Las ánforas turdetanas
Colección SPAL Monografías Arqueología
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Tortosa Rocamora, Trinidad. Instituto de Arqueología de Mérida, CSIC
Francisco José García Fernández
Antonio Manuel Sáez Romero
(coordinadores)
Las ánforas turdetanas
Actualización tipológica
y nuevas perspectivas
SPAL MONOGRAFÍAS ARQUEOLOGÍA
Nº XXXIX
Sevilla 2021
Colección: Spal Monografías Arqueología
Núm.: XXXIX
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ISBN: 978-84-472-3096-9
Depósito Legal: SE 1892-2021
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Índice
Presentación
Francisco José García Fernández y
Antonio Manuel Sáez Romero............................................................
9
Las ánforas turdetanas: testigos de una economía en
transición
Enrique García Vargas y Eduardo Ferrer Albelda ....................... 15
Las ánforas turdetanas “tipo Macareno” en el Bajo
Guadalquivir
Francisco José García Fernández, Violeta Moreno Megías y
Enrique García Vargas ......................................................................... 33
Alfares prerromanos en Carmona (Sevilla)
María Belén-Deamos,Elisabet Conlin Hayes,
Ricardo Lineros Romero y Juan Manuel Román Rodríguez ........ 63
Ánforas Pellicer B-C y D en la Tierra Llana onubense: estado
de la cuestión
Clara Toscano-Pérez y Juan Manuel Campos Carrasco............... 89
Ánforas turdetanas del valle del Guadalete a partir del
asentamiento de Torrevieja (Villamartín, Cádiz)
...
José María Gutiérrez López y María Cristina Reinoso del Río ... 111
Los contenedores de la campiña de Cádiz: las ánforas Pellicer
E-1 (“tipo Tiñosa” o T-8.1.1.2)
Livia Guillén Rodríguez ..................................................................... 145
Ánforas turdetanas en la Bahía de Cádiz (siglos VI-II a.C.):
Apuntes sobre su producción, consumo y papel comercial
Antonio Manuel Sáez Romero............................................................ 161
8
ÍNDICE
La producción de ánforas tipo Pellicer D en el ámbito
malacitano: estado de la cuestión
...
José Suárez Padilla, Daniel Mateo Corredor y
Cristina Martínez Ruiz ........................................................................ 201
Ánforas prerromanas del Alto Guadalquivir
Vicente Barba Colmenero, Alberto Fernández Ordoñez y
Manuel Jesús Torres Soria .................................................................. 211
Evidências de produção anfórica no Algarve durante a 2ª
Idade do Ferro
Ana Margarida Arruda y Elisa de Sousa.......................................... 237
Las ánforas de la I Edad del Hierro del valle medio del
Guadiana
Esther Rodríguez González, Alberto Dorado Alejos y
Sebastián Celestino Pérez .................................................................. 249
A produção de ânforas na costa ocidental atlântica: o caso
do estuário do Tejo
Elisa de Sousa, João Pimenta y Ana Margarida Arruda................ 273
Avenencias y desavenencias en torno al uso de una
tipología y sus alternativas: las ánforas turdetanas
...
Andrés María Adroher Auroux ......................................................... 289
Un universo en construcción. Reflexiones sobre la
producción y comercio de ánforas de tradición fenicia en el
suroeste de la península ibérica
...
Francisco José García Fernández y
Antonio Manuel Sáez Romero............................................................ 301
Ánforas prerromanas del Alto
Guadalquivir
Vicente Barba Colmenero* Vicente Barba Colmenero, Alberto Fernández Ordoñez y Manuel Jesús Torres Soria
Alberto Fernández Ordoñez
Manuel Jesús Torres Soria
1. INTRODUCCIÓN
* Arq13 Estudio de Arqueología.
C/ Mesa, nº 13, 23001 de Jaén.
vicenbarba@gmail.com
El contexto geográfico sobre el que se enmarca este estudio es la actual provincia de Jaén, el valle alto del Guadalquivir (fig. 1). Es un territorio geográficamente bien definido, cercado por montañas que actúan como barreras
naturales, Sierra Morena al norte y las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas
al este y al sur la Sierra Sur de Jaén, configurando un territorio triangular surcado por dos grandes unidades: la propia vega del Guadalquivir y la Campiña
que aumenta su extensión hacia el curso medio del río y el oeste de la provincia. Estas dos zonas responden a proyectos económicos diferentes, por un
lado, la vega posibilita la agricultura hortícola basada en el regadío, y la campiña es propicia para el desarrollo de los cultivos de secano: cereal, olivo y vid.
A todo ello debemos añadir la gran riqueza minera de Sierra Morena, que hizo
que desde tiempos muy remotos se desarrollara un modo de vida urbano con
la consolidación del mundo ibérico y los oppida, una sociedad principesca basada en clanes y linajes, que marcará una etapa histórica en nuestra provincia
de más de 600 años.
La mayor parte de los estudios arqueológicos que se han desarrollado en
nuestro territorio se han centrado en el mundo ibérico (Ruiz Rodríguez y Molinos Molinos 2007; 2015). Durante tres décadas las investigaciones han puesto
el interés en diversos focos o puntos de vista, desde un principio la dialéctica
Centro-Periferia y la arqueología del microespacio centraron las investigaciones en poblados importantes como el oppidum ibérico de Puente Tablas
en Jaén. En este yacimiento, a partir de 1982, se han excavado bastantes metros cuadrados de superficie, un grupo importante de casas y un almacén en
el centro del poblado, las murallas y una de las puertas de acceso, un santuario con funciones astronómicas y un gran edificio identificado como el palacio
de residencia de la elite que habitó el oppidum hacia el siglo IV-V a.C. Conocemos bastante bien muchos aspectos importantes de este lugar y su dilatado
devenir histórico: su imponente fortificación (Molinos Molinos 2015: 45-53),
los lugares de culto (Ruiz Rodríguez et al. 2015a: 93-106), el urbanismo (Ruiz
Rodríguez et al. 2015b: 107-118), e incluso el paisaje y la gestión de los recursos naturales (Rodríguez-Ariza y Pradas Ballesteros 2015: 119-126; Montes
211
212
VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Moya 2015: 127-136); en cambio, después de más
de 30 años de estudios continuados en este importante yacimiento, aun no conocemos los materiales
cerámicos y su evolución cronológica, y mucho menos nada sabemos acerca de las ánforas de este poblado que estuvo habitado desde el siglo IX hasta el
siglo II a.C.
Este ejemplo del oppidum de Puente Tablas nos
sirve para relatar más o menos lo ocurrido en las distintas investigaciones desarrolladas del resto del territorio jinennense, ya que este poblado ha servido
durante años como laboratorio donde se han aplicado las distintas metodologías surgidas del grupo
de investigación del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de
Jaén. Pero los análisis de materiales cerámicos fueron relegados a un segundo plano, la cerámica ha
servido como apoyo en algunos casos para establecer cronologías, sin que existiera una base sólida
sobre las distintas facies cerámicas del Alto Guadalquivir y su evolución. Hoy en día no se han superado los estudios que desarrolló Juan Pereira al final
de la década de los años 80, sobre la cerámica ibérica en nuestro territorio (Pereira Sieso 1988; 1989),
y siguen siendo, en muchos casos, la única referencia que tenemos para establecer comparaciones.
Sin embargo, han habido algunos intentos por establecer criterios generales sobre los materiales cerámicos prerromanos (Ruiz Rodríguez y Molinos
Molinos 1993: 53-71), desarrollando en algunos casos, a lo largo de varios años, metodologías de cuantificación y medición de fragmentos de bordes
principalmente, a los cuales se les aplicaba una serie
de medidas o variables, y a través de análisis clúster
y factoriales (ACL-AF) eran analizados en un ordenador que solo entendía de números, el cual establecía una tipología cerámica contextualizada por
grupos generales discriminados, pero que podríamos considerar hoy en día un totum revolutum. Fue
a partir del año 1991 cuando se empezaron a realizar
este tipo de análisis multivariante para el estudio de
fragmentos cerámicos (Hornos Mata et al. 1991; Rísquez Cuenca 1995), ampliamente desarrollada esta
metodología sobre la cerámica reductora del Alto
Guadalquivir, que fue objeto de una tesis doctoral,
la cual nunca fue publicada (Rísquez Cuenca 1993),
y que sirvió como punto de inflexión para los futuros
estudios que se realizaron en poblados como el Santuario de la Cueva de la Lobera en Castellar, Giribaile
en Vílchez y El Pajarillo de Huelma entre otros (Gutiérrez Soler 2002; Molinos Molinos et al. 1998; Nicolini et al. 2004). Llegó a tener un amplio desarrollo
el análisis multivariante en fragmentos cerámicos
durante toda la década de los 90, aplicándose incluso sobre cerámicas prehistóricas (Nocete Calvo
1989), de época romana (Barba Colmenero 2007;
Castro López 1998) e incluso en materiales medievales (Castillo Armenteros 1998). Por tanto, podemos decir, que pese a que se han realizado algunos
intentos por regular y clasificar las cerámicas del
Alto Guadalquivir en época ibérica de forma contextualizada, aun hoy en día no contamos con estudios
de conjunto sobre tipologías cerámicas para nuestra
región y su evolución cronotipológica, y mucho menos aún, no se han realizado investigaciones sobre
los talleres y centro de producción.
Las ánforas al ser un material cerámico que normalmente no suele estar decorado, en la mayor parte
de las investigaciones han pasado a un segundo
plano o no aparecen. Encontramos en algunas publicaciones términos para designarlas como: cerámica común, de almacenaje, en algunos casos han
sido confundidas como orzas, urnas, u otro tipo de
recipiente, como por ejemplo es habitual encontrar
en algunos estudios los bordes de los soportes de carrete confundidos con bordes de ánforas y viceversa.
Normalmente en las publicaciones son incluidas en
el grupo general de cerámicas cerradas (Grupo Tipológico V) de bordes con tendencia circular engrosados al exterior. De esta forma, es complicado
rastrear estos materiales cerámicos, e incluso en algunos casos no aparecen dibujados en los trabajos.
Son muy escasos los estudios que se han realizado
en esta región sobre las ánforas, nosotros mismos
abordamos hace pocos años esta cuestión al estudiar
un contexto de materiales cerámicos tardorrepublicanos en el Cerro de la Atalaya de Lahiguera (Barba Colmenero et al. 2016a). En el valle Alto del Guadalquivir
aun no se ha desarrollado estudios concretos sobre las
ánforas y por el momento simplemente encontramos
algunas publicaciones en las que se reflejan en gráficos algunos materiales sin que los autores hayan prestado especial interés por estos recipientes. Este es el
caso de yacimientos como Cástulo (Blázquez Martínez 1975; 1979; Blázquez Martínez y Valiente Malla 1981), Giribaile (Gutiérrez Soler 2002), Santuario
de Castellar (Nicolini et al. 2004), Aurgi o la ciudad de
Jaén (Serrano Peña 2004; Barba Colmenero 2007; Serrano Peña et al. 2011) y el oppidum de Puente Tablas
en Jaén (Ruiz Rodríguez y Molinos Molinos 1987). En
algunas de estas publicaciones, como hemos comentado, encontramos una clasificación tipológica de los
materiales cerámicos basados en análisis multivariante, agrupándose en los mismos tipos a las ánforas junto a las urnas, los toneles, las orzas, los soportes,
etc. Hoy en día esos análisis tipológicos han quedado
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 1. Mapa de localización de la región e indicación de los yacimientos estudiados
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 2. Gráficos de estudios de materiales cerámicos basados en análisis multivariantes: Giribaile, El Pajarillo y Castellar
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Yacimiento
Cronología
Cerro Alcalá en Torres
S. VI a.C.
Oppidum de Puente Tablas en Jaén
Santuario de El Pajarillo en Huelma y
valle del río Jandulilla
Identificación/contexto (nº indv.)
Necrópolis: 2 ánforas (completas)
S. V-IV a.C.
Poblado, lugares de hábitat y santuario: 27 ánforas
(completa y fragmentos de borde)
S. IV a.C.
Santuario heroico y lugares de hábitat: 20 ánforas
(fragmentos de borde)
Horno del Guadalimar en Cástulo
S. IV-III a.C.
Alfar: 15 ánforas (fragmentos de bordes)
Oppidum de Giribaile en Vilches
S. IV-III a.C.
Lugar de hábitat. Presencia masiva: 101 ánforas
(completa y fragmentos de borde)
Baecula en Santo Tomé
S. III-II a.C.
Campamentos y zona de batalla. Presencia masiva:
90 ánforas (fragmentos de borde)
Zona Arqueológica de Marroquíes
Bajos en Jaén
S. VI-V a.C. y
s. II-I a.C.
Lugares de hábitat dispersos, cabañas, silos: 29
ánforas (fragmentos de borde)
Ciudad Ibero-romana de Cástulo
S. V-IV a.C. y
s. II-I a.C.
Lugar de hábitat, fortificación y necrópolis: 25
ánforas (fragmentos de borde)
S. II-I a.C.
Vertedero: 15 ánforas (fragmentos de bordes)
Entorno Plaza Baños de la Audiencia,
centro histórico de Jaén
Cerro de la Atalaya en Lahiguera
Oppidum de Castellones de Céal en
Hinojares
S. I a.C.
S. V-IV a.C. y
s. I a.C.
Almacén comercial. Presencia masiva: 37 ánforas
(completa y fragmentos de borde)
Lugar de hábitat, almacenes: 4 ánforas (completas)
Figura 3. Yacimientos estudiados, cronología y número de ánforas
superados y poca información podemos extraer de
ellos sobre estos envases, salvo la confirmación de la
presencia de ánforas en estos yacimientos (fig. 2).
Como hemos apuntado, el contexto arqueológico del Cerro de la Atalaya en Lahiguera, de la primera mitad del siglo I a.C., nos dio la oportunidad
de realizar un estudio concreto sobre este tipo de recipiente. El yacimiento se corresponde con un lugar
de tránsito próximo al rio Guadalquivir y de distribución de mercancías, principalmente ánforas y sus
contenidos (Barba Colmenero et al. 2016a; 2016b).
Encontramos también un reciente estudio (memoria inédita para la obtención del DEA) sobre ánforas que se ha localizado en un contexto bélico del
siglo III a.C., en el cual se han analizado las ánforas
del Cerro de las Albahacas, relacionado con la Batalla de Baecula (Rodríguez Martínez 2012). Parte de
estos materiales han sido publicados en la monografía editada recientemente sobre dicha batalla, los
cuales recogemos en esta contribución (Rueda Galán et al. 2015). La última investigación en la cual encontramos referencias sobre ánforas se corresponde
con la Tesis Doctoral de Antonio Jesús Ortiz, leída
recientemente y que aún no ha sido publicada1, sobre los materiales cerámicos del poblado de Giribaile de los siglos IV y III a.C. (Ortiz Villarejo 2017),
los cuales analizaremos también en este estudio.
2. LOS YACIMIENTOS DEL ALTO
GUADALQUIVIR Y LAS ÁNFORAS
PRERROMANAS
Los yacimientos arqueológicos en los que encontramos ánforas abarcan prácticamente todo el valle Alto del Guadalquivir (fig. 1). Se ha realizado una
revisión de todos los materiales publicados hasta la
actualidad y por el momento se han contabilizado
365 recipientes que identificamos como ánforas
prerromanas. Debemos indicar que no aportamos
todos los materiales que se han localizado en las
1. Agradecemos a Antonio Jesús Ortiz Villarejo las facilidades
que nos ha proporcionado para acceder al estudio completo de
su Tesis Doctoral que fue leída a finales del año 2017 y que aún no
ha sido publicada: Giribaile: estrategias de ocupación económica
asociadas al dominio del territorio durante los siglos IV y III a.C.,
Universidad de Jaén, octubre 2017.
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
publicaciones, ya que existen numerosas referencias
y dibujos de ánforas sobre todo en excavaciones de
emergencia o preventivas, de los cuales, por falta de
indicaciones o dudas sobre los contextos y las cronologías, hemos creído conveniente no aportar en estos momentos.
En la figura 3 se enumeran los yacimientos estudiados, su cronología e identificamos el número de
individuos que se han seleccionado para el estudio y
el contexto al que pertenecen. Algunos de estos materiales son inéditos y por primera vez se publican
como las ánforas del Horno del Guadalimar y los
materiales del Conjunto Histórico de Jaén (c/ Espartería), entre los cuales encontramos un interesante
conjunto anfórico relacionado con los únicos centros de producción cerámica que hasta ahora se han
documentado en nuestra región.
2.1. Las ánforas de Cerro Alcalá en Torres
Cerro Alcalá, identificado como la ciudad romana de
Ossigi Latonium, se localiza entre los términos municipales de Torres y Jimena. Ubicado en la margen
izquierda del río Torres, está emplazado en un punto
geo-estratégico en un área de transición desde el valle del Guadalquivir hacia zonas montañosas como
Sierra Mágina o la Loma de Úbeda. Es un yacimiento
arqueológico con una secuencia cronológica que
iría desde la prehistoria hasta la época romana.
El hallazgo de 2 ánforas que aquí presentamos
se produce de forma no reglada, como parte de una
serie de noticias acaecidas en la década de los años
70 del pasado siglo, en las que se hablaba de un espacio funerario alrededor de Cerro Alcalá, más concretamente en la necrópolis de las Tosquillas, como
atestiguan intervenciones y noticias posteriores
(Negueruela Martínez y Rodríguez Rus 1987; Negueruela Martínez et al. 1990). Las dos ánforas que se
documentan y que son conocidas como el “conjunto
orientalizante de Cerro Alcalá” fueron localizadas
en este contexto de necrópolis (Pachón Romero et
al. 1994; 2005).
Las dos ánforas tienen forma ovoide con fondo
cóncavo, hombro redondeado con poco desarrollo
del cuello, borde exvasado y redondeado al exterior.
Las dos presentan las mismas dimensiones: 68 cm
de altura y 13 cm de diámetro (fig. 4).
Las pastas de ambas son oxidantes de color rosáceas poco decantada, con presencia de desgrasante
de grosor medio entre los que se aprecian granos
arenosos, micáceos, calizos y esquistosos. Hay que
indicar que los propios autores, ante la falta de información relativa al contexto estratigráfico y a un
estudio pormenorizado en el yacimiento de Cerro
Alcalá, no confirman la producción local de las ánforas, aunque sí esbozan ciertos argumentos basados en detalles de la decoración de las mismas como
producciones locales (Pachón Romero et al. 2008:
148-149).
Lo más destacado de las ánforas es su decoración exterior, que se desarrolla en un área que cubre
las tres cuartas partes de la superficie de la pieza. Se
trata de una amplia franja con decoración figurativa
enmarcada por líneas horizontales paralelas de color negro y rojo. Los campos superior e inferior desarrollan motivos geométricos, siendo más complejo
el cuerpo superior del ánfora 1, con líneas que se entrecruzan intentando imitar un tejido. En la parte
inferior, debajo del campo figurativo, se aprecia al
menos otros grupos de líneas rojas horizontales y
paralelas. En la zona central, se desarrolla la decoración figurada, donde se observan en el ánfora 1 hasta
tres grifos que caminan hacia la izquierda, cabezas
inclinadas mirando hacia abajo, con las alas extendidas y con las colas levantadas haciendo un bucle;
mientras que en el ánfora 2 aparecen tres animales
alados (posiblemente también grifos) que marchan
de nuevo hacia la izquierda con las alas extendidas,
cabezas y colas levantada formando también un bucle (Pachón Romero et al. 2008: 132-137).
Ambos recipientes son muy similares por lo que
sin duda alguna pertenecen al mismo taller y artista.
Por el tipo de forma podemos decir que se corresponde con las Pellicer BC orientalizantes (Ruiz Rodríguez y Molinos Molinos 1993: 64, fig. 14-A.2.).
Este conjunto fue localizado junto a un plato y un
vaso tipo Chardón o Toya II.2.B, por lo que se fecharían en el siglo VI a.C.
2.2. Las ánforas del oppidum de
Puente Tablas en Jaén
Puente Tablas se encuentra en el término municipal de Jaén, al noreste de la ciudad, a unos 5 km de
distancia, y como hemos apuntado, se viene investigando este interesante poblado desde los años 80
(Ruiz Rodríguez y Molinos Molinos 1987).
Este asentamiento se configura como un excepcional ejemplo del desarrollo de un proceso
de concentración poblacional que tuvo lugar en la
Campiña Occidental hacia finales del siglo IX a.C., y
la hegemonía de los príncipes ibéricos hacia el siglo
V a.C. La secuencia de ocupación constatada abarca
un amplio período que va desde finales del Bronce
Final hasta finales del siglo III a.C., abandonándose
el lugar tras la Segunda Guerra Púnica.
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 4. Ánforas de
Cerro Alcalá
De momento no hay ningún estudio concreto
sobre las ánforas de este poblado. Hemos tenido la
oportunidad recientemente de conocer un conjunto
de fragmentos cerámicos que fueron localizados en
las excavaciones del santuario denominado Santuario de la Puerta del Sol, que se localizó en el año 2011
y fechado en la segunda mitad del siglo V a.C. (Ruiz
Rodríguez et al. 2015a: 93-106), se trata de 26 bordes
de ánforas que nunca han sido publicadas2. Estas
2. Agradecemos a Rosa Fernández, del Instituto Universitario de
Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén,
ánforas locales presentan pastas oxidantes de color
naranja, bien decantadas con desgrasantes medianos
y finos donde se aprecian arenas blancas y grises. Las
superficies de los envases no presentan decoración ni
acabados (fig. 5). También se localizaron en el mismo
contexto abundantes asas de sección circular y bases
cóncavas ligeramente apuntadas.
su disposición y amabilidad en proporcionarnos las ánforas del
Santuario de la Puerta del Sol de Puente Tablas que están en proceso de estudio.
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 5. Ánforas
del Oppidum de
Puente Tablas
Además, hemos tenido acceso a un ánfora completa que está expuesta en el Museo de Jaén (A-03053).
Se fecha entre el siglo V-IV a.C. y fue localizada en el
ámbito doméstico del poblado. Tiene forma cilíndrica
y presenta una altura de 74 cm y un volumen completo de capacidad de 40 litros. Presenta dos pequeñas asas bajo el cuello y la base es cóncava acabada en
pico. La pasta es local, de color naranja muy compacta
con una matriz en la que abundan las inclusiones de
arenas blancas, amarillas y grises. El exterior no presenta ningún tipo de acabado y se aprecian abundantes concreciones calcáreas en toda la superficie.
En total para este asentamiento se han contabilizado 27 ánforas, aunque somos conscientes de que
si los estudios sobre los materiales cerámicos avanzaran el número se incrementaría considerablemente. Todas las ánforas se corresponden con tipos
conocidos Pellicer BC (fig. 5).
2.3. Las ánforas del Santuario de El
Pajarillo y el valle del río Jandulilla
El santuario de El Pajarillo se sitúa en la cabecera del
río Jandulilla, un afluente del Guadalquivir. Se trata
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 6. Ánforas de
El Pajarillo y valle
del río Jandulilla
de una construcción singular en la cual fue documentado un importante conjunto escultórico en el
año 1993, fechándose todo el conjunto en el siglo IV
a.C. (Molinos Molinos et al. 1998).
El yacimiento se caracteriza por ser una enorme
pared de mampostería con ocho metros de ancho,
que corre en dirección norte-sur a media ladera de
un pequeño cerro. En el centro de ese paramento
se situaría una torre, donde se dispusieron la mayor
parte de las esculturas, lo que podríamos considerar un gran escenario. Se trata de un monumento de
carácter excepcional que tuvo un papel relevante en
el tránsito de productos por el valle del río Jandulilla. En este sentido se ha interpretado el monumento
como la representación y la legitimización del poder
aristocrático que controla un amplio territorio (Molinos Molinos et al. 1998).
Las ánforas que presentamos proceden de dos
ámbitos estudiados por nosotros mismos, por un lado
del análisis microespacial de la prospección superficial efectuada en todo el yacimiento (Gutiérrez Soler
et al. 1998: 161-215), en la cual se recogieron 17 ánforas, y aunque no todas fueron publicadas en su día
en las láminas de la monografía, nosotros aportamos
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
en esta contribución todos los fragmentos documentados; y por otro lado, la prospección que efectuamos
en el valle del río Jandulilla (Bellón Ruiz et al. 1998:
243-264), durante la cual se registraron 3 bordes de
ánforas, algunos de estos recipientes también inéditos, procedentes de varios yacimientos coetáneos al
El Pajarillo: la Loma del Perro y Úbeda la Vieja. En total se han recopilado 20 ánforas que guardan idénticas características3: cerámica de pasta regional,
cocción oxidante, de color anaranjado, textura compacta e inclusiones de arenas blancas, grises y micáceas. Alguna de estas ánforas presentan decoración al
exterior, estando barnizadas al completo de color granate, como las de Loma del Perro o Úbeda la Vieja, o
presentan líneas o bandas paralelas pintadas en color
granate (fig. 6).
2.4. Las ánforas del Horno del Guadalimar
de Cástulo en Linares
Este taller cerámico está ubicado en la margen izquierda del río Guadalimar junto la ciudad ibero-romana de Cástulo, concretamente en una terraza
superior sobre la vega inundable en una zona actual
de olivar, frente al actual castillo de Santa Eufemia.
En el año 1975 Mercedes Roca realizó una excavación arqueológica en este lugar, dando noticia de ello
en un pequeño artículo en la revista Pyrenae (Roca
Roumens 1975). Se efectuaron dos sondeos y se pudo
constatar una secuencia de un gran vertedero con
abundantes materiales cerámicos, algunas estructuras habitacionales y un horno de pequeñas dimensiones, el cual se localizó en el sondeo 1 en las capas más
profundas junto a la base geológica. Se encontraba
muy erosionado y solamente se pudo documentar
su cimentación y cámara de combustión. Se trata de
un horno de adobes que presenta una longitud de
2,29 m con cámara de semicírculo de 1,28 m de diámetro y un pilar central que servirá para apoyar una
parrilla, la cual no se ha conservado.
Tuvimos la oportunidad de realizar una prospección superficial de todo el yacimiento en el
año 2007, y pudimos constatar la presencia de varios hornos de adobes de diversos tamaños, abundantes adobes quemados y una amplia zona con
3. No podemos presentar en este trabajo las ánforas que fueron
documentadas en la excavación arqueológica (posiblemente 12
fragmentos de bordes), ya que la mayor parte de ellas han sido
analizadas por el método clúster (ACL) y las láminas que se presentan en la monografía del yacimiento carecen de escalas y referencias (Molinos Molinos et al. 1998: 84, fig. 34, Grupo Tipológico
V). Los bordes guardan idénticas características que el resto de
ánforas del tipo Pellicer BC.
desechos cerámicos sobre una extensión de más de
1 hectárea, por lo que se trataría de una gran zona de
producción cerámica de época ibérica. Aparte de localizarse una extensa zona de vertedero también se
documentaron las canteras de arcilla, ubicadas en la
zona inferior del yacimiento junto al río y una posible zona de hábitat, ya que se evidenciaban restos de
muros en superficie muy erosionados por la acción
de los arados. De igual forma, tuvimos acceso a los
materiales arqueológicos que fueron documentados
en los dos sondeos de 1975, que se encontraban en
el antiguo Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Jaén. Hemos estudiado
todos los materiales cerámicos que nunca fueron
publicados y entre ellos se contabilizan 15 bordes de
ánforas (fig. 7). La secuencia arqueológica y los materiales analizados sitúan el taller entre los siglos IV
y III a.C.
Llama notablemente la atención el gran número
de fallos de horno que fueron localizados durante la
excavación y también que prácticamente el 90% del
material cerámico se corresponde con cerámica decorada y denominada de barniz rojo.
Todas las cerámicas tienen pastas regionales de
la Alta Andalucía y presentan varios tipos de manufacturas con tonalidades amarillentas y blanquecinas. Este tipo de pasta en muy frecuente en este
taller y en la zona de Cástulo durante la época ibérica: matriz silicatada dominante con cantidades bajas de calcita, baja proporción de filosilicatos y una
elevada presencia de silicatos cálcicos de altas temperaturas (diópsido, wollastonita, gehlenita), lo que
sugiere que la temperatura de cocción fue moderadamente alta, entre 850 y 950 ºC (Barba Colmenero
et al. 2016a: 136).
Las ánforas localizadas se corresponden con la
forma Pellicer BC y D, y se documentan 3 recipientes
que presentan decoración a base de líneas anchas
con pintura color granate (fig. 7).
2.5. Las ánforas del oppidum de Giribaile
en Vilches
El yacimiento de Giribaile se localiza en la confluencia de los ríos Guadalimar y Guadalén, en el término
municipal de Vilches. Giribaile ocupa una posición destacada, de dominio, que le permite ejercer
un importante control visual por un lado sobre un
amplio valle con tierras muy fértiles, y por otro lado
de una importante zona minera. Con sus más de 18
hectáreas de meseta fortificada, es uno de los más
grandes poblados ibéricos de la provincia de Jaén,
articulando junto con Cástulo y Olvera un patrón
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 7. Ánforas del
Horno del Guadalimar
de poblamiento lineal que se vertebra siguiendo el
curso del río Guadalimar. Este oppidum constituye
una referencia ineludible para entender los procesos de construcción de nuevos territorios políticos a
principios del siglo IV a.C.
Entre 1968 y 1970 se llevó a cabo una intervención
arqueológica de la que apenas nos han llegado sus
resultados. Las recientes prospecciones y excavaciones arqueológicas levadas a cabo en el entorno del
oppidum de Giribaile y en el propio asentamiento,
han sacado a la luz la existencia de un denso patrón
de poblamiento compuesto por casi un centenar de
pequeños y grandes asentamientos que se distribuyen a lo largo del valle. El repertorio de cultura material que presentan estos asentamientos de este
territorio es bastante reducido y repetitivo, predominando las ánforas, que determinan un horizonte
ibérico tardío. La hipótesis del profesor Gutiérrez
Soler plantea la existencia de una comunidad estipendiaria, dependiente del oppidum de Giribaile,
que colonizará todo el territorio entre los siglos IV y
III a.C. (Gutiérrez Soler 2002).
El reciente Proyecto de Investigación que la Universidad de Jaén está llevando a cabo en Giribaile y
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222
VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 8. Ánforas completas de Giribaile
Figura 9. Ánforas de Giribaile
las recientes publicaciones sobre las excavaciones
del área 11 de la meseta, han documentado un amplio repertorio de ánforas locales (Gutiérrez Soler et
al. 2016; Ortiz Villajero 2017). En este trabajo aportamos 101 ánforas que proceden todas ellas del oppidum, por un lado 2 ánforas cilíndricas completas
(fig. 8) que fueron documentadas en el Corte S-11
del sector II-4 por Jean Servajean en las excavaciones efectuadas entre 1968 y 1970 (Gutiérrez Soler et
al. 2016: 681, fig. 8), 54 ánforas procedentes del conjunto de materiales que fue estudiado en 1994 por
Gutiérrez Soler con motivo de su Memoria de Licenciatura (fig. 9) en la cual se dibujaron estos bordes
de ánforas que fueron consideradas en aquel momento pertenecientes a los Grupos Tipológicos IV y
V (Gutiérrez Soler 1994: lám. 36-43)4. Y por último,
incluimos 45 bordes de ánforas del reciente estudio
realizado con motivo de una Tesis Doctoral (fig. 10),
procedentes del área 11 que ha sido definida como
un almacén (Ortiz Villarejo 2017: 348-353).
Todo el conjunto anfórico guarda idénticas características, recipientes locales “cuyos alfares se
localizaban en el valle, junto al curso principal del
Guadalimar, en el territorio de Giribaile, y que fueron localizados en prospección a principios de la década de los años 1990” (Gutiérrez Soler et al. 2016:
686), aunque estos talleres nunca han sido investigados por el momento. Son ánforas de gran tamaño,
llegando a tener ente 60 y 80 cm de altura, con diámetros de 12 a 14 cm, asociadas a tapaderas perforadas en la mayor parte de los casos. Todas ellas
son cilíndricas con base cóncava poco apuntada y
paredes verticales sin apenas hombros. Los bordes
varían desde los simplemente indicados a los que
presentan un pequeño engrosamiento exterior formando un pequeño escalonamiento sobreelevado.
Tienen dos pequeñas asas a la altura del hombro con
sección circular y algunos ejemplares presentan una
decoración de peine incisa en la unión del hombro y
el cuello, seguramente realizada para tratar de disimular las uniones de las distintas secciones realizadas por el torno.
Los ejemplares documentados en el área 11 del
poblado son de pasta clara y de fabricación local,
ya que los análisis efectuados determinan la presencia de anatasa, siendo un mineral autóctono del
entorno del yacimiento. Alguna de estas ánforas
4. Los materiales cerámicos de aquella Memoria de Licenciatura
fueron estudiados con el método de análisis multivariante, a los
cuales se les aplicó un análisis Clúster, Factorial y Discriminante.
No tenemos contexto para estos materiales, los cuales proceden
de una prospección arqueológica superficial efectuada en la parte
central del poblado.
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
presenta un recubrimiento resinoso en su cara interna lo que sugiere que posiblemente estaban destinadas al transporte y almacenamiento de líquidos.
Pero en el momento de su hallazgo no se han localizado contenidos específicos en sus interiores y los
análisis efectuados delatan que se encontrarían vacías, algunas de ellas vueltas boca abajo y apoyadas
con la boca en el suelo de la estancia, lo que sugiere
que estas ánforas se encontraban limpias, apiladas
unas contra otras, preparadas para ser utilizadas
(Gutiérrez Soler et al. 2016: 677).
2.6. Las ánforas de la Batalla de Baecula
en Santo Tomé
Esta conocida batalla enfrentó a dos grandes imperios, por un lado, al cartaginés dirigido por Asdrúbal
Barca, y por otro al romano con Publio Cornelio Escipión, enfrentamiento que se ha denominado como
Segunda Guerra Púnica. Gracias a las últimas investigaciones efectuadas por la Universidad de Jaén,
hoy en día podemos situar sobre el terreno los diferentes hechos acaecidos en el año 208 a.C. junto a la
actual localidad de Santo Tomé (Cerro de las Albahacas). Son múltiples los estudios que desde el año
2000 se vienen desarrollando en el Proyecto Baecula,
a través del cual se tiene un amplio conocimiento
del campo de batalla y de los distintos campamentos militares localizados tanto en prospección como
en excavación arqueológica (Bellón Ruiz et al. 2015).
Los materiales que presentamos pertenecen al
Cerro de las Albahacas, lugar identificado con el
campo de batalla. Son 90 bordes de ánforas que han
sido recogidas mediante una prospección arqueológica superficial, a través de una metodología muy
cuidada con un sistema SIG, en una amplia zona que
tiene más de 40 hectáreas, como herramienta eficaz
para analizar y contabilizar todos los materiales documentados en los distintos muestreos efectuados
sobre el terreno (fig. 11, 12 y 13).
Estas ánforas han sido recientemente estudiadas
por Amparo Rodríguez (Rodríguez Martínez 2012)5 y
gran parte de ellas publicadas en la monografía sobre
Baecula, en la cual se establecen 5 grupos tipológicos
atendiendo al desarrollo y forma del borde (Rueda
Galán et al. 2015: 501-519).
Todas las ánforas son regionales, identificadas con
un tipo de pasta característica que va desde el color
anaranjado hasta los tonos amarillentos, propias de
contextos del territorio de Cástulo. Predominan las
5. Agradecemos a Amparo Rodríguez su amabilidad por dejarnos
acceder a los materiales de su trabajo.
Figura 10. Ánforas Giribaile
ánforas con diferentes tipos de bordes que responden
a desarrollos de cuerpos cilíndricos, todas ellas identificadas con modelos anfóricos tardíos.
2.7. Las ánforas de la Zona Arqueológica
de Marroquíes Bajos en Jaén
En el entorno de la ciudad de Jaén desde hace más
de 20 años se viene excavando este gran yacimiento
con 130 hectáreas de extensión y que ha arrojado
una secuencia cronológica desde la época neolítica
(hacia el 3.000 a.C.) hasta nuestros días, la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos (Z.A.M.B.).
En total se han contabilizado 29 bordes de ánforas prerromanas en diversos contextos arqueológicos, 25 de ellas fechadas entre los siglos II y I
a.C. y 4 ánforas se han fechado en el periodo Ibérico Antiguo siglos VI-V a.C. (Serrano Peña et al.
2011: 182-184).
Todas ellas han sido documentadas en caseríos
dispersos, zonas de huertas asociadas a instalaciones de regadío y campos de silos. No existen descripciones concretas sobre sus pastas y matrices,
simplemente se nos informa que están realizadas
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 11. Ánforas
de Baécula
con cocciones oxidantes y que presentan la mayor
parte de ellas pastas decantadas con desgrasantes
medios-gruesos, y ninguna está decorada (Serrano
Peña 2015)6. Todas responden a los tipos Pellicer
BC y D.
6. Las 29 ánforas que presentamos han sido recopiladas de la
Tesis Doctoral de José Luis Serrano Peña, Iberos y romanos en
la campiña de Jaén. Formas de interrelación política, económica
y cultural. Una lectura desde el territorio de Aurgi (abril 2015).
Este autor apunta a un número mayor de ánforas localizadas en
la Z.A.M.B. pero no aporta tal documentación, y establece un
Se documentan 4 bordes en el solar de El Corte
Inglés (Cabaña nº 80) que son del siglo VI-V a.C.,
con formas globulares y bordes redondeados exvasados (Serrano Peña 2015: 146). Del siglo II-I a.C. se
han localizado 11 bordes de ánforas en estructuras
de hábitat (Cabañas 12, 37, 111 y 415; Casas 39 y 166
sistema de cuantificación confuso contabilizando fragmentos
amorfos sin establecer NMI de recipientes anfóricos, por lo que
solamente tendremos en cuenta los materiales que aparecen dibujados.
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 12. Ánforas
de Baécula
en Serrano Peña 2015: 277, 290, 299, 310, 323 y 380),
en silos de almacenaje se han contabilizado 5 bordes (C.E. 38, 102, 105 y 108 en Serrano Peña 2015:
407-408), en el interior de un pozo 2 bordes (Estructura 40 en Serrano Peña 2015: 422), en el Complejo
Industrial de Cuétara relacionado con una almazara de la época julio-claudia solamente se han contabilizado 2 bordes de ánforas (Serrano Peña 2015:
535) y en la excavación de un camino rural se localizan 5 bordes (C.E. 35 en Serrano Peña 2015: 653)
(fig. 14). Lo cual viene a indicar que por cada unidad
doméstica se localiza una o dos ánforas, teniendo
como función principal este tipo de envase el almacenaje, posiblemente destinado a guardar en su interior trigo o harina.
2.8. Las ánforas de la ciudad Iberoromana de Cástulo en Linares
A pocos kilómetros en dirección sur de Linares se encuentra la Zona Arqueológica de Cástulo, cuyo núcleo
principal está constituido por un oppidum amurallado,
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 13. Ánforas
de Baécula
ocupando una meseta sobre la margen derecha del
río Guadalimar, que aparece rodeado por una serie
de asentamientos de variada tipología (por lo general necrópolis) con una amplia cronología abarcando
desde el Bronce Final hasta época medieval. Las investigaciones se han centrado principalmente en la etapa
iberorromana desde la década de los años 60.
Pese a ser el asentamiento que podríamos considerar principal de nuestra zona de estudio, capital
de la Oretania y con más de 70 hectáreas de perímetro amurallado, y en el cual se han llevado a cabo un
gran número de excavaciones arqueológicas, por el
momento no contamos con investigaciones concretas sobre la cultura material y mucho menos sobre
las ánforas. Tras la revisión bibliográfica hemos contabilizado 25 bordes de ánforas en diversos contextos
(fig. 15): 6 en la zona central de la ciudad ibero-romana, área conocida como Villa Urbana del Olivar
(Prado Toledano 1995: 251, 252, 254-256 y 269), que
hoy en día se investiga como zona donde se ubicó
el foro romano; 3 bordes en la Necrópolis de Los Patos del siglo V-IV a.C. (Blázquez Martínez 1975: 58); 9
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 14. Ánforas de
la Zona Arqueológica
de Marroquíes Bajos
bordes en la Necrópolis del Estacar de Robarinas que
se ha fechado en el siglo IV a.C. (Blázquez Martínez
y Valiente Malla 1981: 389; García-Gelabert y Blázquez Martínez 1988: 91, 105, 109, 125, 202, 203 y 212);
y 4 ánforas de la campaña de excavación de Cástulo
de 1978 y 1979 (Blázquez Martínez y Valiente Malla
1981: 40, 50 y 67).
También presentamos 3 bordes de ánforas inéditos pertenecientes a la reciente excavación arqueológica de la muralla y Puerta de los Leones, cuyo
contexto se relaciona con las fases republicanas de la
muralla de Cástulo de los siglos II-I a.C. (Barba Colmenero et al. 2015b).
En total se presentan de este yacimiento 25 ánforas,
que representan los tipos Pellicer BC y D (fig. 15). Solamente hemos podido analizar las pastas de las ánforas procedentes de la Puerta de los Leones y todas
ellas son de pastas oxidantes con tonos amarillentos
y blanquecinos, desgrasantes medios angulosos con
arenas blancas, grises y amarillas, muy similares a
las descritas para el alfar del Horno del Guadalimar.
Se documentan dos ánforas que tienen decoración
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 15. Ánforas
de Cástulo
de la Necrópolis de los Patos, realizada con líneas
paralelas de color granate.
2.9. Las ánforas del vertedero de la Plaza de
la Audiencia, centro histórico de Jaén
Las intervenciones arqueológicas preventivas realizadas en el entorno del manantial de la Plaza de la
Audiencia y c/ Espartería, han constatado que esta
zona del casco histórico de la ciudad de Jaén se correspondería con una amplia área alfarera fechada
entre el siglo II y I a.C. Son varias las intervenciones
que en esa zona se han efectuado, pero nos centraremos en dos de ellas en las que se han recopilado
estos materiales: solar de la plaza Baños de la Audiencia esquina con c/ Martínez Molina, cuyos materiales fueron publicados en 2004 (Serrano Peña
2004: 119-124), y c/ Espartería esquina con c/ Atarazanas cuyos materiales han permanecido inéditos7.
7. Agradecemos a María del Carmen Pérez, directora de esta
excavación arqueológica de urgencia realizada en 1995, que
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Topográficamente, toda esta área se organiza en
una zona de pendientes y aterrazamientos donde se
situarían las diversas estructuras que se asociarían al
conocido manantial de agua de la Audiencia. Es difícil definir espacios concretos arqueológicamente,
ya que las estructuras medievales y modernas con
potentes cimentaciones han alterado considerablemente el sustrato arqueológico de las fases más tempranas. Pese a ello, se han documentado en algunos
casos estratos de más de 1 metro de espesor con
abundantes materiales cerámicos (siglos II-I a.C.),
entre los que destacan fallos de horno y defectos de
cocción, lo cual nos situaría en una zona de vertedero relacionada con talleres cerámicos ubicados en
el entorno del manantial de Baños de la Audiencia.
Estos estratos también se localizan en solares de la
c/ Cerón, c/ Sánchez de la Nieta y c/ Federico Mendizábal, lo que abarcaría un amplio perímetro.
Se correspondería con un gran vertedero de un taller de cerámica ubicado junto al antiguo manantial y
arroyo de la Audiencia, en las terrazas inferiores a 900 m
al este del oppidum ibérico del Cerro de Santa Catalina y próximo también a los caseríos dispersos localizados en la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos.
Se contabilizan 6 bordes de ánforas en el solar
de Baños de la Audiencia esquina con c/ Martínez
Molina (Serrano Peña 2004: 123, nº 46-51), y 9 bordes en la c/ Espartería esquina con c/ Atarazanas, lo
que harían un total de 15 ánforas (fig. 16). El resto de
materiales documentados en este taller nos aporta
una visión de conjunto de las producciones que se
fabricaron, principalmente platos, cuencos, fuentes
y contenedores pequeños. Las ánforas que se fabricaron en este taller presentan una cocción oxidante,
pastas con tonos naranjas, poco compactas, muy decantadas con apenas inclusiones de arenas blancas
angulosas y grises. Las superficies no presentan ningún tipo de tratamiento ni decoración. Todas ellas
son similares a los tipos Pellicer BC y D (fig. 16).
Estas ánforas coinciden cronológicamente con
las localizadas en los contextos de hábitat de la Zona
Arqueológica de Marroquíes Bajos. Son grandes
contenedores de almacenaje y no fueron fabricadas
para recorrer largas distancias.
2.10. Las ánforas del Cerro de la Atalaya
en Lahiguera
Como hemos apuntado, este lugar fue objeto de una
publicación especifica sobre las ánforas que allí se
amablemente nos ha proporcionado la documentación y acceso
a los materiales.
Figura 16. Ánforas del vertedero Plaza de la Audiencia
documentaron durante el transcurso de varias campañas arqueológicas. No vamos a extendernos en esta
contribución explicando el contexto de los materiales ya que ha sido publicado en varios trabajos (Barba
Colmenero et al. 2016a; 2016b; 2015a; 2014).
Se han documentado 37 ánforas regionales de la
Alta Andalucía que presentan pastas con tonalidades que van desde los naranjas hasta los tonos amarillos y rosáceos. 20 de ellas han sido denominadas
“Pellicer D de la Alta Andalucía” (AF-3), diferenciándose hasta 4 subtipos dependiendo de la forma
y prolongación del borde. 9 procedentes de la zona
de Cástulo, por presentar el tipo de pasta que hemos
definido en el Horno del Guadalimar (AF-7 y AF-9)
y 8 recipientes son de procedencia indeterminada
pero con pasta de nuestra región (AF-10 y AF-11).
Suelen tener una textura muy compacta y predominan las inclusiones de arenas blancas angulosas,
grises, rojizas y marrones de tamaño mediano. Estas pastas predominantes han sido analizadas (AF-3,
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 17. Ánforas del
Cerro de la Atalaya
AF-10 y AF-11) y tienen una matriz silicatada dominante, con cantidades variantes de calcita que superan el 20%. Tienen una elevada proporción de
filosilicatos y una baja presencia de silicatos cálcicos
de altas temperaturas que nos indica que los recipientes fueron cocidos entre 800 y 850ºC (Barba Colmenero et al. 2016a: 123).
Son ánforas cilíndricas y algunas de ellas presentan asas de oreja y las bases suelen ser cónicas y en algunos casos tienen pivotes huecos con
poco desarrollo. Las superficies también presentan
decoración: barnizadas al completo de color granate
(AF-7, en Barba Colmenero et al. 2016a: 137) y decoración de líneas paralelas (AF-9 y AF-11, en Barba
Colmenero et al. 2016a: 140 y 142) (fig. 17).
Hemos podido observar que muchos de estos recipientes se localizan junto a zonas de trabajo asociadas a bancos de molienda, lugares donde se
moltura cereal, por lo que pensamos que estos contenedores estaban destinados al transporte y almacenaje de harina. Se ha calculado la capacidad de
una de las ánforas que se documentaron completas
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 18. Ánforas de Castellones de Céal
siendo esta de 142 l., lo que equivale a 90 kg de harina (Barba Colmenero et al. 2016a: 131, fig. 12, nº
21.103).
2.11. Las ánforas del oppidum de Castellones
de Céal en Hinojares
Este asentamiento se localiza en el valle del Guadiana Menor, al pie de la Sierra de Cazorla, ubicado
junto a un vado estratégico que comunicaba el Alto
Guadalquivir con las altiplanicies granadinas y la región murciana. El hábitat se ciñe a la parte superior
del cerro, presentando en algunos sectores lienzos
de muralla así como distintos elementos constructivos de distintas fases de ocupación. En la parte baja
del cerro se localiza la necrópolis, que ha sido profundamente investigada.
El asentamiento fue descubierto de modo casual en 1955, con motivo de la construcción de la
carretera que une Huesa e Hinojares. Los trabajos
arqueológicos fueron retomados por Teresa Chapa
y su equipo a partir de los años 80. El poblado tiene
varias fases de ocupación, convirtiéndose el lugar en
un enclave estable desde finales del siglo V a.C. hasta
finales del siglo I a.C. (Chapa Brunet et al. 2015: 159).
Los materiales que presentamos se corresponden con 4 ánforas, 1 de ellas está expuesta en el Museo de Jaén (CE/DA00779) sin que conozcamos su
contexto, aunque sabemos que es del siglo V-IV a.C.
Las otras 3 ánforas que presentamos están completas y fueron localizadas en la unidad domésticas
identificada como Vivienda 1, en la zona considerada de almacén, junto a diversos materiales que
se han fechado en el siglo I a.C. (Mayoral Herrera
1996). No disponemos de apenas datos sobre estas ánforas, los dibujos han sido rescatados del Proyecto CATA8, simplemente podemos apuntar que se
trata de recipientes de fabricación local, cuerpo cilíndrico con pequeñas asas a la altura de los hombros, bases ligeramente apuntadas con botones a
modo de pivotes y bordes pertenecientes a los tipos
Pellicer D (fig. 18).
8. <http://cata.cica.es>.
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VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
Figura 19. Número de ánforas estudiadas por cronologías
3. EVOLUCIÓN CRONOTIPOLÓGICA DE LAS
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO
GUADALQUIVIR
Sobre la base de 365 ánforas analizadas en nuestra región debemos decir en primer lugar que existe
una gran homogeneidad en las ánforas prerromanas
del Alto Guadalquivir. Prácticamente los modelos
se reproducen en la mayor parte de los yacimientos, lo cual sugiere que existe una tendencia global
en la concepción de este tipo de recipiente en nuestra zona: envases cilíndricos con base cóncava poco
apuntada, sin apenas desarrollo de pivotes, asas pequeñas con sección circular que se colocan en la
zona del hombro, y bordes que en la mayor parte de
los casos son prolongaciones de la pared, con un ligero engrosamiento sin desarrollo de cuellos. Uno
de los aspectos que destacamos de las ánforas prerromanas de nuestra zona, son las decoraciones, encontramos que el 10% de todas las ánforas analizadas
presenta algún tipo de decoración: algunas de ellas
están barnizadas al completo de color granate y en
algunos casos el barniz no recubre el engrosamiento
del borde; y otras ánforas, presentan una decoración
a base de líneas rojas y granates paralelas de diversos grosores. Estas ánforas decoradas empezamos a
localizarlas a partir de finales del siglo IV a.C. hasta
el siglo I a.C.
Aunque el número de ánforas no es indicativo, ya
que hemos analizado aquellos yacimientos que presentan algunos materiales cerámicos publicados,
debemos indicar que será a partir del siglo IV a.C.
cuando veamos un mayor número de estos recipientes en nuestra región. Si se hubieran desarrollado
análisis sobre las ánforas del oppidum de Puente
Tablas, seguramente la tendencia del gráfico mostraría un incremento de estos envases a partir del
siglo V a.C. (fig. 19).
Pese a que por el momento no tenemos analizados muchos centros o talleres cerámicos, podemos
afirmar respecto a las pastas cerámicas a grandes rasgos que encontramos tres tipos diferentes que parecen coincidir con tres ámbitos o regiones concretas:
— Por un lado, las pastas anaranjadas en las que prevalecen las inclusiones de arenas blancas angulosas, grises, rojizas y marrones de tamaño mediano,
propias del Vertedero de Baños de la Audiencia, y
localizadas en los materiales del Cerro de la Atalaya de Lahiguera y el oppidum de Puente Tablas,
y que predominan en la zona de la campiña.
— Pastas amarillentas y blanquecinas poco compactas con desgrasantes medianos de arenas blancas,
ÁNFORAS PRERROMANAS DEL ALTO GUADALQUIVIR
Figura 20. Evolución del tamaño y volumen de las ánforas prerromanas de la Alta Andalucía
grises y granates, que proceden de los talleres de
Cástulo (Horno del Guadalimar), y que tuvieron
una amplia difusión durante varios siglos: localizadas en Lahiguera, Baecula y Giribaile.
— Por último, las pastas anaranjadas y rosáceas,
con presencia de desgrasante de grosor medio
entre los que se aprecian granos arenosos, micáceos, calizos y esquistosos, claramente de la
región oriental de la provincia de Jaén, Sierra Mágina: El Pajarillo y Cerro Alcalá.
Respecto a los volúmenes es significativo observar como estos envases van incrementando su capacidad progresivamente conforme pasan los siglos
(fig. 20). Expresada en litros, vemos como las ánforas de los primeros siglos (desde el VI al IV a.C.)
no superan los 50 litros de capacidad, y a partir del
siglo IV a.C. se incrementará el volumen de las ánforas alcanzando los 70 litros. En el siglo II y fundamentalmente el siglo I a.C. el incremento será
exponencial, llegándose a casi los 90 litros en las
ánforas de Castellones de Céal y los 142 litros en
el Cerro de la Atalaya. Sin duda alguna, pensamos
que este gran incremento del volumen de los envases hay que ponerlo en relación con el control que
ejercerá Roma sobre la población indígena en nuestra región.
Respecto a la evolución de los bordes vemos
como existe una gran variabilidad en los perfiles,
prácticamente se reproducen los mismos tipos a lo
largo de varios siglos, encontrándose una cierta estandarización hacia el siglo II y I a.C. En líneas generales podemos apuntar algunas matizaciones:
— Las ánforas más antiguas (VI-V a.C.) muestran
bordes engrosados con pequeños cuellos. Estos
marcan un ángulo de 90º respecto al desarrollo
del cuerpo, elevándose ligeramente del hombro, desde el cual arrancan las asas de sección
circular. Son ánforas globulares de mediano tamaño y como hemos apuntado anteriormente
con una capacidad de entre 40 y 50 litros. Lo vemos por ejemplo en las ánforas más antiguas de
la Z.A.M.B. de Jaén y en Castellones de Céal. Se
corresponderían con las formas Pellicer BC.
— A lo largo del siglo V y IV a.C. encontramos mayor
variabilidad en los bordes. Las ánforas tienden a
233
234
VICENTE BARBA COLMENERO, ALBERTO FERNÁNDEZ ORDOÑEZ Y MANUEL JESÚS TORRES SORIA
ser cilíndricas con bases ligeramente apuntadas
y asas pequeñas de sección circular. Los bordes
se redondean hacia el exterior sin apenas desarrollo del cuello, formas Pellicer BC. Se localizan las primeras ánforas decoradas con motivos
lineales o barnizadas. A finales del siglo IV a.C.
encontramos los primeros bordes de ánforas Pellicer D, aunque aún los ejemplos son muy escasos, donde apenas existe borde, siendo este una
prolongación de la pared y en algunos casos se
produce un engrosamiento interior, como por
ejemplo en algunos ejemplares del Horno del
Guadalimar y El Pajarillo. Las ánforas incrementan el volumen, llegando a superar los 70 litros y
son envases claramente multifuncionales.
— Entre los siglos III y II a.C. las ánforas son completamente cilíndricas con bases cóncavas y continuamos con una gran variabilidad en la forma de los
bordes, desde los más apuntados o rectos, los engrosados y exvasados al exterior y los que apenas
tienen desarrollo. Formas Pellicer BC principalmente y D, aunque estas últimas formas siguen
siendo aún muy escasas, marcando unos porcentajes casi anecdóticos, como podemos observar en
las ánforas de Baecula. En estos siglos documentamos las primeras importaciones anfóricas en nuestra región, fundamentalmente grecoitálicas.
— En el siglo I a.C. el panorama cambia notablemente, ya que la tendencia se invierte. Los bordes que predominan son las formas Pellicer D.
Seguimos encontrando ánforas que recuerdan a
las Pellicer BC, pero la tendencia de los bordes
es a producir engrosamientos menos acusados,
predominando los ligeramente redondeados siguiendo la prolongación de la pared. Hemos establecido una tipología para esta cronología con
las ánforas del Cerro de la Atalaya, denominando
a este grupo de ánforas “Pellicer-D de la Alta
Andalucía”, ya que presentan unas características peculiares apreciándose hasta cuatro modelos diferentes o subtipos (Barba Colmenero et
al. 2016a: 123-128). El volumen de estos envases
se ha incrementado considerablemente, entre
los 90 y los 140 litros, siendo grandes recipientes adaptados a las nuevas formas de transporte
de productos semielaborados, como el caso de la
harina en el Cerro de la Atalaya. Estos recipientes
aparecen en los mismos contextos que las primeras ánforas itálicas, sudhispánicas Dressel 1 y ánforas púnicas, momento en el cual la Alta Andalucía
queda integrada plenamente en redes comerciales
más amplias, que requerían de envases con formatos más estándares y contenidos específicos.
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