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Cristianismo y aculturación en tiempos del Imperio Romano, Antig. crist. (Murcia) VII, 1990
A la memoria de
P.-A. Février
SECESSUS IN VILLAM: LA ALTERNATIVA PAGANA AL
ASCETISMO CRISTIANO EN EL CÍRCULO DE AUSONIO
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FRANCISCO JAVIER LX)MAS SALMONTE
Universidad de Cádiz
SUMMARY
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The purpose of this paper is to emphasize one of the most peculiar elements which
charcterized the Late Latin Roman world. It was perfectly described by Ausonnius who,
with his circle of friends, participated fully in the secessus in uillam . This was based on
three elements: A) the taste for a good table; B) the common bond of literary activities;
and C) the need of good friends eager to share A) and B).
De Ausonio dejó dicho Pichen que (il) est un des meilleurs échantillons de la Gaule du
quatrième siècle. Il le represente plus complètement qu'aucun autre '. En efecto, así es. Sus
escritos, mayoritariamente en verso, son un verdadero retablo de la vida aquitana del siglo IV,
con sus lagunas, ciertamente, más aplicable a la parte occidental del Imperio. Con sinceridad
sorprendente pasa revista a todos los sentimientos, vivencias y valores de la sociedad en la que
vivió, de suerte que una atenta lectura de su obra nos permite recrear con suficiente nitidez el
cuadro existencial de la segunda mitad de aquel siglo, y artoja luz sobre toda la centuria. Tal es
su importancia que no en vano le han sido dedicados multitud de estudios y de él se han
ocupado tanto los filólogos como los historiadores de la Antigüedad tardía.
Fiel continuador de una tradición romana, sin embargo se dan en él matices interpretativos
de la misma que bien podemos decir que suponen una peculiar démarche que caracteriza y
distingue a la nobleza terrateniente aquitana de la aristocracia afincada en Roma, así como de la
1 PICHÓN, R.: Les derniers écrivains profanes. Les panégyristes.
Paris, 1906, p. 167.
Ausone. Le Querolus. Rutilius
Namatianus.
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de siglos pasados. Ausonio es un paradigma de la sociedad aquitana del siglo IV bien caracte
rizada por Paulino de Pella cuando denomina a sus miembros sectatores
deliciarum^.
Nacido ca. 3 1 0 ' en Burdeos en el seno de una familia urbana acomodada que le pudo dar
una esmerada educación, su poderosa capacidad retentiva'* le permitió destacar tempranamente
en el foro y en la prestigiosa universidad bordelesa. Su potente cultura literaria, a su vez, le
permitió contraer ventajoso matrimonio que entrañó una nada desdeñable fortunad Con ese bagaje,
alcurnia más fortuna y su formación retórica, inició una brevísima pero intensa vida política en
la que involucró a sus más próximos allegados y en la que jugó papel importante la aristocracia
gala**.
Cuatro circunstancias vinculadas entre sí, y que hubieron lugar entre los años 379 y 380,
ayudan a explicar su brevísima carrera política:
A) Ambrosio de Milán, quien pasó a ser el consejero político y espiritual del joven empera
dor Graciano cuyo preceptor había sido Ausonio, desplazando a éste.
B) L a política claramente cristiana y ortodoxa del emperador, coincidente con su acerca
miento a Ambrosio de Milán.
C) El abandono de Tréveris como capital imperial que cedió el puesto a Milán.
D) El advenimiento de Teodosio para compartir la púrpura imperial llamado por Graciano.
Tras una forzosa, pero corta, retención en Tréveris ordenada por Magno Máximo en ocasión
de su proclamación como emperador de las Gallas (XXV, xviii), retoma a su patria, a Burdeos
y a sus haciendas, para llevar una vida retirada, comunicándose con sus amigos, disfrutando de
la paz campestre en medio de una intensa actividad literaria, lejos de la bulliciosa Burdeos en la
que sin embargo tiene casa y frecuenta, al menos, en las grandes celebraciones litúrgicas
cristianas (XXV, xxiii, 90 ss.)
Fue Ausonio el mejor exponente de la vida intelectual pagana en el Occidente romano del
siglo IV, quien mejor encamó las relaciones que anudaban con el poder central los uiri litterati un preclaro pagano cultural. Cerró filas con la institución monárquica a la que proporcionó
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2 Eucharist., 202 ss.; FONTAINE, J.: Naissance de la poésie dans L'Occident chrétien. Esquisse d'une histoire
de la poésie latine chrétienne du III au IV' siècles. Paris, 1981, pp. 97 ss. C/. JULLIAN, C. : Histoire de la Gaule. VIII.
Les empereurs de Trêves. II. La terre et les hommes, Paris, 1926. pp. 183 s., páginas de escritura muy difícil de superar
por haber sabido sintonizar tan bien con el mundo cultural del siglo IV.
3 ETIENNE, R.: «Ausone ou les ambitions d'un notable aquitain», en ETIENNE, R.; PRETE, S. y DESGRA
VES, L.: Ausone, humaniste aquitain, Burdeos, 1986, pp. 13 ss.
4 Véase al respecto el elogio de la memoria en VI, i, 22 ss.; III, iii, 18 (cito por la edición de S. Prete para la
'Biblioteca Teubneriana', Leipzig, 1978); HATINGUAIS, J.: «Vertus universitaires selon Ausone», R.E.A. 55, 1952,
p. 383.
5 Ya R. Pichón, Op. cit., pp. 193 s., dijo palabras muy juiciosas y exactas al respecto. ETIENNE, R.: Bordeaux
antique, Burdeos, 1962, p. 11, 255; id., «Ausone ou les ambitions d'un notable aquitain», Op. cit., pp. 26 ss., con la
bibliografía anterior.
6 Sobre el cambio político sobrevenido a la muerte de Valentiniano I, STEIN, E.: Histoire du Bas-Empire, /.,
Desclée de Brouwer, 1959, pp. 183 ss. (ed. de J.R. Palanque); PIGANIOL, Α.: L'Empire chrétien (325-395), Paris, 1972,
pp. 204 y 218 s. (ed. de A. Chastagnol); ALFÖLDI, Α.: A Conflict of Ideas in the Late Roman Empire. The Clash
between the S enate and Valentinian I, Oxford, 1952, p. 18. Lista detallada de algunos de los más preclaros galos se
hallará en STROHEK ER, K . Fr.: Der senatorische Adel in spätantiken Gallien, Darmstad, 1970 (n.« 27, 28, 50, 51, 52,
112, 188, 235, 271, 291, 292, 336, 343, 380, 386),
7 Sobre la localización de la domus de Ausonio en Burdeos, LOYEN, Α.: «BourgsurGironde et les villas
d'Ausone», R.E.A. 62 (1960), pp. 113 ss.; ETIENNE, R.: Ausone..., pp. 32 s. y piano 2 en p. 31.
8 D. Nellen, Viri litterati: gebildetes Beamtentum und spätrömischen Reich im Westen zwischen 284 und 395
nach Christus (Bochumer historische Studien, Alte Geschichte Nr. 2), Bochum, 1981.
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los fundamentos teóricos del poder, siendo un eslabón más, con su Gratiarum Actio en honor de
Graciano, en la cadena de panegiristas que cumplen tal cometido (XVI, 72) Más importante
aún, cierra filas en momentos en que la institución monárquica se muestra incapaz de proporcio
nar remedios a los complejos males que aquejan al Imperio romano, cuando el tejido social se
halla deteriorado, o mejor, cuando la población del Imperio empieza a no sentirse identificada
con la superestructura. Si en tiempos pasados todos los segmentos sociales, o al menos los más
cualificados (ejército, aristocracia, comerciantes, oligarquías municipales) eran los firmes vale
dores de la superestructura, ahora ya no ocurre así, por lo que se necesita más que nunca de los
poetas laureados que afirmen la ineludible e incontestable importancia del monarca a quien
sustraen de las miserias de la cotidianeidad. A través de la educación y de la cultura, que no
había experimentado cambio alguno en el devenir del tiempo, soportaron el edificio imperial
por espacio de siglo y medio aproximadamente en Occidente. Al final, la cultura retórica, ya
insostenible, cedió su puesto a la cultura cristiana que, de otro lado, se apoyó en la grandeza y
en el poderío de Roma hasta que lo consideró necesario.
La universidad de Burdeos, y con ella el resto de las Universidades del Occidente romano,
imprimió un peculiar marchamo a la cultura del siglo IV en lengua latina que tuvo trascenden
tales consecuencias para el futuro de Occidente; a saber, que fue una cultura fundamentalmente
literaria. No varió un ápice el contenido y la forma educativa respecto a Quintiliano: la misma
εγκύκλιος παι3εία, liberales artes o educación general, los mismos autores y textos, el mismo
propósito educativo: correcto aprendizaje de la lengua y aprecio por las obras literarias, saberse
de memoria las reglas de la retórica para que finalmente pudiesen componer y declamar
elegantes y floridos discursos. Esto es propio de una sociedad en la que su sector dominante
concede mucha importancia a la elocuencia, al valor de la palabra, al arte oratoria, hasta el
punto que la burocracia imperial y los altos funcionarios eran reclutados precisamente entre los
uiri litterari L os cristianos extrajeron de todo ello sus justas consecuencias.
De la producción literaria de Ausonio destacaré sus Cartas, curiosamente escasas para un
siglo, como el IV (sobre todo a partir del último tercio), que se caracteriza por la expansión del
género epistolar. Ellas son válida y segura guía para adentramos en el modo de entender el ser
y la existencia de un importante segmento de la población gala, concretamente aquitana, con un
acendrado patriotismo romano, les puissants sur leurs domaines, como les denominó A. Piga
niol y J. G a g é " .
No es que el resto de la obra de Ausonio carezca de datos de interés para lo que me ocupa
y, a su vez, las Cartas estén llenas de vitalidad, frescor, sean sinceras, emotivas y sentidas, no.
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9 Sobre el patriotismo de Ausonio y su fidelidad a los emperadores, ETIENNE, R.: Bordeaux antique, p. 350 y n.
116; Sobre el patriotismo galo, CHADWICK , N. K .: Poetry and Letters in Early Christian Gaul, Londres, 1955, p. 22.
10 Mac MULLEN, R.: «Roman Bureaucratese», Traditio 18 (1962), pp 368 s., con las fuentes correspondientes;
PETIT, P.: Lihanius et la vie municipale à Antioche au IV siècle ap. -J.-C, Paris, 1955, apéndice IV, p. 413; H.I.
Marrou, Historia de la Educación en la Antigüedad, Madrid, 1985, pp. 398 ss. Sobre la enseñanza tal cual la entendía
y la practicó Ausonio, Liber protrepticus ad nepotem, VII (pp. 72 ss. de la mencionada ed. de S. Prête). Excelente
presentación de la educación de la nobleza gala, con acopio de fuentes, en HAARHOFF, T. J.: Schools of Gaul. A S tudy
of Pagan and Christian Education in the Last Century of the Western Empire, Johanesburgo, 1957, pp. 53 ss.
11
PIGANIOL, A.: Op. cit., p. 399; J. Gagé, Les classes sociales dans I Empire romain, p. 390.
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Ciertamente que bastantes de sus Cartas resultan estilísticamente artificiosas, rebuscadas, barrocas si por ello entendemos el abuso y exceso en la ornamentación de las ideas y conceptos, al
menos para los gustos de nuestros propios días (e incluso comparándolas con la Epistolografia
del Alto Imperio, Cicerón incluido), pero no menos cierto es que a través de sus Cartas hallamos
conceptos capitales vividos y sentidos por la sociedad a la que perteneció Ausonio.
La cultura y fortuna, en conseguida amalgama, son dos pilares fundamentales en los que se
asientan los segmentos rectores de la sociedad gala
y el medio más poderoso de comunicación y establecimiento de relaciones de estos señores son las cartas por las que circulan los
valores que esta sociedad cultiva, y de todos ellos voy a detenerme en su afición a la vida
retirada.
Realmente Ausonio comenzó a disfrutar de manera continuada del retiro campestre al
abandonar la Corte una vez finalizado su consulado, a salvo la breve estancia retenido por
Magno Máximo. Mas podemos suponer que, con anterioridad a su retiro definitivo, cuantas
veces regresara a su tierra natal desde la capital gala y en frecuentes ocasiones durante su vida
profesoral, se refugiaba en sus predios huyendo de la vida urbana de Burdeos.
Una carta a su amigo Teón, anterior a su partida a Tréveris como preceptor de Graciano y
por consiguiente mientras fue profesor en la universidad de Burdeos, pero que no envió sino
muchísimo después — quae adulescens temere fuderam, iam senior retractaui— (XXV, xiii),
creo que es señal de ese gusto y querencia por la soledad del campo sentida en todos los
momentos de su existencia, no sólo tras la culminación de su carrera política. Ya veremos a
continuación qué sentido tiene para Ausonio esa soledad. No obstante, la coronación de una
carrera, política en este caso, era el retiro, el secessus in uillam. Buen ejemplo de ello lo tenemos en Nicómaco Flaviano, él mismo historícus dissertissimus (C.I.L. VI, 1782 = I.L.S. 2.947)
a quien Símaco dedicó el libro II de su Epistolario. Tras la prefectura del Pretorio para Italia se
dedicó al otium (Symm., Ep. II, 4-7), concretamente desde el 383 al 389, pues al año siguiente
vuelve a ocupar el mismo puesto
traduciendo quizá durante dicho retiro la vida de Apolonio
de Tiana (Sid. Apol., Ep., VIII, 3, 1) acaso como deliberado acto de propaganda con la intención
de ensombrecer la vida de Cristo con la del taumaturgo
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Ausonio, como tantos otros prohombres occidentales, aquitanos por más señas, como Teón,
Axio Paulo o Paulino, poseía casa en Burdeos, villas en las proximidades de la ciudad, como el
pago Novaro o Lucaniano, amén de otras propiedades rurales más alejadas que sin embargo
también frecuentaba
pasando en ellas —meorum regna maiorum— largas temporadas dedi-
12 HOPKINS, K.: «Social Mobility in the Later Roman Empire: The Evidence of Ausonios», C.Q. 11 (1961),
pp. 239 .ss. No todo es movilidad, sin embargo, cf. CHARANIS, P.: «On the Social Structure of the Later Roman
Empire», Byzantion 17, 1944/45, pp. 39 s. No obstante lo dicho, trata sobre todo la época bizantina, pero resulta
interesante para el desarrollo que se produce a partir del siglo IV.
13 Para las fechas, véase CALLU, J.-P.: «Les prefectures de Nicomache Flavien», Melanges d'Histoire Ancienne
qfferls á William Seston, París 1974, pp. 73 ss., reivindicando las ofrecidas por O. Seeck en su edición de las Obras de
Símaco para los Monumenta Germaniae Histórica, año 1883. Asimismo VERA, D.: «La carriera di Virus Nicomachus
Flavianus e la Prefettura dellTUirico Orientale nel IV secolo d. C. I.», Athenaeum 61, 1983, 24 ss.
14 CAMERON, A.; «Paganism and Literature in Late Fourth Century Rome», en Christianisme et formes littéraires de l'Antiquité tardive en Occident (Entretiens... XXIII), 1977, p. 13, con referencias a P. Courcelle.
15 Sobre las propiedades de Ausonio, ETIENNE, R.: Op. cit., p. 26 ss.; BISTANDEAU, P.: «À la recherche des
villas d'Ausone», en CHEVALIER, R. (ed.), Colloque Histoire et historiographie. Clio, Paris, 1980,
Sobre la
opulencia de las uillae galorromanas, PAULINO DE PELLA: Eucharist, 205 ss. La descripción de Auitacum, mansión
de SIDONIO APOLINAR, en Ep. II, 2, y la de su amigo Pontio Leoncio, en Carm. 22, Véase también JULLIAN, C : Op.
cit., pp. 183 s.
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cado al otium. Otium muy característico y peculiar de esta época y que, en palabras de P.-A.
Février podríamos definir como «le temps qui permet l'étude et prépare à la parole. C'est le
temps des loisirs studieux pour une société dont l'idéal est l'homme cultivé, aimé des Muses
autant que de Dieux. C'est le temps où les âmes atteignent la vérité et la sérénité»
Si por un lado hemos de afirmar la perduración de la vida urbana en las postrimerías del
siglo IV, como tengo dicho en otro lugar por otro, hay que recalcar el peso específico que va
adquiriendo el espacio rural, con unas actividades, además de las genuinamente de producción
para el consumo, alienantes. Tan es así, que en la intensa vida que desarrolla Ausonio en sus
predios no hay lugar, a juzgar por sus escritos y en especial por su correspondencia epistolar,
para las preocupaciones sociales, económicas, fiscales, políticas o religiosas. A pesar de haber
sido testigo de excepción de los avatares del Imperio romano desde, al menos el 367, año en que
Valentiniano I le nombra preceptor de Graciano, hasta el año 380, año de su consulado tras el
cual se retiró a Burdeos aunque poco después le hallamos transitoriamente en Tréveris, ni una
sola línea dedicada al affaire del ara de la Victoria, sólo incidentalmente se refiere a la persecución de Prisciliano al señalar veladamente que afectó a la esposa e hija de un colega en la
Universidad (IV, v, 35 ss.) '^ para nada nos informa de cómo se vivió en la Corte el proceso
contra Prisciliano y sus adeptos y la reacción del diverso cleoro allí afincado o de paso. Para
nada cita al clero y al episcopado galo, y al incipiente movimiento monástico del que pudo tener
conocimiento a través de la correspondencia mantenida con Paulino, del mismo modo que acaso
conociera a Sulpicio Severo, tal vez alumno suyo en la universidad bordelesa
y a Martín de
Tours. Nada nos informa sobre Ambrosio de Milán, quien le suplantó como mentor y consejero
de Graciano. Nada en absoluto nos dice de la polémica antiarriana que salpicó a la Galia por
más que apreciemos en algunos de sus versos el conocimiento y la rotunda afirmación trinitaria;
acaso también su fervor, pero en todo caso «literario» (II, ii, 15-18; XVIII, 88; II, iii, 46-48; cf.
IX, 16-18, 22-23, y 25 ss. en clara referencia a Valentiniano, Valente y Graciano)^". De la defensa del limes renano tan sólo hay una referencia; celebra en clave poética la pax romana
lograda por Valentiniano I tras sus victorias sobre los alamanes en un precioso poema de
resonancias alejandrinas, el Mosella^K
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16 «Une approche de la conversion des élites au IV siècle: Le decor de la mort», en Miscellanea Historiae Ecclesiaslicae. VI. Section l. Les transformations dans la société chrétienne au IV siècle. Bruselas, 1983, p. 36.
17 «Panorama cultural y espiritual de la Bética en el siglo IV», / Coloquio de Historia Antigua de Andalucía,
Córdoba, 1988 (en prensa).
18 Cf. SULP. SEU.: Chron. II, 65. Recordemos que Prisciliano, además de pasar por tierras aquitanas en su
camino a Tréveris, fue objeto de discusión en un concilio habido en Burdeos en fecha incierta, mas en tomo al 384,
Hydat., Chron. 13^: Priscillianus... redit ad Gallias. Inibì, similiter a sacto Martino episcopo et ab aliis episcopis
haereticus iudicatus, etc. Dice TRANOY, A.: Hydace. Chronique II (SC, 219), Paris, 1974, p. 21, que «Hydace, qui a
dû s'inspirer de plusieurs sources, a pu mal interpréter le rôle de saint Martin. L'évêque de Tours a très bien pu assister
à la condamnation de l'hérésie à Bordeaux et ne pas manquer pour autant d'intervenir auprès de l'empereur pour
protester contre la sentence impériale».
19 FONTAINE, J.: Sulpice Sévère. Vie de Saint Martin. I. (SC 133), Paris. 1967, pp. 54 s.; «Même s'il ne fut
l'élève d'Ausone (...) sa forme d'esprit se comprend mieux dans le cadre de cette génératio: celle des anciennes élèves
de rhétorique sortis de «l'Université de Bordeaux» au IV' siècle».
20 Cf ETIENNE, R.: Bordeaux antique, Burdeos, 1962, p. 280; id., Ausone, notable aquitain, pp. 62 s.
21 Sobre el alejandrinismo de esta obrita, FONTAINE, J.: «Unité et diversité du mélange des genres et des tons
chez quelques écrivains latins de la fin du IV° siècle: Ausone, Ambroise, Ammien», en Cristianisme et formes littéraires... (Entretiens de la Fondation Hardt, XXIII), pp. 438 ss.; id.. Naissance de la poésie dans l'Occident..., p. 99. En
general, sobre el alejandrinismo de sus epigramas, algo dijo PICHÓN, R.: Op. cit., p. 182, al que habria que añadir
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La vida de estos señores de espíritu pagano en una época en la que el Cristianismo va
imponiéndose con fuerza en la sociedad (recordemos que una tía de Ausonio estuvo consagrada
a la virginidad (III, vi) y que el ascetismo monástico es igualmente una realidad en las Gallas
con la señera figura de Martín de Tours sin olvidar a su biógrafo y asceta Sulpicio Severo) es
alienante sensu strido por hallarse realizada al margen de las preocupaciones del momento, en
paralelo —valga el símil geométrico— a las inquietudes ocasionadas por la amenaza de los
pueblos germanos pues no participan activamente en la defensa del Imperio la cual ha quedado en manos de unos soldados y de una oficialidad bárbara de origen y dudosamente, en el
mejor de los casos, identificada con el patriotismo romano proclamado, sin embargo, por estos
mismos señores cuando la ocasión lo requería, como lo ponen de manifiesto elocuentísimos
párrafos de la Gratiarum Actio de Ausonio, pero sobre todo su Ordo urbium nobilium (XXI, 3941); por aquí pasa, dicho sea de paso, una de las diferencias con el mundo feudal de la Edad
Mediaci
Estos terratenientes son hombres que viven bucólicamente, huyendo del mundanal ruido.
Burdeos, al decir de Ausonio, era una ciudad bulliciosa cuya vida económica hubo de estar
estrechamente vinculada a la producción agropecuaria de sus campos circundantes. Mas aunque
tuviera casa en la ciudad, como el propio Paulino tenía, y la frecuentara en ocasiones, fundamentalmente en las grandes solemnidades de la liturgia cristiana, tan pronto como se le presentaba la oportunidad de abandonarla, se recluía en sus uillae, alternando de esta forma la vida en
la ciudad con la vida en el campo; alternancia de mansiones y de espacio que es nota distintiva
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FONTAINE, J.: «Postclassicisme, Antiquité tardive, latin des chrétiens: L'évolution d'une histoire de la littérature
romaine du III' au IV" siede depuis Schanz», en B.A.G.B. 2, 1984, pp. 200 ss., observando matices históricos muy
interesantes que .se de.sprenden del alejandrinismo poético de Ausonio. Incidentalmente, LAURENS, P.; «Trois
nouvelles épigrammes d'Ausone? (A. L. 703-705 Riese)», en R.C.C.M. 13, 1971, pp. 182 ss.
22 Si en el 314 había veintidós sedes episcopales, para fines del siglo se contaba con setenta, MARROU, H.-I.:
UEglise de l'Antiquité tardive, 303-604, París, 1985, p. 80.
23 CHADWICK, N. K.: op. cit., pp. 61 s. FREND, W. C. H.: «Paulinas of Nola and the last Century of the
Western Empire», J. R. S. 59 (1969), 1 ss., pone el acento en el ascetismo cristiano de Paulino, por extensión de los
cristianos, como responsable de la alienación de la sociedad. Bien es cierto que su honorum relictio, que escandalizó a
Ausonio, implicaba una completa ruptura con el pasado y destrozaba los lazos que hasta entonces habían unido a los
poderosos con la tierra como resultado del repartimiento de las haciendas entre una masa de pequeños propietarios que
posibilitaba la aparición de Bagaudas, Circunceliones y nuevos propietarios bárbaros (p. 9). Pero no menos cierto es
que, desde el lado de los cristianos tibios, como Ausonio, o de los paganos que consintieran con los ideales que recorren
la obra del bórdeles, asistimos a un proceso de insolidaridad ciudadana, cívica, que anuncia e! mundo feudal con una
figura tan típica y paradigmática como el «castellano». Afirmar, como afirma, que «Ascetism in the West was so
negative a factor» (p. 10) es, en mi opinión, considerar simplemente el problema, pues unos y otros, los cristianos con
su renuncia al mundo (al apartarse de la vida diaria de la comunidad circundante), y los paganos con su desentendimiento de las carencias y problemas de la ciudad, y de la defensa del Imperio, coadyuvaron cabalmente al proceso que
desembocó en la feudalización de la sociedad. La sociedad protofeudal de la época visigoda, con los señores velando
por sus propios intereses, ha sido bien descrita por BARBERO, A. y VIGIL, M.: en La formación del feudalismo en la
Peninsula Ibérica, Barcelona, 1978, pp. 44 ss. Pero volviendo al siglo IV, bueno será traer al recuerdo las palabras de
ALFOLDI, A.: op. cit., p. 52: «In general he (se está refiriendo a Símaco) is only concerned with it (el bárbaro) when
it threatens his direct and vital interests. The fate of his 'country', of which he is so fond of talking, means to him only
the fate of the urbs, the immunity of the property of the noble landowners, the privileges of his class. Whilst the waves
of the wanderings of the peoples beat on the frontiers, these great lords sought refreshements in their palatial villas in
the neighbourhood of Baiae, erected new buildings, interested themselves in science, art, ethics, or beauty, without
suffering a gang for sorrows of the frontier provinces or for the countless miseries of an Empire that embraced the whole
world».
24
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PIGANIOL, A.: op. cit., p. 400.
de esta nobleza de la tierra; alternancia con un claro predominio por la vida bucòlica. Digo
bucolica pues viven en el campo poéticamente, con refinado espíritu que si por un lado entronca
con toda una tradición romanolatina, por otro preludia los tiempos feudales, pues detraen más y
más energías de todo si-gno de la ciudad, sin que por ello tenga ésta que desaparecer en beneficio
del campo En sus mansiones campestres se hallan a salvo de las exigencias municipales, que
se traducen en onerosos cargos municipales (fundamentalmente la condición de curial) e impuestos de toda clase, y se erigen en jueces y señores absolutos de toda la vida que transcurre en
sus predios. Teón, en sus pagos de Médoc, es testimonio fehaciente de la prefiguración del
hombre feudal que va desentendiéndose de la vida local y provincial, que en la misma medida
va afirmándose como señor indiscutido de esos pagos y que con su actitud se comporta como un
elemento disolvente y disgregador del tejido social que soporta la superestructura imperial.
Aspecto éste que vemos claro en su carta xii, 16 ss.^*.
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Viven en el campo con una intensidad tal (ya veremos de qué signo) que están aguardando
la finalización de los oficios religiosos de las grandes festividades para ponerse en camino de
sus uillae, o bien se apresuran a acabar su oración matutina, si en el campo están, para enfrascarse en los quehaceres diarios. Resulta elocuente al respecto cómo sale, egressio, Ausonio de
la oración matutina: Satis precum datum Deo. La plegaria se le hace larga y otros muchos
quehaceres le aguardan al iniciar el día (II, iv)
El libro II de las obras de Ausonio es una breve pero precisa guía de las preocupaciones del
poeta tanto en la ciudad como en el campo. Las actividades que desarrolla a lo largo del día son
negotiosa y el título del libro es explícito al respecto: Ephemeris, id est totius diei negotium. Se
levanta, se lava, se viste, se dirige al sacrarium previamente preparado por uno de sus siervos y
allí eleva la primera plegaria del día; testimonio, dicho sea de paso, de su conocimiento de la
teología trinitaria pues parafrasea y pone en verso en esta oración el credo niceno. Bueno será
transcribirlo, según la versión latina de Hilario de Poiíiers, debelador de arríanos y coetáneo de
Ausonio, y cotejarlo con algunos párrafos de la Oratio Matutina^*:
25 Expresivas páginas sobre el sentido bucólico de la vida se hallarán en FÉVRIER, P.-A.: op. cit., pp. 37-39,
remitiendo (no podía ser de otra forma) a MARROU, H.-I.: Mousikós aner. El orgullo vergiliano de la tierra ha sido
puesto de manifiesto por FONTAINE, J.: «Valeurs antiques et valeurs chrétiennes dans la spiritualité des grands
propriétaires chrétiens à la fin du IV siècle occidental», en Epektasis (Mélanges Daniélou), Paris 1972, p. 575.
26 DUBY, G. nos ofrece diversos ejemplos de época posterior, uno de ellos el que transmite Venancio Fortunato,
el del obispo Nicetas de Tréveris, de fines del s. VI, en Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía
europea, 500-1200, Madrid, 1976, pp. 73 s. El mismo autor en Seigneurs et paysans (Hommes et structures du Moyen
Age, I), Paris, 1988, pp. 116 ss. nos ofrece un cuadro de la vida monástica de Cluny caracterizado por el absoluto
dominio de la economia, rural naturalmente, de la que depende (existe, por supuesto, circulación monetaria), incidiendo
incluso en los modos y en las unidades de producción ajenas al cenobio. Para la Península Ibérica y época visigoda,
DÍAZ, P. de la C : Formas económicas y sociales en el monacato visigodo. Salamanca, 1987, Traemos a colación estos
estudios porque en ellos se manifiesta cuando apreciamos en Teón, sobre el que volveremos más adelante.
27 La fórmula es pagana, cf. Aen. II, 291; IX, 135; Ov., T. IV, 10, 91, LANGLOIS, P.: «Les poèmes chrétiens et
le christianisme d'Ausone», Rev. de Phil., de Lit. et d'Hist. anc. 43 (1969), pp. 43 ss., quien sin embargo enfatiza un
conocimiento personal y profundo de la Biblia, p. 54. En la misma línea RIGGI, C : «II Cristianesimo di Ausonio», en
Epistrophe. Tensiones verso la Divina Armonía. Scritti di Filología Patristica... (a cura di B. Amata), Roma, 1985, p.
67 (anteriormente en Salesianum 30, 1968). Véase también FONTAINE, J.: Naissance de la poésie dans l'Occident...,
p. 106, quien, sin embargo, evoca el ne quid nimis terenciano, pp. 107 s.
28 Del Liber de Synodis seu de fide orientalium, 84, de POITIERS, Hilario de: P. L. 10, 563. El texto griego del
símbolo de Nicea lo reproducen Eusebio en carta a sus diocesanos, apud ATANASIO: De décret. Nicaenae synodi, 33;
TEODORETO: H. E. 1, 12; SÓCRATES: H. E. 1, 8; ATANASIO: Epist. ad louin. 3; BASILIO: Epist. 75; etc.
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Credimus in unum Deum patrem omnipotentem, omnium uisibilium et inuisibilium
factorem. Et in unum Dominum nostrum Jesum Christum filium Dei, natum ex Patre
unigenitum, hoc est, de substantia Patris, Deum de Deo, Lumen ex lumine, Deum
uerum de Deo uero, natum, non factum, unius substantiae cum Patre, quod graece
dicunt homousion, per quern omnia facta sunt quae in coelo et in terra, qui propter
nostram salutem descendit, incarnatus est, et homo factus est, et passus est, et
resurrexit tertia die, et adscendit in coelos, uenturus judicare uiuos et mortuos. Et in
Spiritum sanctum. Eos autem qui dicunt... hos anathematizat catholica Ecclesia.
En la Oratio de Ausonio leemos lo siguiente:
8)
ipse opifex rerum, rebus causa ipse creandis,
ipse dei uerbum, uerbum deus, anticipator
mundi, quem facturus erat: generatus in ilio
tempore, quo tempus nomdum fuit
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13) quo sine nil actum, per quem facta omnia
16) inrequies, cuncta ipse mouens, uegetator
non genito genitore deus...
inertum:
82) filius, ex uero uerus, de lumine lumen,
aeterno cum patre manens, in saecula regnans,...
Es la hora IV, algo más de las ocho de la mañana si es verano, y Ausonio comienza a dar
órdenes a su esclavo para que dé aviso a los amigos que ese día compartirán su mesa, no vayan
a olvidarse de la cita. No más de seis comensales, incluido el anfritión, pues en caso contrario
aquello no sería una reunión de convidados sino un tumulto de voces: sex enim conuiuium cum
rege iustum: si super, conuicium est (II, v, 5-6). Para la hora V (sobre las 9:30 en época estival)
comienza a dar instrucciones a otro de sus siervos a fin de que las labores en la cocina no se
demoren y el ágape esté debidamente dispuesto a su hora (II, vi), y a continuación se dedica a
dictar a su estenógrafo, notarum praepetum sollers minister (XXVII), nugae y cartas a los
amigos.
Tres elementos fundamentales configuran el retiro campestre de la nobleza terrateniente y
provincial, los cuales se hallan in nuce en el aludido libro II de Ausonio. Son los siguientes:
1.-) El gusto por la buena mesa,
2.-) El estudio, pero sobre todo la creación literaria como resultado del otium negotiosum,
3.-) La necesidad de una grata compañía para compartir la mesa y la creación literaria.
Les gustaba vivir a mesa y mantel puesto. Defrudata meae non sunt haec ferculo mensae:
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uescente tefruimur magis, dirá en carta a Hesperio (XXV, xvi, 17 s.; cf. II, i, 5-6)^'. Del gran
rétor Tiberio Víctor Minervio, gloria y ornato de la universidad bordelesa, celebra entre sus
prendas naturales, bona naturalia, el tener una mesa con todos los refinamientos pero sin llegar
a la extravagancia, y bien abastada, sobre todo en los natalicios y en ocasión de festividades:
mensa nitens, quam non censoria regula culpet nec nolit Frugi Piso uocare suam: nonnunquam
pollens natalibus el dape festa, non lamen angustas ut tenuaret opes (IV, i, 33-36). Precisamente tales días hubieron de ser los más señalados, que no los únicos, para compartir la mesa
(XXV, iii, 49-51). De su tío paterno Julio Calipio encomiará su afabilidad, su dulzura, y, junto
con ellas, su abundante mesa servida con moderación: qui comis blandusque et mensa commodus
uñeta (III, vii, 9).
Ausonio no pierde ocasión para destacar con trazo firme los productos que, en sazón,
transformaríanse en suculentos platos. En el retablillo bórdeles de Ordo urbium nobilium, el más
logrado y rotundo de cuantos componen esta obra
nos describe en apenas dos líneas la principal riqueza agrícola de la ciudad, sus viñedos (XXI, xx, 11 s.), pocos años más tarde recordados
por su nieto Paulino de Pella'', y cuando recorra con sus versos el Moscia, nuevamente le
vendrán a la mente los viñedos bordeleses (XX, 18 ss.) Del mismo modo, el vino hace acto de
presencia en la Correspondencia de Ausonio como uno de los productos bordeleses más apreciados en las mesas refinadas. En carta a su amigo Axio Paulo encomiará la excelente calidad de
los Médoc (XXV, iii, 18 ss.) que, ayer como hoy, son unos de los mejores caldos de Burdeos,
aunque no el mejor como bien saben los amantes del buen beber, pues la palma se la lleva el
producido en los pagos de Saint-Emilion. Las sobremesas eran el momento adecuado para
elogiar la bondad de los manjares, de las almejas, deliciae nobilium y también barato alimento
en los hogares de los pobres (XXV, xiii, 38 s.), y de las ostras, las mejores de las cuales
procedían de Médoc, gordas, blancas como la nieve, dulces, tiemísimas, jugosas, con un tenue
sabor a agua salada. Buena parte del tiempo transcurrido en tomo a la mesa lo invertían en estos
menesteres, como claramente percibimos en una de las cartas a su amigo el rétor Axio Paulo en
la que le dice que todo cuanto sabe de las ostras lo ha aprendido precisamente en las comidas a
las que ha sido invitado o de las que ha sido anfitrión (XXV, iii, 41 ss.).
Los comensales, lejos de presentarse con las manos vacías, llevaban consigo algún obsequio
para su anfitrión, o bien lo enviaban desde sus fincas como praeba de amistad y rindiendo culto
a una aparente convención social, pero que encubre una práctica redistribuidora de la riqueza,
aunque bien es verdad que en tales estratos de la sociedad no hacía falta tal redistribución. Tal
es el caso de Teón, que, habitante del Médoc, solía enviar cuando era el tiempo ostras y almejas
a su amigo Ausonio (XXV, xiii), o el propio Ausonio, quien enviaba tordos y ánades a su hijo
Hesperio para que disfrutara de ellos en mesa (XXV, xvi), o Paulino, discípulo predilecto de
Ausonio, quien regalaba a su maestro con aceite hispano, presumiblemente catalán, y salmuera
de Barcelona (XXV, xxi).
La mesa para esta ociosa clase de gentes era algo más que necesidad; pero no debiéramos
quedamos con la imagen de adinerados y acomodados señores que, glotones o auténticos
gourmets, saborean y disfrutan de exquisitos platos, regados con delicados caldos, que les
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Buen acopio de citas se hallará en ETIENNE, R.: «Ausone...», p. 78.
Sacado de una Expositio según JULLIAN, C : op. cit., p. 216.
Eucharist., 196 s.
Cf. TERNES, Ch.-M.: D. Magnus Ausonius, Mosella, París, 1972, p. 33.
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depara una feraz tierra y unas excelentes pesquerías. Seríamos injustos y tergiversaríamos la
realidad que sostiene a este segmento social, fautor a su vez de las características de estos
encuentros que son bastante más que culinarios. La mesa era para estos señores el ideal punto de
encuentro en el que anudaban lazos y se estrechaban vínculos de amistad y relación creando un
peculiar espacio vital en el seno de una sociedad que les era ajena por propia voluntad. El
secessus in uillam permitía a estos hombres disponer del tiempo a su antojo para la creación
poética y el ejercicio en metros y ficticios debates (XXV, iii, 11-12; iv, 35-40; viii, 25-34; ix,
38; xii, 63 ss.). No había ocio u ocupación más importante que ésta. Mas cuando se hallaban
solos en sus predios la correspondencia epistolar les ponía al punto en contacto; y las cartas de
Ausonio, nuevamente, nos informan de sus inquietudes sin que quepa duda alguna. Educados y
formados en las escuelas de Gramática y Retórica, no tenían norte y guía más importante para
sus vidas que la literatura, las composiciones que continuamente salían de sus manos y que
mutuamente se regalaban. La calma y quietud del campo resultaban propicias para estos menesteres. A Símaco ruega le envíe su producción literaria y el propio Símaco alabará la de
Ausonio (XXV, i; Symm., Ep. L xüü; xxxi)
De su amigo Axio Paulo recibirá una obra titulada Deliras contra la que arremeterá cáusticamente (XXV, v). A Teón recriminará no saber
nada de él (XXV, xii), y en otro billete, breve respuesta a unos versos de mediocre factura que
le ha enviado, Ausonio contestará con artificiosa ingeniosidad (XXV, xv). Paulino de Nola solía
enviar a su querido maestro obritas para que las puliera y castigara, como el Epitome de tribus
Suetonii lihris, hoy perdido, a cuyo recibo contestó (tanta fue su alegría) con una escritura tan
barroca, pero muy propia de la época entre los paganos, y tan enrevesada que Ausonio no sabe
a ciencia cierta lo que está diciendo. Para decir que en la noche anterior al 14 de diciembre había
recibido la carta de Paulino, se despacha con una larga perífrasis, de difícil lectura, en la que le
dice que una vez que los corceles del Sol habían desaparecido tras Calpe la tartesia y Titán, sin
fuerzas, se hundía bramando en el mar de Iberia, que la Luna, a continuación, azuzaba a sus
novillas para vencer las tinieblas con sus rayos como si rivalizase con su hermano, mientras los
pájaros y el género humano, esclavo de sus cuidados, saboreaban los apacibles olvidos del
plácido sueño, habían pasado los Idus, mediados de diciembre se apresuraba a unir sus últimos
días a Jano que estaba por llegar y una larga noche ordenaba a las decimonovenas kalendas de
enero (esto es, el 14 de diciembre) que se llegasen para celebrar la fiesta. Pues bien, tras estos
largos diez versos dice Ausonio: «Pienso que ignoras qué quiero decir con estos versos. A fe
mía que ni siquiera yo los entiendo bien, por más que lo sospecho» (XXV, xix, 1-10).
Tras lo cual, elogia la elegantia y el hecho de haber logrado lo que parecía contra rerum
natura, aunar la brevedad y la claridad: coegisti (el epítome en cuestión) tanta elegantia, solus
ut mihi uideare adsecutus, quod contra rerum natura est, breuitas ut obscura non esset. Y en
otra carta encomiará su capacidad literaria hasta el extremo de cederle el primer puesto en el
Olimpo de las letras: Cedimus ingenio, quantum praecedimus aeuo; adsurgit musae nostra
camena tuae (XXV, xx, 11 s.). Tal es el género de cartas que se intercambiaban los letrados
terratenientes
El señor aquitano, propietario de tierras y cultivado, propendía a vivir apartado de la ciudad
en la que apenas podía transitar con sosiego, en la que difícilmente podía desentenderse del
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.33 Las cartas de Símaco a Ausonio las cito por la edición de SEECK, O.: Q. Aurelii Symmachi quae
(M.G.H., A.A., VI, 1). En la primera de ellas encomia el Mosella, que en Roma corría de mano en mano.
34 El intermediario de obritas entre ambos debió ser frecuente, cf. XXV, xxi.
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ruido y de la multitud (XXV, iv, 27-32, cf. xxiv, 27-28)
Amparado en el aislamiento que le
ofrecía el campo, se sustraía más fácilmente a las cargas urbanas a las que, en caso contrario,
habría de hacer frente salvo que estuviese exento de ellas; Paulino de Pella dirá que a muchos
parecía vejatorio que hiciese frente voluntariamente a sus cargas fiscales
Se trataba de un
aislamiento compartido, pues vivían el secessus con quienes compartían sus mismas aficiones
literarias. Tan pronto como abandonan la ciudad, o cuando están prestos a abandonarla, instan a
sus amigos a que se retinan en sus predios y juntos gozar así de la amable conversación (¿habrá
que reiterar que la cultura del siglo IV hizo de la palabra un culto?), aceptar el mutuo desafío de
crear composiciones métricas baladíes, verdaderos acrósticos en ocasiones, entretejidas en la
mitología grecolatina, unos dioses plenamente desvitalizados y para uso escolar simplemente.
Ausonio invitaba a sus amigos a compartir las jomadas de ocio cuando se hallaba en sus
predios. Tal hacía con Axio Paulo (XXV, ii, iv, 12; vii; viii). Igualmente con Teón (XXV, xii),
de quien se quejaba que había transcurrido todo un verano sin verle; le echa de menos y le ruega
no se demore, que parta de la scirpea Domnoti habitatio y se reúna con él en Lucaniaco. En otra
ocasión se dirigirá a Tetradio, satirista que ha sido pupilo suyo y que enseña en ¡culisma
(=Angouléme), para que se deje ver por su villa de Saintes (XXV, ix). Necesitaba compartir el
secessus. No creo que Ausonio fuera una excepción por más que nadie, sino él, ha sabido
expresar mejor la imperiosa necesidad de compartir el retiro campestre, el instinto de sociabilidad
que les caracteriza en tomo al libro y la lectura, y nadie como él ha sufrido tanto cuando la
amistad, cifrada en unos mismos gustos literarios, se ha visto quebrada.
Ejemplo de ello es la ruptura entre Paulino y Ausonio
Todo marchaba bien en esta relación. Como hemos visto, Paulino enviaba obritas suyas a Ausonio y éste, lejos de pulirlas como
le pide su pupilo, las ensalza por la eruditio, iucunditas, inuentio, concinnano, que destilan (XXV,
xxi). Regala a su maestro con productos culinarios catalanes y éste, a su vez, además de
regalarle con bagatelas suyas, le responde con amor patemal proclamándose amicus, uicinus,
fautor, honoris auctor, altor ingenii, magister, parens (XXV, xxi, 24-26). En otra ocasión le
dirá: «Soy tu nutriente, tu preceptor, el primero que te procuró honores, quien primero te hizo
entrar en compañía de las Musas» (XXV, xxv, 33-35). Todo parecía indicar que entre ambos
perduraría el yugo de la amistad a la que se hallaban uncidos; mas hete aquí que de pronto
Paulino se ha sacudido tam placidum, tam mite iugum, así lo entiende Ausonio. La culpa es de
Paulino, dice el maestro (XXV, xxiii, 21; xxiv, 1), pero aunque le abandone el compañero de
fatigas —consorte laborum destituor— (XXV, xxiii, 22 s.), y a pesar de que le llame impío por
la separación que ha originado (v. 34), Ausonio persistirá en la amistad (vv. 31 s.; xxiv, 2 s.).
Una amistad forjada porque compartían los mismos gustos y tenían las mismas inclinaciones
para admiración de todos: nos studiis animisque isdem miracula cunctis (XXV, xxiii, 46). De
poco le sirve el secessus en el pago Novaro, rodeado de plantaciones de viñedos, de feraces
campos, de prados y de bosques pues, a pesar de lo ameno y grato del lugar, le falta su querido
Paulino: te sine set nullus grata uice prouenit annus (v. 99).
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Ausonio no puede comprender la ruptura que se ha producido y a ciegas tratará, pero en
vano, de averiguar la causa. Culpará primero a Némesis (XXV, xxiii, 58); a continuación dirá
35 Ausonio, al describir Burdeos, nos trae al recuerdo la descripción que de Roma hizo Juvenal, Sat., Ill, 243-248.
36 Eucharist., 198 s.
37 Resulta obligada la lectura del siempre actual estudio de FABRE, P.: Saint Paulin de Note et l'amitié chrétienne, París, 1949. Para nuestros dos personajes, pp. 156 ss.
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que no, que quien le causó la herida fueron las tierras del Tajo, la pérfida Barcelona, las nevosas
cumbres del Pirineo bañado por dos mares (vv. 6874); en fin, las provincias de Híspanla desde
el Guadiana hasta el Garona. Buscando explicaciones pensará que se halla encadenado a un
sagrado juramento, a un religioso silencio (XXV, xxv, 4 s.), y para vencer el maleficio, tras el
que se esconde la mujer de Paulino, Terasia (así lo entiende Ausonio), y para evitar que conozca
la continuación de la relación (v. 31), le propone recurrir a tretas y martingalas (vv. 1331).
Obstinado Paulino en su silencio (así se lo representa), trata Ausonio de encontrar respuesta a su
actitud; esta vez por otros derroteros. Es la vergüenza, dice, producida por tan largo silencio la
que le impide cumplir con los deberes propios de la amistad, y la negligencia se complace con
la falta (XXV, xxvi, 2831). Sin saber a ciencia cierta qué es lo que ha ocurrido apunta otra
explicación: uertisti, Pauline, tuos, dulcissime, mores? (v. 50)^1 Comportamiento que le pare
cería natural dado que había olvidado el cielo de su tierra natal y se había acogido a la
hospitalidad de Vascones y otros pueblos de los nevosos Pirineos; de ahí que maldiga a esas
tierras causantes, a su juicio, de la amistad perdida: «Que te devasten los cartagineses, que te
abrase el pérfido Hanibal, que el exiliado Sertorio vuelva a declarar aquí la guerra» (vv. 54. s.).
Aislado en su mundo terreno y profesando un cristianismo formal (sociológico diría J.
Fontaine), Ausonio es incapaz de comprender otro secessus que no sea el suyo y el de sus
amigos; un seccesus bien explicitado en la imprecación dirigida al impío que ha apartado a
Paulino de su amistad: «que jamás pueda hacer uso de su voz, que ningún goce le vivifique, que
nunca los dulces acentos de los poetas, las variadas modulaciones de una atrayente elegía, los
rugidos de las fieras, los mugidos del ganado, los cantos de los pájaros acaricien sus oídos, que
no escuche a Eco, oculta en el fondo de los pastoriles bosques, que nos consuela al repetir
nuestras cuitas. Que triste y pobre habite los desiertos, que mudo recorra las cumbres alpinas»
(XXV, xxvi, 6370). Difícilmente se puede decir tanto tan sentidamente. Tal es, en suma, el
deseo compartido por una aristocracia tertateniente y cultivada. De otro modo lo dejó dicho
Paulino de Pella: «Que tenga una alegre mansión y pueda recrearme en torpes banquetes, un
esclavo bien nutrido, un fiel camarada, un siervo lustroso, una esposa morigerada y unos hijos
de la amada esposa. Dios concede esto a los de intachable conducta, y tales conductas aseguran
la vida eterna en los siglos venideros»
Ausonio no puede entender la seccesio de Paulino, pero tampoco entiende la de Teón, quien
reside en tierras de Médoc. Es éste un personaje del que sólo tenemos noticias por la breve
correspondencia que se nos ha conservado en el Epistolario de Ausonio, y trazar su perfil
humano y cultural resulta extremadamente difícil dada la vehemencia que el rétor bórdeles pone
en las cartas que le envía.
Ausonio le tenía en alta estima, hasta el punto de llamarle carus Theo, dulcís amicus.
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38 El sentido de uertere en los versos de Ausonio es exactamente el mismo, sólo que de signo diametralmente
opuesto, que el que uertere tiene en Paulino; cf. LIENHARD, J. T.: Paulinus of Nola and Early Westerne Monasticism,
ColoniaBonn, 1977, pp. 33 ss.: «He (his conversion, aludiendo a la de Paulino) was both turning away from one way
of life and turning to another». Se trata de un radical cambio de orientación que imprime al secessus: el propositum
monastichum. Ese significado es uno de los que tiene el equivalente griego Ετηστρεφείο y έτηστροφή, cf. AUBIN, P.:
Le problème de la «Conversión». Etude sur un terme commun à Γ Hellénisme et au Christianisme des trois premiers
siècles, Paris, 1963, pp. 22 ss.
39 Oratio, 1519. Oración tradicionalmente atribuida a Paulino de Nola. MOUSSY, Cl.: Paulin de Pella, Poème
d'Action de Grâces et Prière (SC, 209), Paris 1974, pp. 211 ss. Fue P. Courcelle quien la restituyó a Paulino de Pella,
Un nouveau poème de Paulin de Pella, en VChr. ?, 1947, pp. 101 ss. (=Histoire littéraire des grandes invasions gremaniques, Paris, 1964', pp. 293302).
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carissimus, y prestarle una suma de dinero. En tal alta estima le tenia que confiesa que los tres
meses que hace que no le ha visto se le han hecho larguísimos, y que no puede pasar sin él ni
siquiera una hora: Quo sine et hora grauis. Por lo demás, la carta es fehaciente testimonio del
instinto de sociabilidad de Ausonio, pues le urge para que se reúna con él en uno de sus predios,
Lucaniaco. Antes estaría dispuesto, dice, a perder la suma de dinero que le adeuda, que verse
privado de su presencia (XXV, xiv).
Teón, por su parte, cumplía con una de las reglas de la sociedad tardorromana naturalmente
inscrita en esas idas y venidas de una uilla a otra para compartir el secessus, pues tenemos
constancia del envío como presente a Ausonio de ostras y almejas del Médoc; ostras que, por
cierto, le parecen pocas al bórdeles: numerabile munus, pues treinta son las que le ha enviado y
no pierde ocasión para reprochárselo en una carta que aprovecha para decirle que es duro de
mollera: Alto mens obesa uiscere (XXV, xiii).
Ese trato despectivo, al menos aparentemente despectivo, hacia Teón encubre la distancia
que separa a ambos a pesar de compartir algunas aficiones, entre ellas la creación poética, por
más que Ausonio nos diga que Teón es poeta de plúmbeos versos (XXV, xv) con los que ultraja
a las canoras hijas de Mnemosyne, pues no sabe prosodia, ni componer, ni es capaz de aprender
(XXV, xii). El despecho del rétor bórdeles que se atisba tras el tratamiento que le da tiene el
mismo origen, en nuestra opinión, que aquel otro que destila parte de la correspondencia de
Ausonio a Paulino; a saber, el saberse privado de la grata compañía de la persona querida y
estimada, pues no corresponde en la medida que Ausonio quisiera a las reiteradas invitaciones
para compartir asueto, solaz y entretenimientos literarios en sus mansiones campestres.
Debió ser Teón un individuo que, a juicio de Ausonio, vivía extremadamente apartado de la
frecuentación humana y dedicado a labores campesinas (XXV, xii). Ausonio se interroga en
esta misma carta una serie de actividades a las que acaso se dedicara: Quam tamen exerces
Medulorum in litore uitam? (v. 16). Si de la interrogación pasáramos al aserto, tendríamos que
Teón desplegaba una actividad económica total, pues, además de la dedicación a la tierra,
controlaba parte del comercio que discurría por el estuario del Gironde (vv. 17-12), proporcionándole pingües beneficios en dinero (con lo cual no hacía sino mantener la circulación monetaria) pues, como dice Ausonio, compraba productos a bajo precio para venderlos a altos
precios. Poseía pesquerías: Domus omnis abundat litoreis diues spoliis (vv. 58 s.). Velaba personalmente por la seguridad del entorno (vv. 22-27) pues anda a la caza de ladrones que
merodean por los alrededores y se preocupa de erradicar el abigeato. Además, hubo de dedicarse
con cierta intensidad a la caza del ciervo y del jabalí (vv. 28-31), lo que trae al recuerdo las
uenationes a las que tan dado era el pupilo de Ausonio, Graciano.
Son actividades éstas que, si vividas intensa y directamente (y al parecer Teón así las vivía),
detraen tiempo para emplearlo en otras ocupaciones; y es esa misma intensidad la que no encaja
en el esquema de la secessio ausoniana, que se caracteriza por un sibi uiuere desde la moderación y la templanza en los aledaños del Parnaso, lejos de la cotidianeidad. De ahí que no
desperdicie ocasión alguna para calificar a Teón de paganus, de plebeia pulpa, y de comerciar
para una población pagana y de colonos (XXV, xii). En esa misma medida Teón es, como
apuntábamos en páginas anteriores, la prefiguración del señor feudal, del «castellano» con
tierras divididas en mansos que explota una población colònica, valga la redundancia.
Está claro cuál es, en suma, el pensamiento de Ausonio sobre la secessio, bien explicitado en
sus reproches a Teón, y en los que dirige a Paulino. Retomemos, pues, a la carta xxvi (vv. 6370) dirigida a Paulino. Es ella, a través de las imprecaciones lanzadas contra quien ha apartado
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a Paulino de su frecuentación, un manifiesto programático del secessus in uillam en el que resalta el sibi uiuere caracterizado por el poder y el valor de la palabra que se comparte por medio
del gusto de los poetas y de las creaciones literarias salidas de aquellos cenáculos. Lo contrario
es cuanto aprecia en Teón, también en Paulino, una vida vivida en mudez, en soledad, alejado
del trato humano en la medida que no hay espacio para la conversación en tomo al divertimento
literario; manifestaciones que se complementan con aquellos versos finales de la Oratio de su
nieto Paulino de Pella y que podríamos compendiar como la vida de un gentilhomne campagnard,
en frase de R. Etienne. Si el otium negotiosum se caracterizaba por la frecuentación humana y el
gusto por los divertimentos literarios que propocionaban aquellos cenáculos, en consecuencia la
vida propuesta por Ausonio era irreductible con la secessio propuesta por el Cristianismo intensamente vivido desde presupuestos ascéticos, sin mesura por consiguiente, desde los que se
predicaba un propositum monástico. La distancia que separaba a Primuliacum, retiro de Sulpicio
Severo, de Lucaniaco, uno de los retiros de Ausonio, con hallarse relativamente próximos uno
del otro es una distancia que, medida en términos de actitudes mentales, es insalvable.
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FONTAINE, J.: Sulpice Sévère. Vie de Saint Martin. 1. (SC, 133), París 1967, pp. 32 ss.