En estos tiempos de vida vertiginosa, consumo compulsivo, escapismo mediático, y progreso tecnológico vacuo, dibujar la arquitectura nos ofrece la oportunidad de deternenos, retornar, enfocar, y apreciar nuestro mundo, nuestras vidas. Es...
moreEn estos tiempos de vida vertiginosa, consumo compulsivo, escapismo mediático, y progreso tecnológico vacuo, dibujar la arquitectura nos ofrece la oportunidad de deternenos, retornar, enfocar, y apreciar nuestro mundo, nuestras vidas. Es simple: para poder croquizar bien un lugar debemos realmente experienciarlo. En otras palabras, debemos establecer una relación directa, íntima, e inocente. Esto no significa nada menos que estar presente. Cualquier escape del aquí y ahora resulta en una depreciación observable del croquis. Así, dibujar se convierte en una práctica de estar presente: Usus in Praesens.
Croquizar nos enseña a habitar concientemente en la perfección del momento. Un momento que no es sólo objetivo sino también irremediablemente subjetivo. Y cuando nos entregamos completamente, esta práctica nos abre a discernimientos profundos, sublimes, y trascendentales. Dibujar plenamente es meditación. Ejercitar Usus in Praesens a través del croquis arquitectónico tiene efectos poderosos porque los edificios y lugares son el ambiente donde se desenvuelven nuestras vidas. Al concentrarnos en ellos, intuímos nuestra naturaleza de ser-en-el-mundo. Y cuanto más lo hacemos, más nos despertamos al misterio de “lo-que-es” como un obsequio (¡un presente!) de belleza y gracia.
Aplico dos reglas simples cuando voy a dibujar. Primero, no llevo cámaras. A diferencia de la fotografía o el video, croquizar demanda tiempo, compromiso, y aceptar riesgos: tenemos que dedicar esfuerzo a una tarea que puede concluir en un (aparente) fracaso. Sin embargo, debemos recordar que sentarse a dibujar es ya una victoria sobre las fuerzas que tratan constantemente de anestesiar nuestras vidas. Segundo, dibujo una sóla vez y en tinta. Esto me obliga a estar presente y abandonar toda idea u objetivo de perfección. Aceptar las cosas tal como son aún a pesar de nuestro mejor esfuerzo o intención es una excelente práctica de rendirme y confiar en el presente.
Durante los últimos 4 años emprendí tres viajes sucesivos al exterior para profundizar mi Usus in Praesens. He tenido así la suerte de caminar por las tierras de Europa (2004-2005), Asia (2005), y el Medio Oriente (2007). El espíritu increible de los lugares, gente, y circunstancias encontradas forjaron presentes extraordinarios que a veces encontraron apoyo y expresión en mis dibujos. Compartirlos con Uds. es mi humilde (e insuficiente) intento de devolver al universo los momentos de gracia brindados. ¡Que estos dibujos de alguna forma comuniquen la esencia mágica de los momentos vividos!"