Bicentenario del
Plan de Iguala y de
la Independencia de
México 1821 - 2021
Coordinadora: Ana María Cárabe | Asesor editorial: Luis Felipe Cariño Preciado
Diseño editorial: Fernando Parra Farina
Bandera trigarante A.1o.
Bandera que se conserva en una colección
particular anónima y que no está catalogada
en la colección de Banderas Históricas del
Museo Nacional de Historia, cuya fotografía
(1997), se atribuye a la doctora en Historia
Estela Guadalupe Jiménez Codinach.
Esta bandera Trigarante A.1o. está
confeccionada con tela de raso de seda de
tres colores y pasamanería; probablemente
es la que hizo en Iguala en 1821, el señor José
(Cecilio) Magdaleno Ocampo (1770 - 1833).
Portada:
Estandarte del Regimiento de Infantería de la
Línea Provincial de Puebla o de las Tres Garantías
Anónimo, Siglo XIX
Bordado sobre seda
126.7 x 129 cm
Colección de Banderas Históricas
Museo Nacional de Historia INAH México
Acta de Independencia del Imperio Mexicano
28 de septiembre de 1821
61.1 x 75.8 cm
Museo Nacional de Historia INAH México
Vicente Guerrero
Anacleto Escutia
Óleo sobre tela, 10 de septiembre de 1850
92.41 x 114.6 cm
Agustín de Iturbide
Primitivo Miranda (1822-1897)
Óleo
175.7 X 245.5 cm
Museo Nacional de Historia
INAH México
4
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Comité ciudadano
Para la conmemoración del Bicentenario del Plan de Iguala
y de la Independencia de México 1821 – 2021
C. Luis Antonio Díaz Luna
Presidente
Lic. Estela Díaz Escobar
Lic. Elvira Durán Ramírez
Secretaria
Tesorera
Vocales
Dr. Armando Peralta Martínez
Lic. Luz Fabiola Matildes Gama
DCG. Fernando Parra Farina
Lic. Christopher Navarrete Núñez
Lic. Blanca Elena Rivera Del Río
Consejo Asesor
Dra. Ana María Cárabe
Dr. David Cienfuegos Salgado
Biól. Luis Felipe Cariño Preciado
Dr. Florencio Benítez González
Mtro. Albino López Nava
Bicentenario del
Plan de Iguala y de
la Independencia
de México 1821 - 2021
Ana María Cárabe | Christopher Navarrete Núñez | Luis Felipe Cariño Preciado
Carlos Ernesto Saldaña Nájera | Salvador Román Román | Kit Christensen
David Cienfuegos Salgado | Adriana Balmori Aguirre
Jaime del Arenal Fenochio | Luis Díaz-Santana Garza
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
ÍNDICE | 9
ÍNDICE
Título original:
Depósito legal:
Mensaje del Grupo Bicentenario Plan de Iguala.
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Bicentenario del Plan de Iguala y de la
Independencia de México 1821 - 2021
Dirección General de Bibliotecas Públicas
Manuel Tolsá No.6, Col. Centro, Alcaldía
Cuauhtémoc, Ciudad de México, CDMX,
C.P. 06040 contactodgb@cultura.gob.mx
Mensaje del Dr. Antonio Jaimes Herrera. Presidente Municipal
de Iguala de la Independencia, Gro.
15
Instituto Nacional del Derecho de Autor
(INDAUTOR)
Puebla 143, Col. Roma Norte, Alcaldía
Cuauhtémoc, Ciudad de México, CDMX,
C.P. 06700 isbnmexico@cultura.gob.mx
Mensaje de la Lic. Leticia López Landero. Presidente Municipal de
Córdoba, Ver., con motivo de la celebración del bicentenario
del Plan de Iguala, de los Tratados de Córdoba y de la
Independencia de México.
17
Biblioteca Central de la Universidad Nacional
Autónoma de México
Cto. Interior S/N, C.U., Alcaldía Coyoacán,
C.P. 04510 Ciudad de México, CDMX
bcentral@dgb.unam.mx
Prólogo
19
Corrido de Iturbide
Sonia Medrano Ruíz
23
Reservados todos los derechos. No se
permite la reproducción total o parcial de
esta obra, ni su incorporación a un sistema
informático, ni su transmisión en cualquier
forma o por cualquier medio (electrónico,
mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin
autorización previa y por escrito del Grupo
Bicentenario Plan de Iguala, exceptuando
la inclusión de breves citas en textos de
investigación, divulgación o crítica y dando
los créditos de los autores correspondientes.
La vocación monárquica novohispana. (1808 - 1821)
Ana María Cárabe
27
Los indultos durante la revolución de Independencia. (1810 - 1821)
Christopher Navarrete Núñez
41
Norteamericanos en la Independencia de Nueva España.
¿Intervencionismo soterrado?
Luis Felipe Cariño Preciado
55
La infracción de dichos derechos puede
constituir un delito contra la propiedad
intelectual.
La organización militar en el Sur en los albores de la proclamación
del Plan de Iguala y su importancia en la consumación de la
Independencia.
Carlos Ernesto Saldaña Nájera
73
El plan que forjó una patria independiente.
Salvador Román Román
93
1ª edición: Agosto 2021
Autores:
© Ana María Cárabe,
Christopher Navarrete Núñez,
Luis Felipe Cariño Preciado,
Carlos Ernesto Saldaña Nájera,
Salvador Román Román,
Kit Christensen,
David Cienfuegos Salgado,
Adriana Balmori Aguirre,
Jaime del Arenal Fenochio,
Luis Díaz-Santana Garza, 2021
Editorial:
© Universidad Autónoma de Guerrero
(UAGro) y Grupo Bicentenario Plan de
Iguala, 2021
Av. Javier Méndez Aponte No. 1, Fracc.
Servidor Agrario, Terrenos de Rectoría,
C.P.39070 Chilpancingo de los Bravo,
Guerrero, México Tel. 747 471 9310
https://www.uagro.mx/
Ignacio Comonfort No. 2, Col. Centro
C.P. 40000 Iguala de la Independencia,
Guerrero, México
mail: plandeiguala2021@gmail.com
Tels.: 733 106 5868 y 733 142 8399
Impreso y hecho en México por:
Printed and made in Mexico by:
Imprimé et fai tau Mexique par:
Preprensa Digital, S.A. de C.V.
Calle Caravagio No. 30, Col. Mixcoac
C.P. 03910 Alcaldía Benito Juárez,
Ciudad de México CDMX.
Tels. 55 5611 9653 y 55 5611 7420
Este libro ha sido sometido a un proceso de
dictaminación externa por pares académicos.
Esta obra se realizó sin fines de lucro.
Catalogación: 972.032 3 DEWEY
ISBN: 978-607-8755-24-0
Comité editorial.
Ana María Cárabe
Luis Felipe Cariño Preciado
Equipo editorial:
Coordinación de la obra: Ana María Cárabe
Asesor editorial: Luis Felipe Cariño Preciado
Diseño y composición: Fernando Parra Farina
Esta publicación está cofinanciada por:
9 786078 75524 0
Buscando a José Magdaleno Ocampo: Los archivos parroquiales
de San Francisco de Asís de Iguala revelan sus secretos.
Kit Christensen
107
A 200 años del Ejército Trigarante.
David Cienfuegos Salgado
121
Los Tratados de Córdoba.
Adriana Balmori Aguirre
141
A 200 años del Plan de Iguala.
Jaime del Arenal Fenochio
157
Música y sociedad en el México independiente:
Estudio de una crónica del ocaso novohispano.
Luis Díaz-Santana Garza
169
Apartados
Exposición de gráficos monumentales
“Iguala en la historia de México”
La ruta de la independencia
186
202
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
MENSAJE
MENSAJE
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala se creó el 28 de septiembre del 2018
conformado por ciudadanos, académicos y empresarios; por iniciativa del
periodista cultural Luis Luna y con la decidida participación de la empresaria
Elvira Durán Ramírez, con la intención de organizar desde la sociedad civil
un proyecto que permitiera proyectar a Iguala en el marco de los 200 años de
la Independencia de México y resaltando que del Plan de Iguala, documento
fundacional del México independiente surgió la primera bandera nacional, la
trigarante y el primer ejército del mismo nombre.
Dicho Grupo se integró con la promotora cultural Estela Díaz Escobar,
el empresario Armando Peralta Martínez, el profesor Guillermo de la Cruz Issa,
el doctor en Derecho David Cienfuegos Salgado, el promotor cultural Fernando
Parra Farina, la activista Luz Fabiola Matildes Gama, el investigador Luis Felipe
Cariño Preciado, el historiador Christopher Navarrete Núñez, la activista Blanca
Elena Rivera del Río, la doctora en historia Ana María Cárabe, el doctor en historia
Florencio Benítez González y el promotor cultural Albino López Nava.
La mesa de trabajo está conformada por Luis Luna como presidente,
Estela Díaz Escobar como secretaria y Elvira Durán Ramírez como tesorera,
contando con los demás integrantes como vocales y asesores.
Desde su fundación, el Grupo Bicentenario Plan de Iguala ha venido
realizando una serie de gestiones en los tres niveles de gobierno y actividades en
las que destaca a nivel municipal en noviembre del 2018, la solicitud al alcalde
de Iguala Antonio Salvador Jaimes Herrera para que instale la Comisión Pro
Conmemoración del Bicentenario integrada por su Cabildo y la sociedad civil,
empresarios, grupos de servicio y comunidad cultural.
A nivel estatal, se giraron oficios a diputados integrantes del Congreso
Local para solicitar que conformara una Comisión Pro Conmemoración e instalen
en el Muro de Honor el nombre de Plan de Iguala 1821.
El 9 de abril del 2019 se le entregó oficio al Gobernador del Estado, Lic.
Héctor Astudillo Flores para solicitarle organizar y encabezar la conmemoración
del Bicentenario gestionando un recurso para la edición de libros conmemorativos
y un amplio programa cultural y académico además de una obra conmemorativa
para Iguala. El 9 de agosto de ese mismo 2019 nos recibió en su oficina de Palacio
de Gobierno, ratificando este compromiso y logrando que el Congreso Local
aprobara 12.5 millones de pesos para la conmemoración en todo el estado de
Guerrero.
Monumento “a la ciudad de Iguala cuna
de la consumación de la independencia
mexicana proclamada en este mismo sitio
el 24 de febrero de 1821”
Construido en 1942
Francisco Canessi
Fotografía Luis Luna
27 septiembre 2020
A nivel federal, el 7 de febrero del 2019 se envió solicitud al Presidente
de la República, Lic. Andrés Manuel López Obrador para solicitarle tomar en
cuenta de manera importante a Iguala en los magnos festejos del Bicentenario de
la Independencia de México que se verificarán en 2021.
Desde marzo del 2019 se solicitó por oficio a los diputados federales
Sergio Mayer Bretón, Mario Delgado Carrillo, Araceli Ocampo Manzanares y
a Manuel Huerta Martínez, crear la Comisión Pro Conmemoración, asignar un
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
MENSAJE
recurso especifico, la aprobación de los decretos para reinsertar al himno nacional
la estrofa en que se menciona a Iguala, instaurar el Día del Ejército Trigarante,
colocar el nombre del Plan de Iguala en el muro de honor y la emisión de billetes
y monedas conmemorativas por parte del Banco de México, y boletos alusivos al
bicentenario por parte del transporte colectivo metro en las ciudades de México,
Monterrey y Guadalajara y un billete de lotería nacional.
Como Grupo Bicentenario Plan de Iguala iniciamos en febrero del 2019
una serie de actividades académicas que contemplan conferencias con destacados
investigadores que han abordado el tema sobre la trigarancia, Iturbide y Guerrero,
Iguala y el Plan de la América Septentrional.
En julio 2020, durante el distanciamiento social como medida para
disminuir la propagación del COVID-19, nuestros eventos y reuniones se
presentaron de manera virtual a través de las plataformas Zoom y Facebook Live,
realizando mensualmente dos conferencias virtuales y que continúan de manera
permanente durante el 2021.
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala hizo entrega presencial de
Testimonios de Fraternidad como muestra de unidad histórica para estrechar
lazos de amistad y de trabajo a los Honorables Ayuntamientos de Tixtla de
Guerrero en la conmemoración del 238 aniversario del natalicio del general
Vicente Guerrero el 9 de agosto del 2020; asimismo el 19 de septiembre de 2020
al H. Ayuntamiento de Córdoba, Veracruz por el 199 aniversario de la firma de El
Tratado de Córdoba, y el 10 de enero del 2021 al H. Ayuntamiento de Teloloapan,
Guerrero por el Bicentenario del Abrazo de Acatempan.
En febrero de 2021 se realizó de manera virtual el primer Festival
Histórico Plan de Iguala 1821 – 2021, con exposiciones de documentos históricos,
en el Museo de la Bandera y Santuario de la Patria y dos exposiciones urbanas con
gráficos de gran formato en las mamparas del zócalo y en las rejas perimetrales de
la iglesia de San Francisco, tres conciertos con música correspondiente a la época
de la Consumación de la Independencia, y tres conferencias con historiadores de
trayectoria nacional.
En esta ocasión nos es grato entregar este libro conmemorativo titulado
“Bicentenario del Plan de Iguala y de la Independencia de México 1821 - 2021”,
que ha sido posible realizar gracias al patrocinio de la Minera Media Luna, la
Universidad Autónoma de Guerrero y los Ayuntamientos de Córdoba, Veracruz y
de Iguala de la Independencia, Gro.
Este esfuerzo editorial pretende ser una revisión de la historia en torno al
Plan de Iguala y al movimiento de independencia, alejada de filias y fobias, para
ofrecerlo como un legado a las nuevas generaciones de igualtecos, de guerrerenses
y de mexicanos.
Iglesia San Francisco de Asís
Hugo Brehme
Fotografía (detalle) 1905
Fototeca Nacional
ATENTAMENTE
Grupo Bicentenario Plan de Iguala
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
MENSAJE
Mensaje del Dr. Antonio Salvador Jaimes Herrera,
Presidente Municipal Constitucional
de Iguala de la Independencia
Como presidente municipal constitucional de Iguala de la Independencia,
Guerrero, tengo el honor de presidir los festejos del Bicentenario del
Plan de Independencia de la América Septentrional, más conocido
como Plan de Iguala; por lo mismo he decidido participar con parte
de auspicio de este libro impulsado por el Grupo Bicentenario Plan de
Iguala, y que es parte del festejo a nivel nacional.
El general Agustín de Iturbide y Arámburu, aquí en Iguala, en 1821,
realizó tres hechos fundamentales para México:
1. Proclamó el Plan de Iguala el 24 de febrero.
2. El 2 de marzo del mismo año, hizo ondear la primera bandera
de México, instaurándose a partir de entonces los tres colores
nacionales; verde, blanco y rojo.
3. Integró el primer ejército nacional, el Ejército Trigarante.
Todo esto sucedió con el apoyo incondicional y militante de Vicente
Guerrero, sin el cual no se hubieran podido alcanzar los objetivos de la
Independencia.
Por tales hechos consumados, Juan Álvarez Hurtado nombró al
general Agustín de Iturbide y Arámburu “Héroe de Iguala” y “Hombre
inmortal”.
Dichas razones dieron motivo para que Iguala, durante 63 años,
fuera llamada “Ciudad de Iguala de Iturbide”; desde el 2 de junio de
1835 hasta el 30 de mayo de 1898. Con ello la ciudad misma fue un
monumento que perpetuó la memoria de este insigne consumador
de la independencia nacional, junto con el no menos insigne Vicente
Guerrero.
En 1942 el gobierno federal inauguró un monumento que inmortaliza
la gesta de Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, construido sobre lo
que fue el cuartel general de Iturbide de Iguala, Guerrero.
Este año 2021, integré una comisión de gobierno con la coordinación
de Juan Muñoz Caballero, y un comité ciudadano con distinguidas
personalidades de la sociedad civil para las actividades conmemorativas
de este año singular en que debemos honrar a nuestros ancestros y
fomentar los valores cívicos en las nuevas generaciones de igualtecos.
Cabe mencionar, que hemos contado con la colaboración del
Grupo Bicentenario Plan de Iguala para llevar a cabo las festividades
y un sinnúmero de acciones, para conmemorar magistralmente el
Bicentenario de nuestra independencia nacional, que se consumó aquí
en Iguala de la Independencia, Guerrero.
Guerra de Independencia
Roberto Rodríguez Navarro (1945)
Murales, 1969
200m2
Palacio Municipal de Iguala, Gro.
Atentamente
Dr. Antonio Salvador Jaimes Herrera
Presidente Municipal Constitucional de Iguala de la Independencia,
Guerrero.
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MENSAJE
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Mensaje de la Lic. Leticia López Landero
Presidente Municipal de Córdoba, Ver.,
con motivo de la celebración del bicentenario del Plan de Iguala,
de los Tratados de Córdoba y de la Independencia de México.
Es un privilegio, un verdadero honor para mí; como cordobesa, como veracruzana,
como mexicana y -finalmente como mujer-, estar al frente del ayuntamiento de
Córdoba, en un año tan profundamente significativo para Córdoba e Iguala, como
para México: los 200 años del nacimiento de nuestro país, el México moderno.
Por lo que, de manera decidida, he dispuesto que nuestro histórico municipio,
participe en el libro conmemorativo “Bicentenario del Plan de Iguala y de
la Independencia de México 1821 - 2021” que impulsa el Grupo Bicentenario
Plan de Iguala, en este momento que significa una reivindicación histórica de
dos ciudades, Iguala y Córdoba, que fueron arrastradas al olvido histórico-social
nacional, por el sino de un héroe mítico: Agustín de Iturbide y Arámburu, quien
junto con Vicente Guerrero, consumaron la independencia de nuestra patria.
Córdoba e Iguala tienen vidas paralelas y colaterales; se hermanan desde hace
por lo menos 25 siglos; desde el añejo y milenario pasado olmeca, hasta ahora, que
celebran al unísono, el bicentenario del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba.
Córdoba e Iguala tienen paralelismos que asombran: se levantan altivas entre
los 700 y 800 msnm, anidadas; la una, frente al Golfo de México, en la Sierra
Madre Oriental y la otra, sobre la Sierra Madre Occidental, y las dos sobre las
sierras que son el parteaguas hacia sus respectivos mares.
Comparten el ser poblaciones de origen prehispánico, eminentemente
dedicadas al comercio, desde el mar hasta el centro del Anáhuac, desde los sacbés
(caminos blancos) mayas, hasta las chinampas mexicas.
Córdoba e Iguala eran centros nodales de intercambio comercial mesoamericano,
por encontrarse en rutas vitales de comunicación y comercio y lo siguen siendo
actualmente.
Córdoba e Iguala yacen sobre valles rodeados de montañas, y ambas poblaciones
tienen cada una su lago y un “lugar de conejos”: Toxpan en Córdoba y Tuxpan en
Iguala. A Córdoba la recorre el río Seco y a Iguala el río San Juan.
En tiempos virreinales la importancia de Córdoba e Iguala no decreció; muy al
contrario, crecieron exponencialmente, debido a que eran parte del camino real
en América, que comunicaba a los puertos más importantes de la Nueva España:
Acapulco y Veracruz, con la Ciudad de México, Manila, Filipinas y Cádiz, España,
en la Europa meridional, en lo que constituyó la “Ruta Marítima de la Porcelana
y la Seda.”
La fundación de Iguala se remonta al siglo XVI, con la llegada de frailes
franciscanos y la fundación de Córdoba la realizan 30 Caballeros, por lo que
también la llaman la Ciudad de los Treinta Caballeros, mientras que a Iguala
la llaman la Ciudad Tamarindera, por sus 32 famosos tamarindos, que fueron
sembrados por amor en 1832 y de donde surge una leyenda de amor.
Pero el momento cumbre que hermana definitivamente a Córdoba e Iguala
ocurrió en el año 1821, cuando el 24 de febrero, el coronel Agustín de Iturbide
y Arámburu, previo acuerdo con el guerrerense Vicente Guerrero, proclamó
el llamado Plan de Iguala y el 2 de marzo creó la primera bandera de México
y su primer ejército, el Ejército Trigarante, y en Córdoba se libró la Batalla de
Córdoba -la última batalla por la independencia-, el 21 de mayo de 1821, tras
la cual la ciudad se hizo trigarante; mientras tanto, de Europa mandaron como
Capitán General de Nueva España a Juan O’Donojú, quien llegó a Veracruz el 3 de
agosto de 1821; O’Donojú e Iturbide tuvieron un intercambio epistolar y el 24 de
agosto del mismo año 1821, se encontraron en Córdoba y firmaron los tratados
epónimos que dieron paso a la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad
de México el 27 de septiembre de 1821 y a la firma del Acta de Independencia del
Imperio Mexicano el 28 de ese mismo año.
Córdoba para siempre
Jaime Sánchez Nava (1964)
Mural (detalle), 2010
Palacio Municipal de Córdoba, Veracruz
México
Lic. Leticia López Landero
Presidente del Municipio de Córdoba
2021 Año del Bicentenario de los Tratados de Córdoba
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
PRÓLOGO
Prólogo
En 2021 se cumplen doscientos años del nacimiento de México como país libre
e independiente. El hecho no fue un grito libertario ni un plan atropellado, ni
una guerra sangrienta y larga. Tampoco fue un movimiento reaccionario contra
la Constitución de 1812 y sus novedosas ideas liberales, porque, lograda la
independencia esta Constitución fue vigente mientras el nuevo país se daba sus
propias leyes. Tampoco la independencia de México se llevó a cabo contra las
arbitrariedades de un rey déspota, como nos hacen creer los libros de historia
patria, de hecho, la figura del rey unió las voluntades de todos los sectores sociales
novohispanos en favor de la independencia bajo el régimen monárquico.
Para 1820 los conceptos modernos de la soberanía del pueblo, la división
de poderes, el constitucionalismo, la libertad de comercio, la abolición de los
estamentos, ya formaban parte de la cultura política de la clase dirigente. Pero el
pueblo novohispano era profundamente monárquico a la vez que la monarquía
representaba la estabilidad política que ofrecía la legitimidad comúnmente
aceptada. Por otra parte las ideas modernas no se contraponían con el régimen
monárquico porque, como bien señala Norberto Bobbio, el liberalismo se puede
insertar en diversos sistemas políticos.
El retorno al régimen constitucional en España motivado por el
levantamiento del teniente coronel Rafael del Riego fue el hecho que detonó la
urgencia de independizar a Nueva España de la metrópoli porque este suceso
suponía que los diputados americanos concurrirían a formar parte de las Cortes
españolas en notoria desigualdad con respecto de los diputados peninsulares,
es decir, los representantes americanos eran en todos los casos inferiores en
número a los peninsulares, de manera que, a pesar de tener mayor territorio,
mayor población y más riqueza, América quedaría sometida a la voluntad de
los representantes de la península. El problema de la distancia se sumaría a
pronunciarse por la independencia porque en caso de que un diputado americano
fuera inhabilitado por enfermedad o muerte su escaño debería quedar vacante al
menos durante seis meses, mientras se elegía a su sustituto al otro lado del mar.
Estas novedades en la política peninsular decidieron a los novohispanos
a concretar un proyecto de independencia que se plasmó en el documento de
Agustín de Iturbide conocido como Plan de Iguala. En aquellos momentos, además
de que la base poblacional era monárquica, la élite ilustrada que encabezaba el
proyecto, carecía de experiencia política y de virtudes republicanas después de
haber pasado trescientos años de abatimiento e ignorancia, como posteriormente
lo expresó Iturbide en su Manifiesto de Liorna.
Bajo estas premisas, Iturbide trabajó por reunir las voluntades de todos
los sectores novohispanos en torno al Plan de Iguala y logró la independencia de
manera incruenta.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
PRÓLOGO
Sin embargo, Agustín de Iturbide, el Plan de Iguala, Los Tratados de
presentación se señala que es deseable que las fiestas patrias “no se vuelvan
Córdoba y la fecha del logro de la independencia han sido evitados, cuando
festividad para exaltar a héroes y denostar villanos, sino oportunidad para
no ignorados, por la historia oficial. Para comprender las razones tenemos
discutir la pluralidad de proyectos y voces que nos forjaron y que hoy conforman
que remontarnos al siglo XIX, el siglo de la invención nacionalista, cuando
nuestro país”. El texto abunda que “es tiempo de nuevas reflexiones: la simple
la historia, así como muchas ciencias, no había establecido su método de
repetición de una historia maniquea empobrece y petrifica a nuestros personajes
investigación y fue usada como una vía de construcción del nacionalismo, ya
patrios; ponerlos en diálogo con sus voces antagónicas los vivifica”.
que éste se propone en términos históricos con una visión maniquea, es decir,
los personajes históricos se plantean como buenos contra malos. Clifford Geertz
considera que la ideología liberal después de restaurada la república, se usó como
una forma de obtener ventaja sobre los adversarios, como una forma ideológica
de asegurar su victoria.
Bajo esta lógica, Iturbide y el movimiento de independencia que encabezó
y logró se contrapuso al movimiento insurgente, que fue considerado por la
ideología nacionalista como el verdadero movimiento patriótico al que Iturbide
arrebató el triunfo.
De acuerdo con esta propuesta, el objetivo de este libro es precisamente
buscar nuevas reflexiones alrededor del proceso de independencia para
conmemorar el Bicentenario de un hecho tan trascendental. Todos los actores
de nuestra historia tienen su lugar en ella, su importancia y su trascendencia, sin
menoscabar la importancia que tuvieron los personajes que han sido olvidados
injustamente.
Con este fin se han seleccionado diez trabajos especializados presentados
para su divulgación al público general que se interesa por el pasado histórico,
y por ello pretendemos que la obra tenga una amplia difusión. La temática
Resulta lógico que la historia nacional haya querido opacar los méritos de
comienza con una explicación del panorama general de la época para continuar
quien fue, de hecho, el libertador de la patria, y se haya visto como un villano sin
con aspectos poco conocidos de la insurgencia, como son los indultos que se
honor y sin gloria, porque el proyecto de Iturbide fue monárquico y por lo tanto
ofrecieron en repetidas ocasiones por las autoridades virreinales a los militantes
acorde a las circunstancias políticas, mientras que los insurgentes, a partir de 1813
de la insurgencia con el fin de debilitar el movimiento y la importancia de las
y la Constitución que firmaron en Apatzingán, se declararon republicanos, (al
relaciones y apoyos internacionales que buscaron los insurgentes para fortalecer
menos en la cúpula) hecho que legitimaba y daba espesor histórico, a la vez que
y legitimar su lucha, y si bien no lograron su objetivo se destacan los intereses
legitimidad, al movimiento liberal republicano del siglo XIX que resultó vencedor
extranjeros en los conflictos internos del momento peri independentista. Otro
en la disputa por el poder, y se declararon continuadores de aquel proyecto. Y
aspecto tratado en el libro es la organización militar en el Sur de Nueva España en
lo que la historia no ha podido omitir, se ha maquillado. Así Iguala lo es de la
el momento del Plan de Iguala. A continuación se presentan los trabajos dirigidos
Independencia y su calle principal se llama Bandera Nacional y su fiesta local más
a exponer y explicar aspectos concretos del Plan de Iguala, el Ejército Trigarante,
importante es la Feria de la Bandera. La calle paralela a la principal se llama Vicente
el personaje que confeccionó la bandera del Imperio Mexicano en Iguala y los
Guerrero. En ningún momento se nombra a Iturbide y desde luego el artífice de la
tratados que Iturbide y el delegado español Juan de O´Donojú firmaron en
independencia no tiene aquí ninguna escultura que lo recuerde, aunque sí existe
Córdoba, Veracruz para concluir con un trabajo acerca de los aspectos sociales de
una escultura en la explanada del sastre que por encargo confeccionó la bandera
la época centrado en la música.
nacional. Iguala se conoce como “la cuna de la bandera nacional”, cuando debería
reconocerse como la cuna de la independencia. Las estrofas del himno nacional
que nombran tanto a la ciudad de Iguala como a Iturbide fueron suprimidas del
himno nacional como si la historia pudiera borrarse.
Entre las actividades culturales organizadas por el grupo Bicentenario
Plan de Iguala para conmemorar esta fecha hubo en febrero de 2021 tres
conciertos de música de la época de la Independencia. Uno de ellos estuvo a cargo
de la soprano Dra. Sonia Medrano y del maestro Javier Santana. La Dra. Medrano
Probablemente es tiempo de revisar la historia de nuestro país desde
tuvo el delicado gesto de componer el Corrido de Iturbide como un obsequio a
otras perspectivas. En 2010 la Cámara de Diputados publicó en la editorial Miguel
Iguala, Guerrero, “la cumbre de la Independencia”. Este presente se ha incluido,
Ángel Porrúa un libro titulado Himno Nacional Mexicano. Su Historia, en cuya
por supuesto, en este libro con nuestro agradecimiento.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
CORRIDO DE ITURBIDE
Corrido de Iturbide
Sonia Medrano Ruiz, febrero de 2021.
Un obsequio a Iguala Guerrero,
“La cumbre de la Independencia”.
Con el permiso de Dios
Abdicó al trono imperial,
y del público ilustrado
por nuestra paz mantener
he de levantar la voz
dejando el palacio Real
y hablar de un héroe olvidado.
y en el exilio fenecer.
Don Agustín de Iturbide
Retornó con la esperanza
fuerte lo escuche la audiencia,
a su patria de servir,
y que la historia no olvide,
y al puerto Felipe Garza
consumó la independencia.
como preso lo fue a recibir.
Hombre muy bien parecido,
De ochocientos veinticuatro
y de carácter valiente
el diecinueve de julio
porte galante y altivo
a las seis menos un cuarto
y de ojos azul celeste.
a la tropa habló con orgullo.
Se proclamó el Plan de Iguala,
— ¡Todos amen su patria
y el abrazo de Acatempan
Religión, libertad y unión!
sin disparar ni una bala
Déjole a mi bien amada
dos ejércitos contemplan.
mi rosario y el reloj—
Insurgentes y realistas
Padilla en el paredón
triunfantes y como hermanos
a Iturbide fusilaron
fundaron con Iturbide
¡Tachándolo de traidor
el Imperio Mexicano.
y enemigo del Estado!
Cuando ya fue coronado
Vuela rumbo de la noria
Agustín emperador
paloma por el palmar
comenzaron los conflictos
dí, a quien ha muerto sin gloria,
del congreso en el interior.
todos debieran honrar.
Yorkinos contra escoceses
Vuela hasta Iguala Paloma,
republica o monarquía
vuela, vuela con vehemencia
siendo causa de reveses
párate en aquella loma
se disputaban la silla.
que es
“La Cumbre de la Independencia”.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
CORRIDO DE ITURBIDE
El corrido como el género de las mañanas o mañanitas, provienen de las xácaras
y romances españoles, sin embargo en México, cobra gran importancia en voz del
pueblo y el término corrido se acuñó por el hecho de que, tras un acontecimiento
ya fuese alegre o trágico, comenzaban a correr de mano en mano las hojas o
volantes con el texto alusivo que narraba la historia respondiendo a las preguntas:
qué, cómo, cuándo y dónde. Las fórmulas “con el permiso de ustedes”, “ahí les
va la despedida”, “vuela, vuela palomita”, y muchas otras, son parte intrínseca de
su carácter.
Sarao en un Jardín
Anónimo
Mobiliario, biombo
545 x 200 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
El corrido de Iturbide que hoy estrenamos, nace de la carencia de fuentes
que narren el acontecimiento de viva voz del pueblo ante el trágico fusilamiento
de Agustín I, Emperador de México. A partir de crónicas de periódicos, narramos
cronológicamente el protagonismo del héroe no sólo olvidado, sino, borrado,
tachado de la historia, a pesar de que consumó la Independencia. A través de
estas letras honramos a Agustín de Iturbide reivindicando el título de Padre de la
Patria, y desde nuestra perspectiva, si el Bajío mexicano ha recibido la nominación
de “Cuna de la Independencia”, el estado de Guerrero y especialmente Iguala,
merecen el título de “La Cumbre de la Independencia”.
Sonia Medrano Ruiz.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA.
(1808 - 1821)
Ana María Cárabe*1
El hecho de que México, como nación independiente, se constituyera en una
monarquía, nos parece hoy una idea extraña, exótica, toda vez que el resto de
los países americanos, exceptuando Brasil, se fundaron como repúblicas. Sin
embargo, entre 1808 y 1821, la monarquía era la forma de gobierno más allegada
a la experiencia política novohispana, por no decir que era la única forma de
gobierno que conocían, y constituía una condición política natural a la hora de
pensarse en instaurar un país independiente.
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA
NOVOHISPANA.
(1808 - 1821)
Los Reyes eran los vicarios de Dios en la tierra, como lo señalan Las Siete
Partidas del Sabio Rey, que era legislación vigente en la época independentista,
y esa idea le confería una doble legitimidad: una otorgada por el amor y
consentimiento de su pueblo y otra conferida por Dios, lo que le daba un carácter
sagrado. La sacralización de la figura del rey se hacía patente cuando, en las
representaciones públicas, el rey aparecía bajo un palio, es decir, un dosel sobre
cuatro varas largas con el cual se cubría al rey, al Papa, o al Santísimo Sacramento.
El uso de este objeto vinculado a la sacralidad se generalizó desde el siglo XVI en
las ceremonias regias.
En Nueva España, sin embargo, el monarca estaba lejano, al otro lado
del inmenso océano. El rey, y todos los eventos relacionados con su vida, se
vivían a la distancia. La comunicación con España se realizaba por medio de
barcos ligeros, generalmente goletas, cuya travesía duraba unos dos meses
aproximadamente. Así los novohispanos conocían las novedades peninsulares, la
jura del rey, su casamiento, el nacimiento de los infantes, su muerte, los eventos
políticos, las alianzas, las guerras; cuando llegaba la barca con las noticias era
costumbre hacer misa con Te Deum, himno católico de acción de gracias. La
población acostumbraba a comentar las novedades en los cafés, en las tertulias,
en los mercados, y teniendo al rey simbólicamente presente y representado
por el virrey como su alter ego, los novohispanos celebraban públicamente su
cumpleaños, festejaban su coronación o su boda y lloraban su muerte. El Rey,
ningún rey de España, llegó a poner un pie en estos dominios suyos, sin embargo
en las casas o palacios de aquellas familias que tenían un título nobiliario había un
espacio llamado salón del dosel. Este salón estaba lujosamente decorado y tenía un
trono con un dosel y los retratos de los reyes, esperando que, en caso de que el
rey llegara a estas tierras, pudiera despachar en algún palacio mexicano.
El resto de la población mostraba su adhesión al rey poniéndose su retrato
en el pecho o en el sombrero, o portando escarapelas con los colores del rey que
*1
Doctora en Historia. Docente - investigadora de la Facultad de Gobierno y Gestión
Pública de la Universidad Autónoma de Guerrero. Perfil PRODEP. Miembro del Sistema Nacional
de Investigadores nivel 2.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
eran el azul y el blanco. El color azul significaba justicia
y lealtad y el blanco pureza y caridad. Las escarapelas
son unas divisas hechas de cintas de colores fruncidas de
forma circular. De esa manera se suplantaba el objeto de
homenaje por su imagen o su símbolo.
Al rey se le atribuían todas las virtudes y estaba
revestido de un halo sagrado; de él se esperaba siempre la
justicia, la fortaleza, el bien común, la grandeza del reino,
las sabias decisiones. Todo. En cualquier caso, al rey no se
le hacía responsable por su mal gobierno: se culpaba de
manera general a sus ministros o se pensaba que, si el rey
tuviera cabal conocimiento de una situación problemática,
actuaría enseguida para resolver los agravios. Es por eso
que cuando había una revuelta la gente gritaba: “¡Viva el
Rey! ¡Muera el mal gobierno!” En el peor de los casos se
entendía que el mal gobierno de un rey era un castigo de
Dios por los pecados de los súbditos.
Las fiestas de celebración de algún
acontecimiento real importante eran un medio para expresar la lealtad y hacer
presente al rey en su ausencia. El lujo dominaba la fiesta porque se correlacionaba
con el poder. Las coronaciones reales eran especialmente lujosas. La última
coronación de un rey español en Nueva España sucedió en 1808, cuando se
celebró la jura y proclamación de Fernando VII. Pero las circunstancias que
rodeaban este hecho eran insólitas y sin precedente.
Carlos IV, padre de Fernando, se vio precisado a formar alianza con
Napoleón, en virtud de la cual permitió la ocupación de la península por las tropas
francesas bajo la excusa de que invadirían Portugal. Al sospechar que Napoleón
tenía en sus miras apoderarse de España, la familia real intentó huir de la corte
con el objetivo de embarcarse hacia América desde Sevilla. Pero en el Palacio
de Aranjuez la multitud se amotinó para impedir la salida del rey Carlos IV y le
exigieron que abdicara en su hijo Fernando. Carlos IV, pese a que algunos autores
quieren reivindicar su imagen, no fue un rey del afecto de sus súbditos, si bien
toda la responsabilidad de sus actos se le atribuía a su privado y primer ministro,
Manuel Godoy, como era la costumbre. De hecho, el Catecismo civil de España de
1809 justificó las acciones de Carlos IV porque “por su natural bondad se dexó
cercar de traidores que lo engañaron freqüentemente”.
Carlos IV de España
Francisco José de Goya y Lucientes
(1746-1828)
Óleo sobre tela, 1789
153.5 x 110 cm
Museo de Bellas Artes de Asturias
Oviedo, España
La familia real no pudo abandonar la península y, pasado el peligro del
tumulto, Carlos se retrajo de la abdicación hecha en su hijo; y en esta disputa
accedieron a trasladarse a Bayona para que Napoleón fuera árbitro de tan delicada
disensión. El emperador retuvo en Bayona a toda la familia real y tomó la Corona
española en sus manos para nombrar rey de España a su hermano José. Los reinos
de España se vieron de la noche a la mañana en la tesitura de plegarse como
esclavos a un rey impuesto por la fuerza y sin el concurso de los pueblos, un rey
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
que representaba el desorden y la falta de religión derivados de la Revolución
Francesa, o darse un gobierno propio interim el rey legítimo se sentara en el trono
que le correspondía por derecho natural.
Los españoles de ambos mundos - el viejo y el nuevo - decidieron
proclamar a Fernando VII pese a que el rey, no sólo estaba ausente de las
posesiones americanas, sino también estaba ausente de la península y prisionero.
En la ciudad de México se proclamó y juró a Fernando VII el 13 de agosto
de 1808; en otras ciudades del virreinato se festejó en otras fechas. Era costumbre
poner tablados alegóricos y en esta ocasión se pusieron tres, enfrente de cada
uno de los edificios de los poderes virreinales, es decir, frente al Real Palacio,
el Ayuntamiento y el Arzobispado, los tres lujosamente arreglados,
y cuyo costo corrió por cuenta de cada uno de los mencionados
poderes. Se hizo una procesión llevando el retrato del nuevo rey y
hubo misa y Te Deum. Las casas por donde pasó la procesión estaban
adornadas con gallardetes, retratos y luminarias.
Al día siguiente hubo un desfile que encabezó el virrey
acompañado de su familia. La multitud congregada gritaba vivas al
rey y los padres hacían que sus balbucientes hijos también vitorearan
al monarca. De esta manera el pueblo vivía los festejos de manera
directa y participativa, a la vez que mostraban su fidelidad al rey. Esta
asistencia obraba, además, como un poderoso aparato ideológico,
aunque en caso de que fallara, la Inquisición estaba presente para
reeducar al disidente. En este sentido la Inquisición debe entenderse
como un instrumento de control político ligado al dogma religioso. El
virrey era el representante del rey, su alter ego, y ese hecho contribuía
a sentirlo cercano. En este caso, el rey que se proclamaba estaba
imposibilitado para gobernar.
En una sociedad fanáticamente religiosa, como la pinta
Francisco de Goya en su obra Procesión de disciplinantes, donde la legitimidad
del rey estaba sancionada por Dios y el Papa para ratificarla, y donde la discusión
política implicaba una transgresión herética al sistema religioso, no se podía ser
más que monárquico.
Y quienes después fueron insurgentes formaban parte de esta sociedad y
no podían en estos momentos sustraerse a las condiciones sociales que imperaban.
Por eso Morelos durante la crisis donó treinta pesos a la causa del rey, y Carlos
María de Bustamante, abogado oaxaqueño que después fue un importante
ideólogo de la insurgencia y notable republicano, abrió la suscripción de una
medalla conmemorativa para recordar el día de la proclamación de Fernando VII.
No se cuestionaría la obediencia al rey hasta que el deterioro de la
institución monárquica trascendió al conocimiento público, pero en los hechos
ocurridos durante el motín de Aranjuez se puede encontrar una señal del
menoscabo que el poder real estaba sufriendo.
Virrey Juan Ruiz Apodaca, conde del
Venadito
Antonio María Esquivel (1806-1857)
Óleo sobre tela, 1834
59 x 45 cm
Museo Naval de Madrid
España
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
La decadencia de la Corona española se
venía gestando desde el fin de la dinastía
de los reyes de la casa de Habsburgo. Su
declive se agravó durante el reinado de
Carlos IV que comenzó paralelamente
al proceso de la Revolución Francesa.
La situación de España se vio así
comprometida entre los intereses de
la Francia republicana e Inglaterra.
El león era el símbolo de España para
representarla fuerte, dominante y
poderosa. Pero las litografías de la época
pintan al león hispano dormido, junto a
una mujer dormida también, mientras
que Francia e Inglaterra se disputan los
intereses de la inerte España.
Durante el reinado de Carlos IV la
crisis interna estuvo marcada por
malas cosechas, desastres, hambrunas y
epidemias de viruela y fiebre amarilla.
Al interior del Palacio había muchas
intrigas de poder que enfrentaron a
Carlos IV y a su hijo Fernando, conflicto
que alcanzó tintes dramáticos cuando
no francamente vergonzosos. Estos
pormenores no eran del conocimiento general, pero todos estos síntomas indican
el deterioro que sufría la monarquía. Otros hechos se sumarían a éstos para hacer
patente que los tiempos de la monarquía estaban en franco declive.
En Nueva España fue indicativo el hecho de que, debido a que en
ausencia del rey la soberanía regresaba al pueblo, después de jurar al rey ausente,
las autoridades se plantearon la formación de una junta que guardara los derechos
del rey. El virrey estuvo de acuerdo en convocarla, pero se temía por muchos que
esa junta declararía la independencia. Por ahí corrían unos versillos que decían:
Abre los ojos pueblo mexicano
y aprovecha ocasión tan oportuna.
Amados compatriotas, en la mano
las libertades ha dispuesto la fortuna;
si ahora no sacudís el yugo hispano
Retrato del Excelentísimo Señor Don José
María Morelos Capitán General de los
Exercitos de America Vocal de su Suprema
Junta y Conquistador del Rumbo del Sur.
Retrato atribuido a pintor mixteco anónimo, 1812.
Óleo sobre tela
Museo Nacional de Historia
miserables seréis sin duda alguna…
de manera que sucedió lo impensable: bajo el mando del acaudalado Gabriel de
Yermo, los comerciantes del Consulado de México y la Audiencia dieron un golpe
de estado y depusieron al virrey Iturrigaray la madrugada del 15 de septiembre
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
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de 1808, otro hecho que muestra el rápido deterioro que sufría la institución
monárquica.
La junta que no se formó en Nueva España se formó en la península. A
decir verdad se formaron muchas juntas, todas con diferente composición y bajo
diferentes criterios, pero con el fin de no desmembrar los reinos españoles se
formó una Junta Central donde todos los reinos estuvieran representados. Éste
fue un gobierno provisional. Posteriormente las Cortes se instalaron en Cádiz con
el fin de nombrar una regencia que guardara el trono para Fernando y para hacer
una Constitución de la Monarquía Española que limitara los poderes del monarca,
al que se le despojó de su soberanía en el nombre del pueblo. Vemos en estos
hechos que, si bien Fernando fue llamado “el deseado”, no por mucho desearlo la
nación iba a confiar ciegamente en él; otro síntoma de la decadencia monárquica
fue que, una vez que la soberanía había regresado al pueblo, era el pueblo quien
daría las leyes de manera soberana y el rey se debería plegar a ellas.
Al formarse la Junta primero, y luego las Cortes, comenzaron los agravios
del pueblo de España hacia las Américas. La península tenía una población menos
numerosa, menos territorio y menos recursos. Pero, para evitar el predominio
de los americanos, los peninsulares recurrieron a diversos subterfugios, como el
hecho de que, para formar la Junta Central, pidieron dos vocales por cada provincia
española, mientras que América debía concurrir con un vocal por cada virreinato
y capitanías. Además, los novohispanos se sintieron muy ofendidos porque la
Junta Central felicitó a los involucrados en la
deposición del virrey Iturrigaray.
Poco después se convocó a la elección
de diputados a las Cortes y debía concurrir
un diputado por cada setenta mil almas; sin
embargo, para América se excluyeron de este
cómputo las castas, pero no se excluyeron en la
península a los descendientes de los africanos
ni otras minorías raciales y aún entrarían en el
cómputo los españoles que se encontraban en
la España ocupada por Francia. De esa manera
los americanos quedaron en una situación
inferior a los peninsulares. Los americanos
no estaban de acuerdo con algunas acciones
tomadas por el rey, pero no cuestionaron nunca
su autoridad y nunca se hubieran levantado en
armas en su contra; sin embargo, no estaban
dispuestos a ser dominados por el pueblo de
la península. Por otra parte, hay que recordar
que se necesitaba de las remesas de dinero de
las Américas para sostener la guerra contra
Francia y la mayor aportación salía de Nueva
España.
Estandarte de Morelos, 1813-1815
Anónimo
Óleo sobre seda, con aplicaciones de seda
145 x 189 cm
Colección de Banderas Históricas
Museo Nacional de Historia
INAH México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
De la misma manera que se depuso al virrey Iturrigaray,
flotaba en el ambiente la posibilidad de derrocar a su
sucesor, el “virrey” Garibay, que había sido puesto en
el cargo por los golpistas del comercio y por lo tanto no
tenía más legitimidad que la otorgada por la fuerza de las
armas. Y ante esta posibilidad un pasquín advirtió que
Quien prendió a Iturrigaray
lo cogió inerme y en cueros
mas seiscientos granaderos
defienden a Garibay.
En febrero de 1809 apareció un documento
atribuido a Julián de Castillejos que llamaba a “la
independencia de Nueva España para conservarla a
nuestro Augusto y amado Fernando Séptimo, y para
mantener pura é ilesa nuestra fe.” A esta proclama siguió
una conjura en Valladolid de Michoacán. El hecho de que
se mencionara como objetivo el conservar la fe católica sugiere que se temía que
el reino cayera en manos de Napoleón.
En julio de 1809 la Junta Central se aprestó a sustituir a Garibay
nombrando virrey al arzobispo de México, Francisco Xavier Lizana Beaumont; de
esa manera, si la legitimidad civil se cuestionaba, la eclesiástica no era discutible.
El cúmulo de agravios de los peninsulares entre 1809 y 1810 explica que
la insurgencia surgiera en este año y no antes. Y como se levantaron en contra del
gobierno de las Cortes pudieron hacerlo a nombre de Fernando VII. Es posible
que en la arenga del 16 de septiembre Hidalgo mencionara que las autoridades
entregarían el reino a Napoleón; no lo sabemos a ciencia cierta porque no hay
documentos al respecto, aunque es lo que sugiere Fray Servando T. de Mier.
Hidalgo no hizo ningún plan de gobierno, pero manifestó que “Fernando
séptimo ocupa el mejor lugar en nuestros corazones” y en un documento privado
fechado el 16 de noviembre de 1810 dictó que “se gobernara el reino por un
Congreso de individuos doctos e instruidos, y todos criollos, que sostengan los
derechos de Fernando VII”.
Los insurgentes no se levantaron en armas para guardarle el reino a
Fernando: se levantaron para hacer la independencia y el nombre de Fernando
los protegía, o debía protegerlos, de ser acusados de traición, toda vez que el rey
seguía cautivo.
Agustín de Iturbide
Anónimo
Óleo, 1822
Museo Soumaya
Fundación Carlos Slim
México
Sus ideas y razones las dieron a conocer a través de sus escritos y de
la prensa. En sus periódicos El Ilustrador Nacional y en el Semanario Patriótico
Americano, el Doctor Cos, otro de sus ideólogos, reiteró la fidelidad que los
insurgentes profesaban a Fernando, pero también cuestionó:
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
¿Quién debe gobernar en América, ausente el
soberano, un puñado de hombres congregados en
Cádiz que se han arrogado sobre ella la potestad
real, o esta nación que es sui juris desde que
desapareció el rey? (…) ¿El pueblo de España es
superior al pueblo de América para apropiarse
sobre él toda la autoridad y representación de la
suprema potestad?
En el mismo sentido se pronunció Morelos en un
manifiesto que dirigió a los oaxaqueños en diciembre de
1812. A estas razones agregaron sus demandas de frenar
el saqueo por medio de préstamos forzosos; alcanzar el
comercio libre; y sustituir a la élite gobernante por los
naturales del país.
Los integrantes de la cúpula insurgente fueron
genuinamente monárquicos y fieles al rey hasta 1813;
Sus escritos, la prensa, los símbolos monárquicos que
portaban, así lo demuestra. Pero el rey estaba ausente. Las
bases combatientes nunca dudaron que luchaban por el rey y cuando Fernando
fue restaurado a su trono, muchos de ellos desertaron y se indultaron porque
luchaban por el rey, pero ya no tenía caso porque había regresado al trono.
Sin embargo, la idea monárquica no estaba sólo en la fidelidad a Fernando
VII. Ante su ausencia se especulaba que alguien más podía asumir el poder, pero
no se pensó en una república, sino en una monarquía.
Así fue que, cuando Hidalgo entró en Valladolid de Michoacán, empezó
a omitir el nombre de Fernando en sus proclamas. La folletería y escritos de la
época señalan que Hidalgo tuvo la idea de proclamarse rey, toda vez que el 15
de octubre de 1810 fue conducido a la catedral de Valladolid bajo palio, recibía
el tratamiento de Alteza Serenísima y su protección estaba a cargo de guardias
de corps. Estos hechos no son pruebas definitivas de que tuviera la intención
de hacerse rey y es posible que sólo estuviera disfrutando de las circunstancias
que se le presentaban. Pero es interesante que los documentos de la época no
concibieran otra forma de gobierno; esto sugiere que la mentalidad política
general era la monarquía y también indica la posibilidad de crear una nueva
dinastía por el reconocimiento del pueblo y porque las cualidades extraordinarias
del dirigente eran prueba de que Dios lo confirmaba.
Fue Ignacio Rayón quien propuso a Hidalgo formular un planteamiento
político e instalar una junta representativa de Fernando VII. Pero para cuando
esto sucedió Hidalgo ya había muerto.
El movimiento insurgente continuó y fue una constante el enfrentamiento
por el poder que tuvieron los cabecillas a pesar de que se había instalado una
junta. La falta de respeto a la Junta es un indicativo de que la elección no era
Agustín de Iturbide
Anónimo, siglo XIX
Óleo sobre madera
138 x 97 cm
Museo Nacional de Historia
INAH México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
un título de legitimidad que se hubiera aceptado en la práctica. En contraparte
tenemos que algún que otro insurgente aspiraba a la corona, pues en la región
de Huichapan, que estaba bajo el control de Julián Villagrán, éste se hacía llamar
Julián I, olvidado de haber sido arriero. También Rayón fue acusado de querer ser
monarca, idea que se desprende de una carta que le escribió Morelos.
Las disensiones entre los insurgentes fueron usadas en su contra por sus
oponentes para restarles simpatías entre el público. Así el acreditado abogado
Fernández de San Salvador consideró que “lo que intentan es entronizarse quien
de ellos sueña poder mas, á costa de nuestra sangre y bienes.”
Ante estas circunstancias Morelos se decidió por la fórmula republicana
y convocó el Congreso de Chilpancingo. Por un lado, Fernando tenía ya cinco
años en Francia, y por otro, Morelos pretendía frenar las ambiciones de los líderes
insurgentes, toda vez que concibió un poder ejecutivo triunviral y rotatorio
precisamente para evitar los anhelos personales.
La idea republicana, sin embargo, sólo fue seguida por algunos de los
principales insurgentes y se pudo imponer en el Congreso de Chilpancingo por
el ascendente que tenía Morelos. Fray Servando T. de Mier fue uno de esos pocos
republicanos del momento y consideró que, si bien los reyes provenían de Dios
también las calenturas, las guerras y otras calamidades eran enviadas por Dios.
Después de seis años de ausencia, Fernando regresó a España y con él la
esperanza de que todo volvería a ser como antes y además España recuperaría
su grandeza. Era del dominio popular que algunos particulares ambicionaban el
trono porque el periódico el Redactor Mexicano publicó que con el regreso del rey
todos “se burlan de los que querían ser Fernanditos, y les sabía bien la majestad
postiza.”
Los liberales tenían sus razones para pensar que Fernando juraría gustoso
la Constitución: él había sido víctima de la opresión y debía estar en deuda con
el pueblo que había derramado su sangre por él y que gratuitamente lo llamaba
al trono. Pero Fernando no estaba dispuesto a ceder la soberanía, de la que se le
había despojado en su ausencia.
A la mayor parte de la gente no le interesaba las propuestas de las Cortes
y hubo muchas manifestaciones de repudio a la Constitución. El periodo de
anarquía había terminado y esto era motivo de alegría. Le gente tiraba las lápidas
que se habían puesto en las plazas llamadas de la Constitución y salieron coplillas
de repudio y burla, como ejemplo una que decía:
Aprended, flores, de mi
lo que va de ayer a hoy,
que ayer Constitución fui
y ya ni basura soy.
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
De entre los diputados de Cádiz unos eran liberales y otros
tradicionalistas. Los primeros exigieron al rey la jura de la
Constitución; pero los tradicionalistas también tomaron
sus providencias y presentaron al rey un documento que
se conoce como “El Manifiesto de los Persas” en el cual
describen al rey la situación de anarquía y presiones
que se dieron en el seno de las Cortes de Cádiz y
solicitan que se estime sin valor la Constitución
y se celebren unas Cortes de acuerdo con las
antiguas leyes. Conviene reflexionar en este
punto porque, si bien los tradicionalistas
negaron la legitimidad de las Cortes de Cádiz,
solicitan, no la vuelta al absolutismo, no, sino
convocar unas Cortes dentro del orden y la ley
“que moderen el poderío de la soberanía”, según
sus propias palabras, lo cual es indicativo de
que las ideas monárquicas estaban sufriendo una
transformación en menoscabo de las atribuciones del
rey, y si bien la concepción monárquica permanecía
vigente ya no se le darían al rey atribuciones absolutas.
Recordaron además, que la monarquía tenía leyes y los
reyes no eran déspotas porque debían regirse por esas leyes
de la constitución monárquica, de manera que los firmantes
del manifiesto se estaban pronunciando por el respeto al estado de
derecho.
Fernando desconoció la Constitución con base en el Manifiesto de los
Persas y prometió convocar las Cortes, pero no lo hizo, probablemente porque
las conspiraciones de los liberales comenzaron inmediatamente. En un principio
éstas no tuvieron éxito porque había una fidelidad generalizada y el ejército
estaba a su favor. Además había muchos que estaban en contra de la Constitución
porque afectaba sus intereses.
En Nueva España muchos integrantes de las tropas insurgentes se
indultaron y el virrey Apodaca ofreció repartirles tierras realengas. Los indultos
debilitaron la insurgencia, pero no acabó con ella y, por otra parte, la ausencia
del rey había tenido sus consecuencias. Su autoridad se ponía ahora en cuestión,
de manera que el Papa Pío VII dio la encíclica Etsi longissimo terrarum de 30 de
enero de 1816, que llamaba a guardar fidelidad a Fernando VII e iba dirigida
principalmente a las insurgencias americanas.
Las primeras conspiraciones contra el rey no tuvieron éxito porque el
ejército estaba a su favor y había una fidelidad a su persona. Pero la soberanía
se resolvería por la fuerza de las armas y así, en enero de 1820, un movimiento
liberal al mando del teniente coronel Rafael del Riego proclamó la Constitución
de 1812 y obligó al rey a jurarla.
Agustín de Iturbide
Anónimo, siglo XIX
Óleo sobre tela
77 x 62 cm
Col. Banco Nacional de México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
En Nueva España resurgió entonces la idea de la independencia por
la desigualdad con la que se convocó a los americanos durante el periodo
de las Cortes de Cádiz y en esta ocasión no fue diferente. Además de la
desigualdad en la representación había otros inconvenientes derivados de la
distancia con la península.
Para este momento los republicanos eran pocos y el rechazo al
republicanismo era porque se temía que las ambiciones provocaran una lucha
por el poder. Además, estaba la experiencia política de la independencia de
Buenos Aires y también Francia era otro ejemplo, pues después de Napoleón,
Francia había vuelto a la monarquía.
Al mismo tiempo, los primeros decretos de las Cortes atacaban a la
Iglesia y esto afectaba a la gente del común que se beneficiaba de los servicios
de salud y educación que prestaban las órdenes religiosas.
El malestar en la desigualdad de representación, las disposiciones
de las Cortes que atacaban a la Iglesia, los inconvenientes de la distancia y
otros malestares decidieron la búsqueda de un acuerdo de independencia
que conservara las relaciones comerciales y diplomáticas con la metrópoli,
es decir, se pretendía “desatar sin romper los vínculos que unieron a los dos
continentes”.
Aunque había algunos republicanos se tomó la opción monárquica
porque, según el análisis que en 1851 hizo Luis G. Cuevas, no se conocían las
instituciones republicanas y no era una costumbre política en 1821. Iturbide
consideró también que ni los mexicanos tenían las virtudes necesarias para
instaurar una república después de trescientos años de abatimiento, ni se
podía comparar las circunstancias de lo que fue Nueva España con el escenario
de los Estados Unidos. Tomando en cuenta la difícil situación política que
se atravesaba en la península, en México se pensó que Fernando estaría
dispuesto a ocupar el trono mexicano, toda vez que circuló una carta del rey
en este sentido, si bien éste negó ese escrito. Y es que la independencia no se
hizo contra el rey, y tampoco contra la Constitución, que fue vigente durante
el Imperio mexicano, sino contra las disposiciones de las Cortes españolas.
62 – 63
Vista de la Plaza Mayor de México
Octaviano D´Alvimar, siglo XIX
Óleo sobre tela
102 x 121 cm
Col. Particular
Hubo un par de candidatos a ocupar el trono en caso de la negativa
de Fernando. Uno de ellos fue el conde de Moctezuma, que derivaba sus
derechos de sus abuelos; y un segundo caso fue Guadalupe Victoria. Acerca
de la pretensión monárquica de éste dan noticia Lucas Alamán, José María de
Liceaga y Vicente Rocafuerte. Estas opciones sugieren que una posibilidad
monárquica era crear una dinastía nueva. Esta posibilidad se hizo realidad en
la persona de Iturbide, después de que fracasaran los intentos por traer a un
miembro de la casa española de Borbón. Si bien un rey nuevo no tendría la
legitimidad consumada por el tiempo, su conducta heroica, la voluntad del
pueblo y el designio divino eran títulos suficientes para darle legitimidad.
Así la expresión popular hizo un anagrama del apellido Iturbide: “Tu vir Dei;
LA VOCACIÓN MONÁRQUICA NOVOHISPANA. (1808 - 1821)
es decir, tu eres el varón de Dios, destinado para consumar la grande obra de dar la
libertad á una nación, que algún día figurará entre las primeras del mundo.”
FUENTES
1.- Archivos
Fondo reservado de la Biblioteca Nacional de México
Biblioteca Nacional de España
Archivo de las Cortes Españolas
2.- Bibliografía
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Rocafuerte, Vicente, Bosquejo ligerísimo de la Revolución de Mégico desde el Grito de Iguala hasta la
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la impresa en Philadelphia en 1822.
Zavala, Lorenzo de, Ensayo histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, (2 tomos)
Instituto Cultural Helénico – F.C.E. México, 1985.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN
DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
Christopher Navarrete Núñez*1
Definición y orígenes del indulto
LOS INDULTOS DURANTE
LA REVOLUCIÓN
DE INDEPENDENCIA,
(1810 - 1821)
De acuerdo con el Diccionario de autoridades, en su tomo IV (1734), la palabra
indulto se refiere al perdón concedido por el superior, con que se liberta de la
pena correspondiente a la ley. Latín. (Indulgentia. Poenae remissio, condonatio.)
El indulto suele confundirse en ocasiones con la amnistía, por ello, es necesario
precisar su significado. En el mismo diccionario, tomo I (1726) la amnistía se
refiere al “Olvido de las injúrias passádas, perdón y absolución general de ellas.”
El indulto es la conmutación, la eximición, la exoneración y/o la mitigación de la
pena impuesta. En el primero de los casos, se cambia el castigo de la pena capital
por un castigo menor; la segunda acepción se refiere a la exención de la pena
misma, siempre y cuando el reo aún no fuese condenado a ninguna sentencia; por
su parte, la exoneración se llevaba a cabo cuando se conmutaba o se mitigaba la
pena; mientras que la mitigación se refiere únicamente a la reducción del castigo,
pero también sin dejar de lado los perdones condicionales, mismos que estaban
limitados por el pago de una cuota, o en algunos casos, a desempeñar ciertas
obligaciones. Con la amnistía se eximen todos los delitos cometidos.
El indulto tiene sus orígenes en los pueblos godos, en el texto conocido
como Liber Iudiciorum que fue promulgado en el año 654 por Recesvinto.
Posteriormente sería traducido al castellano en 1241 por el rey de Castilla
Fernando III como Fuero Juzgo, que es considerado como el primer cuerpo legal
de leyes de España. Empero, antes de que los germanos realizaran sus primeras
leyes (Liber Iudiciorum) éstos basaban la justicia de sus pueblos en la venganza.
La unificación entre hispanorromanos y visigodos acontecida en el año 589 en el
III Concilio de Toledo, luego de la conversión de Recaredo, primer rey católico
de la monarquía hispánica, del arrianismo al catolicismo, logró concluir con el
pasado arriano de los pueblos germanos y consiguió una fuerte unidad en el
reino. Éste sería el acontecimiento con mayor relevancia dentro del reinado de
Recaredo (586-601). Dichos acontecimientos serían fundamentales para el inicio
de la monarquía católica en España, por ello, el indulto vendría a ser heredado de
los pueblos visigodos e implementado como cuerpo legal en la España medieval y
siglos posteriores.
Era el rey quien otorgaba la máxima expresión de clemencia penal: la
gracia del perdón real. A principios del medievo el monarca comenzó a poseer
una mayor amplitud al poder de sancionar o castigar (ius puniendi), asimismo, fue
*1
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Guerrero, actualmente
es maestrante por la Universidad Autónoma de Chiapas, Universidad de Ciencias y Artes
de Chiapas (UNACH-UNICACH) y realiza una investigación sobre los indultos en la época
independentista, el presente texto forma parte de un avance de esta investigación.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
teniendo una mayor intervención en la
concesión del perdón, sin perjudicar el
derecho que poseía la parte agraviada.
En las Siete Partidas de Alfonso
X el Sabio se destacaba la misericordia,
la merced, la gracia, el perdón y la
justicia como las cualidades que
únicamente podía poseer el monarca,
bajo las cuales el rey ejercía la justicia
y el control de las tierras. Los perdones
que otorgaba el rey eran concedidos
por algún acontecimiento importante,
por ejemplo, el nacimiento de un hijo,
las victorias de sus ejércitos contra los
enemigos o simplemente por amor a
Jesucristo. Estos indultos se concedían
los días del viernes santo. La otra
forma de conseguir el perdón real
era por parte de una súplica o ruego
de un tercero. Comúnmente quienes
hacían esta labor de convencimiento
eran miembros de la iglesia, personas
acaudaladas, u honorables, también se
otorgaba el perdón por algún servicio
que el condenado hubiese realizado
a quien solicitaba el perdón al rey, o
algún otro miembro de su familia, pero
también los concedía por bondad y por
sabiduría.
Aunque el rey ostentaba el poder absoluto debía ser un padre bondadoso.
La literatura de la época consideró que los conceptos de rey y padre eran
semejantes en la república, por ello, el rey se concebía a sí mismo como padre
de sus súbditos, esto a su vez se expresaba en el reino como un modelo de orden
familiar. Dentro de los miembros de una familia el amor es un elemento de unión
vital, esta misma fórmula era la que se empleaba dentro de la república, pues
de esta forma las distintas partes que conformaban una comunidad establecían
fuertes vínculos entre el monarca y su reino, así, los actos serviciales entre
súbditos y rey debían de ser amorosos y desinteresados al grado de considerarse
como sacrificios. El amor desempeñaba un factor vital dentro de la vida familiar,
en ella fortalecía los lazos afectivos y el entendimiento entre los miembros de
la familia, sin embargo, también en el ámbito político era de suma importancia,
puesto que el amor conseguía ganarse la voluntad o la confianza en los avatares
políticos que se gestaban en el reino. El discurso paternalista empleado por
los monarcas donde hacían apología del amor buscando congratularse con sus
súbditos lo podemos ver claramente en la arenga al Parlamento de París en 1599
dada por Enrique IV donde decía que se dirigía a hablar “no con las vestiduras
reales o con la espada y la capa, como mis predecesores, ni como un príncipe
que viene a hablar a los embajadores extranjeros, sino vestido como un padre
de familia para hablar familiarmente con sus hijos.” La función paternalista del
monarca (o en este caso del padre), era la de conservar e implantar el orden en su
casa, respaldándose en la prudencia y la convivencia. Este orden que se imponía
en la república tomaba como modelo el comportamiento del padre de familia,
quien tenía la facultad de enseñar, prevenir, proteger del mal y encaminar a sus
hijos por el buen camino hacia la felicidad. Todo esto se trataba de una conducta
constante encaminada hacia la conservación de la república y la integridad de sus
súbditos.
En el discurso penal de la época el príncipe poseía la potestad de gracia,
esta admitía acciones que emanaban directamente de hechos del amor a los
súbditos, pero que además enaltecían la ley natural de la justicia.
Estas prácticas derivadas del amor no buscaban otra cosa más que fortificar
la lealtad y la obediencia de los súbditos hacia el monarca. Esta misma lógica que
inspiraba acciones de gracia en el príncipe, se enseñaba a los magistrados de las
órdenes, sobre todo cuando habría que tomar decisiones que fueran derivadas de
otras virtudes como la clemencia, piedad o misericordia.
Sin embargo, el discurso derivado de los indultos reales revela al amor
como un mecanismo normativo del amor paternal, como el medio capaz de
restaurar las relaciones entre el súbdito equivocado y el monarca. A su vez, este
lenguaje desvela que el amor se vuelve inevitable a raíz de que la obediencia no
se puede imponer a través de medios coercitivos. El rey ofrecía un canje a sus
súbditos; éste consistía en fidelidad, enmienda y obediencia a cambio de su amor
y protección paternal. Estas acciones ligaban al rey y sus súbditos en una relación
y compromiso mutuo originado gracias a las acciones caritativas.
Contrario a ello, las leyes de la época a pesar de la existencia de la
compasión cristiana, señalaban que, en caso de incumplirse las normas jurídicas
por alguno de los súbditos del reino, el soberano tenía la facultad de ejercer
el castigo a través de la potestad del derecho regio, de la misma manera que
tenía la facultad de hacerle frente a sus enemigos. Los fundamentos en los que
se validaba esta norma, arraigada desde el siglo XVI, señalaban que los delitos
además de ofender a la víctima, por ende ofendían también al monarca, puesto
que transgredían el orden que el rey debía salvaguardar. Esta situación colocaba al
transgresor en la posición del enemigo que perturba la paz y el orden en el reino,
así mismo estas acciones le hacían merecedor del castigo que a su vez cumplía
una acción vindicativa ante el delito cometido.
Ante esta didáctica del amor, en la cual se hacían presentes las cualidades
más sublimes y graciosas del monarca, el perdón y la conmiseración tenían la
finalidad de conseguir el sometimiento consensuado de los súbditos. Una pena
ejemplar se transformaba en la estrategia pedagógica con la cual se buscaba
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Fuentes: AGNC, SC, Criminales, L 2, E
14, 759-766. Documentos 24 y 88 en
Hernández de Alba, G., Archivo Nariño, Op.
Cit. Bolívar, Simón, Proclamas de Simón
Bolívar, Appleton y compañía, Nueva York,
1853, p. 17-18. Bolívar, Simón, Escritos
del Libertador, Sociedad Bolivariana de
Venezuela, Caracas, p. 64. Gaceta de
Madrid, n°125, 13 de septiembre de 1814,
p. 1030-1034. Gaceta de Madrid, n°140,
18 de octubre de 1814, p. 2059-2060.
Cuño Bonito, Justo, El retorno del rey,
Universitat Jaume I, Castelló de la Plana,
2013, p. 88 y 223. Real Academia de la
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Mercado, Jorge, Campaña de invasión
del Teniente General don Pablo Morillo,
Ediciones LAVP, Bogotá, 2015, p. 54.
Real Academia de Historia, Signatura
9/7650, Legajo 7, f 175. Archivo Histórico
Provincial de Zaragoza, Real Audiencia de
Aragón, E 1002, Documento 4. Cuerpo
de leyes de la república de Colombia que
comprende todas las leyes, decretos y
resoluciones dictados por sus congresos
desde el de 1821 hasta el último de 1827,
Imprenta de Valentín Espinal, Caracas,
1840, p. 24-25. Actas 6 y 10 del Congreso
de Angostura, en Cortázar, Roberto y Luis
Augusto Cuervo, eds. Actas del Congreso
de Angostura 1819-1820, Biblioteca de la
Presidencia de la República, Bogotá, 1988,
http://www.bdigital.unal.edu.co/7847/.
Acta 21 del Congreso de Cúcuta en Actas
del Congreso de Cúcuta 1821, Biblioteca
de la Presidencia de la República, Bogotá,
1989.
En esta tabla podemos advertir la situación
general de los indultos en la América
Española durante sus procesos de independencia en el siglo XIX. Recuperado
(24/06/2021, 10:11 pm), de: Melo Flores,
Jairo Antonio. El indulto en el proceso
de Independencia de la Nueva Granada,
1808-1821
Pardon in the Independence Process of
New Granada, 1808-1821
Le pardon dans le processus d’indépendance de la Nouvelle-Grenade, 1808-1821
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
conseguir el sometimiento de los súbditos a través del temor. Estas acciones
se consideraban de carácter urgente, sobre todo, con aquellos a quienes se les
consideraba como ignorantes en los temas que imponía la justicia regia.
Gracias al castigo, el rey se posicionaba como un justiciero, empero,
cuando el rey perdonaba ratificaba otra más de sus cualidades, la del pastor y
padre. Es importante señalar que el rey poseía una dualidad entre el castigo y
el perdón, puesto que, así como podía juzgar, amenazar y castigar cruelmente,
también tenía la cualidad de saber esperar el momento exacto para proveer
las medidas de gracia necesarias. Esta dualidad del terror y la clemencia era el
hilo conductor que establecía de manera paralela al monarca en justiciero y a la
vez en mediador de la gracia. El rey poseía el don de invertir de igual forma en
temor, pero también, y en la misma cantidad, podía hacerlo en actos de amor y de
clemencia.
Los primeros años de la insurgencia
El 16 de septiembre de 1810 un grupo de conspiradores liderados por el cura Miguel
Hidalgo, se levantó en armas contra el régimen virreinal, dando inicio al movimiento
de independencia. Una de las medidas que el gobierno virreinal implementó para
combatir la insurgencia fueron los indultos. Éstos comenzaron a otorgarse por parte
del virrey Francisco Xavier Venegas poco tiempo después del estallido insurgente,
respaldados por la tradición de la amnistía real.
A pesar de que el gobierno contaba con un ejército mucho mejor armado y
adiestrado que el insurgente, no se encontraba preparado para un enfrentamiento
de tales condiciones. Antes del inicio de la insurgencia, la organización militar
se componía en su mayor parte de la población civil y no estaba enfocada en
un conflicto interno, a dichas desventajas se sumaba la falta de armas y el poco
conocimiento de estos hombres en los menesteres de la guerra. Los problemas
no pararon ahí, puesto que se necesitaba fabricar equipo y armamento militar
además de gamarras para la caballería. Sin embargo, la mayor preocupación de
Félix María Calleja era la fabricación de cañones.
La invasión de Napoleón a España en el año 1808 provocó una desatención
de la monarquía hacia sus dominios americanos. A esto se sumó el hecho de que
había que poner un alto a la insurgencia. El plan para lograrlo fue conocido como
Plan Calleja y se publicó el 8 de junio de 1811. Con él, el gobierno sometió a
la población militarmente. Ante tales circunstancias el gobierno implementó
medidas contrainsurgentes para pacificar el virreinato y a su vez mantener la
estabilidad política del régimen. El 31 de diciembre de 1810, el virrey Venegas
emitió un nuevo bando de indulto. Debido a lo preocupante de la situación el
perdón dejó de ser únicamente una tradición para convertirse en una prioridad.
Éste invitaba a los rebeldes a abandonar las armas y regresar al buen camino, sin
embargo, llevaba consigo la amenaza que en caso de no abandonar la insurrección
serian castigados de manera brutal o ejecutados. Tradicionalmente los indultos
eran concedidos por el rey, pero también podían ser otorgados a nombre de él,
directamente por el virrey, el jefe político o los militares de rango, sin embargo,
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
a partir del primero de enero de 1811, las Cortes Generales y
Extraordinarias se facultaron para la emisión de bandos de
indulto, puesto que para estos años el rey Fernando VII
aún seguía en cautiverio. Las cortes fueron instaladas
el 24 de septiembre de 1810 y su objetivo había sido
el de crear leyes que resguardaran la soberanía
a nombre del monarca, dividir los poderes
y crear una nueva forma de representar
al gobierno, todo ello con el propósito de
protegerse del invasor francés, pero también
con la finalidad de desconocer la legitimidad
de su gobierno. Con la instalación de las
cortes se emitieron dos bandos de indulto,
el primero de ellos publicado el 21 de
noviembre se dirigió a los militares y el
segundo el 30 de noviembre a la población
civil. Este último apuntaba que quedaba en el
olvido “lo ocurrido en los países de ultramar
donde haya habido conmociones.” Vale la pena
resaltar que además de la población civil, también
podían gozar de esta gracia “eclesiásticos seculares
y regulares”.
El indulto en la primera etapa de la insurgencia, 18101811
En el poblado de San Juan del Río el brigadier Calleja se encargó de
ofrecer el indulto. Éste iba dirigido a todos aquellos que hubiesen colaborado
con los rebeldes, o hubiesen cometido algún delito. Para poder acogerse a esta
gracia tenían que entregar o delatar a los principales líderes de la insurgencia,
para ello contaban con seis horas como tiempo máximo para entregar todo tipo
de armas que tuvieran en su poder y delatar a aquellos que contaran con armas
escondidas; de no ser así serían acusados de estar en complicidad con los rebeldes
y además serían castigados. Se necesitaba de un salvoconducto para poder salir
del lugar, las concurrencias de más de tres personas estaban prohibidas, y existía
la advertencia que de seguir con los rebeldes o prestar apoyo a éstos, serían
pasados a cuchillo y sus pueblos quemados. Luego de la batalla de Aculco, (donde
los insurgentes fueron derrotados), se agregaron nuevas disposiciones a este
indulto, en las cuales quedaban excluidos de esta gracia los principales cabecillas
de la insurgencia y se le brindaría protección y una gratificación de diez mil
pesos a quien se atreviera a denunciarlos. El 12 de noviembre el virrey Venegas
declaraba el plazo de ocho días a partir de su publicación para poder acogerse
al indulto. Se pedía que las armas se entregaran con puntualidad incluyendo
además instrumentos de labranza. Por último, concedía la gracia del indulto y la
absolución de la pena capital, a aquel cabecilla que tuviera el valor de denunciar
a alguno de sus compañeros.
Nicolás Bravo
José Inés Tovilla (1864-¿?)
Óleo sobre tela, 1920
70.3 x 57.2 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
Don Miguel Hidalgo y don Ignacio Allende, jefes
nombrados por la nación mexicana para defender sus derechos, en
respuesta al indulto mandado extender por el señor don Francisco
Xavier Venegas, y del que se pide contestación dicen: Que en
desempeño de su nombramiento y de la obligación que como a
patriotas americanos les estrecha, no dejaran las armas de la mano
hasta no haber arrancado de la de los opresores la inestimable
alhaja de su libertad. Están resueltos a no entrar en composición
alguna, si no es que se ponga por base la libertad de la nación y el
goce de aquellos derechos que el Dios de la naturaleza concedió a
todos los hombres; derechos verdaderamente inalienables, y que
deben sostenerse con ríos de sangre, si fuese preciso. Han perecido
muchos europeos y seguiremos hasta el exterminio del último, si
no se trata con seriedad de una nacional composición.
A esta derrota le siguió la de Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811,
donde los insurgentes fueron derrotados por los ejércitos de Calleja y Manuel
de Flon. A partir de ese momento Allende e Hidalgo marcharon por rumbos
distintos. Éste último avanzó por diversos pueblos de Guadalajara, Aguascalientes,
Zacatecas y Coahuila; en este lugar, cuando se encontraba en Saltillo, el 13 de
marzo de 1811, fue notificado del ofrecimiento de indulto que el virrey Venegas
y las Cortes de España ofrecían a militares, civiles y eclesiásticos, el cual fue
rechazado por los insurgentes.
Nicolás Bravo perdonando a los prisioneros
Natal Pesado y Segura (1846-1920)
Óleo sobre tela, 1897
Salón de recepciones, Palacio Nacional
México
Fue el general José De la Cruz quien envío la misiva que contenía la
invitación de acogerse al indulto, junto con un oficio donde se incluían algunas
consideraciones a los líderes de la insurgencia. Este decreto fue promulgado por
las Cortes de Cádiz el 15 de octubre de 1810, las cortes ordenaban que “…desde
el momento en que los países de ultramar, en donde se hayan manifestado
conmociones, hagan el debido reconocimiento á la legitima autoridad soberana,
que se halla establecida en la madre Patria, haya un general olvido de cuanto
hubiese ocurrido indebidamente en ellos…” El gobierno aseguraba que la
revolución estaba vencida, y que si mostraban sumisión salvarían la vida de
muchos insurgentes que ellos tenían en su poder, y que en caso de no acogerse
al indulto, no podrían esperar otra cosa más que la muerte, si Hidalgo y los
otros jefes rechazaban la propuesta dejando pasar esta única oportunidad. Se
otorgó un plazo de 24 horas para dar respuesta a dicha propuesta. Estos indultos
fueron emitidos por las Cortes los días 21 (indulto militar) y 30 (indulto civil)
de noviembre de 1810, el motivo por el cual se decretaron fue precisamente
por la instalación de dichas Cortes. En respuesta al indulto ofrecido por las
máximas autoridades, Allende e Hidalgo decidieron rechazarlo. Es de suponer
que el documento donde se negaban a aceptar el indulto haya sido redactado
por este último con base en los siguientes términos:
El indulto, señor excelentísimo, es para los criminales, no para
los defensores de la patria; y menos para los que son superiores
en fuerzas. No se deje vuestra excelencia alucinar de las efímeras
glorias de Calleja. Estos son unos relámpagos que más ciegan que
iluminan. Hablamos con quien lo conoce mejor que nosotros.
Nuestras fuerzas en el día son verdaderamente tales, y no caeremos
en los errores de las campañas anteriores. Crea vuestra excelencia
firmemente que en el primer reencuentro con Calleja quedará
derrotado para siempre.
Toda la nación está en fermento. Estos movimientos han despertado
a los que yacían en letargo. Los cortesanos que aseguran a vuestra
excelencia que uno u otro solo piensa en la libertad, le engañan.
La conmoción es general y no tardará México en desengañarse,
si con oportunidad no se previenen los males. Por nuestra parte
suspenderemos las hostilidades, y no se le quitará la vida a ninguno
de los muchos europeos que están a nuestra disposición, hasta tanto
vuestra excelencia se sirva comunicarnos su última resolución.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Cuartel general del
Saltillo.
El indulto en la segunda etapa de la insurgencia, 1811-1815
Después de la muerte de los primeros caudillos, el gobierno virreinal se creyó
confiado al pensar que aquellas ideas revolucionarias habían sido exterminadas,
sin embargo, no sospechaban que los ideales de Hidalgo ya se habían enraizado en
el imaginario político y social novohispano. El virrey Venegas pronto fue enterado
de un nuevo levantamiento revolucionario en el sur de la Nueva España bajo el
liderazgo de José María Morelos, quien en octubre de 1810 fue comisionado por
Hidalgo para levantar los territorios del sur, específicamente el Fuerte de San
Diego en Acapulco, lugar de gran importancia para el comercio internacional por
ser éste el lugar donde año con año hacía su arribo el Galeón de Manila.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Durante los años que Morelos permaneció al frente del ejército insurgente,
logró importantes triunfos militares contra sus enemigos y consiguió una mejor
organización de las tropas insurgentes; en materia de política se instaló el Congreso
de Chilpancingo, redactó los Sentimientos de la Nación, y finalmente se proclamó la
Constitución de Apatzingán en octubre de 1814. Sin embargo, los triunfos del cura
pronto habrían de ir a la baja, pues el 5 de noviembre de 1815 cayó prisionero en
el poblado de Temalac para posteriormente ser fusilado el 22 de diciembre del
mismo año. El desánimo de los insurgentes no se hizo esperar provocando en las
tropas la desazón, la zozobra y quizá hasta la falta de interés por seguir luchando
contra los realistas, puesto que el gobierno se había propuesto aniquilar de una
vez por todas, la rebelión insurgente. La táctica empleada por el gobierno era
fácil y consistía en perdonar todos sus delitos, a cambio de someterse al indulto.
El mismo día de la ejecución de Morelos, a través de la Gaceta de México, se dio a
conocer un nuevo bando de indulto. Éste señalaba que:
queriendo dar por ultimo a los mismos rebeldes y al mundo entero
una nueva prueba de benignidad que ha empleado constantemente
este superior gobierno y de que al paso que en desempeño
de sus obligaciones usara de la espada de la justicia contra los
criminales que continúen en su desleal propósito, está pronto
a recibir generosamente en sus brazos a los que arrepentidos y
desengañados por una larga y costosa experiencia, de la impotencia
de sus esfuerzos, y de la imposibilidad de llevar sus designios, se
presenten a ofrecer el homenaje de su fidelidad a nuestro rey y
señor natural D. Fernando 7º, allanándoles el camino para que
puedan alcanzar esta gracia y evadirse de la ruina que les amenaza.
El indulto como principal estrategia de pacificación, 1815-1821
Con este nuevo indulto, el gobierno buscaba la pacificación total del virreinato.
En sus once artículos garantizaba el olvido absoluto de lo pasado; con estas
medidas pasaba de ser un simple indulto a convertirse en una amnistía real; quien
se indultara tenía la facultad de escoger su lugar de residencia, (este aspecto no
aparece en indultos de años anteriores), exceptuando a la ciudad de México; se
dirigió a todas las clases de rebeldes, jefes o cabecillas principales, incluyéndose
además a los miembros del congreso insurgente; para hacer más amplio el
indulto, éste sería concedido sin necesidad de pagar ningún tipo de fianza, a
cambio, serían confiscadas las armas, con lo que buscaban desarmar a las gavillas
rebeldes; se hacía la invitación a aquellos hombres que quisieran alistarse en clase
de voluntarios a unirse a los ejércitos del rey “y serán atendidos y recompensados
en proporción de su conducta y servicios”. Tenía una vigencia de sesenta días
a partir de la fecha de su publicación. Las autoridades estaban interesadas en
difundir este indulto en todo el virreinato hasta los lugares más alejados y de
más difícil acceso, por ello, se buscó apoyo en todos los militares, comandantes,
generales y particulares para su difusión. Todo aquel que deseara acogerse a esta
gracia contaba con no más de seis días para dar respuesta. A los miembros de la
Iglesia se les otorgó facultades especiales para poder indultar: clérigos, venerables
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
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cabildos, curas, párrocos, y eclesiásticos, únicamente durante los sesenta días que
tenía de vigencia el indulto.
Cuando el indulto era concedido, se tenía que dar aviso al comandante
militar respectivo para que se expidieran los papeles que amparaban al indultado,
con estos documentos el perdonado podía estar seguro de no tener ningún
problema a futuro con las autoridades virreinales. Por otra parte, el gobierno se
encargaría de reintegrarlos a sus quehaceres, con el propósito de poder mantener
a sus familias honestamente. También se aplicaba a aquellos militares desertores
del ejército real, a quienes se les admitía reincorporarse a los cuerpos militares
al que pertenecieran o algún otro que fuese de su agrado sin perder el grado
que ostentaban antes de su deserción. Cumplidos dos años de servicio tenían la
opción de ascender de grado siempre y cuando mantuvieran su buena conducta
y fidelidad al rey.
Las últimas disposiciones que
dictaba este bando iban dirigidas a los
comandantes generales y particulares
del ejército, para reunir la información
obtenida sobre aquellos individuos que
habían sido indultados. Pasando los
sesenta días de vigencia, se tenía que
remitir al virrey una lista general con
toda la información (nombre, estado,
filiación, empleo obtenido entre los
rebeldes, lugar de residencia) de los
indultados, esto con el fin de otorgar
los documentos para su resguardo
permanente.
Finalizaba
Calleja
diciendo: “y fenecido dicho termino
quedara cerrado el indulto sin que
ninguna autoridad eclesiástica, civil o
militar, pueda ofrecerlo o concederlo,
ni dar papeles de seguridad bajo
ningún pretexto reservando en mi esta
facultad”.
El virrey buscó aprovechar
el momento por el que atravesaba la
insurgencia para lograr la pacificación
absoluta del virreinato, originada a raíz
de la muerte de Morelos, ofreciendo
la amnistía a los grupos insurgentes,
quienes ante la falta de su líder
decidieron acogerse al perdón. A pesar
de ello, la insurgencia permaneció
activa. Esta se trasladó a lugares de
El General Don Vicente Guerrero rechaza
el indulto virreinal que le lleva su padre a
fines de 1817. Al hacerlo dice a sus oficiales:
“Compañeros ¿veis a este anciano respetable? Es mi padre; viene a ofrecerme empleos
y recompensas en nombre de los españoles.
Yo he respetado siempre a mi padre; pero mi
Patria es primero.
Félix Parra Hernández (1845 - 1919)
1910. Buznego y Cía. Tarjeta Postal.
Cromolitografía, 13.9 x 8.8 cm.
Colección Particular.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
difícil acceso del sur novohispano. La situación cambiaría por completo una vez
terminado el gobierno de Calleja, luego de la llegada de Juan Ruiz de Apodaca,
como nuevo virrey de la Nueva España, quien asumió el cargo el 18 de septiembre
de 1816.
Como medida de pacificación y sometimiento, Apodaca empleó una
política basada en el perdón a los insurgentes, para buscar subsanar la destruida
población novohispana que desde 1810 se encontraba devastada tras más de cinco
años de insurrección y de regímenes absolutamente militarizados y opresores.
La táctica empleada por Ruiz de Apodaca cumplió con el objetivo que buscaba,
es decir, indultar a cientos de insurgentes. Empero, a pesar de lograr conseguir
el indulto de bastantes rebeldes, no se consolidó en su totalidad. En el sur del
virreinato, Vicente Guerrero y sus gavillas permanecían activos, asfixiando el
orden y el control político que el virrey buscaba. Durante su gobierno la victoria
más importante en términos militares fue la captura, muerte y destrucción de la
campaña de Francisco Xavier Mina, quien fue derrotado por Pascual Liñán en el
rancho de Venadito en las inmediaciones de Silao, Guanajuato. Con esta victoria,
el virrey Apodaca fue galardonado por la Corona de España con el título de conde
de Venadito.
Con respecto al éxito de la política de pacificación empleada por
Apodaca, Rodrigo Moreno Gutiérrez señala que ésta debe matizarse, pues en
1820 los antiguos miembros del Ayuntamiento de México, ante su salida, dieron
un informe al nuevo Ayuntamiento constitucional donde elogiaban el trabajo
del virrey. Este documento expuso cifras altísimas que solamente buscaban dar
brillo al gobierno de Apodaca, sobre todo al aspecto de pacificar el virreinato.
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
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Las cifras señalaban que en tres años habían sido ejecutados 9998 rebeldes, 6000
prisioneros y 35000 habían sido indultados.
Por otra parte Christon Archer señala que los años en que Apodaca
estuvo a cargo del virreinato de Nueva España (1816-1821), se ha creído que
gracias a su política de amnistía a los insurgentes que juraban lealtad al monarca,
se había logrado contener casi en su totalidad la rebelión insurgente, pero de
acuerdo con el autor la realidad era otra, pues a pesar de toda la propaganda
que el virrey había creado en la que se vanagloriaba, Apodaca se había creído su
propio cuento, claro que había en ello algo de verdad, pero no como lo planteaba,
la realidad era distinta. La prolongación de la guerra, la catástrofe de la economía
y todos los males que traía consigo la revuelta a la población novohispana,
originaron un colapso total en insurgentes y realistas. Paradójicamente, los
insurgentes que se hallaban en las provincias donde los ejércitos del rey eran más
temibles preferían morir en vez de aceptar el perdón del gobierno. A pesar de
ello, el virrey Apodaca pudo presentar listas de insurgentes indultados, quienes
decidieron acogerse a “la causa buena” e incorporarse a las tropas del rey. Sin
embargo, en aquellos lugares donde la insurgencia se conservó intacta, la rebelión
se mantuvo indestructible. Tanto Apodaca como sus comandantes se negaban a
admitir que la lucha se encontraba en un empate, en el que los rebeldes, a pesar
del acoso del gobierno podían mantener activa la llama de la revolución. Además
de ello, los insurgentes que aceptaban el perdón podían incorporase al ejército
realista ostentando los mismos grados que tuviesen en la insurgencia, motivo
éste que provocaría rencillas dentro de las tropas del rey. También las cuestiones
raciales provocaron conflictos internos en las tropas. Los militares españoles
Vicente Guerrero rechaza el indulto que le
lleva su padre
Salvador Tarazona Pérez (1876-1961)
Óleo, 1947
Patrimonio pictórico del Ayuntamiento de
Chilpancingo.
Fotografía Víctor Manuel Garnica Zavala
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
miraban con desprecio a sus nuevos compañeros pues por su origen español se
consideraban superiores a todos aquellos insurgentes que, además, habían sido
indultados, pero aunque muchos rebeldes se acogieron al indulto, gran número
de éstos únicamente se aprovecharon de la situación para conseguir un salario y
posteriormente reincorporarse a las filas insurgentes.
En ese mismo año, el conde de Venadito cansado de no poder sofocar en
su totalidad las gavillas de rebeldes comandadas por Vicente Guerrero, decidió
de una vez por todas acabar con aquel problema. El 9 de noviembre el virrey
Apodaca otorgó al coronel Agustín de Iturbide el mando del distrito del Sur, que
comprendía desde Taxco hasta Acapulco. Iturbide partió al sur novohispano con
la encomienda de pacificar a como diera lugar los últimos reductos insurgentes.
Luego de varias misivas enviadas entre Iturbide y Guerrero, el suriano aceptó
llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra y consumar la independencia pero
con cierto recelo. La pacificación que tanto anhelaba la sociedad novohispana
pronto comenzó a gestarse. El 18 febrero, Iturbide enviaría una carta al virrey
donde le hacía saber que Guerrero, así como también 1200 hombres entre ellos las
tropas de Álvarez, ya se encontraban bajo sus órdenes y a disposición del gobierno
virreinal; también le decía que por petición del coronel y tesorero José Figueroa
le solicitaba que no se les tuviera en condición de indultados. De esta forma el
virrey Apodaca podía lisonjearse de ser el máximo pacificador del virreinato de
la Nueva España, puesto que en 1821, había señalado que las cifras oficiales de
insurgentes indultados ascendía de 35 000 en 1820 a 45 500 en 1821. Una vez que
ambos jefes lograron ponerse de acuerdo, Iturbide decidió proclamar el Plan de
Iguala un 24 de febrero de 1821. Este día fue aprovechado para remitir su plan a
numerosas autoridades tanto civiles como eclesiásticas, en las cuales figuraba el
mismísimo virrey, a quien se atrevió a ofrecerle el cargo de presidente de la Junta
Gubernativa que estaba prevista en el Plan de Iguala. La importancia de este plan
no solamente radicó en lograr la independencia nacional, sino que además, fue
el documento con el cual, cesaron las hostilidades entre insurgentes y realistas,
es decir, fue el instrumento que a fin de cuentas logró pacificar el virreinato y a
su vez consumar la independencia. Si bien es cierto que la política de amnistía
ejecutada por el virrey Juan Ruiz de Apodaca jugó un papel muy importante en
la pacificación y desarme de las gavillas insurgentes, también es cierto que esta
táctica no logró conseguir la pacificación absoluta de los últimos reductos que se
hallaban en el sur del virreinato.
Los sucesos siguientes vendrían a consolidar la independencia. A principios
del mes de julio Ruiz de Apodaca fue depuesto de su cargo. Las razones serían
ineficiencia, malas decisiones y su incapacidad para hacer frente a los insurgentes.
Apodaca redactó su renuncia y su lugar fue ocupado por el militar español
Francisco Novella. A finales de ese mes haría su arribo a tierras novohispanas Juan
de O´Donojú, quien ostentaría el cargo de Jefe Político y Capitán General de la
Nueva España. El 24 de agosto se celebraron los Tratados de Córdoba entre Juan
de O´ Donojú y Agustín de Iturbide. Este documento reconocía la independencia
y, a diferencia del Plan de Iguala, incluía una novedad, en la cual señalaba que en
caso de que el rey Fernando VII, o algún otro miembro de la familia Borbón no
LOS INDULTOS DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA, (1810 - 1821)
aceptaran el trono del Imperio Mexicano, éste podría ser ofrecido
por las Cortes mexicanas a quien fuese digno de merecer dicho
nombramiento. Finalmente el 27 de septiembre de 1821 el ejército de
las Tres Garantías realizó su entrada triunfal a la Ciudad de México; al
día siguiente se firmaría el Acta de Independencia del Imperio Mexicano,
concluyendo así, once años de guerra, con “abrazos y no balazos”.
Fuentes consultadas:
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justicia penal de Córdoba del Tucumán, siglos XVII y XVIII, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 2008.
Alfonso X El Sabio, Las Siete Partidas, Biblioteca Virtual Universal, 2006.
Archer, Christon I, “Los dineros de la insurgencia” en Allan J. Kuethe y Juan
Marchena F. (Eds.), Soldados del Rey. El ejército borbónico en América Colonial en
vísperas de la independencia, Universitat Jaume I, Castelló de la Plana, 2005.
Ávila, Alfredo, Guedea, Virginia, Ibarra, Ana Carolina, (Coords.), Diccionario de la independencia
de México, UNAM, México, 2010.
Colección de los Decretos y Órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias desde
su instalación en 24 de septiembre de 1810 hasta igual fecha de 1811, reimpresa de orden de gobierno,
Imprenta Mayor de la Ciudad, Sevilla, 1820.
Fioravanti, Maurizio, El estado moderno en Europa. Instituciones y derecho, Editorial Trotta,
Madrid, 2004.
Gaceta de México consultada en línea:
http://www.hndm.unam.mx/consulta/busqueda/buscarPalabras
Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de
independencia de México de 1808 a 1821, Edición digital, CD ROM, Virginia Guedea, Alfredo Ávila
(Coords.), UNAM, México, 2010.
Herrejón Peredo, Carlos, La ruta de Hidalgo, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México, México, 2012.
Herrejón Peredo, Carlos, Hidalgo: maestro párroco e insurgente, El Colegio de Michoacán,
Editorial Clío, México, 2014.
Hespanha, Antonio M., La gracia del derecho: economía de la cultura en la edad moderna,
Traducción de Ana Canellas Haurie, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
2015.
Lemoine, Ernesto, La ultima expedición de Morelos, Archivo General de la Nación, México,
Levaggi, Abelardo, Las instituciones de clemencia en el derecho penal rioplatense, consultado
en línea: https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/rev-facultad-derecho-mx/
article/view/27013/24360
Lorente Marta, Vallejo Jesús, (Coords). Manual de historia del derecho, Tirant Lo Blanch,
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Miquel i Vergés, José María, Diccionario de insurgentes, 2ª ed., Editorial Porrúa, México, 2016.
Moreno Gutiérrez, Rodrigo, La trigarancia. Fuerzas armadas en la consumación de la
independencia, 1820-1821, UNAM, México, 2016.
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régimen y militarización entre 1814 y 1820”, en Revista Universitaria de Historia Militar, Vol. 7, Núm.
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2010.
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Cultura, Gobierno de Jalisco, Arquidiócesis de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco, México, 2009.
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de México, 1808-1825,
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Spence Robertson, William, Iturbide de México, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.
Van Young, Eric, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, Fondo
de Cultura Económica, México, 2011.
Juan Ruiz de Apodaca,
José Arias Favila, siglo XIX
Óleo sobre tela, 1819
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
NORTEAMERICANOS EN LA
INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA.
¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
Luis Felipe Cariño Preciado*1
NORTEAMERICANOS
EN LA INDEPENDENCIA
DE NUEVA ESPAÑA.
¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
“Esta república federal (E.U.A.), ha nacido pigmea, … y ha tenido necesidad de
apoyo de … la España y la Francia para conseguir su independencia. Vendrá un día
en que será un gigante, un coloso temible… olvidará entonces los beneficios que ha
obtenido de las dos potencias … el paso primero será apoderarse de las Floridas, para
dominar el Golfo de México…”
El Conde de Aranda (1719–1798),
en una epístola a Carlos III,
“El Rey Botánico”, en 1783.
En todas las guerras en Europa o América durante los siglos XVIII y XIX, fueran de
independencia o no, además de los países beligerantes principales, intervinieron
otros, con el fin de sacar beneficios o ventajas de cualquier tipo.
Las guerras de independencia de E.U.A. y México no fueron la excepción;
en su momento, los colonos norteamericanos recibieron la ayuda, de ciudadanos
franceses y españoles –entre otras nacionalidades –, que de manera subrepticia,
clandestina o francamente abierta, intervinieron ya sea vendiendo armas o
pertrechos a los colonos o, incluso, combatiendo junto con ellos a los ingleses.
Hasta un futuro virrey de Nueva España, Bernardo de Gálvez (1746–
1786) y su cuñado Luis de Unzaga y Amézaga (1717–1793), gobernador de
Cuba, Venezuela, Luisiana, Galicia y Andalucía oriental, participaron, entre otros
muchos españoles, primero de manera encubierta, pero después de forma obvia
y con armas en la mano, al frente de naves y combatientes.
A Bernardo de Gálvez, el primer presidente norteamericano, George
Washington (1732–1799), inclusive lo nombró ciudadano ad honorem de E.U.A.,
por su ayuda.
En el caso de la Guerra de Independencia de la Nueva España contra el
Imperio Español, también intervinieron muchos ciudadanos de diversos países,
pero en este ensayo, pudimos registrar en el Diccionario de Insurgentes del español
José María Miquel y Vergés, de un total de 4088 insurgentes registrados, de los
cuales hubo: 389 clérigos (9.5%), 135 mujeres (3.30%), 85 indígenas (2.7%) y 58
norteamericanos, (1.41%).
*1
Estudió Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Presidente de la Sociedad
Igualteca de Geografía y Estadística, correspondiente de la SMGE, A.C. Miembro fundador
de la Asociación de Historiadores y Cronistas de Iguala. A.C. y del Consejo de la Crónica de
Iguala. Primer Director y diseñador de la revista Reevolución. Premio Nacional de la Juv. por
creatividad en Ciencia y Tecnología 1981.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
Miguel Hidalgo (1753–1811), Ignacio de Allende (1769–1811) y José Ma.
Morelos (1765–1815), así lo creyeron y los tres, en cuanto pudieron, nombraron
“plenipotenciarios”, que enviaron a E.U.A., con el fin de conseguir ayuda de esa
nación, para la insurgencia en la “América Septentrional”.
Desafortunadamente y parafraseando al Dr. Salvador Román Román, “al
plomo de la realidad”, las ansias expansionistas de E.U.A. estaban especialmente
dirigidas hacia las provincias del reino de la Nueva España: Texas, la Alta y la Baja
Californias, Nuevo México, Arizona, etc., e incluso Florida y más allá, pues no
había límites geográficos bien definidos en las posesiones españolas en América
del Norte. España nunca pudo cartografiar bien su dilatado imperio, que en
Norteamérica llegaba hasta Alaska y no se sabía si parte de Groenlandia estaba
incluida.
Otro caso muy especial, es el del cubano José Álvarez de Toledo y Dubois
(1779–1858), diputado suplente por Santo Domingo en las Cortes de Cádiz,
quien viviendo en E.U.A., logró del Congreso de Apatzingán, el nombramiento
de plenipotenciario ante el gobierno de los E.U.A., y con sueldo.
Carlos María de Bustamante (1774–1848), afirma que en realidad
Álvarez de Toledo obraba desde Washington, en completo acuerdo con Luis de
Onís (1762–1827), embajador español en E.U.A. Pero además obró en favor de
E.U.A., en el asunto de Texas, en contubernio con un alto miembro de la élite
gubernamental norteamericana: James Monroe (1758–1831).
Es indudable que las ideas de la Ilustración, la Revolución Francesa (1789–
1799), la guerra de Independencia de Haití (1791–1804) y la Declaración de
Independencia de Haití (1 de enero de 1804) que, según Alfredo Ávila, inspiraron
a la Declaración de Independencia del Imperio Mexicano, influyeron en la Nueva
España; pero sobre todo, el triunfo de la independencia de las 13 primigenias
colonias norteamericanas, avasallando al Imperio Británico entre 1775–1783,
permearon notablemente entre los novohispanos criollos, que eran en términos
generales, socialmente pares de los colonos norteamericanos y, además, la casta
más privilegiada social y educacionalmente, después de los peninsulares.
Por otra parte, los norteamericanos independentistas, al fundar su nuevo
país, fundaron la primera república federal en el Continente Americano, lo que
también influyó finalmente, entre los insurgentes novohispanos.
Fronteras de Norteamérica propuestas
por el Conde de Aranda (1719 – 1798)
en conversaciones con John Jay (1745
– 1829, cerca del final de la Guerra de
Independencia de los Estados Unidos, 3 de
agosto de 1782.
Por lo tanto; en cuanto a la Nueva España, vemos repetidamente una
conspicua y constante actividad de los norteamericanos: la aparición entre los
insurgentes novohispanos, de norteamericanos “expedicionarios”, “colonos”,
“comerciantes”, “aliados”, “plenipotenciarios”, “vendedores de armas, pólvora y
pertrechos de guerra”, miembros del ejército de los E.U.A., en activo o retirados;
que en realidad fueron espías, aventureros, mercenarios y/o piratas; que en el río
revuelto de la Guerra de Independencia de la Nueva
España, engañaban a uno y a otro y a otro bando,
sacando provecho personal, mientras algunos de
ellos, estaban en contubernio con James Monroe,
5º. Presidente de los E.U.A. (1817–1825), quien
supuestamente creó la Doctrina Monroe: “América
para los americanos”, que en realidad fue original
de John Quincy Adams (1767–1848), 6º. presidente
norteamericano (1825–1829).
La “Dinastía de Virginia”
Si James Monroe fue o no el creador de la Doctrina
Monroe, indubitablemente fue su principal promotor.
Monroe formó parte de la llamada “Dinastía de
Virginia”, conformada por cuatro de los primeros
cinco presidentes de los Estados Unidos que eran
nativos de Virginia:
El
virginiano
sucesivamente:
James
Monroe
fue
Para los insurgentes novohispanos, autonombrados americanos, la nueva
república: Estados Unidos de América, se convirtió en el ideal del país adalid de
la independencia, la democracia y la libertad.
De 1775 a 1783, soldado, hasta llegar a coronel con
el general William Alexander, Lord Stirling
(1726–1783), en la guerra de independencia
estadounidense.
La esperanza de los insurgentes en la ayuda de los E.U.A. se estrelló con el
voraz apetito territorial norteamericano
En 1782. Miembro de la Asamblea de Virginia.
1783–1786. Delegado del Congreso Continental.
Conde de Aranda
Ramón Bayeu y Subías (1744 - 1793)
Óleo sobre tela, 1769
69 × 45 cm
Museo Lázaro Galdiano, España
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
9 de noviembre de 1790–27 de mayo de 1794. Senador que fundó el
Partido Republicano, junto a los senadores y futuros presidentes de
E.U.A., Thomas Jefferson (1743–1826) y James Madison (1751–1836).
1794. George Washington (1732–1799)
plenipotenciario para Francia.
lo
nombró
ministro
19 de diciembre de 1799–1 de diciembre de 1802. Gobernador de
Virginia por primera vez.
1803. El presidente Thomas Jefferson le comisionó para asesorar a
Robert R. Livingston (1746–1813), embajador en Francia, para las
negociaciones de la compra de Luisiana.
1803 a 1807. Ministro plenipotenciario en Gran Bretaña.
16 de enero de 1811–2 de abril de 1811. Gobernador de Virginia por
segunda ocasión.
8º. Secretario de Defensa (27 de septiembre de 1814–2 de marzo de
1815), bajo la presidencia de James Madison.
7º. Secretario de Estado (28 de febrero de 1815–4 de marzo de 1817), bajo la
presidencia de James Madison.
5º. Presidente de los E.U.A. (4 de marzo de 1817–4 de marzo de 1825). En
1819 presionó a España para la cesión de Florida a cambio de deudas de
españoles.
Durante 50 años, James Monroe y los presidentes norteamericanos de la
llamada “Dinastía de Virginia” fueron los principales instigadores de la política
anexionista estadounidense de los siglos XVIII y XIX.
Antecedentes internacionales que influyeron en el inicio de la guerra de
independencia de la Nueva España e intervencionismos estadounidenses
durante la guerra de independencia de la Nueva España.
1804
Enero
1 de enero: Haití se declaró independiente de Francia, primer país en América
en vencer al colonialismo y la primera nación negra. Su guerra de
independencia (22/8/1791–18/11/1803). Haití fue la segunda nación
de América y el Caribe en ser independiente. Hay que recordar que
el historiador Alfredo Ávila considera o sostiene, que el Acta de
Independencia de Haití, influyó en el Acta de Independencia del Imperio
Mexicano.
Mayo
14 de mayo: La expedición de Lewis y Clark parte desde Camp Dubois y comenzó
su viaje río arriba por el Missouri.
Diciembre
14 de diciembre: España fue obligada a declarar la guerra a Gran Bretaña.
1805
4 de enero: España y Francia firmaron un acuerdo para invadir Gran Bretaña. Por
lo tanto, en la Nueva España y las colonias españolas se prepararon para
eventuales invasiones inglesas.
11 de enero: Creación de Míchigan en los Estados Unidos de América. Míchigan,
en Yutoazteca, significa lo mismo que Michoacán, que proviene de las
raíces náhuas michin, pez y can, lugar: “Lugar de peces”.
Marzo
4 de marzo: Thomas Jefferson inició su segundo periodo
como Presidente de E.U.A.
Abril
1 de abril: Se inició la publicación del Diario de México,
primer periódico diario de la Nueva España.
Junio
1801
Thomas Jefferson 3er. presidente de los E.U.A. (4 de marzo de 1801–4 de marzo
de 1809. Durante su presidencia hubo dos acontecimientos anexionistas;
la Compra de la Luisiana (1803) y la Expedición militar, cartográfica y
biológica (del 31 de agosto, de 1803 al 23 de septiembre de 1806), de
los militares Lewis y Clark (capitán Meriwether Lewis y el subteniente
William Clark), con la misión de explorar y cartografiar el recientemente
adquirido territorio de Luisiana, pero que llegó hasta el Océano Pacífico,
mucho más allá de los límites de Luisiana.
John Jay (1745 –1829)
Gilbert Charles Stuart (nacido Stewart;
Saunderstown, 1755 – 1828)
Óleo sobre tela, 1794
131 x 102 cm
Galería Nacional de Arte, Washington D.C.,
E.U.A.
1803
1 de marzo Ohio (antes Nueva Francia), se incorporó a los E.U.A.
Abril
30 de abril: E.U.A. compró Luisiana a Francia, duplicando así su extensión
territorial.
13 de junio: El avance expansionista de los norteamericanos
hacia el oeste es incuestionable: Lewis y Clark
llegaron a las cataratas del río Missouri.
Agosto
15 de agosto: Simón Bolívar, en Roma, juró la libertad de
América.
Octubre
Noviembre
7 de noviembre: Lewis y Clark llegaron al Océano Pacífico,
a un territorio legalmente español hasta Alaska,
en donde ya estaban establecidos cazadores rusos,
británicos, francocanadienses y norteamericanos;
territorio que ya había sido explorado y cartografiado
hasta lo que hoy es Canadá, por la Real Expedición
Botánica a Nueva España (1787–1803); dirigida
Carlos III de España
Mariano Salvador Maella Pérez (1739
- 1819).
Óleo sobre tela, (1783)
Colección Banco de España, Madrid.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
por el médico y botánico español Martín Sessé y Lacasta
(1751–1808) y José Mariano Mociño y Losada (1757–
1820), también médico y botánico novohispano, originario
de Temascaltepec (Edo. de Méx), el único novohispano
que llegó a ser cuatro veces presidente de la Real Academia
Médica Matritense y director del Real Jardín Botánico de
Madrid. Mociño también hizo la primera investigación sobre
los indios Nutka del Canadá.
26 de marzo: Carlos IV de España abdicó en favor de su hijo, Fernando VII.
Abril
24 de abril: En León, España, el pueblo se levantó contra los franceses y la noticia
se publicó en La Gaceta de Madrid. El mariscal francés Murat, quemó
todo el tiraje.
Mayo
San Miguel de Allende, Gto. El capitán Ignacio de Allende
en 1806 pasó con su regimiento a la Ciudad de México en
previsión de un ataque inglés o norteamericano a Nueva
España.
2 de mayo: Se recrudeció la Guerra de la Independencia Española, contra los
franceses. Ocurrió el levantamiento del 2 de mayo.
1807
10 de mayo: Fernando VII (prisionero de Napoleón), renunció a sus derechos a la
corona española, en Bayona (Francia).
10 de abril de 1807. Es sorprendente que el primer intento de “independencia” de
la Nueva España, lo hayan hecho militares y ciudadanos norteamericanos,
que fueron liderados por Lewis Kerr Esguire (¿?), coronel el ejército de
E.U.A., quien tenía el proyecto de hacer independiente a la Nueva España
y junto con el juez Jaime Workman (¿?), ambos vecinos de Nueva Orleans
y consejeros de la ley, que el 10 de abril de 1807 iniciaron los trabajos para
formar una expedición militar, con el fin de invadir las provincias del
norte de la Nueva España, bajo un plan de independencia. Descubierto el
proyecto antes de que pudiera llevarse a cabo, Kerr juntamente con otros
individuos, fue arrestado y juzgado. El plan abarcaba múltiples aspectos
y sus detalles estaban estudiados con minuciosidad. Acariciaban la idea
de que el gobierno norteamericano, al tener conocimiento del hecho, lo
apoyaría. El juicio se concluyó el 6 de mayo de 1807 con la absolución de
los acusados.
1808
Enero
22 de enero: La familia real portuguesa, huyó de la invasión napoleónica, y
desembarcó en San Salvador de Bahía en Brasil.
Febrero
9 de febrero: Las tropas francesas de Napoleón iniciaron la ocupación de España
por Cataluña, al norte de la Península Ibérica.
28 de febrero: Barcelona, puerto y capital de Cataluña fueron tomados por las
tropas napoleónicas francesas.
Marzo
19 de marzo: Carlos IV, rey de España, abdicó en favor de su hijo Fernando VII,
debido al Motín de Aranjuez, en Madrid.
23 de marzo: Antes de que la familia real española pudiera huir a la Nueva España,
| 61
el cuñado de Napoleón Bonaparte, el mariscal Murat, tomó Madrid con
su ejército, para atraer hacia Bayona (Francia), a la familia real, y no
reconoció a Fernando VII como rey. Murat, desde febrero había iniciado
la ocupación de España.
1806
Abril
Bernardo de Gálvez
Mariano Salvador Maella Pérez (1739
- 1819)
Óleo sobre tela (c. 1783-84)
Colección privada en Málaga, España
Existe una copia en el Capitolio de E.U.A.
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
3 de mayo: Ejecución por fusilamiento en Madrid de los patriotas españoles
levantados el 2 de mayo.
25 de mayo: El Principado de Asturias declaró la guerra a Francia, durante la
Guerra de Independencia Española.
Junio
6 de junio: La Junta Suprema de Sevilla, declaró la guerra a Napoleón I. Se
multiplicó la guerrilla insurgente española contra los invasores franceses.
Julio
8 de julio: A través de la Constitución de Bayona, Napoleón Bonaparte cedió
los reinos de España e Indias Occidentales (Nueva España, etc.), a su
hermano José.
19 de julio: Batalla de Bailén (España). Primera derrota
del ejército francés en España.
Agosto
5 de agosto: Debido a la ausencia de autoridad real
española, los criollos Francisco Primo de Verdad
y Ramos (1760–1808) abogado y síndico del
Ayuntamiento de la Ciudad de México, Juan
Francisco Azcárate y Lezama (1767―1831)
abogado y regidor del ayuntamiento de la
Ciudad de México, propusieron al virrey José
de Iturrigaray (1742–1815) el establecimiento
de una Junta Soberana que gobierne Nueva
España, que no reconozca a ninguna autoridad
que llegue de España, pues ante la ausencia de
autoridad legítima, la soberanía había recaído
en el pueblo. El virrey Iturrigaray no se opuso.
Septiembre
15 de septiembre: Golpe de Estado de españoles
avecindados
en
la
Nueva
España,
Luis de Unzaga y Amézaga
Gobernador de Cuba, Venezuela, Luisiana,
Galicia y Andalucía Oriental.
62
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
autodenominados Patriotas de Fernando VII,
dirigidos por el hacendado español, Gabriel
de Yermo (1757–1813), contra el virrey José
de Iturrigaray. Apresaron al virrey, a Azcárate,
a Fray Melchor Talamantes y al licenciado
Francisco Primo de Verdad, quien el 4 de
octubre de 1808, apareció muerto dentro de su
celda.
Diciembre
3 de diciembre: Recaptura de la ciudad de
Madrid por Napoleón Bonaparte al frente de su
ejército.
1809
Marzo
4 de marzo: Inicia James Madison, su mandato
como 4º. Presidente de E.U.A. y contará con
James Monroe como su Secretario de Estado y
posteriormente Secretario de Guerra.
1810
La mayoría de los sucesos en Europa
en esta época, fueron conocidos en la Nueva
España, gracias a dos principales medios de
comunicación escrita, La Gaceta de México y el Diario de México, a los que tal vez la
mayor parte de las castas no tenían acceso, por el costo y por ser analfabetas. Pero
los criollos y los peninsulares si tenían acceso a esos medios de comunicación,
y a través de ellos, sabían que, a estas alturas, Napoleón Bonaparte era el amo
de Europa y no se veía próxima la victoria de los guerrilleros independentistas
españoles, aunque a veces daban golpes espectaculares en contra de los franceses.
Pero un principio fundamental estaba conculcado; el Principio de
Autoridad: no había rey español, porque estaba preso y en su lugar estaba un rey
francés impuesto: José Bonaparte.
Aventuras y desventuras de los primeros embajadores mexicanos de la
insurgencia
El embajador plenipotenciario de Hidalgo
Marqués de Lafayette
Joseph-Désiré Court (1797 – 1865)
Óleo sobre tela, 1834
135 x 100 cm
Palacio de Versalles, Francia
Miguel Hidalgo y Costilla, en Guadalajara, nombró un plenipotenciario o
embajador para que pasara a los E.U.A., a conseguir ayuda; ese primer emisario
fue Pascasio Ortiz de Letona (1785–1811), joven guatemalteco, aficionado al
estudio de las Ciencias Naturales, especialmente a la botánica, y quien residía
en Guadalajara cuando Hidalgo entró en la ciudad, el 26 de noviembre de 1810.
Pascasio Ortiz De Letona llevaría a los E.U.A., un documento que entre
otras cosas decía:
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
| 63
Por tanto, y teniendo entera confianza y satisfacción en
vos, don Pascacio Ortiz de Letona, nuestro Mariscal de Campo
plenipotenciario y embajador (…) cerca del Supremo Congreso
de los E.U.A., hemos venido en elegiros y nombraros, dandoos
todo nuestro poder y la facultad en la más amplia forma que se
requiere y sea necesaria para que por vos y representando nuestras
propias personas y conforme a las instrucciones que os tenemos
comunicadas, podáis tratar, ajustar y arreglar una alianza ofensiva y
defensiva, tratados de comercio útil y lucroso para ambas naciones,
y cuánto más convenga a nuestra mutua felicidad, ascendiendo
y firmando cualesquiera artículos, pactos o convenciones
conducentes a dicho fin; y nos obligamos
y prometemos en fe, palabra y nombre de
la nación, que estaremos y pasaremos por
cuanto tratéis, ajustéis y firméis a nuestro
nombre y lo observaremos y cumpliremos
inviolablemente, (…) Dado en nuestro
palacio Nacional de Guanajuato, a 13 días
del mes de diciembre de 1810 año. Miguel
Hidalgo, generalísimo de América– Ignacio
Allende, Capitán general de América.
Los poderes que acreditaban a Ortiz de
Letona como embajador ante E.U.A. aparecen
firmados en Guanajuato el 3 de diciembre de 1810
y cabe recordar que la ciudad mencionada fue
reconquistada por las fuerzas realistas al mando de
Félix Ma. Calleja el 25 de noviembre del año anotado.
Quizá el documento original diga Guadalajara y no
Guanajuato.
Ortiz de Letona se dirigió a Veracruz, donde
pensaba embarcar para los E.U.A., pero habiéndose
hecho sospechoso por viajar solo y cambiar una onza
de oro, fue preso por las autoridades de Molango,
en La Huasteca y después de un minucioso registro,
encontráronle el famoso documento escondido en
la silla de montar, por lo cual mandóse a Ortiz de
Letona prisionero a la capital, pero antes de llegar a México, envenenóse, siendo
enterrado su cuerpo en la Villa de Guadalupe. El primer emisario de la insurgencia
novohispana, no logró salir del virreinato y murió a los 26 años de edad.
El embajador plenipotenciario de Allende
El segundo embajador fue nombrado por Allende cuando prácticamente llevaba
como prisionero a Hidalgo, a quien ya había despojado del mando de las fuerzas
insurgentes; ese emisario fue Bernardo Gutiérrez de Lara (1774–1841), originario
George Washington
Gilbert Charles Stuart (nacido Stewart;
Saunderstown, 1755 – 1828)
Óleo sobre tela, 1803
73,5 x 61,1 cm
Instituto de Arte Clark, E.U.A.
64
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
de Revilla, hoy Ciudad Guerrero, Tamaulipas. Abrazó, en 1811,
la causa insurgente, tras conocer a Ignacio de Allende cuatro
días antes de su captura.
Gutiérrez de Lara era herrero y campesino acomodado
de Revilla. El 17 de marzo de 1811 se presentó a Allende en la
hacienda de Santa María, inmediata a Saltillo, ofreciendo sus
servicios y sus bienes a la causa de la independencia.
Allende le extendió el despacho de coronel y
credenciales para que marchara a los E.U.A., a pedir apoyo. A
pesar de la prisión de Allende y de los demás jefes insurgentes
en Acatita de Baján, Gutiérrez de Lara emprendió su misión. La
represión realista en la zona, hizo que Bernardo Gutiérrez de
Lara huyera a los E.U.A.
En los E.U.A. se puso en comunicación con el
gobierno estadounidense, a fin de obtener ayuda para el plan
de independencia de Nueva España. Entró en relaciones
personales con James Monroe, quien era Secretario de Estado
del gobierno de los E.U.A., en la presidencia de James Madison,
y éste le propuso, llanamente, la anexión de la parte norte del
país a los E.U.A. De esta entrevista Gutiérrez de Lara salió indignado. Queda la
siguiente nota reservada, enviada por el ministro de España en los E.U.A., Luis de
Onís, al virrey de Nueva España, Francisco Javier Venegas:
Jorge III, rey de Inglaterra
Sir Thomas Lawrence (1769-1830)
Óleo sobre tela (1809)
172.3 x 116.2 cm
Colección Real
Excmo. Sr., muy señor, mío: El agente de los insurgentes de Caracas,
D. Telésforo de Orca, acaba de comunicar a otro sujeto, que me lo
ha confiado, la anécdota siguiente, acerca de una conversación que
tuvo el coronel Bernardo de los insurgentes de ese reino, de quien
tengo hablado a V.E., en mis oficios anteriores, con el Secretario
de Estado Americano Mr. Monroe, que hace ver claramente cuáles
son las miras de este gobierno en fomentar las revoluciones
de nuestras provincias americanas. Mr. Monroe le dijo, que el
gobierno de los E.U.A., apoyaría con toda su fuerza la revolución
de las provincias mexicanas y que a este efecto la sostendría, no
sólo con armas y municiones, sino con 27 mil hombres de buena
tropa, que luego tendrían para el efecto: pero que el coronel
Bernardo, y los demás jefes de la revolución, debían tratar de
establecer una buena constitución, para asegurar la felicidad de
sus paisanos. Con este motivo, Monroe ponderó mucho la de estos
Estados y le dio a entender que deseaba el gobierno americano,
que se adoptase la misma constitución en México; que entonces
se admitirían en la confederación de estas repúblicas, y con la
agregación de las demás provincias americanas, formaría una
potencia la más formidable del mundo. El coronel Bernardo, que
había escuchado con bastante seriedad al Secretario de Estado,
hasta su plan propuesto de agregación, se levantó furioso de su silla
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
| 65
al oír semejante proposición y salió del despacho de Mr. Monroe,
muy disgustado de la insultante insinuación. (El venezolano
Telésforo de) Orea ha dado a entender, que el gobierno americano
le ha hecho, aunque indirectamente y
con menos claridad, la misma oferta, y
está nada gustoso del proyecto de estos
republicanos, cuya decantada moderación
sirve sólo de capa a la ambición extremada
de la administración actual. Dios guarde a
V.E., muchos años. Filadelfia, 14 de febrero
de 1812.
Librándose de las presiones del gobierno de
los E.U.A., Gutiérrez de Lara contrató a un grupo
de hombres que espontáneamente ayudaron a sus
propósitos y con ellos, unos 400 en total, ocupó el
día 11 de agosto de 1812, la villa de Nacodoches
(Texas), el presidio de La Trinidad (Texas) y la
Bahía del Espíritu Santo (Texas). La noticia produjo
entre los insurgentes del interior un entusiasmo
exagerado, aunque quizá los dirigentes no se
engañaron sobre el justo valor de aquellas acciones.
Sorprende, no obstante, leer en el periódico
insurgente Correo Americano del Sur, fundado por
orden de Morelos en Oaxaca, esta interpretación de
aquel hecho:
Las provincias unidas (E.U.A.), para eterno
monumento de nuestra confederación, han
enviado en nuestro auxilio 20 mil hombres
armados y aguerridos: ese formidable ejército
ha pasado ya Nacastoche (Nacodoches), y
a pesar de la fatiga y estropeo consiguiente
a tan larga caminata se dirige con varias de
nuestras divisiones al gran zanjón que circula
la capital del reino abierto con la sangre de
los americanos, para dar así la última mano a
nuestra gloriosa empresa.
El coronel realista Manuel Salcedo (16¿?–17¿?), y Simón de Herrera
y Leyva (1754–1813), nombrado por Félix Ma. Calleja, Gobernador de las
Provincias Internas de Oriente, organizaron sus fuerzas y sitiaron a Gutiérrez de
Lara en la Bahía del Espíritu Santo, pero Gutiérrez de Lara, no sólo defendióse
extraordinariamente, sino que haciendo salir diversas partidas de su gente y
ayudado por indios bravos que del lugar le fueron a prestar ayuda, sitió a los
sitiadores, hasta que viéndose casi cercados en su propio campo, retiráronse el 1º.
de febrero de 1813, hacia San Antonio Béjar, no sin ser perseguidos por las fuerzas
Luis XVI rey de Francia
Antoine-François Callet (1741 – 1823)
Óleo sobre tela, 1778 - 1799
275 cm x 193 cm
Museo del Prado, Madrid
66
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
de Lara, las cuales obligaron a las de
Simón Herrera a entablar combate
en el lugar conocido por El Rosillo.
Los realistas fueron totalmente
derrotados: perdieron la artillería,
municiones y muchos hombres.
Herrera, con pocos, se refugió en San
Antonio, hasta donde llegó Gutiérrez
de Lara, obligando a las fuerzas
realistas a capitular con la condición
expresa de que se respetaran las vidas
de los vencidos (1º. de abril de 1813).
Gutiérrez de Lara estableció entonces
una especie de junta con el fin de juzgar
a los realistas, junta compuesta de
individuos elegidos en forma popular,
entre los cuales se encontraban
muchos extranjeros, admitidos por las
autoridades coloniales y que después
se declararon por la revolución.
Hubo no obstante, y a pesar de la buena intención y entereza de Gutiérrez
de Lara de cumplir lo pactado en la capitulación, quienes pedían la muerte de
los prisioneros como venganza por la muerte el 6 de febrero de su coronel, el
ex miembro del ejército de E.U.A. Augusto Magee (1789–1813). Un insurgente,
llamado Pedro Prado y un norteamericano (Davenport), al frente de la turba,
se apoderaron de ellos y fueron degollados. Los degollados fueron: Simón de
Herrera, su hermano Jerónimo Herrera, Manuel Salcedo, Miguel Arcos, capitán
de provinciales, vecino de la Villa de Santa Bárbara, junto con sus dos hijos, y
varios oficiales realistas más. Gutiérrez de Lara no sólo no pudo dominar a los
amotinados, sino que ante su actitud de censura por el hecho, recibió insultos y
amenazas.
El 6 de abril e 1813, la junta, presidida por Gutiérrez de Lara, declaró
Texas independiente de España y al mismo tiempo de cualquier dependencia de
los E.U.A.
Napoleón cruzando los Alpes
Jacques-Louis David (1748 – 1825)
Óleo sobre tela
246 × 231 cm
Museo Kunsthistorisches
Félix Ma. Calleja, virrey de Nueva España, dispuso que parte de las
fuerzas recién llegadas de España se fueran al norte y se pusieran a las órdenes
del jefe realista Joaquín de Arredondo (1776–1837), quien dispuso que el
coronel Ignacio Elizondo (1766–1813), –el mismo que hizo prisionero a Hidalgo
y a sus compañeros en Acatita de Baján–, organizara las fuerzas dispersas y
estuviera atento a sus órdenes. Elizondo, confiando demasiado en las tropas que
había logrado reunir, avanzó sin tener en cuenta las instrucciones de Joaquín de
Arredondo, hasta cerca de San Antonio.
El 20 de junio de 1813, Gutiérrez de Lara salió a batirlo en el lugar
conocido por El Alazán, donde resultó derrotado Elizondo y obligado a retirarse
hasta Río Grande con muchas pérdidas.
El 26 de julio de 1813, Joaquín de Arredondo emprendió un movimiento
combinado sobre San Antonio, añadiendo a sus fuerzas los infantes que habían
quedado ilesos de la acción de El Alazán, con lo cual pudo sumar un cuerpo
de unos 700 hombres de infantería y más de mil de caballería y doce piezas de
artillería. Con muchas penalidades llegó el día 17 de agosto a Las Rancherías.
En San Antonio, ignorantes de cómo se hallaban las intenciones de los
realistas, habían ocurrido cambios políticos: José Álvarez de Toledo y Dubois,
quiso unirse a Gutiérrez de Lara. Éste, sospechando cuáles eran sus intenciones,
no quiso entablar relación alguna con él y entonces Álvarez
de Toledo publicó, en una imprenta que traía consigo, un
manifiesto en el que no sólo desacreditaba a Gutiérrez de
Lara, sino que hacía magníficas promesas a todos los que le
reconociesen como jefe de la insurgencia en el norte.
Debido a que Gutiérrez de Lara contrató mercenarios,
éstos confiaron en Álvarez de Toledo y depusieron a Gutiérrez
de Lara, instigados por William Shaler (1773–1833), agente
de James Monroe, Secretario de Estado de E.U.A., quien había
recibido con gran disgusto la Declaración de la Independencia
de Texas, y de cualquier otra nación, incluidos los E.U.A.
Bernardo Gutiérrez de Lara, quien había luchado en
favor de la emancipación y a quien tanto debía el movimiento
insurreccional en el norte, viéndose depuesto después de
tantos sacrificios, se retiró a los E.U.A. En 1827 escribió y
publicó en Monterrey un folleto con el título de Breve Apología,
en respuesta de otro aparecido en México y en el que se le
atacaba por su actuación en la guerra de la independencia.
Murió en el mes de agosto de 1843 y fue sepultado en la
iglesia de Santiago Apóstol, en Santiago, Nuevo León.
Los dos primeros embajadores de Morelos
El Siervo de la Nación, José Ma. Morelos y Pavón, mandó a un norteamericano
de nombre David Faro (¿?–1811) y al mariscal Mariano Tabares (¿?–1811), en
comisión emisaria a los E.U.A., misma que no llegó a su destino, lo cual explicamos
más adelante.
El norteamericano David Faro se hallaba preso en el Castillo de Acapulco
por sospechas de ser emisario de los E.U.A. para favorecer los ideales de la
independencia en la Nueva España.
Cuando Morelos atacó el castillo el 8 de febrero de 1811, Faro consiguió
huir y presentarse al caudillo insurgente, quien le tomó a su servicio. Resultó
uno de los hombres de confianza de Morelos, ya que éste le comisionó a ir a los
James Monroe
James Herring (1794 – 1867)
Óleo sobre tela, 1834
76 x 63,5 cm
Galería Nacional de Retratos
E.U.A.
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68
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
E. U.A., a fin de conseguir lo necesario para proseguir la
lucha.
expedición que había de adueñarse de la Ciudad de Oaxaca. Una vez en Chilapa,
hizo degollar secretamente a David Faro y fusilar a Mariano Tabares.
Morelos, - detalle importante – estaba en 1811
decidido a ceder a los norteamericanos “la provincia de
Texas”, según carta que escribió al mariscal de campo
Ignacio Ayala (¿?–1814), en febrero de 1813.
Otra experiencia que tuvieron
las fuerzas de Morelos con franceses y
norteamericanos fue la suscitada con
el francés “general Humbert” (1767–
1823) y el mariscal insurgente Juan
Pablo Anaya (1785–1850) en 1814:
La comisión emisaria Mariano Tabares–David
Faro, no llegó a realizarse, pero constituye uno de los
ejemplos del ansia de dominación de Texas, por parte de
los E.U.A., ya que Morelos debió pensar en ello a través
de sugestiones norteamericanas.
Cuando Morelos llegó a sitiar Acapulco en 1810,
Mariano Tabares era capitán realista en el castillo de
San Diego, entonces Tabares, fue aleccionado por los
norteamericanos presos en el castillo de San Diego;
Nicolás Colee (17¿?–1812), David Faro (17¿?–1811),
Elías Pedro Bean (1773–1846), y Guillermo Alendin
(17¿?–¿1811?). Tabares traicionó a las fuerzas realistas,
poniéndose en contacto con Morelos y gracias a sus
confidencias, el jefe insurgente Julián Ávila (¿?–1818),
a las órdenes de Morelos, pudo derrotar al realista Juan Francisco París (¿?–¿?),
comandante de las milicias de Oaxaca, en la acción que tuvo lugar en el paraje de
los Tres Palos, el día 4 de enero de 1811.
Tabares siguió a Morelos en sus diversas acciones y fue comisionado,
juntamente con el norteamericano David Faro, para que fuesen a los E.U.A., a fin
de entablar relaciones con aquel gobierno en agosto de 1811.
Por el camino, Tabares y Faro se encontraron, en el pueblo de La Piedad,
con Ignacio López Rayón (1773–1832), nombrado por los caudillos insurgentes
desaparecidos, jefe supremo de la insurgencia. López Rayón les hizo volver al
punto de partida después de nombrarlos general brigadier a Mariano Tabares y
coronel a David Faro.
James Madison
John Vanderlyn (1775 – 1852)
Óleo sobre tela, 1816
66 x 56.4 cm
Casa Blanca, E.U.A.
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
Morelos quedó muy sorprendido del regreso de Tabares y Faro y no quiso
reconocerles el grado conferido, lo que hizo que Tabares se retirara con Faro a
Chilpancingo. De allí pasaron a la costa y, de acuerdo con el capitán F. Mayo (¿?–
1811), jefe insurgente que estaba con Julián Ávila en El Veladero, estructuraron un
plan revolucionario en contra de Morelos, el inicio del cual fue levantar algunos
pueblos contra la autoridad del caudillo, prender a las autoridades por él nombradas
y atacar a las propias fuerzas insurgentes que seguían a Morelos. F. Mayo fue fusilado
en El Veladero, por haber participado en la rebelión de Tabares y Faro.
Dominada la revolución con la presencia de Morelos, éste se llevó a su
regreso a Chilapa a Tabares y a Faro, con el pretexto de darles el mando de una
| 69
Juan Pablo Anaya se presentó
a Hidalgo en Guadalajara en 1810
y en mayo de 1814, ya fungía como
uno de los principales jefes de las
fuerzas insurgentes en la provincia de
Veracruz.
Anaya estuvo en contacto con
el general Humbert y con él, el día 7
de septiembre de 1814, se embarcó
en Nautla en dirección a Nueva
Orleans con objeto de formar allí una
expedición contra Tampico. Anaya
iba acompañado del fraile franciscano
José Antonio Pedrosa (¿?–¿1814?).
Referente a esta misión, Carlos Ma. de
Bustamante (1774–1848) escribía a
Morelos en carta fechada en Zacatlán
el 12 de septiembre de 1814:
“El señor Humbert se ha embarcado en Nautla con el mariscal Anaya, llevándose
todo el pertrecho y armas que había desembarcado, con más, el dinero que (Juan
Pablo) Anaya pudo pillar…”, en otra carta, fechada pocos días después, el 19 de
septiembre de 1814, insistía: “Éste (mariscal Juan Nepomuceno Rosains, 1782–
1830), en virtud de órdenes de V.A. (Morelos), ha procurado impedir que el
señor Humbert penetrase hasta donde nosotros estamos, el cual se ha marchado
llevándose crecida suma de dinero, juntamente con el que se dice mariscal Anaya
o Canaya.”
El fraile José Antonio Pedrosa denunció los proyectos a Diego Morphi
(¿?–¿?), vicecónsul español en Nueva Orleans, quien, a su vez, dio cuenta de las
intenciones de Anaya a las autoridades novohispanas. Esto motivó que se desistiera
del proyecto; sobre todo, cuando incluso el presidente de los E.UA., James
Madison, prohibió por medio de una proclama a los ciudadanos norteamericanos
alistarse a la expedición o proveerla de armas y municiones.
José Álvarez de Toledo y Dubois, en E.UA. se puso en contacto con Juan
Pablo Anaya, y solicitó al congreso insurgente el nombramiento de Juan Pablo
J.H.Youns
Nuevo mapa de Texas con los Estados
Mexicanos y Americanos adyacentes
Concesiones de Tierra
Publicado por Augustus Mitchell, 1836
Col. Special Collections Division, The
University of Texas at Arlington, Libraries
Arlington, Texas, EUA
70
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Anaya como ministro plenipotenciario, el cual había de
conseguir un préstamo de 6 millones de pesos para proseguir
la lucha, pero su superior al mando, Juan Nepomuceno
Rosains, considerando absurdas las instrucciones, no cursó
el documento a Anaya, quien permaneció en los E.U.A,
como agente privado. En febrero de 1815, Álvarez de Toledo
escribía a Ignacio López Rayón desde Nueva Orleans,
informándole de la mala conducta de Juan Pablo Anaya.
Díaz de Toledo y William Shaler, que fueron empleados por James Monroe y
que intervinieron directamente en el asunto de la independencia de Tejas que
logró Bernardo Gutiérrez de Lara y cuya anexión final a los E.U.A., la lograría el
presidente norteamericano James Knox Polk (1795 - 1849), pues fue justamente
su promesa de campaña.
Morelos nombra otro embajador
Adams, Willi Paul, (Compilador), Los Estados Unidos de América, Historia
Universal siglo XXI, volumen 30, Siglo XXI Editores, México, 1982.
Morelos hizo otro intento para pedir ayuda a los E.U.A.;
fue en 1815, con una carta fechada el 14 de julio de 1815,
dirigida al presidente de los E.U.A., que en ese momento era
James Madison.
Alcaraz, Ramón, et al., Apuntes para la historia de la guerra entre México y
los Estados Unidos, (Edición facsimilar a la de 1848), Siglo XXI Editores, México,
1970.
La carta fue entregada por Morelos al licenciado y
sacerdote José Manuel de Herrera (1776–1831), escritor,
político y religioso, cuando también en compañía de Cornelio
Ramón Ortiz de Zárate (1785–1817) y el comodoro francés
y corsario Luis de Aury (1788–1821), llevaban al infante
hijo de Morelos de 13 años de edad, Juan Nepomuceno
Almonte (1803–1869), a radicarse en Nueva Orleans. No existe documentación
de que la epístola haya sido entregada a su destinatario.
Aury fue nombrado por José Manuel de Herrera plenipotenciario de los
insurgentes en los E.U.A., general y gobernador de Texas, y auxilió en lo que pudo
a la expedición internacional del español Francisco Javier Mina (1789–1817).
En 1817 renunció a su puesto de gobernador y se unió a Gregorio MacGregor
(1786–1845), pariente político de Simón Bolívar (1783–1830), en la expedición
para independizar a Florida de España.
MacGregor declaró la independencia de Florida tras vencer a los realistas
españoles de la península y dejó a Aury en posesión de la isla de Amelia en
septiembre de 1817, quien la declaró parte del Anáhuac, pero el presidente James
Monroe envió tropas para desalojarlo en diciembre de 1817.
Conclusiones
La fe de los insurgentes mexicanos en los E.U.A. fue ciega y cándida, ante la cruda
realidad del expansionismo territorial norteamericano.
José Álvarez De Toledo y Dubois
Imagen tomada del libro biográfico de José
Álvarez De Toledo y Dubois, apuntes biográficos y documentos de un aventurero
decimonónico. Ciudadela Libros, Madrid
2012, escrito por José Antonio Gallego
García.
NORTEAMERICANOS EN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA ESPAÑA. ¿INTERVENCIONISMO SOTERRADO?
Desde 1807, hubo miembros y exmiembros del ejército norteamericano
y empleados de ese mismo gobierno, pretendiendo y/o logrando intervenir. en
asuntos internos de la Nueva España, y a veces como combatientes en las fuerzas
insurgentes.
El gobierno norteamericano tuvo agentes en la Nueva España como
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Bergeron, Louis, et al., La época de las revoluciones europeas 1780–1848.
Historia Universal siglo XXI, volumen 26, Siglo XXI Editores, México, 1976.
Butrón Gómez, Milagros y Palomino Salguero, Francisca, Antonio José
de Sucre, el delfín de Bolívar, Biblioteca Iberoamericana, México, 1990.
De la Maza, Francisco, La ciudad de México en el siglo XVII, Fondo
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Bernardo Gutiérrez de Lara
Estatua en bronce, 1974
Congreso del Estado
Ciudad Victoria, Tamaulipas
Foto: Pablo Casanuevas
Foto tomada de: Instituto Mora. Revista
Bicentenario, el ayer y hoy de México.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR,
EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN
DEL PLAN DE IGUALA Y SU IMPORTANCIA
EN LA CONSUMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA.
Carlos Ernesto Saldaña Nájera*1
LA ORGANIZACIÓN MILITAR
EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE
LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN
DE IGUALA Y SU IMPORTANCIA
EN LA CONSUMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA.
Introducción
Estudiar a los ejércitos como instituciones y a las respectivas jurisdicciones
militares implica no solamente hablar de grandes batallas y estrategias, y mucho
menos de hacer un mero recuento de soldados, armas y caballos. La historia militar
es inherente a la historia de México; sin embargo, al parecer ello ha ocasionado
que se obvie su participación en algunas cuestiones dignas de análisis. Puede ser
quizá que la temática militar no resulte demasiado seductora en una época donde
la historia social y cultural predominan en el escenario de las investigaciones
históricas. Puede ser incluso que la idea añeja que se tiene de la historia militar
sea lo que repele dichos estudios. Entonces ¿por qué estudiarla? Las siguientes
líneas pretenden convencer al lector la pertinencia de su estudio, y por tanto, la
existencia misma del presente texto.
En la reciente historiografía militar concerniente al siglo XIX en
Latinoamérica se ha resaltado la correlación entre ejército y guerra, como parte
imprescindible para entender la construcción de los estados en el siglo XIX,
teniendo en cuenta la idea de que hubo diversas formas de hacer guerra que
perpetuaron esta construcción nacional en Latinoamérica, en mayor o menor
medida dependiendo del país y que es importante entender no solamente el
vínculo o relación entre ejército y construcción del estado, sino que es necesario
observar a la guerra como un factor determinante en la construcción del estado,
y por tanto entender que el ejército fue un factor fundamental legitimador del
poder sobre un territorio por parte del gobierno.
El México del siglo XIX, sobre todo durante la primera mitad, estuvo
lleno de levantamientos y pronunciamientos que experimentó en su momento
múltiples formas de gobierno, siempre haciendo uso del ejército como brazo
armado del Estado para establecer las bases de la nueva nación mexicana Dentro
de este entramado militar, un tema que no ha sido abordado con amplitud es el
asunto de las comandancias generales, que eran jurisdicciones militares cuya labor
al mando de los comandantes generales era gobernar sobre la tropa y administrar
y controlar todos los asuntos que les competían en el ámbito militar en ciertos
espacios determinados. Pero aquí surge la pregunta ¿Cómo estas reflexiones
*1
Lic. en Historia por la Universidad de Guanajuato. Maestro en Historia por la UMICH.
Miembro de la Asociación de historiadores y cronistas de Iguala.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
tienen cabida en un libro que conmemora la consumación de la Independencia?
La respuesta es más sencilla de lo que parece; puesto que sin la estructura del
ejército, sus jerarquías y demarcaciones territoriales sería imposible entender los
hechos de 1821. La lógica que siguió la consumación está muy ligada a lo militar,
tanto para entender las causas de la misma, como las
consecuencias que hubo posteriormente dentro la
construcción del Estado Nacional.
La historia de independencia paradójicamente
es una historia de la dependencia que se tenía a
muchos privilegios y costumbres que se preservaban
en el antiguo régimen. Es necesario entender el papel
que tuvo en ella una institución de antiguo régimen
como lo fue el ejército, puesto que sin él no podría
entenderse absolutamente nada del proceso de
emancipación que hubo por parte de México hacia
España. La organización del ejército mexicano durante
sus comienzos como nación independiente se remite
directamente a la época colonial, más específicamente
al siglo XVIII, cuando se organizaron los ejércitos
americanos. Es necesario tener en cuenta que antes
de 1821, el territorio que hoy conforma México fue
parte de un vasto imperio que abarcó gran parte del
mundo, por lo que a pesar de sus particularidades,
debe entenderse como una pieza más de lo que fue
un amplio conjunto de territorios, razón por la cual
resulta necesario ahondar en ese pasado para poder
comprender a una institución como lo fue el ejército
mexicano durante el siglo XIX.
Anónimo
Maniobra militar: Marcha Granadera
Respecto al territorio abordado, todos
los documentos anteriores a la erección del Estado de Guerrero apuntan algo
innegable dentro de los escritos de esa época, y es el hecho de que mucho antes
de la creación de la entidad ya existía un término específico en el imaginario
colectivo para referirse a dicho espacio geográfico: el Sur. Este término será
usado a lo largo de todo el texto; puesto que, desde la etapa virreinal, Acapulco
fue asociado con el Sur, por la razón de estar ubicada precisamente a este punto
cardinal de la ciudad de México, lugar de referencia de los conquistadores y
posteriormente del gobierno virreinal; por tanto, toda su zona circundante y el
camino que llevaba desde la ciudad hasta el puerto es referida de esa manera
en casi todas las fuentes de la época. Tomando en cuenta esto, podemos tomar
como primer punto un referente geográfico, es decir, el Sur fue el territorio que
se encontraba al sur de la ciudad de México hasta llegar a las costas de la mar del
Sur (cuyo principal puerto era Acapulco), caracterizado por un clima cálido, poca
población española y una depresión natural provocada por la cuenca del que era
conocido como el Río de las Balsas. Si bien fue un territorio extenso y diverso,
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
parece haber tenido una unidad geográfica, económica y cultural que en el siglo
XIX se convertiría en una entidad federativa.
Organización del ejército novohispano antes de la guerra de
independencia
La organización y composición del ejército
en la región durante el siglo XIX debe ser entendida
a partir de las primeras fuerzas de defensa militar
que se dieron durante la etapa virreinal de la Nueva
España, mismas que sufrieron una transformación
durante las reformas borbónicas, para posteriormente
experimentar otros cambios con la lucha insurgente.
Desde las conquistas españolas que se dieron
en territorio americano, la defensa de las zonas
conquistadas quedó en manos de los particulares;
es decir, de los encomenderos, y la corona española
estableció un sistema de recompensas y castigos
según la eficacia con la que se llevase a cabo. Sin
embargo, este sistema mostró sus carencias sobre
todo en la defensa de zonas portuarias, por lo que
paulatinamente la corona fue asumiendo dichas
responsabilidades, provocando que erigieran
fortalezas y se mandaran soldados y oficiales desde la
península. A pesar de que la corona asumió la defensa
de sus territorios, durante los siglos XVI y XVII esta
careció de un ejército bien estructurado y se intentó
responsabilizar a los habitantes de cada localidad
para defender su territorio (ya que los afectaba
directamente) tanto de ataques extranjeros como de
rebeliones indígenas.
La autoridad de tipo militar se fue transformando en una forma de gobierno
civil, que no contaba con un ejército permanente y que se protegía a través del
sistema de milicias, por lo que no existía una tradición militar en la Nueva España.
No obstante, la defensa de los territorios americanos siempre significó una
preocupación para la corona española, aunque antes de los conocidos conflictos
contra Inglaterra a mediados del siglo XVIII, ésta se restringió particularmente a
las plazas de mayor importancia comercial y económica, por lo que dicha guerra
evidenció la debilidad de este sistema. Al verse las fuerzas españolas superadas
por las inglesas fue necesario reestructurar los sistemas de defensa americanos,
puesto que evidenció la inconexión entre las tropas de cada plaza.
Ante este complejo panorama, además de tomar en cuenta que la carrera
de las armas carecía de prestigio, se tuvieron que tomar medidas generales entre
las que se encontraron transformar las compañías de presidio en compañías,
batallones y regimientos, promover la formación militar a través de privilegios
Anónimo
Maniobra militar: Ataque
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como fueros, además de fijar un sistema de grados y ascensos que propiciara el
alistamiento. Para ello tuvieron que tomarse ciertas cautelas, como en el caso
de la Nueva España, que se nombró a Juan de Villalba y Angulo en 1764 como
comandante general e inspector general del ejército de la Nueva España, a quien
acompañó un muy buen grupo de oficiales para poder establecer de mejor
manera los cuerpos militares. Una de las principales problemáticas a las que se
enfrentó Villalba fue la cuestión racial, puesto que se le ordenó aceptar a todo
tipo de castas con la única restricción de que no fuesen indígenas o negros, lo
que causó descontento por parte de criollos y peninsulares y en algunos casos
provocó la separación o segregación de los cuerpos militares de acuerdo a su
origen de castas; esto será crucial para entender la complejidad de la composición
del ejército en Nueva España.
Otra problemática crucial, fue sin duda el conflicto de autoridad que tuvo
con el virrey Joaquín de Monserrat quien por el mismo título de Virrey también
poseía el de Capitán General de la Nueva España, lo que significaba que tenía
poder para organizar y mandar todas las fuerzas militares que se encontraran en
su virreinato. Dicho conflicto provocó que ambos regresaran a España en 1766,
relevados de sus cargos y quedando el nuevo virrey Croix a cargo de la organización
del ejército en Nueva España. Estas diferencias evidenciaron el choque que hubo
entre el mando civil y el militar, cuyas problemáticas aumentarían o disminuirían
en función de las provisiones que se fueran tomando para su coexistencia, tal
como pasó en el año de 1802, cuando por medio de un decreto se señaló que la
jurisdicción militar recaía en los Capitanes Generales y que cualquier auditor de
guerra que fuese enviado tenía que responder al virrey.
A grandes rasgos el ejército novohispano se componía de tres grandes
conjuntos. El primero era el que se encontraba acuartelado y reglamentado
en las plazas importantes y se consideraba de dotación o permanente puesto
que tenían que quedarse en las fortalezas de dichas plazas. Ante la falta de una
coordinación general, surgió un segundo conjunto, el cual fue el ejército de
refuerzo, que consistía en tropas españolas radicadas en puertos peninsulares
que según las necesidades incursionaban en la América española. Por último,
pero no menos importante, el tercer gran cuerpo es probablemente el más
complejo y el que mayormente se ha estudiado en los últimos años, el cual
consiste en los cuerpos milicianos que surgieron en los territorios americanos
y que se conformaban a partir de los vecinos de las localidades que se pretendían
proteger. La creación de una milicia general se remite hasta 1562 y durante
el siglo XVII se distinguen dos grupos milicianos principales: las milicias
urbanas y las milicias rurales. Para el siglo XVIII las reformas borbónicas
también afectaron a dicho cuerpo estableciendo igualmente reglamentos
generales para su conformación y la mayoría de estas modificaciones se
vieron reflejadas en las ordenanzas militares de Carlos III. Con esta somera
explicación se puede comenzar a dilucidar un panorama sobre la organización
de los ejércitos americanos a finales del siglo XVIII, y que se condensa en el
siguiente cuadro:
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
Conformación del ejército de América a finales del siglo XVIII.
En el Sur, la primera entidad militar reconocible fue la que se originó con
la construcción del Fuerte de San Diego, puesto que el gobernador castellano pasó
a llevar el título de Teniente General de las costas de la Mar del Sur teniendo a su
mando las fuerzas de color encargadas de vigilar la zona costera y de escoltar los
cargamentos que llegaban de la Nao de China y que iban con rumbo a México. Es
por ello también que se encontraban algunas guarniciones a lo largo del camino en
ciertos puntos importantes, como fue el caso de Iguala. Acapulco fue un puerto de
suma relevancia durante la etapa virreinal, puesto que ahí arribaban los galeones
provenientes de Filipinas desde 1572 e incluso 7 años antes de eso ya había sido
designado como único puerto de altura, por lo que su protección de los ataques
enemigos, sobre todo de piratas, era una prioridad. Debido a dicha necesidad se
planificó el Fuerte de San Diego cuya construcción se concretó entre 1615 y 1617
a cargo del ingeniero Adrián Boot, convirtiéndose así en el punto principal de
defensa de la costa del Pacífico novohispano y de los galeones que ahí arribaban.
Por su importancia comercial, tuvo que haber una autoridad establecida
en el puerto, que fue el gobernador castellano o alcalde mayor. Entre las funciones
del alcalde mayor estaba el coordinar las cuestiones comerciales de los arribos de
los galeones, y las ferias que ocasionaban, así como la defensa del puerto y sus
litorales. Otra de las ocupaciones era el mantenimiento del fuerte, puesto que
este tuvo un deterioro paulatino, y recibió muy poco presupuesto para su arreglo.
A partir de 1766 las mejoras comenzaron a realizarse, pero solamente diez
años después un terremoto lo destruyó casi por completo, por lo que se edificó
uno nuevo. El proyecto fue varias veces revisado, pero se sabe que para 1783
se dio por concluida su construcción, poseyendo una estructura de estrella con
baluartes en cada punta (para montar hasta 60 cañones, cuatro bóvedas grandes,
ocho chicas, un calabozo, cocina y dos aljibes para almacenar agua. De igual
forma, también se contaba con el Regimiento Provincial de Infantería de la Costa
del Sur como la base organizacional miliciana en la región, conformada por 18
compañías y dos batallones, todas éstas distribuidas entre Chilapa, Chilpancingo,
Tixtla, Zumpango, San Luis, Técpan y Atoyac.
Es necesario también mencionar que antes del siglo XIX existían
múltiples jurisdicciones militares que no eran uniformes, así como también fue el
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LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
caso de las jurisdicciones políticas. Para el presente estudio nos concentraremos
en las Capitanías Generales, las Comandancias Generales y las Comandancias
de Plaza. Las facultades para Capitanes Generales y Comandantes de Plaza se
encontraban reglamentadas en las ordenanzas y prevalecerían vigentes incluso
con la conformación de México como nación independiente. A los Capitanes
Generales les competían todos los sujetos militares que se encontrasen dentro de
su territorio, teniendo derecho a disponer de los recursos necesarios y de poder
movilizar la tropa a su disposición a cualquiera de las comandancias de las plazas
que se encontraban dentro de sus territorios. En cuanto a los comandantes de
la plaza, éstos se encargaban de todas las fortificaciones y cuerpos armados de
la plaza que tuviesen al mando, como por ejemplo Acapulco, que contaba con
un comandante para la protección del puerto. Por otro lado, las Comandancias
Generales no se reglamentaron dentro de las ordenanzas lo que ha ocasionado
confusiones en la distinción entre los Capitanes Generales y los Comandantes
Generales, aunque lo más aceptado es que si bien las facultades en cuanto a
organización y administración de tropa eran casi iguales, un comandante general
se distinguía por concentrarse en los temas estrictamente militares mientras que
los capitanes generales se encargaban además de todos los temas administrativos
políticos y judiciales que podían distraerlo de la labor castrense.
Muy probablemente la búsqueda de una uniformidad dentro del ejército
provocó que para el año de 1800 la organización de éste en Nueva España se
distribuyera en diez brigadas, lo que es relevante puesto que antes de ello dentro
de este Virreinato existían comandancias militares y un subinspector general
de todo el ejército, pero carecía de esta distribución uniforme. Estas brigadas
estuvieron al mando de un Comandante de Brigada quien se debería encargar
de las funciones de administración de la tropa y fueron las de México, Puebla,
Veracruz, Tabasco, El Carmen, Costa del Sur, Oaxaca, Querétaro, Nueva Galicia
y San Luis Potosí, sumando en conjunto alrededor de 25 000 elementos entre
ejército permanente y milicias.
Para inicios del siglo XIX, el territorio del sur contaba con la fuerza
militar de la Sexta Brigada que era la que correspondía a la Costa del Sur, y que
constaba de las tropas regulares de infantería de Acapulco (resguardadas en San
Diego) y las tropas milicianas que se subdividían en la Cuarta División de Milicias
Provinciales Costeñas y las compañías de reserva de Tixtla y Chilapa.
La guerra armada y la organización militar de ambos ejércitos
La organización cambió durante la lucha insurgente en función de la guerra
y fue determinante para la conformación del nuevo estado. Las transformaciones
principales en las que nos concentraremos serán las que sufrieron las
comandancias generales, que existieron tanto en el bando contrainsurgente
como en el insurgente. Por el lado insurgente, al inicio de la guerra civil de 1810,
José María Morelos fue encargado por Hidalgo para hacer la revolución en dicho
territorio donde encontró bastantes aliados que aglutinaron sus tropas, sobre todo
en la zona costera entre Zacatula y Técpan. Morelos reconoció la importancia
de tomar Acapulco como punto estratégico de su campaña, puesto que se le
Discurso cívico en La Alameda
Anónimo
Óleo sobre tela
47.5 x 63.2 cm
Col. Museo Nacional de Historia
INAH, México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
consideraba “la llave del Pacífico”, pero se encontró en sus primeros intentos con
bastante resistencia. Ante la imposibilidad de establecer como punto de control
Acapulco, Morelos identificó la necesidad de poder administrar los territorios
conquistados por su causa, por lo que surgió la provincia de Técpan, en un intento
por consolidar el gobierno insurgente, una jurisdicción político-administrativa,
que también se preocupó por la administración militar y religiosa. Esta provincia
fue erigida por medio de un decreto hecho por Morelos el 18 de abril de 1811,
donde establecían los límites de la jurisdicción que iban desde el río Balsas por
oriente y norte, comprendiendo a su vez los pueblos que se encontraban a 4
leguas del otro lado del río y por el oriente incluyendo a Tixtla y Chilapa.
La provincia abarcó un territorio bastante parecido al actual Estado de
Guerrero, por lo que diversos autores han identificado a este hecho como un
antecedente directo de la creación de dicha entidad federativa, por lo que con la
ampliación paulatina del territorio que se dio entre 1811 y 1813, esta provincia
abarcó casi toda la entidad actual, con excepción de la parte norte. No obstante,
dicha provincia al ser parte de un intento por conformar el gobierno insurgente,
careció de legitimidad ante la administración virreinal que continuaba vigente,
sin embargo, sí contó con la aprobación de la Suprema Junta Nacional Americana
que había sido creada en agosto de 1811 en Zitácuaro, por lo que contaba con
legitimidad por parte del gobierno insurgente. Esta junta respetó la jurisdicción
de Técpan y la autonomía que tenía Morelos para decidir sobre este territorio
a pesar de darse algunos conflictos; puesto que, si bien Morelos reconoció a la
Junta Suprema, la Provincia de Técpan (que era una creación anterior a la Junta)
siempre fue cuidada por este líder militar con un gran recelo ante ella.
Para el asunto de la jurisdicción militar, Jairo Brito señala que “los
cambios administrativos durante el periodo de guerra, fueron muy escasos. Todo
parece indicar, un apego a las reformas borbónicas como instrumento inmediato
en la estabilidad de los territorios conquistados.” En este sentido, Herrejón
destaca que si bien pareciera que no hubo grandes cambios y que la Provincia de
Técpan se regía con base en el sistema de intendencias, la realidad es que el poder
militar y gubernativo estaban separados, puesto que el intendente Ignacio Ayala
no contaba con las facultades máximas en cuestión militar, que correspondían al
propio Morelos al parecer como comandante militar.
Discurso cívico en La Alameda
Anónimo
Óleo sobre tela
47.5 x 63.2 cm
Col. Museo Nacional de Historia
INAH, México
Dicha organización cambió en julio de 1812 cuando la Junta Suprema,
ante su huida de Zitácuaro y su constante peregrinaje, decidió dividir el gobierno
insurgente en 4 jurisdicciones distintas al mando de un vocal que haría a la vez
funciones de Capitán General y corresponderían a los puntos cardinales: Norte,
Sur, Oriente y Poniente. Las facultades de los Capitanes Generales habían sido
establecidas dentro de las ordenanzas de Carlos III y se habían correspondido casi
siempre con las funciones de los virreyes o gobernadores. Esto significaba que
al mando del Capitán General quedaban todas las tropas que estuviesen dentro su
territorio. A Morelos se le dio el Sur, sin especificar sus límites, aunque los territorios
a su mando parecieron ser las provincias de Oaxaca, Veracruz, Puebla y Técpan.
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LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
que Ignacio Ayala se quedaba al frente de las tropas en Acapulco, Benito Rocha en
la raya con Guatemala, Nicolás Bravo al frente de Veracruz, Mariano Matamoros
en Puebla y Miguel Bravo en las Amilpas. Esta división parecía corresponderse
con las 5 provincias que la Capitanía General del Sur había logrado más o menos
controlar, puesto que Acapulco correspondía a Técpan, la raya de Guatemala se
refería a los límites de Oaxaca y las Amilpas a la parte conquistada de la intendencia
de México. Además, parecía que esta división intentaba conjuntar para el caso
de Técpan, la jurisdicción militar y política en una sola persona, refiriéndonos a
Ignacio Ayala.
Como Capitán General, distribuyó sus tropas en brigadas, que como ya
se pudo observar, era la forma en que se había conformado el ejército americano
en la Nueva España en 1800. En total se establecieron siete, siendo cada una
encabezada por un comandante o brigadier, que estaban supeditados directamente
a las órdenes de Morelos. Cada brigada contenía 3 regimientos a su mando, con
un jefe de regimiento a cargo de cada uno de ellos. Al frente de las brigadas se
encontraron hombres de la mayor confianza de Morelos, puesto que a su mando
estaban Hermenegildo Galeana, Julián de Ávila, Nicolás Bravo, Miguel Bravo,
Mariano Matamoros, Mariano Tapia y José Vázquez, respectivamente. La segunda
con Julián de Ávila a la cabeza, fue la encargada de resguardar los puertos y las
costas del Sur, compuesta por los regimientos del Fuerte Morelos, del Zanjón y de
Zacatula, al parecer, todos ubicados en la Costa Grande, dentro de los territorios
de la Provincia de Técpan. Con esto podemos ver que la jurisdicción militar de
esta Capitanía General abarcó un territorio mucho mayor al de la Provincia de
Técpan, cuyos límites se correspondían más con la segunda brigada de dicha
capitanía. Además de que tenía separadas las funciones políticas y las militares
puesto que el intendente de Técpan seguía siendo Ignacio Ayala.
Infografía tomada de: Lemoine Villicaña
Ernesto. Nueva España a principios del
siglo XIX., pp. 239-260, en Historia de
México. Tomo VI, 338 pp. Salvat Editores,
México, 1974.
El 30 de marzo de 1813, Morelos volvió a dividir las fuerzas de su Capitanía
General en función de sus logros dentro de la guerra y de haber planeado su
itinerario en vista de nuevas campañas militares que incluían la inmediata toma
de Acapulco y el posterior avance por las costas al poniente de dicho puerto. Para
ese momento aseguraba tener a su mando más de veinte mil hombres y estableció
Finalmente, Morelos logró capturar Acapulco en agosto de ese año, tomando
más tiempo del que tenía previsto, mientras que en las otras demarcaciones ya
se habían roto las relaciones con el presidente de la Junta, por lo que había una
necesidad por renovarla, además del vacío constitucional que existía. Ante tal
oportunidad Morelos convocó a un Congreso al que fueron invitados los otros
tres vocales de la junta que a su vez eran los capitanes generales, proponiendo
que el ejecutivo y el control absoluto de los ejércitos insurgente recayera en el
cargo de un Generalísimo que sería escogido de entre los cuatro vocales. Morelos
fue elegido para dicha labor y casi de inmediato marchó a Valladolid donde
tras una fallida expedición comenzó un serio declive de las tropas insurgentes
mientras que Ignacio Rayón fue designado Comandante General de las Provincias
de Oaxaca y Técpan, para proteger dichos territorios y al Congreso, aunque su
mandato no fue bien recibido por la mayoría de las tropas fieles a Morelos. Ante
ello, Rayón se retiró del Sur, por lo que este territorio quedó huérfano de una
jurisdicción militar que lo abarcara.
Mapa 1 Provincia de Técpan
Carlos Ernesto Saldaña
Fuentes: Pavía, Anhelos, 2001
Lemoine, Morelos, 1991
Plantilla INEGI
Técnica digital
Col. del autor
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Disuelto el Congreso en diciembre de 1815 por Mier y Terán, en el
Sur quedaron algunos jefes militares que habían servido a Morelos, entre los
que destacaban el mencionado Bravo, Isidoro Montes de Oca, Pablo Galeana
y Vicente Guerrero. Inmediato a dicha disolución, Mier y Terán propuso una
junta departamental en la que se contemplaba Veracruz, Puebla y parte de
México, teniendo esta última como representante a Vicente Guerrero. Los
líderes sureños se negaron a dicha propuesta, por lo que esta idea no prosperó.
Por otro lado, el Congreso había creado una junta Alterna para administrar
los territorios de Guanajuato, Zacatecas, Guadalajara, Michoacán, México y
Técpan, estableciéndola en Uruapan. De ahí se trasladó a Taretán donde sus
miembros fueron aprehendidos y se conformó una nueva en Uruapan; después
de ello se movió a Jaujilla donde estuvo hasta 1818, cuando se convirtió en el
Supremo Gobierno Provisional de México, sobreviviendo un año más con tal
status.
Al parecer la junta subalterna sí contó con legitimidad en el Sur desde
un inicio, puesto que Guerrero estando todavía en la zona de las Mixtecas llegó
a consultarla en abril de 1816 sobre las acciones de Terán, reconociéndola así
como el gobierno vigente y legítimo de la insurgencia. De igual forma, por
esas mismas fechas tanto Nicolás Bravo como Isidoro Montes de Oca y Pablo
Galeana que se encontraban en los territorios de la Provincia de Técpan (Tierra
Caliente, Sierra de Tlacotepec y Costa Grande) reconocieron a la Junta y se
negaron a someterse a las órdenes de Ignacio Rayón, combatiendo a Ramón
Rayón en la Tierra Caliente.
Respecto al control militar, parece ser que se concertó la existencia
de la Comandancia General de Tierra Caliente para organizar los territorios
donde más actividad insurgente había y que abarcaba a la Tierra Caliente y la
Sierra de Jaleaca y Tlacotepec. El gobierno insurgente pretendía a través de
ella volver a aglutinar las fuerzas militares que se encontraban dispersas por
lo que entre julio y septiembre de 1816 se nombró a Bravo comandante de la
misma. Bravo la controló desde Jaleaca, ubicada en la Sierra de Tlacotepec y que
era un lugar estratégico para desplazarse y distribuir armamento y municiones
hacia la costa, la tierra Caliente y la zona de Chilpancingo. Las atribuciones
que tuvo Nicolás Bravo al frente de dicha comandancia fueron tanto políticas
como militares, gozando de un amplio poder para determinar ascensos, facultar
indultos y ordenar operaciones militares que todos los jefes militares y políticos
de la región debían de respetar. La fuerza que llegó a tener Nicolás Bravo creció
de forma exponencial para principios de 1817 y llegó a ser considerable, puesto
que fue estimada por los jefes contrainsurgentes en un aproximado de 600
hombres, por lo que éstos concentraron sus esfuerzos en flanquear Jaleaca por
todos los caminos posibles y posteriormente comandar un ataque conjunto que
acabara con la rebelión.
A pesar de sus amplias facultades, Bravo tenía que obedecer las
determinaciones de la Junta, misma que lo mandó para aprehender a Ignacio
Rayón a principios de 1817. Rayón había buscado el reconocimiento de su
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
autoridad con la Junta, cosa que se había rechazado por lo que él se negó a rendir
obediencia a la misma y reconocerla como el gobierno insurgente vigente. No
obstante, el detonante para ordenar su arresto fue la rendición que hicieron
sus hermanos del fuerte de Cóporo, lugar de donde había salido después de
dos años precisamente para buscar tener la autoridad. La Junta consideró esto
como una traición, por lo que ordenó su arresto. En cuanto a Bravo, se mantuvo
al mando de dicha comandancia hasta finales de 1817 poco antes de ser sitiado
y capturado.
En noviembre de 1817, Matías Zavala tomó el mando de la
Comandancia General de Tierra Caliente, siendo entregado por Manuel Lizaldi,
que era el segundo a cargo. En febrero de 1818 se reconocía la autoridad de
esta comandancia en toda la Provincia de Técpan, subordinándose a ella la
Comandancia de la Costa del Sur (que estaba al mando de Isidoro Montes de
Oca y Juan Álvarez fungía como segundo) por lo que también fue nombrada
en ocasiones como Comandancia General de la Provincia de Técpan y pese a
que estuvo separada del mando político, tuvo facultades administrativas que le
permitieron solventar la lucha en dicho territorio como el hecho de deponer
a curas y oficiales, reunir dinero de la administración de rentas y embargar
bienes que se consideraban necesarios para la continuación de la guerra.
Zavala cayó prisionero en febrero de ese año, capturado por Juan
Isidro Marrón en el cerro del Aguacate, cercano a Cutzmala, por lo que el
control de esta comandancia pasó a Vicente Guerrero, quien fue comisionado
Comandante General de Tierra Caliente y se le dio el rango de Teniente General
de los Ejércitos Americanos. Guerrero tomó el control desde San Gerónimo e
inmediatamente comenzó a intentar organizar nuevas fuerzas insurgentes como
lo fue el escuadrón de lanceros de Tierra Caliente. En su puesto de comandante
tuvo que lidiar con distintas adversidades, entre las que se encontraron los
intentos de sofocar su rebelión por parte de Armijo, además de la ejecución de
varios miembros de la Junta de Gobierno en junio de 1818. Ante dicha situación
Guerrero logró restaurar la Junta en la Hacienda del Balsas entre septiembre y
octubre, la cual se instalaría en los territorios de la Provincia de Técpan y que
resistió hasta mediados de 1819. En la citada reunión de la Hacienda del Balsas
se refrendó a Guerrero como Comandante en Jefe de las tropas del Sur, quien
dividió el territorio de la Provincia en dos jurisdicciones militares, por un lado
la Comandancia General de las armas del Norte de dicha provincia a su mando
y por otro lado la Comandancia General de la Costa del Sur (Sur de Técpan).
Todo indica que Guerrero respetó la mayoría de las instrucciones que
le emitía la junta y que sirvió como su portavoz militar por lo que; en algún
momento, al disolverse, fue a este líder a quien se le confirieron los poderes
y legitimidad de la misma y aunque intentó formar una nueva junta, esto no
se pudo llevar a cabo. Por ello parece ser que en ese momento se conjuntaron
las facultades militares y políticas en el citado personaje, que resistió todos los
embates por parte de Armijo y posteriormente de Iturbide, aliándose con otros
insurgentes como Alquisiras o Izquierdo.
| 85
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Iturbide, al observar la imposibilidad de capturar a Guerrero, y teniendo
en manos un proyecto que permitiría la autonomía de la Nueva España, decidió
negociar con el líder insurgente.
Por el lado contrainsurgente, en el año de 1814, Félix María Calleja como
virrey creó la comandancia del Sur y rumbos de Acapulco y puso a su mando a
José Gabriel de Armijo. Aquí cabe destacar que entonces el Sur tuvo dos ejércitos,
uno de corte insurgente y el otro de corte contrainsurgente, por lo que aquí se
expone un elemento crucial para entender el territorio en toda la primera mitad
del siglo XIX y que corresponde al asunto de la legitimidad, ¿Cuál era la autoridad
legítima que debían obedecer los pueblos? esta cuestión es interesante puesto
que muchos pueblos apoyaron a ambos ejércitos dependiendo de la ocupación,
mientras que otros favorecieron claramente a alguno de los dos bandos. En el
caso de Iguala, fue ocupada por las fuerzas de Mariano Ortiz de la Peña, al menos
desde 1815 y la actividad insurgente se mantuvo controlada en dicho lugar.
En un principio, los límites de la Comandancia de Armijo fueron establecidos
desde el río Balsas hasta Acapulco, abarcando ambas costas que rodeaban al puerto,
pero la jurisdicción de esta comandancia cambió en torno a la movilidad de los
conflictos y los jefes insurrectos, por lo que la guerra definió el territorio bajo el
mando de Armijo, al ser su principal objetivo el acabar con las rebeliones insurgentes
de la zona, desplazando así en 1817 sus acciones hacia la Tierra Caliente, teniendo
como cuartel general Teloloapan y fuerzas en Iguala bajo el mando de Mariano Ortiz
de la Peña. Después de un relativo éxito controlando la zona y haber renunciado un
par de veces de manera intermitente, Armijo fue relevado de su cargo en favor de
Agustín de Iturbide a finales de 1820, quien por medio de múltiples negociaciones
logró consolidar el proyecto Trigarante que sería firmado y presentado en Iguala.
Respecto a este asunto de las comandancias generales, como ya se pudo ver
antes de la guerra surgida en 1810 ya existían comandancias o brigadas en Nueva
España, pero éstas no eran del todo iguales a las que se conformaron a partir de
la reestructuración que impulsó Félix María Calleja con su reglamento político,
presentándose 3 elementos o puntos cruciales de cambio que se han identificado
en el presente trabajo y que repercutieron en la estructura de mando del ejército.
El primer elemento de cambio crucial, fue la unificación de mando entre
administración política y militar; o en su defecto, el control sobre ellas por parte
de los militares, específicamente de los comandantes generales, que provocó
una marcada autonomía, puesto que se les dotó de facultades administrativas de
todo tipo (políticas, militares, fiscales, judiciales). Este cambio provocó que los
comandantes generales construyeran redes militares que prevalecieron incluso
después del fin de la guerra y que; en muchos territorios y regiones, provocó que
el mando militar fuera tanto o más aceptado que el gobierno civil en las primeras
décadas del México Independiente.
El segundo elemento corresponde a la jurisdicción; es decir, estas
comandancias creadas a partir de Calleja, parecían tener el elemento de abarcar
territorios más o menos definibles, aunque los límites no estuviesen del todo claros,
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
teniendo autoridad sobre cualquier elemento o unidad militar, que estuviese bajo el
territorio que se le hubiese concedido; es decir, los comandantes mandaban sobre
un territorio y no sobre elementos o unidades militares específicas. en ese mismo
sentido, el tercer elemento es que la conformación de las comandancias generales
se dio en función del conflicto armado; es decir, sus límites y jurisdicciones
fueron construidos sobre la base de la lucha que se tenía contra los insurgentes
y si bien se intentó circunscribir los límites de las comandancias a los límites
de las intendencias, algunas no se correspondieron con ninguna jurisdicción de
tipo político-administrativo. Respecto a esta cuestión, para el presente texto se
propone constreñirlo a dos grupos, el primero correspondiente a las que sí se
circunscribieron al sistema de administración virreinal de intendencias, que se
dio a partir de las reformas borbónicas que fueron Puebla, Oaxaca, Valladolid,
Guanajuato, San Luis Potosí, Veracruz y Nueva Galicia, las Provincias Internas
de Oriente y las de Occidente. El segundo grupo quedaría integrado por las
comandancias de Querétaro, Toluca, Sur, Temascaltepec y Llanos de Apam,
considerando que a pesar de que no eran parte de la división política virreinal,
fueron regiones estratégicas de defensa durante la lucha insurgente, y las tres
primeras se convirtieron en entidades federativas durante las primeras décadas
del México Independiente. Este elemento es fundamental para el presente
estudio, puesto que la Comandancia del Sur, prevaleció después de la guerra.
| 87
Mapa 2 Plano geográfico que comprende
toda la jurisdicción del señor comandante
general, coronel Don Gabriel de Armijo.
Rafael Calvo (copista)
Grabado
42.2 x 60.7 cm
Col. Real Academia de la Historia Sección
de Cartografía e Historia Signatura C
España
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
| 89
Conclusiones: Importancia de la organización militar en la
proclamación del Plan de Iguala y el pacto con Guerrero
Los tres elementos de cambio anteriormente mencionados en la
estructura del ejército y funcionamiento de las comandancias generales, fueron
los que propiciaron que; en la práctica, el ejército se encontrara bajo el mando de
los comandantes, lo que fue una de las principales causas de que el movimiento de
Iturbide iniciado con el plan de Iguala triunfara en 1821, puesto que su estrategia
se basó en convencer a estos jefes militares para tener el apoyo y control casi
absoluto del ejército. Por otro lado, el pacto con Guerrero fue crucial para
pacificar una región donde la insurgencia nunca logró estar extinta, y como ya se
explicó, al ser Guerrero la figura legítima de la insurgencia, una negociación con
él era de vital importancia para conseguir la paz y los objetivos de Iturbide y el
Plan de Iguala. Esto se puede entender por las facultades que ambos gozaron al
ser comandantes generales de sus respectivos territorios.
Incluso con el establecimiento de México como Imperio, Iturbide
identificó el control militar como uno de los puntos focales para sostener el poder,
mismo que lo había encumbrado, por lo que uno de sus principales proyectos fue
la creación de las Capitanías Generales que conjuntaban el poder político y militar
en un solo cuerpo. Este sistema establecía ciertas ventajas; pero a su vez, fue raíz de
otras tantas problemáticas, considerando que si bien Iturbide comisionó a personas
de su confianza, la jurisdicción era tan amplia (a excepción del sur) que su autoridad
no podía ser ejercida en plenitud. En total fueron cinco las Capitanías establecidas,
por lo que el territorio que estaba bajo su cuidado era bastante amplio, abarcando
múltiples provincias y teniendo a su mando a los más altos oficiales en cuanto a
rango se refiere del ejército mexicano. El único caso atípico respecto a la amplia
extensión fue el Sur, que abarcaba sólo una porción de lo que anteriormente había
sido la Intendencia de México, aunque su existencia tenía completo sentido por
haber sido por años el bastión insurgente, teniendo que prestar especial atención
en esa zona y poner a Vicente Guerrero a cargo de la misma, también debió de ser
considerado crucial para mantener la paz que recién se había conseguido.
Fuentes consultadas:
Archivos:
Archivo General de Indias (AGI), Sevilla
Archivo General de la Nación (AGN), México
Bibliográfícas:
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Entrada de Agustín de Yturbide a la Ciudad
de México
Anónimo
Óleo sobre madera
70 x 103 cm
Museo Isidro Fabela
Obra restaurada por Fomento Cultural
Banamex, A.C.
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Anónimo
Óleo sobre madera
70 x 103 cm
Museo Isidro Fabela
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LA ORGANIZACIÓN MILITAR EN EL SUR, EN LOS ALBORES DE LA PROCLAMACIÓN DEL PLAN DE IGUALA
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EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
EL PLAN QUE FORJÓ
UNA PATRIA INDEPENDIENTE
Salvador Román Román*1
EL PLAN QUE FORJÓ
UNA PATRIA INDEPENDIENTE
Este año 2021 celebramos el bicentenario de la consumación de nuestra
independencia nacional que, en la lucha por lograrse, tuvo muchos protagonistas,
corrientes políticas, intereses, espacios geográficos y etapas temporales; guerra de
independencia que dejó una cauda de muerte, sangre y desolación. Este proceso,
hasta hoy en día, continúa generando controversias en torno a los personajes que
lucharon en cada uno de los bandos, lo cual ha dado como resultado la construcción
de héroes y villanos alentada por la visión maniquea de la historia oficial, la
historia de bronce a la que se refería el historiador michoacano don Luis González
y González, una historia que narra los hechos o acontecimientos para justificar
acciones de un régimen o doctrina con el propósito de reinterpretar las vidas
de los personajes importantes para convertirlos en héroes o bien, para hacerlo
contra los adversarios político-ideológicos a fin de transformarlos en villanos.
Es también la historia que han escrito los vencedores en las confrontaciones
intestinas que han tenido lugar en nuestra patria.
En cambio, la historia científico-social, a diferencia de la oficial, es la que
apela al análisis objetivo y reconoce a los personajes en su dimensión humana, con
su carga de virtudes y defectos, con sus aciertos y desaciertos, independiente de
las filias o fobias que pueda tener el escritor con respecto a ellos. En congruencia,
esta clase de historia trata de explicar el pasado utilizando conceptos, paradigmas
y el contexto propio de la época en que vivieron dichos hombres.
Al margen de esas disputas, hoy nos ocuparemos de dar cuenta de uno
de los documentos fundacionales del estado mexicano, soporte para que nuestra
patria adquiriera el status de independiente desde el punto de vista jurídico,
político e ideológico y me refiero al histórico Plan de Iguala y su consecuente
proclamación, en el sentido de declarar la independencia de la entonces Nueva
España.
En su momento, los avatares de la lucha por la independencia hicieron
que el virrey Juan Ruiz de Apodaca nombrara el 9 de noviembre de 1820 a Agustín
de Iturbide como Comandante del Ejército del Sur, con la misión de pacificar
esa región novohispana. Lo que no sabía el virrey Apodaca era que Iturbide ya
*1
Doctor en Historia. Premio “Salvador Azuela” otorgado, en el año 2002, por el
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México por su trabajo de
investigación titulado “Revuelta cívica en Guerrero (1957-1960). La democracia imposible”;
en el año 2006, recibió del mismo Instituto Nacional de Estudios Históricos el premio “Daniel
Cosío Villegas” por su trabajo de investigación denominado “Los Cívicos Guerrerenses. Del
sueño democrático al plomo de la realidad. 1960-1963”. Es miembro del Consejo de Cronistas
e Historiadores de Iguala, Asociación Civil.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
portaba bajo el brazo un plan encubierto para llevar a cabo la independencia y
para ello debía conciliarlo con Guerrero.
Después de un intercambio epistolar que llegó hasta los límites de
la ruptura entre ambos militares, Guerrero creyó en la sinceridad de Iturbide
y otorgó su anuencia al plan el 18 de febrero de 1821, y junto con él hicieron
lo propio sus tres mil 500 hombres dispersos estratégicamente desde la Tierra
Caliente sureña hasta lo que hoy es Colima, comandados por Juan Álvarez,
Gordiano Guzmán, Pedro Ascencio Alquisiras e Isidoro Montes de Oca.
Con el respaldo de Guerrero y después de haberlo consultado con amigos,
simpatizantes criollos, españoles, clérigos, militares y abogados, Iturbide suscribió
el 24 de febrero de 1821 su Plan de Independencia de la América Septentrional en
la villa de Iguala, el que se conocería después como el de Iguala o de las Tres
Garantías. Ese mismo día él envió sendos ejemplares del Plan al virrey Juan Ruiz
de Apodaca; al arzobispo de México, Pedro de Fonte; al obispo de Guadalajara,
Juan Cruz Ruiz de Cabañas; al regente de la Real Audiencia, Miguel Bataller; y a los
comandantes de provincia José Dávila de Veracruz y Ciriaco de Llano de Puebla,
o sea a los principales actores del poder político, militar y clerical novohispano.
Chinaco y China
Viejo París
Porcelana
61 x 24 x 18 cm cada uno
Col. Particular
En ellas, Iturbide les presentaba una opción maniquea del futuro
inmediato para la nación: o continuar con un sistema sanguinario e injusto de
la independencia iniciada por Hidalgo en 1810 o aceptar su plan, apoyado por
la opinión general, que independice al imperio mexicano, pero conservándolo
para el rey Fernando VII; un plan que protegería la sagrada religión y evitaría más
derramamiento de sangre.
Iturbide aprovechó también la ocasión para reconocer
que había secuestrado el dinero que iba en un convoy para
embarcarlo en Acapulco con rumbo a Manila, dinero que
debía recibir en Iguala. En el archivo del Centro de
Estudios de Historia de México obra el recibo legal
correspondiente levantado ante la fe notarial de
Manuel de los Santos, que en su parte conducente
dice:
Que hoy veinte de febrero del año de mil ochocientos
veinte y uno he sido llamado al alojamiento del Señor
Brigadier D. Agustín de Iturbide en este pueblo
de Iguala, donde se me presentó al español Don
Francisco Javier Pérez quien conduce para Acapulco
una conducta de reales y oro que del comercio de
México debe embarcarse para Manila y habiéndome
presentado la carta del Dr. Monte Agudo en que
autoriza al Señor Iturbide para que tome la suma de
quinientos mil ochenta pesos… con objeto de que
esta suma sirva para cubrir los gastos del Ejército
que debe proclamar la Independencia del Reyno de
EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
| 95
Nueva España y deseando al Señor Pérez un resguardo para cubrirse,
no obstante que declaró traer instrucciones del comercio de México y
la carta del Señor Monte Agudo, se le expide ante mi el presente recibo
que certifico firmado por mi y el Señor Brigadier D. Agustín de Iturbide.
Doy fe...
Con esta evidencia quedó demostrado que Matías Monteagudo, director
de la casa de Ejercicios de la Profesa, uno de los líderes más prominentes entre
el alto clero y de los conjurados que se reunían en dicho templo, no solo estaba
al tanto del plan independentista
de Iturbide, sino que hasta procuró
financiarlo, por cierto, con dinero
ajeno, en común acuerdo con la élite
comercial de la ciudad de México.
Pero, además, la mitra de Valladolid
le entregó a Iturbide 10 mil pesos; el
obispo de Guadalajara, 26,500 pesos
y el de Monterrey, 40 mil pesos,
con lo cual quedaba probado que el
alto clero tenía compromisos con
Agustín de Iturbide en el propósito
de independizar al virreinato
de España, a fin de evitar que la
Constitución de Cádiz cobrara
vigencia porque atentaba contra sus
intereses económicos.
Atención especial merece el
obispo de Guadalajara, Juan Ruiz de
Cabañas, de quien Iturbide obtuvo el
préstamo a finales de diciembre de
1820, del que, por cierto, Iturbide dio noticia al virrey. Es probable que Cabañas
otorgara tal cantidad para sufragar los gastos de la campaña independentista que
promovería Iturbide porque a los tres días de la publicación del Plan en Iguala,
el jefe trigarante escribió una carta a Cabañas en la que se refería al movimiento
como una auténtica cruzada religiosa:
Creo igualmente que esta religión sacrosanta se halla atacada de mil
maneras y sería destruida si no hubiera espíritus de alguna fortaleza
que a cara descubierta y sin rodeos salieran a su protección y como creo
también que es obligación anexa al buen católico este vigor de espíritu y
decisión, ya me tiene Vuestra Excelencia Ilustrísima, en campaña. [...] En
dos palabras: o se ha de mantener la religión en Nueva España, pura y sin
mezcla o no ha de existir Iturbide.
Fiel a su sagacidad política, como bien lo escribió Bustamante, “Iturbide
sabía pulsar todos los resortes necesarios para conseguir el objeto que se
La versión del Plan de Iguala que se propagó
como oficial apareció por primera vez en La
Abeja Poblana del 2 de marzo de 1821, con
el nombre de Plan o indicaciones para el
gobierno
Plan del Sr. Coronel Agustín de Iturbide (Plan
de Iguala).
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
proponía”. Con esa misiva, él mostraba ante el prelado una actitud benevolente
y comprometida en favor del alto clero, quien se vía afectado por la entrada en
vigor de la constitución gaditana y los decretos liberales de las Cortes, como la
abolición de la Inquisición y la afectación de sus fueros y privilegios. De esta
forma el movimiento independentista tenía asegurado el apoyo de la principal
autoridad espiritual de la Nueva Galicia.
El 27 de febrero, el virrey Apodaca rechazó el Plan por anticonstitucional
y le exigió que continuara con la transportación de la conducta a Acapulco y las
operaciones militares. Al mismo tiempo, Apodaca le ordenó al coronel criollo Luis
Quintanar, comandante de Michoacán, trasladarse con sus fuerzas al rumbo de
Acapulco para someter a Iturbide. Quintanar argumentó problemas económicos
para hacerlo. Lo que no sabía el conde de Venadito es que, desde enero de 1821,
él había aceptado integrarse al plan de Iturbide.
En el Plan de Iguala destacaban los siguientes postulados: la independencia
de la Nueva España, el establecimiento de una monarquía limitada por una
Constitución, el principio de igualdad de todas las personas, el catolicismo como
religión de estado, la representación parlamentaria, el respeto a la propiedad, la
integración del Ejército Trigarante, la conservación de fueros y privilegios, entre
otros puntos.
Hay quienes afirman que el citado Plan también fue firmado por Vicente
Guerrero lo cual es falso, y puede constatarse consultando el documento original
de referencia. Uno de ellos se encuentra en el Archivo General de la Nación y
otro, en la fundación CARSO, accesibles en sus páginas web.
El contenido del citado Plan satisfacía los intereses de los insurgentes cuyo
sueño dorado era lograr la independencia. Bien sabían ellos que no podrían ganar
la guerra, pero tampoco serían vencidos como lo demostraban los más de diez
años de lucha ininterrumpida. Su táctica de guerra de guerrillas no era lo eficaz
que imaginaron porque nunca pudieron conquistar y retener las poblaciones
estratégicas sureñas como Cuernavaca, Taxco, Iguala, Teloloapan, Chilpancingo
o Acapulco. Para ellos, consumar la independencia en los compromisos descritos
representaba también su salida con honor de esa guerra.
El establecimiento de la monarquía constitucional era una forma de
gobierno, moderna para su tiempo, donde el monarca ostentaba la jefatura del
estado y su poder era casi simbólico porque el rey o la reina tienen un papel
de moderador o árbitro en los conflictos políticos del gobierno. De manera
inherente, la soberanía, el poder supremo, ya no residiría en el rey sino en el
pueblo, representado por las Cortes, o sea, en el poder legislativo.
El ejemplo clásico de monarquía constitucional es la actual Gran Bretaña
y todavía hoy subsisten otros países con esta forma de gobierno entre ellos Japón,
Bélgica, Dinamarca, España, Noruega, Países Bajos, Suecia.
Otros beneficiados con el Plan de Iguala fueron el alto clero católico, los
militares y peninsulares porque con la independencia se liberaban de la vigencia
Puesto de aguas frescas en Puebla
Édouard Pingret (1788 – 1875)
Óleo sobre tela
79.5 x 66.5 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
de la Constitución liberal de Cádiz de 1812 que afectaba sensiblemente sus
intereses económicos y políticos, pero además tanto el clero como los militares
conservarían sus fueros y privilegios, que habría de despojarlos la constitución
gaditana. También fue vista con buenos ojos por los criollos y castas porque
promulgaba la igualdad en oportunidades de empleo. Esta Constitución de
Cádiz fue restaurada y jurada por el rey Fernando VII el 7 de marzo de 1820 y
el virrey Apodaca haría lo propio el 31 de mayo del mismo año.
La adopción de la religión católica también satisfacía a todos los
novohispanos, en especial al clero, y daba continuidad a las ideas de Morelos
que proclamó en sus “Sentimientos de la Nación”, “Que la Religión Católica
sea la única, sin tolerancia de otra”.
No era fortuito que la intolerancia religiosa fuera el primer punto
del Plan de Iguala. Como opinó con
propiedad el historiador García Cantú:
“La pureza de la fe católica… que
había sido el argumento esencial para
mantener unida la Nueva España a la
corona, la volvieron el principio de la
independencia”.
continuidad enarbolada por Miguel Hidalgo dado que su objetivo primordial era
destruir el régimen virreinal al que acusaban de ilegítimo por ser partidario del
ateo Napoleón, por lo que se debía salvar a la religión católica y preservar a la
Nueva España para el rey Fernando VII. De ahí la arenga que expresara aquella
mañana del 16 de septiembre –“Grito de Dolores”- cuando exclamó: “¡Viva
Fernando Séptimo!”, “¡Muera el mal gobierno!”.
El artículo décimo tercero del Plan disponía que las propiedades de todos
los ciudadanos serían respetadas y protegidas por el gobierno, con lo cual ponía a
salvo los intereses de la oligarquía peninsular en esta materia.
Finalmente, la creación del Ejército de las Tres Garantías sería el brazo
armado para sostener al gobierno del imperio mexicano, proteger la conservación
de la religión católica, la independencia y la unión de americanos y europeos.
El
Plan
también
fue
bien visto por los partidarios de
la monarquía, en particular, por
la oligarquía peninsular, porque
establecía que el emperador sería el
rey Fernando VII y, de no presentarse,
cualquier miembro de la casa reinante
que estimara conveniente el congreso
mexicano. Esta idea constituía una
1821, 24 de febrero. Plan de Iguala,
Agustín de Iturbide
Universidad Católica de Washington.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Religión, independencia y unión, tales eran las tres garantías o principios que
ofrecía el Plan.
El Plan de Iguala conciliaba así los intereses de todos los actores políticos
novohispanos: insurgentes, realistas, liberales, conservadores, criollos, españoles
y castas porque todos tenían, al menos, un punto de identidad con su articulado
y concitaba el apoyo respectivo. Bien sintetizó Zavala que el Plan “fue una obra
maestra de política y de saber. Todos los mexicanos deseaban la independencia y
ésta era la primera base del documento”.
El 1 de marzo, Iturbide dio a conocer en su casa habitación el Plan a
los jefes de los cuerpos de la guarnición, los comandantes particulares de los
puntos militares de toda la demarcación y demás oficiales. Ahí les manifestó
que la independencia de la América la veía necesaria porque así lo demandaba la
opinión general, y para evitar sangre, confusión y desastres lo mejor era un plan
que dejara contentos a todos; que ya había tomado las medidas necesarias para
ello y seria de mucha gloria a las tropas restauradoras de la libertad conseguirla
sin derramar sangre.
Enseguida el capitán de Tres villas, José María de la Portilla, leyó el Plan.
Retomó la palabra Iturbide para manifestar que “creía firmemente de la bondad
del señor conde del Venadito como de los sabios que se hallan a su lado para que
accediera a tan justa pretensión, pero de no, que era indispensable sostenerla a
toda costa. El entusiasmo de los oficiales interrumpió el silencio y entre vivas y
aclamaciones prometieron sostenerlo hasta derramar la última gota de sangre. Ahí
le fue ofrecida la investidura de teniente general y el tratamiento de Excelencia,
lo cual rehusó y declaró que el ejército se denominase el de las tres garantías
por defender la religión, la independencia y la unión. Concluyó este acto con
aclamaciones a la religión y a Iturbide. Esta noticia fue publicada el 10 de marzo en
el periódico El Mejicano Independiente, vocero del Ejército Trigarante.
En esta fecha, curiosamente, fue liberado Nicolás Bravo por efecto de la
amnistía decretada por la constitución gaditana. Una vez liberado, acudió con
Iturbide para que le ayudara recuperar las propiedades familiares heredadas de
su tío Francisco Bravo, en el rumbo de Chilpancingo, quien a su vez intercedió
con el capitán Carlos Moya, comandante de la división de Chilpancingo, para que
atendiera esta petición.
El día dos de marzo de 1821, a las nueve de la mañana, fue celebrada en
la casa del primer jefe Iturbide, único título que admitió, una singular ceremonia.
En la sala, dispuestos sobre una mesa, fue colocado un Santo Cristo y el libro de
los Santos Evangelios. Frente a la mesa, puestos de pie, se colocó la oficialidad.
Iturbide se acercó a la mesa y poniendo la mano izquierda sobre el Santo Evangelio
y la derecha en el puño de su espada, le fue tomado el juramento por el sacerdote
capellán del ejército Fernando Cárdenas, en el que Iturbide juró a Dios observar
la religión católica; hacer la independencia de este imperio, guardando la paz
y unión de europeos y americanos; obedecer al rey Fernando VII si adoptara y
jurara la constitución que se haría por las Cortes de esta América Septentrional.
EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
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Que en caso de observar este juramento el Señor
Dios de los ejércitos de la paz “os ayude; y si no,
os lo demande”, concluyó por su parte el capellán.
Enseguida se tomó el juramento a todos los
oficiales que mostraron un ferviente entusiasmo.
Concluido el acto, todos los presentes
asistieron a la misa cantada y Te Deum, en
acción de gracias al Todopoderoso y Señor de la
paz, celebrada en el templo parroquial. Luego la
compañía del regimiento de Murcia, la de Tres
Villas y Cazadores de Celaya procedieron al ritual
de hacer las descargas de estilo en son de júbilo.
Al terminar la ceremonia religiosa, los
oficiales acompañaron a Iturbide a su casa, donde
se sirvió un “decente refresco”, después de que su
tropa desfiló ante su presencia. El júbilo de la tropa
y los habitantes del pueblo estaba desbordado.
No faltaron los ¡Vivas! a la religión, unión e
independencia; al propio Iturbide y al ejército.
A las cuatro y media de la tarde de ese mismo día dos de marzo, bajo
un sol brillante, Agustín de Iturbide llegó a caballo hasta la plaza principal del
poblado junto con su estado mayor. Ya se hallaban formados los cuerpos del
Ejército, desde un día antes, llamado de las Tres Garantías. En el centro había una
mesa sobre la cual estaba un Santo Cristo y una bandera del regimiento de Celaya,
escoltada por una compañía de Cazadores.
Acto seguido inició la ceremonia de jura del Plan de Iguala a cargo
del primer ejército nacional. El padre capellán Fernando Cárdenas levantó el
crucifijo y el teniente coronel Francisco Hidalgo, mayor de órdenes del ejército,
se dirigió a los soldados diciendo: - ¿Juráis observar la religión católica, hacer la
independencia de este imperio, conservar la unión de americanos y europeos y
obedecer al rey Fernando VII si jura la constitución que haya de hacerse por las
Cortes de esta América Septentrional? La respuesta fue resonante y al unísono:
“¡Sí, juramos!”.
Dos hombres de la guardia de Cazadores tomaron la nueva bandera del
ejército, sí la nueva bandera: la Trigarante, y bajo ella comenzaron a desfilar todos
los hombres, jinetes e infantes. No quedó duda ninguna de la absoluta decisión de
la tropa. La energía al contestar y su alborozo en los vivas hubieran electrizado
aún a las almas más frías.
De estos hechos fue levantada un acta que fue publicada en el periódico La
Abeja Poblana, el cual circuló en la ciudad de México, mismo que fue denunciado
por subversivo ordenándose su prohibición inmediata. Así lo consignó la Gaceta del
Gobierno de México del 24 de abril de ese año, sección Anuncios, al publicar que
“El Mejicano Independiente” número 14,
primer periódico del México independiente
impreso por órdenes de Agustín de Iturbide
en Tlacotepec, Gro., y posteriormente en
otros lugares. Tomado de: Lemoine Villicaña
Ernesto. 1821: Transacción y consumación de
la Independencia., pp. 221 - 338, en Historia
de México. Tomo VI, 338 pp. Salvat Editores,
México, 1974.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Habiéndose calificado con todos los votos por la Junta provisional
provincial de censura de esta capital por sedicioso el impreso titulado acta
celebrada en Iguala el 1 de marzo, y juramento que al día siguiente prestó
el señor Iturbide con la oficialidad y tropa de su mando, por terminarse a
la independencia, contraria a los principios constitucionales; ha mandado
el señor juez de letras licenciado don José Daza y Artazo en auto de esta
fecha que los sujetos que lo tenga lo entreguen dentro de segundo día en
el oficio del Escribano público don José María Moya.
Casa que ocupó Agustín de Iturbide en
Iguala en 1821
Odilón Ríos (¿?)
Óleo sobre madera, 1962
Museo de Cultura Regional
INAH, México
Por cierto, esa bandera que la tropa miró con interés y curiosidad no
era la bandera roja y gualda que los conducía al combate, era una bandera nueva
que plasmaba los símbolos de religión, independencia y unión que quedaron
expresadas en los colores blanco, verde y rojo, colocados en franjas diagonales,
con una estrella dorada de cinco picos al centro de cada uno de los colores,
EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
mismos que representan las Tres Garantías que ofrecía el Plan.
En la historia oral, fuertemente arraigada en Iguala, existe la versión de
que dicha bandera trigarante fue confeccionada por el sastre, al parecer de origen
taxqueño, José Magdaleno Ocampo, que fuera también el barbero de Iturbide en
su estancia igualteca.
De acuerdo con estos acontecimientos sucedidos en el lapso de siete
días, la entonces villa de Iguala ingresó a los anales de la historia patria por la
suscripción y proclamación del Plan de referencia, la creación del primer ejército
nacional y el nacimiento de la bandera mexicana. Por estas consideraciones, el
día de la Bandera no debiera celebrarse el 24 de febrero sino el dos de marzo,
porque ésta es la verdad histórica, contraria a la verdad jurídica que establece
aquella fecha por disposición gubernamental. De esta forma, el Plan de Iguala y
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la bandera nacional se convirtieron en los nuevos referentes y símbolos que le
dieron una nueva identidad a todos los habitantes de la patria que surgiría y al
ejército que nacía.
Desde Iguala, Agustín de Iturbide emprendería la campaña final
independentista, sin efusión de sangre y con el apoyo de los liderazgos políticos
en las provincias que fueron importantísimos para el triunfo. Estas fuerzas lo
condujeron a la suscripción del Tratado de Córdoba entre él y el nuevo jefe
político superior -antes denominado virrey- enviado por el rey Fernando VII,
Juan O’Donojú, celebrado en esa villa el 24 de agosto. En este documento, el
sustituto de Apodaca reconoció la independencia de México. Ante este hecho
irreversible, Iturbide consumaría la independencia con la entrada triunfal de los
trigarantes a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.
Es lamentable que la historia oficial no reconozca la importancia que
tuvo el Plan de Iguala en el proceso de consumación de la independencia. La
causa podemos ubicarla en que, Iturbide, al ser declarado traidor a la patria por
el congreso nacional el 16 de abril de 1823, toda su obra fue remitida al olvido, al
oprobio, de tal suerte que este documento, por contener su firma, siguió la misma
suerte.
Hablar de Agustín de Iturbide es hablar de la guerra de independencia,
de un connotado militar realista, de un tenaz, cruel e implacable perseguidor de
insurgentes, pero también del consumador de la independencia nacional, a la par
que, con Vicente Guerrero, como vimos. Ubicar a Iturbide en su contexto, en su
tiempo y en sus circunstancias es la tarea que debe emprenderse con objetividad
para formarse una idea que lo ubique en su justa dimensión humana y política
y reconocerle sus méritos en pro de la conformación de nuestra patria con
elemental justicia. No sé si este es el momento histórico para hacerlo, pero sí estoy
convencido de que es necesario preservar los hechos para que en el momento
oportuno se le dé el lugar que merece, por encima de las pasiones humanas.
Por otra parte, la historia oficial pasa de vista que en el Plan de Iguala
también estuvieron plasmadas las ideas de Vicente Guerrero y la pléyade de
insurgentes que lo precedieron, del liberalismo que ayudó a consolidar al estado
mexicano advertido con mayor claridad en el Tratado de Córdoba, y al estar en
el olvido este documento fundacional de nuestro ser político, también quedan
borradas las huellas ideológicas de estos personajes, lo cual es injusto.
Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero fueron dos personajes históricos
que, curiosamente, llevaron una vida paralela. Ambos coincidieron en la
revolución de independencia, pero en frentes contrarios. Ambos, finalmente,
consensuaron la consumación de la independencia nacional a través del Plan de
Iguala y sellaron su compromiso con el “Abrazo de Acatempan”; ambos fueron
declarados traidores a la patria por los respectivos congresos nacionales que
EL PLAN QUE FORJÓ UNA PATRIA INDEPENDIENTE
los juzgaron en ausencia; ambos sufrieron un juicio inconstitucional luego de
sus aprehensiones y ambos fueron fusilados por soldados de la patria y, por si
fuera poco, ambos sufrieron la ingratitud de la clase política de ese tiempo y
aún de sus propios compañeros de luchas. Así de ingrata es la condición humana
en determinadas circunstancias y la veleidad de los intereses que la animan y
entrecruzan.
BIBLIOGRAFÍA
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Independencia en el año de 1808 hasta la época presente, T. V., Instituto Cultural Helénico/Fondo de
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prestó el Sr. Iturbide con la oficialidad y tropa de su mando. Mexico : impresa en la oficina de D. Jose
Maria Betancourt. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
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BUSCANDO A JOSÉ MAGDALENO OCAMPO.
LOS ARCHIVOS PARROQUIALES DE
SAN FRANCISCO DE ASÍS DE IGUALA
REVELAN SUS SECRETOS
Kit Christensen*1*
Antecedentes
BUSCANDO A JOSÉ
MAGDALENO OCAMPO.
LOS ARCHIVOS PARROQUIALES
DE SAN FRANCISCO DE ASÍS DE
IGUALA REVELAN SUS SECRETOS
En el centro de la ciudad de Iguala, en la plaza cívica de las Tres Garantías, se
encuentra la estatua de un personaje que tiene un profundo significado para los
igualtecos: se trata del sastre y barbero que confeccionó la primera bandera del
México independiente, José Magdaleno Ocampo.
No es un personaje que interviniera políticamente en el proyecto político
que se gestaba, pero el sastre recibió el encargo de confeccionar la bandera que
sería el símbolo de la unión e independencia del nuevo país.
Si bien soy oriundo del estado de Idaho, en las tierras perdidas de Nueva
España, ahora parte de Estados Unidos, estoy ligado a la historia de Iguala porque
mi esposa es igualteca. En un reciente viaje a Iguala visité el Museo a la Bandera,
donde conocí al historiador y biólogo Luis Felipe Cariño. Él me comentó que
existe una polémica en torno a la existencia de este personaje porque no se
habían encontrado registros ni referencias del mismo, y que otro historiador
igualteco, Guillermo de la Cruz Issa, concluyó y difundió en una conferencia que
José Magdaleno Ocampo no existió.
Debido a mi pasión por la genealogía enseguida me interesó el tema.
Yo sospechaba que no habían encontrado registros genealógicos, porque los
archivos parroquiales de Iguala en ese tiempo no estaban indexados. Quiere decir
que no había índice digital para que salieran los resultados en una búsqueda de
computadora. De esta manera me dio mucho interés investigar este caso.
Empieza la investigación
Iniciando mi investigación leí que algunos autores afirmaban que
Ocampo procedía de Valladolid (Morelia, Michoacán) y otros sostenían que era
originario del pueblo cercano de Buenavista de Cuellar. Lo único que sabía con
más certeza, es qué tuvo que haber estado en Iguala, así que allí empecé.
En su conferencia Guillermo de la Cruz Issa menciona tres supuestos
descendientes de José Magdaleno Ocampo:
Brígido Fonseca fue el primero en propalar que su abuelo fue José
Magdaleno Ocampo.
*1
Investigador independiente y genealogista.
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El segundo en afirmar que fue nieto de José Magdaleno Ocampo, fue el
músico igualteco José Andrés Ocampo Sevilla.
El tercero en sostener parentesco con José Magdaleno Ocampo, fue el
general Mariano Ortiz de la Peña, quien supuestamente fue esposo de una hija de
Ocampo.
Para descifrar los registros genealógicos virreinales, ayuda mucho
entender las costumbres al escribir los apellidos en aquel tiempo. Por lo que
observo, no había reglas gramaticales, ni leyes que establecieran como los tenían
que escribir. Generalmente sólo se escribía el apellido paterno, y a veces, sólo
el apellido materno. Algunos alternaban los apellidos. El uso de dos apellidos se
ve más entre los españoles y usualmente fueron apellidos compuestos y ambos
apellidos se heredan.
Ejemplos de apellidos compuestos que había en Iguala en el siglo XIX
son: Ortíz de la Peña, de Soto y Acuña, Ruiz de la Mota, Diaz de Matamoros,
Deza y Ulloya, Alférez Morales, Salgado Brito, García Lavín, González Torralba,
y González de la Orta.
Con la iniciación del registro civil en 1859, se acabaron la mayoría de los
apellidos compuestos y se empezaron a exigir apellidos a todos, porque muchos
aún no tenían apellidos. El uso de dos apellidos, el paterno y el materno, se ve un
poco antes, pero primero se instituyó en España en 1870.
Comencé a buscar las familias mencionadas y cualquiera que tuviera
el apellido Ocampo. El primero que me llamó la atención se llamaba José Cecilio
Ocampo. Por primera vez escuché su nombre en la conferencia del maestro
Guillermo de la Cruz Issa y dijo que estuvo presente en la bienvenida a Iturbide
en Iguala.
Buscando entre los casamientos de la parroquia de Iguala, encontré sus
matrimonios:
El 17 de julio de 1795 se casó con Lugarda Gertrudis Figueroa. Dice que
fue originario de Taxco. Tuvieron por lo menos una hija. Lugarda murió y fue
enterrada el 20 de enero de 1798.
Se volvió a casar el primero de mayo de 1799 con Antonia Magdalena
Gertrudis Juárez. Menciona que era viudo de su esposa anterior. Tuvieron una
hija el 19 de febrero de 1800 y un poco después Antonia Magdalena Gertrudis
murió y fue enterrada el 5 de marzo de 1800.
Cecilio se volvió a casar el 28 de abril de 1803 con María Gertrudis
Vázquez. En el matrimonio se mencionan las otras dos esposas anteriores.
Encuentro los bautismos de dos hijos de ellos.
El primero de febrero de 1815 encuentro otro matrimonio en que se
casa con María Leocadia Adán. Dice que tenía cuatro años viudo en terceras
nupcias con María Gertrudis Vázquez. Encuentro bautismos de cinco hijos de
Infografía ontogenética
elaborada por Luis F. Cariño Preciado con
información de Kit Christensen
y diseño de Fernando Parra F.
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ellos. En este matrimonio dice que era del Real de Taxco, hijo de Marcelino de
Ocampo y María Francisca Sotelo.
Con los nombres de los padres busqué entre los archivos de la iglesia
de Santa Prisca de Taxco. Sus padres se casaron el 22 de enero de 1760 en Taxco.
Encontré que su madre a veces ocupaba su apellido paterno, Sotelo, y a veces el
materno, Batalla. El nombre completo de su padre es Manuel Antonio Marcelino,
nacido el 13 de junio de 1736. Lo curioso es que él, su padre, y un par de otras
familias en Taxco, ocupan dos apellidos, a veces uno, a veces el otro y a veces los
dos. Los dos apellidos son Magdaleno y Ocampo.
Los abuelos paternos de Cecilio fueron Juan de Ocampo Magdaleno
y Josepha Sornosa Goicochea. Los encontré en un padrón de Taxco alrededor
de 1739. En el padrón se dice que Juan era mulato operador de minas y que su
esposa era mestiza.
Encontré 7 bautismos de hijos de Manuel Antonio Marcelino Ocampo
Magdaleno y María Francisca Sotelo Batalla: María Josepha Gertrudis (1761),
Josepha Francisca Anselma (1763), Joseph María Ignacio (1765), María Francisca
(1769), Joseph Mariano (1770), Gertrudis Gregoria (1773) y Manuel Joseph
Francisco (1775).
Entre los bautismos no encuentro un hijo que se llame Cecilio.
Observando los padrones de Taxco aprendo unas cosas. Primero, en esa familia
no siempre usaban sus nombres del bautismo y alternan los nombres y apellidos.
Segundo, se observa que algunos fallecieron.
Considero que a nuestro investigado, le bautizaron Joseph Mariano,
porque su hermano Joseph María había fallecido, dado que Joseph María no
aparece en los padrones. Los padrones alrededor de 1775 mencionan a un hijo
Joseph Magdaleno y a otro hijo Joseph Mariano López. No coincide el apellido
López, que puede ser error o puede haber otro dato que todavía no sabemos.
Entre varios documentos nos dan las edades probables de Cecilio entre
1769 y 1722. Un dato nos da una pista. El mismo día del bautismo de José Mariano
hubo otro niño al que nombraron “Joseph Sesilio”. Ese día, el 22 de noviembre
de 1770 fue el día de Santa Cecilia. Era común que pusieron los mismos nombres
a los bebes por los santos. Aunque no lo bautizaran “José Cecilio” parece que
ocuparon el nombre.
Concluyo en que Joseph Mariano, José Cecilio Ocampo, y José
Magdaleno Ocampo, son tres nombres para la misma persona.
El año 1833, fue cuando asoló al pueblo de Iguala una epidemia de cólera
y en los registros parroquiales se anotaron diariamente muchos entierros. Allí
encontramos el entierro de José Cecilio Ocampo el 25 de septiembre de 1833.
Aunque su abuelo venia de raíces humildes, en Iguala José Magdaleno
Ocampo era un hombre de prestigio. Convivió con personas de relevancia en la
Independencia de México.
Guillermo de la Cruz Issa me compartió un documento que lo nombra
como uno de los que contribuyeron en la reconstrucción de la iglesia de San
Francisco de Asís de Iguala.
En su vida diaria, se conocía como José Cecilio Ocampo, no así en los
documentos que póstumamente se conocen de él:
En la boda de su hija María Josefa en 1837, en el entierro de su hija
Dolores en 1840, y en la defunción de su hija Guadalupe en 1887, se confirma lo
que yo había sospechado, pues esos tres documentos ostentan su nombre como
“José Magdaleno Ocampo” (JOMAGO), coincidiendo con las respectivas esposas
y con los bautismos de las tres hijas.
Parentescos y descendientes
Brígido Fonseca se había mencionado como nieto de JOMAGO, en la
página 81 del libro “El Niño Campesino” por el Profesor Ignacio Ramírez. Un
descendiente, Ricardo Mazón Fonseca, u otros han hecho historia familiar de la
familia de Brígido. Sus abuelos son Jesús Fonseca y María Bernardina Adán, por
el lado paterno e Ignacio Jaímez y Gregoria Matilde Alemán, por el lado materno.
Templo de San Francisco de Asís en Iguala,
Gro.
Hesiquio Iriarte (1820-1897)
Litografía, 1883
Impresor: Manuel Murguía (1807-1860)
MUNAL
INAH, México
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Encontré el registro de la boda de los abuelos paternos y dice que Jesús
Fonseca, fue hijo natural de Francisca Fonseca originaria de Puente de Ixtla. No
es nieto legítimo de José Magdaleno Ocampo, pero es muy probable que tengan
un parentesco que todavía no encontramos. No sabemos quién fue el padre de
Jesús Fonseca y la última esposa de José Magdaleno Ocampo se apellida Adán,
igual que la abuela de Brígido.
José Andrés Ocampo Sevilla, (José Felipe de Jesús en su bautismo) fue
hijo de Juan Ocampo, quien nació el 25 de mayo de 1828, hijo de José Cecilio
Ocampo y María Leocadia de Adán, así que si fue su nieto.
El general Mariano Ortiz de la Peña fue originario de Sultepec, hijo de
Manuel Ortíz de la Peña y Juana Alberta Moya. Las edades en los documentos me
dan las fechas de nacimiento de 1758, 1760, 1770, y 1775 y todavía no encuentro
su bautismo. Encontré cuatro matrimonios de él:
El 25 de abril se casó con María Gertrudis de la Cadena en Tepecoacuilco.
El 26 de diciembre de 1804 se casó con Angela Estefanía Marquina.
El 17 de noviembre de 1808 se casó con Mariana Bárbara de Ocampo
y Núñez.
El 26 de Julio de 1831 se casó con Mariana Campuzano.
Fue enterrado el 29 de marzo de 1845 en Iguala. No pude encontrar el
parentesco con la tercera esposa, Mariana Bárbara de Ocampo, pero era de Taxco
y nieta de Juan de Ocampo Magdaleno y otra vez veamos a esos dos apellidos que
indican que es probable que haya parentesco.
En 1800 Mariano fue padrino en el bautismo de una hija de Cecilio. Se
debe notar que un hijo de Mariano fue el coronel Abraham Ortiz de la Peña (18
marzo 1828 – 28 mayo 1894). Las familias fueron muy cercanas y el parentesco
que encuentro es por la hija Susana Ortiz de la Peña (23 mayo 1820 – 16 agosto
1895) y la familia del teniente coronel José García Lavín.
Tuve la oportunidad de hablar con unos descendientes del teniente
coronel José García Lavín. José Lavín que vive en Iguala, me puso en contacto
con un primo Luis Adrián Lavín Soto, que es genealogista y tiene bastante tiempo
investigando su historia familiar. Él me pasó unos datos. Uno fue que José García
Lavín se enterró el 23 de octubre de 1833, un mes después del entierro de Cecilio
Ocampo, en el tiempo del cólera. Dice que era originario de las montañas de
Santander en la villa de San Roque (España). En un matrimonio de Cecilio, dice
que José García Lavín era socio de él. Sabemos de tres hijos de José García Lavín y
María Manuela Simbrón y los descendientes llevan el apellido Lavín. La primera,
María Isabel Lavín y Simbrón fue esposa del general Luis Gonzaga Vieyra Ruiz de
Chávez, nativo de Acámbaro (Guanajuato) y fue un líder militar conocido y fue
quien sembró los 32 tamarindos en Iguala.
Parroquia de San Francisco de Asís
Fotografía
Fernando Parra Farina
El segundo hijo, José Urbano Lavín, se casó con Susana Ortiz de la Peña.
Su nieto, José Urbano Lavín Román, fue gobernador de Guerrero (1923-1924).
BUSCANDO A JOSÉ MAGDALENO OCAMPO. LOS ARCHIVOS PARROQUIALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS DE IGUALA REVELAN SUS SECRETOS | 115
El tercer hijo, Manuel Lavín, se casó con Antonia Ocampo, hija de José
Cecilio Magdaleno Ocampo. Su nieto Carlos Lavín Aranda, fue gobernador de
Morelos en 1930. Por esa línea salen los descendientes mencionados. También
tuve la oportunidad hablar con otro descendiente, Carlos Lavín Figueroa, cuando
yo estaba investigando a otro familiar. Así que ellos tres son descendientes de
José Cecilio Magdaleno Ocampo y entiendo que apenas se enteraron.
Otros datos curiosos
Las imágenes de los archivos parroquiales de Iguala y Cocula están
disponibles empezando desde el año 1713. He estado documentando los
matrimonios y el árbol genealógico público del sitio de familysearch.org.
Llevo documentados más de 100 años de matrimonios. La vida era
muy diferente. Pocos sabían leer. La mayoría se morían jóvenes. Se ven muchos
huérfanos. Se ve que algunos se casaban muy chicos entre 12 a 15 años y algunas
niñas se casaban con hombres grandes hasta de la tercera edad. Había esclavos en
Iguala. En los matrimonios se menciona a cuál casta pertenecen. En el siglo XVIII,
cuando se casaba un negro o un mulato, se anotaba si era esclavo o libre.
Encontré documentos de un cacique indio que se llamaba Pedro de la
Cera o Pedro de la Sera. El apellido después aparece como “de las Eras” y “de las
Heras” entre los descendientes.
Durante el virreinato, el Galeón de Manila cruzaba el Océano Pacifico
dos veces al año, de Filipinas hasta Acapulco y viceversa. He encontrado bodas
de filipinos en Iguala. No tengo esa parte del árbol completo todavía. Algunos
apellidos de filipinos son Agriano, Mamagua y Carachure.
En 1750 se casó un cacique indio llamado Pablo de la Cera o Pablo de la
Sera. Sigo buscando documentos de esa familia y parece que los “de la Cera” y los
“de las Heras” pueden ser la misma familia.
Conclusión
Comprobamos que sí existió José (Joseph) Magdaleno Ocampo, que en
vida fue conocido como José Cecilio Ocampo. Magdaleno fue uno de los apellidos
de su familia. No nació en Valladolid ni en Buenavista, sino en Taxco en 1770 y se
enterró el 25 de septiembre de 1833 en Iguala. Se dificultó la búsqueda porque los
registros parroquiales no estaban documentados y sólo existían imágenes.
Ocampo tuvo cuatro matrimonios y hemos encontrado bautismos de
nueve hijos de él y otros descendientes. Fue una persona prominente en Iguala en
el tiempo de la independencia y tiene parentesco con otros que también fueron
parte de la independencia. El maestro Guillermo De La Cruz Issa, -sin saber-,
había encontrado unos documentos de JOMAGO, pero por la diferencia de la
escritura de su nombre, no se sabía si correspondían a él o no.
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Árbol genealógico de José (Cecilio)
Magdaleno Ocampo (1770-1833),
(JOMAGO), elaborado por Kit Cristensen
con diseño final de Fernando Parra Farina.
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Al afirmarse que no existió José Magdaleno Ocampo, me inspiró interés
y fue lo que me motivó a buscarlo. Todavía queda la duda: ¿Confeccionó la bandera
José Magdaleno Ocampo? Alguien lo hizo. ¿Fue trabajo de una sola persona? Los
documentos eclesiásticos no pudieron confirmar su profesión ni sus hechos, pero
si dejaron en claro su existencia.
Fuentes digitales:
Blog:
https://historiandoeniguala.blogspot.com/2019/02/existio-jose-magdaleno-ocampo-monumento.
html?m=1
Presentación del maestro Guillermo de la Cruz Issa:
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Registros Parroquiales de la Iglesia de San Francisco de Asís de Iguala. Para abrir los
documentos se necesita cuenta gratis de familysearch.
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Fotografía
Fernando Parra Farina
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A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
David Cienfuegos Salgado*1*
1. Introducción
En plena conmemoración de la consumación de la independencia de México, uno
de los temas más interesantes, en lo referente a la emancipación, es el del Ejército
Trigarante. Desde su conformación, desempeño, éxito y transformaciones, esta
nueva fuerza armada, fue parte del discurso histórico nacionalista que borró la
añeja división entre insurgentes y realistas, y que; paradójicamente, fue referido
en la época con los adjetivos de imperial o independiente. El presente trabajo aspira
a entender esta figura histórica, su contexto y su alcance en la consecución del
ideal independentista pactado entre Guerrero e Iturbide, así como su posterior
A 200 AÑOS DEL
EJÉRCITO TRIGARANTE
transición durante el período del fallido proyecto del Primer Imperio Mexicano
encabezado por Agustín de Iturbide.
Desde mi punto de vista y análisis se pueden advertir cinco etapas para
explicar esta sui generis formación militar, que van a depender del momento
histórico en que nos situemos y que tiene como cierre 1824, el año de expedición
del Acta Constitutiva de la Federación y de la Constitución Federal de los Estados
Unidos Mexicanos. Estos periodos son:
a) El previo que corresponde a fechas anteriores al 24 de febrero de 1821,
es decir, tiempo atrás a que se logre convencer Iturbide de llegar a un acuerdo con
la insurgencia suriana, encabezada por Vicente Guerrero.
b) Desde el 24 de febrero de 1821 al 28 de septiembre de 1821, periodo
que va de la expedición del Plan de Iguala a la consumación del movimiento con
la expedición del Acta de Independencia del Imperio Mexicano;
c) Del 29 de septiembre de 1821 al 21 de mayo de 1822, que comprende
la actuación de la Regencia del Imperio Mexicano;
d) El lapso en que Iturbide funge como titular del ejecutivo, en un
modelo monárquico, bajo la denominación de Agustín I de México, del 22 de
mayo de 1822 al 19 de marzo de 1823;
e) Finalmente, después del 19 de marzo de 1823. Es decir, después
de la abdicación de Agustín I y la consecuente desaparición del Imperio
Mexicano, y hasta la formalización del Estado mexicano como un estado
federal, republicano y popular.
Destaco estos periodos por el hecho de que, en cada uno de ellos, este
*
*1
Profesor-investigador del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados de
la Universidad Autónoma de Guerrero. SNI-II, Perfil PRODEP. El autor agradece a la Mtra. Erika
Adán Morales su participación en la investigación y redacción de este ensayo.
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“ejército” presentó cambios en sus funciones, organización, distribución y
mando. Por ello, es preciso dejar claro que se requiere de un estudio en extenso
para abordar a detalle estos tópicos. Este ensayo apenas es punta de lanza para
dejar mencionadas las aristas de abordaje posible.
Para entender algunos de los aspectos que caracterizan la formación y
organización del Ejército Trigarante o de las Tres Garantías, en el Plan de Iguala,
expedido en febrero de 1821, por Agustín de Iturbide, hay que remontarnos por lo
menos 300 años, a los antecedentes de aquellas organizaciones que hoy podemos
denominar como ejércitos, milicias o fuerzas armadas en el marco territorial de
lo que ahora es México. El recorrido se hace necesario para poder explicar las
vicisitudes que habrán de observarse en su función, objetivos, así como en la
organización anterior y posterior al proceso independentista que va de febrero a
septiembre de 1821.
2. La defensa y seguridad novohispana, siglos XVI-XIX
La conquista de la Nueva España, durante el siglo XVI, fue hecha por hijosdalgo
que tenían poca experiencia en el ámbito militar y que su principal motivo fue la
obtención de riquezas personales, mediante la ocupación, explotación y usufructo
de territorios que redituaban pingües ganancias a la Corona española, a través
de los ingresos en las arcas de la Real Hacienda. Derivado de ello, la función
de defensa y; por tanto, el control de lo que podríamos denominar ejército, en
los territorios ultramarinos, se dejaría a los cuerpos milicianos a cargo de los
encomenderos. Sin embargo, como señala Losa Contreras, no quedaba excluida
la posibilidad de que cuando fuera necesario los españoles prestaran el servicio
militar en el momento que se requiriera.
Sable
Perteneció al Emperador de México
Agustín de Iturbide, la cual le fue
obsequiada con motivo de su onomástico y
a su entrada a la Ciudad de México al frente
del Ejército Trigarante el 27 de septiembre
de 1821
Acero grabado
103 x 15 cm
Sala de Armas
Fundación Miguel Alemán
Para lograr el objetivo mencionado es necesario conocer las raíces de la
evolución de las tropas novohispanas a partir del siglo XVI y por ende comprender
su evolución, que culminaría en la integración del Ejército Trigarante en 1821
ya promulgado el Plan de Iguala en ese mismo año, conocer si este cuerpo
combatiente únicamente aceptó a los realistas y dejó a un lado a los insurgentes,
que por años habían luchado con el sistema de guerrillas en el sur del territorio del
virreinato, primero bajo el mando de José María Morelos y Pavón, sustituyéndole
A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
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Vicente Guerrero y sus compañeros de lucha como los Galeana, los Bravo, Pedro
Ascencio de Alquisiras, entre otros más. Sin obviar, que algunos de ellos habían
pertenecido a tropas virreinales.
Para ello; fue necesario recurrir a autores estudiosos del tema, para
lograr entenderlo, desde la ocupación del espacio localizado en el septentrión
del continente americano, es decir, de la Nueva España, que era considerada la
joya más importante del imperio español, durante los tres siglos que estuvo bajo
su dominación. Tomamos lo referido por Günter Kahle, en su obra titulada El
ejército y la formación del Estado en los comienzos de la independencia de México,
como el eje o hilo conductor que nos dirigirá en este estudio. Además de lecturas
de autores que han indagado a profundidad el tema como Conrado Hernández
López, Virginia Guedea, Moisés Guzmán, Carmen Losa, entre otros.
La Corona española conforme iba descubriendo las riquezas novohispanas,
permitió, a quienes estuvieron interesados, que se fuera abriendo camino en los
territorios aún no descubiertos. Estos “hombres-empresas” debían establecer
un contrato denominado capitulaciones con las autoridades metropolitanas;
conforme a las cláusulas pactadas se comprometían a pagar su propia empresa,
es decir no eran pagadas estas expediciones por los soberanos españoles; así
como a contratar y pagar a los sujetos que creyeren idóneos para dicha tarea. El
compromiso establecido entre el súbdito y la metrópoli no únicamente recaía
la responsabilidad en el descubridor. Menciona Günter Kahle que a cambio el
imperio ibérico pactaba para el adelantado, “privilegios, como por ejemplo la
autorización a conservar todas las riquezas que hallara en el curso de su expedición
con deducción del quinto real”, mismo que se recolectaría o aseguraría por un
superior nombrado por la Corona.
No todo era éxito. En ocasiones, las expediciones colonizadoras al mando
de un capitán, que tenía como subalternos a soldados de menor rango, a veces con
insuficiente experiencia, concluía en deserciones por parte de los subordinados.
De ahí que no sería extraño que, para evitar estos casos de abandono, en 1573, se
emitiera la Ordenanza de Población. Según esta, el capitán al mando de la empresa
podría decidir ante un posible abandono de algún inferior, si éste era pasado por
las armas. Sin embargo, lo más notorio fue que, en varias empresas llevadas a
cabo durante ese siglo inicial, se estableciera una profunda relación personal
Sable
Perteneció a Vicente Guerrero
Hoja de acero, guarnición de bronce y
empuñadura con tapas de nácar.
Guarda de metal dorado y decorado en
repujado
94 x 14 x 12 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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entre el encargado de la exploración y sus subordinados. Kahle refiere que se
establecía un vínculo entre el superior y los que comandaba y que, paralelamente,
los soldados se comprometían con su capitán mediante el voto de obediencia a su
superior, para combatir por el rey español y “por la honra del nombre español”.
El general Iturbide recibe las llaves de
Ciudad de México del coronel Ormaechea
Theubet de Beauchamp (¿?)
acuarela en papel verjurado, Ca. 18101827
Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid
España
Años atrás, el 7 de octubre de 1540, sí bien los encomenderos aún
pervivían, se emitió una Real Cédula que menciona que todos los habitantes del
continente americano debían velar con armas y caballos por el posible ataque de
otras naciones. Hay que recordar que en este momento el ataque corsario inglés
y holandés estaba en auge. El virrey Enríquez Almanza distribuyó armamento
en los edificios oficiales y casas particulares de los españoles, excluyendo a los
indígenas debido al temor que representaban y que consideraban que podrían
levantarse en contra de las autoridades representativas de la península ibérica,
debido a que su población era mayor que la de los españoles o criollos y siempre
se mantuvo el temor por una posible sublevación por parte de los indios. Las
diferentes etnias que fueron excluidas del sistema militar, fueron paulatinamente
integrándose a las milicias provinciales conforme se necesitarán en los distintos
momentos; el más claro ejemplo fue la invasión por parte de pieles rojas u otros
grupos nómadas del norte. Además, éstos junto con negros y mulatos defendieron
las zonas que fueron atacadas en diversas ocasiones por los filibusteros de otras
nacionalidades. Menciona Carlos Lazcano que a estos hechos hay que sumar el
posible alzamiento de Martín Cortés, que creía tener el derecho de convertirse en
el sucesor de su padre y ocupar el cargo de virrey en 1563.
A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
La consecuencia inmediata fue que la Corona decidió eliminar la
figura del encomendero, para evitar la conformación de un cuerpo de élite que
posteriormente se sintiera con derecho a crear una corporación con fueros
y privilegios, como lo era en la misma península. En esto no cambiaría mucho
hasta el reinado de Carlos III, perteneciente a la dinastía Borbón, quién haría
importantes cambios en la administración virreinal, integración del territorio,
modificación de las estructuras de poder, mismas que serían básicas para
enfrentar las transformaciones que iban surgiendo, tanto en Europa como con
la independencia respecto de Inglaterra, de las trece colonias del norte del
continente americano.
El ministro de la Secretaría de Estado, Jerónimo Grimaldi, nombró a José
de Gálvez como su secretario personal; posteriormente, éste fue enviado como
visitador real de la Nueva España para estudiar los problemas y reorganizar el
territorio del virreinato. Además, llevaba órdenes muy precisas de carácter militar:
era imperante la defensa marítima y terrestre en las colonias americanas pues
temían por ataques, derivados del Tratado de París de 1763. Señala Losa Contreras
que en este virreinato “tuvo como consecuencia última la profesionalización
del ejército; México fue lugar de acantonamiento de un importante núcleo de
tropas y mandos regulares venidos de la Península bajo la dirección del general
Juan Villalba, a lo que se unió la reorganización de las unidades milicianas
preexistentes y la creación de diecisiete regimientos” de nueva creación. Villalba
fue el encargado de organizar las diferentes divisiones de lo que posteriormente
sería el ejército realista. En él, el general optó por integrar a blancos, negros,
mestizos, hidalgos y plebeyos. Un ejército plural. Señala Luis Navarro, que esto no
sería del agrado de la sociedad novohispana ya que consideraban vilipendioso que
no se distinguiera entre las diferentes corporaciones que integraban al virreinato,
es decir, que se respetara el sistema de casta dominante. Para Villalba, era mucho
más importante que los hombres tuvieran el rango de edad entre los dieciocho y
cuarenta años.
En los siguientes años, menciona Losa Contreras, la consolidación
de esa novel institución castrense virreinal, atrajo cada vez más a los jóvenes
novohispanos, ya que traía aparejados privilegios, fuero y sobre todo prestigio.
Así, los mozos del estamento más alto de esa sociedad fueron integrándose como
oficiales de las principales unidades militares.
Virginia Guedea señala que la reorganización rindió buenos frutos puesto
que el ejército novohispano se conformó de estas milicias que estaban
...organizadas y disciplinadas bajo oficiales capaces y
preparados para que realmente fueran efectivas. Sin embargo,
y especialmente por cuestiones de índole económica, el ejército
novohispano vino a ser conformado, principalmente, por estas
milicias, lo que contradecía en no poco la política centralizadora
de la Corona. Ello se explicaba también en el hecho de que con
tales milicias se mantuvieron vivos ciertos intereses locales. Con
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todo, esta nueva organización puso fin a muchos de aquellos
resabios militares medievales que todavía para estas épocas
sobrevivían en la Nueva España.
3. El Ejército realista y la independencia de la Nueva España - México
En un principio, se reclutaba de forma voluntaria, después pasó a ser obligatorio
por órdenes de la corona, o por la necesidad o situación de conquistar o pacificar
nuevos territorios. Guedea menciona que se sabe que todo varón de entre 16 y
60 años debía presentarse cuando se tocara la caja de guerra y estaba obligado
a servir durante 30 días, sin recibir paga, bajo el mando del gobernador o de su
delegado. El servicio militar podía incluir el servicio personal de los militares,
sin la intención de colaborar bélicamente, pero siempre se tenía en cuenta que
debían estar disponibles en caso de emergencia y se les reunía periódicamente
con el objeto de darles instrucción y adiestramiento. También el pueblo debía
estar preparado para servir, “por lo que debían contar con armas y caballo”.
Los oficiales al mando del servicio militar tenían la obligación de vivir
en la región y dedicarse por completo al desempeño de estas funciones; con el
tiempo, el servicio se vio en la necesidad de exigir un apoyo militar constante, pues
no se abastecían de una manera correcta, lo que llevó a tener una comunicación
constante para prestarse ayuda y conformarse con lo que tuvieran y lo que los
alcaldes les proporcionaban, ya que el ejército estaba bajo el mando de autoridades
superiores, por lo cual también debían acatar las órdenes pertinentes y rendir
cuentas de sus actos. Señala Guedea que “no obstante estar el castellano sujeto
a la supervisión de la autoridad superior de la provincia, llegó a ocurrir que el
alcaide tuviera a sus órdenes al corregidor en lo que se refería a cosas de guerra”.
El imperio español se caracterizó por defender sus posesiones
ultramarinas americanas y se opuso a los movimientos independentistas. Por
consiguiente, se establecerían planes para defender lo que se consideraba suyo;
así que estuvo nombrando a diferentes personajes con trayectoria, para evitar
la emancipación de esta región. En la Nueva España un personaje importante
es Félix María Calleja, quien fue virrey de Nueva España, el cual participó en la
guerra por la Independencia de México y fue enemigo feroz de los insurgentes.
Entre otros que combatieron a los insurgentes en territorio suriano de la Nueva
España, se encontraba José Gabriel de Armijo, quien sería sustituido más tarde
por el vallisoletano Agustín de Iturbide.
Agustín de Iturbide y los generales del
Ejército Mexicano
F. Bastin / Julio Michaud y Thomas
Litografía, siglo XIX
45.5 x 56 cm
Col. Banco Nacional de México
Museo Regional de Guadalajara
Secretaría de Cultura, INAH, México
Frente al enemigo realista, también sobresale el intento en el campo
insurgente por establecer un servicio militar basado en la naciente milicia nacional,
con la que se buscaba marcar la diferencia con el ejército español y fortalecer los
lazos de identidad americana. Para Conrado Hernández López, la guerra iniciada
en 1810 transformó profundamente a la sociedad novohispana y creó una nueva
cultura ligada al uso de armas y a nuevas formas de participación política.
La situación política de España en 1820 repercutió en la monarquía
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española y en sus colonias. Si bien, Fernando VII pretendía nuevamente
establecer un gobierno absolutista, algunos de los diputados de Cortes que habían
participado en la Suprema Junta Gubernativa y en la redacción del orden jurídico
de Cádiz en 1812, menciona Guzmán Pérez, insistieron y conformaron un
movimiento liderado por Rafael de Riego y Antonio Quiroga en
Cabezas de San Juan, en defensa de la Constitución liberal, obligó
al rey Fernando VII a jurarla el 7 de marzo de 1820 y a convocar a
elecciones de diputados a Cortes por un nuevo periodo. En Nueva
España, el virrey Juan Ruiz de Apodaca retardó su promulgación
por razones estratégicas, pero finalmente la proclamó ante la
Real Audiencia el 31 de mayo de 1820.
Este corpus normativo otorgaba la libertad a insurgentes encarcelados, el
restablecimiento de la libertad de imprenta para crear una conciencia y formación
de la opinión pública, lo que ponía en peligro la política del país y alentaba la
expansión de perspectivas creando así grupos de poder que a su vez buscaban
mejorar sus posiciones dentro del reino.
Jaime del Arenal menciona que los realistas consideraban que al volver a
entrar en vigor se reestableció la vigencia de la Constitución gaditana, esto abrió
una ventana para los realistas con el objetivo de finalizar la guerra y recobrar
la legalidad, pues mientras estuvo imperante demostró la importancia de
instituciones, como los Ayuntamientos y las diputaciones provinciales.
4. De Iguala a Córdoba: aparece el Ejército de las Tres Garantías
La imposición de la Constitución de Cádiz, eliminando el modelo monárquico
absolutista de Fernando VII, posibilitó que los insurgentes novohispanos buscaran
soluciones para la conclusión de la guerra que llevaba una década; al mismo
tiempo, se presentaba como una magnífica oportunidad para que el virrey Juan
Ruiz de Apodaca, conde de Venadito, finalmente concluyera con la insurrección.
Así, en este contexto, Agustín de Iturbide aceptó el acercamiento con Vicente
Guerrero para que la independencia fuera un hecho real, pues el michoacano
siguió las recomendaciones dejadas por José Gabriel de Armijo que le señalaban
que “que evitase en cuanto fuese posible la efusión de sangre, extrayendo a indulto
a Guerrero y a Ascencio [Pedro Ascencio de Alquisiras], únicos guerrilleros que
no se habían sometido”. Al aceptar su encomienda quedaron a su mando 2,500
soldados que iniciaron formalmente su trabajo de querer apaciguar el territorio
al que se le comisionó, pero “viendo que no podía aniquilar a Guerrero llegó a
entablar formales inteligencias con él”. Ernesto Lemoine señala que el mismo
virrey Apodaca quiso forzar a Guerrero a indultarse.
Finalmente, después de un intercambio de misivas entre el general
suriano, Vicente Guerrero, y el jefe de los realistas para la zona, el coronel Iturbide,
acordaron entrevistarse. Guerrero convenció a Iturbide de la importancia del
tema de la igualdad. No había pues alternativa, finalizaba Guerrero clausurando
Solemne y pacífica entrada del Ejército de
las Tres Garantías a la ciudad de México el
día 27 de setiembre del memorable año
de 1821
Anónimo
Óleo sobre tela Siglo XIX
134.0 x 90.8 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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comunicaciones en “todo lo que no sea concerniente
a la total independencia, lo demás lo disputaremos
en el campo de batalla”. Agustín de Iturbide
respondería:
… envío a Usted al portador, para que le
dé por mí las ideas que sería muy largo de
explicar con la pluma;[.,.] aseguraré a Usted
que dirigiéndonos Usted y yo a un mismo
fin, nos resta únicamente acordar por un
plan bien sistemado, los medios que nos
deben conducir indubitablemente y por el
camino más corto.
La reunión de los dos militares y sus tropas,
aparentemente se efectúo el 10 de febrero de 1821
en el municipio de Teloloapan. Sin embargo, no hay
datos que permitan afirmarlo con certeza. Vicente
Guerrero acudió a este encuentro con las ideas
impresas de Moya y otras más de Pedro Ascencio
de Alquisiras. De estas pláticas se llegó al acuerdo
de formar el Ejército Trigarante, posteriormente a
esta alianza, Iturbide redactó una carta dirigida al
virrey de Nueva España, en la cual declara que la
desconfianza, desunión y odio son enfermedades
que azotan a la sociedad novohispana y es “preciso
que el médico obre en armonía con la constitución
del enfermo, y se acerque a contentar en lo posible sus deseos y afecciones”.
Moisés Guzmán menciona que una mujer de la alta sociedad novohispana
conocida como la Güera Rodríguez, María Ignacia Rodríguez de Velasco, aconsejó
a Iturbide en la redacción del Plan de Iguala, en referencia a la cita de Rocafuerte.
Después de las discusiones pertinentes después del encuentro, se redactó el
Plan de Iguala cuyo contenido fue consensado y aceptado por el caudillo y rebelde
suriano. Cabe aclarar que se escogió esta población del norte del actual estado de
Guerrero debido a que fuera territorio neutral y que lo consideraban parte de un
espacio en donde sentirse seguros y tener la certidumbre de no ser emboscados.
Juan Ortiz Escamilla menciona que como parte de la política realista de los
virreyes fue el movimiento de la población dispersa en las haciendas, ranchos o los
avecindaban como parte de las guarniciones militares o al margen de los caminos
militares. Es así como Iguala estaba bien resguardada de las tropas insurgentes.
En los siguientes artículos quedaron definidos algunos de los aspectos
organizativos de dicho ejército. Religión, Independencia y Unión quedaron
matizados como las tres garantías a sostener. Y con ellas terminaba su proclama
Iturbide: “¡Viva la religión santa que profesamos! ¡Viva la América Septentrional,
independiente de todas las naciones del globo! ¡Viva la unión que hizo nuestra
felicidad!”.
El Plan de Iguala fue impreso y enviado a todas las localidades del aún
virreinato. Sin embargo, no todo fue tan tranquilo durante esa transición, pues,
como señala Moisés Guzmán, algunos liderazgos oligárquicos de ciertas provincias
presentaron resistencia al proceso. Si bien la transición fue tersa, sobre todo en
aquellas ciudades capitales de intendencia, donde las antiguas oligarquías locales
lograron pactar con los comandantes militares que decidieron sumarse al Plan
de Iguala, también existió una oposición de algunos intendentes que habían sido
nombrados por Fernando VII y que por lo tanto siguieron fieles a la monarquía.
Tal es el caso de Manuel Merino, en Valladolid de Michoacán. Guzmán Pérez
refiere que, lo interesante, es como el movimiento trigarante fue ganando
terreno, partiendo primero del control de las provincias, donde una a una iban
proclamando su adhesión, para después caer sobre la capital del virreinato. ¿Por
qué las provincias consideraron aceptar y aprobar el Plan de Iguala? Guzmán
Pérez concluye que:
[…] existen otras explicaciones que ayudarían a resolver nuestra
pregunta inicial. Lo primero que debemos destacar es que la
reimplantación de la Constitución liberal en 1820 repercutió
directamente en la estructura militar que se había arraigado en los
pueblos. Las milicias urbanas, que se habían formado con base en
el Reglamento Político Militar, estaban condenadas a desaparecer
porque aquella Carta no permitía la existencia de juntas locales
de arbitrios ni las contribuciones forzosas para sostener a las
milicias. Los ayuntamientos constitucionales creados en pueblos
y provincias terminaron con las contribuciones y desarticularon
las compañías urbanas y rurales al quitarles su principal fuente
de mantenimiento.
9. Será sostenido este gobierno por el ejército de las Tres Garantías.
Además, que hay que añadir que los fueros en España, a los militares, iban
siendo eliminados paulatinamente, esto provocó inquietud en la Nueva España
y los integrantes de los distintos regimientos creían que éstos iban a abolirse de
igual manera en América. Para los realistas, según Catherine Andrews, esto fue
un “balde de agua fría porque pretendía arrebatarles la única prerrogativa de que
gozaban”. Diversos factores explican la aceptación del modelo imperial propuesto
por Iturbide en el Plan de Iguala. Por consiguiente; el nudo gordiano para muchos,
comenzó a desatarse para aceptar una nueva realidad de la nación novohispana,
que se transformaría en México, en septiembre de 1821.
16. Se formará un ejército protector que se denominará de las Tres
Garantías, y que se sacrificará, del primero al último de sus individuos,
antes que sufrir la más ligera infracción de ellas.
De manera previa, en agosto, durante la firma de los conocidos Tratados
de Córdoba, del 24 de agosto de ese mismo 1821, la mención del ejército varió.
En el punto 17 se menciona un “ejército imperial”:
Los artículos 9 y 16 de dicho plan consignaron:
Virrey Martín Enríquez de Almansa
Anónimo
Óleo sobre tela, 1568
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
17. Siendo un obstáculo a la
realización de este tratado,
la ocupación de la capital por
las tropas de la península, se
hace indispensable vencerlo;
pero como el primer jefe del
ejército imperial, uniendo
sus sentimientos a los de la
nación mexicana, desea no
conseguirlo con la fuerza,
para lo que le sobran
recursos,
sin
embargo
del valor y constancia de
dichas tropas peninsulares,
por la falta de medios y
arbitrios para sostenerse
contra el sistema adoptado
por la nación entera, D.
Juan O’Donojú se ofrece
a emplear su autoridad,
para que dichas tropas
verifiquen su salida sin
efusión de sangre y por una
capitulación honrosa.
Adelantamos, igual ocurrirá
en el Acta de Independencia del
Imperio Mexicano, del 28 de
septiembre siguiente, donde se
menciona un “ejército imperial
de las tres garantías”, cuando se
señala que la nueva nación “va a
constituirse con arreglo a las bases
que en el plan de Iguala y tratados
de Córdoba estableció sabiamente el
primer jefe del ejército imperial de
las tres garantías”.
5. La entrada del Ejército Trigarante
a la Ciudad de México
El Ejército de las Tres Garantías,
mencionado tanto en el Plan de
Iguala como en los Tratados de
Córdoba, marchó hacia la capital del
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ya extinto virreinato y que se conocía como la Muy noble ciudad de México de la
Nueva España. El cuerpo de militares fue encabezado por el coronel Agustín de
Iturbide, como mencionan Isabel Tovar y de Teresa y Magdalena Mas, en una
detallada crónica:
El 27 de septiembre de 1821, la Plaza de la Constitución de la
Ciudad de México vivió algo inusitado bajo el cielo azul que la
cobijaba. Una multitud expectante, compuesta por personas
de todas las clases sociales, trepidantes de alegría, esperaban
la llegada del Ejército Trigarante, comandado por el coronel
Agustín de Iturbide.
Hombres y mujeres de todas las edades lucían en el pecho
distintivos con los colores de la nueva bandera como emblema
de la independencia: el blanco, simbolizando la pureza de la
religión; el rojo, la unión entre mexicanos y españoles, y el verde
la independencia.
El Ejército Trigarante entró a la ciudad, marchó por Bucareli,
dio la vuelta a la derecha por la calle del Calvario y en la calle
de Corpus Christi (hoy avenida Juárez) prosiguió su marcha por
un costado de la Alameda. Cruzó la calle de Santa Isabel (hoy
Eje Central Lázaro Cárdenas), pasó junto al convento de San
Francisco y frente a la casa de los Azulejos, y por Plateros (hoy
Madero) finalmente entró a la Plaza Mayor (hoy conocida como
Zócalo).
Durante el trayecto, Iturbide y su ejército estuvieron acompañados
por aclamaciones de júbilo de la multitud. A lo largo del recorrido
las calles lucían imponentes y engalanadas. Los balcones de las
casas ricas estaban adornados con colgaduras, destacando los
colores de la bandera tricolor. En su camino el jefe del Trigarante
se apeó de su caballo bajo un arco triunfal, en la esquina del
convento de San Francisco. Allí lo recibieron los regidores
del Ayuntamiento para entregarle las llaves de la ciudad entre
aplausos, marchas militares, salvas de artillería y el repique de
campanas de las iglesias de la capital, que al unísono celebraban
el triunfo de la independencia. Iturbide, de frac, botas, sombrero
con tres plumas y una banda tricolor, irradiaba gallardía. Ya nadie
recordaba su cruel persecución contra la insurgencia.
Iturbide devolvió al decano del Ayuntamiento las llaves de la
ciudad y pronunció con voz enérgica: “Las llaves que lo son de las
puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión,
la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que puede
hacer la felicidad común, las devuelvo a Vuestra Excelencia”.
Volvió a montar su caballo y, acompañado de los miembros
del Ayuntamiento y los indios de las parcialidades de Santiago,
Acciones militares en los distintos Estados
de la República Mexicana durante la Guerra
de Independencia
Infografía tomada de: Lemoine Villicaña
Ernesto. La revolución radical: José María
Morelos., pp. 279-294, en Historia de
México. Tomo VI, 338 pp. Salvat Editores,
México, 1974.
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A 200 AÑOS DEL EJÉRCITO TRIGARANTE
continuó su marcha al Palacio Virreinal, entre las
aclamaciones del público. Allí fue recibido por
Juan O’Donojú, último capitán general de Nueva
España, que prácticamente ya no pudo ocupar
el cargo, pues cuando arribó a Nueva España, la
independencia era un hecho. Iturbide y O’Donojú
salieron al balcón principal para ver el desfile de
las tropas entre vítores y aplausos de la multitud.
sargento mayor, tenientes coroneles,
coroneles, brigadieres, mariscales de
campo, teniente general, capitán general
y generalísimo. Con posterioridad se
regularía la indumentaria y divisas del
transformado ejército trigarante, como
ocurriría con el Reglamento de divisas
del Ejercito Imperial Mejicano.
Se dice que entre la multitud que esperaba a
las huestes trigarantes, se encontraba la criolla
María Ignacia Rodríguez, la Güera Rodríguez.
Aparentemente, todos los habitantes de la Ciudad
de México salieron a recibirlos.
Así, acababa un episodio
violento de casi once años. El
movimiento trigarante sería origen de
la fundación del México independiente,
pero también el inicio de los nuevos
retos, discusiones, levantamientos y
luchas que, durante casi cincuenta años,
marcaron la vida política mexicana en
el siglo XIX.
Si nos fijamos en los nombres de quienes aparecen
en la crónica de la época, detectamos que un alto porcentaje de
los mandos realistas pertenecían a los criollos y de la región del
Bajío, no se llega a mencionar a algún integrante de las fuerzas
insurgentes, mucho menos surianos como podría ser Guadalupe
Victoria o el mismo Vicente Guerrero. Al día siguiente, el 28
de septiembre de 1821 se firmaría el Acta de Independencia
del Imperio Mexicano, redactada por Juan José Espinosa de los
Monteros.
| 137
FUENTES CONSULTADAS:
Bibliográficas:
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Rodrigo,
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trigarancia. Fuerzas armadas en la consumación
de la independencia. Nueva España, 1820-1821,
UNAM, Fideicomiso Felipe Teixidor y Monserrat
Alfau de Teixidor, México, 2016.
6. Adiós al Ejército Imperial de México.
Tambor que llamó a la población de Iguala
Gro., el día 2 de marzo de 1821, para la
ceremonia de jura del Plan de Iguala por
el primer ejército nacional, el Ejército
Trigarante y la presentación de la Bandera
Trigarante, la primera bandera nacional
Instrumento militar musical de percusión,
Siglo XIX
Diámetro 37.1 cm alto37.1 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
Al fundarse una nación es necesario recrear nuevos símbolos y sustituirlos por
noveles para que la población y habitantes del espacio recién emancipado o fundado,
puedan identificarse con ellos. Esto, sin teoría social alguna que en ese momento
pudiera guiarlos, el Ejército realista en conjunto con las tropas insurgentes, en
la ciudad de Iguala o Yohuallan, crearon símbolos que posteriormente fueron
yuxtapuestos y empleados como parte de la afinidad y unidad de la nueva nación
que se denominaría México: Los símbolos se expresaban a través de una bandera
distinta a la albiceleste que anteriormente habían usado los insurgentes; estaba
formada con tres franjas en diagonal en colores, blanco, verde y encarnado;
en cada uno de ellos portaba en sus extremos tres estrellas de cinco picos en
distintos colores; una verde sobre el fondo blanco, otra roja sobre el fondo verde
y la otra blanca sobre el fondo encarnado; en el centro de la bandera aparecía
una corona imperial rodeada con la leyenda Religión, Independencia, Unión, y
debajo de la corona figuraba el nombre del batallón de infantería responsable de
llevarla. Las medidas de la bandera se apegaban a los lineamientos marcados en
las Ordenanzas Militares de España, a las cuales se sujetó Iturbide desde el día del
pronunciamiento en el pueblo de Iguala. Además de la bandera, Iturbide dio a su
ejército nuevas insignias, de acuerdo con los grados militares de la oficialidad.
En ellos estaban comprendidos los subtenientes, tenientes, ayudantes, capitanes,
Kahle,
Günter,
El ejército y la
formación del Estado en los comienzos de la
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(8). 1910. Buznego y Cía, Tarjeta Postal.
Cromolitografía, 13.9 x 8.8 cm. Colección
Particular.
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del tiempo. Diseño: E. César González
Salinas. Investigación y redacción: Mónica
I. Fuentes Pacheco. Fuente: Secretaría de
la Defensa Nacional. Heráldica, Secretaría
de Educación Pública. Red Escolar,
Monografías, Miniaturas militares, México
Desconocido.
140
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
Adriana Balmori Aguirre1*
A lo largo de la historia de nuestro país han tenido lugar muchos hitos; esos
acontecimientos puntuales y de gran significación que han marcado la vida y el
discurrir de la nación y de los mexicanos, momentos singulares de los cuales a
algunos se les ha negado su importancia y preponderancia; uno de ellos es sin duda,
El Tratado de Córdoba o Tratados de Córdoba, -más adelante hablaremos de esta
dualidad-, el que por sombríos intereses político-ideológicos han sido muchos los
historiadores que, motu propio o por encargo, han tratado de mantenerlo en un
segundo plano. Es por ello que puedo culpar sin lugar a dudas, a muchos de los
gobiernos que se han sucedido a través de estas dos centurias, de querer imponer
su versión maniquea y triunfalista de la historia, quitando y cambiando héroes o
falseando hechos, aún a sabiendas que es a la verdad a la que proscriben, que es a
la niñez a la que mienten y a todo un país al que dividen o enfrentan.
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
Los Tratados de Córdoba son, indiscutiblemente, el parteaguas de
la historia política de México, ya que, independientemente de otros muchos
puntos importantes que aquí hemos de ver, lo más sobresaliente de los Tratados
de Córdoba es la proclamación de la Independencia de la Nueva España y el
nacimiento de una nueva nación: México, al fin, su causa y motivo.
Desde 1810 los diputados americanos en las Cortes de Cádiz, entre los que
sobresalía por su carácter de líder y sus vastos conocimientos tanto políticos como
teologales y jurídicos don Miguel Ramos Arizpe, diputado por su natal Obregón y
Gómez -quien por ese viaje habría de disolver su compromiso con Leona Vicariohacía sentir su presencia y las necesidades de la España de ultramar. La mayoría ya
navegaba con ideas liberales e independentistas, más aún después de la invasión
francesa a España y ser depuesto el Rey; con ideas liberales se promulgó el 19
de marzo en Cádiz, Andalucía, la Constitución de 1812, llamada “la Pepa”, en
principio por haberse promulgado el día de San José, aunque también había quien
soterradamente lo atribuía a ser la contraparte de José Bonaparte, a quien su
hermano Napoleón había dejado el trono de España y era apodado Pepe Botella,
sin duda alguna por su afición a las bebidas embriagantes y a su permanente
estado etílico. Al regresar al trono Fernando VII, en 1814, su gobierno absolutista
disolvió las Cortes y desconoció la Constitución de Cádiz; encarceló todos los
que en ella habían intervenido y además también a aquellos que hubieren actuado
en su contra, entre los que se hallaba otro liberal, Juan O’Donojú y O’Ryan, es
así, que, por “traición al Rey”, fueron llevados a las mazmorras de la cárcel de
Madrid; Ramos Arizpe fue parte del grupo que cumplió condena por seis años
en la Cartuja de Ara Christi en Valencia y a Juan de O’Donojú lo trasladaron
al Castillo de San Carlos en Mallorca, donde sufrió por órdenes directas del
*1
Doctora en Historia egresada de la Universidad Veracruzana. Miembro del Consejo de
la Crónica de Córdoba, Ver. Miembro del Seminario de Cultura Mexicana C. de Córdoba, Ver.
Miembro de la Academia de Historia y Geografía de México, filial Veracruz, UNAM.
| 141
142
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
rey el castigo que mucho le agradaba infligir a
este turbio personaje, la pena llamada de los
“Perrillos”, que consistía en quebrar uno por
uno, todos los dedos de cada mano, además de
arrancarle las uñas, por lo que O’Donojú quedó
deforme y tullido después del atroz tormento.
En 1820 el capitán Rafael del Riego se
sublevó en contra del Rey con un contingente de
tropas que aguardaba su salida hacia América en
la localidad de Cabezas de San Juan, en Sevilla.
Riego se manifestó abiertamente en contra de
la guerra de “reconquista” de las Américas que
pretendía el monarca. Esta acción obligó al rey
a firmar la Constitución de 1820 y a liberar a
los detenidos por esta causa. Las Cortes se
reunieron nuevamente y desde ahí resurgieron
las ideas emancipadoras, sobre todo teniendo
conocimiento de la situación en la Nueva España
y el disgusto de los criollos por la aplicación de las nuevas imposiciones.
Es posible que para entonces O’Donojú estuviera ya enterado de los
movimientos independentistas que se fraguaban en América y de los que de
manera solapada hablaban los diputados americanos en las Cortes españolas,
que capitaneados por el padre Miguel Ramos Arizpe y sabiendo de las ideas
liberales de don Juan, presionaron a Fernando VII para que le diera el gran
encargo de virrey. Así, el 16 de enero de 1821, el propio Ministro de Guerra,
don Cayetano Valdés, informó al Despacho de la Gobernación de Ultramar el
nombramiento del teniente general Juan de O’Donojú y O’Ryan, ya no como
virrey, sino como Gobernador y Capitán General de las provincias en Nueva
España, cargo que sustituyó al de virrey, pero se desempeñaría “…con los mismos
goces y distinciones de los virreyes…” Este puesto lo asumía en sustitución del
virrey don Juan Ruiz de Apodaca, conde de Venadito, que había sido depuesto
ilegalmente por el Brigadier Bucelli y el traidor Gral. Francisco Novella quienes
argumentaron, entre otras cosas, debilidad, vicios e incapacidad en su cargo por
el largo tiempo ejercido, y que supuestamente eran la causa de la pérdida de
plazas realistas y el avance de los insurgentes. Novella se hizo del cargo de facto
solamente, por lo que su legalidad era frágil y muy cuestionable. El viejo virrey
Apodaca se fue a vivir a la Villa de Guadalupe con su familia y como él decía: bajo
el amparo de la Virgen Guadalupana; poco después fue confinado en el Convento
de San Fernando, donde protegido y atendido por los monjes permaneció hasta el
día de su salida a Veracruz el 25 de septiembre, arropado por su familia y un gran
grupo de fieles seguidores; regresaba a su patria en el buque Asia, el mismo que
había arribado a la Nueva España, don Juan de O’Donojú.
Escudo de los 30 caballeros fundadores de
Córdoba, Ver.
Juan José Rafael Teodomiro O´Donojú y O´Ryan, nació en Sevilla España,
el 30 de julio de 1762, era de origen irlandés por los 4 costados. Aunque Alamán
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 143
dice que todavía nació en Irlanda antes del viaje de sus padres, su familia llegó a
España huyendo de las persecuciones contra los católicos en su país.
Quedó huérfano a los 8 años. Buen estudiante que desde muy
joven mostró aptitudes militares, ingresó al ejército español
a los 20 años, donde desarrolló una carrera brillante; llegó
a ser Teniente General del Ejército y Ministro de Guerra
y Marina, liberal, defensor siempre de sus ideales.
Gracias a sus méritos llegó a ser jefe político de Sevilla
y Capitán general de Andalucía. Tenía 50 años cuando
se firmó la constitución de Cádiz y 59 cuando recibió
su nombramiento para acudir a Nueva España el 25
de enero de 1821, designado, como hemos visto en
renglones anteriores, por la presión ejercida por las
Cortes sobre el rey Fernando VII, como Capitán General
y Jefe Político Superior de la Nueva España y sucesor del
depuesto virrey Juan Ruiz de Apodaca, Conde de Venadito.
Muy fuertes serían dichas presiones que sólo así se logró
que Fernando VII diera tan alto e importante nombramiento a quien
era declarado enemigo suyo, y hacia el cual guardaba resentimiento, no sólo en
contra de su persona, sino también, su régimen y sobre todo, sus ideas políticas,
habiendo autores que llegan a calificarlo de republicano. Aún a sabiendas de la
premura por su partida que escocía a los diputados ya que seguramente estarían
para este momento al tanto de los notables aconteceres en la Nueva España,
O’Donojú se tomó su tiempo en preparativos de embarque y traslado, lo
mismo que el Ministro de Ultramar, quien entregó a don Juan las
“Instrucciones para Gobernar”, fechadas en Madrid el 2 de
marzo, un ya anacrónico mamotreto que contenía 40 apartados
iniciando por la forma de Gobierno político, además de
otros y variados asuntos, como el apartado 19 que si no por
ignorancia, sí con ingenuidad se afirmaba que: “… felizmente
en las Provincias encargadas a su mando solo existen muy
cortos restos de insurrección; sin embargo dentro de todo,
llamó gratamente mi atención las recomendaciones que se
le hacen en los apartados 28 y 32, en el primero dice: “28…
S.M. encarga particularmente a V.E. que haga los mayores
esfuerzos para que se propague el importante preservativo
de la vacuna, haciendo desaparecer todas las preocupaciones
que lo impidan...” y pide asimismo se haga un reporte completo
del estado y resultados de la vacunación por los profesionales en la
materia. Es importante recordar aquí que la vacuna que preocupaba
a la corona española era contra la viruela, -enfermedad que apareció en la
Nueva España en 1520, y diezmó sobre todo a la población indígena. La vacuna,
descubierta por el Dr. Jenner, había llegado a América en 1803 traída de España
y aplicada casi de manera heroica por el Dr. Javier Balmis y la enfermera Isabel
Zendal, paliando en gran medida los contagios. Sin embargo, debido a que una
Juan O´donoju
José Francisco Rodríguez (Ca. 1780-Ca.
1834)
Retrato en cera
6.5 x 5.5 cm
Colección particular
México
Agustín de Yturbide
José Francisco Rodríguez (Ca. 1780-Ca.
1834)
Retrato en cera
6.5 x 5.5 cm
Colección particular
México
144
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 145
de sus oficiales y que los realistas pudiesen entrar a ver a sus familias; asimismo
se permitió la entrada de mercancías al mercado de abastos. Nunca pudo el
desdichado de O’Donojú imaginar más deplorables condiciones, de las que nadie
hubiera podido salir airoso.
Dado que en la Capital el Gral. Novella encargado del gobierno, era jefe de
facto, sin nombramiento oficial, ni autoridad para jurar ante él su cargo, siendo su
inferior, O’Donojú, sin más dilación, el 3 de agosto presta “el juramento de estilo”
en el mismo puerto ante el comandante de éste, el Gral. José Dávila, asumiendo
por ello y en ese momento, el cargo de Capitán General y Jefe político de la Nueva
España, con todas las atribuciones que este cargo le confería.
gran mayoría de la población era reacia a recibirla, la viruela seguía hasta ese
momento azotando por oleadas sobre todo a poblaciones rurales.
Se lee en el apartado 32…” Corresponde á V.E. en las Provincias de su
mando fomentar y promover por todos los medios la instrucción pública siendo
incansable en excitar el celo de las corporaciones… /con especialidad en cuanto
al establecimiento de escuelas de primeras letras prefiriendo en ellas el método
Lancaster…” Era éste un método de enseñanza inglés que recién se aplicaba en
España con buenos resultados por la rapidez del aprendizaje.
A O’Donojú le siguen llegando comunicados y el 28 de marzo en otro
Decreto Real se le informa que su nombramiento se extiende con las mismas
características que los que se expiden en la Península Ibérica, y se le aconseja
que no se hagan gastos inútiles a su entrada a México. Al fin llega el 30 de
mayo de 1821 y acompañado de su familia: su esposa, -sus dos hijos ya habían
muerto- y dos sobrinos y una numerosa tropa, se embarca en el navío Asia que
al mando del capitán José Primo de Rivera, ese mismo día zarpa de Cádiz rumbo
a América y haciendo escala en Puerto Cabello, Venezuela llega a Veracruz el
30 de julio y según dice Carlos María de Bustamante era la una y cuarto y como
mal fario ese mismo día tiembla la tierra y se suma para él toda una cadena de
desgracias. Se traslada al Fuerte de San Juan de Ulúa ya que el puerto estaba
Catedral de la Inmaculada Concepción
Córdoba, Veracruz, México
Fotografía
Fernando Parra Farina
asediado por Antonio López de Santa Anna, recién estrenado insurgente. Mueren
casi enseguida de vómito negro, dos sobrinos que le acompañaban, y en pocos
días, 7 de sus oficiales y 100 soldados de la tropa. Cuando apenas desembarca
es informado de que el Ejército Trigarante había ocupado ya toda la nación y
muchos jefes realistas y sus tropas se habían pasado al bando insurgente; sólo
quedaban México la capital, Acapulco, Durango, Chihuahua, Veracruz puerto y la
Fortaleza de Perote como reductos realistas. Viendo las deplorables condiciones
del puerto sitiado casi sin agua ni víveres, acuerda con Santa Anna el libre paso
Decide entonces ponerse en contacto con Iturbide, a saber, el jefe de
los Trigarantes, por lo que le envía dos misivas, una con tono y forma oficial
dirigiéndose al Jefe superior del ejército imperial de las Tres Garantías llamándole
su Excelencia. La otra de carácter personal en la que lo llama amigo y la que le
pide una reunión para hablar de la situación de la Nueva España rogándole sea en
algún lugar más salubre y con mejores condiciones climáticas. Iturbide propone
la Villa de Córdoba y ahí se hace la cita. La fecha se fija para la mañana del 24 de
agosto.
Mientras tanto a Iturbide las cosas no le podían haber salido mejor. Para
ese momento crucial estaba por cumplir 38 años, había nacido el 27 de septiembre
de 1783, en Valladolid, hoy Morelia. Ése día entraba doña Josefa Arámburu y
Carrillo en su cuarto día de trabajo de parto; familia y comadronas, angustiadas
Palacio Municipal de Córdoba. Veracruz,
México
Fotografía
Fernando Parra Farina
146
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
decían que sólo un milagro podría salvar a la madre y al niño. Con su último aliento
pidió Josefa que le trajeran la capa de san Diego Basalenque que guardaban en el
convento de los agustinos; apenas rozó esta reliquia a la parturienta, el niño nació
fuerte y sano, y la madre se recuperó a ojos vistas, por lo que decidió llamar a la
criatura Agustín, pero también Cosme Damián de apellidos Iturbide y Arregui,
como José Joaquín el padre, Arámburu Carrillo y Villaseñor, como ella; su marido
y sus padres eran originarios de Navarra, España. Agustín creció como un niño
fuerte y espabilado; muy joven entró al seminario, que no era lo suyo y en el
que no pasó mucho tiempo. Se alistó entonces en calidad de alférez honorario al
regimiento provincial de Valladolid. Era gallardo, arrogante y guapo, tenía fama de
ser el mejor jinete en el mejor caballo, pues siempre los suyos eran de excelente
raza y estampa, ejecutaba las mayores proezas de charrería o rejoneo y burlaba
a los toros en las plazas o bailaba ligero; siempre de impecable uniforme, era un
agasajo para las jóvenes damas y las no tan jóvenes, muchas de las cuales se le
rendían. A los 22 años se casó con Ana María Huarte, quien aportó riquísima dote
al matrimonio y a la que dejaba sola por largos períodos por sus encomiendas
militares, pero eso sí, cada vez que regresaba, le dejaba un fruto de su amor, diez
hijos tuvieron. Por la rama materna, Villaseñor, era pariente del cura Hidalgo
quien le propuso unirse a la lucha armada, lo que declinó, según diría más tarde
“porque aquella revolución estaba mal concebida, y no podía producir más que
desorden sangre y destrucción”, razón tenía; siguió luchando en las filas realistas
donde se distinguió por sus triunfos en las batallas, hasta que su genio militar y su
ambición le hicieron ver que las circunstancias eran las propicias y él podría ser
el artífice de la independencia.
Muy bien aconsejado, elaboró su Plan de Independencia de la América
Septentrional con el cual, es innegable, sedujo a Vicente Guerrero; sin lugar a
dudas mucho debió pesar en su ánimo el hablar de “igualdad”; Muy cierto es
que estos dos personajes tuvieron que haberse encontrado y terminar sus
acuerdos, la Independencia no era poca cosa. Antes de esto y desde fines de
1820, aunque Guerrero defendía como león la sierra del sur, la insurgencia estaba
ya muy mermada, pocos reductos quedaban: Guadalupe Victoria en Veracruz,
o el valiente José Joaquín Herrera donde se le necesitaba, Bravo y pocos más.
Es así que Agustín de Iturbide, después de ser nombrado Comandante General
del Sur y sus subalternos sufrir varias derrotas infligidas por Guerrero y el
capitán Pedro Ascencio, su mano derecha, percibió la inutilidad de seguir la lucha
armada e intuyó que el momento que esperaba era el que se le presentaba en esos
momentos y que la única manera de poner en práctica su Plan de Independencia
de la América Septentrional y lograr así la paz, era negociando con el caudillo
fuerte que le quedaba a la insurgencia. Por ello decidió escribir a Vicente
Guerrero y proponerle entrar en tratos para pactar y lograr la paz y sobre todo la
Independencia de la Nueva España.
Supuestamente el encuentro se verificó en Acatempan para sellar el pacto
de unión. No existe ningún documento que avale este encuentro, ni siquiera un
fanático de la comunicación epistolar, como lo era Iturbide, lo relató en alguna de
sus misivas, así como tampoco hay testimonio de alguno de los muchos testigos
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 147
presentes del susodicho encuentro. El
único que habla de ello es Lorenzo de
Zavala, un masón de triste memoria,
interesado amigo de Vicente Guerrero,
menospreciado como historiador por muchos que sí lo eran y
que lo tachan de descuidado y poco limpio en su trabajo. Zavala
dice haberlo escuchado de los propios labios de don Vicente,
pero el caso es que ni siquiera recuerda la fecha o el nombre del lugar donde
ocurrió tal acontecimiento.
Jaime del Arenal publicó recientemente haber encontrado un breve
documento inédito en el poblado de Teloloapan, Gro., que fue dirigido por
Agustín de Iturbide a Vicente Guerrero desde el 26 de noviembre de 1820, con
lo que se descarta la afirmación de que la primera carta, enviada por Iturbide a
Guerrero habría sido la de fecha 10 de enero de 1821, dirigida de un liberal a otro,
proponiéndole llegar a acuerdos de paz y pidiéndole si desconfiaba, que enviara
a uno de los suyos a entrevistarse con él en Chilpancingo para enterarlo de sus
planes. Tarde contestó Guerrero esta carta, pero en su contenido se dejan ver
atisbos de entendimiento. En pocos días se sucedieron larguísimas cartas hasta la
aceptación total de Guerrero del plan propuesto por Iturbide; se cuenta que, uno
de sus subalternos le preguntó el por qué tanta correspondencia, a lo que Iturbide
contestó – más vale derramar tinta que derramar sangre-. Según Lucas Alamán
nunca se encontraron hasta después de la proclama del Plan de Iguala, y en cambio,
Carlos Ma. de Bustamante dice que después de tan profusa correspondencia fue
necesaria una entrevista personal. El caso es qué con su aceptación, no rendición,
debemos reconocer el gran sacrificio que supuso para Vicente Guerrero como
el patriota que en ese momento era, reconocer la valía del plan libertario que
buscaba el orden y una constitución y poner bajo las órdenes de Iturbide su
otrora acérrimo enemigo a su persona, su prestigio, ejército e ideales, todo por el
bien de la patria; recordemos que poco antes al rechazar el indulto que le ofrecía
el virrey Apodaca había dicho ¡La Patria es Primero!
Córdoba para siempre
Jaime Sánchez Nava (1964)
Mural (detalle), 2010
Palacio Municipal de Córdoba, Veracruz
México
148
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Después del supuesto
abrazo de Acatempan o reunión
en Teloloapan y la proclamación el
24 de febrero de ese mismo año,
del Plan de Iguala, como ya era
conocido su Plan de Independencia
de la América Septentrional, que
había significado la reunión de los
ejércitos insurgente y realista en
uno solo: el Ejército Trigarante o
de las Tres Garantías -Religión,
Unión e Independencia-, las cartas
de O´Donojú, redondeaban sus
planes.
El 23 de agosto por
la mañana, llegó don Juan de
O’Donojú a la villa de Córdoba
escoltado por Antonio López de
Santa Anna, donde fue muy bien
recibido y distinguido; más tarde, procedente de Puebla, llegó don Agustín de
Iturbide y desde su entrada fue vivamente aclamado y festejado por un pueblo
deseoso de conocer al nuevo jefe del Ejército Trigarante. Éste, de manera galante
y cortés, esa misma tarde acudió a la casa del conde de Zevallos y presentó sus
respetos a la Sra. de O’Donojú, Josefa Sánchez Barriga, antes que a su marido;
Iturbide y O’Donojú se reunieron al día siguiente y ya sabemos que antes de firmar
el tratado oyeron Misa cada uno en el oratorio de la casa donde se alojaban, pero
no sólo para que las cosas salieran bien, sino porque el 24 de agosto es el día de san
Bartolomé- el apóstol que murió desollado- y como todas las celebraciones de los
apóstoles en ese entonces, era fiesta de guardar y obligaba a oír Misa. O´Donojú
lo hizo en la Casa del conde de Zevallos e Iturbide en la casa de la familia Segura,
actualmente Portal de la Gloria. A continuación, Iturbide acudió a la casa de
Zevallos, donde presentó a don Juan el Plan de Iguala y es ahí donde Iturbide
dijo a O´Donojú: “Supuesta la buena Fe y Armonía con que nos conducimos en
este negocio, creo que será fácil cosa desatar el nudo sin romperlo”. Después de
breves aclaraciones y propuestas, sin más preámbulo, dictaron el documento que,
aunque basado en el Plan de Iguala, no era una copia de éste. Entre otras cosas
y a petición de O’Donojú, en el de Córdoba no se hablaba de religión, ya que no
se nombra a la Iglesia y sus privilegios, sí de respeto a la vida de los españoles y
sus propiedades, mediante indultos, del libre regreso de tropas del rey a España
y la anuencia a todos los peninsulares inconformes de regresar a España con sus
caudales y se hablaba de concordia y buena voluntad, sin represalias para nadie.
También de la creación de una Junta de Gobierno en la que él, O’Donojú, formaría
parte. Asimismo, pidió al secretario Domínguez Manzo, retirara del documento
todas las frases elogiosas y de alabanza a su persona que ahí se expresaban.
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 149
En el archivo Municipal de
Córdoba existe un documento extraído
de las memorias del historiador y
arqueólogo cordobés, Ramón Mena
Isassi, en las que reproduce el relato
que en su tiempo le hizo su abuelo
José Ma. Mena Blanco, quien fuera
notario y escribano del Ayuntamiento
en este decisivo año de 1821, y por
ello un posible testigo presencial de
tan singular hecho, que entre otras
descripciones dice:
…ante la mesa, dos sillones
abaciales
de
caoba
con
espaldares de damasco de
seda y en la testera la silla para
el secretario de O’Donojú.
O’Donojú está sentado y tiene
en la mano el bastón de mando,
viste casaca azul de peto rojo bordado con laureles de oro y botones
del mismo metal; por la puerta lateral entra Iturbide de casaquín
militar rojo de cuello alto, bordado de laureles en sesgo y botones de
oro, avanza desprendiéndose el sable suriano del tahalí acharolado,
para evitar el golpe en los acicates de oro de la bota acharolada
en contraste con el pantalón de ante blanco. Hace una reverencia
a O’Donojú que lo sienta a su derecha, y se le oye decir: dada la
buena fe que nos anima en este negocio creo que será cosa fácil que
desatemos el nudo sin romperlo.
Entre tanto el secretario, hábil pendolista se aproxima el tintero
de Talavera de la Reina erizado de plumas de ave y a la vera un
marmajalero también talaverano, reconoce los puntos de pluma en
la uña del pulgar y se coloca bajo los ojos el blanco pliego de papel
de Holanda y con letra vertical española, de fines del siglo XVIII,
principia a escribir al dictado, ora de O’Donojú, ora de Iturbide,
desde el artículo primero en el que se declaraba la Independencia,
hasta el décimo séptimo que dicta de O’Donojú ofreciendo emplear
su autoridad para que las fuerzas españolas verifiquen su salida
sin efusión de sangre y por una capitulación honrosa. Se sacaron
cuatro tantos del documento que signaron Iturbide, de O’Donojú
y el secretario, espolvoreando con marmaja la bella caligrafía que
en los gruesos perfiles de la palabra Independencia daba reflejos de
preciada joya…
Este documento que sería conocido como “Tratados de Córdoba”, en sus
primeros artículos dice:
Tratados de Córdoba
24 de agosto, 1821
Tratados de Córdoba, Agustín de Iturbide,
Juan O´donojú.
Archivo del Palacio Municipal de Córdoba,
Veracruz, México
150
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Tratados celebrados en la Villa de
Córdoba el 24 del presente entre
los Señores D. Juan O’Donojú,
Teniente general de los Ejércitos
de España, y D. Agustín de
Iturbide, primer Jefe del Ejército
Imperial Mejicano de las tres
Garantías. Pronunciada por
Nueva España la Independencia
de la antigua, teniendo un
ejército que sostuviese este
pronunciamiento,
decididas
por él las Provincias del reino,
sitiada la Capital en donde se había dispuesto a la autoridad legítima,
y cuando solo quedaban por el gobierno europeo las plazas de
Veracruz y Acapulco, desguarnecidas y sin medios de resistir a
un sitio bien dirigido y que durase algún tiempo; llegó al primer
puerto el Teniente general D. Juan O’Donojú con el carácter y
representación de Capitán General, y Jefe superior político de este
reino, nombrado por su M.C. quien deseoso de evitar los males que
afligen a los pueblos en alteraciones de esta clase, y tratando de
conciliar, los intereses de ambas Españas, invitó a una entrevista al
primer Jefe del Ejército Imperial D. Agustín de Iturbide, en la que
se discutiese el gran negocio de la independencia, desatando sin
romper los vínculos que unieron a los dos continentes. Vertióse la
entrevista en la villa de Córdoba el 24 de agosto de 1821, y con la
representación de su carácter el primero, y la del Imperio Mexicano
el segundo; después de haber conferenciado detenidamente sobre
lo que más convenía a una y otra nación atendido al estado actual, y
las últimas ocurrencias, convinieron en los artículos siguientes que
firmaron por duplicado, para darles toda la consolidación de que
son capaces esta clase de documentos, conservando un original cada
uno en su poder para mayor seguridad y validación.
1. Esta América se reconocerá por Nación soberana e independiente,
y se llamará en lo sucesivo Imperio Mexicano.
2. El gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado.
Detalle del exterior actual del inmueble
conocido como Portal Zevallos, lugar
en donde O’donojú e Iturbide firmaron
los Tratados de Córdoba, en Córdoba.
Veracruz, México.
Fotografía
Fernando Parra Farina
3. Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano (previo el juramento
que designa el artículo 4º del Plan) en primer lugar el Sr. D. Fernando
Séptimo Rey Católico de España, y por su renuncia o no admisión,
su hermano el Serenísimo Señor Infante D. Carlos; por su renuncia o
no admisión el Serenísimo Señor Infante D. Francisco de Paula; por
su renuncia o no admisión el Serenísimo Señor D. Carlos Luis Infante
de España antes heredero de Etrúria, hoy de Luca, y por renuncia o
no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designaren
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 151
4. El Emperador fijará su Corte en México que será la Capital del
Imperio.
5. Se nombrarán dos comisionados por el Exmo. Señor O’Donojú,
los que pasarán a la Corte de España a poner en las Reales manos
del Señor D. Fernando VII, copia de este tratado, y exposición que
le acompañará para que sirva a S.M. de antecedente, mientras las
Cortes del Imperio le ofrecen la corona con todas las formalidades
y garantías, que acento de tanta importancia exige; y suplican a S.M.
que en el caso del artículo tercero se digne noticiarlo a Tratados de
Córdoba. Villa de Córdoba, 24 de agosto de 1821. Fuente: Tomado
de la edición oficial que mandó imprimir el gobierno independiente,
poco después de su instalación en la ciudad de México. Documento
que obra en el Archivo
General de la Nación, ramo,
Impresos Oficiales, t. 60, exp.
3. transcripción con facsímil
52 CONSTITUCIÓN DE 1917.
FUENTES HISTÓRICAS los
serenísimos Señores Infantes
llamados en el mismo artículo
por el orden que en él se
nombren; interponiendo su
benigno influjo para que sea una
persona de las señaladas de su
augusta casa la que venga a este
Imperio, por lo que se interesa
en ello la prosperidad de ambas
naciones, y por la satisfacción
que recibirán los mejicanos en
añadir este vínculo a los demás
de amistad, con que podrán, y quieren unirse a los españoles.
6. Se nombrará inmediatamente conforme al espíritu del Plan de
Iguala, una junta compuesta de los primeros hombres del Imperio
por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas, representación
y concepto, de aquellos que están designados por la opinión general,
cuyo número sea bastante considerable para que la reunión de luces
asegure el acierto en sus determinaciones, que serán emanaciones de
la autoridad, y facultades que les concedan los artículos siguientes.
7. La junta de que trata el artículo anterior se llamará junta provisional
gubernativa.
8. Será individuo de la Junta provisional de gobierno el Teniente
general D. Juan O’Donojú en consideración a la conveniencia de
que una persona de su clase tenga una parte activa e inmediata
Interior del inmueble conocido como
Portal Zevallos, lugar en donde O’donojú e
Iturbide firmaron los Tratados de Córdoba,
en Córdoba. Veracruz, México
Fotografía
Fernando Parra Farina
152
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
| 153
en el gobierno, y de que es
indispensable omitir algunas de
las que estaban señaladas en el
expresado plan, en conformidad
de su mismo espíritu.
9. La Junta provisional de
gobierno tendrá un Presidente
nombrado por ella misma, y
cuya elección recaerá en uno
de los individuos de su seno,
o fuera de él, que reúna la
pluralidad absoluta de sufragios;
lo que si en la primera votación
no se verificase se procederá a
segundo escrutinio, entrando
a él los dos que hayan reunido
más votos.
10. El primer paso de la Junta
provisional de gobierno, será
hacer un manifiesto al público
de su instalación, y motivos
que la reunieron, con las
explicaciones que considere
convenientes para ilustrar al
pueblo sobre sus intereses,
y modo de proceder en la
elección de Diputados a Cortes
de que se hablará después.
11. La Junta provisional de gobierno nombrará en seguida de la
elección de su Presidente una Regencia compuesta de tres personas
de su seno o fuera de él, en quien resida el poder ejecutivo, y que
gobierne en nombre del Monarca, hasta que éste empuñe el cetro
del Imperio.
12. Instalada la Junta provisional, gobernará interinamente conforme
a las leyes vigentes en todo lo que no se oponga al Plan de Iguala, y
mientras las Cortes formen la Constitución del Estado.
13. La Regencia inmediatamente después de nombrada procederá
a la convocación de Cortes conforme al método que determine la
Junta provisional de gobierno; lo que es conforme al espíritu del
artículo 24 del citado plan.
14. El poder ejecutivo reside en la Regencia, el legislativo en las
Cortes; pero como ha de mediar algún tiempo antes que éstas se
reúnan, para que ambos no recaigan en una misma autoridad,
ejercerá la Junta el poder legislativo, primero, para los casos que
puedan ocurrir, y que no den lugar a esperar la reunión de las
Cortes; y entonces procederá de acuerdo con la Regencia: segundo,
para servir a la Regencia de cuerpo auxiliar y consultivo en sus
determinaciones.
15. Toda persona que pertenece a una sociedad, alterado el sistema
de gobierno, o pasando el país a poder de otro Príncipe, queda en el
estado de la libertad natural para trasladarse con su fortuna adonde
le convenga, sin que haya derecho para privarle de esta libertad,
a menos que tenga contraída alguna deuda con la sociedad a que
pertenecía por delito, o de otro de los modos que conocen los
publicistas: en este caso están los europeos avecindados en N.E. y
los americanos residentes en la Península; por consiguiente serán
árbitros a permanecer adoptando éste o aquella patria, o a pedir su
Entrevista de los señores generales
O’Donojú, Novella y Agustín de Iturbide en
Tacubaya el 13 de septiembre de 1821
Anónimo
Óleo sobre tela, siglo XIX
135.5 x 94 cm
Museo Nacional de Historia
INAH México.
154
| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
pasaporte, que no podrá negárseles, para salir del reino en el tiempo
que se prefije, llevando o trayendo consigo sus familias y bienes; pero
satisfaciendo a la salida por los últimos, los derechos de exportación
establecidos, o que se establecieren por quien pueda hacerlo.
16. No tendrá lugar la anterior alternativa respecto de los empleados
públicos, o militares que notoriamente son desafectos a la
independencia mexicana; sino que estos necesariamente saldrán de
este Imperio dentro del término que la Regencia prescriba, llevando
sus intereses, y pagando los derechos de que habla el artículo
anterior.
17. Siendo un obstáculo a la realización de este tratado la ocupación
en la Capital por las tropas de la Península, se hace indispensable
vencerlo; pero como el primer jefe del Ejército Imperial, uniendo
sus sentimientos a los de la Nación mejicana, desea no conseguirlo
con la fuerza, para lo que le sobran recursos, sin embargo del valor
y constancia de dichas tropas peninsulares, por la falta de medios y
arbitrios para sostenerse, contra el sistema adoptado por la Nación
entera, D. Juan O’Donojú se ofrece a emplear su autoridad, para que
dichas tropas verifiquen su salida sin efusión de sangre, y por una
capitulación honrosa.– Villa de Córdoba 24 de Agosto de 1821.–
Agustín de Iturbide.– Juan O’Donojú.–
Es copia fiel de su original.– José Domínguez. Es copia fiel de la
original, que queda en esta Comandancia general. José Joaquín
de Herrera Como ayudante secretario. Tomás Yllañes. México.
Imprenta Imperial de D. Alejandro Valdés.
LOS TRATADOS DE CÓRDOBA
Aunque las Cortes Españolas desconocieron este Tratado con el
argumento de que O’Donojú no tenía autoridad ni poder alguno para firmarlo,
debemos precisar legitimando a los Tratados de Córdoba, que éstos se firmaron
entre iguales. Aunque O´Donojú tenía dos títulos, uno militar y otro político, e
Iturbide sólo tenía uno, el militar, ambos eran los jefes de los bandos en conflicto.
Sin lugar a dudas fue éste un tratado militar convocado también para firmar
la paz. Por todo ello, la lógica nos hace suponer que, como representante del
rey y Jefe Máximo, don Juan O’Donojú era el único con potestad para firmarlo
y que el rey de España nunca, a nadie, y bajo ninguna circunstancia iba a
concederle expresamente, autorización para signar o decidir sobre un hecho de
tal envergadura. Ahondando en ello cito a Iturbide en sus Memorias: “…digan los
que desaprueban la conducta de O’Donojú, ¿qué habrían hecho en su caso o qué
les parece que debió hacerse?”
Con esta firma quedó sellada la Independencia de la Nueva España
y podemos considerar a este Tratado como el Acta de Nacimiento de nuestro
México Independiente.
FUENTES
1.- Archivos
Archivo de Indias de Sevilla, México. Sevilla España.
Archivo Municipal de Córdoba, Córdoba Veracruz.
2.- Bibliografía
Alamán, Lucas, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en
el año de 1808 hasta la época presente, Imprenta de J.M. Lara, México, 1850.
Arróniz, Othón, Los Tratados de Córdoba, Colección Bicentenario-Centenario Instituto Veracruzano
de la Cultura, Canal esq. Zaragoza Veracruz, Ver. México.
Alessio Robles, Vito, Ramos Arizpe, UNAM, México, 1949.
Ese mismo día se hicieron dos copias del documento, una quedaría en
poder de Agustín de Iturbide y la otra en manos de Juan de O’Donojú. En los
días siguientes en Córdoba y del original de O’Donojú, se hicieron varias copias
y sabemos por lo menos que los destinatarios de tres de ellas fueron: el rey de
España, el Gral. José Dávila en Veracruz y el Gral. Francisco Novella en México,
la capital, y en ellas se habla del Tratado, en singular; las demás copias hechas
a mano o las que fueron encargadas para su impresión al Coronel José Joaquín
Herrera se conocieron como Tratados, de ahí es que se empezó a hablar en plural
del Tratado de Córdoba, podemos considerar también al respecto otra razón: en
los manuscritos originales del día 24 de agosto no se le pone ningún título al
documento y en las hechas a mano o impresas en el país, se les titula Tratados,
en plural.
Copia del escudo del 1er. Imperio.
Omar López Aíza.
Escudo de Córdoba, Ver.
Acrílico sobre tela. 27 de abril de 2021.
Al día siguiente, 25 de agosto, Agustín de Iturbide se dirigió a Orizaba
donde permaneció ese día y el siguiente; por su parte el matrimonio O’Donojú
se quedó en Córdoba por lo menos hasta el día 31, ya que con esa fecha y desde
Córdoba, redactó la carta que envió al Secretario de Estado de la Gobernación de
Ultramar.
Bustamante, Carlos Ma. de, Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana, comenzada en 15
de septiembre de 1810 por el ciudadano Miguel Hidalgo,1823, en:
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080017737_C/1080017737_T1/1080017737_MA. PD
Fuentes Aguirre, Armando, La otra historia de México, Hidalgo e Iturbide, la Gloria y el Olvido, Editorial
Diana, S. A. de C.V, México D.F., 2008.
Herrera Moreno, Enrique, El Cantón de Córdoba. Apuntes de Geografía, Estadística e Historia, Editorial
Citlaltépetl, México, 1959.
Le Brun, Charles, Retratos políticos de la Revolución de España, Filadelfia, E.E.U.U. 1826.
Navarro y Rodrigo, Carlos, Vida de Agustín de Iturbide, Memorias de Agustín de Iturbide, Editorial
América, Madrid, 1919.
Riva Palacio, Vicente y Zárate, Julio, México a Través de los Siglos, Tomo Tercero, la Guerra de
Independencia, México, Ballescá y Comp., Editores. 2 avenida del 5 de mayo, 2. Barcelona, Espasa y
Comp., Editores. 221, calle de Córtes, 223, 1890.
Rivera Pernia, Ernesto, Documentos Fundacionales, En prensa, 2020.
Viesca Treviño, Carlos y colaboradores, Historia General de la Medicina en México, FM, UNAM, 2002.
Zavala, Lorenzo, Ensayo Histórico de las Revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, FCE, México,
1981.
| 155
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
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A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
Jaime del Arenal Fenochio*1
Al cumplirse el bicentenario de la promulgación del Plan de Iguala o Plan para
la Yndependencia de la América Septentrional suscrito por el coronel del ejército
novohispano D. Agustín de Iturbide (Valladolid 1783 - Padilla 1824) el 24 de
febrero de 1821, es conveniente acercarse nuevamente a su lectura, así como al
conocimiento del proceso que lo originó, lo justificó y mediante el cual se elaboró.
En apariencia, y al tratarse de un documento político ampliamente
conocido, se supone que es mucho lo que se debería saber acerca de los objetivos
y naturaleza del mismo; sin embargo, aún no lo suficiente si se quiere explicar
satisfactoriamente su significado, en el proceso que llevó a la feliz consumación
A 200 AÑOS
DEL PLAN DE IGUALA
de la Independencia mexicana, o mejor dicho, al establecimiento del Estado
mexicano independiente y soberano en septiembre de 1821.
Acerca del mismo escribí hace ya algunos años, y hoy puedo afirmar
con seguridad conclusiones que hace décadas hubieran desconcertado a algunos
historiadores, como fueron los casos hace cincuenta años de Ernesto Lemoine
Villicaña (México 1927 - México 1993) y, sobre todo, de Antonio Martínez Báez
(Morelia 1901 - México 2000). La primera es que si bien se firmó por Iturbide el
24 de febrero de ese año no se proclamó, sino hasta cuatro y cinco días después,
ante la población y las tropas de Iturbide acantonadas en la población de Iguala.
Su proclamación oficial se llevó a cabo hasta el 1 y 2 de marzo en la
misma villa. La segunda, que D. Vicente Guerrero (Tixtla 1782 – Cuilápam
1831), el líder insurgente, ni lo firmó ni tuvo parte en su redacción, si bien
hubo de conocer previamente sus principales puntos y manifestar su absoluta
conformidad como resultado de la intensa y frecuente comunicación oral y
escrita con Iturbide llevada a cabo a través de los enviados de ambos caudillos,
entre los meses de noviembre de 1820 y febrero de 1821. Es decir, hasta donde
sabemos, Guerrero no puede considerarse coautor del Plan como han sostenido
varios biógrafos de éste. Más hubiéramos podido saber acerca de esta cuestión y
de otras no menos importantes, si en la valiosa colección epistolar integrada por
12 tomos del Gral. Guerrero elaborada por su nieto, el Gral. Vicente Riva Palacio
(México 1832 – Madrid 1896), y sospechosamente nunca dada a conocer por éste
públicamente, se hubiera conservado el tomo I, correspondiente a documentos
suscritos entre una fecha desconocida pero muy probablemente de finales
de 1820 y el 30 de abril de 1821. Obra principal y directa; pues, de Iturbide,
como él mismo lo afirmó sin que nadie de sus contemporáneos lo contradijera o
pusiera en entredicho, fue resultado, sin embargo, de diversas consultas previas a
personas de su confianza, abogados, militares y eclesiásticos, entre los cuales no
se puede negar descartar a don Vicente. Tercero, y más importante, que el Plan,
*1
CEID
“Manifiesto al mundo o sea apuntes para
la Historia”
Caligrafía autógrafa de Agustín de Iturbide
(1783 - 1824)
Manuscrito teñido en sangre y encontrado
entre la faja y la camisa de Agustín de
Iturbide tras su ejecución por fusilamiento
el 19 de julio de 1824.
Biblioteca Digital Mundial
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
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junto con los Tratados de Córdoba, forman en su conjunto el fundamento
constitucional del Estado mexicano independiente, como verdaderas “leyes
fundamentales” o “constitucionales” -al decir de José María Gamboa (México
1856 – O. Atlántico 1911)- del mismo.
Por último, hoy se puede asegurar que el programa político insurgente
significado en la fórmula Chilpancingo - Apatzingán no fue del todo contrario
al programa expuesto en Iguala - Córdoba; antes bien, el segundo aprovechó,
sumó, corrigió y enriqueció al primero. al proclamar la Unión entre criollos,
españoles, asiáticos y africanos como una de sus garantías.
En consecuencia, hoy es posible afirmar que la tesis sostenida durante
el 150 aniversario de la Consumación de la Independencia por el gobierno del
presidente Luis Echeverría (México 1922) en relación al papel de Guerrero
como “el consumador” de la misma, es absolutamente insostenible y falaz,
sin que ello demerite la importancia de la participación y colaboración del
caudillo sureño en el movimiento Trigarante, simbolizada en el mítico o
veraz Abrazo de Acatempan.
También es posible sostener el carácter liberal y moderno, no
reaccionario ni absolutista, de ambos documentos al postular la existencia de
un nuevo Estado libre y soberano, sujeto a una constitución escrita moderna,
si bien bajo la forma monárquica de gobierno.
Al cumplirse el Bicentenario de la promulgación del Plan, nuevas
circunstancias históricas, el sistema democrático imperante, el avance de
la historiografía académica, el conocimiento de nuevas fuentes y métodos
de interpretación son muy distintos; por fortuna, a los que imperaron hace
cien años cuando el gobierno mexicano, encabezado entonces por el Gral.
Álvaro Obregón (Siquisiva 1880 - San Ángel 1928), la Cámara de Diputados
federal y el licenciado José Vasconcelos (Oaxaca 1882 – México 1959) como
rector de la Universidad Nacional, hicieron cuanto pudieron desde el poder,
para sepultar definitivamente de la memoria colectiva el nombre y la obra
de Agustín de Iturbide, que durante todo el siglo XIX y durante el Porfiriato
habían sido objeto de un tratamiento historiográfico si bien injusto cuando
menos honroso.
La Revolución triunfante, por el contrario, radicalizó la injusticia
y convirtió al Libertador en el innombrable por excelencia de la historia
mexicana, tal y como lo he estudiado y probado en otro estudio. En el
clímax de esta actitud política radical y, repito, injusta, se quitó el nombre
de Iturbide de los muros de la Cámara de Diputados y se reprimió al Lic.
Antonio Ramos Pedrueza (Parral 1864 – México 1930), profesor de la Escuela
Nacional Preparatoria, por haber pronunciado en el anfiteatro de la misma un
mesurado y equilibrado discurso sobre los orígenes e importancia del Plan
de Iguala el 13 de agosto de 1921, lo que le costó su cese inmediato. Por ser
poco conocido vale la pena transcribir el oficio de destitución dirigido a este
profesor por el autor del Ulises Criollo:
“Manifiesto al mundo de Agustín de
Iturbide, o sea apuntes para la Historia”
Agustín de Iturbide (1783-1824)
Manuscrito teñido en sangre y encontrado
entre la faja y la camisa de Agustín de
Iturbide tras su ejecución por fusilamiento
el 19 de julio de 1824.
Biblioteca Digital Mundial
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
Se comunica cese al señor Profesor don Antonio Ramos Pedrueza
Mesa: Rectoría
Número: 19094
Al C. Director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia
Presente
Habiendo tenido conocimiento de una conferencia dada por el
C. Profesor don Antonio Ramos Pedrueza, en el Anfiteatro de la
Escuela Nacional Preparatoria, en la cual con criterio partidista
se hizo censura de todos los actos de la Revolución a la vez que
el elogio de una de las figuras más dudosas de nuestra historia,
figura que siempre ha servido de bandera a la reacción, la del
llamado Emperador Agustín de Iturbide; he de merecer a usted
se sirva participar al profesor mencionado, su cese inmediato,
pues es mi deber como Jefe de la Educación Nacional, mantener
en las cátedras y en los actos universitarios un criterio de
imparcialidad y de liberalismo, pues si bien es cierto que nuestra
Constitución garantiza la libre emisión de las ideas, también es
verdad que no deben aprovecharse las cátedras y las instituciones
oficiales, para que sirvan de desahogo a los enemigos del Partido
Liberal que está en el poder y contra el Gobierno al cual prestan
sus servicios, Este Gobierno es Republicano y no predicará en
sus cátedras más que las teorías republicanas, por lo mismo no
consentirá que se corrompa el criterio de los alumnos con la
pretendida justificación de los hombres que siempre han sido
un obstáculo para el progreso de nuestro país. No puede, por lo
mismo, esta Universidad, patrocinar elogios a favor del autor del
primer cuartelazo de nuestra Historia, ni tampoco la defensa de
las teorías monárquicas.
SUFRAFIO EFECTIVO NO REELECCIÓN
México, D.F., a 15 de agosto de 1921
El Rector
(Rúbrica)
Vasconcelos
“Manifiesto al mundo de Agustín de
Iturbide, o sea apuntes para la Historia”
Agustín de Iturbide (1783-1824)
Manuscrito teñido en sangre y encontrado
entre la faja y la camisa de Agustín de
Iturbide tras su ejecución por fusilamiento
el 19 de julio de 1824.
Biblioteca Digital Mundial
[En Ramos Pedrueza, Antonio. Expediente personal,
AHUNAM, Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU. Hoy
Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación).
Núm. 1404, Foja 169.]
A partir de entonces; se cumpliría el deseo político revolucionario, sólo
contestado por algunos historiadores francamente conservadores o que; sin
A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
serlo, serían calificados así por la
élite gobernante, por intentar un
acercamiento imparcial al hombre y a su
obra, hasta culminar con la inauguración
el mismo año de 1971 de la Presa Vicente
Guerrero, que sepultó bajo las aguas
a la población de Padilla, Tamaulipas
-donde se conservaba la capilla en la
cual fuera sepultado Iturbide después
de su fusilamiento, y que hoy la
escasez de agua ha devuelto a la vista
de todos-, y con el célebre decreto del
14 de septiembre, promulgado por el
Presidente Echeverría (cuya muerte
pudiera ocurrir, irónicamente, este año
de 2021); verdaderos parteaguas de esta
posición “revolucionaria”, que desde
entonces no ha dejado de declinar,
gracias a las obras de un sinnúmero
de historiadores profesionales, tanto
nacionales como extranjeros, lo que
explica la relativa tolerancia del gobierno
federal en curso, y el desapasionamiento
de los participantes en foros, congresos,
seminarios y publicaciones que se
prevén para este año, donde tanto el
Congreso y el gobierno federales, como
las poblaciones de Iguala, Córdoba
y México se aprestan a celebrar la
consumación de la independencia
mexicana, sin omitir el nombre del autor
del Plan y de quien encabezó inteligente
y conciliadoramente, el camino hacia
el Acta de Independencia del Imperio
mexicano, firmada el 28 de septiembre
de 1821.
Si en 1971 Martínez Báez
se propuso analizar “el trasfondo
constitucional
del
movimiento
de Iguala” para diferenciarlo del
insurgente; hoy, a doscientos años
del establecimiento del Estado
constitucional mexicano, sabemos
que fue gracias a un programa
independentista -único en América
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latina-, que se orientó hasta donde le fue posible, por el respeto a la vigencia de
la Constitución española de 1812, vigente entonces en todo el reino de la Nueva
España, la Audiencia de Nueva Galicia, la Capitanía General de Guatemala, la de
Yucatán y en las Provincias Internas de Oriente como de Occidente, conforme
precisamente a lo establecido en Iguala y ratificado en lo convenido en Córdoba,
entre Iturbide y el último Capitán General de la Nueva España, don Juan O’Donojú
(Sevilla 1762 - México 1821). Por ello resulta importante destacar el papel que
jugaron ambos documentos para dicho establecimiento, como piezas fundantes
de un orden constitucional moderno, a la par de la propia Constitución hispana
y en tanto un congreso constituyente mexicano, discutía y aprobaba una nueva
constitución adecuada al nuevo Estado. Es decir, que el Plan de Iguala y el Tratado
de Córdoba deben -como de hecho lo fueron-, considerarse como los documentos
básicos y primarios de dicho orden, o como el auténtico “trasfondo constitucional”
del México independiente. Si bien no fueron constituciones propiamente dichas,
su naturaleza sí fue constitucional; es más, constituyente; o, al decir del Abate
de Sieyès (Fréjus 1748 – París 1836), el célebre político, publicista y escritor
francés autor de ¿Qué es el tercer estado?, obra de un “poder comitente” que da
origen a verdaderas “leyes fundamentales”, “leyes fundantes” o, en términos de
Gamboa, “leyes constitucionales”. Así lo han reconocido todos los historiadores
de nuestras constituciones, tanto del siglo XIX como del XX, entre los cuales cabe
la pena mencionar, a manera de ejemplos, a Isidro Montiel y Duarte (Mérida 1821
– Toluca 1892), el ya citado Gamboa, Manuel Herrera y Lasso (San Luis Potosí
1890 – México 1967) y Felipe Tena Ramírez (Morelia 1905 - México1994).
Y así lo enseñaría el primer constitucionalista mexicano, Juan María
Wenceslao Sánchez de la Barquera (Querétaro 1779 – México 1840), en sus
Lecciones de Política y Derecho Público para instrucción del pueblo mexicano
impresas en 1822:
[A] Nosotros [se refiere a los mexicanos] en el tiempo
intermedio a nuestra independencia, y la reunión del Congreso
“Manifiesto al mundo de Agustín de
Iturbide, o sea apuntes para la Historia”
Agustín de Iturbide (1783-1824)
Manuscrito teñido en sangre y encontrado
entre la faja y la camisa de Agustín de
Iturbide tras su ejecución por fusilamiento
el 19 de julio de 1824.
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nacional, que es a quien pertenece dictar la Constitución y las
leyes que de ella deben dimanar, nos ha servido de fundamento
el Plan de Iguala y los Tratados de Córdova que dejando en su
vigor la Constitución española, solo la han modificado en lo que
se opone a nuestra situación política, mientras se sanciona la
nuestra, que llevará el nombre que dicte la nación.
Y así lo previó el propio Emperador y lo confesó ante la Junta Nacional
Instituyente, cuando durante la crisis del año 1822 afirmó:
“Manifiesto al mundo de Agustín de
Iturbide, o sea apuntes para la Historia”
Agustín de Iturbide (1783-1824)
Manuscrito teñido en sangre y encontrado
entre la faja y la camisa de Agustín de
Iturbide tras su ejecución por fusilamiento
el 19 de julio de 1824.
Biblioteca Digital Mundial
Me propuse proveer para el primer Congreso, cuya
existencia debía ser anterior a la Constitución, lo que ella proveerá
para la institución de los Congresos futuros. Me propuse en suma
se obrase en todo con sujeción a una ley anterior: que la ley de
la voluntad general fuese superior a toda autoridad, y que esta
A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
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ley fuese al mismo tiempo el apoyo y el vínculo de
la confianza de la nación […] debemos procurar hoy
que tenga cumplimiento lo que con este objeto se
prescribió en el plan de Iguala, ... la adhesión a él de
la nación entera nos presenta la norma más segura de
nuestras ulteriores operaciones.
Esa “ley de la voluntad general” se había manifestado
al aceptar provincias, villas, ciudades, pueblo y pueblos, tropa
y oficiales, clérigos seculares y frailes, y corporaciones el Plan
y el Tratado:
… bastaría el voto uniforme que después ha
manifestado la Nación con su adhesión al Plan de
Iguala y Tratados de Córdova, para reconocer en
todo el rigor de los principios de derecho público la
ratificación más solemne de aquel Plan y tratados, y la
aceptación más clara y formal de las garantías que en
él ofrecí con el ejército.
Este carácter fundante o constituyente, le fue negado
parcialmente por el célebre (por constituir una de las primeras piedras donde
se fundamenta la historia oficial mexicana), decreto del restablecido primer
Congreso mexicano al declarar el 8 de abril de 1821 que:
Jamás hubo derecho para sujetar a la nación
mexicana a ninguna ley y tratado, sino por sí misma o por
sus representantes nombrados según el derecho público de
las naciones libres. En consecuencia, no subsisten el Plan de
Iguala, tratados de Córdoba, ni el decreto [de] 24 de Febrero de
1822, por lo respectivo a la forma de gobierno que establecen
y llamamientos que hacen a la corona; quedando la nación en
absoluta libertad para constituirse como le acomode,…
desconociendo que en “absoluta libertad” el mismo Congreso al
instalarse ese 24 de febrero del año 1822 había declarado solemnemente en las
Bases Constitucionales, su aceptación de la forma monárquico constitucional
establecida en el Plan Iguala y en el Tratado de Córdoba, con lo que, al decir de
Tena Ramírez, aquellas Bases “consignaron como voluntad del Congreso los que
habían sido compromisos entre Iturbide y O’Donojú”.
La contradicción de dicho decreto, se pone de manifiesto en su artículo 2º
donde sí reconoció la subsistencia de las Tres Garantías “por libre voluntad de la
nación”, y “lo demás que contienen los mismos planes, tratados y decreto, que no
se opongan al artículo anterior”. O sea, que este primer Congreso constituyente
había manifestado dos veces su voluntad, ambas en plena libertad, pero no dentro
del mismo ambiente y en circunstancias diferentes: una, el 24 de febrero de 1822,
dotado de absoluta auctoritas, legitimidad democrática, y sin presión alguna; y
otra, el 8 de abril del año siguiente, ya totalmente desprestigiado, sin la mínima
“PLAN DE INDEPENDENCIA DE MEXICO”,
Versión impresa del Plan de Independencia
de la América Septentrional o Plan de
Iguala.
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A 200 AÑOS DEL PLAN DE IGUALA
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auctoritas incluso para quienes en un principio lo defendieron,
y por quienes suscribieron el Plan de Casa Mata, y a punto de
disolverse rodeado del mayor descrédito.
Subrayar el carácter jurídico-constitucional fundante o
fundamental del Plan de Iguala y del Tratado de Córdoba no es banal,
porque para cierta historiografía, incluso reciente, orientada por
intereses norteamericanos, su rechazo constituirá el argumento
principal para establecer que con ambos documentos México no
obtuvo su independencia, sino una simple autonomía; siendo por
el contrario, la adopción del republicanismo y la consecuente
promulgación de la Constitución federal de 1824 el hecho capital
de la independencia absoluta del nuevo Estado.
No hay duda que con esta opinión, los norteamericanos
y sus historiadores afines, llevan agua a su molino, al desconocer
desde sus propios filias republicanas el funcionamiento de las
monarquías constitucionales europeas, tanto de las de entonces
como de las actuales.
Cabe; en consecuencia, repetirlo una y otra vez: México se independizó
plenamente de España –o si se quiere, México nació como Estado absolutamente
independiente de esa nación y de cualquiera otra-, como consecuencia de lo
establecido en el Plan de Iguala y en el Tratado de Córdoba, que lo ratificó y lo
complementó, y que ambos pusieron las bases constitucionales del nuevo Estado:
Independencia, Religión y Unión; forma monárquica limitada de gobierno,
constitución propia y ad hoc a la Nación mexicana, igualdad jurídica entre todos
los habitantes del Estado, y bajo la denominación y estructura de un Imperio con
visos claramente federales.
Además, se dio a sí mismo nombre -el de su ciudad capital-, bandera y
escudo; contó con ejército propio, con autoridades legítimas y continuó dentro de
la vigencia de un orden jurídico que fue respetado, si bien sometido a un natural y
lógico proceso de reformas. He aquí la grandeza de lo logrado por los mexicanos
de aquel memorable año de 1821. Lo que verdaderamente hemos de festejar los
mexicanos de hoy.
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______ Un Imperio constitucional: el inédito
Proyecto de constitución del Imperio mexicano
de la Junta Nacional Instituyente (marzo de
1823). Tesis de Doctorado, Facultad de Derecho,
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FUENTES
Hemerográficas:
Bibliográficas:
Esta versión manuscrita del Plan de Iguala
es una copia del borrador firmado por
Iturbide en 1821, el cual se publicó en El
Mexicano Independiente del 17 de marzo,
cuyo original se encuentra desaparecido.
Plan de Independencia de la América
Septentrional (Plan de Iguala), 1821,
Manuscrito, 30.2 X 20.5 cm. Col. Centro de
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Arenal Fenochio, Jaime del. “Ley y verdad histórica: el caso de Agustín de Iturbide”. En Un modo de ser
libres. Independencia y Constitución en México (1816-1822). Zamora, El Colegio de Michoacán, 2002,
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Universidad de México. Ciento cincuenta años de Independencia. Año XXVI, número 4, diciembre de
1971, pp. 11-19.
La versión del Plan de Iguala que se
propagó como oficial apareció por primera
vez en La Abeja Poblana del 2 de marzo de
1821, con el nombre de Plan o indicaciones
para el gobierno
Plan del Sr. Coronel Agustín de Iturbide
(Plan de Iguala).
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MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
Música y sociedad en el México independiente:
Estudio de una crónica del ocaso novohispano.
Luis Díaz-Santana Garza*1
“Por doquiera que paso me celebran
con cánticos, con himnos en mil metros”.
El Unipersonal de don Agustín de Iturbide,
emperador que fue de México,
Música y sociedad en el
México independiente:
Estudio de una crónica
del ocaso novohispano.
José Joaquín Fernández de Lizardi
El 4 de febrero del año 1800, en la ciudad de Valladolid, Nueva España, el Real
Colegio de Carmelitas celebró la visita general del obispo, quien fue acompañado
por su provisor y deán, así como por otros señores de su cabildo. De igual
manera, concurrió el intendente y procurador general de la ciudad, comenzando
la solemnidad con una visita a la sacristía, “en la que se manifestaron muchos
y exquisitos parlamentos”. A la par, un coro, con “variedad de instrumentos y
el órgano”, entonaba el himno Te Deum Laudamus. Posteriormente, la orquesta
de la catedral interpretó una “armoniosa sinfonía” y, “para admiración de los
inteligentes”, una de las niñas colegialas “cantó una área [sic]”, y otra tocó un
concierto en el fortepiano, “en el que acreditó tanto su instrucción en la música
como su destreza en dicho instrumento”. Antes de concluir la jornada se
escucharon “otras varias composiciones que se cantaron y tocaron”.
Publicada en la Gazeta de México, la reseña anterior ilustra varios
de los elementos que podremos observar sobre la música en el siglo XIX:
en primer término, se nos presenta como la actividad social participativa por
excelencia. En segundo lugar, debo subrayar la importante presencia femenina
en la interpretación de música vocal e instrumental. Además, la crónica nos
habla de las formas musicales en boga y la convivencia entre obras eclesiásticas
y música de concierto secular. Asimismo, da cuenta de la difusión del canto y de
instrumentos antiguos como el órgano, pero también de los novedosos como el
fortepiano, y los aparatos productores de sonido que conforman una orquesta,
además del decoroso conocimiento musical en posesión de los asistentes y de los
filarmónicos. Por si fuera poco, podemos percatarnos de la cercanía que existía
entre la música y los poderes políticos y eclesiásticos. Finalmente, nos queda
claro que esta soberbia recepción es una muestra de que la provincia mexicana
no tenía una “pequeña vida musical como un reflejo atenuado de la capital”,
como afirmó el músico Guillermo Orta Velázquez, animando el conflicto centroperiferia. Por lo tanto, el objetivo de este capítulo es analizar estos factores, toda
*1
Profesor- investigador en la Unidad Académica de Artes de la Universidad Autónoma
de Zacatecas. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Perfil PRODEP.
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
vez que algunos se convirtieron en una constante a lo largo de la decimonovena
centuria.
Música y sociedad
En la reseña inicial es indiscutible la jerarquía social de la música en las
celebraciones religiosas y civiles, dejando claro que, desde la antigüedad y
hasta nuestros días, “la creación conjunta de música sirvió para facilitar el
comportamiento cooperativo al anunciar la voluntad personal de colaborar, y al
crear estados emocionales compartidos que conducen a la pérdida de límites, la
unión y unidad grupal”, como mencionó el arqueólogo inglés Steven Mithen. Más
adelante presentaré otros ejemplos de música en el espacio elitista, por ahora
debo resaltar que el ámbito al que se refiere nuestro relato era precisamente
el aristocrático, donde la transmisión de saberes musicales estaba gobernada
primordialmente por la música impresa y los tratados copiados a mano: podríamos
decir que era el ambiente “letrado” o “culto” de la música.
Vista de la Ciudad de México,
Pedro Gualdi (1808 - 1857)
Óleo sobre tela, 1824
149 x 100 cm
Col. Particular
La detallada —y hasta obsesiva— descripción de los métodos para la
enseñanza de la música y de los manuscritos musicales ha sido un tema central
para algunos musicólogos en décadas recientes. Es verdad que ciertos volúmenes
incluyen piezas “populares”, como el caso del Jarave insurgente en el álbum de
Mariana Vasques —que contiene partituras para fortepiano y para canto con
acompañamiento—, pero estos cuadernos eran principalmente para uso personal
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
y, como señalé en un artículo reciente, formaban “parte de una cultura a la que
no todos tenían acceso”, existiendo pocos estudios que se adentran en el contexto
social y su impacto recíproco en la ciencia y arte de los sonidos, particularmente
de la música que se difundía en las zonas rurales y en los barrios marginados de
las ciudades novohispanas.
El jarabe fue justamente una de esas formas musicales menospreciadas y
hasta censuradas, como lo muestra la prohibición de “el canto y bayle del jarave
gatuno”. El 5 de octubre de 1802, el Santo Oficio de México publicó un edicto,
donde recordaba al público que en 1766 había tenido ocasión de proscribir
“las coplas llamadas del chuchumbé”, manifestando que “en nuestros días se
ha introducido otra especie de baile, llamado jarave gatuno, tan indecente,
disoluto, torpe y provocativo que faltan expresiones para significar su malignidad
y desenvoltura”. Dos meses después, el virrey Félix Berenguer de Marquina
confirmó la prohibición hecha por la inquisición, mandando que los transgresores
“sufrirán la pena de vergüenza pública y dos años de presidio”. Constatamos que la
desaprobación de las músicas y danzas “indecentes” no eran nuevas, y abarcaron
a todas las piezas llamadas genéricamente “son”, es decir, “los jarabes, jaranas,
fandangos y otras variantes mestizas”, que varios investigadores, entre ellos la
historiadora de la danza Maya Ramos Smith, consideran descendientes de “las
seguidillas, fandangos y zapateados españoles, sin quedar exentos de influencia
negra”. Y podría agregar que seguramente también la apropiación e ingenio de
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
las comunidades étnicas de todo el país tuvo su peso en la fijación de las nuevas
tradiciones sonoras picarescas.
Sin duda la moral católica y los actores políticos jugaron un papel
substancial en la prohibición de ciertas músicas y sus versos, pero hay que
preguntar, ¿Cuál fue la influencia de las élites en la censura de las fiestas que
celebraban las clases bajas? De entrada, como consecuencia de ser una música
vinculada con la insurgencia, considero que la carga ideológica del jarabe fue una
de las causas de su condena y, de hecho, no todos los integrantes de las capas
superiores de la sociedad estaban en contra de tales diversiones, como demuestra
lo que acontecía en las fiestas de la aristocracia, donde “se solía llevar mulatos
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
al buen tono; que se alzan, se alargan y se ponen sobre las puntas de los pies
[…] para alcanzar a la altura de los bailes elevados”. Gracias a estos datos, y a
la confidencia de la marquesa Calderón de la Barca, quien escribió que “en
todas partes de México, en el campo y en la ciudad, en cada casa hay un piano”,
comprobamos que los “salones burgueses” fueron mucho más numerosos de lo
que originalmente se pensó, y que los músicos sirvieron como vasos comunicantes
entre las tradiciones acústicas de las diversas capas de la sociedad, transmitiendo
además ideas políticas y de libertad.
Mujeres y música
Como vimos al comienzo, el evento del Real Colegio de Carmelitas contó con
la visible participación de diversas niñas colegialas que cantaron y tocaron
instrumentos. Deducimos que las señoritas contaban con un digno nivel de
conocimiento musical, declarado por la frase del redactor “para admiración de
los inteligentes”.
Desde el inicio de la vida independiente, los músicos de la nueva nación
pretendieron difundir la “música de concierto” mediante el establecimiento de
centros de enseñanza. El maestro Mariano Elízaga organizó en 1824 la primera
academia de música por medio de la Sociedad Filarmónica Mexicana, y hay que
destacar que no había discriminación de género, pues en su reglamento se indica
que la admisión de las niñas en dicha academia “ha de ser bajo las mismas reglas
que quedan expresadas para los hombres”. La música era una de las disciplinas
más importantes en la educación femenina, aunque algunos escritores, como
José Blanco White, considerasen al canto más “como ejercicio, y no como arte,”
que “satisface una vanidad pueril y mezquina”, reprobando que “la moda ha
generalizado la enseñanza de la música en el bello sexo, y la moda proscribe
enteramente su uso, pasado cierto periodo en que parece satisfecha toda la
ambición de la mujer, como si solo adquiriera gracias y talentos para cautivar al
hombre”.
para que amenizaran la reunión bailando el sarao y otros bailes”. Y si las élites
normalmente aprendían a tocar y cantar música por medio de partituras, en las
clases bajas predominaba la enseñanza “lírica”.
Chivo expiatorio
Anónimo
Óleo sobre tela
40 x 94 cm
Col. Galería La Granja
Con frecuencia se desdeña la música que se transmite por medio de la
oralidad, lo que podemos cotejar con un manuscrito redactado en Sombrerete en
1805, que hace referencia de las “licencias para cómicos, titiriteros, maromeros
o músicos”, con lo cual vemos que los filarmónicos populares eran identificados
como artistas trashumantes de poca monta. Sin embargo, también hay diversas
crónicas que acreditan “los afanes, estudios y fatigas” de individuos que
practicaron su instrumento por años antes de poder obsequiar a la sociedad sus
“frutos melodiosos”. Dichos instrumentistas amenizaban los fandangos, tanto de
menesterosos como de acaudalados, incluidos los bailes “que tienen aspiraciones
Pero los cronistas del siglo XIX les recordaban a las jóvenes que “un día
llegarán a ser madres, y podrán comunicar a sus hijos, sin el ministerio de un
hombre extraño y mercenario, los elementos de las artes que cultivan”. El autor
también menciona que “la música gimnástica, puede conducir insensiblemente a
la música artística”, y que el estudio privado del canto o el piano en el hogar, tan
extendido entre las jóvenes de estratos medios y altos, no sólo tenía como finalidad
“cautivar al hombre”, sino la ejecución ante familiares y amigos en el salón: a fin
de cuentas, eran presentaciones públicas, de las cuales los padres podían sentirse
orgullosos. Incluso era pública la práctica cotidiana sobre el ébano y el marfil, aún
a inicios del siglo XX, como reveló el cronista Ernesto del Hoyo cuando, hablando
de la música que afloraba de los balcones, afirmaba que en cierta calle “no había
casa en que no se escuchase su sonido”. Y sobre las reuniones amistosas, Antonio
García Cubas anotó que “otras familias acuden a la tertulia con su contingente de
apuestos galanes y hermosas jóvenes […] De esas jóvenes, las que se distinguen
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
por sus progresos musicales, distraen
a la concurrencia […] con brillantes
fantasías de Thalberg o de Liszt
ejecutadas en el piano”. Apreciamos
que la práctica del piano y las tertulias
eran en realidad actos públicos, y es
sobresaliente la ostensible gala de
virtuosismo pianístico.
Algo similar observó la
crítica musical estadounidense Meg
Whalen cuando estudió las reuniones
caseras en varias ciudades europeas,
destacando que se difuminaban los
límites de las clases sociales, y entre
lo público y lo privado: “el salón es
un fenómeno único. No es doméstico,
tampoco está abierto a las masas.
En el mejor de los casos, el salón
es uno de los eventos específicos
que debería llamarse ‘público’”.
Consecuentemente, no es acertada
la imagen que algunos historiadores
de la música nos han transmitido
de la mujer: recluida, practicando a
solas en casa, y con un conocimiento
tan elemental del arte musical que
solamente se le podía considerar
como simple amateur.
Pero además de cantantes
e intérpretes de instrumentos, las
damas de alcurnia se distinguieron como protectoras de las artes, entre ellas
estaba María de la Concepción Batres y Munilla. Debido a su mecenazgo, fue
publicado en 1821 el Tratado de música y lecciones de clave por Mariano Lopez de
Elizalde, quien menciona en su prólogo: “La dedicación de mi obra a la niña que
hago mi mecenas, siendo mi dicipula [sic] prueba mi afecto a la música, y el muy
sincero hacia esta señorita […] muy poderoso motivo para dedicar a sí el fruto de
mis trabajos”.
Las aportaciones femeninas en los jardines de Euterpe durante nuestro
período de estudio se manifiestan, además, por el hecho de que al menos tres de
los manuscritos musicales más representativos que se conservan de tiempos de
la guerra de independencia fueron recopilados por damas letradas: Guadalupe
Mayner, Mariana Vasques y Merced Acebal.
Lo que he descrito hasta aquí era parte de la vida cotidiana de las
señoritas y señoras que integraban los estratos económicos medios y altos de
la sociedad, aunque algunas damas de abolengo, y otras muy humildes, tuvieron
una colaboración relevante, no sólo en la música, sino también en la mismísima
guerra de independencia. En el Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, por
ejemplo, hay al menos una decena de averiguaciones contra mujeres acusadas de
apoyar a la insurgencia, y al menos una de ellas fue torturada, ¿Cuántas otras que
no descubrieron o que no delataron favorecerían la causa en toda la nación?
En particular, quiero aludir a la denuncia contra María Dolores Beltrán,
quien se ganaba la vida presentándose en fandangos. Procesada en 1811, ella
aceptó que “sí anduvo con los insurgentes en Saltillo, pero que se indultó para
regresar a Zacatecas”, sosteniendo que “lo único que podían imputarle era su
participación en los fandangos, pues ella era lo que sabía hacer: bailar y cantar”.
A pesar de que su acusador indicó que María Dolores le confesó que aborrecía
a los “gachupines”, y que “nunca les vendería a ellos sus servicios”, fue puesta
en libertad, confirmando que la autoridad aceptó su historia, seguramente
El jarabe
Manuel Serrano (¿? – Ca. 1878)
Óleo sobre tela
30 x 40 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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| BICENTENARIO DEL PLAN DE IGUALA Y DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO 1821 - 2021
porque una cantante y bailarina les pareció inofensiva. Los fandangos en los que
participaba eran entretenimientos muy comunes, de tal manera que, gracias a
otros documentos que se conservan en el mismo archivo, logré calcular que, en
los años posteriores a la independencia, la capital del estado tenía en promedio
un par de fandangos diariamente. Como María Dolores, habría otras muchas
cantadoras durante nuestro siglo y, tal como apuntó el folclorista Rubén M.
Campos, eran ellas “los medios de propaganda musical [que] iban de feria en
feria para cantar […] mujeres del pueblo que vestían vistosamente, y entre pelea
y pelea de gallos alegraban a la concurrencia y enseñaban a la gente las canciones
nuevas”.
Por lo tanto, basado en las narraciones de este apartado, puedo
concluir que era habitual la participación de las mujeres en el espacio público,
patrocinando artistas, cantando y tocando instrumentos en elegantes salones y
en fiestas callejeras, y que además muchas de ellas tuvieron la transcendental
vocación de ser maestras de sus propios hijos, lo cual contradice las hipótesis
de investigadoras como Jennifer C. Post, quien aseveró que las mujeres tenían
un papel de subordinación musical, y que solamente desarrollaban la actividad
artística en la esfera privada.
Formas e instrumentos, y capital cultural musical
En nuestra crónica inicial confirmamos la coexistencia de formas musicales
eclesiásticas y música de concierto: mientras el Te Deum Laudamus es un antiguo
himno católico usado en el oficio divino, y cantado en ocasiones “para agradecer
a Dios por alguna bendición especial”, la “armoniosa sinfonía” y el concierto de
fortepiano son piezas seculares.
En su libro Rostros del nacionalismo en la música mexicana, la musicóloga
Yolanda Moreno Rivas expuso que “el retraso técnico [de la música] del siglo XIX
era el resultado inevitable de una tajante escisión cultural y las constantes crisis y
convulsiones provocadas a partir de la independencia política de España”, y que
después de la independencia “los nuevos compositores olvidaron una ortodoxa
tradición de composición que se remontaba hasta los inicios de la colonia”. Pero
debemos matizar tales afirmaciones, ya que diversos investigadores han aclarado
que no existió una “escisión cultural” entre la nueva nación y España, y como
muestra las formas populares como el jarabe y los corridos, herederos de las
músicas peninsulares, resultado de trescientos años de incesantes intercambios
de tradiciones e ideas. Asimismo, y al menos durante la primera mitad del siglo
XIX, los “nuevos compositores” no olvidaron totalmente la “ortodoxa tradición”
del virreinato, toda vez que, en tiempos de la independencia, continuaba de moda
el apasionado embeleso por la música barroca, como lo corroboró el investigador
Carlos Hinojosa, cuando examinó el tratado de canto de Miguel Lopes Remacha,
copiado en Puebla en 1816: “la manera de interpretar la música en esa época, en
la que se constata que […] los principios de ejecución barrocos (y que pueden
remontarse hasta el renacimiento) estaban perfectamente vigentes”. Todavía en
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
1821 fue publicado en Guadalajara por Lopez de Elizalde el ya aludido Tratado de
música y lecciones de clave, probando que, a pesar de la introducción del fortepiano,
el clavecín —ese churrigueresco aparato sonoro— estaba vivo en el memorable
año de nuestra independencia, y continuaría tocándose por décadas.
Y retomando nuestra gacetilla, quiero referirme a la difusión del canto, de
la orquesta, y de instrumentos como el órgano y fortepiano. El empleo simultáneo
de estos dos últimos dan cuenta de la batalla entre modernidad y tradición, y
generalmente se les asociaban con las élites, mientras que “el pueblo indulgente”
se entretenía con “pitos y flautas”, o con “humildes instrumentos” como la
guitarra. Además, el bandolón y la jarana eran otros instrumentos nacionalistas
que interpretaban “líricamente” los filarmónicos populares, es decir, los “músicos
de cuerda o fandango, cuyo repertorio estaba integrado por formas musicales
como “valses y cuadrillas”, además de “los sonecitos del país”. En relación con
la construcción de instrumentos musicales, sabemos que se fabricaron en la
Nueva España desde los años posteriores de la conquista, pero debo destacar
la importación de instrumentos
y cuerdas provenientes de países
como España: el valor total de
las exportaciones de Barcelona
hacia Veracruz entre 1778 y 1816
ascendió a 291,555 reales de
vellón, por mucho el intercambio
más importante que tuvo el puerto
catalán con cualquier astillero
americano. Sólo en el año de
1804 arribaron a Veracruz quince
“pianos fuertes” y sesenta guitarras,
así como unas tres docenas de
variados instrumentos, sin contar
las 11,559 gruesas de cuerdas para
diversos instrumentos (una gruesa
equivale a doce docenas).
Para
finalizar
este
apartado,
nuestra
narración
introductoria
mencionaba
el
respetable conocimiento musical
en posesión de los filarmónicos,
pero también del público. Dicha
comprensión se puede constatar
en multitud de editoriales de la
época, como el del periódico El
Sol, donde un tal “Ciudadano
Tanlan” criticaba duramente la
presencia escénica, y la técnica
El jarabe
Manuel Serrano (¿? – Ca. 1878)
Óleo sobre tela
55 x 65 cm
Museo Nacional de Historia
INAH, México
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Como el rosario de Amozoc
Rafael Rodríguez (¿?)
Óleo sobre tela, siglo XIX
80 x 110 cm
Col. Museo Casa del Alfeñique
vocal, de varios cantantes que interpretaron “la ópera de la travesura”. Otra
crónica de 1824 sobre la ópera El califa de Bagdad, impresa en Águila Mexicana,
hace patente las nociones musicales y la fiereza de un redactor anónimo, cuando
especificaba que el actor principal poseía un “canto tan armoniosamente
gangoso y cerebral, y en el meneo tan garboso de sus telegráficos brazos […]
parece asegurar el compás de su gaznate”. Además de comicidad, la nota pone
de manifiesto otros temas verdaderamente relevantes: primero, el valor de
la música en las relaciones internacionales, ya que la función se ofreció “en
obsequio de la Legación Inglesa”; segundo, el gusto por la música europea en
México, pues la obra era un “poema francés traducido al castellano […] y su
música también francesa”; tercero, que después de la independencia se olvidaron
las viejas prohibiciones y, en los intermedios de la ópera, se presumían ante los
extranjeros las “danzas nacionales llamadas petenera, gato y jarave”; y cuarto,
la relación de música y poder, que trataré a detalle a continuación, y que se
manifestó por el hecho de que “los obsequiados” (ingleses) y varios regidores
asistieron al Coliseo, además del presidente del Congreso y el ministro Lucas
Alamán. Entre paréntesis, el político e historiador Alamán era amante del
teatro y tenía muy clara la importancia de las artes. El fusilamiento de Vicente
Guerrero, a inicios de 1831, le darían un motivo para destinar veinte mil pesos
anuales para las compañías de teatro y una de ópera, además de establecer
escoletas de música, danza y verso. Empero, sus iniciativas serían criticadas
por el periódico El fénix de la libertad, alegando que el ministro daba prioridad a
“cantarines y gran ópera” sobre las primeras letras: “los rápidos progresos de las
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
artes y ciencias penden de los adelantos de las escuelas de educación primaria”.
Música y poderes
En su libro Ruidos: ensayo sobre la economía política de la música, el teórico social
francés, Jacques Attali, afirmaba que “más que los colores y formas, son los
sonidos y su distribución los que moldean a las sociedades. Con el ruido nace
el desorden y su contrario: el mundo. Con la música nace el poder y su opuesto
la subversión”. Aquí hemos hablado de esta dualidad: la música como creadora
de identidad, y su afinidad con los poderes civiles y religiosos; así como la
música como promotora de la insurrección en el México independentista. Más
adelante, el autor galo es contundente: “Toda música, cualquier organización de
sonidos es entonces una herramienta para la creación o consolidación de una
comunidad, de una totalidad. Es lo que vincula a un centro de poder con sus
ciudadanos y, por tanto, de manera más general, es un atributo del poder en
todas sus formas”.
Evidenciamos que los músicos populares eran considerados ciudadanos
de baja categoría que frecuentemente tocaban en fondas, velorios y fandangos
callejeros hasta altas horas de la madrugada, pero también descubrimos que
eran invitados para acompañar las fiestas de las clases medias y altas. De
modo semejante, en la crónica del inicio esclarecimos la participación de “la
orquesta de la catedral”, así como de cantantes e instrumentistas solistas en un
acontecimiento elitista. Así pues, tanto los músicos “líricos” como los músicos
“letrados” se encontraban cerca de los poderes políticos y eclesiásticos,
reforzando la acción social de la música en los espacios que ocupaban.
Otra magnífica imagen en la Gaceta del Gobierno de México realza la
supremacía de la música para convocar y vincular a la sociedad. Esto aconteció
en España durante el trienio liberal: en 1820 fue colocada en la Plaza de la
Constitución de la villa de Pasages una “lápida”, por lo que “un torrente de
alegría se derramó por los corazones de todos […] rompió en eso la música
marcial, y a esta se unió inmediatamente el canto del himno del inmortal Riego,
entonado por todos los concurrentes sin distinción de clase, sexo ni edad,
electrizándose los espíritus cual convendrá cuando sea necesario pelear en
defensa de la libertad”. Aquí observamos la eficacia de la música, y los usos de
la misma por parte de las élites: para convocar, excitar y agitar multitudes y
fomentar los sentimientos de conciliación y patriotismo.
Finalmente, para reforzar la idea de que los músicos “de escuela”
tuvieron gran cercanía con el poder, gracias a lo cual impulsaron la acción social
en beneficio personal y comunitario, quiero recordar al ya citado Mariano
Elízaga, quien fuera maestro de la capilla imperial de Agustín de Iturbide. A la
caída del primer imperio mexicano, los proyectos de Elízaga contaron con “la
mano benéfica y protectora” del supremo gobierno. No obstante, al no haber
logrado que se le proporcionara un “edificio cómodo”, el maestro se vio en la
necesidad de dar clases en su propia casa provisionalmente.
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El conflicto centro-periferia
Hasta hace apenas unos años, la historia de la música mexicana era concebida
como la historia de la música en la ciudad de México. Anteriormente transcribí la
acotación de Guillermo Orta Velázquez, para quien la provincia contaba con una
“pequeña vida musical como un reflejo atenuado de la capital”. Es verdad que el
censo de Revillagigedo —comenzado en 1790— mostró que la ciudad de México
era la región más poblada de la Nueva España. Pero la suntuosa visita general del
obispo en Valladolid no era muy diferente de las ceremonias a las que se podía
asistir en otras localidades novohispanas, además de su gran metrópoli.
Para muestra, puedo nombrar un par de ciudades alejadas del centro
de poder: Durango y Zacatecas, que además ostentaban con orgullo recintos
exclusivos para actividades artísticas. El 4 de febrero de 1800, encontramos
en la primera provincia el estreno del Coliseo de la Ciudad, al que acudió “el
ilustre ayuntamiento, empleados en oficinas de real hacienda, y todos los sujetos
distinguidos”. La construcción “de piedra sólida de sillería”, con veintiséis palcos y
arcos por los costados, fue financiada por el regidor alférez real y alcalde ordinario,
Juan Joseph de Zambrano, y se dice que ofrecía funciones regularmente, y “con
aplauso general”, una compañía de cómicos y orquesta. Al mismo tiempo, gracias
a documentos que consultó el historiador Elías Amador, sabemos que hacia 1801
la ciudad de Zacatecas ya se preciaba de contar con un Coliseo, pues el recinto fue
solicitado por un empresario “para dar comedias de santos y para jugar novillos
en el foro”. El intendente local suplicó al virrey que resolviera el curioso caso,
y el alto funcionario ciertamente se ofuscó, ya que negó la solicitud, y además
mandó prohibir las lides de toros y peleas de gallos en todo el territorio. Con este
hecho, advertimos que los teatros eran relacionados con actividades artísticas
edificantes y elitistas, complementarias a la educación de la sociedad, y que las
ciudades del interior contaban con distinguidas galas teatrales.
Conclusiones
A lo largo del siglo XIX percibimos un gran espíritu nacionalista que se expresó
decididamente en la música: se compusieron canciones, marchas e himnos,
dedicados a Iturbide, Guerrero, Bravo y Victoria, tendencia que continuaría
durante toda la centuria, ensalzando políticos y militares, tanto regionales como
nacionales. Por ejemplo, para celebrar el 27 de septiembre de 1821, el periódico
La pata de cabra incluyó los versos de un jarabe, compuesto por “la dueña
cantadora”:
Con ésta y no digo más,
la España quedó en un brete;
Guerrero le dijo ¡zaz!
toma tu aparejo y vete,
aunque vayas para atrás.
MÚSICA Y SOCIEDAD EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE: ESTUDIO DE UNA CRÓNICA DEL OCASO NOVOHISPANO
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El imperio de Iturbide fue aceptado por los diversos estratos sociales, e
incluso la versión original del Himno Nacional Mexicano, con letra de Francisco
González Bocanegra, consagró la estrofa VII al libertador de México. Sería
posible publicar un libro muy extenso que reuniera la poesía que la lírica “culta” y
“popular” le dedicó. Pero no solamente se cantó a Iturbide, también su consorte,
Ana María Huarte, inspiró versos tradicionales, como las “décimas trovadas” que
publicó en hojas sueltas Pedro de la Rosa, en Puebla:
¡Viva pues es conveniente,
nuestra emperatriz amada,
y siempre sea venerada
de esta nación obediente!
Por su parte, varios músicos “letrados” celebraron la independencia de
México, entre ellos José Antonio Gómez y Holguín, quien creó su Pieza histórica
sobre la independencia de la nación mexicana para exaltar los esfuerzos de Iturbide.
El musicólogo canadiense-mexicano John Lazos estableció que la obra “pasó al
cajón de los recuerdos”, al menos por un par de décadas, pues, debido al cambio
de dirección de “los aires políticos”, fue publicada por entregas hasta 1843.
Considero a Gómez como un modelo de filarmónico decimonónico debido al
hecho de que su vida creativa transcurrió entre la música sacra y la profana, fue
compositor y maestro y, teniendo apego por los ideales conservadores, defendió
sus puntos de vista políticos y pasó temporadas cerca del poder. Encontramos la
última mención de su persona en tiempos del segundo imperio, como integrante
de la comisión de bellas artes, del comité de la exploración científica de México.
En este trabajo hemos podido constatar que, además de ser uno de los
principales entretenimientos en el México decimonónico, la música fue mucho
más que eso: fue motivo de unión social y promotora de sentimientos religiosos y
patrióticos; sustento del poder y la subversión, usada políticamente para pacificar,
y como símbolo identitario de las élites y también de insurgentes; algunas músicas
promovieron ideas tradicionales mientras otras se inclinaron por las novedosas;
el arte de los sonidos medió la participación social y fue imprescindible en la
educación de las señoritas y damas; en pocas palabras, la música fue la gran
estructura retórica y la fuerza social colectiva que orquestó las acciones de todos
los grupos sociales.
Paralelamente, los músicos fueron considerados inocuos, aunque hemos
comprobado que transitaban libremente por diversas regiones y estratos de la
sociedad, y su intervención en fandangos modestos, pretenciosos y opulentos les
permitió pasar inadvertidos al momento de propagar noticias e ideas políticas. Y
no me refiero a que los filarmónicos fueran murmuradores y chismosos: aun la
música instrumental que ejecutaban estaba cargada de ideología y significados,
que los oyentes cuidadosos podían “leer”.
No en balde, el 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide reconoció
la multiculturalidad de la nación que estaba creándose, al dirigirse a los
“americanos”: “bajo cuyo nombre comprendo no solo a los nuestros en America,
Dos canciones marciales a Iturbide,
cantadas respectivamente el 28 y el 29 de
octubre de 1821.
Capilla Alfonsina
UANL
Fondo Fernando Díaz Ramírez
Puebla 4 de septiembre de 1821. Imprenta
del Gobierno; casa de D. Pedro de la Rosa.
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sino a los europeos, africanos, y asiáticos, que en ella inciden”,
finalizando su redacción del Plan de independencia de la América
septentrional con la frase “¡Viva la unión que hizo nuestra
felicidad!” Como consta en el archivo de la defensa nacional, la
música fue la “herramienta para la creación o consolidación de
una comunidad”, inseparable de los fastuosos rituales sociales por
la coronación de Iturbide, luego de que una mayoría de diputados
lo designó emperador constitucional. Sólo un ejemplo, de entre
los muchos ecos que resonaron en todos los puntos del reino: en
Veracruz, el comandante general, Manuel Rincón, dispuso que “se
hiciese salva triple de artillería a nuestros amados emperadores
demostrando su júbilo y aplausos con músicas por las calles”. Como
hemos demostrado, en la edificación y afirmación de esa unidad y
felicidad nacional a la que aspiró el Plan de Iguala, los músicos y las
músicas, así como otras artes escénicas de todas las clases sociales,
jugaron un papel fundamental.
Referencias
1.-Archivos
Archivo de la Defensa Nacional
Siglo XIX, Expediente 225, Consulta del comandante general de Veracruz, con relación
al ceremonial que debe celebrarse con motivo de la coronación de Don Agustín de Iturbide, año de
1822.
Archivo Histórico del Estado de Zacatecas,
Fondo: judicial; Serie: criminal.
Fondo: ayuntamiento; Serie: tesorería; Subserie: diversiones.
Fondo: intendencia de Zacatecas; Serie: Sombrerete.
Biblioteca Nacional de México.
2.- Hemerografía
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El fénix de la libertad, marzo 14, 1832, Tom. I, Núm. 29, p. 123.
El mosquito mexicano, octubre 23, 1835, Tom. II, Núm. 61, pp. 3–4.
El Sol, julio 18, 1824, Número 400, Año 2, pp. 134-135.
El Sol, abril 17, 1825, Número 673, Año 2, p. 1262.
Gazeta de México, febrero 22, 1800, Tom. X, Núm. 11, pp. 81-82.
Gazeta de México, marzo 19, 1800, Tom. X, Núm. 13, pp. 87-88.
Gazeta de México, enero 13, 1802, s/n.
Gaceta del Gobierno de México, diciembre 14, 1820, Tom. XI, Núm. 170, p. 1278.
La ilustración mexicana, 1855, pp. 11-12.
La pata de cabra, septiembre 27, 1855, Año I, Número 32, Tomo I, p. 3.
3.- Bibliografía
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Guadalupe, Zacatecas, 1892.
Santa Cecilia (según Domenichino), 1864
Tomás de la Peña (¿?)
Grabado al buril
43.9 x 32.4 cm
Col. Museo Blaisten
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PLAN DE IGUALA
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“Terminada felizmente la independencia, por las
acertadas disposiciones del héroe de Iguala, todos mis conatos
los dirigí a volver a la vida privada, por medio de mi retiro del
servicio, así por el desahogo que apetecía en consecuencia
de mis vicisitudes prolongadas, como por lo que entonces
resentía en algunas de mis heridas, principalmente la de la
pierna derecha, por la bala que me quedó dentro de ella, el
6 de febrero de 1811, al querer tomar el excelentísimo señor
don José María Morelos la fortaleza de Acapulco; mas la suerte
dispuso lo contrario, negándoseme a mí lo que se concedió
a mis compañeros, teniendo por consiguiente que continuar
en el servicio de las armas. El excelentísimo señor general
don Agustín Iturbide, jefe en aquella época de todas las armas
nacionales, tuvo a bien encargarme la comandancia militar
de Costa Grande, para donde me dirigí desde la capital, en
enero de 1822, prefiriendo en esto el servicio de la patria a
los goces del reposo que necesitaba por mi propia situación. A la caída de este
hombre inmortal, no me mezclé en nada, no quise unirme a los que de enemigos
de la misma independencia comenzaron sus servicios, por tirarle al que había
combatídolos para darles libertad política; me era sospechosa esa transformación,
y no queriendo exponer mi conciencia a remordimientos, fui un frío espectador
de la transición…” pp. 53-54 in: Díaz y Díaz, Fernando. (1972). Santa Anna y Juan
Álvarez frente a frente. México. SEP, Colecc. Sep/Setentas 33. 177 pp.
Manifiesto que dirige a
la nación el general Juan
Álvarez, con motivo de la
representación
calumniosa
que unos emigrados de la
villa de Chilapa hicieron a la
Augusta Cámara de Diputados
en febrero último. México,
Imprenta
de
Cumplido,
México, 1845, p. 114.
Juan Álvarez Hurtado
Anónimo
Óleo sobre tela
Museo Nacional de Historia.
INAH, México
El general Juan Álvarez a sus
conciudadanos
Por Juan Álvarez Hurtado (1790 - 1867)
Folleto impreso en 1841
Consta de 5 pp.
Impresor: I. Cumplido
México
Col. Dirección General de Bibliotecas
México
Patrimonio de la nación o dominio público
Sin derechos de autor, uso no comercial
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Entrega de proyecto conmemorativo a diputados del
Congreso local el 30 de enero del 2019 luego de la ceremonia de Aniversario de la instalación del Congreso.
Parte del Grupo Bicentenario Plan de Iguala, con el alcalde Antonio Jaimes Herrera y los arquitectos Raúl Delgado
Lagunas, ex director general de Sitios y Monumentos de
la Secretaria de Cultura del gobierno federal, y Gabriel
Basurto; posterior a la reunión en sala de Cabildo el
miércoles 5 de junio en donde el Grupo Bicentenario le
reiteró al primer edil, su disposición para coadyuvar en
las gestiones para la conmemoración de los 200 años
de la proclama del Plan de Independencia de la América
Septentrional.
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala 2021
con los diputados federales Mario Delgado,
Tatiana Clouthier y Manuel Huerta, en
la Cámara de Diputados impulsando el
proyecto IGUALA HACIA EL 2021.
Jueves 25 de abril 2019.
Presentación de la Edición Especial “El Príncipe de Nicolás
Maquiavelo”.
Reunión de trabajo del Grupo Bicentenario Plan de Iguala
con los síndicos del gobierno municipal de Iguala, Dra.
Paula Sánchez Jiménez y Frumencio Ramírez Cardona.
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LA RUTA DE LA INDEPENDENCIA | 205
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala en visita al palacio
municipal de Córdoba, Veracruz, pudo admirar la copia de
Los Tratados de Córdoba que se encuentran al interior de
la Sala de Cabildos. Los acompañó el historiador cordobés
Alberto Alejandre Lara. 14 de septiembre del 2020.
Reunión de trabajo en Córdoba con historiadores locales
en la Casa Zevallos, sitio en que se firmaron los Tratados
de Córdoba. 14 de septiembre del 2020.
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala en visita al palacio
municipal de Córdoba, Veracruz. 14 de septiembre del
2020.
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala instaló
una ofrenda floral y montó una guardia de
honor en el busto de Agustín de Iturbide,
ubicado en la plaza cívica de la ciudad de
Córdoba, Veracruz.
El Grupo Bicentenario Plan de Iguala en visita de hermanamiento al municipio de Córdoba, Veracruz, el 14 de
septiembre del 2020, fue recibido por la alcaldesa, Lic.
Leticia López Landero a quien le entregaron presentes
conmemorativos. Atestiguaron los historiadores Alberto
Alejandre Lara y Wilberth Flores.
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El Grupo Bicentenario Plan de Iguala el
9 de agosto del 2020, en el marco del
238 Aniversario del natalicio del General
Vicente Guerrero, colocaron una ofrenda
floral y montaron una guardia de honor
en la columna conmemorativa del héroe
epónimo que se localiza en la ciudad de
Tixtla, Guerrero. Los acompañó el secretario de Cultura de Guerrero, Mauricio Leyva
Castrejón.
LA RUTA DE LA INDEPENDENCIA | 207
El Grupo Bicentenario
Plan de Iguala, en el marco del bicentenario del
Abrazo de Acatempan,
que se verificó el 10 de
enero del 2021, colocó
una ofrenda floral y realizó una guardia de honor
en la escultura monumental que escenifica el
momento histórico.
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Esta edición consta de 1,000 ejemplares numerados,
impresos sobre papel couché de 150 gramos, con
tipografía mexicana Gandhi Sans y
Gandhi Serif; se terminó de
imprimir el día 10 de
agosto del 2021,
en los talleres
de
Preprensa Digital, S.A. de C.V.
Sable
Perteneció al Emperador de México Agustín
de Iturbide, el cual le fue obsequiado con
motivo de su onomástico y a su entrada a
la Ciudad de México al frente del Ejército
Trigarante el 27 de septiembre de 1821
Fundación Miguel Alemán
Sable
Perteneció a Vicente Guerrero
Hoja de acero, guarnición de bronce y
empuñadura con tapas de nácar. Guarda de
metal dorado y decorado en repujado
Museo Nacional de Historia INAH, México