El Plan Nacional de Descarbonización (PND) es una declaratoria con intenciones y metas a las que debe aspirar el país y es un ejemplo que también deben proponerse todos los países. Pero el PND también posee características y puntos que...
moreEl Plan Nacional de Descarbonización (PND) es una declaratoria con intenciones y metas a las que debe aspirar el país y es un ejemplo que también deben proponerse todos los países. Pero el PND también posee características y puntos que ameritan ser debatidos. La primera reflexión es si la propuesta es un plan, política, proyecto o guía. Los temas que abarca, las metas, referencias, elementos y evaluaciones lo presentan como una mezcla de todo lo anterior y sin conclusiones en ninguno de ellos, lo que lo hace difuso. La meta u objetivo supremo de que Costa Rica, se “descarbonice” y sea “libre de misiones”, ya establece un camino cargado de desafíos, considerando nuestro tamaño, diversidad, capacidades, recursos y expectativas de desarrollo. Pensar que Costa Rica no emita contaminantes a la atmósfera es irreal, aún si el horizonte temporal es 2050. No es fácil que el ciclo de vida, insumos, economía circular, huella ambiental del tejido social, proceso de consumo y disposición de desechos puedan saldarse “en ceros”. La sostenibilidad del proceso se puede volver una quimera y existe el peligro de que las buenas intenciones sean solamente retóricas. La realidad de lo que es posible pretender con la descarbonización debe ser aclarada y basada en el hecho de que quizás aspiraremos a convertirnos en un ejemplo, adquirir reputación, distinciones y quizás, obtener una pequeña ventaja comparativa dentro del sector turismo, pero no mucho más. Será muy halagador que el valor agregado neto del proceso de descarbonización sea que a Costa Rica se le destaque como una nación preocupada por la reducción del impacto ambiental en su atmósfera, pero habrá que ser conscientes de su relación beneficio/costo. Debe quedar claro que lo que podamos ejecutar en Costa Rica, más allá de la ejemplaridad y buenas intenciones, no contribuirá con una reducción significativa del calentamiento global.
El PND fue publicitado con bombos y platillos y ha creado una imagen idealista, lo cual en sí no está mal, pero también hay que ponerlo en marcha. El realismo nos indica que la barra fue colocada en un nivel excesivamente elevado. Es encomiable el optimismo a su alrededor, pero habrá que tener cuidado los costos de oportunidad y sacrificios que habrá que hacer para cumplir con sus metas, pues sería trágico que, por ser excesivamente ambiciosas y complejas no sean alcanzadas, por lo que podría estancarse y convertirse en un descrédito para el país, para su imagen y credibilidad.