EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO POSTMODERNO
DURLEY TATIANA MAZO QUINTERO
UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ORIENTE
FACULTAD DE TEOLOGÍA Y HUMANIDADES
PROGRAMA TEOLOGÍA
RIONEGRO – ANTIOQUIA
2021
EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO POSTMODERNO
AUTOR
DURLEY TATIANA MAZO QUINTERO
TRABAJO DE GRADO
ASESOR
VICTORIA EUGENIA VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ
UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ORIENTE
FACULTAD TEOLOGÍA Y
HUMANIDADES PROGRAMA TEOLOGÍA
RIONEGRO – ANTIOQUIA
2021
Nota de aceptación
Firma del presidente del jurado
Firma del jurado
Firma del jurado
Rionegro, noviembre del 2020
Dedicatoria
A Dios, quien día a día me enseña y me guía.
A quien no puedo alcanzar con mi voz, pero si con estas letras, Dios tiene algo especial para ti.
Rionegro, noviembre del 2020
Agradecimiento
Por su llamado, agradezco a Dios quien me inspiró continuar aprendiendo de su palabra,
quien me ha inspirado diariamente a continuar en la vivencia espiritual cristiana. Él me ha
motivado a continuar persistentemente a estudiar su palabra y me ha permitido compartir en
conexión intercultural e interreligiosa con muchas personas que han hecho de mí lo que soy hoy.
Gracias a Dios por mi madre, ella, desde pequeña, me ha mostrado e instado en una
educación espiritual, una búsqueda del ser, de lo que me mueve internamente, gracias a Dios por
ella, por su existencia. Gracias a los días, a las letras, a quienes me leen, a quienes ojean estas
palabras, gracias por creer y luchar, porque aún se puede vivir una verdadera espiritualidad en
Dios.
CONTENIDO
ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO POSTMODERNO
TABLA DE CONTENIDO........................................................................................6
CAPÍTULO 1- DISEÑO TEÓRICO ………………………………………………………….8
1.1. Introducción. ........................................................................................................................... 8
1.2. Planteamiento Del Problema................................................................................................... 9
1.3. Pregunta De Investigación ..................................................................................................... 10
1.4. Objetivo De La Investigación ................................................................................................. 10
1.5. Justificación. ........................................................................................................................... 10
CAPÍTULO 2- DISEÑO METODOLÓGICO………………………………………………..13
2.1. Tipo de Investigación ............................................................................................................. 13
CAPÍTULO 3 – MARCO TEÓRICO ………………………………………………………...14
ANTECEDENTES: LA HISTORIA DEL ASCETISMO……………………………………14
3.1. El Ascetismo En La Edad Antigua. ........................................................................................ 19
3.2. El Ascetismo En La Edad Media. .......................................................................................... 26
3.3. El Ascetismo En La Edad Moderna ....................................................................................... 30
3.3.1. El Ascetismo En El Renacimiento (Siglos XV y XVI)
..........................................................................................................................................30
3.3.2. El Ascetismo En La Edad Moderna (Siglos XVII, XVIII y XIX)
…………….….................................................................................................................40
3.3.3. El Ascetismo En La Edad Posmoderna (Siglo XX y XXI)
..........................................................................................................................................44
CAPÍTULO 4- ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO .................................................. 57
4.1. ¿Qué Es El Ethos? .................................................................................................................. 57
4.2. ¿Qué Es El Cristianismo Ascético?................................................................................................. 60
4.2.1. El Fin Ascético de la Perfección…...............................................................................61
4.2.2. El Amor como el Fin del Cristianismo Ascético ......................................................... 62
4.2.3. Los Peligros de una Vida Ascética sin Dios ................................................................ 62
4.3. Transformaciones En El Ethos Del Cristianismo Ascético En Los Primeros Siglos Del
cristianismo ................................................................................................................................... 63
4.4. Transformaciones En El Ethos Del Cristianismo Ascético En La Edad Media. ................... 66
4.5. Transformaciones En El Ethos Del Cristianismo Ascético En La Edad Moderna ............... 70
CAPÍTULO 5- NUEVAS POSTURAS SOBRE EL ETHOS DEL CRISTIANISMO
ASCÉTICO EN LA EDAD POSMODERNA ......................................................................... 73
5.1. Nuevas Prácticas Ascéticas Transversales. Una Mirada Desde Los Estudios Culturales
......................................................................................................................................................73
5.2. La Crisis De La Espiritualidad Posmoderna
......................................................................................................................................................77
5.3. Mitomanías Sobre El Cristianismo Ascético ........................................................................81
5.4. ¿Cómo Vivir Hoy Un Ethos Del Cristianismo Ascético? .................................................... 89
CONCLUSIONES
......................................................................................................................................................91
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
......................................................................................................................................................93
ANEXOS (EXPERIENCIA PERSONAL DURANTE EL PROCESO INVESTIGATIVO
DEL PROYECTO…………………………………………………………………………100
CAPÍTULO 1- DISEÑO TEÓRICO
1.1. INTRODUCCIÓN:
Es una realidad cultural que el ser humano se incline hacia la experimentación del mundo
espiritual. En el cristiano, esta cobra tal importancia que configura el modo en el que él hace y
comprende en su diario vivir. El cristiano reconoce a su Dios en su levantar y dormir (Salmos 3:
5), en su hacer diario (Isaías 41:10), en la bendición de Dios en su trabajo (Salmos 128:2), en el
descanso (San Mateo 11: 29). Desde la concepción estructural de las sagradas escrituras, es
posible identificar que esta es para el cristiano, no solo un manual de salvación sino una guía
diaria conductual.
Allí es posible identificar que el cristianismo cuenta con un ethos. Esto es fundamental
puesto que el ser humano debe fortalecerse en su formación integral según las dimensiones en las
que ha sido creado, cada aspecto de su vida debe ir de la mano de la ética. Grandes pensadores
que intentan entender lo que configura la vida humana, no dudan en defender que “vivimos en la
sociedad del riesgo” es decir que en muchas de las instituciones sociales cada vez es más usual
que cada quien deba derrumbar sus miedos individualmente, ya no hay esa confianza necesaria
para el desarrollo material, espiritual y simbólico de los individuos; se ha dejado de lado en
muchas culturas escolares el experimentar y construir la seguridad, confianza y certidumbre en
los proyectos que se emprenden.
Nos hemos fragmentado a tal punto que hasta desconfiamos de los vínculos sociales,
volviéndolos relaciones inseguras. La relación del creyente, en su accionar ético, desde los
mismos inicios de la historia del cristianismo, ha presentado una conexión entre el ethos del
cristianismo y su accionar ascético. Se busca identificar las manifestaciones ascéticas a lo largo
de la historia, y en particular la lectura de esta en el hombre posmoderno, quien desconfía de
todo, un sacrificio debe convencerle realmente antes de hacerlo ya que un sacrificio tiene un
filtro capitalista, una inversión, una ganancia. El individuo posmoderno pareciera ser Abel al
ofrecerle a Dios de lo que tiene de sobra, una manera light, sin el menor esfuerzo,
¿cuál es el sentido del ethos ascético en el cristianismo?
1.2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:
Cuando se identifican los fines del hombre moderno se es testigo de una vida contra el
tiempo, una vida de sacrificios, trasnochos y madrugadas, horas de dedicación por lograr éxito en
unos propósitos, una vida ascética y eremitista en una sociedad paradójicamente interconectada
de la que aún no hay registro de análisis sobre este nuevo ethos ascético. Se evidencian
aislamientos conscientes e inconscientes con fines espirituales o como zona de oscuridad y
depresión. A pesar de investigaciones y escritos contemporáneos como Deresiewicz (2009) en El
Fin de La Soledad o Mardones (1988) en su libro Postmodernidad y cristianismo: El Desafío Del
Fragmento; a pesar de análisis del paradigma racionalista de la presente generación, Weber
(1905) es el único autor que ha presentado un análisis relacionando el ethos desde el cristianismo
ascético en relación con su influencia en la construcción de sociedades. No obstante, esto fue
hace un siglo, donde el internet, celulares, TICs y ritmo de vida actual aún no se habían dado. Se
puede decir que no existe un registro sobre el ethos del cristianismo ascético moderno y menos
del futuro.
El flujo capitalista de la vida moderna y su influencia en la vivencia ascética de los
individuos es el cambio de ethos que es necesario analizar ¿Cuáles son los nuevos paradigmas en
el ethos del cristianismo ascético del siglo XXI? Introspección, mindfulness, yoga, sociedad del
cambio y cultura del cuerpo, son elementos que han marcado significativamente la forma de vida
del cristianismo moderno por lo que es necesario re-entender lo que hoy significa “el
cristianismo ascético” y cuál es el ethos que ahora le dirige teniendo en cuenta estas nuevas
expresiones ascéticas.
1.3.PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN:
¿Cuáles son las implicaciones de los paradigmas postmodernos en el ethos del cristianismo ascético?
OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN:
OBJETIVO GENERAL: identificar los nuevos paradigmas en el ethos del cristianismo ascético
del siglo XXI con el fin de conocer sus implicaciones en la vida personal y profesional del hombre
postmoderno.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
•
identificar las categorías del ascetismo, el cristianismo ascético y su ethos.
•
contrastar las categorías de ascetismo, cristianismo ascético y su ethos en la vida
espiritual a través de la historia.
•
analizar las categorías de ethos del cristianismo ascético en la vida personal y estilo de
vida en el hombre postmoderno.
JUSTIFICACIÓN:
La existencia del ascetismo desde edades antiguas ha sido motivo de estudio entre
intentos humanos por un encuentro con su divinidad, una vida pura y en voluntad de su deidad o
su “otro yo”. Para muchos “iluminación”, para otros “salvación”, para otros “energía”, para otros
una vida cultural ermitaña. El ascetismo a diferencia del hedonismo presenta un ethos en el que
por motivos religiosos, políticos, económicos (incluso artísticos) el sujeto decide tomar distancia
de sus relaciones sociales, placeres e instintos para ir en una búsqueda intrínseca de una
respuesta o de simplemente, optar por vivir sin búsquedas. Weber (1905) describe como el
ascetismo monástico dio origen al concepto de “industria”, como aportó a la educación y a la
creación de comunidades locales a lo largo de la revolución industrial y la época victoriana.
Cambios que se dieron en conjugación con las corrientes protestantes de la época y que
en discrepancias ascéticas (inicialmente con la iglesia Católica y más tarde entre ellas mismas,
una inquisición entre corrientes protestantes) generaron movimientos sociales. La presente
investigación surge con el propósito de dar cuenta sobre el nuevo significado del cristianismo
ascético donde sus nuevas relaciones paradigmáticas con la vida personal y profesional se han
tornado en dos cosas: un problema que enfrenta el hombre postmoderno en el que encuentra paz
y al mismo tiempo gran depresión en su nueva condición ascética y; por otro lado, una
oportunidad para vivir una vida ascética personal sin grandes incidencias en su actividad social,
pero que le permite trabajar para lograr un fin espiritual con consecuencias capitalistas.
La presente investigación corresponde a la necesidad de estudios sobre la identidad del
“creyente moderno” y su nueva forma de concebir su vida ascética, por ello, los aportes de la
presente investigación serán enriquecedores para las siguientes comunidades de estudio:
Comunidad teológica: Los aportes a nivel teórico permitirán actualizar la literatura
sobre el ethos del cristianismo y su relación con el ascetismo a lo largo de la historia. Dicha
actualización hará posible una ampliación comprensiva que permitirá entender el porqué de los
nuevos comportamientos de los creyentes modernos, comportamientos que, para una mirada
tradicionalista (de obras), podrían concebirse como “frialdad espiritual”, “idolatría” y hasta
“perdida de autenticidad con la iglesia”, esto ya que el asceta moderno integra prácticas
espirituales provenientes de otras culturas y religiones e incluso integra el ascetismo con
actividades de su vida diaria moderna. Otra mirada es la mirada de gracia en la que es evidente la
búsqueda del creyente moderno por definir su identidad espiritual a través de actos ascéticos en
integración con otras actividades que claramente son también de origen ascético, tales como
ayunos, meditación, abstinencia de placeres pero también aplicación de técnicas de desarrollo
personal de psicoterapias como PNL, yoga y mindfulness.
En consecuencia, este primer aporte, conlleva a un segundo aporte: Identificar la
concepción de “espiritualidad” para el hombre del siglo XXI pues su vida ascética no es una vida
ermitaña sino que sigue preceptos como:
“Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus
rostros para mostrar que están ayunando… para que no sea evidente ante los demás que
estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que
se hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6: 16-18).
El hombre moderno encuentra en el ascetismo no sólo pasividad y quietud interna sino
que, claramente, integra su concepción espiritual con una cultura del cuerpo, tal como lo
establece Mateo 6: 16-18, mientras alimenta su espíritu (sea cual sea el método: meditación,
ayuno, yoga, etc) se identifica una creación de una cultura del cuidado del cuerpo. De modo que,
la presente investigación permitirá detallar como el asceta moderno no rechaza su cuerpo como
medio limitante para la verdadera comprensión y vivencia de Dios en él sino que lo ve como el
lugar en el que Dios habita: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual
está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6: 19) y que por
tanto debe cuidar. Entre la relación “ascetismo y cuerpo” vale la pena identificar y analizar su
papel ante los presentes cambios. Todos estos aportes le permitirán a la comunidad religiosa y a
la iglesia comprender más a los miembros que componen este gran cuerpo.
Comunidad social: El hecho de que el creyente moderno lleve a cabo prácticas ascéticas
en una sociedad de las intercomunicaciones es un aporte de los estudios culturales ya que estos
buscan tratar, reconstruir y describir teorías en interacciones políticas dadas en contextos, “sobre
cómo se hacen, deshacen y rehacen los contextos” (Richard, 2010, p. 31). Evidenciar
detalladamente el cambio del ethos ascético en el cristianismo será un gran aporte a la sociología
de las masas, o los estudios sociales de las religiones y concepciones culturales de la
espiritualidad. Cabe aclarar que cuando Richard (2010) menciona “interacciones políticas” se
refiere a la relación intrínseca entre cultura y política en tanto la cultura hegemoniza, la política
conlleva en el tiempo esa homogeneidad. Al comprender el ascetismo moderno desde los
estudios culturales será posible comprender sus representaciones en contextos tales como los
diversos contextos modernos.
Comunidad económica: Sin lugar a dudas, el ascetismo ha aportado a la creación de redes
de mercadeo, comercio y establecimiento de pueblos y comunidades que conllevan una actividad
económica que es imposible ignorar a la hora de analizar los aportes del ascetismo en la historia e
incluso en la actualidad. Las comunidades monásticas recibían todo tipo de personas, aportaron a
la industria más adelante y en la actualidad, algunos cristianos ven en su trabajo o profesión un
acto de fortalecimiento de carácter y de purificación. Por lo que un gran aporte a la comunidad
económica será una literatura que permita identificar como los nuevos movimientos ascéticos
modernos hacen parte también de un movimiento monetario. García (1974) establece que ante
cada acto y tema religioso hay detrás todos los demás temas sociológicos y económicos.
CAPÍTULO 2- DISEÑO METODOLÓGICO
2.1. TIPO DE INVESTIGACIÓN
La presente investigación sigue un enfoque propiamente cualitativo con una metodología
grounded theory (teoría fundamentada) de modo que los instrumentos y tipo de información a
reunir será a través de muestreo teórico con un método inductivo frente a la descripción de teorías,
conceptos e hipótesis. Sandoval (2011) explica que la teoría fundamentada es una metodología
general para desarrollar teoría a partir de datos que son sistemáticamente capturados y analizados;
es una forma de pensar acerca de los datos y poderlos conceptuar, “aun cuando son muchos los
puntos de afinidad en los que la teoría fundamentada se identifica con otras aproximaciones de
investigación cualitativa se diferencia de aquellas por su énfasis en la construcción de teoría.”
(1997, p. 71).
La teoría fundamentada le permite al investigador iniciar con un estado del arte
seleccionando los datos y explicándolos en detalle y a partir de este proponer una teoría de “rango
medio rango medio a través de sucesivas recolecciones de datos y desarrollos conceptuales”
(Charmaz, 2005, p. 510). Es necesario aclarar que en la teoría fundamentada se da
“simultáneamente la recolección y el procesamiento de los datos” (Bonilla y López, 2016, p. 305).
el objeto de estudio será “el ethos del cristianismo ascético” a partir de los hallazgos a nivel
histórico y de los indicios del presente, se realizará un registro sobre el ethos del cristianismo
ascético postmoderno y una propuesta sobre lo que podría llegar a ser en el futuro. La presente
investigación se encuentra enmarcada en la teología histórica y contextual la cual será también
abordada desde los estudios culturales. así, la presente investigación permitirá sacar a la luz los
aportes hechos sobre el cristianismo ascético lo cual le permitirá al lector generar una comprensión
total de esta y entender las razones de sus transformaciones para pensar el futuro frente a la
concepciones sobre cómo vivir la espiritualidad y las incidencias de las prácticas ascéticas en esta.
CAPÍTULO 3 – MARCO TEÓRICO
ANTECEDENTES: LA HISTORIA DEL ASCETISMO
“Nuestra propia existencia no puede ser separada del modo como podemos dar cuenta de
nosotros mismos. Es contando nuestras propias historias que nos damos a nosotros mismos una
identidad. Nos reconocemos a nosotros mismos en las historias que contamos sobre nosotros
mismos. Y es pequeña la diferencia si esas historias son verdaderas o falsas, tanto la ficción
como la historia verificable nos provee una identidad.”
—Paul Ricoeur
El ascetismo ha sido un elemento transcultural presente en todas las culturas de la historia
humana. Se ha relacionado con la iluminación, conexión con deidades, proceso por el cual se da
la adquisición de nuevos talentos, proceso por el que se haya la eternidad y al mismo Dios.
Ascetismo a nivel etimológico significa práctica o que se adiestra de modo que quien practica
una filosofía o enfoque religioso podría ser entendido como un asceta. De acuerdo con Burabari
(2017) el ascetismo en la antigüedad iba acompañado de actos como “auto-mutilación,
circuncisión, tatuaje, ayuno, flagelaciones, penitencia” (p. 86) de allí que para muchos, el
ascetismo tenga en un primer momento un significado referente a la intranquilidad,
autosufrimiento y hasta muerte. Por el propósito de esta investigación, la presente investigación
se centrará en un marco teórico y referencial enfocado en el cristianismo ascético, no obstante, el
lector podrá atestiguar la influencia ascética de otras culturas como la cultura egipcia, griega,
india, judía, entre otras.
Respecto al origen del ascetismo, Grün (2008) aclara que corresponde a entrenamientos
de carácter militar y deportivo en la antigüedad. Más adelante, con los filósofos griegos, se tomó
el término para referirse a entrenamiento de las “actitudes espirituales” (Grün, 2008, p. 39). Esto
explica la concepción de San Benito ya que él veía en el ascetismo la manera en la que el
cristiano llevaba a cabo sus guerras espirituales. El ascetismo también se relacionó desde un
inicio con la encarnación la cual es, constantemente, una lucha por la vida. En el Antiguo
Testamento es posible observar como incluso el Rey David, probablemente en el año 1.000 a.C.
adoptó prácticas ascéticas al momento de rogar por la vida de su hijo enfermo y convaleciente (2
Samuel 12:16-23). Daniel, en el año 600 a. C. ayunó por su pueblo y oraba tres veces al día,
Jesús ayunó en diversos momentos como antes de iniciar su misión ayunó cuarenta días en el
desierto, Jesús identifica la importancia de actividades ascéticas al liberar a un joven
endemoniado: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (Marcos 9:14-29).
García (1974) en su investigación sobre el monacato primitivo, establece que “es el
monacato antiguo un movimiento espiritual, amplio, multiforme y poderoso” (p. 3). Los
primeros padres, en su deseo por imitar a Cristo, adoptaron fuertemente actividades ascéticas.
Lefort en el año de 1933 (en García, 1974) describe al ascetismo como un movimiento
totalmente complejo, de tal profundidad que siempre será difícil de entender. En los primeros
años del cristianismo, a partir del año 36 d.C, se daba uso del ascetismo por circunstancias
externas como las primeras persecuciones. Con el tiempo, es posible identificar como las
prácticas ascéticas se van mezclando con acciones litúrgicas y de tradición: Desde la iglesia
Católica antigua se inicia la construcción de una cultura litúrgica en la que se establecen los
días de ayuno, la intensidad de este, oraciones, etc. Esto provoca el nacimiento de sistemas
como el sistema anacoreta y el monástico.
Blázquez (1989) en su investigación sobre el monacato de los siglos IV, V y VI como
contracultura civil y religiosa señala que en los primeros siglos se da el surgimiento de los
Anacoretas y Cenobitas, ellos son comparados con los monjes budistas, con el neoplatonismo y
grupos judíos. García (1974) describe que “su vocabulario, sus costumbres, su ideal proceden de
los sistemas ajenos al cristianismo que convergieron en sus orígenes” (p. 10). Cabe aclarar
también que desde el siglo II se proclamaba sobre la vida ascética en el cristianismo, aunque aún
no existía una tendencia a la vida anacoreta, padres como Orígenes, predicaban sobre una vida
apartada del mundo, no una vida en separación local sino más bien moral (García, 1974). Se
puede ver como en el siglo II en una carta de Plinio al emperador Trajano, Plinio describe
actividades ascéticas de los primeros cristianos: "Se reúnen en ciertos días antes del amanecer
para cantar himnos de alabanza en honor a Cristo, su Dios; toman juramento de abstenerse de
ciertos crímenes y comen de un alimento corriente pero inocente" (Reyes, 2011, p. 44).
Para la Edad Media las prácticas ascéticas tomaron gran fuerza y se encontraban
impregnadas en todo acto litúrgico del cristianismo. Cada siglo con la implementación de un
nuevo sacramento, una nueva oración, un santo canonizado, la implementación del celibato para
los sacerdotes en el siglo X… Tal parece que toda decisión tomada en la edad media iba entorno
a la abstinencia respecto a algo “pecaminoso”. Qué decir de la fuerza que tomó la penitencia
física acompañada de oraciones como manera de castigar el más mínimo pensamiento de maldad
el cual combinaba con la idea de pobreza como forma de santificación diaria y de comprender el
sufrimiento de Jesús.
En la Edad Media resalta la extensión de monacatos con la vida purgativa de sus monjes.
El cristianismo ascético se ha presentado de una manera diversa y controversial en el surgimiento
de más ideologías, herejías y ramas del cristianismo que confluyen a lo largo de la historia de la
iglesia Católica y que también han ido creando perspectivas de una vida ascética cristiana. “Una
doctrina de sapiencia de la vida” (Weber, 1905, p. 26). “Orando en todo tiempo con toda oración
y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”
(Efesios 6: 18) es como puede definirse el ethos de la vida ascética hasta la Edad Media.
El ascetismo en el occidente moderno es analizado por Nietzsche (1887) en el siglo XIX
en su libro sobre la Genealogía de lo Moral, allí destaca una perspectiva ascética desde un
aspecto racional el cual parte de su concepto de vida y también por sus múltiples miradas desde
el ethos. Nietzsche (1887) representa una transición entre la concepción de ascetismo como
sufrimiento y purificación a una concepción de un ideal personal incluso sin sentido. Identifica el
ascetismo como una forma de crear memoria, de usar el dolor para no olvidar algo importante, de
allí que afirme que “el dolor es el instrumento más mnemotécnico” (Nietzsche, 1887, p. 34).
Dentro de lo que él llama el ideal ascético, destacan las siguientes palabras referentes al ideal
ascético: “pobreza, humildad, castidad” (Nietzsche, 1887, p. 34). Si Nietzsche estuviera vivo en
este momento podría observar como la pobreza, la humildad y la castidad ya no son
estrictamente el ideal ascético de los creyentes del cristianismo. Es evidente que el creyente del
siglo XXI no busca la pobreza como ethos de su vida ascética sacramental; la humildad es una
virtud interna más que externa y la castidad está relegada para quienes desean ser y/o son
sacerdotes religiosos, religiosas, algunos otros consagrados, entre tanta incertidumbre, ¿Cuál es
el ideal ascético del cristiano moderno?
Antes de realizar una descripción de la actualidad, es necesario avanzar unos veinte años
desde la publicación de La Genealogía de lo Moral de Nietzsche (1887). Weber (1905), filósofo,
economista, politólogo y sociólogo alemán, presenta una descripción de lo que significa el
ascetismo para las herejías o divisiones del cristianismo y católicos hasta finales del siglo XIX.
Weber (1905) en su libro La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo habla sobre los
ideales ascéticos en “la determinación del influjo de ciertos ideales religiosos en la constitución
de una “mentalidad económica” (p. 8), además de la aparente contradicción (del ascetismo como
contribuyente a una mentalidad de la economía), es posible ver como su producción es un
acercamiento a la concepción y conjugación de la espiritualidad con la vida del hombre
moderno.
Para facilitar la comprensión, Weber (1905) da uso de una analogía al decir que el
ascetismo aporta a la economía del mismo modo que Montesquieu (en Weber, 1905) le
atribuye a los ingleses las mejores contribuciones al mundo: “la piedad, el comercio y la
libertad” (Weber, 1905, p. 18), ¿Cómo es posible que una nación contribuya al comercio
y al mismo tiempo a valores (aparentemente contradictorios y de corte ascética) como la
libertad y la piedad? Comercio debería ser sinónimo de esclavitud, laboriosidad,
esfuerzo, trabajo, así como ascetismo debería ser sinónimo de auto-sujeción, reprensión,
castigo, sufrimiento y pobreza.
Es así, como Weber (1905) habla de un pensamiento racional ascético (racional para el
ascético, no para el hedonista): El cristiano ascético contaba con una seguridad en su salvación,
el “certitudo salutis en su profesión” (Weber, 1905, p. 37), que traducido es “la potencia
cognoscitiva del estado de gracia en su profesión”. Aunque Weber (1905) creía que esto era una
concepción protestante, hoy es posible ver como el catolicismo y todas las corrientes del
cristianismo también han vivido bajo esta misma dinámica, no obstante, no se puede negar la
particular confrontación que el catolicismo ha tenido que confrontar entre paradigmas como
“obras vs gracia” precisamente por el ethos ascético de la edad media: “La haces, la pagas” y por
la corrupción que culturalmente se fue dando de las penitencias, las indulgencias y actos de
purificación.
Respecto al siglo XXI, Burabari (2017) resalta que “el ascetismo no está desapareciendo
sino que está siendo transformado en prácticas intelectuales que ya no incluyen un sufrimiento
corporal” (p. 95). La evolución de los sistemas religiosos da cuenta de la evolución de la
sociedad. El ascetismo ya no sólo hace parte de la consciencia de salvación en el desarrollo
profesional como lo identificó sagazmente Weber (1905), ahora el ascetismo ha superado la
concepción de lo que es Dios para el mismo hombre moderno. Cada vez es más evidente como
parte del ethos del hombre moderno es que Dios está en todo y en todos así como estaba con el
Rey David cuando era un pastor de ovejas (1 Samuel 17:34-37). Este supuesto le ha dado cierta
libertad al cristiano ascético quien ahora integra a sus prácticas religiosas otras que contribuyen
al crecimiento de su nivel de consciencia contribuyendo al movimiento del mercado y al
movimiento cultural en todo lo que hace.
3.1. EL ASCETISMO EN LA EDAD ANTIGUA
Sobriedad, renuncia, ideal moral y religioso son las primeras características con las que
se puede relacionar el carácter ascético a lo largo de toda la historia humana. el ascetismo ha
existido con la mística, el sentido de equiparar y preservar los alimentos, un sentido espiritual
que surgió en la creación colectiva de la cultura. es por ello, que, en su descripción histórica, en
este caso específico, la edad antigua, es necesario entender el ascetismo desde sus aspectos
históricos y también teológicos.
Álvarez (1996) señala que las prácticas ascéticas, concretamente, monacales, siempre
han existido. el primer encuentro se tiene con las culturas mesopotámicas, indias y egipcias, así
como también las persas y babilonios. siempre se ha propuesto crear en tierra unas condiciones
especiales para tener una vida que agrade al dios o a los dioses, un intento de traer a ese dios a la
tierra, de que habite, de morir en vida por la gloria de un supremo, un acto de renuncia que insta
a la misericordia, al perdón y por supuesto a las buenas cosechas.
El ascetismo es un tema que hay que tratar y describir desde lo que la misma realidad
presenta, por tanto, llama la atención la escasez de investigaciones sobre este tema en la edad
antigua, la mayoría de investigadores, historiadores y teólogos se han centrado de manera única y
especial en la historia del ascetismo en el cristianismo antiguo y en la edad media, algunas
enciclopedias y libros califican el inicio del ascetismo con el imperio griego ya que la palabra
ascetismo proviene del griego (ἄσκησισ que significa “entrenamiento o ejercicio”). No obstante,
se hace necesario consultar fuentes en otros idiomas para lograr el verdadero objetivo de dar
cuenta del ascetismo a lo largo de la edad antigua.
Annus (2018) en su texto “El Ascetismo Primitivo en Mesopotamia y Siria” resalta que
es difícil encontrar verídicamente una descripción única de las prácticas ascéticas en la
antigüedad, particularmente, por la escritura cuneiforme su principal propósito consistía en
alcanzar un estado de consciencia y alcanzar un determinado crecimiento espiritual. El contexto
mesopotámico estaba inmerso de prácticas místicas que determinaban el presente y el porvenir,
en una sociedad llena de profecías el ascetismo era visto como una forma de alcanzar revelación
en dichas profecías (parpola, 1997).
Es interesante el hecho de que cuando se analiza el ascetismo es casi inevitable
concebirlo sin el monacato (el cual por muchos es ignorado en esta edad antigua
específicamente). no obstante, autores como Vööbus (1956) clarifican que el origen del
monacato corresponde al antiguo Egipto (5.000 a. C.) y Siria (desde el 2500 hasta el 2400 A.C)
coincidiendo con que “el ascetismo consiste fundamentalmente en el hecho de que el hombre se
impone sacrificios y privaciones voluntarias que tienen como finalidad ya sea una expiación de
tipo religioso o una educación moral” (Álvarez, 1996, p. 53). Es posible evidenciar que fueron
culturas como Siria quienes tornaron sus monasterios en un centro de poder político y religioso.
en palabras de Vööbus (1956), Siria constituyó “una tropa de trabajadores” (p. 6) y aún más una
administración a través del monacato.
El incluir prácticas ascéticas en dicho desarrollo fue sin lugar a dudas, el impulso de
una “poderosa fuerza espiritual que contribuiría a la historia de la civilización, no sólo en sus
tierras sino también en las culturas semíticas del cercano oriente, Asia central y oriental y
África” (Vööbus, 1956, p. 6). desde la edad antigua es posible identificar que el monacato hace
que a través de prácticas ascéticas la sociedad se desarrolle según su naturaleza humana.
Otro de los primeros ascetismos en la edad antigua es el ascetismo brahmánico de la
India el cual remonta su origen al 3000 a.C. Este ascetismo busca la formación de la virtud, el
autocontrol, el cuidado de los enfermos y el bien y el mal. El ascetismo brahmánico solía tomar
distancia de actos de pensamiento y de acto como “el suicidio, el aborto, el perjurio, la calumnia,
la embriaguez, la gula, la usura, la hipocresía, la pereza y la crueldad hacia los animales” (La
Enciclopedia Católica OMNIA DOCET PER OMNIA, 2020, párr. 15). El ascetismo brahmánico
presenta tantas formas cuyos matices surgen de la épocas del brahmanismo temprano, el
brahmanismo popular, el brahmanismo panteísta.
Díaz (2011) describe que el brahmanismo temprano envolvía prácticas ascéticas en
adoración a muchas deidades, cada deidad presentaba características de la naturaleza. En el
brahmanismo temprano aún no existen los templos, por lo que el lugar sagrado era nombrado por
quien era la cabeza de cada familia, en ese lugar, propiciaban alimento a los dioses. Solían
realizar sacrificios de animales, como los caballos, bueyes, vacas y ovejas; alimentos como arroz
y trigo, se realizan sacrificios que repercutían en bendición. Al final de este periodo temprano, se
evidencia la vaca como un animal sagrado, se fortalece el culto a la naturaleza y “Abundaban
fórmulas para curar las enfermedades, ahuyentar los demonios y prevenir los malos augurios”
(Díaz, 2011, p.1).
El brahmanismo popular resalta por un crecimiento exponencial de los ritos divinos; de
manera que se desarrolla un brahmanismo popular, exotérico, y por otro lado, en un
Brahmanismo sacerdotal- esotérico, “el primero se refleja en las Brahmanas y las Sutras; el
segundo en las Upanishads” (Díaz, 2011, p.2). Sus prácticas de afección y simbolismo empiezan
a obtener tal complejidad que para algunos ritos se requiere la participación de más de diecisiete
sacerdotes. Se presencian prácticas ascéticas al momento de realizar o de prepararse para la
oración a lo largo del día, una de ellas es el Savitri, una oración dedicada al sol. En el
brahmanismo popular, surge una consciencia sobre el bien y el mal, sobre causa-consecuencia,
surge una doctrina del Karma y, posteriormente, a partir del karma, surge una doctrina de la
reencarnación. Respecto a esta etapa, Díaz (2011), describe un extremismo ascético, que
contiene las siguientes prácticas:
Esta doctrina dio origen a reglas restrictivas de la conducta que lindaban con lo absurdo.
No podían ser matados insectos, aún los repulsivos y nocivos; no podía beberse agua
antes de ser colada, para que la más diminuta forma de vida no fuera destruida; la
carpintería, cestería, trabajo del cuero, y otras ocupaciones similares fueron consideradas
deshonrosas, porque no podían ser llevadas a cabo sin una cierta pérdida de vida animal o
vegetal (p. 3).
Se llega a una consciencia del karma vista desde todas las actividades humanas, hasta
incluso llegar al punto de ver la agricultura como una agresión a la tierra, crecen en la formación
brahmánica valores como la castidad y la caridad cuya formación se reflejaba a través de
maestros brahmánicos que solicitaban a sus estudiantes a seguir prácticas ascéticas reflejadas en
el ayuno, el negarse a los alimentos más ricos y deseados, a mendigar los alimentos diariamente,
a evitar placeres diarios como lo son la música, el baile o el juego.
En el brahmanismo panteísta se identifica una nueva tendencia hacia corrientes
monoteístas, surge la suprema deidad Prabjapati o Brahmá quien es el creador de todo lo
existente. No obstante, esto no significó un cambio para su politeísmo, ya que el resto de los
dioses antiguos se siguieron adorando como manifestaciones de Brahmá. Díaz, (2011) describe
que en este periodo surgen nuevos principios fundamentales como los siguientes:
•
Todo sujeto consciente es un encuentro de espíritu y materia.
•
Todo lo visible e invisible es una emanación de Brahmá.
•
Surge una nueva doctrina del Upanishads, la cual sostiene que el fin último no es llegar a
Brahmá sino a Atman, es decir, a Brahmá o a uno mismo. Se trata de, a través del
ascetismo, “perder individualidad y ser absorbido en el gran, todo penetrante, impersonal
espíritu” (Díaz, 2011, p.2).
El último principio, del periodo panteísta en el que, en especial, cambió el fin de la vida
del ser humano. No se trata solo de huir de la reencarnación, como en el periodo popular, sino de
llegar al núcleo, al corazón de la existencia personal, al “Yo soy Brahmá”, para ponerle fin a la
dualidad de la existencia humana. La abstención, la meditación, la invención del yoga cuya
existencia ha revolucionado al brahmanismo en su ascetismo radical y la exploración del éxtasis,
la contemplación y la inmovilidad absoluta (Díaz, 2011). El ascetismo cumplió tal importancia
en el brahmanismo que fue la vía de liberación para el ser humano en la edad antigua, y, aún lo
sigue siendo en las corrientes hinduistas que posteriormente surgirán a partir del brahmanismo.
Otra cultura que surge como rama del brahmanismo en la India, en la edad antigua, cerca
del año 560 a.C es el budismo, es un producto de la tercera etapa del brahmanismo, al priorizar la
llegada al ser “Yo soy Brahmá”, esto hace de este una despersonalización de las prácticas
ascéticas de un propósito teísta. La Enciclopedia EcuRed (2021), describe que el padre del
budismo fue un indio ascético y eremita, Siddhartha Gautama, quien describe que para lograr el
despertar se debe aceptar el ejercicio del karma, la meditación y la autoconsciencia, todas estas
obtenidas a través de prácticas ascéticas ya descritas desde el brahmanismo, no obstante, el
budismo centra dichas prácticas en el ser y deja de lado, en esta etapa de la edad antigua, los
sacrificios de animales.
Los principios del budismo son netamente ascéticos, su primer principio habla sobre
aceptar que la misma vida es un sufrimiento, es un evento doloroso de eterna insatisfacción; la
segunda noble verdad, refiere que la razón del sufrimiento es el tanha, la sed, la cual lleva a
olvidar que todo está en constante movimiento; la tercera noble verdad es que para ponerle fin al
sufrimiento, es necesario ponerle fin a la sed, al deseo, y esto se logra a través de una vida
ascética; por último, la cuarta noble verdad del budismo es que hay un marga o un camino, una
vida recta, ascética y noble.
Rivas (2017) realiza un análisis sobre el rol del desierto y el ascetismo, cuya existencia ha
llevado a la transformación. Sobre el ascetismo griego, por ejemplo, Rivas (2017) nombra tres
objetivos o campos del ascetismo en la antigua Grecia. Parte del significado que solía tener la
palabra “ascetismo” en esta cultura, la cual también estaba relacionada con la creación o el
trabajo de elementos artísticos. Rivas (2017) menciona Homero y la Ilíada como textos griegos
que reflejan un ascetismo de dominio del ser, pero también de creación. A parte de estas obras, se
reconoce los siguientes usos ascéticos: “a) el ejercicio corporal (sentido físico), b) el ejercicio de
la inteligencia y la voluntad (sentido moral), y c) el culto en la vida religiosa (sentido religioso)”
(Rivas, 2017, p. 482).
Otra transformación ascética surgió por parte de los sofistas, en sus textos, usando el
término ascetismo para diferenciar los dones humanos; posteriormente se identifican los
filósofos postsocráticos quienes ven en el ascetismo una forma de sanar el corazón y de liberar
las pasiones. El ascetismo en la antigua Grecia, se entendía como un ascetismo natural cuyo fin
era más relacionado con la corporeidad y con el entorno natural; solo en el siglo I, después de
Cristo, hay registros de historiadores como Filón de Alejandría quien describe las prácticas
ascéticas como una forma de crecimiento moral y religioso (Rivas, 2017).
No hay registros de una cultura propia romana sobre las prácticas ascéticas, no obstante,
es posible evidenciar como los romanos tomaban parte de las escuelas griegas y recibían su
formación. Un ejemplo de ello es Marco Aurelio, pero de ello, se presentará mayor descripción
en la época patrística como primera parte de la edad media. La influencia romana en el ámbito
ascético de la edad antigua fue bajo, pero es el inicio de todo lo que, recibió de otras culturas
como las culturas griegas y judías, y como esto se refleja siglos después en las prácticas ascéticas
del cristianismo. Galindo (2011) identifica los principales pensadores ascéticos griegos de la
edad antigua:
Asceta ancestral
Pensamiento
Heráclito (siglo V a.C.)
En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y
no somos [los mismos].
Heráclito ve el cambio como algo imparable, ya avanzada su
vida, se retira a tener una vida de soledad y ascética.
Diógenes el Cínico (s. IV a.C.)
Ve en la pobreza extrema una virtud. Vive en las calles de
Atenas. Ve las riquezas y los bienes como algo falso y que
brinda falsedad, lo contrario de la verdadero y de la
honestidad.
Sócrates (s. IV a.C.)
“vestía con gran sencillez, caminaba descalzo, indiferente al
frío, al hambre” (Galindo, 2011, párr. 6). El decidir tomar la
cicuta y dejar su muerte a la providencia de los dioses es
representación de una vida en preparación para la muerte.
Epicuro (s. III a.C.)
Era conocido por comer poco y por recordar que no se
necesitaba mucho para vivir. El placer no es duradero ni
puro, se busca la ataraxia y la tranquilidad del espíritu.
Es posible identificar la vivencia ascética en las culturas de la edad antigua, una que no se
debe dejar de lado, es el ascetismo judío. La Enciclopedia Católica OMNIA DOCET PER
OMNIA (2020) describe como los sacerdotes de la Ley, los nazareos y todo aquel que fuera
dedicado a la consagración debía tener una vida ascética. La Torá, en su libro de Levíticos
describe variados actos puros e impuros donde la pureza del alma era estrechamente
contaminada ¿Qué prácticas ascéticas ejercían los judíos en la edad antigua? “Dios limitó
severamente la selección de Israel de alimentos de origen animal, les dio reglas específicas para
matar animales y les prohibió comer la sangre, que representa la vida y por lo tanto solo le
pertenece a Dios” (Milgrom, 1998, párr, 3). El ascetismo tenía una intención de santificación,
pero al mismo tiempo de ley, y esto lo refleja el libro de Levítico.
¿Qué comunidades ascéticas resaltan de la comunidad judía?
Los profetas registrados desde el año 1030-926 a.C solían estar a cargo del gobierno del
pueblo de Israel, en la Torá eran símbolo de que Dios mismo les gobernaba (“Pero vosotros
habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y
habéis dicho: No, sino pon rey sobre nosotros” 1 Samuel 10:19). Los profetas eran ascetas en
búsqueda y en constante práctica de la virtud elevada, recibían dones espirituales gracias a sus
prácticas de reflexión y meditación, todo venía de Adonai por tanto debían practicar el fin último
de la santidad.
Otro grupo ascético que destaca en el ascetismo judío antiguo son los nazareos, quienes,
desde su mismo nacimiento, eran consagrados y debían tomar distancia de las personas,
abstenerse del vino, dejarse crecer el cabello “y no tocar nada que estuviera muerto, fuera animal
o persona” (Huergo, 2017, p.1) Los nazareos iban en contra de las prácticas de las otras culturas
las cuales iban enfocadas al disfrute y al placer del cuerpo. Los esenio (o curanderos) también
surgen en el año 198 a.C con una práctica ascética enfocada en la dieta, tomando distancia de las
urbes de su tiempo y priorizando la búsqueda de la purificación. Los esenios fueron conocidos
por sus obras con los enfermos son conocidos por su privación al vino.
Otras comunidades ascéticas de la cultura judía, no llevaban consigo un nombre
diferenciador pero si es posible identificarlos por sus prácticas geográficas, el historiador
Rappoport al realizar registros sobre la historia de Egipto, habla de una comunidad judía ubicada
a “orillas del Lago Mareotis, cerca de Alejandría, que mezclaban sus propias observancias
religiosas con las de los egipcios” (Enciclopedia Católica OMNIA DOCET PER OMNIA, 2020,
párr. 23), esta comunidad también fue conocida por el uso de hierbas medicinales al igual que los
esenios y fueron conocidos, tanto hombres como mujeres, por sus votos de pobreza, soledad y
oración.
De esta manera, es posible ver el ascetismo en la edad antigua como forma de apertura a
la consciencia de un dios, como puerta de preparación, reflexión y santificación, como ruta hacia
una vida noble para llegar a la salvación que es la iluminación, como forma de encarar los
sacrificios animales los cuales creaban daño a la vida y no traían una transformación directa que
una vida ascética si puede otorgar. En la edad antigua, también es posible identificar como el
ascetismo sigue una ruta conectada en cada religión y cultura, así como inician nuevas religiones
a raíz de las comprensiones de las prácticas ascéticas.
3.2. EL ASCETISMO EN LA EDAD MEDIA
El encuentro divino, el eje sobre el cual se han construido y modificado prácticas con un
único propósito: “tendencia a hacer el bien”, ha fundamentado incluso al comportamiento y
proceder aparentemente más nimio de eremitas, sacerdotes e individuos que por voluntad u
obediencia han decidido adoptar la ascesis como un bien que evidencia la antítesis de lo material
y el hedonismo, y que cuyo objeto se delimita y reduce en la búsqueda de la virtud, lo que
eventualmente significa discriminar los actos que no edifiquen el camino de la vida ascética y
lograr la liberación, elevación y purificación del espíritu: la omisión o rendición en la
consecución del placer corporal.
La virtud y su definición preeminente variará entonces de acuerdo con el momento
histórico en el que se desee ubicar, y de la visión de un dios. Así, analizar la literatura para
comprender su concepto en la voz de Platón distará significativamente de un autor como San
Agustín o cualquier otro ser humano que haga de la Biblia, nuevo libro sagrado de la nueva
religión, el cristianismo, un manual para diseñar un camino hacia el retiro de lo ‘mundano’, es
decir, todo aquello que no beneficie al alma y a su cuidado durante la obtención de la
trascendencia.
A saber, ese encuentro con la divinidad ha de propugnar el desarrollo y la continuación
de la vida monástica en diversos sentidos, el primigenio: la vida en el retiro. Se hace preciso
mencionar que, aunque la batalla espiritual -definida en la superposición de la auto reclusión, el
autosacrificio y ofrenda de sí mismo a los bienes materiales- que enfrenta un anacoreta en
comparación con un monje o budista puede devenir un proceso distinto, el fin pretende ser
similar o incluso el mismo: depurar y purgar al espíritu y el cuerpo, lograr la virtud a través de
prácticas de meditación u oración.
En la vida monástica, por ejemplo, y a diferencia de la del anacoreta, hay una presencia
más notoria de personas, lo cual relata San Agustín en su libro Confesiones (397-398) al forjar
una identidad cercana al ascetismo de aquellos que decidían consagrarse lejos de la ciudad o de
palacios que ofrecen ociosidad y lujo, esto se logra evidenciar en apartados de su libro como:
“[…]las muchedumbres que viven en monasterios, y de sus costumbres, llenas de tu dulce
perfume, y de los fértiles desiertos del yermo, de los que nada sabíamos.” (p. 47). Y, “[…]
poniendo su corazón en la tierra se volvieron a palacio; mas aquéllos [SIC], fijando el suyo en el
cielo, se quedaron en la cabaña” (p. 48).
Durante la edad media, uno de los rituales más significativos era la alabanza, parte del
amor devocional que esta conlleva y que se perpetuará siempre que se abra espacio a la gracia
divina. En la alabanza se solicita intercesión superior, y a modo de unción ascética, se recuerda
en Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” que
existe una cooperación y aceptación al abandonar lo que es efímero y concentrarse en lo eterno.
Reconocer que el camino a emprender precisa de una especie de imitación del ser divino para
llegar a la virtud o verdad. Por ende, esa imitación, por lo menos en el contexto monástico,
llevaría a prácticas más dogmáticas que otras con variaciones entre monasterios en la concepción
de pobreza, alimentación, virginidad, flagelación y ayuno, todas al servicio espiritual. En
evidencia, Fortes-Rivas (1996) señala que San Benito, en el silgo VI aproximadamente, instauró
normas rechazando las “exageraciones orientales” (p. 137) y proponiéndole al monaquismo una
modestia en la austeridad en el vestido, la oración y alimentación, a diferencia de monasterios en
Oriente, que se basaron en “el silencio, la pobreza y la obediencia” (p. 146)
La pobreza como resultado de la privación de bienes se resignificaba en el sobrevivir con
lo escaso, y la comida como posible distractor de un fin superior fueron concluyentes en la
conformación del ser ascético y su ethos en la edad media. La excesiva indulgencia a lo
pecaminoso podía generar obstáculos en el seguimiento de la vida cristiana, por ejemplo. Por
consiguiente, dedicarse a la meditación y oración para no sucumbir a ningún pecado que
comprometiera la búsqueda del acercamiento a Dios hacía parte del itinerario religioso. No
obstante, el ethos no solo caracterizará al asceta cristiano en su soledad y reiteración constante de
su palabra sino también de su obra, cuyas extensiones permearán en efecto la alimentación y la
vestimenta, factores y condiciones conectados al ser consecuente ascético.
Es de vital importancia para comprender el rol de la dieta ascética. Andrade (2009)
señala una costumbre arraigada a las comunidades monásticas medievales y su constante lucha
de distinción de los hábitos nobiliarios: la decisión sobre la dieta, el alimentar al espíritu por
sobre el cuerpo. El refectorio, como espacio de congregación se convirtió en una fuente de
discernimiento para algunos monasterios de la Galicia medieval (cluniacenses y cistercienses),
que reconocieron diferencias en su ethos dietético debido a usos distintos de la carne y la
inclusión de la misma en sus respectivas dietas: “Hoy un monje sólo se puede satisfacer con
carne de corzo, de ciervo, de jabalí, de oso salvaje” (Linage, 2007, p. 79) en el registro de una
queja del abad de Cluny mediante una carta, pues tal alimento era “el peor de los alimentos, toda
vez que se creía que vigorizaba en exceso al monje y lo predisponía para la lujuria” (Andrade,
2009, p. 46)
Asimismo, el ascetismo ha de definir no solo el cimiento de ideales o rituales, sino las
prendas a usar para conservar la vida de devoción, de lo contrario, la vestimenta o demás
accesorios ornamentales podrían ser elementos determinantes en la desviación de la fe y de
sacrificio. Siguiendo esta línea de razonamiento, se introduce la segunda condición: el ethos del
vestir. No solo los cenobitas o monjes de la Baja Edad Media han aportado a la historia del
ascetismo medieval, Albarrán (2008) menciona que el hábito femenino en Egipto durante los
siglos IV-VI d.C estuvo regulado para aquellas mujeres que decidieran consagrarse a la vida
monástica, sin importar su posición social, pues era su deber moral contrariar al lujo inoperante y
concupiscencia de la vida fuera de la devoción.
En consecuencia, las exigencias de los principios ascéticos propendían a “la austeridad, la
sencillez y la disciplina” (Albarrán, 2008, p.27), en vista de que el exterior necesitaba estar en
consonancia con la identidad religiosa, y qué manera más apropiada era el cubrir sus
extremidades con atuendos propuestos por San Ambrosio (1942) en su tratado De Virginitate (a
propósito de la consagración a la virginidad) y otros teólogos para evitar cualquier tipo de
incitación.
Asumir con fervor y voluntad la vida ascética no implicaba necesariamente el retiro; la
ascesis se trasladaba al ámbito urbano y doméstico incluso desde momentos precedentes a la Alta
Edad Media a través de la adopción y adaptación de elementos distintivos del monacato oriental
en la vida femenina de Roma, esto es analizado por Serrano (1991) quien estudia lo que para San
Jerónimo (en Serrano, 1991) es denominado como ‘monachae christianae”, en sus propias
palabras, para la Edad Media, no se “constituían comunidades monásticas propiamente dichas”
(p. 373) pues eran un grupo de vírgenes y viudas asentadas en la ciudad al no suponer el
abandono de la misma, pero su carácter privado las consolidaba a mantenerse en oración en
algunos aspectos del marco ascético.
3.3. EL ASCETISMO EN LA EDAD MODERNA
3.3.1. EL ASCETISMO EN EL RENACIMIENTO (SIGLOS XV Y XVI)
Entre los siglos XV y XVI la lectura de la realidad humana se ve transformada por
nuevas ideas cuyos tonos vienen desde el arte, la imaginación, la estética, la emoción, los
sentidos, la contemplación y la cercanía a Dios. Se encuentra un nuevo rol estético el cual se
refleja principalmente en las obras artísticas de la época, entre las que resaltan la poesía y la
pintura. Durante estos dos siglos, eventos históricos marcaron su curso ascético tales como la
peste bubónica y la guerra de los Cien Años.
Este tipo de eventos crearon nuevas comunidades religiosas y monasterios que vivirían
una transformación al crecimiento de la academia y a la influencia protestante. Según López
(2020) a finales del siglo XIV, año 1380, “un movimiento de renovación llamado “devotio
moderna”, que luego se difundió por Italia, Francia y España” (p. 51), este movimiento buscaba
recordarle a los creyentes que la oración es el medio para obtener fortaleza moral y que la
oración es el medio para lograr la autodisciplina, se puede identificar que el movimiento
“devotio moderna” buscaba fomentar las prácticas ascéticas como medio de acercamiento a las
virtudes humanas las cuales venían de Dios.
De acuerdo con Paredes (2020), la historia del ascetismo para el renacimiento, tiene un
centralismo en occidente, no solo por la reforma protestante sino por la exploración literaria y de
expresión de ideas que se vive en este momento de la historia. Se da uso de la poesía como forma
de encontrar la purificación del espíritu, “para conseguir este perfeccionamiento del alma y su
posterior unión con Dios” (Paredes, 2020, p. 1). La poesía como medio ascético convierte al
poeta en un poeta religioso y contemplador de su propia vida purgativa; a partir de ello, se
identifica en el renacimiento tres formas ascéticas de expresión poética:
•
Vía purgativa: Esta tipología impulsa al poeta y a quienes le leen a dejar la vida mundana
y a tomar distancia de la pecaminosidad y de todo lo material. En la vía purgativa, según
Paredes (2020) se buscaba dar continuidad con las penitencias surgidas en la edad media
agregándole ejercicios de contemplación como la meditación. Por ello, es común
encontrar que el desarrollo ascético en el renacimiento tiene que ver con un volver al
campo, el tomar distancia de las urbes se encuentran como un medio exquisito de
purificación y renovación. “El ser humano está encarcelado en un mundo corrupto y lleno
de falsedades que le hacen apartarse de Dios” (Paredes, 2020, p. 1). Las poesías de la vía
purgativa se pueden clasificar en aurea mediocritas y en beautus ille.
Un ejemplo de una poesía renacentista aurea mediocritas es aquella develadora de la
ambición humana, de cómo quedarse en el placer puede traer mediocridad y a la muerte misma,
y cómo tener nada puede apartar de Dios, el aurea mediocritas realiza una propuesta importante
del ascetismo, el cual marcará el entendimiento ascético por los siguientes siglos: el aurea
mediocritas busca un punto medio. El poeta ascético y místico, vuelve a la literatura universal
como expresión espiritual, en particular, la literatura grecolatina:
Carminum II, 3 (A Delio)
Acuérdate de conservar una mente tranquila
en la adversidad, y en la buena fortuna
abstente de una alegría ostentosa,
Delio, pues tienes que morir,
y ello, aunque hayas vivido triste en todo momento
o aunque, tumbado en retirada hierba,
los días de fiesta, hayas disfrutado
de las mejores cosechas de Falerno.
¿Por qué al enorme pino y al plateado álamo
les gusta unir la hospitalaria sombra
de sus ramas? ¿Por qué la linfa fugitiva
se esfuerza en deslizarse por sinuoso arroyo?
Manda traer aquí vinos, perfumes y rosas
—esas flores tan efímeras—, mientras
tus bienes y tu edad y los negros hilos
de las tres Hermanas te lo permitan.
Te irás del soto que compraste, y de la casa,
y de la quinta que baña el rojo Tíber;
te irás, y un heredero poseerá
las riquezas que amontonaste.
Que seas rico y descendiente del venerable
Ínaco nada importa, o que vivas
a la intemperie, pobre y de ínfimo linaje:
serás víctima de Orco inmisericorde.
Todos terminaremos en el mismo lugar.
La urna da vueltas para todos.
Más tarde o más temprano ha de salir
la suerte que nos embarcará
rumbo al eterno exilio.
Carminum II, 10 (A Licinio)
Más rectamente vivirás, Licinio,
si no navegas siempre por alta mar,
ni, mientras cauto temes las tormentas,
costeas el abrupto litoral.
Todo el que ama una áurea medianía
carece, libre de temor, de la miseria
de un techo vulgar; carece también,
sobrio, de un palacio envidiable.
Con más violencia azota el viento
los pinos de mayor tamaño,
y las torres más altas caen
con mayor caída, y los rayos
hieren las cumbres de los montes.
Espera en la adversidad, y en la
felicidad otra suerte teme,
el pecho bien dispuesto.
Es Júpiter quien trae
los helados inviernos,
y es él quien los aleja.
No porque hoy vayan mal las cosas
sucederá así siempre:
Apolo a veces hace despertar
con su cítara a la callada Musa;
no está siempre tensando el arco.
Muéstrate fuerte y animoso
en los aprietos y estrecheces;
y, de igual modo, cuando un viento
demasiado propicio hincha tus velas,
recógelas prudentemente.
− poemas de Horacio, famoso por sus Odas por los poetas ascéticos del
renacimiento.
La poesía renacentista ascética, también busca el beatus ille, expresión latina cuyo
significado hace un llamado al “apartamiento de la sucia y compleja vida ciudadana y refugio en
la sencillez de un entorno natural” (Paredes, 2020, p. 1). Fray Luis de León, es un poeta
renacentista quien claramente representa el beatus ille en sus poemas ascéticos:
ODA I
VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca de este viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menean
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserablemente se están los otros abrazando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
Tal como Bejarano (2002) lo describe el epicentro renacentista del ascetismo fue España,
hasta el punto de que cada orden religiosa tuviera propia escuela española, de esta manera, para
el periodo renacentista, España contó con escuelas ascéticas dominicanas, franciscanas, agustina,
carmelita, jesuita y hasta seglar en los siglos XV y XVI. En estas escuelas se declara que los
poemas ascéticos renacentistas pueden seguir dos tipologías, una vía iluminativa y una vía
unitiva:
•
Vía iluminativa: Esta se propone como segunda línea para los poetas ascéticos
renacentistas ya que es lo que viene luego de una vía purgativa. Al tomar distancia del
mundo se encuentra la iluminación y con ella, los múltiples beneficios de una vida
cercana a Dios. En la vía iluminativa, el poeta explora los principios de una vida pensada
para lo eterno, unida a Dios. Esta vía corresponde a los poetas místicos.
•
Vía unitiva: Momento de total unión con el creador a través de la perfección moral (el
fin asceta). Dicha unión es más exaltada, expresiva y da uso de recursos lingüísticos
variados llegando a trasladar cualquier poema de amor erótico.
Predominó en el siglo XVI la literatura ascética, cuyas raíces se hallan en la Edad
Media española. Es necesario buscar sus fuentes en el siglo V, en el Dionisio
Pseudo Areopagita; de ahí habían de llegar al siglo XV influencias neoplatónicas,
agustinianas y, más tarde, franciscanas. Por la vecindad que España tuvo con
Alemania, a causa de haber sido los Países Bajos parte integrante del Imperio
Español, fueron familiares a los españoles las obras de ascetas como los alemanes
Juan Eckhart, Juan Taulero y Susón, y los flamencos Juan Ruysbroquio, Dionisio
el Cartujano y Tomás de Kempis, cuya obra Imitación de Cristo sigue editándose
y leyéndose con grande provecho espiritual. Fueron estos ascetas alemanes y
flamencos de la baja Edad Media, en quienes se adivina una tendencia acusada a
popularizar la vida religiosa haciéndola más íntima, más creativa y personal, y
separándola de lo meramente intelectual y externo, quienes influyeron de un
modo decisivo sobre los españoles (Bejarano, 2002, p. 18).
Otro evento importante dado en el renacimiento y que ha sacudido las prácticas ascéticas
hasta los presentes días, son el protestantismo y las diversas corrientes que fueron tomando
forma en el periodo del renacimiento. La Enciclopedia Católica Online (2020) describe que
desde 1517, con el inicio de la reforma protestante, esta no ha parado de realizar acciones
ascéticas. Existen ejemplos ascéticos surgidos en el siglo XVI como los puritanos, movimiento
protestante que buscaba la purificación y santificación de la iglesia, este movimiento impartía
acciones ascéticas radicales al igual que los metodistas, los seguidores de estos movimientos no
participaban “del baile, el teatro, los juegos de naipes, los placeres domingueros, etc., eran
ascetas. Los innumerables asentamientos y comunidades socialistas que han surgido en todos los
países son ilustraciones del mismo espíritu” (Enciclopedia Católica Online, 2020, párr 27).
3.3.2. EL ASCETISMO EN LA EDAD MODERNA (SIGLOS XVII, XVIII Y XIX)
La edad moderna está marcada por un flujo constante de ideas y por propuestas ascéticas
ligadas a los principios de la piedad y la santidad. Un escritor ascético que sobresale en la edad
moderna es San Francisco de Sales, este invitaba al ejercicio de la piedad constante sin distinguir
clases sociales; le hablaba a todos incluyendo a los suyos y a los que ya habían tomado distancia
de la sociedad y que se encontraban en monasterios (López, 2020).
San Francisco de Sales es conocido por la escuela de espiritualidad francesa; él llamaba
al desprecio del ser y a las virtudes humanas a través de prácticas ascéticas, se trabajaba la
prudencia, la justicia, la templanza y llamaba a la humildad, la sencillez y la mortificación como
verdaderas virtudes. San Francisco de Sales y la proclamación de prácticas ascéticas fueron
bienvenidas en el siglo XVII dada también las diferentes hambrunas registradas. López (2020)
describe una tensión social y política donde las prácticas ascéticas son una prueba de fidelidad a
Roma. Para el siglo XVI el ascetismo tiene que ver con los asuntos del estado y la salvación, así
como la perfección, es vista como un deber al estado.
A propósito del siglo XVIII, Peña y Molina (2014) señalan que se presenta un
renacimiento de iluminación espiritual pero también se siente influencia desde la edad media
respecto a la vida rupestre de los anacoretas quienes tomaban distancia de la urbe y cumplían
penitencias en lugares montañosos cercanos a las ciudades. Los monjes que se retiraban allí
contaban con el apoyo de los obispos y de las autoridades de cada zona para hacerlo; hay quienes
también se retiraban a estas cuevas sin pertenecer a una orden concreta. Crecen los seguidores de
los anacoretas y reglas de San Antonio Abad y de San Pablo Ermitaño.
Se crea una nueva cultura ascética en las afueras de las ciudades cuyas prácticas no solo
tienen que ver con la vida rupestre sino también con una recreación colectiva. La cultura ascética
no se relaciona con el desierto en el siglo XVIII sino con bosques y/o montañas que permitan
llevar a cabo las penitencias, oraciones y vivir en paz interior.
Un bosque o una montaña y sus cuevas son también un desierto. En el apartamiento
profundo del éremo, tienen lugar las pruebas que el solitario ha de afrontar; es decir, las
tentaciones y los recuerdos del mundo que ha dejado atrás” (Peña y Molina, 2014, p. 231).
Las siguientes imágenes, denominadas Ermitaños de la Luz fueron hechas por un autor
desconocido en el siglo XVIII:
Anónimo, Ermitaños de la Luz, siglo XVIII, O/L, 130 x 170 cm. Santuario de Nuestra
Señora de la Fuensanta (Murcia).
Estas imágenes, inspiraron la siguiente descripción realizada por Martínez (2002) en su
investigación titulada “La difusión popular de la faceta eremita de San Jerónimo en el siglo
XVII español”:
En el siguiente montículo hay un monje anciano rezando de
rodillas, con los brazos extendidos en cruz, las palmas de las manos se
disponen hacia arriba y la cabeza alzada. Lleva los pies desnudos
y viste el mismo hábito que el monje, ya mencionado, que lee las
escrituras y está cercano al admonitor. Se sitúa en el exterior de la cueva
y dentro se encuentra una cruz sobre un promontorio a manera de altar.
La siguiente gruta es menor y alberga otra figura en grisalla que está
igualmente arrodillada, con hábito con capucha que cubre su cabeza y
con los brazos extendidos hacia delante. El episodio con el que
concluye la secuencia narrativa de los relatos anacoréticos muestra a un
joven penitente con cabello castaño que se ha despojado de las prendas
que viste que caen sobre la cadera, dejando ver el torso huesudo. Las
reglas de la comunidad no permitían quitarse la barba, lo que redundaría
en la juventud de este hermano. Azota su espalda con un flagelo que
sostiene en la mano derecha, mirando hacia una cruz que descansa
sobre un peñasco, a la manera de modelos imperantes que tienen a San
Jerónimo penitente como referente esencial (Martínez, 2002, p. 80-81).
Los siglos XVI, XVII y XVIII se caracterizan en el mundo occidental por la gran
reforma, no solo vista como fractura del cuerpo de la Iglesia sino también como siglos de
movimiento y encuentros diferenciadores entre los mismos reformistas y contrareforma. De
acuerdo con López (2020) “la iglesia católica, principalmente la jerarquía, asumen la postura de
cerrarse dentro de sí misma, y por lo tanto defenderse de todo contacto con los no cristianos en
una especie de ‘ascética de signo’ (p. 57). De esta manera, los creyentes se afirmaban a sí
mismos a través del congregarse y de la oración diaria. Para todo el periodo barroco, el cual va
desde el siglo XVI hasta mitad del siglo XVIII, se crean ideales ascetas a partir de los santos
canonizados hasta el momento cuyas vivencias buscan ser llevadas a la realidad por sus
seguidores.
De acuerdo con López (2020), la canonización ratificó la fe católica en muchos, se crea
un mundo de practicantes ascéticos que buscan alcanzar una cercanía a Dios a través de las
mismas prácticas de sus santos. Todo ello, crea “un mundo de fe, de religión, ya que solamente
se relacionaban con aquellos que creían” (López, 2020, p. 57). Todas estas prácticas
involucradas mitigan el dolor que a bien puedan provocar las prácticas ascéticas como el ayuno y
la oración en lugares alejados y en las iglesias y catedrales; en palabras de López (2020), todas
estas prácticas eran una “ascesis, dolorista y acósmica, que muchas veces termina en una falsa
interioridad y en un volverse sobre sí mismos” (López, 2020, p. 57). Todo el periodo barroco
presenta un ascetismo con prácticas similares a los siglos que le anteceden, sería en el siglo XIX
y XX donde se evidenciarían nuevas transformaciones, a nivel interno de todo el cuerpo
cristiano, católico como protestante, y a nivel externo con influencias ascéticas de otras culturas
y religiones.
3.3.3. EL ASCETISMO EN LA EDAD POSMODERNA (SIGLOS XIX, XX Y XXI)
La vida ascética en el cristianismo ha sido investigada y documentada desde sus mismos
inicios, es posible encontrar autores que han presentado un producto enciclopédico y descriptivo
de dichos sucesos, algunos son García (1974) en su investigación sobre el monacato primitivo y
Blázquez (1989) en su investigación sobre el monacato de los siglos IV, V y VI como
contracultura civil y religiosa. En los primeros siglos de la edad media se dio el surgimiento de
los Anacoretas y Cenobitas, posteriormente, la extensión de monacatos con la vida purgativa de
sus monjes en toda la edad media. Hasta este momento de la historia, durante el barroco y la
edad posmoderna, el cristianismo ascético se ha presentado de una manera diversa en el
surgimiento de más ideologías cristianas o herejías y ramas del cristianismo que confluyen a lo
largo de la historia de la iglesia Católica y que también han ido creando perspectivas de una vida
ascética cristiana protestante: “Una doctrina de sapiencia de la vida” (Weber, 1905, p. 26) es
como puede definirse el fin de la vida ascética y en particular, según Weber (1905) la
correspondiente al siglo XIX.
El ascetismo en el occidente moderno es investigado por Nietzsche (1887) en el siglo
XIX en su libro sobre la Genealogía de lo Moral, allí destaca una perspectiva ascética desde un
aspecto racional el cual parte de su concepto de vida. Nietzsche (1887) desarrolla ideas en las
que presenta una crítica a la visión de la ascesis en el mundo religioso, no solo el cristiano.
“Desde el comienzo hay algo no sano en tales aristocracias sacerdotales y en los hábitos en ellas
dominantes, hábitos apartados de la actividad, hábitos en parte dedicados a incubar ideas y en
parte explosivos en sus sentimientos” (Nietzsche, 1887, p. 6). En este apartado es posible ver
como para él las actividades ascéticas son una forma de controlar la mente, los hábitos y
comportamientos, también lo ve como una actividad que no es del todo sana.
Pero no solo critica desde este punto de vista, en su libro también extiende una crítica a la
comunidad científica, ya que en el siglo XIX era común recomendar masajes, reposo y
aislamiento a personas enfermas, en especial, si tenían algo relacionado con el sistema nervioso,
Weir Mitchell (en Nietzsche, 1887) fue uno de los médicos que practicó estas prescripciones a
sus pacientes; Nietzsche (1887) sostenía que estas prescripciones eran aún más preocupantes
cual las realizaba un sacerdote, desde las hipnotizaciones faquir practicadas por el brahmanismo
hasta el ayuno en el cristianismo. Nietzsche (1887) también realiza un análisis histórico sobre el
origen del ascetismo y su real fin, sobre esto declara que actividades ascéticas antiguas y de la
edad media como las mutilaciones y castraciones todas, en todas las religiones tienen en común
su fin, según Nietzsche (1887) toda actividad ascética viene del campo religioso y busca un
aprendizaje profundo a través del cuerpo o de la nemotecnia, de esta manera, el aprendizaje dado
mientras la actividad ascética se desarrolla estará ligado y será imborrable, esta, en palabras de
Nietzsche (1887) es un procedimiento ascético que entra hasta en la forma de vida del creyente y
se convierte en un medio aislador para que sus ideas no se trunquen con las de alguien más.
Posteriormente, Weber (1905), a inicios del siglo XX, padre de la sociología, también
presenta una descripción de lo que significa el ascetismo para las herejías o divisiones del
cristianismo moderno, ramas de la reforma protestante y de la reforma radical. En su libro La
Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, Weber (1905) presenta los fundamentos
ascéticos del calvinismo, el pietismo, el metodismo y las sectas bautizantes. Este es un tiempo
de una alemana protestante por lo que su visión de una vida o una conducta moral partían
mayoritariamente de estos grupos protestantes o sectarios.
Anónimo, Ramas del Protestantismo, 800 × 512 píxeles, tamaño de archivo: 13 kB.
Tomado de la Biblioteca Hispanopedia, Madrid, España.
Weber (1905) relaciona la identidad ascética con la doctrina de la predestinación del calvinismo,
donde el ascetismo se integra a las vivencias diarias de una sociedad industrial y con un sistema
educativo en fortalecimiento como lo sucedió en el siglo XIX, el calvinista todo lo hace para la
gloria de Dios en un estado de gracia la cual debe confirmar con sus buenas acciones para no
salirse de la zona de predestinación: “Su ética del trabajo les ha impreso un gran dinamismo,
porque favoreció el espíritu de empresa y el desarrollo del capitalismo. Inspiraron a los puritanos
ingleses que, al ser expulsados del país, fundaron las primeras colonias de Estados Unidos”
(Orbaneja, 2013, p. 158).
Weber (1905) también examina la ascesis de otras ramas como los puritanos (los cuales
son los congregacionistas, baptistas, mennonitas y quáqueros). Se puede decir que la ascesis del
puritanismo era un poco más radical ya que marcaba conductas morales muy claras en la
sociedad las cuales eran reafirmadas con versículos de las sagradas escrituras. Respecto al
pietismo, Weber (1905) señala que la ascetización de sus conductas era racional y poco
sentimental, “el pietismo se valió de ideas que, casi sin diferencia, afianzaban una aristocracia de
los regenerados en base a la gracia” (87). En una sociedad de la industria, el ascetismo y la
estructura económica se unen ya que, para escalar en ambas, es necesario orden y disciplina, el
componente utilitario sería la fe en Dios que está en todo lo que el hombre hace.
se originaba para el hombre el ímpetu a controlar con método su estado de gracia en el
comportamiento, y, por consiguiente, a sellar con el ascetismo, su pauta en la vida. Como
ya se comprobó, este cambio de vida representaba la racionalización de la existencia, afín
con los mandatos divinos. Ahora bien, tal ascetismo no integraba ya un opus
supererogationis, por el contrario era una realización prescrita a todo aquel que quisiese
estar seguro de su bienaventuranza (Weber, 1905, p. 102).
Un interesante análisis es presentado por Weber (1905) sobre como la ética del
protestantismo ascético influenció la estructura económica del siglo XIX, en particular por su
idea de predestinación, de gracia y de retiro del pecado diariamente, lo cual califica para Weber
(1905) como un tipo de ascesis. “Quienes viven en la holganza de su profesión suelen ser,
justamente, aquellos que cuando es momento de dedicar una hora a Dios no hallan el tiempo” (p.
97). En su libro, es posible evidenciar como el ascetismo permite un ejercicio consciente de lo
que Weber (1905) llama la vida profesional pues en la vida diaria es donde se practica la virtud
ascética en el control de los pensamientos y de las acciones para no perder la salvación. Águila
(2020) en su ensayo La ética profesional del protestantismo ascético de Max Weber, describe
que “Max Weber muestra el peso que tiene la ética religiosa en las transformaciones culturales y
sociales, y en el florecimiento del capitalismo” (párr. 11).
El siglo XX es conocido por el boom de la comunicación intercultural, en un inicio, por
la migración, por la internacionalización de religiones hinduistas a causa de la colonización
británica, el aprendizaje de idiomas más masivo en toda la historia, nuevas metodologías
educativas para aprendizajes más prontos, caídas económicas como en los años 30´ y 40´, una
estructura económica netamente productiva donde la invención de la obsolescencia programada
iniciada desde 1901, una sociedad educada por y para la producción: de entretenimiento, de
viajes, de educación, de comunicación, una sociedad en guerra que haya consuelo en la
recreación, el consumo y el apaciguamiento espiritual. Sobre la migración Aruj (2008) realiza
un resumen bastante panorámico sobre la realidad del movimiento migratorio mundial en el
siglo XX:
La primera, desde fines de siglo XIX hasta mediados del XX, movilizó a 55 millones de
europeos aproximadamente y actuó como válvula de escape, posibilitando la
organización o reorganización de los estados europeos. La segunda, consecuencia de la
crisis económica de 1930, afectó al ámbito rural, generando una migración del campo a
las ciudades. La tercera, producto de conflictos políticos, económicos y sociales, generó
una migración entre países fronterizos desde la década de 1960. La cuarta se produce en
las últimas dos décadas del siglo XX hasta la actualidad y, según algunas estimaciones,
ha movilizado en todo el mundo a más de 150 millones de personas que actualmente no
residen en su país de origen. Según la Cepal (2004), para el año 2000 vivían fuera de sus
países de origen 20 millones de latinoamericanos. (p. 95)
¿Qué hay concretamente sobre el ascetismo en este siglo de tanto movimiento? Lo
primero por resaltar es que, ante la circulación de población mundial, hubo una gran confluencia
en el intercambio religioso, esto no solo generó fusiones culturales en las prácticas ascéticas
religiosas, sino que también terminó generando una nueva concepción del ascetismo, un
ascetismo más acomodado o pensado para llevarse a cabo en una sociedad de producción y en
una sociedad donde tiene fines capitalistas, pero también quiere alcanzar el fin espiritual al que
se sienta llamado.
En el siglo XIX y el siglo XX las religiones hinduistas cobran gran ánimo e influencia en
el mundo, esto también se da bajo una influencia de misioneros cristianos en este país, quienes,
según Buades (2014) logran creyentes para el cristianismo pero muchos de ellos no aceptan
como tal pertenecer a una comunidad cristiana concreta; un grupo de creyentes denominados
Hindúes-hindúes, Cristo en el Neo-Vedanta buscan un mensaje ecuménico, en consecuencia, se
crean diálogos contemplativos que crean puentes interreligiosos, un ejemplo de ello es lo
afirmado por Rāmakrisna: “mientras uno no se vuelve simple como un niño, no puede obtener la
iluminación divina” y lo afirmado por Jesús en San Mateo 18: 3: “y dijo: De cierto os digo, que
si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
La ideología de Rāmakrishna (avatar de la diosa Kali, en Buades, 2014), en el siglo XIX
afirmó cosas como: “El conocimiento y el amor de Dios son finalmente una misma cosa”, lo cual
se puede conectar con 1 Juan 4:8 al decir que “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque
Dios es amor”. Se presenta ante los ojos del mundo una forma de ecumenismo aparentemente
indefenso pero con riesgos en la identidad religiosa que se identificarán desde el siglo XX y el
siglo XXI, una confusión sobre acciones ascéticas y una búsqueda de antaño o una exploración
de eventos espirituales para hallar a Dios. El hombre del siglo XX en occidente siente que debe
hacer, producir y buscar en el mundo a Dios para poder hallarlo.
Al realizar una revisión de la historia ascética de la religión hindú y de sus
denominaciones, es importante, identificar un cuerpo primario en la creación de lo que hoy se
conoce como el hinduismo, en la historia del ascetismo en la edad antigua, al referir su historia
se usaron términos como vedismo (religión existente hasta el siglo VI a.C) y brahmanismo
(existente entre los siglos VI a.C y el siglo III d.C) las cuales son religiones (incluso con
deidades diferentes pero misma visión del cosmos) de antesala y que precedieron a la religión
actual, lo que hoy es el hinduismo.
En un análisis clasificatorio de las religiones, el licenciado en Teología y en filosofía José
Luis Marqués en el 2016, realizó un estudio sobre la relación entre las religiones. Luego de
afirmar lo desconcertante que puede ser la lectura, investigación, comprensión y clasificación de
las religiones y algunas de sus prácticas ascéticas que han afectado o influenciado al cristianismo
mismo, presentó que los cristianos se sienten atraídos incluso por religiones del pasado o
aparentemente lejanas al complejo de la sociedad, algunas de estas religiones son el candomblé
en América del Sur y el Vudú en África; Marqués (2016) también expone que hay religiones que
por contar con tal número de seguidores, también generan confluencias e influencias, un ejemplo
de ello, es el cristianismo y el islamismo.
En concreto el islamismo, y el cristianismo ganan adeptos uno del otro constantemente en
todo el mundo, principalmente, porque al igual que el hinduismo hizo en su momento, se
presenta como una religión que tiene similitudes inofensivas a la religión cristiana. En el caso del
islamismo, estas similitudes se identifican a nivel histórico, al reposar su origen junto al
judaísmo, también al afirmar que hay un solo Dios y al creer en la existencia de María, la madre
de Jesús, y del mismo Jesús. El islamismo suele iniciar con estas comprensiones y luego llevar a
los nuevos creyentes a las prácticas ascéticas propias de esta religión. Según la Enciclopedia
virtual Islam QA (2020), enciclopedia administrada por el Comité Permanente de Jurisprudencia
Islámica de Arabia Saudita, el ascetismo en el islam es basado en el Profeta Muhámmad quien es
proclamado como “el líder de todos los ascetas” (p.1):
él usaba ropas nuevas, se engalanaba para reunirse con delegaciones, durante los viernes
y para las festividades; se mezclaba con la gente, los convocaba a hacer el bien, y les
enseñaba acerca de la religión; y él prohibió a sus compañeros (que Dios esté complacido
con ellos) ayunar constantemente. Más bien, el ascetismo significa evitar lo prohibido y
lo que Dios detesta; evitar la lujuria y las exhibiciones, la autocomplacencia en los
placeres mundanos y concentrarse en hacer actos de culto, preparándose de la mejor
manera para el Más Allá. La mejor explicación de esto es la vida del Profeta Muhámmad
(Enciclopedia virtual Islam QA, 2020, p. 1).
Es posible identificar como al igual que Weber (1905) afirmó sobre el siglo XIX, en el
siglo XX, en las diferentes religiones, el ascetismo es comprendido como algo que se vive
estando insertado dentro de la sociedad misma. Marqués (2016) ilustra este movimiento en otras
religiones como el budismo donde también lleva sus prácticas a ser algo más flexible y
asimilable, en especial para la población extranjera. Uno de los puntos positivos de las prácticas
ascéticas en el budismo es que no se presenta con dogmas o creencias establecidas, se permite
identificar la iluminación pero no a un dios concreto por lo que el budismo ha permitido que
adeptos y no adeptos lleven a cabo prácticas ascéticas como meditación en mindfulness
practicando “el autoconocimiento, la liberación de deseos y pensamientos negativos o
innecesarios, la paz interior y la tolerancia” (Marqués, 2016, p. 3)
El siglo XIX vive un fortalecimiento a la mirada científica donde incluso la religión es
llevada al estudio científico y allí estructurada e influenciada de esta mirada positivista.
Filósofos como Feuerbach, Marx, Engels, Nietszche o Freud declaran un ateismo radical el cual
sigue creciendo hasta nuestros días; la teoría de Comte la cual afirma que las religiones
corresponden al primer momento de la humanidad y deben ser mitología, la filosofía, la
juventud, la ciencia y la adultez, también toma fuerza en el siglo XIX, la mirada occidental la
cual:
Admira la sabiduría del hinduismo y de los monjes tibetanos. Desde entonces ha habido
muchos contactos y un aprendizaje de aquellas religiones antes poco valoradas. De esos
contactos surge la Sociedad Teosófica, las sociedades rosacruces y ya en el siglo XX
muchos movimientos de la Nueva Era (Marqués, 2016, p. 7).
Marqués (2016) presenta la premisa de “no hagas a los demás lo que no quieras para ti”
como una premisa universal a las principales religiones del mundo en el siglo XX y XXI. A
demás de ello, las prácticas ascéticas como el ayuno y la oración son transversales a todas estas
religiones, dentro de su simbolismo también se encuentra el agua como evento purificador y
como tercer elemento transversal a las religiones en sus prácticas ascéticas están los mantras o
las repeticiones que varían según cada religión, se tiene desde los rezos tradicionales del
catolicismo hasta el tasbih en el islamismo los cuales fueron transmitidos de generación en
generación hasta los presentes siglos. Yoffe (2007) expresa que “los credos religiosos estimulan
la superación de las pérdidas de seres queridos por medio de la fe, la plegaria, la meditación, los
rituales, las creencias sobre la vida y la muerte” (p. 193) las repeticiones y mantras toman un
lugar importante al momento de adentrarse en el significado de algo trascendental, por ello, tal
como lo expone Yoffe (2007), las actividades ascéticas acompañan los momentos de dolor para
recordar esperanza y consolación divina.
En el siglo XIX, en 1893, se lleva a cabo un encuentro mundial de las religiones
denominado Primer Parlamento de las Religiones y en 1908, principios del siglo XX, se
desarrolla una publicación de llamada Octavario por la Unidad de la Iglesia la cual es usada por
la iglesia Católica hasta el día de hoy. En el siglo XX se piensa como lograr una educación
universal, en palabras de BAHÁ’U’LLÁH la conciencia de que “la Tierra es un solo país y la
humanidad sus ciudadanos”. Küng, presidente de la Fundación por una Ética Mundial en 1993
afirmaba la imposibilidad de que exista un nuevo orden mundial si no había una ética mundial y
paz total entre las religiones. La presente contextualización histórica de estos siglos en particular
es con el fin de entender la transformación difusiva de las prácticas ascéticas a lo largo de estos
tres siglos donde las religiones le deben responder a las demandas científicas y a los llamados
ecuménicos que crean puentes interculturales y nuevas prácticas de los feligreses en cada una de
estas.
La praxis en la ascesis hasta inicios de la sociedad moderna era relacionada con el dolor,
la negación a los placeres, y el tomar distancia del mundo lleno de vanidad; la scesis como forma
de sufrimiento era un acercamiento a Dios, no obstante, esta forma de control o de experiencia
religiosa personal y social se ve tornada más hacia la vigilancia (de sí mismos y del otro) lo cual
recae sobre la mente pero no sobre el cuerpo mismo. Bauman (2000) enlaza los siglos desde el
siglo XVI hasta la posguerra del siglo XX y afirma que la corporeidad ascética se transforma
dado el poder otorgado a las nuevas organizaciones e
instituciones “la ‘ética del trabajo’ definida en torno al esfuerzo y la meritocracia, la prudencia y el
cálculo, fuentes de la educación y la civilidad, y que dan por resultado una corporalidad ascética”
(Fraga, 2016, p. 95).
Esta corporeidad ascética es disuelta en la segunda mitad del siglo XX en la cual
prevalece una estética del cuidado y una ética del consumo. El rigorismo ascético empieza a ser
reemplazado por lo que Bourdieu (1988) denomina como un hedonismo imperativo: “Ya no se
moldean biopolíticamente los cuerpos de los sujetos, sino que ahora se modulan principalmente
sus "mentes", y por ello la corporalidad queda "liberada" para entregarse al goce material”
(Fraga, 2016, p. 96). Este suceso se veía venir por Marx en 1844 donde ya presentaba ideas sobre
este suceso:
La Economía política, la ciencia de la riqueza es, por tanto, a la par con ello, la ciencia de
la abstinencia, del ayuno, del ahorro, llegando realmente hasta ahorrar al hombre incluso
la necesidad de aire puro o de movimiento físico. Esta ciencia de la maravillosa industria
es, al mismo tiempo, la ciencia del ascetismo, y su verdadero ideal es el avaro ascético,
entregado a la usura, y el esclavo asceta, pero que produce. Su ideal moral es el obrero
que coloca en la caja de ahorros una parte de su salario, e incluso ha inventado un arte
servil para esta ocurrencia predilecta suya. Envuelto en un ropaje sentimental, este tema
ha sido llevado al teatro. Se trata, por tanto, pese a su apariencia mundana y voluptuosa,
de una ciencia realmente moral, de la más moral de las ciencias (p. 95).
En un primer momento, se puede ver como las religiones crean puentes entre si y como
todo ser humano, sin importar su credo, entra a tomar parte en todo un sistema económico
complejo que toma la consciencia del creyente para que viva un ascetismo del ahorro y de la
negación si quiere escalar en la pirámide económica y si quiere lograr objetivos en el sistema
laboral. Una estructura moderna de levantarse todos los días de la semana aún en la madrugada,
llegar tarde, compartir poco con su familia y mantener el ritmo hasta sus vacaciones implica
mucha negación o elusión de hacer algo sin sentido o de pecar contra Dios. Se crea una sociedad
que Fraga (2016) describe como una sociedad de moral doble: “para que haya acumulación debe
haber "sobriedad"” (p. 97).
Se tiene entonces una modernidad ascética caracterizada por ser el cuerpo un instrumento
de producción y esa producción como un evento purificador del espíritu; y se tiene una
posmodernidad que busca lograr un antagonismo acentuando menos el trabajo, pero si el goce y
el placer de lo trabajado o logrado. En el siglo XXI es posible encontrar nuevos discursos sobre
un nuevo significado reflejado en la conjugación de “vida personal” y “profesional” en donde un
nuevo ascetismo es construido en un mundo de industrias, producción, evidencias, títulos, ritmos
de vida, todos estos elementos dan lugar a un nuevo significado del ascetismo el cual ya no es
solamente de carácter monástico, Águila (2020) lo describe como un eremitismo en medio del
mundo en el que intervienen las tecnologías de la información y comunicación (TICs) y nuevas
formas de introspección como la meditación, mindfulness, entre otras prácticas de influencia de
oriente y/o de imitación o mixtión entre prácticas ascéticas de oriente y occidente.
Un ejemplo claro de ello es el exponencial crecimiento de practicantes del yoga, quienes
lo practican de manera esporádica lo conciben como una práctica de estiramiento y relajación,
tanto así, que suele estar incluida en la programación de muchos gimnasios. Cada movimiento o
postura está dedicado a un dios hindú y los más de 28 tipos de yoga tienen un fin espiritual como
el karma yoga, el gnaña yoga o el Hatha Yoga Pradipika el cual es el más practicado en
occidente en sus asana y pranayama. Aparentemente, toda práctica de la Nueva Era no
necesariamente tiene que ver con el ascetismo, pero están históricamente y simbólicamente
conectados desde su mismo significado. Para mantener el ritmo de vida actual, las personas
deben practicar ejercicio constantemente, el ejercicio es una negación, implica sufrimiento y
también surgió como práctica ascética, así se han integrado diferentes actividades ascéticas a la
sociedad posmoderna.
Hablando del yoga concretamente, Bertán (2017) expresa que “para mantener la
estabilidad es necesaria una continuidad de esfuerzo a lo largo de la vida, que nos abrirá el
camino para acceder a los siguientes pasos del yoga como la interiorización o la meditación”
(párr. 7). Pijamasur (2020) sostiene que aunque en occidente las prácticas de yoga se han
presentado como algo muy alejado de su original propósito a nivel histórico y a nivel espiritual,
esto no significa “que la práctica del yoga en Occidente no pueda ser benéfica para las personas
o que no se encuentren (aunque sean muy pocos) lugares o maestros en Occidente que practican
formas de yoga cercana a la "esencia" del yoga” (párr 3). Diferentes practicantes en occidente
pueden solo verlo como ejercicio de introspección y de estabilidad con la mente y el cuerpo, de
esta manera, esclarecer su diferencia con el yoga ascético de la religión hindú; no obstante, el
ascetismo, como ya se vio en los siglos XIX y XX, no necesariamente puede tener objetivos
espirituales, en estos siglos, estaba conectado con lo espiritual como lo es el yoga en este caso,
pero tenía un fin capitalista. Para el siglo XXI se puede decir, que el fin ascético en la sociedad
occidental se ha tornado como una cultura del cuerpo, todo está al servicio de este, incluso la
espiritualidad.
Behar y Arancibia (2015) al analizar el rol del ascetismo en la anorexia santa a lo largo
de la historia y de la anorexia nerviosa, el ascetismo santo se ha considerado como
“autodisciplina, autocontrol, abnegación, racionalidad, eficiencia y obtención de logro” (p. 225),
mientras que la anorexia nerviosa se relaciona con “sentimientos rabiosos, rasgos de inmadurez y
conductas purgativas” (p. 225). En su investigación exponen como el ascetismo santo tiene que
ver más con el ser, la anorexia nerviosa como forma de ascetismo, tiene que ver con el tener,
ambos son actos de desposesión y de privación. Otro elemento en común en el acto del ayuno:
En anoréxicas contemporáneas se ha resaltado su componente ascético, relacionado con
sus elevados estándares morales, tendencia a la negación de sí, contraposición cuerpoespíritu y asexualidad, lo que no implica que espiritualidad y religiosidad sean
prominentes en todos los casos individuales de anorexia, ni que todas las pacientes
anoréxicas presenten un estilo de vida ascético (Behar y Arancibia, 2015, p. 226).
Es interesante identificar estos puentes en común entre actividades ascéticas que entre
visiones ontológicas y metafísicas, aparentemente se podrían considerar contradictorias, y así son
vistas bajo supuestos sociales en la misma sociedad. Se puede decir que el ser humano cuenta
con una cierta afinidad hacia las actividades ascéticas, ambas actividades ascéticas, como
actividad santa y como anorexia nerviosa, están ligadas a una búsqueda de un sentido en la
mente, el alma y el cuerpo; ambos ascetismos buscan lograr una forma de vida específica, una
perfección, de la mente y el cuerpo. Esta perfección, hecha por una obsesión puede llevar a
extremos como las mutilaciones de partes del cuerpo y el daño físico para provocar dolor,
provocando todo lo contrario, el rechazo de sí mismo, el rechazo de la posibilidad de ser
aceptado o santo o perfecto en su espíritu y en su cuerpo. Behar y Arancibia (2015) describen
esto como un rasgo psicopatológico.
¿Cuáles son los límites y fronteras de lo que es ser realmente un asceta? ¿su fin siempre
será alcanzar la perfección? A lo largo de la historia humana, y analizando ahora el ascetismo en
el siglo XXI, es posible unir puntos en común, como la lucha del hombre por no aceptar
cualquier aspecto de su vida, por emprender acción para lograr un objetivo sin importar si esto
implica sufrimiento actual por lograr una mejor calidad de vida o la vida eterna, el ascetismo
parece ser una inversión dolorosa actual que traerá sus frutos en un corto o largo plazo. En
ambos tipos de ascetismo, santo y anorexia nerviosa se busca sanar o dar respuesta a un
sentimiento de culpa y de emprender acción sobre este a través del autocontrol. Rampling en
1985 ya analizaba esta relación y sugería que personas bajo la anorexia y ascetas tornan cada
situación de sus vidas como una ocasión para llevar a cabo una actividad ascética, y lograr así un
ideal ascético.
Behar y Arancibia (2015) exponen que el ideal ascético para quienes lo practican desde la
anorexia nerviosa es una satisfacción completa de su propia imagen, mientras que un ascético
religioso busca no ser excluido del mundo divino. El hombre del siglo XXI confirma una historia
de la ascesis transversal a las culturas, pero también confirma una necesidad de ascesis como
forma de aproximación a sí mismo, a la divinidad y a la espiritualidad. En el siguiente capítulo,
el lector tendrá la oportunidad de entender las transformaciones de la ascesis en la historia desde
la luz del cristianismo y su ethos.
CAPÍTULO 4 – ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO
4.1. ¿QUÉ ES EL ETHOS?
De acuerdo con Bermúdez (2007), la noción de ethos fue inicialmente usada por
Aristóteles con un sentido neutro y otro moral, por tanto significaba “carácter” o “costumbres” y
más adelante “honestidad” refiriéndose siempre al comportamiento. El ethos permite comprender
al ser, el cual es el lugar en el que moran o habita el ser humano. Chapela y Cerda (2010)
describen que en el ethos es donde se generan las virtudes las cuales van desde “el hacer y el
actuar” (Chapela y Cerda, 2010, p.18), el ethos es creador de movimientos, es decir el logos: “lo
que constituye la especificidad de la pregunta por el bien en la vida es la conexión interna de
ethos y logos [la palabra]… que solamente se puede ver dentro del horizonte de la polis”
(Gadamer, 1985, p.75).
El actuar hace posible que un ethos perdure en el tiempo, se entiende como la ejecución
de un pensamiento, y en su perduración como una costumbre, “el logos, la palabra, el lenguaje,
se constituye así en esencia del ethos, y por tanto, en esencia del ser” (Chapela y Cerda, 2010,
p.19), todo lo que el ser humano vive o experimenta lo hace desde la narración la cual es el ser
habitando en el lenguaje. La narrativa consiste en el relato consciente de eventos y sucesos de la
vida, “es el estudio de la forma en que los seres humanos experimentamos el mundo” (Connelly
y Clandinin en Larrosa, 1995, p. 11).
De este modo se relaciona la narrativa con la vida humana dado que es la misma
secuencia arbitraria de una historia que se vive en la cotidianidad: la toma de decisiones, el
tiempo espacio ocupado y vivido, las oportunidades dadas o desechadas, los planes y secuencias
fallidas, etc. se configuran en ethos como una condición narrativa de la existencia que se define
como un conjunto de experiencias (entre lo que se vive, se imagina y se ficciona) relatan una
autobiografía de las transformaciones humanas. Desde luego, no todos los relatos son de plenitud
y satisfacción y, en consecuencia, es oportuno preguntarse por el sentido del ethos, con base en
la identificación de sus elementos y el hecho de que el relato y la construcción de la vida sea en
movimiento.
Análogamente, Garcete (2011) expone que la narración “permite acceder al tiempo de
alguien que hace, que piensa, que siente, que vive, que cuenta, que es responsable, que se
preocupa” (p. 56). La narración permite leer la vida humana, lo que permite reconocer que
“existe un vínculo vital entre la forma narrativa y la acción humana” (McEwan y Egan, 1995, p.
11); este vínculo es de modo tal que toda acción está cargada de significados y sentidos de una
singular experiencia y aprendizaje, estos pueden funcionar de manera consciente o inconsciente
en el sujeto.
Para comprender mejor este asunto, Bruner (1997) añade que "los relatos necesitan una
idea sobre las situaciones humanas de interacción" (p. 149). Así, la interacción es una acción que
se hace con el otro, y esto encierra al otro “yo”. Acontecen infinitas conversaciones sobre la
experiencia en el mundo las cuales son entabladas en la mente humana: dudas, encierros, fatigas,
pero también sueños, anhelos y premuras de la vida diaria que, como narrativas, inician y
terminan en ciertos puntos que transitan en sentidos motivados e inmotivados. En esta
interacción, se da cuenta de la existencia del otro, del saber y la acción que el otro efectúa. De
ahí que “sólo comprendemos quién es otra persona al comprender las narraciones que ella misma
u otros nos dan” (Larrosa, 1995, p. 28), su ethos.
Precisamente, Garcete (2011) arguye que sería muy difícil comprender todas las
construcciones humanas en toda la historia si no fuera por las narraciones. “La historia, la
ciencia, el arte, la religión, la educación. Nuestra misma experiencia de vida exige que
recurramos a la narración para que podamos comprender nuestra historia, nuestra comunidad,
nuestro país… en fin, a nosotros mismos” (Garcete, 2011, p. 62). Correlativamente, Aguirre
(2012) habla sobre las narrativas de pensamiento las cuales no se quedan en intenciones, estas se
tornan en acciones humanas, las narrativas de pensamiento son el tipo de pensamiento más
antiguo del ser humano, una raíz de significado en el ethos. El pensamiento y la ejecución de este
son una forma narrativa de pensamiento y acción en constante renovación, por tanto, Aguirre
(2012) define las narrativas de pensamiento como:
el contarse historias de uno a uno mismo y a los otros, estas historias vamos
construyendo un significado con el cual nuestras experiencias adquieren sentido, de
modo tal que la construcción del significado surge de la narración, del continuo
actualizar nuestra historia, de nuestra trama narrativa (p. 84).
Si la construcción del significado proviene de la narración y Barthes (1985) sostiene que
la lengua nace en la connotación de un significado y de un significante, los cuales terminan
siendo un contrato colectivo en una sociedad (en otras palabras, una lengua), entonces, ¿es la
lengua una constante narración de significados dotados de sentido por la imaginación colectiva?
Más aún, Pérez (2009) define el texto como una unidad básica de significado, como un enlace de
significados en determinadas unidades lingüísticas. Estas unidades funcionan mediante reglas
que al final forman un sistema de lengua. Como lo expresa Pérez (2009), dicha lengua “responde
a una intención de comunicación o de significación” (p. 1).
De esta manera, se evidencia que la lengua en el ethos es determinada gracias a puestas
narrativas sobre la experiencia del mundo, las cuales se tornan reglas compartidas y códigos
establecidos, pero entre tantos signos (que componen la lengua) hay un relato de pluralidad, de
mutaciones en el tiempo, de imaginación colectiva. Son múltiples vivencias que componen toda
una unidad lingüística. La lengua es una unidad, o como diría Saussure (1945), son signos
dotados de significados: estos significados son textos, los cuales realizan las conexiones entre
diversos sentidos que al final establecen una trama. La lengua misma es una trama de la realidad,
una acción necesaria para que haya narración.
¿Por qué hablar de narración al entender al ethos? Porque el ethos es individual, colectivo
y social, Chapela y Cerda (2010) distinguen que el ethos no es una costumbre o acción impuesta
desde el señalamiento moral o social, sino que está ligada a las acciones de libertad y reflexión.
“La polis es el conjunto de ciudadanos que logran integrar los intereses del individuo, la
comunidad y el Estado gracias a que cuentan con un ethos ciudadano” (Chapela y Cerda, 2010),
en esta afirmación es posible ver como el ethos se transforma en un ser colectivo y social.
4.1. ¿QUÉ ES EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO?
A lo largo de esta investigación, en particular en los capítulos 1 y 3 sobre el diseño
teórico y el marco teórico, fue posible identificar como el ascetismo, como forma de abstención
cruza culturas, tiempos, realidades y religiones ¿hay acaso alguna diferencia en su ethos? ¿la raíz
y ser del ascetismo son lo mismo de manera transversal en el ser humano? Para el creyente sin
duda no son lo mismo, la teología cristiana cuenta con una rama y es la Teología Ascética, en
ella es posible encontrar el verdadero significado de lo que es y debe ser para todo creyente el
cristianismo ascético.
La Enciclopedia Católica (2016) define la Teología Ascética como “la exposición
científica del ascetismo cristiano. Ascetismo (askesis, askein), según su sentido literal, significa
pulimento, refinamiento o suavizamiento” (p. 1). Es interesante ver que la Enciclopedia Católica
(2016) señala que la palabra ascetismo era usada en la cultura griega como señal de un resultado,
en especial, era la palabra usada para indicar que una parte del cuerpo había sido entrenada hasta
el punto de tener su mejor forma y expresión. San Mateo 11: 12 dice que “desde los días de Juan
el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”, ¿qué
arrebata o logra un cristiano por su constante ejercicio diario de vivir bajo la voluntad de Dios?
Logra ser parte del reino de los cielos, un lugar que Dios, a través de su manifestación en el
mundo en su hijo Jesucristo dio al hombre; ¿y qué lograba el gimnasta la realización de sus
ejercicios? Lograba una corona de laurel.
De esta manera, se puede decir que el cristianismo ascético es un fin, un resultado un
punto de llegada el cual San Pablo describe muy bien al expresar: “¿No sabéis que los que corren
en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera
que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24). De modo, que el ethos del ascetismo cristiano no es un
proceso de abstinencia o castigo perenne, sino todo lo contrario, un resultado, que es una relación
con Dios. La Teología Ascética hace un llamado a realmente comprender el ethos del
cristianismo ascético y ver que cuando San Pablo expresaba en Efesios 4:22 que es necesario
“despojarse del hombre viejo” lo decía para entender lo que más adelante Gálatas 2:20 aclara:
“ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el
Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”. Un resultado, un estado, la ascesis, Cristo
viviendo en el creyente.
Más adelante, en Efesios 4: 24, San Pablo realiza la invitación a vestirse de Dios, es
decir, en vida, diariamente estar cerca del creador: “y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad”. La Teología Ascética le recuerda al creyente, como
estar cerca de Dios y, a través de la gracia divina, lograr estar cerca de él, en el círculo de su
perfección divina. De esta manera, la vivencia del ethos del cristianismo ascético parte de
entender que la perfección es un atributo de Dios y a través de su gracia y amor es que
comparte de sus atributos con el ser humano. A partir de ello, vale la pena identificar los
elementos de la Teología Ascética:
4.2.1. EL FIN ASCÉTICO DE LA PERFECCIÓN
Aunque todo creyente ha recibido la salvación a través de la muerte y resurrección de
Jesucristo, los ejercicios ascéticos se han identificado a lo largo de la historia como medios para
lograr control y autodisciplina sobre el cuerpo, “son necesarios para quitar los obstáculos y para
liberar las fuerzas morales del hombre” (La Enciclopedia Católica, 2016, p. 2) Es posible
encontrar apartados de las escrituras donde se hace un llamado a la santidad “porque escrito está:
Sed santos, porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:16), esta determinación frente a la santidad se ha
distorsionado con la búsqueda de la perfección humana; alguien santo es libre de culpa, es lavado
y renovado; el creyente vive esta experiencia diariamente a través del desarrollo de su relación
con Dios.
4.2.2. EL AMOR COMO EL FIN ASCÉTICO CRISTIANO
“El amor vive en todas las cosas, así como todas las cosas viven en el amor y por el amor. El
amor da a cada cosa su correcta dimensión y la dirige hacia su último fin”
(La Enciclopedia Católica, 2016, p. 2)
El libro de 1 Corintios 6: 7 expresa que “... el que se une al Señor, un espíritu es con él”,
el resultado ascético es esa unión, gozar de una relación con Dios de mutuo acercamiento y
conocimiento, 1 Juan 4:8 añade que “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es
amor”. Virtudes como la fe y la esperanza están al lado de la fe (1 Corintios 13), el ser humano
está llamado a amar infinitamente y a emprender acciones más allá de una concepción romántica
frente a un mundo quebrantado que necesita ser amado, “y nosotros hemos conocido y creído el
amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en
Dios, y Dios en él” (1 Juan 4: 16), el fin del cristianismo ascético, vestirse de amor como el
vínculo perfecto entre Dios y el ser humano (Colosenses 3: 14).
4.2.3. LOS PELIGROS EN UNA VIDA ASCÉTICA SIN DIOS
La Teología Ascética le recuerda al creyente que hay diferentes factores que pueden
afectar el fin ascético, por un lado, está la negación ascética, la obtención del placer inmediato, a
lo que 1 Corintios 15: 32 al 34 interpela de manera decisiva la idea de que “comamos y bebamos,
porque mañana moriremos” al expresar : “no erréis; las malas conversaciones corrompen las
buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios” Vivir
pensando únicamente en lo que la presente vida trae es una ilusión dada la realidad de la muerte,
por ello, el creyente debe estar al tanto de ello y tomar decisiones significativas para que su vida
espiritual crezca diariamente y perdure.
4.3. TRANSFORMACIONES EN EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO EN
LOS PRIMEROS SIGLOS DEL CRISTIANISMO
La referencia para los primeros cristianos para tener un ethos del cristianismo ascético fueron las
sagradas escrituras y las enseñanzas de Jesús entre las que resaltan las siguientes afirmaciones
claves para un ethos colectivo y social del cristianismo ascético:
•
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (San Juan 8: 12). Para los primeros cristianos,
Jesús era la luz, la verdad, quien trajo la salvación para todo ser humano. Vivir como Jesús
vivió es un acto al que todo aquel que se llame seguidor de Cristo está llamado a hacer.
•
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero
y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (San Mateo
22: 36- 40).
La caridad como manifestación del amor es cumplir y vivir acorde a lo que el creyente está
llamado, es una expresión pura del ethos del cristianismo, quien vive en misericordia es
quien alcanza misericordia (San Mateo 5:7).
•
“el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:38). Ver el
sufrimiento, las dificultades que surgen como manifestación y confirmación de seguir a
Jesús en pro de vivir y compartir su mensaje de amor. “Y recorrió Jesús toda Galilea,
enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (San Mateo 4: 23).
•
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”
(San Mateo 25: 13) también “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (San
Marcos 13: 37) “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo
hambre” (San Mateo 4: 2) “Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los gentiles,
porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras” (San Mateo 6: 7).
Jesús era ejemplo de velar, orar y ayunar, a lo largo de su ministerio invitó a todos a su
alrededor a hacer lo mismo.
•
Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son
hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron
eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo
reciba”(al tener una cita de más de 40 palabras se debe insertar aparte de nuestro
texto y con sangría) (San Mateo 19: 12).
Jesús aprueba una vida de celibato y también de matrimonio.
Algunos de los primeros padres como Bernabé en el año 61 d.C. describe que el camino
de la luz es el camino del amor, y así inicia un interés por parte de los primeros padres, por
entender e interpretar el mensaje de Cristo; Clemente Romano, por ejemplo, también recordaba
que sin amor no es posible ser aceptos ante Dios. La Enciclopedia Católica (2016) describe que
para el siglo IV surgieron dos líneas de pensamiento frente al ethos del cristianismo ascético; la
primera línea enfatiza el ethos hacia la relación personal con Dios mientras que una segunda
línea, enfoca su ethos hacia la práctica “que busca principalmente la instrucción acerca de la
práctica de las virtudes cristianas” (p. 8). La teología ascética para gran parte de la historia de
la iglesia tiene éxito, produciendo las obras del desierto padres, Basilio y la tradición oriental
de la dirección espiritual, y más tarde la tradición monástica medieval, siguiendo los pasos de
San Agustín (Brenninkmeijer, 2011).
A partir de un ethos individual, es posible observar como este se traspasa hasta ser de
carácter colectivo; durante los primeros siglos, surgen escritos cristianos sobre la obediencia, la
paciencia y la limosna, por ejemplo, como los textos de Cipriano, entre otras obras descritas por
la Enciclopedia Católica (2016).
Obras como la “Expositio in beatum Job” de Gregorio Magno, y “Collationes Patrum”,
de Casiano, constituyeron descripciones de la práctica de las virtudes cristianas en
general, en las que los diversos elementos de la perfección cristiana se discutían en forma
de diálogos (Enciclopedia Católica, 2016, p. 9)
Sobre la obra “Collationes Patrum” de Casiano la Biblioteca Digital Mundial (2020) describe
que esta obra es la compilación de diferentes enseñanzas presentadas por monjes cristianos de
Egipto, Casiano tuvo la oportunidad de escucharlos en su juventud y a partir de estas
enseñanzas creó un mensaje para lo que en aquel tiempo era Galia, hoy en día Francia.
Casiano presenta el modelo de lo que debe ser una vida de oración monástica “hace hincapié
en la pureza del corazón, la abnegación y la formación espiritual en la vida cotidiana”
(Biblioteca Digital Mundial, 2020, párr. 1).
Otro gran padre referente al ethos del cristianismo ascético fue San Agustín quien es el
mayor representante de la escuela ascética. San Agustín realiza una serie de escritos en los
cuales establece una actividad ascética clara la cual parte del camino de la perfección que es
Cristo el lugar en el que se puede vivir a lo que nos invita el libro de los Salmos 26:2
“Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”. Es
interesante ver que entre las obras de San Agustín, él no presenta un ethos ascético enmarcado
en el sufrimiento, pues en sus textos llama al amor, a la caridad, a estimular el amor a Dios a
través del asombro de la misma creación.
San Agustín identifica que la continencia es un don divino y que muchos lo forman
mientras que otros nacen en esta condición; también añade que la continencia es semejante a un
portal o una puerta la cual es de impedimento para que lo que se encuentra afuera contamine lo
que se encuentra en el corazón, es decir, la mente y el alma. La mente del creyente debe de estar
conectada con Cristo, de manera que en San Agustin y en los primeros padres, es posible
identificar que aún ven en el ethos ascético una unión con el padre, un resultado; y disponen su
cuerpo a través del ayuno y la oración para conectar con el padre, el modelo de pureza de la
humanidad.
4.4. TRANSFORMACIONES EN EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO EN LA
EDAD MEDIA
La figura de Jesús en la cruz es una toma con una gran simbología y aún más, en el ethos
ascético, se identifica es el corazón de Dios sufriendo por el pecado de la humanidad, como
forma de acercamiento a esta experiencia, a este significado y, también, como rechazo de la
naturaleza pecaminosa humana, es así como surgen acciones ascéticas complementadas con
flagelaciones y azotes al cuerpo.
A lo largo de la edad media, el ethos del cristianismo ascético va acompañado de una
fuerte acción sobre la mente y sobre el cuerpo, la reflexión sobre
el desprendimiento, humildad, obediencia, pobreza, en otros términos, reconocimiento
de la trascendencia de Dios, sumisión a sus designios, confianza en su Providencia. Estas
son las grandes virtudes que los místicos de los siglos XI y XII, proponen a los monjes e
incluso a los laicos (López, 2020, p. 45).
Los creyentes de este tiempo se enfrentaron a grandes sistemas feudales, a pobreza
extrema y a la esclavitud del trabajo dependiendo de la alimentación del señor feudal de cada
provincia. Todo este sistema, también fue representación de una sociedad necesitada de amor,
compasión y caridad, de allí que en la edad media hayan surgido diferentes órdenes religiosas
como las órdenes mendicantes (en el siglo XII conocidas por estar ubicadas cerca de las ciudades
para llevar a Dios y el clero a la población, vivían de la mendicidad, entre ellas se identifican las
órdenes Trinitarias, Franciscanos, Dominicos, Mercedarios, Carmelitas, Servitas y Agustinos
eremitas.), también surgen las órdenes militares (iniciadas desde el siglo XI a propósito de los
conflictos en Jerusalén con el Islam). Las órdenes fueron características por crear más
monasterios e iglesias y por continuar llevando el mensaje del cristianismo a toda Europa, Asia,
África, todo el mundo conocido en cada siglo.
Los anacoretas y eremitas al inicio de la edad media ya eran conocidos por vivir un ethos
ascético en soledad, en el siglo VI ya se conocían algunas reglas que los anacoretas y eremitas
mantenían, como son las reglas de San Benito de Nursia denominadas como la santa regla, allí,
San Benito resalta la regla de Ora et labora cuya aplicación es en la vida diaria y en la adoración;
esta regla cobijaba toda una rutina de actividades diarias y de alabanzas mientras estas se
desarrollaban. El ethos ascético medieval busca ser parte del dolor de Cristo, encontrar en su
dolor comprensión, caridad y espiritualidad; la experiencia de Cristo es en sí misma una
experiencia de dolor que disminuye o mitiga cualquier otro dolor presente o venidero. La edad
media presenta un ethos de cristianismo ascético de carácter expiatorio, es decir de purificación.
Esta es una transformación significativa en el ethos del cristianismo ascético ya que se
transforma de un ethos del fin, del resultado a un ethos del proceso, de una constante
purificación, el ethos ascético constituye un medio para subyugar la carne y acercarse a la
experiencia espiritual.
El ethos del ascetismo cristiano medieval también resalta no solo por sus nuevas ideas,
también por sus prácticas, las cuales, algunas de ellas, aún conmocionan a la sociedad por sus
nuevas. Rank (1988) señala que las prácticas sobre el uso de cilicios y los azotes como forma de
dominación, control y subyugación de la carne, provinieron de la ascesis gnóstica la cual fue
promovida desde el cristianismo primitivo, las flagelaciones se presentan de manera central en el
cristianismo a partir del siglo V con la dinastía merovingia hasta el siglo XVII donde eran usados
por la iglesia como forma de corrección ante “blasfemia, simonía, concubinato y otros delitos
cometidos por el clero” (Calvo, 2011, p. 1), a comienzos del siglo X la Inquisición también dio
uso de la flagelación como una forma de castigo contra la herejía, también como forma de
disciplina penitencial. Se puede decir que estas prácticas se ejercieron entre cleros como forma
de corrección a través del dolor, pero al ser trasladadas a otros campos, el ethos del cristianismo
ascético medieval entra en crisis ya que prácticas como la flagelación dan cuenta más de un
ejercicio de poder que de un acercamiento a Cristo.
Cronología de las órdenes religiosas. Imagen publicada en la investigación
“Iglesias, Monasterios y Órdenes religiosas en la Edad Media” en el 2018
Llevar prácticas ascéticas a otros campos de la meditación y la oración, provocó en el
clero y en los creyentes un hostigamiento, en especial, la flagelación y azotes. Calvo (2011)
explica este hecho como un descenso en el ethos del cristianismo ascético, ya que con el
surgimiento de las penitencias simplemente se busca dar respuesta o satisfacer la seguridad de un
pecado perdonado hasta tal punto del surgimiento de las indulgencias; no obstante, también se
identifica una evolución de un ethos a nivel ascendente, el cual tiene que ver con la invitación a
la introspección sobre las acciones y pecados. Al final de la edad media, en el siglo XV es
posible vivenciar las inquietudes por este cambio del ethos ascético y las discusiones internas
desde el mundo Católico hasta el surgimiento del protestantismo.
Una de estas expresiones que valen la pena mencionar, es la Confesión de Augsburgo en
1530 realizada por Felipe Melanchthon, allí se da inicio a la ola de confesiones y discusiones de
la reforma, él se refiere a la edad media como un periodo en el que el cristianismo parecía ser
más una entidad que observaba lleno de ritos sagrados y atavíos. La concepción del ethos del
cristianismo ascético continúa a lo largo del periodo renacentista, no sólo desde la concepción de
los reformadores, también al interior de la iglesia, esto ya que para esta época, hay un gran
movimiento interno y externo de la iglesia donde el llamado en común es volver a un ethos
ascético de Dios y no de los hombres. Calvo (2011) describe que la propuesta principal luterana
acerca del ethos ascético es que:
cada uno puede usar a su propia discreción el ayuno y la vigilancia, pues cada uno sabe
lo que debe hacer para gobernar su cuerpo. Sin embargo, aquellos que creen hacerse
piadosos mediante las obras no estiman el ayuno, sino solo las obras e, imaginando que
son piadosos cuando hacen mucho en esa dirección, rompen a veces sus cabezas y
arruinan sus cuerpos al hacerlo (Calvo, 2011, p. 3).
Inicia un periodo de discusiones abiertas, las cuales, en la misma época que acontecieron
eran discutidas en diferentes espacios, al interior de la iglesia, en las universidades y en espacios
públicos, es una época en la que se replantean los ejercicios espirituales, los jesuitas, por
ejemplo, quienes profesan votos de pobreza, castidad y obediencia, pero también iniciaron una
labor conforme a los requerimientos de una nueva sociedad que aclamaba ser educada. La edad
media finaliza con una inquietud sobre la verdadera intención del ayuno y la oración, haciendo
un llamado a un ethos ascético privado de introspección tal como lo invita San Mateo 6: 6 al
decir: “Mas tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en
secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público”. La piedad, como ethos, se incentiva
aún más como forma de reforzar y retomar esta dirección más que un ethos ascético que dañe y
maltrate el cuerpo.
4.5 TRANSFORMACIONES EN EL ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO EN LA
EDAD MODERNA
El siglo XVI es conocido por ser un periodo renacentista, tal como se describió en el
capítulo 3, se caracterizó por las composiciones artísticas y poéticas, también por su carácter
moral y filosófico. Órtega (2020) describe que la población de este siglo, le solicita a la iglesia
católica volver y re-pensar sobre las costumbres y sobre la forma en la que el ser humano se
acercaba a Dios. Por tanto, es posible identificar una época de transformaciones y de reflexión
sobre lo que debe ser un verdadero ethos del cristianismo ascético.
A lo largo del siglo XVI es importante mencionar el surgimiento de la mística la cual
entra en encuentros y disputas con el ascetismo; al igual que los ascéticos, los místicos buscan
ser purificados, y para ello, adopta las acciones ascetas de ayuno y oración, no obstante, el
místico cree en una expresión sobrenatural la cual da cuenta de esa unión con Dios. San Ignacio
de Loyola hace parte de la escuela ascética española. Santa Teresa, San Ignacio y San Juan
Bautista de la Salle se destacaron en el siglo XVI. Osuna (2018) al hablar acerca de la ascética y
disciplina en la espiritualidad ignaciana, por ejemplo, describe que en él es posible identificar
una transformación del ethos del cristianismo ascético que venía desde la edad media enmarcado
en una disciplina rígida por una propia perfección acompañada por constantes negaciones y
renuncias al cuerpo y a la mente para cultivar y alcanzar la virtud. San Ignacio, presenta un ethos
más místico y encaminado al amor. San Ignacio realiza la escritura de un texto donde presenta
diversos ejercicios para alcanzar el crecimiento de la virtud humana y la cercanía con Dios, esto
para San Ignacio se logra a través de la meditación y la contemplación acompañada de oraciones
vocales. San Ignacio hace un llamado a recuperar el significado ascético moral de la crucifixión
de Jesucristo y también, recuperarla en pro del evangelio, el cual llama a la libertad de anunciar
el mensaje de Dios en amor.
La ascética nos dispone para el servicio por amor; para hacer de nosotros instrumentos
dóciles en las manos de Dios. Será así como podremos apreciarla a la luz de valores tan
queridos y cultivados por Ignacio como la disponibilidad, la abnegación y mortificación,
la instrumentalidad, la indiferencia, la resignación del propio juicio y voluntad. Valores
que apuntan a la identificación con Jesús para 'ser puestos con El' en la empresa que
glorifica al Padre comunicando vida plena a todos los hombres, especialmente a los que
más carecen de ella (Osuna, 2018, p.396).
San Francisco de Sales, teólogo y ascético del siglo XVII, realiza una reflexión sobre el
ethos del cristianismo ascético, a través de sus escritos, le recuerda a los creyentes que el ethos
ascético debe partir de la piedad y sobre como esta atraviesa todas las clases sociales y llega a
todas las personas del mundo. San Francisco de Sales es conocido por ser un asceta social, que
lleva la piedad a una expresión del ethos ascético. También se identifican otras lecturas como las
de San Juan Bautista de la Salle en el siglo XVII, “en sus meditaciones, invita al desprecio de sí
mismo y más especialmente al ejercicio de las virtudes de un maestro mediante la ascesis”
(López, 2020, p. 48), realiza una invitación a iniciar desde las virtudes cardinales las cuales son
prudencia, justicia, fortaleza, templanza, en el siglo XVII se hace un llamado a tener una vida
edificante, para sí y edificante para los otros, para realmente serlo se debe estar en conexión con
Dios y para estarlo, se debe disponer la mente y el cuerpo viviendo un ethos ascético que va
desde ejercicios personales de contemplación y meditación y, sociales desde la caridad, el amor
hasta la conquista de las virtudes humanas:
La Salle ve al hombre dividido en sí mismo, separado de sus semejantes, lejos de Dios.
Ahí es donde busca una mortificación total para que triunfe la cruz de Jesús y rehaga al
hombre caído en su equilibrio de resucitado a una vida nueva. Otro principio motor es el
amor a Cristo y a los demás (López, 2020, p. 52).
Para los siglos XVII y XVIII es posible ver una transformación en la estructura de la
sociedad, no solo por el surgimiento de una economía enfocada en la producción y en la
industrialización, también por el laicismo que poco a poco separa y fragmenta las estructuras
sociales espirituales y religiosas. Al mismo tiempo, es posible ver como las prácticas ascéticas no
se limitan solamente a los religiosos y creyentes en monasterios, sino que también llega a la
sociedad misma. Esto sin lugar a dudas, es otro cambio en el ethos ascético en el cual el
protestantismo toma fuerza y sus propuestas son dadas para las poblaciones sacándolas un poco
más del clero. López (2020) resalta el aporte del calvinismo en estas nuevas fronteras del ethos
del cristianismo ascético.
Las canonizaciones se volvieron como obras de teatro, con estupenda intención, pero
también manejadas como un arma de combate contra el protestante. Los religiosos tenían
la sensación de vivir en un mundo de fe, de religión, ya que solamente se relacionaban
con aquellos que creían. Tal sensación parecía agradable debido a la afinidad espiritual de
sus miembros, pero irreal y contraria a la realidad del mundo: se vivía en una “ascesis,
dolorista y acósmica”, que muchas veces termina en una falsa interioridad y en un
volverse sobre sí mismos (López, 2020, p. 57).
Para los siglos XVII y XVIII es posible ver un ritmo cada vez mayor de adquisición de
bienes y consumo de estos, aunque continentes conquistados como América Latina apenas se
sucumbían en procesos diferenciados donde la iglesia continuaba desde el siglo XVI con la
expansión de la evangelización cristiana, con la fundación de pueblos y nuevas iglesias en estos.
El mundo aún está en contraste con un ethos de la edad media y un nuevo ethos que en la
realidad de la nueva adquisición y consumo de bienes hace un llamado a la responsabilidad, el
dominio de las ambiciones y de la salida de su zona de disfrute y confort por un acercamiento a
Dios, este acercamiento no se propone como renuncia a bienes, si bien la piedad y el amor
prevalecen, también surge un nuevo ethos del cristianismo ascético que invita al agradecimiento
manifestada con los demás, pero también con el disfrute propio por las bendiciones del padre.
Para los siglos XIX y XX, la Enciclopedia Católica (2020) describe una gran producción
intelectual de teólogos católicos y no católicos, principalmente provenientes de Alemania,
Francia y España. En todos ellos, es posible identificar ese tinte moderno positivista donde dan
cuenta de investigaciones, siguiendo procesos investigativos y relacionando sus investigaciones
con filósofos y economistas.
Friedrich Schleiermacher, verbigracia, en conversaciones con Kant (en Muñoz, 2015)
señala la imposibilidad de conocer a Dios a través de la razón, pero si desde un ethos cristiano de
la moral, en medio del auge positivista, Schleiermacher hace un llamado por volver a un ethos
ascético cristiano que parta del sentimiento, es decir, de una mirada personal e intrínseca a lo
espiritual, Schleiermacher prioriza este ethos por delante de lo dogmático y por delante de la
filosofía racionalista de su época (Muñoz, 2015). En cuanto al siglo XX y la producción
intelectual teológica incesante que tiene lugar, es necesario presentar la concepción de un ethos
del cristianismo ascético del español dominico Antonio Royo Marín (1943), en su libro Teología
de la Perfección Cristiana, expresa que los términos vida interior, vida espiritual, vida
sobrenatural, Teología espiritual y Teología espiritual ascética y mística, todas son referentes a la
perfección. Marín (1943) describe un ethos del cristianismo ascético como la aplicación de la
Teología moral, es decir, del amor de Dios y de los dones dados por el Espíritu Santo.
CAPÍTULO 5 – NUEVAS POSTURAS SOBRE EL ETHOS DEL CRISTIANISMO
ASCÉTICO EN LA EDAD POSMODERNA
5.1. NUEVAS PRÁCTICAS ASCÉTICAS TRANSVERSALES. UNA MIRADA DESDE LOS ESTUDIOS
CULTURALES
Los estudios culturales describen cómo las vidas cotidianas de las personas están
articuladas por la cultura y con ella. Investiga cómo las estructuras y fuerzas
particulares que organizan sus vidas cotidianas de maneras contradictorias empoderan o
desempoderan a las personas, y cómo se articulan sus vidas (cotidianas) a las
trayectorias del poder político y económico... Los estudios culturales exploran las
posibilidades históricas de transformación de las realidades vividas por las personas y
las relaciones de poder en las que se construyen dichas realidades.
(Grossberg, 2009, p. 17)
Si se pregunta por la diferencia entre estudios culturales y alguna rama social cabría
pensar lo que autores como Stuart Hall (en Grossberg, 2009) identifica, un sinfín de posibles
áreas de estudio que pueden establecer aquello que es y aquello que no es los estudios culturales.
Por ello, Grossberg (2009) expresa: “No creo que los estudios culturales traten sobre la cultura,
si bien la cultura es crucial para su proyecto” (p. 16). Se lleva al lector a un quiebre
paradigmático donde la cultura cuenta con un rol primordial, sin embargo, es un vínculo para ir
más allá ¿a dónde? Tal vez sea a los quiebres y disminuciones de partes, de aspectos, de
elementos confluentes a una realidad. En este caso concreto se dará uso de los estudios culturales
y de su principio de la transdisciplinariedad para analizar de una manera crítica y abierta lo que
está aconteciendo con el ethos del cristianismo ascético en la actualidad.
Richard (2010) y Grossberg (2009) coinciden en que los estudios culturales estudian la
articulación cultural del ser, “buscan entender no sólo las organizaciones del poder, sino también
las posibilidades de supervivencia, lucha, resistencia y cambio” (p. 17). Por tanto, se puede tener
claridad sobre la criticidad que demanda el estudio del ethos ascético desde una práctica crítica.
Richard (2010) define el objetivo de los estudios culturales al señalar que este busca tratar,
reconstruir, describir teorías en interacciones políticas dadas en contextos, “sobre cómo se hacen,
deshacen y rehacen los contextos” (p. 31), en este caso, se abordará como se hace y deshace el
ethos del cristianismo ascético en la realidad contextual presente. De allí que el punto final
acerca de los estudios culturales sea este, los estudios culturales son investigación y teoría del ser
y la vida en entornos que, claramente, terminan siendo políticos y que, en ese estudio, se generan
nuevos conocimientos al tomar el ya existente como desde la desviación de la teoría y del
movimiento, una relación entre lo empírico y lo concreto, cultura en el globo político,
entendiendo el factor político como la representación de influencias y poderes las cuales se
identifican en cada aspecto como el económico, social, personal y colectivo.
Un primer aspecto por decir acerca del ethos del cristianismo ascético es que se presentan
dos panoramas, uno desde la academia donde es posible evidenciar como los teóricos analizan,
discuten e investigan acerca de actividades ascéticas como la oración y la meditación, y otro
panorama social el cual es evidenciado al observar la sociedad misma, pareciera que existe una
desorientación sobre realmente como llegar a Dios, un ejemplo claro de esto es la liberalidad que
presentan los creyentes del siglo XXI para decidir congregarse o no congregarse, participar en
las actividades de las iglesias y parroquias o no participar, ser devoto o no ser devoto. Al analizar
de manera cruda, tal como lo permiten los estudios culturales, es posible identificar que el sujeto
posmoderno se encuentra espiritualmente en crisis, confundido por una sociedad capitalista, que
como se evidenció, fuertemente se construyó desde el sistema laboral industrializado, pero
también un sistema que le provoca al placer y al entretenimiento, en el siglo XXI hay un ethos
ascético volcado a intereses propios y no a Dios.
De allí que González (2000) identifique beneficios generales de prácticas ascéticas para
el hombre posmoderno; estas le permiten tener una rutina diaria tal como sucedía en la edad
media en los monacatos y órdenes, el hombre posmoderno, en medio de su afán por llegar o
cumplir objetivos opta por organizar su año, su mes, su día, sus horas, hasta tal punto de que las
alarmas de los celulares le indican cuanto tiempo dormirá, se identifica que hasta el tiempo de
descanso es milimétricamente contado. Un beneficio aparente de una vida ascética en el
posmodernismo es que se el hombre se permite vivir tiempos particulares de manera colectiva,
un ejemplo de esto es el calendario litúrgico de la iglesia Católica, calendario del que también
participan muchas denominaciones protestantes.
Estos tiempos se identifican a nivel social, escolar, laboral. Hay un tiempo para salir de
compras, viernes y fines de semanas son predilectos para que los ciudadanos le den una pequeña
pausa a sus actividades de producción. Fue en el siglo XVIII y XIX, en conjunto con los aportes
de la era victoriana a la sociedad que se crearon estos esquemas y calendarios, como es el
calendario escolar. Se puede decir que el creyente posmoderno tiene un ethos ascético pero no
precisa necesariamente de un ethos propio del cristianismo ascético, a pesar de los esfuerzos,
cada vez se siente una frialdad espiritual en la estructura de la sociedad, situación a la que
González (2000) hace un llamado a tomar lo mejor al nombrarlo como un aprendizaje: “Este
aprendizaje supone un trabajo permanente para no ser arrastrados por una cultura que se acelera
o se estanca según sus propios intereses” (p. 146).
Es sugerente ver como el ethos del cristianismo ascético se ve transformado en cada
siglo, en cada generación y momento histórico como le ha sido posible al lector hasta este
momento, y al mismo tiempo identificar no solo los sucesos de cada época como causas de
transformación para los habitantes de aquella época sino también ver lo que estos cambios
provocan nuevos cambios través del tiempo. En el caso de la visión renacentista de apreciar de
nuevo el cuerpo a través de la pintura y el capitalismo mercantil en la modernidad, todas
aportaron para el desplazamiento de un ethos ascético enfocado al cuerpo y a la materia
ontológica.
El modelo ascético tradicional no se entiende en la posmodernidad porque este nace en
un contexto socio cultural caracterizado, entre otras cosas por la carencia de bienes de
consumo y la sobrevaloración burguesa del autodominio y la responsabilidad. El hombre
posmoderno vive en una cultura de la abundancia de bienes de consumo y el confort, y
donde la felicidad inmediata y terrena configura las actitudes existenciales de tal modo
que el aplazamiento a un futuro indeterminado (el cielo, la justicia universal, la futura
perfección de sí, etc) resulta sospechoso e irreal (López, 2020, p. 58).
Entre estas fuerzas centrífugas y centrípetas de la concepción de un ethos ascético para la
producción y para la sostenibilidad de la misma sociedad y del individuo, está un ethos ascético
cristiano centrado en el acercamiento a Dios, en este encuentro de tensión y constante contraste
es donde es posible identificar el rol de los estudios culturales, los cuales, tal como Stuart Hall,
pionero en estudios culturales, le respondió en entrevista privada a Daniel Mato sobre el sentido
de los estudios culturales en estas circunstancias de tensión: “No escribo más sobre los estudios
culturales, yo hago estudios culturales” (en Piravique, 2020) queriendo decir que más que
teorizar, se trata de afrontar y encarar las circunstancias, es decir, de emprender una acción
concreta, al teorizar se cae en el riesgo de ser determinista, en la acción se encara la realidad
compleja que esto significa: Un ethos ascético cristiano en crisis.
Como forma de acción, González (2000) propone llevar cada momento de ascesis de la
vida diaria a un contexto espiritual, un ethos transversal, al estar en el transporte público, tal vez
en medio del tráfico o en medio de situaciones de incomodidad, en medio de la espera y de
cualquier circunstancia, se le propone al lector vivir un ethos de ascesis cristiana caracterizada
por el amor, la empatía, la piedad, la meditación. Acompañar esos pequeños momentos
posmodernos como una oportunidad para estar cerca de Dios, vivir y experimentar del gran
mandamiento
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (San Mateo 22: 36-40).
para estar cerca de Dios (experiencia máxima) y, por ende, cerca del otro. Al mismo tiempo,
recordar las promesas de Dios para el creyente y ayudar al prójimo confiadamente: “Sanad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia” (San Mateo 10:8). Es menester recuperar un ethos enmarcado en el amor solidario.
5.2. LA CRISIS DE LA ESPIRITUALIDAD POSMODERNA
La crisis de la espiritualidad posmoderna parte de una suposición sobre cumplir con lo
que humanamente se ha establecido como medio para alcanzar a Dios y como medio para sentir
la paz del alma. El hombre posmoderno, recibe diariamente una sobre carga informativa
verdaderamente alarmante, hasta el punto de no poder distinguir entre lo que es real o falso, una
confusión donde quien se anima a acallar las voces va en contra del ritmo de la sociedad. El
hombre posmoderno, a pesar de emprender todas las prácticas ascéticas descritas en el capítulo 3,
necesita detenerse y re-pensar su ethos, en especial, su ethos cristiano ascético ya que se le ha
presentado como un paso a paso para encontrar a Dios, como fin sugerentemente inalcanzable y
como un proceso largo y no inmediato; también se le presenta una espiritualidad falsa como algo
seductor, de entretenimiento para calmar la mente y fortalecer o moldear físicamente el cuerpo.
Es posible identificar un ethos que se ha tornado en un esfuerzo de hombres en el que no parece
darle espacio a Dios para que participe de esta discusión. “el habitus contemporáneo puede
concebirse como un verdadero nuevo ‘ethos’. Este ethos, además, es hedonista, en tanto ‘impone
el deber del placer, de la expresividad y de la vida sana’, imperativo que goza de ‘un
reconocimiento cada vez más dilatado’” (Fraga, 2016, p. 96).
Estas confusiones posmodernas han hecho que los creyentes se sientan desorientados y
vean en las religiones o propuestas de la Nueva Era (la Era Astrológica de Acuario) como un
mismo cosmos, un mismo objetivo o una misma cosa. La Era Astrológica de Acuario busca una
hibridación entre cultos, ideologías, pensamientos, filosofías, culturas las cuales son lideradas
por el orientalismo, ocultismo, medicina alternativa, sincretismo religioso, hasta tal punto de
formar un cristianismo esotérico (Remolina en Knight, 1985). La Nueva era ha permeado todos
los ámbitos de la sociedad contemporánea llevando al creyente a una zona gris donde bajo la
excusa de la curiosidad, la interculturalidad, por implementar nuevas prácticas ascéticas y
explorar otras formas de vivir la espiritualidad, ha tomado partido de actividades Cristo
cósmicas, energías, espiritismo, meditaciones astrales, etc. Son vistas como cambios y nuevas
prácticas culturales, no obstante, sus fines son concretamente espirituales.
La espiritualidad posmoderna está en crisis, porque todo es verosímil, y en la
verosimilitud pareciera que nada es realmente verdadero. El creyente moderno se ha dejado
llevar de su raciocinio solamente y de lo que su cuerpo le puede proveer para un bien material,
incluso un espiritualismo por y para un bien material. Remolina en Knight (1985) expone en su
artículo titulado La Nueva Era, diferentes aspectos que han llevado a una confusión en el ethos
de la espiritualidad moderna, los cuales se han resumido en los siguientes mapas conceptuales
para mayor entendimiento del lector:
Parte I: Influencias de la Nueva Era en el Ethos el Cristianismo Ascético.
Creación propia, 2021.
Otra corriente que se ha aplicado y que hace parte de la terapia alternativa es el movimiento de
anónimos o recovery. Knight (1985) expone que desde sus inicios en 1935 se presentaron
como la forma de salida de toda adicción, existen grupos variados los cuales aplican diferentes
técnicas donde las personas pueden reconstruirse a nivel espiritual, moral y personal, muchos
de estos son llevados a cabo desde la misión cristiana del amor y la piedad, otros hacen parte de
grupos esotéricos o alternos.
Parte II: Influencias de la Nueva Era en el Ethos el
Cristianismo Ascético. Creación propia, 2021.
Se podría resumir la confusión del ethos posmoderno en la siguiente conversación,
"Ramtha: Ahora bien, si uno cree en el diablo y otro no cree, ¿quién tiene la razón, quién
está en la verdad?"
"Discípulo: Los dos”
"Ramtha: ¿Por qué?"
"Discípulo: Porque cada uno tiene su propia verdad"
"Ramtha: Correcto, correcto" (Knight, 1985, p.246).
El ethos en el cristianismo también se ha deformado desde la influencia gnóstica de concebir la
creación como dios, al afirmar que Dios es todo, el cristiano posmoderno debe recordar que Dios
es el pintor y la creación, la pintura (“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” Génesis
1:1); otro aspecto en crisis en el ethos ascético del cristianismo es que los creyentes posmodernos
al parecer olvidan la concepción del amor dada desde Dios, se ha confundido con la aprobación
de todo (Relativismo moral) bajo la excusa de hacer todo con amor, si se peca por amor entonces
no es un pecado, pareciera que el hecho de ser amado o amar es excusa para pecar y el hecho de
creer en el amor como cosmos, o en las teorías de la Nueva Era acerca de la autosuperación es
sinónimo de constituirse como un ser espiritual. El cristiano posmoderno debe recordar que
cuando los primeros padres decían que “todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es
lícito, mas no todo edifica” (1 Corintios 10: 23) en ningún momento invalidaban el amor, o
cuando Jesús afirmó:
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con
un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no
muere, y el fuego nunca se apaga. (San Marcos 9: 47- 48).
Tampoco invalidaba el amor.
El ethos del cristianismo ascético consiste en la unión a Dios y, por ende, la experiencia
del amor; el amor que es Dios (1 Juan 4:8) y que claramente es la definición del amor dada en 1
Corintios 12. El hombre posmoderno debe recordar esto y ver los ojos de Dios en su corazón y
entender lo que Dios espera de la humanidad, amor, es decir que le conozcan a él: “Porque
misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6:6-7).
Este es el verdadero ethos del cristianismo ascético.
5.3. MITOMANÍAS SOBRE EL CRISTIANISMO ASCÉTICO
El término Mitomanía fue postulado por dos investigadores característicos de los estudios
culturales, ellos son Grimson y Tenti, quienes, en el 2014, usan el término para referirse a
supuestos o mitos socialmente aceptados y que poco se afrontan o analizan para identificar su
falsedad total, su verdad o su media verdad. Grimson y Tenti (2014) definen las mitomanías
como afirmaciones, ideas o supuestos que “fueron pensadas por ciertas personas en determinados
contextos, pero siguen circulando independientemente de esas circunstancias. Son frases
testarudas frente a los cambios reales, como cápsulas impermeables. La historia y el tiempo no
pueden modificarlas si no reflexionamos críticamente sobre ellas” (p. 12). A continuación, se
hará referencia de algunas mitomanías que van en avanzada convenciendo a muchos creyentes y
que, definitivamente el hombre posmoderno debe enfrentar para verdaderamente vivir un ethos
del cristianismo:
5.3.1 Mitos sobre las prácticas ascéticas:
•
“No hay necesidad de orar, una práctica del agradecimiento diaria es más que
suficiente”.
Un cristiano es un seguidor de Cristo, cree en él y en su mensaje, por tanto, lo más
factible sería remitirse a lo que Jesús hizo o dijo al respecto. Jesús oraba de manera pública y de
manera privada, él era ejemplo del fin último del ethos cristiano ascético: Conocer a Dios en
una relación constante.
Jesús oraba antes de comer:
“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos,
y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían” (San
Juan 6: 11).
Jesús oraba antes de tomar o vivir situaciones difíciles:
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de
día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (San
Lucas 6: 12- 13).
Jesús oraba para curar a los enfermos:
“Y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. Al momento
fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien” (San Marcos 7:
34- 35).
Jesús siempre estuvo rodeado de gente, pero siempre asignaba un tiempo de oración en
privado, como antes de elegir a sus discípulos (San Lucas 6: 12-13), antes de hablar con
sacerdotes y líderes (Mt 11: 25-26), en intersección por otros (San Juan 17) y por él mismo (San
Lucas 23: 46) ¿por qué Jesús oraba tanto? ¿Si es que eso fue tanto? Hay una diferencia en la
oración y la oración de agradecimiento, al agradecer se alaba y se conecta con Dios, pero al
abarcar la oración en todo su esplendor es posible ver toda su potencia y gran luz que es para el
mundo, esto es, una oración que toque cada aspecto de la vida diaria y de la vivencia y
crecimiento espiritual.
• “Sólo ayunan los religiosos o fanáticos”
El cristianismo en su constitución no era una organización religiosa, más bien un
movimiento que buscaba despertar la espiritualidad, la conexión con Dios de las personas, y,
ante todo, hacerle caer en la cuenta al ser humano de toda su necesidad de conocer a Dios y de
convencerse de un cambio de vida. Quienes se dedican a una vida de oración es posible que parte
de su itinerario incluyan un tiempo de ayuno, no obstante, un cristiano, independientemente de
su profesión, oficio u forma de vida, tiene una vida de oración (ya vista en el análisis del mito
anterior), por lo que el ayuno también hace parte de su ejercicio espiritual.
Jesús también dio ejemplo de ello, y así como animaba a sus discípulos a hacerlo, hoy
anima al hombre contemporáneo a volver a ello:
Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente
ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu
Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. (Mateo 6:17-18).
Wallis (1968) expone que hay una diferencia entre realizar un ayuno y estar hambrientos,
también describe que fue una práctica intensificada en la edad media, pero describe que en la
actualidad hay un declive hacia el extremo contrario ya que el equilibrio espiritual se encuentra
en crisis. “En la época del Nuevo Testamento, el ayuno era un canal de poder” (Wallis, 1968, p.
15), las prácticas ascéticas externas como el ayuno se tuvieron que intensificar debido a las
condiciones complejas que vivían los primeros cristianos. En el ayuno se alcanza
fortalecimiento, respuesta de Dios, poder y autoridad espiritual. De allí que Jesús al ver que sus
discípulos no pudieron liberar al joven lunático afirmó los siguiente:
Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos
echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que, si
tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se
pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno (San
Mateo 17: 19- 21).
Para perseverar en Dios y ser de bendición espiritual, se requiere del ayuno. Este hace
posible una priorización del reino de Dios, un acercamiento especial a sus dones, a quien es
Dios realmente, sus atributos, su esencia y su amor por la humanidad. En el ayuno Jesús fe
revestido de autoridad para desarrollar su misión y venció las batallas espirituales, teniendo
como frutos una plena confianza de la presencia de Dios en todo lo que hacía, una certeza de
la unción poderosa que iría con él a cualquier lugar. El cristiano del siglo XXI es llamado a
ayunar como una forma de conocer a su Dios, en quien ha creído y a quien le ha confiado su
propia vida.
•
“No hay necesidad de privarse de nada para conocer a Dios”
Más allá de privarse o no para conocer a Dios, se debe primar una verdadera disposición
para realmente conocer a Dios, disponer el espíritu, la mente y el cuerpo a la experiencia de
Dios. Esa disposición implica tornar la atención hacia ello, sin necesidad de caer en la cuenta, es
posible que el creyente se descubra a sí mismo negándose a algo con el fin de estar cerca de
Dios, no obstante, esto se hace como resultado de haber conocido a Dios, no como forma de
conocerlo.
•
“La contemplación es más importante que la abstención y la negación”
Tanto la contemplación como la abstinencia y la negación hacen parte de las acciones
ascéticas identificadas; a la hora de entenderlas a la luz del acercamiento a Dios, es importante
no apeligrar con limitar la espiritualidad a una instrucción, paso a paso sobre como llegar a Dios,
el cristiano emprende sus acciones a partir de lo que Dios pone en su corazón, de manera que lo
más importante aquí sería llevar su palabra a las vivencias de la vida diaria.
•
“¿por qué abstenerme de algo si Jesús ya murió por mis pecados?”
Esta pregunta fue planteada por Pablo y los primeros creyentes, de allí que les escribiera
una carta a la iglesia de Gálatas y a la iglesia de Corinto, allí insta a la iglesia de Gálatas a no
perder su fe pues la habrían vivido en vano; a propósito de la no negación y de una vida de
permisividad sin temor de Dios, Pablo compara las prácticas de su tiempo con los gladiadores
quienes luchaban contra las fieras por nada más que la gloria terrenal, y con sus festividades las
cuales eran realizadas bajo la consigna “comamos y durmamos que mañana moriremos” en 1
Corintios 15: 32, allí hace referencia a no vivir sin consciencia del futuro bajo la excusa de que
en el día de mañana vendrá la muerte.
El creyente tiene una consciencia de una vida eterna, de luz o de tinieblas, por lo que, como se
menciona en Hebreos 6, quien ya tiene consciencia del don celestial, no puede volver a crucificar a
Cristo “para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Esto no quiere decir que la
gracia es una excusa para que el creyente tenga que estar en un estado de perfección, quiere decir
que el cristiano realiza un ejercicio diario de vivir en santidad y en la voluntad de Dios, y si en
algún momento falla, 1 Juan 2: 1 le recuerda que “… estas cosas os escribo para que no pequéis; y
si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. De manera que
el misterio de la gracia es la aceptación de la presencia divina en la vida diaria, así como se hace lo
mejor ante una persona importante, el creyente es consciente de que su Dios está con él todo el
tiempo, una gran presencia la cual le lleva a actuar de manera correcta pues ha hecho un pacto de
bautismo de perdón de pecados, por lo que por el resto de su vida, será testimonio de esta nueva
alianza: “La alianza que haré con ellos después de aquellos días, será ésta, dice el Señor: Pondré mis
leyes en su corazón y las escribiré en su mente” (Hebreos 10: 16). De manera que queda claro el
hecho de que Jesús murió para el perdón de los pecados y al mismo tiempo, vive en el corazón de
quienes le aceptan, por lo que es honrado como tal.
5.3.2 Mitos sobre congregarse y una vida espiritual pública
•
“Si Dios está en todas partes, ¿para qué congregarse? Lo más importante es una
relación real y personal con él”
Si bien es cierto que lo más importante es la relación que se mantiene con Dios, quienes
no se congregan suelen aceptar una vida de tibieza espiritual, lo que es uno de los más grandes
peligros. El sentido de congregarse no es para ser salvo, es para alimentar la fe en comunidad,
además de recibir soporte por parte de personas que han consagrado sus vidas al servicio de
Dios, como lo son los diferentes líderes. El hecho de congregarse es una aceptación abierta a
decirle al mundo que se es un cristiano y que diariamente se busca vivir como tal; es un
testimonio de fe para otros. Además de que propicia crecimiento espiritual y ser de bendición
para creyentes y no creyentes. Hoy en día, el cristianismo cuenta con un sinnúmero de lugares
congregacionales, por lo que, para quien no pertenece al catolicismo, esto se puede tornar
confuso y optar por limitarse a creer en Dios, pero no llevar una vida de fe en práctica.
“no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y
tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25)
•
“Si todos saben que soy cristiano, seguramente me van a encasillar sobre lo que
pienso y como actúo”
Muchos creyentes temen profesar su fe de manera abierta, con esto no se quiere decir que
se debe insistir en decir que se es cristiano, se trata de llevar la virtud y los principios cristianos a
la práctica, San Francisco de Asís lo describe muy bien en su oración por la paz:
Señor, hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo armonía,
donde hay error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo la luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Señor, que no me empeñe tanto
en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido, como en comprender,
en ser amado, como en amar;
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
muriendo se resucita a la vida. Amén.
El día de hoy son comunes los supuestos sociales frente a cada dimensión de las
identidades (individuales y sociales), uno de ellos, es ser un seguidor de Cristo, este acto se
puede encasillar en simplemente alguien que pertenece a una iglesia, congregación o estructura,
o a alguien que tiene una vida de fe, las palabras de Jesús nos recuerdan que es un asunto de
correspondencia y transparencia: “Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo
también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (San Mateo 10: 33).
•
“Padres, sacerdotes y pastores de iglesias protestantes se han visto involucrados en
violaciones y robos, ¿para qué pertenecer a una comunidad o congregación?”
Este es otro dilema que se pone en discusión y que pone en riesgo, al igual que los
anteriores, al ethos del cristianismo ascético, pues supone que las personas que se congregan
deben ser intachables, sin fallas o defectos, por lo que ante faltas de fieles y líderes, es común
que este sea una excusa para decidir no congregarse a pesar del ya explicado mito anterior. Es
importante discriminar entre el llamado de Dios y la acción de los hombres, quienes con su
testimonio pueden no dar un buen ejemplo o testimonio de su fe, no obstante, es necesario
proseguir a la meta: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” (Filipenses 3: 14).
•
“El diezmo es un robo, es como pagar los impuestos por recibir la palabra de Dios”
El cristiano posmoderno debe tener claro el surgimiento de los diezmos para realmente
entender su sentido, pues es otra cuestión que suele ser cuestionada, este inicia con la creación de
las tribus de Israel, Dios designa los levitas para desempeñar las labores del tabernáculo
únicamente, mientras que al resto de las tribus se les es designado tierras, es decir, la riqueza de
los levitas era su Dios, servirle y vivir para él ¿cuál sería su sustento? Los diezmos. En el libro de
Números 18: 21 es posible encontrar este hecho: “Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos
los diezmos en Israel por heredad. Por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del
tabernáculo de reunión". Otra ruptura paradigmática en este punto, es como se usan los diezmos
en la sociedad posmoderna, la corrupción, intereses personales, políticos, sociales, etc. Pueden
ser factores con los que los líderes religiosos deben lidiar y vencer si realmente viven para Dios,
al igual que todos los creyentes. Los diezmos no son una donación o un acto de caridad, el
diezmo tiene otro fin, otro sentido totalmente diferente, por lo que el realizar donaciones
realmente no reemplazan el sentido del diezmo, para efectuar el diezmo es necesario tener
certeza de la importancia del congregarse, del pertenecer a una comunidad espiritual, y de
entender, que, así como los judíos cuidaban de su tabernáculo y de quienes estaban allí, así
mismo debe ser en el ethos del cristianismo posmoderno.
5.3.3 Mitos sobre lo que la Biblia dice y lo que no dice
•
“La Biblia es un libro religioso más”
Asumir el libro sagrado de la Biblia como el libro sagrado por el cual Dios se ha rebelado
a los hombres, implica una claridad previa y una fe previa sobre quien es Dios en el cristianismo.
El creyente posmoderno, debe tener claro que su Dios vino al mundo, murió y resucitó, ese es su
Dios, un Dios que ha personado y amado la humanidad desde siempre y que tiene planes de bien
y no de mal para la humanidad. Un Dios que prometió venir al mundo desde tiempos antiguos a
los profetas y que cumplió su palabra, quien su santidad y poder no tiene comparación y que su
sola presencia rompe todo y redunda en todo, la muerte y todo lo que el hombre no ha logrado
vencer por sus propias fuerzas, él lo venció. De manera que, si el creyente cree en este Dios, se
dará cuenta que esta revelación viene de un libro sagrado, la Biblia:
•
“No hay que creer en todo lo que la Biblia dice”
Las sagradas escrituras cuentan con diversos tipos de texto, relatos históricos,
composiciones líricas, cartas, refranes, discursos proféticos, etc. Es importante analizar cada texto
teniendo en la cuenta su tipología textual, ya que según su tipología se dan las figuras literarias, que
se pueden usar para describir más fielmente la realidad o para exagerar o tornar la descripción hacia
un fin planteado, sea real o metafórico, otro aspecto a tener en la cuenta es el momento histórico en
el que los eventos tuvieron lugar. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Al ver las sagradas escrituras
como un texto construido a partir de la inspiración que Dios puso en el corazón de quienes lo
escribieron, es posible ver su propósito, el cual está expuesto, en este mismo versículo, nos presenta
quien es Dios (lo cual es algo extraordinario) y su sentir de guiar para toda buena obra, en la mente
y el corazón.
5.3.4
•
Mitos sobre la educación en la espiritualidad cristiana
“Crecer cohibido del mundo hace seres que, cuando grandes, quieren una vida más
libertina o hedonista”
Esta es otra mitomanía posmoderna la cual impulsa a no emprender acciones ascéticas en
la vida espiritual, esta idea supone que el acercarse a Dios y decidir vivir para él es una negativa
completa a todo lo que ofrece el mundo. Cuando Jesús oraba por sus discípulos le pidió al padre
que los sacara del mundo, sino que los guardara de él (san Juan 17: 15). El creyente debe
asumirse en su vida diaria, ser parte del mundo, incluso al decidir apartarse para una vida de total
consagración a Dios, se está llamado a ser luz en el mundo y la sal de la tierra (San Mateo 5: 14).
El ethos del cristianismo posmoderno debe constituirse partiendo de como el creyente puede ser
testimonio del amor de Dios por el mundo, lo cual va más allá de las acciones ascéticas que se
decidan emprender en el acercamiento personal a conocer más de Dios.
•
“No todo en la vida gira alrededor de Dios”
Es común observar como el hombre posmoderno busca, en medio del ritmo constante,
tiempo para sí mismo, ocio, descanso, tiempo familiar. Tomarse, aparte de esto, y sus
obligaciones múltiples, un tiempo para Dios, es un acto de valentía, de esfuerzo, disciplina y
amor. Ahora, tal como se proponía en el capítulo anterior, sobre la apuesta del creyente por
llevar a Dios al desarrollo de sus actividades diarias, no es una afirmación general, pues hay
quienes identifican a Dios como algo rimbombante o exagerado, algo o alguien que no se
necesita en todas las dimensiones del ser humano. Este pensamiento se provoca al no entender el
mito “¿por qué abstenerme de algo si Jesús ya murió por mis pecados?” explicado en el ítem
1 de este capítulo. Aunque en la Biblia se presentan formas en las que Dios estructura social,
económica y políticamente, está bien, emprender dinámicas pensadas netamente en las
necesidades o realidades sociales, no obstante, “dad al César lo que es del César, y a Dios lo que
es de Dios” (San Lucas 20: 25).
Al analizar lo que le pertenece a Dios, él le recuerda al hombre: “Oye, Israel: el Señor
nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente y con todas tus fuerzas” (San Marcos 12: 28- 34). Esta es una afirmación
infinitamente importante para el creyente, quien en su ethos busca expresar su asombro y amor
por y para ese Dios que le ama. León (2009) expresa que, aunque no todo tiene que ver de
manera directa con Dios, como verse una película, si es importante saber que es imposible
(aunque el creyente, a veces, ingenuamente lo haga) decirle a Dios: “Quédate aquí en mi casa y
regreso pronto en tres horas” (León, 2009, p. 11) ya que en el momento en el que el creyente
aceptó a Cristo lo hizo para que él habite de manera conjunta en su vida:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí. (Gálatas 2: 20).
5.4. ¿CÓMO VIVIR HOY UN ETHOS DEL CRISTIANISMO ASCÉTICO?
Esta es la pregunta final, la cual invita al lector a cuestionar y enriquecer la experiencia
de su espiritualidad. González (2000) expresa que el ideal para todo creyente debería ser vivir un
ethos cristiano enfocado hacia el conocimiento y la experiencia de Dios en lo más profundo, y
“y como consecuencia denunciar lo que obstruye y mata este don nuevo de Dios” (p. 140).
Viviendo en este ethos cristiano el cristiano estará abierto para integrarse en un mundo lleno de
propuestas, confusiones, verosimilitudes, pero sin dejar dispersar la presencia de Dios en su
corazón. “No basta con repetir mecánicamente la ascesis tradicional que se apoyaba en una
antropología espiritual superada” (González, 2000, p. 140).
Para vivir un verdadero ethos del cristianismo ascético pareciera ante la sociedad consumista y
utilitarista, que es ir en contra corriente:
Si la modernidad recela de la mística, la postmodernidad no entiende la ascesis. Pero las
dos dimensiones son inseparables. Para seguir a Jesús realmente no basta el fervor de
sentir su llamada de “amigo” y su envío, sino ofrecerse al mayor servicio “haciendo
contra su propia sensualidad y contra su amor carnal y mundano” (González, 2000, p.
155).
De manera que un ethos del cristianismo ascético debe ir en una conquista por, lo que Pablo
llama, vivir en el espíritu. El creyente hace de la palabra de Dios un arma, la lectura de las
sagradas escrituras, el congregarse, el emprender otras acciones del ethos ascético cristiano como
la meditación, la oración el ayuno, luz en amor y en los actos de servicio, el creyente, refuerza su
intención de agradar a Dios y posibilita nuevos campos para que Dios se manifieste en su vida.
“La ascesis es gracia de Dios y no voluntarismo acartonado” (González, 2000, p. 155), el ethos
del cristianismo ascético no se hace por iniciativa humana, por un recetario o instrucciones dadas
sobre cómo, humanamente, se conoce a Dios, un ethos del cristianismo ascético se da porque ya
se ha conocido de Dios y se desea tan fervientemente, que se decide, de manera libre y
voluntaria compartir más tiempo con Dios, en esto radica una oración, un ayuno, una meditación.
La ascesis cristiana se desarrolla con el fin de hablar con ese ser sobrenatural y especial, y ser
enriquecido de los frutos de esta actividad, los cuales ayudan a dominar la carne, las tentaciones
y circunstancias diarias en las que, como hombres, se viven, pero que se sobrepasan de una
manera singular, desde la guía y voluntad de Dios.
El hombre posmoderno recibe diversas estimulaciones que le llaman a descuidar su vida
espiritual, el placer de la vida y las responsabilidades diarias hacen sentir que la muerte es algo
como un sueño, que no es real, y que si es real, pasará en un futuro lejano; no obstante, el
hombre posmoderno debe de estar alerta, y salvaguardar la integridad de su alma, mente y
corazón, en adición, abrirse a descubrir en que consiste el gozo de la salvación, y, finalmente
velar y ejercitar sus armas espirituales:
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de
Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de
justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el
escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el
yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia
y súplica por todos los santos (Efesios 6:10:18).
Considerar que es suficiente una moral sin Dios, es ignorar el origen del bien y del mal, y de
llevarlo a una relatividad analizada en el capítulo 4, además de que sería despreciar su sacrificio en
la cruz, ese regalo y la oportunidad de conocer a Dios constituyen el regalo más grande que el ser
humano puede recibir. Una expresión del ethos del cristianismo ascético posmoderno, es aquel que
encamine a hacer la voluntad de Dios, que, en una sociedad tan gravemente confundida, el creyente
sea un polo a tierra para que la humanidad conozca la verdad, Jesús.
CONCLUSIONES
Al reconocer la historia de las prácticas ascéticas, fue posible identificar como el
ascetismo se ha relacionado con el desarrollo de rituales o liturgias en diversas religiones,
asimismo, fue posible identificar como cada una de estas tienen un aspecto diferenciador, como
las prácticas del yoga en el hinduismo a las prácticas en occidente, la cual, en occidente tiene que
ver con una cultura del cuerpo pero que tiene grandes implicaciones espirituales. Fue posible
observar como los sistemas económicos y políticos pueden afectar la actividad religiosa, como
en la edad media, por ejemplo, quienes deseaban una vida netamente consagrada a Dios optaban
por apartarse del mundo y vivir en una comunidad cerrada en monasterios, como en la edad
media alta y en el romanticismo, estos centros se abrieron mucho más y aportaron al desarrollo
social y educativo, y al tiempo, continuaron en la transformación del ethos del cristianismo
ascético hacia un romanticismo y creación lírica de poemas ascetas.
Con la reforma protestante, como se continuaron creando nuevas lecturas del ethos
ascético, la gracia y la salvación, así como, por parte del catolicismo se crearon muchas más
órdenes religiosas para llamar a los creyentes a una consagración especial. Con el modernismo,
se resalta la era industrial cuya visión de producción llevó a la creación de un ethos ascético en la
sociedad de producción llegando a una edad posmoderna centrada en producir, en la eficacia y la
eficiencia, en la ley del orden y la disciplina, en el gobierno humano, que, entre tanto por hacer,
se ha degradado un ethos cristiano del cuidado de la relación con Dios y de la salvación, creando
así diversas mitomanías que asumen un conformismo espiritual.
Hoy el creyente está llamado a reconocer el sentido del ethos del cristianismo ascético, y
confrontar el por qué hace lo que hace, realizar una lectura de su vida espiritual y tomar acción al
respecto. “Vivir la relación ‘mística’ con Dios, no como algo puntual, sino como un encuentro
que se ahonda cada día más y que incorpora la realidad entera, exige una ‘nueva ascética’”
(González, 2000. P. 156). La realidad posmoderna no está creada para facilitar el encuentro
profundo con Dios, está diseñada para centrarse en lo inmediato de este mundo; en consecuencia,
al examinar el desarrollo del ethos, este se deja a medias, una oración no terminada, una
reflexión o lectura de las sagradas escrituras de manera ágil y rápida, pareciera que el espíritu se
encuentra tan disperso que a la hora de callar y buscar de Dios costara más esfuerzo. Es
necesario resistir, alimentar la fe, salir al encuentro de Dios, atreverse a vivir para Dios.
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ANEXOS (EXPERIENCIA PERSONAL DURANTE EL PROCESO INVESTIGATIVO DEL
PROYECTO)
-
Es increíble cómo se cumplen muchas palabras de Jesús aun en el siglo XXI, como logran ser
aplicables y como siguen creando ideas y reflexión a través de los siglos.
Es posible ver la crisis de la espiritualidad como signo de los tiempos, el creyente tiene la
posibilidad de entender la voluntad de Dios que le ilumina a buscar caminos nuevos, que le ayuden
a continuar perfeccionando su vida y el modo de reproducirla en la cotidianidad para que sea vida
en abundancia espiritual. De esto trata el ethos del cristianismo ascético, la Teología Ascética o la
Teología de la Perfección.
Vivir para Dios en la era posmoderna si es posible, y es un “sí” al descubrimiento de Dios, la
ascesis nos ayuda a crear un vehículo de disposición en el corazón, realmente es allí donde el ser
humano puede rendir su vida a Dios y experimentar su grandeza.
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Con el fin de dar continuidad al llamado de la presente tesis, puede seguir la cuenta Bright
Generations, la cual busca construir una espiritualidad volviendo al inicio, al corazón de Dios, en
la construcción de una espiritualidad verdadera:
https://www.instagram.com/bright.generations/
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Como una manera de acercarme a los lectores de la presente investigación, comparto algunas de las
composiciones musicales de las que disfruté mientras escribía estas letras. Bendiciones.
Barnes, J. & Raine, N. (2020). Promises. Maverick City. TRIBL. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=q5m09rqOoxE
Espinoza, J. (2019). Ya no soy Esclavo. Spanish version of "No Longer Slaves" by Bethel
Music. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=zt5XOMa548I
Medley. (2018). Hay Una Unción, Ven y Toma El Trono, Te Exalto, Más El Dios.
https://www.youtube.com/watch?v=3FIohNR-HNo
Mersa, D. & Zuniga, A. Vine a adorar/Hay una fuente en mi/Mereces la gloria.
Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=mJnZxzJFK3k
Ramos, J. (2015). Si Acaso Se Me Olvida - Su Presencia. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=sfAKdOzKHPU