Planthroposcene

Comment se débarrasser de la pensée anthropocénique ? L’anthropologue canadienne Natasha Myers nous propose dix étapes pour nous glisser en douceur dans la Planthroposcène, une nouvelle époque où les humains
rendraient enfin grâce aux plantes, ces faiseuses de mondes. Un récit hallucinatoire et quasi mystique qui nous mène aux limites du langage et aux frontières de la perception.

Artist and theorist Zheng Bo was the Gropius Bau’s In House: Artist in Residence in 2020, as part of which he explored how plants practice politics. The first phase of his research was shaped by conversations with experts in anthropology, ecology and philosophy, fostering questions for later investigation. 5 May 2020 marked the solar term “Beginning of Summer” (⽴夏), a day when anthropologist Natasha Myers and Zheng discussed the role of plant-human solidarity in the “Planthroposcene” – a term that signals the interference of plants in the heavily debated notion of the Anthropocene. This conversation became an audio-livestream for the Gropius Bau’s audience. During the talk, Zheng took a walk on Hong Kong’s Lantau Island, while Myers walked in her garden near to Toronto’s oak savannahs. Listeners were invited to do the same: to take a walk in nature and imagine possible relations between humans and plants. The extract below is a document of their conversation, exploring the political dimension of our relationship with plants, from the colonial impact of seeing them as extractable commodities to the revolutionary potential of centring plants in the politics of our everyday, changing the course of our planet’s future.

Reporte Sexto Piso, Dossier: Capitaloceno

Fotosíntesis: he aquí la palabra clave que elegiría para esta era que nos obstinamos en llamar «Antropoceno». La fotosíntesis corresponde a una secuencia compleja de procesos electroquímicos. Esos procesos generan gradientes de energía a través de membranas densamente plegadas en los cloroplastos simbióticos de las plantas (Margulis y Sagan, 2000). Los esquemas clásicos de los manuales escolares de nuestros cursos de biología de la preparatoria son representaciones simplistas de ese proceso alquímico, absolutamente mágico y totalmente cósmico, que vincula la vida vegetal terrestre a una forma de atención respetuosa, rítmica, hacia la fuente solar de la tierra. Los seres fotosintéticos-esas criaturas verdes que conocemos con el nombre de «cianobacterias», «algas» y «plantas»-son adoradores del sol y magos terrestres. Bebiendo la luz solar, aspirando el dióxido de carbono, bebiendo el agua y expulsando el oxígeno, las plantas, literalmente, crean el mundo. Transformando el aire impalpable en materia, nos enseñan las lecciones más nas sobre aquello que nos porta y aquello que importa. Lo que son y lo que hacen tiene grandes consecuencias de orden planetario. Decir que la fotosíntesis es una palabra clave para estos tiempos de desastre es un recordatorio crucial de que no estamos solos. Otras potencias, épicas y epocales, están entre nosotros. Los organismos fotosintéticos forman una fuerza biogeoquímica de una magnitud que todavía no hemos comprendido del todo. Hace más de dos mil millones de años, microbios fotosintéticos provocaron el acontecimiento que hoy conocemos con el nombre de catástrofe del oxígeno, o la Gran Oxidación. Esas criaturas alteraron considerablemente la composición de la atmósfera, as xiando a las antiguas bacterias anaeróbicas con vapores tóxicos de oxígeno (Margulis, 1998). Vivimos en la estela de lo que deberíamos llamar el Fitoceno. Los seres verdes hicieron este planeta habitable y respirable tanto para los animales como para nosotros. Prosperamos gracias a la astucia