FREUD
Nuevo
POR
Y LA
examen
GREGORY
de una
RELIGION
antigua
ZILBOORG
M. D., F. A. P. A.,
Trad. del trances, exclusiva
Pslcologia de Ill. Universidad
Urbano
-1 -
PSICOANALISIS
Y RELIGION
En menos de 10 afios (aproximadamente de 1951 a 1957) Ernest Jones escribi6 una biografia de Freud
en 3 volumenes. Organizador del psicoanalisls en Inglaterra, Jones fue durante muchos tiempo Presidente de la
Asociaci6n Psicoanalitica
Internaciona1. Y amigo personal de Freud durante 30 ail os perteneci6 a aquel "Comite de los Siete" -Hamada
asi en la
intimidadque rigi6 efectiva, si no
oficialmente,
los destinos del psicoanaltsls ortodoxo, POl' muchos anos.
Es natural
que al estructurar
la
biografia
del fundador
del psi cocoanalists, que comprende
alrededor
de 1.500 paginas, Jones se haya visto obligado a repetir bastantes datos
y a familiares
a los psicoanalistas
profesionales y a muchos lectores cultos.
Ni sorprende si en esta obra el bi6grato trata de alguno de los aspectos
mas discutidos de las teorias psicoa-
controversia.
para Ill. Revista de Ill. Facultad de
Naclonal, por el Dr. Oscar Jimenez
nalistas 0 presenta sus propios puntos
de vista personales
y profesionales,
cuestiones que, en su mayor parte suj etas aeon troversia,
han side aclaradas en multiples polemicas or ales 0
escritas; POl' 10 cual se puede afirmar
que entre los "principios freudlanos"
s610 muy pocos han side cuidadosamente debatidos y mas 0 men os integrados al cuerpo de conocimientos conocido con el nombre de psicopatologia.
Mas con todo, una atm6sfera
de
tensi6n y de oposici6n latentes persiste aun en las relaciones entre el psicoanallsis y la religi6n. Es cierto que
numerosas personas cuya alcurnia espiritual y rectitud en Ia fe son indiscutibles no encuentran
razones
de
conflicto entre esta y aquel, consideran do el pslcoanalisis
como un conjunto de conocimientos que debemos a
Sigmund Freud. Y asl, las obras del
pastor de St-Mary, en Oxford (lglesia angticana), R . S. Lee: "Freud and
Christianity"
(New York, 1958), Y del
profesor
de psicologta Padre Peter
19-
Dempsey, O. F. M. Cap., en la Universidad de Cork, en Irlanda: "Freud,
Psychanalyse et Catholicisme" (Cork,
1956), prueban la posibilidad de establecer una sintesis satisfactoria entre
la psicologta y la religion, sin menoscabo de la una ni de Ia otra.
Pero esta perspectiva esta Iejos de
ser suficiente y universalmente reconocida. Si en su discurso del 15 de
abril de 1953 al Congreso Catolico Internacional de Psicoterapia y Psicologia Clinica el Papa Pio XII sefialaba
los limites morales de ciertos aspectos del psicoanalisis, el no hacia mas
que subrayar la necesidad de adoptar
actitudes diferentes hacia el psicoanalisis teorico y en sus aplicaciones psicoterapeuticas, Comprendemos con facilidad que en este discurso el Papa
no hay a destacado la cuestion del
"Ateismo Cientifico" de Freud. Hablaba a una agrupacion catolica: por
consiguiente no se podia poner en duda Ia fe del auditorio, entre el cual
se encontraba gran numero de sacerdotes y de religiosos y cuyo presidente
honorario em el Padre Agostino Gemelli, Presidente de Ia Academia Pontificia de Ciencias y Rector de la Universidad del Sagrado corazon de Milan. Tampoco el nombre de Freud fue
mencionado en el discurso papal ni
considerada su actitud hacia Dios.
Recientemente, ciertos tomistas como el Padre Noel Mailloux O. P., en el
Canada, el Padre Alberto PIe O. P., en
Francia y el Padre Agustin Leonard
O. P., en Belgtca, han tratado con
amplitud y profundidad las posibilidades de sintesis entre los principios
esenciales de la psicologta de Freud
y la filosofia tomista. Adernas, el P.
-
Leonard ha contribuido notablemente a la solucion de estos problemas
consagrando varios arttculos del "Suplemento de la Vida Espiritual" al
examen sistematico de numerosos articulos y libros que, versando sobre la
psicologia contemporanea,
reflejan
casi siempre Ia influencia de las diversas escuelas de pstcoanalisis. Asi, el
P. Leonard no solo ha proporcionado
a los catolicos una vasta documentacion sobre este asunto, escogida muy
juiciosamente, en mi concepto, sino
que ha tenido que concluir que Freud
en cuanto persona no debe ser identificado con el psicoanalisis que ha
creado. El ateismo de Freud no es una
"conditio sine qua non" para la practica de un buen psicoanalisis. Su magisterio, a pesar de su ateismo militante, es menos peligroso para la verdadera religion que la actitud de Jung,
explotaclon pragmatic a de la creencia religiosa al servicio de la psicoterapia.
El Padre Bruno de Jesus Maria, O.
C. D., Y el Padre Luis Beirnaert S. J.,
han trabajado en analogo sentido.
Y sin embargo, la biografia de Freud
redactada por Jones vuelve a plantear
estos problemas, no resueltos aun del
todo. El intelectual medio y, con mayor razon, el hombre medio tienen la
con vice ion de que el ateismo de Freud
es un constitutivo esencial del psicoanalisis: y pocas personas, si no nlnguna, piensa que este ateismo solo
tiene una genesis puramente personal. Lej os de ser uno de los pilares
que sopor tan las teorias freudianas,
talvez 10 contrario podria ser 10 verdadero: Freud habria utilizado las
premisas del psicoanalisis, de las cua-
20-
les fue su autor, para justificar un
ateismo, que suscitaba en el una inquietud mas profunda de 10 que a primera vista se supone.
Es dudoso que este problema del
ateismo de Freud sea resuelto, pronto, pero Jones ha aportado luces eficientes al estudiar a la vez la personalidad de Freud y la de algunos de
sus discipulos. Adernas, ha indlcado
con claridad los diferentes aspectos
de la cuesti6n, procurandonos asi una
documentaci6n inapreciable. POI' desgracia las discuciones no pueden ser
evitadas, pues el asunto mismo ha
side abordado con frecuencia con animo de polemlca. Y aun algunas veces
es presentado de modo poco fiel al
verdadero espiritu de la teoria psicoanalttlca freudian a que Jones, fervoroso discipulo de Freud durante toda
su vida, pretende exponer con to do el
rigor caracteristico de la actitud cientifica que, a falta de un termino mejor, se llama objetividad.
-II--
INFLUENCIAS RELIGIOSAS
SUFRIDAS POR FREUD
Es necesario afirmar que no es ni
cientifico ni justo considerar como un
tabu en la personalidad de Freud las
fuentes inconscientes 0 afectivas de
algunas de sus ideas. De hecho, el
bi6grafo de Freud, al disponer en
abundancia de cartas y documentos,
ha podido adquirir un conocimiento
muy completo de las reacciones afectivas del fundador del psicoanalisis,
No ha vacilado en aplicar este conocimiento al estudio de los actos y de
-
los escritos de Freud, a excepci6n tal
vez de 10 que nos interesa aqui: su
ateismo.
Asi, Jones al notal' que el Interes de
Freud POI' Moises revelaba una profunda preocupacion afectiva, escribe
10 que sigue, a prop6sito de sus reflexiones sobre el Moises de Miguel
Angel:
"A Freud le ha preocupado la cuestlon siguiente: fue Moises incapaz de
controlar su calera, como 10 relata la
Biblia 0, POl' el contrario, hab1a 10grade ese perfecto dominio de s1 que
Freud descubre en la obra de Miguel
Angel? Sabemos que este problema inquietaba a Freud en el momento en
que reprimia su propia indlgnacion
ante la subita desbandada de sus discipulos suizos. Esta coincidencia confirma 10 que su preocupaci6n POI' si
misma habr1a bastado para pro bar :
poseia razones afectivas para identificarse con su poderoso predecesor" (')
No vemos claramente POl'que Freud,
en la situaci6n afectiva en que se hallaba en aquella epoca, hab1a escogido este "poderoso predecesor". Parece dudoso que, aun inconscientemente, hubiese estado inclinado a sentirse, en el siglo XX, el profeta de una
Nueva Ley, el augusto dispensador de
los Diez Nuevos Mandamientos Cientificos. Esto nos parece simplemente
dudoso, pues Freud era, sin discusion,
un hombre de dimensiones y de aspiraciones heroicas, perc sin ostentacion. i,Abundan en el pasado personas
que hubieran sufrtdo tanto como el
durante los ultimos diez y seis afios
de su existencia? Desde la primera
operaci6n de su maxilar (cancer) hasta el final de sus d1as vivi6 en un cons-
21-
10 herolco" sea totalmente
responsable de la visible y fuerte identificaci6n de Freud con Moises, En una
nota de su libro escribe al erecto: "Yo
me
he preguntado a menudo si el
Compuso un "Moises" a los ochennombre
judio de Julio (hermano meta anos, lejos de su hogar y privado
nor
de
Freud).
no era Molses, En este
de sus libros.
caso, la identificaci6n de Freud con
Sin embargo, no habia perdido el
este "It" en Ingles) tendrla como radominic casi sard6nico de los acontez6n profunda una reacci6n al odio, stcimientos y en el momenta mismo de
milar a aquel de Napole6n POl' su hersu derrota personal alimentaba en su
mana Jose. POl' desgracia, los nazis
fantasia sus suenos de conquista. Cihan destruido todos los documentos
temos a este prop6sito dos ejemplos
relativos a esta cuesti6n" (') .Esta hisignificativos:
potetica referencia al hermano meEntre las condiciones que Ie fueron
nor, Julio, adquiere aqui una imporimpuestas porIa Gestapo nazi antes
tancia Capital. Parece que Jones se ha
de poder abandonar a Viena legalya asomado a la primera infancia de
mente, si se puede decir, se Ie exigi6 Freud con el fin de proponer una hifirmar un papel en el que declaraba
p6tesis profunda, POl' asi decirlo, en
que habia side tratado porIa Gestapo
una simple base fonetica. SI Jones 10en forma digna de su range de gran
grara pro bar que el pequeno Julio,
erudito de reputaci6n internacional.
muerto a los 8 meses (cuando Freud
Freud acept6 testificarlo con la conapenas tenia 19) se lIamaba en hedici6n de agregar una frase: "Recobreo Moises, se justificaria
la hip6miendo calidamente la Gestapo a totests siguiente: afios mas tarde, a condos". (').
secuencia del retorno de las emocioDe camino a Inglaterra, sono que
nes tan comun en el inconsciente,
iba a desembarcar en Pevensey. oonto
Freud se habria identificado con el
este suefio a su hijo, quien, residente
nombre de Moises: tal es, en apaya en Inglaterra, habia salido a esperiencia, el sentido del neutro "It" en el
rarle a su lIegada a Londres. Freud
texto de Jones. Poco importa que este
precise que Pevensey era el lugar en
tega 0 no raz6n. Recordemos apenas
el que Guillermo el Conquistador haque en este interesantisimo
supuesto
bia desembarcado en 1066 C). Curiosa
parece reconocer que los aconteciparadoja: la expulsi6n de Freud viejo
mientos de la vida de un nino de 19
y afligido de la ciudad en donde hameses adquieren a menudo "un probia vivido desde su infancia, fue infundo significado"; 10 que, POl' otra
conscientemente
trocada POl' el en parte, es exacto, aunque en el preotra batalla de Hastings. No lIegaba
sente caso esta afirmaci6n no sea paa Inglaterra para refugiarse al11 sino
ra tomarse al pie de la letra. Es basen trance de conquistador.
tante dificil, POl' cierto, explicar que
No obstante, Jones no parece conel pequeno Freud, que en esta epoca
vencido de que esta especie de "vueno tenia aun 2 anos, haya fijado en
tante estado de sufrimiento y de malestar. Incapaz de hablar, no ces6 de
trabajar y de escribir hasta su ultimo dia.
-
10 hacia
22-
su coraz6n y en su mente el nombre
de Moises, que no se acostumbraba en
su contorno. t',Por que no haber mas
bien probado vincularse en el afecto
con Julio Cesar, el que amaba aRoma
y admiraba tanto a los conquistadores?
II) Detengamos en otro episodio de
la infancia de Freud. Hasta los dos
afios y medio fue confiado a los cuidados de un aya cat6lica que, como
10 ha de escrlbir. mucho tiempo despues, "10 paseaba sucesivamente por
las cinco iglesias de Friburgo".
A la luz de 10 que precede parece particularmente
importante notar
que, desde el primer volumen de la
biografia, Jones menctona los celos de
Freud en relaci6n con su herman ito
(tenia once meses al nacimiento de
este). En una carta a Fliess (1897),
Freud reconoci6 que habia deseado Ia
muerte de su hermano y que la realizaclon de este deseo, al morir Julio a
los ocho meses de edad, "despert6 en
el una tendencia a la autoinculpacion que debia persistir en adelante" C). Acerca de esto, Jones agrega
dos observaciones importantes:
Aunque admitiendo que al regreso
de esta visitas, Freud comentaba los
oficios e imitaba ciertos gestos observados durante la misa, Jones no concede ninguna importancia a tales impresiones. Si la nifiera Ie amenazaba
algunas veces con el fuego del infierno, Sigmund, que desde su mas temprana nifiez estaba preocupado por
"los graves problemas del nacimiento, del amor y de la muerte", permanecia insensible ante aquellos estimulos. Preocupaciones que, por 10 demas, solo aparecieron despues de cierto tiempo de la muerte de su hermano, es decir, cuando Freud ya habia
adquirido el dominio del lenguaje y
manifestaba ciertas aptitudes teatrales. De alli que para Jones serla un
error "atribuir una influencia durable a las creencias religiosas de esta
nlfiera".
I) "Vemos, pues, que, des de su mas
tie rna in fan cia, Freud fue mortificado por los graves problemas del nacimiento, del amor y de la muerte" (").
A la luz de esta afirmaci6n es sorprendente que Freud haya dicho 20
afios mas tarde "que es casi Impostble que un nifio tenga celos de su hermana menor si el tiene tan solo 15
meses al nacimiento de este" C).
Nos sentimos, asi, con derecho para sentar 10 que sigue: Jones se halla
convencido de que desde Ia mas tierna infancia los acontecimientos y los
nombres pueden ejercer determinada
influencia sobre la vida de una persona; como asimismo piensa que, en
circunstancias
favorables, estos raetores pueden condicionar mucho mas
tarde reacciones y comportamientos
ricos de significaci6n.
-
De otro lado, el autor recuerda que
otros explican la actitud negativa de
Freud hacia el cristianismo por el despido de la nifiera a causa de haberse sustraido algunos dlneros, con 10
cual cometia un acto contrario a los
preceptos de su religi6n. Pero can justicta Jones anota que s610 a los 46
afios Freud conoci6 la causa real de
la desaparici6n de su aya y que por
consiguiente, no - habia podido vmcular la inmoralidad de ella y su catolicismo. Y su conclusi6n es esta: "No
hay limite para los argumentos ab-
23-
surdos inventados POl' algunos autoI' s en contra de Freud". En realidad,
adopta alguna posicion des favorable
"investigando en Ia infancia de un
Indlviduo las raices afectivas de algunas de sus actitudes?". En 10 que
concierne al comportamiento del pequefio Freud a su regreso de la iglesia, Jones afirma categ6ricamente:
"Mi opini6n es que este comportamiento tenia una significaci6n teatral mas
bien que teo16gica" (').
Es interesante que no s6lo Jones sino
gran numero de investigadores manifiesten una radical intolerancia cada
vez que la "solidez" de sus convicciones antirreligiosas
entra en [uego.
Desde que adoptan una actitud antirreligiosa, los espiritus mas cient1ficos trasuntan una arectividad de la
cual sus trabajos son cuidadosamente
preservados. Admiten que la efectividad escapa al coptrol de la raz6n;
pero, POI' el contrario, rehusan reconocer el caracter afectivo de su propia actitud, dej andose deslizar con
frecuencia hacia falsos razonamientos. Y cubren esta debilidad con una
perseverancia y una obstinaci6n que
terminan POI' dejarnos alguna duda
en cuanto a su propia sinceridad. Can
10 cual ellos mismos descubren a sus
lectores y a sus audita res la mayor
parte de sus propios prejuiclos.
Precisamente este celo tan intenso,
pero cuya intenci6n rehusan reconoeel' tambien intensamente, es el que
los induce a recurrir a argumentos
bastante bizarros. Leemos, POI' ejemplo, en la biografia de Jones que Freud
"durante toda su vida fue naturalmente ateo" y que este "no exige nlnguna
explicaci6n" (") (cualquiera que sea
-
el senti do de este). Jones describe
igualmen te la familia de Freud como
bastante "tibia" si no indiferente en
materia de religi6n. Reconoce con seguridad que al padre de Freud le gustaba leer Ia Torah, pero, para nuestra sorpresa, precisa que la Torah es
"un libro de filosofia [udia mas bien
que de religion" ('0), 10 que es notoriamente falso. Par otra parte, anota
que Freud fue "ciertamente obligado
a seguir de cuando en cuando cursos
en la Sinagoga durante sus anos escolares", pero no prueba esta afirmaci6n. Sin duda se engafia, pues
cuando Ia juventud de Freud la Sinagoga y en especial la Sinagoga ortodoxa no proporcionaba ninguna instrucci6n a los ninos. Jones agrega: "El
recuerdo de estas Iecciones parece haberse borrado en seguida, pues de 10
contrario Freud no hubiese dud ado
del nombre del objeto mas evidente en este lugar : La Menorah" (").
Esto sume en la incertidumbre a un
lector iniciado en la psicolog1a: primero, la Menorah no es el objeto mas
notable en la sinagoga; y segundo, el
olvido, segun el mismo Freud, Jones
y todos los psicoanalistas, es la mayor
parte de las veces un signa de represi6n y no la prueba de la insignificancia de la cosa olvidada.
Ademas, si se recuerda con cuan
ansiosa obstinaci6n Freud rehus6 casarse segun los ritos [udios ortodoxos
y a que luchas estuvo sometido en esta circunstancia
(su novia y futura
esposa era [udla ortodoxa observante), no puede uno dej ar de sospechar
que lejos de ser "naturalmente
ateo"
Freud se hallaba 1ntimamente conturbado porIa
totalidad del programa
de la fe y de las practicas religlosas.
24-
Estas cuestiones, en erecto, parecian
provocar en el una cierta ansiedad.
Aunque fundador y director de "Imago" se cuid6 de ocultar su nombre a
sus lectores cuando apareci6 POl' primera vez su estudio sobre el Moises de
Miguel Angel.
Si tam bien se recuerdan los numerosos escrupulos que no dejaron de
atormentarlo
en el momenta de Ia
publicaci6n de sus otras consideraciones sobre Moises, se comtenza a conjeturar que no tenia su conciencia del
to do tranquila en materia de religion.
Cada vez que abordaba los temas religiosos rechazaba la religi6n en su totalidad, confundiendo con frecuencia
fe y supersticion, ritual y magia, teologia e Husi6n.
Seria prematuro emitir un [ulcio definitivo sobre el origen y el significado de su rebeldia ante la religi6n en
general y el cristianismo en particular. Sin embargo, es casi cierto que
no estaba del to do satisfecho de su
propia actitud. Aunque sus opiniones
no estuviesen bien fundadas las defendia con ferocidad, mostrandose incluso agresivo con frecuencia.
En una carta a un miembro del
"Tufts College School of Religi6n"
Freud escribi6 esto: "De todos modos
10 que usted dice basta para probar
que la teologia no ha inutilizado su
capacidad de libre pensamiento" C2).
En la misma epoca decia a Arnold
Zweig que "viviendo en un ambiente
de estrictas creencias cat6licas" le repugnaba revelar sus reflexiones acerca de "Moises" (hablaba de este libro
como de una "novela hist6rica").
Prevenia ast, 10 manifestaba, que la
publicaclon de "Moises" provocase el
-
exilio de los psicoanalistas y la supresi6n de los medios de subsistencia. Mas
agregaba: "Debo igualmente decir que
mi articulo no me parece bien fundadado y que no me satisface POl' entero" (13). POl' otra parte, aludia a la
animosidad manifestada POl' un tal P.
Schmidt ante el psicoanallsls, si bien
reconociendo que este pastor no habia condenado oficialmente "El porvenir de una Ilusion", ese primer libro en el cual consideraba la religi6n como una ilusi6n; y abrigaba la
esperanza de que el progreso del conocimiento cientifico pronto permitiria a la humanidad desembarazarse
de aquella.
No hay que olvidar que esta epoca,
en el curso de la cual experimentaba
tanta ansiedad en relaci6n con su
Moises, correspondia a afios convulsos
y de mal augurio.
Hitler era ya el amo de Alemania y
la sombra de su dominio comenzaba
a extenderse sobre Austria. Entonces
Freud concluyo as! una carta a Lou
Salome, uno de sus fieles corresponsales y a quien confiaba sus ideas sobre la religion:
"Ve usted, pues, que en Austria, en
la actualidad, no se puede publicar
esta concepcion que tanto me ha seducido sin correr el riesgo de vel' a las
autoridades cat6licas inferir oficialmente la practica del analisis, Mas
s610 este catolicismo nos protege del
nazismo. Ademas, la base hist6rica de
la historia de Moises no es 10 suficientemente solida para fundal' mi inestimable descubrtmiento. Permanezco,
pues, silencioso, contentandome
con
poder creer personalmente en 10 que
yo considero como la soluci6n de un
25-
problema que me ha obsesionado toda la vida" (14).
Desde que se aborda el estudio de
las obras Freudianas aparece claramente que ademas de las cuestiones
que se refieren a Moises, los problemas de la fe religiosa, en el mas amplio sentido de este termino, preocuparon a Freud durante toda su vida. Como ya 10hemos visto, el se identificaba con la tradici6n [udia (de la
cual consideraba a Moises como su
fundador inspirado) aunque oponiendose en cierto modo a esta tradici6n.
Citemos otro testimonio de esta ambivalencia. Se apartaba obstinadamente
de todo 10 que le recordase la religi6n
y por ella hacia reflexiones como esta,
que data del momento en que los psicoanalistas se disponian a abandonar
a Viena: "Despues de la destrucci6n
del templo de Jerusalen por Tito, el
Rabi Jochanan
qen Sakkai solicit6
permiso para abrir una escuela en
Jabneh para el estudio de la Torah.
Nosotros vamos a hacer 10 mismo" CO).
Parece que Freud pens6 que sus teorias "in toto" eran una especie de
Nueva Ley que excluia definitivamente toda religi6n y que esta, aunque pudiese ser util en algunos casos, debia
ser radicalmente rechazada.
Consideraba el psicoanalisis como
un sistema aut6nomo, al cual la medicina, asi como otras disciplinas deben servir de trasfondo y no de esqueleto. He aqui como se expresa a este
respeto: "Seria deseable crear un colegto especial en el cual se recibieran
nociones de anatomia, fisiologia, patologia, biologia, embriologia y evolucion, de mitologia y de psicologia de
la religi6n, de literatura clasica" CO).
-
Con todo, recordemos que por "Pslcologia de la Religi6n" Freud no buscaba describir los procesos psicol6gicos
humanos mediante los cuales se expresa la creencta religtosa, sino mas
bien refutarla. Desde 1904, mas de 35
afios antes de la publicaci6n de "Moises y el monotetsmo", formul6 una
afirmaci6n que Ie pareci6 tan importante que la hizo imprimir en bastardilla: "La religi6n moderna no esta
constituida sino POl' procesos pslco16gicos proyectados en el mundo exterior" (17). Jones considera que Freud
demostro tolerancia cuando escribi6
al pastor protestante suizo Oscar Pfister: "En si mismo el pslcoanalisis no
es ni religioso ni opuesto a la religi6n;
es un instrumento imparcial que puede servir a los miembros del clero como a los laic as, en cuanto persigue tan
solo mitigar el sufrimiento del hombre" (8). Es posible que el creyera sinceramente en la maravillosa neutralidad del pstcoanalisis en 10 relacionado con la fe religiosa. En to do caso, no se debe olvidar que consideraba
el conjunto de los "mitos del Paraiso,
de la Caida del hombre, de Dios, del
Bien, del Mal, de la Inmortalidad,
etc.", como precedentes del terreno de
la metafisica y que esperaba "ellmlnar" estos mitos "transformando
la
metafisica en metapsicologia" CO).
Es evidente que no se puede poner
en duda la verdadera oposlclon sino
la hostilidad abierta de Freud ante
Ia fe religiosa. En efecto, su interes
por Ia metapslcologia surge clara e
indiscutiblemente de los renglones can
que concluye "EI porvenir de una Ilusi6n". Apenas la ciencia y el mundo
sensible le parecen reales y estima
que la religi6n, 0 10 que el llama re-
26-
ligi6n, deberia ser reemplazada por
datos cientificamente establecidos. Ni
Freud ni ninguno de sus disclpulos j amas han explicado como esta metapsicologta, que, por cierto no es ctenttfica en el sentido claslco de esta palabra, c6mo esta construcci6n puramente hip6tetica aunque brill ante y
profunda puede incidir en el dominio
de la teologia. Y sin embargo, tal era
la convicci6n de Freud. No vela ninguna dificultad en identificar la oraci6n y la genuflexi6n con aquellas Impulsiones estereotipadas,
puramente
individuales,
caractertsttcas
de las
neurosis compulsivas. Para el no habia, pues, ninguna antinomia entre
actos psicopatol6gicos netamente com
pulsivos y libre realizaci6n de los ritos
de la adoraci6n. Tambien mostr6 una
actitud de hecho anticientifica cuando pone en ecuaci6n una persona y
un estado, una naci6n 0 una raza. En
particular, despues de la publicaci6n
de su obra "Psicologia colectiva y Analisis del Yo" (1921), la neurosis, reaccion en esencta intima y personal, Ie
parece una aflicci6n susceptible de alcanzar el cuerpo politico sin tocar por
fuerza individualmente
cada miembro de este.
Ya se podia presentir esta evacuaci6n en el momento de la publicaci6n de "Totem y Tabu". Jones anota que aun antes (1910), en su breve articulo sobre Leonardo de Vinci,
Freud "expresaba claramente sus conclusiones relativas a la fuente de las
creencias religiosas, donandonos asi
(en el concepto de Jones) 10 esencial
de su contribuci6n (la de Freud) a la
psicologta religiosa" (20). Jones continua citando las propias palabras de
Freud: "El pslcoanaltsls nos ha per-
-
mitido tomar conciencia de la relaciones estrechas que existen entre el
complejo parental y la creencia en
Dios; nos ha ensefiado que el Dios
personal no es psicol6gicamente mas
que un padre magnificado; nos muestra c6mo cada dia los j6venes pierden la fe desde que se afecta la autoridad paterna. Descubrimos asi, en el
complejo parentalla ralz de toda tendencia religiosa" (").
Notemos que, en el desarrollo de
sus ideas sobre el origen de a religi6n
a Freud no le interesa ningun signo
de trascendencia susceptible de manifestarse en la vida humana. De Ileno,
parece considerar la trascendencia como no existente 0 proeedente de 10
que Jones denomina con bastante desden la "metafisiea". "No es sorprendente que las personas que aceptan
las ideas de Freud sobre la religi6n
acepten casi tambien con ceguera su
metapsicologia que, por 10 demas, refleja mueho mejor la trascendencia de
la persona humana que el naturalismo del eual el se apreeiaba? A la manera de la mayor parte de los sabios
de las generaciones preeedentes, Freud
se interesaba vivamente por la naturaleza del hombre y respetaba profundamente la raz6n (en la medida
en que esta no este interferida ni por
las emociones ni por las dificultades
ineonseientes). Inquiria las leyes de la
naturaleza, pero se sustraia a las leyes naturales. Mas aun: parecia subestimar estas ulttmas en provecho de un
tipo especial de paralelismo que consideraba como del to do concluyente,
por 10 menos en 10 que se refiere a la
religi6n y las expertencias religiosas.
Hay varios modos de resumir y de
exponer los eriterios de Freud sobre
27-
la religi6n. Aqui seguimos muy de cerca Ia presentaci6n de Jones que, entre los psicoanalistas, es en la actualidad el mas calificado a este respecto, porque comparte totalmente estas
ideas, porque conocia a Freud intimamente, en fin, porque a los ojos de
Freud estas ideas eran parte integrante de todo el sistema de la teoria psicoanalitica.
Jones nos recuerda que en 1919, es
decir, dos alios antes de la publicacion de "Psicologia colectiva", en el
prefacio de un libro de Reik ("Das
Ritual"), Freud afirmaba haber llegado a "una conclusi6n de una presici6n sorprendente, a saber: que hubo un tiempo en que Dios Padre recorri6 la tierra en forma corporal, ejerciendo su soberania como jefe de la
horda humana primitiva hasta el momento en que sus hijos se reunieron
para darle muerte" ... En este acto
primitivo de liberaci6n se origin6 la
mas antigua forma de religi6n: el totemismo. En consecuencia, todas las
religiones se desprendieron de esta religi6n primrtiva y "se propusieron borrar las huellas de este crimen 0 de
expiarlo" (") ...
-III-
CONCEPCION
FREUDIANA
DE LA
RELIGION
Hasta ahora, dos cuestiones se hallan en claro: 1) Freud consideraba la
creencias religiosas como psicologtcamente verdaderas. Expuso esta concepci6n principalmente
en "El porvenir de una ilusi6n". 2) Sin embargo, no estando satisfecho de esta so-
luci6n parcial, parecia desear con ardor sustentar con bases culturales, antropo16gicas e hist6ricas la refutaci6n
de la religion. Desde mucho tiempo
antes presentia los fundamentos hist6ricos de esta y expres6 plenamente
esta intuici6n en "Moises y el monotelsmo". En "El porvenir de una ilusi6n" (1927) se contentaba con poner en evidencia los mecanismos psico16gicos inherentes a ciertas ideas
religiosas y concluta que estos mecanismos psico16gicos no Ie satisfaclan
para adherir a la religi6n. Dicho de
otra manera, jamas refute de modo
directo la existencia de Dios ni de las
leyes naturales implicadas en el desarrollo de la moral y de los dogmas religiosos. Apenas consideraba que estos dogmas no eran aceptables, pues
pare clan expresarse (en el plano humano) como los seres humanos se expres an generalmente, es decir, segun
procesos psico16gicos que el describi6
con una notable perspicacia. Es postble que Freud mismo y sin ninguna
duda, la mayor parte de sus discipulos nunca hubieran advertido que POl'
si solos los mecanismos psico16gicos
no pueden servir de pauta para la
verdad de la religi6n ni para ninguna
otra verdad.
Como si percibiese la debilidad de
argumentos, investig6 las ralces hist6ricas de la religi6n que deseaba refutal'. Las encontr6 en otro paralelismo sorprendente, y aun sugestivo, si
se recuerda el modo como rechazaba
POl' sistema el inconsciente racial. Estableci6, en efecto, un paralelo entre
las experiencias individuales Inconscientes en relaci6n con la constelaci6n psico16gica descrita habitualmente con elnombre de Complejo de Edi-
28-
po y las experiencias (en apariencia
tambien inconscientes) que el grupo,
la raza, la hum ani dad padecen en si
mismos en cuanto grupo, raza, humanidad "in toto". Estas experiencias
se relacionan con el origen del totemismo, con la horda primitiva (hip6tesis freudiana audaz, es cierto, perc
en extremo engafiosa), con la muerte del padre primitivo, con el fuerte
sentimiento de culpa resultante de esta muerte y con la adoraci6n del padre, que fue antes el objeto de tal odio
que sus hijos Ie condenaron a muerte,
La adoraci6n del padre se convierte
en la adoraci6n de Dios, pues, segun
Freud, el Dios personal no es mas que
el padre idealizado (<',no podrtamos
decir que espiri tualizado?). <',
C6mo esta compleja conciencia se ha trasmitide desde los dias perdidos en las
brumas del pasado hasta las experiencias individuales, person ales e intimas de los creyentes actuales? Freud
es, POl' cierto, incapaz de explicarlo.
metafisica tanto como de la filosofia 0 de Ia antropologia. Estos factores conceptuales pueden ser utiles de
seguro, aunque nos sea dificil comprender c6mo el. inconsciente puede
existir en una raza. En efecto, el inconsciente y sus resonancias afectivas
sobre Ia persona no son concebibles
sin que esta tenga un cuerpo, una
unidad organic a individualizada susceptible de servir de "sede" 0 de Continente, misterioso, es cierto, pero perceptible y tangible, de este 0 percibido de que esta hecho el inconsciente.
Es esta una de las n umerosas cuestiones que Freud no resuelve y que
aun dej a en un estado extremadamente oscurso cada vez que aborda
con audacia dominios extrafios a la
psicologia 0 que trasciende el mundo sensible de las experiencias clentificas. Es lamentable que el no hubiese aprovechado jamas las profundas intuiciones de las Escrituras que
le hubieran podido ser bien utiles.
8i Jones emplea el viej 0 terrnino
[ungutano "arquetipo" cuando discute las ideas freudianas sobre el origen de las creencias religiosas, no confirma ni refuta por ello las opiniones
religiosas de Freud. Parece tan solo
sugerir que este fue incapaz de justificar de modo satisfactorio la introducci6n de 10 que se puede llamar el
inconsciente racial en un sistema de
pensamiento fundamentalmente
individualista, casi organico 0 POl' 10 menos naturalista.
Tomemos un ejemplo de entre las
centenares que se ofrecen a las conciencias deseosas no de negar la religion (con el pretexto de refutaci6n
cien tifica) , sino de examinar la mayor parte de los dogmas religiosos a
la luz de los descubrimientos freudianos.
La introducci6n de conceptos tales
como "inconsciente racial" 0 "arquetipos" entrafia un conjunto de factores extraindividuales, no organicos y
no naturalistas,
que proceden de la
-
Bien conocido es el decir: los hij os
reciben el castigo de los pecados de
los padres. Cualquiera que sea la interpretaci6n que se Ie confiera (amenaza represiva, advertencia
severa,
comprobaci6n de un hecho inevitable), es necesario considerarlo con
respeto.
Diremos, pues, que es verdad que
los hijos son castigados POl' los peca-
29-
dos de sus padres y esperamos con toerancia y paciencia el momenta en
que nuestros conocimientos human os
y cien tificos del hombre nos ofrezcan
una explicaci6n positiva de esta misteriosa transmision del pecado paterEs enno a los hijos inocentes (3).
tonces plausible, y aun razonable, proyectar sobre esta concepcion las luces
de la psicologia moderna, particularmente 10 que conocemos acerca del
mecanismo de identificaci6n, desertto po rFreud del modo siguiente: Los
hijos se identifican siempre con uno
u otro de sus padres: la identificaci6n puede ser positiva 0 negativa,
es decir, amorosa u hostil. En el caso de identificaci6n positiva 0 amorosa los descendientes toman (0 adquieren) aquellos rasgos del caracter de
los padres que am an 0 aprueban. Generalmente
(pero no siempre) esta
identificaci6n
no constituye ningun
inconveniente.
'
Cuando hablamos de identificaci6n
aludimos a una serie de procesos psico16gicos inconscientes.
Un proceso
consciente de este genero seria necesariamente razonado y voluntario.
Se produciria, pues, en una fase del
desarrollo del individuo posterior a
Ia edad de Ia razon y debe ser denominado imitaci6n. Asi es como hay
una considerable diferencia entre la
imitaci6n de Cristo susceptible de conducir a una santa identificaci6n y una
pseudo-imitaci6n de Cristo, que no seria mas que la busqueda del martirio
ocultando mal una identificaci6n masoquista, malsana desde eI punto de
vista psicol6gico, derivada de una
identificaci6n inconsciente, hostil a un
ser oculto tras una concepci6n neur6tic a de Cristo.
La identificaci6n es, entonces, un
proceso psicologtco inconsciente que
aparece casi al principio de la vida.
Esta constituido POl' capas superpuestas. de las cuales algunas, que datan
de la mas temprana Inrancta, contienen siempre las huellas de la impulsividad infantil y revel an su origen
afectivo mas bien que racional. En
otros termtnos, el tipo de identificaci6n mas peligroso, el menos raclonal, se engendra en una matriz de
hostilidad experimentada POl' el nifio
ante la persona con quien se identifica. Asi, el nifio "hereda" los pecados
de sus padres y padece las deplorabIes consecuencias de estes. La antigua verdad escrituraria deviene, pues,
una verdad psico16gica que en muchas oportunidades se confirma empirica y dinamicamente a la luz de los
hechos mas actuales de la psicolog1a
cl1nica.
POl' desgracia, el ejemplo que precede, expuesto con tanta rapidez, queda como un ejernplo tipico de la actitud que Freud aborrec1a adoptar
cuando abordaba las cuestiones religiosas 0 morales. En este dominic
transformaba sus estudios en un ataque que se presentaba, pro as1 declr,
en forma de una doble negaci6n. La
religi6n es una ilusi6n, un fantasma,
porque no es cientifica. No siendo
cientifica esta contra Ia ctencta, y
puesto que nosotros somos para la
ciencia nos oponemos a todos los enemigos de la clencia y POl' tanto a su
mas grande enemigo: la rel1gi6n. Esta traducci6n brutal de la actitud de
Freud se modela sobre Ia agresividad
de aquellos caballeros cubiertos de armaduras cientificas que [alonan la
historia de la investigaci6n cientifica
30 -
Para nosotros, testigos del ci6n cientifica, estad convencidos de
principio de Ia segunda mitad del si- que entre las verdades de la fe y los
hechos cientificos establecidos, la conglo XX, esta actitud nos parece datal'
tradicci6n es imposible. La naturaleza,
de mediados de la era victoriana, desde que revoluci6n Darwiniana ocup6 como la revelaci6n, vienen de Dios y
Dios no puede contradecirse. No os dela escena con la calma y la laboriosa
perseverancia caracteristicas del espi- jeis desconcertar, aunque oigais afirmar 10 contrario con insistencia, aunritu de la epoca. Fue entonces cuando
que la investigaci6n logre con los sila genetica, la biologia y la fisica modernas (Ia fisica de Helmholtz sirvi6 glos la solucion de oposiciones aparen tes entre la ciencia y la fe" (").
a Freud de punto de partida para penetrar en los mares inexplorados de la
La certeza imparcial y la serenidad
psicologta del inconsciente) adoptade estas palabras entrafian mas que
ron la tradicional postura antirreliun simple reconocimiento de la coexisgiosa igualmente
caracteristica
del
tencia tolerante de la ciencia y de la
marxismo.
teologta. Testimonian la convicci6n de
No podemos dejar de mencionar la
la unidad del universo y las tentatilucha secular que oponen los sabios
vas de unificaci6n realizadas POl' el
a los creyentes. Los primeros pretenhombre, deseoso de explicar, de sinden tener respuesta para todo, mientetizar y de comprender los misterios
tras que los segundos tienden siemde la naturaleza -humana,
social napre a sustraerse de la clencta, 0 a destural y espiritualque se presentan
conceptuarla
para suplantarla
POl'
desde multiples aspectos a los sentidisciplinas puramente religiosas, 0 a
dos y a la inteligencia del hombre.
ofrecer respuestas teo16gicas cuando
son necesarias respuestas cientificas.
Es lamentable que la mayorta de
Esta lucha siempre ha estado impreglos cientificos no hayan logrado mannada de pasion, de Intolerancia y de tener en relacion con los creyentes
una especie de exclusivismo que exige este cllma de confianza reciproca. POl'
que "s610 nuestra escuela", "solo nuesel contrario, se combaten con una intro sistema de pensamiento" son catensidad pasional que nada tiene de
paces de suministrar las respuestas
objetiva. Seria, pues, injusto consideadecuadas. Sin embargo, para nosorar a Freud -y Jones que encarna
tros, hombres de la segunda mitad del tan perfectamente las ideas freudiasiglo XX, el clima de este debate panascomo casos unlcos entre los
rece haber cambiado, POl' una transcientificos. Representan, POl' el conformaci6n que se ha hecho en forma
trario, la postura caracteristica
de la
imperceptible, pero no menos real y mayor parte, si no de todos los indiprofunda, como 10 prueban las palaviduos que, profesando una fe estricbras dirigidas POl' el Papa Plo XII a tamente cientifica, se apoyan en una
una peregrinaci6n de estudiantes pasubjetividad refiriada que exhiben corisienses el domingo de Pascua de mo objetividad. Esta objetividad es
1949:
cientifica, pero toda Ia estructura de
"En vuestros estudios e investigala ciencia contemporanea esta basay literaria.
-
31-
da -y de ello se gloria- -en el aparato sensorial humano que, con sus
pasiones, es probablemente el servidor mas fiel de su subj etividad.
Una de las mas recientes expresiones del estado espiritual de los cientificos contemporaneos aparece en la
obra del profesor de biologla doctor
Leo Francis Koch, de la Universidad
de Illinois CO). La preconcepci6n apasionada del articulo de Koch no disminuye en nada sucompetencia como
representante
de la fraternidad de la
cual hace parte con absoluta lealtad.
Asi es como al debatir el problema del
vitalismo contra el mecanismo, procura no solo defender la filosofia materialista de Ia ciencia actual, sino
igualmente
amp liar el concepto de
maquina con forme a las opiniones de
Bronowski, que resume ast:
"Para la ciencia una maquina es un
concepto provisto de propiedades definidas que se pueden predecir, 10 que
no quiere significar que su comportamiento sea determinado en cada caso partrcular ... En nuestro concepto
de maquina nada impide a esta efectuar una selecci6n escogiendo a cara
y sello 0 consultando una tabla de cifras agrupadas al azar, ni predeclr el
porvenir afirmando que hay tres posibilidades entre diez de que el dia
de manana sera. un hermoso dla CO)".
Koch se da cuenta de que "el pudeterminismo" no siempre es capaz de suministrar
Ia prueba de la
realidad; y sin embargo, no comparte
las opiniones de Heisenberg sobre el
indeterminismo. POl' 10 mismo, se 0pone con bastante energla al "elan
Vital" de Bergson, al telefinalismo de
Du Nouy y al telismo de Sinnott. Co1'0
-
mo la mayor parte de los materialistas de hoy, desea crear una especie
de humanismo cientifico sin, con todo, precisar cuales son las fuentes de
los valores necesarios al mismo concepto de humanidad.
Koch toma de Freud las palabras
siguientes para expresar sus ideas:
"La investigaci6n cientifica mejor 10grada generalmente
ha tratado los
fen6menos como si fuesen puramente materiales, rehusando aceptar una
hip6tesis metafisica en tanto que la
hip6tesis fisica sea valiosa. Y este
metodo ha realizado sus comprobaciones" C').
Koch se ve obligado a agregar el
comentario que sigue:
"Mas, para ser honestos, si el metodo al cual se refiere Frank se aplica
perfectamente a la materia inanimada, se aplica con menor eficacia a la
materia viva y con men or aun, cuando se trata de fen6menos en los cuales los fines y las motivaciones humanas juegan un papel capital. Es asi
como son necesarias improvisaciones
en 10 que se relaciona con los problemas bio16gicos y sociales; que, por
otra parte, deben basarse en la inspiraci6n y la ingeniosidad" C")·
Destaquemos que la palabra" Ingeniosidad' no refleja sino parcialmente una actitud cientifica, mtentras que
la palabra "inspiraci6n" es netamente anticientifica.
Como para aclarar
10 que resta oscuro Koch etta, como
ejemplo de tal ingeniosidad e inspiraci6n, las palabras de Bronowski a
prop6sito de su concepto cientifico de
maquina.
Ahora podemos volver a Freud
quien, como Jones nos 10 recuerda, e-
32-
ra "simple mente un incredulo" que
pretend1a que el psicoanaltsis era una
ciencia, 10 que no es del todo, ya que
se nos muestra mas bien como un conjunto excepclonalmente rico y profundo de conocimientos adquiridos
emp1ricamente gracias a una extraordinaria intuici6n; y que agregaba,
despues de haber afirmado su caracter cient1fico:
"La religi6n aparece como una tentativa de control del mundo sensorial en donde estamos colocados, por
medio de un mundo ideal creado para responder a las necesidades bio16gicas y psico16gicas. Pero ella no puede realizar su cometido (tal como 10
describe Freud). Sus doctrinas, en erecto, llevan la sefial del periodo en
el cual se han origlnado, periodo en
que la humanidad, aim en la infancia,
era totalmente ignorante. Sus consuelos carecen de valor alguno. La experiencia nos ensena que el mundo no es
una enfermer1a. Ser1a necesario encontrar otros fundamentos a las obligaciones morales a las cuales la religi6n se esfuerza en a p o y a r, En erecto,
la sociedad humana no puede atropellar estos mandamientos eticos, pero
10peligroso es que ellos esten vinculados a la fe religiosa CO).
Es entonces cuando Freud propone
su paralelismo bien conocido entre la
religi6n y la neurosis. Es facll ver que
esta posici6n es antireligiosa. La religi6n no le parece falsa en s1 misma,
sino en tanto que es fundamento muy
poco seguro de la moral. eita igualmente otro argumento invocado con
frecuencia por los eruditos de tenden
cia materialista: la oposici6n a la religi6n es una necesidad porque la religi6n se opone a la ciencia. He aqu1
-
un clrculo vieioso capaz de confundir
a los esp1ritus cientificos mas advertidos.
Desde el punto de vista psico16gico
esta tautolog1a puede subdividirse en
dos aspectos: el primero es una hostilidad contra la religi6n (como si se
dijera: "Nosotros no podemos entendernos con ustedes"); el segundo podria ser denominado en j erga filos6fica una "defensa" contra la misma.
Los esp1ritus rigurosamente cientificos y materialistas, tienden, en erecto, a asumir la defensa de la ciencia
que les parece permanetemente atacada por la religi6n. Pero es suficiente
con estar iniciados en psicolog1a para comprender que tal insistencia en
defender sus puntos de vista es un sig
no de inseguridad mas que de convicci6n firme. S610 el hombre ansioso
y poco seguro de s1 mismo considera
constantemente
necesario persuadirse y persuadir a los otros de la validez de su posicion.
No es Freud una excepcion a este
modo de raciocinar. A sus ojos, el ereyente lucha para defender su religion,
retrocediendo "pulgada a pulgada en
una retidara lastimosa" ("0). "Es a
este precto -imponiendo
a la fuerza
el infantilismo mental y favoreciendo
la llusi6n del pueblocomo la religion consigue preservar a las gentes
de las neurosis individuales. Y esto es
todo. .. Por 10 demas, la religi6n es
incapaz de cumplir sus promesas" (31).
Los argumentos suyos en favor de
una concepci6n del mundo puramente cientifica son, as1mismo, presentados en este tono defensivo que nos
parece tan caracter1stico:
"Se ha procurado desacreditar radicalmente los esfuerzos cientificos
33-
so pretexto de que, ligados como estan a las condiciones de nuestra propia organizaci6n, no suministran sino resultados subjetivos, en tanto que
Ia naturaleza real de las cosas exteriores a nosotros permanece inaccesible. Pero esto tiende a desconocer
varios factores de importancia decisiva para la compresi6n del mundo
cientifico. Primero, es normal que
nuestra organizacion, es decir, nuestro aparato mental, desarrollandose
a medida que nos esforzamos en explorar el mundo exterior, este adaptada en su estructura a este: en segundo termino,este
aparato mental
hace POI' sl mismo parte del mundo
que debemos explorar y que se ofrece a nuestras investigaciones; tercero, Ia tare a de la ciencia es netamente circunscrita a condici6n de que Ie
preguntemos tan s610 como el mundo debe aparecernos, suponiendo los
caracteres propios de nuestra organizaci6n; cuarto, los descubriminetos
finales de la ciencia, habida cuenta
del modo como son realizados, estan
condicionados no solo a nuestra 01'ganizaci6n sino a aquellos que ha afectado esta organizaci6n; en fin, un
estudio de la naturaleza del mundo
que no tuviese en cuenta nuestro aparato perceptivo seria una abstraccion vacia y sin interes practice.
No, la ciencia no es una ilusi6n. Peseria una fantasia pensar que ella
puede conducirnos mas alla de sus
posibilidades. (32).
1'0
A la larga, nada puede resistir a la
raz6n y a la experiencia y la oposici6n de Ia religi6n a la una y a Ia
otra es demasiado evidente" (33).
Notemos una vez mas que en estas
paginas casi apenas hemos citado los
-
pasaj es de Freud escogidos POl' el mis
mo Jones. Era, desde luego, necesario proceder asi para no dejarnos influir POI' nuestras propias convtcctones religiosas. Su actitud ante la religi6n podria ser abordada desde angulos distintos y sus numerosos escritos nos permitirian captar la multiplicidad de sus hip6tesis con exactitud y destacar la continuidad con que
persigui6 y fue perseguido POl' los
problemas religiosos. Pero POI' fructuoso que pueda ser este estudio, estamos convencidos de que el resumen
de los escritos de Freud sobre estos
problemas, tal como los presenta Jones es POl' cierto el mejor documento que nos haya sido suministrado has
ta ahora POI' un psicoanalista competente y tipicamente freudiano. Es,
pues, de doble interes encontrar las
contradicciones intrisecas y extrinsecas de la actitud freudiana hacia la
religi6n en las citas recogidas en fuentes autenttcas POI' Jones, psicoanalista eminente versado en el psicoanalis is desde cincuenta afios, es declr,
desde la fundaci6n de este.
As! es como encontramos afirmacio
nes categ6ricas y a veces contradlctori as de Freud: "EI psicoanalists nos
ha permitido la estrecha
conexi6n
entre el complejo paterno y la creencia en Dios; nos ha ensefiado que el
Dios personal no es pstcologicamente
sino un padre magnificado" C'). 0 :
'Una ilusi6n no es 10 mismo que un
error; no es necesariamente un error.
Una creencia es una ilusi6n cuando
la realizaci6n de un deseo es un factor prominente en su motivaci6n" (").
POl' motivaci6n
Freud entiende
la
motivacion inconsciente, es decir, las
tendencias afectivas, emocionales que
34-
determinan la factura de Ia Ilusion
en j uego. Jones recuerda a este respecto un libro de H. B. Acton, "The
Illusi6n of Epoch", publicado en Toronto en 1955. Alli anota que, en los
estados psicopato16gicos y en la psicologfa de los salvajes, se encuentran
renomenos capaces de explicar la vida normal de un hombre; y aprovecha esta afirmaci6n de Feuerbach citada POl'Acton: "Le religi6n es el suefio de una conciencia despierta; el
suefio es la clave de los misterios de
la religi6n" CO).
Despues de 10 que se acaba de decir uno puede preguntarse si Freud
y aquellos de sus disclpulos que comparten sus ideas sobre la religi6n tienen una concepci6n clara de esta, y
si POl' ella aquel entendia 10 mismo
que los creyentes. En su obra en vano se busca cualquiera alusion a ereyentes autenticos como San Ignacio
de Loyola, San Francisco de Sales 0
San Juan de la Cruz. El investigador,
a la vez audaz y minucioso, da la impresi6n de haber estudiado muy poco
la psicologia de los grandes hombres
de Ia Iglesia, de los profetas 0 los salmistas. POl' extrafio que esto parezca,
podemos entonces preguntarnos: lque
entendia exactamente
Freud POl' el
termtno religi6n? El, mismo nos da
la respuesta: En mi "Porvenir de una
Ilusi6n" me interese mucho mas en
la concepcion de la religi6n que tiene el hombre medio, que en las fuentes profundas de los sentimientos religiosos" (7). Jones agrega entonces la
nota siguiente: "El (Freud)) precis6
mas tarde que esta religi6n del hombre medio es la unica digna de tal
nombre" CO).
Todo se aclara
ahora:
La religi6n
-
en la cual pensaba Freud no era realmente la religi6n, sino la actitud un
tanto sentimental, un tanto ansiosa
del hombre de la calle ante Dios. Es
Ia creencia inquieta,
temerosa, del
hombre debil que siente el peso de 10
que Freud llama "la imposici6n forzada del infantilismo mental". El, no
explica c6mo, en nuestro mundo moderno, la religion corre aun la posibilidad de ser impuesta por Ia fuerza,
a menos que no contemple la explotaci6n "violenta" por Ia Iglesia de la
mediocridad asustadiza del hombre
de la calle. Sin embargo, aun sigulendo a la letra las ideas de Freud, no
comprendemos con claridad si es la
Iglesia la que impone a la fuerza al
ingenuo hombre de la calle un temor
primitivo del padre, 0 si este temor
es simplemente utilizado POl'una idealizaci6n especial de la imagen del padre y una sumisi6n consecutiva del
hombre al infantilismo, siempre listo
a invadirlo des de dentro. Estas cuestiones y muchas otras pertinentes
a
la fe en DlOS y la tendencia a atribulr a Dios una existencia antropom6rfica no son abordadas POl' Freud.
Soslayando afirmaciones ca teg6ricas,
no se ha pronunciado diafanamente
acerca de 10 que es la religi6n.
-IV -
FREUD
Y LA TRADICION
JUDIO-CRISTIANA
Es importante notal' que Freud jamas ha profundizado en ninguna de
las religiones orientales. De otra parte, como ya 10 hemos vis to, es bastante dificil de comprender POl' que
s6lo se interes6 en la creencia en un
35-
Dlos personal y en los aspectos rttuaIistas de la religi6n. Estos Ie parecen
un signo de dec aden cia de la verdadera religion, que reducia a un vago
concepto de justicia, de moral y de
verdad. No describe el contenido interno de esta justicia nl de esta verdad, conrormandose con asoclarlo al
monoteismo trasmitido a nuestros padres POl' Moises, pero cuyo origen remonta al Egipto de Akhenaton, que
tuvo Ia audacia de introducirlo en el
mundo. Dicho de otra manera, cualquiera que sea el sentido Freudiano
del termino "religi6n", Freud stempre mantuvo en su espiritu la tradicion hebrea, mosatca y el cristianismo derivado de esta. Conscientemente 0 no, siempre pensaba en la tradlcion judio-cristiana, ya que no menciona otra. Esta corriente religiosa
venida de los judlos a traves de Molses y Cristo, ej ercio, pues, sobre el
una fascinaci6n particular. Desde el
comienzo de su carrera de pslcoanalista y casi hasta el final de su vida,
se mostr6 incapaz de apartarse de esta tematica. No es curiosa que, lIegado a Londres envejecido y enfermo,
proximo a cerrar los ojos a este rn u n do que le habia proporcionado tanta celebridad y tantos dolores, espirituales y fisicos, hubiera deseado con
tanto ardor vel' antes de su muerte
su "Moises" traducido al ingles, satisfacci6n que, POl' otra parte, Ie fue
deparada?
i,Que 'hizo", pues, Freud con su Molses? Primero estudi6 la verdad psicologica subyacente a la ilusi6n denominada fe religiosa, pero eso no Ie
bast6. Al descubrir la significac16n de
esta realidad psico16gica concluy6 naturalmente que 10 real para una per-
sona dada puede no representar ninguna verdadera real1dad. Y si s6lo se
proponia probar que la verdad pslcol6gica Inherente a la religion se apoya en una verdad hist6ricamente demostrable, se encontr6 entonces en
posesion de una verdad tangible que
le permitiria confirmar hist6ricamente su creencia en la incredulidad religiosa y su fe profunda aunque incierta (ahora 10 sabemos) en ausencia de fe.
Durante la veintena de afios en el
curso de la cual Freud reflexion6 sobre esta cuesti6n, la idea que slgue
gerrnino en su mente: al igual que el
hombre prehist6rlco accedio al nivel
de la unidad social gracias al parrlcidio y al totemismo, 10 mismo la religi6n de los j udlos paso POl' una etapa de parricidio. Segun el, Moises no
era [udlo, sino un sacerdote egipcio
que despues de dar a los [udtos su religi6n monoteista fue muerto por eIlos,
Al exponer esta hip6tesis de la
muerte de Molses, Freud sentaba que:
1) la existencia de Moises, sacerdote
egipcio que no hablaba hebreo, proporcionaba una base hlsterlca a la
religi6n de los Hebreos; y que 2) la
muerte de Moises constituia una base hist6rica suficiente para la teoria
freudiana del parricidio y de influencia en la formaci6n y glorificaci6n del
Dios Padre.
i,Por que los ojos de Freud el padre, y solo el padre, fue idealizado de
modo tan sublime? Ha sido dificil, si
no imposible, encontrar una respuesta adecuada a este interrogante. La
estructura de conjunto de los escritos de Freud es and roc en trica y en
el centro de su sistema de pensamien-
36-
En verdad, no es j usto considerar
to se encuentra siempre la persona del
a Freud como "un incredulo natuPadre. Entre sus disclpulos, algunos
ral .. , que no exige ninguna explicahan pretendido descubrir en este sisci6n". Este [uicio precipitado no cuentema el papel de la madre; pero tata con las reglas fij ad as POl' el misles tentativas son infructuosas, a memo para la comprensi6n de una pernos que nos apartemos de las concepclones autentlcamente freudianas. POl' sona dada y de las ideas que Ie son
queridas.
10 demas, estas "escisiones" y estos
"ctsmas" terminan POl' fracasos, pues
Seria prematuro proponer una vano se puede llenar una laguna rechalorizaci6n psicologtca total y definizando todo un sistema; POl' 10 mistiva de Freud como personalidad
y
mo se constituye entonces una nueva
como
fen6meno
hist6rico-social.
Las
y definitiva laguna. Sea como fuere,
pasiones despertadas poria sola menparece que en su "Moises" Freud expone una de sus ideas mas caras que cion de su nombre estan aun muy vivas y las agrupaciones psicoanalitiexigia ser integrada en una especle
de orden racional. De heche, POl' asi cas, a pesar de las laudables intenciones de sus miembros tornados indidecirlo, fundi6 en un untco sistema
de pensamiento arm6nico el origen de vidualmente, son aun muy inclinadas a defender tal 0 cual aspecto de
las neurosis en el hombre en cuanto
la
doctrina freudiana contra los ataindividuo y el origen de la creencia en
ques
de sus adversarios. Es imposiDios en cuanto
representante
de
ble
abordar
la cuesti6n con la calma
una raza. La hip6tesis del parricidio
necesaria
y
considerar a Freud coes para Freud como el eslab6n que
mo el era y no como parecla ser, 0
faltaba y como la clave que -permite
habria
po dido ser, 0 habrta debido ser.
explicar la aspiraci6n del hombre a
Aim
ni
el conjunto de sus escritos,
conocer aDios.
su correspondencia
con Fliess ni las
Sin duda alguna se conform6 con obras de Jones permiten describir con
resolver asi el problema del origen
exactitud el fen6meno conocido con
psicol6gico de la religi6n y sin ntnel nombre de Freud. Sus dtsclpulos
guna duda tampoco ha ofrecido una
devotos que han derrocado
tan ta
real soluci6n, aun a titulo de hip6energta, tiempo e ingenio en ordenar
tesis. Tan s6lo propuso un cierto pa10 que POl' fin han puesto a Ia disporalelismo en apariencia capaz de sasici6n de sus lectores no han revelatisfacer su curiosidad. Sin embargo,
do ciertas cartas, ciertas informacioesta satisfacci6n parece poco concilianes, ciertos detalles relativos a el y su
ble con su ideal de sabio naturalisambiente. No poseemos aun un testa y uno esta ante la tentaci6n de timonio completo de su extraordinapreguntarse si el, en su odisea contra
ria capacldad de instruirse y de enla religi6n no revivia alguno de los sefiar, ni de la descollante facultad
problemas que le habian afectado en
(tan caractertstlca
de su personali10 profundo como judio y como indidad), de atravesar la vida solo, en
viduo en busca de una fe que le inapartencia
sin contacto y sin relaquietaba desde su infancia.
ci6n con la totalidad del pensamien-
37 -
to cientifico y filos6fico de su tiempo, que manten1a cuidadosamente
al
margen
de su propio pensamiento
ctenttnco y casi filos6fico.
Es dificil olvidar y mas aun dificil de comprender
realmente,
la reflexi6n siguiente que me ha sido confiada por un fiel disclpulo de Freud:
"Freud poseia una notable aptitud
para olvidar algunas fuentes de sus
ideas". Un lector malevolo podria considerar esta observaci6n como una crttica a su integridad intelectual;
pero
esto seria err6neo, pues era en 10 intelectual
de una. honestidad
escrupulosa y aun quisquillosa. Sin embargo, su deseo aparente de soledad, de
despojarse de toda huella de dependencia intelectual en relacion con sus
0 de dependencia
espirisemejantes
tual en relacion con un Dios personal,
10 condujo con frecuencia a adoptar
una actitud intelectual
rigida y aun
solipsista, que es necesario tener en
cuenta si se desean entender las n u merosas contradicciones
ostentadas
por su personalidad
y su pensamiento, partlcularmerite
en 10 relative a
la moral y a la religion, a la vida y
la muerte.
Sin rlesgo de exagerar se puede decir que sus preocupaciones
en relacion
con la muerte eran reales y Ie asediaron toda su vida. "Mutatis mutandis",
coincidimos con Jones en destacar que
"Freud mantuvo
una doble actitud
frente a la muerte: temor de un padre terrible alternando
con el deseo
de reunirse con una madre querida".
Para saber en que medida los fantasmas pueden sus traer a un individuo
de la realidad es suficiente
con recordar que juzgaba a su padre terrible, mientras
que siempre fue muy
-
tierno con su madre, viviendo en una
constante
preocupaci6n
porque ella
no Ie sobreviviera y no sufriese por 10
mismo por la muerte de su hijo. Tenia casi 7 5 afios cuando ella muri6
a los noventa y sets, Por Identica razon, temia que su padre le sobreviviera,
Experiment6
la angustia
de la
muerte durante toda su vida. Se desvanecio un dia en Munich en 1912
(a los 56 a fio s ) y cuando volvio en si
exclamo: "Como esto, ha de ser dulce
morir". Tenia la costumbre (desde su
juventud)
de despedirse de sus amigos diciendo: "Hasta luego, talves no
me vereis mas". Jones anota que
Freud pensaba en la muerte todos
los dias de su vida. "La atribuy6 (su
actitud ante la muerte) a la influencia durable de recuerdos de muerte
procedentes
de su primera
in fancia" CO).
Es curiosa observarlo prisionero entre el temor y el deseo de la muerte,
el temor y el deseo de la inmortalidad. Estos sentimientos
se expresaban de ordinario en una forma tiplcamente
soslayada y elaborada;
como cuando, aun muy [oven, dijo una
vez a su novia que habia destruido
todas las cartas que habia recibido;
y despues agrego, en anticipaci6n
Ironica y pedante,
que despues de su
muerte sus bi6grafos se vertan en dlficultades
para procurarse
informaciones ace rca de su persona. Preveia,
pues, su renombre, esa especie de inmortalidad
que el se cre6 por st mismo y que se esforzaba en disimular,
haciendo bien dificil, si no imposible
la tarea de sus futuros bi6grafos ya
que les privaba
de todo documento relativo a su pasado. El ilogismo de
38-
el postulado del instinto de muerte
como un punto de vista teortco que
los psicoanalistas ortodoxos podrian
admitir 0 rechazar a su amana sin
reportar el menor perjuicio a la teoria y a la practica del psicoanallsls
ortodoxo.
estas actitudes no nos sorprende, pues
ellas estan impregnadas de multiples emociones reciprocamente contradictorias en una rigurosa ambivalencia que aun se podrta calificar de
multivalencia. Asi, cuando la princesa Maria Bonaparte, amiga sincera
y devota disclpula de Freud, obtuvo
las cartas que este habia escrito a
Fliess durante el ultimo cuarto del
ochocientos, aquel deplore no haber
podido hacerse a ellas antes. En efecto, dijo, con una ironia ray ana en la
amargura, las habria destruido antes que cederlas a la "sedicente posteridad'.
De hecho se deben hacer las mismas anotaciones (me parece que el
mismo Freud no se opondrta) a prop6sito de su concepcion de la religion.
Es cierto que un numero de los psicoanalistas Freudianos, si no la mayoria de estos, consideran al ateismo
como un signa de superioridad cientifica y el culto religiose como un
a ta vismo surgido de la magia y del
animismo primitivos. Sin embargo, algunos psicoanalistas reconocen -aunque en verdad no de modo ostensible- que el hecho de ser religioso y
de practicar una religion no imp ide
ejercer la protesion psicoanalitica.
Este termino: "sedicente posteridad" es muy significativo. En verdad, nadie -su amigo 0 enemigopuede poner en duda su ambicion y
su extrema sensibilidad. Desde el prin
cipio de su carrera, deseaba gozar de
un renombre mundial y esperaba hacerse a un lugar perdurable (inmortalidad) en la his tori a del pensamiento humano. Al mismo tiempo, anhelaba desaparecer en la nada, sin convertirse en el objeto de esta ("sedicente posteridad").
Esta postura antitetica suya, esta
tendencia a formular polaridades, este habito de mostrarse mas dlalectico que los mismos dialectic os es 10
que parece haberle conducido a postular que un instinto de muerte debe coexistir con el instinto de conservacion. Sugeria tambien que la agresividad podia ser considerada como el
instinto de muerte vuelto hacia el exterior mientras que las pulsiones de
muerte representarian
los instintos
agresivos vertidos hacla el interior.
Sin embargo, aceptaba -solo 10 reconocia indirectamenteconsiderar
-
Se hace mas y mas evidente que los
problemas de la muerte, de la inmortalidad y de la fe (cada uno porveniente de una psicologia propia) son
"libres", es decir, susceptibles de ser
resueltos por cada quien, por si y para si mismo. Los psicoanalistas no estan obligados a adherir a las opiniones freudianas relacionadas con estos asuntos. Tampoco es obligatorio
insertar en el cuerpo del conocimiento psicoanalitico la concepcion freudiana de la religion y las cuestiones
que le son correlativas. Esta concepcion es personal de Freud, aun a veces radicalmente personal y vinculada a su fe afectiva mas intima. Solo
un pleno conocimiento de esta afectividad que nosotros no hemos hecho
mas que entrever, permitira compren-
39-
nias, Se vuelve entonces hacia San
Pablo, a qulen siempre atrtbuyo grandeza y poder creador. En el se insSea cual fuera la insuficiencia de
pir6 cuando buscaba una definici6n
nuestros conocimientos actuales somas precisa para su concepto de "Libre el podemos, cuando menos, afirbido" 0 de "Eros" y deseaba con fermar que experimentaba profunda advor que su Eros fuera empleado en el
miraci6n y temor ante la imagen de
mismo sentido de la "Caritas" de San
Moises. Si apenas se pudiese hacer de
Pablo.
Molses un extranjero exclusivamente
Vi6 en San Pablo el j udio fundahumano e htstortco, admitir que era
dor de la teologia cristiana. El Aposegipcto y no [udio y que habia contol reconoci6 a JesUs como el Mesias
vertido a sus compatriotas, la plena
despues de que este Jesus "cuyos presignificaci6n de su papel en la reliceptos morales superaron las cimas
gi6n judia encuadraria perfectamenalcanzadas antes por los proretas, a
te con la actitud personal consciente
su vez fue conducido ala muerte" ('0).
e inconsciente exhibida por Freud anEs sorprendente que despues de hate la tradici6n hebrea mosaic a y crisber enfrentado
los pasajes relaciotlana. El hecho de que este no hay a
nados con el pecado original Freud
visto en Moises sino una mitad del
haga la anotaci6n que sigue: "El cripar dialectico que intuia en cada promen abominable fue reemplazado por
blema, basta para probar que, en cierla noci6n bastante oscura de pecado
ta forma, en verdad no siempre explioriginal". ("). En su deseo de poner
etta, estaba preocupado por este asunen evidencia las muertes de Jesus y
to. De modo maruriesto profesaba una
de Moises no ve en la noci6n de pecagran admiraci6n por el monoteismo,
do original el aspecto sexual de la caten particular en su version mosaica.
da del hombre. Menosprecia, pues, el
Pensaba que los judios dificilmente
componente sexual que es uno de los
habrlan sobrevlvtdo sin esta religi6n,
aspectos mas aparentes y caracterisque entrafiaba un progreso real soticos de su propio sistema. Mas lejos
bre el culto primitivo de Yaveh. Al
dice: "Un hijo de Dios, personalmenhaber sido sacrificado Moises en el dete inocente, se ha sacrificado y por 10
sierto, los judios se apartaron de almismo se ha cargado de toda la culguna manera de la "pura concepcion"
pa del mundo. Debia ser un Hijo, ya
de Moises y otro hombre debia llegar
que el pacado era la muerte del Papara salvar al pueblo elegido.
dre. .. La religion mosaic a habla sido
En este punto es donde Freud co- una religi6n del Padre, el cristianismienza a carecer de claridad. Jamas
mo devino una religi6n del Hij o. El
nos explica el porque y el c6mo de la viejo Dios, el Padre, ocup6 el segundo
muerte de Moises; pero considera conlugar; el Cristo, el Hijo, ocup6 su sicretamente a esta muerte como el matio, realizandose asi 10 que habia siyor desastre de la historia jUdia. A do el suefio de todos los hijos duranconsecuencia de ella el culto hebraite esos tiempos oscuros...
A partir
co se torn6 vacio, sin vida, y degenede esa epoca, la religi6n judia se conr6 en el formalismo de las ceremovirti6, por asi decirlo, en un f6sU" (").
der la pslcogenesis y la verdadera tonalidad afectiva de sus opiniones.
-
40-
Aim despues de una lectura ocastonal de 10 que precede no se puede dejar de advertir que Freud veia una
continuidad natural, una unidad espiritual en el itinerario religioso que
conduce de Moises a Cristo, pasando
POl' los profetas. No s6lo fue impreslonado POl'esta unidad, sino que consider6 a San Pablo como la potencia
espiritual que la vivificaba. Sin embargo, se content6 con proporcionar
de ella una interpretacion general, en
parte psicclogica, en parte socio16gica. La menciona apenas en una mirada objetiva de grandes acontecimientos baio el signo de la muerte
del Padre y de la exaltaci6n del H i[o, tambien condenado a muerte. Vi6,
en verdad, que la nueva "Religi6n del
Hijo" es asi mismo una religi6n de
fraternidad, pero, para nuestra sorpresa, no ha visto mas alla del triunfo del Hijo. La fraternidad, el amor
mutuo, el am or de los enemigos, todos estos aspectos de la religi6n transcurren en silencio para Freud, que
empunaba, POl' otra parte, la bandera del Eros, derivada de la "Caritas"
de San Pablo. .. Aim con Inststencta
afirma que el precepto: "Ama a tu
enemigo como a t1 mismo" es inaceptable porque uno debe amar tan
s6lo a quienes 10 merecen. Todavia
aqui Freud se apoya en la concepci6n naturalista segun la cual el hombre esta mas proximo del animal que
de la imagen de Dios, imagen para cuyo reconocimiento, y menos aun su
aceptaci6n, elno encuentra raz6n alguna.
Podemos abrir aqui un parentesis.
La Mayoria de los escritos consagrados a la religi6n POl' psicoanalistas
dis tint os de Freud son simples variaciones sobre el mismo tema, pero con
-
menor pujanza espiritual y mayor agresividad a veces. Acontece a estos
autores sacrificar ctertos puntos mantenidos POl' el mismo Freud; asi, muy
recientemente, un psicoanalista modemo, en un articulo intitulado: "Eros: Paulo de Tarso y Freud" (").01vidando, parece, que Freud era abiertamente inclinado a acertar la "caritas" de San Pablo y desconociendo
la verdadera significaci6n de su "Eros", este escritor insiste en la influencia "funesta" que ha ejercido
San Pablo sobre nuestra civilizaci6n
cristiana en razon de sus optniones
sobre el matrimonio, que estan del
to do impregnadas de ascetismo y misoginla. Es curioso que la ley de amor
del cristianismo no sea considerada
en rigor; apenas se nos presen ta el
antihedonismo del Ap6stol y su rechazo ascetico de toda sensualidad
narcicista y del principio del placer,
mantenido POl' Freud.
POl'st, el ejemplo que antecede prueba que no basta, a la usanza de Freud,
establecer un paralelismo superficial
entre los mecanismos psicol6gicos, ni
confundir el hedonismo y el amor
(confusi6n real si no expl1cita), para estudiar los aspectos profundos de
la vida, en particular los de la vida
religiosa. Este metodo, poco seguro,
ha sido fuente de errores y de confusiones. POl' otra parte, el modo de
pensamiento que le es propio -en especial su tendencia a expresar POl'
polaridadesy la manera como aborda el problema religioso son bien revela dores de sus propias luchas intimas.
Hacia el fin ae su vida, tenia la
costumbre de insistir sobre su origen
judio de modo un poco mas frecuente y categ6rico que al principio de la
41-
misma. Hay Indiclos de orgullo en su
insistencia en afirmar que San Pablo fue [udio y el fundador de la teologia cristiana. Sin embargo, como nosotros hemos side casi los unicos en
revelarlo, Freud "debia hacer" de Moises un egipcio y tambien "debia" matarlo, marginarlo, POl' asi decirlo.
En el momenta de la publicaci6n de
"Moises y el monoteismo" fue victirna de numerosas acusaciones de eruditos que, POl' 10 mismo, no podian
ser tildados de intolerancia.
T. W.
Rosmarin juzg6 su intento bastante
presuntuoso ("). De otro lado, Abraham Shalom Yahuda publico en hebreo una refutaci6n de sus opiniones
sobre el monoteismo y concluia diciendo: "Me parece que en estas lineas
oimos la voz de un cristiano extremadamente fanatica confesando su odio
hacia Isrrael y no la de Freud que
odiaba y despreciaba profundamente
tal fana tismo" ("). Estas palabras nos
parecen bastan tes severas Y POl' tanto contienen un fondo de verdad. El
rabino Abraham Shalom Yahuda parece, en efecto, haber comprendido la
ambivalencia fundamental aunque inconsciente manifestada POI' Freud en
sus relaciones con la tradici6n hebraica. Esta ambivalencia -como
10
que esta bien reprimidose expresaba de modo tan disimulado y se ocultaba bajo tanto racionalismo aparente, que para ponerla en evidencia seria necesario estudir de nuevo los escritos de Freud desde este angulo particular.
En una visita a Freud en 1938, Yahuda le habl6 de la obra de un erudito hebreo y arabista, Ernesto Sellin,
que estaba dispuesto a aceptar su hip6tesis, creyendo el tambien que al-
gunos pasaj es de Oseas sugieren 1a
muerte efectiva de Moises. Yahuda
agrego que Sellin se retracto en seguida, perc Freud respondi6, alzando los hom bros : "tarnbien el pudo tener razon", CO). Si recordamos sus
propias vacilaciones a prop6sito de
la publicaci6n de su "Moises", el modo como reconocia no estar seguro
de sus bases, el heche de que a1 principio hab16 de su obra como de una
novela hist6rica, mas que nunca se
persuade uno de que fueron emociones mas que esfuerzos cientificos las
que motivaron sus vacilaciones las dudas y las crisis de ansiedad que no
cesaron de mortificarle desde su confron taci6n con el Moises de Miguel
Angel. Obra que le fascinaba y le
inquietaba al tiempo, teniendo la costumbre de sentarse durante horas enteras a la derecha de la balaustrada
del altar de San Pedro de Liens en
Roma, para contemplar el muro derecho contra el cual se destacaba la
escultura. Todo 10 cual ocurrta casi
veinte alios antes de la llegada de Hitler. Como sl sus preocupaciones anticipasen la atenci6n POl' los [udios,
que dio paso a las atrocidades de Hitler.
-vFREUD:
CREYENTE
VIRTUAL
EN
SU INCONSCIENTE?
Ante Moises, como ante otros que
Ie apasionaban,
Freud parece haber
experimentado
penosos sentimientos
de inquietud y conflicto: en el, el
sabio positivista (consciente) y el ereyente virtual (inconsciente)
se combatian abiertamente.
Notemos que a
despecho de todo su positivismo anti-
42-
vacila en decir que" la aceptaci6n y
de este aspecto de su personalidad, no
ca de muchas cosas. Jones, hablando
religioso, se mostr6 supersticioso acerel rechazo operan" en la mayoria de
nosotros en muchos casos de superttcion y que Freud no era una excepci6n a esta regla (47). Citemos, POI'
ejemplo, su inclinaci6n a creer en una
cierta telepatia, a tribuir una significaci6n esoteric a a numeros como 17,
61 0 62 que, POl' 10 demas, debian indicarle la edad de su muerte. En una
discusi6n relativa a diferentes fen6menos comunmente denominados 'psiquicos", Jones hizo esta anotaci6n:
"Si se pudiera creer en la existencia
de procesos mentales flotantes en el
aire, se podria igualmente
creer en
los angeles"; que Freud concluyo (a
las tres de la manana) diciendo: "De
acuerdo, aun para 'del' liebe Gott' ".
("). Jones precisa que estas palabras
de Freud fueron pron unciadas en un
tone placentero,
como si se tratara
de una broma. "Sin embargo, agrega, habia un interrogante
en su mirada, y yo 10 deje, preguntandome,
con un poco de ansiedad, si en el fondo, no hablaba seriamente"
('0). Un
poco mas lejos, Jones escribe 10 que
sigue: "En su correspondencia,
Freud
a menudo hace alusion a los numeros misteriosos que Fliess le habia ensefiado. Ouando escribe
a Frenczi
que sufria de una jaqueca 23 mas 2
dias despues de su aniversario, 0 cuando reprocha a Jung no haberle escrito aun 28 menos 3 dias despues de
su ultima carta, estamos obligados a
concluir que estas notas insignificantes, hechas es cierto en tone de brorna, revelan sin embargo alguna huella de una creencia en la significaci6n de estos numeros" ("0).
Durante un tiempo, Freud estuvo
fascinado POl' los "medium" y no se
mostro nada esceptico acerca de la
telepatia. Pretendia
que gentes, aun
cultivadas, que hubiesen creido en su
infancia en el regreso de los espiritus, son ractlmente inclinadas a creer
en 10 irracional. A este proposito aporta una experiencia personal. Le ocurrlo que encontr6 a la hermana
de
uno de sus enfermos muerto algun
tiempo antes. Aquella se parecia a su
hermano y este pensamiento
atraveso espontaneamente
POl' su cabeza;
"Asi, no es imposible que los muertos
resuciten" ("'). Agrega que en el mtsrno instante
esta idea le avergonz6,
pero no es menos cierto que habia en
el una fuerte dosis de afectividad que
Ie inclinaba ya a la supertici6n,
y a
fila creencia en una inmortalidad
sica del hombre sobre la tierra.
Lo vemos, pues, luchar contra ciertas tendencias
espirituales
en forma
deliberada, las que pugnaban POl' expresarse POl' medio de mecanismos
bien conocidos de deformaci6n
y de
elaboraci6n .secundaria, considerados,
POl' 10 demas, POl' e I como caracteristidos del inconsciente
y de los suefios; y que en el asumian la forma de
ligeras
supersticiones
ansiosas,
de
creencias involuntarias
e irracionales
en 10 que se llama comunmente espiritismo.
Esta sumaria exposicion de los "automatismos" freudianos dirigidos hacia la superstici6n, la telepatia, el espiritismo, la parapsicologta
-expresiones modern as de ciertos aspectos
de la Ingenuidadhumana
surgidos de
un materialismo simplista 0 de un espiritualismo
aun mas simplistano
debe sel' considel'ada como una cl'iti-
43 -
En verdad, Freud tenia una causa
ca de nuestra parte. Estos deslices de
que defender. En varias oportunidaFreud en nada disminuyen su grandes cuando habla de religi6n pretendeza. Por el contrario, su presencia
subraya la extraordinaria
fuerza de de [uzgarlas por sus ceremonias (sin
especificar cuales) y por el heche de
voluntad que debi6 desplegar durante
que ella ofrece una inmortalidad ilutoda su vida para mantenerse en equisoria al hombre de la calle, credulo
librio sobre la cuerda ftoja del macomo un nino. Critic a tambten con
terialismo cientifico, tendida por encima de la totalidad del campo de la acritud 10 que denomina el ceremonial de la misma. Y sus descripciones
actividad pslquica del hombre.
tan vtvas y casi inspiradas, de la muerDespues de haber realizado este herte del Padre, de la muerte de Moises
culeo prodigio de un constante equilibrio cientifico, Freud se propuso 0- y de la muerte de Cristo nos ponen
en presencia de una humanldad no
tra tarea, perc esta vez sin salir avanredimida y siempre culpable de una
te en ella, que parece haberse inspimuerte cuyo precio es la muerte inerado en su deseo de separar la religi6n, que de segura Ie incomodaba 0 vitable y absoluta, la nada.
le embarazaba. Pero deseando "aboSin embargo, a veces a alturas sullr" la religi6n, omiti6 investigar la blimes de inspiraci6n, como cuando
plena significaci6n de esta, a traves
habla de San Pablo 0 describe los
de los tiempos, y se propuso desconnexos afectivos que aseguran la coceptuarla a su amafio. En efecto, co- hesi6n del grupo. Muestra que la como ya 10 hemos sefialado, la redujo
munidad cristiana constituye una unla la concepci6n que de ella tiene el dad no s610 para la devoci6n de cahombre de la calle. Si se aplicase a la da uno de sus miembros al Padre 0
ciencia tal reducci6n, esta apareceal conductor, imagen de Aquel, sino
ria como el arte de fabricar iuguetambien por su identificaci6n
con
tes mecantcos 0 de recortar slluetas
Cristo; y porque se les urge a peren papel Q como el espectaculo diamanecer fieles no s610 amando al Crisb6lico de gruas 0 bulldozers gigantesto, ni s610 porque Este los ama, sino
cos. El hombre de la calle, es, desde
porque se aman los un os a los otros,
luego, incapaz de comprender y aun
como el Cristo los ama. Pero sl Freud
de presentir 10 que realmente es la verific6 la slngularldad de esta serie
ciencia, ya que es pragmatico, utide nexos basados en el amor y deslitario, realista y s610 apto para saprovistos de aquel "masoquismo motisfacer prosaicamente sus necesidaral" caracteristtco
de la comunidad
des cotidianas;
ostentando,
aslmtsj udia precrtstlana, sin embargo, no los
mo, su religi6n la Impronta de semetuvo en cuenta al fin y al cabo.
jante in genua psicologta, que no conEs tamblen extrafio que haya pasaserva de ella mas que Ia letra. De
do
tan racnmente en silencio la noall1 que evaluar la religi6n de acuerci6n
de amor ("caritas" - agape) que
do con este criterio equivale a crear
constituia
a sus ojos el "leitmotiv" del
una realidad artificial que se denohombre y de la comunidad ideales,
mina rellgi6n para las necesidades
probablemente demasiado encumbrade la causa.
44-
da para incorporarse en la vulgar rellgion del hombre de la calle. Aun
mas: me parece que una religion para la cual el tema de la muerte, si
bien constante, no es exclusivo, ha
dejado un vacio en las meditaciones
de Freud, que necesitaba contemplar10 en toda su desnudez; POI' 10 cual
Jones escribe estas lineas de una concision notable:
"El, (Freud) esperaba la fecha de
su muerte, prevista para febrero de
1918, con sentimientos mezclados de
temor y deseo. No debemos olvidar,
POl'cierto, que el tema de la muerte, su
temor y su deseo, nunca dej6 de preocuparle: encontrando el origen de esta angustia en su mas tierna infancia, cuando la perdida culpogena de
su hermano menor" (52).
Asi, este tema esta entrechamente
ligado a la muerte psico16gica del hermana menor, de la cual fue culpable
el j oven Freud en los alrededores de
1857 en la pequefia poblacion de Freiberg. Jones tiende a insistir en el sentimiento de soledad que experimentaba su biograflado POl' el hecho de
su pertenencia a una familia j udia
en una comunidad de predominio cat6lico. Lo que es bien sorprendente,
ya que cuando una minoria racial es
insignificante los prejuiclos hacia ella
tienen poca posibilidad de ser virulentos. Freiberg era un pueblo de
5.000 habitantes, cat6licos todos, salvo una centena de protestantes y 0tra de judios. Alli Freud tenia una
aya cat6lica bien piadosa que slgntficaba un puente entre la sinagoga
y las cinco iglesias del lugar, entre
las cuales se destacaba la famosa
Iglesia de Santa Maria cuyo campanario alcanzaba par 10 menDs doscientos pies de altura.
El pequeno Freud estaba muy unido a esta nifiera y hablaba eslavo con
ella. "Sefialemos, sobre todo, escribe
Jones, que ella era cat6lica y tenia
la costumbre de llevar al muchacho
a los oficios religtosos. Ella le inculco las nociones de Cielo e Infierno y
posiblemente tambien das Ie Salvacion y Resurrecci6n. Al regresar de la
Iglesia el nifio tenia la costumbre de
hacer sermones y de exponer las obras
de Dios" (53). Jones sugiere que las
campanas de la Iglesia cat6lica no
anunciaban el amor fraterno (para
Freud), sino la hospitalidad hacia el
restringido clrculo de los no creyentes. "Es posible que la resonancia de
este carill6n fue 10 que mucho tiempo despues perturb6 el suefio de Freud,
hasta el momento en que, para poner fin a ese ruido molesto, sofi6 que
el Papa habia muerto" C'). Es, en
verdad, dificil discernir las profundas
mociones de ese sueno, pero se puede
suponer que se trataba de una hostllidad mas hondamen te arralgada de
10 que uno piensa a primera vista.
He aqui c6mo Freud mismo transcribe este suefio:
"En otro suefio yo Iogre igualmente preservar mi dormir, amenazado esta vez POl' un estimulo sensorial. Fue
POl' azar, al descubrir el nexo que unia este suefio a su estimulo sensorial, POl' 10 que pude interpretarlo.
Me desperte una manana en pleno
verano en el Tirol, con la convtccion
de que habia sofiado: el Papa ha muer
to. No podia interpretar
este suefio
no visual. Recorda apenas haber leido, poco tiempo antes en los diarios,
que su Santidad estaba ligeramente
indispuesto. En el curso de la mafiana
mi mujer me pregunt6 si habia escuchado el terrible ruido producido POl'
45 -
el carill6n de las campanas desde la
madrugada
de aquel dia. En verdad,
de ello yo no tenia conciencia perc
entonces comprendi mi suefio. Mi necesidad de dormir me habia hecho
reaccionar
al ruido con el cual los
piadosos tiroleses intentaban
despertarme. Me habia vengado de ellos, extrayendo esta deducci6n que formaba
el contenido de mi sueno y asi habia
podido continual' durmiendo sin percatarme del ruido" ("5).
Este suefio aparece en el capitulo
intitulado
"Materia
y fuente de los
suefios", con el titulo "Fuentes
somaticas". La Interpretacion
formulada POl' Freud parece sugerir un nuevo aspecto de la economia pstquica
de los suenos, a saber: que el papel
de estos es preservar el dormir. El suefio en cuesti6n tiene su estlmulo en
una fuen te soma tica: las campanas
de la Iglesia. Mas, sin poner en duda
la sinceridad
de Freud y la exactitud de su Interpretacion,
no puede
uno menos de formularse
algunas
cuestiones complementarias:
Fue, primero su mujer quien le pregunt6 si habla escuchado el "terrible
ruido" de las campanas de la igtesia,
sin que el hubiera tenido conciencla
de tal campaneo y sin aun recordar
haberlas oido, despues de la pregunta
de ella. El fen6meno de Ia sobredeterminaci6n descubierto POl' Freud en
el funcionamiento
psiqutco permitiria
dar a este sueno un interpretaci6n
un
poco mas ambiciosa que la suya. lPorque el Papa? Es facH responder a esta cuesti6n recorriendo apenas a los
principios sentados POI' Freud sobre
los suefios. Algun tiempo antes, este
se habia enterado POI' los diarios de
la enfermedad
del Papa. As!, la ma-
teria del sueno (el Papa) puede ser
considerada como el resto de una impresion recibida durante la vigilia y
elaborada en el suefio. Y una ultima
observaci6n:
(,pOI' que la muerte del
Papa podia volver inofensivo el cartll6n de las campanas?
Freud habia
podido sonar en la curaclon del Papa.
En este caso su reaccion habrla sido:
no es nada grave, dejemos sonar las
campanas y continuemos
durmiendo.
Pero el mismo nos da la verdadera
clave de este problema cuando escribe: "Yo me habia vengado", revelando asi de modo bastante
directo su
profunda
hostilidad.
Se podria llegar a identica conclusion enfocando
el suefio de modo mas simple todavia. El sonar con la muerte del Papa
no es en suma otra cosa que la reaIizaclon onirtca de un deseo. Freud
conocia POl' el diario la enfermedad
del Santo Padre, informaci6n
que le
habia tocado el punto neuralgtco de
su hostilidad: la Iglesia Cat6lica. Hostilidad que se podia manifestar
de la
manera mas caracteristica,
es decir,
directamente.
Los
nifios,
apunta
Freud, tienen de ordinario suenos en
los cuales sus deseos inconscientes
se
realizan sin disimulo. Su incomparable experiencia
en la interpretaci6n
era tal que llegaba a tener suenos "directos". lPor que, pues, no admitir que
este simple suefio: "El Papa ha muerto" fuera la realizaclon directa de un
deseo en forma no de una imagen plastica, como en la mayor parte de los
suefios, particularmente
de los infantiles, sino de un pensamiento sin imagen, especie de apercepci6n
vuelta
conscien te en el suefio de Freud?
El, 10 relat6 en 1913, de modo mas
detallado
en 1914 y, POI' liltimo, en
46-
1916. No nos sorprendertamos st un
dia descubrtesemos que Freud tuvo
este sueno en el momenta de la Ultima enfermedad de San Pio X y de
la elevaci6n al trono de Benedicto XV.
POl' otra parte, el hecho de que Freud
al referirse a este suefio Harne al Papa "Su Santidad" es muy revelador.
Esta terminologia, mas 0 menos eclesiastica y de una correcci6n diplomatica sorprende en el estilo de Freud,
POl' habito tan frio y reservado, sobre
to do en 10 relacionado con la religi6n
y las cuestiones religiosas. Talvez, tal
expresi6n "Su Santidad" revele en el
una actitud de respeto extremado asumida en un momento de su vida en
que estaba invadido POl'deseos inconscientes de la muerte del Santo Padre.
-V I-
EXPLICACION
PSICOLOGICA
PLAUSIBLE DE LA HOSTILIDAD
DE FREUD ANTE LA RELIGION
lOe d6nde procedia, en suma, esta
suspicaz hostilidad de Freud hacia la
Iglesia y la religi6n en general? Si
urdi6 de esta una caricatura fue, sin
lugar a dudas, para desconocerla mas,
apllcandola porIa muerte del Padre
primitivo, de Oios y del Hijo de Dios,
muerte que en su angustia y su eredulidad los culpables convirtieron en
una ilusoria resurreccion de los muertos para la inmortalidad.
Como en varias oportunidades ya
10 hemos sefialado, los conocimientos
actuales de la vida de Freud no nos
permiten aim formular una respuesta definitiva a este problema. Sin em
bargo, nos creemos con derecho de
proponer al efecto una sintesis psico16gica adecuada.
El pequeno Freud sinti6 intensa pe
na cuando confirm6 la realizaci6n de
los deseos de muerte dirigidos hacia su
hermano; y POl'el resto de sus dias se
sinti6 culpable, se creyo merecedor de
la muerte y nunca dej6 de desearla
auncuando temiera su proximidad. El
hecho que sigue nos muestra tambien
hasta que punto temia el [uicio final.
Refiriendo sus impresiones sobre el
fresco pintado POl'Signorelli en la Cupula de Orvieto, omite POl' completo
mencionar el fragmento del mismo
consagrado al Juicio Final. Olvida tam
bien (reprime) el nombre de Signorelli, autor del fresco. El, POl' costumbre tan perspicaz y agudo, no advirti6 que si las palabras "Herr" y "Signorelli" Ie afloraron a la mente casi
en forma simultanea, fue "incapaz"
de admitir en su mente (conciente) el
nombre del Senor Dios ("elli" .es tambien para uri ebreo el equivalente fonetico de Dios). En esto hay angustia, una esperanza Hena de temor y
un temor Ileno de esperanza en relaci6n con los asuntos de Ia muerte
y la resurrecci6n.
Para deshacerse de la culpa consecutiva a la muerte de su hermano,
tan ardientemente deseada, Freud nino, Freud adulto y Freud viejo (en
el "inconsciente" de su aparato psiquico) es posible que deseara la resurrecci6n de los muertos, condici6n
del retorno a la vida de su hermano.
Mas, de otro lado, esta resurrecci6n,
acerca de la cual de segura Ie habia
ilustrado su nifiera cat6lica, no le habia despertado esa hostilidad mortal
que la subita desaparici6n de esta aya
provocara en el una brutal liquidaci6n de sus esperanzas, recordandole
con insistencia que no hay resurrec-
47 -
ston, que la muerte es la muerte, Ia
n da, el modo como el destino traicion a la grandeza y la esperanza del
hombre sobre la tierra.
Esta Intulcion de la futilidad de toda esperanza y de toda promesa explica probablemente la amargura con
la que Freud consideraba la religion
como impuesta a la credulidad infantil del hombre. lEra necesario que la
confianza del joven Freud en 8 U nlnera Ie condujese a la desesperanza
y a hacerle perder definitivamente la
fe?
Posiblemente todo esto contribuyo
a hacer el domingo y sobre todo el domingo de Pascua fascinante de modo
especial para Freud. Abri6 su consultorio el domingo de Pascua. Deseo encontrar a su mejor amigo, el Dr.
Fliess, en Roma, el dia de Pascua, para
festejar e neste dia glorioso la conclusion definitiva de su "Ciencia de los
suenos" CO).
Da tos psicologicos e htstoricos nos
permiten, pues, establecer hasta que
punto la religion le habia fascinado
desde su Inrancla y como una simple muter eslovaca le habia decepcionado al no realizar sus prornesas
de proteccion y de resurreccion. Es
posible que esta campesina eslovaca
se convirtiera mas tarde a los ojos de
Freud en el hombre de la calle, cuya religion, asimilada a la autentlca
religion, no le inspiraba sino des den
y desprecio.
8i Jones tiene razon al creer que
Freud no aceptaba la teologia de su
aya, se engaf'ia cuando considera la
actitud de aquel hacia esta teologia
como una simple excrecencia autobiografia, par que fue bajo la influencla
-
de ella cuando Freud adqutrlo una
vision astigmatic a de la religion. Mas,
por fortuna, no es necesario participar de esta vision para adherir al psicoanalists, ya que es posible utilizar
su psicopatologia sin inclinarse ante
su ateismo militante.
lQue pensar, entonces, en la practica de una terapia psicoanalitica? La
respuesta es Identica. El revestimiento de ateismo del pstcoanaltsis freudiana no 10 ha aislado ni protegido de
la Influencia de los aspectos especificamente humanos de la psicoterapia, que ensefian que la personalidad
humana es mucho mas que un complejo laberinto de mecanismos pslcoIogicos y muestran la prespectiva de
una relacion trascendental
del hombre con 10 desconocido.
Desde que el hombre ha emprendido 10 que llama su "conquista de la
naturaleza",
siempre ha tenido tendencia a tomarse por el conquistador del universo y, con el objeto de
asegurarse este prestigio de conquistador, se ha ensenoreado del trofeo
(naturaleza, universal y se ha esforzado por suprimir el Creador que habria arriesgado dispuetarle su soberanla imaginaria. Esta tendencia se encuentra en la repugnancla de Freud a
conceder a la fe religiosa su verdadera
acepcion y a adherir a ella como tal.
Es igualmente un fen6meno analogo
el que incita a concebir y a tomar en
serio "la moral sin pecado (Hesnard)
y la "religion sin revelacion" (J. Huxley), es decir, un universo hecho por
el hombre y tan solo para el, con leyes de origen humano que rigen la
vida y el modo de vivir. No nos sorprendemos, asi, al descubrir, en el
48-
campo de la psicologfa humana, que
un hombre como Freud, 0 cualquiera
que sea por otra parte, su grandeza,
haya tenido sin cesar la visi6n con pavor Ia nada y esquivando de antemano, con des den y disgusto la sedtcente posteridad. Semejante hombre se
siente oprimido por su propia civilizaclon, atormentado por su propla cultura, aislado por su propio medio social, perpetuamente amenazado por la
agrestvidad meditada de los otros.
Y sin embargo, no se puede evitar
pensar que este aspecto de la personalidad de Freud no es mas que la
prueba de la fragilidad human a en general y de la de Freud en particular.
-
En cierta forma, Freud parece haber
comprobado la verdad mas trascendental cuando escribe que, para el, ser
normal es "arbeiten und lieben" (trabajar y amar).
Me parece que uno de los mayores
errores de esta centuria, en el centro
de la cual se yergue tieramente la tigura de Freud, consiste en esto: el
hombre ha omitido por completo reconocer que la humilde aceptacton de
su tare a y de su miston constituye su
grandeza; ensayando sondear los mtsterios del mundo humano y de las cosas, ha naurragado en el ocultismo
supersticioso y en el cientismo megaIomanlaco.
49-
NOT
A
(]). Ernest Jones, "The life and Work of
Sigmund Freud" (3 vol., N. York, 1953 1957), T. III, p. 368.
('). Ibid., III, p. 226
(0). Ibid., II, p. 228
('). Ibid., III, p. 368, nota
(0). Ibid., I, p. 8
(0). Ibid.
(7). Ibid., nota
(0). Ibid., III, p. 349
(0). Ibid., III, p. 351
(1'). Ibid., III, p. 350
(11). Ibid.
(U). Ibid., III, p. 192
(13). Ibid., III, p , 193
(U ).
Ibid.,. III, 194: subrayado agregado.
(1'). Ibid., III, p. 221
(10). Ibid., III, p. 289
(11). Ibid., III, p. 353
(I"). Ibid., III, p. 352
(10). Ibid., III, p. 353
('0). Ibid., III, pp. 353-354
("). Ibid., III, p. 354
(22).
Ibid.
(0)). El autor no pretende abordar aqui una
exphcacion teologtca de la transmiston
del pecado original, sino las leyes de
la herencia psicol6gica, cuya patologia no carece de relacion con el pecado (N . d. 1. r., en la trad. francesal.
("). "Acta Apostolicae Sedis", 45 (1953),
277; Doct. Cath., 1146 (mayo 3/53), col.
522.
("). Leo Francis Koch: "Vitalistic-Mechanistic Controversy", Scientific Monthly,
85, NQ 5 (Nov. 1957), pp. 245-255.
("). Bronoswi, en Koch, ibid. p. 253
("). Frank, en Koch, ibid.
('"). Ibid.
('0).
Jones, op. clt., III, p. 359
-
(ao).
(al).
(a,).
(••).
(0<).
(").
('0).
(01).
(aa).
(30).
('0).
«».
(U).
(U ).
('0).
(.. ).
(").
(U).
('0).
(00).
COl).
(O2).
(OS).
(0<).
(5r.).
(50).
50-
S
Ibid.
Ibid.
Ibid., III, p. 358: subrayado agregado
Ibid., III, p. 357
Ibid., p. 354, subrayado de Jones
Ibid., III, p. 356
Ibid., III, p. 360
Ibid., III, p. 358
Ibid.
Ibid., II, p. 279
Ibid.,III, p. 3 6 5 (Jones)
(02).
Ibid.
Marie Bonaparte: "Eros, Saul de Tarse et Freud", Revue Francaise de Psychanalyse,
21, NQ 1 (enero-febrero 1957), pp. 23-24.
Jones, op. cit.; III, p. 369
Ibid., III, p. 370
Ibid., III, p. 373
Ibid., III, p. 379
Ibid., III, p. 381
Ibid.
Ibid. III p. 3 8 3
Ibid.
Ibid. III, p. 42. Cf. tamblen
t. II, p.
196, 10 que concierne a la predtccion
de la muerte de Freud.
Ibid. I, p. 6
Ibid. I, p. 12
Sigmund Freud, "La ciencia de los suenos", Alcan, 1926, P. U. F., 1950, p. :U2
Siegfried y Susana Cassirer Bernfeld
han efectuado un penetrante aunque in completo estudio de los primeros atl:os
de la vida de Freud. La importancia
atribuida por el al domingo, y sabre 00do al domingo de Pascua, es constderada por estos autores en un articulo:
Freud's Fierst Year in Practise, 18861887", Bulletin of the Menninger Clinic, 16, NQ. 2, marzo 1952.