Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

José LEYENDAS Y CREENCIAS MARGARITEÑAS

José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco) LEYENDAS Y CREENCIAS MARGARITEÑAS Tacarigua de Margarita 1996 ADVERTENCIA Estamos convencidos de que el volumen de "MITOS Y CREENCIAS MARGARITEÑAS" como el de "CONSEJAS Y LEYENDAS MARGARITEÑAS", que publicamos anteriormente, no fueron suficientes para recoger todo ese cúmulo de material que nos ha dejado disperso la gran sabiduría popular, y de allí que hayamos preparado este nuevo volumen, con temas similares o parecidos a los anteriores y al cual, sólo por darle un nombre, lo hemos denominado "LEYENDAS Y CREENCIAS MARGARITEÑAS", a sabiendas que tampoco con el agotaremos el tema, pero que nos servirán para demostrar al mundo que esta Ínsula es poseedora de una cultura milenaria, transmitida de generación en generación en forma oral y la cual estuvo muy bien cimentada en el corazón de nuestra gente, hasta que las transculturaciones incontroladas se fueron encargando de menoscabarla o desarticularla. Para la concretización de¡ nombre de este volumen: "LEYENDAS Y CREENCIAS MARGARITEÑAS", nos seguimos basando en lo que nos define el "Pequeño Larousse Ilustrado" acerca del significado de estos vocablos, como también en el contenido que las grandes mayorías populares le han venido asignando a los mismos, a través del tiempo; sin que en ningún momento hayamos pensado en hacerlo sugestivo para obligarlo a leer, convencidos como estamos de que es acertada la sentencia tradicional que nos asegura: "que nada obligado es bueno". Lo que si queremos también con esto, es, simple y llanamente, aliviarnos un poco el trabajo de seguir repitiendo, a viva voz, lo que hemos escuchado y dicho infinidad de veces, durante la cantidad de años que nos ha tocado vivir, codeándonos con lo más puro y genuino de nuestro ancestro, como son las auténticas corrientes populares, de quienes nos hemos nutrido en más de una ocasión. Lo más que aspiramos de todo corazón, es que este volumen, tenga, cuando menos, la misma surte que tuvieron los anteriores, para con ese aliciente. continuar moldeando cuartillas y aumentando nuestra bibliografía costumbrista. El Autor. Los dibujos temáticos son de Carlos Stohr, pintor popular de Margarita, de quien se expresa el autor: " Un día, del cual no importa el nombre ni la fecha, arribó a Margarita Carlos Stohr, trotamundos y divertido como él solo, en funciones de placer cuando esto no era todavía Zona Franca ni Puerto Libre, ni siquiera se hablaba de Turismo, se prendó de las bellezas naturales de la isla maravillosa, de la cordialidad y campechanería de su gente, de lo saludable de su clima y del inmenso azul de su cielo y de su mar, conoció de sus mitos, de sus creencias, de sus consejas y de sus leyendas, se adaptó a las costumbres tradicionales, se compenetró con su folklore y con sus cantos populares, al extremo de llevar muchas de estas manifestaciones, no sólo a las letras de molde, sino también al lienzo, en dibujos y acuarelas, construyó casa de habitación en la comunidad de " El Agua", se acogió a la sociedad tacarigüera y se ha convertido en uno de los más consecuentes defensores del patrimonio cultural isleño. De allí que Carlos Stohr lo tengamos como un margariteño más, con los reconocimientos y distinciones a que se ha hecho merecedor". DEDICATORIA: A todas y cada una de las personas que en las distintas ciudades, pueblos y sitios de Margarita, cordialmente me suministraron datos para la elaboración de estos trabajos. EL ORIGEN DEL MUNDO Tomado de las más ingénuas creencias del pueblo: El padre Dios formó al Sol y a la Tierra. El Sol era la luz y la Tierra era sombra. El sol y la tierra engendraron al Amanecer y al Atardecer. El Amanecer y el Atardecer engendraron a la Mañana al Mediodía y a la Noche. La Mañana engendró a los ríos, a los mares y a los lagos. El Mediodía engendró al calor o candela y al viento. La noche engendró a la Luna, a las Estrellas y a los Cometas. Los Ríos, los Mares y los Lagos engendraron a los Peces. El calor o candela y el viento engendraron a las nubes. La Luna, las Estrellas y los Cometas engendraron al Firmamento. El Firmamento engendró a las constelaciones. La tempestad engendró a la Lluvia, a los relámpagos, a los truenos y a los rayos. Las constelaciones engendraron al silencio y a la calma. Las lluvias engendraron a los árboles. Los relámpagos engendraron a la electricidad. Los truenos engendraron al ruido. los rayos engendraron a las minas. Los peces salieron de las aguas y engendraron a los animales de lo seco. Los animales de los seco engendraron a las personas. Las personas son los últimos engendros del mundo y acabarán con él. Así está escrito: ¡ Voz del pueblo voz de Dios! EL ORIGEN DE LA CANDELA La candela es de Dios; eso no lo puede negar nadie que tenga uso de razón. Dios hizo la candela para servicio de la humanidad, es decir, de sus criaturas, pero el Diablo por envidioso de la empezó a quitar para hacer con ella lo que le daba la gana. Lo primero que hizo el Diablo con la candela fue a calentar las quintas pailas del infierno para bailar dentro de ellas con todos los diablitos y diablitas, y demás condenados que fueran para allá, por malos y requetemalos en la tierra. Cuando Dios se dio cuenta que el Diablo le estaba quitando la candela y sabiendo lo maluco que era ese bicho, y que podía hasta quemar el mundo si se lo proponía, buscó por todas partes donde esconderla y no encontró nada mejor y más seguro que el corazón de las piedras duras y zuás, allí la metió sin pensarlo dos veces. Pero ese mismo Dios, que es el único que tiene poderes para resolver todas las cosas y hasta vencer al mismo Diablo dotó a las criaturas, -para quienes había hecho la candela-, de un medio especial capaz de que la pudieran conseguir cuando la necesitaran y les creó la mente y la imaginación. De allí que la gente cuando tuvieron necesidad de la candela para calentarse un poco y preservarse de¡ frío, o cocinar sus alimentos para no seguir comiéndoselos crudo como los animales, porque ya el mismo Dios les había ordenado que dejaran de ser animales, echaron a andar por todo el mundo buscando como obtener la candela, hasta que la encontraron frotando o dándole golpes a unas piedras con otras. Se dice también, que Dios por su propia cuenta dejó rodar una piedra de las partes más altas a fin que chocara con otra que estaba más baja y se desprendiera automáticamente la candela para que la gente la viera y se interesaran en recogerla. Por eso es que se asegura, que el mundo se envolverá en llamaradas, cuando la gente deje de confiar en Dios Todopoderoso y éste como castigo, permita que el Diablo se adueñe definitivamente de la candela. EL ORIGEN DE LOS CARIBES Cuando yo era muchacho, me contaba mi abuela Chica Franco, quien murió casi a los cien años y la mayor parte de su vida la pasó ejerciendo el oficio de caminanta (mujer que iba por distintos sitios a pie vendiendo productos del campo o del mar) y quien fue hija de Teodora Núñez, también caminanta y de los Núñez de El Portachuelo de Tacarigua, de la misma cepa de los de Palguarime y El Poblado; que ella escuchaba relatar a sus antepasados, que los primeros pobladores de Margarita fueron los Gueicos o Guaicos, gente muy buena, noble y trabajadora, y que a sus princesas o guarichas las llamaban Guaicoras. Que una vez una Guaicora virgen se empreñó sin haber tenido contacto con varón de este mundo. Que cuando se lo comunicó a sus familiares todos dudaron de lo que estaba diciendo y la sometieron a escarnios y a privaciones y la amenazaron con quemarla viva. Que ante sus lágrimas y sus súplicas suspendieron la pena y reunieron las juntas de ancianos y de ancianas y estas empezaron a comunicarse con el padre Sol y con la madre Luna, hasta que por medio de¡ mensajero Viento tuvieron la revelación de que estaba preñada de Mandinga, el más malo de los siete diablos, amo de¡ ruido y creador de las tinieblas. Que siguiendo el mandato de sus Dioses, esperaron las nueve Lunas que ordena la preñez y al término de ellas, en una mañana de truenos y relámpagos vieron presentarse el parto. Que la pobre Guaicora parió un monstruo nunca visto por ojos de gentes y que por su causa entregó su alma al más allá. Que todos los que tenían uso de razón contribuyeron con una "estilla" para quemar el monstruo y santificar la Isla. Que cuando ya estaba bien quemadito y carne y leña formaban una sola ceniza, se presentó a distancia un enorme remolino, de los llamados mandinga, el cual, vino dando vueltas y vueltas y más vueltas y requetevueltas hasta caer sobre la ceniza que levantó por lo más altísimos elementos hasta que ojos humanos dejaron de mirarlas. Que después de algún tiempo fueron bajando las cenizas y donde quiera que cayeron, los indios se fueron haciendo malos, sanguinarios y aventureros y por eso los otros indios los fueron llamando Caribes, que era como decir tocados de Mandinga, el Diablo más malo de todos los Diablos. Que por muchas generaciones ambos grupos vivieron separados y sin comunicarse, pero que con el tiempo fueron poco a poco uniéndose y dando origen a una nueva raza que empezó a conocerse como "Guaiquerices" que equivalía a cruzadas o "entrevaraos". Que estos Guaiquerices heredaron lo bueno de los Guaicos y lo aventurero de los Caribes, dominaron la Isla y se regaron por muchas partes de la Costafirme. Una historia, aunque no igual, pero parecida, se la he oído narrar en los últimos tiempos al Profesor Jesús Manuel Subero, quien dice habérsela escuchado al célebre "Manote", último piache Guaiquerí que vivió en la Isla de Margarita. EL ORIGEN DE GUAICOS Y GUAIQUERIES Según las más viejas creencias, que se remontan a siglos y más siglos, los Guaicos fueron los Guaicos y los Guaiqueríes son los Guaiqueríes. Los Guaicos fueron primero y los Guaiqueríes fueron después. Los Guaiqueríes son "entreveraos", es decir: formados de Guaicos y de Caribes, con sangre de unos y otros. Los Caribes fueron engendrados sin querer, por hembra Guaica y el espíritu perverso de Mandinga. Los Guaicos fueron hijos del padre del Sol y de la madre Luna. Los primeros Guaicos vinieron del cielo, traídos en alas de su pariente del viento, y cayeron como gotas de lluvia dentro de las aguas saladas de la mar. En el fondo de la mar se reconfortaron y se agigantaron, y cuando salieron a flote ya estaban aclimatados y buscaron la tierra para mejor vivir. Los Guaicos después de andar y desandar errantes por uno y otro lado se aposentaron definitivamente en la Paraguachoa milenaria, porque encontraron en ella: tierras pródigas y exuberantes, playas benignas y mares riquísimos, donde laborar y multiplicarse. Los Guaicos obtuvieron la luminosidad o claridad mental del padre Sol, La inquietud y las quisquillosidad de la madre Luna, la destreza y sagacidad de su pariente el viento, y se dotaron de la fortaleza y perseverancia de las aguas de la mar que los acogió en su seno. Por eso los Guaicos fueron buenos, sagaces, valientes, diestros, estrategas, generosos, nobles y aventureros. Los Guaiqueríes heredaron mucho de sus antepasados los Guaicos y muy poco de los Caribes perniciosos. !Menos mal!... EL ORIGEN DE LA LOZA El Cercado es quizás uno de los pueblos más viejos de Margarita. Muchísimo más viejo que la llegada de los españoles. Primero se le llamó Guaitoroco. Después "Pueblo de Olleros" y más tarde El Cercado. En el pueblo de El Cercado, desde los tiempos más remotos han trabajado el barro para hacer la loza, llamada también cerámica. Se cuenta que los primeros pobladores carecían de ollas donde cocinar y no comían sino frutas y asados. Las piedras les resultaban duras para labrarlas y pesadas para el fuego, y los envases de taparo no tenían la resistencia necesaria para soportar el calor. A cada momento se lamentaban de su tragedia y le pedían a sus Dioses que les proporcionaran las maneras de hacer envases para cocinar. Hasta les ofrecían sacrificios humanos con tal de conseguirlo. Se dice que una doncella que ya estaba preparada para el sacrificio, tuvo en sueño una revelación que le decía: "que tomaran el ejemplo de los "yares", avispitas del monte que elaboraban cazuelitas y tinajitas para anidarse y guarecer sus críos". Desde ese momento empezaron a amasar el barro y a imitar a los "yares", elaborando piezas de mayor tamaño; pero no podían cocinar nada en ellas porque se les destrozaban en el primer intento. Idearon ponerlas al Sol por varios días y aunque consiguieron mayor consistencia tampoco les fue lo suficiente para lo que aspiraban. Entonces decidieron someterlas al fuego y lograron una resistencia aceptable. Al caer de una tarde, la más anciana del lugar, escuchó una voz celestial que le anunciaba: "que ya el milagro estaba consumado y que no era necesario el sacrificio de sangre humana porque los Dioses no lo permitirían. Alborozados le dieron libertad a la doncella cautiva y comenzaron a fabricar piezas de todas formas y tamaños, no sólo para su utilería sino para negociar con otros pueblos de la Isla y hasta de regiones lejanas. Desde entonces se estableció en El Cercado, la artesanía del barro, que ha recorrido a muchos pueblos y ciudades, dándole fama y prestigio a la comunidad que las produce. EL ORIGEN DE LAS MARAS El tejido de las maras no es invento de mortales. Se dice que cuando Paraguachoa no había sido pisada por planta extraña, vivía entre Guay-Atamo y Guacuco-Patar una doncella que había nacido en una noche de truenos y de relámpagos y que todos por cariño se habían acostumbrado a llamarla Ara-Aña-Mara. Que había crecido como la flor silvestre y recibía constantes mensajes de¡ Sol, de la Luna y del Viento, que transmitía sin dilación hasta todos los suyos. Que todos la querían porque vivía en una conjunción de paz y santidad y salían de sus manos los más finos encajes para adornar altares y sepulcros. Que estuvo entre los suyos hasta que en una tarde a la hora del Véspero se encentró en la montaña y ojos humanos no volvieron a mirar su regreso. Por muchos Soles y por muchas Lunas estuvieron llorándola y aunque las lágrimas aumentaron las aguas y humedecieron los suelos no consiguieron volverla a contemplar. Pasado mucho tiempo, una mujer longeva y su nietico imberbe, vieron entre el ramaje frondoso de un olivo la silueta de Ara-Aña-Mara, que flotaba en el aire y con trenzas celestes iba tejiendo un paño nunca visto. La noticia voló como clarinada. todos empezaron a correr hacia el sitio y a imitar el tejido, no con trenzas celestes porque no las tenían, sino con bejucos, cortezas y raíces del monte. Cuando se percataron todos movían sus manos y tenían un nuevo arte. Hacían objetos que les facilitaban la conducción de los productos del mar y de la tierra. Y poco a poco se fueron dando cuenta que era Ara-Aña-Mara que había sido enviada por sus padres a proteger los suyos para que hicieran más liviana y llevadera la vida. Desde entonces se cimentó la artesanía de las maras de Atamo y Sabana de Guacuco. EL ORIGEN DE LOS MAPIRES Arimacoa era una india ensoñadora. La más ensoñadora de todas las indias de la época del plenilunio. De la noche a la mañana se convirtió en la madre de la destreza o de las habilidades. Sus dominios fueron tan grandes que ocuparon toda la parte Norte de la Paraguachoa. Su morada estaba al pie de una montaña y muy cerca de la orilla del mar. De allí que sus colores favoritos eran el verde y el azul. Su símbolo principal la Carana o Palmera de monte. Enseñó a los suyos a entrelazar los gajos de la palma o cogollo recién abierto de las caranas cortadas en menguante, secadas con los rayos del Sol del mediodía y blanqueadas con el sereno de las noches veraniegas. Pacientemente fue diciendo como se hacían los manares para cernir la catebía; como se elaboraban los manires y los mapires para prensar la yuca rallada y extraerle la catara, y como se fabricaban los macutos para cargar desde las distancias, las cosas más diversas. Manares, manires, mapires y macutos ponían a funcionar la destreza inigualable de sus dedos largos y secos como las patas de las arañas tejedoras. Una noche de fiesta, cuando la Luna enseñaba la fase de su Cuarto Menguante, Arimacoa entregó su alma al creador de todas las especies. Su cuerpo fue envuelto en caranas recién cortadas y ataviado con manares, manires, mapires y macutos y entregado a la tierra de donde había venido. Nadie supo como, ni cuando ni donde obtuvo el secreto de la destreza de sus manos, pero enseñó a los suyos la artesanía de la carana o palmera de monte. Los manares, los macutos y los manires la lloraron al ir desapareciendo, pero los mapires la añoran cada vez van logrando traspasar la barrea del tiempo... ORIGEN DE LOS CHINCHORROS Allá por los años lejísimos; cuando el mundo por mandato de Dios se hizo trizas y uno de ellos se transformó en la tierra de los primeros Guaicos, que se tornó fértil y empezó a poblarse de gente habilidosa. Tamoco, el amo de los siete fríos y de las cosechas prodigiosas, fue el encargado de vigilar desde lo alto, los predios de Arimacoa. Iba de pitache en pitache haciendo amistad con sus parientes Cupey, Guaitoroco, Moreche y Kajambo, hasta terminar su recorrido, amparado por las luces del Sol o de la Luna. Su morada la tenía donde las brisas del Norte se sentían más deliciosas. Con las guindas de güire, de tagua y de copey, y los bejucos de querere y las conchas de las matas correosas, hacía sus hamacas para dormir la siesta. Nadie más hábil para imitar a los chochos y a las pespeces hasta en su columpiar entre las ramas en sus nidos colgantes. Decía que de estos animalitos había aprendido la misteriosa forma de hacer sus camastros de vaivenes. En las noches serenas soñaba con sus antepasados, que le insinuaban como perfeccionar su invento. Del algodón silvestre empezó a tejer hebras y más hebras y a entrelazarlas con arte y con paciencia hasta conseguir elaborar más suave y cómodo su paño de dormir. Le fue adaptando soportes cabezales que llamó maniguetas y adornos laterales que denominó flecos. Enseñó a los de su región a elaborar el tejido cada vez más perfecto. Desde entonces todos sus descendientes de la llanada del Norte, siguieron realizando el tejido de la primitiva prenda. Con el andar M tiempo a los descarralados, -de malla o de cairel-, se les llamó chinchorros, por creerse que eran la mapa para anidas a las impertinentes chinchitas de los montes. EL ORIGEN DE PARAGUACHI Paraguachí: nombre de un pueblo. Paraguachí: nombre de una región. Paraguachí: capital del Municipio Antolín del Campo, anteriormente parte del Distrito Arismendi del Estado Nueva Esparta. Paraguachí: denominación que se daba primitivamente a todo el valle que iba a terminar en la ensenada por donde desembarcó el "Tirano Aguirre" y sus marañones. Paraguachí: para los que han ido a la escuela o han leído libros de historia margariteña, significaba, en el habla guaiquerí "Abundancia de langostas” Paraguachí: para mucha gente del pueblo que sólo han venido escuchando la lección oral transmitida de generación en generación, fue la primera expresión oída por los españoles al pisar la playa de las langostas; cuando los nativos, recelosos y asombrados, corrían despavoridos gritando: "paraguachí - paraguachí - paraguachí". Paraguachí: para algunos otros, ilustrados o no, Paraguachí o simplemente Guachí, era el nombre de un cacique aborigen establecido en esas regiones, donde dejó enraizado su nombre para la posteridad. A Paraguachí, se le ha cambiado oficialmente el nombre dos veces: primero, por el de San José y después, por el de La Plaza, pero ninguno de los dos se pudo perennizar. En Margarita no se les dice a los nativos o habitantes de Paraguachí: paraguachiences, paraguachieños ni paraguachieros, sino normal y corrientemente, "paraguaneros". Paraguachí; sigue siendo uno de los valles más fértiles y productivos de Margarita. Paraguachí: expresión que debe conservarse pura, como homenaje a nuestros antepasados. LA HISTORIA DEL SERRUCHO El serrucho es uno de los instrumentos cortantes más viejos en el mundo. Pero nunca más viejo que el machete; pues se tiene entendido que la labranza fue primero y después la carpintería. Se cuenta que cuando Dios hizo al hombre y a su compañera y les dio uso de razón, les fue proporcionando todos los medios para que subsistieran. Les presentó las frutas, las raíces y las cañas dulces: las frutas para que las comieran maduras; las raíces, asadas y sancochadas, y las cañas dulces, como mejor les parecieran, y les puso en la mente, como hacer el machete para que cortara unas y otras. El hombre con el machete fabricó el trapiche para exprimir las cañas dulces y aprovechar más y mejor su jugo o guarapo. El hombre y su compañera vivieron felices mientras no apareció el Diablo, que los fue tentando para que hicieran cosas malas. Pero Dios siempre cuidaba a sus criaturas, a pesar de que cuando se descuidaba caían en la tentación que el Diablo les tramaba. El primer trapiche que fabricó el hombre fue de una sola palanca y el Diablo se lo aprovechaba para, en cualquier descuido, molerle las cañas y beberle el guarapo. El hombre no encontraba que inventar para deshacerse M Diablo. Pero Dios, que siempre lo protegía, le ordenó que le aumentara la espiga a la masa de¡ centro, y le tendiera de la punta dos palancas y se las aguantara con un travesaño para que el Diablo se ahuyentara, por temor a la cruz que iba a quedar formada. El hombre lo hizo tal y cual Dios se lo había ordenado. Cuando el Diablo regresó a beber el guarapo, no pudo entrar porque miró la cruz en el trapiche. De lejos se puso a gritarle al hombre que rompiera ese bicho y lo pusiera como estaba que era mejor y más liviano, tanto para él como para el burrito que lo ayudaba. Pero el hombre no le hizo caso. El Diablo de la rabia que cogió tomo el machete que Dios le había proporcionado al hombre y le fue rompiendo el filo, dejándole una gran cantidad de dientes de todos los tamaños y luego se perdió dando alaridos. El hombre que pacientemente lo estuvo observando a distancia, cogió el machete y después de contemplarlo largamente, lo fue rozando por sobre la madera, percatándose que así cortaba más y mejor. Entonces le dio las gracias al Diablo riéndose de él a carcajadas. Y de allí nació, precisamente, el serrucho. EL SOL DE LOS NIÑOS DE ANTES Para los niños margariteños de¡ tiempo de antes, sobre todos para los campesinitos, pobres y sin preparación, el Sol era una gran lámpara sujeta a la primera capa del cielo; hecha por el Dios Todopoderoso y conducida por el mismo Dios todos los días, de Naciente a Poniente, para que alumbrara la Tierra, la purificara con su luminaria y le diera el calor necesario para que pudieran vivir en ella las personas, las plantas y los animales. Según la misma creencia, esa gran lámpara era encendida todas las mañanas, sobre las aguas del mar, por el mismo Dios con todo su poder y conducida con sus propias manos de un extremo a otro hasta que la apagaba en la tardecita entre las aguas del mar. El calor de la luz del Sol se sentía con menor furor durante las primeras y las últimas horas del día porque eran cuando sus rayos caían del soslayo sobre la Tierra. Después de Dios. sólo las nubes y la lluvia tenían el poder de calmarle el furor al Sol. El regreso del Sol lo hacía el mismo Dios durante las noches, conduciéndolo bien apagado para que nadie pudiera mirarlo y asombrarse con el porque iba sin luz y sin reflejos. Quién acertara a mirar el Sol durante el recorrido de la noche, de la impresión que recibía, estaba expuesto a volverse loco y a no recobrar el conocimiento más nunca. Se aseguraba que el Sol duraría haciendo su recorrido diario hasta que la gente fuera buena y creyente, pero el día que se convirtieran el malos y desobedientes a los mandatos del Dios Todopoderoso, este como castigo dejaría de prender la luz del Sol para que el mundo se fuera acabando lentamente sin que nada ni nadie pudiera evitarlo. Para los niños de ahora el Sol tiene otro significado. LOS AMORES DEL SOL Y LA LUNA Cuando papá Dios estaba creando al mundo, hizo la tierra y las estrellas y vio que algo le faltaba y formó el Sol y le dio vida y le ordenó que alumbrara por todas partes. Mucho tiempo estuvo el Sol alumbrado a la tierra a todas horas, pero papá Dios se dio cuenta que lo hacía con desgano. Comprendió que el Sol no estaba a gusto por su soledad y decidió formarle algo que le hiciera compañía y le diera alegría. Entonces, con un pedazo de Sol, papá Dios formó a la Luna y le dio vida y se la puso al costado y eso bastó para que el Sol se sintiera a gusto y siguiera junto con la Luna alumbrando cada vez más alegre y más risueño. En una ocasión, la Luna orgullosa, arrogante y presumida quiso alumbrar más que el Sol y este se enojó tanto que la llamo al orden y le pidió que fuera más prudente y más condescendiente y menos descarada y que tomara en cuenta que papá Dios la había formado con lo que a él le había quitado y le había dado vida pero para que como parte de su ser, fuera su compañera y le obedeciera y no para que hiciera lo que a ella le viniera en ganas. La Luna faramallera y presuntuosa no quiso obedecer ni aceptar los consejos del Sol y le dijo que ella era libre y podía hacer lo que le placía y desde entonces se entabló una lucha entre el Sol consejero y la Luna desobediente. El Sol nuevamente trató de convencerla y de persuadirla diciéndole que papá Dios la había formado para que le hiciera compañía y no para lo que ella quisiera hacer, pero la Luna ensoberbecida no quiso entrar en razón. De allí que el Sol, no encontrando más que hacer y como para castigarle la infamia, le fue arrebatando poco a poco los rayos que papá Dios le había quitado a él para dárselos a ella y la fue dejando casi sin reflejos. La Luna viéndose opaca lloró desesperadamente e imploró al Sol que le devolviera su luminosidad pero el Sol se negó rotundamente. Así fue como empezó el rompimiento entre el Sol y la Luna y uno quedó alumbrando el día con todo su esplendor y la otra la noche con escasos reflejos. EL LUCERO DE LA MAÑANA No hay quién no conozca el Lucero de la Mañana. No hay quién no sepa que el Lucero de la Mañana es el último que se apaga en la bóveda celeste. Lo que si desconoce mucha gente, es la causa por la cual el Lucero de la Mañana es el último que se apaga, y es lo que queremos contarles ahora, tal y cual nos las han contado personas que saben más que nosotros, porque supieron ponerle atención a todo lo que dijeron sus antecesores. Se dice que cuando papá Dios empezó a formar el mundo e hizo al Sol y a la Luna para que se acompañaran mutuamente, les formó también un lucerito para que les sirviera de escolta; pero cuando el Sol y la Luna comenzaron sus amoríos, decidieron transformar el lucerito, de escolta en padrino, y desde entonces el lucerito se convirtió en un fielísimo guardián, oficio que desempeñaba con el más grande de los contentos. Así anduvieron por tiempos y más tiempos hasta que el Sol disgustado con la Luna, por sus continuas desobediencias y entrometimientos, resolvió separarse definitivamente de ella y hasta despojarla de la luminosidad que papá Dios le había pedido que le concediera. Entonces el lucerito compadecido de lo que le estaba pasando a la pobre Luna, resolvió quedarse con ella para servirle de consuelo aunque fuese andando siempre a su lado, así se burlaran de él los demás luceros de¡ firmamento. De allí que esa es la causa por la cual el Lucero de la Mañana es el último que se apaga o lo que es lo mismo, el último que se queda con sus ojos abiertos, afín de poderle avisar a la Luna el regreso del Sol, para que se esconda aunque sea entre los nubarrones o se tire entre las aguas de la mar y evite el castigo de¡ implacable enemigo. Y es por ese motivo que se le conoce como lucero de la Mañana; pero como aquí en margarita no hay a lo que no le pongan apodos, al Lucero de la Mañana, lo han dado en llamar "El Arepero", porque era el que le servia de guía o de reloj a las mujeres que se levantaban tempraneras a elaborar las sabrosísimas y populares arepas. LA TROMPETA DE SAN JERONIMO San Jerónimo es un Santo y es un Ángel. San Jerónimo es un Ángel porque Dios le puso alas para que pudiera volar. San Jerónimo viste una túnica color de cielo y unas botas color de armiño. luce una cabellera tinta y de su cuello pende un collar de perlas santificadas. San Jerónimo tiene todos los poderes que Dios le dio. Los poderes de San Jerónimo son los de andar y desandar todo el mundo, siempre por los elementos, anotando todo lo bueno y todo lo malo para decírselo a Dios. San Jerónimo carga en una mano una trompeta maravillosa y en la otra unos papeles sagrados que sólo él y Dios los saben entender. La trompeta de San Jerónimo es refulgente, larguísima y con tres bocas. Con una anuncia las cosas buenas, con otra las cosas regulares y con la otra las cosas malas. El toque de las cosas buenas es alegrísimo. El toque de las cosas regulares es medio alegre y medio triste. El toque de las cosas malas es triste y melancólico. Sólo en las noches totalmente serenas puede escucharse la trompeta de San Jerónimo. Son muy pocos los que han tenido el don celestial de escuchar los toques de la trompeta de San Jerónimo. San Jerónimo nunca ha dado el último de sus toques. Cuando San Jerónimo del último de sus toques, el mundo se acabará. Empezará a arder por el Naciente. El Sol y la Luna se mirarán juntos como dos pelotas de fuego; se ocultarán las estrellas, se rasgará el cielo en pedazos, habrá un ruido infernal y terminará en un abrir y cerrar de ojos todo signo de vida. No quedará piedra sobre piedra, ni un alma para contar el cuento, porque a las tres veces no hay perdón. Y como esta escrito: el mundo se acabó primero en viento, después en agua y ahora se acabará en candela. !Ave María purísima sin pecado original concebida!..... EL DIABLO EN MARGARITA En la Isla de Margarita hay Diablos por todas partes. En el mar y en la tierra y hasta en la boca de la gente. Los hay de todos los tamaños: grandes, medianos y pequeños. Se encuentran en las calles, en los conucos, en las casas, en los barcos y aunque muchos lo pongan en duda, hasta dentro de las Iglesias. lo mientan a toda hora y en todos los sitios y quizás por eso es que a los margariteños, fuera de la Isla los llaman "hijos er'diablo". El Diablo en Margarita lo pintan con cara y brazos de mono, colmillos de verraco, orejas de burro, rabo de toro, uñas largas y ganchudas, cachos enormes en la frente, cuerpo de gente pero peludo y patas larguísimas y canillonas, terminadas en pezuñas como cabra, capaz de resistir el calor más intenso y bailar entre la candela. Se asegura que el Diablo vive en las "quintas pailas de¡ Infierno" de donde sale para andar y desandar por todas partes, metiéndose y entremetiéndose en todo y tentando a las criaturas para que cometan cosas malas. Se dice que el Diablo fue un ángel de la Corte Celestial de Dios, que se reveló contra éste, quién lo maldijo y lo expulsó de su Santo Reino y Gloria para que vagara por todo el mundo y no pudiera vivir sino entre las fogaradas de azufre de los Infiernos. Desde entonces el Diablo le cogió pavor a la cruz que no la puede ver "ni formada ni pintada". Para contrarrestar los poderes del Diablo se recomienda creer mucho en Dios y en el Espíritu Santo, en María Santísima y en todos los Santos y Santas del cielo y ser bueno de alma y corazón. En Margarita también se le da al Diablo otros nombres, como: Diantre, Pecadomalo, Mandinga, Demonio, Uñón, Bichofeo y Satanás; y cuando el tiempo está malo se atribuye a que es porque el Diablo anda suelto. Después de Dios el único que pudo vencer al Diablo fue San Miguel Arcángel, quién lo tumbó con un golpe de cruz, lo puso abajo, le colocó un pie en el pescuezo, lo hizo abrir la boca y sacar la lengua, despabilar los ojos, afligírsele la cara, ensuciarse de ñoña y pedirle perdón. LAS BOLAS DE FUEGO Las bolas de fuego eran pelotas de candela, grandes y redondas, que en las noches oscuras pasaban por los elementos. A las pequeñitas no las llamaban bolas de fuego, sino simplemente pajuelas. Cuando niños veíamos pasar las bolas de fuego por todas las direcciones: hacia el Norte, hacia el Sur, hacia el Naciente y hacia el Poniente. Tan pronto las mirábamos como tan pronto desaparecían, porque la velocidad que llevaban era grandísima. Las viejas al mirar las bolas de fuego se persignaban y obligaban a los demás a que se hicieran, cuando menos, la señal de la cruz. Al pasar las bolas de fuego todas las personas que acertaban a mirarlas se alarmaban, y decían a un mismo tiempo, como en una letanía: "Ave María Purísima sin pecado original concebida" y repetían por un largo rato una y otra vez: "en la mar y no en la tierra, en la mar y no en la tierra, en la mar y no en la tierra"... Se comentaba que las bolas de fuego eran pedazos de candelas que el mismo Diablo en persona arrojaba desde los Infiernos para acabar con el mundo de Dios y que si las bolas de fuego acertaban a caer en la tierra todo ardería en un santiamén como paja retostada, y por eso la gente, la mandaban a la mar. También se aseguraba que las bolas de fuego eran el alma del Tirano Aguirre que en penas recorría todo el mundo para asustar a los mortales. La mayoría de las personas sostenían, que las bolas de fuego al caer en la mar, se apagaban, pero dejaban escuchar, hasta en las partes más distantes, un estruendo grandísimo y aterrador, como el que desprenden los truenos a tempestades. Mientras que otros se limitaban a predecir que tiempos de bolas de fuego eran tiempos malos, en todas las formas y de todas las maneras. A las bolas de fuego, parece que ahora les dan otros nombres... EL CAMINO DE LA GLORIA Y EL CAMINO DEL INFIERNO Los mitos y las creencias margariteñas, con el andar del tiempo, se han ido extinguiendo paulatinamente, pro con todo y eso, quedan tantos y tan variados, que al ponernos a recogerlos nos da la impresión de que no vamos a tener tiempo de seleccionar, ni siquiera los más popularizados. Los viejos creían mucho en el camino de la Gloria y en el camino del Infierno. Aseguraban que ambos existían y que no eran simples cachos de camino, ni invenciones de herejes para engañar a inocentes. De unos a otros se trasmitían de generación en generación, lo que habían aprendido de sus padres y de sus abuelos, o lo que habían oído decir a otras personas. Los ancianos corroboraban sus dichos con una seguridad insoslayable, como si hubieran sido testigos de los hechos, aunque dejaban escapar una ligera incertidumbre al manifestar: que eso lo habían escuchado decir a sus antepasados, de quienes no se podía dudar, porque habían estado más cerca de los hechos y de sus orígenes. - De que el camino de la gloria y el camino del Infierno existen, existen; eso no lo puede negar nadie - , decían. - Muchos son los que en un abrir y cerrar de ojos han ido al otro mundo y los han visto; han trajinado por ellos y han venido a dar explicaciones necesarias de como son - . - Algunos lo han hecho simplemente en espíritu. Otros en sueños. Otros con revelaciones o hablando directamente con personas de brío, nacidas con el don de conversar con los del más allá del mundo terrenal. - Ha habido también quienes regresaron del otro mundo, tras de haber vuelto en sí de una pataletera y al término de una largo rato sin respiración y sin pulso. Y lo hicieron, porque no los necesitaban o porque los habían llamado equivocadamente. La manera más característica de describir el camino de la Gloria y el camino de¡ Infierno, era entrelazando los dedos de las manos y diciendo: - Vean pues, Dios nos da para todo. Hasta en el cuerpo nos ha puesto conque dar los ejemplos. El de arriba, por donde quedan levantados la mayor parte de los dedos, es el camino de¡ Infierno: con sus pedreguyeros y espineros, sus empalizadas, sus altibajos y recovecos, que son las penalidades ; por ahí pasan los diablos y sus secuaces, y los que han sido perversos y malos en la tierra. El otro, o sea el que queda entre las palmas de las manos, es el camino de la Gloria que como se ve, es más liso y pasajero, menos pedregoso y con pocos inconvenientes; por el pasan los santos y santas, ángeles y arcángeles y todos los que han sido buenos de verdad, aquí en la tierra. Así indicaban los viejos, con toda la ingenuidad que les caracterizaba, la existencia M camino de la Gloria y del camino del Infierno. No sabemos porque lo hacían así, ni porque lo creían, pero si sabemos que más de uno y en diferentes ocasiones, lo describían de esa manera... EL ALMA DE CANCHUNCHÚ Ayer soñé con Canchunchú... Soñé que venía bajando, con sus pies de ninfa reconfortada y su perfume de azahares recién abiertos, por sobre las aguas cristalinas de un riachuelo de ensueños. Que era encantadora, escultural y esbelta como las palmeras de sus montes sagrados. Con los ojos saltones y la melena tinta desprendiendo una musicalidad angelical al vaivén de la brisa mañanera. Que traía racimos sazonados de frutos escogidos y mil flores silvestres que adornaban su bronceado cuerpo. Que no necesitaba esconder nada porque la lujuria, la morbosidad y el erotismo no tenían asidero en su reino de gloria. Soñé que me decía en un lenguaje raro que ella misma me enseño a traducir: "Nací en estos encantadores bajos de El Tamoco santificados por el Dios Arimacoa, padre de la fertilidad, antes de que el conquistador foráneo posara sus dilatadas botas sobre el vientre fecundo de la madre Paraguachoa y mancillara nuestra virginidad. Vivíamos en sana paz, predicábamos el amor, la concordia y la confraternidad. Allí en el mismo sitio santificado por los huesos de nuestros antepasados, donde construyeron el templo del Dios Todopoderoso que aceptamos entre temor y halagos, pero que no nos arrepentimos porque Dios siempre es bello, es hermoso y es grande, teníamos nuestro santuario, donde adorábamos la clara luz del día con su irradiante foco caminante y la luna cambiante de las noches tranquilas, y contábamos nuestras cuitas al mensajero viento y oíamos latir el corazón M mundo en las aguas saladas del mar que nos unía a los hermanos de los ríos, de las llanuras y de los altos páramos. Allí en ese mismo sitio veníamos enterrando los corazones que dejaban de latir por mandato del creador de la vida; búscalos y encontrarás vestigios de ellos sin que mucho te maltrates tus manos ni enturbies tu conciencia, y entonces quedarás convencido de la revelación de los muertos"... EL ESPANTO DE LOS HATOS Quién se ponga a recoger mitos y creencias en Margarita no acabará nunca. En cada ciudad, en cada pueblo, en cada caserío, en cada barrio por pequeño que sea, hay por montones. Se consiguen en las veredas, en los conucos, en las playas, en los recodos de los caminos, por los cerros y en las llanadas. Se dice que en el camino que está entre Altagracia (antiguamente Los Hatos) y Pedrogonzález, salía un espanto con un tizón y un gato. Que lo veían hasta de cerquita. Que observaban cuando el tizón se movía. caminaba, marcaba círculos, curvas y rectas en el aire. Que escuchaban cuando el gato maullaba. Que lo sentían cuando corría y lo veían cuando saltaba y se perdía entre los matorrales. La aparición se le atribuía a espíritus condenados. A almas en penas. A gente que no pudieron llegar al cielo. Se hacían miles y miles de comentarios. Pero se aseguraba que lo de¡ espanto era verdad. Se comentaba que en épocas muy remotas, precisamente cuando los españoles empezaron a adueñarse de estas tierras, hubo un señor apellidado Suárez, que le hizo grandes servicios al Rey con sus bienes y su persona. Que el Rey resolvió pagarle esos servicios con los parajes realengos existentes entre las playas de Las Arenas, Caribe, La Galera y las márgenes del "río grande". Que ese señor plantó hatos de chivos, de borregos y de reses en esos parajes. Que tuvo casa en Los Hatos y en Pedrogonzález que ya empezaba a poblarse. Que acostumbraba ir de un punto a otro en las horas de la noche, a pie, sin farol, acompañado solamente de un tizón y un enorme gato que le había llegado a la casa y no le perdía pisada. Se rumoraba que en uno de esos viajes consiguió misteriosamente la muerte. Que sus únicos testigos fueron el gato y el tizón. Que los zamuros hicieron un festín con sus despojos mortales y no hubo quien le diera cristiana sepultura ni siquiera a sus huesos que durante muchísimo tiempo estuvieron blanqueando sobre la flor de la tierra. Que por lo tanto su alma quedó vagando sin poder llegar a la presencia de Dios. De allí que se presumía desde tiempos inmemorables , que ese era el espanto de Los Hatos; y eran muchas las personas que aseguraban haber visto en las noches oscuras el hombre, el tizón y el gato«, y que sabían que se trataba de un espanto porque no había a quien no se le engrifara el pelo cuando lo observaban. EL LEÑADOR SIN CABEZA El Portachuelo de Tacarigua siempre es noticia. Lo fue, los es y por lo que vemos lo seguirá siendo. Así le hayan ensanchado la vía, se la hayan modernizado y hayan acabado con el túnel vegetal que poseía, siempre hablan de los fantasmas y aparecidos del Portachuelo de Tacarigua. Lo del leñador sin cabeza, es un cuento de nunca acabar. Se dice que se le escucha al campanear del machete, el destrozo de las ramas, el crujir de los troncos al caer y hasta el zumbar de los palos tirados hacia un sitio determinado, y de pronto, cuando menos lo esperan, la presencia de¡ hombre con el haz de la leña acuesta y el cole-gallo, veces en la mano derecha y veces en la mano izquierda. Unos comentan que es negro, alto y musculosos. Otros que es bajito y rechoncho, o lo que es lo mismo, regordete; mientras que otros aseguran que es medio indiao, bajito y flaco, pero muy cargador. No tiene sitio, ni día ni hora segura para salir, ni lo hace tampoco con mucha frecuencia. Primero lo miraban por la carretera vieja, en las curvas cerradas o por los repechos, cuesta arriba o cuesta abajo. Bien de la "banda allá" o de la "banda acá". Ahora se pasó para la carretera asfaltada. Es decir, que está apareciendo nuevamente. Lo que si es verdad es que todo el mundo asegura, que no le han podido ver la cabeza. Bien porque no la tiene o porque la oculta debajo del enorme haz de leña que moviliza. El leñador del Portachuelo en tan antiguo, que algunos viejos afirman, no sólo que lo miraron, sino que hasta se lo escuchaban mencionar a sus padres y a sus abuelos y a muchas personas más. Ahora, cuando ya está por terminar el siglo de las luces, algunos individuos dignos de toda credibilidad, si es que no se han contagiado con el mentir, juran y perjuran, haberlo visto y hasta escuchado todas sus travesuras, bellaquerías y marramuncias. En lo que si coinciden todos los que dicen haberlo visto, o escuchado el comentario, es que las horas predilectas para las apariciones, son las primeras de¡ anochecer y las del amanecer, sobretodo en las de luna "medio entoldada" y que nadie se a atrevido acercársele, porque despide un fogaje infernal y un olor azufrado. Pero hay muchos que se atrevan a ripostar, que lo de¡ muerto leñador de¡ Portachuelo, no son otras cosas sino ilusiones ópticas de los que viven acompañados por el nerviosismo y que por lo tanto, al Portachuelo de Tacarigua, no hay que temerle ni tenerle recelo o lo que es lo mismo, miedo, ni de día ni de noche. Puedan que sean cuentos o cachos de camino, pero lo de¡ muerto leñador de¡ Portachuelo sigue tan campante como en los tiempos de "María Castaña", y hay de quienes se arriesguen, aunque sea por juguete, contrariar su existencia. LA APARICION DE MANDINGA Tacarigüita demográficamente es un pueblito demasiado pequeño, o como dijéramos en una ocasión: "es la más diminuta de las Tacariguas de Margarita", remontada hacia la cuesta del llamado Portachuelo, desde donde da la impresión al viajero de ser la perenne vigilante de sus hermanas más desarrolladas. Tacarigüita se ha hecho famosa popularmente, no sólo por las peleas de¡ Portachuelo en la época de la Independencia y en las contiendas civiles, ni por su exuberante vegetación y abundante agricultura, ni por la benignidad de su clima, ni por la campachanería de sus habitantes, ni por el culto tradicional al Dulce Corazón de María Santísima o "Virgen de papaché", sino por la serie de fantasmas y aparecidos que se atribuyen rondar por sus predios, entre los cuales sobresalen: el conejo brujo, el carro fantasmal del Portachuelo, la dama de las curvas, el leñador sin cabeza, la chinigua, el muerto cazador, la gallina sacada, la puerca parida, el caballo desbocado y la aparición de "mandinga" o el mismito Diablo, como suelen decir algunos. En Tacarigüita es muy frecuente observar los valores, volantines o papagayos que tratan de poner en el aire los muchachos en la época de la cuaresma, no tomar la dirección Oeste, Sur, como es lo más frecuente en otras partes, sino hacia el Norte y al Este, lo que da pie a la gente para decir, que es la mano perversa de¡ Diablo que los guía hacia esos rumbos. Igualmente, cuando se presentan las "calderetas" o remolinos que van como una trompa rebasando con todas las hojarascas, ramas y hasta los sembradíos menores para llevárselos hacia los elementos; los más supersticiosos imploran a viva voz al Todopoderoso, para que les aleje a "mandinga" de esos ¡ares y se los ponga lejos, pero bien lejos, de donde nunca más pueda volver. Para ellos "mandinga" no es otra cosa sino el mismo Diablo que se presenta en esas manifestaciones para condenarlos y de paso arruinar sus pertenencias, especialmente sus sementeras. Los "Mandingas" son muy frecuentes en Tacarigüita, quizás por la velocidad desproporcionada que toma el viento al salir por la llamada "Boca del Portachuelo" y chocar violentamente contra las colinitas que bordean el pequeño caserío. De todas maneras, la mayoría de los residentes, no creen que son fenómenos naturales sino apariciones que envuelven misterios del más allá, y por eso al observarlos dicen, sin mayores rodeos, que son la aparición de "mandinga" o del Diablo en figura de remolino. Todavía a estas alturas del siglo XX, hay mucha gente que cree ciegamente en los fantasmas y aparecidos, y nada ni nadie de este mundo los hace pensar de otra manera. LA DAMA DE LAS CURVAS No nos estamos refiriendo a las curvas anatómicas que se destacan en los cuerpos bien formados y que se acentúan con el más estilizado caminar,. sino a las variantes del famoso "Portachuelo de Tacarigua", tanto en el pasado repleto de misterios como en el presente lleno de imprecisiones. Se cuenta que de antaño, cuando la vía era bastante angosta y en muchos trechos tenebrosa debido al túnel vegetal, la gente que se desplazaba desde La Asunción o que remontaba de Tacarigua, se juntaban en el "Quebrahacho" de La Otrabanda y en "El Portal de Bernarda", en Tacarigüita, respectivamente, para pasar el Portachuelo, por temor a los fantasmas y aparecidos que se presentaban a cualquiera hora de la noche, para alterar los ánimos hasta de los más "embraguetados", y que una de estas apariciones, era "la dama de las curvas". De esta enigmática dama, se aseguraba que en más de una ocasión, se presentó a apuestos caballeros pidiéndoles el favor de que la condujeran en el anca de su cabalgadura, para tramontar la empinada cuesta, y que en muchas ocasiones se bajo, sin mediar más palabras, donde a ella mejor le pareció, mientras que a otros, se les desaparecía misteriosamente, sin saber como ni cuando, dejando en el ambiente el "asombramiento" de los animales y una gran incertidumbre, que daba a pensar, que no era mujer de este mundo. También se dice, que desplazadas las bestias por los automóviles, a más de un conductor, les pidió una "chivita" por sentirse cansada, pero se les desaparecía M vehículo, en un abrir y cerrar de ojos; mientras que con otros se bajaba tranquilamente en la primera casa que al paso conseguían y ni corta ni perezosa, se despedía con la mayor naturalidad del mundo, al extremo de que un serio profesional, que la condujo una noche de invierno, le brindó una chaqueta de cuadritos, única en su estilo, para que amparara las gotas de lluvia que empezaban a caer con mucha persistencia, pero que al otro día estuvo a punto de desmayarse, cuando supo, que durante la noche allí no había llegado ninguna dama y la chaqueta había aparecido como por arte de magia, en el mismito sitio donde la estaba mirando. Últimamente se ha generalizado el comentario, que hace poco tiempo, un señor entrado en años, que regresaba de Porlamar, como a las nueve de la noche, en compañía de su pequeña hija, compadecidos de la jovencita, que pasadas las casas de La Otrabanda, pedía cola hasta la bajada de Tacarigua, la metieron en el asiento trasero de¡ automóvil, pero que se iban a morir de¡ nerviosismo, cuando llegados al sitio que les había indicado, no la encontraron por ninguna parte, ni tampoco la habían sentido bajarse. Lo que mueve a pensar, que "la dama de las curvas del Portachuelo de Tacarigua", se mudó para la carretera nueva. EL CUERO SECO Y EL JINETE SIN CABEZA Las noches margariteñas no eran todas de embrujos, de ensueños y recogimiento, muchas veces eran de terror y de miedo, de intranquilidad y de angustias, de zozobras y de incertidumbres. Los alborotos de las gallinas, los llantos de los perros, los cantos de las pavitas y de los moriquites y los graznidos de las guáralas y de los chaures eran generadores de pavor. El paso de¡ cuero seco y del jinete sin cabeza al filo de la medianoche, era la tormenta más grande y la pesadilla más horripilante. Oraciones, plegarias, reliquias, escapularios, y amuletos salían a relucir como medios de salvación, había quienes hablaban y gesticulaban dentro de los aposentos para darse ánimo y echárselas de maracones o guapos, mientras que el corazón se les quería salir por la boca. A la mayoría se les engrifaban los pelos y le maraqueaban las quijadas y hasta les brotaban fiebres nerviosas. Se aseguraba que el ruido ensordecedor del cuero seco en las noches serenas, no era una fantasía más, sino una auténtica realidad, que tenía toda la verdad del mundo. Que era una penitencia que el Tirano Aguirre pagaba por sus desmanes, desafueros y atrocidades cometidas en la tierra y por las cuales todo el mundo le tuvo odio y miedo. Que el cuero iba amarrado a la cola de un caballo infernal que botaba fuego hasta por la boca, los oídos y los ojos, y relinchaba y caracoleaba como cosa del otro mundo, y que sobre el caballo iba el jinete sin cabeza. Que ese jinete no era otro sino el propio Tirano Aguirre que buscaba desesperadamente su cabeza para colocársela y poder llegar a la presencia de Dios, - porque el Tirano Aguirre había entrado sin cabeza al Infierno, tal y como lo enterraron, debido a que en un descuido se la quitaron de un sablazo y la frieron en aceite y la colgaron a la vera de un camino para escarmiento de todos los malos -. Nadie de este mundo se atrevía, ni por un pienso, a asomar ni siquiera la punta de la nariz hacia la calle, al escuchar el ruido del cuero seco y el relinchar y caracolear del caballo del jinete sin cabeza, para no mirar el espanto del Tirano Aguirre y morirse del susto y para complemento, condenado a las quintas pailas del Infierno. LOS BRUJOS Y LAS BRUJAS EN MARGARITA Margarita era una región muy frecuentada por los brujos y las brujas. Especialmente la brujas. Se dice que los brujos y brujas en Margarita existían desde que el mundo es mundo, o a mejor decir, desde la época de los indios. También se comenta que "la mapa" para los brujos y brujas en Margarita era en la playa de El Tirano. Que allí había hasta una cueva que los recogía a montones, y a donde iban a llevar a cabo sus prácticas maléficas. Los brujos y brujas en Margarita hacían contacto con el "Pecado Malo" y por eso se transformaban en lo que a ellos les daba la gana: como culebras, cabras, venados, burros, pájaros y en cuanto más había sobre la tierra. Así mismo tenían el poder de meterle a cualquiera criatura entre el "buche", un sapo, un chivo, un conejo, un cachicamo, un cochino o lo que mejor les pareciera. Las brujas en Margarita también eran voladoras. Lo hacían montadas en una escoba o en una caña negra con cogollo y todo. - La caña negra es trozona. Su guarapo no es bueno y hasta es fiebrosa, porque es caña de brujas. Se siembran pocas cepas únicamente para mantener contentas a las brujas y evitar que les echen daño a los conuqueros. Las brujas volaban durante las noches de medialuna. Pasaban veloces como el viento. Casi no se podían mirar. Pero en muchas ocasiones quienes las conocían las divisaban como unos punticos de candela por los elementos. Es decir, como unas pajuelas o unos cocuyos. Las brujas durante las noches se metían en las casas y les chupaban la sangre a las mujeres, especialmente a las jovencitas. Se sabía que eran ellas porque les dejaban los moraderos. Los trapos negros en los dormitorios, y las matas de sábila colgadas en las puertas y ventanas, las cruces de palma bendita puesta en las paredes y los palos de piñón cortados el Viernes Santo y guindados en el techo, eran los únicos que podían contrarrestar las entradas de las brujas. Las brujas tenían el don de poderse poner chiquitas para pasar sin dificultades por las rendijas, por las bocallaves y hasta por los claros por donde sólo podían entrar el Sol y el viento. A las brujas grandes, solamente podían herirlas con balas benditas o en cruces y a las pequeñas ahuyentarlas con salmuera ensalmada. La gente para preservarse de las brujas mandaban a preparar sus reliquias y andaban con ellas todo el tiempo terciadas y bien seguras debajo de los sobacos. Ahora hay muy pocas brujas en Margarita... LA VENADA CHOLONA En toda la Isla de margarita se comenta que por los lados de El Valle de Pedro González, se aparecía con mucha frecuencia una venada grande y cholona que se burlaba de todos los cazadores y hasta de los perros más veloces y amaestrados que le echaban a perseguirla. Que le decían cholona porque las dos patas traseras no parecían terminadas en cascos sino más bien en unas cholas, y que en las velaciones de nuestros muertos de lo primero que se hablaba era de la fulana venada cholona y de los que la habían tirado y no la habían podido pegar. Que así estuvo haciendo de las suyas la mentada venada, hasta que se apareció un señor que se sabía mucho de oraciones de todas clases y no desamparaba un par de reliquias trinitarias que en sus andanzas de marino había logrado conseguir, y se propuso acabar con el animal a como diera lugar. Que en una madrugadita clara, le metió dos balas ensaimadas a una escopeta morocha que tenía y en el primer momento que se le presentó la bicha, sin muchos rodeos ni composturas y sin siquiera apuntarla bien, le acomodó un tiro y eso bastó para que el animal echara a correr y a correr y a correr y él a perseguirla y perseguirla y perseguirla por los rastros de sangre que iba dejando, hasta que llegó a una casa y se encontró con su comadre que estaba sangrando abundantemente por una herida muy profunda, que según ella acababa de recibir en el conuco con una estaca de guatapanare. Entonces él la compadeció y le contó lo de la venada cholona y ella echó a llorar desconsoladamente, tapándose la cara con las manos. La noticia fue corriendo de boca en boca por toda Margarita, como reguero de pólvora, pero desde ese momento no volvió a aparecerse más la venada cholona ni el señor quiso seguir utilizando las balas ensaimadas. EL LANGOLANGO De que existe el Langolango, existe... Eso no lo puede negar nadie. El que lo niega es porque es demás de incrédulo o porque está loco de perinola. El Langolango es el propio espíritu de las aguas saladas. Es el señor misterioso de los mares. Es el más endemoniado furor de todas las especies marinas. El Langolango emerge de las profundidades de las aguas cada vez que le viene en ganas o cuando ve que tiene necesidad de proteger sus intereses profanos por los mortales. Su presencia es precedida por un tenue: "Iangolangooó - langolangooó " que se desliza por sobre las olas del mar. Dicen los que lo han visto, que Langolango es agigantado, descomunal, desgarbado, peludo y bronceado como los primeros pobladores de la tierra. Que tiene cabeza de pájaro algunas veces, otras de pez y otras de gente, según la conveniencia. Que se desplaza con la velocidad del pensamiento y que por eso lo pueden mirar aquí, allí y más allá, casi al mismo tiempo. Al Langolango no le puede ver todo el mundo, sino solamente los que nacen con el privilegio natural de observar las cosas misteriosas de acá y del más allá. El Langolango en algunos momentos es bueno e inofensivo y no hace males a nadie, pero en otras se enfurece y destruye trenes, hunde barcos y tiende a destrozar todo lo que se le interpone en su camino. Los marinos lo conocen y le zumban objetos diversos para que sacie su ira, se desvíe y vuelva a las profundidades donde tiene su eterna morada. No hay marino que no conozca o cuando menos haya escuchado hablar a sus mayores bien o mal del Langolango. Se dice que los pájaros se alborotan, los peces fluyen en cardúmenes y vienen a estrellarse contra la playa, las aguas se encrespan y hasta los manglares se estremecen como movidos por una tempestad cada vez que aparece el Langolango. También se dice que si una doncella lo mira por dos veces, es porque la quiere arrastrar hacia su ser para hacerla su novia y desposarse con ella. No hay quien no le tenga pavor al Langolango: el misterioso ser de las aguas de la mar, el terror de todos los marinos y la eterna pesadilla de las doncellas playeras. EL PAJARO BRUJO Se cuenta que en la Isla de Margarita, hace muchísimos pero muchísimos años, existió una muchacha pobre, pero linda como una diosa, que tenía un novio procedente de una familia muy presumida y quisquillosa y que por esa razón la madre de¡ novio no gustaba de la muchacha, o lo que es mejor decir, "no la podía ver ni escrita ni pintada", y que a dicha muchacha le salía por todas partes y a cualquier hora de¡ día o de la noche, un pájaro raro, nunca visto por esos contornos, que la mantenía acoquinada y no la dejaba vivir. Que al maldito pájaro no le valía que lo espantara ni que le tirara a matar con lo que tuviera a la mano, porque nada le temía ni siquiera lo tocaba con cosa de este mundo que le zumbara, aunque muy cerquita lo tuviera. Que la gente empezó a sospechar que podía ser un duende enamorado o espíritu infernal, que se convertía en pájaro para perseguirla mejor hasta saciar sus ansias de atemorizarla y reírse de ella, a más no poder buscando enloquecerla para hacerla suya. Que el novio, que se estaba iniciando en las prácticas de brujería, se propuso acabar con el maldito pájaro y un día se valió de sus mañas y empezó a perseguirlo con una cruz de palma bendita y un palo de piñón, y a cuerearlo, hasta lograr que se volara pero con una pata quebrada. Que cual no sería la sorpresa del novio, cuando al llegar a su casa encontró a la madre en una cama con una pierna quebrada más o menos por el mismito puesto por donde él se la había quebrado al pájaro. Que del viaje se avergonzó tanto que no volvió más a la casa de la muchacha pero tampoco siguió las prácticas de la brujería. LA CULEBRA MELENUDA En la Isla de Margarita se escuchaba hablar por todas partes de "la culebra melenuda". Se asegura que había una vez un hombre que en su conuco se le presentaba una culebra nunca vista, la cual hasta melena tenía y que no lo dejaba ni trabajar por el pavor que le causaba. Que el hombre le contó a todo el mundo lo que le estaba sucediendo y hasta al cura del pueblo se lo confesó más de una vez. Que ha dicho hombre le echaron escapularios y le terciaron reliquias ensaimadas, que de nada le valieron. Que así estuvo sufriendo amargamente hasta que se le presentó, como mandado del propio Dios, un desconocido que al enterarse de lo que le estaba pasando y de la consternación en que se mantenía, le preparó un machete de esos llamados "cola de gallo", se lo amoló bien amoladito como para cortar hasta un pelo en el aire y le dijo, que cuando mirara al animal le tirara, sin ningún temor, un tajo pero "chaflaneado" hacia la cabeza. Que el hombre llevó a cabo el mandato con mucha precaución, logrando quitarle únicamente la melena al animal, a ras de su cuero, porque se le deslizó por entre las hojarascas, sin poder asegurarla bien. Que después del hecho, con susto y todo, se fue a su casa y al estar contándole todo lo sucedido a su mujer y a sus hijos, se dio cuenta de que la suegra tenía la cabeza amarrada; cosa no muy usual en ella, y sin más comentarios le arrebató el pañuelo y le puso la descubierto la cabeza pelada tal y cual se la había dejado a la culebra. Que del viaje la suegra se fue de la casa para siempre y la culebra no se le presentó más nunca. EL CONEJO BRUJO Margarita es un arsenal de mitos y creencias. Por donde quiera se habla de brujas voladoras y de animales brujos. Se cuenta del conejo que se burlaba de todo el mundo. Que hasta los cazadores más famosos se reía en sus propios cachetes y a los perros se les escabullaba dejándolos con la boca abierta y los colmillos afilados. Que lo disparaban y caía muertecito y cuando lo iban a recoger se salía de entre las manos de la gente. Que le ponían lazos de todas clases y tamaños y lo escuchaban chillar como si estaba cogido y cuando lo iban a buscar encontraban el lazo sin nada. Que ya que todo el mundo le tenía recelo al fulano conejo, porque decían que no era ser de este mundo sino el mismo Diablo disfrazado de animal. Que en cierta ocasión hasta un carro le pasó por encima y lo despaturró, le saco el tripero y el chofer se bajó, lo recogió y lo metió en el baúl y cuando llegó a su casa muy contento le dijo a su mujer que le iba a hacer un sancochito porque le traía un conejo que había matado con el carro y al abrir el baúl se quedo perplejo porque no encontró ni rastro del bicho. Que hubo un señor que agarró una escopeta morocha que tenía y le metió dos balas preparadas contra brujerías y cuando se presentó el conejo le metió dos tiros y se los pegó por la cabeza y después de muerto lo cogió y lo zampó dentro de un saco grueso que llevaba, le amarró bien amarrada la boca y le dijo: "ahora si te fuñistes conejo del demonio porque de aquí no te saca ni el mismo Diablo que venga de los Infiernos" y se echó su saco al hombro muy confiado y cuando iba llegando a su casa sintió que el saco se le ponía livianito y miró hacia atrás y lo que vio fue el conejo "añingotao", que con las patas delanteras se limpiaba los ojos y echaba a correr diciendo: "cuas, cuas, cuas, cuas, los vientos me "honraras" pero carne de conejo no comerás... cuas ... cuas... cuas... y se perdía en las distancias. LA CUEVA DEL PIACHE En la Isla de Margarita existen muchas cuevas. Una de las más famosas es la llamada Cueva del Piache. La Cueva del Piache ocupa la parte superior de una colina de vegetación embreñosa que se encuentra al Sureste de El Valle del Espíritu Santo o de La Margarita. Es de formación rocosa y casi no se han ocupado de explorarla. Se ve claramente del pueblo y es habitada por alimañas y murciélagos. A la Cueva del Piache se le atribuyen infinidad de misterios. Algunas personas dicen que es la boca de una caverna que va al mar. Otros aseguran que era un santuario guaiquerí donde los piaches iban con frecuencia a aislarse del mundo de los vivos para invocar a sus dioses, hacerles ofrendas y comunicarse con los espíritus de sus antepasados, a fin de llevar a cabo predicciones y efectuar curaciones. Que además, iban a "enfatuar" el agua y el aire para que se fueran muriendo lentamente los españoles que no aceptaban sus creencias ni se las dejaban practicar en paz. También se comenta con mucha frecuencia que en dicha cueva se le apareció la Virgen del Valle a unos guaiqueríes de Para-guarime o el Poblado. La historia relata que cuando el comienzo del adoctrinamiento español, un cura, para congraciarse con los indios y reducirlos mansamente a la nueva fe, les hizo ver: que la Virgen del Valle era de ellos, no porque se la habían encontrado sino porque se las había enviado Dios para que los protegiera, y se las puso en la Cueva del Piache para que ellos y no otros pudieran conseguirla. Los indios sorprendidos aceptaron la aseveración y empezaron a adorar a la Virgen. También se comenta, que después de todo esto, la Cueva fue escogida como morada por la Santa Paraulata, divinidad isleña, dizque todavía no autorizada por Dios para ocupar sitio en las iglesias. Que por lo tanto, a Santa Paraulata sólo la pueden ver los niños y los adultos limpios de pecados mortales y los escogidos por el Todopoderoso para hacerlo. Al cerro donde está la Cueva, también lo han venido llamando tradicionalmente “Cerro del Piache”... LA PIEDRA AHOGADA En las cercanías del El Tirano, Isla de margarita, existe una piedra que algunas veces está por debajo de¡ agua y otras por encima. La mayoría de la gente la conocen como la piedra ahogada y aseguran que su nombre se debe a que en unas oportunidades está al descubierto y otras no, y muchos la tienen como simple punto referencial. Los más viejos dicen que esa piedra tiene su historia. Que su historia es triste y asombrosa. Que no es lo que algunos se creen: una simple piedra. Que es la cabeza de una niña india. De una guaicora, que en tiempos antiquísimos desobedeció a los requerimientos de su pobre madre para que no se metiera en el agua en un día de guardar. En una hora pesada. Cuando las pavitas habían cantado. Las guáralas habían formado su alharaca. El Sol se había enturbiado y la Luna pretendía taparse la cara con un manto negro. Que la madre deprimida en los más profundo de su corazón por la desobediencia, no le quedó otro camino que maldecirla y dejársela al espíritu de las aguas, para que se la tragara y poder tratar de salvar el resto de la familia que por su culpa estaban a punto de caer en pecado. Que la niña, sorda y muda a los requerimientos de la madre, cuando ya vio que el mar la consumía y le era imposible su regreso, trató de lanzar un grito para clamar a sus dioses compasión, pero sólo consiguió quedarse con la boca abierta porque ya había sido condenada por el Espíritu de¡ Mar a convertirse en piedra. Que la misteriosa piedra fue revestida de poderes sobrenaturales, que la hacen tener dominio a muchas millas sobre las aguas de¡ mar y por lo tanto, de tiempo en tiempo. la han visto atraer hacia su enorme boca, como un potente imán, a más de un mortal desobediente que ha caído en su radio de acción. La historia de la piedra ahogada ha venido pasando de generación en generación en forma oral. Muchos la creen y otros no. Pero allí está la piedra a la vista de propios y extraños. LA CUEVA DE LA BRUJA "La Cueva de la Bruja" existe en El Tirano, Isla de Margarita. Está al pie de un cerro. En la orilla del mar. El agua le entra bruscamente provocando un ruido aterrador. Con el constante salpicar se forma una llovizna permanente y se refleja un arco iris: El Arco Iris de los Dioses. Se dice que la cueva va de un sitio a otro de la playa. Es decir, de el Tirano a Manzanillo. Nadie la ha explorado totalmente. Dentro se encontraba una playita digna de admiración. Refugio de mozalbetes. Se dice que la Cueva de la Bruja era un santuario de la época de los guaiqueríes. Que el nombre le viene desde tiempos inmemoriales. Porque era habitada por una bruja. Mujer que tenía contacto con el Pecado Malo y hacían prácticas dañinas. Que hasta ella acudían sus compinches y los amigos de hacerle males a los demás. Que esta mujer no quiso acogerse a las creencias venidas de allende de los mares. Que se opuso en todo momento a abjurar a sus credos y a dejar las prácticas de hechicerías. Y para evitar que los españoles la agarraran y la hicieran purgar sus pecados, se volvió pez raro y negro. Que muchas personas han logrado mirar el animal. Que cuando llega a la puerta de la cueva hace muchos movimientos como ceremoniosos o rituales y se desliza en ella. Pero cuando tratan de buscarlo dentro no lo consiguen por ninguna parte. Que le han tendido trampas y más trampas de todas las especies pero en ninguna ha caído. Que ni arpones. ni anzuelos ni redes logran hacerle nada. Que en la cueva también habitan murciélagos y otros animales feos, de los que al parecer son utilizados para las brujerías. A medida que la gente fue dejando de creer en los brujos. A medida que la gente fue creyendo más en Dios. El pez negro se fue alejando, al extremo que casi ya no se volvió a ver. Pero la cueva continua. Los pescadores la visitan. Los bañistas se acercan a ella. Los muchachos ya no le tienen pavor como en los tiempos de antes. En épocas de recluta muchos jóvenes preferían esconderse en ella a todo riesgo, antes que caer en manos de sus perseguidores. EL CANTO DEL CHAURE Margarita es una región saturada de supersticiones. La mayoría provienen de los primitivos pobladores guaiqueríes. Se cree en todo. El Chaure es uno de sus oráculos. El Chaure es un ave de rapiña, color negruzco con pintas blancas, cabezón, con uñas y alas muy largas. De la misma familia de¡ gavilán y del caricare. Se dice que tiene poderes sobrenaturales. Que hace contacto con el diablo y de allí que todas sus incursiones sean nocturnas. Su canto es más bien un graznido fuerte y largo que suena como chuas - chuas -chuas - chuasss... Atemoriza al escucharlo. Las gallinas son las presas más apetecidas para su alimentación. Los criadores para protegerlas las acostumbran a dormir en árboles de follaje frondoso y enmarañado o las encierran en gallineros. El Chaure es un ave del mal agüero. Cuando canta indica desgracia. Tres cantos seguidos por sobre una casa a cualquier hora de la noche, es señal de muerte cuando menos de un pariente o de un amigo íntimo. Los tres cantos repetidos, en horas tempranas, anuncian discordia, peleas o chismes familiares; pero si son por la madrugada indican preñez de una joven meritoria, en el barrio o en la calle más cercana al canto. Muchas personas al escuchar al chaure se persignan se encomiendan a Dios y se acurrucan en sus dormitorios, se hacen las dormidas o se tapan los oídos para no percibir los recados del maligno. La insistencia del canto continuo del Chaure, por todo el pueblo, sin hora y sin sitio fijos, es anuncio de sequías, de hambrunas, de pestes y de todo lo malo que pueda haber sobre la tierra, y para paliar, contrarrestar o desvirtuar esos anuncios maléficos del chaure, las personas más animosas prenden velas benditas en los altares caseros y elevan súplicas dentro de los corrales al Divino Señor y a todos los Santos y hasta degüellan gallinas blancas y las dejan al descubierto en un sitio alejado por si acaso es ávido de sangre que está y su canto no es sino burlón o fantasioso. También se escucha a algunas rezanderas, cuando el chaure canta, musitar en forma de conjuro expresiones como estas: "Anda al Diablo con tu canto animal maldito. Anda al Demonio con tus anuncios bicho feo. Anda al Infierno con tus predicciones ave de mal agüero. Que tus malos presagios se insuelvan en tí mismo, pájaro dañino. Sólo Dios y María Santísima y todos los Santos y Santas sean con nosotros, a quien encomendamos cuerpo y alma. Amén". Todo esto acompañado de gestos enérgicos y de cruces trazadas en el aire. Para los creyentes, el chaure es el más pérfido de todos los pájaros agoreros. EL LLANTO DE PERROS "Más triste que un llanto de perros a media noche"... En la Isla de Margarita, ese dicho es tan popular y tan viejo, que no está al alcance de todos los habitantes saber su significado o su legítima procedencia. Lo que si es seguro, es que no hay nada más sobresaltante para la gente ingenua, que los lamentos de los perros en el silencio de la media noche. Para algunos, los perros lloran por hambre o porque las pulgas los acoquinan y los incomodan, o porque personas bellacas los molestan en las noches de medialuna: bajando la cabeza hasta el pecho, metiendo los brazos por entre las piernas y caminando en dirección contraria, para que los crean espantos y se asusten. Para otros, los perros lloran porque ven desandes o ánimas en penas y ellos le tienen pavor a los seres ultramundanos. También hay quienes digan, que los perros lloran desconsoladamente, desde que el mundo es mundo, cuando se entolda la Luna, porque creen que el cielo se está desprendiendo y les va a caer encima; igualmente, que cuando lo hacen a plena luz del Sol, es porque presientes tragedias o desastres. Las más de las veces, los perros, para llorar se agachan o se sientan sobre sus patas traseras, estiran el pescuezo más de lo conveniente y empinan el hocico en dirección al cielo, como para advertirles a lo que miran, que ya están resignados a los que les venga o acontezca. Se asegura asimismo, que los que quieren ver lo que los perros miran cuando están llorando, no tienen otra cosa que hacer, sino pasar su mano izquierda por los ojos de¡ perro y restregársela de los suyos, mientras invocan en forma de murmullo, las siguientes palabras: "La vista del perro sea mi vista. Los ojos del perro sean mis ojos. Las lágrimas del perro sean mis lágrimas. La mirada de perro sea mirada". Y como por arte de magia, en un santiamén queda hecho el milagro. Pero también se dice, que los que han logrado ver lo que los perros miran cuando están llorando, han quedado tan fuertemente escarmentados, que no han tenido voluntad de intentarlo por segunda vez, ni siquiera por rasqueras o simple mojiganga, y menos aún, valor de repetir lo que lograron ver. No hay que confundir el ladrar de los perros, con sus verdaderos llantos, ni mucho menos con los lamentos producidos por los golpes accidentales o traicioneros que reciben. DE LOS CANTOS GALLINAS En la Isla de Margarita los cantos de gallinas son pronosticadores de una serie de circunstancias reales o irreales, que por vivir arraigados en las creencias de¡ pueblo jamás han tendido a desactualizarse. Los cantos de gallinas sirven para anunciar cuando sueltan las "posturas" o huevos, que obligan a los dueños a salir presurosos a buscarlos antes que sean presa fácil de los mapurites o de los perros realengos, o se los paropien indebidamente manos malacostumbradas. Sirven también los cantos de gallinas, para presagiar tragedias entre amigos, vecinos, familiares o simples miembros de la parentela. Cuando a altas horas de la noche cantan o se alborotan las gallinas, formando una alharaca de "padre y señor nuestro", indica que están viendo espantos, desandes o visiones rodando por los alrededores o simplemente almas en penas que purgan condenas celestiales o pagan penitencia. Cuando el canto o alboroto ¡o forman las gallinas, más o menos, entre cuatro y cinco de la mañana, se asegura que están anunciando la muerte de una niña adulta o de un varón casto, o sea, de gente de edad propicia, que no ha tenido relaciones sexuales, o lo que es lo mismo, que no han hecho lo que Dios manda; mientras que si el canto lo llevan a cabo por las tardes, antes o después de subirse a los dormideros, presúmese que el difunto será angelito o adolescente todavía. Pero si el canto es en alguna de las otras horas del día, mientras el Sol alumbra con la más radiante de las claridades, es evidente demostración de que la alegría tocará las puertas en el más breve tiempo. Por otro lado, cuando en vez de cantar, lloran las gallinas, es decir, dejan escapar, sin signo alguno de cacareo, una especie de chirrido largo, suave, finísimo y fluido, algo parecido al de las "chicharras" veraneras", en cualquier hora del día o de la noche que lo hagan, es presunción de mal agüero traído hasta este mundo por espíritus infernales o burlones, y por lo tanto no es recomendado espantar o "acurrizar" a las lloronas, hasta tanto no terminen de descargar su diabólico mensaje y se liberen de cuanto mal tenían por dentro, para después tratar de contrarrestarlo, con el rociamiento de agua bendita o de salmuera hierviente, por todos los huecos y recovecos. Los cantos alborotados de las gallinas grifas, es decir, de las cubiertas de plumas erizadas, son indicadores de los merodeos de¡ "pecado malo", "uñón" o Diablo, por las cercanías, y a estas si es conveniente espantarlas tan pronto como entonan el canto, para que se lleven con su música a otra parte, el "bicho feo" o "rabo largo" que las incita al canto. Los cantos de las "gallinetas" o "macaguas" y los de las "piroquitas", también tienen los mismos significados que los de sus parientes grandes, al igual que de los gallos al hacerlo en forma de ligeros cacareos. Cuando las gallinas cantan como gallos, cunde el mayor de los pavores, porque se cree que traen en un sólo mandato, todos los malos agüeros y maletías de¡ mundo, para sus propios dueños, y no queda otra cosa que hacer, sino exterminarlas inmediatamente con candela, para que el fuego se encargue de purificar todo lo malo que traían en sus entrañas. Los cantos de las cluecas o "culecas", se les tiene como simples borracheras o cosas pasajeras y por lo tanto no se les toma en cuenta conformándose con burlarse de ellas, llamándolas una y más veces: embusteras, embusteras, embusteras. A pesar de la época en que estamos viviendo, los "cantos de gallinas", siguen teniendo vigencia en muchas partes de la Isla de Margarita. LAS PIEDRAS DE RAYO Entre la gente margariteña, de mediano y menor nivel cultural, se creía mucho en los poderes sobrenaturales que emanaban de las llamadas "piedras de rayo". Se comentaba con muchísima insistencia, que las nubes eran vivas. Que de vez en cuando se embravecían. Que al embravecerse las nubes por las herejías que se cometían en el mundo, se formaban las tormentas. Que las tormentas o sea el montón de nubes embravecidas vomitaban los relámpagos. Que los relámpagos no eran otra cosa sino las señales de descontento del Dios de los Cielos, que vivía muy cercano a las nubes, y las gobernaba. Que en muchas ocasiones, de los relámpagos se desprendían chispazos de candela. Que a esos chispazos de candela se les daba el nombre de rayos . Que los rayos eran las saetas o látigos del Cielo. Que con esas saetas o látigos del Cielo el Todopoderoso demostraba que podía enviar el "castigo divino" o "la ira del Señor" hacia los mortales cuando quisiera. Que al esos rayos desprenderse de los relámpagos y chocar con la tierra se volvían piedras. Que esas piedras se enterraban en las entrañas de la tierra, cuando menos siete "estados" de hombre o sea siete veces el tamaño de una persona regular. Que si estos rayos caían en la mar, traspasaban las aguas sin enfriarse y siempre se enterraban los siete "estados" por debajo del fondo de la mar. Y se comentaba también, que eran siete los "estados" de hombre que se enterraban esas piedras, porque siete habían sido los lapsos de tiempo que habían necesitado Dios para la formación del mundo. Y se decía además, que esas piedras después de permanecer siete años fijas en las profundidades donde habían llegado, empezaban a desenterrarse por su propia cuenta, a razón de un "estado" por cada siete años, hasta que se ponían a flote; y que como nunca perdían los poderes que habían traído del Cielo, servían para muchas cosas buenas o malas sobre la tierra. Se aseguraba así mismo, que habían siete clases de "piedras de rayo", las rojas y las rosadas, que representaban los poderes de la Luna y tenían facultades sobre la sangre, sirviendo entre otras cosas, para parar hemorragias por grandes que fueran; las blancuzcas y las amarillentas, que representaban los poderes de¡ Sol, y tenían facultades sobre los tendones y los huesos; las azuladas y las negruzcas, que representaban los poderes del Firmamento y de las Aguas y tenían facultades sobre el sistema nervioso, y las grises, que representaban los poderes del Viento y tenían facultades sobre todos los sentidos. También se decía que cada una de esas "piedras de rayo", tenían poderes mágicos, que les permitían contrarrestar los efectos de males mundanos, como: plagas, ponzoñas, pavas, mabitas, brujerías. hechizos y malquerencias, y por esa razón, esas piedras o pedazos de ellas, debían cargarlas la gente en reliquias, escapularios, amuletos y otros objetos similares o parecidos. En muchas ocasiones llegué a ver en poder de personas muy crédulas o supersticiosas las llamadas "piedras de rayo", casi todas eran de forma lanceadas, con no más de tres pulgadas de alto, y con una ligera semejanza a las conocidas como "coas" o "hachitas de piedra". A mi entender, esas "piedras de rayo", parecían más bien, pequeños "cantos rodados", pedazos de cuarzo, o cristal de roca, alisados por la acción de¡ tiempo y el constante rozamiento con objetos duros, o pequeñas porciones de aerolitos o meteoritos, ya que algunos presentaban en su conformación las señales características de esos últimos cuerpos. De todas maneras, para mucha gente, esas piedras que con tanto celo guardaban, eran las auténticas "piedras de rayo" y seguían creyendo ciegamente en ellas y en sus poderes sobrenaturales, y llegaban hasta asegurar que tenían más valor sagrado que las mismas "piedras del ara". LA CULEBRA DE DOS CABEZAS No crean, "ni por un pienso", que vamos a referirnos a la muy conocida "morrona" o bachaquera, que frecuenta los parajes de Margarita y de muchas otras partes del país, y a la cual, hombres hábiles de manos expertas, se encargan de cazarla viva y meterla dentro de un frasco bocón, para echarle tanto ron fuerte como el frasco pueda resistir, a fin de que el animal se lo vaya bebiendo, y al emborracharse bien emborrachada lo vaya vomitando nuevamente dentro de¡ mismo frasco, para luego utilizarlo el curanderismo en el alivio de dolencias, en el masaje de músculos y tendones dislocados y hasta en la reparación de huesos fracturados; debido a las facultades sobrenaturales que dicen conseguir el aludido ron, mediante su paso por dentro de la barriga de animal, que tiene la virtud de sanarse rápidamente de cualquier daño o herida que se le haga con objeto cortante. Vamos a referirnos simple y llanamente a la descomunal culebra de dos cabezas, que según las creencias de los primitivos pobladores de la Isla de los peces en abundancia, tenía su morada en las profundidades de la mar, donde ser humano no podría llegar a mancillarla ni aún observarla ojos de mortales, porque quien o quienes lo osaran, desaparecerían en un santiamén y como por arte de magias, de la faz de la tierra. Se aseguraba que la misión que los Dioses le habían encomendado al monstruoso animal del mar de los Caribes, era nada más y nada menos, la de que de cuando en cuando o de vez en vez, asomara una de sus cabezas a la desembocadura de los ríos de Costafirme, que constantemente estaban trayendo sus caudales a la mar y a medida que fuera tragando todo el líquido posible, por la otra, fuera vaciándolo sobre la tierra isleña, utilizando las cuevas o escondrijos adyacentes a las playas, de modo que siempre hubiera debajo de su suelo el agua necesaria, que fluyera espontáneamente para la salvación de sus pobladores, y que aún cuando no saliera a la superficie, porque muchas veces el padre Sol enrabietado no se lo permitiera, se pudiera, cuando menos, conseguirla haciendo excavaciones a golpes de piedras puntiagudas o de maderos fuertes, que los otros dioses amorosos y compasivos les ponían en sus manos. Así era la culebra de dos cabezas, que a través M mar, dizque se encargaba de traer el agua dulce a la Paraguachoa de los guaicos o guaiqueríes, muchísimo pero muchísimo antes de que los venidos de las lejanas tierras, pusieran sus plantas sobre ella tomándola para si e imponiéndoles sus credos y sus costumbres. "LA CABUYA DEL AHORCAO" (AHORCADO) Otra de las creencias que estaba bastante arraigada en el sentir del margariteño era la de los poderes sobrenaturales que emanaban de "la cabuya del ahorcao" (mecate o soga del estrangulado como se le dice en otras partes). No había ciudad ni pueblo ni caserío ni sitio de la geografía margariteña donde no se hablara aunque fuera un poquito, acerca de "la cabuya del ahorcao"; ni hombre ni mujer ni niño ni niña ni viejo ni mozo que no tuviera aunque fuera una ligera referencia en relación de tan misteriosa cabuya. En todas partes se especulaba con la referida cabuya. Unos en broma, otros en serio, y otros entre chanzas y veras. La mayoría coincidían en afirmar "que le temían al muerto pero no a la cabuya porque jamás de los jamases se había escuchado decir que se habían templado dos con la misma cuerda". Se decía que cuando una persona se ahorcaba era porque el Diablo se había ensañado contra ella; que venía tentándola, es decir, espiándola, o lo que es lo mismo, siguiéndole los pasos hasta hacerle perder el juicio y obligarle a echarse la cabuya al pescuezo. Se aseguraba también, que el Diablo aunque no se le apareciera visiblemente a la persona era quien mentalmente le iba diciendo lo que tenía que hacer y facilitándole todo: que le presentaba la cabuya, le arreglaba la ahogadera, le hacía la vuelta corrediza de modo que no fallara, que le indicaba como amarrarla, como meter la cabeza, y era el que se encargaba de darle el último "tempIón" o jalón. Se comentaba que después de ahorcada la persona el Diablo seguía rodando cerca de ella a ver si podía tentar alguno más. Igualmente se decía que cuando se encontraba un ahorcado, una persona amiga o familiar cercano, antes de bajarlo, tenía que darle cuando menos siete cuerazos para que el Diablo viera que no se le tenía miedo, y después de bajado, se le tenía que largar cuando menos siete cuerazos más, en cruz y bien sonados, con la misma cabuya que se le había quitado del pescuezo, para que el Diablo se retirara sin darle tiempo de llevarse los poderes que le había puesto a la cabuya, porque el Diablo le tenía mucho, muchísimo, muchísimo miedo a la cruz debido a que con ella fue que Dios lo arrojó de los Infiernos. De allí que muchas personas inescrupulosas, especialmente los avaros y buscadores de riquezas fáciles, pensaran que esa "cabuya del ahorcao" estaba dotada de poderes ultraterrenos y que por lo tanto no se podía desperdiciar para tener por su intermedio contacto directo con el mismo Diablo, facilitador de fortunas. Entonces comenzaba la brega por su obtención ofertaban por ella todo lo que podían, la regateaban y la pujaban hasta comprarla por lo que fuera o por lo que no valiera, y en último caso se la repartían por pedacitos, empezando por la parte que había tenido contacto con el pescuezo, en la creencia de que allí era donde había quedado la mayor cantidad de fuerzas sobrenaturales o diabólicas. La "cabuya de ahorcao" la guardaban entera o fraccionada, en baúles, maletas y petacas, la cargaban entre bolsillos, faldiqueras, fajas, portamonedas, y la metían en reliquias, amuletos y en cuantas partes pudieran, como llamadoras de fortuna. Es decir, cualquier "chispita" o pelito de "la cabuya de¡ ahorcado", valía un dineral, y a quienes se enriquecían rápidamente o tenían suerte en los negocios se les decía que había conseguido "la cabuya del ahorcao". Ahora es cuando menos se cree en los poderes de "la cabuya del ahorcao", porque parece que ha pasado de moda como muchas otras tantas cosas margariteñas. LA ESPUELA DE LA MACAUREL El macaurel es la más grande y gruesa de las culebras o serpientes que existen en la Isla de Margarita. Puede medir hasta 4 o 5 metros de largo. Es de andar lento, muy parsimoniosos, y vive casi siempre entre los matorrales donde hay peñas y oquedades. Se mantiene comiendo gallinas, conejos y cuantos más animales encuentra por los montes donde mora. Se dice que puede comerse también hasta un novillo o una persona. La manera más propicia para conseguir su presa es utilizando la "vagiada", especie de eructo con hedor a calabaza podrida, que al expulsar por su boca, cubre varios metros a la redonda, y con lo cual tontea a los animales para hacer más fácil su captura. A los chivos, borregos, y venados se les "enrolla" como un resorte sobre el cuerpo, haciendo fuerte presión sobre ellos hasta quebrarle todos los huesos y ponerlos como un amasijo para empezar a tragárselos por las partes traseras dejando fuera la cabeza hasta que se pudre y se desprende por su cuenta. Este lapso de tiempo es conocido como "camorra" o "pudridera" y se asegura que cuando está en esas condiciones es inofensiva. El cuero de la macaurel es muy apetecido. Con el se hacen fajas para los que padecen de dolores en la cintura, y correitas para los que se les "abren" y sienten dolencias en las muñecas durante los trabajos fuertes. El aceite de la macaurel, que lo extraen de la "empella o tocino de¡ animal, puesto a derretir al calor de¡ Sol, lo utilizan para aflojar las coyunturas y toda clase de articulaciones que se hayan encogido o dislocado mediante enfermedades o accidentes. Tiene que ser aplicado por "curiosos", porque "si se pasa de la cuenta" lo más probable es que se aflojen demasiado los huesos y tendones y el paciente quede "descoyuntado" para toda la vida. Pero a pesar de todas esas utilidades, se asegura que lo más beneficiosos de la macaurel es la "espuela" que algunas tienen en la punta M rabo, y la cual se parece mucho a la que le sale a las "salamanquejas" cuando se les troza la cola y siguen viviendo. Que para conservar dicha "espuela" con todas sus facultades naturales hay que quitársela viva. Cortándosela de "un solo tajo"; cosa que es muy difícil, debido a que casi no hay machete, por amolado que esté, que pique el cuero de ese animal. Que la macaurel al desprendérsele la espuela se pone rabiosa y busca atrapar a la persona para Desmolerla y tragársela. Que la espuela desprendida brinca y salta como si fuera de azogue lo que hace más dificultosa su agarrada; y que se le tiene que pegar la mano con muchísimo cuidado porque "puya" duro y la "puyada" es mortal o cuando menos "desarmadora" del cuerpo. Se dice además, que la persona que logra conseguir una "espuela de macaurel", puede hacerse M más grande de los ensalmes, metiéndola durante siete días consecutivos, al repuntar la Luna, en un poco de chicha fuerte de maíz negro, sin dulce de ninguna clase, bebiéndose del contenido tres tragos al desaparecer la misma Luna, untándose el resto por todo el cuerpo; haciendo igual cosa durante trece martes y trece viernes seguidos, tanto al nacer como al ponerse el Sol, y además, llevando siempre encima la dicha espuela en reliquia o en cualquier otra cosa. Eso basta y sobra para que la persona quede "cruzada" o lo que es lo mismo, libre de que le cale o le haga daño, el veneno de animales ponsoñozos de la clase y tamaño que sean. También se asegura que las virtudes de la espuela de la macaurel no se pueden pasar de una persona a otra, salvo del padre cuando esté entregado su alma a Dios, al hijo de su preferencia, y sólo hasta la tercera generación. La espuela de la macaurel es otro de los tantos mitos y creencias margariteñas que ha ido desapareciendo con el andar del tiempo. LA PAJA DEL CARPINTERO Si nos pusiéramos a recoger uno a uno, tantos cuantos mitos y creencias se encuentran diseminados por toda la geografía margariteña, nos encontraríamos con que tendríamos que llenar innumerables cuartillas y formar extensos volúmenes sin lograr agotarlos. Entre esas cantidades mencionadas nos encontraríamos con uno muy peculiar, que se refiere a "la paja del carpintero", pero que nada tiene que ver con ninguna persona de las que se ocupan del trabajo de la madera, sino del "pájaro carpintero", que se dedica a perforar los árboles, por fuertes y centenarios que sean, para formar en ellos sus nidos y sacar su polluelos. Se asegura que la "paja del carpintero" tiene infinidad de usos y secretos, unos más y otros menos generalizados, pero el de mayor popularidad es el relacionado con el amor, es decir, el del uso que hacen de dicha paja los miembros del sexo masculino para conquistar y hacer suyas, sin ninguna dificultad ni resistencia, a las del sexo opuesto. Se dice que para obtener "la paja del Carpintero", la persona interesada que de paso tiene que ser muy animosa, debe trasladarse a un lugar solitario y lo más distante posible de la zona donde vive, y buscar, con el mayor de los cuidados, un nido de "carpintero", donde dicho animal tenga los huevos ya al sacar o los propios "carpinteritos", y al encontrarlo, pasarse allí todo el tiempo necesario, bien sea de día o de noche, esperando que el pájaro salga por su propia voluntad del nido, y al verlo salir, coger un pedazo de hojalata, de antemano preparada, y con ella y cuatro clavos colocados en cruz, taparle bien tapado el orificio de salida. Luego, seguir esperando, con sin igual paciencia, que el pájaro regrese y se encuentre con el obstáculo que le impide entrar al nido. Entonces observarle detenidamente y con el más grande de los cuidados, las reacciones del retorno, siguiéndole todos los movimientos, hasta ver, cuando, después de algún rato, que puede ser corto o largo, llegue con una pajita en el pico y empiece a darle a la hojalata insistentemente hasta romperla, y como, hecho esto, deja caer la paja y se introduce nuevamente en el agujero. Es en ese momento, cuando la persona tiene que ingeniárselas para recoger de¡ suelo la paja caída, sin que el animal se percate de su presencia, porque de hacerlo, es capaz de matarlo a picotazos; y con la dicha paja en su poder, volverse a su casa a elaborar el amuleto donde portarla, y el cual es conocido con el nombre de "aflija corazones". También se dice, que durante todo el tiempo que el animal está bregando para destapar el nido, se escuchan por todos los contornos, lamentos como de ultratumba y se presentan remolinos y ráfagas infernales y se ven cosas extrañas de diferentes clases y tamaños, todo lo cual contribuye a templar loa ánimos de¡ interesado y a darle el brío sobrenatural que debe tener todo el que pretende portar clase de amuletos. Además, se comenta, que el secreto que emana de "la paja del carpintero", no es transmisible de una persona a otra, ni por muy amigo ni familiar que sea; ni puede venderse ni negociarse de ninguna manera ni por ningún precio, porque es un don exclusivo para la persona que logra recoger dicha paja en el mismo instante en que la larga el animal, y que los aludidos secretos van mermando a medida que el portador va perdiendo su virilidad. Asimismo se asegura, que para que el amuleto contentivo de "la paja del carpintero", pueda ser efectivo, se tiene que mantener con devoción y pedirle todos los martes a las doce de la noche, en un camino en cruz y lo más solitario posible, todo lo que se desea, porque de lo contrario, nada vale que se tenga "la paja del carpintero". LA PIEDRA DEL GUARAGUAO En la Isla de Margarita, no sólo entre la gente del pueblo, a quienes como tales, se les atribuye un bajo nivel cultura¡, sino también entre los que habitan en las ciudades y a los cuales se les considera con un grado más avanzado de capacitación, existen creencias tan arraigadas, que pocos se atreven a discutirlas, como la que se refiere a los poderes sobrenaturales que emanan de la llamada "piedra del guaraguao" o del zamuro, como también se le conoce. Cuando una persona, se destaca o viene obteniendo rápidamente lo que han dado en catalogar como suerte, tanto en el amor, como en los negocios o en cualesquiera de las otras actividades de su vida, se dice que encontró o que tiene "la piedra del guaraguao", y se tejen miles y miles de comentarios o hipótesis acerca de como y de que manera se puede llegar a conseguir esa singular joya. Se asegura que el que quiere hacerse de sea afortunada piedra, lo primero que tiene que hacer es aventurarse a visitar los lugares habitados como guaridas o refugios de esa clase de negros animales, donde según los prácticos, no es muy fácil llegar, por los escollos, que se tienen que atravesar y la fetidez insoportable que de allí emana a toda hora, capaz de marear hasta las personas de estómago más fuerte y olfato menos sensible, y buscarse con mucho cuidado un nido o "nidá" o sea una "oIaya" o "guaraguá" que esté bien "culeca" y echada sobre sus "posturas", y el viernes que corresponda precisamente a la curta semana antes de¡ Viernes Santo, quitarle muy prudentemente, cuando menos, la mitad de los huevos, sancochárselos y volvérselos a colocar, al quedar más o menos calor de sangre y hacer inmediatamente lo mismo con el resto, para que el animal no se de cuenta de la operación; dejándoselos así y volver al sitio el Viernes Santo, de modo que se esté allí a pleno mediodía, que es cuando el animal, viendo que no han sacado los huevos o lo que es lo mismo, no han nacido los animalitos, se levanta y busca una piedra, que sólo ellos tienen el don de conocer, la trae con el pico y con ella va dándole golpes a los huevos hasta que los rompe y en vista de que ninguno "desempolla", abre las alas y las sacude una y más veces, alza un poco el vuelo, da tres vueltas en redondo por sobre el nido, deja caer la piedra, lanza unos horribles graznidos y se pierde en lo infinito. Es entonces, cuando el individuo que ha tenido que estar a una distancia regular durante todo ese tiempo, y con los ojos bien abiertos, es decir bien «despabilados" o lo que es lo mismo, con ellos "más pelados que un vende prendas", y soportando todas las consecuencias que se presentan, que según no son muy buenas, ya que muchos de los que han intentado la operación, no han aguantado hasta el final ni han querido que más nunca les hablen de eso, recogen la mencionada piedra y se la traen para su casa, a fin de cargarla como el talismán o "amuleto" que le hará venir la suerte. Hay quienes aseguran tener la nombrada piedra sin que les haya traído ni una pizca de suerte, y se calcula, que es por haberla obtenido de otra persona, con lo cual quedó sin efecto el secreto, o por que en el momento de recogerla no tuvieron la fortaleza suficiente de aguantar bien la "despabiIá" de los ojos y se equivocaron agarrando la que no usó el animal, o que los que la tienen son tan incrédulos que no hay secreto que les resulte. Muchos confunden la aludida piedra, con la semilla del "ojo de guaraguá", que no es sino la pepa de un vegetal que se encuentra silvestre en algunos lugares de la Costafirme, y la cual usan para pulirla, engastarla y llevarla como un abalorio, pero no para llamar suerte. LAS PALOMETAS NEGRAS En la Isla de Margarita solamente se conocen dos estaciones climáticas. El Verano y el Invierno. El Verano es la época de menos lluvias y el Invierno es el de más lluvias. Las lluvias de Verano son más frecuentes durante los meses de Junio y Julio y las Invierno en Noviembre, Diciembre, Enero y Febrero. En los períodos de lluvias, tanto las tierras planas, como los cerros y las montañas, se cubren de un verdor intenso, agradable a la vista de nativos y visitantes; el clima se torna más benigno, los conucos se hacen más productivos y los mercados se llenan de frutos criollos. Durante la frescura, se ven por donde quiera cantidades de mariposas, de diversidad de colores, formas y tamaños, que en su incesante revoletear, a diestra y siniestra, adornan el ambiente. Los margariteños, tradicionalmente llaman a las mariposas, "palometas", y los niños las cazan para jugar con ellas y formar colecciones, las más de las veces, clavadas en las paredes de bahareque, con espinas de yaque o de cardón, mientras que los adultos no las toman en cuenta ni para bien ni para mal. Pero entre todas las "palometas", hay unas que no tienen épocas fijas, que se presentan durante todo el año, y que son muy temidas por la gente. A esas se les conoce como "palometas negras". Las "palometas negras" son grandes, desproporcionadamente en relación con las demás. Pueden medir de media cuarta a un jeme, poco más o menos. Unas son retíntas como el azabache, otras medioluto y otras grises o marrones. La mayoría presentan unos círculos en las alas que semejan ojos humanos. Se cree que las "palometas" negras" son fatídicas, es decir, presagios de mal agüero, y por lo regular anuncian desgracias. En la mayoría de los casos la propia muerte. Mientras las "palometas negras" están en los campos, casi no preocupan a nadie, pasan por desapercibidas. Pero cuando se meten entre las casas, causan pavor, mucho miedo, nerviosismo, sobresalto, provocan hasta llanto y se les teme como a algo del otro mundo. Nadie se atreve a matarlas, ni siquiera a espantarlas, porque se dice que representan el alma moribunda de alguna persona familiar o amiga. Que andan anunciando luto, y castigarlas es como castigar a la misma persona que representan. Y cuando se pegan de las paredes las dejan quietas hasta que se caigan muertas o se vayan por su propia cuenta. Las "palometas negras", retíntas, color de azabache, anuncian la muerte de personas ancianas; las medioluto, las de personas de mediana edad, y las grises y marrones, las de personas jóvenes. Las muertes de niñitos son anunciadas por los "cocuyos" y no por las “palometas". Hay algunas personas que dicen conocer, en las señales que muestran las propias "palometas", cuando la muerte va ha ser de varón o de hembra. A todas las tres variedades se les dice "palometas negras", se les teme por igual, y cuando las ven, la gente reza y encomendar al cielo, el alma de los que van a morir. Como en la Isla de Margarita, casi toda la gente se consideran miembros de una misma familia o amigos cuando menos, al fallecer alguno, lo asocian con las "palometas negras" llegadas a las casas. LA CULEBRA MAMONA Cuando en la Isla de Margarita se habla de culebras, lo primero que los ancianos recuerdan y sacan a relucir, es a la culebra "mamona" Se dice que la culebra mamona existió, que era de carne y hueso como las otras culebras; corta, rechoncha, cabezona de rabo romo y andar lento; que casi no subía a palos y que se deslizaba por sobre la tierra sin hacer ruidos. Se comenta que la culebra mamona perseguía a las mujeres paridas que se acostaban en el suelo pelado o sobre simples esteras; que no mordía ni picaba, pero que tenía la facultad de emponsoñar a la gente y dormirla. Que se iba acomodando lentamente hasta ponerse en posesión de las tetas de las mujeres. Que si la criatura dormía con la madre le iba metiendo la punta del rabo entre la boquita para que creyera que era el pezón de la teta y se quedara quietecito, mientras ella se fajaba a mamar y a mamar y a mamar hasta dejar a la madre extenuada. Que al inocente pegarse del pecho de la madre nada conseguía que sacarle porque la culebra mamona la secaba para siempre o cuando menos por muchos días. Que la criatura con lo que había chupado del rabo del animal y lambido del pezón de la madre, se iba poniendo flaquito o lo que es lo mismo, entecándose hasta que se moría tostadito. También se asegura que las madres para librarse de las culebras mamonas recurrían a dormir en catres, chinchorros, barbacoas y soberaos. Que ponían candela en la entrada de los ranchos porque la culebra le temía a la llama. Que prendían mechurrios o faroles a sabiendas de que el animal tampoco le agradaba mucho la claridad. Que la culebra mamona fue desapareciendo a medida que la gente fueron fabricando sus casa de bahareque o de mampostería y poniéndoles puertas de madera para impedirles el paso. Nadie dice haber visto a la culebra mamona, pero muchos coinciden en aseverar que la escuchaban mentar a los más viejos. También se asegura que la culebra mamona existió en Costafirme y en Los Caños del Orinoco. Lo que si no se debe, es confundir a la culebra "mamona'' con la "morrona" o de "dos cabezas", porque son dos cosas completamente distintas. EL MORROCOY DE SAN FRANCISCO No se trata del animalito que protegió el hermano Francisco de Asís, el monje bueno, sino de otro parecido o de su misma especie, real o imaginario, inmortalizado con el andar del tiempo. Cuentan las viejas leyendas margariteñas, que cuando Macanao empezó a poblarse, hubo un hombre que amaestró a un morrocoy para que le hiciera todas sus diligencias, en vista de la distancia que había entre los poblados y lo dificultoso que se hacía el tránsito por entre los breñales y vericuetos existentes, tanto en las fangosas épocas invernales. como en las resecas y asoladoras veraneras. Se asegura que el animal, obediente, llevaba a cabo su cometido con toda regularidad, sin que en ningún momento hubiese llegado a retardarse ni mucho menos a fallar, hasta el día en que lo mandó a buscar una partera donde primero la encontrara, porque a su compañera de vida se le estaban presentando los dolores del parto. Pasaron las horas, los días y las noches y el animal sin regresar. el hombre creyó que se había muerto o que lo habían matado en el trayecto. El parto se hizo como pudo y el hijo que nació fue creciendo con la ayuda de Dios y de María Santísima, y escuchando de labios de su padre la triste historia del morrocoy amaestrado. Hasta que un día. el propio muchacho, que ya tenía quince años, se preparaba para echarse la cola y caminaba más que un perdido, vio entre unos distantes matorrales a un morrocoy que le causó extrañeza, y le preguntó: - Mira bicho er'Diabio, no serás tu el morrocoy que mi papá mandó a buscar la partera cuando a mi mamá se le presentaron los dolores del parto. Y cual no sería su sorpresa, cuando el animal le contestó en una forma muy despampanante: - S¡ soy pues, y mucho cuidado con molestarme, porque si me caliento me devuelvo. EL COTOPERI DE LA OTRABANDA No hay cosa que no ocupe un lugar en el espacio. Unas con más y otras con menos méritos. Allí está como ejemplo el viejo "cotoperí" de La Otrabanda. Con su carga de años repletos de consejas y de leyendas. Con su tronco maltrecho y su ramaje destartalado desafiando las inclemencias del tiempo y las injusticias de los mortales. Como un hito antiquísimo marcando el punto donde empieza la empinada cuesta para remontar el legendario y agreste "portachuelo" Unos le dicen simplemente "el Cotoperí". Otros "el cotoperí del macho". Se dice que en sus cercanías murieron misteriosamente tres ejemplares de esa especie mientras transportaban productos de¡ campo por las viejas trochas repecheras. Se habla de un "genio" que no escogía hora del día ni de la noche para allí aparecerse, y cuando menos lo esperaban, saciar sus apetencias de sangre animal. Otros hablan de la maldición de un indio en el momento de ser atropellado muy cerca de donde se encuentra el árbol, por un animal que le pareció hombre y bestia: "la venganza tendrá que venir tres veces para que el lugar pueda quedar nuevamente sagrado". !Designio de sus Dioses!. Los lamentos, las agonías y los últimos suspiros bajo su regazo, en las luchas por la Independencia y en las contiendas fraticidas. Por todas esas cosas, los pelos de la gente se engrifaban a la hora de pasar por el sitio. Las cruces se hacían una y mil veces. Las súplicas y las oraciones obraban espontáneamente. "El miedo era pánico". La valentía era cosa de honor. Vino la primera carretera: los picos, las carretas y las chícoras rechinaban junto a sus raíces, y el , "como si en el mundo de Dios". ¡Estaba conjurado!... Quedó como una patriarca señalando la primera curva de la serpenteante vía abierta para que subieran las máquinas endemoniadas. Continuó como una centinela indicando el primer desvío por el "camino viejo" para que cascos y pies, en una conjunción de lento padecer, siguieran trajinando y acortando las distancias de¡ "camino nuevo". Al principio sus frutos no eran apetecidos porque dizque estaban malditos. !El genio! !El indio!, salían a relucir de momento a momento. En algunas ocasiones se tornó estéril como para castigar a los tejedores de fantasías. En otras, sus partos eran "cetas" de buen tiempo. Una vez, un carro que bajaba se encabritó en su ruta y embistió contra el, pero no logró hacerle nada. Otra vez salía a relucir la maldición. Otra vez lo de¡ "genio". Otra vez lo del "indio". Pero la sangre ya no parecía necesaria. El conjuro estaba mediatizado. De nuevo empezaron a guarecerse en su sombra los andantes de a pie. Los pelos de la gente dejaron de erizarse. Las leyendas se fueron esfumando con el andar del tiempo. Todo ha ido desapareciendo lentamente. Pero "el viejo cotoperí de la Otrabanda" sigue impertérrito como un punto referencia¡ en el "camino viejo". EL CARRO FANTASMAL DEL PORTACHUELO DE TACARIGUA En la Isla de Margarita, todo, o cuando menos una parte del todo, tiene su vigencia. Los fantasmas y aparecidos han sido desde tiempos inmemoriales, el plato del día, aunque, por fuerza de las razón debiera ser el plato de la noche. Por los lados de Punta de Piedras, se habla del “Lango-lango"; en Macanao, "del perro que lleva más de 400 años ladrando la desaparición de su dueño"; entre Altagracia y Pedrogonzález, "del gato y el tizón de Ño Suárez"; en Pampatar, "del fantasma del bajo"; en El Tirano, "de la piedra ahogada" y "de la bruja de la cueva"; en Tacarigua, "del conejo resbaloso"; en el pueblo de Machomuerto, "del macho muerto por el Tirano Aguirre"; de duendes y chinamos, de chiniguas, de lloronas y de colmillonas, ni que decir, porque de eso se habla en toda la Isla; de los chimichimitos, no hay orilla de playa donde no los conozcan, y pare usted de contar porque a lo mejor no le va a alcanzar el tiempo para terminar. Pero lo que si no tiene acotejo y es duro imaginarse de donde demonios viene, es lo del carro fantasmal del Portachuelo de Tacarigua. Más de una persona aseguran que lo han visto, y no embusteros o miedosos de oficio, sino gente muy pero muy serias e importantes, incapaces de embusterear o de inventar cuentos. Dicen que le escuchaban el ronronear en las curvas cerradas que antes tenía en cantidades el nombrado portachuelo. Aseguran que le veían la iluminaria claritica como la luz del día, cuando iba alumbrando los matorrales y hasta los elementos, de acuerdo con la trayectoria que seguía. Algunos más valientes manifiestan que se apartaron bien apartados cuando ya lo tenían encimita para que el bicho pasara. Otros asientan que pasó por junto a ellos como alma que lleva el diablo sin haberle escuchado ni el ruido ni muy bien poderlo ver. Otros tantos arguyen, que se quedaron esperando que pasara cuando lo divisaron y no pasó nunca. Y hay hasta quienes digan que lo agüaitaron y le pidieron una "chivita", -como se decía antes a las colas-, creyendo que era un carro de este mundo. La mayoría lo describen de color negro, como para demostrar que es infernal; con un toque de pera grande de las que hacían facúfacú, y una corneta ronca asusta muchachitos, de las que hacían agúrgura-agúrgura-agúrgura, muy propia de los carros de¡ tiempo de antes. Pero lo que si no ha habido nunca es una criatura que diga de quién sería ese carro, en que año se trambuscó en la vía de¡ portachuelo, sino simplemente que es un carro condenao y que dejará de salir, cuando termine de pagar su penitencia. De que el carro fantasmal del Portachuelo existe, existe; de que sigue saliendo, sigue saliendo, aunque hayan acabado con las curvas cerradas, hayan rectificado la vía, hayan abierto la boca hasta sus entrañas y hayan asfaltado la carretera... EL ANIMA SOLA El "Anima Sola" tiene muchos devotos en la Isla de Margarita. No hay pueblo donde no se le menciones ni sitio donde no se le venere. Hasta gente bastante allegada a la Iglesia Católica adoran al "Anima Sola". Es una devoción viejísima y muy popularizada. Muchas personas la invocan sin conocerla. Otras lo hacen conscientes de haberla visto en una estampita donde la representan de medio cuerpo hacia arriba y entre llamaradas o ''lenguarás'' de candela. Los devotos nunca la juntan con sus demás santos y santas. La ponen sola en un adoratorio, casi siempre en un rincón, donde le prenden velas y mechas de aceite de coco. En sus días señalados, los creyentes le piden favores que consideran que otros no están en capacidad de concedérselos. Los brujos y hechiceros la utilizan para sus prácticas profanas y en otras creencias también es tomada muy en cuenta. Todas las rogativas van acompañadas de su oración. Esta tiene muchas variantes, pero la más generalizada es la siguiente: "Anima Sola, ánima de paz y guerra, ánima de mar y tierra, ánima de sol y luna, ánima de viento y calma, ánima que estás obligada con Dios a resolver los problemas de¡ mundo, ante tí yo juro y me conjuro y te imploro mi deseo de que todo lo que quiera se me cumpla. Anima la más sola de¡ Purgatorio, que todo lo ves y todo lo escuchas, yo te compadezco en tu dolor y quiero aliviarte en tus sufrimientos ofrendándote todas las obras buenas que he pasado, pase y pasaré en esta vida para que pagues tus culpas y pecados a Dios y alcances su gracia divina, esperando me concedas el beneficio de (aquí lo que se pide) y al concedérmelo cumpliré tu Santa Ley amándote por sobre todas las cosas y a su Divina Majestad misericordia infinita para mi salvación amén". Se rezan 3 Avemarías y 3 Padrenuestros gloriados con bastante fe y concentración espiritual para que la súplica pueda llegar al cielo porque de lo contrario no tendría ningún efecto y más bien podría revelarse contra él o la suplicante. Algunos devotos del "Anima Sola" se les pregunta acerca de¡ origen de dicho culto y no saben dar razón y simplemente se limitan a responder que lo que si pueden asegurar es que es milagrosísima. Otros responden que es un espíritu desesperado condenado al Infierno, capaz de conceder todo lo que se le pida, buscando congraciarse con Dios para lograr su descanso eterno. Otros se refieren a que es el alma de un ser que vivió en el mundo sin familia. mientras que otros tantos, entran en detalles explicando que el "Anima Sola" fue una persona de cuerpo y alma, que existió en carne y hueso, sin asegurar donde ni cuando, y que cayó en pecado porque no hizo en la tierra lo que Dios manda. Que fue una mujer quisquillosa, adulante, cuentera, mezquina, avara, codiciosa, envidiosa, máula, hipócrita, intrigosa, egoísta , y pare usted de contar, que no cumplió ni uno sólo de los mandamientos de la Ley de Cristo y que al morir y pretender entrar al Reino de los Cielos, es decir, llegar a la presencia de Dios fue expulsada por éste ordenándole purgar sus penas en el Purgatorio pero completamente sola, aislada de las demás ánimas, -de allí el origen de su nombre-, pero con la obligación de escuchar a todos los que la invocaran y ayudarle a resolver sus necesidades, intercediendo ante el mismo Diablo de los Infiernos si era posible. El "Anima Sola" volverá a la presencia de Dios todo Poderoso el día que termine de pagar su penitencia haciendo las obras que dejó de hacer mientras estuvo en la tierra y para ello tendrá que hacer un milagro mayor a la hora de cada llenante de Luna y varios menores durante los cuartos o pases y en la aparición de la Luna Nueva; pero como son tantos los pecados de¡ género humano sobre la faz de¡ planta, porque la gente cada día se han ido alejando más de Dios y tornándose más terca, hereje y mala, el "Anima Sola" no tiene esperanzas de acabar de pagar sus culpas ni en miles y miles de años, y de allí que tendremos "anima Sola" para mucho tiempo. LA VIRGEN DEL VALLE Y LOS CAMPESINOS MARGARITEÑOS En Margarita, la Virgen del Valle es todo amor, creencia, veneración, devoción y fe, no sólo de los marineros sino también de los labradores... A pesar de los datos suministrados por el Hermano Nectario María, por Monseñor Pibernat, por el Prof. Jesús Manuel Subero y por Charo Rosa, entre otros, en relación al culto católico de la Virgen del Valle de la Isla de margarita, que más o menos ponen en claro la verdad histórica, en la Isla hay innumerables versiones o creencias muy arraigadas, sobre todo dentro de¡ campesinado acerca de la aparición de la imagen en una cueva, a los Guaiqueríes de "El Poblado de porlamar", como mandato divino; hay quienes se atreven a asegurar, que la Virgen tiene propiedades ultraterrenales que le permiten transformarse en persona real para recorrer todos los caminos de la tierra y vigilar de cerca a los suyos. En tal sentido, se cuenta, que en tiempos de una ruindad que azotaba la región (sin precisar la fecha) y nada había que traer de los conucos a las casa, para paliar el hambre de grandes y chicos, en el "Cañón" del río de Tacarigua, una tarde, a la puesta de¡ Sol se presentó a unos labriegos una extraña mujer vestida humildemente, pero que de su cuerpo despedía un perfume de santidad y que al ser interrogada por su procedencia, sólo oíasele decir como en son de plegaria "benditos sean mis hijos, benditos sean" y continuaba sin inmutarse por el estrecho camino de la serranía, y que al otro día, al regresar a sus labranzas, para sorpresa de todos, se encontraron con que las matas de mango, estaban cargadas enormemente y desgranando frutos sazonados, que sirvieron para ayudarles a mitigar sus necesidades y las de los suyos; igualmente, que en una época de escasez de maíz, cuando el hambre amenazaba con convertirse en un azote de los moradores, los maizales, que apenas estaban empezando a "borlear", maduraron de la noche a la mañana y la amenaza de¡ hambre desapareció totalmente, así mismo, que en cierta ocasión, cuando una sementera estaba a punto de perderse, por insolación, el dueño creyente, invocó la intercesión de la Virgen del Valle y sin terminar muy bien la invocación una enorme nube se levantó y posándose sobre el predio, descargó totalmente, anegándole lo suficiente como para que se diera la cosecha, no así la del vecino incrédulo, donde no cayó ni gota. También era frecuente escuchar en boca de ancianos labradores, contar con énfasis de veracidad, que la Virgen era viva, que su rostro se transformaba de alegre en triste o viceversa, para anunciar tragedias o bonanzas; que se hacía invisible en su capilla cuando no quería que la llevasen a otra parte; que se había hecho presente en la batalla de Matasiete al lado de los patriotas y de allí el triunfo de estos; que frecuentemente visitaba los campos y las labranzas y que por lo tanto, más de una vez le habían conseguido en los pliegues de su manto, adheridos cadillos y otras muestras vegetales, producto de sus incursiones por las llanadas y serranías, atribuyendo todas estas cosas a milagros de la Virgen. Estas pueden ser fantasías o irrealidades, provenientes de la acendrada credulidad del campesino margariteño hacia su Virgen del Valle; del amor y veneración hacia ella, pero nunca ciego fanatismo. Claro que con el andar del tiempo muchas de estas creencias se han ido esfumando, pero todavía queda mucho de la auténtica fe del labriego hacia su Virgen protectora espiritual. LA VIRGEN DEL VALLE Y LAS QUEMAZONES CONUQUERAS Hablar en Margarita de los milagros de la Virgen del Valle es cosa para nunca acabar, porque son tantos y tan variados, que los encontramos en todas partes y en todos los sentidos, de allí que hoy escojamos dos de los relacionados con las quemazones conuqueras, para presentarlos al público lector. Se cuenta que un señor de apellido García, oriundo del Valle de Paraguachí, quien tenía una extensa y muy estimada labranza, la cual mantenía siempre bajo la protección y amparo de la Virgen del Valle, estaba una vez quemando un desmonte que había llevado a cabo muy cerca de una gran cementera de maíz completamente seca y debido a un descuido o imprevisión, se le pasó la candela, la que empujada por un fuerte viento que le vino a su favor, fue a dar hacia el maizal que empezó a arder desaforadamente. Cuando el señor García vio aquello, no le quedó otro camino que hincar rodillas en tierra y extender los brazos hacia el cielo para implorarle a la Virgen del Valle que le salvara su cosecha, al mismo tiempo que un viento contrario detenía como parte de la magia las llamas y el incendio se sofocaba sin que se ocasionaran mayores daños en el maizal. Otro caso parecido fue el de un señor Gil, cultivador de piñas en los cerros de "La Rinconada" de Tacarigua, el cual sostenía a su familia y guardaba algún dinero con el producto de ese trabajo, y quien en un mediodía de Sol ardiente y aprovechándose de la "calma chicha" que reinaba, se propuso, junto con sus hijos, a prender fuego a unos matorrales que había desmontado y rodado hacia una quebrada, pero por imprudencia, uno de los muchachos, colocó la fogata de¡ lado contrario de donde debía hacerlo, al tiempo que un vendaval inesperado se presentó y llevaba la candela rápidamente hacia lo más poblado de¡ piñar, donde la voracidad de las llamas amenazaban con consumirlo todo en poco tiempo. Cuando el señor Gil vio la magnitud de lo que sucedía y ya casi exhausto, se hincó de rodillas a un lado de la candela, se hizo la señal de la cruz e imploró a la Virgen del Valle que le salvara su propiedad, y no había terminado muy bien su súplica, cuando las llamas fueron detenidas como por una muralla invisible y el piñar no sufrió absolutamente nada. Fueron tan excepcionales estos dos acontecimientos, que ambos se le atribuyeron a milagros de la Virgen del Valle, y como tales, recorrieron todos los caminos de la Isla en boca de propios y extraños. LA VIRGEN DEL VALLE Y SU ORIGEN DIVINO Cada día se arraiga más y más en el alma de los margariteños la fe y la devoción en la Virgen del Valle. Cada día aumenta el número de visitantes al Santuario de la "Excelsa Patrona de los Pescadores" con el fin de observarla de cerca y cerciorarse, de si es o no verdad, todo lo que acerca de ella se dice y se asegura. Cada día se descubren nuevos datos que ponen en evidencia la verdad histórica referente a la "Virgen Marinera". Cada día historiadores y escritores se las ingenian para urgar en la fuente del saber, tratando de descubrir la verdad en relación a la "Virgen Patriota". Pero también cada día aparecen nuevas versiones relacionadas con el origen de la "Virgen del Valle de la Margarita". No hace mucho tiempo que tuve la oportunidad de conversar con unos viejos moradores de "El Valle de Pedrogonzález", pueblo ubicado al Norte de la Isla, que tuvo la dicha de entremezclar dos corrientes étnicas, la autóctona y la de allende los mares, para dar origen a un grupo humano que ha puesto muy en alto el gentilicio, y me refirieron, a manera de anécdota cargada de fe, lo siguiente: "que sus antepasados les habían contado, que la Virgen de¡ Valle era en realidad viva, porque había sido confeccionada en tierras muy lejanas y en tiempos muy remotos, por las manos santas de un hombre que tuvo la dicha de percibir una revelación divina, durante varias noches seguidas, que le anunciaba, que el había tenido el privilegio de haber sido escogido entre los mortales para elaborar una Virgen que tendría el don de llevar la fe cristiana hasta los últimos confines de¡ universo, para salvar una raza humana que por ignorancia adoraban Dioses distintos. Que el escogido estuvo mucho tiempo tratando de llevar a cabo el pedimento sin poderlo lograr; por que a cada intento la revelación le decía en sueño, que no estaba perfecta la obra encomendada, hasta que fue precisamente en un día 8 de Septiembre, y de allí la fiesta en ese día, cuando, después de darle los últimos toques a la imagen modelada y decirle: -Madre de Dios, ¡Que más queréis que te haga! !Que más puede hacerte con sus manos este humilde mortal!, que escuchó una voz que parecía salir de los propios labios de la Virgen y al mismo tiempo de la bóveda celeste y de todos los contornos, que repetía una y otra vez: Mora si estoy conforme. S¡ estoy conforme. Si estoy conforme! y se iba extinguiendo lentamente; mientras que el pobre ejecutante, recibía la más grande de las emociones que viviente alguno hubiera recibido, y de ella moría, no sin antes revelarle el secreto que por mucho tiempo tuvo guardado en su corazón, únicamente a su mujer y a sus hijos. LA NEBLINA DE GOTA EN MARGARITA Leyendo una de las últimas "Crónicas Margariteñas" de¡ maestro Jesús Manuel Subero, nos entramos de la sorpresa que llevó un "Cronista de Indias" cuando fue enterado en una Isla Caribeña o de¡ "Mundo Nuevo", por los propios nativos, "que allí vivían gracias al agua que les producía el "árbol de la lluvia". Para nosotros los que en esta Isla de Margarita hemos pasado la mayor parte de nuestra vida familiarizado con los montes, de manera muy especial con las arboledas de las montañas que circundan al Valle de Tacarigua, en nada nos ha sorprendido la información, porque en ese constante trajinar por dichos predios, hemos conocido muchos "árboles de la lluvia" que cumplían una misión muy parecida a la que observó el aludido cronista en al "Isla de Hierro", allá por la mitad de¡ siglo XVI. Resulta que cuando la "neblina" cubre la parte alta de las montañas, se enreda en el follaje de muchos de los árboles frondosos que allí existen y la da por descongelarse o "derretirse", como decimos los conuqueros, y empieza a caer al suelo en forma de lluvia fina y permanente. Esa agua que se detiene entre las hojas, en muchas ocasiones empieza a correr por las ramazones y a bajar por el tronco hasta el pie de¡ árbol. Los campesinos, antes más que ahora, para aprovecharla cavaban pequeños pozos donde la recogían, y la utilizaban para todos sus servicios. Claro que su cantidad no era suficiente para abastecer a todo un pueblo, pero si a las familias que frecuentaban tenían labranzas en dichas zonas, y las consideraban como agua de¡ cielo enviada por Dios y con más pureza todavía que la de la propia lluvia. Además, no se porque, aquella gente, nunca llamaban a esas nubecillas que corrían por los elementos como gigantescos copos de algodón y enturbiaban el espacio al extremo de impedir la visibilidad cercana y hacía bajar la temperatura considerablemente, neblina, sino “ñublina”, “enñubIináo” y “ñubIinaso” y consideraban que la de la "gota" era única y exclusivamente la que se pegaba del copo de los árboles y se convertía en agua que bajaba hacia la tierra. De allí que pensamos acá entre nos, que este pudo haber sido el fenómeno que observó el famoso viajero o del cual fue informado por los nativos, que quizás no eran muchos, de la Isla visitada. En los árboles que con más frecuencia se pega la neblina o "ñublina" son los de hojas anchas, como el copey, el copeycillo y el mameycillo, sin que esto quiera decir que no se pegan de otros árboles. LOS TOQUES DE GUARURAS En el argot popular margariteño. GUARURA, equivale a decir: instrumento musical primitivo con una sonoridad de largo alcance, confeccionado con la concha o caparazón de un caracol o botuto marino. Había GUARLIRAS de diferentes especies y tamaños; se tocaban en cualquiera época de¡ año y con finalidades diversas. Con tres de ellas: la grande, la mediana y la pequeña, se acompañaban las danzas o bailes del barro, cuando en Margarita se hacían las casas de bahareque. La confección de la GUARURA, requería de mucha habilidad, porque el procedimiento era lento, paciente y minuciosos. Primero se empezaba por buscar y escoger el caracol o botuto, que fuera de los más vibrantes; luego se procedía a cortarle cuidadosamente la punta o maruto y a limárselo con un esmeril o con una piedra de las utilizadas para amolar los machetes conuqueros, hasta formarle bien formada la embocadura o boquilla, de manera que al apoyarla en lo labios, no se escapara el viento y se convirtiera en "peorra" o inservible, que era lo mismo. La embocadura o boquilla de la GUARURA, no podía ser ni demasiado grande ni extremadamente pequeña y la variedad de las tonalidades que desprendía, las lograban a merced de los labios y del movimiento de la mano que colocaban en la parte hueca o concavidad natural del caracol. Tanto los tocadores de GUARURA como la mayoría de la gente de¡ pueblo, se jactaban de conocer la infinidad de toques que se daban con el rústico instrumento: como la aparición de los cardúmenes, la calada de trenes, la entrada de piratas, las invitaciones a fajinas y a cayapas, las gravedades de personas, las muertes y hasta los jolgorios o parrandas. Se cuenta que cuando el Libertador arribó, por primera vez, al puerto de Juangriego, se tocaron las GUARURAS desde lo alto de los cerros de la localidad, que se fueron repitiendo por cumbres y hondonadas como clarinadas celestiales, y las cuales contribuyeron a que en un santiamén, acudieran gente de todos los rincones de la Isla a testimoniarle su afecto y reconocimiento al Padre de la Patria. El margariteño usa la GUARURA como llanero el "cacho despuntado", para comunicarse en las distancias con sus demás semejantes. En todo el Oriente de¡ país era conocida la GUARURA como instrumento de paz y de guerra, y al mayor de los caracoles terrestres se le denomina en estas tierras, "Cuácara" y no se usa como GUARURA. En margarita el toque de GUARURA se tenía como sagrado, porque según la creencia, los primeros que lo habían llevado a cabo fueron los guaicos: Guayamurí, Guayatamo, Guatamare, Guaitoroco, Guaruparo y Guainamal, por mandato de sus Dioses ancestrales, para que se continuara repitiendo de generación en generación. Durante las grandes y prolongadas hambrunas que en los tiempos remotos se presentaban en la Isla de Margarita, no sólo el "gustosador" tenía el privilegio de actuar como paliativo de las necesidades de boca y estómago de los más empobrecidos mortales, sino que había otra parientica, humilde y picaresca, que disimuladamente le seguía los pasos, no sólo para acompañarla de buena fe en su singular apostolado, sino más bien con intenciones de ganarle la partida o de atropellarle la actuación. Esa fulana rival del "gustosador", si es que así se podía llamársele sin que se molestara, no era otra sino la señora ''templera'', que aunque se gastaba el nombre de femenina del ''templero'' o sea del primer cazaba de cada "tendida" y al cual así se le "buticaba" popularmente porque era el utilizado a manera de "templar", o lo que era lo mismo, de "acondicionar" el budare para continuar la faena y cuyo "templero" se comían a la calladita los ayudantes tan pronto como se daba una ligera reposadita, sin que nada tuviera que ver con la otra ni con sus actuaciones. La fulanita "templera" consistía en un "cuero o pellejo" de puerco, cochino, cerdo o marrano, como indistintamente se le decía por aquí a esos animalitos de Dios, el cual doblaban con mucha delicadeza bien dobladito o "enrrollaban" como una rueda y lo ponían al Sol con un poquito de sal, para que se secara bien séquito sin muestras de descomposición, y hecho esto lo amarraban con una cuerda limpia y fuerte y lo colgaban de una vara del techo de la cocina, precisamente en dirección al sitio del fogón donde montaban la cazuela, para cada vez que lo necesitaban bajarlo cuidadosamente y hervirlo con lo poco que conseguían y volverlo a llevar a su sitio tan pronto terminada su función de "gustosear" la ración diaria. La "templera" al igual que el "gustosador", la solicitaban mucho en préstamo los vecinos que carecían de ella, en la seguridad de que nadie o casi nadie, por nada del mundo, era capaz de negarla, porque se consideraba que era como negar la bendición de Dios; pero siempre con el preparo o la recomendación: "de que la cuidaran bien y la devolvieran sana y salva tan pronto como terminara su trabajo". Tanto el "gustosador" como la "templera", fueron desapareciendo de la Isla a medida que las hambrunas fueron tomando otros ritmos, aunque no otros caminos. Ya de ellos sólo quedan algunas ensombrecidos recuerdo en la mente de los más empecinados escudriñadores del pasado insular. EL MES DE LAS LOMBRICES El título no es para un tratado de comicidad aunque aparentemente parezca serio. El título es simplemente para comentar, que en margarita se creía mucho o pueda que se siga creyendo, en los males de las lombrices, aunque no entre las familias pudientes o acomodadas pero si entre la pobrecía, entre la indigencia y entre los menesterosos. Es decir, entre los que siempre han sido o siguen siendo pobres de solemnidad. En muchisimas partes se escuchaba hablar de las lombrices. Se comentaban la cantidad de daños que ocasionaban. Se aseguraba que en el mes de Agosto las lombrices se "revolvían" más que en ningún otro mes, aunque no se llegaba a determinar el porque de esos decires. Se aseveraba que las lombrices se revolvían cuando las personas, incluyendo, niños, jóvenes y viejos, se hartaban de dulces empalagadores. Que las lombrices ponían a la gente, en especial a los muchachos, barrigones, buchones, maletudos, y amarillentos. Que las lombrices aguaban la sangre y enflaquecían las carnes. Que las fulanas lombrices acababan con las criaturas; que les hacían dar ataques, y en muchas ocasiones las expulsaban, no sólo por abajo sino por arriba, precisamente, por la boca y por la nariz, y que hasta se iban al cerebro y mataban a la gente en un momentico, sin que tuvieran escapatoria. Además, se hablaba de las tantas cosa utilizadas para contrarrestar los males de las lombrices, no sólo con los remedios de "botica" sino también con los preparados caseros. Se recomendaban collares de ajo, o sea granitos o uñitas de ajo ensartadas en cuerdas y puestas en el pescuezo de¡ enfermo, para que no se le fueran hacia arriba. Se les frotaba ajo machacado y querosén, en el maruto y en las plantas de los pies. Se les fregaba ceniza calientica y se les daba a oler el cebollín para que se les calmaran los dolores abdominales. Se les purgaba con pazote para que las expulsaran muertas o locas. Se les santiguaban y se les hacían muchas otras "guarandingas" que sólo formaban parte del formulario correspondiente a los llamados medicamentos populares. Pero lo más formidable o fenomenal de todas estas cosas, era el afeitado de las lombrices. Consistía el tratamiento de frotarle bien frotada la barriga al lombriciento con aceite de castilla y zumo de limón, hasta que la piel se le engranujara bien engranujada, y después se le iba pasando cuidadosamente, por la parte embadurnada, una navaja de afeitar o una hojilla, diz que para irle cortando las punticas de los rabos a las lombrices cuando se asomaran por lo poros. Terminado el procedimiento se le daba a tomar al paciente un poco de brebaje utilizado en la operación y guarapos de sen, para que con los rabos mochos se fueran saliendo por abajo muertas. Para estos procedimientos era necesario esperar los "pasos" de la Luna, que según la creencia, era cuando las lombrices estaban más revueltas. De ninguna manera aseveramos la veracidad de estos decires, sino simplemente los relatamos tal y cual no los han contado. LAS NOCHES Y LOS OFICIOS PROHIBIDOS Los oficios de lavar, planchar, barrer, pilar y moler en la Margarita del tiempo de antes, eran propios de las hembras y no de los varones, y si estos, por alguna circunstancia los hacían, se les consideraba como afeminados o "cholones". Con todo y estas obligaciones que cumplir, las mujeres, a quienes se les había muerto su madre o hijos pequeñitos, no lavaban los domingos, porque había la creencia, de que ese era el día que Dios tenía destinado para el baño de los angelitos y de las madres que se encontraban en su "santo reino", y en ese sentido, el cielo permanecía conectado con la tierra, y de gastar el agua aquí, en esos menesteres, era restársela a sus seres queridos que estaban en el más allá, quienes se resentían y lloraban desconsolados, y esperaban la hora del tránsito final, para vengarse de los suyos, negándoles la luz del camino celestial, ya que ese día, los muertos acompañarían a su familiar muerto para servirles de guía. Tampoco era permitido a ningún ser humano planchar durante las noches, porque aseguraban, que esa era la hora de la penitencia de los difuntos, quienes tenían el privilegio de visitar sus casas, aunque de una manera muy sutil e invisible, para enterarse de todo lo que estaba sucediendo y el ruido de la planchas y el fuego nocturno de la candela terrenal, les incomodaba tanto, que hasta llegaban, ofendidos y perturbados, a arrojar objetos duros sobre las profanadoras. Mucho menos estaba permitido barrer después de la "oración del Señor", o del "toque de ánimas", porque se presentía que era la hora del recogimiento, para los mortales y del libre transitar de los que habían pasado a la vida eterna, quienes se molestaban con el "rastrillar" de las escobas y lo más probable era que les causaran sustos desproporcionados a las barrenderas. Menos aún se debía moler ni pilar, después que caía la sombra de la noche, porque las ánimas necesitaban las piedras y los pilones para sus quehaceres y de encontrarlos ocupados tenían que regresar tarde al sitio de donde habían venido, cosas que les contrariaba por las amonestaciones que recibía y eso no se lo perdonaban a los mortales. A las mujeres en Margarita les estaba permitido hacer lo que quisieran durante las noches, menos "oponerse a los mandatos del Señor", así decían los viejos y viejas del tiempo de antes. Todas estas creencias, con el andar del tiempo, han ido desapareciendo, al extremo, de que ya son poquísimos o muy contados, quienes las recuerdan. LOS CASOS Y COSAS DE LA PREÑADAS En Margarita las jóvenes no podían empreñarse (entendiéndase embarazarse) ocultamente, porque la guáralas y los chaures al descubrirlas, se encargaban de denunciarlas públicamente con sus cantos agoreros. En Margarita las mujeres embarazadas no podían añingotarse (léase acuclillarse) con las piernas separadas, porque estaban expuestas a coger malos aires por sus partes y los hijos salirles pasmados o "patulecos". En Margarita, las mujeres embarazadas no podían antojarse de cosas imposibles de conseguir, porque al no encontrarlas para matar sus antojos, los hijos eran capaces de nacerles "con la boca abierta". En Margarita a las parejas de enamorados no les era recomendado bautizar niños, porque de hacerlo, no llegarían a casarse nunca y de lograr su unión lícita o ilícita, les sería estéril o con hijos "abobados" o "babiecos". En Margarita, a las mujeres embarazadas tampoco les estaba permitido bautizar, porque al convertirse en madrinas, el hijo que llevaban en su vientre se ponía celoso, se acongojaba y lo más probable era que se le muriera antes de nacer, y en caso de venir al mundo, no les serviría para nada bueno. Para contrarrestar estas cosas, la madrina embarazada, era acompañada hasta la pila bautismal de otra mujer que se encargaría de sostener al niño entre sus brazos, mientras duraba el acto del bautizo. A esta persona desde ese momento, se le denominaba "ayarnadrina" y el ahijado estaba en la obligación de pedirle la bendición, como a su propia madrina, donde quiera que la consiguiera. En Margarita las mujeres embarazadas no podían mirar la luna eclipsada, porque se estaba casi seguro que los hijos le nacerían con una mancha roja en la cara o en cualquiera parte del cuerpo, por donde los agarraran los efluvios lumínicos del eclipse. En Margarita las mujeres recién embarazadas no les era aconsejable fijarse en animales, ni en cosas extremadamente feas, porque estaban expuestas que lo hijos de salieran anormales o mal parecidos. En Margarita las mujeres recién embarazadas no podían burlarse de los chingos y boquinetos, ni de los ñecos, patulecos y rebirecos, porque los hijos les nacerían iguales o parecidos a los buñados. En Margarita a las mujeres embarazadas les aconsejaban, que si el hijo le lloraba dentro de la barriga, que no se asustaran, pero que tampoco lo dijeran, porque era desgraciarlo quitándole el don de la "adivinación" con que Dios lo había dotado. En la Isla de Margarita, las mujeres embarazadas podían hacer todo lo demás que como hembras les correspondiera, sin ningún riego ni condenación... LA LOMA DE LA GUARAGUÁ En el manantial del Portachuelo o de Tacarigüita, como también suele decírsele, y cuyo nombre quizás le viene por la cantidad de manantiales naturales que había en su perímetro desde tiempos inmemoriales, lo que le permitió que prosperaran sin inconvenientes las grandes plantaciones de coco , nísperos, mangos, aguacates y otras variedades que engalanaban la encañada Sur y de los cuales quedan todavía algunos ligeros vestigios, hay una loma que tradicionalmente se le ha conocido como "La Guaraguá. Loma que debido a su exuberante fertilidad, se hacían en ella buenas sementeras de maíz, de yuca amarga y dulce, cuando los tiempos bonancibles lo permitían y en Tacarigua todo el mundo se congraciaban con la "Diosa Agricultura". Acerca del apelativo de este pedazo de terreno se han tejido en el pueblo infinidad de hipótesis, entre las que se destacan tres de significativa curiosidad: una que se relaciona con su color negruzco, parecido al de la hembra del ave carroñera que también se le conoce como "olaya" o zamuro en otras latitudes; otra donde se asegura que era el sitio escogido por los primitivos pobladores de la región, cada vez que los manantiales tendían a agotarse por el furor y el castigo de¡ Padre Sol, para enviar sus mensajes suplicantes al Dios de las alturas, en alas de una guaraguá, por considerar que entre todos los animales de la tierra, era la más que se acercaba en su elevado vuelo al Tronco celestial; y otra, que se relacionaba con las apariciones periódicas de una guaraguá fantasmal, de gigantescas proporciones, que se presentaba con sus guaraguitos, presagiando tiempos calamitosos y de la que se creía que tenía su guarida en la cumbre o cabecera de esa loma. Según los decires de la gente vieja, a esa guaraguá endemoniada la acurrizaban llevando perros muertos hasta esa zona para que saciara sus necesidades; quemando, a la hora del véspero, gigantescos montones de ramas aromáticas y haciendo aspergeos de ensalmes y oraciones, a fin de que se fuera con sus infernales predicciones a otros sitios lejanos. Pero que con todo y eso, cada cuatro o cinco años la "bicha" regresaba cundiendo la desesperación en todo el vecindario, que creían ciegamente en ella y en sus predicciones. Han pasado los años, los viejos crédulos se fueron para la eternidad, los manantiales se han ido poco a poco extinguiéndo, las lluvias cada día alejándose más, las arboledas mermando, la gente olvidándose de trabajar la agricultura y hasta la guaraguá dejando de anunciar la pesadilla de los tiempos malos, quedando únicamente la loma, como testigo de aquellos aconteceres. GUAY-ATAMO, LUGAR DE LAS YUCAS DULCES Guay-Atamo, lugar de las yucas dulces... Al primero que le oímos pronunciar esta expresión fue a Dn. José Lino Quijada. En su propia voz. Cuando éramos muy joven todavía. Cuando aún no pensábamos dedicarnos a estos menesteres de averiguar y escudriñar; de recoger tradiciones y traerlas a las letras de molde, para que duraran o perduraran un poco más entre las presentes y futuras generaciones; cuando se dilucidaba un problema entre el Concejo Municipal de Gómez y la Comunidad de Tacarigua, por el uso de sus cementerios; cuando le escuchaban decir también, que Tacarigua era "lugar de la abundancia de pastos o de los campos fértiles" y Acarigua era "el sitio de las mieles abundantes". Todo, absolutamente todo, de¡ puro lenguaje guaiquerí. Más tarde vimos el término GUAYATAMO escrito por el mismo Quijada en un trabajo publicado en la prensa nacional. Dn. José Lino Quijada fue persona digna de todo crédito. Versado, estudioso, amante de su Isla y de su gente. Margariteño a carta cabal. No de los que soñaban únicamente, sino el que urgaba, investigaba, escudriñaba, pergueñaba. Dedicado a la defensa de los pobres y desamparados. El mediador judicial, o sea, el "picapleito" de la gente humilde. Quizás, esas expresiones las había recibido como legado de sus antepasados. De los viejos con quienes se codeaba y entraba en confianza, para resolverle, a medias o totalmente, sus problemas. De los que tuvieron más cerca de los acontecimientos. Más tarde, lo hemos seguido escuchando en boca de otras personas también dignas de todo crédito, y lo hemos seguido repitiendo. No creemos estar haciendo ningún pecado o daño con esto. La historia no es sólo la que se arranca o se bebe en las fuentes escritas, sino la que se toma igualmente de las corrientes orales, de las que vienen traspasándose de generación en generación sin autoría. De las que traen las quebradas cuando se desbordan para seguir alimentando páginas reciennacidas. Guay-Atamo, es el lugar de las yucas dulces. El lugar, donde según la tradición se producían las más variadas, más hermosas y mejores yucas dulces de Margarita. Guay-Atamo, era el nombre que los nativos guaiqueríes, guaicos o guaicoros, daban a toda la extensión de la actual Matasiete, de sus "piedemontes" y de sus laderas. Guay-Atamo, era el apelativo ostentado por la región poblada que se acurrucaba al pie de la "Montaña de la Gloria". Con el andar del tiempo, fue perdiendo el Guay y le fue quedando únicamente el Atamo, que exhibe horondo en los actuales momentos. EL ESPIRITU DE BELICHAGUA Aunque no lo crean, Belichagua fue, nada más y nada menos, que la trastatarabuela de la tatarabuela de mi bisabuela Teodora Nuñez la portachuelera. Conocí a Belichagua una noche de insomnio, cuando mis ojos cansados de estar despabilados se negaron rotundamente a continuar abiertos mientras el cuerpo se oponía a entregarse a los designios de Morfeo. Belichagua era tan vieja que ya contaba sobre su existencia muchísimas y muchísimas puestas del Sol y apariciones de Luna. De lo viejo que era, se había ido arrugando tanto que casi parecía una "Cucarachita Martina", de esas que uno corrientemente denomina "carapachonas", pero conservaba intacta todas sus facultades mentales. Me dijo que su nombre era simplemente Belichagua, que no tenía apellido, porque ese remoquete lo habían traído los primeros invasores de su tierra y esclavizadores de su raza. Que ella en su tiempo de moza había sido también GUAICORA, que significaba princesa GUAICA en el lenguaje guaiquerí. Que era de la familia de los Tacariba o Tacarigua, asentados en la "cañaveta del Portachuelo grande", parte integrante del extenso Valle de Arimacoa en esta Paraguachoa de los cuatro Dioses: El Sol que todo lo iluminaba; la Luna que en todo se metía y se entremetía; el Viento que todo lo llevaba y lo traía, y el Agua que todo lo refrescaba. Me habló de la fertilidad de sus campos; de la benignidad de su clima, de la riqueza de sus mares y de la salud de los cuerpos, antes de las pestes, de las plagas, de los vicios, y de las malquerencias traídas de más allá de los mares, por los que los que adoraban a un Dios Trino y se expresaban en una forma desconocida. Me comunicó miles de secretos que tengo que reservarme todavía por convenio moral con ella. Se ocupó de enseñarme cada uno de los sitios donde fueron transcurriendo sus andanzas de carne y hueso y donde sigue morando en espiritualidad inmortal. Me dijo que el fin del mundo estaba muy lejos todavía aunque los sabios brutos tratan de acercarlo cada vez más. Me recomendó que tapara mis oídos ante los malos presagios de los "profetas del desastre" y cerrara mi boca ente las calumnias de los "Sembradores de Sal sobre la piel de la esperanza". Me aseguró que había conocido a Cupey a Tamoco a Guayamurí a Guayamoto a Guatamare a Guaruparo y a Guaitoroco, los nobles Guaicos de la Guaica tierra, expertos ejecutores de coriocos, pífanos, silbatos y guaruras. Y me ofreció traerme mensajes de grandeza en platones de barro ungidos con santidad de niños. Y aunque no me lo crean, BELICHAGUA existió, existe y existirá, de trato, vista y comunicación, mientras exista un auténtico defensor de sus credos... LOS AULLIDOS DEL LOBO INFERNAL En Margarita no existen lobos y por lo que se ve, parece que no han existido nunca. Si acaso los hubo en épocas remotas, ya nadie se acuerda de ellos. Ni siquiera reseñas escritas han quedado de sus existencias. Pero por todas partes se escuchaba hablar del Lobo Infernal. Se cree mucho en la existencia del Lobo Infernal. Se asegura a pies juntillas que el Lobo Infernal existe. Que el Lobo Infernal cada día está más hambriento. Que en cualquier momento saldrá y empezará a hacer estragos en la gente. Que comenzará por los niños, seguirá por los jóvenes y terminará por los viejos. El Lobo Infernal o Lobo del Demonio, lo perciben como una fiera agigantada. De medidas desproporcionadas. Con unos colmillos que se le cruzan en su enorme boca, capaz de comerse a una persona en cada dentellada. Con unas extremidades tan inmensamente grandes, como puestas para dejar a cualquier persona sin sentido, de una sóla manotada. que no hay trampa ni arma inventada por los mortales que sea capaz de derribarlo, o cuando menos detenerlo. Algunos hasta llegan a hacer juramentos de que lo han escuchado en noches tétricas y silenciosas. Que su "eco" es tan escalofriante, que le pone los pelos de punta hasta al más embraguetado. Que quien lo ha escuchado una vez no le han quedado ganas de escucharlo más nunca. Que el aullido pareciera salir de los elementos o las profundidades de la tierra al mismo tiempo, pero siempre en lejanías. Se comenta, que cada vez que se ha escuchado el "eco" de¡ Lobo del Infierno, en Margarita, han habido sequías espantosas o tragedias horrorosas; "La Vaca", "La Maestra", "El Chiriguare", "Fabián", "La Loca", el Terremoto, el Ciclón y otras cosa más, fueron anunciadas, con mucha anticipación, por los aullidos del Lobo Infernal o del Demonio. Nadie, absolutamente nadie, asegura haber visto en realidad el Lobo Infernal o del Demonio, pero el reflejo de sus ojos como dos luminarias en la oscuridad de la noche, si hay quienes digan haberlas percibido y le ha causado la prendida de fiebre en el mismo momento. Lo del aullido del Lobo del Demonio empezó como una fantasía de niños, como un juego de muchachos, como una broma de mal gusto, pero ha ido tomando tanto cuerpo, que ya son muchas las casas que han provisto de grandes paredones y de rejas metálicas para prevenirlas, no de los aullidos, sino de los zarpazos del Lobo Infernal o del Demonio... Se dice que sólo el perro de San Lázaro podrá contrarrestar los efectos malignos del Lobo del Demonio. EL PERRO DE SAN LAZARO El espíritu de San Lázaro se fue al cielo después de su segunda muerte, porque en la primera se le había quedado en la tierra y por eso nuestro Señor Jesucristo pudo resucitarlo a pesar de que tenía ya tres días y medio de fallecido. Cuando San Lázaro se fue al cielo Dios le permitió que se llevara su perro, porque San Lázaro no podía andar sin su perro, debido a que el animal era tan bueno y tan Santo como el mismo San Lázaro. San Lázaro tiene la virtud de recorrer con su perro, por mandato de Dios, todos los confines del mundo en una noche, dándose cuenta de todo lo que está pasando y de todo lo que está haciendo con sus trazas y sus mañas el Lobo Infernal o de¡ Demonio. El perro de San Lázaro tiene el Don divino de cambiar su pelamen según la parte donde se encuentra. Cuando pasa por los Páramos el pelo se le pone largo y abundante como el de los carneros, para que pueda contrarrestar el frío y cuando se encuentra en el trópico, el pelo se le transforma en corto y ralo, para que el calor no lo sofoque. El perro de San Lázaro es de color blanco intenso como el armiño, con una cruz grande en la frente, bastante negra como el azabache, que le puso el mismo Dios para que el Lobo Infernal o del Demonio le tenga pavor y salga despavorido cada vez que lo vislumbre. El ladrido del perro de San Lázaro es largo, profundo y melodioso como un canto celestial, y anuncia todo lo bueno para el mundo. La gente se alegra cuando escuchaba los comentarios de que han oído los ladridos del perro de San Lázaro. Todo el mundo no está en condiciones de percibir el ladrido de¡ perro de San Lázaro, porque eso está reservado por Dios, únicamente a la gente que están revestidos de fe y libres de todo pecado. Los que logran escuchar los ladridos del perro de San Lázaro, son premiados a la hora de su muerte, con un puesto de honor en la Santa Gloria, donde tiene su trono el Dios Padre. Mientras Dios exista y la gente crea en él, existirá el perro de San Lázaro, porque ese animal tiene el don de la inmortalidad. El perro de San Lázaro, a la larga logrará vencer al Lobo Infernal o M Demonio por más trazas y mañas que le forme, y entonces se podrá vivir en paz, en concordia y en Santa armonía. El perro de San Lázaro representa todo lo bueno y el Lobo Infernal o M demonio todo lo malo... EL TORITO BIRRIONGO En la Isla de Margarita, desde tiempos inmemoriales, se ha creído mucho y se sigue creyendo, en cosas de este Mundo y de¡ otro Mundo. Se cree en la existencia del Chivato del Cielo, del Caballo de Santiago, del Lobo Infernal o del Demonio, del Perro de San Lázaro y hasta del Burrito Negro de José Maria, que se hizo santo con la sagrada familia. Asimismo se creía ciegamente en los poderes sobrenaturales del Torito Birriongo, que en las noches de media luna o de luna entoldada, se veía en Macanao, en Manzanillo, en San Antonio, en San Juan, en el Valle de Pedrogonzález, en Tacarigua y en muchísimos sitios más. Pero que por las características y por las virtudes que tenía, daba la impresión de ser el mismo toro a pesar de las distancias donde se desenvolvía. Se decía que el Torito Birriongo era pequeño, de pelo oscuro y de poca carne, pero con unos cachos y unos testículos muy desarrollados y con una "birria" tan potente capaz de satisfacer a todas las vacas que se le presentaran y seguir buscando más; y que aún sabiéndose de que sus mugidos eran diferentes a los de los demás toros y de que andaba suelto completamente, nadie le tenía miedo porque no era arisco ni embestidor, aunque muy receloso para dejarse tocar. Pero de lo más que se hablaba en relación al Torito Birriongo, era de la virtud que tenía, de transmitir la fuerza de su virilidad a los hombres despotenciados, con el sólo hecho de lograr ponerle las manos en los cachos, cosa que no resultaba muy fácil, debido a que, a pesar de su mansedumbre se mostraba muy escurridizo a la hora de enfrentarlo. Cuando se escuchaban los mugidos del torito Birriongo, eran muchos los hombres que salían en su búsqueda. Unos disimuladamente y otros manifestando públicamente el mal que padecían, pero todos con el único propósito de colocarle las manos en los cachos aunque fuera de "recachón". Algunos aseguraban haber logrado su intento y mejorado sus males; otros decían todo lo contrario y otros se lamentaban de no haber podido llegarle ni cerca. Pero todos coincidían en aseverar que el Torito Birriongo existía, y que el algunos momentos no parecía cosa natural o de este mundo, por las características que presentaba. Al fin el Torito Birriongo fue desapareciendo, al extremo de que ya nadie habla de haberlo visto en ningún sitio en las noches de media luna o de luna entoldada ni mucho menos, de haber escuchado sus mugidos como en los tiempos de antes. el Torito Birriongo es otro de los misterios del pasado, que como van las cosas, el día menos pensado volverá a aparecer. EL POZO DE MACANAO Según los decires de las viejas creencias, la enorme "Boca de Pozo" abierta en los confines del legendario y mítico Macanao, no fue hecha por manos de mortales sino obra de los propios Dioses de la raza guaica, para la salvación de sus sedientas criaturas. Se dice que por la gracia divina de los propios Dioses, la enorme “Boca de Pozo” que más bien parecía un marcito interno o grandísima laguna, tenía la virtud de recoger las descargas de los aguaceros por torrenciales que fueran sin que se desbordara y de soportar las más largas sequías sin que en ningún momento mermara su caudal. También se dice que dentro de esas aguas moraban juntos y sin hacerse daño, una enorme culebra de cabeza desproporcionada y colmillos feroces, que se ocupaba de perforar hacia las profundidades del subsuelo para que brotara el agua necesaria en los casos extremos, y un gigantesco sábalo nunca visto en los mares por pupilas humanas, que mantenía libre de impurezas las aguas represadas para que fueran útiles en todos los sentidos. Se comenta igualmente que a la enorme culebra y al gigantesco sábalo los llegaron a ver, ciertas y determinadas personas congraciados por dones celestiales, en las noches de luna, merodeándose por las orillas como en son de celada y que inocentes chivos y borregos que llegaron a abrevar en las tranquilas aguas fueron fáciles presas de sus hambrientas bocas, lo que hacía que la gente no se acercara a llenar sus envases en horas nocturnales. Se jura y se asegura, que con el andar del tiempo y la incursión de foráneos irreverentes que desacataron de las añejas creencias, hicieron que los Dioses se fueran ensoberbeciendo y negaran a la "Boca de Pozo" las virtudes divinas que le habían insuflado, lo que obligó a la enorme culebra y al gigante sábalo a buscar refugio en las profundidades del subsuelo de donde no volvieron a salir más nunca. Desde entonces las aguas se fueron enturbiando y mermando cada vez con mayor ligereza, al extremo de quedar del pozo misterioso, sólo simples recuerdos y una cuenca vacía, sin que le valiera nada de lo que se le pretendió hacer para que volviera por sus fueros de antaño, a repartir las bonanzas de los míticos Dioses de la ancestral creencia. LA MUERTA DE CAYETANO Cayetano Alberto Gil fue todo un tacarigüero de pelo en pecho. De esos que nunca le tuvo miedo a nada ni a nadie. De los que jovencito mismo aventó la diáspora margariteña y se perdió en el tremedal de la selva guayanesa, tras la fama de la goma, el oro y los diamantes. De los que no se preocupó por formar una familia ni en acumular fortuna, sino simple y llanamente en gozar la vida a su manera y la de otros tantos como él. Caripito, Mata Negra, El Furrial y el Venao, donde ya a mitad de su existencia , consiguió colocación en una empresa de las aceiteras para continuar su derroche sin servirle de experiencia los primeros fracasos y desde donde enviaba a su parentela simplemente memoria con algún pacotillero que de vez en cuando lo veía. Un día cualquiera de los tantos días, amaneció en el pueblo de su nacimiento, con unos cuantos dientes de oro, unos lentes oscuros con montura platinada, la percha que pudo salvar de la hecatombe y unos pocos bolívares de los que le dio la última empresa donde prestó servicios cuando se percató que ya no tenía más jugo que sacarle a su envejecido cuerpo. Entre farras, sancochos y la narración de¡ anecdotario fantasioso de existencia dentro de las regiones donde había pasado lo más valioso su vida, se le pasaba días tras días, cambiando de sitios cuando el caso así lo requería y aupado por una cuerda de "ayayadores" que daban crédito a todo lo que le decía para tratar de convencer a los demás, hasta que agotado de todo, se dedicó al santiguao y a las conversaciones con los espíritus de los difuntos, lo que le hizo crear fama y renombre de hombre de valor, entre propios y extraños. En una de estas ocasiones contaba a una multitud que embelesado lo escuchaba, de la muerta trajeada de novia que había visto en la madrugada bajar de El Portachuelo, lo que dio motivo a que uno de los oyentes, algo molesto, le replicara: "mire viejote", déjese de esas pendejadas, que ya usted le tiene miedo hasta su propia sombre y con ese par de "antiparras" que se gasta, no es capaz de mirar ni su propia existencia, mucho menos difuntas, a lo que el viejo Cayetano, ni corto ni perezoso, sintiéndose herido en su amor propio, le contestó y besando la cruz natural que había formado con los dedos índice y pulgar de su mano derecha: "créamelo por los restos de mi madre que están bajo la santa tierra, que la vi ten bien vista, que hasta sus ojos verdecitos tenía" EL ALMA MILENARIA DE CUPEY Cupey, el más agingantado de todos los mortales de la raza guaica, nació de¡ vientre de una anciana virgen, engendrado en una noche de recogimiento por mandato de los cuatro Dioses: "El Sol iluminante"; el "Agua vivificante"; la "Luna entremetida", y el "Viento mensajeante". Creció sobre la montaña que le prestó su nombre, desde donde pretendía agarrar el cielo con sus propias manos para congraciar a su envejecida madre y desafiar a sus inmortales padres. Un inmenso frío lo pudo detener en su arrogancia, al escuchar las súplicas de su abatida madre, para que no irrespetara los poderes del altísimo techo y desagraciara para siempre a todos los de su raza que vivían en santa armonía, sin envidias, sin rencores y sin egoísmos. Pero a cambio de su apaciguamiento logró conseguir el dominio de los cuatro mayores manantiales: el Charaima, el Cupeicillo, el Tacariba y el Caranae; los cuales mucho tiempo después fueron bautizados por los representantes de otras razas y de otras creencias: como Espíritusanto, Asunción, Tacarigua y San Juan; y logró también la supremacía sobre los otros mortales de su estirpe: Guayamurí, Guayatamo, Guatamare, Guaitoroco, Guainamar, Guaruparo y Tamoco. El prepotente Cupey difundía sus mensajes por medio de los copos neblinosos que estaban a su alcance y los toques vibrantísimos de su enorme guarura, que iban recibiendo y repitiendo sus subalternos desde las distintas posiciones que ocupan, cada vez que percibía las predicciones de sus míticos padres, por medio de los truenos, de los relámpagos, de los rayos, de las centellas y de las tempestades. Cupey era el mayor receptor y el mejor distribuidor de las aguas sagradas venidas de las lluvias, para enviarlas al mar a engordar los cardúmenes, después de regar y alimentar los campos labrantíos para que germinaran rozagantes las simientes y aumentaran los frutos y reverdecieran los pastizales y resultara más pródiga la vida humana. Cupey fue el eterno oteador de las lejanías y el guardián más celoso de la Paraguachoa desafiante de siglos, que más de cuatro veces había estado sumergida en el fondo del mar de los Caribes en plan de reconfortamiento. Cupey, el gigante cupey, se murió de congoja cuando el mensajero viento le susurró al oído, una noche de luna encapotada, que plantas extrañas posarían indebidamente sobre su tierra santa, irrespetando sus creencias, mancillando sus costumbres e irreverenciando a sus propios Dioses, en forma irremediable porque todo así estaba determinado. Desde entonces todo ha sido distinto sobre la tierra Guaica... LA HISTORIA DE LA CABRA JOCA La Cabra Joca era una cabra como muchas de las demás cabras: mansa, ubrona, lechera y muy bien criada, pero presumidísima. Cuando el Niño Jesús vino al mundo, como por mandato de Dios, hubieron a su alrededor varios animales domésticos: La mula le prestó su pesebre y le acondicionó con su belfo, la cunita de pajas tostaditas. El gallo orgulloso sacudió sus alas, se empinó arrogante, afinó su garganta y anunció en su canto: "Cristo nacioooó". La vaca y el buey mugieron al mismo tiempo y en sus mugidos dijeron: "hum-jú", como asegurando que si era cierto. El borreguito, alegre y lleno de contento, dejó de pastar por un momento, para aclarar, que había sido: "en Belén". Pero la Cabra Joca, muy fantasiosa, refistolera y endemoniada como siempre, ripostó: "el Diablo fue". Desde entonces la Cabra Joca recibió el castigo de¡ cielo y el desprecio de la cristiandad, por impostora y mentirosa. A la Cabra Joca se le condenó a que se le pusiera la lengua negra; a que su berrido fuera menospreciado y a que anduviera por el mundo señalada con el dedo, como maldita. La maldición de la Cabra Joca, por no arrepentirse de lo dicho recayó en todas las de su especie, hembras y machos. A pesar de que han pasado generaciones y más generaciones, todavía todas las cabras, perpetuando a la Cabra Coja, siguen repitiendo: "el Diablo fue". Desde entonces se deduce, que la terquedad es la peor de las consejeras y la petulancia el más abominable de los pecados. Esta es la triste y universalizada historia de la Cabra Joca, que por su culpa fueron condenadas, de los siglos y por los siglos, todos los de su especie, a tener la lengua negra. !Cuántas Cabras Jocas habrá actualmente sobre la faz de la tierra...