Adolph Bandelier - The Ruins at Tiwanaku (1911) (Artículo)
Adolph Bandelier - The Ruins at Tiwanaku (1911) (Artículo)
Adolph Bandelier - The Ruins at Tiwanaku (1911) (Artículo)
NOTES.
' Die Ruinenstaette von Tiahuanaco im Hochlande des alten Peru. A.
Stuebel and Max Uhle, (Breslau, 1892, foUo) a spleúdidly ülustrated
and equipped work.
* Peru, Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas
(1877. Chapters XV and XVI.)
» The altitude is about 15,000 feet.
* The antiquity of these wooden goblets or cups is often doubtful; it
is certain, however, that some were used in pre-columbian times. Gen-
erally, the KEROS were of clay, more or less decorated, in color, in relief,
or both.
» "Quimsa" is three, in Aymará as well as in Quichua. "Chata" I
cannot determine in Aymará, and the few Quichua words that resemble
it afford slender basis for etymology.
' The distance is only a few miles.
' My friend, the distinguished French geologist and paleontologist,
A. Dereims, in his preliminary report on the geological exploration of
Bolivia: Inferme (in Boletin de la Oficina nacional de Immigracion, Estad-
istica y Propaganda Geográfica, Vol. Illf La Paz 1903, page 327) says
that I hinted at the possibility of their having been brought from the
shores of Titicaca at Tiquina. This ia a misunderstanding, I stated
the contrary.
«There was a "Puma-Puncu" at Cuzco, and it might be that the
name was transferred to Tiahuanaco.
» Historia del Nuevo Mundo (Sevilla 1895, Vol. IV, page 65). "El
nombre que tuvo este pueblo antes que fuese señoreado de los Incas, era
Taypicala, tomado de la lengua Aymará, que es la materna de sus natu-
rales, y quiere decir "la piedra de enmedio"; porque tenian por opinion
los indios del CoIIao, que, este pueblo estaba enmedio del Mundo, y que
del salieron después del Diluvio los que lo tornaron á poblar. " A con-
temporary of Cobo, the Jesuit Anello Oliva, in his Historia del Peru y
Varones insignes en Santidad de la Compañia de Jesus, (1651, but only
published at Lima a few years ago) has another name for it,—Chucara.
See later on.
•»Pedro Gutierrez de Santa Clara: Historia de las Guerras civiles del
Peru y de otros sucesos de las Indias (finished before 1603 but published
244 American Antiquarian Society. [Oct.,
at Madrid in 1904-5-6) saw the ruins of Tiahuanaco about the same
time as Cieza or perhaps a few years previous; he stated: (Vol. I l l , Cap;
LXI, p. 528) "En el pueblo de Tiagúanaco, que es en la prouincia de
Atun CoUao, estaua hecho vn estanco quadrado, en donde auia a la
continua mucha agua, que despues quando yo lo vide estaua ya seco, y
allí estaua vna estatua de piedra muy lisa, de altor de vn estado, el quai
tenia vna ropa larga hasta los pies, y vn bulto como libro, que tenia en
la mano izquierda, y en la derecha vn bordón; tenia mas vnas suelas por
çapatos, abrochadas con dos correas por encima del empeyne, y vn
medio capirote como de frayle, todo loqual estaua hecho de bulto, de
vna piedra muy lisa, que parescia al natural, y deste dizen que hizo en
estas prouincias muchas cosas muy buenas." Pedro de Cieza, Primera
Parte de la Crónica del Peru (in Vedia's: Historiadores primitivos de
Indias, Vol. II, Cap. CV, p. 446) gives a description of Tiahuanaco in
which the mound of Akkapana seems to be referred to. He writes as
follows on the subject:—"Tiaguanaco no es pueblo muy grande, pero
es notado por los grandes edificios que tiene; que cierto son cosa notable
y para ver. Cerca de los aposentos principales está un collado hecho
á mano, armado sobre grandes cimientos de piedra. " Cieza reports on the
condition of the ruins about fifteen years after the arrival of the Span-
iards at Cuzco (he saw them about 1549). After him, we have a descrip-
tion by Father Cobo S. J. who visited them more than once, the first
time in 1610. (Vol. IV, p. 71). Of Akka-pana (he is the first, as fax
as I can find, who gives the name, at least in print) he says: Historia
del Nuevo Mundo (Vol. IV, p. 67)—"A la parte oriental deste edificio,
como cuatrocientos pasos, se ven unas ruinas de otro no menos grande
y suntuoso; no se puede averiguar si era distinto del primero 6 ambos
eran uno, y su fábrica se continua por alguna parte, de que ya no queda
rastro; á lo menos los indios lo llaman con distinto nombre, que es
Acapana."
"Este es un terrapleno de cuatro 6 cinco estados en alto, que parece
collado, fundado sobre grandes cimientos de piedra su forma es cuadrada
y tiene á trechos como traveses 6 cubos de fortaleza; cincuenta pies al
Oriente del ha quedado en pie una portada grande de solas trea piezas
bien labradas, á cada lado la suya, y otra encima de ambas. No ha
quedado desta fábrica más obra sobre la tierra que el terrapleno y algunas
piedras labradas que salen de los cimientos, por donde se muestra su
forma y planta. Cerca deste terrapleno está otro también cuadrado;
dividelos una calle de cincuenta pies de ancho, y así parcee ser ambos
una misma obra. Las paredes deste último edificio eran admirables,
dado que ya está por tierra. De un pedazo de muralla que tolavía se
conserva en pie por la buena diligencia y cuidado de un cura que hubo
en Tiaguanaco, llamado Pedro de Castillo, que murió de mucha edad el
año de mil y seiscientos y viente (hombre curioso y que tenia bien con-
siderada la grandeza y antigüedad de los edificios, por los muchos años
que fue cura del dicho pueblo) se puede sacar su labor y traza. Es pues
esta muralla de piedras cuadradas sin mezcla y tan ajustadas unas con
1911.] The Ruins at Tiahuanaco. 245
otras, como ajustan dos maderos acepillados. Las piedras son de medi-
ana grandeza y puestas á trechos otras muy grandes á modo de rafas;
de suerte, que como en nuestros edificios de tapias ó adobes se suelen
entremeter rafas de ladrillos de alto á bajo, asi esta pared y muralla
tiene á trechos, en lugar de rafas, unas piedras á manera de columnas
cuadradas de tan excesiva grandeza, que sube cada una del cimiento
hasta lo alto y remate de la pared, que es de tres ó cuatro estados, y no
se sabe lo que délias entra en la tierra en que están hincadas. Por los
rastros que desta muralla se descubren, se echa de ver que era una gran
cerca que, saliendo deste edificio último, corría hacia el Oriente y ocupaba
un grande espacio. Aqui se hallan rastros de otra acequia de piedra
como la primera, y esta parece venir de la Sierra que está enfrente y
distante una legua." Several points in this description deserve par-
ticular attention. In the first place Cobo calls the mound a "terraplén"
or platform. Next he speaks of another one divided from the first by a
"street of fifty feet in width." This is the court north of the mound:—
The first or largest Court measures, longitudinally, 424 and 422 feet,
transversely (from north to south) 398 by 390. The pillars vary in
height between eight and twelve feet and are grooved lengthwise, so that
the ends of stones or slabs might have been fitted in. Squier has justly
remarked: "they appear to have had a wall of rough stones built up
between them, supporting a terre-plein of earth, about eight feet above
the general level of the plain." The height indicated by Cobo for
the wall which was still standing is greater than that of the pillars as they
are now, for three to four "estados" or fathoms would be equal to from
eighteen to twenty-four feet. Where Cobo actually measured, he indi-
cates dimensions in Spanish feet of the period. What he says is plain:
from pillar to piUar there was a wall well cut of stones fitted without
cement, like those lining the lower portions of Akkapana. He states:
"From the vestiges that are visible it can be seen it was a great circum-
vallation that, from this last Edifice, extended to the east and covered a
great space. " By "last Edifice" Cobo means the rectangle inside of the
large court. At his time it was already "tumbled to the ground" and
only one fragment remaining, from which the construction of the whole
could be deduced. Hence, we may safely conclude it to have been a
court, the approximate size of which is 200 by 150 feet. In it stood a
building of which hardly a trace is left. The large carved gateway, about
the figures on which so much has been written, was one of the entrances
to the outer square and is in its original position. The gateway east
of Akkapana, mentioned by Cobo, may have been the one now used as
entrance to the cemetery and figured on pages 284-5 of Squier's Peru.
It is certainly not the one figured by Squier, Peru (p. 283). The mention,
by Cobo, of three parts, whereas all the gateways so far known are mono-
lithic, makes it difficult to decide.