando paso a la creación de la “moneda de necesidad”, emitidas por realistas e insurgentes, con el fin de aliviar las necesidades que existían de circulantes. Dichas monedas fueron producidas principalmente en plata y cobre, y no fue sino hasta el último cuarto de siglo xx que el valor adquisitivo de las mismas se redujo, dando lugar paulatinamente a la acuñación en metales industriales. Paralelamente, después de once años de lucha armada, la economía de la nación se encontraba sumergida en graves condiciones y decadencia. El emperador Agustín de Iturbide recurrió a distintas estrategias para la activación de la economía, y emitió por primera vez el papel moneda oficial. Dichos billetes fueron rechazados por el público, debido a la desconfianza por sustentarse solo por su “valor fiduciario” y porque su aceptación era obligatoria. Tuvieron que pasar muchos años y numerosos intentos, para que se implementara el sistema de dinero fiduciario como lo conocemos hoy en día. En el transcurso de dicho período, los billetes llegaron a ser emitidos por bancos privados y eran pagaderos en moneda legal, para posteriormente ser emitidos exclusivamente por el gobierno; incluso en alguna época, podrían ser convertibles por monedas, que se seguían acuñando en metales finos. La credibilidad que adquirieron las monedas y billetes, declarados de curso legal con características fiduciarias, no fue posible sin la actuación y respaldo de las instituciones que resultan fundamentales para el asentamiento de las bases financieras en el país, como la Secretaría de Hacienda, a través de la Tesorería de la Federación (TESOFE), y posteriormente al año de 1925, el Banco de México. 15 16 Si bien en un principio, el papel de la TESOFE estuvo íntimamente ligado a la aceptación del dinero en México, después del primer cuarto del siglo xx, su función evolucionó, a fin de garantizar una adecuada y expedita gestión de los recursos financieros del Gobierno mexicano para sus proyectos, así como generar la confianza entre los inversionistas sobre la deuda pública, al constituirse como aval y garante del Gobierno Federal. Las facultades para recaudar, administrar, pagar y vigilar los recursos y valores de la propiedad o al cuidado del Gobierno Federal fueron plasmadas y consolidadas en los posteriores decretos de la Ley sobre la Renta del 31 de diciembre de 1941, 1953 y 1964, así como en la Ley del Servicio de Tesorería de la Federación, emitida en diciembre de 1985, y sustituida a partir de enero de 2016 por la Ley de Tesorería de la Federación, que refleja una nueva realidad en medios de pago y pone a la TESOFE como una institución de vanguardia. Es por ello que resulta fascinante el ejercicio intelectual de recorrer entre las líneas de los documentos resguardados en el Archivo Histórico de la TESOFE y plasmarlo a lo largo de las páginas de este libro, brindando así al público una comprensión más profunda, no solamente sobre la historia económica, como se podrá apreciar más adelante, sino sobre la historia política y social del país. Irene Espinosa Cantellano Tesorera de la Federación Secretaría de Hacienda y Crédito Público 17 18 esde la fundación en el siglo xix de la Tesorería de la Federación (TESOFE) D y de los Talleres de Impresión, Estampillas y Valores (TIEV), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público había tenido en ambas instancias algunos de los mecanismos más importantes para el control de los fondos y valores de la federación, hasta que el Banco de México asumió esta función. La impresión de una amplia variedad de documentos relacionados con la operación financiera y tributaria del país, como marbetes, estampillas y, anteriormente, el sello que se plasmaba en el reverso de algunos billetes, se ha llevado a cabo en las instalaciones del TIEV. Originalmente, esta dependencia se instaló en Palacio Nacional y, desde la década de los cincuenta del siglo pasado, fue trasladada a la calzada Legaria, donde actualmente se encuentra. La TESOFE también ocupó como primera sede el mismo recinto oficial, en el magnífico salón estilo Art déco, hoy llamado Guillermo Prieto, en homenaje al primer secretario de Hacienda de la época liberal. Ubicado al norte del edificio, éste es uno de los sitios más bellos del histórico inmueble, actualmente de uso reservado para actos protocolarios del Presidente de la República. La impronta que tanto la TESOFE como el TIEV han dejado a lo largo del desarrollo de sus trascendentes funciones ha quedado plasmada en los documentos que integran el archivo histórico de la primera, motivo de la presente publicación. Se trata de un repositorio documental compuesto de cerca de 400 cajas, donde se resguarda información de gran significado para el estudio de los antecedentes y evolución económica de México, y se integra de billetes, bonos, decretos y acciones, relacionados con las finanzas públicas del país, que datan de la época porfirista, los años posteriores a la Revolución y la era contemporánea, hasta antes de la década de los ochenta del siglo xx. En el primer estudio que se incluye en esta obra, titulado Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación, se informa al lector sobre la clasificación y principales documentos que integran el archivo objeto de esta publicación. Pocos testimonios más evidentes habrán de encontrarse de la estrecha relación que guardan la economía y la política en el país, como los que recoge esta edición, especialmente en lo que se refiere al dinero no metálico. Al respecto, en el segundo estudio que se incluye en el libro se hace una narración que arranca desde los primeros billetes que se conocieron en México –que en un inicio se mandaron imprimir por la banca privada autorizada–, pasando por la época revolucionaria, especialmente caótica en esta materia, basta citar el esfuerzo carrancista por unificar toda la emisión de papel moneda generada en esos años, mandando imprimir los denominados infalsificables, billetes cuyo fracaso se vio materializado en 1917 cuando se decretó su desmonetización y su retiro de circulación. Tuvieron que pasar todavía algunos años de concluida la Revolución para que se dieran las condiciones adecuadas que generaran certidumbre en el uso de los billetes. Quedó así de manifiesto la ardua tarea que enfrentaron los gobiernos postrevolucionarios a fin de contrarrestar 19 20 el uso de la moneda metálica de valor intrínseco, como una costumbre casi ancestral de las transacciones económicas y una inercia natural en los períodos de inestabilidad social, frente a la desconfianza en la aceptación del papel moneda, que poco a poco se fue superando. Para este objeto vino a ser indispensable que el Estado tuviera el monopolio la función monetaria, mediante la creación de un banco único de emisión, que a la postre sería el Banco de México, cuya autonomía se reguló a nivel constitucional a partir de 1993. En el tercero de los estudios que comprende el libro, se realiza un acucioso recuento de los antecedentes de la banca en México, haciendo hincapié en la belleza arquitectónica que generalmente caracterizaba a los edificios en que se asentaban sus oficinas, y que además han sido representados en muchos de los billetes que se han puesto en circulación. El resguardo y difusión del acervo de la TESOFE ha implicado realizar un inventario y una guía para su consulta e implementar medidas de protección en guardas especiales para su preservación, dado el valor histórico que tiene. Sin embargo, el esfuerzo no concluye ahí. La presente edición, que por cierto fue impresa en el TIEV, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ilustra de manera especialmente bien lograda una muestra significativa de los documentos que son parte de ese acervo, lo que permitirá a todo interesado y estudioso de la economía conocer más a detalle la evolución de la política monetaria y bursátil del país. Ignacio Ernesto Vázquez Chavolla Oficial Mayor Secretaría de Hacienda y Crédito Público 21 22 L a misión cultural que tiene la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es de gran importancia en tanto que preserva, resguarda y difunde los bienes patrimoniales destinados a las bibliotecas, hemerotecas, museos y recintos históricos bajo su custodia. Lo anterior ha permitido la integración de las colecciones histórico-artísticas de Acervo Patrimonial y Pago en Especie para su difusión en exposiciones permanentes y temporales. Asimismo, se ha conformado una gran colección bibliohemerográfica, fundamental para comprender la historia económica de nuestro país, que se puede consultar en las bibliotecas que administra la Secretaría. Estos bienes, patrimonio de la nación, han sido favorecidos con la aportación que realizó en 2016 la Tesorería de la Federación de un importante acervo documental de gran significado para el estudio de la hacienda pública del siglo pasado, como es el caso de la banca y del desarrollo de infraestructura en el país a través de la deuda pública nacional. Sus documentos son reflejo del desarrollo de la política hacendaria moderna de México, que inició con el liberalismo económico. La máxima expresión de este cambio se suscitó durante el porfiriato, cuando hubo un presupuesto público equilibrado, el retorno de la confianza extranjera a través de la inversión y una moneda nacional estable. Como consecuencia, México experimentó un progreso en su infraestructura ferroviaria y marítima, así como en la promoción que el Estado hizo del desarrollo económico. Parte de ello fue el establecimiento de una red bancaria y la innovación industrial que algunas zonas del país vivieron. Como nunca antes, al inicio de la revolución las finanzas públicas se encontraban estables y sólidas. La documentación que resguarda este archivo contiene valores nacionales de gran realce y belleza que ejemplifican esta época de bonanza. La irrupción de la revolución fracturó el crecimiento y solidez de las finanzas públicas. La circulación de papel moneda, sin control ni sustento metálico, ocasionó una fuerte inflación, fenómeno que la posrevolución comenzó a rencauzar a partir de las nuevas medidas hacendarias del presidente Venustiano Carranza, las cuales incluían la redefinición de la banca privada y la participación cada vez más fuerte del Estado en la economía nacional. A la par de las complicaciones internacionales, como las guerras mundiales o la revolución rusa, México vivía sus propias luchas e inestabilidades políticas como la guerra cristera y las diferencias entre los grupos revolucionarios, haciendo difícil el retorno a la consolidación económica. La documentación fiduciaria que contiene este acervo forma parte de la política que implementó el Estado mexicano sobre las finanzas y la hacienda pública, con el propósito de retomar el desarrollo de la infraestructura nacional, que se aprecia en carreteras, la industria, el comercio, entre otros. Con la publicación de esta obra se pretende ofrecer nuevas fuentes de primera mano a estudiosos de la historia económica de México acerca de los orígenes de nuestra hacienda pública actual. Además, el lector de este libro disfrutará la belleza de los billetes y bonos que sostuvieron la credibilidad del público en general para afianzar un modelo de país distinto hasta ese momento. Finalmente el título de este volumen connota el valor documental, artístico e histórico del contenido de este archivo: los billetes, bonos y acciones que fundamentalmente lo conforman, reflejan una economía nacional en franca transformación a lo largo del siglo xx. José Ramón San Cristóbal Larrea Director General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial Secretaría de Hacienda y Crédito Público 23 24 25 26 Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación (Tesofe) Leonor Ludlow T ítulos, certificados, bonos, monedas, billetes, vales, acciones u órdenes de pago con diversas denominaciones y categorías, son algunos de los documentos resguardados en el Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación y, que por ende, se suman a los ricos acervos históricos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Los documentos son expresión de numerosas operaciones de crédito público que cubren un largo período, de 1886 a 1982, aproximadamente. Es decir, desde la consolidación de la deuda pública del siglo xix, conocida como Conversión Dublán en honor al entonces Secretario de Hacienda, y hasta el año de la nacionalización bancaria. Uno de los rasgos de importancia de este fondo, radica en la amplia heterogeneidad de sus documentos y en el extenso período histórico en que fueron emitidos y puestos en circulación. Lo que constituye una parte de la memoria del crédito público mexicano, a lo que habrá que añadir en el futuro, los numerosos impresos, administrativos y legales, además de los registros archivísticos. Tarea que a lo largo de la historia ha correspondido desempeñar a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y cuya importancia se tradujo en la apertura de la Dirección General de Crédito Público que reemplazó a la antigua sección o mesa de Crédito Público que administró todas estas tareas a lo largo del período postindependiente. La primera fue creciendo desde las dos últimas décadas del siglo xix, en la medida que la centralización económica administrativa del Poder Ejecutivo fue reforzándose, y una vez que “Mexican Central Railway el manejo y las negociaciones crediticias le fueron cedidas por el Congreso. Company Limited”. Con este cambio administrativo sucedieron diversas modificaciones de Certificado que ampara 100 pesos de acciones del capital total de la carácter instrumental, ya que a partir de entonces, las operaciones de deuda compañía ferrocarrilera con oficina fueron registradas en documentos impresos, los cuales constan de varios sellos, central en Boston, Massachusetts. Tiene fecha del 11 de noviembre de como el Escudo Nacional, además de las firmas del Secretario de Hacienda 1891. TESOFE, México. y del Tesorero de la Federación en turno. Huellas que dejan constancia del carácter oficial del compromiso del gobierno nacional, lo que fue más allá del mero autógrafo de la autoridad gubernamental o militar que recibía el préstamo –en la mayoría de los casos en situación de urgencia–, por lo que, los papeles contaban con la firma o el sello de la Secretaría de Hacienda. Un segundo cambio importante en estos documentos es su contenido. Las acciones y los cupones ofrecen, en general, una riqueza iconográfica similar a la que tradicionalmente tienen los billetes, como puede ser el retrato de personalidades históricas y/o políticas, así como de representaciones de figuras o efigies clásicas; en otras, la acción se ilustra con un 27 28 29 ícono que representa al sector o ramo productivo al que se refieren: ferrocarriles, minas, petróleo, paisaje rural, maquinaria, entre otros. Además, la carátula de las acciones tiene una síntesis de las características de la operación, asimismo del valor de la acción o del cupón. Hay otros que muestran el monto total de la misma, los plazos para Páginas anteriores: su amortización, el número de acciones emitidas, entre otros informes. En “United Railroads of el reverso, se ofrece una síntesis de los términos del contrato de la emisión o Yucatán Incorporated”. parte del decreto. Ampara cinco centavos de peso de oro. Tiene una viñeta que Por último, importa destacar que en todos los textos que se presentan representa la industria privada en las acciones se señala el o los organismos participantes en la misma. Como ferrocarrilera. Está compuesto por acciones alemanas, estadounidenses fue el caso de las instituciones bancarias durante el régimen porfirista, las y holandesas. La fecha es del 1 de dependencias gubernamentales, bancos públicos, el Banco Central, entre abril de 1910. TESOFE, México. otros, que debieron recibir y administrar estos recursos. En términos cronológicos, este rico fondo iconográfico e histórico puede agruparse en tres etapas: el período moderno, que cubre el gobierno porfirista y de Francisco I. Madero; el período postrevolucionario, que abarca la etapa de la lucha armada; y el período contemporáneo, del que existen documentos desde los años de la postguerra hasta los años ochenta del siglo xx. Fondo patrimonial En los documentos correspondientes al período de la historia moderna de México, se distinguen dos grandes lotes en el Archivo Histórico de la TESOFE, los correspondientes al período porfirista (1885-1911), y los emitidos durante los años de la lucha revolucionaria (1913-1920) que fueron fundamentalmente billetes. Régimen porfirista Se trata de la segunda etapa de la deuda interna que inició entre 1885 y 1886, y finalizó en el período maderista. La primera emisión de la era moderna fue definida en la Ley de consolidación de la deuda flotante y emisión de los bonos del Tesoro, conocida como Conversión Dublán, que fue seguida de la apertura de la Dirección de la Deuda Pública, que reemplazó a la oficina de Crédito Público, la cual se dedicó al registro, reconocimiento, liquidación y conversión de créditos y reclamaciones, basándose en la depuración hecha en años anteriores. Esta operación fue clave para el futuro de las finanzas porfirianas, en parte porque con ello se reordenó el mercado de documentos gubernamentales y se restableció el crédito público, tanto a nivel interno como externo, como lo testifica la reapertura al mercado exterior a partir de 1886; recursos que fueron determinantes en la consolidación de ese gobierno, mismo que descansó en la deuda externa, de lo cual sólo existen algunos ejemplares sueltos de las emisiones de 1898, 1901 y 1903. Esta última convenida en 30 referente de las operaciones de deuda interna. En el Archivo Histórico de la TESOFE hay ejemplares de: I. Los bonos emitidos por orden en la Ley de consolidación de la deuda flotante y emisión de los bonos del Tesoro, conocida como Conversión Dublán, con base al Decreto del 22 de junio de 1885, por cerca de 42 millones de pesos oro/plata. Con los cuales se negociaron numerosas emisiones y préstamos nacionales convenidos desde el período de la Independencia hasta el año de 1882, además del arreglo de la llamada deuda inglesa convenida en 1823 y 1824 por los primeros gobiernos de la vida independiente. Los bonos del Tesoro cubrieron préstamos y operaciones recientes realizadas con el Banco Nacional de México y con las empresas ferrocarrileras. II. Los títulos emitidos para la operación denominada de la Deuda interior amortizable de 5 por ciento, con base al Decreto del 6 de septiembre de 1894, por más de 84 millones de pesos oro/plata, destinados al pago de las amortizaciones y préstamos no cubiertos obtenidos para la construcción de obra pública y de la red ferroviaria, fundamentalmente la de Tehuantepec y de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos. Hasta 1902 y 1903 se habían emitido cinco series. III. Un segundo grupo de bonos y acciones corresponden a la deuda ferrocarrilera, clasificada como deuda externa. A lo largo de varias décadas, los gobiernos mexicanos aceptaron pagar el costo de las líneas férreas en México. El primer paso lo dio en 1886, el secretario de Hacienda, Manuel Dublán, al incorporar a la deuda consolidada las cantidades no cubiertas a las compañías anglosajonas, como subvención del gobierno porfirista por kilómetro de vía construida. Más tarde, entre 1902 y 1905, el secretario de Hacienda, José Yves Limantour, promovió la adquisición de acciones de varias de las empresas ferroviarias, participación que culminó con la formación de la Compañía de Ferrocarriles Nacionales de México en febrero de 1908, para la cual el Gobierno mexicano adquirió la mayoría de las acciones (58%). Ferrocarriles Nacionales de México fue creada para administrar las concesiones de todos los ferrocarriles del país a la que se sumaron más tarde el Ferrocarril Internacional, el Hidalgo y Nordeste, y gran parte de las acciones del Interoceánico. Durante los años de la Revolución Mexicana, las líneas férreas sirvieron para el transporte de la tropa de los diversos ejércitos en guerra. Las vías fueron removidas a la par del uso intensivo de las máquinas y los carros, lo que se tradujo en un grave deterioro de las unidades, pero sobre todo, del servicio férreo. Finalmente, entre 1914 y 1915, volvieron a quedar bajo una sola administración al formarse la empresa de Ferrocarriles Constitucionalistas del gobierno carrancista. Los gobiernos postrevolucionarios no solo tuvieron que hacer frente a la situación de deterioro y daños de la red ferroviaria, sino que, atendieron el reclamo de la deuda convenida con las antiguas compañías ferrocarrileras. Al respecto, se localiza una gran variedad de material documental (bonos y cupones) correspondiente a diversas emisiones realizadas en los últimos años del Porfiriato y durante el gobierno maderista que cubren los años de 1908 a 1913. Se trata de títulos de: 1. Compañía de Ferrocarriles Nacionales, hay varias emisiones de 1908 a 1913. Años más tarde fueron incorporadas al sistema ferroviario nacional otras líneas hermanas como: 31 “Compañía Minera Nazareno y Anexas”. Título que representa 25 acciones de 10 pesos completamente liberadas a pagarse al portador. Tiene fecha del 10 de septiembre de 1910. TESOFE, México. Página siguiente: “Compañía Minera San Marcelino, S. A.” Acción aviada número 864 del capital social del mineral de Jalancingo, Veracruz equivalente a la cantidad de 90,000 pesos. Tiene fecha del 1 de mayo de 1907. TESOFE, México. 32 33 Página siguiente: “Certificado provisional de la deuda flotante”. Presenta una viñeta del águila mexicana. Está certificado por la Tesorería General de la Federación desde el 1 de julio de 1882 y hasta el 30 de junio de 1886. TESOFE, México. “Negociación Minera La Soledad y Anexas de Charácuaro Michoacán”. Título que representaba una acción de las 2000 que componían los 40,000 pesos del capital total de la sociedad minera. Tiene fecha del 15 de febrero de 1896. TESOFE, México. 34 35 36 “Ferrocarriles Nacionales de México”. Certificado de primera preferencia equivalente a 100 acciones de la compañía de ferrocarriles. Tiene referencia al Decreto del Ejecutivo Federal de los Estados Unidos Mexicanos del 6 de julio de 1907. Presenta una viñeta de Porfirio Díaz. TESOFE, México. 37 1.1 Ferrocarril Kansas City, México y Oriente, S.A., 1929 (bonos y certificados provisionales). Su construcción se inició en 1903 para conectar las poblaciones del suroeste de Estados Unidos con los puertos de Topolobambo y Los Mochis. Más adelante se dirigió a Ojinaga, pasando por Chihuahua y el puerto de San Blas, llegando hasta el puerto de Guaymas. En 1907, llegó a Culiacán y finalmente a Guamúchil. 1.2 United Railroads of Yucatan Inc., 1957. Por varias décadas funcionó como empresa privada, se incorporó a las líneas nacionales con los Ferrocarriles del Sudeste en 1950. IV. Un tercer grupo de acciones y títulos de la deuda interna convenida durante el régimen porfirista y el gobierno maderista, se refiere a los adeudos convenidos por varios gobiernos estatales con acreedores nacionales y extranjeros, a través del Banco Central Mexicano. Todos ellos fueron convenidos con el fin de modernizar la infraestructura urbana en las capitales de esas entidades, a la par de introducir obras de agua potable o ampliar los caminos en esos estados. En el Fondo Histórico de la TESOFE existen acciones referentes al tema, algunas de ellas con sus correspondientes cupones de las emisiones del: 1. Estado de Chihuahua, 1900. 2. Deuda amortizable del Estado de Durango, 1910. 3. Estado de Michoacán de Ocampo, 1912. Esta última emisión y otras sucedáneas datan del período maderista, se destinaron a pagar las obras de saneamiento de puertos de Tampico, Veracruz y Coatzacoalcos. 1. Deuda amortizable del Estado de Tamaulipas, 1912, el de Tampico. 2. Deuda amortizable del Estado de Veracruz, 1913. Hubo emisiones anteriores (1901 y 1907). Maderismo Correspondientes al período maderista, se localizaron varios ejemplares “Bono del Tesoro del de la “Serie A” de los llamados Bonos del Tesoro del Gobierno Federal de Gobierno Federal de los los Estados Unidos Mexicanos (1912), destinados al pago de obligaciones Estados Unidos Mexicanos”. Bono emitido durante la no cubiertas por este gobierno, afectado por una fuerte baja en sus ingresos a presidencia interina de Huerta medida que se extendían los levantamientos, a la vez que se incrementaban por la ley del 30 de mayo de 1913. TESOFE, México. los gastos de guerra; una segunda emisión realizada por la dictadura huertista no fue reconocida. Por último, en la sección Patrimonial del Archivo Histórico de la TESOFE se encuentra una gran variedad de acciones de empresas particulares. Por el momento no es posible afirmar sobre la participación gubernamental en estas compañías, ya que la regulación de las concesiones de minas correspondió a la Secretaria de Fomento, lo mismo que las empresas de colonización y las agrícolas. En el Archivo se conservan numerosas acciones de empresas mineras localizadas en diversos estados de la República mexicana, enumeradas acorde con la fecha de emisión del bono: 38 39 “La Mexicana. Compañía Anónima Nacional de Seguros Sobre la Vida”. Póliza que asegura el monto de 5,000 pesos con fecha de vencimiento el día 22 de mayo de 1901. TESOFE, México. 40 1. Negociación de Santa Ana y San Luis, Mineral del Chico, Hidalgo, 1878. 2. Negociación minera Unión y Concordia, Hidalgo, 1890. 3. Compañía explotadora La Cruz y Anexas, S.A., en el distrito de Zimapán, Hidalgo, Empresa fundada en septiembre de 1893. 4. Compañía Minera de Almoloya en Ameca, estado de Jalisco, 1890 y 1910. 5. Negociación Minera La Soledad y Anexas de Charácuaro, Michoacán, 1895. 6. Compañía Minera Natividad y Anexas, en la municipalidad de Taxco, Distrito de Alarcón en el estado de Guerrero, 1896. 7. Compañía Tlalpujahua Mining Co., entonces pertenecía al estado de Michoacán, 1903. 8. Compañía Minera de San Marcelino en Hidalgo, 1907. 9. Compañía Minera de Santa Esperanza, S.A. en Bacanora, Sonora, 1908. 10. Compañía Minera Dinamarca, S.A., Zacatecas, 1910. 11. Compañía Minera Ocampo y Anexas, Mineral de Pozos, Guanajuato, 1910. 12. Compañía Minera Nazareno y Anexas, Temascaltepec, Estado de México, 1910. Otra categoría de acciones que se resguardan en el Archivo de TESOFE, corresponden a nuevos tipos de empresas que florecieron alentadas por el auge de la economía. Es el caso de: 1. Compañía Agrícola e industrial Aurora productora de café. Se localizó en la hacienda del mismo nombre propiedad de norteamericanos y se ubicó en el municipio de San Felipe Tejalápam en Oaxaca, fue fundada en 1895. 2. Títulos de venta de lotes por la Sociedad La Domiciliaria, en la colonia Hidalgo al poniente de la Ciudad de México. Los documentos datan de 1890. 3. Acciones de la compañía de seguros La Mexicana, Compañía Anónima Nacional de Seguros Sobre la Vida. Fundada en Chihuahua en 1887, que un año después se trasladó a la Ciudad de México y a partir de 1906 construyó su propio edificio, en lo que hoy es la esquina de Madero e Isabel la Católica en el Centro Histórico (ver pág. 170). Billetes emitidos durante los años de la Revolución En el Fondo del Archivo Histórico de TESOFE se han preservado cientos de billetes del período revolucionario, unos cuantos fueron emitidos por los bancos porfirianos, y la gran mayoría, por las filas villistas y constitucionalistas. Todos ellos abarcan un corto lapso de tiempo (1913-1916), que corresponde al momento de mayor disgregación en el sistema de pagos, acompañado de una fuerte inflación. Desde el mes de julio de 1914, el Primer Jefe de las fuerzas constitucionalistas, Venustiano Carranza, emitió un mensaje en relación a los pasos que debían darse para lograr la reorganización financiera, reconociendo el endeudamiento acumulado por la emisión de billetes. En esta declaración precisó que: Páginas siguientes: “Deuda amortizable del estado de Durango”. Bonos del estado de Durango que representaban la cantidad de 12 pesos con 50 centavos a pagarse al portador por medio del Banco de Durango. Esta serie presenta dos fechas de vencimiento. TESOFE, México. 41 42 43 Páginas 44-47: “Bonos del gobierno del estado de Aguascalientes”. Bono de la primera serie de 1910 equivalente a 100 pesos que forman parte de la cantidad de 1,300,000 pesos con la conformidad del Banco Central Mexicano para su posterior liquidación. Tiene fecha del 21 de marzo de 1910. TESOFE, México. 44 45 46 47 “La Secretaría de Hacienda no deberá perder nunca de vista que la moneda emitida por el Gobierno Constitucionalista, es un préstamo hecho por el pueblo mexicano en los momentos de mayor necesidad, para la conquista de sus libertades, y, por lo tanto, representa una deuda sagrada que ningún Gobierno honrado podrá rehusarse a reconocer, siendo, por consiguiente, una de las más justas y de las primeras que la Revolución debe pagar.” En los últimos años se han publicado varias investigaciones acerca de las razones e impactos de las emisiones que circularon durante los años de la lucha armada. En páginas más adelante se encuentra el texto de Cedrian López-Bosch, donde realiza un análisis numismático de los billetes del período constitucionalista y villista. El Archivo Histórico también conserva algunos billetes de los antiguos bancos de emisión porfirista, seguramente decomisados o canjeados por las autoridades hacendarias en territorios villista y zapatista. Se trata de: 1. Ejemplares de la sucursal Torreón de los bancos de Londres y México, del Nacional de México, del Minero de Chihuahua y del de Coahuila, además del Banco Refaccionario de La Laguna. 2. Billetes del banco de emisión del estado de Morelos. Entre los billetes emitidos por las facciones revolucionarias están: a) Billetes emitidos por el Constitucionalismo, impresos y puestos en circulación entre los años de 1914 y 1916, conocidos como: Ejército Constitucionalista de México, Gobierno Provisional de México, Gobierno Provisional de Veracruz, Gobierno Constitucionalista y República Mexicana. b) De las emisiones ordenadas por Francisco Villa hay ejemplares de la conocida emisión de “Las sábanas de Villa”, por su gran tamaño y la falta de imagen en el reverso, fechadas el 10 de diciembre de 1913. En febrero del siguiente año, comenzó la emisión de las “Dos caritas”, conocidos “Bonos de la deuda pública así por tener la imagen del gobernador Abraham González y de Francisco interior a cuarenta años I. Madero. c) También hay piezas impresas por el Ejército del Noroeste, de los Estados Unidos Mexicanos”. Título de la deuda dirigido por el general Álvaro Obregón, y vales emitidos por la Tesorería pública interior hasta por la de la Federación. Además de pagarés de la Comisión Monetaria, organismo cantidad de 60,000,000 pesos emitido por el Ejecutivo de la Unión responsable encargado de canjear las emisiones del Constitucionalismo por por el Decreto de 29 de noviembre nuevos documentos o por valor metálico. Y por último, los cheques y cédulas de 1932. TESOFE, México. de la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, autorizada entre 1914 y 1919 a emitir hasta por 5 millones de pesos, con el objeto de animar la producción de la fibra, cuya demanda creció durante los años de la Primera Guerra Mundial. Período postrevolucionario Los gobiernos de los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles heredaron una deuda considerable, cantidad que se incrementó fuertemente con el conjunto de reclamaciones de las empresas afectadas por la década de lucha armada (ferrocarriles, 48 49 50 51 Páginas anteriores: “Estados Unidos Mexicanos. Bonos del Gobierno Federal”. El Gobierno mexicano reconoció la cantidad de 100,000 pesos en bonos emitidos con la conformidad del Decreto del 31 de enero de 1921. La suma representada tenía un plazo a pagarse de ocho años y un interés anual del 6% amortizada por la Tesorería General de la Nación. TESOFE, México. “Decreto de la deuda pública interior de los Estados Unidos Mexicanos (40 años)”. Decreto del 6 de enero de 1934 autorizado por el Ejecutivo para emitir títulos de la Deuda Pública Interior de la Serie C hasta por 60,000,000 pesos. TESOFE, México. 52 53 54 bancos y agraria). La fragilidad del mercado internacional al terminar la Gran Guerra hizo imposible recurrir, como en antaño, al crédito exterior para saldar la deuda interna. La hiperinflación y devaluaciones de las monedas europeas junto con el impacto de la Crisis de 1929, retrasaron por varios años la solución de la deuda interna, en tanto que, desde los años veinte se realizaron varias negociaciones para el pago de la deuda externa, sujeta igualmente a vaivenes y revisiones. Al retraso de respuestas a los acreedores internos, debe sumarse el hecho de que los gobiernos europeos y norteamericano condicionaron en varios momentos el reconocimiento diplomático a la resolución de los créditos y reclamaciones acumuladas. Al comenzar el decenio de los treinta, el secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, llevó acabo un segundo proceso de reordenación hacendaria con el fin de ajustarse al impacto y cambios que siguieron en el mercado mundial con motivo del crack de 1929. Entre las numerosas reformas y ajustes destaca la importancia que tomó el asunto de la deuda interna durante los gobiernos de los presidentes Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez. En las sesiones habidas en el Congreso destacan los temas sobre la importancia de las reclamaciones por daños “Bono de la deuda pública interior de los Estados sufridos durante la Revolución Mexicana –con base en la promesa que Unidos Mexicanos a 40 en aquel entonces hiciera el general Carranza–. Asimismo, se discutió años”. Título por la cantidad de 30,000,000 pesos para efecto de los componentes de la deuda interna que debían ser reconocidos, y sobre devoluciones bajo los términos del la posibilidad de liquidar estos bienes con propiedades nacionales. Ante la Decreto del 29 de abril de 1932. TESOFE, México. dificultad de alcanzar un consenso en torno a los riesgos que supondría una operación de este tipo, se optó por hacer una combinación de todas las iniciativas planteadas, a través del Decreto del 29 de diciembre de 1932 autorizando con ello una nueva operación a través de: 1. Los Bonos de la deuda pública interior a cuarenta años de los Estados Unidos Mexicanos, sobre la cual informó el presidente Rodríguez el 1º de septiembre de 1933, explicando que se trataba de una emisión que, como otras iniciativas, no afectaría a “múltiples capítulos de las obligaciones interiores del Gobierno Federal”. En esta operación se incorporaron varios adeudos y reclamos reconocidos hasta 1932 por la Comisión Ajustadora de la Deuda Pública formada años antes, entre ellas quedaron tres emisiones previas: los Bonos de liquidación de los sueldos de los empleados federales (1917-1926), los Bonos de la deuda agraria (1920-1930), y los Bonos de la deuda bancaria (1921-1931). En el primer decreto se especificó que la emisión de la Serie A fuera por 60 millones de pesos, y el valor de sus acciones sería de cantidades variables, desde los 10.00 hasta los 10,000.00 pesos. Los títulos no causarían interés, y cada acción contaría con 40 cupones, que en forma individual, serían redimidos anualmente por medio de su pago en efectivo, o por compensación de impuestos no pagados, pero también por vía de enajenación de bienes de propiedad federal aprobados por la Secretaría de Hacienda. En agosto de 1933 y enero de 1934, el presidente Rodríguez ordenó dos nuevas emisiones, aumentando el capital de la primera, por 40 millones para la Serie B y por cinco millones de pesos para la Serie C, para esta última el valor más alto de la acción fue de dos mil pesos. La cantidad de bonos emitida fue excesiva por las pocas operaciones 55 de canje reconocidas por la Secretaría de Hacienda o por la autoridad competente. Por ese motivo, el presidente Lázaro Cárdenas ordenó en febrero de 1936, cancelar acciones menores de la Serie B por un valor de 150 mil y 50 mil pesos, y para la Serie C por valor de 10, 50 y 100 pesos. 2. En esos años hubo otras emisiones de títulos paralelas a la anterior. Una de ellas se remonta a enero de 1934, cuando aún se resentían los efectos de la carestía del crédito internacional causado por la Crisis de 1929; igualmente la retracción del mercado interno no permitió al presidente Rodríguez –durante los últimos meses de su mandato–, solicitar nuevos préstamos. La única emisión aprobada por el Congreso fue la de los Bonos de Caminos del 24 de enero de 1934, autorizada con el límite de 20 millones de pesos, destinada a la prolongación de la carretera entre la Ciudad de México y Nuevo Laredo. El éxito de la medida convenció a los gobiernos posteriores a recurrir nuevamente a la emisión de Bonos de Caminos, una vez que se aprobó su reglamento en 1940. Para 1954, habían sido emitidas dos series más de bonos por un monto de 300 millones de pesos pagaderos a 20 años y con un interés del 5% anual. Esta operación fue administrada por la Nacional Financiera para su colocación en el mercado nacional y, quedó el Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras como responsable de su utilización, además de vigilar la recaudación del impuesto sobre el consumo de la gasolina, que garantizaba esta emisión. México contemporáneo Las urgencias financieras del primer año del presidente Manuel Ávila Camacho obligaron a una nueva emisión de Bonos de la Deuda Pública Interior a 40 años, en diciembre de 1941, con la que se cubrirían los adeudos de los que hubieran “pedido y obtenido el amparo de la Justicia Federal por incumplimiento de los fallos del Tribunal Fiscal de la Federación.” La opción fue retomada en diciembre “Bono de Caminos de los Estados Unidos Mexicanos”. de 1945 por la misma cantidad y con el mismo objetivo. Título representativo de la deuda En 1951, como parte del proceso de reorganización económica que pública con propósito de canje y refinanciamiento, fechado el 15 de se dio en la postguerra, el presidente Miguel Alemán concluyó los arreglos julio de 1956. TESOFE, México. de la deuda nacional. Entre las operaciones realizadas se cuenta con una nueva orden de emisión de Bonos de la Deuda Pública Interior a 40 años en diciembre de ese año, destinados a cubrir los adeudos a las propiedades de tierras inafectables que fueron expropiadas para la dotación de nuevos ejidos, además de los títulos de la deuda bancaria que no fueron canjeados, destinándose para ello tres nuevas series de bonos por un total de 80 millones de pesos, que empezarían a amortizarse a partir de enero de 1953, y que se tradujeron en las Series G, H, e I. Hasta los años sesenta se habían introducido en el mercado 10 series de este tipo de bonos, utilizados para pagar las obligaciones interiores y con los que se podía liquidar obligaciones fiscales de diversa índole. Estos bonos dejaron de amortizarse en efectivo, pero continuaron sin causar interés alguno. 56 57 58 La afluencia de capitales externos por efecto de la Segunda Guerra Mundial permitió a los gobiernos mexicanos incrementar la ampliación de la infraestructura del país, a través de varias emisiones de bonos con el propósito de apoyar el desarrollo de la industria y la agricultura, pero también, hubo otras para ampliar la construcción de caminos, duplicar la electrificación, así como realizar obras de urbanización en ciudades medianas y grandes, además de introducir servicios públicos en numerosos puntos, o sea, desde las cabeceras de las municipalidades hasta la capital del país, en franca expansión y crecimiento. En 1950 el economista Manuel Salas Villagómez, escribió el primer estudio de la deuda interna del período postrevolucionario, en el cual afirma lo siguiente: El crecimiento de la deuda pública mexicana se explica en función del cumplimiento sistemático de los propósitos más significativos de cualquier gobierno, que pueden resumirse en pocas palabras: existencia de necesidades colectivas básicas y urgencia apremiante de satisfacerlas, a corto plazo. Papel central en todas las operaciones de emisión de títulos lo mantuvo el Departamento de Deuda Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que hasta fines de los años setenta fue responsable del manejo de la deuda pública de la Federación y del Distrito Federal, y que durante la postguerra y la Guerra Fría administró numerosas emisiones, entre las que importa citar: “Bono de Caminos de los Estados Unidos Mexicanos”. Título representativo de la deuda pública con propósito de canje y refinanciamiento fechado el 15 de julio de 1956. TESOFE, México. A. Bonos de caminos (1947). B. Bonos de electrificación (1948). C. Bonos de la industria eléctrica (1947). D. Bonos de los Ferrocarriles Nacionales de México (1949). E. Bonos de obras portuarias (1947 a 1954). F. Bonos de promoción industrial (1948). G. Bonos de la deuda pública interior a 40 años (1933). H. Bonos para el fomento de la producción agrícola (1950). I. Bonos de obras municipales (1953). J. Bonos de cooperación federal con los estados (1948). K. Bonos de obras públicas (1938). En el archivo de la TESOFE se conserva un gran número de bonos de algunas de las emisiones de la consolidación de la intervención económica del Estado, entre estos figuran: A. Los Bonos de obras públicas de los Estados Unidos Mexicanos, por un monto no mayor a los 110 millones de pesos, de acuerdo al decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 1938, amortizable en 50 años. Dos años más tarde, el gobierno de Manuel Ávila Camacho, firmó un convenio con el Banco de México donde el total del adeudo que se tenía con esta institución fuera redimido con dichos bonos, los que devengarían un interés anual del 3% y cuyos cupones de amortización y de intereses podrían recibirse en pago de impuestos. Este convenio fue aprobado por el decreto publicado el 4 de diciembre de 1940, en el Diario Oficial de la Federación. 59 B. Bonos de la promoción industrial, a partir de 1948 fueron emitidas varias series de bonos para apoyar la transformación de la industria nacional, hasta entonces concentrada en la producción textil y alimenticia. C. Bonos para el fomento a la producción agrícola, emitidos en razón de los cambios habidos en el régimen de propiedad agraria, con objeto de diversificar el crédito en el campo. Por ello, el presidente Miguel Alemán, el 29 de octubre de 1949, presentó ante el Congreso de la Unión una iniciativa de ley para que éste autorizara una nueva emisión de bonos por 536 millones de pesos pagaderos a 50 años y con una tasa anual del 6%. La operación quedó en manos del Banco de México, S.A., garantizada con el saldo del impuesto sobre la renta y de las utilidades excedentes de la citada institución, y en caso de ser necesario se utilizarían las que se destinaban al Gobierno Federal. D. Bonos de electrificación, en el Fondo Histórico de la TESOFE hay ejemplares de bonos de los años de 1957 y 1969, aunque éstos se remontan a 1946, cuando fueron anunciados en el último informe presidencial del general Ávila Camacho quien anunció la introducción de varias emisiones de títulos gubernamentales en el mercado, destinadas a mantener la continuidad del desenvolvimiento de la obra pública, de caminos y la portuaria, además de incluir otros sectores como el de la electricidad. Las emisiones continuaron realizándose de manera regular, lo que da muestra de la dinámica de electrificación del país realizada en las décadas siguientes, y posteriormente con la nacionalización de la industria eléctrica en 1960, “Bonos de la Deuda Pública ejecutada por decreto del presidente Adolfo López Mateos. Interior a 40 años”. Los problemas económicos de los años cincuenta fueron enfrentados Bonos de la Serie J que representaban por el gobierno de Ruíz Cortines por medio de numerosas iniciativas la cantidad de 250 pesos c/u, según los términos del Decreto del que atendieron tanto a la macroeconomía, como fue la decisión de una 29 de diciembre de 1932. Estos devaluación inesperada que dio estabilidad cambiaria al país por más de dos bonos fueron utilizados para pagar obligaciones interiores o liquidar décadas. Pero también, se pusieron en práctica varias medidas sectoriales, obligaciones fiscales sin amortizarse entre éstas se encuentran las que atendieron los problemas padecidos por el en efectivo. TESOFE, México. sector agrícola, que dentro de la esfera de la deuda interna fueron resueltos con la cancelación de adeudos municipales, tomando en cuenta, su “manifiesta incapacidad económica que les ha impedido cumplir con diversos compromisos”. Para ello se dieron varias disposiciones, entre la que destacó, la emisión de Bonos obras municipales de diciembre de 1953, con una única serie amortizable a 20 años y con un interés del 2.5% semestral. En total se lanzaron al mercado bonos por 900 millones de pesos, de los cuales, 600 sirvieron para convertir antiguos bonos, y el resto se destinó a liberar a los municipios del país de sus deudas. La bonanza económica mundial del siglo xx se ubica entre los decenios de los cincuenta y setenta, aproximadamente. Durante esas décadas, varios países ingresaron en el proceso de mayor industrialización y transformación de sus sociedades al dejar atrás el predominio agrario por el de sociedades predominantemente urbanas. En este proceso económico se ha analizado también el papel activo de los gobiernos, tanto en el sector productivo como en el financiero, con el propósito de reforzar el crecimiento y la transformación social. No menos importante fue el peso del mercado internacional en la transformación de esas economías que recibieron importantes capitales del exterior, en condiciones favorables que han resultado 60 61 62 irrepetibles, tanto en lo que se refiere a la cantidad de préstamos disponibles, como en la diversidad de firmas oferentes, provenientes de la banca multinacional o de los bancos de los países más avanzados. Los gobiernos mexicanos aprovecharon la oferta de las finanzas internacionales en el marco de la estabilidad cambiaria del período y, destinaron grandes cantidades de recursos a las obras públicas. Compromisos, cuyo diseño y responsabilidad fueron compartidos entre la Secretaría de Hacienda (a través de la Dirección de Deuda Pública), la Tesorería de la Federación, el Banco de México (órganos responsables de la negociación, recepción y manejo de los recursos), y la Nacional Financiera que fungió como responsable de la colocación de los bonos en el mercado nacional e internacional. La oferta de los créditos externos derivó en dar preferencia a éstos sobre los préstamos internos, dejando a la banca mexicana el exclusivo manejo del crédito comercial, en tanto que los gobiernos de aquellos años apoyados por la Banca de Fomento (posteriormente llamada de Desarrollo) y otras dependencias gubernamentales, tomaron la responsabilidad del financiamiento de las obras públicas y de la promoción industrial y agrícola, patrocinadas por diversas emisiones realizadas durante esos años. Los años de la crisis financiera En los años setenta, la oferta de crédito externo se incrementó notablemente. A los préstamos de las instituciones bancarias multinacionales se sumaron los créditos de la banca estadounidense, ambos, no sólo otorgaron recursos al gobierno, sino también, a las empresas privadas. El resultado fue un enorme endeudamiento, que violentó los propósitos originales de hacer uso del crédito externo para “Bonos de la Deuda Pública Interior a 40 años” (reverso). la promoción del desarrollo, ya que gran parte de estos recursos fueron Bonos de la Serie J que representaban utilizados en el gasto corriente, teniendo como resultado que a fines de la cantidad de 250 pesos c/u, según los términos del Decreto del 29 de la década de los setenta, México despuntara como uno de los principales diciembre de 1932. Estos bonos fueron deudores de los países en desarrollo.1 utilizados para pagar obligaciones interiores o liquidar obligaciones El efímero respiro de la bonanza petrolera fue sucedido por fiscales sin amortizarse en efectivo. una década de crisis de deuda, que se hizo extensiva a varios países TESOFE, México. latinoamericanos. Situación que animó a los expertos de la CEPAL a considerar a esta como la “década perdida”, en la que la presión internacional hacia los países deudores fue cada vez más fuerte, justificándose así, la necesidad de evitar una recesión internacional. El brusco e inesperado retorno a los créditos internos en medio de varias medidas de devaluación e inflación que se sucedieron en los años ochenta, imposibilitó lograr un acuerdo entre el gobierno de López Portillo y los banqueros mexicanos, que se responsabilizaron recíprocamente de la situación, buscando el primero una vía de solución a través de la Nacionalización bancaria, por decreto del 1º de septiembre de 1982, en virtud de lo cual, 49 establecimientos bancarios pasaron a manos del gobierno; el adeudo de la indemnización ascendió a 93 millones de pesos, los cuales fueron cubiertos con 25 mil bonos del Gobierno Federal pagaderos a 10 años. 1 Se calcula que entre 1970 y 1976 la deuda pública aumentó de poco más de tres mil setecientos millones de dólares a cerca de veinte millones de dólares en adeudos de corto y largo plazo. 63 Correspondió al siguiente gobierno, encabezado por Miguel de la Madrid organizar el nuevo Régimen de sociedades nacionales de crédito,2 que quedó compuesto por más de cinco decenas de establecimientos bancarios cuyas acciones quedaron custodiadas en el Archivo Histórico de TESOFE, se trata de los siguientes establecimientos, en orden alfabético: Actibanco Guadalajara Banamex Banco Aboumard Banco Azteca Banco del Atlántico Banco BCH Banco Capitalizador Veracruz Banco Capitalizador Monterrey Banco del Centro Bancomer Banco Comercial Capitalizador Banca Confía Banco Continental Banca Cremi Bancrecer Banco Ganadero Banco General de Capitalización Banco del Interior Banco Internacional Banco Latino Banco Mercantil de Monterrey Banco Mercantil de Zacatecas Banco del Noroeste Banco Occidental de México Banco de Oriente Banpaís Banco Panamericano Banco Popular de Edificación y Ahorro Banco Provincial del Norte Banco Provincial del Noreste Banco Refaccionario de Jalisco Banco Regional del Norte 2 Los establecimientos quedaron bajo la rectoría de la nueva Subsecretaría de la Banca Nacional. 64 Banca Serfín Banco Tuxpan Banco Sofimex Comermex Crédito Mexicano Crédito Monterrey Financiera Industrial y Agrícola Multibanco Mercantil Mexicano Unibanco Financiera Industrial y Agrícola Las nuevas emisiones de los Certificados provisionales de la Tesorería de la Federación, fueron autorizadas por medio del Decreto del 18 de noviembre de 1977, que fue reformado el 8 de julio 1993. Estas emisiones están bajo la responsabilidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Banco de México. Se trata fundamentalmente de títulos al portador pagaderos a un año que circulan en el mercado de dinero, lo que permitió un cambio significativo en el mercado de valores nacional, al crear un mercado homogéneo y regulado de títulos públicos. Podemos afirmar sin duda, que el rescate realizado del Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación es un esfuerzo loable de la Secretaría de Hacienda para reconstruir una valiosa fuente histórica y documental que expresa el temprano papel económico del Estado mexicano en la construcción de la infraestructura de comunicaciones, electricidad y riego, entre otras. Es decir, los futuros estudiosos de la historia de la deuda interna mexicana en el siglo xx, tendrán en esta publicación una guía confiable sobre el recorrido de las emisiones gubernamentales durante más de cien años, y en las piezas documentales, conservadas y ordenadas, encontrarán una valiosa fuente de información a través de las características de sus emisiones, pues contienen los datos necesarios que identifican el valor total de las emisiones, el valor nominal de los bonos en diversas cantidades, el período de liquidación, etcétera. Registro que no sólo es numérico, ya que el valor iconográfico hace extensivo el estudio de estos documentos tanto para los economistas historiadores como para los historiadores del arte. Lo anterior refleja la huella del legado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en la historia política, económica y cultural de México. 65 Lecturas recomendadas: Del Ángel Mobarak Gustavo, El crédito público en la historia hacendaria de México: sus protagonistas y su entorno. México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 2012, p. 286. [https://www.gob.mx/shcp/documentos/ publicaciones-secretaria-de-hacienda-y-credito-publico]. Hernández Trillo Fausto, La economía de la deuda. Lecciones desde México, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 346. La deuda pública interior, Investigación económica, junio 1950, vol. 10, núm. 2, pp. 177- 211. La deuda pública, en Varios autores, México Cincuenta años de Revolución. I. La Economía, México, Fondo de Cultura Económica, 1960, pp. 447-472. Lajous Adrián, Desarrollo, deuda y comercio: un testimonio histórico sobre la crisis mexicana y el ajuste, 19831993, México, El Colegio de México, 2013. Reyes Heroles Jesús, “Estabilización y crecimiento en México: gestión de la deuda pública interna”, Trimestre económico, abril de 1990, vol. 57, núm. 2, pp. 403-433. Salas Villagómez Manuel, La deuda pública: un estudio general, exámen del caso de México, México, Nacional Financiera, 1950, p.155. Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Legislación sobre deuda pública, México, 1958, 3 vols. “Bonos del estado de Chihuahua”. Bono que obligó al Gobierno mexicano a pagar al portador la cantidad de 1000 pesos de plata mexicana a los 25 años con un interés anual del 5%. Este bono formó parte de otros 600 expedidos en virtud del Decreto del 11 de febrero de 1898. TEFOSE, México. 66 67 68 Emisión de papel moneda Cedrian López-Bosch E l papel moneda es más que un medio de cambio, es reflejo de la historia del país donde se emite y de sus instituciones. Sus emisores, firmantes, resellos y denominaciones, los materiales con los que está fabricado, las técnicas de impresión, la tipografía, los motivos, viñetas y retratos que los adornan reflejan el arte y la economía de una época, y nos hablan de sus realidades, tendencias y expectativas. Los inicios del papel moneda en nuestro país, a la par del México independiente, fueron accidentados. A finales de 1822, el emperador Agustín de Iturbide decretó la emisión de cédulas para enfrentar la escasez de recursos del erario que desaparecieron con el Imperio, y la República emitió otras para sacar a aquéllas de la circulación, también de breve duración, pues la población estaba acostumbrada a la moneda metálica y rechazaba el dinero en papel. Esos fueron los primeros intentos, infructuosos, por implantar este medio de pago en nuestro país. Las siguientes décadas, a pesar de la existencia de algunos vales, certificados y obligaciones, transferibles o pagaderos a la vista y al portador, emitidos por diversas autoridades, se caracterizaron por Fajillas de billetes infalsificables los pagos en moneda metálica. Sin embargo, en 1864 abrió sus puertas en de 5 y 20 pesos que no llegaron México una institución que cambió el destino del papel moneda, el Banco a circular. Estos billetes fueron emitidos hacia el final de la de Londres, México y Sudamérica, dando inicio a una de las etapas más Revolución con la intención de conocidas de la billetística mexicana, el de los bancos privados de emisión, reemplazar a las emisiones previas y uniformar la circulación fiduciaria. que duró hasta 1914. El siguiente gran período es la emisión revolucionaria, que va de 1913 hasta 1916, cuando múltiples facciones contendientes en la gesta armada, así como autoridades locales, comerciantes, mineros y hacendados emitieron moneda de papel para pagar a las tropas y resolver la necesidad de circulante, ante la desaparición de la moneda metálica. Finalmente, la Constitución de 1917 sentó las bases para el último lapso del papel moneda, presente hasta nuestros días, el del Banco Único de Emisión. Esta clasificación no es perfecta ni completa, pues varias emisiones de papel moneda realizadas por actores públicos y privados escapan a las características de estos períodos, y hay algunos traslapes entre las últimas emisiones de los bancos de emisión y las primeras revolucionarias, y los intentos por establecer el Banco Único coinciden con las últimas emisiones de la gesta armada. No obstante, estos períodos dan un panorama general para entender el progreso de la emisión de papel moneda en nuestro país y del cual encontramos un muestrario representativo en el Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación. 69 Este Archivo está formado por piezas de papel moneda entre las que se encuentran billetes, vales, obligaciones, cartones y cheques de los tres períodos antes mencionados, incluyendo sus traslapes, aunque en su mayoría se trata de piezas emitidas por distintas facciones durante el período revolucionario: Emisor Fechas Piezas Banco de Morelos. 1903 y 1910 1912-1914 Banco de Londres y México. 19 Banco Nacional de México. 1913 Banco de Coahuila, Torreón. 1913 Banco Nacional de México, Torreón. 1913 Banco Minero. 1913 Gobierno del Estado de Sinaloa. 1913 Tesorería General del Estado de Chihuahua. 1913 Gobierno Provisional del Estado de Chihuahua. 1913 Banco de La Laguna. 1913-1914 Gobierno del Estado de Durango. 1913-1914 Pagaduría General de la Brigada de Sinaloa. 1914 Banco Revolucionario de Guerrero. 1914 Tesorería General del Estado de Sinaloa. 1914 Tesorería de la Federación. 1914 Obligación Provisional del Erario Federal. 1914 Comisión Reguladora del Mercado del Henequén. 1914 Gobierno Provisional de México, emitidos en México. 1914 Gobierno Provisional de México, emitidos en Veracruz. 191 1914-1915 Gobierno Convencionista. 1915 República Mexicana, Gobierno Constitucionalista. 1915 Pagaduría General del Cuerpo del Ejército del Noroeste. 1915 República Mexicana, Gobierno Provisional de México. 1916 Comisión Monetaria. 1920 Una constante a lo largo de estas emisiones es la participación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. No es casualidad que la firma del secretario del Ramo estuviera estampada desde aquellas dos primeras y efímeras emisiones de papel moneda en 1823 y que cuando reapareció este medio de pago en la vida cotidiana, varias décadas después, hasta la autonomía del Banco de México en 1994, el sello de la Secretaría estuvo impreso en la mayor parte de las emisiones para autorizar su puesta en circulación. Pero éste no fue el único papel desempeñado por la Secretaría de Hacienda, pues en diversos momentos también intervino en la vigilancia, impresión, emisión, validación, custodia, retiro, canje y destrucción de papel moneda, además del combate a la falsificación. En las siguientes páginas se explica cómo las historias de esta Secretaría y de la Tesorería de la Federación están entrelazadas con la de emisión de papel moneda, 70 enfocándonos en las piezas de este Archivo Histórico y complementando con referencias a otras emisiones que ayudarán a entender este complejo proceso, sin pretender ser exhaustivos en cuanto a las emisiones de cada una de las épocas. La autorización y vigilancia de las emisiones de papel moneda Los billetes aparecieron en nuestro país con la llegada de los bancos de emisión en el último tercio del siglo xix. El primero en establecerse fue el Banco de Londres, México y Sudamérica, en 1864, al amparo del Código de Comercio. Si bien este banco no tenía vigilancia ni intervención de autoridad alguna, su conservadora política de emisión logró generar confianza en el papel moneda. Una década después, empezaron a fundarse bancos en el estado de Chihuahua bajo supervisión estatal; la primera concesión fue dada al Banco de Chihuahua en 1874, al que le siguieron los bancos de Santa Eulalia, Mejicano, Minero Chihuahuense, de Hidalgo del Parral, Minero y el (segundo) Banco de Chihuahua, entre 1875 y 1883. En esa época, el Congreso de la Unión también autorizó las concesiones otorgadas por la Secretaría de Hacienda a diversos grupos de individuos para desempeñar funciones de banca de emisión e hipotecaria; así surgieron el Banco Nacional Mexicano en 1881, al año siguiente el Banco Hipotecario Mexicano y el Mercantil Mexicano, y un año más tarde el Banco Mercantil, Agrícola e Hipotecario y el Banco de Empleados. En ese entonces, los bancos se conducían conforme a sus contratos de concesión, pues aún no existía una legislación especial para regir sus actividades. Esto dio lugar a la diversidad de condiciones y requisitos de emisión, en función de la capacidad negociadora de cada banco, y también se tradujo en billetes con distintas características, denominaciones, firmantes, sellos y pago de impuestos diferenciados. Los billetes de los bancos de emisión fueron manufacturados por reconocidas casas grabadoras e impresoras extranjeras con los procesos más sofisticados de la época; con planchas de acero finamente grabadas a mano con buril y/o al aguafuerte, en papel y con tintas especiales. En un inicio, eran manufacturados por múltiples compañías, tanto inglesas (e.g. Thomas de la Rue-TDLR o Bradbury, Wilkinson & Co.-BWC) como estadounidenses (e.g. Homer Lee Bank Note Company-HLBNC, National Bank Note Company-NBNC o American Bank Note Company-ABNC), y algunas más que imprimieron otros documentos pagaderos a la vista y al portador. Sin embargo, rápidamente la ABNC fue quedándose con la mayor parte de los contratos y absorbiendo a sus competidores. Cada banco elegía los motivos que adornaban sus billetes; algunos mandaban grabar retratos de figuras públicas, ejecutivos del banco o sus familiares, y/o escenas que representaban algún elemento característico de la localidad. Estas viñetas, conocidas por dichas compañías como “especiales”, eran solicitadas por los emisores para uso exclusivo de sus billetes y/o acciones. Otros bancos incluían escenas de la vida cotidiana o alegorías que representaban la solidez económica del banco o la prosperidad asociada a las comunidades donde estaban ubicadas, escogidas del archivo de la compañía impresora y pueden encontrarse en billetes, bonos o acciones de otros emisores en México y en el extranjero (véase artículo de Arturo Chapa). 71 Los bancos autorizados por el Congreso estaban supervisados por Los billetes de los bancos de emisión incluían retratos de personajes interventores nombrados por el gobierno, encargados de velar por el cumplimiento históricos o figuras públicas, de sus contratos y estatutos, podían inspeccionarlos y debían certificar que la representaciones de cualidades o emisión de billetes reuniera todos los requisitos correspondientes. Por ello, antes ideas a través de alegorías y viñetas que mostraban aspectos de la de ponerlos en circulación los firmaban. A pesar de esta vigilancia, la crisis actividad económica o escenas de la de 1884 no pudo ser prevenida. Los bancos Nacional Mexicano y Mercantil vida cotidiana finamente grabadas. Para su emisión requerían la firma Mexicano ayudaron al gobierno a sortearla, a cambio de la reorganización de representantes del banco que del sistema financiero, para lo cual se emitió un nuevo Código de Comercio respaldaban su solidez y funcionarios del gobierno que certificaban el ese mismo año, en cuya redacción participaron sus abogados garantizándoles cumplimiento de los requisitos de un trato preferencial. En él se exigía a todos los bancos la autorización de la emisión. Las firmas inicialmente eran manuscritas y progresivamente Secretaría de Hacienda y requisitos de emisión difíciles de cumplir para la se permitió el uso de algunas firmas mayor parte de ellos, dándole al naciente Banco Nacional de México, producto en facsímil. Esta práctica continuó hasta los primeros años del Banco de la fusión de aquellos dos bancos, prerrogativas especiales desde el mismo de México, después de lo cual todas fueron impresas. Código y prácticamente un monopolio. Después de varios años de disputa entre los defensores de la pluralidad Arriba: de bancos, encabezados por el Banco de Londres, México y Sudamérica, y el Billete de un peso del Banco Nacional Banco Nacional de México, promotor del monopolio bancario, el 1 de junio de México con el retrato de Manuela García Teruel, American Bank Note de 1888 se publicó un decreto que autorizaba al Gobierno Federal a dar Company, 1913. concesiones para el establecimiento de instituciones de crédito. En tanto se Página opuesta: publicaba una legislación específica, el Código de Comercio de 1889 estipuló Anverso y reverso de espécimen de que los bancos debían suscribir contratos con el Ejecutivo y ser aprobados diez pesos del Banco Comercial de por el Congreso. Así, el Banco de Londres, México y Sudamérica adquirió la Chihuahua con el retrato del cura Miguel Hidalgo, una escena de una concesión del Banco de Empleados y suscribió un contrato de concesión con la mina, actividad principal de ese estado, Secretaría de Hacienda para continuar operaciones ahora bajo el nombre de y una representación del dios Mercurio asociado al comercio. American Bank Banco de Londres y México. Los bancos de Chihuahua también suscribieron Note Company, 1890. contratos con esta Secretaría o se fusionaron para regularizar su situación. En los años siguientes, diversos grupos económicos en Durango, Nuevo León, Yucatán y Zacatecas solicitaron concesiones semejantes para establecer otros bancos de emisión. Aunque se extendió la figura de los interventores a todos los bancos, seguía habiendo diversidad de concesiones, características para su establecimiento y emisión de 72 billetes. Así, se fue gestando un sistema bancario, donde dos grandes bancos, el Nacional y el de Londres y México tenían presencia en todo el territorio y sus billetes eran de circulación nacional, y un grupo de bancos locales cuyo alcance estaba limitado a su estado sede, y en ocasiones a las entidades vecinas. Finalmente, en 1897 el gobierno emitió una legislación específica, la Ley General de Instituciones de Crédito para organizar el sistema bancario. En ella se consideraba la existencia de tres tipos de instituciones: los bancos de emisión, los refaccionarios y los hipotecarios, uniformando los requisitos para cada uno de ellos y sometiéndolos a vigilancia de la Secretaría de Hacienda a través de la figura de los interventores, Páginas siguientes: nombrados uno para cada entidad financiera. Los billetes, privilegio exclusivo Los billetes y bonos de la época eran producidos por imprentas de de los bancos de emisión, eran créditos contra el banco, no podían exceder el seguridad altamente especializadas doble de los fondos en metálico ni el triple del capital pagado, debían ser de como la American Bank Note Co. circulación voluntaria, pagarse en efectivo, a la par, a la vista y al portador por su valor nominal, y sus denominaciones solo podrían ser de 5, 10, 20, 50, 100, 500 y 1000 pesos, debiendo contar con la fecha de la emisión, serie, número y firmas del interventor del gobierno, uno de los directores y del gerente o cajero. Con esta regulación, casi todos los estados vieron aparecer un banco de emisión, dado que el primer banco 73 74 75 en cada uno tendría condiciones preferenciales. No obstante, algunos de los Al iniciar la gesta revolucionaria, bancos preexistentes lograron retener algunas ventajas en términos de límites el gobierno de Victoriano Huerta autorizó la emisión de billetes de de emisión, existencia de metálico y pago de contribuciones. Además, los 1 y 2 pesos prohibidos desde la bancos de la capital lograron evitar que los estatales abrieran sucursales en Ley de 1897. Algunos bancos los imprimieron en la American Bank la Ciudad de México y sus billetes se restringieran a sus lugares de origen, Note Company, pero otros buscaron compañías en México como la dándoles una ventaja considerable sobre éstos. Bouligny & Schmidt Sucr. Después de ser validados con la firma de los interventores, la Secretaría de Hacienda hacía lo propio con dos sellos impresos directamente Billete de dos pesos del Banco Nacional de México impreso por sobre los billetes, normalmente al reverso. El primero era una contraseña, American Bank Note Company, diferente para cada banco emisor, cuyo color y posición variaba según el año Nueva York, 1913 y un peso del Banco de Londres y México, de emisión y la denominación. Previo a la regularización de las concesiones, Bouligny & Schmidt, Sucr. impreso esta contraseña solo tenía el nombre del banco, posteriormente tanto éste en México, 1914. como el de la Secretaría de Hacienda, en rosetas finamente impresas para dificultar su falsificación. En algunos casos, a partir de 1890 se agregaron otras contraseñas alfanuméricas en el anverso de los billetes que cambiaban conforme a patrones específicos para dificultar aún más la falsificación y llevar control de las emisiones. El segundo sello era un timbre fiscal, la estampilla de la Renta del Timbre, acreditando el pago de este impuesto. En 1871, el presidente Benito Juárez emitió un decreto por medio del cual sustituyó el papel sellado por el timbre fiscal para facilitar y consolidar el sistema 76 tributario nacional. Ya esa primera Ley del Timbre incluía a los billetes de banco y les asignaba la misma cuota de los recibos, aumentando el impuesto según su valor, aunque su entrada en vigor tardó todavía unos años más. Las leyes subsecuentes les asignaron un impuesto específico, dos centavos para los billetes de denominación hasta diez pesos primero, y posteriormente hasta veinte pesos, y cinco centavos por cada cincuenta pesos o fracción. La Ley de Instituciones de Crédito de 1897 especificaba que ningún billete podía circular sin esta estampilla, y que independientemente de la denominación, dicha estampilla no podría ser superior a cinco centavos. Sin embargo, no todos los bancos se regían por esta Ley; el Banco Nacional de México pagaba cuotas inferiores a aquella, definidas en su contrato de concesión, es decir, medio centavo en billetes de uno a cincuenta pesos y un centavo de cien a mil pesos. Igualmente, al haber adquirido la concesión del Banco de Empleados, que tomaba como referencia los impuestos del Nacional, el Banco de Londres y México tenía el mismo trato. Esta Ley trajo consigo la creación de una oficina dependiente de la Secretaría de Hacienda, la Oficina Impresora del Timbre. También conocida como Oficina Impresora de Estampillas o de la Renta, era la encargada de imprimir ambos sellos previa firma de los inspectores, autorización por escrito de la Secretaría de Hacienda y pago del impuesto correspondiente y de la mano de obra a la Dirección del Timbre. Aunque no exento de crisis, el sistema bancario creció a lo largo del Porfiriato, de tal forma que al final de este período había en México veinticuatro bancos de emisión y la población estaba acostumbrada al uso de los billetes, cuyo monto total ascendía a más de 113 millones de pesos en circulación. En los años siguientes, sin embargo, la emisión de papel moneda sufrió cambios drásticos y las emisiones de los bancos privados se empalmaron con las primeras de la Revolución, coexistiendo durante varios años. Multiplicación de emisiones y emisores, impresión en México y puesta en circulación por autoridades locales y federales La inestabilidad e incertidumbre tras la detención y asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, perpetrados por el general Victoriano Huerta, y los levantamientos en su contra, produjeron la escasez de moneda de oro y plata, que era atesorada y/o exportada. Como presidente interino, en agosto de 1913 Huerta prohibió la exportación de monedas de esos metales, y en octubre también su desmonetización y exportación en barras. A pesar de ello, las monedas escaseaban, se dificultaban las operaciones comerciales cotidianas y los bancos cerraban sus sucursales y/o limitaban el monto de retiros disponibles. Para resolver esta situación y los problemas financieros del gobierno, ese mismo mes, Huerta asumió facultades extraordinarias en materia de hacienda y tomó decisiones contrarias a la Ley de 1897. En noviembre, su gobierno decretó el curso forzoso de los billetes de todos los bancos de emisión en sus respectivas localidades y la prohibición de cambiarlos por monedas metálicas. Aunque a los dos días tuvo que autorizar el canje por moneda fraccionaria para facilitar las operaciones de bajo valor, esta medida no logró regresar las monedas fraccionarias de plata a la circulación. Por ello, optó por permitirles emitir billetes de uno y dos pesos, y en marzo de 1914 también de cincuenta centavos, todos ellos con la autorización previa de la Secretaría de 77 Portada, muestra de estampillas comunes con y sin talón y timbres impresos en los reversos de la mayor parte de los billetes al final del período de los bancos de emisión, en 1913-1914. 78 Muestrario de timbres de la Oficina Impresora de Estampillas. La Oficina Impresora de Estampillas, que imprimía la contraseña de la Secretaría de Hacienda y el sello de la Renta del Timbre, generalmente ambos al reverso, previo pago de este impuesto y de la mano de obra. 79 Hacienda. También redujo el encaje necesario para emitir billetes de 50 a 33 por ciento, y en marzo de 1914 permitió a los bancos hasta el 90 por ciento de su emisión sin respaldo metálico, a condición de adquirir el equivalente en bonos, dándole un respiro a las finanzas de su gobierno. Los ahorradores exigían a los bancos cambiar sus billetes y retirar sus ahorros, obligando al gobierno de Huerta no solo a extender la circulación forzosa de todos billetes de los bancos de emisión a toda la república, aunque la población seguía prefiriendo los de los bancos de la capital, sino también a decretar un feriado bancario del 22 de diciembre de 1913 al 2 de enero de 1914, extendido al 15 de enero y posteriormente al 31 de marzo. Esto permitió a los bancos evitar caer en bancarrota por la incapacidad de devolver los ahorros y redimir sus billetes, así como mandar imprimir, resellar y poner en circulación más de ellos. Casi todos ampliaron sus emisiones en 1913-1914, por encima de los límites permitidos por la Ley de 1897, por lo que a finales de abril de este último año el monto en circulación ascendía a más de 220 millones de pesos, es decir, casi el doble del final del Porfiriato. Alrededor de la mitad de los bancos solicitó a la ABNC reimprimirles billetes en todas las denominaciones existentes y algunos exploraron con esta compañía la posibilidad de imprimir también billetes de cincuenta centavos, uno y dos pesos, pero solo unos pocos lo hicieron.1 Otros más optaron por buscar casas impresoras en México para evitar la pérdida de tiempo de solicitar y aprobar los diseños a distancia, grabar las planchas, imprimir los billetes y reducir los costos y riesgos de enviarlos a México en un país levantado en armas. Las imprentas Bouligny Schmidt & Co., American Book and Printing Co. y Eduardo I. Aguilar eran los candidatos idóneos para imprimirles y entregarles billetes a un menor precio y con mayor celeridad; ya habían tenido algún contacto con varios bancos a los cuales les habían impreso bonos y otro tipo de papelería y, más importante aún, tenían sus talleres en México. Así, casi la mitad de los bancos terminaron encomendando a estas tres imprentas fabricarles billetes de uno, dos, cinco y hasta diez pesos con diseños específicos o con reproducciones de viñetas de la ABNC.2 Naturalmente, al no tener la experiencia en la impresión de billetes de esta última, ni los grabadores, la maquinaria o inventario de viñetas, ni mucho tiempo para prepararlos, éstos fueron de inferior calidad. No obstante, todavía cubrían con las formalidades de tener las firmas, todas ellas impresas, incluyendo la de los interventores, así como la contraseña de la Secretaría de Hacienda y el sello de la Renta del Timbre. Por otro lado, para derrocar a Huerta y restaurar el orden constitucional, Venustiano Carranza había proclamado el Plan de Guadalupe en marzo de 1913, en torno al cual se 1 ABNC imprimió billetes de 1 y 2 pesos para el Banco Nacional de México y el Banco que Guanajuato; 1 peso para los Bancos Minero y de Hidalgo; e hizo modelos y/o pruebas de 50 centavos, finalmente no emitidas, para el Nacional, el de Nuevo León y el Oriental. Para este último también hizo pruebas de 1 y 2 pesos, igual que para los Bancos de Londres y México y de Jalisco. 2 Bouligny imprimió billetes de 1 y 2 pesos para el Banco de Londres y México; 5 y 10 pesos para los bancos Minero, de Durango y de Guanajuato y de 10 pesos para el Banco de Coahuila; la ABPC de 1 peso para el Banco Peninsular y de Tamaulipas; 2 pesos para el Minero y ambas denominaciones para los de Coahuila, Estado de México, Oriental, Querétaro y San Luis Potosí; y la Imprenta de Eduardo I. Aguilar preparó billetes de 50 centavos para el Banco Minero y 1 peso para los bancos de Morelos y Zacatecas, pero ninguno llegó a circular porque fueron confiscados por las tropas constitucionalistas al llegar a la ciudad (vid. Infra). 80 reunieron diversos jefes militares. Este levantamiento, imposibilitado para obtener crédito en el exterior, requería de recursos para conseguir su objetivo. Para ello, ante la negativa de los bancos de apoyarlo, muchos de los cuales incluso cerraron sus sucursales en los territorios controlados por los constitucionalistas, y a fin de no dar a ningún grupo control sobre su movimiento, optó por emitir deuda interna a través de papel moneda de aceptación obligatoria para todo tipo de operaciones. Según indicaban los decretos de emisión del movimiento constitucionalista, el costo se repartiría entre la población de manera equitativa y se resarciría al triunfo del movimiento. Si bien no hay registros centralizados ni completos de las múltiples emisiones de este período, es posible rastrear buen número de ellas en decretos militares, en las Memorias de la Secretaría de Hacienda, en periódicos de época, en archivos de jefes revolucionarios e incluso encontrar en algunos repositorios contratos o correspondencia sobre la impresión de algunos billetes, pero son precisamente éstos los que nos proporcionan más información. A medida que desaparecía la moneda metálica e incluso los billetes de los bancos de emisión, estas piezas fueron inundando la economía, provocando la depreciación del peso e inflación. En abril de 1913, Venustiano Carranza autorizó una primera emisión por cinco millones de pesos en billetes de circulación forzosa de uno a cien pesos, conocida comúnmente como de Monclova. Estos billetes fueron firmados por el jefe del Departamento de Hacienda, Francisco Escudero y el tesorero general, Serapio Aguirre. En diciembre de ese año, Carranza aumentó esta deuda a 20 millones y en febrero siguiente a 30 millones, con la emisión de billetes de uno a veinte pesos del Ejército Constitucionalista, con un diseño y colores más elaborados que su predecesora, incluyendo una viñeta de un águila devorando una serpiente y los volcanes al fondo, y las firmas del mismo tesorero y de Felícitos F. Villarreal, quien fungía entonces como jefe del Departamento de Hacienda. La impresión corrió a cargo de la compañía estadounidense Norris Peters con sede en Washington, D.C. En los meses siguientes, Carranza, a través de nuevos decretos, también ordenó la emisión de moneda fraccionaria en forma de “cartones” de 5, 10 y 20 centavos, para enfrentar la escasez de moneda menuda y facilitar las operaciones comerciales, con un poder liberatorio limitado a diez pesos. Ante la imposibilidad de distribuir oportunamente papel moneda a todos los lugares donde se encontraba el levantamiento, las autoridades locales y las divisiones del ejército constitucionalista buscaron hacerse de medios para mantener la actividad económica en su jurisdicción y sufragar los gastos de las tropas, recurriendo también a la emisión de papel moneda por su cuenta. A diferencia de las emisiones de los bancos, ya no había respaldo metálico alguno, simplemente el nombre del jefe de armas o del gobierno en turno, y la promesa, a veces explícita pero muchas veces implícita, que se pagaría una vez que las finanzas locales o federales se estabilizaran, por lo cual se estampaba la firma de los encargados de hacienda, la tesorería o la oficina de rentas. Durango fue de los primeros gobiernos estatales en emitir bonos y billetes al portador, de carácter local, circulación forzosa y duración indefinida. Ocasionalmente se pedía la intervención del comercio para ponerlos en circulación, pero normalmente lo hacían a través de las tesorerías y pagadurías locales. Entre agosto de 1913 y septiembre 81 Cartones de cinco centavos emitidos por el movimiento constitucionalista; pruebas de impresión de cartones de cinco y diez centavos de esta misma emisión y vale por veinte centavos puesto en circulación por autoridades leales a Huerta en Mazatlán. Las distintas facciones revolucionarias y autoridades emitieron moneda fraccionaria para facilitar las operaciones cotidianas. 82 de 1915, se alternaron autoridades constitucionalistas y villistas en este estado, cada una de las cuales puso en circulación diversas emisiones desde 10 centavos hasta 50 pesos. En su mayoría fueron producidos por imprentas locales como la Tipografía de Silvestre Dorador y la Litografía y Tipografía de M. Gómez, aunque algunos fueron manufacturados en Guadalajara, en la imprenta y encuadernación de Juan Manuel Yguiniz Alcalá. Cada emisión llevó firmas diferentes, de quienes fungieron como director general de rentas, Manuel del Real Alfaro, José Clark y Mariano Varela; recaudador de contribuciones, Juan Manuel Olagaray Peres, secretario interino, Francisco Ríos Laurenzana, Ramón Fernández, Antonio Gaxiola Delgadillo, Juan B. Fuentes y Lorenzo Parra Durán; y/o gobernador, Pastor Rouaix, Emiliano G. Saravia, Domingo Arrieta y Máximo García. Los Estados de Coahuila, Colima, Guanajuato, Jalisco, México, Sinaloa y Sonora, entre otros, siguieron esta práctica a través de las tesorerías generales, municipales, direcciones de rentas u otras autoridades, produciendo billetes, vales y bonos generalmente en la imprenta del gobierno o en alguna otra imprenta local, y excepcionalmente en Estados Unidos. De manera paralela, negociaciones mineras, cámaras de comercio, haciendas y otros negocios emitieron vales, sobre todo de cinco centavos a un peso, para permitir las operaciones de bajo valor, considerando la falta de moneda metálica, la especulación y los problemas en la aceptación de los billetes de bancos de algunos estados y de las facciones contendientes, tolerados por los jefes militares. Las divisiones del Ejército Constitucionalista también encontraron formas de financiarse a través de papel moneda. El jefe de la División del Norte, Francisco Villa, cuando tomó la ciudad de Torreón, exigió a los bancos de la Comarca un préstamo forzoso para pagarle a sus tropas. Estos bancos, argumentando no tener reservas metálicas en sus sucursales, mandaron fabricar a las imprentas tipográficas C. Montauriol y Valdés en Torreón, y de Simón de la Peña en Saltillo cheques al portador de 1, 5, 10, 20 y hasta 50 pesos a cargo de los otros bancos de la ciudad, pagaderos en la Ciudad de México una vez que se reestablecieran las comunicaciones con ésta. Al breve tiempo, fungiendo como gobernador provisional de Chihuahua, Villa ordenó a la Imprenta de Gobierno del Estado producir billetes de cinco centavos a cien pesos, que por su gran tamaño y papel blanco fueron conocidos como las “Sábanas de Villa”. Estos billetes, fechados el 10 de diciembre de 1913, además del nombre de este general, tenían las firmas del tesorero general del Estado, Sebastián Vargas (hijo) y del interventor, Manuel Chao. Cuando el Centauro del Norte dejó la gubernatura a este último, para continuar las operaciones revolucionarias, le ordenó que imprimiera más billetes. Éstos tenían en el anverso los 83 El general Francisco Villa ordenó a la Imprenta del Estado producir papel moneda para el pago de sus tropas. Meses después fue revalidado por el Gobierno de la Convención para continuar circulando. “Sábana de Villa” de cincuenta pesos. 84 retratos de dos símbolos de la lucha revolucionaria, Francisco I. Madero y el también recientemente asesinado gobernador de este estado Abraham González, por lo que comúnmente se les conoció como “dos caras” o “dos caritas”, y el reverso se ilustraba con una imagen del Palacio de Gobierno de Chihuahua, como estaba en aquella época. Dichos billetes fueron firmados por el mismo tesorero, J.M. Muñoz como interventor y Chao ahora como gobernador; tienen diversos tipos de resellos en varios colores, con contraseñas alfanuméricas y algunas fechas. El Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación tiene un número significativo de estos billetes que permite estudiar dichas fechas y contraseñas. La impresión, de tipo litográfica, se hizo en Estados Unidos en la Maverick-Clarke Litho Co. de San Antonio, Texas, la Norris Peters de Washington, D.C. y, posiblemente algunas compañías más, después de que la ABNC declinara fabricarlos por ser un estado en manos de los rebeldes. Esta situación no siempre fue así; Villa, siendo gobernador, también había ordenado la creación del Banco del Estado de Chihuahua y mandado fabricar billetes para éste a la ABNC, la cual los imprimió –aunque no llegaron a circular– con viñetas y alegorías de su archivo, emulando la vida económica del estado, y también produjo otros para diversas facciones, con la misma tecnología y medidas de seguridad de los hechos para los bancos de emisión, así como múltiples modelos que no llegaron a producirse. El Cuerpo de Ejército del Noroeste, encabezado por Álvaro Obregón, también realizó diversas emisiones en Sinaloa, Nayarit y Jalisco a través de sus pagadurías. Por ejemplo, en abril y mayo de 1914 emitió billetes de uno a cincuenta pesos en los cuarteles generales de Culiacán, Sinaloa, y en junio de cincuenta centavos a cincuenta pesos en Tepic, Nayarit, así como de cincuenta centavos a veinte pesos en Guadalajara en agosto de ese año y mayo del siguiente, todos ellos firmados por el general en jefe Álvaro Obregón y el teniente coronel jefe del Estado Mayor Francisco Roque Serrano Barbeytia. A diferencia de las primeras emisiones que eran muy sencillas, sólo con el escudo del Ejército Constitucionalista, la denominación, serie, folio y firmas, las emisiones de Guadalajara tenían un grabado del busto de Francisco I. Madero y una alegoría de la libertad en el anverso, y en el reverso la reproducción de una fotografía de época de unos soldados disparando un cañón. La Brigada de Sinaloa, también parte del ejército comandado por Obregón, en agosto de 1914 emitió billetes de 25 centavos a 50 pesos, manufacturados con dos y hasta tres tintas en la Imprenta Moderna de Mazatlán y firmados por el jefe del Estado Mayor, Manuel Roncal Gomezillanos; el general en jefe de la Brigada, Ramón Fuentes Iturbe y el pagador general de la brigada, M. C. Castro. La División de Occidente, también lanzó a la circulación billetes en Guadalajara con el busto del general liberal Ramón Corona Madrigal y la fachada del Palacio de Gobierno en esa ciudad. Estos billetes, firmados por el general jefe de esa División, Manuel Macedonio Diéguez Lara; el coronel jefe del Estado Mayor, Amado Aguirre y el jefe de Hacienda, A. Ruiz, fueron impresos en la tipográfica antes mencionada de J.M. Yguiniz de la Perla Tapatía. Para controlar las emisiones, al principio los billetes eran firmados manualmente por los jefes militares o funcionarios locales, pero ante lo poco práctico de esta medida y 85 Billete de veinte pesos del Gobierno Constitucionalista de México emitido por Venustiano Carranza en Monclova, Coahuila. Billete de un peso de la División de Occidente del Ejército Constitucionalista emitido por el general Manuel Diéguez en Guadalajara, Jalisco. Billete de 50 pesos emitido por la Pagaduría General de la Brigada de Sinaloa del Ejército del Noroeste a nombre del general Ramón Fuentes Iturbe. 86 Emisiones realizadas por autoridades militares constitucionalistas durante la Revolución. 87 Vale por cincuenta centavos emitido en Guaymas, Sonora a nombre de la Tesorería de la Federación. Vale por un peso emitido por la Jefatura de Hacienda en el puerto de Guaymas, Sonora y resellado por la División del Yaqui. Vale por cincuenta centavos emitido por el gobierno de la Soberana Convención de Aguascalientes. Emisiones realizadas por autoridades huertistas y convencionistas. 88 Billete de veinte pesos emitido por el Banco Revolucionario de Guerrero, en la zona controlada por los zapatistas. 89 el creciente número de billetes en circulación, las firmas se estamparon o se incluyeron en la impresión, agregando otras medidas de seguridad como sellos a la hora de emitirlos y/o contraseñas alfanuméricas. Para esta última tarea, el movimiento constitucionalista adquirió en Estados Unidos maquinaria especializada y estableció en Ciudad Juárez una oficina reselladora, a cargo del ingeniero Alberto J. Pani y en la que colaboró el también ingeniero Pascual Ortiz Rubio. Carranza trató de mantener control de estas emisiones autorizando algunas de ellas, reconociendo otras y tan pronto como fuera posible cambiándolas por las del movimiento constitucionalista. Sin embargo, no siempre pudo controlar a todos los generales, por lo que en ocasiones desautorizó algunas de ellas y la diversidad de emisiones fue la constante a lo largo de los siguientes dos años. Si bien algunos de estos billetes fueron impresos en Estados Unidos, en casas especializadas de Washington, Nueva York y San Francisco, con múltiples medidas de seguridad, la mayor parte fue realizada en imprentas litográficas o tipográficas locales, con tecnología rústica e insumos, papeles y tintas comunes. A pesar de las severas amenazas contra los falsificadores, éstos aprovechaban la débil calidad de grabados e impresiones, y la confusión y desconocimiento entre la población de las contraseñas para introducir sus falsificaciones a la circulación. También, fue común que facciones contrarias mandaran producir billetes semejantes a los de sus rivales a Estados Unidos para desestabilizarlos. Paralelamente, Huerta, sus generales y las autoridades que lo reconocían también enfrentaban crecientes dificultades para obtener los recursos necesarios para pagar al ejército federal, particularmente en las zonas asediadas por los constitucionalistas. Fue así como en noviembre de 1913 la Jefatura de Hacienda del Estado de Chihuahua decretó la emisión de cheques de emergencia de cincuenta centavos a diez pesos a cargo de la Tesorería General de la Federación. Ante la inminente salida de las tropas federales por la llegada de las villistas, solo unos pocos cheques de cincuenta centavos llegaron a la circulación, firmados por José G. Rochín como jefe de Hacienda y Carlos Pérez Ojeda como contador. El 8 de enero de 1914, en Monterrey, el general en jefe de la División del Bravo, Joaquín Téllez, ordenó la emisión de billetes de diez centavos a cinco pesos a nombre de la República Mexicana, con la viñeta de un águila devorando una serpiente, que él mismo suscribió, junto con el gobernador Salomé Botello y el jefe de Hacienda R. Garza Aldape. El 27 de enero se emitieron en Saltillo otros billetes en las mismas denominaciones, esta vez a cargo de la Tesorería Federal, con una viñeta más elaborada donde el águila está parada sobre unos estandartes, cañones y fusiles, y firmados por el gobernador de Coahuila, Pragedis de la Peña –quien por cierto previamente había sido miembro del consejo de administración del Banco de Coahuila y firmó en sus billetes–; el jefe de armas, Wilfrido Massieu y el jefe de Hacienda, Eugenio Soberón. Ambas emisiones fueron aparentemente realizadas en la imprenta del gobierno estatal. Igualmente, en febrero de 1914, las autoridades huertistas emitieron a nombre de la Tesorería General del Estado de Sinaloa bonos al portador de 10, 20 y 50 centavos, firmados por el tesorero Eduardo Bátiz y el contador Juan R. Sais, impresos por la Litografía La Nacional de Mazatlán. Por su parte, la Jefatura de Hacienda de Sonora puso en circulación una serie de pagarés de emergencia 90 de 10 y 50 centavos y 1 peso para pagar a las tropas, impresos por C. D. Taylor e Hijo en Guaymas, y al mes siguiente otros más de 10 y 50 centavos, 1 y 2 pesos, a nombre de la Tesorería de la Federación, con una imagen de un puerto al reverso, impresos en La Nacional de Mazatlán. Ambas emisiones de Guaymas fueron firmadas por Carlos Pérez Ojeda, quien había sido nombrado jefe de Hacienda de ese puerto, y el contador Modesto Ortega. Los primeros tienen sellos de la Jefatura de Hacienda de Sonora, del general en jefe de la División del Yaqui, y algunos también la firma sellada del general Téllez, mientras que los segundos normalmente sólo tienen esta última. Acechados por los constitucionalistas, algunos de estos personajes llevaron sus billetes a otras ciudades donde fueron revalidados con sellos locales. Agotados los escasos recursos conseguidos a través de empréstitos en el exterior y de los préstamos forzosos de la banca nacional, a inicios de julio de 1914 Huerta hizo un último intento de emisión de bonos de deuda interna amortizables a diez años con una tasa de interés de 6% y, en tanto éstos estaban listos, la Oficina Impresora de Estampillas del gobierno federal imprimió certificados temporales. Los bonos se podían utilizar para garantizar la puesta en circulación de hasta diez millones de pesos mensuales en Obligaciones Provisionales del Erario Federal de 1, 5, 25 y 50 pesos, de circulación forzosa en todo el territorio nacional, también impresas por dicha oficina impresora. Huerta salió a su exilio antes de ponerlos en circulación, pero los emitió su sucesor, Francisco Sebastián Carvajal y Gual, por lo que fueron conocidos como “bonos Carvajal”. En el anverso, además del águila sobre un nopal devorando la serpiente, tenían una leyenda referente a los bonos que los garantizaban, un sello de la Comisión de Cambios y Moneda, creada durante el Porfiriato, y las firmas del tesorero Gonzalo Manero y del subtesorero contador Francisco P. Montes de Oca, quienes tomaron posesión el 24 de ese mismo mes y también rubricaron los certificados temporales que encontramos en el Archivo Histórico de Tesorería de la Federación. En el reverso, las Obligaciones Provisionales tenían la leyenda descriptiva y una contraseña consistente en una fina roseta ovalada con la palabra México al centro y los nombres de la Secretaría de Hacienda y la Tesorería de la Federación en la periferia. Finalmente, Carranza aceptó reconocerlos y canjearlos más adelante. Al tomar la Ciudad de México en agosto de 1914, las tropas constitucionalistas decomisaron materiales para impresión de múltiples imprentas, entre las cuales se encontraba la de Eduardo I. Aguilar a quien le recogieron billetes terminados y en proceso de impresión de los bancos de emisión: Minero de Chihuahua, Morelos y Zacatecas. También ocuparon los talleres de la Oficina Impresora de Estampillas de la Secretaría de Hacienda, ubicada aún en Palacio Nacional, y en ella empezaron a imprimir una nueva emisión por 130 millones de pesos ordenada por Carranza a través del decreto del 19 septiembre, para atender las necesidades financieras del movimiento, reemplazar las emisiones previas reconocidas por el movimiento constitucionalista y uniformarlas en una sola. Estos billetes, cuyas dimensiones eran 7 ¼ x 3 ¼ pulgadas, fueron emitidos bajo el nombre del Gobierno Provisional de México en denominaciones de 1, 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, a los que correspondían las series A a la F, una para cada denominación. En el anverso tenían una alegoría de La Libertad sentada sosteniendo con una mano un escudo que decía: Constitución, 1914, México, y una rama de olivo en la otra mano izquierda; un óvalo con una escena de la leyenda de la 91 El gobierno de Francisco Carvajal puso en circulación las Obligaciones Provisionales del Erario Federal de 1, 5, 25 y 50 pesos impresas por la Oficina Impresora de Estampillas, mismas que serían garantizadas por bonos al 6%. En tanto éstos se mandaban a hacer, la imprenta produjo certificados provisionales. 92 93 fundación de México Tenochtitlán más elaborada que la del Ejército Constitucionalista, en la que se veía claramente el águila sobre un nopal apresando una serpiente en un islote en el Lago de Texcoco, con los volcanes al fondo, al centro; y la denominación del lado derecho. En el reverso reproducía el anverso y reverso de la moneda de plata de un peso de 1908, entre rosetas. Fueron firmados por el tesorero general Nicéforo Zambrano y el encargado de la Secretaría de Hacienda; los fechados el 28 de septiembre de 1914 por el oficial mayor Carlos M. Ezquerro (únicamente de cien pesos), y los del 20 de octubre (demás denominaciones) por el ingeniero José I. Reynoso, en algunos aparece como Oficial Mayor y en otros como Subsecretario. Al reverso también se imprimió una roseta idéntica a la puesta en las Obligaciones Provisionales del Erario Federal como contraseña de la Secretaría de Hacienda y la Tesorería de la Federación, pues es la que tenía ya preparada la oficina impresora. El folio aparece impreso en color rojo en el anverso en ambos lados y el pie de imprenta en la parte inferior como: México Oficina del Gobierno. De los 130 millones del decreto referido, Carranza reportó en su informe ante el Congreso en 1917 que sólo 43 millones habían sido emitidos en la Ciudad de México y puestos a circulación por la Tesorería General de la Federación al realizar pagos o en canje de emisiones previas realizadas por la Primera Jefatura y/o reconocidas por ésta. Recuentos de producción indican que sólo se imprimieron piezas de 1, 5, 50 y 100 pesos. Aunque existen piezas también de 10 y 20 pesos, se desconoce si fueron impresas entonces o en los meses siguientes ya sea por los mismos constitucionalistas o sus opositores. Al dividirse las facciones revolucionarias en la Soberana Convención de Aguascalientes, a finales de noviembre de 1914, Carranza salió de la Ciudad de México y decidió establecer su gobierno en Veracruz, recién entregado por las tropas estadounidenses. Con él se llevó maquinaria y placas de impresión de la Oficina Impresora de Estampillas, encargando a su director, Pascual Ortiz Rubio, la instalación de una Oficina Impresora de Billetes para continuar la emisión del Gobierno Provisional. Éstos fueron semejantes a los emitidos en México, pero fechados en el puerto y con la firma de Rafael Nieto Compeán en sustitución de la de Reynoso, en diciembre como oficial mayor encargado de la Secretaría de Hacienda, y en febrero ya como subsecretario por órdenes del titular de esta dependencia, además de la del tesorero Zambrano. Hubo tres tipos de contraseñas de la Secretaría de Hacienda y de la Tesorería en el reverso de estos billetes: una ovalada, muy finamente grabada, semejante a la de México pero con el nombre Veracruz en lugar de aquel; otra redonda, con un diseño en cruz al centro con el nombre del puerto; y una más sencilla con círculos concéntricos y pequeñas orlas al exterior sólo con el nombre de la Secretaría y el de Veracruz abajo (vid pág. 8). También hay algunos con el mismo pie de imprenta y otros carecen de la palabra México. Además, se agregó una denominación, dos pesos, a la que correspondió la serie G. Junto con la de México, la llamada “emisión de Veracruz” es sumamente compleja y ha sido poco estudiada. Como se verá a continuación, no sólo los montos fueron incrementándose con el paso del tiempo, sino que existen múltiples variedades en cuanto a tintas, papel y calidad de impresión, numerosas falsificaciones, una multiplicidad de resellos y una emisión paralela, según se dice impresa con las piedras litográficas originales, emitida por los convencionistas que la hace tan difícil de aprehender. Una serie de documentos en distintos repositorios 94 nos ayuda a esclarecer un poco este panorama. En la colección de memorias y testimonios La Revolución y los Revolucionarios, José C. Valadés incluye un reporte de Ortiz Rubio que menciona que la nueva oficina impresora de billetes en Veracruz empezó la producción el 2 de diciembre, a razón de 22 mil piezas diarias aproximadamente, de uno, cinco y cien pesos. Sin embargo, como no se daba abasto para satisfacer la creciente demanda de billetes, particularmente de baja denominación, se vio en la necesidad de adquirir nueva maquinaria, buscar proveedores adicionales y aumentar sus montos. En el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) se encuentra, en los archivos del Primer Jefe, un recuento de la producción y entrega de billetes de la Oficina Impresora a la Tesorería General, que evidencia que previo a la ampliación de esta emisión a 200 millones, acontecida en junio de 1915, la impresora ya había rebasado el monto autorizado. Según este recuento, además de los fabricados en México y Veracruz, se imprimieron billetes y cartones en los “departamentos” Madero, Miguelena, Tórculos y Marinori, probablemente litografías locales rentadas, así como en Nueva York para cubrir las necesidades de efectivo. Cuadro 1 Billetes del Gobierno Provisional de México al 30 de abril de 1915 Valor facial/Número de piezas emitidas 1 2 5 10 20 50 100 Total México 1,635,000 Id. - 5,990,000 1,198,000 - - 10,000,000 200,000 25,000,000 250,000 42,625,000 3,283,000 Veracruz 1,410,000 Id. 570,000 285,000 9,634,000 1,926,800 16,260,000 1,626,000 7,640,000 382,000 300,000 6,000 12,300,000 123,000 48,114,000 5,758,800 24,000,000 18,000,000 Id. 9,000,000 - - - - - 42,000,000 33,000,000 Nueva York 773,070 Id. 617,146 308,573 - - - - - 1,390,216 1,081,643 Marinori - - 1,537,500 307,500 3,075,000 307,500 - - - 4,612,500 615,000 Miguelena - - 1,330,875 266,175 - - - - 1,330,875 266,175 Tórculos - 153,000 76,500 - - 2,607,360 130,368 4,588,000 91,760 - 7,348,360 298,628 2,474 Id. 299,854 149,927 158,490 31,698 93,520 9,352 - 1,243,350 24,867 - 1,797,688 218,318 40,000 Id. 360,000 180,000 - - - 650,000 13,000 - 1,050,000 233,000 2,139,456 Id. - 11,349,135 2,269,827 10,571,480 1,057,148 9,752,640 487,632 518,650 10,373 12,700,000 127,000 47,031,361 6,091,436 30,000,000 20,000,000 Id. 10,000,000 30,000,000 6,000,000 30,000,000 3,000,000 20,000,000 1,000,000 17,300,000* 346,000 50,000,000 500,000 197,300,000 50,846,000 Madero Folio y corte Revisión Faltan para completar emisión Subtotal * Suma corregida del reporte original que dice 20,000,000. Fuente: Elaboración propia a partir de la Relación de billetes y cartones entregados a la Tesorería General de la Nación al 30 de abril de 1915, CEHM Fondo XXI 39.4265. 95 Ortiz Rubio había sido enviado a Estados Unidos en enero de 1915 para explorar con distintas casas en Washington y Nueva York dónde imprimir billetes de uno y dos pesos. Seleccionando finalmente a la compañía Trading Parsons, como relata él mismo en un reporte al Primer Jefe compilado por Isidro Fabela.3 Con esta compañía firmó un contrato el 23 de febrero, disponible en el Fondo Primera Jefatura del Archivo Barragán en la Hemeroteca Nacional, por un total de 87,970 dólares para la impresión de 33 millones de billetes de uno y dos pesos en offset, entregados en pliegos sin cortar de 48 piezas cada uno. Esta diversidad de impresores explica, al menos en parte, la existencia de múltiples variedades de billetes originales con papeles, tintas e impresiones diversas. Otra gran parte se debe a las falsificaciones. Los billetes eran distribuidos por la Secretaría de Hacienda a través de las tesorerías locales y las pagadurías de las distintas divisiones revolucionarias. Sin embargo, no todas las plazas recibían las cantidades y denominaciones necesarias. Telegramas de todo el país llegaban a la oficina del Primer Jefe en el Edificio de Faros en Veracruz solicitando “billetes chicos” para pagar a la tropa. En lo que estos envíos se hacían, las brigadas y divisiones continuaron emitiendo su propio papel moneda y autoridades civiles hicieron nuevas emisiones, tanto en imprentas locales como en Estados Unidos, cada vez menos toleradas por Carranza. En la península de Yucatán, la industria henequenera era una fuente importante de recursos, por lo que se autorizaron a la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén a realizar varias emisiones de cartones, billetes y bonos de caja, directamente, o a través de la Tesorería del Estado, garantizados con su capital y con las ventas de este producto a Estados Unidos. En general, están mejor elaborados que en el resto del país; algunos muestran escenas de la producción henequenera, otros tienen próceres como Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Francisco I. Madero, otros más el escudo de Mérida, paisajes locales o zonas arqueológicas mayas. Los firmaron sucesivos gobernadores que fungían como presidentes de la Comisión, es el caso de Prisciliano Cortés, Eleuterio Ávila, Abel Ortiz Argumedo y Salvador Alvarado; los gerentes generales Ildefonso Gutiérrez, T. O. Waterland de Vignier, J. Martínez y Julio Rendón, y los cajeros Joaquín Rejón Tejero y Juan Villafaña. Las emisiones de la Tesorería fueron firmadas por el gobernador Alvarado y el tesorero J. M. Cintra. Los primeros billetes, emitidos entre junio de 1914 y marzo de 1915, así como los de menor denominación de 1916 fueron impresos en los Talleres de Fotografía y Fotograbado Guerra, la Tipografía La Moderna o en la imprenta del diario local, mientras los últimos en 1916 fueron realizados en Estados Unidos por la Parsons Trading Co. Cuando el gobierno constitucionalista planeaba la emisión de una nueva serie de alcance nacional, infalsificable (vid. infra) el gobernador Alvarado solicitó cotizar la producción de otros modelos a la ABNC, pero el Primer Jefe negó su autorización para emitirlos. Los estados de Sinaloa y Sonora también emitieron billetes con los retratos de Benito Juárez y Madero, y Madero y Pino Suárez, impresos por Britton & Rey en San Francisco y por la ABNC, respectivamente. Los primeros fueron firmados por el general Felipe Riveros como 3 En Revolución y Régimen Constitucionalista. Documento 640 Informe del Ing. Pascual Ortiz Rubio, a don Venustiano Carranza, del resultado de la comisión que le confirió el Lic. Luis Cabrera para gestionar la impresión de billetes constitucionalistas, en la ciudad de New York. [F9-57-38. A.I.F.]. 96 gobernador; el secretario general, José G. Heredia; el tesorero general, Matías Ayala y el interventor, Ignacio Bermúdez. Los segundos, por el gobernador José María Maytorena; el secretario del estado, Alberto Hugues; el tesorero general interino, Luis Sotomayor y el interventor, Enrique Astiazarán, y contenían diversas medidas de seguridad. Sin embargo, la mayor parte de las emisiones siguieron siendo impresas localmente y carecían de éstas. Por su parte, el gobierno de la Soberana Convención Revolucionaria y los gobiernos locales que lo apoyaban, además de reconocer los billetes villistas, tanto las “sábanas” como los billetes del Estado de Chihuahua, también hicieron sus propias emisiones. En agosto de 1915 emitieron vales de cincuenta centavos impresos por la Oficina del Gobierno con una imagen de la justicia laureada en primer plano y al fondo una vista de un campo, en el anverso, y las dos caras de la moneda de plata de cincuenta centavos en el reverso (reverso sobre el anverso) franqueadas por dos rosetas con el número 50 cada una. Los firmaron el ministro de Hacienda Luis Zubiría y Campa y el tesorero de la Federación Enrique Liñeiro. En octubre puso en circulación vales de cinco pesos muy parecidos a los de cincuenta centavos, firmados también por el ministro Zubiría y por Francisco Alfonso Salinas Gamboa como tesorero; en diciembre otro de cincuenta centavos con la imagen de un campesino y un obrero, y en enero de 1916 otro más de dos pesos, los dos últimos firmados por este tesorero y Jenaro Amezcua como ministro de Hacienda. Las tres últimas fueron impresas en Cuernavaca, Morelos por la Tipografía del Gobierno. Los convencionistas también hicieron varias emisiones en el Estado de México y Veracruz, así como moneda (de papel) fraccionaria en Jalisco y Morelos. Si bien los zapatistas son más conocidos por sus emisiones de moneda metálica o fraccionaria de papel, también hicieron impresiones de papel moneda en Guerrero. A diferencia de las emisiones militares y estatales, el gobernador de ese estado, Jesús H. Salgado promovió la creación de un banco de emisión, el Banco Revolucionario de Guerrero, en octubre de 1914, y puso en circulación hasta diez millones de pesos en billetes de cinco, diez y veinte pesos, garantizados por la extracción de metal y producción económica del estado, y en noviembre y diciembre otros más de uno y dos pesos, respectivamente. Estaban firmados por Rodolfo Catalán y Rafael Castañón como gerente y cajero provisionales del Banco, respectivamente y los de diciembre por el mismo gerente y B.A. Guillén como cajero. Validaciones, cancelaciones, anulaciones, canje e incineración Diariamente, los comerciantes y pobladores preguntaban a las autoridades qué billetes eran válidos y cuáles no lo eran, y éstas frecuentemente consultaban al Primer Jefe y/o a los funcionarios de Hacienda si podían o debían aceptar una u otra emisión, o pedían les cambiaran emisiones que habían sido declaradas nulas. Cuando una facción tomaba el control de una ciudad trataba de poner en circulación sus billetes, pero en ocasiones no traían consigo suficiente efectivo o no había condiciones materiales o tiempo para imprimirlas, por lo que sellaba papel moneda existente emitido por otros jefes militares y con ello decretaban la validez de emisiones previas en los territorios 97 bajo su control. Tal es el caso de los sellos de autoridades políticas, militares, hacendarias y aduaneras de Chihuahua, Ensenada, Guaymas y La Paz, por mencionar algunos ejemplos, en las emisiones de Monclova y del Ejército Constitucionalista. Primero decretos huertistas y constitucionalistas, y posteriormente constitucionalistas y convencionistas validaban sus propias emisiones y se descalificaban entre sí. La prensa y las autoridades locales los reproducían, pero era difícil seguirles el paso y generaban confusión y graves pérdidas económicas, particularmente a la población de menores recursos. Esto naturalmente cambiaba con los avances y retrocesos de las campañas militares en distintos frentes y es común ver emisiones de facciones contrarias en algunas ciudades y estados con poco tiempo de diferencia entre sí. Aunque Carranza desaprobaba la falta de control de las emisiones de Francisco Villa, en un inicio las reconoció e incluyó entre los billetes que eventualmente serían canjeados por emisiones del gobierno provisional o redimidos al terminar la gesta revolucionaria. Sin embargo, a medida en que ambos jefes militares se distanciaron dejó de reconocerlas y pagarlas. Esto explica por qué, por poner dos ejemplos, algunos “dos caras” tienen una contraseña con el monograma ECDM, en alusión al Ejército Constitucionalista de México y otras no, o porqué algunas “sábanas” fueron reselladas por la Jefatura de Hacienda del Estado de Jalisco en Guadalajara y Ciudad Guzmán y por ende aceptadas en territorio bajo control obregonista. Esta situación se repite con múltiples emisiones. Algunas veces los sellos eran estampados al momento de poner en circulación los billetes, normalmente en las pagadurías generales, sustituyendo a las firmas autógrafas, pero como se mencionó anteriormente también se ponían para dar legalidad y prevenir y/o combatir la falsificación. A fin de detectar y anular los billetes fraudulentos o apócrifos, tanto convencionistas como constitucionalistas encargaron a expertos examinar los billetes antes de resellarlos. Al tomar la Ciudad de México tras la salida de Carranza a Veracruz, los convencionistas decretaron la validez de las emisiones de Chihuahua y la nulidad de los billetes del Gobierno Provisional que pudieran ser impresos con la maquinaria que se habían llevado, evitando con ello un perjuicio a las finanzas del gobierno y al pueblo. Así, en diciembre de 1914 señalaron que solo serían válidos aquellos billetes del Gobierno Provisional emitidos en México cuya numeración estuviera en los rangos de los billetes emitidos legalmente antes de la ruptura entre ambas facciones. Los poseedores de billetes dentro de estos rangos tenían diez días para llevarlos a las oficinas designadas por la Secretaría de Hacienda en el Distrito Federal, resellarlos o canjearos por otros que tuvieran la leyenda “Revalidado por decreto del 17 de diciembre de 1914” y veinte días fuera de éste para que dichas oficinas los enviaran a la Tesorería. Se daría prioridad a los canjes pequeños, en tanto los grandes capitales dejarían sus billetes para ser resellados posteriormente. Pusieron peritos revisores para analizar los billetes que llegaban a la Oficina Revalidadora, quienes tenían que marcarlos con su firma o un sello, lo que puede explicar la frecuente aparición de firmas, rúbricas y posiblemente también pequeños sellos de colores en varios de los billetes del Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación. 98 Cuadro 2 Billetes del Gobierno Provisional a ser revalidados según los decretos de los gobiernos de la Convención Decreto 19 de diciembre 1914 Decreto 31 de mayo 1915 Decreto 31 de mayo de 1915 Decreto 25 de agosto de 1915 Del Folio 1 al Monto Del Folio 1 al Monto Del Folio 1 al Monto Del Folio 1 al Monto 1,000,000 1,000,000 6,000,000 6,000,000 6,000,000 6,000,000 9,362,000 9,362,500 637,500 637,500 637,500 637,500 637,500 637,500 637,500 637,500 1,198,000 5,990,000 2,198,000 10,990,000 3,198,000 15,990,000 4,000,000 20,000,000 50 200,000 10,000,000 200,000 10,000,000 400,000 20,000,000 600,000 30,000,000 100 450,000 45,000,000 550,000 55,000,000 700,000 70,000,000 700,000 70,000,000 62,627,500 77,627,500 Denominación 1 1 (1a) 5 Total 112,627,500 130,000,000 Fuente: Elaboración propia con base en los decretos referidos, SHCP, Legislación Monetaria, 1959. El 23 de enero, 31 de mayo y 25 de agosto los gobiernos convencionistas ampliaron los rangos de billetes del Gobierno Provisional de México a ser revalidados ¿Por qué las autoridades convencionistas habrían aumentado el número de billetes emitidos por los carrancistas? Posiblemente en un inicio porque los carrancistas habrían podido haber dejado billetes tras de sí, pero después porque la impresión continuó bajo órdenes convencionistas, dado que Ortiz Rubio no se llevó toda la maquinaria ni todas las placas a Veracruz y la Oficina Impresora de Estampillas, como reportaría el tesorero Zubiría y Campa, siguió funcionando en México bajo control convencionista.4 Aunque no están mencionados en los decretos, también hay “revalidados” de diez y veinte pesos ausentes tanto de los reportes de producción constitucionalista en México como de los decretos convencionistas. Cuando las fuerzas de Obregón, leales a Carranza, recuperaron la Ciudad de México y los convencionistas huyeron al Estado de Morelos, éstos dejaron tras de sí las máquinas impresoras y reselladoras, con lo que no pudieron continuar revalidando billetes, pero sí se llevaron las piedras litográficas con las que imprimieron billetes similares a los del Gobierno Provisional, en lo que es conocido como la falsificación de Yecapixtla. Al regreso a la capital, los convencionistas reanudaron las revalidaciones. También hay recuentos de representantes constitucionalistas en Estados Unidos que relataban la presencia de personas tratando de imprimir sus billetes para desestabilizar al movimiento carrancista, algunos de los cuales habrían convencido a casas impresoras que hicieran billetes para introducirlos clandestinamente al país. Los constitucionalistas, por su parte, a finales de 1914 e inicios de 1915 declararon nulos los billetes de la Convención, dejaron de reconocer el curso forzoso de los billetes villistas y anunciaron que dejarían de tener circulación legal emisiones de Monclova, 4 Memoria de la Secretaría Hacienda 1913-1917, Vol. III, p. 456. Páginas siguientes: Las oficinas de Hacienda, de la Renta del Timbre, las Aduanas y las Tesorerías pusieron sellos para validar las emisiones de billetes que sí tenían reconocimiento de acuerdo a los decretos carrancistas. 99 100 101 Durango, Tampico y Guadalajara, y otras emisiones militares que habían sido toleradas. Las autoridades civiles y militares anunciaban a la población las fechas y horarios en las que los tenedores de estas emisiones podían acudir a los centros señalados por la Secretaría de Hacienda, generalmente las Tesorerías Estatales, las Jefaturas de Hacienda, las Administraciones del Timbre, y las oficinas de la Tesorería General, a canjear sus billetes primero por la emisión del Gobierno Provisional de México y posteriormente por la de Veracruz. Recordemos que, a partir de la ampliación de la deuda a 130 millones, los constitucionalistas argumentaron que la deuda estaba destinada para satisfacer las necesidades del movimiento y para retirar billetes emitidos previamente por fuerzas simpatizantes declaradas válidas por los decretos de Carranza por billetes más difíciles de falsificar, y uniformar de esta manera el papel moneda en circulación. Otro medio para retirar de la circulación algunas emisiones era forzar el pago de ciertas contribuciones en papel de una emisión específica. Cuando recuperaron la Ciudad de México, la Tesorería General destinó varias ventanillas en Palacio Nacional para el canje de grandes y pequeñas cantidades, para la población en general, para la tropa y para los altos mandos. Igualmente, buscaban retirar de la circulación las emisiones de empresas agrícolas, comerciales y mineras. Ante la aparición de grandes cantidades de billetes semejantes a los del Gobierno Provisional de México, pero con el sello revalidado, los constitucionalistas lanzaron diversas circulares indicando que únicamente los 43 millones que ellos habían puesto en circulación eran válidos. A finales del mes de julio, decretarían que éstos también dejarían de tener circulación legal en agosto, pero igual que en casos anteriores fue prorrogado en varias ocasiones, quizá por la falta de billetes para reemplazarlos. En este período se sellaron billetes de uno y cinco pesos del Gobierno Provisional de México en las oficinas principales y subalternas de la Renta del Timbre de Atoyac, Autlán, Ciudad Guzmán, Chapala, Guadalajara, San Gabriel, Sayula, Tapalpa, Teotitlán, Tuxpan, Uruapan o Zacoalco, entre otros, de los que hay múltiples ejemplares en el Archivo Histórico de Tesorería de la Federación. Los constitucionalistas también crearon el Departamento de Contraste en la Tesorería, que autenticaba los billetes emitidos previo al estampado del resello de la Oficina Reselladora. Ésta se incorporó a la Secretaría de Hacienda y por decreto constitucionalista, a partir de finales de septiembre de 1915, debía resellar todos los billetes emitidos en Veracruz; funcionó en la oficina Impresora de Billetes en Veracruz, en la Ciudad de México y en mayo de 1916 en Mérida, por lo que podemos encontrar billetes con las tres distintas contraseñas de la Secretaría de Hacienda y la Tesorería de esta emisión, con uno o varios de estos resellos, así como con algunos otros emitidos por diversas Jefaturas de Hacienda como las de Guadalajara, Guanajuato y Querétaro, que producen múltiples combinaciones que permiten rastrear el paso de un billete por distintos lugares. Además, se pueden encontrar algunos billetes de otras emisiones con algunos de estos resellos, aunque no necesariamente hubieran debido estarlo. El Archivo Histórico de Tesorería de la Federación resulta un excelente espacio para buscar variedades y analizar estas piezas con detenimiento. Las oficinas antes mencionadas tenían la obligación de retirar de la circulación y anular los billetes que perdían curso legal o considerados fraudulentos o falsos. Esto se hacía de múltiples formas, marcándolos manualmente o con sellos que dijeran “amortizado” 102 (en caso de haber sido pagados), “retirado”, “nulo”, “inutilizado”, “falso” o haciendo múltiples perforaciones para sacarlos de la circulación. Después de su registro se procedía a su envío a las oficinas principales para su incineración ante la presencia de funcionarios de la Secretaría de Hacienda y la Tesorería. Diversos recuentos de la época mencionan la incineración de billetes retirados de la circulación, billetes ilegales, falsificaciones e incluso billetes nuevos que no llegaron a ponerse en circulación tanto por autoridades convencionistas como constitucionalistas. Anuncios de incineraciones en la Oficina Principal del Timbre, en calderas de buques en Veracruz, en Palacio Nacional eran comunes e incluso se invitaba a la población a atestiguarlas. Por instrucciones del Primer Jefe, la Tesorería bajo control constitucionalista también canjeó cheques, vales y cartones emitidos por compañías mineras, de tranvías, luz y fuerza y otras en algunas plazas. Pero el canje y la incineración no eran tan efectivos como lo relataban. Numerosas anécdotas hablan de funcionarios sin escrúpulos encargados de canjear o resellar emisiones que abusaban de la población negando el servicio, anulando billetes buenos, validando billetes apócrifos o cobrando un porcentaje por resellarlos. Un reporte enviado el 15 de junio de 1915 por Álvaro Pruneda, encargado de la Oficina de Contraste, al Primer Jefe, describía la desorganización y displicencia absoluta en la misma Oficina Impresora de Hacienda y deficiencias serias en el Departamento de Contraste. En él, además de las medidas administrativas necesarias para mejorar la eficiencia y control de ambas oficinas, sugería una serie de avanzadas medidas contra la falsificación a través de la elaboración de: III. […] una nueva emisión de papel, cual si fuere de un Banco de Estado, con las siguientes defensas contra toda falsificación: a) Papel por fabricación especial con marca de luz por transparencia, y combinación de hilos de seda en la pasta. b) Las tintas empleadas deberán tener en su preparación reactivos especiales. c) El grabado lo más original y erizado de dificultades técnicas. d) Resellos invisibles para que no puedan tomarse fotografías y solo puedan descubrirse por un procedimiento especial. e) Numeraciones combinadas con la progresiva o logarítmicas. f) Registro especial de circulación. IV. De esta emisión hacer solo billetes de $5.00, $10.00, $50.00 y $100.00 cuidadosamente impresos en tórculo directamente sobre láminas de acero.5 Conforme avanzó 1915, el constitucionalismo fue ganando terreno y Venustiano Carranza buscó reorganizar la vida económica del país, empezando por ordenar la circulación 5 Resumen presentado al Primer Jefe Venustiano Carranza, en: CEHM, Fondo XXI Archivo del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza, 43.4641.1-2. Una versión más completa debe haber sido presentada al Ministro de Hacienda, Luis Cabrera. 103 monetaria. Ello implicaba poner un alto a la falsificación y reemplazar todas las emisiones legítimas de su movimiento por una nueva. El 21 julio de 1915 emitió un nuevo decreto por medio del cual aumentó la deuda a través de la autorización de una emisión de 250 millones de pesos en billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, siguiendo la sugerencia de Pruneda, imposible de falsificar. Carranza pretendía hacer esto en México, pero por el momento no había condiciones, por lo que era necesario volver a buscar a las grandes casas impresoras como la ABNC. El Ing. Ortiz Rubio, que seguía en Estados Unidos, realizó las gestiones y negoció el contrato por 246,200 dólares, que firmó el Secretario Luis Cabrera con el vicepresidente de la ABNC el 15 de septiembre de 1915. Este monto cubría el grabado de las matrices, rodillos, placas y sellos, así como la impresión de los primeros 19 millones de billetes con un valor facial de 250 millones de pesos a ser entregados tentativamente en el mes de diciembre. Sin embargo, los billetes tardaron más de lo esperado en estar listos y las necesidades del movimiento constitucionalista continuaron aumentando, lo que llevó a continuar y extender la emisión de billetes de Veracruz hasta 1916, incluso por encima de lo autorizado. Según el informe de Carranza al Congreso antes referido, la emisión de Veracruz alcanzó los 599,329,221 pesos. El 3 de abril de 1916 se pronunció un nuevo decreto que duplicaba la autorización de la emisión a 500 millones, incluyendo billetes de uno y dos pesos, todos ellos imposibles de falsificar. Cuadro 3 Decretos constitucionalistas referidos a la emisión de papel moneda infalsificable 21 de julio de 1915 3 de abril de 1916 Denominación Cantidad Monto total Cantidad Monto total (pesos) (millones de piezas) (millones de pesos) (millones de piezas) (millones de pesos) 1 - - 50 50 2 - - 25 50 5 10 50 10 50 10 5 50 5 50 20 2.5 50 5 100 50 1 50 2 100 100 0.5 50 1 100 Total 19 250 98 500 Para ponerlos en circulación, regularizar la emisión fiduciaria y garantizar su circulación, Carranza creó una Comisión Monetaria y un Fondo Regulador de la Moneda Fiduciaria que garantizaría la emisión con veinte centavos oro por cada peso. Los nuevos billetes no se canjearían directamente por papel viejo, como llamaban a las emisiones del Ejército Constitucionalista y del Gobierno Provisional, sino que entrarían en circulación a través de los pagos de los gobiernos federal y locales. A su vez, se inutilizaría el papel 104 viejo al ingresar a las oficinas públicas, ya fuera por pago de impuestos o de servicios, en tanto que otras veinte emisiones de billetes de los principales jefes constitucionalistas y reconocidas por el movimiento debían ser depositadas por los tenedores en oficinas de Hacienda, Tesorería y del Timbre a cambio de certificados oro nacional para su canje posterior. Los billetes de 20, 50 y 100 pesos de la emisión de Veracruz dejarían de circular el 6 de junio, aunque podrían depositarse en dichas oficinas durante los meses de junio y julio también para su canje posterior, y los de 1, 5 y 10 pesos serían válidos para transacciones particulares hasta el 30 de junio, aunque se recibirían en pago de impuestos hasta finalizar 1916. Si bien las siete denominaciones de uno a cien pesos forman parte de la misma emisión, papel infalsificable, como el mismo gobierno carrancista los conocería, pareciera que se trata de dos completamente diferentes, puesto que fueron realizadas en dos distintas fábricas, con procesos de impresión diferentes e incluso refiriendo a decretos distintos, aunque todos estaban firmados por el tesorero general Nicéforo Zambrano y el subsecretario de Hacienda Rafael Nieto. Las piezas de cinco a cien pesos fueron impresas en Nueva York por la ABNC con planchas de acero grabadas a mano con buril y/o con aguafuerte, diferentes para cada denominación en el anverso y con un reverso común. Los fondos fueron impresos en tornos geométricos en varios colores, tienen textos microimpresos con el lema del movimiento carrancista “Constitución y Reformas” y en las cuatro esquinas rosetas diferentes y la denominación en distintas fuentes y tamaños para dificultar aún más la falsificación. Ostentan el título de República Mexicana-Gobierno Constitucionalista y carecen de fecha, aunque indican que se emitieron con base en el decreto del 21 de julio de 1915. El número de folio está impreso dos veces en todas las denominaciones en color rojo, excepto en los de veinte pesos que aparece en azul para mejorar el contraste con el fondo y tienen el pie de imprenta con el nombre de la ABNC. Infalsificables impresos por la American Bank Note Company En el anverso del billete de cinco pesos aparece una viñeta grabada por Charles Skinner del monumento a Cuauhtémoc, diseñado por Francisco M. Jiménez en 1887, ubicado en el actual Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. Este grabado fue mandado a hacer en 1899 especialmente para el reverso de los certificados de depósito de uno y dos pesos del Banco Internacional Hipotecario de México que no se emitieron por parecerse demasiado a los billetes de los bancos de emisión. Los registros de la ABNC clasifican esta viñeta como C-376. El mismo monumento, pero desde un ángulo diferente, adornó el billete de 1000 pesos del Banco Occidental de México. Este billete mide 2 5/8 x 5 ½ pulgadas. Se imprimieron 25 millones de piezas, todos serie C, un millón sin prefijo y un millón con cada letra de la A a la Z (exceptuando I y O). 105 La American Bank Note Company imprimió una nueva serie con planchas de acero y elevadas medidas de seguridad, lo que haría que se les conociera como infalsificables. 106 Un busto del Generalísimo José María Morelos y Pavón, grabado por Robert Savage en 1915 (Retrato C-423), ilustra el anverso del billete de 10 pesos. El mismo autor realizó el grabado de la famosa y controvertida “gitana” del billete de cinco pesos que se usaría en los billetes del Banco de México entre 1925 y 1935, regrabada posteriormente por Sydney Smith para ser usada en la misma denominación en tamaño pequeño hasta hasta finales de los años sesenta. El billete mide 3 x 5 ½ pulgadas. Se imprimieron 13 millones de piezas, un millón sin prefijo y un millón con cada prefijo de la A a la M. El billete de veinte pesos, de 3 x 6 1/8 pulgadas, muestra una escultura de Benito Juárez sentado, franqueado por dos figuras alegóricas que representan la patria y la justicia, grabada por William Adolph (C-1458), similar a la realizada por el escultor italiano Lanzaroni para el Hemiciclo a este prócer construido en 1910 y ubicada en la Alameda Central de la capital. Se imprimieron 3.5 millones de piezas, un millón sin prefijo, uno de cada uno, de los prefijos A y B y medio millón con prefijo C. 107 Un grabado realizado por William J. Brown del claustro estilo barroco del exconvento de San Agustín en Querétaro (C-1459), construido en el siglo xviii, que sirvió como cuartel, hospital, Palacio de Gobierno y actualmente es la sede del Museo de Arte de esa ciudad aparece en el billete de cincuenta pesos, que mide 3 3/8 x 7 pulgadas. Esta misma viñeta fue regrabada por Harold Osborn a mediados de los años treinta para ilustrar el reverso del billete de veinte pesos del Banco de México (V-76830). Se imprimió 1.3 millones, un millón sin prefijo y 300 mil con prefijo A. El billete de cien pesos también mide 3 3/8 x 7 pulgadas. En el anverso ostenta un grabado de Edwin Gunn de una construcción maya ubicada en Chichen Itzá, mezcla de estilos Puuc y Chenes, conocida como “la iglesia” (C-1455). Existen varias fotos de época de fotógrafos famosos que participaron en la exploración de esa zona arqueológica como Charles B. Waite, que pudieron inspirar este grabado. Se imprimieron 650 mil billetes, todos sellos sin prefijo. 108 El reverso de todas las denominaciones es parecido, todos están impresos en calcografía en un solo color, con la denominación respectiva y una viñeta al centro de la Piedra del Sol o Calendario Azteca (C-759), grabada en 1900 especialmente para el billete de 500 pesos del Banco Occidental de México por Edwin H. Gunn y Charles Skinner, y propuesta para los reversos de los billetes no emitidos de cincuenta centavos del Banco Oriental de México en 1914, del Banco de la República Mexicana en 1918, y finalmente utilizada en estos infalsificables y en el muy famoso billete de un peso del Banco de México entre 1935 y 1970. De acuerdo a los registros de la ABNC, en total se imprimieron poco menos de 43 millones de billetes a través de cuatro órdenes de impresión (cuadro 4), la de octubre de 1914, amparada por el contrato original, por el monto total del decreto de julio previo, es decir, 250 millones de pesos, y tres complementarias en el transcurso de 1916. 109 110 111 Cuadro 4 Órdenes de Impresión de Infalsificables a la ABNC Fecha de impresión Denominación Cantidad (pesos) (millones de piezas) Precio por millar 05/1916 08/1916 Series (Prefijos) 5 10 11.35 1-1.000.000 C (A-J) 10 5 12.50 1-1.000.000 I (s/p y A-D) 20 2.5 12.35 1-1.000.000 X (s/p y A) 10/1915 04/1916 Números de Serie (dólares) 1-500.000 X (B) E (s/p) 50 1 14.15 1-1.000.000 100 0.5 15.35 1-500.000 20 1 N.D. 500.001-1.000000 X (B) N.D. 1-500.000 X (C) E (A) M (s/p) 50 0.3 N.D. 1-300.000 100 0.15 N.D. 500.001-650.000 5 5 N.D. 1-1.000.000 C (K-P) 10 2.5 N.D. 1-1.000.000 I (E-F) N.D. 1-500.000 5 10 M (s/p) I (G) 10 N.D. 1-1.000.000 C (Q-Z) 5.5 N.D. 500.001-1.000000 I (G) N.D. 1-1.000.000 I (H-M) Elaboración propia a partir de Ricardo Magan, Latin American Bank Note Records y contrato entre Luis Cabrera en representación de Venustiano Carranza y la ABNC, Banxico, Colección Numismática, Varios #444. * El primer pedido corresponde a las órdenes de trabajo de la ABNC F4744 al F4748, una por denominación; el segundo a los números F4924 al F4926; y los números de orden F5035 y F5036 a la tercera o cuarta orden. Un espécimen de 100 pesos con el número F4931 podría indicar que se trata de la tercera orden de impresión, pero implicaría que ésta consistiera de más de las denominaciones registradas por Magan y pondría en cuestión el total de billetes impresos. Si bien era usual que los billetes fueran sellados y contraseñados en la Oficina Impresora de Estampillas, y así lo comunicaba el periódico constitucionalista El Pueblo el 1 de abril de 1916, para facilitar la puesta en circulación, el contrato con la ABNC y especímenes con esta característica, prueban que fueron solicitados y entregados completamente terminados desde Nueva York. Tal vez ello justificaba la presencia de un representante del gobierno carrancista durante todo el proceso de impresión. Los infalsificables impresos por la ABNC parecieran tener la intención de formar la palabra México con las letras de la serie: 100 pesos M, 50 pesos E, 20 pesos X, 10 pesos I, 5 pesos C. Se desconoce si en su momento se consideró una denominación adicional de dos o un peso con la serie O para completar la palabra, aunque no estaba Páginas anteriores: considerada en el primer decreto. Infalsificables de diversas Por su parte, los de uno y dos pesos fueron elaborados en la Oficina denominaciones que no llegaron a circular, ya sea porque no se alcanzaron a Impresora de Gobierno de México, nombre dado por los constitucionalistas distribuir a las oficinas de gobierno que a la Oficina Impresora de Estampillas, poco después de emitir el segundo debieron ponerlas en circulación o que decreto, para lo cual se instruyó al jefe de grabado, Fernando Fernández, éstas los regresaron para su destrucción ante su rápida desmonetización. a adquirir una máquina impresora en los EE.UU. y a diseñar los billetes que completarían la emisión infalsificable. Habría preparado modelos para tres denominaciones: cincuenta centavos, uno y dos pesos, pero solo las dos últimas fueron puestas en circulación.6 Se desconoce por qué no se continuó con el proyecto de hacer el billete de cincuenta centavos, del que tampoco se conocía el diseño, pero en el acervo 6 El Pueblo, “Se están imprimiendo ya los billetes de a $1.00 y $2.00, de la nueva emisión” 4 de marzo de 1916, p 1. 112 del TIEV se encuentra una prueba que bien podría ser la que estaba preparando el señor Fernández. A diferencia de los elaborados en la ABNC, los billetes de uno y dos pesos llevan el mismo título de las emisiones previas, es decir, “Gobierno Provisional de México”, tienen fecha 1 de mayo de 1916 y fueron puestas en circulación con fundamento en el decreto del 3 de abril de 1916. En el anverso del lado izquierdo se incluye una reproducción del Monumento a Cristóbal Colón de Charles Cordier, ubicado actualmente en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México y una réplica de un cuadro al óleo pintado por Rodrigo Gutiérrez en 1875 con la imagen del Congreso de Tlaxcala al momento de la llegada de los españoles, que participó en la Exposición Universal de París en 1889 y actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Arte. En la esquina inferior derecha, reproduce una escultura de la cabeza de la diosa azteca de la luna, Coyolxauhqui, encontrada en 1830 en las excavaciones del antiguo convento de La Concepción, parte del Templo Mayor y llevada al entonces Museo Nacional. Actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Antropología. El reverso, según un artículo de la época, representa la Piedra del Sol, a cuyo frente está una mujer de pie que representa a la “Malintzin”, franqueada por dos rosetas con la denominación. Los anversos están impresos en negro –aunque algunos de dos pesos parecieran estar impresos en café– con folios y series en azul. El reverso es café con sello de la Secretaría de Hacienda en azul (en los de un peso) y verde con el sello rojo (en los de dos pesos). Ambos tienen el pie de imprenta Oficina del Gobierno-México y fondos microimpresos en el anverso. Cada denominación tuvo dos versiones. Una fue impresa en proceso litográfico, con la leyenda “circulación provisional”, los de un peso con la serie J y los de dos pesos con las series A y B. El de dos pesos fue sustituido por otro similar, teóricamente impreso con planchas grabadas en acero, aunque las diferencias no son muy notables, ya sin dicha leyenda, y con la serie Z. Los provisionales de un peso fueron reemplazados con otros que sustituyeron la viñeta central del Congreso de Tlaxcala por la de la leyenda de la fundación de Tenochtitlán, similar a los billetes del Gobierno Provisional de México y de Veracruz. La tinta principal de estos billetes es negra y los fondos son de color verde-azulado con finas líneas y en la parte de las antefirmas la leyenda “Un peso” microimpresa en forma ondulada. En el reverso, como en los del Gobierno Provisional de México y Veracruz, también aparece una moneda de un peso de plata de 1908 con el gorro frigio, la denominación 1 a los costados sobre sendas rosetas y en las cuatro esquinas. Todo está impreso en un tono azul –aunque se distinguen varias tonalidades– y la contraseña de la Secretaría de Hacienda en color verde-militar. De este billete se imprimieron diez series, ninguna de ellas con pie de la imprenta, pero con la peculiaridad que además de la letra de la serie, tiene una contraseña con una segunda letra que, al juntarse de la letra L a la U y leerse al revés forma la palabra “INDOMABLES”. No se ha localizado el monto exacto de la emisión de billetes de uno y dos pesos. El decreto del 3 de abril mencionaba cincuenta millones de cada una y las actas de la Comisión Monetaria sugieren que se sometió a consideración modificar las cantidades, de tal forma que se pusieran en circulación 100 millones de pesos en billetes de un peso y 80 millones de dos pesos. Sin embargo, en su informe al Congreso en 1917, Carranza mencionó sólo 90 millones, cifra que podría incluir también la moneda fraccionaria, por lo que la estimación del cuadro 5 puede darnos una idea aproximada del monto total por serie. 113 114 115 Páginas anteriores: Las Oficinas de Hacienda, de la Renta del Timbre, de la Tesorería y las aduanas estaban facultadas para recibir los billetes en canje y marcarlos de tal forma que quedaran anulados y fuera de la circulación, también para marcar aquellos billetes apócrifos, de tal forma que no volvieran a ser puestos en circulación. Estas anulaciones tuvieron múltiples formas. 116 Algunas emisiones llevan contraseñas que permitían mantener control e identificar las falsificaciones. Estos billetes de un peso del Gobierno Provisional de México emitidos en complemento a los infalsificables se conocen como “indomables” porque al acomodarlos de la última a la primera serie se puede leer esa palabra impresa con tinta roja. 117 118 Modelo de reverso para billete de 50 centavos con la imagen de la catedral de la Ciudad de México. Modelo de anverso para billete de 50 centavos, posiblemente preparado por Fernando Fernández, para complementar la emisión del Gobierno Provisional o la Infalsificable impresa en México con una alegoría de la justicia y las firmas del tesorero Nicéforo Zambrano y del subsecretario Rafael Nieto. 119 Cuadro 5 Estimación de las piezas impresas en la Oficina (Impresora) de Gobierno-México Denominación Cantidad estimada (pesos) (millones de piezas) 1* Folios Series 5 1-1500000 J “provisional” 1 50 1-5000000 L-U 2 10 1-5000000 A-B “provisional” 2** 5 1-5000000 Z Elaboración propia a partir de la Colección del Banco de México y colecciones particulares. * El número más alto observado hasta el momento es 1227827. ** El número más alto observado hasta el momento es 2745708. El 30 de abril de 1916, El Pueblo informaba que los nuevos cartones de cinco centavos tenían el mismo diseño que los anteriores, pero en vez de rojos eran anaranjados, con un cinco romano sobrepuesto a la imagen de la justicia; los de diez centavos de un azul más intenso con un diez romano en el anverso y los de veinte centavos fueron impresos en papel plomo, ostentando por un lado el calendario azteca y por el otro su valor y la leyenda “Gobierno Provisional” Todos ellos tenían una contraseña estilizada con las letras GCM (Gobierno Constitucionalista de México). El decreto de abril de 1916 ordenaba a la Secretaría de Hacienda poner en circulación los billetes de la nueva emisión el 1 de mayo. Los impresos por la ABNC habían empezado a llegar a México desde diciembre de 1915 y la prensa reportaba el inicio de los trabajos de impresión en nuestro país de las dos denominaciones más bajas desde marzo. No obstante, a pesar de trabajar a marchas forzadas no se pusieron en circulación en la fecha establecida y se generó gran confusión. Los billetes de la ABNC empezaron a circular al pagar la primera decena del mes de mayo a los funcionarios públicos, pero hacían falta billetes de baja denominación. Como medida temporal y de emergencia, el 20 de abril se anunciaba que se aceptarían a la mitad de su valor los viejos billetes de uno y dos pesos y la moneda fraccionaria, siempre y cuando fueran para operaciones menores a cinco pesos, hasta inicios de junio que finalmente se pusieron en circulación los billetes nuevos. Los especuladores, conocidos comúnmente como “coyotes”, rápidamente aparecieron en escena ofreciendo canjear a los empleados sus infalsificables por papel viejo que permitía hacer transacciones de bajo valor, mientras ellos se apresuraban a convertirlos en oro a razón de 20 por ciento como había sido establecido por el gobierno. Para evitar mayores mermas, el gobierno redujo el plazo de circulación para las tres denominaciones superiores de papel viejo (20, 50 y 100 pesos) al 3 de junio. Contrariamente, por los retrasos en la emisión de los nuevos billetes de uno y dos pesos, y debido a la escasez de moneda fraccionaria, los del Gobierno Provisional de cinco y diez pesos circularon hasta el 30 de junio, y el uso de 120 los cartones de moneda fraccionaria y los billetes de uno y dos pesos se prorrogó en tres ocasiones, hasta el 31 de enero de 1917. Todo ello complicó la introducción del papel infalsificable, dado que los primeros días no había billetes de bajas denominaciones y luego no eran suficientes, provocando el malestar de la población, comercio e incluso los jefes militares y gobiernos locales en todo el país, que pedían al Primer Jefe les enviara nuevos billetes y/o continuara aceptando los que habrían dejado de circular. A pesar de los decretos para obligar a realizar todas las transacciones en este papel y de las amenazas y sanciones del gobierno, la desconfianza creció, no así la reserva monetaria que se agotó rápidamente y las autoridades se vieron obligadas a suspender la conversión en oro. Los infalsificables impresos en México fueron particularmente rechazados o tomados con descuento por algunos comerciantes. Mayor confusión aún generó la puesta en circulación de los billetes de dos pesos con y sin la leyenda de “circulación provisional” antes mencionada, que llevó a la Secretaría de Hacienda a aclarar a través de la prensa y posteriormente mediante una circular que ambos eran igualmente válidos. No obstante, ese no era el mayor problema, sino su convertibilidad. Como se mencionó anteriormente, ante la falta de billetes chicos, los billetes fraccionarios y de uno y dos pesos de las emisiones previas temporalmente se cambiaron a razón de dos pesos antiguos por un infalsificable, hasta el monto de cinco pesos, pero los nuevos cartones valían igual que los infalsificables, lo que producía gran confusión. Ya a inicios de junio, Carranza informaba a los gobernadores que el cambio era de cuatro pesos de las emisiones antiguas por un infalsificable, y el 13 de ese mismo mes el cambio había devaluado aquéllas a una relación de diez por uno. A partir de octubre la Secretaría de Hacienda definiría semanalmente la cotización y para finales de año estaba en menos de medio centavo. Esta depreciación obligó al gobierno a exigir a los estados y a la población que el pago de algunos derechos e impuestos se hiciera en proporciones crecientes de oro, en plata o su equivalente en infalsificables al tipo de cambio que definiera la Secretaría de Hacienda, lo que generó inconformidad y selló la suerte de esta emisión. El gobierno y las empresas se vieron obligados a pagar salarios en una proporción cada vez mayor de moneda metálica ante el rechazo a este papel. La circulación metálica fue formalmente restablecida y el 29 de marzo de 1917 se decretó la desmonetización de los infalsificables. Para retirarlos de la circulación se instruyó que todo derecho de importación y exportación tendría un recargo en este papel. Así, como había hecho la Tesorería con las emisiones previas, la Comisión Monetaria recogió y ordenó la incineración de al menos 363 millones de pesos infalsificables, según el último dato que aparece en un informe al 31 de octubre de 1919, así como otras emisiones en poder de la Tesorería que no habían sido puestas en circulación. La mayor parte de la colección del Archivo Histórico de la Tesorería son precisamente estos billetes infalsificables, sobre todo de la ABNC e interesantemente tiene tanto billetes nuevos como usados, con folios bajos y altos, lo que muestra que hay tanto billetes que se pusieron en circulación y fueron recogidos, como fajillas de billetes nuevos que nunca llegaron a estarlo, pero que escaparon a la incineración. 121 Infalsificable impreso en México con una escena del congreso de Tlaxcala en el anverso y una la Piedra del Sol al reverso, como en los impresos por la ABNC, pero con una mujer con un traje típico frente a ésta, que Fernando Fernández decía que era la Malinztin. Página opuesta: Intentos por uniformar la emisión de billetes en México. Modelos compuestos de billetes del Banco de la República Mexicana, la Tesorería de la Federación y los Estados Unidos Mexicanos elaborados en la misma Oficina Impresora de Gobierno. 122 123 124 Prueba de impresión de un prototipo no emitido de vales de la Comisión Monetaria reciclando las matrices preparadas para el Banco de la República Mexicana. 125 El Banco Único de Emisión La Constitución de 1917 incluía en el artículo 28 la creación del Banco Único de Emisión, controlado por el gobierno. Este fue un tema recurrente y prioritario para la Secretaría de Hacienda en los gobiernos de Carranza, Obregón y Calles, pues era esencial para reestablecer el crédito y promover el desarrollo económico del país. Venustiano Carranza, que desde el inicio del movimiento constitucionalista había señalado que la emisión de billetes no debería ser privilegio de privados, sino del Estado, buscó liquidar a los bancos que hubieran infringido la Ley de 1897 y retirarle el privilegio de emisión a los demás. Una vez promulgada la Constitución, presentó a la XXVII Legislatura, a través del Subsecretario Nieto, un proyecto de Ley Orgánica para crear el Banco de la República Mexicana, una institución habilitada para recibir depósitos, realizar descuentos, emitir billetes hasta por el doble del capital exhibido y realizar funciones de Tesorería. Mientras se reunían los recursos necesarios para su fundación, el Secretario Cabrera ordenó la manufactura de sus billetes. El contrato con la ABNC fue negociado esta vez por el agente financiero en Nueva York, Alfredo Caturegli y firmado por el subsecretario Nieto y el presidente de esa compañía el 11 de febrero de 1918. Los modelos y detalles habrían quedado a cargo de Fernando Fernández de la Oficina Impresora de Estampillas. Este contrato, por un monto total de $47,238.75 dólares oro, estipulaba el grabado en planchas de acero para el anverso y reverso de las cinco denominaciones ($1,100 dólares cada una) y la impresión en papel especial planchette de 2.8 millones de billetes de 6 ½ x 2 ¾ de pulgada cada uno (41,738.75), distribuidos como se describe en el cuadro.7 Las planchas y las matrices quedarían bajo custodia de la ABNC para futuras impresiones. Cuadro 6 Cantidades y precios de los billetes del Banco de la República Mexicana estipulados en el contrato Denominación Cantidad Precio Total (USD por 1,000 piezas) (USD) 5 1,750,000 $13.75 $24,062.50 10 700,000 $14.30 $10,010.00 20 200,000 $19.25 $3,850.00 50 95,000 $24.25 $2,303.75 100 55,000 $27.50 $1,512.50 Total 2,800,000 $41,738.75 Elaboración propia con base en el contrato original, Banxico, Colección Numismática, Varios #446. 7 Colección numismática del Banco de México, “Varios-Nacional” #446. 126 Entre febrero y marzo de ese año se habrían impreso en la ABNC estos billetes con un valor facial de 30 millones de pesos. Como el objetivo de Carranza era manufacturar los billetes en la Oficina Impresora de Hacienda, entonces bajo la dirección de Serapio Aguirre, simultáneamente había mandado a Fernando Fernández a comprar maquinaria y papel con marca de agua a Estados Unidos, y grabar en la British American Bank Note Company (BABNC) en Ottawa, Canadá, las planchas con un diseño distinto. Aparentemente, Fernando Fernández había estado haciendo modelos de billetes que podrían ser emitidos por nuestro país y algunos de ellos, de los cuales hay algunos modelos en la colección del TIEV, fueron utilizados para las placas impresas por la BABNC. Sin embargo, la falta de recursos aplazó la apertura y finalmente el gobierno retiró el proyecto en septiembre de 1919 con la intención de ajustarlo a las nuevas necesidades económicas. Seguramente los billetes impresos por la ABNC fueron destruidos y los de la BABNC no llegaron a producirse, solo se conocen algunas pruebas. Después de un breve período en el que la moneda metálica había reaparecido en las operaciones cotidianas, el incremento en los precios internacionales de la plata provocó nuevamente su atesoramiento y exportación. El gobierno reaccionó reinstaurando el patrón oro a la misma paridad de 1905; ampliando el cono monetario mediante la introducción de monedas de 2 y 2.5 pesos de oro; reduciendo el peso y la ley de las monedas de plata de 24.4338 gramos Ley 0.9072 de plata pura a 14.5 gramos Ley 0.800 en noviembre de 1918, y 12 gramos Ley 0.720 en octubre de 1919. Sin embargo, ante la incertidumbre sobre el curso futuro de la plata, el gobierno casi cesó por completo la acuñación en este metal y el 10 de enero de 1920 emitió un decreto por el cual para sorpresa de muchos autorizaba a la Comisión Monetaria la emisión de vales al portador con valor nominal de un peso y cincuenta centavos oro nacional, con carácter de especies fraccionarias de la moneda de oro nacional depositada en esa Comisión. Estos vales, conocidos comúnmente como “vales Cabrera” fueron impresos por la Oficina Impresora de Hacienda en Palacio Nacional, como se había pretendido producir los billetes del Banco de la República Mexicana, con el papel con marca de agua manufacturado especialmente para los billetes de ese banco en Estados Unidos y una de sus viñetas grabada por la BABNC. La oficina impresora los entregaba a la Comisión Monetaria para ponerlos en circulación con ayuda de las Cámaras de Comercio. Al principio solo se pusieron en circulación vales de cincuenta centavos y los de un peso empezaron a circular un mes después. Las oficinas de gobierno estaban obligadas a recibirlos a la par y la Comisión a canjearlos por oro siempre y cuando fueran en cantidades superiores a veinte pesos, pero eran de circulación voluntaria entre la población. Sin embargo, esta emisión tuvo una corta duración y no toda se puso en circulación. Los vales de cincuenta centavos y un peso no satisficieron las necesidades de moneda fraccionaria del pequeño comercio. Las monedas de bronce de 5, 10 y 20 centavos y los boletos, estampillas, vales y otros documentos de menor valor reemplazaron la falta de moneda menuda. Los comercios dejaron de aceptarlos y la Secretaría de Hacienda y la Comisión Monetaria empezaron a retirarlos. El asesinato de Carranza selló el destino de esta emisión. Menos de seis meses de su puesta en circulación, el presidente sustituto Adolfo de la Huerta decretó el cese de la emisión. 127 La Comisión Monetaria se convirtió en el antecedente del Banco de México. En 1920 emitió brevemente unos vales al portador de cincuenta centavos y un peso, impresos en la Oficina de Hacienda en México para enfrentar la escasez de moneda de bajo valor, reutilizando viñetas que había mandado a hacer para el Banco de la República Mexicana. 128 En 1921 se mandaron imprimir a la American Bank Note Company de Nueva York los billetes para el Banco de México que finalmente entraron en circulación en 1925. La primera familia de billetes tenía viñetas del archivo de esta compañía. El billete de cinco pesos tiene la viñeta C-1301 “Cabeza ideal de una joven argelina” grabada con buril por Robert Savage en 1910, de la que años más tarde se haría una reducción para los billetes “chicos” de este banco que circularon hasta la década de los años 1970. El de veinte pesos tiene una escena de un puerto clasificada como C-1512 o “No. 4 Transporte” grabada por William J. Brown al aguafuerte en 1916. 129 Álvaro Obregón, quien tomó posesión como Presidente de la República el 1 de diciembre de 1920, considerando que no había condiciones para cumplir con el mandato constitucional acerca del Banco Único, el 5 febrero de 1921 presentó a la Cámara de Diputados una propuesta de modificar el Art. 28 de la Carta Magna para autorizar hasta ocho bancos de emisión con capital de al menos diez millones de pesos cada uno, en tanto mejoraban las condiciones, se fortalecía el crédito y el gobierno adquiría confianza. Estos bancos podrían emitir billetes de cinco pesos o más, de curso voluntario. Sin embargo, los legisladores no vieron con buenos ojos esta iniciativa y el mismo Obregón la mandó retirar diez días después de presentada, y diez días más tarde presentó un nuevo proyecto, esta vez de un Banco Único de Emisión, cuyo nombre sería Banco de México. El 13 de abril de 1921, el subsecretario de Hacienda, Manuel Padrés, firmó con la ABNC un nuevo memorando a nombre del Gobierno de México y en representación del (todavía inexistente) Banco de México por 123,175 dólares para grabar e imprimir sus primeros billetes. Dicho pedido consistía en poco más de siete millones de billetes de 5, 10, 20, 50, 100, 500 y 1,000 pesos, con un valor facial de cien millones de pesos. Cuadro 7 Primera adquisición de billetes del Banco de México a la ABNC Denominación Cantidad Costo por millar Costo total (dólares) (dólares) 5 pesos 4,000,000 15.50 62,000.00 10 pesos 2,000,000 16.50 33,000.00 20 pesos 1,000,000 17.70 17,500.00 50 pesos 200,000 24.50 4,900.00 100 pesos 100,000 30.25 3,025.00 500 pesos 20,000 75.00 1,500.00 1,000 pesos 10,000 125.00 1,250.00 Total 7,330,000 123,175.00 Elaboración propia a partir del memorando entre el Gobierno de los EUM y la ABNC, Banxico, Colección Numismática, Varios #445. Estos billetes debían estar impresos por ambos lados con planchas de acero, en relieve sensible al tacto mediante un proceso calcográfico (intaglio), sobre papel seguridad planchette, especial para billetes de 3 x 7 pulgadas y con tintas especiales. Para dificultar la reproducción también se imprimía en los fondos una serie de líneas continuas de varios colores en registro perfecto mediante un proceso offset tipográfico exclusivo de la ABNC conocido como “major tint”. Además, conforme lo señalara el subsecretario Padrés, o quien él designara, debían tener doble numeración, series y fechas en el anverso. A partir de entonces, Obregón y posteriormente Plutarco Elías Calles instruyeron realizar esfuerzos al interior y en el exterior para sentar las bases de esta institución. 130 Cuando cuatro años después, finalmente se constituyó el Banco de México, S.A. los billetes que serían puestos en circulación ya estaban impresos, solo faltaba que la Oficina Impresora de Hacienda les imprimiera la serie y la fecha en el anverso, y el resello del Banco y una contraseña del gobierno que tenía tanto el nombre de la Secretaría de Hacienda como el del Banco en el reverso y que los miembros del Consejo de Administración, el cajero y el interventor los firmaran. Los primeros billetes tuvieron firmas manuscritas excepto en la denominación de cinco pesos, cuyos facsímiles eran impresos por dicha oficina impresora en Palacio Nacional y conforme aumentó el número de billetes en circulación, las firmas fueron imprimiéndose en las demás denominaciones. Cuando el Consejo de Administración del Banco aprobaba la emisión de más billetes informaba a la Secretaría de Hacienda, que tenía el derecho de veto, aunque no se ha identificado que alguna vez lo ejerciera. Con esta aprobación, el Banco mandaba imprimir los billetes a la ABNC y posteriormente solicitaba a la Oficina Impresora de Hacienda, cuyo nombre cambió en 1936 a Talleres de Impresión de Estampillas y Valores (TIEV) que sellara las características necesarias para poder lanzarlos a la circulación. Conforme el número de billetes aumentaba, el de características impresas en el TIEV se reducía y solo los resellos del reverso eran puestos en estos talleres. Hacia la década de los años cincuenta las denominaciones más bajas ya venían completamente terminadas de Nueva York. Cuando el TIEV se instaló en avenida Legaria, allí se llevó el resello de billetes y al crearse la Fábrica de Billetes del Banco de México, enfrente a estos talleres en 1969, los sellos fueron incorporados al diseño y proceso de impresión del billete y ya no fue necesaria la intervención del TIEV. Sin embargo, el sello con el nombre de la Secretaría de Hacienda permaneció hasta 1994, cuando el Banco de México alcanzó su autonomía. Un último aspecto en el que estuvo vinculada la Secretaría de Hacienda fue en el combate a la falsificación y en la custodia de valores en el caso de algunas investigaciones. La colección de la Tesorería cuenta con algunos ejemplares de billetes mexicanos y estadounidenses falsificados y billetes del Banco de México y monedas de varios países en custodia por investigaciones que realizaban las autoridades. Suponemos que éstas no fueron concluidas o los beneficiarios olvidaron o no supieron que quedaron estos bienes en custodia de la Tesorería, por lo que sobrevivieron hasta nuestros días. Aunque hoy en día la emisión de papel moneda es facultad exclusiva del Banco Central, a lo largo de más de un siglo la Secretaría de Hacienda y sus unidades administrativas desempeñaron un papel importante en diversos aspectos relacionados con este medio de cambio, fue particularmente importante en la transición de un sistema plural y privado a uno único y estatal. El Archivo del Fondo Histórico de Hacienda dista de ser un repositorio completo de las emisiones de nuestro país, pero es representativo e invita a completar el entendimiento de numerosas emisiones que no han sido suficientemente estudiadas por la falta o dispersión de registros acerca de ellas. 131 Fuentes consultadas: Banyai, Richard A, 1976, Money and Finance in Mexico During the Constitutionalist Revolution 1913-1917, Tai Wan Enterprises Co. Ltd. Fabela, Isidro, 1962. Documentos Históricos de la Revolución Mexicana, Revolución y Régimen Constitucionalista. México, Fondo de Cultura Económica. Frampton, Cory, et.al., 2010, Mexican Paper Money. Mexican Coin Company. Labastida, Luis G., 2004, Estudio histórico y filosófico sobre la legislación de los bancos y proyecto de ley que presenta el Lic. Luis G. Labastida por disposición de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmczk5q2. López-Bosch, Cedrian, Las pruebas y especímenes del Banco de la República Mexicana: primer intento de creación del Banco Único de Emisión, en SONUMEX, El Boletín Numismático, Octubre-Diciembre 2016. _____, “The Vales of the Comisión Monetaria: a brief paper money issue after the chaos of the Revolution”, en U.S. Mexican Numismatic Association Journal, Marzo 2017. Magán, Ricardo, 2005, Latin American Bank Note Records. Paatela, Hannu, 2017, Mexican Revolutionary Paper Money and Coins 1913-1917. Prendergast, Simon. The Paper Money of Chihuahua en: http://www.papermoneyofchihuahua.com/ _____, The Paper Money of Sonora, en: www.papermoneyofsonora.com. Sánchez Santiró, Ernesto, et.al. 200 años de Hacienda Pública en México (1810-2010), México, SHCP, 2010, 2 vols. SHCP, Memorias de la Secretaría de Hacienda, México, 1956. _____, Legislación Monetaria, México, 1959. Serra Carlos J y Martínez Vera, Rogelio, 1972. Historia de la Tesorería de la Federación, México, Ediciones del Boletín Bibliográfico de la SHCP. _____, El papel sellado y la Ley del timbre. 1821-1871-1971, Relación documental, México, Publicaciones del Boletín Bibliográfico de la SHCP, 1973. Valades, José C., 2007. La Revolución y los Revolucionarios. Tomo I, Parte I. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Banco de México, Colección Numismática, http://www.banxico.org.mx/ColeccionNumismatica. Centro de Estudios de Historia de México, Fondo XXI Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza (1859-1920). Hemeroteca Nacional, Archivo Barragán, Fondo Primera Jefatura. Hemeroteca Nacional Digital de México. Página opuesta: Billetes de los bancos de emisión y de las facciones revolucionarias parte del Archivo Histórico de la Tesorería de la Federación. Páginas 134-135: Detalle de la impresión del billete infalsificable de 20 pesos, con los microtextos y las impresiones a diversas tintas. 132 133 134 135 136 La arquitectura del papel moneda Arturo Chapa a introducción del papel moneda en México trajo consigo el desarrollo de una L nueva tipología arquitectónica mexicana, la bancaria. En el siglo xix los recién creados bancos de emisión –en la capital y en los estados– se vieron en la necesidad de establecer sus sedes y sucursales en inmuebles específicos donde pudieran llevar a cabo sus funciones y operaciones. De esta forma los bancos encargaron sus edificios centrales de acuerdo a los patrones que se habían generado tradicionalmente en Europa, Antiguo edificio de la aseguradora The Mutual Life Insurance Company con antecedentes tan antiguos como la Banca Monte dei Paschi di Siena of New York, rehabilitado en 1925-27 fundada en 1472, su matriz se estableció en el Palazzo Salimbeni en Siena. por Carlos Obregón Santacilia para ser la sede del Banco de México, con Otros bancos europeos también instalaron sus oficinas en edificios que ahora una sala bancaria estilo art decó. son históricos como el Berenberg Bank alemán que data de 1590. Otras naciones con bancas fundadas en los siglos xvi y xvii son: España, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Suiza, Irlanda, Alemania y el propio Estados Unidos. En 1800 se establece el Banco de Francia y de ahí surgen gran cantidad de instituciones por todo el mundo. La actividad financiera iba de la mano de los movimientos de capital que se centraban en los territorios que en su momento generaron más riqueza, y también por sus relaciones políticas y comerciales, aunado a la estabilidad social. En México, el antecedente es quizá el propio Monte de Piedad (Sacro y Nacional Monte de Piedad de Ánimas)1, que desarrollaba las labores de préstamo a sus clientes; fundado durante el Virreinato por Pedro Romero de Terreros –el Conde de Regla– con el fin de que los necesitados tuvieran créditos sin interés bajo una promesa de pago, con una retribución voluntaria a la institución; al morir el Conde de Regla, su director autorizó un interés sobre los préstamos del 12 por ciento.2 El virrey Matías de Gálvez, publicó un Bando de la Cédula Real del 19 de julio de 1782, que erige el Banco Nacional de San Carlos.3 Al terminar la guerra de independencia, el gobierno de la América mexicana libre lanzó un intento por introducir el uso del papel moneda en el territorio mexicano y reemplazar –al menos en pequeña escala– el uso de los metales como medio de pago; en el siguiente folleto de época se narran las vicisitudes que este nuevo y experimental billete tuvo entre los mexicanos y la problemática de su uso: 1 Estatutos del Sacro y Nacional Monte de Piedad de Ánimas, Manuscrito, México, 1775. 2 Labastida, Leyes Federales, p. 534, Flavius McCaleb, Walter, Present and Past Banking in Mexico, Harper and Brothers, N.Y., 1920, p. 7. 3 Bando de la Cédula Real del 19 de julio de 1782, virrey Matías de Gálvez. Archivo Municipal de Taxco, Guerrero, México. 137 El virrey Matías de Gálvez, publicó un Bando de la Cédula Real del 19 de julio de 1782, que erigía el Banco Nacional de San Carlos. Página siguiente: José María Morelos, Capitán General de los Exércitos Amerícanos (sic). 25 de junio de 1812. Manuscrito insurgente para la administración de los lugares donde no estén instaladas tesorerías de los independentistas. 138 139 ¿Se quitará, amados compatriotas, este auxilió benéfico, que el superior Gobierno adoptó para atender á las urgencias del Erario? no debe quitarse, compañeros, hasta que el mismo que lo impuso lo tenga por conveniente, hasta que los fondos de la Nación sin este auxilio puedan por sí cubrir todos sus desembolsos, y hasta que como se ha dispuesto se amortizen los cuatro millones en las oficinas de las propias rentas nacionales; pero si se quitará para los jornaleros y artesanos su circulación, si el superior y benigno Gobierno penetrado de la usura é infamia de los monopolistas, que abusando de la indigencia y necesidad de los pobres, se burlan de la sinceridad con que ha sido establecida esta provisional moneda. Sí conciudadanos: es inconcuso el carácter notorio de los ambiciosos comerciantes, con la precisión de cubrir sus obligaciones los artesanos que adquieren con su personal trabajo en sus talleres lo necesario para su subsistencia; éstos por cumplir ciegamente con el Bando que impone multa á los que se reusen á recibir la tercera parte de las cantidades en papel moneda, se ven obligados á tomar sus jornales ó rayas en estos términos, sin poder deliberar del papel por su legítimo precio y por terceras partes, sino que teniendo que emplear por menor en ínfimas cantidades, tienen que venderlos solo á los satélites, que como el camaleón con el viento, no pierden ocasión para tragarse con la usura á los que conocen urgidos y necesitados. Al principio se impuso la costumbre de pagarlo á siete reales, después, aunque con orgullo y mala gana, lo pagaban á seis reales; pero con el mayor escándalo lo ven con odio quieren pagarlo á la mitad de su valor, recogiéndolos con el objeto de hacer los enteros en las oficinas nacionales, y que toda esta utilidad recaiga en ellos, con perjuicio y gravamen de los infelices que por necesidad los venden. Hay algunos que miran el papel moneda con tanto desprecio, que solo de oírlo mentar refunden en lo mas oculto de sus recónditas bodegas y subterráneos la plata, para hacer creer no tienen existencia de metálico. Otros, diariamente lucran con la compra y reventa de dichos papeles y por último, los que los venden para su manutención forzosa, lloran lágrimas de sangre por cada cuartilla que pierden por esta despótica imposición. Los holgazanes y viciosos lo malbaratan para cebar sus apetitos, causa también porque los compradores se valen de la ocasión, y los pobres artesanos, ó perecen, ó sacrifican el sudor de su rostro por la mitad ó dos terceras partes del trabajo. Lo que no tiene comparación entre las inequidades, es lo que se observa en las tiendas de puro menudeo, lleva un pobre su papel, y después de repetirle el que por favor y mucha gracia lo reciben al precio de seis reales, pero llevando la mitad lo menos en efectos, sean buenos, malos, abundantes ó escasos (que por lo regular para este caso y otros de esta naturaleza están ya apartados) y sino es así no los toman. Por todos estos abusos que los ignorantes, desconfiados y avarientos, han discurrido para no dar curso á esta moneda, que el superior Gobierno estableció, parece de justicia que él mismo con su natural rectitud y benevolencia hacia los pobres artesanos y jornaleros, señale la cantidad fija que considere en razón deba perderse en la venta del papel moneda, y señale una pena pecuniaria ó aflictiva á los que sean denunciados, que compren ó vendan á menos ó mas precio que el que la Superioridad mande, así como 140 Billete del Imperio mexicano de un peso, por decreto del 20 de diciembre de 1822. Firmados por el Ministro de Hacienda, el Tesorero General y el Contador General. Después de la independencia, el águila coronada tuvo un breve uso con Agustín de Iturbide y su primer Imperio mexicano. Este intento de introducir el papel moneda en México no prosperó, durante el virreinato también se intentaron utilizar pequeños cartones en San Miguel, El Grande como medio de pago. 141 Los billetes de gobierno para mayo de 1823 ya no ostentaban el águila coronada de Agustín de Iturbide, fueron impresos al reverso de Bulas Papales con el afán de que el público aceptara los billetes como papel moneda; pero ante las grandes dificultades de su aceptación, su uso fue muy limitado. Tesorería General de la Federación, Vale de alcance de sueldos por veinte pesos. Supremo Gobierno, 20 de marzo de 1835. 142 también para los que se reusen recibirlo: de esta suerte se verá con evidencia correr el papel lo mismo que la plata, sin mayor detrimento de los vendedores, y menos usura de los compradores, pues de ser como rige, dentro de poco tiempo se verán solos los talleres, escuetas las oficinas, y los patrones en continua necesidad por la falta de los oficiales que no querrán trabajar por la mitad ó menos de su justo valor. Para que la agricultura y las artes no decaigan y prosperen en honor de la ilustración de la nación Americana, es de esperar que el superior Gobierno tome las mas sabias providencias para evitar los abusos que los malos y corrompidos ciudadanos establecen para agitar y oprimir á los buenos y obedientes hijos de la Nación. Este es el único objeto que estimula á dar este papel al público, siendo factible que el superior Gobierno por sus continuas y crecidas atenciones no tenga conocimiento de estos fraudes (sic).4 Así la existencia de estos “billetes” fue corta, el público estaba muy acostumbrado al dinero en metálico, los valores en papel para el común de los ciudadanos carecían de validez, y sin la figura de un banco difícilmente el pueblo los reconocería como un medio de pago y cambio confiable; en esos ejemplares –como en el billete de diez pesos– aún se utilizó el águila coronada al centro de la leyenda: El Imperio Mexicano. Los billetes de un peso posteriores fueron impresos por el gobierno al reverso de bulas papales canceladas, aun así el público no confió en ellos, y como hemos visto se prestaron a gran cantidad de fraudes por el poco conocimiento de su uso, de su valor y de la escasa reglamentación al respecto. El gobierno prometía pagar la cantidad expresada en uno, dos y diez pesos con arreglo al decreto de 20 de diciembre de 1822, emitidos el 1 de enero de 1823, firmados por el Ministro de Hacienda, el Tesorero General y el Contador del Supremo Gobierno; ya para el 11 de abril se emitió otro decreto donde se ordenó el cese de la fabricación y emisión de este papel moneda para ser sustituido y pagado por las Tesorerías de la Nación. La Gaceta del Gobierno Supremo de México el 10 de mayo de 1823 publicaba que: [...] a la Comisión del Sistema de Hacienda del Supremo Congreso, se pasó un proyecto del teniente coronel Manuel Aspericueta sobre el establecimiento de un banco nacional.5 A mediados del siglo xix, en el Congreso e instituciones financieras se discutía las ventajas del papel moneda (o billete) que era usado en Europa y otros países. En Yucatán el Periódico Oficial publicaba en 1857 una discusión sobre las características de este medio de cambio: El billete de banco es la moneda papel, como lo llaman algunos economistas, ó el título fiduciario convertible en dinero o pagadero en el acto de la presentación en la caja de la institución de crédito que lo emite. Las obligaciones que otorga el crédito mobiliario son exactamente pagarés con intereses a plazo fijo y expresado en ellas. 4 El Papel Moneda Se Quita, Imprenta Imperial del Sr. Alexandro Valdés, México, 1823. 5 Gaceta del Gobierno Supremo de México, tomo I, núm. 62, p. 233. 143 El billete cuenta para su reembolso con la existencia en efectivo en el banco, y para su garantía con el capital social, y con los valores a plazo descontados quizá con ese mismo billete, pero con la advertencia de que última garantía no es convertible en efectivo sino a sus respectivos vencimientos. Las obligaciones del crédito mobiliario contarán para su reembolso con el dinero existente en la caja de la compañía, para su garantía con el capital social y los valores a plazos porque se han otorgado aquellas pero con la advertencia de que estos valores serán convertibles para las épocas en que venzan sus respectivas obligaciones, de modo que al cumplimiento de éstas habrá para su pago no solo la existencia regular en numerario, sino los fondos de los valores en cartera correlativos, que se irán realizando para cubrir los compromisos sociales. Los billetes de un banco de emisión representan la moneda: las obligaciones del crédito mobiliario representan compromisos de pago, con término estipulado: aquellos se convertirán en dinero sin utilidad alguna por el tiempo que existan circulando: éstas se satisfarán con los intereses convenidos y correspondiente al transcurso de días, meses ó años que hayan estado en poder de una persona. La esencia y naturaleza de ambas clases de papel son muy distintas y por eso es que el billete o moneda papel constituye un privilegio de los bancos de emisión, al paso que el otorgamiento de una obligación ó pagaré es permitido á toda persona hábil (sic).6 Así el siglo xix mexicano siguió su camino sin utilizar el papel moneda, hasta la noticia de la llegada de un nuevo “emperador mexicano” y la instalación del falso imperio que Napoleón impuso sobre de México; así se leía en el periódico La Sociedad del 16 de Diciembre de 1863: Ya sabrán ustedes, cómo se ha acogido en Inglaterra la noticia de un empréstito mexicano garantizado por la Francia. Desde que se ha hablado del proyecto, se ha visto nacer en los corazones británicos cierta simpatía por la ocupación francesa en México, y aun se ha estimulado á la Francia en algunos periódicos para que organice un gobierno y envíe al archiduque Maximiliano de emperador; pero se le estimula sobre todo á que el nuevo emperador vaya acompañado de un pomposo cortejo de billetes de banco. Se espera tanto que el gobierno francés dé esta nueva prueba de adhesión á México que los bonos mexicanos han tenido alguna alza á consecuencia de estas noticias. Los ingleses se lisonjean con que el primer uso que se hará del empréstito, será reembolsar á los acreedores británicos de su capital y réditos. Aun se quiere convertir esto en un deber, diciéndolo que nos hemos hecho realidad responsables de México. No es posible, pues, que la Francia se halle en esta alternativa: tener sobre sí un país endeudado y arruinado que ningún personaje quería gobernar si se le ofrece una corona sin rentas, ó formar las rentas de la Francia á los acreedores ingleses (sic).7 6 Periódico Oficial del Estado de Yucatán. Las Garantías Sociales, marzo 30 de 1857, p. 2. 7 La Sociedad, Periódico Político y Literario, miércoles 16 de septimbre de 1863. Tercera época, tomo I, núm. 181. México. 144 Con una iconografía clásica europea, se diseñó el prototipo de billete del denominado “Banco de México” que se pretendía instalar en México con capital extranjero en 1866. El escudo del Segundo Imperio era una fusión del emblema del mito fundacional mexicano y el escudo francés de Napoleón; proyecto de banco que no prosperó. Al imponer Napoleón su “imperio mexicano” sobre de México, el tradicional y centenario peso de plata fue modificado para insertarle el escudo del imperio francés (moneda derecha) al mito fundacional de México-Tenochtitlán; la moneda izquierda circuló en el país junto a los nuevos billetes de banco mexicanos. 145 El Diario del Imperio, publicaba el jueves 16 de noviembre de 1865 los Estatutos para el establecimiento de un banco en México. 146 Para el 18 de marzo de 1864 se publicaba en el periódico La Sociedad, los Estatutos de un denominado “Banco de México”, proyecto presentado al emperador por los señores Hottinguer y Ca, Finlay Hodgson Ca , Pillet Will Ca, Mallet hermanos y Ca, F.A. Seillere, Marcuard André y Ca y finalmente A. y M. Heine. Todos representados por el señor Michel Heine como su apoderado. La Secretaría de Estado y del Despacho de Hacienda y Crédito Público publicaba los Estatutos del banco, que en su artículo segundo establecía: Art 2o. Las operaciones de el “Banco de México” consistirán: I. Emitir billetes al portador, pagaderos en efectivo á su presentación. Estos billetes tendrán curso legal en virtud del privilegio exclusivo que resulta del decreto de concesión; serán recibidos en pago lo mismo que dinero por las tesorerías y administraciones y cualquiera que sea el lugar en que se hayan emitido esos billetes. El pago de un billete en efectivo se verificará por la Caja del Banco á que se haya encargado la emisión. La circulación de los billetes no podrá en ningún caso exceder del triple del numerario existente en las Cajas del Banco (sic).8 Este proyecto no prosperó ya que tenían un año para el establecimiento de dicho banco a partir de la publicación de sus Estatutos el 30 de enero de 1864, de lo contrario, se declararía nula la concesión aprobada por la Regencia del Imperio el 2 de enero de 1864 otorgada por el general Almonte. Este proyecto contemplaba fundar un banco mexicano único de emisión con capitales franceses, lo que hubiera colocado al país en una situación económicamente comprometida; el emperador antes de salir de Europa hacia México declaró –según el periódico La Sociedad– que no otorgaría el privilegio exclusivo al denominado “Banco de México” con capitales extranjeros.9 Ya para el 16 de noviembre de 1865, en El diario del Imperio aparece la siguiente nota sobre la formación de un banco: S.M. el Emperador, se ha servido aprobar la concesión que en su nombre ha hecho la Comisión de Hacienda de México en París al señor Pinard el 16 y 21 de Septiembre de este año, para el establecimiento de un banco en México, así como los Estatutos del indicado banco, formados en París con fecha 29 del propio mes y año. Lo comunico a usted como resultado de la exposición que dirigió á S.M., con fecha 7 de este mes. –El Subsecretario de Hacienda F. P. César.– Sr. D. Teodoro Dromel. México, Noviembre 10 de 1865 (sic).10 También El Diario del Imperio el 18 de Diciembre de 1865 publicaba en el Estatuto Orgánico del Imperio en su artículo 13o lo siguiente: 8 La Sociedad, Periódico Político y Literario, sábado 30 de enero de 1864, Tercera época, tomo I, núm. 226. México y La Sociedad, Periódico Político y Literario, viernes 18 de marzo de 1864, Tercera época, tomo I, núm. 274. México. 9 10 Ibid. El Diario del Imperio, 16 de noviembre de 1865, tomo II, núm 266. 147 Tampoco se concederán [cartas de naturaleza] á los habidos, reputados y declarados judicialmente en otros países por piratas, traficantes de esclavos, incendiarios, monederos falsos ó falsificadores de billetes de banco ú otros papeles que hagan las veces de moneda, así como á los parricidas y envenenadores (sic). Desde 1864, el país tuvo que esperar hasta la Revolución para la formación del banco único de emisión; en 1917 se estableció en la Constitución el ordenamiento para el establecimiento del Banco Único, pero tomó ocho largos años reunir el capital para su creación. En 1925 se fundó oficialmente el Banco de México como lo conocemos en su edificio sede de 5 de mayo número 2 de la capital mexicana. Esta obra fue encargada por el Presidente Plutarco Elías Calles al joven arquitecto Carlos Obregón Santacilia, con el objeto de crear un palacio bancario que expresara la solidez de la revolución y la del propio banco, para tal efecto se adquirió el antiguo edificio conocido como “La Mutua” de la aseguradora The Mutual Life Insurance, para que el arquitecto lo ampliara hasta colindar con el edificio de correos –demoliendo las casas contiguas–. Se modificó el interior para las nuevas funciones del inmueble, instalando una gran sala bancaria estilo art decó para los servicios al público. El Banco utilizó la Columna de la Independencia como su imagen en billetes y papelería. En 1864 previo a la llegada del emperador, quien se especulaba se embarcaría a México en marzo de ese año –según publicaba La Sociedad–, se había creado (días antes) en la Ciudad de México el Banco de Londres, México y Sudamérica el 22 de junio de 1864, con William Newbold como director-gerente, este banco inglés trató de mantenerse al margen de la situación política mexicana. Con su fundación llegaron también los nuevos y esperados billetes de banco a nuestro país. Este primer banco privado encargó posteriormente su edificio sede al ingeniero Miguel Ángel de Quevedo en 1912, este inmueble aún existe en el Centro Histórico en la esquina de 16 de septiembre y Bolívar, las plantas superiores le fueron agregadas años después. Ya con un banco privado respaldando los billetes, aunado a que poseían impresión de seguridad, diseño y papel que dificultaban su reproducción y la ventaja de que eran de aceptación voluntaria, el público los asimiló y utilizó en sus operaciones diarias junto con la moneda metálica; a la caída del ilegítimo imperio instalado en México, los billetes del Banco de Londres y México ostentaban grabado en su billete de veinte pesos –del lado izquierdo– al presidente Benito Juárez11, quién había liberado a la nación de la intervención francesa. El periódico La Sociedad publicaba en esa época la siguiente noticia: El Stock Exchange en Londres, alarmado de la multitud de empresas hacendarias acometidas ó proyectadas en esta época, ha resuelto no admitir á la cotización oficial á ninguna compañía que no haya emitido la mitad de sus acciones, realizando al menos el 10 de por 100 de ellas. El nuevo banco mexicano, fundado dos días antes, se ha hallado en la categoría de las compañías que aún no llenaban las condiciones requeridas para ser cotizadas (sic). 11 Griffiths, H. William, The Story of American Bank Note Company, ABNC, New York, 1959. 148 El Banco de Londres y México encargó su edificio al ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, en una céntrica esquina de la Ciudad de México, el edificio poseía una gran sala bancaria; actualmente existe como edificio de gobierno. El banco inglés fue fundado y operó durante el Segundo Imperio de Maximiliano, pero años después el propio banco ya ostentaba el retrato de presidente Juárez en su billete de cinco pesos. De 1925 a 1927 fue rentado el inmueble por el Banco de México mientras el arquitecto Carlos Obregón Santacilia ampliaba el edificio de “La Mutua”, para reacondicionarlo como la sede del nuevo banco central de México. 149 Edificio de la Fundición Artística Mexicana y una acción de la empresa firmada por su socio fundador, el presidente Porfirio Díaz. Ante el crecimiento de la construcción en México, el general Díaz se asoció para crear la Fundición Artística Mexicana, quienes diseñaron y fabricaron gran cantidad de elementos arquitectónicos fundidos para los bancos, edificios de gobierno y casas particulares. También el general coadyuvó a la unión de dos bancos para la creación del Banco Nacional de México, el cual durante años utilizó la arquitectura del antiguo Palacio de los Condes de San Mateo Valparaíso como su imagen institucional. 150 Sucesivamente su fueron fundando nuevos bancos en México, los cuales requirieron de construcciones y edificios de acuerdo a la imagen que deseaban proyectar, y para asegurarle al público su solidez como instituciones. Varios de los billetes emitidos ostentaban en sus viñetas las fachadas de sus inmuebles como el Banco Oriental de Puebla, el Banco de Durango, el Banco Minero entre otros; así estos billetes usaban la arquitectura de la sede bancaria para generar ante el público la confianza en hacer sus depósitos, ahorros y usar sus billetes como medio de cambio. Esta proliferación de billetes de banco privado nos heredó una rica historia numismática en el siglo xix y principios del siglo xx, hasta la fundación del Banco de México en 1925, institución que retiene el privilegio exclusivo para la emisión de los billetes mexicanos desde entonces. Así llego la fundación de otros bancos a finales del siglo xix, el Banco de Santa Eulalia en 1875 y el Banco Mexicano de Chihuahua en 1878 . El Banco Nacional de México (establecido en 1884) fue producto de la fusión de otros dos bancos anteriores: El Banco Mercantil Mexicano (1882) y el Banco Nacional Mexicano (1881); y el propio Nacional Monte de Piedad fue autorizado para emitir sus billetes. El Banco Nacional de México tuvo un gran crecimiento y el gobierno le otorgo varios privilegios que prácticamente lo convirtieron en la banca del Estado. El general Díaz fue parte del consejo de administración desde el anterior Banco Mercantil Mexicano y su accionista, incluso el general fue mediador con el presidente Manuel González para realizar dicha fusión.12 El banco utilizó por varios años como su imagen oficial la fachada de su magnífico edificio virreinal, que se encuentra en Isabel la Católica y Venustiano Carranza, obra que intervino el maestro en arquitectura Francisco de Guerrero y Torres hacia 1772, conocido actualmente como el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso, la esquina aparecía en el billete de 10 pesos, en sus acciones, y en la papelería del banco. También el general Díaz aprovechó este auge constructivo, ya que era copropietario de la Fundición Artística Mexicana13 empresa que formó junto con el artista de Aguascalientes Jesús F. Contreras, emitieron 1000 acciones de 100 pesos de Capital Social en 1892, el propio General Díaz firmó las acciones como presidente del Consejo de Administración, tuvieron un crecimiento enorme; en sus acciones se presentaba una viñeta del Monumento a Cuauhtémoc, que fue parcialmente trabajado por Contreras en la fundición. Además de muchas de las fundiciones de esculturas y monumentos públicos, diseñaron elementos arquitectónicos de los palacios que el gobierno construyó en el país, así como accesorios y decoraciones para casas particulares, sobre todo de la Ciudad de México. Para 1905 los activos del Banco Nacional de México eran de 207,540,814.80 pesos y los del Banco de Londres y México eran de 96,040,628.53 pesos.14 En Yucatán se fundaron bancos ante el auge henequenero y textil peninsular hacia finales del siglo xix, como el Banco Yucateco y el Banco Mercantil de Yucatán. También 12 Historia de la Banca en México, Comisión Bancaria y de Seguros, México, 1985, p. 87: Alberto María Carreño, El Banco Nacional de México, Cap VII, p. 33. 13 Certificado de una Acción de la Fundición Artística Mexicana, S.A. julio 5, 1892, México, Firmada por Porfirio Díaz como director del Consejo de Administración, según escritura pública de 1892. 14 Anuario Estadístico de la República Mexicana, México, 1905, p. 57. 151 en otros estados se crearon bancos de acuerdo a su producción: ya sea ganadera, agrícola, industrial, minera, etcétera. Para el comienzo del siglo xx, estaban instalados en México los siguientes bancos; también los había de emisión, hipotecarios y refaccionarios: Banco Nacional de México. Banco de Jalisco. Banco de Londres y México. Banco Mercantil de Monterrey. Banco Minero de Chihuahua. Banco Oriental de México. Banco Yucateco. Banco de Guanajuato. Banco Mercantil de Yucatán. Banco de Tabasco. Banco de Durango. Banco de Chiapas. Banco de Zacatecas. Banco de Hidalgo. Banco de Nuevo León. Banco de Tamaulipas. Banco del Estado de México. Banco de Michoacán. Banco de Coahuila. Banco de Aguascalientes. Banco de San Luis Potosí. Banco de Oaxaca. Banco de Sonora. Banco de Morelos. Banco Occidental de México. Banco de Querétaro. Banco Mercantil de Veracruz Banco de Campeche. El auge del billete de banco creó la necesidad de establecer sucursales y edificios bancarios en varias partes del territorio, la arquitectura que generaron fue única y en muchos casos ya no existe, sabemos de ella por los testimonios gráficos de sus inauguraciones y por los proyectos que de algunos inmuebles se conocen, ya que por medidas de seguridad era común que estos proyectos y planos fueran destruidos o no fueran públicos, por lo que son escasos los proyectos arquitectónicos de estos inmuebles en la actualidad. El Banco Agrícola e Hipotecario de México le encargó su edificio al arquitecto Nicolás Mariscal, y el inspector de la obra fue Federico Mariscal; el proyecto se sometió a concurso abierto, por el cual se eligió el sistema de construcción patentado por François Hennebique con betón armado (Béton Armé) u hormigón armado, cuya agencia estaba a cargo del señor general Ángel Ortiz Monasterio. Este sistema prometía ser de “poco volumen” pero de alta resistencia, además de ser a prueba de fuego, contra la humedad, muy ligero de peso y adecuado para el subsuelo. La fachada sería de mármol ejecutada por la compañía Mármoles de Santa Julia15, de tipo Renacentista gótico veneciano, ubicado en la calle de Tiburcio número 18 (hoy Uruguay 45); el edificio existe actualmente rehabilitado como hotel. Los talleres Los Industriales del señor Benigno Zamudio fabricaron las hermosas rejas del banco, las cuales en el siglo xx fueron sustituidas por accesorias con cortinas de fierro (ver págs. 160-163). El proyecto contemplaba como otros edificios de banco tres pisos destinados a las oficinas bancarias, y otros espacios para renta de despachos a particulares, los cuales se anunciaban como elegantes y amplios.16 Posteriormente otro banco, el Banco Internacional e Hipotecario ponía a disposición del público una bóveda de seguridad única en México: 15 El Mundo Ilustrado, septiembre 18 de 1904, México. 16 El Mundo Ilustrado, enero 29 de 1905, México. 152 En Torreón, Coahuila la actividad de la industria de los metales y la ganadería requirió de una banca para hacer las operaciones financieras. El Banco de Coahuila emitió billetes de dos pesos con su edificio al centro de una composición en elipse junto a los numerales. Pronto sucursales se establecieron por distintas partes del territorio para dar servicios bancarios. 153 154 Queremos referirnos á la magnífica bóveda incombustible é imperforable que contiene el departamento de Cajas de Seguridad para valores y documentos instalado en el corazón del palacio que aquél Banco posee en la calle de Cadena, de esta Capital. Las cajas de seguridad, de extensísimo uso en Estados Unidos, bajo el nombre Safe Deposit Vaults, eran totalmente desconocidas en México, hasta que la emprendedora Dirección del Banco Hipotecario, á costa de un fortísimo gasto, instaló las primeras y únicas hasta hoy en la República (sic).17 [...] tiene mas de mil cajas cuyo precio de arrendamiento según su capacidad es de 15 a 75 pesos anuales. Conocida por el público la importancia de esta mejora existen ya muchas cajas arrendadas que guardan documentos de importancia, alhajas y oro de las personas que conociendo la seguridad que prestan han querido aprovecharse de ellas (sic).18 En la península de Yucatán, el Banco Yucateco instalaba su sede en la ciudad de Mérida, es de notarse que como muchos otros bancos de la República, la oficina del gerente por lo general estaba muy cercana al acceso principal para atender al público personalmente si era necesario (ver pág. 158 abajo-izquierda): En uno de los sitios más céntricos de la ciudad de Mérida se levanta el edificio del Banco Yucateco, de moderna construcción, que presenta un hermoso aspecto. Consta de dos pisos con cinco balcones. En la planta baja se encuentran tres puertas de entrada: una para las habitaciones particulares, la del centro para las oficinas, y la otra para la Dirección, desde el cual hay una escalera para subir á las salas de junta. El departamento de caja presenta un aspecto elegante en grado sumo: los techos están artísticamente pintados: las rejas tras de las que se verifican las operaciones, son de hierro con primorosos dibujos, notándose en todo ello un esmero, un orden, una limpieza, que hacen de esta oficina tan frecuentada, un sitio en que se refleja la seriedad y el método que informan todas las operaciones de este gran establecimiento de crédito (sic).19 17 Almanaque Mexicano de Artes y Letras, enero 1 de 1896, p. 140. 18 El Mundo, septiembre 10 de 1897, Número extraordinario. 19 El Mundo Ilustrado, febrero 18 de 1906, México. Páginas 154-155: El edificio del Banco Internacional e Hipotecario se encontraba cercano a la casa del general Díaz en la calle de Cadena, de la Ciudad de México. El moderno edificio era un ícono de la construcción en México, y por algunos años represento el auge económico que tuvo el país durante el porfirismo. El ingeniero Daniel Garza anunciaba sus obras (incluido el Banco Hipotecario) con su retrato, también publicaba un proyecto de reconstrucción para el edificio del Portal de Agustinos. 155 156 157 El Banco Yucateco tenía un inmueble en la ciudad de Mérida de carácter historicista como muchos de la época; sus instalaciones contaban con cajas de seguridad y amplias salas bancarias. Los inmuebles mostraban la solidez de la institución producto del auge henequenero. Curiosamente el Banco Yucateco y el Banco Minero utilizaron la misma viñeta de una vendedora de La Viga que poca relación tenía con sus estados. Era una imagen grabada basada en una fotografía del siglo xix de Cruces y Campa; también la viñeta apareció en una litografía del famoso libro de don Antonio García Cubas. 158 Era muy común que las viñetas fueran reutilizadas por otros bancos, aunque iconográficamente estuvieran alejadas del contexto histórico del estado donde se emitía el dinero; por lo general el edificio sede del banco, o su actividad económica refería más fielmente al billete con su entorno. 159 160 161 El inmueble de Nicolás Mariscal paulatinamente fue quedando en abandono como bodegas durante el siglo xx. Actualmente existe en la calle de Uruguay como hotel, pero con muchas modificaciones al proyecto original. Atrás quedaría la gloria del edificio del Banco Agrícola e Hipotecario. 162 163 El Banco de Guerrero anunciaba su sede local de la siguiente forma: Frente á la plaza principal de Iguala, en el trayecto que había que recorrer el Presidente de la República para dirigirse á su alojamiento se levanta el airoso edificio que ocupa el Banco del Estado de Guerrero. De esta manera, una de las primeras impresiones que recibirán de la ciudad los visitantes será sumamente grata. El Banco ocupa un edificio de dos pisos, que tiene una fachada muy armónica con un portal de frente, y se hallaba adornado [por el Centenario] espléndidamente. Formaban su adorno cortinajes con los colores nacionales en los balcones, haces de banderas en los pilares del soporte atados con cordones dorados y ostentando escudos con las armas nacionales. Por la noche el edificio presentaba un adorno con infinidad de farolillos venecianos de cristal. La institución de esta manera rindió homenaje al Primer Magistrado de la Nación, es la más importante que opera en su ramo en el Estado de Guerrero desde su fundación en el mes de Julio de 1906 (sic).20 El Banco de Durango poseía un gran palacio bancario que asemejaba a la sede del Banco de España, un palacio ochavado que fue retratado para el Álbum Gráfico de las Fiestas del Centenario: Se estableció el 1o de junio de 1891, siendo su capital inicial de medio millón de pesos, poco tiempo después aumentados en otro tanto. Tiene concesión para emitir billetes, de los cuales había en circulación arriba de quinientos mil pesos. Los señores Carlos Bracho y Francisco Asúnslo se encargaron de la dirección y la gerencia de este establecimiento de crédito. La situación del Banco ha seguido siendo satisfactoria, y su estado actual es realmente floreciente. Desde el punto de vista monumental, que es el que interesa en esta obra, el edificio del Banco de Durango posee una arquitectura que pareció digna al artista de figurar al lado de tantas magníficas construcciones de toda la República, como aparecen en este libro. Levántase un block distante de la Plaza Principal, formando esquina su fachada. La puerta está truncada en la esquina misma de la calle, presentando la conocida posición nombrada pote compé. Toda la seríe de balcones afectan forma de arcos. Flanquean la entrada cuatro grandes pilastras con capiteles compuestos, entre los cuales corren poderosas rejas de bronce. El cornisamiento del edificio presenta un balaustrado vistoso, y remates de armoniosa forma. Bajo las molduras de la cornisa hay una serie de artísticos festones. El interior corresponde en amplitud y lujo á la magnificencia del exterior. Las funciones que el banco desempeña son de verdadera importancia á región tan rica en agricultura y minería como lo es el Estado de Durango, baste decir que le pertenece gran porción de la comarca lagunera en las riberas del Nazas, que rinde millones de pesos con el cultivo de algodón, maíz, trigo, azúcar, uva y frijol, se producen asimismo en abundancia. 20 El Mundo Ilustrado, mayo 15 de 1910, México. 164 El Banco de Durango tuvo uno de los grandes edificios bancarios mexicanos del siglo xix, su fachada asemejaba a la del Banco de España en Madrid, con el acceso sobre una esquina ochavada. El banco utilizó la imagen del inmueble en su billete de 500 pesos, el grabado del billete fue tomado directamente de la fotografía publicada en la tarjeta postal de la Librería Religiosa de Durango (centro). El diseño del banco también se inspiró en un antiguo edificio virreinal de la ciudad, el palacio del Conde del Valle de Súchil con su entrada ochavada, un inmueble del siglo xviii, obra del maestro Pedro de Huertas. En el siglo xix fue utilizado como almacén de Maximiliano. 165 El Banco Minero mostraba su gran sede en un amplio grabado en sus billetes de uno y diez pesos. Años después su fachada perdió la escultura central de su frontón roto; el inmueble fue casa de la familia Zuloaga quienes tenían grandes propiedades: haciendas, ranchos y minas en Chihuahua. 166 De las minas no hay sino que decir que suman varios miles las tituladas en el Estado, junto con más de cien haciendas de beneficio, de oro, plomo y es inútil añadir que hierro en fabulosa cantidad (sic).21 Algunos autores mencionan que el inmueble fue demolido,22 pero en realidad aún existe y actualmente funciona como sucursal bancaria abierta al público. Fue uno de los grandes ejemplos de la arquitectura que se generó con el auge de los bancos de emisión; y con la entrada de capitales para el crédito y la inversión fomentaron la construcción por toda la República de casas particulares, edificios de gobierno e inmuebles para establecimientos comerciales, mucho de ese patrimonio se perdió con la guerra de la Revolución mexicana y con el paulatino abandono de los inmuebles en el siglo xx. El Banco Minero de Chihuahua exhibía al frente de su billete de diez pesos la fachada de su edificio, al reverso de una emisión conmemorativa de este billete sustituyeron la viñeta del ganado por una leyenda que decía: Primer Centenario de la Independencia Mexicana con los colores patrios y un detalle del diseño de la moneda de plata con el gorro frigio y los rayos resplandecientes y la leyenda Libertad. También al reverso del billete de un peso del banco aparecía grabada la fachada de su sede en Chihuahua en una viñeta, impresos por el abnc (American Bank Note Company de N.Y.). De esta forma los inmuebles bancarios ayudaron a generar confianza en la solidez y estabilidad de los bancos ante el público como instituciones de crédito confiables, serias y estables. Por su parte el Banco de Durango utilizó en su billete de 500 pesos una ilustración grabada de su fachada ochavada al anverso del billete, y también en sus acciones. Estas fachadas esquineras ochavadas fueron muy comunes a finales del siglo xix; para crear el acceso al inmueble se hacía un achaflánamiento de la esquina del inmueble, que permitía tener una visión más amplia hacia la calle, como fue el caso de la sede del Banco de Durango que poseía un magnífico edificio. Estos ensanches en esquina eran muy comunes en España, Idelfonso Cerdá publicó en Madrid en su Teoría General de la Urbanización 23 el tratamiento de las escalas proporcionales para estas esquinas achaflanadas. El Banco Internacional e Hipotecario publicaba orgullosamente también en el Álbum de las Fiestas del Centenario: La fachada principal mira á la calle de Cadena, pero también es atractivo el aspecto del frente, que se contempla desde el ameno jardín antes citado. Es un sólido y bello palacio de tres cuerpos de altura, rematados por un cornisamiento sencillo y de buen gusto. Las ventanas del piso inferior están formadas por arcos de medio punto, apoyados en robustas pilastras. En el segundo cuerpo las ventanas se abren entre arcos más pequeños, sostenidos sobre graciosas columnillas jónicas, y en el tercer piso las ventanas son de corte rectangular. La balconería es de hierro y ofrece agradable contraste con la colocación blanca y rosa de la piedra (sic). 21 Album Gráfico de la República Mexicana, Eugenio Espino Barros, Imp. Tip. Müller Hnos., México 1910, p. 367. 22 The Architecture and Cities of Northern Mexico, Edward R. Burian, University of Texas Press, 2015, p. 176. 23 Teoría general de la urbanización y aplicación de sus principios y doctrinas á la reforma y ensanche de Barcelona, Ildefons Cerdá, tomo II, Imprenta Española, 700 p., Madrid, 1867. 167 La fachada principal luce hacia el centro en toda la altura del edificio una serie de columnas corintias dobles de fuste acanalado y esmeradamente labrado. Las arquitrabes de este frente ostentan por adorno graciosas molduras y festones, que presentan al conjunto un sello de marcada elegancia. El aspecto del pórtico es majestuoso. Atravesando por entre las dobles columnas del pórtico se encuentra la escalera que da acceso al interior del edifico. Las oficinas del banco ocupan el piso inferior y los cuerpos superiores están arrendados á diversas negociaciones. Las puertas del edificio son de bronce: el salón del Banco luce preciosas columnas de mármol verde, que sostienen el cielo, artístico en su sencillez. Las paredes lambrines y mostradores son del mismo mármol verde combinado con mármol negro, los canceles, divisiones, puertas, ventanas y los muebles en general, son de bronce y cristal en las partes necesarias. Para el uso del público hay en el vestíbulo la requerida dotación de bancas y mesas de bronce. Los pisos son de mosaico cerámico, que ofrece delicados tonos. El Banco cuenta con tres grandes bóvedas ó cajas fuertes de gran capacidad y aseguradas contra todo peligro de violación ó incendio: la parte interior de estas cajas es de acero, forrada de piedra chiluca. El salón se halla espléndidamente iluminado por las grandes ventanas de un solo cristal que miran á la calle de Cadena y al jardín del Colegio de Niñas. Todo el edificio posee una completa instalación de alumbrado eléctrico, y asimismo de aparatos anunciadores de violación ó incendio. Es posible afirmar que el edificio está á prueba de incendio dados su decorado y construcción. El departamento de Cajas de Seguridad para uso público está aislado de las oficinas del Banco; la entrada mira al jardín. La antesala decorada en mármol rosa, da acceso á una habitación macizamente construida, decorada en metal blanco, y en el centro de la cual se encuentra la bóveda de acero á prueba de robo ó incendio, que constantemente usa el público (sic).24 El ingeniero Carlos Bello y Aceda construyó en 1908 junto con el arquitecto Alfredo Giles un bello inmueble de estilo ecléctico que el Banco Oriental de México adquirió para su sede justo en la contraesquina del edificio del ayuntamiento de Puebla. El inmueble aparecía en una prueba para el billete de un peso del banco hecha por el abnc. La familia Bello había formado una colección muy importante de arte y objetos históricos mexicanos, el ingeniero también hizo la adecuación de la casa de su hermano que se convirtió en el Museo Bello, diseñado con la corriente historicista que predominaba en la época, también el ingeniero construyó numerosas casas en la Avenida Reforma de la ciudad de Puebla.25 El inmueble del banco aún sigue siendo un ícono y referente de la ciudad: [El Banco Oriental de México] es una construcción de mérito de bella cantería gris, columnas de orden jónico y un artístico frontón que sirve de portada. El edificio mira á la Plaza de Armas de la ciudad y se halla en el punto más céntrico (sic).26 24 Album Gráfico de la República Mexicana, Eugenio Espino Barros, Imp. Tip. Müller Hnos., México 1910, p. 112. 25 Arquitectura del siglo XIX en México, Israel Katzman, UIA, Mexico, p. 21. 26 Album Gráfico de la República Mexicana, Eugenio Espino Barros, Imp. Tip. Müller Hnos., México 1910, p. 196. 168 El edificio del ingeniero Bello aún existe en la famosa esquina poblana, el Banco Oriental de Puebla utilizó el edificio sede en la viñeta de su billete de un peso, posteriormente ya en el siglo xx, fue utilizado para otras sedes bancarias. En antiguo inmueble virreinal sede del Nacional Monte de Piedad también fue ilustrado en el billete de 500 pesos de la institución. En la imagen de hacia 1880 se aprecia que el edificio aún tenía sus niveles originales, el último le fue agregado en el siglo xx. 169 170 Edificio de la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de México, en la avenida 5 de mayo núm. 32 del Centro Histórico, actualmente conocido como Edificio París. Tenía un Club de Cinematógrafo que fue un hito de la modernidad de principios del siglo xx. Página anterior: Edificio de La Mexicana, Compañía Anónima Nacional de Seguros Sobre la Vida, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, (ver su póliza en la pág. 40). 171 Un inmueble que aún se conserva en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es el edificio de la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de México (Societé Foncière du Mexique), el cual hoy conocemos como Edificio París, fue construido con inspiración de los edificios de Chicago: Entre los más valiosos edificios modernos de la Ciudad, se halla en la avenida del 5 de mayo No. 32, el de la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de México, S.A. cuyo capital de 10,600,000.00 que ha sido totalmente exhibido. Consta de varios departamentos, el departamento Bancario se dedica a todas la operaciones bancarias y el de Bienes Raíces, á la compra de fincas rústicas, casas, y el de obras á toda clase de construcciones (sic).27 El inmueble tuvo por un tiempo hacia 1909 en su primer planta un cinematógrafo, muy frecuentado por los habitantes de la ciudad con una orquesta típica para amenizar la función, un hito de la modernidad del naciente siglo. Esta historia culmina (lo que podemos considerar su primera etapa) con la incautación de los bancos por Venustiano Carranza en septiembre de 1916 con la intención de estabilizar la moneda (ante la falta de capitales, y por el apoyo a Huerta de algunas instituciones bancarias) y para ayudar a pagar las deudas generadas por la guerra de Revolución,28 utilizando solamente el papel moneda infalsificable del gobierno;29 los bancos tuvieron que cubrir su emisión de billetes con metálico.30 Días antes el Banco de Londres y México reportaba Pasivos de 157,239,466.09 pesos (con 37,442,233.00 pesos en billetes en circulación, y 41,501.00 en billetes de otros bancos). Con Activos en Oro de 6,414,490.00 pesos, en Pesos fuertes 3,985,337.00 y en Moneda fraccionaria 830,845.95 pesos.31 Esta herencia arquitectónica ha quedado sin protección, estudio El Banco de México utilizó el antiguo edificio conocido como o catálogo aun cuando fue producto del ahorro e inversión del público en “La Mutua”, para rehabilitarlo las instituciones bancarias y de crédito por varias generaciones, ojalá sea y ampliarlo para ser la sede del banco central; los primeros años este un primer acercamiento a la recuperación, el estudio y la catalogación de operación el banco utilizó la de un género arquitectónico primordial en la arquitectura mexicana del Columna de la Independencia como parte su imagen institucional. siglo xix y xx. Al frente estuvo la casa de la familia Así terminaba la historia de los billetes de banco privado y la Escandón, obra proyectada por el arquitecto de la Hidalga; fue arquitectura que los acompañó en sus millones de canjes por todo el territorio; demolida y se construyó el Edificio muchos de esos billetes y los edificios bancarios, quedaron en la memoria Remington donde se ubicaba la tienda de Remington Typewriter de los mexicanos que los utilizaron diariamente y formaron parte de su Company, que también fue demolido vida. Con la fundación del Banco de México en 1925 y sus nuevos billetes para levantar el Anexo Guardiola, obra de Carlos Obregón Santacilia. del Banco Único de Emisión, otra segunda etapa de edificios bancarios y billetes de un solo banco comenzaría con la llegada del modernismo. 27 Album Gráfico de la República Mexicana, Eugenio Espino Barros, Imp. Tip. Müller Hnos., México 1910, p. 107. 28 Historia de la deuda exterior de México 1823-1846, Jan Bazant, El Colegio de México, Tercera Edición, 1995, p. 188. 29 Periódico Oficial del Estado de Hidalgo, 16 de septiembre de 1916, p. 3. 30 Decreto del 15 de septiembre de 1916, Memorias de Hacienda, 1913-1917, t. II, pp. 482-483. 31 El Pueblo, 16 de septiembre de 1916, México, p. 8. 172 173 Valores de la nación MEMORIA HISTÓRICA DE LA TESORERÍA DE LA FEDERACIÓN Créditos y agradecimientos José Ramón San Cristóbal Larrea Coordinación General Martha López Castillo Coordinación editorial Jaime Borges Romero Coordinación administrativa Luis Ángel Flores Monzón Alma Rosa Rodríguez González Asistentes de investigación Arturo Chapa Edición, fotografía e investigación iconográfica Fuentes iconográficas Las piezas iconográficas que documentan este libro pertenecen al Archivo Histórico de TESOFE, salvo las siguientes colecciones: Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada/SHCP: pp. 150 centro, 154, 155, 156, 157, 158 abajo, 160, 161, 163, 170 abajo. Colección Arturo Chapa: pp. 117 abajo, 129, 136, 139, 142 abajo, 145 abajo der., 150 abajo, 153 arriba, 159 abajo, 165 centro, abajo, 169 abajo izq., 173 centro, abajo. Colección histórica de los Talleres de Impresión, Estampillas y Valores de la SHCP: pp. 24-25, 73, 78, 79 arriba, 82 centro, 118-119, 123, 124-125, 173 arriba. Archivo Histórico de Santa Prisca, Taxco: pp. 138. Colección particular: pp. 79 abajo, 141, 142 arriba, 145 arriba, 146, 149 abajo, 150 arriba, 153 centro, abajo, 158 arriba, 159 arriba, centro, 165 arriba, 166, 169 arriba, centro, abajo der., 170 arriba izq., 171. Colección Casa de Moneda de México, Museo Numismático Nacional: p. 145 abajo izq. © D.R. Chapa Ediciones 2017 Galeana 68 Bis, San Ángel, 01000, Álvaro Obregón, Ciudad de México. 174 Directorio de la Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial José Ramón San Cristóbal Larrea Director General José Félix Ayala de la Torre Director de Acervo Patrimonial Martha López Castillo Directora de Colección y Promoción Cultural Rafael Alfonso Pérez y Pérez Subdirector del Museo de Arte de la SHCP, Antiguo Palacio del Arzobispado María de Ángeles Sobrino Figueroa Subdirectora de Control de Colecciones Carlos Mújica Suárez Subdirector de Recintos Edgar Eduardo Espejel Pérez Subdirector de Promoción Cultural María del Consuelo Susana Tuñón Rodríguez Subdirectora de Bibliotecas 175 Valores de la nación MEMORIA HISTÓRICA DE LA TESORERÍA DE LA Se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2017 en los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El tiraje de 500 ejemplares estuvo bajo el cuidado editorial de Arturo Chapa. 176 FEDERACIÓN