COLABORACIONES
Proceso de Bolonia (VI): aprendiendo comunicación
para la salud en el Grado de Medicina
Francesc Borrell-Carrió, Xavier Clèries, David Paredes-Zapata, Josep Maria Borrás-Andrés, Mireia Sans-Corrales,
Joan Josep Mascort-Roca
Resumen. La comunicación forma parte de la actividad clínica y en ocasiones determina el éxito o fracaso del proceso asistencial. Sin embargo, no ha sido reconocida en los planes de estudio del Estado español hasta muy recientemente, sobre
todo con el impulso del llamado ‘Plan Bolonia’. En el año 2009 se aprobó en la Facultad de Medicina de la Universitat de
Barcelona un nuevo plan docente que proponía incorporar la enseñanza de la comunicación en las materias clínicas y preclínicas, contabilizando entre 3 y 6 créditos europeos (ECTS), como competencia transversal. El presente artículo aborda el
diseño de esta competencia, los pros y contras, cómo se inserta en diferentes asignaturas y cómo puede evaluarse.
Facultad de Medicina; Universitat
de Barcelona; Departamento de
Ciencias Clínicas (F. Borrell-Carrió,
J.M. Borrás-Andrés, M. Sans-Corrales,
J.J. Mascort-Roca). Campus
Casanovas (D. Paredes-Zapata).
Parc Sanitari Pere Virgili (X. Clèries).
Barcelona, España.
Palabras clave. Comunicación. Enseñanza del Grado de Medicina. Métodos docentes.
Correspondencia:
Dr. Francesc Borrell Carrió.
CAP Cornellà. Bellaterra, 39-41.
E-08940 Cornellà de Llobregat
(Barcelona).
Bologna Process (VI): learning health communication in medical undergraduate
Summary. Communication is part of the clinical activity and sometimes determines the healthcare success or failure.
However it has not been recognized in the Spanish curricula until recently, in the context of the so called Plan Bologna. In
2009 a new teaching plan was approved at Medical School of Barcelona University which intended to incorporate
communication in clinical and preclinical areas (3-6 ECTS). In this article we explain pros and cons to introduce communication
not as a subject, but as a competency, how can be integrated in different subjects and how can be evaluated.
Key words. Communication. Teaching methods. Undergraduate medical education.
E-mail:
fborrell.cp.ics@gencat.cat
Agradecimientos:
Editorial Elsevier y Fundación
Ciencias de la Salud, que han
colaborado generosamente
en esta iniciativa docente.
Conflicto de intereses:
No declarado.
Conflict of interests:
None declared.
© 2012 Educación Médica
Punto de partida
La comunicación constituye una de las partes nucleares de la competencia de la profesión médica
[1-8] y por esta razón se considera susceptible de
ser enseñada, aprendida e, incluso, evaluada. En
este sentido, el objetivo que nos proponíamos es
que los alumnos del Grado de Medicina finalizaran
sus estudios con una idea clara de la importancia de
la comunicación en todos los ámbitos de su actividad profesional y conociendo los conceptos centrales en esta materia. A tal efecto, el nuevo plan de
estudios de la facultad del año 2009 [9] optó por
destinar de 3 a 6 créditos europeos (ECTS) a dicha
materia. Sin embargo, estos créditos no se reservaban en forma de asignatura, sino en forma de competencia transversal. El matiz es muy importante: si
el plan de estudios hubiera constituido una asignatura que se hubiera denominado ‘Comunicación en
el ámbito de la medicina’, con una carga lectiva de 3
a 6 ECTS, hubiera tenido que destinar unos profe-
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sores y restar estos créditos a otras materias. La
opción que se tomó fue, en cambio, nombrar dos
coordinadores en esta competencia transversal. Estos coordinadores tenían el encargo de diseñar un
módulo de aprendizaje que, a lo largo del Grado de
Medicina, diera respuesta a las necesidades formativas que se habían recogido en el plan de estudios.
Esta estrategia es novedosa en nuestra facultad
(como lo sería para la mayoría de facultades de medicina) y supone en la práctica lo siguiente:
– No existe una asignatura ni unos exámenes específicos incorporados al curso académico que se
denominen ‘Comunicación en el ámbito de la
medicina’. Los contenidos de esta competencia se
incorporan a diferentes asignaturas clínicas a lo
largo del currículo y cada asignatura los valora
como una de las competencias transversales que
enseña. Así, por ejemplo, en semiología se valora
no sólo que el alumno conozca las bases conceptuales de una anamnesis clínica, sino los aspectos
de comunicación implicados en dicha anamnesis.
197
F. Borrell-Carrió, et al
– Aunque esta materia no se constituye en asignatura, sí se conforma como módulo de competencia transversal. Como tal módulo, los coordinadores establecen un diseño curricular, unos profesores colaboradores y una estrategia de valoración que es aprobada por la Junta de Facultad.
– El plan de estudios desea mejorar las habilidades
comunicativas en diferentes áreas: ámbito de atención médica (comunicación médico-paciente-familia), ámbito del trabajo en equipo (comunicación con otros profesionales y entre profesionales) y, finalmente, la esfera social (comunicar a
los medios y a la sociedad).
En este planteamiento se han tenido en cuenta las
bases conceptuales y metodológicas más significadas en el ámbito de la educación médica respecto al
aprendizaje de comunicación de los futuros profesionales de la salud [10,11]. En concreto, cabe señalar el consenso que acordaron las 33 facultades de
medicina del Reino Unido sobre las habilidades de
comunicación que deben adquirir los estudiantes
de medicina en su formación curricular. Destaca
que el dominio de comunicación nuclear consiste
en el ‘respeto a los demás’ y que todo el programa
formativo se basa en los principios de: profesionalismo, práctica basada en pruebas, aspectos éticos y
legales y práctica reflexiva. Cada facultad de medicina adapta los diseños formativos en función de
las lagunas apreciadas en su plan de estudios [12].
Estrategia docente
Las opciones que hemos expuesto de manera sucinta tenían fortalezas y debilidades. La principal
fortaleza consistía en legitimar la comunicación
ante los alumnos, que podían percibir una asignatura con este nombre como una asignatura ‘menor’.
En cambio, introduciéndola en medicina interna,
oncología, cardiología, etc., trasladábamos el prestigio de estas materias a la competencia de comunicación. La comunicación dejaba de ser vista como
una ‘isla ideal’ donde unos médicos próximos a la
‘santidad’ se interesaban por los pacientes en tanto
que personas.
La principal debilidad era la disimilitud en las actitudes y conocimientos sobre esta materia de los
propios profesores encargados de impartirla. Otra
debilidad consistía en que el alumno percibiera la
unidad conceptual de la competencia, problema que
no se suscita cuando tiene que afrontar un examen.
Para paliar en lo posible estas debilidades nos
propusimos varias acciones y estrategias:
198
– Definir un glosario con todos los conceptos y
términos que debía aprender el alumno a la finalización del grado. De esta manera lográbamos
varios objetivos secundarios del mayor interés:
estabilizar un cuerpo teórico de conocimientos,
homogeneizar el uso de términos entre los profesores y facilitar que los diferentes profesores
que participarían tuviesen una referencia de lo
que en otros momentos curriculares se explicaría a los alumnos.
– Ofrecer un workshop anual de formación a los
profesores que participan en la competencia.
Este workshop tiene por objetivo fundamental
explorar el glosario y proporcionar herramientas
didácticas.
– De manera personalizada con cada uno de los
profesores ofrecerles soluciones ‘a medida’ para
que incorporaran contenidos de comunicación a
su asignatura, de acuerdo con el diseño del plan
de estudios y el desarrollo posterior aprobado
por la Junta de Facultad. En la tabla I recogemos
este diseño básico.
Puede resultar interesante para el lector reseñar algunas estrategias didácticas más concretas:
– En ningún caso se ha planteado la colaboración
de los diferentes responsables de asignaturas como
obligatoria. Siempre, sobre esta base de voluntariedad, nos hemos acomodado a las actitudes y
habilidades de cada profesor y responsable de
asignatura.
– De manera más concreta para cada asignatura
hemos proporcionado los siguientes materiales,
siempre en un diálogo fluido con los responsables: diseño y diapositivas (Powerpoint) de las
clases o seminarios; clips de vídeo, constituyendo
un repositorio común a la competencia (en convenio con Elsevier), y ejercicios para los alumnos.
La comunicación humana sólo se puede aprender si
los estudiantes adquieren nuevas formas de integrar y reflejar experiencias personales. La estrategia
de enseñanza, por consiguiente, se basa en los problemas clínicos:
– Diferentes maneras de resolver problemas de comunicación y conflictos.
– Decisiones compartidas con el paciente.
– Identificación de errores comunes en el ámbito
de la comunicación asistencial.
– Hacer consciente el hábito de comunicación que
el alumno tiene de manera habitual, y la gestión
emocional que debemos aprender a realizar en
la entrevista clínica. Seguimos a tal efecto los
modelos que reseñamos en las tablas II y III.
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Proceso de Bolonia (VI): aprendiendo comunicación para la salud en el Grado de Medicina
Tabla I. Módulo interdisciplinario de comunicación y relación asistencial
(MICRA) a.
Módulo A
Asociado a psicología y a introducción de la salud.
Contiene conocimientos básicos de comunicación
humana (1 ECTS)
Módulo B
Asociado a semiología y otros cursos clínicos
(oncología, enfermedades infecciosas, situaciones
críticas de atención de emergencia). Este módulo
contiene habilidades de comunicación aplicados
al trabajo con pacientes, familia y equipo (1 ECTS)
Módulo C
Asociado a medicina familiar (6.º curso). Este módulo
explora la resolución de los retos actuales en la
práctica de la medicina, tanto en atención primaria
como en urgencias (1 ECTS)
a Se compone de tres módulos que se desarrollarán durante el Grado de Me-
dicina, con 3 ECTS. Estos módulos se complementan con un curso optativo
denominado ‘Medicina centrada en el paciente’ (2 ECTS) [13].
Proceso didáctico
Las personas creemos en general que nos comunicamos bien. Algunas personas, pocas, perciben que
pueden mejorar aspectos de la comunicación, e incluso algunas se lo toman muy en serio y de manera
natural adquieren un alto grado de habilidades sociales. Estas personas aprenden que es muy ventajoso adquirir este tipo de habilidades y se mostrarán
receptivas a aprender más. Por consiguiente, cuando
un profesor introduce la competencia de comunicación se encuentra con estos perfiles:
– ‘Yo ya me comunico bien, no creo que me aporte
nada’.
– ‘A ver qué me aporta sobre lo que ya he reflexionado’.
– No participar.
Una manera en que el profesor puede afrontar positivamente los dos primeros perfiles es plantear al
inicio de la actividad una situación clínica en la que
se produce un problema o conflicto relacionado
con la comunicación. Estas situaciones ponen de
relieve al primer grupo de estudiantes que tal vez sí
hay un conjunto de habilidades que aprender, y al
segundo grupo invita a pensar cómo aplicarían lo
que ya saben. El tercer grupo, formado por aquellos
alumnos que no participan de la actividad docente,
quedan limitados al aprendizaje vicario en las prácticas clínicas y a la influencia de sus colegas en el
pregrado. Este grupo de alumnos debe ser considerado también en el momento de la evaluación de la
competencia.
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Tabla II. Competencia emocional en la entrevista clínica [13,14].
Estilo emocional
‘natural’
El profesional se comporta de manera similar a como actúa en sus relaciones
sociales: conductualmente, con el grado de cordialidad y respeto que
le caracteriza, y emocionalmente, de forma habitual con estilo reactivo
(simpático con el que me cae bien, antipático con el que me cae mal)
Estilo emocional
profesional básico
El profesional gradúa sus niveles de cordialidad y respeto porque aprende
a conocer sus niveles basales, y adopta un estilo emocional proactivo:
simpático con el que me cae bien, neutro o cortés con quien me cae mal.
En el ámbito cognitivo, el profesional sabe establecer unos objetivos básicos
del encuentro, adopta un plan de entrevista y sabe ejecutar unas tareas de
entrevista clínica
Estilo emocional
profesional avanzado
El profesional aprende a intensificar o decrementar determinadas emociones
o reacciones conductuales y sabe realizar maniobras de rescate emocional
y rescate temático y de atención, entre otras habilidades. En el ámbito
cognitivo, el profesional sabe analizar el encuentro de manera diacrónica
(aplicando un modelo de interacción estratégica), sabe encajar pérdidas de
autoestima y adaptar las conductas lex artis a las peculiaridades concretas
del paciente, con una consideración ética
Si nos fijamos en cómo trabajar el escenario ‘problema’, cabe decir que a un escenario inicial pueden
seguir otros escenarios representativos de la dificultad que tratamos de superar. Estos escenarios recomendamos trabajarlos siguiendo estos pasos [17]:
– Mostración. Situamos a los alumnos en el contexto en que se produce el reto de comunicación.
A continuación les presentamos una escena videograbada (preferible) o un diálogo escenificado o que leemos.
– Reflexión. El profesor tiene preparada una serie
de preguntas o comentarios para suscitar la reflexión de los alumnos. Hay que evitar la tendencia a divagar o sugerir actuaciones abstractas, y
en cambio orientar a los alumnos a las palabras o
acciones concretas que se deberían llevar a cabo.
– Resolución. Se reproduce la escena, esta vez con
los propios participantes en el taller o seminario.
El profesor lleva a cabo el rol de profesional y
pone en práctica las diversas sugerencias de los
alumnos. Estas sugerencias a veces no son consistentes unas con otras, por lo que interesará en
ocasiones realizar varias escenificaciones para
que los alumnos verifiquen cuál es la habilidad
de comunicación que logra mejor resultado.
– Práctica personal. Una vez el profesor sintetiza
lo que el grupo ha aprendido, se propone a los
alumnos que reproduzcan un escenario similar.
En grupos de tres, uno asume el rol de paciente,
otro, el de profesional, y un tercero, el de observador. Se proporciona una guía de observación
–conocida por todos– para este último. Hemos
llamado a esta metodología ‘ejercicios de 3 × 3’.
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Tabla III. Modelo emotivo-racional de acto clínico [15].
El acto clínico está presidido por la tensión psicológica de dar una
respuesta eficaz y eficiente a la demanda del paciente. Una falta
de contención de esta tensión psicológica lleva al cierre prematuro
de la entrevista, una de las principales causas de errores médicos
Encuadre de la entrevista: comprender con exactitud esta demanda
suele ser la primera prioridad del acto clínico. A tal efecto deberemos
distinguir entre la expectativa del paciente y lo que el profesional
entiende que es su prioridad en aquel momento clínico
En la entrevista semiológica buscamos datos anamnésicos y
de exploración física para orientar los problemas del paciente.
La irrupción de emociones fuertes altera el curso de la reflexión,
facilitando la aparición de las denominadas ‘trampas cognitivas’ [16]
Una de las principales habilidades ‘emocognitivas’ del clínico consiste
en reencuadrar las prioridades de la entrevista. Ejemplos de
reencuadre serían: ‘estoy orientando el problema del paciente como
dolor de hombro cuando en realidad aqueja una debilidad muscular
generalizada’, o bien, ‘estoy considerando las quejas de este paciente
como si fueran de perfil crónico, pero lo cierto es que se trata de unas
molestias nuevas’
Los reencuadres suponen gestionar las emociones sobre todo
en dos aspectos: evitar la falsa seguridad clínica (overconfidence)
y aprender a demorar la resolución de las entrevistas clínicas
(contener la prisa)
– Validación y reafirmación grupal. El grupo se
reencuentra y se comentan dificultades y situaciones particulares.
– Trabajo personal. Invitamos a los alumnos a trabajar la temática en la parte de trabajo personal
que tiene el crédito. A tal efecto disponemos de
varios instrumentos: a) Curso virtual a través de
la plataforma Moodle, donde los alumnos pueden escoger entre diversas posibilidades de trabajos optativos. La corrección de estas pruebas
se realiza también a través del campus virtual; b)
Webquest elaboradas especialmente para el módulo; y c) Curso a distancia de ‘cómo dar malas
noticias’ (en convenio con la Fundación Ciencias
de la Salud).
En síntesis, se trata de una orientación didáctica
que prioriza los retos de comunicación, usa el que
hemos denominado ‘motor de tres tiempos’ [17]
(contexto de las escenas, el profesor se pone a riesgo ante los alumnos y en un tercer tiempo el propio
alumno es quien afronta el reto), y los ejercicios con
un diseño de observador privilegiado (ejercicios de
3 × 3). Los diferentes recursos online que hemos
mencionado se integrarán en un portafolio que el
alumno irá siguiendo a lo largo del currículo.
200
Evaluación
No existe una ‘nota’ que sintetice los avances en
esta competencia. Como hemos dicho, esta valoración se integra en la propia de cada asignatura. Sin
embargo, la comunicación tendrá al menos un 20%
del peso total de la evaluación clínica objetiva estructurada (ECOE) que se celebrará a finales de sexto
curso. Una vez instaurado el portafolio, las hojas de
reflexión ofrecerán una oportunidad de mejorar la
valoración de la competencia.
A manera de conclusión
Las habilidades de comunicación pueden (y deben) aprenderse, pero para lograr este objetivo es
necesario un primer paso: la comunicación debe
ser reconocida por los profesores y estudiantes
como parte fundamental del plan de estudios clínicos. En este reconocimiento tiene mucho que
ver la actitud que se adopta hacia la comunicación
y cómo se entiende ésta. Si la comunicación se
contempla sólo como una mera transmisión de información, se pierde la visión global, compleja y
contextual del ser humano ante los procesos de salud y enfermedad.
Los coordinadores de esta competencia deben
ser legitimados por la Junta de Facultad y gozar del
apoyo activo de los responsables académicos, en especial del jefe de estudios. La estrategia docente
debe ser participativa, basada en seminarios o talleres, y en problemas o retos que susciten el interés
de los alumnos desde el primer minuto. Existe el
peligro de que una parte de los alumnos entienda el
aprendizaje de la comunicación como unas recetas,
eso es, unas habilidades y técnicas que aplicarán a
cada situación reto, sin más aprendizaje. Este perfil
de alumno debe comprender la parte de gestión
emocional que conlleva este aprendizaje. De nada
sirve aprender unas habilidades que no se saben enmarcar en una buena gestión de las emociones porque, a largo plazo, será la forma de vivir el acto clínico la que mandará sobre las habilidades adquiridas de manera mecánica. Por si fuera poco, una
fuerte emoción de oposición, irritación o antagonismo anula toda posibilidad de empatía [18] y aleja
de un abordaje centrado en el paciente.
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