Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2008, 37 (1): 29-45
Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
Francisco Hernández Astete*
Resumen
Partiendo del análisis de la bibliografía sobre los incas y de las fuentes coloniales disponibles, se estudia
la categoría de panaca. En este sentido, se discute la división tradicional de la nobleza cuzqueña en 10
ó 12 panacas, a partir de la relectura de estas fuentes y del análisis del significado del término panaca.
Se propone que el Cuzco incaico estuvo dividido en dos grupos de nobles: una nobleza principal,
llamada Cápac Aillu, y una nobleza secundaria, llamada Hatun Aillu. Cápac Aillu estuvo integrado
por los descendientes de los Incas en mujeres nobles (pana), y Hatun Aillu, por los descendientes
de los Incas en mujeres no nobles provenientes de las élites locales. Finalmente, se concluye que las
llamadas panacas fueron, en realidad, los aillus que integraban a los descendientes de las mujeres
nobles identificadas como pana.
Palabras clave: Cuzco, Incas, autoridad, panacas, Perú prehispánico, historiografía
Les panaca et le pouvoir dans le Tahuantinsuyo
Résumé
Cet article examine la catégorie des panaca : à partir de la bibliographie sur les Incas, de la relecture
des sources coloniales disponibles et de la clarification de ce terme, l’analyse porte sur la division
traditionnelle de la noblesse de Cuzco en dix ou douze panaca. L’hypothèse est que le Cuzco incaïque
était divisé en deux groupes de nobles : une noblesse principale, appelée Capac Aillu, et une noblesse
secondaire ou Hatun Aillu. Capac Aillu était constitué par les descendants des Incas et de femmes nobles
(pana) tandis que Hatun Aillu, comprenait ceux qui étaient issus de femmes roturiaires provenant des
élites locales. Finalement, on conclut que ces panaca correspondaient en réalité aux aillus composés
des descendants de ces femmes nobles indentifiées comme pana.
Mots clés : Cuzco, Incas, autorité, panacas, Pérou préhispanique, historiographie
*
Pontificia Universidad Católica del Perú. E-mail: fhernan@pucp.edu.pe
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Francisco Hernández Astete
The panacas and power in Tahuantinsuyo
Abstract
This analysis of the word and category «panaca» is examined based on the bibliography on the Incas
and the available colonial sources. The traditional division of the Cuzqueño nobility in 10 or 12 panacas
is disputed and it is proposed that the elite of the Cuzco of was divided into two groups of nobles: a
main nobility called Cápac Aillu, and a secondary one called Hatun Aillu. Cápac Aillu was made up of
the descendants of the Incas by noble women (pana), and Hatun Aillu included the descendants of the
incas by other women belonging to the local elites. It is concluded that the so-called panacas were, in
fact, the aillus made up of the descendants of the noble women identified as «pana».
Key words: Cuzco, Incas, authority, panacas, Peru prehispanic, historiography
InTRoduccIón
Las fuentes coloniales contienen referencias lo suficientemente claras sobre la élite incaica
por lo que no es posible dudar acerca de su autoridad en el mundo prehispánico y de su
evidente incorporación a la sociedad colonial. Sin embargo, estas mismas fuentes presentan
información contradictoria acerca de su estructura y funcionamiento. Por esta razón, desde
hace más de cuarenta años existen debates académicos sobre la organización y sustento
de la élite incaica. En ese sentido, tanto la distinción hecha por los cronistas entre «nobleza
de sangre» y «nobleza de privilegio»1, como la composición misma de la primera, han sido
abordadas desde diversas perspectivas teóricas por lo que hoy disponemos de propuestas
divergentes sobre el tema2.
De hecho, una de las primeras distinciones al interior de la más alta nobleza cuzqueña es
la que diferencia aillus de panacas. Al respecto, existe cierto consenso en la bibliografía que
se refiere a los incas. Se asume que los aillus correspondían, dentro de la élite incaica, a un
nivel jerárquico inferior al de las panacas y se les identifica como aliados de los incas desde
su llegada al Cuzco, asumiendo que su presencia en el área se pierde en la información
mítica. Por su parte, las panacas incaicas, de mayor jerarquía que los aillus, se vincularían
directamente con los descendientes de los Incas reinantes e integrarían la más alta nobleza
cuzqueña. Es necesario mencionar, sin embargo, que tanto la interpretación asignada a
las panacas como la que se otorga a los aillus cuzqueños merece aún el interés de los
investigadores debido a que los argumentos sobre los que se ha construido la información
acerca de sus distinciones y definiciones son bastante laxos y la propia historiografía
presenta huellas de estas contradicciones. En ese sentido, a modo de ejemplo, en opinión
de John Rowe (Rowe, 2003: 45 y ss.), aillu y panaca probablemente fueron sinónimos antes
del siglo XVI. En esta oportunidad nos interesará hacer algunas precisiones acerca de las
1
La llamada nobleza de privilegio estaría asociada con las élites locales. Aparentemente su reconocimiento por parte
de los incas marcaría diferencias entre ellos asociadas con el modo en que se incorporaron al Tahuantinsuyo. Así,
los privilegios de los curacas, o hatun curacas, debieron depender de si su incorporación al llamado Tahuantinsuyo
fue producto de una conquista o de una negociación. Evidentemente, el tipo de negociación, generaba una más
o menos provechosa alianza con los cuzqueños.
2
Para mayores detalles puede consultarse: Bravo, 1986; 1992; Duviols, 1980; Pärssinen, 2003; Pease, 1992;
Regalado, 1996a; Rostworowski, 1983; Rowe, 1985; Zuidema, 1995 [1964]; Ziólkowski, 1997.
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Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
panacas, principalmente acerca de la manera cómo se ha construido historiográficamente
el contenido de esta categoría.
Como se ha mencionado, existe consenso en la historiografía acerca de que la nobleza
cuzqueña estuvo organizada en panacas, las mismas que son definidas como grupos de
parentesco extendido formados a partir de un Sapan Inca3 y que estaban integradas por
todos sus descendientes, exceptuando a aquel que quedaba convertido en gobernante,
quien debía abandonar la panaca paterna y formar la propia. De hecho, los españoles del
siglo XVI encontraron descendientes de los Incas, muchos de los cuales se incorporaron
a la vida del Perú colonial. A estos personajes los investigadores contemporáneos suelen
identificarlos, casi automáticamente, como «militantes» de alguna de las panacas incaicas
a partir del Inca del que afirman descender. Así, aunque hay algunas discrepancias sobre
la existencia de determinadas panacas, existe también acuerdo sobre la presencia de
otras de modo que, aparentemente, solo quedaría en discusión la existencia de la panaca
fundada por Huáscar y la de algunas otras que María Rostworowski llamó panacas añadidas
(Rostworowski, 1983: 141 y ss.)
Casi siempre sobre la información que presenta Pedro Sarmiento de Gamboa, los
investigadores reconocen como oficial esta relación de panacas, integrada, como se ha
mencionado, por todos los descendientes de cada Inca reinante. Las cinco primeras
identificadas con Rurin Cuzco4 y las siguientes con la parcialidad de Hanan Cuzco:
Fundador
Manco Cápac
Panaca
Chima Panaca Aillu
Sinchi Roca
Raura Panaca Aillu
Lloque Yupanqui
Avayni Panaca Aillu
Maita Cápac
Usca Maita Panaca Aillu
Cápac Yupanqui
Apu Maita Panaca Aillu
Inca Roca
Vicaquirau Panaca Aillu
Yahuar Huaca
Aucaylli Panaca
Huiracocha
Socso Panaca Aillu
Pachacútec
Hatun Aillu / Iñaca Panaca Aillu
Túpac Yupanqui
Cápac Aillu
Huaina Cápac
Tumipampa Aillu
3
Sapan Inca es el título del gobernante cuzqueño.
4
Aún cuando no cuestiona la oposición hanan-rurin, Rodolfo Cerrón-Palomino señala, sobre la voz «hurin», que,
en verdad, este término nunca existió ni en quechua ni en aimara. La forma tendría su origen en una lectura
equivocada de «lurin», como lo prueba la misma toponimia, no solo en la zona quechua, sino también en la aimara,
conjuntamente con el hecho de que la voz «hurin», como tal, no se encuentra en los diccionarios coloniales. De
esta forma, advierte que ésta sería una suerte de espejismo léxico desarrollado en oposición a «hanan». Así, aquí
se opta por escribir «rurin» dada la aceptación generalizada del término y que «h» no estuvo asociada con esta voz.
Véase Cerrón-Palomino, 2002.
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Francisco Hernández Astete
Esta relación de panacas es aceptada casi sin mayor cuestionamiento pese a haber ciertas
discrepancias en torno a la existencia de la última panaca así como a la integración —o
no— de los dos supuestos grupos asociados con Pachacútec: Iñaca Panaca y Hatun Aillu.
1. unA bReve hIsToRIA de LA voz panaca
Es bastante común encontrar en los textos referentes a los incas menciones a las panacas
e incluso la identificación de cualquier miembro de la nobleza incaica, prehispánica o
colonial, como integrante de alguna de ellas. Los investigadores contemporáneos no sienten
tampoco la necesidad de justificar estas asociaciones y por tanto la relación de panacas y
la necesaria pertenencia de los nobles del Cuzco a alguna de ellas es asumida como una
verdad historiográfica. Incluso en los textos escolares peruanos, a los que normalmente se
trasladan las novedades historiográficas con cierto retraso, se encuentran explicaciones y
referencias a las mismas. En esta oportunidad interesa empezar a escudriñar la historia de
esta categoría. Por eso son importantes algunas preguntas iniciales: ¿cuándo se empezó a
identificar a la nobleza cuzqueña como una organización dividida en panacas? ¿por qué
utilizar la voz panaca para estas asociaciones?; es decir: ¿cuál es la historia de esta categoría?
Intentando responder a esta pregunta no es muy difícil llegar a una evidente conclusión: las
fuentes coloniales no identifican a los incas divididos en nada parecido a panacas. Así por
ejemplo, el Inca Garcilaso de la Vega, con evidente filiación a la nobleza cuzqueña, y con la
firme determinación de mostrar este origen, jamás se identificó como miembro de alguna
panaca. Por su parte, como es evidente, es Pedro Sarmiento de Gamboa la fuente principal
de todas las asociaciones de la nobleza cuzqueña y su división en panacas. Sin embargo, al
hacer la relación de nobles cuzqueños en la época de la redacción de su crónica a modo
de justificación de sus afirmaciones, no los divide en panacas, aunque sí identifica a los
nobles cuzqueños como miembros de aillus asociados con Incas reinantes. Seguramente
algunos lectores estarán pensando en este momento en que existe una probanza colonial
en la que algunos nobles cuzqueños se reclaman descendientes de Cápac Aillu, la panaca
de Túpac Yupanqui (Rowe,1985). Sin embargo, como veremos, literalmente solo están
manifestando que forman parte del aillu noble, el aillu de los cápac, de los ricos, los
poderosos. Llama en ese sentido poderosamente la atención que este aillu, por alguna
razón identificado posteriormente como una «panaca», no tenga ninguna referencia a ésta
en su denominación. ¿De dónde viene entonces esta asociación? Empecemos por rastrear
algunas de las funciones y roles que tienen las panacas según la historiografía.
Tal vez la definición más utilizada, aunque no por cierto totalmente aceptada, es la que
plantea Tom Zuidema, quien las define como: «el grupo o unidad de hermanos con
sus hermanas descendientes de un antepasado masculino en una línea masculina de
hombre y línea femenina de mujeres por cuatro generaciones» (Zuidema, 1980: 77)5.
Adicionalmente, Zuidema identifica roles calendáricos para las panacas y las asocia
tanto con el sistema de ceques como con la irrigación del Cuzco, además de con los
aillus cuzqueños (Zuidema, 1995 [1964]; 1980; 2004). Asimismo, establece una relación
entre ellas y las tierras cuzqueñas a través de la identificación de cada panaca con un
sistema de chapas (espacios agrícolas) a partir de una referencia de Juan de Betanzos. Por
5
Tom Zuidema ha trabajado numerosas veces sobre las panacas incaicas desde la redacción de su tesis doctoral.
Con el paso del tiempo, los aportes de Zuidema en ese sentido son numerosos puesto que las ha estudiado desde
diversas perspectivas teóricas. Sin embargo, la definición citada anteriormente, se ha mantenido a través del
tiempo en sus investigaciones.
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Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
su parte, María Rostworowski identificó una fuerte presencia femenina en las llamadas
panacas a partir de la presencia de la raíz pana (hermana) por lo que asumió una filiación
matrilineal para estos grupos (Rostworowski, 1983: 141 y ss.). Adicionalmente, esta autora
identifica también tierras asociadas con las panacas incaicas tanto en el Cuzco como fuera
de él. La bibliografía sobre los incas identifica además sistemáticamente dos funciones
para estos grupos: cuidar la momia de su fundador, garantía de la existencia del grupo, y
cuidar e incrementar la memoria del mismo (Bravo, 1986; Pease, 1992; Regalado, 1996a;
Rostworowski, 1983; Zuidema, 1980; 2004). Se ha afirmado también que estos grupos
eran en parte responsables de mantener las alianzas hechas por su fundador por lo que
se les asocia con una evidente capacidad de convocatoria de mano de obra en los grupos
étnicos, la misma que explicaría su poder y prestigio en el Tahuantinsuyo, expresado, por
ejemplo, durante el proceso sucesorio (Hernández Astete, 2004).
Por su parte, la existencia simultánea de panacas y aillus en el Cuzco ha sido explicada a
la luz de la organización tripartita de la ciudad planteada por Zuidema. Así, el grupo inca
al que pertenecen las panacas se consideraría Collana y tendría más jerarquía que el grupo
Cayao asociado tanto con los aillus que acompañaron a los Ayar en la fundación del Cuzco
como con las poblaciones originarias de la región. Paralelamente, dada la exogamia del
grupo inca, de sus uniones con mujeres Cayao surgió el grupo Payan, de mayor jerarquía
que los de Cayao al ser descendientes de los Incas (Bravo, 1986; Zuidema, 1995 [1964];
1980). Dentro de esta división, Collana se asociaría con los incas fundadores de panacas,
Payan con las panacas mismas y Cayao con los aillus y las otras poblaciones cuzqueñas. De
ese modo, dentro de esta postura, claramente las panacas se diferenciarían en rango de los
llamados aillus. Sin embargo, Franklin Pease (1992: 73) puntualizó que tanto la supuesta
descendencia de Huaina Cápac (Tumipampa Aillu), como la de Túpac Inca Yupanqui
(Cápac Aillu), no incluían la voz panaca en su denominación, situación que complica la
propuesta de diferenciar aillus de panacas, sobre todo cuando se asumía que los incas solo
fundaban panacas. Situación similar se puede observar en el caso de Hatun Aillu, vinculado
a Pachacútec, pues si bien Sarmiento menciona que éste se fusionó con Iñaca Panaca luego
que Pachacútec se hiciera con la borla, María Rostworowski documentó la vigencia de ambas
en la sociedad colonial (Rostworowski, 1983: 143)6. Adicionalmente, John Rowe (2003:
45 y ss.) llamó la atención acerca de los nombres de algunas panacas, tales como Hatun
Aillu (aillu grande) y Cápac Aillu (aillu real) y menciona que éstas eran frases descriptivas
y no nombres de panacas, situación que, unida al hecho que algunos aillus, como indica
Rostworowski (1983: 150 y ss.), tenían ceques a su cargo y algunas panacas disponían
únicamente de adoratorios, hizo pensar a Rowe que aillu y panaca fueron probablemente
sinónimos antes del siglo XVI y que la caracterización de una panaca como el grupo de
parentesco fundado por un Inca «reinante» sería más bien una construcción posterior
a la Conquista. Adicionalmente, dada la confusión entre aillu y panaca, es necesario
profundizar en la idea planteada por Rostworowski acerca del significado de la voz panaca
(Rostworowski, 1983: 139) y estudiar detenidamente los nombres de las mismas, pues es
probable también que la voz panaca aludiera únicamente a la descendencia femenina de
los incas reinantes y no a toda la parentela del gobernante.
6
Para esta autora, Iñaca Panaca era una de las panacas añadidas. Asimismo, la considera de estructura matrilineal y
dadora de mujeres. Es necesario aquí mencionar que el tema de la doble descendencia parece una incorporación
colonial y el hecho de que algunas coyas provengan de Iñaca, parece explicarse por la tremenda conveniencia
de los aspirantes a Incas de relacionarse con la descendencia de Pachacútec. Véase un análisis del tema en
Hernández Astete, 2002.
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Francisco Hernández Astete
En ese sentido, como se ha mencionado, está tan enraizada en la historiografía incaica la
identificación de los grupos de poder al interior de la nobleza cuzqueña con la voz panaca
que nadie considera necesario citar ninguna referencia al hablar de ellas e identificar a
miembros de la nobleza cuzqueña como militantes de las mismas. Sin embargo, todos
los textos parecen tener un origen común: la obra de Luis E. Valcárcel, quien en 1925
presenta, por primera vez, la división de la élite incaica en 10 panacas. Afirmaba Valcárcel
que fue Bartolomé de las Casas quien, en su Historia Apologética de las Indias, presenta la
información sobre estos grupos al relacionar a Pachacútec con la organización del Cuzco,
en realidad de la élite incaica, en dos grupos: Alto y Bajo Cuzco. En la versión de esta
reorganización que presenta Las Casas, y resaltaba Valcárcel, la nobleza habitante de
ciudad sagrada fue dividida, en realidad subdivida, en 10 panacas que Pachacútec asignó
a sus antecesores e inmediato sucesor (Valcárcel, 1925: 35-37):
1. Chima
2. Raurahua
3. Hahuainñin
4. Uscamaita
5. Apumaita
6. Huekaquirau
7. Aucailli
8. Sucsu
9. Iñaca
10. Atum
Posteriormente, en el mismo texto, Valcárcel define Pana-kak como: «... la que es hermana»
y añade:
La «panaca» es, pues, la fratría, la agrupación fraterna [...] Los Ayllus cuzqueños,
fundadores del imperio, guardaron relativamente buena armonía, por eso se
consideraron hermanos, y la fundación de las panacas correspondió a una necesidad
de índole política: el parentesco de todos (Valcárcel, 1925: 38).
Aunque, como veremos, la interpretación que Valcárcel hace del término no es del todo
equivocada, ignoramos las razones por las que concluye a partir de la referencia de Las
Casas en la identificación de las «panacas» con el concepto que maneja de fratría y que,
a nuestro entender, constituye el texto fundador de la interpretación y el significado que
hoy se le da al término. De hecho, para este autor, la formación de las «panacas» y su
identificación con las fratrías, constituye parte de la «evolución natural» de cualquier
sociedad. La información de Valcárcel, en la que la nobleza incaica se divide en panacas,
fue paulatinamente incorporada por la historiografía de manera sistemática sin hacerse
necesaria su justificación. De ese modo, como se viene afirmando, los textos incorporaron
esta división de la élite incaica en grupos más pequeños y los etiquetó como «panacas» sin
que exista ninguna evidencia clara que la sostenga.
Encontramos también en el texto de Valcárcel, en claro reconocimiento de la autoridad
de Las Casas sobre el tema, una clara oposición a la visión de Sarmiento pues considera
que dichos grupos no fueron formados históricamente sino que integraban un sistema
que Pachacútec sólo reorganizó. Asimismo, identifica a Cápac Aillu como una suerte de
«panaca principal», pues asume el rol de «panaca reinante», el mismo que perdería luego
de la sucesión; tema sobre el que volveremos más adelante (Valcárcel, 1925: 90 y ss.).
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Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
2. LAs PAnAcAs y LAs fuenTes coLonIALes
Lo mencionado hasta ahora nos obliga a revisar las fuentes disponibles en búsqueda de
la información que aparentemente sostiene la definición de panaca y la que nos permita
aclarar su significación, pues, como se ha mencionado, sin temor a equivocarnos podemos
afirmar que no existen referencias en la documentación colonial sobre la división de la élite
en «panacas» y ningún noble cuzqueño declara haber pertenecido a alguna de ellas. Debo
mencionar, sin embargo, que esto no significa que no existieran grupos dentro de la nobleza
cuzqueña asociados con los Incas reinantes. Simplemente que, al parecer, no hay ningún
argumento válido para identificarlos como «panacas» y que la estructura organizativa del
Cuzco —sobre la que se sustenta su autoridad— parece haber sido distinta a la que la
historiografía asume hasta el momento, como veremos.
Aun cuando está totalmente extendida la información que presenta Pedro Sarmiento de
Gamboa sobre la formación histórica de las panacas, existe un grupo de textos, liderados
por el Padre Las Casas, en los que se manifiesta un sistema distinto.
En relación a su supuesto origen histórico, aparentemente, ante un pedido de Sarmiento
de Gamboa al virrey Francisco de Toledo hecho en Cuzco el 29 de febrero de 1572 para
autentificar su manuscrito, se mandó llamar a los más nobles de la ciudad a través de
Gabriel de Loarte, de lo que da fe Álvaro Ruiz de Navamuel. Es importante notar que en
la relación de a quiénes se les leyó la obra de Sarmiento para que testifiquen la autoridad
de las informaciones, en una suerte de construcción de la autoridad del manuscrito, se les
relaciona con los aillus de los doce Incas, y que jamás se menciona nada parecido a las
doce panacas (Sarmiento, 1988 [1572]: 172 y ss.).
Por otra parte, en la obra de Sarmiento, a diferencia del sistema planteado por Bartolomé
de las Casas, se asume la creación de los linajes del Cuzco de manera sucesiva:
Este Manco Capac ordenó, para conservación de su memoria, lo siguiente: que
su hijo mayor y de su mujer legítima, que era su hermana, sucediese en el estado,
y si hubiese hijo segundo, a éste tiene cargo que tuviese cuidado de amparar a
todos los demás hijos y parientes, y que ellos le reconociesen por cabeza para sus
necesidades, y que se apellidasen de su nombre, y él tuviese cargo de los favorecer
y sustentar, y para esto les dejó hacienda. A esta parcialidad o bando o linaje llamó
ayllu, que es lo mismo que linaje. Y si faltase hijo segundo, y aunque hubiese, si era
incapaz de gobierno, lo encargasen al pariente más cercano y de más habilidad. Y
para que de él tomasen los venideros ejemplo, hizo el primer ayllu y llamole Chima
panaca Ayllo, que quiere decir linaje que desciende de Chima; porque el primero
a quien dejó encomendado su linaje o ayllo se llamó Chima, y Panaca quiere decir
descender (Sarmiento, 1988: 63-64).
Sarmiento da cuenta de la formación de cada uno de los once grupos en los que divide
a la nobleza cuzqueña, sin llamarlos nunca como «panacas». Al respecto de estos grupos,
reproducimos la relación de los mismos según la obra de Pedro Sarmiento de Gamboa.
En el cuadro se aprecia tanto el nombre del inca fundador como el de la parcialidad a la
que pertenecía cada uno (Hanan Cuzco o Rurin Cuzco) además del nombre del «ídolo
huauqui» de cada inca.
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Francisco Hernández Astete
Parcialidad
Fundador
Panaca
Huauqui
1
Rurin Cuzco
Manco Cápac
Chima Panaca Aillu
Pájaro indi
2
Rurin Cuzco
Sinchi Roca
Raura Panaca Aillu
Huanachiri / Amaru (pez)
3
Rurin Cuzco
Lloque Yupanqui
Avayni Panaca Aillu
Apu Maita
4
Rurin Cuzco
Maita Cápac
Usca Maita Panaca Aillu
Pájaro indi?
5
Rurin Cuzco
Cápac Yupanqui
Apu Maita Panaca Aillu
¿?
6
Hanan Cuzco
Inca Roca
Vicaquirau Panaca Aillu
¿?
7
Hanan Cuzco
Yahuar Huaca
Aucaylli Panaca
¿?
8
Hanan Cuzco
Huiracocha
Socso Panaca Aillu
Inca Amaru
9
Hanan Cuzco
Pachacútec
Hatun Aillu / Iñaca Panaca Aillu
Chuqui-Ylla / Inti illapa
10
Hanan Cuzco
Túpac Yupanqui
Cápac Aillu
Cusi-Churi
11
Hanan Cuzco
Huaina Cápac
Tumipampa Aillu
Huaraqui Inca
De acuerdo a la información de Sarmiento de Gamboa, existieron en el Cuzco once grupos
(panacas), cinco de Rurin Cuzco y seis de Hanan Cuzco. Sin embargo, para Cristóbal de
Molina, que terminó de escribir su obra hacia 1575 (Molina, 1988 [1575?]), la nobleza
cuzqueña estuvo dividida en diez linajes según la información que se desprende del ritual
que presenta al describir la fiesta de la Citua en el que participan los grupos que Molina
asocia con cada una de las cuatro partes que formaban el Tahuantinsuyo:
Rurin Cuzco
Hanan Cuzco
Contisuyo
Collasuyo
Antisuyo
Chinchaisuyo
Chima Panaca Aillu (1)
Yaura Panaca Aillu (2)
Ahuaymin Aillu (3)
Uscamaita Aillu (4)
Apomayta Aillu (5)
Aucailli Aillu (7)
Cuzco Panaca Aillu (8)
Vicaquirao Aillu (6)
Atun Aillu (9)
Cápac Aillu (10)
El hecho de que Molina no mencione a Tumipampa Aillu, la supuesta panaca de Huaina
Cápac, parece corresponder, desde una perspectiva histórica de su formación, al momento
recordado por sus informantes, aparentemente asociado a un tiempo anterior al gobierno
de Huaina Cápac. Sin embargo, la asociación que hace de las mismas con cada uno de
los cuatro suyos que formaban el Tahuantinsuyo nos da una pista sobre la organización
cuzqueña, pues se sabe que esta distribución estaba relacionada con la existencia de una
suerte de geografía sagrada andina, la misma que estudió Tom Zuidema7 (1995 [1964])
en su trabajo sobre los ceques o líneas imaginarias que partían del Cuzco y en las que se
distribuían 328 huacas. De acuerdo a la hipótesis de Zuidema, tanto los ceques como los
adoratorios se asociaban con la organización cuzqueña.
Según la bibliografía sobre el tema, básicamente sustentada en la información de Sarmiento,
las «panacas» tomaban el nombre de su primer jefe según una tradición iniciada, en
opinión de Sarmiento, por Manco Cápac, cuyos descendientes integraron Chima Panaca
Aillu, liderada inicialmente por Chima, pariente de Manco Cápac (Sarmiento, 1988: 63-64)
y primer responsable del grupo. Esta situación se repite en la mayoría de los casos salvo
7
Sobre el espacio sagrado que significó el Tahuantinsuyo, véase también Regalado, 1996b.
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Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
en el de los descendientes de Pachacútec, que según el mismo cronista, debido a la gran
cantidad de hijos del Inca (cuatro en su mujer principal y cien varones y cincuenta mujeres
en sus esposas secundarias) llamó Hatun Aillu, que quiere decir «gran linaje» (Sarmiento,
1988: 126). En este caso, habría que preguntarse por el tipo de pertenencia de todos estos
hijos al grupo pues, si la panaca estaba integrada simultáneamente por los hijos de la coya
y los de las esposas secundarias del Inca, no tendrían todos sus integrantes las mismas
prerrogativas al interior del grupo. En ese sentido, se cree por ejemplo que solo los hijos de
la coya podían convertirse en Incas8, situación sobre la que volveremos más adelante.
Adicionalmente a la existencia de estos linajes cuzqueños, las crónicas mencionan aillus
conformados por pobladores del Cuzco, como los diez aillus que según Sarmiento de
Gamboa acompañaron y ayudaron a los incas en la fundación del Cuzco dentro del ciclo
mítico de los hermanos Ayar. En este mismo contexto, Sarmiento menciona también a
algunos descendientes de estos aillus cuzqueños que vivían en la zona en 1572, fecha en
que termina de redactar su obra (Sarmiento, 1988: 52-53):
Hanan Cuzco
Rurin Cuzco
1. Chauin Cuzco Aillu (descendientes de Ayar Cachi)
2. Arayraca Aillu Cuzco-Callan (descendientes de
Ayar Uchu)
3. Tarpuntay Aillu
4. Huacaytaqui Aillu
5. Sañoc Aillu
6. Sutic-tocco Aillu (generación que salió de la
ventana del mismo nombre)
7. Maras Aillu (generación que salió de Maras-tocco)
8. Cuycusa Aillu
9. Masca Aillu
10. Oro Aillu
Sobre la participación de la élite en el ejercicio del poder incaico, la historiografía ha
centrado su atención, casi exclusivamente9, en su influencia en la sucesión incaica, dejando
de lado la imagen de que en todos los otros contextos era el Inca quien decidía sobre
todos los aspectos asociados con el gobierno. Sin embargo, todo parece indicar que, como
manifiesta Regalado (1996a), la presencia e influencia de la élite en la organización del
Tahuantinsuyo fue constante y que el Sapan Inca debía necesariamente negociar con ella
dado que los linajes incaicos (panacas) participaban activamente en las decisiones y labores
políticas al interior de la organización incaica (Hernández Astete, 2004).
Según la bibliografía existente, las panacas incaicas dependían casi exclusivamente
de dos situaciones claramente identificadas: la existencia y cuidado del cuerpo de su
fundador, que sustentaba su origen y permanencia en la élite, y el prestigio adjudicado a
su ancestro, que afianzaba su poder. Evidentemente, la posición de una panaca dentro de
la estructura de la élite, dependía también de su capacidad para negociar con los distintos
sectores de la misma.
De este modo, siguiendo a Sarmiento, se asume que la organización cuzqueña fue
construida históricamente y que las panacas fueron formadas cada vez que un nuevo Inca
era entronizado. Sin embargo, como se ha mencionado, las fuentes sugieren también la
existencia de un sistema alternativo. Ese es el caso que Valcárcel destacó en 1925 a partir
de la obra de Bartolomé de las Casas. Así, según este cronista, Pachacútec dividió la ciudad
sagrada en dos barrios, partes o bandos: Hanan Cuzco y Rurin Cuzco y luego hace una
subdivisión en cada una de estas parcialidades, identificando cinco sectores en cada una
de las parcialidades. Conviene citarlo en extenso:
8
Véase sobre el tema Regalado, 1996a; Rostworowski, 1983.
9
Para una postura distinta sobre la participación de la élite en el ejercicio del poder, véase Regalado, 1987 y 1996a.
37
Francisco Hernández Astete
Lo primero que cerca de esto hizo, fué dividir toda la ciudad del Cuzco, que ya
era muy populosa, en dos barrios o partes o bandos. El uno y más principal llamó
Hanancuzquo, que quiere decir «la parte o barrio o bando de arriba del Cuzco»;
a la otra puso nombre Rurincuzquo, que significa, «la parte o barrio de abajo del
Cuzco». El barrio y parte Huanancuzquo, que era el principal, subdividió en cinco
barrios o partes: al uno y principal nombró Capac ayllo, que quiere decir «el linaje
del Rey»; con éste juntó gran multitud de gente y parte de la ciudad, que fuesen de
aquel bando; al segundo llamó Iñaca panaca; el tercero Cucco panaca; el cuarto
Aucayllipanaca, el quinto Vicaquirau panaca; a cada uno de los cuales señaló su
numero grande de gente, y así repartió por bandos toda la ciudad. Del primer
barrio o bando hizo capitán a su hijo mayor y que le había de suceder en el reino;
el segundo y tercero señaló a su padre y descendientes por la línea trasversal; el
cuarto a su abuelo y descendientes también por la línea transversal; el quinto a
su visabuelo, por la misma línea. Asimismo la parte y bando segundo y principal
de la ciudad que llamó de Rurincuzco, barrio de abajo del Cuzco, subdividió en
otras cinco partes o parcialidades: a la primera llamó Uzcamayta, y de éste hizo
capitanes a los descendiente del segundo hijo del primer Rey Inga; a la segunda
nombro Apomaytha, de la cual constituyó capitán y capitanes al segundo hijo y
descendientes del segundo Inga; a la tercera parcialidad o bando puso nombre
Haguayni, del cual nombró por capitán y capitanes al segundo y descendientes del
tercero Inga; al cuarto barrio nombró Rauraupanaca, cuya capitanía encomendó al
segundo hijo y descendientes del cuarto Inga; al quinto barrio llamó Chimapanaca,
y dióle por capitán y capitanes al segundo hijo y sus descendientes del quinto Inga
(Las Casas, 1948: 90-91).
Las Casas menciona también que Pachacútec señaló capitanes para cada uno de estos «barrios»
y los asignó a sus ancestros y sus respectivos descendientes así como a los descendientes de
los Incas anteriores y sus respectivos familiares. Evidentemente cada uno de los barrios, que
hoy llamaríamos panacas, asociados con determinados Incas o sus descendientes, estarían
integrando también a todos los familiares del fundador, «descendientes en línea transversal»
según el citado cronista. Así, en una organización presidida por el Sapan Inca, en Hanan
Cuzco, Pachacútec habría entregado el primer barrio a su hijo, el segundo y tercer barrio
a su padre, el cuarto a su abuelo y el quinto a su bisabuelo, respectivamente. En el caso
de Rurin Cuzco, la situación habría sido otra en opinión de Las Casas, pues cada barrio
estaba encargado a los segundos hijos de los Incas anteriores, desde el primero al cuarto.
Es curioso el sistema que propone Las Casas y que se reproduce en el siguiente cuadro,
pues presenta una clara diferenciación entre el sistema de reparto del poder entre cada una
de las parcialidades del Cuzco, situación que puede explicarnos un tema aún no resuelto
en la historiografía incaica, el de la sucesión, dadas las constantes contradicciones sobre
el sistema sucesorio incaico que aparecen en las fuentes10. A continuación se presenta un
cuadro que resume la información que proporciona Las Casas, el mismo que se completa
con los nombres de los incas, según la relación tradicional de reyes, con los que estaría
relacionado cada grupo y que correspondería a su ancestro fundador.
10
Aún cuando la temática de este artículo no permite extendernos sobre el tema sucesorio, se debe mencionar
que pese a que exista cierto consenso acerca de la «habilidad« como criterio predominante en la sucesión, las
fuentes proporcionan imágenes aparentemente contradictorias sobre el modo de acceso al poder, las mismas que
pueden resolverse desde una perspectiva que asuma la sucesión de modo paralelo pues es claro que existieron
dos sectores diferenciados en la élite incaica Hanan y Rurin y que, pese a manejarse al interior de la hipotesis de
la dualidad, quienes estudian la sucesión no la han resuelto desde este mismo marco teórico. Sobre el tema de la
sucesión, ver por ejemplo: Regalado, 1996a y Rostworowski, 1983.
38
Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
Hanan Cuzco
Encargado/Ancestro
Rurin Cuzco
Encargado/Asociado
1. Cápac Aillu
Su hijo (Túpac Yupanqui)
1. Usca Mayta
El segundo hijo del primer Inca
(Manco Cápac)
2. Iñaca Panaca
Su padre (Huiracocha)
2. Apomayta
El segundo hijo del segundo Inca
(Sinchi Roca)
3. Cucco Panaca
Su padre (Huiracocha)
3. Huaguani
El segundo hijo del tercer Inca
(Lloque Yupanqui)
4. Aucaylli Panaca
Su abuelo (Yahuar Huaca)
4. Raura Panaca
El segundo hijo del cuarto Inca
(Maita Cápac)
5. Vicaquirau Panaca
Su bisabuelo (Inca Roca)
5. Chima Panaca
El segundo hijo del quinto Inca
(Cápac Yupanqui)
Es preciso detenerse en dos detalles claves según el sistema que presenta Las Casas. Por
un lado, el hecho de que esta relación aparentemente sería reorganizada ante la presencia
de un proceso sucesorio, en el que el nuevo Inca reordenaría todo el sistema a partir del
parentesco con él. Asimismo, conviene mencionar algo que desarrollaremos más adelante
y es la identificación de Cápac Aillu con Túpac Llupanqui pues si seguimos el sistema
planteado por Las Casas, él estaría encargado de este grupo únicamente mientras sea
asociado como hijo del Inca y que, apenas otro personaje asumiera el mando, Cápac
Aillu debería ser dirigido por el hijo del nuevo Inca reinante. Al respecto, recordemos que
Valcárcel identificaba a este grupo como una suerte de «panaca reinante» o aillu principal.
A nuestro entender sin embargo, y como explicaremos más adelante, Cápac Aillu sería
el nombre genérico de la nobleza incaica, el mismo que estaría integrado por grupos
asociados con cada uno de los Incas convertidos en ancestros. Esta sería la razón por la que
las probanzas coloniales presentadas por nobles incaicos, como la mencionada Probanza de
los Incas nietos de conquistadores, como un medio de demostrar su origen noble, afirmaran
pertenecer a este grupo. Asimismo, la razón por la que la historiografía identifica a Cápac
Aillu con el linaje de Túpac Yupanqui, correspondería únicamente al momento recordado
por los nobles incaicos, la división de la ciudad por parte de Pachacútec, donde el jefe del
grupo era Túpac Yupanqui. Esta situación, unida a la evidente historización de los incas
realizada por Sarmiento, explicaría la división en panacas y la identificación de Cápac Aillu
exclusivamente con Túpac Yupanqui, quien a nuestro entender, dejó de ser el «capitán de
este aillu» en el momento en que se ciñó la borla.
Información similar a la que presenta Las Casas es la que nos ofrece Gutiérrez de Santa
Clara, quien afirma que Túpac Yupanqui:
... fue el primer Inga que comenzó hacer la fortaleza del Cuzco, aunque otros viejos
dicen que Pachacuti Capac Inga la comenzó edificar cuando tuvo las competencias
con el gran curaca del Cuzco, y que no la pudiendo acabar la dexó y que después
este Topa Inga Yupangue la añadió mucha parte, desde donde dava mucha guerra
al gran curaca. Asimismo dividió la ciudad en dos barrios grandes: el uno y el más
principal llamó Annan Cuzco, que quiere decir el barrio de arriba del Cuzco y el otro
se llamó Hurin Cuzco, que significa el barrio de abaxo. Hecho esto repartió el barrio
de arriba en cinco partes: al primero y más principal llamó Ayllo cappa, que quiere
decir el barrio del linaje del Inga; el segundo se llamó Yña Capañaca [Iñaca panaca],
la tercera Cuccopanaca [Sucso panaca]; la cuarta Yllipanaca [Aucalli panaca], y la
quinta Cumapanaca [Suma panaca]; y a cada uno destos barrios señaló número de
gente para que, como vecinos perpetuos, estuviesen en el. Del primer barrio hizo
capitán y señor a un hijo que tenía que le había de suceder en el reino; el segundo y
el tercero señaló para sus descendientes por línea transversal; el cuarto a su abuelo y
39
Francisco Hernández Astete
decendientes; el quinto a su bisabuelo. El otro barrio segundo, que era la otra parte
de la ciudad de abaxo, repartió en otras cinco partes: a la primera llamó Uzcamayta
[Usca Mayta] y desta hizo capitán a los descendientes del segundo hijo del primer
Inga que reinase después dél; la segunda nombró Appomayta [Apo Mayta], de la
cual constituyó por capitán al hijo segundo del segundo Inga. Y por esta orden
mandó que en el tercero, cuarto y quinto barrio sucediesen en la administración
los segundos hijos del tercero, cuarto y quinto Inga, aunque después no creció este
imperio por la entrada que hicieron los españoles en la tierra (Gutiérrez de Santa
Clara, III: 214, citado por Zuidema, 1995 [1964]: 224).
Por su parte, Fray Martín de Murúa, en un capítulo sin numerar ubicado entre el segundo
y el tercer capítulo según la edición preparada por Manuel Ballesteros en 2001 a partir del
conocido «Manuscrito Wellington» (2001), titulado «Del primer rey ynga Mango Capac, padre
y genitor, de quien procede y se derivan todos los demás y de sus maravillosos hechos»,
presentaría también una información similar, la que citamos también en extenso para poder
identificar una tendencia distinta a la presentada por Sarmiento y asumida por la historiografía.
En ese sentido, refiriéndose también a Pachacútec, afirmaba el mercedario que:
Lo primero que hizo fue reducir a policía la dicha ciudad, dando forma de pueblo
a lo que antes era chacarras o caseríos, partiéndola en dos ayllos o barrios, como se
dirá en la discreptión de la dicha ciudad del Cuzco, con que autorizó su persona y
se hizo respetar más de la gente popular. Nombró por capitán a su hijo Sinchiroca
de uno de los ayllos en que repartió, que después de sus días le había de suceder
en la corona. Los demás los repartió entre sus descendientes por línea transversal,
haciendo ley que los hijos segundos de los Yngas viviendo sus padres gobernasen los
ayllos yparcialidades, como cabezas y capitanes generales (Murúa, 2001: 42-43).
Como es evidente, son dos las explicaciones que ofrecen las fuentes coloniales acerca de
la división de la élite incaica. Por un lado la formación de grupos de manera histórica, y
de otro, aquella que presenta un sistema cambiante en la que todo se reordena según el
parentesco con el inca reinante. Queda claro además que en ningún caso se encuentra en
la documentación colonial ninguna referencia a que estos grupos deban etiquetarse como
panacas. Evidentemente, al parecer, tanto Las Casas como Gutiérrez de Santa Clara y Fray
Martín de Murúa manejaron una fuente común, quizás la crónica aún hoy extraviada de
Cristóbal de Molina. De hecho, aunque Las Casas nunca estuvo en el Perú, se sabe de su
vinculación con textos de la época y de su preocupación por documentarse sobre el área
andina. El solo hecho que escriba Rurin Cuzco, en vez de Urin Cuzco, de la misma forma
que Molina, parece indicar que tuvo acceso a fuentes confiables en cuanto a la manera de
escribir quechua11.
3. en búsquedA de unA eTIMoLogíA de panaca
Varias son las explicaciones que la historiografía ha otorgado a la voz panaca. Conviene
recopilar las que se han mencionado hasta el momento y compararlas con las que se
encuentran en los textos coloniales a fin de buscar una explicación al término. Así, Zuidema
11
Aún cuando las ediciones de Molina consignen Hurin Cuzco, la consulta directa con el manuscrito no deja
ninguna duda sobre el hecho de que esto se debe a una mala lectura de Rurin, claramente en el original ubicado
en la Biblioteca Nacional de Madrid. Para una explicación sobre la naturaleza de Hurin Cuzco y su identificación
como un espejismo léxico, véase Cerrón-Palomino, 2002.
40
Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
las define como: «el grupo o unidad de hermanos con sus hermanas descendientes de un
antepasado masculino en una línea masculina de hombre y línea femenina de mujeres por
cuatro generaciones» (Zuidema, 1995 [1964]; 1980: 77). Por su parte, María Rostworowski,
asumiendo una identificación «matrilineal» para estos grupos, asume con Zuidema que,
dadas las características femeninas del término pana (hermana), cada hombre pertenecería
al grupo de su hermana por lo que sus hijos no podrían clasificarse con él, aunque
esta autora no resuelve cuestiones centrales acerca de la manera en que cada uno de
los nobles cuzqueños se identificaba con estos grupos (Rostworowski, 1993: 138 y ss.).
Adicionalmente, como se mencionó, Valcárcel afirmaba que Pana-kak podría leerse como
«... la que es hermana...» sin explicar la presencia de varones al interior de estos grupos
(Valcárcel, 1925: 38).
Ahora bien, el escudriñamiento de este término en las fuentes coloniales nos otorga
mayores precisiones sobre el significado de panaca. Para Sarmiento de Gamboa, panaca
significaba «descender» por lo que entiende frases como chima panaca aillo como «el linaje
que desciende de Chima», el primer responsable del grupo en su versión de la formación
histórica de las panacas (Sarmiento, 1988: 63-64).
Como es sabido, hay en quechua dos términos que corresponden al significado de
«hermana»: pana y ñaña. El varón llama pana a su hermana, mientras que la mujer le
dirá ñaña. Paralelamente, huauque y tora corresponden a «hermano», por lo que el varón
llama huauque a su hermano, mientras que la mujer lo llama tora (González Holguín,
1975 [1607]). A su vez, dada la inexistencia de términos para identificar a los colaterales,
estos mismos se aplicarán para nombrarlos. Según el propio González Holguín:
«... todos los primos hermanos, y segundos y terceros se llaman desta misma
manera como hermanos y hermanas huauque, ñaña, pana, tora, con los nombres
de hermanos, que no hay de primos» (González Holguín, 1989, citado por
Cerrón-Palomino, 1993: 251).
Es por eso que el mismo González Holguín, esta vez en el Vocabulario, al señalar el
significado de pana, lo extiende a los colaterales:
«pana: hermana del varón, o prima hermana, o segunda, o de su tierra, o linage o
conocida» (González Holguín, 1975).
No se encuentra, sin embargo, en los diccionarios coloniales, ninguna definición de panaca
como «linaje» o «grupo de parentesco», la que sí corresponde, sin ninguna duda, al término
aillu. En ese sentido, Fray Domingo de Santo Tomás identifica tanto «linaje» como «familia»
con la voz aillu (Domingo de Santo Tomás, 1951 [1560]).
En la búsqueda de una descripción etimológica para panaca, dado que ésta no es registrada
en ningún diccionario colonial, para su reconstrucción se debe partir necesariamente de
la raíz nominal pana que refiere a la «hermana» cuando el que habla es un varón. En este
sentido, en la probable formación de panaca, la incompatibilidad de la raíz nominal pana
con la marca de agentivo /q/ hace imposible la formación de pana(q), pues esta marca
agentiva exige la presencia de un verbo. Así, la necesaria verbalización de la raíz nominal
puede realizarse con el auxiliar /ka-/ («ser»)12. Con la presencia de este auxiliar se hace
posible admitir el agentivo q para formar la construcción /pana-ka-q/. A partir de esta
forma, debido al uso frecuente de la expresión se produce el desgaste del auxiliar /-Ka/,
llegando incluso a desaparecer, para dar pana-q; es esta forma la que recibe finalmente la
vocal paragógica, obligatoria en el aimara, como resultado de la influencia de esta lengua. De
12
El uso del /ka/ era compartido entre quechuahablantes y aimarahablantes en el siglo XVI.
41
Francisco Hernández Astete
otro lado, la presencia de la vocal /a/ final se puede explicar por la exigencia, en el aimara,
de una vocal final en las palabras acabadas en consonante. Así llegamos a pana-ka-q(a), cuyo
significado sería «las que son hermanas de...». De esta manera, la construcción quedaría
finalmente como panaq(a), que por cierto nunca tendría el significado de «linaje» y, en
consecuencia, como intuía Valcárcel, construcciones del tipo Chima Panaca Aillu, referirían a
«las que son hermanas de Chima». Por su parte, frases como Iñaca Panaca, podrían vincularse
o con una redundancia, dado el significado de «hermana» para ambos términos en quechua
y aimara respectivamente, o responder a una cuestión estilística, explicada también por la
cercanía entre el quechua y el aimara13.
Así, si entendemos que la voz panaca está asociada, únicamente, con las mujeres nobles,
con las que son «pana» —pues se definen a partir del parentesco con alguno de los
incas anteriores convertidos en ancestros—, se puede entender la filiación matrilineal de
la más alta nobleza dentro de un sistema que asocia la poliginia incaica con el sistema
matrilineal de parentesco. De este modo, solo integraban la nobleza cuzqueña más alta
aquellos hombres y mujeres que descendían de una «pana», pues los hombres del grupo,
incluyendo al Inca, tenían hijos también con mujeres que no formaban parte de la gran
nobleza cuzqueña. Así, la pertenencia de un varón al «linaje real», a la nobleza, se explica
por ser hijo de una «pana», mientras la condición noble de la mujer está asegurada por su
caracterización como una «hermana de...». Solo las «pana» otorgaban el estatus de noble a
sus descendientes directos puesto que, por lo que se sabe hasta el momento, la poligamia
fue una prerrogativa de los varones. De este modo, un Inca, o cualquier descendiente
del mismo, podía tener hijos con varias mujeres, pero solo los hijos de las mujeres nobles
integraban la nobleza. Por su parte, todas las mujeres de la élite, hijas también de padres
nobles, se definen como «panas» y constituían grupos de parentesco asociados con cada
uno de los sectores del poder cuzqueño, y afirmaban su autoridad —y su nobleza— por el
parentesco con alguno de los Incas, a quienes rendían culto. Los aillus formados a partir de
estos grupos de mujeres serían los que la historiografía ha denominado «panacas», salvo los
casos de Cápac Aillu y Hatun Aillu que, como se ha mencionado, no tienen la voz panaca
en su denominación.
4. en búsquedA de unA exPLIcAcIón
Si se asume la explicación anterior, como se ha señalado, quedan fuera de la caracterización
como «panacas» tanto Cápac Aillu como Hatun Aillu. Empecemos por buscar una
explicación para Cápac Aillu. Aquí vale la pena recordar el interés de Valcárcel en otorgar
un mayor rango a Cápac Aillu, al punto de asociarlo con una suerte de realeza o panaca
principal, protagonismo que Zuidema también ha señalado en varios de sus trabajos a
este grupo, aunque sin dejar de clasificarlo dentro del sistema de 10 panacas (Valcárcel,
1925; Zuidema, 2004). Ahora bien, si atendemos exclusivamente al significado de Cápac
Aillu, evidentemente debemos pensar en algo como: el aillu de los cápac, de los ricos, los
poderosos. Con esta explicación, se puede asumir, sin temor a equivocarnos, que Cápac
Aillu era únicamente el nombre genérico de la más alta nobleza incaica, la llamada realeza,
por lo que cobra sentido entonces que, en las probanzas coloniales que se mencionó
anteriormente, los nobles incaicos estén interesados únicamente en mostrar su filiación con
Cápac Aillu; es decir, su condición de nobles. En este sentido entonces, podríamos deducir
13
La explicación de la reconstrucción de la voz panaca fue hecha por Rodolfo Cerrón-Palomino en una muy gentil
comunicación personal en el 2005.
42
Las panacas y el poder en el Tahuantinsuyo
que en la época de predominio incaico, el grupo de nobles era llamado Cápac Aillu, y que
era de este aillu de donde salían los gobernantes y los distintos rangos de mayor autoridad
cuzqueña. Asimismo, al interior de este grupo, existirían una serie de subgrupos integrados
en principio por las hermanas de un Inca reinante y los descendientes de las mismas.
Estos serían los diversos aillus caracterizados hasta ahora como panacas y cuya significación
corresponde con los aillus de las hermanas de cada inca y sus descendientes. Como se ha
mencionado, para ser noble, para integrar Cápac Aillu, era necesario descender de una de
las «pana» y de un varón noble evidentemente.
Finalmente, queda por explicar el caso de Hatun Aillu que, como se mencionó líneas
arriba, la historiografía asocia, no sin discrepancias, con Pachacútec, como una suerte
de subdivisión de Iñaca Panaca. Es importante recurrir otra vez al significado literal del
término: el de «Aillu grande». En este sentido, podríamos suponer una suerte de nobleza
de menor rango que Cápac Aillu (quizás los llamados incas de privilegio) en la que se estaría
integrando a todos los descendientes de nobles en mujeres no incas. La clave está en el
texto del propio Pedro Sarmiento de Gamboa, quien al hablar de Pachacútec, menciona
que éste:
Tuvo cuatro hijos legítimos en su mujer Mama Anahuarqui, tuvo cien hijos varones
y cincuenta hijas bastardas, a los cuales, por ser muchos, llamó Hatun Ayllu, que
quiere decir «gran linaje». Llámase por otro nombre este linaje Inaca Panaca Ayllu
(Sarmiento, 1988: 126).
Así, pese a la necesidad de Sarmiento de construir linajes para los incas a modo de dinastías,
deja también claro el origen de los integrantes de Hatun Aillu, el grupo de descendientes
de los incas en mujeres no nobles, o de las élites locales, condición que debió tener por
ejemplo Paullu Inca. Finalmente, y como una probable explicación a la última parte de la
cita anterior donde queda clara la identificación de Hatun Aillu con Iñaca Panaca, dentro de
los descendientes de los incas en mujeres de las diversas élites provinciales, hatun remite a
los hombres e iñaca a las mujeres, aunque esto último queda pendiente de investigación.
Con esta explicación, la nobleza cuzqueña —cantera de la autoridad en el mundo
prehispánico— estaría integrada por Cápac Aillu, que estaría comandado por el hijo del
gobernante de turno —según Las Casas—, e integrada por grupos de poder asociados por
línea materna con los antiguos gobernantes —las llamadas panacas—. Asimismo, Hatun
Aillu correspondería a los descendientes de los nobles en mujeres no incas, condición que
recuerda el modelo tripartita de Zuidema en el que Collana identificaría a Cápac Aillu, Pallán
a Hatun Aillu y, finalmente, Cayao a las élites locales, las que, para acceder al poder cuzqueño,
establecían vínculos de parentesco con los incas, tema por cierto bastante documentado por
la literatura que se refiere al Tahuantinsuyo. Corrobora esta hipótesis la evidencia léxica
presente en el único documento colonial que se preocupa por sistematizar el parentesco
incaico, el Vocabulario Anónimo de 1586, donde encontramos linage como aillu, linage real
como «capac aillu» y linage noble como «collana hatun ayllu» (Anónimo, 1951: 155).
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