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Sin soltar mi mano
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Sin soltar mi mano
Libro electrónico243 páginas3 horas

Sin soltar mi mano

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Información de este libro electrónico

Primer relato autobiográfico acompañado de la vivencia y reflexiones de una hermana de la autora, aportando un aspecto novedoso en este viaje a las profundidades del alma.Pilar, protagonista de esta historia, cuenta cómo convive con su enfermedad mental y con su cáncer, narrando en primera persona una parte de su intensa y desgarradora vida, llena de traumas y miedos padecidos en un entorno de habitual incomprensión y hostilidad y que se ve enriquecida por la valiosa aportación de su hermana Pepa, quien relata con especial sensibilidad cómo lo ha vivido junto a ella, desde que hace tres años decidió no soltar su mano.¿Nos podríamos encontrar ante un nuevo género literario?Un canto a la esperanza y a la vida. Un ejemplo de lucha y de superación con pinceladas de humor. Una invitación a desestigmatizar las enfermedades psiquiátricas, con el propósito de acompañar a los enfermos en su soledad, en sus incomprensiones y sufrimientos… en definitiva, mucho más que un libro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 ene 2021
ISBN9788418386541
Sin soltar mi mano
Autor

Pilar Blein

Nacida el 14 de agosto de 1970 en Madrid y cuarta de ocho hermanos. Tuvo una infancia inmensamente feliz. Sin embargo su juventud fue intensa y muy dura. Estudió Secretariado Internacional en la Escuela Mª Borkowska y nada más terminar marcha a Londres a trabajar como “au pair”. Comienza a trabajar como Secretaria de Dirección en empresas de renombre. Tras seis años regresa definitivamente a España y continúa su desarrollo profesional como Executive Personal Assistant y Organizadora de Eventos. Combina su tiempo con el cuidado de personas menos favorecidas, colaborando para ONG"s dedicadas a personas terminales con SIDA y Parálisis celebral (PALSY). Pilar fue siempre una mujer llena de energía, trabajadora, luchadora y muy intensa. Cambia de trabajo, casa, pareja de forma muy habitual. A los cuarenta años de edad le diagnostican un trastorno límite de la personalidad (TLP). A lo largo de su vida y en varias ocasiones ha sufrido violencia de género. Tiene tres intentos de suicidio. Se apoya en el Hospital de Día (HD) durante largos periodos de tiempo retomando su vida laboral de manera intermitente. A los 48 años, le diagnostican cáncer de piel y meses después cáncer de mama. Vuelve al HD e ingresa en el Hospital Psiquiátrico Dr. R. Lafora. Actualmente a la espera de recibir resultados genéticos para determinar una doble mastectomía y extirpación de ovarios…sigue en la lucha.

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    Vista previa del libro

    Sin soltar mi mano - Pilar Blein

    Agradecimientos

    A mi hermana Pepa, por perdonarme y no soltar mi mano. Sin tí, esto no hubiera sido posible.

    A mis maravillosas sobrinas Claudia y Patri; por estar a mi lado. Por quererme como lo hacéis y por esos momentos que pasamos juntas.

    A Carlos Rejón, mi psiquiatra del Centro de Salud Mental (Hospital de día), por su profesionalidad, su vocación y dedicación, su don y su capacidad.

    A todo el equipo del Hospital de Día Chamartín, su dedicación incondicional, profesionalidad y cercanía.

    A mis compañeros de terapia, por compartir su dolor, sus traumas, sus secretos jamás contados y ayudarme a entender los míos propios junto a ellos. Gracias por compartir esas risas y hacer momentos de la terapia algo menos dura.

    A Papá y a Fede por vuestra bondad, carisma y amor incondicional.

    A David, mi calamar, mi amor inexplicable, por salvarme la vida y seguir siempre a mi lado.

    A todos mis compañeros de trabajo, por su empatía, por cuidarme como ninguna empresa lo hubiera hecho.

    A Lola, Rocío y Marta, mis incondicionales amigas del cole.

    A Teresa por estar siempre ahí. Por nuestros reencuentros.

    A David N. por cuidarme.

    A Marta y Susana, voluntarias de la AECC, por sus cuidados, su don innato. Estáis ambas en mi corazón de una forma muy especial.

    A la Asociación Española Contra el Cáncer. Gracias por la labor que realizáis.

    A todo el equipo de Oncología del Hospital Gregorio Marañón.

    A Amaia y a toda su familia.

    A Juan Carlos Juancar por todos sus cuidados, su cariño y toda su paciencia durante el cáncer. Gracias por tu amistad. A toda tu familia.

    A Javi coleguita.

    A José Toural. Fotógrafo de portada. Gracias por cedérmela.

    A Carlos Bustamante. Por tu ayuda en las correcciones múltiples. Por tu inmensa paciencia, por tu colaboración en este libro. Por darnos consejo y sobre todo por tu amistad.

    A mi madre, por traerme al mundo y a Pauli por ser mi madre durante tantos años.

    A Mª Luz y Ramón por estar siempre a mi lado y quererme como me quieren.

    A mi tía Pilar por entenderme tan bien y por esas conversaciones maravillosas a lo largo de toda mi vida.

    A la Despensa Solidaria de Prosperidad por darme alimentos durante tantos meses sin esperar nada a cambio. GRACIAS.

    A Tamara de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid.

    A todas las víctimas del COVID19 y a sus familiares.

    A todo el personal médico sanitario que sigue atendiendo y cuidando de los enfermos del COVID, que aún sin tener los medios, no desisten, que siguen poniendo en riesgo sus vidas y que merecen un trato y un apoyo que nunca será suficiente.

    A María Gutiérrez de Universo de Las Letras quien llamó a mi hermana Pepa el jueves 16 de abril de 2020, en pleno confinamiento y escuchó nuestro proyecto y dijo que era un proyecto novedoso, hermoso y necesario. Creyó en él desde el primer momento y se puso a nuestra disposición.

    A todas las personas que padecen o han padecido un cáncer, a los que sufren cualquier trastorno psiquiátrico y a sus familias.

    A quienes miraron para otro lado, a quienes se apartaron de mi vida, porque así lo decidieron, o porque quizá no supieron hacerlo de otro modo; carecían de herramientas, de recursos; no tuvieron la capacidad de hacer otra cosa…y también cargaban con su pasado y su presente.

    Como dice papá: Somos seres imperfectos.

    A "Aberroncho". Allá donde estés siempre me acompañas.

    Este libro ha sido escrito durante el confinamiento.

    Concebido a partir de los acontecimientos que han ido sucediendo a lo largo de mi vida y relatados de la manera más fidedigna tal como los he sentido. Algunos nombres han sido cambiados con objeto de preservar su integridad y honorabilidad.

    Propósito

    Desde mi pequeña aportación a lo largo de este libro, es mi deseo que toda persona que lea la vida de mi hermana Pi, lo haga desde la distancia que supone el hecho de que aquellos sucesos que hicieron germinar sus traumas tuvieron lugar hace más de 30 años.

    Pilar ha acudido a numerosas terapias desde entonces.

    Ha contado a decenas de médicos sus vivencias, y el hecho de dar a conocer su historia y compartirla, supone una terapia de autoconocimiento, de reconocimiento de lo sucedido, de comprensión, asimilación, de aceptación.

    Sabemos que su trastorno psiquiátrico la acompañará siempre, pero está demostrando día a día que es capaz de convivir con su enfermedad.

    Es cierto que sigue sufriendo; sin embargo este libro es para ella un aliciente y esperamos que os sea útil, os sirva de esperanza para quienes hayáis sufrido algo similar y para familiares y amigos de todos aquellos que lo han vivido de cerca o lo estéis padeciendo en el momento presente.

    Léelo sabiendo que Pilar está orgullosa, que hace que se sienta apreciada y valorada.

    Léelo sabiendo que el libro ha sido y es un regalo para ella. Que ha sido terapéutico y durísimo el hecho de escribirlo, pero motivador e ilusionante y ha merecido la pena hacerlo.

    Todo lo que se relata sucedió tal como nosotras lo vivimos.

    Los informes médicos y fotografías son reales, así como las fechas. Si una sola persona, al leer este libro, encuentra consuelo, un halo de esperanza y de aliento, se siente acompañada en su dolor porque está pasando por un cáncer, se siente arropada, comprendida, se identifica, entiende los cómo, los orígenes de su enfermedad psiquiátrica, entonces, escribirlo habrá merecido la pena.

    Si a través de esta historia alguien comienza a entender qué se siente cuando sufres un Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y el intenso vacío que produce, incitando a dejar de querer estar aquí e intentar quitarte la vida, escribirlo no habrá sido en balde.

    Cuando alguien empiece a entender los trastornos psiquiátricos sin asustarse, sin alejarse, sin mirar raro, sin pensar "es que está loca", entonces habrá merecido la pena.

    Todas estas son las razones por las que en plena quimioterapia e inmersas en cada paso del duro proceso al que nos íbamos enfrentando desde la más absoluta ignorancia y miedo, asociado a su TLP, nos hizo aquel día, mientras tomábamos un té a media tarde, empezar a pensar en este proyecto.

    — Pilar, que tu experiencia vital haya servido para algo, para alguien. Cuenta tu Historia. Cuenta conmigo—.

    Pepa

    La noticia

    Estamos en tiempos de confinamiento. Exactamente un mes y dos días y hoy justo Pepa, mi hermana, me acaba de llamar diciéndome que ha hablado con una editorial que podría publicar mi historia. Un proyecto que aún está en nuestras mentes desde hace dos años y que hasta ahora me había sentido incapaz de poner sobre papel.

    No soy escritora, no sé escribir. Tengo mucho que contar, mucho vivido y la verdad no sé por dónde empezar ni cómo hacerlo, pero en mí está el intentarlo... probemos:

    Acababa de pasar por un carcinoma basocelular a mis 48 años, un tipo de cáncer de piel en la cara, parte entre los ojos. No fue nada agradable. No lo pasé nada bien y parecía que la vida me estaba dando una pequeña tregua. Y digo esto porque iréis viendo poco a poco que treguas no he tenido muchas aunque lo afronto con alegría y positividad. El caso es que por aquel entonces tenía un seguro médico y decidí ir a todos los médicos posibles para aprovecharlo ya que en breve lo daría de baja. Fui al dermatólogo porque tengo la piel algo destrozada de las burradas que hice de joven y allí, sentada delante de la dermatóloga (toda una profesional) le comenté que había notado que me faltaba algo de color en la piel de la parte superior del labio. Ella desde la distancia me dijo:

    A mí lo que me preocupa es

    ¡Y señaló mis ojos!

    Me dijo que tenían que hacerme dos biopsias de unos minúsculos granitos blancos cercanos a los ojos. Yo ni siquiera los había apreciado. Las biopsias me las hicieron de inmediato, con semanas de diferencia por estar tan cerca de los ojos y por supuesto tuve que cogerme las correspondientes bajas laborales.

    La peor noticia fue cuando me dijeron que eran carcinomas. La palabra "Cáncer" acojona mucho. Lo positivo de este caso es que en las dos operaciones te lo extirpan de raíz. Lo que asusta es que saben dónde comienza pero no saben dónde termina.

    En abril del 2017 me estaban operando. Entre operación y operación pasaron treinta días, estando treinta más de baja. Fueron dos meses horribles. Los pasé con unos dolores horribles, la cara deformada y hecha un mapa, sin saber cómo iba a quedar mi carnet de identidad, o sea, mi cara. Esta parte me preocupaba un montón. Soy mujer y muy presumida.

    Con el tiempo todo volvió a su ser y, aunque me ha quedado una cicatriz, es una cicatriz más de guerra como digo yo… y tengo unas cuantas.

    Por supuesto me pasé todo ese verano sin que me pudiera dar el sol, llevando sombrero a todas partes y unas enormes gafas de sol. Cuando empecé a estar recuperada me tocó la revisión ginecológica anual. *

    *Con mi sombrero y la cicatriz muy reciente.

    Seis meses después del diagnóstico de cáncer de mama y seis meses después de la operación de cáncer de piel, en mi zulo. Se puede apreciar, entre ceja y ceja, una pequeña cicatriz.

    Dos meses después de la operación.

    En enero del 2018, fui a hacerme una eco de mama. Comentaros que soy una persona que habla hasta con las paredes pero, curiosamente ese día, no pronuncié palabra con el médico que me atendió. Esta prueba fue también por atención privada ya que aún mantenía mi seguro. Y menos mal, porque todo se hizo con rapidez.

    Salí y me quedé en la sala de espera. A los cinco minutos salió el señor en cuestión, me dio el sobre y me dijo que fuera al día siguiente a mi ginecóloga. Así lo hice.

    Mi ginecóloga me dio cita para una biopsia al día siguiente. Tal cual.

    Se lo comenté Daniel, amigo del trabajo, que me acompañó. Creo recordar que después me dejó en casa. Esto fue a primera hora de la mañana como a las 8 am.

    Aquello fue desagradable y dolía como el demonio. El médico que me hizo aquella biopsia era encantador, un motero ya mayor. Me decía que no le gustaba lo que veía. Era la mama derecha.

    Fueron unas punciones con aguja gruesa y anestesia local.

    Los resultados los recogí en cuatro días.

    Llevaba poco tiempo viviendo en la Calle Azcona, en mi zulo de 37 m2. Y digo mi zulo, porque eso era. No tenía luz natural. Tenía cinco hermosas ventanas que daban a dos patios interiores bajos por donde no entraba ni una pizca de luz. De manera que vivía en la más absoluta penumbra.

    Sin embargo lo habíamos puesto precioso mi entonces amiga Raquel y yo. Me levantaba a oscuras y me acostaba a oscuras. Esto no es bueno para nadie por muy optimista que uno sea.

    El caso es que llegó el día de ir a por los resultados. Ese día como un día cualquiera, algo más inquieta pero sin esperar nada en particular. Por aquel entonces, estaba en proyecto de pareja con un antiguo amigo y quiso acompañarme. Me pareció bien. En el fondo, en aquella ocasión no quería estar sola y preferí ir acompañada.

    Subimos. Esperamos cinco minutos y escuché mi nombre. Creo recordar que en la misma recepción me dieron el sobre. La sala de espera estaba repleta. Jorge y yo nos sentamos. Abrí el sobre y comencé a leer. Todo era japonés para mí, o al menos lo parecía. Pedí a Jorge que lo leyera y fuera al final, a la conclusión. Quizás así entenderíamos algo….

    Y Jorge leyó…

    •"Diagnóstico: mama derecha, carcinoma mamario tipo ductal infiltrante grado histológico 2. Biopsia tipo B5B. Lesión maligna infiltrante".

    •"Ganglio linfático axilar derecho: metástasis linfoganglionar de carcinoma mamario tipo ductal infiltrante." *

    * Informe anatomopatológico

    Ambos callamos… La sala se convirtió de repente en un congelador. Leí las hojas y dije varias veces:

    Estoy jodida… estoy jodida, re jodida… es cáncer… En ese momento el mundo se había parado.

    Miré al frente y vi a un médico con una resplandeciente bata blanca. Me estaba esperando. Sabía que me estaba esperando. Era la llamada. Me levanté y le dije: Estoy jodida.

    Jorge estaba a mi lado. El Señor de bata blanca me respondió algo así comoMás o menos. Su tono era tranquilo. Me trasmitió mucha tranquilidad y seguridad. Le pregunté si iba a perder el pecho y el pelo…

    —¿Qué tengo que hacer? Estoy jodida, estoy jodidaJorge se dirigió a él en su muy habitual tono prepotente que tanto me cargaba, preguntándole lo que yo ya estaba preguntando. Me dirigí de nuevo al doctor y continuamos la conversación los dos. La pauta era dirigirme al día siguiente a mi médico de cabecera para activar el protocolo y decidir qué hospital me iba a llevar (porque no sé si sabréis que todos tenemos derecho a elegir el hospital que nos va a tratar cuando caemos enfermos).

    Salí de allí como drogada, flipando, como si me hubiera fumado un porro gigantesco y con un vértigo del copón bendito. No era yo. Jorge seguía conmigo. Decidimos ir a tomar unas copas. Eran como las nueve de la noche. Era obvio que, tras la nefasta noticia, tenía que hacer algunas llamadas. Pocas y breves, pero hacerlas. Era de cajón. Lo digo porque esto parece que Jorge no lo entendió y se molestó mucho. Cualquiera lo habría entendido.

    De camino al bar al que nos dirigíamos, a diez minutos andando, decidí hacer las llamadas. Le pregunté a Jorge si le importaba y contestó que no. Hacía un par de días había hablado con Pepa y le comenté el tema, insistiéndome en que por favor la llamase cuando tuviese los resultados. Y así lo hice. Tan solo le dije:

    Tengo malas noticias. Es cáncer. ¿Te importa informar a papá, mamá y los hermanos? No me veo con fuerza para hacerlo.

    Me dijo que se encargaba y que lo sentía. Que contara con ella y que le enviara el informe. Pepa es visitadora médica y conocía algún oncólogo que nos podía explicar el pronóstico y orientarnos.

    Yo no era capaz de informar a mis hermanos porque no tenía relación con ninguno menos con Fede, el mayor. ¿Y para qué si probablemente ni les iba ni les venía? Y a papa y mamá…. Uffff qué duro… ¿No sabía cómo aceptar la noticia?

    Sí… Le pasé todo el marrón a Pepa.

    (Pepa)…

    Yo en cambio no sentí que fuera así.

    Aquella tarde del 2 de febrero de 2018, sonó mi teléfono, descolgué y la escuché atentamente sin ser entonces consciente de la repercusión que tendría en nuestras vidas, ni de

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