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Reseña de Pablo Martínez

2022, Revista Re-visiones

#Re-visiones 12/2022 Reseña ISSN 2173-0040 ISSN 2173-0040 Sobre Los olvidados. Ficción de un proleta- #Re-visiones 12/2022 El libro parece estar pensado como una reacción a dos tendencias muy visibles en el contexto actual del debate político. Por un lado, a unas corrientes de opinión que critican aquello que denominan “ideología posmoderna”, a la que culpabilizan de haber disgregado la clase trabajadora, víctima de la diversidad que propone el capitalismo cultural. La exaltación de las características individuales propias del neoliberalismo es identificada con las luchas de los sujetos minorizados que reivindican su espacio en la reclamación de derechos laborales y reconocimiento. Como si existiese un mercado de las identidades. Evidentemente, este pensamiento solo se puede articular desde las posiciones de quienes ostentan el privilegio de poder elegir su identidad y no así por aquellos sujetos (lxs trans, lxs racializadxs, lxs migrantes…) que ponen su vida en juego en cada aparición en un mundo que no está pensado para ellos. La recuperación obrerista de las luchas materiales (enfrentadas a las culturales) se concreta en la construcción de un nuevo sujeto político al que Gómez denomina ‘los olvidados’ y que correspondería a aquellos sujetos descuidados por la izquierda identitaria y recuperados por la Alt-right, y que no son otros que los varones blancos, los autodenominados “perdedores de la globalización” (los sujetos del Brexit, los de la América trumpista, o el estereotipo de la España vaciada que vota a VOX). Como si la globalización no hubiese sido un proceso neocolonial de despojo a gran escala. La izquierda obrerista atribuye a la ‘Internacional Reaccionaria’ el acierto en detectar ese sujeto político olvidado e identifica en él un proletariado reaccionario que no es más que una ficción, como bien apunta el subtítulo del ensayo, que corresponde a la inexistente figura de una clase social fija, compacta, con unos intereses definidos y unas reivindicaciones unificadas. Una de las tesis principales del ensayo es que tras estos planteamientos se oculta una coartada reaccionaria que comparten tanto la izquierda obrerista como la extrema derecha. Por otro lado, Gómez advierte de forma muy atinada acerca de los riesgos que asume una izquierda demasiado interesada en la superioridad moral y en la corrección política cuando obvia que la emancipación y la hegemonía no consisten en tener el timeline de Twitter limpio de abusos verbales contra las minorías. riado reaccionario, de Antonio Gómez Villar About Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario, by Antonio Gomez Villar Pablo Martinez CSIC pablopandu@gmail.com ORCID: 0000-0002-2048-4837 “’Izquierda posmoderna’, ‘izquierda cultural’, ‘izquierda hipster’, ‘izquierda caviar’, ‘izquierda cumbayá’, ‘izquierda feng-shui’, ‘izquierda cool’, ‘izquierda exquisita’, ‘izquierda brahmán’…”. De este modo, con un listado de hasta veinte calificativos adosados a la palabra ‘izquierda’, Antonio Gómez Villar abre su imprescindible ensayo sobre el momento actual de bajamar, de repliegue, de crisis de la izquierda. De entre el listado escogido por Gómez, muchos adjetivos provienen de la descarada ofensiva de las derechas, pero otros tantos son usados por la propia izquierda en sus batallas intestinas, en concreto por aquella corriente que el autor engloba bajo el término de ‘obrerista’ y que se considera garante de unos principios “esenciales” frente a las preocupaciones de la “izquierda posmoderna”, preocupada solamente por cuestiones identitarias, y a quien dirige sus ataques. Esta falsa dicotomía entre lo material y lo cultural, así como el antagonismo entre otros falsos binomios como económico/simbólico o “crítica cultural”/“crítica social”1, son desmontados por Gómez con brillantez a lo largo del ensayo. Efectivamente, como bien recuerda el autor citando a Raymond Williams, no hay forma de vida que no implique una materialidad, y la cultura, como el lenguaje mismo, son materias de primer orden, configuran estructuras de sentimiento. Considerar el racismo o el patriarcado expresiones o afectos desligados de la economía, aparte de evidenciar un clamoroso desconocimiento de algunas de las aportaciones teóricas más brillantes de las últimas décadas, demuestra no haber entendido nada del funcionamiento de los mecanismos de desposesión y extracción del capitalismo. 1 Reseña BOLTANSKI, Luc y CHIAPELLO, Eve: El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid, Akal, 2002. Pablo Martinez www.re-visiones.net Pablo Martinez www.re-visiones.net #Re-visiones 12/2022 Reseña ISSN 2173-0040 ISSN 2173-0040 “La clase obrera, como cualquier otra identidad política, solo existe en tanto que representada. La construcción de la clase social como sujeto político siempre ha necesitado del momento de subjetivación. No se convirtió en un sujeto político hasta que se organizó y construyó un imaginario compartido. Sin el reconocimiento de esa diferencia, la clase no habría existido en términos políticos”, nos dice Gómez y esto evoca la historia de las imágenes, no tanto como representaciones, sino como poderosas productoras de subjetividades políticas. Susan Buck-Morss señalaba en Mundo soñado y catástrofe. La desaparición de la utopía de masas en el Este y el Oeste que la toma de conciencia del proletariado soviético fue deudora de la electricidad, que brindó la posibilidad al cine de llegar a lugares dispersos de la vasta Rusia, lo que permitió a la audiencia reconocerse a sí misma2 en las imágenes en movimiento proyectadas. La masa accidental, dice Buck-Morss, podía tomar conciencia de su lucha colectiva a tiempo real y con posterioridad: “Cuando las generaciones soviéticas posteriores ‘recordaban’ la Revolución de Octubre, eran las imágenes de Eisenstein las que tenían en mente (…) la identidad colectiva soviética en tanto que masa revolucionaria fue un fenómeno que necesitaba del mundo del cine para ser percibido”3. Quizás la imagen del proletariado que reivindican los actuales obreristas corresponde a la producida en la ficción del cine. Otro ejemplo de la historia de las imágenes, y que viene al caso porque su sola mención sirve para desmontar La trampa de la diversidad (ensayo al que, por otra parte, el autor dedica un esfuerzo desmedido en rebatir, dada la poca consistencia argumental del texto y en comparación a la altura del resto de referencias que maneja Gómez) estaría en Waiting for Tear Gas (white globe to black) (2000). En la serie de imágenes que tomó Alan Sekula en las movilizaciones antiglobalización de Seattle de noviembre de 1999 se muestra un acontecimiento donde los cuerpos vulnerables de los ecologistas construyen alianzas con los de otras personas racializadas, movimientos indigenistas, feministas, sindicalistas y estibadores. Todas las imágenes de las ocupaciones de plazas que le sucedieron en las décadas posteriores no harían más que confirmar esa potencia de la carne de la multitud singular. Por otro lado, que la lucha de clases se haya abandonado en pos de un deseo de movilidad social individual puede que se Reseña #Re-visiones 12/2022 deba, en parte, a que el cine de la gran industria de Hollywood nunca se interesó por la representación de las masas como un sujeto político de potencia emancipatoria (más bien lo evitó, como bien se apuntaba en el Código Hays de 1930), sino que orientó sus relatos hacia los anhelos de ascenso social y las relaciones interpersonales y no tanto por las cuestiones estructurales que generan la desigualdad. A pesar de la magnífica exploración de términos y corrientes de pensamiento que plantea el libro, de entre los que destaca considerablemente la fina disección de conceptos como clase, lucha de clases o proletariado en Marx, o el análisis de la inclinación materialista de Nancy Fraser en su elaboración feminista de la redistribución y el reconocimiento, el ensayo incurre en cierto maniqueísmo cuando trata algunas posiciones. Sirva como ejemplo la simplificación que hace en la aproximación a Jodi Dean, una destacada figura feminista del pensamiento marxista preocupada por la construcción de identidades colectivas en torno al partido o al proyecto comunista y que queda reducida a su “reclamo por lo material”. Asimismo, sucede con la definición de la ‘Internacional Reaccionaria’ y lo poco que se atiende en el texto a dos cuestiones que son centrales para su configuración, como son el patriarcado y su dependencia energética. El autor señala con acierto que el sueño americano (y por extensión el sueño liberal), fue primero esclavista y después racista y elitista, pero olvida que también y, sobre todo, fue fósil. Los sueños húmedos de las democracias liberales de occidente han estado empapados en petróleo. Bajo este prisma, el slogan de Trump Make America Great Again no correspondería solamente a la recuperación de los valores americanos encarnados en la figura de ‘los olvidados’, sino que habría consistido en hacer América grande, una vez más, a costa de intensificar la combustión fósil, a tenor del incremento de la extracción de petróleo mediante la intensificación de la fractura hidráulica y el levantamiento de las restricciones proteccionistas de la administración Obama. El Make America Great Again es la exaltación de la petromasculinidad4, una combinación de patriarcado y petróleo, dos condiciones tan culturales y materiales como invisibles del capitalismo industrial, pero claves para entender las luchas obreras desde nuestro presente. Efectivamente y como BUCK-MORSS, Susan: Mundo soñado y catástrofe. La desaparición de la utopía de masas en el Este y en el Oeste. Móstoles, La Balsa de Medusa, 2004, p. 162. 3 Ibid, p. 169-170. 4 DAGGET, Cara: “Petro-masculinity: Fossil Fuels and Authoritarian Desire”. Millennium, 47(1), 25–44, 2018. https://doi. org/10.1177/0305829818775817 Pablo Martinez Pablo Martinez 2 www.re-visiones.net www.re-visiones.net #Re-visiones 12/2022 Reseña ISSN 2173-0040 ISSN 2173-0040 bien se apunta en el ensayo, el periodo 1945-1973 fue un tiempo fundamental en el que las aspiraciones obreras dejaron de estar enfrentadas al capitalismo. Esto se dio en parte a la conciliación propuesta por el New Deal, que no fue otra cosa que un “dispositivo de integración y neutralización de las aspiraciones revolucionarias de la clase obrera”, como apunta Gómez. Esas décadas fueron las que el petróleo actuó como lubricante de lo social, algo que ha explorado con intensidad en nuestro contexto Jaime Vindel5. Las luchas obreras fueron disueltas en la obscena abundancia del petróleo que permitió un consumo que parecía casi ilimitado para algunas zonas del planeta. Reseña #Re-visiones 12/2022 amnesia neoliberal y la exaltación de un pasado que no fue, Gómez reclama que sería conveniente distinguir entre el fracaso de los sueños de la utopía comunista y los sueños mismos. Reivindica la necesidad de reconectar con esa esperanza que habita en un mundo olvidado, el mundo que aún contenía sueños por un mundo por venir, esos que parece que en este presente tan postutópico como póstumo han desaparecido. Porque prescindir de la esperanza es hacerlo también de la potencia de un auténtico pensamiento plebeyo. Quizás eso sea lo único que haya que guardarse de olvidar: las esperanzas por un mundo social (y ecológicamente) más justo, en el que las clases, como apuntaba Marx, desaparezcan. El proceso de desintegración de la clase obrera en clases populares de consumidores ya fue intuido por el propio Walter Benjamin, quien en la década de los treinta anunció que la multiplicación de los centros comerciales y la universalización del acceso al consumo desplazaba el concepto político de igualdad de los sujetos al reino de las cosas: “el consumidor reemplazaba al ciudadano, y la promesa de abundancia mercantil sustituía a la revolución social”6. Este giro aparece muy bien descrito por Gómez cuando afirma que los procesos de integración de la clase trabajadora en los consensos capitalistas en los Treinta Gloriosos son la mejor prueba de que las luchas materiales no son precisamente las que van a desintegrar el capitalismo, sino todo lo contrario, por sí solas pueden llegar a reforzarlo: “lo que el consenso de posguerra nos demuestra es que situar el trabajo asalariado, ‘lo material’, como eje articulador de un proyecto político, no constituye en sí mismo un desafío para el orden capitalista”. Las energías revolucionarias que reclama el obrerismo no fueron otra cosa que energías fósiles, porque, como bien apunta Gómez, ese sujeto, ‘los olvidados’, que el obrerismo pretende resucitar, no se quiere reconocer en ninguna clase, sino más bien mantenerse en “ese lugar neutro que siempre signó a la clase media”. El libro se cierra con una invocación benjaminiana a rastrear en el pasado los restos de luz que puedan iluminar el presente. De alguna manera, ese es un método que el autor aplica a todo el ensayo mediante una construcción genealógica en los términos planteados por Nietzsche y Foucault. Entre la 5 VINDEL, Jaime: Estética fósil. Imaginarios de la energía y crisis ecosocial. Barcelona, Arcadia, 2020. También se puede encontrar más información sobre el proyecto de estética fósil y las derivadas de una cultura fósil en https://esteticafosil.csic.es/ 6 Citado por BUCK-MORSS, Susan: Walter Benjamin. Escritor revolucionario. Buenos Aires, La marca editora, 2014. p. 103. Pablo Martinez www.re-visiones.net Pablo Martinez www.re-visiones.net