Investigación
Condiciones técnicas para el crecimiento
sostenible en la teoría económica.
Un análisis
Catalina Granda C.1
Recibido para evaluación: 03 de Agosto de 2007
Aceptación: 20 de Noviembre de 2007
Recibido versión final: 30 de Noviembre de 2007
RESUMEN
La teoría económica y sus modelos anteponen como condiciones para el crecimiento
sostenible los rendimientos de escala, la sustitución entre factores productivos y el progreso
tecnológico.
En el presente trabajo se propugna por una revisión de tales condiciones, particularmente
de la sustitución entre recursos naturales y capital construido por el hombre y del cambio técnico,
acorde con el reconocimiento de la inevitable escasez física de los recursos, concomitante a las
acciones del ser humano en un mundo regido por restricciones termodinámicas. Al respecto, se
analiza el papel que dichas condiciones desempeñan en las teorías del crecimiento económico
con recursos, a la vez que se indican sus limitaciones y objeciones desde una perspectiva biofísica.
Finalmente, se efectúa una breve reflexión acerca de cuán inapropiadas son las representaciones
teóricas de las actividades económicas para dar cuenta del crecimiento en presencia de recursos
naturales que se agotan o degradan.
PALABRAS CLAVE:
Recursos Agotables y Crecimiento Económico, Energía, Teoría
Económica, Rendimientos a Escala, Sustitución, Cambio
Tecnológico, Sostenibilidad.
ABSTRACT
Economic theory and its models point out returns to scale, substitution among productive
factors and technological progress as conditions for sustainable growth.
This work aims at a critical appraisal of these conditions, particularly the ones related to
substitution between natural resources and manmade capital and technical change, by recognizing
the inevitable physical scarcity of resources concomitant to the human actions in a world governed
by thermodynamic restrictions. To do so, the role that the mentioned conditions play in the theories
of economic growth with resources is analyzed, and its limitations and objections from a biophysical
perspective are indicated as well. Finally, a brief consideration as to how inappropriate the theoretical
representations of economic activities are to take account of growth in spite of resource exhaustion
or degradation is carried out.
KEY WORDS:
Exhaustible Resources and Economic Growth, Energy, Economic
Theory, Returns to Scale, Substitution, Technological Change,
Sustainability.
Volumen 10 No. 3 Diciembre de 2007
1. Economista, Universidad
Nacional de Colombia.
Aspirante a Profesora Auxiliar,
Universidad de Antioquia.
cgranda@udea.edu.co
c2granda@gmail.com
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Investigación
1. INTRODUCCIÓN
Condiciones técnicas para el crecimiento económico ganó terreno, gracias a la hipótesis
planteada en el Informe para el Club de Roma, según la cual existen límites biofísicos al crecimiento
que llevarían eventualmente éste a su colapso; además surgen las problemáticas de la emergencia
del movimiento ambientalista y de los incrementos desmesurados en los precios del petróleo.
Estos hechos exigieron a la economía convencional dar respuestas mediante la incorporación
de los recursos naturales y la contaminación en su marco analítico. Tales respuestas se dieron a
conocer luego de la divulgación de Los Límites del Crecimiento. En ellas, la teoría neoclásica del
crecimiento provee el marco analítico y, en concordancia con la preocupación en boga por las
restricciones a la expansión económica. Un análisis1
En tal sentido, son conocidas las disertaciones de Solow (1974a), Stiglitz (1974) y Dasgupta
y Heal (1974), publicadas en un número especial de la Review of Economic Studies. En estos
trabajos, Solow (1974b, p. 10) y Stiglitz (1974, p. 123) afirman que la seriedad del problema del
agotamiento de los recursos depende de modo importante de tres aspectos tecnológicos: 1. los
rendimientos (constantes) a escala; 2. la facilidad con la que factores hechos por el hombre
(especialmente el capital) puedan sustituir los recursos no renovables en la producción; y 3. la
probabilidad de que haya progreso tecnológico (en particular, ahorrador de recursos naturales).
2. RENDIMIENTOS A ESCALA
Al respecto, este trabajo se centra en los rendimientos constantes a escala, dado que en
una buena cantidad de modelos de crecimiento, se asume que la función de producción agregada
presenta esta característica.
En efecto, el supuesto de que la función de producción exhibe rendimientos constantes a
escala sobresale en el modelo de crecimiento (exógeno) neoclásico. Cabe señalar que Solow
(1979), al enunciar este modelo, puso de manifiesto que
*. Este trabajo se deriva de la tesis
de Maestría “Elementos para una
crítica a las teorías del crecimiento
económico basados en los
conceptos de capital y cambio
tecnológico y sus nexos con los
recursos naturales y la energía”,
realizada en la Universidad
Nacional de Colombia (sede
Medellín) entre 2004 y 2006. La
autora desea agradecer al profesor
Luis Jair Gómez Giraldo, por su
acompañamiento a lo largo de la
elaboración de la tesis; asimismo,
al investigador Reiner Kümmel, del
Instituto de Física Teórica de la
Universidad de Würzburg
(Alemania), por facilitarle algunas
de sus publicaciones y prestarle
asesoría en temas propios de esta
revisión crítica.
2. Ayres (2001) nota que el atributo
de rendimientos constantes a
escala se justifica fácilmente
cuando los factores de producción
son medidos en unidades
monetarias, ya que éste significa
simplemente que doblar el precio
de los insumos duplica el valor del
producto (p. 818, footnote 2).
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“Esto equivale a suponer que no hay ningún recurso escaso no
aumentable, como la tierra. El rendimiento constante a escala parece el supuesto
natural a formular en una teoría de crecimiento. El caso de la tierra escasa conduciría
a rendimientos decrecientes a escala del capital y la mano de obra” (p. 153).
Con esta afirmación, junto con la no inclusión de la tierra como factor productivo, este
autor pone en evidencia la omisión que las primeras teorías modernas del crecimiento económico
hacen de los recursos naturales. La exclusión de los factores no reproducibles en la teoría
neoclásica del crecimiento, como puede constatarse, simplemente refuerza las implicaciones de
la caracterización de la producción adoptada.
En cuanto a tales implicaciones, vale la pena destacar que la propiedad de rendimientos
constantes de escala descansa en la noción de replicación. Esto significa que si todos los insumos
relevantes son identificados correctamente, entonces es posible replicar el proceso productivo.
Por tal razón, esta propiedad halla su forma matemática en la función de producción homogénea
de primer grado, la cual requiere a su vez de la expresión en términos pecuniarios de los factores
y el producto2 .
Lo anterior contrasta con la medición de los factores productivos en términos físicos, para
la cual el atributo de rendimientos constantes a escala resulta problemático dado que, según
advierte Lewin (2005), en virtud de este atributo se omiten la heterogeneidad y las situaciones
“únicas” inherentes a una consideración de los factores desde una perspectiva física y de la realidad
observable.
Pese a esto, algunos de los modelos de crecimiento endógeno más importantes continúan
incorporando el supuesto de rendimientos constantes a escala dentro de sus principales rasgos,
con todas las implicaciones asociadas a este proceder. En tal sentido, Rebelo (1991) resalta en su
presentación del modelo AK que lo único requerido para la viabilidad del crecimiento endógeno
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Investigación
sostenido es la existencia de un “núcleo” de bienes de capital producido bajo rendimientos constantes
a escala y sin la contribución directa o indirecta de factores no reproducibles, como la tierra.
Similarmente, este autor expone que si la producción de bienes de capital requiriese factores
no reproducibles y éstos hiciesen viable el crecimiento sostenido, ella (la producción) debería
exhibir rendimientos crecientes a escala. Tal consideración, de acuerdo con Dasgupta y Heal
(1979), se basaría en que este tipo de rendimientos presumiblemente puede compensar las
limitaciones impuestas por la no reproducibilidad de los recursos naturales (p. 197).
No sobra señalar, por último, que las afirmaciones de Solow (1979) e incluso del mismo
Rebelo son ciertamente corroboradas por Aghion y Howitt (1998), quienes desarrollan una
aproximación AK al crecimiento endógeno en la que introducen un recurso no renovable en la
función de producción. Dicha aproximación conlleva que no es posible el crecimiento sostenido en
presencia de recursos no renovables porque éstos dan lugar a rendimientos decrecientes del
capital (cap. 5).
3. SUSTITUCIÓN ENTRE FACTORES PRODUCTIVOS
Los supuestos e hipótesis sobre los cuales se sustenta la asignación de recursos en la
economía neoclásica conceden un papel crucial a la sustitución de un bien por una alternativa
similar, toda vez que a través de ésta, se puede evitar la escasez de una mercancía particular en
la producción o en el consumo (Stern, 1997, p. 199).
En particular, la asunción de conductas optimizadoras (maximizadoras del beneficio o
minimizadoras del costo) por parte de los empresarios bajo condiciones de competencia perfecta
y productos marginales decrecientes conlleva la posibilidad de sustituir un factor por otro en la
medida en que este último sea más productivo y ello se refleje en los precios de mercado3. Esta
posibilidad es sólo un reflejo de que una producción dada se puede obtener mediante diversas
combinaciones de factores.
En general, las representaciones del crecimiento económico con recursos naturales se
caracterizan por la asunción de posibilidades de sustitución estricta entre los recursos naturales y
el capital hecho por el hombre toda vez que las funciones de producción empleadas sólo poseen
dos insumos (R y K) y/o presentan capital maleable4. En términos más técnicos, ésto significa que
se supone que la elasticidad de sustitución5 entre esos elementos es constante y alta (i.e., igual o
superior a uno).
En particular, la asunción de conductas optimizadoras (maximizadora del beneficio o
minimizadora del costo) por parte de los empresarios bajo condiciones de competencia perfecta y
productos marginales decrecientes conlleva la posibilidad de sustituir un factor por otro en la
medida que este último sea más productivo y ello se refleje en los precios de mercado6. Esta
posibilidad es sólo un reflejo de que una producción dada se puede obtener mediante diversas
combinaciones de factores.
Lo anterior contrasta con la ley de la conservación de la materia energía, que prescribe
que ni el capital, ni el trabajo pueden crear los recursos de los cuales se derivan y sobre los que
operan (Cleveland, 1987, p. 67; Daly, 1999, p. 33; Cleveland y Ruth, 1999, p. 68). Dicho en otras
palabras, todo proceso productivo posee requerimientos mínimos de materia y energía7 que le
imponen límites a la sustitución de recursos naturales por otros factores productivos, haciendo de
los primeros y, especialmente, de la energía un factor esencial de la producción (Stern, 1997, pp.
199200; Stern, 2004, p. 3).
En igual sentido, cabe resaltar que la heterogeneidad de los recursos naturales hace
imposible encontrar sustitutos para la totalidad de los mismos (Sollner, 1999, p. 105). Además, la
naturaleza desempeña algunas funciones económicas, como las de sustentación de la vida, que
no pueden ser ejercidas por el capital hecho por el hombre. Por consiguiente, las múltiples
cualidades y funciones del entorno natural restringen sus posibilidades de sustitución por parte
del capital (Pearce y Turner, 1995, pp. 79 80).
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3. En efecto, si las firmas
obedecen las condiciones de la
teoría de la determinación de la
demanda de factores por la
productividad marginal, la
relación marginal de sustitución
técnica se hace igual a la razón
de precios de los insumos
(Nicholson, 1992, p. 665).
4. La hipótesis de maleabilidad
postula que todos los bienes de
capital están formados por una
materia
homogénea
e
indestructible que puede aplicarse
a cualquier uso y amoldarse a
diferentes formas sin dificultad
significativa. De esta manera, se
desvirtúan la especificación y la
heterogeneidad
como
características esenciales de los
bienes de capital; asimismo, se
concibe el capital como
compuesto de un conjunto de
elementos
perfectamente
sustituibles entre sí (Harcourt,
1975, pp. 190192, 195196).
La noción de capital maleable es
un supuesto de partida en las
representaciones del crecimiento
económico con recursos
agotables que proponen Solow
(1974a), Stiglitz (1974) y
Dasgupta y Heal (1974, 1979), de
lo que se infiere que en éstas cada
componente del capital es un
sustituto perfecto de cualquiera
de los otros.
5. La elasticidad de sustitución es
un coeficiente que mide la
sensibilidad de las proporciones
de factores a cambios en los
precios relativos de los mismos.
6. En efecto, si las firmas
obedecen las condiciones de la
teoría de la determinación de la
demanda de factores por la
productividad marginal, la
relación marginal de sustitución
técnica se hace igual a la razón
de precios de los insumos
(Nicholson, 1992, p. 665).
7. Dado que toda actividad
económica involucra transformación
de materia, y para ello se necesita
energía, la segunda ley de la
termodinámica estipula que todo
proceso de producción requiere una
cantidad mínima de energía.
107
Investigación
4. CAMBIO TECNOLÓGICO
La tecnología es concebida por los economistas como una fórmula o conocimiento que
permite a las empresas combinar el capital y el trabajo con el fin de elaborar productos que
satisfacen una demanda solvente (Barro y Sala i Martin, 2004, p. 24). De esta manera, se conoce
como cambio tecnológico a la expansión del conjunto de tecnologías de producción disponibles y,
por ende, el mejoramiento de las instrucciones para la combinación de los factores productivos en
el tiempo. En la medida en que dicho cambio contribuye al incremento de la producción
desproporcionadamente en comparación con el esfuerzo y el costo necesario para llevarlo a cabo,
brindándo a la sociedad mayor bienestar (entendido como disposición sobre bienes y servicios),
se le denomina progreso tecnológico (Mokyr, 1993).
Los economistas neoclásicos han intentado explicar el crecimiento económico introduciendo
una variable de mejoramiento tecnológico que, en el modelo de Solow Swan, es de carácter
exógeno, en tanto que en los modelos de crecimiento endógeno, se relaciona con las decisiones
de inversión en tecnología. En general, todos estos modelos consideran que el cambio técnico es
el “motor” del crecimiento económico; sin embargo, ninguno de ellos se preocupa por estudiar la
naturaleza de la innovación y el cambio tecnológico, dejando sin esclarecer la principal fuente a la
que le atribuyen el crecimiento.
Dado que la tecnología cambia en virtud de la creatividad humana, por la que los hombres
conciben nuevas ideas o acciones, muchos economistas tienden a creer que el progreso tecnológico
es ilimitado y “salvará” a la humanidad de los problemas asociados al agotamiento y/o degradación
de los recursos naturales. Esta postura optimista se refleja en diversas variantes de los modelos
de crecimiento con recursos naturales, a saber, el progreso tecnológico aumentativo de recursos,
la inclusión del conocimiento como parte del capital y la tecnología de contención. Como se
mostrará seguidamente, estas variantes poseen algunas inconsistencias y contradicciones no
sólo desde el punto de vista teórico, sino también desde las realidades biofísicas que atañen al
crecimiento económico como proceso de transformación de materia energía.
Una de estas realidades da cuenta de que mucho de lo que es llamado progreso tecnológico
ha tenido lugar mediante la utilización por el hombre de cantidades crecientes de formas de energía
con el propósito de llevar a cabo actividades específicas de transformación material. Tal utilización
de energéticos se remonta a las sociedades primitivas y ha permitido configurar a lo largo de la
historia diversas estructuras socio económicas y culturales conforme la creatividad humana ha
dado paso a nuevos modos de conversión de energía, así como a nuevas fuentes8.
4.1. Progreso tecnológico aumentativo de recursos
8. En particular, el advenimiento
de la Revolución Industrial abrió
paso a la utilización creciente de
combustibles
fósiles,
comenzando con el carbón en la
medida que los múltiples usos de
la máquina de vapor condujeron
al abaratamiento de ese recurso
energético y a economías de
escala que sustentaron el
desarrollo de la manufactura, el
crecimiento de la demanda de
productos y, por ende, un
aumento en el consumo de todo
tipo de materiales. Más adelante,
el descubrimiento del petróleo
estimuló el desarrollo de
maquinarias (e.g., motores a
gasolina, de combustión interna
y Diesel) e industrias que
constituyen el complejo
productivo hoy dominante.
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En las disertaciones de Solow (1974a), Stiglitz (1974) y Dasgupta y Heal (1974), se toma la
forma típica del modelo de Solow Swan con cambio tecnológico exógeno en el que se incluye,
junto con el capital y el trabajo, un recurso agotable en la función de producción. Sobre esta base,
se concluye en palabras de Dasgupta y Heal (1979) que la existencia de un acervo finito de
recursos necesarios para la producción no implica que la economía deba estancarse si coexiste
una tasa positiva constante de progreso tecnológico aumentativo de recursos.
Este tipo de progreso tecnológico permite generar la misma cantidad de producto con
relativamente menos recursos naturales debido a que incrementa la eficiencia en el uso de éstos
al propender por su mejor aprovechamiento y la reducción de desechos por unidad de producción.
Así, se regula la eventual desaparición de los recursos, incluso si la elasticidad de sustitución
entre capital reproducible y recursos agotables es nula.
4.2. El conocimiento como capital
Alternativamente a la aproximación AK ya mencionada, Aghion y Howitt (1998) desarrollan
un modelo de crecimiento endógeno enmarcado en la representación schumpeteriana, en el que
introducen un recurso no renovable en la función de producción. Esta aproximación, en contraste
con el modelo lineal, conlleva crecimiento sostenido, al menos bajo ciertas circunstancias (cap. 5).
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Investigación
Tal conclusión radica en la distinción que Aghion y Howit (1998) efectúan entre dos tipos de
capital el capital tangible y el capital intelectual, así como en la caracterización de la acumulación
del último como menos intensiva en recursos en comparación con la acumulación del primero
(cap. 5). Así las cosas, como anota England (2000), la acumulación de “capital intelectual” puede
compensar los rendimientos constantes a escala e influir en las restricciones biofísicas sobre la
actividad económica (p. 426).
De otro lado, Smulders (1999) desarrolla un modelo en el que introduce tres factores en la
función de producción: calidad ambiental, uso de servicios del medio ambiente y acervo de
conocimiento hecho por el hombre (que incluye el capital). Todos estos aspectos se asumen
esenciales. Asimismo, este autor supone que la producción exhibe rendimientos constantes con
respecto al insumo de conocimiento hecho por el hombre, dejando los otros factores fijos.
Estos resultados son, guardadas las particularidades, semejantes a los de los modelos
lineales à la Rebelo y los de crecimiento endógeno con recursos de Aghion y Howitt (véase:
Luzzati, 2004, pp. 335 336)9 . En este contexto, cabe resaltar que tanto el trabajo de Aghion y
Howitt (1998, cap. 5) como el de Smulders (1999) sustentan el crecimiento económico en la
generación de nuevas ideas, en el entendido de que éstas pueden vencer las limitaciones biofísicas
inherentes a las actividades económicas; de este modo, concluyen que el conocimiento humano
puede provocar crecimiento sostenido independiente del entorno natural y de los efectos que
sobre éste pueda tener aquél.
4.3. Tecnología de contención
Algunos economistas neoclásicos convierten la esperanza inherente a su noción de progreso
tecnológico ilimitado y omnipotente en postulado teórico al plantear la posibilidad de que, en
último extremo, aparezca una invención o un recurso renovable que salve a la humanidad de la
catástrofe que entraña el deterioro y ulterior agotamiento de los recursos no renovables, o que
por lo menos posponga dicha catástrofe durante un lapso indeterminado de tiempo.
Dicha tecnología, a la que W. D. Nordhaus dio el nombre de tecnología de contención
(backstop), comporta la particularidad de que podría sustituir perfectamente los recursos agotables
en el futuro de manera de satisfacer los requerimientos mínimos de materia y energía, dependiendo
de si la cantidad de recursos demandada al costo de tal tecnología es suficiente para cumplir los
requerimientos mencionados (Bretschger, 2005, p. 158).
Sin embargo, este planteamiento no toma en cuenta que el mero conocimiento no puede
crear la energía y la materia cuyos requerimientos pretende suplir. De hecho, el cambio tecnológico
necesita estos elementos para concretarse. Consecuentemente, la tecnología de contención, al
estar regida por las leyes de la termodinámica, es un imposible desde el punto de vista físico.
5. SUSTITUCIÓN, CAMBIO TECNOLÓGICO Y ESENCIALIDAD DE LOS
FACTORES PRODUCTIVOS
La teoría neoclásica supone que la sustitución y el progreso tecnológico son fenómenos
distintos y analíticamente separados, aunque pueden ocurrir simultáneamente. En tal sentido, se
dice que la sustitución entre factores tiene lugar dentro de métodos de producción conocidos y no
implica la introducción de nuevas tecnologías o innovaciones.
No obstante, la distinción entre sustitución y progreso tecnológico resulta extremadamente
complicada en la práctica, ya que a menudo no se sabe si una técnica conocida está disponible
pero no se utiliza, o si simplemente es desconocida (Mokyr, 1993, p. 350). De esto, se deriva la
dificultad de diferenciar entre sustitución pura entre factores productivos y cambio tecnológico
inducido por variaciones en los precios relativos de los diversos insumos (Victor, 1991, p. 199).
Lo anterior pone de presente que, pese a la suposición neoclásica, el cambio tecnológico
no es diferente de la sustitución. Tal como señala Stern (2004), el desarrollo de tecnologías de
producción nuevas y más eficientes comporta una sustitución de factores productivos por
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9. No obstante, la asunción de
esencialidad de los factores junto
con la violación de las condiciones
de Inada dan lugar a una
contradicción pues, como
demuestran Barro y SalaiMartin
(2004), los rendimientos
constantes a escala y las
condiciones de Inada implican que
todos los factores son esenciales
en la función de producción
neoclásica (ch. 1);
en
consecuencia, el incumplimiento
de uno de tales atributos vulnera
el supuesto de que el producto es
nulo en ausencia de calidad
ambiental y/o del flujo de servicios
ambientales.
109
Investigación
conocimiento incorporado en bienes de capital mejorados y trabajadores más hábiles (p. 10).
Las posibilidades de sustitución entre los elementos productivos determinan la existencia
de requerimientos mínimos de insumos, esto es, de factores esenciales que comportan restricciones
sobre la producción en la medida que, dadas cantidades positivas de los otros factores, la producción
se hace nula cuando sus magnitudes son cero y estrictamente positiva cuando estos se presentan
en cantidades positivas. Tales posibilidades se supeditan, a su vez, a la forma funcional asumida
en los distintos modelos de la producción y el crecimiento económico y, especialmente, a la
elasticidad de sustitución. Atendiendo a esta consideración, podría decirse entonces que el asunto
de la esencialidad estriba también en el cambio tecnológico en la medida que éste apunte a la
sustitución, mediante el descubrimiento o desarrollo de sustitutos que hagan no esenciales recursos
que así han sido10.
No obstante, como se ha visto en relación con la tecnología de contención, la sustitución
de recursos naturales por conocimiento posee límites, lo que muestra que la concepción de ideas
por los humanos no puede superar las restricciones físicas inmanentes a las actividades
económicas, de modo que los recursos constituyen un elemento fundamental de la producción.
6. SÍNTESIS Y REFLEXIONES
Los fundamentos naturales de la producción sólo comenzaron a abordarse a raíz de las
preocupaciones ambientales y por la escasez de recursos a fines de la década del sesenta del
siglo pasado, así como sobre los límites y/o la sostenibilidad del crecimiento económico a comienzos
de los setenta. Dichas preocupaciones indujeron a los economistas teóricos modernos a incorporar
los recursos naturales en sus representaciones del crecimiento.
Hasta los años noventa del siglo pasado, la teoría neoclásica del crecimiento económico
sostuvo dos razones por las que los recursos naturales no son, en último término, esenciales para
la producción y el bienestar humano. Tales razones son, según Dasgupta y Heal (1974 y 1979), la
acumulación de capital manufacturado, que sustituye los recursos en desaparición en cuanto sea
posible, y/o el progreso tecnológico, que mejora la eficiencia en el uso de estos recursos o permite
desarrollar sustitutos.
La tecnología es concebida por los economistas convencionales como el conocimiento de
las combinaciones de capital y trabajo que le permiten a las empresas elaborar productos que
satisfacen una demanda efectiva, de lo que se colige que el cambio o progreso tecnológico consiste
en la ampliación y mejoramiento del conjunto de técnicas de producción con miras a proporcionar
mayores bienes y servicios a la sociedad.
Con la consolidación de la corriente neoclásica, se arraiga en el pensamiento de los
economistas la creencia en que el progreso tecnológico, a través de la generación de conocimiento,
puede compensar las contingentes limitaciones asociadas a la finitud de recursos naturales
necesarios para la producción. Mas aún, a partir de la década de los noventa las nuevas teorías
del crecimiento arguyen que exclusivamente el cambio tecnológico, a través de la creación de
nuevas ideas, da lugar a una expansión económica ilimitada en la que los recursos naturales
pueden incluso no desempeñar papel alguno11.
10. Para una apreciación de la
perspectiva neoclásica al respecto,
véase Dasgupta y Heal (1974).
11. Para una ilustración de este
punto de vista, véanse Rebelo
(1991) y los modelos de
crecimiento endógeno con
recursos naturales que parten de
la aproximación de este autor.
110
La teoría económica de los recursos naturales se ha desenvuelto con base en una premisa
fundamental, a saber, que la escasez de recursos naturales no puede ser un problema serio a
largo plazo dado que el cambio tecnológico responde a ello extendiendo la vida de estos (por
ejemplo, mediante el reciclaje), incrementando la eficiencia de su uso (al reducir el desecho por
unidad de producción), localizando nuevos depósitos y descubriendo o desarrollando sustitutos
con precios comparables (Smith, 1980, citado en Cleveland, 1987, p. 65; Dasgupta, 1993).
De esta manera, las teorías del crecimiento con recursos naturales concluyen que el
conocimiento humano puede dar lugar a crecimiento económico sostenido independiente del entorno
natural. En la disertación neoclásica, el progreso tecnológico compensa el agotamiento de los
recursos y constituye la fuente del crecimiento, en tanto que en los modelos que se enmarcan en
la teoría del crecimiento endógeno la creación de nuevas ideas subsana los rendimientos constantes
Volumen 10 No. 3 Diciembre de 2007
Investigación
a escala y conduce a una expansión económica que no es restringida por la naturaleza. Así las cosas,
estos enfoques del crecimiento se sustentan en el convencimiento de que la inteligencia humana
puede vencer las limitaciones biofísicas inherentes a las actividades de producción y consumo.
En este artículo, se ha mostrado específicamente que, como nota Stern (2004), contrario a
la distinción neoclásica entre sustitución y cambio tecnológico, el desarrollo de técnicas de
producción nuevas y más eficientes facilita la sustitución al ser él mismo una sustitución de factores
productivos por conocimiento incorporado en bienes de capital mejorados y trabajadores más
habilidosos (p. 10). Así las cosas, los argumentos que aducen las teorías del crecimiento económico
con recursos naturales para justificar que éstos no son necesarios, se reducen a uno solo: sustitución
entre los elementos de la producción.
Sin embargo, este argumento no toma en cuenta que la sustitución de factores productivos
por conocimiento presenta límites claros puesto que la generación y el mantenimiento de maquinaria
y trabajadores, sin importar el grado de sofisticación y habilidad que tengan incorporados, requieren
de energía, materiales y servicios ecosistémicos (Stern, 2004; Cleveland, 2003). Luego, el cambio
tecnológico no ocurre en el vacío, obedeciendo las mismas restricciones termodinámicas que la
sustitución (Sollner, 1999).
En este sentido, se ha indicado que, a lo largo de la historia, el progreso tecnológico ha
sido alimentado por el descubrimiento y utilización creciente de formas de energía. En particular,
los energéticos fósiles han impulsado en los últimos dos siglos el desarrollo y uso de máquinas
de vapor y de combustión interna, motores eléctricos y sustancias químicas fertilizantes y
pesticidas que reemplazan o potencian el trabajo animal y humano (Ayres, 2001; Cleveland et al.,
1984; Gómez G., 2002, cap. IX; Kümmel, 2001; Ayres y van den Bergh, 2005).
De este modo, puede decirse que el cambio tecnológico no es algo forjado sólo por la
mente humana, sino que también es determinado en parte por los atributos físicos de las energías
disponibles en el medio ambiente (Kaufmann, 1992, citado en Cleveland y Ruth, 1999, p. 88, y
Cleveland, 2003, p. 8). Ergo, si el conocimiento es considerado el “motor” del crecimiento
económico, entonces el “combustible” que propulsa tal motor ha sido en las pasadas dos centurias
los crecientemente utilizados energéticos fósiles (Luzzati, 2004, p. 339).
Empero, es tal la creencia de los economistas en el progreso tecnológico ilimitado y, por
ende, en que el crecimiento económico puede desligarse de la naturaleza, que abrigan la esperanza
de llegar a descubrir o desarrollar una fuerza que se perpetúe a sí misma. Dicha fuerza, a la que
denominan tecnología de contención, permitiría la producción de bienes sin insumo natural alguno
mediante la sustitución continua de éste por un compuesto de trabajo y capital; así, esta tecnología
lleva a asumir que los recursos naturales, aunque útiles, no son indispensables.
No se niega la importancia de las ideas, las cuales ciertamente han facultado al hombre
para “arreglárselas” ante los problemas de agotamiento de recursos que históricamente ha
enfrentado; pero tampoco se puede desconocer que la implementación de éstas a través del
cambio tecnológico es un proceso de trabajo gobernado por las mismas leyes físicas y ecológicas
que cualquier otro proceso de este tipo, lo que también es válido para la tecnología backstop
(Cleveland, 1987, p. 69; Sollner, 1999).
Además, el razonamiento subyacente a la esperanza mencionada parece débil dado que
nada garantiza que el progreso tecnológico será lo suficientemente rápido y contundente como
para evitar que la escasez de recursos constituya una restricción12. En últimas, pretender que la
“salvación” venga del avance de la tecnología es una extrapolación basada en una apreciación
equivocada de lo que ha ocurrido en los pasados dos siglos, semejando más un acto de fe en el
ser humano que un argumento científico (Luzzati, 2004, p. 331).
La producción y, en general, la actividad económica constituye un proceso de organización
y transformación de energía y materia de baja entropía en energía y materia de alta entropía que
se lleva a cabo a través de un conjunto de operaciones en un lapso de tiempo determinado y es
irreversible (Colacchio y Soci, 2003, p. 101; Ayres, 1978; GeorgescuRoegen, 1996). En virtud de
ello, los principios físicos y biológicos sugieren la importancia de los flujos materiales, energéticos
y de información, así como una fuerte interdependencia entre estos flujos y los agentes que los
extraen, transforman y utilizan (Christensen, 1989).
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12. Dasgupta y Heal (1974)
reconocen indirectamente esta
objeción al enfocar su atención en
la incertidumbre relacionada con
el tiempo exacto que tome
descubrir una tecnología de
contención disponible.
La
inquietud de estos autores es
abordada posteriormente por
Dasgupta y Stiglitz (1981),
quienes estudian los patrones de
consumo intertemporal de
recursos agotables a que puede
dar lugar dicha incertidumbre.
111
Investigación
Sería preciso que la formulación teórico económica de la producción reflejase estas
características. No obstante, los economistas asumen lo que ocurre dentro del proceso productivo
como un dato, por lo que difícilmente se puede decir que la función de producción neoclásica
describa de manera fiel el componente estrictamente técnico de la producción, y menos que lo
analice (Colacchio y Soci, 2003, p. 101). En particular, la autonomía de los factores productivos y
el principio de productividad (marginal) separable dan poca cuenta de la interdependencia sugerida
por las leyes físicas y ecológicas (Christensen, 1989, p. 19).
La teoría neoclásica de la producción viola las leyes de la termodinámica al asumir
implícitamente que el capital o el trabajo “crean” el producto, al igual que los materiales y la
energía que se requieren para la producción13 (Christensen, 1989, p. 23). Más aún, esta teoría
plantea que cuando el capital o el trabajo no “crean”, se pueden sustituir entre sí y con los recursos
naturales toda vez que no establece distinción física alguna entre estos elementos.
No obstante, la posibilidad de sustitución libre entre factores fundamentalmente diferentes
enfrenta restricciones físicas que la limitan en tanto los insumos productivos poseen atributos de
diversa índole que los hacen sustitutos pobres (Stern, 1997). En cuanto a la sustitución de recursos
naturales por capital, cabe considerar en ese sentido que la construcción y mantenimiento de un
aumento en el acervo de medios de producción entraña un incremento del agotamiento de los
recursos naturales (Daly, 1999, p. 33).
Por tal razón, puede decirse que las funciones de producción neoclásicas abstraen totalmente
que la disponibilidad de los factores de origen humano depende de la existencia del medio natural;
es decir, que el capital y el trabajo se combinan para extraer y aprovechar recursos del ambiente,
pero no pueden crear en un sentido físico la energía y los materiales de los que se componen y
sobre los cuales operan (Cleveland et al., 1984, p. 893; Daly, 1999).
Al tratar los recursos naturales indiferentemente frente a otros factores de la producción, las
formas funcionales estándar de la producción asumen elasticidades de sustitución altas al punto de
ser irreales desde una perspectiva biofísica y, de este modo, revelan su desatención hacia la
interdependencia entre los recursos naturales y el capital hecho por el hombre (Stern, 2004, p. 7;
Cleveland, 2003; Sollner, 1999, p. 112; Cleveland y Ruth, 1999; Cleveland, 1987, pp. 67 68).
En suma, la teoría de la producción ignora los aspectos físicos relevantes de la actividad
económica y reemplaza la complementariedad y heterogeneidad propia de los procesos productivos
reales con una suerte de homogeneidad, separabilidad y sustituibilidad entre factores, razón por
la cual constituye una construcción que posee poca aplicación a los procesos de transformación
material y energética englobados bajo el término producción.
En consecuencia, las teorías ortodoxas del crecimiento económico con motivaciones
ecológicas ignoran las restricciones naturales al crecimiento al considerar irrelevantes la finitud de
la tierra y la capacidad de sus recursos, pues gracias a las posibilidades de sustitución y/o el progreso
tecnológico no existen límites desde la perspectiva de la economía (Sollner, 1999, p. 105).
Lo anterior significa, en relación con la sostenibilidad del desarrollo, que la justicia
intergeneracional y el eventual agotamiento de los recursos naturales son reconciliados invocando
posibilidades de sustitución y progreso tecnológico inducido, las cuales son vistas como altas en
una economía de mercado y se cree evitarán a las generaciones futuras cualquier problema
relacionado con los recursos (Luzzati, 2004, p. 331; Victor, 1991, p. 195). Pero, como se desprende
de este análisis, no es posible zanjar el asunto de la justicia intergeneracional ante el agotamiento
de los recursos naturales invocando simplemente la sustitución y el progreso tecnológico; por el
contrario, este asunto debe ser aceptado como un problema real que amerita una discusión seria
(Sollner, 1999), una discusión que rebase los límites de la economía convencional.
13. De ahí que, desde una
perspectiva física, se considere que
las funciones de producción
neoclásicas son inapropiadas para
representar los sectores
procesadores de materiales en la
economía.
112
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