Azul...
Por Ruben Dario
()
Información de este libro electrónico
Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867-León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta, periodista y diplomático nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española. Es, quizá, el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispano, y por ello es llamado «príncipe de las letras castellanas».
Ruben Dario
Rubén Darío (1867-1916) was a Nicaraguan poet. Following his parents’ separation, he was raised in the city of León by Félix and Bernarda Ramirez, his maternal aunt and uncle. In 1879, after years of hardship following the death of Félix, Darío was sent to a Jesuit school, where he began writing poetry. He found publication in El Termómetro and El Ensayo, a popular daily and a local literary magazine, and was recognized as a promising young writer. Darío soon gained a reputation for his liberal politics and was denied an opportunity to study in Europe due to his opposition of the Catholic Church. In 1882, he travelled to El Salvador, where he studied French poetry with Francisco Gavidia and sharpened his sense of traditional poetic forms. Back in Nicaragua, he suffered from financial hardship and poor health while attempting to broaden his style through experimentation with new poetic forms. In 1886, he traveled to Chile, where he published his masterpiece Azul… (1888), a groundbreaking blend of poetry and prose that helped define and distinguish Hispanic Modernism. The success of Azul… enabled Darío to find work as a correspondent for La Nación, a popular periodical based in Buenos Aires. He travelled widely throughout his career, working as a journalist and ambassador in Argentina, France, and Spain. Darío continued to write and publish poetry, courting controversy with a series of poems written on Theodore Roosevelt and the United States which displayed his inconsistent political position on the impact of American imperialism on Latin America. Towards the end of his life, suffering from advanced alcoholism, Darío returned to his native city of León, where he was buried after a lengthy funeral at the Cathedral of the Assumption of Mary.
Lee más de Ruben Dario
Poemas Calificación: 3 de 5 estrellas3/550 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Azul... Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Rimas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos Completos De Rubén Darío (ShandonPress) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5"Yo soy aquel que ayer no más decía": Libros poéticos completos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAntología Rubén Darío Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Azul Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Prosas Profanas: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poema del Otoño y otros poemas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos raros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAntología Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl rey burgués... y otros cuentos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Viajes de un cosmopolita extremo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProsas Profanas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiario de Italia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa paloma de Venus Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCantos de vida y esperanza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl canto errante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa vida de Rubén Darío escrita por él mismo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPeregrinaciones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesViaje a Nicaragua Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTodo al vuelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCantos de Vida y Esperanza, Los Cisnes y otros poemas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con Azul...
Libros electrónicos relacionados
Poesía amorosa: Poesía amorosa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMadrugadas (Las Flores de Lis) Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Todos y cada uno Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoesía completa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos cien mejores poemas de amor en español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La elección de Kate Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mansfield Park Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dublineses Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna mano de santos: Cinco cuentos prodigiosos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFrankenstein Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El sabueso de los Baskerville Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVillete Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa mala entraña Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Arqueología: 20 descubrimientos que cambiaron la historia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa adúltera Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La gitanilla Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La poesía temprana de Emily Dickinson: Cuadernillos 2 & 3 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa pobre señorita Finch Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl retrato de Dorian Gray Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCartas desde mi celda (Anotada) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPersuasión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas aventuras de Tom Sawyer Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHarriet Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Espía la noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos mejores relatos de Frank Norris Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFábulas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna canción de Navidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOtelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBajo la nieve Calificación: 2 de 5 estrellas2/5La otra casa Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Ficción general para usted
La milla verde (The Green Mile) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Cómo habla un líder?: Manual de oratoria para persuadir audiencias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Arsène Lupin. Caballero y ladrón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos para pensar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poemas de amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Rebelión en la Granja (Traducido) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Mañana y tarde Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Crítica de la razón pura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Novela de ajedrez Calificación: 5 de 5 estrellas5/5100 cartas suicidas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La riqueza de las naciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las Confesiones de San Agustín: El desaparecido - El fogonero Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Orgullo y Prejuicio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El retrato de Dorian Gray: Edición sin censura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una y mil veces que me tropiece contigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Nocturna Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Leviatán - Espanol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5JJ Benítez: desde el corazón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mercader de Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como ser un estoico Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Azul...
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Azul... - Ruben Dario
Rubén Darío
Azul...
Imagen 1The sky is the limit
UUID: 4872a318-9028-4d95-8919-873604faa59e
Este libro se ha creado con StreetLib Write
https://writeapp.io
Tabla de contenidos
A D. Rubén Darío.
Azul
El rey burgués
El sátiro sordo
La ninfa
El fardo
El velo de la reina Mab
La canción de oro
El rubí
El palacio del sol
El pájaro azul
Palomas blancas y garzas morenas
En Chile
En busca de cuadros
En Chile: II. Acuarela
Paisaje 1
Aguafuerte
La virgen de la paloma
La cabeza (Darío)
Acuarela 2
Un retrato de Watteau
Naturaleza muerta
Al carbón
Paisaje 2
El ideal (Rubén Darío)
La muerte de la emperatriz de China
A una estrella (Rubén Darío)
El año lírico
Primaveral
Estival
Autumnal
Invernal (Darío)
Pensamiento de otoño
A un poeta (Rubén Darío 2)
Anagké
Sonetos
Venus (Darío)
De invierno (Darío)
Medallones
Leconte de Lisle (Darío)
Catulle Mendés
Walt Whitman (Darío)
J. J. Palma
Salvador Díaz Mirón (Rubén Darío)
A D. Rubén Darío.
Madrid, 22 de Octubre de 1888.
TODO libro, que desde América llega a mis manos, excita mi interés y despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan viva como el de usted, no bien comencé a leerlo.
Confieso que al principio, a pesar de la amable dedicatoria con que usted me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia... casi con desvío. El título Azul... tuvo la culpa.
Víctor Hugo dice: L’art c’est l’azur; pero yo no me conformo ni me resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí, tanto vale decir que el arte es lo azul, como decir que es lo verde, lo amarillo o lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea bleu, sino azur, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros? Pero aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca a los ojos del espíritu, evocado por la palabra azul, ¿qué novedad hay en decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es imitación de la Naturaleza, como lo definió Aristóteles: la percepción de todo lo existente y de todo lo posible, y su reaparición o representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores o líneas. En suma: yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que el arte es lo azul sino una frase enfática y vacía.
Sea, no obstante, el arte azul, o del color que se quiera. Como sea bueno, el color es lo que menos importa. Lo que a mí me dió mala espina fué la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por título a su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama genio, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan, no se imita cuando no se tiene. En resolución yo sospeché que era usted un Víctor Huguito y estuve más de una semana sin leer el libro de usted.
No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es usted con gran fondo de originalidad y de originalidad muy extraña. Si el libro, impreso en Valparaíso este año de 1888, no estuviese en muy buen castellano, lo mismo podría ser de un autor francés, que de un italiano, que de un turco o de un griego. El libro está impregnado de espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos o contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén es judaico, y persa es Darío; de suerte que por los nombres no parece sino que usted quiere ser o es de todos los países, castas y tribus.
El libro Azul... no es en realidad un libro; es un folleto de 132 páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento artístico y poético.
Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha venido a formarse por el conjunto de observaciones, experiencias, hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí principalmente, a través de libros franceses. Es más: en los perfiles, en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del autor hay tanto de francés, que yo forjé una historia a mi antojo para explicármela. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido a París a estudiar para médico o para ingeniero, o para otra profesión; que en París había vivido seis o siete años, con artistas, literatos, sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo había aprendido de viva voz, y empíricamente, con el trato y roce de aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo sin haber vivido en París durante años.
Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que usted, según me aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir a Chile en donde reside desde hace dos años a lo más. ¿Cómo, sin el influjo del medio ambiente, ha podido usted asimilarse todos los elementos del espíritu francés, si bien conservando española la forma que auna y organiza estos elementos, convirtiéndolos en substancia propia?
Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca ni a veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber residido tanto tiempo en Francia, se ve el español; en Cienfuegos es postizo el sentimentalismo empalagoso a lo Rousseau, y el español está por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura de Francia, buena o mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que un barniz transparente, detrás del cual se descubre la condición española.
Ninguno de los hombres de letras de la Península, que he conocido yo, con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en Francia y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras, me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como usted me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos Alvarez. En Galiano habla como una mezcla de anglicismo y de filosofismo francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre archi y ultraespañol, a pesar de sus entusiasmos por las cosas de Francia. Y en Alvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo, y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de Castilla, y en su prosa recuerda el lector a Cervantes y a Quevedo, y en sus versos a Garcilaso y a León, aunque así en versos como en prosa, emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que pasaron. Su chiste no es el esprit francés, sino el humor español de las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar literatura.
Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que usted, y lo digo para afirmar un hecho sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter nacional; pero yo no puedo exigir de usted que sea nicaragüense, porque ni hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de usted que sea literariamente español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la madre patria por el Atlántico, y más lejos en la república donde ha nacido, de la influencia española que en otras repúblicas hispanoamericanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es fuerza dar a usted alabanzas a manos llenas por lo perfecto y profundo de ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena ley, y porque si no tiene usted carácter nacional, posee carácter individual.
En mi sentir hay en usted una poderosa individualidad de escritor, ya bien marcada, y que, si Dios da a usted la salud que yo le deseo y larga vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que sean gloria de las letras hispanoamericanas.
Leídas las 132 páginas de Azul...