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FREUD Nuevo POR Y LA examen GREGORY de una RELIGION antigua ZILBOORG M. D., F. A. P. A., Trad. del trances, exclusiva Pslcologia de Ill. Universidad Urbano -1 - PSICOANALISIS Y RELIGION En menos de 10 afios (aproximadamente de 1951 a 1957) Ernest Jones escribi6 una biografia de Freud en 3 volumenes. Organizador del psicoanalisls en Inglaterra, Jones fue durante muchos tiempo Presidente de la Asociaci6n Psicoanalitica Internaciona1. Y amigo personal de Freud durante 30 ail os perteneci6 a aquel "Comite de los Siete" -Hamada asi en la intimidadque rigi6 efectiva, si no oficialmente, los destinos del psicoanaltsls ortodoxo, POl' muchos anos. Es natural que al estructurar la biografia del fundador del psi cocoanalists, que comprende alrededor de 1.500 paginas, Jones se haya visto obligado a repetir bastantes datos y a familiares a los psicoanalistas profesionales y a muchos lectores cultos. Ni sorprende si en esta obra el bi6grato trata de alguno de los aspectos mas discutidos de las teorias psicoa- controversia. para Ill. Revista de Ill. Facultad de Naclonal, por el Dr. Oscar Jimenez nalistas 0 presenta sus propios puntos de vista personales y profesionales, cuestiones que, en su mayor parte suj etas aeon troversia, han side aclaradas en multiples polemicas or ales 0 escritas; POl' 10 cual se puede afirmar que entre los "principios freudlanos" s610 muy pocos han side cuidadosamente debatidos y mas 0 men os integrados al cuerpo de conocimientos conocido con el nombre de psicopatologia. Mas con todo, una atm6sfera de tensi6n y de oposici6n latentes persiste aun en las relaciones entre el psicoanallsis y la religi6n. Es cierto que numerosas personas cuya alcurnia espiritual y rectitud en Ia fe son indiscutibles no encuentran razones de conflicto entre esta y aquel, consideran do el pslcoanalisis como un conjunto de conocimientos que debemos a Sigmund Freud. Y asl, las obras del pastor de St-Mary, en Oxford (lglesia angticana), R . S. Lee: "Freud and Christianity" (New York, 1958), Y del profesor de psicologta Padre Peter 19- Dempsey, O. F. M. Cap., en la Universidad de Cork, en Irlanda: "Freud, Psychanalyse et Catholicisme" (Cork, 1956), prueban la posibilidad de establecer una sintesis satisfactoria entre la psicologta y la religion, sin menoscabo de la una ni de Ia otra. Pero esta perspectiva esta Iejos de ser suficiente y universalmente reconocida. Si en su discurso del 15 de abril de 1953 al Congreso Catolico Internacional de Psicoterapia y Psicologia Clinica el Papa Pio XII sefialaba los limites morales de ciertos aspectos del psicoanalisis, el no hacia mas que subrayar la necesidad de adoptar actitudes diferentes hacia el psicoanalisis teorico y en sus aplicaciones psicoterapeuticas, Comprendemos con facilidad que en este discurso el Papa no hay a destacado la cuestion del "Ateismo Cientifico" de Freud. Hablaba a una agrupacion catolica: por consiguiente no se podia poner en duda Ia fe del auditorio, entre el cual se encontraba gran numero de sacerdotes y de religiosos y cuyo presidente honorario em el Padre Agostino Gemelli, Presidente de Ia Academia Pontificia de Ciencias y Rector de la Universidad del Sagrado corazon de Milan. Tampoco el nombre de Freud fue mencionado en el discurso papal ni considerada su actitud hacia Dios. Recientemente, ciertos tomistas como el Padre Noel Mailloux O. P., en el Canada, el Padre Alberto PIe O. P., en Francia y el Padre Agustin Leonard O. P., en Belgtca, han tratado con amplitud y profundidad las posibilidades de sintesis entre los principios esenciales de la psicologta de Freud y la filosofia tomista. Adernas, el P. - Leonard ha contribuido notablemente a la solucion de estos problemas consagrando varios arttculos del "Suplemento de la Vida Espiritual" al examen sistematico de numerosos articulos y libros que, versando sobre la psicologia contemporanea, reflejan casi siempre Ia influencia de las diversas escuelas de pstcoanalisis. Asi, el P. Leonard no solo ha proporcionado a los catolicos una vasta documentacion sobre este asunto, escogida muy juiciosamente, en mi concepto, sino que ha tenido que concluir que Freud en cuanto persona no debe ser identificado con el psicoanalisis que ha creado. El ateismo de Freud no es una "conditio sine qua non" para la practica de un buen psicoanalisis. Su magisterio, a pesar de su ateismo militante, es menos peligroso para la verdadera religion que la actitud de Jung, explotaclon pragmatic a de la creencia religiosa al servicio de la psicoterapia. El Padre Bruno de Jesus Maria, O. C. D., Y el Padre Luis Beirnaert S. J., han trabajado en analogo sentido. Y sin embargo, la biografia de Freud redactada por Jones vuelve a plantear estos problemas, no resueltos aun del todo. El intelectual medio y, con mayor razon, el hombre medio tienen la con vice ion de que el ateismo de Freud es un constitutivo esencial del psicoanalisis: y pocas personas, si no nlnguna, piensa que este ateismo solo tiene una genesis puramente personal. Lej os de ser uno de los pilares que sopor tan las teorias freudianas, talvez 10 contrario podria ser 10 verdadero: Freud habria utilizado las premisas del psicoanalisis, de las cua- 20- les fue su autor, para justificar un ateismo, que suscitaba en el una inquietud mas profunda de 10 que a primera vista se supone. Es dudoso que este problema del ateismo de Freud sea resuelto, pronto, pero Jones ha aportado luces eficientes al estudiar a la vez la personalidad de Freud y la de algunos de sus discipulos. Adernas, ha indlcado con claridad los diferentes aspectos de la cuesti6n, procurandonos asi una documentaci6n inapreciable. POI' desgracia las discuciones no pueden ser evitadas, pues el asunto mismo ha side abordado con frecuencia con animo de polemlca. Y aun algunas veces es presentado de modo poco fiel al verdadero espiritu de la teoria psicoanalttlca freudian a que Jones, fervoroso discipulo de Freud durante toda su vida, pretende exponer con to do el rigor caracteristico de la actitud cientifica que, a falta de un termino mejor, se llama objetividad. -II-- INFLUENCIAS RELIGIOSAS SUFRIDAS POR FREUD Es necesario afirmar que no es ni cientifico ni justo considerar como un tabu en la personalidad de Freud las fuentes inconscientes 0 afectivas de algunas de sus ideas. De hecho, el bi6grafo de Freud, al disponer en abundancia de cartas y documentos, ha podido adquirir un conocimiento muy completo de las reacciones afectivas del fundador del psicoanalisis, No ha vacilado en aplicar este conocimiento al estudio de los actos y de - los escritos de Freud, a excepci6n tal vez de 10 que nos interesa aqui: su ateismo. Asi, Jones al notal' que el Interes de Freud POI' Moises revelaba una profunda preocupacion afectiva, escribe 10 que sigue, a prop6sito de sus reflexiones sobre el Moises de Miguel Angel: "A Freud le ha preocupado la cuestlon siguiente: fue Moises incapaz de controlar su calera, como 10 relata la Biblia 0, POl' el contrario, hab1a 10grade ese perfecto dominio de s1 que Freud descubre en la obra de Miguel Angel? Sabemos que este problema inquietaba a Freud en el momento en que reprimia su propia indlgnacion ante la subita desbandada de sus discipulos suizos. Esta coincidencia confirma 10 que su preocupaci6n POI' si misma habr1a bastado para pro bar : poseia razones afectivas para identificarse con su poderoso predecesor" (') No vemos claramente POl'que Freud, en la situaci6n afectiva en que se hallaba en aquella epoca, hab1a escogido este "poderoso predecesor". Parece dudoso que, aun inconscientemente, hubiese estado inclinado a sentirse, en el siglo XX, el profeta de una Nueva Ley, el augusto dispensador de los Diez Nuevos Mandamientos Cientificos. Esto nos parece simplemente dudoso, pues Freud era, sin discusion, un hombre de dimensiones y de aspiraciones heroicas, perc sin ostentacion. i,Abundan en el pasado personas que hubieran sufrtdo tanto como el durante los ultimos diez y seis afios de su existencia? Desde la primera operaci6n de su maxilar (cancer) hasta el final de sus d1as vivi6 en un cons- 21- 10 herolco" sea totalmente responsable de la visible y fuerte identificaci6n de Freud con Moises, En una nota de su libro escribe al erecto: "Yo me he preguntado a menudo si el Compuso un "Moises" a los ochennombre judio de Julio (hermano meta anos, lejos de su hogar y privado nor de Freud). no era Molses, En este de sus libros. caso, la identificaci6n de Freud con Sin embargo, no habia perdido el este "It" en Ingles) tendrla como radominic casi sard6nico de los acontez6n profunda una reacci6n al odio, stcimientos y en el momenta mismo de milar a aquel de Napole6n POl' su hersu derrota personal alimentaba en su mana Jose. POl' desgracia, los nazis fantasia sus suenos de conquista. Cihan destruido todos los documentos temos a este prop6sito dos ejemplos relativos a esta cuesti6n" (') .Esta hisignificativos: potetica referencia al hermano meEntre las condiciones que Ie fueron nor, Julio, adquiere aqui una imporimpuestas porIa Gestapo nazi antes tancia Capital. Parece que Jones se ha de poder abandonar a Viena legalya asomado a la primera infancia de mente, si se puede decir, se Ie exigi6 Freud con el fin de proponer una hifirmar un papel en el que declaraba p6tesis profunda, POl' asi decirlo, en que habia side tratado porIa Gestapo una simple base fonetica. SI Jones 10en forma digna de su range de gran grara pro bar que el pequeno Julio, erudito de reputaci6n internacional. muerto a los 8 meses (cuando Freud Freud acept6 testificarlo con la conapenas tenia 19) se lIamaba en hedici6n de agregar una frase: "Recobreo Moises, se justificaria la hip6miendo calidamente la Gestapo a totests siguiente: afios mas tarde, a condos". ('). secuencia del retorno de las emocioDe camino a Inglaterra, sono que nes tan comun en el inconsciente, iba a desembarcar en Pevensey. oonto Freud se habria identificado con el este suefio a su hijo, quien, residente nombre de Moises: tal es, en apaya en Inglaterra, habia salido a esperiencia, el sentido del neutro "It" en el rarle a su lIegada a Londres. Freud texto de Jones. Poco importa que este precise que Pevensey era el lugar en tega 0 no raz6n. Recordemos apenas el que Guillermo el Conquistador haque en este interesantisimo supuesto bia desembarcado en 1066 C). Curiosa parece reconocer que los aconteciparadoja: la expulsi6n de Freud viejo mientos de la vida de un nino de 19 y afligido de la ciudad en donde hameses adquieren a menudo "un probia vivido desde su infancia, fue infundo significado"; 10 que, POl' otra conscientemente trocada POl' el en parte, es exacto, aunque en el preotra batalla de Hastings. No lIegaba sente caso esta afirmaci6n no sea paa Inglaterra para refugiarse al11 sino ra tomarse al pie de la letra. Es basen trance de conquistador. tante dificil, POl' cierto, explicar que No obstante, Jones no parece conel pequeno Freud, que en esta epoca vencido de que esta especie de "vueno tenia aun 2 anos, haya fijado en tante estado de sufrimiento y de malestar. Incapaz de hablar, no ces6 de trabajar y de escribir hasta su ultimo dia. - 10 hacia 22- su coraz6n y en su mente el nombre de Moises, que no se acostumbraba en su contorno. t',Por que no haber mas bien probado vincularse en el afecto con Julio Cesar, el que amaba aRoma y admiraba tanto a los conquistadores? II) Detengamos en otro episodio de la infancia de Freud. Hasta los dos afios y medio fue confiado a los cuidados de un aya cat6lica que, como 10 ha de escrlbir. mucho tiempo despues, "10 paseaba sucesivamente por las cinco iglesias de Friburgo". A la luz de 10 que precede parece particularmente importante notar que, desde el primer volumen de la biografia, Jones menctona los celos de Freud en relaci6n con su herman ito (tenia once meses al nacimiento de este). En una carta a Fliess (1897), Freud reconoci6 que habia deseado Ia muerte de su hermano y que la realizaclon de este deseo, al morir Julio a los ocho meses de edad, "despert6 en el una tendencia a la autoinculpacion que debia persistir en adelante" C). Acerca de esto, Jones agrega dos observaciones importantes: Aunque admitiendo que al regreso de esta visitas, Freud comentaba los oficios e imitaba ciertos gestos observados durante la misa, Jones no concede ninguna importancia a tales impresiones. Si la nifiera Ie amenazaba algunas veces con el fuego del infierno, Sigmund, que desde su mas temprana nifiez estaba preocupado por "los graves problemas del nacimiento, del amor y de la muerte", permanecia insensible ante aquellos estimulos. Preocupaciones que, por 10 demas, solo aparecieron despues de cierto tiempo de la muerte de su hermano, es decir, cuando Freud ya habia adquirido el dominio del lenguaje y manifestaba ciertas aptitudes teatrales. De alli que para Jones serla un error "atribuir una influencia durable a las creencias religiosas de esta nlfiera". I) "Vemos, pues, que, des de su mas tie rna in fan cia, Freud fue mortificado por los graves problemas del nacimiento, del amor y de la muerte" ("). A la luz de esta afirmaci6n es sorprendente que Freud haya dicho 20 afios mas tarde "que es casi Impostble que un nifio tenga celos de su hermana menor si el tiene tan solo 15 meses al nacimiento de este" C). Nos sentimos, asi, con derecho para sentar 10 que sigue: Jones se halla convencido de que desde Ia mas tierna infancia los acontecimientos y los nombres pueden ejercer determinada influencia sobre la vida de una persona; como asimismo piensa que, en circunstancias favorables, estos raetores pueden condicionar mucho mas tarde reacciones y comportamientos ricos de significaci6n. - De otro lado, el autor recuerda que otros explican la actitud negativa de Freud hacia el cristianismo por el despido de la nifiera a causa de haberse sustraido algunos dlneros, con 10 cual cometia un acto contrario a los preceptos de su religi6n. Pero can justicta Jones anota que s610 a los 46 afios Freud conoci6 la causa real de la desaparici6n de su aya y que por consiguiente, no - habia podido vmcular la inmoralidad de ella y su catolicismo. Y su conclusi6n es esta: "No hay limite para los argumentos ab- 23- surdos inventados POl' algunos autoI' s en contra de Freud". En realidad, adopta alguna posicion des favorable "investigando en Ia infancia de un Indlviduo las raices afectivas de algunas de sus actitudes?". En 10 que concierne al comportamiento del pequefio Freud a su regreso de la iglesia, Jones afirma categ6ricamente: "Mi opini6n es que este comportamiento tenia una significaci6n teatral mas bien que teo16gica" ('). Es interesante que no s6lo Jones sino gran numero de investigadores manifiesten una radical intolerancia cada vez que la "solidez" de sus convicciones antirreligiosas entra en [uego. Desde que adoptan una actitud antirreligiosa, los espiritus mas cient1ficos trasuntan una arectividad de la cual sus trabajos son cuidadosamente preservados. Admiten que la efectividad escapa al coptrol de la raz6n; pero, POI' el contrario, rehusan reconocer el caracter afectivo de su propia actitud, dej andose deslizar con frecuencia hacia falsos razonamientos. Y cubren esta debilidad con una perseverancia y una obstinaci6n que terminan POI' dejarnos alguna duda en cuanto a su propia sinceridad. Can 10 cual ellos mismos descubren a sus lectores y a sus audita res la mayor parte de sus propios prejuiclos. Precisamente este celo tan intenso, pero cuya intenci6n rehusan reconoeel' tambien intensamente, es el que los induce a recurrir a argumentos bastante bizarros. Leemos, POI' ejemplo, en la biografia de Jones que Freud "durante toda su vida fue naturalmente ateo" y que este "no exige nlnguna explicaci6n" (") (cualquiera que sea - el senti do de este). Jones describe igualmen te la familia de Freud como bastante "tibia" si no indiferente en materia de religi6n. Reconoce con seguridad que al padre de Freud le gustaba leer Ia Torah, pero, para nuestra sorpresa, precisa que la Torah es "un libro de filosofia [udia mas bien que de religion" ('0), 10 que es notoriamente falso. Par otra parte, anota que Freud fue "ciertamente obligado a seguir de cuando en cuando cursos en la Sinagoga durante sus anos escolares", pero no prueba esta afirmaci6n. Sin duda se engafia, pues cuando Ia juventud de Freud la Sinagoga y en especial la Sinagoga ortodoxa no proporcionaba ninguna instrucci6n a los ninos. Jones agrega: "El recuerdo de estas Iecciones parece haberse borrado en seguida, pues de 10 contrario Freud no hubiese dud ado del nombre del objeto mas evidente en este lugar : La Menorah" ("). Esto sume en la incertidumbre a un lector iniciado en la psicolog1a: primero, la Menorah no es el objeto mas notable en la sinagoga; y segundo, el olvido, segun el mismo Freud, Jones y todos los psicoanalistas, es la mayor parte de las veces un signa de represi6n y no la prueba de la insignificancia de la cosa olvidada. Ademas, si se recuerda con cuan ansiosa obstinaci6n Freud rehus6 casarse segun los ritos [udios ortodoxos y a que luchas estuvo sometido en esta circunstancia (su novia y futura esposa era [udla ortodoxa observante), no puede uno dej ar de sospechar que lejos de ser "naturalmente ateo" Freud se hallaba 1ntimamente conturbado porIa totalidad del programa de la fe y de las practicas religlosas. 24- Estas cuestiones, en erecto, parecian provocar en el una cierta ansiedad. Aunque fundador y director de "Imago" se cuid6 de ocultar su nombre a sus lectores cuando apareci6 POl' primera vez su estudio sobre el Moises de Miguel Angel. Si tam bien se recuerdan los numerosos escrupulos que no dejaron de atormentarlo en el momenta de Ia publicaci6n de sus otras consideraciones sobre Moises, se comtenza a conjeturar que no tenia su conciencia del to do tranquila en materia de religion. Cada vez que abordaba los temas religiosos rechazaba la religi6n en su totalidad, confundiendo con frecuencia fe y supersticion, ritual y magia, teologia e Husi6n. Seria prematuro emitir un [ulcio definitivo sobre el origen y el significado de su rebeldia ante la religi6n en general y el cristianismo en particular. Sin embargo, es casi cierto que no estaba del to do satisfecho de su propia actitud. Aunque sus opiniones no estuviesen bien fundadas las defendia con ferocidad, mostrandose incluso agresivo con frecuencia. En una carta a un miembro del "Tufts College School of Religi6n" Freud escribi6 esto: "De todos modos 10 que usted dice basta para probar que la teologia no ha inutilizado su capacidad de libre pensamiento" C2). En la misma epoca decia a Arnold Zweig que "viviendo en un ambiente de estrictas creencias cat6licas" le repugnaba revelar sus reflexiones acerca de "Moises" (hablaba de este libro como de una "novela hist6rica"). Prevenia ast, 10 manifestaba, que la publicaclon de "Moises" provocase el - exilio de los psicoanalistas y la supresi6n de los medios de subsistencia. Mas agregaba: "Debo igualmente decir que mi articulo no me parece bien fundadado y que no me satisface POl' entero" (13). POl' otra parte, aludia a la animosidad manifestada POl' un tal P. Schmidt ante el psicoanallsls, si bien reconociendo que este pastor no habia condenado oficialmente "El porvenir de una Ilusion", ese primer libro en el cual consideraba la religi6n como una ilusi6n; y abrigaba la esperanza de que el progreso del conocimiento cientifico pronto permitiria a la humanidad desembarazarse de aquella. No hay que olvidar que esta epoca, en el curso de la cual experimentaba tanta ansiedad en relaci6n con su Moises, correspondia a afios convulsos y de mal augurio. Hitler era ya el amo de Alemania y la sombra de su dominio comenzaba a extenderse sobre Austria. Entonces Freud concluyo as! una carta a Lou Salome, uno de sus fieles corresponsales y a quien confiaba sus ideas sobre la religion: "Ve usted, pues, que en Austria, en la actualidad, no se puede publicar esta concepcion que tanto me ha seducido sin correr el riesgo de vel' a las autoridades cat6licas inferir oficialmente la practica del analisis, Mas s610 este catolicismo nos protege del nazismo. Ademas, la base hist6rica de la historia de Moises no es 10 suficientemente solida para fundal' mi inestimable descubrtmiento. Permanezco, pues, silencioso, contentandome con poder creer personalmente en 10 que yo considero como la soluci6n de un 25- problema que me ha obsesionado toda la vida" (14). Desde que se aborda el estudio de las obras Freudianas aparece claramente que ademas de las cuestiones que se refieren a Moises, los problemas de la fe religiosa, en el mas amplio sentido de este termino, preocuparon a Freud durante toda su vida. Como ya 10hemos visto, el se identificaba con la tradici6n [udia (de la cual consideraba a Moises como su fundador inspirado) aunque oponiendose en cierto modo a esta tradici6n. Citemos otro testimonio de esta ambivalencia. Se apartaba obstinadamente de todo 10 que le recordase la religi6n y por ella hacia reflexiones como esta, que data del momento en que los psicoanalistas se disponian a abandonar a Viena: "Despues de la destrucci6n del templo de Jerusalen por Tito, el Rabi Jochanan qen Sakkai solicit6 permiso para abrir una escuela en Jabneh para el estudio de la Torah. Nosotros vamos a hacer 10 mismo" CO). Parece que Freud pens6 que sus teorias "in toto" eran una especie de Nueva Ley que excluia definitivamente toda religi6n y que esta, aunque pudiese ser util en algunos casos, debia ser radicalmente rechazada. Consideraba el psicoanalisis como un sistema aut6nomo, al cual la medicina, asi como otras disciplinas deben servir de trasfondo y no de esqueleto. He aqui como se expresa a este respeto: "Seria deseable crear un colegto especial en el cual se recibieran nociones de anatomia, fisiologia, patologia, biologia, embriologia y evolucion, de mitologia y de psicologia de la religi6n, de literatura clasica" CO). - Con todo, recordemos que por "Pslcologia de la Religi6n" Freud no buscaba describir los procesos psicol6gicos humanos mediante los cuales se expresa la creencta religtosa, sino mas bien refutarla. Desde 1904, mas de 35 afios antes de la publicaci6n de "Moises y el monotetsmo", formul6 una afirmaci6n que Ie pareci6 tan importante que la hizo imprimir en bastardilla: "La religi6n moderna no esta constituida sino POl' procesos pslco16gicos proyectados en el mundo exterior" (17). Jones considera que Freud demostro tolerancia cuando escribi6 al pastor protestante suizo Oscar Pfister: "En si mismo el pslcoanalisis no es ni religioso ni opuesto a la religi6n; es un instrumento imparcial que puede servir a los miembros del clero como a los laic as, en cuanto persigue tan solo mitigar el sufrimiento del hombre" (8). Es posible que el creyera sinceramente en la maravillosa neutralidad del pstcoanalisis en 10 relacionado con la fe religiosa. En to do caso, no se debe olvidar que consideraba el conjunto de los "mitos del Paraiso, de la Caida del hombre, de Dios, del Bien, del Mal, de la Inmortalidad, etc.", como precedentes del terreno de la metafisica y que esperaba "ellmlnar" estos mitos "transformando la metafisica en metapsicologia" CO). Es evidente que no se puede poner en duda la verdadera oposlclon sino la hostilidad abierta de Freud ante Ia fe religiosa. En efecto, su interes por Ia metapslcologia surge clara e indiscutiblemente de los renglones can que concluye "EI porvenir de una Ilusi6n". Apenas la ciencia y el mundo sensible le parecen reales y estima que la religi6n, 0 10 que el llama re- 26- ligi6n, deberia ser reemplazada por datos cientificamente establecidos. Ni Freud ni ninguno de sus disclpulos j amas han explicado como esta metapsicologta, que, por cierto no es ctenttfica en el sentido claslco de esta palabra, c6mo esta construcci6n puramente hip6tetica aunque brill ante y profunda puede incidir en el dominio de la teologia. Y sin embargo, tal era la convicci6n de Freud. No vela ninguna dificultad en identificar la oraci6n y la genuflexi6n con aquellas Impulsiones estereotipadas, puramente individuales, caractertsttcas de las neurosis compulsivas. Para el no habia, pues, ninguna antinomia entre actos psicopatol6gicos netamente com pulsivos y libre realizaci6n de los ritos de la adoraci6n. Tambien mostr6 una actitud de hecho anticientifica cuando pone en ecuaci6n una persona y un estado, una naci6n 0 una raza. En particular, despues de la publicaci6n de su obra "Psicologia colectiva y Analisis del Yo" (1921), la neurosis, reaccion en esencta intima y personal, Ie parece una aflicci6n susceptible de alcanzar el cuerpo politico sin tocar por fuerza individualmente cada miembro de este. Ya se podia presentir esta evacuaci6n en el momento de la publicaci6n de "Totem y Tabu". Jones anota que aun antes (1910), en su breve articulo sobre Leonardo de Vinci, Freud "expresaba claramente sus conclusiones relativas a la fuente de las creencias religiosas, donandonos asi (en el concepto de Jones) 10 esencial de su contribuci6n (la de Freud) a la psicologta religiosa" (20). Jones continua citando las propias palabras de Freud: "El pslcoanaltsls nos ha per- - mitido tomar conciencia de la relaciones estrechas que existen entre el complejo parental y la creencia en Dios; nos ha ensefiado que el Dios personal no es psicol6gicamente mas que un padre magnificado; nos muestra c6mo cada dia los j6venes pierden la fe desde que se afecta la autoridad paterna. Descubrimos asi, en el complejo parentalla ralz de toda tendencia religiosa" ("). Notemos que, en el desarrollo de sus ideas sobre el origen de a religi6n a Freud no le interesa ningun signo de trascendencia susceptible de manifestarse en la vida humana. De Ileno, parece considerar la trascendencia como no existente 0 proeedente de 10 que Jones denomina con bastante desden la "metafisiea". "No es sorprendente que las personas que aceptan las ideas de Freud sobre la religi6n acepten casi tambien con ceguera su metapsicologia que, por 10 demas, refleja mueho mejor la trascendencia de la persona humana que el naturalismo del eual el se apreeiaba? A la manera de la mayor parte de los sabios de las generaciones preeedentes, Freud se interesaba vivamente por la naturaleza del hombre y respetaba profundamente la raz6n (en la medida en que esta no este interferida ni por las emociones ni por las dificultades ineonseientes). Inquiria las leyes de la naturaleza, pero se sustraia a las leyes naturales. Mas aun: parecia subestimar estas ulttmas en provecho de un tipo especial de paralelismo que consideraba como del to do concluyente, por 10 menos en 10 que se refiere a la religi6n y las expertencias religiosas. Hay varios modos de resumir y de exponer los eriterios de Freud sobre 27- la religi6n. Aqui seguimos muy de cerca Ia presentaci6n de Jones que, entre los psicoanalistas, es en la actualidad el mas calificado a este respecto, porque comparte totalmente estas ideas, porque conocia a Freud intimamente, en fin, porque a los ojos de Freud estas ideas eran parte integrante de todo el sistema de la teoria psicoanalitica. Jones nos recuerda que en 1919, es decir, dos alios antes de la publicacion de "Psicologia colectiva", en el prefacio de un libro de Reik ("Das Ritual"), Freud afirmaba haber llegado a "una conclusi6n de una presici6n sorprendente, a saber: que hubo un tiempo en que Dios Padre recorri6 la tierra en forma corporal, ejerciendo su soberania como jefe de la horda humana primitiva hasta el momento en que sus hijos se reunieron para darle muerte" ... En este acto primitivo de liberaci6n se origin6 la mas antigua forma de religi6n: el totemismo. En consecuencia, todas las religiones se desprendieron de esta religi6n primrtiva y "se propusieron borrar las huellas de este crimen 0 de expiarlo" (") ... -III- CONCEPCION FREUDIANA DE LA RELIGION Hasta ahora, dos cuestiones se hallan en claro: 1) Freud consideraba la creencias religiosas como psicologtcamente verdaderas. Expuso esta concepci6n principalmente en "El porvenir de una ilusi6n". 2) Sin embargo, no estando satisfecho de esta so- luci6n parcial, parecia desear con ardor sustentar con bases culturales, antropo16gicas e hist6ricas la refutaci6n de la religion. Desde mucho tiempo antes presentia los fundamentos hist6ricos de esta y expres6 plenamente esta intuici6n en "Moises y el monotelsmo". En "El porvenir de una ilusi6n" (1927) se contentaba con poner en evidencia los mecanismos psico16gicos inherentes a ciertas ideas religiosas y concluta que estos mecanismos psico16gicos no Ie satisfaclan para adherir a la religi6n. Dicho de otra manera, jamas refute de modo directo la existencia de Dios ni de las leyes naturales implicadas en el desarrollo de la moral y de los dogmas religiosos. Apenas consideraba que estos dogmas no eran aceptables, pues pare clan expresarse (en el plano humano) como los seres humanos se expres an generalmente, es decir, segun procesos psico16gicos que el describi6 con una notable perspicacia. Es postble que Freud mismo y sin ninguna duda, la mayor parte de sus discipulos nunca hubieran advertido que POl' si solos los mecanismos psico16gicos no pueden servir de pauta para la verdad de la religi6n ni para ninguna otra verdad. Como si percibiese la debilidad de argumentos, investig6 las ralces hist6ricas de la religi6n que deseaba refutal'. Las encontr6 en otro paralelismo sorprendente, y aun sugestivo, si se recuerda el modo como rechazaba POl' sistema el inconsciente racial. Estableci6, en efecto, un paralelo entre las experiencias individuales Inconscientes en relaci6n con la constelaci6n psico16gica descrita habitualmente con elnombre de Complejo de Edi- 28- po y las experiencias (en apariencia tambien inconscientes) que el grupo, la raza, la hum ani dad padecen en si mismos en cuanto grupo, raza, humanidad "in toto". Estas experiencias se relacionan con el origen del totemismo, con la horda primitiva (hip6tesis freudiana audaz, es cierto, perc en extremo engafiosa), con la muerte del padre primitivo, con el fuerte sentimiento de culpa resultante de esta muerte y con la adoraci6n del padre, que fue antes el objeto de tal odio que sus hijos Ie condenaron a muerte, La adoraci6n del padre se convierte en la adoraci6n de Dios, pues, segun Freud, el Dios personal no es mas que el padre idealizado (<',no podrtamos decir que espiri tualizado?). <', C6mo esta compleja conciencia se ha trasmitide desde los dias perdidos en las brumas del pasado hasta las experiencias individuales, person ales e intimas de los creyentes actuales? Freud es, POl' cierto, incapaz de explicarlo. metafisica tanto como de la filosofia 0 de Ia antropologia. Estos factores conceptuales pueden ser utiles de seguro, aunque nos sea dificil comprender c6mo el. inconsciente puede existir en una raza. En efecto, el inconsciente y sus resonancias afectivas sobre Ia persona no son concebibles sin que esta tenga un cuerpo, una unidad organic a individualizada susceptible de servir de "sede" 0 de Continente, misterioso, es cierto, pero perceptible y tangible, de este 0 percibido de que esta hecho el inconsciente. Es esta una de las n umerosas cuestiones que Freud no resuelve y que aun dej a en un estado extremadamente oscurso cada vez que aborda con audacia dominios extrafios a la psicologia 0 que trasciende el mundo sensible de las experiencias clentificas. Es lamentable que el no hubiese aprovechado jamas las profundas intuiciones de las Escrituras que le hubieran podido ser bien utiles. 8i Jones emplea el viej 0 terrnino [ungutano "arquetipo" cuando discute las ideas freudianas sobre el origen de las creencias religiosas, no confirma ni refuta por ello las opiniones religiosas de Freud. Parece tan solo sugerir que este fue incapaz de justificar de modo satisfactorio la introducci6n de 10 que se puede llamar el inconsciente racial en un sistema de pensamiento fundamentalmente individualista, casi organico 0 POl' 10 menos naturalista. Tomemos un ejemplo de entre las centenares que se ofrecen a las conciencias deseosas no de negar la religion (con el pretexto de refutaci6n cien tifica) , sino de examinar la mayor parte de los dogmas religiosos a la luz de los descubrimientos freudianos. La introducci6n de conceptos tales como "inconsciente racial" 0 "arquetipos" entrafia un conjunto de factores extraindividuales, no organicos y no naturalistas, que proceden de la - Bien conocido es el decir: los hij os reciben el castigo de los pecados de los padres. Cualquiera que sea la interpretaci6n que se Ie confiera (amenaza represiva, advertencia severa, comprobaci6n de un hecho inevitable), es necesario considerarlo con respeto. Diremos, pues, que es verdad que los hijos son castigados POl' los peca- 29- dos de sus padres y esperamos con toerancia y paciencia el momenta en que nuestros conocimientos human os y cien tificos del hombre nos ofrezcan una explicaci6n positiva de esta misteriosa transmision del pecado paterEs enno a los hijos inocentes (3). tonces plausible, y aun razonable, proyectar sobre esta concepcion las luces de la psicologia moderna, particularmente 10 que conocemos acerca del mecanismo de identificaci6n, desertto po rFreud del modo siguiente: Los hijos se identifican siempre con uno u otro de sus padres: la identificaci6n puede ser positiva 0 negativa, es decir, amorosa u hostil. En el caso de identificaci6n positiva 0 amorosa los descendientes toman (0 adquieren) aquellos rasgos del caracter de los padres que am an 0 aprueban. Generalmente (pero no siempre) esta identificaci6n no constituye ningun inconveniente. ' Cuando hablamos de identificaci6n aludimos a una serie de procesos psico16gicos inconscientes. Un proceso consciente de este genero seria necesariamente razonado y voluntario. Se produciria, pues, en una fase del desarrollo del individuo posterior a Ia edad de Ia razon y debe ser denominado imitaci6n. Asi es como hay una considerable diferencia entre la imitaci6n de Cristo susceptible de conducir a una santa identificaci6n y una pseudo-imitaci6n de Cristo, que no seria mas que la busqueda del martirio ocultando mal una identificaci6n masoquista, malsana desde eI punto de vista psicol6gico, derivada de una identificaci6n inconsciente, hostil a un ser oculto tras una concepci6n neur6tic a de Cristo. La identificaci6n es, entonces, un proceso psicologtco inconsciente que aparece casi al principio de la vida. Esta constituido POl' capas superpuestas. de las cuales algunas, que datan de la mas temprana Inrancta, contienen siempre las huellas de la impulsividad infantil y revel an su origen afectivo mas bien que racional. En otros termtnos, el tipo de identificaci6n mas peligroso, el menos raclonal, se engendra en una matriz de hostilidad experimentada POl' el nifio ante la persona con quien se identifica. Asi, el nifio "hereda" los pecados de sus padres y padece las deplorabIes consecuencias de estes. La antigua verdad escrituraria deviene, pues, una verdad psico16gica que en muchas oportunidades se confirma empirica y dinamicamente a la luz de los hechos mas actuales de la psicolog1a cl1nica. POl' desgracia, el ejemplo que precede, expuesto con tanta rapidez, queda como un ejernplo tipico de la actitud que Freud aborrec1a adoptar cuando abordaba las cuestiones religiosas 0 morales. En este dominic transformaba sus estudios en un ataque que se presentaba, pro as1 declr, en forma de una doble negaci6n. La religi6n es una ilusi6n, un fantasma, porque no es cientifica. No siendo cientifica esta contra Ia ctencta, y puesto que nosotros somos para la ciencia nos oponemos a todos los enemigos de la clencia y POl' tanto a su mas grande enemigo: la rel1gi6n. Esta traducci6n brutal de la actitud de Freud se modela sobre Ia agresividad de aquellos caballeros cubiertos de armaduras cientificas que [alonan la historia de la investigaci6n cientifica 30 - Para nosotros, testigos del ci6n cientifica, estad convencidos de principio de Ia segunda mitad del si- que entre las verdades de la fe y los hechos cientificos establecidos, la conglo XX, esta actitud nos parece datal' tradicci6n es imposible. La naturaleza, de mediados de la era victoriana, desde que revoluci6n Darwiniana ocup6 como la revelaci6n, vienen de Dios y Dios no puede contradecirse. No os dela escena con la calma y la laboriosa perseverancia caracteristicas del espi- jeis desconcertar, aunque oigais afirmar 10 contrario con insistencia, aunritu de la epoca. Fue entonces cuando que la investigaci6n logre con los sila genetica, la biologia y la fisica modernas (Ia fisica de Helmholtz sirvi6 glos la solucion de oposiciones aparen tes entre la ciencia y la fe" ("). a Freud de punto de partida para penetrar en los mares inexplorados de la La certeza imparcial y la serenidad psicologta del inconsciente) adoptade estas palabras entrafian mas que ron la tradicional postura antirreliun simple reconocimiento de la coexisgiosa igualmente caracteristica del tencia tolerante de la ciencia y de la marxismo. teologta. Testimonian la convicci6n de No podemos dejar de mencionar la la unidad del universo y las tentatilucha secular que oponen los sabios vas de unificaci6n realizadas POl' el a los creyentes. Los primeros pretenhombre, deseoso de explicar, de sinden tener respuesta para todo, mientetizar y de comprender los misterios tras que los segundos tienden siemde la naturaleza -humana, social napre a sustraerse de la clencta, 0 a destural y espiritualque se presentan conceptuarla para suplantarla POl' desde multiples aspectos a los sentidisciplinas puramente religiosas, 0 a dos y a la inteligencia del hombre. ofrecer respuestas teo16gicas cuando son necesarias respuestas cientificas. Es lamentable que la mayorta de Esta lucha siempre ha estado impreglos cientificos no hayan logrado mannada de pasion, de Intolerancia y de tener en relacion con los creyentes una especie de exclusivismo que exige este cllma de confianza reciproca. POl' que "s610 nuestra escuela", "solo nuesel contrario, se combaten con una intro sistema de pensamiento" son catensidad pasional que nada tiene de paces de suministrar las respuestas objetiva. Seria, pues, injusto consideadecuadas. Sin embargo, para nosorar a Freud -y Jones que encarna tros, hombres de la segunda mitad del tan perfectamente las ideas freudiasiglo XX, el clima de este debate panascomo casos unlcos entre los rece haber cambiado, POl' una transcientificos. Representan, POl' el conformaci6n que se ha hecho en forma trario, la postura caracteristica de la imperceptible, pero no menos real y mayor parte, si no de todos los indiprofunda, como 10 prueban las palaviduos que, profesando una fe estricbras dirigidas POl' el Papa Plo XII a tamente cientifica, se apoyan en una una peregrinaci6n de estudiantes pasubjetividad refiriada que exhiben corisienses el domingo de Pascua de mo objetividad. Esta objetividad es 1949: cientifica, pero toda Ia estructura de "En vuestros estudios e investigala ciencia contemporanea esta basay literaria. - 31- da -y de ello se gloria- -en el aparato sensorial humano que, con sus pasiones, es probablemente el servidor mas fiel de su subj etividad. Una de las mas recientes expresiones del estado espiritual de los cientificos contemporaneos aparece en la obra del profesor de biologla doctor Leo Francis Koch, de la Universidad de Illinois CO). La preconcepci6n apasionada del articulo de Koch no disminuye en nada sucompetencia como representante de la fraternidad de la cual hace parte con absoluta lealtad. Asi es como al debatir el problema del vitalismo contra el mecanismo, procura no solo defender la filosofia materialista de Ia ciencia actual, sino igualmente amp liar el concepto de maquina con forme a las opiniones de Bronowski, que resume ast: "Para la ciencia una maquina es un concepto provisto de propiedades definidas que se pueden predecir, 10 que no quiere significar que su comportamiento sea determinado en cada caso partrcular ... En nuestro concepto de maquina nada impide a esta efectuar una selecci6n escogiendo a cara y sello 0 consultando una tabla de cifras agrupadas al azar, ni predeclr el porvenir afirmando que hay tres posibilidades entre diez de que el dia de manana sera. un hermoso dla CO)". Koch se da cuenta de que "el pudeterminismo" no siempre es capaz de suministrar Ia prueba de la realidad; y sin embargo, no comparte las opiniones de Heisenberg sobre el indeterminismo. POl' 10 mismo, se 0pone con bastante energla al "elan Vital" de Bergson, al telefinalismo de Du Nouy y al telismo de Sinnott. Co1'0 - mo la mayor parte de los materialistas de hoy, desea crear una especie de humanismo cientifico sin, con todo, precisar cuales son las fuentes de los valores necesarios al mismo concepto de humanidad. Koch toma de Freud las palabras siguientes para expresar sus ideas: "La investigaci6n cientifica mejor 10grada generalmente ha tratado los fen6menos como si fuesen puramente materiales, rehusando aceptar una hip6tesis metafisica en tanto que la hip6tesis fisica sea valiosa. Y este metodo ha realizado sus comprobaciones" C'). Koch se ve obligado a agregar el comentario que sigue: "Mas, para ser honestos, si el metodo al cual se refiere Frank se aplica perfectamente a la materia inanimada, se aplica con menor eficacia a la materia viva y con men or aun, cuando se trata de fen6menos en los cuales los fines y las motivaciones humanas juegan un papel capital. Es asi como son necesarias improvisaciones en 10 que se relaciona con los problemas bio16gicos y sociales; que, por otra parte, deben basarse en la inspiraci6n y la ingeniosidad" C")· Destaquemos que la palabra" Ingeniosidad' no refleja sino parcialmente una actitud cientifica, mtentras que la palabra "inspiraci6n" es netamente anticientifica. Como para aclarar 10 que resta oscuro Koch etta, como ejemplo de tal ingeniosidad e inspiraci6n, las palabras de Bronowski a prop6sito de su concepto cientifico de maquina. Ahora podemos volver a Freud quien, como Jones nos 10 recuerda, e- 32- ra "simple mente un incredulo" que pretend1a que el psicoanaltsis era una ciencia, 10 que no es del todo, ya que se nos muestra mas bien como un conjunto excepclonalmente rico y profundo de conocimientos adquiridos emp1ricamente gracias a una extraordinaria intuici6n; y que agregaba, despues de haber afirmado su caracter cient1fico: "La religi6n aparece como una tentativa de control del mundo sensorial en donde estamos colocados, por medio de un mundo ideal creado para responder a las necesidades bio16gicas y psico16gicas. Pero ella no puede realizar su cometido (tal como 10 describe Freud). Sus doctrinas, en erecto, llevan la sefial del periodo en el cual se han origlnado, periodo en que la humanidad, aim en la infancia, era totalmente ignorante. Sus consuelos carecen de valor alguno. La experiencia nos ensena que el mundo no es una enfermer1a. Ser1a necesario encontrar otros fundamentos a las obligaciones morales a las cuales la religi6n se esfuerza en a p o y a r, En erecto, la sociedad humana no puede atropellar estos mandamientos eticos, pero 10peligroso es que ellos esten vinculados a la fe religiosa CO). Es entonces cuando Freud propone su paralelismo bien conocido entre la religi6n y la neurosis. Es facll ver que esta posici6n es antireligiosa. La religi6n no le parece falsa en s1 misma, sino en tanto que es fundamento muy poco seguro de la moral. eita igualmente otro argumento invocado con frecuencia por los eruditos de tenden cia materialista: la oposici6n a la religi6n es una necesidad porque la religi6n se opone a la ciencia. He aqu1 - un clrculo vieioso capaz de confundir a los esp1ritus cientificos mas advertidos. Desde el punto de vista psico16gico esta tautolog1a puede subdividirse en dos aspectos: el primero es una hostilidad contra la religi6n (como si se dijera: "Nosotros no podemos entendernos con ustedes"); el segundo podria ser denominado en j erga filos6fica una "defensa" contra la misma. Los esp1ritus rigurosamente cientificos y materialistas, tienden, en erecto, a asumir la defensa de la ciencia que les parece permanetemente atacada por la religi6n. Pero es suficiente con estar iniciados en psicolog1a para comprender que tal insistencia en defender sus puntos de vista es un sig no de inseguridad mas que de convicci6n firme. S610 el hombre ansioso y poco seguro de s1 mismo considera constantemente necesario persuadirse y persuadir a los otros de la validez de su posicion. No es Freud una excepcion a este modo de raciocinar. A sus ojos, el ereyente lucha para defender su religion, retrocediendo "pulgada a pulgada en una retidara lastimosa" ("0). "Es a este precto -imponiendo a la fuerza el infantilismo mental y favoreciendo la llusi6n del pueblocomo la religion consigue preservar a las gentes de las neurosis individuales. Y esto es todo. .. Por 10 demas, la religi6n es incapaz de cumplir sus promesas" (31). Los argumentos suyos en favor de una concepci6n del mundo puramente cientifica son, as1mismo, presentados en este tono defensivo que nos parece tan caracter1stico: "Se ha procurado desacreditar radicalmente los esfuerzos cientificos 33- so pretexto de que, ligados como estan a las condiciones de nuestra propia organizaci6n, no suministran sino resultados subjetivos, en tanto que Ia naturaleza real de las cosas exteriores a nosotros permanece inaccesible. Pero esto tiende a desconocer varios factores de importancia decisiva para la compresi6n del mundo cientifico. Primero, es normal que nuestra organizacion, es decir, nuestro aparato mental, desarrollandose a medida que nos esforzamos en explorar el mundo exterior, este adaptada en su estructura a este: en segundo termino,este aparato mental hace POI' sl mismo parte del mundo que debemos explorar y que se ofrece a nuestras investigaciones; tercero, Ia tare a de la ciencia es netamente circunscrita a condici6n de que Ie preguntemos tan s610 como el mundo debe aparecernos, suponiendo los caracteres propios de nuestra organizaci6n; cuarto, los descubriminetos finales de la ciencia, habida cuenta del modo como son realizados, estan condicionados no solo a nuestra 01'ganizaci6n sino a aquellos que ha afectado esta organizaci6n; en fin, un estudio de la naturaleza del mundo que no tuviese en cuenta nuestro aparato perceptivo seria una abstraccion vacia y sin interes practice. No, la ciencia no es una ilusi6n. Peseria una fantasia pensar que ella puede conducirnos mas alla de sus posibilidades. (32). 1'0 A la larga, nada puede resistir a la raz6n y a la experiencia y la oposici6n de Ia religi6n a la una y a Ia otra es demasiado evidente" (33). Notemos una vez mas que en estas paginas casi apenas hemos citado los - pasaj es de Freud escogidos POl' el mis mo Jones. Era, desde luego, necesario proceder asi para no dejarnos influir POI' nuestras propias convtcctones religiosas. Su actitud ante la religi6n podria ser abordada desde angulos distintos y sus numerosos escritos nos permitirian captar la multiplicidad de sus hip6tesis con exactitud y destacar la continuidad con que persigui6 y fue perseguido POl' los problemas religiosos. Pero POI' fructuoso que pueda ser este estudio, estamos convencidos de que el resumen de los escritos de Freud sobre estos problemas, tal como los presenta Jones es POl' cierto el mejor documento que nos haya sido suministrado has ta ahora POI' un psicoanalista competente y tipicamente freudiano. Es, pues, de doble interes encontrar las contradicciones intrisecas y extrinsecas de la actitud freudiana hacia la religi6n en las citas recogidas en fuentes autenttcas POI' Jones, psicoanalista eminente versado en el psicoanalis is desde cincuenta afios, es declr, desde la fundaci6n de este. As! es como encontramos afirmacio nes categ6ricas y a veces contradlctori as de Freud: "EI psicoanalists nos ha permitido la estrecha conexi6n entre el complejo paterno y la creencia en Dios; nos ha ensefiado que el Dios personal no es pstcologicamente sino un padre magnificado" C'). 0 : 'Una ilusi6n no es 10 mismo que un error; no es necesariamente un error. Una creencia es una ilusi6n cuando la realizaci6n de un deseo es un factor prominente en su motivaci6n" ("). POl' motivaci6n Freud entiende la motivacion inconsciente, es decir, las tendencias afectivas, emocionales que 34- determinan la factura de Ia Ilusion en j uego. Jones recuerda a este respecto un libro de H. B. Acton, "The Illusi6n of Epoch", publicado en Toronto en 1955. Alli anota que, en los estados psicopato16gicos y en la psicologfa de los salvajes, se encuentran renomenos capaces de explicar la vida normal de un hombre; y aprovecha esta afirmaci6n de Feuerbach citada POl'Acton: "Le religi6n es el suefio de una conciencia despierta; el suefio es la clave de los misterios de la religi6n" CO). Despues de 10 que se acaba de decir uno puede preguntarse si Freud y aquellos de sus disclpulos que comparten sus ideas sobre la religi6n tienen una concepci6n clara de esta, y si POl' ella aquel entendia 10 mismo que los creyentes. En su obra en vano se busca cualquiera alusion a ereyentes autenticos como San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales 0 San Juan de la Cruz. El investigador, a la vez audaz y minucioso, da la impresi6n de haber estudiado muy poco la psicologia de los grandes hombres de Ia Iglesia, de los profetas 0 los salmistas. POl' extrafio que esto parezca, podemos entonces preguntarnos: lque entendia exactamente Freud POl' el termtno religi6n? El, mismo nos da la respuesta: En mi "Porvenir de una Ilusi6n" me interese mucho mas en la concepcion de la religi6n que tiene el hombre medio, que en las fuentes profundas de los sentimientos religiosos" (7). Jones agrega entonces la nota siguiente: "El (Freud)) precis6 mas tarde que esta religi6n del hombre medio es la unica digna de tal nombre" CO). Todo se aclara ahora: La religi6n - en la cual pensaba Freud no era realmente la religi6n, sino la actitud un tanto sentimental, un tanto ansiosa del hombre de la calle ante Dios. Es Ia creencia inquieta, temerosa, del hombre debil que siente el peso de 10 que Freud llama "la imposici6n forzada del infantilismo mental". El, no explica c6mo, en nuestro mundo moderno, la religion corre aun la posibilidad de ser impuesta por Ia fuerza, a menos que no contemple la explotaci6n "violenta" por Ia Iglesia de la mediocridad asustadiza del hombre de la calle. Sin embargo, aun sigulendo a la letra las ideas de Freud, no comprendemos con claridad si es la Iglesia la que impone a la fuerza al ingenuo hombre de la calle un temor primitivo del padre, 0 si este temor es simplemente utilizado POl'una idealizaci6n especial de la imagen del padre y una sumisi6n consecutiva del hombre al infantilismo, siempre listo a invadirlo des de dentro. Estas cuestiones y muchas otras pertinentes a la fe en DlOS y la tendencia a atribulr a Dios una existencia antropom6rfica no son abordadas POl' Freud. Soslayando afirmaciones ca teg6ricas, no se ha pronunciado diafanamente acerca de 10 que es la religi6n. -IV - FREUD Y LA TRADICION JUDIO-CRISTIANA Es importante notal' que Freud jamas ha profundizado en ninguna de las religiones orientales. De otra parte, como ya 10 hemos vis to, es bastante dificil de comprender POl' que s6lo se interes6 en la creencia en un 35- Dlos personal y en los aspectos rttuaIistas de la religi6n. Estos Ie parecen un signo de dec aden cia de la verdadera religion, que reducia a un vago concepto de justicia, de moral y de verdad. No describe el contenido interno de esta justicia nl de esta verdad, conrormandose con asoclarlo al monoteismo trasmitido a nuestros padres POl' Moises, pero cuyo origen remonta al Egipto de Akhenaton, que tuvo Ia audacia de introducirlo en el mundo. Dicho de otra manera, cualquiera que sea el sentido Freudiano del termino "religi6n", Freud stempre mantuvo en su espiritu la tradicion hebrea, mosatca y el cristianismo derivado de esta. Conscientemente 0 no, siempre pensaba en la tradlcion judio-cristiana, ya que no menciona otra. Esta corriente religiosa venida de los judlos a traves de Molses y Cristo, ej ercio, pues, sobre el una fascinaci6n particular. Desde el comienzo de su carrera de pslcoanalista y casi hasta el final de su vida, se mostr6 incapaz de apartarse de esta tematica. No es curiosa que, lIegado a Londres envejecido y enfermo, proximo a cerrar los ojos a este rn u n do que le habia proporcionado tanta celebridad y tantos dolores, espirituales y fisicos, hubiera deseado con tanto ardor vel' antes de su muerte su "Moises" traducido al ingles, satisfacci6n que, POl' otra parte, Ie fue deparada? i,Que 'hizo", pues, Freud con su Molses? Primero estudi6 la verdad psicologica subyacente a la ilusi6n denominada fe religiosa, pero eso no Ie bast6. Al descubrir la significac16n de esta realidad psico16gica concluy6 naturalmente que 10 real para una per- sona dada puede no representar ninguna verdadera real1dad. Y si s6lo se proponia probar que la verdad pslcol6gica Inherente a la religion se apoya en una verdad hist6ricamente demostrable, se encontr6 entonces en posesion de una verdad tangible que le permitiria confirmar hist6ricamente su creencia en la incredulidad religiosa y su fe profunda aunque incierta (ahora 10 sabemos) en ausencia de fe. Durante la veintena de afios en el curso de la cual Freud reflexion6 sobre esta cuesti6n, la idea que slgue gerrnino en su mente: al igual que el hombre prehist6rlco accedio al nivel de la unidad social gracias al parrlcidio y al totemismo, 10 mismo la religi6n de los j udlos paso POl' una etapa de parricidio. Segun el, Moises no era [udlo, sino un sacerdote egipcio que despues de dar a los [udtos su religi6n monoteista fue muerto por eIlos, Al exponer esta hip6tesis de la muerte de Molses, Freud sentaba que: 1) la existencia de Moises, sacerdote egipcio que no hablaba hebreo, proporcionaba una base hlsterlca a la religi6n de los Hebreos; y que 2) la muerte de Moises constituia una base hist6rica suficiente para la teoria freudiana del parricidio y de influencia en la formaci6n y glorificaci6n del Dios Padre. i,Por que los ojos de Freud el padre, y solo el padre, fue idealizado de modo tan sublime? Ha sido dificil, si no imposible, encontrar una respuesta adecuada a este interrogante. La estructura de conjunto de los escritos de Freud es and roc en trica y en el centro de su sistema de pensamien- 36- En verdad, no es j usto considerar to se encuentra siempre la persona del a Freud como "un incredulo natuPadre. Entre sus disclpulos, algunos ral .. , que no exige ninguna explicahan pretendido descubrir en este sisci6n". Este [uicio precipitado no cuentema el papel de la madre; pero tata con las reglas fij ad as POl' el misles tentativas son infructuosas, a memo para la comprensi6n de una pernos que nos apartemos de las concepclones autentlcamente freudianas. POl' sona dada y de las ideas que Ie son queridas. 10 demas, estas "escisiones" y estos "ctsmas" terminan POl' fracasos, pues Seria prematuro proponer una vano se puede llenar una laguna rechalorizaci6n psicologtca total y definizando todo un sistema; POl' 10 mistiva de Freud como personalidad y mo se constituye entonces una nueva como fen6meno hist6rico-social. Las y definitiva laguna. Sea como fuere, pasiones despertadas poria sola menparece que en su "Moises" Freud expone una de sus ideas mas caras que cion de su nombre estan aun muy vivas y las agrupaciones psicoanalitiexigia ser integrada en una especle de orden racional. De heche, POl' asi cas, a pesar de las laudables intenciones de sus miembros tornados indidecirlo, fundi6 en un untco sistema de pensamiento arm6nico el origen de vidualmente, son aun muy inclinadas a defender tal 0 cual aspecto de las neurosis en el hombre en cuanto la doctrina freudiana contra los ataindividuo y el origen de la creencia en ques de sus adversarios. Es imposiDios en cuanto representante de ble abordar la cuesti6n con la calma una raza. La hip6tesis del parricidio necesaria y considerar a Freud coes para Freud como el eslab6n que mo el era y no como parecla ser, 0 faltaba y como la clave que -permite habria po dido ser, 0 habrta debido ser. explicar la aspiraci6n del hombre a Aim ni el conjunto de sus escritos, conocer aDios. su correspondencia con Fliess ni las Sin duda alguna se conform6 con obras de Jones permiten describir con resolver asi el problema del origen exactitud el fen6meno conocido con psicol6gico de la religi6n y sin ntnel nombre de Freud. Sus dtsclpulos guna duda tampoco ha ofrecido una devotos que han derrocado tan ta real soluci6n, aun a titulo de hip6energta, tiempo e ingenio en ordenar tesis. Tan s6lo propuso un cierto pa10 que POl' fin han puesto a Ia disporalelismo en apariencia capaz de sasici6n de sus lectores no han revelatisfacer su curiosidad. Sin embargo, do ciertas cartas, ciertas informacioesta satisfacci6n parece poco concilianes, ciertos detalles relativos a el y su ble con su ideal de sabio naturalisambiente. No poseemos aun un testa y uno esta ante la tentaci6n de timonio completo de su extraordinapreguntarse si el, en su odisea contra ria capacldad de instruirse y de enla religi6n no revivia alguno de los sefiar, ni de la descollante facultad problemas que le habian afectado en (tan caractertstlca de su personali10 profundo como judio y como indidad), de atravesar la vida solo, en viduo en busca de una fe que le inapartencia sin contacto y sin relaquietaba desde su infancia. ci6n con la totalidad del pensamien- 37 - to cientifico y filos6fico de su tiempo, que manten1a cuidadosamente al margen de su propio pensamiento ctenttnco y casi filos6fico. Es dificil olvidar y mas aun dificil de comprender realmente, la reflexi6n siguiente que me ha sido confiada por un fiel disclpulo de Freud: "Freud poseia una notable aptitud para olvidar algunas fuentes de sus ideas". Un lector malevolo podria considerar esta observaci6n como una crttica a su integridad intelectual; pero esto seria err6neo, pues era en 10 intelectual de una. honestidad escrupulosa y aun quisquillosa. Sin embargo, su deseo aparente de soledad, de despojarse de toda huella de dependencia intelectual en relacion con sus 0 de dependencia espirisemejantes tual en relacion con un Dios personal, 10 condujo con frecuencia a adoptar una actitud intelectual rigida y aun solipsista, que es necesario tener en cuenta si se desean entender las n u merosas contradicciones ostentadas por su personalidad y su pensamiento, partlcularmerite en 10 relative a la moral y a la religion, a la vida y la muerte. Sin rlesgo de exagerar se puede decir que sus preocupaciones en relacion con la muerte eran reales y Ie asediaron toda su vida. "Mutatis mutandis", coincidimos con Jones en destacar que "Freud mantuvo una doble actitud frente a la muerte: temor de un padre terrible alternando con el deseo de reunirse con una madre querida". Para saber en que medida los fantasmas pueden sus traer a un individuo de la realidad es suficiente con recordar que juzgaba a su padre terrible, mientras que siempre fue muy - tierno con su madre, viviendo en una constante preocupaci6n porque ella no Ie sobreviviera y no sufriese por 10 mismo por la muerte de su hijo. Tenia casi 7 5 afios cuando ella muri6 a los noventa y sets, Por Identica razon, temia que su padre le sobreviviera, Experiment6 la angustia de la muerte durante toda su vida. Se desvanecio un dia en Munich en 1912 (a los 56 a fio s ) y cuando volvio en si exclamo: "Como esto, ha de ser dulce morir". Tenia la costumbre (desde su juventud) de despedirse de sus amigos diciendo: "Hasta luego, talves no me vereis mas". Jones anota que Freud pensaba en la muerte todos los dias de su vida. "La atribuy6 (su actitud ante la muerte) a la influencia durable de recuerdos de muerte procedentes de su primera in fancia" CO). Es curiosa observarlo prisionero entre el temor y el deseo de la muerte, el temor y el deseo de la inmortalidad. Estos sentimientos se expresaban de ordinario en una forma tiplcamente soslayada y elaborada; como cuando, aun muy [oven, dijo una vez a su novia que habia destruido todas las cartas que habia recibido; y despues agrego, en anticipaci6n Ironica y pedante, que despues de su muerte sus bi6grafos se vertan en dlficultades para procurarse informaciones ace rca de su persona. Preveia, pues, su renombre, esa especie de inmortalidad que el se cre6 por st mismo y que se esforzaba en disimular, haciendo bien dificil, si no imposible la tarea de sus futuros bi6grafos ya que les privaba de todo documento relativo a su pasado. El ilogismo de 38- el postulado del instinto de muerte como un punto de vista teortco que los psicoanalistas ortodoxos podrian admitir 0 rechazar a su amana sin reportar el menor perjuicio a la teoria y a la practica del psicoanallsls ortodoxo. estas actitudes no nos sorprende, pues ellas estan impregnadas de multiples emociones reciprocamente contradictorias en una rigurosa ambivalencia que aun se podrta calificar de multivalencia. Asi, cuando la princesa Maria Bonaparte, amiga sincera y devota disclpula de Freud, obtuvo las cartas que este habia escrito a Fliess durante el ultimo cuarto del ochocientos, aquel deplore no haber podido hacerse a ellas antes. En efecto, dijo, con una ironia ray ana en la amargura, las habria destruido antes que cederlas a la "sedicente posteridad'. De hecho se deben hacer las mismas anotaciones (me parece que el mismo Freud no se opondrta) a prop6sito de su concepcion de la religion. Es cierto que un numero de los psicoanalistas Freudianos, si no la mayoria de estos, consideran al ateismo como un signa de superioridad cientifica y el culto religiose como un a ta vismo surgido de la magia y del animismo primitivos. Sin embargo, algunos psicoanalistas reconocen -aunque en verdad no de modo ostensible- que el hecho de ser religioso y de practicar una religion no imp ide ejercer la protesion psicoanalitica. Este termino: "sedicente posteridad" es muy significativo. En verdad, nadie -su amigo 0 enemigopuede poner en duda su ambicion y su extrema sensibilidad. Desde el prin cipio de su carrera, deseaba gozar de un renombre mundial y esperaba hacerse a un lugar perdurable (inmortalidad) en la his tori a del pensamiento humano. Al mismo tiempo, anhelaba desaparecer en la nada, sin convertirse en el objeto de esta ("sedicente posteridad"). Esta postura antitetica suya, esta tendencia a formular polaridades, este habito de mostrarse mas dlalectico que los mismos dialectic os es 10 que parece haberle conducido a postular que un instinto de muerte debe coexistir con el instinto de conservacion. Sugeria tambien que la agresividad podia ser considerada como el instinto de muerte vuelto hacia el exterior mientras que las pulsiones de muerte representarian los instintos agresivos vertidos hacla el interior. Sin embargo, aceptaba -solo 10 reconocia indirectamenteconsiderar - Se hace mas y mas evidente que los problemas de la muerte, de la inmortalidad y de la fe (cada uno porveniente de una psicologia propia) son "libres", es decir, susceptibles de ser resueltos por cada quien, por si y para si mismo. Los psicoanalistas no estan obligados a adherir a las opiniones freudianas relacionadas con estos asuntos. Tampoco es obligatorio insertar en el cuerpo del conocimiento psicoanalitico la concepcion freudiana de la religion y las cuestiones que le son correlativas. Esta concepcion es personal de Freud, aun a veces radicalmente personal y vinculada a su fe afectiva mas intima. Solo un pleno conocimiento de esta afectividad que nosotros no hemos hecho mas que entrever, permitira compren- 39- nias, Se vuelve entonces hacia San Pablo, a qulen siempre atrtbuyo grandeza y poder creador. En el se insSea cual fuera la insuficiencia de pir6 cuando buscaba una definici6n nuestros conocimientos actuales somas precisa para su concepto de "Libre el podemos, cuando menos, afirbido" 0 de "Eros" y deseaba con fermar que experimentaba profunda advor que su Eros fuera empleado en el miraci6n y temor ante la imagen de mismo sentido de la "Caritas" de San Moises. Si apenas se pudiese hacer de Pablo. Molses un extranjero exclusivamente Vi6 en San Pablo el j udio fundahumano e htstortco, admitir que era dor de la teologia cristiana. El Aposegipcto y no [udio y que habia contol reconoci6 a JesUs como el Mesias vertido a sus compatriotas, la plena despues de que este Jesus "cuyos presignificaci6n de su papel en la reliceptos morales superaron las cimas gi6n judia encuadraria perfectamenalcanzadas antes por los proretas, a te con la actitud personal consciente su vez fue conducido ala muerte" ('0). e inconsciente exhibida por Freud anEs sorprendente que despues de hate la tradici6n hebrea mosaic a y crisber enfrentado los pasajes relaciotlana. El hecho de que este no hay a nados con el pecado original Freud visto en Moises sino una mitad del haga la anotaci6n que sigue: "El cripar dialectico que intuia en cada promen abominable fue reemplazado por blema, basta para probar que, en cierla noci6n bastante oscura de pecado ta forma, en verdad no siempre explioriginal". ("). En su deseo de poner etta, estaba preocupado por este asunen evidencia las muertes de Jesus y to. De modo maruriesto profesaba una de Moises no ve en la noci6n de pecagran admiraci6n por el monoteismo, do original el aspecto sexual de la caten particular en su version mosaica. da del hombre. Menosprecia, pues, el Pensaba que los judios dificilmente componente sexual que es uno de los habrlan sobrevlvtdo sin esta religi6n, aspectos mas aparentes y caracterisque entrafiaba un progreso real soticos de su propio sistema. Mas lejos bre el culto primitivo de Yaveh. Al dice: "Un hijo de Dios, personalmenhaber sido sacrificado Moises en el dete inocente, se ha sacrificado y por 10 sierto, los judios se apartaron de almismo se ha cargado de toda la culguna manera de la "pura concepcion" pa del mundo. Debia ser un Hijo, ya de Moises y otro hombre debia llegar que el pacado era la muerte del Papara salvar al pueblo elegido. dre. .. La religion mosaic a habla sido En este punto es donde Freud co- una religi6n del Padre, el cristianismienza a carecer de claridad. Jamas mo devino una religi6n del Hij o. El nos explica el porque y el c6mo de la viejo Dios, el Padre, ocup6 el segundo muerte de Moises; pero considera conlugar; el Cristo, el Hijo, ocup6 su sicretamente a esta muerte como el matio, realizandose asi 10 que habia siyor desastre de la historia jUdia. A do el suefio de todos los hijos duranconsecuencia de ella el culto hebraite esos tiempos oscuros... A partir co se torn6 vacio, sin vida, y degenede esa epoca, la religi6n judia se conr6 en el formalismo de las ceremovirti6, por asi decirlo, en un f6sU" ("). der la pslcogenesis y la verdadera tonalidad afectiva de sus opiniones. - 40- Aim despues de una lectura ocastonal de 10 que precede no se puede dejar de advertir que Freud veia una continuidad natural, una unidad espiritual en el itinerario religioso que conduce de Moises a Cristo, pasando POl' los profetas. No s6lo fue impreslonado POl'esta unidad, sino que consider6 a San Pablo como la potencia espiritual que la vivificaba. Sin embargo, se content6 con proporcionar de ella una interpretacion general, en parte psicclogica, en parte socio16gica. La menciona apenas en una mirada objetiva de grandes acontecimientos baio el signo de la muerte del Padre y de la exaltaci6n del H i[o, tambien condenado a muerte. Vi6, en verdad, que la nueva "Religi6n del Hijo" es asi mismo una religi6n de fraternidad, pero, para nuestra sorpresa, no ha visto mas alla del triunfo del Hijo. La fraternidad, el amor mutuo, el am or de los enemigos, todos estos aspectos de la religi6n transcurren en silencio para Freud, que empunaba, POl' otra parte, la bandera del Eros, derivada de la "Caritas" de San Pablo. .. Aim con Inststencta afirma que el precepto: "Ama a tu enemigo como a t1 mismo" es inaceptable porque uno debe amar tan s6lo a quienes 10 merecen. Todavia aqui Freud se apoya en la concepci6n naturalista segun la cual el hombre esta mas proximo del animal que de la imagen de Dios, imagen para cuyo reconocimiento, y menos aun su aceptaci6n, elno encuentra raz6n alguna. Podemos abrir aqui un parentesis. La Mayoria de los escritos consagrados a la religi6n POl' psicoanalistas dis tint os de Freud son simples variaciones sobre el mismo tema, pero con - menor pujanza espiritual y mayor agresividad a veces. Acontece a estos autores sacrificar ctertos puntos mantenidos POl' el mismo Freud; asi, muy recientemente, un psicoanalista modemo, en un articulo intitulado: "Eros: Paulo de Tarso y Freud" (").01vidando, parece, que Freud era abiertamente inclinado a acertar la "caritas" de San Pablo y desconociendo la verdadera significaci6n de su "Eros", este escritor insiste en la influencia "funesta" que ha ejercido San Pablo sobre nuestra civilizaci6n cristiana en razon de sus optniones sobre el matrimonio, que estan del to do impregnadas de ascetismo y misoginla. Es curioso que la ley de amor del cristianismo no sea considerada en rigor; apenas se nos presen ta el antihedonismo del Ap6stol y su rechazo ascetico de toda sensualidad narcicista y del principio del placer, mantenido POl' Freud. POl'st, el ejemplo que antecede prueba que no basta, a la usanza de Freud, establecer un paralelismo superficial entre los mecanismos psicol6gicos, ni confundir el hedonismo y el amor (confusi6n real si no expl1cita), para estudiar los aspectos profundos de la vida, en particular los de la vida religiosa. Este metodo, poco seguro, ha sido fuente de errores y de confusiones. POl' otra parte, el modo de pensamiento que le es propio -en especial su tendencia a expresar POl' polaridadesy la manera como aborda el problema religioso son bien revela dores de sus propias luchas intimas. Hacia el fin ae su vida, tenia la costumbre de insistir sobre su origen judio de modo un poco mas frecuente y categ6rico que al principio de la 41- misma. Hay Indiclos de orgullo en su insistencia en afirmar que San Pablo fue [udio y el fundador de la teologia cristiana. Sin embargo, como nosotros hemos side casi los unicos en revelarlo, Freud "debia hacer" de Moises un egipcio y tambien "debia" matarlo, marginarlo, POl' asi decirlo. En el momenta de la publicaci6n de "Moises y el monoteismo" fue victirna de numerosas acusaciones de eruditos que, POl' 10 mismo, no podian ser tildados de intolerancia. T. W. Rosmarin juzg6 su intento bastante presuntuoso ("). De otro lado, Abraham Shalom Yahuda publico en hebreo una refutaci6n de sus opiniones sobre el monoteismo y concluia diciendo: "Me parece que en estas lineas oimos la voz de un cristiano extremadamente fanatica confesando su odio hacia Isrrael y no la de Freud que odiaba y despreciaba profundamente tal fana tismo" ("). Estas palabras nos parecen bastan tes severas Y POl' tanto contienen un fondo de verdad. El rabino Abraham Shalom Yahuda parece, en efecto, haber comprendido la ambivalencia fundamental aunque inconsciente manifestada POI' Freud en sus relaciones con la tradici6n hebraica. Esta ambivalencia -como 10 que esta bien reprimidose expresaba de modo tan disimulado y se ocultaba bajo tanto racionalismo aparente, que para ponerla en evidencia seria necesario estudir de nuevo los escritos de Freud desde este angulo particular. En una visita a Freud en 1938, Yahuda le habl6 de la obra de un erudito hebreo y arabista, Ernesto Sellin, que estaba dispuesto a aceptar su hip6tesis, creyendo el tambien que al- gunos pasaj es de Oseas sugieren 1a muerte efectiva de Moises. Yahuda agrego que Sellin se retracto en seguida, perc Freud respondi6, alzando los hom bros : "tarnbien el pudo tener razon", CO). Si recordamos sus propias vacilaciones a prop6sito de la publicaci6n de su "Moises", el modo como reconocia no estar seguro de sus bases, el heche de que a1 principio hab16 de su obra como de una novela hist6rica, mas que nunca se persuade uno de que fueron emociones mas que esfuerzos cientificos las que motivaron sus vacilaciones las dudas y las crisis de ansiedad que no cesaron de mortificarle desde su confron taci6n con el Moises de Miguel Angel. Obra que le fascinaba y le inquietaba al tiempo, teniendo la costumbre de sentarse durante horas enteras a la derecha de la balaustrada del altar de San Pedro de Liens en Roma, para contemplar el muro derecho contra el cual se destacaba la escultura. Todo 10 cual ocurrta casi veinte alios antes de la llegada de Hitler. Como sl sus preocupaciones anticipasen la atenci6n POl' los [udios, que dio paso a las atrocidades de Hitler. -vFREUD: CREYENTE VIRTUAL EN SU INCONSCIENTE? Ante Moises, como ante otros que Ie apasionaban, Freud parece haber experimentado penosos sentimientos de inquietud y conflicto: en el, el sabio positivista (consciente) y el ereyente virtual (inconsciente) se combatian abiertamente. Notemos que a despecho de todo su positivismo anti- 42- vacila en decir que" la aceptaci6n y de este aspecto de su personalidad, no ca de muchas cosas. Jones, hablando religioso, se mostr6 supersticioso acerel rechazo operan" en la mayoria de nosotros en muchos casos de superttcion y que Freud no era una excepci6n a esta regla (47). Citemos, POI' ejemplo, su inclinaci6n a creer en una cierta telepatia, a tribuir una significaci6n esoteric a a numeros como 17, 61 0 62 que, POl' 10 demas, debian indicarle la edad de su muerte. En una discusi6n relativa a diferentes fen6menos comunmente denominados 'psiquicos", Jones hizo esta anotaci6n: "Si se pudiera creer en la existencia de procesos mentales flotantes en el aire, se podria igualmente creer en los angeles"; que Freud concluyo (a las tres de la manana) diciendo: "De acuerdo, aun para 'del' liebe Gott' ". ("). Jones precisa que estas palabras de Freud fueron pron unciadas en un tone placentero, como si se tratara de una broma. "Sin embargo, agrega, habia un interrogante en su mirada, y yo 10 deje, preguntandome, con un poco de ansiedad, si en el fondo, no hablaba seriamente" ('0). Un poco mas lejos, Jones escribe 10 que sigue: "En su correspondencia, Freud a menudo hace alusion a los numeros misteriosos que Fliess le habia ensefiado. Ouando escribe a Frenczi que sufria de una jaqueca 23 mas 2 dias despues de su aniversario, 0 cuando reprocha a Jung no haberle escrito aun 28 menos 3 dias despues de su ultima carta, estamos obligados a concluir que estas notas insignificantes, hechas es cierto en tone de brorna, revelan sin embargo alguna huella de una creencia en la significaci6n de estos numeros" ("0). Durante un tiempo, Freud estuvo fascinado POl' los "medium" y no se mostro nada esceptico acerca de la telepatia. Pretendia que gentes, aun cultivadas, que hubiesen creido en su infancia en el regreso de los espiritus, son ractlmente inclinadas a creer en 10 irracional. A este proposito aporta una experiencia personal. Le ocurrlo que encontr6 a la hermana de uno de sus enfermos muerto algun tiempo antes. Aquella se parecia a su hermano y este pensamiento atraveso espontaneamente POl' su cabeza; "Asi, no es imposible que los muertos resuciten" ("'). Agrega que en el mtsrno instante esta idea le avergonz6, pero no es menos cierto que habia en el una fuerte dosis de afectividad que Ie inclinaba ya a la supertici6n, y a fila creencia en una inmortalidad sica del hombre sobre la tierra. Lo vemos, pues, luchar contra ciertas tendencias espirituales en forma deliberada, las que pugnaban POl' expresarse POl' medio de mecanismos bien conocidos de deformaci6n y de elaboraci6n .secundaria, considerados, POl' 10 demas, POl' e I como caracteristidos del inconsciente y de los suefios; y que en el asumian la forma de ligeras supersticiones ansiosas, de creencias involuntarias e irracionales en 10 que se llama comunmente espiritismo. Esta sumaria exposicion de los "automatismos" freudianos dirigidos hacia la superstici6n, la telepatia, el espiritismo, la parapsicologta -expresiones modern as de ciertos aspectos de la Ingenuidadhumana surgidos de un materialismo simplista 0 de un espiritualismo aun mas simplistano debe sel' considel'ada como una cl'iti- 43 - En verdad, Freud tenia una causa ca de nuestra parte. Estos deslices de que defender. En varias oportunidaFreud en nada disminuyen su grandes cuando habla de religi6n pretendeza. Por el contrario, su presencia subraya la extraordinaria fuerza de de [uzgarlas por sus ceremonias (sin especificar cuales) y por el heche de voluntad que debi6 desplegar durante que ella ofrece una inmortalidad ilutoda su vida para mantenerse en equisoria al hombre de la calle, credulo librio sobre la cuerda ftoja del macomo un nino. Critic a tambten con terialismo cientifico, tendida por encima de la totalidad del campo de la acritud 10 que denomina el ceremonial de la misma. Y sus descripciones actividad pslquica del hombre. tan vtvas y casi inspiradas, de la muerDespues de haber realizado este herte del Padre, de la muerte de Moises culeo prodigio de un constante equilibrio cientifico, Freud se propuso 0- y de la muerte de Cristo nos ponen en presencia de una humanldad no tra tarea, perc esta vez sin salir avanredimida y siempre culpable de una te en ella, que parece haberse inspimuerte cuyo precio es la muerte inerado en su deseo de separar la religi6n, que de segura Ie incomodaba 0 vitable y absoluta, la nada. le embarazaba. Pero deseando "aboSin embargo, a veces a alturas sullr" la religi6n, omiti6 investigar la blimes de inspiraci6n, como cuando plena significaci6n de esta, a traves habla de San Pablo 0 describe los de los tiempos, y se propuso desconnexos afectivos que aseguran la coceptuarla a su amafio. En efecto, co- hesi6n del grupo. Muestra que la como ya 10 hemos sefialado, la redujo munidad cristiana constituye una unla la concepci6n que de ella tiene el dad no s610 para la devoci6n de cahombre de la calle. Si se aplicase a la da uno de sus miembros al Padre 0 ciencia tal reducci6n, esta apareceal conductor, imagen de Aquel, sino ria como el arte de fabricar iuguetambien por su identificaci6n con tes mecantcos 0 de recortar slluetas Cristo; y porque se les urge a peren papel Q como el espectaculo diamanecer fieles no s610 amando al Crisb6lico de gruas 0 bulldozers gigantesto, ni s610 porque Este los ama, sino cos. El hombre de la calle, es, desde porque se aman los un os a los otros, luego, incapaz de comprender y aun como el Cristo los ama. Pero sl Freud de presentir 10 que realmente es la verific6 la slngularldad de esta serie ciencia, ya que es pragmatico, utide nexos basados en el amor y deslitario, realista y s610 apto para saprovistos de aquel "masoquismo motisfacer prosaicamente sus necesidaral" caracteristtco de la comunidad des cotidianas; ostentando, aslmtsj udia precrtstlana, sin embargo, no los mo, su religi6n la Impronta de semetuvo en cuenta al fin y al cabo. jante in genua psicologta, que no conEs tamblen extrafio que haya pasaserva de ella mas que Ia letra. De do tan racnmente en silencio la noall1 que evaluar la religi6n de acuerci6n de amor ("caritas" - agape) que do con este criterio equivale a crear constituia a sus ojos el "leitmotiv" del una realidad artificial que se denohombre y de la comunidad ideales, mina rellgi6n para las necesidades probablemente demasiado encumbrade la causa. 44- da para incorporarse en la vulgar rellgion del hombre de la calle. Aun mas: me parece que una religion para la cual el tema de la muerte, si bien constante, no es exclusivo, ha dejado un vacio en las meditaciones de Freud, que necesitaba contemplar10 en toda su desnudez; POI' 10 cual Jones escribe estas lineas de una concision notable: "El, (Freud) esperaba la fecha de su muerte, prevista para febrero de 1918, con sentimientos mezclados de temor y deseo. No debemos olvidar, POl'cierto, que el tema de la muerte, su temor y su deseo, nunca dej6 de preocuparle: encontrando el origen de esta angustia en su mas tierna infancia, cuando la perdida culpogena de su hermano menor" (52). Asi, este tema esta entrechamente ligado a la muerte psico16gica del hermana menor, de la cual fue culpable el j oven Freud en los alrededores de 1857 en la pequefia poblacion de Freiberg. Jones tiende a insistir en el sentimiento de soledad que experimentaba su biograflado POl' el hecho de su pertenencia a una familia j udia en una comunidad de predominio cat6lico. Lo que es bien sorprendente, ya que cuando una minoria racial es insignificante los prejuiclos hacia ella tienen poca posibilidad de ser virulentos. Freiberg era un pueblo de 5.000 habitantes, cat6licos todos, salvo una centena de protestantes y 0tra de judios. Alli Freud tenia una aya cat6lica bien piadosa que slgntficaba un puente entre la sinagoga y las cinco iglesias del lugar, entre las cuales se destacaba la famosa Iglesia de Santa Maria cuyo campanario alcanzaba par 10 menDs doscientos pies de altura. El pequeno Freud estaba muy unido a esta nifiera y hablaba eslavo con ella. "Sefialemos, sobre todo, escribe Jones, que ella era cat6lica y tenia la costumbre de llevar al muchacho a los oficios religtosos. Ella le inculco las nociones de Cielo e Infierno y posiblemente tambien das Ie Salvacion y Resurrecci6n. Al regresar de la Iglesia el nifio tenia la costumbre de hacer sermones y de exponer las obras de Dios" (53). Jones sugiere que las campanas de la Iglesia cat6lica no anunciaban el amor fraterno (para Freud), sino la hospitalidad hacia el restringido clrculo de los no creyentes. "Es posible que la resonancia de este carill6n fue 10 que mucho tiempo despues perturb6 el suefio de Freud, hasta el momento en que, para poner fin a ese ruido molesto, sofi6 que el Papa habia muerto" C'). Es, en verdad, dificil discernir las profundas mociones de ese sueno, pero se puede suponer que se trataba de una hostllidad mas hondamen te arralgada de 10 que uno piensa a primera vista. He aqui c6mo Freud mismo transcribe este suefio: "En otro suefio yo Iogre igualmente preservar mi dormir, amenazado esta vez POl' un estimulo sensorial. Fue POl' azar, al descubrir el nexo que unia este suefio a su estimulo sensorial, POl' 10 que pude interpretarlo. Me desperte una manana en pleno verano en el Tirol, con la convtccion de que habia sofiado: el Papa ha muer to. No podia interpretar este suefio no visual. Recorda apenas haber leido, poco tiempo antes en los diarios, que su Santidad estaba ligeramente indispuesto. En el curso de la mafiana mi mujer me pregunt6 si habia escuchado el terrible ruido producido POl' 45 - el carill6n de las campanas desde la madrugada de aquel dia. En verdad, de ello yo no tenia conciencia perc entonces comprendi mi suefio. Mi necesidad de dormir me habia hecho reaccionar al ruido con el cual los piadosos tiroleses intentaban despertarme. Me habia vengado de ellos, extrayendo esta deducci6n que formaba el contenido de mi sueno y asi habia podido continual' durmiendo sin percatarme del ruido" ("5). Este suefio aparece en el capitulo intitulado "Materia y fuente de los suefios", con el titulo "Fuentes somaticas". La Interpretacion formulada POl' Freud parece sugerir un nuevo aspecto de la economia pstquica de los suenos, a saber: que el papel de estos es preservar el dormir. El suefio en cuesti6n tiene su estlmulo en una fuen te soma tica: las campanas de la Iglesia. Mas, sin poner en duda la sinceridad de Freud y la exactitud de su Interpretacion, no puede uno menos de formularse algunas cuestiones complementarias: Fue, primero su mujer quien le pregunt6 si habla escuchado el "terrible ruido" de las campanas de la igtesia, sin que el hubiera tenido conciencla de tal campaneo y sin aun recordar haberlas oido, despues de la pregunta de ella. El fen6meno de Ia sobredeterminaci6n descubierto POl' Freud en el funcionamiento psiqutco permitiria dar a este sueno un interpretaci6n un poco mas ambiciosa que la suya. lPorque el Papa? Es facH responder a esta cuesti6n recorriendo apenas a los principios sentados POI' Freud sobre los suefios. Algun tiempo antes, este se habia enterado POI' los diarios de la enfermedad del Papa. As!, la ma- teria del sueno (el Papa) puede ser considerada como el resto de una impresion recibida durante la vigilia y elaborada en el suefio. Y una ultima observaci6n: (,pOI' que la muerte del Papa podia volver inofensivo el cartll6n de las campanas? Freud habia podido sonar en la curaclon del Papa. En este caso su reaccion habrla sido: no es nada grave, dejemos sonar las campanas y continuemos durmiendo. Pero el mismo nos da la verdadera clave de este problema cuando escribe: "Yo me habia vengado", revelando asi de modo bastante directo su profunda hostilidad. Se podria llegar a identica conclusion enfocando el suefio de modo mas simple todavia. El sonar con la muerte del Papa no es en suma otra cosa que la reaIizaclon onirtca de un deseo. Freud conocia POl' el diario la enfermedad del Santo Padre, informaci6n que le habia tocado el punto neuralgtco de su hostilidad: la Iglesia Cat6lica. Hostilidad que se podia manifestar de la manera mas caracteristica, es decir, directamente. Los nifios, apunta Freud, tienen de ordinario suenos en los cuales sus deseos inconscientes se realizan sin disimulo. Su incomparable experiencia en la interpretaci6n era tal que llegaba a tener suenos "directos". lPor que, pues, no admitir que este simple suefio: "El Papa ha muerto" fuera la realizaclon directa de un deseo en forma no de una imagen plastica, como en la mayor parte de los suefios, particularmente de los infantiles, sino de un pensamiento sin imagen, especie de apercepci6n vuelta conscien te en el suefio de Freud? El, 10 relat6 en 1913, de modo mas detallado en 1914 y, POI' liltimo, en 46- 1916. No nos sorprendertamos st un dia descubrtesemos que Freud tuvo este sueno en el momenta de la Ultima enfermedad de San Pio X y de la elevaci6n al trono de Benedicto XV. POl' otra parte, el hecho de que Freud al referirse a este suefio Harne al Papa "Su Santidad" es muy revelador. Esta terminologia, mas 0 menos eclesiastica y de una correcci6n diplomatica sorprende en el estilo de Freud, POl' habito tan frio y reservado, sobre to do en 10 relacionado con la religi6n y las cuestiones religiosas. Talvez, tal expresi6n "Su Santidad" revele en el una actitud de respeto extremado asumida en un momento de su vida en que estaba invadido POl'deseos inconscientes de la muerte del Santo Padre. -V I- EXPLICACION PSICOLOGICA PLAUSIBLE DE LA HOSTILIDAD DE FREUD ANTE LA RELIGION lOe d6nde procedia, en suma, esta suspicaz hostilidad de Freud hacia la Iglesia y la religi6n en general? Si urdi6 de esta una caricatura fue, sin lugar a dudas, para desconocerla mas, apllcandola porIa muerte del Padre primitivo, de Oios y del Hijo de Dios, muerte que en su angustia y su eredulidad los culpables convirtieron en una ilusoria resurreccion de los muertos para la inmortalidad. Como en varias oportunidades ya 10 hemos sefialado, los conocimientos actuales de la vida de Freud no nos permiten aim formular una respuesta definitiva a este problema. Sin em bargo, nos creemos con derecho de proponer al efecto una sintesis psico16gica adecuada. El pequeno Freud sinti6 intensa pe na cuando confirm6 la realizaci6n de los deseos de muerte dirigidos hacia su hermano; y POl'el resto de sus dias se sinti6 culpable, se creyo merecedor de la muerte y nunca dej6 de desearla auncuando temiera su proximidad. El hecho que sigue nos muestra tambien hasta que punto temia el [uicio final. Refiriendo sus impresiones sobre el fresco pintado POl'Signorelli en la Cupula de Orvieto, omite POl' completo mencionar el fragmento del mismo consagrado al Juicio Final. Olvida tam bien (reprime) el nombre de Signorelli, autor del fresco. El, POl' costumbre tan perspicaz y agudo, no advirti6 que si las palabras "Herr" y "Signorelli" Ie afloraron a la mente casi en forma simultanea, fue "incapaz" de admitir en su mente (conciente) el nombre del Senor Dios ("elli" .es tambien para uri ebreo el equivalente fonetico de Dios). En esto hay angustia, una esperanza Hena de temor y un temor Ileno de esperanza en relaci6n con los asuntos de Ia muerte y la resurrecci6n. Para deshacerse de la culpa consecutiva a la muerte de su hermano, tan ardientemente deseada, Freud nino, Freud adulto y Freud viejo (en el "inconsciente" de su aparato psiquico) es posible que deseara la resurrecci6n de los muertos, condici6n del retorno a la vida de su hermano. Mas, de otro lado, esta resurrecci6n, acerca de la cual de segura Ie habia ilustrado su nifiera cat6lica, no le habia despertado esa hostilidad mortal que la subita desaparici6n de esta aya provocara en el una brutal liquidaci6n de sus esperanzas, recordandole con insistencia que no hay resurrec- 47 - ston, que la muerte es la muerte, Ia n da, el modo como el destino traicion a la grandeza y la esperanza del hombre sobre la tierra. Esta Intulcion de la futilidad de toda esperanza y de toda promesa explica probablemente la amargura con la que Freud consideraba la religion como impuesta a la credulidad infantil del hombre. lEra necesario que la confianza del joven Freud en 8 U nlnera Ie condujese a la desesperanza y a hacerle perder definitivamente la fe? Posiblemente todo esto contribuyo a hacer el domingo y sobre todo el domingo de Pascua fascinante de modo especial para Freud. Abri6 su consultorio el domingo de Pascua. Deseo encontrar a su mejor amigo, el Dr. Fliess, en Roma, el dia de Pascua, para festejar e neste dia glorioso la conclusion definitiva de su "Ciencia de los suenos" CO). Da tos psicologicos e htstoricos nos permiten, pues, establecer hasta que punto la religion le habia fascinado desde su Inrancla y como una simple muter eslovaca le habia decepcionado al no realizar sus prornesas de proteccion y de resurreccion. Es posible que esta campesina eslovaca se convirtiera mas tarde a los ojos de Freud en el hombre de la calle, cuya religion, asimilada a la autentlca religion, no le inspiraba sino des den y desprecio. 8i Jones tiene razon al creer que Freud no aceptaba la teologia de su aya, se engaf'ia cuando considera la actitud de aquel hacia esta teologia como una simple excrecencia autobiografia, par que fue bajo la influencla - de ella cuando Freud adqutrlo una vision astigmatic a de la religion. Mas, por fortuna, no es necesario participar de esta vision para adherir al psicoanalists, ya que es posible utilizar su psicopatologia sin inclinarse ante su ateismo militante. lQue pensar, entonces, en la practica de una terapia psicoanalitica? La respuesta es Identica. El revestimiento de ateismo del pstcoanaltsis freudiana no 10 ha aislado ni protegido de la Influencia de los aspectos especificamente humanos de la psicoterapia, que ensefian que la personalidad humana es mucho mas que un complejo laberinto de mecanismos pslcoIogicos y muestran la prespectiva de una relacion trascendental del hombre con 10 desconocido. Desde que el hombre ha emprendido 10 que llama su "conquista de la naturaleza", siempre ha tenido tendencia a tomarse por el conquistador del universo y, con el objeto de asegurarse este prestigio de conquistador, se ha ensenoreado del trofeo (naturaleza, universal y se ha esforzado por suprimir el Creador que habria arriesgado dispuetarle su soberanla imaginaria. Esta tendencia se encuentra en la repugnancla de Freud a conceder a la fe religiosa su verdadera acepcion y a adherir a ella como tal. Es igualmente un fen6meno analogo el que incita a concebir y a tomar en serio "la moral sin pecado (Hesnard) y la "religion sin revelacion" (J. Huxley), es decir, un universo hecho por el hombre y tan solo para el, con leyes de origen humano que rigen la vida y el modo de vivir. No nos sorprendemos, asi, al descubrir, en el 48- campo de la psicologfa humana, que un hombre como Freud, 0 cualquiera que sea por otra parte, su grandeza, haya tenido sin cesar la visi6n con pavor Ia nada y esquivando de antemano, con des den y disgusto la sedtcente posteridad. Semejante hombre se siente oprimido por su propia civilizaclon, atormentado por su propla cultura, aislado por su propio medio social, perpetuamente amenazado por la agrestvidad meditada de los otros. Y sin embargo, no se puede evitar pensar que este aspecto de la personalidad de Freud no es mas que la prueba de la fragilidad human a en general y de la de Freud en particular. - En cierta forma, Freud parece haber comprobado la verdad mas trascendental cuando escribe que, para el, ser normal es "arbeiten und lieben" (trabajar y amar). Me parece que uno de los mayores errores de esta centuria, en el centro de la cual se yergue tieramente la tigura de Freud, consiste en esto: el hombre ha omitido por completo reconocer que la humilde aceptacton de su tare a y de su miston constituye su grandeza; ensayando sondear los mtsterios del mundo humano y de las cosas, ha naurragado en el ocultismo supersticioso y en el cientismo megaIomanlaco. 49- NOT A (]). Ernest Jones, "The life and Work of Sigmund Freud" (3 vol., N. York, 1953 1957), T. III, p. 368. ('). Ibid., III, p. 226 (0). Ibid., II, p. 228 ('). Ibid., III, p. 368, nota (0). Ibid., I, p. 8 (0). Ibid. (7). Ibid., nota (0). Ibid., III, p. 349 (0). Ibid., III, p. 351 (1'). Ibid., III, p. 350 (11). Ibid. (U). Ibid., III, p. 192 (13). Ibid., III, p , 193 (U ). Ibid.,. III, 194: subrayado agregado. (1'). Ibid., III, p. 221 (10). Ibid., III, p. 289 (11). Ibid., III, p. 353 (I"). Ibid., III, p. 352 (10). Ibid., III, p. 353 ('0). Ibid., III, pp. 353-354 ("). Ibid., III, p. 354 (22). Ibid. (0)). El autor no pretende abordar aqui una exphcacion teologtca de la transmiston del pecado original, sino las leyes de la herencia psicol6gica, cuya patologia no carece de relacion con el pecado (N . d. 1. r., en la trad. francesal. ("). "Acta Apostolicae Sedis", 45 (1953), 277; Doct. Cath., 1146 (mayo 3/53), col. 522. ("). Leo Francis Koch: "Vitalistic-Mechanistic Controversy", Scientific Monthly, 85, NQ 5 (Nov. 1957), pp. 245-255. ("). Bronoswi, en Koch, ibid. p. 253 ("). Frank, en Koch, ibid. ('"). Ibid. ('0). Jones, op. clt., III, p. 359 - (ao). (al). (a,). (••). (0<). ("). ('0). (01). (aa). (30). ('0). «». (U). (U ). ('0). (.. ). ("). (U). ('0). (00). COl). (O2). (OS). (0<). (5r.). (50). 50- S Ibid. Ibid. Ibid., III, p. 358: subrayado agregado Ibid., III, p. 357 Ibid., p. 354, subrayado de Jones Ibid., III, p. 356 Ibid., III, p. 360 Ibid., III, p. 358 Ibid. Ibid., II, p. 279 Ibid.,III, p. 3 6 5 (Jones) (02). Ibid. Marie Bonaparte: "Eros, Saul de Tarse et Freud", Revue Francaise de Psychanalyse, 21, NQ 1 (enero-febrero 1957), pp. 23-24. Jones, op. cit.; III, p. 369 Ibid., III, p. 370 Ibid., III, p. 373 Ibid., III, p. 379 Ibid., III, p. 381 Ibid. Ibid. III p. 3 8 3 Ibid. Ibid. III, p. 42. Cf. tamblen t. II, p. 196, 10 que concierne a la predtccion de la muerte de Freud. Ibid. I, p. 6 Ibid. I, p. 12 Sigmund Freud, "La ciencia de los suenos", Alcan, 1926, P. U. F., 1950, p. :U2 Siegfried y Susana Cassirer Bernfeld han efectuado un penetrante aunque in completo estudio de los primeros atl:os de la vida de Freud. La importancia atribuida por el al domingo, y sabre 00do al domingo de Pascua, es constderada por estos autores en un articulo: Freud's Fierst Year in Practise, 18861887", Bulletin of the Menninger Clinic, 16, NQ. 2, marzo 1952.