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El espejo del cerebro
El espejo del cerebro
El espejo del cerebro
Libro electrónico83 páginas1 hora

El espejo del cerebro

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Información de este libro electrónico

Conocer el cerebro es el gran reto de la neurociencia, y se podría decir que es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. La autora de este ensayo nos invita a hacerlo a través de su experiencia científica en laboratorios y su continua búsqueda de conocimiento en áreas, todas interconectadas, como la medicina, la filosofía o la espiritualidad.
Este libro recoge los resultados de la neurociencia de la meditación donde se muestran los cambios cerebrales que suceden cuando tenemos una actitud atenta y consciente. Estas investigaciones nos invitan a conocer los obstáculos de la mente y a recordar que la biología nos permite moldearnos y ser escultores de nuestro propio cerebro. "Escribir este libro, nos dice la autora, ha sido como destilar la neurociencia para extraer el aceite que nos ayude a conocernos a nosotros mismos".
Este libro es una oda al crecimiento personal basado en la neurociencia y la reflexión filosófica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 abr 2021
ISBN9788417118938
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  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Fantástico y refrescante. Imperdible. Un auténtico y completo verdadero lujo.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    La forma en cómo Nazareth explica el cerebro es mágica. Sin duda es uno de los libros que voy a recordar por mucho tiempo. El estilo de Nazareth es propio de una persona que sabe lo que dice y sabe cómo transmitirlo. Muchas gracias por escribir este libro Nazareth. Es un regalo.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Fácil de leer, claro y entretenido. Nos entrega contenido valioso y nos ayuda a conocernos más
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Lenguaje sencillo y didáctico que le permite al lector comprender conceptos que en otros textos llegan a ser confusos. Muy recomendado
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Excelente libro divulgativo por el contenido, lo novedoso del mismo y la intención por parte de la autora de acercarnos la neurociencia usando una narrativa accesible a todo tipo de lector.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Me ha gustado mucho la visión de la autora sobre la conexión del cerebro con el cuerpo y como explica la función de la mente y de la conciencia. Es ameno y fácil de leer.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Excelente libro, muy revelador y nos hace ver con sencillez el funcionamiento de nuestro cerebro y la necesidad de hacer conciencia del presente, de dar el tiempo a la meditación seria.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    La Nazaret Castellanos es una científica congruente con lo que hace y práctica. Ayuda a la humanidad con todas sus aportaciones. Hace asequible sus conocimientos científicos a todo público. Te motiva a conocer y entender tu cerebro y tú cuerpo. Excelentísimo libro!! Maricela



  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    muy bueno y claro. Recomiendo leer este libro para el que esté interesado en la meditación o una introducción a la neurociencia cognitiva . La lectura es placentera
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Había escuchado a Nazareth y es una excelente divulgadora, leerla es como escucharla, una apasionada de la ciencia. Explica algo que puede ser tan complejo como el cerebro y sus funciones tan digerible, además con mucho humor.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    FELICITO A LA NEUROCIENTIFICA NAYARETH CASTELLANOS POR ESA BRILLANTE DISERTACIÓN SOBRE LA FUNCIÓN INTEGRAL CEREBRO-MENTE-CUERPO. SOY UN LECTOR DE ESTOS TEMAS Y QUEDÉ APASIONADO DE ESTA BRILLANTE EXPOSICIÓN A MODO DE UNA NOVELA CIENTÍFICA. LA AMO DOCTORA
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    En este mini libro de Nazareth Castellanos, nos cuenta y nos introduce a un mundo infinito, el de la mente y la neurociencia, el de la meditación y la consciencia de la mano del conocimiento. Descubre y decora, con un lenguaje sencillo y directo, como somos y como podríamos ser, en un estado de juego concienzudo, donde no hay división más que lo finito y lo infinito, el resto son lo mismo visto desde sillas diferentes alrededor de una mesa Uni-Versal.

  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Espléndido libro de la doctora Catellanos. Escrito de manera amena y accesible.

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El espejo del cerebro - Nazareth Castellanos

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SABOREAR LA PALABRA

En el barrio de Huertas, en el casco antiguo de Madrid, hay un espacio dedicado a la cultura persa, llamado Centro Persépolis. Además de la belleza de la artesanía iraní que envuelve sus paredes y vitrinas, se respira acogimiento, introspección, profundidad, y cariño. Mucho cariño. Este centro me ha dado alguno de los regalos más importantes de mi vida. Solía asistir a sus recitales de música, baile y poesía, que completaba siempre con un vino de Jerez en La Venencia, a pocos metros de allí. En uno de sus encuentros se recitaba a la poeta sufí del siglo XVIII Rabiah al-Baṣrī. Uno de sus versos arrojaba esta sabiduría: «el que habla miente, el que saborea conoce». Aquella estrofa caló en mí y me asomó al abismo. En aquellos años estaba deambulando por Madrid, sumergida en un tiempo sabático que me había tomado después de haber trabajado de investigadora en neurociencia en laboratorios de gran prestigio como el instituto Max Planck de Frankfurt o el King’s College de Londres. Llevaba más de veinte años en la investigación científica y mi motivación se había derrumbado ese año al sentir que todo aquel conocimiento acumulado no me había enseñado a conocerme. Como expresaba Rabiah, yo sentía que en la investigación se habla mucho, pero se saborea poco. Entré en una crisis en la que me cuestionaba si tanta información había cegado el conocimiento. Pasé dos años debatiéndome entre Oriente y Occidente, entre el proceder científico y el contemplativo. Encontraba más consuelo en la mística que en los experimentos. Rechazaba la neurociencia pero no me alejaba de ella. Envidiaba a los compañeros que creían en el sistema y método científico, pero algo me decía que no era mi lugar. Cómo aprender a vivir entre dos mundos aparentemente opuestos pasó de ser una batalla a una aventura.

Cuando mis ahorros llegaban a su fin, el Centro Tibetano de Madrid, Thubten Dhargye Ling a donde acudía a meditar y donde fui cálidamente acogida, me pidió ayuda para gestionar en la universidad la visita del Dalai Lama. Ante semejante epopeya escribí a un profesor del que tan solo estaba al corriente de que impartía cursos de mindfulness en la Universidad Complutense de Madrid. Se llama Gustavo Diex y es el director de un instituto de formación e investigación de mindfulness llamado Nirakara. Una mente brillante, alguien capaz de caminar en el agua. Sentados en un café de Avenida de América comenzamos a hablar de neurociencia, sabedores ambos que las gestiones para invitar al Dalai Lama no iban a tener mucho recorrido en los pasillos del rectorado, a pesar de los esfuerzos realizados. Ambos queríamos investigar la mente. No sabíamos cómo, pero sabíamos que algo debía cambiar en los laboratorios. Meses después me incorporé a Nirakara Lab para dirigir un proyecto con el fin de investigar si meditamos con el cuerpo entero, no solo con el cerebro. Un año después, nuestro laboratorio fue reconocido como cátedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid.

Fue mi vuelta a los laboratorios, a los números, a medir al milímetro lo inconmensurable, a analizar. Pero sobre todo fue empezar a diseñar cómo hablar y saborear a la vez. Investigar la meditación parecía un buen lienzo. Conocer las bases neuronales de la meditación me permitía aunar el conocimiento de la neurociencia con aquel que viene de las tradiciones contemplativas. Un diálogo entre los que hablan y los que saborean. La meditación y la contemplación siempre han ido de la mano, aunque meditar se asocie más a reflexionar y contemplar a mirar atentamente. Pero sobre todo, para mí, era la oportunidad de volver a la ciencia pero esta vez saboreando. Saborear la palabra. La meditación es un procedimiento complejo, difícil de definir, pero trata de la fabulosa capacidad de controlar voluntariamente la atención frente a las distracciones involuntarias. Es un baile donde lo consciente abraza y desenmascara al cautivador y escurridizo inconsciente. La meditación no es exclusiva de la tradición budista, hay evidencias de que se practicaba en todas las culturas de las que tenemos conocimiento. En la neurociencia de la meditación no solo se estudia la respuesta del cerebro ante la práctica de la meditación, sino que se evidencia además el papel que tiene la mente en la transformación del cuerpo. Quizás, lo que más me atraía del estudio científico de la meditación era poder ver en el laboratorio de qué modo el ejercicio que consiste en observarse uno mismo hace cambiar aquello que se observa. Nunca he concebido la meditación como una técnica exclusiva de una cultura o como un método, sino como una capacidad intrínseca de los seres humanos. Observarse a sí mismos. Y observar el mundo que nos rodea. Vivir con consciencia el momento presente no parece ser una técnica propia de una escuela, sino una propiedad de la vida. Propiedad que no siempre usamos cuanto deberíamos.

Poco tiempo después de mi vuelta a los laboratorios recibí la llamada de una mujer con una energía cautivadora, una de esas personas que con su labor hacen el mundo más humano. Era Cristina Alonso, la directora del Instituto de Humanidades Francesco Petrarca de Madrid. Me ofrecía dar cursos de neurociencia a un público no técnico, a divulgar lo que encuentra la ciencia que estudia el cerebro. Era el reto que necesitaba. Aprender a destilar la esencia de lo que aporta la ciencia fue sanador para mí. Como dice el físico Feyman, cuando uno da clases el que más aprende es el profesor. Además de lo mucho que me divierte dar clases, cada día descubro nuevas caras a la ciencia. Entendía por qué el divulgador y científico Facundo Manes dice que conocer el cerebro nos ayuda a vivir mejor. Me sorprendía la cantidad de información valiosa que esconden los artículos científicos debajo de su lenguaje técnico, y puramente descriptivo. Y cuando uno extrae esa esencia es casi imposible no recurrir a la filosofía, a la historia, al arte, a la literatura, y a sentir el cuerpo. ¡Qué pena haber separado la ciencia de las humanidades!

Los laboratorios son hoy lugares más centrados en la metodología

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