Topofilia, Revista de Arquitectura, Urbanismo y Territorios
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego" | BUAP
Año XIV | No. 22 | Abril - Septiembre 2021
ESPACIO-ESPACIALIZADO: EL POLI-TERRITORIO DE LA EXPERIENCIA
URBANA1
Diana Isabel Maldonado Flores. Mexicana. diana@maldonado.org.mx
Arquitecta y Doctora en arquitectura. Profesora-investigadora de tiempo completo.
Facultad de Arquitectura. Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Diana Karina Padilla Herrera. Mexicana. diana.kph@gmail.com.
Arquitecta y Doctora en Filosofía con Orientación en Arquitectura de
Asuntos Urbanos. Profesora-investigadora. Facultad de Arquitectura.
Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
RESUMEN
Este trabajo se enfoca en visibilizar la poli-experiencia espacial que se sucede, de manera
simultánea y yuxtapuesta, en los ambientes construidos. Para ello, se analizan conceptos
como espacio social, uso y territorialización, los cuales construyen un ensamble teórico que
permite una mejor comprensión del habitar contemporáneo. Así se propone el concepto de
espacio-espacializado como herramienta para la identificación de procesos de reapropiación;
y usando las otras dimensiones del fenómeno espacial (Maldonado, 2020a) se reterritorializa
la experiencia. Como métodos de investigación se utilizan la teoría crítica y la etnografía, y
como herramienta se emplean hiper-relatos mediante los cuales se pliega el territorio genérico
de la experiencia espacial; asimismo, se construyen mapas-collage para visibilizar el proceso
de reapropiación. A partir del espacio-espacializado será posible enfrentar los retos de la
actual crisis urbana.
Palabras clave: experiencia espacial, territorio, reapropiación.
SPATIALIZING-SPACE: THE POLY-TERRITORY OF URBAN EXPERIENCES
ABSTRACT
This paper focuses on making visible the spatial poly-experience that occurs in built
environments. Hence, concepts such as social space, spatial using, and territorialization are
analyzed, this theoretical assembly will allow a better understanding of contemporary urban
space. The concept of spatializing-space is proposed as a tool for the identification of spatial
reappropriation processes; thus, using the “other '' spatial dimensions (Maldonado, 2020a) we
aim to reterritorialize spatial experiences. As a research method we used critical theory and
ethnography; hence, hyper-stories (research tools) folding the generic territory of places;
likewise, collage-maps are constructed to schematize spatial experience. From the
spatializing-space it will be possible to face the challenges derived from the current urban
crisis.
Key words: spatial experience, territory, reappropriation
1
Recibido: 21-01-2021 ǀ Aceptado: 30-03-2021
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INTRODUCCIÓN
La experiencia del espacio, como elemento de análisis, ha sido abordada desde diferentes
perspectivas; en ese sentido, Charles Holahan (2011) explica que la psicología ambiental se
encarga de analizar la conexión entre el espacio y el ser humano, es decir, la tesis del autor
profundiza en la conducta del habitante frente al ambiente construido. Ante lo anterior, la
percepción de los espacios puede incidir en el comportamiento del usuario, haciendo que éste
se comporte de una u otra manera. Steen Eiler Rassmussen (2004) expone que no es
suficiente ver la arquitectura, sino que es importante experimentarla, “hay que vivir los
espacios, sentir cómo se cierran en torno a nosotros […] ser conscientes de los efectos de la
textura, descubrir por qué se utilizaron precisamente esos colores...” (p. 31), entre otras
variables de percepción. Por otro lado, Josep Muntañola (2001) menciona que la experiencia
en torno al espacio puede darse a partir de una reinterpretación creativa, sensible y racional
del artefacto arquitectónico, por ejemplo, cuando los signos confirman códigos de uso se
habla de una experiencia racional, desde ahí se definen símbolos (enfoque creativo) y se
construyen recuerdos espaciales (enfoque sensible), así la reinterpretación de los límites
físicos del espacio norma el uso. Si bien los autores estudian la relación entre el espacio y el
ser humano (experiencia), lo hacen desde una perspectiva unidireccional donde se prioriza la
conducta que resulta de la percepción de la materialidad, sin considerar que existe un proceso
a la inversa: desde la experiencia espacial se modifica la percepción de las formas de la
arquitectura y la ciudad.
La importancia que se le da a las características físicas del ambiente construido, resultan
parciales para la exploración de la experiencia espacial. Autores como Henri Lefebvre (2013)
y Edward Soja (1996), destacan que el espacio no solo es un receptáculo vacío o escenario en
donde suceden cosas; sino que éste interactúa de manera directa en su producción y
evolución, convirtiéndose en un actor importante durante el proceso. El objetivo del presente
artículo es identificar la experiencia espacial y el impacto que ésta tiene en la creación de
futuros territorios. Para ello se plantea como enunciado que el fenómeno urbano
arquitectónico está constituido por memorias múltiples a través de las cuales se transforma el
espacio configurado a priori; así, el concepto de espacio espacializado se propone como
proceso de reapropiación que permite territorializar experiencias sucedidas en distintas
dimensiones espaciotemporales. Metodológicamente se parte de la teoría crítica y la
etnografía; la teoría crítica como método admite la utilización del análisis, la
contextualización y las deducciones; mientras que la etnografía facilita el performance de
hiper-relatos (Maldonado, 2020a) para la esquematización de territorios espaciales. Entre las
técnicas utilizadas destacan la observación participante, recopilación de datos y la
construcción de mapas-collage.
El texto se estructura de la siguiente manera: el primer apartado El espacio múltiple de la
experiencia, reflexiona en torno a la producción/creación de espacios múltiples que inciden
en la configuración de nuevas experiencias espaciales. En el segundo apartado El uso y el
territorio se propone que existe un uso por intención y otro como verbo que impera en el
ambiente construido, en ese sentido, el uso como verbo se convierte en un proceso de
resistencia que establece dinámicas diferentes a las articuladas desde las normas de uso. Así,
los procesos de reterritorialización se muestran a través del concepto espacio-espacializado,
ya que contiene procesos de reapropiación en torno al uso como verbo. En el tercer apartado
Espacio-espacializado y las otras dimensiones, se ejemplifican los procesos de reapropiación
a través de mapas-collage, es decir, se territorializan las experiencias sucedidas en distintas
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dimensiones espacio-temporales. En el último apartado se mencionan conclusiones y
bibliografía de apoyo.
EL ESPACIO MÚLTIPLE DE LA EXPERIENCIA
El espacio ha sido definido de muchas maneras, por ejemplo, se dice que es una extensión
que contiene toda la materia existente; también se define como el área ocupada por la
materia; capacidad de un terreno o lugar; distancia entre dos cuerpos; o transcurso de tiempo
entre dos o más sucesos (RAE, 2020). Filósofos como Aristóteles, Pitágoras, Euclides y
Platón, destacan que el entendimiento del espacio se da a partir de una estructura finita, así el
espacio se visibiliza cuando está contenido por la materia, es decir, cuando se puede “tocar” o
existen elementos que lo contienen, sólo entonces el espacio es medible (Eco, 2013). El
límite del espacio se da a través de cuerpos y objetos físicos, en ese sentido, se cree que la
arquitectura se convierte en un medio para hacer visible el espacio.
Henri Lefebvre (2013) amplía la relación cuerpo-espacio al proponer una teoría espacial
unitaria, donde la experiencia humana se da a partir de un “conjunto de relaciones” (p. 55); el
conjunto de relaciones que menciona el autor se interpreta como los actos y acciones del
sujeto; por ejemplo, comer, bailar o platicar; en donde al comer se desprenden otras acciones
como la preparación de alimentos, la degustación de los mismos, entre otros. Así, Lefebvre
(2013) sugiere que el espacio social “resulta de un proceso de múltiples aspectos y
movimientos” (p. 164), por lo que se alude a la existencia de varios espacios sociales, una
multiplicidad ilimitada en donde el espacio transforma y se transforma, convirtiéndose así en
una herramienta de pensamiento y acción. La teoría unitaria propuesta por Lefebvre (2013) se
configura a partir de la dialéctica de la triplicidad, donde simultáneamente actúa la práctica
del espacio, la representación de espacios y los espacios de representación; en términos
espaciales se puede hablar de espacio percibido, espacio concebido y espacio vivido. Los tres
momentos, tienen la misma importancia (Schmid, 2008:33); sin embargo, los espacios de
representación se convierten en las posibilidades de transformación, ya que modifica la
práctica y la representación espacial, además de modificarse asimismo. La experiencia
espacio-social necesita ser evidenciada para lograr decodificar la información que “esconde”.
Considerar el espacio como parte fundamental de los procesos sociales, llevó a Edward Soja
(1996) a proponer el tercer espacio, el cual define desde el aleph “el lugar donde están todos
los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” (Borges, 2014:202); en ese sentido, Soja
expone la existencia de espacios complejos donde se suceden acciones humanas que
configuran y moldean el espacio. Rob Shields (2013) menciona que el espacio social se da en
múltiples dimensiones, las cuales podrían explicarse a través de la topología cultural; el autor
define topología como el estudio de las formas y su transformación, entendiendo las formas
como el resultado de la relación entre entidades; así, Shields establece que la topología
cultural se relaciona con el pliegue es decir, que a partir de la topología la virtualidad crea
reflexiones temporales modificando las relaciones entre el usuario y el espacio, en ese
sentido, se crean nuevos mapas topológicos capaces de crear códigos, los cuales desvelan
espacios distintos. La topología cultural “construye relaciones transitorias creando espacios
liminales periféricos que actúan sobre la realidad cotidiana” (Maldonado, 2020:75).
Michel Foucault (1984) explica que el siglo XX se considera la época del espacio, donde la
multiplicidad de posibilidades se presenta a través de una red de “relaciones de vecindad
entre puntos o elementos” (Foucault, 2010:65); así, se configura un espacio no homogéneo,
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es decir, un espacio que adquiere cualidades diferentes. Para Foucault (2010) el espacio se
constituye de emplazamientos de varios tipos, entre los que destacan los emplazamientos
funcionales (Foucault, 2009) los cuales tienden a vigilar, aislar y localizar individuos,
creando una deconstrucción del sujeto y una homogeneización del cuerpo social; a partir de
aquí se construye una serialización de espacios que fabrica lugares, usos, actividades y
experiencias. El autor señala que también existen los emplazamientos utópicos y
heterotópicos, los cuales muestran espacios diferentes, que a pesar de estar conectados entre
sí, se contradicen; en ese sentido, las posibilidades que se crean mediante las utopías y
heterotopías, permiten identificar espacios irreales, simultáneos, múltiples o yuxtapuestos. De
esta manera Foucault (2010) define las utopías como emplazamientos sin lugar real; mientras
que las heterotopías describen espacios diferentes, “una especie de impugnación a la vez
mítica y real del espacio en que vivimos” (p.71). Aunque Foucault explica el espacio
heterotópico a través del desarrollo de seis principios, los apuntes relacionados con la
configuración del espacio se muestran de manera muy general.
La arquitectura se convierte en un objeto que regula la experiencia espacial, ya que moldea el
espacio a partir de configuraciones particulares que funcionan como “modelos de
racionalidad gubernamental” (Foucault, 2009) los cuales se aplican al territorio. Siguiendo a
Foucault (2009) como consecuencia de la peste surgida en el siglo XVIII, la experiencia
espacial se modificó y organizó de diferente manera, en donde los individuos fueron
colocados en lugares fijos, controlando hasta el más mínimo de los movimientos; un esquema
similar se desarrolló con la epidemia de la lepra, en donde existe una separación y exclusión
de habitantes. Ambos esquemas muestran que la experiencia espacial está regulada bajo una
estructura normativa que impide una práctica -espacial- real por parte de la gente, una
experiencia donde no existe un ejercicio de la libertad (Foucault, 2009). La experiencia del
espacio puede vincularse con esa práctica de la libertad que menciona el autor, la cual se
desarrolla en un momento específico creando reapropiaciones espaciales de todo tipo.
La dialéctica de triplicidad que propone Lefebvre (2013), los mapas topológicos planteados
por Shields (2013) y los emplazamientos heterotópicos propuestos por Foucault (1984)
evidencian que existen configuraciones y experiencias espaciales imperceptibles que no se
mencionan dentro de los análisis urbano-arquitectónicos. A partir de lo anterior, se identifica
que la transformación de la espacialidad humana ocurre durante el proceso de la produccióncreación espacial, ya que es a través de la experiencia que el espacio se convierte en
producto-productor; sin embargo, la aproximación que señalan los autores mencionados no
muestra el proceso deconstructivo de la experiencia espacial. El espacio de la escala humana
existe a partir de la constante reapropiación del espacio; el uso y el territorio se convierten en
piezas fundamentales.
EL USO Y EL TERRITORIO
Tanto en los artefactos arquitectónicos como en las ciudades, la función representa la utilidad
del edificio o espacio urbano, en donde el uso asignado al espacio condiciona la experiencia
espacial que ahí se desarrolla. De acuerdo con Vitruvio (2008), las primeras ciudades se
organizaban a partir de su uso, dividiendo así personas, actividades, funciones y espacios de
inclusión o exclusión. La zona pública o común muestra el espacio general donde cualquier
persona puede ingresar, mientras que la zona privada se destina sólo a algunos cuantos. El
uso dirige la intención del espacio, es decir, muestra prácticas concretas. Umberto Eco (2016)
menciona que la función denota o connota algo, es decir, la primera comunica cuál es su
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función; mientras que la segunda muestra algo distinto a la función principal. Las funciones
connotativas y denotativas exponen las actividades que se desarrollan en un espacio.
Lefebvre (2013) explica que existen espacios dominados y apropiados que permiten o
prohíben ciertos usos y actividades. Los espacios dominados se convierten en espacios que se
transforman a partir de una técnica y una práctica, espacios intervenidos para un fin en
particular; por otro lado, los espacios apropiados se refieren a un espacio natural modificado.
Shields (2013) argumenta que existe una organización espacial que engloba y crea “lugares
para esto y aquello” (p.31); el autor señala que existen espacios para fines particulares donde
se dan ciertas actividades. De acuerdo con Shields (2013), los espacios se proyectan o
espacializan, es decir, se crean arquetipos arquitectónicos que resultan en una definición de
áreas para identificar lugares, una tematización de lugares que se delimita a partir del uso y
actividades. A manera de ejemplo, se pueden mencionar lugares románticos, duros, cálidos,
aburridos, contaminados, etcétera. (2013:31). Al respecto, Foucault (1984) argumenta que,
desde la edad media, existe una jerarquización de lugares localizados, donde se identifican
“lugares sagrados y profanos, lugares protegidos, y lugares por el contrario abiertos y sin
prohibiciones, lugares urbanos y lugares rurales” (Foucault, 1984:01); en ese sentido, se hace
referencia a la existencia de espacios para ciertas actividades, donde los usos no se mezclan y
se mantienen separados.
A partir de lo anterior, se muestra que el uso actúa desde un archivo de memorias espaciales
no explorado, en donde existen muchos posibles espacios. El uso como elemento de análisis
expone la existencia de regulaciones o relaciones de poder (normas, códigos, conductas o
disciplinas), pero también de apertura y resistencia donde se muestra una práctica de la
libertad. De acuerdo con Foucault (1999a) la libertad se entiende como “la condición
ontológica de la ética” (p.396), donde se ejerce la práctica de sí, o prácticas de libertad; así, el
autor señala que las relaciones de poder no existirían si no es porque se desarrollan dinámicas
de resistencia; en ese sentido, se propone el uso por intención y el uso como verbo (Padilla,
2019). El uso por intención se vincula con la función denotativa del edificio, es decir,
evidencia la utilidad para la cual fue hecho, impidiendo que el espacio pueda utilizarse de
otra manera. El uso por intención contiene códigos de comportamiento a seguir, normas que
estructuran y delimitan el espacio; mientras que el uso como verbo, muestra una libertad en
cuanto a la utilización del espacio: actividades, memorias o gestos espontáneos, diferentes y
simultáneos que difieren de la función principal.
Es a través del uso como verbo que se visibiliza el uso real del espacio; sin embargo, a veces
el uso como verbo ocasiona “estar fuera de lugar” ya que el uso que se desarrolla es diferente
al “original”; como se comentó en párrafos anteriores, el uso como verbo muestra que en
todas partes hay libertad, una resistencia que evidencia diversas posibilidades de ocupación
del espacio. A partir de lo anterior, se argumenta que el espacio que resulta del uso por
intención configura territorios genéricos, los cuales mantienen una estructura normativa;
mientras que el espacio que se construye desde el uso como verbo forma territorios espaciales
superpuestos que constituyen la experiencia espacial.
La apropiación del lugar se da a través del uso como verbo, ya que se crea un vínculo con el
territorio, es decir, se desarrolla un proceso de reterritorialización que se desprende de
memorias espaciales anteriores. Hablar de territorio, no solo es hablar de una forma física
localizada sobre la tierra; sino que, el territorio se convierte en una delimitación de espacios a
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partir de distintos usos. Según el diccionario la palabra territorio se define como 1. Porción de
tierra (RAE, 2020); sin embargo, no específica extensión o superficie requerida, por lo que el
territorio es la superficie donde se suceden muchas acciones. El espacio urbano se vuelve
material a partir del territorio, y la geografía -como ciencia- apoya la concretización del
espacio. El fenómeno de reapropiación inherente a la experiencia espacial muestra procesos
de desterritorialización y re-territorialización que se desarrollan continuamente.
La territorialización se vincula con asignar algo a un territorio determinado (RAE, 2020),
donde existe un proceso mediante el cual, se configuran ciertas “formas” imperceptibles al
ojo humano que crean nuevas experiencias individuales. Daniel Hiernaux y Alicia Lindón
(2004) argumentan que el proceso de reterritorialización, se refiere a la construcción de un
vínculo en el espacio, es decir, cuando se siente “suyo”; mientras que, la desterritorialización
se relaciona con la falta de vínculo en el espacio que se habita, de acuerdo con los autores en
este segundo proceso no existe una apropiación o reapropiación del espacio. Félix Guattari y
Suely Rolnik (2006) explican que el concepto de territorio se relaciona a un espacio vivido, y
mencionan que el territorio se convierte en sinónimo de apropiación. Respecto a la
desterritorialización, lo definen como un proceso de recomposición de un territorio, en busca
de nuevas morfologías (p. 372). Al respecto, Diana Maldonado (2020) explica que el
concepto nómada-ser nómada engloba procesos de desterritorialización y reterritorialización,
los cuales pueden ser políticos, de pensamiento, filosóficos y espaciales; para la autora, la
nomadización se refiere a la identificación y apropiación temporal de aquellos espacios que
transitan fuera de los códigos establecidos. Siguiendo a Lefebvre (2013) la idea de
territorialización se vincula con la apropiación, en donde existe una reapropiación del espacio
y del cuerpo, en ese sentido, el autor argumenta que la ciudad deja de percibirse como un
objeto de consumo, volviéndose una creación colectiva que permite una repolitización del
espacio.
A partir de lo anterior se explica que el uso por intención específica una estructura normativa,
condicionando la experiencia espacial; mientras que a través del uso como verbo se
desarrollan procesos de reapropiación del espacio, donde la libertad se percibe como una
práctica de resistencia que reterritorializa diferentes usos y experiencias. A escala urbanoarquitectónica, son pocos los instrumentos que posibilitan la deconstrucción de la
experiencia, por lo que se propone el espacio-espacializado como herramienta teórica.
ESPACIO-ESPACIALIZADO Y LAS OTRAS DIMENSIONES.
De acuerdo con Maldonado (2020a) el ambiente construido representa un ensamblaje de
mapas topológicos superpuestos donde la memoria actúa como un elemento para la
transformación de experiencias. La autora señala que la experiencia espacial es
polidimensional, y a partir de dicha experiencia, se realizan modificaciones virtuales sobre la
materialidad del ambiente construido. Maldonado (2020a) explica que “en el artefacto
arquitectónico se conjuntan tres dimensiones espaciales provenientes de la geometría
euclidiana, el espacio vivido cotidianamente incluye una dimensión temporal” (p.73); en ese
sentido, la autora hace referencia a que la experiencia es espaciotemporal, por lo que propone
dimensiones posteriores a la tercera dimensión, ya que “la tercera dimensión es espacial y en
las dimensiones subsecuentes el tiempo adquiere dirección espacial” (Maldonado, 2020a:73).
Lo anterior hace referencia a otras cuatro dimensiones espacio-temporales que muestran
memorias espaciales, las cuales inciden en la experiencia, uso y significación del ambiente
construido. La autora explica que las otras dimensiones se refieren a un proceso simultáneo
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donde lo real-real se soporta a partir de imágenes o recuerdos, en ese sentido, el presente se
construye mediante dicho proceso. Maldonado (2020a) define cada dimensión de la siguiente
manera:
“La cuarta dimensión de la experiencia espacial (4D), llamada memoria actualizada,
se refiere a la actualización en modo A de recuerdos espaciales, el proceso ocurre en
el momento de estar usando el espacio, en esta dimensión los códigos se resignifican
de manera inconsciente; en la quinta dimensión (5D) o memoria de lo posible, la
experiencia espacial se actualiza en modo B a partir de la selección semi consciente de
memorias virtuales o imaginarias, aquí las pautas de uso son configuradas mediante la
recuperación de historias; las actualizaciones de la sexta dimensión (6D), o memoria
del polipliegue, pertenecen al modo C, y ocurren con el doblez de recuerdos
espaciales hiperreales; por último, en la memoria activa, o séptima dimensión (7D), el
proceso de actualización ocurre en el circuito profundo de la interface, los hiperrelatos actúan como guías de la experiencia espacial; la repetición del simulacro o
performance cotidiano realiza una reconstrucción topológica de la realidad del
artefacto arquitectónico.” (p.73)
Siguiendo lo anterior, el espacio se convierte en una prolongación del cuerpo en donde existe
una ocupación-despliegue del espacio que se puede definir como la fusión del cuerpo-espacio
que reproduce memorias paralelas. Para Foucault (2010) “el cuerpo es el punto cero del
mundo” (p.16); sin embargo, éste se encuentra ligado a otras partes del universo, por lo que
identifica al cuerpo como una ciudad del sol, que no tiene un lugar preciso, pero que de él
salen todos los lugares posibles, utópicos o reales; en ese sentido, el “el cuerpo ocupa un
lugar” (p. 17) por lo que se corporiza al espacio y viceversa. Siguiendo con Foucault (2009),
el autor señala que en todas las sociedades, el cuerpo se convierte en objeto de control y
manipulación, quedando atrapado a partir de las acciones u obligaciones que se le imponen,
buscando una cierta docilidad del cuerpo humano y por lo tanto, un control de su experiencia
espacial.
Como se menciona en párrafos anteriores, el proceso de espacialización construye lugares
(espacios arquetípicos) que dependen directamente del uso por intención; si bien los lugares
configuran territorios espaciales, éstos son genéricos. El uso como verbo permite mover los
límites impuestos desde la espacialización del lugar; los territorios resultantes del proceso de
reapropiación espacial (reterritorialización-experiencia) desvelan los espacios contenidos en
los lugares previamente definidos; así, el espacio-especializado muestra los territorios ocultos
de los lugares, el espacio-espacializado es “el doblez del afuera sobre sí mismo” (Maldonado
a, 2020: 73). A través de la ocupación-despliegue de los cuerpos se resignifican los nuevos
territorios que se encuentran en distintas dimensiones espacio temporales. Para graficar el
espacio-espacializado se retoman la cuarta dimensión (4D, memoria actualizada) y quinta
dimensión (5D, memoria de lo posible); a partir de los hiper-relatos, se describe la
combinación del uso como verbo y el uso por intención, así como el banco de memorias que
resulta de las experiencias previas y que inciden/modifican los territorios genéricos.
Para el desarrollo de mapas-collage se propone la consideración de lo siguiente: en la cuarta
dimensión 4D se registran elementos arquitectónicos tales como planos verticales, planos
horizontales; elementos estructurales, mobiliario, huecos, vegetación, texturas, colores, entre
otros. En esta dimensión espacio-temporal, los rituales aprendidos se replican, en ese sentido,
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normas, costumbres o reglas se muestran de manera intacta y son repetidas sin cuestionarse;
aquí se registra la primera impresión material del espacio. En la quinta dimensión 5D se
muestran elementos materiales e inmateriales, tales como sonidos, sabores, olores,
actividades, sensaciones, emociones, movimientos del cuerpo, entre otros. Para realizar las
hiperhistorias se describen experiencias personales de las autoras de este artículo, las cuales
ocurrieron en Santiago de Chile durante el otoño e invierno de 2017; cada una de las
hiperhistorias se acompaña de un mapa-collage que evidencia el territorio de la experiencia
espacial.
EJEMPLOS DE ESPACIO-ESPACIALIZADO
En 2017 coincidimos en Santiago de Chile, una estaba haciendo una movilidad de
investigación como parte del cursado doctoral, otra realizaba una estancia sabática; todos los
fines de semana nos veíamos y hacíamos juntas un recorrido de la ciudad, uno de los paseos
recurrentes era ir a comprar un helado y sentarnos en alguna banca del Parque Forestal: ahí
platicamos de los avances de los proyectos individuales y de la vida en la nueva ciudad; sin
embargo, en cada uno de aquellos encuentros, invariablemente terminamos hablando de
nuestras andanzas en Monterrey; de esta manera la tarde transcurría superponiendo
experiencias espaciales. Después de un tiempo nos dimos cuenta de que aquel ritual
vespertino: ir por un helado al Emporio La Rosa, en el barrio de Lastarria, caminar hacia el
Parque Forestal, seleccionar la banca adecuada y charlar por horas, era nuestra manera de
actualizar el presente, las virtualidades de soporte eran variadas, por ejemplo, ambas, en
diferentes períodos de tiempo, habíamos pasado tardes de verano sentadas en la plaza La
Purísima comiendo paletas y conviviendo con amigas (Ilustración 1).
Ilustración 1 Espacio-espacializado: territorializando la experiencia espacial.
El mapa-collage muestra elementos correspondientes a la cuarta dimensión como: la banca,
el local, la plaza; mientras que de la quinta dimensión se muestra el atardecer, el sabor de
helado y la plática entre amigas. Elaboración propia, 2020
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Estar en la Universidad Pontificia Católica de Chile, me recordaba a diario a mi Monterrey
querido: los cerros, el río seco que atravesaba la ciudad, los sabores de la comida, los sonidos
urbanos, entre otros. La Casa Central (rectoría) tenía una vista privilegiada, la cordillera me
recibía todas las mañanas en el instituto; el paisaje desde la terraza del edificio principal me
recordaba el cerro de La Silla, en Monterrey; la geografía me ayudaba a superponer espacios.
Algunas veces la cordillera chilena se vestía de blanco, lo que me recordaba las montañas de
mi ciudad en tiempos de sequía. Como parte de mi rutina en La Católica, me reunía en la
terraza con mis compañeros para tomar juntos el almuerzo, además de comer, compartimos
risas e historias. Durante el camino de regreso a casa recorría el Río Mapocho, eje natural que
atraviesa la ciudad de Santiago, eso me hacía sentir que iba a mi verdadera casa, ya que en
Monterrey el Río Santa Catarina divide la mancha urbana en norte y sur; la otra Diana y yo
coincidiamos en que allá como aquí, el río es contenedor de espacios infinitos. (Ilustración
2).
Ilustración 2 Espacio-espacializado: territorializando la experiencia espacial.
El mapa-collage muestra elementos correspondientes a la cuarta dimensión como: la
ventana, el cerro, amigos; mientras que de la quinta dimensión se muestra el frío, el cielo y
el almuerzo. Elaboración propia, 2020
Regresar a la ciudad siempre estuvo entre nuestros planes, la estadía en Santiago era
temporal, por lo que aprovechamos al máximo cada uno de los recorridos que realizamos, ya
no nos perdíamos entre las calles aledañas a Pedro de Valdivia, calle donde vivímos por 2 y 4
meses. En esa vía se encontraba una pequeña cafetería llamada Tea Connection, ahí fue el
primer desayuno que comimos después de muchas horas de vuelo, nos gustaba mucho cómo
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servían el café y el té; la cafetera italiana en donde lo preparaban y la variedad de tés herbales
nos recordaba siempre a Monterrey. En ese mismo restaurante, preparaban pequeños pasteles,
el molten de chocolate y el pay de tortuga se parecían a los pasteles de Las Delicias
(comercio ubicado en nuestra ciudad origen) pasteles que siempre compramos en los
cumpleaños de amigos y familiares. El gusto por los vinos lo adquirimos en Chile, había un
restaurante al cual siempre asistíamos, nos gustaba mucho ir al Boca Nariz, donde vendían
comida en “paquete”, que incluía vino. Cada vez que nos reunimos para cenar pizza, pasta y
bebemos vino pensamos en esos días de Santiago. (Ilustración 3).
Ilustración 3 Espacio-espacializado: territorializando la experiencia espacial.
El mapa-collage muestra elementos correspondientes a la cuarta dimensión como: la
cafetera, la calle; mientras que de la quinta dimensión se muestra los postres, el sabor, el
vino y la reunión. Elaboración propia, 2020
CONCLUSIONES
Si bien el primer acercamiento que se tiene del espacio resulta de la percepción de la
materialidad urbano-arquitectónica, los acercamientos posteriores deberían priorizar la
experiencia espacial y desde ahí redefinir el modo de habitar la ciudad contemporánea.
Entender el espacio-espacializado como un proceso de reapropiación que reterritorializa
experiencias sucedidas en distintas dimensiones permite concluir que:
● Las experiencias espaciales dicen de una producción del espacio que se configura
desde el cuerpo, así, en un solo día se generan muchos nuevos territorios (espacioespacializado).
● El uso como verbo permite la reapropiación del espacio; la reapropiación
reterritorializa el espacio codificado (lugar).
● La dinámica relacional entre intenciones y realidades del uso espacial, teje caminos de
resistencia.
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Topofilia, Revista de Arquitectura, Urbanismo y Territorios
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego" | BUAP
Año XIV | No. 22 | Abril - Septiembre 2021
● La resistencia espacial provoca el desdoblamiento del espacio visible (proceso de
reterritorialización).
● A partir de la ocupación-despliegue de los cuerpos se transforma la espacialidad
humana.
● Los nuevos territorios decodifican aquello que parece imperceptible en términos
urbano-arquitectónicos.
● La dialéctica de la triplicidad, la topología cultural y los emplazamientos
heterotópicos permiten que el hiper-relato actúe como performance, y con ello la
posibilidad del mapeo del espacio-espacializado.
● Considerar las otras dimensiones visibiliza elementos tangibles e intangibles que
pueden intensificar o debilitar la experiencia espacial, en ese sentido, ser conscientes
del espacio que habitamos facilita la incorporación de un banco de memorias
espaciales desde los cuales construir experiencias futuras.
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