A la plaza de Perón
Movilizaciones del peronismo
1974 - 2011
A la plaza de Perón
Movilizaciones del peronismo
1974 - 2011
SERGIO DE PIERO – VIOLETA ROSEMBERG
(compiladores)
Autores: Hugo Cortés, María Paz Míguez, Tamara Sepiurka,
Emiliano Patti, Luciano Acevedo, Pedro Berzero, Patricia De Vita,
Facundo Bindi, Eduardo De Negri, Santiago Álvarez Varela,
Damián Sgro, María Cecilia Padilla, Sofía Servidio,
Violeta Rosemberg y Sergio De Piero.
De Piero, Sergio
A la plaza de Perón: movilizaciones en el peronismo: 1974-2011 /
Sergio De Piero; Violeta Rosemberg; compilado por Sergio De Piero;
Violeta Rosemberg. - 1a ed. - La Plata: EDULP, 2016.
185 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-1985-80-7
1. Historia Argentina. 2. Peronismo. I. Rosemberg, Violeta II.
De Piero, Sergio, comp. III. Rosemberg, Violeta, comp. IV. Título.
CDD 982.064
A la plaza de Perón
Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
SERGIO DE PIERO – VIOLETA ROSEMBERG
(compiladores)
Responsable de fotografía: Pedro Berzero
Foto de tapa: autor desconocido
Editorial de la Universidad Nacional de La Plata (Edulp)
47 N.º 380 / La Plata B1900AJP / Buenos Aires, Argentina
+54 221 427 3992 / 427 4898
edulp.editorial@gmail.com
www.editorial.unlp.edu.ar
Edulp integra la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN)
Primera edición, 2016
ISBN N.º 978-987-1985-80-7
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723
© 2016 - Edulp
Impreso en Argentina
Índice
Prólogo
9
PRIMERA PARTE
Sergio De Piero
11
SEGUNDA PARTE
21
Plaza del 12 de junio de 1974
Desde el balcón, Perón muere
Sergio De Piero
23
27 de junio de 1975
La plaza que echó a López Rega
Hugo Cortés
33
24 de marzo de 1976
La plaza vacía del terrorismo de Estado
Violeta Rosemberg
41
2 de abril, 10 de abril y 14 de junio de 1982
Malvinas también fue plazas
María Paz Míguez y Tamara Sepiurka
47
28 de octubre de 1983
El triunfo de la democracia y la derrota peronista
Emiliano Patti
55
10 de Febrero de 1984
Saúl querido
Santiago Álvarez Varela y Facundo Bindi
63
23 de mayo de 1986
Plaza acto de la Renovación Peronista
Luciano Acevedo y Pedro Berzero
73
29 de abril de 1987
La plaza contra los Carapintadas
Patricia De Vita
81
6 de abril de 1990
La plaza del Sí
Facundo Bindi
91
2 de abril de 1997
Reclamo docente, apatía social y menemismo
María Paz Míguez y Tamara Sepiurka
99
19 y 20 de diciembre de 2001
La plaza del estallido
Eduardo De Negri y Santiago Álvarez
107
1° de marzo de 2002
Condenados al éxito
Santiago Álvarez Varela y Damián Sgro
117
25 de mayo de 2003
Plaza de asunción de Néstor Kirchner:
vengo a proponerles un sueño
Facundo Bindi y Violeta Rosemberg
125
11 de marzo y 17 de julio de 2008
Las plazas de la 125
Eduardo De Negri
131
25 de mayo de 2010
Las plazas del Bicentenario
Luciano Acevedo y Pedro Berzero
141
23 de octubre de 2011
La plaza del 54%: la reelección de
Cristina Fernández de Kirchner
María Cecilia Padilla y Sofía Servidio
147
TERCERA PARTE
Sergio De Piero
155
Bibliografía
175
Referencia de imágenes
179
Los autores
181
Prólogo
Como todo libro, este surgió de un conjunto de ideas. La mejor
parte, en este caso, es que se trataron de ideas discutidas por un colectivo. El origen, es un grupo de estudio e investigación, que decidimos
armar desde el Seminario “La Argentina Reciente”, que se dicta en la
Carrera de Ciencia Política de la UBA, desde principios de la década
del ‘90. En aquel contexto, Miguel Talento y Norberto Ivancich, decidieron presentar una propuesta de estudio, que indagara en las huellas políticas sociales y económicas de las últimas décadas, en nuestro
país; imprescindible para una ciencia política con capacidad de análisis profundo, situado históricamente y también de transformación.
En esa iniciativa, el análisis del peronismo ocupó siempre un lugar
central; así lo demuestran las clases y escritos que nos dejó Norberto
(1948-2005) y las iniciativas que continúa llevando adelante Miguel
(como la edición de los Cuadernos de la Argentina Reciente).
Con ese espíritu, un grupo de ex-alumnos del seminario se sumaron al equipo de la cátedra, para pensar un hecho particular a 40
años de la muerte de Juan Domingo Perón: cómo se desarrolló la
capacidad movilizadora del peronismo, una vez que su líder había
fallecido. En esa discusión nos pareció convocante hacer referencia
a “las plazas del peronismo”, a los motivos de las convocatorias, los
actores, las consecuencias. Esa discusión colectiva produjo este breve
libro. Su intención es, por ello, analizar al peronismo y su capacidad
de movilización, tomando como punto de partida la despedida que
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Perón realizó, sin saberlo, el 12 de junio de 1974. Elegimos un conjunto de actos y convocatorias a la movilización (en particular a la
Plaza de Mayo) que entendemos representaron momentos claves en
el desarrollo del peronismo y de la historia reciente. Como en toda
obra de las ciencias sociales, esperamos que este material estimule el
debate, la formación y la reflexión sobre la política argentina.
Queremos hacer llegar nuestro agradecimiento a quienes hicieron posible con diversas acciones este libro: a Miguel Talento, titular
del seminario. Pedro Berzero además de autor, realizó la gran tarea
de reunir las imágenes que ilustran este libro. Y a Emanuel Damoni,
Facundo Abalo y Cecilia Pardo.
Sergio De Piero y Violeta Rosemberg
Buenos Aires, febrero de 2016
10
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
PRIMERA PARTE
Sergio De Piero
Al principio fue una plaza
¿Cuántas veces se ha dicho que el peronismo nació, y se desarrolló, principalmente como un movimiento político y menos como un
partido político? Miles, pero digámoslo una vez más: el peronismo se
conformó dentro de la lógica movimientista, que fue capaz de generar debates anclados en diversos momentos históricos. Nació, precisamente, como el movimiento que producía en la sociedad una clase
social, que demandaba su espacio cultural y simbólico, la aceptación
de su identidad popular por el conjunto de la sociedad, y muy particularmente, la pertenencia a la comunidad política nacional. Esas
preocupaciones estuvieron siempre presentes, lo que en algún momento se llamó lo sustantivo, que la construcción de una maquinaria
institucional con fines electorales, tal cual son los partidos políticos
modernos. Esa construcción se hizo sobre unas bases justamente en
movimiento, un proletariado y un campo popular cuyo contorno no
respondía exactamente, al imaginario de “proletariado” que la izquierda había imaginado desde 1850 en Europa. Su conformación,
sus bordes, su entramado, respondía a otra complejidad, en un país
que apenas estaba conociendo de manera incipiente una fase de industrialización; que aún no había logrado conformar: una república
democrática, y que la experiencia más relevante en esa dimensión,
el yrigoyenismo, había sido hundido con el primer golpe de Estado
del siglo XX. Esa base estaba en movimiento geográfico, la expulsión
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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del campo a las ciudades, pero también se encontraba en un desplazamiento político y cultural que lo convertiría en el actor colectivo
central de la política por venir. De allí esa construcción polifacética del campo popular, con anclajes ideológicos previos, pero no una
conformación identitaria definida y cerrada. Con experiencias acumuladas, pero también con fracasos y esperas interminables.
Pues bien, esa gestación tiene el punto originario en la Plaza de
Mayo del 17 de octubre de 1945. Ese día se hizo visible algo que estaba oculto, apenas percibido en la vida política nacional; por eso
la sensación de irrupción, porque muchos ignoraban su existencia.
O quizás la conocían, pero habían logrado contenerlos por fuera de
los límites de la República. No les había ido mal en esa gesta. La faz
insurreccional del radicalismo había sido prácticamente disuelta (los
últimos levantamientos habían sido en 1931 y 1933, ambos cruelmente aplastados); las fuerzas del anarquismo estaban prácticamente
diezmadas y poco quedaba de su notable presencia pública como la
que tuvieron en las dos primeras década del siglo XX. El sindicalismo
había crecido, es cierto, pero su accionar era limitado. Las fuerzas
populares habían decrecido notablemente luego de épocas de acción
y presencia fuerte en el espacio público, tratando de instalar en el país
y en el corazón de la política “la cuestión social”. Si bien la evaluación
nunca puede ser lineal, después del salto cualitativo que significó
para la democratización la llegada de Hipólito Yrigoyen al poder en
1916, ese camino tuvo más escollos que nuevos trazados. El primer
gobierno radical reconoció, luego de años de represión conservadora, la existencia del conflicto propio del capitalismo entre el capital y
el trabajo, aunque no generó instituciones de intervención sobre el
mismo. (Es cierto que los “liberales progresistas” como Joaquín V.
González entre otros habían impulsado la generación de una agenda
sobre ese tema, a través del Informe sobre la clase obrera en Argentina, elaborado por el multifacético Juan Bialet Massé en 1904, pero
la respuesta no fue sino mayor represión). El surgimiento de FORJA
(Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) en junio de
14
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
1935, daba muestras del quiebre al interior de la UCR, y la necesidad de construir ya por fuera del partido una organización capaz de
proponer una ruptura con un modo de organización política y social,
que no daba respuestas a las demandas emergente.
Sin embargo es la década infame, cuando la república oligárquica
se impone sobre cualquier intento democratizador e inclusivo, a fuerza de fraude hasta que el golpe de 1943, alteró la historia. Quizás muy
pocos imaginaron que esa acción político militar terminaría, años
después, en una plaza colmada de obreros. Los grupos que llevaron
adelante el golpe que significó el fin del régimen fraudulento, tenían
ideas desparejas respecto del futuro del país; todos alumbraban el
agotamiento del modelo que nació con el golpe de José Uriburu de
1930, basado en la proscripción, el fraude y la represión. Pero en un
contexto mundial complejo (pleno desarrollo de la II Guerra Mundial) la orientación política que podía tomar esa iniciativa no estaba
definida. Muchos y diversos grupos concurrían a los “hechos de junio”, en un país atravesado por conflictos (no ajeno a la disputa entre
los aliados y el eje en el conflicto armado mundial) pero muy particularmente por las consecuencias de una economía primarizada y atada
a los intereses de una potencia en declive, como era Gran Bretaña.
Cualquiera de esas fuerzas latentes en el nuevo ciclo político, pudo
haberse impuesto y no habría que descartar allí espacios de diverso
tipo ideológico; salvo la ausencia de una izquierda sólida; el Partido
Socialista ya era víctima de fracturas y el Partido Comunista, anclaba
sus decisiones a la estrategia del PCUS. De hecho ambos, privilegiaron la lectura del conflicto local en clave internacional (los aliados vs.
el eje, democracia vs. fascismo) y menos en los actores y conflictividades que sucedían en la Argentina y la región. La extrapolación del
conflicto en el centro, sin pensar en los actores realmente existentes a
nivel local, le generó a lo que más tarde sería la Unión Democrática,
una incorrecta lectura de la realidad nacional, que perduró por décadas. (¿O aún perdura?).
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Sin embargo, como expresión del arribo de la sociedad de masas a
la vida política nacional, el peronismo se construyó en un intercambio, esto es a partir de una (nueva) relación entre la plaza y el palacio.
Esa plaza de hace 70 años, estaba directamente vinculada con lo que
sucedía desde hacía algunos años puertas adentro de las oficinas del
poder político, esto es, desde la llegada de Juan Domingo Perón a
diferentes instancias de poder político; de todas, aunque no exclusivamente, se destacó la Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde allí
el Coronel, comenzó no solo a generar políticas que atendieran a la
cuestión social, que obligaran al Estado a dar algunas respuestas a las
demandas de ese espacio social compuesto por obreros, trabajadores
rurales, migrantes internos, en fin el vasto sector popular, sino que
inició de manera decidida un proceso de construcción de poder. He
aquí un rasgo clave del desarrollo político del propio Perón y el peronismo que, en ocasiones, curiosamente, se omite en los análisis. Porque desde luego Perón, en su calidad de funcionario relevante de un
gobierno de facto, tuvo una cantidad de recursos a mano que otros
no tenían; eso le permitió emerger como aquel que daba respuestas
a una dimensión de demandas, apenas presentes hasta ese momento
en las agendas de los gobiernos precedentes; pero, como decíamos,
no limitó su accionar desde el Estado a la “entrega” de bienes, a un
reparto, a convertirse en un mero benefactor estatal, haciendo que el
Estado se convirtiera en un filántropo. La intervención del Estado en
la cuestión social, era por sobre todo una construcción política. Ubicarse en ese lugar de poder, lograr el control de una parte del aparato
estatal y contar con una cantidad importante de presupuesto, se convierten en el crecimiento de una articulación política que alcanzará
una escala inimaginable e histórica.
En esa construcción Perón apostó a un acercamiento con los
sindicatos, organizaciones gremiales ya existentes pero que, desde
luego, respondían a otras corrientes políticas que la que estaba por
nacer: socialistas, comunistas, anarquistas, sindicalistas, radicales.
Todos vieron en él una figura política relevante, frente a la que po-
16
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
dían plegarse o combatirla. Lo cierto es que la dispersión y tensión
en la que se encontraba el sindicalismo en esos años, con varias
centrales sindicales, tuvieron en Perón lo que comenzó a suceder
en aquellos años (esto es entre 1943 y 1945) fue marcando las acciones políticas de estos actores respecto del peronismo: algunos
estarán en la Plaza el 17 de octubre; otros comenzarán a acercarse
a ese espacio político llamado la Unión Democrática. Esa bifurcación política, no será lineal en cada partido o espacio político sino
que el peronismo provocará rupturas intrapartidarias, que generará
desprendimientos constantes, en aquellos años, y que se extiende
hasta nuestros días. El peronismo fue, desde sus inicios, un desafío
y un cuestionamiento para buena parte del arco político, pero en
particular quienes deseaban representar los intereses de los sectores
populares y obreros.
Si uno comparte, aunque más no sea en los núcleos sustanciales,
lo que hemos dicho hasta aquí, no se sorprende con la movilización
obrera que se inició en la mañana del miércoles 17 de octubre de
1945. Porque la acumulación política que Perón hizo desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, no fue vana luego de su detención. Quizás él mismo pensó, en los pocos días que estuvo detenido en la isla
Martín García, que todo había terminado y solo soñará con pasar el
resto de sus días, tenía 52 años por entonces junto a Eva. Tal vez algo
había salido mal, y solo se había tratado de un conjunto de políticas
a favor de los trabajadores y no mucho más. Pero pronto descubriría
él, y el conjunto de la sociedad, que el futuro era muy distinto: si la
CGT, en una votación muy peleada convoca a una huelga general
para el 18 de octubre, los obreros por su cuentan comienzan a poblar
la Plaza de Mayo, un día antes. Una plaza que ya era objeto de concentraciones masivas (las había conocido en torno de la disputa de la
II Guerra Mundial), pero la marcha precedente más relevante, denominada Marcha de la Constitución y la Libertad convocada el día 19
de septiembre de aquel año, se había desarrollado frente al Congreso
de la Nación convocada por lo que muy pronto sería la Unión De-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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mocrática, exigiendo que la Corte Suprema de Justicia, asumiera la
Presidencia de la República.
Pero los hombres y las mujeres que marcharon un mes después,
estaban creando, sin saberlo, el 17 de octubre para que sobreviva durante décadas. ¿Importa hoy realmente como deliberó y votó la CGT
el día 16? Solo para una crónica de los hechos; en lo sustantivo, lo que
permanecerá es el avance de esa “chusma” desconocida sobre Buenos
Aires instalándose en la Plaza de Mayo, que será definitivo.
Gobernar la plaza
Ese 17 de octubre marcó un nacimiento que requería aún una
“partida” de legitimidad. Esta llegará con las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946 en las que la fórmula del Partido Laborista y aliados compuesta por Juan Domingo Perón y Hortensio
Quijano, obtiene el 52% de los votos, frente al 42% del binomio José
Tamborini y Enrique Mosca, de la Unión Democrática, conformada
por la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Demócrata Progresista. Consagrado presidente,
la construcción del peronismo se inicia de manera definitiva, ahora
desde el control del aparato estatal. Sin embargo este empezar desde
el propio Estado, no implicaría abandonar esa faz movimientista que
lo vio nacer. Como decíamos, el péndulo se mueve desde la plaza al
palacio, desde la construcción de poder desde las políticas públicas,
hacia el modo de generar la relación entre Estado y sociedad. La coincidencia, fundamental, es que el punto de articulación entre todas
estas dimensiones es la conducción política que encarna Perón. Con
el antecedente de un período de dispersión en los sectores populares,
una realidad muy lejana a la presunción de una revolución social en
ciernes como gustaban afirmar desde el Partido Comunista, Perón
logra convertirse en un punto de agregación de los diversos sectores populares y la plaza se convierte así en el espacio común de esos
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
sectores; una plaza que cambia su fisonomía, su modo de recorrerla
y “habitarla” de manera definitiva. Algo allí cambió para siempre. En
el relato asombrado de quienes veían llegar a los obreros el 17 de octubre, sujetos de los cuales sabían de su existencia pero casi no conocían, se percibe ese asombro por la llegada de lo nuevo. Y esta irrupción no es solo física en el espacio público, sino que es conceptual, en
el espacio político. La incomprensión sobre este fenómeno tiene su
origen en las dificultades para reconocer lo nuevo, y por tanto limitarse a las extrapolaciones: es el fascismo. Partidarios de izquierda de
los ‘40, agotaron discursos y columnas de diarios, para afirmar que en
Argentina se estaba levantando aquellos que se derrotaba en Europa:
el nazi-fascismo. El marco de interpretación sobre aquel fenómeno
en Europa, que se había iniciado ya en la década de 1920, es adaptado
aquí por un variado espacio ideológico (en donde confluirá un sector
de la izquierda y las tradiciones republicanas) sin mayores esfuerzos
interpretativos e incluso descriptivos del fenómeno que comienza a
surgir. Pareciera ser una mera operación de aritmética: masas movilizadas + líder político = fascismo. Esa sombra ha tenido una fuerza
interpretativa, a pesar de su simplicidad o quizás precisamente por
ello, es que llegó hasta nuestros días. ¿Por qué el peronismo, incluso
el kirchnerismo, en ocasiones es igualado con el nazismo y no con
la dictadura militar del Proceso, por ejemplo? Si la cuestión es el supuesto autoritarismo, tendríamos a mano un ejemplo mucho más
cercano en todo sentido. Sin embargo, no es la supuesta faz autoritaria la que cuenta como primer indicador a tomar en cuenta, sino la
articulación política del Estado con los sectores obreros y populares.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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SEGUNDA PARTE
12 DE JUNIO DE 1974
Desde el balcón, Perón muere
Sergio De Piero
Juan Domingo Perón regresó definitivamente al país en junio de 1973.
Pocos meses después era elegido Presidente de la Nación con un arrollador
64%. Sin embargo la conflictividad política y social desborda la capacidad
de conducción del líder y los enfrentamientos al interior del peronismo,
pero también fuera de él, hacen imposible un encausamiento. Sin saberlo
el 12 de junio se despide de su pueblo.
“Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación nacional
y no para consolidar la dependencia”. La frase sonó en las radios y
los canales de televisión en el final de la mañana del 12 de junio de
1974. Las pronunció Juan Domingo Perón, exactamente ocho meses
después de haber asumido la Presidencia de la Nación. De todas las
esperanzas y expectativas, dentro y fuera del peronismo, alimentadas durante la primera parte del año 1973, casi no quedaba nada.
Ese 12 de junio, Perón parecía asumir que se enfrentaba a un dilema,
cuya resolución ya percibía que se escapaba de sus manos. El discurso
implicaba, de manera bastante directa, la amenaza de renuncia a la
presidencia.
Este regreso definitivo al país le proponía a Perón la posibilidad
de tres plazas. La primera de ellas, el día de su asunción el 12 de oc-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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tubre de 1973; pero fue una plaza separada entre Perón y “su” pueblo, literalmente, por un vidrio. La seguridad del presidente, decidió
colocar un blindado en el balcón, ante la posibilidad que el General
fuera asesinado. No existían siquiera indicios de que ello pudiese
ocurrir, si bien el asesinato de Rucci, agitaba otros crímenes posibles,
era muy claro que matar a Perón no estaba en los planes de ningún
actor político. De modo que el vidrio fue mucho más una provocación hacia ciertos sectores que se hicieron presentes en aquella plaza,
la Tendencia Revolucionaria es decir Montoneros. Uno podría creer
que el mismo Perón llegó a advertir lo equivocado de esa decisión, al
intentar asomarse por el costado del vidrio para saludar a la multitud
congregada sin la valla que le imponía aquel muro invisible.
La segunda plaza se realizó al año siguiente. El presidente pudo
celebrar (la palabra necesita muchas comillas) nuevamente el Día del
Trabajador aquel 1 de mayo de 1974 en Argentina. Pero nada sucedió
como él esperaba. Por el contrario, todo fue conflicto entre sectores
del peronismo, digamos entre la Tendencia y el sector sindical, en esa
circunstancia aliado a José López Rega. Todo terminó en el enfrentamiento y las duras palabras de Perón, que fueron interpretadas como
una expulsión, una ruptura que ya sería definitiva. Esa plaza fue
también expresión de un proceso abierto con la asunción de Héctor
Cámpora el 25 de mayo de 1973. Aunque quien asumía la Presidencia no fuese un hombre de la Tendencia, esta pudo convertir el acto
de ese día en una fiesta y victoria propia; y teñir de un color político
definido, el Salón Blanco de la Casa Rosada. Es desde luego difícil,
como en todo proceso histórico, determinar cuál fue la fecha precisa
en que este conflicto se tornó irremontable. ¿La sucesión de hechos
quedó marcada por aquella asunción? ¿O acaso el retorno de Perón
a la Argentina quedó sellado de manera definitiva por la masacre de
Ezeiza? La tentación permanente, de la que han escapado pocos autores, fue la de recostar en uno solo de los varios actores principales
el desencadenamiento de una historia que se inició con la fiesta de
marzo de 1973, la enorme victoria de Perón en septiembre del mismo
24
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
año pero que terminó en los desencuentros y violencias que le deparó
la historia. “Perón usó a los Montoneros”, “Un grupo de jóvenes creía
que podía controlar a Perón”, “Sin López Rega otra hubiese sido la
historia”. No existen, lamentablemente, argumentaciones categóricas
y definitivas que resuman los hechos complejos y contradictorios.
Por el contrario, nos llevará aún algunos años comprender como del
éxtasis se descendió al infierno en tan poco tiempo.
Primero sería necesario tener un diagnóstico, una fotografía sobre, digamos, el 2 de mayo. Perón, el día anterior, les hizo saber que
si no aceptaban su conducción, no había espacio en el movimiento.
Perón inició su discurso:
Compañeros: hoy, hace veintiún años que en este mismo
balcón, y con un día luminoso como el de hoy, hablé por
última vez a los trabajadores argentinos. Fue entonces
cuando les recomendé que ajustasen sus organizaciones,
porque venían días difíciles... No me equivoqué, ni en la
apreciación de los días que venían, ni en la calidad de la
organización sindical, que a través de veinte años... pese a
esos estúpidos que gritan…
Montoneros respondió: “¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, General,
está lleno de gorilas el gobierno popular!” – “¡Se va a acabar, se va a
acabar, la burocracia sindical!”
Perón afirmó: “Decía que a través de estos veintiún años, las organizaciones sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta
que algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que durante veinte años lucharon...”
Montoneros cantó: “¡Conformes, conformes, conformes, General, conformes los gorilas, el pueblo va a luchar!”
Y luego se fueron de la plaza.
La Tendencia, a su vez, ya no era el conjunto que habían sido en
1973, pues sufrieron una ruptura de un grupo que se había deno-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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minado Lealtad; no compartían algunas decisiones de Perón, pero
prefirieron seguir jugando “adentro”. Por otra parte un gobernador
cercano a su espacio, Oscar Bidegain de la Provincia de Buenos Aires,
fue “empujado” por el propio Perón a renunciar luego que el ERP, atacara una unidad militar en la localidad de Azul (19 de enero de 1974).
Los diputados vinculados a Montoneros, ocho en total, presentaron
su renuncia a la Cámara a principios de 1974 dado que se negaban a
apoyar el endurecimiento del Código Penal en materia de penas que
proponía Perón; y por ello, fueron expulsados del partido. El sindicalismo peronista, golpeado luego del asesinato de su secretario general, José Ignacio Rucci, se sentía el vencedor al escuchar el “estúpidos
imberbes” que había pronunciado Perón. Al mismo tiempo, la estabilidad política en las provincias comenzaba a ser amenazada: al caso
de la Provincia de Buenos Aires, se le puede sumar el de Formosa,
con la intervención federal en noviembre de 1973, destituyendo al
gobernador Antenor Argentino Gauna, hombre cercano a la Tendencia. En Córdoba, durante el verano, el gobernador y su vice Ricardo
Obregón Cano y Atilio López, fueron desplazados de sus funciones
luego de un “golpe” comandado por el jefe de la policía Antonio Navarro, lo que generó el bautismo del Navarrazo. Con el inicio del mes
de junio, Alberto Martínez Baca, fue destituido como gobernador de
Mendoza y la provincia también fue intervenida. (Proceso de intervenciones, que se incrementará luego de la muerte de Perón). Puede
profundizarse a otros espacios e instituciones, pero lo cierto es que
el Perón “prenda de unidad” no había logrado licuar las tensiones y
fracturas que fueron madurando en el peronismo esos últimos años.
Su capacidad de conducción estaba cuestionada por los sectores juveniles, pero también por casi todos los miembros del complejo espacio
peronista. Por caso, los conflictos sindicales no se detenían, de hecho,
alcanzaron un nivel muy alto durante todo el período, quizás a fuerza
de las expectativas que la llegada de Perón generaba.
La respuesta de Perón a ese conjunto de expectativas y deseos fue
el Pacto Social. El contexto no permitió la posibilidad de lanzar un
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
nuevo “Plan Quinquenal”, aunque varios planificadores desarrollaron
distintas propuestas y se planteó uno trienal, con algunas apuestas
ambiciosas. Pero mientras el 1º y 2º Plan Quinquenal contenían también el armado político que los implicaba, las planificaciones de 1973
recaían en los notables esfuerzos de algunos economistas, mientras
que la resolución política, se apoyaba enteramente en el Pacto Social,
con el protagonismo de José Ben Gelbard con la CGE y José Ignacio
Rucci por la CGT, y menos en una base social y política estable como
en la década del ‘40. El Pacto logró contener la escalada de precios,
pero luego de la muerte de Perón, casi inmediatamente llegó a su fin,
por variables económicas adversas (caída de precios internacionales)
pero centralmente por la falta de apoyo político de los propios actores. Algo de esto había dicho Perón en la mañana de aquel 12 de
junio:
Por otra parte, el gobierno ha fijado los precios, pero cuando se cobra más de los precios fijados, el que compra debe
ser el encargado de hacerlos cumplir, ya que el gobierno
no puede estar cuidando el bolsillo de los zonzos, que hacen el juego a los especuladores. No hay que olvidar que
los enemigos están preocupados por nuestras conquistas,
no por nuestros problemas. Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y
que seguiremos en esa tarea sin fobia, pero hasta no dejar
ningún engranaje decisivo en manos extranjeras.
Estaba claro que el Pacto Social no podía sostenerse si los actores
que lo componían, se fugaban. Y Perón, que no había logrado disciplinar a sectores juveniles, tampoco lo lograba con el empresariado.
Es importante marcar, para ver el contexto de esa situación, lo que
comenzaría a llamarse ingobernabilidad, el cuadro regional. Chile y Uruguay, acababan de interrumpir su ciclo democrático. Brasil
permanecía bajo una dictadura desde 1964. El General Juan Velasco
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Alvarado de Perú ya no era el de 1968 (en cuanto a poder político,
poco después sería desplazado). En Bolivia, la dictadura del General
Hugo Banzer Suárez, había desplazado al “progresista” General Juan
José Torres González. ¿Cuáles eran entonces las posibilidades reales
de un cambio social y político de corte socialista o revolucionario
en Argentina frente a este cuadro de situación regional? Ese marco,
sin embargo, no aparece en los registros discursivos del período. Son
muy pocos los actores que hacen referencia a esta clara orientación
que la política estaba tomando en la región. Es muy probable que
Perón, si uno refiere a la lógica que orientó sus anteriores presidencias, sí advirtiera este escenario y las probables consecuencias para
la Argentina. ¿Esto explica las acciones que tomó desde su retorno?
Desde luego que no. Pero sí muestra cuáles eran las posibilidades de
maniobra que le quedaban ahora al país, y no es extraño pensar que
Perón lo advirtiera. ¿Cómo encarar un pacto social, un acuerdo de
clases encabezado por el Estado, cuando en la región retornaba “la
hora de la espada”?
Todo ello construyó el escenario que llevaron a Perón a insinuar,
tal vez un poco más que eso, su renuncia. “Si no me respaldan, me
voy”, en definitiva ese era el mensaje. Fue a su vez un llamado con
algo de angustia, porque las alternativas, en ese momento, se sabía,
eran nulas.
La CGT respondió de inmediato y llamó a movilizarse a la Plaza
de Mayo para esa misma tarde, declarando además un paro general.
Lo “improvisado” del acto, hizo que los encuadramientos de los grupos sea menos organizado; se percibió en la notoria disminución de
carteles que identificaban a los grupos. Pero los movilizados no eran
solo los grupos sindicalizados. Fueron también a la plaza los “imberbes” que se habían retiraron de esa misma plaza hacía solo un mes y
medio.
El objetivo era claro: Perón no puede renunciar.
A las cinco y media de la tarde el frío del próximo invierno se
acercaba, quizás como un preanuncio. Se escuchaba: “Compañeros:
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en
sus manos la responsabilidad de defender la Patria. Creo, también,
que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro.” Los “vivas” a Perón conmovieron la plaza. Fue como si todo el conflicto desatado el 1 de mayo, entrara en suspenso. No debían ser pocos los que
sospechaban que esa podía ser la última plaza con Perón. (Entre todos quizás Perón el más convencido). Por eso la plaza misma cambió
su fisonomía. Si, como decían Norberto Ivancich y Mario Wainfeld
(1983) la plaza del 12 de octubre de 1973, se la podía caracterizar de
conflicto controlado y la del 1 de mayo de 1974 de conflicto abierto,
esta fue la del conflicto suspendido, o supeditado al dato casi evidente, que Perón estaba próximo a morirse. Pero no solo eso; sino
que el mismo General, ya no era capaz de articular y conducir a ese
agrupamiento complejo que era el peronismo. Esa articulación no
había sido fácil tampoco en los años de los anteriores gobiernos, pero
el contexto de 1974, estaba casi totalmente cooptado por el conflicto político y social y una situación económica que no ayudaba en
absoluto. Más aun con la proximidad de la muerte de Perón, que se
acercaba y se manifestaba en las dificultades del líder para sostener
la tarea presidencial. Y fue en definitiva, el fracaso del proyecto que
implicaba el “Perón vuelve”, se entendiera, lo que se entendiera de esa
consigna: sea el socialismo nacional, la revolución o la reinstauración
del peronismo “original”. Cualquiera fuese la expectativa, los resultados distaban mucho de lo esperado. Solo quedaba despedir a Perón.
Todos los actores del movimiento, estuvieron en la plaza por última
vez, sin otra expectativa que la continuidad de Perón en la Presidencia. Y allí lanzó la frase: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa
música que para mí es la palabra del pueblo”.
Por eso mismo, no podía esperarse mucho con posterioridad a
la plaza. No había ni conducción ni fuerzas políticas capaces de sostener un andamiaje político a favor del acuerdo y de avanzar en las
reformas necesarias para reconstituir una Argentina más justa y por
sobre todo, una democracia duradera. Si el mismo Perón admitió que
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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no podía resolver política y democráticamente el conflicto, ¿quién en
ese contexto lo haría?
Después de aquel día, Juan Domingo Perón, tuvo solo una aparición pública junto a la conducción de la CGT. Luego comenzó a
hablarse de algunos problemas de salud, hasta que finalmente delegó
el mando a Isabel Martínez, el 29 de junio. Dos días después falleció.
Como bien sentenció Rodolfo Walsh: “La noticia tardará en volverse
tolerable”.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
27 DE JUNIO DE 1975
La plaza que echó a López Rega
Hugo Cortés
Luego de la muerte de Juan Domingo Perón, María Estela
Martínez asumió la Presidencia y el Ministro de Bienestar Social,
y clandestinamente jefe de la Triple A, José López Rega quedó con
un control muy amplio sobre todo del gabinete y por lo tanto, de
la orientación del gobierno. En ese marco se produjo una fuerte
devaluación que afectó el poder de compra de los trabajadores,
que se conoció como el “Rodrigazo”.
Muchas de las marchas a la Plaza de Mayo representaron un espejo del momento político en el cual se gestaron. Pocas veces una plaza
fue tan cristalizadora de luchas contrapuestas como la movilización
que tuvo lugar el 27 de junio de 1975.
El contexto de época no dejaba de mostrar en cada faceta de
la vida política argentina una serie de profundos conflictos que
acompañaron al peronismo en su segunda etapa de gobierno. La
bipolaridad geopolítica consolidada con conflictos de diversa intensidad desarrollados en el Tercer Mundo, la crisis petrolera y
sus secuelas económicas; la situación regional donde comenzaban
a instaurarse golpes militares (Chile) o pseudomilitares con cara
civil (Uruguay), conviviendo con gobiernos de corte nacional popular o de signo socialista; la violencia política como herramienta
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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de resolución de conflictos o de transformación política, aún presentes en la región.
De este modo, el escenario nacional se caracterizaba por la permanencia de las organizaciones político militares y sus debates estratégicos sobre la construcción política dentro o fuera del marco
institucional; el nivel de demandas sociales y económicas insatisfechas heredadas de la llamada“Revolución Argentina”; las FF.AA. en
transición entre el profesionalismo prescindente del militar argentino
Jorge Anaya (que buscaba estrictamente la cohesión militar más allá
de la situación del gobierno imperante) y el profesionalismo integrado
del entonces Comandante General del Ejército Argentino, Alberto
Numa Laplane (que pretendía sostener la autoridad presidencial y
la continuidad democrática, a partir de la integración de las FF.AA.
en puestos de gobierno), los grupos concentrados económicos exportadores de materias primas y del gran capital industrial (muchos
de ellos nucleados en el Consejo Empresario Argentino) en férrea
oposición a los acuerdos del Plan Trienal y al avance de los pequeños
y medianos productores y empresarios agrarios e industriales.
Sin embargo, fue la muerte de Juan Domingo Perón, el 4 de julio
de 1974, la que marcó el mayor impacto en todo el sistema político
argentino. Aun siendo esperada, no fueron menores los efectos de su
ausencia física, dado que se produjo en un momento donde las principales acciones de gobierno estaban cuestionadas (Pacto Social), y se
agudizaba el enfrentamiento entre los diferentes sectores y corrientes
internas del movimiento peronista.
El 27 de junio y las otras plazas de Isabel
Con María Estela Martínez de Perón en el cargo de Presidenta
(desde el 1 de julio de 1974 hasta el 24 de marzo de 1976) ocurrió lo
que todo peronista había temido tanto: un 17 de octubre sin Perón.
Después de su asunción, el “Día de la Lealtad” se tornaba como una
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
prueba de fuego para mostrar el respaldo y el poder de convocatoria
de su gobierno. Para ello, utilizaron como elementos convocantes,
además de la mística partidaria, algunos anuncios que reforzaron la
convocatoria (por ejemplo la argentinización de la empresa de electricidad Italo). La masividad del acto, con alta adhesión de sectores
juveniles y sindicatos, generó en los espacios más cercanos a Isabel,
encabezados por López Rega, un optimismo que sobredimensionó
su capacidad de maniobra frente a los otros sectores internos (reforzado por los efectos de la repatriación de los restos de Evita, que
confluyeron en el mismo sentido). No eran dos sectores homogéneos
enfrentados (López Rega y la derecha peronista versus la izquierda
peronista), sino una diversidad de actores internos, que en el caso del
sindicalismo, desnudaba los peligros por el avance de la izquierda peronista y no peronista en las bases sindicales, frente a los sectores tradicionales tanto ortodoxos como negociadores. Este enfrentamiento
estuvo marcado por niveles inusitados de violencia, por el asesinato
de varios líderes sindicales (Augusto Timoteo Vandor, Rogelio Coria,
José Ignacio Rucci, Dirck Kloosterman, José Alonso) y de dirigentes
de base relacionados a sectores combativos o clasistas. Este marco
hacía también que las diferencias gremiales al interior de una fábrica
o de un sindicato estuvieran atravesadas por otro tipo de conflictividad, no solo por las luchas reivindicativas. Montoneros y otras organizaciones político militares se encontraban ya en la clandestinidad
y los grupos parapoliciales estaban en franco crecimiento (Triple A).
La figura de López Rega (sin antecedentes de militancia dentro
del peronismo), aglutinaba no solo a sectores represivos sino también
a diversos círculos que deseaban ganar protagonismo marginando al
peronismo juvenil, político y sindical de las distintas instancias de
gobierno (grupos fascistoides, representados en la gestión Ottalagano en la UBA, por ejemplo, se mezclaban con logias masónicas o
hermandades esotéricas). Por un lado, las alianzas internas de López
Rega eran relativamente escasas, más allá de la capacidad de maniobra que le permitía el Ministerio de Bienestar Social, que ejercía. Por
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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el otro, los sectores políticos tradicionales del peronismo (gobernadores, legisladores, ex-ministros) tenían en esta etapa una capacidad
de injerencia bastante menor de que lo que su trayectoria histórica
indicaba.
Se produjo, entonces, la salida de Gómez Morales del Ministerio
de Economía y la llegada como Ministro de Celestino Rodrigo y del
liberal conservador Ricardo Zinn, como secretario de Programación
y Coordinación Económica (ambos de la mano de López Rega). El 4
de junio el nuevo Ministro presentó su plan económico (el cual debería recordarse como Rodrigo Zinnazo), que consistía en un drástico
programa de shock, con una fuerte devaluación (160% en el dólar
para transacciones comerciales y del 100% para las financieras); considerables alzas tarifarias (hasta el 60% en electricidad y gas, 150% en
el subte, 180% en la na•a común); entre otras medidas. El plan tenía
como objetivos económicos generar una amplia transferencia de recursos de los sectores asalariados hacia el capital concentrado (por
el aumento de precios de bienes y servicios y el techo de las actualizaciones salariales); mejorar el comercio externo (vía devaluación) y
equilibrar el déficit fiscal del Estado (a partir del aumento de tarifas).
Los objetivos políticos del plan implicaban disminuir el poder de los
sindicatos, por la doble consecuencia de deteriorar el poder adquisitivo de los trabajadores y poner “un techo” a las negociaciones paritarias (en un 38%), las cuales se estaban cerrando después de iniciarse
a comienzos de marzo de 1975 (en un cuadro inflacionario del 74,2%
desde mayo de 1974 hasta mayo de 1975).
Este marco de limitación de la libre aplicación de la ley 14.250
(de Convenciones Colectivas de Trabajo) generó una férrea oposición por parte de la CGT. La Central obrera dio el visto bueno para
que varios sindicatos negociaran y lograran cerrar sus paritarias con
incrementos por arriba del techo salarial, acuerdos que eran coronados con una movilización sectorial a Plaza de Mayo para “agradecer”
a Isabel Perón su apoyo y presionar para la posterior homologación
gubernamental. La UOCRA de Rogelio Papagno (dirigente cercano
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
a López Rega) concretó una austera manifestación en agradecimiento al convenio salarial firmado del 45%, índice dentro de los límites
soportables para el gobierno. No fue el mismo caso el de los metalúrgicos. El 24 de junio de 1975 la UOM de Lorenzo Miguel convocó a
otra concentración en la plaza, donde 25.000 trabajadores del sector
agradecieron su convenio firmado del 130%, que perforaba el tope
del 38%, logrando poner en jaque a la ofensiva antisindical en marcha (incrementos similares también se cerraron en textiles y en otros
gremios, con fórmulas de aumentos salariales limitados más adicionales por condiciones de trabajo). Ante esta situación generalizada,
el gobierno de Isabel Perón mantuvo las directrices centrales de una
política de ingresos restrictiva y reiteró los límites a las negociaciones
colectivas. El 26 de junio, en respuesta al pedido de anulación de las
paritarias y convenciones firmadas, el plenario de secretarios generales de la CGT dispuso “una concentración masiva a partir de las 10
horas de la mañana, el viernes 27 de junio de 1975, con cese de actividades, en la histórica Plaza de Mayo, cuna de tantos acontecimientos
históricos, para expresar el apoyo organizado y activo de los trabajadores y el pueblo en general a la excelentísima señora Presidente
de la Nación” y “por la pronta homologación de todos los convenios
colectivos en las condiciones establecidas y convenidas libremente
entre las partes, así como en protesta por el alza indiscriminada del
costo de vida.”
Sin embargo, la convocatoria al paro no surgió únicamente desde
la CGT oficial, sino que también estuvo motorizada por un gigantesco número de conflictos sectoriales y de base, a lo largo de todo
el país. Sectores de la izquierda peronista y del clasismo unificaron
sus luchas detrás de consignas comunes. En forma inédita, los objetivos de corto plazo de todos estos sectores confluían en una misma
movilización, en una misma Plaza de Mayo. Por primera vez, los trabajadores y dirigentes peronistas se manifestaban en contra de un
gobierno de su propio signo.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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El cese de actividades en el país fue total y a pesar de lo crudo y
lluvioso del día 27 de junio, una multitud de más de 100.000 personas se hizo presente en la plaza. Encolumnados o llegados en forma
espontánea, los trabajadores explotaban en cánticos pidiendo la renuncia de Rodrigo y López Rega: “Isabel, ¡presente! ¡El pueblo está
caliente!”, “Isabel, ¡coraje! Al Brujo dale el raje”, “Rodrigo, Rodrigo,
¡dejate de joder! ¡Rodrigo tiene que caer!”, “¡López Rega y las Tres
A, la vergüenza nacional!”, “Dame una mano, dame la otra, dame a
Rodrigo que lo hago pelota”.
Durante la tarde del mismo 27, Isabel Perón convocó a los principales dirigentes sindicales a Olivos. Ante la ausencia de Lorenzo
Miguel (UOM) y Casildo Herreras (dirigente sindical del gremio
textil, miembro de las 62 Organizaciones), se formó una comisión
encabezada por José Báez (Seguro) y Adalberto Wimer (Luz y Fuerza), entre otros. La reunión es fue transmitida por radio y televisión,
ante la sorpresa de los dirigentes sindicales. La Presidenta escuchó
la postura del movimiento obrero, a través de las palabras de Wimer
(quien fundamentó los objetivos de la manifestación), y les informó
que al día siguiente daría su respuesta sobre la homologación de las
negociaciones colectivas.
El día 28 Isabel Perón firmó el decreto 1783/75 que declaraba
nulas las paritarias y asignaba por decreto un aumento fijo de 50%
y dos complementos de 15%. Lo que provocó la inmediata renuncia
del Ministro de Trabajo, Ricardo Otero (también miembro de la
UOM). A partir de ese momento se produjo un flujo de masas trabajadoras movilizadas para confrontar directamente al gobierno, y
ponerle freno a sus políticas de ajuste. Por convicción o por necesidad, la dirigencia sindical peronista, las Coordinadoras Interfabriles y los cuerpos de delegados, mantuvieron el estado de lucha que
desembocó en la convocatoria al paro general para los días 7 y 8 de
julio, el cual marcó el fin de la experiencia autónoma de la derecha
peronista en el gobierno, y concluyó con la renuncia de los dos ministros más controvertidos (López Rega y Rodrigo), la eliminación
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
de los topes salariales y la convalidación de los convenios colectivos
firmados.
La movilización a Plaza de Mayo del 27 de junio de 1975 sintetizó
el nivel de conflictividad que vivía el país con enfrentamientos entre los diferentes actores gubernamentales y extragubernamentales.
Tanto los sectores sindicales tradicionales del peronismo como los de
la izquierda peronista y el clasismo, apostaron a la calle como lugar
donde dirimir legitimidades. Es decir que la capacidad de movilización callejera como demostración de poder no fue exclusiva de los
sectores juveniles, ni siquiera, de los sectores de izquierda o de los
movimientos sociales populares.
El aislamiento del gobierno de Isabel Perón fue notable, aun cuando los dirigentes políticos y sindicales de su partido no dejaron de
mantener una alineación hacia la figura presidencial. Su apellido no
dejó de tener peso en la constitución y mantenimiento de lealtades
hasta el final de sus días de gobierno.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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24 DE MARZO DE 1976
La plaza vacía del terrorismo de Estado
Violeta Rosemberg
En medio de una crisis en todas sus dimensiones posibles, la FF.AA.
derrocaron al gobierno de María Estela Martínez de Perón y con ese acto
se inició la más cruel de las dictaduras que sufrió el pueblo argentino.
La represión sistemática, las desapariciones y la censura que imponen,
convierten al espacio público, en un lugar vacío.
El terrorismo de Estado quebró la historia argentina. A partir del
24 de marzo de 1976 otro será el relato sobre nuestro país. Las consecuencias de aquel período que culminó el 10 de diciembre de 1983
aún tienen consecuencias en el presente. La Plaza de Mayo no estuvo
exenta de esta historia.
Horas antes que se hagan las doce de la noche y comenzara el 24
de marzo la Plaza de Mayo estaba casi vacía, no había gente, reinaba
el silencio y la plaza parecía dar cuenta de cierto orden. Los rumores
del golpe eran conocidos, como sostiene la politóloga Pilar Calveiro
el período dictatorial era “un secreto a voces”.
Esa noche la Casa Rosada estaba oscura, las fotografías de ese momento particular dan cuenta de la poca luz que había en la ciudad,
como una imagen contrapuesta a la historia de la Argentina pre-golA la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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pe; la plaza vacía y “apagada” parecía ser la condición de posibilidad
de la dictadura: la anulación, la eliminación política de los otros.
El golpe de Estado de 1976 en general es pensado en solitario, es
decir, como algo externo a la sociedad argentina y no un producto
de ella. Cuando se reflexiona sobre la dictadura, muchas veces, no
se mencionan las condiciones previas. Pero el incremento de la violencia política había comenzado a profundizarse desde el regreso de
Perón al país en 1973. Ese mismo año, el 25 de mayo, Cámpora había asumido como presidente y la Plaza de Mayo estuvo colmada de
gente, tanto fue así que los militantes que festejaban habían tomado
parte de la Casa Rosada en medio de un clima de gran movilización
y agitación política. Las consignas referidas a la “patria socialista” y
“liberación o dependencia” expresaban el deseo de un cambio revolucionario por parte de muchos militantes peronistas, sobre todo de
aquellos que formaban parte de la denominada Tendencia Revolucionaria, el ala más radicalizada del movimiento peronista.
Desde entonces la plaza central de la República había sido escenario de distintas disputas. En el curso de tres años (desde 1973 hasta
1976) pasaron importantes acontecimientos en nuestro país y en el
mundo. La expresión latinoamericana de la Guerra Fría fue denominada en nuestro país como “guerras sucias”. Esto fue, la aplicación
como parte de una política de Estado de una metodología represiva
contra todas aquellas personas y organizaciones que estuvieran comprometidas en proyectos alternativos al capitalismo, que podían o
no implicar la lucha armada. En este contexto se implementó el Plan
Cóndor y el resto de las experiencias dictatoriales en América del Sur
y Centroamérica.
Si la palabra clave del escenario internacional por aquellos años
fue la guerra, como lo explica Pilar Calveiro, la palabra clave de la
política latinoamericana fue “revolución”. La idea de la revolución, en
los años setenta del siglo XX era parte central de la propuesta de la
mayor parte de los grupos militantes. “Hacer la revolución” era “tomar” el aparato del Estado para construir un proyecto que prometía
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
ser radicalmente nuevo y anticapitalista. Se trataba de proyectos que
pretendían transformar las relaciones del espacio público y privado y
construir “un hombre nuevo”, tomando la figura del Che Guevara en
el marco de la experiencia de la Revolución Cubana de 1959.
La situación de la sociedad argentina era muy similar a procesos que afectaban a otros países de América Latina, marcados por
una intensa búsqueda de respuestas teóricas y prácticas para llegar
a una vida en común más justa. Lo que distinguía la singularidad de
la época era la percepción generalizada de estar viviendo un cambio
tajante e inminente en todos los órdenes de la vida, que promovería
a los sectores sociales más desfavorecidos. En ese contexto durante
las décadas del ‘60 y ‘70, se produjo en Argentina un progresivo crecimiento de la radicalización de la violencia política, en un escenario
de descrédito general de la democracia como régimen de gobierno,
donde la radicalización de la violencia fue reemplazando a la política.
En ese marco surgieron los grupos guerrilleros que operaron
principalmente en los años ‘70: en 1968, las FAP (Fuerzas Armadas
Peronistas); en 1970, los Montoneros, las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y las FAL
(Fuerzas Armadas de Liberación). Todos ellos buscaron disputarle
el monopolio de la violencia al Estado, lo que en ese momento era
visualizado por muchos como un hecho político aceptable. Sin embargo, ya con Isabel Perón como Presidenta (desde 1974 hasta 1976)
el reclamo de orden empezó a hacerse extensivo en amplios sectores
sociales que brindaron un implícito apoyo a la intervención militar.
La casi totalidad de los sectores capitalistas y de las Fuerzas Armadas
consideraron necesario asumir el control de la situación antes que
sostener a un gobierno que se visualizaba como incapaz de contener
los conflictos sociales y disciplinar al conjunto de la sociedad. El golpe tenía plazo. Junto con el descontrol económico recrudecía la lucha
armada. Durante 1975, Montoneros y ERP atacaron distintos lugares
militares, policiales y civiles. María Estela Martínez de Perón, entonces Presidenta, emitió el 5 de febrero de 1975 el decreto que disponía
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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“neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos”
sobre toda la provincia de Tucumán. Para fin de ese año, la orden se
hizo extensiva a todo el país. Muy pocos eran los que parecían rechazar esa situación.
Poco más de un año después, el 23 de marzo de 1976, la imagen
nocturna de la Plaza de Mayo parecía ser la puerta de entrada a la dictadura, la cual desmanteló las organizaciones gremiales, intervino la
CGT, prohibió toda forma de protesta y eliminó el derecho a huelga,
intensificó la persecución de dirigentes sindicales, delegados de base
y trabajadores. Había un mensaje claro: no había que juntarse, los
espacios públicos comenzaron a estar cada vez menos habitados, ser
más peligrosos y estar prohibidos.
Los últimos tres meses previos al golpe habían sido dramáticos.
En diciembre de 1975 había fracasado un intento de golpe por parte
del brigadier ultranacionalista Jesús Capellini, este intento demostró
que no había resistencia popular a un golpe de Estado. En la noche de
Reyes, el 6 de enero, los tres comandantes de las Fuerzas Armadas habían pedido en Olivos la renuncia presidencial. En los primeros días
de febrero, el General Roberto Viola terminó de redactar la orden del
golpe. El 18 de febrero, Videla tuvo una reunión de mandos donde se
le trasmitió a Isabel que si no renunciaba, el golpe sería inevitable. La
Presidenta rechazó el ultimátum, pero les prometió a los militares un
plan represivo que incluía hasta la pena de muerte y que no se postularía para la elección que sería antes de fin de año.
El 23 de marzo Ricardo Balbín, dijo que, “pase lo que pase, la
gente tiene que mantener la calma”. Ese día en el Hospital Militar se
impuso el estado de emergencia. El diario La Razón había salido a la
calle con la tapa: “Todo está dicho”. A las 22 horas del 23 de marzo
hubo una reunión de gabinete para escuchar el informe del Ministro
de Defensa Nacional y Justicia, José Deheza. Casi una hora después
la Presidenta se iba de la Casa de Gobierno. Allí fue subida a un helicóptero, que despegó de la terraza y que al sobrevolar la costa del Río
de la Plata comenzó a vibrar más de lo habitual y a perder altura. Los
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
pilotos informaron que se había roto un motor y que debían descender en Aeroparque. El aparato aterrizó sobre la pista a las 0:50. Allí
se le comunicó a María Estela Martínez de Perón que las Fuerzas Armadas habían decidido tomar el control político de la Nación y que
sería arrestada y trasladada al sur del país. Le ordenaron que subiera
al avión presidencial que estaba en la pista y le prometieron que le
enviarían todo lo necesario, hasta los caniches de Perón.
Mientras tanto, a la 01.00 de la mañana en la Plaza de Mayo había
unos pocos fotógrafos y algún que otro transeúnte. Un teniente se
acercó a los fotógrafos y les anunció “Señores periodistas, acá hay una
línea imaginaría (mostrando el inicio de la Plaza de Mayo). De acá
para atrás los señores periodistas, de acá para allá el Ejército Argentino, ¿comprendido?”. La plaza ya no podía ser habitada.
Poco después de las 02.00 de la mañana, el avión que trasladaba
a María Estela Martínez de Perón despegó desde Aeroparque rumbo
al aeropuerto de San Carlos de Bariloche, con una sola pasajera. Sin
la más mínima resistencia se había instalado en el país el terrorismo
de Estado.
La dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976 fue el sexto y último golpe de Estado que vivió la Argentina durante el siglo XX. Se
distinguió de las demás interrupciones del orden democrático por
el hecho de que las Juntas Militares, actuando de forma conjunta,
aplicaron sistemáticamente una política de terrorismo de Estado. Las
demás dictaduras militares también habían privado a los ciudadanos
argentinos de sus derechos, pero durante este período que duró hasta
1983, las Fuerzas Armadas, además, gobernaron mediante el terror.
Durante estos más de siete años la Plaza de Mayo estuvo casi vacía.
Salvo contadas excepciones.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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2 DE ABRIL, 10 DE ABRIL Y 14 DE JUNIO DE 1982
Malvinas también fue plazas
María Paz Míguez y Tamara Sepiurka
Acechada ya por una crisis política interna y una situación económica
que no lograba resolver, la dictadura militar decidió ocupar las Islas
Malvinas para, detrás de un histórico reclamo argentino sobre la
soberanía de las Islas, lograr una relegitimación del proceso dictatorial.
Gobierno espurio, país dividido y una guerra
improvisada
Hacia 1981, en un contexto de terrorismo de Estado, el déficit
fiscal, la caída de la tasa de inversión y de salarios, la recesión productiva, la inflación creciente, la desocupación, las manifestaciones
políticas y el intenso reclamo por las personas desaparecidas, fueron
algunos de los factores que empujaron al Estado terrorista a una crisis
de legitimidad sin retorno.
En esta crítica coyuntura, la Junta Militar, encabezada por el General Leopoldo Fortunato Galtieri, quien asumió la presidencia el 22
de diciembre de 1981 hasta el 18 de junio de 1982, buscó redimir la
imagen de las FF.AA., tanto a nivel nacional como internacional. Con
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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estos objetivos en la mira, tomó la decisión de ocupar militarmente
las Islas Malvinas.
La Junta Militar debía afrontar la agudización de la protesta por
parte del movimiento obrero y al mismo tiempo debía resistir las críticas, reclamos y las investigaciones que impulsaban los organismos
de derechos humanos. Así también, sumaba a su imagen cada vez
más negativa la frustración de los planes para ir a una guerra con
Chile y el surgimiento de la Alianza Multipartidaria. Todos estos elementos, aceleraron las contradicciones que existían en el seno de las
FF.AA. y descalabraron el poder político del régimen dictatorial.
Para fines de 1981, la situación económica y social resultaba
insostenible. Se desató una grave crisis financiera producto de
planes económicos terroristas que inauguraron una década recesiva en el país. La Confederación General del Trabajo (CGT), encabezada por Saúl Ubaldini llamó a una movilización para “decir
basta a este proceso que logró hambrear al pueblo sumiendo a
miles de trabajadores en la indigencia y la desesperación”. El 30 de
marzo de 1982, bajo el lema Paz, pan y trabajo se realizó una convocatoria a Plaza de Mayo que logró una adhesión masiva y nacional. Algunas fuentes, calculan que concurrieron cerca de 30 mil
personas (Raggio, 2010) y que las manifestaciones se replicaron
en varias ciudades del país. En Mendoza, por ejemplo, la protesta
de la CGT “tuvo como saldo la muerte del dirigente cementero
José Benedicto Ortiz y la consecuente renuncia del Gobernador
Bonifacio Ojuela” (Fuchs, 2012).
Más allá de la región geográfica, el reclamo versó sobre la reactivación del aparato productivo, un urgente incremento del salario y la
restauración de la democracia. Una violenta represión fue la respuesta por parte de la dictadura, que no permitió que los manifestantes
llegaran a la Plaza de Mayo. Dejó un saldo de 2000 heridos y más de
4000 detenidos, entre ellos, Ubaldini. La multitudinaria adhesión a la
causa que reunió esta plaza, terminó de subsumir al régimen militar
en una crisis de legitimidad sin retorno.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
En este contexto y con el fin de reconquistar el apoyo social, el
plan de recuperar las Malvinas, símbolo histórico de reivindicación
nacional, se presentó como una tentadora estrategia para revertir la
deslegitimación, ampliar el apoyo social e incrementar su margen
de acción para conservar el poder. Esta maniobra tuvo un “carácter
improvisado, apresurado”, según detalla el informe elaborado por el
General Benjamín Rattenbach. Allí, se registraron también las fallas
y desaciertos en el manejo militar de la invasión: “resulta inexplicable
la premura por la ocupación. En la obsesión de resguardar la sorpresa
estratégica, se eligió el peor momento desde el punto de la política
internacional”.
Las plazas de abril
Como el nombre indica, las “plazas de abril”, hacen referencia a
dos movilizaciones que acaecieron durante el mes de abril de 1982.
La primera, ocurrió el día 2, a partir del anuncio del desembarco en
Puerto Argentino. Ocho días más tarde, el 10 de abril, se convocó a
una segunda plaza, con el objetivo militar de exhibir hacia el exterior
una nación unida frente a la amenaza extranjera.
“Sí” con Malvinas, “ni” con el régimen
El 2 de abril de 1982, la Plaza de Mayo estaba llena y desde los
balcones de la Casa Rosada, Galtieri se dirigió a la nación gritando: “Compatriotas, en nombre de la Junta Militar y en mi carácter
de Presidente de la Nación (abucheos) debo en este crucial momento histórico a todos los habitantes de nuestro suelo, trasmitirles los
fundamentos que avalan una resolución plenamente asumida por los
Comandantes en Jefes de las FF.AA. que interpretaron así el profundo sentir del pueblo argentino. Hemos recuperado salvaguardando
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el honor nacional, sin rencores pero con la firmeza que las circunstancias exigen las islas australes que integran por legítimo derecho el
Patrimonio Nacional”.
La reacción de los argentinos ante el anuncio de Galtieri pareció
ser exactamente lo que la Junta Militar había esperado: en el mismo
escenario en el que dos días antes había sido violentamente reprimida
la manifestación convocada por la CGT, tuvo lugar una imponente y
espontánea movilización popular de apoyo a la acción del gobierno.
La convocatoria fue multitudinaria. Si bien la cantidad de asistentes, hasta el día de hoy, continúa siendo un tema de debate, es posible
inferir que esta marcha reunió a cientos de ciudadanos que tiñeron la
plaza de celeste y blanco. Aún más, en pleno auge de la movilización,
Galtieri salió al histórico balcón de la Casa Rosada a saludar a esa
multitud eufórica.
Con el objetivo de desalentar rivalidades y unir a todo el pueblo
en un mismo sentimiento reivindicativo, Galtieri ordenó el cese del
arresto a los miles de manifestantes del 30 de marzo. Pese a que muchos exhibieron pancartas y carteles en oposición a la dictadura, el
marcado apoyo a la desafortunada aventura parecía evidente. Esta
plaza puede ser concebida como una prueba del apoyo a la recuperación de las Islas, aunque no necesariamente al resto de las políticas
del terrorismo de Estado.
De hecho, esta contradicción se hizo evidente en las voces de dirigentes de distintos arcos políticos, artistas e intelectuales argentinos.
Al respecto, la Multipartidaria, uno de los organizadores de la huelga
general del 30 de marzo, emitió un comunicado en relación al desembarco en las Islas, para brindar su “total apoyo y solidaridad con
la acción llevada a cabo y reiterar su decisión de respaldar todas las
acciones conducentes a la consolidación de la soberanía nacional”
(Diario Clarín, 1982).
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
“Si quieren venir, que vengan”
Apenas una semana después del anuncio de la invasión, se dieron
a conocer una serie de comunicados, noticias y mensajes mediáticos
que vaticinaban un triunfo por parte de la Argentina. El objetivo de la
Junta se estaba cumpliendo: el 10 de abril, la causa Malvinas volvió a
llenar la Plaza de Mayo, esta vez, en el marco de la visita del Secretario
de Estado estadounidense, Alexander Haig.
Se calcula que esta segunda convocatoria, espontánea y masiva,
reunió cerca de 150.000 personas que haciéndose presentes en la plaza mostraron su apoyo a la causa. “Llenen la Plaza y la República […]
para manifestarle a los americanos que el pueblo argentino está unido”, fue la consigna inicial que Galtieri propuso para demostrarle al
enviado extranjero que, pese a los rumores de disidencia, la supuesta
unidad prevalecía entre los argentinos.
Si bien la Junta Militar se adjudicó este acontecimiento como una
victoria personal, los manifestantes llegaron a abuchear, silbar e insultar al líder impuesto durante su discurso en Casa Rosada. Además
de ser insultado, Galtieri fue ovacionado por la multitud, específicamente al expresar que Argentina no negociaría con Estados Unidos
sobre la guerra. El clima de festejo en pleno conflicto bélico, fortaleció parcialmente a la dictadura que recurrió a gestos irrisorios, como
lo fue finalizar su discurso con el símbolo de la victoria peronista.
Algunas de las banderas que llenaron la plaza pronunciaban: “Fuera
ingleses y yanquis de Malvinas”; “Las Malvinas son de los trabajadores, no de los torturadores”, y “Malvinas sí, Proceso no” (Ministerio
de Educación, 2010).
El 14 de junio de 1982 se firmó la capitulación del conflicto. Nuevamente, Galtieri se dirigió a la sociedad, pero esta vez desde la seguridad de un escritorio. Anunció el fracaso, la rendición, ese final
presagiado y encubierto por los medios de comunicación locales. De
modo que miles de argentinos sorprendidos ante un resultado inesperado volvieron a manifestarse en la Plaza de Mayo pero, en esta
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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oportunidad, con el objetivo de demostrar abiertamente su repudio
a la dictadura militar.
Si bien la multitud que se movilizó fue de una proporción menor a
las convocatorias anteriores, los reclamos resonaron al grito de “¡Cobardes!” y “¡Traidores!”. La respuesta que ofreció la Junta Militar no
tardó en llegar, y se desató una brutal represión comparable a la del
30 de marzo, el día de la huelga general.
Alegría y tristeza, ovación y repudio, represión y libertad, son
algunas de las contradicciones que se manifestaron en las plazas de
abril de 1982. Durante esa época, “el gobierno supuso que había dos
pueblos: el que fue expulsado a balazos el 30 de marzo y el que fue
fraternalmente recibido en ella el 10 de abril” (Ramírez, 2012). Esa
dicotomía puede observarse en los modos de organización. Mientras
que la huelga de marzo se trató de una manifestación planificada, con
la participación de distintos partidos políticos proscriptos y sectores
sindicales, convocada de “abajo hacia arriba”; las de abril fueron plazas alentadas por la dictadura, y contaron con la adhesión espontánea
de asistentes no necesariamente alineados a una bandera partidaria.
La frustración social que significó la derrota en la guerra de Malvinas, aceleró el fin de la dictadura. La multitud que participó de
manera espontánea en la “plaza del fin”, demostró expresamente su
repudio a las políticas represivas y apuntó a los medios de comunicación, quienes ocultaron los fracasos de una guerra improvisada.
Una guerra que fue subsumida bajo un manto de olvido, una herida
abierta en la historia argentina que todavía parece no cerrarse.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
28 DE OCTUBRE DE 1983
El triunfo de la democracia y la derrota peronista
Emiliano Patti
Luego del fracaso que implicó la guerra de Malvinas y sumida en una
profunda crisis política y económica, la dictadura del autodenominado
Proceso de Reorganización Nacional, convocó a elecciones sin
proscripciones. En medio de la reorganización política y en un clima aún
de cierta represión, los dos grandes partidos organizaron sus campañas
electorales. El peronismo y el radicalismo fueron los actores excluyentes.
Las elecciones presidenciales del 30 de octubre de 1983 significaron para los argentinos la recuperación de la democracia, luego de
más de siete años de dictadura; una experiencia trágica que se retiraba acorralada y herida.
En ese contexto electoral, los cierres de campaña (aquí haremos foco
en la del Partido Justicialista) mantuvieron características particulares de
la época, fundamentalmente por el discurso compartido desde los dos
partidos mayoritarios: la democracia, su reivindicación y fortalecimiento. Estos aspectos fueron sin duda el eje central del conjunto de la campaña electoral, con los matices que cada partido le imprimió. La UCR y
el PJ fueron los protagonistas indiscutidos de la campaña y de la propia
compulsa electoral, acumulando el 90% de los votos para la elección presidencial. Un sistema que se presentaba bajo un claro perfil bipartidista.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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En esa impronta que tomó la transición a la democracia, el rechazo a la violencia fue un aspecto clave, debido fundamentalmente
al sufrimiento encarnado durante el terrorismo de Estado y a la violencia política de las dos décadas previas. Así, la famosa quema de
un ataúd por parte de Herminio Iglesias durante el acto de cierre de
campaña del Partido Justicialista, quedará plasmada en el imaginario
de los argentinos y del peronismo en particular, como el error que lo
llevó a perder las elecciones.
Antecedentes y contexto de las elecciones
Con la democracia llegó también el triunfo del radicalismo sobre
el peronismo. La fórmula peronista Ítalo Argentino Luder - Deolindo Felipe Bittel fue derrotada en las elecciones presidenciales del 30
de octubre de 1983 por la fórmula Raúl Alfonsín - Víctor Martínez
que obtuvo el 51,7% de los votos, frente a un 40,16% que alcanzó el
peronismo.
El General Reynaldo Bignone, presidente de facto en el último
período de la dictadura (desde el 1 de julio de 1982 hasta el 10 de
diciembre de 1983), informó en abril de 1983, que las elecciones se
realizarían el 30 de octubre de ese año. (Luego de algunas controversias sobre la fecha, diversas expresiones políticas confirmaron su
participación en la contienda). Los dos polos políticos más relevantes
en la historia argentina del siglo XX dieron a conocer sus fórmulas
y la campaña fue polarizándose y la UCR y el PJ armaron el juego
político nacional. Con historias diferentes pero intensamente relacionadas, ambos espacios nutrían esperanzas para el pueblo argentino.
El período transitado durante el terrorismo de Estado había golpeado de diferentes formas a los dos partidos, la UCR había tenido
una participación menor en materia militante durante el período de
la década de 1970, fundamentalmente alejada del grado de radicalización política de la época. Esta práctica de distanciamiento de la
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
metodología armada y radical, jugó a favor de su discurso postdictadura, permitiendo enarbolar la bandera de la democracia con mayor
firmeza que el peronismo.
A diferencia, el PJ acarreaba una historia con matices muy diversos de posturas sobre la doctrina, centralmente nucleados en una izquierda radicalizada y juvenil y una derecha asociada a los sectores
de poder y el discurso represivo. Una vez iniciada la apertura política,
no existía un liderazgo definido por fuera de las figuras sindicales
como Lorenzo Miguel y las 62 Organizaciones. Esto era consecuencia, fundamentalmente, de la persecución ejercida por parte de la
dictadura sobre la dirigencia juvenil y por no contar desde hacía nueve años con Juan Domingo Perón dirigiendo al movimiento.
El 28 de octubre de 1983, a solo dos días de desarrollarse la elección, la fórmula peronista Ítalo Argentino Luder - Deolindo Bittel,
cerró su campaña convocando a una multitud a reunirse en la Avenida 9 de Julio, cuyo palco se ubicaría en el Obelisco.
Dos días antes, el miércoles 26 de octubre la UCR también realizó su acto de cierre en el Obelisco. Los medios de comunicación
destacaron la alta presencia de clases medias y medias altas, pero
sobre todo de jóvenes. En este acto, antes de Alfonsín, hablaron el
candidato a Vicepresidente Víctor Martínez y el candidato a Senador
por la Capital Federal, Fernando de la Rúa. Ambos en sus discursos
repudiaron la dictadura, dieron mensajes de esperanza sobre el futuro de la democracia, ese gran anhelo luego de años de terrorismo
de Estado. Los jóvenes reunidos corearon canciones como “Después
del Pocho, después de Balbín, el líder del pueblo es Raúl Alfonsín”.
También cantaron en contra de los dirigentes justicialistas, entonando: “Borom bom bom, borom bom bom, Herminio Iglesias, es un
ladrón”.
Por su parte, Raúl Alfonsín también conjugó críticas a la dictadura y la opresión que ejerció hacia el pueblo. En la búsqueda de un
voto que tal vez le era más lejano, Alfonsín aseguró sin vacilar que
ambos proyectos (el presentado por el PJ y el propio) eran proyectos
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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populares, indicando que no eran dos pueblos lo que debatían, sino
dirigentes con proyectos y medios diferentes. En esa línea resaltó:
Se acaba la dictadura militar. Se acaba la inmoralidad y
la prepotencia. Se acaba el miedo y la represión. Se acaba el hambre obrero. Se acaban las fábricas muertas. […]
Nace la democracia y renacen los argentinos. Decidimos
el país que queremos, estamos enfrentando el momento
más decisivo del último siglo. Y ya no va a haber ningún
iluminado que venga a explicarnos cómo se construye la
República […] Hay dos dirigencias, dos posibilidades,
pero hay un solo pueblo. Así, lo que vamos a decidir dentro de cuatro días es cuál de los dos proyectos populares de
la Argentina va a tener la responsabilidad de conducir al
país. Y aquí tampoco nadie debe confundirse […]
El clima de aquel acto fue tranquilo y festivo por la pronta llegada
de la democracia y probablemente empujados por la sensación de
una posible victoria.
El rechazo a la violencia y el eje central para un resultado
favorable
Dos días después del acto de la UCR el acto peronista alcanzó
una cifra mayor de convocatoria. Los diarios de época titularon
que el peronismo agrupó a un número que osciló en 1.200.000
personas.
Ítalo Argentino Luder era el candidato a Presidente por el peronismo pero varios de sus compañeros tuvieron un rol central en aquel
acto. Herminio Iglesias (líder sindical y candidato a Gobernador de
la Provincia de Buenos Aires), y Lorenzo Miguel (líder metalúrgico y
dirigente de las 62 Agrupaciones Peronistas, el brazo político del sin-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
dicalismo y hombre clave en la definición de la fórmula presidencial)
eran dos figuras de extracción vandorista, corriente sindical caracterizada por las acciones conciliatorias con el período de gobierno
militar iniciado por Onganía (1966-1973).
El acto peronista se desarrolló en un clima de tranquilidad y permitió que la multitud reunida expresara su apoyo a Luder a través de
distintos cánticos y carteles.
Al finalizar las palabras del orador principal y candidato a Presidente, el líder sindical Herminio Iglesias, procedió a quemar un ataúd
con símbolos y siglas radicales, y con el nombre de Raúl Alfonsín.
Esta expresión violenta profundizó los temores del pueblo en general, ya que la violencia política aún no podía considerarse apaciguada. Los más de siete años de terrorismo de Estado habían dejado
su huella. Alfonsín, en cambio, parecía haber generado otra lectura
de la situación y prometió durante su campaña orden y paz para todos los argentinos. Pero la vinculación con la violencia, por parte del
peronismo, no se suscitaba solo por la quema de un cajón, sino que
aún estaba vivo el recuerdo del protagonismo que había tenido en la
década del ‘70, el peronismo debía realizar grandes esfuerzos para
poder dilucidar un punto de quiebre con sus antecedentes en materia
de guerrilla tanto en el plano de su izquierda (representada centralmente por Montoneros), pero también de la derecha organizada en
espacios paramilitares como la Triple A y su funcionamiento en pleno gobierno constitucional de Isabel Perón.
De la misma forma en la que el terrorismo de Estado había dispuesto un Proceso de Reorganización Nacional, el retorno a la democracia suponía una nueva reorganización nacional que llevara a la pacificación social y a la participación partidaria ordenada y en paz. El
radicalismo parecía haber entendido y tomado los reclamos sociales:
búsqueda de paz nacional y política democrática. La quema del cajón
por parte de Herminio Iglesias parecía no ser el mejor camino para
esa paz añorada. Días previos al cierre de campaña en una entrevista
radial Iglesias expresó:
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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El justicialismo garantiza estabilidad social en el país
como la ha garantizado durante 38 años a pesar de la provocación y a pesar de las persecuciones. Si no fuera por el
justicialismo, los sectores de menores ingresos se hubieran
radicalizado ideológicamente.
La UCR, por su parte, lanzaría distintos documentos entre los que
se encuentra “100 medidas para que su vida cambie” (síntesis de la
plataforma de la UCR en el que cien fragmentos enumerados resumen su propuesta) una forma de presentar una propuesta de gobierno ágil e inmediata para implementar, una imagen de buena gestión,
contra postulados generales que el peronismo aún enarbolaba como
la “liberación” o la “revolución en paz”. En el mismo se postula que
la elección de Alfonsín “más que una salida electoral, es una entrada
a la vida”. La UCR apelaba de esta forma a permitir una inmersión
en la esperanza, no pensada desde una mejora sino por el contrario,
postulaba la posibilidad de conocer lo novedoso era la obtención de
una vida. En este punto se puede reconocer a su vez la diferencia entre los propósitos que ambas alternativas diferencian en su discurso,
así como el peronismo apelaba a la historia para manifestar la necesidad de más peronismo, la UCR la reduce simplemente a la falta real
de una vida, así la historia previa para la UCR no reivindicaba una
vivencia de logros.
Estos diversos ejemplos permiten observar por un lado un contexto general de campaña, en el que tanto la UCR como el Justicialismo apelaron a la conformación de la democracia, y el sostenimiento
de la misma. Luder durante su campaña, buscó estructurar al peronismo dentro de una historia nacional de larga tradición, alejándolo
de posturas radicales adoptadas años anteriores.
El cierre de campaña desarrollado por el Justicialismo el 28 de
octubre de 1983, fue un elemento más, quizás, para inclinar el voto
de los indecisos como de quienes bregaba por la “pacificación” y que
finalmente se inclinaron a votar mayoritariamente por la UCR u otra
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
de las opciones que no fuera la peronista. La convocatoria al Obelisco
demostró que un modo de hacer política, estaba llegando a su fin, que
un ciclo histórico terminaba.
Simbólicamente la expresión de odio, prendiendo fuego un ataúd
y haciendo referencia a la muerte del candidato radical, estaba desencajada del nuevo clima que la democracia intentaba traer. Violar la
integridad del discurso democrático, fundamentado principalmente
en el diálogo, conducía al error político para cualquiera de los actores
en juego.
Por eso el acto del peronismo aquel 28 de octubre de 1983 expresó
un cierre caótico pero de una plaza que no dejaba de estar colmada, de convocar a cientos de miles de personas; dando cuenta que el
peronismo no era un movimiento en desaparición, aunque sí claramente en crisis. No fueron pocos los que, luego de la derrota electoral
del 30 de octubre, creyeron ver (erradamente como hoy sabemos) el
principio del fin para el peronismo.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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10 DE FEBRERO DE 1984
Saúl querido
Santiago Álvarez Varela y Facundo Bindi
Frente a las escalinatas del Congreso, la CGT convocó a su primera
movilización de la etapa democrática para manifestar su rechazo al
tratamiento parlamentario del proyecto de ley de Reordenamiento
Sindical, enviada por el gobierno del Doctor Alfonsín al Congreso para
modificar el sistema sindical en la Argentina.
“Ley Mucci”
Pese a la derrota del Partido Justicialista frente a la Unión Cívica
Radical en las elecciones presidenciales que dieron fin al terrorismo
de Estado, se suponía que el retorno de las libertades públicas le permitiría al sindicalismo recuperar el protagonismo perdido luego de
las múltiples embestidas de la Junta Militar. Puesto que esta tomó
como uno de sus principales objetivos la destrucción de la organización de los trabajadores: miles de dirigentes fueron encarcelados
y desaparecidos, se intervinieron los sindicatos y se disolvió la CGT.
Como corolario de esta política desmovilizadora, al retornar la democracia, los sindicatos aún estaban intervenidos, con comisiones
transitorias o mandatos prorrogados por la dictadura (Senén González y Bosoer, 2009). Es en este contexto y junto a la denuncia du-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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rante la campaña presidencial de Raúl Alfonsín sobre un “pacto militar-sindical” se puso en escena la cuestión del ordenamiento y la
legalidad sindical. En sus discursos Alfonsín hizo especial hincapié
en la reivindicación y defensa de la democracia en todas las esferas de
la sociedad, entre ellas la gremial.
Es por ello que el 17 de diciembre de 1983, menos de dos meses
después de la elección presidencial y apenas una semana luego de
la asunción, el Presidente a través del Ministro de Trabajo, Antonio
Paulino Mucci, envió el proyecto de la Ley de Reordenamiento Sindical a la Cámara de Diputados de la Nación. Mucci fue secretario
gremial del Movimiento Nacional de Renovación Sindical, el cual
intentaba desplazar a los históricos dirigentes peronistas de la conducción de los principales sindicatos por medio de una reforma en
el modo de elección de las autoridades sindicales y la inclusión de las
minorías en los cargos de conducción.
Los aspectos principales del proyecto de ley eran la renovación
de la totalidad de los cargos sindicales, la representación de minorías
mediante su inclusión en los órganos de conducción, la participación
estatal en las elecciones internas mediante la Justicia Electoral Nacional y la incorporación de la figura del delegado nombrado por el
Ministerio de Trabajo que fungía de normalizador e interventor con
todas las facultades de las comisiones directivas. El proyecto no hacía
mención de la derogación de la Ley 22.105 sancionada por la dictadura militar que mantenía fuera de vigencia los convenios colectivos
de trabajo y también excluía a los sindicatos del control de las obras
sociales, lo que significaba una quita de poder tanto político como
financiero.
Según el discurso oficial el proyecto de ley tenía como objetivo democratizar los gremios para que ellos, a su vez, se constituyan como
instrumentos de fortalecimiento de la democracia. No obstante, lejos
de desarticular el ya fragmentado movimiento sindical peronista, la
popularmente conocida “Ley Mucci”, implicó un aceleramiento de
las negociaciones entre los diferentes grupos sindicales e impulsó la
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
unidad de la CGT, lo cual se consolidó en la primera movilización
sindical masiva del período democrático el día 10 de febrero de 1984.
La incorporación de la figura del delegado nombrado por el Ministerio de Trabajo fue una de las medidas más resistidas, por parte
del sindicalismo peronista, ya que temían que esa figura actuara en
contra de las conducciones y a favor de sectores afines al gobierno
radical. Cabe destacar que los dos meses que transcurrieron desde la
asunción hasta la movilización, se caracterizaron por un alto grado
de conflictividad sindical que enmarcó los primeros pasos del gobierno radical, por un lado debido a la intervención del Sindicato Unidos
Petroleros del Estado (SUPE) cuyo Secretario General, Diego Ibañez,
era el Presidente de la bancada justicialista en Diputados y por el otro
la huelga de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y su posterior
declaración de ilegalidad.
Todos al Congreso
La convocatoria fue prevista para la tarde del 10 de febrero de
1984 en la Plaza Congreso mientras se trataba el proyecto de ley en
la Cámara de Diputados. Según declaraciones de Lorenzo Miguel,
Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), no era
“una concentración de masas, sino la presencia de militantes y dirigentes para apoyar a los legisladores”. Esta reserva frente a la propia
convocatoria puede responder a la misma interna sindical o a lo que
señalaba el diario Clarín en su edición del día 9 de febrero donde un
titular aseguraba que “la rama política del PJ estaba disconforme con
el desarrollo de los acontecimientos”.
Las consignas para la convocatoria frente al Congreso de la Nación eran la normalización sindical (diferenciándose del concepto
de “reordenamiento”); el levantamiento de las intervenciones en la
Unión Ferroviaria, Federación Obreros y Empleados Telefónicos de
la República Argentina (FOETRA), SUPE y Papeleros; la derogación
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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del Decreto-Ley 22.105 (de la última dictadura militar sobre asociaciones profesionales, y que bajo su gobierno fuera resistida por los
sindicatos); el establecimiento de las convenciones colectivas de trabajo como así también “que se fueran los personeros del FMI”. Estas
demandas fueron explicitadas en una solicitada bajo el título: “Por
qué nos movilizamos los trabajadores” publicada el mismo 10 de febrero en los principales diarios del país y firmada por el Consejo Directivo Provisorio de la CGT.
La reacción contra el tratamiento de la “Ley Mucci” traducida en
la movilización a Plaza Congreso implicó un proceso de aglutinamiento del sindicalismo peronista profundamente dividido. Como
afirma Lamadrid “La etapa democrática se inicia con un triunfo sindical […] Tal vez el único hecho que manifestó el poder sindical por
esos años” (1986: 102).
¿Organización en la lucha?
La vuelta de la democracia encontró a la CGT con algunos frentes
de conflicto. Por un lado la derrota electoral de 1983 dejó al peronismo
en un estado de conmoción interna y sin un liderazgo claro. Figuras
emblemáticas del sindicalismo peronista fueron identificadas como los
“mariscales de la derrota”, lo que significó el retroceso del sector sindical dentro del movimiento. Pero al mismo tiempo el sindicalismo tuvo
un rol central en la reconstrucción del justicialismo con vistas a la elección de 1983: Lorenzo Miguel fue designado Vicepresidente primero
del partido, aunque en los hechos ejercía la titularidad por la ausencia
de la Presidenta del Partido Justicialista, María Estela Martínez de Perón, radicada en España. Muchos hombres vinculados al sindicalismo
peronista ocuparon los más altos cargos partidarios y las candidaturas de peso a nivel provincial y nacional, y obtuvieron 35 bancas en
el Congreso pese a la histórica derrota frente a la UCR. La campaña
y el proceso electoral fueron conducidos por la vieja guardia sindical
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
cuestionada incluso dentro del propio peronismo y su derrota puso en
cuestión la hegemonía de la corriente sindical tradicional, “las 62 Organizaciones”, que había recuperado el control del gremialismo luego
del agotamiento de la dictadura y la derrota en Malvinas.
En el Partido Justicialista se produjo una lucha interna que se dirimió entre la vieja línea ortodoxa, apoyada en los sindicatos nucleados
básicamente en las 62 Organizaciones como la UOM, Textiles, Luz y
Fuerza, UATRE, entre otras, y una nueva corriente “renovadora”, vinculada con el sector sindical de menor peso como “los 25”. “Las 62”
representaban el brazo político-gremial tradicional del peronismo y la
fracción que la comandó fue un conjunto de gremios liderados por
la UOM que contaron con el mayor número del conjunto de alineamientos. También incluía a los gremios participacionistas ex “Gestión
y Trabajo”1; además estaban integrados los gremios ubaldinistas aunque solo formalmente. Por otro lado la “Comisión Nacional de los 25”
fue un alineamiento que se originó durante el terrorismo de Estado y
que encabezó las protestas sindicales de la época. Se percibieron a sí
mismos como la renovación del peronismo en la esfera sindical y luego
de las elecciones nacionales de 1983 se encolumnaron junto con los
“renovadores” del PJ logrando ubicar algunos candidatos en el Congreso. Fue un grupo constituido mayoritariamente por gremios de servicios. Para septiembre de 1986 lo conformaban tres grandes gremios:
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE); Sindicato de Mecánicos
y Afines del Transporte Automotor (SMATA) y la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA)2. El
1 Grupo del que fuera durante la dictadura el sector más dialoguista del
sindicalismo. Encabezado por los dirigentes
Triaca y Cavalieri (peronistas) y Baldassini (desarrollista) sostendrán que las
mejoras sociales a que aspira la clase trabajadora serán posibles de obtener
mediante un acuerdo con el gobierno, sin necesidad de apelar a la realización de
paros generales.
2 FOETRA y SMATA posteriormente fueron parte del “grupo de los 15” cuando en marzo
de 1987 un sindicalista del gremio Luz y Fuerza, Carlos Alderete, accedió al Ministerio de
Trabajo con una amplia mayoría de los sindicatos de las “62 organizaciones” pero también
con el aporte de importante gremios de “los 25” y el ubaldinismo.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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rol más combativo, durante la dictadura como en el gobierno de Alfonsín fue el grupo de “los 25” en contraste con la posición ambivalente
por parte de “las 62”.
Tras un intento fallido de unificación en noviembre de 1983, y
bajo el estado de “alerta y movilización”, la CGT logró unificarse en
enero de 1984 en base a una conducción colegiada integrada por cuatro secretarías generales: Saúl Ubaldini, Osvaldo Borda de “los 25”,
Jorge Triaca y Ramón Baldassini (estos últimos dos pertenecientes a
la ex-CGT Azopardo, de carácter dialoguista con la última dictadura). Se dio así el aglutinamiento de casi toda la dirigencia en rechazo
al proyecto de ley de reordenamiento sindical enviado al Congreso
por el Poder Ejecutivo. Estos nucleamientos peronistas fueron los
que decidieron el carácter de la normalización definitiva de la CGT
que se realizó a principios de noviembre de 1986. En ese momento
el peso político-sindical de cada uno estaba repartido, sin una clara
preponderancia de un grupo sobre el resto. “Las 62” concurrieron
a negociaciones, apelando a su mayoría numérica y su importancia
histórica, el ubaldinismo lo hizo con la convocante figura del Secretario General, y “los 25” al calor de su legitimación política en el PJ.
El resultado del acuerdo fue una Comisión Directiva con representación casi igualitaria de todas las corrientes alineadas bajo el carismático líder Saúl Ubaldini como Secretario General.
El acto en Plaza Congreso fue frente a las escalinatas y no hubo
mayores problemas. Sin embargo, se produjeron incidentes dentro
del recinto cuando entró Herminio Iglesias, presuntamente armado.
Cuando este se retiraba del Congreso, ingresó Saúl Ubaldini, después
de haber llegado a la concentración en andas de sus compañeros. La
sesión pasó a cuarto intermedio debido a algunos incidentes, y luego
de más de 15 horas de debate, el radicalismo logró imponerse en la
votación parlamentaria.
Ubaldini, luego de retirarse, en un palco improvisado arriba de
una camioneta, dirigió un discurso a los trabajadores donde aseveró “demostramos que tenemos unidad, solidaridad y organización”
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
(Clarín, 11/02/1984). Su estrategia concentró la demanda reivindicativa a través de la CGT, desentendiéndose de las estructuras partidarias peronistas. “Aunque desvinculado del PJ, al menos hasta 1986,
Ubaldini buscó apoyo en otras corporaciones o movimientos, tales
como la Iglesia y las juventudes políticas” (Lamadrid, 1986: 106),
sumado al éxito de las movilizaciones, recurriendo a la carismática
capacidad de convocatoria del líder y pasando por encima de los aparatos sindicales. De hecho una de las crónicas del periodismo sobre la
manifestación sindical afirmaba que “Lorenzo Miguel pasó inadvertido” (Clarín, 11/02/1984), dato no menor ya que era el líder del PJ.
Según diferentes estimaciones, la cifra de concurrentes osciló entre 10 y 20 mil personas. El diario La Nación, sin embargo, estimó
6.000 mientras que Crónica hasta 40.000, señalando que “en la calle
triunfó el repudio”. El radicalismo, para contrarrestar la convocatoria
de la CGT del 10 de febrero, convocó para el día 16, donde las diferentes estimaciones hablan de entre 40 y 45 mil asistentes. Dirigentes que
apoyaban la ley de reforma sindical, como Andrés Framini, fueron de
la partida, al igual que Intransigencia y Movilización, relacionada con
Montoneros. Finalmente el 14 de marzo de 1984 el Senado rechazó
el proyecto de ley con una votación muy ajustada, que terminó definiendo el Movimiento Popular Neuquino (MPN) que había apoyado
a los radicales en las presidenciales, otorgándole una significativa victoria al peronismo en general y al sindicalismo en particular.
Carisma y quiebre
La derrota del proyecto de ley tuvo varias consecuencias políticas.
La primera fue el surgimiento de Saúl Ubaldini como líder sindical
indiscutido dentro de la CGT. Culminando con un Congreso Normalizador en noviembre de 1986 donde fue elegido Secretario General.
Dentro del marco de disputa interna del peronismo, el sindicalismo surgió como el articulador de la oposición al gobierno radical,
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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convirtiéndose en la representación del peronismo movilizado y ocupando el espacio público. A pesar de que hubo otras concentraciones
posteriores exitosas, el sindicalismo contó con una serie de condicionantes que socavaron su lugar dentro del movimiento. El primero
fue que, si bien se logró la reunificación de la CGT, la dinámica de
la interna peronista y la falta de estrategias conjuntas fueron el eslabón más débil de la indiscutida conducción de Ubaldini. La etapa
de movilización decayó en 1987 cuando la renovación desplazó a la
ortodoxia y se quedó con la conducción del PJ. El aumento del desempleo durante toda la década del ‘80 también minaron las bases de
sustentación política del sindicalismo.
El acto en la Plaza Congreso fue el comienzo del liderazgo de Ubaldini dentro de la CGT, y pasó a ser la referencia opositora más importante durante el gobierno de Alfonsín. Este liderazgo, sin embargo, fue fruto de su capacidad de articulación y carisma personal, más
que del desarrollo de una línea política que disputara ampliamente
el mundo sindical o la interna del peronismo. Es por eso que a pesar
de ser el Secretario General de la CGT unificada a partir de 1986,
este peso no se tradujo en espacios de poder (posiciones en las listas legislativas, cargos ejecutivos, etc.) para el sindicalismo peronista
en las elecciones posteriores. La consecuencia de este proceso fue el
desplazamiento del sindicalismo como actor fundamental dentro del
movimiento peronista durante los años que siguieron.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
23 DE MAYO DE 1986
Plaza de la Renovación Peronista
Luciano Acevedo y Pedro Berzero
Luego de la derrota en las elecciones de 1983, en el interior del
peronismo se inició un movimiento político bajo la lógica de la
renovación. Este espacio se enfrentó a la ortodoxia que controlaba buena
parte del partido casi desde la muerte del General Perón. De cara a las
elecciones presidenciales, su conformación generó un gran movimiento
político y de militancia en el interior del peronismo.
La elección nacional del 30 de octubre de 1983 marcó el retorno
de la democracia, pero también un fenómeno hasta entonces inusitado: la primera derrota del peronismo en una elección presidencial. La
muerte de Perón y el golpe que instauró el terrorismo de Estado no
permitieron resolver qué sector del peronismo iba a prevalecer hacia
su interior, ni recomponer su unidad sin la figura del líder.
Dentro del peronismo, el sector sindical se manifestó con mayor
ascendencia y poder en contrapunto con el sector de la juventud, que
sufrió en mayor medida las consecuencias de la represión ilegal, la
desaparición y el exilio. Estos sectores, ligados a la ortodoxia peronista y conducidos por Lorenzo Miguel –a través de las “62 Organizaciones Peronistas”– y por Herminio Iglesias, fueron decisivos a
la hora de consagrar a Italo Lúder como candidato a Presidente y
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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al mismo Iglesias como candidato a Gobernador de la Provincia de
Buenos Aires.
Un cambio radical
Con la derrota en la elección legislativa de 19853 se profundizó el
debate hacia el interior del peronismo mediante una transformación
doble: por un lado, la reconversión de algunas figuras nuevas –y otras
no tanto–, que se nuclearon con el objetivo de pedir el paso al costado
de quienes habían conducido a sendas derrotas electorales, (1983 y
1985) demanda que incluyó a Isabel Martínez de Perón. Este sector
–que comprendían a dirigentes como los diputados nacionales Antonio Cafiero y Carlos Grosso, el Gobernador riojano Carlos Menem,
sumado a jóvenes como José Manuel de la Sota fue conocido como el
Frente Renovador4. Y, por otro lado, esta transformación un cambio
en los mecanismos de participación.
La disputa no solo se planteó en términos de quién conducía o
quién constituía el ala mayoritaria del movimiento, como sucedió
durante la década del ‘70, sino que existía “el propósito de regenerar
el partido con bases más democráticas y electoralmente más competitivas” (Mustapic, 2002).
Durante los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín, la Confederación General del Trabajo (CGT), conducida por Saúl Ubaldini, había logrado mantenerse como un actor de presión pero sin
participar de forma activa en esta nueva conformación partidaria.
Sin embargo, los escasos resultados logrados en los diferentes paros
3 La Unión Cívica Radical el día 3 de noviembre se adjudicó el triunfo en las urnas
con 6.620.840 votos, un 43,20% sobre el total de los electores obteniendo 63 bancas
de las 127 en disputa. En línea en: <http://andytow.com/atlas/totalpais/1985d.html>.
4 El Frente Renovador estaba compuesto por el Movimiento para la Unidad,
la Solidaridad y la Organización conducido por Antonio Cafiero, Convocatoria
Peronista perteneciente a Carlos Grosso, Lealtad y Unidad dirigido por Carlos
Menem y, por último, la Comisión de los 25 integrado por diversos sindicatos.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
generales5 fueron minando su predicamento y accionar. En consecuencia, otros agrupamientos de sindicatos comenzaron a explorar
diferentes instancias de negociación para obtener beneficios, como
por ejemplo: la designación de Carlos Elvio Alderete como Ministro
de Trabajo por parte del “grupo de los 15”6, o como se dio con “los
25”7 quienes jugaron políticamente con la renovación.
Ante el panorama de diferentes escisiones en el movimiento sindical y en los sectores ortodoxos8, el espacio renovador fue ganando
adhesiones en todo el país, lo que le permitió instalar a dos de sus
máximos exponentes como precandidatos presidenciales, y a uno de
ellos como presidente del partido.
La primavera alfonsinista se encontró con diferentes obstáculos:
el estancamiento económico, el crecimiento de la deuda externa, la
imposibilidad de llevar a cabo un proceso de democratización del
sindicalismo con la fallida ley Mucci9 y las presiones ejercidas por
parte de la corporación militar para evitar el proceso judicial. Para
poder revitalizar su gobierno, Alfonsín acudió al Plan Austral10 con
el fin de contener la inflación y lograr un repunte de la economía.
Además, en el plano político planteó el traslado de la capital del país
5 La CGT bajo la conducción de Ubaldini realizó 13 paros nacionales durante el
gobierno de Alfonsín. Hasta 23 de mayo de 1986 fecha que se realiza la Plaza de la
Renovación se realizaron 5 paros generales.
6 El “Grupo de los 15” fue una facción disidente de la CGT compuesta por los
sindicatos de comercio, luz y fuerza, sanidad, bancarios, mecánicos, plásticos, textiles,
etc. En la interna peronista de 1988 otorgaron su apoyo a Carlos Menem.
7 El “Grupo de los 25” fue una facción sindical compuesta por los sindicatos de
gastronómicos, alimentación, estatales, mecánicos, telefónicos, aguas y gaseosas, luz
y fuerza, etc.
8 Denominamos ortodoxos al sector del peronismo que tomó las riendas del partido
durante el proceso electoral de cara a las elecciones de 1983 y en el que se destacan las
figuras de Italo Luder, Deolindo Bittel, Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias.
9 El proyecto de Ley de Reordenamiento Sindical, popularmente conocida como
Ley Mucci, proponía entre los puntos más sobresalientes la personería gremial para
el sindicato más representativo por rama pero abría la participación en la conducción
para las minorías; los afiliados deberían emitir su voto en forma directa, obligatoria y
secreta; el mandato duraría tres años, etc.
10 El Plan Austral fue una propuesta económica del gobierno de Alfonsín que se
implantó entre mediados de 1985 y 1988 y que incluyó el cambio de moneda del peso
al Austral.
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a Viedma, provincia de Río Negro, y la reforma de la Constitución,
ambos parte del un plan de modernización del país a partir de la refundación de una Segunda República.
La ruptura política llegó tiempo antes de las elecciones legislativas
de 1985:
El sector liderado por Cafiero lanzó el Frente de Renovación para la Justicia, la Democracia y la Participación
(FREJUDEPA), junto a un sector de la Democracia Cristiana y la Izquierda Nacional. El Frente se presentó en las
elecciones a diputados y legisladores por la Provincia de
Buenos Aires, y lo hizo al margen de la estructura oficial
del Partido. Aunque perdió con los radicales, triplicó la
lista oficialista de Herminio Iglesias consagrando 11 diputados contra 3 de la lista justicialista. (Garategaray, 2013)
Durante los primeros meses de 1986 comenzó a discutirse la normalización del Partido Justicialista (PJ) en los distritos intervenidos,
entre los que se encontraba la Provincia de Buenos Aires, luego de la
peor elección de su historia11.
La plaza prestada y el proyecto de la renovación
El gobierno radical buscó abrir un canal de diálogo con la cúpula
del Consejo Nacional del PJ, representado entre otros por el catamarqueño Vicente Saadi, con el objetivo de lograr un apoyo simbólico
al régimen democrático. Pero en el contexto de una fuerte disputa
por el liderazgo del peronismo, los renovadores plantearon desacuer11 En las elecciones legislativas de 1985 en la Provincia de Buenos Aires, se pusieron
en juego un total de 35 bancas nacionales, las fuerzas peronistas obtuvieron por el
Frente Renovador un total de 1.549.724 votos, consiguiendo un total de 11 bancas,
mientras que el Frente Justicialista de Liberación obtuvo 563.269 votos, con apenas
3 bancas. En línea en: <http://andytow.com/atlas/totalpais/buenosaires/1985d.html>.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
dos con estos encuentros, justamente porque se estaba resolviendo la
conducción del partido. En el mismo momento en que el gobierno
planteaba el proyecto de refundación de una “Segunda República”, los
renovadores prepararon un acto para el día 23 de mayo de 1986 en
Plaza Miserere, que coincidió con el “Segundo Cabildo Abierto para
la modernización” al cual convocaba el gobierno de Alfonsín.
Los actos se realizaron en simultáneo. Las crónicas de diferentes
diarios12 señalaron que en la Plaza de Mayo hubo alrededor de 80.000
personas y en Plaza Once, cerca de 35.000. En el acto Renovador,
los oradores fueron sus tres principales dirigentes: Grosso, Cafiero y
Menem13. La apuesta fue arriesgada ya que los dos primeros hablaron
en el mismo momento en que se llevaba a cabo el discurso de Alfonsín que se transmitió por cadena nacional. No participaron del acto
Renovador el líder de la CGT, Saúl Ubaldini, pero sí “los 25”, y hubo
adhesiones de la Democracia Cristiana, el Partido Intransigente y la
Izquierda Nacional. Una cuestión destacada por los diferentes medios fue la gran participación de jóvenes y, en particular, la columna
que representaba al peronismo renovador de Lomas de Zamora (Diario Popular, 24/05/1986). Al acto de la Plaza de Mayo solo adhirió el
Partido Bloquista sanjuanino, a pesar de las diferentes invitaciones
del gobierno, y los distintos medios hablaron de “un discurso sin demasiado fervor ni anuncios espectaculares” (La Nación, 24/05/1986).
La Renovación avanzó no solo contra la ortodoxia del partido,
sino que buscó relanzar al peronismo en la agenda pública e instalar12 Las agencias de noticias y los medios gráficos nacionales calcularon la asistencia
de la siguiente manera: Agencia de Noticias Argentinas y Diario Popular, UCR
80.000, Renovadores 35.000; Agencia Diarios y Noticias y diario La Razón, UCR
70.000, Renovadores 50.000; diario Crónica, UCR 80.000, Renovadores 30.000;
Tiempo Argentino, UCR 100.000, Renovadores 30.000; Clarín, La Nación y La Prensa
no proporcionan cifras (Diario Popular, página 5, sábado 24 de mayo 1986).
13 En este mismo discurso Carlos Menem lanzó diatribas sobre la política exterior
del gobierno de Alfonsín, entre ellas pidió “una decisión firme con los hermanos
nicaragüenses”, y dijo “Hemos roto las relaciones con Sudáfrica, pero ¿qué nos dice
nuestro canciller del bombardeo de los Estados Unidos contra el glorioso pueblo
libio? ¿Por qué no romper también las relaciones?” (La Nación, sábado 24 de mayo
de 1986).
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lo como un actor político con vocación de poder dentro de la “nueva
ola institucional” imperante. En este sentido, comprendió la necesidad de adecuar el PJ a la agenda planteada por la UCR que asociaba democracia a cuestiones institucionales y organizacionales de
los partidos, como los mecanismos de selección de sus autoridades/
candidatos. Por eso, los renovadores abogaron por elecciones de autoridades en forma directa (incluso para la elección de su candidato
presidencial, a partir de lo que fue la inédita interna que se realizó en
1988).
Paradójicamente, la experiencia de la renovación quedó en la
historia como un momento transicional del peronismo luego de la
muerte de su mentor. Algunos autores como Levitsky dan cuenta de
los diferentes cambios en la matriz de quienes detentaban el poder
y los recursos en el partido, que fue lo que lo transformó entre las
décadas del ‘80 y ‘90 de un partido sindical a un partido clientelar
“debido a que las organizaciones poco institucionalizadas suelen ser
más flexibles respecto de cualquier cambio que sobrevenga al entorno” (Levitsky, 2003). Otros autores como Mustapic incluso vinculan
la institucionalidad del partido con la desaparición del líder dada la
doble función que ejerció este, como fuente de legitimidad e intérprete de las reglas quedó vacante. Para llenarla, quienes dirigieron la reorganización del partido terminaron colocándola, por un lado, en la
única fuente de legitimidad no sujeta a disputas, la masa de afiliados
y, por otro, en la regla de la mayoría, que no necesita ser interpretada.
En otros términos, la innovación de fondo operada en el justicialismo
fue su democratización.
Esta democratización no implicó que los renovadores tuvieran el
control de todos los afiliados o, mejor dicho, las precandidaturas de
Cafiero y Menem, y el resultado de la interna demostraron que los
aparatos siguieron teniendo un peso importante a la hora de ganar
elecciones –en este caso, partidarias dada su capacidad de movilización y reclutamiento mediante las unidades básicas por parte de
militantes y punteros barriales. En ese sentido, Menem tuvo la ca-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
pacidad de articular con sectores que fueron parte de la ortodoxia y
que seguían teniendo base territorial, lo que le permitió obtener un
triunfo en la interna con el mandatario bonaerense.
El resto es historia conocida… con la llegada al poder, el peronismo encontró un nuevo líder, ya sea por su carisma, o por los recursos
con los que contaba para disciplinar al conjunto del partido. Y las discusiones respecto del carácter del peronismo - partido, movimiento o
forma de populismo, reabrieron el debate político.
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29 DE ABRIL DE 1987
La plaza contra los Carapintadas
Patricia De Vita
Días antes de la celebración de la Pascua del año 1987, un grupo
de militares se atrincheró en sus cuarteles, exigiendo un cambio en
la política militar y de Derechos Humanos del gobierno del Dr. Raúl
Alfonsín. Si bien no constituyó un golpe de Estado propiamente dicho,
este hecho implicó un modo de condicionamiento al gobierno por fuera
de los mecanismos institucionales. Ante esta situación, el peronismo que
era conducido por la renovación, -apoyó al gobierno democrático y se
movilizó en defensa del orden constitucional.
“Felices Pascuas, la casa está en orden”
La vuelta de la democracia, la victoria del radicalismo y la llegada
de Alfonsín a la presidencia implicaron la conformación e institucionalización de un nuevo consenso político. El control civil sobre
los militares fue esencial para alcanzar la estabilidad institucional y
democrática. Este proceso tuvo varias etapas importantes, como “redefinir el rol institucional de las FF.AA., sus misiones y tareas específicas y la reforma de las estructuras orgánico-funcionales y doctrinales” (Sain, 1999).
El 13 de diciembre de 1983, el entonces Presidente envió varios
proyectos de ley al Congreso, entre ellos estaban la derogación de
la Ley de Autoamnistía y una reforma en el Código de Justicia Mili-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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tar que establecía la división de tres niveles de responsabilidad para
los militares que actuaron durante la dictadura. Dictó, además, dos
decretos fundamentales: el 157/83 que disponía la necesidad de perseguir penalmente a los conductores de grupos armados como Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo, y el decreto 158/83
que ordenaba el juicio a los excomandantes que integraban las tres
Juntas Militares de la dictadura ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas por su responsabilidad en los homicidios, torturas y
detenciones ilegales perpetrados entre 1976 y 1983. Estos decretos
permitieron que el día 22 de abril de 1985 comenzara el juicio público a los integrantes de las tres primeras Juntas Militares que estaban
acusados de cometer delitos de lesa humanidad.
El “Juicio a las Juntas” contó con el aporte de las investigaciones
realizadas por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). El objetivo de esta comisión era intervenir en
el esclarecimiento de los hechos relacionados con la desaparición de
personas, con autoridad para recibir denuncias y pruebas, y girar documentación a la Justicia.
El juicio a los exmilitares concluyó con la sentencia de la Cámara
Federal en diciembre de 1985. Los Tenientes Generales y expresidentes de facto Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola, el Brigadier
General Orlando Ramón Agosti, y los Almirantes Emilio Eduardo
Massera y Armando Lambruschini fueron acusados y sentenciados
por los delitos de homicidio, privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos. También fueron sentenciados
por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el Teniente General
Leopoldo Fortunato Galtieri, el Brigadier General Basilio Lamí Dozo
y el Almirante Jorge Isaac Anaya. Si bien esta experiencia de enjuiciamiento generó un precedente histórico no solo para Argentina, sino
para la región, algunos sectores de la sociedad consideraron que las
penas otorgadas eran insuficientes, con el agravante de que los oficiales de rango medio y bajo, responsables materiales de los delitos,
fueron absueltos.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Para darle un cierre a la cuestión militar, luego de establecidas
las penas que pesaban sobre los cabecillas, Alfonsín decidió dar por
concluidos los enjuiciamientos correspondientes a los crímenes cometidos durante la última dictadura. Con ese propósito, el Presidente
envió al Congreso el proyecto de ley que se conocería con el nombre
de “Punto Final”, aprobado el 23 de diciembre de 1986. De acuerdo
con esta ley, finalizado el plazo de 60 días, se suspendía la posibilidad de iniciar cualquier acción penal contra civiles y/o militares que
no hubieran sido imputados anteriormente por delitos cometidos en
operaciones antisubversivas. Ese año se levantó la feria judicial y los
tribunales funcionaron a toda máquina para terminar con las citaciones en curso, y de ese modo evitar que recayera sobre ellos la responsabilidad de los desprocesamientos de la mayoría de los acusados. En
total, en ese plazo se logró procesar a 300 oficiales de alta graduación.
¿Qué hay detrás de esas “Caras pintadas”?
El gobierno que sucedió al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional estuvo permanentemente amenazado por sectores
de las Fuerzas Armadas que se negaban a aceptar el enjuiciamiento de
las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. La ley de “Punto Final” y el accionar de los tribunales pusieron
en crisis esa tensa relación. Las Fuerzas Armadas consideraban que
el Presidente Alfonsín tenía una política antimilitar. A su vez, la mala
gestión de las cúpulas en la guerra de Malvinas y la falta de apoyo que
sintieron los oficiales de menor grado por parte de sus jefes, desembocaron en una serie de levantamientos armados protagonizados por
los “Carapintadas”, un grupo de oficiales y suboficiales.
El 16 de abril de 1987 el Teniente Coronel Aldo Rico y un grupo
de jóvenes oficiales que lo acompañaban, se amotinaron en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. Lo hacían en protesta por la
citación que el mayor Ernesto Guillermo Barreiro había recibido de
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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la Justicia. Desde mediados de 1976, Barreiro había estado a cargo
de La Perla, el centro clandestino de detención más importante de
la provincia de Córdoba, y conducía grupos de tareas que realizaban secuestros. Los sobrevivientes lo han denunciado como uno de
los especialistas en métodos de tortura e incluso han destacado su
sadismo. La Cámara Federal de Córdoba lo citó a declarar por primera vez en 1987, en el marco de la megacausa contra el responsable
del III Cuerpo del Ejército, el General Luciano Benjamín Menéndez.
Barreiro se negó a presentarse y desencadenó las sublevaciones que
culminaron en el levantamiento de Semana Santa, el primero de los
tres que se desatarían durante la presidencia radical.
Los militares insurrectos solicitaban el cese de la campaña de
agresión de los medios de comunicación contra las Fuerzas Armadas,
un aumento del presupuesto para las fuerzas, la elección de un nuevo
Jefe del Estado Mayor del Ejército de entre cinco postulantes que ellos
proponían y la exculpación para todos aquellos que hubieran participado en los hechos que se estaban sucediendo.
En el documental Operación dignidad, tal como fue denominado
el levantamiento por los militares, Aldo Rico expresó: “Es un problema estrictamente militar. No somos enemigos de la población ni
somos enemigos del gobierno”. A pesar de esos dichos, la sublevación
duró cuatro días y puso en evidencia que la cuestión militar iba a
ser un problema de compleja resolución. También demostró que las
FF.AA. aún conservaban poder de presión y, por último, que los jefes
militares no estaban dispuestos a obedecer las órdenes del Presidente
Alfonsín, dado que se negaron a reprimir la insurrección.
Entonces el pueblo salió a la calle
El levantamiento carapintada durante la Semana Santa del año
1987 tuvo lugar entre el jueves 16 y el domingo 19 de abril y fue repudiado por gran parte de la sociedad, que no dudó en manifestar
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
su descontento. No solo se manifestó en la Ciudad de Buenos Aires,
sino que el clima de preocupación, se hizo sentir en las distintas provincias. La gente se agolpó en las calles y en la ruta hacia Campo de
Mayo, de forma espontánea, para expresar su rechazo a nuevos períodos de violencia. Por parte del sindicalismo, la CGT declaró una
huelga general en defensa del gobierno constitucional y como repudio a la actitud de los Carapintadas.
Los medios de comunicación convocaron a la sociedad civil para
que saliera a defender la democracia. Según estimaciones de la época,
más de un millón de personas en todo el país se manifestaron contra
el levantamiento.
Desde el Congreso, ante una multitud en la plaza y en transmisión por cadena nacional, el Presidente Raúl Alfonsín dejó en claro
su posición respecto de la crítica situación generada por la insurrección militar. “La democracia de los argentinos no se negocia” sostuvo, y firmó junto a todas las fuerzas políticas y sociales un “Acta
de Compromiso Democrático”. Entre los firmantes estaban: Antonio
Cafiero (Jefe de la Renovación Peronista y quien era entonces diputado nacional por la Pcia. de Bs. As.), Oscar Alende (líder del Partido
Intransigente), Álvaro Alsogaray (líder de UCeDe), sectores del empresariado nacional, el sindicalismo representado por Saúl Ubaldini,
Secretario General de la CGT, y Lorenzo Miguel, Secretario General
de las “62 Organizaciones”, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Demócrata-Cristiano. Con este documento, los firmantes se comprometían a la defensa irrestricta de la Constitución
Nacional y su vigencia, al normal desarrollo institucional y, sobre
todo, a defender la democracia.
Las imágenes de esos días muestran al gobierno, a los partidos
políticos, a los principales líderes de la oposición, a los sindicatos y
al pueblo, unidos por una causa común: defender las instituciones
democráticas. Como nunca antes, todos y cada uno de los actores que
intervinieron para solucionar el conflicto, dejaron de lado colores
partidarios y/o reclamos sectoriales, porque entendieron que estaba
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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en juego ni más ni menos, que el orden democrático y que fuera del
mismo, más temprano que tarde peligraba la propia supervivencia
del sistema de partidos. Recordemos que “un político tiene, tanto por
convicción personal como por razones pragmáticas de presentación
de su cargo, un interés dominante, a corto plazo, por mantener el
proceso democrático y a largo plazo, por consolidarlo” (O´Donnell,
1997).
Desde la Casa de Gobierno, el Presidente, que había convocado
ese domingo de Pascuas a un comité de crisis, salió dos veces al balcón para hablarles a los manifestantes. En su primera aparición agradeció a los que se hicieron presente en la Plaza de Mayo, aludiendo
que esta representaba “la definitiva decisión de vivir en democracia”.
Entre la multitud no solo se veían banderas argentinas y radicales,
sino que también flameaban banderas de la CGT de Ubaldini y de las
“62 Organizaciones”. Según el cálculo de la Policía Federal Argentina,
había unas 500.000 personas aproximadamente, en la Plaza14.
Desde el emblemático balcón y acompañado por representantes
de la UCR, Alfonsín fue secundado por representantes de los partidos políticos de la oposición. Mientras le hablaba a la multitud, a
su lado estaba Antonio Cafiero, quien le había manifestado su compromiso democrático: “Presidente, venimos a sostener la democracia
junto a usted”. El mismo Cafiero, se había dirigido a Campo de Mayo,
donde alrededor de 10.000 personas se congregaron para repudiar el
alzamiento. Quien fuera ministro del General Perón, actual líder de la
renovación peronista, exhortó a los presentes, a defender el gobierno
democrático de Raúl Alfonsín. Frente a la crisis por los alzamientos,
esas actitudes le valieron a Cafiero el reconocimiento de su figura,
tanto al interior del peronismo, como en los partidos de la oposición.
14 Aunque por un lapso muy breve, dado que recibió el rechazo de buena parte de
los concurrentes, se desplegó una bandera de color negro que en letras blancas rezaba:
MONTONEROS.
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Se acerca el desenlace
El Presidente tomó la decisión de ir personalmente a Campo de
Mayo para lograr la rendición de los sediciosos. Cuando se lo comunicó a los manifestantes en la plaza, la multitud estalló en aplausos y
aclamaciones. Alfonsín les pidió: “esperen acá y si Dios quiere y nos
acompaña, vendré con las soluciones”.
Lo que no dijo el Presidente en ese momento fue que el envío de
tropas leales para exigir a los rebeldes que depusieran su actitud, había
fracasado. Esas tropas que pensaba leales, en los hechos no lo fueron.
Ni una sola de las unidades convocadas en la Capital Federal y zonas
adyacentes respondió a su orden. Solo el General Ernesto Alais se
mostró dispuesto a actuar desde su guarnición en la provincia de Corrientes; quien avanzó muy lentamente con sus tropas hacia Campo de
Mayo, pero al llegar esas fuerzas a la localidad de Zárate, Provincia de
Buenos Aires, los oficiales de rango intermedio detuvieron su marcha
e hicieron conocer su decisión de no avanzar contra sus compañeros.
Los intentos del Ministro de Defensa, Horacio Jaunarena y del
Jefe del Ejército, Héctor Ríos Ereñú por resolver la situación, y las
tentativas de resolver el conflicto con una mediación a través del Cardenal Raúl Primatesta, para que Barreiro y el resto de los sublevados
cordobeses revieran su actitud, y del vicario castrense Monseñor Miguel Medina en Campo de Mayo resultaron infructuosos. Finalmente
el Presidente de la Nación se trasladó a la Escuela de Infantería para
llevar a cabo personalmente las negociaciones.
Luego de casi dos horas de reuniones, el presidente regresó a la
Casa Rosada y salió al balcón por segunda vez, para dirigirse nuevamente a la multitud que lo esperaba ansiosa. Fue un discurso breve,
que llamativamente había cambiado el tono respecto del anterior. Allí
anunció: “los hombres amotinados han depuesto su actitud. Fueron
detenidos y serán sometidos a la Justicia”. La plaza se convirtió en
una fiesta, se cantó el nombre del Presidente y se agitaron banderas
argentinas.
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En palabras del propio Alfonsín, ya no eran sediciosos o rebeldes
los que habían tenido en vilo a la democracia, sino un conjunto de
hombres, algunos de ellos “héroes de Malvinas”, que habían tomado
una decisión equivocada, sin intención de dar un golpe de Estado.
Alfonsín les pidió a los manifestantes que regresen a sus casas en paz,
luego de pronunciar la frase que pasaría a la historia: “podemos dar
gracias a Dios, la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”.
Nada se mencionó en ese momento sobre el tenor de las promesas del gobierno hacia los sublevados para que depusieran su actitud,
que se conocerían más tarde como el “Pacto de Semana Santa”. Dos
meses después del alzamiento, el Presidente Alfonsín envió al Congreso Nacional un proyecto de ley, que finalmente se sancionó y fue
conocida como la ley de Obediencia Debida. Esta ley, hija de ese pacto, garantizaba la impunidad para los crímenes cometidos durante
el terrorismo de Estado por los rangos medios e inferiores (desde
Coronel hacia abajo en la jerarquía) que ejecutaron las órdenes y actuaron bajo coacción de sus superiores. Se inició así una etapa de
desprocesamientos, con excepción de los acusados por apropiación
de menores y robo de bienes. Fue un duro golpe en la lucha por el
esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura y
una estocada mortal en la confianza que gran parte de la sociedad
argentina había depositado en el candidato radical. A pesar de esto, la
Plaza de Mayo quedó inaugurada como un nuevo escenario a partir
de los sucesos de abril.
Si el terrorismo de Estado había intentado clausurarla como lugar
de manifestación pública, la llegada de la democracia la recolocó definitivamente como espacio político de encuentro entre representantes y representados. En abril de 1987, los argentinos salieron a la calle,
coparon la plaza, resignificando el espacio público, ahora en defensa
de la endeble democracia.
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6 DE ABRIL DE 1990
La plaza del Sí
Facundo Bindi
La asunción de Carlos Saúl Menem al poder implicó profundos
cambios en la orientación política del Estado, pero lejos del rumbo que
se creía iba a tomar. Así, se realizó un acto de apoyo, reivindicación
y legitimación al plan de reforma del Estado del Presidente Carlos
Saúl Menem, convocado principalmente por los medios masivos de
comunicación, en respuesta a la manifestación en Plaza Congreso,
ocurrida apenas 16 días antes, organizada por los sindicatos de
empleados estatales.
“Privatice Presidente”
El domingo 1 de abril de 1990 los principales diarios nacionales
publicaron la solicitada:
[...] en los últimos tiempos, solo pudimos escuchar a los
que se oponen, los que protestan, los que están contra el
cambio, los que dicen NO. Ellos se movilizan, gritan, se
hacen escuchar, expresan su queja... Pero ¿Nosotros qué
hacemos? ¿Qué hacemos los que apoyamos, los que tenemos propuestas, los que queremos el cambio? […] Si
usted está por el cambio. Si apoya la reforma del Estado
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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que vive a costa del pueblo. Si quiere que se terminen las
prebendas y los privilegios […] Los que decimos SÍ... vamos el viernes 6 de abril a Plaza de Mayo sin carteles ni
identificaciones partidarias o sectoriales. Solo con banderas argentinas.
Firmada por figuras populares como Isabel Sarli, Juan Manuel
Fangio, Gato Dumas, Gerardo Sofovich, Julio Grondona, Carlos
Calvo, entre otros referentes de la farándula, y dirigentes como Guillermo Alchourón (Sociedad Rural Argentina) y Alberto Albamonte
(UCeDé) la solicitada cerraba la convocatoria iniciada por Bernardo
Neustadt, principal ideólogo, en apoyo al recién elegido presidente
por el Partido Justicialista, Carlos Saúl Menem. Más tarde se sumaron Luis Barrionuevo (CGT), Luis Macaya (Vicegobernador de la
Provincia de Buenos Aires) y Osvaldo Agosto (Jefe de Logística de la
SIDE) entre los organizadores del acto.
Unos días antes, el 21 de marzo, en la Plaza Congreso había ocurrido una manifestación encabezada por empleados estatales en contra
de las Leyes de Emergencia Económica y de Reforma del Estado, que
allanaban el camino a las privatizaciones. La marcha fue convocada
por 22 organizaciones sindicales (ATE, Aeronavegantes, Telefónicos
de la seccional Capital, Judiciales, CTERA, entre otros) nucleados en
la comisión coordinadora de gremios estatales con el apoyo de la denominada “CGT rebelde” de la calle Azopardo15. Se estima, según la
Policía Federal Argentina (PFA), que asistieron a la marcha cerca de
50.000 personas, participando casi todos a través de sus sindicatos.
Debido a esta y otras explícitas muestras de creciente malestar, y
buscando recuperar el masivo apoyo obtenido un año antes en las urnas, los grandes medios de comunicación convocaron reiteradamente a la sociedad a manifestarse en apoyo al gobierno. De hecho, una
15 Si bien aún no se trata de una ruptura formal, sí se produce una fractura el 10
de octubre de 1989 en un Congreso de la CGT en el teatro San Martín de la calle
Corrientes.
92
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
encuesta realizada días después del acto del 6 de abril reflejaba que
el 35% de los asistentes se consideraron convocados por el programa
televisivo de Neustadt, “Tiempo Nuevo”, y el 44% por la televisión en
general. El inesperado éxito de la ofensiva político-mediática obligó a
la reticente Dirección Nacional del PJ a abandonar su posición neutral y sumarse a la convocatoria a último momento. De todas formas
se pidió a los dirigentes y militantes que se hicieran presentes solo
como “parte de la gente”, evitando cualquier tipo de banderas, consignas o símbolos que evidenciaran su identidad partidaria. Solo el
5% se hizo presente en el acto orgánicamente, respondiendo al llamamiento de su propio partido.
La llamada Plaza del Sí, que acercó a exmontoneros con militantes
de la UCeDé, a trabajadores del conurbano y empleados de la city
porteña, a figuras populares y dirigentes políticos, con consignas
como “Atención, atención, llegó la hora de la privatización”, “Privatice, Presidente”, y los singulares “Si este no es el pueblo, el pueblo
dónde está” y “Los argentinos estamos unidos”.
El 6 de abril de 1990, una multitud llenó la Plaza de Mayo (60.000
según la PFA): peronistas en el centro, con bombos, vinchas y banderas del primer Presidente justicialista desde el retorno de la democracia; a la derecha se concentró la columna de la UCeDé, con Adelina
Viola, Alberto Albamonte y Federico Clérici a la cabeza, sin distintivos, pero con su característico saludo de dedos en “L”. También hubo
pequeños contingentes sindicales, de mecánicos, gastronómicos y
telefónicos. Y numerosos personajes de la farándula espolvoreados
por aquí y allá.
A las 19:30 cuando hacía una hora y media que la plaza estaba
llena, el Presidente salió al balcón de la Casa Rosada. “No vengo a
decirles en la Argentina está todo bien, vengo a desnudarles mi corazón y a decirles que está todo mal, pero vamos por la buena senda” y
“no vengo a hablar en nombre de ningún partido ni de un gobierno”
fueron las más significativas frases del discurso de siete minutos que
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Carlos Menem ofreció en la primera y única manifestación del menemismo.
“Hermanos y hermanas”, que utilizó de allí en adelante, fue la
forma en que el Presidente se dirigió al público contra el histórico
“compañeros” peronista. A la vez que hizo referencia a la marcha
del 17 de octubre de 1945, diciendo “vengo también en nombre de
los que no pudieron llegar hasta aquí, quizás porque no tuvieron
para pagar el boleto”, esa referencia fue gracias a la recomendación
de Graciela Römer, su asesora de imagen.
En contraste con la corta duración del discurso presidencial y a
pesar de la heterogeneidad del público, los espectáculos mantuvieron el folklore peronista. Actuaron Cacho Castaña, Los de Salta, y
Rimoldi Fraga dedicó una canción “a todos los compañeros” y los
dedos en “V” del sector del centro de la plaza acompañaron el estribillo “Es la compañera Eva nuestra jefa espiritual”, al tiempo que,
desde la columna de la UCeDé, comenzaron a cantar “Argentina,
Argentina” con su propia seña.
Antes y después
Desde su campaña electoral Menem abogó por la “conciliación
nacional” y pretendía unificar a la “Argentina de Rosas y Sarmiento,
Mitre y Facundo”. Incluso utilizó su aspecto físico y origen de La
Rioja para referenciarse con la figura de Facundo Quiroga, caudillo
que gobernó la provincia en la primera mitad del siglo XIX y fue
uno de los máximos referentes del federalismo. Pero quizás su mayor incongruencia fue utilizar los eslóganes “salariazo y revolución
productiva” y “síganme, no los voy a defraudar”, y nombrar a Álvaro
Alsogaray como asesor presidencial para ocuparse de la deuda externa y a Alberto Albamonte al frente de la Secretaría de Comercio
Exterior; una clara alianza con el sector empresarial.
94
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
El 1 de mayo de ese mismo año, menos de un mes después de
la muestra de apoyo al Presidente, se congregó también en la Plaza
de Mayo una manifestación de igual magnitud, pero en su contra.
Presidida por partidos de izquierda, y con el objetivo de hegemonizar a la oposición. Néstor Vicente, uno de los oradores, enfatizó que
no existían tres plazas que dividían el escenario político argentino,
sino dos: “o se está en la Plaza del Sí y en la vereda de los Alsogaray
y las multinacionales o se está en la Plaza del No”, buscando conciliar con los sindicalistas de la Plaza de los Estatales. Menem restó
importancia al acto diciendo que los que habían ido “eran hombres
de un mundo que ya no existe” vinculándolos con “el modelo ya
desaparecido, detrás del Muro de Berlín”, aludiendo a la destrucción
del mismo seis meses atrás. Y cuando le preguntaron por el jefe de
la autodenominada CGT Azopardo dijo: “Ubaldini no es marxista,
no es leninista, es peronista, por eso no estuvo en la plaza”.
La marcada ausencia sindical peronista de esta respuesta a la
Plaza del Sí, con la salvedad de una pequeña columna de la UOCRA, se podría justificar por la lealtad partidaria al Presidente. De
hecho, en la Plaza de los Estatales, los criticados e insultados fueron
los Alsogaray (Álvaro y María Julia), no abiertamente Menem. Ubaldini, el gran anfitrión de la manifestación del 21 de marzo, excusó
su ausencia diciendo “por la gran cantidad de compañeros despedidos y desocupados, había escasa alegría para festejar”.
En esos tiempos estaba cada vez más presente en la sociedad
el discurso ya consolidado de ineptitud del Estado para intervenir en la economía, entronizando al mercado, sumado al contexto
mundial del “Consenso de Washington”: desregulación, privatización de las empresas y servicios públicos, la descentralización
administrativa y la exaltación del libre mercado. El gobierno se
realineó con la política exterior de Estados Unidos y eligió una relación de sujeción con los organismos internacionales de crédito.
Entonces la retórica menemista era un doble juego: se suponía que
las medidas económicas implantadas eran para controlar la crisis
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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hiperinflacionaria y, a la vez, redundarían en beneficios inmediatos para los más pobres.
El cuarto poder
Todas estas medidas no hubiesen sido posibles sin el incondicional apoyo del periodismo, transformado en un espacio privilegiado
de la disputa por la definición del sentido de los asuntos públicos.
Como escribió Pucciarelli:
La consigna principal de la convocatoria fue la gente convoca a la gente, una especie de apelación apolítica y apartidaria en la cual aparecen desdibujadas y ocultas las instituciones políticas y gubernamentales que la promueven
desde la penumbra, y en primer plano, los autodenominados periodistas independientes, que disimulan su compromiso ideológico utilizando un artilugio: dicen aprovechar lo que consideran sus privilegios mediáticos para
darle voz y visibilidad política a aquellos que no la tienen
ni se sienten representados por la dirigencia burocratizada
de las organizaciones tradicionales (Pucciarelli, 2011: 41)
De hecho, una consultora publicó los resultados de un sondeo
realizado con el propósito de medir los efectos positivos que se desencadenaron luego de esta plaza en apoyo al Presidente. La imagen
positiva de Menem, que había caído al compás de la crisis a un 44%,
después de la realización del acto subió casi 15 puntos. No obstante
lo novedoso del acto fue que, tal como aseveró el historiador Jorge
López Anaya (1990), con la Plaza del Sí el Presidente Menem comprobó que su base no pasaba necesariamente por el partido o los sindicatos, sino que contaba con un poder de comunicación propio que
hasta ese momento nunca se había manifestado. Menem comenzó la
construcción de un esquema de liderazgo personal basado en el “an-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
tipartidismo”, evitando la necesidad de recorrer un camino de pactos
con dirigentes históricos, tanto del Partido Justicialista como de los
sindicatos. Ello da cuenta de la debilidad del sindicalismo en general
frente a las políticas menemistas debido a que la facción de la CGT
liderada por Ubaldini no pudo vetar ni condicionar el programa de
reformas.
“Síganme…”
La Plaza del Sí marcó algunos rasgos de lo que sería la difusa identidad menemista: heterogeneidad de los actores, contradicciones insoslayables entre los dichos y las acciones, frivolidad y opinología de
personajes ajenos a la política, farandulización y marketinización de
la política argentina y, como consecuencia, la disolución de los históricos valores de la identidad peronista, o al menos su “congelamiento”. Desde luego esto no agotaba lo que el menemismo vino a traer.
Esta plaza fue la escenificación de la disímil y novedosa correlación
de fuerzas que fundó el menemismo: en un mismo acto convivieron
sectores políticos que habían sido desde siempre acérrimos enemigos. De allí en adelante, la Plaza de Mayo se convirtió exclusivamente
en el escenario de manifestación y protesta contra el primer Presidente peronista electo tras la muerte de Juan Domingo Perón.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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2 DE ABRIL DE 1997
Reclamo docente, apatía social y menemismo
María Paz Míguez y Tamara Sepiurka
La reforma del Estado llevada adelante por el presidente Carlos
Menem, implicó una drástica reducción de su personal. Argentina
comenzó a sufrir una situación de desempleo y deterioro del salario real,
que en algunos sectores, como el docente, se tornó más aguda. Distintas
fueran las expresiones sindicales que llevaron adelante acciones de
protesta y lucha.
Hacia el año 1997 comenzaron a visibilizarse las primeras formas
de resistencia contra la administración menemista que llevaba cerca
de ocho años en el poder. Protestas, paros, huelgas y cortes de ruta
fueron algunas de las estrategias de acción ante el avance de las reformas de mercado.
Entre ellas, probablemente la más significativa –por la persistencia del reclamo–, haya sido la Carpa Blanca, levantada por un grupo de docentes el 2 de abril de 1997, frente al edificio del Congreso
Nacional. En pleno auge de desregulación y flexibilización laboral,
exigían mejores condiciones laborales y salariales. Concretamente,
la demanda versó sobre la implementación urgente de una ley de financiamiento educativo que solucionara la falta de inversión pública
en educación.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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El universo sindical
Ahondar sobre las (re)organizaciones que se sucedieron al interior de la esfera gremial es sustancial para comprender las relaciones
de poder, los recursos y la capacidad de negociación con la que los
distintos actores se posicionaron durante la década de los ‘90.
En este período, se profundiza lo que Basualdo (2001) definió
como “transformismo argentino”, proceso mediante el cual los dirigentes sindicales comenzaron a ser cooptados por la arena político partidaria, en desmedro de sus bases. De esta manera, “líderes
gremiales consiguieron cargos importantes en el gobierno, principalmente en la Administración Nacional del Seguro de Salud” (Etchemendy, 2012) o bien, resultaron favorecidos vía compensaciones
diferenciales, como la asignación de rentas, beneficios suplementarios o selectivos.
El pacto implícito significó la subordinación política y la mesura
del conflicto laboral, de modo que se pasó “de la resistencia inicial al
apoyo” para dotar de sustentabilidad política la implementación de
las reformas de mercado.
Sin embargo, no todos los gremios actuaron de la misma manera
frente a las reformas de mercado instituidas. Dentro del sindicalismo
algunas facciones cercanas al poder como Ferroviarios, Luz y Fuerza,
Mercantiles, Mecánicos, Telefónicos, Seguros, Petroleros, liderados
por Lorenzo Miguel (UOM), tuvieron la estrategia de “golpear y luego negociar”; y los opositores, que desde la CGT Azopardo se opusieron a las reformas.
Por otro lado, tomó relevancia la Central de Trabajadores de la
Argentina (CTA)16 y el Movimiento de Trabajadores Argentinos
16 La CTA se conformó en 1992, cuando diferentes sindicatos se separaron de la
Central General del Trabajo (CGT) en protesta por lo que consideraban una estrategia
desmovilizadora. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la Confederación
de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) se encontraban
entre sus miembros, puesto que la reforma neoliberal erosionó sus beneficios y su
capacidad política.
100
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
(MTA)17, dos actores con perfiles y objetivos diferenciados. Desde sus
inicios, la CTA se pensó como “una central sindical alternativa que
brindara representación a aquellos sectores que no tenían lugar en la
CGT, como, por ejemplo, los desocupados” (Fuchs, 2012). De hecho,
en su Estatuto, planteó la consigna de “un sindicalismo autónomo respecto del Estado, de los partidos políticos y de los grupos económicos”, y numerosos trabajadores no sindicalizados –por despido o precarización laboral– pudieron asociarse y votar, de manera directa, a
sus líderes gremiales.
En tanto, el MTA surgió en 1994 con el fin de disputar, desde
adentro, la Secretaría General de la CGT. Se trataba de un modelo
“ligado al esquema peronista de mediados de siglo, en el cual los gremios poseían el monopolio de la representación obrera y eran interlocutores directos del gobierno” (Fuchs, 2012). Asimismo, limitaron
su representación a los trabajadores formales de los distintos sindicatos que formaron parte.
No obstante, entre 1994 y 1997, ambas organizaciones dejaron sus
diferencias de lado llevando adelante acciones conjuntas para coordinar la resistencia contra las políticas privatizadoras y reguladoras. De
modo que durante 1996, la CTA, el MTA y la Confederación General
del Trabajo (CGT) realizaron tres huelgas generales, el 8 de agosto
–con apoyo de la UCR y Frepaso–, el 26 y 27 de septiembre y el 26 de
diciembre de 1996, respectivamente. Algunas de las cuales, no solo
lograron el apoyo de ciertos partidos y agrupamientos de oposición
–como las Madres de Plaza de Mayo–, sino también de diputados
oficialistas que se resistían parcialmente a aprobar la reforma laboral
que motorizaba el Ministerio de Trabajo, siguiendo las directivas del
Banco Mundial.
Las acciones sindicales se extendieron y profundizaron. El 21
de abril de 1997 se concretó una nueva huelga general de 24 horas,
17 El Sindicato de Choferes de Camiones, la Unión de Tranviarios Automotor,
los aeronavegantes y los judiciales conformaron, entre otros, el MTA, ala disidente
dentro de la CGT.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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contra las políticas del gobierno y la represión ante una protesta por
despidos. El 6 de septiembre del mismo año, se realizó un paro de 12
horas y una movilización a la Plaza de los Dos Congresos, conocida
como Marcha del Trabajo, de la que participaron algunos partidos
políticos opositores. A la misma adhirieron la CTA y MTA, entidades empresarias –CAME, CGE–, partidos políticos de la oposición
oficial –Frente Grande y, con reticencias, la UCR– y de la izquierda.
La adhesión fue parcial en Buenos Aires, sin embargo, se estima que
participaron más de 60.000 personas en la concentración. En tanto
que en Córdoba, San Juan y Santa Fe, la huelga alcanzó una adhesión
casi total.
“Donde anidan las utopías del pueblo”
“La Carpa Blanca comenzó a desaparecer exactamente a las 20.30 de
ayer. Hubo bengalas de colores, estruendo de cohetes y canciones de León
Gieco. Cientos de maestros recogieron los pedazos de tela como si fuera la
bandera de su escuela. Las inscripciones en la tela fueron desapareciendo
a medida que la enrollaban. Una de las últimas que se pudo leer decía:
‘Carpa Blanca: donde anidan las utopías del pueblo’” (Bruschtein, 1999)
Los salarios docentes en nuestro país habían caído más del 50%
desde la década del ‘80 a la del ‘90. “Además del congelamiento salarial
que estaba en vigencia desde 1992, a partir de este año muchos salarios
han vuelto a caer con recortes, aportes solidarios, pagos diferidos, bonos sin convertibilidad o directamente falta de pago” (Maffei, 1997).
El paisaje urbano fue testigo del reclamo docente por 1003 días. En el
interior de la carpa y durante casi tres años, 80 grupos de maestros de
todo el país ayunaron por tandas. Tres millones de visitantes se acercaron y 70.000 estudiantes de escuelas argentinas se solidarizaron con
la causa. Así también, personalidades del deporte, espectáculo y de la
cultura realizaron numerosos eventos públicos y festivales artísticos
para respaldar y visibilizar la protesta. Eduardo Galeano, Mercedes
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Sosa, León Gieco, Alfredo Alcón, Liliana Herrero, Teresa Parodi y Ernesto Sábato fueron los testigos destacados entre los concurrentes.
A los pocos días de ser montada, el eco de la protesta se hizo sentir en el resto de las provincias argentinas. El 12 de abril de 1997, docentes de Neuquén reclamaban en el pueblo patagónico de Cutral-Có
por recortes salariales. Teresa Rodríguez, una trabajadora que cruzaba la manifestación, murió en manos de la policía. Este hecho intensificó la agitación y el rechazo social: “la gente salió a la calle a pedir
justicia y recordar a esta joven de un balazo en la protesta social más
violenta que se registró aquí” (Billardo, 1998).
Pese al silencio inicial de los funcionarios estatales y de gran parte
de la sociedad que, en el rol de espectadores, comenzaban a naturalizar la presencia de los docentes en la plaza, la protesta social logró
abrir un debate sobre el estado de situación y el futuro de la educación en Argentina.
A partir del establecimiento cada vez más visible de cuestiones que la agenda oficial minimizó, deslegitimó u ocultó, la operación simbólica y mediática que los docentes y
otros actores sociales produjeron mediante y en torno a la
Carpa Blanca, inauguró un incipiente pero efectivo proceso de recomposición de la agenda educativa (Confederación de Educadores Argentinos, 2010)
Así fue como luego de tres años de protesta, a fin de compensar
los sueldos de los educadores, se inició el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), un sistema de financiamiento complementario
de los salarios docentes con una distribución universal.
Numerosas y masivas marchas, paros nacionales y, especialmente,
la Carpa Blanca, lograron traspasar la impermeabilidad de la agenda
neoliberal, alcanzando algunos de sus objetivos. El estallido social
que irrumpió y se profundizó hacia el final de la década menemista,
obligó a los funcionarios a dar respuestas.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Los docentes no tuvieron una tarea sencilla. En un período de
desmovilización y ajuste, custodiaron su reclamo por casi tres años
consecutivos, contra la ilusoria estabilidad económica y la apatía social. En este contexto, la visibilidad fue uno de los temas al que se
enfrentó el reclamo docente. ¿De qué manera instalar en la agenda
nacional un problema tan invisible como el déficit educativo, en el
que los resultados se miden a largo plazo? Los docentes encontraron en la Carpa Blanca y en el ayuno, el primer llamado de atención.
Irrumpieron en el espacio público para mirar y ser mirados. El apoyo
social llegó tarde, pero (la persistencia de la comunidad educativa) la
transformó en eterna.
Hasta nuestros días, la Carpa Blanca subsiste en la historia social
como un símbolo de lucha contra la administración menemista, una
época de apertura económica, privatizaciones y flexibilización laboral. Estas medidas que ocasionaron desempleo y precarización, redujeron los recursos de poder de ciertos sectores sindicales. En algunos
casos, se pactó, y hasta se sacó provecho. En otros, se combatió.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
19 Y 20 DE DICIEMBRE DE 2001
La plaza del estallido
Eduardo De Negri y Santiago Álvarez
En medio de la crisis económica y política que envolvía al gobierno de
la Alianza, y ante la ruptura de instituciones de mediaciones sociales se
produjo un verdadero estallido social que se manifestó en distintos puntos
del país mediante la ocupación de los espacios públicos por parte de
diversos sectores sociales. La consecuencia inmediata fue la renuncia del
Presidente Fernando de la Rúa.
Diciembre de 2001
A diferencia de muchas otras plazas, las manifestaciones en la Plaza de Mayo durante diciembre de 2001 no fueron convocadas, ni planificadas, sino que constituyeron el desenlace crítico de una situación
política y socioeconómica que atravesaba la Argentina.
La crisis económica se profundizaba mientras aumentaba la tensión social y las movilizaciones. Varios días antes del punto más álgido de la crisis, el 19 de diciembre, comenzaron a emerger situaciones
críticas –como los saqueos a negocios y supermercados– en varios
puntos del país.
En todas las provincias hubo manifestaciones por parte de trabajadores asalariados, desocupados, pequeños y medianos propietarios,
estudiantes, jubilados y “vecinos”. Muchos se movilizaron exigiendo
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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reivindicaciones inmediatas, pero también el reclamo iba dirigido a
las políticas económicas y al gobierno mismo. 39 personas murieron
como consecuencia de los conflictos desatados estos dos días.
Una crisis económica y política
Tras designar a Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía luego de la renuncia de Ricardo López Murphy, el gobierno
decidió sancionar y aplicar la ley de déficit cero que fue aprobada por
un Congreso todavía con mayoría oficialista, y que tenía como objetivo que el Estado no gastara más de lo que recaudaba. Además, llevó
adelante un recorte del 13% en el salario de los empleados estatales
y jubilados. Ante este hecho, la Confederación General del Trabajo
(CGT) en sus dos vertientes y la Central de Trabajadores Argentinos
(CTA) declararon una huelga general que contó con la adhesión de
varias organizaciones sindicales y civiles, con una amplia convocatoria, a la Plaza de Mayo.
Pero la crisis no era solo económica. La dirigencia política estaba
seriamente cuestionada. En las elecciones legislativas de octubre del
ese mismo año se popularizó el “voto bronca” que alcanzó el 42% del
padrón, equivalente a 10 millones de electores. Los recién acontecidos hechos de corrupción en el Senado de la Nación por sobornos
para aprobar la Ley de Flexibilización Laboral y el desencanto de la
sociedad con la política se manifestaron en esas elecciones con el masivo voto en blanco, la anulación del sufragio y el rechazo a participar de los comicios. A ese acto electoral de la ciudadanía se lo llamó
“voto bronca”.
El 13 de diciembre las tres centrales sindicales (CGT – Daer, CGT
– Moyano y CTA) convocaron a una nueva huelga general, la séptima
contra el gobierno de Fernando de la Rúa, que tuvo un alto grado de
adhesión. Desde entonces se multiplicaron las protestas y comenzaron los saqueos. Ese mismo día, de la Rúa recibió al expresidente de
108
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la Nación, Carlos Menem, entonces presidente del Partido Justicialista. La situación daba cuenta de la debilidad política en la que se
encontraba el oficialismo: el 5 de diciembre el FMI había congelado
los préstamos al país al constatar el fracaso del objetivo de lograr el
déficit cero. A su vez, había perdido las elecciones legislativas del mismo año frente al peronismo, que se negaba a tratar el presupuesto del
año 2002 dado que contemplaba fuertes recortes.
El encuentro con Menem fue parte de la tentativa del gobierno
nacional para superar la crisis política y económica. Allí acordaron
que era fundamental impedir la devaluación de la moneda, aunque
Fernando de la Rúa descartó la propuesta del expresidente que sugería dolarizar la economía. Por otro lado, de la Rúa solicitó la aprobación del presupuesto del año 2002 antes del 31 de diciembre y comenzar el tratamiento de una nueva Ley de Coparticipación Federal.
Menem estaba de acuerdo, pero respondió que no podía arrogarse
la representatividad de los gobernadores peronistas y que el ámbito para tratar esas cuestiones era el Congreso Nacional, aunque se
comprometió a llevar el mensaje a los gobernadores y legisladores
peronistas. El gobierno nacional consideró que el encuentro había
sido un éxito dado que se consensuó en el rechazo al escenario de
una devaluación.
Mientras en el resto del país se realizaban manifestaciones de protesta contra gobiernos municipales y provinciales, en la Ciudad de
Buenos Aires las protestas eran dirigidas al gobierno nacional y a los
políticos en general. La crisis afectaba a todo el sistema político.
Camino a la renuncia
La mañana del 19 de diciembre un pequeño número de manifestantes insultaron al Presidente de la Nación al salir de una reunión
en la sede de Cáritas nacional convocada por la pastoral social de la
Iglesia para encontrar una salida a la situación. Por la tarde, cerca de
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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las 19 horas, la protesta se extendió a una gran cantidad de barrios.
En Palermo los vecinos organizaron una ruidosa batucada y armaron
fogatas, en el barrio de Liniers cortaron el tránsito.
El discurso que realizó el Presidente poco antes de las 23 horas
declarando el Estado de Sitio fue un punto de inflexión. A partir de
entonces se multiplicaron las concentraciones en las calles en abierto
desafío a la medida oficial, primero en Rosario, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires y luego en centros urbanos de todo el país. En
la Ciudad de Buenos Aires estalló un “cacerolazo”, forma de protesta
que consiste en producir ruidos acompasados mediante golpes en cacerolas y objetos similares, que se prolongó hasta la madrugada. En
forma simultánea, en varios puntos de la capital surgieron manifestaciones espontáneas se cortaron calles y se realizaron marchas.
Algunas columnas menores se dirigieron a sitios gubernamentales como la quinta presidencial de Olivos, pero las más importantes
lo hicieron al Congreso Nacional y la Plaza de Mayo. Un puñado de
personas, que rápidamente se convirtieron en cuatro mil, se ubicaron
frente al domicilio de Domingo Cavallo. Pocos minutos después, el
Ministro de Economía presentó su renuncia, motivo de celebración
en casi todo el país. Pero la noticia no mermó las concentraciones,
sino que se fueron acrecentando y se transformaron en manifestaciones de masas.
En los grandes centros urbanos fue donde se reprimió con mayor violencia. Hubo once muertes en el Gran Buenos Aires, nueve en
Rosario, siete en CABA, y una en Córdoba, Entre Ríos, Corrientes,
Tucumán y Río Negro respectivamente.
El primer ataque de la guardia de Infantería de la Policía Federal
se produjo a la una de la madrugada. Algunos manifestantes –sobre
todo las familias– se dispersaron, mientras otros resistieron en lugares públicos. En el transcurso de la noche hubo varios enfrentamientos en Plaza Congreso y Plaza de Mayo.
Cerca de las 9:30 de la mañana, un nuevo ataque policial obligó
a los manifestantes a dispersarse, pero minutos después regresaron.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Una situación similar se registró a las 11:40 cuando la policía embistió con caballos y la guardia de infantería con camiones hidrantes. Fotógrafos y manifestantes resultaron heridos. Para el mediodía
la policía tenía cercada la Plaza de Mayo y las diagonales. Hacia la
tarde avanzó sobre los manifestantes intentando expulsarlos hacia la
Avenida 9 de Julio. Las corridas y enfrentamientos se sucedieron durante algunas horas. Finalmente, luego de atravesar la Avenida 9 de
Julio, los manifestantes avanzaron por Avenida de Mayo y la policía
comenzó a disparar balas de plomo. Tres manifestantes resultaron
muertos y una decena de ellos heridos.
Mientras se sucedían estos hechos, todos los Ministros del gabinete de de la Rúa presentaron su renuncia. Fernando de la Rúa entonces habló por televisión, para llamar a un acuerdo y ofreció al PJ, con
mayoría en ambas cámaras, formar un gobierno de unidad nacional.
Pero su propuesta fue rechazada. Ante esta perspectiva, y mientras en
las calles se sucedían los enfrentamientos y crecía el número de víctimas fatales, el Presidente renunció a su cargo y, a las 19:52 abandonó
la Casa Rosada en un helicóptero.
Crisis de representatividad
Los hechos de la Plaza de Mayo durante los días 19 y 20 de diciembre fueron la culminación de situaciones de caos y violencia que
expresaban el fin de un período. Además de demandas específicas,
los manifestantes portaban un reclamo más generalizado. El descontento y enojo por parte de la sociedad civil con el gobierno nacional
era mayoritario.
La multiplicidad de demandas se condijo con la diversidad de
sectores que se manifestaron durante diciembre de 2001. Los movimientos sociales de desocupados solicitaban el pago de subsidios
adeudados, en algunos casos la entrega de lotes de tierra y alimentos.
Los estudiantes reclamaban becas y rechazaban el recorte presupues-
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tario de las universidades. Los trabajadores estatales pedían por sueldos adeudados y la reincorporación de trabajadores despedidos. La
clase media reclamaba por las limitaciones monetarias, su “delicada”
situación económica y el “corralito’’. Este último fue el término con el
que se denominó informalmente la medida económica del gobierno
nacional mediante la cual se restringió la libre disposición de dinero
en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro.
Los movimientos sociales de desocupados tuvieron un doble objetivo a través de distintas formas de presión. En primer lugar, buscaron obtener alimentos pero sin realizar saqueos. En cambio, realizaron concentraciones frente a supermercados para negociar la entrega
de los mismos. En segundo término, se manifestaron frente a autoridades municipales, provinciales y nacionales reclamando el pago de
subsidios adeudados y pidiendo puestos de trabajo.
Los trabajadores sindicalizados llevaron adelante huelgas y movilizaciones con el objetivo de socavar las políticas económicas del
gobierno nacional que ponían en peligro sus fuentes de trabajo, y
también manifestaron su rechazo a medidas tales como el recorte del
13% a jubilados y empleados públicos. Además, exigían la reincorporación de compañeros despedidos. El accionar sindical durante la
presidencia de Fernando de la Rúa había mostrado cada vez mayor
unidad concentrado fundamentalmente en la CGT disidente de Moyano (anteriormente Movimiento de Trabajadores Argentinos), la
CTA y organizaciones de izquierda. Si bien la CGT oficial de Daer se
mantuvo diferenciada, ante el recrudecimiento de la crisis económica
terminó adhiriendo a la mayor combatividad de la CGT Moyano lo
que cristalizó en un acto conjunto el 29 de agosto. Después de las
elecciones legislativas de 2001, donde la ciudadanía se volcó masivamente al voto bronca ni el radicalismo ni el peronismo estaban en
condiciones de romper con la crisis. La UCR, partido principal de la
Alianza, esperaba un milagro. El peronismo, por su parte, oscilaba
entre la expectativa de un derrumbe del gobierno que le permitiera
hacerse cargo del Poder Ejecutivo, y el reacomodamiento interno en-
112
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
tre diversas facciones (por un lado, sectores menemistas; por el otro,
el armado de Eduardo Duhalde y la liga de gobernadores o Frente
Federal). Con la renuncia de Chacho Álvarez por el escándalo de las
coimas en el Senado18, el FrePaSo, socio menor de la Alianza, estaba
en retirada el Frente Grande, también sin saber qué hacer, trataba de
encolumnarse detrás de Aníbal Ibarra, por entonces Jefe de Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mientras tanto, otras expresiones buscaban constituirse como respuestas políticas a la crisis.
Una de ellas fue la Consulta Popular del Frente Nacional contra la
Pobreza, FRENAPO, que las semanas anteriores a las manifestaciones
del 19 y 20 de diciembre había conseguido 2.700.000 votos.
El “¡Que se vayan todos!” puede leerse como el punto más alto de
una crisis de representatividad que había comenzado mucho antes, y
que encontró su curva ascendente a partir de las elecciones legislativas del año 2001.
La concurrencia a ambas plazas, aun dentro de su alto grado de
espontaneidad y heterogeneidad, estuvo motorizada principalmente
por los movimientos sociales, organismos de Derechos Humanos y
los sectores medios de la población. Los grandes ausentes, obviamente, fueron los partidos políticos tradicionales. Más allá de las demandas específicas de cada sector, todos rechazaron el abuso de autoridad
que implicó el accionar policial y la declaración del estado de sitio
por parte de un gobierno que ya se había convertido en ilegítimo a
los ojos de la sociedad.
En contraste, las principales figuras del peronismo habían apoyado la implementación del estado de sitio (con la excepción de Rodríguez Saá, quien lo hizo a título personal).
18 Se trata del pago de coimas por parte del oficialismo a senadores del peronismo
para poder obtener los votos necesarios para aprobar la Ley de Flexibilización Laboral
reclamada por los organismos multinacionales de crédito. El titular del MTA Hugo
Moyano, afirmó que el Ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, le aseguró que para
los Senadores que no deseaban votar la Ley de Flexibilización Laboral, contaba con
“la Banelco”, es decir una tarjeta bancaria para distribuir coimas. El caso tomó estado
público tras una reproducción en el diario La Nación.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
113
Por ejemplo, el peronismo de Moreno (Provincia de Buenos Aires) organizó una caravana para ir a Plaza de Mayo pero fue detenida
en las inmediaciones de la Avenida General Paz por un operativo de
la Policía Federal. La mayoría de los líderes peronistas locales estaban
enfocados en mantener cierto grado de orden en sus municipios. No
todo el peronismo estaba de acuerdo en mantener la convertibilidad,
y esto básicamente se expresó en la interna Menem-Duhalde, que
aún no se había terminado de resolver y que se expresaba, entre otras
cosas, en la disputa legal por el Partido Justicialista y sus órganos de
conducción.
Un quiebre histórico
Las plazas del 19 y 20 de diciembre de 2001 marcan el fin de una
etapa de predominio neoliberal en nuestro país. De hecho, constituyen el resultado de la puesta en marcha de sus postulados y recetas económicas La impugnación total a la dirigencia política y a los
sectores empresariales, fundamentalmente financieros, que fueron
socios y cómplices del estallido de una de las mayores crisis de la
historia de nuestro país fue el caldo de cultivo del que emergieron
a nuevas formas de participación: asambleas, fábricas recuperadas y
otras experiencias de participación popular. Aunque en muchos casos no sobrevivieron a la coyuntura, estas experiencias permitieron
avizorar nuevos horizontes. La política de represión a la protesta continuó durante el interinato de Duhalde. El caso más emblemático fue
la masacre de Puente Pueyrredón.
Estas plazas también dieron cuenta de la imposibilidad de la sociedad argentina de generar, a partir de los acontecimientos, una propuesta política al margen de la institucionalidad vigente. Las agresivas respuestas de los manifestantes cuando dirigentes políticos, tanto
oficialistas como peronistas, intentaron arrimarse a la plaza y fueron
expulsados al grito de “no queremos políticos” evidencian que las
114
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
condiciones no estuvieron dadas para esa posibilidad. Las formas de
organización que adoptaron las asambleas barriales que se generaron
a partir de la crisis, y las dificultades que enfrentaron, al carecer de
liderazgo e ir diluyéndose poco a poco mientras la crisis se canalizaba
por los canales institucionales establecidos también da cuenta de esa
dificultad.
El Partido Justicialista, que contaba con la mayor estructura política en el país y que no cargaba de manera directa con el estigma de
la crisis, fue quien llevó adelante el período de normalización política y económica del país. Lo hizo, sin embargo, desde una posición
de relativa debilidad, dado que también era cuestionado por haber
gobernado el país durante los años noventa, dejando el gobierno nacional con la economía en recesión y asociado a numerosos casos de
corrupción. A pesar de haber ganado las elecciones de 2001, el principal candidato a Diputado por la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, sacó menos votos que en las elecciones presidenciales de
1999. Y en 2003, el candidato peronista ganó las elecciones solamente
con el 22% de los votos, dando cuenta del fuerte y generalizado cuestionamiento social hacia la política en su totalidad.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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1° DE MARZO DE 2002
Condenados al éxito
Santiago Álvarez Varela y Damián Sgro
La asunción de Eduardo Duhalde el 2 de enero de 2002 a la
Presidencia de la Nación, puso nuevamente al peronismo en
el gobierno nacional. La crisis imperante urgió a construir la
legitimidad del nuevo gobierno, principalmente a través de la
movilización de la estructura justicialista.
Corrían los primeros días de gobierno y en el contexto caótico de
un país que no tenía una salida clara a la crisis sistémica que estalló
el 19 y 20 de diciembre de 2001 provocando la caída de Fernando de
la Rúa y la sucesión de cinco presidentes en una semana, el entonces Presidente Eduardo Duhalde inmortalizó una de las frases más
memorables de aquellos críticos tiempos “La Argentina es un país
condenado al éxito”.
Duhalde se había consolidado como una figura central del peronismo durante mediados de la década del ‘80 y toda la del ‘90, y
lograba posicionarse como el dirigente capaz de conducir la transición hacia 2003, ya que la Asamblea Legislativa lo había investido
Presidente de la Nación el 2 de enero de 2002.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
117
El 1 de marzo de 2002, en el contexto de inicio de Sesiones Ordinarias, se convocó a “La Plaza de la Esperanza” en apoyo a Duhalde,
tal como fue denominada por sus organizadores.
En aquella plaza del 2002, se pudo ver la construcción del liderazgo nacional de Duhalde en el peronismo, a través de un complejo
entramado de relaciones con los intendentes del conurbano bonaerense, logrando edificar un imperio político, de poder y de prestigio
que conservaba desde sus épocas de Gobernador de la Provincia de
Buenos Aires (1991-1999).
Llegó el hombre de Banfield
Anarquía, caos, depresión económica, derrumbe social y violencia, frente a ese escenario asumió la presidencia Eduardo Duhalde el
2 de enero de 2002. La crisis de 2001 no fue solamente política sino
social, económica e institucional; atravesó distintos estratos sociales,
desde los sectores medios hasta los más bajos y marginados; sus diferencias sociales los separaban pero los unía un reclamo en común:
la desconfianza de todas las clases a los dirigentes políticos. “Que se
vayan todos” fue la expresión para mostrar este descontento.
Se estimó que en 2001 el 53% de los argentinos vivían por debajo
de la línea de pobreza, según datos publicados por el Instituto de Estadísticas y Censos de Argentina (INDEC). La mayoría de estos eran indigentes, es decir, la franja más pobre que no ganaba lo suficiente como
para comprar alimentos básicos. Los más golpeados por la pobreza
fueron los niños. Siete de cada diez menores de 14 años era pobre.
Este escenario de pauperización social y económica, sumado al
voto bronca de las elecciones legislativas de 2001, no logró desarmar
los ejes de acumulación política tradicional. Con la llegada de Duhalde
a la presidencia se vislumbró un nuevo mensaje para el sistema político: la Provincia de Buenos Aires había tomado el poder y quería retenerlo, con ayuda de la UCR y de los partidos provinciales. La elección
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
de la Asamblea Legislativa registró los siguientes resultados: en apoyo
a la proclamación de Duhalde se manifestaron 262 legisladores (151
del Partido Justicialista, 85 de la Unión Cívica Radical, 10 de partidos
provinciales, 8 del Frepaso, 7 de Acción por la República, uno del Polo
Social). En contra votaron 16 legisladores del ARI, 2 del Frente para
el Cambio, 2 de partidos provinciales, y uno de Izquierda Unida. Se
abstuvieron 7 legisladores del Frepaso, 4 de partidos provinciales, 2 del
PSP, uno del PJ, uno de la UCR, uno del ARI, uno del Polo Social y uno
del PI.
Según su discurso de asunción, sus objetivos eran dos: sacar a la
Argentina de ese default económico en el que se encontraba y transferir la banda presidencial a otro presidente electo por el pueblo.
Es decir, recuperar la estabilidad económica, política, social e institucional. El nuevo gobierno era amenazado tanto desde la derecha
como desde la izquierda: los primeros eran los partidarios de la dolarización y los segundos respondían a un heterogéneo movimiento
de cacerolazos y piqueteros. Este fenómeno político articuló nuevas
formas de acciones colectivas (ahorristas, asambleas barriales, colectivos culturales, trabajadores de empresas recuperadas), a los que se
añadían a los movimientos de resistencia ya existente (organizaciones de desocupados).
La presencia del peronismo bonaerense se reflejó en el armado de
su gabinete. La mayoría de los integrantes eran parlamentarios y funcionarios peronistas de Buenos Aires. Eduardo Duhalde comprendió
que gobernaría a la Nación solo después de haber controlado al peronismo y como el poder real pasó a los gobernadores de provincia,
tenía que negociar con ellos cada una de sus medidas. El gobierno
nacional puede pensarse que funcionó como una federación de gobernadores. Además, construyó una alianza con la UCR y el Frepaso
porque era necesario contar con un mínimo de consenso para implementar los cambios.
El 6 de enero de 2002 el Congreso aprobó la Ley de Emergencia
Pública, por la cual la Argentina salió del sistema de convertibilidad
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
119
y anunció la devaluación del peso, estableciendo además la “pesificación asimétrica” donde las deudas contraídas en dólares fueron pesificadas a razón de un peso por dólar, pero todos los depósitos existentes en dólares estadounidenses u otras monedas extrajeras fueron
convertidos a razón de uno con cuarenta centavos (1,40) por cada
dólar; la diferencia fue reconocida por el gobierno nacional con un
bono que se entregó a los bancos para compensar la asimetría. A su
vez, el Congreso dotó al Poder Ejecutivo de amplias facultades para
modificar las reglas de juego de la economía.
Esperanza mía
Sobre ese escenario de malestar social y pérdida de la capacidad
adquisitiva de los salarios, el 29 de enero de 2002, a tan solo 27 días
de haber asumido la presidencia, desde el núcleo central del elenco
gobernante se planteó la iniciativa de realizar una marcha callejera en
adhesión y respaldo al Presidente. La convocatoria fue propuesta en
una reunión de la conducción del Consejo Superior del Partido Justicialista bonaerense, en la que participaron el intendente de Lanús,
Manuel Quindimil; el de La Matanza, Alberto Balestrini; el de Merlo,
Raúl Othacehé; el de La Plata, Julio Alak; el de Malvinas Argentinas,
Jesús Cariglino; y dirigentes peronistas como Osvaldo Mercuri, José
María Díaz Bancalari, Alberto Pierri, y la Senadora Nacional Mabel
Müller, entre otros. Sus organizadores, originariamente la llamaron la
“Plaza de la Esperanza” y fue convocada para el 1 de febrero.
Así planteada la propuesta, tenía la intención de contrarrestar las
protestas de cacerolas de los “ahorristas”, los piquetes de los desocupados, organizaciones sociales y gremios combativos, y el clima desfavorable y de reclamo en general.
Manuel Quindimil, en declaraciones previas al probable acto, sostuvo que “Duhalde es un tipo que puso el cuerpo, que está haciendo
todo lo posible. Creemos que hay que bancarlo. La gente está dema-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
siado ansiosa. No se dan cuenta de que todavía no cumplió el mes de
gestión” (Página/12, 30/01/2002). Desde el momento de su anuncio,
la convocatoria fue fuertemente cuestionada por un amplio sector de
la sociedad, que la veían como una provocación por parte del Presidente de la Nación. Los que se oponían eran los sectores piqueteros,
los integrantes de la mesa del Diálogo Argentino: la Iglesia Católica,
y sectores del empresariado nacional, a los que se fueron sumando
diferentes dirigentes del justicialismo, que le “sugerían” al Presidente
que desista del acto. Apenas pasadas 48 horas del anuncio de la manifestación desde el Partido Justicialista bonaerense se decidió suspender el acto hasta nuevo aviso.
Pasada la segunda quincena del mes de febrero, volvió a tomar
fuerza la misma iniciativa de fines de enero: ocupar la plaza. Esta vez
con la decisión del Presidente Duhalde de que se concretara. Luego
de una reunión en el partido de Tres de Febrero en la Provincia de
Buenos Aires, bastión del intendente Hugo Curto. El jueves 21 con
un nutrido grupo de intendentes que acudieron a la audiencia, decidieron un operativo en apoyo al líder de la conducción del peronismo
bonaerense. A menos de 60 días de mandato, el Presidente Duhalde consideró necesario mostrar su propia fuerza para hacer frente a
las incesantes marchas de bronca y de protesta que se veían a diario
desde la caída de Fernando de la Rúa. En un contexto en el cual las
medidas económicas aún no tenían un resultado concreto para la población, más la presión de los gobernadores de Santa Cruz y Córdoba
que exigían elecciones anticipadas (Néstor Kirchner y José Manuel de
la Sota respectivamente), sumado al acoso de Carlos Menem que aún
detentaba una parte de poder del PJ nacional. Mientras las empresas
privatizadas reclamaban un descongelamiento tarifario, más el Fondo Monetario Internacional que presionaba por la reestructuración
de la deuda externa, se evaluó mostrar cierta legitimidad a un gobierno que no había surgido por el voto popular.
La fecha estipulada fue el 1º de marzo, día que el Presidente debía
inaugurar el 121° de las Sesiones Ordinarias ante la Asamblea Legis-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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lativa. La puesta en escena implicaba neutralizar alguna protesta callejera en el Congreso Nacional, en el momento que Duhalde hablara
por cadena nacional.
La composición social del acto era en su mayoría de gente humilde, empleados y de clase media bonaerense y se diferenciaba de las
marchas de los piqueteros y desocupados. Los organizadores del acto
del 1º de marzo denominaron a la convocatoria, en contraposición
con las manifestaciones opositoras, la “Plaza de la Esperanza”. Hubo
más de 15 mil manifestantes y casi no hubo personas “sueltas” o que
se hayan acercado por voluntad propia a la plaza. La mayoría de las
crónicas posteriores identificaron dos vertientes.
La primera, en su gran mayoría, eran personas adherentes y militantes del peronismo del Gran Buenos Aires de la Primera Sección
(entre los que podemos mencionar los municipios Tres de Febrero,
Ituzaingó, José C. Paz, Hurlingham, Moreno, Malvinas Argentinas,
San Miguel) y Tercera Sección electoral (Lanús, Lomas de Zamora,
La Matanza, Florencio Varela, Almirante Brown, Berazategui, Ezeiza, Echeverría, Quilmes, entre otros) movilizados a través de las
intendencias y transportados en dos mil micros contratados, que
ocuparon la parte central de la Plaza de los Dos Congresos.
La segunda, estaba conformada por personas de gremios pequeños como UATRE (peones rurales) cuyo Secretario General era Gerónimo “Momo” Venegas, y una fracción del radicalismo de la Provincia de Buenos Aires perteneciente al alfonsinismo.
En todos los casos se exhibieron carteles como “No al FMI”, “Banqueros chorros, devuelvan la plata” y “No a la Corte Suprema” y expresiones que no fueron ni apartidaria ni apolítica, y sí a favor de
Eduardo Duhalde. Lo que más se escuchaba era “Olé, olé olé olé, Duhalde, Duhalde” y la infaltable marcha peronista.
En una conferencia de prensa posterior al acto el Presidente decidió anunciar, con aires de triunfador, su conclusión principal: “Aunque vienen momentos duros, con este acto se ha demostrado que
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
nuestro pueblo va a aguantar un poco más y tendremos una Argentina que merezca ser vivida” (Clarín, 06/03/02).
Tal como lo advirtieron el presidente y el núcleo gobernante, la
base de apoyo que se cristalizó en la Plaza de los Dos Congresos le
sirvió no solo a Duhalde para tener una estructura (principalmente
de intendentes) con el objetivo de legitimarse, sino que contribuiría
a sostener su gobierno en la transición política hasta las próximas
elecciones presidenciales previstas para el año siguiente. El contexto parecía estar escuchando la frase del General Perón: “Un partido
político sin unidad de acción es una fuerza inorgánica que no realiza
grandes obras ni se consolida en el tiempo”.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
123
25 DE MAYO DE 2003
Plaza de asunción de Néstor Kirchner:
vengo a proponerles un sueño
Facundo Bindi y Violeta Rosemberg
En las elecciones generales para Presidente de la Nación realizadas
el 27 de abril de 2003, la fórmula Menem - Romero se impuso
con un 24,45% sobre la de Kirchner - Scioli que obtuvo el 22,24%.
La ley contemplaba la realización de un balotaje al que Menem
decidió no presentarse y convertir automáticamente a Néstor
Carlos Kirchner en el Presidente de la Nación. La crítica situación
económica y social fue el marco de su asunción.
Reunirse y conformar un numeroso grupo de gente en la Plaza de
Mayo para mostrar el rechazo a una línea política venía siendo, desde
el comienzo del siglo XXI en nuestro país, una práctica recurrente,
sobre todo en los espacios públicos, desde la vuelta de la democracia, pero con más fuerza desde 2001 los distintos sectores sociales se
conglomeraban para manifestarse, en la mayoría de los casos para
protestar o rechazar ciertas políticas propuestas por los gobiernos.
La idea del NO se había generalizado y la práctica de manifestarlo
también. Si las políticas públicas de la década del ‘90 habían invitado
a no participar de la vida en común el 25 de mayo de 2003 marcó un
cierre a esa forma de desarrollo social, aunque aún no se supiera muy
bien de qué se trataba.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Eduardo Duhalde, del Partido Justicialista, era el Presidente interino desde el 2 de enero de 2002 había sido electo por el Congreso de
la Nación y su mandato debía culminar el 10 de diciembre de 2003. El
Congreso había votado: Duhalde consiguió 262 votos a favor, 21 en
contra y 18 abstenciones. Las elecciones presidenciales se anticiparon
y la primera vuelta se celebró el domingo 27 de abril de 2003. Néstor
Carlos Kirchner, por entonces era un candidato poco conocido para
la gran mayoría de la sociedad civil, obtuvo un 22,24% de los votos válidos emitidos, quedando en segundo lugar a poco más de dos puntos
de Carlos Menem que había obtenido un 24,45% por lo que debían
participar de una segunda vuelta electoral. Fuera de esta quedaron
Ricardo López Murphy (16,37%), Adolfo Rodríguez Saá (14,11%) y
Elisa Carrió (14,05%), entre otros. El candidato de la Unión Cívica
Radical, Leopoldo Moreau, ocupó el sexto puesto con un 2,3% en la
peor elección presidencial de la historia de su partido. El balotaje debía celebrarse el domingo 18 de mayo pero Menem, ante una segunda
derrota, retiró su candidatura y Kirchner accedió a la presidencia automáticamente siendo el Presidente electo con el porcentaje más bajo
de votos válidos emitidos de la historia argentina. Tenía por delante
un período de cuatro años y seis meses de gobierno ya que hasta el
10 de diciembre del 2003 completó el mandato de Duhalde, en cumplimiento de la llamada Ley de Acefalía Presidencial, y a partir de allí
debería asumir el nuevo ganador para cumplir el mandato constitucional correspondiente hasta diciembre del año 2007.
En declaraciones a la prensa días antes de su asunción, Kirchner
manifestó su deseo de que la gente estuviera en la calle. Ese frío 25
de mayo debía ocupar el Poder Ejecutivo y tomarles juramento a los
nuevos ministros. Néstor Kirchner pidió convocar a la gente a que
se acerque. Según cifras de la Policía Federal Argentina (PFA) hubo
15.000 personas. La convocatoria fue, primero, en la Plaza del Congreso y luego en caravana hasta la Plaza de Mayo. El Presidente se
trasladó con su familia y unos pocos amigos en un auto escoltado por
el regimiento de granaderos a caballo. Si bien eran pocos, algunos
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
peronistas entusiasmados con la idea de un Presidente del sur se abalanzaban al auto para saludarlo.
La Plaza de Mayo estaba llena hasta la mitad, había sido vallada
conteniendo a la gente dentro de ella. No se podía cruzar desde la plaza por Hipólito Yrigoyen y tampoco desde Rivadavia, ni por Balcarce.
La caravana fue desde Avenida de Mayo para entrar por Hipólito Yrigoyen hasta llegar a Balcarce. Al bajarse del auto Néstor Kirchner vio
a la gente en la plaza intentando saludarlo pero era notable la lejanía.
Es allí cuando decidió cruzar Balcarce, entrar a la plaza y acercarse
a las vallas para saludar a los manifestantes que estaban dentro de la
plaza. En esa acción se amontonaron rápidamente varios periodistas
(también del otro lado de las vallas) y Néstor Kirchner en un intento
de esquivarlos, para saludar a lo que él denominaba “el pueblo”, recibió el golpe de un flash que le pegó en la frente y lo cortó, produciéndole un tajo. En su primer acto como Presidente, la relación con el
periodismo comenzaba de modo amenazante. Según declaraciones
posteriores del mismo Kirchner: “Quería ser abrazado por la gente
que había venido a saludarme, más allá del protocolo y la seguridad”.
Hubo un enorme operativo de seguridad. En sintonía con la Argentina post 2001 que Kirchner intentaría superar. ¿Sería esta la última plaza con tanto operativo de seguridad?
Entre los civiles que habitaban la plaza pública, la mayoría eran
organizaciones del Partido Justicialista, fundamentalmente del conurbano zona sur. Había algunas banderas blanca y celestes, como
por ejemplo una muy grande de La Matanza que pedía “Alberto Balestrini conducción, Rubén Ledesma conducción”. Los enviados por
el intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, habían madrugado
para asegurarse un lugar preferencial para sus carteles, sobre el vallado frente a la entrada principal del Congreso. La bandera más grande
era la de UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores) conducidos por el “Momo” Gerónimo Venegas, Secretario
General del gremio, y que en ese mismo año fue elegido como el sucesor de Lorenzo Miguel al frente de las 62 Organizaciones Gremia-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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les Peronistas. Estos actores eran casi los mismos que los que habían
estado en la plaza de Duhalde del año 2002.
Hubo distintas banderas de agrupaciones de corte peronista, muchas otras no tenían inscripciones y eran solamente banderas blancas y celestes. Hubo algunas que pedían por ciertos referentes: “Luis
Ilarregui conducción”, hombre de Ayacucho, Provincia de Buenos
Aires o de la Corriente Peronista Federal. Sin embargo había una
que resaltaba del resto, que podría ser la que marcaría el rumbo que
tomaría el gobierno kirchnerista: “Kirchner, Chávez y Fidel, por la
unidad latinoamericana”, firmada por el Frente para la Victoria. En el
marco del acto de posesión en la Cámara de Diputados de la Nación,
ellos tres junto al Presidente de la República Federativa de Brasil, Luiz
Inácio Lula Da Silva, habían sido los que más llamaron la atención
del público, de hecho Fidel recibió un aplauso cerrado de los propios
legisladores al ingresar.
A su vez, en las paredes de la Ciudad de Buenos Aires, aparecieron
miles de carteles con la foto de Fidel y Chávez que llevaba la leyenda
“Bienvenidos”. También, durante la concentración en las plazas y en
la Avenida de Mayo, muchos manifestantes mostraron pancartas con
expresiones alusivas a los célebres mandatarios latinoamericanos.
Fidel Castro no pisaba la Ciudad de Buenos Aires desde 1959 y
estuvo 48 horas compartiendo agenda junto a Lula da Silva y Hugo
Chávez, incluso viajaron juntos en el mismo micro para trasladarse
hasta la asunción presidencial. El corolario de la visita del Comandante cubano fue el discurso, al día siguiente, ante alrededor de 30
mil personas, según la policía federal. Las más de dos horas y media
de oratoria en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires marcaron un momento histórico en la relación
del líder cubano con el pueblo argentino. Fidel había comenzado su
discurso con las siguientes palabras: “Queridos hermanos estudiantes, trabajadores y, estoy por decir, compatriotas argentinos” y había
hecho referencia a la importancia de la unión del pueblo latinoamericano. Al día siguiente el Presidente de la República Bolivariana de
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Venezuela, Hugo Chavez, expresó que aquella jornada del día 25 implicaba “Un momento crucial para toda América Latina”. El propio
Néstor Kirchner declaró “Somos hombres comunes con responsabilidades importantes que tenemos que estar a la altura de la historia
y el tiempo” junto a “nuestra prioridad en política exterior será la
construcción de una América Latina políticamente estable, próspera,
unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social”.
Luego del traslado desde el Congreso hasta la Casa Rosada Néstor
Kirchner salió al balcón y las pocas personas allí presentes cantaron
“Argentina, Argentina” y “Olé olé, Lupo, Lupo”, quienes proponían
este canto lo conocían de modo bastante cercano.
Ese 25 de mayo de 2003 se cumplían 30 años de aquel otro 25 de
mayo, donde el peronismo festejaba la llegada de Héctor Cámpora a
la presidencia después de 18 años de proscripción. En aquel acontecimiento los jóvenes habían tomado la plaza y hasta la Casa Rosada
(según cuenta el propio Néstor Kirchner él había estado allí celebrando). 30 años después el peronismo se reinventaba y volvía a ocupar el
espacio público más importante de la Nación.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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foto plaza
11 DE MARZO Y 17 DE JULIO DE 2008
Las plazas de la 125
Eduardo De Negri
En marzo del año 2008 el Ministro de Economía, Martín Lousteau
firmó la Resolución 125, que proponía un cambio en cómo se
aplicarían las retenciones. La medida fue rechazada por las
organizaciones patronales agrarias que se enfrentaron al gobierno
nacional. La disputa se desarrolló tanto en el plano institucional,
como en la ocupación del espacio público.
Resolución y lockout patronal
El llamado conflicto de la Resolución 125 (disposición dictada por
el Ministerio de Economía de la Nación) tuvo dos actores principales
y opuestos: las entidades agropecuarias que se congregaron en la llamada “Mesa de Enlace”, representativa de un sector del campo. Estaba compuesta por cuatro entidades agropecuarias: la Sociedad Rural
Argentina (SRA) cuyo titular en el inicio del conflicto era Luciano
Miguens; las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) al frente de
la cual se encontraba Mario Llambias; CONINAGRO, presidida por
Fernando Gioio y la Federación Agraria Argentina, cuyo presidente
era Eduardo Buzzi. Por el otro lado, en la vereda contraria estaba el
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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oficialismo, compuesto por el gobierno nacional y los sectores aliados. El enfrentamiento se originó por la Resolución 125, dictada el
11 de marzo de 2008, que disponía un nuevo esquema de retenciones
móviles a la exportación. La oposición de las corporaciones rurales a
la medida devino en cuestionamientos a la política agropecuaria en
su conjunto y al gobierno nacional en sí mismo. Las expresiones más
claras del conflicto fueron los cortes de ruta por parte de los sectores
agropecuarios que tuvieron como consecuencia el desabastecimiento
de ciertos productos en algunas ciudades y localidades.
En el marco de este conflicto, los actos, plazas y manifestaciones,
adquirieron un lugar destacado como parte de la disputa, como acontecimientos para medir fuerzas y como medios para enviar mensajes
políticos al adversario, así como para disputar la influencia sobre la
opinión pública.
El peronismo llegó al conflicto bajo la conducción de Néstor y Cristina Kirchner. Múltiples sectores conformaban, junto al gobierno, la
coalición oficialista pero el liderazgo de la dupla Kirchner centralizaba
las decisiones. Por tanto, las distintas maniobras y tomas de posición
durante el conflicto, incluyendo los actos y movilizaciones eran tomadas por la conducción. El primer acto significativo en la Plaza de Mayo
fue convocado por el oficialismo el 1 de abril de 2008, asistieron, según
la Policía Federal Argentina, entre 60 y 100 mil personas.
El lema que el kirchnerismo eligió para la convocatoria era “Convivencia, diálogo y defensa del gobierno nacional y popular”. En su
discurso en ese acto Cristina Fernández de Kirchner, quién había
asumido como Presidenta el 10 de diciembre de 2007 y llevaba solo
cuatro meses en el poder, sentenciaba
Nunca vi en tan poco tiempo tantos ataques a un gobierno
surgido del voto popular. Parece que he cometido un pecado: haber sido votada por la mayoría de los argentinos
en elecciones libres. Quiero pedirles, rogarles encarecidamente a los que aún creen que es bueno cortar caminos
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
para que no pasen alimentos, para que no pasen instrumentos para las fábricas, que por favor adviertan el mal
que están haciendo.
Tres semanas después, el 23 de abril, mientras el conflicto crecía,
Martin Lousteau renunció como Ministro de Economía. El conflicto
desatado a raíz de la resolución que él mismo había dictado terminó
de minar su fuerza dentro de la administración nacional ante lo cual
la Presidenta Cristina Kirchner le solicitó su renuncia al cargo.
El 25 de mayo, casi un mes después el gobierno convocó a un
acto institucional por el aniversario de la Revolución de Mayo que
se realizó en la ciudad de Salta, hubo entre 70 mil a 150 mil personas
según distintas fuentes. Este acto, a diferencia de los anteriores, tenía
un halo de neutralidad o de no referencialidad con el conflicto de la
125. En este caso la efeméride ofició de medio para referirse al conflicto pero fue lo central del acto. Por el contrario, la Mesa de Enlace
sí realizó expresamente una convocatoria a un acto y movilización
en la ciudad de Rosario para confrontar con el gobierno nacional, lo
que, en una fecha de significativo valor simbólico para el país, dividió
al mismo en dos.
El 16 de junio se realizaron masivas movilizaciones urbanas,
fundamentalmente en la Ciudad de Buenos Aires, al tiempo que se
llevaba a cabo una concentración en Gualeguaychú, Entre Ríos, que
tuvo como orador a Alfredo de Angeli, dirigente rural que tuvo fuerte
protagonismo en el conflicto. La sociedad argentina se encontraba
dividida frente al conflicto. Así como el gobierno tenía sus bases sociales de apoyo, el sector agropecuario había logrado el respaldo de
un sector de la población, disconforme con las políticas del gobierno
nacional. Este sector, mayoritariamente de clase media y media-alta,
sirvió a los fines de legitimar las demandas de los sectores agrarios.
El 18 de junio el kirchnerismo volvió a convocar a otra plaza. Hubo
entre 80 y 120 mil personas según la Policía Federal Argentina. Iban
ya tres meses de disputa, desgaste y polarización, de un conflicto que
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
133
ponía en jaque el abastecimiento alimentario de cierta parte de la
población. A diferencia del 25 de mayo, el tono general del acto y el
discurso de Cristina Fernández de Kirchner fueron más encendidos
y críticos con las entidades agropecuarias así como con los manifestantes urbanos a favor de los ruralistas: “Algunos creen que todo se
arregla con cacerolazos, bocinazos o cortes de ruta, pero así no se
arregla nada”. Así como buscaba dividir aguas con algunos sectores,
también pretendía profundizar en una transversalidad política y social, ampliando el espectro político y seduciendo a otros para sumar
apoyos en la pulseada. Solicitó a los ruralistas que levantaran los cortes “en nombre de los argentinos a los que les falta seguridad, paz, pan
y trabajo”. Agregando el concepto de seguridad como tema de agenda
al trípode conceptual que había elaborado Saúl Ubaldini (Paz, pan y
trabajo) en 1982.
El gobierno utilizó el masivo acto para darle fuerza a la decisión
táctica de llevar la disputa a otro ámbito: al Congreso Nacional, con la
presentación de un proyecto de ley sobre retenciones móviles. De esta
forma, y ante las dificultades del gobierno para disciplinar a los actores
agropecuarios y cerrar el conflicto, se apostaba a destrabar la disputa y
llevarla a un terreno de amplia representatividad social, donde pudieran emitir su opinión y decidir todos los sectores políticos.
Los presentes
El sindicalismo peronista se hizo presente en casi todas las plazas
que hubo durante el conflicto, unificado bajo la conducción del dirigente camionero Hugo Moyano, quien fuera ferviente opositor de las
políticas neoliberales llevadas a cabo por Carlos Menem y Fernando
de la Rúa desde el disidente Movimiento de Trabajadores Argentinos.
Con la llegada de Kirchner a la presidencia, las coincidencias habían
ido en aumento y quedó sellada en una alianza de la CGT con el
gobierno kirchnerista. En este contexto, el sindicalismo peronista de
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
la mano de Moyano estaba en las primeras líneas de las plazas con
numerosos gremios, fundamentalmente Camioneros, la Unión de
Personal Civil de la Nación (UPCN), la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y la Unión Ferroviaria (UF). La mayor movilización de los
gremios peronistas fue crucial el 18 de junio.
Dentro del sindicalismo peronista, todavía dentro de la CGT
oficial, una serie de gremios, comandados por el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, no se hicieron presentes. Sus diferencias
con Hugo Moyano, su poca capacidad de incidencia en la cúspide
de la CGT y su oposición al gobierno de Cristina Kirchner, lo fueron
marginando y durante el conflicto entre el gobierno nacional y las
entidades agropecuarias se fue configurando como un sindicalista
opositor aunque aún integrado a la CGT. Estas diferencias se cristalizaron el 8 de julio de 2008, cuando Barrionuevo oficializó la ruptura
de la CGT y conformó una CGT disidente, la CGT Azul y Blanca.
Tampoco asistieron a las plazas los gremios de la CTA, ante quienes
Néstor Kirchner había intentado un acercamiento durante el inicio
de su gobierno, pero no logró mantenerlo en el tiempo durante la
conducción de Víctor De Gennaro. A título personal sí asistió el 25 de
mayo, Hugo Yasky, titular de la CTA. No obstante, en la movilización
del 18 de junio había muchas pancartas con la sigla de la CTA.
En todas las movilizaciones estuvieron los movimientos sociales.
Actores que eran una novedad en la Argentina reciente, una marca de
las políticas neoliberales del último cuarto del siglo XX y principios
del XXI. Habían nacido como una respuesta organizativa de sectores
de la sociedad ante el abandono de un Estado que estaba en retirada
y no cubría sus necesidades básicas. Muchos de esos movimientos sociales, ante la recuperación del empleo durante el gobierno de Néstor
Kirchner, se habían acercado al gobierno y este había decidido llevar
adelante una estrategia de alianza política con ellos. Allí estaban las
columnas del Movimiento Evita, Libres del Sur, Frente Transversal
y Federación de Tierra y Vivienda junto a numerosas agrupaciones
y mutuales barriales. También se hicieron presentes algunas orga-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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nizaciones de derechos humanos como Madres de Plaza de Mayo e
H.I.J.O.S, con un apoyo explícito al gobierno nacional.
Por último, expresando la transversalidad que el kirchnerismo buscaba encarnar en sus políticas, asistieron a las movilizaciones aquellas
organizaciones políticas de izquierda o centroizquierda como el Frente
Grande, el Partido de la Victoria, el Partido Socialista de la Provincia
de Buenos Aires, el Partido Solidario, el Humanista y el Comunista.
Dentro de las estructuras políticas más tradicionales del peronismo, junto al oficialismo, los actos contaron con la presencia de la Juventud Peronista y del Partido Justicialista. Alrededor de una docena
de gobernadores fieles al kirchnerismo se hicieron presentes, aunque
hubo algunas discontinuidades o faltazos, como el Gobernador de
Córdoba, Juan Carlos Schiaretti. Lo mismo sucedió con la movilización de los intendentes pejotistas del conurbano bonaerense, un núcleo
duro de intendentes cercanos al gobierno nacional estuvo presente y
otros dependieron del tipo de relación al momento de los actos y las
convocatorias.
Desde algunos sectores políticos pero también mediáticos, se buscó
minimizar las convocatorias tildándolas de no espontaneas, producto
de un armado por parte de las estructuras sindicales y clientelares del
peronismo, lo que mostraba el predominio kirchnerista en el aparato.
Por parte de las entidades agropecuarias, las plazas del kirchnerismo generaron distintas reacciones. Luego del acto del 1 de abril,
estas entidades resolvieron levantar los cortes con el fin de sentarse a dialogar con el gobierno, poniendo fin al primero de los cuatro
lockouts patronales que se realizaron a lo largo de todo el conflicto.
Fue la única ocasión en que el oficialismo logró un efecto sobre los
ruralistas. Posteriormente, las movilizaciones del kirchnerismo solo
lograrían más vehemencia, más desafíos y un recrudecimiento de los
cortes por parte de las entidades rurales.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
El ring legislativo y el voto no positivo
El 17 de junio el gobierno envió al Congreso el proyecto para convertir en ley las retenciones móviles. Las entidades agropecuarias comunicaron que valoraban el gesto democrático de enviarlo al Poder
Legislativo pero no concordaban con el mismo y esperaban que se
le realicen modificaciones. Tras agitados días de negociaciones que
derivaron en algunos cambios al proyecto original, fue aprobado el
5 de julio en la Cámara de Diputados por 129 votos a favor y 122 en
contra, y fue remitido a la Cámara de Senadores.
El 16 de julio fue el día establecido para la votación en el Senado
de la Nación, cuando debía terminar el conflicto que llevaba cuatro
meses. Conscientes de lo que se ponía en juego, tanto el gobierno
como la Mesa de Enlace realizaron el 15 de julio un masivo acto en la
ciudad de Buenos Aires para sostener sus posiciones. El gobierno en
la Plaza de los Dos Congresos, los ruralistas en el Monumento de los
Españoles en la Avenida Libertador.
Las negociaciones fueron intensas hasta último momento, había
mucha presión sobre los senadores. El gobierno, si bien tenía mayoría, tuvo que hacer grandes esfuerzos por contener a sus legisladores,
algunos con fuertes presiones no solo por parte de las entidades agropecuarias sino de manifestantes que realizaron movilizaciones a los
hogares de algunos senadores. El resultado final fue que trece senadores del oficialismo y el propio Vicepresidente de la Nación votaron
en contra del proyecto de ley.
El conflicto mostró la consolidación de un nuevo liderazgo dentro del peronismo, la maduración del triunfo del kirchnerismo sobre
el duhaldismo en las elecciones de 2005. Logró aglutinar bajo su liderazgo, a un universo de diversas organizaciones como sindicales,
piqueteras, de derechos humanos, políticas de diverso cuño, de las
cuales la más destacada fue el Partido Justicialista que aun con sus
tradicionales vaivenes se encolumnó tras el nuevo liderazgo peronista que representaba el kirchnerismo. Mostró también que el peronis-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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mo logró reconfigurarse y dar representatividad nuevamente a los
sectores populares, los tradicionales y los nuevos, como se reflejó en
la activa participación de numerosos movimientos sociales. Por otro
lado, si bien se consolidaba un tipo de transversalidad social con la
relación con diversas organizaciones sindicales y sociales, el conflicto
marcó el fracaso de la transversalidad política que el kirchnerismo
había ensayado en 2007 con la alianza realizada con un sector del
radicalismo.
Fue una disputa en la cual las movilizaciones y los actos fueron
una herramienta política central, que recuperaron la tradicional fuerza y mística de las movilizaciones populares y reflejaron la heterogeneidad del kirchnerismo.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
25 DE MAYO DE 2010
Las plazas del Bicentenario
Luciano Acevedo y Pedro Berzero
El 25 de mayo de 1810, se celebraron los 200 años de la Revolución
de Mayo, inicio de la independencia del reino de España. Los actos,
que en principio parecían meras formalidades, con el correr de los
días, se fueron transformando en manifestaciones multitudinarias,
convocadas a la luz de actos artísticos y espacios de encuentro.
Un festejo popular
El gobierno nacional organizó los festejos del bicentenario de la
Revolución de Mayo para ser celebrados entre los días 21 y 25 de
mayo de 2010. Sobre la Avenida 9 de Julio de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires se instaló el “Paseo del Bicentenario”. Allí se reunieron
los argentinos de todas las provincias y clases sociales, se manifestaron un amplio abanico de identidades culturales en un marco de
respeto y rememoración. Mediante un breve discurso de apertura, la
Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el paseo el día
viernes 21 de mayo y señaló que “este va a ser un Bicentenario con un
sesgo de pertenencia y de identidad a nuestra región”. Estuvieron representadas todas las provincias argentinas y los países latinoameri-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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canos sumado a la exposición de puestos de organismos ministeriales
y de derechos humanos.
La organización del festejo se mantuvo bajo total hermetismo, el
Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, conjuntamente
con el responsable de la Unidad Ejecutora Bicentenario de la Revolución de Mayo 1810-2010, creada a partir del decreto 259/2010
(Boletín Oficial: 2010), Javier Grosman, fueron los responsables de
coordinar todas las acciones correspondientes a la organización del
evento19. Además, se realizaron múltiples desfiles representando las
diferentes identidades del país y la región, sumado a la clásica marcha
de las fuerzas armadas.
El día 25 de mayo en casa de gobierno, la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner luego de participar del Tedeum en la Basílica
de Luján, en la Provincia de Buenos Aires, inauguró la Galería de los
Patriotas Latinoamericanos en la Casa Rosada y allí se expresó sobre
la diversidad del subcontinente “si uno nos mirara a todos nosotros,
verían todos distintos orígenes pero vería un solo objetivo: que sus
pueblos, que sus sociedades tengan más libertad, más igualdad, más
equitativa distribución de la riqueza”. De la ceremonia participaron
los mandatarios Luiz Inácio Lula Da Silva por Brasil, Hugo Chávez
por Venezuela, José Mujica por Uruguay, Evo Morales por Bolivia,
Sebastián Piñera por Chile, Rafael Correa por Ecuador, Fernando
Lugo por Paraguay, el expresidente Néstor Kirchner, el expresidente
depuesto Manuel Zelaya por Honduras, gobernadores y funcionarios
del gabinete nacional.
Desde el Poder Ejecutivo se planteó una mirada integradora de
la celebración de la gesta patriótica en consonancia con el clima de
época favorable a la integración regional. El colectivo artístico Fuerza
Bruta tuvo a cargo la escenificación de las diferentes luchas de los fla19 Entre los artistas que protagonizaron el festejo en las instalaciones del “Paseo
del Bicentenario” se destacaron Luis Alberto Spinetta, Gustavo Santaolalla, Fito Páez,
León Gieco, “Chaqueño” Palavecino, entre otros, y a nivel internacional se hicieron
presentes Jaime Roos, Gilberto Gil, Pablo Milanés.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
mantes 200 años de historia nacional en las diferentes carrozas donde
se expusieron: el éxodo jujeño comandado por Belgrano, la defensa
de la soberanía en la batalla de la Vuelta de Obligado, el proceso de
inmigración europea y de industrialización, los soldados caídos en
Malvinas, la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, el reclamo docente en la Carpa Blanca, entre otros.
Durante los días de festejo, las personas que estuvieron en los actos realizados en las calles de Buenos Aires –ese grupo que tal vez podríamos volver a denominar como “pueblo”– se reapropiaron de las
diferentes simbologías nacionales. En contraposición, no se hicieron
presentes las insignias partidarias ni se registraron actos de violencia
salvo contadas excepciones. Los cálculos oficiales hablan de una concurrencia de aproximadamente seis millones de personas, mientras
que algunos medios de comunicación redujeron esa cifra a la mitad, a
lo largo de los cinco días de festejo. La celebración como acto público
significó el punto más alto de las manifestaciones de festejo popular
a lo largo de los años en el poder del peronismo-kirchnerismo por la
magnitud de la convocatoria y por el carácter novedoso de las intervenciones artísticas.
La lucha política y el (repunte) detrás de los festejos
En paralelo, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, adelantó la reinauguración del Teatro
Colón. Estaba prevista para el día 25 pero fue adelantada al 24 de
mayo. Asistieron al evento los principales referentes de la oposición
política como Francisco de Narváez, quien había vencido a Néstor
Kirchner en las elecciones legislativas de 2009 en la Provincia de Buenos Aires20; el Gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner;
20 El 28 de junio de 2009, la fuerza Unión PRO, encabezada por Francisco de
Narváez, obtuvo un total de 2.606.632 votos, un 34,6 % del total, adjudicándose 13
bancas legislativas nacionales y, en segundo lugar, el Frente para la Victoria, obtuvo
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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la cúpula radical estuvo representada con los senadores Ernesto Sanz
y Gerardo Morales, sumado al Vicepresidente de la Nación Julio Cobos; el titular de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati; numerosos artistas y personajes de la farándula.
El público que se acercó a las inmediaciones tuvo que presenciar
la gala de reapertura mediante las proyecciones de imágenes que
se realizaron sobre la fachada del edificio y no pudieron ingresar al
centenario teatro. La falta de convocatoria a movilizarse y la inauguración de carácter selecto contrastaron con el festejo masivo que se
realizaba en simultáneo en el centro porteño.
Por otro lado, la marca Bicentenario fue una innovadora propuesta en comunicación por parte del gobierno nacional que trascendió
los festejos impulsada desde diferentes agencias estatales mediante la
concreción de distintas iniciativas. El emprendimiento más trascendente fue la creación del Centro Cultural del Bicentenario, Centro
Cultural Kirchner, en el expalacio del Correo Central en la Ciudad
de Buenos Aires como el establecimiento del predio cultural público
más grande de la región, el mismo quedó abierto al público a partir
de mayo de 2015.
El Bicentenario fue un hecho social y político que trascendió a
los festejos en sí mismo, fue uno de los acontecimientos que cambiaron el humor social. Sin embargo no alcanzaba con este único hecho
simbólico. El gobierno tuvo que responder a demandas y necesidades
existentes para los diferentes grupos sociales y en particular las económicas. Llevó a cabo políticas públicas activas como la recuperación de los fondos de jubilación en manos de las AFJP, la creación de
la Asignación Universal por Hijo (AUH), la recuperación de Aerolíneas Argentinas, entre otras medidas, lo que le permitió retomar el
protagonismo y la agenda pública.
Teniendo en cuenta algunas de las implicancias que generaron
los festejos del Bicentenario, podemos señalar que el peronismo goun total de 2.418.104 votos, un 32,18 % sobre el total, a quien le correspondieron 12
bancas.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
bernante, una vez más, mediante la movilización de gran parte de la
sociedad canalizó el rédito político que dejó el clima de la celebración. Es decir, permitió tender un puente entre el gobierno nacional
y gran parte de la sociedad, en especial con diversos sectores de la
clase media, que se encontraba desgastada luego del conflicto con
las patronales del campo y los coletazos de la crisis financiera de los
países centrales.
La “reconciliación” se aceleró con la muerte del expresidente Néstor Kirchner el 27 octubre de 2010, sobre todo con vastos sectores de
la juventud, y su multitudinario velatorio fue un signo de este proceso en marcha. Por último, producto del repunte económico que
se dio a partir de las medidas anticíclicas adoptadas por el gobierno
para sortear la crisis internacional se comenzó a cerrar el camino que
posibilitó la reelección de Cristina Fernández de Kirchner.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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23 DE OCTUBRE DE 2011
La plaza del 54%: la reelección de
Cristina Fernández de Kirchner
María Cecilia Padilla y Sofía Servidio
Luego de la muerte de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010, quedó
claro que la candidatura presidencial del Frente para la Victoria, recaería
en la ya Presidenta, Cristina Fernández. Mientras la oposición ensayó
diversas fórmulas para enfrentarla en las urnas, su candidatura se fue
consolidando hasta alcanzar un histórico 54% que la ungía por
segunda vez como Presidenta de la Nación.
Un triunfo arrollador
El 23 de octubre de 2011 se celebraron en Argentina elecciones
para las categorías de Presidente y Vicepresidente, legislativas (se renovó la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de las bancas
en Senadores) y se eligieron gobernadores, vicegobernadores y representantes de las legislaturas en nueve provincias. Mucho antes de que
se dieran a conocer los primeros resultados oficiales del escrutinio,
en la Ciudad de Buenos Aires una multitud de personas comenzó a
movilizarse y concentrarse en la Plaza de Mayo y sus inmediaciones.
Así, en el atardecer de aquel domingo, la histórica plaza se transformó rápidamente en un escenario de festejo, pero también, y a partir de los discursos pronunciados por la reelecta Presidenta Cristina
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Fernández de Kirchner, de agradecimiento y de gran emoción por el
recuerdo del recientemente fallecido expresidente Néstor Kirchner.
La convocatoria a la Plaza de Mayo comenzó apenas pasadas las
seis de la tarde, hora en la que formalmente se cierran los comicios.
Quienes apoyaban al Frente para la Victoria se reunieron desde temprano para festejar, confiados en que se produciría un triunfo contundente del partido en el gobierno. Existían fuertes indicios en base
a los cuales era posible sostener tales y tan altas expectativas. En 2011
se implementó por primera vez en Argentina un sistema de Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias para la elección de candidatos
a cargos nacionales, en virtud de lo dispuesto por la Ley de Reforma Política aprobada en 2009. En las conocidas por sus siglas como
PASO, que se llevaron a cabo dos meses antes de las elecciones generales, Cristina Fernández de Kirchner había conseguido el 50.24% de
los votos, ubicándose casi 40 puntos por encima de los candidatos de
la UCR Ricardo Alfonsín (12.20%) y del Partido Justicialista Eduardo
Duhalde (12.12%).
Las elecciones generales de octubre terminaron por ampliar esta
abrumadora diferencia que resultó histórica: Cristina Fernández de
Kirchner fue reelegida con el 54% de los votos, seguida por Hermes
Binner del Frente Amplio Progresista con el 16.81%. A los extraordinarios resultados obtenidos por el FpV para las categorías de Presidente y Vice se añadió otra importante victoria que motivó el festejo:
el kirchnerismo logró recuperar la mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores que había perdido en las anteriores elecciones de
2009. Por otra parte, también conquistaron ocho de las nueve gobernaciones en las que debían elegirse gobernadores y vicegobernadores.
Mientras que una “multitud eufórica”, como la describió el diario
La Nación el 24 de octubre, colmaba Plaza de Mayo, Cristina Fernández de Kirchner aguardaba el anuncio de los primeros porcentajes de
la votación en el Hotel Intercontinental de la Ciudad de Buenos Aires, sede de campaña del Frente para la Victoria. Luego de que el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, diera a conocer los números
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
provisorios, la Presidenta pronunció el primero de los discursos de la
noche. La gente apostada en la plaza se agolpó para escucharlo frente
a una gran pantalla que había sido montada en uno de los laterales de
la Pirámide de Mayo.
Las palabras de la primera mandataria dejaron entrever que si
bien faltaban todavía algunas horas para que pudiera saberse el resultado definitivo del escrutinio, en las filas del oficialismo su reelección
ya se estimaba segura. Cristina comenzó su discurso agradeciendo “a
todos los hombres y mujeres de todos los partidos políticos que participaron lealmente y legítimamente en estas elecciones”, a las palabras
de apoyo recibidas por sus pares de la región Dilma Rousseff de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela, Pepe Mujica de Uruguay, Sebastián
Piñera de Chile, Fernando Lugo de Paraguay, Juan Manuel Santos
de Colombia, Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador, y
finalmente a las felicitaciones que le brindó el Jefe de Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y quien resultó segundo
en la carrera por la presidencia, Hermes Binner. Posteriormente se
concentró, conmovida, en el recuerdo de su marido Néstor Kirchner,
fallecido un año antes, a quien se refirió como “El gran fundador de
la victoria de esta noche” por ser “el hombre que transformó a la Argentina” y por su liderazgo frente a la derrota electoral del año 2009:
“Si él no hubiera ido al frente como lo hizo, si él no hubiera recorrido
todo como recorrió, nuestra derrota en la Provincia de Buenos Aires
hubiera sido terrible y tal vez hoy no podríamos estar aquí donde
estamos”.
Más adelante en su discurso Cristina se refirió brevemente a la
Ley de Reforma Política. Expresó su satisfacción por el desarrollo de
los comicios en general y en particular por la implementación de las
PASO: “Me acuerdo que hasta 15 o 20 días antes nuestro Ministro
del Interior tuvo que estar confirmando que esas (por las PASO) se
hacían. Bueno, dijeron que iba a ir poca gente. Hubo un maravilloso
caudal superior, inclusive (que) las presidenciales de convocatoria”.
Inmediatamente, relacionó el éxito de las PASO con otro de los hi-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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tos de su gestión precedente, la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual (Ley de Medios) sancionada en octubre de 2009: “Esa
maravillosa clave que fue la Ley de Medios y la Ley de Reforma permitió que todas las fuerzas políticas pudieran acceder a los espacios
audiovisuales fundamentales para poder hacer conocer en el mundo
de hoy las propuestas a todos”. La jefa de Estado se despidió en el
Intercontinental confirmando que se trasladaría hacia Plaza de Mayo
para agradecer personalmente a sus seguidores.
La plaza de la victoria
Cristina arribó a Plaza de Mayo cerca de la medianoche. Desmintiendo los rumores que habían circulado a lo largo de la jornada
respecto de que hablaría desde el balcón de la Casa Rosada, la Presidenta reelecta subió a un pequeño escenario montado al lado de la
pirámide de Mayo. Desde allí pronunció su segundo discurso, que
duró aproximadamente diez minutos. Se dirigió especialmente a los
jóvenes y celebró el renacer de la militancia política, “verdadero y
único instrumento de transformación de la sociedad argentina y de la
historia también”. Enfatizó la necesidad de “reconstruir el entramado
social”, y con voz firme instó a la juventud a organizarse. Hacia el
final, en un tono conciliador, pidió por la unidad nacional: “En esta
misma plaza hace dos años estábamos tan enfrentados los argentinos
y tan desunidos […] luchemos fuertemente por la unidad de todos
los argentinos”.
Después de su disertación permaneció unos minutos más en
el escenario bailando al ritmo de los cánticos de una multitud que
coreaba “Avanti Morocha”, tema de la banda de rock argentino Los
Caballeros de la Quema que se convirtió en el himno de apoyo a la
primera mandataria tras la muerte del expresidente Néstor Kirchner.
Los medios de comunicación hicieron distinto hincapié en quiénes
conformaron el grueso de los reunidos en la Plaza de Mayo aquel 23 de
150
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
octubre. En algunos se destacó la presencia de “agrupaciones políticas
y sindicales” mientras que en otros se resaltó la heterogeneidad de los
presentes, desde “jóvenes militantes” hasta “madres con niños en sus
cochecitos, abuelas alzando a sus nietos, grupos de amigos abrazados”.
Si bien existen discrepancias en cuanto al número exacto de concurrentes, los informes y crónicas periodísticas coinciden en que se
trató de una movilización de carácter masivo. En este sentido, mientras algunos periódicos afirmaron la presencia de “miles de personas” (La Nación, 24/10/2011; Tiempo Argentino, 24/10/2011; Clarín,
24/10/2011; BBC Mundo, 24/10/2011), otros elevan la participación
a “decenas de miles” (La Prensa Gráfica, 24/10/2011), y unos pocos se
refieren más vagamente a la “multitud” reunida para festejar el triunfo (Página/12, 24/10/2011; La Voz del Interior, 24/10/2011).
Otra cuestión que marcó diferencias entre los medios de comunicación que cubrieron el acto corresponde a su carácter “espontáneo”
o “convocado”. A saber, el periódico Tiempo Argentino describió que
la plaza fue habitada “espontáneamente” por familias, estudiantes,
grupos de amigos y jóvenes independientes que se mezclaron con los
militantes y sindicados quienes “dieron el presente con sus banderas”
(Tiempo Argentino, 24/10/2011). Por su parte, Página/12 señaló que
las primeras personas que se congregaron no sabían “si ella (por Cristina) iría o no”, y que fueron “convocadas a través de las redes sociales, del boca en boca o de los canales de radio y televisión que ya comenzaban a dar cuenta de la manifestación” (Página/12, 24/11/2011).
Solamente el diario digital Tribuna de Periodistas apuntó en una nota
fechada ese mismo 23 de octubre de 2011 que según información de
la agencia Noticias Argentinas la movilización a Plaza de Mayo habría sido promovida por organizaciones sociales oficialistas previo al
desarrollo de los comicios: “La iniciativa se vendría charlando desde
hace varios días con funcionarios de la Casa Rosada, quienes evitaron sin embargo confirmar su participación para darle un carácter
‘espontáneo’ a la movilización y alejarlo de la convocatoria oficial”
(Tribuna de Periodistas, 23/10/2011).
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Continuando con los festejos, fueron uniéndose agrupaciones
como el Movimiento Evita, la Unión del Personal Civil de la Nación
(UPCN), el Sindicato de Personal de Dragado y Balizamiento, el de
Trabajadores de Obras Sanitarias y el de Telecomunicaciones “Foetra”, el Sindicato de Personal de Casas Particulares, el Sindicato de
Televisión y el de Encargados de Edificios. También se acercaron a la
plaza el piquetero Emilio Pérsico, Milagro Sala, dirigente de la organización barrial Túpac Amaru, y representantes de algunas organizaciones de defensa de los pueblos originarios.
El gran ausente en la plaza del 23 de octubre de 2011 fue el Secretario General de la CGT, Hugo Moyano. El líder sindicalista permaneció en Mar del Plata, su ciudad natal, donde emitió su voto y pasó
la jornada en la filial de Camioneros. Su inasistencia a este acto y a
la ceremonia de reasunción de Cristina Fernández de Kirchner el 10
de diciembre del mismo año auguraron el quiebre definitivo de su
relación con el gobierno. Hecho que ocurrió cinco días más tarde, el
15 de diciembre, durante las celebraciones por el día del Camionero
en el Club Huracán. En aquella oportunidad y en un encendido discurso, Moyano anunció que renunciaba al Partido Justicialista Nacional y en la Provincia de Buenos Aires con el siguiente argumento:
“El partido es una cáscara vacía”. En referencia a las elecciones y a la
arrolladora victoria de la presidenta, el sindicalista acotó: “Que no se
equivoquen, cuando se habla del 54 por ciento que sacó la Presidenta
que recuerden que más del 50 por ciento de ese porcentaje es de ustedes. Que no se equivoquen, que no son de los chicos bien, son de
los trabajadores”.
Sin lugar a dudas, la movilización a Plaza de Mayo del 23 de octubre de 2011 resultó muy significativa para la historia política de
nuestro país. En primer lugar, en tanto corolario de la reelección
de Cristina Fernández de Kirchner, triunfadora en las urnas con el
diferencial de votos más grande registrado en Argentina para una
elección presidencial desde el retorno a la democracia en 1983. En
segundo lugar, y fundamentalmente, el gran caudal de gente que se
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
acercó a la plaza a festejar la victoria del partido en el gobierno puso
de manifiesto la creciente popularidad de la reelecta Presidenta y la
consolidación de su liderazgo como sucesora del kirchnerismo luego
del fallecimiento de su marido Néstor Kirchner.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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TERCERA PARTE
Sergio De Piero
La plaza transitada
Han pasado 70 años desde el nacimiento del peronismo. La muerte
de Juan Domingo Perón, sucedió hace 40. Mucho más allá de lo que
puede indicar la matemática, el peronismo se encuentra en un pliegue
que lo parte en mitades. ¿En cuál de ambas sucedieron más hechos significativos respecto de su historia y conformación como movimiento
político? ¿Cómo se constituyen esas dos líneas de tiempo? Podríamos
arriesgar que una se inicia en la década de 1940 y concluye trágicamente, el 1 de julio de 1974. La otra, comienza en el anochecer de ese día
(un crepúsculo que anuncia una noche política y social que se extiende
sobre todo un país, pero también el fin de una época que ya en 1983
dará paso a otra) y llega hasta nuestros días. Por lo pronto, y siguiendo
en el plano numérico, el peronismo ya ha transitado más recorrido sin
Perón, que bajo su conducción. Esa diferencia nos indica que el partido
ha atravesado distintos ciclos luego de la muerte de su fundador. De
hecho, como pudimos ver a los largo de los análisis realizados, esos “40
años sin Perón” fueron de un peronismo en constante transformación
y tensiones internas que lo alejan de aquellas miradas que lo conciben
como un movimiento homogéneo y verticalista. Esas tensiones empujaron, incluso, a poner en cuestión casi en términos absolutos los
principios del peronismo fundado en la década del ‘40, en lo que hace
a su concepción sobre el rol del Estado, el lugar de los trabajadores en
un proceso político y en la relación siempre en tensión entre Estado y
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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sociedad; pero también fuimos testigo de la revisión de los años neoliberales y el retorno a las premisas originarias del movimiento. Por otra
parte, y solo a modo de comentario casi obligado, mientras cerramos
este libro, hace pocos días, el peronismo ha perdido por tercera vez una
elección presidencial, sobre un total de ocho que ha disputado desde
1983 en elecciones libres y sin proscripciones. Esta situación, ¿transforma este pliego de 70 años y lo cierra para iniciar otra etapa? Aunque
fuera de los objetivos de análisis de este libro, no queremos dejar de
mencionar que se levanta frente a nosotros una serie de interrogantes nuevos, los cuales, sin embargo, están directamente vinculados con
las construcciones y procesos políticos a los cuales nos hemos referido
aquí. Por lo pronto la movilización y la ocupación del espacio público,
permanecen como práctica política.
El desconcierto
Efectivamente la muerte de Juan Domingo Perón tardó en volverse
tolerable, pero no solo por la relación que este había entablado con su
movimiento político (incluso muy por fuera de él, lo que incluía desde
luego profundos odios), sino por el vacío que su ausencia provocaba,
cuestión sobre la que los análisis se siguen explayando. Desde principios de los ‘70, todas las esperanzas estuvieron volcadas en su retorno.
Por eso quizás el tamaño de la desazón con los hechos que fueron sucediéndose desde Ezeiza, hasta el 1 de julio de 1974. Sin Perón, sin un
sucesor ni sucesora, el panorama político quedó casi a la intemperie.
María Estela Martínez de Perón, asumió la presidencia, pero como
sabemos, no el mando. Perón había estructurado un gabinete que durante la presidencia de Cámpora expresó al conjunto del peronismo
pero luego se cerró en torno del sindicalismo, el llamado sector político y López Rega. Con la muerte del líder, este último amplió su poder
hasta lograr casi hegemonizar el control del gabinete presidencial. Su
ambición y su odio asesino con la Alianza Anticomunista Argentina,
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
lo llevaron a multiplicar enemigos; y si el sindicalismo fue un aliado
circunstancial frente a la Tendencia Revolucionaria en 1973 y 1974, ya
no lo era en 1975. Después del “Rodrigazo” es el mismo sindicalismo
el que logró, huelga mediante, su desplazamiento. La primera plaza
sin Perón, es un reacomodamiento de poder al interior del partido, y
por lo tanto del mismo gobierno. López Rega quedó fuera y Lorenzo
Miguel y su estructura sindical, logran una gravitación determinante
en los meses que quedaban de gobierno.
El golpe de Estado que se produce el 24 de marzo de 1976, cambió
la fisonomía y la dinámica de la política argentina. El autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” fue, la anulación del espacio público. La plaza quedó absolutamente vacía, despejada, anulada.
Un año después fue la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo.
Tres años después se organizó el primer paro que logró convocar la
CGT proscripta. Cinco años transcurrieron para que la Multipartidaria salga a tomar las calles. La dictadura fue claramente un cerco
para toda acción política y el peronismo como parte de ella, quedó
“congelado” durante esos años.
Claro en el medio casi en la agonía, también estuvo Malvinas. Una
página tan compleja de comprender y explicar más de treinta años
después. Esas plazas estaban a su vez cargadas de compromiso político
y de confusión. De rechazo a la dictadura y de apoyo a lo que se consideró una gesta. Hoy sabemos del horror de la guerra, de los chicos
que dejaron su vida en el Sur. Pero también sabemos que cierta lógica
antiimperialista que la Guerra Fría y no pocos elementos históricos
estaban presentes, para que una parte importante, sino mayoritaria de
la población, lo comprendiera, como lo hizo.
Con o sin Malvinas, la dictadura llegaba a su fin. Lo que la guerra
de Malvinas hizo fue acelerar esa fuga y que los militares se retiraran
por la puerta de atrás condicionando al nuevo gobierno solo en algunas áreas (cuando en Uruguay, Chile o Brasil, impusieron condiciones
políticas mucho más duras). La campaña presidencial de 1983, encontró a un peronismo que aún estaba muy lejos de resolver la ausencia
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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de Perón y constituir un nuevo liderazgo. La campaña presidencial de
aquel año, fue la muestra de un partido sin rumbo, que esperaba seguir sobreviviendo con las rentas políticas del pasado. Y en ese clima se
presentó a las elecciones de 1983; la no resolución del vacío que había
dejado Perón, tuvo mucho que ver en aquel resultado, aun en un peronismo que tenía una enorme capacidad de movilización y militancia.
El nuevo camino (y la transformación)
Pero dos derrotas seguidas (1983 y 1985) dejaban en claro que
algo debía cambiar. Y en ese contexto surge “La Renovación”. Este
espacio no fue inicialmente una mayoría al interior del partido, y
quizás por eso su acto que aquí narramos sucedió en la Plaza Once
de Buenos Aires, y no en la de Mayo ni en el Obelisco. Queda, si
se quiere, en el segundo plano del poder simbólico-geográfico. Aun
cuando había logrado un conjunto de victorias electorales relevantes
(Antonio Cafiero vencía a los ortodoxos como candidato a Diputado
Nacional por la Provincia de Buenos Aires, Carlos Grosso Diputado
por la Capital Federal y otros referentes conseguían sendos triunfos
en otras provincias). La Renovación, debía aun consolidar su hegemonía al interior del partido y a partir de allí convertirse en una opción electoral con vistas a derrocar al radicalismo en las elecciones
de 1985. Así, las elecciones de 1987, pondrán fin, en algún sentido,
al proyecto alfonsinista: Cafiero se convirtió en el Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, Carlos Menem fue reelegido en la Provincia de La Rioja, José Octavio Bordón, aunque con menos peso en
la renovación, fue electo en la Provincia de Mendoza; y otras muchas
victorias electorales en el plano legislativo y municipal. Estos triunfos
comenzaron a darle al partido una impronta nueva. El triunvirato
Menem-Cafiero-Grosso, empezó a desplazar lentamente a Saúl Ubadini, titular de la CGT, de la conducción política del espacio pero-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
nista como referencia opositora. Y eso implicó que la movilización
de carácter más estrictamente obrera, se transformara en una más
compleja y nutrida ya desde las militancias barriales, universitarias,
trabajadoras, etc. Las “Plazas de Ubaldini” fueron el foco central de
oposición al radicalismo entre 1985 y 1987; aunque con resultados y
capacidad de convocatorio dispar, llegó a reunir 200.000 personas.
En ese mismo contexto, durante la Pascua de 1987, se produjeron
una serie de levantamientos militares a manos de lo que se conocería
como el sector “Carapintada” del Ejército. El peronismo, sus dirigentes y las bases, decidieron movilizarse en apoyo al presidente Raúl
Alfonsín. Una plaza que no era del peronismo pero a la que decidió
asistir; una convocatoria del radicalismo gobernante, pero también
de la misma democracia renacida. Con ella un dato histórico más,
que ha sido recurrentemente omitido: los “13 paros de la CGT a Alfonsín” en realidad fueron 14, pues la CGT declaró el mismo día que
comenzaron los alzamientos un paro por tiempo indeterminado, en
apoyo al gobierno constitucional. Un paro, que es también expresión
de las características de la democracia instalada. Del mismo modo
otro hecho, a cuenta de algunos cambios en el peronismo y el clima
político: durante un momento de esa plaza colmada desde el Viernes
Santo hasta el domingo, un pequeño grupo buscó infructuosamente,
desplegar una bandera de color negro con la inscripción “Montoneros”. El rechazo expresado por el resto de los manifestantes, los obligó a guardarla y acaso retirarse. Pero, por sobre todo, esa presencia
transformó algo de un modo perenne: la Plaza de Mayo, ya no era la
Plaza de Perón, sino de la democracia. El primer peronismo había
tenido serios problemas para administrar esa diferenciación, que lo
había llevado en no pocas ocasiones a la intolerancia hacia la oposición, hacia la disidencia. La dificultad de procesar la pertenencia al
pueblo, la conducción de Perón y la formación del propio peronismo,
fueron parte de los debilitamientos de un gobierno que había producido la gran democratización social de la Argentina. Cuarenta años
después, movilizarse a la plaza, para defender a un gobierno de otro
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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signo, marcó sin dudas un cambio de época, una nueva mirada sobre
la dinámica política, que hablaba de la democracia en construcción,
que traería nuevos conflictos, pero que era capaz de saldar otros.
Frente a la interna Cafiero - Menem que se realizó en julio de
1988, el componente obrero ya no fue, quizás por primera vez, un
actor central en una definición de poder al interior del partido. Ubaldini públicamente se declaró prescindente de apoyar a uno de los
dos candidatos, y son varios los sindicatos que no tienen una postura
pública al respecto, aunque desde luego movilicen y apoyen a alguno
de los dos. Lo relevante parece ser la resolución por el liderazgo partidario, tuvo desde allí un componente menos “obrero”, y el peso de los
gobernadores y de toda la militancia en ciudades y provincias, esto
es lo territorial, comenzó a ser más relevante en esta construcción y
en su posterior definición. Carlos Menem, se alzó con el triunfo en la
primera y hasta ahora única elección interna para definir candidatura presidencial en la historia del peronismo. Su victoria fue en parte
inesperada, porque el peronismo “visible” institucionalizado en los
poderes de gobernadores provinciales, parecía decidido en apoyar a
Cafiero. Menem ganó con un voto quizás menos movilizado, menos
presente en la arena pública, pero atraído por su presencia, por una
campaña que no solo recibió militancia en actos, sino que fue a los
barrios de los peronistas. ¿Cuál fue entonces la más eficaz movilización? ¿La de las estructuras partidarias que respondían a Cafiero, o la
informalidad de las visitas a clubes, barrios y villas que hizo Menem?
La retórica de la pregunta, abre las puertas a un complejo debate sobre las lealtades partidarias y la movilidad del voto, la imposibilidad
de atar las voluntades a las pertenencias partidarias o al peso de los
líderes locales. Esa elección también dejó una enseñanza algo preocupante para la democracia: cuanto menos se diga en una campaña,
cuanto menos se plantee sobre la ejecución de políticas y de plataformas, quizás sea mejor para la suma de voluntades.
Ganar la interna peronista y ser Presidente de la Nación, parecían
ser un solo paso. Ya en 1988, la victoria de la fórmula Carlos Me-
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
nem - Eduardo Duhalde se presentó como imparable. Lo que no era
esperable fue lo que ocurrió después. Alfonsín, ante la imposibilidad
de controlar la crisis decidió adelantar la entrega del mando presidencial, para el 8 de julio de 1989, en lugar de esperar a diciembre.
Menem asumió en un clima de caos e incertidumbre en un clima de
moderada prudencia. Los festejos fueron escasos, y Menem aseguró:
“Vengo a unir a las dos argentinas”. Solo que la herramienta para llevar adelante ese deseo político fue, como mínimo, curiosa: convocó
al partido de centro derecha Unión del Centro Democrático, y a una
de las mayores multinacionales de capital local, Bunge y Born, a integrar su gabinete, mientras anunciaba reformas de orientación neoliberal que se impusieron en la región. Privatizaciones que incluyeron
despidos, reducción del aparto del Estado y la promesa de un efecto
derrame (aunque con un lento control sobre la inflación) no eran
consignas que respondieran al imaginario peronista y convocaran a
los votantes que llevaron a Menem al poder. Un sector del sindicalismo (que ya empezaba a resquebrajarse por rechazo a las políticas,
pero también por la propia acción del entorno de Menem en primer
lugar para quitar a Ubaldini de la CGT) realizó la primera marcha de
reclamo contra los despidos, en la Plaza de los Dos Congresos; en un
proceso de fractura sindical, el acto, no logró tomar una resolución
política de continuidad. El peronismo, ya no consiguió una articulación política a partir de la movilización. Esa pareció ser la primera
lectura de esta plaza que mostró a los sectores que se opusieron a las
políticas neoliberales, en un estado de paralización, aumentando la
incertidumbre de los que comenzaron a sufrir las políticas de ajuste.
Y allí se produjo otra plaza: una de apoyo al peronismo, prácticamente sin peronistas. Un hecho inédito. Porque en 1990, aún vivían
muchos de los que combatieron, en ocasiones literalmente, al primer
peronismo, y ahora algunos de ellos estaban allí en la Plaza de Mayo,
para apoyar a un Presidente que primero les pareció lejano y luego se
convirtió, en menos de un año, en uno de ellos. Bastó que dos o tres
hombres de la televisión y un pequeño espacio sindical, convocaran,
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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para que Menem pudiera salir al balcón a saludar a una multitud;
acaso modesta frente a otras, pero impensada si uno analiza el contexto histórico y quiénes habían salido a apoyar al otrora caudillo riojano. La Plaza del SI, tal como se la publicitó, entró en la historia, por
sus participantes, pero también por otro dato sumamente relevante:
aquella será la única plaza en apoyo a la gestión de Carlos Menem
durante sus dos mandatos. Es cierto que algunas personas concurrirán cuando triunfe en las elecciones del 14 de mayo de 1995, pero ese
grupo apenas alcanzará para cubrir la calle Balcarce y un pequeño
espacio de la plaza. El menemismo apostó a la desmovilización como
construcción política y entronizó en ese espacio a los grandes medios
de comunicación, con quien Menem mantuvo una relación tan fluida, que lo llevó incluso a reemplazar a un periodista en la conducción
de un programa cuando aquel, Bernardo Neustadt, se encontraba enfermo. En la implementación de las políticas neoliberales, la relación
con la sociedad, abandonó la dinámica del pueblo, y el individuo se
convirtió en su eje; de allí el cambio de incentivos colectivos (la pertenencia a un espacio social amplio como el pueblo) a los incentivos selectivos que se tradujeron en políticas como los aumentos por
productividad, la participación del sindicato en un porcentaje en la
propiedad de la empresa, etc. Las medidas, la decisión, ocuparon el
centro de la acción política; y para ello la movilización no era un
recurso necesario. Consultar con los centros de poder internacional
fue el apoyo necesario para tomar las medidas de “cirugía mayor” con
la promesa que algún día llegaría el derrame. Luego de los primeros
años sumidos en la crisis, los cambios y las fracturas, comenzaron a
emerger nuevos espacios de organización de la movilización. Durante todo el menemismo, la movilización colectiva estuvo enmarcada
por un signo: la protesta. Fue contra el sistema político en hechos
como el pedido de esclarecimiento del homicidio de la joven María
Soledad Morales en Catamarca y que involucraba a sectores políticos (1992); la violenta protesta social conocida como “Santiagazo”
(1993); las que concluyeron con la destitución de gobernadores en
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
las provincias de San Juan, Córdoba, Corrientes o Tucumán. Estas
movilizaciones, con actores diversos, a veces incluso no organizados
partidariamente, fueron contemporáneas de aquellas estructuradas
en torno de la nueva cuestión social, caracterizada por el desempleo y
la creciente precariedad laboral. El espacio sindical se fracturó en tres
partes: la Confederación General del Trabajo (CGT) “oficial” que
apoyó al gobierno de Menem, al menos hasta 1997; el Movimiento
de los Trabajadores Argentinos (MTA) que reunió a gremios como
camioneros y judiciales, y confrontó inmediatamente con el gobierno, esperando recuperar la conducción de la CGT; y finalmente la
conformación del Congreso (luego Central) de los Trabajadores Argentinos, de la mano de ATE y CTERA. El MTA y la CTA iniciaron
distintas modalidades de lucha, en un escenario de aumento del
desempleo, buscando sumar a distintos actores. Así tomaron relevancia espacios sindicales de carácter territorial, en distintas provincias, la mayoría de las veces vinculados a sindicatos de trabajadores estatales. Como ocupación visible de espacio público, surgió
la “Carpa Blanca” en 1997: la protesta de los docentes por la mejora
de su situación salarial y laboral. Esa experiencia, de algún modo,
convocó a otras que empezaron a surgir y que concurrieron a la
carpa como parte de la expresión sindical. De hecho desde la crisis
del Tequila (1994), los índices de desempleo subieron y los paros y
protestas, se acrecentaron. En ese marco surgió la experiencia de
protesta más novedosa, justamente fruto del desempleo: los piquetes. Los cortes de ruta por parte de desocupados, pero en ocasiones llevados adelante por pueblos enteros librados a su suerte por
los procesos de desindustrialización y las crisis de las economías
regionales, comienzan a ser generalizados. Con identidades políticas diversas, existieron también allí algunos elementos propios que
el peronismo había construido durante décadas: la identidad del
trabajador, la acción colectiva obrera, la organización. Convivieron
con diversas raíces de izquierda y desembocaron como protagonistas en la crisis del año 2001.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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El quiebre y lo nuevo
La Alianza, conformada por la Unión Cívica Radical (UCR) y
el Frente País Solidario (FREPASO), triunfó en las elecciones presidenciales de 1999, y abrió la puerta a la esperanza de los cambios
necesarios para encauzar la situación económica y social. Pero la expectativa duró muy poco. El Presidente Fernando de la Rúa, continuó
y profundizó las políticas de ajuste fiscal y de flexibilización laboral,
castigando incluso a su propio electorado. El resquebrajamiento de
su propia alianza, que lo abandonó casi por completo en un año, y la
incorporación del ministro estrella de Carlos Menem, Domingo Cavallo al gabinete, terminó por erosionar los débiles vasos comunicantes que tenía con la sociedad y para las elecciones del 24 de octubre
de 2001, el rechazo electoral fue inédito: alrededor de un 25% de sus
votantes de 1999, decidieron impugnar su voto o votar en blanco, y
de ese modo, un peronismo que incluso había perdido algunos votos
respecto de la última elección, logró convertirse en el ganador de la
contienda. Sin embargo los protagonistas centrales de los hechos de
los días 19 y 20 de diciembre de ese año, fueron los miles de ciudadanos que salieron a las calles, para pedir el fin, no solo de un gobierno,
sino de un ciclo político y económico. La movilización desbordó a
cualquier agrupamiento político, social o sindical, y la expresión “la
calle”, pareció interpretar mejor a ese colectivo presente. Desde luego,
las tradiciones, y lo acumulado en las luchas y las protestas durante
aquellos años, fueron recursos claves para potenciar esa movilización. La violenta e impune represión del 20 de diciembre con el saldo
de 39 muertos a manos de las fuerzas policiales, remitió a una democracia resquebrajada en su capacidad de procesar conflictos sociales
graves, frente a los cuales la única respuesta parecía ser la violencia
institucional. Una situación cuya resolución funcionó a dos tiempos:
el espacio público tomado por la protesta, y la clase política resolviendo la crisis en el marco de la Constitución que convirtió a Eduardo
Duhalde, como Presidente elegido por el Congreso Nacional reuni166
Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
do en Asamblea. Un peronismo encorsetado por las orientaciones
impuestas por el menemismo, y que buena parte de su estructura
acompañó, manifestó en ese momento histórico, otras fracturas. La
recuperación de lo público se produjo tanto por las protestas como
por un movimiento asambleario que, aunque breve, desarrolló una
intensidad notable en el verano de 2002. No fue la única práctica
colectiva, por cierto; los clubes de trueque, las fábricas recuperadas,
cooperativas, etc. La sociedad civil, en particular sus sectores populares, había mantenido aun en condiciones adversas, la práctica de la
acción grupal, colectiva y el mantenimiento de las tradiciones vinculadas a la identidad popular, las cuales le dieron diversas formas a esa
protesta que afloró en medio de la crisis. Sin embargo, como recordamos, en el lema “Que se vayan todos” se sintieron identificados muchos espacios sociales, lo que en el fondo manifestaba que la ruptura
con las fuerzas políticas y sus dirigentes, seguía profundizándose. La
presidencia de Duhalde operó más en el sentido de brindar gobernabilidad a la democracia que había entrado en un duro callejón, que
en saldar esa brecha. Aunque eso fue percibido (en algún momento el
mismo Duhalde había afirmado “si no tuviera trabajo yo hoy sería un
piquetero”), con los asesinatos de Darío Kosteki y Maximiliano Santillán en junio de 2002 a manos de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, miembros Darío y Maxi de unas de las tantas agrupaciones
que nucleaban a los sectores castigados por las políticas económicas
de los últimos años. La llamada “Masacre de Puente Pueyrredón”, tal
cual se conoció el asesinato de los dos militantes, dio cuentas del largo camino que había que recorrer para suturar la relación quebrada
entre Estado y sociedad. Y allí comenzó otra historia, que refiere al
rumbo que la política tomó; se plantearon dos posibilidades centrales: o asumir el fracaso del modelo neoliberal para definir la asignación de los recursos y construir opciones volcadas hacia el mercado
interno y una mayor participación el Estado; o concluir aquello que
el neoliberalismo no terminó e iniciar, por ejemplo, la dolarización
total de la economía. La crisis del sistema político se plasmó de modo
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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directo en las opciones electorales que se presentaron en los comicios de 2003: tres fórmulas provenían del peronismo y otras tres del
radicalismo21. En total se presentaron 18 candidatos a Presidente de
la Nación. Carlos Menem alcanzó el 24,45% de los votos, pero quien
obtuvo el 5° lugar, Elisa Carrió, estaba a solo 10 puntos de distancia.
Otro ejemplo histórico, acaso extremo, fue que el voto en Argentina
es un bien preciado y altamente discutido y valorado por quienes eligen. A pesar de haber concluido su mandato con baja popularidad y
procesado por el Poder Judicial por distintas causas, Menem se impuso en la elección. Sin embargo tenía un escollo: ese 25%, estaba muy
cerca de ser el techo de su capacidad electoral y decidió renunciar
al balotaje, para no pasar por lo que se predecía como una derrota
aplastante, en manos de quien había obtenido el 2° lugar, el casi desconocido gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner.
Este asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003, con “más desocupados que votos”, según sus propias palabras. Esa situación lo
llevó a conformar un gabinete con una notable pluralidad de extracciones, aunque casi todas provenientes del peronismo. Del mismo
modo, casi inmediatamente, Kirchner decidió iniciar una política de
revinculación con la sociedad, de construir ese apoyo mayoritario
que no había logrado plasmar en una elección, dada la no realización
del balotaje. Simbólicamente el mismo día de su asunción rompió el
protocolo y se “abalanzó” sobre las personas que se habían acercado a
la Plaza de Mayo; un contingente variado de militancia peronista que
lo acompañaba desde la campaña, y ciudadanos independientes que
se habían entusiasmado con algunos gestos que el Presidente electo
había tenido. El modo de rearticular esa relación, no era novedoso
en la historia de la política moderna, pero si en el pasado reciente de
21 De extracción peronista fueron las fórmulas compuestas por Carlos Menem y
Juan Carlos Romero (Alianza Frente por la Lealtad); Néstor Kirchner y Daniel Scioli
(Frente para la Victoria); Adolfo Rodríguez Saá y Melchor Posse (Frente Movimiento
Popular Unión y libertad). Las de origen radical: Ricardo López Murphy y Ricardo
Gómez Diez (Movimiento Federal Recrear); Elisa Carrió y Gustavo Gutiérrez
(Alianza por una República de Iguales); Leopoldo Moreau y Mario Losada (UCR).
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Argentina: leer a los grupos sociales y sus demandas e incorporarlas
a la política pública. En esa línea Néstor Kirchner tomó dos espacios
centrales para incorporarlos en sus primeras decisiones: los organismos de derechos humanos, y los grupos piqueteros. En cuanto a los
primeros reabrió los juicios por delitos de lesa humanidad, enviando
al Congreso de la Nación proyectos de leyes para derogar las leyes de
“punto final” y de “obediencia debida”. La Corte Suprema de Justicia,
que había cambiado parte de su composición, declaró inconstitucionales los indultos otorgados por Carlos Menem. Esa política, acompañada de un discurso coherente con esa decisión y otros gestos, le
valió el apoyo de un buen número de organismos de derechos humanos, que vieron en esas decisiones la recuperación de las demandas truncadas durante los años noventa. En cuanto a los piqueteros,
Kirchner montó lo que se conoció como el “gabinete piquetero” una
mesa compuesta por cinco referentes de diversos espacios vinculados
a estas construcciones, aunque la mayoría de extracción peronista.
Las respuestas a demandas e incorporación de miembros de estos espacios en la función pública, tejió una alianza que contuvo dentro
del kirchnerismo a la mayor parte de estos actores. De este modo,
antes que generar una movilización propia, sobre un kirchnerismo
que aún no existía, el nuevo Presidente se montó sobre los grupos
movilizados y en la articulación, logró implementar una conducción
política. Un caso semejante puede encontrarse con las demandas de
los vecinos de Gualeguaychú, en torno de la instalación de una papelera en la costa uruguaya del Río Uruguay. Kirchner tomó el reclamo
y lo convirtió en “causa nacional”, otorgándole un rango institucional
a través de un reclamo a la Corte de La Haya. Pero una vez recogido
el reclamo, como sucedió también con los otros casos mencionados,
es el Estado el que conduce su resolución; de hecho una vez que el
tribunal falló a favor de Uruguay, el gobierno actuó a favor de la finalización de la protesta.
Con todo, estas acciones le permitieron obtener a Kirchner un
respaldo popular que no había logrado en las urnas. El FpV triunfó
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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en las elecciones de 2005, en una alianza que implicó al peronismo,
de casi todas las provincias. El kichnerismo comenzó así a marcar
un estilo de acción política propio de los espacios movimientistas y
apeló a la convocatoria a los espacios públicos, en clave de apoyo,
con un fuerte contenido festivo, y a la vez militante, aunque ya lejos
de las lógicas de afiliaciones masivas a un partido. En 2007, Néstor
Kirchner anunció que Cristina Fernández de Kirchner, su esposa, sería la candidata a Presidenta de la Nación por el FpV. Como parte de
una política de alianzas ya desplegada en 2005 bajo el nombre de la
transversalidad (estrategia que le había permitido obtener el apoyo
de importantes sectores del partido radical, sumido en una profunda
crisis), el radical Julio Cobos la secundó en la fórmula. En cuatro
años, un sistema político atomizado, había logrado, en parte reencauzarse al menos por uno de sus componentes centrales, el peronismo,
con una nueva apelación a lo público, la centralidad del Estado y la
convocatoria a nuevos actores sociales, sin por ello descuidar la alianza con el campo sindical. Esa construcción electoral, que “estiraba” la
identidad política e incluía a diversos actores sociales y económicos,
parecía ser la garantía de un gobierno de alto consenso. Sin embargo
a solo seis meses de asumir, el gobierno de Cristina Fernández se enfrentó a un conflicto de carácter histórico. La resolución del Ministerio de Economía Nº125, que modificaba el esquema de retenciones a
las exportaciones agrícolas; esta desató un contundente rechazo desde las centrales patronales del campo y de todos los productores de
granos y oleaginosas en general. A ellos se sumó la clase media y media alta urbana no afectada por la medida, pero que se sintió interpretada política y culturalmente por aquel sector. La crisis se dirimió en
términos de negociaciones entre el gobierno y la Mesa de Enlace (que
nucleaba a las patronales) pero se nutrió de la movilización. El kirchnerismo asumió que si no ganaba la calle, la lucha política estaba perdida, aun con el aval electoral. La faz populista entraba directamente
en juego: identificación de un enemigo político, liderazgo, discurso
articulador, movilización popular. A esta combinación el gobierno de
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Cristina Fernández no le anuló la faz institucional, convirtiéndose en
el elemento más interesante: al enviarla para tratamiento en el Congreso de la Nación, habilitó el despliegue del conflicto por dos vías,
que podían colisionar en términos políticos, pero no se anulaban en
la faz democrática-representativa. La calle y el Congreso Nacional se
convirtieron en espacios y arenas diferenciadas pero concurrentes sobre el mismo tema, en diferentes planos. Ante la crítica al populsimo
por su característica “movimientista” el kirchnerismo respondió con
más institucionalidad. Y en definitiva, jugó allí la carta final y perdió.
Solo la Cámara de Diputados avaló la resolución y en el Senado, con
ribetes trágicos, perdió por el desempate, en contra, del Vicepresidente; aquel que garantizaría la coalición transversal que proponía
el kirchnerismo. De allí que ese día, no solo se perdió un proyecto
de ley; no solo el gobierno y todo el espacio político sufrieron una
derrota ante otra coalición político-económica, sino que también la
transversalidad encontró sus límites. En ese descubrimiento, la construcción de poder que fortalecería al kirchnerismo, partirá desde allí,
invariablemente, de la mano de la movilización popular, de las plazas.
También de la convocatoria selectiva: la 125 generó también en el
oficialismo la decisión de convocar con mayor especificidad a los jóvenes; si los movimientos de protesta habían sido un destinatario de
la presidencia de Néstor Kirchner en tanto actores político-sociales,
los jóvenes politizados, de las clases medias y de los sectores populares, comenzaron a tener un espacio propio en el discurso de la Presidenta, pero también en la ocupación de cargos en la estructura de
la conducción del Estado. Eso, desde luego, no siempre fue una articulación sencilla con todos los espacios que implicaron al peronismo
kirchnerista: los referentes territoriales (gobernadores e intendentes),
sindicatos, movimientos sociales, (que incluía a los piqueteros que
se habían integrado, organismos de derechos humanos, movimientos con demandas específicas, etc.). De allí que un éxito efectivo del
kirchnerismo, fue el haber logrado esa conjunción de intereses cercanos, lo popular, pero que no se cohesionaba de modo automáti-
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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co, e incluso pudieron ser en ocasiones contradictorios. A la hora de
presentarse como una alianza política con capacidad de articulación
de lo popular, insistimos que implica un mundo más heterogéneo y
diverso que el del primer peronismo, el kirchnerismo pudo levantar
una construcción compacta, más allá incluso de las derrotas políticas.
Acaso como corolario inmediato del resultado de la 125, el kirchnerismo fue derrotado en las elecciones para diputados nacionales
en la Provincia de Buenos Aires, donde Néstor Kirchner encabezó
la lista seguido por Daniel Scioli. La pregunta inmediata fue: ¿sirvió
tensionar? ¿Le fue útil a la acumulación política del kirchnerismo el
proceso político que implicó la 125? Esa acumulación ¿explica mejor
la derrota de 2009 o la victoria de 2011? Responderla, constituye la
clave de comprensión del kirchnerismo como construcción política
peronista; de ese modo se inscribe, no solo en su propia historia nacida en el 2003, sino en la trayectoria de los 70 años de peronismo.
Pues ¿cuánto de la lógica peronista escapa a la formación y modo
de construir poder del kirchnerismo? “Ir para atrás” como estrategia
central, no pareció ser nunca la lógica de acción del peronismo, ¿por
qué lo sería ahora? Así se entiende la presentación del proyecto de
Ley de Servicios Audiovisuales, juntamente con el establecimiento de
la Asignación Universal por Hijo, fruto de otra política dura, como la
anulación del sistema de jubilación privada.
Apenas terminados los festejos por el Bicentenario, que implicaron la concurrencia de millones de personas a los actos realizados
sobre la Avenida 9 de Julio logrando sortear el bloque que intentaron
sin éxito los medios de comunicación concentrados, el país todo se
sacudió con una noticia inesperada: el día en que se realizó el censo
nacional, murió Néstor Carlos Kirchner a los 60 años, víctima de un
infarto, y de un precario estado de salud que ya había dado algunos avisos. El hecho, no podía ser de otra forma, tomó características dramáticas. Esa misma noche muchas personas se juntaron en la
Plaza de Mayo, sin otro fin que encontrarse con otros pares. Al día
siguiente comenzó el velorio en la Casa Rosada, y una multitud hizo
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
fila para ingresar a la capilla ardiente. Era sin lugar a dudas el tercer
velorio peronista: Evita, Perón y Néstor, repetían distintos miembros
del partido. La plaza del 28 y el 29 fueron tan repletas como silenciosas. Y dentro de la Casa Rosada, habían asistido representantes de
esa construcción que era el kirchnerismo. Quizás la foto más notable,
fue que Hebe de Bonafini, Presidenta de Madres de Plaza de Mayo y
Hugo Moyano, Secretario General de la CGT, acercándose juntos al
lugar donde estaban los restos del expresidente. No cabe duda que la
escena fue pensada por alguien de la presidencia, pero siquiera imaginar que ambos actores políticos y las representaciones que implicaban, compartieran ese momento, hace referencia de lo que el kirchnerismo logró suturar, en pos de una construcción política, acaso
no superadora, pero si articuladora y consensual, respecto de ciertas
disputas que llevaban décadas.
¿Cuánto aportó este hecho trágico, a la victoria de Cristina Fernández en las elecciones presidenciales del año 2011? La prensa del
momento atribuyó una influencia notable a ese hecho en el resultado
electoral; pero es muy difícil de medir y aun considerando que la situación creó algo así como una nueva mística frente a las elecciones,
no es menos relevante que el kirchnerismo mantuvo intacta la movilización en la campaña y en los años de la primera presidencia de
Cristina Fernández, se habían tomado decisiones de impacto como la
estatización de Aerolíneas Argentinas, el fin de las AFJP, la AUH, el
aumento bianual de las jubilaciones por ley, la Ley de Servicios Audiovisuales, entre otras medidas. Y en términos generales lograr que
la crisis mundial del año 2008, en torno de las hipotecas, no repercutiera de modo trágico en el empleo, como si había ocurrido, por caso
con la “crisis del Tequila” en la década del ‘90. Ganar con el porcentaje
más alto desde el retorno democrático y la mayor distancia con el
segundo candidato, fueros dos datos que permitieron consolidar al
kirchnerismo como un proceso exitoso no solo en el peronsimo, sino
en el sistema político argentino.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Esa plaza, fue la última que hemos analizado aquí. Más que plantear si ello significó o no el nacimiento del “cristinismo” en la línea
que hemos trabajado aquí, interesa destacar que la plaza continuó
siendo el espacio de la celebración y de la conducción política. Allí
habló la Presidenta reelecta. Allí lo volvería a hacer los 25 de mayo y
lo repetiría, al filo del fin de su mandato, el 9 de diciembre de 2015,
otra vez frente a una impensada multitud, para un presidente que
finaliza ocho años de mandato. Una capacidad movilizadora intacta,
hasta, literalmente el ultimo día de gobierno.
En el transcurso de 40 años una plaza despidió a Perón, y otras
varias, fueron parte de los vaivenes que el peronismo sufrió en estas
cuatro décadas. No existe como en todo proceso histórico, una linealidad que nos permita referenciar cada movilización, cada proceso,
en un relato único inalterable. Si fuera así no estaríamos hablando
de política, sino de otra cosa. Lo notable, en todo caso, es la persistencia de un movimiento político, nacido como expresión de los
cambios sociales y políticos de la posguerra, como representante de
la cuestión social, del arribo de la sociedad de masas, se tensione y
se reconstruya frente a coyunturas cambiantes; que logró superar, no
sin serias crisis, la muerte de su fundador y principal líder. No hay, en
este sentido, un único peronismo inalterable a través de las décadas.
Pero sí puede hablarse de una adhesión y una movilización popular.
Que incluyeron movilizaciones a plazas que no eran exclusivamente
propias. Convocatoria que cuando el peronismo decidió abrazar la
causa neoliberal, solo estuvo ausente, o se hizo presente para la protesta junto a otros espacios populares.
Plaza y balcón, movilización y conducción, tuvieron su correspondencia. Cuarenta años poblando la plaza, movilizando detrás de
algo más que la figura de un hombre, y que parece manifestar las
demandas y las expectativas de un pueblo heterogéneo.
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Los autores
Sergio De Piero es licenciado en Ciencia Política por la Universidad
de Buenos Aires (UBA), es magíster en Ciencia Política y Sociología
por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y
doctor en Ciencias Sociales y Humanas por la Universidad Nacional
de Quilmes. Es docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche,
en la UBA y en FLACSO. Entre 2004 y 2014 fue Asesor en la Subsecretaría de la Gestión Pública de Presidencia de la Nación.
Violeta Rosemberg es licenciada en Ciencia Política por la UBA y periodista. Es docente en la carrera de Ciencia Política de la UBA. Desde el año 2009 trabaja como Responsable de Contenidos de Canal
Encuentro.
Hugo Cortés es licenciado en Ciencia Política por la UBA. Ha sido
docente del CBC de la UBA y de la Carrera de Ciencia Política de la
misma casa de estudios. Ha publicado artículos sobre historia argentina reciente.
María Paz Míguez es licenciada en Ciencia Política por la UBA. Actualmente, se encuentra cursando la maestría en Políticas Educativas
en la Universidad Torcuato Di Tella. Desde hace 10 años, trabaja en
una OSC vinculada al control público y a la educación. Es docente y
editora en suplementos periodísticos sobre sindicalismo y participación ciudadana.
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Tamara Sepiurka es licenciada en Ciencia Política por la UBA, trabaja en un organismo del estado nacional en el ámbito de los Derechos
Humanos. Es docente de la carrera de Comunicación en la Universidad de la Marina Mercante. Asimismo, durante sus años de estudio
ha colaborado en otras publicaciones relacionadas a la temática de las
Ciencias Sociales.
Emiliano Francisco Patti es licenciado y profesor de enseñanza media y superior en Ciencia Política en la UBA. Cursa la maestría en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad de la misma universidad.
Ha participado en grupos e investigación sobre la obra de Nietzsche y
su relación con la democracia. Ha sido docente en el CBC de la UBA.
Luciano Acevedo es estudiante del último año de la carrera de Ciencia Política por la UBA. Participa como Investigador estudiante en el
Proyecto Ubacyt: “Crisis, transformación y metamorfosis del Estado
argentino: un análisis desde el paradigma neoliberal y sus visiones
críticas“(UBA), con sede en el Instituto de Investigaciones “Gino
Germani”.
Pedro Hernán Berzero es estudiante de Ciencia Política por la UBA.
Actualmente se desempeña en el Ministerio de Salud de la Nación, en
la Dirección Nacional de Registro, Fiscalización y Sanidad de Frontera como asesor en comunicación. Colaboró en la organización de
diversos Congresos como CLAD, SAAP, Congreso AP; y en diversas
publicaciones.
Patricia De Vita es licenciada en Ciencia Política por la UBA. Se desempeñó como voluntaria en la Fundación Poder Ciudadano, en el
área de Instituciones Políticas y Gobierno. Colabora como Asistente de Investigación en Argentina Elections: sitio académico, plural y
apartidario.
Facundo Bindi es licenciado en Ciencia Política por la UBA. Es
docente de la materia Teoría Social Latinoamericana (Facultad de
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Sergio De Piero - Violeta Rosemberg (compiladores)
Ciencias Sociales, UBA). Se desempeña como investigador en formación en diferentes proyectos: “Las disputas por la hegemonía en el
escenario latinoamericano. Potencialidades del conflicto político en
un contexto de final abierto” (Facultad de Ciencias Sociales, UBA).
“Grupo de Estudios Observatorio sobre Política Latinoamericana”. Y
en la “Red sur de estudios latinoamericanos y caribeños”.
Eduardo De Negri es licenciado en Ciencia Política por la UBA. Actualmente cursa la maestría en Administración Pública (Facultad de
Ciencias Económicas, UBA) y el profesorado de Ciencia Política. Se
desempeña como docente en el ámbito secundario público y en institutos privados.
Santiago Álvarez Varela es licenciado en Ciencia Política. Actualmente, integrante del equipo de coordinación del programa “Mercado Popular Itinerante”, perteneciente al IMDEL, Municipalidad de
Moreno. Miembro de TURBA, productora audiovisual y docente en
el Plan FINES 2 (Ciencia Política).
Damián Sgro es licenciado en Ciencia Política por la UBA. Se desempeñó como ayudante de cátedra de Historia Contemporánea en
la carrera de Ciencia Política de la misma universidad. Es consultor
técnico en materia de Gobierno y políticas públicas para la Secretaria
de Gobierno de la Municipalidad de Ituzaingó.
María Cecilia Padilla es licenciada en Ciencia Política por la UBA,
así como Traductora e Intérprete de inglés por la UMSA. Es becaria doctoral de CONICET, y actualmente se encuentra finalizando la
maestría en Ciencia Política (IDAES/UNSAM).
Sofía Servidio es licenciada en Ciencia Política por la UBA. Además,
es maestranda en Relaciones Internacionales por la Universidad de
Bologna.
A la plaza de Perón / Movilizaciones del peronismo 1974 - 2011
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Esta edición de 500 ejemplares
se terminó de imprimir en Impresiones Centro,
Bolívar, Prov. de Buenos Aires, Argentina,
en el mes de marzo de 2016.