Este trabajo proporciona una visión panorámica de los disfraces y los intercambios de género (femenino/masculino) para plantear una tipología compleja del travestismo. La articulación de la identidad sexual está en el imperativo máximo de...
moreEste trabajo proporciona una visión panorámica de los disfraces y los intercambios de género (femenino/masculino) para plantear una tipología compleja del travestismo. La articulación de la identidad sexual está en el imperativo máximo de un ensayo en el que se entrelazan ética y política. Se postula la vestimenta como algo más que accesorio, algo que representa a la persona en tanto es la encrucijada de sus voliciones y de nuestra imagen individual. El travestismo convoca la utopía de la autorreflexividad, la manipulación y la metamorfosis; hace creer en la posibilidad de que, en ese nuevo rostro adoptado, se puede hallar otra existencia, otra identidad mas interesantes. Remodelar el cuerpo sexuado es táctica de una máscara asumida y representada, de tal manera que el travesti masculino lo hace símbolo de su realidad ex-céntrica y exagerada, ya que hiperboliza, en su caso, las marcas de ser mujer. Sin embargo, cabe señalar también la importancia de analizar y observar las diferentes posibilidades de encuadramiento social y los motivos para encubrirse, de gran utilidad para estudiar las marcas del travesti y sus maniobras dentro de una gama de posibilidades y estrategias. De ahí la necesidad de cuestionar, en primer lugar, el estereotipo de identificar el travestismo como una práctica exclusicamente masculina y la de asociarla con la homosexualidad, para plantear esos ámbitos en los que son aceptados, por ejemplo, el de la fiesta popular y el del carnaval, con su noción de regeneración vital y la subversión de lo oficial. Otro elemento sobre el que se llama la atención es la asociación del travestismo con el ser hermafrodita en su afán de mimetizarse en la apariencia del contrario biológico y cultural, con el fin de exorcizar el binarismo de términos irreconciliables y la restauración de plenitud original, ya sea mediante una androginización de la mujer para subrayar sus rasgos masculinos, ya sea con una efebización del modelo de belleza en el hombre para caracterizar la suavidad y la delicadeza corporal.