Doi:10.22201/cimsur.18704115e.2022.v17.637
Revista Pueblos y fronteras digital • reseña
Volumen 17 • 2022 • e-637
ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
Politicizing and Feeling from a Feminist Perspective
Axel Rivera Osorio
https://orcid.org/0000-0002-2786-5974
Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigación sobre Estudios de Género, México
axel1385@gmail.com
Reseña
Lamas, Marta (2020). Dolor y política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo. México: Océano, pp. 263, isbn:
978-607-557-291-8
Resumen
El libro de Marta Lamas Dolor y política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo es una incitación para
cavilar sobre el papel que debería jugar una política feminista encaminada a la construcción de una opción
progresista. El fondo es un examen sobre las posturas de la autora: inquietudes y emociones, luchas de toda
una vida, en especial tras ser una de las figuras clave de ataques de grupos y colectivos feministas. El libro es
una reflexión sobre el feminismo, pero también sobre la época actual, las derivas de algunos movimientos
de izquierda; ganancias, pérdidas, anhelos, apegos y, en especial, disputas internas.
Palabras clave: feminismo, política, agonismo, democracia, sentimientos políticos
Abstract
Marta Lamas’s book entitled Dolor y política: Sentir, pensar y hablar desde el feminismo (that could
translate as, Pain and Politics: Feeling, Thinking, and Speaking from a Feminist Perspective) encourages the
reader to reflect upon the role feminist politics should play in the construction of a progressive alternative. It
reviews the author’s positions: her concerns, emotions, and lifetime struggles, especially after having been
one of the key figures attacked by feminist groups and collectives. This book is not only a reflection about
feminism, but also about the current time, the detours taken by some leftist movements, gains, losses, yearnings, attachments, and, in particularly internal disputes.
Key words: feminism, politics, agonism, democracy, political sentiment
Recibido: 13/06/2022
Aceptado: 07/07/2022
Publicado: 14/09/2022
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
E
l libro Dolor y política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo es una in-
citación para cavilar sobre el papel que debería jugar una política feminista
encaminada a la construcción de una opción progresista. El libro es una
reflexión sobre el feminismo,1 pero también sobre la época actual, las derivas de
algunos movimientos de izquierda; sus ganancias, sus pérdidas, anhelos, apegos
y, en especial, disputas internas. Ahora, el libro no busca una avenencia fácil,
sino entrar en la discusión sobre temas de fondo, llevarlos al terreno político,
que toda disputa se quede y dirima allí, alejada del moralismo que impregna la
política actual. Es también una respuesta a sus críticas; el intento por analizar sus
convicciones. Lamas cavila sobre la época, el dolor, la rabia, sobre identidades
políticas, la violencia, las emociones, la ideología.
Esta reseña pretende ser la exposición de algunos temas nucleares del libro,
pero antes ofrezco brevemente su descripción formal. El libro se divide en seis
capítulos y 11 anexos. 1) Introducción: Sentir, pensar y hablar; 2) Pensar la época,
3) Dolor, rabia y violencia, 4) Las identidades a la hora de hacer política, 5) De
emociones, ideología y política y 6) Epílogo: ¿qué significa hablar? Me detendré
en cada capítulo, pero no en los anexos. Quisiera señalar, sin embargo, que los
anexos son relevantes en sí mismos; son manifiestos, cartas abiertas, protocolos
universitarios, consignas de las marchas feministas, poemas, etc., textos que dan
sustancia a los problemas planteados en los capítulos del libro, por eso, de digna
lectura.
En el primer capítulo, Lamas coloca algunas de sus cartas principales sobre
la mesa. Empieza definiendo lo político como «espacio de poder y conflicto, un
ámbito intersubjetivo que está estructurado por reglas del debate público como
por las tensiones agonistas». Esta definición es una decisión teórica y sus implicaciones recorren todo el libro. Si lo político es una tensión entre posiciones
encontradas, entonces no existe manera de hallar un consenso entrecruzado tras
la deliberación. No hay una situación de acuerdo absoluto, un consenso que lime
todas las asperezas. A todo conflicto político le es inherente una tensión irreso1
Al inicio del texto, Lamas dice que ella hablará del feminismo en singular, aunque es «consciente de sus varias y diversas tendencias, de la misma forma que se habla de la izquierda, con sus
también múltiples vertientes» (Lamas, 2020:11). A lo largo del libro, es patente que su posición
no es reduccionista, no busca encasillar las tareas del feminismo, ni ofrecer criterios normativos
unívocos, sino que está abierta a toda interseccionalidad. Así, aunque esta decisión de nombrar el
feminismo en singular pueda parecer problemática, termina siendo una apuesta política, pues más
allá de diferencias puntuales, debe haber una alianza robusta entre los movimientos, los activismos,
la academia y todos aquellos espacios políticos que retoman las tesis del feminismo para crear una
revolución simbólica. Por ello, en esta reseña, procederé como lo hace la autora.
2
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
luble. La única salida para ellos está en crear consensos temporales. Por eso, la
estrategia política debe basarse en el debate, la negociación y finalmente en
alianzas; visión realista y pragmática de la política, de allí su preocupación por la
falta de diálogo entre la izquierda, especialmente, en el feminismo.
Otro asunto de gran calado planteado en este capítulo inicial se centra en
qué tipo de discurso debe producirse desde la izquierda, desde el feminismo
progresista, para tratar de modificar el sentido común en que estamos insertos.
Su apuesta se concentra en la crítica al moralismo y al discurso moralista naturalizado en algunos sectores de la izquierda, aquel que deja de lado la disputa en
torno a proyectos y, por el contrario, pasa a una discusión centrada en el terreno
moral, discurso basado menos en argumentos sobre posiciones políticas y más
en cuestiones sobre lo bueno y lo malo. En ese caso la disputa es imposible.
Cancela la vida política efectiva y hace menos democrática la sociedad al eliminar el debate público. Los contrarios ciertamente pueden tener otra visión de
las cosas, razones para negar nuestra postura, pero todo eso se deja de lado, se
prefiere la cancelación, las falacias ad hominem.
Sin embargo, su crítica al moralismo es aún más profunda; este imposibilita
ahondar en cómo se estructura y distribuye el poder. El reproche moralino se
centra meramente en señalar que otros no tienen las mismas ideas que uno,
pero deja de lado cómo esas posiciones son reflejo de estructuras históricas de
poder. Es incapaz de preguntar por aquello que subyace a tales discursos. En
esencia, deja intacta la «historia de fondo» que naturaliza injusticias, asigna roles
y funciones de estatus que inferiorizan a muchos, en especial a las mujeres. Por
eso, Lamas afirma que el objetivo de la crítica, sobre todo en el feminismo, está
en transformar el reparto de lo sensible vigente, lo cual requiere percibir la complejidad social, notar las cuestiones socioeconómicas estructurales que subordinan a las mujeres, a los hombres y a las personas fuera de la norma de género.
Teniendo esto en cuenta, se nota porqué le inquietan las traducciones que los
medios culturales hacen del feminismo: porque diluyen sus contenidos específicos y expanden una visión simplista de este y de sus propuestas.
Un aspecto igualmente relevante de este capítulo se encuentra en el reconocimiento que Lamas hace de las pasiones para la política democrática. Frente a
posiciones que enfatizan el uso de la razón para dirimir conflictos, Lamas resalta
la urdimbre de afectos, emociones y pulsiones en política. Por eso, la rabia, el
dolor, son aspectos fundamentales de estos nuevos discursos, pero ¿cómo encauzarlos políticamente? Dichas emociones pueden ser un punto de cohesión,
3
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
aunque también degenerar e impedir alianzas. Tal ambigüedad no puede dejarse de lado en una política feminista. Además, las pasiones, afectos, le sirven para
explorar la «temporalidad afectiva» del feminismo. Ella registra diferencias entre
las distintas propuestas, apuesta por reconocer las sedimentaciones simbólicas y
las ganancias teóricas perdurables de propuestas pasadas para sopesar las presentes; la necesidad de tomar en cuenta las diferencias de clase, los factores
geopolíticos e incluso los factores ideológicos, porque la meta es cuestionar que
el feminismo se movilice únicamente con confrontaciones entre generaciones u
«olas». A pesar de ello, reconoce que existen algunas características distintivas
del feminismo actual: mayor interés en el tema de la violencia sexual, el manejo
del internet, mayor sentido del humor, y un manejo amplio de la perspectiva
interseccional. Otro aporte de Lamas está en reconocer la diferencia abismal expuesta por Boaventura de Sousa Santos (2014). Este autor explica que hay líneas
visibles e invisibles dentro del capitalismo moderno, donde la lógica imperante
en el primer mundo no prima en el tercero. Eso lo usa Lamas para explicar por
qué el feminismo latinoamericano cobra matices distintivos: 1) en nuestra región
existe una mayor violencia contra las mujeres, 2) aún se libran duras batallas para
lograr la legalización de la interrupción del embarazo y 3) se protegen reciamente las culturas originarias y el territorio. Este es el horizonte del feminismo latinoamericano contemporáneo.
Finalmente, quisiera resaltar un último tema de este primer capítulo, la antropóloga mexicana destaca el ámbito subjetivo de la política, aunque sin restringirlo a meros aspectos psicológicos. Ella afirma que dicha dimensión se concreta
en prácticas sociales y culturales que troquelan modos de vida de las personas.
No obstante, al mismo tiempo reconoce que la dimensión subjetiva no es solo
una formación colectiva, porque los habitus de las personas dependen del ámbito social, pero también de algo más: las emociones y pulsiones de cada uno.
Es relevante saberlo al estudiar lo social, pues ella entrevé que, algunas veces,
los problemas teóricos no dependen del objeto investigado, sino de angustias,
maniobras defensivas de quien lo estudia. Apegos por cierta identidad o teoría
pueden impedir cambiar de opinión, dialogar. El capítulo cierra hablando de las
violencias existentes dentro de las posturas feministas, y la autora se pregunta
¿qué hacer para superarlo?, ¿cómo avanzar sin recriminaciones y sin resentimientos tóxicos? (Lamas, 2020:20). El resto del libro intenta responder a esto.
En «Pensar la época», Lamas inicia un análisis más profundo de algunas de las
tesis enunciadas anteriormente. Define nuestra época como neoliberal. Para ella,
4
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
el neoliberalismo no refiere solo a la esfera económica: es una organización social
y una producción específica de sujetos, modos de vida, incluso una forma de limitar la democracia. Lamas sabe que el neoliberalismo no es una entelequia; que
este se define en técnicas de gobierno, en maneras de crear sujetos. Por eso, se
enfoca en algunas formas de subjetivación de nuestra época, por ser el núcleo de
la política. Dice que el neoliberalismo crea sujetos individualistas, centrados en la
imagen, el consumo. Por ello se alarma de que algunas corrientes feministas sigan tal patrón, ajustándose al individualismo con la categoría de empoderamiento. Ella propone que esta debe cambiarse por el concepto de emancipación,
porque de lo que se trata es de transformar el reparto de lo sensible vigente,
no de aceptar tácitamente el actual. Transfigurar el machismo, el masculinismo
social, no se logra empoderando a personas sino con una revolución simbólica;
resemantizando categorías de determinación de nuestra época.
Para ver este fenómeno, resalta que algunos hechos torcieron los mandatos de
género en la región, como el ingreso de las mujeres al mundo laboral. Tales sergas suscitaron nuevas formas de subjetivación, facilitando otros tipos de identidades, incluso algunas no-binarias y una perspectiva interseccional. Pero tal cambio también conllevó inconvenientes. Sobre esto centra su mirada al examinar
un primer tipo de subjetivación enmarcado bajo el concepto de postfeminismo.
Con tal concepto invoca una forma de «feminidad sexy y asertiva» promovida
mayormente en los países ricos, que considera nuevas formas de sentirse hombre/mujer o identidades no normativas a partir de un ethos hedonista y que introyecta pautas de consumo. El problema está en que estas identidades no cimbran
el horizonte cultural hegemónico. Y, aun así, son parte de identidades políticas
actuales, especialmente por el ímpetu generado por los grupos feministas desde
2014.
Desde ese año el feminismo tuvo su acmé al entrar de lleno a la esfera pública
vía los medios de comunicación. A partir de allí, las «mujeres están de moda», se
venden camisetas con consignas incisivas, muchas estrellas de pop se convirtieron a la causa, etc. Ese fenómeno es el que busca determinarse con la noción de
postfeminismo, porque eso también significó que el sistema capitalista se apropió de los mensajes, consignas y demandas feministas. De allí el énfasis crítico de
la antropóloga: dicha interpretación del feminismo es bastante light, centrada en
el empoderamiento femenino, feminismo de corte empresarial/liberal cuyo fin se
centra en programas de autoayuda para mujeres de clase media-alta, pero nunca
cuestiona los problemas estructurales que forjan las jerarquías sociales, las ex-
5
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
clusiones o la inferiorización de grupos de personas, en especial, de las mujeres.
Por ello, Lamas asevera que la categoría de empoderamiento es una forma de
disciplinamiento que preserva el statu quo. Un feminismo light influido por redes
sociales: mujeres sexualizadas y empoderadas; una nueva forma del «gobierno
del alma» que acaba en la interiorización del deseo capitalista. Mujeres que suelen tener sesgos clasistas y racistas, sin rasgo de interseccionalidad y apoyando
los mandatos del sistema hegemónico, incluidos los mandatos estéticos. Por eso,
Lamas asevera que es una de las formas más sutiles de violencia simbólica, allí
se internalizan esos mandatos culturales y se empieza a creer que son nuestros
propios deseos.
También sabe que hay un feminismo antisistema, especialmente en América
Latina. Un feminismo centrado en temas como el racismo, el colonialismo, el clasismo, etc. Ese crea otro tipo de subjetividades, a su parecer, las más interesantes. Lo sugestivo es registrar que ambos tipos de subjetividades conviven y coinciden en las movilizaciones, luchas y consignas. Esa amalgama simbólica creó un
nuevo sentir y, tal vez, la lucha social más significativa de los últimos años. En su
libro, Lamas hace un balance de las movilizaciones realizadas desde 2015. Pero
sabe que gracias a las tecnologías de la información ya no están solo en las calles,
las redes digitales influyen tanto como antes lo hacía una marcha. Ella se enfoca
en ambas. Percibe que antiguas demandas por una igualdad en salarios, paridad
en posiciones de poder, etc., tornaron en lemas como: se va a caer, el patriarcado
se va a caer. Consignas centradas contra la violencia de género, registrando la
violencia estructural y la necesidad de cambiarlo. De allí surge el tema de cómo
lograrlo. El movimiento feminista actual, gestado hace algunos años, ha sido bastante versátil: marchas, huelgas, protestas, desplegados, tendederos, pintas, etc.
Siempre indicando la rabia, la indignación, el hartazgo. Tal sentir, el dolor originado por el sentido común vigente tuvo diversas ramificaciones. Lamas retoma los
actos violentos de algunos grupos feministas, pero no para desacreditarlos, sino
para verlos como síntoma de la época. Registrar el auge del activismo, tomar las
calles, mostrar que las vidas de las personas, de las mujeres en particular, valen
más que los monumentos, la propiedad de un Estado que no actúa para eliminar,
o disminuir, la violencia estructural. Lamas se cuestiona seriamente: ¿es necesaria
la violencia? Ese es el tema central de su tercer capítulo.
En «Dolor, rabia y violencia», la antropóloga reconoce que la violencia es un
fenómeno difícil de aprehender, aun así debe abordarse, pues es una herramienta empleada por muchos movimientos. La cuestión subyacente al capítulo, aun-
6
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
que Lamas no lo enuncie como tal, es lo que Benjamin (2001) preguntaba en su
ensayo sobre la violencia: ¿se justifica la violencia? Es decir, pensar el vínculo
entre transgresión y violencia. No existe forma de cambiar el sentido común sin
derrumbar algunas de las trabes simbólicas de nuestro edificio cultural. Muchas
identidades defendidas ahora no corresponden con las expectativas sociales,
hay un quiebre con lo que solía encarnar la feminidad, eso da pie a la creación
simbólica, nuevas identidades, nuevos lenguajes. Ahora, dejando de lado la violencia como herramienta de transformación, uno de los temas interesantes del
capítulo es la formación discursiva de la violencia hacia las mujeres. Lamas no
omite los tipos de violencia en los modos de socialización vigentes, en especial
los que afectan a las mujeres, pero se centra no en la violencia efectiva, sino en
cómo pasó a ser el tema hegemónico en el discurso y la bibliografía feminista,
haciendo eco de las investigaciones de autoras como Tamar Pitch. Le inquieta
el discurso de la violencia, pues si se usa impropiamente, puede causar males
difíciles de disipar. Ella se articula regularmente a partir de dicotomías: víctimas/
victimarios; culpables/inocentes; dicotomías que tienden a esencializar conductas, pero dejan de lado el contexto, relaciones específicas, posiciones de clase,
todo lo que una mirada interseccional nunca debe olvidar. En particular, Lamas
retoma y analiza críticamente una tríada implícita en el discurso de la violencia
sexual tal como lo describe la jurista Janet Halley (2008): la inocencia de las mujeres, énfasis en el daño que sufren y la inmunidad de los hombres. De nuevo,
la relevancia teórica no apunta a negar la existencia de violencia en relaciones
entre hombres, mujeres y personas que no se ajustan a la norma sexual de la sociedad, sino a cuestionar que todo quepa en este molde. Si toda relación social
se ve desde esta traza, es difícil dejar de lado la idea de víctimas y victimarios; en
especial, para crear agencia política para las primeras, que suelen ser las mujeres.
Si solo se ven como víctimas, existe poco margen para transfigurar la realidad.
La única posibilidad sería apelar al cuidado del Estado, pero asumiendo una pasividad agentiva y esperando que el Estado sea una instancia benigna. Por ello,
debe verse con cuidado cómo tematizamos tales fenómenos sociales, esa es la
importancia de la teoría, explicar más, para comprender mejor.
Sin embargo, la mirada teórica no debe hacernos olvidar qué ocasiona el enojo social: la precarización, la violencia efectiva, los feminicidios, etc., todos estos
fenómenos son causa del dolor y la rabia, y permiten ver la necesidad de un
cambio social verdadero. Lamas explica que esas emociones han permitido una
mayor articulación y cohesión dentro de movimientos feministas actuales, por-
7
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
que la rabia ha sido una «válvula de escape» para la indignación. Esto hace ver
que la política se vincula con las emociones, pero la cuestión es cómo debemos
tejer tal nexo. Por eso retoma nuevamente el tema de la violencia, ¿esa rabia,
dolor e indignación legítimos son justificación para la violencia? Lamas no da una
respuesta inmediata, aunque explica que no es la primera vez que el feminismo
recurre a ella. Las sufragistas lo hicieron, pusieron en práctica atentados contra
la propiedad privada, pues la violencia crea visibilidad. Ellas planteaban que recurrir a la fuerza del Estado no era una opción viable, porque el Estado suele ser
una instancia que institucionaliza y reproduce la injusticia social, por ello, también
sabían que la violencia ofrece posibilidades; Lamas las llama «prácticas significantes». Pero ella conserva la tensión, ¿hasta dónde se justifica? No hay respuesta conclusiva, sin embargo, Lamas la reconoce como una estrategia política, no
como fin en sí mismo. Posteriormente, hablará de una política feminista basada
en la no-violencia; pero ella no es idealista, sabe que el cambio social no se da
pidiendo permiso, por ello, no condena, por completo, la violencia. Mas se pregunta si la violencia sirve para permutar un entorno violento. Esa es la duda, pero
no elimina la posibilidad de una violencia mesiánica, al decir de Walter Benjamin
(2001).
Su capítulo «Las identidades a la hora de hacer política» es uno de los más
relevantes, sobre todo para los debates políticos actuales. El eje articulador es
cómo evitar todo tipo de política esencialista; en principio, porque el lenguaje
político tiende hacia un lenguaje moral, de tal forma que las diferencias de opinión, sobre proyectos políticos debatibles, pasan al terreno de las convicciones,
donde el debate se vuelve áspero, difícil, incluso imposible; con ello se elimina
la posibilidad política. Por eso, es indispensable el agonismo, indeterminación
donde no hay un criterio de verdad absoluto. Donde se requieren arreglos entre
los diversos actores políticos. Ese es el juego eminentemente político.
En el caso del feminismo, la antropóloga apela a la necesidad de distinguir
feminismo de mujerismo, el último puede ser una forma más del esencialismo
que inutiliza la política. Lamas dice que las identidades políticas solo pueden emplearse estratégicamente, para ganar rápido acceso a la esfera pública, para que
las demandas específicas cobren relevancia, etc. Tal instrumentalización nunca
debe terminar en la adopción teórica de un esencialismo real. En ese momento acaba la posibilidad de diálogo, consenso o incorporación de nuevos sujetos políticos a una lucha contra el sistema jerárquico que nos oprime a todos.
Retomando algunas ideas de Benjamín Arditi (2014), ella sabe que muchas veces
8
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
es necesario apelar a las identidades políticas, porque de alguna manera debe
entrar la diferencia en la agenda política. La aserción identitaria apela a eso, a
voces no escuchadas; que se necesita el reconocimiento para grupos específicos,
saber que la democracia no sirve sin la inclusión de todos, en especial, a quienes
han sido excluidos sistemáticamente, lo cual da paso a políticas afirmativas, un
paliativo de cara a las falencias de nuestra democracia. Todo es indispensable
y cualquier forma de lucha política debe alentarlo. El problema se halla cuando
esas identidades dejan de pensarse como estrategia política y se las toma como
un fin en sí mismo; en ese momento se deriva hacia un esencialismo político
que termina por crear una «cacofonía de grupos intransigentes», donde lo importante no es el acuerdo para cambiar el reparto de lo sensible, sino pelear
por intereses particulares. Lamas, de tal manera, exhibe la luz y las sombras de
las políticas de la identidad, o, también, como Amy Gutmann (2008) lo llama, lo
bueno, lo malo y lo feo de ellas. La antropóloga no cesa de insistir en que todo
esencialismo dificulta pensar políticamente. En especial al hablar desde una postura feminista, porque apelar a la mujer como un concepto genérico y universal
elimina las experiencias particulares, los contextos, la posición de clase, la edad,
problemas por cuestiones de raza; es decir, la universalización tiende a generar
una experiencia abstracta donde muy pocas podrían ubicarse realmente y, por
lo mismo, se dejan de lado los problemas estructurales específicos que deben
combatirse. Es por ello que Lamas exhorta siempre a un esencialismo estratégico, sabiendo que una acción política dirigida a mujeres y por mujeres no implica
una posición mujerista. Ese esencialismo se emplea para lograr ventajas iniciales,
pero posteriormente debe matizarse, deconstruirse, para que siga la política. Su
oferta es una política de acuerdos, articulaciones, notando que los límites identitarios dificultan esta meta. Si el feminismo está llamado a ser el movimiento
de transformación a principios del siglo XXI necesita generar acuerdos entre sus
posiciones antitéticas, y solo es posible si existe la capacidad de negociar, eliminando las formas de esencialización política.
Otro tema que merece atención es la participación institucional de los movimientos y luchas sociales. Lamas es una pensadora pragmática, sabe que la
mejor teoría es mucho peor que el avance concreto más mínimo, que la vida de
los excluidos no cambia solo por ideas, sino al incluirlos en la sociedad, por cualquier vía. Por eso elogia que grupos feministas hayan entrado en las instituciones
del Estado, que aprendieran a usar la burocracia para sus propios fines. Al igual
que Mouffe (2013), Lamas cree que la mutación social es lenta, un trabajo refor-
9
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
mista, que se dará únicamente con un profundo cambio institucional. En tal sentido, hacer política es ver el mundo de las necesidades, no solo echar un vistazo
teórico al mejor mundo posible. De allí que ella vuelva a alentar una política de
alianzas, dejar de lado lo que Carlos Pereda llamó la «razón arrogante», ello lleva
al prejuicio, al sectarismo. Los movimientos políticos actuales no pueden darse
tal lujo. Los retos son tantos y tan profundos que piden diálogo, negociación. La
experiencia afectiva de nuestros grupos debe conservarse como punto de partida, pero el fin es conformar lo común, una verdadera res publica.
Su último capítulo «De emociones, ideología y política» es el más personal.
Allí Lamas pasa revista a algunos debates que tiene con otras visiones dentro del
feminismo, en especial por el tema del comercio sexual. Recuerda que ella está
a favor de las trabajadoras sexuales. Respaldar el comercio sexual es defender
sus derechos, una vida sin una doble moral, criticar el estigma que cargan, saber
que muchas llegan allí por necesidad económica y, capitalmente, por ser un trabajo que ofrece mayores posibilidades. No obstante, no significa apoyar la trata
de personas, destaca que son fenómenos disímiles homogeneizados estratégicamente en el discurso abolicionista. Lamas apela a experiencias, a datos para
señalar que el abolicionismo tiende a forjar otros problemas sociales igualmente
serios, en principio, porque castiga a los más pobres, a migrantes, propicia políticas de mano dura, reacciones defensivas del Estado. Todo de la mano de una
«retórica maternalista del rescate a las mujeres». Por eso, su posición es en favor
de las trabajadoras sexuales; el comercio sexual les brinda mayor libertad y bienes económicos. Al mismo tiempo, explica que defender su derecho a trabajar
implica saber que a veces es la única opción a su alcance. En países del primer
mundo, para algunas personas, el comercio sexual puede ser una opción, pero,
en el tercero, a veces, es la única posibilidad para sobrevivir. Por eso era tan importante su alegato inicial en favor de reconocer el lugar de enunciación. De lo
que se trata es de permitirles hacer lo que mejor les parece, sin hablar por ellas,
pues caeríamos en lo que Miranda Fricker (2017) denomina «injusticia epistémica». Además, Lamas ofrece evidencia empírica sobre los problemas que trajeron
las posturas abolicionistas.
No obstante, el capítulo es personal no por la postura que defiende sobre el
comercio sexual, sino porque narra tres incidentes difíciles que tuvo con algunas
feministas, o grupos feministas, debido a su posición sobre el comercio sexual
y su política de alianzas. Mantas en su contra, cancelación de sus conferencias,
manifiestos en contra de su libro, todo ello la puso a pensar en lo que defiende
10
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
y, sobre todo, en las pruebas que ofrece para tales posiciones. Lo interesante es
que Lamas no busca decir su verdad, sino que se compromete políticamente con
sus tesis. Explica que su postura es política. Tiene en mente fines revolucionarios
y, no obstante, sabe que la única vía posible es la reforma paulatina de nuestro
sentido común. Por eso, tiende a vislumbrar y defender opciones viables, sabe
que la factibilidad es parte esencial de la política, si no se quiere que sea un
mero ejercicio de imaginación. Todas sus posiciones poseen tal impronta, realismo político. Para ello es necesario construir una narrativa crítica. Sabe que la
finalidad es formar una voluntad colectiva, una capaz de pensar qué queremos
para el futuro, con metas claras, con una visión democrática. Hacer política sin
esencialismos y sin resentimientos, cimentada en el conflicto, la negociación, el
diálogo, aunque sea áspero, pero sin descréditos a priori. Esa es la particularidad de sus posturas, un realismo político, con convicciones, tomando en cuenta
las emociones políticas, sin dejar de lado los datos, los efectos de las políticas
implementadas, haciendo ejercicio de autocrítica. Entendiendo que los debates
políticos nunca se cierran, solo se postergan mediante acuerdos.
Finalmente, el epílogo es un cúmulo de preguntas para los años venideros.
¿Qué tipo de agencia necesitan los movimientos sociales, y sobre todo el feminismo? ¿Cómo pensar la resistencia? ¿Cómo se hace una política a partir de la
vulnerabilidad de los sujetos? Temas que dan pie a reflexiones profundas; vislumbran que la vulnerabilidad nos obliga a establecer alianzas, nuevas formas
de sociabilidad. No tomar a la ligera cómo el neoliberalismo, vía un desmantelamiento institucional, precariza la vida de muchas personas, que la resistencia solo
se dará mediante nuevas formas de vida y solo será posible mediante alianzas y
compromisos.
Igualmente, la antropóloga se adhiere a una política de la no-violencia, como lo
señala Butler (2021) en sus últimas obras, esto no es tan fácil como podría creerse
en un primer momento. Implica definir violencia y saber que depende de quién
detente su monopolio legítimo. Por ello, Lamas regresa a la pregunta de capítulos anteriores, ¿se justifica la violencia? Defender la no-violencia es responder a
esto, pero implica cambios de paradigma: pensarnos desde la vulnerabilidad, saber qué nos hace semejantes, nuestra corporalidad, nuestra vulnerabilidad y, por
ello, permite y obliga a incluir a otros seres vivientes, a sus ecosistemas. Dicho
cambio subyace a su proyecto de la no-violencia, tema que requeriría un espacio
mucho mayor, pero que ofrece alternativas políticas al modelo de ser humano
hegemónico.
11
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
En esencia, el libro busca convertirnos en «herejes sin riesgo». Ser agentes de
una subversión política, forjar eficacia simbólica para derrotar el statu quo, criticar los habitus del orden establecido, luchar democráticamente por empoderar
a todos, sobre todo a los más desfavorecidos. Por ello, debemos dejar de lado el
vocabulario de la victimización, porque Lamas da cuenta del poder del lenguaje,
este es más que un instrumento para referirnos al mundo, es cómo nos adentramos en él, su espacio de aparición, por eso la nominación implica modos de
ser y vivir. Así, pensarnos como víctimas limita nuestras opciones políticas. Antes
de promover cualquier esencialismo debemos reconocer que el enemigo es el
capitalismo patriarcal y racista, que la manera de cambiarlo es mediante alianzas
políticas. Esa la única forma como podremos construir una voluntad colectiva y
transformar el sentido común.
Su compromiso fundamental es pensar el feminismo como política de alianzas. Lucha contra el sistema capitalista, también contra posturas esencialistas,
punitivistas, lucha abierta a procesos de reflexión. Se trata de conservar nuestra
«capacidad pensante», como concluye: «con nuestra ‘capacidad pensante’ reflexionamos acerca del papel que desempeña la lucha feminista para avanzar una
política de izquierda […] para radicalizar la democracia.» Por eso mismo, el libro
de Lamas llama a pensar nuestro sentido común, reconociendo las violencias
que lo estructuran; no obstante, al mismo tiempo invita a innovar en la agencia
política, para tener una sociedad donde el poder se reparta mejor, con una democracia real. Es una reflexión realista desde el feminismo, con fines revolucionarios. Un libro que refleja nuestro presente, con la mira puesta hacia el futuro. Un
diagnóstico claro, con una agenda para el porvenir.
Bibliografía citada
Arditi, Benjamín. (2014). La política en los bordes del liberalismo. Diferencia, populismo,
revolución, emancipación. Barcelona: Gedisa.
Benjamin, Walter. (2001). Para una crítica de la violencia. En Walter Benjamin. Para una
crítica de la violencia y otros ensayos. Iluminaciones IV. Madrid: Taurus.
Butler, Judith. (2021). La fuerza de la no violencia. La ética en lo político. Barcelona: Paidós.
Fricker, Miranda. (2017). Injusticia epistémica. Barcelona: Herder.
Gutman, Amy. (2008). La identidad en democracia. Buenos Aires: Katz.
Halley, Janet. (2008). Split decisions. How and why to take a break from feminism. New
Jersey: Princeton University Press.
Lamas, Marta (2020). Dolor y política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo. México:
Océano.
12
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115
Politizar y sentir desde el feminismo
AXEL RIVERA OSORIO
Mouffe, Chantal. (2013). Agonística: pensar el mundo políticamente. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica.
Santos, Boaventura de Sousa. (2014). Más allá del pensamiento abismal: de las líneas
globales a una ecología de saberes. En Boaventura de Sousa Santos y María Paula
Meneses (eds.). Epistemologías del Sur (Perspectivas) (pp. 21-66). Madrid: Akal.
Cómo citar esta reseña:
Rivera Osorio, Axel (2022), «Politizar y sentir desde el feminismo». Revista Pueblos y
fronteras digital, 17, pp.1-13, Doi:10.22201/cimsur.18704115e.2022.v17.637.
13
Revista Pueblos y fronteras digital • volumen 17 • 2022, pp. 1-13 • ISSN 1870-4115