Ocnos (2016), 15 (2): 7-20
DOI 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Ocnos
Revista de Estudios sobre lectura
Open Access
Full Text
Article
http://ocnos.revista.uclm.es/
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los
álbumes ilustrados
Alzheimer’s disease representation in the Picture Books
Fátima Cuadrado
María Rosal
Juan-Antonio Moriana
Adoración Antolí
Universidad de Córdoba (España)
Fecha de recepción:
21/04/2016
Fecha de aceptación:
21/09/2016
ISSN: 1885-446 X
ISSNe: 2254-9099
Palabras clave
Álbum ilustrado; enfermedad
de Alzheimer; estereotipos;
encuadre; representaciones
sociales; literatura infantil y
juvenil.
Keywords
Picture books; Alzheimer’s
Disease; stereotypes; Framing;
social perception; Childrens
Literature.
Resumen
Abstract
La representación de la enfermedad de
Alzheimer (EA) se hace cada vez más visible
a través de los medios de comunicación, del
cine o de la literatura. La presente investigación se centra en el análisis de las diferentes representaciones que llegan a la población infantil sobre la EA, a través del álbum
ilustrado. El gran auge que ha cobrado este
género, especialmente cuando se destina a
los lectores más jóvenes, ha facilitado que
nuevos temas tengan cabida, como es el
caso de la enfermedad de Alzheimer. Este
estudio pretende abordar las imágenes que
proyectan de la enfermedad y de su entorno
familiar y social, así como analizar si se da
una perspectiva libre o no de ideas estereotipadas y estigmatizadoras sobre este tipo de
demencia.
Representations of Alzheimer’s Disease (AD) have become increasingly visible in
communication media, cinema and literature. The present study centers on the analysis
of the various representations of AD aimed
at children via picture books. The growth of
the picture book as a genre, especially when
tailored to the youngest of readers, has facilitated the inclusion of new social issues,
such as AD. This study intends to examine
the different images that have been elaborated around AD and its place in the family and
social environments, as well as to determine
the use of a perspective free or not from stereotyped and stigmatized ideas about this
type of dementia.
Correspondencia:
z12cuhif@uco.es
Cuadrado, F., Rosal, M., Moriana, J.-A., & Antolí, A. (2016). La representación de la enfermedad de
Alzheimer en los álbumes ilustrados. Ocnos, 15 (2), 7-20.
doi: 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Ocnos: Revista de Estudios sobre lectura. Editada por CEPLI; Universidad de Castilla-La Mancha se distribuye bajo
una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0. Internacional
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Ocnos (2016), 15 (2): 7-20
DOI 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Cuadrado, F.; Rosal, M.; Moriana, J. A. y Antolí, A.
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
Introducción
En las últimas décadas se está produciendo
un aumento progresivo del envejecimiento
de la población en los países desarrollados
debido al incremento de la esperanza de vida
y a la disminución de las tasas de natalidad.
Se ha conseguido alargar el ciclo vital de los
individuos, pero aún no se ha encontrado
solución a distintas enfermedades crónicas
y degenerativas, como es el caso de algunas
demencias, entre las que destaca la enfermedad
de Alzheimer (EA). Según el Informe Mundial
sobre el Alzheimer de 2015, publicado por la
federación Alzheimer’s Disease International
(ADI), se estima que, aproximadamente, hay
46.8 millones de personas con demencia en todo
el mundo; una cifra que se espera se duplique
cada veinte años. De todas las personas con
demencia, ADI (2014) considera que entre el 50
y el 75 % padecen demencia tipo Alzheimer.
A la vista de estos datos se plantea un gran
reto para la sociedad, que busca dar respuesta a
una enfermedad que no solo afecta al enfermo,
sino a su propio entorno familiar y social.
La influencia de la EA se hace cada vez más
visible e impactante en la sociedad contemporánea (Adelman y Verbrugge, 2000; Segers,
2007). Sin embargo, las representaciones
con las que se muestra centran la mirada en
diversos aspectos del enfermo y de su entorno
social. Tanto Clarke (2006) como Kirkman
(2006) señalan que la imagen que ofrecen los
medios de comunicación sobre la EA refuerza
los aspectos y consecuencias más negativos de
la misma. Mientras que unos autores, como
Carbonnelle, Casini y Klein (2009), resaltan
que los medios de comunicación sitúan el foco
especialmente en la etapa terminal de esta
enfermedad, otros como Werner, Goldstein
y Buchbinder (2010), afirman que existe un
mayor hincapié mediático en la carga que sufre
la familia como cuidadora del enfermo. Por
otra parte, no se puede obviar que raramente
aparecen en los medios de comunicación testimonios de personas que sufren demencia ni de
cómo viven su enfermedad, sino que son otras,
8
profesionales o cuidadoras, quienes hablan por
ellas (Clarke, 2006; Kirkman, 2006).
Algunos de los aspectos más relevantes
de la información que aportan los medios a la
sociedad se ven reflejados en el discurso popular,
donde la demencia y sus síntomas aparecen
como algo natural en el envejecimiento, y se
comienza a considerar como enfermedad solo
a partir del diagnóstico. Por tanto, es frecuente
que se coloque el peso de la definición de la EA
en lo que la perspectiva biomédica considera
su estado final, es decir, la dependencia total
o etapa terminal (Cañabate, 2003). Matices
similares en los relatos de cuidadores no profesionales que se hallaban en contextos sociales
diferentes, concretamente en ciudades de
España, Venezuela y México, encontraron otras
investigadoras como Martorell, Paz, Montes,
Jiménez y Burjalés (2010). Así pues, se tiende
a una globalización del discurso sobre la EA
debido a que va aumentando la población que
se ve afectada por esta enfermedad, considerada la “epidemia del s. XXI”. Sin embargo,
nos encontramos ante una globalización donde
se observan altos niveles de estigma asociados a la demencia y en el que los problemas de
memoria irreversibles son considerados como
algo normal relacionado con la edad avanzada
(Glueckauf et al., 2005).
Por otra parte, la globalización del discurso
sobre la EA está patente en distintos campos
artísticos en los que se refleja la realidad social.
Ejemplo de ello es el cine, donde en distintos
países se han producido conocidas películas
cuyo argumento gira en torno a la demencia
tipo Alzheimer, como El hijo de la novia (2001),
El diario de Noa (2004), ¿Y tú quién eres? (2007),
La caja de Pandora (2008) o Siempre Alice (2014).
La literatura, en tanto que discurso social,
también refleja el tema de la EA, cuya presencia
es cada vez más extensa en las obras contemporáneas de muy diferentes géneros y autores de
distintas nacionalidades, lo que apoya la visión
de discurso globalizado respecto a la misma. En
novela se han publicado obras como Elegía a Iris
(2000), El oscurecer: (un encuentro) (2002), Ahora
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La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
tocad música de baile (2004 o Siempre Alice (2009).
También la poesía se ha hecho eco, con títulos
como Los cuerpos oscuros (2005), Alzheimer: la
otra voz (2006) o Un espejo vacío: viaje poético
hacia las entrañas del Alzheimer (2012). Del
mismo modo la EA se ha visto tratada en el
ensayo en El cuidador: una vida con el Alzheimer
(2001) o Memorias de Alzheimer (2012), que
trata de divulgar la enfermedad a través de la
historia de personalidades conocidas que han
convivido con la EA como enfermos o familiares cuidadores.
La representación de la EA no es algo exclusivo de la literatura para adultos, sino que
también se ha visto reflejada en la literatura
juvenil (Yo, el desconocido, 2007; En la laguna
más profunda, 2011) e incluso en la infantil (La
abuela Teresa y el sol, 2002; Domingo de pipiripingo, 2008; La abuela durmiente, 2015), donde
el género del álbum ilustrado ha ido adquiriendo fuerza en los últimos años.
El álbum ilustrado y la EA
Por este motivo centramos la atención en el
álbum, que ha visto incrementadas las publicaciones dirigidas al público infantil y en cuyos
temas tienen cabida, cada vez más, contenidos
actuales de gran relevancia social como es el
caso de la EA, que aumenta gradualmente su
presencia en los álbumes.
Aunque las primeras producciones de
álbumes ilustrados, como se entienden hoy,
datan de los años 60, Dresang (1999) destaca el
repunte de la producción de álbumes a finales
de los años 90. Cabe insistir, sin embargo, que
aunque el álbum ilustrado se asocia generalmente a la literatura dirigida a los más pequeños
(Silva-Díaz, 2005), no solo pertenece al sistema
literario infantil.
Esta circunstancia, junto con la mezcla del
lenguaje verbal e icónico, dificulta una definición satisfactoria para el álbum. En lo único que
parece haber acuerdo entre los distintos especialistas y autores es en la confluencia de dos
códigos (texto e imagen), aunque surgen ciertas
discrepancias al tratar de establecer cómo
interactúan dichos códigos. Así, aparecen
aproximaciones cerradas y sistémicas que
tratan de reflejar los distintos tipos de relación
entre texto e ilustraciones. En esta línea, se
encuentran autores como Shulevitz (2005), que
afirma que solo pueden considerarse álbumes
ilustrados aquellas obras en las que el texto y la
ilustración son completamente interdependientes. También Nikolajeva y Scott (2001), al llevar
a cabo un intento exhaustivo de clasificación
de los libros, desde los que ofrecen solo texto
hasta los que solo poseen imágenes, se refieren
al álbum ilustrado como aquel que se situaría
en esta línea, con una unidad inseparable entre
texto e imagen que cooperan necesariamente
en la transmisión del mensaje.
Por otro lado, las aproximaciones abiertas y
dinámicas hacen hincapié en que es el lector quien
elabora las relaciones y rechazan las definiciones
reductoras, pues entienden el álbum como un
género flexible, tal y como afirma Duran (2001),
“l’àlbum acaba amb la dicotomía académica de
l’oposició del text i la illustració. L’àlbum és heterodox” (p.322). También Lewis (2001) se enmarca
dentro de estos acercamientos al afirmar que es
peligroso encorsetar el álbum en una definición
rígida, pues las definiciones reductoras dejan
fuera alguna de sus posibles variadas manifestaciones. De este modo, se plantea el álbum como
“una creación artística abierta y en continuo
movimiento en la que el niño lector-creador
puede y debe participar de forma activa” (GómezLópez-Quiñones, 2015, p.113).
Aunque se puede afirmar que existe cierto
debate en cuanto a la definición del concepto de
álbum ilustrado, no se puede negar que dicho
género ha adquirido un importante reconocimiento. Durante la década de los noventa
del siglo pasado e inicios del XXI se empieza a
apreciar el reconocimiento con el que cuenta
este tipo de producción de libros para niños
y niñas, pues comienzan a aparecer trabajos
exhaustivos, conferencias y monográficos en
publicaciones periódicas (Silva-Díaz, 2005).
El álbum ilustrado funciona como mediador
entre los adultos y los niños y niñas al con-
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La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
vertirse en vehículo de transmisión de temas
actuales de gran importancia social. Ejemplo
de ello son los álbumes que hablan de las nuevas
relaciones de pareja (Paula tiene dos mamás,
2003), la prostitución (Marita y las mujeres de la
calle, 2004), la muerte (Como todo lo que nace,
2000; El pato y la muerte, 2010), la expresión
masculina de la ternura (Yo te tengo a ti y tú me
tienes a mí, 2001) o la EA. Y en esta relación van
aumentando, en las primeras décadas del siglo
XXI, los títulos que se ocupan de este tipo de
demencia.
Por otra parte, en lo referente a la EA, han
sido varios los intentos de confeccionar guías o
índices de recursos literarios sobre este tema.
Ejemplo de ello son Los mayores y la enfermedad de Alzheimer en la literatura infantil y juvenil
(2011), editado por la Fundación Germán
Sánchez Ruipérez y la Guía de recursos documentales: La enfermedad de Alzheimer en la literatura
(2013), publicado por el Centro de Referencia
Estatal (CRE) de Alzheimer y otras demencias
del IMSERSO. Ambas guías proponen un listado
de títulos que abordan el tema de la EA, entre los
que se encuentran diferentes álbumes ilustrados
que sirven para acercar esta realidad a los niños
y niñas, a través de las distintas representaciones de la enfermedad que se dan en la sociedad
contemporánea. De estas guías se ha obtenido
el corpus para llevar a cabo el análisis realizado.
Dicho corpus está compuesto por Abuelita, ¿te
acuerdas? (2004), Yo soy yo (2004), Tengo una
abuela diferente a las demás (2006), El otoño de la
abuela. Mi abuela Anni tiene Alzheimer (2007),
Mi abuela tiene… (2007), Mi abuelo Simón lo sabe
(2007), Al atardecer (2010), La abuela necesita
besitos (2010), Señor Mayor (2010), El zorro que
perdió la memoria (2011), Hilos de colores (2012),
Mi abuela no se acuerda de mi nombre (2012) y, Los
despistes de abuelo Pedro (2012)1.
Textos y paratextos
Si bien se ha delimitado el concepto de
álbum ilustrado como aquel que comparte con
bastante equidad el código verbal y el icónico,
resulta necesario acercarse también a los paratextos que ocupan lugar destacado en estos
10
libros, como espacio necesario para los mediadores de la lectura.
En cuanto al concepto de paratexto, Gérard
Genette lo plantea en su libro Palimpsestes: La
littérature au second degré publicado en 1982
y posteriormente lo desarrolla por completo
en su estudio Seuils (1987). Lo entiende como
un elemento auxiliar o accesorio al texto, que
ayuda al lector a introducirse en la lectura,
puesto que da las primeras instrucciones sobre
el contenido del libro. Lluch (2009) subraya el
lugar privilegiado que ocupa y la acción que
ejerce sobre el público para conseguir una
lectura adecuada y una buena acogida del texto.
En los álbumes ilustrados que tratan sobre la
EA, tanto el texto como los paratextos desempeñan un papel importante a la hora de abordar
y representar la enfermedad. Cabe destacar
que algo más de la mitad de los álbumes que
componen el corpus (53.85%)2 no utilizan nunca
la palabra Alzheimer ni en el texto ni en los
paratextos. El 46.15% restante sí la emplean,
aunque la distribución de su uso en los textos
y paratextos no es equitativa. La totalidad de
los que utilizan la palabra Alzheimer lo hacen
en los paratextos, mientras que solo dos ejemplares de todos los álbumes analizados la usan
también en el texto.
Los paratextos que emplean el término
Alzheimer están claramente dirigidos no tanto
al lector infantil del álbum sino al comprador
adulto del mismo. Se encuentran así álbumes
que, aunque en ningún momento usan el
nombre de la enfermedad en el texto, sí lo
hacen en los paratextos dirigidos a aquel que
compra, con la intención de informar al adulto
sobre el trasfondo de la historia. Ejemplo de ello
lo encontramos en Hilos de colores, en cuya contraportada se lee: “Realizado en colaboración
con la Fundación Alzheimer de España, a quien
se dedican parte de los beneficios” (Ferrándiz,
2012); o en La abuela necesita besitos, donde, al
final de la historia, aparecen una serie de ideas
y consejos dirigidos al adulto para justificar
que no es fácil que los menores entiendan esta
enfermedad:
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Cuadrado, F.; Rosal, M.; Moriana, J. A. y Antolí, A.
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
Patologías como la demencia senil o el Alzheimer
provocan incapacidad y requieren cuidados por
parte de los hijos u otros familiares […] Para el niño
resulta difícil comprender que un adulto pierda el
control de sus actos, o tenga lagunas de memoria
(Bergua, 2011, p. 34).
Sin embargo, tanto cuando se utiliza la
palabra Alzheimer en el texto como cuando
no se hace, los autores emplean una serie de
figuras retóricas, como metáforas, eufemismos y lítotes, para hacer alusión a este tipo de
demencia y suavizar el impacto en el lector
infantil.
Así, por ejemplo, a la hora de explicar la
sintomatología de la enfermedad, en lugar
de emplear términos de difícil comprensión
para los pequeños lectores, las metáforas y las
alegorías ayudan a hacer visible lo abstracto y
promueven el desarrollo de la historia de una
forma comprensible para el niño. En Hilos de
colores, Elena Ferrándiz utiliza el campo semántico de la costura para acercar al pequeño lector
a aquellos síntomas relacionados con los problemas de memoria que comienza a presentar el
enfermo de Alzheimer. En este caso el vestido
o traje hace referencia a la memoria, los hilos a
los momentos vividos y los agujeros o huecos a
los olvidos:
Todos decían que el vestido seguía siendo
espléndido… Aunque lentamente, de manera casi
imperceptible, su traje se llenó de agujeros. Quedó
reducido a una prenda ajada con los hilos separados y tantos huecos que apenas podía cubrirla. Por
aquellos huecos comenzaron a irse poco a poco los
recuerdos (Ferrándiz, 2012).3
También en el álbum de Dagmar H. Mueller,
El otoño de la abuela, se hace uso de la metáfora
y de la alegoría para explicar el deterioro de la
memoria a corto plazo que sufre el enfermo. Así,
se compara su vida con un árbol. Sus experiencias se representan como hojas y la EA como el
otoño que hace que el árbol vaya quedando poco
a poco despoblado de los momentos vividos:
Imagínate -me dijo mamá- que ahora es otoño en
la cabeza de la abuela. Caen las hojas del árbol de su
vida. Van cayendo mes a mes. Pero no caen todas al
mismo tiempo, sino que primero caen las de arriba.
Y luego las que están más abajo. Y siempre así -dijo
mamá-. Las que están más sujetas son las hojas
que llevan más tiempo en el árbol. O sea, las de
abajo del todo […] El otoño de la abuela Anni barre
primero los recuerdos que llevan menos tiempo ahí
(Mueller, 2007).
En el caso de Mi abuelo Simón lo sabe de
Nieves Pérez, los problemas de orientación
temporal que sufre el abuelo se sustentan en la
explicación que realiza la nieta al comparar sus
olvidos con una nube que nubla su capacidad de
recordar: “Mi abuelo Simón no sabe muy bien
qué pasa con el tiempo. Para él solo existe en
su reloj y en las lunas. Puede que sin querer, a
veces, una nube le haga sombra y le oculte la
memoria” (Pérez, 2007).
Por otra parte, el uso de eufemismos en las
referencias a la enfermedad ayuda a atenuar el
impacto psicológico que pudieran causar sus
síntomas en los lectores infantiles. Así, por
ejemplo, Fina Casadelrrey en Yo soy yo (2004)
emplea la palabra “rara” para referirse a cómo se
encuentra la bisabuela, en lugar de decir directamente que está enferma: “El día que yo nací
cantó canciones a la luna. Ahora está muy rara
y no recuerda ninguna” (p. 20). El mismo papel
de atenuación desempeñan las lítotes al afirmar
algo disminuyendo o negando lo contrario de lo
que quiere decir; como por ejemplo en Abuelita,
¿te acuerdas? (2004) de Laura Langston, donde
se emplea esta figura retórica para no afirmar
rotundamente que la memoria de la abuela
es mala: “Pero algunos días, la memoria de
mi abuelita no es tan buena…”, o en Mi abuela
tiene… (2007) de Véronique Van den Abeele,
donde la abuela se define por omisión de su
realidad actual y se vuelven los ojos al pasado,
para fundamentar la relación en el recuerdo de
los momentos de cariño vividos: “Es verdad que
ya no es como antes pero sigue siendo mi abuela
y la quiero muchísimo”.
Representación y explicación de la EA
A la hora de representar la EA en los álbumes
ilustrados no solo el texto ocupa un papel importante, sino que las imágenes también ayudan a
simbolizar la enfermedad. El proceso de recepción de estos códigos es complejo y requiere de la
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La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
activación de todos los elementos pragmáticos
de la lectura para no solo dotar de significado al
texto, sino también para atribuirle un sentido
(Ruíz-Domínguez, 2014). De este modo, la interacción texto-imagen y la relación que guarda
con la interpretación del propio lector hacen que
la representación de la enfermedad pueda considerarse desde distintas perspectivas o marcos.
Así, en este estudio se hace un análisis del uso
de los distintos marcos y perspectivas que se
emplean para definir y explicar la EA, los cuales
están influenciados por la cultura y la sociedad.
La cultura ocupa un papel muy importante
en la comprensión del mundo que nos rodea,
pues sirve como base para constituir el conocimiento y el significado del mismo (Hall,
1997). Dicha construcción se ve influida por
los marcos, que pueden definirse como las
herramientas conceptuales utilizadas para
transmitir, interpretar y evaluar la información (Neuman, Just y Crigler, 1992). Los marcos
se usan para presentar un tema de forma comprensible para la diversidad de la audiencia, de
manera que enfocan la atención en elementos
centrales que suelen estar compartidos por la
sociedad (Entman, 1993).
Se podría pensar que los marcos pueden
ayudar a manipular determinadas ideas, sin
embargo, tal y como alerta Van Gorp (2007),
emplear marcos para transmitir información
no tiene nada que ver con la falsificación de esta,
pues quien los usa ni siquiera es plenamente
consciente de su utilización. De este modo,
el autor defiende que un mismo evento puede
tener distintos sentidos dependiendo del marco
o perspectiva que se emplee para definirlo. En
esta línea, se entiende que tanto emisores como
receptores disponen de diferentes alternativas
a la hora de definir distintos temas y que la
mera aplicación de un marco debe promover
una cierta interpretación de la definición del
problema y de las relaciones causales del mismo
(Entman, 2004; Van Gorp, 2007).
Cuando las personas interpretan el contenido no están motivadas exclusivamente de
forma intrínseca por sus propios esquemas
12
mentales, sino que también están guiadas por
procesos culturales (Shoemaker y Reese, 1996).
Los marcos son parte de la cultura y, por tanto,
no existen de manera estrictamente individual, puesto que no son esquemas mentales
personales (Kinder y Sanders, 1990; Scheufele,
1999). La principal diferencia entre un esquema
y un marco es que los esquemas se definen
como conjuntos de conocimiento organizado
que se desarrollan gradualmente, se vuelven
más complejos y están relacionados con experiencias personales y sentimientos asociados
(Wicks, 2001). Por el contrario, los marcos son
bastante más estables, pues son parte de la
cultura y constituyen definiciones interpretativas más amplias de la realidad social (Benford y
Snow, 2000).
En 2012, Van Gorp y Vercruysse llevan a cabo
un estudio para conocer los marcos que predominan sobre la demencia. Para ello, los autores
examinaron distintos formatos, como libros,
películas, artículos de periódico o folletos de
la salud pública, donde se trataba este tema.
Como resultado obtuvieron que existían seis
marcos dominantes; para los cuales, los autores
identificaron una alternativa o contramarco
(tabla 1). De los seis marcos dominantes encontrados, cinco ofrecen una visión negativa de la
demencia. Al usarlos, la mayoría de las fuentes
emplean la combinación de distintos marcos,
sin encontrar diferencias entre los medios
escritos y los audiovisuales. Por otra parte, el
mayor logro de este estudio fue la creación de
un inventario de los marcos y contramarcos
dominantes, lo que es muy útil para evaluar las
distintas estrategias de comunicación.
Los álbumes ilustrados que tratan sobre la
EA también se ven inmersos en los marcos y
contramarcos que subrayan estos autores. Tal
y como apuntan en su estudio, en los álbumes
también se observa la combinación de varios
marcos en un mismo libro para ilustrar la
enfermedad. La cantidad de marcos y contramarcos usados es más o menos similar. Entre los
primeros destacan: dualismo cuerpo-mente, roles
invertidos y fe en la ciencia, mientras que unidad
cuerpo-mente, proceso natural del envejecimiento
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La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
Tabla 1. Listado de marcos y contramarcos
dominantes para la demencia
Marcos
Contramarcos
Dualismo cuerpo-mente
Unidad cuerpo-mente
El invasor
El extraño compañero de viaje
Fe en la ciencia
Proceso natural del
envejecimiento
Miedo a la muerte y la
degeneración
Carpe diem
Roles invertidos
Cada uno en su turno
No “quid pro quo”
La buena madre
Nota: Adaptado de “Frames and counter-frames giving meaning
to dementia: A framing analysis of media content”, por B. Van
Gorp, & T. Vercruysse, 2012, Social Science & Medicine, 74, pp.
1277-1278.
y la buena madre lo hacen entre los contramarcos. Estos, junto a otros que aparecen en
menor medida, van adentrando al joven lector
en lo que supone la EA y todo lo que la rodea.
La mayoría de los álbumes, incluso cuando
utilizan marcos que conllevan connotaciones
negativas y estereotipadas, tratan de presentar
al joven lector la EA de la manera más suave y
delicada posible, para lo que se sirven de metáforas, eufemismos y lítotes en el texto escrito
y de ilustraciones donde priman las muestras
de cariño entre los protagonistas, así como los
colores vivos y alegres.
todo el mundo”, “con una cabeza bien formada
y amueblada”, mientras que las ilustraciones
destacan los personajes sobre un fondo blanco,
el lenguaje corporal expresa armonía y bienestar con las actividades que están realizando.
Conforme avanza la historia y el protagonista
comienza a padecer la enfermedad, el marco
dualismo cuerpo-mente empieza a estar aún más
presente, algo que se hace patente incluso en
las ilustraciones que cada vez emplean colores
más oscuros y representaciones de la realidad
más abstractas. Así, comienza a aparecer la
combinación con el marco no “quid pro quo”,
el cual se centra en los daños colaterales de la
demencia, entre los que destaca la pesada carga
que soportan los familiares y las personas que
están alrededor del enfermo, presentadas
como las verdaderas víctimas, pues tienen
que hacerlo todo sin recibir nada a cambio. Un
claro ejemplo de excelente correlación entre
texto e imagen lo encontramos en este álbum.
Mientras el texto afirma “Ya no es capaz de
tomar su bol de sopa. Lo derrama por cualquier motivo”, la ilustración muestra la figura
enorme de un señor mayor que se cae girando
en sentido contrario a las agujas del reloj y cuyo
bol de sopa se derrama sobre los familiares,
representados en la esquina de la página en un
tamaño muy pequeño. El valor simbólico de la
imagen posee un alto poder evocador del retro-
Señor Mayor (2010) de Adeline Yzac, ilustrado por Éva Offredo, puede presentarse como
un claro ejemplo del marco dualismo cuerpo-mente. Basado en la teoría del dualismo
cartesiano defiende que los seres humanos
son una combinación de dos partes: el
cuerpo o materia y la mente o alma. La
demencia confisca el alma, mientras que
el cuerpo queda intacto provisionalmente.
De esta forma, las personas con esta enfermedad pierden su identidad y humanidad
al existir solo a nivel material. Esta idea
se encuentra patente en el mismo título
del álbum, pues “Señor Mayor” se emplea
a lo largo de todo el libro para referirse al
personaje con EA, sin llegar a saber nunca
cuál es su verdadera identidad, mientras
que por otro lado, hace que el receptor
generalice, ya que cualquier señor mayor
podría ser este personaje. Al principio de la Imagen 1. Señor Mayor, página doble, ilustraciones de Eva
historia, Adeline presenta a un señor “como Offredo
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La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
con ella, lo que se muestra en la
imágenes de besos y abrazos, en
relación con el texto:
La abuela suele pasar mucho
tiempo con la mirada perdida, como
si estuviera mirando hacia un lugar
muy lejano. Cuando la vemos así nos
sentamos en sus rodillas y le damos
besitos por toda la cara. Y sus ojos
regresan de aquel lugar lejano, y
sonríe (p. 33).
El álbum de Fina Casalderrey,
ilustrado por Josep Vicó Yo soy
Imagen 2. Yo soy yo, página doble, ilustraciones de Josep Vicó
yo (2004), también es un claro
ejemplo de la perspectiva unidad
ceso en las funciones cognitivas de la persona
cuerpo-mente.
De modo que a lo largo de toda
enferma y de la pesada carga que ello supone
la historia la bisabuela presenta síntomas de la
para la familia. Por otra parte, las ilustracioEA, que va sobrellevando gracias al contacto
nes avanzan en las muestras del deterioro del
físico y a los besos de su bisnieta, con lo que se
enfermo y lo presentan separado del resto de
muestra la capacidad emocional y sensorial que
las personas que aparecen en escena, como
conserva la persona enferma a pesar de padecer
una sombra casi transparente en un bosque. La
ciertos deterioros cognitivos (Imagen 2).
progresiva difuminación de sus rasgos faciales
evoca la pérdida de identidad, mientras el texto
insiste en expresiones como “perder la cabeza”
o “perder la razón”, propias del dualismo cuerpo-mente. Por su parte, el marco no “quid pro quo”
se expresa a través de los familiares entristecidos que se ven en las ramas de los árboles, en un
nivel diferente del enfermo, y que dicen estar
muy pendientes y ocupados por él (Imagen 1).
Para invalidar la idea del marco dominante,
dualismo cuerpo-mente, se usa el contramarco
unidad cuerpo-mente, que invierte o pone en
duda el razonamiento de dicho marco. Así, este
defiende la totalidad cuerpo-mente como algo
indivisible, donde no existe la superioridad de
la razón y, por tanto, la persona con demencia
pierde su capacidad intelectual, pero no su
identidad y su capacidad emocional y sensorial. Así, los enfermos con EA conservan una
rica vida emocional y son altamente sensibles a
nivel físico. En La abuela necesita besitos (2011)
de Ana Bergua con ilustraciones de Carme
Sala, se ejemplifica de forma muy clara esta
explicación cuando aparece una escena en la
que la abuela, enferma de Alzheimer, vuelve
en sí al establecer las nietas contacto emocional
14
Otro de los marcos que destacan en este tipo
de álbumes es el de fe en la ciencia. De todos los
encontrados por Van Gorp y Vercruysse (2012),
fe en la ciencia es el único marco que no da una
visión negativa de la demencia, pues habla de
que cada vez hay una mejor compresión científica de la enfermedad. Las consecuencias
de padecer demencia son lesiones cerebrales, déficit en la memoria o en determinados
aspectos cognitivos, para los cuales hay diagnóstico y tratamiento, por lo que se debe confiar
en la ciencia médica como la única solución.
El álbum de Dagmar H. Mueller, ilustrado por
Verena Ballhaus, El otoño de la abuela (2007)
se encuadra dentro de esta perspectiva y es un
claro ejemplo de la misma.
Desde el inicio de la historia se habla de la
EA, incluso con su propio nombre y se explica
de dónde procede su denominación, mientras
que en el resto de sus páginas se hace alusión
a distintos síntomas que presenta la abuela.
Mueller (2007) explica a los pequeños lectores
dichos síntomas haciendo hincapié constantemente en que son producto de la enfermedad y
no por otras razones, para lo que utiliza enun-
Ocnos (2016), 15 (2): 7-20
DOI 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Cuadrado, F.; Rosal, M.; Moriana, J. A. y Antolí, A.
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
ciados tales como: “Pero tener una enfermedad
no tiene nada que ver con estar loco”, “Que la
abuela Anni está enferma se nota en muchas
cosas. Sobre todo en que se olvida de todo” o,
“Esta enfermedad no tiene nada que ver con ser
tonto. Sin embargo, es curioso que la abuela
Anni ya no entienda o que olvide muchas cosas
que son muy fáciles”. Otros álbumes también
usan la jerga médica propia de este marco o
incluso aparece la figura del médico, tal es el
caso del álbum de Véronique Van den Abeele Mi
abuela tiene… (2008) que dice explícitamente “El
doctor dijo que tenía Alzheimer”.
El contramarco que se opone a este marco de
fe en la ciencia es el de proceso natural del envejecimiento. Los álbumes que lo emplean definen
la demencia como el extremo del proceso de
envejecimiento, pues no la consideran una
enfermedad. Cabe resaltar que todas las ilustraciones de los enfermos con EA se representan
con personajes muy mayores y envejecidos, la
mayoría lucen canas, usan bastón o aparecen
sentados en sus sillones, símbolos de vejez.
Ejemplo claro de esta perspectiva se encuentra
en el álbum de Nieves Pérez Rivero, ilustrado
por Miguel Díez Navarro: Mi abuelo Simón lo
sabe (2007), donde el abuelo, tras cometer
equivocaciones propias del inicio de la EA,
se disculpa repetidamente ante su nieta con
expresiones como: “Eso es, Julia, no hagas caso
de este viejo” o “¿Qué he dicho yo? Si es que
soy muy viejo”. Según este planteamiento, la
demencia es incurable y buscar el medio para su
cura es como querer encontrar una pastilla para
la eterna juventud. Ana Bergua en su álbum,
ilustrado por Carme Sala, La abuela necesita
besitos (2011) utiliza esta idea cuando narra
cómo la madre le explica a su hija la enfermedad de la abuela. Ante esta explicación, la niña
argumenta que deberían darle jarabe, a lo que
su madre responde: “Las personas mayores
no pueden volverse jóvenes, Maite […] No hay
tiritas para este mal, solo podemos quererla
mucho” (Bergua, 2011, p. 10).
Roles invertidos es otro de los marcos más
empleados en los álbumes que versan sobre
EA. En este caso se presenta a la persona con
demencia como alguien que vuelve a ser un
niño y que se comporta como tal. De esta forma,
los enfermos ven su conducta desviada, pues
no siguen las normas sociales y comienzan a
perder autonomía y responsabilidad como si de
un menor se trataran. En Los despistes del abuelo
Pedro (2012) de Marta Zafrilla, ilustrado por
Miguel Ángel Díez, el niño protagonista argumenta que se puede considerar que ha dejado
de ser hijo único porque su abuelo enfermo de
EA ha ido a vivir a su casa y llega a afirmar que
“en muchas cosas que hace y dice es como un
niño pequeño”, mientras va narrando episodios
de conductas desviadas desde que el abuelo ha
comenzado a padecer EA. Por su parte, El zorro
que perdió la memoria (2010) de Martin Baltscheit
cierra la historia con una ilustración muy significativa con respecto a este marco. En este caso, el
personaje enfermo de Alzheimer, un viejo zorro,
termina durmiendo plácidamente en postura
fetal, casi como un bebé, rodeado de zorros
jóvenes con ojos entreabiertos que velan por él
(Imagen 3).
Imagen 3. El zorro que perdió la memoria, ilustraciones de Martin Baltscheit
Por último, el contramarco más usado en
este tipo de álbumes es la buena madre. Este se
basa en que la naturaleza hace que cuidemos
15
Ocnos (2016), 15 (2): 7-20
DOI 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Cuadrado, F.; Rosal, M.; Moriana, J. A. y Antolí, A.
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
los unos de los otros y esto ocurre también con
las personas que tienen demencia. Este contramarco compara el cuidado y el cariño que
ofrecen los familiares con el de una madre que se
sacrifica incondicionalmente por sus hijos. Es un
deber moral mostrar amor y aceptar al familiar
enfermo, por lo que se debe aceptar su enfermedad con paciencia y resignación, mientras que
se le ofrece apoyo y cariño. La mayoría de estos
álbumes usan ilustraciones, donde predominan
las muestras de cariño hacia el enfermo y el ofrecimiento de la ayuda de los demás personajes.
En Tengo una abuela diferente a las demás (2003)
de Mercè Arànega se observan escenas de total
cooperación del nieto con la abuela enferma de
EA. Destaca el cariño y la ayuda: “Abuela, soy
Juan. Te quiero mucho y tengo muchas ganas de
abrazarte. Te hago un regalo que servirá para que
todo sea más sencillo. Ten, es una libreta. Ahora
podremos apuntar todo lo que a veces se te olvida”
(Arànega, 2003, p. 2). También Elena Ferrándiz
en Hilos de colores (2012) emplea esta perspectiva
de La buena madre combinado en este caso con
el marco no “quid pro quo”, al que se contrapone.
Se observa a un hijo sobrecargado por la enfermedad de su madre, que no tiene tiempo para
otras actividades que no sean su cuidado, lo que
supone un escenario propio del no “quid pro quo”.
Sin embargo, también aparecen en escena más
personas que ofrecen su ayuda y apoyo de forma
incondicional a pesar de que a la enferma no le
sea grato depender de tanta gente. Se representa
en la ilustración con una gran cantidad de manos
que tapan su desnudez, mientras se muestra
cabizbaja. Como en otras ocasiones la enfermedad aparece representada en una persona mayor,
en este caso simbolizada por el moño que recoge
su cabello cano (Imagen 4).
Conclusiones
La EA deja ver su influencia en la sociedad
a través de distintos cauces, como pueden ser
los medios de comunicación (Segers, 2007), el
discurso popular (Cañabate, 2003; Glueckauf
et al., 2005; Martorell et al., 2010) o la literatura (CRE de Alzheimer y otras demencias del
IMSERSO, 2013; Fundación Germán Sánchez
16
Imagen 4. Hilos de colores, página doble, ilustraciones
de Elena Ferrándiz
Ruipérez, 2011). A través de dichos medios se
emite información sobre la enfermedad que
ayuda a que los miembros de la sociedad vayan
formando su propia idea de lo que la EA conlleva,
aunque, en ocasiones, dicha información no es
del todo completa por centrarse fundamentalmente en los aspectos más estereotipados de
la enfermedad (Clarke, 2006; Kirkman, 2006;
Van Gorp y Vercruysse, 2012).
La estigmatización de la EA es un hecho
(Lee, Lee y Diwan, 2010; Werner, 2014; Werner
y Giveon, 2008) y el discurso empleado en los
álbumes ilustrados sobre el tema ayuda en parte
a su subsistencia. No todos los álbumes ilustrados señalan de una forma directa que tratan
sobre la EA y aquellos que lo hacen lo descubren
en los paratextos, los cuales van destinados al
adulto que compra o recomienda la obra. Sin
embargo, habría que interpretar con cautela
este hecho. Por una parte, las pocas referencias
a la EA de forma explícita encuentran justificación en el propio lenguaje literario, por lo
común, rico en tropos, metáforas y todo tipo
de figuras retóricas para hacer referencia a la
realidad sin tener que nombrarla directamente.
Por otra parte, guarda relación con el estigma,
ya que tradicionalmente los enfermos y sus
familiares tienden a ocultar el diagnóstico de
la enfermedad por miedo al rechazo y al aislamiento, con lo que la enfermedad se convierte
en un tema tabú (Beard, 2004; MacRae, 1999;
Vernooij-Dassen et al., 2005). Esta realidad
Ocnos (2016), 15 (2): 7-20
DOI 10.18239/ocnos_2016.15.2.1029
Cuadrado, F.; Rosal, M.; Moriana, J. A. y Antolí, A.
La representación de la enfermedad de Alzheimer en los álbumes ilustrados
también se encuentra en las obras destinadas
al público infantil, ya que, por regla general,
se tiende a proteger al pequeño receptor y se
procura atenuar el impacto que la enfermedad
pudiera causar en él.
De igual modo, cuando se analiza la perspectiva o los marcos empleados por los álbumes, a
la hora de tratar la temática de la EA, se observa
que no se utilizan todos los que encontraron Van
Gorp y Vercruysse (2012). Los que muestran la
enfermedad de una forma más negativa prácticamente no se usan en ningún álbum o, si lo
hacen, es de forma no significativa; lo mismo
ocurre con sus respectivos contramarcos. Sin
embargo, el resto de marcos usados por los
autores de los álbumes, aun teniendo como
base una visión negativa de la enfermedad, la
mitigan al combinarlos con otros contramarcos más positivos o al emplear determinadas
figuras retóricas o ilustraciones más alegres
que ayudan a que el joven lector no reciba esa
información de forma abrupta.
El uso de los marcos y contramarcos empleados se reparte entre los álbumes, generalmente
a través de la combinación de unos con otros. Sin
embargo, el empleo del contramarco la buena
madre se observa en la mayoría de los libros en
mayor o menor medida. Así, los lectores infantiles encuentran modelos en los personajes que
se relacionan cariñosamente con el enfermo,
a quien le ofrecen un apoyo y ayuda desde el
cariño y el amor de manera incondicional.
En definitiva, los álbumes que tratan sobre la
EA intentan salvaguardar al menor del impacto
que podría tener en ellos este tipo de demencia.
De esta forma, la acercan y la explican al
niño, aunque en la mayoría de los casos no
identifica exactamente de qué enfermedad se
está hablando. Sin embargo, se sabe que son
álbumes que versan sobre el tema porque queda
explícito en los paratextos dedicados generalmente al adulto. Otra muestra más del intento
de proteger a los pequeños es el uso de contramarcos que se centran en perspectivas más
positivas de la enfermedad o el uso de marcos
con visiones más negativas pero de forma
suavizada para la recepción del menor. Así,
se podría afirmar que los álbumes que versan
sobre la EA hacen uso de los marcos que generalmente se emplean en los distintos medios
para representar a la demencia (dualismo cuerpo-mente, proceso natural del envejecimiento,
roles invertidos). De esta forma, llegan a los
lectores infantiles representaciones estereotipadas negativas, que, sin embargo, se tienden
a suavizar y a tratar de forma delicada, tanto en
los textos como en las imágenes.
Notas
1. La referencia completa de los álbumes que componen
el corpus se encuentra en el apartado Textos primarios en
Referencias.
2. Para la obtención de este porcentaje se parte exclusivamente de los paratextos insertados en los libros.
3. En los casos en que no aparece la numeración de
páginas en la cita se debe a que el libro carece de ella.
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