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40 · · 2022 Sábado, 4 VI In conversation with / En conversación con Josep A. Gisbert Santonja 41 · · 2022 Sábado, 4 VI “El palmeral del Hort de Morand nos permite imaginar cuál era la línea de costa y cómo hubo una regresión marina importante” Descobrir Dianium que pronto adquiera el rango de municipium: un importante puerto, con mucha vitalidad, que ocupaba parte del área portuaria actual pero también, y básicamente, la zona norte de la escollera norte, es decir, la zona situada frente al sector urbano o lo que sería la fachada marítima de Dianium”, responde Gisbert. “Era un municipio de tamaño pequeño, de unas 8 hectáreas, constreñido por el castillo, por el mar y por los marjales y terrenos lacustres situados hacia el norte. Pero con un magnífico puerto” Trazado del decumanus descubierto en las excavaciones de 1983-85 tras el proceso de limpieza realizado en el año 2007. El decumanus y la huella urbana ROSA RIBES FORNÉS Retomamos esta semana los artículos que nos ayudarán a entender mejor la Dénia romana. Tras la presentación general, que nos daba una visión de conjunto de aquella ciudad que alcanzó el rango de municipium en el último cuarto del siglo I a.C., nos deteníamos en el forum, lo que debió ser la plaza de Dianium. En nuestras conversaciones con el arqueólogo Josep A. Gisbert, nos adentramos hoy en el urbanismo de una urbe que gozó de un puerto activo y eminentemente comercial, del que derivó su esplendor en la antigüedad clásica. Sin querer ser pretenciosos, puesto que la superficie excavada del lugar donde se encontraba el epicentro de la ciudad -l’Hort de Morand - es muy reducida, nos apoyaremos en los vestigios arqueológicos que nos sugieren de algún modo la ubicación y las características de sus calles para acercarnos al trazado urbano. La primera pista nos la da el palmeral de l’Hort de Morand. Se conoce desde hace tiempo, y está documentado a través de prospección geofísica, que el palmeral marca la línea marítima de Dianium. Desde lo alto del castillo, se distingue fácilmente una línea de palmeras que discurriría, en la parte más próxima del terreno a las calles Doctor Fleming y Avinguda del Repartiment, hacia la Avenida Miguel Hernández. Las palmeras tendrían continuidad más allá de la avenida en las parcelas ocupadas ahora por urbanizaciones, que en su día pertenecieron a la misma finca. Gracias a la protección que marcó en su día el Plan General, ha sido posible conservar un tramo de esta línea de palmeras. “Hoy nos permiten imaginar cuál era la línea de costa y cómo de algún modo hubo una regresión marina importante”, explica Josep A. Gisbert. Así, la franja de tierra que hay en la actualidad entre la línea del palmeral y el mar “es producto de una sedimentación de milenio y medio sobre el lugar que antes era playa y que fue el portus de Dianium”, añade. El palmeral nos delimita por tanto lo que sería el urbanismo de Dénia. En la parte opuesta, hacia el oeste, el Carrer Mira-rosa marca aproximadamente el final de los vestigios arqueológicos de la ciudad encontrados. Han aparecido otros más allá pero no pertenecerían a la urbs, sino más bien estarían relacionados con sus vías de comunicación. Para hacernos una idea y ciñéndonos a la configuración actual de la zona, Dianium estaría delimitada por el palmeral y el Carrer Mira-rosa por un lado. El castillo y los antiguos terrenos de l’Hort de Morand urbanizados al norte de la Avenida Miguel Hernández marcarían los otros límites. Ese sería el punto exacto donde se asentaba la ciudad, “un municipio pequeño de tamaño, de unas 8 hectáreas aproximadamente de extensión y constreñido por el castillo, por el mar y por los marjales y terrenos lacustres situados hacia el norte”. Solo hay que fijarse en la toponimia de la zona para entenderlo un poco mejor. Por tanto, indica el arqueólogo, “se puede afirmar que Dianium se asentó sobre las arenas del mar y sobre unos terrenos continentales cercanos a los marjales de la parte norte”. ¿Y por qué se eligió este emplazamiento, en el norte, y no la zona sur? “Porque había de confrontar con el que era su bien más preciado y el que posibilita Cuando se habla de urbanismo y de planificación urbanística en el Imperio Romano hay que saber que sus calles tenían un trazado regular y una orientación geométrica. También conocer el significado de dos vocablos: cardo y decumanus. El cardo (cardines en plural) tenía orientación norte-sur, mientras que el decumanus (decumani) estaba orientado este-oeste. La topografía de cada lugar, los accidentes geográficos próximos o la situación respecto a la fachada marítima, precisa el arqueólogo, pueden provocar pequeños cambios en la orientación de las calles que, sin embargo, mantienen siempre la regularidad de su trazado. En unas excavaciones realizadas entre los años 1983 y 1985 se descubrió un decumanus que atravesaba los terrenos objeto de los trabajos, que ocupaban una pequeña superficie de apenas 192 m2. La fortuna quiso que justo en el centro, entre una domus situada al norte y otra al sud, apareciesen los restos de una calle empedrada que se correspondía con un decumanus. Por aquello de que ‘pronto’ la parcela sería objeto de un proceso de museización, a fin de conservar en buen estado el empedrado original y que no tuviese que hacerse una reconstrucción posterior, la calle se conservó in situ y no se excavó. La museización y el parque arqueológico de Dinaium, al que ya hemos aludido (Pasa a la pág. siguiente) Planta de un sector de la ciudad de Dénia con delimitación del yacimiento arqueológico de Dianium. Plano que figura en uno de los paneles del castillo con detalle del trazado de los decumani y el cardo de Dianium documentados. (Viene de la pág. anterior) en más de una ocasión, siguen esperando. Junto a las dos casas situadas al norte y al sur del decumanus, se constató la existencia de unas domus de mayor tamaño que las que daba el sondeo, que podrían ser excavadas en el futuro, con una secuencia cronológica que iba desde los tiempos de Tiberio (a principios del siglo I d.C.) hasta el primer tercio del siglo VI d.C.). “La dinámica arqueológica de la excavación indicaba -dice Gisbert- que hubo un importante tráfico en este decumanus entre los siglos I, II y III, formando parte de la red viaria cercana al forum y siendo una de las principales vías de entrada a Dianium”. En contraposición, durante los siglos IV y V hubo una usurpación del espacio público y las domus del Bajo Imperio ocuparían parte del trazado de esta vía que tuvo una menor actividad como lugar de paso. De las vías urbanas que atraviesan los decumani y que tienen dirección norte-sur, la más representativa es la que se excavó en 1987 en Miguel Hernández, justo en la esquina del convento de los frailes Servitas. Sería el cardo más cercano al mar y tendría a un lado los horrea o almacenes portuarios y al otro, un muelle realizado con grandes sillares que lo separarían del mismo puerto y de la playa. “Tanto los decumani como los cardines documentados tenían una relación absolutamente constatada con su entorno”, subraya Josep A. Gisbert. Si trazamos una recta hacia el oeste, los decumani enlazan prácticamente con la via romana Saetabis-Dianium que llega Luz y servicio de mesa El Museo Arqueológico de Dénia expone una importante representación de los materiales provenientes de las excavaciones realizadas en 1984 y 1985 en Dianium. El material de esta vitrina procede de la época del Bajo Imperio (siglos IV, V y primera parte del siglo VI). Encontramos en ella cerámicas africanas terra sigillata clara, útiles de cocina y del servicio de mesa importados del norte de África que formarían parte de las vajillas empleadas durante estos siglos en Dianium. También se desde Ondara, donde había asentamientos destacados. Mientras que los cardines tendrían una conexión hacia el norte con la vía litoral de Dianium (el Camí de Gandia). Esta última venia de Valencia, pasaba Apuntes filatélicos C on el tiempo hemos podido constatar que cada carta, tarjeta postal o documento que haya viajado tiempo atrás por el Correo, en cualquiera de las modalidades, son auténticas joyas, tanto para el coleccionista como para quien se precie de estudiarlas a fondo. Dentro de la filatelia encontramos una amplia gama de tipos de coleccionismo, diferentes todos entre sí, pero con un nexo en común que nos hace, a quiénes nos decantamos por otras especialidades filatélicas, fijarnos en detalles que nos llevarán a querer saber más y mejor lo que tenemos entre manos, aun no siendo nuestra especialidad filatélica. La de hoy (la carta motivo de este artículo) ha sido una verdadera sorpresa poder localizarla. Y haberlo hecho teniendo la carta completa aún le da una mayor importancia. Como vemos en esta misiva, se trata de una carta remitida desde Jávea a Valencia, donde en origen se estampó el “raro” matasellos que en el argot filatélico se le conoce como “de Trébol”, y del que en su día ya hablamos largo y tendido en esta misma sección (30.10.2020). En aquella ocasión mostramos y describimos la que hasta ahora era la “única carta conocida matasellada con el Trébol de Jávea”, la cual llevaba como fecha de expedición el 13 de mayo de 1879, perteneciente al historiador postal D. Juan A. Llácer. Aquella carta ahora ya tiene una hermana gemela. Su carácter de “única” ya no podrá serle otorgado porque ha aparecido esta nueva misiva, que nos ha sido cedida por el filatelista calpino J. Vázquez Boronad. Esta nueva “rara” carta con el “Trébol” de Jávea es anterior a la de la Colección Llácer. Está fechada en Jávea el 23 de abril de 1879 aunque, por la anotación que el destinatario hizo en su reverso, sabemos que fue escrita el día anterior, el 22 de abril. Se trata de una carta de carácter comercial, sin que el contenido haya sobrevivido al sobre, y donde un profundo estudio nos dará esa información que nos permitirá conocer mucho mejor el correo y las tarifas de la época. Ambas cartas tienen dos elementos en común. En primer lugar, el comentado matasellos de “Trébol” de Jávea, que les da esa especial característica. Y, por otro lado, el uso en las dos de sendos sellos de los de “Impuesto de Guerra”. Y será este elemento el que va a otorgarle a la recientemente localizada carta de Jávea, un carácter especial desde el punto de vista filatélico. Las dos llevan el mismo franqueo. Una suma de 0,25 ptas. Que, por la tarifa aplicada en la época según la circular del 27 de febrero de 1879, era la establecida para el envío de cartas sencillas tanto a la península como a las islas adyacentes y las posesiones de África. Pero, curiosamente, la carta de la colección de Llácer se franquea con un sello de Impuesto de Guerra, que dejó de tener validez para ese tipo de “tasa” el 1 de mayo de ese mismo año, usándose a pesar de la circular del 27 de febrero que en su artículo 6º dice textualmente “…que desde el 30 de abril próximo se supriman y queden fuera de circulación los sellos del impuesto de guerra de cinco y quince céntimos…”, como es el caso de la carta de la colección Llácer. Esta nueva carta con el fechador de “Trébol” de Jávea, de la Colección Vázquez, está circulada casi un mes antes que la por el Júcar y atravesaba la comarca de la Safor hasta enlazar con los cardines de la ciudad. Una perfecta red de conexiones y vías terrestres para un puerto de tráfico intenso. anterior, con los últimos días de efecto del mencionado Impuesto de Guerra, y una tarifa en vigor desde 1878, según el Anuario de Correos de ese año, de 0,10 ptas. (tarifa para cartas sencillas para envíos dentro de España) y 0,25, por lo que en la carta debió de habérsele puesto un sello de 0,10 ptas., + 1 sello de 0,25 ptas. del recargo del Impuesto de Guerra. En total 0,35 ptas.- Si vemos la tarifa que lleva esta carta no es del todo correcta para este tipo de envíos. Y no lo decimos los filatelistas, lo dicen las publicaciones de Correos de la época (Anuario de Correos de 1878). Pero hasta en esto de la información “oficial”, que quienes nos adentramos en el estudio de la historia postal, nos cuesta encontrar la información veraz o verídica que nos explique porque un usuario del correo de mediados del siglo XIX, puso en la carta unos sellos que suman una cantidad que al parecer no era la estipulada. Y como el funcionario del ramo que mataselló la misma, le dio circulación como tal cosa. Si volvemos a la Circular de Correos de fecha 27 de febrero de 1879, dirigida a los Administradores Principales de las Oficinas de Correos de España, y por correlación a las Estafetas y Carterías, en la que se les informa de lo dictado en la Real Orden de fecha 4 de febrero de 1879, donde con la anulación a partir del 1 de mayo del Impuesto de Guerra, aunque más que una anulación, es simplemente una modificación de la tarifa vigente en la que se aumentan los precios y se suprime el uso de sellos adicionales, tampoco nos queda claro si la carta circuló de Jávea a Valencia, con falta de franqueo. En ocasiones, la interpretación de esta útil información para los historiadores postales es la que nos dará la respuesta que buscamos. Y si no es así, siempre nos queda la voz de los expertos que, en este caso, nos confirman que hasta la implantación el 1 de mayo de 1879 de la nueva tarifa, las cartas anteriores a ésta circulaban dentro de España con un importe de 0,10 + 0,15 ptas. Por lo tanto circuló debidamente, en los últimos días del uso de los Sellos de Guerra en la correspondencia (volverán a usarse ya en 1897 y 1898), y con el tan buscado Trébol de Jávea. La carta circula entre ambas ciudades en tan solo un día, dato que sabemos con certeza puesto que se le estampó el fechador de llegada a Valencia el día 23 de abril de 1879. Una eficacia y prontitud en la entrega que ni los de Amazon hoy en día. Pero estudiar el recorrido de esa carta será otro trabajo que nos queda pendiente. El inédito “trébol” de Jávea Por José Ivars Ivars muestran unas lámparas de aceite procedentes de las domus de la ciudad que se utilizarían para iluminar la casa.